Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Freud agrega en 1924, al texto de “tres ensayos de una teoría sexual” / da cuenta
una tercera fase genital en el desarrollo libidinal: la fase fálica. En ella, el
niño/niña no conoce más que un solo genital, el órgano sexual masculino.
Tomando el concepto de Edipo de la saga griega de Sófocles Edipo rey, construye
el concepto psicoanalítico de complejo de Edipo, complejo nuclear de las
neurosis.
Todos los niños están destinados a pasar por el Complejo de Edipo, llamado así
por el rey Edipo, quien, sin saberlo, mata a su padre y toma por esposa a su
madre.
La organización genital infantil (1923) En este texto Freud va a retomar una idea
que tenía en Tres ensayos, pero la va a desarrollar en profundidad. Esta es que
en el carácter principal de organización genital infantil hallamos que el
sujeto infantil no admite sino un solo órgano genital, el masculino, para
ambos sexos. Existe una primacía del falo.
El sepultamiento del complejo de Edipo (1924) Freud plantea en este texto que, en
la primera infancia, el fenómeno central es el complejo de Edipo y dice que
después este va a sucumbir a la represión, “se va a ir al pique” y va a ser seguido
por el periodo de latencia. Lo que Freud no había podido terminar de explicar en
anteriores textos era cómo se reprime / cómo se sepulta este complejo de
Edipo. También Freud hace hincapié por primera vez en que la sexualidad sigue
un curso diferente de desarrollo en los varones y las niñas.
Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos
(1925) En este texto está condensada por primera vez la formulación completa
que hizo Freud de sus concepciones sobre el desarrollo psicológico de la
mujer. Ya desde sus primeros estudios dirá que a diferencia del niño, la
investigación en la niña está envuelta en una oscuridad impenetrable; un
continente desconocido para la psicología {dark continent} El problema de la
evolución sexual de la mujer no abandono la mente de Freud, y lo “llamativo” es
que muchos de los conceptos que se presentan en este texto, habían estado al
alcance de la mano desde largo tiempo atrás, y sólo se requería ligarlos entre sí.
2
Puntos importantes
La primera teoría del niño es que todos los seres humanos poseen un genital
idéntico masculino –premisa universal del pene-. El niño cree firmemente en
la universalidad del pene pero debido al complejo de castración abandona esta
creencia. El efecto de esta «amenaza de castración» es, como corresponde a la
alta valoración del órgano amenazado, extraordinariamente profundo y duradera.
En la niña esto es distinto, ella muestra un vivo interés por los genitales
masculinos y es presa de la envidia del pene al punto de desear ser un varón.
3
El Complejo de Edipo sucede en un determinado momento en la fase fálica, entre los tres y
cinco años; en él, niño y niña experimentan deseos y sentimientos ambivalentes hacia sus
padres.
Para el niño, el primer objeto amoroso es la madre. Ve al padre como un rival perturbador a
quien querría eliminar y sustituir. El complejo de Edipo ofrece al niño dos posibilidades de
satisfacción, una activa y una pasiva, Por un lado, poder situarse de manera masculina (activa)
en el lugar del padre y como él, mantener comercio con la madre, sintiendo como obstáculo al
padre; o por otro, sustituir a la madre (pasiva) y hacerse amar por el padre, la madre queda así
sobrando. Aquí se ve como la actitud {postura} edipica del varoncito es de sentido doble activo
y pasivo, en armonía con la disposición constitucional bisexual puesto que también él quiere
sustituir a la madre como objeto de amor del padre.
El niño percibe las diferencias externas entre hombres y mujeres, pero al principio no tiene
ocasión de enlazar tales diferencias a una diversidad de sus órganos genitales. Así pues,
atribuye a todos los demás seres animados, hombres y animales, órganos genitales análogos
a los suyos (“todos tienen pene, hombres, mujeres, perros, gatos, pajaritos, mesas, sillas…”) y
llega hasta buscar en los objetos inanimados un miembro igual al que él posee. Incluso querrá
verlo en otras personas para compararlo con el suyo.
