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INTRODUCCIÓN
Es cierto que esta tutela se imparte siempre en función del interés particular del gobernado, ya
que sin la afectación de éste por un acto de autoridad el amparo es improcedente; pero también
es verdad que, por modo concomitante o simultáneo, al preservar dicho interés, mantiene y
hace respetar el orden constitucional. De ahí que el control de la Constitución y la protección
del gobernado frente al poder público, sean los dos objetivos lógicos y jurídicamente
inseparables que integran la teleología esencial del juicio de amparo.
Las fuentes legislativas actuales del juicio de amparo están formadas por los artículos 103 y
107 de la Constitución Federal, la Ley de Amparo de 30 de diciembre de 1935; la Ley Orgánica
del Poder Judicial de la Federación de la misma fecha, y el Código Federal de Procedimientos
Civiles de 31 de diciembre de 1942, que es de aplicación supletoria respecto del segundo
ordenamiento.
El objeto del juicio de amparo es resolver toda controversia que se suscite, por leyes o actos de
la autoridad que violen las garantías individuales; por leyes o actos de la autoridad que vulneren
o restrinjan la soberanía de los estados; y, por leyes o actos de las autoridades de éstos que
invadan la esfera de la autoridad federal. (Art. 1° L.A.)
ANTECEDENTES NACIONALES
Este órgano denominado Supremo Poder Conservador, como su nombre lo señala, tenía como
finalidad el preservar y conservar el orden constitucional, de cualquier intromisión o invasión por
parte de cualquier otro órgano de poder. El control de constitucionalidad de tipo político ejercido
por el Supremo Poder Conservador se hace manifiesto en el artículo 12 de la segunda ley, en
las fracciones I, II y III, donde se le facultaba declarar la nulidad de todo acto procedente de los
poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, que fuera en contra de algún precepto constitucional.
Si bien este órgano de control poseía diversas inconsistencias, como la irresponsabilidad que
tenían sus miembros sobre sus actos, o bien facultades extraordinarias del todo
desproporcionadas, como declarar la incapacidad física o moral del presidente, o suspender las
sesiones del Congreso y de la Corte Suprema, sentó las bases para la protección y control
constitucional en nuestro sistema.
Fue durante 1840, cuando, mediante un movimiento revolucionario, Yucatán se separó del
Estado mexicano, en razón del establecimiento del pago de derechos aduaneros que desde la
guerra con Texas se había impuesto a todo el país, así como por la imposición de contingentes
de sangre sobre el pueblo yucateco, y, principalmente, por haberse instaurado una forma de
Estado centralista en 1836.
La Constitución de 1841 destacó, entre otras cosas, por establecer por primera vez el sufragio
popular directo, la responsabilidad política de los servidores públicos (impeachment), así como
la integración colegiada del Poder Ejecutivo. El caso Miguel Vega (1869) se debe analizar de
acuerdo con su contexto histórico.
En México, durante la segunda mitad del siglo XIX, surgía la violencia en varias partes del
país: el levantamiento en Sinaloa, la rebelión en Yucatán, la insurrección en Puebla y el Motín
de Perote, entre otros brotes más de insubordinación. Además, empezó la revolución anti
juarista (1869-1870), conflicto armado rebelde en contra de la reelección de Benito Juárez.
Aunado a lo anterior, recientemente había finalizado la segunda intervención francesa en
México (1862-1867).
Inmerso el país en esta crisis coyuntural, se gesta el nacimiento del juicio de amparo y sus
primeros efectos. Primero, en Yucatán (1841) con Manuel Crescencio Rejón, luego a nivel
federal con el Acta de Reformas (1847) y el voto particular del artículo 251 de Mariano Otero.
También influyeron la segunda Constitución del país (1857) y la creación de las primeras dos
leyes reglamentarias, ambas denominadas: Ley Orgánica reglamentaria de los artículos 101 y
102 de la Constitución de 1861 y 1869.
El autor González Oropeza explica la situación que se vivía en México, así como el nacimiento
del juicio de amparo:
Entre el marasmo y anarquía que reinó en esos años de 1847 a 1849. No podía haber situación política,
económica, ni social menos propicia para el florecimiento de instituciones de salvaguarda de los
derechos humanos que ésta; sin embargo, no sólo se estableció el juicio de amparo, sino hasta se dieron
sus primeras expresiones a través de demandas y ocursos. Ninguna situación de emergencia, ni
rebelión, ni tampoco invasión sirvió de pretexto para evadir la discusión o tratar de no proceder conforme
a la Constitución y las leyes.
La autora Cucarella Galiana nos describe el contexto de los medios de control constitucional
en Europa, durante esa misma época, así como la situación del Poder Judicial. Esto permite
comprender la enorme valía de los operadores jurídicos de esa etapa de la vida nacional:
Europa del siglo XIX. En esa época no podemos hablar de la existencia de ningún sistema de control de
constitucionalidad de las normas en el continente europeo y, por lo tanto, tampoco podremos hablar de
un sistema de amparo extraordinario […] todos los condicionantes teóricos y prácticos de la concepción
liberal, que a lo largo del siglo XIX (y también principios del XX) no podamos hablar de la existencia de
un verdadero poder judicial independiente del resto de poderes del Estado.
