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Depresión. El trastorno más común del estado de ánimo es la depresión, un estado en que
la persona se siente abrumada por la tristeza, pierde interés en las actividades y muestra
otros síntomas como culpa excesiva o sentimientos de minusvalía. Las personas que sufren
depresión son incapaces de experimentar placer en las actividades que alguna vez
disfrutaron. Están cansadas y apáticas, en ocasiones al extremo de no poder tomar las
decisiones cotidianas mássimples. Pueden sentir que han fracasado por completo en la vida
y tienden a culparse por sus problemas. La gente gravemente deprimida a menudo sufre
insomnio y pierde el interés en la comida y el sexo. Con frecuencia tienen problemas para
pensar o concentrarse, incluso al extremo de encontrar difícil leer el periódico.
La depresión solo se clasifica como un trastorno del estado de ánimo cuando es seria,
prolongada y cuando va mucho más allá de la reacción característica a un evento
estresante de la vida (APA, 2000); vea Aplicación de la psicología: Reconocimiento de la
depresión. El DSM-IV-RT distingue entre dos formas de depresión. El trastorno depresivo
mayor es un episodio de tristeza intensa que puede durar varios meses; en contraste, la
distimia es una tristeza menos intensa (y síntomas relacionados), pero que persiste con
poco alivio por un período de dos años o más. Algunas depresiones se tornan tan intensas
que la gente se vuelve psicótica, es decir, pierde el contacto con la realidad. Por ejemplo,
considere el caso de una viuda deprimida de 50 años que fue transferida al centro médico
de un centro comunitario de salud mental. Esta mujer creía que sus vecinos estaban en su
contra, que habían envenenado su café y que la habían embrujado para castigarla por su
maldad (Spitzer, Skodal, Gibbon y Williams, 1981).
Fobias específicas
Una encuesta nacional realizada en Estados Unidos encontró que los trastornos de
ansiedad son más comunes que cualquier otra forma de trastorno mental (Kessler et al.,
1994). Los trastornos de ansiedad se subdividen en categorías de diagnóstico más
específicas. Un subtipo familiar de trastorno de ansiedad es la fobia específica. Una fobia
específica es un temor intenso y paralizante de algo que quizá infunde temor, pero este es
excesivo e irracional. De hecho, en una fobia específica, el temor es tan grande que lleva a
la persona a evitar actividades rutinarias o adaptativas y por ende, interfiere con el
funcionamiento de la vida. Por ejemplo, no es inapropiado sentir un poco de miedo cuando
un avión despega o aterriza, pero es inapropiado tener tanto miedo de volar que la persona
se niega a subirse o incluso a acercarse a un avión, en particular si la carrera exige que se
viaje con frecuencia.
La agorafobia es un tipo mucho más debilitante de trastorno de ansiedad que las fobias
sociales. Agorafobia es un término formado por vocablos griegos y latinos que literalmente
significan “temor al mercado”, pero el trastorno por lo general implica temores múltiples e
intensos como el temor a estar en lugares públicos de los cuales puede ser difícil escapar,
de estar inmerso en multitudes, de estar solo, de viajar en automóvil, de pasar a través de
túneles o puentes
Trastorno de pánico
Otro tipo de trastorno de ansiedad es el trastorno de pánico, un problema caracterizado por
ataques de pánico recurrentes. Un ataque de pánico es una experiencia súbita,
impredecible y abrumadora de temor intenso o terror sin que exista alguna causa razonable
Un ataque de pánico por lo regular dura apenas unos cuantos minutos, pero dichos
ataques pueden repetirse sin razón aparente. Los ataques de pánico no solo ocasionan un
tremendo temor mientras están sucediendo, sino que también dejan a la persona con el
temor de sufrir otro ataque de pánico durante días o incluso semanas.
Otros trastornos de ansiedad Las distintas fobias y ataques de pánico tienen una fuente
específica de ansiedad, como el temor a las alturas, el temor a las situaciones sociales o el
temor a verse en medio de una multitud. En contraste, el trastorno de ansiedad
generalizada se define por temores prolongados, vagos pero intensos, que no están ligados
a ningún objeto o circunstancia particular. El trastorno de ansiedad generalizada quizá es lo
más cercano a lo que comúnmente entendemos por neurótico. Sus síntomas incluyen la
incapacidad para relajarse, el sentirse constantemente inquieto o excitado, la tensión
muscular, una frecuencia cardiaca acelerada o palpitaciones, incertidumbre acerca del
futuro, hipervigilancia (estar en alerta constante ante las amenazas potenciales) y
dificultades para dormir. Muchas investigaciones indican que el trastorno de ansiedad
generalizada y el trastorno depresivo mayor podrían compartir una base genética común,
aunque siguen sin aclararse los factores genéticos específicos que explican esta relación
(Mineka, Watson y Clark, 1998).
