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1. Generalidades
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método más tradicional que primero fue aplicado en la valoración económica del
ambiente. En un principio, este método pretendía obtener el excedente del
consumidor por un bien ambiental correctamente definido, o por una política que lo
afectase, a través de una pregunta directa de disposición a pagar o a aceptar,
expresada en términos monetarios (Labandeira, León y Vázquez, 2007).
La primera aplicación práctica del MVC la hizo Robert K. Davis en el año 1963
para determinar el valor económico de las posibilidades recreativas de los
bosques del Estado Maine (Aznar y Estruch, 2015); lo desarrolló como parte de su
tesis doctoral realizando encuestas a cazadores sobre el valor que le atribuían a
los bosques de este Estado (Cristeche y Penn, 2005).
En el desarrollo de este método ha habido una serie de hitos importantes, que han
sido básicos en su implantación, en esa línea está la Orden 1129 del gobierno
Reagan en 1981. Dicha Orden fijaba que todas las normas federales sobre política
ambiental debían considerar tanto los costos como los beneficios, y que solo se
llevarían a la práctica aquellas cuyo valor actual fuera positivo. La mayoría de los
Organismos de Protección Ambiental adoptaron el MVC para monetizar los
beneficios sociales por ser un método de gran flexibilidad y generalidad (Aznar y
Estruch, 2015).
Otro hito importante que tuvo gran transcendencia para el desarrollo de este
método fue el suceso del Exxon Valdez cuando en 1989 este buque petrolero
encalló en el golfo de Alaska provocando un derrame de petróleo. Este derrame
fue el más grande de los ocurridos en Estados Unidos de Norteamérica, más de
1300 kilómetros de litoral fue afectado y casi 2300 aves murieron debido a la
contaminación por petróleo. Después del derrame, el Estado de Alaska encargó
varios estudios para identificar el daño físico que se había ocasionado a los
recursos naturales. Este estudio fue coordinado por Richard Carson y constituye
una de las aplicaciones más importantes del MVC así como de valoración
ambiental. Mediante el MVC se llegó a determinar que el daño causado por el
derrame de petróleo del Exxon Valdez era de 2,8 mil millones de dólares ( Aznar y
Estruch, 2015). Exxon Valdez debió compensar por los valores de uso actual y
valores de no uso (Baldeón, 2009).
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En 1993, el National Oceanic and Atomospheric Administration -Oficina Nacional
de Administración Oceánica y Atmosférica- (NOAA) del Departamento de
Comercio de los Estados Unidos de Norteamérica, planteó a un panel de expertos
presidido por los premios Nobel Kenneth Arrow y Robert Solow, si el método de
valoración contingente era capaz de proporcionar valores suficientemente seguros
en las valoraciones de daños de recursos naturales. El panel de expertos llegó a la
conclusión de que “los estudios del MVC bien dirigidos pueden llegar a cálculos de
valores suficientemente seguros…..”. Pero apuntaron una serie de
recomendaciones para su utilización (NOAA, 1993; citado en Aznar y Estruch,
2015):
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cantidades). Otra posibilidad es pedirle que indique el monto de indemnización
que reclamaría por no disponer más del bien o servicio ambiental (Tomasini, s.f.).
Con la aplicación del MVC pueden conocerse las preferencias individuales en dos
sentidos (Jaime y Tinoco, 2005):
Cuánto se está dispuesto a pagar por algo que mejore el bienestar individual o
colectivo.
Por ejemplo, supongamos que se cuenta con un parque en una comunidad. Dicho
terreno es una de las alternativas para construir una plaza comercial, por lo que se
requiere determinar el valor que dicho parque tiene para la población a fin de
establecer si es conveniente o no construirlo en ese sitio.
Puede comenzarse con distintos valores, sea en este caso un valor X = $10, el
cual va en aumento hasta alcanzar una cantidad que el encuestado no esté
dispuesto a pagar.
