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TEMA 3: PROCESO DE DESAMORTIZACIÓN Y CAMBIOS AGRARIOS

El término “desamortización” no supone solamente el acto jurídico mediante el cual


los bienes que han estado amortizados adquieren la condición de bienes libres para sus
propios poseedores, como ocurría, por ejemplo, en el caso de los mayorazgos, sino que
implicaba también que sus poseedores pierden la propiedad que pasa al Estado, bajo
cuyo dominio se convierten en bienes nacionales. El Estado los vende a particulares, y
al adquirirlos los compradores, se convierten en bienes libres. Así pues, la
desamortización es una operación compleja cuyo beneficiario principal es el Estado, que
es el que expropia unos bienes para después venderlos a terceros.
A pesar de producirse los comienzos de la Revolución industrial en España, durante el
siglo XIX la agricultura fue la actividad económica más importante. Más de la mitad de
la renta nacional procedía del sector agrícola y ganadero, que ocupaba también un lugar
destacado en el comercio de exportación. Sin embargo, tres notas caracterizan a la
agricultura española de dicha centuria: su ancestral tecnología, su escaso espíritu
innovador y la tradicional estructura de la propiedad. Seguía aferrada al arado romano y
al cultivo de año y vez. Este estancamiento agrario explica, en gran parte, el retraso de
la modernización económica del país.
Por otra parte, España venía sufriendo, desde tiempo inmemorial, una desigual
distribución de la tierra. Un pequeño número de familias aristocráticas y entidades
eclesiásticas poseían grandes latifundios en la mitad sur de la Península. Mientras
grandes extensiones de tierra, propiedad de la Iglesia o de la Corona, permanecían
incultas por falta de capital o de iniciativa empresarial, un número muy elevado de
braceros y jornaleros aspiraba a un trozo de tierra propia y sufría todo el rigor de las
calamidades del campo.
La preocupación por mejorar la agricultura y redimir las circunstancias del campesinado
se pusieron de manifiesto desde el siglo XVIII, aunque entonces no pasaran de tímidos
intentos.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS

La agricultura fue sin duda uno de los temas que llamó poderosamente la atención de
los ilustrados, debido sobre todo al aumento demográfico, la elevación de los precios
agrícolas, el incremento de la renta en los arrendamientos y al descrédito de la Mesta,
junto a las doctrinas fisiocráticas en auge.
Fruto de aquella preocupación fue el expediente de la Ley Agraria de 1766, en el que se
pedía a los intendentes que expusieran sus ideas respecta a los problemas del campo.
Las respuestas emitidas constituyeron la base sobre la que debía redactarse la deseada
Ley Agraria que, como tal norma general, nunca llegaría a nacer.
Era pensamiento de la época que las tierras en poder de la Iglesia, así como las de los
municipios o de otras "manos muertas", rendían poco, estaban al margen del libre
comercio y no tributaban a favor de la Hacienda Real.
Hombres como Olavide (intendente de Andalucía) y Jovellanos coincidían en la
conveniencia de convertir las tierras concejiles, en especial los baldíos, en bienes de
propiedad privada, aunque diferían en el procedimiento.
El "Plan" de Olavide (o "Código de Agricultura" como él lo llamaba) parece referirse
sólo a la desamortización de los bienes baldíos. Mientras que Jovellanos en su Informe,
aunque distingue entre los baldíos ("tierras vacantes") y "tierras concejiles", aconseja la
reducción de todas estas fincas a bienes de propiedad privada.

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Legislación desamortizadora de Carlos III

Ésta concierne sólo a los bienes municipales y tiene su raíz en la crisis agraria y los
motines de 1766. Aranda, en Real Provisión de ese año, mandaba que los baldíos y las
tierras labrantías propias de los pueblos de Extremadura se dividiesen en arrendamiento
entre los vecinos más necesitados, atendiendo, en primer lugar, a los braceros y
jornaleros. Esta medida se extendió a todo el reino en 1767. Su fin principal era el
beneficio común, el fomento de la agricultura y el facilitar a los braceros terreno propio
que cultivar.
Pero la vigencia de estas Reales Provisiones duró poco, pues en 1770 fueron derogadas
y las tierras que quedaban por repartir se decidió que se entregasen, en primer lugar, "a
los labradores de una, dos y tres yuntas" y, en segundo lugar a los braceros y jornaleros.
Con estas modificaciones se abandonaba la finalidad primitiva de las reales provisiones
y su preocupación por una reforma social agraria.

