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ABG

CIENCIA POLÍTICA
CP - p r i m e r c u at r i m e s t r e
Índice
Presentación 3
Macrobjetivos 5

Programa 5

Agenda 7

Mapa Conceptual 8

Material 9

Glosario 11

Módulos *
Módulo 1 19
Módulo 2 66
Módulo 3 109
Módulo 4 145

* Cada módulo contiene:


microobjetivos
contenidos actividades

Impresión total del documento 165 páginas

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 2


¡Bienvenido! Durante este próximo cuatrimestre compartiremos con usted
Presentación el desarrollo de esta asignatura llamada Ciencia Política. Seguramente
se preguntará el porqué de una materia como la presente en la carrera de
Abogacía y la respuesta podrá tenerla acabadamente una vez que hayamos
podido desarrollar el programa. Sin embargo, le mencionamos, como
una primera aproximación, que nuestra disciplina se ocupa de estudiar y
analizar la problemática del poder, el Estado, la interpretación crítica de
los fenómenos políticos e ideologías subyacentes; y si tenemos en cuenta
que los abogados monopolizan uno de los “poderes del Estado” –el
llamado Poder Judicial– obviamente va de suyo la incumbencia que esta
disciplina tiene para un futuro profesional de la abogacía, cualquiera fuese
el ámbito futuro de su práctica. ¡Ni qué hablar si se dedicara a la política,
actividad que mayormente se despliega en los llamados poderes ejecutivo
o legislativo!
Con lo dicho en el párrafo precedente, creemos justificar el porqué de

una materia como la nuestra en la carrera que usted ha elegido, pero


permítanos ahora realizar una síntesis de lo que veremos a lo largo del
cuatrimestre:
1. El primer módulo, que contiene dos unidades, persigue como
finalidad desentrañar el objeto de nuestra disciplina y además indagar
sobre cómo se ocupa la ciencia política en el abordaje del mismo. Veremos
las distintas posturas respecto a cuándo se originó la disciplina y las
distintas formas de hacer ciencia política. Se debe tener en cuenta que
el objeto de estudio, la política, también puede ser abordado por otras
disciplinas pero con otra visión, tales como la economía, la sociología, etc.
En la segunda unidad veremos cómo ha evolucionado el fenómeno político
en el contexto histórico.
2. En el segundo módulo nos ocuparemos del Estado como modelo
de dominación político paradigmático de la modernidad (desde el
siglo XV a nuestros días), aproximándonos durante la unidad N° 2 a los
diferentes modelos en que éste se ha manifestado a lo largo de la historia:
el absolutista, el liberal, el de bienestar, hasta llegar al proceso actual de
globalización que analizaremos durante el último módulo de la asignatura.
3. En el módulo tres nos ocuparemos de las ideologías, la democracia
como régimen político y de los actores políticos que constituyen la
dinámica del escenario político. La primera unidad se extiende en el análisis
de las ideologías, principalmente sobre el liberalismo, el socialismo y
una reflexión sobre los totalitarismos. La segunda unidad del módulo se
ocupa de la democracia, un tema tan caro a la cultura política posterior a la
Revolución Francesa (1789), aunque reconoce antecedentes muy antiguos.
Si bien la democracia es una forma de gobierno, y desde una perspectiva
más actual es uno de los regímenes políticos imperantes en el globo, ha
recorrido un largo camino y su pretendido triunfo –por lo menos en el
discurso luego de la caída del muro de Berlín y el fin de la llamada
“guerra fría”– no es tan así, ya que existen grandes porciones del planeta
en donde aún todavía no está vigente... ¡y ni qué decir de otros en donde
si bien formalmente impera, en lo sustancial dista mucho de hacerlo! En
la otra unidad ahondaremos en otros actores políticos que juegan en la

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“arena política” y que no son el sistema político mayor –el Estado– sino
subsistemas dentro de él; nos referimos a los partidos políticos, los grupos
de presión, etc.
4. Finalmente, en el módulo cuatro estudiaremos el estado y el
escenario internacional, transitando primeramente por sobre las nuevas
formas de interrelación e interdependencia global, los procesos de
integración y desintegración, y con ello, el impacto que la globalización ha
tenido por sobre el estado como unidad soberana de acción y decisión
territorial.
Hemos realizado así un repaso preliminar del programa de la asignatura y
una presentación de nuestra disciplina. La selección de los contenidos que
en ella se incluyen ha sido realizada teniendo en cuenta los objetivos que la
UBP se planteó al desarrollar la currícula de la carrera de Abogacía y, muy
especialmente, la consideración de la ciencia política como instrumento
útil para comprender la realidad política –y especialmente estatal– en la que
el abogado desarrolla su profesión.
De esta forma, su estudio le aportará las herramientas para manejarse en
los nuevos procesos de integración y con los nuevos actores que, desde
lo político, sirven de marco referencial para comprender mejor las nuevas
realidades y relaciones jurídicas que se le presentarán, a la par que tener
una visión más completa y acabada desde lo social –y lo político– a los
fines de poder abordar y llegar a mejores soluciones en el ámbito de lo
jurídico.
Para el diseño de este programa hemos tenido en cuenta el estudio de la
asignatura como un proceso gradual y vinculado de contenidos que le
permitirán al final del cuatrimestre una comprensión integral del fenómeno
político, su identificación y descripción, un conocimiento sobre los
procesos históricos de formación del estado moderno, su comprensión
actual y el alcance de su reconfiguración en clave globalizada, transitando
previamente por el análisis de las ideologías que subyacen a los diferentes
modelos de estado, la democracia y escenario de la práctica política real.
Para ello, hemos seleccionado la bibliografía que Ud. encontrará en el
material general de la asignatura, pero que luego podrá también observar
dentro de cada módulo con un criterio de mayor especificidad.
Recuerde finalmente que durante su cursada cuenta con el apoyo y guía de
los tutores, quienes le acompañaremos durante todo el cuatrimestre.

¡Éxitos en el aprendizaje de estos contenidos!

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Macroobjetivos • Identificar la especificidad de lo político dentro del ámbito de lo
social, comprendiendo los problemas medulares de la ciencia
política.
• Desarrollar habilidades en el manejo del instrumental analítico para
la descripción, interpretación y crítica de los fenómenos políticos en
el marco de los procesos histórico-sociales.
• Profundizar el estudio –iniciado con la asignatura Constitucional I–
del Estado y sus diferentes manifestaciones históricas, a los fines de
contextualizar institucionalmente el estudio del derecho.
• Comprender la sustancia, organización y estructura del Estado
como unidad de acción y decisión para diferenciarlo de toda otra
organización social.
• Generar conocimiento y comprensión crítica de la democracia,
y de los preceptos normativos que fundamentan la ideología
legitimizadora.
• Conocer el desarrollo histórico del pensamiento político de distintos
autores clásicos, para fortalecer los lineamientos teóricos principales
de la materia.
• Evaluar las nuevas formas de manifestación del poder estatal
y el proceso de la globalización, a efectos de un aprendizaje
comparativo con las estructuras teóricas tradicionales de la teoría del
estado.
• Distinguir las notas características de los distintos actores políticos
en el marco de los procesos histórico-sociales.
• Distinguir las distintas corrientes ideológico-políticas que surgieron
con la modernidad, necesarias para interpretar los fenómenos
políticos actuales.
• Desarrollar una metodología de estudio que permita comprender la
realidad política regional y argentina, a través de procesos reflexivos
que promuevan su análisis crítico.
• Conocer los problemas de la globalización y sus consecuencias en
lo político-institucional.
• Desarrollar los valores democráticos, los derechos humanos y la
solidaridad, como actitud permanente ante los acontecimientos
cotidianos de la vida personal y profesional.

Programa Módulo 1: La política y su conocimiento


Unidad I
I- Nociones introductorias de la asignatura: el hombre y la realidad
social como efectividad humana.
II- La Política: Delimitación conceptual y caracteres. Distintos enfoques
sobre su especificidad. Autonomía de lo político.
III- La Ciencia Política: Su función. Descripción, interpretación y
crítica de los fenómenos políticos. Distintas posturas respecto a su
origen. Teoría del Estado, Historia de las Ideas, Dinámica Política,
Relaciones Internacionales.
IV- El nacimiento de lo político: Platón y Aristóteles. Atenas: Ciudad
estado y la unidad persona/estado (estructura TODO/PARTE).

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Módulo 2: Teoría del Estado
Unidad II
I- Los modelos históricos de organización política pre‐estatales.
II- El orden político medieval: sus características. Cristianismo: Aportes y
la dualidad del poder. Crisis del orden político medieval y aparición del
Estado Moderno.
III- Proceso histórico de surgimiento del Estado moderno. Lo público y lo
privado.
IV- La modernidad, construcción del estado absoluto y pensadores
modernos. MAQUIAVELO, BODIN y HOBBES.
V- Sociedad Civil: concepto. Diversos enfoques respecto a su relación con
el Estado.
VI- Reflexiones teóricas sobre el Estado: algunas nociones
comparativas.

Unidad III
I- Elementos del Estado: Territorio, población, poder. El Derecho.
Concepto de Soberanía. Distinción entre Estado y Gobierno.
II- Fin y justificación del estado.
III- El Estado de Derecho: origen y evolución. Crisis del estado
absoluto. Estado de Derecho liberal. Origen, evolución y crisis.
Análisis a partir de la relación Estado‐Economía y Sociedad.
IV- Estado Social de Derecho o Estado de bienestar. Origen, desarrollo y
crisis. Nuevas perspectivas.

Módulo 3: Ideologías, democracia y dinámica política


Unidad IV
Liberalismo, socialismo y marxismo. Los totalitarismos.

Unidad V
I- Origen y evolución de la democracia. Las democracias
contemporáneas. Discusión en torno a sus significados.
II- Forma de gobierno y estilo de vida. Vigencia sociológica de la
democracia. Contenido formal y sustancial de la democracia. Reglas y
condiciones. Principio de la mayoría y la minoría.
III- Diferentes modelos de Democracia. Distintos enfoques teóricos
sobre la democracia.
IV- Representación y participación política. Gobernabilidad y
Democracia. El poder limitado.

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Unidad VI
I- Partidos Políticos. Sistemas de Partidos.
II- Los Grupos de Interés y los Grupos de Presión. Los movimientos
sociales.
III- Opinión pública. Medios de Comunicación y Política.

Módulo 4: El Estado y el Escenario Internacional


Unidad VII
I- Nuevas formas de interrelación e interdependencia. El escenario
internacional y los procesos de integración y desintegración:
Mundialización, Globalización, Regionalización y desglobalización.
II- Nuevos actores políticos del escenario internacional.

Agenda Porcentaje estimativo por módulo según la cantidad y complejidad de contenidos

y actividades

20% 35% 25% 20%


Módulos 1 2 3 4

Representación de porcentajes en semanas

Semanas
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15
Módulo 1 Módulo 2 Módulo 3 Módulo 4

Primera Segunda Tercera Cuarta


parte de la parte de la parte de la parte de la
Evaluación Evaluación Evaluación Evaluación
Integradora Integradora Integradora Integradora

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Mapa conceptual

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Material A continuación, se detalla el único material necesario para abordar el
estudio de la asignatura.

Material Básico:
• El material de estudio de esta asignatura se encuentra desarrollado
en los Contenidos de cada módulo.

Además, dentro de cada módulo se proponen diversas lecturas:

MÓDULO 1

Material Básico:
• BONETTO de SCANDOGLIERO, María Susana y PIÑERO,
Ma. Teresa. El conocimiento de la Política. Ed. Advocatus,
Córdoba, 2001.
• BONETTO de SCANDOGLIERO, María Susana y JUÁREZ
CENTENO, Carlos A. Temas de Historia de las Ideas Políticas.
Ed. Advocatus, Córdoba, 2001.

Material Complementario:
• ARISTOTELES. La política.
• CERRONI, Humberto: Política, teorías, procesos, sujetos,
instituciones y categorías. Ed. Siglo XXI, México, 1992.
• LÓPEZ, Mario Justo: Introducción a los Estudios Políticos. Tomo 1.
Ed. Depalma, Buenos Aires, 1987.
• LÓPEZ, Mario Justo: Manual de Derecho Político. Ed.
Kapelusz, Buenos Aires, 1981.
• PINTO, Julio (comp.): Introducción a la Ciencia Política. Eudeba,
Buenos Aires, 2001.
• PLATON. La política.
• TUCÍDIDES: Guerra del Peloponeso (Atenas, 460 a.C. – ¿Tracia,
398 a.C.?). Biblioteca Clásicos Grecolatinos Idioma original: Griego
Traducción de Diego Gracián. Estudio preliminar de Edmundo
O’Gorman. Enero, 2007
• VALLÉS, Joseph M.: Ciencia Política. Una introducción. Ed.
Ariel, Barcelona, 2000. Ciencia Política.
• ZAMITIZ GAMBOA, H. (1999) Origen y Desarrollo de la Ciencia
Política: Temas y Problemas. Convergencia N° 20, 1999, ISSN
1405-1435, UAEM, Toluca, México.

MÓDULO 2

Material Básico:

• BONETTO de SCANDOGLIERO, María Susana (y otros): Notas


sobre Teoría del Estado. Ed. Advocatus, Córdoba, 2000.
• BONETTO de SCANDOGLIERO, María Susana y JUÁREZ
CENTENO, Carlos A.: Temas de Historia de las Ideas Políticas.
Ed. Advocatus, Córdoba, 2001.
• BONETTO de SCANDOGLIERO, María S. y PIÑERO, María Teresa.
El estado y sus modelos histórico-políticos en Europa y Latinoamérica.
Córdoba: Advocatus, 2015.

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Materiales Complementarios:
• CERRONI, Humberto: Política, teorías, procesos, sujetos,
instituciones y categorías. Ed. Siglo XXI, México, 1992.
• JUÁREZ CENTENO, Carlos et al.: La Ideología Contemporánea.
Ed. Avocatus, Córdoba, 1991.
• LÓPEZ, Mario Justo: Introducción a los Estudios Políticos. Tomo 1.
Ed. Depalma, Buenos Aires, 1987.
• LÓPEZ, Mario Justo: Manual de Derecho Político. Ed.
Kapelusz, Buenos Aires, 1981.
• PINTO, Julio (comp.): Introducción a la Ciencia Política. Eudeba,
Buenos Aires, 2001.
• VALLÉS, Joseph M.: Ciencia Política. Una introducción. Ed. Ariel,
Barcelona, 2000. https://ovejasconpieldelobo.files.wordpress.
com/2016/01/josep-m-valles-ciencia-politica-una-introduccion.pdf

Módulo 3

Material Básico:
• BONETTO de SCANDOGLIERO, María Susana: “La Democracia”,
pp. 185 a 207. En: Cuadernos de Política. Ed. Advocatus, Córdoba,
1998.

Materiales Complementarios:
• CERRONI, Humberto: Política, teorías, procesos, sujetos,
instituciones y categorías. Ed. Siglo XXI, México, 1992.
• DUARTE, FERNÁNDEZ SUAREZ, DEL PINO, Dinámica
Política, Editorial Galeón, Córdoba 1998.
• HELLER Herman, Teoría del estado, Fondo de Cultura Económica,
• JUÁREZ CENTENO, Carlos et al.: La Ideología Contemporánea.
Ed. Advocatus, Córdoba, 1991.
• JUSTO LOPEZ, Mario, Introducción a los Estudios Políticos,
Volumen II, Formas y Fuerzas Políticas, Editorial Depalma, 2ª
Edición, Buenos Aires 1983.-
• LÓPEZ, Mario J, Introducción a los estudios políticos, Vol. II
• LÓPEZ, Mario Justo: Introducción a los Estudios Políticos. Tomo 1.
Ed. Depalma, Buenos Aires, 1987.
• LÓPEZ, Mario Justo: Manual de Derecho Político. Ed.
Kapelusz, Buenos Aires, 1981.
• PINTO, Julio (comp.): Introducción a la Ciencia Política. Eudeba,
Buenos Aires, 2001.
• PRELOT MARCEL, La Ciencia Política, ed. Universitaria de Bs As,
1992
• SARTORI Giovanni, Elementos de Teoría Política, De. Alianza
• VALLES, Joseph M., Ciencia Política, Una Introducción, Editorial
Ariel S.A., Barcelona 2000.

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MÓDULO 4

Material Básico:
• BONETTO de SCANDOGLIERO, María S. y PIÑERO, María Teresa.
El estado y sus modelos histórico-políticos en Europa y
Latinoamérica. Córdoba: Advocatus, 2015.
• -CAPITULO V. EL ESTADO Y LOS DESAFIOS DE
LA GLOBALIZACION.
• -CAPITULO VIII. EL ESTADO EN LATINOAMERICA.
• CALDUCH, Rafael. Los actores internacionales.
• CARBONELL, Miguel. Globalización y derecho. 7 tesis.
• RUSELL, Roberto. La globalización, situación y proceso.
• Las nuevas realidades internacionales.
• JUAREZ CENTENO, Carlos: ¿De qué hablamos cuando
hablamos de globalización? Interrogantes sobre el escenario
internacional actual.

Material Complementario:
• HELD, David. La democracia y el orden global, del Estado moderno al
gobierno cosmopolita, Ed. Paidós, Barcelona 1997.

Glosario
Módulo 1
Agonal (lucha): Es una de las fases de la política. La misma hace a
la dinámica de la política (ver Dinámica política).
Autonomía: También respecto a la política, en el sentido de que tiene
“leyes” propias, explicaciones, causalidades que le son inherentes y que
difieren de las de otros ámbitos como la economía, por ejemplo.
Causalidad: Una interpretación de las relaciones entre eventos, en la que
un evento “provoca” o produce otro evento.
Ciencia política: Disciplina científica. Un ejemplo de las llamadas ciencias
sociales, culturales o “blandas”. Entre ellas podemos señalar, también, la
ciencia jurídica, la historia, la sociología, etc. Tiene por objeto el estudio de
la política. Podemos sostener que es el campo académico que toma como
su tarea única y general el análisis de la política, en especial la del Estado.
Ciencia política “conductista”: Es la que enfatiza el análisis estadístico
y las teorías abstractas en busca de regularidades básicas y esenciales a
lo largo de un conjunto de eventos.
Ciencia política “interpretativa”: Es la que enfatiza los métodos
históricos, antropológicos, legales y el todo complejo que se está
estudiando. Heller, cuando sostiene que su teoría del Estado será ciencia
política cuando logre describir, interpretar y criticar los fenómenos políticos,
se enrola en esta postura de una manera mucho más acabada, o podemos
decir “científica”, que los que sólo apelan a uno de los métodos señalados.

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Compleja e indivisa: Compleja e indivisa: Como una suma de todas las
otras características de la política, y como parte de la realidad humana y
social, la realidad política es compleja y de imposible división. La
efectividad humana implica un todo inseparable en los hechos, aunque en
las reflexiones o “in abstracto” cada ámbito de ese acontecer sí pueda ser
“partido”, separado o desagregado a los fines de su análisis.
Constitución de Clístenes: político ateniense que introdujo el gobierno
democrático en la antigua Atenas a partir de la igualdad de los ciudadanos
y logro eliminar el régimen de nobleza aristocrática en 507 a.C.
Dinámica política: Como la política es polifacética, una de esas faces
que la integran hace referencia a su dinamismo. Cuando se habla de
dinámica política, en el campo de la ciencia política, estamos refiriéndonos
a los distintos actores políticos que protagonizan el hecho político: partidos
políticos, grupos de presión, opinión pública, etc. Son los que ponen
en movimiento la estructura de la relación política para que ésta no esté
siempre inmóvil e igual, lo que impediría la evolución, el cambio, etc.
Algunos autores, como Prelot, la denominan vida política.
Escuelas críticas: corrientes de maestros y alumnos de la antigua Grecia
que buscaban la crítica y sobre la democracia ateniense, rescatando el
sentido de lo individual frente al esquema del TODO/PARTE. Se destacan
los CINICOS, EPICUREOS Y ESTOICOS.
Especificidad: Nos estamos refiriendo al ámbito de lo político. Queremos
decir que tiene características propias.
Estado moderno: Modelo de dominación política que surge a partir del
siglo XV en el círculo cultural de occidente. Se ha convertido en el modelo
paradigmático de la modernidad. Ha tenido distintas versiones o estilos y
perdura hasta el día de la fecha, aunque algunas teorías o autores
preanuncian en la actualidad la hora de su fin o extinción.
Fenómeno político: Nos referimos a la actividad y a la relación (humana)
que constituyen la realidad política.
Guerra del Peloponeso: La guerra del Peloponeso (431-404 a. C.) fue un
conflicto militar de la Antigua Grecia que enfrentó a la Liga de Delos
(encabezada por Atenas) con la Liga del Peloponeso (encabezada por
Esparta) por el dominio marítimo. Constituyó en realidad un conflicto para la
imposición de formas de gobierno: DEMOCRATICA VS. ARISTOCRATICA
MILITARIZADA.
Historia de las ideas: Otra parte de la ciencia política que hace un estudio
de la evolución del pensamiento político, cómo se ha ido generando la
teoría política a través de la perspectiva de los distintos autores a lo largo
de la historia. (Ver lista tipo de la UNESCO).
Ideología: Conjunto de ideas que están relacionadas y que se modifican
entre sí; conjunto de ideas organizadas sobre algo.
Modelos de dominación política: Formas de organización política. A lo
largo de la historia humana han existido distintos ejemplos.
Modelos históricos de organización política: Véase Modelos de
dominación política. Ej.: la polis griega, el feudalismo, el Estado, etc.

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Nación: Grupo grande de personas que están unidas y reconocen una
semejanza entre ellas debido a una cultura común. En particular, un idioma
común parece importante en la creación de la nacionalidad, pero también
puede ser una religión, una forma de vida, etc. Las naciones suelen
coincidir con los límites políticos de los Estados, pero no siempre. Así, el
idioma y la cultura kurdos se extienden a lo largo de partes del territorio de
Turquía, Irak e Irán; nacionalismo irlandés y británico se encuentran
mezclados en el territorio de Irlanda del Norte. Existen sobrados ejemplos
de la falta de concordancia entre los “límites” nacionales y los límites de los
Estados. Tal situación es una fuente poderosa de conflictos y agitación
política.
Partido político: Es otro ejemplo de fuerza política o actor político. Si bien
hay distintos tipos y clases de partidos políticos, desde una perspectiva
tradicional, podríamos decir que es un grupo de personas que unidos por
una misma ideología intentan llegar al poder (o al menos desplegar una
función de control si no logran acceder al gobierno). Sin embargo, también
podemos señalar como uno de sus rasgos característicos la de ser un
mediador entre la sociedad y el gobierno. Es un actor político fundamental
toda vez que “monopoliza” la oferta política. Con esto queremos expresar
que para ser presidente, legislador, concejal, etc., hay que alcanzar el
cargo, casi en todos los países, a través de un partido político.
Poder: Capacidad de una persona para causar que otra haga lo que desea
aquella, por cualquier medio. // Uno de los elementos que constituyen
la organización estatal. En tal sentido no debe confundirse poder con
gobierno. El poder hace referencia al poder del Estado, en cambio el
gobierno es sólo una “parte” del poder estatal.
Polifacética: Es una de las características de la política. Significa
tener muchas fases.
Política: Objeto de nuestra disciplina, la ciencia política. Implica una
actividad humana que supone una relación. Esta relación es una relación
de mando, subordinación, por la cual un individuo logra doblegar la
voluntad de otro/s. Es un término complejo, multívoco, que en general es
usado por las personas de manera irreflexiva. Nosotros debemos
utilizarlo en su acepción estricta, y en tal sentido esa relación de mando y
obediencia de la que venimos hablando exige no solo la formalidad de tal
relación sino un contenido, esto es, la construcción, consolidación
y conservación del agregado humano. Se utiliza así como sinónimo de
sistema político, y debemos aclarar que el sistema político paradigmático
de los últimos siglos es el Estado.
Política internacional: Política conducida entre Estados, en lugar
de aplicarse dentro de un solo Estado.
Privado: El ámbito de lo individual, lo opuesto a lo estatal. Ámbito donde
impera la autonomía de la voluntad de la persona, donde el Estado no
puede ni debe interferir. Para los liberales es sinónimo de mercado.
Público: El ámbito de lo estatal, lo político (a partir de la modernidad). Lo
opuesto a lo privado.

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Relaciones internacionales: Otro ámbito de la ciencia política que en los
últimos tiempos ha adquirido una relevancia mayor debido a los fenómenos
de internacionalización, transnacionalización y globalización de las
sociedades y la política. (Ver lista tipo de la UNESCO en los contenidos de
la Unidad 1)
Simbólico: Otro de los caracteres de lo político: que se expresa
simbólicamente, a través del signo. No es como la realidad de la naturaleza,
totalmente objetiva.
Sociedad civil: Concepto y realidad que surge contemporáneamente al
surgimiento del Estado. Para los liberales es sinónimo de mercado.
Teoría del Estado: Es una forma de hacer ciencia política. Se ocupa del
estudio del Estado. La primera obra científica sobre el tema fue Teoría
del Estado, de Hermann Heller. (Ver lista tipo de la UNESCO).

Módulo 2
Administración pública: El conjunto de personas que no están
involucradas de manera directa en la toma de decisiones políticas
importantes, pero que construyen y ponen en práctica las políticas que
cumplen estas decisiones. Ejs.: policías, enfermeras de la salud pública,
agentes de hacienda, etc.
Burocracia: Una manera de organizar la administración pública que
enfatiza el profesionalismo, la contratación y los ascensos en base al mérito
y la profesionalización. Se suele usar en forma “peyorativa” de la noción de
administración pública.
Comunismo: Es una versión del socialismo marxista, la más radical. Los
comunistas, en general, sostienen que la única forma de construir un
Estado socialista es mediante la revolución, por lo que en ocasiones están
menos interesados por las elecciones que los socialistas democráticos.
Después de 1920, los comunistas reconocieron mayoritariamente el
liderazgo de la ex Unión Soviética (URSS) en la formulación de sus
objetivos y estrategias. Se suele expresar que el sistema comunista cayó
con la desaparición de la ex URSS, en la década de los ´90. Aunque
también podemos señalar que todavía existen modelos que se acercan a lo
que era ese tipo de Estado socialista: China, Corea del Norte, ¿Cuba?
Conservadurismo: Ideología que postula como el objetivo más importante
de la política la de crear sociedades estables basadas en una jerarquía de
poder. Éste debe estar en manos de una clase tradicional de gobernantes.
Aparece como una reacción al liberalismo por parte de quienes se sienten
amenazados en su condición social privilegiada: nobleza terrateniente,
jerarquías eclesiásticas.
Dictadura: Toda forma de gobierno en la que el o los titulares del poder no
lo han obtenido constitucionalmente, o cuando lo ejercen sistemáticamente
en contra de esos principios y reglas, de tal suerte que no tienen
responsabilidad alguna en el ejercicio del poder. Lo que legitima su accionar
es el temor de los ciudadanos o súbditos.

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Estado de derecho: Hace referencia a una versión del Estado moderno
que implica el ejercicio del poder estatal según los parámetros del derecho,
o si se quiere, el ejercicio del poder estatal con las limitaciones que el
derecho le impone.
Estado liberal de derecho: Es un tipo de Estado de derecho. Luego de la
primera versión del Estado moderno, la absolutista, a partir de fines del siglo
XVII en Inglaterra, pero con la consolidación en las democracias
constitucionales del XIX se evidenció el ejercicio de este tipo de Estado que
hizo crisis a finales del primer tercio del XX. También se lo llamó Estado
liberal o Estado de derecho formal o clásico. El rol del Estado en esta
versión es la de ser un Estado gendarme o abstencionista. Los neo-liberales
hablan de un Estado mínimo.
Estado social de derecho: Es la versión que adopta o hacia la que
evoluciona el Estado liberal de derecho luego de su crisis en la década del
´30. Su época de vigencia es hasta 1970, aproximadamente. También se lo
conoce como Estado de bienestar, Estado democrático. Estado de justicia,
Estado keynesiano, etc. El rol del Estado en esta versión es el de un Estado
intervencionista o asistencialista.
Fascismo: Movimiento político que apareció en las décadas de los ´20 y ´30.
Enfatizaba el boato militarista, el nacionalismo, la representación corporativa
bajo el mando de un dictador único. El ejemplo arquetípico lo constituye Benito
Mussolini. Pero también se suele señalar a Franco en España, Salazar en
Portugal, etc. En un sentido estricto, se reduce a la Italia fascista de Mussolini,
pero en una acepción más amplia, en la Argentina se utiliza el vocablo fascista
para calificar las actitudes anti-democráticas.
Fin del Estado: Se relaciona con la cuestión del para qué existe el Estado.
Siguiendo el pensamiento de Heller, hace a la existencia misma del Estado,
a su “ser”. Es sinónimo de su función social.
Globalización: Es un fenómeno que supone el acortamiento del tiempo y
el espacio fruto de la revolución tecnológica operada en el siglo XX. Para
algunos es una nueva etapa del capitalismo. Suele ser catalogada como
un fenómeno económico, tal vez por sus implicancias, pero es un proceso
complejo y más amplio que no puede agotarse con una explicación
“economicista” o monocausal.
Justificación del Estado: ¿Por qué existe el Estado? Es un problema del
“deber ser” que se relaciona con la función jurídica del Estado y el derecho.
Es más bien un problema de la filosofía jurídica que de la ciencia política.
Liberalismo: Ideología que postula que el objetivo más importante de la
política es ayudar a los individuos a desarrollar el máximo de sus
capacidades, con la menor intervención posible por parte del gobierno.
Resalta el papel protagonista del individuo: su libertad es el valor supremo
que sólo tiene como límite la libertad de los demás.
Mercado: Para los liberales es sinónimo de sociedad civil. En
contraposición con lo estatal, que es el ámbito de lo público, el mercado es
el ámbito de lo privado.

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Nacionalismo: Ideología que se identifica apasionadamente con un Estado de
parte de sus ciudadanos. Es importante tener en cuenta que el nacionalismo es
un concepto proteico, esto es, que puede ser de diferente tipo. En realidad,
todas las ideologías tienen distintas versiones, sub-tipos, etc.
Poder: Ver glosario del Módulo 1.
Soberanía: Es un atributo del poder del Estado. Es lo que lo hace diferente
al poder de las otras organizaciones que existen dentro de su territorio, y
que se traduce en el monopolio de la fuerza física, en el hecho de decidir
en última instancia, etc.
Socialismo: Ideología que plantea que la sociedad está integrada por
clases que se hallan en constante conflicto y que a los fines de establecer
una sociedad justa, con personas iguales, el proletariado o clase obrera
deberá hacerse del poder y así llegar a esa etapa final donde las clases, y
por lo tanto el Estado, no sean necesarios.
Socialismo democrático o socialdemocracia: Rama del socialismo
que apoya la democracia electoral. Por lo tanto, promueve el acceso al
poder del proletariado por vía de las elecciones. Postulan una evolución
mucho más gradual, un progreso paulatino y no un cambio radical.
Tercera Vía: Es una posición del gobierno laborista inglés del actual primer
ministro, Tony Blair. Fue esbozada por Anthony Giddens, un cientista social
y político inglés de gran renombre y de origen marxista, que actualmente es
profesor de Sociología en la London School of Economics. Intenta ser una
suerte de simbiosis entre la antigua social-democracia y el actual
liberalismo económico o capitalismo. Fue presentada como programa
político e ideológico a fines del siglo pasado, circa 1999.
Territorio: Es uno de los elementos del Estado. Constituye su “base” física,
pero entendida en un sentido más amplio, ya que lo integran su espacio
aéreo, el subsuelo, el mar adyacente, etc., e incluso la sede de sus
embajadas en el extranjero.

Módulo 3
Actores políticos: Denominación que se puede utilizar como sinónimo de
“sujetos políticos”, “fuerzas políticas”, etc.
Reformas de Clístenes: véase glosario MODULO 1
Democracia: Reafirmando el conocimiento vulgar, podríamos decir que es
el gobierno del, por y para el pueblo. Su terminología proviene del griego, y
está integrada por las voces “demos” y “cracia”, esto quiere decir, el
gobierno de los demos. Éstos eran pequeñas divisiones territoriales de las
polís griegas, por los cuales se accedía a la vida ciudadana. Como
el origen de la democracia lo encontramos en Grecia, de allí su nombre.
Es una forma de gobierno, un régimen político, y hasta se habla de una
forma o estilo de vida. Existen distintos tipos de democracia, pero las
denominaciones más conocidas y que implican mayores devaneos de los
teóricos y los políticos son: democracia formal y democracia sustancial
(social); directa o indirecta, etc. Obviamente, cuando nos adentremos en
su estudio veremos que el término tiene más acepciones según vaya
acompañado de algún adjetivo calificativo: “delegativa”, “participativa”,
“representativa”, “liberal”, “procedimental”, etc.

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Grupo de interés: Es una asociación o grupo de personas que se ven
unidas por un interés en común. Puede ser deportivo, cultural, económico,
social, etc.
Grupo de presión: Todo grupo de interés que, además, intenta presionar
al gobierno para que éste tome medidas de gobierno que recepte sus
voliciones. Todo grupo de presión es grupo de interés, pero no viceversa.
Es una fuerza política o actor político.
Medios de Comunicación Social: Son lo que se conoce como “medios”;
también se los denomina medios masivos de comunicación: la prensa, la
radio, la televisión, etc. En los últimos tiempos han adquirido una relevancia
inusitada en el escenario político. Hoy es más importante para un político
asistir a un programa de televisión que ir a un mitín político en algún barrio
debido a la masividad del público que posibilitan estos nuevos medios.
Además, pueden erigirse en un instrumento para la contienda electoral.
Ejemplo de ello lo constituyó Berlusconi, monopólico empresario de la
televisión privada de Italia, que a través de ella llegó al poder en ese país.
O.N.G.: Organización no gubernamental. En el ámbito de las relaciones
internacionales, y en lo que podemos llamar la “arena política internacional”
(o si prefiere, el escenario internacional en el que se desenvuelve la
política), se denomina de esta forma a ciertas organizaciones que cumplen
una función similar a la de los grupos de interés y que en reiteradas
oportunidades se transforman en grupos de presión. Ejemplos de ONGs
son: Amnesty International, Greenpeace, por sólo citar las más conocidas.
Opinión pública: El proceso político tiene en la opinión pública un
elemento integrador de su legitimidad. Si bien la mayor libertad de opinión
se encuentra en las democracias, en todo régimen político las decisiones
tienen un gran soporte en la opinión pública. Es otro de los actores o
fuerzas políticas. Es volátil, cambiante.
Partido político: Ver glosario del Módulo 1.
Sindicato: Una de las formas asociativas más importantes de los últimos
tiempos. También fue una de las más precoces. Sus orígenes se remontan
al proceso de formación del Estado moderno, allá por el Renacimiento. El
peso de los sindicatos en la vida social y política de los países ha adquirido
tal presencia y relevancia que se ha llegado a hablar de “política de los
intereses” y a configurar el mismo proceso político como una contratación
triangular entre sindicatos obreros, sindicatos patronales y gobierno. Si bien
la palabra, técnicamente, engloba tanto a los sindicatos obreros como a los
patronales, usualmente prepondera su uso en referencias
a los primeros. Adquieren gran relevancia por su defensa de intereses
económicos comunes en su rol de fuerza contractual (que se ejercita en los
enfrentamientos con la contraparte económica, esto es, los sindicatos
patronales), pero que también se manifiesta en su lucha con las otras
articulaciones del poder político (gobierno, parlamento, entidades locales) y
con los partidos políticos. Son un ejemplo de fuerza política, sujeto político,
actor político, como se lo quiera llamar. Depende el rol que “jueguen” son un
tipo de grupo de interés y se pueden tornar en el ejemplo más claro de
grupo de presión.

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Sistema electoral: Un conjunto de reglas por el que los resultados de una
elección (donde se elige a los funcionarios que nos representan
políticamente, o que formarán parte del gobierno o del congreso, etc.) se
determinan por la distribución de los votos emitidos por el electorado.
Depende cómo éstos se distribuyan, habrá distintos tipos o sistemas. Por
ejemplo: mayoritario, proporcional, etc. Recuerde lo aprendido en Derecho
Constitucional II, en la unidad 5.
Sistema político: La postura teórica que introdujo este concepto en la
ciencia política fue la “teoría sistémica”. En tal sentido, la noción de sistema
político como sustitutiva de la de Estado ha ampliado el horizonte del
estudio de los fenómenos políticos aclarando, más que el producto
normativo final, los procesos de formación de la voluntad política y el
conjunto de las relaciones que ellos establecen en la construcción de un
equilibrio de poder. El ejemplo de sistema político paradigmático de la
modernidad lo ha constituido el Estado, pero puede señalarse que existen
sistemas “menores” –partidos políticos, grupos de presión que operan en
él– e incluso ejemplos de sistemas “mayores”, como por ejemplo la ONU, la
Unión Europea, etc.
Sistema de partidos: Como los partidos políticos operan o actúan dentro
del sistema estatal, según como esté organizado y funcione el sistema
político-partidario dentro de un Estado, estamos haciendo referencia a los
distintos sistemas de partidos políticos. El criterio clasificatorio casi
unánimemente utilizado es el de considerar la cantidad de partidos políticos
con posibilidades reales de acceder al poder, teniéndose en cuenta un
período mínimo de 3 o 4 elecciones.
Sufragio: Voto. El sufragio universal (un hombre, un voto) representa
la mayor fuerza política de los tiempos modernos y uno de los signos
principales –sino el principal– de la democracia moderna.
Sujetos políticos: En sentido estrictamente técnico se utiliza como
sinónimo de actores de la política (“actores políticos”). Podemos señalar a
los partidos políticos, grupos de presión, etc.

Módulo 4
Globalización: Ver glosario Módulo 2.
OIG.: Se denomina a las Organizaciones Internacionales Gubernamentales
o Intergubernamentales, pueden ser de alcance universal (ONU, OIT), de
alcance regional (OEA, ASEAN) o de alcance mixto (OPEP, OCDE)
ONGI: Organizaciones Internacionales No Gubernamentales, Se trata de
entidades de iniciativa social y fines humanitarios, que son independientes
de la administración pública y que no tienen afán lucrativo. Una ONG puede
tener diversas formas jurídicas: asociación, fundación, cooperativa, etc. Son
ejemplos de ONGI, Amnistía Internacional, International Human Right
Network, Save the Children, etc.
Política Internacional: Ver glosario del Módulo 1.

