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¿Qué es el Incesto Emocional?

3 enero, 2018 Consultora sobre Narcisismo

¿Qué es el Incesto Emocional?


El incesto emocional, también conocido como incesto encubierto es una dinámica que ocurre dentro de una
familia disfuncional en la que el padre/la madre busca apoyo emocional en sus hijos como si
fueran adultos. Aunque los efectos del incesto emocional pueden ser similares a lo que resultan del incesto
físico, el término no incluye abuso sexual.

Las niñas cuyos padres/madres les ponen en esta posición es probable que se sientan especiales o privilegiadas
porque el padre/la madre está compartiendo información adulta con ellas o está buscando poyo, creando una
sensación de cercanía. Sin embargo, esto resulta en que las necesidades de las niñas son ignoradas en
favor de las de los padres, creando una dinámica tóxica en la que básicamente las niñas se convierten en
los padres. Las niñas son abandonadas emocionalmente. Por ello, acaban presentando obstáculos en su
desarrollo y se convierten en niñas adultas emocionalmente hablando.

En la mayoría de las ocasiones, el incesto emocional ocurre cuando un matrimonio o relación es


frágil, el padre/la madre se siente solo/sola o hay una dinámica familiar tóxica, como el de infidelidades,
cuestiones de salud mental o adicciones a sustancias. Uno o ambos padres pueden acudir a sus hijos para
satisfacer sus necesidades emocionales en lugar de buscar apoyo en otros adultos.

El incesto emocional es una forma de lavado de cerebro. El niño, que es victimizado, está siendo
programado para creer que la relación que está teniendo es sana, normal y de amor. No tiene ningún punto de
referencia para compararla. Ni siquiera considera que pueda ser un problema. El niño no se da cuenta de que se
han eliminado sus límites relacionales con su padre/madre, y a él se le coloca en la posición para satisfacer las
necesidades emocionales del progenitor, así como sus deseos y/o fantasías.

Es importante tener en cuenta que los padres que llevan a cabo una dinámica de incesto emocional no
se dan cuenta del impacto que tiene su comportamiento y no pretenden hacer daño a sus
hijas, pero esto no impide que les afecte negativamente y, de hecho, les haga mucho daño.

El Impacto del Incesto Emocional


Dificultad para poner límites. Los niños que han experimentado incesto emocional es probable que
tengan muchas dificultades para poner límites y satisfacer sus necesidades emocionales como adultos sin
sentir una enorme y desproporcionada cantidad de culpa. Además, la relación que tienen con su género y su
sexualidad puede inhibir fuertemente su habilidad para tener intimidad y conexión en sus relaciones. La
confusión acerca de los límites en el niño, lleva al adulto a una incertidumbre sobre quién es un igual y quién
no lo es y qué clase de comportamiento distingue los dos tipos diferentes de relaciones.
Sentido insano de lealtad u obligación hacia el padre/la madre. Esto puede resultar en una relación
de amor/odio entre los padres y las hijas, patrón que se repetirá como adultos en sus relaciones. Además, estas
niñas en su etapa de adultas serán más proclives a abusar de sustancias, a tener sentimientos de
inadecuación y una baja autoestima. Asimismo, la compulsión alrededor del trabajo, el sexo, la comida,
las compras,.. son potenciales secuelas.
Relaciones confusas. Los niños criados con incesto emocional son más proclives a tener relaciones
confusas en su etapa de adultos. Cuando el niño crece, se siente confuso en sus relaciones, sin tener claro
dónde termina él y dónde empieza su pareja. También es probable que tenga este tipo de problemas con sus
propios hijos, identificándose demasiado con los sentimientos de sus hijos.
Falta de conocimiento de una misma: Debido a que el propósito que tenía la niña era el de satisfacer las
necesidades emocionales de su padre/madre, aprendió que sus propias necesidades/emociones no
importaban. Esto hace que las supervivientes adultas no sólo tengan falta de autoestima sino que tampoco
sepan bien quiénes son, qué quieren ni sepan cómo manifestar a los demás sus necesidades y emociones, de
las que muchas veces ni siquiera son conscientes.
Apego por sentirse especial. El niño se siente muy especial por la atención recibida y el nivel inusual de
involucrarse que le ofrece el adulto. El precio que paga por esto, sin embargo, es muy alto. El niño puede
invertir enormes cantidades de tiempo y energía esforzándose por ser especial o le condenará a no sentirse
nunca lo suficientemente bueno. Una de las claves es sustituir el sentirse especial por honrar el ser único e
irrepetible que somos cada uno de nosotros.
Confusión sobre el Poder. La niña y el adulto no son iguales en una relación emocionalmente incestuosa,
teniendo el adulto más conocimiento y experiencia. Esto lleva a la niña a tener confusión sobre la mutualidad,
creyendo que en una relación una de las dos personas debe tener el poder y dominar. Típicamente, la
superviviente de incesto emocional es probable que sea la dominante la dominada en una relación. Les cuesta
ver las personas con las que se relacionan de igual a igual. Están o por arriba o por debajo de ellas mismas.

 Sanar el Incesto Emocional


Hay varias formas de sanar el incesto emocional. Entre ellas (la lista no es exhaustiva):

Terapia: busca una terapeuta que esté especializada en abuso en la infancia o codependencia y que se centre
en las necesidades de las supervivientes.
Grupos terapéuticos. Un grupo de 12 pasos, como el de CoDA puede ayudarte mucho.
Escribir. Escribir sobre cuestiones y experiencias que te han angustiado puede ser muy catártico, sobre todo
cuando estás lidiando con dinámicas y comportamientos obsesivo-compulsivos, que en muchas ocasiones se
trata de mecanismos de defensa creados para una supervivencia emocional cuando ha ocurrido incesto
emocional.
Psicoeducación. El primer paso para sanar es entender lo que te ha pasado, cuando empiezas a juntar las
piezas del rompecabezas todo empieza a tener sentido y ahí es cuando es más fácil pasar a la acción. Un libro
recomendable sobre el tema es «Síndrome de Incesto Emocional” de Patricia Love.

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