Una vez que se cuenta con la información de las encuestas, se estiman los
beneficios y costos. Si se emplean encuestas abiertas, preguntando cuánto están
dispuestos a pagar, se puede simplemente obtener el promedio de las respuestas
o usar algún método de regresión para ver cuáles factores afectan la disposición a
pagar por dichos valores. Si se utilizan preguntas cerradas, cuestionando si se
está dispuesto a pagar una cantidad X, dándole distintos valores, se obtiene el
valor esperado.
Otro ejemplo sería el siguiente: Supongamos que se trata de valorar una mejora
ambiental, tal como un incremento de accesibilidad a un parque natural. El analista
comienza ofreciendo a un posible afectado una determinada cantidad inicial. El
afectado responde indicando si el estaría dispuesto o no a pagar esa cantidad de
dinero por la mejora. Supongamos que la respuesta es afirmativa. En tal caso, la
cantidad se tomará como una estimación por defecto del valor de la mejora.
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Seguidamente, se incrementa la cantidad inicial, preguntando nuevamente al
interesado si estaría dispuesto o no, a pagar dicha cantidad por la correspondiente
mejora. El procedimiento se continúa aplicando de una manera iterativa hasta que
se obtiene la primera respuesta negativa. Esta respuesta nos indica la estimación
por exceso del valor de la mejora ambiental, mientras que la respuesta anterior -
p.e.: la última respuesta positiva- nos indica la correspondiente estimación por
defecto.
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disposición a pagar (DAP) o una disposición a percibir/aceptar una compensación
(DAC) (Aznar Bellver y Estruch, 2015).
El MCV:
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Es un método que consiste en el diseño de un mercado hipotético, presentado a
un individuo a través de un cuestionario. En este mercado hipotético (Ministerio
del Ambiente de la República del Perú, 2015).
:
Se construye un escenario lo más realista posible donde se provee el bien o
servicio ecosistémico a valorar.
Se definen las distintas alternativas sobre las cuales el individuo puede escoger.
Entre los objetivos que persigue la aplicación del MVC, se destacan las siguientes:
Tiene como objetivo que las personas declaren sus preferencias con relación a
un determinado bien o servicio ambiental, en lugar de realizar estimaciones
sobre la base de conductas que se observan en el mercado (Cristeche y Penn,
2005).
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Estimar la función de demanda de un bien ambiental que no posee un mercado
donde pueda ser transado ni posea relaciones de sustitución o
complementariedad con otros bienes privados (Cristeche y Penn, 2005).
Intenta medir disposición a pagar por una persona a la que se aplica una
encuesta, la cual hace referencia a un escenario simulado descrito por un
investigador (Baldeón, 2009).
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Busca averiguar valor que asignan los individuos a un bien o servicio
ecosistémico a partir de la respuesta a preguntas de máxima disponibilidad a
pagar (DAP) por conseguir un bien o servicio ecosistémico proveído por los
ecosistemas, o alternativamente la mínima disposición a aceptar una
compensación (DAC) por una disminución de dicho bien o servicio ecosistémico
(Ministerio del Ambiente de la República del Perú, 2015).
Estimar la máxima DAP o mínima DAA de las personas por los beneficios
relacionados con mejoras ambientales o el valor económico de daños
producidos por degradación del ambiente (Gámez, Casallas, López y Díaz,
2017).
El MVC fue diseñado para tomar decisiones públicas con el objeto de evaluar
proyectos o programas que impacten el ambiente, es decir que generen un
externalidad en el ambiente positiva o negativa, como por ejemplo: investigaciones
desarrolladas para estimar los beneficios individuales atribuidos a la eliminación
de la contaminación del aire en áreas urbanas, reducir los riegos a la salud a
causa de contaminantes en el agua, proteger la vida natural en determinadas
áreas y las especies en peligro de extinción. También ha sido aplicado en la
valoración de daños ambientales (Flores, 2017; Sarmiento, 2003).
Se utiliza para valorar bienes del ambiente, tales como calidad del aire, calidad
del agua, seguridad en autopistas, y derrames de petróleo como el caso de la
Exxon Valdés en Alaska, entre otros (Mendieta, 2000).