Leyes desamortizadoras de Carlos IV

Ante la crisis fiscal progresiva, Godoy se vio obligado a arbitrar medidas buscando
una solución. En 1798 mandó que se enajenasen a beneficio de la Real Hacienda los
bienes pertenecientes a hospitales, hospicios, casas de misericordia, de reclusión, de
expósitos, cofradías y patronatos de legos, bajo el interés anual del 3% a los
desposeídos. Se iniciaba así la desamortización tal como seguirá realizándose en el siglo
XIX, es decir, mediante la apropiación par parte del Estado, y por decisión unilateral de
éste, de bienes inmuebles pertenecientes a "manos muertas", venta de los mismos y
asignación del importe obtenido con las ventas a la amortización de los títulos de la
deuda.
Frente al planteamiento de los ilustrados (desamortizar para reformar, aunque
levemente, la economía agraria), surge el de Godoy: desamortizar para sanear la
Hacienda Pública, de tal suerte que, a partir de ahora, se impondrá, por encima de los
intereses de las clases rurales, el de la Hacienda Publica.

Desamortización de las Cortes de Cádiz.

En 1811 se planteó en las Cortes de Cádiz el problema de la deuda pública. una de las
soluciones que se propusieron fue la de declarar la bancarrota, (es decir, que el Estado
liberal no reconociese la deuda contraída por la monarquía absoluta). Pero un grupos de
diputados se opuso a ello, consiguiendo mediante un decreto de 1813 que se ratificara el
reconocimiento de la deuda que se pagaría con cargo a las rentas de tierras afectadas
para tal fin: las de los jesuitas, las pertenecientes a las órdenes militares, conventos y
monasterios suprimidos o destruidos durante la guerra; las de la recién abolida
inquisición... y la mitad de los baldíos y realengos. Las fincas se venderían en pública
subasta.
Este decreto constituye la primera norma legal general desamortizadora del siglo XIX,
pero apenas pudo aplicarse debido al inminente retorno de Fernando VII.
Durante el trienio liberal, 1820-1823, se restableció la legislación desamortizadora de
las Cortes de Cádiz. Por decreto de 1820 se suprimían todos los monasterios de las
órdenes monacales. Con este decreto, uno de los más radicales en este sentido, la
desamortización eclesiástica ya no se reduce a medidas parciales, sino que se acomete
de forma decidida.

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LA DESAMORTIZACIÓN DE MENDIZÁBAL

Esta desamortización va unida indisolublemente a la desamortización eclesiástica.


Juan Álvarez Mendizábal (su verdadero nombre era Juan Álvarez Méndez) nació en
Cádiz en 1790 en una familia dedicada al comercio de trapos. Muy joven empezó a
trabajar como empleado de banca, cambiando su nombre por el que se conoce. Participó
en la Guerra de la Independencia (1808-1814) y estaba identificado con las ideas
liberales (en esa época también fue miembro de la logia masónica de Cádiz).
Durante el reinado de Fernando VII apoyó financieramente el levantamiento de Rafael
Riego en 1820 lo que le valió el exilio una vez finalizado el levantamiento.
A su regreso a España en 1835, se integró en el Partido Progresista; en junio de ese año,
ya iniciada la primera Guerra Carlista, fue nombrado ministro de Hacienda en el
gobierno de José María Queipo de Llano, conde de Toreno. En septiembre del mismo
año se hizo cargo de forma interina de la presidencia del gobierno, conservando la
cartera de Hacienda hasta mayo de 1836. España se encontraba en una delicada
situación económica provocada por los gastos militares ocasionados por la guerra.