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Regímenes Internacionales: Un conjunto de principios implícitos o
explícitos, normas, reglas y procedimientos de decisiones alrededor del
cual las expectativas de los actores convergen en una determinada área de
las relaciones internacionales.
Soberanía: Ver glosario del Módulo 2.
Sociedad de Naciones: fue un organismo internacional creado por el
Tratado de Versalles, el 28 de junio de 1919. Se proponía establecer las
bases para la paz y la reorganización de las relaciones internacionales una
vez finalizada la Primera Guerra Mundial.

Módulos
M 1 Microobjetivos

• Identificar la especificidad de lo político a fin de vincularlo con el ámbito


de lo social.
• Distinguir lo político como fenómeno social de la ciencia política, en una
relación de objeto de estudio a disciplina.
• Identificar las diferentes perspectivas teóricas respecto al origen de la
disciplina.
• Comprender la función de la ciencia política como disciplina
metodológica de estudio de lo social.
• Analizar la relación de la ciencia política con otras disciplinas de estudio
acerca del fenómeno social y su autonomía.
• Comprender la importancia del pensamiento de Athenas en la
construcción de las ideas de ciudadanía, participación y democracia.
• Analizar el pensamiento de Sócrates, Platón y Aristóteles, y sus
aportes para el estudio del Estado, gobernante y poder.
• Comprender la cosmovisión ideológica ateniense del TODO/PARTE y
su proceso evolutivo hacia la edad media.

M 1 Contenidos

LA POLÍTICA Y SU CONOCIMIENTO
Estimado alumno:
En este primer módulo de la asignatura, compuesto por 4 puntos centrales;
transitaremos inicialmente por una instancia introductoria que nos con-
duzca hacia la comprensión del hombre como sujeto social y relacional y la
realidad que este construye: efectividad humana.
A partir de allí, iniciaremos el estudio de la política como fenómeno social,
procurando identificar sus caracteres y las dificultades que su definición
envuelve, motivado ello por el uso irrestricto de dicho termino en el vocabu-
lario no científico.

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La tercera instancia permite un análisis detallado de la ciencia política como
disciplina autónoma dotada de un método cuyo objeto resulta, precisa-
mente, el fenómeno político. Aquí indagaremos sobre las distintas postu-ras
respecto a su origen y los distintos enfoques que pueden encontrarse
respecto al abordaje del estudio científico de lo político.
También consideramos importante comprender que hay diferentes ámbi-tos
que pueden constituir un estudio científico del fenómeno político: así el
estudio y comprensión del modelo de organización política que conocemos
con el nombre de Estado, o el abordaje de la historia de las ideas políticas a
través de los diferentes autores que han contribuido a la formación de la
teoría política; o bien ocuparnos del estudio de otros actores políticos que
no sean el Estado; o, en fin, visualizar que en cierta forma la problemática
de las relaciones internacionales también son parte de nuestra disciplina.
La última parte de este módulo está vinculado al estudio de la cosmovisión
ideológica ateniense, su desarrollo y estructura político-social de las polis y
sus aportes al estudio actual del fenómeno político, con especial consid-
eración de la democracia como forma de vida.
Esto se completará con el estudio de los autores clásicos como PLATÓN y
ARISTÓTELES a través de sus obras LA REPÚBLICA Y LA POLÍTICA.

Unidad I: LA POLÍTICA Y SU CONOCIMIENTO


I- Nociones introductorias de la asignatura: el hombre y la realidad social
como efectividad humana.
II- La Política: delimitación conceptual y caracteres. Distintos enfoques
sobre su especificidad. Autonomía de lo político.
III- La Ciencia Política: su función. Descripción, interpretación y crítica de
los fenómenos políticos. Distintas posturas respecto a su origen.
Teoría del Estado, Historia de las Ideas, Dinámica Política, Relaciones
Interna-cionales.
IV- El nacimiento de lo político: Platón y Aristóteles. Atenas: Ciudad estado
y la unidad persona/estado (estructura TODO/PARTE).

I- NOCIONES INTRODUCTORIAS DE LA ASIGNATURA: EL


HOMBRE Y LA REALIDAD SOCIAL COMO EFECTIVIDAD HUMANA.
El hombre como protagonista de todas las ciencias sociales, construye la
realidad como algo vivido, siendo parte inserta de ella en conjunto con sus
pares y actuando de manera socialmente efectiva: la realidad social es una
construcción que realizan los hombres dentro de las condiciones naturales y
culturales que lo rodean.
Las diferentes ciencias sociales permiten el estudio metodológico y siste-
matizado del hombre a través de diferentes perspectivas, atrapando y
reduciendo analíticamente su conducta en relación a uno o varios objetos
de su realidad circundante.

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En el inacabado universo de estudio del hombre, y del cual se desprenden
las diferentes disciplinas que lo toman por objeto, siempre resultará un pun-
tapié inicial referirse a la realidad, al contexto en el cual éste se encuentra
inserto y coadyuva junto a sus pares en transformarle.
Tal como veremos, la Ciencia Política ofrece el estudio de un sector del
comportamiento humano, describiendo el conocimiento de los procesos de
interacción permanentes del hombre en convivencia, y cómo afectan el
comportamiento de unos sobre otros a través de una relación de mando y
obediencia continua.
Como refiere el mismo Hermann Heller en su obra Teoría del Estado, el
hombre constituye una unidad indisoluble y dialéctica de cuerpo y alma,
que actúa con sentido en la realidad a través de lo corporal, pero que a su
vez la penetra con su espíritu.
En este sentido, refiere que “La realidad social consiste en ese crearse a sí
mismo, en ese renovado engendrarse a sí mismo. No cabe admitirse en ella la
presencia de fuerza productoras y/o relaciones que existen fuera o inde-
pendientemente del hombre. Todo lo supra personal y lo infra personal será
actualizado por la persona humana para que sea socialmente eficaz”. 1
Tal como este mismo autor detalla en su obra, tanto el carácter natural
(condiciones naturales y leyes físicas de la naturaleza) como el carácter
cultural (acción social con sentido) son determinantes dialecticos e insepa-
rables para que el hombre efectivice la realidad, la construya.
Así las cosas, la realidad social consiste en efectividad humana, material-
izada por actos de sentido voluntarios y comprensivos que el hombre lleva
adelante, que involucran tanto explicaciones causalistas provenientes de la
naturaleza, como consecuencialistas propias del orden cultural.
De todo esto resulta que la política como porción de la actividad humana
– y traducida en comportamientos con vocación de organizar la vida en
comunidad-, y de su estudio metodológico –la ciencia política-; nos permite
una comprensión parcial de la realidad humana, aquella ligada a la vida en
comunidad y guiada de forma perpetua por la máxima aristotélica zoon
politikon; siendo así el hombre protagonista de la política.

I- LA POLÍTICA: DELIMITACIÓN CONCEPTUAL Y CARACTERES.


DISTINTOS ENFOQUES SOBRE SU ESPECIFICIDAD. AUTONOMÍA DE
LO POLÍTICO

1- Origen del vocablo Política


En primer lugar, veremos la extensión de su significado y, por ende, la
dificultad para una definición univoca. Este vocablo deriva de la voz “Polis”,
usado en el griego clásico. En sus orígenes estaba circunscrito al tipo de
sistema político a que se refería, esto es la polis. Es decir que histórica-
mente estaba condicionado a su esta forma de organización.
1 Hermann Heller. Teoría del estado. Ed. Fondo de Cultura Económica. México, 1985. P. 86

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 21


Con el tiempo el significado etimológico originario fue extendiéndose. Por
una parte, comenzó a referirse a otros sistemas políticos, como, por ejem-
plo: Imperio, Estado, etc. Pero, por otro lado, comenzó a aludir a las más
diversas clases de subsistemas -obviamente políticos- que, para su fun-
cionamiento, requerían la existencia de un sistema político mayor: así, “la
bulé” ateniense; “la geruxia” espartana, etc. A esta extensión ya apuntada
se fueron agregando otros significados atendiendo a la función gramatical
de la palabra. Por ejemplo, no es lo mismo decir política (para designar una
realidad sustantivada) que decir forma política (para cualificar esa realidad);
o la política (para designar la estructura de esa relación); o una política
(para designar una actividad específica tendiente a ocupar el puesto de
mando en la adopción y ejecución de una decisión). Ello, sin contar otras
acepciones, significaciones cargada de valoraciones, como, por ejemplo,
cuando se utiliza en sentido peyorativo “... ¡es pura política! ...”.
Con este breve introito queremos poner de relieve lo difícil, peligroso y
hasta casi imposible de esbozar una definición mono-conceptual. Lo que
sí intentaremos será delimitar, precisar el fenómeno real –o los distintos
fenómenos reales- que se designan con el vocablo “política”, y sus carac-
teres:

2- La política como realidad y sus caracteres


A través de sus numerosos significados, la palabra política designa siempre
un sector de la realidad humana. Si bien desde Aristóteles se ha venido
utilizando también para designar el conocimiento de esa realidad, nosotros
utilizaremos el término para referirnos a ese sector de la realidad humana, y
nos valdremos de otras expresiones, como por ejemplo Filosofía política,
Ciencia Política, etc. para designar las disciplinas que se dedican o se
ocupan de su estudio y la producción metodológica de su conocimiento.
En tal sentido, la política como realidad humana, supone ante todo la
existencia de seres humanos, hombres, que conviven: esto es, convivencia
humana, vida social, seres humanos relacionados, interactuantes. Sin seres
humanos que conviven, no hay política. Sin embargo, no toda convivencia
humana es convivencia política, ni toda actividad del hombre es política: la
política es un sector de la realidad humana pero no es toda la realidad
humana. Puede haber convivencia humana –lazos de amor, de amistad,
de colaboración totalmente espontanea, etc.- que no revista el carácter
de política2.
No obstantes aun esa convivencia que se supone sin contenido político
está necesariamente anclada a la existencia de un contexto político en la
cual se desarrolla: sin sistema político -con sus ingredientes de actividad
política y relación política- no hay convivencia humana organizada y per-
sistente. Este es el supuesto básico para que pueda haber lazos no políti-
cos de convivencia. Es por esto que Aristóteles refería al hombre como
zoon politikon.

2 LÓPEZ, Mario Justo. Manual de Derecho Político. Ed. Kapelusz, Buenos Aires, 1981. p.
20
EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 22
Concluyendo, la realidad política -no distinta del sistema político o convi-
vencia política- es la relación de mando-obediencia entre los hombres.
De lo expuesto y esta noción que damos como conclusión, se desprende
que Sistema, relación y actividad política se suponen recíprocamente.
La realidad política (comprensiva, por consiguiente, del sistema, la relación
y la actividad política), ofrece como sus más salientes características la de
ser: múltiple, polifacética, variable, simbólica y multirrelacionada (y
por lo tanto, compleja e indivisa).
a) La Política: realidad múltiple
Según el grado de generalidad que se tenga en cuenta, la realidad política
puede ser considerada en sentido lato, en sentido intermedio y en un sen-
tido estricto. O lo que, siguiendo a Bertrand de Jouvenel, denominaríamos
“sentido formal”, “sentido material” y “sentido material limitado”.
En un sentido formal, para que haya política, basta que la actividad de un
hombre o de unos hombres en relación con otro u otros, tienda a que el
comportamiento de éste o éstos sea el que aquél o aquellos se proponen.
En este sentido, la actividad es formalmente política si obedece a una
técnica para inclinar voluntades ajenas y regir sus comportamientos hacia
metas propuestas. No importa el modo de acción de los promotores, ni la
naturaleza de la empresa por realizar, ni la transitoriedad o permanencia del
concurso. Ejemplos en este sentido lo serían: una reunión de vecinos que
se juntan para apagar un incendio; una banda de delincuentes; una reunión
del Consejo de Seguridad de la ONU para decidir la intervención
humanitaria en alguna región del planeta, etc. En todos estos casos, formal
y técnicamente, la actividad es igual. No importa que varíen los “modos” de
la actividad –los fines- ni el grado de su integración: transitoriedad o perma-
nencia.
En un sentido material, es necesario que la actividad humana se torne
persistente y permanente. Así, dicha actividad debe estar dirigida como
medio a construir, consolidar y conservar el agregado humano –grupo- de
que se trate. Pueden servirnos de ejemplos para comprender esta acepción
la creación y mantenimiento de una Sociedad Anónima, Iglesia, Asociación,
etc. Es importante, en este caso, advertir que sigue sin interesar los fines u
objetivos pero que sí requerimos ahora, de la permanencia.
La política en este sentido, se utiliza como sinónimo de sistema político en
sentido amplio, en la medida que implica un proyecto común permanente
que configura una relación de mando y obediencia no importando a que
fines refiera.
Ahora bien, si el agregado humano persistente de que se trata no es uno de
los muchos y diversos que existen con fines específicos: religiosos, cul-
turales, etc. sino aquel, único, con el fin más abarcador, del cual dependen
los demás sin que él dependa de ellos, es que estamos en presencia de
la política en sentido material restringido, o del sistema político estricto
sensu que refiere al estado y su organización.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 23


Con este significado, la actividad y la relación que constituyen la realidad
política se refieren al Estado, el sistema político paradigmático de nuestro
tiempo, y a los sistemas políticos mayores que él, actualmente en gestación
(Unión Europea, bloques regionales, etc.). En este sentido, son ejemplos:
actividades y relaciones estatales; actividades de órganos estatales; o de un
partido político –sistema político menor- que procure el acceso a ese
órgano; o la de un grupo de presión que busque influir sobre su actividad.

Ahora los invitamos a realizar la Actividad 1 correspondiente a


este módulo.

b) Política: Realidad polifacética (fases)


La realidad política se nos presenta como una actividad y una relación que
configura un sistema. Estos distintos aspectos de la realidad política,
existencialmente unidos, ponen de relieve dos fases conceptualmente
diferenciables: La faz estructural y la faz dinámica. Además, la faz
dinámica, en su inseparable vinculación con la estructural, se manifiesta
como dos fases también diferenciables conceptualmente: la faz agonal y la
faz arqui-tectónica.
La actividad política se da dentro de una relación y ésta implica una estruc-
tura en la que se articulan las partes de un todo. Así, encontramos difer-
entes “jerarquías”: mando y obediencia. Esta estructura tiende a traducirse
en Instituciones Políticas. Dentro de esta estructura y alrededor de ella
apreciamos “actividad” que se traduce en la otra faz, la faz dinámica de la
política. En esta última, a su vez, encontramos las dos restantes: agonal y
arquitectónica.
En todo sistema político nos encontramos con cargos, roles, en torno a los
cuales se desenvuelve “actividad”, ya sea para acceder a ellos, ya sea para
conservarlos. Desde esta perspectiva la política es “lucha” y “conflicto”,
lo que supone la “agonalidad” de la política, o en otros términos su faz
agonal.
Pero quedaría incompleto este panorama si redujéramos la política a la
lucha por el poder. Una vez poseído, o una vez en él, es también un medio
para construir, consolidar, consensuar la vida política, la convivencia
política. Todo ello con el fin de alcanzar y lograr objetivos, metas comunes.
Este sentido constructor, integrador, realizador de objetivos comunes del
poder hace a su faz arquitectónica. En otros términos, el politólogo alemán
Carl Schmitt nos habla de la “relación amigo-enemigo” que siempre se
encuentra en la relación política, en las relaciones de poder. En nuestra
opinión, y, en otros términos, se refiere a estas dos fases de las que esta-
mos hablando y que siempre están presentes en la política. Aunque alguna
de ellas pueda preponderar más en un caso o ejemplo dado, analizado.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 24


Tal como refiere Mario Justo López, la actividad política no tiene tal sentido
por si misma sino en función de una determinada relación interhumana.
Esta relación implica una estructura (articulación entre las partes de un
todo) que se manifiesta como una diferenciación jerarquizada entre seres
humanos, de tal como que la voluntad y consiguiente actividad de los unos
determinan la de los otros.3

ACTIVIDAD: En este punto del desarrollo del módulo, les sugerimos la


realización de la Actividad 2.

c) Política: Realidad variable


Esta realidad a la que llamamos política no fue siempre la misma, igual, ni
en el espacio ni en el tiempo. Es por eso que aun cuando la realidad política
tenga siempre las faces ya señaladas (lo permanente), diferirá –en cuanto
realidad- de un lugar a otro o de una época a otra (lo contingente) Ejemplos:
no es lo mismo la realidad de la polis en la antigüedad que la de los Estados
modernos; en igual época no es igual la realidad política de un régimen
totalitario que la de uno democrático. En otro tipo de ejemplos, podemos
apreciar esa “variabilidad” comparando la realidad política de Ushuaia con la
de Dusseldorf (Alemania), aun cuando esa realidad política esté integrada
por las mismas partes constitutivas. También varía la realidad política de la
Córdoba de fines del siglo XIX con la de fines del XX.

3 Ibídem. P. 23

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 25


d) Política: Realidad simbólica
Todos los actos, los hechos, situaciones, etc. en que se manifiesta material-
mente la política son traspuestos a un registro compuestos de símbolos. La
política es una realidad simbólica. Así, los fenómenos políticos no son tales
sino a través de los símbolos que le dan sentido.
En la realidad política lo esencial no es el fenómeno en sí mismo, sino lo
que se ve de él, o como se cree verlo, como se lo siente. Lo esencial es la
imagen, que en el universo político es creada por un conjunto de símbo-los.
La “imagen” la dan los oropeles, que consisten a veces en tradiciones,
normas, creencias, etc. Ejemplos: Rey, Juez, líder. Alguien es juez aunque
intrínsecamente no le interese la justicia. Rey aunque sea “lelo”. Lo que
importa para ser líder, es que, por ejemplo, alguien parezca ser valiente
aunque en realidad sea un cobarde; o que parezca ser un genio aunque en
realidad sea un mediocre. También pueda que sea valiente y genial, pero lo
que importa es que lo parezca, que lo represente. De ahí la importancia de
la imagen.
También ocurre que un mismo hecho tiene connotaciones distintas en
función de la imagen. Así, por ejemplo, la elección de Reagan como pres-
idente de USA -un mismo hecho- puede ser tenida como una desgracia o
como una buena estrella, un augurio -distintas imágenes-. El pacto que
Petain hizo con Hitler para que este no invada el sur de Francia –un mismo
hecho- para algunos fue una demostración de Petain como traidor mientras
que para otros logró la salvación –distintas imágenes-.
Dada esta característica simbólica de la realidad política, se convierte en un
factor determinante de ella, por un lado, los distintos resortes sicológicos,
con alta dosis de irracionalidad: ambición, vanidad, temor, el deseo, la fe. Y
por otro, las distintas doctrinas operantes: ideologías, mitos, utopías, etc.
Además, en la actualidad, y desde hace ya unas décadas, juegan un papel
preponderante en esto los medios de comunicación con fines de propa-
ganda. Un sector importante de la realidad política consiste en crear la
imagen y “venderla”.
Duverger, en este sentido expresa: “El siglo XX no es sólo el siglo del
átomo: también es el siglo de las ciencias sociales. Los nuevos métodos de
pro-paganda y encuadramiento de los hombres pueden ya cambiar al
mundo tanto como la utilización de la energía nuclear(...) El desarrollo de la
ciencia política permite entrever la posibilidad de una política consciente, en
la que los hombres dejarán de ser objetos, cosas en manos de sus
dirigentes. Es de esperar que al fin un día será falsa la fórmula de
Maquiavelo, por desgra-cia aún verdadera: `gobernar es hacer creer’”.

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e) Política: Realidad multirrelacionada
La política, como realidad existencial, se encuentra relacionada con otras
realidades. Pero algunas de esas realidades con las que se relaciona no
son, en rigor, sino manifestaciones o modalidades, elementos de ella
misma. Así corresponde señalar que, a más de multirrelacionada es una
realidad compleja e indivisa.
Compleja por estar constituida por diversos elementos: ideas, instituciones
y vida política, siguiendo a Prèlot. Pero es también indivisa, porque existen-
cialmente –ontológicamente- es una, sin desmedro de la diversidad de sus
elementos constitutivos y dejando en claro que ellos se interrelacionan, se
interinfluyen.
La multirrelación que se opera “dentro” de esa realidad se traduce en el
influjo recíproco existente entre la vida política, las instituciones políticas y
las ideas políticas. Así por ejemplo: de las ideas del racionalismo filosófico
del siglo XVIII, de esas ideas de la ilustración, de los “contractualistas”, etc.
hubo una influencia hacia hechos que ocurrieron como por ejemplo la
Revolución Francesa, y ésta generó –a su vez-nuevas instituciones que
gestaron nuevas prácticas, nuevas ideas y así sucesivamente. O podríamos
comenzar el ejemplo a partir de alguno de los otros ingredientes de esta
multirrelación hacia “adentro” de la política y el resultado sería apreciar de
cualquier forma la relación recíproca entre ellos –vida, instituciones e ideas
políticas-
Pero, como ya lo señaláramos, se relaciona con otras realidades extrañas
a ella: con normas jurídicas y morales (derecho y moral) que la estructuran
como relación y la regulan como actividad. También, obviamente, con todo
el contorno ambiental que la rodea, condiciona: factores o condiciones –
mejor esta última acepción- sociales, sicológicas, históricas, económi-cas,
geográficas, etc. Hemos visto, aunque muy al pasar que la política es
variable y está históricamente condicionada. Por ende, su vinculación con
la historia aparece manifiesta.
La “multirrelación” es doble: “dentro” de la realidad política y “con” la reali-
dad extra política.
Múltiple, polifacética, variable, simbólica y multirrelacionada, la realidad política
es una realidad compleja que no puede dividirse en compartimientos estancos.
Aunque susceptible de diversos enfoques conceptuales, - es exis-tencialmente
una, sin desmedro de la diversidad de sus elementos constitu-tivos, de los
factores que la condicionan y de las consecuencias que origina. Como ya lo
señaláramos, y siempre que esto no se olvide, científica y didác-ticamente
resulta de utilidad la división ternaria que de ella hace Marcel Prélot en ideas,
instituciones y vida políticas. En este sentido la estructura de la cur-rícula de la
asignatura sigue este diseño ya que analizamos ideas-marxismo, liberalismo- y
teorías –normativas, institucionalistas, críticas-, estudiamos insti-tuciones -por
ejemplo, el Estado- y en lo referente a la dinámica política nos ocupamos de lo
que es la vida política, el rol que juegan los actores políticos -partidos, grupos de
presión, opinión pública, etc.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 27


3- Hacia una definición de la política
Desde un punto de vista amplio podríamos decir que la política se traduce
en el conjunto de actividades destinadas a organizar la vida de un grupo a
través de la discusión e implementación de un proyecto común de orden.
Esto supone las acciones realizadas con la intención de influir, conservar o
modificar el poder y la organización necesaria para llevar adelante ese
proyecto de orden. Desde este punto de vista, la política es una actividad
generalizada que tiene lugar en todos aquellos ámbitos en los que los seres
humanos se ocupan de producir y reproducir sus vidas en el marco de un fin
común determinado.
Esta actividad puede suponer tanto enfrentamientos como cooperación, ya
que pueden existir disputas tanto sobre el proyecto en sí como sobre sus
formas de implementación.
Así en la vida de los grupos, de la más diversa índole, por ejemplo religio-
sos, académicos, deportivos etcétera, las reglas y normas que se discuten
y dictan como las actividades que tienen que ver con el proyecto que el
cuerpo estructura para su conformación y reproducción (ese proyecto de
orden) entrarían dentro de lo que llamamos política en sentido amplio.
Desde un punto de vista más específico la política se liga a cuestiones
relacionadas con lo público. En eso pensaba Cicerón cuando habló de res
pública, la cosa pública, la que es común a todo el grupo social. Anterior-
mente en Grecia, ya se había considerado el orden político, como un orden
común, creado para resolver las cuestiones en que todos los integrantes de
la comunidad tenían algún interés. Así el concepto de un orden, que era
político y común al mismo tiempo, fue expuesto por Platón.
Se puede decir que las palabras «pública», «común» y «general» tienen
una prolongada tradición de uso que las ha hecho sinónimo de lo político.
El carácter común del orden político se ha reflejado en la historia política, en
la idea básica de que la política se ocupa de los intereses generales,
compartidos por todos los integrantes de la comunidad; la autoridad política
habla en nombre de una sociedad considerada en sus cuestio-nes
comunes, en las “cuestiones públicas”. Lo público se diferencia de lo
privado - la familia y el ámbito de intercambio de mercancías- y de lo estatal
- monopolio del poder soberano -. Lo público se refiere a aquel espacio de
discusión de temas comunes, abierto a todos. Teniendo en cuenta lo expre-
sado sostenemos que desde un punto de vista específico y en el sentido
utilizado desde nuestra perspectiva por la ciencia política, contemporánea-
mente, la política se refiere más concretamente a las actividades realizadas
en el marco del Estado, pero que no se agota en lo estatal, orientadas al
ámbito de lo colectivo y que tienen el carácter de vinculantes para la comu-
nidad.
La política así se refiere a lo relativo a la “cosa pública”, y al poder político
ya que es allí el espacio organizativo de las cuestiones comunes, donde
se discute e implementa el proyecto común de orden, el que adquiere las
características de ser vinculante y colectivo.

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Pero también debe destacarse que en la historia política han existido y
existen (sucesiva y simultáneamente) opiniones diversas referentes a lo
que debía ser incluido dentro del concepto de «buen orden». Así se podría
enunciar desde las ideas de la «polis griega», pasando por las concep-
ciones cristianas, el enfoque liberal moderno, el marxista y muchos otros
más.
Atento a que existen alternativas y a menudo contrarias propuestas de
orden, la política incluye también el conflicto, la lucha por distintos proyec-
tos de convivencia, tal como se desprende de sus propios caracteres
anteriormente señalados; de entre los cuales la política como realidad
polifacética es el que mejor representa esto.
Desde otro punto de vista, estas actividades provocan conflicto, porque rep-
resentan líneas de acción que se cruzan, mediante las cuales, individuos y
grupos, tratan de estabilizar una situación de modo afín a sus aspiraciones o
necesidades, según sus valores o intereses.
Por ello, la política es tanto una fuente de conflicto como un modo de
actividad que busca resolverlos y promover ajustes en aquellas cuestiones
comunes, compartidas por todos los miembros del grupo social.
Mario Justo López, tal como señaláramos antes, destaca dos faces con-
ceptualmente diferenciales de la política como realidad multifacética: la faz
estructural y la faz dinámica.
• Faz estructural: Como relación interhumana, la política implica
una estructura. Esa estructura, aunque puede presentarse
circunstancialmente débil o muy fluida, muestra siempre una
tendencia a traducirse en instituciones políticas, órganos y normas,
con vocación de orden y estabilidad. Los órganos y normas
comprenden cargos y roles diferenciados y establecen una
jerarquización de ocupantes de ellos.
• Faz dinámica: En torno y dentro de esa estructura se desarrolla
la actividad que constituye la faz dinámica de la política, la cual
dinamiza constantemente la estructura, y en la cual se advierten
también dos faces:
i-faz arquitectónica: Esta actividad tiene fines mediatos y concretos
de construcción, conducción e integración de un grupo de
acuerdo a metas propuestas.
ii-faz agonal: Tiende en forma inmediata a la conquista y
conservación de cargos o a resistir la actividad desplegada
desde ellos. En este marco la faz dinámica de la política
evidencia su tendencia al movimiento y al cambio.
En definitiva, las distintas faces que forman parte de lo que en conjunto
constituye la política plenaria están entrelazadas. Si tuviera únicamente la
faz agonal, la competencia por el acceso a los cargos y su conservación y la
resistencia de los oponentes, lo político aparecería sólo como pura lucha,
como fuerza destructora del sistema político.

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Si tuviera únicamente la faz arquitectónica, la política correría el riesgo de
estancamiento y fosilización.
Asimismo, sin la faz estructural, la faz dinámica tendería al caos, pero sin la
faz dinámica la mera faz estructural carecería de vida y movimiento.
La política se presenta así como proceso de lucha y de movimiento de aco-
modamiento y ajuste. Se evidencia la estabilidad y el cambio, el conflicto y
el consenso. Sin este dinamismo sostiene Mario Justo López la «entropía»,
el desgaste natural del orden, concluirá con los grupos humanos.
Contemporáneamente, entonces, la política se analiza como la forma «natu-
ral» de conflicto social, acerca del desarrollo de las organizaciones políticas,
y tiene ámbitos institucionales definidos: los partidos políticos, el gobierno, y
otros similares; en términos generales: el Estado.

4- La especificidad de la política
Atento a ello pasaremos a desarrollar el proceso histórico de definición del
ámbito de lo político en el marco del análisis propuesto.
En el círculo cultural de Occidente se atribuye el origen del estudio de la
política a la cultura griega, más específicamente se ubica el comienzo de la
política y de la reflexión sobre ella, en Atenas. Así se sostiene que el análi-
sis sistemático y riguroso de los hechos políticos, surge en el momento
histórico, en que en el siglo IV a.C., la crisis terminal de la polis suscita la
reflexión de Aristóteles (Pinto, Julio, comp. 1995). Ello, tal como veremos
en profundidad luego al estudiar la conformación de las polis atenienses y
su valoración sobre la actividad política de la ciudadanía y su cosmovisión
ideológica del TODO-PARTE.
Este autor, mencionado por algunos enfoques como el «iniciador» de la
ciencia política4 en su clasificación de las ciencias, diferencia ésta de la ética
y la coloca en la cúspide de las ciencias prácticas, en tanto se ocupa del
estudio de la vida en común de la polis, la cual era lo más relevante en la
cosmovisión ateniense de la época. Esto explica el destacado lugar de 1a
ciencia política en ese momento.
Una vez pasada la polis, nuestra disciplina se hace más jurídica, desar-
rollándose en la dirección indicada por el aporte romano.
Posteriormente, en la Edad Media, la política se teologiza, primero adaptán-
dose a la visión cristiana del mundo, luego en el marco de la disputa entre
el papado y el imperio; y finalmente en función de la ruptura entre el cato-
licismo y el protestantismo. Pero en la Antigüedad y en la Edad Media, en
todos los casos, y a pesar de la distinción inicial aristotélica, el discurso
sobre la política se configuró como un discurso limitado e incluso subordi-
nado a los otros dos discursos ya mencionados.

4 Utilizamos aquí la denominación «ciencia política» en su sentido histórico, como cono-


cimiento sistemático y fundado sobre la política, sin atender por ahora a otras distinciones que se
formularán posteriormente.

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Así, se puede sostener que hasta la Modernidad, y con Maquiavelo, la
política no se configura con cierta especificidad y autonomía. Con el autor
florentino se produce una autonomatización de la materia objeto de estudio,
lo político escindido ahora de las acostumbradas sujeciones a lo ético y lo
religioso, ya no es algo determinable en función de ellos.
En términos generales queremos señalar que la política es «distinta», lo que
implica una condición necesaria y no suficiente de autonomía, y además
que no es solamente distinta, sino que también tiene cierta independencia
en cuanto a sus leyes de funcionamiento. La política es tal, por medio de un
imperativo que es propio y tiene sus leyes que el político debe aplicar. En el
sentido antes precisado, es Maquiavelo y no Aristóteles, quien «descubre»
la política (Sartori, 1992).
Se debe precisar también, que cuando hablamos de autonomía de la
política, ese concepto no ha de entenderse en sentido absoluto, sino rela-
tivo. Luego de esta primera distinción, debemos destacar que el ámbito de
la política inicia un proceso de diferenciación que lo distinguirá de lo que es
materia económica, social o de derecho público, porque en el transcurso de
los siglos XVIII y XIX, estas materias cortaron el cordón umbilical, para
constituir otras disciplinas (Strasser,1991).
¿Cómo se desarrollan estos procesos de diferenciación que nos permiten
perfilar contemporáneamente el espacio y la autonomía de la política?
Como hemos señalado, la diferenciación de la política de otros ámbitos o
esferas, se da también a través de un proceso histórico. En este sentido, es
en el seno de la modernidad en que se produce una distinción fundamen-tal
en nuestra temática: la diferencia entre Estado y sociedad, o en otros
términos, lo público y lo privado, correspondiendo a la política, la esfera de
lo público. La afirmación de la sociedad como una realidad independiente y
autosuficiente tiene, sin embargo, un lento desarrollo.
Sostiene Sartori (1992), que es sintomática la ausencia de la idea de socie-
dad en la literatura del siglo XVI, que teorizaba el derecho de resistir a la
tiranía.
Se le atribuye a Locke, una primera formulación de la idea de sociedad.
En realidad, la idea de sociedad no es tampoco una idea que se formula
y aplica en los acontecimientos revolucionarios. Es una idea de paz que
pertenece a la fase tardía de la escuela de derecho natural.
Es el espacio de libertad e igualdad en el que se desarrollan las libres
relaciones entre hombres libres e iguales, sólo reguladas y no reformuladas
jurídicamente.
Si bien Locke y Montesquieu fueron los precursores del descubrimiento de
la sociedad, el liberalismo político no tenía la fuerza del liberalismo
económico (capitalismo) porque desde su óptica política la sociedad debía
ser regulada por el derecho, en cambio las leyes de la economía no son
leyes jurídicas (políticas), sino leyes «naturales» del mercado.

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Así, son los economistas clásicos Smith y Ricardo, y en general los librecam-
bistas, quienes se esfuerzan por demostrar cómo la vida asociada encuentra
en la división del trabajo, su propio principio de organización y que es una
esfera ajena al Estado, no regulada por sus leyes, ni su derecho.
Son los economistas de los siglos XVIII y XIX los que construyen la hege-
monía de las ideas que postulan la imagen positiva de una realidad social
capaz de autorregularse, de una sociedad que vive y se desarrolla según
sus principios.
Entonces el modelo y el ejemplo de la «sociedad espontánea» de los
economistas, se extiende a la sociedad en general y sienta las bases de la
definitiva diferenciación entre sociedad y Estado. Las premisas que no apa-
recían claras en Locke ni Montesquieu para descubrir a la sociedad como
«realidad autónoma» estaban maduras ya en el siglo XIX por obra de los
economistas del capitalismo.
Por ello, por una parte, la política ya no comprende el estudio de los pro-
cesos económicos de la sociedad civil, sino que son objeto de una nueva y
prestigiosa disciplina, la economía.
Por otra parte, la obra El sistema industrial, de Saint Simon (17701825),
prefigura con profética genialidad la sociedad ya transformada en socie-
dad industrial. La sociedad se configura entonces como una realidad tan
autónoma que se convierte en objeto de una ciencia por sí misma, que es
distinta también no sólo a la política sino a la economía y que Comte (l
7981857) bautizó como «sociología».
Luego de esta descripción del devenir histórico de la política, advertimos
que se ha diferenciado de lo ético-religioso, luego de la economía y tam-
poco incluye ya al sistema social. Finalmente se rompen los nexos identif-
icantes entre política y derecho, al menos en el sentido en que un sistema
político no se comprende como un sistema jurídico, y éste puede ser objeto
de estudio de la ciencia jurídica.
El ámbito de la política queda así referido a la organización y gobierno de
las comunidades humanas. La política comprende las actividades humanas
efectuadas en un “espacio público” destinadas a organizar la vida de un
grupo. De allí deriva el ordenamiento de las conductas humanas.
Consiste en actividades realizadas con intención de influir, obtener, conser-
var, modificar o extinguir el poder, la organización o el ordenamiento de la
comunidad. Podrían invocarse esas acciones como lucha o disyunción, o
bien como paz, equilibrio o armonía. Podrá considerárselas mero reflejo de
los móviles económicos o visualizárselas exentas de esas motivaciones.
Tales consideraciones no alteran la distinción de la actividad política frente a
otras formas de actividades, sólo muestran los motivos que pueden encon-
trarse insertos en la acción política.
La referencia de la política con el espacio público y el poder de decisión,
permite diferenciar los actos políticos de los actos sociales y económicos.

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Y por referirse al poder político de decisión sobre un espacio territorial, la
política se enmarca en el Estado. En torno a los conceptos de poder y
Estado se ha dado una disputa por su postulación como «objeto» de la
ciencia política. A nuestro juicio, esto constituye un debate irrelevante, en
cuanto nos interesa el poder estructurado en el marco de la organización
estatal, que incluye el poder institucionalizado y el poder socialmente con-
struido que busca participar en las decisiones.
El Estado es una organización que dispone de niveles y estructuras que le
permiten monopolizar el uso legal de la fuerza. Es la organización en la que,
a partir de la modernidad, se encarna el poder político institucional izado y
los distintos grupos de poder que buscan disputarlo o influir sobre él.

iii- La ciencia política: su función. Descripción, interpretación y


crítica de los fenómenos políticos. Distintas posturas respecto a su
origen. Teoría del estado, historia de las ideas, dinámica política,
relaciones internacionales
1- La importancia del saber científico político
El campo de la política parece ser de por sí el más fructífero para la dis-
cusión y el debate, tanto es así entre los preocupados por razones profe-
sionales como incluso con respecto al hombre de la calle. Se trata de un
terreno impreciso en el que los aspectos valorativos generan una compli-
cación añadida y cuyo interés depende de los momentos históricos que se
atraviesen.
La política parece haberse constituido en tierra de todos y de nadie, en
dominio de aquellos que operan con la política, los que hablan sobre la
realidad política y los que profetizan sobre ella. Lo que es comprensible en
tanto la política nos envuelve, sobre todo en las democracias, ya que es en
ellas cuando estamos autorizados a evaluar, a participar y a soñar con deci-
siones políticas compartidas. Pero detrás de las especulaciones que todos
nos consideramos autorizados a realizar, existe la pretensión de constituir
un tipo de conocimiento de la política que sea distinto al vulgar. Es decir, un
conocimiento científico.
Este tipo de ambiciones generalmente resulta difícil de entender para el
observador corriente, ya que si bien es frecuente oír que la palabra ciencia
es algo importante, es frecuente también que no se puedan dar fundamen-
tos de tal apreciación. Inmediatamente el observador asocia la importancia
con los progresos visibles en las ciencias naturales, sobre todo en la cien-
cia aplicada; por ejemplo, cuando se estudian problemas prácticos, como
el desarrollo de una vacuna contra el Sida.
Pero ¿qué sucede con las investigaciones en el campo de las ciencias
sociales? Aun cuando reconozcamos la importancia de estudios en estas
áreas, lo que sería ya un gran logro, es poco común que se reconozca el
soporte sobre el que se asientan las investigaciones. Estas están fundadas
sobre un tipo de conocimiento sobre la política al que se le reconoce el
carácter de científico.

