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Una segunda sección busca obtener la disposición a pagar (DAP) del entrevistado.
Finalmente, se debe preguntar por las características personales del entrevistado
que pueden influir en su respuesta a la pregunta de DAP.
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encuesta son manifiestos. Por tal razón, esta etapa puede extenderse a lo largo de
un período superior a los seis meses (Ecosystem Valuation, 2006; citado en
Cristeche y Penn, 2005).
Es también aconsejable incluir preguntas que permitan validar las respuestas que
da en un primer momento el encuestado, para verificar la comprensión y la
aceptación del escenario hipotético planteado. Asimismo, es importante poder
determinar las características socioeconómicas y de comportamiento de las
personas encuestadas para posteriormente poder realizar un análisis más
profundo de las diferentes respuestas obtenidas y su relación con estas variables.
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Antes de la aplicación de la encuesta, es necesario realizar una visita de campo al
sitio que será evaluado, para conocer el contexto, las posibles causas de
afectación positiva o negativa. En esta visita de campo se deben tomar fotos de la
ubicación del recurso, así como información sobre la calidad actual del mismo. De
igual manera, se deben realizar entrevistas informales a la población y se debe
investigar sobre las dinámicas del recurso y la población en los últimos años. Lo
anterior permitirá el diseño de la encuesta con preguntas ajustadas a la realidad
observada, de manera que la persona encuestada logre relacionar el recurso
estudiado con su propia experiencia de vida y pueda asumir de mejor manera las
preguntas que se le formulan (Ripka de Almeida et al., 2018).
Debe ser la más relevante sobre el objeto de estudio (bien o servicio ambiental a
valorar) y el entrevistado debe estar al tanto de esta información con el fin de que
esté plenamente enterado del problema que se trate. En el caso de los bienes
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ambientales es normal acompañar esta información de gráficos, fotografías o
dibujos que ayuden a la comprensión del problema (Mendieta, 2000; Ambrogi,
2017).
Debe asegurarse que el encuestado conozca los beneficios que le genera el
servicio ambiental con el fin que pueda identificar apropiadamente el problema. En
muchos casos, las encuestas van acompañadas de gráficos y esquemas que
favorecen la compresión del problema (Cristeche y Penn, 2005).
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Descripción del escenario elegido a un nivel en que el entrevistado pueda
imaginárselo: Debe incluir una descripción del atributo o el recurso ambiental
que está siendo valorado o registrado, o las condiciones bajo las cuales una
actividad está siendo comprometida.
Elección de preguntas a partir de las cuales pueda ser inferido el valor:
Estas preguntas deben ser expresiones directas, es decir, preguntas en forma
de referéndum, preguntas de ordenamiento contingente, o preguntas de
actividad contingente.
Entrevistas personales
Este es el método más común. Entre sus ventajas figura el que se le permite al
encuestador proporcionar una información detallada y personalizada al
entrevistado, ayudándose de material visual y respondiendo las dudas que surjan
a lo largo de la entrevista, también brinda la capacidad de poder controlar el
tiempo de la entrevista. Su inconveniente mayor, además del posible sesgo, que
puede presentarse en la manera de hacer la encuesta, es el alto costo al realizar
dichas entrevistas (Mendieta, 2000).
Entrevistas telefónicas
Constituye una alternativa más económica para realizar las encuestas, empero,
este tipo de encuestas contiene algunas limitaciones. En primer lugar, su
realización impide presentar información detallada del problema a atender sin
poder contar con material impreso que facilite la comprensión por parte del
encuestado de la problemática ambiental estudiada. Este hecho circunscribe la
realización de este tipo de encuestas a situaciones en las que se presenta un
problema simple, de fácil comprensión y del que abunda información entre la
población estudiada, y por ende, la respuesta no precisa de una profunda
elaboración. Consecuentemente, la duración de las mismas es notablemente
inferior a la de las encuestas personales (Cristeche y Penn, 2005).
Es una alternativa menos costosa utilizada para realizar las encuestas, para ello
se selecciona una muestra representativa de la población bajo estudio. Una de las
virtudes/ventajas de este formato de encuesta es que permite la utilización de
material visual para la mejor comunicación y compresión del problema. Sin
embargo, los inconvenientes que presenta esta modalidad son numerosos.
