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totalmente independientes. Nuestro trabajo es enteramente
para hacer llegar a todos ustedes los magníficos trabajos de
Autoras de Literatura Homoerotica en lengua no hispana con
una sola finalidad. Disfrutar de una buena lectura.
Agradecemos por este libro a LYNN HAGEN por su gran 1
trabajo y a las personas que han hecho posible esta traducción.
Gracias Staff
CREDITOS

TRADUCTOR CORRECTOR

Nimaria Cyllan
ChibiNeko

DISEÑO & FORMATO

Clau & Pervy


Serie Condado Oso
Vaquero Stripper-9

2
Sinopsis

Stripper no es ajeno al uso de cualquier medio que sea necesario para


conseguir la información que necesita. Ha sido contratado para encontrar a
una mujer desaparecida que tiene los códigos que busca Nicolas Reno.
Cuando Stripper secuestra a Reno y le lleva a un lugar donde planea
torturar al hombre por información, pronto descubre que podría tener al
hombre equivocado.
3
Wilbur Castro no tiene idea por qué ha sido secuestrado. Se despierta
atado a una silla en una mugrienta habitación sin recuerdos de la noche
anterior. El extraño con ojos color avellana continúa llamándole Reno y sin
importar cuánto discuta Wilbur lo contrario, el hombre no le está
escuchando. Su captor está convencido que Wilbur es el hombre en
cuestión. Cuando el verdadero Reno va tras Wilbur, decidido a robar la
identidad del hombre y su vida, Wilbur se encuentra contactando al mismo
hombre que le había secuestrado.
Capítulo Uno
—¡Qué demonios! –Balbuceó Wilbur cuando el agua fría salpicó
sobre él. Parpadeó para sacar el agua de sus ojos, intentando enfocar la
habitación. El aire era frío, haciéndole estremecerse cuando el agua se filtró
bajo su ropa y se aferró a su piel.
¿Dónde demonios estaba?
—Me alegra que pudieras acompañarme. —Un hombre con
penetrantes ojos color avellana apareció a la vista. Era imponente y un poco
atemorizante. Su camiseta negra se estiraba a través de su enorme pecho, y
sus músculos se ondulaban mientras se movía.
Wilbur sacudió la cabeza como un perro sacudiéndose la humedad
de su pelaje. No podía limpiarse el agua teniendo en cuenta que tenía las
manos atadas a la espalda. Cómo había llegado a esto era algo que nadie
sabía. Mirando alrededor de la habitación, Wilbur notó paredes de cemento,
una puerta de acero y un enorme espejo como los utilizados en esas series 4
de detectives. ¿Este hombre era un policía? ¿Desde cuándo un policía
salpicaba agua sobre la gente o les ataba?
Cada tobillo estaba atado a una de las patas de la silla en la que
estaba sentado. Wilbur no se estaba levantando a corto plazo, y su nariz
estaba picando.
—Ahora, Sr. Reno, —dijo el extraño cuando puso el cubo a un
lado—. No perdamos tú tiempo o el mío.
El tiempo iba a perderse porque Wilbur no tenía ni la más remota
idea de quién era este hombre o dónde estaban. ¿Y quién era el
Sr. Reno? Ese no era el apellido de Wilbur.
Lo último que Wilbur podía recordar era salir del edificio de
oficinas donde trabajaba. Había sido tarde, y había estado liado hasta
pasada la medianoche. Después de apagar todo, había salido al
aparcamiento y…
Las cosas estaban un poco borrosas desde ahí.
El extraño caminó lentamente en círculos alrededor de la silla de
Wilbur como un buitre concentrándose en un animal atropellado. Los ojos
del hombre eran planos, fríos, sin tener compasión alguna, pero entonces
algo letal comenzó a agitarse en esos ojos color avellana. Wilbur tuvo un
terrible impulso de gritar: ¡No picotees mis ojos!
—Todo lo que tienes que decirme es dónde escondes a la Sra.
O’Connor y podremos terminar con esto.
Wilbur podría terminar esto antes porque no tenía idea de lo que
estaba hablando el hombre. ¿Quién demonios era la Sra. O’Connor?
Obviamente este era un caso de error de identidad. Wilbur tiró de la cinta
adhesiva. No se movió. –No sé de qué estás hablando. No conozco a
ninguna Sra. O’Connor.
La risa del hombre sonó siniestra cuando puso su bota en la silla
entre las piernas de Wilbur. El extraño apoyó sus voluminosos brazos en su
rodilla mientras sonreía con suficiencia a Wilbur. –Vamos, Sr. Reno. Tu
pequeña actuación inocente no va a funcionar conmigo. Si no comienzas a
hablar pronto, puedo hacerte hablar.
El tono de voz del extraño era fiero, profundo, con un borde de
peligro que decía que llevaría a cabo cualquier amenaza que hiciese. El
hombre se puso en pie sobre Wilbur como un oscuro guerrero que había 5
escapado del infierno. Sus rasgos eran cerrados, pero sus ojos aún
contenían una promesa de tortura si Wilbur no cooperaba.
Estaba perdido en cuanto a qué decir o hacer. De alguna manera
sabía que negar la información no significaría nada para este hombre. El
cuerpo de Wilbur continuó temblando mientras se preguntaba qué iba a
sucederle. Ya sea que continuase defendiendo su inocencia o inventase
alguna historia para complacer a este hombre, las cosas se veían bastante
sombrías. ¿Su captor le mataría? ¿Con quién estaba lidiando Wilbur
exactamente?
Wilbur gritó cuando el extraño agarró su cabello y tiró de su cabeza
hacia atrás. Sus rostros estaban a centímetros de distancia, la cálida
respiración del hombre deslizándose a través de los labios de Wilbur. Olía a
menta. –El silencio no es una táctica sensata, Sr. Reno.
Los ojos del extraño no contenían misericordia, ni comprensión que
esto era una gran confusión. Wilbur comenzó a decirle esto al hombre, pero
su voz quedó atrapada en su garganta. El miedo le estranguló, y su cabeza
dolía con el dolor del fuerte agarre del hombre en el cabello de Wilbur.
—¿Dónde. Está. La. Sra. O’Connor?
—N-no lo sé, —susurró Wilbur. Estaba mirando fijamente a su
propia muerte. Luchó contra el impulso de suplicar a este hombre que le
creyese. Si el hombre mataba a Wilbur, ¿quién alimentaria a su pez de
colores? Harry se moriría de hambre. Por otro lado, Wilbur había tenido
tres peces de colores muertos en los últimos dos meses. Quizás debería
reconsiderar ser el dueño de una mascota.
Wilbur tragó con fuerza, el movimiento doliéndole ya que su cuello
estaba inclinado hacia atrás. Por el lado positivo, ya no tenía frío porque el
hombre estaba compartiendo su calor corporal con él estando de pie tan
cerca.
—¿Realmente quieres jugar este juego conmigo? —Los dedos del
hombre apretaron dolorosamente–. Confía en mí. No quieres lo que tengo
que ofrecer.
—¿Podrías ofrecerme un cuarto de baño? Realmente tengo que ir.
—Wilbur intentó olvidarse de su vejiga, pero el idiota tiró de su cabello de
nuevo, y por alguna extraña razón, el movimiento hizo que la vejiga de
Wilbur se contrajese. Extraño pero cierto—. Con calma, —gritó Wilbur—.
Eso realmente duele, sabes. Tienes muy malos modales.
6
El hombre gruñó cuando liberó a Wilbur. —Bien. Haremos las
cosas de la manera difícil.
Wilbur no estaba seguro qué significaba eso. El hombre salió de la
habitación, dando un portazo detrás de él. Cuando el bastardo no regresó,
Wilbur miró alrededor y dijo, —¿Hola? ¿Alguien puede oírme? Estoy
atado, y realmente tengo que orinar.
Nada.
Maldita sea.
Intentó mover la silla por el suelo y se había movido cerca de un
centímetro cuando la puerta se abrió de golpe. El extraño estaba de regreso.
Había otro cubo en su mano y un trozo de tela.
—¿Alguna vez has oído hablar del ahogamiento seco?1
—No realmente. ¿Eso requeriría un traje de neopreno? —La piel de
Wilbur estaba comenzando a picar cuando las partes expuestas comenzaron
a secarse. Realmente necesitaba liberar sus manos de manera que pudiera
rascarse. Estaba preparado para lanzarse hacia los lados de manera que
1Consiste en inmovilizar al individuo bocarriba sobre una tabla, cubrirle la cara con un paño y verterle agua
en la boca y nariz para generar la sensación de ahogamiento.
pudiera caer al suelo y arrastrarse como un gusano sólo para tener algo de
fricción sobre su piel.
—Veamos lo ingenioso que eres cuando haya terminado
contigo—. El extraño puso el cubo a un lado y fue hacia Wilbur.
Wilbur intentó alejar su silla, pero no fue lo suficientemente rápido.
Lanzó la cabeza hacia la derecha y luego hacia la izquierda cuando el
hombre intentó poner la tela sobre la cabeza de Wilbur.
—¡Soy claustrofóbico!
—Mejor aún, —se burló el hombre—. Ahora quédate jodidamente
quieto.
—¿No podemos hablar de esto como dos adultos sensatos?
—Wilbur intentó moverse hacia la derecha, pero el hombre fue más hábil y
deslizó la tela sobre su cabeza. Contuvo un grito, su pecho tensándose. Se
mareó, y la habitación comenzó a girar—. Por favor, —suplicó y sintió las
lágrimas brotando–. Realmente estoy asustado.
—Entonces dime dónde está la Sra. O’Connor.
Los hombros de Wilbur se desplomaron cuando sacudió la cabeza. 7
La tela estaba caliente pero picaba. El material le hizo estornudar. —No lo
sé. Lo juro, —dijo Wilbur antes de sentir la primera lágrima caer por su
mejilla—. Sólo soy un contable. No tengo idea de qué estás hablando. —Y
entonces añadió— Por favor, señor. Realmente soy claustrofóbico. Por
favor, quítame esto. –Los pulmones de Wilbur estaban ardiendo cuando
intentó aspirar suficiente aire para respirar, pero no estaba funcionando. El
sudor comenzó a caer por su rostro mientras lloriqueaba—. Por favor.
La tela fue retirada en un fluido movimiento, y Wilbur se avergonzó
que su captor pudiese ver las lágrimas cayendo por su rostro. Intentó
limpiarlas con su hombro, pero su camisa estaba húmeda y el material le
picaba.
Por primera vez desde que Wilbur había puesto sus ojos en el
hombre, el tipo pareció desconcertado. Wilbur consideró suplicar algo más,
pero se mantuvo callado. Ya estaba avergonzado de sus lágrimas.
—¿Cuál es tu nombre? —Preguntó el extraño, su tono de voz suave
como la seda.
—Wilbur Castro. —Wilbur se sorbió la nariz—. Soy contable en
Fiber and Sons. Puedes llamar a mi jefe, y lo verificará. Está de mal humor
y no es muy agradable la mayor parte del tiempo, pero estoy bastante
seguro que te dirá quién soy. —Wilbur levantó la mirada hacia su captor y
preguntó— ¿Puedo ir al cuarto de baño, por favor? No me he orinado
encima desde que tenía nueve años.
—¿Nueve?
Wilbur se encogió de hombros. –Problemas de la infancia.
La comisura de la boca del hombre tiró como si estuviese
intentando detener una sonrisa. —¿Por qué trabajas para alguien que te
trata de esa manera?
Wilbur no quería contarle a este extraño la historia de su vida. Era
bastante aburrida y un poco patética. –Es un amigo de la familia. Mi padre
pensó que me estaba haciendo un favor cuando le pidió a su amigo que me
contratase.
Y Wilbur no le había contado a su padre qué gilipollas era el Sr.
Fiber. Los dos eran amigos cercanos, y Wilbur no quería abrir una brecha
entre ellos.
—Así que, ¿vas a un trabajo que odias porque quieres complacer a
tu padre? —El hombre lo hizo sonar como si fuese algo malo. 8

—¿No harías cualquier cosa para hacer feliz a tu padre? —El padre
de Wilbur había trabajado duro para poner comida en la mesa y criarle. Sus
padres se amaban profundamente, y su padre era un buen hombre. Sólo era
un trabajo. Wilbur podía lidiar con eso.
—No sacrificaría mi propia felicidad, —contestó el hombre—. ¿Le
has contado acerca de su amigo?
Wilbur sacudió la cabeza. —No. Se remontan a sus días de
universidad. No puedo meterme entre ellos. Eso no sería agradable para mí.
El hombre miró a Wilbur con incredulidad. —Volveré.
—Pero tengo que utilizar el cuarto de baño, —le recordó al
hombre—. Por favor.
El hombre suspiró y luego sacó un cuchillo de su cinturón. Wilbur
se encogió hasta que el extraño se agachó y cortó la cinta alrededor de los
tobillos de Wilbur. Entonces el hombre se movió alrededor de Wilbur y
cortó la cinta de sus muñecas. Wilbur se frotó el dolor mientras el hombre
le sacaba de la habitación y recorría un largo pasillo.
—¿Dónde estamos? Esto parece la sala de calderas de una película
de Freddie Krueger. —Las luces por encima parpadeaban, y Wilbur se
apresuró para alcanzar a su captor. Cuando Wilbur estaba cerca, notó cuán
alto era el hombre comparado con su 1,64 metros. Estaba mirando
directamente la espalda del hombre.
—La localización no es importante. —El hombre se detuvo al final
del pasillo y abrió una puerta que tenía más manchas que pintura. Crujió, y
Wilbur esperó que alguna criatura saltase hacia él—. Simplemente utiliza
el baño y date prisa.
Wilbur asintió con la cabeza y entró en la habitación. Había
manchas de óxido en el lavabo y en el inodoro, y la luz era una del tipo de
tirar de la cuerda. Cuando tiró del cordón, se rompió. Wilbur sostuvo la
cadena en su mano y luego la empujó en su bolsillo. Podría necesitarla para
salir de aquí, aunque no estaba seguro cómo la utilizaría. Pero podría ser
útil.
Estaba oscuro en este cuarto de baño del tamaño de un armario
cuando la puerta fue cerrada, pero Wilbur estaba bastante seguro que, si no
apuntaba bien, nadie lo notaría. El cuarto de baño era deplorable. Wilbur
9
tenía miedo de tocar cualquier cosa. ¿Dónde estaba el desinfectante de
manos cuando lo necesitaba?
Utilizó el pie para tirar de la cisterna, y sorprendentemente,
funcionó. No estaba a punto de poner las manos en ese lavabo. En su lugar,
las limpió en sus pantalones y salió del cuarto de baño. Se las lavaría en la
primera oportunidad que tuviese.
Su captor estaba al teléfono, gruñendo silenciosamente a alguien.
Wilbur atrapó unas pocas palabras. —Confusión— y —estrangularte—
eran suficientemente simples para entender. Cuando el extraño se giró y vio
a Wilbur ahí de pie, el hombre colgó.
—¿Tengo que regresar a esa habitación? —Preguntó Wilbur
mientras era escoltado de nuevo por el pasillo—. Prometo no escapar si me
pones en una habitación con una mesa y me das algo caliente para beber.
Maldición. Wilbur lo había prometido, lo que significaba que tenía
que mantener su palabra. Su padre le había enseñado eso, aunque no
pensaba que su padre imaginó un escenario de secuestro cuando le había
enseñado a Wilbur el valor de mantener su palabra. Aún así…
—Veré lo que puedo hacer.
Wilbur tuvo que caminar rápidamente para seguir el ritmo de los
largos pasos del hombre. Aplaudió interiormente cuando vio escaleras
adelante. Quizás el hombre fuese a dejar ir a Wilbur. Cruzó los dedos
cuando subieron las escaleras.

10
Capítulo Dos
La vieja escuela había estado cerrada durante años. Se asentaba en
el lado oeste de Junction City, una cerca de malla rodeando la decadente
estructura para mantener a las personas alejadas. No había habido
electricidad hasta que Stripper había aprovechado la fuente de alimentación
principal en el poste y cableado algunas cosas.
Shott había colocado su equipo en la oficina de la escuela, y
Stripper había llevado a cabo su interrogatorio en el sótano. Había estado
sorprendido de encontrar la habitación ahí abajo. Quizás esa fuese una de
las razones por las que el lugar había sido cerrado. No era una escuela
grande, y por su investigación, había sido privada.
Las aulas eran pequeñas. En la que dejó a Wilbur retenido tenía
quince pupitres, máximo. El humano parecía un poco pálido cuando
Stripper cerró la puerta detrás de él. Se inclinó contra la descascarillada
pared blanquecina en el pasillo. Cerró los ojos y maldijo. 11
El aroma de Wilbur le estaba volviendo loco. Desde el primer
momento que secuestró al hombre del aparcamiento en la zona comercial,
Stripper había olido a cálida lluvia de verano y regaliz. Era una
combinación muy extraña, pero una que atraía en todos los niveles a su oso.
Todo estaba mal. Toda la situación. Se dio la vuelta cuando sintió
más que escuchó gente viniendo por el pasillo. T-Rex y Legend parecían un
poderoso dúo, grandes e imponentes. Pero también lo era Stripper.
—¿Qué cojones fue eso? —Preguntó T-Rex, su tono de voz
entrecortado—. ¿Vas a ofrecerle dinero a continuación?
—Ese no es Nicolas Reno, —argumentó Stripper cuando se alejó de
la pared.
—¿Por qué? ¿Porque te gritó y suplicó que fueses agradable?
—T-Rex estaba en modo completamente cabreado. Sus rasgos eran
oscuros, y sus fosas nasales estaban ensanchadas—. Si dejásemos ir a cada
persona que nos suplicase, habríamos sido asesinados hace años.
Legend estaba ahí de pie en silencio, su mirada fija en la puerta del
aula. El hombre tenía una manera de parecer amenazador incluso cuando
no lo estaba intentando.
Stripper enroscó las manos en sus costados, apretando los dientes. –
Hice la investigación de Nicolas Reno. Pasé semanas siguiéndole y
averiguando cada uno de sus movimientos. Dime qué cojones está pasando.
¿Cómo agarré al hombre equivocado?
—¿Nunca has escuchado que todo el mundo tiene un gemelo en
este mundo? —Preguntó Legend, su tono de voz neutral—. Creo que Reno
encontró el suyo y se aprovechó de la situación.
Stripper tenía un trabajo que hacer, y sentirse atraído por alguien
que podría ser extremadamente peligroso no era plato de su gusto. No hacía
compromisos, y ni siquiera iba a hacer una aventura de una noche con el
hombre. No debería estar cayendo por las lágrimas de Wilbur. Eso podría
asesinarle. Inmediatamente sintió un poco de disgusto por su intento de
convertir esta situación en algo no emocional, algo menos poderoso de lo
que se estaba convirtiendo.
El rostro de Wilbur surgió en la mente de Stripper para atormentarle
y dejarle hambriento por ver de nuevo al hombre. ¿Qué cojones le estaba
haciendo el humano?
Executive Boyguards había sido contratado por una firma privada 12
para investigar el espionaje industrial. Pero las entrañas de Stripper le
decían que Wilbur no era más espía que el Pato Donald. Nicolas Reno era
astuto, implacable, y utilizaría cualquier medio necesario para conseguir
terminar el trabajo. ¿Podían Wilbur y Nicolas ser la misma persona?
Stripper no lo creía, pero sus emociones estaban fuera de control.
Quería a Wilbur de manera demasiado desesperada, y eso estaba nublando
su juicio. Nunca antes había sentido lástima por alguien al que estaba
interrogando.
—Tienes que dar un paso atrás en esto, —dijo T-Rex—. No estoy
seguro qué está pasando, pero parecías tenso. Deja que Legend se
encargue.
Stripper había trabajado demasiado duro en el perfil de Reno. Había
encontrado a los socios de Reno, sus compradores, e incluso un silencioso
compañero que había huido del país hacía dos días. Se las había apañado
para pillar a Reno antes que el hombre también hubiese huido. Pero aún no
podía creer que Wilbur fuese Reno.
Aunque el parecido era sorprendente.
—Yo me encargo. —Stripper sabía que estaba jugando un juego
peligroso. Lógicamente, debería entregar esto a Legend. ¿Qué pasa si
tomaba la decisión equivocada y se enamoraba del chico malo? Pero, ¿qué
pasa si Wilbur era quien decía que era y Stripper desataba a Legend sobre
el humano? Sacudió la cabeza—. Le quebraré.
—¿Estás seguro? —Preguntó T-Rex—. No podemos darnos el lujo
que te nos ablandes.
Stripper se agarró la ingle. —No hay nada blando acerca de mí.
Legend rodó los ojos. T-Rex no se veía ni un poco divertido.
Stripper se liberó a sí mismo y les sacó el dedo medio. —Que os
jodan. Conozco mi trabajo.
—Ese es mi chico, —dijo T-Rex—. Ahora haz lo que viniste a
hacer aquí. Rompe al hijo de puta de manera que podamos irnos a casa.
Stripper asintió con la cabeza, centrado en sí mismo, y luego entró
de nuevo en el aula. Sus pulmones se llenaron al instante con el aroma de
Wilbur, haciendo que Stripper apretase las muelas con necesidad.
Se detuvo justo dentro de la puerta para ver a Wilbur utilizando la 13
pizarra. Stripper miró lo que el hombre había escrito. El encabezado leía —
Lista de Deseos—, y debajo de eso, lo primero era tener sexo. ¿Esto era
alguna clase de código? ¿Wilbur estaba dejando alguna clase de mensaje
para sus contactos? Lo segundo era convertirse en un mejor padre de
mascotas. Lo tercero era aprender cómo ahogarse en seco en un traje de
neopreno.
¿Qué cojones?
Stripper se aclaró la garganta. —Siéntate, Sr. Reno.
Wilbur dejó caer la tiza y jadeó cuando se dio la vuelta como si
Stripper le hubiese asustado. El traje del humano estaba arrugado por el
agua que Stripper había salpicado al hombre, y su cabello castaño rojizo
sobresaliendo en cada ángulo. Wilbur parecía un desastre caliente y tan
jodidamente adorable que Stripper se estaba poniendo duro.
—¿Volvemos a eso de nuevo? —Preguntó Wilbur mientras sus
ojos color esmeralda se abrían como platos.
Stripper agarró la silla más cercana a él y la giró antes de sentarse a
horcajadas en ella. Apoyó los brazos en el respaldo y asintió con la cabeza
hacia otra silla. —Siéntate.
Wilbur se mantuvo de espaldas a las ventanas tapiadas mientras se
movía hacia su derecha. Agarró la silla y se sentó, juntando las manos en su
regazo. —¿Cómo puedo convencerte de quién soy realmente?
—Yo haré las preguntas, —declaró Stripper, intentando permanecer
al margen y no viéndose afectado por el poderoso aroma aferrándose al
aire, incluso si cada célula en su cuerpo exigía que tomase a Wilbur aquí
mismo, sobre el polvoriento escritorio del profesor. Wilbur era diferente,
juró el corazón de Stripper, aunque su mente luchaba contra esa instintiva
información.
La cabeza de Wilbur se balanceó con un asentimiento de cabeza.
—Entonces, ¿puedes preguntarme cuándo podré ir a casa? No he comido
nada, y cuando mis niveles de azúcar caen, me mareo un poco.

—¿Eres diabético?
—En el límite. Mi médico me ha monitoreado desde que era un
niño, y juntos nos las hemos apañado para evitar que me convierta en un
adicto a las pastillas en toda regla. —Wilbur se pasó los dedos por las
rodillas—. ¿Tienes una chocolatina en el bolsillo o un paquete de azúcar, 14
quizás un M&M2 que quedó en la bolsa?
Stripper estaba simplemente fascinado por esta hermosa criatura.
Wilbur no era lo que la mayoría de los humanos considerarían llamativo o
incluso guapo, pero era francamente sexy para Stripper. Wilbur tenía un
poco más de peso que lo que se consideraba un modelo delgado, pero se
veía bien en el chico. El hombre tenía un culo regordete, caderas anchas y
era grueso en todos los lugares correctos.
Stripper se estaba poniendo cada vez más duro por segundos.
Intentó una vez más desconectar sus emociones, convertirse en el soldado
letal para lo que había sido entrenado. Stripper se puso rígidamente duro, y
entrecerró los ojos. –Para con esta mierda, Sr. Reno. Quiero saber dónde…
—Está la Sra. O’Connor, —terminó Wilbur por él—. Ni idea.
—La secuestraste en un intento de sacarle los códigos. Ahora dime
dónde la tienes o…

2 pequeños pedazos de chocolate con leche revestidos de azúcar, producidos por Mars Incorporated,
populares en muchos países alrededor del mundo. Los caramelos fueron hechos originalmente en seis colores: rojo,
anaranjado, amarillo, verde, marrón, y azul.
—¿Me dejarás entrar en un coma diabético? —Wilbur se lamió los
labios, y Stripper notó como el sudor había comenzado a juntarse en la
frente del humano. Podría ser el hecho que Wilbur, o Nicolas o quienquiera
que fuese este hombre, estuviese nervioso. Quería levantarse y comprobar
al humano, pero si Wilbur le estuviese engañando, Stripper no quería que le
tomase por tonto.
Nunca había estado tan en conflicto en su vida.
Intentó resistirse, ver si Wilbur estaba fingiendo. El chico había
estado temblando antes, de manera que eso no era nada nuevo. Stripper no
estaba cayendo por… ¿el chico se estaba poniendo pálido? Stripper miró a
los ojos verdes de Wilbur. —¿Hey?
Wilbur parpadeó y miró hacia la pizarra. Su cabeza se movió
ligeramente de un lado a otro mientras sus ojos continuaban revoloteando
rápidamente. —¿Alguna vez me vas a dejar utilizar el cuarto de baño?
¿Alguna clase de truco?

—Ya utilizaste el inodoro. —Stripper enroscó sus dedos,


resistiendo el impulso de ir hacia el hombre. 15

La cabeza de Wilbur se balanceó hacia arriba y hacia abajo. —Lo


recuerdo.
Inhalando profundamente, Stripper olió algo extraño mezclado con
el aroma de Wilbur. La habitación aún contenía la fragancia de cálida lluvia
de verano y regaliz, pero había una pizca de… Stripper inhaló de nuevo.
—¿Apesto? —Wilbur olisqueó bajo sus brazos—. Podría después
de lo que me has hecho pasar.
—No apestas. —No en el sentido humano. Pero a un nivel
sobrenatural, algo estaba mal. Simplemente Stripper no podía poner el dedo
en la llaga sobre qué le recordaba el olor.
—¡Jódete! —Gritó Wilbur se levantó de un salto, caminando como
si estuviese agitado—. Estoy cansado de esta mierda. Déjame ir a casa.
—Siéntate.
—No me sentaré. No me quedaré aquí ni un segundo más.
Wilbur corrió hacia la puerta, pero Stripper se levantó y tuvo al
hombre alrededor de su cintura en segundos. Wilbur luchó por liberarse y
finalmente Stripper tuvo que envolver sus brazos alrededor de los del
humano, sujetándolos al pecho de Wilbur.
—¡Cálmate! —Estando tan cerca, Stripper reconoció el hedor. El
sudor del humano olía como a bilis. ¿Qué cojones? Podía sentir el pulso de
Wilbur latiendo rápidamente, y el chico se sentía frío y húmedo.
Wilbur no estaba fingiendo. Stripper liberó al hombre y se dirigió
hacia la puerta. Legend estaba justo afuera, a un lado, sujetando unos
paquetes de azúcar en la mano. –Los agarré de la caja que Shott lleva para
su café.
—Gracias. —Stripper los agarró y se dirigió de nuevo hacia el aula.
Wilbur no se había movido.
—Lo siento, —dijo Wilbur—. Prometí que no me iría, y sólo lo
intenté.
Stripper le tendió a Wilbur los paquetes. —Cómelos.
Wilbur los rasgó, vaciando cada paquete sobre su lengua. Stripper
miró hacia la puerta para ver a Legend y T-Rex mirando al interior.
Mientras Wilbur digería el azúcar, Stripper salió de nuevo al pasillo.
16
—¿Qué pasa si no está fingiendo? ¿Estás dispuesto a matarle por
probar un punto? Darle al chico una comida no podría hacer daño.
T-Rex no se veía complacido. Tenía una fría confianza desde que
esta misión había comenzado. Había falta de pesar en los ojos del hombre,
y eso sólo irritó a Stripper. Cuando T-Rex habló, sus palabras contradijeron
su expresión. —Ya envié a Shott a buscar algo alto en carbohidratos.
Al menos el hombre tenía conciencia. Si T-Rex hubiese dicho no,
Stripper habría tenido que luchar contra su comandante y Legend. Shott
habría intentado tranquilizar a todo el mundo, pero no habría habido
ninguna tranquilidad para Stripper.
De nuevo se preguntó qué demonios se le había metido. Pero ya
sabía la respuesta. Su oso quería a Wilbur, quería proteger al hombre,
quería envolver al humano en relleno de algodón y mantenerle a salvo del
mundo.
Shott bajó por el pasillo con pasos seguros, una bolsa sostenida con
firmeza en su mano. —Deli tiene un lugar a una manzana. Servicio rápido.
Stripper se reunió con Shott a medio camino y cogió la bolsa. —Lo
aprecio. –Se giró sobre sus talones y se dirigió de nuevo al interior de la
habitación, ignorando las extrañas miradas que estaba recibiendo de los tres
hombres.
Los ojos de Wilbur se asentaron en la bolsa. —¿Eso es para mí? —
El chico estaba alcanzando la bolsa antes que Stripper diese una respuesta.
Wilbur le dio la vuelta a la bolsa, dejando caer el sándwich a su mano que
estaba esperando. Lo desenvolvió y le dio un mordisco, sus ojos rodando
hacia atrás mientras masticaba.
—Siéntate. –El tono de voz de Stripper fue un poco menos
exigente—. No necesito que te caigas y rompas la cabeza o algo parecido.
—Esto está tan bueno, —dijo Wilbur mientras masticaba—. No sé
cómo te las apañaste para conseguir esto tan rápido, pero gracias.
—Retrocedió y luego se sentó. Stripper observaba mientras Wilbur comía.
—¿Mejor?
—Lo sabré en unos quince minutos. —Wilbur levantó la otra mitad
de su comida—. ¿Quieres?
El hombre sólo seguía sorprendiendo a Stripper. Levantó la mano.
—Eso es para ti.
17
¿Por qué demonios Stripper se sentía mejor sabiendo que el humano
estaba siendo cuidado? No se había sentido de esta manera cuando había
atado al chico y le había empujado en la camioneta. No hubo extrañas
emociones cuando llevó a Wilbur al sótano y le ató a esa silla. Había estado
preparado para torturar al humano para conseguir lo que necesitaba.
Y ahora…
Wilbur suspiró cuando terminó el sándwich y desmenuzó el papel
en el que había estado envuelto. —Gracias… ¿Cuál es tu nombre?
—No es importante. —Aunque Stripper quería decírselo. Incluso
estaba preparado para confesar su nombre de nacimiento, por el cual nadie
le llamaba. Gah, realmente se estaba perdiendo—. Ahora que has comido,
quiero que te bajes los pantalones.
Los ojos de Wilbur se abrieron como platos cuando el papel en su
mano crujió. —¿Quieres que haga qué?
Nicolas Reno tenía una marca de nacimiento en la nalga izquierda.
Era grande y de color marrón. Stripper sabía esto por los registros médicos
que había hackeado. Si este chico no tenía la marca de nacimiento,
entonces… Bueno, lo tomarían desde ahí.
—No voy a tener sexo contigo. —Wilbur se puso de pie y
retrocedió hasta que estuvo a ras contra la pizarra—. Eres lindo y todo,
pero no soy esa clase de chico.
—¿No eres gay—No pudo evitar el sarcasmo en su tono de voz
porque un destello de resentimiento le atravesó.
El color de Wilbur estaba regresando, y era una sombre de rojo
intenso. —Eso no es asunto tuyo.
Stripper señaló hacia la pizarra detrás de Wilbur. —Número uno en
tu lista de deseos.
Wilbur se dio la vuelta y miró fijamente la pizarra como si nunca
antes la hubiese visto. Frunció el ceño y luego utilizó la mano para borrar
las letras. Se embadurnaron pero aún eran legibles. —Estaba aburrido y
pensé que ibas a matarme.
—Aún podría. –Stripper cruzó la habitación y enjauló a Wilbur—.
Ahora quítate los malditos pantalones.
Tenía que saber. Preguntarse si éste era Reno o Wilbur estaba
volviendo loco a Stripper. Si éste fuese Reno, iba a regocijarse matando al
hombre, después que consiguiese las respuestas que buscaba. 18