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Pero ¿por qué le asignamos tanta importancia a esta cuestión de dotar de
cientificidad al estudio de la política? Diremos que los parámetros de la
ciencia establecen reglas para poder generar un tipo de conocimiento de lo
político distinto al vulgar, un tipo de conocimiento técnicamente riguroso
que admita la refutación racional o empírica de sus presupuestos. Por lo
tanto, si hay posibilidades de hablar de algún tipo de conocimiento racio-
nal, cierto, riguroso y contrastable (controlable) podemos decir que habría
algún tipo de progreso en el conocimiento.
Pero, además, la ciencia constituye, en el mundo contemporáneo, una muy
importante fuente de validación y legitimación del conocimiento y de las
decisiones basadas en él, es decir es una fuente de poder, como lo fue la
religión cristiana en la Edad Media europea cuando constituía el paradigma
dominante para describir, explicar y predecir la realidad. La ciencia como
criterio de verdad tiene prestigio y constituye una manera de entender al
mundo, la que como tal no es meramente descriptiva, sino además poten-
cialmente ideológica. Por lo tanto, afirmar que un conocimiento es científico
no constituye un juicio meramente neutro. (Lista, C, 1992: 3).
La ciencia, tal cual se la entiende en el mundo contemporáneo, incluso es
cuestionada por autores dedicados a ella, tal el caso de Paul Feyerabend. El
autor dice que la ciencia ya demostró su poder cuando en la historia venció
al mito, a la religión y a la brujería; pero esto no hace que sea la mejor forma
de conocimiento, por ello no puede excluir otras formas cogno-scitivas para
la resolución de los problemas humanos.
Como se advierte, la justificación de la importancia del conocimiento científ-
ico de lo político ha sido excesivamente escueta. Pero ustedes verán que la
elección de los argumentos para justificar dicha importancia implica ele-
girlos pertenecientes a alguno de los enfoques que veremos, y adoptar su
modelo de «ciencia». O muchos de los otros existentes, que no abordare-
mos.

2- Teoría y praxis política. la influencia del saber en la


práctica política
En primer lugar, debemos realizar algunas consideraciones previas. Hemos
hablado de actividad política, realidad política, cuestiones políticas,
etcétera, y aunque pueda resultar obvio, debemos acordar que haremos un
abordaje de esta problemática, a partir de la teoría política
La actitud del teórico político sobre estos procesos, es distinta a la del
político práctico, el cual se caracteriza por participar, o intentar hacerlo, en
la adopción de las decisiones políticas. Esto no quiere decir que el político
práctico no pueda estar, en mayor o menor medida, influido por los aportes
de las teorías políticas, sino que el aspecto más relevante de su accionar
está vinculado a su participación en la formación de los procesos políticos,
y no al estudio de ellos.

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En cambio, el teórico político, se orienta específicamente al estudio de esos
procesos. Aunque, debemos destacar, que los teóricos políticos se
encuentran inmersos en los procesos políticos reales y que gran parte de
las teorías políticas causantes de verdaderas transformaciones, constituyen
propuestas que no sólo buscan cambiar el modo de observarlo político,
sino también las propias instituciones políticas reales. Tal es el caso de
Aristóteles, Hobbes, Locke, Marx y tantos otros.
Ahora bien, recordemos lo que dijimos con relación a que las ciencias con-
stituyen en la actualidad el tipo de saber más legitimado en Occidente y por
lo tanto una fuente de poder, por ello se convierten en un “saber especial-
izado” que dota de autoridad a quienes se sirven de este saber. Esto ocurre
por el lugar de privilegio que ha alcanzado en Occidente el conocimiento
científico, como límite demarcatorio de la mera opinión, de lo subjetivo, y
hasta de lo “irracional”, lo que comenzó en la Modernidad.
En nuestro caso, la ciencia política ha estructurado un “saber científico
político” que permite revestir de autoridad a quien se apoya en él, sirve
como justificación a las decisiones que se tomen, ya que por su poder
“racionalizador” son su sustento legitimador. Por ello, todo político práctico
cuando debe justificar las decisiones que adopta, remite de una manera
directa o indirecta a este tipo de saber especializado, por ello hay una impli-
cancia entre los aspectos teóricos y prácticos de la política.
Hoy en Occidente no consideraríamos justificada una decisión tomada por
un gobernante cuando la fundamentara en una especie de “intuición” o en
su fe en Dios. Esto porque desde la modernidad el tipo de conocimiento
considerado válido para explicar el mundo y servir de criterio diferenciados
de lo irracional, subjetivo y metafísico, es el conocimiento científico. Esto le
ha permitido a las ciencias constituirse corno un discurso validador o
justificador de las decisiones que lo tengan como base. De allí que es poco
probable que, en nuestro caso la política, no tenga como fuente directa o
indirecta ese saber especializado político, que no es sino lo que llamamos
ciencia política o teoría política.
Entonces, debemos aclarar que de acuerdo a nuestra posición existe una
ineludible relación entre la teoría y la práctica, entre el desarrollo científico
de la disciplina y los valores políticos que la estimulan.
Es por eso que las teorías políticas se instituyen, a la vez que en paradig-
mas científicos que orientan a la disciplina, en perspectivas ideológicas que
legitiman la práctica política; las teorías replantean, a la vez que el discurso
científico vigente, el orden político existente. El horizonte histórico de com-
prensión es el que hace inteligible las grandes teorías que dan sentido al
análisis científico de la política (Pinto, Julio, comp. 1995).

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3- Aproximación a las teorías políticas contemporáneas
De todo esto, y en miras a dar una definición preliminar, podemos decir que
la ciencia política pertenece al nivel de la reflexión de la política como activ-
idad que hemos caracterizado antes, y que toma la forma de una disciplina
académica que pretende describir y/o analizar, y/o interpretar, y/o criticar de
forma sistemática lo relativo a la política como actividad, así como sus
valores, puntos de vista e ideologías subyacentes, teniendo al hombre y su
realidad como objetos de estudio.
La ciencia política no es un único ámbito de conocimientos sobre lo
político, ni está constituida por un conjunto de verdades sobre temas políti-
cos, más bien nos inclinamos a pensar que la ciencia política es un campo
donde convergen numerosas visiones sobre lo político.
Estas diferentes miradas que tienen los teóricos políticos sobre todo lo
relacionado con la disciplina, constituyen sus perspectivas teóricas; que
como tal significan maneras de describir e interpretar lo político, y por con-
siguiente implican la elección de herramientas metodológicas para abordar
el objeto de estudio y la construcción de distintos conceptos básicos para
describirlo, explicarlo o interpretarlo.
Lo que nos interesa destacar en este tema es que la historia de la reflexión
política, es la historia de hombres que miran lo político, pero esta mirada
no es una visión ascética, sino cargada de ideología, entendida ésta como
posición frente al mundo.
Von Beyme (1977) llama a esto enfoques metateóricos, que serían como
perspectivas teóricas que condensarían lo que numerosos autores tienen
en común sobre ciertos aspectos fundamentales de la disciplina.
Esta comunión de autores ni es completa ni absoluta, sino que responde a
una decisión clasificatoria y analítica, que, si bien se articula con afini-
dades en aspectos centrales, se alejan en algunos puntos, por lo tanto, su
inclusión en uno u otro enfoque puede generar discusión.
Además, esta clasificación no significa que haya abismos infranqueables
entre todos los teóricos pertenecientes a los distintos enfoques; incluso
muchos de ellos comparten conceptos o métodos que pertenecen más
específicamente a otro enfoque.
Todo teórico político tiene ideas sobre lo político, y estas ideas son el reflejo
de su posición frente al mundo, frente a la realidad social, frente al hombre,
frente al Estado, etcétera. Esta posición le da forma a un discurso del
teórico, debajo del cual subyacen supuestos básicos.
Estos supuestos pueden ser de los más variados: pueden ser presupuestos
ontológicos como los referidos a la naturaleza del hombre, la naturaleza
sobre la realidad social. Pueden ser presupuestos epistemológicos-met-
odológicos como los referidos a las formas de conocer, la relación básica
entre teoría y hechos, y otros. Entre éstos hay una infinita gama de supues-
tos básicos, que incluso son irreductibles para algunos pensadores.

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Así los distintos enfoques se clasifican teniendo en cuenta estos supuestos
nucleares, explícitos o implícitos, presentes en las teorías políticas.
De allí que cada teoría o enfoque contiene diferentes conceptos básicos y
distintas definiciones de lo político como concepto central de la ciencia
política. Por lo tanto, tienen discursos políticos y sociales diferenciables, los
que pueden seguirse, no en todos los casos, a través de una mirada sobre
los argumentos que estructuran su discurso.
De esto surgiría que un discurso determinado perteneciente al mundo de
lo político, no podrá entenderse y aún menos criticarse, a menos que se
tomen en cuenta dichas presuposiciones.
Como estamos en el nivel de la reflexión sobre lo político, en el nivel de la
teoría, debemos aclarar que no resulta fácil mantenerse en el término ideal
entre la exposición de las teorías, la referencia a la realidad política que
contienen y la valoración y crítica de ellas. Para ello se tratará de describir el
pensamiento general y aconsejar al estudiante la lectura directa de autores
de cada enfoque.
Los enfoques que plantearemos, con la intención de exponer los supuestos
que las conforman y guían, son:
- Enfoques normativos u ontológico-normativos.
- Enfoques empírico-analíticos, o empírico-racionalistas o neopositivistas.
- Enfoques crítico-dialécticos.
Cabe decir que a estos enfoques se los suele identificar, aunque esto no es
absoluto ni implica un criterio definitivo, con alguna posición política,
entendida como la adopción de una ideología. Así a los normativistas se los
puede articular con ciertas concepciones conservadoras, aunque hay gran
variedad de normativistas contemporáneos con concepciones reformistas, a
los empírico-analíticos liberales (aunque desde los críticos son estimados
conservadores) y a los crítico-dialécticos, neomarxistas o más genérica-
mente de izquierda. Dicha relación permite explicar el surgimiento histórico
de ciertos enfoques; pero no hay una relación causal entre un enfoque y la
inclinación política de los teóricos.

4- El nacimiento de la ciencia política


La aproximación a los distintos enfoques sobre lo político nos dará la pauta
que no es para nada unánime el concepto de ciencia política, ya que no es
univoco el concepto de ciencia en general, ni los requisitos que debe cum-
plir el conocimiento para poder ser calificado de científico.
De allí que entrar dentro del campo de la ciencia política, como ciencia
social, equivale a penetrar en la polémica.
Como ejemplo palmario del grado de conflictualidad que implica hablar de
ciencia, podemos preguntamos por el nacimiento de la ciencia política.

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Tendremos que decir que para ubicar el nacimiento de la ciencia política
debemos partir del supuesto que no hay una línea de demarcación objetiva,
no hay univocidad de criterios sobre el tema, ya que fijar sus comienzos
depende de diferentes visiones sobre temas conflictivos que hacen a las
ciencias sociales en general.
Uno de estos planteos es lo referente, por ejemplo, a la cuestión del objeto
y del método de las ciencias sociales. Estos son sólo dos de los tópicos que
aún son cuestionados, y que de una u otra manera irradian sus efectos
sobre la conceptualización de la ciencia política y por ende sobre los datos
de su nacimiento.
Ahora bien, si nos enrolamos en un concepto positivista de ciencia (cuyos
orígenes veremos) podemos decir que ésta aparece en la década del cin-
cuenta, a partir de la llamada revolución conductista.
Y esto porque hasta entonces, entenderíamos que la protociencia política
había sido una laxa conjunción de áreas de investigación sobre diferentes
temas políticos en las que convivían pacíficamente historiadores de la
política, juristas y teóricos políticos. Pero la llamada revolución conductista
(que luego desarrollaremos) impuso una rigurosidad positivista para la
ciencia política que conllevaba la obligatoriedad de diferenciarla claramente
de las ideologías y de las especulaciones filosóficas. Se aspiraba a llevar el
ámbito de la política, como el de todas las disciplinas humanas y sociales, a
cánones exactos como el modelo que daban las ciencias físicas.
Otra posición, como por ejemplo la de Marcel Prelot (1961:17), es la que
considera que los griegos son los creadores de la política y de la ciencia
política, en tanto históricamente la ciencia corresponde al conocimiento sin
otra especificación. Así se opone a quienes sólo llaman ciencia a la ciencia
positivista.
Autores como Stoker y Marsh (1989) definen la ciencia política de manera
amplia, refiriéndose a la existencia de una tradición académica de estu-
dio de la política, que presenta un conocimiento estructurado y exige que
quienes la practican respeten ciertas normas intelectuales a la hora de
debatir.
En este marco se incluirían los tres enfoques que desarrollaremos; normati-
vos, empíricos-analíticos y críticos dialécticos.
Los primeros en su producción intelectual ponen más el acento en la coher-
encia lógica de sus argumentos, estableciendo con precisión sus conceptu-
alizaciones principales y sus correctas derivaciones.
Los segundos se orientan al cuidado y rigor metodológico para la present-
ación de teorías y análisis causales y falsables.
Los terceros ponen el acento en la posibilidad de marcos de análisis que no
solo den cuenta de los procesos políticos, sino que sean críticos y con un
compromiso práctico de transformación.

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Pero, en definitiva, todos exigen, que quienes practican la ciencia política
aporten argumentos y datos fundados y sistemáticamente presentados,
aunque las conceptualizaciones teóricas sean diferentes y también los dis-
tintos tipos de datos. Pero ninguna perspectiva afirma que ambos no sean
necesarios.
En SINTESIS:
• La ciencia política puede dar explicaciones y hacer predicciones según
el modelo de las ciencias naturales, y ofrecer en lugar de estudios
descriptivos, análisis sistemáticos, con la guía de teorías que habrán de
corroborarse empíricamente.
• Los fenómenos que pueden observarse habrán de ser el límite de la
ciencia política. Se rechazará el planteamiento institucional porque
entiende las instituciones como conductas sociales estancadas.
• En vez de dedicarse a la investigación pura, investigación aplicada.
• La ciencia política debe prescindir de los grandes issues, pues no
puede demostrar científicamente la exactitud y la falsedad de los
valores (democracia, igualdad, libertad, etc.); debe abstenerse de hacer
valoraciones.
• La ciencia política debe ser interdisciplinaria.
• Debe utilizar un lenguaje técnico.
• Se generaliza el método hipotético – deductivo, superando el empirismo
ingenuo.

4. A) La revolución conductista
Si hablamos de la ciencia política como actividad científica dentro de un
paradigma teórico establecido, en un concepto positivista de ciencia, ésta
aparece en la década del cincuenta, a partir de la llamada revolución con-
ductista.
Tal como dijimos, la llamada revolución conductista, impuso una rigurosi-
dad positivista para la ciencia política que conllevaba la obligatoriedad de
diferenciarla claramente de las ideologías y de las especulaciones filosófi-
cas. Se aspiraba a llevar el ámbito de la política a cánones exactos como
las ciencias físicas.
Para hablar de ciencia política, hay que referirse al contexto de aparición de
las ciencias sociales (siglo XX).
El auge de esta cientifización de la política tuvo su epicentro en la tierra
del pragmatismo: Estados Unidos, a partir de la llamada revolución con-
ductista. Fue un movimiento intelectual que se desarrolló en importantes
universidades norteamericanas (Chicago y Stanford) y que produjo una
comunidad científica especializada.

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El conductismo o behaviorismo implica la posibilidad de estudiar la con-
ducta humana sin una interpretación síquica, sino partiendo de entender a
la conducta humana como respuesta a los estímulos del entorno.
El hilo conductor de la experiencia conductista será la adopción por parte
de la ciencia política, de los métodos de investigación de la sociología que
toma como propios, en tanto son precisos como los de las ciencias natu-
rales.
Su desarrollo se divide en tres fases; en la primera, alrededor de 1908, se
destacan los nombres de Bentley, Alan Ryan. La segunda, de 1950 en
adelante, donde afirmaba David Easton “el centro de atención de la ciencia
política se ha desplazado del análisis de las instituciones al de los individ-
uos, cuyas motivaciones, personalidades o sentimientos observa, para
poder de este modo investigar adecuadamente cómo están relacionados y
qué influencias tienen en un proceso político; Almond, Deutsch, Simon, etc.
En la tercera fase, de gran auge en la década de los 80, destacándose las
figuras de Olson, Downs, Schumpeter, etc.

4.B) Postura de Prelot


Aristóteles (Siglo V a.C.) es el fundador de la ciencia política, ya que es él
quien da el gran salto en Grecia de la especulación metafísica al campo de
lo empírico, realizando un estudio exhaustivo de más de cien constituciones
políticas. Es Aristóteles quien comienza a detallar la organización de las
instituciones y de la comunidad política en la polis griega.
4.C) Postura de Maquiavelo
La auténtica separación racional entre política y ética no se produce sino
hasta la Edad Moderna, siendo Maquiavelo un gran exponente de la con-
strucción de una técnica del poder destinada a eliminar cualquier clase de
límites normativos – morales que pudieran trabar la autoridad del príncipe.
Atribuir la iniciación de la ciencia política a Maquiavelo, es tradición, sobre
todo por la autonomatización de su objeto de estudio: lo político, escindido
de las acostumbradas sujeciones a lo ético (Grecia) o lo religioso (Edad
Media).
4.D) Postura de Brecht
Coincide con Duverger; la ciencia política surge en 1900; pero no sólo
es necesaria la creación de universidades, cátedras, Centros de Investi-
gaciones, sino que son necesarios los resultados que permitan elevar a
carácter de científico a la política.
4.E) Postura de Duverger
Del siglo XX, considera que la política posee una gran prehistoria y una
corta historia. La ciencia política comienza en nuestro siglo, con el auge de
las universidades. Duverger ha encontrado en la entrada de la cien-cia
política en la Universidad el hecho decisivo para marcar y precisar su
nacimiento como verdadera ciencia (historia). El origen de la ciencia política

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no ha sido simultáneo en todas partes. En Estados Unidos la entrada oficial
en gran escala de la ciencia política en las universidades se produjo entre
1890 y 1914. En la mayor parte de los países europeos y con algunas
excepciones (Oxford, Londres, Cambridge), el hecho se ha operado con
posterioridad a la segunda Guerra Mundial.
Realiza la siguiente esquematización:
• Prehistoria:
• Prehistoria propiamente dicha (período anterior al siglo XIX),
PRECURSORES, dieron o crearon un método para elevar la política a
la categoría de ciencia:
1) Aristóteles, “Método de observación”.
2) Maquiavelo, “Método objetivo” (separa consideraciones metapolíticas
de las realidades políticas).
3) Bodin, “Desarrollo del método de la observación”.
4) Montesquieu, “Método de observación sistemática” (sistematiza el
método aristotélico).
• Intermedio, siglo XIX, FUNDADORES:
1) Tocqueville, que aporta el método de la “Observación profunda” (no
creía en la democracia, pero anticipa la revolución democrática a la
que denomina la “revolución irresistible”; su obra, “La democracia en
América”).
2) Comte, con su “Método positivo”. Es el padre de la sociología.
3) Marx, “Una nueva cosmogonía” con método: materialismo histórico.
En las ciencias sociales hay un antes y un después.

Debemos aclarar que el criterio que sigue Maurice Duverger para señalar
a los autores arriba citados como precursores o fundadores de la Ciencia
Política, en su larga etapa prehistórica –de más de 20 siglos: V a.c. hasta
el XIX de nuestra era- es el aporte respecto al método que utilizaron para
esbozar sus teorías, ideas respecto a la política, ya que para que nuestra
disciplina sea científica, al igual que otras, necesita de un método.

5- La política y la politología
La palabra política se origina en las palabras griegas polis, politeia, política,
politiké.
• é polis: la Ciudad, estado, el recinto urbano.
• É politeia: el Estado, la Constitución, el régimen político.
• Tá política: cosas políticas, cosas cívicas.
• É politiké: el arte de la política.

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Para los antiguos, la política pragmateia es el estudio o el conocimiento de
la vida en común de los hombres según la estructura esencial de esta vida
que es la constitución de la ciudad.
El hombre antiguo, tal como lo definió Aristóteles, aparece así como un ser
o animal cívico. Se disminuye enormemente el alcance de la definición al
traducir zoon politikon por animal social. El animal es también social, pero
solo el hombre es político. Su carácter específico es vivir insertado en el
organismo social que constituye la Polis, y ésta es para él tanto una necesi-
dad natural como ideal.
La Polis no es solo la ciudad como planta urbana, sino también un territorio
agrícola, la campaña circundante.
Hay pues correspondencia, en cuanto al concepto mismo, entre la Ciudad
antigua y el Estado moderno.
La correspondencia verbal entre la Ciudad y el Estado se halla asegurada,
en latín, mediante la palabra república; lo que concierne a la ciudad, cor-
responde res publica: la cosa pública. Como adjetivo, repúblico es equiva-
lente a cívico.
Más tarde la palabra Estado se une a la expresión res pública. La con-
junción estado de la cosa pública. En sí mismo, por otro lado, el término
status solo significa una posición.
Con el correr del tiempo la palabra status y la expresión res publica fueron
adquiriendo poco a poco, y separadamente el mismo sentido. La latinidad
media y baja desconoce la palabra política.
Las otras políticas del Siglo XVI se denominan Il Príncipe, Maquiavelo
incor-pora al uso corriente la expresión Estado.
Hoy en día el lenguaje corriente ha enriquecido con otras acepciones la
definición de política, pero deja al sentido principal su acepción tradicional.
La Academia Francesa dice que política es el conocimiento de todo lo que
se relaciona con el arte de gobernar un Estado y de dirigir sus relaciones
exteriores. Hatzfeld y Darmesteter dicen: “politique: relativo al gobierno de
un Estado; Droit politique: derecho por el cual un ciudadano participa en el
gobierno de un Estado; homme politique: el que se ocupa del gobierno de
las cosas públicas; politique, como sustantivo: el arte de gobernar, todo lo
concerniente a los asuntos públicos”.
Littré, “la ciencia del gobierno de los Estados, el arte de gobernar un Estado
y de dirigir sus relaciones con los otros Estados”.
La grande Encyclopédie, “la política es estrictamente el arte de gobernar
un Estado. La ciencia política puede, pues, definirse como la ciencia del
gobierno de los Estados, o el estudio de los principios que constituyen el
gobierno y deben dirigirlo en sus relaciones con los ciudadanos y los otros
Estados”.
La política alude tanto a los hombres y a los hechos como al conocimiento
que se tiene de ellos. Actualmente se hace la distinción mediante el uso del

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término ciencia política.
Estadística y estadístico: la palabra estadística, en un sentido diferente del
que aún en el Siglo XIX expresa Carnot, es la recopilación de los hechos
originados en la aglomeración de los hombres en sociedades políticas.
En lugar de estadística, un profesor de la Escuela francesa de Derecho de
El Cairo propuso la palabra statologie (estadología). El término estadología
no tuvo aceptación. Bigne, distingue la sociología política de la estadología.
La primera sería el estudio del comportamiento de las sociedades humanas
y de sus relaciones recíprocas. La segunda se limitaría al aspecto de esta
disciplina que se refiere a la ciencia y al arte de gobernar las comunidades.
La palabra politología parece perfectamente aceptable. Su primera ventaja
con respecto a estadología, es que sus dos componentes han sido toma-
dos del mismo idioma. Constituido por dos palabras griegas: polis-ciudad,
Estado; logos-razón, exposición razonada de un tema, el término está bien
elegido para designar el conocimiento sistemático de la cosa pública o del
Estado.
La objeción más seria que podría hacerse a politólogo es que no se forma
directamente a partir de polis (la ciudad Estado), sino de su derivado polites
(el ciudadano). En consecuencia, la politología sería más bien la ciencia del
ciudadano que la de la ciudad.
Una tendencia disidente propone politicólogo, que se acerca más a la pal-
abra griega politicos. Pero politicología no presenta, desde el punto de vista
de su formación, ninguna superioridad sobre politología.
Hablaremos aquí de politología, cada vez que consideremos el cono-
cimiento sistemático y ordenado de los fenómenos relativos al Estado.

5.a) La politología clásica


El nacimiento de la politología: Los griegos son los creadores de la política y
de la ciencia política. Grecia le imprimió su carácter dominante: la ciencia.
Aristóteles fue el principal promotor del conocimiento científico. La clasifi-
cación aristotélica se apoya en la distinción de tres operaciones del espíritu:
saber, hacer y crear. Existen tres grandes categorías de ciencias: las cien-
cias teóricas, las ciencias prácticas y las ciencias poéticas. Las teóricas,
matemáticas, la física y la metafísica. Las poéticas, la lógica, la retórica y la
poética. Las ciencias prácticas son la ética, la económica y la política.
La ética es la ciencia del comportamiento personal, el conocimiento de la
conducta del individuo, la moral. La económica es la ciencia de la familia.
La política es a la ciencia de la constitución y de la conducta de la Ciudad
Estado; ocupa prácticamente la cúspide de la jerarquía, porque su objeto,
la Ciudad-estado, engloba toda la organización estatal.
La política domina teóricamente a las otras ciencias, porque regula todas
las actividades humanas.
En la Ética a Nicómano, Aristóteles subraya que “hay algo de más noble

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y elevado en ocuparse del bien y del contenido del Estado en su totali-dad
que en el de un solo hombre”. La frontera entre la ética y la política no es
siempre trazada claramente. El objeto de la ética es una especie de política.
Incluye la política, elementos que, formarían parte de la ética y de la
económica: la procreación, la educación, y hasta la música.
Distingue con claridad entre la política, que es el conocimiento de las cosas
cívicas y la económica, que es la ciencia de las cosas domésticas. Aristóte-
les considera tres tipos de relaciones sociales: entre esposos, entre padres
e hijos, y entre amo y esclavo.
Rechaza desde el principio la idea de que el Estado sería una familia ampli-
ada, ya que no hay entre la familia y la ciudad una diferencia de grado, sino
de naturaleza.

5.b) La tradición antigua y Medieval:


Cicerón (romano helenizado), de inspiración aristotélica, acepta como
básica la noción de Ciudad, pero amplía el marco y la define de un modo
mucho más jurídico. Escipión el Africano, en el diálogo de la República
figura como el héroe cívico al que se dirige la admiración del gran orador:
“La República es la cosa del pueblo, y el pueblo mismo no es no importa
qué conjunto de hombres, sino una colectividad unida por un acuerdo de
derecho y por una comunidad de interés”.
Cicerón pone en primer plano el aspecto jurídico de la Ciudad: el derecho
común a todos, aceptado por todos, efectivamente obedecido por todos.
La revolución cristiana (sociológicamente) o la revelación cristiana (filosófi-
camente), trajo cambios morales y psicológicos con San Agustín, quien
modifica la definición ciceroniana de Estado: “Como el pueblo de Cicerón, el
pueblo de la ‘Ciudad de Dios’ es también un agregado humano, una mul-
titud razonable, pero unida por la pacífica y común posesión de lo que ama
y no por el derecho y la utilidad. Paso de una concepción jurídica a una
afectiva; de una noción societaria a una comunitaria. San Agustín prepara
así ese sometimiento del Estado respecto de la Iglesia. Hay en el obispo de
Hipona una transposición y ampliación del ideal terrestre. La noción de
Estado puede aplicarse a otra comunidad que trasciende la ciudad carnal, a
la ciudad espiritual, Civitas Dei.
El agustinismo político domina el pensamiento medieval; Santo Tomás de
Aquino vuelve a la concepción de los autores paganos, tomando una defin-
ición de Ciudad que es en realidad la de Cicerón. (La definición ciceroniana
es perfectamente válida para la naturaleza, mientras que San Agustín se ha
ocupado de lo sobrenatural).
La concepción tomista es simplemente una formulación detallada de las
doctrinas aristotélicas. La ciudad forma una unidad indivisa, constituida bajo
una autoridad suprema, donde cada uno conserva su propia autonomía
mientras contribuye al ordenamiento general.

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Con Santo Tomás la política pierde la primacía que le había asegurado
Aristóteles. Conserva el primer lugar entre las artes prácticas, ya todas
las ciencias y las artes no convergen más hacia la política, sino hacia la
teología. La política, como las demás ciencias, es su sirvienta.
La noción de Estado pasa de la colectividad popular al gobierno, del
gobierno a la persona de quien gobierna, del Estado al reino y del reino al
príncipe.

5.c) Las concepciones modernas:


El Príncipe, es el título del libro que inicia la politología moderna. La política
se inclina hacia la psicología y la pedagogía. Maquiavelo distingue entre
repúblicas y principados. Da a la palabra “república” un sentido preciso: el
de gobierno temporario.
Mientras el Estagirita dirige sus investigaciones hacia el buen gobierno que
asegura una vida buena a sus buenos ciudadanos, Maquiavelo tiende hacia
un gobierno eficaz para una Italia unida y descentralizada. La política es el
arte del Estado, dirigido menos a la felicidad de los miembros de la Ciudad
que a la obtención de su obediencia.
Ya se trate del bien de los hombres o de su obediencia, el objeto del con-
ocimiento político sigue siendo el Estado, concebido así como un cuerpo
político.
Bodin abarca toda la ciencia política, con los diversos órdenes de hechos
que comprende y las leyes fundamentales que la integran. “Geschichte des
allgemeinen Staatsrechts und der Politik seit der 16. Jahrhundert bis zu
Geg-enwart” (Historia del Derecho general del Estado y de la política desde
el siglo XVI hasta la actualidad), “Die Staatslehre Bodins” (La teoría del
Estado de Bodin). Bodin enriquece el esquema aristotélico, con el aporte de
puntos de vista que son tanto el resultado de su reflexión personal como del
paso de la Ciudad-estado al Estado monárquico, a principios del siglo XVI.
Bodin ve en el Estado el producto de una evolución secular que engendra
un equilibrio de derechos y obligaciones en el seno de un grupo más com-
plejo que el estudiado por el Estagirita. No solo hace del Estado “el recto
gobierno de varias familias”, sino que interpreta las desigualdades compro-
badas por él como causa de una división del trabajo.
Althusius, “Política Sistemática”, define la política como el arte de consti-
tuir, cultiva y conservar la vida social. Le da, en consecuencia, el nombre
de simbiótica, que toma del griego. El Estado es una comunidad política
superpuesta a las comunidades más simples, a las familias, a las corpo-
raciones, después a las sociedades más complejas, las comunas y las
ciudades. Llega a una concepción contractual y orgánica de la soberanía.
Se pasa por gradaciones de las sociedades más simples a la sociedad
estatal. Por ello se puede considerar a Althusius como el precursor de las
doctrinas políticas que más tarde serán calificadas de federalistas o aun de
corporativas.

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Mientras que Althusius considera al Estado como una federación de grupos
ligados por un contrato del que surge la soberanía, Bodin afirma el carácter
unitario e indivisible de esta soberanía. Althusius es un organicista popu-lar
para quien la autoridad reside en el pacto concluido por los elementos
orgánicos que constituyen el Estado, Bodin es un monarquista unitario,
partidario de la soberanía, que reposa en la persona del príncipe. El Prín-
cipe prevalece definitivamente sobre el Estado y domina la politología de los
siglos XVI y XVII.
De manera opuesta, la Escuela de Derecho natural y de gentes redescubre
la concepción social. Puffendorf y Barbeyrac vuelven al término Civitas.
JJ. Rousseau, y su Contrato Social, “la persona pública que se consti-tuye
así mediante la unión de todos los otros tomaba en la Antigüedad el nombre
de Ciudad y se la denomina actualmente república o cuerpo político, al cual
sus miembros llaman Estado cuando es pasivo, soberano cuando es activo,
y potencia al compararla con sus semejantes”. “Se con-funde el recinto
urbano con una Ciudad y a su habitante con el ciudadano”.
De Aristóteles al siglo XVIII, la tradición es una y segura. Hay, como lo
expresa bien Paul Janet, quien escribió la historia de este período, “una
ciencia del Estado, no de tal o cual Estado en particular, sino del Estado en
general considerado en su naturaleza, en sus leyes y en sus formas princi-
pales. Es la ciencia política, y nadie derivó entonces de ella otra rama del
conocimiento de la vida social”.

La sustitución de la politología
6.a) La politología sustituida por la ciencia económica:
El uso cada vez más generalizado de un término que se origina a principios
del siglo XVII, el de economía política, provoca una incertidumbre creciente.
Con Aristóteles se vio florecer la rama fértil de la política, mientras que la
económica se marchitó rápidamente. Con el cristianismo las relaciones de
familia tomaron cada vez más el aspecto de relaciones personales atinentes
no a la económica, sino a la ética; sólo quedó a la económica la adminis-
tración del patrimonio y el cuidado de la casa.
El siglo XVII produce cambios que modifican completamente el sentido del
término “económica”. Montchrestien sostiene que el Estado debe com-
portarse, con respecto a sí mismo, como si se tratara de una casa cuyos
limitados recursos deben administrarse juiciosamente (idea de una gestión
económica, o sea “familiar”). El Príncipe debe aplicar al Estado las leyes de
administración de un hogar. Llama Economía Política a las reglas de una
buena administración de los bienes del reino.
Sully, “transportada del hogar al Estado, la economía se convierte en el arte
de la administración de las cosas materiales. Unido a economía, que es el
sustantivo, el adjetivo política es equivalente a estatal”.

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Piettre dice: “el carácter nacional de la economía sobrepasa en mucho su
carácter crematístico”. Más adelante da a esta economía el calificativo de
“monarquizada”, invocando a Hauser, para quien el rey es “el legislador y el
regulador de la vida política”.
Adam Smith, “la economía política conserva su dependencia tradicional
respecto de la política, rama de los conocimientos del legislador y del
hombre de Estado, que se propone enriquecer a la vez al pueblo y al sober-
ano, particularmente con el objeto de proporcionar al Estado renta sufici-
ente para el servicio público”.
Desde la segunda mitad del siglo XVIII la economía se aleja de la política. Se
convierte en un sistema lógico de asuntos económicos que deben ser
considerados en sí mismos, por ellos mismos y para ellos mismos.
Piettre decía que la económica, no solo se ha separado de la política, sino
que pretende una autonomía total. La economía es una fisiocracia, un gobi-
erno de la naturaleza; la política sea cual fuere el régimen considerado, es
un gobierno del hombre, una antropocracia.
La economía reivindica su autonomía tanto en el orden práctico como en el
orden intelectual. En el práctico, rechaza la dominación política de los
regímenes en vigor. En el intelectual desea ser una ciencia independiente
con respecto a las otras ciencias, y sobre todo con respecto a la ciencia del
gobierno del Estado.
La economía no solo quiere separarse de la política, sino desvalorizarla
colocándola en un segundo plano. En esto concuerdan las dos escuelas
rivales del liberalismo y del socialismo.
La idea fundamental del individualismo liberal está constituida, más que por
nociones de libertad y de individuo, por el concepto de espontaneidad. Los
fenómenos económicos son una manifestación de la naturaleza: surgen
inevitablemente y se organizan por sí mismos.
La economía se halla sometida a leyes naturales. En consecuencia, la
política nada tiene que hacer en este terreno. Si interviene, será para
ponerle obstáculos a esta rueda maravillosa, que de otro modo giraría por sí
misma. El liberalismo concluye en una concepción minimalista del Estado
en la que se le deja el menor sitio posible. “El hombre de la era liberal es el
hombre menos politizado que ha existido”.
En lo que se refiere al antipoliticismo, en el fondo el socialismo se halla de
acuerdo con su adversario. Todos desean la desaparición del poder político
en su esencia. La primacía de lo económico, la desvalorización y la
exclusión de lo político se expresan en la famosa parábola de Saint Simon,
y fue Proudhon quien le dio un extraordinario relieve: “La única y verdadera
revolución es la revolución social, que opone a las seudorrevoluciones
políticas; ella reemplazará el Gobierno por el Taller; ponemos la organi-
zación industrial en lugar del Gobierno, y las fuerzas económicas en lugar
de los poderes políticos”.

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La idea de la disolución del gobierno en la sociedad no es menos funda-
mental en Marx: los regímenes y el Estado mismo son superestructuras
que deben ser completamente eliminadas por la evolución económica, que
conduce a la revolución social. La única realidad es la economía”. Cuando
el proletariado sea dueño del poder, no habrá más poder ni habrá más
Estado, porque la autoridad política es la consecuencia de la lucha de
clases.
La economía política de los siglos XIX y XX ya nada tiene que ver con la
política. Las nuevas definiciones la califican como “ciencia de la riqueza”
o “ciencia del cambio”. Algunos proponen el de “crematística”, que se
encuentra ya en Aristóteles, otros, “plutología” o “cataláctica”.

6.b) La politología sustituída por la sociología:


Ahora se separan lo político de lo social. Cierta distinción entre lo político y
lo social aparece desde el renacimiento del Estado. Ya en Bodin y Althusius
había la idea de que existiría lo social fuera de lo político, o un elemento
social distinguible, si no diferente de lo político.
En el siglo XIX, autores alemanes como Robert von Mohl, separan la cien-
cia social de la ciencia política. El término social designa las instituciones,
las costumbres, o los comportamientos no organizados directamente por el
poder: la familia, la propiedad y las clases sociales. Se opone el Estado
social al Estado político. Hauser distinguirá la historia llamada política, que
se preocupa sobre todo de las formas de gobierno de las sociedades, y la
historia calificada de social, que se interesa principalmente en la vida mate-
rial, económica y moral en las mismas sociedades. Lo social comprende así
toda la vida privada, no solo en su aspecto individual e interindividual, sino
colectivo.
El orden de la sociedad es considerado más rico que el orden jurídico del
Estado; en forma paralela a la corriente económica, el flujo social desvalo-
riza también a la politología.
Es mucho más grave para la integridad de la política la pretensión de lo
social de convertirse en ciencia autónoma y global, bajo el nombre de
sociología. La iniciativa de Augusto Comte priva a la política de su primacía
tradicional, porque la sociología la reemplaza como ciencia arquitectónica.
Cuando la sociología sustituye a la politología, el interés pasa de las Ciu-
dades o los Estados a la Humanidad: conjunto de seres humanos pasados,
futuros y presentes. Los más numerosos, y siempre en aumento, son los
muertos, que subsisten por la inmortalidad subjetiva, sea porque se guarda
su recuerdo, o porque el resultado de sus actos permanece gracias al pro-
greso.
Sólo será sociológico, en sentido preciso, el conocimiento de los
fenómenos humanos en tanto que sociales, o sea no como productos de la
voluntad de los individuos, sino como resultados de la influencia ejercida
por el grupo social. Éste origina actitudes que los miembros que lo com-

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ponen no habrían tenido nunca si no estuviesen agrupados. La sociología
no estudia todo lo que ocurre en las sociedades existentes; solo se pre-
gunta de qué modo y en qué medida los hechos sociales se originan en la
vida social, y cómo, a su vez, actúan sobre ella.
Los actos políticos interesan realmente al sociólogo, pero no se ocupa de
ellos del mismo modo que el politólogo. El sociólogo no estudia la política
más que como una manifestación específica de vida colectiva. El politólogo
considera todos los aspectos de las instituciones y de la vida del Estado.
Desde el punto de vista estricta y esencialmente político, mientras que el
sociólogo solo toma en cuenta los fenómenos políticos en tanto que son
sociales, y exclusivamente en ese aspecto.
Cabe mencionar que Durkheim logró que la sociología fuera reconocida
como ciencia y se le concedieran cátedras.

