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ASPECTOS RELEVANTE PARA LA APLICACIÓN DE ENCUESTA EN EL

MÉTODO DE VALORACIÓN CONTINGENTE

Morales, J. (Comp.). (2023)


Docente de la asignatura “Economía y medio ambiente”

1. Componentes de un formato de encuesta para la aplicación del MVC

El diseño de la encuesta es determinante en la calidad de los resultados obtenidos


al utilizar el MVC. Por ello, es importante invertir todo el tiempo necesario en su
preparación. La idea de la encuesta es simular a una transacción de mercado
donde el entrevistado está comprando un cambio en el bien ambiental. Esta
simulación también se ha asociado a la de una votación política donde los
electores tienen que elegir la respuesta que prefieren (Osorio y Correa, 2004).

La encuesta se compone de tres secciones. La primera está compuesta por


preguntas que buscan involucrar al entrevistado y definir claramente el escenario
contingente. Esta sección no debe ser demasiado ambiciosa pero sí detectar la
familiaridad con el tema y el nivel de interés del encuestado. Además, cumple la
función de informar las condiciones del mercado hipotético que se está creando.

Una segunda sección busca obtener la disposición a pagar (DAP) del entrevistado.
Finalmente, se debe preguntar por las características personales del entrevistado
que pueden influir en su respuesta a la pregunta de DAP.

Una vez bosquejada/diseñada la encuesta y escogido el método/formato que se


utilizará, es recomendable evaluarla con un grupo de personas representativas
para asegurar que es comprensible para los futuros encuestados -prueba piloto-.
Luego se debe realizar una pre-encuesta para verificar la operabilidad de ésta, así
como para entrenar a los encuestadores y obtener información para definir la
muestra y los valores de DAP a incluir en la encuesta final.

La elección entre las distintas tipologías de encuesta descansa principalmente en


la restricción presupuestaria de aquél que encarará el estudio. No obstante, es
importante resaltar que es altamente recomendable la realización de ensayos
previos a la realización de la encuesta entre pequeños grupos de control para
poder detectar y corregir a tiempo las posibles deficiencias en el diseño de la
misma. Ésta es considerada la parte más importante y la que plantea un mayor
grado de dificultad en todo el proceso de valoración contingente, dado que la
experiencia muestra en muchos casos que los problemas de comprensión de la

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encuesta son manifiestos. Por tal razón, esta etapa puede extenderse a lo largo de
un período superior a los seis meses (Ecosystem Valuation, 2006; citado en
Cristeche y Penn, 2005).

Es necesario la implementación de una encuesta preliminar con el objeto de


realizar ajustes en la definitiva. Esto permite al encuestador poder aclarar
previamente las dudas que pudieran llegar surgir luego de analizar los datos de la
entrevista. La misma permite que el encuestador pueda ayudarse de mapas,
figuras, fotos u otro tipo de material que ayude a que la respuesta sea lo más
veraz posible (Sarmiento, 2003).

Una etapa previa al diseño y elaboración de las encuestas consiste en el trabajo


con lo que se denominan “grupos de control” compuestos por personas
pertenecientes a la población con la que se trabajará, desarrollando distintos tipos
de actividades que permitan determinar cuál es el conocimiento promedio que los
mismos poseen sobre el servicio ambiental que se estudiará, la importancia que
éstos le asignan a aspectos tales como: la calidad, la cantidad, la accesibilidad, la
disponibilidad de sustitutos y la reversibilidad del cambio operado en el mismo
(Cristeche y Penn, 2005).

A partir de estos trabajos de ensayo, principalmente deberán testarse los


potenciales sesgos de la encuesta. En este sentido, deberán evaluarse distintas
maneras de realizar las preguntas, si las respuestas obtenidas son sensibles a
cambios en las descripciones del bien o servicio que se encuentra bajo estudio,
etc.

Por otro lado, es importante cerciorarse de que los encuestados al responder no


estén suponiendo que la mejora de un determinado servicio ambiental incluye
también la mejora de otros servicios asociados con el mismo. Por ejemplo, si la
encuesta consulta la disposición a pagar para valorar únicamente la visibilidad (a
través de la reducción de la contaminación del aire), es importante asegurarse de
que dentro de ese valor no se incluya el valor que se le asigna a las mejoras en la
salud asociadas con la misma.

Asimismo, es sumamente importante establecer cuál es el instrumento de pago y


con qué frecuencia se utilizará, quienes disfrutarán de la mejora y quienes
pagarán por ello si ésta es eventualmente provista. Por otra parte, el encuestado
debe ser advertido de que al responder debe tener presente su restricción de
presupuesto.

Es también aconsejable incluir preguntas que permitan validar las respuestas que
da en un primer momento el encuestado, para verificar la comprensión y la
aceptación del escenario hipotético planteado. Asimismo, es importante poder
determinar las características socioeconómicas y de comportamiento de las
personas encuestadas para posteriormente poder realizar un análisis más
profundo de las diferentes respuestas obtenidas y su relación con estas variables.

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Antes de la aplicación de la encuesta, es necesario realizar una visita de campo al
sitio que será evaluado, para conocer el contexto, las posibles causas de
afectación positiva o negativa. En esta visita de campo se deben tomar fotos de la
ubicación del recurso, así como información sobre la calidad actual del mismo. De
igual manera, se deben realizar entrevistas informales a la población y se debe
investigar sobre las dinámicas del recurso y la población en los últimos años. Lo
anterior permitirá el diseño de la encuesta con preguntas ajustadas a la realidad
observada, de manera que la persona encuestada logre relacionar el recurso
estudiado con su propia experiencia de vida y pueda asumir de mejor manera las
preguntas que se le formulan (Ripka de Almeida et al., 2018).

Generalmente, en la primera parte de la encuesta se debe mencionar al


entrevistado la ubicación del área donde se encuentra el ecosistema relacionado
al servicio ecosistémico, para lo cual se puede usar un mapa. En segunda
instancia, se debe realizar una breve descripción del estado actual del recurso y
de las dinámicas que éste ha tenido en los últimos años con respecto a su calidad
y cantidad. En este paso, normalmente, se pregunta si el encuestado conoce el
recurso, así como su situación actual. Posteriormente, se hace una descripción
más detallada del estado actual de recurso, junto con las actividades que se
realizan o se proponen realizar y sus consecuencias directas en la calidad y
cantidad del recurso. En este paso, para una mejor comprensión del entrevistado,
se usan fotografías que se toman durante la visita de campo previa. Mostrar
fotografías actuales del área que se está evaluando mejora el nivel de información
y de entendimiento de los encuestados con respecto al escenario que se está
analizando.

Con la información recogida en la encuesta, se procede a la construcción de un


modelo econométrico para estimar la disposición a pagar y la disposición a
aceptar individual y el promedio analizando los supuestos económicos y valores
esperados, así como las respuestas protesta y los valores extremos.
Posteriormente, se debe realizar la agregación de los datos a nivel de población.

La disponibilidad promedio representa el valor que la población le da a los


recursos o servicios ecosistémicos. Al extrapolar la disponibilidad promedio al
número total de habitantes perjudicados o beneficiados, se tiene la disponibilidad
total, que corresponde con el valor total de los usos directos e indirectos del
recurso natural o servicio ecosistémico en cuestión.

Mendieta (2000), destaca que el vehículo para la aplicación del método de


valoración contingente son las encuestas, entrevistas o cuestionarios; estos
instrumentos se estructuran básicamente en tres bloques:

 Información concerniente al servicio ambiental

Debe ser la más relevante sobre el objeto de estudio (bien o servicio ambiental a
valorar) y el entrevistado debe estar al tanto de esta información con el fin de que
esté plenamente enterado del problema que se trate. En el caso de los bienes
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ambientales es normal acompañar esta información de gráficos, fotografías o
dibujos que ayuden a la comprensión del problema (Mendieta, 2000; Ambrogi,
2017).
Debe asegurarse que el encuestado conozca los beneficios que le genera el
servicio ambiental con el fin que pueda identificar apropiadamente el problema. En
muchos casos, las encuestas van acompañadas de gráficos y esquemas que
favorecen la compresión del problema (Cristeche y Penn, 2005).

 Información acerca de la alteración/modificación sufrida por el servicio


ambiental bajo análisis

Consiste en la modificación del objeto de estudio y se toma en cuenta el nivel de


partida en cuanto a la calidad del bien ambiental, la modificación propuesta, lo que
ello supone para la persona y el mecanismo de financiación de la medida de
estudio. En efecto, este bloque busca presentar el estado inicial y los cambios que
la modificación en las condiciones existentes del bien o servicio ambiental
presenta para los individuos (Mendieta, 2000; Ambrogi, 2017).

Una vez descrito todo este escenario, lo siguiente es preguntar la disponibilidad a


pagar por parte de las personas ante el cambio propuesto, sin olvidar que cuando
se trata de encontrar esta cantidad, el planteamiento que se haga debe girar
siempre alrededor del intercambio de mayor bienestar social debido a la mejora
ambiental por el dinero que le supone pagar a la persona por esta mejora.

En este punto debe especificarse detalladamente cuál es el punto de partida, la


magnitud de la modificación hipotética, las repercusiones que suponen para la
persona y el instrumento de pago que se utilizará (por ejemplo, un impuesto o tasa
mensual o anual, una entrada o permiso de uso, precios incrementados por el
control de contaminación, etc). Una vez descripto el escenario se pregunta al
encuestado cuánto está dispuesto a pagar por el cambio propuesto. Es importante
resaltar que el encuestado debe responder sobre cómo repercute ese cambio en
su bienestar, y no lo que piensa que la sociedad debería hacer (Cristeche y Penn,
2005).

 Características socioeconómicas del entrevistado

Generalmente se adiciona al cuestionario las características más relevantes de la


persona entrevistada, aquí puede incluirse la edad, estado civil, renta/ingreso
promedio, nivel de estudios, etc. Esta información adicional puede contribuir para
determinar, sin ambigüedades, las preferencias de los individuos (Mendieta, 2000;
Cristeche y Penn, 2005).