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Se ha utilizado en valoraciones relacionadas con la calidad del agua y del aire,
la belleza estética, el valor de recreación, la preservación de áreas silvestres, el
riesgo de fumar cigarrillos, el impacto de los cambios climáticos, la construcción
de caminos, y la pesca recreativa y comercial, entre otros; tanto en países
desarrollados como en desarrollo (Cancino, 2001; citado en Baldeón, 2009).
Los supuestos de esta metodología son los siguientes (Medina, 2000; Ministerio
del Ambiente de la República del Perú, 2015):
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El comportamiento del individuo en el mercado hipotético es equivalente a su
comportamiento en un mercado real. Con esto se garantiza que toma una
decisión racional de comprar o no el bien como lo haría en un mercado real.
El individuo debe tener información completa sobre los beneficios del bien o
servicio ecosistémico. Con ello el individuo reflejará su verdadera DAP.
Sus dos reglas relevantes se centran en que el cuestionario utilizado debe tener
validez y fiabilidad. Debido al gran potencial de error sistemático en el enfoque
del cuestionario, el instrumento se debe probar cuidadosamente para que
produzca la máxima confianza posible de que está midiendo lo que se pretende
medir y de que dicho instrumento mide los rasgos con fiabilidad (Aguilera y
Alcántara, 1994).
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7. De qué manera se aplica el MVC
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8. Ventajas del MVC
Es el único método que puede revelar el valor total de un bien ambiental (valor
de uso, de opción y de existencia).
Permite obtener un gran caudal de información que puede ser usado en otros
estudios (Sarmiento, 2003).
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Es considerado un método fiable para determinar valores de no uso de bienes y
servicios ambientales (Baldeón, 2009).
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Permite descubrir la compensación exigida para permitir un cambio que
deteriore el bienestar y renunciar a uno que lo mejorará, ofreciendo información
como la que se obtendría en un mercado hipotético (Ambrogi, 2017).
Permite realizar una valoración más amplia, así como la creación de mercados
hipotéticos simulados, basados en el concepto de la disponibilidad a pagar
(DAP), la disponibilidad a acepar o ser compensado por un daño o servicio
ambiental (DAC), por lo que se trata de un método que no se restringe a los
precios existentes en el mercado (Ripka de Almeida et al., 2018).
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El principal aspecto a considerar en los métodos hipotéticos se refiere a la
validez y el realismo de los datos, es decir, si las preguntas de naturaleza
hipotética conducen o no a ciertas clases de sesgos o ruidos que hacen que los
datos no sirvan para hacer inferencia Mendieta, 2000).
Los estudios en los que usa son por naturaleza teóricos y generalmente las
personas a ser encuestadas poseen un escaso conocimiento de la metodología
(Dixon et al., 1996; citado en Sarmiento, 2003).
Cordero, Moreno y Kosmus, 2008, mencionan que entre las limitantes más
comunes que presenta el uso de la valoración contingente se destacan los
siguientes (Adaptado de Izko y Burneo, 2003):
Los sesgos instrumentales corresponden a todos aquellos sesgos que tienen que
ver con el diseño y aplicación del instrumento (encuesta). Tradicionalmente se
consideran los siguientes: sesgo de punto de partida, sesgo respecto al vehículo
de pago, sesgo de información, sesgo del entrevistador y sesgo del orden o de
incrustación (embedding). En cambio entre los sesgos no instrumentales se
encuentran el sesgo de hipótesis dada la naturaleza del escenario planteado y el
sesgo de estrategia relacionado con el posible comportamiento de free rider/jinete
libre/polizón por parte del individuo.
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Dado que el método usa un mercado hipotético para calcular valores de bienes
y servicios ambientales, puede caer en varios sesgos al aplicar las encuestas,
ya que no es un comportamiento real, sino simulado de las personas (Flores,
2017).
Falta de familiaridad de las personas con los servicios que provee el ambiente y
la conversión de estos valores en términos monetarios. Es decir, la mayoría de
personas no están acostumbradas a asignar valores monetarios de servicios
ecosistémicos. Por lo tanto, no puede tener una base suficiente para afirmar su
verdadero valor. Por esta razón es importante la descripción del bien o servicio
ecosistémico en su actualidad, de manera que las personas puedan contar con
información que les permita formarse un criterio y dar el valor asociado (Gámez,
Casallas, López y Díaz, 2017).
