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ABOGACÍA — ABG

materia
Ciencia Política
CP · SEGUNDO CUATRIMESTRE

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cionado especialmente para usted.
Índice
Bienvenida 4
Propósito 4
Competencias 7
Objetivos 7
Contenidos mínimos 8
Contenidos 8
Bibliografía 10
Planificación 11
Metodología 11
Evaluación 12
Mapa conceptual 13
Módulos
›› Módulo 1 14
›› Módulo 2 58
›› Módulo 3 128

Referencias

❶ Lectura Obligatoria (disponible en ANEXO)

① Lectura Complementaria (disponible en plataforma)

Impresión total del documento 165 páginas

Abogacía | Ciencia Política 3


Bienvenida
Bienvenidos a la materia

"Ciencia Política"

Los invitamos a ver el siguiente video:

Propósito
¡Bienvenida/Bienvenido! Durante este próximo cuatrimestre compartiremos con usted
el desarrollo de esta asignatura llamada Ciencia Política. Seguramente se preguntará el
porqué de una materia como la presente en la carrera de Abogacía y la respuesta podrá
tenerla acabadamente una vez que hayamos podido desarrollar el programa. Sin embar-
go, le mencionamos, como una primera aproximación, que nuestra disciplina se ocupa
de estudiar y analizar la problemática del poder, el Estado, la interpretación crítica de los
fenómenos políticos e ideologías subyacentes; y si tenemos en cuenta que los abogados
monopolizan uno de los “poderes del Estado” –el llamado Poder Judicial– obviamente va
de suyo la incumbencia que esta disciplina tiene para un futuro profesional de la abo-
gacía, cualquiera fuese el ámbito futuro de su práctica. ¡Ni qué hablar si se dedicara a
la política, actividad que mayormente se despliega en los llamados poderes ejecutivo o
legislativo!

Con lo dicho en el párrafo precedente, creemos justificar el porqué de una materia como
la nuestra en la carrera que usted ha elegido, pero permítanos ahora realizar una síntesis
de lo que veremos a lo largo del cuatrimestre:

El primer módulo está compuesto por la primera unidad del programa, persigue como
finalidad desentrañar el objeto de nuestra disciplina y además indagar sobre cómo se
ocupa la ciencia política en su abordaje. Veremos las distintas posturas respecto a cuándo
se originó la disciplina y las distintas formas de hacer ciencia política. Se debe tener en
cuenta que el objeto de estudio, la política, también puede ser abordado por otras disci-
plinas, pero con otra visión, tales como la economía, la sociología, etc.

En el segundo módulo veremos cómo ha evolucionado el fenómeno político en el contex-


to histórico. Hay una referencia a los modelos políticos preestatales y en especial analizar
pensadores y procesos que se inician con la polis griega. También nos detendremos en la
Edad Media y el feudalismo en la unidad número dos. Pero este módulo tiene como obje-
tivo primordial ocuparse del Estado como modelo de dominación político paradigmático
de la modernidad (desde el siglo XV a nuestros días), aproximándonos durante la unidad
número tres a los diferentes modelos en que éste se ha manifestado a lo largo de la his-
toria: el absolutista, el liberal, el de bienestar, hasta llegar al proceso actual de globaliza-
ción que incide en la estructura y el funcionamiento del Estado a partir de la década de
los 80 del siglo pasado y hasta el presente, con mayor firmeza y potencia.

Abogacía | Ciencia Política 4


Para completar este módulo, en la unidad número cuatro, estudiaremos la mencionada
reformulación del estado en la era global o Estado Globalizado y el escenario interna-
cional, transitando primeramente por sobre las nuevas formas de interrelación e inter-
dependencia global, los procesos de integración y desintegración, y con ello, el impacto
que la globalización ha tenido por sobre el estado como unidad soberana de acción y
decisión territorial. También veremos el lugar que ocupan nuevos actores en el sistema
internacional a partir de la segunda mitad del siglo pasado y de manera más relevante en
el paso del siglo XX al XXI.

En el módulo tres nos ocuparemos de las ideologías, la democracia como régimen polí-
tico y de los actores políticos que constituyen la dinámica del escenario político. La uni-
dad cinco se extiende en el análisis de las ideologías, principalmente sobre el liberalismo,
el socialismo y una reflexión sobre los totalitarismos. La segunda unidad del módulo se
ocupa de la democracia, un tema tan caro a la cultura política posterior a la Revolución
Francesa (1789), aunque reconoce antecedentes muy antiguos.

Si bien la democracia es una forma de gobierno, y desde una perspectiva más actual es
uno de los regímenes políticos imperantes en el globo, ha recorrido un largo camino y su
pretendido triunfo –por lo menos en el discurso luego de la caída del muro de Berlín y el
fin de la llamada “guerra fría”– no es tan así, ya que existen grandes porciones del planeta
en donde aún todavía no está vigente... ¡y ni qué decir de otros en donde si bien formal-
mente impera, en lo sustancial dista mucho de hacerlo!

En la última unidad, la número siete, ahondaremos en otros actores políticos que jue-
gan en la “arena política” y que no son el sistema político mayor y paradigmático de la
modernidad hasta la fecha – el Estado –, sino subsistemas dentro de él; nos referimos a
los partidos políticos, los grupos de presión, la Opinión Pública e incluso los medios de
comunicación social por citar alguno de ellos.

Hemos realizado así un repaso preli-


minar del programa de la asignatura
y una presentación de nuestra discipli-
na. La selección de los contenidos que
en ella se incluyen ha sido realizada
teniendo en cuenta los objetivos que
la UBP se planteó al desarrollar la cu-
rrícula de la carrera de Abogacía y, muy
especialmente, la consideración de la
ciencia política como instrumento útil
para comprender la realidad política
–y especialmente estatal– en la que el
abogado desarrolla su profesión.

De esta forma, su estudio le aportará las herramientas para manejarse en los nuevos proce-
sos de integración y con los nuevos actores que, desde lo político, sirven de marco referencial
para comprender mejor las nuevas realidades y relaciones jurídicas que se le presentarán, a
la par de tener una visión más completa y acabada desde lo social –y lo político– a los fines
de poder abordar y llegar a mejores soluciones en el ámbito de lo jurídico.

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Para el diseño de este programa hemos tenido en cuenta el estudio de la asignatura
como un proceso gradual y vinculado de contenidos que le permitirán al final del cua-
trimestre una comprensión integral del fenómeno político, su identificación y descrip-
ción, un conocimiento sobre los procesos históricos de formación del estado moderno, su
comprensión actual y el alcance de su reconfiguración en clave globalizada, transitando
previamente por el análisis de las ideologías que subyacen a los diferentes modelos de
estado, la democracia y escenario de la práctica política real.

Para ello, hemos seleccionado la bibliografía que Ud. encontrará en el material general
de la asignatura, pero que luego podrá también observar dentro de cada módulo con un
criterio de mayor especificidad.

Recuerde finalmente que, durante su cursada, cuenta con el apoyo y guía de los docentes
tutores, quienes le acompañaremos durante todo el cuatrimestre.

¡Éxitos en el aprendizaje de estos contenidos!

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Competencias
Disciplinares

Desarrollar habilidades para la investigación jurídica, la formación, actualización y


especialización profesional permanente en el contexto jurídico de constante cambio.

Reconocer las necesidades sociales en relación con las transformaciones del derecho
en un contexto de estado republicano de derecho y con compromiso con los derechos
humanos.

Transversales

Resolución de Problemas y toma de decisiones: Ser capaz de identificar problemas


y desarrollar acciones (herramientas) para dar respuesta a ellos, conforme a funda-
mentos, procesos y procedimientos propios de la disciplina

Análisis Crítico. Saber identificar los distintos aspectos y aristas que componen un
fenómeno, y para expresar juicios evaluativos basados en criterios fundamentados,
que tomen en cuenta aspectos del contexto

Autonomía Para El Aprendizaje Continuo. Desarrollar habilidad para detectar ten-


dencias y necesidades del entorno y para buscar e incorporar nuevos conocimientos y
saberes, más allá de lo que se les presentan.

Flexibilidad y Adaptación a Situaciones Nuevas. Tener una actitud abierta a cam-


biar, siendo capaz de modificar una decisión, un rumbo o un proyecto y adoptar enfo-
ques nuevos a partir de cambios contextuales.

Objetivos
›› Identificar la especificidad de lo político dentro del ámbito de lo social con el fin de
diferenciarlo de otros fenómenos sociales.

›› Identificar los problemas medulares de la Ciencia Política con el objetivo de compren-


der la especificidad de esta disciplina.

›› P
romover la formación en lo atinente al respeto de los valores democráticos, los Dere-
chos Humanos y solidaridad teniendo como fin formar profesionales que respeten y
aseguren esas ideas y nociones.

›› Analizar las relaciones entre el Estado, la sociedad y el derecho con el objetivo de com-
prender las dinámicas que envuelven esos conceptos y su interrelación.

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›› Posibilitar el manejo del instrumental analítico para la descripción, interpretación
y crítica de los fenómenos políticos en el marco de los procesos histórico-sociales
teniendo como finalidad su aplicación práctica en el ejercicio profesional.

›› Distinguir las notas características de los distintos actores políticos en el marco de los
procesos histórico-sociales con el objetivo de una mayor comprensión de las diferen-
tes fuerzas políticas y su dinámica particular.

›› Conocer los problemas de la globalización y sus consecuencias en lo político-insti-


tucional teniendo como finalidad su aprehensión dentro del campo del Estado, del
derecho y de lo jurídico de este fenómeno.

›› Promover la comprensión de la realidad política argentina, regional y global, con el


objetivo de una mejor interpretación de los procesos, las ideas y los hechos que están
presentes en el ámbito de la actuación profesional.

Contenidos mínimos
Delimitación de la problemática política. Función de la Ciencia Política. La sociedad civil
y el Estado. El Estado. Teorías. Elementos. Funciones. Relaciones entre Estado, Sociedad
y Derecho. Las ideologías contemporáneas. Representación y participación política. Los
partidos políticos. El Estado y la política internacional.

Contenidos
Módulo 1: La Política Y Su Conocimiento

Unidad 1. La política, la ciencia política y el nacimiento de lo político


I. La política: delimitación conceptual y caracteres. Distintos enfoques sobre su espe-
cificidad. Autonomía de lo político.
II. Nociones introductorias de la asignatura: el hombre y la realidad social como efec-
tividad humana.
III. La ciencia política: su función. Descripción, interpretación y crítica de los fenóme-
nos políticos. Distintas posturas respecto a su origen. Teoría del estado, historia de las
ideas, dinámica política, relaciones internacionales.
IV. El nacimiento de lo político: Platón y Aristóteles. Atenas: Ciudad estado y la unidad
persona/estado (estructura TODO/PARTE).

Módulo 2: Teoría Del Estado

Unidad 2. Formas políticas preestatales y el surgimiento del estado


I. Los modelos históricos de organización política pre‐estatales.
II. El orden político medieval: sus características. Cristianismo: Aportes y la dualidad
del poder. Crisis del orden político medieval y aparición del Estado Moderno.
III. Proceso histórico de surgimiento del Estado moderno. Lo público y lo privado.
IV. La modernidad, construcción del estado absoluto y pensadores modernos. Maquia-
velo, Bodin y Hobbes.

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V. Sociedad Civil: concepto. Diversos enfoques respecto a su relación con el Estado.
VI. Reflexiones teóricas sobre el Estado: algunas nociones comparativas.

Unidad 3. Elementos, fin y justificación del estado. El estado de derecho.


I. Elementos del Estado: Territorio, población, poder. El Derecho. Concepto de Sobera-
nía. Distinción entre Estado y Gobierno.
II. Fin y justificación del estado.
III. El Estado de Derecho: origen y evolución. Crisis del estado absoluto. Estado de
Derecho liberal. Origen, evolución y crisis. Análisis a partir de la relación Estado-Eco-
nomía y Sociedad.
IV. Estado Social de Derecho o Estado de bienestar. Origen, desarrollo y crisis. Nuevas
perspectivas.

Unidad 4. El estado y el escenario internacional


I. Globalización, mundialización y Estado Nación. El Estado en la era de la globaliza-
ción: globalizado o postsocial. Crisis de la globalización: Desglobalización. Post Glo-
balización.
II. Interdependencia y transnacionalización. Regionalización y procesos de integra-
ción. Supranacionalidad. Fragmentación y crisis de la integración.
III- La política internacional y los nuevos actores políticos internacionales: Organiza-
ciones internacionales gubernamentales y no gubernamentales, empresas transna-
cionales, el ciudadano y otros actores internacionales. La sociedad de la información.

Módulo 3: Ideologías, Democracia Y Dinámica Política

Unidad 5. Ideologías
I. Liberalismo; Socialismo y marxismo. Los totalitarismos.

Unidad 6. Democracia
I. Origen y evolución de la democracia. Las democracias contemporáneas. Discusión
en torno a sus significados.
II. Forma de gobierno y estilo de vida. Vigencia sociológica de la democracia. conte-
nido formal y sustancial de la democracia. Reglas y condiciones. Principio de la mayo-
ría y la minoría.
III. Diferentes modelos de Democracia. Distintos enfoques teóricos sobre la democracia.
IV. Representación y participación política. Gobernabilidad y Democracia. El poder
limitado.

Unidad 7. Dinámica política


I. Partidos Políticos. Sistemas de Partidos.
II. Los Grupos de Interés y los Grupos de Presión. Los movimientos sociales.
III. Opinión pública. Medios de Comunicación, redes sociales y política.

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Bibliografía
Obligatoria

El material de estudio se encuentra desarrollado en los Contenidos de los módulos. Además:

›› BONETTO de SCANDOGLIERO, María Susana y JUÁREZ CENTENO, Carlos A. “Temas


de Historia de las Ideas Políticas”. Ed. Actualizada. Córdoba: Ed. Advocatus, 2017.
›› BONETTO de SCANDOGLIERO, María Susana (y otros): “Notas sobre Teoría del Estado”.
2 ed. Córdoba: Ed. Advocatus, 2014.
›› BONETTO de SCANDOGLIERO, María S. y PIÑERO, María Teresa. “El estado y sus
modelos histórico-políticos en Europa y Latinoamérica”. Córdoba: Advocatus, 2015.
›› PRELOT, Marcel. “La Ciencia Política”. Buenos Aires: EUDEBA, 2010. ISBN
9789502312293.

Complementaria

›› DERMER-WODNICKY, Miriam. De la utilización de la propaganda política a la instru-


mentalización política de los medios. En “Actores Internacionales Contemporáneos.
Normatividad y Poder en las Relaciones Internacionales en un mundo globalizado”.
Valencia: Tirant lo Blanch, 2019. Pp. 301-322.
›› CARBONELL, Miguel. Globalización y derecho: algunas coordenadas para el debate.
En “Globalización y Derecho”. Quito: Centro Especial de Copiados, 2009. Pp. 18-37.
›› GARCÍA COTARELO, Ramón. “Introducción a la Teoría del Estado”. Colección Ciencias
Sociales, I. Caps. 2, 3, 4 y 6. Barcelona: Teide, 1981.
›› JUÁREZ CENTENO, Carlos. La forma de gobierno en la Constitución. Cap. XVI. En
“Manual de Derecho Constitucional”, 1° ed, Ricaro Haro y otros. Córdoba: Advocatus,
2011. Pp. 407-445.
›› JUÁREZ CENTENO, Carlos. ¿De qué hablamos cuando hablamos de globalización? En
“América Latina em tempos de pandemia”. Río de Janeiro: Estudos Americanos, 2020.
Pp. 51-61.
›› JUÁREZ CENTENO, Carlos. La reformulación estatal en un escenario de globalización
y pandemia. En “El Derecho Argentina frente a la Pandemia y Post-Pandemia Covid-
19". Tomo III. Córdoba: Universidad Nacional de Córdoba, 2020. Pp. 383-416.
›› LOPEZ, Mario Justo. “Manual de Derecho Político”. Buenos Aires: Lexis Nexis, 2005.
›› NOVILLO CORVALÁN, Sofanor. El Liberalismo. En “La Ideología contemporánea”.
Juárez Centeno, Carlos et al. Córdoba: Advocatus, 1991. Pp. 63-123.
›› SARTORI, Giovanni. “¿Qué es la democracia?” Disponible en plataforma MiUBP.
›› TURZI, Mariano. “Todo lo que necesitas saber sobre el (des) orden global”. Caps. 2, 4, 5
y 6. Buenos Aires: Paidós, 2018.
›› VALLÉS, Josep M. “Ciencia Política. Una introducción”. Caps. 7 y 8. Barcelona: Ariel,
2007. Pp. 99-127.
›› VALLÉS, Josep M. y MARTÍ I PUIG, Salvador. “Ciencia Política. Un manual”. Barcelona:
Ariel, 2015.
›› WELP, Yanina. “Todo lo que necesitas saber sobre las democracias del Siglo XXI”. Caps.
1 y 7. Buenos Aires: Paidos, 2018.
›› ZAMITIZ GAMBOA, Héctor. Origen y desarrollo de la Ciencia Política: temas y proble-
mas. En “Convergencia”, n° 20. Toluca: UAEM, 1999. ISSN 1405-1435. Disponible en
https://bit.ly/42oEXvB

Abogacía | Ciencia Política 10


Planificación

30% 40% 30%


MÓDULOS 1 2 3

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15
MÓDULO 1 MÓDULO 2 ✔ MÓDULO 3 ✔

✔ 1 Evaluación parcial
✔ 2 Evaluación parcial

Metodología
A) Estrategias de enseñanza: Este espacio curricular fue diseñado según lo previsto en
el Sistema Institucional de Educación a Distancia (SIED) de la UBP (Resolución MECCYT
197/2019), las características de las y los destinatarios, las necesidades de esta disciplina,
competencias que se espera promover en esta asignatura y el perfil del egresado.

En relación con lo anterior, para llevar a cabo la enseñanza se cuenta con:

›› Contenidos y actividades de aprendizaje desarrollados en la plataforma virtual miUBP.


›› Material bibliográfico especialmente seleccionado.
›› Clases en video, en las que el docente expone contenidos que considera relevantes y
que pueden ser visualizadas en cualquier momento.
›› Tutorías virtuales que implican diferentes espacios de interacción.

B) Materiales curriculares: Durante el cursado, se fomenta el estudio de los contenidos


(presentados en diferentes soportes y lenguajes) que componen el programa, y la resolu-
ción de las actividades de aprendizaje. De esta forma, se introduce a las y los estudiantes
en los conceptos que se deben dominar en todo lo que respecta al conocimiento de la
ciencia política, el Estado y las diferentes formas en que se expresa el poder político. Tam-
bién, se invita a leer bibliografía que enriquece y profundiza dicho desarrollo. Por otra
parte, se propone la resolución de actividades de aprendizaje tanto de carácter optativo
como obligatorio que se encuentran debidamente identificadas en la plataforma. Algu-
nas de ellas se centran en la apropiación de conceptos teóricos básicos de la asignatura
y otras en la transferencia mediante un abordaje práctico a través del análisis de casos,
ejercitaciones y situaciones problemáticas.

Además, se incentiva el espíritu crítico acerca de los postulados de la ciencia política y la


comprensión del rol del Estado en la sociedad actual como un articulador de la vida en la
sociedad moderna, con sus transformaciones y dimensiones de análisis, todo ello íntima-
mente relacionado con el futuro rol que cualquier abogada y/o abogado deben manejar
en la futura vida profesional.

Abogacía | Ciencia Política 11


C) Modalidad de agrupamiento: Los alumnos pueden optar por agruparse libremente
para estudiar la materia y resolver las actividades de aprendizaje planteadas, de forma
individual o grupal. En este sentido, en esta asignatura se propone:

a. Trabajo individual, de modo que el alumno pueda desenvolverse en forma autó-


noma, reconociendo sus fortalezas y debilidades, a la vez que puede desarrollar sus
propias estrategias de aprendizaje.
b. Trabajo colaborativo, de modo que se favorezca el desarrollo de las competencias
del trabajo en equipo para resolver eficientemente las futuras situaciones a las cuales
puede enfrentarse como profesional.

D) Interacción: La comunicación con el docente tutor se realiza a través de los diferentes


medios disponibles en la plataforma miUBP.

E) Formación Práctica: En lo que se refiere a la formación práctica se hace foco en la reso-


lución de problemas que implique el uso de los contenidos estudiados en la asignatura
contextualizados en situaciones que tengan que ver con la carrera.

Evaluación
La metodología de evaluación propuesta se presenta conforme al Reglamento Académi-
co General de la UBP. Cada instrumento de evaluación contiene sus criterios de evalua-
ción explicitados y el puntaje otorgado a cada consigna.En cuanto a los criterios de acre-
ditación, la escala cuantitativa utilizada para evaluar es del 1 al 100 y el puntaje mínimo
que se requiere para la aprobación es de 50.

Regularidad
Para alcanzar la condición de alumno regular usted deberá aprobar la Evaluación Inte-
gradora dentro de los plazos previstos para el cursado.

Si reprueba esta instancia podrá reelaborar la evaluación según los requerimientos del
docente.

Examen Final
Deberá rendir, en condición de regular, una evaluación final que se realizará a través de
un examen escrito integrador, presencial, en el periodo que disponga la Universidad.

Abogacía | Ciencia Política 12


Mapa conceptual

Abogacía | Ciencia Política 13


Módulo 1
Microobjetivos

›› Identificar la especificidad de lo político a fin de vincularlo con el ámbito de lo social.

›› Distinguir lo político como fenómeno social de la ciencia política, en una relación de


objeto de estudio con la disciplina.

›› Identificar las diferentes perspectivas teóricas respecto al origen de la disciplina.

›› Comprender la función de la ciencia política como disciplina metodológica de estudio


de lo social para el desarrollo del ejercicio profesional.

›› Analizar la relación de la ciencia política con otras disciplinas de estudio acerca del
fenómeno social y su autonomía.

›› Comprender la importancia del pensamiento de Atenas en la construcción de las ideas


de ciudadanía, participación y democracia.

›› Analizar el pensamiento de Sócrates, Platón y Aristóteles, y sus aportes para el estudio


del Estado, gobernante y poder.

›› Comprender la cosmovisión ideológica ateniense del TODO/PARTE y su proceso evo-


lutivo hacia la edad media

Contenidos

Contenidos

La Política Y Su Conocimiento

Unidad 1. La política, la ciencia política y el nacimiento de lo político

I- Nociones introductorias de la asignatura: el hombre y la realidad social como efectivi-


dad humana.

II- La política: delimitación conceptual y caracteres. Distintos enfoques sobre su especifi-


cidad. Autonomía de lo político.

III- La ciencia política: su función. Descripción, interpretación y crítica de los fenómenos


políticos. Distintas posturas respecto a su origen. Teoría del estado, historia de las ideas,
dinámica política, relaciones internacionales.

IV- El nacimiento de lo político: Platón y Aristóteles. Atenas: Ciudad estado y la unidad


persona/estado (estructura Todo/Parte).

Abogacía | Ciencia Política 14


A modo de introducción, le invitamos a ver el siguiente video:

Nociones Introductorias de la Asignatura: El Hombre y la Realidad Social Como Efecti-


vidad Humana

El hombre como protagonista de todas las ciencias sociales, construye la realidad como
algo vivido, siendo parte inserta de ella en conjunto con sus pares y actuando de mane-
ra socialmente efectiva: la realidad social es una construcción que realizan los hombres
dentro de las condiciones naturales y culturales que lo rodean.

Las diferentes ciencias sociales permiten el estudio metodológico y sistematizado del


hombre a través de diferentes perspectivas, atrapando y reduciendo analíticamente su
conducta en relación a uno o varios objetos de su realidad circundante.

En el inacabado universo de estudio del hombre, y del cual se desprenden las diferentes dis-
ciplinas que lo toman por objeto, siempre resultará un puntapié inicial referirse a la realidad,
al contexto en el cual éste se encuentra inserto y coadyuva junto a sus pares en transformar.

Tal como veremos, la Ciencia Política ofrece el estudio de un sector del comportamiento
humano, describiendo el conocimiento de los procesos de interacción permanentes del
hombre en convivencia, y cómo afectan el comportamiento de unos sobre otros a través
de una relación de mando y obediencia continua.

Como refiere el mismo Hermann Heller en su obra Teoría del Estado, el hombre consti-
tuye una unidad indisoluble y dialéctica de cuerpo y alma, que actúa con sentido en la
realidad a través de lo corporal, pero que a su vez la penetra con su espíritu.

En este sentido, refiere que “La realidad social consiste en ese crearse a sí mismo, en ese
renovado engendrarse a sí mismo. No cabe admitirse en ella la presencia de fuerzas pro-
ductoras y/o relaciones que existen fuera o independientemente del hombre. Todo lo
supra personal y lo infra personal será actualizado por la persona humana para que sea
socialmente eficaz”.

Tal como este mismo autor detalla en su obra, tanto el carácter natural (condiciones na-
turales y leyes físicas de la naturaleza) como el carácter cultural (acción social con senti-
do) son determinantes dialécticos e inseparables para que el hombre efectivice la reali-
dad, la construya.

Así las cosas, la realidad social consiste en efectividad humana, materializada por actos
de sentido voluntarios y comprensivos que el hombre lleva adelante, que involucran tan-
to explicaciones causalistas provenientes de la naturaleza, como consecuencialistas pro-
pias del orden cultural.

Abogacía | Ciencia Política 15


De todo esto resulta que la política como porción de la actividad humana – y traducida
en comportamientos con vocación de organizar la vida en comunidad-, y de su estudio
metodológico –la ciencia política- nos permite una comprensión parcial de la realidad
humana, aquella ligada a la vida en comunidad y guiada de forma perpetua por la máxi-
ma aristotélica zoon politikon; en otros términos, el hombre (como especie y no en un
sentido de género) es el protagonista de la política. Su hacedor.

I. La Política: Delimitación Conceptual Y Caracteres. Distintos Enfoques Sobre Su Espe-


cificidad. Autonomía De Lo Político

Origen del vocablo Política

En primer lugar, veremos la extensión de su significado y, por ende, la dificultad para una
definición unívoca. Este vocablo deriva de la voz “Polis”, usado en el griego clásico. En sus
orígenes estaba circunscrito al tipo de sistema político a que se refería, esto es la polis. Es
decir que históricamente estaba condicionado a esta forma de organización.

Con el tiempo el significado etimológico originario fue extendiéndose. Por una parte,
comenzó a referirse a otros sistemas políticos, como, por ejemplo: Imperio, Estado, etc.
Pero, por otro lado, fue utilizado para aludir a las más diversas clases de subsistemas -ob-
viamente políticos- que, para su funcionamiento, requerían la existencia de un sistema
político mayor: así, “la bulé” ateniense; “la geruxia” espartana, etc. A esta extensión ya
apuntada se fueron agregando otros significados atendiendo a la función gramatical de
la palabra. Por ejemplo, no es lo mismo decir política (para designar una realidad sustan-
tivada) que decir forma política (para cualificar esa realidad); o la política (para designar
la estructura de esa relación); o una política (para designar una actividad específica ten-
diente a ocupar el puesto de mando en la adopción y ejecución de una decisión). Ello,
sin contar otras acepciones, significaciones cargadas de valoraciones, como, por ejemplo,
cuando se utiliza en sentido peyorativo “... ¡es pura política! ...”.

Con este breve introito queremos poner de relieve lo difícil, peligroso y hasta casi impo-
sible de esbozar una definición mono-conceptual. Lo que sí intentaremos será delimitar,
precisar el fenómeno real –o los distintos fenómenos reales- que se designan con el voca-
blo “política”, y sus caracteres:

La política como realidad y sus caracteres

A través de sus numerosos significados, la palabra política designa siempre un sector de


la realidad humana. Si bien desde Aristóteles se ha venido utilizando también para de-
signar el conocimiento de esa realidad, nosotros utilizaremos el término para referirnos a
ese sector de la realidad humana, y nos valdremos de otras expresiones, como por ejem-
plo Filosofía política, Ciencia Política, etc. para designar las disciplinas que se dedican o se
ocupan de su estudio y la producción metodológica de su conocimiento.

En tal sentido, la política como realidad humana, supone ante todo la existencia de seres
humanos, hombres, que conviven: esto es, convivencia humana, vida social, seres huma-
nos relacionados, interactuantes. Sin seres humanos que conviven, no hay política. Sin
embargo, no toda convivencia humana es convivencia política, ni toda actividad del hom-

Abogacía | Ciencia Política 16


bre es política: la política es un sector de la realidad humana pero no es toda la realidad
humana. Puede haber convivencia humana –lazos de amor, de amistad, de colaboración
totalmente espontánea, etc.- que no revista el carácter de política.

No obstante, aún esa convivencia que se supone sin contenido político está necesariamen-
te anclada a la existencia de un contexto político en la cual se desarrolla: sin sistema polí-
tico -con sus ingredientes de actividad política y relación política- no hay convivencia hu-
mana organizada y persistente. Este es el supuesto básico para que pueda haber lazos no
políticos de convivencia. Es por esto que Aristóteles refería al hombre como zoon politikon.

Concluyendo, la realidad política -no distinta del sistema político o convivencia política-
es la relación de mando-obediencia entre los hombres.

De lo expuesto y esta noción que damos como conclusión, se desprende que sistema, re-
lación y actividad política se suponen recíprocamente.

La realidad política (comprensiva, por consiguiente, del sistema, la relación y la actividad


política), ofrece como sus más salientes características la de ser: múltiple, polifacética,
variable, simbólica y multirrelacionada (y, por lo tanto, compleja e indivisa).

a) La Política: realidad múltiple

Según el grado de generalidad que se tenga en cuenta, la realidad política puede ser
considerada en sentido lato, en sentido intermedio y en un sentido estricto. O lo que, si-
guiendo a Bertrand de Jouvenel, denominaremos “sentido formal”, “sentido material” y
“sentido material limitado”.

En un sentido formal, para que haya política, basta que la actividad de un hombre o de
unos hombres en relación con otro u otros, tienda a que el comportamiento de éste o és-
tos sea el que aquél o aquéllos se proponen. En este sentido, la actividad es formalmente
política si obedece a una técnica para inclinar voluntades ajenas y regir sus comporta-
mientos hacia metas propuestas. No importa el modo de acción de los promotores, ni la
naturaleza de la empresa por realizar, ni la transitoriedad o permanencia del concurso.
Ejemplos en este sentido serían: una reunión de vecinos que se juntan para apagar un
incendio; una banda de delincuentes; una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU
para decidir la intervención humanitaria en alguna región del planeta, etc. En todos estos
casos, formal y técnicamente, la actividad es igual. No importa que varíen los “modos” de
la actividad –los fines- ni el grado de su integración: transitoriedad o permanencia.

En un sentido material, es necesario que la actividad humana se torne persistente y per-


manente. Así, dicha actividad debe estar dirigida como medio a construir, consolidar y
conservar el agregado humano –grupo- de que se trate. Pueden servirnos de ejemplos
para comprender esta acepción la creación y mantenimiento de una Sociedad Anónima,
Iglesia, Asociación, etc. Es importante, en este caso, advertir que sigue sin interesar los
fines u objetivos pero que sí requerimos ahora, de la permanencia.

La política en este sentido se utiliza como sinónimo de sistema político en sentido am-
plio, en la medida que implica un proyecto común permanente que configura una rela-
ción de mando y obediencia no importando a qué fines se refiera.

Abogacía | Ciencia Política 17


Ahora bien, si el agregado humano persistente de que se trata no es uno de los muchos
y diversos que existen con fines específicos: religiosos, culturales, etc. sino aquel, único,
con el fin más abarcador, del cual dependen los demás sin que él dependa de ellos, es que
estamos en presencia de la política en sentido material restringido, o del sistema político
stricto sensu que refiere al estado y su organización.

Con este significado, la actividad y la relación que constituyen la realidad política se refie-
ren al Estado, el sistema político paradigmático de nuestro tiempo En este sentido, son
ejemplos: actividades y relaciones estatales; actividades de órganos estatales; o de un par-
tido político –sistema político menor- que procure el acceso a ese órgano; o la de un grupo
de presión que busque influir sobre su actividad Pero también debemos comprender en
el concepto a los sistemas políticos mayores que él,  como por ejemplo sistemas suprana-
cionales o intergubernamentales, tales como la Unión Europea, bloques regionales, etc.

Ahora los invitamos a resolver la Actividad 1 sobre el fenómeno político y sus caracteres.
Actividad
b) Política: Realidad polifacética (fases)

La realidad política se nos presenta como una actividad y una relación que configura un
sistema. Estos distintos aspectos de la realidad política, existencialmente unidos, ponen
de relieve dos fases conceptualmente

diferenciables: La faz estructural y la faz dinámica. Además, la faz dinámica, en su insepa-


rable vinculación con la estructural, se manifiesta como dos fases también diferenciables
conceptualmente: la faz agonal y la faz arquitectónica.

La actividad política se da dentro de una relación y ésta implica una estructura en la que se
articulan las partes de un todo. Así, encontramos diferentes “jerarquías”: mando y obedien-
cia. Esta estructura tiende a traducirse en Instituciones Políticas. Dentro de esta estructura
y alrededor de ella apreciamos “actividad” que se traduce en la otra faz, la faz dinámica de
la política. En esta última, a su vez, encontramos las dos restantes: agonal y arquitectónica.

En todo sistema político nos encontramos con cargos, roles, en torno a los cuales se des-
envuelve “actividad”, ya sea para acceder a ellos, ya sea para conservarlos. Desde esta
perspectiva la política es “lucha” y “conflicto”, lo que supone la “agonalidad” de la política,
o en otros términos su faz agonal.

Pero quedaría incompleto este panorama si la política se redujera a la lucha por el poder.
Una vez poseído, o una vez en él, es también un medio para construir, consolidar, consen-
suar la vida política, la convivencia política. Todo ello con el fin de alcanzar y lograr objeti-
vos, metas comunes. Este sentido constructor, integrador, realizador de objetivos comunes
del poder hace a su faz arquitectónica. En otros términos, el politólogo alemán Carl Schmitt
nos habla de la “relación amigo-enemigo” que siempre se encuentra en la relación política,
en las relaciones de poder. En nuestra opinión, y, en otros términos, se refiere a estas dos
fases de las que estamos hablando y que siempre están presentes en la política. Aunque
alguna de ellas pueda preponderar más en un caso o ejemplo dado, analizado.

Tal como refiere Mario Justo López, la actividad política no tiene tal sentido por sí misma
sino en función de una determinada relación interhumana. Esta relación implica una es-

Abogacía | Ciencia Política 18


tructura (articulación entre las partes de un todo) que se manifiesta como una diferen-
ciación jerarquizada entre seres humanos, de tal como que la voluntad y consiguiente
actividad de los unos determinan la de los otros.3

En este punto del desarrollo del módulo, le sugerimos la realización de la Actividad 2 a


Actividad cerca de conflicto y cooperación.

c) Política: Realidad variable

Esta realidad a la que llamamos política no fue siempre la misma, igual, ni en el espacio ni
en el tiempo. Es por eso que aun cuando la realidad política tenga siempre las fases ya se-
ñaladas (lo permanente), diferirá –en cuanto realidad- de un lugar a otro o de una época a
otra (lo contingente) Ejemplos: no es lo mismo la realidad de la polis en la antigüedad que
la de los Estados modernos; en igual época no es igual la realidad política de un régimen to-
talitario que la de uno democrático. En otro tipo de ejemplos, podemos apreciar esa “varia-
bilidad” comparando la realidad política de Ushuaia con la de Düsseldorf (Alemania), aun
cuando esa realidad política está integrada por las mismas partes constitutivas. También
varía la realidad política de la Córdoba de fines del siglo XIX con la de fines del XX.

d) Política: Realidad simbólica

Todos los actos, los hechos, situaciones, etc. en que se manifiesta materialmente la política
son traspuestos a un registro compuestos de símbolos. La política es una realidad simbóli-
ca. Así, los fenómenos políticos no son tales sino a través de los símbolos que le dan sentido.

En la realidad política lo esencial no es el fenómeno en sí mismo, sino lo que se ve de él, o


como se cree verlo, como se lo siente. Lo esencial es la imagen, que en el universo político
es creada por un conjunto de símbolos. La “imagen” la dan los oropeles, que consisten a
veces en tradiciones, normas, creencias, etc. Ejemplos: Rey, Juez, líder. Alguien es juez,
aunque intrínsecamente no le interese la justicia. Rey, aunque sea “lelo”. Lo que importa
para ser líder, es que, por ejemplo, alguien parezca ser valiente, aunque en realidad sea
un cobarde; o que parezca ser un genio, aunque en realidad sea un mediocre. También
puede que sea valiente y genial, pero lo que importa es que lo parezca, que lo represente.
De ahí la importancia de la imagen.

También ocurre que un mismo hecho tiene connotaciones distintas en función de la ima-
gen. Así, por ejemplo, la elección de Reagan como presidente de USA -un mismo hecho-
puede ser tenida como una desgracia o como una buena estrella, un augurio -distintas
imágenes. El pacto que Pétain hizo con Hitler para que no invadiera el sur de Francia –un
mismo hecho- para algunos fue una demostración de Pétain como traidor mientras que
para otros logró la salvación de esa posible invasión del nazismo –distintas imágenes-.

Dada esta característica simbólica de la realidad política, se convierte en un factor deter-


minante de ella, por un lado, los distintos resortes sicológicos, con alta dosis de irraciona-
lidad: ambición, vanidad, temor, el deseo, la fe.

Y por otro, las distintas doctrinas operantes: ideologías, mitos, utopías, etc. Además, en
la actualidad, y desde hace ya unas décadas, juegan un papel preponderante en esto los

Abogacía | Ciencia Política 19


medios de comunicación con fines de propaganda. Un sector importante de la realidad
política consiste en crear la imagen y “venderla”.

Duverger, en este sentido expresa: “El siglo XX no es sólo el siglo del átomo: también es
el siglo de las ciencias sociales. Los nuevos métodos de propaganda y encuadramiento
de los hombres pueden ya cambiar al mundo tanto como la utilización de la energía nu-
clear(...) El desarrollo de la ciencia política permite entrever la posibilidad de una política
consciente, en la que los hombres dejarán de ser objetos, cosas en manos de sus dirigen-
tes. Es de esperar que al fin un día será falsa la fórmula de Maquiavelo, por desgracia aún
verdadera: `gobernar es hacer creer’”.

Sin embargo, a partir de la primera década del siglo XXI y en virtud al avance de las nue-
vas tecnologías que hicieron evolucionar tanto a los Medios como a los métodos de co-
municación; internet, las redes sociales, las plataformas y la cada vez mayor Inteligencia
Artificial (o IA), logran exacerbar la problemática de la imagen, la simbología y lo digital,
llevando a tener por cierto o por verdadero aquello que en realidad no lo es. Es así como
en los medios de comunicación en general, pero en los recientemente señalados aún
más, las noticias falsas o fake news, hacen creer en una realidad sin que se cuestione o
se investiguen las fuentes de tales informaciones. En este sentido, pensadores actuales
se refieren así a la videopolítica (Giovanni Sartori. 1997) o la psicopolítica (Byung-Chul
Han, 2014), como notas que caracterizan los tiempos actuales. También comienzan a ser
utilizados en la disciplina en referencia a la realidad sociopolítico actual, términos tales
como posverdad (palabra del año en 2017, según el prestigioso diccionario de Oxford), in-
focracia (Byung-Chul Han, 2022) por sólo citar algunos. Por tanto, Maquiavelo sigue muy
vigente en los albores del presente siglo.

e) Política: Realidad multirrelacional

La política, como realidad existencial, se encuentra relacionada con otras realidades.


Pero algunas de esas realidades con las que se relaciona no son, en rigor, sino manifesta-
ciones o modalidades, elementos de ella misma. Así corresponde señalar que, a más de
multirrelacionada es una realidad compleja e indivisa.

Compleja por estar constituida por diversos elementos: ideas, instituciones y vida polí-
tica, siguiendo a Prèlot. Pero es también indivisa, porque existencialmente –ontológica-
mente- es una, sin desmedro de la diversidad de sus elementos constitutivos y dejando
en claro que ellos se interrelacionan, se interinfluyen.

La multirrelación que se opera “dentro” de esa realidad se traduce en el influjo recípro-


co existente entre la vida política, las instituciones políticas y las ideas políticas. Así, por
ejemplo: de las ideas del racionalismo filosófico del siglo XVIII, de esas ideas de la ilus-
tración, de los “contractualistas”, etc., hubo una influencia hacia hechos que ocurrieron
como por ejemplo la Revolución Francesa, y ésta generó –a su vez- nuevas instituciones
que gestaron nuevas prácticas, nuevas ideas y así sucesivamente. O podríamos comenzar
el ejemplo a partir de alguno de los otros ingredientes de esta multirelación hacia “aden-
tro” de la política y el resultado sería apreciar de cualquier forma la relación recíproca
entre ellos –vida, instituciones e ideas políticas-

Abogacía | Ciencia Política 20


Pero, como ya lo señalamos, se relaciona con otras realidades extrañas a ella: con normas
jurídicas y morales (derecho y moral) que la estructuran como relación y la regulan como
actividad. También, obviamente, con todo el contorno ambiental que la rodea, condicio-
na: factores o condiciones –mejor esta última acepción- sociales, psicológicas, históricas,
económicas, geográficas, etc. Hemos visto, aunque muy al pasar, que la política es varia-
ble y está históricamente condicionada. Por ende, su vinculación con la historia aparece
manifiesta.

La “multirrelación” es doble: “dentro” de la realidad política y “con” la realidad extrapolíti-


ca.

Múltiple, polifacética, variable, simbólica y multirrelacionada, la realidad política es una


realidad compleja que no puede dividirse en compartimentos estancos. Aunque suscep-
tible de diversos enfoques conceptuales, es existencialmente una, sin desmedro de la di-
versidad de sus elementos constitutivos, de los factores que la condicionan y de las con-
secuencias que origina. Como ya lo señalamos, y siempre que esto no se olvide, científica
y didácticamente resulta de utilidad la división ternaria que de ella hace Marcel Prélot
en ideas, instituciones y vida política. En este sentido la estructura de la currícula de la
asignatura sigue este diseño ya que analizamos ideas -marxismo, liberalismo- y teorías
–normativas, institucionalistas, críticas-, estudiamos instituciones -por ejemplo, el Esta-
do- y en lo referente a la dinámica política nos ocupamos de lo que es la vida política, el
rol que juegan los actores políticos: partidos, grupos de presión, opinión pública, medios,
movimientos sociales, entre otros.

Hacia una definición de la política

Desde un punto de vista amplio podríamos decir que la política se traduce en el conjunto
de actividades destinadas a organizar la vida de un grupo a través de la discusión e imple-
mentación de un proyecto común de orden.

Esto supone las acciones realizadas con la intención de influir, conservar o modificar el
poder y la organización necesaria para llevar adelante ese proyecto de orden. Desde este
punto de vista, la política es una actividad generalizada que tiene lugar en todos aquellos
ámbitos en los que los seres humanos se ocupan de producir y reproducir sus vidas en el
marco de un fin común determinado. Esta actividad puede suponer tanto enfrentamien-
tos como cooperación, ya que pueden existir disputas tanto sobre el proyecto en sí como
sobre sus formas de implementación.

Así en la vida de los grupos, de la más diversa índole, por ejemplo, religiosos, académicos,
deportivos etcétera, las reglas y normas que se discuten y dictan como las actividades que
tienen que ver con el proyecto que el cuerpo estructura para su conformación y reproducción
(ese proyecto de orden) entrarían dentro de lo que llamamos política en sentido amplio.

Desde un punto de vista más específico la política se liga a cuestiones relacionadas con
lo público. En eso pensaba Cicerón cuando se refirió a res pública, la cosa pública, la que
es común a todo el grupo social. Anteriormente en Grecia, ya se había considerado el or-
den político, como un orden común, creado para resolver las cuestiones en que todos los
integrantes de la comunidad tenían algún interés. Así el concepto de un orden, que era
político y común al mismo tiempo, fue expuesto por Platón.

Abogacía | Ciencia Política 21


Se puede decir que las palabras «pública», «común» y «general» tienen una prolongada
tradición de uso que las ha hecho sinónimo de lo político.

El carácter común del orden político se ha reflejado en la historia política, en la idea básica
de que la política se ocupa de los intereses generales, compartidos por todos los integran-
tes de la comunidad; la autoridad política habla en nombre de una sociedad considerada
en sus cuestiones comunes, en las “cuestiones públicas”. Lo público se diferencia de lo pri-
vado - la familia y el ámbito de intercambio de mercancías- y de lo estatal - monopolio del
poder soberano -. Lo público se refiere a aquel espacio de discusión de temas comunes,
abierto a todos. Teniendo en cuenta lo expresado sostenemos que desde un punto de
vista específico y en el sentido utilizado desde nuestra perspectiva por la ciencia política,
contemporáneamente, la política se refiere más concretamente a las actividades realiza-
das en el marco del Estado, pero que no se agota en lo estatal, orientadas al ámbito de lo
colectivo y que tienen el carácter de vinculantes para la comunidad.

La política así se refiere a lo relativo a la “cosa pública”, y al poder político ya que es allí el
espacio organizativo de las cuestiones comunes, donde se discute e implementa el pro-
yecto común de orden, el que adquiere las características de ser vinculante y colectivo.

Pero también debe destacarse que en la historia política han existido y existen (sucesiva y
simultáneamente) opiniones diversas referentes a lo que debía ser incluido dentro del con-
cepto de «buen orden». Así se podría enunciar desde las ideas de la «polis griega», pasando
por las concepciones cristianas, el enfoque liberal moderno, el marxista y muchos otros más.

Atento a que existen alternativas y a menudo contrarias propuestas de orden, la política


incluye también el conflicto, la lucha por distintos proyectos de convivencia, tal como se
desprende de sus propios caracteres anteriormente señalados; entre los cuales la política
como realidad polifacética es el que mejor representa esto.

Desde otro punto de vista, estas actividades provocan conflicto, porque representan líneas
de acción que se cruzan, mediante las cuales, individuos y grupos, tratan de estabilizar una
situación de modo afín a sus aspiraciones o necesidades, según sus valores o intereses.

Por ello, la política es tanto una fuente de conflicto como un modo de actividad que busca
resolverlos y promover ajustes en aquellas cuestiones comunes, compartidas por todos
los miembros del grupo social.

Mario Justo López, tal como señalamos antes, destaca dos fases conceptualmente dife-
renciables de la política como realidad multifacética: la faz estructural y la faz dinámica.

›› Faz estructural: Como relación interhumana, la política implica una estructura. Esa
estructura, aunque puede presentarse circunstancialmente débil o muy fluida, mues-
tra siempre una tendencia a traducirse en instituciones políticas, órganos y normas,
con vocación de orden y estabilidad. Los órganos y normas comprenden cargos y roles
diferenciados y establecen una jerarquización entre quienes integran los mismos.

›› Faz dinámica: En torno y dentro de esa estructura se desarrolla la actividad que consti-
tuye la faz dinámica de la política, la cual dinamiza constantemente la estructura, y en
la cual se advierten también dos fases:

Abogacía | Ciencia Política 22


I. faz arquitectónica: Esta actividad tiene fines mediatos y concretos de construc-
ción, conducción e integración de un grupo de acuerdo a metas propuestas.

II. faz agonal: Tiende en forma inmediata a la conquista y conservación de cargos


o a resistir la actividad desplegada desde ellos. En este marco la faz dinámica de la
política evidencia su tendencia al movimiento y al cambio.

En definitiva, las distintas fases que forman parte de lo que en conjunto constituye la
política plenaria están entrelazadas. Si tuviera únicamente la faz agonal, la competencia
por el acceso a los cargos y su conservación y la resistencia de los oponentes, lo político
aparecería sólo como pura lucha, como fuerza destructora del sistema político.

Si tuviera únicamente la faz arquitectónica, la política correría el riesgo de estancamiento


y fosilización. Asimismo, sin la faz estructural, la faz dinámica tendería al caos, pero sin la
faz dinámica la mera faz estructural carecería de vida y movimiento.

La política se presenta, así como proceso de lucha y de movimiento de acomodamiento


y ajuste. Se evidencia la estabilidad y el cambio, el conflicto y el consenso. Sin este dina-
mismo, sostiene Mario Justo López la «entropía», el desgaste natural del orden concluirá
con los grupos humanos.

Contemporáneamente, entonces, la política se analiza como la forma «natural» de con-


flicto social, acerca del desarrollo de las organizaciones políticas, y tiene ámbitos insti-
tucionales definidos: los partidos políticos, el gobierno, y otros similares; en términos
generales: el Estado.

La especificidad de la política

Atento a ello pasaremos a desarrollar el proceso histórico de definición del ámbito de lo


político en el marco del análisis propuesto.

En el círculo cultural de Occidente se atribuye el origen del estudio de la política a la cul-


tura griega, más específicamente se ubica el comienzo de la política y de la reflexión so-
bre ella, en Atenas. Así se sostiene que el análisis sistemático y riguroso de los hechos
políticos, surge en el momento histórico, en que en el siglo IV a.C., la crisis terminal de la
polis suscita la reflexión de Aristóteles (Pinto, Julio, comp. 1995). Ello, tal como veremos
en profundidad luego al estudiar la conformación de las polis atenienses y su valoración
sobre la actividad política de la ciudadanía y su cosmovisión ideológica del TODO-PARTE.

Este autor, mencionado por algunos enfoques como el «iniciador» de la ciencia política en
su clasificación de las ciencias, diferencia ésta de la ética y la coloca en la cúspide de las
ciencias prácticas, en tanto se ocupa del estudio de la vida en común de la polis, la cual era
lo más relevante en la cosmovisión ateniense de la época. Esto explica el destacado lugar
de la ciencia política en ese momento.

Una vez pasada la polis, nuestra disciplina se hace más jurídica, desarrollándose en la
dirección indicada por el aporte romano. Posteriormente, en la Edad Media, la política se
teologiza, primero adaptándose a la visión cristiana del mundo, luego en el marco de la

Abogacía | Ciencia Política 23


disputa entre el papado y el imperio; y finalmente en función de la ruptura entre el cato-
licismo y el protestantismo. Pero en la Antigüedad y en la Edad Media, en todos los casos,
y a pesar de la distinción inicial aristotélica, el discurso sobre la política se configuró como
un discurso limitado e incluso subordinado a los otros dos discursos ya mencionados.

Así, se puede sostener que hasta la Modernidad, y con Maquiavelo, la política no se con-
figura con cierta especificidad y autonomía. Con el autor florentino se produce una auto-
nomización de la materia objeto de estudio, lo político escindido ahora de las acostum-
bradas sujeciones a lo ético y lo religioso, ya no es algo determinable en función de ellos.

En términos generales queremos señalar que la política es «distinta», lo que implica una
condición necesaria y no suficiente de autonomía, y además que no es solamente distin-
ta, sino que también tiene cierta independencia en cuanto a sus leyes de funcionamien-
to. La política es tal, por medio de un imperativo que es propio y tiene sus leyes que el
político debe aplicar. En el sentido antes precisado, es Maquiavelo y no Aristóteles, quien
«descubre» la política (Sartori, 1992).

Se debe precisar también, que cuando hablamos de autonomía de la política, ese concep-
to no ha de entenderse en sentido absoluto, sino relativo. Luego de esta primera distin-
ción, debemos destacar que el ámbito de la política inicia un proceso de diferenciación
que lo distinguirá de lo que es materia económica, social o de derecho público, porque en
el transcurso de los siglos XVIII y XIX, estas materias cortaron el cordón umbilical, para
constituir otras disciplinas (Strasser,1991).

Para avanzar nos preguntamos: ¿Cómo se desarrollan estos procesos de diferenciación


que nos permiten perfilar contemporáneamente el espacio y la autonomía de la política?

Como hemos señalado, la diferenciación de la política de otros ámbitos o esferas se da


también a través de un proceso histórico. En este sentido, es en el seno de la modernidad
en que se produce una distinción fundamental en nuestra temática: la diferencia entre
Estado y sociedad, o en otros términos, lo público y lo privado, correspondiendo a la polí-
tica, la esfera de lo público. La afirmación de la sociedad como una realidad independien-
te y autosuficiente tiene, sin embargo, un lento desarrollo.

Sostiene Sartori (1992), que es sintomática la ausencia de la idea de sociedad en la litera-


tura del siglo XVI, que teorizaba el derecho de resistir a la tiranía.

Se le atribuye a Locke, una primera formulación de la idea de sociedad. En realidad, esa


teorización inicial sobre la sociedad no es tampoco una que se formula y aplica en los
acontecimientos revolucionarios. Es una idea de paz que pertenece a la fase tardía de la
escuela de derecho natural.

Es el espacio de libertad e igualdad en el que se desarrollan las libres relaciones entre


hombres libres e iguales, sólo reguladas y no reformuladas jurídicamente.

Si bien Locke y Montesquieu fueron los precursores del descubrimiento de la sociedad,


el liberalismo político no tenía la fuerza del liberalismo económico (capitalismo) porque
desde su óptica política la sociedad debía ser regulada por el derecho, en cambio las leyes
de la economía no son leyes jurídicas (políticas), sino leyes «naturales» del mercado.

Abogacía | Ciencia Política 24


Así, son los economistas clásicos Smith y Ricardo, y en general los librecambistas, quienes
se esfuerzan por demostrar cómo la vida asociada encuentra en la división del trabajo, su
propio principio de organización y que es una esfera ajena al Estado, no regulada por sus
leyes, ni su derecho.

Son los economistas de los siglos XVIII y XIX los que construyen la hegemonía de las
ideas que postulan la imagen positiva de una realidad social capaz de autorregularse, de
una sociedad que vive y se desarrolla según sus principios.

Entonces el modelo y el ejemplo de la «sociedad espontánea» de los economistas, se ex-


tiende a la sociedad en general y sienta las bases de la definitiva diferenciación entre so-
ciedad y Estado. Las premisas que no aparecían claras en Locke ni en Montesquieu para
descubrir a la sociedad como «realidad autónoma» estaban maduras ya en el siglo XIX
por obra de los economistas del capitalismo.

Por ello, por una parte, la política ya no comprende el estudio de los procesos económicos
de la sociedad civil, sino que son objeto de una nueva y prestigiosa disciplina por ese en-
tonces, la economía.

Por otra parte, la obra El sistema industrial, de Saint Simon (1770-1825), prefigura con
profética genialidad la sociedad ya transformada en sociedad industrial. La sociedad se
configura entonces como una realidad tan autónoma que se convierte en objeto de una
ciencia por sí misma, que es distinta también no sólo a la política sino a la economía y que
Comte (1798-1857) bautizó como «sociología».

Luego de esta descripción del devenir histórico de la política, advertimos que se ha di-
ferenciado de lo ético-religioso, luego de la economía y tampoco incluye ya al sistema
social. Finalmente se rompen los nexos identificantes entre política y derecho -y en espe-
cial con el Derecho Público- al menos en el sentido en que un sistema político no se com-
prende como un sistema jurídico, y éste puede ser objeto de estudio de la ciencia jurídica.

El ámbito de la política queda así referido a la organización y gobierno de las comunida-


des humanas. La política comprende las actividades humanas efectuadas en un “espacio
público” destinadas a organizar la vida de un grupo. De allí deriva el ordenamiento de las
conductas humanas. Y allí encontramos también la relación estrecha casi inextricable de
la política con el derecho, aún reiterando que la política es objeto de la Ciencia Política y
el sistema jurídico de la Ciencia Jurídica.

La política por tanto, consiste en actividades realizadas con intención de influir, obtener,
conservar, modificar o extinguir el poder, la organización o el ordenamiento de la comu-
nidad. Podrían invocarse esas acciones como lucha o disyunción, o bien como paz, equili-
brio o armonía. Podrá considerarlas mero reflejo de los móviles económicos o visualizar-
las exentas de esas motivaciones.

Tales consideraciones no alteran la distinción de la actividad política frente a otras formas de


actividades, sólo muestran los motivos que pueden encontrarse insertos en la acción política.

La referencia de la política con el espacio público y el poder de decisión permite diferen-


ciar los actos políticos de los actos sociales y económicos.

Abogacía | Ciencia Política 25


Y por referirse al poder político de decisión sobre un espacio territorial, la política se en-
marca en el Estado. En torno a los conceptos de poder y Estado se ha dado una disputa
por su postulación como «objeto» de la ciencia política. A nuestro juicio, esto constituye
un debate irrelevante, en cuanto nos interesa el poder estructurado en el marco de la or-
ganización estatal, que incluye el poder institucionalizado y el poder socialmente cons-
truido que busca participar en las decisiones.

El Estado es una organización que dispone de niveles y estructuras que le permiten mo-
nopolizar el uso legal de la fuerza. Es la organización en la que, a partir de la modernidad,
se encarna el poder político institucionalizado y los distintos grupos de poder -actores
políticos- que buscan disputarlo o influir sobre él.