Principalmente, esta tipología de encuesta impide que el encuestador posea
control sobre el orden en el que son respondidas las preguntas y el tiempo que se
toma el encuestado para responder cada una de ellas. Este primer punto
constituye una desventaja/limitante significativa dado que el no respetar el
ordenamiento previsto en el formulario dificulta el encadenamiento de las
preguntas y puede llegar a fomentar un eventual sesgo estratégico por parte de la
persona que responde (Cristeche y Penn, 2005).
Experimentos de laboratorio
Las preguntas por lo general se hacen a la persona buscando que ésta revele una
cantidad acerca de lo que está dispuesto a pagar por una mejora ambiental o por
evitar un empeoramiento; en otras ocasiones se valorará la cantidad exigida como
compensación por un daño o para renunciar a una mejora ambiental.
Dentro de las preguntas que se les pueden hacer a los individuos para conocer
sus preferencias, se encuentra la pregunta del modelo/formato referéndum. Se
denominan preguntas de referéndum debido a su analogía con los procedimientos
de entrevistas utilizados en estudios de votación electoral. En ésta pregunta se
espera una respuesta SÍ/NO por parte del entrevistado (Mendieta, 2000).
Este tipo de formato de elección discreta puede ser utilizado para estimar
funciones de disponibilidad a pagar o funciones de utilidad indirecta para datos
provenientes de respuestas y características de los entrevistados.
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Para aplicar este tipo de formato se selecciona una muestra representativa de la
población, se subdivide en grupos igualmente representativos y se les hace la
pregunta mencionada a cada uno de ellos con una cantidad diferente.
Según Cristeche y Penn (2005), este enfoque goza de una creciente aceptación.
Consiste en preguntar directamente a las personas si están dispuestas a pagar un
determinado monto o no. El procedimiento es simple: se debe tomar una muestra
representativa de la población, la misma debe dividirse en subgrupos igualmente
representativos a los que se les pregunte por montos distintos. A partir de las
respuestas obtenidas se puede estimar a través de una transformación logit la
curva de demanda implícita de la población. Frecuentemente, se arguye a favor de
esta variante dado que formula una situación similar a la que se presenta en los
mercados cotidianamente, donde las personas se enfrentan a un precio al que
deciden comprar o no. Una de las mayores virtudes/ventajas de este enfoque es
que no conduciría a dar una respuesta deshonesta.
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Finalmente, Azqueta (1994) enfatiza que no vale la pena obtener una respuesta
sin importar cómo. Lo importante es contar con una respuesta que sea informada
y honesta. Esta tarea no es para nada simple, existen múltiples obstáculos que
impiden obtener respuestas que reúnan dichas características.
Se plantea una función de utilidad inicial que presenta el estado original del bien o
servicio ecosistémico y una función de utilidad final que representa el escenario
hipotético. La representación a = 0 sería el bien o servicio ecosistémico en su
estado actual y a = 1 sería la situación final.
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Los individuos son interrogados sobre cómo debería cambiar el nivel de alguna
actividad en respuesta a un cambio en un atributo ambiental. Por ejemplo, ¿sí los
niveles de contaminación en el agua de una playa se redujeran, producto de un
plan de descontaminación, en qué número incrementarían sus viajes por
temporada? (Mendieta, 2000).
Con el uso de este tipo de formato, se pregunta a las personas cuanto estarían
dispuestos a pagar. El problema principal de este enfoque es que se confronta a
las personas con un problema poco familiar para ellos. Situación muy diferente a
la enfrentada por las personas en mercados reales donde los individuos realizan
sus elecciones entre bienes con base en un listado de precios. Donde raramente
son preguntados por un ofrecimiento de un valor por un bien, ya que estos tienen
la libertad de aceptar o rechazar el precio del bien que se les ofrece en el mercado
según su conveniencia. Una consecuencia negativa de utilizar este instrumento de
estudio es una alta tasa de personas que responden negativamente (NO) a la
pregunta de valoración o también a menudo se pueden presentar altos
porcentajes de valores muy altos o muy bajos, totalmente incoherentes con el
verdadero valor del bien (Mendieta, 2000).
Bajo este formato se hace una pregunta directamente al entrevistado sobre cuánto
estaría dispuesto a pagar por el disfrute de determinado bien o servicio
ecosistémico ofrecido en la situación hipotética. Por ejemplo:
Este formato también se utiliza en una encuesta piloto con el propósito de verificar
el funcionamiento general de la encuesta, determinar los límites inferior y superior
del vector de pago y seleccionar la distribución de la DAP (Ministerio del Ambiente
de la República del Perú, 2015).