Ojalá hubiese pensado en esto cuando había atado al chico. Pero


Stripper había estado seguro en ese momento que se había llevado al
hombre correcto. Ahora sólo la marca de nacimiento le diría la verdad.
—No. –Wilbur cruzó los brazos sobre su pecho—. ¿Piensas que un
sándwich deli me está comprando la cena? No me abro de piernas en la
primera cita, especialmente no en una barata.
Stripper se inclinó más cerca, sus rostros separados por centímetros.
Enroscó su labio superior y gruñó sus siguientes palabras. —Esto no es
una jodida cita. Tienes cinco segundos para quitártelos, o los arrancaré de
tu cuerpo.
Capítulo Tres
—Algo no está bien, —dijo T-Rex cuando entró en la oficina de la
escuela abandonada.
—¿Realmente piensas que el chico está diciendo la verdad?
—Preguntó Legend mientras entraba detrás de T-Rex. — ¿Realmente
podría ser Wilbur Castro?
—No es eso, —contestó T-Rex—. Me refiero a Stripper. Algo se le
ha metido—Giovani Zoltan, el verdadero nombre de Stripper, era uno de
los interrogadores más extremos que T-Rex conocía. El hombre no siempre
utilizaba la fuerza bruta, pero siempre recibía la información que buscaba.
Stripper era astuto y podía engañar a cualquiera para que le contase lo que
quisiera saber. Pero cuando T-Rex había escuchado la transmisión en vivo
en la oficina antes, supo que Stripper estaba fuera de su juego.
—Podría ser que Wilbur fuese su pareja, —dijo Shott de manera tan
despreocupada que la noticia no se registró en la cabeza de T-Rex al 19
principio. Se dio la vuelta, mirando fijamente a Shott como si el hombre
acabara de declarar que las armas eran ilegales. Los ojos de T-Rex se
abrieron como platos.
—Cierra la maldita boca, —dijo T-Rex–. Ni siquiera bromees de
esa manera.
Habían pasado tres años desde que la última persona que se había
emparejado. Rowdy y Cameron eran completamente felices, y T-Rex
estaba rodeado por hombres emparejados. Él, Shott y Stripper eran los
últimos solteros en la casa, y quería mantenerlo de esa manera. Cuando uno
de los ojos encontraba a su pareja, perdían su siempre amorosa mente.
—Podría tener razón, —dijo Legend—. Stripper nunca ha sido tan
indulgente cuando les interroga. Eso sólo podría significar una cosa.
—Legend se sentó en uno de los pupitres y dio patadas con sus bota—
Tiempo para desenterrar las cosas de la guardería que se almacenaron en el
ático.
T-Rex abrió la puerta de la oficina de un tirón y caminó por el
pasillo. Legend se levantó de un salto y estaba pisándole los talones,
intentando hacer todo lo posible por esconder una sonrisa de suficiencia.
—No seas duro con él.
—Como el infierno, —ladró T-Rex—. Tenemos que descubrir
quién secuestró a la Sra. O’Connor y detener a Reno antes que venda la
información que ya ha reunido. No tenemos tiempo para indulgencias.
Se detuvo en seco justo en la puerta y echó un vistazo a través del
cristal. Apretó los dientes cuando divisó a los dos contra la pared, Stripper
mirando a Reno como si quisiera follar al hombre. Sus rostros estaban
separados por centímetros, demasiado cerca en opinión de T-Rex.
Estaban jodidos. T-Rex abrió la puerta y entró. —¿Cómo huele
Reno?
Stripper frunció el ceño cuando se dio la vuelta para mirar fijamente
a T-Rex y Legend. —¿Qué?
—¿Cómo huele Reno? –Repitió T-Rex.
—¿Cómo cojones debería saberlo? —Preguntó Stripper.
T-Rex estaba a segundos de disparar al bastardo. No mataría a
Stripper, pero le heriría lo suficiente para un viaje al hospital sólo para 20
alejarle de Reno. Esto era una misión, no un servicio de citas. Si realmente
Stripper se estuviese enamorando del enemigo… Maldición. —Él. —T-
Rex finalmente señaló al hombre acurrucado contra la pizarra—. ¿Cómo
huele?
La cautelosa expresión que cruzó los oscuros ojos de Stripper lo
dijo todo. La mirada gritaba retroceder y alejarse. La letalidad en los ojos
de Stripper era tangible.
—Retrocede, T-Rex, —advirtió Legend–. Ahora mismo estás
hablando con su oso.
—Que se joda su oso, —espetó T-Rex. Había entrado más en la
habitación, más cerca de Reno, cuando Stripper gruñó. El hombre
jodidamente gruñó. Los rasgos de Stripper se oscurecieron, y no hubo duda
del desafío en el tono.
—T-Rex. —Legend dijo su nombre lentamente.
—Estás poniendo en peligro esta misión, —le dijo T-Rex a
Stripper—. Entra en la oficina con Shott. Legend se encargará.
—Y una mierda lo hará. Ahora sal de aquí de manera que pueda
terminar con Wilbur.
—¡No es Wilbur! –T-Rex nunca antes se había perdido así en una
misión. Estaba furioso y preparado para arrancarle la cabeza a alguien.
Tomó una profunda respiración y se centró. Antes que pudiera decir otra
palabra, escuchó el sonido de algo metálico cayendo fuera de la puerta.
Legend miró a T-Rex antes que diese un paso atrás y mirase el
pasillo. Cuando sus ojos se abrieron como platos, el estómago de T-Rex se
hizo nudos.
— ¡Granada! —Legend se lanzó al suelo mientras T-Rex se dejaba
caer detrás del escritorio, empujándolo para utilizarlo como escudo.
Stripper y Reno se tiraron al suelo cuando la explosión se detonó. Un panel
de corcho cayó de la pared. El mohoso techo de suspensión perdió algunos
paneles cuando chocaron contra el suelo. El cristal de la puerta del aula se
destrozó.
—Shott, —dijo T-Rex antes de levantarse y salir disparado. Tosió a
través de la nube de yeso y apartó las puertas destruidas de los casilleros
mientras corría por el pasillo. Sus oídos estaban resonando, pero T-Rex
estaba determinado a llegar a Shott.
—¿Qué cojones? —Shott apareció justo afuera de la puerta, arma 21
en mano, también tosiendo—. ¿Esa pequeña mierda tenía una granada en el
bolsillo?
—No fue Reno. —T-Rex empujó a Shott al interior de la oficina y
cerró la puerta de un portazo. Esperó hasta que sus oídos dejasen de resonar
antes que dijera— Alguien no quiere que hablemos con él.
—O eso o la seguridad de esta área se toma su trabajo en serio. —
Los dos se movieron hacia la puerta, y finalmente T-Rex puso ver pasada la
nube de polvo. El pasillo estaba vacío, pero no estaba tomando ninguna
posibilidad.
—Recoge nuestra mierda, —le dijo a Shott–. Nos vamos.
Mientras Shott recogía el equipo, T-Rex dio un golpecito en su
auricular. —Tú y Stripper bajad a Reno a la oficina. Evacuamos.
Habían sido comprometidos, y sus hombres habían estado cerca de
ser asesinados. T-Rex quería al culpable, y le quería a él o ella para ayer.
No tomaba a la ligera que sus hombres hubiesen estado a punto volar por
los aires.
Shott tuvo el equipo desarmado y empacado en menos de dos
minutos. Legend había tomado la iniciativa mientras llevaba a Stripper y
Reno a la oficina. Cuando todo el mundo estuvo en la misma habitación, T-
Rex fue a por Reno. —¿Quién cojones intentó volarnos? —Su tono de voz
era amenazante y estaba lleno de ira.
Stripper dio un paso entre ellos, sus ojos entrecerrándose. —No fue
Wilbur.
T-Rex no estaba a punto de quedarse ahí de pie y discutir. Tenía
cosas más importantes por las que preocuparse que las alteradas prioridades
de Stripper. Los cinco tenían que salir vivos del edificio. Tenían que
encontrar otro lugar para esconder a Reno hasta que T-Rex pudiese
descubrir quién estaba detrás del ataque.

Wilbur agarró el brazo de su captor con un estrangulamiento


mortal. No podía creer que estuviese viendo a tres hombres más. Dos de
ellos habían entrado al aula. El más alto le había asustado muchísimo.
¿Realmente su nombre era T-Rex? ¿Qué clase de nombre era ese?
—Mantén a Reno en tu punto de mira, Stripper.
22
Stripper. Finalmente Wilbur tenía un nombre para poner con el
rostro. Pero ese no podía ser su verdadero nombre. Ninguna madre en su
sano juicio nombraría a su hijo Stripper. Así que, ¿por qué era llamado de
esa manera, y por qué la posible respuesta hizo que Wilbur apretase los
dientes?
—Uh, ¿deberíamos utilizar nombres con Reno aún por aquí?
—Preguntó un hombre que Wilbur aún tenía que identificar. Llevaba una
camiseta de manga corta y tenía un tatuaje tribal en su bíceps derecho. El
hombre estaba construido como un defensa.
Era muy lindo. Todos lo eran. Se sentía como si hubiese entrado en
una habitación llena de modelos militantes de GQ3. Pero el que mejor se
veía de todos ellos era el captor de Wilbur.
No debería estar pensando de esa manera. Wilbur debería estar
intentando encontrar una manera de salir de esto. Pero los rasgos sexys y
masculinos de Stripper eran intimidantes y de infarto. La parte superior del

3GQ (llamada originalmente Gentlemen's Quarterly) es una revista estadounidense mensual para hombres
que se enfoca a la moda, el estilo y la cultura masculina, con artículos sobre comida, cine, salud, sexo,
música, viajes, deportes, tecnología y literatura. Es considerada más exclusiva y sofisticada que otras revistas
del mismo género, tales como Maxim y FHM
cuerpo del hombre mantenía proporciones perfectas, musculosas y
trabajadas. Anchos hombros se reducían a estrechas caderas y lo que tenía
que ser el mejor culo que Wilbur había visto en su vida.
Wilbur quería romperse un diente mordiendo al hombre.
El rubio cabello de Stripper era corto al estilo militar. El color
combinaba perfectamente con los iris del hombre. Ligeras cejas recortadas
paralelamente a afilados pómulos, y la sombra de la barba del hombre hacía
a Stripper mucho más delicioso.
Poder y fuerza se mezclaban desde cada poro del cuerpo de hombre.
Y esa voz. Wilbur amaba a un hombre con una profunda voz, y la de
Stripper era de un barítono letal. Era ligeramente ronca, rica y oscura, como
el mejor terciopelo negro frotándose contra sus sentidos.
Wilbur se estremeció de manera involuntaria.
Stripper también tenía tatuajes. Lo que es un chico malo. En su
bíceps izquierdo tenía un extraño patrón de remolino. Había un dragón en
su bíceps derecho, y una especie de escritura china en la parte inferior de su
brazo derecho. Wilbur quería trazarlos con su lengua. ¿Qué demonios se le
había metido? Nunca había babeado por alguien de esta manera, 23
especialmente no por alguien que le había secuestrado.
Quizás finalmente estuviese agrietando bajo la presión. Alguien
había intentado volarles después de todo.
Cuando Stripper volvió la mirada hacia él, Wilbur casi fue
absorbido. El hombre era alto y peligroso, y Wilbur se preguntó cómo se
vería Stripper desnudo.
Stripper estiró el brazo y presionó la parte posterior de su mano en
la frente de Wilbur y luego en sus mejillas mientras se arrastraban
silenciosamente por el pasillo. Los rasgos del hombre estaban
enmascarados, pero sus ojos contenían una gran cantidad de emociones.
Wilbur nunca había sido bueno descubriendo expresiones faciales, pero
notó que los ojos de Stripper ya no eran peligrosas dagas. Se habían
suavizado.
¿Qué significaba eso?
Los hombres se detuvieron. T-Rex levantó una mano. Hizo alguna
extraña señal, y entonces el hombre con el tatuaje tribal se separó del grupo
y se movió rápidamente hacia la pared opuesta. Wilbur se mordió el labio
inferior y esperó. Su corazón estaba latiendo mientras su agarre se tensaba
en el brazo de Stripper.
Stripper dio una palmadita a Wilbur en la cadera y luego apoyó ahí
su mano. Este era un comportamiento muy extraño para un interrogador.
No que Wilbur se estuviese quejando. El calor de la mano de Stripper se
filtró a través de los pantalones de Wilbur. Y Wilbur se encontró a sí
mismo disfrutando del contacto.
Wilbur estaba confuso, pero también excitado. Este no era el
momento apropiado, pero no podía evitar la manera en que su cuerpo
estaba reaccionando ante la cercanía de la gran musculatura de Stripper.
Ahora que el hombre no le estaba amenazando, Wilbur pudo apreciar al
hombre de aspecto delicioso.
Intentó mirar a cualquier parte excepto a Stripper. El hombre le
estaba distrayendo, y Wilbur necesitaba su ingenio sobre él. No sólo
necesitaba sobrevivir a quienquiera que les estuviese atacando, sino que
también necesitaba alejarse de estos hombres.
Pero no podía evitar cómo se sentía. Tocando a Stripper, el cuerpo
de Wilbur se volvió demasiado sensible, demasiado caliente, como si el 24
calor comenzase a estallar dentro de él. Maldita sea, se estaba poniendo
duro simplemente sosteniendo el brazo del hombre.

T-Rex hizo esa extraña cosa con las manos de nuevo, y entonces los
hombres comenzaron a moverse. Wilbur no tenía idea cómo sobrevivir a
una situación como esta. Iba a tener que depender únicamente de Stripper
para que le mantuviese vivo.
Ahora, ¿no era eso irónico?
Y aquí pensó que lo más difícil en la vida era intentar mantener
vivo un pez de colores. Bueno, eso e intentar no destruir la amistad de
muchos años entre el padre de Wilbur y el Sr. Fiber.
Wilbur fue sacudido hacia adelante cuando los hombres hicieron un
alto. Salieron por las puertas traseras y se apresuraron por un conjunto de
escalones de hormigón llenos de hierba. Wilbur fue empujado en la parte
posterior de un SUV negro con cristales tintados. Apenas tuvo tiempo
suficiente para deslizarse antes que dos hombres más saltasen en la parte de
atrás con él. Uno de ellos era Stripper.
T-Rex tomó el volante mientras el hombre con el tatuaje lanzaba
dos cajas negras en la parte de atrás y luego se apresuró al asiento del
pasajero. Los neumáticos chirriaron cuando el SUV se lanzó hacia adelante
y entonces T-Rex revolucionó el motor y el vehículo aceleró por la calle.
—El cristal es a prueba de balas, —le informó Stripper.
Wilbur retorció las manos en su regazo mientras observaba pasar
los edificios a toda velocidad. Ahora, ¿cómo iba a escapar? No tenía idea a
dónde le estaba llevando.
—Pero tú no, —dijo T-Rex desde el asiento delantero—. Intenta
cualquier cosa, Sr. Reno, y pondré una bala entre tus ojos.
Wilbur sintió tensarse a Stripper. Los ojos del hombre se clavaron
en la parte posterior de la cabeza de T-Rex, pero Stripper no dijo nada.
Toda su vida Wilbur había sido demasiado amable para su propio
bien. Incluso ahora cuando sabía que debería pensar en una manera de
escapar, no quería faltar a su palabra en su promesa a Stripper. Wilbur
necesitaba su cabeza examinada. El hombre le había secuestrado y
amenazado, y todo en lo que Wilbur podía pensar era en mantener su
palabra. 25
Condujeron a través de Junction City, cruzando un conjunto de vías
de ferrocarril, y luego T-Rex giró a la izquierda, saliendo de la ciudad.
Wilbur se alegraba de aún estar vivo pero no tenía deseos de dejar la
ciudad. Tenía un trabajo, un hogar y una vida. Despertó su ira y se giró
hacia Stripper, preparado para darle al hombre un pedazo de su mente.
—¿Podrías, por favor, decirme a dónde estamos yendo?
Stripper sacudió la cabeza. –Eso no es importante.
—Dices eso mucho. –Wilbur estaba muy cansado de esa respuesta.
Quería saber qué estaba pasando, quién era el Sr. Reno y por qué había sido
secuestrado. Por encima de todo, quería saber por qué estaba atraído por
Stripper. ¿Podría ser síndrome de Estocolmo? No lo creía. Wilbur no estaba
relacionado con el hombre. Sólo quería que Stripper saltase sobre sus
huesos.
—Eso debería darte una pista. –Stripper había vuelto a su fría
actitud. Wilbur estaba preparado para pegarle un puñetazo al hombre en la
nariz. En su lugar, se sentó ahí cocinándose a fuego lento.
Después de viajar por casi dos horas, T-Rex bajó por un camino de
tierra con hileras de maíz a cada lado. El camino estaba lleno de baches y
Wilbur rebotó hasta que el SUV se detuvo frente a un granero deteriorado.
Cuando salieron de la camioneta, el sofocante calor golpeó a
Wilbur en el rostro. No había notado el calor que hacía cuando habían
salido del último edificio. Probablemente porque había estado demasiado
aterrorizado para prestar atención.
Comenzó a sudar, su camisa aferrándose a él mientras miraba
alrededor. Había una enorme granja a su izquierda y silos justo más allá del
granero. El aire olía a estiércol de vaca, y Wilbur sintió náuseas, tapándose
la nariz. Una variedad de equipos agrícolas yacían dispersos alrededor. Se
puso rígido cuando algunos perros salieron corriendo de detrás de la casa,
ladrando.
—Me dan miedo los perros, —le dijo a Stripper—. ¿Muerden?
—No tengo idea, —contestó Stripper—. ¿Por qué no intentas
acariciar uno?
Wilbur entrecerró los ojos. —No eres un hombre muy agradable.
—Lo que era una contradicción a cómo había actuado Stripper antes. El 26
hombre era el Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Un minuto era letal e intimidante, al
siguiente era agradable y educado. Wilbur estaba consiguiendo una
migraña intentando lidiar con las múltiples personalidades de Stripper.
Wilbur estuvo cerca de tragarse la lengua cuando el hombre más
grande y alto que había visto salió al porche. El hombre era incluso más
alto que T-Rex. Llevaba un sombrero de vaquero, botas de trabajo,
vaqueros polvorientos y la palabra Goliat le vino a la mente.
—Jeremiah. —La sonrisa de T-Rex era enorme mientras cruzaba el
patio con la mano extendida—. Mucho tiempo sin verte.
La mano de Jeremiah se tragó la de T-Rex cuando se las dieron. Los
llamativos ojos azul pálido de Jeremiah se volvieron hacia Wilbur y se
fijaron en él. —¿Este es el hombre?

Wilbur dio un paso hacia atrás. Estaba bastante seguro que su nariz
llegaría al ombligo del hombre. En una de las robustas manos del hombre
encajaría perfectamente sobre todo el rostro de Wilbur y una parte de su
cabeza. Podría asfixiar a Wilbur hasta la muerte.
Intentó encogerse detrás de Stripper cuando los perros se acercaron
a ellos. Wilbur tragó con fuerza mientras sus dedos se aferraban a la parte
posterior de la camiseta de Stripper. –Perritos buenos.
—Métele en el granero, —dijo T-Rex mientras el hombre con el
tatuaje tribal descargaba unas pocas cosas de la parte posterior del SUV.
Wilbur sacudió rápidamente la cabeza. —Pero no quiero entrar ahí.
¿No puedes interrogarme frente al porche con algo de limonada?
Stripper se giró y sujetó a Wilbur contra el SUV. —Todo lo que
tienes que hacer es quitarte los pantalones y podremos terminar con esto.
Cada hombre en el patio se dio la vuelta, sus ojos aterrizando en
Wilbur.

27
Capítulo Cuatro
Stripper moldeó su cuerpo al de Wilbur. Deslizó sus manos sobre
las de Wilbur y luego las aprisionó al costado del humano.
—No me voy a quitar los pantalones para ti. —El tono de voz de
Wilbur era inestable—. De manera que deja de preguntar.
Stripper era completamente consciente que todos los ojos estaban
sobre ellos, y quiso matar a cada hombre que lanzaba miradas al humano.
Cerró los ojos y contó hasta diez antes de tomar una profunda respiración.
—Entonces ve al granero.
Aunque estaba casi seguro que este hombre no era Reno, Stripper
no lo tenía 100% claro. No podía permitirse bajar la guardia. Quería
hacerlo. Dios, cómo quería llevar al Wilbur al granero y follarle. Pero
excepto por la marca de nacimiento, tenía que estar seguro quién era el
chico.
28
La atracción que sentía hacia el humano estaba creciendo, y el oso
de Stripper estaba gruñendo ante la idea que no pudiese tener al hombre.
Así estaba Stripper. Agarró las muñecas de Wilbur y tiró del hombre.
—¡Para! –Gritó Wilbur—. Ese lugar se ve muy poco higiénico.
Si éste era Reno, el hombre era malditamente bueno actuando.
Stripper se estaba tambaleando al borde de su control, preparado para
ceder. Empujó a Wilbur a través de la puerta del granero. El hombre
aterrizó sobre su culo. Stripper no había querido utilizar tanta fuerza.
Maldijo en voz baja y ayudó a Wilbur a ponerse en pie.
—Gracias, —dijo Wilbur mientras se sacudía el polvo.
Stripper se preguntó por qué este chico le agradecía cuando… no
importaba. Realmente no importaba. Stripper estaba cansado de andarse
con cuidado. —Enséñame tus nalgas.
—Enséñame las tuyas. –Wilbur cruzó los brazos sobre su pecho
como si le hubiese mostrado una o dos cosas a Stripper. Bien, Stripper
estaba a punto de mostrar a Wilbur unas pocas cosas. Como el hecho que
no tenía problemas estando desnudo. Se quitó la camiseta por la cabeza,
tirándola de manera descuidada al suelo.
—¿Desde cuándo tienes que quitarte la camiseta para mostrar las
nalgas? —Wilbur retrocedió.
—Desafiaste al hombre equivocado cuando se trata de mostrar
partes del cuerpo. —Stripper se aflojó el cinturón, el metal tintineando
cuando fue a por el botón de sus pantalones.

Wilbur levantó ambas manos como si intentase evitar que una pared
invisible se acercase a él. —¡Alto! ¡Alto! ¡Alto! No hay necesidad de
desnudarse. Retiro mi desafío.
Las mejillas del hombre se habían vuelto escarlata, su mirada
moviéndose a toda velocidad de manera nerviosa. ¿Estaba buscando una
salida? No la había. T-Rex había llamado antes y pedido a Jeremiah que
asegurase el granero. Jeremiah era un ex-militar y sabía exactamente lo que
implicaba esa petición. No habría escapatoria para Wilbur.
—Muéstrame tus nalgas, —dijo Stripper, repitiendo su exigencia—.
Y todo esto podrá terminar.
—¿Por qué eres tan persistente acerca de ver mi culo desnudo?
—Preguntó Wilbur. 29

—Porque Reno tiene una marca de nacimiento. ¿Tienes una?


La incertidumbre se deslizó en los ojos verdes de Wilbur. —¿Cómo
sé que esto no es un truco?
—No lo sabes.
—Entonces, ¿por qué debería mostrártelo? ¿Qué pasa si me bajo los
pantalones y tú…? –Wilbur se volvió un tono más oscuro de rojo—. Ya
sabes… ¿quieres más?
Stripper se lamió los labios y sonrió. –Entonces podrás tachar el
primer punto en tu lista de deseos, cariño. –Se bajó los pantalones hasta las
rodillas. Hoy había ido a comando y se alegró de hacerlo.
Wilbur giró la cabeza lentamente hacia un lado, sus cejas
juntándose. Frunció los labios y luego se dio un golpecito en la barbilla.
–No estoy intentando ser grosero o criticar cualquier parte tuya. Eres un
hombre muy hermoso. Pero… —Agitó una mano hacia la ingle de
Stripper—. ¿Se supone que los testículos sean tan grandes? Son como dos
cocos colgando de tu árbol. Siento como si debiesen tener un efecto en las
mareas del océano.
—Agradable, ¿huh? –Stripper se golpeó su saco con la palma de su
mano y apretó, gimiendo mientras pensaba lo bueno que se sentirían los
labios de Wilbur envueltos a su alrededor. Todo el mundo siempre hacía
una broma acerca de sus cocos, pero Stripper estaba malditamente
orgulloso de ellos. No eran tan grandes como todo el mundo los pintaba,
pero era un maldito buen impulso a su ego.
Espera, se suponía que estuviese interrogando a Wilbur, no
mostrando sus preciados activos. —Ahora, muéstrame los tuyos. —Quiso
decir eso como una exigencia, pero salió más como una súplica gruñida.
Wilbur dudó. —Prométeme que no me harás nada.
—Prometido.
El chico no parecía convencido pero se dio la vuelta y lentamente se
bajó los pantalones. Stripper tuvo que morderse el labio inferior cuando los
dos regordetes montículos fueron revelados. Eran blanco cremoso,
perfectos, y… el pulso de Stripper se aceleró. Sin marca de nacimiento.
Éste no era Reno.
Se subió los pantalones lo suficiente para ir hasta Wilbur y tocarle,
pero entonces su teléfono sonó. Mantuvo los ojos fijos sobre eso bonito 30
culo mientras respondía su teléfono.

¿Realmente el hombre estaba respondiendo su teléfono? Wilbur se


quedó ahí de pie con su trasero al aire, inseguro si debería subirse de nuevo
los pantalones. Su corazón ya se estaba acelerando, y ahora sus nervios
estaban a flor de piel. Simplemente, ¿cuánto tiempo tendría que quedarse
aquí de esta manera?
—Tienes que ir al quinto nivel, —dijo Stripper–. No, no, no. Ignora
las cosas del cuarto. El material es inútil.
Frunciendo el ceño, Wilbur se dio la vuelta. Stripper aún estaba ahí
de pie con su carne y patatas al aire, hablando por teléfono. Tenía un brazo
metido debajo del otro con el teléfono presionado en su oreja.
—Tienes que matar a los perros guardianes. No, no utilices la
Glock. Utiliza el rifle M44. –Stripper rodó los ojos–. Sólo vigila tu espalda
porque al Rey Carmesí le gusta acercase sigilosamente a la gente y
matarles cuando están luchando.
¿De qué demonios estaba hablando? ¿Armas, perros, asesinas
personas? Sólo, ¿quién era este hombre? ¿El Rey Carmesí? ¿Quién era ese?
Wilbur no estaba seguro que quisiera saberlo. Stripper estaba ahí de pie con
su cachivache al aire como si fuese algo natural de hacer, como si fuese
algo que hiciese todo el tiempo.
Wilbur le robaba miradas a la ingle del hombre. No podía evitarlo.
Era la polla más grande que había visto. No que hubiese visto muchas. Pero
definitivamente era mucho más grande que la de Wilbur.
Wilbur simplemente se aferró a sus pantalones, su trasero aún al
aire. Su piel enrojeció de vergüenza mientras escuchaba a Stripper hablar
por teléfono. Sus ojos vagaron hacia la ingle de Stripper una vez más.
¿Cómo se sentiría tener sexo? Más importante, ¿cómo se sentiría tener esa
cosa empujada en su interior?
Ante ese pensamiento, Wilbur se levantó rápidamente los 31
pantalones y los abrochó. La realidad se había instalado de nuevo, y el
hedor del granero comenzó a hacerle sentir náuseas de nuevo. Por primera
vez notó caballos en los establos. Wilbur dio un paso hacia atrás cuando se
dio cuenta que estaba de pie demasiado cerca de uno.
—Mira, me tengo que ir, —dijo Stripper al teléfono–. Estoy un
poco ocupado. –El hombre hizo una pausa–. Sí, bueno, algunos tenemos
trabajo, listillo. Te llamaré cuando llegue a casa.
Stripper colgó y sacudió la cabeza mientras gruñía. –Algunas
personas sólo necesitan ser llevadas de la mano. –Empujó el teléfono en su
bolsillo y luego miró a Wilbur—. ¿Por qué te subiste los pantalones?
¿Realmente Wilbur estaba teniendo esta conversación? Nada de
esto parecía real. Quizás se hubiese quedado dormido en la oficina y
soñado todo esto. Pero nunca antes había tenido un sueño tan vívido, y
definitivamente nunca había soñado acerca de un hombre tan hermoso. —
¿Ahora tienes pruebas?

4 Glock M4
Así lo esperaba porque no estaba mostrando a Stripper su trasero de
nuevo. El hombre ya parecía decepcionado porque Wilbur no estaba tan
desnudo como lo estaba Stripper. ¿Estaba haciendo pucheros?
—De acuerdo, mira, —dijo Stripper cuando se movió hacia
adelante.
Wilbur sacudió la cabeza. –Súbete los pantalones de nuevo si vas a
hablar conmigo. –Wilbur se estremeció–. Es como si una pitón me
estuviese mirando fijamente.
Stripper bajó la mirada como si se hubiese olvidado que sus cocos y
salchicha estaban expuesto. Se encogió de hombros como si no fuese gran
cosa. –Sólo quiero disculparme por toda la confusión. Ya que no tienes la
enorme marca de nacimiento, no puedes ser Reno. A menos por supuesto
que encontrases una manera de deshacerte de ella.
Wilbur gruñó de frustración cuando intentó moverse para pasar a
Stripper. –No voy a pasar por esto contigo de nuevo. Te mostré mis nalgas.
No soy Reno. Ahora, ¿puedes llevarme a casa?
Stripper extendió la mano y enganchó el brazo de Wilbur,
acercándole. Sus pechos colisionaron, y Wilbur encontró difícil respirar. 32
Sentía la polla de Stripper encajada entre ellos, y se estaba poniendo más
gruesa a cada segundo. La respiración de Wilbur salió en jadeos cuando
levantó la mirada hacia los hermosos ojos color avellana de Stripper. –Lo
prometiste. –Su tono de voz salió entrecortado cuando su cuerpo comenzó
a amoldarse al de Stripper.
—Prometí no tocarte cuando te bajases los pantalones. –Stripper
acarició con la nariz el cuello de Wilbur e inhaló profundamente. Cuando
levantó la mirada, sus ojos parecían brillar. Su tono de voz se volvió bajo y
rudo–. Pero no te tomaré en un sucio granero. No para tu primera vez.
El alma de Wilbur pareció contraerse ante las palabras de Stripper.
Demasiadas sensaciones atravesaban su cuerpo, demasiado calor y
demasiadas emociones certeras para ser lógico. Luchó para calmar su
acelerado corazón, para aliviar la dureza de su respiración.
Deslizando sus dedos a través del cabello de Wilbur, Stripper se
aferró a la nuca de Wilbur, atrapándole por sorpresa cuando el hombre
inclinó la cabeza de Wilbur hacia atrás y bajó la suya.
La lengua de Stripper se frotó sobre los labios de Wilbur y acarició
su interior en un pequeño empuje provocador que tuvo a ambos
conteniendo sus respiraciones cuando el beso se profundizó mucho más
que un gentil asalto.

Stripper prendió fuego a Wilbur. No había otra manera de


describirlo. El hombre hacía que Wilbur ardiese con necesidad y ahogado
en el hambre de ser poseído. Su mano se deslizó hacia arriba por el grueso
pecho de Stripper cuando sus sentidos fueron asaltados.

Wilbur comenzó a confiarse. Permitió que Stripper explorase su


boca mientras las manos del hombre se aferraban al culo de Wilbur. Wilbur
no quería vivir con más remordimientos. Había sacrificado mucho para
hacer felices a otros, pero quería ser codicioso, egoísta, y, por una vez,
encontrar la felicidad para él mismo. Quería ser salvaje y libre con Stripper.

No le importaba más que Stripper le hubiese secuestrado. Había


sido un malentendido, una confusión. Se preguntó por su racionalidad pero
no podía negar el extraño vínculo que parecía estar formándose entre ellos.
Era como si no pudiese estar lo suficientemente cerca del hombre. Sin
embargo, una cosa era cierta. Wilbur estaba cansado de vivir por las 33
expectativas de todo el mundo. Quería lanzar la precaución al viento y
tener diversión por una vez, vivir el momento.

—Mírate, —dijo Stripper contra los labios de Wilbur antes de


mordisquearlos de manera seductora–. Eres un pequeño gatito salvaje,
¿cierto?

Wilbur sacudió la cabeza. –Más como un gatito domesticado. Pero


seré un gatito salvaje si puedes mostrarme cómo. –Wilbur le guiñó un ojo a
Stripper y dijo— Meow. –Siguió la palabra con un suave ronroneo.