La primera preocupación de Mendizábal, desde que llegó al Gobierno en 1835, era el


problema financiero. Las arcas del Estado estaban vacías, la deuda pública había
alcanzado proporciones gigantescas y el gobierno tenía que hacer frente a una costosa
guerra civil que había desorganizado totalmente la administración, por lo que procedió a
una liquidación de la deuda mediante la venta a gran escala de los bienes nacionales.
Con anterioridad a su llegada al poder ya se habían promulgado dos decretos (15 de
julio de 1834 y 4 de julio de 1835) en los que se suprimían la Inquisición y la Compañía
de Jesús, que habían sido restablecidas, destinándose sus bienes a la extinción de la
deuda pública. Ese mismo año, 1835, mediante otro decreto, también se suprimían los
conventos y monasterios religiosos que no tuvieran un mínimo de doce individuos
profesos, aplicándose sus bienes al mismo fin.

Primera ley desamortizadora

En el año 1836 se aprobó la venta de bienes raíces que hubieran pertenecido a


corporaciones y comunidades religiosas, y la supresión de institutos monásticos,
exceptuándose los bienes destinados a servicios públicos o monumentos nacionales de
los cuales publicaba el gobierno relación de medidas, que supuso la ruptura de
relaciones diplomáticas con el Vaticano (octubre de 1836 el papa Gregorio XVI).
En el mismo decreto se anunciaba la formación de un reglamento para la venta de los
bienes, que se hacía, según el decreto, para disminuir la deuda pública consolidada y
"entregar al interés individual la masa de bienes raíces que han venido a ser propiedad
de la nación, a fin de que la agricultura y el comercio saquen de ellos las ventajas que
no podrán conseguir por entero en su actual estado". La venta debería hacerse de forma
pública, partiendo de una tasación oficial, a partir de la cual los posibles adquirientes
pujarían por ellas mediante subasta, adjudicándoseles a aquellos que ofrecieran un
precio más alto por ellos. El decreto regulaba también la forma en que debería hacerse
el pago, estableciendo dos procedimientos diferentes, uno para aquellos que lo hiciesen
en títulos de la deuda, y otro para los que lo efectuasen en dinero en metálico. Los
primeros deberían abonar una quinta parte del precio en metálico, antes de que se
otorgase escritura pública, y el resto en cada uno de los ocho años siguientes a dicho
otorgamiento en títulos de la deuda a su valor nominal. En realidad, los títulos de la
deuda se habían depreciado de tal manera que era un auténtico papel mojado del que sus

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tenedores no sabían como desprenderse. Ahora, mediante este procedimiento, se les
ofrecía la posibilidad de hacer un buen negocio, ya que no sólo se les permitía pagar el
precio de los bienes eclesiásticos sino que se les reconocía su valor nominal. El Estado
rescataba también de esta forma la deuda que tenía pendiente con estos particulares,
pero, sin duda, no era éste el medio que prefería, ya que sus necesidades más urgentes
tenía que satisfacerlas mediante dinero contante y sonante.
En cuanto a los que pagasen con dinero en metálico, se les ofrecían más facilidades,
puesto que al Gobierno le interesaba más este procedimiento y esperaba así animar a los
compradores que podían satisfacer el precio de esta manera. La quinta parte deberían
abonarla igualmente en metálico y para el resto se les concederían dieciséis años de
plazo.
Mendizábal sabía que favorecer el acceso de los campesinos a la tierra facilitaría una
mayor estabilidad social. E igualmente se crearía un “clientelismo “político que
asentaría al gobierno.
La medida despertó entusiasmo y muchos capitales estériles en las arcas de sus dueños
entraron en circulación, pero la subasta de tierras no alcanzó las cotas esperadas por
Mendizábal, en parte por la condena pontificia, que consideró un robo la medida
unilateral del gobierno.

Segunda ley desamortizadora

Las esperanzas de Mendizábal de sanear la Hacienda Pública no se cumplieron, por lo


que en 1837 promulgó su segunda ley desamortizadora, concebida mas bien como una
reforma tributaria. En ella se suprimían los diezmos (principal componente de las rentas
ec1esiasticas) y se declaraban bienes nacionales sujetos a enajenación casi todos los del
clero secular. Pero la aplicación práctica de esta ley fue casi nula, pues la enajenación
no debía comenzar hasta 1840 y en este año fue derogado el artículo referente a dicha
enajenación.