Mediante el uso de este tipo de formato, el entrevistador adelanta una cifra acerca
de la disponibilidad a pagar del entrevistado, o si estaría dispuesto a pagar más
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por el ofrecimiento. Si la cifra es positiva, esta se eleva en una cantidad
predeterminada y si es negativa se reduce hasta que el entrevistado plante su
postura en una cifra.
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Cartillas/tarjeta de pago (formato múltiple)
Con el uso del formato múltiple se presenta al entrevistado una serie de valores de
los cuales el entrevistado puede escoger uno (Sarmiento, 2003).
Es una variación del formato abierto en el cual se presenta a los entrevistados una
cartilla con un rango de alternativas de valores de pago donde se pregunta por el
mayor de los valores expresados en la cartilla dejando que el entrevistado
establezca su propio valor si este no lo encuentra en la cartilla. Mitchell y Carson
(1989) y otros autores han experimentado con las cartillas de pago que indican la
cantidad de respuestas de pago en forma de impuestos por programas públicos o
políticos de protección, salud y defensa nacional. Existe evidencia de que este tipo
de cartillas provee información sobre lo que se está pagando por otros bienes
públicos reduciendo así la varianza en las respuestas de los individuos. Esto es
bueno, pero se corre con el riesgo de introducir otros tipos de sesgo.
Este formato intenta brindar una solución al sesgo que presenta el formato de
subasta, mostrándole al encuestado una serie de valores que ha gastado la gente
en bienes y servicios públicos y se les pregunta cuánto están dispuestos a pagar
por el bien o servicio ambiental en cuestión. En general, las cifras se ordenan de
mayor a menor, y se le pide al encuestado que seleccione una. En otros casos, los
extremos superior e inferior están subrayados como una ayuda adicional. No
obstante, este método puede generar sesgos producto de: el rango de cifras
presentadas, los valores más altos y más bajos de cada tarjeta, la media de los
valores presentados en cada tarjeta y el ordenamiento de las mismas. Kahneman
(1986) considera que las tarjetas de pago no constituyen un buen sustituto del
formato de pregunta abierta por estas razones (Cristeche y Penn, 2005).
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La información de partida/previa
El cuestionario debe contener una descripción clara y precisa del bien objeto del
estudio o del bien que se pretende valorar, así como de las modificaciones
contempladas y de lo que éstas suponen.
No obstante, otros autores como Mitchell y Carson (1989) sostienen que el modelo
de referencia del método de valoración contingente no debe ser el comportamiento
de la persona en el mercado. Por el contrario, se considera que las cuestiones
ambientales no son concebidas por la gente en términos estrictamente
individualistas, sino que se pone en consideración a la sociedad en su conjunto.
Por consiguiente, el método de valoración contingente debería tomar como
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referencia al modelo de participación política de las personas como ciudadanas en
lugar de las reglas de comportamiento del consumidor en el mercado.
Consecuentemente, lo anteriormente mencionado no tendría tanta validez y sería
necesario reunir información similar a la que se precisa en los ámbitos de
participación política.
Por su parte, el hecho de que una mayor provisión de información acerca de los
conflictos ambientales bajo estudio genere valores más elevados y consistentes
de disposición a pagar, sirve de sustento para el fomento de campañas de
educación pública en temas concernientes al ambiente. La persuasión moral como
un instrumento legítimo de política podría ser visto como un reflejo del incremento
en el valor del ambiente de acuerdo a la mayor conciencia y entendimiento de la
problemática ambiental que se viene registrando en los últimos años (O´Doherty,
2001; citado en Cristeche y Penn, 2005).
Por su parte, varios estudios confirman que a mayor tiempo para responder,
menor es la valoración atribuida al bien o servicio ambiental en cuestión. Este
fenómeno se explicaría por el hecho de que al contar con más tiempo para
responder, el encuestado puede dedicarse a reflexionar, consultar a allegados,
realizar cálculos, etc. Asimismo, el contar con más tiempo para responder puede
terminar fomentado conductas estratégicas.