Las fosas nasales de Stripper se dilataron antes que asintiese con la


cabeza y bajase la cabeza una vez más, exigiendo otro beso. El calor se
avivó entre ellos cuando Wilbur cedió al placer.

—Tócame. –El tono de voz de Stripper era tenso–. Necesito sentir


tu mano envuelta alrededor de mí.

Wilbur estaba preparado para hacer cualquier cosa que Stripper le


exigiera. La sensación de puro abandono era increíble. Era verdaderamente
triste que Wilbur nunca hubiese conocido pasión como esta y todo lo que el
hombre estaba haciendo era besarle.

—¡Maldita sea! –T-Rex entró en el granero–. Se suponía que


estuvieses interrogándole, no empujando tu lengua en su garganta.

Por primera vez desde que conociese a estos hombres, Wilbur quiso
patear a T-Rex en la espinilla por la interrupción. Su mano había estado a
centímetros de la polla de Stripper, y Wilbur estuvo medio tentado a
agarrarla de todos modos. Entonces Stripper se subió los pantalones, se dio
la vuelta y dio un gruñido bajo y amenazador.

—Al menos dime que conseguiste la información que necesitamos


antes que decidieses molestarle, —dijo T-Rex.

Wilbur sintió calentarse su piel por la vergüenza de ser atrapado.


Las manos de Stripper se tensaron sobre él. –Éste no es Reno. Comprobé la
marca de nacimiento y no está ahí.
34
Los ojos de T-Rex fueron al culo de Wilbur, y Wilbur tuvo un
impulso de esconder su trasero.

—¿Estás seguro? –Preguntó T-Rex.

—Examiné su culo yo mismo, —contestó Stripper–. Aparte de


tener una forma muy agradable, está inmaculado.

Estaban ahí de pie hablando acerca del culo de Wilbur como si no


fuese gran cosa, una conversación diaria. Si T-Rex pedía ver su trasero
desnudo, Wilbur iba a volverse loco.

En lugar de parecer aliviado, los rasgos de T-Rex se oscurecieron. –


Entonces, ¿dónde cojones está el verdadero Nicolas Reno?

—No creo que aún haya huido del país, —dijo Stripper–.
Deberíamos haber escuchado si hubiese conseguido los códigos.

—¿Qué códigos? –Preguntó Wilbur.


—Larga historia, —dijeron Stripper y T-Rex al mismo tiempo–.
Pero tenemos que regresar al Sr. Castro a su vida, —añadió T-Rex.

El pensamiento de volver a casa con su pez de colores ya no atraía a


Wilbur. Había vislumbrado la emoción y ahora estaba enganchado. No
quería regresar a su aburrido y estresante trabajo o su vacío apartamento.
Wilbur tenía asociados con lo que se mezclaba pero nadie a quien pudiese
llamar amigo. Tan patético como sonaba, quería pasar tiempo con los
hombres que le habían secuestrado.

¿Realmente estaba tan solo? Wilbur intentó negar el hecho, pero


sabía que era verdad. Apuntaló su resolución y asintió con la cabeza. –
Esto estará bien conmigo.

No era un perdedor, y no estaba solo. Tenía una vida. Tan


emocionante como había sido todo esto, necesitaba ir a casa. Esa sensación
de querer ser salvaje y libre sólo fue una consecuencia de lo que Stripper le
había estado haciendo. Wilbur era una persona responsable, y tenía
obligaciones. Además, Wilbur no era un hombre rico. No podía 35
simplemente retirarse e ir tras una aventura. Tenía facturas que pagar.

Una máscara cayó sobre el rostro de Stripper cuando se alejó de


Wilbur. Se puso los pantalones en su lugar y salió del granero, la camiseta
olvidada.

—Si vas al SUV, te llevaremos a casa, Sr. Castro. Lamento mucho


la confusión, —dijo T-Rex antes de salir también del granero.

Wilbur fue dejado ahí de pie, mirando fijamente la puerta abierta de


par en par. Corrió hacia la camiseta de Stripper y la recogió. Tenía la
intención de regresarla, pero en su lugar, la sacudió, dobló y luego la metió
en su bolsillo. Era voluminosa, pero a Wilbur no le importó. Ni siquiera
estaba seguro por qué estaba guardando la camiseta, pero se sintió mejor
sabiendo que estaba ahí.

Salió del granero para ver a los hombres de pie alrededor del
vehículo. Incluso Jeremiah estaba ahí de pie, una cabeza más alto que el
resto. Wilbur odiaba que todos los ojos estuviesen sobre él, pero mantuvo
el paso seguro y confiado. Cuando alcanzó el SUV, T-Rex abrió la puerta
de atrás. Wilbur se deslizó en el interior y juntó las manos en su regazo.

Para su consternación, Stripper se sentó delante. El hombre no le


miraba. Quizás esto fuese lo mejor. Era mejor que Wilbur dejase el día de
hoy tras él. Necesitaba olvidarse acerca de la emoción y terror que había
atravesado. No importaba que el día de hoy fuese el primer día que se había
sentido vivo.

Iba a ir a casa, intentar no matar a su pez de colores y regresar a su


rutina normal. Por primera vez en cinco años, Wilbur se había perdido un
día de trabajo. Estaba bastante seguro que al Sr. Fiber no le iba a dar un
ataque o despedirle. Quizás.

Wilbur incluso podría ir a visitar a sus padres este fin de semana. Al


menos ahora tendría algo que esperar con interés. Mientras el SUV se
alejaba, Wilbur le dio una última mirada a la granja. Sus ojos pasaron por
el granero, y su piel se calentó ante el recuerdo del beso más caliente que
había tenido. 36

El hombre a su lado, el del tatuaje tribal, le dio un codazo a la


pierna de Wilbur y luego extendió su mano. –Lamento mucho lo que
sucedió. Soy Shott.

Wilbur le dio la mano al hombre. —¿Dónde estamos exactamente?


–Ya que no era considerado una amenaza, Wilbur se sintió a salvo para
preguntar.

—Condado Oso, —respondió Shott. Wilbur sabía dónde estaba eso.


Era el siguiente condado después de Junction City. Observó por la ventana
mientras era llevado a casa.

Cuando la camioneta se detuvo en su camino de entrada, miró de


nuevo a Stripper, pero el hombre estaba mirando al frente. T-Rex salió y
abrió la puerta de atrás, ayudando a Wilbur a salir del vehículo. Metió la
mano en su bolsillo y le entregó una tarjeta a Wilbur.

—Ya que te debemos una por esto, llama si alguna vez necesitas un
favor.
Wilbur miró la tarjeta. La compañía era Executive Bodyguards.
Wow. Estos hombres eran de fiar. Eran profesionales. Le hizo a Wilbur
estar mucho más agradecido por haber salido vivo de esta. Asintió con la
cabeza y guardó la tarjeta en su bolsillo.

—Gracias por no torturarme, —dijo y luego le dio la mano a T-


Rex— y por darme de comer en el almuerzo.

El hombre sonrió. –Verdaderamente eres único en tu clase.

Wilbur se quedó de pie en su camino de entrada mientras el SUV se


alejaba a toda velocidad.

37
Capítulo Cinco
Wilbur estaba en camino hacia la casa de sus padres el fin de
semana siguiente. No había sido despedido, y su vida había vuelto a su ser
como si su secuestro nunca hubiese tenido lugar. Pero no se podía negar
que echaba muchísimo de menos a Stripper. Cada noche se había quedado
dormido con la camiseta del hombre escondida debajo de su cabeza,
inhalando el aroma masculino de Stripper.

Demasiadas veces había cogido el teléfono para marcar el número


de la tarjeta, pero había colgado en el último segundo. Necesitaba olvidar
su aventura y dejar ese día atrás.

—Maldito móvil, —gruñó Wilbur mientras levantaba el teléfono


por encima de su cabeza y aún no podía conseguir una señal. Seguía
mostrando: Sin Señal.

Lo lanzó a un lado en el asiento del pasajero mientras conducía. Si 38


no creyese en no desperdiciar cosas, habría lanzado el teléfono por la
ventana y atropellarlo.

Además, era tarde, y no estaba pensando con claridad. Necesitaba


encontrar un motel barato y conseguir algo de descanso. Su espalda le
estaba matando por estar sentado durante tanto tiempo, y sus ojos ardían
por mirar fijamente las líneas en la carretera. No estaba seguro que una
visita a sus padres hubiese sido una buena idea. Vivían a diez horas de
distancia. Quizás simplemente debería haber llamado.

Había salido justo después del trabajo, y ahora estaba lamentando


no haber esperado hasta la mañana antes de comenzar a conducir. Pero
quería pasar tanto tiempo con ellos como fuese posible antes que tuviese
que regresar al trabajo el lunes.

Wilbur se dijo a sí mismo que su viaje le ayudaría a olvidar a


Stripper. No estaba funcionando. En todo caso, las largas horas en su coche
sólo le hicieron obsesionarse con el hombre. Ignorando a Wilbur durante
todo el viaje a casa, Stripper prácticamente le había mostrado cómo se
sentía. Wilbur no necesitaba a alguien así en su vida.

Divisó un letrero en el frente que tenía el icono de un motel


exhibido en el tablero verde reflectante. Después de tomar la salida hacia el
motel, siguió las señales hasta que se detuvo en un sinuoso camino sin
farolas. Wilbur tuvo que utilizar las luces largas para asegurarse que no
golpeaba a ninguna criatura que estuviese vagando por la carretera.

La niebla baja era espesa y extraña. La oscuridad, bruma y


ocasional luz de una casa creaba una escena salida de una novela de
Stephen King5. No debería estar pensando eso ahora mismo. Su
imaginación no le estaba haciendo ningún favor.

Finalmente Wilbur divisó un cartel de neón rojo parpadeando


débilmente en la oscuridad. Era como un faro guiándole a la seguridad.
Este lugar estaba remoto y dudaba mucho que existiesen criaturas reales.
Ninguna mierda de Stephen King vendría tras él.
39
Después de aparcar, Wilbur salió y se dirigió hacia la recepción. La
puerta chirrió cuando la abrió, y una campanilla tintineó encima de él. Una
pequeña televisión colocada en una mesa detrás del mostrador, la imagen
nevada6 y el volumen bajo. Había una lámpara en el mostrador para
iluminar la habitación, pero no era muy brillante.

Wilbur cruzó el envejecido linóleo y miró a su alrededor. —¿Hola?

Hubo un crujido y un gemido y luego el sonido de pies


arrastrándose. Su pulso golpeó un poco más rápido. Quizás simplemente
debería haber dormido en su coche. No iba a permitir que no imaginación
le asustase. No lo estaba. Wilbur curvó los dedos sobre la madera mellada
del mostrador y esperó.

Después de su penosa experiencia con Stripper y los otros, no


debería estar asustado de nada. Se había enfrentado a profesionales y

5Stephen Edwin King.Portland, Maine, 21 de septiembre de 1947) es un escritor estadounidense de novelas


de terror, ficción sobrenatural, misterio, ciencia ficción y literatura fantástica
6
vivido para contarlo, aunque no tuviese a nadie para contarlo. No que
dijese una palabra de todos modos. Esos hombres habían estado en una
misión, y Wilbur no iba a hablar con nadie y posiblemente comprometer su
trabajo. No que pudiese. No conocía a nadie lo suficientemente importante
que se preocupase.

Hubo otro gemido, y luego sonó como si algo hubiese caído.

¿Un atraco? ¿Alguien teniendo un ataque al corazón? ¿Zombies?


No estaba seguro y estaba preparado para salir perdiendo el culo cuando un
señor mayor dio la vuelta a la esquina, maldiciendo mientras se acercaba
arrastrando los pies. –Siento eso. Tiré el libro que había estado leyendo.

Eso no había sonado como un libro cayendo al suelo. Pero Wilbur


lo dejó pasar. El hombre era bajo, tan redondo como un barril y tenía fino
cabello grisáceo, lo que le quedaba de cabello. Su rostro era gordito y sus
ojos parecían demasiado pequeños para su rostro. Se veía como el
espeluznante abuelo de alguien.
40
El hombre mayor agarró una tarjeta del mostrador de atrás y la puso
frente a Wilbur. Las manos del hombre estaban plagadas de manchas, y su
piel parecía fino papel. ¿No debería su nieto o alguien más ser capaz de
lidiar con encargarse de la recepción a estas horas tan tardías?

—Sólo rellena esto y te conseguiré una habitación. –El hombre dio


unos golpecitos en la amarillenta tarjeta–. Mis tarifas son justas y las
habitaciones no son lujosas, pero son cómodas.

Wilbur escuchó un ruido viniendo de la habitación de la que el


hombre salir sin prisas. Miró hacia la puerta y luego al señor de pie frente a
él.

Le dio a Wilbur una amplia sonrisa, todo dentadura, y luego asintió


con la cabeza. –Adelante. Rellena la tarjeta.

—Necesito un bolígrafo.

—¡Oh! –La sonrisa del hombre se amplió mientras buscaba en el


mostrador–. Que desconsiderado de mí parte.
Los ojos de Wilbur revolotearon de nuevo hacia la puerta, pero
nadie salió, y no escuchó nada más. Rellenó la tarjeta y firmó en la parte
inferior. La mayoría de los lugares utilizaban ordenadores, pero no vio
ninguno. Había una antigua caja en la pared trasera con diez ranuras. Dos
de las ranuras tenían envejecidas tarjetas en ellas. Las otras sólo contenían
una llave con una gran pieza de plástico colgando, mostrando el número de
la habitación.

Este motel era tan retro como se pudiera lograr. Todo se veía como
si se hubiese congelado a mediados de los años 50 o principios de los 60.
Nada estaba actualizado. Wilbur estuvo cerca de saltar cuando un reloj de
cuco sonó dos veces. Medianoche. Miró al reloj y pudo decir que era una
barata réplica de plástico. Tenía una capa de polvo en la parte superior y
aferrándose a las cuerdas de piña.

—Ahora déjame ver. –El hombre se dio la vuelta y miró las llaves.
Entrecerró los ojos y sacudió la cabeza, como si estuviese indeciso. No
debería ser tan difícil. Había ocho llaves. Sólo coge una. 41

—¿Cuánto cuestan las habitaciones? –Preguntó Wilbur cuando dejó


el bolígrafo.

El hombre no pareció escucharle. Continuó mirando las llaves como


si fuesen alguna clase de acertijo para resolver. Las habitaciones una y dos
ya estaban tomadas por las tarjetas situadas en las ranuras.

Finalmente agarró la llave de la habitación diez. El hombre se dio la


vuelta y regresó arrastrando los pies hacia Wilbur. –Aquí tienes.

—¿Puedo tener la habitación tres? –Preguntó Wilbur. No le gustaba


la idea de estar en la última habitación, separado de todo el mundo. ¿Por
qué no podía estar en la siguiente a los otros huéspedes?

El hombre le sonrió y tomó la tarjeta, entrecerrando los ojos


mientras la miraba. –Todo parece apropiadamente rellenado.

Wilbur se sintió frustrado. Sólo quería pagar por su habitación y


dormir un poco. Había estado conduciendo durante unas buenas seis horas,
y apenas estaba en pie. Wilbur no era una persona trasnochadora. Su hora
normal de ir a la cama eran las diez. —¿Cuánto por la habitación?

El hombre tecleó en una antigua calculadora, el ruido sonando


demasiado alto en la tranquilidad de la poco iluminada habitación. Los ojos
de Wilbur revolotearon de nuevo hacia la puerta.

—Serán veinticinco dólares7. El hombre se dio la vuelta y sonrió a


Wilbur–. Sólo efectivo.

Por supuesto. Porque no tenían datafonos en los años 50. Wilbur


sacudió la cabeza en desconcierto mientras sacaba su billetera. –Eso suena
bastante barato.

Aunque estaba a favor de tarifas baratas, no quería menospreciar al


hombre mayor. Wilbur creía mucho en el karma. No le gustaba
aprovecharse de nadie.

—Esa es la tarifa. –El hombre sonó un poco ofendido que Wilbur le 42


cuestionase. Fue la primera grieta en la sonriente armadura del hombre–.
Si no te gusta, encuentra otro motel. –Y luego sonrió–. Pero no hay otro en
unos 50 kilómetros.

Wilbur pensó algunas cosas muy desagradables acerca del hombre


y luego se sintió culpable. ¿Qué pasa si estaba senil? Wilbur sintió su rostro
enrojecer de vergüenza mientras dejaba un billete de veinte y uno de cinco
en el mostrador. –No, no. Tus tarifas están bien.

El hombre le entregó la llave, y Wilbur le agradeció antes de salir.


Un búho ululó, grillos cantaban y la bruma se asentó sobre su piel como
diminutos puntos de transpiración. De repente sintió frío y sólo quiso entrar
a su habitación donde podría cerrar la puerta con llave y sacarse de encima
los escalofríos.

Entrando en su coche, Wilbur condujo por la hilera de habitaciones.


Sus neumáticos crujieron sobre la gravilla antes que aparcase frente a la

7 Unos 22,13€
habitación diez. Dejó su bolsa en el coche cuando salió. La cogería por la
mañana.

Empujó la llave en la cerradura y tuvo que moverla alrededor antes


que la puerta finalmente se abriese con un crujido. Una llave-tarjeta podría
haber sido mucho mejor. La habitación estaba completamente oscura
excepto por el parpadeo rojo del letrero de neón. Hacía que la habitación
pareciese pulsar con un latido.

Wilbur deslizó la mano sobre la pared por la puerta, buscando un


interruptor. La luz inundó la habitación, parpadeó y luego se apagó. ¿Qué
demonios? Frustrado, utilizó el pulsante latido rojo como luz para sentir su
camino hacia la cama. Tenía que haber una lámpara en la mesita de noche.

Y la había. La encendió, y se quedó encendida. La habitación se


veía igual que la recepción. Las cortinas eran amarillas y olían ligeramente
a humo antiguo. La colcha era de un rosa pálido con rayas diagonales de
color rojo y blanco. La mesa tenía pequeñas motas doradas esparcidas por
todas partes y los asientos de las dos sillas estaban hechos de plástico verde 43
descolorido.

Se quitó de encima la sensación que había entrado en alguna clase


de universo paralelo cuando cerró la puerta. Hacía un calor sofocante en la
habitación, y no había aparato de aire acondicionado. Wilbur comprobó las
ventanas y vio que podía abrirlas. Deslizó la ventana tan lejos como pudo y
luego fue al cuarto de baño.

Había una ventana ahí, de manera que también la abrió. Después de


utilizar el baño y lavarse las manos en el lavabo de pedestal, Wilbur
regresó a la habitación, apagó la luz y se dejó caer sobre la cama, plantando
el rostro en el edredón. Estaba tan cansado que no se había molestado en
quitarse los zapatos. Sólo agarró una almohada y la metió bajo su cabeza,
cerrando los ojos y suspirando.

Pensando acerca de Stripper, Wilbur intentó con todas sus fuerzas


no recordar el beso que habían compartido. Pero su cuerpo se convirtió en
un nervio grande y sensible, calentándose y endureciéndose mientras
pensaba en la manera que Stripper le había sostenido, cómo el hombre
prácticamente le había suplicado a Wilbur que le tocase. Wilbur deseó
haberlo hecho. Sus dedos hormiguearon, y gimió cuando pensó en envolver
sus dedos alrededor de la gruesa polla del hombre.

Un ruido apenas audible vino del cuarto de baño. Wilbur se tensó


cuando se enderezó para escuchar. ¿Eso era… era alguien bajando la
ventana? Wilbur se bajó de la cama y se acercó de puntillas a la puerta del
cuarto de baño.

Alguien gruñó. El sonido era tan suave y débil como el viento, pero
perceptible. Cada vello del cuerpo de Wilbur se elevó, como si alguna
mano invisible simplemente lo hubiese frotado. Se estremeció y no pudo
parar. Wilbur cerró los ojos con fuerza, sabiendo con toda certeza que
alguien estaba allanando su habitación.

Se deslizó tan silenciosamente como pudo a través de la oscura


alfombra, dirigiéndose hacia la puerta. Salir no iba a ser silencioso. La
puerta chirriaba. Su invasor sabría que Wilbur estaba saliendo. Pero no
tenía otra elección. Quedarse y enfrentar a quienquiera que estuviese
atravesando la ventana de su cuarto de baño o salir por patas y esperar que 44
escapara.

Decidió salir por patas.

Tan pronto como llegó a la puerta, Wilbur se aferró a la manija,


tomó una fortificante respiración y luego abrió la puerta de golpe. Corrió
hacia su coche, cerrando la puerta de un portazo y bloqueándola antes que
buscase sus llaves a tientas.

Una recortada figura baja apareció en la puerta. El cuerpo del


extraño llenaba el espacio. Sudor se derramaba de Wilbur cuando metió la
llave en el contacto y clavó los ojos en su coche. El extraño fue tras él.
Wilbur metió la marcha atrás. El extraño desnudó sus… ¿caninos?
¿Realmente tenía largos y afilados dientes? Wilbur casi se congeló de
horror cuando se dio cuenta que estaba mirando a alguien que se veía
exactamente como él.

¿Este era Reno? ¿Este era el hombre que Stripper y los otros
estaban empeñados en atrapar? ¿Por qué el hombre iría tras él?
Wilbur no se quedó para descubrirlo. Sus neumáticos giraron en la
gravilla cuando pisó a fondo el acelerador. Condujo marcha atrás hasta que
llegó a la carretera principal y luego giró el coche, sus neumáticos
chirriando cuando salió a toda velocidad.

Agarrando el teléfono del asiento del pasajero donde lo había


dejado, Wilbur sintió una dosis de esperanza. ¡Tenía línea! Marcó el 911
mientras conducía como un loco por la carretera.

—Departamento del Sheriff de Stark County. –La voz contenía un


profundo y calmante tono barítono.

—¡Alguien allanó mi habitación del motel en la Autopista 24! –


Wilbur estuvo cerca de dejar caer el teléfono cuando el camino se curvó
demasiado rápido hacia su derecha. Si no aminoraba, terminaría en una
zanja. Dejó fuera la parte acerca del hombre teniendo largos y afilados
dientes. También dejó fuera el hecho que el hombre se veía igual a él.

—¿El Motel Baker? 45

—¡Sí! –Wilbur tenía el corazón en la garganta. ¿Quién demonios


era ese hombre? ¿Por qué había allanado la habitación de Wilbur? Su
estómago se sentía como si un peso de plomo se hubiese asentado dentro.
Wilbur tenía el sueño profundo. Si se hubiese quedado dormido…

—Ahora, ahora, Sr. Castro. –El tono de voz había caído un poco
más—. ¿Por qué no te detienes y podemos resolver esto? No hay necesidad
de huir.

Wilbur alejó el teléfono y lo miró fijamente con horror. No le había


dado su nombre al policía. ¿Cómo había sabido el hombre que Wilbur
había huido? Wilbur lanzó el teléfono a un lado cuando luces largas le
cegaron por detrás.

La persona le estaba siguiendo. Su móvil sonó. Wilbur lo ignoró.


Divisó la entrada a la autopista y tomó la curva cerrada, pisando fuerte el
acelerador. Su coche se balanceó, como si fuese a volcar, y luego se
enderezó.
¡Joder! ¡Joder! ¡Joder! Las luces largas comenzaron a desvanecerse,
y Wilbur supo que estaba dejando atrás a quienquiera que fuese tras él. La
aguja del cuentakilómetros pasaba de 145 km, pero Wilbur no aminoró.

Una vez estuvo lo suficientemente lejos del motel y ya no vio las


luces largas, agarró de nuevo el teléfono. Había guardado el número de
Executive Bodyguards en su lista de contactos. Wilbur odiaba llevar
tarjetas de negocios.

Marcó y continuó comprobando su espejo retrovisor por cualquier


señal de su perseguidor. Había unos pocos vehículos en la carretera, pero
ninguno le estaba disparando.

El teléfono al otro extremo sonó tantas veces que Wilbur estaba


seguro lo cogería el contestador automático. Comenzó a colgar cuando
alguien respondió. –Hola.

Wilbur estuvo aliviado que no fuese la voz del espeluznante policía.


Había sido calmante al principio, pero nunca quería escucharla de nuevo en 46
su vida. –Soy…

—Wilbur, —dijo el hombre. Wilbur intentó con fuerza ubicar la


voz, pero no pudo–. Soy Shott.

—Oh, hola, Shott. ¿Cómo has estado? –La educación siempre era
apreciada.

—Bien. ¿Qué pasa con la llamada tardía? ¿Estás en problemas? –El


tono de voz de Shott estaba al borde, y Wilbur se preguntó si debería haber
llamado. ¿Debería involucrar nuevamente a los hombres que le habían
secuestrado? Ni siquiera estaba seguro por qué estaba intentando llegar a
ellos, pero no tenía a nadie más a quien recurrir.

—Más o menos. –Se masticó el labio inferior y aún podía sentirse


temblando por lo que acababa de sucederle—. ¿Atrapasteis a Reno?

El teléfono se quedó en silencio durante un momento antes que


Shott dijese, —No.
Wilbur se aclaró la garganta. –Creo que le encontré.

—¿Dónde? –Hubo un susurro en el otro extremo, pero Wilbur no


pudo descifrar el ruido. ¿Qué estaba haciendo Shott?

—En un lugar llamado Motel Baker. –Wilbur se preocupó que


estuviese molestando a Shott. No quería ser una persona necesitada y no
quería resultar una–. Sólo quería dejártelo saber.

—Espera, —dijo Shott—. ¿Dónde estás, y cómo tropezaste con él?

—Allanó mi habitación del motel y vino tras de mí. –Con afilados


dientes, pero Wilbur no diría la última parte en voz alta. Era demasiado
loco para contemplar. No quería que Shott pensara que estaba loco.

—¿Él qué? –Shott sonaba como si no creyese a Wilbur—. ¿Estás


seguro?

Wilbur no estaba seguro de nada. Esta era la segunda vez que su 47


vida se había vuelto loca y quería que las cosas regresaran a la normalidad.
–Bastante seguro. Parecía que me estaba persiguiendo a mí mismo.
Espeluznante si me lo preguntas. De alguna manera el hombre accedió al
número de emergencias y respondió la llamada que hice al 911.

—Es astuto, Wilbur. Tiene habilidades con las que no podrías


soñar. Dime dónde estás de manera que pueda ir a por ti.

—No quiero ser una molestia.

—Maldita sea, Wilbur. Este no es momento de ser educado. Dime


dónde estás.

Wilbur miró la señal que estaba pasando. –Kilómetro 10 de la


Interestatal 71. Me estoy dirigiendo al sur. Acabo de pasar la salida de
Harbor.

—Hay un restaurante a un kilómetro por delante, —dijo Shott–. Es


un 24 horas llamado Loose Caboose. Conozco al propietario. Dile a Bill
que te envié y que necesitas ayuda. Te mantendrá a salvo hasta que llegue
ahí.

—¿Quieres que te pida algo para comer? –Wilbur se sentía muy


mal por sacar a Shott de la cama a estas horas de la noche. El hombre tenía
seis horas de conducción por delante. Se sentía obligado a hacer algo bueno
por el hombre.

—Realmente eres único en tu clase. No, Wilbur. Todo lo que quiero


es que estés a salvo hasta que llegue ahí.

48
Capitulo Seis
Wilbur entró en el restaurante casi vacío. Miró a su alrededor y luego
se sentó en la barra. Aunque Shott le había dicho que preguntara por Bill,
Wilbur vaciló. Tal vez Reno no lo encontraría aquí y Wilbur podría
disfrutar de una cena a medianoche. Tal vez no tenía que molestar a Bill
después de todo.

La máquina de discos tocaba una canción de los años ochenta y el


restaurante estaba bastante bien iluminado. Nadie intentaría algo en un
restaurante bien iluminado, ¿verdad? Había un menú en el mostrador
delante de él. Estaba plastificado y un poco pegajoso. Wilbur echó un
vistazo a las opciones y se decidió por algo ligero.

Un hombre alto y bien fornido se abrió paso a través de una puerta de


madera que Wilbur supuso conducía a la cocina. El hombre llevaba un
delantal lleno de manchas de comida y un paño sobre su hombro izquierdo.
Los ásperos pelos del pecho sobresalían por el cuello desabotonado de la 49
camisa del hombre, y su nariz parecía haberse roto una o dos veces. No era
clásicamente guapo, pero sí en el tipo rudo.

—¿Eres Wilbur Castro? —Preguntó el hombre mientras colocaba un


vaso de agua frente a Wilbur.

Wilbur se puso rígido y miró hacia la puerta, listo para salir


corriendo si este hombre iba tras él.
El hombre sonrió, todos los dientes blancos. —Cálmate, pequeño.
Shott me llamó y me dijo que pasarías por aquí. Dijo que estabas en
problemas.

Wilbur resopló. —Estoy nadando en una jarra entera de ellos.

La risa del hombre era fuerte y animada. Sus ojos azules se


iluminaron como estrellas parpadeantes mientras descansaba un brazo
fornido en el mostrador. —También dijo que eras todo un personaje y que
nos llevaríamos muy bien.
—No quiero ser ningún problema, —dijo Wilbur mientras tomaba un
sorbo de su agua—. Estaba en camino a visitar a mis padres. No había
planeado que las cosas se volvieran locas.

—Nunca lo hacemos. Pero la vida parece funcionar así, —dijo Bill—


. Además, me vendría bien algo de emoción por aquí.

—Puedes tenerla toda para ti, —dijo Wilbur—. No creo que mi


corazón pueda aguantar más.

—Nah, estás bien. Mantiene tu corazón enérgico. A veces necesitas


la euforia. Te mantendrá joven, y te encontrarás con gente interesante en el
camino. —Bill le guiñó un ojo—. Ahora, ¿qué puedo conseguirte?

A Wilbur le gustaba este hombre. Bill le recordó a un gran oso, pero


dócil. Era realmente fácil hablar con él. Wilbur definitivamente estaba
conociendo a gente interesante. Simplemente no estaba seguro de que esas
personas fueran buenas para su salud. Eran hombres peligrosos después de
todo. Pero ese hecho hizo que Wilbur se sintiera como un chico malo. Rió 50
internamente ante el pensamiento. ¿Él, un chico malo? Nah.

—¿Tienes algo que no implique carbohidratos? —Todo en el menú


se veía bien, pero demasiadas calorías. Wilbur había luchado con su peso
toda su vida. No importa cuánto ejercicio hiciera o cuánto vigilara lo que
comía, siempre tenía unos buenos kilos de los que deshacerse. Venía de
una familia de huesos anchos, donde la genética había ido en su contra
desde el primer día. Sin embargo, Wilbur siempre trató de comer sano e ir
al gimnasio al menos tres veces a la semana.

Los ojos de Bill recorrieron el cuerpo de Wilbur antes de que negara


con la cabeza. —Por favor, no me digas que estás a dieta. No veo dónde
necesitas perder peso.

Aw, ¿no era Bill un chico agradable? Wilbur agradeció el cumplido.


Le hizo sonrojar un poco antes de tomar otro sorbo de su agua. Con su ego
acariciado, dijo, —Sólo trato de estar en forma.

—No hay nada de malo en eso, —dijo Bill, sus ojos aún desviándose
sobre la figura de Wilbur—. No me importaría invitarte a salir, pero por lo
que tengo entendido, ya estás cogido. —El hombre negó con la cabeza—.
Es una lástima. Te habría tratado como a mi pequeño rey.

Wilbur no tenía palabras. Nadie le había hablado nunca así. Tomó


cada palabra que Bill le dijo como un cumplido. Y entonces Wilbur
parpadeó y sacudió la cabeza. —Espera un minuto. ¿Quién dijo que estaba
cogido?

El dueño le guiñó un ojo. —Stripper hizo su reclamo sobre ti. Ojalá


te hubiera encontrado primero. Eres un hombre increíblemente sexy.

Wilbur iba a derretirse en su silla con todos los cumplidos que Bill le
estaba dando. ¿Era siempre tan lanzado con sus clientes? A Wilbur le
gustaba pensar que no. Pero sabía que se estaba engañando. Bill sólo estaba
siendo amable.

—Te conseguiré uno de mis especiales, —dijo Bill antes de volver a


la cocina. Wilbur se quedó mirando fijamente la puerta de la cocina, y
luego una pequeña sonrisa apareció en su rostro. En su vida normal, Wilbur 51
era prácticamente ignorado. Los hombres no lo miraban como si fuera un
delicioso caramelo para los ojos. Pero Stripper lo hacía. Y ahora Bill.
Incluso Shott fue agradable con él.