Oposición a Mendizábal: Flórez Estrada

Entre las raras voces de los sectores progresistas que se opusieron a Mendizábal
destacó la de Flórez Estrada. En un artículo publicado en El Español, en febrero de
1836, se declaraba partidario de la desamortización, pero contrario al sistema propuesto
por el ministro de Hacienda.
Su preocupación reformista era fundamentalmente social. Admitía la desamortización
para mejorar la condición de las clases rurales y estaba preocupado por favorecer al
proletariado agrario. Flórez Estrada volvió a enlazar con el espíritu de los ilustrados:
desamortizar para reformar la estructura agraria.
Su propuesta era arrendar en "enfiteusis" por cincuenta años a los mismos colonos
que las estaban trabajando a la Iglesia, con la posibilidad de renovación del contrato al
expirar dicho plazo.
Esta propuesta era ventajosa para el Estado, que no perdía la propiedad de los "bienes
nacionales" y podía invertir el importe de las rentas en el pago de las deudas. Al mismo
tiempo, advertía que, con las ventas, todas las c1ases de la sociedad saldrían
perjudicadas y sólo ganarían los especuladores.

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LA DESAMORTIZACIÓN DE PASCUAL MADOZ

La enajenación de las tierras de propios de los pueblos (tierras cultivadas en lotes por
los vecinos) era algo que se estaba gestando desde la época moderada. No es extraño,
pues, que los progresistas, al llegar al poder con la revolución de 1854, decidieran
emprenderla.
Las circunstancias eran distintas a las de 1836, pues no había guerra civil y los
presupuestos se iban cubriendo.
Pascual Madoz se vinculó desde muy joven a las ideas liberales y como otros tantos
liberales de su época tuvo que exiliarse durante el reinado de Fernando VII. Regresó de
Francia gracias a la amnistía política de 1832 decretada por la regente Mª Cristina. Una
vez instalado en España se dedicó al mundo del Derecho siendo abogado y juez. En
1836 inicia su carrera política como diputado por Lérida.
La agitada vida política del XIX lo posicionó inicialmente contra la regencia de
Espartero, ocupando en el gobierno moderado la cartera de Hacienda de la que cesó a
los pocos meses por motivos personales. La revolución de 1854 (la Vicalvarada) que
propició el bienio progresista hizo que Pascual Madoz fuera nombrado gobernador de
Barcelona. En 1855 ocupó el ministerio de Hacienda en el Gobierno de Espartero y se
encargó de la ley de desamortización.
La ley de 1 de mayo de 1855 de Pascual Madoz supone el inicio de la última etapa del
largo proceso que se había iniciado en el siglo XVIII. Aunque también se la ha llamado
desamortización civil, en realidad afectaba no sólo a bienes de este tipo, sino también a
bienes pertenecientes al clero, lo cual serviría para agravar las tensiones entre el Estado
español y la Santa Sede, que se habían reavivado con motivo de la discusión en torno a
la libertad religiosa para elaborar el nuevo proyecto de Constitución.
La ley aprobada a iniciativa de Madoz pretendía ser- como rezaba su preámbulo- una
revolución fundamental en la manera de ser de la nación española, el golpe dado al
antiguo deplorable régimen, y la forma y el resumen de la regeneración política de
nuestra patria. Por lo tanto, se declaraban en venta todos los bienes pertenecientes a
manos muertas que no lo había sido en anteriores desamortizaciones, es decir, iba
dirigida a la desamortización general de los bienes del clero (cofradías, obras pías y
santuarios), del Estado(órdenes militares de Santiago, Calatrava, Montesa y San Juan de
Jerusalén), de los municipios y de otras "manos muertas" de menor entidad.
De todos ellos, los que destacaban por su importancia eran los bienes que pertenecían
a los municipios, tanto los que eran propiedad del pueblo en su conjunto-propios- y los
beneficios que producían revertían en la totalidad de la comunidad, en forma, por
ejemplo, de mejoras de infraestructura, como los comunes, que siendo también del
pueblo podían ser disfrutados personal e individualmente por los vecinos del mismo
para llevar el ganado a pastar o para recoger leña para el hogar. En algunos casos
también se trataba de fincas urbanas que el Ayuntamiento correspondiente tenía
arrendadas a particulares, o, como ocurría en Cádiz, alquiladas para puestos de mercado.
La finalidad de la ley Madoz era fundamentalmente, como lo había sido la de
Mendizábal, la de obtener medios económicos para el Estado. Tampoco en esta ocasión
aparece como una preocupación por parte de los progresistas el acceso a la tierra de los
desposeídos. Los bienes desamortizados pasarían a propiedad de aquellos que más
pudiesen pagar por ellos. Es decir, se utilizó también el procedimiento de la subasta
pública para su venta. No obstante, se introdujeron algunas mejoras técnicas en cuanto a
la forma de pago, pues ésta sólo podría hacerse en metálico y en un plazo de quince
años. Estas condiciones se modificaron en parte en 1856 permitiéndose pagar en
algunos casos títulos de deuda.

