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Historia de vida y orígenes de la conducta disocial

La familia es el primer círculo nuclear en el cual un individuo comienza a


desarrollarse, es por esto que se vuelve imperante la sana, más que correcta,
conformación del núcleo familiar. Se debe hacer énfasis en la palabra “correcta”,
ya que, hace referencia al ideal comportamiento de una familia en pro a un
idóneo desarrollo personal de los seres más jóvenes que componen estos
grupos. Es necesario ahondar que la idea de una familia “ideal”, valga la
redundancia, no radica en su conformación, sino que lo hace en la funcionalidad
que esta tenga y la manera en que favorezca o entorpezca el primigenio
desarrollo de los niños, niñas o niñes.

La influencia de la familia es preponderante en el desarrollo cognitivo y


socioemocional de los seres humanos, gracias a que esta es el primer grupo
social que ejerce acción en nosotros, recibiendo las primeras impresiones
morales. Es por esto que una familia con una crianza basada en el amor,
simpatía, empatía y respeto por sí mismo y por las demás personas, tenderá a
formar de base a personas con mayores herramientas socioemocionales y
cognitivas.

La correcta afectividad que se entregue en la crianza es decisiva para el posterior


desempeño de los humanos en sociedad, si se trata con amor, ternura, respeto,
aceptación, etc. A las personas cuando son pequeñas, podemos esperar que la
base de todas sus interacciones sociales sean desde este mismo punto. Por lo
contrario, dejando de lado cualquier tipo de prejuicio, padres con patologías
mentales diagnosticadas o no, estadías en la cárcel, alcohólicos y/o
drogodependientes, incorrecta supervisión paterna y crianza demasiado estricta,
sin límites o muy fluctuante entre estos dos niveles, puede generar que en sus
habilidades socioafectivas y cognitivas.
Siguiendo por esta misma línea, en caso de que un individuo crezca en un
ambiente desfavorable para su desarrollo, en un caso extremo puede generar
trastornos de la conducta como el “trastorno de la personalidad antisocial”, el
cual se denomina así posterior a los 18 años, anterior a esta edad se debe
denominar “trastorno de la personalidad disocial”.

Este trastorno de la personalidad se puede caracterizar por distintas


características.

Características trastorno disocial No respetar normas sociales.


Violación de normas.
Conductas violentas.
Sexualidad precoz.
Dificultad para tener relaciones
sociales afectivas y efectivas.
Maltrato animal.
Falta de empatía y simpatía.
Baja motivación.
Desregulación emocional.
Bajo rendimiento escolar.
Aislamiento.

Esto puede desencadenar una estructura cognitiva con una emocionalidad


recurrente de cólera, enojo constante, pensamientos de que todos los demás son
unos tontos por que él o ella no hacen nada, pensamientos tipo “todos creen que
yo hago cosas malas, pero las cosas que hago no son malas, son entretenidas”.

Se debe hacer énfasis en que existe sintomatología presente en este trastorno


que se puede asemejar con la que se encuentra en el TDAH, cómo la oposición o
incumplimiento de las normas sociales algunas veces puede ser con el fin de
probar los límites de sí mismo en la sociedad en la que vivimos, además de una
afirmación de quien eres. Sumado a esto también pueden presentarse problemas
afectivos, dificultad para integrarse al círculo social, bajo rendimiento
académico. Es importante reconocer estos signos y síntomas para la mayor
exactitud en nuestra intervención psicopedagógica.

Cristóbal Huerta Oyarce.

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