Había otros tres contables en la oficina donde trabajaba Wilbur. Dos


de ellos eran muy atractivos. Pero habían actuado como si fueran
demasiado buenos para hablar con Wilbur. Había una oficina de abogados
en el segundo piso del edificio donde trabajaba Wilbur. Algunos de esos
abogados estaban calientes. Pero ninguno de ellos le dio ni la hora del día.
Wilbur no estaba seguro de lo que hacían las personas en el tercer piso. Por
lo que había oído, se ocupaban de las operaciones del mercado de valores.
El cuarto piso tenía un estudio de modelaje.

Ahora esos chicos eran guapos para morir. Wilbur había tomado sus
descansos en el vestíbulo a menudo para poder babear con los hombres que
iban y venían. A menudo había fantaseado con ser uno de esos modelos, en
ser alto y delgado y ser codiciado por su apariencia.

Suspiró mientras miraba a su alrededor. Había un camionero sentado


en una de las mesas, comiendo. Había otro hombre en otra mesa, tomando
una taza de café mientras escribía desde el teléfono. El segundo hombre le
recordó a Wilbur a un viajero, cansado, listo para llegar a casa. Wilbur
conocía el sentimiento.

Ya no quería visitar a sus padres. Todo lo que Wilbur quería hacer


era tomar una ducha caliente y dormir en su propia cama. Echaba de menos
su pez dorado, Harry.

Bill salió de la puerta batiente con un plato en la mano y una sonrisa


en la cara. El delantal había desaparecido, y Wilbur notó que el hombre se
había arreglado el pelo. Wilbur reprimió la sonrisa cuando Bill puso el
plato delante de él. La colonia almizclada llenaba el aire. Tal vez Bill
realmente pensaba que Wilbur era guapo. El hombre parecía haberse
refrescado.

—Déjame saber cómo sabe eso, —dijo Bill antes de caminar hacia
una nevera y agarrar un recipiente de zumo de naranja. Wilbur miró su
plato para ver claras de huevo, espinacas y algún tipo de queso blanco. La
comida se veía deliciosa. Dio un mordisco y gimió cuando el queso feta se 52
derritió en su boca.

Bill sirvió un vaso de zumo de naranja y luego tomó un trago. —


Sigue haciendo esos ruidos y me voy a olvidar de que Stripper tiene sus
miradas puestas en ti.

Wilbur se echó a reír. —¿Siempre coqueteas tanto?

—Sólo cuando veo a un chico realmente caliente, —respondió Bill.


Sonrió y luego agregó— Sólo para que lo sepas, si Stripper alguna vez
mete la pata, te estaré esperando.

El hombre era demasiado. Wilbur realmente se estaba divirtiendo.


No era frecuente que un hombre guapo coqueteara con él. Wilbur lo estaba
disfrutando. No tenía intención de hacer nada con Bill, pero la atención era
agradable.

—¿Puedo obtener un limón para mi agua? —Preguntó Wilbur.


—Cariño, puedes conseguir lo que quieras. —Bill regresó a la
cocina. Wilbur sólo pudo sacudir la cabeza. Si no hubiera conocido a
Stripper, podría haber considerado la oferta de Bill. Pero Wilbur tenía claro
dónde estaban sus intereses. Había estado obsesionado con Stripper toda la
semana. No pudo sacar al hombre de su mente o dejar de oler la camisa del
hombre. Era como si estuviera obsesionado con Stripper.

Wilbur no estaba seguro de lo que haría Shott una vez que el hombre
apareciera. ¿Shott lo llevaría a alguna parte para esconderse? ¿Le pondría
un guardaespaldas a Wilbur? ¿Tendría que pagar Wilbur por un
guardaespaldas? Tal vez debería haber preguntado.

Wilbur frunció el ceño cuando Bill no volvió a salir de la cocina.


Miró a su alrededor para ver que el conductor del camión se había ido.
Había dinero sobre la mesa, y escuchó que el camión del hombre se ponía
en marcha. El viajero se levantó y se dirigió al baño de los hombres. El
restaurante estaba vacío.

Levantándose de su asiento, Wilbur se dirigió hacia la cocina. No 53


pensaba que a Bill le importara que entrara allí. Wilbur abrió la puerta y
entró. La cocina estaba limpia y ordenada, y podía escuchar el lavavajillas
en marcha. Pero Bill no estaba a la vista.

—¿Hola? —Wilbur estaba teniendo un mal presentimiento. Se


retorció las manos con nerviosismo y se adentró más en la cocina. Notó la
puerta en el fondo. ¿La oficina de Bill? Wilbur entró en la oficina y jadeó
cuando vio a Bill tendido en el suelo, con los ojos cerrados.

—Hola, Sr. Castro.

Wilbur se giró para ver a su doble de pie detrás de él.

—Parece que nuestras identidades se han confundido, —dijo Reno—


. Lo que me dio un brillante plan. —El hombre empujó la pistola en el
costado de Wilbur—. Podría apoderarme de tu vida, y nadie se enteraría.
Podría terminar lo que empecé como Wilbur Castro.
****
Había sido un viaje largo, y Stripper estaba más ansioso a medida
que se acercaban a su destino. Le había dado a Wilbur una semana entera, y
Stripper no planeaba esperar más. El hombre pareció decidido sobre ir a
casa, y dejar a Stripper atrás. Pero Stripper estaba bastante seguro de que
Wilbur era su compañero. Nunca en su vida Stripper había querido un
compromiso, pero en la semana pasada, se había vuelto loco al estar
separado del humano.

Había mordido la cabeza de todos, dio mil vueltas en la cama toda la


noche, y se había masturbado tantas veces con el recuerdo de ese beso que
su polla tenía quemaduras por la fricción. Tanto si Wilbur estaba listo como
si no, Stripper planeaba reclamar al hombre.

—¿Cuánto falta? —Le preguntó a Shott.

Shott lo fulminó con la mirada. —Me lo has preguntado diez veces


en la última hora. El GPS de tu teléfono funciona tan bien como el mío.
Stripper se inclinó hacia un lado y miró al cuentakilómetros. Se llevó la
mano a la cara con nerviosismo.

—Ni siquiera empieces, —advirtió Shott—. Ya voy a ciento treinta y 54


cinco cuando el límite de velocidad es noventa. Si me detienen, estás
pagando la multa.

Tal vez era bueno que Shott estuviera conduciendo. Stripper estaría
yendo a ciento setenta en este momento. Wilbur estaba en problemas, y
parecía tomarle una eternidad en llegar al humano. Además, Stripper sabía
cómo era Bill. El hombre estaba más salido que un perro en celo y estaría
encima de Wilbur. Stripper quería estrangular a Shott por enviar a Wilbur a
Bill. ¿En qué había estado pensando su amigo?

El corazón de Stripper se alojó en su garganta cuando Shott


finalmente salió de la carretera. Vio el cartel del restaurante al frente.
Stripper estaba listo para saltar de la camioneta incluso antes de que Shott
entrara en el estacionamiento.

Había tres coches aparcados allí, y Stripper reconoció el de Wilbur.


El sedán negro estaba aparcado debajo de la farola.
Tan pronto como Shott se detuvo, Stripper bajó. Su estómago se anudó
cuando miró a través de los grandes ventanales del restaurante y vio que el
lugar estaba vacío. No debería estar vacío.

Shott levantó la mano. —Algo no está bien.

Pero Stripper no prestó atención a la advertencia del hombre. Estaba


lleno de ansias de destrucción y se dirigió directamente hacia la puerta de
entrada. Entró en el interior con aire acondicionado y vio a un hombre
saliendo del bañó. Stripper le dio una mirada fugaz al hombre antes de
dirigirse a la cocina. Shott le pisaba los talones. Tan pronto como entraron
en la cocina, Stripper sacó su arma. Él tampoco estaba teniendo una buena
sensación.

Se quedó helado cuando olió la sangre. Su oso se volvió loco,


gruñendo y tratando de liberarse. Los dos hombres inspeccionaron la
cocina antes de que Stripper se dirigiera a la oficina de Bill.

Su mano temblaba mientras alcanzaba el pomo. Normalmente, 55


Stripper siempre estaba tranquilo y sereno bajo presión. Nunca temblaba, y
nunca dudaba. Por lo general, era tan sólido como una roca. Stripper había
interrogado a muchos hombres en su tiempo y siempre se había mantenido
resuelto. Había servido en Irak, había visto la guerra de primera mano, y
había ido a numerosas misiones para Guardaespaldas Ejecutivos.

Pero nada se acercaba al miedo que sentía en este momento. No


estaba calmado y estaba listo para implorar al destino que Wilbur se
encontrara bien. En el poco tiempo que había pasado con el humano,
Stripper se había enamorado del hombre. Nunca antes había considerado
tener una familia, pero en la semana que había pasado lejos de Wilbur, eso
era todo lo que Stripper había pensado.

Sus dedos agarraron con fuerza el pomo mientras lo giraba. Shott


estaba al otro lado de la puerta, con el arma desenfundada. Con un rápido
movimiento, Stripper abría la puerta y ambos hombres estaban dentro de la
oficina de Bill, con sus armas preparadas. Stripper se tambaleó hacia un
lado cuando sus ojos se posaron en los dos hombres que yacían en el suelo.
Se arrodilló y rápidamente comprobó el pulso de Wilbur. Shott
corrió hacia Bill. Apenas había pulso en el cuello de Wilbur, pero el
hombre estaba vivo. Stripper sacó su teléfono y pidió una ambulancia. Miró
a Shott, pero Shott negó con la cabeza, sus rasgos sombríos.

Mientras Stripper hablaba con el operador de emergencias, revisó a


Wilbur en busca de heridas. Wilbur había recibido un disparo en el pecho.
Quien fuera que disparó al compañero de Stripper no le dio en el corazón
por un centímetro, Wilbur estaba vivo de milagro.

Stripper no quería pensar en eso. No podía pensar en eso. No quería


considerar la idea de que podría no haber vuelto a tocar a Wilbur, no
probarlo nunca, no llegar a saber lo que se sentía al estar dentro de su
compañero.

Stripper sintió hielo en sus venas cuando pensó en la persona que


había hecho esto. Iba a encontrar al responsable y haría que el hombre
deseara no haber nacido. Tenía que ser Reno. Wilbur había dicho que Reno
irrumpió en su habitación del motel. No podría ser nadie más. Iba a 56
encontrar al bastardo y destripar al hombre.

Y aunque él y Bill nunca habían estado cerca, el hombre había sido


un buen amigo de Shott. El veterano no merecía un final como este. Bill no
merecía ser asesinado en su propio restaurante.

Reno no iba a ver una celda en la cárcel. El hombre no sobreviviría


lo suficiente para ver un juicio.

Stripper pasó sus manos por el cabello corto de Wilbur. Quería ver
los ojos verdes del hombre. Lo que no daría por ver la tímida sonrisa de
Wilbur y escuchar su ingenioso humor.

Las sirenas llenaron el aire, y pronto los paramédicos se dirigían a la


cocina. Por muy duro que le resultara, Stripper se alejó de Wilbur para que
los médicos pudieran hacer su trabajo.

Shott salió de la oficina para hablar con la policía local. Stripper no


podía manejar eso en este momento. No tendría la paciencia necesaria para
las preguntas. En su lugar, siguió a los paramédicos fuera del restaurante y
subió a la parte trasera de la ambulancia. Nadie le preguntó. Nadie le
preguntó quién era o por qué estaba allí.

Lo cual era algo bueno. Porque Stripper no volvería a separarse de


Wilbur. Ahora estaba permanentemente atado a la cadera del humano.

No les tomó mucho tiempo llegar al hospital local. Stripper siguió la


camilla pero lo detuvieron en la puerta de la sala de operaciones. La
enfermera le dirigió una sonrisa compasiva mientras le decía, —hay una
sala de espera a la derecha. Le haremos saber cómo está después de que lo
hayamos evaluado y el médico haya realizado la cirugía.

Cerrando las manos en puños, Stripper asintió. Caminó hasta la sala


de espera y sacó su teléfono, después llamó a casa.

57
Capitulo siete
T-Rex respondió a su teléfono en el segundo timbre. Había estado
despierto cuando Shott y Stripper se marcharon. Desde que T-Rex podía
recordar, siempre había sido un búho nocturno. Incluso en el ejército,
estaba en pie con sólo unas pocas horas de sueño. Eso seguía siendo cierto.
Ahora era dueño de un rancho y todavía trabajaba hasta tarde, pero estaba
levantado al amanecer y listo para comenzar su día. Aunque él era el
hombre más viejo en su unidad, T-Rex parecía operar en un nivel diferente.

—¿Cómo van las cosas? —Preguntó T-Rex cuando contestó el


teléfono— ¿Encontrasteis a Wilbur? —Echó un vistazo por la ventana de la
cocina, mirando hacia el rancho cuando el amanecer comenzaba a aparecer.
T-Rex nunca se cansaría de la vista. Las montañas cubiertas de blanco, el
extenso rancho o los peones que estaban comenzando el día. El rancho
Gran Oso prosperaba y T-Rex se había enamorado del lugar. Había
aprendido a llevar el rancho y amaba cada parte del trabajo.
58
Había crecido en una familia estricta pero amorosa. Siempre había
sido un chico de ciudad que se había enamorado del campo. Había algo en
el aire fresco y en los espacios abiertos que le atraía en todos los niveles.

Al crecer en la ciudad, T-Rex había aprendido a manejarse en las


calles. El ejército sólo agudizó esas habilidades. Siempre había seguido un
estricto conjunto de reglas, y esas reglas le habían salvado la vida más de
una vez. Algunos miembros del equipo lo acusaron de ser insensible, pero
tenía tanta compasión como los otros hombres a su alrededor. T-Rex era
mejor escondiéndola. Tenía que hacerlo. Él era el líder, y debía mantener la
cabeza fría en todo momento.

—Ese hijo de puta disparó a Wilbur, —dijo Stripper.

T-Rex se quedó allí y escuchó mientras Stripper hablaba. Su


mandíbula se apretó cuando escuchó que Bill había muerto. Debían detener
a Reno. Mientras Stripper seguía hablando, T-Rex salió de la cocina.
Encontró a Sam y Legend en la sala de estar. Chasqueó los dedos y les hizo
señas para que lo siguieran.
—Estamos en camino, —dijo T-Rex antes de colgar el teléfono.
Explicó a Sam y a Legend lo que había ocurrido—. Colton puede quedarse
aquí con los compañeros y los niños.

Colton se había unido a ellos para entonces y asintió. —Tenemos


demasiados peones trabajando aquí en el rancho que son cambiaformas
oso. Reno no se acercará a este lugar. —El tono del hombre era letal.

T-Rex fue a la sala de armas y reunió algunos rifles, pistolas y


municiones antes de dirigirse a su camioneta. Si Reno intentaba algo, T-
Rex le volaría la cabeza al hombre. Estaba harto del juego del tipo y estaba
decidido a poner fin a esto.

Esperó a que Sam y Legend se unieran a él. El sol comenzaba a


elevarse al igual que la ira de T-Rex. No fue su intención involucrar a un
hombre inocente. Había sido un caso de confusión de identidad. Pero de
alguna manera Reno lo había descubierto, y T-Rex tenía la sensación de
que el hombre estaba tratando de apoderarse de la vida de Wilbur. Pero T- 59
Rex acabaría con Reno antes de permitir que eso sucediera.

Los tres hombres estaban pronto en la carretera, dirigiéndose hacia el


Stark County Hospital.

Stripper se levantó de su silla cuando el doctor entró en la sala de


espera. T-Rex, Legend, y Sam habían aparecido diez minutos antes. Los
cinco hombres se quedaron juntos esperando el pronóstico de Wilbur.

—Su esposo es un hombre con suerte, —le dijo el doctor a Stripper.


Stripper no se inmutó ante la mentira que le había dicho a la enfermera.
Quería tener todos los derechos sobre el cuidado de Wilbur, y la única
manera de conseguirlo era diciendo que era el marido de Wilbur. Era
cierto, en cierto sentido. Los cambiaformas no se casaban. Se apareaban,
aunque había escuchado que Harland, un cambiaformas en el Rancho
Triple-B, se había casado con su compañero.
Esa era una excepción, no la regla. Y como Stripper estaba casi
seguro de que Wilbur era su compañero, no había mentido.

—Otro milímetro y Wilbur no hubiera tenido tanta suerte, —


continuó el doctor—. Dicho esto, Wilbur va a necesitar una cuidada
atención. La bala desgarró uno de los principales vasos sanguíneos que van
a su corazón. Es un milagro que no se desangrara. Reparé el desgarro, pero
dejó la válvula debilitada.

—¿Qué significa eso? —Stripper estaba tratando de entender lo que


el doctor estaba diciendo, pero no podía dejar de darle vueltas a la cabeza al
hecho de que Wilbur debería estar muerto pero no lo estaba. Estaba más
que agradecido, pero aun así aterrorizado de lo que todo esto significaba.

—Necesitará chequeos regulares y tendrá que evitar tanto estrés


como sea posible. Con el tiempo la válvula debería volverse más fuerte,
pero por ahora, en términos simples, trátenlo como si fuese de cristal.

Stripper se dejó caer en una silla y se restregó la cara con las manos 60
para ocultar las lágrimas que amenazaban con caer. El estrés, la
preocupación, los miedos y la ira estaban llegando a un punto crítico, y
Stripper sintió que sus cimientos se estaban comenzando a agrietar.

El doctor tocó su hombro. Cuando Stripper levantó la vista, el


hombre le dirigió una cálida sonrisa. —Está en la UCI. Puedes ir a verlo.

Stripper se aclaró la garganta varias veces antes de asentir y ponerse de pie.


Siguió al doctor hasta la habitación de Wilbur.

—Cualquier cosa que necesites, avisa a las enfermeras, —dijo el


doctor antes de alejarse.

Stripper se paró en el umbral de la puerta y miró dentro de la


habitación. Wilbur yacía allí, inconsciente, con un tubo dentro de su boca.
Había una vía intravenosa en su brazo y cables que iban de su cuerpo a una
máquina. El sonido de los pitidos resonaba en la habitación por lo demás
silenciosa. Stripper cerró la puerta detrás de él y se apoyó en ella, tratando
de recomponerse. Contuvo más lágrimas mientras pensaba en la
advertencia del doctor. Sin estrés. Lo que significaba que Wilbur no podría
llevar a un niño en este momento. Tan mal como Stripper quería uno,
Wilbur era lo primero.

Su compañero estaba vivo, y eso es todo lo que le importaba a


Stripper. Pensó en cómo su madre había tenido tres abortos antes de tenerle
a él. Pero a pesar de llevar a término el embarazo de Stripper, tuvo una
hemorragia durante el parto. Había crecido sin conocerla, escuchando sólo
historias de su padre de lo gentil y bella que había sido. Ella había
sacrificado su propia vida para traer a Stripper a este mundo.

No iba a arriesgar ese destino con Wilbur. Aunque el padre de


Stripper no le guardó resentimiento, había crecido viendo al hombre que
respetaba y adoraba marchitándose lentamente. Hubo tiempos en que
cuando su padre se había sentado en la sala de estar, escuchando un viejo
CD que había sido el favorito de su esposa, Stripper pudo sentir la pérdida
como un tsunami. No quería sentir en sus carnes cómo se sentía la agonía
de perder a tu compañero.

Alejándose de la puerta, Stripper se sentó junto a la cama de Wilbur. 61


Tomó la mano de Wilbur entre las suyas mientras miraba a su compañero.
Pensó en cómo había interrogado al hombre y en las respuestas de Wilbur,
cómo Wilbur había ofrecido su sándwich al mismo hombre que lo había
secuestrado. Stripper sonrió cuando pensó en la lista de cosas que hacer
antes de morir de Wilbur. El hombre parecía decidido a aprender cómo era
un ahogamiento en seco en un traje de buzo. Ese pensamiento casi hizo reír
a Stripper.

El hombre era tan malditamente perfecto que Stripper no sabía cómo


había sido bendecido con tan singular criatura.

Se sentó allí durante horas, dormitando mientras sostenía la mano de


Wilbur. No podía soportar la idea de no tocar al hombre, en no estar cerca
de él. Stripper había tenido una segunda oportunidad con Wilbur, y no iba a
perder ni un segundo de la vida del hombre.

Eran casi las cinco de la tarde cuando los párpados de Wilbur


comenzaron a revolotear. Stripper se puso de pie, inclinándose sobre su
compañero. Quería ser la primera persona que viera Wilbur.
—Hey, hermoso, —dijo Stripper en voz baja cuando los ojos de
Wilbur se clavaron en él. Wilbur levantó la mano y señaló el tubo en su
garganta. Stripper asintió y presionó el botón para avisar a la enfermera—.
Veamos si puedes deshacerte de eso.

La mano de Wilbur temblaba mientras levantaba su pulgar. Stripper


soltó una breve risita ante el gesto de Wilbur. Acarició la mejilla de su
compañero con la garganta constreñida.

La puerta se abrió y entró la enfermera. —Está despierto. —Ella


sonrió y se acercó a la cama. Mientras revisaba los signos vitales de
Wilbur, Stripper se hizo a un lado, pero mantuvo un fuerte agarre en la
mano de su compañero.

La enfermera asintió. —Le sacaremos ese tubo.

Stripper observó mientras ella lo sacaba, dando unas pocas arcadas a


Wilbur. Sin pensarlo, Stripper se inclinó hacia delante y besó los labios
secos de Wilbur. No le importaba lo que pensara la enfermera. Sólo sabía 62
que necesitaba la estrecha conexión.

La enfermera sonrió. —Mantenlo en un beso y no tendré que sacarte


de aquí.

Wilbur levantó el pulgar una vez más. Ella se echó a reír, sacudió la
cabeza y salió de la habitación.

—Duele, —dijo Wilbur, su voz áspera y ronca.

—Lo sé, hermoso. Acabas de tener una cirugía de corazón. Tienes


una larga recuperación por delante. —Stripper besó cada uno de los
párpados de Wilbur—. Pero estaré contigo en cada paso del camino.

Un ceño fruncido se abrió camino sobre las facciones de Wilbur. —


¿Por qué?

Stripper se inclinó, sus labios cerca del oído de Wilbur. —Porque me


robaste el corazón.
—No, mamá. Estoy bien. Fue un robo, y estaba en el lugar
equivocado en el momento equivocado. El doctor me curó enseguida. —
Wilbur odiaba mentir a su madre, pero no podía decirle la verdad. Habían
pasado dos semanas desde que había dejado el hospital, y Wilbur había
evitado llamar a sus padres hasta ahora. Sentía como si tuviera que ir a la
esquina por mentirla.

—Escuché que mataron al dueño del restaurante. —Su voz había


subido, y Wilbur sabía que ella estaba a punto de perder los nervios—.
Todavía no entiendo por qué estabas allí a una hora tan tardía.

Wilbur trató de no pensar en Bill. Cuando escuchó por primera vez


que el dueño había sido asesinado, Wilbur había llorado por dos días
seguidos. Si no hubiera sido por él, Bill todavía estaría vivo. Wilbur
siempre llevaría esa culpa con él. Wilbur deseaba poder regresar en el
tiempo y decidir no visitar a sus padres. Nunca odió a nadie en su vida, ni
siquiera a su jefe, el Sr. Fiber, que era tan irritante, pero Wilbur no había 63
odiado al hombre.

Odiaba a Reno con cada aliento que tomaba. Wilbur quería ver sufrir
al hombre por matar a Bill. También quería que Reno sufriera por hacer
que Wilbur se perdiera el funeral de Bill.

—Wilbur, ¿estás escuchando? —Preguntó su madre.

Wilbur se frotó la sien y suspiró. No se podía hablar con ella en este


momento. Estaba histérica. Ya se había sentado allí durante cinco minutos
escuchando cómo le armaba un escándalo por no haberla llamado antes.

Levantó la vista cuando la puerta del dormitorio se abrió. Wilbur


todavía no se había acostumbrado a dormir en la cama de Stripper. Había
pasado de vivir en casa con sus padres a la casa en que vivía ahora. Había
tenido dos camas en toda su vida, y aunque la de Stripper era grande y
cómoda, le estaba tomando algo de tiempo acostumbrarse a ello.
Pero a lo que realmente le estaba costando acostumbrarse era a ver al
hombre caminar por el dormitorio desnudo. El hombre nunca usaba ropa
cuando estaban solos. ¿No sabía Stripper el efecto que su desnudez tenía
sobre Wilbur? Cada vez que veía el trasero bien formado de Stripper o su
miembro, Wilbur tenía una erección. Gracias a Dios, Wilbur tenía una
sábana que lo cubría.

—Tengo que dejarte, —dijo. No le gustaba pensar en el sexo cuando


estaba hablando con su madre. Eso era realmente espeluznante—. Te
llamaré dentro de unos días. —Colgó antes de que ella pudiera decir algo
más. La amaba a más no poder, y era una mujer dulce, pero a veces lo
asfixiaba.

—¿Qué tal fue la llamada? —Stripper preguntó mientras se quitaba


la ropa. Wilbur olvidó cómo pensar mientras miraba a Stripper por detrás.
Sus dedos se curvaron en las sábanas mientras apretaba los dientes.

Stripper se volvió, frunciendo el ceño. —Wilbur, ¿estás bien?


64
Apartó los ojos de la desnudez de Stripper y miró a la pared en su
lugar. —Estoy cansado de estar aquí tumbado. ¿No puedo ir abajo?
Prometo no esforzarme al bajar los escalones. Incluso me agarraré a tu
brazo para que estés tranquilo.
Stripper lo miró inseguro y luego asintió. —Está bien, pero una señal
de que te estás esforzando y regresas a la cama.

La única manera en que Wilbur estaba volviendo a esta cama era si


Stripper se le unía con la promesa de sexo calenturiento. Deslizó la sábana
a un lado y luego se sonrojó cuando su miembro se balanceó libremente,
completamente erecto.

Los ojos de Stripper se concentraron en la polla de Wilbur, pero el


hombre no dijo una palabra. Ayudó a Wilbur a vestirse y luego se puso su
propia ropa. Los músculos de Wilbur protestaron después de haber estado
en cama por tanto tiempo, pero no se lo dijo a Stripper. El hombre lo haría
regresar a la cama.
Se dirigió a la puerta y esperó a que Stripper la abriera y lo guiara
por el pasillo. Wilbur tomó los escalones uno a uno, con cuidado y
lentamente. Estaba jadeando cuando llegó abajo.

—Estás agotado, —dijo Stripper.

—No, no estoy cansado. Sólo tomo un montón de pausas


horizontales. Gran diferencia. Ahora muéstrame esta gran televisión de la
que has estado hablando. —Wilbur comenzó a avanzar antes de que
Stripper lo arrastrara escaleras arriba.

—Tengo algo mucho mejor para ti. —Stripper lo llevó por el pasillo
hasta una habitación a la derecha. Había toneladas de equipos electrónicos
instalados por toda la sala.

—¿Qué es esto? —Preguntó Wilbur mientras miraba a su alrededor.

—La sala de comunicaciones. —Stripper lo ayudó a cruzar la puerta


y luego la cerró—. Los chicos me dejan solo aquí, ya que es la única 65
habitación en la que puedo pasar el rato con mis cachivaches al aire.
Wilbur se rió. —Tienes una dulce habilidad con las palabras.

Stripper colocó a Wilbur en un almohadón en el piso alfombrado


antes de encender el televisor junto con algún tipo de consola de juegos.

—Voy a mostrarte los juegos en línea, —anunció Stripper—. Es una


excelente manera de pasar el tiempo y no es agotador.

—Está bien. —Wilbur asintió—. ¿Qué tipo de juegos te gustan?

—Mi juego favorito. —Stripper le guiñó un ojo—. Tienes la


oportunidad de correr y disparar cualquier cosa que se mueve.

De acuerdo. Wilbur nunca había jugado a un videojuego en su vida.


Pero si Stripper estaba dispuesto a mostrarle, se sentaría allí todo el día y
aprendería. Además, ¿qué tan difícil podía ser?

Cuando Stripper se colocó detrás de él, Wilbur se acurrucó en la V


de las piernas del hombre y su cerebro trató de irse a almorzar. El pecho de
Stripper estaba presionado contra la espalda de Wilbur, y el calor era
bienvenido. El hombre olía tan bien que Wilbur se quedó sentado allí
inhalando profundamente, sonriendo para sí mismo.

—Está bien, ¿has jugado alguna vez?

—No, —respondió Wilbur—. Pero aprendo rápido. —Y si me


muestras cómo tener sexo, entonces seré un alumno fantástico. Wilbur
deseaba tener las agallas de decir eso en voz alta. Había estado durmiendo
junto a Stripper durante dos semanas, y el hombre no había hecho ningún
movimiento sobre él. Aparte del beso en el granero y el del hospital, sus
labios ni siquiera se habían rozado. Estaba cada vez más frustrado. Estaba
cachondo cuando Stripper estaba cerca, y necesitaba que se hiciera algo al
respecto. Wilbur estaba desarrollando bolas azules.

—Entonces comenzaremos con lo básico. —Los brazos de Stripper


se envolvieron alrededor de Wilbur para que ambos pudieran sostener el
mando, y Wilbur no estaba escuchando una palabra de lo que el hombre le
decía. Estaba demasiado ocupado revolcándose en el olor del hombre, su 66
cercanía y la sensación de la ingle de Stripper tan cerca de su culo. Tener
tanto músculo a su alrededor estaba haciendo cortocircuito en el cerebro de
Wilbur.

—¿Lo tienes?

—Uh, oh sí, claro. —Wilbur hizo lo que pudo por prestar atención.
No estaba teniendo mucho éxito. Se mantuvo tratando de retroceder para
poder sentir la presión de la polla de Stripper en su trasero.
Desafortunadamente, cada vez que se movía hacia atrás, sus pantalones
cortos se deslizaban ligeramente hacia abajo. Ahora estaba sentado allí con
el aire fresco de la habitación rozando la grieta de su trasero.

—¿Qué estás haciendo? —Dijo Stripper en su oído, su cálido aliento


deslizándose a través del lóbulo de Wilbur. Wilbur se estremeció cuando su
polla se endureció. Tragó saliva y sacudió la cabeza.

—Sólo me estoy poniendo más cómodo.

—¿Preferirías que nos sentáramos en el sofá?


Detrás de ellos había un sofá grueso y mullido que se veía realmente
cómodo, pero Stripper no estaría sentado tan cerca. —No, estoy bien.

—Hay diferentes niveles en el juego, —continuó Stripper en el tono


de profesor—. Hay perros guardianes que matar y hombres y criaturas para
capturar.

Wilbur pensó en la conversación telefónica que Stripper había tenido


en el granero, y todo tenía sentido para él ahora. El hombre no estaba
hablando de asesinar a nadie. Había estado hablando de videojuegos.
Wilbur quería reírse del alivio que sentía.

Stripper debe ser un verdadero jugador si recibía llamadas de otras


personas sobre cómo jugar. Ese pensamiento hizo que Wilbur prestara más
atención a lo que Stripper le estaba enseñando.

—Está bien, estoy a punto de soltarte en el mundo de los juegos.


¿Listo? —Stripper soltó el control y posó sus manos en los muslos de 67
Wilbur. Sus dedos gruesos y largos estaban cerca de la ingle de Wilbur.
Wilbur hizo todo lo posible por concentrarse en lo que estaba haciendo,
pero todo en lo que podía pensar era que Stripper estaba moviendo sus
manos un poco más hacia adentro.

—Mata a ese tipo, —dijo Stripper—. Ese es Crimson King, te


disparará cuando estés de espaldas. Intenta sacarlo al inicio del juego.
Wilbur asintió y presionó varios botones al mismo tiempo. No tenía ni idea
de lo que estaba haciendo. No le había prestado atención al consejo de
Stripper.

Su personaje murió.

—Está bien. —Stripper dio un beso en el cuello a Wilbur, haciendo


que la piel de Wilbur se estremeciera. Eres un principiante. Sólo tendrás
que seguir intentándolo.

Antes de que Stripper pudiera reiniciar el juego, Wilbur preguntó, —


¿Por qué te llaman Stripper?
El hombre se rió. —Soy un espíritu libre, y cuando no estoy en una
misión, me gusta andar desnudo. Me quito de encima toda la ropa tan
pronto como puedo.

—¿Cuál es tu verdadero nombre?

—No te lo voy a decir.

—¿Por qué? —Preguntó Wilbur.

—Porque me gusta mi apodo.