Un formato de encuesta para la aplicación del método de valoración contingente


(MVC) por lo general incluye tres componentes (Mitchell y Carson, 1989; citado en
Mendieta, 2002):

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 Descripción del escenario elegido a un nivel en que el entrevistado pueda
imaginárselo: Debe incluir una descripción del atributo o el recurso ambiental
que está siendo valorado o registrado, o las condiciones bajo las cuales una
actividad está siendo comprometida.
 Elección de preguntas a partir de las cuales pueda ser inferido el valor:
Estas preguntas deben ser expresiones directas, es decir, preguntas en forma
de referéndum, preguntas de ordenamiento contingente, o preguntas de
actividad contingente.

 Preguntas acerca de los entrevistados: Debe contemplar información sobre


características socioeconómicas de los entrevistados tales como:
ingreso/promedio, edad, sexo y educación; las cuales pueden tener alguna
influencia en la estimación de las funciones de postura, funciones del valor o
funciones de utilidad indirecta a partir de las cuales se puede calcular la
disponibilidad a pagar por el bien. También pueden incluirse preguntas acerca
de las actitudes y creencias de los individuos que en algún momento dado
pueden hacer posible la comprobación de la influencia de estas características
de tipo específico en favor del ambiente, dando lugar a posibles
manifestaciones en la forma de incrementos en el valor revelado por los
atributos ambientales.

Sarmiento (2003), destaca que es aconsejable que esta parte de la encuesta se


realice al final de la misma, debido a que este tipo de datos es de difícil obtención,
si se quiere comenzar la encuesta con estas preguntas. A menudo algunas
personas, al preguntarles acercad de sus ingresos, desisten en seguir con el
desarrollo de la encuesta.

2. Métodos utilizados para aplicar encuestas diseñadas para utilizar el


MVC

Existen diferentes métodos para implementar las encuestas diseñadas para la


aplicación del MVC, entre los cuales se destacan los siguientes:

 Entrevistas personales

Este es el método más común. Entre sus ventajas figura el que se le permite al
encuestador proporcionar una información detallada y personalizada al
entrevistado, ayudándose de material visual y respondiendo las dudas que surjan
a lo largo de la entrevista, también brinda la capacidad de poder controlar el
tiempo de la entrevista. Su inconveniente mayor, además del posible sesgo, que
puede presentarse en la manera de hacer la encuesta, es el alto costo al realizar
dichas entrevistas (Mendieta, 2000).

Los encuentros personales constituyen la forma más común de aplicar las


encuestas. Las ventajas que éstos presentan son innegables. Por un lado,
permiten al investigador ofrecer información detallada ayudándose con material
visual como gráficos, fotografías, esquemas, etc; responder a las dudas que se
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manifiesten a lo largo de la encuesta y manejar el ritmo de la misma. No obstante,
una de sus principales desventajas, más allá del posible sesgo del encuestador,
es el elevado costo de la misma. Para poder realizar encuestas de este tipo, es
preciso contar con abundantes recursos financieros (Cristeche y Penn, 2005).

La entrevista personal es la modalidad en la que el entrevistador podrá ofrecer


toda la información necesaria, incluso podrá utilizar material visual y contestar las
dudas del entrevistado. Presenta como principal inconveniente que puede llegar a
ser muy costosa (Ministerio del Ambiente de la República del Perú, 2015).

 Entrevistas telefónicas

La encuesta telefónica es altamente costosa y muy difícil de implementar, además


de no tener la posibilidad de ayudarse con imágenes y otros elementos que
permitan obtener datos más veraces, se cuenta con una escasa disponibilidad de
tiempo para su realización (Carson et al., 1996; citado en Sarmiento, 2003).

La entrevista telefónica es una herramienta recomendada cuando la información


es ampliamente conocida por la muestra a estudiar, ya que no será necesaria
mayor explicación de la situación. Si bien es menos costosa, si se carece de la
información sobre el bien o servicio ecosistémico a valorar, el entrevistado
tampoco estará en disposición de responderla (Ministerio del Ambiente de la
República del Perú, 2015).

Tiene la ventaja que es de menor costo, pero como inconveniente surge la


imposibilidad de usar ayudas visuales y de presentar en forma detallada la
información sobre el problema a tratar. La duración de estas entrevistas es por lo
general una fracción del tiempo que duran las entrevistas personales (Mendieta,
2000).

Constituye una alternativa más económica para realizar las encuestas, empero,
este tipo de encuestas contiene algunas limitaciones. En primer lugar, su
realización impide presentar información detallada del problema a atender sin
poder contar con material impreso que facilite la comprensión por parte del
encuestado de la problemática ambiental estudiada. Este hecho circunscribe la
realización de este tipo de encuestas a situaciones en las que se presenta un
problema simple, de fácil comprensión y del que abunda información entre la
población estudiada, y por ende, la respuesta no precisa de una profunda
elaboración. Consecuentemente, la duración de las mismas es notablemente
inferior a la de las encuestas personales (Cristeche y Penn, 2005).

 Cuestionarios o encuestas por correo

Otra manera de obtener abundante información es mediante la colocación de las


encuestas en la internet. Este mecanismo es actual y de costo relativamente bajo
y se relaciona con la cantidad de información que se puede obtener (Sarmiento,
2003).
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La entrevista por correo es poco costosa y permite ayudas visuales. Su
inconveniente reside en el tiempo de retorno de la encuesta al entrevistador
(Ministerio del Ambiente de la República del Perú, 2015).

El formulario se envía a una muestra representativa de la población. En caso de


que se demoren mucho en contestar, se les envía el correspondiente recordatorio.
Su gran ventaja son los bajos costos y la posibilidad de ayuda mediante gráficos y
dibujos, pero como inconveniente surge la imposibilidad de aclarar dudas que les
puedan surgir a los encuestados (Mendieta, 2000).

Es una alternativa menos costosa utilizada para realizar las encuestas, para ello
se selecciona una muestra representativa de la población bajo estudio. Una de las
virtudes/ventajas de este formato de encuesta es que permite la utilización de
material visual para la mejor comunicación y compresión del problema. Sin
embargo, los inconvenientes que presenta esta modalidad son numerosos.
Principalmente, esta tipología de encuesta impide que el encuestador posea
control sobre el orden en el que son respondidas las preguntas y el tiempo que se
toma el encuestado para responder cada una de ellas. Este primer punto
constituye una desventaja/limitante significativa dado que el no respetar el
ordenamiento previsto en el formulario dificulta el encadenamiento de las
preguntas y puede llegar a fomentar un eventual sesgo estratégico por parte de la
persona que responde (Cristeche y Penn, 2005).

 Experimentos de laboratorio

Mediante el uso de experimentos de laboratorio, se reúne a las personas


escogidas como muestra representativa en un lugar donde se aplica de forma
simultánea la encuesta a todos, otorgándoles suficiente información. El
inconveniente está en que la reunión de personas suele ser muy difícil (Ministerio
del Ambiente de la República del Perú, 2015).

A través de este mecanismo, se reúne a un grupo de personas seleccionados en


un lugar previamente fijado (por ejemplo, un conjunto de residentes de un barrio) y
se les entrega el cuestionario, con una ventaja muy especial y es que la
información se puede procesar estando en presencia de los entrevistados y de
esta forma poder estar sujeta a un control que no implique sesgamiento alguno por
parte del entrevistado (Mendieta, 2000).

La desventaja de este método es que no es fácil reunir a un grupo representativo


de personas con las características deseadas para llevar a cabo el experimento.

3. Tipos de formatos de preguntas hipotéticas utilizados en el MVC

De acuerdo a Mendieta (2000), las preguntas hipotéticas más utilizadas en el


método de valoración contingente tienen el objetivo de averiguar el valor que
asignan las personas a un cambio específico en un atributo ambiental o la máxima
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disponibilidad que pueden tener las personas para acceder al bien. Las
respuestas, si en realidad son verdaderas, representan expresiones directas del
valor y por lo tanto deben ser interpretadas como una medida del excedente del
consumidor.

Las preguntas por lo general se hacen a la persona buscando que ésta revele una
cantidad acerca de lo que está dispuesto a pagar por una mejora ambiental o por
evitar un empeoramiento; en otras ocasiones se valorará la cantidad exigida como
compensación por un daño o para renunciar a una mejora ambiental.

Si en la encuesta se utilizan preguntas de disponibilidad a pagar (DAP), cada uno


de los entrevistados es preguntado de una manera u otra sobre su máxima DAP
por una mejora ambiental (excedente de compensación) o para evitar una perdida
(excedente equivalente). Alternativamente, un estudio de este tipo también puede
determinar la máxima compensación que aceptarían los individuos por no
rechazar una pérdida (excedente de compensación) o por privarse de una
ganancia (excedente equivalente).

A continuación se describen los tipos de preguntas hipotéticas utilizadas en la


valoración contingente.

 Formato binario/de pregunta cerrada o dicotómica/preguntas de


referéndum

El formato dicotómico consiste en preguntar al entrevistado si estaría dispuesto a


pagar una determinada cantidad de dinero, siendo la respuesta: SÍ o NO
(Sarmiento, 2003).

Mediante el uso del formato binario o dicotómico, se plantea la pregunta no de


forma abierta, sino binaria “¿pagaría usted tanto por…? ¿SÍ o NO?” (Lomas et al.,
2010).

Dentro de las preguntas que se les pueden hacer a los individuos para conocer
sus preferencias, se encuentra la pregunta del modelo/formato referéndum. Se
denominan preguntas de referéndum debido a su analogía con los procedimientos
de entrevistas utilizados en estudios de votación electoral. En ésta pregunta se
espera una respuesta SÍ/NO por parte del entrevistado (Mendieta, 2000).

Mediante el uso de este tipo de formato se le pregunta a la persona entrevistada


¿Estaría usted dispuesto a pagar $X cantidad de dinero por ........?. SÍ o NO.
Cada una de las respuestas individuales revela solamente un límite superior (para
un NO) o un límite inferior (para un SI) de la medida de bienestar.

