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I.
Hola a todos y a todas!, ¿cómo están?...¿cómo vienen con las clases , lecturas y tareas?.
Espero que bien… Hoy voy a intentar, brevemente, dar un repaso a ciertos temas,
introduciendo siempre algunas cuestiones nuevas. Además nos servirá también para tratar de
captar cierto núcleo esencial en la lectura del texto de Obiols y Obiols. Éste último “repasa”
muchos temas centrales en relación a las problemáticas de la adolescencia, pubertad,
juventud, pero nosotros intentaremos ir hacia el “hueso” de ese interesante texto. Por
supuesto, ello implica que ustedes, que cada uno de ustedes, vayan acompañando esta tarea
con una lectura muy atenta del mismo.
II.
Segunda Tópica.
El Yo se presenta como un “mediador” dentro del psiquismo atribuyéndose la representación
(social) de la persona. Su autonomía es muy relativa. Freud habla de los “vasallajes del yo”,
pues el yo intenta mediar entre las exigencias pulsionales del ello, los imperativos del súper
yo y las reivindicaciones de la realidad y el mundo exterior. Está como tironeado por esos
tres fuerzas. El yo es también el polo defensivo en el conflicto psíquico.
El Ello refiere a la parte pulsional de la personalidad; sus “contenidos” son la expresión en
el psiquismo de las pulsiones inconcientes. Es también un importante reservorio – como las
reservas naturales, dice Freud en una metáfora- de la energía psíquica. El ello entra en
conflictos con el yo o el súper yo.
El Súper yo es otras de las instancias psíquicas de un sujeto. Su función para el psiquismo
es comparable a la de un juez o censor con respecto al yo. Posee diversas funciones, las
principales son tres: autoobservación; conciencia moral y formación de ideales. La
autoobservación implica cierta división subjetiva; pues hay dos partes o “personajes” en el
“interior” del propio sujeto: el observador y el observado; el que juzga y el que es juzgado.
Y entre estos dos personajes o aspectos del sujeto se establecen distintos tipos de dinámicas
o relaciones estructurales. La conciencia moral compara, “mide” al sujeto en cada acto de su
vida en función de lo que está bien o mal, de lo que está permitido o prohibido. También se
compara al yo actual con el ideal que el sujeto aspira a ser o alcanzar. Por último, la formación
de ideales. En el interior del propio psiquismo se inscriben ideales que el sujeto espera
encarnar o cumplir. Si la distancia entre el yo actual y la posibilidad de encarnar o actuar
conforme al ideal es extrema, aparecerá una tensión que puede tornarse insoportable en el
interior del sujeto. Así, el súper yo que Freud define como el heredero del Complejo de Edipo
–dicho de otro modo, es lo que queda luego del atravesamiento del niño por ese conflicto-,
se constituye o se forma por la interiorización de exigencias, valores, prohibiciones e ideales
parentales. Estas tres funciones del súpero yo, luego Freud las resume en dos subestructuras
o instancias: a una la llama igual: la conciencia moral; a la otra, la relacionada con la
formación e inscripción de los ideales, la llamará: Ideal del yo. Ambas formarán parte del
súper yo.
III.
A este punto quería llegar hoy. La constitución de una parte, de una zona del psiquismo,
donde se ven representados, inscriptos – en su forma instituyente-, diferentes valores e ideales
que orientarán la conducta de un sujeto. A este propósito, y por tratarse entre otras cosas de
“valores”, es conveniente diferenciar ética de moral. La moral, muchas veces teologizada –
y no sólo por teólogos-, aparece como codificación social de los mandamientos y
prohibiciones, esto es, del bien o del mal. Por su parte, la ética –hay una disciplina específica
que la estudia, una axiología-, es una cuestión de comportamiento, es lo que se hace con uno
mismo en tanto que sujeto, y también con los otros. Es un acto –con toda su carga simbólica-
que consiste en hacer valor, valor de la vida, por lo tanto es también una cuestión de lenguaje.
Una relación entre el lenguaje, el hacer valor (no me refiero claro está, a hacer dinero) y el
vivir.
Este breve repaso o comentario –creo, por otra parte, que muy necesario- nos abrirá la
puerta a lo que se indica –según mi lectura- como tesis central en el escrito de Obiols y
Obiols.
IV.
Tres tareas:
1. Lectura reflexiva de esta clase.
2. Avanzar todo lo posible con la lectura del capítulo asignado de Obiols y Obiols.
3. Una última tarea o propuesta, -para realizarla con los grupos ya armados, y con un poco
más de tiempo-: voy a proponer un tema “transversal” para investigar, indagar, y poder
presentar luego en un escrito (UNO por grupo, no individual) de 6 carillas aproximadamente,
inmediatamente después de las vacaciones de invierno. El tema es el mismo para todos los
grupos, pero cada grupo lo especificará en función de sus recorridos de investigación,
motivaciones e intereses (algo parecido se hizo el año pasado). Este tema general es
“Construcción de la subjetividad en nuestros tiempos”. A “nuestros tiempos”, lo
llamamos hoy de muy diversas maneras -según escuelas y doctrinas-: “postmodernidad”,
“tardomodernidad”, “modernidad líquida”, ”neoliberalismo”, “capitalismo salvaje” o
cualquier otra etiqueta o concepto que quepa.
Por ejemplo: ¿cómo se construye hoy la subjetividad de nuestros niños? ¿y nuestros
adolescentes, cómo se con-forma (formatea? ¿qué formatos?) su personalidad según el
contexto histórico social y cultural actual, y según las influencias y dispositivos que se
presentan en su medio circundante? ¿cuáles son esas “formas”, aquellas características
centrales de su subjetividad que signan la construcción de su personalidad? ¿y qué de los
adultos o de los adultos mayores: hay allí –como se dice hoy- un intento de “deconstruirse”
como modo instituyente para “construirse” otro? Muchas son las preguntas a trabajar (pueden
ser éstas, pueden ser otras, convendrá que cada grupo encuentre sus propias preguntas). Todo
esto incide directamente en lo cotidiano de cada uno. No hay que ir muy lejos para encontrar
los ejemplos.