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sobre el Estado –ISE- tiene como telón de fondo la actualidad del proceso social y político. A continuación,
una breve mirada de la situación del país desde la nueva etapa de la disputa por el control del Estado, la
ampliación y profundización de la crisis y las contingencias en el futuro inmediato.
El 2018 inició con al menos cuatro pretensiones de sectores que contradicen el trabajo en contra de la
corrupción: la primera, apuesta por la elección de Junta Directiva del Congreso de la República y
enlazada, una segunda, la aprobación de una veintena de leyes. Esto representa la fusión de dos agendas, la
económica neoliberal de algunos grupos empresariales y la de organizaciones políticas vinculadas a la
corrupción. Requieren de garantías y protección de inversiones, impunidad para sus operadores políticos y
criminalización y represión de la protesta social. La tercera, la designación de un Fiscal General afín para que
prevalezca la impunidad. El retardo vía litigio malicioso de acusados por corrupción la necesidad de una
Fiscalía capturada, dispuesta a suspender la persecución penal y que los casos judiciales no prosperen. La
cuarta pretensión: expulsión de territorio guatemalteco del Comisionado Iván Velásquez de la Cicig. El
socavamiento de ambas entidades (Mp y Cicig) se ve reforzado con decisiones como la remoción reciente de
la dirección de la PNC.
Sobresalen las dificultades de implantación del Estado de derecho y para la democratización del sistema
político. La manipulación del sistema judicial se facilita por el entramado institucional y las características del
proceso penal que impiden la aplicación eficiente de principios de justicia. Éste y el sistema penitenciario han
sido desbordados por las numerosas detenciones y la lentitud procesal.
Las presiones internas y externas hacia los poderes del Estado, organizaciones políticas y grupos
empresariales reticentes a cambios estructurales, abren oportunidades frente a la maleabilidad institucional y
las fragilidades éticas del Estado mafioso. El surgimiento reciente de un frente pluriclasista anticorrupción
puede ser conveniente siempre que trascienda de la lucha anticorrupción y evite el ocultamiento de
responsabilidades de cuadros partidarios y empresariales. Es innegable que el Estado ha facilitado
enriquecimiento indebido y que la corrupción es uno de los problemas de la justicia guatemalteca y la
arbitrariedad con que se aplica.
Visto así, la contingencia de respuestas hostiles y agresivas del pacto de corruptos es una posibilidad;
quieren preservar el poder. Hechos recientes de violencia contra fiscales y represión contra dirigentes
sociales, indican su desesperación por impedir el fervor ciudadano por la justicia, la democracia y la paz.
No hay transición posible recorriendo caminos ya agotados de cambios basados en lo judicial y una agenda
de reformas mínimas. La movilización política de la sociedad es crucial.