Este tipo de formato de elección discreta puede ser utilizado para estimar
funciones de disponibilidad a pagar o funciones de utilidad indirecta para datos
provenientes de respuestas y características de los entrevistados.

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Para aplicar este tipo de formato se selecciona una muestra representativa de la
población, se subdivide en grupos igualmente representativos y se les hace la
pregunta mencionada a cada uno de ellos con una cantidad diferente.

De las preguntas obtenidas se puede extraer mediante una “transformación logit”


la decisión de comprar ese bien o no, al igual como lo hace en un mercado cuando
decide entre comprar o no un bien. Este formato tiene la ventaja de que no genera
ningún incentivo para no responder honestamente y es ideal para entrevistas
telefónicas. Como problemas tiene que se necesita un tamaño muestral mayor
significativo, necesidad de escoger correctamente los precios sometidos a
consideración y se requiere una especificación previa de la estructura de las
funciones de demanda para poder llevar a cabo correctamente la estimación
correspondiente.

Según Cristeche y Penn (2005), este enfoque goza de una creciente aceptación.
Consiste en preguntar directamente a las personas si están dispuestas a pagar un
determinado monto o no. El procedimiento es simple: se debe tomar una muestra
representativa de la población, la misma debe dividirse en subgrupos igualmente
representativos a los que se les pregunte por montos distintos. A partir de las
respuestas obtenidas se puede estimar a través de una transformación logit la
curva de demanda implícita de la población. Frecuentemente, se arguye a favor de
esta variante dado que formula una situación similar a la que se presenta en los
mercados cotidianamente, donde las personas se enfrentan a un precio al que
deciden comprar o no. Una de las mayores virtudes/ventajas de este enfoque es
que no conduciría a dar una respuesta deshonesta.

Empero, el formato binario presenta algunos problemas. En primer lugar, el


tamaño muestral requerido es generalmente mayor al del formato no binario, lo
que indefectiblemente lo hace más costoso. Luego, está la dificultad de escoger
los precios que serán puestos a consideración dado que un precio demasiado bajo
arrojará un desmesurado porcentaje de respuestas afirmativas, y viceversa. Por
último, esta variante requiere una especificación previa de la forma funcional de la
curva de demanda a estimar, para poder llevar a cabo las siguientes etapas del
método, siendo los resultados obtenidos vulnerables a los posibles errores
cometidos en dicha especificación.

A su vez, la elección de la gama de valores que serán incluidos en el estudio


surge del trabajo con “grupos focales” o “grupos de control”, donde se plantea una
discusión abierta para fijar los valores inferiores y superiores del rango.

Azqueta (1994) plantea la posibilidad de que luego de obtener una respuesta, se


repregunte la disposición a pagar del encuestado pero incorporando nueva
información brindada por el encuestador. El objeto de esta iteración consiste en
hacer reflexionar cuidadosamente a aquél que responde, forzándole a volver sobre
la misma. Sin embargo, muchos autores expresan rechazo por esta variante
debido a que se puede estar fomentando respuestas deshonestas.

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Finalmente, Azqueta (1994) enfatiza que no vale la pena obtener una respuesta
sin importar cómo. Lo importante es contar con una respuesta que sea informada
y honesta. Esta tarea no es para nada simple, existen múltiples obstáculos que
impiden obtener respuestas que reúnan dichas características.

Según Haneman (1984), citado en Ministerio del Ambiente de la República del


Perú (2015); la estructura del modelo de disponibilidad a pagar tipo dcotómico
supone que un individuo representativo posee una función de utilidad (U). La cual,
depende del estado del bien o servicio ecosistémico (a), ingreso (m), y de las
características socioeconómicas de los beneficiarios (α)

Se plantea una función de utilidad inicial que presenta el estado original del bien o
servicio ecosistémico y una función de utilidad final que representa el escenario
hipotético. La representación a = 0 sería el bien o servicio ecosistémico en su
estado actual y a = 1 sería la situación final.

Si los beneficiarios quieren acceder a los beneficios de la mejora en la calidad o


cantidad del bien o servicio ecosistémico planteado en el escenario hipotético
deberán realizar un aporte económico, denominado (D). La función de utilidad U
(a, m, α) para cada una de estas situaciones (con y sin escenario propuesto)
tendrá un componente determinístico vi (a, m, α) cuya estimación se hace a partir
de una encuesta a los usuarios y de un componente estocástico no observable ε i.
La función de utilidad del usuario representativo se expresa como:

 Ordenamiento contingente (ranking contingent)

Mediante el método de ordenación contingente, se presenta a la persona


entrevistada una colección de alternativas y se le pide que las ordene de más a
menos preferida (Lomas et al., 2010).

A los entrevistados se les ofrece un conjunto de alternativas hipotéticas, cada una


describiendo una situación diferente con respecto a algún atributo ambiental y
otras características que se presumen son argumentos en la función de
preferencias de los entrevistados. Los entrevistados ordenan las alternativas
según sus preferencias. Este ranking puede ser analizado para determinar la tasa
marginal de sustitución entre cualquier característica y el nivel del atributo
ambiental. Si una de las otras características tiene un precio monetario, es posible
estimar la disponibilidad a pagar de los entrevistados por el bien sobre la base del
ordenamiento de las alternativas (Mendieta, 2000).

 Formato de actividades de contingencia (activity contingent)

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Los individuos son interrogados sobre cómo debería cambiar el nivel de alguna
actividad en respuesta a un cambio en un atributo ambiental. Por ejemplo, ¿sí los
niveles de contaminación en el agua de una playa se redujeran, producto de un
plan de descontaminación, en qué número incrementarían sus viajes por
temporada? (Mendieta, 2000).

 Formato abierto (pregunta abierta)

Al usar la pregunta de formato abierto, se pregunta al entrevistado acerca de lo


que estaría dispuesto a pagar por ciertos servicios ambientales, con lo que la
respuesta puede ser hecho con absoluta libertad (Sarmiento, 2003).

En este caso el entrevistador sólo espera una respuesta a la pregunta formulada


“¿cuánto pagaría por…?” (Lomas et al., 2010).

La pregunta abierta consiste en preguntar al individuo directamente cuánto está


dispuesto a pagar por un determinado cambio en el bien ambiental. Entre los
principales problemas que presenta este formato está el que se conoce como
sesgo estratégico. Además, se ha criticado que no es fácil para un entrevistado
pensar en un número sin ningún antecedente o precio de referencia (Osorio y
Correa, 2004).

Con el uso de este tipo de formato, se pregunta a las personas cuanto estarían
dispuestos a pagar. El problema principal de este enfoque es que se confronta a
las personas con un problema poco familiar para ellos. Situación muy diferente a
la enfrentada por las personas en mercados reales donde los individuos realizan
sus elecciones entre bienes con base en un listado de precios. Donde raramente
son preguntados por un ofrecimiento de un valor por un bien, ya que estos tienen
la libertad de aceptar o rechazar el precio del bien que se les ofrece en el mercado
según su conveniencia. Una consecuencia negativa de utilizar este instrumento de
estudio es una alta tasa de personas que responden negativamente (NO) a la
pregunta de valoración o también a menudo se pueden presentar altos
porcentajes de valores muy altos o muy bajos, totalmente incoherentes con el
verdadero valor del bien (Mendieta, 2000).

Al usar el formato abierto, el entrevistador espera la respuesta a la pregunta que


formula. Esto trae como desventaja en que siempre se tiene un número alto de
preguntas sin responder (no respuestas), por lo general atribuidas al poco
conocimiento del entrevistado acerca de lo que podría ser una cifra razonable.

En este caso, se pregunta directamente al encuestado por su máxima disposición


a pagar o su mínima compensación exigida. A la hora de contestar, únicamente se
brinda información acerca del cambio ambiental en consideración y la forma de
pago, sin incluirse ningún otro tipo de información adicional. El objetivo de la
pregunta abierta es no ejercer ningún tipo de influencia sobre el encuestado al no
establecer ninguna oferta inicial. No obstante, se señala que en muchos casos los
encuestados poseen un desconocimiento importante de lo que podría llegar a ser
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una cifra razonable, sobre todo, cuando nunca antes las personas se habían
planteado una cuestión de esa índole. Ante una situación como ésta, es muy
común que se presente una elevada proporción de encuestados que se abstengan
de responder. A su vez, este tipo de preguntas también da lugar al
comportamiento estratégico por parte del encuestado. Por consiguiente, las
estimaciones resultantes de esta variante no son del todo confiables (O´Doherty,
2001; citado en Cristeche y Penn, 2005).

Bajo este formato se hace una pregunta directamente al entrevistado sobre cuánto
estaría dispuesto a pagar por el disfrute de determinado bien o servicio
ecosistémico ofrecido en la situación hipotética. Por ejemplo:

¿Está usted dispuesto a pagar X$ por acceder a los beneficios


de_________________________________________? SI ( ) NO ( )

Este formato también se utiliza en una encuesta piloto con el propósito de verificar
el funcionamiento general de la encuesta, determinar los límites inferior y superior
del vector de pago y seleccionar la distribución de la DAP (Ministerio del Ambiente
de la República del Perú, 2015).

 Formato de oferta iterativa o subasta (bidding games)

Los primeros estudios de valoración contingente utilizaron una técnica iterativa


llamada juego de postura/juego de apuesta (bidding game). Esta técnica consiste
fundamentalmente en preguntar al individuo si estaría dispuesto a pagar una
determinada cantidad de dinero $X por .......... Si la respuesta resulta afirmativa, la
pregunta se repite con una cantidad mayor, hasta que el individuo responda
negativamente. El mayor precio producto de una respuesta afirmativa es
interpretado como la máxima DAP. Si la respuesta original es negativa, el
procedimiento iterativo es ensayado con un precio menor hasta obtener una
respuesta afirmativa (Mendieta, 2000).