Wilbur dejó el control y frunció el ceño. —No me gusta llamarte


Stripper. Uno, suena sucio. Dos, siento como si deberías llevar una porra
contigo.

La espalda del hombre vibró mientras se reía. —Confía en mí,


hermoso. Estoy llevando una buena porra conmigo.
68
Wilbur se sonrojó ante la insinuación del hombre. Había visto esa
porra y qué hermosa porra tenía Stripper. La polla del hombre era gruesa,
larga y muy impresionante.

—Por favor, —dijo Wilbur—. Si me dices tu nombre, te diré el mío.


—Ya sé tu nombre.

—Podría haber estado mintiendo, —dijo Wilbur bromeando—.


Nunca lo sabrás ahora, ¿verdad?

La sonrisa de Stripper era impresionante. Era brillante y lo hacía


parecer más atractivo de lo que ya era. —Bien, es Giovani Zoltan.

Wilbur asintió. —Mi nombre es Wilbur Castro.

El hombre se rió y abrazó a Wilbur. —Eres demasiado adorable.

Wilbur tomaría ese cumplido. Le sonrió al hombre. —Y tú eres


demasiado sexy para estar usando ropa. —Los ojos de Wilbur se
ensancharon cuando sus pensamientos salieron de sus labios. No había
querido decir eso en voz alta. ¿O lo había hecho? No estaba seguro, pero no
iba a recuperarlo.
—¿En serio? —El tono de Stripper se redujo, haciéndolo sonar ronco
y francamente sensual. Sacudió la cabeza y apretó los labios, como si
estuviera resuelto por algo—. No hay sexo. Es demasiado agotador. —
Había algo en los ojos del hombre, algo que Wilbur no podía descifrar. La
emoción casi parecía lamento. Pero Wilbur no podía estar seguro.

—No, no lo es.

—Hay cosas que no sabes de mí, —dijo Stripper, su voz se volvió


seria—. Cosas que necesitas saber. Cosas que podrían ser demasiado
estresantes para escucharlas ahora mismo.

—Prometo no desmayarme, —dijo Wilbur—. Puedo tomarlo. —


Frunció el ceño—. Por favor, no me digas que estás casado. Si te llamo
hermoso, eres el único a quien llamo hermoso.

El hombre negó con la cabeza mientras extendía la palma de su mano 69


sobre el vientre de Wilbur. Wilbur se meneó un poco y se preguntó qué
estaba mal con el hombre.

—No estoy casado, —dijo Stripper—. Tampoco estoy saliendo con


nadie, no estoy involucrado en una relación de ningún tipo, ni soy de los
que engañan.

Era bueno escuchar eso. Wilbur habría estado devastado si Stripper


tuviera a alguien más en alguna parte. —¿Entonces qué es?
Stripper hundió su rostro en el cuello de Wilbur e inhaló profundamente. —
¿No podemos simplemente jugar a la consola?

¿Por qué el hombre sonaba tan triste? ¿Qué estaba ocultando Stripper
que hizo que sonara tan angustiado? Stripper continuó moviendo su mano
lentamente sobre el vientre de Wilbur en círculos pausados.

—¿Es tan malo? —Wilbur preguntó.


El hombre no era impotente. Wilbur había visto la polla erecta de
Stripper en más de una ocasión. Por lo que entonces ¿cuál era el problema?
¿Qué necesitaba saber que Stripper no le estaba diciendo?
Stripper sólo lo sostuvo y no dijo otra palabra. Wilbur se sentó allí
preguntándose qué secretos estaba escondiendo el hombre.

70
Capitulo Ocho
Wilbur había terminado con ser tratado como si fuera a romperse en
cualquier segundo. Se sentía mejor tras pasar cuatro semanas en Rancho
Gran Oso, y quería un pedazo de Stripper.

Estaba de baja médica en el trabajo, lo que le aseguraba que todavía


tenía un trabajo, pero Wilbur sentía que había cambiado. Ya no quería una
vida monótona. Le gustaba la emoción que le mostró Stripper, aunque tenía
que ver la emoción desde el porche trasero de la casa ya que no se le
permitía hacer nada agotador.

Pero esta noche Wilbur pensaba revelarse. Iba a agarrar al toro por
los cuernos y lanzar la precaución al viento. Era bien pasada la
medianoche, y Stripper estaba profundamente dormido, desnudo como
siempre. Wilbur comenzó a plantearse lo que iba a hacer como una misión.
Tendría que moverse sigilosamente con la esperanza de no despertar a su
objetivo. 71

No hasta que estuviera colaborando y Stripper no pudiera decir que


no. Respirando hondo, Wilbur se deslizó por la cama y se encontró cara a
cara con su objetivo.

La polla de Stripper.

Rodó los ojos interiormente cuando comenzó a sonar en su cabeza la


banda sonora de Misión Imposible. Wilbur apagó el sonido y se acercó aún
más al grueso miembro que descansaba contra el muslo de Stripper. Se
lamió los labios, respiró hondo y luego tomó la polla fláccida en su boca.

Stripper gimió.

Wilbur no tenía ni idea de lo que estaba haciendo. Succionó la carne,


usando su lengua para sentir las protuberancias y arrugas hasta que la polla
de Stripper comenzó a llenarse. Estaba creciendo demasiado rápido. Wilbur
tuvo que usar una mano para sostener la gruesa vara mientras lamía y
succionaba, chupando la cabeza porque le resultaba difícil tomar todo la
polla en su boca.
Stripper siseó.

Wilbur abandonó su misión secreta y se movió hasta que estaba


colocado entre los musculosos muslos de Stripper. Eso estaba mucho
mejor. Se inclinó, conduciendo la polla tan lejos como pudo dentro de su
boca.

—Joder, Wilbur, —Stripper gimió—. ¿Qué estás haciendo?

No había manera de que se detuviera para tener una conversación.


No cuando tenía la vara de Stripper encajada entre sus mejillas. Stripper
enterró los dedos en el cabello de Wilbur mientras movía su cabeza de un
lado a otro.

Wilbur sintió que el fuego dentro de él se avivaba.

—No es una buena idea, —dijo Stripper, aunque sus palabras 72


salieron ahogadas y roncas. Impulsó sus caderas hacia adelante, empujando
su polla más lejos en la garganta de Wilbur. Wilbur lo tomó pero retrocedió
ligeramente cuando la circunferencia se volvió demasiado para manejar.

Tal vez Wilbur no debería estar haciendo esto, yendo en contra de las
indicaciones del doctor, pero no podía pasar otra noche tumbado junto a
Stripper sin al menos probar al hombre. Stripper era una tentación
demasiado grande, y la resistencia de Wilbur llegó hasta aquí. Había
resistido durante semanas y necesitaba sentir a Stripper en su boca.

No había absolutamente nada extenuante en eso.

Suspendido entre la lujuria carnal y el placer aletargador, Wilbur


palmeó el saco de Stripper, dando a la carne un ligero tirón. No era un
principiante cuando se trataba de la masturbación, y Wilbur sabía lo que le
gustaba. Sólo tenía que averiguar qué le gustaba a Stripper.

La espalda de Stripper se arqueó cuando Wilbur continuó tirando del


saco de su amante. —Más duro, —gruñó Stripper.
Wilbur succionó la polla dura como el acero más profundo en su
boca mientras apretaba su agarre en las bolas de Stripper, tirando de ellas y
rodándolas en su mano. Su grosor hacía que fueran difíciles de manejar,
pero nada iba a impedir que Wilbur diera su primera mamada.

A pesar de que Stripper no estaba haciendo nada más que


simplemente estar acostado allí, Wilbur ya se encontraba al borde de la
excitación, su propia polla llena y palpitante. Ahora que había probado a
Stripper, Wilbur no podía vivir sin saborearlo otra vez. Necesitaba al
hombre, lo anhelaba. Era como una bestia voraz dentro de él, un hambre
que no podía negar más tiempo.

Una devoradora necesidad de ser jodido lo asaltó. Wilbur quería


saber qué se sentía al tener al hombre enterrado profundamente dentro de
él. Estaba decidido a averiguarlo.

Apartándose de la polla de su amante, Wilbur miró a los


desenfocados ojos avellana. Stripper había estado mirándolo. Wilbur sintió
un cálido calor surgir debajo de su piel, y odió estar sonrojándose. 73

Stripper palmeó su propia polla mientras lanzaba un brazo sobre sus


ojos. —Dios, ¿qué me estás haciendo?

Wilbur no estaba seguro de si era sólo una forma de hablar, o si el


hombre realmente quería una respuesta. Bajó la cabeza y lamió un largo
camino sobre el saco arrugado del hombre. Stripper siseó mientras extendía
las piernas más ampliamente. Tomando eso como una invitación, Wilbur
tomó cada bola en su boca mientras usaba su lengua para trazar las líneas
finas.

—Wilbur. —Era una demanda, pero para qué, Wilbur no tenía ni


idea.

—Por favor, no me hagas detenerme, —susurró Wilbur, una súplica


baja de deseo no expresado haciendo eco a través de su voz mientras
agarraba más fuerte la polla de Stripper. Comenzó a chupar la cabeza, y
Stripper recorrió sus dedos por el cabello de Wilbur.
—Debería, —dijo Stripper, su voz tensa—. Pero simplemente no
puedo. Que Dios me ayude, no puedo alejarte de mí.

Usando su lengua, Wilbur trazó un camino sobre la parte interna de


los muslos de Stripper. Mordisqueó y lamió hasta que escuchó el aliento de
Stripper salir en cortos jadeos. Wilbur no tenía idea de lo que estaba
haciendo. Actuaba sólo por instinto. Pero al parecer al hombre le gustaba lo
que Wilbur estaba haciendo.
Bajó la cabeza, pasando su lengua por la parte de piel justo debajo del saco
de Stripper.

Stripper tomó en la palma de sus manos las bolas, moviéndolas a un


lado. Wilbur bajó la cabeza y lamió el apretado anillo de músculo centrado
entre las apretadas mejillas de Stripper.

—Espera, —dijo Stripper.

El hombre pasó la pierna por encima de la cabeza de Wilbur y luego


se volvió hasta que estuvo sobre sus manos y rodillas. 74
Sin preguntar, Wilbur volvió a lamer el apretado músculo del hombre.
Stripper se balanceó hacia adelante y hacia atrás, su cabeza enterrada en las
almohadas. Wilbur curvó sus dedos alrededor del miembro del hombre,
acariciando la dura carne mientras lamía el trasero del hombre. Nunca
había hecho algo como esto antes y encontró que amaba la sensación.

—Cerca, —dijo Stripper—. No te detengas.

Wilbur no tenía intención de detenerse. De hecho, comenzó a


acariciar al hombre más rápido. Endureció la lengua y la empujó
profundamente. Stripper gritó cuando su culo y su polla comenzaron a
pulsar violentamente. Wilbur sintió la caliente semilla derramarse sobre su
mano.

Con un gruñido depredador y profundo, Stripper giró y agarró a


Wilbur, poniéndolo de espaldas. Los ojos del hombre parecían brillar
cuando presionó sus cuerpos. Para sorpresa de Wilbur, Stripper todavía
estaba duro.

—Si sientes algún dolor, debes decírmelo.


Wilbur asintió. —Lo haré. Lo prometo.

Stripper alcanzó debajo de la almohada y sacó un tubo de lubricante.


Wilbur ni siquiera iba a preguntar. No le importaba por qué el hombre lo
guardaba allí. Todo lo que le importaba era lo que Stripper planeaba
hacerle.

Stripper tardó sólo un segundo en deshacerse de los pantalones del


pijama de Wilbur. Estaban flotando hacia el suelo antes de que Stripper
bajara la cabeza. El calor y el hambre consumían a Wilbur ahora. Mientras
el beso de Stripper lo debilitaba, la lengua del hombre acariciando la suya,
sus labios sintiendo los de Wilbur, sintió emociones surgiendo dentro de él
con las que no estaba seguro qué hacer.

Mientras Stripper movía sus manos sobre la piel de Wilbur, las


callosas palmas y dedos del hombre acariciando la carne de Wilbur, sabía
que no podría sobrevivir a la noche si Stripper no le daba lo que necesitaba.
Sintió los músculos debajo de sus labios flexionarse, y una ola de 75
placer arrasó su cuerpo. Los labios de Stripper se alejaron de los de Wilbur
para trazar un camino de fuego desde su cuello hasta su pecho. Wilbur
estaba más que preparado para Stripper. Preparado para que los dedos del
hombre profundizaran muy dentro de él. Gimoteó y se meneó hasta que
sintió los dedos húmedos de Stripper rodeando su apretado anillo de
músculos.

Wilbur se quedó sin aliento y abrió las piernas ampliamente en


invitación. Fue una invitación que Stripper aceptó. Hundió sus dedos
profundamente, y Wilbur tuvo que morderse el labio inferior para evitar
que se le escapara un grito por el malestar. Nunca antes había tenido nada
dentro de él, y la sensación era... extraña.

—Respira, —susurró Stripper—. No te tenses.

Wilbur se aferró a Stripper cuando los dedos del hombre comenzaron


a entrar y salir de su cuerpo. Comenzó a relajarse y luego gimió cuando la
presión se convirtió en placer.

—Eso es, hermoso, —susurró Stripper cerca de su oído.


Mientras gemía de placer, Wilbur levantaba sus caderas hacia arriba,
reuniéndose con las embestidas de Stripper. Stripper comenzó a besarlo de
nuevo, su lengua era como un látigo de puras sensaciones, lamiendo,
acariciando, causando que el cuerpo de Wilbur se arqueara mientras
luchaba por acercarse a la increíble agonía del placer.

Cuando Stripper retiró sus dedos, Wilbur se sintió vacío, perdido.


Pero ese sentimiento no duró mucho. Stripper lo giró sobre su costado. —
Será más fácil para ti de esta manera.

Todo lo que Wilbur pudo hacer fue asentir. Confiaba en Stripper y


seguiría la guía del hombre. Stripper levantó la pierna derecha de Wilbur y
la sostuvo firmemente cuando el hombre se colocó detrás de él.

La respiración de Wilbur se entrecortó cuando sintió la cabeza roma


de la polla de Stripper presionando contra él. Sus dedos se curvaron en el
colchón cuando la cabeza se abrió camino dentro de él. Dios, quemaba.
Wilbur respiró hondo mientras apretaba los dientes. 76

Stripper movió su cuerpo, la dura presión de su polla se alivió


cuando se retiró un poco y luego empujó hacia adelante. Las callosas
yemas de sus dedos acariciaron la pierna de Wilbur mientras Stripper
besaba un largo camino sobre el hombro de Wilbur. La sensación de tener a
Stripper dentro de él no era nada que Wilbur pudiera haber imaginado. Se
sentía tan lleno, como si estuviera estirado hasta el límite.

—Oh, dios, hermoso, —susurró Stripper contra su piel—. Tan


increíble. Podría perderme en ti.

La habitación daba vueltas, no, Stripper se estaba moviendo. Deslizó


su otro brazo bajo el cuello de Wilbur, y Wilbur se sintió resguardado,
seguro. El aroma de Stripper envolvió a Wilbur y se hundió en sus sentidos.
Estaba abrumado por el hombre y no estaba dispuesto, además de que era
incapaz, a luchar contra el placer que nublaba su mente. Pero por otra parte,
Wilbur no quería luchar contra él.

—Necesito más, —rogó Wilbur—. Te quiero por completo dentro de


mí.
Stripper empujó profundamente, y Wilbur gritó de placer. Wilbur se
restregó contra el ancho espesor de la pesada polla que palpitaba dentro de
él. Agudas descargas eléctricas corrieron a lo largo de las terminaciones
nerviosas que parecían recién despertadas, creadas sólo para responder al
toque de Stripper. Sensibilizado y ahora codiciando la sensación, su cuerpo
palpitaba y ansiaba más.

El placer era increíblemente intenso.

—Eres mío. —Stripper gruñó las palabras en el oído de Wilbur—.


Nunca te voy a dejar ir.

—¡Giovani! —Wilbur gritó cuando la polla de Stripper se hundió


profundamente y el hombre lo consumió, en cuerpo y alma. Estaba siendo
marcado. Wilbur se quedó sin aliento cuando sintió que algo afilado
raspaba su piel. Volvió la cabeza para ver unos colmillos largos y afilados.
Intentó lanzarse hacia adelante, alejarse, pero los brazos de Stripper lo
retenían como eslabones de acero. 77

—No tengas miedo, —susurró Stripper—. Nunca te haré daño.


Siempre estarás a salvo conmigo.

La habitación pareció oscurecerse cuando los temores de Wilbur


tomaron el control. Sacudió la cabeza y cerró los ojos, rezando. —¿Qué
eres?

—Tu compañero, —respondió Stripper—. El único hombre que


siempre te protegerá, siempre te mantendrá a salvo.

—¿Incluso de ti? —Preguntó Wilbur.

Los movimientos de Stripper se hicieron más lentos antes de


acariciar el cuello de Wilbur. Wilbur luchó por respirar, luchó por dar
sentido a todo esto. Reno tenía los mismos colmillos afilados, y el hombre
había tratado de matarlo.

—Soy un cambiaformas oso, —confesó Stripper—. Y el destino te


ha elegido como mi compañero.
El corazón de Wilbur latía ferozmente mientras trataba de absorber
lo que Stripper le estaba diciendo. ¿Podría el hombre estar diciendo la
verdad? ¿Podría Wilbur confiar en él? Como humano, sí. Pero Stripper no
era humano. Parecía humano. Actuaba como un humano. Pero incluso
cuando Wilbur había sido interrogado, había sentido algo más, algo crudo y
peligroso.

—Lo prometo, —dijo Stripper—. Te doy mi palabra de que estás en


la casa más segura de este planeta.

Wilbur asintió con la cabeza. —Pero no tengo mano para las


mascotas.

Stripper se echó a reír y luego abrazó a Wilbur con fuerza. —Soy


bastante autosuficiente. Sólo frota mi vientre y soy un oso feliz.

—Está bien. Pero no confíes en mí para alimentarte, o podrías morir


de hambre. —Wilbur sabía que no estaba hablando racionalmente, pero se 78
había aferrado a lo primero que se le había ocurrido. Necesitaba reflexionar
sobre la revelación de Stripper, examinarla detenidamente. Pero sobre todo,
lo que Wilbur necesitaba era tiempo.

—Aliméntame con dulces y soy tuyo de por vida. —Stripper besó el


hombro desnudo de Wilbur. El hombre comenzó a moverse de nuevo, más
rápido, más duro. La conversación se desvaneció de la mente de Wilbur
cuando una vez más se perdió en lo que Stripper le estaba haciendo.

Stripper negaba con la cabeza mientras gruñía. Wilbur no entendía


qué hacía el hombre. Era como si Stripper estuviera luchando contra algo.
—¿Qué sucede?
Cuando Stripper abrió los ojos, el color avellana en los iris del
hombre era profundo y oscuro. —No puedo. —La voz del hombre era
áspera.

—¿No puedes qué?

Un profundo y amenazador gruñido arrancó de Stripper antes de que


los volteara, Wilbur aterrizando en sus manos y rodillas. –Morderte, —
Stripper respondió antes de clavar su polla en el cuerpo de Wilbur. Los
hombros de Wilbur cayeron a la cama mientras sus dedos se aferraban al
cabecero de la cama.

Las sensaciones tenían el poder de llevar a Wilbur a la liberación. Su


espalda se arqueó mientras gritaba, derramando su semilla debajo de él.
Los dedos de Stripper agarraron con fuerza las caderas de Wilbur mientras
su ritmo se aceleraba. El sonido de piel golpeando contra piel hizo eco en la
habitación antes de que Stripper gritara el nombre de Wilbur, y sus
embestidas se volvieran descoordinadas mientras se enterraba dentro del
cuerpo de Wilbur. La polla de Stripper latió, llenando a Wilbur con la
semilla del hombre.

Wilbur se desplomó sobre la cama, Stripper siguiéndolo. Stripper


maldijo suavemente antes de acurrucarse junto a Wilbur, abrazándolo con
fuerza.

No tenía idea de contra qué luchaba su amante. Pero fuera lo que 79


fuera, tenía a Stripper aferrado a Wilbur como si temiera que fuera a
desaparecer en cualquier segundo.
Capitulo Nueve
Sam, Shott y Mason se sentaron en una camioneta camuflada como
un vehículo de fontanería mientras observaban la casa de enfrente. Sam no
había autorizado que viniera el civil, pero estaban cortos de personal. A
pesar de que Mason había estado tan solo en la reserva, al menos tenía
algún tipo de entrenamiento. El trabajador del rancho era grande y pesado,
y Sam esperaba que eso estuviera a su favor.

Les habían informado que la Sra. O'Connor estaba retenida en esta


casa residencial. Sam seguro como la mierda esperaba que la información
fuera correcta. No podían dejar la camioneta en marcha, lo que significaba
que hacía un calor del infierno en la parte de atrás. Le estaba sudando el
culo mientras estaba allí sentado con el auricular puesto.

Hasta ahora no habían atrapado a Reno. Aunque el hombre había


amenazado con apoderarse de la vida de Wilbur, Reno no había aparecido
en la casa o el trabajo de Wilbur. Era como si el hombre se hubiera 80
evaporado en el aire. Sam sabía que se estaban quedando sin tiempo.

—¿Qué hay de cenar? —Shott preguntó mientras miraba con los


binoculares.

Sam se volvió, con las cejas fruncidas. —¿Cómo diablos debería


saberlo? Estoy un poco ocupado en este momento.

—Un filete jugoso estaría bien, —comentó Mason. El hombre se


lamió los labios mientras tecleaba en su portátil—. Con setas y cebollas
caramelizadas. Maldita sea, me está entrando hambre sólo de pensarlo.

Sam miró al hombre de arriba a abajo. —Parece que comes todo el


tiempo.

Shott resopló. —Probablemente podría comerse una vaca de una sola


atacada. —Shott entrecerró los ojos—. No has estado comiendo nuestro
ganado, ¿verdad?
Sam se frotó una mano sobre su barbilla. —Rowdy mencionó algo
sobre algún ganado desaparecido.

Mason dejó de escribir en el portátil y entrecerró los ojos. —Si


estuviera comiendo tu ganado, te darías cuenta.

—No lo sé, —dijo Shott. —Tal vez estés comiendo el ganado del
Triple-B.

—Ellos crían caballos, —argumentó Mason—. La gente no come


caballos.

—Si tienen suficiente hambre, —dijo Sam—. Acabas de admitir que


estabas hambriento.

Mason no se ponía nervioso fácilmente, y a Sam le gustaba eso del


hombre. Mason apuntó un dedo hacia Shott. —Él es el que sacó el tema de
la comida. Ahora estoy muerto de hambre. Tal vez me coma un par de
vacas y algunos caballos. Mientras estoy en ello, ¿por qué no cazo 81
furtivamente unos cuantos ciervos y la piel de unos pocos osos?

Sam se rió. —Sólo te estoy haciendo pasar un mal rato, Mason.

El hombre gruñó mientras volvía a teclear en su portátil. Sam podía


ver la sonrisa en la cara de Shott. Todos estaban muertos de aburrimiento.
Había una empresa de limpieza en la casa que estaban vigilando, y Sam y
los demás estaban esperando a que el camino de entrada estuviera libre
antes de entrar.

—Tengo actividad, —dijo Shott—. El equipo de limpieza está


saliendo.

Mason cerró el portátil mientras Sam se quitaba los auriculares.


Agarró su arma de la pequeña mesa y la metió en la parte trasera de su
cintura. Los tres esperaron hasta que el coche se retiró de la entrada y
estaban a mitad de la calle antes de salir de la camioneta. Estaban vestidos
con monos azules con el logo de una empresa ficticia en la espalda.
Mason llevó el equipo pesado, mientras que Sam tenía un
portapapeles en la mano. Se acercaron a la entrada, y luego Shott
desapareció por la parte trasera de la casa. Sam llamó a la puerta lateral y
luego miró a su alrededor antes de forzar la cerradura.

Sam notó un agradable aroma y una atmósfera ventilada cuando él y


Mason entraron. Tal vez debería contratar esa misma empresa de limpieza
porque la casa olía y se veía realmente bien. Todavía podía oler la ligera
fragancia del suavizante de la lavadora.

Como si supiera lo que Sam estaba pensando, Mason cogió una


tarjeta de visita sobre la mesita y se la entregó. Sam lo miró y sonrió. Era la
tarjeta de la empresa de limpieza. Se la guardó en el bolsillo antes de abrir
la larga cremallera del mono de trabajo, después metió la mano y sacó su
arma.

Llevó el liderazgo ya que Mason no tenía un arma. El hombre estaba


allí únicamente para poner sus músculos. El trabajo de Mason era agarrar a
la Sra. O'Connor y sacarla de allí si las cosas se ponían feas. 82

Sam hizo un barrido de la cocina y la sala de estar para encontrar las


dos habitaciones despejadas. Estaban decoradas elegantemente, casi como
si esta casa no fuera más que una pieza de exposición. Mientras miraba a su
alrededor, notó que no había fotos familiares en la pared o en la chimenea.
No había nada en las dos habitaciones que hiciera este lugar personal o
acogedor. Todo era blanco, prístino y estéril. A Sam le gustaba el hogar de
los McMaster. Podría haber juguetes esparcidos alrededor, zapatos
abarrotados en la entrada, y niños ruidosos en todas partes, pero eso es lo
que lo convertía en un hogar. El caos controlado.

Esto era sólo una casa. Estaba sin vida. No había revistas esparcidas
alrededor, la televisión no estaba a todo volumen, y no se oía ningún ruido
en la cocina, indicando que la cena pronto estaría lista. Podría gustarle la
forma en que olía el lugar, pero eso era todo.
Se giró cuando Mason le dio un golpecito en el hombro. Sam miró hacia
donde señalaba el hombre. No entendió a qué señalaba Mason hasta que
vio algo atrapado bajo el zócalo de la pared.
Shott bajó por el pasillo y le dio a Sam un rápido asentimiento,
diciéndole que la parte trasera de la casa estaba limpia. Acercándose más a
la pared, Sam se inclinó y tiró del pequeño trozo de papel. Era un recibo.
Echó un vistazo por encima, pero los artículos que aparecían eran
ordinarios. Sin embargo, no fue el papel lo que le intrigó. Deslizó su mano
por la pared, tratando de averiguar si había algún tipo de entrada secreta.

Shott comenzó a hacer lo mismo. Mason regresó a la sala y vigiló la


calle.

—Aquí, —dijo Shott.

Cuando Sam miró vio una pequeña separación en el panel. Shott


empujó el panel, y una sección de la pared se deslizó a un lado. No era un
trozo grande, pero lo suficientemente grande para que una persona pasara
por él.

—Hijo de puta, —murmuró Sam. Frente a él tenía una habitación


secreta. El área tal vez era de unos tres metros de largo por tres de ancho, 83
no era grande en absoluto. Las paredes estaban desnudas, mostrando los
listones de madera. Había una bombilla colgando del techo con una cadena
de tracción adjunta. Sam extendió la mano y tiró de la cadena, entonces
jadeó horrorizado cuando vio el colchón tirado en el suelo y una mujer
atada de pies y manos tendida allí. Estaba cubierta de moretones de pies a
cabeza.

—Parece que trató de sacarla la información a golpes.

Shott tensó su mandíbula, sus palabras fueron gruñidas. Sam había


empezado a entrar en la habitación cuando escuchó algo que sonaba como
un reloj de pulsera. Era un tictac bajo y apenas perceptible. Shott se volvió
hacia Sam, con los ojos muy abiertos. —Ha puesto trampas en la
habitación.

Sam rápidamente se guardó el arma en el bolsillo del mono de


trabajo antes de saltar hacia adelante y agarrar a la mujer del colchón.
Estaba inconsciente y apenas respiraba, pero Sam no tenía tiempo para
revisarla.
—Mason, sal de aquí—, gritó Shott. —¡Bomba!

Los tres arrastraron el culo por la puerta lateral, bajaron a toda prisa
el camino de entrada y pasaron su furgoneta de fontanería. Estaban a mitad
de la manzana cuando la casa explotó. Sam cayó hacia adelante, pero se
volvió en el último segundo para tomar el impacto total de la caída. Miró
hacia atrás para ver las llamas elevándose en el cielo, escombros por todas
partes.

Miró a los otros dos hombres. —Shott, ve por la furgoneta.


Necesitamos llevar a esta mujer al hospital.

Shott asintió y se alejó rápidamente calle abajo. Mason ayudó a Sam


a ponerse de pie. El trabajador del rancho miró a la mujer y negó con la
cabeza. —No entiendo cómo alguien podría hacerle eso a otra persona.

Sam estuvo de acuerdo. —Podríamos ser cambiaformas oso, pero te


sorprenderían los monstruos que viven en este mundo.
Acunó a la mujer contra su pecho mientras Shott acercaba la furgoneta. 84
Mason abrió la puerta lateral, y Sam se subió. Se fueron hacia el hospital,
dejando atrás los destrozos.

Aunque fuera lo último que hiciera, Sam iba a encontrar a Reno.


Había algunos hombres que no merecían vivir. Y Nicolas Reno era uno de
ellos.

Después de que Stripper ayudara a Wilbur a salir de la camioneta,


caminaron por una acera de piedra y pasaron junto a un parterre de flores
con un hermoso diseño. Stripper mantuvo la puerta abierta para Wilbur
cuando entraron a la consulta del médico. El interior estaba bañado en
colores tranquilos de color canela y crema, y la recepcionista era una
atractiva morena. Shelly. Stripper conocía su nombre de las visitas
anteriores.

—Hola, señor Castro, señor Zoltan. —Agarró su historial del


escritorio y se levantó—. Tomad asiento, iré a informar al doctor que están
aquí.
Stripper odiaba venir aquí. Siempre sintió como si fuera él a quien
iban a examinar. Por alguna extraña razón, les tenía miedo a los médicos.
Técnicamente, era miedo a las agujas. Al crecer, su padre siempre tuvo que
luchar con él para meterlo en la camioneta. Stripper era como un animal
que sabía que iba al veterinario. Intentó esconderse, correr e incluso
sobornar a su padre para cancelar la cita.

Después de tomar asiento en la sala de examen, la pierna de Stripper


comenzó a rebotar nerviosamente. Agarró una revista sobre el cuidado de
la casa para tratar de mantener la mente ocupada.

Wilbur no estaba mejor. El chico se paseaba de un lado a otro como


si fuera un padre expectante. Los ojos del hombre se dispararon a la puerta
de la sala de examen mil veces mientras sacaba las manos de los bolsillos,
se las colocaba a su espalda y luego las dejaba caer a los costados, sólo
para repetir el proceso de nuevo.

Podría haber sido la imaginación de Stripper, pero juraría que olía a 85


antiséptico, como si estuvieran en el hospital. Y eso era lo extraño. Los
hospitales no lo asustaban. Sólo el consultorio médico.

—¿Por qué se está demorando tanto? —Wilbur se detuvo para


preguntar. Stripper consultó el reloj y gimió. Sólo habían pasado tres
minutos. Esto se iba a hacer eterno.

—Ven y siéntate. —Odiaba ver a Wilbur andar sin cesar. A Stripper


no le gustaba que el hombre estuviera nervioso, y sus paseos estaban
agotando los nervios de Stripper. La alfombra debía estar desgastada bajo
los pies de Wilbur. Habían tenido numerosas visitas, y el hombre paseaba
cada vez.

Stripper volvió a mirar la revista y se encontró leyendo un artículo


sobre cómo mantener las flores frescas. Cualquier cosa era mejor que estar
sentado allí mirando a la puerta de la sala de examen.

—Me encuentro bien, —dijo Wilbur—. No veo por qué tengo que
seguir viniendo aquí.
—Necesitamos asegurarnos de que tu corazón esté bien, —le recordó
a Wilbur, a pesar de que estaba listo para salir por pies en cualquier
segundo. Siguió imaginándose al doctor saliendo con una jeringa
monstruosa en la mano, riéndose malévolamente mientras perseguía a
Stripper por el área de espera.

Wilbur se dio unos golpecitos en el pecho. —Mi corazón está bien.


¿Nos podemos ir ahora? Siento que me están saliendo sarpullidos.

Al igual que con todas las visitas anteriores, Stripper tuvo que dejar
de lado sus propios temores para calmar a Wilbur. Si no lo hiciera, el
hombre intentaría alejarse de la sala de espera y escapar. Parecía que
compartían los mismos temores en cuanto a la consulta del médico.