Consistencia en el tiempo
Cristeche y Penn (2005), destacan que otra consideración especial merecen las
no respuestas, es decir, las ocasiones en que los encuestados se niegan a
responder o responden con un nada. Ante este hecho, puede llegar a interpretarse
que la valoración que se está haciendo del bien ambiental en cuestión es nula. Sin
embargo, puede que no sea así, y que la persona esté rechazando el
planteamiento que se le hace cuestionando la moralidad del mismo, o porque
rechace algunos de los extremos propuestos (cuando se piensa, por ejemplo, que
los espacios naturales pertenecen a la comunidad y que no debería ponerse
ninguna traba a su disfrute) (Azqueta, 1994). Esto no significa que la persona no
valore el cambio, sino que no está de acuerdo con el planteamiento y su respuesta
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negativa es más bien una expresión de protesta. Por consiguiente, ante este tipo
de casos es fundamental conocer la razón por la que se da esta respuesta y de
esta manera evitar errores de interpretación de los resultados.
Sesgos
Carson (1999), citado en Cristeche y Penn (2005), plantea que los datos de
encuesta son generalmente poco precisos a la hora de estimar el valor de una
variable continua (p.e.: ingreso o horas trabajadas), lo mismo sucede en el caso
de la información relevada por encuestas del método de valoración contingente.
Es necesario contar con un tamaño de muestra que se ubique en un rango entre
varios cientos y mil observaciones para obtener un nivel de fiabilidad razonable en
términos de intervalo de confianza. Todos los miembros de la población bajo
estudio deben tener una probabilidad de ser incluidos en la muestra conocida y
mayor a cero. Si las probabilidades de inclusión en la muestra son distintas, se
debe establecer un criterio de ponderación adecuado.
Asimismo, debe distinguirse entre la propuesta de realizar el pago una sola vez o
que el pago se instrumente de manera continua. Un pago de una sola vez,
promueve respuestas más conservadoras dado que no permite la posibilidad de
extender los pagos en el tiempo. Un único pago constituye una alternativa
conveniente cuando la provisión de la mejora ambiental representa un evento
puntual. Por el contrario, este no sería el caso de la contaminación del aire a
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escala local, para la cual deberían propiciarse acciones continuas (Carson, 1999;
citado en Cristeche y Penn, 2005).
En muchos casos, el punto de referencia que se tome en el formato de oferta
iterativa o subasta puede generar sesgos en la respuesta. La persona puede
tender a brindar una cifra cercana al punto de partida para acortar el tiempo de la
encuesta o por considerar que el que diseña la encuesta tiene un conocimiento
más acabado del tema y por ende la cifra que sugiere en una primera instancia le
resulta acertada. La evidencia sugiere que los sesgos por esta causa no son para
nada desdeñables. El formato de pregunta cerrada se encuentra por definición
libre de este sesgo, si se han elegido de manera correcta las cifras propuestas.
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alcanzar la mejora ambiental deseada. A pesar de contar con preferencias altruistas, la persona
termina conduciéndose de manera individualista (Sen, 1967) ]. En muchos casos, la persona
puede manifestar una disposición a pagar inferior si no tiene seguridad de que el
monto expresado por él y los demás encuestados sea destinado a obras que
promuevan mejoras en la calidad del ambiente. Este sesgo se daría con bastante
frecuencia. Para evitar este sesgo, en la práctica se lleva a cabo un proceso
iterativo a través del cual se le informa al encuestado si con la magnitud
respondida y la de los demás, las obras de mejora se llevarían a cabo,
permitiéndole cambiarla en caso negativo. Asimismo, este procedimiento iterativo
es considerado el más efectivo para obtener la mayor disposición a pagar posible.
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problemas que se puedan presentar. Sin embargo, es importante destacar que si
estos conflictos no son resueltos, la información obtenida puede presentar graves
problemas (Osorio y Correa, 2004).
Mendieta (2001), citado en Pérez (2016); considera que el principal aspecto que
se debe tener en cuenta en la valoración contingente tiene que ver con la validez y
el realismo de los datos, porque existe el riesgo de que las preguntas formuladas
lleven a ciertos ruidos que a la postre inhabiliten los datos para hacer inferencia.
Hay dos problemas fundamentales identificados con las preguntas hipotéticas: el
primero consiste en que los entrevistados están incentivados para comportarse
estratégicamente, con el consiguiente sesgo en las repuestas, lo que influenciaría
las políticas públicas, y, el segundo es la ausencia de un incentivo en los
encuestados para dar respuestas seguras cuando están siendo preguntados
acerca de situaciones totalmente hipotéticas.