Debido a los sesgos que puede tener esta metodología, se deben tomar
medidas para evitar al máximo el sesgo de selección, el sesgo de
comportamiento estratégico y el sesgo asociado al encuestador.
Se debe aclarar siempre que el dinero o el tiempo (según el medio de pago que
se escoja) se pueden utilizar en otras actividades, para que no exista
sobrevaloración.
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Paso 1: Construcción de un mercado hipotético
Consiste en la construcción
de un mercado hipotético
que refleje de manera
precisa el servicio ambiental
identificado para ser
valorado. Para esto se debe
construir, con ayuda de
material fotográfico, mapas
o ilustraciones, un escenario
que muestre, defina y
explique claramente el bien
o servicio ambiental y la
naturaleza del cambio.
Ante esta situación, ¿cuánto estaría dispuesto a pagar usted, como pago único por
preservar esta zona tal como se encuentra en la actualidad? Tenga en cuenta que
su respuesta debe ser acorde con su nivel de ingresos y que de ser afirmativa
usted estaría prefiriendo la preservación de la zona sobre la construcción del
proyecto.
Consiste en obtener las declaraciones de las personas sobre la DAP por el bien o
servicio ambiental. Para el logro exitoso de esto, uno de los aspectos más
importantes tiene que ver con el diseño de la encuesta, el cual es tal vez uno de
los pasos más importantes y difíciles del proceso de valoración bajo preferencias
declaradas.
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El diseño de una encuesta comienza con entrevistas a grupos pequeños de
personas que hacen parte del grupo impactado o relacionado directamente con el
bien o servicio ambiental a evaluar El objetivo de hacer estas entrevistas
preliminares es hacer preguntas generales sobre la relación y comprensión de las
personas con los problemas o impactos ambientales existentes o que
posiblemente existirán una vez comience determinado proyecto, obra o actividad,
además de conocer el tipo de valores que las personas le asignan a estos sitios y
los servicios relacionados.
Este ejercicio les permite a los evaluadores realizar las preguntas del cuestionario
final de forma más detallada incluyendo las formas de presentación del escenario
hipotético. Es decir, la necesidad de informar a los encuestados la ubicación
exacta del sitio, las características, el tipo de especies que se encuentran en él, si
es un ambiente único o tiene sustitutos, etc.
Una vez definido esto, es recomendable hacer algunas pruebas piloto con el
cuestionario final a grupos pequeños y aleatorios de la población, con el fin de
determinar sí el escenario está bien diseñado y si la encuesta es entendida y
aceptada por las personas, o de lo contrario hacer unas ultimas correcciones
antes de recolectar la información definitiva.
Una vez establecido el escenario hipotético y las preguntas que se realizarán a los
individuos, se debe comenzar con la recolección de información, la cual se puede
hacer de diferentes maneras: mediante entrevistas cara a cara, entrevista
telefónica o por correo. Sin embargo, existen algunas limitantes en las dos últimas,
siendo las entrevistas telefónicas las menos recomendadas, debido a la dificultad
de describir el escenario hipotético por este medio y la imposibilidad de presentar
el material fotográfico, lo cual genera aburrimiento en los entrevistados y producto
de esto puede haber respuestas falsas con el objetivo de terminar prontamente la
entrevista. Por su parte, las entrevistas vía correo son usadas frecuentemente,
pero su mayor inconveniente es la baja tasa de respuestas.
Así, si una persona declara una disposición a pagar alta y asimismo, responde
afirmativamente a la pregunta anterior, significa que esta persona está declarando
su preferencia por este bien o servicio ambiental, mediante una disponibilidad a
pagar coherente con sus respuestas. Por el contrario, si una persona declara una
alta disponibilidad a pagar, pero una respuesta negativa a la pregunta anterior
sobre percepción, quiere decir que no está declarando lo que realmente valora el
bien o servicio ambiental, y por ende su respuesta no es válida.