En este punto, le invitamos a observar la clase en video titulada “El conocimiento de la


política. Parte – A”, disponible en plataforma MiUBP.
Multimedia

III. La ciencia política: su función. Descripción, interpretación y crítica de los fenóme-


nos políticos. Distintas posturas respecto a su origen. Teoría del estado, historia de las
ideas, dinámica política, relaciones internacionales

La importancia del saber científico político

El campo de la política parece ser de por sí el más fructífero para la discusión y el debate,
tanto es así entre los preocupados por razones profesionales como así también respecto a
la ciudadana o ciudadano de a pie. Se trata de un terreno impreciso en el que los aspectos
valorativos generan una complicación añadida y cuyo interés depende de los momentos
históricos que se atraviesen.

La política parece haberse constituido en tierra de todos y de nadie, en dominio de aque-


llos que operan con la política, los que hablan sobre la realidad política y los que profe-
tizan sobre ella. Lo que es comprensible en tanto la política nos envuelve, sobre todo en
las democracias, ya que es en ellas cuando estamos autorizados a evaluar, a participar y a
soñar con decisiones políticas compartidas. Pero detrás de las especulaciones que todos
nos consideramos autorizados a realizar, existe la pretensión de constituir un tipo de co-
nocimiento de la política que sea distinto al vulgar. Es decir, un conocimiento científico.

Este tipo de ambiciones generalmente resulta difícil de entender para el observador co-
rriente, ya que, si bien es frecuente oír que la palabra ciencia es algo importante, es fre-
cuente también que no se puedan dar fundamentos de tal apreciación. Inmediatamente
el observador asocia la importancia con los progresos visibles en las ciencias naturales,
sobre todo en la ciencia aplicada; por ejemplo, cuando se estudian problemas prácticos,
como el desarrollo de una vacuna contra el VIH o más recientemente la desarrollada para
detener la pandemia del Covid-19.

Pero ¿qué sucede con las investigaciones en el campo de las ciencias sociales? Aun cuando
reconozcamos la importancia de estudios en estas áreas, lo que sería ya un gran logro, es
poco común que se reconozca el soporte sobre el que se asientan las investigaciones. És-
tas se fundamentan sobre un tipo de conocimiento sobre la política al que se le reconoce
el carácter de científico.

Abogacía | Ciencia Política 26


Pero ¿por qué le asignamos tanta importancia a esta cuestión de dotar de cientificidad
al estudio de la política? Diremos que los parámetros de la ciencia establecen reglas para
poder generar un tipo de conocimiento de lo político distinto al vulgar, un tipo de co-
nocimiento técnicamente riguroso que admita la refutación racional o empírica de sus
presupuestos. Por lo tanto, si hay posibilidades de hablar de algún tipo de conocimiento
racional, cierto, riguroso y contrastable (controlable) podemos decir que habría algún
tipo de progreso en el conocimiento.

Pero, además, la ciencia constituye, en el mundo contemporáneo, una muy importante


fuente de validación y legitimación del conocimiento y de las decisiones basadas en él, es
decir es una fuente de poder, como lo fue la religión cristiana en la Edad Media europea
cuando constituía el paradigma dominante para describir, explicar y predecir la realidad.
La ciencia como criterio de verdad tiene prestigio y constituye una manera de entender
al mundo, la que como tal no es meramente descriptiva, sino además potencialmente
ideológica. Por lo tanto, afirmar que un conocimiento es científico no constituye un juicio
meramente neutro. (Lista, C, 1992: 3).

La ciencia, tal cual se la entiende en el mundo contemporáneo, incluso es cuestionada


por autores dedicados a ella, tal el caso de Paul Feyerabend. El autor dice que la ciencia ya
demostró su poder cuando en la historia venció al mito, a la religión y a la brujería; pero
esto no hace que sea la mejor forma de conocimiento, por ello no puede excluir otras for-
mas cognoscitivas para la resolución de los problemas humanos.

Como se advierte, la justificación de la importancia del conocimiento científico de lo polí-


tico ha sido excesivamente escueta. Pero ustedes verán que la elección de los argumentos
para justificar dicha importancia implica elegirlos de los pertenecientes a alguno de los
enfoques que veremos, y adoptar su modelo de «ciencia». O muchos de los otros existen-
tes, que no abordaremos.

Teoría y praxis política. la influencia del saber en la práctica política

En primer lugar, debemos realizar algunas consideraciones previas.

Hemos hablado de actividad política, realidad política, cuestiones políticas, etcétera, y


aunque pueda resultar obvio, debemos acordar que haremos un abordaje de esta proble-
mática, a partir de la teoría política. La actitud del teórico político sobre estos procesos es
distinta a la del político práctico, el cual se caracteriza por participar, o intentar hacerlo,
en la adopción de las decisiones políticas. Esto no quiere decir que el político práctico no
pueda estar, en mayor o menor medida, influido por los aportes de las teorías políticas,
sino que el aspecto más relevante de su accionar está vinculado a su participación en la
formación de los procesos políticos, y no al estudio de ellos.

En cambio, el teórico político, se orienta específicamente al estudio de esos procesos.


Aunque, debemos destacar, que los teóricos políticos se encuentran inmersos en los pro-
cesos políticos reales y que gran parte de las teorías políticas causantes de verdaderas
transformaciones, constituyen propuestas que no sólo buscan cambiar el modo de ob-
servar lo político, sino también las propias instituciones políticas reales. Tal es el caso de
Aristóteles, Hobbes, Locke, Marx y tantos otros.

Abogacía | Ciencia Política 27


Ahora bien, recordemos lo que dijimos con relación a que las ciencias constituyen en la
actualidad el tipo de saber más legitimado en Occidente y por lo tanto una fuente de
poder, por ello se convierten en un “saber especializado” que dota de autoridad a quie-
nes se sirven de este saber. Esto ocurre por el lugar de privilegio que ha alcanzado el
conocimiento científico, como límite demarcatorio de la mera opinión, de lo subjetivo,
y hasta de lo “irracional”, lo que comenzó en la Modernidad. Sin embargo y debido a la
exacerbación de lo simbólico, la imagen y las creencias en la construcción de la realidad
en esta era digital, inclusive la ciencia aplicada comienza a ser interpelada. Valgan como
ejemplos los movimientos antivacunas propagados y alentados por las redes, los medios,
las noticias falsas, desinformación, posverdad o como quiera describirse a lo acontecido
durante la pandemia del Covid-19 y los cuestionamientos de sectores de la sociedad a los
científicos en su combate y avances científicos. O poner en dudas saberes que eran uni-
versalmente aceptados por la ciencia y el ciudadano de a pie como por ejemplo grupos
que propugnan que la tierra es plana; o reflotan teorías relacionadas con la supremacía
de ciertas razas, teoría refutada en nuestra disciplina científica desde hace un siglo.

No obstante, lo expresado, se puede sostener que la ciencia política ha estructurado un


“saber científico político” que permite revestir de autoridad a quien se apoya en él, sirve
como justificación a las decisiones que se tomen, ya que por su poder “racionalizador” son
su sustento legitimador. Por ello, todo político práctico cuando debe justificar las decisio-
nes que adopta, remite de una manera directa o indirecta a este tipo de saber especiali-
zado, por ello hay una implicancia entre los aspectos teóricos y prácticos de la política.

Hoy en Occidente no consideraríamos justificada una decisión tomada por un gobernan-


te cuando la fundamentase en una especie de “intuición” o en su fe en Dios. Esto porque
desde la modernidad el tipo de conocimiento considerado válido para explicar el mundo
y servir de criterio diferenciados de lo irracional, subjetivo y metafísico, es el conocimien-
to científico. Esto les ha permitido a las ciencias constituirse como un discurso validador o
justificador de las decisiones que lo tengan como base. De allí que es poco probable que,
en nuestro caso la política, no tenga como fuente directa o indirecta ese saber especiali-
zado político, que no es sino lo que llamamos ciencia política o teoría política.

Entonces, debemos aclarar que de acuerdo a nuestra posición existe una ineludible rela-
ción entre la teoría y la práctica, entre el desarrollo científico de la disciplina y los valores
políticos que la estimulan.

Es por eso que las teorías políticas se instituyen, a la vez que en paradigmas científicos
que orientan a la disciplina, en perspectivas ideológicas que legitiman la práctica políti-
ca; las teorías replantean, a la vez que el discurso científico vigente, el orden político exis-
tente. El horizonte histórico de comprensión es el que hace inteligible las grandes teorías
que dan sentido al análisis científico de la política (Pinto, Julio, comp. 1995).

Aproximación a las teorías políticas contemporáneas

De todo esto, y en miras a dar una definición preliminar, podemos decir que la ciencia
política pertenece al nivel de la reflexión de la política como actividad que hemos carac-
terizado antes, y que toma la forma de una disciplina académica que pretende describir
y/o analizar, y/o interpretar, y/o criticar de forma sistemática lo relativo a la política como

Abogacía | Ciencia Política 28


actividad, así como sus valores, puntos de vista e ideologías subyacentes, teniendo al
hombre y su realidad como objetos de estudio.

La ciencia política no es un único ámbito de conocimientos sobre lo político, ni está consti-


tuida por un conjunto de verdades sobre temas políticos, más bien nos inclinamos a pensar
que la ciencia política es un campo donde convergen numerosas visiones sobre lo político.

Estas diferentes miradas que tienen los teóricos políticos sobre todo lo relacionado con
la disciplina, constituyen sus perspectivas teóricas; que como tal significan maneras de
describir e interpretar lo político, y por consiguiente implican la elección de herramientas
metodológicas para abordar el objeto de estudio y la construcción de distintos conceptos
básicos para describirlo, explicarlo o interpretarlo.

Lo que nos interesa destacar en este tema es que la historia de la reflexión política es la
historia de hombres que miran lo político, pero esta mirada no es una visión ascética, sino
cargada de ideología, entendida ésta como posición frente al mundo.

Von Beyme (1977) llama a esto enfoques metateóricos, que serían como perspectivas teó-
ricas que condensaron lo que numerosos autores tienen en común sobre ciertos aspectos
fundamentales de la disciplina.

Esta comunión de autores ni es completa ni absoluta, sino que responde a una decisión cla-
sificatoria y analítica, que, si bien se articula con afinidades en aspectos centrales, se alejan
en algunos puntos, por lo tanto, su inclusión en uno u otro enfoque puede generar discusión.

Además, esta clasificación no significa que haya abismos infranqueables entre todos los
teóricos pertenecientes a los distintos enfoques; incluso muchos de ellos comparten con-
ceptos o métodos que pertenecen más específicamente a otro enfoque.

Todo teórico político tiene ideas sobre lo político, y estas ideas son el reflejo de su posición
frente al mundo, frente a la realidad social, frente al hombre, frente al Estado, etcétera. Esta
posición le da forma a un discurso del teórico, debajo del cual subyacen supuestos básicos.

Estos supuestos pueden ser de los más variados: pueden ser presupuestos ontológicos
como los referidos a la naturaleza de la persona humana, o la referida a la realidad so-
cial. Pueden ser presupuestos epistemológicos-metodológicos como los referidos a las
formas de conocer, la relación básica entre teoría y hechos, y otros. Entre éstos hay una in-
finita gama de supuestos básicos, que incluso son irreductibles para algunos pensadores.

Así los distintos enfoques se clasifican teniendo en cuenta estos supuestos nucleares, ex-
plícitos o implícitos, presentes en las teorías políticas. De allí que cada teoría o enfoque
contiene diferentes conceptos básicos y distintas definiciones de lo político como con-
cepto central de la ciencia política. Por lo tanto, tienen discursos políticos y sociales dife-
renciables, los que pueden seguirse, no en todos los casos, a través de una mirada sobre
los argumentos que estructuran su discurso.

De esto surgiría que un discurso determinado perteneciente al mundo de lo político, no podrá


entenderse y aún menos criticarse, a menos que se tomen en cuenta dichas presuposiciones.

Abogacía | Ciencia Política 29


Como estamos en el nivel de la reflexión sobre lo político, en el nivel de la teoría, debemos
aclarar que no resulta fácil mantenerse en el término ideal entre la exposición de las teo-
rías, la referencia a la realidad política que contienen y la valoración y crítica de ellas. Para
ello se tratará de describir el pensamiento general y aconsejar al estudiante la lectura
directa de autores de cada enfoque.

Los enfoques que planteamos, con la intención de exponer los supuestos que las confor-
man y guían, son:

›› Enfoques normativos u ontológico-normativos.


›› Enfoques empírico-analíticos, o empírico-racionalistas o neopositivistas.
›› Enfoques crítico-dialécticos.

Cabe decir que a estos enfoques se los suele identificar, aunque esto no es absoluto ni
implica un criterio definitivo, con alguna posición política, entendida como la adopción
Énfasis de una ideología. Así a los normativistas se los puede articular con ciertas concepciones
conservadoras, aunque hay gran variedad de normativistas contemporáneos con con-
cepciones reformistas, a los empírico-analíticos liberales (aunque desde los críticos son
estimados conservadores) y a los crítico-dialécticos, neomarxistas o más genéricamente
de izquierda (progresistas). Dicha relación permite explicar el surgimiento histórico de
ciertos enfoques; pero no hay una relación causal entre un enfoque y la inclinación polí-
tica de los teóricos.

IV. El nacimiento de la ciencia política

La aproximación a los distintos enfoques sobre lo político nos dará la pauta que no es
para nada unánime el concepto de ciencia política, ya que no es unívoco el concepto de
ciencia en general, ni los requisitos que debe cumplir el conocimiento para poder ser ca-
lificado de científico.

De allí que entrar dentro del campo de la ciencia política, como ciencia social, equivale a
penetrar en la polémica.

Como ejemplo palmario del grado de controversia que implica hablar de ciencia, pode-
mos preguntarnos por el nacimiento de la ciencia política.

Tendremos que decir que para ubicar el nacimiento de la ciencia política debemos partir
del supuesto que no hay una línea de demarcación objetiva, no hay univocidad de crite-
rios sobre el tema, ya que fijar sus comienzos depende de diferentes visiones sobre temas
conflictivos que hacen a las ciencias sociales en general.

Uno de estos planteos es lo referente, por ejemplo, a la cuestión del objeto y del método
de las ciencias sociales. Estos son sólo dos de los tópicos que aún son cuestionados, y que
de una u otra manera irradian sus efectos sobre la conceptualización de la ciencia política
y por ende sobre los datos de su nacimiento.

Ahora bien, si nos enrolamos en un concepto positivista de ciencia (cuyos orígenes vere-
mos) podemos decir que ésta aparece en la década del cincuenta, a partir de la llamada

Abogacía | Ciencia Política 30


revolución conductista. Ésta es una postura más estricta y más cercana a lo que actual-
mente se considera por saber científico.

Y esto porque hasta entonces, entenderíamos que la protociencia política había sido una
laxa conjunción de áreas de investigación sobre diferentes temas políticos en las que
convivían pacíficamente historiadores de la política, juristas y teóricos políticos. Pero la
llamada revolución conductista (que luego desarrollaremos) impuso una rigurosidad
positivista para la ciencia política que conllevaba la obligatoriedad de diferenciarla cla-
ramente de las ideologías y de las especulaciones filosóficas. Se aspiraba a llevar el ám-
bito de la política, como el de todas las disciplinas humanas y sociales, a cánones exactos
como el modelo que daban las ciencias físicas.

Otra posición, como por ejemplo la de Marcel Prélot (1961:17), es la que considera que los
griegos son los creadores de la política y de la ciencia política, en tanto históricamente la
ciencia corresponde al conocimiento sin otra especificación. Así se opone a quienes sólo
llaman ciencia a la ciencia positivista.

Autores como Stoker y Marsh (1989) definen la ciencia política de manera amplia, refi-
riéndose a la existencia de una tradición académica de estudio de la política, que presen-
ta un conocimiento estructurado y exige que quienes la practican respeten ciertas nor-
mas intelectuales a la hora de debatir.

En este marco se incluirían los tres enfoques que desarrollaremos; normativos, empíri-
cos-analíticos y críticos dialécticos.

Los primeros en su producción intelectual ponen más el acento en la coherencia lógica de


sus argumentos, estableciendo con precisión sus conceptualizaciones principales y sus
correctas derivaciones.

Los segundos se orientan al cuidado y rigor metodológico para la presentación de teorías


y análisis causales y falsables.

Los terceros ponen el acento en la posibilidad de marcos de análisis que no solo den cuen-
ta de los procesos políticos, sino que sean críticos y con un compromiso práctico de trans-
formación.

Pero, en definitiva, todos exigen, que quienes practican la ciencia política aporten argu-
mentos y datos fundados y sistemáticamente presentados, aunque las conceptualizacio-
nes teóricas sean diferentes y también los distintos tipos de datos. Pero ninguna perspec-
tiva afirma que ambos no sean necesarios.

Síntesis:

›› La ciencia política puede dar explicaciones y hacer predicciones según el modelo de


las ciencias naturales, y ofrecer en lugar de estudios descriptivos, análisis sistemáticos,
con la guía de teorías que habrán de corroborar empíricamente.

›› Los fenómenos que pueden observarse habrán de ser el límite de la ciencia política.

Abogacía | Ciencia Política 31


Se rechazará el planteamiento institucional porque entiende las instituciones como
conductas sociales estancadas.

›› En vez de dedicarse a la investigación pura, la investigación aplicada también debe


propiciarse como parte de la disciplina.

›› La ciencia política debe prescindir de los grandes issues, pues no puede demostrar
científicamente la exactitud y la falsedad de los valores (democracia, igualdad, liber-
tad, etc.); debe abstenerse de hacer valoraciones.

›› La ciencia política debe ser interdisciplinaria.

›› Debe utilizar un lenguaje técnico.

›› Se generaliza el método hipotético – deductivo, superando el empirismo ingenuo.

La revolución conductista

Si hablamos de la ciencia política como actividad científica dentro de un paradigma teó-


rico establecido, en un concepto positivista de ciencia, ésta aparece en la década del cin-
cuenta, a partir de la llamada revolución conductista.

Tal como dijimos, el conductismo  o behaviorismo impuso una rigurosidad positivista


para la ciencia política que conllevaba la obligatoriedad de diferenciarla claramente de
las ideologías y de las especulaciones filosóficas. Se aspiraba a llevar el ámbito de la polí-
tica a cánones exactos como las ciencias físicas.

Para hablar de ciencia política, hay que referirse al contexto de aparición de las ciencias
sociales (siglo XX).

El auge de esta cientifización de la política tuvo su epicentro en la tierra del pragmatis-


mo: Estados Unidos, a partir de la llamada revolución conductista. Fue un movimiento
intelectual que se desarrolló en importantes universidades norteamericanas (Chicago y
Stanford) y que produjo una comunidad científica especializada.

El conductismo o behaviorismo implica la posibilidad de estudiar la conducta humana


sin una interpretación psíquica, sino partiendo de entender a la conducta humana como
respuesta a los estímulos del entorno.

El hilo conductor de la experiencia conductista será la adopción por parte de la ciencia


política, de los métodos de investigación de la sociología que toma como propios, en tan-
to son precisos como los de las ciencias naturales.

Su desarrollo se divide en tres fases; en la primera, alrededor de 1908, se destacan los nom-
bres de Bentley y Alan Ryan. La segunda, de 1950 en adelante, donde afirmaba David Easton
“el centro de atención de la ciencia política se ha desplazado del análisis de las institucio-
nes al de los individuos, cuyas motivaciones, personalidades o sentimientos observa, para
poder de este modo investigar adecuadamente cómo están relacionados y qué influencias

Abogacía | Ciencia Política 32


tienen en un proceso político; Almond, Deutsch, Simon, etc. En la tercera fase, de gran auge
en la década de los 80, destacándose las figuras de Olson, Downs, Schumpeter, etc.

Postura de Prelot

Aristóteles (Siglo V a.C.) es el fundador de la ciencia política, ya que es él quien da el gran


salto en Grecia de la especulación metafísica al campo de lo empírico, realizando un es-
tudio exhaustivo de más de cien constituciones políticas de su época. Es Aristóteles quien
comienza a detallar la organización de las instituciones y de la comunidad política en la
polis griega. Utiliza el método de la observación de esas comunidades con la ayuda de
sus discípulos. 

Postura de Maquiavelo

La auténtica separación racional entre política y ética no se produce sino hasta la Edad
Moderna, siendo Maquiavelo un gran exponente de la construcción de una técnica del
poder destinada a eliminar cualquier clase de límites normativos – morales que pudieran
trabar la autoridad del príncipe.

Atribuir la iniciación de la ciencia política a Maquiavelo, es tradición, sobre todo por la


autonomatización de su objeto de estudio: lo político, escindido de las acostumbradas
sujeciones a lo ético (Grecia) o lo religioso (Edad Media).

Postura de Duverger

Del siglo XX, considera que la política posee una gran prehistoria y una corta historia. La
ciencia política comienza en el pasado siglo, con el auge de las universidades. Duverger
ha encontrado en la entrada de la ciencia política en la Universidad el hecho decisivo para
marcar y precisar su nacimiento como verdadera ciencia (historia). El origen de la ciencia
política no ha sido simultáneo en todas partes. En Estados Unidos la entrada oficial en
gran escala de la ciencia política en las universidades se produjo entre 1890 y 1914. En la
mayor parte de los países europeos y con algunas excepciones (Oxford, Londres, Cambri-
dge), el hecho se ha operado con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial.

Realiza la siguiente esquematización:

›› Prehistoria:

›› Prehistoria propiamente dicha (período anterior al siglo XIX), PRECURSORES, dieron


o crearon un método para elevar la política a la categoría de ciencia:

1) Aristóteles, “Método de observación”.

2) Maquiavelo, “Método objetivo” (separa consideraciones metapolíticas de las rea-


lidades políticas).

3) Bodin, “Desarrollo del método de la observación”.

Abogacía | Ciencia Política 33


4) Montesquieu, “Método de observación sistemática” (sistematiza el método aris-
totélico).

›› Intermedio, siglo XIX, fundadores:

1) Tocqueville, que aporta el método de la “Observación profunda” (no creía en la


democracia, pero anticipa la revolución democrática a la que denomina la “revo-
lución irresistible”; su obra, “La democracia en América” es un claro ejemplo de la
metodología implementada).

2) Comte, con su “método positivo”. Es el padre de la sociología y su método tendrá


influencia   hasta el siglo XX inclusive.

3) Marx, “Una nueva cosmogonía” con el método: materialismo histórico o dialéc-


tica materialista (realista). En las ciencias sociales hay un antes y un después de
Marx. Según algunos autores una nueva cosmovisión.

Debemos aclarar que el criterio que sigue Maurice Duverger para señalar a los autores arri-
ba citados como precursores o fundadores de la Ciencia Política, en su larga etapa prehistó-
rica –de más de 20 siglos: V a.c. hasta el XIX de nuestra era- es el aporte respecto al método
que utilizaron para esbozar sus teorías, ideas respecto a la política, ya que para que nuestra
disciplina sea científica, al igual que otras, necesita de un aparato o soporte metodológico.

Postura de Brecht

Coincide con Duverger; la ciencia política surge en 1900; pero no sólo es necesaria la crea-
ción de universidades, cátedras donde se divulga el conocimiento científico o se enseña
sobre la Ciencia Política, sino que además deben crearse, institucionalizar los Centros de
Investigaciones que elabore o produzcan esos resultados que permitan elevar a carácter
de científico a la política.

La política y la politología

La palabra política se origina en las palabras griegas polis, politeia, política, politiké.

›› é polis: la ciudad-estado, el recinto urbano.

›› É politeia: el Estado, la Constitución, el régimen político.

›› Tá política: referido a las cuestiones políticas, cívicas. Traducido etimológicamente la


cosa   pública.

›› É politiké: el arte de la política.

Para los antiguos, la política pragmateia es el estudio o el conocimiento de la vida en común


de los hombres según la estructura esencial de esta vida que es la constitución de la ciudad.

El hombre antiguo, tal como lo definió Aristóteles, aparece, así como un ser o animal cívi-
co. Se disminuye enormemente el alcance de la definición al traducir zoon politikon por

Abogacía | Ciencia Política 34


animal social. El animal es también social, pero sólo el hombre es político. Su carácter
específico es vivir insertado en el organismo social que constituye la Polis, y ésta es para
él tanto una necesidad natural como ideal.

La Polis no es solo la ciudad como planta urbana, sino también un territorio agrícola, la
campaña circundante.

Hay pues correspondencia, en cuanto al concepto mismo, entre la Ciudad antigua y el


Estado moderno.

La correspondencia verbal entre la Ciudad y el Estado se halla asegurada, en latín, me-


diante la palabra república; lo que concierne a la ciudad, corresponde res publica: la cosa
pública. Como adjetivo, repúblico es equivalente a cívico.

Más tarde la palabra Estado se une a la expresión res pública. La conjunción estado de
la cosa pública. En sí mismo, por otro lado, el término status solo significa una posición.

Con el correr del tiempo la palabra status y la expresión res pública fueron adquiriendo
poco a poco, y separadamente el mismo sentido. La latinidad media y baja desconoce la
palabra política.

Las obras políticas del Siglo XVI se denominan Il Príncipe, Maquiavelo incorpora al uso
corriente la expresión Estado.

Hoy en día el lenguaje corriente ha enriquecido con otras acepciones la definición de po-
lítica, pero deja al sentido principal su acepción tradicional. 

La Academia Francesa dice que política es el conocimiento de todo lo que se relaciona


con el arte de gobernar un Estado y de dirigir sus relaciones exteriores. Hatzfeld y Dar-
mesteter dicen: “politique: relativo al gobierno de un Estado; Droit politique: derecho por
el cual un ciudadano participa en el gobierno de un Estado; homme politique: el que se
ocupa del gobierno de las cosas públicas; politique, como sustantivo: el arte de gobernar,
todo lo concerniente a los asuntos públicos”.

Littré, “la ciencia del gobierno de los Estados, el arte de gobernar un Estado y de dirigir sus
relaciones con los otros Estados”.

La grande Encyclopédie, “la política es estrictamente el arte de gobernar un Estado. La


ciencia política puede, pues, definirse como la ciencia del gobierno de los Estados, o el
estudio de los principios que constituyen el gobierno y deben dirigirlo en sus relaciones
con los ciudadanos y los otros Estados”.

La política alude tanto a los hombres y a los hechos como al conocimiento que se tiene
de ellos. Actualmente se hace la distinción mediante el uso del término ciencia política.

Estadística y estadístico: la palabra estadística, en un sentido diferente del que aún en el


Siglo XIX expresa Carnot, es la recopilación de los hechos originados en la aglomeración
de los hombres en sociedades políticas.

Abogacía | Ciencia Política 35


En lugar de estadística, un profesor de la Escuela francesa de Derecho de El Cairo propuso la
palabra statologie (estadología). El término estadología no tuvo aceptación. Bigne, distin-
gue la sociología política de la estadología. La primera sería el estudio del comportamiento
de las sociedades humanas y de sus relaciones recíprocas. La segunda se limitaría al aspecto
de esta disciplina que se refiere a la ciencia y al arte de gobernar las comunidades.

La palabra politología parece perfectamente aceptable. Su primera ventaja con respecto


a estadología, es que sus dos componentes han sido tomados del mismo idioma. Cons-
tituido por dos palabras griegas: polis-ciudad, Estado; logos-razón, exposición razonada
de un tema, el término está bien elegido para designar el conocimiento sistemático de la
cosa pública o del Estado.

La objeción más seria que podría hacerse al término politólogo es que no se forma direc-
tamente a partir de polis (la ciudad Estado), sino de su derivado polites (el ciudadano). En
consecuencia, la politología sería más bien la ciencia del ciudadano que la de la ciudad.

Una tendencia disidente propone politicólogo, que se acerca más a la palabra griega po-
líticos. Pero politicología no presenta, desde el punto de vista de su formación, ninguna
superioridad sobre politología.

Hablaremos aquí de politología, cada vez que consideremos el conocimiento sistemático


y ordenado de los fenómenos relativos al Estado. Y de politólogos a quienes se ocupan
del estudio y/o investigación del campo disciplinar de aquélla.

La politología clásica

El nacimiento de la politología: Los griegos son los creadores de la política y de la cien-


cia política -en un sentido amplio propio de esa época como ya hemos visto-. Grecia le
imprimió su carácter dominante: la ciencia. Aristóteles fue el principal promotor del co-
nocimiento científico. La clasificación aristotélica se apoya en la distinción de tres ope-
raciones del espíritu: saber, hacer y crear. Existen tres grandes categorías de ciencias: las
ciencias teóricas, las ciencias prácticas y las ciencias poéticas. Las teóricas, matemáticas,
la física y la metafísica. Las poéticas, la lógica, la retórica y la poética. Las ciencias prácticas
son la ética, la económica y la política.

La ética es la ciencia del comportamiento personal, el conocimiento de la conducta del


individuo, la moral. La economía es la ciencia de la familia. La política es la ciencia de la
constitución y de la conducta de la Ciudad Estado; ocupa prácticamente la cúspide de la
jerarquía, porque su objeto, la Ciudad-estado, engloba toda la organización estatal.

La política domina teóricamente a las otras ciencias, porque regula todas las actividades
humanas.

En la Ética a Nicómano, Aristóteles subraya que “hay algo de más noble y elevado en ocu-
parse del bien y del contenido del Estado en su totalidad que en el de un solo hombre”.
La frontera entre la ética y la política no está siempre trazada claramente. El objeto de la
ética es una especie de política. Incluye la política, elementos que formarían parte de la
ética y de la económica: la procreación, la educación, y hasta la música.

Abogacía | Ciencia Política 36


Distingue con claridad entre la política, que es el conocimiento de las cosas cívicas y la
económica, que es la ciencia de las cosas domésticas. Aristóteles considera tres tipos de
relaciones sociales: entre esposos, entre padres e hijos, y entre amo y esclavo. Rechaza
desde el principio la idea de que el Estado sería una familia ampliada, ya que no hay entre
la familia y la ciudad una diferencia de grado, sino de naturaleza.

La tradición antigua y Medieval:

Cicerón (romano helenizado), de inspiración aristotélica, acepta como básica la noción


de Ciudad, pero amplía el marco y la define de un modo mucho más jurídico. Escipión
el Africano, en el diálogo de la República figura como el héroe cívico al que se dirige la
admiración del gran orador: “La República es la cosa del pueblo, y el pueblo mismo no
es no importa qué conjunto de hombres, sino una colectividad unida por un acuerdo de
derecho y por una comunidad de interés”.

Cicerón pone en primer plano el aspecto jurídico de la Ciudad: el derecho común a todos,
aceptado por todos, efectivamente obedecido por todos.

La revolución cristiana (sociológicamente) o la revelación cristiana (filosóficamente), tra-


jo cambios morales y psicológicos con San Agustín, quien modifica la definición cicero-
niana de Estado: “Como el pueblo de Cicerón, el pueblo de la ‘Ciudad de Dios’ es también
un agregado humano, una multitud razonable, pero unida por la pacífica y común pose-
sión de lo que ama y no por el derecho y la utilidad. Paso de una concepción jurídica a una
afectiva; de una noción societaria a una comunitaria. San Agustín prepara así ese someti-
miento del Estado respecto de la Iglesia. Hay en el obispo de Hipona una transposición y
ampliación del ideal terrestre. La noción de Estado puede aplicarse a otra comunidad que
trasciende la ciudad carnal, a la ciudad espiritual, Civitas Dei.

El agustinismo político domina el pensamiento medieval; Santo Tomás de Aquino vuelve


a la concepción de los autores paganos, tomando una definición de Ciudad que es en rea-
lidad la de Cicerón. (La definición ciceroniana es perfectamente válida para la naturaleza,
mientras que San Agustín se ha ocupado de lo sobrenatural).

La concepción tomista es simplemente una formulación detallada de las doctrinas aristoté-


licas. La ciudad forma una unidad indivisa, constituida bajo una autoridad suprema, donde
cada uno conserva su propia autonomía mientras contribuye al ordenamiento general.

Con Santo Tomás la política pierde la primacía que le había asegurado Aristóteles. Con-
serva el primer lugar entre las artes prácticas, ya que todas las ciencias y las artes no con-
vergen más hacia la política, sino hacia la teología. La política, como las demás ciencias,
es su sirvienta.

La noción de Estado pasa de la colectividad popular al gobierno, del gobierno a la perso-


na de quien gobierna, del Estado al reino y del reino al príncipe.

Las concepciones modernas:

El Príncipe, es el título del libro que inicia la politología moderna. La política se inclina
hacia la psicología y la pedagogía. Maquiavelo distingue entre repúblicas y principados.
Da a la palabra “república” un sentido preciso: el de gobierno temporario.

Abogacía | Ciencia Política 37


Mientras el Estagirita dirige sus investigaciones hacia el buen gobierno que asegura una
vida buena a sus buenos ciudadanos, Maquiavelo tiende hacia un gobierno eficaz para
una Italia unida y descentralizada. La política es el arte del Estado, dirigido menos a la
felicidad de los miembros de la Ciudad que a la obtención de su obediencia. El florentino
es quien suele ser tenido como el primer autor de la historia de las ideas políticas que par-
te de autonomizar y darle especificidad a lo político utiliza el término lo stato, el Estado.

Ya se trate del bien de los hombres o de su obediencia, el objeto del conocimiento político
sigue siendo el Estado, concebido, así como un cuerpo político.

Bodin abarca toda la ciencia política, con los diversos órdenes de hechos que comprende
y las leyes fundamentales que la integran. “Geschichte des allgemeinen Staatsrechts und
der Politik seit der 16. Jahrhundert bis zu Geg- enwart” (Historia del Derecho general del
Estado y de la política desde el siglo XVI hasta la actualidad), “Die Staatslehre Bodins” (La
teoría del Estado de Bodin). Bodin enriquece el esquema aristotélico, con el aporte de
puntos de vista que son tanto el resultado de su reflexión personal como del paso de la
Ciudad-estado al Estado monárquico, a principios del siglo XVI.

Bodin ve en el Estado el producto de una evolución secular que engendra un equilibrio de


derechos y obligaciones en el seno de un grupo más complejo que el estudiado por el Es-
tagirita. No solo hace del Estado “el recto gobierno de varias familias”, sino que interpreta
las desigualdades comprobadas por él como causa de una división del trabajo.

Althusius, “Política Sistemática”, define la política como el arte de constituir, cultivar y


conservar la vida social. Le da, en consecuencia, el nombre de simbiótica, que toma del
griego. El Estado es una comunidad política superpuesta a las comunidades más simples,
a las familias, a las corporaciones, después a las sociedades más complejas, las comunas
y las ciudades. Llega a una concepción contractual y orgánica de la soberanía. Se pasa
por gradaciones de las sociedades más simples a la sociedad estatal. Por ello se puede
considerar a Althusius como el precursor de las doctrinas políticas que más tarde serán
calificadas de federalistas o aun de corporativas.

 Mientras que Althusius considera al Estado como una federación de grupos ligados por
un contrato del que surge la soberanía, Bodin afirma el carácter unitario e indivisible de
esta soberanía. Althusius es un organicista popular para quien la autoridad reside en el
pacto concluido por los elementos orgánicos que constituyen el Estado, Bodin es una mo-
narquista unitaria, partidario de la soberanía, que reposa en la persona del príncipe. El
Príncipe prevalece definitivamente sobre el Estado y domina la politología de los siglos
XVI y XVII.

De manera opuesta, la Escuela de Derecho natural y de gentes redescubre la concepción


social. Puffendorf y Barbeyrac vuelven al término Civitas.

Jean Jacques Rousseau, y su Contrato Social, “la persona pública que se constituye así me-
diante la unión de todos los otros tomaban en la Antigüedad el nombre de Ciudad y se la
denomina actualmente república o cuerpo político, al cual sus miembros llaman Estado
cuando es pasivo, soberano cuando es activo, y potencia al compararla con sus semejan-
tes”. “Se confunde el recinto urbano con una Ciudad y a su habitante con el ciudadano”.

Abogacía | Ciencia Política 38


De Aristóteles al siglo XVIII, la tradición es una y segura. Hay, como lo expresa bien Paul
Janet, quien escribió la historia de este período, “una ciencia del Estado, no de tal o cual
Estado en particular, sino del Estado en general considerado en su naturaleza, en sus le-
yes y en sus formas principales. Es la ciencia política, y nadie derivó entonces de ella otra
rama del conocimiento de la vida social”.

La sustitución de la politología

La politología sustituida por la ciencia económica:

El uso cada vez más generalizado de un término que se origina a principios del siglo XVII,
el de economía política, provoca una incertidumbre creciente. Con Aristóteles se vio flo-
recer la rama fértil de la política, mientras que la económica se marchitó rápidamente.
Con el cristianismo las relaciones de familia tomaron cada vez más el aspecto de relacio-
nes personales atinentes no a la económica, sino a la ética; sólo quedó a la económica la
administración del patrimonio y el cuidado de la casa.

El siglo XVII produce cambios que modifican completamente el sentido del término
“económica”. Montchrestien sostiene que el Estado debe comportarse, con respecto a sí
mismo, como si se tratara de una casa cuyos limitados recursos deben administrarse jui-
ciosamente (idea de una gestión económica, o sea “familiar”). El Príncipe debe aplicar al
Estado las leyes de administración de un hogar. Se llama Economía Política a las reglas de
una buena administración de los bienes del reino.

Sully, “transportada del hogar al Estado, la economía se convierte en el arte de la adminis-


tración de las cosas materiales. Unido a economía, que es el sustantivo, el adjetivo políti-
co es equivalente a estatal”.

Piettre dice: “el carácter nacional de la economía sobrepasa en mucho su carácter crema-
tístico”. Más adelante da a esta economía el calificativo de “monarquizada”, invocando a
Hauser, para quien el rey es “el legislador y el regulador de la vida política”.

Adam Smith, “la economía política conserva su dependencia tradicional respecto de la


política, rama de los conocimientos del legislador y del hombre de Estado, que se propo-
ne enriquecer a la vez al pueblo y al soberano, particularmente con el objeto de propor-
cionar al Estado renta suficiente para el servicio público”.

Desde la segunda mitad del siglo XVIII la economía se aleja de la política. Se convierte en
un sistema lógico de asuntos económicos que deben ser considerados en sí mismos, por
ellos mismos y para ellos mismos.

Piettre decía que la económica, no solo se ha separado de la política, sino que pretende
una autonomía total. La economía es una fisiocracia, un gobierno de la naturaleza; la polí-
tica sea cual fuere el régimen considerado, es un gobierno del hombre, una antropocracia.

La economía reivindica su autonomía tanto en el orden práctico como en el orden intelec-


tual. En el práctico, rechaza la dominación política de los regímenes en vigor. En lo inte-
lectual desea ser una ciencia independiente con respecto a las otras ciencias, y sobre todo
con respecto a la ciencia del gobierno del Estado.

Abogacía | Ciencia Política 39


La economía no solo quiere separarse de la política, sino desvalorizarla colocándola en un
segundo plano. En esto concuerdan las dos escuelas rivales del liberalismo y del socialismo.

La idea fundamental del individualismo liberal está constituida, más que por nociones de
libertad y de individuo, por el concepto de espontaneidad. Los fenómenos económicos son
una manifestación de la naturaleza: surgen inevitablemente y se organizan por sí mismos.

La economía se halla sometida a leyes naturales. En consecuencia, la política nada tiene


que hacer en este terreno. Si interviene, será para ponerle obstáculos a esta rueda mara-
villosa, que de otro modo giraría por sí misma. El liberalismo concluye en una concepción
minimalista del Estado en la que se le deja el menor sitio posible. “El hombre de la era
liberal es el hombre menos politizado que ha existido”.

En lo que se refiere al antipoliticismo, en el fondo el socialismo se halla de acuerdo con


su adversario. Todos desean la desaparición del poder político en su esencia. La primacía
de lo económico, la desvalorización y la exclusión de lo político se expresan en la famosa
parábola de Saint Simon, y fue Proudhon quien le dio un extraordinario relieve: “La única
y verdadera revolución es la revolución social, que opone a las seudo revoluciones polí-
ticas; ella reemplazará el Gobierno por el Taller; ponemos la organización industrial en
lugar del Gobierno, y las fuerzas económicas en lugar de los poderes políticos”.

La idea de la disolución del gobierno en la sociedad no es menos fundamental en Marx:


los regímenes y el Estado mismo son superestructuras que deben ser completamente eli-
minadas por la evolución económica, que conduce a la revolución social. La única reali-
dad es la economía”. Cuando el proletariado sea dueño del poder, no habrá más poder ni
habrá más Estado, porque la autoridad política es la consecuencia de la lucha de clases.

La economía política de los siglos XIX y XX ya nada tiene que ver con la política. Las nuevas
definiciones la califican como “ciencia de la riqueza” o “ciencia del cambio”. Algunos propo-
nen el de “crematística”, que se encuentra ya en Aristóteles, otros, “plutología” o “cataláctica”.

La politología sustituida por la sociología:

Ahora se separa lo político de lo social. Cierta distinción entre lo político y lo social aparece
desde el renacimiento del Estado. Ya en Bodin y Althusius había la idea de que existiría lo
social fuera de lo político, o un elemento social distinguible, si no diferente de lo político.

En el siglo XIX, autores alemanes como Robert von Mohl, separan la ciencia social de la
ciencia política. El término social designa las instituciones, las costumbres, o los compor-
tamientos no organizados directamente por el poder: la familia, la propiedad y las clases
sociales. Se opone el Estado social al Estado político. Hauser distinguirá la historia llama-
da política, que se preocupa sobre todo de las formas de gobierno de las sociedades, y la
historia calificada de social, que se interesa principalmente en la vida material, económi-
ca y moral de las mismas sociedades. Lo social comprende así toda la vida privada, no solo
en su aspecto individual e interindividual, sino colectivo.

El orden de la sociedad es considerado más rico que el orden jurídico del Estado; en for-
ma paralela a la corriente económica, el flujo social desvaloriza también a la politología.
Es mucho más grave para la integridad de la política la pretensión de lo social de conver-

Abogacía | Ciencia Política 40


tirse en ciencia autónoma y global, bajo el nombre de sociología. La iniciativa de Augusto
Comte priva a la política de su primacía tradicional, porque la sociología la reemplaza
como ciencia arquitectónica.

Cuando la sociología sustituye a la politología, el interés pasa de las Ciudades o los Esta-
dos a la Humanidad: conjunto de seres humanos pasados, futuros y presentes. Los más
numerosos, y siempre en aumento, son los muertos, que subsisten por la inmortalidad
subjetiva, sea porque se guarda su recuerdo, o porque el resultado de sus actos permane-
ce gracias al progreso.

Sólo será sociológico, en sentido preciso, el conocimiento de los fenómenos humanos en


tanto que sociales, o sea no como productos de la voluntad de los individuos, sino como
resultados de la influencia ejercida por el grupo social. Éste origina actitudes que los
miembros que lo componen no habrían tenido nunca si no estuviesen agrupados. La so-
ciología no estudia todo lo que ocurre en las sociedades existentes; solo se pregunta de
qué modo y en qué medida los hechos sociales se originan en la vida social, y cómo, a su
vez, actúan sobre ella.

Los actos políticos interesan realmente al sociólogo, pero no se ocupa de ellos del mismo
modo que el politólogo. El sociólogo no estudia la política más que como una manifesta-
ción específica de la vida colectiva. El politólogo considera todos los aspectos de las insti-
tuciones y de la vida del Estado. Desde el punto de vista estricto y esencialmente político,
mientras que el sociólogo solo toma en cuenta los fenómenos políticos en tanto que son
sociales, y exclusivamente en ese aspecto.

Cabe mencionar que Durkheim logró que la sociología fuera reconocida como ciencia y
se le concedieran cátedras en los planes de estudios universitarios.

La politología reemplazada por la ciencia jurídica:

La Economía se desarrolló bajo la influencia inglesa, la sociología nació en Francia; Ale-


mania, a mediados del siglo XIX logró reintegrar la economía en la política, y volvió a co-
locar lo social en lo político.

Muller consideró al Estado como un conjunto que domina a los individuos y aun a las
generaciones. Sintetiza una triple corriente jurídica, lingüística y filosófica, que a las tres
tendencias de la economía clásica: el individualismo, el cosmopolitismo y el perpetualis-
mo, opone, en orden, el espíritu comunitario, el ideal nacional y la relatividad histórica.
Autores como Dahl, Waitz y Treitschke.

La escuela alemana redescubre Aristóteles, superando el divorcio entre lo económico y lo


sociológico, engendrando ella misma la separación de lo jurídico. El derecho procede de
la política, y la política presupone el derecho como condición fundamental de la libertad.
Bluntschli sostiene que la política no es más que una parte del dominio de los conoci-
mientos sobre el estado.

Jellinek observa que la política significa en griego “doctrina de la Polis”, y que se debe tra-
ducir por “doctrina del Estado”. Se divide, por una parte, en una doctrina social del Estado,
y por otra, en una doctrina jurídica, o derecho público en general.

Abogacía | Ciencia Política 41


Gerber, padre del derecho público, se esfuerza por clarificar los principios del derecho so-
bre los cuales debe edificarse el derecho público, y se propone eliminar las tendencias po-
líticas, históricas o doctrinarias. Para él, el derecho público es exclusivamente el derecho
del Estado concebido como sujeto de derechos. Lo dogmático termina sustituyendo a lo
sociológico, para llegar a la creación de un derecho público que nada debe a ninguna dis-
ciplina, salvo al derecho mismo. Laband exige que el análisis del sistema constitucional
de un país determinado sea puramente jurídico. Se considera a la ciencia política, “litera-
tura de periódico”. 

La politología desmembrada y abandonada

Una ciencia sin contenido:

El contenido de la política disminuye hasta desaparecer por completo, debido a la cre-


ciente especialización de las ciencias políticas. Existen ahora sociología política, que es-
tudia los fenómenos políticos en su aspecto social; economía política, que examina al Es-
tado como agente o como marco económico; derecho político, o público, que considera el
aspecto jurídico de las instituciones y relaciones públicas; historia política, filosofía polí-
tica, geografía política, etc. Cada vez que aparece, la política es absorbida por otra ciencia.
A fines del siglo XIX la política desapareció como sustantivo que designa una disciplina
autónoma, y solo quedó como calificación de otras disciplinas. No existe más la ciencia
política, sólo subsisten las ciencias políticas. Ya nada queda para la politología como tal.
Algunos, sin embargo, consideran que esta reabsorción total es excesiva: la politología
conservará lo que las disciplinas particulares no hayan podido asimilar. Esta teoría re-
sidual no puede servir de base para una supervivencia honorable de la ciencia política.
Paradójicamente, la multiplicidad y el progreso de las ciencias políticas engendran la
desaparición de la politología.

Una ciencia sin adeptos:

Durante el siglo XIX y comienzos del XX se produjo un debilitamiento de la literatura


politológica. Hay pocas “Políticas” escritas durante este período. Ivan Golovine sostuvo en
1844: “La política es la ciencia del gobierno tanto en sus relaciones interiores como exte-
riores, la ciencia del Estado por excelencia”. Por otro lado, sostiene Buchez: “La terminolo-
gía y las definiciones de Platón y Aristóteles constituyen todavía hoy la base de la ciencia
política, la cual debe ser completada por una idea de progreso”.

La politología renaciente

I. El nuevo Clima:

La primera guerra mundial no contribuye en absoluto a sacar del marasmo a la ciencia po-
lítica. La segunda guerra mundial da el impulso decisivo al renacimiento politológico. En el
renacimiento de la politología tiene gran importancia, ante todo, el ejemplo norteamerica-
no. Las universidades de los Estados Unidos desde fines del siglo XIX crearon y expandieron
sus departamentos de ciencia política. La brusca ascensión de la ciencia política sólo pudo
producirse porque durante todo el siglo XIX y comienzos del XX las Facultades de Derecho
han sido, a pesar de las reticencias y las hostilidades, la verdadera Escuela de Ciencia Polí-

Abogacía | Ciencia Política 42


tica. Hombres como Hauriou, Esmein, Soulier, Barthélémy, Chevallier, etc. En estas obras la
ciencia política presente en todas partes, no se afirma a cara descubierta, sino que toma la
apariencia del “punto de vista”. El estudio del Estado, de los fenómenos constitucionales y
relacionales, contiene algo más que lo que capta y explica el Derecho.

Le tocó a Burdeau efectuar la revolución ya latente pero todavía insegura de sí misma, de


hacer pasar el Derecho Constitucional de la situación de ciencia principal a la de ciencia
complementaria.

II. Redescubrimiento de la política:

El politólogo se considera un investigador a través de todo lo social; lo que él descubre es


la realidad social. La teoría del “interés selectivo”, subyace en los trabajos de la Unesco en
1948, en relación con el establecimiento de la lista-tipo. La primera y fatal consecuencia del
renacimiento de la ciencia política debía ser necesariamente un debate sobre su objeto.

Dabin sostuvo que la ciencia política no es ni puede ser otra cosa que la ciencia del Estado.
Si partimos de la palabra política, la ciencia política tiene un objeto específico, perfecta-
mente distinguible, o sea, la cosa política, res políticae.

Los esfuerzos se dirigieron a enumerar aquello en lo que se interesaban, las instituciones


y los hombres dedicados a su investigación y a su enseñanza:

Fuente: Elaboración propia

Abogacía | Ciencia Política 43


La lista-tipo ofrece una serie de ventajas:

1) Registrar los temas objeto de escritos o de investigaciones diversas;

2) La vida política, en sus diversos aspectos, necesita de las variadas investigaciones


del sociólogo, del geógrafo, del historiador, del psicólogo, etc.; 

3) La lista-tipo evita caer en los peligros que la politología no supo evitar anteriormen-
te, disolviéndose en una serie de ciencias especializadas que solo dejaban a la ciencia
política un residuo carente de interés.

Para complementar el estudio de los contenidos, se sugiere consultar el artículo de Hé-


ctor Zamitiz Gamboa, “Origen y Desarrollo de la Ciencia Política: Temas y Problemas”,
Lectura Convergencia N° 20, 1999, ISSN 1405-1435, UAEM, Toluca, México. También disponible en:
complementaria https://www.redalyc.org/pdf/105/10502003.pdf

En este punto, le invitamos a observar la clase en video titulada “El conocimiento de la


política. Parte – B”, disponible en plataforma MiUBP.
Multimedia

IV. El nacimiento de lo político: platón y aristóteles. Atenas: ciudad estada y la unidad


persona/estado (estructura todo/parte)

Para complementar el estudio de este punto, se sugiere consultar el material obligatorio:


BONETTO de SCANDOGLIERO, María Susana y JUÁREZ CENTENO, Carlos A.: Temas de
Lectura Historia de las Ideas Políticas. Ed. Advocatus, Córdoba, 2017. Capítulos sobre:
complementaria
›› Periodo de las comunidades urbanas
›› La polis
›› El pensamiento griego
›› Periodo helenista

Actividad Ahora lo invitamos a realizar la Actividad 3 sobre el nacimiento de lo político y


la organización política de Atenas.
Actividad
Tal como fue expuesto previamente, pueden encontrarse en Atenas los precedentes de
mayor impronta para el estudio de la política y los principales exponentes teóricos en
esta materia, a quienes se los identifica con el nacimiento de la ciencia política.

Sin embargo, no sólo de su construcción teórica se desprende la importancia en la políti-


ca, sino en el diseño y planificación estratégica del orden político y social de Atenas, que,
junto a Esparta, constituyen las ciudades- estados referentes de la Grecia Antigua.

Sin embargo, es recién a partir del año 507 a.C. con las reformas políticas establecidas por
Clístenes, que se instaura un régimen de gobierno de naturaleza democrática, transfor-
mando no sólo la práctica política sino generando una nueva cosmovisión ciudadana en
la participación política.

Abogacía | Ciencia Política 44


El legado conocido como “constitución de Clístenes”, es lo que nos permite hoy analizar
la organización político y social ateniense como modelo democrático universal, que pese
a constituir un sistema más idílico que real en la práctica (será Platón, su discípulo Aris-
tóteles y las demás escuelas críticas quienes observan las deficiencias de dicho sistema),
permite afirmar que fue Atenas la cuna de los estudios políticos.

Las Reformas de Clístenes tendieron a establecer entre todos los ciudadanos un régimen
de gobierno en la ciudad estado sustentado en la igualdad, la libertad, la unidad, la par-
ticipación y la responsabilidad entre los ciudadanos.

Entre las disposiciones de su reforma puede encontrarse:

a) La división del territorio de la ciudad estado ateniense en 100 demos.

b) La abolición del sistema social clasista y en su lugar la creación de 10 tribus.

c) Procuró el debilitamiento de las facciones internas y la instauración de un sistema


de participación directa a través de una asamblea general.

d) Extensión del concepto de ciudadanía

e) La creación de instituciones de gobiernos para un sistema de control y rendición de


cuentas entre sí.

f) El establecimiento de un sistema de renovación de autoridades públicas a través del


sorteo y en otros casos de elección directa.

g) Las instituciones más importantes pueden resumirse en: Asamblea general (eccle-
sia), Consejo de los 500 (boulé), Magistrados (arcontes), Tribunales (helia, areópago,
etc.) y Generales estrategas.

Tal como será expuesto con mayor detalle a continuación, durante el periodo en que la
organización político social que las reformas de Clístenes se mantuvieron vigentes (el
debilitamiento comenzó luego de la derrota de las Guerra del Peloponeso 431-404, y su
caída se materializó con la supresión de las instituciones democráticas a causa de la he-
gemonía macedonia en 322 a. C y el desarrollo de las escuelas críticas); la polis ateniense
resultó un modelo para todo el mundo Antiguo.

Junto a Atenas, otras ciudades estadas también establecieron el sistema democrático


-conformaron la liga de Delos- para su organización política interna, pero estas fueron de
menor importancia.

No obstante, la democracia encontrará su mayor exponente en Atenas, y ser el precedente


histórico vinculado con el origen del término, la forma de gobierno impuesta durante esos
años en la ciudad estado griega, constituyó en realidad un modelo que dista mucho de
los componentes institucionales, las categorías éticas-morales y la cosmovisión ideológica
que sustenta y legitima lo que hoy podemos denominar democracia entre nosotros.

Abogacía | Ciencia Política 45


 La misma idea de libertad e igualdad, bases que sustentaban la democracia ateniense
distan mucho de su concepto actual y no eran entendidos como derechos poseídos en
carácter personal y propios de una esfera privada, sino más bien como componentes de la
idea de ciudadanía vivida en conjunto. El ideal ateniense establecido a partir de las refor-
mas de Clístenes (con anterioridad a este, las reformas de Solón anticiparon una idea más
débil de democracia que luego consolida Clístenes) y que encuentra su mayor esplendor
a través del Discurso Fúnebre de Pericles, procuraba la participación continua de la ciuda-
danía en los asuntos públicos, es decir en todas aquellas cuestiones que hacían a la vida
en comunidad y que podían afectar a los atenienses.

El ciudadano en la Antigua Grecia no gozaba de un espectro de derechos personales para


ejercer contra el estado y sus demás pares, sino que en realidad su condición de ciudada-
no estaba dada por un cierto número de prerrogativas y ventajas, de obligaciones y exi-
gencias que le diferenciaban de los no ciudadanos: los extranjeros o metecos, los esclavos
y las mujeres, quienes también vivían dentro de la polis.

Estas prerrogativas políticas, jurídicas, religiosas, sociales, y obligaciones militares y fis-


cales procuraban una unión y una vinculación directa e inmediata del ateniense para con
sus pares y para con el estado, resultando de esta forma una comunidad de ciudadanos
unidos entre sí a partir de un ideal común de interacción y participación.

Junto a ello, la idea de igualdad, libertad y responsabilidad sustentaban la vitalidad de


este régimen procurando que todos los ciudadanos participaran de manera activa en la
comunidad, sea ya reuniéndose en la Asamblea o en los consejos, ejerciendo las magis-
traturas u otros cargos, rindiendo cuentas de su gestión o solicitando a otros su rendición.

Así las cosas, la idea de ciudadanía estaba ligada a funciones deliberativas y legislativas, eje-
cutivas, judiciales y bélicas, que demandaban una participación y un compromiso continuo,
determinando una interacción permanente de los ciudadanos entre sí y para con el estado.

De todo esto se colige lo que llamamos como Cosmovisión Ideológica Del Todo/Parte O
Estructura Todo/Parte que sustentaba la comunidad de vida ateniense de la democracia.

Así, la democracia o isonomia, distaba de ser únicamente un sistema de organización polí-


tico y social, sino una forma de vida anclada y sustentada por la participación continua de
todos los ciudadanos: La identificación de la ciudad-estado ateniense con el conjunto de sus
ciudadanos supuso la realización de la politike areté, que significa que todos los ciudadanos
se ponen en relación de cooperación e inteligencia en el espacio vital de la polis. Las exigen-
cias políticas, sociales y militares que la democracia ateniense demandó a sus ciudadanos
sirven para entender qué significa realmente ser ciudadano de una comunidad política.

La ciudad estado, estructura organizativa de la vida en comunidad, constituía el espacio


de participación continua de sus ciudadanos, conformando una unidad indisoluble, fun-
dada en una confusión entre la persona y el estado que permitía la retroalimentación de
su vitalidad política. Lo que hoy podríamos llamar un modelo totalizador.

Esto era posible sólo en tanto la persona no era un sujeto de derecho portador de un va-
lor individual autónomo tal como lo conocemos hoy, es decir, un sujeto individualmente
reconocido; sino un eslabón no autónomo ni autosuficiente que se integraba en un todo
con la ciudad a la que pertenecía.