6.c) La politología reemplazada por la ciencia jurídica:


La Economía se desarrolló bajo la influencia inglesa, la sociología nació en
Francia; Alemania, a mediados del siglo XIX logró reintegrar la economía en
la política, y volvió a colocar lo social en lo político.
Muller consideró al Estado como un conjunto que domina a los individuos
y aun a las generaciones. Sintetiza una triple corriente jurídica, lingüística
y filosófica, que a las tres tendencias de la economía clásica: el individu-
alismo, el cosmopolitismo y el perpetualismo, opone, en orden, el espíritu
comunitario, el ideal nacional y la relatividad histórica. Autores como Dahl,
Waitz y Treitschke.
La escuela alemana redescubre Aristóteles, superando el divorcio entre lo
económico y lo sociológico, engendrando ella misma la separación de lo
jurídico.
El derecho procede de la política, y la política presupone el derecho como
condición fundamental de la libertad. Bluntschli sostiene que la política no
es más que una parte del dominio de los conocimientos sobre el estado.
Jellinek observa que la política significa en griego “doctrina de la Polis”, y
que se debe traducir por “doctrina del Estado”. Se divide, por una parte, en
una doctrina social del Estado, y por otra, en una doctrina jurídica, o dere-
cho público en general.
Gerber, padre del derecho público, se esfuerza por clarificar los principios
del derecho sobre los cuales debe edificarse el derecho público, y se pro-
pone eliminar las tendencias políticas, históricas o doctrinarias. Para él, el
derecho público es exclusivamente el derecho del Estado concebido como
sujeto de derechos. Lo dogmático termina sustituyendo a lo sociológico,
para llegar a la creación de un derecho público que nada debe a ninguna
disciplina, salvo al derecho mismo. Laband exige que el análisis del sistema
constitucional de un país determinado sea puramente jurídico. Se considera
a la ciencia política, “literatura de periódico”.

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La politología desmembrada y
abandonada 7.a) Una ciencia sin contenido:
El contenido de la política disminuye hasta desaparecer por completo,
debido a la creciente especialización de las ciencias políticas. Existen ahora
sociología política, que estudia los fenómenos políticos en su aspecto
social; economía política, que examina al Estado como agente o como
marco económico; derecho político, o público, que considera el aspecto
jurídico de las instituciones y relaciones públicas; historia política, filosofía
política, geografía política, etc.Cada vez que aparece, la política es
absorbida por otra ciencia. A fines del siglo XIX la política desapareció
como sustantivo que designa una disciplina autónoma, y solo quedó como
calificación de otras disciplinas. No existe más la ciencia política, solo
subsisten las ciencias políticas. Ya nada queda para la politología como tal.
Algunos, sin embargo, consideran que esta reabsorción total es excesiva: la
politología conservará lo que las disciplinas particulares no hayan podido
asimilar. Esta teoría residual no puede servir de base para una superviven-
cia honorable de la ciencia política. Paradójicamente, la multiplicidad y el
progreso de las ciencias políticas engendran la desaparición de la poli-
tología.

Una ciencia sin adeptos:


Durante el siglo XIX y comienzos del XX se produjo un debilitamiento de la
literatura politológica. Hay pocas “Políticas” escritas durante tal período.
Ivan Golovine sostuvo en 1844: “La política es la ciencia del gobierno tanto
en sus relaciones interiores como exteriores, la ciencia del Estado por
excelencia”. Por otro lado, sostiene Buchez: “La terminología y las defini-
ciones de Platón y Aristóteles constituyen todavía hoy la base de la ciencia
política, la cual debe ser completada por una idea de progreso”.

7.b) La politología renaciente


I. El nuevo Clima:
La primera guerra mundial no contribuye en absoluto a sacar del marasmo
a la ciencia política. La segunda guerra mundial da el impulso decisivo al
renacimiento politológico. En el renacimiento de la politología tiene gran
importancia, ante todo, el ejemplo norteamericano. Las universidades de
los Estados Unidos desde fines del siglo XIX crearon y extendieron su
departamento de ciencias políticas. La brusca ascensión de la ciencia
política solo pudo producirse porque durante todo el siglo XIX y comienzos
del XX las Facultades de Derecho has sido, a pesar de las reticencias y las
hostilidades, la verdadera Escuela de Ciencia Política. Hombres como Hau-
riou, Esmein, Soulier, Barthélémy, Chevallier, etc. En estas obras la ciencia
política presente en todas partes, no se afirma a cara descubierta, sino que
toma la apariencia del “punto de vista”. El estudio del Estado, de los
fenómenos constitucionales y relacionales, contiene algo más que lo que
capta y explica el Derecho.

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Le tocó a Burdeau efectuar la revolución ya latente pero todavía insegura
de sí misma, de hacer pasar el Derecho Constitucional de la situación de
ciencia principal a la de ciencia complementaria.
II. Redescubrimiento de la política:
El politólogo se considera un investigador a través de todo lo social; lo que
el descubre es la realidad social. La teoría del “interés selectivo”, subyace
en los trabajos de la Unesco en 1948, en relación con el establecimiento de
la lista-tipo. La primera y fatal consecuencia del renacimiento de la ciencia
política debía ser necesariamente un debate sobre su objeto.
Dabin sostuvo que la ciencia política no es ni puede ser otra cosa que la
ciencia del Estado. Si partimos de la palabra política, la ciencia política tiene
un objeto específico, perfectamente distinguible, o sea, la cosa política, res
política.
Los esfuerzos se dirigieron a enumerar aquello en lo que se interesaban, las
instituciones y los hombres dedicados a su investigación y a su enseñanza:

LISTA TIPO DE LA UNESCO


• La teoría política:
• La teoría política;
• La historia de las ideas;
• Las instituciones políticas:
• La Constitución;
• El gobierno central;
• El gobierno regional y local;
• La administración pública;
• Las funciones económicas y sociales del gobierno;
• Las instituciones políticas comparadas;
• Partidos, grupos y opinión pública:
• Los partidos políticos;
• Los grupos y las asociaciones;
• La participación del ciudadano en el gobierno y en la administración;
• La opinión pública;
• Las relaciones internacionales:
• La política internacional;
• La política y la organización internacional;
• El Derecho internacional.

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La lista-tipo ofrece una serie de ventajas:
Registrar los temas objeto de escritos o de investigaciones diversas;
2) La vida política, en sus diversos aspectos, necesita de las
variadas investigaciones del sociólogo, del geógrafo, del historiador,
del psicólogo, etc.; 3) La lista-tipo evita caer en los peligros que la
politología no supo evitar anteriormente, disolviéndose en una serie
de ciencias especializadas que solo dejaban a la ciencia política un
residuo carente de interés.

Para complementar el estudio de los contenidos, se sugiere consultar el


articulo de Héctor Zamitiz Gamboa, “Origen y Desarrollo de la Ciencia
Política: Temas y Problemas”, Convergencia N° 20, 1999, ISSN 1405-
1435, UAEM, Toluca, México. Disponible en
http://convergencia.uaemex.mx/arti-cle/view/1865/1419

iv- El nacimiento de lo político: platón y aristóteles. Atenas: ciudad


estado y la unidad persona/estado (estructura todo/parte).
Para complementar el estudio de este punto, se sugiere consultar el mate-
rial obligatorio: BONETTO de SCANDOGLIERO, María Susana y JUÁREZ
CENTENO, Carlos A.: Temas de Historia de las Ideas Políticas. Ed.
Advoca-tus, Córdoba, 2001. Capitulo:
- Periodo de las comunidades urbanas
• la polis
• el pensamiento griego
• periodo helenista”

Ahora lo invitamos a realizar la Actividad 3 correspondiente a este módulo.

Tal como fue expuesto previamente, pueden encontrarse en Atenas los


precedentes de mayor impronta para el estudio de la política y los princi-
pales exponentes teóricos en esta materia, a quienes se los identifica con el
nacimiento de la ciencia política.
Sin embargo, no solo de su construcción teórica se desprende la impor-
tancia en la política, sino en el diseño y planificación estratégica del orden
político y social de Atenas, quien, junto a Esparta, constituyen las ciudades
estados referentes de la Grecia Antigua.
Sin embargo, es recién a partir del año 507 a.C. con las reformas políticas
establecidas por Clístenes, que se instaura un régimen de gobierno de
naturaleza democrática, transformando no sólo la práctica política sino gen-
erando una nueva cosmovisión ciudadana en la participación política.

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El legado conocido como “constitución de Clístenes”, es lo que nos per-mite
hoy analizar la organización político y social ateniense como modelo
democrático universal, que pese a constituir un sistema más idílico que real
en la práctica (será Platón, su discípulo Aristóteles y las demás escuelas
criticas quienes observaran las deficiencias de dicho sistema), permite afir-
mar que fue Atenas la cuna de los estudios políticos.
Las Reformas de Clístenes tendieron a establecer entre todos los ciudada-
nos un régimen de gobierno en la ciudad estado sustentado en la igualdad,
la libertad, la unidad, la participación y la responsabilidad entre los ciudada-
nos.
Entre las disposiciones de su reforma puede encontrarse:
a) La división del territorio de la ciudad estado ateniense en 100 demos.
b) La abolición del sistema social clasista y en su lugar la
creación de 10 tribus.
c) Procuro el debilitamiento de las facciones internas y la
instauración de un sistema de participación directa a través de una
asamblea general.
d) Extensión del concepto de ciudadanía
e) La creación de instituciones de gobiernos para un sistema
de control y rendición de cuentas entre sí.
f) El establecimiento de un sistema de renovación de
autoridades públicas a través del sorteo y en otros casos de elección
directa.
g) Las instituciones más importantes pueden resumirse en:
Asamblea general (ecclesia), Consejo de los 500 (boulé), Magistrados
(arcontes), Tribunales (helia, areópago, etc.) y Generales estrategas.

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Tal como será expuesto con mayor detalle a continuación, durante el peri-
odo en que la organización político social que las reformas de Clístenes se
mantuvieron vigentes (el debilitamiento comenzó luego de la derrota de las
Guerra del Peloponeso 431-404, y su caída se materializó con la supresión
de las instituciones democráticas a causa de la hegemonía macedonia en
322 a. C y el desarrollo de las escuelas criticas); la polis ateniense resultó
un modelo para todo el mundo Antiguo.
Junto a Atenas, otras ciudades estados también establecieron el sistema
democrático (quienes conformaron la liga de Delos) para su organización
policía interna, pero estas fueron de menor importancia.
No obstante, la democracia encontrar su mayor exponente en Atenas, y
ser el precedente histórico vinculado con el origen del término, la forma de
gobierno impuesta durante esos años en la ciudad estado griega,
constituyó en realidad un modelo que dista mucho de los componentes
institucionales, las categorías éticas-morales y la cosmovisión ideológica
que sustenta y legitima lo que hoy podemos denominar democracia entre
nosotros.

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La misma idea de libertad e igualdad, bases que sustentaban la democracia
ateniense distan mucho de su concepto actual y no eran entendidos como
derechos poseídos en carácter personal y propios de una esfera privada,
sino más bien como componentes de la idea de ciudadanía vivida en con-
junto. El ideal ateniense establecido a partir de las reformas de Clístenes
(con anterioridad a este, las reformas de Solón anticiparon una idea más
débil de democracia que luego consolidaría Clístenes) y que encuentra su
mayor esplendor a través del Discurso Fúnebre de Pericles, procuraba la
participación continua de la ciudadanía en los asuntos públicos, es decir en
todas aquellas cuestiones que hacían a la vida en comunidad y que podían
afectar a los atenienses.
El ciudadano en la Antigua Grecia no gozaba de un espectro de derechos
personales para ejercer contra el estado y sus demás pares, sino que en
realidad su condición de ciudadano estaba dada por un cierto número de
prerrogativas y ventajas, de obligaciones y exigencias que le diferencia-
ban de los no ciudadanos: los extranjeros o metecos, los esclavos y las
mujeres, quienes también Vivian dentro de la polis.
Estas prerrogativas políticas, jurídicas, religiosas, sociales, y obligaciones
militares y fiscales procuraban una unión y una vinculación directa e inmed-
iata del ateniense para con sus pares y para con el estado, resultado de ello
una comunidad de ciudadanos unidos entre sí a partir de un ideal común de
interacción y participación.
Junto a ello, la idea de igualdad, libertad y responsabilidad sustentaban
la vitalidad de este régimen procurando que todos los ciudadanos par-
ticiparan de manera activa en la comunidad, sea ya reuniéndose en la
Asamblea o en los consejos, ejerciendo las magistraturas u otros cargos,
rindiendo cuentas de su gestión o solicitando a otros su rendición.
Así las cosas, la idea de ciudadanía estaba ligada a funciones deliberativas
y legislativas, ejecutivas, judiciales y bélicas, que demandaban una partic-
ipación y un compromiso continuo, determinando una interacción perma-
nente de los ciudadanos entre si y para con el estado.
De todo esto se coligue lo que llamamos como COSMOVISION
IDEOLOG-ICA DEL TODO/PARTE o ESTRUCTURA TODO/PARTE que
sustentaba la comunidad de vida ateniense de la democracia.
Así, la democracia o isonomia, distaba de ser únicamente un sistema de
organización político y social, sino una forma de vida anclada y sustentada
por la participación continua de todos los ciudadanos: La identificación de
la ciudad-estado ateniense con el conjunto de sus ciudadanos supuso la
realización de la politike areté, que significa que todos los ciudadanos se
ponen en relación de cooperación e inteligencia en el espacio vital de la
polis. Las exigencias políticas, sociales y militares que la democracia
ateniense demandó a sus ciudadanos sirven para entender que significa
realmente ser ciudadano de una comunidad política.

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El estado como estructura organizativa de poder existía en la medida de la
participación continua de su ciudadanía, en cuyo contexto, la persona no
era un ente privado de derechos y obligaciones tal como la conoce-mos
hoy, es decir, un sujeto individualmente reconocido; sino un eslabón no
autónomo ni autosuficiente. Solo el estado resultaba una entidad
autárquica, y el ciudadano solo existía y era tal en la medida que partici-
paba de la dinámica política diaria. Esto producía una unidad indisoluble
entre persona y estado, vinculados íntimamente entre sí, en donde el sujeto
no gozaba de una identidad personal propia, sino que era el componente
activo, la PARTE del TODO.
Tal como será expuesto luego, fue precisamente esta condición de unidad
indisoluble y continua, lo que transformó a la idea de ciudadanía en una
carga demasiado pesada para el ateniense, y que luego comenzaría a
debilitarse y evidenciarse con las ESCUELAS CRITICAS y llegar a
romperse definitivamente con la dominación macedonia.

IV.A- Discurso fúnebre de Pericles


Para complementar el estudio de los contenidos, se sugiere consultar el libro de
Tucídides, Historia de la guerra del Peloponeso, libro 11, 34-46. Dis-ponible en:
http://www.enxarxa.com/biblioteca/TUCIDIDES%20Guerra%20 del
%20Peloponeso%20_BCG_.pdf

Tucídides nació aproximadamente 460 a.C. y murió 400 a.C. Participó en


la guerra que su obra clásica relata. La guerra del Peloponeso. Este
célebre discurso aparece en el Libro II de dicha obra.
Discurso Fúnebre de Pericles, pronunciado el año 431 a.C. https://www.
cepchile.cl/cep/site/artic/20160303/asocfile/20160303184915/rev11_tucid-
ides.pdf
El Discurso Fúnebre de Pericles, pronunciado el año 431 a.C. en el Cemen-
terio del Cerámico, en Atenas, es uno de los más altos testimonios de
cultura y civismo que nos haya legado la Antigüedad. Por de pronto, es
mucho más que un mero discurso fúnebre. Las exequias de las víctimas del
primer año de la guerra contra Esparta le brindan a Pericles la oportunidad
de definir el espíritu profundo de la democracia ateniense, explayándose
sobre los valores que presiden la vida de sus conciudadanos y que explican
la grandeza alcanzada por su ciudad. El discurso no es, por cierto, trascrip-
ción fiel de lo efectivamente dicho por el político y orador ateniense, sino la
verosímil recreación de su contemporáneo, el historiador Tucídides, que lo
incorporó al relato de sus Historias (II, 35-46), donde se narran las guerras
entre Atenas y los peloponesios. También es claro, por otra parte, que en
esta pieza no hay una cabal exactitud histórica en la descripción de Atenas,
cuya realidad aparece idealizada. Pero todo esto, en última instancia, es
irrelevante para la historia. Al menos, para la historia espiritual. Lo que a
ésta le importa, en rigor, no es tanto saber lo que de hecho Atenas fue, sino
más bien lo que ella creía ser.

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Es preciso que el lector sepa que este discurso fue escrito por Tucídides
bastantes años después de que fuera pronunciado y cuando ya Atenas
había sido derrotada. Así, más que el discurso fúnebre de Pericles a los
caídos durante el primer año de la guerra, éste es el discurso fúnebre de
Tucídides a la Atenas vencida que, aunque humillada en su derrota, se
levantaba ya como un paradigma universal su cultura cívica. El panegírico a
los muertos en combate, pues, aparece casi como un pretexto para abordar
el elogio de la gloriosa Atenas antigua y hacer la defensa de la eternidad de
su patrimonio.
El Discurso Fúnebre de Pericles es un texto fundacional. Enclavado en los
orígenes mismos de nuestra historia, constituye un originalísimo ejemplo de
conciencia ciudadana y un modelo de reflexión política alentada por una
optimista confianza en las posibilidades del hombre y en el progreso de la
cultura humana.

2. El nacimiento de lo político: Sócrates y los Sofistas, Platón y


Aristóteles
En el contexto de una Atenas democratizada cuyo esplendor acontece
durante el 507 a.C y el 431 a.C. en que comienza el desarrollo de la guerra
del Peloponeso, se destacaron un sinnúmero de corrientes de pensamiento
que alimentan las bases para la ciencia política, y cuyo legado merece
destacarse.
Un sinnúmero de pensadores, científicos, filósofos, ensayistas y oradores
se destacan en el periodo democrático, poniendo en resalto categorías
de análisis y valores de comportamiento ético-cívico que por su impronta
trascendieron los límites de la ciudad estado ateniense e influyeron en el
desarrollo griego general. Su legado es hoy un acervo universal y sigue
influyendo en las sociedades actuales.
Sin embargo, del sinnúmero de pensadores, nosotros recuperamos hoy
para nuestra asignatura, el legado de los sofistas, Sócrates, Platón, Aristóte-
les y las escuelas criticas (epicúreos, cínicos y estoicos); cuyo aporte resulta
central para la ciencia política y la construcción del estado.
Los sofistas y Sócrates
Los sofistas florecen en el siglo V a.C., destacándose en primer lugar como
hombres de sabiduría, pensadores y oradores que transmiten el saber y la
reflexión, y que aprovechan el escenario democrático creciente para ali-
mentar el agrupamiento de estudiantes.
Maestros de la virtud, destacaban más la apariencia del saber que el ver-
dadero contenido de rigor, convencidos de que los tiempos democráticos
reclamaban una ardua tarea del saber y el aprender.
Cabe advertir aquí que, bajo Pericles, la aristocracia había sido remplazada
por la democracia, lo que intensificó la vida ‘política de Atenas, con la par-
ticipación de los ciudadanos libres en la discusión política y en la elección
de dirigentes. Pero la educación aristocrática más antigua no había prepa-

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ra-do a los hombres para las nuevas condiciones democráticas de vida ya
que la educación se había fundado en su casi totalidad en la tradición
familiar. No hubo capacitación teórica ni práctica en las áreas de la religión,
la gramática y la cuidadosa interpretación de los poetas. Los sofistas se
movieron en ‘este vacío cultural y su interés práctico por enseñar llenó una
urgente necesidad. Se volvieron así maestros populares y fueron la princi-
pal causa de la nueva educación. Lo que profesaron, sobre todo, fue el arte
de la retórica, del discurso persuasivo. El poder de la persuasión se había
convertido en una necesidad política en la Atenas democrática para cual-
quiera que aspirara a puestos directivos. Debido a su amplio conocimiento
de la gramática y a su información sobre diversas culturas, tanto como a la
amplia experiencia derivada de sus viajes y el ejercicio de la docencia en
diversos lugares, los sofistas poseían lo necesario para adiestrar a los
nuevos ciudadanos atenienses.
La reputación de los sofistas fue al principio muy favorable; prestaban un
inmenso servicio capacitando a los hombres con claridad de ideas y fuerza
expresiva. El discurso claro y el poder de persuasión eran especialmente
indispensables en una asamblea popular donde resultaría desastroso un
debate entre oradores inhábiles, incapaces de exponer las ideas propias o
descubrir los errores del oponente. La retórica se convirtió en un cuchillo
que podía emplearse para un fin bueno o malo, para cortar el pan o para
matar. Quien poseía este poder de persuasión podía usado tanto para
resolver un problema difícil o vencer la resistencia psicológica a una buena
idea, como para imponer un criterio a su favor o la bondad intrínseca de
algo cuestionable. El empleo de la retórica en un sentido u otro fue ampli-
amente facilitado por el escepticismo inherente de los sofistas. Y fue ése su
escepticismo, así como su relativismo, lo que los volvió sospechosos. Nadie
los hubiera criticado, por formar abogados, como lo hacían, por ser hábiles
en ver todos los lados de un caso. En verdad, una persona merece
defenderse con la misma habilidad con que es acusada. En tanto el arte de
la persuasión se vinculó prosecución de la verdad no hubo guerra contra los
sofistas; pero cuando trataron la verdad como algo relativo, fue inevita-ble
que se los acusara de enseñar a los jóvenes cómo mostrar bueno un caso
malo o hacer que pareciera justa una causa injusta. Además, ganaron fama
de reunir a jóvenes de buenas familias solo para inducidos a un crítico y
destructivo análisis de sus ideas éticas y religiosas tradicionales. Suma-ron
a esto el apartarse de la antigua imagen del filósofo desinteresado que no
se ocupaba de la filosofía para ganar dinero. Por contraste, los sofistas
cobraban por su enseñanza y buscaban a los ricos que pudieran pagada.
Sócrates estudió con ellos, pero, a causa de su pobreza, solo pudo hacer
un. “breve curso”, Esta práctica de cobrar por enseñar movió a Platón a
acusarlos de “traficantes de mercadería espiritual”.

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Sócrates
La vida de Sócrates transcurrió en Atenas entre los años 470 y 399 a.C.
Muchos son los aportes que se le deben a Sócrates, y si bien en materia
política no se saben exactamente sus conclusiones, él tiene que haber sido
un crítico franco de la democracia ateniense y de su presunción de que
cualquier hombre puede desempeñar cualquier puesto. Así lo sugiere la
Apología y lo afirma prácticamente Jenofonte en las Memorabilia y en cual-
quier caso el proceso y la condena de Sócrates son difíciles de entender si
no andaba tras ellos, de alguna manera, la “política”. Puede haber ocurrido
que una parte considerable de los principios políticos desarrollados en la
República sea de Sócrates y que Platón los aprendiera directamente de su
maestro. Sea como quiera, el tono intelectualista de la República es, sin
duda, una consecuencia de la certidumbre socrática de que la virtud – sin
excluir la virtud política – es conocimiento.

Para continuar con el estudio de los contenidos, se sugiere consultar el


material básico, disponible en plataforma, BONETTO DE
SCANDOGLIERO, María Susana y Juárez Centeno, Carlos A. Temas de
Historia de las Ideas Políticas. Ed. Advocatus. Córdoba, 2001. Temas:
• Sócrates, Platón, Aristóteles, las ciudades estados y las escuelas
críticas.

Platón y Aristóteles
La utopía platónica
Con Platón el genio griego se realiza con extraordinaria plenitud. Nació en
Atenas en el 428 a.C. y murió ochenta años más tarde, discípulo de
Sócrates, y con un exitoso tránsito por el deporte, cultivo una afición per-
sonal por Esparta; recorriendo el mundo antiguo en 3 oportunidades con el
objetivo de realizar su ideal político.
Sus diálogos platónicos traducen su metodología de estudio: la utopía, a
través de la cual representa un modelo ficticio de estado óptimo desde el
cual juzgar los acontecimientos de su realidad, ideando planes y medidas
para acercarse a dicha utopía.
Arbitrario y totalizador, Platón sostiene la necesidad de un gobierno de
sabios, la sofocracia, fundado en desigualdades naturales de los hombres
vinculadas a sus capacidades y funciones dentro de la ciudad.
Platón consideraba que si había cinco formas de gobierno, y postulaba la
existencia de cinco formas de constituciones mentales del individuo. Las
cinco formas de gobierno son la aristocracia, la timocracia, la plutocracia, la
democracia y el despotismo.
1. Platón considera la transición de la aristocracia al despotismo como
una declinación paso a paso en la calidad del Estado, correspondiente a

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un gradual deterioro del carácter moral de los gobernantes y ciudadanos.
El Ideal para un Estado es la aristocracia, porque en ella se ordenan
jerárquicamente todas las clases.
2. Aun si este Ideal se alcanzara, existiría la probabilidad de cambiar,
pues nada es permanente, y la aristocracia declinaría en timocracia (amor al
honor) que es una de generación, puesto que significa que un miembro
ambicioso de la clase gobernante antepone su propio honor al bien común;
la parte espiritual del alma ha usurpado el lugar de la razón. Aunque ésta
sea una pequeña ruptura en la estructura del alma, inicia un proceso en el
que lo irracional pasa a jugar un rol cada vez mayor. Del amor al honor al
deseo de riquezas hay solo un corto paso.
3. Aun bajo la timocracia hay un comienzo de propiedad privada,
y este deseo por las riquezas prepara el camino para el sistema llamado
plutocracia, en el cual el poder reside en manos de los ricos. Y “cuando el
rico se levanta en la estima social, el virtuoso se hunde”. La plutocracia
quiebra la unidad del Estado en dos clases: los ricos y los pobres. Además,
el plutócrata es un consumidor de bienes que, cuando ha usado su dinero,
se toma peligroso, pues necesita más de aquello a lo que estaba
acostumbrado. El plutócrata es una persona que busca el placer constante,
pero el placer; por naturaleza, es algo momentáneo y debe ser repetido.
Nunca hay un momento de perfecta satisfacción. El buscador de placer
jamás puede satisfacerse, como un balde agujereado no puede ser llenado
nunca. Sin embargo, aunque el plutócrata es tentado por muchos deseos
-”habitualmente el mayor es sacar ventajas” -, “el plutócrata se muestra
más decente que otros”.
4. La democracia es otra degeneración, según Platón, porque sus
principios de igualdad y libertad reflejan la degeneración humana de la
búsqueda de apetitos. Sin duda, el concepto de democracia de Platón, y su
crítica de éste se basaba en su primera experiencia con la especial forma de
democracia existente en la pequeña ciudad .Estado de Atenas, forma de
democracia directa en la que todos los ciudadanos tenían derecho a
participar en el gobierno. La asamblea ateniense estaba formada,
teóricamente al menos, por todos los ciudadanos mayores de dieciocho
años. Platón no tenía delante, por lo tanto, la moderna democracia
representativa y liberal. Lo que conoció en su momento fue más bien un
modo de gobierno popular directo que claramente violaba su noción de que
el gobierno de un Estado debe estar en manos de gente especialmente
capacitada para ello. Lo que originó ese espíritu igualitarista fue la
legitimación de todos los apetitos bajo la plutocracia, donde predominó el
objetivo de llegar a ser lo más rico posible, “y este insaciable deseo lleva a
la democracia”, porque “una sociedad no puede aspirar a las riquezas y al
mismo tiempo pretender el autocontrol de sus miembros”. Hasta los perros
en una democracia pretenden igualdad e independencia y se niegan a
apartarse de las calles al paso de los hombres. Frente al rico gana el pobre,
y “cuando el pobre se impone, el resultado es una democracia”. Entonces,
“la libertad y la libre expresión se imponen en todos lados; cualquiera

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 61


puede hacer lo que quiere”. “Ya no se está obligado a ser autoridad o a
someterse a la autoridad, si ello no agrada. . .” Toda esta igualdad y libertad
políticas nacen de un alma cuyo orden ha sido alterado, cuyos apetitos han
quedado en libertad y actúan como un “tumulto” de pasiones. La vida de
libertad e igualdad declara que “un apetito es tan bueno como otro, y todos
deben tener iguales derechos”.
5. Pero la permanente indulgencia con los apetitos conduce
inevitablemente al predominio de una pasión que esclaviza al alma. No se
puede ceder a los deseos sin terminar esclavo de uno de ellos. Decimos
entonces que una persona está bajo la tiranía de una pasión poderosa. De
igual modo, en la sociedad, la pasión por el dinero y los placeres lleva a las
masas a despojar al rico y, como éste se resiste, las masas buscan a un
hombre fuerte que sea su conductor. Pero este hombre demanda y logra
poder absoluto y convierte a los pueblos en esclavos; y sólo cuando ya es
tarde los hombres comprenden cómo se han hundido en el sometimiento.
Esta es la sociedad injusta, consecuencia del alma injusta. El natural
desemboque de la democracia es el despotismo.
6. (Samuel Enoch Stumpf “De Sócrates a Sartre. Historia de la
Filosofía”. Editorial El Ateneo. 1980, Buenos Aires. pp 59-60)

Cabe advertir que el ideal de gobernante para Platón era el rey – filósofo.
Para llegar a serlo, el gobernante debía haber recibido una educación
adecuada y ser capaz de distinguir entre el reino de la opinión y el del
conocimiento, entre la apariencia y la realidad. Esto último sólo podía
lograrse tras pasar por diversos estadios de educación, de tal modo que a
los cincuenta años los más capaces alcanzaran los más altos niveles de
conocimiento, estando ya en condiciones de gobernar.
Todo este conjunto de aportes e ideas estaban elaborados y desarrollados
en la República, obra fundamental, cuyo objetivo final era que todo debía
subordinarse al ideal del filósofo rey, teniendo este último el único título de
autoridad de saber lo que es bueno para los hombres y para los Estados.
En este sentido, la primera forma de la teoría o Ciencia Política de Platón
era su natural devoción a un solo principio que no era otro que su devoción
a la Ciudad Estado, regida por el filósofo rey, donde la relación entre gober-
nantes y súbditos era una relación entre sabios e ignorantes.

Aristóteles, el primer politólogo.


Aristóteles vivió en el siglo IV a.C., entre los años 384 y 322. Fue maestro de
Alejandro Magno y discípulo de Platón durante veinte años en la Academia.
De genio contemplativo y reflexivo, se diferenciaba de su maestro por su
forma de estudio: el empirismo objetivo y la observación, que lo llevaron a
analizar más de 100 constituciones; proyectando desde ahí la virtud cívica
como felicidad máxima a la cual aspirar.

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El hombre como animal político o zoon politikon debía darse a la ciudad,
buscando su felicidad en la participación de lo público y lo común, y no en
la satisfacción de sus propios intereses.
Desde el punto de vista de sus ideales, Aristóteles consideraba lo siguiente:
La polis, es la forma suprema de organización social y tiene su origen en la
naturaleza. La capacidad de hablar (Iogos) permite a los hombres decir lo
que es bueno y malo, justo e injusto, y, por tanto, relacionarse entre sí. De
esa capacidad de relación, de ese carácter social, surgen las comunidades
humanas. Pero de entre ellas es preciso saber cuál es la mejor y la más
perfecta, aquella hacia la que todas las restantes tienden y se subordinan.
Los instintos guían a los hombres a asociarse entre sí. Así surge la familia,
que es la asociación mínima establecida por la naturaleza para satisfacer
las necesidades más elementales. El paso siguiente es la unión de varias
famil-ias en una aldea, para satisfacer necesidades más complejas, como
una protección más eficaz contra los demás hombres y las bestias. Por
último, de la asociación de varias aldeas surge la ciudad, polis, forma
perfecta y autosuficiente de asociación humana, que se orienta no a la
satisfacción de las necesidades, sino a la vida buena.
De acuerdo con sus teorías --éticas y metafísicas- de que el todo es ante-
rior a las partes, Aristóteles considera que la ciudad es anterior a las otras
formas de asociación, pues en todos los procesos hay, como hemos visto,
un objetivo final (telos) hacia el que todas las cosas naturalmente tienden.
Esto no debe interpretarse como si el fin del hombre fuera el Estado. Nada
más lejos del Estagirita que pensar que la felicidad del hombre debe sacri-
ficarse a los intereses del Estado. Sólo el individuo existe concretamente y,
por tanto, no hay nada bueno para el Estado que pudiera adquirirse a costa
de los miembros que lo forman. Lo que sí cree Aristóteles es que el fin
natu-ral del hombre, aquello hacia lo que tiende en el desarrollo orgánico
de sus capacidades, es la felicidad, y ésta sólo es posible en el marco de la
polis y el hombre que vive fuera de ella es una bestia o un dios.
Al afirmar el carácter natural de la polis, Aristóteles combate tanto la afir-
mación de los sofistas de su carácter convencional y arbitrario, como la de
los cínicos, según la cual el hombre sabio debe bastarse a sí mismo y
sólo ser ciudadano del mundo.
Por otra parte, Aristóteles postulaba que ni siquiera el gobernante más
sabio puede prescindir de la ley, ya que esta tiene una calidad impersonal
que ningún hombre, por bueno que sea, puede alcanzar. La ley es la razón
desprovista de pasión, y todo ello debía desarrollarse en el Estado ideal,
que a su criterio no era otro que aquel en donde los ciudadanos no asuman
todas las funciones, ya que algunas como las agrícolas debían estar a
cargo de los esclavos u obreros, incluyendo fuera de la categoría de
ciudadanos a los comerciantes, mientras que los ciudadanos sólo debían
ocuparse de la defensa, el culto y gobierno de la ciudad.

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Escuelas críticas: epicúreos, cínicos y estoicos.
El final de la guerra del Peloponeso (431-404) resultó en la victoria de la
Liga del Peloponeso dirigida por Esparta, avanzando sobre Atenas y sus ali-
ados, y provocando con ello una inestabilidad generalizada que conduciría a
su debilitamiento y crisis.
El dominio espartano trajo consigo un quiebre del modelo democrático ate-
niense, y con ello del ideal participativo que aconteció entre 507 y 431 a.C.
Así, el desmedido crecimiento poblacional, la pérdida del dominio marítimo,
el empobrecimiento generalizado y la inestabilidad política trajeron consigo
un debilitamiento del modelo totalitario.
Frente a ello, surgieron movimientos críticos que señalaban la insuficiencia
de la ciudad estado para atender a las necesidades de la persona, permi-
tiendo develar una autarquía personal, una preeminencia de la persona por
sobre el modelo totalizador estatal que durante muchos años dominó en
Atenas.
Así, aparecen numerosas corrientes, de las cuales los epicúreos, cínicos y
estoicos ofrecen un relato clarificador de la crisis y sus respuestas.
Los epicúreos, escuela filosófica fundada por Epicuro presentan una idea
socio política diferente ante la decadencia de la ciudad estado o Polis de los
siglos IV y III a. C. Consideraban que los problemas que atravesaban las
ciudades debían ser resueltas por el individuo de manera personal.
Probablemente ante la impotencia del propio Epicuro de no poder cambiar
o modificar prácticamente nada en la vida política y social en el Estado, lo
llevó a retirarse de la vida política, actitud contraria al ideal clásico
de la participación del ciudadano. De alguna manera coincide con sus
predecesores (Platón y Aristóteles), que, por la corrupción política de la
Polis, se vuelcan a la filosofía plena. Frente a la esperanza de Platón y
Aristóteles de algún cambio, Epicuro, totalmente escéptico y desconfiado
del cualquier cambio, simplemente se reunió con sus discípulos y amigos
en comunidades creando formas de vida alternativas a la ciudad-estado,
donde las personas puedan vivir los ideales de vida buena.
Por su parte los cínicos, que inicialmente vivían en las calles como perros
(del griego kyon, que significa perro) también fueron famosos por criticar
la política y su corrupción que se había generado por las costumbres
adquiridas en la civilización.
Finalmente, los estoicos, que cultivaban la virtud, buscaban la felicidad
personal como respuesta a la situación que había quedado el ciudadano
tras la pérdida del contexto de la polis en los siglos IV al III a.C.

A continuación, se lo invita a realizar la Primera parte de la


evaluación conformada por las preguntas 1 y 2.

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M 1 Actividades
Actividad 1

El fenómeno político y sus caracteres

En esta actividad pondremos en práctica los conocimientos adquiridos sobre


el fenómeno político y sus caracteres. De tal manera, vamos a tra-bajar
sobre el carácter POLIFACETICO y su materialización en el ejerci-cio
práctico.
Identifique dentro del sistema político argentino, un caso concreto o
escenario donde pueda materializarse este carácter, es decir, visu-
alizarse cómo los componentes de dicho carácter se presentan en la
realidad de este caso. Ej.: elecciones, postulaciones, conflictos entre
órganos del estado, etc.

AA Actividad 1 Repase en el material obligatorio los caracteres de la política,


asistente académico especialmente el carácter polifacético. Lo que se pide en la actividad es la
aplicación práctica de dicho carácter en un caso concreto de la realidad
política argentina.

Para Duverger el sistema político es la entidad en el cual confluyen los actores


políticos. Las instituciones políticas son, a su vez, las partes integrantes de un
subsistema político que es lo que se denomina régimen político. Duverger
considera el régimen político como un conjunto coordinado de las instituciones
políticas. De esta forma, el sistema político además de analizar las
instituciones políticas estudia también las relaciones entre ese régimen político
y los demás elementos del sistema social, como los económicos, técnicos,
culturales, ideológicos o históricos, entre otros.

Actividad 2 Conflicto y Cooperación ¿Dos caras de una misma moneda?

• Brinde ejemplos cotidianos de cooperación y conflicto.


• ¿Qué características definen a las relaciones cooperativas? ¿Y a
las conflictivas? ¿Qué relación guarda esta actividad con la relación
política?
• Distinga en los ejemplos señalados cuáles son políticos y cuáles no.

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AA Actividad 2 Recuerde que la actividad política es “polifacética”. Dentro de la “dinámica”
asistente académico de la relación política encontramos la faz agonal y la faz arquitectónica. Una
significa cooperación, consenso, y la otra, conflicto, lucha, etc.

Deberá detectar cada una y visualizarla en los ejemplos tomados.