Stripper dejó la revista a un lado y se puso de pie, agarrando a


Wilbur cuando el hombre pasaba junto a él. Wilbur mordisqueaba su labio
inferior, el sudor ya se acumulaba en sus cejas. —Es sólo un chequeo,
hermoso. No hay nada de qué preocuparse, y estaré a tu lado todo el
tiempo. 86

—Esta oficina es muy pequeña. —Wilbur tiró del cuello de su


camisa mientras miraba a todos lados—. ¿Por qué no podemos ir y
conseguir un poco de helado? Me gusta el helado. Es un día lo
suficientemente caluroso para disfrutarlo. No tenemos que perder el tiempo
aquí.

Stripper abrazó a Wilbur y se rió. Parecía que el miedo de Wilbur era


mucho peor que el suyo. Estaba medio tentado a ceder cuando la puerta se
abrió y el doctor les sonrió.

—Caballeros.

Se hizo a un lado para permitir que Stripper y Wilbur pasaran.


Fueron llevados por un corto pasillo y les hicieron pasar a la última puerta
a la derecha. Wilbur se subió a la mesa de examen mientras Stripper
tomaba asiento junto a la mesa. El doctor se sentó en su alto taburete
giratorio mientras miraba una carpeta en sus manos. Stripper y Wilbur se
miraron el uno al otro varias veces mientras esperaban a que el doctor
hablara. Wilbur había ido al hospital la semana anterior para hacerse unas
pruebas, y ahora estaban esperando los resultados.

Stripper odiaba esperar. La paciencia no era uno de sus puntos


fuertes.

—¿Has tenido algún problema, Wilbur? —Preguntó el doctor. —


¿Cómo te sientes?

—Bien, —dijo Wilbur—. Vigilo lo que como, hago los ejercicios


que me recomendaste y los niveles de azúcar en sangre han estado estables.

—Bien, —dijo el doctor, pero a Stripper no le gustó el ceño fruncido


del doctor cuando siguió leyendo. El doctor Brown solía tener una sonrisa
en su rostro cada vez que Wilbur estaba allí. Pensaba que Wilbur era el
hombre más gracioso que había conocido. Pero hoy esa sonrisa estaba
ausente. Las gafas del hombre estaban posadas en la punta de la nariz, sus
gruesas cejas rubias-grises bajaron tan severamente que deberían haberse
tocado. 87

—¿No hay fiebre, pérdida de aliento, o cualquier otra cosa que


estuviera en la lista de cosas a tener en cuenta? —preguntó el doctor
Wilbur negó con la cabeza. —No.

El doctor finalmente dejó el archivo a un lado y se dio la vuelta. —


Vamos a escuchar tu corazón.

—Espera. —Stripper se puso de pie también—. ¿Qué no nos estás


diciendo?

Los ojos de Wilbur pasaron de Stripper al doctor. —¿Hay algo mal,


doctor Brown? —Wilbur comenzó a temblar, y Stripper envolvió su brazo
alrededor de la cintura de su compañero, acercándolo para dar confort no
sólo a Wilbur, sino también a sí mismo.

Si el doctor tenía malas noticias, Stripper quería sostener a Wilbur


cuando el hombre se desmoronara.
—Es sólo que. —El doctor se pasó la mano por el pelo—. Las
pruebas resultaron negativas, excepto una. Tu análisis de sangre está mal.
Tus niveles de estrógeno están por las nubes, pero tu cuerpo no muestra
ninguna señal de esto.

Stripper negó con la cabeza. —No te sigo.

—En pocas palabras, —dijo el doctor— demasiado estrógeno en un


hombre no es algo bueno. Puede dar lugar a enfermedades crónicas. Pero
como dije, todas las pruebas de Wilbur dieron resultados negativos. Es
como si su cuerpo lo estuviera preparando para alguna cosa.

Stripper mantuvo el golpe bajo control. Mantuvo su rostro


enmascarado mientras miraba desde el doctor a Wilbur. No podía ser. No
había mordido al hombre. No había manera de que el cuerpo de Wilbur
estuviera cambiando para llevar un niño. Todos los cambiaformas tenían
que morder a sus compañeros para que pudieran concebir. Ese era un hecho
conocido entre los de su especie.
88
Stripper necesitaba llevar a Wilbur al doctor Gallagher, el doctor de
los cambiaformas. Tenía que haber una explicación lógica para todo esto.

El doctor finalmente sonrió. —Pero como parece estar en forma, lo


vigilaremos un poco más de cerca.

Después de que Wilbur fuera examinado, Stripper llevó a su


compañero de regreso a la camioneta. Pero antes de entrar, llamó a
Gallagher.

—Necesito verte de inmediato. —Le explicó lo que el doctor Brown


le había dicho a él y a Wilbur.

—Ven a mi oficina. Haré tiempo para verte, —dijo Gallagher.

—Voy para allá. —Stripper colgó el teléfono y miró a su compañero


que estaba sentado en el asiento del pasajero, toqueteando los canales de la
radio. Wilbur estaba ajeno a la amenaza potencial, y Stripper quería
mantener al hombre de esa manera hasta que tuviera respuestas concretas.
No había necesidad de asustar a Wilbur. Pero joder si Stripper no estaba
aterrorizado.

—Intel acaba de llegar, —dijo T-Rex mientras entraba en la cocina


donde estaban de pie Shott y Sam. Sam estaba removiendo una olla de algo
que olía estupendamente y Shott estaba rogando que le dejara probarlo—.
Podría tener una pista sobre Reno. Colton está trabajando en otra misión, y
Legend está reunido con un cliente. Lleva a Mason contigo. Pareció
manejarse bien la última vez.
Sam giró el quemador a fuego lento y luego señaló la olla. —
Remueve cada diez minutos y luego retíralo del fuego en unos veinte. No
comas, pruebes o bebas de él.

T-Rex asintió, esperó a que Sam saliera de la habitación y luego


tomó la cuchara de madera. Levantó la tapa y hundió la cuchara. Dios, olía
bien. Lo probó y luego se congeló. Se giró, corrió hacia el fregadero, y
luego se enjuagó la boca.
89
Sam volvió a entrar, riendo. —Te dije que no lo probaras. Estoy
elaborando un detergente completamente natural para Chris. Siguen
saliéndole salpullidos, y Gallagher cree que es el detergente. Pero no te
preocupes, no te enfermarás.

T-Rex miró el cepillo para fregar en la parte posterior del fregadero y


consideró usarlo en su lengua. Ahora su boca sabía a lavanda. Iba a matar a
Sam. El hombre sabía que nadie podía resistirse a robar una probada de lo
que fuera que estuviera cocinando.

T-Rex se estaba limpiando la lengua con un paño con cuando su


teléfono vibró. Revisó los mensajes de texto para ver que Jeremiah había
dejado un mensaje. Había reclutado al hombre para ayudar con Reno.
Parecía que Reno estaba en movimiento.

—Vámonos.

—Pensé que no vendrías, —dijo Sam.


—Reno podría estar saliendo de Junction City. Quiero estar ahí
cuando atrapemos al capullo. —T-Rex pensó en todo el daño que Reno
había causado, y quería ser el primero en torturar al hombre. Normalmente,
no era su estilo, pero Reno no se merecía menos.

Sam, Shott y Mason se reunieron con él en la camioneta y los cuatro


salieron hacia Junction City. Era un viaje largo, y T-Rex esperaba que
llegaran allí antes de que Reno se escabullera. Jeremiah trataría de detener
al hombre, pero aún teniendo en cuenta el gran tamaño de Jeremiah, Reno
era una fuerza a tener en cuenta. Era demasiado astuto y estaba demasiado
desesperado en este punto para ser detenido. No se sabe qué le podría hacer
a Jeremiah y T-Rex no iba a tener otra muerte en sus manos.

La Sra. O'Connor se estaba recuperando en el hospital, pero no


quería hablar con nadie. Se había negado a que T-Rex la visitara, y las
enfermeras no irían en contra de los deseos de la mujer. Dijo que Reno no
había conseguido los códigos de ella, pero eso es todo lo que diría. T-Rex
no iba a presionar. Ya había pasado por mucho.
90
T-Rex se bebió el agua que había traído consigo, todavía tratando de
sacar el sabor de lavanda de su boca cuando se reunieron con Jeremiah. El
gigantesco hombre estaba sentado en su vieja camioneta fuera de un
edificio de oficinas. Tan pronto como los vio detenerse, salió.

El hombre avanzó pesadamente hacia ellos y luego se detuvo en la


ventanilla de T-Rex. —Todavía está dentro.

T-Rex miró el letrero en el exterior del edificio de vidrio y cromo


para ver que estaban estacionados frente a un bufete de abogados. ¿Estaba
Reno consultando con su abogado? Nada iba a librar al hombre de la
cárcel. Había matado a un hombre, casi había matado a Wilbur, había
torturado a una mujer y cometido espionaje. El hombre estaría en una celda
por mucho tiempo.

—Entré y revisé el directorio, —dijo Jeremiah. No estaba usando su


habitual ropa de granja. Hoy estaba vestido con un traje, y maldito si el
hombre no se veía bien. No es que Jeremiah fuera su tipo, pero el hombre
arreglado lucía bien. —Las oficinas son utilizadas mayoritariamente por
bufetes de abogados, pero el quinto piso es utilizado por una pequeña
empresa de software. Estuve charlando con una rubia en la recepción, y
dice que la compañía de software está especializada en descifrar códigos
encriptados.

—Probablemente se esté reuniendo con alguien para comprar uno de


esos programas, —dijo T-Rex—. Reno no confiaría en alguien para que
descifre los códigos por él.

—Entonces sugiero que lo agarremos antes de que pueda usar el


programa, —dijo Jeremiah.

—No, no quiero que te involucres más de lo necesario, —dijo T-


Rex—. Gracias por guiarnos hasta él, pero vete a casa, Jeremiah. Fuiste
cocinero en la marina. No trataste en contrainteligencia.

—Pero me estaba divirtiendo mucho. —Jeremiah le guiñó un ojo—.


Necesito regresar. Tengo un montón de cosas que hacer.

T-Rex le dio las gracias al hombre y luego se recostó, esperando a 91


que Reno saliera del edificio.
Capitulo Diez
—Wilbur, puedo explicarlo, —dijo Stripper mientras Wilbur estaba
sentado mirando al doctor como si el hombre hubiera perdido la maldita
cabeza. ¿Qué tipo de doctor chalado era este?

—¿Qué hay que explicar? —Preguntó Wilbur—. El hombre al que


me trajiste acaba de decir que estoy embarazado. Es obvio que no está
tomando su medicación.

—Es cierto, —dijo el doctor Gallagher—. Es raro que un hombre


pueda quedar embarazado cuando no ha sido mordido por su compañero.
Pero creo que con la cirugía y los medicamentos que está tomando, la
química de su cuerpo cambió, lo que le permitió concebir cuando tú y
Giovani tuvieron relaciones sexuales.

—¿Entiendes lo que está diciendo? —Stripper le preguntó a Wilbur.


Debería haber sabido que no debía pensar que este hombre sexy estaba 92
cuerdo. ¿No estaban todos hombres guapos tomados, eran heteros, o locos
como el infierno? Y aquí había empezado a creerle a Stripper cuando el
hombre dijo que era un oso. Wilbur probablemente estaba volando alto por
sus medicamentos cuando vio esos colmillos afilados, pero eso no
explicaba los de Reno. Por otro lado, Wilbur había estado aterrado en ese
motel.

Más que probablemente, se había imaginado los largos colmillos de


Reno.

Wilbur palmeó el pecho de Stripper y sonrió a su amante. —No me


hagas caso. Sólo estoy haciendo cálculos sobre qué tan lleno de mierda
estás.

—¡Wilbur! —Stripper lo miró estupefacto.

—Estaré en el pasillo, —dijo el doctor Gallagher—. Hacedme saber


si necesitáis algo.
—Necesito que vuelva a tomar sus medicamentos, —dijo Wilbur al
doctor cuando el hombre salió de la habitación.

—Eso fue grosero, —dijo Stripper.

Wilbur bajó de la mesa de examen y comenzó a vestirse, dándole la


espalda a Stripper. No le importaba lo que el doctor dijera o lo que
indicaran las pruebas. Él no estaba embarazado. Eso no era posible. Se
puso los zapatos y se dirigió a la puerta. Antes de salir, se volvió hacia
Stripper y le dijo, —Sabes, todo el mundo tiene derecho a estar un poco
chiflado, pero estás abusando del privilegio.

Tendría que mudarse a casa. Wilbur terminaría de recuperarse allí y


simplemente tendría que jugársela con Reno. Si Stripper pensaba que
estaba embarazado, entonces el hombre estaba como una regadera.

Wilbur pasó junto al médico, sonrió cortésmente y sacó su culo de


allí antes de que el hombre diagnosticara a Wilbur con algo más, como el
parvovirus. 93

El hombre era un matasanos.

Llegó al estacionamiento y frunció el ceño. Maldición. Stripper lo


había llevado allí, y Wilbur vivía en Junction City. Iba a tener que pedirle
que lo llevara a casa. Eso hacía su salida dramática menos efectiva ahora
que tenía que esperar en el estacionamiento.

Lástima que no pudiera salir haciendo ruedas de este lugar. Eso le


habría quedado genial. En cambio, se apoyó en la camioneta de Stripper y
esperó a que saliera el hombre.

No tomó mucho tiempo. —Wilbur, ¿Puedes escuchar un segundo?

—No. —Wilbur cruzó los brazos sobre su pecho—. Puede que me


haya gustado salir contigo porque fue divertido y emocionante, pero ahora
me estás pidiendo que cruce hacia lo extraño y lo sobrenatural. Es hora de
bajar de este loco tren y llevar mi culo a casa.

—Estás lleno de sarcasmo, ¿verdad?


Wilbur se encogió de hombros. —Me extrajeron el alma para hacer
espacio para eso. —Pateó su pie en el pavimento y maldijo por haberse
enamorado de Stripper. Debería haberlo sabido, con un nombre como ese,
el hombre no podía ser más que problemas. Apostaba a que el destino se
estaba riendo de él en este momento. Wilbur había babeado por los
hombres guapos desde que se dio cuenta de que era gay. Ahora que
finalmente tenía un hombre caliente al que llamar suyo, descubría que
estaba mal de la chaveta.

Wilbur se giró ligeramente para que Stripper no viera las lágrimas


que amenazaban con derramarse. La idea de romper con Stripper dolía
tanto que quería hacerse una bola y llorar, pero esperaría hasta que
estuviera en casa para eso. Y aquí pensó que finalmente había encontrado a
alguien que lo entendía, que lo aceptaba. El centro de su pecho le dolía
tanto que sentía como si algo lo estuviera aplastando.

—Wilbur. —Stripper se acercó más y arrinconó a Wilbur contra el


camión. Enmarcó en sus manos el rostro de Wilbur y sonrió—. Si puedo 94
demostrarte que estoy diciendo la verdad, ¿me escucharás entonces?

Intentó alejarse, pero Stripper estaba demasiado cerca,


manteniéndolo en su lugar. El hombre volvió a ladear la cabeza de Wilbur
hasta que estuvo mirando fijamente esos hermosos ojos color avellana. Se
sentía como si estuviera mirando a su propia alma.

—Ven conmigo. —Stripper agarró la mano de Wilbur y lo llevó


detrás de la pequeña clínica. La parte de atrás limitaba con el bosque. Había
un gran contenedor de basura y algunos coches aparcados allí también.
Debería tener miedo de seguir a Stripper después de descubrir que le
faltaba algún tornillo, pero aún confiaba en el hombre. Tal vez Wilbur
también estaba loco.

Cuando Stripper lo llevó hacia el bosque, Wilbur trató de apartar su


mano. —¿Que estás haciendo?

Stripper sostuvo firme la mano de Wilbur. —Demostrarte que soy un


oso.
Esto debería ser interesante. Wilbur estaba esperando a que el
hombre se pusiera a gruñir y tal vez rodara por el suelo, pero lo que no
esperaba era que Stripper comenzara a quitarse la ropa.

—¿Quieres tener sexo en el bosque? —Wilbur no estaba seguro de


que fuera una buena idea.

Stripper le guiñó un ojo mientras su cabello rubio brillaba al sol. —


No, no quiero arruinar mi ropa. La camioneta tiene asientos de cuero y
ciertas partes se pegarían al cuero.

Tenía sentido.
Tan pronto como el hombre estaba desnudo, la polla de Wilbur
comenzó a llenarse. No pudo evitarlo. Stripper era un infierno de hombre
magnífico para mirar, especialmente cuando estaba desnudo. El hombre era
todo líneas marcadas, proporciones perfectas, y corte en todos los lugares
correctos.

Wilbur se lamió los labios, recordando lo bien que Stripper sabía en 95


su boca. El hombre se rió y sacudió la cabeza, recordándole a Wilbur a un
chico tímido e inocente. Pero Stripper no era nada de eso. El hombre
follaba como un sueño y había visto demasiado en la vida para ser
considerado inocente o un niño. Pero así era como lo veía Wilbur.

—Está bien, —dijo Wilbur mientras lanzaba sus manos al aire—.


Conviértete en un oso feroz. —Iba a llevar a Stripper de vuelta al interior
cuando esto terminara y ver si podía programar al hombre una cita en
psiquiatría. Tal vez con la cantidad correcta de medicamentos, Stripper
podría ser normal.

—Y si cambio, ¿qué obtengo? —Preguntó Stripper mientras se


adentraba más en el bosque. Estúpidamente, Wilbur lo siguió.
Wilbur se tocó la barbilla, tratando de pensar en algo bueno. Stripper
no iba a convertirse en un oso, así que tenía que asegurarse de que este
trato valiera la pena. —Si cambias, creeré lo que me digas. Sin argumentos.

Stripper asintió, pareciendo complacido.


—Pero si no lo haces, —continuó Wilbur— entonces… —Comenzó
a decir que quería irse a casa y que Stripper no volviera a contactar con él.
Pero Wilbur no pudo empujar las palabras más allá de sus labios. Era
incapaz de cortar el vínculo entre ellos. El dolor de no volver a ver a
Stripper volvió a aparecer, y Wilbur tuvo que aclararse la garganta varias
veces antes de poder hablar—. Si no cambias, buscarás ayuda profesional
para tus delirios. —Pensó en una cosa más y añadió— Y harás un striptease
íntegro para mí. Quiero el espectáculo al completo.

—Espera, —dijo Stripper, frunciendo el ceño—. Quiero lo mismo si


puedo probar…

—Demasiado tarde, —dijo Wilbur rápidamente—. El trato ya está


cerrado. —No había manera en la tierra de que él fuera a hacer un
striptease para su amante. Wilbur poseía dos pies izquierdos. Se caería de
bruces a la primera vuelta que diera.

—Bien, —dijo Stripper—. Pero prométeme una cosa.


96
Wilbur suspiró. –Depende. —Su piel hormigueó, y su corazón
comenzó a latir más rápido cuando Stripper se acercó a él. El cuerpo del
hombre se flexionó, sus músculos se ondularon y Wilbur estuvo a punto de
rogar al hombre que lo tomara aquí mismo en este bosque.

—No tengas miedo, ¿de acuerdo?


Le llevó un segundo para que registrara las palabras de Stripper. Wilbur
estaba demasiado ocupado mirando la polla del hombre. —Bien.

—Mis ojos están aquí arriba. —Stripper señaló su rostro.

—Uh-huh. —Wilbur asintió pero siguió mirando la gruesa vara del


hombre. Su cuerpo comenzó a cobrar vida, a anhelar un toque, un beso, una
caricia. Se estremeció cuando su propia polla comenzó a engrosarse.

—Creo que he creado un monstruo, —dijo Stripper y luego


retrocedió—. Sólo recuerda no asustarte. Sólo soy yo. Lo prometo.

—Sí, sí. —Wilbur había terminado de hablar sobre algo que no iba a
suceder. Quería sexo. Ahora que era una posibilidad real. Cambió de un pie
al otro, preguntándose si debería desnudarse también. Si iban a estar en el
bosque, entonces bien podrían divertirse.

Wilbur parpadeó varias veces cuando comenzó a brotar vello en todo


el cuerpo de Stripper. El hombre se puso a cuatro patas mientras se retorcía,
su cuerpo reestructurándose. Wilbur se tambaleó hacia atrás, cayendo sobre
su trasero. Intentó alejarse de allí cuando un gran oso pardo estaba en el
lugar de Stripper. Esto no podía ser posible. Stripper no podía haberse
transformado en... ¿podía haberlo hecho? Wilbur trató de calmar su
corazón acelerado. Estaba latiendo demasiado rápido, y eso no era bueno
para él. Comenzó a sentirse mareado cuando el oso se movió hacia él.

Wilbur tomó un palo y lo agitó frente a él. –Busca. —Lo tiró a un


lado, rezando para que el oso lo persiguiera para que pudiera huir. Pero el
oso se sacudió como si intentara eliminar el agua de su pelaje. —Lo estoy
intentando, —dijo Wilbur mientras sus dedos se curvaban en la tierra
debajo de él—. Realmente estoy tratando de no asustarme. ¿Podrías por
favor cambiar de nuevo? Mi corazón está latiendo demasiado rápido.
Stripper instantáneamente cambió a su forma humana y se apresuró 97
hacia Wilbur. —Respira, hermoso. Cálmate. Sé que es mucho para
asimilar, pero tienes que regular tu respiración.

Eso era más fácil decirlo que hacerlo. Si el hombre estaba diciendo la
verdad sobre ser un oso, entonces Wilbur realmente estaba... su corazón
comenzó a acelerarse de nuevo. Stripper rápidamente se vistió y luego
recogió a Wilbur del suelo, llevándolo rápidamente de nuevo al interior de
la clínica.

Wilbur sólo podía pensar en lo que el doctor Gallagher había dicho.


Wilbur iba a tener un bebé. Ni siquiera podía cuidar de un pez dorado.
Harry todavía estaba vivo gracias a que Stripper estaba cuidando al pez.
¿Cómo demonios iba a cuidar Wilbur a un niño? ¿Y si se despertaba una
mañana y el bebé estaba panza arriba, no más burbujas?

No, eso no tenía sentido. Wilbur sabía que los niños no vivían en el
agua, pero su mente corría en todas direcciones. Su mente estaba siendo
invadida por pensamientos extraños y locos.
—¿Qué sucede? —Preguntó el doctor Gallagher cuando Stripper
entró corriendo con Wilbur en sus brazos.

—Le mostré que podía cambiar, y ahora su corazón está latiendo


demasiado rápido.

El doctor los llevó a la parte de atrás y colocó una máscara de


oxígeno sobre el rostro de Wilbur mientras comenzaba a ponerle una vía
intravenosa.

Wilbur intentó apartar las manos del hombre, pero el doctor era
mucho más fuerte de lo que parecía. Wilbur odiaba las agujas. Hizo una
mueca cuando el doctor clavó la aguja intravenosa en su brazo.

—Voy a darte algo para que te calmes, —dijo el doctor—. No es


fuerte, pero debería ayudar a relajarte.

Wilbur deseó que el hombre dejara de hablar y se lo diera ya. El


doctor Gallagher salió de la habitación pero regresó en segundos, con una 98
jeringuilla en la mano. Inyectó el medicamento en la IV y luego comenzó a
examinar a Wilbur—. Va a ser agotador llevar un niño. Necesitas aprender
algunas técnicas de relajación, Wilbur.
Wilbur levantó el pulgar cuando sintió que la medicina surtía efecto.
Le sonrió a Stripper y luego cerró los ojos. No se durmió y todavía podía
oír todo lo que decían a su alrededor.

—Tengo la sensación de que tendrá que guardar reposo en la cama el


último trimestre, —le dijo el doctor a Stripper—. No me gusta que esté
teniendo un hijo tan pronto después de la cirugía de válvula cardíaca.

La habitación se quedó en silencio cuando el cuerpo de Wilbur se


relajó. Nunca había estado tan contento en su vida. Todas las
preocupaciones y temores desaparecieron. No estaba flotando, pero estaba
malditamente cerca.

—¿Hay alguna posibilidad de que pueda perder a Wilbur? —La voz


de Stripper llenó la mente de Wilbur, y sonrió ante el sonido profundo y
masculino. Amaba la voz de Stripper. Era calmante y, a veces, francamente
sexy.
—No voy a mentir, —dijo el doctor—. Siempre hay una posibilidad
con el parto. Y con la condición de Wilbur, es difícil de decir.

—No puedo perderlo, Gallagher. Mi madre sacrificó su vida para


llevar a término el embarazo. No puedo dejar que Wilbur haga lo mismo.
No viviré sin mi compañero.

Wilbur frunció el ceño. ¿Era eso cierto? ¿Estaba su cerebro confuso,


o estaba escuchando a Stripper correctamente? Trató de tirar de su máscara,
de decirle a Stripper que no iba a ninguna parte, pero sus dedos se sentían
demasiado gruesos, y no podía quitarse la maldita cosa.

—Sólo mantén un ojo en él, y me aseguraré de que tenga exámenes


regulares. Observaremos a él y al niño de cerca.

Wilbur dejó de intentar luchar para quitarse la máscara y establecerse


en una calma más profunda. La medicina estaba haciendo su trabajo porque
pronto sintió que empezaba a quedarse dormido. 99
Capítulo Once
T-Rex, Shott, Sam y Mason se agacharon cuando Reno salió del
edificio. Shott quería saltar del SUV e ir tras el hombre. Maldita sea si no
se veía como Wilbur. Shott podía ver cómo Stripper había confundido a los
dos. Reno tenía el mismo cabello puntiagudo de color marrón rojizo, la
misma constitución e incluso caminaban de la misma manera.

Sólo Reno estaba vestido con un traje de negocios y llevaba un


maletín. El hombre miró arriba y debajo de la calle y luego se deslizó en un
oscuro sedán aparcado cerca del edificio antes que saliese a toda velocidad.

T-Rex le siguió.

Mientras el líder de su equipo conducía, Shott y Sam aseguraron y


cargaron sus armas. Shott no podía sacar a Bill de su mente. Había enviado
a Wilbur con su amigo y Bill había terminado muerto porque Shott le había
pedido ayuda. Ese pensamiento infectó se enconó en su mente mientras 100
giraban en esquinas y se detenían en semáforos. Bill no había sido un
ángel, ni mucho menos, pero siempre estuvo ahí cuando un amigo
necesitaba ayuda, siempre cubriendo la espalda de alguien.

Y Reno había asesinado al hombre. Shott rezó para que no


disparase al hijo de puta cuando finalmente le pusiera las manos encima.

Reno estaba siendo cauteloso. Conducía por callejones y calles


semidesiertas, pero T-Rex era más hábil que el hombre, distanciándose una
o dos manzanas de manera que no pudiese ser detectado. El día estaba
avanzando, y el tráfico se volvió denso con la gente saliendo del trabajo.
Pero eran buenos en lo que hacían y no habían perdido de vista a Reno ni
una sola vez.

Habían seguido al hombre hasta Burgess Street, donde Reno se


detuvo y entró en un repulsivo antro, las señales anunciando que tenían los
mejores sándwich de carne y queso de Filadelfia. T-Rex se deslizó en un
lugar vacío junto a la acera unos coches más abajo y esperaron.
Shott se quedó ahí sentado, su codo apoyado en la puerta,
frotándose la barbilla con sus dedos índice y pulgar mientras sus ojos
permanecían fijos en la tienda.

—Entra y pide algo, —le dijo T-Rex a Sam–. No quiero que Reno
salga por la puerta de atrás.

T-Rex miró a Shott por el espejo retrovisor. Los ojos azules del
hombre contenían una gran cantidad de información y conocimiento, como
si T-Rex supiese que enviar a Shott ahí dentro era una mala idea. T-Rex
tenía razón. Shott tenía un interés personal en esto. Habría entrado en esa
tienda ocupada y pasado a Reno mientras deslizaba un cuchillo entre las
costillas del hombre.

Habría entrado y salido de ahí antes que cualquiera se enterase. En


su lugar, se recostó y tomó una larga respiración como si intentase
convencerse a sí mismo que el objetivo principal no era matar a Reno sino
llevar al hombre ante la justicia.
101
Un pulmón perforado habría sido justicia.

Mason se sentó al otro lado de Shott, mirando fuera de la ventanilla.


Pero no estaba mirando la tienda. El hombre estaba observando a algún
jovencito que estaba de pie junto al SUV, esperando pacientemente
mientras su pequeño perro olisqueaba alrededor.

Reno salió de la tienda. Segundos más tarde, Sam salió, una bolsa
para llevar en la mano. Cuando Sam entró de nuevo en el SUV, lanzó la
bolsa a Mason. –Ahora no te comerás nuestro ganado.

Shott sonrió con suficiencia cuando el olor a cebollas caramelizadas


llenó el interior. Mason no perdió el tiempo ventilándose el sándwich
cuando comenzaron a seguir a Reno una vez más.

—No te atrevas a manchar de comida mis asientos, —dijo T-Rex–.


Normalmente no permito que nadie coma aquí.
—¿Qué comida? –Dijo Mason con una sonrisa mientras hacía una
bola con el envoltorio y lo lanzaba de nuevo a la bolsa, lamiéndose los
labios. El sándwich había sido comido rápidamente.

Condujeron hacia un montón de almacenes abandonados y se


introdujeron en un lugar al lado de un edificio de ladrillo con sus ventanas
rajadas y rotas y puertas de manera deteriorándose. Reno había conducido
al interior.

Cuando T-Rex detuvo el SUV entre un camión averiado, cajas


apiladas y maquinaria vieja, miró por el espejo retrovisor a Mason.
–Quiero que te quedes aquí y nos hagas saber si Reno intenta escapar.

—En otras palabras, —dijo Mason— ya que no tengo ningún


entrenamiento, mantengo mi culo plantado.

—Eso lo resume todo. –T-Rex se deslizó del asiento del conductor


mientras Shott y Sam también salían. Shott quería preguntar por qué habían
traído a Mason con ellos en primer lugar pero ahora había silencio total. 102
Cada uno de ellos se puso un auricular que se sincronizaría con sus relojes.

T-Rex le indicó a Sam que tomase la parte delantera del edificio


mientras Shott y T-Rex se deslizaron hacia la parte de atrás.

Stripper se quedó ahí de pie junto a las puertas francesas,


contemplando el rancho mientras el sol comenzaba a ponerse. Wilbur
estaba dormido en la cama, acurrucado bajo la sábana. Después que el
sedante había dejado de tener efecto en la oficina del médico, Stripper
había traído a su pareja a casa. Pero Wilbur no había dicho una palabra en
todo el camino. Una vez aquí, Wilbur se había arrastrado a la cama e ido a
dormir.

Y ahora Stripper estaba aquí de pie, sus entrañas retorcidas en


apretados nudos mientras se preguntaba qué hacer. Se había ido de casa tan
pronto como cumplió dieciocho para unirse al ejército.
Después de unirse, Stripper había sido reclutado en las Fuerzas
Especiales donde entrenó junto a T-Rex, Sam, Colton, Shott y Legend.
Stripper había llevado su entrenamiento como pez en el agua. Tenía talento
innato. Había viajado por todo el mundo y había estado en muchas
situaciones de vida o muerte.

Había sido apuñalado, tenido armas empujadas en su rostro, estado


cerca de volar por los aires unas pocas veces y enfrentado lo peor de lo
peor. Sin embargo un hombrecillo tenía el poder de romper a Stripper,
hacer que su mundo se derrumbase a su alrededor.

Stripper salió al porche, enroscando sus dedos alrededor de la


barandilla. No iba a perder a Wilbur, pero no estaba seguro cómo mantener
al hombre a salvo. Se estaba enfrentando a la decisión más dura de su vida.
Podían abortar al bebé e intentarlo de nuevo más tarde cuando Wilbur
estuviese más fuerte. Pero el pensamiento estuvo cerca de hacer que
Stripper cayese de rodillas.

Sabía que no podría vivir con la decisión de matar a su propio hijo. 103
No podría. Pero entonces, ¿dónde dejaba eso a Wilbur? El corazón del
hombre podría no ser capaz de llevar el estrés del embarazo y nacimiento
del niño.

—¿Por qué estás aquí fuera desnudo?

Stripper se dio la vuelta para ver a Wilbur de pie en la puerta, una


sábana envuelta a su alrededor. El corazón de Stripper se apretó ante la
vista. Levantó la mano, y Wilbur fue hacia él. Stripper envolvió al hombre
en sus brazos y le sostuvo cerca. –Sólo pensar.