Abogacía | Ciencia Política 46


De esta forma, la ciudad estado resultaba una entidad autárquica, y el ciudadano sólo
existía en la medida que participaba de su dinámica política diaria. Esto, aun en la propia
democracia ateniense, producía esa unidad indisoluble entre persona y estado, vincula-
dos íntimamente entre sí, en donde ni el sujeto no gozaba de una identidad personal
propia, sino que era el componente activo, la Parte del Todo.

Tal como será expuesto luego, fue precisamente esta condición de unidad indisoluble y
continua, lo que transformó a la idea de ciudadanía en una carga demasiado pesada para
Énfasis el ateniense, y que comenzaría a debilitarse y evidenciarse con las denominadas Escue-
las Críticas y llegar a romperse definitivamente con la dominación macedonia.

Discurso fúnebre de Pericles

Tucídides nació aproximadamente 460 a.C. y murió 400 a.C. Participó en la guerra que su
obra clásica relata. La guerra del Peloponeso. Este célebre discurso aparece en el Libro II
de dicha obra.

El Discurso Fúnebre de Pericles, pronunciado el año 431 a.C. en el Cementerio del Cerá-
mico, en Atenas, es uno de los más altos testimonios de cultura y civismo que nos haya
legado la Antigüedad. Es mucho más que un mero discurso fúnebre. Las exequias de las
víctimas del primer año de la guerra contra Esparta le brindan a Pericles la oportunidad
de definir el espíritu profundo de la democracia ateniense, explayándose sobre los valo-
res que presiden la vida de sus conciudadanos y que explican la grandeza alcanzada por
su ciudad. El discurso no es, por cierto, trascripción fiel de lo efectivamente dicho por el
político y orador ateniense, sino la verosímil recreación de su contemporáneo, el historia-
dor Tucídides, que lo incorporó al relato de sus Historias (II, 35-46), donde se narran las
guerras entre Atenas y los peloponesios. También es claro, por otra parte, que en esta pie-
za no hay una cabal exactitud histórica en la descripción de Atenas, cuya realidad aparece
idealizada. Pero todo esto, en última instancia, es irrelevante para la historia. Al menos,
para la historia espiritual. Lo que a ésta le importa, en rigor, no es tanto saber lo que de
hecho Atenas fue, sino más bien lo que ella creía ser. Exaltar sus ideales.

Es preciso que el lector o lectora sepa que este discurso fue escrito por Tucídides bastan-
tes años después de que fuera pronunciado y cuando ya Atenas había sido derrotada. Así,
Énfasis más que el discurso fúnebre de Pericles a los caídos durante el primer año de la guerra,
éste es el discurso fúnebre de Tucídides a la Atenas vencida que, aunque humillada en su
derrota, se levantaba ya como un paradigma universal su cultura cívica. El panegírico a
los muertos en combate, pues, aparece casi como un pretexto para abordar el elogio de la
gloriosa Atenas antigua y hacer la defensa de la eternidad de su patrimonio.

El Discurso Fúnebre de Pericles es un texto fundacional. Enclavado en los orígenes mis-


mos de nuestra historia, constituye un originalísimo ejemplo de conciencia ciudadana y
un modelo de reflexión política alentada por una optimista confianza en las posibilida-
des del hombre y en el progreso de la cultura humana.

El nacimiento de lo político: Sócrates y los Sofistas, Platón y Aristóteles

En el contexto de una Atenas democratizada cuyo esplendor acontece durante el 507 a.C
y el 431 a.C. es que comienza el desarrollo de la guerra del Peloponeso, se destacan un

Abogacía | Ciencia Política 47


sinnúmero de corrientes de pensamiento que alimentan las bases para la ciencia política,
y cuyo legado merece destacarse.

Un sinnúmero de pensadores, científicos, filósofos, ensayistas y oradores se destacan en


el periodo democrático, poniendo de resalto categorías de análisis y valores de compor-
tamiento ético-cívico que por su impronta trascendieron los límites de la ciudad estado
ateniense e influyeron en el desarrollo griego general. Su legado es hoy un acervo univer-
sal y sigue influyendo en las sociedades actuales.

Sin embargo, del sinnúmero de pensadores, nosotros recuperamos hoy para nuestra
asignatura, el legado de los sofistas, Sócrates, Platón, Aristóteles y las escuelas críticas
(epicúreos, cínicos y estoicos); cuyo aporte resulta central para la ciencia política y la cons-
trucción del estado.

Los sofistas y Sócrates

Los sofistas florecen en el siglo V a.C., destacándose en primer lugar como hombres de
sabiduría, pensadores y oradores que transmiten el saber y la reflexión, y que aprovechan
el escenario democrático creciente para alimentar el agrupamiento de estudiantes.

Maestros de la virtud, destacan más la apariencia del saber que el verdadero contenido
de rigor, convencidos de que los tiempos democráticos reclamaban una ardua tarea del
saber y el aprender.

Cabe advertir aquí que, bajo Pericles, la aristocracia había sido reemplazada por la demo-
cracia, lo que intensificó la vida política de Atenas, con la participación de los ciudadanos
libres en la discusión política y en la elección de dirigentes. Pero la educación aristocrática
más antigua no había preparado a los hombres para las nuevas condiciones democrá-
ticas de vida ya que la educación se había fundado en su casi totalidad en la tradición
familiar. No hubo capacitación teórica ni práctica en las áreas de la religión, la gramática
y la cuidadosa interpretación de los poetas. Los sofistas se movieron en este vacío cultural
y su interés práctico por enseñar llenó una urgente necesidad. Se volvieron así maestros
populares y fueron la principal causa de la nueva educación. Lo que profesan, sobre todo,
fue el arte de la retórica, del discurso persuasivo. 

El poder de la persuasión se había convertido en una necesidad política en la Atenas de-


mocrática para cualquiera que aspirase a puestos directivos. Debido a su amplio conoci-
miento de la gramática y a su información sobre diversas culturas, tanto como a la amplia
experiencia derivada de sus viajes y el ejercicio de la docencia en diversos lugares, los
sofistas poseían lo necesario para adiestrar a los nuevos ciudadanos atenienses.

La reputación de los sofistas fue al principio muy favorable; prestaban un inmenso servi-
cio capacitando a los hombres con claridad de ideas y fuerza expresiva. El discurso claro
y el poder de persuasión eran especialmente indispensables en una asamblea popular
donde resultaría desastroso un debate entre oradores inhábiles, incapaces de exponer
las ideas propias o descubrir los errores del oponente. La retórica se convirtió en un cuchi-
llo que podía emplearse para un fin bueno o malo, para cortar el pan o para matar. Quien
poseía este poder de persuasión podía usarlo tanto para resolver un problema difícil o

Abogacía | Ciencia Política 48


vencer la resistencia psicológica a una buena idea, como para imponer un criterio a su
favor o la bondad intrínseca de algo cuestionable. El empleo de la retórica en un sentido
u otro fue ampliamente facilitado por el escepticismo inherente de los sofistas. Y fue ése
su escepticismo, así como su relativismo, lo que los volvió sospechosos.

Nadie los hubiera criticado, por formar abogados, como lo hacían, por ser hábiles en ver
todos los lados de un caso. En verdad, una persona merece defenderse con la misma ha-
bilidad con que es acusada. En tanto el arte de la persuasión se vinculó con la prosecución
de la verdad no hubo guerra contra los sofistas; pero cuando trataron la verdad como algo
relativo, fue inevitable que se los acusara de enseñar a los jóvenes cómo mostrar bueno un
caso malo o hacer que pareciera justa una causa injusta. Además, ganaron fama de reunir
a jóvenes de buenas familias solo para inducirlos a un crítico y destructivo análisis de sus
ideas éticas y religiosas tradicionales. Sumaron a esto el apartarse de la antigua imagen del
filósofo desinteresado que no se ocupaba de la filosofía para ganar dinero. Por contraste, los
sofistas cobraban por su enseñanza y buscaban a los ricos que pudieran pagarla.

Sócrates estudió con ellos, pero, a causa de su pobreza, sólo pudo hacer un “breve curso”,
Esta práctica de cobrar por enseñar movió a Platón a acusarlos de “traficantes de merca-
dería espiritual”.

Sócrates

La vida de Sócrates transcurrió en Atenas entre los años 470 y 399 a.C.

Muchos son los aportes que se le deben a Sócrates, y si bien en materia política no se
saben exactamente sus conclusiones, él tiene que haber sido un crítico franco de la de-
mocracia ateniense y de su presunción en sentido que cualquier hombre puede desem-
peñar cualquier puesto. Así lo sugiere la Apología y lo afirma prácticamente Jenofonte en
las Memorabilia y en cualquier caso el proceso y la condena de Sócrates son difíciles de
entender si no andaba tras ellos, de alguna manera, la “política”. Puede haber ocurrido
que una parte considerable de los principios políticos desarrollados en la República sean
de Sócrates y que Platón los aprendiera directamente de su maestro. Sea como quiera,
el tono intelectualista de la República es, sin duda, una consecuencia de la certidumbre
socrática de que la virtud – sin excluir la virtud política – es conocimiento.

Sócrates, Platón, Aristóteles, las ciudades-estados y las escuelas críticas.

Platón y Aristóteles. La utopía platónica

Con Platón el genio griego se realiza con extraordinaria plenitud. Nació en Atenas en el
428 a.C. y murió ochenta años más tarde, discípulo de Sócrates, y con un exitoso tránsito
por el deporte, cultivó una afición personal por Esparta; recorriendo el mundo antiguo en
3 oportunidades con el objetivo de realizar su ideal político.

Sus diálogos platónicos traducen su metodología de estudio: la utopía, a través de la cual


representa un modelo ficticio de estado óptimo desde el cual juzgar los acontecimientos
de su realidad, ideando planes y medidas para acercarse a dicha utopía. En muchos de
esos diálogos presenta la participación de Sócrates, su maestro y por ello suele opinarse

Abogacía | Ciencia Política 49


que ahí se puede encontrar parte del ideario del maestro toda vez que Sócrates no dejó
su obra por escrito ya que era un pensador que representaba a la vieja cultura oral en
transición a la cultura escrita que estaba naciendo.

Arbitrario y totalizador, Platón sostiene la necesidad de un gobierno de sabios, la sofocra-


cia, fundado en desigualdades naturales de los hombres vinculadas a sus capacidades y
funciones dentro de la ciudad.

Platón consideraba que había cinco formas de gobierno, y postulaba la existencia de cin-
co formas de constituciones mentales del individuo. Las cinco formas de gobierno son la
aristocracia, la timocracia, la plutocracia, la democracia y el despotismo.

1. Platón considera la transición de la aristocracia al despotismo como una declinación


paso a paso en la calidad del Estado, correspondiente a un gradual deterioro del carác-
ter moral de los gobernantes y ciudadanos. El Ideal para un Estado es la aristocracia,
porque en ella se ordenan jerárquicamente todas las clases.

2. Aun si este Ideal se alcanzara, existiría la probabilidad de cambiar, pues nada es


permanente, y la aristocracia declinará en timocracia (amor al honor) que es una de-
generación, puesto que significa que un miembro ambicioso de la clase gobernante
antepone su propio honor al bien común; la parte espiritual del alma ha usurpado
el lugar de la razón. Aunque ésta sea una pequeña ruptura en la estructura del alma,
inicia un proceso en el que lo irracional pasa a jugar un rol cada vez mayor. Del amor al
honor al deseo de riquezas hay solo un corto paso.

3. Aun bajo la timocracia hay un comienzo de propiedad privada, y este deseo por las
riquezas prepara el camino para el sistema llamado plutocracia, en el cual el poder
reside en manos de los ricos. Y “cuando el rico se levanta en la estima social, el vir-
tuoso se hunde”. La plutocracia quiebra la unidad del Estado en dos clases: los ricos
y los pobres. Además, el plutócrata es un consumidor de bienes que, cuando ha usa-
do su dinero, se vuelve peligroso, pues necesita más de aquello a lo que estaba acos-
tumbrado. El plutócrata es una persona que busca el placer constante, pero el placer;
por naturaleza, es algo momentáneo y debe ser repetido. Nunca hay un momento de
perfecta satisfacción. El buscador de placer jamás puede satisfacerse, como un balde
agujereado no puede ser llenado nunca. Sin embargo, aunque el plutócrata es tenta-
do por muchos deseos -” habitualmente el mayor es sacar ventajas” -, “el plutócrata se
muestra más decente que otros”.

4. La democracia es otra degeneración, según Platón, porque sus principios de igual-


dad y libertad reflejan la degeneración humana de la búsqueda de apetitos. Sin duda,
el concepto de democracia de Platón, y su crítica de éste se basaba en su primera expe-
riencia con la especial forma de democracia existente en la pequeña ciudad-Estado de
Atenas, forma de democracia directa en la que todos los ciudadanos tenían derecho
a participar en el gobierno. La asamblea ateniense estaba formada, teóricamente al
menos, por todos los ciudadanos mayores de dieciocho años. Platón no tenía delante,
por lo tanto, la moderna democracia representativa y liberal. Lo que conoció en su mo-
mento fue más bien un modo de gobierno popular directo que claramente violaba su
noción de que el gobierno de un Estado debe estar en manos de gente especialmente

Abogacía | Ciencia Política 50


capacitada para ello. Lo que originó ese espíritu igualitarista fue la legitimación de to-
dos los apetitos bajo la plutocracia, donde predominó el objetivo de llegar a ser lo más
rico posible, “y este insaciable deseo lleva a la democracia”, porque “una sociedad no
puede aspirar a las riquezas y al mismo tiempo pretender el autocontrol de sus miem-
bros”. Hasta los perros en una democracia pretenden igualdad e independencia y se
niegan a apartarse de las calles al paso de los hombres. Frente al rico gana el pobre, y
“cuando el pobre se impone, el resultado es una democracia”. Entonces, “la libertad y la
libre expresión se imponen en todos lados; cualquiera puede hacer lo que quiere”. “Ya
no se está obligado a ser autoridad o a someterse a la autoridad, si ello no agrada. . .”
Toda esta igualdad y libertad políticas nacen de un alma cuyo orden ha sido alterado,
cuyos apetitos han quedado en libertad y actúan como un “tumulto” de pasiones. La
vida de libertad e igualdad declara que “un apetito es tan bueno como otro, y todos
deben tener iguales derechos”.

5. Pero la permanente indulgencia con los apetitos conduce inevitablemente al predo-


minio de una pasión que esclaviza al alma. No se puede ceder a los deseos sin termi-
nar esclavo de uno de ellos. Decimos entonces que una persona está bajo la tiranía de
una pasión poderosa. De igual modo, en la sociedad, la pasión por el dinero y los pla-
ceres lleva a las masas a despojar al rico, pero como éste se resiste, las masas buscan
a un hombre fuerte que sea su conductor. Pero este hombre demanda y logra poder
absoluto y convierte a los pueblos en esclavos; y sólo cuando ya es tarde los hombres
comprenden cómo se han hundido en el sometimiento. Esta es la sociedad injusta,
consecuencia del alma injusta. El natural desemboque de la democracia es el despo-
tismo.

6. Cabe advertir que el ideal de gobernante para Platón era el rey – filósofo. Para llegar
a serlo, el gobernante debía haber recibido una educación adecuada y ser capaz de
distinguir entre el reino de la opinión y el del conocimiento, entre la apariencia y la
realidad. Esto último sólo podía lograrse tras pasar por diversos estadios de educa-
ción, de tal modo que a los cincuenta años los más capaces alcanzarán los más altos
niveles de conocimiento, estando ya en condiciones de gobernar.

Todo este conjunto de aportes e ideas estaban elaborados y desarrollados en la Repúbli-


ca, obra fundamental, cuyo objetivo final era que todo debía subordinarse al ideal del
filósofo rey, teniendo este último el único título de autoridad de saber lo que es bueno
para los hombres y para los Estados.

En este sentido, la primera forma de la teoría o Ciencia Política de Platón era su natural
devoción a un solo principio que no era otro que su devoción a la Ciudad Estado, regida
por el filósofo rey, donde la relación entre gobernantes y súbditos era una relación entre
sabios e ignorantes.

Aristóteles, el primer politólogo

Aristóteles vivió en el siglo IV a.C., entre los años 384 y 322. Fue maestro de Alejandro
Magno y discípulo de Platón durante veinte años en la Academia.

De genio contemplativo y reflexivo, se diferenciaba de su maestro por su forma de estu-


dio: el empirismo objetivo y la observación, que lo llevaron a analizar más de 100 cons-

Abogacía | Ciencia Política 51


tituciones de su época; proyectando desde ahí la virtud cívica como felicidad máxima a
la cual aspirar. Téngase presente que no estamos en la era escrita y mucho menos en su
momento de divulgación con la imprenta, en occidente, razón por la cual lo que hicieron
Aristóteles y sus discípulos fue observar cómo se organizaban las polis o las comunidades
de su época, llegando a analizar más de un centenar.

El hombre como animal político o zoon politikon debía darse a la ciudad, buscando su fe-
licidad en la participación de lo público y lo común, y no en la satisfacción de sus propios
intereses.

Desde el punto de vista de sus ideales, Aristóteles consideraba lo siguiente:

La polis, es la forma suprema de organización social y tiene su origen en la naturaleza. La


capacidad de hablar -Logos- permite a los hombres decir lo que es bueno y malo, justo e
injusto, y, por tanto, relacionarse entre sí. De esa capacidad de relación, de ese carácter
social, surgen las comunidades humanas. Pero de entre ellas es preciso saber cuál es la
mejor y la más perfecta, aquella hacia la que todas las restantes tienden y se subordi-
nan. Los instintos guían a los hombres a asociarse entre sí. Así surge la familia, que es
la asociación mínima establecida por la naturaleza para satisfacer las necesidades más
elementales. El paso siguiente es la unión de varias familias en una aldea, para satisfacer
necesidades más complejas, como una protección más eficaz contra los demás hombres
y las bestias. Por último, de la asociación de varias aldeas surge la ciudad, polis, forma
perfecta y autosuficiente de asociación humana, que se orienta no a la satisfacción de las
necesidades, sino a la vida buena.

De acuerdo con sus teorías --éticas y metafísicas- de que el todo es anterior a las partes,
Aristóteles considera que la ciudad es anterior a las otras formas de asociación, pues en
todos los procesos hay, como hemos visto, un objetivo final -telos- hacia el que todas las
cosas naturalmente tienden. Esto no debe interpretarse como si el fin del hombre fuera
el Estado. Nada más lejos del Estagirita que pensar que la felicidad del hombre debe sa-
crificarse a los intereses del Estado. Sólo el individuo existe concretamente y, por tanto,
no hay nada bueno para el Estado que pudiera adquirirse a costa de los miembros que lo
forman. Lo que sí cree Aristóteles es que el fin natural del hombre, aquello hacia lo que
tiende en el desarrollo orgánico de sus capacidades, es la felicidad, y ésta sólo es posible
en el marco de la polis y el hombre que vive fuera de ella es una bestia o un dios.

Al afirmar el carácter natural de la polis, Aristóteles combate tanto la afirmación de los


sofistas de su carácter convencional y arbitrario, como la de los cínicos, según la cual el
hombre sabio debe bastarse a sí mismo y sólo ser ciudadano del mundo.

Por otra parte, Aristóteles postulaba que ni siquiera el gobernante más sabio puede pres-
cindir de la ley, ya que esta tiene una calidad impersonal que ningún hombre, por bueno
que sea, puede alcanzar. La ley es la razón desprovista de pasión, y todo ello debía desa-
rrollarse en el Estado ideal, que a su criterio no era otro que aquel en donde los ciuda-
danos no asuman todas las funciones, ya que algunas como las agrícolas debían estar
a cargo de los esclavos u obreros, incluyendo fuera de la categoría de ciudadanos a los
comerciantes, mientras que los ciudadanos sólo debían ocuparse de la defensa, el culto y
gobierno de la ciudad.

Abogacía | Ciencia Política 52


Escuelas críticas: epicúreos, cínicos y estoicos

El final de la guerra del Peloponeso (431-404) resultó en la victoria de la Liga del Pelopo-
neso dirigida por Esparta, avanzando sobre Atenas y sus aliados, y provocando con ello
una inestabilidad generalizada que conduciría a su debilitamiento y crisis.

El dominio espartano trajo consigo un quiebre del modelo democrático ateniense, y con
ello del ideal participativo que aconteció entre 507 y 431 a.C. Así, el desmedido crecimien-
to poblacional, la pérdida del dominio marítimo, el empobrecimiento generalizado y la
inestabilidad política trajeron consigo un debilitamiento del modelo totalitario.

Frente a ello, surgieron movimientos críticos que señalan la insuficiencia de la ciudad es-
tado para atender a las necesidades de la persona, permitiendo develar una autarquía
personal, una preeminencia de la persona por sobre el modelo totalizador estatal que
durante muchos años dominó en Atenas.

Así, aparecen numerosas corrientes, de las cuales los epicúreos, cínicos y estoicos ofrecen
un relato clarificador de la crisis y sus respuestas.

Los epicúreos, escuela filosófica fundada por Epicuro presentan una idea sociopolítica
diferente ante la decadencia de la ciudad estado o Polis de los siglos IV y III a. C. Con-
sideraban que los problemas que atravesaban las ciudades debían ser resueltas por el
individuo de manera personal.

Probablemente ante la impotencia del propio Epicuro de no poder cambiar o modificar


prácticamente nada en la vida política y social en el Estado, lo llevó a retirarse de la vida
política, actitud contraria al ideal clásico de la participación del ciudadano. De alguna ma-
nera coincide con sus predecesores (Platón y Aristóteles), que, por la corrupción política de
la Polis, se vuelcan a la filosofía plena. Frente a la esperanza de Platón y Aristóteles de algún
cambio, Epicuro, totalmente escéptico y desconfiado de cualquier cambio, simplemente se
reunió con sus discípulos y amigos en comunidades creando formas de vida alternativas a
la ciudad-estado, donde las personas puedan vivir los ideales de vida buena.

Por su parte los cínicos, que inicialmente vivían en las calles como perros (del griego kyon,
que significa perro) también fueron famosos por criticar la política y su corrupción que se
había generado por las costumbres adquiridas en la civilización.

Finalmente, los estoicos, que cultivaban la virtud, buscaban la felicidad personal como
respuesta a la situación en que había quedado el ciudadano tras la pérdida del contexto
de la polis en los siglos IV al III a.C.

En este punto, le invitamos a observar la clase en video titulada “Módulo 1- Unidad 1


(continuación) El conocimiento de la política- Módulo 2-Unidad 2Formas pre est..”, dis-
Multimedia ponible en plataforma MiUBP.

Abogacía | Ciencia Política 53


Módulo 1 | Glosario
Agonal (lucha): Es una de las fases de la política. La misma hace a la dinámica de la polí-
tica (ver Dinámica política).

Autonomía: También respecto a la política, en el sentido de que tiene “leyes” propias, ex-
plicaciones, causalidades que le son inherentes y que difieren de las de otros ámbitos
como la economía, por ejemplo.

Causalidad: Una interpretación de las relaciones entre eventos, en la que un evento “pro-
voca” o produce otro evento.

Ciencia política: Disciplina científica. Un ejemplo de las llamadas ciencias sociales, cul-
turales o “blandas”. Entre ellas podemos señalar, también, la ciencia jurídica, la historia,
la sociología, etc. Tiene por objeto el estudio de la política. Podemos sostener que es el
campo académico que toma como su tarea única y general el análisis de la política, en
especial la del Estado.

Ciencia política “conductista”: Es la que enfatiza el análisis estadístico y las teorías abstrac-
tas en busca de regularidades básicas y esenciales a lo largo de un conjunto de eventos.

Ciencia política “interpretativa”: Es la que enfatiza los métodos históricos, antropoló-


gicos, legales y el todo complejo que se está estudiando. Heller, cuando sostiene que su
teoría del Estado será ciencia política cuando logre describir, interpretar y criticar los fe-
nómenos políticos, se enrola en esta postura de una manera mucho más acabada, o po-
demos decir “científica”, que los que sólo apelan a uno de los métodos señalados.

Compleja e indivisa: Como una suma de todas las otras características de la política, y
como parte de la realidad humana y social, la realidad política es compleja y de imposible
división. La efectividad humana implica un todo inseparable en los hechos, aunque en las
reflexiones o “in abstracto” cada ámbito de ese acontecer sí pueda ser “partido”, separado
o desagregado a los fines de su análisis.

Constitución de Clístenes: político ateniense que introdujo el gobierno democrático en


la antigua Atenas a partir de la igualdad de los ciudadanos y logro eliminar el régimen de
nobleza aristocrática en 507 a.C.

Dinámica política: Como la política es polifacética, una de esas faces que la integran
hace referencia a su dinamismo. Cuando se habla de dinámica política, en el campo de la
ciencia política, estamos refiriéndonos a los distintos actores políticos que protagonizan
el hecho político: partidos políticos, grupos de presión, opinión pública, etc. Son los que
ponen en movimiento la estructura de la relación política para que ésta no esté siempre
inmóvil e igual, lo que impediría la evolución, el cambio, etc. Algunos autores, como Pre-
lot, la denominan vida política.

Escuelas críticas: corrientes de maestros y alumnos de la antigua Grecia que buscaban


la crítica y sobre la democracia ateniense, rescatando el sentido de lo individual frente al
esquema del Todo/Parte. Se destacan los Cinicos, Epicureos y Estoicos.

Abogacía | Ciencia Política 54


Especificidad: Nos estamos refiriendo al ámbito de lo político. Queremos decir que tiene
características propias.

Estado moderno: Modelo de dominación política que surge a partir del siglo XV en el
círculo cultural de occidente. Se ha convertido en el modelo paradigmático de la moder-
nidad. Ha tenido distintas versiones o estilos y perdura hasta el día de la fecha, aunque
algunas teorías o autores preanuncian en la actualidad la hora de su fin o extinción.

Fenómeno político: Nos referimos a la actividad y a la relación (humana) que constitu-


yen la realidad política.

Guerra del Peloponeso: La guerra del Peloponeso (431-404 a. C.) fue un conflicto militar
de la Antigua Grecia que enfrentó a la Liga de Delos (encabezada por Atenas) con la Liga
del Peloponeso (encabezada por Esparta) por el dominio marítimo. Constituyó en reali-
dad un conflicto para la imposición de formas de gobierno: Democratica Vs. Aristocratica
Militarizada.

Historia de las ideas: Otra parte de la ciencia política que hace un estudio de la evolu-
ción del pensamiento político, cómo se ha ido generando la teoría política a través de la
perspectiva de los distintos autores a lo largo de la historia. (Ver lista tipo de la UNESCO).

Ideología: Conjunto de ideas que están relacionadas y que se modifican entre sí; conjun-
to de ideas organizadas sobre algo.

Modelos de dominación política: Formas de organización política. A lo largo de la histo-


ria humana han existido distintos ejemplos.

Modelos históricos de organización política: Véase Modelos de dominación política. Ej.:


la polis griega, el feudalismo, el Estado, etc.

Nación: Grupo grande de personas que están unidas y reconocen una semejanza entre
ellas debido a una cultura común. En particular, un idioma común parece importante en
la creación de la nacionalidad, pero también puede ser una religión, una forma de vida,
etc. Las naciones suelen coincidir con los límites políticos de los Estados, pero no siempre.
Así, el idioma y la cultura kurdos se extienden a lo largo de partes del territorio de Tur-
quía, Irak e Irán; nacionalismo irlandés y británico se encuentran mezclados en el territo-
rio de Irlanda del Norte. Existen sobrados ejemplos de la falta de concordancia entre los
“límites” nacionales y los límites de los Estados. Tal situación es una fuente poderosa de
conflictos y agitación política.

Partido político: Es otro ejemplo de fuerza política o actor político. Si bien hay distintos
tipos y clases de partidos políticos, desde una perspectiva tradicional, podríamos decir que
es un grupo de personas que unidos por una misma ideología intentan llegar al poder (o
al menos desplegar una función de control si no logran acceder al gobierno). Sin embargo,
también podemos señalar como uno de sus rasgos característicos la de ser un mediador
entre la sociedad y el gobierno. Es un actor político fundamental toda vez que “monopoli-
za” la oferta política. Con esto queremos expresar que para ser presidente, legislador, con-
cejal, etc., hay que alcanzar el cargo, casi en todos los países, a través de un partido político.

Abogacía | Ciencia Política 55


Poder: Capacidad de una persona para causar que otra haga lo que desea aquella, por
cualquier medio. // Uno de los elementos que constituyen la organización estatal. En tal
sentido no debe confundirse poder con gobierno. El poder hace referencia al poder del
Estado, en cambio el gobierno es sólo una “parte” del poder estatal.

Polifacética: Es una de las características de la política. Significa tener muchas fases.

Política: Objeto de nuestra disciplina, la ciencia política. Implica una actividad humana
que supone una relación. Esta relación es una relación de mando, subordinación, por la
cual un individuo logra doblegar la voluntad de otro/s. Es un término complejo, multívo-
co, que en general es usado por las personas de manera irreflexiva. Nosotros debemos
utilizarlo en su acepción estricta, y en tal sentido esa relación de mando y obediencia de
la que venimos hablando exige no solo la formalidad de tal relación sino un contenido,
esto es, la construcción, consolidación y conservación del agregado humano. Se utiliza así
como sinónimo de sistema político, y debemos aclarar que el sistema político paradig-
mático de los últimos siglos es el Estado.

Política internacional: Política conducida entre Estados, en lugar de aplicarse dentro de


un solo Estado.

Privado: El ámbito de lo individual, lo opuesto a lo estatal. Ámbito donde impera la auto-


nomía de la voluntad de la persona, donde el Estado no puede ni debe interferir. Para los
liberales es sinónimo de mercado.

Público: El ámbito de lo estatal, lo político (a partir de la modernidad). Lo opuesto a lo


privado.

Relaciones internacionales: Otro ámbito de la ciencia política que en los últimos tiem-
pos ha adquirido una relevancia mayor debido a los fenómenos de internacionalización,
transnacionalización y globalización de las sociedades y la política.

Simbólico: Otro de los caracteres de lo político: que se expresa simbólicamente, a través


del signo. No es como la realidad de la naturaleza, totalmente objetiva.

Sociedad civil: Concepto y realidad que surge contemporáneamente al surgimiento del


Estado. Para los liberales es sinónimo de mercado.

Teoría del Estado: Es una forma de hacer ciencia política. Se ocupa del estudio del Estado.
La primera obra científica sobre el tema fue Teoría del Estado, de Hermann Heller. (Ver
lista tipo de la UNESCO).

Abogacía | Ciencia Política 56


Módulo 1 | Actividades
actividad 1
El fenómeno político y sus caracteres

En esta actividad pondremos en práctica los conocimientos adquiridos sobre el fenóme-


no político y sus caracteres. De tal manera, vamos a trabajar sobre el carácter Polifacético
y su materialización en el ejercicio práctico:

a. Identifique dentro del sistema político argentino, un caso concreto o escenario don-
de pueda materializarse este carácter, es decir, visualizarse cómo los componentes de
dicho carácter se presentan en la realidad de este caso. Ej.: elecciones, postulaciones,
conflictos entre órganos del estado, etc.

b. Explique por qué el caso que seleccionó sirve para ejemplificar dicho carácter.

Abogacía | Ciencia Política 57


Módulo 2
Microobjetivos

›› Comprender la organización y estructura del Estado como unidad de acción y decisión


para diferenciarlo de toda otra organización social.

›› Analizar el proceso de formación del Estado moderno, desde un tránsito de formas de


dominación preestatales hacia la modernidad, diferenciando el Estado de la sociedad
civil, a los fines de distinguir el ámbito de lo público y lo privado.

›› Distinguir los distintos modelos de dominación política, profundizando en el modelo


paradigmático de la modernidad, el Estado, a fin de reconocer las características de
cada modelo de dominación política.

›› Identificar el por qué y el para qué de la existencia del Estado, a los fines de compren-
der su finalidad ontológica y la justificación de su accionar.

›› Profundizar el estudio del Estado de derecho, a los fines de poder identificar los
modelos y ejemplos de Estados “autoritarios” y con ello promover la formación y el
desarrollo de los valores democráticos ante los acontecimientos cotidianos de la vida
personal y profesional.

›› Comprender en qué consiste el fenómeno de la globalización y cuáles son sus efectos


sobre la realidad estatal, a los fines de poder detectar sus consecuencias en lo políti-
co-institucional.

›› C
onocer el sistema internacional y cómo ha evolucionado a los fines de distinguir el
modelo westfaliano del actual sistema internacional.

›› Distinguir entre los procesos de Internacionalización, transnacionalización y globali-


zación, a fin de diferenciarlos entre sí.

›› Analizar los nuevos actores internacionales que han ganado preponderancia en la


escena internacional y que inciden en la actividad política de los Estado Nación.

Contenidos

Teoría Del Estado

A modo de introducción al módulo, le invitamos a ver el siguiente video:

Abogacía | Ciencia Política 58


I. Los modelos históricos de organización política preestatales.

Modelos políticos preestatales

Las formas preestatales de dominación política

Para el desarrollo de este módulo, seguiremos el criterio de la obra Hermann Heller, Teo-
ría del Estado, en cuanto considera que el Estado aparece durante el Renacimiento -Mo-
dernidad- en los países de Europa central, a partir de la concentración de los instrumen-
tos de poder que durante el medioevo se encontraban dispersos y en manos privadas: el
económico, militar, administrativo y jurídico.

Sin embargo, previo a su conformación durante la modernidad, es posible identificar la


existencia de sistemas de organización y dominación políticos a lo largo de toda la histo-
ria. Así, con anterioridad ha habido formas pre estatales dotadas de tal unidad territorial
y, con posterioridad, muchos “Estados” nacionales han tenido muy cambiantes formas
territoriales: desde la Paz de Westfalia, en 1648, que pretendía delimitar con carácter de-
finitivo las fronteras interestatales en Europa, hasta los acuerdos de Moscú, Yalta y Post-
dam, que han vuelto a cambiarlas por enésima vez, en el continente han nacido y muerto
varios Estados nacionales (Polonia, en el caso más patético, Serbia, Croacia, Montenegro,
etc.) y una gran parte de ellos ha sufrido cambios importantes en su composición territo-
rial. Ni qué decir luego de la caída del Muro de Berlín en 1989 y la implosión de la ex Unión
Soviética -URSS- en 1991 o la posterior de Yugoslavia luego de la Guerra en 1992/93. Si, por
el contrario, se explica su aparición por otros factores, como la existencia de ejércitos per-
manentes –cual a veces se hace-, conviene recordar que Roma también los tuvo, mientras
que Inglaterra supo no tenerlos y aún es considerado el paradigma del estado nacional
moderno. Si en cambio, tal como veremos luego, el factor de análisis es el económico, -la
Hacienda Pública- también podremos decir que llegó a estar muy bien organizada en
Roma, por lo menos desde los tiempos de Diocleciano y no tan bien, en cambio, en los
Estados nacionales sino hasta la aparición del cameralismo prusiano. Y lo mismo cabría
decir del resto de los factores que se aducen para explicar la aparición del Estado nacional
(instrumentos de poder).

Ciertamente -y ello parece más acertado- puede aducirse que lo que diferencia al Estado
en nuestro sentido moderno, de las formas anteriores de dominación política, no es nin-
guno de aquellos factores en aislamiento, sino su conjunto: la feliz coincidencia de todos
para la formación histórica de aquella figura política que Maquiavelo llama lo Stato.

Se trata, simplemente, de no presentar explicaciones monocausales de los acontecimien-


tos históricos, sino de atender a la multiplicidad de factores causales que intervienen en
la configuración de tales acontecimientos (especialmente si éstos son institucionales)
Ahora bien, pretender extraer una categoría teórica por el procedimiento de acumular
rasgos empíricos que la definen es algo insatisfactorio. Lo razonable parece ser ubicar la
categoría (a la que se llega por un proceso de razonamiento deductivo) en un contexto
teórico explicativo más amplio que le dé su dimensión auténtica. En esto reside la dife-
rencia capital entre la historia como ciencia de lo singular y la Teoría del Estado que, en
cuanto ciencia social, trata de encontrar las regularidades.

Abogacía | Ciencia Política 59


Si se entiende que el Estado es un instrumento de dominación política dentro de un pro-
ceso de evolución de los modos de producción en la historia, cada uno de los cuales tie-
nen formas distintas de cristalizar políticamente (y aquí conviene advertir que se alegan
todas las reservas posibles respecto a los dislates en que puede incurrir un evolucionis-
mo lineal ingenuo), sí podremos ver qué es lo que singulariza al Estado en cuanto forma
de dominación política del modo de producción capitalista, porque, como señala Pérez
Royo, es el único caso de el que las relaciones políticas de dominación no forman, por sí
solas, una relación de producción; esto es, la explotación económica no tiene por qué re-
currir directamente a la dominación política para realizarse, ya que la segunda, al ser de
clase, garantiza a la primera como marco general de organización jurídico  coactiva. Es el
comienzo de la organización del Estado (que, en esencia, es liberal. De tal suerte que, en
sentido estricto habría que admitir sé qué Estado y liberalismo son términos sinónimos),
el cual mantiene la ficción del distanciamiento absoluto entre lo económico y lo político.

Este será, por lo tanto, el criterio que se ha de emplear para la tarea de explicar esquemá-
ticamente las distintas formas políticas preestatales.

Modos de producción y formas económico-sociales

Si se admite el marco teórico general marxista de los modos de producción en su clasifica-


ción quíntuple (sin que la enumeración convencional obligue el orden de periodificación)
de modo de producción de la comunidad primitiva, modo de producción asiático, modo
de producción esclavista, modo de producción feudal y modo de producción capitalista,
resolveremos no solamente el problema de las diferencias entre el Estado moderno y las
formaciones políticas pre estatales, sino también, la cuestión importante de las llamadas
“sociedades sin Estado” o sociedades anteriores a la organización política.

Desde un punto de vista muy general, veremos a continuación la sucesión de los modos
de producción, entendidos como categorías más amplias en las que se subsumen las for-
maciones políticas.

›› El modo de producción primitiva: también llamado arcaico o de comunismo primi-


tivo, se refiere a organizaciones tribales de contornos indefinidos, que van desde las
tribus de cazadores y recolectores del paleolítico, pasando por las tribus de pastores
nómadas y los primeros asentamientos en la llamada “revolución del neolítico”, hasta
los comienzos de la Edad del Bronce. Su organización social de carácter gentilicio, pro-
bablemente articulaba regímenes de propiedad comunal, no privada, y su evolución
pasó por la institucionalización de formas familiares patriarcales en las que ya apun-
tan los síntomas de la dominación política; como todavía puede verse en las epopeyas
homéricas, en las que Ulises, por ejemplo, y otros héroes, son fundadores de dinastías
precisamente en cuanto que jefes de familias; igual que Agamenón ejerce ya el poder
“más político” de la monarquía micénica en cuanto que arraigado en las relaciones de
parentesco. Es la figura del antiguo derecho germánico, de que el jefe de la estirpe era,
también, jefe de linaje.

›› El modo de producción asiático: reviste también otros nombres, como “despotismo


hidráulico” (Wittfogel), “despotismo oriental” (Crick), “despotismo de aldea” (Ches-
naux), etc. Su misma existencia histórica es cuestionada dentro del campo de los estu-

Abogacía | Ciencia Política 60


dios marxistas, un sector de los cuales prefiere subsumirlo, bien en una forma peculiar
de transición desde el modo de producción de la comunidad primitiva al modo de pro-
ducción esclavista, bien en una forma especial de feudalismo. No obstante, aun admi-
tiendo con Klaus Eder que el modo de producción asiático es un “callejón evolutivo sin
salida”, esto es, algo equivalente a lo que Toynbee consideraría como un fracaso de una
civilización para adaptarse y responder al estímulo, que tiene tanta importancia en el
desarrollo de las culturas, no hay duda de que es un concepto válido para entender
una forma específica de dominación política.

›› El modo de producción esclavista: (que, en el proceso evolutivo enlaza, de hecho, con el


modo de producción de la comunidad primitiva) tiene una determinación económica
sencilla, por cuanto la esclavitud constituye la relación de producción dominante, si
bien cubre tal multiplicidad de formas políticas que resulta difícil englobarlas bajo
un solo epígrafe. De aquí que, en el desarrollo posterior que se haga  del modo de pro-
ducción esclavista, sea obligado a referirse, en realidad, a cuatro formas políticas pre-
estatales: la polis griega, la República romana (esto es, en ambos casos, aunque con
evoluciones distintas, la infancia del modo de producción esclavista), las monarquías
helenísticas y el Imperio Romano (en ambos casos, también, evoluciones distintas del
mismo modo de producción; uno, la formación prematura de un sistema de “Estados
nacionales”; el segundo, la formación de un Imperio universal, que lleva a su máximo
desarrollo y decadencia el modo de producción esclavista.

›› El modo de producción feudal: es el más complejo de todos; se discute hasta su misma


existencia y, a veces, da la impresión de que su único objetivo en la historia haya sido
servir de puente entre el modo de producción esclavista y el modo de producción capi-
talista o, si se quiere, haber entrado en una crisis prolongada en cuyos sobresaltos aca-
baría originándose el capitalismo. En realidad, el modo de producción feudal cubre
organizaciones políticas muy dispares, desde la monarquía merovingia, pasando por
el Imperio Romano-Germánico, las ciudades estado italianas y, según ciertos autores,
el propio Estado absoluto. Y ello si nos ceñimos al ámbito geográfico europeo-occi-
dental, pues el asunto se complica insospechadamente si se pretende incluir a las
formas políticas de Europa oriental o formaciones tan controvertidas como el feuda-
lismo chino o japonés.

El concepto de feudalismo, tan impreciso como sugestivo, pretende cubrir tres vertientes
explicativas: a) la económica, refiriéndose a una forma especial de propiedad, cesión y
arrendamiento de la tierra que origina el concepto básico de renta feudal de la tierra, forma
que toma la explotación señorial del trabajo servil; b) la social, refiriéndose al vínculo vasa-
llático, con las relaciones contractuales biunívocas de beneficio y homenaje; c) la política,
refiriéndose a la jerarquía de dominación que iba desde los servi adscripti en la base hasta
el Emperador, con todas las instancias intermedias de la nobleza secular y espiritual.

Más adelante se harán algunas consideraciones en relación a las formaciones políticas


medievales, procurando entenderlas en su diversidad, como una poliarquía en el sentido
en que Hegel emplea este término para referirse al tema.

En nuestro esquema, por lo tanto, seguimos en lo fundamental el ofrecido por Bernad


Crick. Así, entendemos la evolución (de nuevo en un sentido lógico y no cronológico) de

Abogacía | Ciencia Política 61


las formas políticas preestatales de dominación como a) Imperios antiguos, b) Polis, c)
República romana, d) Monarquías helenísticas, e) Imperio romano, f ) Feudalismo. Crick,
en cambio, las clasifica del modo siguiente: a) Gobierno primitivo, b) Imperios antiguos,
c) Ciudades griegas, d) República romana, e) Roma imperial, f ) Despotismo oriental, g)
Gobierno feudal, h) el primitivo Estado moderno.

De esta manera, lo aquí expuesto permite comprender que no obstante el estado ser una
construcción propia de la modernidad, previo a su aparición durante el renacimiento; la
historia nos señala otras formas de dominación y poder de base territorial.

El tránsito hacia el estudio del fenómeno estatal nos conduce necesariamente por una
primera instancia relacional comparativa con la edad media, periodo temporal de 10 si-
glos en cuya etapa final (siglo XIII), comienzan a tomar forma las condiciones cuya acu-
mulación producirán la construcción del estado durante la modernidad.

Así, en el próximo punto de la unidad, analizaremos en detalle la organización políti-


co-económica y social de la edad media en clave comparativa con la modernidad, faci-
litando así la comprensión de dicho proceso de concentración de los instrumentos de
poder, que a posteriori formarían los estados europeos.

II. El orden político medieval: sus características. Cristianismo: Aportes y la dualidad


del poder. Crisis del orden político medieval y aparición del Estado Moderno.

El cristianismo

El estudio del cristianismo constituye una necesaria instancia previa para la comprensión
del estado y su proceso de formación; pero más aún para el entendimiento del orden me-
dieval y la disposición del poder en cabeza del Papa y el Emperador como figuras centra-
les de dicho proceso.

Después del gran momento creativo de los griegos debieron pasar varios siglos hasta la
aparición de un pensamiento que llamaremos cristiano. En este contexto, llegando los
últimos momentos del Imperio Romano, transcurre la vida de San Agustín, considerado
uno de los doctrinarios más importantes del cristianismo y sobre cuya obra se edificará la
dualidad de poder presente en todo el medioevo.

En primer lugar, es importante aclarar que no analizaremos en este módulo al Cristianis-


mo como dogma religioso, sino sus aportes para la organización de las formas de domi-
nación preestatales durante el medioevo, rompiendo la unidad PERSONA/ESTADO como
cosmovisión ideológica de la antigüedad, y sentando las bases fundantes del principio de
la autonomía de la voluntad.

Así las cosas, el cristianismo constituye para el estudio de la ciencia política, un proceso
revolucionario, de reconfiguración del poder, permitiendo romper la unidad antes men-
cionada que ya las escuelas críticas atenienses habían comenzado a debilitar y cuestionar
algunos siglos antes.

Abogacía | Ciencia Política 62


A partir de dicho quiebre, con más el aporte teórico que San Agustín haría con su obra
“la ciudad de Dios” sobre el dualismo de gobierno terrenal-espiritual, se delimitaron dos
órdenes de poder que se mantendrían durante toda la edad media en un proceso de en-
frentamiento y tensión: El Papa y el Emperador.

El cristianismo, fundado en las enseñanzas del propio Jesucristo, transmitidas y reprodu-


cidas luego por sus discípulos y seguidores convertidos, permite una ruptura a partir de
Énfasis un nuevo clima espiritual: reemplaza el politeísmo propio de las culturas antiguas por
el monismo de un solo dios y un reino de dominio que trasciende al mundo terrenal.

De ello, se desprenden los 3 aportes fundamentales:

1. La primacía de la persona humana: el cristianismo propone exaltar el valor del hombre


como sujeto diferente y fuera del estado, ofreciendo una nueva mirada a la subordina-
ción de ésta ante cualquier forma de dominación y absorción totalizadora. El hombre
es un valor en sí mismo y su vida no sólo está ligada al servicio estatal. Así la idea del
ciudadano como parte de un todo sin identidad, será ahora una persona cuya vida
trasciende a la inmortalidad del cielo.

2. La noción de humanidad: la humanidad está constituida por todos los hombres,


reflejo de la unidad divina, todos están llamados a trascender a un reino celestial. Así,
no existe diferencia entre los hombres en la medida que todos resultan hijos de Dios.

3. El dualismo político-eclesiástico y con ello la separación del mundo espiritual del


mundo temporal: de todo lo anterior deviene la necesaria escisión entre un mundo
terrenal, ligado al gobierno temporal, de los hombres; y un reino celestial, que excede
los intereses temporales. Así, de ello se desprendía la diferencia de competencias
entre la autoridad civil y la eclesiástica, llamados a fines diferentes y con órdenes dife-
rentes. De esta manera, el cristianismo ofrece una visión superadora del totalitarismo
antiguo, la idea de un estado absorbente de la persona humana, encuentra ahora un
límite ligado a sus funciones terrenales. Esto, resumido en la parábola del propio Jesús
“dar al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”.

De todo ello, se traduce una dualidad institucional producto de la separación de lo espi-


ritual y lo temporal, reflejo de la doble naturaleza y destino del hombre: una institución
política y otra eclesiástica que se mantendrán separadas durante todo el medioevo.

Para complementar el estudio de este punto, se sugiere consultar el material obligatorio:


›› PRELOT, Marcel. “La Ciencia Política”: La obediencia cristiana
Lectura ›› BONETTO de SCANDOGLIERO, María Susana y JUÁREZ CENTENO, Carlos A. “Temas
obligatoria de Historia de las Ideas Políticas”: El Cristianismo

El cristianismo en la edad media

Durante este largo período existe una estrecha relación entre la política y la religión (la
dualidad del poder), de tal modo que su análisis permite advertir el complejo juego de
relaciones entre la Iglesia y los que ejercían el poder secular, y los conflictos generados
debido a la competencia entre ambos durante más de diez siglos.

Abogacía | Ciencia Política 63


La oleada de bárbaros sobre el Imperio Romano no hace desaparecer la noción de Im-
perio que se mantiene viva en el Imperio Romano de Oriente, con Constantinopla como
capital, e inclusive los mismos reinos semi-romanizados medianamente la respetaban.

De todos modos, la Iglesia sigue justificando el ideal de Imperio como mejor defensor del
cristianismo, y tendrá su revitalización con Carlomagno en el 800 d. C.

La obra de San Agustín “la ciudad de Dios”, será determinante para la construcción teórica
del orden medieval, cuya exorbitancia interpretativa conducirá a abusos degenerativos
del verdadero sentido que el propio autor quiso dar; y que en la práctica terminaran por
enfrentar al orden institucional del imperio con el orden eclesiástico del papa.

El Edicto de Milán, promulgado en Milán en el año 313 estableció la libertad religiosa en


el Imperio romano, dando fin a las persecuciones dirigidas por las autoridades contra los
cristianos. Este documento fue firmado por ambos monarcas imperiales de occidente y
oriente, Constantino I el Grande y Licinio, respectivamente.

Esto no sólo significó el reconocimiento oficial de los cristianos y su religión, sino que trajo
como consecuencia profundos cambios dentro del Imperio romano, así como el comienzo
de la expansión de la Iglesia y la concesión de un estatus de legitimidad, imponiéndose en
su consecuencia como la religión oficial del imperio romano y de sus ejércitos.

La ciudad de Dios completó el escenario que marcará la edad media, de cuyo texto se des-
prende la dualidad competencial de las figuras del papa y el emperador y las tensiones
sobre el alcance de sus potestades durante todo este periodo.

 El cristianismo debía reinar en el espíritu de los jefes e inspirar las costumbres y las leyes.
A partir de estos principios se desarrolló la teoría de los dos poderes o de “las dos espa-
das”, por la cual el poder espiritual, representado por el papado, es superior al temporal
(el poder civil). Entre ambos debía prevalecer una ayuda mutua, lo que se vería opacado
por periodos de contraposición y enfrentamiento, seguidos por otros de mayor cercanía.

El crecimiento de la iglesia devino en su injerencia en el ejercicio de numerosas funciones


propias del gobierno civil y con decisiva influencia sobre todo el desarrollo social y cultu-
ral, haciendo que las relaciones entre el poder temporal y el poder espiritual fueran com-
plejas y transitaron desde el acuerdo hasta el rechazo y la contraposición de intereses, lo
que se conoce o denomina como la querella de las investiduras.

Los reyes ayudaron a los Papas y estos intervienen en la coronación de los emperadores, pero
la problemática se circunscribe luego sobre la atribución de los emperadores y reyes para
designar directamente a los obispos y abades en distintos territorios de su dependencia.

En el año 1059 se creó el Colegio de Cardenales en Roma, que recibió la función de elegir
al Papa con prescindencia de toda posible influencia por parte de los poderes políticos.

Esto desencadenó finalmente en la querella de las investiduras, que representó un con-


flicto entre el Papado y el Imperio: El emperador Enrique IV insistió en su tradicional de-
recho de nombrar a los obispos, mientras que el Papa Gregorio VII luchó por la libertad

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de la Iglesia y excomulgó a Enrique IV, quien finalmente se vio obligado a someterse en la
famosa escena del perdón de 1077 para lograr revertir su excomunión.

En lo posterior. La Iglesia pudo imponer ampliamente sus exigencias y el Papado alcanzó un


poder cada vez mayor, haciendo incluso que muchos reyes europeos juraran fidelidad al Papa.

La edad media

La edad media constituyó un extenso período histórico comprendido entre los siglos V y
XV, relacionando su inicio a la caída del Imperio Romano de occidente en 476 con las inva-
siones bárbaras germánicas, y su fin con la acumulación de sucesos de gran impronta como
el descubrimiento de América en 1492, la creación de la imprenta -circa 1450- y sobre todo
el derrumbe del imperio de Oriente (imperio bizantino) en 1453. Es importante aclarar que
la historia occidental omite reconocer que los chinos mucho antes conocieron la imprenta.

Al solo efecto analítico, la Edad Media puede dividirse en dos grandes instancias, la Alta
Edad Media (siglo V a siglo X) y Baja Edad Media (siglo XI a siglo XV); este último periodo,
marcado por la aparición de los componentes que a posteriori permitirían la aparición de
los estados modernos.

Como luego podrá analizar en detalle con la lectura sugerida, la edad media está caracte-
rizada por 3 cuestiones centrales, cuya comprensión resulta de fundamental importancia:

1. La dualidad de poder entre el Papa y el Emperador, figuras de poder virtuales que


carecían de un poder territorial inmediato y efectivo.

2. Su organización política, social y económica está fundada en un vínculo de vasallaje


feudal.

3. La intermitencia, la desconcentración y la mediatez como características de dicho


periodo histórico en cuanto al ejercicio del poder.

Así las cosas, la Edad Media se caracteriza por la supremacía de la Iglesia Católica y el
teocentrismo legado del Cristianismo como religión oficial del imperio a partir del edic-
to de Milán, una economía ruralizada, un reducido desarrollo comercial, una marcada
desconcentración de los centros de poder territoriales y una organización fuertemente
jerarquizada en estamentos rígidos.

El sistema económico se basaba en la agricultura, bajo una forma feudal, vinculada a la


titularidad de tierras en cabeza de la nobleza y clero, cuyas extensiones estaban dadas
por cuestiones honoríficas y dádivas graciables propias de su estamento.

De esta manera, la cuestión social, económica y política estaba fuertemente vinculada


entre sí a partir de la titularidad de tierras y el sistema de vasallaje como acuerdo de servi-
cio y explotación de la tierra, diseminados a lo largo del territorio europeo, constituyendo
un sinnúmero de centros de poder sin un poder central que los agrupara.

La sociedad, fuertemente jerarquizada en estamentos estáticos integrados por nacimien-


to, permitía identificar: la nobleza feudal (señores feudales, caballeros, condes, duques,

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vizcondes, etc.) -detentadora de las tierras y asimismo lo que origina la nobleza de tinte
nobiliario-, el clero (miembros de la Iglesia Católica) con un gran poder no sólo espiritual
sino también económico y político; y el resto del orden social dado por los campesinos y
artesanos. En lo más bajo se encontraban los servi adscripti, o siervos de la gleba que ni
siquiera eran considerados personas, un tipo cruel de esclavitud.

La extensa titularidad de las tierras y la imposibilidad de atenderlas por sí misma, traía consi-
go la necesidad de un servicio personal de quienes no la poseían, agregando también, la de-
fensa y la lealtad territorial como partes del acuerdo que se generaba entre los estamentos.

Sin embargo, el vasallaje, contrario a lo que se cree, no solo estaba dado entre la nobleza
y el campesinado; sino que este asumió formas y modalidad diferentes en toda Europa y
entre todos los componentes de cada estamento existieron formas de acuerdo de servi-
cio y prestación de obligaciones recíprocas ligadas a la utilización de las tierras, el cobro
de impuestos y la seguridad. Así, el vasallaje le proporcionaba las fuerzas armadas nece-
sarias para defender sus propiedades y las de sus vasallos y siervos.

Cada señor gobernaba en sus dominios: mantenían sus propias fuerzas militares, admi-
nistraba justicia, percibía impuestos y acuñaban monedas. Pero carecían de una unidad
homogénea de poder central y una demarcación territorial permanente, provocando con
ello la coexistencia de un sin número de poderes locales, que a su vez se compartían con
la Iglesia -la cual también presentaba diferentes órdenes, jerarquías-.

Este escenario estaba marcado por 3 características principales:

1. La intermitencia: no existían delimitaciones territoriales permanentes. El régimen de


poliarquía (muchos centros de poder), estaba dado por la fuerza y la capacidad de-
fensiva que cada comunidad podía detentar.

2. La desconcentración: la ausencia de un poder central que unifique y coordine efecti-


vamente los centros de poder intermedios trajo aparejado la desfragmentación en
muchas unidades de poder distribuidas territorialmente con un carácter impreciso.

3. La mediatez: al no existir una autoridad central con poder efectivo, no eran posibles
las líneas de mando jerárquicas para la toma de decisiones sobre el territorio. Cada
centro de poder funcionaba de forma separada y autónoma.

Al finalizar la edad media, la acumulación de las condiciones que permiten la confor-


mación del estado moderno permitirá reemplazar la intermitencia por permanencia, la
desconcentración por concentración y la mediatez por inmediatez.

El escenario político, económico y social de la Edad Media inicia, desde fines del siglo XIII,
un proceso de reconfiguración. A su vez, en el siglo XV, la caída del imperio romano de
Énfasis oriente (1453), el descubrimiento de América (1492), la aparición de la imprenta y el de-
sarrollo armamentístico, y otros importantes descubrimientos o invenciones científicos,
permitirían el ingreso hacia la Modernidad, y con ello, la aparición del Estado.