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En todo caso podría hablarse de unas consecuencias sociales negativas, al arrebatarles
a los pueblos los únicos medios de financiación que tenían en la mayor parte de los
casos para mejorar la calidad de vida de los vecinos y atender a los gastos de los
servicios comunes, o bien al dejar a los habitantes más pobres sin la posibilidad siquiera
de aprovechar esas tierras comunales para mantener su precaria subsistencia. Sólo en
contados casos pudieron los municipios verse libres de esa enajenación de tal forma que
las fuentes de ingreso de los municipios quedaron reducidas a los impopulares
impuestos sobre los consumos
Hubo resistencia a esta ley. La reina no quiso firmarla por el perjuicio que ocasionaba a
la Iglesia. La ley, al infringir lo establecido en el Concordato de 1851, hizo que las
relaciones diplomáticas entre España y el Vaticano se enturbiasen llegando a provocar
la ruptura con Roma.
El importe de las ventas se destinaría a nivelar el presupuesto del Estado, a amortizar la
deuda interior y a financiar obras públicas. Pero el dinero recaudado sirvió, en gran
medida, para subvencionar a las compañías ferroviarias.
El gobierno presidido par Narváez suspendió la ejecución de la ley Madoz en 1856,
pero vuelto O'Donnell al gobierno en 1858 la volvió a restablecer, aunque excluyendo
los bienes de la Iglesia.
En la ley de 1860 el gobierno español prometía a la Santa Sede no hacer en adelante por
decisión unilateral ninguna venta ni conmutación de bienes ec1esiásticos y reconocía a
la Iglesia capacidad para adquirir, retener, usufructuar en propiedad y sin limitación
toda clase de bienes, igualmente declaraba derogada la ley Madoz en tanto y cuanto se
opusiera al texto del convenio.

CONSECUENCIAS GENERALES DE LAS DESAMORTIZACIONES.

1. Hacendísticas:
El propio Mendizábal reconoció que la obra desamortizadora estaba en gran parte
destinada a remediar el angustioso estado de la Hacienda. A pesar de ello, no
cumplió la función perseguida, al menos a corto plazo. Ni se pudo redimir la
deuda ni pagar el ejército necesario para terminar con la guerra carlista. De todas
formas presenta aspectos positivos. El dinero fue afluyendo a las arcas del Estado
no en aluvión, pero sí a cuentagotas. Posiblemente fueron estas aportaciones las
que hicieron más fáciles los arreglos de la Deuda por Mon-Santillán en 1844 y
Bravo Murillo en 1851; el Estado de Isabel II, aunque nunca dejó de deber dinero,
manejó fondos muy amplios que le sirvieron para pagar a un número creciente de
funcionarios, quizás demasiados ya que aunque este hecho permitió ganarse la
vida a un numero importante de personas también provocó que esas mismas
personas no pudieran ir dedicadas a actividades más fecundas para la riqueza
nacional.
2. Económicas:
Durante un tiempo, se consideró a la desamortización como el complejo de
operaciones económicas más importantes del siglo XIX. Hoy tiende a restársele
importancia, se sabe que se invirtió más dinero en los ferrocarriles que en la venta
de tierras.
A nivel agrario, las desamortizaciones no supusieron una revolución ni un mejor
reparto de la propiedad en España. De todas formas los latifundios encontrados en
el sur (La Mancha, Andalucía y Extremadura) no proceden de esta época si bien
en estos años lo que se observa es una mayor concentración de las tierras.