Los ejemplos puede crearlos usted mismo o puede sacarlos de la realidad


política nacional o internacional. En este caso puede dirigirse a los sitios en
Internet de diarios o revistas. A modo de ejemplo le señalo algunos:
• www.clarin.com.ar
• www.elpais.es
• www.pagina12.com.ar
• www.lanacion.com.ar
• www.lavozdelinterior.com.ar

Actividad 3
El nacimiento de lo político y la organización política de Atenas

En esta actividad pondremos en práctica los conocimientos adquiri-dos


sobre el nacimiento de lo político y la organización política de Atenas. De
tal manera, le pedimos que reflexione sobre la cosmovisión ideológica del
TODO/PARTE ateniense su proyección actual.

• ¿Cree Ud. que las democracias actuales y la organización política del


estado actual se sustenta en una exigencia personal de sus habitantes
tal como acontecía en Atenas? ¿Cómo influye esto en la fortalece del
régimen democrático actual?

M 2 Microobjetivos
• Comprender la sustancia, organización y estructura del Estado como
unidad de acción y decisión para diferenciarlo de toda otra organización
social.
• Comprender el proceso de formación del Estado moderno, desde un
tránsito de formas de dominación pre estatales hacia la modernidad,
diferenciando el Estado de la sociedad civil, a los fines de distinguir el
ámbito de lo público y lo privado.
• Identificar los elementos teóricos caracterizantes del poder medieval en
contraposición a la conformación del poder estatal moderno.
• Distinguir los distintos modelos de dominación política, profundizando
en el modelo paradigmático de la modernidad, el Estado, a fin de
reconocer las características de cada modelo de dominación política.

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• Identificar el por qué y el para qué de la existencia del Estado, a los
fines de comprender su finalidad ontológica y la justificación de su
accionar.
• Conocer la evolución histórico-social de la organización política estatal,
a los fines de poder identificar su rol en la relación ESTADO-
ECONOMÍA-SOCIEDAD y la vertiente ideológica que subyace en ello.
• Profundizar el estudio del Estado de derecho, a los fines de poder
identificar los modelos y ejemplos de Estados “autoritarios” y con ello
promover la formación y el desarrollo de los valores democráticos ante
los acontecimientos cotidianos de la vida personal y profesional.

M 2 Contenidos
TEORIA DEL ESTADO

Estimado alumno:
Habiendo transitado ya por el módulo 1, y comprendido los elementos cen-
trales del estudio de la ciencia y el fenómeno político, ingresaremos ahora
durante al análisis detallado del estado como estructura soberana de poder
territorial y su proceso histórico de formación.
Este módulo 2, conformado por dos unidades (II y III), le permitirá una
comprensión integral del fenómeno estatal, sus condiciones de formación,
los diferentes modelos históricos, y sus elementos -destacando entre ellos
su potestad soberana. Esto último, con especial mención del proceso de
reconfiguración devenido en virtud de la globalización.
Iniciaremos la primera unidad de este módulo a través de los “Modelos de
históricos de dominación pre estatales”, buscando identificar las diferentes
formas de organización del poder previas al estado (fenómeno de la mod-
ernidad), para ingresar luego al análisis del medioevo. Para comprender
correcta e integralmente qué es el Estado, debemos comprender prelimi-
narmente su proceso de formación hasta la modernidad.
Esto se hará a partir de un marco comparativo con la edad media, en cuyo
fin –promediando el Siglo XIII-pueden verse ya en Europa la aparición de
las condiciones que permitirán la concentración de los instrumentos de
poder en un territorio delimitado efectivamente, distinguiendo así lo público
de lo privado y la integración del estado como unidad de acción y decisión.
Como ya lo señaláramos, hacer historia de las ideas es una forma de
hacer ciencia política, siendo por ello que al estudiar los distintos mod-elos
de organización política que el hombre ha diseñado a lo largo de la historia
nos ocuparemos de algunos autores de la teoría política que son
importantes para comprender ese momento, en el sentido de que sus
conceptualizaciones han perdurado hasta nuestros días. Así, por ejemplo:
Maquiavelo, Bodin y Hobbes quienes con su aporte permitieron consolidar
la formación del estado desde una perspectiva teórica-conceptual.
Así también, con el surgimiento del Estado se perfila el ámbito de lo público
y lo privado, lo que conlleva una diferenciación -aunque de manera rela-

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cionada- de ambas esferas, es por ello que es de suma importancia com-
prender qué es la “sociedad civil”, concepto e institución coetánea con el
surgimiento del Estado y que, al decir de Hermann Heller, conforma una
unidad dialéctica con el Estado dentro de la realidad social, toda vez que
ambas se articulan entre sí como las dos caras de una misma moneda.
Como ya lo señaláramos previamente, el Estado como modelo de domi-
nación paradigmático de la modernidad y que perdura hasta nuestros días,
ha tenido distintas versiones, o modelos.
Así, la primera forma de manifestación del estado moderno durante el
renacimiento, es la monarquía absoluta; pero a fines del XVII en Inglaterra y
durante los siglos XVIII y XIX (con la revolución francesa) se consolida como
Estado de derecho, a través de su primera forma, la liberal (o clásico, dirán
otros). Luego, avanzada la década del cuarenta en el siglo XX, esta forma
evolucionará a lo que se conoció como Estado social de derecho o Estado
de bienestar para otros (Welfare State).
Este último modelo entró en crisis promediando 1970, de manera coin-
cidente con el inicio del proceso de globalización, que ha erosionado la
clásica conceptualización estatal y la idea de su soberanía.
Algunos teóricos, incluso, hablan de ello como el fin o la desaparición del
modelo estatal moderno. Todo esto será materia de estudio en el último
módulo de nuestra asignatura, donde además veremos cómo cada una de
estas versiones históricas o modelos de Estado se correspondió con un rol
que le cupo al Estado en su inextricable relación con la “sociedad civil”, así
como con una ideología que lo sustentó: el liberalismo, la socialdemocra-
cia, etc.
También veremos cómo, a principios del siglo XX, hubo corrientes ideológi-
cas que quisieron poner fin al Estado de derecho con modelos que llama-
mos de “rupturas”: el comunismo, los fascismos, etc., que estudiamos a
través de los totalitarismos.
Finalmente, el estudio de este módulo le permitirá generar una reflexión
crítica sobre 2 aspectos centrales para un abogado: la necesaria diferencia-
ción entre Estado y gobierno, y el fin y la justificación del estado.
Con respecto a esto último, el del fin del Estado, referido al para qué existe
el Estado y que debe ser contestado desde el “ser”, ya que constituye la
existencia misma del Estado, esto es, desentrañar cuál es su fin objetivo, si
es que se quiere hacerlo desde una posición científica y no caer en posi-
ciones subjetivistas. Así, desde el marco mismo de la teoría, nos posibilitará
distinguirlo de la problemática de la justificación del Estado, cuestión que
pertenece al campo del “deber ser” y que responde al por qué existe el
Estado. Planteado en otros términos, lo que nos preguntaremos en este
tema es lo siguiente: ¿Es legítima la pretensión del Estado de seguir man-
teniéndose como institución gracias a los sacrificios personales y patrimo-
niales que hace a la sociedad?; pregunta que nos introduce de lleno en
reflexiones de tipo filosófico-morales o éticas.
Estas últimas pueden ser respondidas de diferentes formas, pero nosotros
nos enrolaremos en la postura de Hermann Heller, un teórico alemán del
primer tercio del siglo XX y cuya teoría del Estado, en muchos sentidos, no
ha sido superada. En tal sentido, y adelantándonos a lo que deberá usted

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estudiar, podemos concluir sosteniendo que el Estado sólo se puede justi-
ficar en tanto asegure un derecho justo (en el sentido de que obligue a los
individuos a partir de un derecho que la comunidad social acepta, en gran
medida, acorde a los juicios de su conciencia moral).
Por todo lo hasta aquí dicho, esperamos que esta presentación le permita
identificar no sólo los extremos teóricos que deberá profundizar con la lec-
tura, sino los objetivos que este módulo persigue.
Confiando en el éxito de su misión, nos ponemos a su disposición para
guiarlo, acompañarlo y profundizar en todos aquellos puntos que puedan
resultarse de mayor dificultad, o incluso, de mayor interés para Ud.
Adelante y mucha suerte.

Unidad II
I- Los modelos históricos de organización política pre‐estatales.
II- El orden político medieval: sus características. Cristianismo: Aportes
y la dualidad del poder. Crisis del orden político medieval y aparición
del Estado Moderno.
III- Proceso histórico de surgimiento del Estado moderno. Lo público y lo
privado.
IV- La modernidad, construcción del estado absoluto y pensadores
modernos. MAQUIAVELO, BODIN y HOBBES.
V- Sociedad Civil: concepto. Diversos enfoques respecto a su relación
con el Estado.
VI- Reflexiones teóricas sobre el Estado: algunas nociones comparativas.

Unidad III:
I- Elementos del Estado: Territorio, población, poder. El Derecho.
Concepto de Soberanía. Distinción entre Estado y Gobierno.
II- Fin y justificación del estado.
III- El Estado de Derecho: origen y evolución. Crisis del estado absoluto.
Estado de Derecho liberal. Origen, evolución y crisis. Análisis a partir
de la relación Estado-Economía y Sociedad.
IV- Estado Social de Derecho o Estado de bienestar. Origen, desarrollo y
crisis. Nuevas perspectivas.

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I- Los modelos históricos de organización
política preestatales.
Modelos políticos pre estatales
Las formas pre estatales de dominación política
Para el desarrollo de este módulo, seguiremos el criterio de la obra Her-
mann Heller, Teoría del Estado, en cuanto considera que el Estado
aparece durante el Renacimiento1 -Modernidad- en los países de Europa
central, a partir de la concentración de los instrumentos de poder que
durante el medioevo se encontraban dispersos y en manos privadas: el
económico, militar, administrativo y jurídico.
Sin embargo, previo a su conformación durante la modernidad, es posible
identificar la existencia de sistemas de organización y dominación políticos
a lo largo de toda la historia
Así, con anterioridad ha habido formas pre estatales dotadas de tal unidad
territorial y, con posterioridad, muchos “Estados” nacionales han tenido muy
cambiantes formas territoriales: desde la Paz de Westfalia, en 1648, que
pretendía delimitar con carácter definitivo las fronteras interestatales en
Europa, hasta los acuerdos de Moscú, Yalta y Postdam, que han vuelto a
cambiarlas por enésima vez, en el continente han nacido y muerto varios
Estados nacionales (Polonia, en el caso más patético, Serbia, Croacia,
Montenegro, etc.) y una gran parte de ellos ha sufrido cambios importantes
en su composición territorial. Si, por el contrario, se explica su aparición por
otros factores, como la existencia de ejércitos permanentes –cual a veces
se hace-, conviene recordar que Roma también los tuvo, mientras que
Inglaterra supo no tenerlos y aun es considerado el paradigma del estado
nacional moderno. Si en cambio, tal como veremos luego, el factor de
análisis es el económico, también podremos decir que llegó a estar muy
bien organizado en Roma, por lo menos desde los tiempos de Diocleciano y
no tan bien, en cambio, en los Estados nacionales sino hasta la aparición
del cameralismo prusiano. Y lo mismo cabría decir del resto de los factores
que se aducen para explicar la aparición del Estado nacional (instrumentos
de poder).
Ciertamente -y ello parece más acertado- puede aducirse que lo que
diferencia al Estado en nuestro sentido moderno, de las formas anteriores
de dominación política, no es ninguno de aquellos factores en aislamiento,
sino su conjunto: la feliz coincidencia de todos para la formación histórica
de aquella figura política que Maquiavelo llama lo Stato.
Se trata, simplemente, de no presentar explicaciones monocausales de los
acontecimientos históricos, sino de atender a la multiplicidad de facto-res
causales que intervienen en la configuración de tales acontecimientos
(especialmente si éstos son institucionales) Ahora bien, pretender extraer
una categoría teórica por el procedimiento de acumular rasgos empíricos
que la definan es algo insatisfactorio. Lo razonable parece ser ubicar la
categoría (a la que se llega por un proceso de razonamiento deductivo) en
un contexto teórico explicativo más amplio que le dé su dimensión autén-
tica. En esto reside la diferencia capital entre la historia como ciencia de lo

1 Hermann Heller, Teoría del Estado. México: Fondo de Cultura Económica, 1947,
p. 46.

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singular y la Teoría del Estado que, en cuanto ciencia social, trata de encon-
trar las regularidades.
Si se entiende que el Estado es un instrumento de dominación política
dentro de un proceso de evolución de los modos de producción en la
historia, cada uno de los cuales tienen formas distintas de cristalizar políti-
camente (y aquí conviene advertir que se alegan todas las reservas posibles
respecto a los dislates en que puede incurrir un evolucionismo lineal
ingenuo), sí podremos ver qué es lo que singulariza al Estado en cuanto
forma de dominación política del modo de producción capitalista, porque,
como señala Pérez Royo, es el único caso de el que las relaciones políti-cas
de dominación no formas, por sí solas, una relación de producción2; esto es,
la explotación económica no tiene por qué recurrir directamente a la
dominación política para realizarse, ya que la segunda, al ser de clase,
garantiza a la primera como marco general de organización jurídico-co-
activa. Es el comienzo de la organización del Estado (que, en esencia, es
liberal y liberalismo son términos sinónimos), el cual mantiene la ficción del
distanciamiento absoluto entre lo económico y lo político.
Este será, por lo tanto, el criterio que se ha de emplear para la tarea de
explicar esquemáticamente las distintas formas políticas pre estatales.
Modos de producción y formas económico-sociales
Si se admite el marco teórico general marxista de los modos de producción
en su clasificación quíntuple (sin que la enumeración convencional obli-gue
el orden de periodificación) de modo de producción de la comunidad
primitiva, modo de producción asiático, modo de producción esclavista,
modo de producción feudal y modo de producción capitalista, resolveremos
no solamente el problema de las diferencias entre el Estado moderno y las
formaciones políticas pre estatales, sino también, la cuestión importante de
las llamadas “sociedades sin Estado” o sociedades anteriores a la organi-
zación política.
Desde un punto de vista muy general, veremos a continuación la sucesión
de los modos de producción, entendidos como categorías más amplias en
las que se subsumen las formaciones políticas.
El modo de producción primitiva, también llamado arcaico o de comunismo
primitivo, se refiere a organizaciones tribales de contornos indefinidos, que
van desde las tribus de cazadores y recolectores del paleolítico, pas-ando
por las tribus de pastores nómadas y los primeros asentamientos en la
llamada “revolución del neolítico”, hasta los comienzos de la Edad del
Bronce. Su organización social de carácter gentilicio, probablemente artic-
ulaba regímenes de propiedad comunal, no privada, y su evolución pasó
por la institucionalización de formas familiares patriarcales en las que ya
apuntan los síntomas de la dominación política; como todavía puede verse
en las epopeyas homéricas, en las que Ulises, por ejemplo, y otros héroes,
son fundadores de dinastías precisamente en cuanto que jefes de familias;
igual que Agammenon ejerce ya el poder “más político” de la monarquía
micénica en cuanto que arraigado en las relaciones de parentesco. Es la
figura del antiguo derecho germánico, de que el jefe de la estirpe era, tam-
bién, jefe de linaje.
2 Javier Pérez Royo, Introducción a la teoría del Estado. Ed. Blume, Barcelona,
1980 p. 111.

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El modo de producción asiático reviste también otros nombres, como “des-
potismo hidráulico” (Wittfogel), “despotismo oriental” (Crick), “despotismo de
aldea” (Chesnaux), etc. Su misma existencia histórica es cuestionada dentro
del campo de los estudios marxistas, un sector de los cuales prefiere
subsumirlo bien en una forma peculiar de transición desde el modo de pro-
ducción de la comunidad primitiva al modo de producción esclavista, bien en
una forma especial de feudalismo. No obstante, aun admitiendo con Klaus
Eder3 que el modo de producción asiático es un “callejón evolutivo sin
salida”, esto es, algo equivalente a lo que Toynbee consideraría como una
fracaso de una civilización para adaptarse y responder al estímulo, que
tiene tanta importancia en el desarrollo de las culturas,4 no hay dudad de
que es un concepto válido para entender una forma específica de
dominación política de la que hablaremos más en extenso en las consid-
eraciones siguientes, estos es, de los imperios primitivos considerados
como unidades políticas.
El modo de producción esclavista (que, en el proceso evolutivo enlaza, de
hecho, con el modo de producción de la comunidad primitiva) tiene una
determinación económica sencilla, por cuanto la esclavitud constituye la
relación de producción dominante, si bien cubre tal multiplicidad de formas
políticas que resulta difícil englobarlas bajo un solo epígrafe. De aquí que,
en el desarrollo posterior que se haga en este capítulo del modo de produc-
ción esclavista, se obligado a referirse, en realidad, a cuatro formas políti-
cas pre estatales: la polis griega, la República romana (esto es, en ambos
casos, aunque con evoluciones distintas, la infancia del modo de pro-
ducción esclavista), las monarquías helenísticas y el Imperio Romano (en
ambos casos, también, evoluciones distintas del mismo modo de produc-
ción; uno, la formación prematura de un sistema de “Estados nacionales”;
dos, la formación de un Imperio universal, que lleva a su máximo desarrollo
y decadencia el modo de producción esclavista.
El modo de producción feudal es el más complejo de todos; se discute hasta
su misma existencia y, a veces, da la impresión de que su único obje-tivo en
la historia haya sido servir de puente entre el modo de producción esclavista
y el modo de producción capitalista o, si se quiere, haber entrado en una
crisis prolongada en cuyos sobresaltos acabaría originándose
el capitalismo. En realidad, el modo de producción feudal cubre organi-
zaciones políticas muy dispares, desde la monarquía merovingia, pasando
por el Imperio Romano-Germánico, las ciudades estado italianas y, según
ciertos autores, el propio Estado absoluto. Y ello si nos ceñimos al ámbito
geográfico europeo-occidental, pues el asunto se complica insospecha-
damente si se pretende incluir a las formas políticas de Europa oriental o
formaciones tan controvertidas como el feudalismo chino o japonés.
El concepto de feudalismo, tan impreciso como sugestivo, pretende cubrir
tres vertientes explicativas: a) la económica, refiriéndose a una forma
especial de propiedad, cesión y arrendamiento de la tierra que origina el
concepto básico de renta feudal de la tierra, forma que toma la explotación
señorial del trabajo servil; b) la social, refiriéndose al vínculo vasallático,
con las relaciones contractuales biunívocas de beneficio y homenaje; c) la
3 Klaus Eder, Die Entestehung staatlich organiseirter Gesellschaften, Ein _Beitrag zu
einer Theorie socialer Evolution. Ed. Susrkamp, Frankfurt, 1976. PP. 105-106.
4 Arnold J. Toynbee, Estudio de la Historia, vol. I. Ed. Alianza, Madrid, 1977. P. 144
y ss.

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política, refiriéndose a la jerarquía de dominación que iba desde los servi
adscripti en la base hasta el Emperador, con todas las instancias interme-
dias de la nobleza secular y espiritual.
Más adelante se harán algunas consideraciones en relación a las forma-
ciones políticas medievales, procurando entenderlas en su diversidad,
como una poliarquía en el sentido en que Hegel empleaba este término
para referirse al tema.
En nuestro esquema, por lo tanto, seguimos en lo fundamental el ofrecido
por Bernad Crick. Así, entendemos la evolución (de nuevo en un sentido
lógico y no cronológico) de las formas políticas pre estatales de dominación
como a) Imperios antiguos, b) Polis, c) República romana, d) Monarquías
helenísticas, e) Imperio romano, f) Feudalismo. Crick, en cambio, las cla-
sifica del modo siguiente: a) Gobierno primitivo, b) Imperios antiguos, c)
Ciudades griegas, d) República romana, e) Roma imperial, f) Despotismo
oriental, g) Gobierno feudal, h) el primitivo Estado moderno5.
De esta manera, lo aquí expuesto permite comprender que no obstante el
estado ser una construcción propia de la modernidad, previo a su aparición
durante el renacimiento; la historia nos señala otras formas de dominación y
poder de base territorial.
El tránsito hacia el estudio del fenómeno estatal nos conduce necesaria-
mente por una primera instancia relacional comparativa con la edad media,
periodo temporal de 10 siglos en cuya etapa final (siglo XIII), comienzan a
tomar forma las condiciones cuya acumulación determinarán la construc-
ción del estado durante la modernidad.
Así, en el próximo punto de la unidad, analizaremos en detalle la organi-
zación político-económica y social de la edad media en clave comparativa
con la modernidad, facilitando así la comprensión de dicho proceso de
concentración de los instrumentos de poder, que a posteriori formarían los
estados europeos.

II- El orden político medieval: sus características. Cristianismo:


Aportes y la dualidad del poder. Crisis del orden político
medieval y aparición del Estado Moderno.

Para el estudio de los contenidos de este punto del programa le sugiero la


lectura del libro de BONETTO de SCANDOGLIERO, María Susana y
JUÁREZ CENTENO, Carlos A.: Temas de Historia de las Ideas Políticas.
Ed. Advocatus, Córdoba, 2001. Capítulos:
- Periodo de la Comunidad Universal: El cristianismo.
- El nacimiento y el desarrollo del Estado Moderno.

5 Bernard Crick, Basic Forms of Government: a Skecho and Model. Ed.


MacMillan, Londres. 1973.

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El cristianismo
El estudio del cristianismo constituye una necesaria instancia previa para la
compresión del estado y su proceso de formación; pero más aún para el
entendimiento del orden medieval y la disposición del poder en cabeza del
Papa y el Emperador como figuras centrales de dicho proceso.
Después del gran momento creativo de los griegos debieron pasar varios
siglos hasta la aparición de un pensamiento que llamaremos cristiano. En
este contexto, llegando los últimos momentos del Imperio Romano, trans-
curre la vida de San Agustín, considerado uno de los doctrinarios más
importantes del cristianismo y sobre cuya obra se edificaría la dualidad de
poder presente en todo el medioevo.
En primer lugar, es importante aclarar que no analizaremos en este módulo
al Cristianismo como dogma religioso, sino sus aportes para la organi-zación
de las formas de dominación pre estatales durante el medioevo, rompiendo
la unidad PERSONA/ESTADO como cosmovisión ideológica de la
antigüedad, y sentando las bases fundantes del principio de la autonomía de
la voluntad.
Así las cosas, el cristianismo constituye para el estudio de la ciencia
política, un proceso revolucionario, de reconfiguración del poder, permi-
tiendo romper la unidad antes mencionada que ya las escuelas críticas
atenienses comenzaron a debilitar algunos siglos antes.
A partir de dicho quiebre, con más el aporte teórico que San Agustín haría
con su obra “la ciudad de Dios” sobre el dualismo de gobierno terrenal-es-
piritual, se delimitarían dos órdenes de poder que se mantendrían durante
toda la edad media en un proceso de enfrentamiento y tensión: El papa y el
Emperador.
El cristianismo, fundado en las enseñanzas del propio JESUCRISTO,
trans-mitidas y reproducidas luego por sus discípulos y seguidores
convertidos, permite una ruptura a partir de un nuevo clima espiritual:
REEMPLAZA EL POLITEISMO PROPIO DE LAS CULTURAS ANTIGUAS
POR EL MONISMO DE UN SOLO DIOS Y UN REINO DE DOMINIO QUE
TRASCIENDE AL MUNDO TERRENAL.
De ello, se desprenden los 3 aportes fundamentales:
• La primacía de la persona humana: el cristianismo propone exaltar el
valor del hombre como sujeto diferente y fuera del estado, ofreciendo
una nueva mirada a la subordinación de esta ante cualquier forma de
dominación y absorción totalizadora. El hombre es un valor en
sí mismo y su vida no sólo está ligada al servicio estatal. Así la idea
del ciudadano como parte de un todo sin identidad, será ahora una
persona cuya vida trasciende a la inmortalidad del cielo.
• La noción de humanidad: la humanidad está constituida por todos los
hombres, reflejo de la unidad divina, estando todos están llamados a
trascender a un reino celestial. Así, no existe diferencia entre los
hombres en la medida que todos resultan hijos de Dios.
• El dualismo político-eclesiástico y con ello la separación del
mundo espiritual del mundo temporal: de todo lo anterior deviene
la necesaria escisión entre un mundo terrenal, ligado al gobierno

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 74


temporal, de los hombres; y un reino celestial, que excede los
intereses temporales. Así, de ello se desprendería la diferencia de
competencias entre la autoridad civil y la eclesiástica, llamados a fines
diferentes y con órdenes diferentes. De esta manera, el cristianismo
ofrece una visión superadora del totalitarismo antiguo, la idea de un
estado absorbente de la persona humana, encuentra ahora un límite
ligado a sus funciones terrenales. Esto, resumido en la parábola del
propio JESUS “DAR AL CESAR LO QUE ES DEL CESAR, Y A DIOS
LO QUE ES DE DIOS”.
De todo ello, se traduce una dualidad institucional producto de la sepa-
ración de lo espiritual y lo temporal, reflejo de la doble naturaleza y destino
del hombre: una institución política y otra eclesiástica que se mantendrán
separadas durante todo el medioevo.
El cristianismo en la edad media
Durante este largo período existe una estrecha relación entre la política y la
religión (la dualidad del poder), de tal modo que su análisis permite advertir
el complejo juego de relaciones entre la Iglesia y los que ejercían el poder
secular, y los conflictos generados por debido a la competencia entre ambos
durante más de diez siglos.
La oleada de bárbaros sobre el Imperio Romano no hace desaparecer la
noción de Imperio que se mantiene viva en el Imperio Romano de Oriente,
con Constantinopla como capital, e inclusive los mismos reinos semi-ro-
manizados medianamente respetaban.
De todos modos, la Iglesia sigue justificando el ideal de Imperio como
mejor defensor del cristianismo, y tendrá su revitalización con Carlomagno
en el 800 d. C.
La obra de San Agustín “la ciudad de Dios”, será determinante para la
construcción teórica del orden medieval, cuya exorbitancia interpretativa
conducirá a abusos degenerativos del verdadero sentido que el propio
autor quiso dar; y que en la práctica terminaran por enfrentar al orden insti-
tucional del imperio con el orden eclesiástico del papa.
El Edicto de Milán, promulgado en Milán en el año 313 estableció la liber-tad
religiosa en el Imperio romano, dando fin a las persecuciones dirigidas por
las autoridades contra los cristianos. Este documento fue firmado por ambos
monarcas imperiales de occidente y oriente, Constantino I el Grande y
Licinio, respectivamente.
Esto no sólo significó el reconocimiento oficial de los cristianos y su
religión, sino que trajo como consecuencia profundos cambios dentro del
Imperio romano, así como el comienzo de la expansión de la Iglesia y la
concesión de un estatus de legitimidad, disponiéndola en su consecuencia
como la religión oficial del imperio romano y de sus ejércitos.
La ciudad de Dios, completó el escenario que marcará la edad media, de
cuyo texto se desprende la dualidad competencial de las figuras del papa y
el emperador y las tensiones sobre el alcance de sus potestades durante
todo este periodo.

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El cristianismo debía reinar en el espíritu de los jefes e inspirar las costum-
bres y las leyes. A partir de estos principios se desarrolló la teoría de los
dos poderes o de “las dos espadas”, en la cual el poder espiritual, repre-
sentado por el papado, es superior al temporal (el poder civil). Entre ambos
debía prevalecer una ayuda mutua, pero lo cual se vería opacado por
periodos de contraposición y enfrentamiento, seguidos por otros de mayor
cercanía.
El crecimiento de la iglesia devino en su injerencia en el ejercicio de numer-
osas funciones propias del gobierno civil y con decisiva influencia sobre
todo el desarrollo social y cultural, haciendo que las relaciones entre el
poder temporal y el poder espiritual fueron complejas y transitaron desde el
acuerdo hasta el rechazo y la contraposición de intereses (querella de las
investiduras).
Los reyes ayudaron a los Papas y estos intervenían en la coronación de los
emperadores, pero la problemática se circunscribió luego sobre la atribu-
ción de los emperadores y reyes para designar directamente a los obispos
y abades en distintos territorios de su dependencia.
En el año 1059 se creó el Colegio de Cardenales en Roma, que recibió la
función de elegir al Papa con prescindencia de toda posible influencia por
parte de los poderes políticos.
Esto desencadenó finalmente en la conocida querella de las investiduras,
que representó un conflicto entre el Papado y el Imperio: El emperador
Enrique IV insistió en su tradicional derecho de nombrar a los obispos,
mientras que el Papa Gregorio VII luchó por la libertad de la Iglesia y
excomulgó a Enrique IV. Este finalmente se vio obligado a someterse en
la famosa escena del perdón de 1077 para lograr revertir su excomunión.
En lo posterior. La Iglesia pudo imponer ampliamente sus exigencias y el
Papado alcanzó un poder cada vez mayor, haciendo incluso que muchos
reyes europeos Los reyes europeos juraran fidelidad al Papa.
La edad media
La edad media constituyó un extenso período histórico comprendido entre
los siglos V y XV, relacionando su inicio a la caída del Imperio Romano de
occidente en 476 con las invasiones bárbaras germánicas, y su fin con
la acumulación de sucesos de gran impronta como el descubrimiento de
América en 1492, la creación de la imprenta y sobre todo el derrumbe del
imperio de Oriente (imperio bizantino), ambos en 1453.
Al solo efecto analítico, la Edad Media puede dividirse en dos grandes
instancias, la Alta Edad Media (siglo V a siglo X) y Baja Edad Media (siglo XI
a siglo XV); este último periodo, marcado por la aparición de los componen-
tes que a posteriori permitirían la aparición de los estados modernos.
Como luego podrá analizar en detalle con la lectura sugerida, la edad
media está caracterizada por 3 cuestiones centrales, cuya comprensión
resulta de fundamental importancia:
1- La dualidad de poder entre el Papa y el Emperador, figuras de poder
virtuales que carecían de un poder territorial inmediato y efectivo.
2- Su organización política, social y económica fundada en un vínculo
de vasallaje feudal.

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3- La intermitencia, la desconcentración y la mediatez como
características de dicho periodo histórico.

Así las cosas, la Edad Media se caracteriza por la supremacía de la Iglesia


Católica y el teocentrismo legado del Cristianismo como religión oficial del
imperio a partir del edicto de Milán, una economía ruralizada, un reducido
desarrollo comercial, una marcada desconcentración de los centros de
poder territoriales y una organización fuertemente jerarquizada en estamen-
tos rígidos.
El sistema económico se basaba en la agricultura, bajo una forma feudal,
vinculada a la titularidad de tierras en cabeza de la nobleza y clero, cuyas
extensiones estaban dadas por cuestiones honorificas y dadivas graciables
propias de su estamento.
De esta manera, la cuestión social, económica y política estaba fuertemente
vinculada entre sí a partir de la titularidad de tierras y el sistema de vasallaje
como acuerdo de servicio y explotación de la tierra, diseminados a lo largo
del territorio europeo, constituyendo un sinnúmero de centros de poder sin
un poder central que los agrupara.
La sociedad, fuertemente jerarquizada en estamentos estáticos integrados
por nacimiento, permitía identificar: la nobleza feudal (señores feudales,
caballeros, condes, duques, vizcondes, etc.) -detentora de las tierras-, el
clero (miembros de la Iglesia Católica) con un gran poder no sólo espiritual
sino también económico y político; y el resto del orden social dado por los
campesinos y artesanos.
La extensa titularidad de las tierras y la imposibilidad de atenderlas por sí
misma, traía consigo la necesidad de un servicio personal de quienes no la
poseían, agregando también, la defensa y la lealtad territorial como partes
del acuerdo que se generaba entre los estamentos.
Sin embargo, el vasallaje, contrario a lo que se cree, no solo estaba dado
entre la nobleza y el campesinado; sino que este asumió formas y modal-
idad diferentes en toda Europa y entre todos los componentes de cada
estamento existieron formas de acuerdo de servicio y prestación de obliga-
ciones recíprocas ligadas a la utilización de las tierras, el cobro de impues-
tos y la seguridad. Así, el vasallaje le proporcionaba las fuerzas armadas
necesarias para defender sus propiedades y las de sus vasallos y siervos.
Cada señor gobernaba en sus dominios: mantenían sus propias fuerzas
militares, administraban justicia, percibían impuestos y acuñaban monedas.
Pero se carecía de una unidad homogénea de poder central y una demar-
cación territorial permanente, provocando con ello la coexistencia de un
sinnúmero de poderes locales, que a su vez se compartían con la Iglesia.
Este escenario estaba marcado por 3 características principales:
• La intermitencia: no existían delimitaciones territoriales permanentes.
El régimen de poliarquías (muchos centros de poder), estaba dado
por la fuerza y la capacidad defensiva que cada comunidad podía
detentar.
• la desconcentración: la ausencia de un poder central que unificara
y subordinara efectivamente los centros de poder intermedios trajo

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aparejado la desfragmentación en muchas unidades de poder
distribuidas territorialemente con un carácter impreciso.
• la mediatez: al no existir una autoridad central con poder efectivo,
no eran posibles las líneas de mandos jerárquicas para la toma
decisiones sobre el territorio. Cada centro de poder funcionaba de
forma separada y autónoma.

Al finalizar la edad media, la acumulación de las condiciones que permiten


la conformación del estado moderno permitirá reemplazar la intermitencia
por permanencia, la desconcentración por concentración y la mediatez por
inmediatez.

A continuación, se presenta el siguiente power point en el que se pretende


realizar una síntesis de lo abordado supra. El mismo esta disponible en
plataforma.

Para el estudio de los contenidos de este punto del programa se sugiere la


lectura, disponible en plataforma, del libro de BONETTO de SCANDOG-
LIERO, María Susana y JUÁREZ CENTENO, Carlos A.: Temas de Historia
de las Ideas Políticas. Ed. Advocatus, Córdoba, 2001. Capítulo:
- Nacimiento y desarrollo del Estado Moderno: quiebra del orden
político medieval; el estado moderno”

El escenario político, económico y social de la Edad Media inicia, desde


fines del siglo XIII, un proceso de reconfiguración. A su vez, en el siglo
XV, la caída del imperio romano de oriente (1453), el descubrimiento de
América (1492), la aparición de la imprenta y el desarrollo armamentístico,
permitirían el ingreso hacia la Modernidad, y con ello, la aparición del
Estado.
La quiebra del orden político medieval, caracterizado por la fragmentación
y la desconcentración de las fuerzas políticas territoriales (poliarquías), un
sistema económico feudal y la organización social del tipo estamental;
darían lugar a un régimen de concentración de los instrumentos del poder
en manos del estado, una economía de tipo mercantilista-capitalista, y un
sistema social de naturaleza clasista.
El dualismo de poder propio de la Edad Media (compartido entre el Papa y
el Emperador), se debilitó y en su lugar fue reemplazado por un sistema
monárquico, fortaleciendo las unidades de poder concentrado sobre un ter-
ritorio, ocupando el Monarca y la burguesía un lugar central en el proceso
de reordenamiento social, político y económico.
Frente a la fragmentación del poder político de la Edad Media, los prínci-
pes del Renacimiento inaugurarán una nueva etapa en la organización del
Estado en la que, a la concentración del poder en sus manos, se unirá la
extensión de territorios afines por su geografía, su cultura y su evolución
histórica. Como resultado de estos procesos, surge el Estado moderno.

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La nueva modalidad de la economía europea exigía una autoridad firme
para regular, fiscalizar y acrecentar la vida comercial e industrial de una
nación. A su vez, los príncipes dirigían sus miradas a una decidida política
exterior, aunque muchas veces tuvieron que resolver esto en forma revolu-
cionaria. En muchos casos, se van incorporando a los Estados nacionales
territorios que han tenido vida autónoma. Generalmente, en estos casos, se
mantenían las instituciones tradicionales, pero se centralizaba y uniform-
aba la vida del Estado mediante instituciones comunes, leyes generales y
un ideal colectivo. A partir del mosaico de Estados feudales, surgieron los
Estados modernos.

Así, el estado como modelo de dominación política soberana de base


territorial es un fenómeno que comienza a manifestarse finalizando la edad
media, y a inicios de la modernidad alcanza su expresión efectiva.
En la edad media no existió el estado como unidad organizacional de
potestad soberana que reclamaba para si un dominio territorial y la concen-
tración del poder con carácter de permanencia e independiente en lo exte-
rior y en lo interior. Muy por el contrario, durante el transito medieval resultó
imposible la idea de una pluralidad de estados soberanos semejantes, sino
más bien una multiplicidad de centros de poder diferentes entre sí y subor-
dinadas sin efectividad ni inmediatez al emperador: esto es el régimen de
poliarquías imperantes durante dicho periodo.
De esta manera, en la edad media las figuras de poder centrales como el
papa y el emperador, constituyeron más bien modelos virtuales de poder
sin capacidad real de mando sobre un territorio y sin la posibilidad de que
sus decisiones fueran efectivizadas. Así las cosas, el emperador carecía
de la función unificadora o cohesionadora, ya que en realidad compartía su
poder con monarcas territoriales que a su vez también carecían de perma-
nencia e inmediatez de mando.
Todas las relaciones, tal como fue explicado, estaban ligadas a un servicio
clientelar a través de los acuerdos de vasallaje entre los diferentes niveles.
Así las cosas, todas las funciones que hoy el estado reclama monopóli-
camente para sí, se encontraban distribuidas de manera irregular e inter-
mitente sobre sujetos privados: el ejercicio de la defensa, el cobro de
impuestos, la organización territorial, la justicia, etc.
Es por ello que las unidades de poder eran intermitentes, irregulares y las
relaciones de mando mediatas e indirectas.
Esto será precisamente lo que cambiará durante el advenimiento de la
modernidad, dando lugar a un proceso de concentración de funciones,
pasando así de manos privadas a gozar de un carácter público. Así, para el
renacimiento, el poder del monarca que era compartido se trasformará en
único, de intermitente pasará a ser permanente y la mediatez será reempla-
zada por la inmediatez.
El escenario político, económico y social de la Edad Media inicia desde
fines del siglo XIII un proceso de reconfiguración que en el siglo XV con la
caída del imperio romano de oriente (1453), el descubrimiento de América
(1492), la aparición de la imprenta y el desarrollo armamentístico; per-
mitirían el ingreso hacia la Modernidad, y con ello, la aparición del Estado.

