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Selectividad Alimentaria

¿Qué debería comer normalmente un niño? Es una respuesta difícil ya que todos somos un mundo
de preferencias, gustos y elecciones. Es mejor pensar en lo esperable, y revisar atentamente su historia y la
historia familiar. Si nuestro minihumano no ha sido expuesto a ciertos alimentos, porque en la casa nadie los
come, o porque cuando se le ofreció “no los pescó” se vuelve más probable que ahora no sienta curiosidad
por probarlo o no quiera comerlo. Sin embargo, si durante la interacción con ciertos alimentos el minihumano
se desregula emocionalmente y no quiere si quiera tenerlo cerca, eso ya se escapa más de lo esperable y es
allí donde necesitamos una evaluación y apoyo profesional.

Cuando los minihumanos presentan un repertorio de alimentos muy limitado la hora de la comida se
vuelve una lucha constante. Tanto ellos como nosotros los adultos nos predisponemos a que será caótico o,
por el contrario, dejamos de insistir y nos quedamos con sus alimentos preferidos o seguros, que sabemos
que se comerá sin problemas.

Es de suma importancia que podamos revisar todas las conductas de nosotros los adultos y de la
familia asociadas a la alimentación. Desde la compra y preparación de alimentos, el lugar donde nos sentamos
a comer, y la forma en que los presentamos a todos. Es en esos “detalles” donde daremos la batalla siempre
desde la paciencia, buscando el espacio más propicio para la alimentación y entregando toda la experiencia e
información al minihumano desde diferentes áreas para que se pueda acercar a nuevos alimentos.

Primero que todo entender que las dificultades sensoriales pueden ir variando por lo que debemos
estar siempre atentos a preguntar y escuchar sus gustos y sus rechazos.

La presentación de los alimentos

La forma más sencilla que tienen nuestros cerebros de aceptar nuevos elementos es mostrarlos de
la manera más ordenada y separada posible. ¿Cuánto han peleado con el minihumano para que coma un guiso
de legumbres? Pero si le damos arroz o fideos blancos se los come feliz. Esto sucede porque por muy igual
que sea la preparación del guiso, siempre se verá diferente. Y eso ya se vuelve intimidante: ¿Para qué
arriesgarme a probar esto con tantas cosas flotando, tantas texturas, colores, sabores que no conozco? Mejor
me quedo con mi arroz blanco que sé que me gusta.

Una forma de ayudarlos es separar los alimentos en platos con separadores o incluso en varios platos
o potes pequeños. Si el almuerzo son fideos con salsa boloñesa, podemos servir un poquito de fideos, al lado
un poquito de carne molida, y al lado la salsa. Así el minihumano es capaz de identificar cada una de las cosas
que componen su plato y es más probable que sienta la curiosidad de probar alguno de ellos. Es por eso que
también son excelentes observadores y pueden ver el pequeño trocito de zanahoria o de ajo que se nos quedó
en el arroz, lo corren hacia un lado cual veneno en el plato y se comen el resto. O a veces incluso no comen
nada porque el arroz está “contaminado”.

Es transcendental no ignorar la conducta del niño o decirle “no pasa nada”, porque claramente algo
pasa. Si se comió el arroz, pero dejó allí las zanahorias, felicitémoslo por comerse el arroz y seguiremos
exponiéndolo e intentando con las zanahorias en otro momento. Para prevenir, es mejor exponer las cosas
por separado. ¡Incluso con los guisos! Podemos servir la papita, el zapallo, la carne, e incluso el caldito por
separado.
¿Se han fijado que cuando vamos a un restaurante nos fijamos mucho en la presentación de los
alimentos? La visión es nuestro primer acercamiento a los alimentos, por lo que podemos esforzarnos en
hacerla más entretenida e interesante para nuestros minihumanos.

Todos los alimentos que logremos que pruebe son un avance, aunque sea un yogurt, pero de otra
marca. Lo que buscamos es que los minihumanos puedan acostumbrarse al cambio y desde allí poder
motivarse con la exploración y probar nuevos alimentos.