Los pleitos se eternizan, arruinándose las fortunas por los enredos y dilaciones a que da lugar el actual
orden de procedimientos, y que los crímenes quedan impunes y se multiplican, alejando la seguridad
por la prolongación de los procesos y la falta de castigo a los delincuentes. La causa del mal se imputa
a los jueces y magistrados, suponiéndolos negligentes o menos rectos; a los encargados de la policía
preventiva y de seguridad, y la astucia de los letrados que intervienen en los negocios como patronos o
como defensores.
Puede decirse que el caso Miguel Vega fue una controversia constitucional de facto, que
contribuyó a determinar en la cultura mexicana a qué órgano del Estado le correspondía la
facultad de resolver conflictos constitucionales, cuando el acto reclamado por revisar fuese una
ley secundaria.
Así, determinó los siguientes puntos: a) la procedencia del juicio de amparo contra actos
judiciales por la inexacta aplicación de la ley; b) la procedencia del juicio de amparo contra leyes
inconstitucionales, y c) equilibro en el plano real de la Suprema Corte de Justicia, respecto a los
demás poderes de la unión, para fortalecer la independencia judicial.
• Controlar la legalidad de los actos del Ejecutivo, a través del mismo poder y
procedimiento.
Cualquiera vacante que ocurra se llenará proponiendo la cámara de diputados tres individuos
que reúnan las circunstancias indicadas, y eligiendo el senado, de los tres, uno para la plaza de
fiscal.
En la Carta Magna, se da competencia al Poder Judicial para proteger a las personas que fueran
afectadas por disposiciones legales inconstitucionales. Este es un cambio fundamental, pues
otorga el control constitucional a la jurisdicción y da un valor normativo.
Esto, incluso, contra actos del Legislativo y del Ejecutivo, con el germen del principio de la
relatividad de la sentencia protectora, en caso de que el acto reclamado fuera una ley. Tal
consecuencia se conoce también como fórmula de Otero -en lugar de fórmula de Rejón, como
debería ser-. Además, la sentencia de amparo tiene como efecto reparar la violación de los
derechos.
Corresponde a este tribunal reunido: amparar en el goce de sus derechos a los que le pidan su
protección contra la leyes y decretos de la legislatura que sean contrarias al texto literal de la
Constitución, o contra las providencias del gobernador, cuando en ellas se hubiese infringido el
código fundamental en los términos expresados, limitándose en ambos casos, a reparar el
agravio en la parte en que la Constitución hubiese sido violada.
Arellano García sintetiza las aportaciones de Manuel Crescencio Rejón al juicio de amparo
de Yucatán para México:
• Utiliza el vocablo “amparar” de una larga tradición histórica, pero lo hace resurgir.
Del supremo poder ejecutivo de la federación, en la Sección siete de las Reglas generales a
que se sujetará en todos los estados y territorios de la federación la administración de justicia:
La pena de infamia no pasará del delincuente que la hubiere merecido según las leyes. Queda
para siempre prohibida la pena de confiscación de bienes.
Queda para siempre prohibido todo juicio por comisión y toda ley retroactiva. Ninguna autoridad
aplicará clase alguna de tormentos, sea cual fuere la naturaleza y estado del proceso. Nadie
podrá ser detenido, sin que haya semiplena prueba o indicio de que es delincuente. Ninguno
será detenido solamente por indicios más de sesenta horas. Ninguna autoridad podrá librar
orden para el registro de las casas, papeles y otros efectos de los habitantes de la república, si
no es en los casos expresamente dispuestos por ley y en la forma que ésta determine.
Esta Constitución, en su primer capítulo, establece los derechos del hombre, por primera vez
para el país. En sus primeros 29 artículos, prevé este tipo de derechos y libertades, ahora con
la denominación de derechos humanos y sus garantías (2011).
En sus tres primeros artículos, la Ley Orgánica de Amparo determina la competencia para
conocer del juicio de amparo a los tribunales federales; el derecho de acceso a la justicia cuando
se vulneren sus garantías constitucionales y permite la promoción del juicio contra autoridades
judiciales, a través de los suplentes de los jueces:
Los Tribunales federales son exclusivamente competentes, siempre que se trate de rebatir las
leyes de la Unión, o de invocarlas para defender algún derecho en los términos de esta ley.
Todo habitante de la república que en su persona o intereses crea violadas las garantías que le
otorgan la Constitución o sus leyes orgánicas, tiene el derecho de ocurrir a la justicia federal,
El ocurso se hará ante el juez de distrito del Estado en que resida la autoridad que motiva la
queja; y si el que la motivare fuere dicho juez, ante su respectivo suplente. En el ocurso se
expresará detalladamente el hecho, fijándose cuál es la garantía violada.