La principal debilidad/limitante de esta forma de averiguar el valor que asignan las


personas a un bien ambiental es que el punto de partida siempre influye en los
resultados finales del valor revelado por las personas. Cuando los investigadores
dividen sus muestras y estiman los efectos de diferentes puntos iniciales para el
juego de postura, a menudo comprueban que el punto de partida influye en los
resultados. Esto por lo general es llamado sesgo del punto de partida.

Al usar el formato subasta el entrevistador ofrece una cifra y pregunta al


entrevistado si estaría dispuesto a pagar esa cifra o no; si la respuesta es positiva
la cifra inicial se eleva hasta un máximo, si es negativa se reduce hasta lo mínimo
que acceda a pagar el entrevistado (Azqueta y Pérez, 2016; citado en Sarmiento,
2003).

Mediante el uso de este tipo de formato, el entrevistador adelanta una cifra acerca
de la disponibilidad a pagar del entrevistado, o si estaría dispuesto a pagar más
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por el ofrecimiento. Si la cifra es positiva, esta se eleva en una cantidad
predeterminada y si es negativa se reduce hasta que el entrevistado plante su
postura en una cifra.

A partir de la pregunta inicial el entrevistador puede entrar en un juego iterativo


con el entrevistado preguntándole por ejemplo “y si cambiamos.....entonces
¿cambiaría usted su respuesta inicial?, esto crea una ventaja de que el
entrevistado puede reflexionar con más cuidado acerca de la respuesta que está
dando, el inconveniente es que invita a dar respuestas más estratégicas que
honestas.
Mediante el uso del formato subasta, el entrevistador adelanta una cifra y pregunta
al entrevistado si estaría dispuesto a pagar esa cifra o no. Si la respuesta es
positiva, la cifra original se eleva una cantidad predeterminada, y si es negativa, se
reduce, hasta que el entrevistado finalmente se queda con una cantidad (Lomas et
al., 2010).

El sistema de subasta consiste en preguntar si el entrevistado está dispuesto a


pagar una determinada cantidad, y en función de su respuesta se va aumentando
o disminuyendo el valor. La principal ventaja de este método está en el hecho de
que el encuestado sólo debe responder SÍ o NO y que es más probable que se
obtenga el verdadero excedente, dadas sus características de subasta. Su
principal problema es que puede llegar a involucrar el sesgo de punto de partida
(Osorio y Correa, 2004).

Este tipo de formato es solamente válido para las encuestas personales y


telefónicas. Consiste en preguntar al encuestado si estaría dispuesto a pagar por
una mejora ambiental a partir de un determinado monto. En caso de que la
respuesta sea positiva, se repregunta por una cifra superior a la anterior y así
sucesivamente hasta obtener una respuesta negativa. En caso de obtener una
respuesta negativa frente al primer monto de referencia, se repreguntará por una
magnitud inferior y así sucesivamente hasta obtener una respuesta positiva. Esta
modalidad de realizar preguntas sucesivas hasta alcanzar un valor es muy similar
a la de una subasta, de ahí su nombre. Se ha demostrado que los resultados
obtenidos a partir de esta variante pueden presentar un sesgo asociado con el
monto de referencia utilizado (Cristeche y Penn, 2005).

El uso del formato interactivo consiste en


preguntar al encuestado sobre su aceptación o
rechazo a la DAP frente al cambio de la cantidad
o calidad del bien o servicio ecosistémico
ofrecido en la situación hipotética. Según sea la
respuesta, se ofrece un nuevo valor al
entrevistado. El proceso continúa hasta que el
entrevistado pare o acepte la oferta. La DAP
obtenida será la de la última respuesta (Ministerio del Ambiente de la República
del Perú, 2015).

13
 Cartillas/tarjeta de pago (formato múltiple)

Con el uso del formato múltiple se presenta al entrevistado una serie de valores de
los cuales el entrevistado puede escoger uno (Sarmiento, 2003).

Mediante el uso del formato de tarjeta de pago se le presenta en forma escrita a


los entrevistados un listado de valores. Como referencia, se suele preguntar
cuánto pagan actualmente por otros bienes públicos. Este formato soluciona en
parte el sesgo del punto de partida y presenta una mayor facilidad de respuesta
que la pregunta abierta (Osorio y Correa, 2004).

Este formato consiste en presentarle al entrevistado un cuadro/cartilla en el que se


le ofrecen varias alternativas de cifras a pagar, ordenadas de mayor a menor, de
las que éste selecciona una (Mendieta, 2000).

Es una variación del formato abierto en el cual se presenta a los entrevistados una
cartilla con un rango de alternativas de valores de pago donde se pregunta por el
mayor de los valores expresados en la cartilla dejando que el entrevistado
establezca su propio valor si este no lo encuentra en la cartilla. Mitchell y Carson
(1989) y otros autores han experimentado con las cartillas de pago que indican la
cantidad de respuestas de pago en forma de impuestos por programas públicos o
políticos de protección, salud y defensa nacional. Existe evidencia de que este tipo
de cartillas provee información sobre lo que se está pagando por otros bienes
públicos reduciendo así la varianza en las respuestas de los individuos. Esto es
bueno, pero se corre con el riesgo de introducir otros tipos de sesgo.

Este formato intenta brindar una solución al sesgo que presenta el formato de
subasta, mostrándole al encuestado una serie de valores que ha gastado la gente
en bienes y servicios públicos y se les pregunta cuánto están dispuestos a pagar
por el bien o servicio ambiental en cuestión. En general, las cifras se ordenan de
mayor a menor, y se le pide al encuestado que seleccione una. En otros casos, los
extremos superior e inferior están subrayados como una ayuda adicional. No
obstante, este método puede generar sesgos producto de: el rango de cifras
presentadas, los valores más altos y más bajos de cada tarjeta, la media de los
valores presentados en cada tarjeta y el ordenamiento de las mismas. Kahneman
(1986) considera que las tarjetas de pago no constituyen un buen sustituto del
formato de pregunta abierta por estas razones (Cristeche y Penn, 2005).

Formato tómelo o déjelo

La modalidad “tómelo o déjelo” consiste en preguntar si estaría dispuesto a pagar


$X, a lo cual la respuesta del entrevistado debe ser SÍ o NO. La principal ventaja
de este formato es que facilita la respuesta al entrevistado, ya que éste debe dar
un tipo de respuesta a la que está acostumbrado cuando realiza una compra, por
ejemplo, pues sólo puede decidir si compra o no el producto al precio que se
ofrece. Si se vuelve a hacer esta pregunta pero ahora con un X mayor o menor,
dependiendo de la respuesta anterior, se está realizando una pregunta de
14
seguimiento. Esta modificación fue diseñada para disminuir ineficiencia del
formato original (Osorio y Correa, 2004).

4. Problemas que pueden presentarse al utilizar los tipos de formatos


de preguntas hipotéticas para aplicar el MVC

De acuerdo a Mendieta (2000) y Cristeche y Penn (2005); destacan que los


principales problemas que pueden presentarse al utilizar los tipos de formatos de
preguntas hipotéticas utilizados en el MVC, son los siguientes:

15
La información de partida/previa

El primer requisito para que la valoración contingente tenga éxitos es que la


persona entrevistada esté debidamente informada del alcance de las
modificaciones que se le plantean. De esto surge la pregunta ¿Que podría
considerarse como un nivel de información aceptable?, esto debe depender del
comportamiento de referencia que esté siendo evaluado por la valoración
contingente. Acá se puede afirmar que sobre este tema aún no existe un común
acuerdo. Para evitar el problema de que la persona entrevistada no esté
plenamente consciente de la existencia del cambio o que carezca de información
precisa sobre su importancia, algunos autores recomiendan que las preguntas
deben estar claramente formuladas y contener la información necesaria para que
la persona pueda dar una respuesta consistente y coherente (Mendieta, 2000).

Freeman (1993) al respecto destaca los siguientes aspectos:

 El cuestionario debe contener una descripción clara y precisa del bien objeto del
estudio o del bien que se pretende valorar, así como de las modificaciones
contempladas y de lo que éstas suponen.

 La persona entrevistada debe estar familiarizada con el bien, y/o el problema en


cuestión. El cambio propuesto debe encontrarse, en la medida de lo posible, en
un rango que resulte familiar para el interesado.

 El cuestionario debe estar planteado de forma consistente con el marco teórico


utilizado para la definición de los valores de uso, de no uso, etc.

En este sentido, muchos autores coinciden en que el método de valoración


contingente debe intentar garantizar las mismas condiciones de fiabilidad que
ofrece el mercado en cuanto a la manifestación de las preferencias de las
personas. Siguiendo esta línea, se arguye que las decisiones de compra que se
realizan en el mercado contemplan procesos de búsqueda, de asesoramiento y de
selección previos, demostrando la necesidad de contar con una importante
dotación de información previa al momento de la transacción. No obstante,
pretender que se cumplan los requisitos anteriores no deja de denotar cierto
carácter irreal, circunscribiendo la aplicación del método de valoración contingente
a aquellos bienes que se encuentran muy próximos a transacciones de mercado
(bonos de carbono, por ejemplo), dejando de lado la gran mayoría de los
problemas ambientales que nos afectan en estos tiempos (contaminación del agua
y del aire, degradación de suelos, etc) (Cristeche y Penn, 2005).

No obstante, otros autores como Mitchell y Carson (1989) sostienen que el modelo
de referencia del método de valoración contingente no debe ser el comportamiento
de la persona en el mercado. Por el contrario, se considera que las cuestiones
ambientales no son concebidas por la gente en términos estrictamente
individualistas, sino que se pone en consideración a la sociedad en su conjunto.
Por consiguiente, el método de valoración contingente debería tomar como
16
referencia al modelo de participación política de las personas como ciudadanas en
lugar de las reglas de comportamiento del consumidor en el mercado.
Consecuentemente, lo anteriormente mencionado no tendría tanta validez y sería
necesario reunir información similar a la que se precisa en los ámbitos de
participación política.