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El quiebre del orden político medieval, caracterizado por la fragmentación
y la desconcentración de las fuerzas políticas territoriales (poliarquías), un
sistema económico feudal y la organización social del tipo estamental;
darían lugar a un régimen de concentración de los instrumentos del poder
en manos del estado, una economía de tipo mercantilista-capitalista, y un
sistema social de naturaleza clasista.
El dualismo de poder propio de la Edad Media (compartido entre el Papa y
el Emperador), se debilitará y en su lugar será reemplazado por un sistema
monárquico, fortaleciendo las unidades de poder concentrado sobre un ter-
ritorio, ocupando el Monarca y la burguesía un lugar central en el proceso
de reordenamiento social, político y económico.
Múltiples factores influyeron para posibilitar esto, presentándose con mayor
o menor intensidad en los diferentes territorios europeos (de allí que no
admita una explicación monocausal univoca), pero consistió en que los
medios reales de autoridad y administración pasaron de estar en manos
privadas y se transformaron en propiedad pública, expropiándose en favor
del monarca estatal, concentrándose territorialmente y de forma perma-
nente.
Las condiciones históricas que permiten la aparición del estado moderno
en reemplazo del sistema poliárquico medieval pueden resumirse en:
• El poder durante el medioevo era compartido, intermitente y mediato,
lo cual hacia la modernidad se transformaría en único (monárquico),
permanente e inmediato.
• Aparición de un ejército mercenario permanente: la defensa a través
del pago de la soldada se vuelve una actividad profesional regular; en
contraposición al sistema defensivo de la edad media ligada a vínculos
de amistad o protección interesada.
• Organización jerárquica burocrática administrativa: el estado y el
monarca necesitan de una organización de funcionarios de manera
jerárquica, para asegurar la toma de decisiones ordenada y regular
sobre el territorio. Aparecería así la idea de subordinación.
• Creación de un sistema impositivo regular: para su subsistencia el
estado necesita de ingresos permanentes, un patrimonio para sostener
su funcionamiento. Los tributos con carácter regular y permanente
aseguran esto.
• Diferenciación de un patrimonio público: el estado reclama bienes
propios, un patrimonio diferenciado del monarca y de los privados para
su propia existencia.
• Ius certum: derecho cierto. La modernidad se caracteriza por la
aparición de un sistema normativo ordenado, previsible de reglas.
Contrario a la disgregación jurídica de la edad Media, el estado
moderno reclama unidad en el derecho.
• Operadores técnicos jurídicos: para la aplicación del derecho es
necesario la existencia de especialistas en el derecho en reemplazo de
la práctica oral de la edad media y de los juzgadores no especializados

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ni técnicos.
• Desarrollo del capitalismo.
• Consolidación de la burguesía.
Es preciso advertir que la concentración de poder fomenta una mayor liber-
tad para individuo. El Estado autoritario significó el quebranto de monopo-
lios y privilegios, ofreciendo facilidades para las iniciativas individuales y la
expansión de los valores económicos.

III- La modernidad, construcción del estado absoluto y


pensadores modernos. MAQUIAVELO, BODIN y HOBBES.
Para el estudio de los contenidos de este punto del programa se sugiere la
lectura del libro de BONETTO de SCANDOGLIERO, María Susana y
JUÁREZ CENTENO, Carlos A.: Temas de Historia de las Ideas Políticas.
Ed. Advocatus, Córdoba, 2001. Capítulos:
- Nacimiento y desarrollo del Estado Moderno
- Absolutismo Monárquico

Como consecuencia del proceso de reconfiguración antes identificado, se


produjo el fortalecimiento de las autoridades territoriales y la absorción de
funciones monopólicamente dominadas a cargo de los estados nacientes.
Este proceso, dado con diferente intensidad a lo largo de todo el territo-
rio europeo central (primero en Inglaterra, Alemania, luego Italia, Portugal
y España), fue permitiendo la consolidación de un nuevo escenario de
dominio político, prevaleciendo la figura del monarca estatal como sober-
ano territorial que reclamaba no solo una permanencia e inmediatez, sino
el monopolio del poder a su cargo para lograr la imposición de sus deci-
siones.
La evolución de esto trajo consigo el establecimiento de los monarcas
absolutos y con ello, la consolidación del primer modelo de estado: el
absolutismo monárquico que no comparte su poder territorial, sino que
reclama para sí la concentración a su cargo de todos los instrumentos de
poder: militares, jurídicos, administrativos y políticos; haciendo suyas
de esta manera, todas las funciones que durante la modernidad se
encontra-ban dispersas y en manos de sujetos privados.
Esta nueva estructura de poder gestada, concebida como un fenómeno
independiente tanto de los súbditos como del propio gobernante fue evi-
denciada por diferentes pensadores, quienes pretendían explicar su funcio-
namiento de diferentes maneras, aportando elementos para su definición.
Así, analizaremos a tres pensadores modernos cuyas obras resultan
aportes teóricos para la comprensión del estado moderno naciente:
Maquiavelo, Bodin y Hobbes.
Junto a ellos, durante el corto periodo de la modernidad (S.XV – XVII), surgi-
eron otros pensadores de inmensa importancia para el estudio de la ciencia
política y la teoría del estado, pero cuyo análisis en detalle excede el marco
de nuestra asignatura.

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Todos ellos, pretendían explicar y justificar la necesidad de esta estructura
de poder, aportando elementos teóricos para su comprensión, alimentados
en el marco del renacimiento y la ilustración que reemplaza los criterios
teocéntricos por el antropocentrismo, ubicando a la razón y al hombre en el
centro de la discusión.
Así, junto con el valor de la naturaleza, aparece el interés por el hombre que
aspira a la autonomía de su propio ser y su individualización completa, una
exaltación a lo individual. Lo importante es el triunfo del hombre en la socie-
dad del momento; se valoran sus acciones bélicas, su maestría artística o
literaria en un espacio terrenal.
Desde el punto de vista cultural se desarrolla el Renacimiento, cuyo origen
se debe a los cambios que comienzan a producirse en Europa en el siglo
XII. En un primer momento, toda Europa comparte esta nueva con-cepción,
pero luego se desarrolla con mayor fuerza en Italia. La palabra
Renacimiento, pese a que muchas veces se restrinja el uso del término sólo
a lo cultural, engloba el conjunto de hechos económicos, sociales, políticos
y culturales que se producen en el siglo XV.
Junto con el valor de la naturaleza, aparece el interés por el hombre que
aspira a la autonomía de su propio ser y su individualización completa, una
exaltación a lo individual. Lo importante es el triunfo del hombre en la socie-
dad del momento; se valoran sus acciones bélicas, su maestría artística o
literaria en un espacio terrenal.
Las ideas renovadoras se hallaron en contacto con la espiritualidad legada
por el hombre de la Antigüedad clásica. A medida que fueron surgiendo los
principios básicos del Renacimiento, se buscaban las bases filosóficas en
las que pudiera apoyarse este nuevo impulso, y lo encontraron en la
Antigüedad. Por este motivo es que se habla de un renacer de la cultura
antigua.
En el proceso cultural renacentista, lo literario, el lenguaje y la educación
se cristalizaron en lo que se llamó el Humanismo. Este último conoció dos
etapas en su evolución. La primera de ellas abarca el fenómeno renacen-
tista hasta principios del siglo XV, y se inspiró decididamente en la cultura
romana; la segunda se distingue por la rápida asimilación de la civilización
helénica original.
La palabra Renacimiento, pese a que muchas veces se restrinja el uso del
término sólo a lo cultural, engloba el conjunto de hechos económicos,
sociales, políticos y culturales que se producen en el siglo XV.
Las ideas renovadoras se hallaron en contacto con la espiritualidad legada
por el hombre de la Antigüedad clásica. A medida que fueron surgiendo los
principios básicos del Renacimiento, se buscaban las bases filosóficas en
las que pudiera apoyarse este nuevo impulso, y lo encontraron en la
Antigüedad. Por este motivo es que se habla de un renacer de la cultura
antigua. En el proceso cultural renacentista, lo literario, el lenguaje y la edu-
cación se cristalizaron en lo que se llamó el Humanismo.

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Maquiavelo y lo stato
La construcción teórica de Maquiavelo (1469 – 1527) se encuentra en rel-
ación directa a lo que ocurría en Italia en las postrimerías del siglo XV. Ella
aparece devastada por profundas disensiones y crímenes y por el creciente
poder de los condotieros, que vendían sus fuerzas y la de sus mercenarios
al mejor postor. Es en este escenario donde Maquiavelo escribe su obra
más importante: El Príncipe (1513).
El Príncipe es un texto que describe empíricamente y manera práctica el
proceso de reconfiguración del poder estatal, detallando el propio autor en
su obra, el fenómeno que frente a si ocurría.
Su obra, esta desligada del moralismo formal y exenta de un rigorismo
teórico que caracterizan a otros autores modernos; y por el contrario, con-
stituye un libro de consejos prácticos para los monarcas sobre cómo ganar,
perder o mantener sus principados.
Su texto tan particular lo presenta como el verdadero precursor de la Cien-
cia Política.
El propio Maquiavelo nos dice cómo se logra obtener un reino: TODOS los
estados, todos los dominios que han tenido y tienen soberanía sobre los
hombres, han sido y son o repúblicas o principados. Los principados o son
hereditarios, es el caso de aquellos en los que impera desde hace tiempo
el linaje de su señor, o son nuevos. Los nuevos, o son totalmente nuevos,
como fue Milán para Francesco Sforza o son como miembros añadidos
al estado hereditario del príncipe que los adquiere, como es el reino de
Nápoles para el rey de España. Los dominios así adquiridos o están acos-
tumbrados a vivir sometidos a un príncipe o acostumbrados a ser libres; y
se gana o con las armas ajenas o con las propias, o por fortuna o por virtud.
La fuerza es el único lenguaje que considera necesario para conservar el
poder, y está íntimamente ligada a la ambición de los hombres y los Esta-
dos. Por eso, si un príncipe descuida el arte de la guerra, su camino hacia
el fracaso será una certeza absoluta.
Frente a las vicisitudes de la suerte o el azar, el florentino pro-
pone la virtud, un concepto que no define pero que se compone de fuerza,
valor, capacidad de resolución, y también de astucia, inteligencia y estrate-gia:
«Yo imagino que puede ser verdad que la fortuna disponga de la mitad de
nuestras acciones, pero que deje aproximadamente la otra mitad en nuestro
poder». El príncipe que consiga imponerse a la adversidad de la for-tuna
mediante su virtud será más respetado que el que esté en el poder úni-camente
por su linaje. Saber mandar es también demostrar saber imponerse a la
fortuna, ya que el gobernante respetado por su destreza y su valor será, con
menos probabilidades, objeto de conspiraciones. Maquiavelo emplea el
concepto de fortuna con cierta ambigüedad: en ocasiones nos remite a lo
inesperado de lo contingente, caótico y casual, mientras que en otras lo utiliza
para describir tramas racionalmente explicables urdidas por los hom - bres. En
cualquier caso, es evidente que hace referencia a la imposibilidad del poder
humano de preverlo y dominarlo todo. La contraposición fortu-na-virtud es
paralela a la lucha que el hombre mantiene por ser su propio amo en un mundo
cambiante que escapa con frecuencia a sus dominios

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 83


Su aporte consiste en la descripción real del fenómeno estatal, siendo el
primer teórico que incorpora al lenguaje la palabra estado: LO STATO.
Para Maquiavelo, representa precisamente el proceso de reconfiguración y
pasaje desde la intermitencia propia de la edad media a un estado de per-
manencia y quietud, de estaticidad y dominio territorial efectivo.

Jean Bodin

Los seis libros de la República– de Jean Bodin, publicada en 1576, fue una
obra enmarcada en las guerras civiles acaecidas en Francia entre católicos
y protestantes, y con el objetivo de robustecer la autoridad del monarca,
sustrayéndolo de la legitimación teológica que dominó toda la edad media.

El aporte de su obra consiste en la incorporación de la idea de soberanía,


término que luego sería receptado y reconceptualizado por los autores
modernos subsiguientes, y llegaría a nuestros días como el atributo central
del poder estatal: el dominio territorial e independencia en lo interior y exte-
rior que el monarca reclamaba.

En términos generales, la soberanía significaba para Jean Bodin un dere-


cho perpetuo y absoluto de hacer, interpretar y ejecutar las leyes, una
fuerza de cohesión, de unión de la comunidad política imprescindible.

Así, consideraba como algo necesario de todo Estado ordenado la existen-


cia de tal potestad perpetua y absoluta de toda república donde los prínci-
pes soberanos la ejercen vitaliciamente.

Este poder de todos modos no era ilimitado, ya que por encima del rey
estaba la ley de Dios y la de la naturaleza, aunque esta última no termina de
ser aclarada concretamente; de todos modos, una violación flagrante a esta
última (la ley natural) sería el respeto a los pactos y el respeto a la propie-
dad privada.
Finalmente, consideraba que el único Estado bien ordenado es aquel en
que la soberanía es indivisa porque reside en una sola persona.
El objetivo central de toda su obra, es la defensa y justificación de una
monarquía absoluta, confundiendo (intencionalmente) la soberanía como
un atributo en cabeza del propio monarca, sin ofrecer una diferenciación
entre las actuales ideas de gobierno y estado, que luego los próximos
autores contractualistas modernos como Locke, Montesquieu y el propio
Rousseau se encargarían de edificar en sus obras

Thomas Hobbes
La obra de este autor moderno resulta de inmensurable valor en cuanto
ofrece al lector un marco crítico y reflexivo sobre el acuerdo social que rep-
resenta el estado, vigente incluso en la actualidad.
Inaugura la metodología de estudio del contractualismo moderno como
hipótesis teórica tendiente a justificar la existencia del estado, su necesidad
e importancia como única herramienta capaz de garantizar la supervivencia
de la propia humanidad: los pactos sin espadas son solo palabras.

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Para la comprensión sus aportes, resulta fundamental analizar con deten-
imiento el frontispicio de su obra, esta icografía que grafica con claridad
el proceso de acuerdo por el que los hombres transitan para liberarse del
estado de naturaleza mortal, y crear así un LEVIATHAN con la fuerza y el
poder suficiente para garantizarles a estos una vida pacífica y ordenada.

A continuación, lo invitamos a realizar la Actividad 1 del módulo.

La vida de Thomas Hobbes se prolongó durante noventa y un años entre


1588 y 1679. Oriundo de Inglaterra, educado en Oxford, muy vinculado a
los pensadores contemporáneos a él, como Galileo; según algunos, hasta
llegó a conocer al propio Descartes. Desde el punto de vista de sus ideas
políticas, brindó grandes e importantes aportes. Consideraba la necesidad
de la existencia de un Estado sin límites que protegiera a la sociedad (orga-
nización artificial) de la guerra y, en última instancia, en la gran solución
para conservar el género humano. Esta protección, según Hobbes, nace del
contrato de los hombres que establecen los mismos hombres y por el que
se someten al soberano, quien nace del contrato pero no es parte de él. Es
decir que a partir de este contrato nace un Estado todopoderoso,
considerado como una persona artificial. El titular de esa persona artificial
es el soberano, que pasa a tener a los ciudadanos como súbditos.
El soberano hobbesiano sólo tiene el deber -que no la obligación- de
garantizar la paz y la seguridad de los ciudadanos, pues tanto el Estado
como el soberano que lo dirige perderían todo el sentido de su existencia de
no ser capaces de garantizar la seguridad. Si el soberano no es capaz de
mantener el Estado con la fuerza que lo debe caracterizar, si el Leviatán se
debilita hasta tal punto que ya no puede garantizar a los súbditos su protec-
ción, éstos quedan liberados de toda obligación. Éste es el único caso de
reversibilidad del contrato que devolvería a cada uno la irrevocable trans-
misión del derecho natural hecha al Estado. El debilitamiento del Estado, es
decir, la incapacidad de ejercer un poder absoluto sobre los ciudadanos,
termina destruyendo la sociedad civil y devolviendo a los súbditos a su terri-
ble y anárquico estado de naturaleza.
Como titular del poder, el soberano se convierte en el verdadero garante de
la justicia y de la moral, ya que lo justo y lo bueno pasan a definirse
armónicamente con la voluntad del soberano. Su poder es absoluto
porque, si existiera otro poder que lo limitase, ese poder sería el soberano
y no él. Goza de total inmunidad y no puede ser acusado por los súbditos.
Para Hobbes, como para Bodino, el soberano es el único poder legislativo.
Sin embargo, Hobbes va más allá que Bodino al no limitar al soberano por
el derecho divino. El soberano de Hobbes, única fuente de poder capaz de
hacer y deshacer las leyes, no está, sin embargo, sujeto a ellas, ya que
«nadie puede obligarse a sí mismo, el que está obligado ante sí mismo
carece de compromiso».

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 85


Su obra se construye con el claro propósito de defender una monarquía
absoluta, siguiendo al propio Bodin, y coincidente con la idea de que el
monopolio de la fuerza y la concentración de los instrumentos de poder
estén a cargo de una persona; como únicos medios posibles de garantizar
la supervivencia humana.

IV- Sociedad Civil: concepto. Diversos enfoques respecto a


su relación con el Estado
Antes de ingresar al análisis del concepto de la sociedad civil, debemos
contextualizar su aparición en el proceso de debilitamiento del absolutismo
monárquico la revolución francesa como proceso histórico que determino el
nacimiento de la sociedad civil.
Así las cosas, la sociedad civil resulta un elemento central del liberalismo
posterior a la revolución francesa.
FIN DEL ABSOLUTISMO MONÁRQUICO, revolución francesa y la
sociedad civil.

La Revolución Francesa
Todos los pensadores, de una u otra manera, contribuirán a socavar los
cimientos de las monarquías absolutistas y del pensamiento político
europeo vigente en el siglo XVIII, lo que confluirá definitivamente en la
Revolución Francesa de 1789, que contagiará primero a Europa y luego al
mundo en la próxima centuria.
Algunos autores hablan de una doble revolución, porque estamos ante la
revolución europea, pero también la atlántica. Lo que sí es importante es
que el pensamiento del hombre – ciudadano ya no será más el mismo,
después de haber sido impregnado de las ideas de la Revolución Francesa
y de pensadores como Voltaire, Rousseau y Montesquieu y, del otro lado
del Canal de la Mancha, John Locke.
En muchos casos algunos pensadores como Edmund Burke (1729 – 1797)
partidario de la libertad política y del parlamentarismo ingles criticaba
abiertamente esta revolución porque la consideraba como algo abstracto.
Él decía que Inglaterra había dado al continente europeo un ejemplo de
deísmo, de ateísmo, de libre pensamiento entre otras ideas. Además, en su
crítica hacia la revolución sostenía que el sistema político inglés era un
sistema natural consecuencia del desarrollo histórico.
Consideraba también que la igualdad, tan admirada por los revolucionarios,
no era algo natural sino impuesta. Gran admirador de Montesquieu, cuya
lectura confirmo su idea de libertad privilegio frente a su desprecio a toda
igualdad democrática en una monarquía libre.

LA REVOLUCION FRANCESA
Fue el proceso social, político y económico ocurrido en Francia entre 1789-
1799, y que produjo la ruptura del orden monárquico absolutista moderno y
el destierro de los últimos vestigios feudales de Francia.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 86


Sus principales consecuencias fueron:
• El derrocamiento de Luis XVI.
• La abolición de la monarquía en Francia, instauración de la
República en Francia.
• dictado de la declaración de los derechos del hombre y del ciu-
dadano y la constitución.
• inicio de la edad contemporánea.

Causas
• La incapacidad de las monarquía, nobleza y clero para resolver los
problemas sociales y económicos del estado francés.
• Los excesivos impuestos sobre la población no privilegiada y su
empobrecimiento
• El desarrollo de nuevas hipótesis teóricas en contra del estado
absoluto (Locke, Rousseau) – siglo de las luces (ilustración).
• La guerra de la Independencia estadounidense: afectación de las
finanzas francesas por impulsar la independencia de las colonias
norteamericanas.

Más de un siglo antes de que Luis XVI ascendiera al trono (1774), el


Estado francés había sufrido periódicas crisis económicas motivadas por:
• Largas guerras emprendidas durante el reinado de Luis XIV
• Mala administración de los asuntos nacionales en el reinado de Luis
XV
• El aumento de la deuda generado por los préstamos a las colonias
británicas de Norteamérica durante la guerra de la Independencia
estadounidense (1775-1783).

Durante el reinado de Luis XIV (1643-1715), Francia se hallaba bajo el


dominio de una monarquía absolutista, el poder de rey y de la nobleza era
la base de este régimen, pero en realidad el estado se encontraba en una
situación económica bastante precaria, que se agravó por el mal gobierno
de Luis XV (bisnieto de Luis XIV), y que tocó fondo durante el reinado de
Luis XVI, gobernante bien intencionado, pero de carácter débil, por lo que
se lo llamaba el buen Luis.
El mantenimiento de un estado absolutista demandaba mucho dinero, ya
que:
* Existía un gran número de funcionarios en el gobierno
* Se tenía que mantener un gran ejército permanente.
* La corte vivía rodeada de lujos.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 87


Se recurrió al tradicional intento de aumentar los impuestos.
Se trató de conseguir que la nobleza también aporte su correspondiente
diezmo, medida que provocó la ira y oposición de esta última clase social,
que estaba dispuesta a defender sus privilegios feudales, hasta el punto de
enfrentar la monarquía. Para que no se empeorara su situación económica
la nobleza trató de acaparar más cargos en la burocracia estatal, y además,
aumentó la explotación de los campesinos que trabajaban en sus tierras,
exigiéndoles mayores contribuciones. La sociedad estaba compuesta por
tres sectores sociales llamados estados.
El primer estado era la Iglesia; sumaba unas 120.000 personas, poseía el
10% de las tierras de Francia y no pagaba impuestos. Recibía de los camp-
esinos el “diezmo”, es decirla décima parte del producto de sus cosechas.
Sólo la Iglesia podía legalizar casamientos, nacimientos y defunciones,
y la educación estaba en sus manos. El segundo estado era la nobleza,
integrada por unas 350.000personas. Dueños del 30 % de las tierras, los
nobles estaban eximidos de la mayoría de los impuestos y ocupaban todos
los cargos públicos. Los campesinos les pagaban tributo y sólo podían
venderles sus cosechas a ellos. Tenían tribunales propios, es decir que se
juzgaban a sí mismos.
El tercer estado comprendía al 98% de la población, y su composición era
muy variada. Por un lado estaba la burguesía, formada por los ricos
financistas y banqueros que hacían negocios con el estado; los artesanos,
funcionarios menores y comerciantes. Por otra parte, existían campesinos
libres, muy pequeños propietarios, arrendatarios y jornaleros. El proletari-
ado urbano vivía de trabajos artesanales y tareas domésticas. Finalmente
estaban los siervos, que debían trabajo y obediencia a sus señores. El
tercer estado carecía de poder y decisión política, pero pagaba todos los
impuestos, hacia los peores trabajos y no tenía ningún derecho. La bur-
guesía necesitaba tener acceso al poder y manejar un estado centralizado
que protegiera e impulsara sus actividades económicas, tal como venía
ocurriendo en Inglaterra.
Viendo la difícil situación económica que se asomaba, la nobleza exigió que
se llamara a Estados Generales, para el tratamiento de una ley de impues-
tos. La monarquía prácticamente arruinada económicamente y sin el apoyo
de gran parte de la nobleza, estaba en la ruina.
El pueblo exigía la convocatoria de los Estados Generales (una asamblea
de notables formada por representantes del clero, la nobleza y el tercer
estado), cuya última reunión se había producido en 1614, para tratar la
problemática social existente y sobre todo evitar la imposición de nuevos
impuestos sobre el estado llano (3er estado) como única medida posible
para su solución. Para solucionar los problemas económicos, Luis XVI con-
vocó a los Estados Generales del Reino (una asamblea consultiva) que no
se reunían desde 1614.
Esta convocatoria fue aceptada por el clero y la nobleza quienes se nega-
ban a pagar los tributos indispensables para solucionar la crisis económica.
Los burgueses (componentes más ricos pero sin participación política del
3er estado) se aprovecharon de estas circunstancias y, ante la amenaza de
la nobleza armada que pretendió mantener sus privilegios, movilizaron a
toda la nación.

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El 14 de julio de 1789, se apoderaron de la Bastilla. Esta prisión era el
símbolo del absolutismo político (cárcel y depósito de armas). Cuando se
reunieron en los Estados Generales (1789), la situación de Francia estaba
sumamente comprometida, ya que el pueblo no soportaba más tan penosa
vida, y existía un gran descontento social. Como se dijo, las clases sociales
existentes en ese momento eran: la nobleza, el clero y la burguesía, pero al
contar los votos de la nobleza y del clero, que pertenecían a un estamento
privilegiado, superaban en número a la burguesía, y por lo tanto siempre se
tomaban las decisiones que a este sector le convenía. Solucionado este
sistema de conteo, el tercer estamento (la burguesía) pudo tomar el control
de la situación, y comenzó a sesionar como Asamblea Nacional, y juraron
solemnemente que ésta no se disolvería hasta tanto no se logre conformar
una Constitución Nacional.
En 14 de Julio de 1789, la burguesía se vio apoyada por un gran sector
explotado por la nobleza, los campesinos, que en medio de una agitada
multitud revolucionaria formada por hombres y mujeres, saturados de
injusticias y de hambre, se dirigen violentamente a la Bastilla, símbolo del
régimen absolutista, donde funcionaba como cárcel de los opositores al
sistema de gobierno, y toman la toman por la fuerza. Esta demostración
atemorizó a los partidarios del antiguo sistema, y sirvió para inclinar la
balanza en favor de los revolucionarios, desplazando así del poder a los
nobles y partidarios del absolutismo.
Paralelamente se produjo en las zonas rurales levantamientos de los cam-
pesinos contra los señores feudales, lo cuales fueron asesinados, y sus
castillos saqueados e incendiados. A este movimiento social por la justicia y
fraternidad de los hombres en 1789, se lo conoce como el Gran Miedo.
La Asamblea Nacional estaba formada por la burguesía, que inicialmente
para luchar contra la monarquía, lo hizo en forma unificada, pero en real-
idad la burguesía no era una clase social homogénea, sino que estaba
dividida en la alta burguesía –banqueros, financistas, comerciantes, propi-
etarios- y en la baja burguesía formada por los profesionales (abogados y
médicos), pequeños comerciantes y dueños de talleres.
Cuando llegó el momento de decidir por la forma de gobierno, la alta bur-
guesía apoyó a los girondinos, oriundos de la provincia de La Gironda, que
querían llegar a un acuerdo con la monarquía e instaurar una monarquía
constitucional, es decir, tenía una actitud moderadora respecto a los cam-
bios políticos.
Por otro lado, estaban los jacobinos, que tenían ideas más revolucionarias
y de cambios radicales, con tendencia a la instauración de una república
democrática, con derechos a la participación política y con la aplicación de
medidas más equitativas para la repartición de la riqueza y la lucha contra
el hambre popular. Dicho nombre proviene de que se reunían en asam-
bleas, llamadas clubes, en un convento ubicado sobre la calle San Jacobo.
Los diputados de la asamblea, decidieron eliminar los privilegios de la
nobleza, se les obligó a pagar impuestos y se eliminó el diezmo a la Iglesia.
Pocos días después la asamblea dicta la Declaración de los Derechos del
Hombre y el Ciudadano, esta proclama se transformó en la síntesis de las
ideas revolucionarias, basadas en tres banderas: igualdad, fraternidad y
libertad.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 89


Les interesaba la libertad para comerciar, la defensa de la propiedad
privada y la igualdad de los ciudadanos ante la ley.
El 3 de septiembre de 1789, se proclamó la Constitución de carácter mod-
erado, en donde la alta burguesía había logrado prevalecer sus ideales, de
negociar con el antiguo régimen, quedando a cargo del poder ejecutivo el
rey (Luis XVI), el poder legislativo lo ejerció una asamblea formada por la
burguesía y el poder judicial, se compuso de jueces electos. Se estableció
que sólo podían votar aquellos que pagaban ciertos impuestos, y de esta
manera se pone en evidencia que las banderas de igualdad proclamada
por los revolucionarios tenían ciertas limitaciones.

En la Revolución francesa podemos distinguir cuatro etapas:

1- La Asamblea Constituyente (1789-1791): formada por decisión de los


miembros de la burguesía en el seno de la Asamblea de los Estados
Generales convocados por el Rey; abolió los privilegios, sometió al
clero al poder civil y secularizó sus bienes, ordenó la redacción de la
“Declaración de los derechos del hombre”, y estableció el imperio de
la Constitución de 1791.
2- La Asamblea Legislativa (1791-1792): elegida por sufragio censitario
y donde se impuso la tendencia republicana de los moderados
girondinos y los extremistas jacobinos sobre los defensores de
la monarquía; creó el ejército nacional para defender el proceso
revolucionario contra los demás monarcas europeos, ya que los
nobles que habían emigrado trataban de conseguir la ayuda de Prusia
y Austria para restablecer el “Antiguo Régimen”.
El rey fue privado de sus poderes durante un breve periodo, pero la may-
oría moderada de la Asamblea Constituyente, que temía que se incrementa-
ran los disturbios, restituyó a Luis XVI con la esperanza de frenar el ascenso
del radicalismo y evitar una intervención de las potencias extranjeras.
El 14 de septiembre, el rey juró respetar la Constitución modificada. Dos
semanas después, se disolvió la Asamblea Constituyente para dar paso a
las elecciones sancionadas por la Constitución. Durante este tiempo, Leop-
oldo II y Federico Guillermo II, rey de Prusia, emitieron el 27 de agosto una
declaración conjunta referente a Francia en la que se amenazaba velada-
mente con una intervención armada.
La Asamblea Legislativa, que comenzó sus sesiones el 1 de octubre de
1791, estaba formada por 750 miembros que no tenían experiencia alguna
en la vida política, debido a que los propios integrantes de la Asamblea
Constituyente habían votado en contra de su elegibilidad como diputados
de la nueva cámara. Ésta se hallaba dividida en facciones divergentes.

3- La Convención (1792-1795): que reclamó la República, dio muerte al


monarca e impuso un régimen de terror. La Convención pretendió
borrar todo vestigio del pasado más, la posición extremista de
Robespierre unió a todas las fuerzas contra él y se le ajustició, junto
a sus colaboradores que habían llevado la violencia al paroxismo

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mediante la implantación de ese régimen de terror.
4- El Directorio (1795-99): que fue un gobierno moderado y que, ante el
peligro de un retorno de la reacción o de un rebrote del terror, acabó
por ceder el poder a un joven general que se había distinguido por
sus victorias contra los austríacos en Italia: Napoleón Bonaparte.

Obra de Bonaparte
Este general dirigió y condujo la política francesa durante quince años. Las
campañas militares de sus ejércitos difundieron los principios de la Revolu-
ción por todo el continente europeo.
Gracias al prestigio que le dieron sus campañas de Italia y de Egipto, pudo
dar un exitoso golpe de Estado que le permitió derrocar al Directorio y crear
el Consulado, en el cual asumió el cargo de Primer Cónsul. Tres años más
tarde, se declaró cónsul único y vitalicio, y un decreto senatorial de 1804,
ratificado por un plebiscito, lo proclamó “Emperador de los franceses”.
Consecuencias de la Revolución Francesa:
• Se destruyó el sistema MONARQUICO ABSOLUTISTA FEUDAL
• Surgió la creación de una República de corte liberal
• Se creó y difundió la declaración de los Derechos del hombre y los
Ciudadanos
• La burguesía amplió cada vez más su influencia en Europa
• Los derechos y privilegios de los señores feudales fueron anulados
• Comenzaron a surgir ideas de independencia en las colonias amer-
icanas
• Se fomentaron los movimientos nacionalistas
• La aparición de la sociedad civil.

Sobre el concepto de sociedad civil


La primera y más importante dificultad a la que nos enfrentamos en el
estudio de la sociedad civil, es precisamente, su conceptualización. La idea
de sociedad civil está íntimamente vinculada a un proceso de definición
político histórico y de tensión con el estado; resultando su vinculación una
de las cuestiones de mayor análisis en la ciencia política.
Así, el debate no sólo se centra en torno a cuál de los dos conceptos
resulta más antiguo, si la sociedad o el estado, sino a la conflictiva artic-
ulación entre ambos a lo largo de la historia y a la luz de los diferentes
teóricos de la materia.
La tesis de tradición alemana, cuyo mayor exponente es el propio Her-
mann Heller, sostiene la separación entre las esferas de estado y sociedad,
resultando ámbitos diferentes, cuya demarcación aparece con la disolu-
ción del sistema estamental del medioevo, y en cuyo reemplazo la forma
económica capitalista permitió la gestación de una sociedad clasista fun-
dada en la libertad e igualdad de sus miembros sin injerencia del estado.

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Pese a que otros autores, tal como señalaremos, sostienen una mayor
proximidad y vínculo entre estas esferas; anclaremos nuestro estudio a la
corriente alemana que propugna una escisión entre estado y sociedad.
De esta manera, preliminarmente diremos que la sociedad civil es el
espacio de libre interrelacionamiento de las personas no subordinadas al
Estado. Así, un concepto genérico de sociedad está configurado por el
género humano entendido como el contenido abstracto de todas las formas
de la convivencia humana; es decir que por sociedad se entendería la unión
entre los hombres, en general por fuera del Estado.
Sin embargo, a poco de ingresar en el análisis de dicho concepto, es
posible observar la unidad indisoluble que existe entre este concepto y la
idea de un espacio de interrelacionamiento humano y social sin los
ligámenes coactivos de imposición estatal; esto es, un ámbito de libre dis-
posición de las fuerzas sociales.
Así, en sus orígenes, la sociedad civil estuvo vinculada al producto de las
luchas contra el absolutismo teocrático, es decir, la ruptura de la persona
contra la iglesia y el reclamo por un espacio de autodeterminación indi-
vidual entre pares, que a partir de la revolución francesa, devendría en un
ámbito de relacionamiento entre iguales a partir de la satisfacción de sus
propios intereses, quedándole al Estado sólo la garantía de dichos presu-
puestos mínimos: la libertad y la igualdad.
Esto conduce, indefectiblemente, a la conceptualización de la sociedad civil,
según su idea económica, es la sociedad pura de relaciones de mer-cado
entre sujetos económicos iguales y libres: la sociedad viene a ser algo así
como el sedimento que se produce al realizarse todos los contratos par-
ticulares. La única norma que se reconoce es el interés individual egoísta, la
única ordenación la del mercado, que surge del libre juego conjunto de los
intereses particulares.
Es sobre esta idea que el propio Heller va a construir su posicionamiento
teórico, manifestado en la obra TEORIA DEL ESTADO, en cuyo texto la
car-acterización de la sociedad civil está dada por la descripción de las
vertien-tes en pugna: el liberalismo burgués y la crítica marxista que
intentan definir desde su posición la verdadera idea de la sociedad civil.
Para el primero de estos, los hombres que conforman la sociedad son
sujetos libres e iguales, de lo que deriva su igualdad económica para auto
determinarse y autorregularse en el proceso de relacionamiento con sus
pares.
Así, la economía capitalista asume un auto equilibrio dado por el libre juego
de estos actores dotados de iguales condiciones para la competencia,
donde el Estado constituye un simple observador garante de dichas condi-
ciones mínimas que habilitan la competencia libre e igual para los iguales.
Sin embargo, la posición crítico marxista hábilmente develará esta ficción
formal de auto equilibrio regulado por fuerzas naturales: la sociedad civil
real es una sociedad de clases, cuya unión se mantiene mediante el pre-
dominio de una de ellas para cuya subsistencia es, sin duda, necesario el
mantenimiento de la ideología de la libertad y de la igualdad. 6

6 Hermann Heller. Ob. Cit. P. 128.

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De esta manera, se incorpora al debate la idea de que el concepto de
sociedad civil se vincula íntimamente con el conflicto, la dominación y la
opresión, corriendo el velo de la ficción del libre juego entre iguales.
En consecuencia, a la débil intervención del Estado que garantiza el libre
juego, la posición critico marxista imputa responsabilidad en el man-
teamiento de la desigualdad, resultado así que su inactividad constituye en
realidad, omisión en favor de los poderosos fomentando el dominio clasista.
De todo ello se colige que la sociedad civil carece de una conceptual-
ización univoca y formalmente definitoria. Por el contrario, la sociedad civil
constituye una materia de debate entre 2 extremos: las posiciones liberales
burguesas y las críticas marxistas que fundan sus diferencias en cuanto a la
posición de cercanía o independencia del estado para con dicho espacio de
interralacionamiento social.
Así, mientras que las posiciones liberales burguesas sostienen un pro-ceso
de autorregulación entre pares y la necesidad de un estado mínimo
gendarme y simplemente observador del libre juego; los críticos marxistas
sostienen una crítica encarnizada en contra de dicha omisión, siendo la no
intervención del estado, intervención en favor de unos sobre otros.
Por ello, la conceptualización de la sociedad civil responde no solo a un
posicionamiento ideológico sino a un proceso histórico político de fricción
entre dicho espacio de interacción social y el estado como instrumento de
regulación.

Para el estudio de los contenidos de este punto del programa le sugiero la


lectura del libro de BONETTO de SCANDOGLIERO, María Susana y otros.
Notas sobre Teoría del Estado. Ed. Advocatus, Córdoba, 2014. Capítulo:
- Distintas aproximaciones a la sociedad civil. Su formación histórica.

V- Reflexiones teóricas sobre el Estado: algunas


nociones comparativas
Esta instancia final de la unidad II está reservada para una reflexión sobre
los contenidos hasta aquí estudiados. En tal sentido, de las lecturas sugeri-
das para cada tema habrá notado que se ha seguido la perspectiva teórica
de Hermann Heller, académico alemán cuya obra constituye una referencia
ineludible sobre la teoría del estado, de actual vigencia pese a haber sido
publicada (de forma póstuma) en la década de 1930.
Los valiosos aportes de esta obra, sin embargo, reflejan un análisis descrip-
tivo sobre el fenómeno estatal: desde su aparición finalizando la edad
media, hasta su desarrollo como monarquía absoluta; íntimamente ligado a
los países de Europa central, más precisamente Inglaterra, Italia, Francia,
España, Portugal, Alemania y otros colindantes geográficamente.
No obstante, pese a su rigor, debe dejarse a salvo que el fenómeno estatal
en cuanto a su aparición, desarrollo y consolidación, no admite una expli-
cación monocausal o univoca.
Muy por el contrario, el Estado como institución central de la modernidad y
con epicentro en los países occidentales, y conformado como una unidad

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legítima de dominación territorial soberana caracterizada por la permanen-
cia, la estaticidad, y la unidad; no resulta el único modelo o forma de domi-
nación territorial existente en dicho periodo sobre el resto del mundo.
Así las cosas, no es posible identificar la aparición de todos los estados del
mundo bajo las mismas condiciones, en la misma instancia temporal y a
través del mismo proceso de concentración de instrumentos de poder tal
como aconteció en la modernidad europea bajo la forma de absolutismo
monárquico.
Para ello, es necesario señalar un doble marco de análisis para la reflexión
alternativa del estado:
1- El primero está dado por la significación o conceptualización misma del
Estado, esto es, su sentido. Así, la conceptualización del fenómeno
estatal estará vinculada a la percepción de cada autor y los elementos
que considere centrales para su estudio.
De esta manera, y al sólo efecto ejemplificativo, el desarrollo teórico de
Weber estará ligado al poder de dominación y la coerción que el estado
como estructura de poder ejerce, centra su análisis en el monopolio de la
fuerza física (violencia legítima) y como ello se organiza institucionalmente.
Por el contrario, autores como Kelsen, con un análisis ligado únicamente al
derecho y el orden jurídico positivo que representa el estado; Marx desde
una posición crítica sustentada en el Estado como instrumento de opresión
y dominación clasista; y otros como Hegel, Carre de Malberg, etc., quienes
analizarán diferentes componentes de la estructura a partir de diferentes
elementos caracterizantes.