La procedencia del juicio de amparo contra actos judiciales ocasionó el retraso de la justicia y
que la solución definitiva de todos los juicios se concentrara en los juzgados de distrito y en la
Suprema Corte de Justicia. Lo anterior sucedía especialmente en los casos de naturaleza penal,
pues las sentencias de los tribunales locales de segunda instancia, prácticamente, no causaban
estado. Podían ser revisadas por la aplicación “inexacta de la ley” a través del amparo, tal como
sucede en la actualidad con el juicio de amparo directo.
Al igual que el artículo 101 de la Constitución de 1857, el primero de la Ley de Amparo señalaba:
“Los tribunales de la federación resolverán toda controversia que se suscite: I. Por leyes o actos
de cualquiera autoridad que violen las garantías individuales”. El artículo 8, en el capítulo,
llamado Amparo en Negocios judiciales, disponía: “No es admisible el recurso de amparo en
negocios judiciales”.
Así, el artículo 8 de la Ley de Amparo era inconstitucional al limitar la procedencia del amparo,
cuando las autoridades responsables fueran judiciales, pues la Carta Magna no distinguía la
procedencia de amparo. Ésta generalizaba que podría promoverse en contra de “cualquier
autoridad”. Además, en la propia Ley de Amparo, había una antinomia entre el numeral primero
y octavo. Esta segunda ley reglamentaria de amparo se componía de 31 artículos, divididos en
cinco capítulos: I. Introducción del recurso de amparo y suspensión del acto (artículos 1-7); II.
Amparo en negocios judiciales (artículo 8); III. Substanciación del recurso (artículos 9-14); IV.
Sentencias en última instancia y su ejecución (artículos 15-23); V. Disposiciones generales.
El juicio de amparo Vega surgió con un proceso penal. Éste versó sobre la acusación al señor
José Bañuelos de apuñalear con una navaja al jornalero, Benito Prado. La defensa argumentó
que Bañuelos había actuado en legítima defensa y en riña.
En Argentina:
Se concibe que todo derecho distinto de los que tutelan el hábeas corpus y el hábeas data
puede ser amparado, con prescindencia de su fuente normativa constitucional, lo que supone
que cualquier derecho de origen legal, administrativo o internacional que pueda ser reconducido
a la Constitución es materia de tutela del amparo.
Más aún, la protección alcanza a derechos individuales y colectivos —como en el caso del
Corralito fi nanciero, que tuteló derechos de los consumidores y usuarios—, como también a
derechos explícitos o implícitos.
En Perú:
Todo derecho distinto de los que tutelan el hábeas corpus, el hábeas data y el proceso de
cumplimiento es protegido por el amparo. Pueden ser derechos civiles, políticos, económicos y
sociales, de origen constitucional —nominados o innominados, como el derecho a la verdad de
un detenido desaparecido, en el caso Villegas Namuche—, o de configuración legal o
administrativa, y en todo caso derivados de los tratados internacionales.
En Colombia:
La acción de tutela protege los derechos fundamentales de manera residual y subsidiaria,13
frente a la acción u omisión de autoridad o particular. Del mismo modo, en Venezuela y Ecuador
protege derechos que la Constitución y los tratados consagran, pero no los creados por una
norma legal. Por su parte, la Corte Constitucional colombiana ha establecido: [La revisión de
las sentencias de tutela provenientes del Poder Judicial] es una atribución libre y discrecional
de la Corporación para revisar los fallos de tutela que sean remitidos por los diferentes
despachos judiciales, con el fi n de unifi car la jurisprudencia sobre la materia y de sentar bases
sólidas sobre las que los demás administradores de justicia se puedan inspirar al momento de
pronunciarse sobre los derechos fundamentales.
En Brasil:
El mandado de segurança individual protege los derechos constitucionales líquidos y ciertos17
cuando son violados por acto u omisión ilegal o proveniente del abuso del poder, tal como lo
dispone la Ley Federal no.12016, del 7 de agosto de 2009. Antes, además, los derechos
tutelados debían ser incontrastables, es decir, no interpretables; ahora, si bien pueden ser
objeto de interpretación, en cambio, deben estar acompañados de prueba documental
preconstituida.
En Argentina:
Abarca todo acto u omisión de autoridad pública o particular. Se entienden como acto la vía de
hecho, actos propiamente, acciones, decisiones, órdenes y actos jurídicos, por ejemplo. La
omisión genera una orden judicial para que se restablezca el derecho en un plazo, o en la
ejecución del hecho omitido.
c. Poder Judicial, respecto al cual cabe el control de los actos jurisdiccionales cuando no hay
otro remedio procesal. Corresponde señalar que en el proceso de amparo cabe solicitar una
medida cautelar y también cabe el amparo contra el amparo.