Por su parte, el hecho de que una mayor provisión de información acerca de los
conflictos ambientales bajo estudio genere valores más elevados y consistentes
de disposición a pagar, sirve de sustento para el fomento de campañas de
educación pública en temas concernientes al ambiente. La persuasión moral como
un instrumento legítimo de política podría ser visto como un reflejo del incremento
en el valor del ambiente de acuerdo a la mayor conciencia y entendimiento de la
problemática ambiental que se viene registrando en los últimos años (O´Doherty,
2001; citado en Cristeche y Penn, 2005).

El rol del tiempo en la formulación de la encuesta

El tiempo es un factor que afecta sensiblemente al MVC desde distintos puntos de


vista. En primer lugar, el tiempo que transcurre entre la manifestación del evento
en cuestión y la encuesta puede repercutir en la percepción que el individuo tenga
del problema, y por ende, en la valoración que realice del mismo. Por otra parte, el
tiempo que se le otorga al encuestado para responder puede repercutir en la
respuesta que éste dé (Cristeche y Penn, 2005).

Con referencia al primer punto, en muchos estudios, luego de transcurrido un


tiempo considerable de la aplicación del método de valoración contingente que
asegure que la persona no recuerda la valoración concedida en una primera
instancia, se les vuelve a preguntar a los encuestados para comparar con las
respuestas dadas en un principio, y de esta manera, contrastar la validez de las
respuestas obtenidas o las reacciones frente a posibles cambios que se hayan
producido en ese lapso de tiempo.

Por su parte, varios estudios confirman que a mayor tiempo para responder,
menor es la valoración atribuida al bien o servicio ambiental en cuestión. Este
fenómeno se explicaría por el hecho de que al contar con más tiempo para
responder, el encuestado puede dedicarse a reflexionar, consultar a allegados,
realizar cálculos, etc. Asimismo, el contar con más tiempo para responder puede
terminar fomentado conductas estratégicas.

Según Mendieta (2002), el tiempo juega un papel esencial en todo proceso de


revelación de información a través de las técnicas de entrevista, al respecto se
pueden presentar los siguientes problemas:

 Tiempo para responder

Esto lo explicaremos con un ejemplo. Se realizó un experimento en algunas


poblaciones de Nigeria en las que se trataba de encontrar la disponibilidad a pagar
17
para tener acceso al agua potable (mediante fuentes públicas o mediante acceso
directo a los hogares).

Para ello se seleccionaron dos grupos de personas igualmente representativas; al


primer grupo se le aplicaba el mecanismo tradicional (el entrevistador esperaba a
que se le diera la respuesta); y al segundo, se le dejaba un día entero para
meditar (el entrevistador volvía al día siguiente).

El resultado fue que la disposición a pagar era invariablemente mucho menor en el


grupo que había tenido un día entero para pensarlo, que había consultado a los
cónyuges, con los vecinos, que había hecho cuentas, etc. Por lo tanto este factor
debe ser tomado en cuenta en la consistencia de las respuestas.

 Consistencia en el tiempo

Algunos autores, para intentar contrastar la solidez de las respuestas obtenidas en


un primer experimento, lo repiten.

Transcurrido el tiempo suficiente como para que el entrevistado no se acuerde de


las respuestas que dio en el primer experimento, se realiza nuevamente el
experimento, luego se comparan las cantidades reveladas en cada caso y se
comprueba la solidez de las respuestas. Así mismo, se puede controlar la
influencia de algunas circunstancias que cambian con el paso del tiempo y que
pueden cambiar dramáticamente los resultados.

Aznar y Estruch (2015), puntualizan que normalmente cuando se entrevista a la


misma persona en momentos distintos, las respuestas pueden ser también
distintas.

Las respuestas negativas

En las respuestas que brindan los entrevistados, existe un gran porcentaje de


respuestas negativas que se consideran como respuestas protesta. Esto se debe
a que hay muchos entrevistados que consideran inadecuada la valoración de
activos ambientales y se niegan a contestar este tipo de encuestas (Aznar y
Estruch, 2015).

Cristeche y Penn (2005), destacan que otra consideración especial merecen las
no respuestas, es decir, las ocasiones en que los encuestados se niegan a
responder o responden con un nada. Ante este hecho, puede llegar a interpretarse
que la valoración que se está haciendo del bien ambiental en cuestión es nula. Sin
embargo, puede que no sea así, y que la persona esté rechazando el
planteamiento que se le hace cuestionando la moralidad del mismo, o porque
rechace algunos de los extremos propuestos (cuando se piensa, por ejemplo, que
los espacios naturales pertenecen a la comunidad y que no debería ponerse
ninguna traba a su disfrute) (Azqueta, 1994). Esto no significa que la persona no
valore el cambio, sino que no está de acuerdo con el planteamiento y su respuesta
18
negativa es más bien una expresión de protesta. Por consiguiente, ante este tipo
de casos es fundamental conocer la razón por la que se da esta respuesta y de
esta manera evitar errores de interpretación de los resultados.

De acuerdo a Mendieta (2000), cuando uno realiza una pregunta sobre la


disponibilidad a pagar y le contestan negativamente, lo primero que uno piensa es
que la persona no está valorando el cambio y que por lo tanto no está dispuesta a
pagar por el mismo. En muchos de estos casos no es así, por ejemplo la persona
puede decir que “no” en su respuesta porque no está de acuerdo con el
planteamiento del proyecto, porque a su juicio ese cambio no se debe dar (p.e.:
cuando se quiere dar una compensación por explotar un bosque virgen), o
simplemente porque él pueda considerar que el que debe pagar por el cambio es
el gobierno y no él como ciudadano/a.

Es fundamental, por tanto, al tener una respuesta de esta naturaleza, intentar


descubrir su causa, presentando para ello un abanico de posibilidades que
permitan conocer el motivo de la respuesta. Dado esto, se separan las respuestas
de las personas que dicen “no” porque no valoran el cambio y los que dicen “no”
porque no están de acuerdo con el planteamiento, los cuales distorsionarían la
disposición a pagar del grupo si sus respuestas no son eliminadas.

Sesgos

Carson (1999), citado en Cristeche y Penn (2005), plantea que los datos de
encuesta son generalmente poco precisos a la hora de estimar el valor de una
variable continua (p.e.: ingreso o horas trabajadas), lo mismo sucede en el caso
de la información relevada por encuestas del método de valoración contingente.
Es necesario contar con un tamaño de muestra que se ubique en un rango entre
varios cientos y mil observaciones para obtener un nivel de fiabilidad razonable en
términos de intervalo de confianza. Todos los miembros de la población bajo
estudio deben tener una probabilidad de ser incluidos en la muestra conocida y
mayor a cero. Si las probabilidades de inclusión en la muestra son distintas, se
debe establecer un criterio de ponderación adecuado.

Con relación a la unidad de análisis, el hogar es generalmente más apropiado en


los casos en que el instrumento de pago constituye un impuesto, mientras que en
el caso de los pagos que toman la forma de aranceles de entrada (por ejemplo a
áreas naturales protegidas) el individuo sería el más adecuado (Carson, 1999;
citado en Cristeche y Penn, 2005).

Asimismo, debe distinguirse entre la propuesta de realizar el pago una sola vez o
que el pago se instrumente de manera continua. Un pago de una sola vez,
promueve respuestas más conservadoras dado que no permite la posibilidad de
extender los pagos en el tiempo. Un único pago constituye una alternativa
conveniente cuando la provisión de la mejora ambiental representa un evento
puntual. Por el contrario, este no sería el caso de la contaminación del aire a

19
escala local, para la cual deberían propiciarse acciones continuas (Carson, 1999;
citado en Cristeche y Penn, 2005).
En muchos casos, el punto de referencia que se tome en el formato de oferta
iterativa o subasta puede generar sesgos en la respuesta. La persona puede
tender a brindar una cifra cercana al punto de partida para acortar el tiempo de la
encuesta o por considerar que el que diseña la encuesta tiene un conocimiento
más acabado del tema y por ende la cifra que sugiere en una primera instancia le
resulta acertada. La evidencia sugiere que los sesgos por esta causa no son para
nada desdeñables. El formato de pregunta cerrada se encuentra por definición
libre de este sesgo, si se han elegido de manera correcta las cifras propuestas.

Una manera de corroborar la posible existencia de este sesgo consiste en hacer


un experimento previo al estudio, dividiendo al grupo focal en diversos subgrupos
y proponiendo puntos de partida distintos a cada uno de ellos. Si las respuestas
obtenidas difieren en cada subgrupo, entonces se puede inferir que existe el
riesgo de sesgo, y por consiguiente, es preferible optar por algún otro formato.

Otra posibilidad es que se produzca un sesgo a causa del instrumento de pago


propuesto. Al preguntar por la disposición a pagar de una potencial mejora
ambiental se puede proponer como alternativa: un incremento en los impuestos, el
cobro de entrada (por ejemplo, en el caso de las reservas naturales), un
incremento en la tarifa de algún servicio público (por ejemplo, el agua corriente),
etc. Hay evidencia que indica que las personas no serían indiferentes al
instrumento de pago propuesto considerando a alguno de ellos como poco
razonables y/o realistas. Para identificar la posible existencia de este sesgo se
puede operar como en el caso anterior dividiendo a un grupo piloto en subgrupos
a los que se les presentan distintos instrumentos de pago, en caso de contar con
respuestas muy disímiles el riesgo de sesgo sería importante. No obstante, varios
autores (Arrow, 1986; Kahneman, 1986; Randall, 1986; Mitchell y Carson, 1989)
no considerarían a esto como un sesgo dado que, normalmente, las personas al
comprar en el mercado pueden hacerlo empleando distintos instrumentos de pago
y expresan sus preferencias por los mismos, así como lo hacen por la cantidad, la
calidad y el precio del bien.