La quiebra del orden político medieval, caracterizado por la fragmentación y la des-


concentración de las fuerzas políticas territoriales (poliarquías), un sistema económico

Abogacía | Ciencia Política 66


feudal y la organización social del tipo estamental; darían lugar a un régimen de con-
centración de los instrumentos del poder en manos del estado, una economía de tipo
mercantilista-capitalista, y un sistema social de naturaleza clasista.

El dualismo de poder propio de la Edad Media (compartido entre el Papa y el Emperador,


y la maraña de jerarquías hacia adentro de cada orden), se debilitó y en su lugar fue reem-
plazado por un sistema monárquico, fortaleciendo las unidades de poder concentrado
sobre un territorio, ocupando el Monarca y la burguesía un lugar central en el proceso de
reordenamiento social, político y económico. Frente a la fragmentación del poder políti-
co de la Edad Media, los príncipes del Renacimiento inaugurarán una nueva etapa en la
organización del Estado en la que, a la concentración del poder en sus manos, se unirá la
extensión de territorios afines por su geografía, su cultura y su evolución histórica. Como
resultado de estos procesos, surge el Estado moderno.

La nueva modalidad de la economía europea exigía una autoridad firme para regular,
fiscalizar y acrecentar la vida comercial e industrial de una nación. A su vez, los prínci-
pes dirigían sus miradas a una decidida política exterior, aunque muchas veces tuvieron
que resolver esto en forma revolucionaria. En muchos casos, se van incorporando a los
Estados nacionales territorios que han tenido vida autónoma. Generalmente, en estos
casos, se mantenían las instituciones tradicionales, pero se centraliza y uniforma la vida
del Estado mediante instituciones comunes, leyes generales y un ideal colectivo. A partir
del mosaico de Estados feudales, surgieron los Estados modernos.

Así, el estado como modelo de dominación política soberana de base territorial es un


fenómeno que comienza a manifestarse finalizando la edad media, y a inicios de la mo-
dernidad alcanza su expresión efectiva. Se suele denominar a este período transicional
como el Renacimiento, no sólo por este hecho sino también por cuestiones filosóficas,
artísticas y culturales.

En la edad media no existió el estado como unidad organizacional de potestad soberana


que reclamaba para sí un dominio territorial y la concentración del poder con carácter de
permanencia e independiente en lo exterior y en lo interior. Muy por el contrario, durante
el tránsito medieval resultó imposible la idea de una pluralidad de estados soberanos
semejantes, sino más bien una multiplicidad de centros de poder diferentes entre sí y su-
bordinadas sin efectividad ni inmediatez al emperador: esto es el régimen de poliarquías
imperantes durante dicho periodo.

De esta manera, en la edad media las figuras de poder centrales como el papa y el empe-
rador constituyeron más bien modelos virtuales de poder sin capacidad real de mando
sobre un territorio y sin la posibilidad de que sus decisiones fueran efectivizadas. Así las
cosas, el emperador carecía de la función unificadora o cohesionadora, ya que en rea-
lidad compartía su poder con monarcas territoriales que a su vez también carecían de
permanencia e inmediatez de mando.

Todas las relaciones, tal como fue explicado, estaban ligadas a un servicio clientelar a tra-
vés de los acuerdos de vasallaje entre los diferentes niveles. Así las cosas, todas las fun-
ciones que hoy el estado reclama monopolicamente para sí, se encontraban distribuidas
de manera irregular e intermitente sobre sujetos privados: el ejercicio de la defensa, el

Abogacía | Ciencia Política 67


cobro de impuestos, la organización territorial, la justicia, etc. Es por ello que las unidades
de poder eran intermitentes, irregulares y las relaciones de mando mediatas e indirectas.

Esto será precisamente lo que cambiará durante el advenimiento de la modernidad, dan-


do lugar a un proceso de concentración de funciones, pasando así de manos privadas a
gozar de un carácter público. Para el renacimiento -siglos XIV y XV-, el poder del monarca
que era compartido se transformará en único, de intermitente pasará a ser permanente y
la mediatez será reemplazada por la inmediatez.

El escenario político, económico y social de la Edad Media inicia desde fines del siglo
XIII un proceso de reconfiguración que en el siglo XV con la caída del imperio romano de
oriente (1453), el descubrimiento de América (1492), la aparición de la imprenta y el desa-
rrollo armamentístico; permitirían el ingreso hacia la Modernidad, y con ello, la aparición
del Estado, como ya se expresara.

El quiebre del orden político medieval, caracterizado por la fragmentación y la des-


concentración de las fuerzas políticas territoriales (poliarquías), un sistema económico
feudal y la organización social del tipo estamental; darían lugar a un régimen de con-
centración de los instrumentos del poder en manos del estado, una economía de tipo
mercantilista-capitalista, y un sistema social de naturaleza clasista.

El dualismo de poder propio de la Edad Media (compartido entre el Papa y el Emperador),


se debilitará y en su lugar será reemplazado por un sistema monárquico, fortaleciendo
las unidades de poder concentrado sobre un territorio, ocupando el Monarca y la burgue-
sía un lugar central en el proceso de reordenamiento social, político y económico.

Múltiples factores influyeron para posibilitar esto, presentándose con mayor o menor in-
tensidad en los diferentes territorios europeos (de allí que no admite una explicación mo-
nocausal unívoca), pero consistió en que los medios reales de autoridad y administración
pasaron de estar en manos privadas y se transformaron en propiedad pública, apropiándo-
se en favor del monarca estatal, concentrándose territorialmente y de forma permanente.

Las condiciones históricas que permiten la aparición del estado moderno en reemplazo
del sistema poliárquico medieval pueden resumirse en:

›› El poder durante el medioevo era compartido, intermitente y mediato, lo cual hacia la


modernidad se transformaría en único (monárquico), permanente e inmediato.

›› Aparición de un ejército mercenario permanente: la defensa a través del pago de la


soldada se vuelve una actividad profesional regular; en contraposición al sistema
defensivo de la edad media ligada a vínculos de amistad o protección interesada.

›› Organización jerárquica burocrática administrativa: el estado y el monarca necesitan


de una organización de funcionarios de manera jerárquica, para asegurar la toma de
decisiones ordenada y regular sobre el territorio. Aparecería así la idea de subordina-
ción. Esta organización jerárquico-administrativa constituirá lo que se conoce hasta
los días actuales como burocracia.

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›› Creación de un sistema impositivo regular: para su subsistencia el estado necesita de
ingresos permanentes, un patrimonio para sostener su funcionamiento. Los tributos
con carácter regular y permanente aseguran esto.

›› Diferenciación de un patrimonio público: el estado reclama bienes propios, un patri-


monio diferenciado del monarca y de los privados para su propia existencia.

›› Lus certum: derecho cierto. La modernidad se caracteriza por la aparición de un sis-


tema normativo ordenado, previsible de reglas. Contrario a la disgregación jurídica de
la Edad Media, el estado moderno reclama unidad en el derecho.

›› Operadores técnicos jurídicos: para la aplicación del derecho es necesario la existencia


de especialistas en el derecho en reemplazo de la práctica oral de la edad media y de
los juzgadores no especializados ni técnicos.

›› Desarrollo del capitalismo. Comenzando con su etapa mercantilista.

›› Consolidación de la burguesía.

Es preciso advertir que la concentración de poder fomenta una mayor libertad para el indi-
viduo. El Estado autoritario significó el quebranto de monopolios y privilegios, ofreciendo
facilidades para las iniciativas individuales y la expansión de los valores económicos.

Para complementar el estudio de este punto, se sugiere consultar el material obligatorio:


Lectura Bonetto De Scandogliero, María Susana y Juárez Centeno, Carlos A. “Temas de Historia de
obligatoria las Ideas Políticas”: La edad media y su organización

III. La modernidad, construcción del estado absoluto y pensadores modernos. Maquia-


velo, Bodin Y Hobbes.

Como consecuencia del proceso de reconfiguración antes identificado, se produjo el


fortalecimiento de las autoridades territoriales y la absorción de funciones monopólica-
mente dominadas a cargo de los estados nacientes.

Este proceso, dado con diferente intensidad a lo largo de todo el territorio europeo cen-
tral (primero en Inglaterra, Alemania, luego Italia, Portugal y España), fue permitiendo la
consolidación de un nuevo escenario de dominio político, prevaleciendo la figura del mo-
narca estatal como soberano territorial que reclamaba no sólo una permanencia e inme-
diatez, sino el monopolio del poder a su cargo para lograr la imposición de sus decisiones.

La evolución de esto trajo consigo el establecimiento de los monarcas absolutos y con


ello, la consolidación del primer modelo de estado: el absolutismo monárquico que no
comparte su poder territorial, sino que reclama para sí la concentración a su cargo de to-
dos los instrumentos de poder: militares, jurídicos, administrativos y políticos; haciendo
suyas de esta manera, todas las funciones que durante la modernidad se encontraban
dispersas y en manos de sujetos privados.

Abogacía | Ciencia Política 69


Esta nueva estructura de poder gestada, concebida como un fenómeno independiente
tanto de los súbditos como del propio gobernante fue evidenciada por diferentes pensa-
dores, quienes pretendían explicar su funcionamiento de diferentes maneras, aportando
elementos para su definición.

Así, analizaremos a tres pensadores modernos cuyas obras resultan aportes teóricos para
la comprensión del estado moderno naciente: Maquiavelo, Bodin y Hobbes.

Junto a ellos, durante el corto periodo de la modernidad (S.XV – XVII), surgieron otros
pensadores de inmensa importancia para el estudio de la ciencia política y la teoría del
estado, pero cuyo análisis en detalle excede el marco de nuestra asignatura.

  Todos ellos, pretendían explicar y justificar la necesidad de esta estructura de poder,


aportando elementos teóricos para su comprensión, alimentados en el marco del renaci-
miento y la ilustración que reemplaza los criterios teocéntricos por el antropocentrismo,
ubicando a la razón y al hombre en el centro de la discusión.

Así, junto con el valor de la naturaleza, aparece el interés por el hombre que aspira a la
autonomía de su propio ser y su individualización completa, una exaltación a lo indivi-
dual. Lo importante es el triunfo del hombre en la sociedad del momento; se valoran sus
acciones bélicas, su maestría artística o literaria en un espacio terrenal.

Desde el punto de vista cultural se desarrolla el Renacimiento, cuyo origen se debe a los
cambios que comienzan a producirse en Europa en el siglo XII. En un primer momento,
toda Europa comparte esta nueva concepción, pero luego se desarrolla con mayor fuerza
en Italia. La palabra Renacimiento, pese a que muchas veces se restrinja el uso del tér-
mino sólo a lo cultural, engloba el conjunto de hechos económicos, sociales, políticos y
culturales que se producen en el siglo XV.

Junto con el valor de la naturaleza, aparece el interés por el hombre que aspira a la auto-
nomía de su propio ser y su individualización completa, una exaltación a lo individual. Lo
importante es el triunfo del hombre en la sociedad del momento; se valoran sus acciones
bélicas, su maestría artística o literaria en un espacio terrenal.

Las ideas renovadoras se hallaron en contacto con la espiritualidad legada por el hom-
bre de la Antigüedad clásica. A medida que fueron surgiendo los principios básicos del
Renacimiento, se buscaban las bases filosóficas en las que pudiera apoyarse este nuevo
impulso, y lo encontraron en la Antigüedad. Por este motivo es que se habla de un rena-
cer de la cultura antigua.

En el proceso cultural renacentista, lo literario, el lenguaje y la educación se cristalizaron


en lo que se llamó el Humanismo. Este último conoció dos etapas en su evolución. La pri-
mera de ellas abarca el fenómeno renacentista hasta principios del siglo XV, y se inspiró
decididamente en la cultura romana; la segunda se distingue por la rápida asimilación
de la civilización helénica original.

La palabra Renacimiento, pese a que muchas veces se restrinja el uso del término sólo a
lo cultural, engloba el conjunto de hechos económicos, sociales, políticos y culturales que
se producen en el siglo XV.

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Las ideas renovadoras se hallaron en contacto con la espiritualidad legada por el hombre
de la Antigüedad clásica. A medida que fueron surgiendo los principios básicos del Rena-
cimiento, se buscaban las bases filosóficas en las que pudiera apoyarse este nuevo impul-
so, y lo encontraron en la Antigüedad. Por este motivo es que se habla de un renacer de la
cultura antigua. En el proceso cultural renacentista, lo literario, el lenguaje y la educación
se cristalizaron en lo que se llamó el Humanismo.

Maquiavelo y lo stato

La construcción teórica de Maquiavelo (1469 – 1527) se encuentra en relación directa a lo


que ocurría en Italia en las postrimerías del siglo XV. Ella aparece devastada por profun-
das disensiones y crímenes y por el creciente poder de los condotieros, que vendían sus
fuerzas y la de sus mercenarios al mejor postor. Es en este escenario donde Maquiavelo
escribe su obra más importante: El Príncipe (1513).

El Príncipe es un texto que describe empíricamente y manera práctica el proceso de re-


configuración del poder estatal, detallando el propio autor en su obra, el fenómeno que
frente a sí ocurría.

Su obra está desligada del moralismo formal y exenta de un rigorismo teórico que carac-
teriza a otros autores modernos; y por el contrario, constituye un libro de consejos prácti-
cos para los monarcas sobre cómo ganar, perder o mantener sus principados.

Su texto tan particular lo presenta como el verdadero precursor de la Ciencia Política.

El propio Maquiavelo nos dice cómo se logra obtener un reino: TODOS los estados, todos
los dominios que han tenido y tienen soberanía sobre los hombres, han sido y son o re-
públicas o principados. Los principados o son hereditarios, es el caso de aquellos en los
que impera desde hace tiempo el linaje de su señor, o son nuevos. Los nuevos, o son to-
talmente nuevos, como fue Milán para Francesco Sforza o son como miembros añadidos
al estado hereditario del príncipe que los adquiere, como es el reino de Nápoles para el
rey de España. Los dominios así adquiridos o están acostumbrados a vivir sometidos a un
príncipe o acostumbrados a ser libres; y se gana o con las armas ajenas o con las propias,
o por fortuna o por virtud.

La fuerza es el único lenguaje que se considera necesario para conservar el poder, y está
íntimamente ligada a la ambición de los hombres y los Estados. Por eso, si un príncipe
descuida el arte de la guerra, su camino hacia el fracaso será una certeza absoluta.

Frente a las vicisitudes de la suerte o el azar, el florentino propone la virtud, un concepto


que no define pero que se compone de fuerza, valor, capacidad de resolución, y también
de astucia, inteligencia y estrategia: «Yo imagino que puede ser verdad que la fortuna
disponga de la mitad de nuestras acciones, pero que deje aproximadamente la otra mi-
tad en nuestro poder». El príncipe que consiga imponerse a la adversidad de la fortuna
mediante su virtud será más respetado que el que esté en el poder únicamente por su
linaje. Saber mandar es también demostrar saber imponerse a la fortuna, ya que el go-
bernante respetado por su destreza y su valor será, con menos probabilidades, objeto de
conspiraciones. Maquiavelo emplea el concepto de fortuna con cierta ambigüedad: en

Abogacía | Ciencia Política 71


ocasiones nos remite a lo inesperado de lo contingente, caótico y casual, mientras que en
otras lo utiliza para describir tramas racionalmente explicables urdidas por los hombres.
En cualquier caso, es evidente que hace referencia a la imposibilidad del poder humano
de preverlo y dominarlo todo. La contraposición fortuna-virtud es paralela a la lucha que
el hombre mantiene por ser su propio amo en un mundo cambiante que escapa con fre-
cuencia a sus dominios.

Su aporte consiste en la descripción real del fenómeno estatal, siendo el primer teórico
que incorpora al lenguaje la palabra estado: LO STATO.

Para Maquiavelo, representa precisamente el proceso de reconfiguración y pasaje desde


la intermitencia propia de la edad media a un estado de permanencia y quietud, de esta-
ticidad y dominio territorial efectivo.

Jean Bodin y la soberanía

Los seis libros de la República– de Jean Bodin, publicada en 1576, fue una obra enmarcada
en las guerras civiles acaecidas en Francia entre católicos y protestantes, y con el objetivo
de robustecer la autoridad del monarca, lo sustrae de la legitimación teológica que do-
minó toda la edad media.

El aporte de su obra consiste en la incorporación de la idea de soberanía, término que


luego sería receptado y reconceptualizado por los autores modernos subsiguientes, y lle-
garía a nuestros días como el atributo central del poder estatal: el dominio territorial e
independencia en lo interior y exterior que el monarca reclamaba.

En términos generales, la soberanía significaba para Jean Bodin un derecho perpetuo y


absoluto de hacer, interpretar y ejecutar las leyes, una fuerza de cohesión, de unión de la
comunidad política imprescindible.

Así, consideraba como algo necesario de todo Estado ordenado la existencia de tal po-
testad perpetua y absoluta de toda república donde los príncipes soberanos la ejercen
vitaliciamente.

Este poder de todos modos no era ilimitado, ya que por encima del rey estaba la ley de
Dios y la de la naturaleza, aunque esta última no termina de ser aclarada concretamente;
de todos modos, una violación flagrante a esta última (la ley natural) sería el respeto a los
pactos y el respeto a la propie- dad privada.

Finalmente, consideraba que el único Estado bien ordenado es aquel en que la soberanía
es indivisa porque reside en una sola persona.

El objetivo central de toda su obra, es la defensa y justificación de una monarquía abso-


luta, confundiendo (intencionalmente) la soberanía como un atributo en cabeza del pro-
pio monarca, sin ofrecer una diferenciación entre las actuales ideas de gobierno y estado,
que luego los próximos autores contractualistas modernos como Locke, Montesquieu y el
propio Rousseau se encargarían de edificar en sus obras

Abogacía | Ciencia Política 72


Thomas Hobbes. Absolutismo monárquico contractualista

La obra de este autor moderno resulta de inmensurable valor en cuanto ofrece al lector
un marco crítico y reflexivo sobre el acuerdo social que representa el estado, vigente in-
cluso en la actualidad.

Inaugura la metodología de estudio del contractualismo moderno como hipótesis teóri-


ca tendiente a justificar la existencia del estado, su necesidad e importancia como única
herramienta capaz de garantizar la supervivencia de la propia humanidad: los pactos sin
espadas son solo palabras.

Para la comprensión sus aportes, resulta fundamental analizar con detenimiento el frontis-
picio de su obra, esta iconografía grafica con claridad el proceso de acuerdo por el que los
hombres transitan para liberarse del estado de naturaleza mortal, y crear así un Leviatán
con la fuerza y el poder suficiente para garantizarles a estos una vida pacífica y ordenada.

La vida de Thomas Hobbes se prolongó durante noventa y un años entre 1588 y 1679.
Oriundo de Inglaterra, educado en Oxford, muy vinculado a los pensadores contemporá-
neos a él, como Galileo; según algunos biógrafos, hasta llegó a conocer al propio Descar-
tes. Desde el punto de vista de sus ideas políticas, brindó grandes e importantes aportes.
Consideraba la necesidad de la existencia de un Estado sin límites que protegiera a la
sociedad (organización artificial) de la guerra y, en última instancia, en la gran solución
para conservar el género humano. Esta protección, según Hobbes, nace del contrato de
los hombres que establecen los mismos hombres y por el que se someten al soberano,
quien nace del contrato pero no es parte de él. Es decir que a partir de este contrato se
origina un Estado todopoderoso, considerado como una persona artificial. El titular de
esa persona artificial es el soberano, que pasa a tener como súbditos a los ciudadanos.

El soberano hobbesiano sólo tiene el deber -que no la obligación- de garantizar la paz


y la seguridad de los ciudadanos, pues tanto el Estado como el soberano que lo dirige
perderían todo el sentido de su existencia de no ser capaces de garantizar la seguridad.
Si el soberano no es capaz de mantener el Estado con la fuerza que lo debe caracterizar,
si el Leviatán se debilita hasta tal punto que ya no puede garantizar a los súbditos su pro-
tección, éstos quedan liberados de toda obligación. Éste es el único caso de reversibilidad
del contrato que devolvería a cada uno la irrevocable transmisión del derecho natural
hecha al Estado. El debilitamiento del Estado, es decir, la incapacidad de ejercer un poder
absoluto sobre los ciudadanos termina destruyendo la sociedad civil y devolviendo a los
súbditos a su terrible y anárquico estado de naturaleza. En conclusión, debe ser exitoso
por el bien del soberano y de sus súbditos.

Como titular del poder, el soberano se convierte en el verdadero garante de la justicia y de


la moral, ya que lo justo y lo bueno pasan a definirse armónicamente con la voluntad del
soberano. Su poder es absoluto porque, si existiera otro poder que lo limitase, ese poder
sería el soberano y no él.

Goza de total inmunidad y no puede ser acusado por los súbditos. Para Hobbes, como para
Bodino, el soberano es el único poder legislativo. Sin embargo, Hobbes va más allá que Bo-
dino al no limitar al soberano por el derecho divino. El soberano de Hobbes, única fuente de

Abogacía | Ciencia Política 73


poder capaz de hacer y deshacer las leyes no está, sin embargo, sujeto a ellas, ya que «nadie
puede obligarse a sí mismo, el que está obligado ante sí mismo carece de compromiso».

Su obra se construye con el claro propósito de defender una monarquía absoluta, si-
guiendo al propio Bodin, y coincidente con la idea de que el monopolio de la fuerza y la
concentración de los instrumentos de poder estén a cargo de una persona; como únicos
medios posibles de garantizar la supervivencia humana.

En este punto, le invitamos a observar la clase en video titulada “Módulo 2-Unidad 2 For-
mas políticas preestablecidas y el surgimiento del Estado...”, disponible en plataforma
Multimedia MiUBP.

A continuación, lo invitamos a realizar la Actividad 1 del módulo, en la que lo invitamos a


comparar el pensamiento de los principales pensadores del absolutismo.
Actividad

IV. Sociedad Civil: concepto. Diversos enfoques respecto a su relación con el Estado

Para complementar el estudio de este punto, se sugiere consultar el material obligatorio:


Bonetto De Scandogliero, María Susana (y otros): “Notas sobre Teoría del Estado”. 2 ed.
Lectura Córdoba: Ed. Advocatus, 2014: La sociedad civil
obligatoria
Antes de ingresar al análisis del concepto de la sociedad civil, debemos contextualizar su
aparición en el proceso de debilitamiento del absolutismo monárquico y con la revolu-
ción francesa como proceso histórico que determinó el nacimiento de la sociedad civil.

Así las cosas, la sociedad civil resulta un elemento central del liberalismo posterior a la
revolución francesa.

Fin del Absolutismo Monárquico, revolución francesa y la sociedad civil.

La Revolución Francesa

Todos los pensadores, de una u otra manera, contribuirán a socavar los cimientos de las
monarquías absolutistas y del pensamiento político europeo vigente en el siglo XVIII, lo
que confluye definitivamente en la Revolución Francesa de 1789, que contagiará primero
a Europa y luego, en la centuria decimonónica (XIX) a gran parte del mundo.

Algunos autores hablan de una doble revolución, porque estamos ante la revolución eu-
ropea, pero también la atlántica. Lo que sí es importante es que el pensamiento del hom-
bre – ciudadano ya no será más el mismo, después de haber sido impregnado de las ideas
de la Revolución Francesa y de pensadores como Voltaire, Rousseau y Montesquieu y, del
otro lado del Canal de la Mancha, John Locke.

En muchos casos algunos pensadores como Edmund Burke (1729 – 1797) partidario de
la libertad política y del parlamentarismo inglés criticaba abiertamente esta revolución
porque la consideraba como algo abstracto y para su gusto, violenta. Él decía que Inglate-
rra había dado al continente europeo un ejemplo de deísmo, de ateísmo, de libre pensa-

Abogacía | Ciencia Política 74


miento entre otras ideas. Además, en su crítica hacia la revolución sostenía que el sistema
político inglés era un sistema natural consecuencia del desarrollo histórico.

Consideraba también que la igualdad, tan admirada por los revolucionarios, no era algo na-
tural sino impuesta. Gran admirador de Montesquieu, cuya lectura confirmó su idea de li-
bertad privilegio frente a su desprecio a toda igualdad democrática en una monarquía libre.

La Revolución Francesa fue el proceso social, político y económico ocurrido en Francia


entre 1789- 1799, y produjo la ruptura del orden monárquico absolutista moderno y el
destierro de los últimos vestigios feudales de Francia.

 Sus principales consecuencias fueron:

›› El derrocamiento de Luis XVI.

›› La abolición de la monarquía en Francia, con la consiguiente instauración de la I Repú-


blica Francesa.

›› Dictado de la declaración de los derechos del hombre y del ciudadano y la constitución.

›› Inicio de la edad contemporánea.

Causas

›› La incapacidad de las monarquías, nobleza y clero para resolver los problemas socia-
les y económicos del estado francés.

›› Los excesivos impuestos sobre la población no privilegiada y su empobrecimiento

›› El desarrollo de nuevas hipótesis teóricas en contra del estado absoluto (Locke, Rous-
seau) – siglo de las luces (ilustración).

›› La guerra de la Independencia estadounidense: afectación de las finanzas francesas


por impulsar la independencia de las colonias norteamericanas.

Más de un siglo antes que Luis XVI ascendiera al trono (1774), el Estado francés había
sufrido periódicas crisis económicas motivadas por:

›› Largas guerras emprendidas durante el reinado de Luis XIV

›› Mala administración de los asuntos nacionales en el reinado de Luis XV

›› El aumento de la deuda generado por los préstamos a las colonias británicas de Nor-
teamérica durante la guerra de la Independencia estadounidense (1775-1783).

Durante el reinado de Luis XIV (1643-1715), Francia se hallaba bajo el dominio de una mo-
narquía absolutista, el poder de rey y de la nobleza era la base de este régimen, pero en
realidad el estado se encontraba en una situación económica bastante precaria, que se

Abogacía | Ciencia Política 75


agravó por el mal gobierno de Luis XV (bisnieto de Luis XIV), y que tocó fondo durante el
reinado de Luis XVI, gobernante bien intencionado, pero de carácter débil, por lo que se
lo llamaba el buen Luis.

El mantenimiento de un estado absolutista demandaba mucho dinero, ya que:

›› Existía un gran número de funcionarios en el gobierno

›› Se tenía que mantener un gran ejército permanente

›› La corte vivía rodeada de lujos.

Se recurrió al tradicional intento de aumentar los impuestos. Por lo que se trató de conse-
guir que la nobleza también aporte su correspondiente diezmo, medida que provocó la ira
y oposición de esta clase social, que estaba dispuesta a defender sus privilegios feudales,
hasta el punto de enfrentar la monarquía. Para que no empeorara su situación económica
la nobleza trató de acaparar más cargos en la burocracia estatal, y además, aumentó la ex-
plotación de los campesinos que trabajaban en sus tierras, exigiéndoles mayores contribu-
ciones. La sociedad estaba compuesta por tres sectores sociales llamados estados.

El primer estado era la Iglesia; sumaba unas 120.000 personas, poseía el 10% de las tie-
rras de Francia y no pagaba impuestos. Recibía de los campesinos el “diezmo”, es decir la
décima parte del producto de sus cosechas. Sólo la Iglesia podía legalizar casamientos,
nacimientos y defunciones, y la educación estaba en sus manos. El segundo estado era la
nobleza, integrada por unas 350.000 personas. Dueños del 30 % de las tierras, los nobles
estaban eximidos de la mayoría de los impuestos y ocupaban todos los cargos públicos.
Los campesinos les pagaban tributo y sólo podían venderles sus cosechas a ellos. Tenían
tribunales propios, es decir que se juzgaban a sí mismos.

El tercer estado comprendía al 98% de la población, y su composición era muy variada. Por
un lado estaba la burguesía, formada por los ricos financistas y banqueros que hacían nego-
cios con el estado; los artesanos, funcionarios menores y comerciantes. Por otra parte, exis-
tían campesinos libres, muy pequeños propietarios, arrendatarios y jornaleros. El proletaria-
do urbano vivía de trabajos artesanales y tareas domésticas. Finalmente estaban los siervos,
que debían trabajo y obediencia a sus señores. El tercer estado carecía de poder y decisión
política, pero pagaba todos los impuestos, hacía los peores trabajos y no tenía ningún de-
recho. La burguesía necesitaba tener acceso al poder y manejar un estado centralizado que
protegiera e impulsara sus actividades económicas, tal como venía ocurriendo en Inglaterra.

Viendo la difícil situación económica que se asomaba, la nobleza exigió que se llamara a Es-
tados Generales, para el tratamiento de una ley de impuestos. La monarquía prácticamente
arruinada económicamente y sin el apoyo de gran parte de la nobleza, estaba en la ruina.

El pueblo exigía la convocatoria de los Estados Generales (una asamblea de notables for-
mada por representantes del clero, la nobleza y el tercer estado), cuya última reunión se
había producido en 1614, para tratar la problemática social existente y sobre todo evitar
la imposición de nuevos impuestos sobre el estado llano (3er estado) como única medida
posible para su solución. Para solucionar los problemas económicos, Luis XVI convocó a

Abogacía | Ciencia Política 76


los Estados Generales del Reino (una asamblea consultiva) que, como señalamos, no se
reunían desde hacía ciento setenta y cinco años (1614). 

Esta convocatoria fue aceptada por el clero y la nobleza quienes se negaban a pagar los
tributos indispensables para solucionar la crisis económica. Los burgueses (componentes
más ricos, pero sin participación política del 3er estado) se aprovecharon de estas circuns-
tancias y, ante la amenaza de la nobleza armada que pretendió mantener sus privilegios,
movilizaron a toda la nación.

El 14 de julio de 1789, se apoderaron de la Bastilla. Esta prisión era el símbolo del absolu-
tismo político (cárcel y depósito de armas). Cuando se reunieron en los Estados Generales
(1789), la situación de Francia estaba sumamente comprometida, ya que el pueblo no so-
portaba más tan penosa vida, y existía un gran descontento social. Como se dijo, las clases
sociales existentes en ese momento eran: la nobleza, el clero y la burguesía (pueblo que no
tenían casi derechos y en la que había que distinguir diferentes grupos como se dijera más
arriba), pero al contar los votos con el sistema tradicional, en que la nobleza y el clero, al ser
dos estamentos privilegiados, derrotaban siempre en número a la burguesía, y por lo tanto
siempre se tomaban las decisiones que a este sector le convenía. Solucionado la situación,
modificando el sistema de conteo, el tercer estamento (la burguesía) pudo tomar el control
de la situación, y comenzó a sesionar como Asamblea Nacional, y juraron solemnemente
que ésta no se disolvería hasta tanto no se logre conformar una Constitución Nacional.

En 14 de Julio de 1789, la burguesía se vio apoyada por un gran sector explotado por la
nobleza, los campesinos, que, en medio de una agitada multitud revolucionaria formada
por hombres y mujeres, saturados de injusticias y de hambre, se dirigen violentamente a
la Bastilla, símbolo del régimen absolutista, donde funcionaba como cárcel de los oposi-
tores al sistema de gobierno, y la toman por la fuerza. Esta demostración atemorizó a los
partidarios del antiguo régimen, y sirvió para inclinar la balanza en favor de los revolucio-
narios, desplazando así del poder a los nobles y partidarios del absolutismo.

Paralelamente se produjo en las zonas rurales levantamientos de campesinos contra los


señores feudales, los cuales fueron asesinados, y sus castillos saqueados e incendiados.
A este movimiento social por la justicia y fraternidad de los hombres en 1789, se lo cono-
ce como el Gran Miedo. Movimiento popular que se desarrolló en Francia entre el 20 de
julio y el 6 de agosto de 1789. Se originó en las provincias francesas debido a los rumores
de conspiraciones aristocráticas y por la emoción que las noticias provenientes de París
provocaron entre el campesinado.

La Asamblea Nacional estaba formada por la burguesía, que inicialmente para luchar
contra la monarquía, lo hizo en forma unificada, pero en realidad la burguesía no era una
clase social homogénea, sino que estaba dividida en la alta burguesía –banqueros, finan-
cistas, comerciantes, propietarios- y en la baja burguesía formada por los profesionales
(abogados y médicos), pequeños comerciantes y dueños de talleres.

Cuando llegó el momento de decidir por la forma de gobierno, la alta burguesía apoyó a
los girondinos, oriundos de la provincia de La Gironda, que querían llegar a un acuerdo
con la monarquía e instaurar una monarquía constitucional, es decir, tenía una actitud
moderadora respecto a los cambios políticos.

Abogacía | Ciencia Política 77


Por otro lado, estaban los jacobinos, que tenían ideas más revolucionarias y de cambios
radicales, con tendencia a la instauración de una república democrática, con derechos a la
participación política y con la aplicación de medidas más equitativas para la repartición
de la riqueza y la lucha contra el hambre popular. Dicho nombre proviene de que se re-
unían en asambleas, llamadas clubes, en un convento ubicado sobre la calle San Jacobo.

Los diputados de la asamblea, decidieron eliminar los privilegios de la nobleza, se les


obligó a pagar impuestos y se eliminó el diezmo a la Iglesia. Pocos días después la asam-
blea dicta la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, esta proclama se
transformó en la síntesis de las ideas revolucionarias, basadas en tres banderas -ideales o
valores-: igualdad, fraternidad y libertad.

 A los diferentes grupos que habían triunfado en todo este proceso revolucionario y enar-
bolado dichas banderas, les interesaba la libertad para comerciar, la defensa de la propie-
dad privada y la igualdad de los ciudadanos ante la ley.

El 3 de septiembre de 1789, se proclamó la Constitución de carácter moderado, en donde


la alta burguesía había logrado prevalecer sus ideales, de negociar con el antiguo régi-
men, quedando a cargo del poder ejecutivo el rey (Luis XVI), el poder legislativo lo ejerció
una asamblea formada por la burguesía y el poder judicial, se compuso de jueces electos.
Se estableció que sólo podían votar aquellos que pagaban ciertos impuestos, y de esta
manera se pone en evidencia que las banderas de igualdad proclamada por los revolu-
cionarios tenían ciertas limitaciones.

En la Revolución francesa podemos distinguir cuatro etapas.:

1. La Asamblea Constituyente (1789-1791): formada por decisión de los miembros de la


burguesía en el seno de la Asamblea de los Estados Generales convocados por el Rey;
abolió los privilegios, sometió al clero al poder civil y secularizó sus bienes, ordenó la
redacción de la “Declaración de los derechos del hombre”, y estableció el imperio de la
Constitución de 1791.

2. La Asamblea Legislativa (1791-1792): elegida por sufragio censitario y donde se im-


puso la tendencia republicana de los moderados girondinos y los extremistas jacobi-
nos sobre los defensores de la monarquía; creó el ejército nacional para defender el
proceso revolucionario contra los demás monarcas europeos, ya que los nobles que
habían emigrado trataban de conseguir la ayuda de Prusia y Austria para restablecer
el “Antiguo Régimen”.

El rey fue privado de sus poderes durante un breve periodo, pero la mayoría moderada
de la Asamblea Constituyente, que temía que se incrementaran los disturbios, resolvió
restituir a Luis XVI con la esperanza de frenar el ascenso del radicalismo y evitar una in-
tervención de las potencias extranjeras.

El 14 de septiembre, el rey juró respetar la Constitución modificada. Dos semanas des-


pués, se disolvió la Asamblea Constituyente para dar paso a las elecciones sancionadas
por la Constitución. Durante este tiempo, Leopoldo II y Federico Guillermo II, rey de Pru-
sia, emitieron el 27 de agosto una declaración conjunta referente a Francia en la que se
amenazaba veladamente con una intervención armada.

Abogacía | Ciencia Política 78


La Asamblea Legislativa, que comenzó sus sesiones el 1 de octubre de 1791, estaba for-
mada por 750 miembros que no tenían experiencia alguna en la vida política, debido a
que los propios integrantes de la Asamblea Constituyente habían votado en contra de su
elegibilidad como diputados de la nueva cámara. Ésta se hallaba dividida en facciones
divergentes.

3. La Convención (1792-1795): que reclamó la República, dio muerte al monarca e impu-


so un régimen de terror. La Convención pretendió borrar todo vestigio del pasado más,
la posición extremista de Robespierre unió a todas las fuerzas contra él y se le ajustició,
junto a sus colaboradores que habían llevado la violencia al paroxismo mediante la
implantación de ese régimen de terror.

4. El Directorio (1795-99): que fue un gobierno moderado y que, ante el peligro de un


retorno de la reacción o de un rebrote del terror, acabó por ceder el poder a un joven ge-
neral que se había distinguido por sus victorias contra los austríacos en Italia: Napoleón
Bonaparte. El Directorio dio lugar al Consulado a cargo de Napoleón en lo que se conoce
como el golpe de Estado de noviembre de 1799 conocido como el 18 Brumario, segundo
mes del calendario republicano y segundo mes también de la estación otoñal. La nueva
Constitución estatuye el Consulado formado por tres integrantes: Napoleón Bonaparte,
Sieyés y Duco, aunque los dos últimos fueron reemplazados en diciembre de 1799.   

Obra de Bonaparte

Este general dirigió y condujo la política francesa durante quince años. Las campañas milita-
res de sus ejércitos difundieron los principios de la Revolución por todo el continente europeo.

Gracias al prestigio que le dieron sus campañas de Italia y de Egipto, pudo dar un exitoso gol-
pe de Estado que le permitió derrocar al Directorio y crear el Consulado, en el cual asumió el
cargo de Primer Cónsul. Tres años más tarde, se declaró cónsul único y vitalicio, y un decreto
senatorial de 1804, ratificado por un plebiscito, lo proclamó “Emperador de los franceses”.

Consecuencias de la Revolución Francesa:

›› Se destruyó el sistema Monárquico Absolutista con resabios feudales.

›› Surgió la creación de una República de corte liberal

›› Se creó y difundió la declaración de los Derechos del hombre y los Ciudadanos

›› La burguesía amplió cada vez más su influencia en Europa

›› Los derechos y privilegios de los señores feudales fueron anulados

›› Comenzaron a surgir ideas de independencia en las colonias americanas

›› Se fomentaron los movimientos nacionalistas

›› La aparición de la sociedad civil.

Abogacía | Ciencia Política 79


Sobre el concepto de sociedad civil

La primera y más importante dificultad a la que nos enfrentamos en el estudio de la so-


ciedad civil, es precisamente, su conceptualización. La idea de sociedad civil está íntima-
mente vinculada a un proceso de definición político histórico y de tensión con el estado;
resultando su vinculación una de las cuestiones de mayor análisis en la ciencia política.

Así, el debate no sólo se centra en torno a cuál de los dos conceptos resulta más antiguo,
si la sociedad o el estado, sino a la conflictiva articulación entre ambos a lo largo de la
historia y a la luz de los diferentes teóricos de la materia.

La tesis de tradición alemana, cuyo mayor exponente es el propio Hermann Heller, sos-
tiene la separación entre las esferas de estado y sociedad, resultando ámbitos diferentes,
cuya demarcación aparece con la disolución del sistema estamental del medioevo, y en
cuyo reemplazo la forma económica capitalista permitió la gestación de una sociedad
clasista fundada en la libertad e igualdad de sus miembros sin injerencia del estado.

 Pese a que otros autores, tal como señalaremos, sostienen una mayor proximidad y vín-
culo entre estas esferas; anclamos nuestro estudio a la corriente alemana que propugna
una escisión entre estado y sociedad.

De esta manera, preliminarmente diremos que la sociedad civil es el espacio de libre in-
terrelacionamiento de las personas no subordinadas al Estado. Así, un concepto genérico
de sociedad está configurado por el género humano entendido como el contenido abs-
tracto de todas las formas de la convivencia humana; es decir que por sociedad se enten-
dería la unión entre los hombres, en general por fuera del Estado.

Sin embargo, a poco de ingresar en el análisis de dicho concepto, es posible observar la


unidad indisoluble que existe entre este concepto y la idea de un espacio de interrelacio-
namiento humano y social sin los ligámenes coactivos de imposición estatal; esto es, un
ámbito de libre disposición de las fuerzas sociales.

Así, en sus orígenes, la sociedad civil estuvo vinculada al producto de las luchas contra
el absolutismo teocrático, es decir, la ruptura de la persona contra la iglesia y el reclamo
por un espacio de autodeterminación individual entre pares, que a partir de la revolución
francesa, devendría en un ámbito de relacionamiento entre iguales a partir de la satisfac-
ción de sus propios intereses; al Estado le correspondía sólo garantizar dichos presupues-
tos mínimos: la libertad y la igualdad.

Esto conduce, indefectiblemente, a la conceptualización de la sociedad civil, según su


idea económica, es la sociedad pura de relaciones de mercado entre sujetos económi-
cos iguales y libres: la sociedad viene a ser algo así como el sedimento que se produce al
realizarse todos los contratos particulares. La única norma que se reconoce es el interés
individual egoísta, la única ordenación la del mercado, que surge del libre juego conjunto
de los intereses particulares.

Es sobre esta idea que el propio Heller va a construir su posicionamiento teórico, manifestado
en su obra La Teoría del Estado (FCE, hay varias ediciones) que la caracterización de la socie-

Abogacía | Ciencia Política 80


dad civil está dada por la descripción de las vertientes en pugna: el liberalismo burgués y la
crítica marxista que intentan definir desde su posición la verdadera idea de la sociedad civil.

Para el primero de estos, los hombres que conforman la sociedad son sujetos libres e
iguales, de lo que deriva su igualdad económica para autodeterminarse y autorregularse
en el proceso de relacionamiento con sus pares.

Así, la economía capitalista asume un auto equilibrio dado por el libre juego de estos ac-
tores dotados de iguales condiciones para la competencia, donde el Estado constituye un
simple observador garante de dichas condiciones mínimas que habilitan la competencia
libre e igual para los iguales.

Sin embargo, la posición crítico marxista hábilmente develará esta ficción formal de auto
equilibrio regulado por fuerzas naturales: la sociedad civil real es una sociedad de clases,
cuya unión se mantiene mediante el predominio de una de ellas para cuya subsistencia
es, sin duda, necesario el mantenimiento de la ideología de la libertad y de la igualdad.

De esta manera, se incorpora al debate la idea de que el concepto de sociedad civil se


vincula íntimamente con el conflicto, la dominación y la opresión, corriendo el velo de la
ficción del libre juego entre iguales que hábilmente había propagado y difundido como
cierto y científico el liberalismo, apoyado en la construcción aportada por los padres de la
Escuela Clásica de la Economía (Adam Smith, David Ricardo entre otros).

En consecuencia, debido a la débil intervención del Estado que garantiza el libre juego,
la posición crítico-marxista imputa responsabilidad en el mantenimiento de la desigual-
dad, resultado así que su inactividad constituye en realidad, omisión en favor de los po-
derosos fomentando el dominio clasista.

De todo ello se colige que la sociedad civil carece de una conceptualización unívoca y for-
malmente definitoria. Por el contrario, la sociedad civil constituye una materia de debate
entre 2 extremos: las posiciones liberales burguesas y las críticas marxistas que fundan
sus diferencias en cuanto a la posición de cercanía o independencia del estado para con
dicho espacio de interrelacionamiento social.

Así, mientras que las posiciones liberales burguesas sostienen un proceso de autorregula-
ción entre pares y la necesidad de un estado mínimo gendarme y simplemente observador
del libre juego; los críticos marxistas sostienen una crítica encarnizada en contra de dicha
omisión, siendo la no intervención del estado, intervención en favor de unos sobre otros.

Por ello, la conceptualización de la sociedad civil responde no solo a un posicionamiento


ideológico sino a un proceso histórico político de fricción entre dicho espacio de interac-
ción social y el estado como instrumento de regulación.

La sociedad civil analizada por Heller se corresponde con la concepción propia del pen-
samiento socialista reformista predominante en la socialdemocracia alemana hace un
siglo en los años 30, apoyada en un marco teórico marxista pero rechazando el determi-
nismo económico propio de esa postura.

Abogacía | Ciencia Política 81


Si se pretendiera aplicar las categorías hellerianas a la sociedad civil en la actualidad,
continúa teniendo plausibilidad explicativa, ya que presenta a la misma como un fenó-
meno histórico-social, contingente al que lo caracteriza la opresión, el conflicto de inte-
reses sectoriales o de clase. 

También se debe remarcar que luego del momento en que escribe el autor, se produce
desde mediados de los 40 y hasta mediados de los 70 -del siglo XX-, el ascenso y caída del
Énfasis Estado de bienestar, modelo implícitamente formulado en su Teoría del Estado y de tra-
tamiento más explícito en sus otros escritos políticos. En esas décadas se transformaron
de manera radical las relaciones Estado-sociedad civil modificando en parte la descripta
en su Teoría del Estado. Estas cuestiones serán desarrolladas más adelante, sólo basta
completar que, en las últimas cinco décadas, la globalización y el neoliberalismo volve-
rán a restaurar en gran parte una situación con características similares a la que Heller
describe y analiza en su época, pero como se verá finalizando el módulo 4, con algunas
modificaciones e ingredientes propios de nuestra era.

V. Reflexiones teóricas sobre el Estado: algunas nociones comparativas

Esta instancia final de la unidad II está reservada para una reflexión sobre los conteni-
dos hasta aquí estudiados. En tal sentido, de las lecturas sugeridas para cada tema habrá
notado que se ha seguido la perspectiva teórica de Hermann Heller, académico alemán
cuya obra constituye una referencia ineludible sobre la teoría del estado, de actual vigen-
cia pese a haber sido publicada (de forma póstuma) en la década de 1930.

Los valiosos aportes de esta obra, sin embargo, reflejan un análisis descriptivo sobre el fe-
nómeno estatal: desde su aparición finalizando la edad media, hasta su desarrollo como
monarquía absoluta; íntimamente ligado a los países de Europa central, más precisamente
Inglaterra, Italia, Francia, España, Portugal, Alemania y otros colindantes geográficamente.

No obstante, pese a su rigor, debe dejarse a salvo que el fenómeno estatal en cuanto a su
aparición, desarrollo y consolidación, no admite una explicación monocausal o unívoca.

Muy por el contrario, el Estado como institución central de la modernidad y con epicentro en
los países occidentales, y conformado como una unidad legítima de dominación territorial
soberana caracterizada por la permanencia, la estaticidad, y la unidad; no resulta el único mo-
delo o forma de dominación territorial existente en dicho periodo sobre el resto del mundo.

Así las cosas, no es posible identificar la aparición de todos los estados del mundo bajo
las mismas condiciones, en la misma instancia temporal y a través del mismo proceso de
concentración de instrumentos de poder tal como aconteció en la modernidad europea
bajo la forma de absolutismo monárquico.

Para ello, es necesario señalar un doble marco de análisis para la reflexión alternativa del
estado:

1. El primero está dado por la significación o conceptualización misma del Estado,


esto es, su sentido. Así, la conceptualización del fenómeno estatal estará vinculada a
la percepción de cada autor y los elementos que considere centrales para su estudio.

Abogacía | Ciencia Política 82


De esta manera, y al sólo efecto ejemplificativo, el desarrollo teórico de Weber estará li-
gado al poder de dominación y la coerción que el estado como estructura de poder ejerce,
centra su análisis en el monopolio de la fuerza física (violencia legítima) y cómo ello se
organiza institucionalmente. Por el contrario, autores como Kelsen, con un análisis ligado
únicamente al derecho y el orden jurídico positivo que representa el estado; Marx desde
una posición crítica sustentada en el Estado como instrumento de opresión y dominación
clasista; y otros como Hegel, Carre de Malberg, etc., quienes analizarán diferentes com-
ponentes de la estructura a partir de diferentes elementos caracterizantes.  Hay aportes
más cercanos a la actualidad y enrolado en lo que se podría caracterizar como post mar-
xismo, Althusser con su concepción de los Aparatos ideológicos del Estado o más actual
aún Bob Jessop con su obra El Estado, pasado, presente, futuro. Ed Prometeo 2019.

También se puede mencionar al teórico y cientista argentino Guillermo O´Donnell con


numerosísimas obras pero en el tema que nos atañe se pueden citar El Estado Burocráti-
co Autoritario de 1982 y los Apuntes sobre una Teoría del Estado, hay distintas versiones,
puede citarse la de CEDES-CLACSO vol 9 (1977). El autor maneja la idea del Estado como
relación social.  Como una relación de fuerzas atravesadas por contradicciones y luchas
sociales, por lo tanto es inherentemente contradictorio. El Estado es lo específicamente
político de la dominación, para O’Donnell lo político es igual a lo estatal. Sostiene que el
Estado no es capitalista en sí, lo es en tanto garante coactivo y co-constitutivo de las rela-
ciones sociales de producción capitalista.

2. En cuanto a su origen y aparición. Esto sin duda, es el eje central del proceso de re-
flexión que le proponemos, con la vocación de identificar otras posiciones teóricas so-
bre el nacimiento y formación del Estado en escenarios completamente diferentes a
los planteados en la obra de Heller, esto es, Europa central.

Así, se plantean posiciones alternativas a marcos teóricos eurocéntricos sobre el Estado,


proponiendo perspectivas diferentes a los tradicionales paradigmas de análisis sobre el
fenómeno estatal.

Entre ellos, vale destacar el estudio sobre el estado en Latinoamérica, sujeto a procesos
de diferentes ámbitos ligados a la colonización y la conquista europea por sobre territo-
rios indígenas.

De esta manera, en el continente americano (y posiblemente susceptible de ser extendi-


do a otros continentes sujetos a procesos de colonización similares al nuestro), la colo-
nialidad del poder es también un proceso de formación del estado y la cuestión nacional.
Así, los estados nacionales americanos fueron construidos insertos en un colonialismo
que logró la sobreexposición de una sociedad sobre otras bajo relaciones de dominación
y explotación instauradas por la violencia, introduciendo además penetración y transfor-
mación parcial de las ciudades conquistadas.

Esto, tal como fue mencionado puede ser proyectado por sobre un sinnúmero de espa-
cios sociales donde la colonización y la conquista fueron los instrumentos para la adop-
ción forzada de modelos estatales europeos, sin haber tránsito, tal como hemos estudia-
do, por la acumulación de condiciones históricas post medievales que permitieron por sí
misma la conformación del estado moderno a través de una voluntad y una conciencia
política propia que condiciona su autodeterminación.

Abogacía | Ciencia Política 83


Este acápite final pretende generar en los alumnos una visión reflexiva crítica sobre los
conocimientos hasta aquí adquiridos en la materia, permitiéndoles una comprensión in-
tegral del fenómeno estatal más próximo a su realidad.

Lo invitamos a trabajar en la Actividad 2 sobre una nota periodística, la vinculación entre


Actividad territorio, Estado y globalización.

III: Teoría Del Estado (Continuación)

Para complementar el estudio de los puntos I y II, se sugiere consultar el material obliga-
torio: Bonetto de Scandogliero, María Susana (y otros): “Notas sobre Teoría del Estado”. 2
Lectura ed. Córdoba: Ed. Advocatus, 2014: Las condiciones naturales y culturales para la forma-
obligatoria ción del estado: territorio, pueblo y el derecho, Fin y justificación.

I. Elementos del Estado: Territorio, población, poder. El Derecho. Concepto de Sobe-


ranía. Distinción entre Estado y Gobierno

La caracterización de los elementos del estado constituye una de las cuestiones centrales
en la teoría del estado, máxime aún por la disparidad de criterios clasificatorios existen-
tes entre los autores, y la incorrecta interpretación que se han hecho sobre estos. De tal
manera, es preciso efectuar una aclaración preliminar sobre el significado de “elemen-
tos”, denominación comúnmente dada a los componentes constitutivos de esta estructu-
ra, generalmente reducidos al territorio, la población y el poder.

Sin embargo, tal denominación de “elementos” constituye un término ausente en la teo-


ría del estado de Hermann Heller, cuya obra los identifica como condiciones de la unidad
estatal. Así las cosas, la obra del autor alemán ofrece una mirada teórica diferente, descri-
biendo las condiciones que permiten la unidad del estado. Heller aborda en su Teoría del
Estado las condiciones naturales y culturales de la unidad estatal, en cuyo listado se incorpo-
ra al territorio, el pueblo, el derecho, la división económica en clases y la opinión pública.

Al decir del propio autor, hemos de ver, seguidamente, hasta qué punto resultan insufi-
cientes los intentos de hacer derivar al Estado de sus condiciones geográficas, o de con-
siderarlo como expresión de la raza, del espíritu del pueblo o de la nación, o de ser con-
cebido como mera función de la sociedad económica dividida en clases, de la opinión
pública, del derecho o de cualquier idea. Todas estas conexiones son, en cuanto condi-
ciones naturales y culturales, de la mayor importancia para el nacimiento y permanencia
de la unidad estatal. Pero la unidad estatal, en su legalidad propia, es más que una mera
función de una e incluso de todas estas condiciones, y algo distinto de ella.

 De esta manera, resulta un error disgregar dichas condiciones en elementos, creyendo
que su sola acumulación o sumatoria conforman la estructura estatal. Contrariamente a
ello, la vigencia del estado como unidad de poder que reclama para sí la dominación so-
berana está condicionada por diferentes cuestiones, que nosotros, al solo efecto analítico
denominados vulgarmente como en general se las identifica como elementos.

1. El territorio es el espacio o porción geográfica en la que se realiza la actividad esta-

Abogacía | Ciencia Política 84


tal, determinante para la acción del Estado en el espacio y el ámbito de vigencia de
aplicación de su poder soberano.

De ello se ha desprendido la íntima relación entre territorio, geografía y política, imputan-


do algunas perspectivas teóricas (hoy ya superadas) una vinculación directa entre la forma
de gobierno y la disposición geográfica del territorio como condicionante político estatal.

Así, como preocupación fundamental, durante muchos años la delimitación de las fronte-
ras (identificadas como accidentes naturales de la geografía, un río, una cadena de mon-
tañas) fueron tenidas como condicionantes para el desarrollo del estado y su unidad, aso-
ciando formas de gobierno y proyecciones estatales a su ordenamiento geográfico natural.

Hoy la geopolítica asigna una importancia menor, esto es, no condicionante a la disposición
geográfica de un estado, resultado de ello que el territorio está determinado por la efectua-
da humana, es decir, el provecho que de ella realiza la actividad humana y no al revés.

El territorio es el asiento físico de las relaciones de poder del Estado, el ámbito espacial
dentro del cual el Estado tiene su jurisdicción; sin embargo, la tierra en sí misma no es
nunca un “factor” político determinante, sino una condición de la actividad política de la
población, que sigue sus leyes propias y puede influir sobre su territorio, a la vez que, de
acuerdo con sus fines políticos, transformado en gran medida “la situación geográfica
ofrece posibilidades y la situación geopolítica realizaciones de tales posibilidades que se
manifiestan como incrementos o como obstáculos”.

2. El pueblo

Resulta de trascendental importancia diferenciar el pueblo, la población y la nación como


conceptos incorrectamente asociados con carácter de sinónimo, La población constituye
el componente humano que ocupa su territorio, mientras que la idea de pueblo adquiere
connotación en la medida que responde a componentes identitarios que condicionan la
unidad del estado.

El pueblo no es una unidad homogénea, muy por el contrario, resulta un grupo humano
heterogéneo que solo es tenido como unidad ante el derecho.

En la obra de Heller, la Nación implica la conciencia de identidad política sobre dicho


grupo humano, determinante de una conexión de voluntad política entre sus miembros.

El concepto de nación, propio del siglo XVIII posterior a la revolución francesa, determina
un sentido de cohesión de las poblaciones que conduce a la conciencia sobre los carac-
teres objetivos y subjetivos de identidad que los nuclean: la lengua, las creencias, la reli-
gión, costumbres etc.

Sin embargo, el Estado es una forma de organización política cuya base poblacional pue-
de o no constituir una Nación, o varias naciones, o no constituir ninguna y a su vez puede
haber grupos nacionales cuyos habitantes viven bajo la jurisdicción de diversos estados.
No puede aceptarse que el pueblo o la nación sean una unidad en cierto modo natural,
anterior a la del Estado, que viniera a constituir a ésta en virtud de su propia efectividad.

Abogacía | Ciencia Política 85


3. El derecho

El derecho positivo, al cual se refiere la teoría del Estado, no es una ordenación natural,
sino una ordenación social. Entre estas, es necesario distinguir entre aquellas que pre-
sentan un mero carácter de regularidad efectiva, de normalidad, de aquellas otras que
aparecen como exigidas y del tipo normativo.

Esta última se refiere específicamente al derecho positivo como ordenación jurídica cuyo
monopolio de creación y aplicación reclama el estado de manera exclusiva y excluyente.

De esta manera, el derecho positivo se diferencia de las reglas convencionales mediante


la organización de instancias legislativas y judiciales destinadas a la creación del orden
jurídico y la aplicación coactiva que el estado conserva monopolicamente como atributo
soberano; resultando así una definición que lo describe como aquella ordenación nor-
mativa social establecida y garantizada por los órganos del estado.

Las normas jurídicas positivas no se establecen por sí mismas, sino que son queridas, es-
tablecidas ya aseguradas mediante disposiciones reales.