Finalmente, es importante resaltar que este proceso debe tener una población
objetivo a la cual se le aplicará la encuesta. Es por esto que antes de comenzar
con este paso se debe seleccionar la muestra de la encuesta. Idealmente, la
muestra debe ser una muestra seleccionada aleatoriamente de la población
afectada, utilizando métodos estadísticos de muestreo.
Una vez los datos han sido recolectados, el tercer paso involucra compilar y
analizar dicha información. Los datos deben ser introducidos y analizados
mediante técnicas estadísticas y econométricas apropiadas para el tipo de
pregunta. En este punto, los investigadores deben tratar de identificar las
respuestas que no pueden expresar el valor del demandado para los servicios del
sitio, tales como las respuestas de protesta.
En este paso se debe calcular los resultados promedios de la DAP o DAC, los
cuales dependen del tipo de pregunta que se haya realizado. Por ejemplo si es
una pregunta abierta, el cálculo del valor de la DAP promedio es más sencillo (en
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este caso se podrían utilizar modelos de mínimos cuadrados ordinarios) que en el
caso de preguntas tipo referendo (esto es, preguntas de si o no), las cuales tienen
que ser estimadas con técnicas econométricas que calculen las probabilidad de
decir “si” o “no” a un determinado valor sugerido de DAP o DAA (en estos casos
se aplicarían modelos logit o probit dependiendo del tipo de distribución
identificada, logística o normal).
forma:
Donde, hace alusión a cada uno de los encuestados. Por otro lado, el uso de esta
ecuación, permite al investigador conocer los cambios en la DAP o DAA producto
de cambios en variables como el ingreso, la edad, el nivel educativo, etc.
Cuando se hace a través de encuestas con formato tipo referendo, lo que indican
los coeficientes es el cambio en la probabilidad de que la persona manifieste su
disponibilidad a pagar o a aceptar el monto propuesto. No obstante, la DAP total
de la muestra y la DAP individual se pueden calcular a partir de los coeficientes de
la regresión.
Finalmente, una vez se tiene esta estimación se debe hacer la agregación de los
datos. Esto consiste en determinar el valor de la DAP no solo para un individuo,
sino para un grupo de la población impactado o relevante. Un aspecto relacionado
a esto, y que permite hacer una agregación exitosa, es que la muestra a cuál se le
aplicó la encuesta sea representativa del total de la población.
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Sarmiento (2003), explica que una vez que en un estudio de valoración
contingente se han recogido los datos es necesario calcular la DAP. Los
mecanismos de análisis de los datos serán dependientes del tipo de preguntas
que hayan formulado (Hanemann and Kanninen, 1996). Por ejemplo, si la
pregunta para investigar la DAP es el formato abierto se procederá a averiguar la
media o la mediana de los valores ofrecidos por los individuos y la estimación de
una función de valoración relacionada a las características socioeconómicas de
los individuos.
Donde:
Si, por el contrario, las preguntas tienen formato dicotómico los métodos
estadísticos y econométricos serán diferentes.
En este último paso se debe evaluar los resultados del ejercicio de valoración de
modo que se pueda responder preguntas como: ¿la mayoría de respuestas son de
protesta?, ¿Los encuestados no entendieron el mercado hipotético? ¿Qué tan
relacionados se encuentran los encuestados con el bien en cuestión?, entre otras.
Por esta razón, las preguntas y el mercado hipotético deben ser muy bien
diseñados debido que la calidad de un estudio de valoración contingente depende
de la calidad del proceso de recolección de información y del diseño de la
encuesta.
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A partir de esto, los investigadores pueden estimar el valor promedio para un
individuo o un hogar de la muestra, y extrapolar los resultados a la población
correspondiente a fin de calcularlos beneficios totales del sitio.
Mediante la aplicación del MOC se pretende que los encuestados ordenen los
valores ya existentes de los bienes según sus criterios. Este método se asemeja al
MVC cuando éste último emplea el formato dicotómico en las preguntas. En este
método las personas se enfrentan a un número de opciones que debe ordenar
según sus preferencias (Riera, 1996; citado en Sarmiento, 2003).
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