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Regímenes políticos actuales: autocracias y democracias

Varios autores coinciden en clasificar los sistemas políticos actuales en dos grandes
categorías: la autocracia y la democracia. No consideran tan importante analizar las
formas de gobierno (como por ejemplo, monarquía absolutista o parlamentaria,
república presidencialista o parlamentaria.), sino los regímenes políticos.
El régimen político es la dirección ideológica que adopta una forma política: una misma
forma de gobierno –con instituciones similares– puede ser una democracia o una
autocracia, según el modo y los objetivos con que ejerza su poder. La autocracia es
aquel gobierno en el cual la voluntad de un hombre, un grupo o un partido político
ejerce el poder sin que haya un real control del pueblo sobre sus actos, ya que el
mando está concentrado en quien ejerce el poder ejecutivo y los demás poderes no
existen o están subordinados al primero. Dentro de las formas políticas en que se
ejerce la autocracia podemos diferenciar entre los regímenes autoritarios y los
totalitarios. En los primeros, la concentración o monopolización del poder no permite
o dificulta extremadamente la participación eficaz de la ciudadanía en la vida política
de la nación. Generalmente, calificamos a los gobiernos de este tipo como dictaduras.

La política y las políticas


La política tiene también otro significado: el de política pública. ¿Qué quiere decir? Son
políticas públicas aquellas acciones sistemáticas y planificadas que lleva a cabo un
gobierno, dirigidas a resolver algún tema puntual, como pueden ser, por ejemplo, la
necesidad de vivienda, el funcionamiento de las escuelas, la prevención en materia de
salud, la construcción de rutas y caminos, etcétera.
Las políticas públicas implican siempre un modo de vincularse entre el Estado y la
sociedad. Toda política pública está, de uno u otro modo, dirigida a la sociedad y le
otorga a ella un lugar. Sin embargo, estos lugares pueden ser distintos, según el modo
en que se articulan o coordinan socialmente las políticas.
El ciclo de las políticas públicas Más allá de las distintas formas de coordinar las
políticas públicas, éstas tienen siempre alguna forma de organizarse. Un esquema
bastante básico de organización es el que se conoce como ciclo de políticas públicas.
De acuerdo con él, se entiende a la política pública como un ciclo, que comienza con la
detección de un problema, continúa con la formulación de alternativas de solución,
luego con la toma de decisión sobre qué opción de todas es la más conveniente, y la
ejecución de la política y, finalmente, su evaluación. En la evaluación generalmente se
detectan nuevas dificultades o aspectos de mejora, y a partir de allí comienza el ciclo
nuevamente. A grandes rasgos, podemos decir que los principales momentos de la
política pública son tres: la planificación, la implementación y la evaluación. La
planificación es el proceso de organización de acciones y recursos para cumplir un
objetivo. En general, parte con el planteo de un problema, a partir del cual se analizan
las acciones para resolverlo y finalmente se plantea cómo y con qué recursos conviene
hacerlo. Luego, la implementación es la ejecución del plan de acción que surgió en la
planificación. Finalmente, la evaluación es el momento en que se analiza todo lo que
ocurrió durante la implementación y se lo compara con la planificación previa. La idea
principal aquí es ver si se cumplieron los objetivos planteados y se resolvió el problema
inicial, así como también ver en qué plazos y con qué costos y, eventualmente, analizar
los motivos por los que la ejecución terminó siendo distinta de la planificación.
Habitualmente se piensan estos tres momentos como cosas separadas. Pero en la
realidad tienden a ir de la mano. La planificación se revisa y se modifica en la
implementación y la evaluación de la política suele ser constante y acompañar la
totalidad del desarrollo de la política.