Pasó su mejilla sobre el corto cabello color marrón rojizo de


Wilbur, deleitándose con el contacto. Nunca querría saber cómo sería sin su
pareja. Stripper estaba comenzando a entender lo que su padre había
pasado después de perder a su pareja. Wilbur aún estaba aquí, sin embargo
Stripper sentía ese innegable sentido de pérdida. Sabía que no era nada
cercano a lo que su padre sentía, pero tener una pequeña muestra
amenazaba con destrozarle.
—Escuché lo que le dijiste al médico, —dijo Wilbur mientras
deslizaba sus manos alrededor de Stripper, la sábana rodeándoles a
ambos—. ¿Tu madre realmente hizo eso?

—Los médicos la habían advertido, —dijo Stripper, incapaz de


mirar a Wilbur por miedo a que se derrumbase–. Pero estaba determinada a
tener un hijo.

—Y tienes miedo que lo mismo me suceda a mí, —conjeturó


Wilbur.

—Aterrorizado. –Normalmente Stripper no confesaba ningún


sentimiento de debilidad, pero este era Wilbur, su pareja. Este era el único
hombre con el que se permitiría ser vulnerable. Esta era la única persona a
la que permitiría estar lo suficientemente cerca para ver sus demonios.

Wilbur frotó su mejilla contra el pecho desnudo de Stripper, como


si también necesitase el contacto. –Estoy intentando asimilar todo esto.
Aún estoy intentando entender cómo todo esto es posible. 104

—Algunas veces aún me desconcierta, —dijo Stripper–. Crecí


sabiendo que era un shifter oso, y sin embargo hay veces cuando aún
realmente me sorprende.

—No tengo partes femeninas, —señaló Wilbur—. ¿Cómo puedo


llevar a este bebé?

Stripper sonrió ante la perplejidad en el tono de voz de Wilbur.


–Esa es una pregunta para el médico. Me temo que aún no entiendo cómo
eso es posible. Pero más de un hombre ha estado embarazado en esta casa,
de manera que sé que puede hacerse.

Wilbur retrocedió ligeramente y levantó la mirada hacia Stripper.


Dios, esos ojos verdes eran tan mágicos. Stripper podría perderse en ellos.
Acunó el rostro de Wilbur y puso un suave beso en los labios del hombre. –
Creo que me he enamorado de ti.

Los ojos de Wilbur se agrandaron ligeramente antes que se llenasen


con un calor abrasador. Stripper sintió crecer el eje de su pareja mientras
estaban ahí de pie. Una sonrisa burlona apareció en el rostro de Wilbur. –
Sólo estás diciendo eso porque me dejaste preñado.

Stripper se rio ligeramente. —¿Eso piensas?

Mordiéndose el labio inferior, Wilbur sacudió la cabeza. –No, sólo


digo cosas locas cuando estoy nervioso. Y ya que nunca antes he estado
enamorado, estoy muy nervioso.

—Así que, ¿estás diciendo que me amas? –Los pulgares de Stripper


acariciaron las suaves mejillas de Wilbur.

—No puedo resistirme a un hombre que me ofrece un sándwich


delicatesen después de secuestrarme.

Stripper estalló en carcajadas y abrazó a Wilbur con fuerza cuando


el crepúsculo se asentó y les bañó en el resplandor de la luna creciente.
Besó a Wilbur una vez más, pero esta vez Stripper profundizó el beso, sus
manos vagando sobre la suave piel del hombre. La respiración de Wilbur se 105
aceleró mientras temblaba en los brazos de Stripper.

Maldita sea, Wilbur le estaba volviendo loco. Trepidantes pulsos de


sensaciones atravesaron su polla, tensaron sus testículos y desgarraron sus
terminaciones nerviosas mientras saboreaba al hombre.

Wilbur se arqueó en él, chupando con avidez los labios de Stripper.


Estirando la mano entre ellos, Stripper envolvió un apretado puño alrededor
de la erección de Wilbur. El hombre se sacudió cuando su cuerpo se
estremeció. Un largo y desesperado gemido salió de los labios de Wilbur
cuando sus dedos se apretaron en los bíceps de Stripper. La sábana flotó en
el porche cuando Stripper presionó la espalda de Wilbur contra la
barandilla.

Wilbur separó los labios y la lengua de Stripper lamió, bañó, amó.


Se movió dentro de la boca de Wilbur, sólo para retirarse cuando las
caderas de Wilbur se acercaron en una silenciosa súplica por más. Su pareja
se arqueó debajo de él, las caderas de Wilbur se elevaron hacia la mano de
Stripper.
—Quiero que me folles, —suplicó Wilbur.

Stripper levantó a su pareja hasta que Wilbur envolvió sus piernas


alrededor de su cintura. Llevó a su amante al interior, le tumbó en la cama
y luego agarró el lubricante. Mientras Stripper trabajaba el apretado
músculo, hundió su lengua profundamente en el interior de la boca de
Wilbur.

Todo acerca de Wilbur era increíble. Todo acerca del humano


fascinaba a Stripper. Calor surgió dentro de él, construido a su alrededor.
Wilbur era dueño de cada parte de Stripper, corazón, alma y cada bocanada
de aire que respiraba.

Sacando sus dedos, Stripper se asentó entre las piernas de Wilbur y


embistió en el interior de su pareja con una fiera y dura embestida. La
contundente e inmediata sensación de estar enterrado en lo profundo de
Wilbur, el placer que le atravesaba, le llevó más alto.

La sorpresa hizo que Wilbur abriese los ojos como platos cuando 106
Stripper retrocedió y comenzó a trabajar en el interior del apretado agarre
del culo de Wilbur con poderosas embestidas. Se estaba muriendo. Sudor
caía por su rostro cuando enterró su polla en el interior de Wilbur hasta la
empuñadura en la cuarta embestida.

Empujando en el interior de su pareja de nuevo, Stripper se quedó


inmóvil, hizo una mueca y luchó para no correrse. Infiernos, estaba a punto
de correrse. Sus testículos estaban tan tensos que era doloroso, y la
sensibilidad en su polla estaba cerca de ser agonizante. Estaba perdido en
un mundo de tal placer sensual que nada importaba excepto el momento y
su pareja.
Estaba vinculado a Wilbur, más que sólo de manera física, más que
sólo su polla enterrada en el interior del culo más apretado y dulce que
había conocido. Stripper estaba vinculado al alma de Wilbur, y Stripper
sabía que no había manera de escapar. No quería escapar.

Flexionando las caderas, Stripper se movió, arrastrando la feroz y


palpitante longitud de su eje antes de embestir en el interior de Wilbur.
Lentamente. No podía ir más rápido, aún no. Un movimiento equivocado y
habría terminado. Nunca lograría sentir a su pareja pulsando alrededor de
su polla en liberación de nuevo. Se derramaría sobre el hombre sin pensar.

—Wilbur. –Gimió el nombre del hombre cuando las piernas de


Wilbur se envolvieron alrededor de sus caderas y se sostuvieron con fuerza.

—Fóllame. Más duro. Oh Dios, estoy tan cerca… —Las caderas de


Wilbur se agitaron debajo de Stripper–. Tan cerca.

Lanzando la cabeza hacia atrás, Stripper apretó los dientes y dejó ir


la última medida de control que había mantenido. Follando a Wilbur con
desesperadas embestidas, Stripper sintió su liberación construyéndose,
calentándose, amenazando…

Wilbur explotó debajo de él. Un largo y bajo gemido de finalización


llenó la habitación mientras Stripper entraba en su pareja una y otra vez,
llevando a Wilbur a través de un orgasmo que fue feroz y profundo.

Enterrándose profundamente y con fuerza, Stripper cedió a los 107


feroces y ardientes chorros de semen cuando comenzó a llenar el interior de
su pareja. Cuanto más le daba a Wilbur, más intentaba el culo el hombre
ordeñar a Stripper. El culo de Wilbur se agitó, aferró y acarició la polla de
Stripper hasta que estuvo temblando, estremeciéndose, seguro que nunca
sobreviviría.

Cuando finalmente comenzó a relajarse, mientras la fuerza se


filtraba de sus cuerpos y Stripper se derrumbaba junto a Wilbur,
simplemente luchando por respirar, Stripper comenzó a preguntarse si tener
a este hijo le traería la alegría más grande que alguna vez conociese o le
destruiría por completo.
Capítulo Doce
T-Rex se arrastró por las escaleras metálicas para entrar a través de
la puerta del segundo piso. El metal chirrió cuando la abrió y entró
rápidamente. Sam había tomado las puertas del piso inferior, y ya estaba
fuera de la vista.

El lugar estaba bañado en la oscuridad excepto por el rayo de luz de


la luna que entraba en ángulo a través de las ventanas. T-Rex se mantuvo
en las sombras atravesaba el segundo piso, revisando en busca de Reno.

El segundo piso no tenía muchas habitaciones. Parecía como si


fuese utilizado como almacén. T-Rex no encontró nada excepto ratas.
Odiaba las ratas. Se dio la vuelta y regresó por el camino que había
recorrido.

Algo atrapó su atención. T-Rex bajó la mirada hacia la gran área


abierta por debajo para ver a Sam y Shott de pie en el medio, una buena 108
docena de hombres rodeándoles.

Esto había sido una trampa. De alguna manera Reno había


imaginado que estaba siendo seguido y llamó por respaldo. Sam y Shott
tenían sus armas desenfundadas, pero también las tenían los otros hombres.
Era un callejón sin salida.

Y a un lado, Reno estaba de pie, con una petulante sonrisa. Aún


tenía el maletín aferrado en una mano. T-Rex quería borrar de un disparo
esa expresión triunfante del rostro de Reno, pero entonces tendría una
docena de armas dirigidas a él, disparando. Preferiría no ser convertido en
queso suizo.

Desvaneciéndose de nuevo en las sombras, T-Rex sacó su teléfono


y envió un mensaje de texto a Colton, explicándole la situación. Aportó la
ubicación y luego guardó el teléfono. Dudaba que alguien pudiese llegar
aquí a tiempo, pero al menos todo el mundo en casa sabría lo que sucedió
cuando encontrasen la sangrienta masacre.
Salió por la puerta por la que había entrado y bajó corriendo las
escaleras. Mason aún estaba sentado en el SUV. Cómo los hombres no
habían divisado el SUV era una incógnita, pero T-Rex estaba agradecido.

Abrió la puerta del conductor y se deslizó detrás del volante.


—Otros hombres llegaron, —dijo Mason–. Llamé a Legend y se lo
conté.

—¿Hace cuánto tiempo? –Preguntó T-Rex mientras ponía el motor


en marcha.

—En cuanto desaparecisteis en el interior del edificio. No sabía qué


más hacer. –Mason se inclinó hacia adelante desde el asiento de atrás. T-
Rex sólo pudo suponer que las ventanillas tintadas habían protegido a
Mason de ser visto. El SUV había parecido vacío. Probablemente los
hombres pensaran que era de Reno.

—¿Qué planeas hacer? –Preguntó Mason mientras sus ojos se


posaban en el edificio–. Esos son muchos hombres con armas contra los 109
que enfrentarse.

—Vamos a ofrecerles a Sam y Shott un viaje. –T-Rex retiró el


vehículo hasta que estuvo a unos quince metros del almacén, giró el volante
y luego empujó el pie en el acelerador.

El SUV se lanzó hacia adelante y luego ganó velocidad. Condujo


directamente hacia el almacén, se detuvo con fuerza y gritó, —¡Subid!

Sam y Shott no dudaron. El sonido de balas golpeando el SUV fue


como escuchar un redoble de tambor. El ruido era constante y rápido. T-
Rex mantuvo la cabeza tan baja como pudo cuando aceleró el motor y salió
disparado, chocando con la parte trasera del edificio. Jodida suerte que
fuese de madera y no metal.

El parabrisas se agrietó, el espejo lateral estaba roto y


probablemente la parte delantera del SUV se viese como el infierno, pero
lograron salir de ahí. La camioneta saltaba y rebotaba mientras T-Rex
conducía alrededor del edificio y se dirigía hacia la salida. Los hombres
habían salido corriendo del almacén y aún estaban disparándoles cuando T-
Rex tomó una curva cerrada desde el aparcamiento y salió disparado por la
calle.

—¡Mason fue alcanzado! –Gritó Shott.

T-Rex miró hacia atrás para ver la pesada mano del ranchero caída
en su asiento, sangre filtrándose a través de su camisa.

Stripper salió corriendo de la casa cuando el SUV de T-Rex se


detuvo de golpe. Se necesitó cuatro hombres para que llevasen a Mason del
vehículo a la casa. Le llevaron a la cocina y le tumbaron sobre la mesa. El
Doctor Gallagher estaba ahí, habiendo sido llamado antes de tiempo.

El médico movió a los hombres a un lado antes que comenzase su


trabajo, sacar la bala de Mason. El hombre había perdido tanta sangre que
estaba demasiado pálido para mayor comodidad.

—¿Por qué no cambió? –Preguntó Stripper cuando T-Rex se acercó 110


a él. Mason estaba malditamente cerca de ocupar el ancho de la mesa.

—No tengo ni puta idea, —dijo T-Rex. La parte delantera de la


camisa de T-Rex estaba cubierta por la sangre de Mason–. El terco hijo de
puta no lo haría.

Eso no tenía ningún sentido para Stripper. La bala aún estaría


alojada en el hombre, pero al menos su cuerpo habría aislado la herida
hasta que Gallagher pudiese sacar la bala.

—Hice una llamada telefónica de camino aquí, —dijo T-Rex a


nadie en particular–. Gator y sus hombres están en camino. Estarán aquí
mañana. Quiero a Reno desesperadamente.

Los ojos de Stripper se abrieron como platos. Que T-Rex pidiese


ayuda quería decir que las cosas estaban bastante mal. Para que llamase a
Gator y su equipo, el mundo tenía que estar terminándose. Gator era un
chico bayou8 de principio a fin. Había nacido en lo profundo de los
pantanos, era duro y se hacía cargo de cualquier situación en la que
estuviese involucrado. Se referían a su equipo como fantasmas. Se les
estregaba una misión y no se sabía de ellos hasta que su misión se
completase. Entraban sin ser detectados, hacían su trabajo y desaparecían
en la noche.

Stripper se giró cuando Sparrow entró por la puerta de atrás. Sus


oscuros ojos aterrizaron sobre Mason. —¿Qué sucedió?

—Fue un montaje, —dijo T-Rex–. Reno sabía que estaba siendo


seguido y organizó una emboscada. –El capitán de Stripper tenía una
expresión sombría mientras observaba cómo trabajaban en Mason. Stripper
pudo ver el arrepentimiento en los ojos de T-Rex. Mason no debería haber
estado ahí, pero habían necesitado un vigía, y el ranchero había parecido
entusiasmado por estar con ellos.

T-Rex se estaba culpando por lo que le había sucedido a Mason al


igual que Shott se culpaba por lo que le había sucedido a Bill. 111

Finalmente el médico extrajo la bala y luego inyectó algo en la


mano del ranchero. Mason cambió inmediatamente a su forma de oso. El
médico levantó la mano con un par de pinzas hemostáticas9. –Está
adornada con plata. No es de extrañar que Mason no pudiese cambiar.

Stripper maldijo. Mason iba a tener una cicatriz, pero esa sería la
menor de las preocupaciones del ranchero. No se sabía si la plata habría
hecho algún daño. La plata era venenosa para los shifters, y el médico iba a
tener que hacerle pruebas a Mason.

El hombre iba a sobrevivir a la herida de bala. La pregunta era,


¿sobreviviría a la plata?

8El término se usa como muestra de la ciudad natal, o de dónde vienes, o dónde naciste y te criaste. Usado
por aquellos en los pantanos y a lo largo de las costas de Mississippi, Louisiana y Alabama

9 Pinzas de forcipresión con puntas afiladas en sus extremos y una serie de dientes de sierra
transversales en toda su longitud. Se emplean para sujetar tejidos durante la intervención o para comprimir
un tejido hemorrágico
Al día siguiente, Wilbur encontró a Stripper en la sala de
comunicaciones. El hombre estaba completamente desnudo, balanceándose
con un auricular puesto. El hombre estaba maldiciendo, amenazando a
alguien que Wilbur no podía ver mientras sus dedos danzaban sobre el
controlador en su mano.

Wilbur cerró la puerta y se quedó ahí de pie, observando. Su pulso


se aceleró ante la vista. Por supuesto, no hacía daño que Stripper estuviese
desnudo, pero eso no fue lo que atrapó la atención de Wilbur.

Wilbur había visto a Stripper en su modo militar. Eso era algo que
una persona no podía olvidar. Sus ojos color avellana habían estado llenos
de muerte y promesa. También había visto a Stripper en su punto más
vulnerable. Las emociones que atravesaron los ojos del hombre aún
perseguían a Wilbur. Había visto a Stripper lleno de pasión, haciéndole el
amor como si Wilbur fuese el centro de su universo.

Y ahora estaba viendo a Stripper relajado, juguetón. Había tantas


capas en el hombre que Wilbur no pensaba que alguna vez descubriese a 112
Stripper. Su pareja era una criatura compleja con muchas facetas. Wilbur se
sentó en la alfombra, cruzando las piernas frente a él mientras observaba a
Stripper enfrentarse.

Esta tenía que ser la manera de Stripper de relajarse. La pasada


noche, después que Mason hubiese sido traído a casa, Stripper había estado
en silencio, lejano. Aún sostuvo a Wilbur mientras yacían en la cama, pero
Wilbur había sentido como si Stripper ni siquiera hubiese estado ahí. Su
pareja había estado sumido en sus pensamientos y había excluido a Wilbur.

Pero había algunas cosas que Wilbur no quería que su pareja


compartiese. A todo el mundo se le permitía esconder una parte de ellos.
Stripper no sabía todo acerca de Wilbur, y eso estaba bien.

Los brazos de Stripper se levantaron en victoria hablaba basura a


alguien por el auricular, y luego el hombre lanzó el controlador a un lado.
Se dio la vuelta y le guiñó un ojo a Wilbur. –Victoria una vez más.

Pero fueron los ojos de Stripper lo que preocupó a Wilbur. La


sonrisa no les alcanzaba. Aunque su pareja le estaba hablando, Wilbur se
sentía como si aún estuviese siendo excluido. Algo estaba pasando en el
interior de la cabeza de Stripper, y el hombre se negaba a permitir entrar a
Wilbur.

Wilbur hizo rebotar sus brazos arriba y abajo de manera juguetona.


–Viva. Viva.

Después de quitarse el auricular, Stripper agarró sus pantalones


cortos del sofá y se los puso. Normalmente, su pareja siempre intentaba
violarle. Stripper era una criatura táctil y nunca podía mantener sus manos
en sí mismo cuando se trataba de Wilbur. Pero Wilbur podía sentir una
pared entre ellos. Su pareja no le preguntó cómo se estaba sintiendo, o si se
había enfermado esta mañana, algo que Stripper siempre preguntaba.

Sin embargo, ayudó a Wilbur a ponerse en pie. Stripper sonrió y


salió de la sala de comunicaciones. Wilbur se quedó ahí de pie, inseguro de
qué hacer. Ya que esta era su primera relación real, estaba perdido acerca
de cómo derribar esas paredes.
113
Wilbur entró en la cocina para encontrar a Taylor, Steven, Gabe y
Cameron sentados en la mesa. Aunque había hablado con cada hombre
desde que llegó aquí, Wilbur no había tenido una verdadera conversación
con ninguno de ellos. Había pasado la mayor parte de su tiempo encerrado
en la habitación de Stripper, recuperándose.

El momento se volvió extraño cuando Wilbur se quedó de pie en


medio de la cocina, inseguro de qué decir a cualquiera de ellos. Había
venido aquí por un aperitivo pero se sentía como si estuviese bajo un
microscopio mientras cuatro pares de ojos le observaban atentamente.

—¿Qué? –Preguntó Wilbur. Por alguna extraña razón, bajó la


mirada hacia sí mismo para asegurarse que estuviese completamente
vestido. Sabía que lo estaba, pero tener a los hombres observando tan
atentamente puso incómodo a Wilbur.

Taylor se puso de pie y sacó una silla. –Ven a sentarte, Wilbur.

Pasando a Taylor, Wilbur se sentó. Se rascó las rodillas con los


dedos mientras esperaba que uno de ellos dijese algo. Malditamente seguro
que no sabía cómo comenzar la conversación. Wilbur no sabía nada acerca
de estos hombres y era socialmente incómodo la mayor parte del tiempo
como era. Lo único en lo que podía pensar era en la contabilidad, pero
estaba bastante seguro que aburriría hasta la muerte a estos hombres.
Aburría hasta la muerte a Wilbur la mitad del tiempo.

Taylor sacó un poco de helado del recipiente colocado a su lado.


Dejó caer el azucarado dulce en un cuenco y luego lo deslizó hacia Wilbur.
Wilbur sonrió educadamente y sacudió la cabeza. –No tengo permitido
tener eso, pero gracias de todos modos.

—Es sin azúcar, —declaró Taylor–. No creo que una bola te haga
daño.

Wilbur realmente no lo quería, pero aceptó el cuenco por


educación. Utilizando la cuchara, jugó con la pegajosa sustancia mientras
miraba alrededor de la mesa. Intentó pensar en alguna razón para
excusarse, pero nada le vino a la mente. Fue como sentarse en una sala de
tribunal a esperar un veredicto. Wilbur podía sentir cómo sudaba, listo para 114
salir corriendo.

—De manera que estás emparejado a Stripper, —dijo Gabe–.


Bastante genial.

—Sip. –Wilbur asintió con la cabeza. Dejó de pretender estar


interesado en el helado y empujó en cuenco a un lado–. Y tú también estás
emparejado. Qué casualidad.

Taylor estalló en carcajadas. Cameron se unió. Steven era el que


estaba más lejos sentado, intentando no mirar a Wilbur. Stripper le había
contado a Wilbur sobre la habilidad de Steven para leer las mentes de las
personas y ver sus pensamientos. Wilbur tuvo el loco impulso de envolver
papel de aluminio alrededor de su cabeza para proteger su mente.

No necesitaba que nadie viese cuán caóticos eran sus pensamientos


en este momento. Wilbur no quería que nadie supiese cuán aislado se
sentía. Ese era asunto suyo y sólo suyo.
Steven le miró justo en ese momento, y Wilbur supo que el hombre
le había escuchado mentalmente. Algo pasó entre ellos, casi un
entendimiento. Era como si Steven entendiese lo que Wilbur estaba
pasando.

—Necesito atender algunas cosas afuera, —dijo Steven cuando se


puso en pie. Se dio la vuelta y miró directamente a Wilbur—. ¿Te importa
ayudarme?

Wilbur comenzó a decirle al hombre que no podía participar en algo


extenuante, pero la expresión en los ojos de Steven impulsó a Wilbur a
levantarse y salir al porche trasero. Quizás Wilbur tuviese curiosidad, o
quizás sólo quisiera salir de la cocina, pero le siguió con mucho gusto.

—Sólo están intentando comprenderte, —dijo Steven–. Ninguno de


ellos es intencionalmente grosero. Pero aparte de Gabe, todos tenemos un
pasado jodido y no es fácil abrirse a alguien nuevo.

A Wilbur le gustaba un uno a uno mucho más. –Mi pasado es 115


bastante aburrido y sin acontecimientos notables, —confesó–. Pero
últimamente las cosas se han animado.

—Algo bueno y algo malo, —dijo Steven. Fue una declaración.

—La vida es un balancín, —replicó Wilbur.

—Y ahora mismo estás sentado en la parte de abajo, esperando a


ser levantado, —dijo Steven–. Sé cómo se siente eso. He estado ahí
demasiadas veces.

Wilbur sabía que Steven estaba intentando enlazarse de alguna


manera. Debió haber apestado vivir en una casa donde la gente supiese lo
que Steven podía hacer. Probablemente le amenazasen con una cuchara de
mango largo. Nadie quería sus pensamientos invadidos.

—Pero estoy mejorando en eso, —dijo Steven–. Rowdy me ha


enseñado mucho. Pero no es fácil desconectar de la gente. No invado
pensamientos de manera intencional.
Un paria en su propia casa. Wilbur comenzó a sentir pena por el
hombre. Sonrió y agitó la mano a Steven. Hubiese estrechado la mano del
hombre, pero había sido advertido que tocar era doloroso para Steven.

—Hola, soy Wilbur Castro. ¿Quieres que seamos amigos?

Steven se rio entre dientes, y sus ojos brillaron cuando sonrió.


–Todos podríamos utilizar un amigo de vez en cuando.

—¿Te estoy haciendo daño estando tan cerca de ti? –Preguntó


Wilbur. Lo último que quería hacer era causar dolor a cualquiera.

Steven sacudió la cabeza. Señaló hacia los corrales. –Por eso salí
afuera. Cada vez que Colton está cerca, mi mente se calma.

—Pero aún escuchas mis pensamientos, —señaló Wilbur. Se


masticó el labio inferior y añadió–. De manera que sabes lo que estoy
sintiendo.
116
Tomando asiento en la parte superior de los escalones, Steven
asintió con la cabeza. –Cuando conocí a Stripper por primera vez, el
hombre golpeó mi hombro. Tuve la impresión de oscuridad y fuerza bruta,
de algo letal agitándose peligrosamente.

Wilbur tomó asiento en el suelo del porche y cruzó las piernas.


—¿Qué significa eso?

Todo lo que Steven hizo fue encogerse de hombros. –El hombre


tiene mucha agitación en su interior. Sin embargo, no sé por qué.

Wilbur sabía por qué. Era debido a la madre de Stripper. Pero no


iba a contárselo a Steven. Wilbur no tenía a nadie más a quien recurrir para
obtener respuestas, de manera que esperaba que Steven fuese realmente un
amigo. –Simplemente no entiendo por qué me está excluyendo.

Steven se giró y apoyó la espalda contra la barandilla, sus rodillas


dobladas. Wilbur sólo medio escuchaba a los hombres trabajando en el
corral. Su mente era un torbellino, y no le gustaba. Wilbur ya estaba
lidiando con suficiente. Estaba demasiado asustado, pero no estaba
excluyendo a Stripper. Wilbur conocía los riesgos de llevar el embarazo a
término. Lo que necesitaba era el apoyo de su pareja, no su silencio.

—Culpa. Preocupación. Podría ser una combinación de muchas


cosas. Quizás tiene miedo de dejarte entrar porque está aterrorizado que
vaya a perderte, —dijo Steven–. Pero fíjate, sólo es una conjetura.

—¿Serías capaz de leer la mente de mi pez de colores? –Preguntó


Wilbur. Quería cambiar de tema. El pesimismo no era su taza de té.

Steven le miró de manera extraña durante un momento y luego


estalló en carcajadas. El sonido era tan contagioso que Wilbur también se
echó a reír. Había estado hablando en serio.

—Me gustas, —dijo Steven.

—Aw, que tierno. –Wilbur sintió que se sonrojaba–. Gracias. –Y


luego pensó acerca de algo—. ¿Qué es el ahogamiento en seco?
117
Steven se puso serio e inclinó la cabeza hacia un lado.
–Realmente sabes cómo cambiar de tema. Es cuando un trozo de tela es
sostenido sobre tu rostro y agua es vertida en tu boca. Realmente el agua no
pasa, pero te sofoca. Creo. –Steven se rascó la cabeza–. Pero ese es el
concepto.

Wilbur se sentó ahí por más tiempo mirando fijamente a Steven.


Cuando pensó en la amenaza de Stripper cuando se conocieron, su ira
comenzó a aumentar. Sabía que había sido una confusión, que Stripper
había pensado que Wilbur era Reno. Pero el pensamiento de Stripper
haciendo eso a alguien horrorizó a Wilbur.

La expresión de Steven se puso seria. –No le juzgues. Piensa en los


tipos malos con los que se enfrenta. Reno es la escoria de la tierra. Ese tipo
no dudó en dispararte o asesinar a otros. Sólo intentó eliminar a T-Rex,
Sam, Shott y Mason la pasada noche. Y estuvo cerca de tener éxito. Los
métodos de Stripper podrían ser primitivos, pero no es nada comparado con
la devastación que Reno está dispuesto a dejar atrás.
Wilbur cerró de golpe la puerta de pensamientos de cómo Stripper
operaba en el campo. Sabía que Steven tenía razón. La parte lógica de su
cerebro argumentaba que Stripper hacía lo que hacía para mantener el
mundo a salvo. Pero conocía al hombre de manera íntima, y era duro para
él asimilar los métodos de Stripper.

—Sólo déjalo ir, —aconsejó Steven–. Aún es el mismo hombre del


que te enamoraste. Tienes que aprender a separar su trabajo de su vida
familiar o eso te llevará a la locura.

—Aún no sé qué hacer acerca de esa pared.

—Ve a hablar con él. Déjale saber lo asustado que estás y que no le
culpas.

Wilbur no culpaba a Stripper. Su pareja no había sabido que Wilbur


podía quedar embarazado sin morder. Aunque el médico había dicho que
era extremadamente raro, Stripper no había sabido que podría suceder.
Wilbur recordó lo duro que había luchado Stripper para no morderle. –Voy
a buscarle.
118
—Sólo recuerda lo que ya ha pasado al perder a su madre y vivir
con un padre desgarrado por la culpa. Esto no puede ser fácil para el
hombre. Habla.
Capítulo Trece
Stripper, Shott y T-Rex se estaban preparando para ir a encontrarse
con Gator cuando el aroma a cálida lluvia de verano y regaliz llenó sus
pulmones. Stripper miró fuera de la habitación donde las armas eran
guardadas para ver a Wilbur dirigiéndose en su dirección.

La culpa carcomía a Stripper. Culpa por excluir a Wilbur, por dejar


embarazado al hombre, por poner su vida en peligro. Después de casi
perder a Mason la pasada noche, el hecho que pudiese perder a Wilbur le
había tocado la fibra sensible. Stripper estaba siendo un idiota, y lo sabía.
Ya amaba al humano más allá de las palabras pero estaba intentando
excluir al hombre porque estaba aterrorizado de pasar lo que había pasado
su padre.

Stripper no quería conocer ese dolor.

—¿Puedo hablar con mi pareja un momento? –Preguntó Wilbur a 119


T-Rex y Shott.

—Realmente tenemos que irnos, —dijo T-Rex—. ¿Puede esperar?

—A menos que quieras que castre a mi pareja, no. –Wilbur estaba


cansado de ser amable. Había terminado de intentar apaciguar a todo el
mundo. Ser amable no le estaba llevando a ninguna parte, y realmente
quería hablar con Stripper.

Shott sonrió con suficiencia cuando salió de la habitación. –Estaré


fuera.

¿Eso que vio en los ojos azules de T-Rex era admiración? Wilbur
no estaba seguro, y ahora mismo ni siquiera le importaba. Estaba preparado
para enfrentarse al alto dinosaurio si fuese necesario.

—Tenéis cinco minutos, —dijo T-Rex antes que saliese.


Cuando T-Rex le dio la espalda a Wilbur, Wilbur le sacó el dedo
medio al hombre. Se giró para ver a Stripper sonriéndole. Wilbur se sentía
desorientado, casi mareado ante el poder de enfrentarse a alguien más
grande que él. Le gustó la sensación.

—Mi pareja se está convirtiendo en un pequeño pitbull, —dijo


Stripper mientras apoyaba un brazo contra la balda–. Pero realmente tengo
que irme.

Wilbur golpeó con su dedo el pecho de Stripper. –No hasta que


arreglemos las cosas entre nosotros.

—No hay nada que arreglar.

—Chorradas.

—Deja de actuar de esta manera y pretender que te importa una


mierda lo que está sucediendo a nuestro alrededor, Wilbur. Si no
detenemos a Reno… 120

—Realmente me importa muchas mierdas. Toneladas de mierda.


Soy un prostituto de sentimientos, —dijo Wilbur–. Pero si no arreglamos
las cosas entre nosotros, lo que Reno haga ni siquiera importará. Quiero de
dejes de excluirme.

—Tengo que irme. –Stripper intentó pasar a Wilbur, pero Wilbur


bloqueó el camino del hombre.

Wilbur estaba preparado para golpear algo. Concretamente a


Stripper. –No, aún tengo cuatro minutos más, y vas a escucharme. –Wilbur
cambió de táctica y dejó de lado su ira, permitiendo que se mostrase el
dolor en sus ojos—. ¿No piensas que estoy aterrorizado? ¿Alguna vez se te
ha ocurrido que tengo miedo de lo que me pueda suceder?