Otros elementos asociados al rechazo

Muchas veces hay miedos o recuerdos asociados a algunos elementos. Si comí lechuga y luego me
dolió la guatita es poco probable que quiera volver a comer lechuga. Por lo mismo, es importante estar atentos
a otras condiciones médicas que puedan intervenir en el consumo de los alimentos. Por ejemplo, cuando
estamos resfriados la comida tiene diferente sabor. Desde allí debemos ser tolerantes en esos días, y revisar
si el minihumano pudiese tener alguna condición que no le permita respirar con normalidad. Si respira por la
boca esa será siempre su prioridad antes que comer. En esos casos debe ser evaluado por un especialista.

También cuando los minihumanos están estreñidos es menos probable que quieran comer, por lo
que debemos asegurarnos de que en su rutina cotidiana aumentemos el consumo de agua. ¿Debería
convertirse en un hábito para toda la familia o no? Podemos poner alarmas que cuando suenen, todos nos
paremos a tomar un vaso de agua. Recordatorios concretos. Si no gusta de tomar agua podemos hacer hielo
frappé y comerlo o hacer paletitas de agua con algún trocito de fruta dentro.

¿Cómo saber cómo incluir nuevos alimentos?

Podemos comenzar con alimentos que consumía en el pasado, pero dejó de consumir. Probar
alimentos similares a los que ya consume, pero en otras marcas o sabores, manteniéndonos dentro de la
misma categoría. (Si come fideos blancos, podemos probar de otra marca, o en otro formato como espirales,
caracoles, fideos de colores, agregarles aceite de oliva a los que ya come, etc.)

Podemos probar con alimentos que sean nutricionalmente completos, en diferentes preparaciones
y formatos. Si no come legumbres, podemos probar harinas de legumbres para hacer pan o queques, podemos
moler las legumbres para hacer cremas, pastas para el pan, o postres, snacks de garbanzos, etc.

También se nos hará más fácil probar con alimentos que sean comunes en la mesa familiar. ¿Será
fácil que coma espinacas si nadie más en la casa las come?

Es importante que podamos tener un alimento “estrella” que sea fácil de trasladar y tener una carta
bajo la manga en cualquier lugar. Que podamos comer de colación fuera de casa, o en la casa de alguien más.

El alimento seguro o el que sabemos que come siempre, tiene que estar siempre en su plato. Cuando
ofrecemos sólo cosas nuevas, es probable que se pongan muy ansiosos y terminen rechazando todo sin
siquiera acercarse al plato. También sucede que, si ofrecemos sólo el alimento nuevo y no quiere probarlo,
terminaremos dándole el alimento seguro para asegurarnos que coma algo, reforzando así la conducta de que
si no me como lo otro, recibiré igual mi comida favorita. Ofrecer siempre, sin presión, aunque no se lo coma
exponer de manera constante a nuevos alimentos.

¿Si ya probó algo nuevo, está listo? NO Debemos intentarlo constantemente. La falta de
constancia es la dificultad para que la conducta se mantenga en el tiempo. Debemos repetir y repetir. Con
paciencia.
Desde la obtención, preparación, y servir los alimentos, ¡hay muchos cambios en ellos! Y los
minihumanos deben conocer toda esa información para sentirse más seguros de lo que están probando.
Llevarlos a comprar al supermercado o a la feria nos entrega un espacio para conocer de donde vienen los
diferentes alimentos, sus formas y presentaciones sin cocinarlos.

¿Luego? ¡Invitarlos a cocinar!

El que cocine algo con nosotros no tiene como objetivo que se coma la preparación final, sino que
pueda conocer más sobre los alimentos. Además, entrega experiencia que nos ayuda con
otras áreas como resolución de problemas, planificación paso a paso, respeto de turnos, sentido de
competencia, regulación y espera del resultado final, trabajo en equipo y trabajo para otros, aprendemos
sobre cambios en los alimentos (olor, textura, color, etc.), y muchas cosas más. Por eso no es nuestro objetivo
final que se coma lo que prepare, sino acercarlo a nuevos aprendizajes y nuevas formas de explorar.

Como todo en este proceso, es importante ser constante y tener paciencia. Sobre todo, durante la
actividad. Si contamos con poco tiempo, o necesitamos que la cocina o el minihumano estén “limpios” para
otra actividad posterior, como recibir visitas o salir, es mejor dejarlo para otro momento donde nos
permitamos desordenar y ensuciarnos sin problemas.