Los organismos estatales


Uno de los elementos que debe tener todo Estado para gobernar es la organización de
la administración pública en diferentes sectores u organismos estatales. Constituye el
aparato burocrático del Estado, y está integrado por todas las instituciones nacionales,
provinciales y municipales necesarias para el gobierno a fin de llevar adelante las
políticas diseñadas. Entre las instituciones están los ministerios, de los cuales
dependen el sistema educativo (integrado por todas las instituciones educativas:
jardines, escuelas, profesorados, universidades), la salud pública, la Policía, las Fuerzas
Armadas, el Registro Nacional de las Personas, etc. Se sostiene mediante la
recaudación de impuestos, que son pagos obligatorios que deben realizar las empresas
e individuos al Estado, relacionados con su actividad económica, sus ingresos o sus
propiedades. Para este fin, entre los organismos estatales está la AFIP, Administración
Federal de Ingresos Públicos, que está encargada de ejecutar las políticas impulsadas
por el Poder Ejecutivo Nacional en materia tributaria, aduanera y de recaudación de
los recursos de la seguridad social. Entre las múltiples instituciones estatales se
encuentran organismos tan diversos como TV Digital Argentina (Televisión Digital
Abierta –TDA–, plan social del Estado argentino anclado en la tecnología de la
Televisión Digital Terrestre y la Televisión Directa al Hogar); el Ente Nacional Regulador
de la Electricidad (que promueve el uso racional y eficiente de la energía); la
Subsecretaría de Defensa del Consumidor; el Sedronar (Secretaría de Programación
para la Prevención de la Drogadicción y la lucha contra el Narcotráfico); el Consejo
Nacional de la Vivienda; el Comfer (Comité Federal de Radiodifusión, organismo
encargado de regular, controlar y fiscalizar la instalación y funcionamiento de las
emisoras de radio y televisión en todo el país); el INADI (Instituto Nacional contra la
Discriminación, la Xenofobia y el Racismo), etcétera.

Las políticas tributarias


En el artículo 16 de la Constitución Nacional se afirma que “La igualdad es la base del
impuesto y de las cargas públicas”. En una sociedad en la cual existe una gran
desigualdad, las políticas tributarias deben actuar para que la brecha entre los que más
tienen y menos tienen sea menor, para que exista para todos el derecho de
alimentación, vivienda, educación, justicia. Existen impuestos directos (sobre los
bienes muebles e inmuebles que se poseen, sobre las utilidades de las empresas) e
indirectos (como por ejemplo, el IVA, que se paga sobre los productos que se
consumen). Muchos pensadores consideran que los impuestos indirectos son injustos
o antiigualitarios, porque los pagan tanto los compradores ricos como los pobres; sin
embargo, los gobiernos los aplican porque son más fáciles de recaudar. Actualmente
se tiene como criterio válido la igualdad proporcional. De este modo, se considera
justo, equitativo o igualitario un impuesto progresivo (paga más quien tiene más), e
injusto o no equitativo un impuesto indirecto, que le hace pagar al pobre un impuesto
sobre los alimentos, la luz o el gas. Es importante para el ciudadano poder controlar
qué se hace con lo recaudado por los impuestos, descubrir la función social de los
impuestos, para que, desde un enfoque participativo, se pueda reconocer como parte
de ese Estado al que está contribuyendo a crecer.

Las políticas redistributivas


El Estado recauda tributos no sólo para mantener los organismos públicos sino
también para redistribuir los ingresos, mediante políticas redistributivas. Estas
consisten en inversiones en instituciones que son utilizadas por gran parte de la
población, como hospitales, escuelas, obras públicas como agua corriente, cloacas,
pavimentos; también el acceso a medicamentos gratis o subsidiados, el subsidio de los
servicios esenciales (gas, electricidad, agua corriente) para los hogares de menores
recursos; la Asignación Universal por Hijo; asistencia gerontológica, becas escolares,
sumas especiales en las jubilaciones, etcétera. El economista Andrés Tavosnanska, de
AEDA (Asociación de Economía para el Desarrollo de la Argentina), consideró que los
aumentos en jubilaciones, los incrementos al salario mínimo y la Asignación Universal
por Hijo “son ejes fundamentales de una política redistributiva, que permite reducir el
alto nivel de desigualdad que creó el país después de un cuarto de siglo de
desindustrialización”. Estas medidas permiten incrementar en forma sostenida el
mercado interno e impulsan un crecimiento de la producción y la recaudación.

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