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DECRETO DE

DESAMORTIZACIÓN
1) Nos encontramos ante un texto de carácter jurídico por su forma ya
que se trata de un fragmento del Real Decreto de Desamortización de
los bienes del clero regular. Por su contenido es económico-social ya
que se refiere a la venta de bienes que habían pertenecido a
determinadas corporaciones religiosas. Se trata de una fuente
primaria, porque es un documento de época; concretamente un breve
extracto del Real Decreto de Desamorización de 1836. Esta
destinado a la reina Isabel II. Su principal `propósito es hacer que la
Iglesia tribute todos sus bienes.
2) En el primer párrafo del texto Mendizábal expone que la venta de
los bienes propiedad de la nación ayudaría a pagar la deuda pública,
a inversiones públicas, hacer más productivas y rentables estas
tierras,etc… Además, también expone que no es para obtener una
plusvalía, sino para una resurrección política. En el segundo párrafo
habla de reducir la deuda pública y crear una masa de propietarios
afines a su régimen con la venta de las tierras eclesiásticas. Por
último, se exponen dos artículos que consisten en la declaración de la
venta de los bienes eclesiásticos y que la compra será entregando
dinero o comprando deuda española. Por tanto, la idea principal del
texto es vender los bienes eclesiásticos y las ideas secundarias son
sanear y enjugar la deuda nacional, facilitar la industrialización,
acabar con el inmovilismo de los anteriores titulares y crear una
masa de propietarios afines al liberalismo y a las instituciones
presentes: en primer lugar, el trono de Isabel II.
3) El contexto del documento es la primera guerra carlista (1833-1840),
que enfrentó al régimen isabelino contra los intransigentes del
Antiguo Régimen, aglutinados bajo la bandera de Carlos María
Isidro (hermano de Fernando VII).
El nuevo gobierno progresista, tras el Estatuto Real, se propone
implantar el régimen liberal (la línea será apuntalada por el motín de
los sargentos de La Granja, que supondrá la dimisión del presidente
Isturiz y su sustitución por Calatrava, que colocará a Mendizábal en
el ministerio de Hacienda). La reforma agraria será uno de los
capítulos abordados: disolución del régimen señorial y de sus
jurisdicciones (la única jurisdicción será la del Estado),
desvinculación (las tierras dejan de estar vinculadas a unos derechos
compartidos) y supresión de mayorazgos, desamortización, abolición
de diezmos eclesiásticos, abolición de los privilegios de la Mesta,
derecho al cercado y a la libre explotación de montes y valles,
libertad de arrendamientos agrícolas, libertad de almacenamiento y
de precios, libre comercio y supresión de aduanas interiores; a su
vez: abolición de privilegios gremiales, libertad de industria y
comercio. Paralelamente, se elaboró la constitución progresista
(hasta cierto punto, más bien de consenso) de 1837 (que renovaba la
idea de que la soberanía residía esencialmente en la nación).
La desamortización, en concreto, supondrá la incautación por parte
del Estado de los bienes raíces de titularidad eclesiástica, colectiva y
civil; su posterior nacionalización y venta en pública subasta, para
pasar a ser bienes absolutos de sus nuevos propietarios. La primera
gran ley (decreto) desamortizadora se publica en 1836: la firma
Mendizábal y afecta a los bienes raíces del clero regular. La segunda
gran ley desamortizadora se publica en 1855: la firma Madoz y
afecta al clero secular y a los bienes comunales y municipales (los
bienes de propios o cultivables, y de comunes o pastos y bosques,
bajo gestión municipal, generalmente, y con frecuencia de titularidad
municipal).
La desamortización de Mendizábal tenía como objetivos garantizar y
amortizar la deuda pública y financiar la guerra carlista. En el
preámbulo del decreto añade otros objetivos: el acceso de la
burguesía emprendedora a la propiedad agraria para dinamizarla y
crear un nuevo sector social de propietarios agradecidos y vinculados
al régimen de Isabel II. El proceso desamortizador se mantuvo (con
altibajos) entre 1836 y 1844, desamortizándose el 62% de las
propiedades de la Iglesia. Bajo la regencia de Espartero (1840-1843)
se desamortizaron también bienes del clero secular.
El proceso se iniciaba con una tasación (peritos de Hacienda) y
seguía la subasta. Los lotes eran de un tamaño variado pero, en
general, inasequibles para personas de bajos ingresos. Los postores
eran terratenientes y burgueses urbanos (élites financieras y
comerciales, como lo era el propio Mendizábal, que se enriqueció
con el avituallamiento del ejército y con el comercio de peines y,
más tarde, de vinos, en su exilio londinense). Se abonaba el 20% al
contado y el resto se pagaba a plazos. Se admitían en el pago al
contado títulos de deuda por su valor nominal: Al estar devaluados
los títulos en el mercado de deuda de la Bolsa, los propietarios de
títulos se aprestaban a pujar para dar salida a su papel
rentabilizándolo al máximo; aceptando el Estado los títulos como
medios de pago y por su valor nominal, se esperaba revalorizarlos
con vistas a nuevas emisiones de deuda.
En definitiva: la tierra no se entregó a los campesinos que trabajaban
esas tierras ni el Estado obtuvo un gran monto por la operación.
Las consecuencias del proceso desamortizador:
1-El desmantelamiento casi total de las propiedades de la Iglesia y la
oposición de ésta al liberalismo (“el liberalismo es pecado”).
2-La atenuación de la deuda del Estado: Se rescataron 5.000 millones
de reales de los 14.000 acumulados. A su vez, las nuevas
propiedades, que antes habían estado exentas de tributación por el
fuero eclesiástico, comenzaron a tributar, contribuyendo a sanear las
cuentas de la Hacienda Pública.
3-No aumentó la producción agrícola (al menos, no
significativamente): en lugar de capitalizar las nuevas propiedades,
sus propietarios se limitaron a cobrar rentas aumentadas (ahora
derivadas de nuevos contratos de arrendamiento). Las nuevas tierras
colonizadas eran marginales, de manera que el rendimiento medio
decreció.
4-Se reforzó la estructura de la propiedad agraria: los antiguos
terratenientes aumentaron sus propiedades (aumentando el
latifundismo en Andalucía y Extremadura), apareciendo nuevos
propietarios (inversores de la burguesía financiera, comercial e
industrial, así como burgueses de las profesiones liberales). Ganaron
dinero intermediarios especuladores (primeros postores que
revendían después las tierras subastadas o propietarios de títulos de
deuda que vendían a los compradores de tierras). Los campesinos
quedaron sin opciones de compra.
5-Las élites terratenientes se amigarán con los políticos liberales o
ingresarán ellas mismas en la política, detentando el poder durante el
periodo isabelino e identificándose con el régimen liberal (en el
partido moderado o en el progresista) como previó Mendizábal.
6-La desamortización urbana (conventos y huertos, etc) afectó a los
centros urbanos principalmente, y los únicos postores con opciones
de compra pertenecían a la alta burguesía y a la antigua aristocracia.
Las clases medias y populares quedaron al margen.

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