Fijarnos en permitirle realizar actividades sensoriales con las que se sienta cómodo. Si no le gusta
tocar, podemos revolver con una cuchara, o tener a mano elementos para limpiarse. Hay que recordar
siempre que no queremos condicionarlo o presionarlo a probar. Si él desea probar lo hará saber, pero si
transformamos la experiencia de cocina en un nuevo lugar donde me obligan a comer cosas que no quiero,
perderemos el objetivo de la experiencia.

Ofrecer sin ofrecer

Cuando nos volvemos obsesivos con ofrecerle cada cosa nueva que aparece, de manera constante y
para todo le decimos “mira prueba esto”, probablemente se sentirá presionado incluso con sentarse a la mesa.
Entonces ¿Cómo ofrecemos de manera constante, pero sin presionar? Buscando crear la curiosidad en él
mismo.

Tratemos de ser lo más neutrales posibles, sin exagerar o sobreactuar los “mmmm que delicioso”,
sino que describamos objetivamente cuando comemos, cocinamos o compramos ingredientes. Entreguemos
información clara que sirva para conocer las características del alimento. Relatar como se siente al tocarlo, al
pelarlo, al morderlo, al pincharlo con el tenedor, etc. ¡También recuerden que podemos incorporar los
alimentos y los ingredientes en otras actividades! Podemos realizar pequeños juegos familiares donde
tengamos “retos” que cumplir. Soplar un grano de uva lo más lejos posible, guardar un trocito de plátano en
la boca por 5 segundos, aplastar una galletita hasta volverla miguitas, son formas de acercarnos a la comida
sin tener que comerla.

Si no se siente cómodo con algún reto, podemos cambiarlo o modificarlo, la idea siempre es crear
espacios seguros y diferentes donde obtener información.
También podemos “jugar” con la forma en que presentamos la comida. No siempre todo debe ser con cuchara
en un plato, podemos comer con las manos, con mondadientes, cambiar la presentación, la temperatura, el
corte y mil cosas más. Incluso con el alimento seguro podemos jugar sin mezclarlo con otro, para poder ir
aumentando su capacidad de tolerar el cambio.

Preparando el espacio para sentarnos a comer

El sentarse a la mesa es una actividad social, que se aprende de manera social. Nos invita a compartir
la comida y compartir conversación con quienes estamos sentados. Además, nos permite poner atención real
en lo que como. Como ultimo punto, ¿Te parece seguro que corra por la casa con la boca llena? Recuerden,
¡esto es sin juzgar! Es para poder aprender, así que lo mejor es poco a poco acostumbrarlos a comer sentados.

Como todo lo que conversamos, no debemos obligarlos a cosas que no quieren, porque es más
probable que rechacen la conducta. Primero que todo, partir sentados a la mesa a la hora de comer. Si no se
mantiene sentado, debemos averiguar qué lo motiva a pararse: ¿Estará incómodo? Fijarnos siempre en una
silla adecuada, y que puedan tener sus pies apoyados en una superficie, nunca colgando. Sentarlo en brazos
puede ser una buena transición si son pequeños. Evitemos perseguirlos por la casa con la comida. Vamos poco
a poco trabajando para aumentar el tiempo que tolera estar sentado.

Realizar actividades y juegos en su silla de alimentación o en la mesa del comedor, nos ayuda a crear
nuevos recuerdos y experiencias agradables en torno a ese espacio. Si la silla le genera mucha ansiedad
podemos probar otro puesto en la mesa. Fijarnos qué cosas tiene a su alrededor y a quienes puede visibilizar
desde ese puesto. Al lado de quién está sentado. Revisar también su postura. ¿Recuerdan lo que hablamos de
respirar? Si queda chueco o encorvado, le costará más respirar, y va a priorizar su atención a eso antes que a
comer. Si vemos que hay dificultades importantes en la respiración más allá de la postura, evaluar siempre
con un profesional.

Cuando hablamos de tener una rutina de alimentación no nos referimos a horarios estrictos, aunque
algunos niños los necesitan para sentirse más seguros. Pero no siempre tenemos esa posibilidad, sin embargo,
podemos tener pasos anticipatorios y pasos de cierre que le permitan delimitar el tiempo de la actividad de
comer. Sobre todo, cuando están haciendo alguna actividad entretenida. ¿Cuánto cuesta sacarlos de algún
juego para llevarlos a la mesa? Que fome que me interrumpan de la nada para ir a comer ¿o no? Siempre es
bueno ir anticipando el cambio de actividad antes que llegar y “quitarles la diversión” de golpe.