Como sucede con toda realidad social, lo que interesa en la conducta constitutiva del po-
der del Estado que siguen los súbditos, no es sólo su valor de conciencia moral, sino ade-
más su valor de acción política. Evidentemente que la aceptación es tanto mayor y tanto
más reducida la coacción y tanto más fuerte el poder del conjunto, cuanto más firme sea
la creencia en la legitimidad del derecho formador de poder. Pero no se debe olvidar que
también el poder no legitimado puede operar en el sentido de crear derecho, de un lado
porque la legalidad de la conducta no está necesariamente condicionada por la legiti-
midad de la norma jurídica, sino que los hombres obedecen también el derecho injusto
por apatía, temor o interés; y de otro, porque el derecho es la forma en la cual tiene que
manifestarse incluso el poder no legitimado, de modo que, aun cuando sea injusto, ha de
contener ciertos principios de constitución comunes a todo derecho.

4. El poder

La soberanía es un atributo central del estado como unidad de acción y decisión, que re-
presenta su capacidad de dirección e instancia final de decisión, acción y sanción. Así, el
poder soberano no se encuentra subordinado ningún otro; tiene superioridad, siendo, en
su especie, el poder más alto; la soberanía se encuentra relacionada con el imperio de la
ley, ya que una hace posible la existencia de la otra, el orden jurídico impera en función de
la soberanía. La soberanía afirma la individualidad, autodeterminación e independencia
del Estado respecto de los otros Estados particulares la cual se entiende como soberanía
exterior y no tiene sentido de superioridad sino de igualdad.

En la teoría de Heller es necesario distinguir la diferenciación que con tanta claridad ex-
pone sobre el poder,

›› Poder Objetivo Del Estado: soberanía como autoridad suprema de ordenación en lo


interno e interno. Es el estado como un todo.

Abogacía | Ciencia Política 86


›› Poder Subjetivo En El Estado: gobernante. No es soberano quien gobierna sino quien
dota de potestad para hacerlo. En este caso el gobernante simplemente actúa en ejer-
cicio del poder dentro del estado, no siendo el portador del poder objetivo del estado
como una unidad.

›› Poder Subjetivo Sobre El Estado: poder constituyente que realiza la voluntad creadora
del estado.

Así el poder del estado constituye una unidad de acción y decisión que trasciende a sus
miembros y funciona como un todo unitario.

De todo lo que hemos ido exponiendo llegamos a la conclusión de que el Estado no pue-
de ser concebido ni como una función de su territorio, ni como fenómeno de expresión
del pueblo, de la sociedad de clases o de la opinión pública y que no puede ser, en manera
alguna, disuelto en el derecho. Todos esos fenómenos naturales y culturales son condi-
ciones, en parte histórica y en parte universalmente necesaria, del nacimiento y perma-
nencia de la unidad estatal. Pero ni en conjunto ni, mucho menos, aisladas, pueden tales
condiciones revelarnos la ley sustantiva del Estado. 

Respecto a los condicionamientos relacionados con la sociedad económica dividida en


clases y de la opinión pública, son aspectos que han sido tratados -por ejemplo, en Socie-
dad Civil- y lo serán en otras partes del programa. Opinión Pública es parte de las fuerzas
políticas que se estudian en la última unidad del programa-.

A continuación, lo invitamos a resolver la Actividad 3, en la cual se trabajará el Estado y


Actividad sus modelos históricos y políticos en Europa y Latinoamérica

II. Fin y justificación del Estado

En el proceso de estudio sobre la esencia y realidad del estado, transitamos ahora sobre la
cuestión del ¿para qué? y ¿por qué? de esta estructura de poder soberana, preguntas que
nos conducirán hacia el fin y la justificación del estado, respectivamente.

De esta manera introduciremos la cuestión relativa al fin del estado como lo esencial
(perteneciente a la órbita del ser), y que hace a la existencia misma del estado; mientras
que lo relativo a su justificación nos conducirá hacia la problemática del deber ser.

El Estado: su fin (La función social)

Esto refiere a la vinculación del estado con su existencia histórica y la función social ten-
diente a asegurar la convivencia y cooperación colectiva unitaria entre los hombres sobre
un territorio. Así, su abordaje pretende vincular su finalidad con la función política que
este lleva adelante.

Para ello, primero es necesario expresar que el estado no constituye un fin en sí mismo, ni
su estudio refiere a los fines subjetivos o particulares de quienes lo integran o formaron
parte de su pacto creacional, diferenciándose así de aquellas perspectivas teóricas que
vinculan el estudio de sus fines a las ideologías de los grupos humanos que lo habitan.

Abogacía | Ciencia Política 87


Así, el estudio de los fines del estado supone indagar sobre el sentido del estado a través
de su función social objetiva y política. Una vez constituido, el estado adquiere autono-
mía con respecto a sus integrantes, existe en sus propios efectos trascendiendo a la vo-
luntad de sus miembros y goza de fines propios: la función social, Esta función social es
aquella que pretende organizar a sus miembros (seres de voluntad) en un territorio de
manera autónoma y soberana, esto es, organizar la oposición de intereses sobre la base
de una voluntad común; o al decir del propio Heller: activar autónomamente la coopera-
ción social territorial.

De esta manera, el propio autor refiere a la función social del Estado como “la función que
consiste pues, en la organización y activación autónomas de la cooperación social terri-
torial, fundada en la necesidad histórica de un status vivendi común que armonice todas
las oposiciones de intereses dentro de una zona geográfica, la cual, en tanto no exista
un estado mundial, aparece delimitada por otros grupos territoriales de dominación de
naturaleza semejante”.

El Estado implica el asentamiento, en un determinado lugar geográfico de una población


con intereses contrapuestos e interdependientes, con un alto grado de división del trabajo
social lo cual produce conflictos, entonces es necesario que estos hombres aspiren a un tipo
de organización autónoma que pueda concretar la armonización de esos intereses es decir,
que la finalidad del Estado es asegurar la conexión de esa organización que es la que posibi-
lita la convivencia política de intereses contrapuestos en un marco territorial determinado.

Heller en definitiva, llega a la explicación del fin del Estado, por la función del Estado, y
así dirá: “la función del Estado, es la función política que la domina como función de coo-
peración social territorial, o sea, que el Estado como organización está al servicio de esa
función de cooperación social territorial, que es lo que hace que el Estado permanezca
como tal; si eso no se da, el Estado ya no existe, se destruye. La finalidad en definitiva es
asegurar la paz y la armonización de intereses.

Así, la función política es aquella que dentro del Estado tiende a dirigir, conducir u orde-
nar, y no aquella que ejecuta o cumple subordinadamente funciones asignadas.

Así, será depositario político únicamente quien puede llevar adelante actividades de
cambio dentro del estado sobre la base de decisiones autónomas. Aquellos órganos que
pueden llevar adelante funciones de cambio en la organización y distribución de su pro-
pia fuerza son órganos políticos.

De manera contraria, aquellos órganos que se encuentran subordinados conforme nor-


mas y mandatos pre establecidos no llevan adelante una función política.

Así, en un estado de derecho con división de funciones, se infiere que el poder legisla-
tivo y el poder ejecutivo (como planificador de políticas y no como administrador), son
los encargados de llevar adelante una función política; mientras que el órgano judicial y
el poder ejecutivo (en cuanto como órgano que administra y no que planifica) no llevan
adelante función política.

Abogacía | Ciencia Política 88


Sin embargo, tal diferenciación es posible en periodos de regularidad y normal desempe-
ño de la función estatal; mientras que en situaciones excepcionales como guerra, todas
las funciones del estado resultan modificadoras, esto es, funciones políticas.

Así, la calidad de político de un poder social no es algo establecido definitivamente, de


una vez para siempre, sino que depende de las circunstancias sociales, especialmente de
la mayor o menor homogeneidad social y política del pueblo del Estado, así como de la
forma concreta de Estado.

El Estado: su justificación

La cuestión de la justificación del estado, en cambio, transita hacia la indagación sobre el


deber ser, esto es, su existencia.

De tal manera, el estado sólo puede justificarse en la medida que asegure un derecho
justo, dotado de una valoración sobre su legitimidad y que permita una aceptación o
creencia sobre su utilidad por parte de la comunidad a partir de juicios valorativos de su
propia conciencia moral.

Así, el resultado justifica su existencia en cuanto representa la organización necesaria


para asegurar un derecho justo. Esto, refiere a la legitimidad del estado o su propia justi-
ficación; cuestión que debe ser distinguida de la justificación de la autoridad del estado.

Esto último, hace referencia a quienes en un momento dado llevan adelante el ejercicio
del poder en el estado; esta autoridad será legítima en la medida que pueda asegurar o
garantizar aquel derecho justo que justifica al estado mismo.

En cuanto se pierde la creencia sobre la legitimidad de la existencia del Estado, este ha


llegado a su fin. Tal como dice el propio Heller, todo poder estatal aspira a ser poder ju-
rídico, esto es, valer como autoridad legítima que obliga moralmente a la voluntad. La
legitimidad moral de su pretensión de máximo sacrificio y poder coactivo no puede ser
fundamentada con la mera remisión al carácter necesario de su función social, o sea, la
organización y actuación de la cooperación social-territorial, sino en la legitimidad sobre
la justicia que persigue y recepta en su derecho. Sin embargo, el análisis de la justificación
se completa con una cuestión de mayor complejidad, la del proceso de valoración de di-
cha legitimidad por parte de la conciencia moral individual de cada miembro del estado.

Esto se da a través de un análisis en la cual se analiza la recepción de los principios éticos


supra positivos de validez universal por parte del propio derecho; así, el precepto jurídico
(la norma) recibe toda su fuerza moral obligatoria exclusivamente del principio ético del
derecho superior.

Este principio del derecho, sin embargo, se distingue del precepto jurídico por su carencia
de seguridad jurídica o certeza jurídica, que consiste, de una parte, en la certidumbre de
su sentido, en la determinación del contenido de la norma y, de otra parte, en la certeza
de su ejecución. Así un principio sólo goza de certeza de sentido, mientras que un precep-
to contiene una certeza de sentido y también de ejecución que hacen posible su aplica-
ción. Los primeros constituyen directrices generales universalmente válidas que deben

Abogacía | Ciencia Política 89


informar al derecho positivo, y en la medida que esto suceda, el derecho será justo y el
estado estará justificado.

En resumidas cuentas, los principios carecen de las condiciones efectivas para su apli-
cación, sólo proporcionan directrices generales y no señalan una decisión concreta para
Énfasis el caso; función que los preceptos deben traducir al tener tanto una certeza de sentido
como de ejecución.

Los principios éticos del derecho no sancionan de modo inmediato más que las normas
de conducta y no las normas de competencia. Las ideologías legitimadoras socialmen-
te válidas en una comunidad jurídica son las que deciden qué autoridad está llamada a
establecer, aplicar y ejecutar los preceptos jurídicos positivos; esto es, la justificación de
la autoridad que señalamos anteriormente. Esta autoridad será quien lleve adelante el
aseguramiento del derecho.

III. El Estado de Derecho: origen y evolución. Crisis del estado absoluto. Estado de
Derecho liberal. Origen, evolución y crisis. Análisis a partir de la relación Estado‐
Economía y Sociedad

Para complementar el estudio de este punto, se sugiere consultar el material obligatorio:


Bonetto de Scandogliero, María S. y Piñero, María Teresa. “El estado y sus modelos his-
Lectura tórico-políticos en Europa y Latinoamérica”: El estado de derecho liberal, El estado de
obligatoria derecho social

El proceso evolutivo de las formas estatales nos conduce desde una manifestación inicial
durante la modernidad a través del estado monárquico absolutista, hacia un estado de
derecho cuya primera forma está vinculada al liberalismo del siglo XVIII y que luego mu-
tará hacia formas de estado de derecho social/bienestar durante el siglo XIX.

Este marco de reconfiguración de la estructura estatal, desde formas monárquicas abso-


lutistas hasta modelos donde el derecho resulta el eje central del límite al poder estatal
permiten un tránsito de formas estaduales ligadas al gobierno de hombres hacia formas
estatales sometidas al gobierno de las leyes. Así, el estado de derecho representa el so-
metimiento de la estructura estatal al derecho, a la regulación y el control de la ley, en
contraposición a la idea de un estado absoluto ligado a la voluntad personal del monarca.

De esta manera, el estado de derecho constituye el resultado de un proceso de mutación


en la cual la ley constituye un límite hacia el dominio subjetivo del monarca.

La ilustración y el liberalismo son las herramientas de erosión del estado absoluto a fines
de la modernidad, consolidado con la revolución francesa que cristaliza en la declaración
de los derechos del hombre y del ciudadano la garantía de los derechos individuales y la
limitación del poder del monarca, trayendo así, la primera forma de aparición del estado
de derecho liberal.

De tal manera, entre los siglos XVIII y XX, se manifestaron diferentes modulaciones de
estado, evolucionando desde formas de derecho liberal hacia formas de estado de bien-
estar o sociales.

Abogacía | Ciencia Política 90


No obstante, a continuación, se exponen a modo de guía, las características más impor-
tantes de cada modelo estadual:

I. Estado Liberal de Derecho

Nace con las primeras constituciones del siglo XIX, impulsado por:

›› El racionalismo de la ilustración.
›› El liberalismo político.
›› El liberalismo económico.
›› El triunfo de la burguesía.

Etapas: Siglos XIX-XX (según Sartori)

›› Estado liberal: Estado constitucional que aprisiona el poder absoluto.


›› Estado liberal-democrático: que es primero liberal y luego democrático.
›› Estado democrático liberal: el poder popular prevalece sobre el poder limitado.

Supuestos políticos

›› Derechos del Hombre: Iusnaturalismo racionalista.

Contractualismo social.

›› Sociedad

Cuerpo artificial creado por los sujetos para la satisfacción de sus intereses, y esto en el
marco de una ley natural, que establece derechos fundamentales, de los cuales el indivi-
duo sólo puede desprenderse respetando los límites de una renuncia acordada con to-
dos, con los que se asegura una convivencia ordenada y libre.

En un comienzo la sociedad civil era la burguesía y sólo ella.

›› Medios institucionales

La separación de poderes debe entenderse como la garantía adecuada para instrumentar


el imperio de la ley y la libertad.

›› Ley

Concepción: normativa general y abstracta, válida para un grupo indeterminado de casos


y por tiempo indefinido.

Significado: manifestación de la voluntad popular expresada por los representantes del


pueblo.

›› Valores Seguridad jurídica.

Abogacía | Ciencia Política 91


Igualdad de los hombres frente a la ley. Libertad.

Propiedad privada.

Participación de los ciudadanos en la formación de la voluntad estatal.

›› Economía

Era vista como parte integrante del todo social, las relaciones económicas estaban liga-
das al orden político y los valores políticos.

El incentivo fundamental de la actividad económica es el interés individual.

›› Características del Estado No interventor.

Gendarme. Mínimo.

Poderes limitados.

Estado social de derecho o estado de bienestar

El modelo de estado de derecho liberal trajo aparejado múltiples conflictos sociales mani-
festados por la inequidad provocada, sosteniendo la crítica central que la no intervención
del estado representaba en realidad un intervencionismo ficto en favor de algunos pocos. 

A la idea de autorregulación liberal se opone la marcada desigualdad y un desequilibrio


natural entre actores sociales profundizada y evidenciada a partir de las grandes crisis
Énfasis sociales europeas y norteamericanas: las revoluciones industriales, protestas de traba-
jadores organizados, movimientos obreros, etc. Que logran visibilizar los déficits de un
modelo de estado poco preocupado por el contenido de los derechos y su ejercicio.

De tal manera, el modelo de estado surgido como consecuencia de la crisis del estado
liberal resulta una reacción que propone cambios estructurales en la organización y fines
del estado como estructura de poder; preocupado por el diseño de políticas públicas de
impronta social.

Gestado inicialmente a fines del siglo XIX, se consolida a inicios de 1900, una segunda
oleada de afirmación en el período de entreguerras en los países nórdicos y se expande a
fines de la segunda guerra mundial procurando un intervencionismo estatal regulatorio
de la economía y sus efectos sociales, conllevando a una extensión de derechos y dotando
de contenido a la idea de libertad e igualdad que el liberalismo burgués promovía como
presupuestos del estado de derecho. 

›› Delimitación histórica

Comienza a gestarse en la década de 1920-30 y se expande después de la segunda guerra


mundial.

Abogacía | Ciencia Política 92


›› Procesos que llevan a la caída del E. Liberal y al surgimiento del E. Social:

– Sufragio Universal.
– Primera Guerra Mundial (1914 – 1918).
– Crisis económica de 1929.
– Presión del movimiento obrero.
– Segunda Guerra Mundial (1939 – 1945).

›› Comienza a generalizarse la convicción de que aquel Estado no intervencionista era el cul-


pable de los males que se producían en la sociedad.

›› El Estado Social de derecho tuvo una vigencia de casi 30 años, con la vocación de garantizar

– Crecimiento económico.
– Asegura el nivel de vida.
– Asegura el empleo.
– Garantiza los servicios sociales básicos.
– Incentivó el mercado y la producción.
– Fomenta la paz y la estabilidad social.
– Impulsó el acuerdo y el consenso entre las distintas fuerzas políticas.

›› Supuestos político-ideológicos.

Según Cotarelo el origen de la idea del Estado Social se remonta a la revolución de 1848
en la cual se enfrentan el socialismo radical y un socialismo democrático o reformista.

La formulación de la concepción del Estado Social de derecho corresponde a Heller.

Influyeron en su construcción:

– Los postulados sociales, políticos y económicos de los programas socialdemócratas y


laboristas.
– Los postulados provenientes del reformismo social cristiano y de algunas élites conser-
vadoras ilustradas y progresistas.

›› Economía: Teóricos más importantes:

– Report Beveridge
– Keynes.

El Estado social de derecho no niega los valores del Estado Liberal, sino que pretende ha-
cerlos más efectivos dándoles una base y un contenido material.

›› Estructura del Estado social de derecho.

1) Reformulación de la interacción Estado-Sociedad.

Surge la concepción del Estado como regulador decisivo de la sociedad. Estado y socie-
dad no son ya dos sistemas autónomos, sino fuertemente interrelacionados.

Abogacía | Ciencia Política 93


La sociedad que coexiste con este Estado se caracteriza por tener un elevado nivel de ar-
ticulación organizacional (asociaciones, agrupaciones, grupos de presión, gremios, etc.).

2) Aspectos sociales y políticos.

El rasgo más característico del Estado social fue la producción de la integración social,
dentro de las estructuras de una sociedad industrial, conformada por una pluralidad de
grupos e intereses antagónicos, así como la reducción de los conflictos sociales en acuer-
dos sociales.

La sociedad no sólo participa pasivamente como receptora de bienes y servicios, sino que
a través de sus organizaciones toma parte activa en la formación de la voluntad general
del Estado.

›› La reformulación del Estado.

Estado como distribuidor: se produce una más justa distribución de lo producido, llevada
a cabo por una adecuada utilización de la potestad fiscal.

Estado manager: se vincula a la necesidad del poder de disposición que debe tener el Es-
tado para la dirección general del proceso económico a fin de cumplir acabadamente con
su responsabilidad de la distribución del producto social. Esto lo debe realizar dentro del
marco de una economía de mercado que el mismo Estado contribuye a regular estructu-
ral y coyunturalmente.

El escenario de las decisiones relevantes se traslada del parlamento a las instancias gu-
bernamentales y administrativas. Esto es así porque el parlamento no puede responder
con celeridad a los cambios de situación. La mayoría de los proyectos de planificación de
políticas son presentados por el gobierno.

El parlamento asume funciones de control, más que de decisión.

›› Tipos de Estado según Göran Therborn


›› Estados de bienestar intervencionistas fuertes
›› Estados de bienestar compensatorios blandos
›› Estados orientados al pleno empleo
›› Estados orientados al mercado, escasa política de bienestar

›› Presupuestos Jurídicos

A los derechos individuales clásicos el Estado social agrega los derechos económicos y
sociales. Estos constituyen la base legitimadora del Estado de bienestar.

La ley pasa a ser un instrumento para la ejecución de decisiones de distinta especie, por lo
que la legislación aumenta tanto en cantidad como en diversificación.

Formalmente el parlamento sigue siendo supremo, pero en la práctica no lo es. Se presen-


ta un Ejecutivo predominante en todos los aspectos.

Abogacía | Ciencia Política 94


›› Los supuestos económicos

El nuevo auge que tomó el Estado después de la segunda Guerra Mundial, dio lugar a una
expansión estatal sin precedentes en dos órdenes:

›› El de la gestión pública de la economía.

›› El de la redistribución de la renta a través de un plan general y complejo de transferencias


del capital.

Se genera un poderoso sector público, que empieza con el auge de las nacionalizaciones
de posguerra.

El Estado pasa a controlar un gran sector de la economía y se genera una gran masa de
población activa en condición de empleo público.

Aparece como una necesidad la tendencia a la planificación económica estatal.

Se instrumentó un complejo sistema de seguridad social y de subsidios. Se da un creci-


miento constante de la producción vinculado a un crecimiento del consumo.

››  Crisis del Estado de Bienestar

En la década de los 70, el ciclo de prosperidad económica iniciado en los 50 llegó a su fin.
Dos hechos son los desencadenantes de la recesión económica: La decisión de los Esta-
dos Unidos de no mantener la convertibilidad de su moneda en oro, decisión tomada por
la alta cantidad de su  moneda en mano de terceros países. Esta medida provocó conti-
nuas turbulencias económicas que se prolongaron hasta la crisis energética de 1973. En
esta coyuntura los gobiernos tuvieron serias dificultades para seguir implementando sus
políticas económicas fundadas en el modelo keynesiano.  A partir de mediados de los
setenta, el Estado Benefactor comienza a desmoronarse y a ser objeto de duras críticas.

El alza del precio del petróleo generó una fuerte transferencia de los importadores a los
exportadores y produjo un efecto considerable sobre el sistema económico.

Los problemas fiscales se centraron en la existencia de un déficit creciente, unido a una


reacción contra la presión fiscal. Se evidenció la incapacidad del Estado para hacer frente
a los gastos sociales. 

Los problemas económicos se focalizaron en la inflación creciente y en la ausencia de


crecimiento. A la par que aumenta el índice de desocupación y el modelo comienza a de-
mostrar ineficacia para hacer frente al aumento simultáneo de ambos indicadores.

›› Aspectos más relevantes

›› Gasto público: se optó por mantener el nivel de gasto a costa del endeudamiento, pero
cuando el déficit del sector público pasó a ser permanente, el recurso del sector finan-
ciero al endeudamiento se tornó destructivo.

Abogacía | Ciencia Política 95


›› Internacionalización del sistema financiero: los Estados dejan de controlar los intereses
de la deuda.

›› Sector trabajo: se comienza a emplear a extranjeros por menos sueldo y se trasladan las
grandes fábricas a países donde la mano de obra es más barata.

›› Mercado de apertura de capitales: los Estados dejan de tener control sobre el mercado
interno.

Pero la crisis económica no fue la única responsable del cuestionamiento al keynesianis-


mo. El crecimiento constante del gasto público parecía ser un barril sin fondo, no tener
fin y la competencia electoral había minado la base racional sobre la que se asentaba la
teoría de John Marynard Keynes, pilar de la economía del Estado Benefactor. Los gobier-
nos se enfrentaban así a una encrucijada; mantener el gasto público o asumir la impo-
pularidad y el desgaste electoral que representaba la reducción de un gasto público que
beneficiaba a muchos ciudadanos.  

La crisis del llamado pacto keynesiano, las limitaciones del modelo fordista y la presencia cre-
ciente del Estado en todos los ámbitos sociales son los componentes que explican el surgi-
miento de nuevas teorías por parte de corrientes de pensamiento neomarxistas y neoiberales.

Nuevas perspectivas

Frente a los procesos recientemente desarrollados, surgen distintas interpretaciones,


que originan diferentes respuestas a la crisis del Estado benefactor. Ciertamente en las
últimas tres o cuatro décadas la situación planteada abre las puertas al cuestionamien-
to de los modelos vigentes del Estado de Bienestar, desde posiciones muy diversas que
ponen en cuestionamiento las bondades y viabilidad del mismo. En líneas generales se
puede expresar que los cuestionamientos y críticas responden a dos posicionamientos
ideológicos opuestos: el liberalismo y el marxismo.

a) Las propuestas neoliberales - que en realidad tienen más de neoconservadoras-


giran en torno a la idea de hacer retroceder al Estado -rolling back the state- e insis-
ten primordialmente en dos cuestiones:

La crisis de gobernabilidad, originada paradojalmente por un exceso de intervención del Esta-


do en la economía, incluso algunos autores lo remiten al exceso de democracia: las institucio-
nes estatales no pueden asimilar una demanda política ilimitada por parte de la ciudadanía.

b) La sobrecarga del Estado: el sistema de competencia de partidos exige a estos pro-


mesas electorales, en muchos casos contradictorias, para mantener el apoyo elec-
toral de los diversos grupos para llegar al poder. Y una vez en el gobierno no tienen
la suficiente autoridad para imponer la política económica correcta. Los intentos de
lograr el consenso para enfrentar los diversos compromisos importan un aumento
de la democracia, pero el Estado cada vez es menos capaz de ofrecer una política
eficiente y eficaz al comprometerse electoralmente con diversos grupos a sostener
un determinado nivel de gasto público, a la par que la expansión estatal destruye
la iniciativa privada, individual. Esto genera un círculo vicioso cuya corrección,

Abogacía | Ciencia Política 96


según los autores enrolados en esta postura, resulta casi imposible sin una vuelta
al ideario del Estado mínimo. Los líderes que enarbolaron estas tesis allá por los 80,
fueron Ronadl Reagan y Margareth Tatcher y dicho ideario se tornó en un discurso
único que imprimió un modelo y una práctica estatal que se difundió a lo largo
del planeta  a la par que ideologiza el capitalismo post industrial y financiero que
permeó a la globalización como fenómeno social totalizador y que incide como se 
verá más adelante en la reformulación del Estado luego de la crisis del Estado de
Bienestar hasta nuestros días, aunque con algunas disputas en los inicios del siglo
veintiuno con la otra postura ideológica que  pretende imponer un modelo supe-
rador o revivir el Estado de Bienestar aggiornado a las nuevas realidades sociales,
económicas y políticas.

Si bien hemos señalado el momento fundacional y los líderes políticos de este ideario, el
principal movimiento ideológico de oposición se lo denomina “La Nueva Derecha”, para
quienes la democracia social y el modelo benefactor son incompatibles con la ética y la
libertad política y económica. Entre los argumentos en que se basan y que más se han
arraigado en la opinión pública, podemos destacar: 1. La condición antieconómica, 2. La
Improductividad; 3. La ineficacia e ineficiencia: 4. La negación de la iniciativa individual
del Estado benefactor o populista como se lo suele rotular en nuestra región. Y como co-
rolario de todo ello que la elevación y progresividad de los impuestos son confiscatorios y
atentan contra la libertad y la propiedad privada.

Por todo lo expresado es que la propuesta alternativa es el Estado mínimo, como lo llamó
en 1989 Crozier, privatización de los servicios públicos, contención de los sindicatos y re-
ducción de las burocracias.

Desde las corrientes neomarxistas el discurso se articula en torno a dos ideas centrales:

a) La crisis fiscal del Estado, el crecimiento del capitalismo intensifica la tendencia a


la superproducción, y ésta conduce necesariamente a la desocupación y a la crisis.
En su intento de ejercer un papel legitimador del capitalismo -integración social de
los ciudadanos- el Estado intenta disminuir los efectos negativos provocados por
el proceso de acumulación capitalista y es por ello que se ve obligado a aumentar
progresivamente el gasto, especialmente social. La necesidad de realizar un papel
legitimador se traduce en una presión creciente sobre el apartado de gastos de los
presupuestos. Este aumento no va acompañado de un crecimiento en los ingresos,
el déficit aumenta y la dinámica legitimadora desemboca en la crisis. En este sen-
tido acumulación y legitimación terminan siendo dos procesos contradictorios .

b) La crisis de la legitimidad o crisis de la gestión de la legitimidad. Los principales


teóricos que la abordan son Offe y Habermas. Para el primero no existe alternativa
a la crisis de la gestión de la legitimidad. Ni la privatización generalizada ni el con-
trol absoluto del Estado de la economía son posibles. En este sentido, un Estado
gobernado por fuerzas de derecha no puede reducir drásticamente sus gastos sin
tener en cuenta la dura reacción de los sindicatos y trabajadores. Pero tampoco un
gobierno de izquierdas puede intervenir en la planificación económica sin esperar
una respuesta de los empresarios y de los sectores económicos más influyentes. El
Welfare State está profundamente arraigado en las sociedades occidentales y es el

Abogacía | Ciencia Política 97


exponente del orden social de las mismas. La crisis de este orden social es expre-
sión de una disfuncionalidad inherente al propio sistema capitalista.

Desde esta otra postura o perspectiva, lo que se intenta señalar es que lo que hay que
profundizar es la democracia, la inclusión, la distribución apelando a reformular o hu-
manizar las contradicciones propias del sistema de acumulación capitalista, que globa-
lización y  concentración oligopólica mediante, de post industrial se tornó financiero y
en la actualidad, al decir de Nick Srnicek, se presenta como capitalismo de plataformas . 
Y pandemia mediante se ha demostrado que un Estado Presente es indispensable para
las sociedades a lo largo y lo ancho del planeta. Todo lo opuesto al Estado mínimo que
se tornó hegemónico en las dos últimas décadas del siglo pasado y que pervive como
un modelo a implementar por los gobiernos conservadores o la nueva derecha (Juárez
Centeno, 2020, 2021).

Lo invitamos ahora a resolver la Actividad 4, en la cual se diseñaron algunas consignas


Actividad para trabajar los aspectos del Estado.

IV. El Estado y El Escenario Internacional

I. Globalización, mundialización y Estado Nación. El Estado en la era de la globali-


zación: globalizado o postsocial. Crisis de la globalización: Desglobalización. Post
Globalización

Globalización, mundialización y Estado Nación

Desde mediados del siglo XX, comenzó la aceleración de un proceso que se extiende has-
ta la actualidad y que se caracteriza por la existencia de nuevas dinámicas sociales, cul-
turales, económicas y, por supuesto, políticas. Estas dieron cuenta de una nueva realidad
cada vez más compleja en el escenario internacional y que tuvo y tiene por ende grandes
repercusiones sobre el Estado.

Hechos históricos como la caída del Muro de Berlín, la implosión de la Unión Soviética,
el fin de la Guerra Fría y el afianzamiento del fenómeno de la globalización, llevaron a
modificar visiblemente el panorama de la política internacional, a través de una nueva
configuración del poder internacional (a manos de una única potencia que emergió con
todo su potencial, como Estados Unidos) y la consolidación de un modelo económico y
social que se esparció por todo el globo, como el capitalismo y su rostro neoliberal. Todo
esto hizo que se incrementaran las diferencias entre el centro y la periferia global, surgie-
ran nuevos conflictos étnicos, una nueva sociedad de consumo, un nuevo capitalismo fi-
nanciero, nuevas tecnologías, difusión masiva de medios de comunicación y, más recien-
temente, de internet y del poder de las redes sociales, todos hechos que tienen profundas
consecuencias en la vida política, y que han puesto al rol del Estado en jaque.

Estos fenómenos que pueden caracterizarse como transnacionales, es decir, que tienen
repercusión al interior de los Estados y que no pueden controlar, es lo que ha llevado a
autores a hablar de “mundialización”: una categoría amplia que pretende dar cuenta de
la existencia de procesos que trascienden las naciones, las sociedades y las comunida-

Abogacía | Ciencia Política 98


des, interviniendo en múltiples dimensiones políticas, económicas, sociales y culturales
(Ortiz, 2004). Tomemos por caso la forma en que un puñado de inversores en Wall Street
puede poner en crisis la economía de un país africano, o también el modo en que los me-
dios hegemónicos de nuestro país modelan no sólo nuestra opinión pública sino tam-
bién la imagen de Argentina que circula por Europa. Se trata de situaciones ejemplares
que ponen de manifiesto el carácter mundial de los procesos y fenómenos que introduce
un cambio de paradigma en la organización del escenario internacional, logrando con
ello que las teorizaciones clásicas sobre el Estado se pongan en tela de juicio.

En otras palabras, se presentan nuevas situaciones que despiertan una discusión sobre
los límites del rol estatal y las maneras en que los Estados se interrelacionan cuando la
Énfasis geopolítica se haya supeditada al dominio de un solo poder (y, por ende, de un único país)
y cuando otras dimensiones económicas, sociales y culturales parecen ocupar mayor re-
levancia que aquella política.

La mundialización puede pensarse como una respuesta amplia a este complejo interro-
gante, pero se trata, sin embargo, de una categoría que ha tratado de ser definida a la
luz de otras categorizaciones similares. En esta lógica, la globalización es no solo otro
de los nombres con los cuales se reconoce la mundialización, sino también uno de los
conceptos más citados por las publicaciones especializadas en este plano internacional
mundializado, aunque bien ella carezca de una definición precisa. 

Desde que el concepto se instaló, la globalización ha sufrido numerosas interpretaciones,


muchas de las cuales han despertado grandes controversias por su tendencia a simpli-
ficar los fenómenos. En tal sentido, dicha noción parece funcionar como una suerte de
comodín, pues permite abarcar incontables situaciones y hechos tales como mercados
financieros, medios de comunicación, movimientos sociales o sistemas políticos, entre
muchos otros, los cuales comparten en mayor o menor medida ciertos rasgos, pero res-
ponden siempre a dinámicas propias y específicas.

Por la importancia que detenta este concepto y por la crítica que suscita en muchos campos
del saber, este módulo tomará entonces a la globalización como su eje vertebral, en tanto
fenómeno que nos permitirá comprender cómo los Estados se interrelacionan e integran
dando lugar a nuevos lazos, y también la existencia de otros actores internacionales que
le otorgan mayor complejidad a nuestro tiempo actual. En este módulo, nos proponemos,
entonces, definir la globalización y sus efectos sobre el Estado, sus elementos primordiales
y las estrategias que se adquieren para hacerle frente a esta nueva coyuntura.

Pero antes de introducirnos a definir, conceptualizar y caracterizar al fenómeno de la


globalización, debemos dejar precisado una categoría que es más amplia: la de Sistema
Internacional. Si bien es un concepto que atañe a la disciplina de las relaciones interna-
cionales, es útil traerla en este punto porque nos servirá como base para la comprensión
del accionar del Estado en el escenario global actual y para analizar, más adelante, a los
nuevos actores políticos internacionales que le disputan poder a los Estado Nación.

El concepto de Sistema Internacional es una categoría básica en la disciplina de las rela-


ciones internacionales, pero que es útil traerla en nuestra materia para comprender el
porqué de la existencia de un mundo globalizado y en el cual el Estado ha tomado nuevas

Abogacía | Ciencia Política 99


formas de expresión, producto de esos procesos y fenómenos. Como concepto, podemos
decir siguiendo a la autora española Esther Barbé (1995) como una categoría que “está
constituida por un conjunto de actores, cuyas relaciones generan una configuración de
poder (Estructura) dentro del cual se produce una red compleja de interacciones (Proce-
sos) de acuerdo a determinadas reglas”. 

En definitiva, el Sistema Internacional es el escenario general en que ocurren las relacio-


nes internacionales en un momento dado y está constituido por tres elementos clave:

›› los diferentes elementos: actores.

›› la configuración del poder: estructura.

›› la red de interacciones: procesos (dentro de este elemento se encuentra la globaliza-


ción). 

La principal característica es que es un concepto absoluta y esencialmente dinámico y


ello permite ordenarlo en un determinado contexto histórico y de acuerdo a determina-
dos rasgos. Es así que se puede clasificar en los siguientes hitos: 

›› Emergencia del Sistema Internacional, por la Paz de Westfalia (1648).

›› Sistema Internacional post Congreso de Viena (1815-1919)

›› Sistema Internacional de Entreguerras (1919-1939).

›› Sistema Internacional de la Guerra Fría (1945-1991).

›› Sistema Internacional post Guerra Fría (1991 en adelante).

Mucha bibliografía y autores hablan que desde el año 2001 con el ataque a las Torres
Gemelas estaríamos asistiendo a un nuevo período dentro de esta evolución, pero no se
está de todo de acuerdo y son diferentes las opiniones al respecto. 

›› En cuanto a los atributos del Sistema Internacional son los siguientes:

›› Unidades de base territorial, es decir, los Estados.

›› Igualdad: todos los Estados son legalmente iguales, al menos en su reconocimiento


mutuo. No así en cuanto a sus capacidades.

›› Soberanía: derivado de lo anterior, se otorga independencia interna y autonomía


externa. No hay una autoridad que ordene al Estado cómo actuar.

›› Finalmente, Anarquía Estructural, que significa que no existe una autoridad superior
a los Estados, aún con la existencia de organismos internacionales como las Naciones
Unidas porque no tienen la capacidad de ordenar acciones en contra de ellos. 

Abogacía | Ciencia Política 100


El sistema internacional actual es el denominado sistema Westfaliano, basado en la exis-
tencia de los Estados Nacionales y se nombra de esa forma porque nació con los primeros
grandes Estados conquistadores: España, Portugal, Inglaterra, Francia y Holanda. En ese
acuerdo, logrado por la Paz de Westfalia que puso fin a la Guerra de los Treinta Años, se
consagró la inviolabilidad territorial y el principio de igualdad jurídica entre los Estados,
ya que no dependían de ninguna autoridad superior, conformando un régimen de coor-
dinación y  equilibrio de poderes.

Así, el principio de soberanía que significaba aplicar el poder estatal sobre un territorio
determinado, en el ámbito de las relaciones internacionales es aplicarlo como el princi-
pio de la igualdad jurídica entre Estado y que actualmente está receptado en la Carta de
Naciones Unidas en su Art 2.1 y 78 y en la Resolución 2625 de la Asamblea General de las
Naciones Unidas. Pero este principio, está desvirtuado por el derecho de veto que tiene
el Consejo de Seguridad en manos de cinco grandes potencias: Estados Unidos, Rusia,
China, Inglaterra y Francia. 

El principal actor dentro del mismo es el Estado Nación, pero como consecuencia de los
procesos de mundialización, globalización e interdependencia mutua, no es el único,
sino que comparte actualmente poder con otros actores dentro del sistema, como vere-
mos más adelante. Los cambios en ese principio rector soberano se han producido por
la estructura del poder y los procesos dentro del sistema internacional que fueron men-
guando la soberanía estatal, a través, entre otros, por procesos de delegación de poder en
organismos internacionales y de los procesos de integración. 

Según Hoffman (1998) el sistema de Estados soberanos se ha debilitado:

1. Desde abajo por la sobredemanda que enfrenta el Estado en relación a las exigencias


de la sociedad civil.

2. Desde arriba, a través de dos revoluciones: la Globalización e  interdependencia,


que priva a los Estados de su soberanía operacional y la revolución normativa, que
se expresa desde normas y regímenes de Derechos Humanos hasta regímenes
medioambientales, de género y de justicia criminal internacional, entre otros.

Acerca de la globalización

Una vez analizado y abordado el concepto de Sistema Internacional, la globalización se


enmarca en uno de los procesos de los que está compuesto. Así, ahora debemos referir-
nos acerca de la Globalización como concepto. En las últimas décadas, esta noción ha
generado un sinnúmero de debates y descripciones. Por ejemplo, Roberto Russell (1998)
ha señalado que la mejor manera de definirla es interpretándose como un conjunto de
fuerzas homogéneas que contribuyen a la formación de un sistema que unifica el mun-
do, como también a la creación de una sociedad global. Otros autores como Manuel Cas-
tells (2007) han optado por explicar la globalización desde su conformación social y cul-
tural, afrontando este fenómeno desde la idea positiva de una “sociedad red” en donde
la información circula democrática y homogéneamente. Por su parte, referentes como
Martin Albrow (1997) han puntualizado más bien sobre los riesgos (ambientales, econó-
micos y sociales) que acarrea una “globalidad” que incluso ha modificado la forma en que
las personas comprenden su realidad imperante.

Abogacía | Ciencia Política 101


En todos los casos, las reflexiones coinciden en aceptar la globalización como un proceso
político, económico, social y cultural que afecta a la interdependencia entre las naciones
y las comunidades, a través de múltiples procesos que adquieren escala mundial. Tal es
el caso del aumento en la conectividad gracias a los medios de comunicación (pensemos
en la posibilidad de comunicarnos en instantes con alguien que incluso se halla a con-
tinentes de distancia); la reducción de las distancias espaciales (no en un sentido físico,
pero sí simbólica: por ejemplo, un viaje de avión que permite cruzar un océano en horas,
cuando un siglo atrás el trayecto en barco podía demorar meses); o bien de la profusión
de una cultura casi universal (canciones, obras literarias, filmes, estrellas deportivas y
culturales y referentes históricos que son ampliamente reconocidos por todo el planeta,
independientemente de su procedencia).

En consecuencia, esta noción debe pensarse como la ampliación, la profundización y la


aceleración de una interconexión internacional en diferentes dimensiones tanto econó-
Énfasis micas, como políticas, sociales y culturales. Pero, aunque esta idea es compartida por mu-
chos especialistas, los teóricos dedicados al estudio de la globalización presentan grandes
discrepancias a la hora de pensar sus efectos sobre el escenario mundial. Ello remite a
pensar las experiencias que estallan hacia el final del siglo XX y que muestran, de manera
especial, una fuerte tensión entre lo doméstico y lo extranjero, entre lo local y lo interna-
cional, poniendo de manifiesto un nuevo escenario internacional. Como bien menciona-
mos, la pregunta que surgirá, en este contexto, es qué lugar ocupa el Estado como organi-
zación política y territorial en un mundo donde toda frontera parece evaporarse.

En definitiva, como concepto de Globalización tomamos la reflexión del sociólogo Anthony Gid-
dens para quien es “una serie compleja de procesos, y no uno sólo. Operan, además, de manera con-
tradictoria o antitética. La mayoría de la gente cree que la globalización simplemente ‘traspasa’
poder o influencia de las comunidades locales y países a la arena mundial. Y ésta es, desde luego,
una de sus consecuencias. Las naciones pierden algo del poder económico que llegaron a tener. Pero
también tiene el efecto contrario. La globalización no sólo presiona hacia arriba, sino también ha-
cia abajo, creando nuevas presiones para la autonomía local” (2000: 25).

Es decir que, tomando esta noción, debemos tener presente que la globalización entraña
una combinación de energías que implican una supranacionalización, es decir, el desva-
necimiento de las fronteras políticas o incluso físicas entre los países, como también una
vuelta al localismo (en forma de desmembración de Estados, de movimientos secesio-
nistas, de mayores demandas de autonomía política de las regiones, de reivindicaciones
multiculturalistas, etc)

Finalizando, la noción de Globalización debemos tomarla como un proceso que convie-


ne interpretarlo como multicausal, en tanto se expresa en todos los campos de la activi-
dad del ser humano. No obstante, en su nivel más básico, es un proceso económico-tec-
nológico que tiene grandes e indefectibles consecuencias políticas.

En este punto, le invitamos a observar la clase en vivo titulada “Globalización. Parte – A”,
disponible en plataforma MiUBP.
Multimedia

Abogacía | Ciencia Política 102


De modo particular, un conjunto de especialistas se ha dedicado a pensar este interro-
gante, problematizando el alcance de la globalización desde una descripción política e
internacionalista. Se trata de un intenso debate en el que podemos distinguir tres gran-
des escuelas de pensamiento: hiperglobalizadora, escéptica y transformacionalista, mi-
radas que ofrecen su propia descripción y explicación de este fenómeno casi inabarcable. 

Mientras los hiperglobalizadores como Kenichi Ohmae afrontan la globalización como


una nueva era en la cual los pueblos del mundo se hallan cada vez más sujetos a la lógica
del mercado global, los escépticos como Paul Hirst y Grahame Thompson sostendrá que
este fenómeno es, más bien, un mito que oculta una realidad económica internacional,
la cual se encuentra cada vez más segmentada en tres bloques regionales importantes
(Norteamérica, Europa y Asia-Pacífico) y con un fuerte rol de los gobiernos nacionales.

Por su parte, los transformacionalistas como James Roseneau y Anthony Giddens enten-
derán la globalización actual como un hito histórico sin precedentes, pues los Estados y
sus sociedades experimentan, a medida que tratan de adaptarse a un mundo más inter-
conectado, un profundo proceso de cambio, aunque bien dicho proceso pueda ser incierto.

Es interesante señalar que cada una de estas escuelas no responde a una postura ideoló-
gica homogénea. Por ello, en la mirada hirperglobalistas conviven concepciones ortodo-
xas neoliberales junto con aquellas marxistas, mientras que en la escéptica se congregan
descripciones conservadoras que comparten con las posturas radicales concepciones si-
milares acerca de la naturaleza de la globalización. Incluso, entre hiperglobalizadores,
escépticos y transformacionalistas existe una gran diversidad de aproximaciones inte-
lectuales, convicciones normativas y formas de comprender el mundo, y por ello resulta
necesario encontrar un modo de comprender cómo estas escuelas ofrecen ciertas gene-
ralidades y argumentos. Por tal motivo, conviene recuperar las lecturas de la globaliza-
ción que han desarrollado estas escuelas, centrándonos en un aspecto de importancia
para este módulo: las implicaciones de este proceso en el poder del Estado y el gobierno.

Teorías de la globalización: las escuelas dominantes y el rol del Estado

El conjunto de estudiosos que adhieren a la postura hiperglobalista entenderán que el


Estado ya no es una posibilidad viable en un mundo dominado por una economía glo-
bal. Se trata de una postura que le otorga prioridad a la lógica económica principalmente
en su expresión neoliberal, dado que los hiperglobalistas celebran la libre competencia
de mercados que, asimismo, garantizan el crecimiento de la globalización. Por ello, para
esta escuela, lo que podría verse como una desnacionalización de las economías es, más
bien, una economía sin fronteras que colabora con el progreso mundial.

Desde una perspectiva utópica, con el crecimiento y la expansión de la globalización, tar-


de o temprano los Estados serán instituciones prescindibles que se verán suplantados
por formas macroeconómicas de integración. Los teóricos de esta escuela argumentan
esta profecía desde la pérdida de capacidad de control por parte de los gobiernos na-
cionales, quienes recurren cada vez más a formaciones regionales o globales para ges-
tionar sus poblaciones internas. En síntesis, para los hiperglobalistas, el fenómeno de la
globalización es una fase que precede la desaparición de los Estados, dando paso a una
“sociedad global” marcada por una preponderancia de lo económico.

Abogacía | Ciencia Política 103


Pero, mientras los hiperglobalistas afirman que el mundo está alcanzando una economía
de perfecta integración, los escépticos dudan de esta comprensión tan positiva de la glo-
balización para pensar, más bien, que el escenario internacional está viviendo apenas un
aumento en los niveles de internacionalización: ello es, un incremento en las interaccio-
nes entre las economías nacionales, y entre sus flujos de inversión y comercio. En tal sen-
tido, los escépticos también se apoyan en una perspectiva económica, sosteniendo sus
afirmaciones en datos históricos concretos. Según su teorización, lejos de haber perdido
poderío, son los Estados quienes ponen en marcha múltiples procesos de internaciona-
lización, asegurando con ello la liberación económica o bien posicionándose en contra.
Basta solo recordar cómo, en las últimas décadas, han aumentado progresivamente las
formas de “regionalización”, como sucede con la conformación de bloques (como Norte-
américa, Europa y Asia), como también con la expansión de los nacionalismos y de encla-
ves étnicos que muestran una unidad interna, fronteras adentro.

De allí que los escépticos descrean de la globalización y de la posibilidad de un gobierno


global, en tanto estos fenómenos dan cuenta de una contradicción en la idea hipergloba-
lista de una sociedad global, visible incluso en un retorno de prácticas que asumen cierta
forma imperial. En cierto modo, los escépticos ven a la globalización como una fachada
detrás de la cual se esconden los intereses particulares de las naciones individuales que
se enfrentan o se integran al mercado global.

Finalmente, a diferencia de los escépticos y los hiperglobalistas, los transformacionalis-


tas evitan vaticinar los efectos de la globalización a largo plazo, asimilando este fenó-
meno como un proceso incierto y repleto de contradicciones. Por ello, los transforma-
cionalistas ven los efectos que ha tenido la globalización en la historia más reciente,
en tanto intenso movimiento que aceleró los cambios políticos, sociales y económicos,
reformando las sociedades modernas. Se trata de un nuevo escenario internacional sin
precedentes, en donde las fronteras locales e internacionales tienden a erosionarse, pero
señalando una imposibilidad de prever cuál será efectivamente su dirección. Por ello, los
Estados se encuentran en un espacio de una incertidumbre casi absoluta, escenario que
difícilmente pueda caracterizarse en términos de una sociedad global armónica o de blo-
ques de integración en pacífica convivencia.

No obstante, la escuela transformacionalista encuentra en la globalización la promoción


de nuevas formas de estratificación del orden mundial, aspecto que cobra relevancia en
las crecientes distancias entre centros y periferias tanto económicas como sociales. La
profusión de términos que aparecen junto al de globalización (tales como Norte y Sur,
o Primer Mundo y Tercer Mundo) no hacen más que confirmar esta idea, acerca de la
cual el fenómeno global ha impuesto otras jerarquías que reclaman nuevos abordajes
críticos. Incluso, se trata de una redistribución de poderes que afecta al gobierno mismo
de un Estado que ahora debe gestionarse tanto en otros territorios especiales que toman
la forma de bloques regionales en tensión, pero también en otros territorios más bien
simbólicos: desde la existencia de mercados financieros virtuales, hasta la presencia de
una cultura global que se rige por las reglas de mercado y por el modelo dominante de
los Estados Unidos. En muchos casos, el poder del Estado se yuxtapone a poderes de otro
orden, introduciendo interrogantes novedosos acerca de su función efectiva. La globali-
zación, entonces, es una transformación constante que afecta a numerosas dimensiones
en las cuales el Estado debe desenvolverse.

Abogacía | Ciencia Política 104


Por lo tanto, mientras la escuela hiperglobalista anuncia el fin del gobierno estatal, y
mientras los escépticos sugieren que la globalización sólo da cuenta de un Estado que
ha asumido otras formas, los transformacionalistas pretenden más bien interpretar de
qué manera este fenómeno impone otras variedades de poder, como también otras
distribuciones. Lo cierto es que, pese a sus diferencias, estas tres miradas coinciden en
preguntarse acerca de los regímenes de soberanía que son posibles en el contexto de la
globalización. En su conjunto, presentan una fuerte problemática acerca de las fronteras
(territoriales y simbólicas) que se gestan en este enclave reciente, preocupándose por di-
lucidar cómo los gobiernos estatales hacen frente a nuevas condiciones históricas.

Lo que estas posturas enfrentadas demuestran, finalmente, es que debemos pensar a


la globalización como un diagnóstico de la actualidad, puesto que le da nombre a una
época, intentando explicar los macroprocesos de cambio en el mundo contemporáneo
(Osterhammel y Petersson, 2019). Se trata, entonces, de un concepto procesual que
busca explicitar el modo en que una imagen tradicional de Estado se pone en crisis, al
tiempo que pretende exponer ciertos fenómenos de diversa naturaleza que afectan a su
soberanía, tales como: el crecimiento expansivo de un mercado global, la expresión de
una cultura homogénea en cada rincón del mundo y el surgimiento de otras expresiones
temporales y especiales (como por ejemplo la reducción de los espacios consecuencia de
los medios de transporte y las tecnologías, o bien la circulación rápida de la información
por los medios masivos de comunicación).

En tal sentido, al considerar a este complejo fenómeno como una categoría que permite
dar cuenta de un particular momento histórico del escenario internacional, es posible
encontrar una cuarta postura ante la globalización que nos permite plantear nuevos in-
terrogantes acerca de:

1. El rol del Estado (su ocaso y pérdida de legitimidad, o bien su recurrencia a nuevas
formas de integración y sostenimiento de poder).

2. La cultura y la sociedad (su homogeneización y uniformización más democrática, o


bien su constitución en estratos diferenciados y nuevos márgenes).

3. La comprensión del tiempo y el espacio.

4. Sobre el desarrollo histórico de la globalización

Hemos mencionado anteriormente que la globalización cobra relevancia a partir de la


década de los ’90 a partir de un conjunto de cambios estructurales en la geopolítica inter-
nacional. No obstante, los estudiosos coinciden en sugerir que la globalización, lejos de
ser un fenómeno reciente, trata con un complejo proceso que viene cobrando forma en
los últimos siglos, ellos aparejado al nacimiento de la modernidad y a ciertos cambios en
la percepción espacial y temporal de las culturas y sus sociedades (Held et al, 2002)5. Por
tal motivo, y siguiendo esta idea de una cuarta postura ante la globalización, podemos
puntualizar a modo de ejemplo en ciertos hitos históricos que dan cuenta de un creci-
miento paulatino de este fenómeno a lo largo del siglo XX, el cual alcanzará su mayor
esplendor en el periodo de posguerra (años 60’s), momento en el cual Marshall McLuhan
acuñó la frase “aldea global”:

Abogacía | Ciencia Política 105


Cambios de orden témporo-espacial y tecnológico:

›› En 1919, la iniciación del primer horario de servicios de líneas aéreas transfronterizas.


›› En 1927, la primera emisión de televisión (por parte de la BBC inglesa).
›› En 1930, la primera transmisión global de radio (el discurso de Jorge V abriendo la
Conferencia Naval de Londres transmitida simultáneamente a través de 242 estacio-
nes en 6 continentes).
›› En 1946, la construcción del primer computador digital. 
›› En 1962, primera comunicación satelital.
›› En 1971, el establecimiento del primer sistema de intercambio electrónico. 
›› En 1991, introducción de la red “Web” a nivel mundial.
›› En 2005, nacimiento de las redes sociales.

Cambios de orden cultural

›› En 1911, se fundó el primer estudio cinematográfico en Hollywood.


›› Década de 1920, nacimiento de las transmisiones radiales.
›› En 1939, producción del primer filme que mayor recaudación generó a nivel interna-
cional (Lo que el viento se llevó).
›› En 1949, introducción del primer paquete de vacaciones dentro del concepto de un
turismo global.
›› En 1955, la creación de una de las primeras franquicias de exportación masiva (McDo-
nald ‘s).
›› En 1968, pronunciamiento del Mayo Francés, revuelta universitaria de impacto ideo-
lógico en todo el mundo.
›› En 1970, primera emisión global de la Copa Mundial de Fútbol. 
›› En 1981, primera emisión global de la cadena MTV.
›› En 2018, la audiencia de la Copa Mundial de Rusia se estimó en más de 3500 millones
de personas, la mitad de la humanidad para ese entonces.

Cambios de orden político-económico:

›› En 1929, la puesta en marcha del primer acuerdo financiero europeo (firmado en


Luxemburgo).
›› En 1974, el gobierno de los Estados Unidos elimina los controles para el cambio
extranjero (otros Estados lo seguirán unos años después).
›› En 1945, pronunciamiento internacional de la Carta de las Naciones Unidos.
›› En 1954, el establecimiento de la primera zona de exportaciones en proceso (Irlanda).
›› En 1957, el levantamiento de los misiles balísticos intercontinentales.
›› En 1972, la primera conferencia sobre un tema global (Conferencia de Naciones
Unidas sobre el Medio Ambiente Humano).
›› En 1987, aparición del “hoyo” en la capa de Ozono sobre la Antártica generando una
preocupación ecológica global.
›› En 1987, la Crisis de Wall Street con el consiguiente impacto en los mercados mundiales.
›› En 1989, caída del Muro de Berlín.
›› En 1991, desmoronamiento del bloque soviético.
›› En 1993, surgimiento de la Unión Europea con el Tratado de Maastricht. 
›› En 1999, creación del G20, principal foro intergubernamental de coordinación econó-

Abogacía | Ciencia Política 106


mica y financiera internacional con creciente gravitación en temas políticos para con-
tribuir a la búsqueda de soluciones a los problemas principales de la agenda global.
›› En 2000, se afianzó la unión económica regional europea con la puesta en vigencia del
euro como moneda de cambio. 
›› En 2008, se realiza la primera Cumbre de Líderes del G20, en Washington (EE UU) y la
más reciente en Bali, Indonesia (2022).

Como se comprenderá, estos hitos son ilustrativos de un conjunto mucho más amplio
de procesos históricos que pueden ejemplificar la globalización. Incluso, su separación
en dimensiones políticas-económicas, tecnológicas y culturales es tentativa, aspecto que
marca uno de los rasgos prioritarios de la globalización: en otras palabras, ningún fenó-
meno producido en el marco de un mundo global impacta en un solo orden.

Tomemos por caso lo que sucede con la explosión del cine hollywoodense, cuyas pelícu-
las modelan la opinión pública en cada rincón del planeta, pero también movilizan gran-
des cantidades de inversiones mundiales que impulsan a los Estados a regular ingresos y
salidas de capitales. O también el aumento de diferentes medios de comunicación, que
obligan a los gobiernos a congregarse para crear normativas de regulación de la informa-
ción en el plano internacional. Es este uno de los rasgos históricos de la globalización: un
carácter multifacético que produce modificaciones superpuestas en diferentes dimen-
siones y en distintas partes del mundo.