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Una ventaja que parece positiva es el aumento de la superficie cultivada, aunque el
aumento no va parejo con la producción dado que las tierras que se pusieron en
cultivo no fueron de la mejor calidad. A pesar de todo el crecimiento de la
producción en su conjunto es importante convirtiéndose España de importadora de
granos en exportadora.
Lo que si parece muy negativo es el hecho de que ese refugio de inversiones en la
tierra supone la retracción de capitales en la industria y en el comercio. Además se
observa que la mayor parte de los beneficios de la tierra se invierten en la compra
de nuevas tierras. Ahora bien, si el capitalista invierte en tierras, ¿adónde van a
parar sus capitales?, al Estado. En este sentido, no fomentaron el espíritu de
iniciativa de los españoles. Si abundó la especulación, pero también tenemos
noticias de inversiones realizadas por particulares con el dinero procedente de la
venta de las tierras. Se crearon sociedades anónimas, hubo familias que vendieron
parte de su patrimonio y se establecieron en las ciudades, sus hijos estudiaron
carrera o se convirtieron en políticos creando un grupo importante de la burguesía
liberal española.
3. Políticas:
El fin declarado por Mendizábal era la formación de una clase de cómodos e
influyentes propietarios que se sintieran deudores del Estado liberal y apoyasen el
nuevo régimen. Lo que no podía esperar era que aquellos nuevos propietarios,
dueños de tierras y enemigos de cualquier revolución, iban a hacerse ante todo
conservadores y nutrieran el partido moderado.
4. Culturales:
Se ha destacado la pérdida de obras de un incalculable valor artístico como
consecuencia de la desamortización. Los nuevos dueños, que iban en general a lo
práctico, no supieron valorarlas. Cuando lo hicieron, determinadas obras de arte
pasaron a formar parte de colecciones particulares, aunque no fue la generalidad.
La demolición de monasterios, con indiferencia de cuál fuera su valor artístico es
frecuente durante las regencias de Mª Cristina y Espartero.
Otro aspecto a destacar es la práctica desaparición de la función educativa de la
Iglesia. Se extinguieron las escuelas conventuales y parroquiales, que impartían
enseñanza gratuitamente o por cantidades simbólicas. El resultado fue una tasa de
analfabetismo sin precedentes en la época de Isabel II. La Iglesia se dedicó a la
burguesía tanto de su educación como de su “cristianización” olvidando con ello a
las clases populares.
5. Sociales:
La finalidad de la desamortización no fue realizar una revolución agraria; una
redistribución de la propiedad al estilo francés revolucionario tampoco se intentó.
La desamortización pretende fines sociales en cuanto que persigue el dominio de
la tierra por parte de la burguesía. No lo consiguió en la medida en que fue la
nobleza latifundista la que más interés tuvo en seguir siendo propietaria. La idea
central, con todo, no es la de una propiedad “burguesa”, sino la de una propiedad
libre, de plena disposición, que pueda venderse con entera libertad. Expresiones en
que se permite a los propietarios hacer con su patrimonio “lo que más les
acomode” son muy frecuentes en los decretos de la época.
En general se propició unos resultados sociales negativos. El sistema de subastas
favorecía a los postores más adinerados, o tenedores de papel de la Deuda. Por lo
general, el gran propietario del Antiguo Régimen cedía en renta sus posesiones a
colonos predominando un espíritu paternalista, las rentas muchas veces se
mantenían de por vida o pasaban de padres a hijos, aunque también había abusos.

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El nuevo propietario no estaba interesado en este tipo de relación, expulsó a
muchos colonos o subió las rentas o impuso un arrendamiento a corto plazo. Todo
esto hizo aumentar de forma espectacular la proletarización del campesino, el
aumento del jornalero es en el siglo XIX muy significativo así como las peores
condiciones de vida para éstos.