Algunos de estos pasos pueden ser lavarse las manos antes de sentarse a la mesa, ayudar a llamar a
los otros miembros de la familia, colocar música, repartir servilletas, ayudar a colocar la mesa, retirar mi plato
y llevarlo a la cocina, ayudar a recoger la mesa, sacudir el mantel, entre otros que podemos modificar según
edad y rutina familiar. Estas pequeñas tareas no sólo ayudan a anticipar, sino que me hacen partícipe del
grupo familiar y de la actividad, incluso si no como lo mismo que ellos.

“Mi hijo sólo come cuando ve tele, o cuando le paso el teléfono”

Todos hemos usado esta estrategia alguna vez, pero no es una buena solución. Sobre todo, si buscamos que
puedan prestar más atención a lo que comen y sientan la curiosidad de probar nuevos elementos. En
minihumanos menores de 2 años evitar por completo el uso de pantallas lo más posible. En minihumanos más
grandes, si ya están acostumbrados a la rutina de alimentación con algún elemento tecnológico podemos ir
dejándolo poco a poco. Si ven videos en el teléfono podemos alejarlo y poner la tv. Si ven tv, podemos
cambiarlo por música. Podemos también ofrecer alternativas más entretenidas, que la mesa sea un espacio
de interacción donde todos conversamos, compartimos y disfrutamos. Si el minihumano ya comunica deseos,
podemos poner la comida en fuentes sobre la mesa y que nos indique qué desea comer y qué cantidad.

Comportamiento en la mesa: si se porta mal es señal de que algo pasa.

En cualquier contexto, si el minihumano tiene conductas disruptivas, es señal de que algo sucede: se
pone ansioso, no le gusta sentarse a la mesa, no le gusta vernos enojados o molestos. Algo hay por allí, que
no le permite disfrutar del espacio. Hay muchísimas variantes, si no somos capaces de observar en detalle,
podemos pedir ayuda profesional que nos permita tener más claridad y entender de donde viene esta
conducta. Ante todo, siempre debemos mantener y entregar calma, ya que la ansiedad o el estrés hacen que
la alimentación, la comida, la concentración y la rutina social, pasen a segundo plano.

No nos hagamos los locos, tanto el minihumano como nosotros sabemos que algo pasa, así que eso
es lo primero, hacerle saber que sabemos que algo pasa, y disponernos a escuchar y observar. Proponer
alternativas de respuesta que le permitan identificar qué es lo que le molesta, con un lenguaje concreto que
pueda entender: ¿Es mucha comida?, ¿Está muy caliente?, ¿Es muy duro para masticar? ¿No te gusta el color?
¿Es muy húmedo?

Si el caos ya se desató, es mejor concentrarnos en la solución: Si te molesta esa verdura, podemos


quitarla de tu plato; podemos lavarnos las manos si es muy húmedo y volver a sentarnos; podemos cortarlo
más chiquitito si lo necesitas, etc.

Cuando el minihumano es pequeño, puede que juegue a lanzar la comida lejos. Es parte de la
organización de su mente, y también puede ser señal de que está satisfecho, y la quiere alejar de si mismo.
Más importante que decirle que no constantemente, es mostrar la conducta correcta: “La comida debe ir en
tu plato, o en tu boca” y mostrar cómo llevarla del plato a la boca. También podemos tener un pequeño pote
donde colocarla si no la quiere comer. Tirar la comida lejos: juego, organización. Señal de que está satisfecho
No decir no, sino que mostrar la conducta correcta. “La comida va en el plato, o en la boca” mostrarle donde
dejarla. Mostrarle como llevarla a la boca.

¿No le gusta estar sentado?, Revisa nuevamente su comodidad. El pañal en los minihumanos, la ropa
en los más grandecitos, la silla, el respaldo y otros. También puedes ayudarlo entregándole información
sensorial antes de comer, que lo ayude a regularse y partir la comida más calmada: que ayude a arrastrar las
sillas a los lugares correctos (incluso su silla), que te ayude a arrastrar algo pesado, que se dirija a la mesa
marchando, etc.