Otro posible sesgo se daría como consecuencia de insuficiencia de información, lo


que es más conocido como assurance problem [ Este punto fue estudiado por Vickrey
(One Economist’s View of Philanthropy, in F. G. Dickinson (ed.), Philanthropy and Public Policy.
New York: National Bureau of Economic Research, 1962), para explicar como en los casos en los
que están involucrados bienes públicos, las personas se ven impedidas de manifestar sus
preferencias como miembro de un grupo (preferencias altruistas) llevándolos a actuar de manera
individualista. Este fenómeno es conocido como el assurance problem y se puede explicar,
suponiendo un caso en el que, en un primer momento, para producir una mejora ambiental la
persona debería realizar una inversión por el mismo monto que estaría dispuesta a pagar para
obtener esa mejora. En un principio, se puede pensar que esa persona no presentaría objeciones
en realizar tal inversión. Sin embargo, él es consciente de que para obtener esa mejora la totalidad
de la gente debe realizar la misma inversión, y no se tiene seguridad de que todos deseen lo
mismo, y por ende, de que actúen en el mismo sentido. El sistema de mercado no garantiza de
ninguna manera que el conjunto de la sociedad actúe de la misma manera. Por tal razón, es muy
probable que en estas condiciones la persona termine no realizando la inversión necesaria para

20
alcanzar la mejora ambiental deseada. A pesar de contar con preferencias altruistas, la persona
termina conduciéndose de manera individualista (Sen, 1967) ]. En muchos casos, la persona
puede manifestar una disposición a pagar inferior si no tiene seguridad de que el
monto expresado por él y los demás encuestados sea destinado a obras que
promuevan mejoras en la calidad del ambiente. Este sesgo se daría con bastante
frecuencia. Para evitar este sesgo, en la práctica se lleva a cabo un proceso
iterativo a través del cual se le informa al encuestado si con la magnitud
respondida y la de los demás, las obras de mejora se llevarían a cabo,
permitiéndole cambiarla en caso negativo. Asimismo, este procedimiento iterativo
es considerado el más efectivo para obtener la mayor disposición a pagar posible.

En el caso de hacerse encuestas personales, la persona encuestada puede verse


forzada a expresar una disposición a pagar alta dado que tal hecho puede
considerarse como una actitud socialmente aceptada. De lo contrario, la persona
puede temer ser vista como poco solidaria o comprometida con el problema. Más
aún, el sesgo puede verse incrementado cuando el encuestador ante una
respuesta afirmativa pregunta por una magnitud superior, y así sucesivamente.
Este sesgo sería poco significativo en las encuestas realizadas por correo
(siempre que exista la posibilidad de abstenerse de contestar) y en las realizadas
por teléfono dado que de esta forma puede mantenerse un mayor nivel de
anonimato.

En el caso en que se realice una valoración de diversos bienes o servicios


ambientales en una misma encuesta, es de esperarse que se le asigne una
valoración mayor a los primeros que a los últimos. Esto se debe, en la mayoría de
los casos, a que el encuestado no es informado acerca de la valoración múltiple
que deberá realizar, por lo que a medida que la encuesta avanza el mismo va
gastando gradualmente su renta hasta hacerlo por completo. Por lo tanto, es
preciso dar aviso al encuestado de que las cuestiones ambientales en
consideración son múltiples para, posteriormente, vincular las preguntas sucesivas
a partir de la cifra anteriormente revelada.

Con referencia a la población o universo de estudio, es importante determinar


cuáles son los usuarios directos del servicio ambiental estudiado que responderán
por su valor de uso. Asimismo, dado que el MVC también permite contabilizar los
valores de no uso, en muchos casos puede resultar necesario ampliar la muestra
para incorporar a algunos grupos que solamente puedan atribuirle valor de
existencia al bien o servicio ambiental. En consecuencia, la determinación de la
población a partir de la que se inferirán los resultados es primordial.

5. Tipos de sesgos que se pueden presentar en las respuestas de las


preguntas hipotéticas de los tipos de formatos de encuesta
utilizados en el MVC

En la aplicación de un estudio de valoración contingente se deben considerar una


serie de sesgos que pueden surgir en la aplicación de los instrumentos o en el
diseño del estudio. Afortunadamente, existen soluciones para casi todos los

21
problemas que se puedan presentar. Sin embargo, es importante destacar que si
estos conflictos no son resueltos, la información obtenida puede presentar graves
problemas (Osorio y Correa, 2004).

Los principales problemas del método de valoración contingente derivan


básicamente de la posibilidad de que la respuesta ofrecida por el entrevistado no
refleje la verdadera valoración que le confiere al recurso analizado (Lomas et al.,
2010).

Mendieta (2001), citado en Pérez (2016); considera que el principal aspecto que
se debe tener en cuenta en la valoración contingente tiene que ver con la validez y
el realismo de los datos, porque existe el riesgo de que las preguntas formuladas
lleven a ciertos ruidos que a la postre inhabiliten los datos para hacer inferencia.
Hay dos problemas fundamentales identificados con las preguntas hipotéticas: el
primero consiste en que los entrevistados están incentivados para comportarse
estratégicamente, con el consiguiente sesgo en las repuestas, lo que influenciaría
las políticas públicas, y, el segundo es la ausencia de un incentivo en los
encuestados para dar respuestas seguras cuando están siendo preguntados
acerca de situaciones totalmente hipotéticas.

La principal crítica al método de valoración contingente son los posibles sesgos


que pueden surgir a raíz de la elaboración del cuestionario, en particular, el
carácter hipotético del mercado, la posible postura free rider (jinete libre) de los
encuestados y los sesgos relacionados con el diseño del mercado (Pérez, 2016).

Según Mendieta (2000), los sesgos se pueden dividir en dos grandes grupos:

Sesgos instrumentales

Tienen un carácter puramente operativo o instrumental. Corresponde a todos


aquellos sesgos que tienen que ver con el diseño y aplicación del instrumento
(encuesta). Los sesgos instrumentales tradicionalmente considerados son los
siguientes: sesgo de punto de partida, sesgo respecto al vehículo de pago, sesgo
de información, sesgo del entrevistador y sesgo del orden o de incrustación
(embedding).

Sesgos no instrumentales

Son ajenos al diseño del cuestionario. Son de naturaleza más compleja y de difícil
solución. Entre los sesgos no instrumentales se encuentran el sesgo de
hipótesis/hipotético dada la naturaleza del escenario planteado y el sesgo de
estrategia/estratégico relacionado con el posible comportamiento de free rider por
parte del individuo.

A continuación se describen brevemente los sesgos instrumentales:

 Sesgo de punto de partida/punto de inicio


22
Se refiere a que el encuestador empieza el cuestionario con un precio inicial, el
encuestado que no está seguro de una respuesta apropiada y quiere complacer al
encuestador puede interpretar el precio inicial como una clave para la oferta
correcta (Ambrogi, 2017).

Este tipo de sesgo se da cuando se utilizan formatos de pregunta en los cuales al


entrevistado se le pregunta por un valor inicial y, si está dispuesto a pagarlo, se le
pregunta por una mayor, y así sucesivamente. El problema surge del hecho de
que el valor inicial puede ser determinante en la respuesta final obtenida. Una
solución a este problema es presentar una tarjeta donde se presenta un amplio
rango de valores escritos ordenados de distintas formas y distribuidos en forma
aleatoria entre la muestra. Por otra parte, el uso de preguntas dicotómicas elimina
completamente este problema (Osorio y Correa, 2004).

El sesgo de punto de partida se origina cuando el primer valor que se ofrece al


entrevistado como referencia condiciona enormemente los resultados, ya que
habitualmente el entrevistado no querrá alejarse mucho del mismo (Linares y
Romero, 2008). Este sesgo aparece cuando la cantidad primeramente sugerida en
el formato subasta condiciona la respuesta final (Lomas et al., 2010) y los
entrevistados tienden a ofrecer una DAP alrededor de la primera cantidad que el
entrevistador les sugiere (Franco, 2009).

Mendieta (2000), expone el siguiente ejemplo para explicar el sesgo de punto


partida: Supongamos que se quiere realizar una mejora en la calidad del aire, para
esto las autoridades están estudiando la posibilidad de implantar una norma de
restricción vehicular con tal de disminuir los índices de contaminación atmosférica.
Por esto, las autoridades quieren tener una idea de la valoración que le dan los
ciudadanos/as a la calidad del aire y para ello se apoyan en una encuesta que les
ayude a computar los beneficios que la medida va a reportar.

El cuestionario sugiere un valor de partida arbitrario para evitar el sesgo que trae
consigo el desconocimiento del valor del cambio en calidad del aire por parte del
entrevistado. A éste se le pregunta si está dispuesto o no a pagar una cierta
cantidad de dinero por una reducción de, por ejemplo, el 50% de la contaminación.
Después de esta respuesta se le pregunta al entrevistado si pagaría más o menos.
Entonces se cambia la pregunta, aumentando o disminuyendo a intervalos
predeterminados el monto hasta encontrar un “punto de quiebre” en las
preferencias del individuo.

El sesgo aparece pues la cantidad de partida sugerida condiciona, generalmente,


la respuesta final. La persona puede ofrecer una respuesta sobre la cantidad
cercana a la que se sugirió simplemente por acortar el tiempo de la entrevista o
porque se la sugiere el entrevistador, quien supuestamente debería estar más
enterado del problema y cuya respuesta sería la razonable.

23
Una forma de determinar la existencia del sesgo cuando se llevan a cabo los
ensayos previos a la elaboración de la encuesta definitiva, es subdividir el grupo
piloto en subgrupos y utilizar puntos de partida diferentes en cada uno. Si las
respuestas obtenidas difieren, el peligro de sesgo existe y lo mejor es que el
entrevistado elija la respuesta desde el principio. Es obvio que el formato binario
está libre de este sesgo, si previamente se han seleccionado las cantidades
correctas.

 Sesgo del vehículo/de la forma/medio de pago

De acuerdo a Sarmiento (2003), el vehículo de pago es el medio por el cual se


realizaría el desembolso de dinero por parte del individuo. El mismo puede ser por
ejemplo, el pago de una cifra de dinero anual, el valor de una entrada a un área en
particular, un incremento en los impuestos o en la factura de sus servicios, etc. La
elección del tipo o vehículo de pago que se emplee puede afectar el valor
resultante de la DAP o de la DAC, por lo tanto es necesario según Garrod and
Wills (1999) hacer una elección correcta del mismo tratando de que dicho error
sea mínimo empleando lo que Pearce y Turner (1996) denominan un sesgo
neutral.

