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de la época.
Esto se podría significar en dos sentidos. El primero, Analistas, psicólogos que ejercen el
psicoanálisis, ciudadanos en tanto que el analista como profesional no puede escapar y
no es ajeno a la sociedad. El psicoanalista se centra en la subjetividad, lo singular y lo
particular de cada uno, pero esto no quiere decir que por eso deje de lado o escape a la
realidad social. El sujeto que se presenta es entendido dentro de un contexto, no se lo
segrega del contexto social. Se estudia la subjetividad entendida en un contexto y a la vez
esa subjetividad se encuentra inmersa dentro de esta sociedad, de la ciudadanía, de un
conjunto de personas que conviven entre ellos.
“No hay clínica del sujeto sin clínica de la civilización" o la importancia que le otorga
Lacan a las condiciones de la civilización en las que el psicoanalista debe operar. No
se puede interpretar a un sujeto sin hacer una interpretación del contexto en el que esta, esto
es, esencialmente, trabajar con la subjetividad; la subjetividad que es lo singular, lo particular
y lo propio de cada sujeto. Si bien todos tenemos a “la misma realidad”, no es “la misma
realidad” para todos. En El malestar de la cultura de Freud, se habla del sufrimiento del
sujeto en la cultura, este malestar subjetivo que tiene dentro de la cultura que está inserto.
Lo cierto es que hay malestares que son generalizados (como, por ejemplo, la pandemia) y
hay un malestar en la cultura de ese sujeto (como que un sujeto venga y diga “no me
preocupa la pandemia, tengo otros problemas en mi vida”) un malestar subjetivo, este no
afecta a todos de la misma manera porque específicamente se trata de un malestar singular
y particular de ese sujeto que se nos presenta.
-La caída del padre = En la teoría lacaniana, lacan habla de función paterna y función
materna, que no quiere decir mamá o papá, sino funciones que deben ser cubiertas. En
la práctica clínica psicoanalítica la función del padre constituye un epicentro crucial en la
estructuración psíquica del sujeto.
-La época de la caída del padre = el mundo de la postmodernidad, la caída de los valores,
de los limites.
La caída del padre es la caída de la función paterna. No la figura del papá biológico, sino
de la función que ese padre cumple. La función paterna tiene tres funciones principales, una
de esas es la ley paterna, que quiere decir que con esta ley como con toda ley viene a
cortar, a marcar un límite. La ley paterna marca un límite. Esa ley paterna que corta o
determina que es lo que se puede hacer y qué es lo que no se puede hacer. Esta ley
paterna es simbólica, imaginaria y real, es decir, se da en estos tres registros. Cuando
hablamos de aparato psíquico siempre hablamos de un modelo de nuestro funcionamiento
mental. Los conceptos freudianos son en su mayor parte teóricos, en el sentido de que nunca
han sido observado directamente. Sin embargo, representan una inferencia imprescindible
para explicar gran cantidad de observaciones. Así, no es que existe una ley física, sino que
está en estos tres registros psíquicos. Esa ley aparece por primera vez en este complejo de
Edipo, (padre viene a la vida de la madre a cortar el lazo con el hijo y del hijo a la madre) el
registro, la captación y la aceptación de esa ley ocurre en el complejo de Edipo.
La caída de la ley paterna vista desde lo social estaría relacionándose con los valores.
En este mundo empieza a no percibirse tanto la ley paterna, y aparece una era del “todo se
puede”, “yo soy todo”; una época de exceso de los limites, época de enfermedades
alimentarias, mucha perversión, todo esto tiene que ver con el trasgredir un límite.
Hay una caída de esta ley paterna, entonces como se percibe la caída de la ley paterna
inmediatamente se pasa al otro extremo que es la dominación en tanto globalización,
yo te digo que es lo que tienes que hacer, o te impongo como tienes que funcionar,
hay un “trasgredir todo”.
EL DISCURSO CAPITALISTA
Esta decadencia del amo/Ideal antiguo, de una ley paterna, “la caída del padre” dio
lugar al imperio de un régimen cuya ley es: "no hay excepción", o sea, "todos iguales".
El discurso de poder, el discurso amo, impone una “ley rígida”. El discurso amo
impone una satisfacción para todos por igual. En el discurso capitalista no importa
la subjetividad: “todos iguales” pretende imponer un mismo modo de satisfacción para
todos sostenido por ese saber de amo. Se habla del “niño generalizado”, hace
referencia al “todos por igual”.