Documentos del Tema 3

1. “Doña Isabel II, por la gracia de Dios y la Constitución Reina de las Españas; a
todos los que las presentes vieren y entendieren, sabed que las Cortes constituyentes han
decretado y nos sancionado lo siguiente:
Título I.- I. Se declaran en estado de venta (…) todos los predios rústicos y urbanos,
censos y foros pertenecientes:
Al Estado, al clero, a las órdenes militares de Santiago, Alcántara, Calatrava, (…) a
cofradías, obras pías y santuarios; al secuestro del ex infante don Carlos, a los propios y
comunes de los pueblos, a la beneficencia, a la instrucción pública y a cualesquiera
otros pertenecientes a manos muertas, ya estén o no mandados vender por leyes
anteriores.
II. Exceptuándose de lo dispuesto en el artículo anterior:
1º. Los edificios y fincas destinados o que el Gobierno destinare al servicio público.
2º. Los edificios que ocupan hoy los establecimientos de beneficencia e instrucción.
3º. El palacio o morada de cada uno de los M .RR. Arzobispos y RR. Obispos; y las (…)
casas destinadas para habitación de los curas párrocos (…).
6º. Los montes y bosques cuya venta no crea oportuna el Gobierno.
7º. Las minas de Almadén.
8º. Las salinas.
Título IV. XV. El Gobierno invertirá el 80 por cien del producto de la venta de los
bienes de propios (…) en comprar títulos de la Deuda consolidada al 3 por cien (...)”
La desamortización general de 1855

2. “1º. Desde ahora quedan incorporados a la Nación todos los señoríos jurisdiccionales
de cualquier clase y condición que sean.
4º. Quedan abolidos los dictados de vasallo y vasallaje, y las prestaciones así reales
como personales, que deban su origen a título jurisdiccional.
5º.- Los señoríos territoriales y solariegos quedan desde ahora en la clase de los demás
derechos de propiedad particular...
7º Quedan abolidos los privilegios [...] que tengan el mismo origen de señoríos, como
son los de caza, pesca, hornos, molinos, aprovechamientos de aguas, montes y demás.
14º. En adelante nadie podrá llamarse Señor de vasallos, exceder jurisdicción, nombrar
jueces, ni usar de los privilegios y derechos comprehendidos de este decreto.”Dado en
Cádiz, 6 de agosto de 1811

1.- Contextualiza el texto


2.- Los señoríos jurisdiccionales eran aquellos en los que los señores tenían poderes
políticos, judiciales y económicos los campesinos debían pagar una serie de impuestos
sobre unas tierras que no eran de su propiedad. Los señoríos territoriales y solariegos
eran las tierras que si eran de su propiedad. Por tanto, este decreto cumple una doble
labor; ¿cuál?
3.- Los artículos 1, 4, 7 y 14 destruyen el Antiguo Régimen, el 5 crea el Nuevo Régimen
¿Por qué?

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4.- En aplicación del artículo 5 los bienes desamortizados de la nobleza pasaron a la
nobleza pero ya en propiedad individual. Este artículo quinto es muy importante. ¿por
qué?
5.- Haz una breve explicación del proceso desamortizador en el siglo XIX tomando
como eje este decreto.

3. “Señora: Vender la masa de bienes que han venido a ser propiedad del Estado, no es
tan solo cumplir una promesa solemne y dar garantía positiva a la deuda nacional por
medio de una amortización exactamente igual al producto de las ventas; es abrir una
fuente abundantísima de felicidad pública, vivificar una riqueza muerta[...] desobstruir
los canales de la industria y de la circulación,... crear nuevos y fuertes vínculos que
liguen a ella; es, en fin, identificar con el trono excelso de Isabel II, símbolo de poder y
de libertad[... ] El Decreto que voy a tener la honra de someter a la augusta aprobación
de V.M. sobre la venta de esos bienes adquiridos ya para la nación, así como en su
resultado material ha de producir el beneficio de minorar la fuerte suma de la deuda
pública, es menester que en su tendencia... se funde en la alta idea de crear una copiosa
familia de propietarios, cuyos goces y cuya existencia se apoye principalmente en el
triunfo completo de nuestras altas instituciones.”
Exposición del ministro Mendizábal a la reina gobernadora

1.- Contextualiza políticamente el texto


2.- En este texto aparecen los motivos o fines buscados con la desamortización y el
proceso o mecanismo de realización. Basándote en el texto explícalo con tu lenguaje.
3.- ¿Sería posible que la desamortización contribuyera al progreso y desarrollo
económico del país? ¿Cómo? ¿Por qué no ocurrió?
4.- Los otros dos objetivos si se cumplieron ¿cómo estaban relacionados entre ellos?
5.- El proceso de desamortización tenía dos fases. Recoge las frases del texto que lo
explican
6.- ¿Quienes fueron los perjudicados y beneficiados del proceso de desamortización del
siglo XIX?
7.- Este texto corresponde a una segunda fase en la desamortización de Mendizabal. ¿En
qué consistió la primera?