Ahora reconocemos que el estrés y las presiones psicológicas pueden alterar la conducta
hacia la salud, lo que incluye acciones positivas, como llevar una dieta balanceada y hacer
ejercicio y actividades negativas, como fumar cigarrillos y consumir alcohol en exceso.
Como mencionamos antes en este capítulo, en la actualidad se considera que las
enfermedades físicas y mentales son “enfermedades del estilo de vida” y que sus causas
obedecen a una combinación de factores biológicos, psicológicos y sociales.
Freud creía que al desarrollar inconscientemente un impedimento, las personas logran dos
cosas. Primero, se impiden la realización de deseos prohibidos o la repetición de conductas
prohibidas; Freud llamó a esto la ganancia primaria del síntoma. Segundo, los síntomas a
menudo permiten a la persona evitar una actividad, persona o situación desagradable;
Freud llamó a esto la ganancia secundaria. Las teorías cognoscitivas conductuales de los
trastornos somatoformes se concentran en la idea freudiana de la ganancia secundaria, es
decir, buscan formas en que se esté recompensando a la conducta sintomática. Por
ejemplo, tal vez una persona aprendió en el pasado que las molestias y los dolores pueden
usarse para evitar las situaciones desagradables (las cefaleas y los dolores de estómago
oportunos han “resuelto” muchos problemas a lo largo de los años). Más adelante, esta
persona se vale de los síntomas somáticos para evitar enfrentarse a situaciones
desagradables o estresantes. Además, las personas que están enfermas a menudo reciben
mucha atención, apoyo y cuidado, lo que constituye una recompensa indirecta.
Los trastornos disociativos se encuentran entre las formas más desconcertantes de los
trastornos mentales, tanto para el observador como para quienes los sufren. “Disociación”
significa que parte de la personalidad de un individuo está separada, o disociada, del resto,
y que por alguna razón la persona no puede rearmar las piezas. Es común que exista
pérdida de la memoria y un cambio completo de identidad, aunque por lo regular de forma
temporal. Es raro el caso en que varias personalidades distintas estén presentes en una
persona.
Amnesia disociativa
La pérdida de la memoria sin causa orgánica puede ser una reacción a experiencias
intolerables. La gente a menudo borra un evento o un período de su vida que ha sido
extremadamente estresante
amnesia disociativa. El hombre que traiciona a un amigo para cerrar un negocio o la mujer
que ha sido violada también pueden olvidar (selectivamente) lo que sucedió.
Trastorno de despersonalización
Un trastorno disociativo mucho menos dramático (y mucho más común) es el trastorno de
despersonalización. Su característica esencial es que la persona de repente se siente
cambiada o diferente de una manera extraña. Algunas personas sienten que han
abandonado su cuerpo, otras que sus acciones de repente se han vuelto mecánicas o
irreales. Es común la sensación de perder el control sobre la propia conducta al igual que
imaginar cambios en el ambiente. Este tipo de sentimiento es especialmente común durante
la adolescencia y la juventud, cuando el sentido que tenemos de nosotros mismos y de
nuestras interacciones con los demás cambia con rapidez. Esto se clasifica como un
trastorno disociativo solo cuando la sensación de despersonalización se vuelve un problema
crónico o de largo plazo o cuando la enajenación deteriora el funcionamiento social normal
(APA, 2000).
Los trastornos del deseo sexual implican la falta de interés en el sexo o quizá una aversión
por el mismo. La falta de deseo sexual es más común entre las mujeres que entre los
hombres y participa posiblemente en el 40 por ciento de todas las disfunciones sexuales
(Southern y Gayle, 1982). La medida y las causas de este trastorno tanto en los hombres
como en las mujeres es difícil de analizar, ya que algunas personas simplemente tienen una
escasa motivación para la actividad sexual; el poco interés por el sexo es normal para ellos
y no necesariamente refleja algún trastorno sexual (Beck, 1995). Otras personas, aunque no
informan de ansiedad o aversión hacia el sexo, exhiben indicadores fisiológicos de
inhibición del deseo (Wincze, Hoon y Hoon, 1978).
Parafilias
Un segundo grupo de trastornos sexuales, conocidos como parafilias, implican el uso de
objetos o situaciones sexuales poco convencionales para obtener excitación sexual. La
mayoría de la gente tiene en ocasiones fantasías sexuales poco convencionales, las cuales
resultan un estimulante saludable del disfrute sexual normal.