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TEMA 5: La novela española de 1939 a 1974.

Tendencias, autores y obras


El final de la Guerra Civil y sus consecuencias, así como la censura llevan a los novelistas a desarrollar
una literatura realista en la que expresar sus inquietudes existenciales y sociales. La ruptura con la
tradición inmediata y las condiciones de la posguerra como la falta de maestros o el abandono de los
alardes vanguardistas, provocan el estancamiento del género. Algunos novelistas desarrollan su obra
en el exilio, donde tratan el tema de España desde una perspectiva crítica. Entre ellos se encuentra
Rosa Chacel (La sinrazón ,1960), Francisco Ayala (Los usurpadores, 1949) y Ramón J. Sender
(Réquiem por un campesino español, 1953). Y entre los nuevos narradores destacan Arturo Barea (La
forja de un rebelde) y Manuel Andújar

La década de los cuarenta es una etapa de búsqueda de nuevos caminos literarios y se desarrolla una
literatura de grandes preocupaciones existenciales. Algunos novelistas de la generación anterior siguen
publicando como Fernández Flórez y otros cultivan una novela tradicional de estilo decimonónico,
como Juan Antonio de Zunzunegui (La vida como es, 1954). La dictadura y su censura mantienen la
novela española al margen de la narrativa europea y americana y prohíben la obra de los autores
exiliados. A pesar de esto, en el género narrativo surge con fuerza la novela existencial, que muestra
un reflejo amargo de la vida cotidiana. La familia de Pascual Duarte (1942), de Camilo José Cela, se
considera el punto de partida de la narrativa de posguerra, inaugurando en España el llamado
“tremendismo”, tendencia literaria que recrea los aspectos más sórdidos de la existencia humana.
También destacan Nada (1945) de Carmen Laforet, que es primera novela existencial en España y
refleja las consecuencias de la Guerra Civil y La sombra del ciprés es alargada (1947) de Miguel
Delibes, obra de tono amargo y pesimista.

En la década de los cincuenta surge la novela social, basada en un realismo más objetivo, ideológico
y comprometido en la que se muestran inconformes ante la sociedad española y expresan su deseo de
cambio. Los autores narran los hechos con intención testimonial e introducen el habla popular y
coloquial en los diálogos. Además, dotan de importancia al personaje colectivo frente al individual de
la novela existencial, y sus obras están cargadas de objetivismo.
En 1951 se publica en Buenos Aires, a causa de su prohibición en España, La Colmena de Camilo
José Cela, obra que encabeza la renovación técnica de la novela española de los años 50. En ella se
aprecian todas las características de la novela social.
Otras obras destacables que continúan con la actitud crítica son: Entre visillos (1958) de Carmen
Martín Gaite, El Jarama de Sánchez Ferlosio y Central eléctrica de López Pacheco, que presenta un
realismo más crítico. También surge la novela fantástica que reivindica la imaginación y la fantasía, en
Merlín y familia (1955) de Álvaro Cunqueiro.

La década de los sesenta el cansancio de la novela realista da paso a la búsqueda de otras formas
narrativas, introduciendo innovaciones técnicas de la literatura europea y americana gracias a la
apertura de España al exterior. Se inaugura la narrativa experimental interesada en nuevos recursos
técnicos y expresivos. Se renueva el estilo, el lenguaje y se transforman todos los elementos de la
sintaxis narrativa. Estructuralmente se abandona lo tradicional dando lugar a los saltos temporales,
aparece la narración en segunda persona, los monólogos interiores, el perspectivismo, la fusión de
géneros, se incorporan procedimientos de vanguardias, etc. Los autores adoptan una visión dialéctica
de la realidad española, es decir, dan testimonio de la realidad confrontando los diferentes planos que
la componen (ideológicos, sociales…)
El inicio de la renovación de la novela lo marca Tiempo de silencio (1962) de Luis Martín Santos. Es
una obra compleja por su temática y sus técnicas narrativas, cuya innovación más importante es la
experimentación del lenguaje (variedad de registros, retoricismo…), no presenta capítulos sino
secuencias separadas por espacios en blanco y el narrador es omnisciente y adopta varias perspectivas.
Destacan también Cinco horas con Mario (1966) de Miguel Delibes, donde se emplea la técnica del
monólogo interior, Últimas tardes con Teresa (1966) de Juan Marsé, que parodia de la novela social y
en La saga/fuga de J.B (1972) de Gonzalo Torrente Ballester, se crea un mundo mítico que fusiona
realidad y fantasía.
Durante la década de los setenta se crean obras con renovadas técnicas narrativas en las que se
continúa con la experimentación temática y formal de la novela de la década anterior. Sin embargo, en
1975 se abre un nuevo periodo en la novela. Al acabar la censura, la libertad de expresión se impulsa,
haciendo que se abandone la novela experimental y buscando una voz propia.

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