4. “La cuestión que hay que resolver es la siguiente: ¿el gobierno debe pagar de una vez
toda su deuda vendiendo las fincas, o convendrá que arriende en enfiteusis (1) todas
esas fincas y reparta su renta entre los acreedores? Hacer ver que el segundo método es
el único justo, el único compatible con la prosperidad de nuestra economía,... el único
popular y, por consiguiente, ventajoso al sostén del trono de Isabel II, el único que no
perjudica a la clase propietaria, el único, en fin, por cuyo medio se puede mejorar la
suerte de la desgraciada clase proletaria en toda época y por todos los gobiernos, es lo
que propongo hacer ver […] Con el sistema enfitéutico, todas las familias de la clase
proletaria serían dueñas del dominio útil de la tierra que cultivasen y, por consiguiente,
interesadas en sostener las reformas y el trono de Isabel II, pues en ellas verían cifrado
sus bienestar. Por el contrario, el sistema de vender las fincas, hará la suerte de esta
numerosa clase más desgraciada de lo que es aún en la actualidad y, por consiguiente,
odiarán la reforma y el orden existente de cosas"

Fragmentos de artículos periodísticos de Flórez de Estrada. 28 de febrero de 1836

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(1)Sistema de arriendo por el cual el propietario se reserva el dominio directo (la
propiedad) y el campesino el dominio útil (o la posesión) con el derecho de transmitir el
dominio útil o de venderlo con toda libertad.

1.- Flórez Estrada propone un proceso distinto al que se ha seguido con la


desamortización de Mendizábal ¿cuál?
2.- En la primera parte del texto, en el fondo, está criticando el proceso que se ha
seguido. ¿Cuál ha sido y por qué lo critica?
3.- En la última parte del texto hace una profecía. ¿ Se cumplió?
4.- ¿Qué intereses económicos y políticos podría tener el gobierno para optar por vender
las tierras a los propietarios directamente?

5.

6. “Atendiendo a la necesidad y conveniencia de disminuir la deuda pública


consolidada, y de entregar al interés individual la masa de bienes raíces, que han venido
a ser propiedad de la nación, a fin de que la agricultura y el comercio saquen de ellos las
ventajas que no podrían conseguirse por entero en su actual estado, o que se demorarían
con notable detrimento de la riqueza nacional, otro tanto tiempo como se tardara en
proceder a su venta: teniendo presente la ley de 16 de enero último y conformándome
con lo propuesto por el Consejo de Ministros, en nombre de mi excelsa hija la reina
doña Isabel he venido en decretar lo siguiente:

Art. 1.- Quedan declarados en venta desde ahora todos los bienes raíces de cualquier
clase, que hubiesen pertenecido a las comunidades y corporaciones religiosas
extinguidas, y los demás que hayan sido adjudicados a la nación por cualquier titulo o
motivo, y también todos los que en adelante lo fuesen desde el acto de su adjudicación.

Art. 2.- Se exceptúan de esta medida general los edificios que el gobierno destine para
el servicio público, o para conservar monumentos de las artes, o para honrar la memoria
de hazañas nacionales. El mismo gobierno publicará la lista de los edificios que con este
objeto deben quedar excluidos de la venta pública.

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Art. 3.- Se formará un reglamento sobre el modo de proceder a la venta de estos bienes,
manteniendo en cuanto fuese conveniente y adaptable a las circunstancias actuales el
que decretaron las cortes en 3 de septiembre de 1.820, y añadiendo las reglas oportunas
para la ejecución de las medidas siguientes.”

Gaceta de Madrid, 21 de febrero de 1.836

7.

“¡Ah, muchachos, al hebreo! Tira del rabo, Juanillo, aprieta tú, Periquillo. Fuera,
fuera el fariseo, que los templos entró a saqueo".

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