2- En cuanto a su origen y aparición. Esto sin duda, es el eje central del


proceso de reflexión que le proponemos, con la vocación de identificar
otras posiciones teóricas sobre el nacimiento y formación del Estado en
escenarios completamente diferentes a los planteados en la obra de
Heller, esto es, Europa central.
Así, se plantean posiciones alternativas a marcos teóricos eurocéntricos
sobre el Estado, proponiendo perspectivas diferentes a los tradicionales
paradigmas de análisis sobre el fenómeno estatal.
Entre ellos, vale destacar el estudio sobre el estado en Latinoamérica,
sujeto a procesos de diferentes ligados a la colonización y la conquista
europea por sobre territorios indígenas.
De esta manera, en el continente americano (y posiblemente susceptible
de ser extendido a otros continentes sujetos a procesos de colonización
similares al nuestro), la colonialidad del poder es un factor de fundamental
importancia para la formación del estado y la cuestión nacional. Así,
los estados nacionales americanos fueron construidos insertos en un
colonialismo que pretendió la sobrexposición de una sociedad sobre otras
bajo relaciones de dominación y explotación instauradas por la violencia,
introducciones además penetración y transformación parcial de las
ciudades conquistadas.
Esto, tal como fue mencionado puede ser proyectado por sobre un
sinnúmero de espacios geográficos donde la colonización y la conquista

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fueron los instrumentos para la adopción forzada de modelos estatales
europeos, sin haber tránsito, tal como hemos estudiado, por la acumulación
de condiciones históricas post medievales que permitieron por sí misma la
conformación del estado moderno.
Este acápite final pretende generar en los alumnos una visión reflexiva
crítica sobre los conocimientos hasta aquí adquiridos en la materia,
permitiéndoles una comprensión integral del fenómeno estatal más próximo
a su realidad.

Para un análisis en detalle de esto, se sugiere la lectura del libro de


BONETTO de SCANDOGLIERO, María Susana y otros, disponible en
plata-forma. El Estado y sus modelos históricos y políticos en Europa y
Latino-américa. Ed. Advocatus, 2015. Capítulo:
- El Estado en Latinoamérica

A continuación, lo invitamos a realizar la Actividad 1 del módulo.

Unidad III: TEORIA DEL ESTADO (CONT.)


I- Elementos del Estado: Territorio, población, poder. El
Derecho. Concepto de Soberanía. Distinción entre Estado
y Gobierno
La caracterización de los elementos del estado constituye una de las
cuestiones centrales en la teoría del estado, máxime aun por la disparidad
de criterios clasificatorios existentes entre los autores, y la incorrecta inter-
pretación que se han hecho sobre estos. De tal manera, es preciso efectuar
una aclaración preliminar sobre el significado de “elementos”, denomi-
nación comúnmente dada a los componentes constitutivos de esta estruc-
tura, generalmente reducidos al territorio, la población y el poder.
Sin embargo, tal denominación de “elementos” constituye un término
desconocido y ausente en la teoría del estado de Hermann Heller, cuya
obra los identifica como condiciones de la unidad estatal. Así las cosas, la
obra del autor alemán ofrece una mirada teórica diferente, describiendo las
condiciones que permiten la unidad del estado llamándolas CONDICIONES
NATURALES Y CULTURALES DE LA UNIDAD ESTATAL, en cuyo listado
se incorpora al territorio, el pueblo, el derecho, la división económica en
clases y la opinión pública.
Al decir del propio autor, Hemos de ver, seguidamente, hasta qué punto
resultan insuficientes los intentos de hacer derivar al Estado de sus condi-
ciones geográficas, o de considerado como expresión de la raza, del
espíritu del pueblo o de la nación, o de concebido como mera función de la
sociedad económica dividida en clases, de la opinión pública, del derecho o
de cualquier idea. Todas estas conexiones son, en cuanto condiciones
naturales y culturales, de la mayor importancia para el nacimiento y perma-
nencia de la unidad estatal. Pero la unidad estatal, en su legalidad propia,
es más que una mera función de una e incluso de todas estas condiciones,
y algo distinto de ella.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 95


De esta manera, resulta un error disgregar dichas condiciones en elemen-
tos, creyendo que su sola acumulación o sumatoria conforman la estruc-
tura estatal. Contrariamente a ello, la vigencia del estado como unidad de
poder que reclama para sí la dominación soberana está condicionada por
diferentes cuestiones, que nosotros, al solo efecto analítico denominados
vulgarmente como elementos.
1- El territorio es el espacio o porción geográfica en la que se
realiza la actividad estatal, determinante para la acción del Estado en
el espacio y el ámbito de vigencia de aplicación de su poder soberano.
De ello se ha desprendido la íntima relación entre territorio, geografía y
política, imputando algunas perspectivas teóricas (hoy ya superadas) una
vinculación directa entre la forma de gobierno y la disposición geográfica
del territorio como condicionante político estatal.
Así, como preocupación fundamental, durante muchos años la delimitación
de las fronteras (identificadas como accidentes naturales de la geografía, un
río, una cadena de montañas) fueron tenidas como condicionantes para el
desarrollo del estado y su unidad, asociando formas de gobierno y proyec-
ciones estatales a su ordenamiento geográfico natural.
Hoy la geopolítica asigna una importancia menor, esto es, no condicionante
a la disposición geográfica de un estado, resultado de ello que el territorio
está determinado por la efectuada humana, es decir, el provecho que de
ella realiza la actividad humana y no al revés.
El territorio es el asiento físico de las relaciones de poder del Estado, el
ámbito espacial dentro del cual el Estado tiene su jurisdicción; sin embargo,
la tierra en sí misma no es nunca un “factor” político determinante, sino una
condición de la actividad política de la población, que sigue sus leyes
propias y puede influir sobre su territorio, a la vez que, de acuerdo con sus
fines políticos, transformado en gran medida “la situación geográfica ofrece
posibilidades y la situación geopolítica realizaciones de tales posibilidades
que se manifiestan como incrementos o como obstáculos”.

2- El pueblo
Resulta de transcendental importancia diferenciar el pueblo, la población
y la nación como conceptos incorrectamente asociados con carácter de
sinónimo,
La población constituye el componente humano que ocupa su territorio,
mientras que la idea de pueblo adquiere connotación en la medida que
responde a componentes identitarios que condicionan la unidad del estado.
El pueblo no es una unidad homogénea, muy por el contrario, resulta un
grupo humano heterogéneo que solo es tenido como unidad ante el dere-
cho.
En la obra de Heller, la Nación implica la conciencia de identidad política
sobre dicho grupo humano, determinante de una conexión de voluntad
política entre sus miembros.
El concepto de nación, propio del siglo XVIII posterior a la revolución fran-
cesa, determina un sentido de cohesión de las poblaciones que conduce a

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 96


la conciencia sobre los caracteres objetivos y subjetivos de identidad que
los nuclean: la lengua, las creencias, la religión, costumbres etc.
Sin embargo, el Estado es una forma de organización política cuya base
poblacional puede o no constituir una Nación, o varias naciones, o no con-
stituir ninguna y a su vez puede haber grupos nacionales cuyos habitantes
vivan bajo la jurisdicción de diversos estados. No puede aceptarse que el
pueblo o la nación sean una unidad en cierto modo natural, anterior a la del
Estado, que viniera a constituir a ésta en virtud de su propia efectividad.

3- El derecho
El derecho positivo, al cual se refiere la teoría del Estado no es una orde-
nación natural, sino una ordenación social. Entre estas, es necesario distin-
guir entre aquellas que presentan un mero carácter de regularidad efectiva,
de normalidad, de aquellas otras que aparecen como exigidas y del tipo
normativas.
Esta última refiere específicamente al derecho positivo como ordenación
jurídica cuyo monopolio de creación y aplicación reclama el estado de
manera exclusiva y excluyente.
De esta manera, el derecho positivo se diferencia de las reglas conven-
cionales mediante la organización de instancias legislativas y judiciales
destinadas a la creación del orden jurídico y la aplicación coactiva que el
estado conserva monopólicamente como atributo soberano; resultando así
una definición que lo describe como aquella ordenación normativa social
establecida y garantizada por los órganos del estado.
Las normas jurídicas positivas no se establecen por sí mismas, sino que
son queridas, establecidas ya aseguradas mediante disposiciones reales.
Como sucede con toda realidad social, lo que interesa en la conducta con-
stitutiva del poder del Estado que siguen los súbditos, no es sólo su valor
de conciencia moral, sino además su valor de acción política. Evidente-
mente que la aceptación es tanto mayor y tanto más reducida la coacción y
tanto más fuerte el poder del conjunto, cuanto más firme sea la creencia en
la legitimidad del derecho formador de poder. Pero no se debe olvidar que
también el poder no legitimado puede operar en el sentido de crear dere-
cho, de un lado porque la legalidad de la conducta no está necesariamente
condicionada por la legitimidad de la norma jurídica, sino que los hombres
obedecen también el derecho injusto por apatía, temor o interés; y de otro,
porque el derecho es la forma en la cual tiene que manifestarse incluso el
poder no legitimado, de modo que, aun cuando sea injusto, ha de contener
ciertos principios de constitución comunes a todo derecho.
4- El poder
La soberanía es un atributo central del estado como unidad de acción y
decisión, que representa su capacidad de dirección e instancia final de
decisión, acción y sanción. Así, el poder soberano no se encuentra subor-
dinado ningún otro; tiene superioridad, siendo, en su especie, el poder más
alto; la soberanía se encuentra relacionada con el imperio de la ley, ya que
una hace posible la existencia de la otra, el orden jurídico impera en función
de la soberanía.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 97


La soberanía afirma la individualidad, autodeterminación e independencia
del Estado respecto de los otros Estados particulares la cual se entiende
como soberanía exterior y no tiene sentido de superioridad sino de igual-
dad.
En la teoría de Heller es necesario distinguir la diferenciación que con tanta
claridad expone sobre el poder,
• PODER OBJETIVO DEL ESTADO: soberanía como autoridad
suprema de ordenación en lo interno e interno. Es el estado como un todo.
• PODER SUBEJETIVO EN EL ESTADO: gobernante. No es soberano
quien gobierna sino quien dota de potestad para hacerlo. En este caso el
gobernante simplemente actúa en ejercicio del poder dentro del estado, no
siendo el portador del poder objetivo del estado como una unidad.
• PODER SUBJETIVO SOBRE EL ESTADO: poder constituyente
que realiza la voluntad creadora del estado.
Así el poder del estado constituye una unidad de acción y decisión que
trasciende a sus miembros y funcionada como un todo unitario.
De todo lo que hemos ido exponiendo llegamos a la conclusión de que
el Estado no puede ser concebido ni como una función de su territorio, ni
como fenómeno de expresión del pueblo, de la sociedad de clases o de la
opinión pública y que no puede ser, en manera alguna, disuelto en el dere-
cho. Todos esos fenómenos naturales y culturales son condiciones, en
parte histórica y en parte universalmente necesaria, del nacimiento y
permanencia de la unidad estatal. Pero ni en conjunto ni, mucho menos,
aisladas, pueden tales condiciones revelarnos la ley sustantiva del Estado.

Para el estudio de los contenidos de este punto del programa le sugiero la


lectura del libro de BONETTO de SCANDOGLIERO, María Susana y otros.
Notas sobre teoría del estado. Ed. Advocatus, Córdoba, 2014. Capítulos:
- El Estado: Elementos naturales y culturales del Estado
- El Estado: El poder de la organización estatal como acción y
como decisión

A continuación, lo invitamos a realizar la actividad 2 de este módulo.

II- Fin y justificación del Estado

En el proceso de estudio sobre la esencia y realidad del estado, transita-


remos ahora sobre sobre la cuestión del ¿para qué? y ¿por qué? de esta
estructura de poder soberana, preguntas que nos conducirán hacia el fin y
la justificación del estado, respectivamente.
De esta manera introduciremos la cuestión relativa al fin del estado como lo
esencial (perteneciente a la órbita del ser), y que hace a la existencia misma
del estado; mientras que lo relativo a su justificación nos conducirá hacia la
problemática del deber ser.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 98


No obstante referir a los aspectos centrales de ambas cuestiones, se
recomienda profundizar el estudio de estos contenidos a través de la
lectura del libro de BONETTO de SCANDOGLIERO, María Susana y
otros, disponible en plataforma. Notas sobre Teoría del Estado. Ed.
Advocatus, Córdoba, 2014. Capítulo:
- El Estado: Fin del Estado

El Estado: Justificación del Estado


Esto refiere a la vinculación del estado con su existencia histórica y la
función social tendiente a asegurar la convivencia y cooperación colectiva
unitaria entre los hombres sobre un territorio. Así, su abordaje pretende
vincular su finalidad con la función política que este lleva adelante.
Para ello, primero es necesario expresar que el estado no constituye un fin
en sí mismo, ni su estudio refiere a los fines subjetivos o particulares de
quienes lo integran o formaron parte de su pacto creacional, diferencián-
dose así de aquellas perspectivas teóricas que vinculan el estudio de sus
fines a las ideologías de los grupos humanos que lo habitan.
Así, el estudio de los fines del estado supone indagar sobre el sentido del
estado a través de su función social objetiva y política. Una vez constituido,
el estado adquiere autonomía con respecto a sus integrantes, existe en sus
propios efectos trascendiendo a la voluntad de sus miembros y goza de
fines propios: la función social,
Esta función social es aquella que pretende organizar a sus miembros
(seres de voluntad (en un territorio de manera autónoma y soberana, esto
es, organizar la oposición de intereses sobre la base de una voluntad
comuna; o al decir del propio Heller: activar autónomamente la cooperación
social territorial.
De esta manera, el propio autor refiere a la función social del Estado como
“la función que consiste pues, en la organización y activación autónomas de
la cooperación social territorial, fundada en la necesidad histórica de un
status vivendi común que armonice todas las oposiciones de intereses
dentro de una zona geográfica, la cual, en tanto no exista un estado
mundial, aparece delimitada por otros grupos territoriales de dominación de
natu-raleza semejante”.
El Estado implica el asentamiento, en un determinado lugar geográfico de
una población con intereses contrapuestos e interdependientes, con un alto
grado de división del trabajo social lo cual produce conflictos, entonces es
necesario que estos hombres aspiren a un tipo de organización autónoma
que pueda concretar la armonización de esos intereses es decir, que la fina-
lidad del Estado es asegurar la conexión de esa organización que es la que
posibilita la convivencia política de intereses contrapuestos en un marco
territorial determinado.
Heller en definitiva, llega a la explicación del fin del Estado, por la función
del Estado, y así dirá: “la función del Estado, es la función política que la
domina como función de cooperación social territorial, o sea, que el Estado
como organización está al servicio de esa función de cooperación social ter-
ritorial, que es lo que hace que el Estado permanezca como tal; si eso no se

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da, el Estado ya no existe, se destruye. La finalidad en definitiva es
asegurar la paz y la armonización de intereses. -
Así, la función política es aquella que dentro del Estado tiende a dirigir,
conducir u ordenar, y no aquella que ejecuta o cumple subordinadamente
funciones asignadas.
Así, será depositario político únicamente quien puede llevar adelante activ-
idades de cambio dentro del estado sobre la base de decisiones autóno-
mas. Aquellos órganos que pueden llevar adelante funciones de cambio en
la organización y distribución de su propia fuerza son órganos políticos.
De manera contraria, aquellos órganos que se encuentran subordinados
conforme normas y mandatos pree establecidos no llevan adelante una
función política.
Así, en un estado de derecho con división de funciones, se infiere que el
poder legislativo y el poder ejecutivo (como planificador de políticas y no
como administrador), son los encargados de llevar adelante una función
política; mientras que el órgano judicial y el poder ejecutivo (en cuanto
como órgano que administra y no que planifica) no llevan adelante función
política.
Sin embargo, tal diferenciación es posible en periodos de regularidad y
normal desempeño de la función estatal; mientras que en situaciones
excepcionales como guerra, todas las funciones del estado resultan modifi-
cadoras, esto es, funciones políticas.
Así, la calidad de político de un poder social no es algo establecido defin-
itivamente, de una vez para siempre, sino que depende de las circunstan-
cias sociales, especialmente de la mayor o menor homogeneidad social y
política del pueblo del Estado, así como de la forma concreta de Estado.

LA JUSTIFICACIÓN DEL ESTADO


La cuestión de la justificación del estado, en cambio, transita hacia la inda-
gación sobre el deber ser, esto es, su existencia.
De tal manera, el estado solo puede justificarse en la medida que asegure
un derecho justo, dotado de una valoración sobre su legitimidad y que per-
mita una aceptación o creencia sobre su utilidad por parte de la comunidad
a partir de juicios valorativos de su propia conciencia moral.
Así, el resultado justifica su existencia en cuanto representa la organización
necesaria para asegurar un derecho justo. Esto, refiere a la legitimidad del
estado o su propia justificación; cuestión que debe ser distinguida de la
justificación de la autoridad del estado.
Esto último, hace referencia a quienes en un momento dado llevan adelante
el ejercicio del poder en el estado; esta autoridad será legitima en la medida
que pueda asegurar o garantizar aquel derecho justo que justifica al estado
mismo.
En cuanto se pierde la creencia sobre la legitimidad de la existencia del
Estado, este ha llegado a su fin. Tal como dice el propio Heller, todo poder
estatal, aspira a ser poder jurídico, esto es, valer como autoridad legítima
que obliga moralmente a la voluntad. La legitimidad moral de su pretensión

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 100


de máximo sacrificio y poder coactivo no puede ser fundamentada con la
mera remisión al carácter necesario de su función social, o sea, la organi-
zación y actuación de la cooperación social-territorial, sino en la legitimidad
sobre la justicia que persigue y recepta en su derecho. Sin embargo, el
análisis de la justificación se completa con una cuestión de mayor com-
plejidad, la del proceso de valoración de dicha legitimidad por parte de la
conciencia moral individual de cada miembro del estado.
Esto se da a través de un análisis en la cual se analiza la recepción de los
principios éticos supra positivos de validez universal por parte del propio
derecho; así, el precepto jurídico (la norma) recibe toda su fuerza moral
obligatoria exclusivamente del principio ético del derecho superior.
Este principio del derecho, sin embargo, se distingue del precepto jurídico
por su carencia de seguridad jurídica o certeza jurídica, que consiste, de
una parte, en la certidumbre de su sentido, en la determinación del con-
tenido de la norma y, de otra parte, en la certeza de su ejecución. Así un
principio solo goza de certeza de sentido, mientras que un precepto con-
tiene una certeza de sentido y también de ejecución que hacen posible su
aplicación. Los primeros constituyen directrices generales universalmente
validos que deben informar al derecho positivo, y en la medida que esto
suceda, el derecho serpa justo y el estado estará justificado.
En resumidas cuentas, los principios carecen de las condiciones efectivas
para su aplicación, solo proporcionan directrices generales y no señalan
una decisión concreta para el caso; función que los preceptos deben tradu-
cir al tener tanto una certeza de sentido como de ejecución.
Los principios éticos del derecho no sancionan de modo inmediato más que
las normas de conducta y no las normas de competencia. Las ideologías
legitimadoras socialmente válidas en una comunidad jurídica son las que
deciden qué autoridad está llamada a establecer, aplicar y ejecutar los
preceptos jurídicos positivos; esto es, la justificación de la autoridad que
señaláramos anteriormente. Esta autoridad será quien lleve adelante el
aseguramiento del derecho.

III- El Estado de Derecho: origen y evolución. Crisis del estado


absoluto. Estado de Derecho liberal. Origen, evolución y crisis.
Análisis a partir de la relación Estado‐Economía y Sociedad
El proceso evolutivo de las formas estatales nos conduce desde una man-
ifestación inicial durante la modernidad a través del estado monárquico
absolutista, hacia un estado de derecho cuya primera forma está vinculada
al liberalismo del siglo XVIII y que luego mutaría hacia formas de estado de
derecho social/bienestar durante el siglo XIX.
Este marco de reconfiguración de la estructura estatal, desde formas
monárquicas absolutistas hasta modelos donde el derecho resulta el eje
central del límite al poder estatal permiten un tránsito de formas estaduales
ligadas al gobierno de hombres hacia formas estaduales sometidas al
gobierno de las leyes. Así, el estado de derecho representa el sometimiento
de la estructura estatal al derecho, a la regulación y el control de la ley, en
contraposición a la idea de un estado absoluto ligado a la voluntad per-
sonal del monarca.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 101


De esta manera, el estado de derecho constituye el resultado de un pro-
ceso de mutación en la cual la ley constituye un límite hacia el dominio
subjetivo del monarca.
La ilustración y el liberalismo son las herramientas de erosión del estado
absoluto a fines de la modernidad, consolidado con la revolución francesa
que cristaliza en la declaración de los derechos del hombre y del ciu-dadano
la garantía de los derechos individuales y la limitación del poder del
monarca, trayendo así, la primera forma de aparición del estado de derecho
liberal.
De tal manera, entre los siglos XVIII y XX, se manifestarán diferentes
modulaciones de estado, evolucionando desde formas de derecho liberal
hacia formas de estado de bienestar o sociales.
Para el estudio en profundidad de este tema se recomienda la lectura del
libro BONETTO de SCANDOGLIERO, María S. y PIÑERO, María Teresa.
El Estado y sus modelos histórico-políticos en Europa y Latinoamérica.
Cór-doba: Advocatus, 2015. Capítulos:
- La tradición del estado de derecho constitucional democrático
- Crisis del Estado de Bienestar

No obstante, a continuación se exponen a modo de guía, las características


más importantes de cada modelo estadual:

I- Estado Liberal de Derecho


• Nace con las primeras constituciones del siglo XIX, impulsado por:
- El racionalismo de la ilustración.
- El liberalismo político.
- El liberalismo económico. -
El triunfo de la burguesía.
• Etapas: Siglos XIX-XX (según Sartori)
- Estado liberal: Estado constitucional que aprisiona el poder
absoluto.
- Estado liberal-democrático: que es primero liberal y luego
democrático.
- Estado democrático liberal: el poder popular prevalece sobre el
poder limitado.
• Supuestos políticos
- Derechos del Hombre
Iusnaturalismo racionalista.
Contractualismo social.
- Sociedad

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 102


Cuerpo artificial creado por los sujetos para la satisfacción de sus intereses,
y esto en el marco de una ley natural, que establece derechos fundamen-
tales, de los cuales el individuo sólo puede desprenderse respetando los
límites de una renuncia acordada con todos, con los que se asegura una
convivencia ordenada y libre.
En un comienzo la sociedad civil es la burguesía y sólo ella.
- Medios institucionales
La separación de poderes debe entenderse como la garantía adecuada
para instrumentar el imperio de la ley y la libertad.
- Ley
Concepción: normativa general y abstracta, válida para un grupo indetermi-
nado de casos y por tiempo indefinido.
Significado: manifestación de la voluntad popular expresada por los repre-
sentantes del pueblo.
- Valores
Seguridad jurídica.
Igualdad de los hombres frente a la ley.
Libertad.
Propiedad privada.
Participación de los ciudadanos en la formación de la voluntad estatal.
- Economía
Era vista como parte integrante del todo social, las relaciones económicas
estaban ligadas al orden político y los valores políticos.
Incentivo fundamental de la actividad económica es el interés individual.
• Características del Estado
No interventor.
Gendarme.
Mínimo.
Poderes limitados.

II- Estado social de derecho o estado de bienestar


El modelo de estado de derecho liberal trajo aparejado múltiples conflictos
sociales manifestados por la inequidad provocada, sosteniendo la crítica
central que la no intervención del estado representaba en realidad un inter-
vencionismo ficto en favor de algunos pocos.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 103


A la idea de autorregulación liberal se opone la marcada desigualdad y un
desequilibrio natural entre actores sociales profundizada y evidenciada a
partir de las grandes crisis sociales europeas y norteamericanas: las revo-
luciones industriales, protestas de trabajadores organizados, movimientos
obreros, etc. Que logran visibilizar los déficits de un modelo de estado poco
preocupado por el contenido de los derechos y su ejercicio.
De tal manera, el modelo de estado surgido como consecuencia de la crisis
del estado liberal resulta una reacción que propone cambios estructurales
en la organización y fines del estado como estructura de poder; preocu-
pado por el diseño de políticas públicas de impronta social.
Gestado inicialmente a fines del siglo XIX, se consolida a inicios de 1900 y
se expande a fines de la segunda guerra mundial procurando un interven-
cionismo estatal regulatorio de la economía y sus efectos sociales, conl-
levando a una extensión de derechos y dotando de contenido a la idea de
libertad e igualdad que el liberalismo burgués promovía como presupues-
tos del estado de derecho.

• Delimitación histórica
Comienza a gestarse en la década de 1920-30 y se expande después de la
segunda guerra mundial.
• Procesos que llevan a la caída del E. Liberal y al surgimiento del E.
Social:
-Sufragio Universal.
-Primera Guerra Mundial (1914 – 1918).
-Crisis económica de 1929.
-Presión del movimiento obrero.
-Segunda Guerra Mundial (1939 – 1945).
• Comienza a generalizarse la convicción de que aquel Estado no
intervencionista era el culpable de los males que se producían en la
sociedad.
• El Estado Social de derecho tuvo una vigencia de casi 30 años, con
la vocación de garantizar
-Crecimiento económico.
-Aseguró el nivel de vida.
-Aseguró el empleo.
-Garantizó los servicios sociales básicos.
-Incentivó el mercado y la producción.
-Fomentó la paz y la estabilidad social.
-Impulsó el acuerdo y el consenso entre las distintas fuerzas políticas.

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• Supuestos político-ideológicos.
Según Cotarelo el origen de la idea del Estado Social se remonta a la revo-
lución de 1848 en la cual se enfrentan el socialismo radical y un socialismo
democrático o reformista.
La formulación de la concepción del Estado Social de derecho corresponde
a Heller.
Influyeron en su construcción:
-Los postulados sociales, políticos y económicos de los programas
socialdemócratas y laboristas.
-Los postulados provenientes del reformismo social cristiano y de algunas
elites conservadoras ilustradas y progresistas.
• Economía:
Teóricos más importantes:
-Report Beridge -Keynes.

El Estado social de derecho no niega los valores del Estado Liberal, sino
que pretende hacerlos más efectivos dándoles una base y un contenido
material.
• Estructura del Estado social de derecho.
1) Reformulación de la interacción Estado-Sociedad.
Surge la concepción del Estado como regulador decisivo de la sociedad.
Estado y sociedad no son ya dos sistemas autónomos, sino fuertemente
interrelacionados.
La sociedad que coexiste con este Estado se caracteriza por tener un
elevado nivel de articulación organizacional (asociaciones, agrupaciones,
grupos de presión, gremios, etc.).
2) Aspectos sociales y políticos.
El rasgo más característico del Estado social fue la producción de la inte-
gración social, dentro de las estructuras de una sociedad industrial, con-
formada por una pluralidad de grupos e intereses antagónicos, así como la
reducción de los conflictos sociales en acuerdos sociales.
La sociedad no sólo participa pasivamente como receptora de bienes y
servicios, sino que a través de sus organizaciones toma parte activa en la
formación de la voluntad general del Estado.
• La reformulación del Estado.
Estado como distribuidor: se produce una más justa distribución de lo pro-
ducido, llevada a cabo por una adecuada utilización de la potestad fiscal.
Estado manager: se vincula a la necesidad del poder de disposición que
debe tener el Estado para la dirección general del proceso económico a fin
de cumplir acabadamente con su responsabilidad de la distribución del
producto social. Esto lo debe realizar dentro del marco de una economía de
mercado que el mismo Estado contribuye a regular estructural y coyuntural-
mente.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 105


El escenario de las decisiones relevantes se traslada del parlamento a las
instancias gubernamentales y administrativas. Esto es así porque el parla-
mento no puede responder con celeridad a los cambios de situación. La
mayoría de los proyectos de planificación de políticas son presentados por
el gobierno.
El parlamento asume funciones de control, más que de decisión.

Estados de bienestar intervencionistas fuertes


Estados de bienestar compensatorios blandos
Tipos de Estado
según Therbon Estados orientados al pleno empleo
Estados orientados al mercado, escasa política de
bienestar

• Presupuestos Jurídicos
A los derechos individuales clásicos el Estado social agrega los derechos
económicos y sociales. Estos constituyen la base legitimadora del Estado
de bienestar.
La ley pasa a ser un instrumento para la ejecución de decisiones de dis-
tinta especie, por lo que la legislación aumenta tanto en cantidad como en
diversificación.
Formalmente el parlamento sigue siendo supremo, pero en la práctica no lo
es. Se presenta un Ejecutivo predominante en todos los aspectos.

• Los supuestos económicos


El nuevo auge que tomó el Estado después de la segunda Guerra Mundial,
dio lugar a una expansión estatal sin precedentes en dos órdenes:

• El de la gestión pública de la economía.


• El de la redistribución de la renta a través de un plan general y complejo
de transferencias del capital.

Se genera un poderoso sector público, que empieza con el auge de las


nacionalizaciones de posguerra.
El Estado pasa a controlar un gran sector de la economía y se genera una
gran masa de población activa en condición de empleo público.
Aparece como una necesidad la tendencia a la planificación económica
estatal.
Se instrumenta un complejo sistema de seguridad social y de subsidios.
Se da un crecimiento constante de la producción vinculado a un crec-
imiento del consumo.

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• Crisis del Estado de Bienestar
A partir de mediados de los setenta comienza a desmoronarse y a ser
objeto de duras críticas.
El alza del precio del petróleo generó una fuerte transferencia de los
importadores a los exportadores y produjo un efecto considerable sobre el
sistema económico.
Los problemas fiscales se centraron en la existencia de un déficit creciente,
unido a una reacción contra la presión fiscal. Se evidenció la incapacidad
del Estado para hacer frente a los gastos sociales.
Los problemas económicos se centraron en la inflación creciente y en la
ausencia de crecimiento.

• Aspectos más relevantes


• Gasto público: se optó por mantener el nivel de gasto a costa del
endeudamiento, pero cuando el déficit del sector público pasó a ser
permanente, el recurso del sector financiero al endeudamiento se
tornó destructivo.
• Internacionalización del sistema financiero: los Estados dejan
de controlar los intereses de la deuda.
• Sector trabajo: se comienza a emplear a extranjeros por menos
sueldo y se trasladan las grandes fábricas a países donde la mano de
obra es más barata.
• Mercado de apertura de capitales: los Estados dejan de tener con-
trol sobre el mercado interno.

En este punto se le recomienda la realización de la Actividad 3 de este


módulo.

A continuación, se lo invita a realizar la segunda parte de la


Evaluación conformada por la pregunta 3.

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M 2 Actividades

Actividad 1

El Estado y sus elementos

“... Estado es aquella comunidad humana que, dentro de un determinado


territorio..., reclama (con éxito) para sí el monopolio de la violencia física
legítima”.
(Weber, Max: “La política como vocación”. Texto de la conferencia a los
estudiantes de la Universidad de Munich en 1919, editada bajo el título “El
político y el científico”.)

- En base a este concepto de Max Weber, sociólogo alemán del siglo


XX, premio Nobel de Economía, desagregue del mismo los distintos
elementos que hacen al Estado.

CC Actividad 1 Recuerde lo estudiado en la unidad 3, en el tema “Elementos del Estado”.


clave de corrección Los autores suelen discrepar respecto de la denominación: elementos,
condiciones, etc. En general, la mayoría sostiene que son 3 (tres), ya que la
relación ESTADO-DERECHO es más bien de tipo relacional, y siguiendo a
Heller -el paradigma teórico seguido por la cátedra- la problemática del
derecho hace más a la justificación del Estado.

Actividad 2 El Territorio
En el artículo El Estado, desbordado por Internet de Guy Sorman para el
diario “La Nación” del 28 de julio de 2000, podemos leer que el copete de la
nota dice: “La información desconoce las fronteras. La noción de soberanía
está en cuestión cuando en Internet se compra y se vende sin control de los
Estados. Hasta la idea de ciudadanía nacional parece derrumbarse”. Para
mayores datos: https://www.lanacion.com.ar/opinion/el-estado-desbordado-
por-internet-nid26536)

El avance de la tecnología tiende a superar las fronteras nacionales. La


expansión de Internet pone en cuestión la soberanía de los Estados, tal
como se expresa en el resumen de la nota editorial reproducida para esta
actividad. Relacione lo estudiado respecto de la condición o elemento
territorio con lo expresado en el artículo, y compare la función del territorio
en el Estado moderno de los siglos XVII, XVIII y XIX con los cambios que
aporta la problemática de Internet u otras, en tanto partes de un fenómeno
mayor que es la globalización y su incidencia en la estructura clásica de lo
que es el Estado.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 108


CC Actividad 2 Tenga presente que el fenómeno de la globalización tiene una relación
clave de corrección estrecha con la revolución tecnológica. En el ejemplo dado se señala la
Internet, pero basta señalar las implicancias y enormes discusiones que
plantearon en la década del ´70, las transmisiones satelitales por medio de
antenas parabólicas. Esto implicaba un quiebre a la soberanía del Estado,
quien hasta ese entonces era el que monopolizaba dentro de su territorio el
control y la regulación de las transmisiones televisivas.

Actividad 3 El estado y sus modelos históricos y políticos en Europa y Latinoa-


mérica

Luego de la lectura del libro de BONETTO de SCANDOGLIERO, María


Susana y otros. El estado y sus modelos históricos y políticos en Europa
y Latinoamérica. Ed. Advocatus, 2015. Capítulo: El Estado en
Latinoamérica, responda fundadamente:

a) ¿Es correcto afirmar que el estado moderno, tal como se


proyecta a partir del renacimiento en Europa, tuvo un proceso de
gestación y nacimiento similar en América Latina?
b) ¿Cuáles fueron las reglas o mecanismos a través de los cuales el
estado en América Latina aparece?”

• Identificar las corrientes ideológicas que sustentan los diferentes


M 3 Microobjetivos
modelos estatales para comprender su organización y funcionamiento.
• Analizar la complejidad y dificultad del término democracia, así como su
vulgarización dada por el uso degenerado e irrestricto de este término.
• Generar una reflexión crítica sobre las deficiencias y disfuncionalidades
de la democracia.
• Identificar los valores, reglas y condiciones para el funcionamiento de la
democracia como régimen político.
• Distinguir las notas características de los distintos actores políticos, para
comprender su dinámica e interrelación.
• Analizar críticamente la realidad política argentina y promover una
cultura ciudadana basada en la participación y el compromiso por los
valores democráticos.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 109


M 3 Contenidos IDEOLOGÍAS, DEMOCRACIA Y DINÁMICA POLÍTICA

Durante este tercer módulo Ud. recorrerá tres unidades, a saber la Unidad
IV: IDEOLOGIAS, Unidad V: LA DEMOCRACIA y finalmente, Unidad VI:
DINAMICA POLITICA.
El amplio espectro de ejes temáticos incluidos en este módulo le permitirá
comprender las instituciones centrales de la ciencia política, habiendo ya
superado preliminarmente el estudio del estado como estructura de poder
soberana moderna.
En la primera de estas unidades, examinaremos críticamente los
presupuestos teóricos fundantes de las corrientes ideológicas más
importantes: el liberalismo y el socialismo; para luego retomar algunos
conceptos analizados durante el Módulo 2 en cuanto a los modelos del
estado de derecho.
Inicialmente con el liberalismo, nacido al calor de la revolución francesa, y
luego desde una perspectiva crítica revisionista del socialismo preocupado
por la vigencia efectiva de la igualdad, ingresaremos al marxismo y otras
modulaciones del socialismo. La instancia final de dicha unidad propone
una reflexión sobre los totalitarismos como formas degeneradas de
gobierno y el vaciamiento filosófico y argumental que conllevan para su
subsistencia, fundadas en un culto irracional hacia un líder y la publicidad
persuasiva que elimina la escisión entre sociedad y estado.
La unidad V, dedicada a la democracia, le ofrece un marco conceptual
integral sobre dicho vocablo y su complejidad, permitiéndole un estudio
riguroso de dicha temática a partir de la visibilización de los equívocos más
comunes sobre su uso. Para ello, debemos adentrarnos en un estudio
sobre el origen y evolución del concepto y de la forma de gobierno
democrática, desde sus orígenes antiguos hasta su realidad actual.
Entenderemos la democracia como una forma de gobierno, un régimen
político; pero por sobre todas las cosas, en los últimos dos siglos se
ha convertido, en un estilo de vida. Veremos también la relación entre
democracia y liberalismo. En este sentido, usted ya sabe por lo estudiado
en esta materia y en otras que términos como “democracia”, “liberalismo”,
“derechos humanos”, “constitucionalismo”, “Estado de derecho”,
son conceptos e instituciones que se relacionan, se suponen y están
inextricablemente unidas. Abocarse al estudio de una de ellas significa
adentrarse en el terreno de alguna/s de la/s otras.
La última unidad de este módulo desarrolla algo que suele ser denominado
de diferentes formas por los estudiosos: “vida política”, “dinámica política”,
“fuerzas políticas”, refiriéndonos a los actores que actúan en
la “arena política”, además del Estado que hemos estudiado en los
módulos anteriores. De tal suerte que en esta unidad veremos qué son
los partidos políticos, los grupos de presión, la opinión pública, los
medios de comunicación social o masiva –TV, radio, la prensa, etc.–, y
cómo ellos actúan y dinamizan el fenómeno político. También veremos
cómo la globalización ha impactado en los canales de representación y
participación del ciudadano en la política, por lo tanto nos ocuparemos
de la problemática de lo que suele llamarse “crisis de representación” y

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 110


el surgimiento de nuevos actores tanto a nivel nacional –esto es, dentro de
los Estados– como en el escenario internacional y en el marco de la
mundialización –léase globalización– imperante que será completado en el
último módulo de esta asignatura.