3- Al afirmar que el discurso amo impone una satisfacción para todos por igual,
entendemos que el que se satisface de otra manera entonces será entendido
como “el diferente”, “el raro”, “el distinto”, “el marginal”. El discurso capitalista
nos lleva a pensar de esta forma y el sujeto, ante esto, evita la segregación por todas
las formas. La masa se termina adaptando a lo que se les manda desde un discurso
de poder.
4- El capitalismo es el ser se la acción. El capitalismo se basa en la acción, en la
inmediatez. El discurso capitalista se sustenta en la inmediatez y reduce todo a
un goce autístico. Esta inmediatez tapa toda pregunta dirigida a un otro, corta con el
lazo social. Al ser todo inmediato, el sujeto deja de preguntarse por otro. “lo quiero ya,
lo quiero ahora, con tal de que yo no sufra, el otro no me interesa”. Se reduce todo al
goce autístico, pulsión retirada a uno mismo. El goce y la satisfacción queda en
el propio cuerpo; las pulsiones encerradas en uno mismo. Uno se consume, la
pulsión entera tiene pulsión de muerte y pulsión de vida.
6- El discurso capitalista lleva a la pérdida del estatuto de ser hablante -se habla de
la pérdida de un ser hablante, una persona que puede decir, que puede hablar- para
caer en el estatuto de objeto de manipulación por parte del mercado; objeto
homologable a cualquier otro producido por la tecno ciencia. El discurso
capitalista deja al ser hablante sin palabra, sin responsabilidad.
El ser hablante es un sujeto que está constituido a través del lenguaje, todos los sujetos
se construyen a través del otro, del lenguaje de otro, de otro que lo baña del lenguaje a este
conjunto que está primero vacío. Esta imposición de una igual satisfacción para todos deja al
ser hablante sin palabra.
Discursos o ideales= “ser productivo”, “ser joven”, “lo quiero todo ya, quererlo ahora,
no quiero sufrir, quiero dejar de sufrir quiero ser como ella, quiero ser como el otro,
quiero ser hermosa, bella”, ideales que limitan en tanto la pulsión no se puede
satisfacer como uno supone que debería hacerlo.
Muchos discursos que hacen que las personas no se pregunten, no se cuestionen, actúen
directamente con la inmediatez, con lo que le dicen y estén de cierta manera encerrados en
esta imposición que se sustenta y está arraigada a un profundo intento del sujeto por no
afrontar aquello que le produce angustia, malestar y sufrimiento. (Es mejor que “estés
insatisfecho” para los discursos de poder ya que se basarían coloquialmente en un “no te
preguntes, no te cuestiones, no buques el trasfondo, el trasfondo duele”)
POSVERDAD
La pos verdad es relativa o se refiere a circunstancias en las que los hechos objetivos son
menos influyentes en la opinión pública que las emociones y las creencias personales. Estos
discursos se presentan como relatos de hechos, relatos en el sentido que se cuenta algo, se
dice algo, pero en realidad se busca otro motivo.
Nosotros como individuos hemos decidido libremente que queremos vivir en una especie de
mundo de la pos verdad, es decir, un mundo en el que la verdad ya no es importante ni
relevante.
Si tenemos que relacionar el termino al ámbito del saber psicológico, se introduce la idea de
que en algún sentido se ha perdido la crítica del sujeto hacia sí mismo y la aceptación
de una pos verdad. Expresado coloquialmente es como que existe un “acuerdo” en
colectividad donde se prefiere tomar cosas como verdades para evitar un malestar y, en
consecuencia, se elige la pos verdad. Es decir que el sujeto prefiere creer en una pos
verdad a afrontar una crítica.
Eso nace del hecho de que es menos angustiante creer en la pos verdad que hacerse una
autocrítica. El sujeto no puede afrontar a la angustia, o la esquiva, la ignora, decide no
hacerle frente a esto para no angustiarse.
9- El sufrimiento es inherente al ser humano.
UN SINTOMA PARA CADA HABLANTE
Lo cierto es que el malestar es inherente al ser humano. El malestar siempre esta
socialmente y objetivamente y, de que nos percatemos de él depende de la represión que
cada uno tenga. Es decir, dependiendo de “los niveles altos de la represión o los niveles
bajos de la represión” uno va a empezar a visibilizar el malestar. Si uno tiene elevadas las
barreras de la represión, quizás no visibilice el malestar subjetivo. Ahora, si tiene una
represión de menos nivel, quizás empieza a percibirlo. ¿Cuándo baja o disminuye la barrera
de la represión? Sueños, actos fallidos, lapsus; cuando el síntoma se hace consciente o se
escapa, trasgrede la barrera y se manifiesta. Ahí el síntoma es el malestar, se entiende
entonces, al malestar como síntoma.
