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“UNIVERSIDAD PERUANA LOS ANDES”

FACULTAD DE CIENCIAS
ADMINISTRATIVAS Y CONTABLES
ADMINISTRACION Y SISTEMAS

ENSAYO SOBRE LA CRISIS DE VALORES EN LA


POLITICA PERUANA

DOCENTE: Teddy Johnnie Salas Matos


ESTUDIANTE: Parco Huarcaya Shirley
ASIGNATURA: Filosofía
CICLO: III ciclo
SECCION: A1 G-302
TURNO: Mañana

2023
¿Situación política actual del Perú?
El Perú no cuenta con partidos políticos que agreguen intereses y que tengan un diagnóstico
de los problemas del país, así como tampoco una propuesta de políticas para atenderlos. Los
partidos no suelen ser escuelas de formación de cuadros, no hay élites políticas. Ello se agravó
por la prohibición de reelección parlamentaria inmediata.

Con partidos poco representativos1y una creciente desconfianza hacia los políticos, la
reelección parlamentaria fue de una de las menores en la región. Entre 2001 y 2016 (antes de
la prohibición de reelección), el porcentaje de parlamentarios reelectos fue de 22% en
promedio, a pesar de que más del 70% postularon. Sin embargo, al prohibir la reelección, se
eliminó el principal incentivo para una buena gestión que sería premiada por los electores.

Junto con ello, se reducen las posibilidades de enrolar personas con vocación de ser políticos
profesionales pues el proyecto personal se convierte en una aventura de cinco años. La falta
de experiencia y de acumulación de conocimiento del oficio estimula proyectos de corto plazo
y reduce conductas colaborativas.

¿Qué hacer?
Algunos empresarios saben que ante un gobierno débil pueden imponer sus agendas y la
desregulación fáctica a favor de sus beneficios particulares contra los consumidores y
ciudadanos. Hasta algunos medios de comunicación masivos pueden vender más en el
desorden. La economía informal, no la de subsistencia, prolifera al margen de la Ley.

 Primero, empezar por vincular la calidad de la democracia a la calidad de los políticos.


Alcántara ha resumido la calidad de los políticos en atributos de calidad personal,
calidad estratégica y desempeño en el cargo2.
 Segundo, debatir el cambio de reglas electorales, pues si las mantenemos, difícilmente
los resultados serán diferentes. Conscientes de que ninguna medida aislada
contribuirá a lograr la profesionalización de la política, debe eliminarse la prohibición
de reelección parlamentaria. Si se quiere, puede limitarse a tres periodos de manera
que se combine experiencia y renovación.
 Tercero, parte de los cambios en la sociedad, como las tecnologías de la información y
el internet, han modificado la comunicación de los partidos y de algunos
representantes con sus electores. El uso de estos mecanismos puede facilitar la
participación ciudadana. De esa manera, se pueden transmitir demandas
ciudadanas3 a la agenda pública.
 Cuarto, la participación de los partidos políticos controlando la oferta electoral tiene
sentido si se responsabilizan por ella y establecen filtros que permitan mejorar la
calidad de los políticos.
 Quinto, las reglas deben incluir la depuración de partidos y movimientos regionales
que funcionan como partidos cascarón, así como formulas efectivas de democracia
interna.

Todo ello supone un compromiso con la democracia y los valores que ella encarna, como la
defensa de derechos, tolerancia y dialogo político, evitando los rótulos para descalificar al que
piensa diferente.
¿Cómo superar la crisis política y social actual: Perú
2023?
Desafortunadamente, la posibilidad de llegar a acuerdos entre las diferentes fuerzas sociales y
económicas internas se ve aún difícil, pero hay que hacer todo nuestro esfuerzo por
alcanzarlos. Sin embargo, a propósito de los mensajes desde el exterior se abren espacios de
oportunidad. Están los comentarios y requerimientos de información de la oficina del Alto
Comisionado de Naciones Unidas sobre Derechos Humanos, la investigación sobre excesos de
la Policía y del Ejercito contra los manifestantes reportado por el New York Times y esta
semana del señalamiento en el Reporte Anual sobre Derechos Humanos del Departamento de
Estado de EE.UU. donde se mencionan las palabras abusos e impunidad.

Efectivamente, no se pueden negar la existencia de excesos y la impunidad permanece a la


vista de todos. No es información nueva la que viene del exterior, sino que confirma la que se
transmitió desde algunos medios locales, especialmente alternativos. No hay que rasgarse las
vestiduras, pero se debe aprovechar estas circunstancias para ir construyendo una agenda
común para que el gobierno nacional enmiende el rumbo. Lamentablemente, no se puede
esperar mucho de gran parte del Congreso Nacional, cuando en esta semana una ex
presidenta de su Mesa Directiva declaró que ellos se deben quedar hasta el 2026.

Conclusión
La reciente crisis presidencial peruana marca un nuevo paso en el desgaste del sistema
institucional peruano establecido después de la renuncia de Alberto Fujimori al Poder en el
año 2000. Ese proceso ha visto al Gobierno y Congreso capturado en forma sucesiva por
distintos liderazgos que, además de corrosivos por mérito propio en varias de las situaciones,
han sido en forma regular receptores de acusaciones de corrupción. La posición de presidente
en el Perú ha evolucionado desde un cargo de liderazgo a un blanco permanente de
acusaciones de todo tipo que buscan su Poder.

Pero, el proceso no acaba ahí, el sistema institucional peruano ha recibido una erosión
sostenida de parte de un Congreso que progresivamente ha sido colonizado por grupos
circunstanciales, partidos de muy corta vida o derechamente especuladores del poder, que
han ido demoliendo a una plataforma de partidos que nunca ha sido especialmente sólida y
consolidada.

La situación, desarrollada en medio de la Pandemia de COVID 19, que ha golpeado duramente


al Perú y lo tiene seriamente afectado en todos los planos, demuestra que la elite política
peruana se encuentra en una dinámica caníbal donde es difícil detectar tanto actores o figuras
mayores con visión de país y que está duramente golpeada por una corrupción que parece
general y transversal. Una situación así permite extraer varias conclusiones provisorias que son
de valor para nuestro propio escenario.

La primera es la necesidad critica de que todo el sistema político valore la estabilidad


institucional de forma sincera, y no busque erosionarla para beneficios propios de corto plazo.
El precio de una sucesión erosiva solo termina por demoler el edificio y aplastar a todo el
sistema de poder. Un Congreso unicameral coopera difícilmente a aquello, pues la ausencia de
una Cámara revisora reduce las opciones de contener explosiones populistas.

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