Este órgano ocupa en alto grado el interés del niño. El quehacer masturbatorio con los
genitales, siempre presente, es el onanismo de la primera infancia y su sofocación más o
menos violenta, por parte de las personas encargadas de la crianza, activa al complejo de
castración.
La aceptación de la posibilidad de la castración y la intelección de que la mujer es castrada,
pone fin a las dos posibilidades de satisfacción derivadas del complejo de Edipo. Ambas
conllevan a la pérdida del pene. Una, la masculina, en calidad de castigo, y la otra, la
femenina, como premisa.
Si él ocupa el lugar del padre, y se coge a la madre, entonces como castigo
va a perder el pene. Si el, por el contrario, ocupa el lugar de la madre, pasa
a ser poseído por el padre y como premisa tiene que perder el pene para
ocupar ese lugar.
Estas dos satisfacciones se ven imposibilitadas, porque si lo hace perdería el pene. Estalla así
un conflicto entre el narcicismo por esta parte del cuerpo predilecta para el niño contra la
investidura libidinosa de los objetos parentales
Las investiduras de objeto son resignadas y sustituidas por identificación, y el niño resigna los
objetos parentales, le saca la investidura y lo sustituye identificándose al padre e
introyectandolo en el yo, formando el núcleo del súper yo. Toma de él su severidad y se
perpetúa la prohibición del incesto, asegurado al yo contra el retorno de la investidura
libidinosa de objeto.
7
Las aspiraciones libidinosas de la investidura de objeto que iba hacia los padres se
desexualiza, se sublima, son inhibidas en su meta y mudadas en mociones tiernas. –se vuelve
tierna-
La niña atraviesa primero por el complejo de castración, a diferencia del niño. En la niña
encontramos una frase predipica, y durante ella, encontramos pulsiones sexuales de carácter
activo y pasivo. El clítoris de la niña se comporta al comienzo en un todo como un pene (es
decir, al inicio no se percibe la falta), pero ella, por la comparación con un compañerito de
juegos, percibe que es “demasiado corto”, y siente este hecho como un perjuicio y una razón
de inferioridad.
Hay una oposición en la conducta de ambos sexos: en el caso análogo, cuando el niño ve por
primera vez los genitales femeninos, primero desmiente su percepción y se muestra poco
interesado puesto que para el todo tienen falo [premisa fálica: un solo órgano, el masculino].
Sin embargo, más tarde cobra influencia la amenaza de castración.
8
Nada de eso ocurre en la niña. En el acto, la niña forma su juicio y su decisión; ha visto eso,
sabe que no lo tiene y quiere tenerlo; pero luego acepta su castración. Con la admisión de
esta, se establece un sentimiento, como una cicatriz, de inferioridad en la niña. La niña acepta
la castración como un hecho consumado, es decir, mientras que el niño lo vive como una
amenaza, ella lo vive como un hecho consumado.
La castración consumada tiene efectos= Freud lo llama PENIZNED, que se lo traduce como
“ENVIDIA DEL PENE” o “EMPEÑO DEL PENE”, es decir, que no se renuncia a eso tan
fácilmente.
Las consecuencias psíquicas de la envidia del pene son múltiples y de vasto alcance.
Se produce una ruptura de la ligazón-madre, la cual se debe a una serie de factores:
por un lado, porque ella exige de su madre una cantidad de amor que es insaciable y a
menudo, esta necesidad se ve insatisfecha. Además, se hace evidente un segundo
reclamo, en relación con la llegada de nuevos miembros a la familia. Los hermanitos
aparecen como ladrones de amor y atención y la niña se siente relegada, abandonada.
Pero por, sobre todo, frente a la falta del falo, la niña termina por encontrar a la madre
culpable de ese faltante.