Si le cuesta mantenerse quieto puedes pedirle ayuda con algunas cosas que le permitan pararse a
algo en específico y volver a la mesa, como ir a buscar algo a la cocina, o ir a botar algo a la basura. Si ya
terminó de comer y le cuesta esperar al resto, pueden llegar a acuerdos concretos: ¿Crees que puedas
acompañarnos 4 minutos más?, coloquemos una alarma y cuando suene si aún lo deseas, te puedes ir.

Revisemos siempre las conductas de la familia y de los adultos, ¿Todos nos quedamos sentados hasta el final?
¿Todos comemos sentados a la mesa?

¿Y si el papá no lo hace porqué tengo que hacerlo yo?, ¿Si mi hermano come en su pieza, porqué yo no puedo?
Recordemos siempre que ellos observan todo lo que hacemos.
Comidas sociales: comer fuera de casa

Lo primero es estar tranquilos nosotros. EL resto siempre tendrá una opinión sobre nuestros estilos
de crianza, sobre las reglas, sobre la comida, sobre la ropa, etc. Y eso es lo que menos necesitamos ahora,
queremos calma. Entonces, tenemos una respuesta preparada que sea protocolar y que no de espacio a más
discusión. No necesitamos dar explicaciones a nadie, no necesitamos consejos que no queremos escuchar, y
por, sobre todo, si el minihumano está cerca, no queremos que problematice aún más la situación: “Todos
tenemos dificultades, y estamos trabajando en ellas, gracias por preocuparte”.

Recordemos que lo importante es la instancia social, estamos allí para compartir y disfrutar con
otros, tanto los minihumanos como nosotros. Llevemos nuestra comida segura e incluyámoslo en la toma de
decisiones sobre qué desea llevar para comer. Llevar la comida segura para que pueda comer algo y disfrutar
de la reunión, del compartir, de la conversación. Incluyámoslo en las decisiones.

De la misma forma, no usemos el espacio para presionar, comparar, chantajear o avergonzar sobre
la alimentación: ¿Mira, pero él se comió todo, porqué tu no?; si no te comes todo nos vamos a ir; pero mira
te lo hizo tu abuelita que tanto te quiere.

También es importante si el minihumano ya habla, enseñarle a lidiar con la presión de los otros: “Aún
estás conociendo muchos alimentos, si te ofrecen algo que no quieres probar, sólo di “no gracias” y listo”

¿Qué hacer si dice NO ME GUSTA?

Este es uno de los principales temores, enfrentarnos a ofrecer algo nuevo y que nos griten NO ME
GUSTA. Es importante recordar que siempre buscamos crear la instancia para conocer más del alimento, acá
lo importante es poder recorrer el viaje, más que concentrarnos en el objetivo final que es que amplíe la
variedad de alimentos que come: “No estoy diciendo que te guste o que tienes que comerlo ahora, pero te lo
estoy mostrando porque creo que no lo conoces, ¿Quieres conocerlo?, mira es verde, tócalo, es áspero, ¿Crees
que es dulce o salado? ¿Qué te llama la atención? ¿Qué no te gusta de él, crees que hay algo que podríamos
hacer para solucionarlo, quizás picarlo o cocinarlo?

También podemos recordar experiencias pasadas positivas y relacionarlas con este nuevo alimento:
¿Recuerdas que la semana pasada cocinamos pan y te gustó tanto?, podríamos un día cocinar esto también.

Otros elementos importantes que revisar

Con todo este trabajo, buscamos que nuestro minihumano aprenda a regularse internamente, por lo
que debemos evitar motivos externos para comer. No entregar la comida como premio, ni tampoco premiar
cuando se coma toda la comida. Tanto ellos como nosotros debemos aprender a conocer el hambre y la
saciedad de sus cuerpecitos. Confiemos en que, si ya comió algo y no quiere comer más, es porque su guatita
se llenó. También es importante que ellos conozcan esos signos. La sensación de hambre antes de comer, y la
sensación de estar satisfecho con la guatita llena para parar de comer.