El Estado en una sociedad global: su relación con otros actores y el impacto en sus
elementos

En los apartados anteriores, revisamos cómo algunos autores coinciden en problemati-


zar el rol del Estado en la globalización. Una de las principales zonas problemáticas re-
side en la estructura del poder, y en un interrogante acerca de su debilitamiento en las
formas estatales y, por ende, del ocaso del Estado-nación como un actor central en el es-
cenario internacional. Se trata de autores que cuestionan la jurisprudencia y la soberanía
del Estado en un mundo donde afloran fuerzas económicas, sociales y tecnológicas que
ponen en jaque su dominio, su protagonismo y su posicionamiento como eje del sistema
mundial, como también sus fronteras tanto geográficas como simbólicas, sus funciones
gubernamentales y su vínculo con la ciudadanía.

En tal sentido, los procesos de interdependencia y transnacionalización deben pensarse


en todos los órdenes del Estado, tanto en su relación con actores externos como en su
propia organización interna. Tomemos como ejemplo el modo en que los movimientos
nacionalistas y regionalistas recientes ponen en disputa la idea de una nación integrada
(como sucede con los regímenes separatistas de las comunidades vascas o catalanas en
España), impulsando a los Estados a innovar en estrategias políticas y jurídicas para man-
tener el orden dentro de sus límites territoriales. Se trata, sin embargo, de movimientos
globales, en el sentido en que el final de siglo XX trajo consigo una ola de comunidades
que reclaman su derecho a la autodeterminación, cuestión estrechamente vinculada a
los movimientos decoloniales sucedidos algunas décadas atrás.

Estos ejemplos dan cuenta de aquello que la teoría define como actores no estatales:
nuevos agentes que pueden carecer de un asiento territorial específico, pero que sin em-

Abogacía | Ciencia Política 107


bargo afectan al escenario internacional dado que detentan cierto poder. No obstante,
no solo los movimientos sociales adquieren relevancia como actores no estatales: tam-
bién podemos hablar de mercados financieros, empresas multinacionales, industrias del
entretenimiento, organizaciones no gubernamentales y demás formas que han cobrado
relevancia especialmente luego del desenlace de la Segunda Guerra Mundial. Por ello,
algunos autores como Antonio Truyol y Serra (1970) prefieren hablar de una sociedad in-
ternacional, concepto que les permite dar cuenta del nivel de interdependencia que ha
alcanzado el escenario internacional desde el periodo de posguerra. También, esta no-
ción permite pensar al poder como un fenómeno relacional que depende siempre de la
dinámica del sistema y de las interrelaciones que establecen los actores de esta sociedad
en diferentes momentos de la historia.

Frente a este escenario cada vez más complejo, debemos preguntarnos cómo el Estado
es capaz de mantener el poder en su interioridad, haciéndole frente a diferentes proce-
sos de carácter global. Algunos lugares problemáticos para acordar esta cuestión residen
en tres de los elementos primordiales del Estado y en la manera en que estos se someten
a crisis en el marco de una globalización:

Pueblo. El creciente multiculturalismo y los movimientos sociales internos son demandas


identitarias que debilitan el vínculo entre el Estado- nación y su pueblo. Aquella cohesión
identitaria buscada durante el siglo XIX (a través del establecimiento de una lengua co-
mún, de un imaginario repleto de símbolos nacionales y de un establecimiento territorial
fijo) se ponen en crisis durante la globalización, erosionando la relación unilateral Esta-
do-pueblo. En parte, ello se debe al aumento de los flujos migratorios consecuencia de la
movilidad laboral, de los conflictos bélicos y de la seguridad (pensemos, por ejemplo, en lo
que sucede en los países debilitados por el narcotráfico). En tal sentido, la globalización ha
permeado la unidad Estado-nación, reconfigurando el concepto de ciudadanía.

Territorio. Sabemos que el territorio es el espacio físico donde habita una población ha
constituido y que es también el ámbito de competencia soberana: es decir, el margen de
delimitación de dominio formal efectivo (jurídico), donde el Estado reclama exclusivi-
dad y permanencia. No obstante, la globalización ha logrado que las fronteras de estos
territorios se debiliten. Ello no solo a nivel físico (como sucede con los movimientos mi-
gratorios y las comunidades que habitan en los límites de dos Estados, incluso hablando
dos lenguas), sino también simbólicos, aspectos que antes hemos mencionado al respec-
to de la idea de cultura global. Pero este problema de territorios puede verse asimismo
en los procesos de integración regional, en donde a veces los Estados parecen perder la
nitidez de sus formas al compartir regímenes sociales y económicos y procesos coactivos
con otros países, tal como sucede con el MERCOSUR o la Unión Europea. Incluso, ciertos
conflictos atraviesan los límites de los Estados, tales como los problemas ambientales,
el narcotráfico o el terrorismo. Por tal motivo, la globalización introduce una crisis en la
concepción tradicional de territorio (y, por ende, de frontera) como delimitación de un
Estado y de una nación.

Derecho. Entendido como ordenamiento jurídico producto de un proceso decisional


soberano de alcance territorial exclusivo, el derecho también se ha visto afectado en el
marco de la globalización. Si, desde sus inicios, la elaboración y la aplicación de las leyes
como atributo soberano de un Estado han cumplido la función de unificar conductas y

Abogacía | Ciencia Política 108


lograr una cohesión social dentro de un espacio delimitado, los elementos antes señala-
dos (pueblo y territorio) erosionan el orden jurídico, dado que trasladan sus problemá-
ticas al seno de este campo. Un ejemplo para observar este aspecto yace en el proceso
de integración jurídico transnacional (tanto universal como regional) protectorio de los
derechos humanos, el cual a través de los organismos internacionales ha provocado tres
cuestiones de interés: i) la delegación de facultades y potestades jurisdiccionales locales
de los estados a órganos internacionales; ii) la participación de todas las personas (cual-
quier nacionalidad) ante organismos internacionales para la defensa de los derechos
humanos; iii) y el proceso de readecuación normativa de los estados a los principios y
pautas internacionales sobre los derechos humanos. Incluso, los cuantiosos enfrenta-
mientos bélicos y los insistentes estados de excepción a lo largo del último siglo (y basta
solo recordar los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial o, más
aquí en el tiempo, la prisión de Guantánamo y las operaciones de los Estados Unidos)
parecen poner de manifiesto que el espacio de los derechos humanos es uno de los más
dinamizados durante la globalización.

Pero también aquel derecho que se ocupa de la organización jurídico- política funda-
mental del Estado, el derecho constitucional, se ha visto problematizado. Se trata de ese
orden que hace posible el advenimiento del Estado de derecho, ya sea en su versión libe-
ral o social. Pero sucede que, en este nuevo contexto, todo lo ocurrido en el ámbito inter-
no de los Estados tiene como contrapartida un escenario interestatal basado en la idea
y en la práctica de Estados soberanos (e iguales en cuanto tales), en tanto comprensión
surgida a la luz del racionalismo filosófico de los siglos XVIII y XIX. No obstante, desde el
siglo XVII muchas cosas han cambiado, y el escenario internacional ha pasado por distin-
tas etapas, hechos y realidades. El Estado, quien ha sido casi exclusivamente el monopo-
lizador de las relaciones internacionales, también ha ido evolucionado: desde su primera
versión como Estado absolutista, pasando por el Estado de derecho liberal y social (tam-
bién conocido como Estado de bienestar o keynesiano), hasta llegar al presente en el que
el fenómeno de la globalización pone en jaque hasta la existencia misma del Estado, y
donde nuevos actores le enfrentan de igual a igual por detentar el protagonismo en este
complejo escenario internacional.

Incluso, puede pensarse que el desarrollo del sistema de Naciones Unidas no alteró en
forma fundamental la lógica y la estructura de soberanía de los Estados, aunque aquellos
poderosos aumentaron su autoridad mediante la arrogación de facultades especiales.
Pero llegada la mitad del siglo XX, y cuando el fenómeno de la globalización produce
este cambio en el rol de los Estados que venimos explicitando, se modifica también el
concepto de las relaciones internacionales a nivel jurídico, ello a la par de una evolución
en el ámbito del derecho constitucional, quien debe hacer posible la recepción de nuevas
problemáticas y nuevos agentes.

Por ello, décadas atrás, Mirkine Guetzevitch (1993) nos advertía acerca de la internacio-
nalización del derecho constitucional, enclave que puede observar, especialmente, en
cuestiones como la jerarquía interna de los tratados internacionales, en las formas de
la integración y en lo que hemos mencionado líneas atrás: los derechos humanos como
derecho internacional.

Economía. También la economía local se ha visto atravesada por vertiginosos procesos


internacionales de la globalización, tales como los intentos por controlar monopolios y

Abogacía | Ciencia Política 109


las legislaciones anti-trust (en tanto la idea de monopolio tenía un significado preciso
dentro del marco del Estado nación que, en el contexto de la competencia internacio-
nal, se pone en crisis), o bien la producción y la internacionalización de las transaccio-
nes financieras, organizadas en partes por las compañías internacionales (CMN) cuyas
estrategias de venta y distribución impactan sobre un escenario regional. Aun cuando
las CMN tienen una clara base nacional, sus actividades están orientadas a maximizar
su competitividad y rentabilidad internacionales, de modo que las subsidiarias (nacio-
nales) individuales operan en el marco de una estrategia corporativa global. Es por ello
que las decisiones de producción e inversión pueden no siempre reflejar condiciones lo-
cales o nacionales. Las organizaciones financieras como los bancos son también cada vez
más globales en su escala y orientación: ellos son capaces de supervisar y reaccionar de
forma casi instantánea a las principales operaciones del mundo de los negocios, sean
en Londres, Tokio o New York, algo que se ha incrementado radicalmente consecuencia
de las nuevas tecnologías y la movilidad de las unidades económicas (monedas, stocks,
acciones, bonos). Estos avances tecnológicos en materia de información, comunicación
y transporte están borrando las fronteras entre lo que antes eran mercados separados,
condición necesaria de las políticas económicas independientes, aumentando así drásti-
camente el ámbito de la interconexión económica. Como consecuencia, las normas y los
sistemas de regulación nacionales destinados al control y la promoción de los mercados
han perdido su significado tradicional en la mayoría de los casos.

En cierto modo, muchos conceptos de la economía nacional se ven ahora carentes de


sentido. Esto no quiere decir que sean obsoletos o innecesarios, sino que deben enmar-
carse con lo que sucede en el resto del mundo, dado que la merma de la efectividad de
los programas económicos nacionales no es uniforme en todos los sectores económicos.
Además, la regionalización de las secciones de la economía mundial, con la actividad
económica agrupándose alrededor de una serie específica de polos (UE, NAFTA, MER-
COSUR, La cuenca del Pacífico y Japón) abre cierto espacio a la regulación de las tenden-
cias económicas. Por lo tanto, no puede afirmarse sencillamente que la idea misma de
una economía nacional ha sido suprimida: los sistemas nacionales distintivos de gestión
económica subsisten y los gobiernos siguen teniendo opciones políticas.

Aunque en diferentes dimensiones, estos cuatro elementos coinciden en poner en cues-


tión uno de los aspectos esenciales para la soberanía: el poder. El debilitamiento territo-
rial, el carácter transnacional del derecho constitucional, la internacionalización de las
economías y la crisis identitaria de los pueblos se traducen en una fuerte reconfiguración
de la soberanía estatal y de la autodeterminación en lo interno y externo, en tanto coyun-
turas que limitan la capacidad decisional de un Estado. En tal sentido, la interconexión
global del Estado y la internacionalización de aquellas funciones que tradicionalmente
fueron domésticas-locales hacia un espacio exterior, ha provocado afecciones en un do-
ble marco: en el aspecto interno del Estado nacional moderno se ha perdido el mono-
polio exclusivo de establecer las leyes y reglas dentro de su territorio, mientras que en el
externo, otros Estados y organismos internacionales participan e intervienen en políticas
internas de los demás actores. Por ello, María Susana Bonetto y María Teresa Piñero nos
advierten que:

Las ideas que piensan en la soberanía como un poder público ilimitado e invisible que se encontra-
ba en los estados nación individuales resultan obsoletas, en vista de los dominios políticos y estruc-

Abogacía | Ciencia Política 110


turas de autoridad interconectadas y la reformulación de las diversas concentraciones de poder
que se articulan, curiosamente con dominios fracturados de autoridad pública.

Al amparo de esta idea, y si consideramos que la globalización es un proceso irreversible,


la soberanía debe ser reconceptualizada a la luz de los nuevos desafíos que este proceso
Énfasis histórico introduce. Ello nos lleva a abandonar la creencia de un poder ilimitado, absolu-
to y excluyente, para repensarlo más bien como una forma abstracta y dinámica que se
flexibiliza en el contexto de una sociedad global. No obstante, como veremos seguida-
mente, hay autores que en tiempos recientes comenzarán a discutir el alcance de este
complejo proceso de globalización, brindándonos otras reflexiones de sumo interés.

Desglobalización, posglobalización, y sus desafíos en Latinoamérica

Como todo proceso, la globalización ha atravesado diferentes fases, las cuales hemos ex-
plorado en este módulo. Desde su nacimiento histórico en diferentes hitos del siglo XX,
pasando por su emergencia y desarrollo durante el periodo de posguerra, hasta llegar a
su explosión mundial luego de la ruptura del bloque soviético, la globalización ha dado
claras muestras de su alcance territorial y social, como también de los fuertes niveles de
interconexión en el sistema y de sus diversos impactos sobre las funciones del Estado.
Pero, según advierten los estudiosos, la globalización podría estar viviendo hoy su decli-
ve: ello es, el cierre de este complejo y vasto proceso que habría cambiado la evolución
del mundo, algo que ciertos rasgos sintomáticos parecen dar cuenta.

 Basta solo observar los últimos acontecimientos relevantes a nivel mundial tales como
la guerra entre Rusia y Ucrania, el BREXIT, la guerra en Siria que pone en jaque una idea
de derechos humanos universal; el estancamiento notorio de las economías de países
emergentes y su imposibilidad de acceder a un escenario globalizado; los numerosos
ataques de carácter terrorista (exponiendo, con ello, el avance de los nacionalismos que
atentan contra una idea de sociedad global); las consecuencias de las graves crisis de re-
fugiados que atraviesan a toda Europa; o bien el ascenso de fuerzas políticas de extrema
derecha y neofascismo que el mundo creyó haber desterrado, pero que quiebran fuerte-
mente el carácter global del mundo (como sucede, por ejemplo, con Donald Trump cuya
presidencia se organiza con base a ideas y promesas de proteccionismo económico, re-
nunciando a los tratados de libre comercio y planificando construcción de murallas fron-
terizas limitan el flujo migratorio). No podemos olvidar, tampoco, que otro factor reside
en la fragmentación de la concentración del poder, tanto político como económico, pues
la globalización neoliberal nos muestra hoy un mundo en el cual los límites territoriales
estatales no coinciden con los límites de poder reales de los países centrales económi-
camente. De manera general, estas naciones no se atienen a las normativas económicas
vigentes, sino que se pronuncian a través de herramientas políticas y militares, y por in-
termedio de un poder mediático que lo refuerza cabalmente.

En tanto ruptura de su hegemonía, estas situaciones ponen de manifiesto aquello que au-
tores definen como una desglobalización: proceso a través del cual aquellos factores que
colaboraron son la supremacía de un escenario global, paulatinamente se vuelven ele-
mentos que hacen retroceder su avance. Pensemos, por ejemplo, en la creación de merca-
dos globales, los cuales han generado márgenes y periferias a lo largo de todo el mundo,
cuestión que hemos explorado previamente. Se trata no sólo de una contradicción dentro

Abogacía | Ciencia Política 111


de ese beneficio que promete el carácter global (es decir, la hipotética posibilidad de que
todos los Estados puedan acceder a ciertos enclaves económicos, sociales y culturales), sino
también un fuerte impulso y aliento para que los países del Tercer Mundo confeccionen sus
propios modelos en vistas de enfrentarse a este engañoso sistema. Esto puede observarse
claramente con el advenimiento de los gobiernos de izquierda en Latinoamérica, proceso
que cobró relevancia en las últimas décadas como una clara afrenta al avance neoliberal,
pero cuyo germen podemos rastrear en toda una historia de procesos decoloniales y anti-
coloniales. En tal sentido, la resistencia ante la globalización ha nacido de su propio entra-
mado, en tanto las desigualdades generadas y el desplazamiento de ciertos Estados hacia
las periferias económicas y políticas han socavado su propia hegemonía.

La desglobalización puede pensarse, entonces, como un camino en reversa que se en-


cuentra deconstruyendo las bases fundamentales de este poderoso fenómeno.

No obstante, no podríamos decir que estos cambios dados en los últimos tiempos con-
figuren necesariamente el fin de la globalización, ya que, tras varias décadas de inte-
gración económica e interdependencia de los actores internacionales, la transnaciona-
lización está afianzada. Pero sí puede advertirse que, a partir de estas circunstancias del
mundo actual, asistimos a un nuevo proceso: momento que los estudiosos definen, más
bien, como una posglobalización. Ello se expone, fundamentalmente, en los cambios en
cuanto a gobernanza tanto en el interior de cada Estado como también en el plano inter-
nacional. Los autores refieren a un quiebre fundamental en torno a la legitimidad de las
democracias occidentales, como sucede por ejemplo en la predisposición global hacia
el ascenso de las extremas derechas que debilitan el liderazgo y la posición hegemónica
que habría mantenido la Unión Europea, en cuanto al sostenimiento del orden interna-
cional liberal en el que se ha basado la idea común de globalización.

El mundo actual trata entonces con un periodo que introduce riesgos e incertidumbres
propios de toda etapa que está por comenzar y que muestra muchas ambivalencias. Sin
embargo, algo de interés a señalar es que, por su carácter xenófobo y proteccionista, la
globalización contemporánea (sea llamada desglobalización o bien posglobalización)
se halla lejos de presentarse como un momento de progreso y expansión de derechos y
desarrollos sostenibles, porque más bien esta etapa reciente parece advenir como cierre
y aislamiento político, económico y, sobre todo, ideológico, en lo que, a todas luces, com-
pone una escena de erosión hacia las normas e instituciones que hacen a la gobernanza
global. En torno a este nuevo panorama, el Estado tendrá nuevos desafíos que asumir.

En definitiva, cuando hablamos del Estado en el proceso globalizador, hacemos referen-


cia a que el concepto “Estado”, tal como se conoció en la época moderna, ya no es el mis-
Énfasis mo, sino que han sucedido procesos que lo han atravesado a lo largo de los años. Y, en
consecuencia, ya no es más ese monstruo poderoso que describió Hobbes en el Leviatán,
pero tampoco es el denominado “ogro filantrópico”, como lo llamaron algunos autores
en la versión del Estado Social de Derecho, especialmente hasta la década de los ´70 del
siglo pasado. Pero como sabemos lo que ya no es, tampoco estamos seguros de afirmar
qué es hoy en día el Estado y cuál es su perspectiva futura. 

Lo que sí ha sucedido es que comenzó una ofensiva en contra del Estado, especialmente
desde mediados y fines de la década de los ´80 y afianzada en la última década del siglo

Abogacía | Ciencia Política 112


pasado, por las corrientes neoconservadoras y que culminó en procesos sobre los cuales
no puede dominar y que de forma sostenida le ha hecho perder poder tanto hacia arriba
(a través de tratados de libre comercio, uniones monetarias y políticas, transferencia de
competencias a organizaciones supranacionales, subordinación a políticas de empresas
transnacionales, etc), como también hacia abajo (como entes subnacionales, comunida-
des, localidades, y la población civil).  

Ese fundamento de un “Estado mínimo”, impulsado por gobiernos como los de That-
cher y Reagan y que luego se afianzó por las políticas liberalizadoras de órganos como el
Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial, han tenido efectos devastadores en
amplios sectores de la población conduciendo a pobreza, injusticias y desigualdades en
todo el planeta, como una forma de efectos negativos que ha dado lugar la globalización,
como veremos más adelante. 

El Estado globalizado entonces, es una nueva forma de expresarse este sistema de domi-
nación política, por lo cual, debemos analizarlo en consecuencia y en base a los hechos y
procesos ocurridos en las últimas décadas y que aún están aconteciendo. Sabemos que
el Estado va de la mano de la democracia, por ello ésta para aspirar a lograr un mundo
donde las desigualdades y las injusticias se maticen, debe procurar ser global también.
En un doble sentido: primero, la democracia debe instaurarse definitivamente como una
forma de gobierno y de vida en cada uno de los países del globo, ya que a pesar de “las
olas de democratización” como expresaba Samuel Huntington, la tarea no ha sido com-
pletada totalmente. Segundo, la democracia debe ser capaz de lograr también un alcan-
ce supranacional, es decir, que sus principios y características se apliquen no sólo a los Es-
tados, sino también a las organizaciones internacionales de carácter gubernamentales,
con el fin de lograr que esas instituciones de carácter global tengan el funcionamiento y
logren los objetivos por el que fueron construidos, como la propia Naciones Unidas, o las
de carácter financiero, como el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio o
el Fondo Monetario Internacional. 

Lectura En este punto, los invitamos a leer como material complementario si lo desea, el capítulo
complementaria 2 del libro “Todo lo que necesitás saber sobre el (des) orden mundial”, de Mariano Turzi.

Lo invitamos a observar la clase titulada “Globalización. Parte – B”, disponible en plata-


forma MiUBP.
Multimedia
Interdependencia y transnacionalización. Regionalización y procesos de integración. Su-
pranacionalidad. Fragmentación y crisis de la integración. 

El Estado-nación goza de una persistente vitalidad, aunque algunas de sus estructuras


soberanas hayan sido afectadas por los cambios en la intersección de nuevas fuerzas y
relaciones nacionales e internacionales. Como producto de la evolución de esos procesos
de interdependencia e interconexión mundial y el crecimiento de nuevos poderíos, los
Estados han promovido intensas colaboraciones entre ellos que toman la forma de inte-
graciones regionales. 

Esas integraciones son estrategias e instrumentos políticos que le permiten a los Esta-
dos-naciones hacerle frente a la globalización desde diferentes dimensiones, resolvien-

Abogacía | Ciencia Política 113


do numerosas situaciones a través de la colaboración ya que, en el contexto global, mu-
chos de los dominios tradicionales de actividad y responsabilidad estatales (tales como
defensa, gestión económica, comunicación, etc.) no pueden ser regidos sin recurrir a for-
mas internacionales de cooperación. Hablamos de un aumento en los niveles de integra-
ción política con otros Estados (MERCOSUR, Unión Europea, Organización de los Estados
Americanos) o, en su defecto, a incrementar las negociaciones y los acuerdos multilate-
rales en vistas de controlar los efectos desestabilizadores de la globalización, actividad
que puede emprenderse mediante organismos transnacionales que organización la ges-
tión económica o política, tales como el FMI o el Banco Mundial. De modo que la nueva
política global ha creado un marco dentro, y a través del cual, se redefinen los derechos,
las obligaciones, los poderes y las capacidades de Estados que ya no pueden asumirse
en forma aislada de las relaciones y los procesos regionales y globales. En este marco, es
de importancia pensar cuáles son los escenarios que se han gestado en los últimos años,
observando el modo en que los Estados han reaccionado ante el avance de un mundo
cada vez más interconectado.

Es por esa razón que en este punto, debemos abordar los conceptos de integración regio-
nal. Fruto de esa evolución entonces y por los efectos de la globalización y la transnacio-
nalización, el concepto de soberanía del Estado se ha visto menguada, por varios facto-
res, uno de ellos es la delegación de facultades propias de estos a organismos de carácter
regional, dando lugar a los denominados procesos de integración y cuyas normas forman
en conjunto el derecho de la  integración. 

Las razones que se esgrimen para ello son variadas, pero básicamente podemos afirmar
que lo que se busca con la conformación de bloques regionales es resolver problemas
que surgen en los contextos de conexión en forma conjunta. Es así que a mayor integra-
ción, se van cumpliendo diversas fases o etapas cada vez más profundas, llegando al con-
cepto de supranacionalidad, es decir, con la existencia de órganos comunitarios distintos
a los Estados, como veremos más adelante.

Lo que hay que dejar en claro aquí es que con estas delegaciones de facultades a orga-
nismos internacionales no significa que se pierde la soberanía, sino simplemente que la
Énfasis misma se delega, pudiendo recuperarse por parte de los Estados a través de un proceso
de retiro de esas asociaciones. En algunos casos será más simple y en otro más complejo
(como en la Unión Europea) pero, en definitiva, es posible realizarlos. 

Ahora bien, qué debemos entender como procesos de integración: para ello diremos que
es un proceso convergente, voluntario, gradual y  progresivo entre dos o más Estados so-
bre un plan de  acción común en aspectos económicos, sociales,  culturales, políticos, etc.

Teniendo entonces como notas esenciales:

1. Sujetos: Estados soberanos.


2. En forma voluntaria y deliberada.
3. Gradualidad.
4. Progresividad y convergencia.
5. Se destaca la solidaridad entre Estados.
6. Se inician bajo términos económicos, pero posteriormente comienza a abarcar otras
temáticas.

Abogacía | Ciencia Política 114


Esas notas de gradualidad, progresividad y convergencia se reflejan en que los procesos
de integración se van cumpliendo a través de diferentes etapas o fases, que según la doc-
trina, podemos dividir en cuatro:

1. Zona de Libre Comercio: En esta primera etapa lo que los países convergen es en suprimir
las tarifas arancelarias a productos de comercio recíproco entre ellos, pero conservando
cada uno su autonomía e independencia de comercio respecto a terceros países;
2. Unión Aduanera: En esta segunda fase, más profunda, lo que acuerdan es, además de
suprimir las tarifas comunes entre ellos, adoptar frente a terceros países una política
arancelaria común;
3. Mercado Común: En la tercera etapa, los Estados que conforman una unión aduanera,
le agregan la posibilidad de la libre circulación entre los miembros del bloque de per-
sonas, bienes y capitales sin discriminación, es decir, se establece una libre movilidad
de los factores de producción;
4. Unión Económica: Esta última etapa, se conforma cuando los países, además de todo
lo anterior, le incorporan la armonización de las políticas económicas nacionales
con el fin de eliminar las discriminaciones y disparidades que pueden hallarse entre
las políticas nacionales de cada uno de los países, estableciendo, por ejemplo, una
moneda común, un banco central común y políticas fiscales comunes. 

Finalmente, es posible arribar a una mayor profundidad de los procesos de integración,


representados por la denominada supranacionalidad, que de forma empírica sólo se ha
logrado con el proceso de la Unión Europea desde principios del presente siglo. 

En consecuencia, luego de atravesar todas las fases de integración descritas, es necesario


crear órganos comunes a los Estados. 

Es así que debemos entender a la supranacionalidad como el proceso por el cual los Es-
tados en virtud de los procesos de integración, transfieren competencias a organismos
comunitarios mediante la delegación de sus poderes de decisión para lograr el cumpli-
miento de los fines comunitarios.

Entre los autores, hay quienes resisten esta denominación porque entienden que implica
necesariamente la pérdida de la nacionalidad de los Estados y por ende de la soberanía.
Pero justamente es para preservar el interés nacional, los Estados se agrupan y la misma
evolución de esa agrupación lleva a que la forma plena de integración sea el surgimiento
de un interés comunitario que está por encima de todos los miembros para preservar ese
interés común que los llevó a agruparse.

Es posible distinguir dos formas de supranacionalidad:

›› Supranacionalidad plena o integral:  el poder comunitario debe ser distintos e indepen-


diente de los poderes constituidos de los Estados parte y por ello las tomas de decisio-
nes que genere se aplican en forma directa e inmediata en el ámbito geográfico de los
países miembros, sin ningún tipo de interferencia ni internalización de esas normas
y resoluciones.

›› Supranacionalidad restringida o limitada: en este caso, la idea fuerza está no es la inde-


pendencia formal de los órganos comunitarios sino más bien en la independencia

Abogacía | Ciencia Política 115


funcional a la hora de tomar las decisiones que se daría en la medida en que la par-
ticipación de cada uno de los Estados en tales órganos no pueda el lugar con su voto
negativo la validez y la obligatoriedad de las normas y resoluciones. 

Como mencionamos más arriba, el único ejemplo práctico de un proceso supranacional lo


representa la Unión Europea (UE). Más que cualquier otro cuerpo internacional, la UE justi-
fica el rótulo de supranacional, ya que, dentro de sus instituciones, el Consejo de Ministros
detenta una posición única, pues dispone de poderosos instrumentos legales (resoluciones
y directivas) que le permiten formular e implementar medidas con un mínimo de acepta-
ción de los Estados miembros. Las regulaciones son las más notables porque tienen el es-
tatus de ley independientemente de cualquier negociación o acción que luego emprendan
los Estados miembros. Las disputas referidas a las interpretaciones y aplicaciones naciona-
les de las regulaciones y directivas son atendidas por el Superior Tribunal Europeo, quien
asumió un rol de importancia en la armonización del derecho dentro de la UE.

Sin embargo, los Estados miembros de la UE ya no son los únicos centros de poder den-
tro de sus propias fronteras. Dentro de ella, la soberanía está claramente dividida: se
extinguieron las concepciones que postulan a la soberanía como una forma de poder
público indivisible, ilimitado, exclusivo y perpetuo, materializado dentro de un Estado
individual. Incluso el régimen de poder de la propia Unión Europea se ve socavado en
tiempos más actuales, cuestión que muestra sus falencias como organización efectiva
e integrada. Tal es el caso del fenómeno reconocido BREXIT, sigla a través de la cual se
explica el complejo y conflictivo proceso de la salida del Reino Unido del proceso inte-
grador europeo. La imposibilidad de gestionar acuerdos concretos, los enfrentamientos
entre los sectores de izquierda y derecha, y la incapacidad de los referentes políticos para
hacerle frente a la situación, dan cuenta de un intenso proceso a través del cual Reino
Unido recuperó el control sobre sus propios asuntos, recuperando la potestad de aquello
que llaman las “cuatro libertades fundamentales”: la libre circulación de trabajadores,
mercancías, servicios y capitales.

Estos ejemplos dan cuenta de cómo, en un escenario cada vez más globalizado e interco-
nectado, la soberanía y la autonomía de los Estados sufren enormes presiones en varias
dimensiones, impuestas ellas por la estructura de este novedoso sistema internacional
en donde confluyen numerosos actores que afectan a las constituciones de las naciones.
Si el Estado moderno llegó a ser la forma suprema de Estado es porque logró organizar
exitosamente los medios para financiar la guerra, los recursos económicos y las preten-
siones de legitimidad. Incluso, cuando se desarrolló el sistema interestatal, los Estados
pudieron afirmar su soberanía, algo que bien se expone en el modelo de Westfalia, el
cual garantizó el derecho a gobernar en los propios territorios y, en última instancia, con-
sagró el principio de poder efectivo (aunque, en adelante, el dilema de seguridad atrapó
a todos los Estados en una situación de permanente conflicto, real o potencial). Pero con
la llegada de la globalización y de un sinnúmero de nuevos actores que detentan poderes
de diversa índole, se reconfigura la vida política, económica y social de los Estados indivi-
duales. Contra ese telón de fondo, la efectividad y la viabilidad del Estado-nación territo-
rial demarcado y soberano parecen sufrir importantes alteraciones. Cuál es la magnitud
exacta de estas alteraciones es un problema todavía pendiente, especialmente porque el
Estado-nación sigue concentrando lealtad, como idea y como institución.

Abogacía | Ciencia Política 116


En definitiva, al analizar los procesos de integración queda evidenciado que el sistema
internacional ha expuesto a una gran disyuntiva al Estado moderno, entre la teoría de la
Énfasis soberanía estatal y el sistema global contemporáneo. Disyuntiva que radica en el amplio
tejido de regímenes internacionales que se establecieron, en principio, para administrar
áreas acotadas de actividad transnacional y de cooperación (comercio, océanos, espacio,
etc.) y problemas políticos colectivos.

El crecimiento de estas nuevas formas de asociación política refleja la rápida expansión


de los vínculos transnacionales, como también la creciente interpenetración de la políti-
ca exterior y la doméstica, y el deseo de la mayoría de los Estados de lograr cierta forma
de gobierno y regulación internacional que pueda afrontar los problemas políticos colec-
tivos. Lo cierto es que el desarrollo de los regímenes internacionales y las organizaciones
internacionales provocó importantes cambios en la estructura de elaboración de deci-
siones de la política mundial. Así, emergieron nuevas formas de política multilateral y
multinacional y, con ellas, estilos distintivos de adopción de decisiones colectivas.

Lo invitamos a observar la clase en video titulada “Módulo 2- Unidad 4 El Estado en el


escenario internacional. Procesos de Integración. Nuevos Actores políticos internacio-
Multimedia nales: Organizaciones internacionales gubernamentales y no gubernamentales, em-
presas transnacionales, el ciudadano y otros actores internacionales. La sociedad de la
información” disponible en plataforma MiUBP.

III. La política internacional y los nuevos actores políticos internacionales: Organiza-


ciones internacionales gubernamentales y no gubernamentales, empresas transna-
cionales, el ciudadano y otros actores internacionales. La sociedad de la información. 

El escenario internacional y su evolución, como hemos venido mencionado, gestó una


nueva geografía de poder global, dando surgimiento a la existencia de nuevos actores
en el ámbito planetario especialmente luego de la segunda mitad del siglo XX, que ad-
quirieron cada vez más preponderancia e influencia, disputándole esa hegemonía que
gozaba el mismo desde su nacimiento, luego de la Paz de Westfalia en 1648. 

Es por ello que, en primer lugar, hay que dejar asentado el concepto de actor internacio-
nal. Para ello tomamos la definición de la autora española Esther Barbé (1995) para quien
un actor internacional es aquella unidad internacional (entidad, grupo o individuo) del
sistema internacional que goza de habilidad para movilizar recursos que le permitan al-
canzar sus objetivos, que tiene capacidad para ejercer su influencia sobre otros actores
del sistema y que goza de cierta autonomía.

Como características básicas de los actores internacionales, podemos observar:

1. Capacidad de actuación en el escenario internacional;


2. Habilidad para poder lograr los fines que se propone y movilizar los recursos que dispone;
3. Autonomía respecto a los demás actores.

Es por eso que dentro del concepto, tenemos como clasificación de actores intencionales
al Estado Nación, como principal actor, pero también existen otros que tienen esa ca-
pacidad de actuación igualmente, como las Organizaciones Internacionales (haciendo

Abogacía | Ciencia Política 117


referencia aquí a las organizaciones gubernamentales de carácter internacional, como
Naciones Unidas) y los demás actores internacionales, agrupando en este punto a orga-
nizaciones no gubernamentales, empresas transnacionales y otros actores transnacio-
nales (como entidades deportivas internacionales, entidades subnacionales, partidos
políticos internacionales, fuerzas religiosas, individuos por su carácter personal influ-
yentes y, al propio ciudadano), que pueden ser también de carácter lícitos como ilícitos. 

Todos estos nuevos actores políticos internacionales que no son los Estados Nación, tie-
nen la característica de disputarle poder a estos, llevando como consecuencia esa pérdi-
da, socavamiento y permeabilidad del concepto de soberanía que había surgido al mo-
mento del nacimiento del Estado. 

Veremos ahora a continuación, de forma sucinta, cada uno de estos actores:

1. El Estado Como Actor Internacional:

El Estado como concepto moderno e internacional surge a partir de la Paz de Westfalia


(1648). Se pasa de la anterior lógica de multiplicación de autoridades y lealtades propia
de la Edad Media (tribus, príncipes, emperadores, el Papa) al monopolio de la autoridad
política sobre un determinado territorio.

Como hemos visto en unidades anteriores, los elementos constitutivos del Estado mo-
derno son la población, territorio y el gobierno entendido este último como soberanía
(derecho y poder). Ese principio de soberanía que vimos al interior de cada Estado, en el
ámbito de las relaciones internacionales y de la política exterior, significa la consagración
de la igualdad jurídica entre los Estados y que está consagrado en la Carta de Naciones
Unidas en su Art. 2.1 cuando dispone que: “La Organización está basada en el principio de
la igualdad soberana de todos sus Miembros”. Asimismo, está reflejado en el Art. 78  de la
propia Carta y en la Resolución 2625 de la Asamblea General de Naciones Unidas.

Entonces, desde el punto de vista jurídico, la relación entre Estados soberanos se estable-
ce en la Carta de las Naciones Unidas en tres principios:

1. Principio de Igualdad entre Estados (Art. 2.1): todos los Estados son iguales. un estado,
un voto en la Asamblea General de ONU.

2. Principio de No Injerencia (Art. 2.7): como corolario lógico del principio de soberanía.

3. Principio de No Recurrir al Uso de la Fuerza (Art. 2.4): no recurrir a la fuerza o amenaza


de la fuerza contra otro Estado, salvo casos de legítima defensa (Art. 51).

Para Hedley Bull (1977) la soberanía entonces significa desde un punto de vista interno
la supremacía sobre cualquier otra autoridad existente entre la población y el territorio.
Mientras que desde lo externo, no significa supremacía sobre otro Estado sino indepen-
dencia de cualquier autoridad externa.

En definitiva, se consagra el principio de igualdad entre Estados luego de la Paz de Wes-


tfalia, dando origen al sistema westfaliano, produciendo como consecuencia que ya no

Abogacía | Ciencia Política 118


dependían de ninguna autoridad superior a los Estados, conformando un régimen de
coordinación y equilibrio de poderes.

2. Organizaciones Internacionales:

El segundo tipo de actor político internacional a analizar, son las denominadas organizacio-
nes internacionales. En este caso, hacemos referencia a aquellas instituciones creadas por
los propios Estados, es decir, de carácter gubernamental, con el propósito de lograr ciertos
fines u objetivos de diversa índole y que surgieron como consecuencia lógica de esos proce-
sos de interconexión e interdependencia cada vez más profundos entre los países.

Es por esa razón que como definición debemos sostener que una Organización Interna-
cional es una asociación de Estados establecida mediante un acuerdo internacional por
tres o más Estados para la consecución de unos objetivos comunes y dotada de una es-
tructura institucional con órganos permanentes, propios e independientes de los Esta-
dos miembros, como lo sostiene Esther Barbé (1995).

Analizando este concepto, encontramos como elementos constitutivos de toda Organi-


zación Internacional Gubernamental los siguientes:

1. Número mínimo de Estados: tres o más.


2. Objetivos comunes: de distinta índole, ya sean políticos, económicos o simplemente
de cooperación.
3. Constar de estructura institucional: que puede ser simple o más complejas, como el
caso de la ONU. 

Evolución de las Organizaciones Internacionales:

Fuente: elaboración propia.

Abogacía | Ciencia Política 119


Dentro del espectro de organizaciones internacionales se encuentran aquellas cuyo prin-
cipal cometido es técnico, como la Unión Postal Universal, la Unión Internacional de Te-
lecomunicaciones o la Organización Meteorológica Mundial. Estas agencias tendieron a
trabajar exentas de problemas suministrando, en la mayoría de los casos, extensiones de
los servicios ofrecidos por los Estados-nación. Puesto que sus tareas fueron precisamente
delimitadas, han sido políticamente inobjetables. Estas organizaciones son las prime-
ras que surgen al calor de las ideas liberales del siglo XIX, pudiendo mencionar como la
primera a destacar la Comisión Central para la Navegación del Río Rin, que tenía como
objetivo asegurar la libertad de navegación de los ríos. Esta organización aún existe. 

En el extremo opuesto, y preocupados por cuestiones más centrales (referidas al manejo


y la distribución de reglas y recursos), se hallan organizaciones que tienen un tinte de
carácter político y que surgieron ya entrado el siglo XX (aunque hubo algunos ejemplos
en la segunda mitad del siglo XIX pero que eran simplemente reuniones diplomáticas
o no tenían la continuidad en su actuación). La primera entonces que surge con motivos
específicamente políticos es la Sociedad de Naciones que nace en 1919 con posterioridad
a la Primera Guerra Mundial y que tenía como principales fines asegurar la paz y la segu-
ridad internacional. Fines que no pudo cumplir por cuestiones que escapan a este lugar
pero que básicamente tenían que ver con la forma de toma de decisiones (unanimidad)
y porque habían dejado afuera de la organización a los perdedores de la guerra y a gran
parte del planeta, todo ello fue una de las causas del surgimiento de regímenes totalita-
rios y que desembocaron en la Segunda Guerra Mundial y el horror conocido.

Una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, surge una nueva organización de carácter
global y que tenía como objetivos también la búsqueda de la paz y la seguridad interna-
cional: en 1945 nace la Organización de las Naciones Unidas. Que si bien se aprendieron
de ciertos errores de la Sociedad de Naciones, el propósito por la que fue creada también
entra en un estado de incertidumbre por la prerrogativa que se autoaplicaron las poten-
cias vencedoras de esa contienda: el denominado derecho de veto que tienen en el Con-
sejo de Seguridad, tanto Estados Unidos, Rusia, China, Inglaterra y Francia.

Otras organizaciones que surgen producto del establecimiento de la ONU son aquellas
que tienen que ver con los comercial y financiero, el denominado trípode de Bretton
Woods: el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Organiza-
ción Mundial del Comercio (que finalmente nace en 1996 luego de décadas de tratati-
vas). Todas estas instituciones han sido muy controvertidas y politizadas. 

También es dable de mencionar otras instituciones globales que no tienen una estructu-
ra amplia e informal pero que representan redes globales de coordinación política que
ejercen una influencia considerable sobre la marcha de los asuntos globales, como por
ejemplo las reuniones económicas de los países industriales líderes (el “Grupo de los 7”,
G-7, que opera como una suerte de “directorio global” y en el contexto post-guerra fría
detenta un creciente poder político y económico) o la de los siete más Rusia (G8) o más
ampliada, el denominado G-20.

En relación a este carácter controvertido, las operaciones del FMI y el BM ofrecen inte-
resantes ilustraciones. Si bien es cierto que el Fondo Monetario Internacional (FMI) fue
fundado en 1944 durante la Conferencia de Bretton Woods para supervisar las reglas

Abogacía | Ciencia Política 120


globales que gobernaban las relaciones monetarias y de cambio, su principal propósito
actualmente es suministrar recomendaciones técnicas, orientaciones económicas y prés-
tamos financieros a las economías con graves dificultades, especialmente las del mundo
en desarrollo. En la mayoría de los casos, el acceso a la asistencia financiera del FMI está
sujeto a condiciones específicas, habitualmente conocidas como el principio de la “con-
dicionalidad”. Esto significa que a todo gobierno que pretenda obtener su ayuda finan-
ciera, el FMI le requerirá que restrinja la expansión del crédito, achique el gasto público,
limite los salarios y los empleos en el sector público, devaluando su moneda y reducien-
do los programas de asistencia social. En un país en desarrollo, por ejemplo, esto puede
disparar un intenso conflicto social y quizá la caída del gobierno, o puede contribuir de
forma directa a la imposición de la ley marcial (Estado de Sitio). Estas condiciones suelen
equivaler a un “tratamiento de shock” en el país que lo recibe, lo cual disloca gravemente
sus instituciones y sus costumbres. Debe tenerse en cuenta que la intervención del FMI
tiene lugar a petición de las autoridades gubernamentales de un Estado y, en tal sentido,
no puede ser interpretada como una simple amenaza a la soberanía, aunque las condi-
ciones bajo las cuales una comunidad política es capaz de determinar sus propias medi-
das y su propio rumbo, presenta serias dudas: en otras palabras, es poco lo que un país en
desarrollo puede hacer para resistir este proceso.

Un escenario similar puede hallarse cuando se analiza las operatorias del Banco Mundial
(BM), la principal institución internacional de promoción del desarrollo. A partir de los
‘80, su política de asistencia quedó asociada de forma directa con los créditos de “ajuste
estructural” y “sectorial”, los cuales exigían a los solicitantes el cumplimiento de estric-
tas normas de austeridad monetaria y fiscal, la mayor apertura de la economía al sector
privado, la remoción completa de las protecciones domésticas contra las fuerzas de la
economía internacional y una mayor confianza de los mecanismos del mercado para la
solución de los problemas productivos y distributivos. En tiempos recientes, las condicio-
nes se han extendido hasta incluir exigencias de “buen gobierno” (respeto a los derechos
humanos, mecanismos democráticos liberales democráticos de accountability – rendi-
ción de cuentas o control- política y administración pública efectiva).

Estas prescripciones anejas a los créditos de promoción del desarrollo son vigorosamen-
te respaldadas por la “coalición dominante” de los países industriales avanzados que
ejercen el control efectivo de la política del BM. Incluso, el BM ha sido objeto de intensas
disputas entre quienes sostienen que sus políticas reflejan un juicio económico sensato
y quienes expresan que su funcionamiento responde a una estrategia de recolonización
o neocolonizadora. Estos últimos insisten que en que los derechos soberanos de los Esta-
dos son violados por las directivas políticas del BM, las cuales socavan el espacio político
para la determinación nacional.

3. Actores Transnacionales y Nuevos Actores Internacionales

En este último tópico hacemos referencia a actores de carácter no estatal y nuevos ac-
tores, cuyos flujos parten de la iniciativa privada y que influyen en el sistema interna-
cional (Cf. Keohane y Nye, 1977). Es decir, fuerzas, individuos o grupos que no tienen la
característica de ser gubernamentales pero que gozan de la capacidad de influenciar en
el sistema internacional y, por lo tanto, en la actuación de los Estados. También es dable
advertir que en este caso podemos estar haciendo referencia tanto a actores de naturale-

Abogacía | Ciencia Política 121


za lícitas (como ONG´S o empresas transnacionales) como así también a fuerzas ilícitas,
como aquellas dedicadas a la trata de personas, tráfico de armas o de drogas que igual-
mente influyen en los Estados y muchas veces lo ponen en jaque por sus actuaciones,
pensemos en aquellos países donde regiones enteras están dominadas por estas fuerzas
paramilitares y que el Estado no puede ingresar, como el caso de territorios en África o
regiones en Colombia o México.

Esta nueva circunstancia, que comienza a ganar terreno desde la segunda mitad del siglo
pasado y se afianza aún más en el presente siglo, se produce por varios motivos como ser
las consecuencias mismas de la globalización (tanto en su faz positiva como negativa), la
interdependencia y las nuevas demandas de la sociedad civil. 

Finalmente, como clasificación de actores transnacionales, tenemos tres grandes grupos:

1. Organizaciones No Gubernamentales: son aquellas asociaciones o grupos, constituidos de


modo permanente por particulares de diversos países (mínimo tres), que tienen objetivos
no lucrativos de alcance internacional (Barbé, 1995). Sus características son entonces que se
trata de individuos, sin fines de lucro y cuya asociación es de carácter voluntario. Ejemplos:
Cruz Roja, Greenpeace, Médicos sin Fronteras, etc. Hay que señalar que muchas veces estas
organizaciones reciben ayudas estatales y que también suelen participar de diversos foros
y cumbres a nivel internacional como referentes de la sociedad civil. 

2. Empresas Transnacionales: Son aquellas que, bajo una unidad mundial de gestión, tie-
nen intereses y actúan en una pluralidad de países, acomodándose a las condiciones le-
gales, económicas y sociales de cada uno de ellos, con el fin de obtener la maximización
de sus beneficios (Granell, 1991). Las características es que su expansión se produce más
allá de las fronteras de un país, buscan la maximización de beneficios y están regidas por
una unidad de gestión de la casa matriz. Ejemplos: Coca Cola, IBM, Samsung, las grandes
empresas automotrices globales, etc.

3. Otros actores internacionales: finalmente, en esta clasificación, ingresan todos aque-


llos otros actores que por su diversidad no pueden considerarse en las dos anteriores. Es
decir, existe una pluralidad de nuevos actores en la escena internacional que pueden ser
aquellos  actores gubernamentales no centrales (regiones y gobiernos locales); actores
intraestatales no gubernamentales (partidos políticos, asociaciones deportivas interna-
cionales, asociaciones religiosas, grupos de presión de carácter internacional); individuos
que por su rol de líderes trascienden las fronteras de un país (ej, Gandhi, Mandela, etc) o
el mismo ciudadano, que gracias a los procesos de afianzamiento del Derecho Interna-
cional de los Derechos Humanos, puede acceder a ciertos organismos internacionales y
exigir a los Estados cambios en su legislación con motivo de la violación de los Derechos
Humanos, como sucede en el ámbito americano con la Comisión Interamericana de De-
rechos Humanos y la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

En definitiva, y para culminar este módulo, hay que sostener y dejar en claro que, produc-
to de procesos y fenómenos que integran  globalización y fruto de la evolución de la in-
terdependencia, la interconexión y la transnacionalidad, el concepto de Estado Moderno
fue evolucionando desde su primera versión absolutista, pasando por la liberal y luego la
de bienestar, para entrar en una crisis a partir especialmente de la década de los seten-

Abogacía | Ciencia Política 122


ta del siglo pasado, en donde nuevos actores, nuevas fuerzas y nuevos flujos de poder,
tanto gubernamentales como no gubernamentales, voluntarios o involuntarios, lícitos
o ilícitos, han hecho que la soberanía estatal pierda esa rigidez y fuerza con la que había
surgido y el Estado deba enfrentar nuevos desafíos de distinta índole. 

Todo ello no quiere decir que el Estado haya dejado de existir o esté en un proceso tal,
como algunos autores lo sostuvieron a finales del siglo pasado luego de la caída de la
Unión Soviética y la posterior globalización, liberalización  e interconexión global, sino
que también fruto de los hechos acaecidos, como las recurrentes crisis económicas del
mercado, primero en regiones periféricas y luego en el mismo centro del capitalismo
(como la sucedida por la crisis de las hipotecas de 2008); o hechos como el ataque a las
Torres Gemelas de 2001 o la pandemia de Coronavirus (2020/2), demostró que el Estado
Nación sigue siendo el principal articulador de la vida política tanto a nivel doméstico,
como así también a nivel global. 

Lo que deparará para el futuro es incierto, debido al surgimiento de nuevos desafíos cada
vez más complejos en el mundo como el cambio climático, las desigualdades, la falta de
acción para enfrentar desafíos de fuerzas ilícitas, las pandemias y la mismas correlación
de fuerzas de las principales potencias globales, ingredientes todos que ponen un manto
de incertidumbre sobre el devenir de los acontecimientos, y que indefectiblemente ten-
drán consecuencias sobre lo jurídico, por lo cual ustedes como futuros abogadas y aboga-
dos deben tener presente a la hora de ejercer su profesión.

Lectura Lo invitamos a leer como material complementario, los capítulos 4, 5 y 6 del libro “Todo
complementaria lo que necesitas saber sobre el (des) orden mundial”, de Mariano Turzi.

Estimado alumno, en este momento lo invitamos a resolver la primera parte de la eva-


luación integradora. ¡Éxitos!
Evaluación

Módulo 2 | Glosario
Administración pública: El conjunto de personas que no están involucradas de manera
directa en la toma de decisiones políticas importantes, pero que construyen y ponen en
práctica las políticas que cumplen estas decisiones. Ejs.: policías, enfermeras de la salud
pública, agentes de hacienda, etc.

Burocracia: Una manera de organizar la administración pública que enfatiza el profesio-


nalismo, la contratación y los ascensos en base al mérito y la profesionalización. Se suele
usar en forma “peyorativa” de la noción de administración pública.

Comunismo: Es una versión del socialismo marxista, la más radical. Los comunistas, en
general, sostienen que la única forma de construir un Estado socialista es mediante la
revolución, por lo que en ocasiones están menos interesados por las elecciones que los
socialistas democráticos. Después de 1920, los comunistas reconocieron mayoritaria-
mente el liderazgo de la ex Unión Soviética (URSS) en la formulación de sus objetivos y
estrategias. Se suele expresar que el sistema comunista cayó con la desaparición de la ex
URSS, en la década de los ´90.

Abogacía | Ciencia Política 123


Conservadurismo: Ideología que postula como el objetivo más importante de la política
la de crear sociedades estables basadas en una jerarquía de poder. Éste debe estar en
manos de una clase tradicional de gobernantes. Aparece como una reacción al libera-
lismo por parte de quienes se sienten amenazados en su condición social privilegiada:
nobleza terrateniente, jerarquías eclesiásticas.

Dictadura: Toda forma de gobierno en la que el o los titulares del poder no lo han obteni-
do constitucionalmente, o cuando lo ejercen sistemáticamente en contra de esos princi-
pios y reglas, de tal suerte que no tienen responsabilidad alguna en el ejercicio del poder.
Lo que legitima su accionar es el temor de los ciudadanos o súbditos.

Estado de derecho: Hace referencia a una versión del Estado moderno que implica el
ejercicio del poder estatal según los parámetros del derecho, o si se quiere, el ejercicio
del poder estatal con las limitaciones que el derecho le impone.

Estado liberal de derecho: Es un tipo de Estado de derecho. Luego de la primera versión


del Estado moderno, la absolutista, a partir de fines del siglo XVII en Inglaterra, pero con la
consolidación en las democracias constitucionales del XIX se evidenció el ejercicio de este
tipo de Estado que hizo crisis a finales del primer tercio del XX. También se lo llamó Estado
liberal o Estado de derecho formal o clásico. El rol del Estado en esta versión es la de ser un
Estado gendarme o abstencionista. Los neo-liberales hablan de un Estado mínimo.

Estado social de derecho: Es la versión que adopta o hacia la que evoluciona el Estado
liberal de derecho luego de su crisis en la década del ´30. Su época de vigencia es hasta
1970, aproximadamente. También se lo conoce como Estado de bienestar, Estado demo-
crático. Estado de justicia, Estado keynesiano, etc. El rol del Estado en esta versión es el de
un Estado intervencionista o asistencialista.

Fascismo: Movimiento político que apareció en las décadas de los ´20 y ´30. Enfatizaba
el boato militarista, el nacionalismo, la representación corporativa bajo el mando de un
dictador único. El ejemplo arquetípico lo constituye Benito Mussolini. Pero también se
suele señalar a Franco en España, Salazar en Portugal, etc. En un sentido estricto, se redu-
ce a la Italia fascista de Mussolini, pero en una acepción más amplia, en la Argentina se
utiliza el vocablo fascista para calificar las actitudes anti-democráticas.

Fin del Estado: Se relaciona con la cuestión del para qué existe el Estado. Siguiendo el
pensamiento de Heller, hace a la existencia misma del Estado, a su “ser”. Es sinónimo de
su función social.

Globalización: Es un fenómeno que supone el acortamiento del tiempo y el espacio fruto


de la revolución tecnológica operada en el siglo XX. Para algunos es una nueva etapa
del capitalismo. Suele ser catalogada como un fenómeno económico, tal vez por sus im-
plicancias, pero es un proceso complejo y más amplio que no puede agotarse con una
explicación “economicista” o monocausal.

Justificación del Estado: ¿Por qué existe el Estado? Es un problema del “deber ser” que se
relaciona con la función jurídica del Estado y el derecho. Es más bien un problema de la
filosofía jurídica que de la ciencia política.

Abogacía | Ciencia Política 124


Liberalismo: Ideología que postula que el objetivo más importante de la política es ayu-
dar a los individuos a desarrollar el máximo de sus capacidades, con la menor interven-
ción posible por parte del gobierno. Resalta el papel protagonista del individuo: su liber-
tad es el valor supremo que sólo tiene como límite la libertad de los demás.

Mercado: Para los liberales es sinónimo de sociedad civil. En contraposición con lo esta-
tal, que es el ámbito de lo público, el mercado es el ámbito de lo privado.

Nacionalismo: Ideología que se identifica apasionadamente con un Estado de parte de


sus ciudadanos. Es importante tener en cuenta que el nacionalismo es un concepto pro-
teico, esto es, que puede ser de diferente tipo. En realidad, todas las ideologías tienen
distintas versiones, sub-tipos, etc.

Organizaciones Internacionales Gubernamentales: Se denomina a las Organizaciones


Internacionales Gubernamentales o Intergubernamentales, pueden ser de alcance uni-
versal (ONU, OIT), de alcance regional (OEA, ASEAN) o de alcance mixto (OPEP, OCDE)

Organizaciones No Gubernamentales Internacionales: Organizaciones Internaciona-


les No Gubernamentales, Se trata de entidades de iniciativa social y fines humanitarios,
que son independientes de la administración pública y que no tienen afán lucrativo. Una
ONG puede tener diversas formas jurídicas: asociación, fundación, cooperativa, etc. Son
ejemplos de ONGI, Amnistía Internacional, International Human Right Network, Save
the Children, etc.

Política Internacional: Ver glosario del Módulo 1.

Poder: Ver glosario del Módulo 1.

Regímenes Internacionales: Conjunto de principios implícitos o explícitos, normas, re-


glas y procedimientos de decisiones alrededor del cual las expectativas de los actores
convergen en una determinada área de las relaciones internacionales.

Soberanía: Es un atributo del poder del Estado. Es lo que lo hace diferente al poder de las
otras organizaciones que existen dentro de su territorio, y que se traduce en el monopo-
lio de la fuerza física, en el hecho de decidir en última instancia, etc.

Socialismo: Ideología que plantea que la sociedad está integrada por clases que se ha-
llan en constante conflicto y que a los fines de establecer una sociedad justa, con per-
sonas iguales, el proletariado o clase obrera deberá hacerse del poder y así llegar a esa
etapa final donde las clases, y por lo tanto el Estado, no sean necesarios.