Según Mendieta (2000), los sesgos se pueden dividir en dos grandes grupos:
Sesgos instrumentales
Sesgos no instrumentales
Son ajenos al diseño del cuestionario. Son de naturaleza más compleja y de difícil
solución. Entre los sesgos no instrumentales se encuentran el sesgo de
hipótesis/hipotético dada la naturaleza del escenario planteado y el sesgo de
estrategia/estratégico relacionado con el posible comportamiento de free rider por
parte del individuo.
El cuestionario sugiere un valor de partida arbitrario para evitar el sesgo que trae
consigo el desconocimiento del valor del cambio en calidad del aire por parte del
entrevistado. A éste se le pregunta si está dispuesto o no a pagar una cierta
cantidad de dinero por una reducción de, por ejemplo, el 50% de la contaminación.
Después de esta respuesta se le pregunta al entrevistado si pagaría más o menos.
Entonces se cambia la pregunta, aumentando o disminuyendo a intervalos
predeterminados el monto hasta encontrar un “punto de quiebre” en las
preferencias del individuo.
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Una forma de determinar la existencia del sesgo cuando se llevan a cabo los
ensayos previos a la elaboración de la encuesta definitiva, es subdividir el grupo
piloto en subgrupos y utilizar puntos de partida diferentes en cada uno. Si las
respuestas obtenidas difieren, el peligro de sesgo existe y lo mejor es que el
entrevistado elija la respuesta desde el principio. Es obvio que el formato binario
está libre de este sesgo, si previamente se han seleccionado las cantidades
correctas.
Según Mendieta (2000), todo escenario que incluya un mercado contingente debe
proponer un medio de pago atractivo para los entrevistados y sobre todo debe
hacerse con mucha claridad en la forma en que se colectará el valor establecido
por los individuos. Existe evidencia que la especificación del vehículo de pago
ejerce una influencia independiente de la postura, este problema se menciona en
la literatura como el sesgo causado por el vehículo de pago. Fischhoff y Furby
(1988), se refieren al problema de la influencia del vehículo de pago sobre la
postura como una consecuencia del contexto social de la transacción hipotética.
Estos autores mencionan que los investigadores a la hora de diseñar e interpretar
los estudios utilizados para la construcción de los mercados hipotéticos deben
tener mucho cuidado en como los individuos entienden e interpretan el bien
ambiental objeto de valoración. Así mismo, procurar que los individuos
entrevistados consideren el pago que se les está proponiendo y el contexto social
en el cual harán su elección.
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Se ha detectado que al fijar la forma de pago se puede influir en la DAP obtenida.
La solución a este problema es sugerir distintas formas de pago y dejar que el
entrevistado elija la forma más adecuada para él (Osorio y Correa, 2004), ya que
las personas no son indiferentes entre los distintos medios de pago, y el ofrecido
en el cuestionario puede condicionar la respuesta (Lomas et al., 2010).
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Sesgo de la información
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Sesgo del orden o de incrustación (embedding)
Cristeche y Penn (2005), expresan que juega un rol particular los sesgos
producidos por el orden en que se realizan las preguntas. Una manifestación
particular de éste es lo que se conoce como “efecto incrustación” (embedding
effect), que consiste en que la valoración que se obtiene de un determinado bien o
servicio ambiental diverge según la secuencia en la que aparece como parte -de
ahí el término incrustado - de un bien más amplio. La existencia de este efecto
deriva de un estudio desarrollado por Kahneman y Knetsch que mostraba que una
determinada mejora en la calidad del ambiente por separado presentaba una
valoración muy superior a que si formaba parte de una mejora más general. Por
ejemplo, la valoración que se hace de la conservación de un grupo de árboles
pertenecientes a un bosque es la misma que se hace de la totalidad de los árboles
que componen ese mismo bosque. La interpretación de este hecho por Kahneman
y Knetsch es que el método de valoración contingente no provee información
acerca de la valoración que la persona hace de un determinado bien o servicio
ambiental, sino lo que para la persona vale una causa justa, la satisfacción moral
que se obtiene ya sea la conservación de un bosque entero o parte del mismo.