El sesgo de vehículo de pago supone que la valoración que se obtiene de un bien


está relacionada a la manera de cómo se financie ésta (Sarmiento, 2003).

Según Mendieta (2000), todo escenario que incluya un mercado contingente debe
proponer un medio de pago atractivo para los entrevistados y sobre todo debe
hacerse con mucha claridad en la forma en que se colectará el valor establecido
por los individuos. Existe evidencia que la especificación del vehículo de pago
ejerce una influencia independiente de la postura, este problema se menciona en
la literatura como el sesgo causado por el vehículo de pago. Fischhoff y Furby
(1988), se refieren al problema de la influencia del vehículo de pago sobre la
postura como una consecuencia del contexto social de la transacción hipotética.
Estos autores mencionan que los investigadores a la hora de diseñar e interpretar
los estudios utilizados para la construcción de los mercados hipotéticos deben
tener mucho cuidado en como los individuos entienden e interpretan el bien
ambiental objeto de valoración. Así mismo, procurar que los individuos
entrevistados consideren el pago que se les está proponiendo y el contexto social
en el cual harán su elección.

Este tipo de sesgo se presenta cuando el medio de pago puede influir en la


respuesta final. Por ejemplo, en un proyecto sobre una mejora en la calidad de
agua, si se dice que los medios de pago serán por medio de un incremento en la
cuenta de agua, esto puede influenciar la respuesta final de si se está dispuesto o
no a pagar. Para detectar este sesgo el procedimiento a seguir es el siguiente: se
subdivide al grupo piloto en grupos homogéneos con distintos medios de pago, si
las respuestas difieren el sesgo existe y se hace necesario buscar un vehículo
neutral (Mendieta, 2000).

24
Se ha detectado que al fijar la forma de pago se puede influir en la DAP obtenida.
La solución a este problema es sugerir distintas formas de pago y dejar que el
entrevistado elija la forma más adecuada para él (Osorio y Correa, 2004), ya que
las personas no son indiferentes entre los distintos medios de pago, y el ofrecido
en el cuestionario puede condicionar la respuesta (Lomas et al., 2010).

25
 Sesgo de la información

En algunos estudios de valoración de recursos ambientales puede ser importante


entregar a la persona información respecto del efecto que tendrá su DAP sobre la
decisión derivada del estudio (Osorio y Correa, 2004). En función de la
información facilitada, y del signo de la misma, el entrevistado puede variar
enormemente su valoración (Linares y Romero, 2008).

Este tipo de sesgo se genera habitualmente por una carencia de información


relativa al activo ambiental o activos ambientales a valorar (Lomas et al., 2010).

Mendieta (2000), expone el siguiente ejemplo para explicar el sesgo de


información: Supongamos que en cierta localidad se quiere averiguar los
beneficios para la población de una mejora en la recolección y tratamiento de la
basura, partiendo de que la persona está informada sobre el cambio propuesto,
sus características y lo que representa para ellas. Sin embargo, puede ocurrir que
el individuo desconozca los efectos reales de su respuesta, en este caso es
posible que la situación se modifique (o sea dado su respuesta y la de los otros,
en términos de costos del proyecto éste pueda llevarse a cabo).

La siguiente pregunta que surge es, ¿cambiaría su disposición a pagar si se le


brinda esta información?, si la respuesta es afirmativa la respuesta inicial estaba
sesgada por carencia de información. Para evitar esto, se puede recurrir a un
procedimiento iterativo, en el que se le informa al entrevistado sobre si con su
respuesta el proyecto se llevaría a cabo, permitiéndole cambiarla en caso
negativo.

 Sesgo del entrevistador/sesgo de complacencia

Este tipo de sesgo se genera cuando el encuestado exagera su DAP buscando


agradar al encuestador (Franco, 2009). Cuando la encuesta se lleva a cabo
entrevistando directamente a la persona, se ha observado que ésta tiende a
exagerar su disposición a pagar por una causa que considera socialmente
necesaria y así parecer, ante el entrevistador, como solidario y/o consciente del
problema. Esto comúnmente se agrava cuando el entrevistador sugiere una cifra
cada vez mayor ante respuestas afirmativas e iterativas. Este sesgo es menos
común en entrevistas telefónicas ya que aquí el anonimato es mayor (Mendieta,
2000).

En este tipo de sesgo se considera la presión (voluntaria o involuntaria) que pueda


ejercer el entrevistador. La solución a este problema es el uso de encuestas por
correo (Osorio y Correa, 2004).

Cuando la encuesta se lleva a cabo entrevistando directamente a la persona, se


ha observado que ésta tiende a exagerar su disposición a pagar por mejorar el
ambiente (Lomas et al., 2010).

26
 Sesgo del orden o de incrustación (embedding)

El efecto de incrustación se refiere al hecho de considerar grupos, subgrupos o


bienes específicos. En este sentido, se ha encontrado que al determinar la DAP
por recursos considerados en forma global disminuye su DAP. Así por ejemplo, si
se valora todo el bosque nativo de un país, y a la vez un área particular de
bosque, se encontraría, si existe este efecto, un menor valor por hectárea al
considerar el total de bosques (Osorio y Correa, 2004).

Este tipo de sesgo aparece cuando se valoran al mismo tiempo/simultáneamente


varios bienes y la valoración de cada uno de ellos es función del puesto que ocupa
en la encuesta. En este caso, la disposición a pagar por un determinado bien es
mayor cuando éste aparece en los primeros lugares de la secuencia y menor
cuando aparece en los últimos (Kahneman y Knetsch, 1990; citado en Mendieta,
2000; Lomas et al., 2010).

Cristeche y Penn (2005), expresan que juega un rol particular los sesgos
producidos por el orden en que se realizan las preguntas. Una manifestación
particular de éste es lo que se conoce como “efecto incrustación” (embedding
effect), que consiste en que la valoración que se obtiene de un determinado bien o
servicio ambiental diverge según la secuencia en la que aparece como parte -de
ahí el término incrustado - de un bien más amplio. La existencia de este efecto
deriva de un estudio desarrollado por Kahneman y Knetsch que mostraba que una
determinada mejora en la calidad del ambiente por separado presentaba una
valoración muy superior a que si formaba parte de una mejora más general. Por
ejemplo, la valoración que se hace de la conservación de un grupo de árboles
pertenecientes a un bosque es la misma que se hace de la totalidad de los árboles
que componen ese mismo bosque. La interpretación de este hecho por Kahneman
y Knetsch es que el método de valoración contingente no provee información
acerca de la valoración que la persona hace de un determinado bien o servicio
ambiental, sino lo que para la persona vale una causa justa, la satisfacción moral
que se obtiene ya sea la conservación de un bosque entero o parte del mismo.

No obstante, ante estas conclusiones varios autores sostuvieron que el problema


planteado por Kahneman y Knetsch era completamente irrelevante, dado que el
principio de soberanía del consumidor establece que deben aceptarse las
valoraciones que hacen las personas sin hacer ningún tipo de cuestionamiento
acerca del contenido de las mismas. Por su parte, O´Doherty (2001) manifiesta
que la evidencia proporcionada por Kahneman y Knetsh no es lo suficientemente
sólida como para sustentar las conclusiones a las que éstos arriban dado que
según su entender, la satisfacción moral representa un determinante de la
disposición a pagar por un bien público, y como tal, es esperable que ambas
variables presenten una alta correlación.

En contraposición, otros investigadores encontraron al efecto incrustación y a


todas sus implicancias como concluyentes con respecto a la validez del método.
Sobre todo, teniendo en cuenta que los resultados aportados por el método
27
servirían de apoyo al proceso de toma de decisiones en el campo de los bienes
públicos, lo cual desalentaría el hecho de correr riesgos de tal magnitud. Con
relación a todas las anomalías que se han evidenciado en los trabajos de
economía del comportamiento respecto a los postulados que realiza la economía
neoclásica acerca de la racionalidad (D. Kahneman, A. Tversky, R. Thaler,
Knetsh), Mc Fadden (1996) establece que es necesario que en los casos de
aplicación del método de valoración contingente, los economistas tomen en cuenta
el impacto de tales anomalías en las respuestas observadas y que busquen algún
procedimiento que les permita minimizar los errores en las respuestas.

A continuación se describen brevemente los sesgos no instrumentales:

 Sesgo de la hipótesis/hipotético

Dado que al no ser real el mercado que se le presenta al entrevistado, puede que
este no le preste la atención debida (Linares y Romero, 2008).

El sesgo hipotético se genera cuando el encuestado puede no comprender o


percibir incorrectamente las características del bien ambiental que está haciendo
descrito por el encuestador. No tomar las preguntas de valoración contingente con
seriedad y simplemente responderá dando cualquier respuesta que se venga a la
mente (Ambrogi, 2017).

Dado el carácter meramente hipotético de la situación que se le plantea a la


persona (¿cuánto estaría dispuesto a pagar si....?) , ésta no tiene ningún incentivo
para ofrecer una respuesta correcta. Puede darse que el entrevistado acepte la
primera cifra que le ofrece el entrevistador o decir alguna cifra que se le venga a la
cabeza, simplemente por querer quitarse de encima al encuestador o simplemente
porque le parece que su respuesta no lo perjudicará ni tendrá impacto sobre su
bienestar (Mendieta, 2000, Franco, 2009, Lomas et al., 2010).

Para corregir esto, podría diseñarse un cuestionario de forma que la persona


tomara más interés en descubrir su propia valoración del cambio, aunque esto no
garantice que su respuesta sea certera. En efecto, la ausencia de incentivos para
meditar la respuesta puede ser un problema importante, sin embargo, su
presencia también puede ser perjudicial.