Socialismo democrático o socialdemocracia: Rama del socialismo que apoya la demo-


cracia electoral. Por lo tanto, promueve el acceso al poder del proletariado por vía de las
elecciones. Postulan una evolución mucho más gradual, un progreso paulatino y no un
cambio radical.

Sociedad de Naciones: fue un organismo internacional creado por el Tratado de Versa-


lles, el 28 de junio de 1919. Se proponía establecer las bases para la paz y la reorganiza-
ción de las relaciones internacionales una vez finalizada la Primera Guerra Mundial.

Abogacía | Ciencia Política 125


Tercera Vía: Es una posición del gobierno laborista inglés del actual primer ministro,
Tony Blair. Fue esbozada por Anthony Giddens, un cientista social y político inglés de
gran renombre y de origen marxista, que actualmente es profesor de Sociología en la
London School of Economics. Intenta ser una suerte de simbiosis entre la antigua social-
democracia y el actual liberalismo económico o capitalismo. Fue presentada como pro-
grama político e ideológico a fines del siglo pasado, circa 1999.

Territorio: Es uno de los elementos del Estado. Constituye su “base” física, pero enten-
dida en un sentido más amplio, ya que lo integran su espacio aéreo, el subsuelo, el mar
adyacente, etc., e incluso la sede de sus embajadas en el extranjero.🔥

Módulo 2 | Actividades
actividad 1
Absolutismo

Compare el pensamiento de los principales autores del absolutismo de acuerdo al si-


guiente cuadro:

Ubicación Aportes a la teoría


Autor Obras principales
temporo-espacial del Estado

Nicolás Maquiavelo

Jean Bodin

Thomas Hobbes

actividad 2
El Territorio

Lo invitamos a leer el artículo “El Estado, desbordado por internet” de Guy Sorman para
el diario “La Nación” del 28 de julio de 2000. Podemos leer que el copete de la nota dice:
“La información desconoce las fronteras. La noción de soberanía está en cuestión cuando
en Internet se compra y se vende sin control de los Estados. Hasta la idea de ciudadanía
nacional parece derrumbarse”. Disponible en: https://bit.ly/40nVMVz

1. Relacione lo estudiado respecto de la condición o elemento territorio con lo expresado


en el artículo, y compare la función del territorio en el Estado moderno de los siglos XVII,
XVIII y XIX con los cambios que aporta la problemática de Internet, en tanto partes de un
fenómeno mayor que es la globalización y su incidencia en la estructura clásica de lo que
es el Estado.

Abogacía | Ciencia Política 126


actividad 3
El estado y sus modelos históricos y políticos en Europa y Latinoamérica

Tomando como referencia la lectura del libro de BONETTO de SCANDOGLIERO, María


Susana y otros: El estado y sus modelos históricos y políticos en Europa y Latinoamérica.
Ed. Advocatus, 2015. Capítulo: El Estado en Latinoamérica, responda fundadamente:

1. ¿Es correcto afirmar que el estado moderno, tal como se proyecta a partir del renaci-
miento en Europa, tuvo un proceso de gestación y nacimiento similar en América Latina?

2. ¿Cuáles fueron las reglas o mecanismos a través de los cuales el estado en América
Latina aparece?

actividad 4
Sistema internacional actual

a) Según su opinión como estudiante de la carrera, ¿cómo puede calificarse el sis-


tema internacional actual?; ¿Qué rol cumple el Estado en el sistema internacional
actual?

b) Brinde una noción según lo que ha leído en el texto sobre qué es la globalización y
cómo influye en el Estado.

c) Complete el siguiente cuadro referido a los actores internacionales:

Actor Concepto O Nocion Caracteristicas Ejemplos

Organizaciones
Internacionales

Organizaciones No
Gubernamentales

Empresas
Transnacionales

Otros Actores
Internacionales

Abogacía | Ciencia Política 127


Módulo 3
Microobjetivos

›› Identificar las corrientes ideológicas que sustentan los diferentes modelos estatales
para comprender su organización y funcionamiento.

›› Analizar la complejidad y dificultad del término democracia, así como su vulgariza-


ción dada por el uso degenerado e irrestricto de este término.

›› Generar una reflexión crítica sobre las deficiencias y disfuncionalidades de la demo-


cracia.

›› Identificar los valores, reglas y condiciones para el funcionamiento de la democracia


como régimen político.

›› Distinguir las notas características de los distintos actores políticos, para comprender
su dinámica e interrelación.

›› Analizar críticamente la realidad política argentina y promover una cultura ciudadana


basada en la participación y el compromiso por los valores democráticos.

Contenidos

Ideologías, Democracia Y Dinámica Política

Unidad 5: Ideologias

Liberalismo; Socialismo y marxismo. Los totalitarismos.

Unidad 6: La Democracia

I. Origen y evolución de la democracia. Las democracias contemporáneas. Discusión


en torno a sus significados.
II. Forma de gobierno y estilo de vida. Vigencia sociológica de la democracia. conteni-
do formal y sustancial de la democracia. Reglas y condiciones. Principio de la mayoría
y la minoría.
III. Diferentes modelos de Democracia. Distintos enfoques teóricos sobre la democracia.
IV. Representación y participación política. Gobernabilidad y Democracia. El poder
limitado.

Unidad 7: Dinámica Política

I. Partidos Políticos. Sistemas de Partidos.


II. Los Grupos de Interés y los Grupos de Presión. Los movimientos sociales.
III. Opinión pública. Medios de Comunicación, redes sociales y política.

Abogacía | Ciencia Política 128


A modo de introducción al módulo, le invitamos a ver el siguiente video:

Ideologias

En las sociedades occidentales, la orientación política de la gran mayoría de sus ciuda-


danos se apoya en una serie de corrientes ideológicas cuyo origen se sitúa a finales del
siglo XVIII o en la primera mitad del siglo XIX. Cada una de dichas corrientes presenta
diversas variantes que han seguido vigentes hasta el momento presente. Es recomenda-
ble acudir a los textos de historia de las ideas políticas para hacerse con una visión más
completa de las mismas. Como simple introducción desarrollamos a continuación algu-
nas referencias esquemáticas a las ideologías más importantes.

Las ideologías -como sistemas integrados de concepciones compartidas por un colectivo


de sujetos- establecen directrices interpretativas sobre la realidad, permitiendo justifi-
car determinados cursos de acción y modos de actuar tendientes a materializarlos. Las
ideologías abordan perspectivas económicas, políticas, jurídicas, éticas y morales, reli-
giosas, etc. que vinculan a un grupo humano y desde el cual construyen una identidad
común que fortalecen a través de la práctica y sus símbolos.

En el marco disciplinario de la ciencia política, ingresamos al análisis de las ideologías


como presupuestos o postulados teóricos desde los cuales se busca reinterpretar la rea-
lidad y definir consecuentemente propuestas tendientes a su transformación desde el
estado y sus instituciones, la sociedad y el poder. Así las cosas, las ideologías políticas
constituyen un entramado de ideas, principios, valores, símbolos identitarios y propues-
tas directrices que cohesionan a un grupo humano y dirigen su curso de acción con voca-
ción de transformar el orden social.

Frente a ello, tendremos un sinnúmero de clasificaciones y categorizaciones posibles, que in-


tentan describir el posicionamiento que cada una de estas corrientes asume frente a elemen-
tos comunes; diferenciándose así sus conceptos, objetivos, valores y programas de acción.

Una clasificación preliminar nos conduce al debate histórico entre extremos dicotómicos:
el liberalismo y el socialismo; frente a los cuales se han desarrollado posicionamientos mo-
derados y extremos según el aspecto que asumen como central entre sus presupuestos, o
conforme el ámbito geográfico y marco temporal en que se desenvuelven. Así, tendremos
similitudes y diferencias entre modelos liberales europeos como el inglés y modelos libe-
rales más próximos a vertientes norteamericanas; socialismos europeos frente a vertientes
marxistas más radicales; y entre ambos extremos, posicionamientos ideológicos con mo-
dulaciones propias que asumen aproximaciones a cada uno de los extremos señalados.

Así, elementos como la propiedad privada, el estado y sus instituciones, su posiciona-


miento con la sociedad, el valor de la economía de mercado y los actores involucrados,

Abogacía | Ciencia Política 129


entre otros; son aspectos determinantes sobre los cuales se edifican los presupuestos de
cada ideología, definiendo sus notas caracterizantes a través de sus perspectivas políti-
cas, económicas, jurídicas y sociales.

De todo ello, y no obstante las lecturas que se encuentran su disposición para un estudio
en profundidad de cada una de ellas, expondremos las notas caracterizantes del libera-
lismo, el socialismo, el marxismo, el socialismo-democrático y el socialcristianismo; para
finalmente ofrecer una aproximación teórica conceptual hacia el totalitarismo como
ideología fundante del modelo de estado totalizador.

Liberalismo

Se origina en la Ilustración europea e inspiró las revoluciones americana y francesa de


finales del siglo XVIII. Resaltan el papel protagonista del individuo: su libertad es el valor
supremo, que no tiene otro límite que la libertad de los demás. Los orígenes del liberalis-
mo se remontan a fines del siglo XVII y principios del XVIII a través de su exponente más
claro, John Locke; filósofo inglés quien definió las propuestas conceptuales fundantes de
esta ideología. El contexto en el que inicia se encontraba marcado por el tránsito de la
edad media hacia la modernidad, evidenciándose aquellas condiciones que propiciaban
la formación del estado moderno, favorecido por un creciente mercantilismo y la necesi-
dad de proteger la propiedad privada.

Desde allí, la garantía de la propiedad privada resultaba un desprendimiento conse-


cuente y necesario de una concepción del hombre como sujeto libre e igual, dotado de
derechos inalienables como la vida y la propiedad; cuyo goce le permitía un desarrollo
pleno de su vida en comunidad.

Así las cosas, el liberalismo consistía en un modelo de vida con matices jurídicos, políti-
cos y económicos propios, que reclamaba un diseño estatal garante de dichas libertades
y derechos, de donde se desprenden los siguientes postulados:

›› El individualismo
›› la racionalidad
›› La libertad. 
›› la separación y diferenciación entre estado y sociedad civil.
›› El principio de igualdad ante la ley.
›› El derecho a la propiedad privada como fuente de desarrollo e iniciativa individual.
›› El acuerdo libre entre los individuos libres como presupuesto de la sociedad y la crea-
ción de la comunidad política.
›› El progreso de esta comunidad no puede ser programado: hay que dejarlo al resul-
tado espontáneo de la competencia entre individuos libres y racionales, porque de
esta tensión de intereses nace el equilibrio beneficioso para todos.
›› Su legitimidad deriva de la adhesión libre que obtiene entre los miembros de la
comunidad

Aspecto económico: El liberalismo en cuanto a su aspecto económico defiende la no in-


tromisión del Estado en las relaciones mercantiles y económicas de los sujetos iguales;
caracterizándose por la abstención o no interferencia y limitándose a la injerencia en
protección de la propiedad privada.

Abogacía | Ciencia Política 130


Aspecto Político: El liberalismo en cuanto a su aspecto político se fundamenta en el Esta-
do de derecho como la democracia representativa y la división de poderes:

›› Los seres humanos son racionales y poseen derechos individuales inviolables.


›› El gobierno y, por tanto, la autoridad política, deben resultar del consentimiento de
las personas libres, debiendo regular la vida pública sin interferir en la esfera privada
de los ciudadanos.
›› El estado de derecho asegura igualdad ante la ley, sin privilegios ni distinciones, a
través de un marco normativo mínimo.

Aspecto Social: el individualismo, que considera al individuo primordial, como persona


única y en ejercicio de su plena libertad por encima de valores colectivos: vida y libertad
como derechos inviolables de donde derivan los demás derechos: pensamiento, expre-
sión, culto, asociación.

Socialismo

El socialismo como corriente de reflexión crítica y luego doctrina político social, surge
gracias a ciertas transformaciones económicas y sociales unidas al desarrollo de la gran
industria en Inglaterra, con la Revolución Industrial, durante los siglos XVIII y XIX.

Se enmarca en una reacción frente a las deficiencias de un liberalismo que no garantiza


contenidos mínimos para todas las personas, desde cuyo modelo la idea de libertad e
igualdad resultan viciadas en la práctica.

Esto llama la atención de pensadores de diferentes orígenes, provocado en ellos una pro-
testa en nombre de la justicia; y en particular, el desarrollo del individualismo económico
que se propuso el liberalismo económico, con las características anteriormente descriptas
de propiedad privada de los medios de producción, el provecho personal como motor único
de la producción de las riquezas, la libre competencia o libre juego de la ley de la oferta y la
demanda; y la exclusión de toda intervención del Estado. Todas estas bases son sometidas
a una reflexión crítica que busca conducir a la sociedad hacia un bienestar colectivo.

El orden social no se basa en la competencia libre fundada en seres iguales sino en la


solidaridad humana y en una comunidad igualitaria de bienes y recursos. Para alcanzar
este orden solidario, la intervención de la autoridad política es decisiva. El debate sobre
esta intervención dividió desde un principio al movimiento socialista entre los partida-
rios de la vía revolucionaria y de la imposición drástica y por la fuerza de sus propuestas
y los partidarios de introducirlas gradualmente mediante la participación en el sistema
político liberal-democrático (debate que perdura hasta nuestros días entre las corrientes
socialistas y las marxistas más radicales. Sus más destacados impulsores son Saint-Si-
mon, Fourier, Owen, Louise Blanc, Proudhon, entre otros).

Así las cosas, el socialismo enmarca un posicionamiento reflexivo, crítico y transforma-


dor multidisciplinario, que envuelve a pensadores y escuelas de estudios que luego fue-
ron identificándose en diferentes corrientes, subrayando aspectos particulares del socia-
lismo en general, a la par de compartir elementos, conceptos y categorías en común,

Abogacía | Ciencia Política 131


Seguidamente analizaremos al marxismo-comunismo, al social cristianismo y a la social-
democracia como corrientes socialistas diferentes.

Marxismo- Comunismo: una aproximación al socialismo científico

Manifiesta una reacción más radicalizada del socialismo, a través de una propuesta de
reconfiguración en la distribución de bienes y recursos, con vocación hacia la conversión
del orden social tradicional de naturaleza liberal.

En ese escenario el marxismo como corriente de reflexión interna en el comunismo, ad-


quiere a través de los aportes Marx y Engels un tinte revolucionario de gran impacto po-
lítico, social y económico y un fuerte contenido de rigor teórico científico; lo que le valió
la identificación de socialismo científico para diferenciarse del socialismo utópico que
comprendía a las demás corrientes socialistas de baja concentración teórico conceptual.
Así las cosas, el socialismo científico identifica al marxismo como pretensión de diferen-
ciarse del resto de los posicionamientos ideológicos socialistas, término acuñado por el
propio Friedrich Engels buscando distinguir al socialismo marxista de las demás corrien-
tes que no se basaban en el materialismo histórico.

Tal como será analizado en detalle en la lectura sugerida, el materialismo histórico cons-
tituye un método de estudio que sostiene el diseño histórico social a partir de la lucha
constante entre clases; dando cuenta de influencias de la filosofía alemana hegeliana
que son resignificadas y reeditadas a a luz de nuevos aportes que Marx y Engels llevan
adelante y que son resumidos en: La ley de acumulación del capital, la plusvalía, la lucha
de clases, la dictadura del proletariado y la sociedad sin clases. Así y como premisa ge-
neral el análisis de Marx se concentra en los aspectos destructivos del capitalismo indus-
trial: el conflicto de clases y la alienación. Históricamente ha habido una lucha de clases
entre clases explotadoras y clases explotadas, clases dirigentes y clases dirigidas, que se
modifica hasta llegar a un punto en que la clase explotada y oprimida (el proletariado)
no puede ya desligarse de la clase que la explota y oprime (la burguesía).

El proletariado vende su trabajo a cambio de un salario, que necesita para vivir; conducien-
do a una alienación de los sujetos explotados en el marco de un proceso productivo que
tiene por finalidad la constante búsqueda de la burguesía de maximizar sus beneficios.

A mediados de la década de 1840 se produjo el acercamiento de Karl Marx y Friedrich


Engels a la Liga de los justos (organización política clandestina surgida en parís en 1836),
quienes hacia 1847 crean la Liga de los Comunistas, y que en febrero de 1848 haría público
su programa bajo el nombre de Manifiesto del Partido Comunista.

El Manifiesto del Partido Comunista, es una de las obras más influyentes de la historia,
que constaba de 4 partes:

›› La primera, titulada Burgueses y proletarios, es el núcleo del manifiesto, su parte vital


(y la de todo marxismo).

›› La segunda, titulada proletarios y comunistas, explica la posición de los comunistas


con relación al conjunto de los proletarios y rechaza los reproches hechos al comu-
nismo por la “burguesía”

Abogacía | Ciencia Política 132


›› La tercera parte, habla de las diversas formas “reaccionarias” o “feudales”, “pequeño
burguesas”, “conservadoras” o “burguesas” y “crítico- utópicas”, del movimiento social
de la época.

›› La cuarta parte, precisa la posición de los comunistas frente a otros partidos de la opo-
sición.

Esta obra resume el posicionamiento ideológico de sus autores, quienes encontraban en


la relación con la producción y el capitalismo la existencia de dos extremos irreconcilia-
bles: burgueses y proletarios.

La teoría marxista cree que la revolución es la única manera de lograr un verdadero cam-
bio social, pues los que tienen riqueza y poder no abandonarían sus privilegios volunta-
riamente, y que este cambio es inevitable como ha demostrado la teoría del materialis-
mo histórico.

Como bien expresa el artículo primero del Manifiesto Comunista, el objetivo de la Liga
de los justos es el derrocamiento de la Burguesía para pasar a la dominación del prole-
tariado; la abolición de la vieja sociedad burguesa, fundada en antagonismos de clase;
y la fundación de una sociedad nueva, sin clases y sin propiedad privada. Apoyó un mo-
vimiento revolucionario contra la opresión de los capitalistas. La doctrina filosófica del
materialismo histórico, afirma que la manera en que los seres humanos producen bienes
materiales define al resto de la sociedad. Marx, por su lado, afirmaba que todas las de-
más instituciones sociales importantes, funcionaban bajo la influencia de la economía
de una sociedad. La economía era la base real de la política, el derecho y la moral.

Otras instituciones, a su vez, hacían que la supremacía de una clase, se reafirmará prote-
giendo legalmente la propiedad privada (derecho natural) y esto era así porque se tenía
la creencia de que el poseedor de un patrimonio se lo había ganado legítimamente. En
cambio, los pobres lo eran porque carecían de habilidad o motivación.

Marx condenó al capitalismo por su alienación, entendida como el sentimiento de no ser


capaz de controlar la propia vida. El proletariado, dominado por los capitalistas y deshu-
manizado por sus trabajos, se siente incapaz de mejorar su situación, lo cual presenta-
ba una barrera para el cambio social. Sin embargo, esperaba que los trabajadores de las
industrias superaran esa alienación, uniéndose en una verdadera clase social y movili-
zándose para transformar la sociedad. Como conclusión, para el comunismo, el gobierno
moderno no era más que un gestor de los intereses de la clase burguesa, no garantiza
igualdad o condiciones dignas de vida al proletariado. La única solución para liberar a los
trabajadores era destituir de manera total el sistema capitalista.

Socialcristianismo

Es importante tener en cuenta que el social cristianismo no es la manifestación política


de los creyentes cristianos o de sus organizaciones eclesiales; sino una corriente de pen-
samiento transformada en actores políticos y pronunciamientos fundados doctrinaria-
mente en los postulados del cristianismo; del cual se alimentan y que intentan encarnar
en la sociedad y el Estado.

Abogacía | Ciencia Política 133


En sentido amplio, el socialcristianismo constituye una vasta reflexión intelectual y una
consecuente acción multifacética en el campo social y político, a partir de una concepción
cristiana del hombre, de la sociedad y del Estado. Su fuente mediática es el evangelio y
demás textos sagrados y la obra teológica de los padres cristianos. Su fuente inmediata
la constituyen las encíclicas papales y otras manifestaciones de la iglesia como los apor-
tes de pensadores sociales y políticos de inspiración cristiana, católicos o protestantes.

El social cristianismo es el resultado de la aplicación de los principios y valores del cristia-


nismo a las consecuencias de la crisis de la edad moderna y al surgimiento de la cuestión
social. En concreto, intenta conciliar la democracia como régimen político con la doctrina
social de la iglesia y la acción de los cristianos.

El socialismo cristiano surgió en la primera mitad del siglo XIX, predicando la paz social,
el amor cristiano y la idea de la transformación de la sociedad mediante el perfecciona-
miento moral de los individuos, viendo en el socialismo la realización de los anhelos hu-
manitarios y tratando de cohesionar a los criterios religiosos con los ideales socialistas.

En este contexto, el social cristianismo goza de una inspiración: los principios y valores
inspirados en el cristianismo y que se proyectan en la vida social y política que son com-
partidos por otras personas que no profesan la misma fe, que se fundamenta en la digni-
dad y la libertad de la persona, la primacía del bien común, los derechos del hombre etc.

Goza también de una base doctrinaria: el personalismo comunitario, que se traduce en


el hombre dotado de libertad y de responsabilidad moral. Los instrumentos centrales
y de difusión del socialismo cristiano son las encíclicas papales, cartas solemnes sobre
asuntos de la Iglesia o determinados puntos de la doctrina católica dirigidas por el Papa
al episcopado, sacerdotes y fieles, transmitiendo la posición del jefe de la iglesia católica
sobre un tema determinado de carácter religioso o de otra naturaleza de importancia
para el hombre y la sociedad. Las encíclicas han sido evaluaciones generales a la luz de
los valores religiosos de una situación o problema en especial. No constituyen un cuerpo
de creencias obligatorias para los fieles, aunque tienen un valor moral muy importante.

Se menciona al Papa Benedicto XIV como el autor de las primeras encíclicas, identificán-
dose “Urbi primum” (sobre la función de los obispos), como la primera, y que diferentes
fuentes debaten su origen entre 1740 y 1766. Los mayores documentos sociales de la Igle-
sia hasta hoy son: Rerum novarum, del papa León XIII, en 1891, trata de la situación de los
trabajadores, pero también hace una crítica a los materialismos comunista y capitalista;
Quadragesimo Anno, del papa Pío XI, en 1931, conmemora los cuarenta años de la Rerum
novarum y habla de la reconstrucción del Orden Social avalado por ideologías que esta-
ban embruteciendo al ser humano; Mater et Magistra, del papa san Juan XXIII, en 1961,
habla de la relación entre el cristianismo y el progreso social, Pacem in Terris, del mismo
Papa, en 1963, sobre los peligros de la guerra nuclear entre las dos grandes potencias de
entonces: Estados Unidos y Rusia (llamada Unión Soviética de las Repúblicas Socialistas
Soviéticas); la Constitución Gaudium et Spes, del Concilio Ecuménico (mundial) Vaticano
II, en 1965, que trató de la Iglesia en relación al mundo actual; Populorum Progressio, del
papa beato Pablo VI, en 1967, sobre el desarrollo de los pueblos; Octogesima Adveniens,
también de Pablo VI, en 1971, es una convocatoria a la acción de la Iglesia en el campo
social; Laborem Exercens, de san Juan Pablo II, en 1981, expone la doctrina católica ante

Abogacía | Ciencia Política 134


el trabajo del ser humano; Sollicitudo Rei Socialis, también de san Juan Pablo II, en 1987,
presenta el cuidado de la Iglesia hacia los temas sociales; Centesimus Annus, aún del
mismo Papa, en 1991, hace una retrospectiva desde la Rerum novarum hasta el 1989 (año
de la caída del Muro de Berlín, el “Muro de la vergüenza”, que dividió la Rusia comunista
y el Occidente Capitalista) y prepara para el nuevo milenio; Caritas in Veritate, del papa
Benedicto XVI, en 2009, aborda, de modo preciso, el desarrollo integral (cuerpo y alma)
del ser humano y, finalmente, la Laudato Si, del papa Francisco, en 2015, sobre una eco-
logía integral – el ser humano insertado en todo la obra creada Hacia finales del siglo
XIX y después de la publicación de la Rerum Novarum, se multiplicaron los movimientos
sociales y comienzan a surgir los primeros partidos políticos que invocan inspirarse en los
principios sociales del cristianismo, extendiendo su representación en los parlamentos
de Holanda, Francia, Alemania, Austria, Luxemburgo, Suiza y Bélgica. También en Amé-
rica Latina sucede algo similar a mediados del siglo pasado y es importante precisar que
dentro de ellos hay versiones más progresistas y otras más conservadoras. Así podemos
apreciar las diversidades hacia adentro del ideario socialcristiano.

A partir de la renuncia de Benedicto XVI al pontificado, el 13 de marzo de 2013 es elegido


el Papa Francisco como nuevo Papa, quien ha fortalecido la doctrina social de la Iglesia
con un marcado mensaje universal hacia cuestiones políticas, sociales, ambientales y
económicas; revitalizando la función de guía espiritual de la Iglesia y su traducción en la
obra diaria de toda la comunidad cristiana y los hombres del mundo. 

En su tercera encíclica fratelli tutti del 3 de octubre de 2020 explica que la fraternidad es
uno de los valores humanos y universales que debería estar en la base de las relaciones
entre los pueblos, de manera que cuando sufren o son desfavorecidos no se sientan ex-
cluidos y olvidados, sino acogidos, sostenidos como parte de la única familia humana.
Tiene en cuenta un valor, propio de la revolución francesa muy descuidado y olvidado: el
sentimiento fraternal y/o humanitario que debiera perseguir las acciones de los pueblos
y las personas. Así transmite un mensaje que brega por la paz y la solidaridad de todas y
todos. Justo en una época que va a contramano de esas cuestiones y valores, pandemia y
guerras mediante.

Socialdemocracia

La socialdemocracia es una ideología política, social y económica que plantea un socialis-


mo moderado a través de reformas progresivas y graduales que permitan dotar de conte-
nido real a las bases fundantes del liberalismo; con vocación hacia un intervencionismo
estatal que promueva la justicia social en el marco de una economía capitalista. Es decir
que se erige en una corriente ideológica pensada para rescatar lo bueno del liberalismo
y mejorar las deficiencias y exclusiones que el sistema capitalista y las propuestas que el
liberalismo económico imprimió casi como verdades absolutas. 

Todo ello, buscando generar las condiciones para que el capitalismo permita una mayor
distribución igualitaria con injerencia en el mercado laboral y la protección de los tra-
bajadores. De esta manera se alimenta de una propuesta conciliadora entre la libertad
política y económica con la igualdad, superando las experiencias del liberalismo tradi-
cional que solo propugnaban una igualdad formal en lo teórico. Esta ideología surgió a
finales del siglo XIX a partir de un proceso de cuestionamiento interno del socialismo,

Abogacía | Ciencia Política 135


enfrentándose posiciones democráticas y antidemocráticas que proyectan en dicho mo-
delo político beneficios o un sistema de opresión burgués.

Así, las cosas la social democracia considera al voto universal y la posibilidad de partici-
pación política a través de asambleas populares como aspectos a destacar y conservar,
ampliando sus pretensiones hacia un modelo democrático no sólo político sino de vida
tendiente a extender sus bondades hacia la clase obrera y con ello el debilitamiento del
sistema clasista desigual.

La socialdemocracia incluye el respeto de la democracia liberal por los derechos y las li-
bertades individuales, junto con su compromiso con las elecciones y la libertad de par-
tidos, promoviendo el pluralismo político y la preocupación por la desigualdad social y
económica, trabajando por una idea de ciudadanía social.

 De esta forma, la socialdemocracia persigue objetivos igualitarios por medio de la com-
petencia democrática y no a través de una conquista revolucionaria como el marxismo,
buscando reformular el sistema capitalista más que destruirlo.

Los totalitarismos

En este acápite se expondrán las notas caracterizantes del totalitarismo como ideología,
y no como modelo de gobierno que termina por generar una confusión con el Estado
como estructura soberana de poder.

La ideología totalizadora promueve un Estado totalizador, y constituye el fundamento


teórico conceptual de sus instituciones y diseño.

Así las cosas, esta ideología se funda en una cosmovisión unificada de la persona con el
Estado, debilitando su individualidad o escisión, y confundiendo en consecuencia el do-
minio político con el dominio personal. El poder se sustenta en un control social autocrá-
tico, desde el Estado hacia la persona, persuadiendo a las masas -quienes reemplazan al
sujeto- a través de la vocación personalista de un líder que monopoliza un partido único.

El totalitarismo promueve una injerencia creciente en la vida de las personas, eliminan-


do el concepto de individuo, haciéndolo un elemento más de la estructura del Estado, al
que considera como un fin en sí mismo.

A lo largo de la historia se han encarnado diferentes modelos de estados totalitarios en-


tre los cuales se puede destacar, el estado totalitario de Benito Mussolini en Italia, el es-
tado de la U.R.S.S con Stalin, y el nazismo (nacionalsocialismo) en Alemania con Adolf
Hitler, pero incluso modelos totalizadores más antiguos como el de las ciudades estados
atenienses que se fundaban en una confusión entre la persona y el estado para lograr
su vitalidad política. Las diferentes vertientes totalizadoras alimentan una pretensión
global entre persona, estado y nación, haciendo desaparecer a través de ello cualquier
forma de desarrollo autónomo del sujeto, primando lo colectivo y unitario por sobre lo
personal e individual; promoviendo una injerencia del estado totalizador en la persona.

Así, los totalitarismos buscan una coincidencia indisoluble entre la persona y el estado,
dirigiendo el todo estatal por fuera de lo público y llevándolo hacia todas las formas de

Abogacía | Ciencia Política 136


manifestación social, económica, religiosa, intelectual, artística individuales; haciendo
del Estado el único motor de movimiento social, siendo las personas un engranaje den-
tro de esta maquinaria.

Como resultado, el estado concentra una fuerza centrípeta (hacia adentro) que absorbe
el desarrollo de actuaciones personales centrífugas (hacia afuera), construyendo un mo-
nismo verticalista que anula esferas personales de vida.

¿El fin de las ideologías?

Con este título, el sociólogo norteamericano Daniel Bell publicó en 1960 una obra de gran
impacto en la que denunciaba el agotamiento de las grandes ideas políticas que habían
marcado la historia del mundo occidental hasta aquel momento. Para Bell, se estaba
revelando que la política se planteaba en términos mucho más pragmáticos, tanto por
parte de los ciudadanos, como por parte de los dirigentes políticos. Importaban los resul-
tados más que las ideas y, en especial, los resultados económicos en términos de creci-
miento y bienestar material. Otros autores apuntaron en la misma dirección, subrayan-
do la creciente pérdida de capacidad de movilización de doctrinas como el socialismo, el
comunismo y el fascismo.

Bastaron unos pocos años –en la misma década de los sesenta-- para poner en tela de
juicio esta visión crepuscular de las ideologías. La lucha por los derechos civiles de la mi-
noría negra, la oposición a la guerra de Vietnam o la revuelta estudiantil de mayo de 1968
en Francia y en otros países europeos significaron una reaparición de las polémicas ideo-
lógicas entre los partidarios del cambio político radical y los defensores del statu quo. En
este contexto, no sólo se recuperaron y actualizaron viejas doctrinas -neomarxismo de
diferentes escuelas, neoanarquismos en variadas versiones, neoliberalismos militantes
favorables al desmantelamiento de lo público y del Estado del Bienestar, neofascismos
etc.-, sino que se pusieron en circulación nuevas interpretaciones de las relaciones so-
ciales, centradas en torno a la igualdad de géneros o en torno a la conservación de los
recursos naturales: feminismo y ecologismo aparecían ahora como nuevas propuestas
ideológicas sumándose a las ya existentes.

En 1989, otro autor norteamericano –Francis Fukuyama- analizó las consecuencias de la


caída del imperio soviético en un artículo titulado “¿El fin de la historia?”. Para este ana-
lista, la derrota política de la Unión Soviética y del marxismo-leninismo que la inspiraba
significaba que el liberalismo democrático se había convertido en el único sistema doc-
trinal capaz de legitimar las estructuras políticas y económicas: no había lugar para las
soñadas alternativas de otros tiempos y la humanidad entraba en un período de apacible
estabilidad ideológica.

Es innegable la pérdida de peso de algunas ideologías “globalizantes” que pretendían in-


terpretar y dar respuesta a todos los problemas de una sociedad: este carácter simplifica-
dor es cada vez menos efectivo allí donde la complejidad de conflictos y la diversidad de
actores ponen en juego intereses y alternativas muy dispares. También es cierto que son
–y siempre han sido- minoría los ciudadanos que asumen de manera integral el conjunto
de creencias y valores que se combinan en una ideología: sólo los acérrimos militantes
adhieren a ella de manera total y sin reservas, frente a una mayoría que participa de ellas
de manera parcial y fragmentaria.

Abogacía | Ciencia Política 137


Pero el vaticinio de un segundo final de las ideologías fue de nuevo desmentido por la
realidad. No sólo se afianzaron alternativas ideológicas al liberalismo, como las que re-
presenta el fundamentalismo islámico en varios países asiáticos y africanos. También en
Europa despertaron de nuevo los nacionalismos como ideologías capaces de alimentar
las expectativas y los proyectos políticos de muchos ciudadanos. Desde la devolution a
Escocia y Gales en Gran Bretaña hasta la desintegración de Checoslovaquia, la URSS o
Yugoslavia, los nacionalismos han justificado episodios de separación amistosa o han
alimentado sangrientas guerras civiles.

Parece, pues, que el hecho de que algunas ideologías muden su apariencia, desaparez-
can del primer plano de la escena o sean acogidas sólo parcialmente no autoriza para
decretar los funerales de todas ellas. Estos funerales anticipados han sido denunciados
como empeños políticos para justificar la resistencia al cambio: la “ideología del fin de la
ideología” sería, desde este punto de vista, la más conveniente para los intereses de quie-
nes cuentan ya en sus manos con los principales resortes del poder económico, político y
mediático y no desean grandes transformaciones en el statu quo. En todo caso, anunciar
la muerte de las ideologías es ignorar que los conflictos que son objeto de la política no
dejarán de estar siempre acompañados por creencias y juicios de valor: de ellos obtienen
los ciudadanos –y todos los actores políticos- las razones y los pretextos necesarios para
motivar su intervención en la gestión de los asuntos colectivos.

En este punto, lo invitamos a observar la clase en video titulada “Ideologías”, disponible


en plataforma MiUBP.
Multimedia

La Democracia

Origen y evolución de la democracia. Las democracias contemporáneas. Discusión en


torno a sus significados.

En el transcurso de esta unidad analizaremos uno de los temas más complejos y de ma-
yor vitalidad para la ciencia política, la democracia. También se debe tener presente que
es un concepto que está en permanente debate y que día a día nos interpela respecto a
su vigencia y práctica.

La vulgarización en el uso de este término ha provocado, como veremos, un vaciamiento


de sentido y contenido tal que hoy dicha palabra parecería ser inclusiva de casi cualquier
manifestación de poder o forma de vida social, llevando en su consecuencia a un des-
membramiento de su verdadero significado como forma de organización del estado. De
tal manera, la palabra democracia, se vincula hoy no solo a la representación, a la parti-
cipación política, y a un diseño organizacional del poder estatal; muy por el contrario, la
democracia ha superado ampliamente su conceptualización ligada a la ciencia política
e ingresa en el debate mundano de las problemáticas diarias; cuando no, como simple
estrategia discursiva de persuasión y marketing político.

A poco menos de 100 años de su publicación, aún hoy resultan vigentes las palabras del
propio Hans Kelsen al referirse a este proceso degenerativo del concepto de democracia
en su obra Esencia Y Valor De La Democracia:

Abogacía | Ciencia Política 138


 “la democracia es la consigna que durante los siglos XIX y XX domina totalmente sobre
los espíritus. Precisamente esta es la razón de que haya perdido, como todos los lemas,
su sentido intrínseco. Copiando la moda política, este concepto –el más explotado entre
todos los conceptos políticos- resulta aplicado a todos los fines y en todas las ocasiones
posibles, y adopta significados contradictorios en ciertos casos, cuando no ocurre que la
irreflexión usual del lenguaje político vulgar lo rebaja a una frase convencional que no
responde a ningún sentido determinado”.

Tradicionalmente vinculada al gobierno de la ciudad estado ateniense durante la consti-


tución de Clístenes, la palabra democracia carece hoy de una conceptualización unívoca
y monolítica, asociada vaga y preliminarmente a la idea del “gobierno del pueblo”, como
usualmente se menciona sin dimensionar las implicancias de dicha expresión.

Tal como fue expuesto previamente (ver módulo 1), pueden encontrarse en Atenas los
precedentes más próximos a la idea actual de democracia, fundada en una organización
política que toma como base la participación de su ciudadanía en las decisiones que ha-
cen a la cuestión pública.

Así, el legado conocido como “constitución de Clístenes”, es lo que nos permite hoy ana-
lizar la organización político y social ateniense como modelo democrático universal, que
pese a constituir un sistema más idílico que real en la práctica, permite afirmar que fue
Atenas la cuna de la democracia. Las Reformas de Clístenes tendieron a establecer en-
tre todos los ciudadanos un régimen de gobierno en la ciudad estado sustentado en la
igualdad, la libertad, la unidad, la participación y la responsabilidad entre los ciudada-
nos; presupuestos medulares de nuestras democracias contemporáneas.

No obstante, la democracia encuentra su mayor exponente en Atenas, y es el precedente


histórico vinculado con el origen del término, la forma de gobierno impuesta durante
esos años en la ciudad estado griega, constituyó en realidad un modelo que dista mucho
de los componentes institucionales, las categorías éticas-morales y la cosmovisión ideo-
lógica que sustenta y legitima lo que hoy podemos denominar democracia para nosotros.
La misma idea de libertad e igualdad, bases que sustentaban la democracia ateniense
distan mucho de su concepto actual y no eran entendidos como derechos poseídos en
carácter personal y propios de una esfera privada, sino más bien como componentes de
la idea de ciudadanía vivida en conjunto.

El ideal ateniense procuraba la participación continua de la ciudadanía en los asuntos


públicos, es decir en todas aquellas cuestiones que hacían a la vida en comunidad y que
podían afectar a los atenienses, pero el ciudadano no gozaba de un espectro de derechos
personales sino de prerrogativas políticas, jurídicas, religiosas, sociales, y obligaciones
militares y fiscales que procuraban una unión y una vinculación directa e inmediata del
ateniense para con sus pares y para con el estado, resultando de ello una comunidad de
ciudadanos unidos entre sí a partir de un ideal común de interacción y participación.

Así, la democracia distaba de ser únicamente un sistema de organización político y so-


cial, sino una forma de vida anclada y sustentada por la participación continua de todos
los ciudadanos: de allí que los orígenes de la democracia en Grecia están asociados a una
idea más utópica o modelo ideal de participación directa, inviable e imposible de realizar
en nuestros días.

Abogacía | Ciencia Política 139


Sin embargo, el concepto mismo de democracia no resultaba unívocamente compartido,
tal como podemos ver entre los propios autores griegos como por ejemplo Aristóteles,
para quien la democracia (el término) representaba una forma de gobierno desviada o
degenerada y que, por lo tanto, no buscaba el bien común.

Así, esta palabra no mantuvo una evolución histórica lineal en cuanto a su significado y uti-
lización, más aún, fue invisibilizada durante mucho tiempo, y solo excepcionalmente men-
cionada entre los autores que recorren los siglos III a XV. Con el advenimiento de la moder-
nidad, y en un proceso que lleva su derrotero, comienza a ser utilizada y reivindicada.

Entre dicho periodo puede verse solo en los escritos de Santo Tomas de Aquino (siglo
XIII), para finalmente encontrarse en la obra de Locke (ensayo sobre el gobierno civil, ca-
pítulo X, 1690), Montesquieu (1689-1755) y Rousseau (1712.1778), siendo considerado este
último como el padre moderno de la democracia al referir este a la soberanía en cabeza
del pueblo como única forma legítima de gobierno. Sus ideas, como ya han sido estudia-
das en el módulo II, fueron decisivas en los acontecimientos de la Revolución Francesa y
la caída del Ancien Régime.

Con el advenimiento de la revolución francesa y el estado de derecho, el liberalismo


racional impregna todo el pensamiento político con sus principios protectorios hacia
la libertad y la igualdad (en un sentido formal), resultando de ello una construcción de
democracia liberal de rasgos participativos, pero adoptando en su práctica moderna un
simple mecanismo indirecto -y por lo tanto representativo-.

Así, existe una considerable diferencia entre la concepción moderna y la antigua de li-
bertad y de democracia. En la polis ateniense la distinción entre la esfera pública y priva-
da era desconocida. El estado de derecho moderno tiene por finalidad proteger la liber-
tad del individuo en cuanto persona, una esfera propia, donde la voluntad decisional del
estado se lleva adelante a través de sistemas de representación indirecta: el pueblo no
delibera ni gobierna sino a través de sus representantes.

Esto, cae en una encrucijada difícil de resolver, puesto que las formas actuales de demo-
cracia son en realidad incompatibles con la idea de participación directa que propugna-
ba el modelo ateniense.

De todo esto se desprende la complejidad para conceptualizar la palabra democracia, no


solo por la vaguedad e imprecisión que su incorrecta utilización ha provocado, sino por
las diferentes perspectivas teóricas que pretenden su descripción.

En esta unidad se ofrecerá un análisis de la democracia desde su consideración como


RÉGIMEN POLÍTICO, con más lecturas complementarias que permitan una comprensión
integral de todos sus componentes.

VI. Forma de gobierno y estilo de vida. Vigencia sociológica de la democracia. con-


tenido formal y sustancial de la democracia. Reglas y condiciones. Principio de la
mayoría y la minoría.

Abogacía | Ciencia Política 140


En primer lugar, es necesario clarificar que la democracia es una forma de gobierno y no
como usual y erróneamente se expresa, una forma de estado.

Así las cosas, las formas de estado responden a la organización espacial del poder en el
territorio de un estado, de lo cual devienen las formas federales, unitarias y confederati-
vas. Por el contrario, las formas de gobierno representan el diseño institucional y organi-
zacional del estado, esto es, la decisión sobre quién y cómo se tomarán las decisiones que
hacen a la voluntad del estado. De esta manera la democracia es una forma de gobierno,
ya que hace al diseño institucional del poder dentro del estado.

Tradicionalmente, los modelos que se contraponen en los extremos son las democracias
y las autocracias o monocracias. Estas últimas constituyen un sistema organizacional
verticalista descendente, es decir, el proceso decisional se lleva adelante y se aplica por
sobre la población (súbditos) sin procurar su participación, desde el extremo superior ha-
cia las bases. Las ideologías que legitiman esta autoridad excluyen la idea de libertad e
igualdad como presupuestos de funcionamiento.

Por el contrario, la democracia constituye un mecanismo horizontal de formulación de


las decisiones estaduales, es decir ascendente, procurando la mayor participación posi-
ble de los destinatarios de dichas decisiones, en todos los asuntos que le conciernen.

Así, los súbditos en la democracia se transforman en ciudadanos que participan de la


formación de la voluntad del estado a través de la idea de la representación, esto es, una
democracia indirecta.

Sin embargo, la democracia no es simplemente una forma de gobierno sino un régimen


político. Ello, en la medida que incluye un mecanismo decisional (forma de gobierno) y el
conjunto de valores, principios y reglas que dan sustento y sustancia a dicha forma, lo que
comúnmente se denomina contenido sustancial o vigencia sociológica de la democracia.

 El régimen político representa un esquema de mayor profundidad y amplitud que la


simple forma de gobierno, incluyendo tanto el orden jurídico institucional como el con-
junto de creencias y valores que permiten informar y legitimar a dicha forma de gobier-
no. Desde esta perspectiva, la democracia como régimen político manifiesta una deter-
minada concepción del hombre y la comunidad política, sustentando la igualdad y la
libertad como presupuestos esenciales.

RÉGIMEN POLÍTICO = FORMA DE GOBIERNO + FORMA DE VIDA

Los presupuestos apriorísticos de la democracia suponen la igualdad y la libertad como


valores fundantes, de ellos se infiere que nadie goza de un derecho natural superior de
mandar por sobre otro; y de su racionalidad, se desprende la idea de que pueden gober-
narse a sí mismos.

Sin embargo, la cuestión del autogobierno se traduce hoy en la creación de un meca-


nismo de representación susceptible capaz de imputar voluntades de ausentes en los
procesos decisionales: el pueblo delibera y gobierna a través de sus representantes, e im-
puta su decisión a los ciudadanos como si fueran estos quienes hubiesen actuado.

Abogacía | Ciencia Política 141


La problemática de esta ficción, constituye sin más, el aspecto más difícil a resolver de
toda democracia como sistema idílico de pacificación social, en el que los ciudadanos
participan de la creación del orden social y político que los va regir en su vida, reivindi-
cando el ideal roussoniano de la libertad en sociedad.

La representación es la única forma posible en que las democracias actuales se manifies-


ten, siendo inviable una pretensión de participación directa siguiendo el modelo idílico
ateniense. Para atenuar el rigorismo formal de la representación y en consecuencia, la
distancia entre representantes y representados, los regímenes actuales diseñan meca-
nismos de semi representación, permitiendo a los representados ampliar su margen de
participación directa en los procesos decisionales del estado: plebiscitos, consultas po-
pulares, iniciativas populares, revocatorias, etc.

La democracia como forma de gobierno

Un análisis parcial de la democracia como régimen político, refiere a la definición de la for-


ma de gobierno, es decir, lo que llamaríamos democracia en sentido formal o mecanicista.

Una aproximación a este concepto es ofrecida por Norberto Bobbio al decir “por régimen
democrático se entiende primeramente un conjunto de reglas de procedimiento para la
formación de decisiones colectivas, en el que es prevista y facilitada la más amplia parti-
cipación posible de los interesados”.

Así, la democracia como forma de gobierno constituye un simple mecanismo formal de


adopción de decisiones sobre la cuestión pública, procurando la mayor participación po-
sible de los afectados. Esta referencia formal o meramente procedimental no satisface el
verdadero sentido que la democracia asume hoy como régimen político integral, ya que
reclama un contenido sustancial para su plena vigencia y funcionamiento.

 La democracia como forma de vida

La forma de vida o vigencia sociológica representa la estructura socio política, el conjun-


to de valores y creencias de los interesados que fundamentan la sustancia. Así, la forma
de gobierno requiere de un especial estilo de vida, un consenso fundacional sobre su im-
portancia y validez que implica participación y conciencia social sobre ciertas cuestiones:
pluralismo, diálogo, oposición, competencia, etc., que son los denominados, requisitos o
condiciones democráticas.

Requisitos y condiciones

Tal como ha sido expuesto, el régimen político democrático reclama la coexistencia y re-
troalimentación de ambos extremos, la institucionalización de la forma de gobierno y la
forma de vida como sustancia que permite su vitalidad. Así, el elemento procedimental
o formal entra en comunión con el elemento sustancial que posibilita su puesta en mar-
cha y funcionamiento.

Muchos son los autores y teorías que se han expuesto sobre los requisitos y condiciones
de la democracia, sin embargo, al efecto analítico seguiremos aquí la clasificación efec-

Abogacía | Ciencia Política 142


tuada por Mario Justo López, quien diferencia 2 categorías de requisitos:

a) Extra políticos o condiciones objetivas:

›› Factores demográficos
›› Factores geográficos
›› Factores culturales
›› Factores económicos

b) Políticos

›› Socio Psicológicos
›› Consenso fundamental o acuerdo mínimo
›› Ideologías compatibles
›› Idoneidad de los actores
›› Competencia leal
›› Instituciones políticas
›› Régimen electoral
›› Sistema de partidos
›› Libertades y garantías

De esto se concluye que la democracia como régimen político implica no sólo un for-
malismo procedimental para la toma de decisiones, esto es, un conjunto de reglas que
admitan y promuevan la participación de los interesados; sino un especial escenario de
creencia y valores sobre la utilidad de dicho sistema y un especial comportamiento de los
actores involucrados.

Como ya se expresó, la democracia como modelo idílico de participación directa de todos


los interesados resulta inviable, y su forma de concreción implica la necesidad de un me-
canismo de representación que al menos de forma ficta permita imputar las decisiones
que unos pocos toman, a la comunidad entera.

De esta manera, las democracias hoy son de naturaleza representativa, para cuyo funcio-
namiento efectivo requieren la implementación de un mecanismo decisional transaccio-
nal, conocido popularmente como sistema de mayorías y minorías debido a la imposibi-
lidad del unanimismo en la toma de todas las decisiones. Así, en los Estados modernos la
“democracia indirecta, parlamentaria, en la que la voluntad colectiva normativa sólo es
creada por la mayoría de aquéllos que son elegidos por la mayoría de los titulares de los
derechos políticos”.

El mecanismo de mayorías y minorías garantiza y promueve un proceso dinámico de


negociación y participación, procurando que la mayoría no solo gane por su fuerza nu-
mérica, sino porque resulta de un proceso negocial y deliberativo en el cual se visibili-
zan posiciones y perspectivas para la formación de la mejor decisión posible (en la teoría
roussoniana, la mayoría determina la mayor aproximación a la idea de libertad y unani-
midad del contrato social original fundacional de la sociedad).

Abogacía | Ciencia Política 143


VII. Diferentes modelos de Democracia. Distintos enfoques teóricos sobre la demo-
cracia.

Tal como hemos visto, la democracia es, primeramente, un mecanismo procedimental para
tomar decisiones colectivas o aplicables para toda una sociedad. De manera más puntual,
es un modo de gobernar. En el mundo contemporáneo, la democracia ya no solamente se
entiende desde esa perspectiva mínima procedimental; su significado, difusión y acepta-
ción incluye también una expectativa de cumplimiento de fines u objetivos de desarrollo
humano, que supuestamente la hacen “mejor” o “preferible” a otras formas de gobernar.

La democracia constituye un modelo casi idílico de organización del gobierno de un es-


tado, en cuyo extremo final encontramos cualidades más desarrolladas o maduras con la
Énfasis participación de todos los integrantes de una comunidad quienes resuelven sobre todo
lo concerniente a los asuntos públicos.

Dicho modelo idílico, sin embargo, de imposible realización práctica; encuentra a un sin-
número de modelos intermedios que intentan llevar adelante una mayor y mejor apro-
ximación práctica, conjugando de diferentes formas los valores de la libertad e igualdad.
En este punto cabe resaltar que poco se recuerda del otro valor que proclama la Revolu-
ción Francesa y con ella la lucha por los derechos humanos y la democracia, la fraternidad
-que hoy puede interpretarse como humanismo o solidaridad-, que de estar más vigente
o integrando de alguna forma esa conjugación (libertad + igualdad + fraternidad) segu-
ramente ayudaría a formular esa democracia más completa e integradora de lo comu-
nitario y la resolución concerniente a los asuntos públicos. Acercarse a esa máxima del
gobierno del pueblo.

Allí reside precisamente el amplio espectro de modelos posibles de democracia, según


sea la concreción y efectivización de los componentes antes señalados y la conjugación
de las ideas de libertad e igualdad. Y por ello es que autores críticos de los modelos im-
perantes en la actualidad consideran a éstos más cercanos a plutocracias (forma de go-
bierno en que el poder está en manos de los más ricos o muy influido por ellos) que a la
tan pretendida, anhelada y proclamada democracia.

VIII. Representación y participación política. Gobernabilidad y Democracia. El po-


der limitado.

La democracia es un sistema de poder delegado; pero también limitado. Los gobernan-


tes sólo tienen un determinado poder, en tanto gozan de la confianza de los ciudadanos.
Se trata por tanto de un sistema de gobierno consentido y renovable, pero limitado, que
otorga atribuciones provisionales y acotadas temporalmente.

El obligado tránsito que las democracias han efectuado, desde modelos de participación
directa hacia sistemas representativos de naturaleza indirecta, no altera el elemento
central definitorio de este sistema: la voluntad decisoria reside en el pueblo o comuni-
dad. Los diferentes modelos que la historia ha conocido, y que incluso en la actualidad
siguen proyectados, pretenden el diseño del mejor mecanismo para garantizar la partici-
pación del mayor número posible de afectados por las decisiones del estado. Así, la idea
de la democracia es la búsqueda perpetua de la herramienta que posibilite generar las

Abogacía | Ciencia Política 144


decisiones que hacen a la cosa pública integrando al mayor porcentaje posible de todos
los interesados.

De allí, quien circunstancialmente está a cargo del proceso decisional lo hace en repre-
sentación de un colectivo comunitario que lo ha embebido de las potestades suficientes
para hacerlo. Sin embargo, la renovación de autoridades y alternancias cumple precisa-
mente con la misión de la democracia, hacer que todos participen del proceso decisional.

De esta manera, se rechaza el derecho natural e inmanente de toda persona a pretender


un dominio perpetuo o al menos prolongado en el ejercicio de una misión concedida
temporal y circunstancialmente.

 Todo régimen político contiene una trama de relaciones de mando y obediencia, pero en
la democracia, dicho vínculo implica un sistema de representación temporal y limitado.

Tal como hemos referido previamente entre los requisitos o condiciones para el funcio-
namiento de una democracia, resulta fundamental el diseño de las instituciones que ga-
ranticen el régimen electoral y el sistema de partidos como mecanismos para encauzar
la democracia representativa. Ambas cuestiones, así como otros temas relacionados a
la práctica política y las implicancias de la vida democrática, serán motivo de análisis a
continuación en la Unidad 7. 

Para complementar el estudio de este punto, se sugiere consultar el material optativo:


Lectura VALLÉS, Josep M. y MARTÍ I PUIG, Salvador. “Ciencia Política. Un manual”: Estado, mono-
complementaria cracia y democracia.

En este punto, lo invitamos a observar la clase en video titulada “Democracia (unidad 6)


- Dinámica política (unidad 7). Parte – A”, disponible en plataforma MiUBP.
Multimedia

Dinámica Política

I. Vida Política - Dinámica Política

Siguiendo a Marcel Prelot, la palabra vida hace referencia a la fase dinámica de la po-
lítica, lo opuesto a lo organizado y estabilizado por el derecho. Dicho de otra forma, la
dinámica política implica a las fuerzas que provocan las evoluciones, los cambios y la in-
serción del movimiento en el orden, “la dinámica política consiste en continuos cambios
de fuerzas en el seno del poder”. El orden y la estabilidad son elementos esenciales de la
realidad política pero no se trata de un orden estático, sino que en la realidad política or-
den y movimiento se suponen recíprocamente (recuerde lo estudiado en la primera par-
te de la Unidad 1, Módulo 1 y específicamente en el carácter polifacético de la política). 

Toda fuerza individual o colectiva tiene el designio de detentar el poder, por eso la fun-
ción política trata permanentemente de integrar al orden existente las fuerzas que tratan
de removerlo. De ahí que se señale que la vida política puede reducirse a la dialéctica de
poder y fuerza. Con esto se quiere significar que bajo todo poder existe necesariamente
una fuerza, generalmente varias, que lo respaldan o no, de esta forma un texto no basta

Abogacía | Ciencia Política 145


para conferir autoridad a un jefe de estado o a una asamblea, es necesario una persona o
grupo de personas que representan una fuerza variable y que respalden tal institución.
Es condición de la existencia del estado la tendencia continua hacia la retención conjun-
ta del poder y la fuerza. Seguramente se den periodos de pleno equilibrio entre ambos
factores como cuando la fuerza existente se halla integrada en el poder, pero ciertamen-
te este momento termina para dar lugar a nuevas fuerzas que se traducen en continuos
cambios en el poder -e inclusive a veces coexisten- y donde este debe renovarse buscan-
do nuevamente aquel equilibrio ya debilitado.

Fuerzas Políticas

Terminología, clasificación

La palabra fuerza se utiliza para indicar aquellos elementos o fenómenos que engendran
el movimiento, pero con la expresión fuerzas políticas generalmente se hace referencia
a los protagonistas de la dinámica o vida política y también se alude con tal expresión al
poder político no estatal. El uso de esta expresión se ha difundido sobre todo a partir de
la terminación de la segunda guerra mundial. Tradicionalmente las fuerzas políticas se
han clasificado en:

›› fuerzas individuales

›› fuerzas colectivas (éstas se subdividen en difusas o no organizadas y organizadas)

Fuerzas individuales (el líder o político):

Es importante considerarlas ya que como afirma Marcel Prélot, en política el poder más
grande pertenece al hombre, a la personalidad que por sus características sabe apropiar-
se del poder u obtenerlo mediante el consentimiento general. Así se señala que grandes
movimientos políticos pueden llegar a fracasar por falta de un líder.