Cuando uno presenta un síntoma quiere decir que:
-Hay algo que se quiere satisfacer
-Hay algo que no lo deja
El síntoma tiene dos caras, uno es la pulsión de vida y el otro es la pulsión de muerte.
La expresión “UN SÍNTOMA PARA CADA HABLANTE” quiere decir que existe UN
MALESTAR SUBJETIVO, un malestar individual, particular y singular del sujeto y este
malestar, este sufrimiento, es algo inherente a él. El sufrimiento es inherente al sujeto,
el malestar siempre está.
En el trabajo clínico desde el psicoanálisis se ha tenido tal vez dos periodos, uno marcado
por la búsqueda de “la verdad” oculta y a la vista en lo simbólico del síntoma y otro por lo que
toca “lo real”. Ambos continúan en simultánea, es decir, Los análisis aun suelen ser
encuentros con verdades que no se querían ver, ocultas, indignas.
Según la teoría lacaniana, el síntoma está formado por tres registros: el imaginario, el real y
el simbólico. Lo imaginario, lo real y lo simbólico son los tres registros que, para el
psicoanalista francés Jacques Lacan, constituyen la estructura del funcionamiento
psíquico de los seres humanos. Cada uno de los registros está vinculado a los otros dos
de una forma similar a la del nudo borromeo, figura topológica en la cual tres anillos están
anudados de tal forma que de soltarse uno los tres quedaría sueltos. De esta manera, lo que
se busca transmitir con esta figura es que un proceso, por ejemplo, imaginario tiene una base
tanto en lo real como lo simbólico y viceversa
El síntoma para Lacan es el conjunto de eso tres registros.
Desde el psicoanálisis, lo imaginario, lo real y lo simbólico son tres círculos que se unen. La
unión de estos tres (apartados) es el síntoma. En estos tres
conjuntos que forman un síntoma, el real es el principal, es el
más importante. El psicoanalista ha de trabajar
fundamentalmente con este porque el registro de lo real es el
más complejo de todos; lo real implica
aquello conceptualizable, imposible de poner en palabras, de
imaginar, de representar.
Nota= Lacan hace una relectura de Freud, no una crítica. La teoría que hace Freud, Lacan, a
lo mismo que dice Freud le pone otro nombre, los nombra de otra manera. Lacan habla
desde el lenguaje.
Ahora, el síntoma es una marca de la lengua. Cuando hay síntoma quiere decir que es
un sujeto que ha sido hablado, que ha sido bañado de lenguaje por una lengua. Si el
sujeto no reconoce el síntoma es porque esa función del lenguaje estuvo y le genera mucho
sufrimiento. Cuando hay síntoma, hay lengua. Cuando el sujeto en alguna parte no quiere
saber de su síntoma, quiere decir que ese sujeto le dio una importancia determinante aquello
que escuchó o le dijeron, es decir, pueden decirle muchas cosas y lo determinante está en
aquello a lo que él decidió darle importancia.
Si bien el síntoma se reduce, siempre queda marca. El síntoma en tanto marca singular
de la lengua en el cuerpo es ineliminable. Porque las palabras marcan o recortan los
cuerpos, o sea, que dan cuerpo al ser hablante, constituyéndose esta marca en el
trauma para los humanos.
El psicoanálisis no trabaja con la eliminación del síntoma porque siempre que hay un síntoma
quiere decir que hay un beneficio, el sujeto está haciendo consiente lo que tiene con lo que
puede, entonces el psicoanálisis no va a tratar nunca que el circulo sea perfecto. Sino que el
conjunto pueda ser lo más funcional posible o lo menos angustiante con esto, que pueda
andar en la vida lo más funcional posible.
Para el psicoanálisis se trata de hacer uso de ese síntoma que le permite al neurótico
vivir, aunque sea incómodamente. Se apela al psicoanalista para hacerlo menos
incómodo, para llegar a estar feliz de vivir. Pero, si bien el síntoma se reduce, siempre
queda un relieve que da cuenta de que cada uno es sin par, y que su diferencia reside
en ese resto opaco irreductible a la ficción. Ese resto le da a cada uno su valor, su
diferencia absoluta, su nobleza ya que no hay ser hablante sin síntoma.