De la misma forma, tampoco usemos los alimentos para regular otras conductas como darle una
galleta cuando está mañoso o darle la mamadera cuando tiene pena. Todas estas son señales confusas sobre
por qué motivo comemos. Además, refuerza la idea de que sólo mi alimento seguro me entrega calma. Es
importante que busquemos qué causa la conducta o el sentimiento, antes que taparlo con un alimento rico.
Pensemos también en que necesitamos ser flexibles con ciertas reglas o “modales” en este proceso
exploratorio. Cosas como “no lo toques si no lo vas a comer”, “no hables con la boca llena”, “si no te comes
la comida no hay postre”, “debes comerte todo lo que hay en el plato” sólo limitan la exploración y sesgan la
curiosidad de conocer la comida de diferentes formas.

¿Quién dijo que no podemos desayunar fideos, o que no podemos almorzar fruta? Queremos una
alimentación más variada y nutritiva, no necesitamos poner reglas sobre qué alimentos corresponden a qué
comidas del día.

Otra estrategia más desde lo sensorial es ayudarlos con toda la información que buscan y que los
ayuda a regularse, podemos usar mordedores antes de comer, o despertar al cerebro para que preste atención
a la boca con hielo o agüita helada. Podemos usar vasos y cubiertos más pesados, marchar antes de comer, y
siempre siempre, fijarnos que tengan sus pies apoyados en una base firme. Cuando el minihumano acumula
comida en la boca puede ser una forma de decirte que no está listo para la siguiente cucharada, si es que aún
lo alimentas tu. Si come solo, es posible que no note que está acumulando la comida. Si su cerebro no es muy
consciente de lo que pasa y siente dentro de la boca, podemos usar otros sentidos: tocarse los cachetitos y
notarlos llenos, usar un espejo y ver la carita llenita. También, así como usamos el agua fría para avisar que
empieza la comida, una buena estrategia es comenzar por las comidas más crujientes, o incluso comer algún
snack pequeño crujiente. ¡Que dos papitas no le van a quietar el apetito! No tengan miedo de probar y probar
estrategias hasta encontrar la que les sirve a ustedes y a su minihumano. ¿Acumula comida en la boca? Si aún
lo alimentas puede ser una forma de decirte que no está listo.

Mostremos como se comen ciertos alimentos cuando los consumamos nosotros de manera explícita
y descriptiva. Podemos también compararlo con cosas que él ya come, para que pueda ir acumulando
información sobre este nuevo alimento: “esto se deshace en mi boca”, “debo masticarlo muchas veces y con
fuerza”, “ayúdame a contar cuántas veces debo masticarlo antes de poder tragarlo”, “¿qué crees que esté
comiendo esa persona, la veo masticar mucho, será algo duro? Recordemos siempre, necesitamos acumular
información.

Usemos diferentes sentidos conocer la comida. No siempre necesitamos probar, sino que podemos
acercarnos a la comida desde otras tareas como, mirarla de cerca y describirla, olerla y hacernos bigotes de
comida (para sentir su textura y su olor), podemos pedirles que nos ayuden a elegir las frutillas más rojas para
el postre, o las manzanas más suaves.

Tratemos de que el espacio en la mesa sea de disfrute, si ya estamos comiendo, no es necesario


también hablar de la comida. No lo miremos obsesivamente a ver si come o no, podremos averiguarlo al final
de la comida. Ofrezcamos siempre porciones pequeñas, ya que el tamaño del plato y de la porción pueden ser
muy intimidantes y pueden sentirse como una obligación a comerme todo.

Podemos dar a probar en diferentes tamaños o texturas. Moler galletas y probar las miguitas. Rallar
queso y ponerlo sobre la comida. El tamaño pequeño es más fácil de querer probar y además aprendemos
sobre los cambios en la comida.

No los dejemos fuera de una actividad porque no comen la comida. Si la familia va a comer pizza y
ver una película, invitémoslo a repartir la pizza, ayudar a cortarla, o incluso a prepararla si es comida casera.
Si quiere comer sólo la orilla, o comer un trocito de salchicha de la pizza, dejémoslo, es su forma de participar
de la actividad.

Y como les digo siempre, recordar que es un proceso largo, que requiere paciencia y perseverancia.
Pero cada pequeño paso ¡es un gran logro! Que el objetivo sea siempre que aprendan a tolerar el cambio y la
variedad.

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