Sesgo de la hipótesis/hipotético
Dado que al no ser real el mercado que se le presenta al entrevistado, puede que
este no le preste la atención debida (Linares y Romero, 2008).
Sesgo estratégico
Este tipo de sesgo aparece cuando los entrevistados buscan modificar la decisión
involucrada, entregando valores de DAP o DAC distintos de los reales. Para
enfrentar este problema se pueden utilizar preguntas de seguimiento donde se
trata de detectar si la respuesta es de protesta. Por ejemplo, se puede incluir una
pregunta que consulte sobre el motivo por el que no pagaría, en los casos en que
esto ocurra (Osorio y Correa, 2004).
La mejora puede realizarse y ser financiada por los beneficiarios del lugar, de
acuerdo a la disponibilidad a pagar manifestada en las encuestas. Siendo ello
así, la persona podría escoger la menor opción de la disponibilidad a pagar
presentada por el encuestador para que ésta sea aceptada y sea compatible
con la mejora.
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Si se elimina esta posibilidad, se elimina el incentivo y nada garantizará que la
persona no responda lo primero que se le venga a la cabeza, dada la situación
hipotética que se le plantea.
Para neutralizar este sesgo se idearon diversas técnicas. Entre ellas se destaca el
intento de estimar una función de sesgo, que permita calcular el mismo para luego
descontarlo de los resultados finales obtenidos con el método de valoración
contingente. Otra opción que se planteó es diseñar la encuesta de manera de que
el encuestado no tenga dudas acerca de la incapacidad que tiene para influir en el
resultado final del estudio (no sólo en cuanto a la decisión de implementación de
un potencial proyecto sino a su financiamiento) a través de su contestación [una
posibilidad es que el encuestador le declare a la persona que de llevarse a cabo el proyecto, los
costos del mismo se dividirán en partes iguales entre todos los beneficiarios ]. No obstante, la
eliminación de este sesgo no solucionaría del todo los problemas, dado que la
existencia de un sesgo estratégico implica la presencia de un incentivo para que el
encuestado tome en serio la propuesta y piense la respuesta. Parecería, entonces,
que nos enfrentamos a un círculo vicioso de difícil resolución. Sin embargo, el
formato de pregunta cerrada o dicotómica se encontraría libre de este problema.
Asimismo, existe abundante evidencia que muestra la no manifestación de
conductas egoístas de manera sistemática (Bohm 1972; McMillan 1979; Evans
and Harris 1982; Watson, 1991)
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No obstante, en la actualidad, la polémica en torno al método de valoración
contingente ha virado desde el argumento del sesgo estratégico al de la compra
de la satisfacción moral. El cuestionamiento, en lugar de ser sobre la honestidad
de la contestación, pasa a ser sobre el significado de las respuestas; determinar
qué es lo que las personas están realmente valorando.
Las situaciones generadas por los sesgos se pueden salvar, hasta cierto punto,
con un diseño cuidadoso de la encuesta y una interpretación ponderada de los
resultados estadísticos. Aunque la técnica requiere excelentes análisis de
encuestas, para lograr estimaciones confiables; la naturaleza de los estudios de
valoración contingente y sus resultados no son difíciles de analizar y describir y el
valor obtenido puede ser presentado en términos de valor o como un valor
agregado de la población afectada (Franco, 2009).
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LISTA DE REFERENCIAS
Lomas, P. L., Martín, B., Louit, C., Montoya, D., y Montes, C. (2010). Guía práctica
para la valoración económica de los bienes y servicios ambientales de los
ecosistemas. Fundación Interuniversitaria Fernando González Bernáldez.
https://docplayer.es/29258321-Guia-practica-para-la-valoracion-economica-de-los-bienes-
y-servicios-ambientales-de-los-ecosistemas.html
Ripka de Almeida, A., Luiz da Silva, C., y Hernández Santoyo, A. (2018). Métodos
de valoración económica ambiental: instrumentos para el desarrollo de
políticas ambientales. Universidad y Sociedad, 10(4), 246-255.
http://scielo.sld.cu/pdf/rus/v10n4/2218-3620-rus-10-04-246.pdf
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Sarmiento, M. A. (2003). Desarrollo de un nuevo método de valoración
medioambiental [Tesis de doctorado, Universidad Politécnica de Madrid].
Archivo digital. https://oa.upm.es/105/1/07200318.pdf
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