 Sesgo estratégico

Es el sesgo complementario al sesgo hipotético. Aparece cuando la persona cree


que con su respuesta puede influir en la decisión final que se tome sobre el activo
o la propuesta sometida a valoración, y por tanto, actúan estratégicamente bajo
este supuesto (Lomas et al., 2010).

El sesgo estratégico hace referencia a la actitud de la persona demostrando un


interés diferente al real en el momento de dar su DAP. Es decir que las personas
tienden a manifestar una DAP menor que la real (Sarmiento, 2003).
28
Consiste en el suministro de respuestas no verídicas por parte de los
encuestados, al creer que con las mismas pueden influir en la decisión final de
realizar o no el proyecto (Franco, 2009).

Este tipo de sesgo aparece cuando los entrevistados buscan modificar la decisión
involucrada, entregando valores de DAP o DAC distintos de los reales. Para
enfrentar este problema se pueden utilizar preguntas de seguimiento donde se
trata de detectar si la respuesta es de protesta. Por ejemplo, se puede incluir una
pregunta que consulte sobre el motivo por el que no pagaría, en los casos en que
esto ocurra (Osorio y Correa, 2004).

Este sesgo se genera cuando el entrevistado quiere que se adopte una


determinada política puede expresar una disposición a pagar (DAP) mayor que la
real, sobre todo si el costo se reparte homogéneamente; en otros casos y si lo que
pagaría depende del valor que exprese, puede dar un valor a la baja y
aprovecharse del resto (free-rider: conducta gratuita) (Linares y Romero, 2008).

Según Mendieta (2000), el sesgo estratégico es el que más problemas ha


planteado al MVC, incluso hasta llegar por ello a condenar y rechazar dicho
método. Aquí lo que se dice es que la persona puede tener un incentivo para
participar en el experimento con interés, cuidando bien su respuesta. El problema
aparece con una respuesta estratégica, ya que la persona puede creer que con su
respuesta puede influir sobre los resultados finales del estudio.

A manera de ejemplo supongamos que se quiere instalar un sistema de


alumbrado en la calle donde vive la persona. Está en principio puede creer que:

 La mejora puede realizarse y ser financiada por los beneficiarios del lugar, de
acuerdo a la disponibilidad a pagar manifestada en las encuestas. Siendo ello
así, la persona podría escoger la menor opción de la disponibilidad a pagar
presentada por el encuestador para que ésta sea aceptada y sea compatible
con la mejora.

 La mejora se lleva a cabo y el pago, en el caso que exista, va a ser


completamente independiente de su respuesta, en este caso se buscará la
mayor cantidad dentro de las alternativas creíbles de la disponibilidad a pagar o
disponibilidad a aceptar por parte del entrevistador.

Aceptando esta actitud egoísta de la persona como punto de partida, la existencia


de un sesgo estratégico puede llegar a ser el problema principal del método de
valoración contingente. En conclusión, se puede decir que la posibilidad de influir
sobre la decisión final representa un incentivo para que la persona tome en serio
la encuesta y medite la respuesta; el problema es que, de acuerdo a los supuestos
tradicionales de la teoría económica, esta posición será sesgada.

29
Si se elimina esta posibilidad, se elimina el incentivo y nada garantizará que la
persona no responda lo primero que se le venga a la cabeza, dada la situación
hipotética que se le plantea.

Cristeche y Penn (2005), destacan que el sesgo por el que el método de


valoración contingente ha sufrido más rechazo en el ámbito académico, es el
sesgo estratégico. Puede presentarse el caso en que el encuestado posea un
interés especial vinculado a la problemática objeto de la encuesta, y que por
consiguiente, sea muy cauteloso en las respuestas que brinda en pos de la
consecución de su cometido. De esta manera, su contestación no es honesta sino
estratégica, la persona considera que la respuesta que aporte tendrá incidencia en
el resultado final, y que en consecuencia, se verá favorecida. Entre los distintos
tipos de sesgos estratégicos que pueden presentarse, se encuentra el conocido
problema del free rider. Admitiendo esta posibilidad desde un comienzo, es de
esperarse que la existencia de un sesgo estratégico constituya un obstáculo
importante para la aplicación del método de valoración contingente.

Para neutralizar este sesgo se idearon diversas técnicas. Entre ellas se destaca el
intento de estimar una función de sesgo, que permita calcular el mismo para luego
descontarlo de los resultados finales obtenidos con el método de valoración
contingente. Otra opción que se planteó es diseñar la encuesta de manera de que
el encuestado no tenga dudas acerca de la incapacidad que tiene para influir en el
resultado final del estudio (no sólo en cuanto a la decisión de implementación de
un potencial proyecto sino a su financiamiento) a través de su contestación [una
posibilidad es que el encuestador le declare a la persona que de llevarse a cabo el proyecto, los
costos del mismo se dividirán en partes iguales entre todos los beneficiarios ]. No obstante, la
eliminación de este sesgo no solucionaría del todo los problemas, dado que la
existencia de un sesgo estratégico implica la presencia de un incentivo para que el
encuestado tome en serio la propuesta y piense la respuesta. Parecería, entonces,
que nos enfrentamos a un círculo vicioso de difícil resolución. Sin embargo, el
formato de pregunta cerrada o dicotómica se encontraría libre de este problema.
Asimismo, existe abundante evidencia que muestra la no manifestación de
conductas egoístas de manera sistemática (Bohm 1972; McMillan 1979; Evans
and Harris 1982; Watson, 1991)

Mitchell y Carson (1989) sostienen que la motivación para desarrollar un


comportamiento de tipo estratégico sería débil debido a diversos factores. En
primer lugar, los autores establecen que para desarrollar comportamiento
estratégico se precisa de un gran volumen de información -y por ende, incurrir en
un costo elevado- para ser efectivo. A su vez, las encuestas de valoración
contingente generalmente dan la impresión de que existe un volumen importante
de encuestados, por lo que la probabilidad de incidir en el resultado final del
estudio es relativamente baja. Por otra parte, los instrumentos de pago a los que
invoca buena parte de estos estudios -aumento de impuestos, de tasas y de
precios- afectan intensamente a las restricciones presupuestarias provocando
reacciones negativas, que difícilmente fomenten un tratamiento liviano por parte
de los encuestados, aún en situaciones hipotéticas.

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No obstante, en la actualidad, la polémica en torno al método de valoración
contingente ha virado desde el argumento del sesgo estratégico al de la compra
de la satisfacción moral. El cuestionamiento, en lugar de ser sobre la honestidad
de la contestación, pasa a ser sobre el significado de las respuestas; determinar
qué es lo que las personas están realmente valorando.

No siempre aparecen, en los estudios de valoración contingente, todos los sesgos


expuestos anteriormente, pero ante la presencia de algunos de ellos es una buena
medida tratar de evitarlos o bien manejarlos correctamente a fin de que no
distorsionen los resultados finales del estudio (Sarmiento, 2003).

Las situaciones generadas por los sesgos se pueden salvar, hasta cierto punto,
con un diseño cuidadoso de la encuesta y una interpretación ponderada de los
resultados estadísticos. Aunque la técnica requiere excelentes análisis de
encuestas, para lograr estimaciones confiables; la naturaleza de los estudios de
valoración contingente y sus resultados no son difíciles de analizar y describir y el
valor obtenido puede ser presentado en términos de valor o como un valor
agregado de la población afectada (Franco, 2009).

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LISTA DE REFERENCIAS

Ambrogi Román, R. (2017). Economía ambiental I. UNAN-Managua.


http://pridca.csuca.org/images/Noticias/A3/Libro---Economia-Ambiental.pdf

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ambientales. Teoría y casos (2.a ed.). Universidad Politécnica de Valencia.
https://riunet.upv.es/bitstream/handle/10251/66822/PDF-Aznar?sequence=1

Cristeche, E., y Penn, J. A. (2005). Métodos de valoración económica de los


servicios ambientales. INTA.

Franco Buitrago, J. F. (2009). Valoración económica de los bienes y servicios


ambientales ofrecidos por el jardín botánico del Quindio [Tesis de
doctorado, Universidad Tecnológica de Pereira (UTP)]. Archivo digital.
http://repositorio.utp.edu.co/dspace/bitstream/handle/11059/1211/58073F825.pdf?
sequence=1

Linares Lllamas, P., y Romero López, C. (2008). Economía y medio ambiente:


herramientas de valoración ambiental. https://www.academia.edu/6345736/Econom
%C3%ADa_y_Medio_Ambiente_herramientas_de_valoraci%C3%B3n_ambiental

Lomas, P. L., Martín, B., Louit, C., Montoya, D., y Montes, C. (2010). Guía práctica
para la valoración económica de los bienes y servicios ambientales de los
ecosistemas. Fundación Interuniversitaria Fernando González Bernáldez.
https://docplayer.es/29258321-Guia-practica-para-la-valoracion-economica-de-los-bienes-
y-servicios-ambientales-de-los-ecosistemas.html

Mendieta López, J. C. (2000). Economía ambiental. Facultad de


Economía/Universidad de los Andes.
https://valoracionambien.files.wordpress.com/2014/11/economia-ambiental-mendieta.pdf

Ministerio del Ambiente de la República del Perú. (2015). Manual de valoración


económica del patrimonio natural. https://www.minam.gob.pe/patrimonio-natural/wp-
content/uploads/sites/6/2013/09/MANUAL-VALORACI%C3%93N-14-10-15-OK.pdf

Osorio Múnera, J. D., y Correa Restrepo, F. (2004). Valoración económica de


costos ambientales: marco conceptual y métodos de estimación. Semestre
Económico, 7(13), 159-193. http://www.redalyc.org/pdf/1650/165013657006.pdf

Pérez Torres, F. J. (2016). Medio ambiente, bienes ambientales y métodos de


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https://ciencia.lasalle.edu.co/eq/vol1/iss25/7/

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Sarmiento, M. A. (2003). Desarrollo de un nuevo método de valoración
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Archivo digital. https://oa.upm.es/105/1/07200318.pdf

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