La mandíbula de Stripper se tensó cuando una máscara cayó sobre


su rostro. Sus ojos color avellana se volvieron oscuros. –No creciste en una
casa de luto. No tienes idea lo que es ser el superviviente, vivir esa pérdida
cada día de tu vida.
Lágrimas se reunieron en los ojos de Wilbur cuando echó la mano
hacia atrás y golpeó el rostro de Stripper. –No estoy muerto, ¡deja de
tratarme como si ya estuviese muerto!

La expresión en los ojos de Stripper se volvió letal. –Te he excluido


una sola noche, ¿y te estás poniendo como loco?

—Hormonas, —argumentó Wilbur–. Lidia con ellas. ¿Pero qué


esperas que haga? ¿Esperar hasta que esto haya terminado durante un mes
completo antes que diga algo? No lo creo, amigo. No me gusta torturarme.
O aclaramos las cosas o hago de tu vida un infierno.

Stripper pareció desinflarse. –No quiero discutir contigo.

—Y yo no quiero vivir con alguien que tiene miedo de amarme.


Estoy llevando a tu hijo, Stripper. Necesito a alguien a mi lado, no una
sombra escondiéndose en una esquina. Sé un jodido hombre y asume
responsabilidades.
121
Stripper agarró a Wilbur y le empujó en la balda. Sus caninos se
estaban mostrando, y sus ojos contenían un ligero brillo. Wilbur pensó que
había presionado demasiado al hombre. Nunca antes había tenido una pelea
de amantes y no estaba seguro si debería haber sido tan agresivo.

Su pareja dio un bajo gruñido antes que sus labios colisionasen.


Wilbur jadeó y luego envolvió sus brazos y piernas alrededor de Stripper,
aferrándose al móvil, desesperado por acercarse.

Stripper extendió la mano y cerró la puerta de golpe, bloqueándola.


Wilbur estaba en el cielo. Se tragó la legua de Stripper en su garganta
mientras molía su erección en el estómago de su amante. Este debía ser el
sexo de reconciliación del que Wilbur había oído hablar. Le encantaba.

—Tres minutos, —dijo Stripper, jadeando en la boca de Wilbur–.


Prepárate para que sea rápido y duro.

—Pero no tenemos lubricante, —le recordó Wilbur al hombre.


—Entonces saliva tendrá que valer. Pero estás a punto de ser
follado. –Stripper tiró de la cinturilla de Wilbur hasta que su culo estuvo
expuesto. Wilbur aún tenía las piernas envueltas alrededor de la cintura de
Stripper y se aferró por su querida vida mientras su pareja desabrochaba
sus pantalones.

Stripper escupió en su mano y utilizó la humedad para humedecer


el culo de Wilbur. Repitió el proceso dos veces más antes que alinease su
polla y entró de golpe.

—¡Hijo de puta! –Gritó Wilbur.

—Aférrate a mí, hermoso. –Stripper plantó las manos en la pared y


empujó duro y profundo en el interior de Wilbur. No era suave y lento
como había sido desde que Stripper descubrió que Wilbur estaba
embarazado. Esto era rápido y brutal, y Wilbur amó cada segundo de ello.

—No voy a jodidamente perderte, —dijo Stripper con un bajo y


mortal gruñido. 122

—No voy a ninguna parte, —prometió Wilbur, aunque sabía que


eso sólo era una media verdad. No había certeza, pero tenía que ser
optimista. Sus ojos se abrieron como platos y su cabeza cayó hacia atrás
cuando Stripper mordió su hombro. Esa fue la primera vez que su pareja
había hecho eso, y la polla de Wilbur explotó. Gritó el nombre de Stripper
cuando su pareja golpeó en su interior. Su pareja su pareja se quedó en su
interior durante un largo momento antes que Stripper sacase sus caninos y
lamiese la herida en el hombro de Wilbur.

—¡Mío! –Stripper gruñó la palabra mientras follaba a Wilbur


incluso más rápido—. ¿A quién pertenece este cuerpo? ¿De quién es este
culo?

—Mío, —gritó Wilbur.

Stripper vaciló y luego una malvada y pecaminosa sonrisa apareció


en su rostro. –Los pensamientos cognitivos no son tu especialidad durante
el sexo, ¿cierto?
—¡Cállate! –Gritó Wilbur–. Sólo fóllame.

Y Stripper lo hizo. La espalda de Wilbur fue aplastada contra la


balda cuando Stripper agarró las caderas de Wilbur, embistiendo duro y
rápido. La cabeza del hombre rodó hacia atrás, sus labios separándose, sus
caninos mostrándose mientras gruñía y luego gritó su liberación.

Wilbur era un fideo mojado. Estaba deshuesado cuando Stripper


apoyó sus frentes juntas. Wilbur miró a los ojos de su pareja y pudo ver la
vulnerabilidad ahí. –Ni siquiera me excluyas de nuevo, por favor.

—Intentaré no hacerlo, —dijo Stripper–. Pero si lo hago, sólo


amenázame con castrarme y seré todo tuyo.

Wilbur siseó cuando Stripper se deslizó fuera. Iba a estar dolorido


por un tiempo. Quizás debiese llevar algo de lubricante en su bolsillo para
situaciones de emergencia.

Stripper ayudó a Wilbur a ponerse de nuevo los pantalones antes 123


que su pareja se abrochase la suya propia. Stripper le dio a Wilbur un suave
y gentil beso antes que alguien golpease la puerta.

Es la hora, —dijo Shott–. Tenemos que irnos.

Wilbur abrió la puerta y salió a trompicones de la habitación. Sabía


que se veía como un desastre caliente. Se dio la vuelta y señaló con un
dedo a su pareja. –Vamos a no tener esta conversación de nuevo.

Intentó irse pisoteando, pero sus piernas estaban demasiado


serpenteantes, y no tenía la energía. En su lugar, se alejó a trompicones,
una sonrisa feliz en su rostro.

Él y Stripper tenían que discutir con más frecuencia. El sexo de


reconciliación era fantástico.

Se habían reunido con el otro equipo y había ideado un plan.


Stripper se sentó en la parte de atrás del SUV de T-Rex, sumido en sus
pensamientos mientras conducían hacia Junction City. Eso era todo. Todo o
nada. Iban a capturar a Reno o matar al hombre. De cualquier manera, no
iba a escapar de nuevo.

Gator ya había hecho el reconocimiento de esto y había encontrado


dónde se estaba escondiendo Reno. Cómo lo había hecho el hombre era un
misterio que el chico no estaba compartiendo con ellos. Gator tenía
recursos que Stripper y los demás sólo podían desear.

Se detuvieron a una manzana de la zona residencial donde se


suponía Reno se estaba escondiendo. Iban a entrar bajo el amparo de la
oscuridad. Gator y su equipo se prepararon y estaban listos para circular
cuando Stripper y su equipo hiciesen lo mismo.

Gator miró alrededor a los hombres con él. –Silencio total. Seguir el
plan.

Salieron de sus vehículos, y Gator y su equipo desaparecieron. Fue


espeluznante. Un momento estaban ahí de pie, al siguiente desaparecieron. 124
T-Rex llevó a Stripper y Shott a la casa en cuestión, señalándoles que
rodeasen el lugar.

Stripper miró hacia su derecha y apenas pudo ver a uno de los


hombres de Gator, vestido completamente de negro, el rostro camuflado,
asentado en uno de los árboles, el rifle apuntando hacia la casa. El hombre
estaba tan inmóvil que, si Stripper no hubiese sabido qué estaba buscando,
nunca habría sabido que el hombre estaba ahí. El hombre se mezclaba
perfectamente con su entorno.

Dándose la vuelta, Stripper se concentró en lo que tenía que hacer.


Sacó un dispositivo del bolsillo lateral de sus pantalones y lo utilizó para
desconectar el sistema de alarma. Levantó el pulgar cuando el sistema
estuvo desconectado, desmantelado. Metiendo de nuevo el dispositivo en
sus pantalones, trabajó en la cerradura de la puerta lateral y luego se deslizó
en el interior de la casa.

La casa estaba en silencio. Una pequeña luz brillaba sobre el fogón


y Stripper vio una luz viniendo de una habitación justo pasando la sala de
estar. El sonido de golpeteos podía ser escuchado. Alguien estaba
utilizando un ordenador.

Stripper comenzó a avanzar y luego se detuvo. Estuvo cerca de


golpear un cable trampa. Retrocedió y luego pasó por encima. Mantuvo la
espalda contra la pared mientras se dirigía hacia la brillante luz de la
habitación.

Girando en la esquina, se encontró cara a cara con uno de los


hombres de Reno. Stripper agarró al hombre, le metió en la cocina y le
agarró por el cuello hasta que se desmayó. El hombre luchó y arañó contra
el fuerte agarre de Stripper. Pero Stripper no iba a dejar que este hombre
avisase a Reno. Le sostuvo hasta que el hombre se desplomó en sus brazos.

Tiró al hombre al suelo y luego sacó su arma. Estaba determinado a


abatir a Reno. Vivo o muerto. No podía dejar de pensar en lo que Reno les
había hecho a Bill o Wilbur. Su ira estaba ahí, carcomiéndole ahora que
estaba tan cerca del tipo.
125
Agachándose, Stripper hizo una rápida comprobación para
asegurarse que no le estuviese esperando ninguna otra sorpresa. T-Rex
estaba al otro lado de la habitación, su espalda contra la pared del pasillo.
Cuando Stripper entró en la sala de estar, una bala pasó rozando su cabeza.

Se dejó caer, rodó y devolvió el fuego. Su elemento sorpresa había


desaparecido. Stripper estaba sobre su espalda, disparando al bastardo que
le había disparado. El tipo cayó al suelo cuando T-Rex giró, apuntó y
disparó al hombre que Stripper ni siquiera había visto.

Todo el infierno se desató. Los hombres parecían venir de todas


partes, atrapando a Stripper y T-Rex. Stripper saltó detrás del sofá, lo
empujó a un lado y utilizó el sofá para cubrirse mientras apuntaba y
disparaba.

Alguien cayó detrás de él. Stripper se dio la vuelta para ver a un


hombre desplomarse y a Shott moviéndose de un rincón en sombras. El
pulso de Stripper estaba latiendo en sus oídos cuando empujó su espalda en
el sofá, agarró el clip extra que se había pegado a su cinturón y recargó.
Cuadros cayeron de la pared, cristal se rompió alrededor y el relleno
del sofá comenzó a derramarse. Gruñó, se dio la vuelta, cayó al suelo y
disparó a tantos hijos de puta como pudo. Algo afilado y caliente golpeó su
hombro. Stripper ignoró el dolor mientras rodaba de nuevo y luego subió a
la parte superior del sofá, saltando sobre el tipo más cercano. Lucharon
mano a mano, algo en lo que Stripper se especializaba.

T-Rex entró, golpeando la sien del hombre con la culata de su arma.


Shott se movió alrededor de ellos y corrió hacia la habitación con la luz
brillante. Su objetico era capturar a Reno.

Stripper derribó a su hombre, y luego él y T-Rex también se


dirigieron hacia la habitación. Pero la única persona que estaba ahí era
Shott. Era una oficina pequeña, y Stripper pudo decir que un portátil había
sido conectado al monitor, pero había desaparecido.

La ventana estaba vierta de par en par, las cortinas moviéndose


hacia dentro por el viento. Manteniendo su arma en un firme agarre,
Stripper se movió hacia la ventana e hizo una rápida comprobación. Gator 126
estaba de pie en el patio, en las sombras, sosteniendo a Reno con una llave
de cabeza.

Stripper se dio la vuelta y miró a T-Rex. –Gator le tiene.

T-Rex se movió hacia la ventana y le hizo una señal a Gator para


que trajese a Reno al interior. Tan pronto como Reno fue traído por la
puerta de atrás, Stripper echó el brazo hacia atrás y golpeó con su puño el
estómago del hombre. Reno se dobló, dejando caer el maletín en su mano.
Stripper enderezó al hombre y le golpeó de nuevo.
—Suficiente. –T-Rex agarró el brazo levantado de Stripper–. Todos
queremos un pedazo de él, pero primero tenemos trabajo que hacer.

Reno escupió sangre sobre el suelo y luego sonrió


amenazadoramente a Stripper. –Nunca conseguirás los códigos. Nunca
detendrás la transacción a tiempo.

Uno de los hombres de Gator agarró el maletín de Reno, lo puso en


el escritorio y comenzó a teclear claves. Sus dedos trabajaban tan rápido
que todo lo que Stripper pudo hacer fue quedarse ahí de pie y observar
mientras rezaba para que el hombre pudiese detener la transacción. Los
ojos de Stripper regresaron a Reno y una ardiente ira le llenó una vez más.
Si no hubiese sido por Reno, la vida de Wilbur no habría estado en peligro.

Sus garras se extendieron cuando sus caninos emergieron. Reno se


rio de él. –Demasiado malo que no pudiese matar a esa comadreja llorona.
Wilbur suplicó por su vida, ya sabes. El hombre me suplicó que no le
matase.

Stripper cerró la distancia, agarró el cabello de Reno y tiró la


cabeza del hombre hacia atrás. –Divertido, estás a punto de hacer lo mismo
antes que esto termine.

Una silla fue traída a la sala de estar, y Gator empujó a Reno en


ella. Gator apuntó un arma a la cabeza de Reno cuando T-Rex entró. T-
Rex se alzó sobre el hombre.

—Me pagaron para que te llevase ante la justicia, —dijo T-Rex–.


Pero has jodido con las personas equivocadas, concretamente nosotros. 127
Robaste información que podía paralizar este país, con la intención de
vender esa información a nuestros enemigos.

Reno escupió a T-Rex. Aunque el tipo se parecía a Wilbur, sus


personalidades eran el día y la noche. Era como mirar al gemelo diabólico
de Wilbur. Stripper se estremeció ante el pensamiento de su pareja
actuando alguna vez de esta manera. Sabía que Wilbur no tenía en él ser tan
astuto y egoísta, y Stripper se alegró.

—Quiero un abogado, —dijo Reno.

La expresión de T-Rex fue tan espeluznante como un cementerio. –


No somos policías, y no seguimos el mismo protocolo. Serás afortunado
por salir vivo de esta casa.
—¡Tengo derechos! –Gruñó Reno.

—No, con nosotros no, —declaró T-Rex–. Si esas transacciones no


pueden ser detenidas, entonces yo mismo te dispararé.
Reno no parecía preocupado por la amenaza de T-Rex, eso es, hasta
que Stripper balanceó su pierna, con Reno estrellándose en el suelo.
Stripper estuvo sobre el hombre, hundiendo sus caninos profundamente en
el costado de Reno. Reno gritó y luego cambió. Stripper derribó al hombre
cuando el oso de Reno retrocedió.

—Dinos la contraseña, o permitiré que mi hombre te desgarre la


garganta, —le dijo T-Rex a Reno– Te matará lenta y dolorosamente.

Stripper sacudió la cabeza hacia ambos lados y arrancó carne del


hueso. Reno rugió y cayó hacia su lado antes que cambiase de nuevo a su
forma humana. Se quedó ahí tumbado jadeando, sudando, con una buena
porción de su costado desaparecida. Estaba sangrando, y el oso de Stripper
quería terminar lo que había comenzado.

—Wilbur. –Reno jadeó–. La contraseña es Wilbur.

—¿Lo tienes? –Gritó T-Rex al hombre de Gator, que estaba


trabajando constantemente en el programa que Reno había comprado para 128
romper los códigos.

—Lo tengo, —le gritó en respuesta el hombre.

Stripper se cernió sobre Reno, esperando que el hombre hiciese un


movimiento equivocado. Reno cambió de nuevo a su forma de oso pero se
quedó ahí tumbado sin hacer un movimiento. El bastardo estaba sanándose
a sí mismo.

—¡Joder! –Gritó el hombre de Gator–. Esa no era una contraseña.


Eso era un detonante.

—¿Para qué? –Preguntó Gator mientras sus ojos iban de Reno a la


puerta de la oficina.

—Dame un segundo, —gritó el hombre en respuesta. Un minuto


más tarde el hombre vino corriendo desde la habitación. Su mirada se
dirigió a Gator. Aparentemente era importante, pero el hombre no parecía
agitado–. Detuve las transacciones pero utilizando la contraseña —
Wilbur— se activa un temporizador. Tenemos que mover el culo.
—¿Un temporizador? –Shott miró al hombre–. Por favor, no me
digas que estamos huyendo de otra bomba.

El hombre se encogió de hombros mientras él y Gator se dirigieron


hacia la puerta. –Bien, no te diré que tienes menos de un minuto para salir
jodidamente de aquí.

Stripper cambió. —¿Qué hay de Reno?

T-Rex bajó la mirada hacia el tipo y luego sacudió la cabeza.


–Tráele.

Stripper agarró al oso aún yaciendo en el suelo, sangrando y le


arrastró hacia la puerta. Tan pronto como estuvo afuera, Reno atacó. Pero
su ataque no duró demasiado. El hombre que había estado encaramado en
el árbol disparó una vez, terminando con la vida de Reno.

Stripper dejó caer al oso muerto y alejó su culo de la casa. Explotó,


enviando grandes escombros al aire. 129

—Maldita sea, —dijo Shott mientras continuaban regresando al


SUV–. Si tengo que huir de una casa explotando una vez más, me retiraré.

—Amas tu trabajo malditamente demasiado para alejarte, —dijo T-


Rex cuando entraron en el SUV y salieron a toda velocidad. Tendrían que
reportar a la compañía que les había contratado que la información había
sido destruida, junto con Reno.

Pero a Stripper no le importaba en este punto. Habían rescatado a la


Sra. O’Connor, por lo que les habían pagado para que hiciesen. Sólo fue un
bonus que Reno estuviese muerto. Sabía que Gator y sus hombres ya
estaban saliendo de la ciudad. Y Stripper estaba bien con eso. Tener aquí al
equipo de Gator no era algo bueno. Vivían para su trabajo, y Condado Oso
tenía un ritmo demasiado lento para ellos.

Mientras conducían hacia casa, Stripper pensó en el caos y


destrucción que Reno había causado. Una muerte rápida había sido
demasiado bueno para ese hombre. Quería traer a Reno de regreso y matar
lentamente al tipo. Pero ahora que la amenaza estaba detrás de ellos,
Stripper tenía otras preocupaciones en las que concentrarse.

Después de la confesión de Wilbur en el cuarto de armas, Stripper


sabía que no podía excluir al chico. Para bien o para mal, estaban en esto
juntos, y asumiría responsabilidades y sería la pareja que Wilbur merecía.

130
Capítulo Catorce
Dos meses después…

—¿Lo tienes todo? –Wilbur caminaba alrededor del dormitorio,


corrección, deambulaba alrededor del dormitorio, intentando asegurarse
que tuviesen todo lo que necesitarían. Era un manojo de nervios y había
hecho y deshecho las maletas, sólo para volver a empacar la bolsa de
pañales por centésima vez.

Stripper no estaba mejor. Simplemente estaba ahí de pie en medio


de la habitación, rascándose la cabeza, mirando alrededor. –Eso creo.

El médico quería sacar al bebé una semana antes, renunciando al


estrés que pasaría Wilbur durante el parto. Lo había llamado una cesárea.
Wilbur no estaba esperando ningún tipo de cirugía.

De hecho, estaba temblando ante el pensamiento. —¿Pañales? 131

Stripper pareció salir de su trance y asintió con la cabeza. –Lo


tenemos todo, Wilbur. –Su pareja cruzó la habitación y tiró a Wilbur en sus
fuertes brazos. En los últimos dos meses, Stripper no había sido más que
amoroso y atento, sin importar lo mucho que Wilbur intentase irritar al
hombre de manera que pudiesen tener sexo de reconciliación. Stripper no
había mordido el anzuelo. Wilbur había estado descansando en cama
durante el pasado mes, y aunque no quería tener cirugía, se alegraba por
salir de la casa.

Agarraron la bolsa de pañales, la sillita del coche y la bolsa de viaje


de Wilbur y luego bajaron las escaleras. Todo el mundo estaba ahí de pie,
esperándoles, deseando buena suerte a Wilbur y Stripper.

Steven dio un paso hacia adelante. Él y Wilbur se habían vuelto


buenos amigos en los últimos meses. El chico se había sentado con Wilbur
con frecuencia, ayudándole a pasar el tiempo mientras Wilbur sufría el
aburrimiento del reposo en cama. Había jugado a las damas, cartas y habían
escuchado toda clase de música. Resultó que Steven era un hombre muy
interesante y tenía un ingenioso sentido del humor. Gabe, Cameron y
Taylor también se habían sentado con él, pero eran las visitas de Steven las
que más había esperado Wilbur.

Steven le entregó a Wilbur un osito de peluche. Era suave al toque y


de color marrón tostado. –Esto es para el pequeño niño o niña.

Wilbur y Stripper se habían negado a conocer cuál sería el sexo de


su hijo. Querían que fuese sorpresa. –Gracias. –Wilbur tomó el juguete de
peluche, y para su sorpresa, Steven le abrazó.

—Recuerda, respira, —le susurró Steven–. Concéntrate en tu centro


de coordinación.

Wilbur asintió con la cabeza y luego se movió hacia la puerta pero


se detuvo cuando llegó a T-Rex. Le sonrió al hombre. –Cuando nos
conocimos la primera vez, realmente no me gustaste, —dijo. T-Rex había
sido firme en que Wilbur era Reno. Sabía que ser el líder de un equipo
quería decir que T-Rex tenía que ser duro como una roca, pero también 132
había visto otro lado de él–. Pero eres un buen chico.

T-Rex sonrió y apretó el hombro de Wilbur. –Y aún sigues siendo


único en tu clase. Ahora ve a hacer a Stripper un orgulloso papá.

Wilbur asintió con la cabeza y salió por la puerta. Stripper le ayudó


a bajar los escalones y entrar en la camioneta. Ponerse el cinturón de
seguridad se había vuelto complicado ya que Wilbur se había puesto del
tamaño de una ballena, pero Stripper se aseguró que estuviese en su lugar
antes que su pareja se deslizase detrás del volante.

—Si sigues manteniendo la calma, voy a golpearte, —amenazó


Wilbur–. Me estás sacando de quicio.

Stripper se rio entre dientes cuando puso en marcha la camioneta. –


Confía en mí, estoy temblando de manera vergonzosa por dentro. Pero uno
de nosotros tiene que mantener el control.

Wilbur entrecerró los ojos. –Trajiste tu Game Boy, ¿cierto?


Stripper tuvo la decencia de verse avergonzado. –Casi he
desbancado a Crimson King a un segundo lugar.

Wilbur rodó los ojos. –Simplemente no saques la maldita cosa en el


quirófano, o me bajaré de la camilla y te golpearé hasta dejarte
inconsciente.

—Tan violento, —dijo Stripper mientras se reía entre dientes–.


Prometo que la guardaré en mi bolsillo hasta que hayas sido movido a tu
habitación y estés profundamente dormido.

Su pareja era un caso perdido.

Condujeron a la clínica aislada que sólo empleaba a shifters oso y


sólo tenía shifters oso como pacientes. Las únicas excepciones humanas
eras aquellos emparejados a shifters oso. Y ya que Wilbur lo estaba, iban a
la casa de la abuela. Demasiado malo que no tuviesen una cesta llena de
golosinas. Wilbur estaba hambriento. Pero había tenido prohibido comer
cualquier cosa después de medianoche. 133

Estaba preparado para roer el volante.

Llegaron a la clínica demasiado rápido en opinión de Wilbur. Tan


pronto como el edificio de madera estuvo a la vista, su corazón comenzó a
latir más rápido. No sólo porque iba a tener cirugía, sino que estaba a punto
de dar a luz. Wilbur estaba a punto de conocer al niño que había estado
creciendo en su interior durante meses.

—No estoy preparado para ser padre, dijo Wilbur entrando en


pánico. —¿Podemos regresar más tarde, como el año que viene?

Stripper aparcó la camioneta en el aparcamiento y apagó el motor.


Se giró y enmarcó el rostro de Wilbur con sus manos. –Puedes hacer esto,
hermoso. Tengo fe en ti.

Wilbur deseó tener tanta fe en sí mismo. Estaba preparado para salir


de la camioneta y contonearse por el camino de entrada, escapando. Tomó
una profunda y purificadora respiración antes que asintiese con la cabeza.
Stripper le ayudó a salir de la camioneta, y luego los dos entraron.
Jennifer, la recepcionista, les dio una cálida y amistosa sonrisa. –No te has
echado atrás, Wilbur.

Le sacó la lengua. –Te lo mostré, ¿no?

—Entonces vamos a llevarte a la parte de atrás y prepararte para la


cirugía, —dijo ella. Wilbur se dio la vuelta e intentó alejarse, pero Stripper
le agarró y le dirigió hacia la puerta que Jennifer estaba manteniendo
abierta.

—Oh no, no lo harás, —dijo Stripper.

—Traidor, —murmuró Wilbur–. Se suponía que estuvieses de mi


lado.

—Lo estoy, —contestó Stripper–. Incluso cuando no quieres hacer


algo que es necesario.
134
—Pero, ¿quién va a cuidar de Harry? –Preguntó Wilbur—. ¿Quién
va a alimentarle mañana?

—Steven estuvo de acuerdo en cuidar a tu pez de colores, —dijo


Stripper–. Ahora deja de postergarlo y mete tu hermoso culo ahí.

Jennifer sonrió cuando les llevó a la habitación. La habitación tenía


una cama con barandillas, máquinas y el Doctor Gallagher. El hombre
sonrió a Wilbur mientras Stripper se quedaba de pie al lado de Wilbur.

—Dejaré que tu pareja te ayude a desnudarte. Una vez te pongas la


bata, quiero que te subas a la cama, —dijo el Doctor Gallagher.

Wilbur asintió con la cabeza y dejó salir una temblorosa respiración


cuando el médico y Jennifer salieron de la habitación. Wilbur estuvo un
poco avergonzado al ponerse duro cuando Stripper comenzó a desnudarle.

—Lo siento, —dijo Wilbur.


Stripper sacudió la cabeza antes que besara los labios de Wilbur. –
El día que tu cuerpo deje de reaccionar a mí, será el día que comience a
preocuparme.

Stripper le ayudó a ponerse la bata y luego a subir a la cama. Su


pareja puso una sábana en el regazo de Wilbur antes que saliese al pasillo y
llamase al médico para que entrase. Algún otro hombre que Wilbur no
conocía entró en la habitación con una pequeña bandeja en su mano.

—Este es Justin, —dijo el médico–. Te pondrá la intravenosa.

Justin le dio a Wilbur una amistosa sonrisa antes que fuese a


preparar a Wilbur. La mañana pasó volando mientras Wilbur era preparado.
Tuvo que ponerse en posición fetal para tener una punción lumbar. Para
cuando estuvo entrando en el quirófano, se estaba sintiendo un poco
tocado. La medicación estaba comenzando a hacer efecto.

—¿Cómo te sientes? –Preguntó el Doctor Gallagher.


135
—Como si pudiese luchar con un oso, —respondió Wilbur y luego
se rio. Eso hizo que el médico y Stripper sonriesen. Su pareja estaba
vestido con uniforme médico, una máscara quirúrgica aferrada a su mano.
Wilbur estaba sonriendo de oreja a oreja–. Te ves sexy en ese atuendo.
Mira si puedes guardarlo y podemos jugar a los médicos. Seré tu dispuesto
paciente.

Una vez Wilbur estuvo asentado en el quirófano, Stripper se inclinó


más cerca, sus suaves labios presionando contra la oreja de Wilbur. –Estás
en eso.

—¿En qué? –Preguntó Wilbur, olvidando rápidamente su


conversación. Stripper simplemente sacudió la cabeza y se quitó de en
medio mientras el médico se movía.

—¿Preparado? –Preguntó el Doctor Gallagher.

—Vamos a comenzar esta fiesta, —dijo Wilbur y luego levantó un


brazo y lo bombeó–. Viva. Viva.
Los nervios de Stripper habían estado tensos durante toda la cirugía.
Cualquier cosa podría haber ido mal, y se preocupó todo el tiempo acerca
de Wilbur.

Pero ahora que estaba ahí de pie en su habitación privada en la


clínica, sosteniendo a su hijo en sus brazos, los ojos de Stripper estaban
rebosando con lágrimas. Nunca antes había sostenido a una criatura tan
perfecta en sus brazos. Aparte de Wilbur. Su pareja estaba en la cama,
profundamente dormido. Gallagher le había asegurado a Stripper que
Wilbur estaba bien.

No fue hasta ahora que Stripper finalmente pudo respirar. Durante


todo el embarazo de Wilbur, Stripper había sido un manojo de nervios.
Había estado preocupado ante cada molestia y dolor que Wilbur
experimentó, su mente pasando por el peor de los casos. Pero mantuvo sus
preocupaciones para sí mismo y se aseguró que estuviese a la total
disposición de Wilbur. 136

—Mírate, —dijo T-Rex cuando entró en la habitación–. Tienes un


talento natural.

T-Rex cruzó la habitación y echó un vistazo al bultito acurrucado


en los brazos de Stripper. –Se ve igual a ti.

—¿Eso crees? –Preguntó Stripper. Sentía que su hijo se parecía más


a Wilbur. No podía esperar a que Wilbur despertase de manera que
pudiesen compartir este momento. El médico le había dado algo a Wilbur
de manera que su pareja no sintiese dolor. Gallagher había dicho que quería
que Wilbur estuviese tan cómodo como fuese posible.

Shott y Sam entraron a continuación, amplias sonrisas en sus


rostros. Shott echó un vistazo, y su sonrisa se amplió. –Hermoso diablillo.

—Gracias, —dijo Stripper. Tomó asiento, aún nervioso acerca de


sostener un bultito tan pequeño. Tenía miedo que dejase caer a su hijo en
cualquier segundo.
—¿Ya tiene nombre? –Preguntó Sam cuando puso una bolsa en la
mesa junto a la ventana. Había globos adjuntos a la bolsa anunciando:—
¡Es un Niño!—en letras azules.

—¿Qué tal Wilbur Junior? –Preguntó T-Rex.

—¿Y cuál será su apodo, We-Jay? –Preguntó Stripper–. Wilbur y


yo discutimos nombres. Si teníamos una niña, íbamos a llamarla Serenity.
Decidimos Abriel para nombre de chico.

—Bueno, hola, Abriel, —dijo T-Rex cuando se inclinó por la


cintura y pasó un nudillo por el rostro de Abriel. Stripper escondió su
sonrisa cuando T-Rex comenzó a hacer sonidos de bebé.

—Por favor, no me digas que es mi hijo, —dijo Wilbur de manera


adormilada–. No di a luz un dinosaurio.

T-Rex se rio entre dientes de buen humor. –Bienvenido a la tierra 137


de los vivos.

Stripper esperó hasta que Wilbur estuvo completamente despierto


antes que dejase a su hijo en los brazos de su pareja. Sus ojos se abrieron
ligeramente cuando lágrimas comenzaron a caer por el rostro de Wilbur.

—Saldremos al pasillo, —dijo Shott mientras hacía salir a los dos


hombres de la habitación–. Necesitáis un momento.

—¿Qué pasa, hermoso? –Stripper limpió las lágrimas de Wilbur—.


¿Te sientes bien? –Sintió que el pánico se asentaba y comenzó a alcanzar el
botón para llamar a la enfermera cuando Wilbur sacudió la cabeza.

—Sólo es tan… perfecto. No puedo creer que hiciese algo tan


increíblemente hermoso.

—Nosotros, —corrigió Stripper a su pareja mientras pasaba su


mano sobre el puntiagudo cabello de color marrón rojizo de Wilbur–. Tuve
algo que ver en ello.
Wilbur le sonrió. –Podrías haber tenido que ver una pequeña parte.

Wilbur había superado su embarazo sin muchas complicaciones.


Stripper había sido bendecido con un hermoso hijo y una pareja que estaría
con él durante un tiempo muy largo. Un error de identidad había llevado a
Stripper hacia Wilbur, el amor de su vida, y Stripper estaba feliz por ese
error cada momento que pasaba en presencia de su pareja.

Su pareja le miró, y Stripper sintió que su corazón se derretía. Besó


la frente de Wilbur y dijo, —Te amo, Wilbur Castro.

—También te amo, —contestó Wilbur–. Pero aún no sé dónde está


la Sra. O’Connor.

Una risa escapó de Stripper mientras abrazaba a su pareja e hijo,


sintiendo como si su vida ahora estuviese completa. –Tengo maneras de
hacerte hablar.

Wilbur movió sus cejas. –Con tal que utilices esos uniformes 138
médicos,

FIN

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