Fuerzas colectivas: 

Presupone la existencia de un grupo. Pueden ser grupos organizados o no organizados


(difusos). Los primeros poseen límites precisos, reconocen un jefe y se ajustan a reglas
(partidos políticos, sindicatos profesionales, iglesias, en general todo grupo de presión o
de interés). Mientras que los segundos carecen de tal organización y se caracterizan por
ser difusos y de cesión espontánea (opinión pública, clases sociales)

Lo invitamos a resolver la Actividad 1 sobre fuerzas políticas planteada para este mo-
mento.
Actividad

II. Partidos Políticos. Sistemas de Partidos

Es difícil imaginar hoy en día un sistema político que carezca de partidos, ya que se nos
presentan en la actualidad como “instituciones” fundamentales para el desarrollo del
sistema democrático, llevados por una política de masas a ser conectores entre los indivi-

Abogacía | Ciencia Política 146


duos, los grupos y organismos públicos. Según lo sostiene Ramón García Cotarelo, “tanto
en los regímenes liberales como en los autoritarios y hasta en los totalitarios, los partidos
políticos organizan (o disciplinan) a los ciudadanos, articulan (o reprimen) intereses, se-
leccionan (o aniquilan) elites políticas, posibilitan (o falsean) procesos electorales, legiti-
man (o socavan) las respectivas formas de dominación”.

Si bien conceptualizarlo lleva implícita la necesidad de tener en cuenta la situación his-


tórica y fáctica de una sociedad, atendiendo a ciertos rasgos fundamentales de su Cons-
titución política, podemos citar algunas definiciones y ver de qué manera se manifiestan
estas organizaciones en la sociedad argentina.

Para Giovanni Sartori, el partido político es un “grupo político que se presenta a eleccio-
nes, y es capaz de colocar mediante elecciones, a sus candidatos en cargos públicos”.

A su vez, García Cotarelo supone dos momentos en lo que hace a notas definitorias del
partido político, y así tenemos: un primer momento que admite al partido político como
un órgano de mediación entre el poder político y los ciudadanos, pero en este estadio
comparte las características con otras fuerzas políticas tales como: sindicatos, asociacio-
nes, etcétera; por lo que se requiere otro momento, el segundo, en el cual se comprue-
ba que esta mediación tiene asimismo las notas de perdurabilidad, representatividad,
apoyo popular y participación en los procesos electorales, llegando a definirlos como
“agrupaciones que en concreto median entre los grupos (de interés) de una sociedad y el
Estado, que participan en la lucha por el poder (dominio) político y en la formación de la
voluntad política del pueblo”.

También Mario Justo López nos proporciona una definición, según la cual los partidos
políticos son “fuerzas políticas orgánicas; protagonistas colectivos (con órganos propios)
de la actividad política, cuyos elementos constitutivos son: sus integrantes, su fin inme-
diato, sus medios de acción”, caracterizándose por tener una organización permanente,
como elemento fundamental.

Origen y clasificación conforme a su evolución

Parece razonable encontrar su origen en la ruptura revolucionaria inglesa del siglo XVII,
evolucionando lentamente a lo largo del siglo XVIII, y organizándose en pleno sentido
como partidos a partir del siglo XIX, con una serie de reformas sucesivas, electorales y
parlamentarias iniciadas en 1832, que aunque las reformas en sí no dan origen a los par-
tidos políticos, contribuyen decisivamente a su desarrollo.

En cuanto a su evolución y por consiguiente a su clasificación, primero adoptaron la for-


ma de partidos de notables (caracterizándose por su estructura oligárquica), para pasar
luego al partido de masas, el cual basaba su fuerza en el número de afiliados, más que en
la calidad de éstos (ej.: los partidos socialistas). Después de la Segunda Guerra Mundial,
surge un nuevo tipo, el partido de electores o “atrapa-todo” (catch-all people ́s party), el
cual concentra su atención en el conjunto del electorado, confiriendo absoluta primacía
a las consideraciones estratégico- electorales a corto plazo, con fortalecimiento de los
máximos dirigentes, una desvalorización del papel de los militantes de base, y un “es-
fuerzo por establecer lazos con los más variados grupos de interés”, ya que el objetivo
final es conseguir el mayor apoyo en las urnas el día de la elección.

Abogacía | Ciencia Política 147


Funciones de los partidos políticos

Mario Justo López distingue según que éstos actúen de acuerdo con, en contra de, o al
margen del régimen democrático constitucional. En el primer caso las funciones consis-
ten en encauzar la caótica voluntad popular, educar al ciudadano para encarar su respon-
sabilidad política, servir de eslabón entre la opinión pública y el gobierno, seleccionar la
élite que debe conducir los destinos del país.

Otros autores, como García Cotarelo, parten de una función general (mediadores entre el
Estado y la sociedad) para derivarla en dos sub-tipos:

1. Funciones sociales: formar, canalizar la opinión pública, creando identidades po-


líticas, transformando y concretando las demandas sociales en medidas políticas, el
partido es un “elemento de la sociedad civil”.

2. Funciones institucionales: el partido es un “elemento del aparato estatal” y por lo


tanto, recluta la elite dirigente, selecciona a los candidatos, siendo en nuestro caso la
única forma posible para acceder a un cargo político, lo que ha llevado muchas veces
a la crítica y al descreimiento popular con respecto a la poca representación en el mo-
mento de ser elegidos de su plataforma electoral inicial. A su vez, permiten articular
las opciones de los ciudadanos, formar, dirigir y controlar la acción de gobierno.

Sistema de partidos: clasificación

Hablamos de sistema de partidos para referirnos a “la composición del conjunto de par-
tidos y a las relaciones que mantienen entre sí sus elementos integrantes dentro de un
sistema político estatal” (Juárez Centeno, 2011). Es importante señalar y tener en cuenta
al estudiar el tema que en los Estados Federales, dicho concepto puede ser utilizado para
analizar el sistema de partidos a nivel nacional, provincial o local (municipal).

 Los partidos se necesitan unos a otros, nacen para competir entre ellos como partes o
sectores de un todo social.

Maurice Duverger, clasifica a los sistemas de partidos políticos en tres:

1. Sistema de Partido Unipartidista


2. Sistema de Partido Bipartidista
3. Sistema de Partido Multipartidista

Superando otras clasificaciones, Giovanni Sartori distingue, según la cantidad de partidos que
tienen posibilidades de acceder al poder, amplía la sistematización de Duverger e incorpora
otras, consagrando subtipos en el unipartidismo y en el multipartidismo, así distingue:

1. Sistema de Partido único; es un sistema en el que existe un único partido simple-


mente porque los demás se encuentran prohibidos.

2. Sistema de Partido hegemónico, que no permite la competición, ni formal ni de


facto, de otros partidos por el poder. Se permite que existan otros partidos, pero en

Abogacía | Ciencia Política 148


un segundo plano, pues no se les permite competir con el partido hegemónico en tér-
minos de igualdad ni como antagónico. Fácticamente no es viable la alternancia en el
poder ni la rotación. No hay ninguna auténtica sanción que comprometa al partido
hegemónico a actuar con responsabilidad.

3. Sistema de Partido predominante, un único partido mantiene una posición de ma-


yoría absoluta de votos durante al menos tres elecciones consecutivas;

4. Sistema de Partido Bipartidismo, cuando son dos los partidos que se alternan en el
poder;

5. Sistema de Partido Pluralismo limitado y moderado, entre tres y cinco partidos con
escasa distancia ideológica entre sí, con una competición bipolar de bloques y una
tendencia centrípeta.

6. Sistema de Partido Pluralismo extremo y polarizado, más de seis partidos relevan-


tes entre los que habrá partidos anti-sistema, con considerable distancia ideológica
entre sí, y competencia multipolar de tendencia centrífuga.

7. Sistema de Partido Pluralismo atomizado, el poder se encuentra totalmente frag-


mentado, con diez, veinte o más partidos relevantes.

Regulación Constitucional de los Partidos Políticos

1. Por su parte, el art. 38 reza: “Los partidos políticos son instituciones fundamentales
del sistema democrático...” Si bien no innova en cuanto a su status jurídico, “los define
como instituciones fundamentales del sistema democrático (no quedando el Estado
inerme frente a los partidos antisistema), con lo que esclarece dos cosas: la funda-
mentalidad del sistema partidario, y su integración en y para la democracia”.

2. Continúa: “... Su creación y el ejercicio de sus actividades son libres dentro del respe-
to a esta Constitución, la que garantiza su organización y funcionamiento democráti-
cos...”, si bien la actual ley orgánica de partidos políticos (LOPP), no exige una declara-
ción de principios que sostiene el régimen y los principios contemplados por la C.N.,
estas instituciones, gozan de libertad en el marco y respeto de dicha Carta Magna.

A su vez, implica la necesidad de elecciones internas amplias para la postulación a los


cargos electivos, que frente a las distintas falencias objetivas de la realidad sociopolítica
del país, constituyen un mecanismo que hace a la legitimidad, la idoneidad y la ética de
los candidatos partidarios para los cargos electivos gubernamentales, lo que se funda o
asienta en la idea de democracia como participación asumida responsablemente como
deber, como compromiso serio.

3. “... la representación de las minorías...” presupuesto de la organización y el funcio-


namiento democráticos, implicando “una directiva obligatoria para el régimen elec-
toral, en cuanto debe establecer un sistema que asegure el acceso pluralista de los
partidos a los cargos que se provean por elección popular”.

Abogacía | Ciencia Política 149


4. “... la competencia para la postulación de candidatos a cargos públicos electivos”.
El término competencia tiene dos acepciones posibles en este caso: una alude a la
acción de competir y la otra la de ser competente, así el artículo se refiere doblemente
a “hacer competencia” y a “tener competencia”.

En la primera acepción, los partidos internamente necesitan implementar un sistema


competitivo para seleccionar candidatos, metodología que debería igualmente ser im-
plementada externamente. Mientras que en la segunda, se habilita a los partidos polí-
ticos para postular oficialmente candidatos, siendo éste para muchos autores el sentido
adoptado por el artículo en cuestión, sin que esto signifique una prohibición para que
una ley posibilite la existencia de candidaturas extrapartidarias, porque si no se estaría
dando lugar a una “oligarquización definitiva de la vida política y del Estado”.

5. La norma de la Constitución Nacional continúa expresando “... el acceso a la infor-


mación pública y la difusión de sus ideas...”, facultad otorgada para requerir informes
a los tres poderes del Estado, como obtener acceso a los medios de comunicación para
divulgar sus propuestas y que el costo sea soportado por el Estado, siempre y cuando
se encuentren en época de elecciones.

6. Por último, el art. 38 en sus 3º y 4º párrafos dispone: “... El Estado contribuye al sos-
tenimiento económico de sus actividades y de la capacitación de sus dirigentes (...)
Los partidos políticos deberán dar publicidad del origen y destino de sus fondos y pa-
trimonio”. En la opinión de algunos autores, ha sido un error incorporar al texto cons-
titucional el difícil problema del manejo y destino de fondos recibidos, toda vez que
consideran no conveniente hacer referencia al rol del Estado como contribuyente al
sostén económico de los partidos y para la formación de sus dirigentes. Consideran
que hubiera sido mejor una regulación legislativa de la cuestión (Ley).

A continuación, lo invitamos a realizar la Actividad 2 del módulo, sobre El sistema de


partidos en la realidad política argentina.
Actividad

III. Los Grupos de Interés y los Grupos de Presión. Los movimientos sociales.

Introducción

En todo régimen democrático, el poder político no está constituido exclusivamente por


el que ejercen los ocupantes nominales o visibles de los cargos de gobierno, siempre hay
alguien al lado o detrás, son actores que despliegan poder, sea de carácter religioso, mi-
litar, económico, sindical, etc., no jurídicamente establecidos, es decir que sus titulares
permanecen en la penumbra. Distintas fuerzas políticas orgánicas desarrollan una ac-
ción para obtener que las decisiones políticas u otros actos de gobierno o administrativos
se adopten con tal o cual contenido.

Grupo De Interés - Grupo De Presión

Cuando se hace referencia a grupo de interés, se lo hace abarcando a toda asociación de


individuos que no es un partido político, que poseen en común ciertas características y

Abogacía | Ciencia Política 150


fines, con sentido de pertenencia al mismo, adoptando una posición en la sociedad para
desarrollar un interés y protegerlos. Según el profesor Linares Quintana, estos grupos “se
forman en torno de intereses particulares comunes, con la finalidad esencial de defen-
derlos”. Así podemos encontrar tantos grupos de interés como la diversidad de intereses
que puede perseguir cualquier grupo humano: culturales, deportivos, sociales, profesio-
nales, religiosos, entre otros.

En base a ello, los grupos de interés se transforman en grupos de presión sólo a partir del
momento en que los responsables influyen sobre el mecanismo gubernamental, parti-
dos políticos o la opinión pública. En base a esto, todos los grupos de presión son grupos
de interés, pero no todos los grupos de interés son grupos de presión.

Además, es necesario precisar que el grupo de interés es un elemento de la estructura


social, mientras que el grupo de presión se integra en el armazón político, por lo que un
grupo de presión es un grupo de interés actuando políticamente.

Estos grupos de presión se caracterizan por tener en común: a) una organización permanen-
te, con  órganos propios que los dirigen y los representan;  b) un factor que une y reúne a sus
Énfasis integrantes en la defensa de un interés común entre ellos y que es particular con referencia
a la sociedad global;  c) sus integrantes, que en principio, no son ocupantes de cargos del
gobierno; d) devienen fuerzas políticas, se politizan al desplegar una acción ordenada de
ejercer influencia en la adopción de las decisiones políticas, pero no se proponen obtener
para sus integrantes los cargos del gobierno ni participan en las competencias electorales.

En cuanto a su principal actividad, ésta consiste en encauzar la corriente de influencia


entre gobernantes y gobernados; considerada entonces-como ya se señaló- la causa de
la democracia y el engranaje de la representación política.

Clasificación De Los Grupos De Presión

Utilizando el vocablo “interés”, como valor que provoca la inclinación del ánimo a su fa-
vor, podemos clasificarlos de la siguiente forma:

›› De interés relacionado con la actividad principalmente económica: organizaciones


empresarias, obreras, profesionales.

›› De interés relacionado con la actividad social en general: clubes “sociales”, clubes


deportivos, entidades filantrópicas, etc.

›› De interés relacionado con la actividad religiosa: asociaciones religiosas.

›› De interés relacionado con la actividad política propiamente dicha: ateneos, asocia-


ciones cívicas, etc.

En los Estados Unidos de Norteamérica, los grupos de presión se identifican con el lobb-
ying, como medio de utilización. El lobbying deriva de lobby, literalmente: pasillo, corre-
dor, salón de los pasos perdidos, parte del Edificio del Congreso o de las legislaturas, en
las que está permitido el acceso de personas ajenas al mismo. Así el lobby es utilizado

Abogacía | Ciencia Política 151


para designar el sistema de influencia, lobbyist es el sujeto activo, y lobbying la actividad
desplegada al efecto, en un principio considerada como un delito, y actualmente regu-
lada jurídicamente, mediante la Federal Regulation of Lobbying Act, dictada en 1946, lo
que convierte a dicho estado en el único país que lo contempla legalmente.

A continuación, lo invitamos a realizar la Actividad 3 de este módulo, para poner en prác-


Actividad tica el tema de los grupos de presión.

IV. Movimientos Sociales

La denominación Movimientos sociales comienza a ser utilizada en la Ciencia Política,


en la segunda mitad del siglo pasado. Es una categoría incorporada a la clasificación de
Fuerzas Política, sumándose a los partidos políticos, grupos de presión, grupos de inte-
rés, opinión pública, etc.

Estos movimientos fueron el resultado del desarrollo democrático y la profundización


de la práctica democrática en el mundo entero, a partir de la década del 60 y del 70 (por
ej., el movimiento de los verdes, hippies, etc.) pero posteriormente con el fenómeno de
la globalización en la década de los 80 comienzan a tener una preponderancia mayor, es
un nuevo actor político, que se incorpora a la dinámica política y que comienza a actuar
en la arena política tanto a nivel nacional como en el escenario internacional. En igual
sentido, más recientemente, se puede señalar a los medios de comunicación social como
un nuevo actor, por el gran impacto que importa su desarrollo en la construcción de la
realidad social y política en las sociedades contemporáneas. En el orden local podemos
citar como ejemplos a: el movimiento surgido del campo por la aplicación de la resolu-
ción 125 dictada por el Ministerio de Economía de la Nación, en la cual, se aumentaban
las alícuotas que debían abonar en concepto de derechos de exportación e importación,
más vulgarmente conocida como las retenciones al agro (semana santa de 2008 y que se
prolongó más de un mes), así como también los movimientos piqueteros que surgieron
por el estallido de la crisis del año 2001. A nivel global se puede señalar el caso de los
movimientos antiglobalizadores, que se reúnen en las afueras de los establecimientos
donde se llevan adelante las reuniones del G8 y las reuniones de la Organización Mundial
del Comercio, Foro Económico Mundial, etc.

Siguiendo a Gianfranco Pasquino, los Movimientos Sociales pueden ser definidos como
“organizaciones que constituyen intentos fundados en su conjunto de valores comparti-
dos para redefinir las formas de la acción social e influir en sus consecuencias.”, pero tam-
bién, se las puede señalar como aquellas formas de participación no institucionalizada
de grupos y sectores que no se ven contenidos por instituciones vigentes que ayudan a
canalizar la participación (partidos políticos, sindicatos, etc.) y que generan, por lo tanto,
nuevos formatos de participación ciudadana y de grupos y/o sectores.

En ciertas ocasiones los movimientos sociales actúan como grupos de presión. Pero los
movimientos sociales están interesados principalmente en la promoción de cambios de
normas y valores sociales, o en la resistencia a los mismos. Es por eso que, describiendo su
naturaleza decimos que, los movimientos sociales son intentos colectivos de promover o
resistir al cambio, bien en las sociedades o en sus miembros o en la organización estatal.

Abogacía | Ciencia Política 152


Estos nuevos movimientos sociales critican al Estado como al sistema político por sus
grandes carencias como procedimiento o modo de representación y de participación so-
cial, cumpliendo por lo tanto el papel de sujetos políticos.

Touraine, siguiendo a Melucci, ha propuesto una distinción entre:

›› Movimientos reivindicativos: trata de imponer cambios en las normas y en las funcio-


nes y procedimientos de asignación de los recursos.

›› Movimientos políticos: se busca incidir en la modalidad de acceso a los canales de


participación política y de trastocar las relaciones de fuerza.

›› Movimientos de clase: se busca poner de cabeza el orden social, transformar el modo


de producción y las relaciones de clase.

Es importante destacar, como lo expresan algunos autores, que:

“...Los llamados nuevos movimientos sociales operarían con una lógica y unos ejes arti-
culadores diferentes a aquellos de los movimientos sociales clásicos de la década de los
setenta, definiéndose no ya en términos clasistas o económicos, sino más bien por coin-
cidencias de objetivos más sectoriales” (Minujín y Consentino).

Proceso De Formación De Los Movimientos Sociales

Etapas

›› Inquietud: descontento por algo.


›› Excitación: aumenta el descontento.
›› Formalización: la excitación de las masas se organiza en una acción eficaz.
›› Institucionalización: el movimiento cristaliza en una burocracia (organización).
›› Disolución: un movimiento activo termina con su acción.

Características Generales De Los Nuevos Movimientos Sociales

›› No suelen tener una identificación tan clara como los anteriores movimientos sociales
›› Construyen una nueva identidad colectiva
›› Ausencia de rígidas imposiciones externas
›› Utilizan medios convencionales como no convencionales en su actuación o dinámica.
›› No pretenden controlar el poder político
›› Exigen cambios en los gobiernos de turno, en el sistema de representación o a nivel
global.

Para concluir, constituyen una fuerza que juega en la arena política, que puede perma-
necer como tal, como lo que son, movimientos sociales hasta el logro de su objetivo y/o
su desaparición (lo que aconteció con la Mesa de Enlace y la lucha del campo contra la
Resolución 125), pero que en ocasiones pueden transformarse en otra, como por ejemplo
el movimiento de los indignados en España, que dio origen a un partido político- Pode-
mos-, o el movimiento de los verdes que en los sesenta y los setenta en las democracias

Abogacía | Ciencia Política 153


europeas y en USA surgieron como tales y que luego, especialmente en el viejo continen-
te, se transformaron en Partidos Políticos, que incluso han llegado a formar coaliciones
gobernantes, como en Alemania. En otras, grupos de presión ya existentes pueden ge-
nerar el surgimiento de nuevos movimientos sociales como el caso señalado de la lucha
del campo en la Argentina, motorizada por grupos de presión como la Sociedad Rural, la
Federación Agraria, CONINAGRO y Confederación Rural Argentina, que se constituyeron
como “Mesa de Enlace” de ese movimiento y lucha.

V. Opinión pública. Medios de Comunicación, redes y Política

Concepto, contenido e importancia

La opinión pública según la clasificación anterior es una fuerza política inorgánica colec-
tiva difusa. Dicho de otra forma, es un poder político no estatal, que presupone un grupo
humano inorgánico y que puede obrar en el sentido del orden o del movimiento. Es a
fines del siglo XVIII que se generaliza el uso de la expresión “opinión pública” y adquiere
verdadera importancia con la revolución francesa y el desarrollo del liberalismo. El hecho
de que el término emerja en tal contexto indica también que la asociación primaria del
concepto es una asociación política. No se trata solo de una opinión generalizada (muy
difundida), que puede existir sobre cualquier tema, sino de una opinión de un público
interesado en la cosa pública.

 De esta manera para Giovanini Sartori una opinión es pública porque es del público y
porque afecta a objetos o materias de naturaleza pública (de interés general). Se trata
entonces de opiniones que asumen una relevancia política. ¿Pero qué se entiende por
opinión?, es dar una respuesta a una pregunta, pero lógicamente aquello presupone un
estado mental difuso o un estado de conciencia en donde interactúan flujos de informa-
ción, en este caso sobre cuestiones o hechos de interés público, pero que como estado
mental contiene ingredientes propios: necesidades, deseos, valores y disposiciones y
supone además como factor característico, datos sobre cómo se gestiona la red pública.

M. Justo López señala que el sujeto o titular de esta siempre es colectivo, conjuntos hu-
manos de composición indefinida y cambiante y unidos solo por su condición de prota-
gonistas de un mismo proceso. Por lo tanto se trata de un sujeto plural, anónimo e inde-
terminado, con una base de homogeneidad. En cuanto al contenido como ya se indicara
más arriba la calificación de pública significa varias cosas: que no es individual, que no es
secreta y que se refiere a una cuestión controvertida y actual de interés general o público.
No reviste el carácter de público lo que sólo tiene interés particular. Son hechos o cues-
tiones que importan a muchos y que admiten una respuesta de algún modo uniforme.
La opinión pública siempre significa un pronunciamiento o postura a favor o en contra de
algo, siempre conlleva una actitud de rechazo, resistencia o aceptación. Para Hermann
Heller la opinión pública es una de las más importantes condiciones para la formación
de la unidad estatal. Esta importancia nace cuando la sociedad civil reemplaza las fun-
damentaciones religiosas de la autoridad, por el reclamo de una legitimación racional de
su obediencia política. Pero también Heller critica a aquellas corrientes que sobredimen-
sionan a la fuerza autónoma de la opinión pública.

En la visión de Heller, la opinión pública no pervive al margen del Estado, al contrario, le


asigna a este un papel fundamental, en su formación y mantenimiento; incluso sostiene

Abogacía | Ciencia Política 154


que los conductores del Estado deben trabajar por darle una forma a la opinión pública
en pos de la unidad del Estado. “La opinión pública en lo concerniente a la unidad estatal,
cumple ante todo una función de legitimación de la autoridad política y del orden por
ella garantizado.”

Heller tampoco cae en la ingenuidad de afirmar que sólo el Estado puede organizar la
opinión pública, sino que reconoce los condicionamientos de esta por parte de sectores
dirigentes, tanto políticos, como otros, vinculados al poder económico.

Reconoce a la prensa como el más influyente portavoz y formador de opinión pública,


no desconociendo los poderes económicos que se mueven sosteniendo a la prensa, pero
tampoco considera válido exagerar este influjo. La opinión pública relativamente firme y
permanente debe diferenciarse de la fluctuante de cada día y solo la primera de estas es
importante para la unidad estatal.

Siguiendo a este autor debemos señalar que la enorme importancia política de la opi-
nión pública consiste en que en virtud de su aprobación o desaprobación asegura las
reglas convencionales que son la base de la unidad estatal, cumpliendo de esta forma
ante todo una función de legitimación de la autoridad política y del orden por ella ga-
rantizado. Dice Heller “todo poder debe preocuparse por aparecer como jurídico, por lo
menos para la opinión que públicamente se expresa”, termina diciendo “de esta suerte la
opinión pública entraña la importancia considerable como freno o estímulo, advertencia
o aliento, para la acción de los representantes del estado” . De ahí su importancia y estu-
dio por la Ciencia Política.

Formación De La Opinión Pública

Procesos y marco institucional. El fenómeno de las redes sociales en la era digital.

Giovanni Sartori, afirma que las opiniones no son innatas y no surgen de la nada, sino que
son el fruto de un proceso de formación y lo representa como una serie de procesos des-
cendentes en cascada, cuyos saltos son contenidos en intervalos por contenedores en los
cuales se vuelven a mezclar otra vez. En este modelo los niveles o depósitos de la cascada
son cinco. En lo alto las ideas de la élites económicas y sociales, seguido por las ideas de
las elites políticas y de gobierno.

En el tercer nivel tenemos a las redes de comunicaciones de masas, luego a los líderes de
opinión y por último encontramos el público de masas.

Según este modelo en cada nivel interactúan y se mezclan los flujos de informaciones. Se
señala que el origen de las opiniones públicas no es autónomo en un sentido absoluto,
el público no hace todo por sí mismo y solo hay pequeños grupos difusores en el origen
de las mismas, existiendo siempre influidos e influyentes que van transmitiendo y repli-
cando o realizando retransmisiones de las ideas hasta llegar a la población en general,
por ejemplo, en relación a lo que dicen y hacen los políticos, cada partido maniobra para
robarse los electores. De la multiplicidad de partidos parten por lo tanto voces casi infini-
tas y contrastadas que llegan a los medios masivos de comunicación social y que no son
transmitidos tal cual, sino que se ajustan a lo que cada canal de comunicación establece

Abogacía | Ciencia Política 155


como qué constituye o no la “noticia”. Por lo tanto todo canal selecciona, simplifica, qui-
zás distorsiona o interpreta los mensajes según sus propias reglas y así sucesivamente,
en cada nivel de la mencionada cascada de formación de la opinión pública. Con esto se
pretende indicar que “la opinión del público” (hecha por el público) lo es en un sentido
relativo y más aún teniendo en cuenta el importante desarrollo de los medios de comu-
nicación social en la actualidad. Ni que hablar si nos referimos a la  redes y nuevos mé-
todos comunicacionales de esta era digital. En este sentido se afirma que “la autonomía
de la opinión pública ha entrado en crisis o ha sido puesta en duda por la propaganda y
también por las nuevas tecnologías de las comunicaciones de masas” así como los méto-
dos propios de la revolución operada en el presente siglo. De ahí se sigue que la opinión
pública no lo es porque esté ubicada en el público sino porque está hecha por él, y enton-
ces la diferencia entre opinión en y del público es una distinción crucial.

M. Justo López presenta otro modelo de formación de la opinión pública reflejado en


tres etapas: La noticia del hecho o de la cuestión llega a conocimiento de los ciudadanos,
a grandes de los medios de comunicación social, generando sentimientos de aprobación
o rechazo, cada uno empieza a perfilar su posición, una segunda etapa de discusiones
entre las diversas propuestas y por último se toma una postura y se proyecta la acción a
seguir. Este autor señala como promotores del proceso formativo de opinión pública a las
fuerzas políticas orgánicas (grupos de presión, prensa), los ámbitos de este proceso son
variados (familia, barrio, iglesia, club, universidad, etc.) y el medio o instrumento por el
cual se canaliza este proceso está representado por los medios de comunicación social.
Aquí también debe advertirse y tener en cuenta que el autor expresa estas ideas cuando
el fenómeno de las redes sociales y la explosión de la revolución digital no había produ-
cido lo que en la actualidad todas y todos conocen.

Ahora bien, hay que señalar que las opiniones de los particulares derivan también y no
en poca medida de los grupos de referencia de cada uno: la familia, el grupo de trabajo,
las identificaciones partidarias, religiosas, de clase, étnicas. De todo ese montón de in-
fluencias y contra influencias resulta la opinión pública. Es necesario remarcar que estos
procesos de formación de la opinión pública sólo pueden darse en las democracias libe-
rales, porque para que una opinión sea del público presupone una serie de condiciones
que vienen a ser el marco institucional para su desarrollo como la libertad de expresión,
de prensa, asociación, organización, etc. Estas condiciones son las que posibilitan la for-
mación de la opinión pública y ésta a su vez es necesaria para el buen funcionamiento de
dicho régimen político. En momentos críticos puede sobreponerse al poder político esta-
tal y erigirse en sostén del régimen o bien todo lo contrario generando un cambio decisi-
vo en el rumbo del poder estatal. Cierto es que en un régimen totalitario también puede
existir una opinión pública pero seguramente tendría una menor dosis de espontanei-
dad y de libertad al ser creada, fogoneada y formateada por el líder o la elite dominante.

Es importante destacar que en las últimas décadas y posibilitado por el exponencial


desarrollo de las nuevas tecnologías que hicieron evolucionar tanto a los Medios como
a los métodos de comunicación: internet, las redes sociales, las plataformas y la cada
vez mayor Inteligencia Artificial (o IA), logran exacerbar la problemática de la imagen,
la simbología y lo digital en la construcción o formulación de la Opinión Pública. En los
tiempos actuales se tiene por cierto o por verdadero aquello que en realidad no lo es. Es

Abogacía | Ciencia Política 156


así como en los medios de comunicación en general, pero en las novedosas formas co-
municaciones del capitalismo de plataformas (Nick Srnicek, 2018) o de redes, las noticias
falsas o fake news, hacen creer en una realidad sin que se cuestione o se investiguen las
fuentes de tales informaciones y complejizan aún más todo lo relacionado con el proceso
de formación de la Opinión Pública e interpela las explicaciones que la ciencia política
refería sobre ella.

En este punto, lo invitamos a observar la clase en video titulada “Democracia (unidad 6)


- Dinámica política (unidad 7). Parte – B”, disponible en plataforma MiUBP.
Multimedia
Le invitamos a ver el video de cierre:

Culminando el desarrollo del módulo, lo invitamos a resolver la segunda parte de la eva-


Evaluación luación integradora. ¡Éxitos!

Módulo 3 | Glosario
Actores políticos: Denominación que se puede utilizar como sinónimo de “sujetos polí-
ticos”, “fuerzas políticas”, etc.

Democracia: Reafirmando el conocimiento vulgar, podríamos decir que es el gobierno del,


por y para el pueblo. Su terminología proviene del griego, y está integrada por las voces
“demos” y “cracia”, esto quiere decir, el gobierno de los demos. Éstos eran pequeñas divi-
siones territoriales de las polís griegas, por los cuales se accedía a la vida ciudadana. Como
el origen de la democracia lo encontramos en Grecia, de allí su nombre. Es una forma de
gobierno, un régimen político, y hasta se habla de una forma o estilo de vida. Existen distin-
tos tipos de democracia, pero las denominaciones más conocidas y que implican mayores
devaneos de los teóricos y los políticos son: democracia formal y democracia sustancial (so-
cial); directa o indirecta, etc. Obviamente, cuando nos adentremos en su estudio veremos
que el término tiene más acepciones según vaya acompañado de algún adjetivo calificati-
vo: “delegativa”, “participativa”, “representativa”, “liberal”, “procedimental”, etc.

Grupo de interés: Es una asociación o grupo de personas que se ven unidas por un interés
en común. Puede ser deportivo, cultural, económico, social, etc.

Grupo de presión: Todo grupo de interés que, además, intenta presionar al gobierno para
que éste tome medidas de gobierno que recepte sus voliciones. Todo grupo de presión es
grupo de interés, pero no viceversa. Es una fuerza política o actor político.

Abogacía | Ciencia Política 157


Medios de Comunicación Social: Son lo que se conoce como “medios”; también se los
denomina medios masivos de comunicación: la prensa, la radio, la televisión, etc. En los
últimos tiempos han adquirido una relevancia inusitada en el escenario político. Hoy es
más importante para un político asistir a un programa de televisión que ir a un mitín
político en algún barrio debido a la masividad del público que posibilitan estos nuevos
medios. Además, pueden erigirse en un instrumento para la contienda electoral. Ejem-
plo de ello lo constituyó Berlusconi, monopólico empresario de la televisión privada de
Italia, que a través de ella llegó al poder en ese país.

O.N.G.: Organización no gubernamental. En el ámbito de las relaciones internacionales,


y en lo que podemos llamar la “arena política internacional” (o si prefiere, el escenario
internacional en el que se desenvuelve la política), se denomina de esta forma a ciertas
organizaciones que cumplen una función similar a la de los grupos de interés y que en
reiteradas oportunidades se transforman en grupos de presión. Ejemplos de ONGs son:
Amnesty International, Greenpeace, por sólo citar las más conocidas.

Opinión pública: El proceso político tiene en la opinión pública un elemento integrador


de su legitimidad. Si bien la mayor libertad de opinión se encuentra en las democracias,
en todo régimen político las decisiones tienen un gran soporte en la opinión pública. Es
otro de los actores o fuerzas políticas. Es volátil, cambiante.

Partido político: Ver glosario del Módulo 1.

Reformas de Clístenes: véase glosario MODULO 1

Sindicato: Una de las formas asociativas más importantes de los últimos tiempos. Tam-
bién fue una de las más precoces. Sus orígenes se remontan al proceso de formación del
Estado moderno, allá por el Renacimiento. El peso de los sindicatos en la vida social y
política de los países ha adquirido tal presencia y relevancia que se ha llegado a hablar de
“política de los intereses” y a configurar el mismo proceso político como una contratación
triangular entre sindicatos obreros, sindicatos patronales y gobierno. Si bien la palabra,
técnicamente, engloba tanto a los sindicatos obreros como a los patronales, usualmente
prepondera su uso en referencias a los primeros. Adquieren gran relevancia por su de-
fensa de intereses económicos comunes en su rol de fuerza contractual (que se ejercita
en los enfrentamientos con la contraparte económica, esto es, los sindicatos patronales),
pero que también se manifiesta en su lucha con las otras articulaciones del poder políti-
co (gobierno, parlamento, entidades locales) y con los partidos políticos. Son un ejemplo
de fuerza política, sujeto político, actor político, como se lo quiera llamar. Depende el rol
que “jueguen” son un tipo de grupo de interés y se pueden tornar en el ejemplo más claro
de grupo de presión.

Sistema de partidos: Como los partidos políticos operan o actúan dentro del sistema
estatal, según como esté organizado y funcione el sistema político-partidario dentro de
un Estado, estamos haciendo referencia a los distintos sistemas de partidos políticos.
El criterio clasificatorio casi unánimemente utilizado es el de considerar la cantidad de
partidos políticos con posibilidades reales de acceder al poder, teniéndose en cuenta un
período mínimo de 3 o 4 elecciones.

Abogacía | Ciencia Política 158


Sistema electoral: Un conjunto de reglas por el que los resultados de una elección (don-
de se elige a los funcionarios que nos representan políticamente, o que formarán parte
del gobierno o del congreso, etc.) se determinan por la distribución de los votos emitidos
por el electorado. Depende cómo éstos se distribuyan, habrá distintos tipos o sistemas.
Por ejemplo: mayoritario, proporcional, etc. Recuerde lo aprendido en Derecho Constitu-
cional II, en la unidad 5.

Sistema político: La postura teórica que introdujo este concepto en la ciencia política fue
la “teoría sistémica”. En tal sentido, la noción de sistema político como sustitutiva de la
de Estado ha ampliado el horizonte del estudio de los fenómenos políticos aclarando,
más que el producto normativo final, los procesos de formación de la voluntad política y
el conjunto de las relaciones que ellos establecen en la construcción de un equilibrio de
poder. El ejemplo de sistema político paradigmático de la modernidad lo ha constitui-
do el Estado, pero puede señalarse que existen sistemas “menores” –partidos políticos,
grupos de presión que operan en él– e incluso ejemplos de sistemas “mayores”, como por
ejemplo la ONU, la Unión Europea, etc.

Sufragio: Voto. El sufragio universal (un hombre, un voto) representa la mayor fuerza po-
lítica de los tiempos modernos y uno de los signos principales –sino el principal– de la
democracia moderna.

Sujetos políticos: En sentido estrictamente técnico se utiliza como sinónimo de actores de la


política (“actores políticos”). Podemos señalar a los partidos políticos, grupos de presión, etc.

Módulo 3 | Actividades
actividad 1
Fuerzas Políticas

Teniendo en cuenta el esquema que se le ha presentado con los distintos tipos de fuerzas
políticas (a)

a. adecue el mismo a nuestra realidad política argentina y ejemplifique con casos


referidos a nuestro país. Recuerde que las fuerzas políticas son las que dinamizan la
relación política.

b. En los apartados b, c, d y e presentamos otras clasificaciones más simples, las que


también deberá ejemplificar.

Abogacía | Ciencia Política 159


actividad 2
El sistema de partidos en la realidad política argentina

Teniendo en cuenta lo abordado en el tema de “sistemas de partidos políticos” y de


acuerdo a la clasificación que aporta Sartori, indique cuál sería el tipo de sistema de
partidos políticos imperante en Argentina en las dos últimas elecciones presidenciales.

Para enriquecer la resolución de esta actividad le sugerimos la lectura del texto “Dos
conceptos de ciencia política aplicados a la realidad argentina: predominio y hegemo-
Recomendaciones nía” del académico Dr. Natalio R. Botana.
›› También disponible en: https://bit.ly/40qyVsC

Abogacía | Ciencia Política 160


Ciencia Política: módulo 3 – actividad 2
Realidad política argentina

DOS CONCEPTOS DE CIENCIA POLÍTICA


APLICADOS A LA REALIDAD ARGENTINA:
PREDOMINIO Y HEGEMONÍA

por el Académico Dr. Natalio R. Botana

El propósito de esta comunicación es conocido en sus grandes líneas por los señores
académicos. Los años que transcurren entre 1989 y nuestra circunstancia presente abarcan un
panorama institucional sujeto a bruscos cambios y, a la vez, firmemente anclado en el pasado. Las
reflexiones que siguen se ocuparán pues del componente decisivo que la dimensión institucional
ofrece a la teoría de la democracia.
Como he dicho en otra oportunidad1, no negaré que el hilo conductor de lo que aquí habrá
de exponerse puede arrojar una sensación de déjà vu, debido a la marcada insistencia con que me
he referido en los últimos años a una cuestión institucional no resuelta por la política argentina.
Estoy aludiendo, claro está, a dos aspectos ligados en un mismo nudo de interrogantes como son
la hegemonía del poder presidencial y la sucesión en la cumbre de esa magistratura.
De inmediato me preguntarán ustedes por qué he elegido la palabra hegemonía como vía
de acceso para entender nuestros problemas institucionales. ¿No sería más conveniente -me
preguntaba en el mismo trabajo citado- como resulta de la lectura de algunos trabajos recientes,
calificar, por ejemplo, la supremacía del partido actualmente en el gobierno con el mote de partido
predominante? ¿No encajaría con mayor justeza nuestra experiencia democrática en el escenario
delineado por un sistema que, pese a sus imperfecciones, no bloquea el acceso de la oposición al
ejercicio de poder? Si este último punto traza la frontera que divide al sistema de partido
predominante del sistema de partido hegemónico -me interrogaba por tercera vez - ¿no sería más
acertado abandonar la palabra hegemonía y reemplazarla por otras más acordes con las
características propias de un régimen político de competencia abierta?
Así planteadas estas preguntas a modo de hipótesis, se imponen naturalmente algunas
precisiones conceptuales.
Es sabido que la distinción entre régimen de partido predominante y régimen de partido
hegemónico fue expuesta por Giovanni Sartori en 1976 en el primer volumen de su Partidos y
sistemas de partidos, traducido al español cuatro años después. Sartori establecía en aquella obra
pionera, cuyo segundo volumen lamentablemente nunca vio la luz, un criterio numérico para
distinguir siete clases de sistemas de partidos: sistemas de partido único, de partido hegemónico,
de partido predominante, bipartidista, de pluralismo limitado, de pluralismo extremo y de
atomización 2.
Estos sistemas de partidos, a su vez, se distinguían por la frontera que separaba a los
sistemas competitivos de los sistemas no competitivos. "En general -precisaba Sartori- una
comunidad política sigue las normas de la competencia cuando en el momento de las elecciones
casi todos, sino todos, los escaños (o los cargos ejecutivos) se disputan entre dos o más
candidatos al puesto" 3.
Sartori ubicaba el concepto de partido predominante en "la zona del pluralismo de partidos,
porque -añadía- no sólo se permite la existencia de partidos distintos del principal, sino que éstos
existen como legales y legítimos competidores -aunque no forzosamente eficaces- del partido
predominante". Concluía señalando que "el sistema de partido predominante es de hecho un
sistema de más de un partido en el que la rotación no ocurre en la práctica" 4.

1
Natalio R. Botana, "Las transformaciones institucionales en los años del rnenemisrno ", Sociedad, N° 6,
abril 1995.
2
Giovanni Sartori, Partidos y sistemas de partidos, I, trad. de F. S. Fontenla, Madrid, Alianza Editorial,
1980, p. 160. Versión original, Calnbridge University Press, 1976.
3
Giovanni Sartori, op. cit., p. 259.
4
Giovanni Sartori, op. cit., p. 259.

Abogacía | Ciencia Política 161


En un escenario opuesto, de carácter no competitivo, el sistema de partido hegemónico
tendría las siguientes características: "el partido hegemónico no permite una competencia oficial
por el poder, ni una competencia de facto. Se permite que existan otros partidos, pero como
partidos de segunda, autorizados; pues no se les permite competir con el partido hegemónico en
términos antagónicos y en pie de igualdad. No sólo no se produce de hecho la alternancia; no
puede ocurrir, dado que ni siquiera se contempla la posibilidad de una rotación en el poder. Esto
implica que el partido hegemónico seguirá en el poder tanto si gusta como si no. Mientras que el
partido predominante sigue estando sometido a las condiciones que llevan á un gobierno
responsable, no existe ninguna auténtica sanción que comprometa al partido hegemónico a actuar
con responsabilidad. Cualquiera que sea su política, no se puede poner en tela de juicio su
dominación" 5.
Este juego de conceptos, aunque consagrado por su uso, no tuvo una recepción
homogénea en la ciencia política que se desenvolvió en los últimos treinta años. Me basta con
recordar, al respecto, que el popular ensayo sobre el origen y desarrollo de los partidos políticos,
publicado por La Palombara y Weiner en 1966, acoplaba la noción de hegemonía a la de
predominio esgrimida por Sartori6.
De todos modos, los ejemplos de que se valía Sartori ilustran aún con un alto grado de
verosimilitud el caso de los partidos predominantes y no así la circunstancia de los partidos
hegemónicos. Desde los veinte años de predominio del partido Demócrata en los Estados Unidos,
durante la era de Franklin Delano Roosevelt, hasta los dieciocho años de predominio tory en Gran
Bretaña entre 1978 y la actualidad, el análisis empírico ha confirmado estas tendencias a la
configuración de largas etapas de gobierno en manos de un partido que lo hace solo o en coalición
con otros, como ocurrió en la Alemania de Konrad Adenauer o, en los días que corren, de Helmut
Kohl.
Con los partidos hegemónicos, en cambio, los referentes han desaparecido o están en vías
de hacerlo. Sartori recordaba, al respecto, los casos de Polonia durante la época comunista
posterior a la segunda guerra mundial y del partido Revolucionario Institucionalizado en México,
cuyos orígenes se remontan al tiempo del presidente Calles, en la década del veinte. La
experiencia polaca se derrumbó junto con la caída del comunismo y hoy el PRI está sufriendo los
espasmos de una acelerada transición hacia un régimen competitivo.
¿Conviene, entonces, repito la pregunta, mantener vigente en el caso argentino la
categoría de partido hegemónico? Voy a enunciar, a continuación, una hipótesis de alcance medio,
referente a nuestro país, que me permitirá elaborar un concepto intermedio entre el predominio y la
hegemonía que denominaré cuasi hegemonía.
Sostendré que hay cuasi hegemonía cuando en un sistema político competitivo se
manifiesta la intención de montar un régimen de partido hegemónico, intención que choca con el
clima pluralista, de libertad de prensa y comunicación, en que está inmersa la opinión pública.
Estamos pues en presencia de una cultura política en cuyo seno pugnan, por un lado, una apertura
hacia el pluralismo y la alternancia y, por otro, una propensión contraria al ejercicio del régimen
representativo y, por ende, al precepto de la Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano según el cual una sociedad en donde la separación de poderes no está garantizada
carece de constitución. Este contraste nos puede servir de preámbulo para entender la debilidad
que aqueja en nuestro país a lo que en términos weberianos puede definirse como la atribución de
legitimidad a un orden político.
En el argumento de la legitimidad política, tal como lo he expuesto en repetidas ocasiones,
hay dos postulados principales7. Primero, que lo que importa en la legitimidad es la valoración de
un principio de gobierno, en nuestro caso la democracia, y su traducción institucional. Quiero decir
con esto que el objeto hacia el cual se proyectan nuestros acuerdos acerca de lo bien fundado de
una forma de gobierno son, ante todo y antes que nada, instituciones. Instituciones capaces de

5
Giovanni Sartori, op. cit., pp. 275 s.
6
Joseph La Palombara y Myron Weiner, eds., Political Parties and Political Developrnent, Princeton,
Princeton University Press, 1966. Es el sexto volumen de una serie muy conocida de estudios en
desarrollo político. Cito, de ambos autores, el primer capítulo de la primera parte: "The Origin and
Development of Political Parties".
7 Cf. Natalio R.Botana, La legitimité, problème politique, Lovaina, 1967.

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convertir las libertades en derechos, instituciones capaces de fijar límites precisos entre el poder
político y la sociedad civil, instituciones, en fin, capaces de operar el tránsito necesario e ineludible
entre participación y representación.
He aquí un trípode que, sin excluir otras dimensiones, conforma un objeto sobre el cual
actúa, porque lo crea y transforma constantemente, un sentido subjetivo de la legitimidad política
mediante el cual los individuos, las asociaciones y, al cabo, la sociedad global, atribuyen
significado por distintos motivos a una forma de gobierno. No creo que haya que abundar en más
detalles para percatarse que, dentro del esquema de separación de poderes que rige en nuestro
país, la atribución de legitimidad más fuerte sigue radicada en el Poder Ejecutivo. Es allí, en esa
expectativa depositada en una suerte de principado republicano, donde suelen estallar deseos
imaginarios y frustraciones, arranques de adhesión y rebeliones, que manifiestan, todos ellos, una
cultura centralista proclive a consagrar hegemonías.
Los años recientes, lejos de aplacar estas tendencias, las han radicalizado hasta llegar al
extremo de montar un ambicioso sistema reeleccionista. Veamos por qué. El artículo 90 de la
constitución reformada establece que "el presidente y vicepresidente duran en sus funciones el
término de cuatro años y podrán ser reelegidos o sucederse recíprocamente por un sólo período
consecutivo. Si han sido reelegidos o se han sucedido recíprocamente no pueden ser electos para
ninguno de ambos cargos, sólo con el intervalo de un período".
Según advertimos en oportunidad de ser sancionada, con esta nueva norma el régimen
presidencialista a la norteamericana con una sola reelección ("Ninguna persona -dice la enmienda
N° XXII de la Constitución de los Estados Unidos- será elegida para el cargo de presidente más de
dos veces") se ha deslizado hacia una suerte de reelección perpetua, aliviada, se entiende, por un
intervalo de cuatro años entre dos períodos posibles de ocho.
Estamos frente a una curiosa alquimia que incorpora en su fórmula los rasgos más
negativos de dos modelos presidencialistas. Se aparta de la Constitución de 1853-1860 habilitando
la reeleción inmediata y se aleja también del esquema norteamericano al permitir reelecciones
indefinidas mediando un intervalo de cuatro años. En contra, pues, de nuestra Constitución
histórica, la reforma acrecienta el reeleccionismo inmediato, y en contra de lo que impuso la
enmienda N° XXII a la Constitución de Filadelfia, la reforma acrecienta el reeleccionismo a
mediano y largo plazo.
Desde luego, este montaje de principios contradictorios estuvo orientado hacia el objetivo
de satisfacer una ambición reeleccionista; y al obrar de este modo la convención reformadora echó
en saco roto dos lecciones probadas por las experiencias históricas norteamericana y argentina.
No parece desacertado apuntar el gesto de George Washington cuando descendió de la
presidencia y regresó a su hogar de Mount Vernon una vez cumplido, en 1797, un segundo
período de cuatro años. Con ello el viejo autor de la independencia norteamericana limitó
moralmente a un régimen presidencial delineado por la convención de Filadelfia sobre la base de la
reelección indefinida (obviamente la autoridad que los convencionales tenían en mira para
consumar este propósito era la del propio Washington).
Durante un siglo y medio esta regla tácita fue cumplida a rajatabla en los Estados Unidos, y
cuando Franklin Delano Roosevelt en plena guerra mundial la quebró en 1940 y 1944, bregando
exitosamente por un tercer y cuarto mandato, el Congreso puso en marcha, poco después de su
muerte en 1945, el proceso legislativo que culminó con la sanción de la enmienda N° XXII. Esta
valla al reeleccionismo indefinido no hizo otra cosa que adecuar la estructura normativa a una
costumbre de larga duración interrumpida solamente una vez. La enmienda sirvió entonces para
consagrar la costumbre en términos normativos en lugar de hacerlo con la excepción.
Por otra parte, la práctica de la Constitución de 1853-60 amojonó en nuestro paisaje
histórico algunos signos de precaución acerca de la utilidad (en tanto mecanismo legitimador de su
propia estructura) de la reelección del presidente mediando un período de seis años. Como
sabemos, el único presidente que alcanzó a cumplir dos períodos presidenciales, de acuerdo con
esta prescripción fue Julio A. Roca. Pero lo que importa destacar aquí no es tanto la rigurosa (y
admirable) aquiescencia que los liderazgos del siglo pasado y principios de éste prestaron a esa
ley fundamental, sino las dificultades inherentes al propio sistema de reelección mediata del
presidente.
Fue el propio Alberdi, años después de sancionada la constitución que lo reconocía como a
uno de sus padres fundadores, quien percibió estos riesgos. En rigor, la reelección mediata, en

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lugar de segar de cuajo las ambiciones del hombre político, las demoraba en el tiempo, de suerte
tal que el presidente, al término de su mandato, solía volcar su influencia para designar sucesores
dóciles que le allanaran el camino para ocupar de nuevo el cargo.
Esta rotación limitada del poder, verdadera piedra de toque del orden conservador,
configuró un sistema de control de la sucesión. La vieja república tuvo que atravesar serias crisis
para percatarse de las malformaciones que generaba este juego en el cual el sucesor elegido
emprendía un camino opuesto a los designios del presidente que cesaba. Pasó con Urquiza y
Derqui, con Sarmiento y Avellaneda, con Roca y Juárez Celman, y también, durante la primera y
lamentablemente frustrada transición a la democracia, con Yrigoyen y Alvear.
Viene a cuento esta introducción teórica e histórica, tan breve como esquemática, porque
nuestra política, en este ajetreado año 1996, sufre el impacto de dos movimientos envolventes,
precisamente alentados por el régimen reeleccionista del artículo 90. Destruida la restricción
jurídica de la reelección inmediata, los impulsos hegemónicos inscriptos en una tradición
personalista y caciquil, no tienen otro límite que aquel impuesto por los resultados -sobre todo
económicos- de la acción gubernamental.
Lo dicho basta por ahora para calificar una intención hegemónica que realimenta el
decisionismo presidencial en detrimento de la autoridad que, en términos normativos, debería ser
compartida por el Poder Legislativo y el Poder Judicial. Esta supremacía, reforzada por el recurso a
los decretos de necesidad y urgencia y la práctica recurrente del veto parcial a las leyes votadas
por el Congreso, está relacionada con la propia estructura de la división de poderes y con el
carácter heterónomo del Estado con respecto al gobierno.
La ostensible debilidad de la Justicia y del Congreso en tanto poderes autónomos se
agrava por un hecho inquietante. En la Argentina de este fin de siglo (fenómeno poco novedoso a
escala planetaria), la opinión pública está encapsulada por la radio y la televisión y por una
pequeña minoría de individuos (se los llama "muestras de opinión") que son convocados por los
expertos para emitir su parecer a través de diversos tipos de encuestas. Es un imaginario que se
superpone a los instrumentos de control -el Congreso, la Justicia, la prensa escrita- que forjó la
invención moderna de la democracia representativa.
Cuando el desarrollo de este imaginario se instala sobre el suelo firme de un régimen
representativo, las denuncias de corrupción que, por ejemplo, nos invaden cotidianamente, dan
lugar a procesos ante la justicia que aplica las correspondientes sanciones. Cuando, en cambio,
hay asincronía entre el desarrollo de la videopolítica (el concepto es también de Sartori) y el pobre
rendimiento del Poder Judicial, la corrupción desempeña el papel de un perverso instrumento
político. La denuncia transforma al debate público en un combate de sospechosos que recurren
preferentemente al tribunal de la opinión pública y no al de la justicia. Se trata de un movimiento
incompleto, porque la opinión pública no tiene capacidad legal para condenar.
Lamentablemente este es el clima que parece envolver estos años: el de una corrupción
difusa que corroe el tejido social con pérdida de confianza hacia la clase política y hacia las
instituciones que deben mediar entre el ciudadano y el Estado. No hay suficiente respuesta
institucional frente a las carencias éticas que la opinión pública conoce y discute, por lo que
nuestra democracia en lugar de sufrir por exceso de coacción, como enseñan las teorías acerca de
la corrupción de los regímenes políticos, puede debilitarse por déficit de sanción legítima. Y ya
sabemos que ocurre cuando los derechos y los tribunales se transforman, como decía Madison, en
meras "barreras de papel": tarde o temprano aguardan en la sombra para hacer su faena los
justicieros de diversa laya.
Esta mezcla de impotencia y resignación revela la debilidad de los controles externos frente
a la hegemonía del Poder Ejecutivo, a la cual se suma otro fenómeno no menos relevante. La
cuasi hegemonía no sólo califica a la capacidad de que hace gala un gobernante o un partido para
ejercer prolongadamente el poder con supremacía sobre los otros (atributo compartido con los
sistemas de partido predominante), sino que también alude a la confusión del gobierno con el
Estado. Del mismo modo como la hegemonía del Ejecutivo tiende a subordinar al Congreso y a la
Justicia, así también esta manera de concebir y practicar la política tiende a eliminar los controles
internos que asignan una autonomía funcional a la burocracia del Estado frente al personal político
que conforma el gobierno.
La cuestión de reconstruir el núcleo duro del Estado constitucional de derecho se impone
pues por propia gravitación. Análogo al concepto de derechos humanos, en tanto categoría

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universal que nos engloba a todos, existe otro concepto más circunscripto. Es la idea de que el
Estado moderno, concebido como un campo autónomo de funcionarios estrictamente limitado por
las leyes, representa él también, un valor universal frente al interés de los grupos que actúan
enquistados en su seno. Esta suerte de colonización interna, opaca y poco permeable al escrutinio
de la soberanía del pueblo radicada en el Legislativo, abre el camino por donde se introduce la
corrupción en los nervios más sensibles del aparato estatal.
La tendencia a confundir la estructura del Estado con el papel provisorio y limitado que les
corresponde desempeñar a quienes ocupan los cargos gubernamentales no sólo se advierte en el
orden nacional. Es, más bien, un comportamiento que ha invadido el régimen federal y que, por
cierto, comparten varios partidos políticos. Quiere decir entonces, señores académicos, que
nuestra hipótesis destaca un rasgo difundido en una cultura política susceptible de ser estudiada
en el plano de la intencionalidad y en el plano de las consecuencias o efectos que dicha
intencionalidad genera.
Como bien se ha dicho -vuelvo a Max Weber que en esto coincidió con la tradición ilustrada
del pensamiento político del siglo XVIII- la acción política tiene un sentido, pero este sentido está
circundado por la paradoja de las consecuencias. No siempre hay en la acción política efectos
queridos. En realidad, los efectos no queridos o imprevisibles de la acción humana representan en
la vida política un papel tan significativo como el primero.
Hemos visto que la cuasi hegemonía representa una intención dominante en un régimen
competitivo. Restará ver, a medida que los acontecimientos se desenvuelvan, que efectos y
tensiones arrojará sobre el sistema político esta intencionalidad que se ha visto reforzada, en el
plano institucional, por un sistema reeleccionista que alienta el control de la sucesión.

actividad 3
Grupos de presión

Efectúe la búsqueda de tres noticias (preferentemente de actualidad) en tres diferentes


diarios de tirada provincial, nacional o internacional, en las que se pueda observar la acti-
vidad política que despliega un grupo de presión en la realidad local y nacional, para los
ejemplos argentinos. En el caso del ejemplo extranjero, podrá ser una noticia que aluda
a un grupo de presión perteneciente a ese Estado, o en el contexto de la globalización
algún grupo de presión que opera a nivel macro o, si usted prefiere, en el ámbito global o
internacional. Fundamente la elección con lo estudiado en el módulo.

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