Mucha suerte y adelante.

Unidad IV: IDEOLOGIAS


Liberalismo; Socialismo y marxismo. Los totalitarismos.

Unidad V: LA DEMOCRACIA
I- Origen y evolución de la democracia. Las democracias
contemporáneas. Discusión en torno a sus significados.
II- Forma de gobierno y estilo de vida. Vigencia sociológica de la
democracia. contenido formal y sustancial de la democracia. Reglas y
condiciones. Principio de la mayoría y la minoría.
III- Diferentes modelos de Democracia. Distintos enfoques teóricos sobre la
democracia.
IV- Representación y participación política. Gobernabilidad y Democracia.
El poder limitado.

Unidad VI: DINAMICA POLITICA


I- Partidos Políticos. Sistemas de Partidos.
II- Los Grupos de Interés y los Grupos de Presión. Los movimientos
sociales.
III- Opinión pública. Medios de Comunicación y Política.

Unidad IV: IDEOLOGIAS


En las sociedades occidentales, la orientación política de la gran mayoría
de sus ciudadanos se apoya en una serie de corrientes ideológicas cuyo
origen se sitúa a finales del siglo XVIII o en la primera mitad del siglo XIX.
Cada una de dichas corrientes presenta diversas variantes que han seguido
vigentes hasta el momento presente. Es recomendable acudir a los textos
de historia de las ideas políticas para hacerse con una visión más completa
de las mismas. Como simple introducción desarrollamos a continuación
algunas referencias esquemáticas a las ideologías más importantes.
Las ideologías -como sistemas integrados de concepciones compartidas
por un colectivo de sujetos- establecen directrices interpretativas sobre la
realidad, permitiendo justificar determinados cursos de acción y modos de
actuar tendientes a materializarlos. as ideologías abordan perspectivas
económicas, políticas, jurídicas, ético y morales, religiosas, etc. que
vinculan a un grupo humano y desde el cual construyen una identidad
común que fortalecen a través de la práctica y sus símbolos.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 111


En el marco disciplinario de la ciencia política, ingresamos al análisis de
las ideologías como presupuestos o postulados teóricos desde los cuales
se busca reinterpretar la realidad y definir consecuentemente propuestas
tendientes a su transformación desde el estado y sus instituciones, la
sociedad y el poder.
Así las cosas, las ideologías políticas constituyen un entramado de ideas,
principios, valores, símbolos identitarios y propuestas directrices que
cohesionan a un grupo humano y dirigen su curso de acción con vocación
de transformar el orden social.
Frente a ello, tendremos un sinnúmero de clasificaciones y categorizaciones
posibles, que intentan describir el posicionamiento que cada una de estas
corrientes asume frente a elementos comunes; diferenciándose así sus
conceptos, objetivos, valores y programas de acción.
Una clasificación preliminar nos conduce al debate histórico entre extremos
dicotómicos: el liberalismo y el socialismo; frente a los cuales se han
desarrollado posicionamientos moderados y extremos según el aspecto que
asumen como central entre sus presupuestos, o conforme el ámbito
geográfico y marco temporal en que se desenvuelvan. Así, tendremos
similitudes y diferencias entre modelos liberales europeos como el inglés y
modelos liberales más próximos a vertientes norteamericanas; socialismos
europeos frente a vertientes marxistas más radicales; y entre ambos
extremos, posicionamientos ideológicos con modulaciones propias que
asumen aproximaciones a cada uno de los extremos señalados.
Así, elementos como la propiedad privada, el estado y sus instituciones, su
posicionamiento con la sociedad, el valor de la economía de mercado y los
actores involucrados, entre otros; son aspectos determinantes sobre los
cuales se edifican los presupuestos de cada ideología, definiendo sus notas
caracterizantes a través de sus perspectivas políticas, económicas, jurídicas
y sociales.
De todo ello, y no obstante las lecturas que se encuentran su disposición
para un estudio en profundidad de cada una de ellas, expondremos
las notas caracterizantes del liberalismo, el socialismo, el marxismo, el
socialismo-democrático y el social-cristianismo; para finalmente ofrecer
una aproximación teórica conceptual hacia el totalitarismo como ideología
fundante del modelo de estado totalizador.

Liberalismo
Se origina en la Ilustración europea e inspira las revoluciones americana y
francesa de finales del siglo XVIII. Resaltan el papel protagonista del
individuo: su libertad es el valor supremo, que no tiene otro límite que la
libertad de los demás. Los orígenes del liberalismo se remontan a fines del
siglo XVII y principios del XVIII a través de su exponente más claro, John
Locke; filósofo inglés quien definió las propuestas conceptuales fundantes
de esta ideología. El contexto en el que inicia se encontraba marcado por
el tránsito de la edad media hacia la modernidad, evidenciándose aquellas
condiciones que propiciaban la formación del estado moderno, favorecido
por un creciente mercantilismo y la necesidad de proteger la propiedad
privada.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 112


Desde allí, la garantía de la propiedad privada resultaba un desprendimiento
consecuente y necesario de una concepción del hombre como sujeto libre e
igual, dotado de derechos inalienables como la vida y la propiedad; cuyo
goce le permitía un desarrollo pleno de su vida en comunidad.
Así las cosas, el liberalismo consistía en un modelo de vida con matices
jurídicos, políticos y económicos propios, que reclamaba un diseño estatal
garante de dichas libertades y derechos, de donde se desprenden los
siguientes postulados:
• El individualismo
• la racionalidad
• La libertad.
• la separación y diferenciación entre estado y sociedad civil.
• El principio de igualdad ante la ley.
• El derecho a la propiedad privada como fuente de desarrollo e iniciativa
individual.
• El acuerdo libre entre los individuos libres como presupuesto de la
sociedad y la creación de la comunidad política.
• El progreso de esta comunidad no puede ser programado: hay que
dejarlo al resultado espontáneo de la competencia entre individuos
libres y racionales, porque de esta tensión de intereses nace el
equilibrio beneficioso para todos.
• Su legitimidad deriva de la adhesión libre que obtiene entre los
miembros de la comunidad
Aspecto Económico: El liberalismo en cuanto a su aspecto económico
defiende la no intromisión del Estado en las relaciones mercantiles y
económicas de los sujetos iguales; caracterizándose por la abstención o
no interferencia y limitándose a la injerencia en protección de la propiedad
privada.
Aspecto Político: El liberalismo en cuanto a su aspecto político se
fundamenta en el Estado de derecho como la democracia representativa y
la división de poderes:
• Los seres humanos son racionales y poseen derechos individuales
inviolables.
• El gobierno y, por tanto, la autoridad política, deben resultar del
consentimiento de las personas libres, debiendo regular la vida pública
sin interferir en la esfera privada de los ciudadanos.
• El estado de derecho asegura igualdad ante la ley, sin privilegios ni
distinciones, a través de un marco normativo mínimo.
Aspecto Social: el individualismo, que considera al individuo primordial,
como persona única y en ejercicio de su plena libertad por encima de
valores colectivos: vida y libertad como derechos inviolables de donde
derivan los demás derechos: pensamiento, expresión, culto, asociación.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 113


Socialismo
El socialismo como corriente de reflexión crítica y luego doctrina político
social, surge gracias a ciertas trasformaciones económicas y sociales
unidas al desarrollo de la gran industria en Inglaterra, con la Revolución
Industrial, durante los siglos XVIII y XIX.
Se enmarca en una reacción frente a las deficiencias de un liberalismo que
no garantizaba contenidos mínimos para todas las personas, desde cuyo
modelo la idea de libertad e igualdad resultaban viciadas en la práctica.
Esto llama la atención de pensadores de diferentes orígenes, provocado en
ellos una protesta en nombre de la justicia; y en particular, el desarrollo del
individualismo económico que se propuso el liberalismo económico, con las
características anteriormente descriptas de propiedad privada de los medios
de producción, el provecho personal como motor único de la producción de
las riquezas, la libre competencia o libre juego de la ley de la oferta y la
demanda; y la exclusión de toda intervención del Estado. Todas estas bases
son sometidas a una reflexión crítica que busca conducir a la sociedad
hacia un bienestar colectivo.
El orden social no se basa ni en la competencia libre fundada en seres
iguales: se basa en la solidaridad humana y en una comunidad igualitaria
de bienes y recursos. Para alcanzar este orden solidario, la intervención de
la autoridad política es decisiva. El debate sobre esta intervención dividió
desde un principio al movimiento socialista entre los partidarios de la vía
revolucionaria y de la imposición drástica y por la fuerza de sus propuestas
y los partidarios de introducirlas gradualmente mediante la participación en
el sistema político liberal-democrático (debate que perdura hasta nuestros
días entre las corrientes socialistas y las marxistas más radicales
Sus más destacados impulsores son Saint-Simon, Fourier, Owen, Louise
Blanc, Proudhon, entre otros. Así las cosas, el socialismo enmarca un
posicionamiento reflexivo, crítico y transformador multidisciplinario, que
envuelve a pensadores y escuelas de estudios que luego fueron
identificándose con corrientes diferentes, con aspectos en común, pero con
subrayando aspectos particulares del socialismo general.
Desde allí, analizaremos al comunismo-marxismo, al social cristianismo y a
la social democracia como corrientes socialistas diferentes.

Para completar el estudio de este contenido, se recomiendan la lectura


complementaria de la obra JUÁREZ CENTENO, Carlos et al.: La Ideología
Contemporánea, la misma se encuentra disponible en plataforma. Ed.
Advocatus, Córdoba, 1991, sobre cada uno de estos temas en particular.

Comunismo - Marxismo: una aproximación al socialismo científico


Manifiesta una reacción más radicalizada del socialismo, a través de una
propuesta de reconfiguración en la distribución de bienes y recursos, con
vocación hacia la conversión del orden social tradicional de naturaleza
liberal.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 114


En ese escenario el marxismo como corriente de reflexión interna en el
comunismo, adquiere a través de los aportes Marx y Engels un tinte
revolucionario de gran impacto político, social y económico y un fuerte
contenido de rigor teórico científico; lo que le valió la identificación de
socialismo científico para diferenciarse del socialismo utópico que
comprendía a las demás corrientes socialistas de baja concentración
teórico conceptual. Asi las cosas, el socialismo científico identifica
al marxismo como pretensión de diferenciarse del resto de los
posicionamientos ideológicos socialistas, término acuñado por el propio
Friedrich Engels buscando distinguir al socialismo marxista de las demás
corrientes que no se basaban en el materialismo histórico.
Tal como será analizado en detalle en la lectura sugerida, el materialismo
histórico constituye un método de estudio que sostiene el diseño histórico
social a partir de la lucha constante entre clases; dando cuenta de
influencias de la filosofía alemana hegeliana que son resignificadas y
reeditadas a a luz de nuevos aportes que Marx y Engels llevan adelante y
que son resumidos en: La ley de acumulación del capital, la plusvalía, la
lucha de clases, la dictadura del proletariado y la sociedad sin clases
Así y como premisa general El análisis de Marx se concentra en los
aspectos destructivos del capitalismo industrial: el conflicto de clases y la
alienación. Históricamente ha habido una lucha de clases entre clases
explotadoras y clases explotadas, clases dirigentes y clases dirigidas, que
se modifica hasta llegar a un punto en que la clase explotada y oprimida (el
proletariado) no puede ya desligarse de la clase que la explota y oprime (la
burguesía).
El proletariado vende su trabajo a cambio de un salario, que necesita para
vivir; conduciendo a una alienación de los sujetos explotados en el marco
de un proceso productivo que tiene por finalidad la constante búsqueda de
la burguesía de maximizar sus beneficios.
A mediados de la década de 1840 se produjo el acercamiento a la Liga de
los justos (organización política clandestina surgida en parís en 1836 surgió
en París) de Karl Marx y Friedrich Engels, quienes hacia 1847 crean la Liga
de los Comunistas, y que en febrero de 1848 haría público su programa
bajo el nombre de Manifiesto del Partido Comunista.
El Manifiesto del Partido Comunista, es uno de las obras más influyentes de
la historia, que constaba de 4 partes:
• La primera, titulada Burgueses y proletarios, es el núcleo del manifiesto,
su parte vital (y la de todo marxismo).
• La segunda, titulada proletarios y comunistas, explica la posición de los
comunistas con relación al conjunto de los proletarios y rechaza los
reproches hechos al comunismo por la “burguesía”
• La tercera parte, habla de las diversas formas “reaccionarias” o
“feudales”, “pequeño burguesas”, “conservadoras” o “burguesas” y
“crítico- utópicas”, del movimiento social de la época.
• La cuarta parte, precisa la posición de los comunistas frente a otros
partidos de la oposición.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 115


Esta obra resume el posicionamiento ideológico de sus autores, quienes
encontraban en la relación con la producción y el capitalismo la existencia
de dos extremos irreconciliables: burgueses y proletariados.
La teoría marxista cree que la revolución es la única manera de lograr
un verdadero cambio social, pues los que tienen riqueza y poder no
abandonarían sus privilegios voluntariamente, y que este cambio es
inevitable como ha demostrado la teoría del materialismo histórico.
Como bien expresa el artículo primero del Manifiesto Comunista, el objetivo
de la Liga de los justos es el derrocamiento de la Burguesía para pasar a la
dominación del proletariado; la abolición de la vieja sociedad burguesa,
fundada en antagonismos de clase; y la fundación de una sociedad nueva,
sin clases y sin propiedad privada. Apoya un movimiento revolucionario
contra la opresión de los capitalistas. La doctrina filosófica del materialismo
histórico, afirma que la manera en que los seres humanos producen bienes
materiales define al resto de la sociedad. Marx, por su lado, afirmaba que
todas las demás instituciones sociales importantes, funcionaban bajo la
influencia de la economía de una sociedad. La economía era la base real de
la política, el derecho y la moral.
Otras instituciones, a su vez, hacían que la supremacía de una clase, se
reafirmara protegiendo legalmente la propiedad privada (derecho natural)
y esto era así porque se tenía la creencia de que el que poseedor un
patrimonio se lo había ganado legítimamente. En cambio los pobres, lo
eran, porque carecían de habilidad o motivación.
Marx condenó al capitalismo por su alienación, entendida como el
sentimiento de no ser capaz de controlar la propia vida. El proletariado,
dominado por los capitalistas y deshumanizado por sus trabajos, se siente
incapaz de mejorar su situación, lo cual presentaba una barrera para el
cambio social. Sin embargo, esperaba que los trabajadores de las
industrias superaran esa alienación, uniéndose en una verdadera clase
social y movilizándose para transformar la sociedad. Como conclusión,
para el comunismo, el gobierno moderno no era más que un gestor de los
intereses de la clase burguesa, no garantizaba igualdad o condiciones
dignas de vida al proletariado. La única solución para liberar a los
trabajadores era destituir de manera total el sistema capitalista.

Social-cristianismo
Es importante tener en cuenta que el social cristianismo no es la
manifestación política de los creyentes cristianos o de sus organizaciones
eclesiales; sino una corriente de pensamiento transformada en actores
políticos y pronunciamientos fundados doctrinariamente en los postulados
del cristianismo; del cual se alimentan y que intentan encarnar en la
sociedad y el estado.
En sentido amplio, el socialcristianismo constituye una vasta reflexión
intelectual y una consecuente acción multifacética en el campo social y
político, a partir de una concepción cristiana del hombre, de la sociedad y
del estado. Su fuente mediática es el evangelio y demás textos sagrados
y la obra teológica de los padres cristianos. Su fuente inmediata la
constituyen las encíclicas papales y otras manifestaciones de la iglesia

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 116


como los aportes de pensadores sociales y políticos de inspiración
cristiana, católicos o protestantes.1
El social cristianismo es el resultado de la aplicación de los principios y
valores del cristianismo a las consecuencias de la crisis de la edad
moderna y al surgimiento de la cuestión social. En concreto, intenta
conciliar la democracia como régimen político con la doctrina social de la
iglesia y la acción de los cristianos.
El socialismo cristiano surgió en la primera mitad del siglo XIX, predicando
la paz social, el amor cristiano y la idea de la transformación de la
sociedad mediante el perfeccionamiento moral de los individuos, viendo en
el socialismo la realización de los anhelos humanitarios y tratando de
cohesionar los criterios religiosos con los ideales socialistas.
En este contexto, el social cristianismo goza de una inspiración: los
principios y valores inspirados en el cristianismo y que se proyectan en la
vida social y política que son compartidos por otras personas que no
profesan la misma fe, que se fundamenta en la dignidad y la libertad de la
persona, la primacía del bien común, los derechos del hombre etc.
Goza también de una base doctrinaria: el personalismo comunitario, que
se traduce en el hombre dotado de libertad y de responsabilidad moral.
Los instrumentos centrales y de difusión del socialismo cristiano son las
encíclicas papales, cartas solemnes sobre asuntos de la Iglesia o
determinados puntos de la doctrina católica dirigidas por el Papa al
episcopado, sacerdotes y fieles, transmitiendo la posición del jefe de la
iglesia católica sobre un tema determinado de carácter religioso o de otra
naturaleza de importancia para el hombre y la sociedad. Las encíclicas
han sido evaluaciones generales a la luz de los valores religiosos de una
situación o problema en especial. No constituyen un cuerpo de creencias
obligatorias para los fieles, aunque tienen un valor moral muy importante
Se menciona al Papa Benedicto XIV como el autor de las primeras encíclica,
identificandose “Urbi primum” (sobre la función de los obispos), como la
primera, y que diferentes fuentes debaten su origen entre 1740 y 1766. Los
mayores documentos sociales de la Iglesia hasta hoy son: Rerum novarum,
del papa León XIII, en 1891, trata de la situación de los trabajadores,
pero también hace una crítica a los materialismos comunista y capitalista;
Quadragesimo Anno, del papa Pío XI, en 1931, conmemora los cuarenta
años de la Rerum novarum y habla de la reconstrucción del Orden Social
avalado por ideologías que estaban embruteciendo al ser humano; Mater et
Magistra, del papa san Juan XXIII, en 1961, habla de la relación entre el
cristianismo y el progreso social, Pacem in Terris, del mismo Papa, en
1963, sobre los peligros de la guerra nuclear entre las dos grandes
potencias de entonces: Estados Unidos y Rusia (llamada Unión Soviética
de las Repúblicas Socialistas Soviéticas); la Constitución Gaudium et Spes,
del Concilio Ecuménico (mundial) Vaticano II, en 1965, que trató de la
Iglesia en relación al mundo actual; Populorum Progressio, del papa beato
Pablo VI, en 1967, sobre el desarrollo de los pueblos; Octogesima
Adveniens, también de Pablo VI, en 1971, es una convocatoria a la acción
de la Iglesia en el campo social; Laborem Exercens, de san Juan Pablo II,
en 1981, expone la doctrina católica ante el trabajo del ser humano;
Sollicitudo Rei
1 FERNANDEZ, Gonzalo. El socialcristianismo. En JUÁREZ CENTENO, Carlos et al.: La Ideología
Contemporánea. Ed. Advocatus, Córdoba, 1991. P. 193

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 117


Socialis, también de san Juan Pablo II, en 1987, presenta el cuidado de la
Iglesia hacia los temas sociales; Centesimus Annus, aún del mismo Papa,
en 1991, hace una retrospectiva desde la Rerum novarum hasta el 1989
(año de la caída del Muro de Berlín, el “Muro de la vergüenza”, que dividió
la Rusia comunista y el Occidente Capitalista) y prepara para el nuevo
milenio; Caritas in Veritate, del papa Benedicto XVI, en 2009, aborda, de
modo preciso, el desarrollo integral (cuerpo y alma) del ser humano y,
finalmente, la Laudato Si, del papa Francisco, en 2015, sobre una ecología
integral – el ser humano insertado en todo la obra creada
Hacia finales del siglo XIX y después de la publicación de la Rerum
Novarum, se multiplicaron los movimientos sociales y aparecieron los
primeros partidos políticos que invocaron inspirarse en los principios
sociales del cristianismo, extendiendo su representación en los parlamentos
de Holanda, Francia, Alemania Austria Luxemburgo, Suiza y Bélgica.
A partir de la renuncia de Benedicto XVI al pontificado, el 13 de marzo de
2013 es elegido el Papa Francisco como nuevo Papa, quien ha fortalecido
la doctrina social de la Iglesia con un marcado mensaje universal hacia
cuestiones políticas, sociales, ambientales y económicas; revitalizando la
función de guía espiritual de la Iglesia y su traducción en la obra diaria de
toda la comunidad cristiana y los hombres del mundo.

Social democracia
La socialdemocracia es una ideología política, social y económica que
plantea un socialismo moderado a través de reformas progresivas y
graduales que permitan dotar de contenido real a las bases fundantes del
liberalismo; con vocación hacia un intervencionismo estatal que promueva
la justicia social en el marco de una economía capitalista.
Todo ello, buscando generar las condiciones para que el capitalismo o
permita una mayor distribución igualitaria con injerencia en el marcado
laboral y la protección de los trabajadores. De esta manera se alimenta de
una propuesta conciliadora entra la libertad política y económica con la
igualdad, superando las experiencias del liberalismo tradicional que solo
propugnaban una igualdad formal en lo teórico. Esta ideología surgió a
finales del siglo XIX a partir de un proceso de cuestionamiento interno del
socialismo, enfrentándose posiciones democráticas y antidemocráticas que
proyectan en dicho modelo político beneficios o un sistema de opresión
burgués.
Así, las cosas la social democracia considera al voto universal y la
posibilidad de participación política a través de asambleas populares como
aspectos a destacar y conserva, ampliando sus pretensiones hacia un
modelo democrático no solo político sino de vida tendiente a extender sus
bondades hacia la clase obrera y con ello el debilitamiento del sistema
clasista desigual.
La socialdemocracia incluye el respeto de la democracia liberal por los
derechos y las libertades individuales, junto con su compromiso con las
elecciones y la libertad de partidos, promoviendo el pluralismo político y la
preocupación por la desigualdad social y económica, trabajando por una
idea de ciudadanía social.

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De esta forma, la socialdemocracia persigue objetivos igualitarios por
medio de la competencia democrática y no a través de una conquista
revolucionaria como el marxismo, buscando reformular el sistema
capitalista más que destruirlo.

Los totalitarismos
En este acápite se expondrán las notas caracterizantes del totalitarismo
como ideología, y no como modelo de gobierno que termina por generar
una confusión con el estado como estructura soberana de poder.
La ideología totalizadora promueve un estado totalizador, y constituye el
fundamento teórico conceptual de sus instituciones y diseño.
Así las cosas, esta ideología se funda en una cosmovisión unificadora de la
persona con el estado, debilitando su individualidad o escisión, y
confundiendo en consecuencia el dominio político con el dominio personal.
El poder se sustenta en un control social autocrático, desde el estado hacia
la persona, persuadiendo a las masas (quienes reemplazan al sujeto) a
través de la vocación personalista de un líder que monopoliza un partido
único.
El totalitarismo promueve una injerencia creciente en la vida de las
personas, eliminando el concepto de individuo, haciéndolo un elemento
más de la estructura del estado, al que considera como un fin en sí mismo.
A lo largo de la historia se han encarnado diferentes modelos de estados
totalitarios entre los cuales se puede destacar, el estado totalitario de
Benito Mussolini en Italia, el estado de la U.R.S.S con Stalin, y el nazismo
(nacionalsocialismo) en Alemania con Adolf Hitler, pero incluso modelos
totalizadores más antiguos como las ciudades estados atenienses que se
fundaban en una confusión entre la persona y el estado para lograr su
vitalidad política. Las diferentes vertientes totalizadoras alimentan una
pretensión global entre persona, estado y nación, haciendo desaparecer a
través de ello cualquier forma de desarrollo autónomo del sujeto, primando
lo colectivo y unitario por sobre lo personal e individual; promoviendo una
injerencia del estado totalizador en la persona.
Así, los totalitarismos buscan una coincidencia indisoluble entre la persona
y el estado, dirigiendo el todo estatal por fuera de lo público y llevándolo
hacia todas las formas de manifestación social, económica, religiosa,
intelectual, artística individuales; haciendo del estado el único motor de
movimiento social, siendo las personas un engranaje dentro de esta
maquinaria.
Como resultado, el estado concentra una fuerza centrípeta (hacia adentro)
que absorbe el desarrollo de actuaciones personales centrifugas (hacia
afuera), construyendo un monismo verticalista que anula esferas personales
de vida.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 119


Para el estudio de este contenido, se recomiendan las siguientes lecturas,
disponible en plataforma: Liberalismo; marxismo; socialismo-democrático;
los totalitarismos.
• Liberalismo
• Marxismo
• Social democracia
• Los totalitarismos

¿El fin de las ideologías?


Con este título, el sociólogo norteamericano Daniel Bell publicó en 1960
una obra de gran impacto en la que denunciaba el agotamiento de
las grandes ideas políticas que habían marcado la historia del mundo
occidental hasta aquel momento. Para Bell, se estaba revelando que la
política se planteaba en términos mucho más pragmáticos, tanto por parte
de los ciudadanos, como por parte de los dirigentes políticos. Importaban
los resultados más que las ideas y, en especial, los resultados económicos
en términos de crecimiento y bienestar material. Otros autores apuntaron
en la misma dirección, subrayando la creciente pérdida de capacidad de
movilización de doctrinas como el socialismo, el comunismo y el fascismo.
Bastaron unos pocos años –en la misma década de los sesenta- para poner
en tela de juicio esta visión crepuscular de las ideologías. La lucha por los
derechos civiles de la minoría negra, la oposición a la guerra de Vietnam
o la revuelta estudiantil de mayo de 1968 en Francia y en otros países
europeos significaron una reaparición de las polémicas ideológicas entre los
partidarios del cambio político radical y los defensores de statu quo. En este
contexto, no sólo se recuperaron y actualizaron viejas doctrinas
-neomarxismo de diferentes escuelas, neoanarquismos en variadas
versiones, neoliberalismos militantes favorables al desmantelamiento de lo
público y del Estado del Bienestar, neofascismos etc.-, sino que se
opusieron en circulación nuevas interpretaciones de las relaciones sociales,
centradas en torno a la igualdad de géneros o en torno a la conservación de
los recursos naturales: feminismo y ecologismo aparecían ahora como
nuevas propuestas ideológicas sumándose a las ya existentes.
En 1989, otro autor norteamericano –Francis Fukuyama- analizó las
consecuencias de la caída del imperio soviético en un artículo titulado
“¿El fin de la historia?”. Para este analista, la derrota política de la Unión
Soviética y del marxismo-leninismo que la inspiraba significaba que el
liberalismo democrático se había convertido en el único sistema doctrinal
capaz de legitimar las estructuras políticas y económicas: no había lugar
para las soñadas alternativas de otros tiempos y la humanidad entraba en
un período de apacible estabilidad ideológica.
Es innegable la pérdida de peso de algunas ideologías “globalizantes” que
pretendían interpretar y dar respuesta a todos los problemas de una sociedad:
este carácter simplificador es cada vez menos efectivo allí donde la complejidad
de conflictos y la diversidad de actores ponen en juego intereses y alternativas
muy dispares. También es cierto que son –y siempre han sido- minoría los
ciudadanos que asumen de manera integral el

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 120


conjunto de creencias y valores que se combinan en una ideología: sólo los
acérrimos militantes de adhiere a ella de manera total y sin reservas, frente
a una mayoría que participa de ellas de manera parcial y fragmentaria.
Pero el vaticinio de un segundo final de las ideologías fue de nuevo
desmentido por la realidad. No sólo se afianzaron alternativas ideológicas al
liberalismo, como las que representa el fundamentalismo islámico en varios
países asiáticos y africanos. También en Europa despertaron de nuevo los
nacionalismos como ideologías capaces de alimentar las expectativas y los
proyectos políticos de muchos ciudadanos. Desde la devolution a Escocia y
Gales en Gran Bretaña hasta la desintegración de Checoslovaquia, la
URSS o Yugoslavia, los nacionalismos han justificado episodios de
separación amistosa o ha alimentado sangrientas guerras civiles.
Parece, pues, que el hecho de que algunas ideologías muden su
apariencia, desaparezcan del primer plano de la escena o sean acogidas
sólo parcialmente no autoriza para decretar los funerales de todas ellas.
Estos funerales anticipados han sido denunciados como empeños políticos
para justificar la resistencia al cambio: la “ideología del fin de la ideología”
sería, desde este punto de vista, la más conveniente para los intereses de
quienes cuentan ya en sus manos con los principales resortes del poder
económico, político y mediático y no desean grandes transformaciones en
el statu quo. En todo caso, anunciar la muerte de las ideologías es ignorar
que los conflictos que son objeto de la política no dejarán de estar siempre
acompañados por creencias y juicios de valor: de ellos obtienen los
ciudadanos –y todos los actores políticos- las razones y los pretextos
necesarios para motivar su intervención en la gestión de los asuntos
colectivos.

Unidad V: LA DEMOCRACIA
V- Origen y evolución de la democracia. Las democracias
contemporáneas. Discusión en torno a sus significados.
En el transcurso de esta unidad analizaremos uno de los temas más
complejos y de mayor vitalidad para la ciencia política, la democracia.
La vulgarización en el uso de este término ha provocado, como veremos,
un vaciamiento de sentido y contenido tal que hoy dicha palabra parecería
ser inclusiva de casi cualquier manifestación de poder o forma de vida
social, llevando en su consecuencia a un desmembramiento de su
verdadero significado como forma de organización del estado. De tal
manera, la palabra democracia, se vincula hoy no solo a la representación,
a la participación política, y a un diseño organizacional del poder estatal;
muy por el contrario, la democracia ha superado ampliamente
su conceptualización ligada a la ciencia política e ingresa en el debate
mundano de las problemáticas diarias; cuando no, como simple estrategia
discursiva de persuasión y marketing político.
A poco menos de 100 años de su publicación, aun hoy resultan vigentes las
palabras del propio HANS KELSEN al referirse a este proceso degenerativo
del concepto de democracia en su obra ESENCIA Y VALOR DE LA
DEMOCRACIA:

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 121


“la democracia es la consigna que durante los siglos XIX y XX
domina totalmente sobre los espíritus. Precisamente esta es la
razón de que haya perdido, como todos los lemas, su sentido
intrínseco. Copiando la moda política, este concepto –el más
explotado entre todos los conceptos políticos- resulta aplicado
a todos los fines y en todas las ocasiones posibles, y adopta
significados contradictorios en ciertos casos, cuando no ocurre
que la irreflexión usual del lenguaje político vulgar lo rebaja
a una frase convencional que no responde a ningún
sentido determinado”.

Tradicionalmente vinculada al gobierno de la ciudad estado ateniense


durante la constitución de Clístenes, la palabra democracia carece hoy de
una conceptualización unívoca y monolítica, asociada vaga y
preliminarmente a la idea del “gobierno del pueblo”, como usualmente se
menciona sin dimensionar las implicancias de dicha expresión.
Tal como fue expuesto previamente (ver módulo 1), puede encontrarse en
Atenas los precedentes más próximos a la idea actual de democracia,
fundado en una organización política que toma como base la participación
de su ciudadanía en las decisiones que hacen a la cuestión pública.
Así, el legado conocido como “constitución de Clístenes”, es lo que nos
permite hoy analizar la organización político y social ateniense como
modelo democrático universal, que pese a constituir un sistema más idílico
que real en la práctica, permite afirmar que fue Atenas la cuna de la
democracia. Las Reformas de Clístenes tendieron a establecer entre todos
los ciudadanos un régimen de gobierno en la ciudad estado sustentado en
la igualdad, la libertad, la unidad, la participación y la responsabilidad entre
los ciudadanos; presupuestos medulares de nuestras democracias
contemporáneas.
No obstante la democracia encontrar su mayor exponente en Atenas, y ser
el precedente histórico vinculado con el origen del término, la forma de
gobierno impuesta durante esos años en la ciudad estado griega, constituyó
en realidad un modelo que dista mucho de los componentes institucionales,
las categorías éticas-morales y la cosmovisión ideológica que sustenta y
legitima lo que hoy podemos denominar democracia para nosotros. La
misma idea de libertad e igualdad, bases que sustentaban la democracia
ateniense distan mucho de su concepto actual y no eran entendidos como
derechos poseídos en carácter personal y propios de una esfera privada,
sino más bien como componentes de la idea de ciudadanía vivida en
conjunto.
El ideal ateniense procuraba la participación continua de la ciudadanía en
los asuntos públicos, es decir en todas aquellas cuestiones que hacían a la
vida en comunidad y que podían afectar a los atenienses, pero el
ciudadano no gozaba de un espectro de derechos personales sino de
prerrogativas políticas, jurídicas, religiosas, sociales, y obligaciones
militares y fiscales que procuraban una unión y una vinculación directa e
inmediata del ateniense para con sus pares y para con el estado, resultado
de ello una comunidad de ciudadanos unidos entre sí a partir de un ideal
común de interacción y participación.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 122


Así, la democracia distaba de ser únicamente un sistema de organización
político y social, sino una forma de vida anclada y sustentada por la
participación continua de todos los ciudadanos: de allí que los orígenes de
la democracia en Grecia estén asociados a una idea más utópica o modelo
ideal de participación directa, inviable e imposible de realizar en nuestros
días.
Sin embargo, el concepto mismo de democracia no resultaba unívocamente
compartido, tal como podemos ver entre los propios autores griegos como
por ejemplo Aristóteles, para quien la democracia (el término) representaba
una forma de gobierno desviado o degenerado y que no buscaba el bien
común.
Así, esta palabra no mantuvo una evolución histórica lineal en cuanto a su
significado y utilización, más aún por su utilización fue invisibilizado durante
mucho tiempo, y solo excepcionalmente mencionada entre los autores que
recorren los siglos III a XV con el advenimiento de la modernidad.
Entre dicho periodo puede verse solo en los escritos de Santo Tomas de
Aquino, para finalmente encontrarse en la obra de Locke (ensayo sobre el
gobierno civil, capitulo X), Montesquieu y Rousseau, siendo considerado
este último como el padre moderno de la democracia al referir este a la
soberanía en cabeza del pueblo como única forma legítima de gobierno.
Con el advenimiento de la revolución francesa y el estado de derecho, el
liberalismo racional impregnará todo el pensamiento político con sus
principios protectorios hacia la libertad y la igualdad (en un sentido formal),
resultando de ello una construcción de democracia liberal de rasgos
participativos, volviendo a esta forma un simple mecanismo indirecto.
Así, existe una considerable diferencia entre la concepción moderna y la
antigua de libertad y de democracia.
En la polis ateniense la distinción entre la esfera pública y privada era
desconocida. El estado de derecho moderno tiene por finalidad proteger la
libertad del individuo en cuanto persona, una esfera propia, donde la
voluntad decisional del estado se lleva adelante a través de sistemas de
representación indirectos: el pueblo no delibera ni gobierna sino a través de
sus representantes.
Esto, cae en una encrucijada difícil de resolver, puesto que las formas
actuales de democracia son en realidad incompatibles con la idea de
participación directa que propugnaba el modelo ateniense.
De todo esto se desprende la complejidad para conceptualizar la palabra
democracia, no solo por la vaguedad e imprecisión que su incorrecta
utilización ha provocado, sino por las diferentes perspectivas teóricas que
pretenden su descripción.
En esta unidad se ofrecerá un análisis de la democracia desde su
consideración como REGIMEN POLITICO, con más lecturas
complementarias que permitan una comprensión integral de todos sus
componentes.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 123


VI- Forma de gobierno y estilo de vida. Vigencia sociológica de la
democracia. contenido formal y sustancial de la democracia. Reglas y
condiciones. Principio de la mayoría y la minoría.

Para el estudio de este contenido, se recomienda la lectura del siguiente


material, disponible en plataforma:
- LÓPEZ, Mario Justo. Manual de Derecho Político. Ed. Lexis
Nexis, Edit. 2005. Texto “CONSTITUCIONALISMO Y
DEMOCRACIA. DEMOCRACIA CONSTITUCIONAL”.
- ¿Qué es la democracia?, artículo periodístico de Giovanni Sartori.

A continuación, lo invitamos a ver el siguiente power point, disponible en


plataforma.

En primer lugar es necesario clarificar que la democracia es una forma


de gobierno y no como usual y erróneamente se expresa, una forma de
estado.
Así las cosas, las formas de estado responden a la organización espacial
del poder en el territorio de un estado, de lo cual devienen las formas
federales, unitarias y confederativas. Por el contrario, las formas de
gobierno representan el diseño institucional y organizacional del estado,
esto es, la decisión sobre quién y cómo se tomarán las decisiones que
hacen a la voluntad del estado. De esta manera la democracia es una
forma de gobierno, ya que hace al diseño institucional del poder dentro del
estado.
Tradicionalmente, los modelos que se contraponen en los extremos son las
democracias y las autocracias o monocracias. Estas últimas constituyen un
sistema organizacional verticalista descendente, es decir, el proceso
decisional se lleva adelante y se aplica por sobre la población (súbditos) sin
procurar su participación, desde el extremo superior hacia las bases. Las
ideologías que legitiman esta autoridad excluyen la idea de libertad e
igualdad como presupuestos de funcionamiento.
Por el contrario, la democracia constituye un mecanismo de formulación de
las decisiones estaduales horizontal, es decir ascendente, procurando la
mayor participación posible de los destinatarios de dichas decisiones, en
todos los asuntos que le conciernen.
Así, los súbditos en la democracia se transforman en ciudadanos que
participan de la formación de la voluntad del estado a través de la idea de la
representación, esto es, una democracia indirecta.
Sin embargo, la democracia no es simplemente una forma de gobierno
sino un régimen político. Ello, en la medida que incluye un mecanismo
decisional (forma de gobierno) y el conjunto de valores, principios y reglas
que dan sustento y sustancia a dicha forma, lo que comúnmente se
denomina contenido sustancial o vigencia sociológica de la democracia.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 124


El régimen político representa un esquema de mayor profundidad y
amplitud que la simple forma de gobierno, incluyendo tanto el orden jurídico
institucional como el conjunto de creencias y valores que permiten informar
y legitimar a dicha forma de gobierno. Desde esta perspectiva, la
democracia como régimen político manifiesta una determinada concepción
del hombre y la comunidad política, sustentando la igualdad y la libertad
como presupuestos esenciales.
Así las cosas, es posible graficar lo antes expuesto de la siguiente manera

REGIMEN POLITICO = FORMA DE GOBIERNO + FORMA DE VIDA


Los presupuestos apriorísticos de la democracia suponen la igualdad y la
libertad como valores fundantes, infiriéndose de ello que nadie goza de un
derecho natural superior de mandar por sobre otro; y de su racionalidad, se
desprende la idea de que pueden gobernarse a sí mismos.
Sin embargo, la cuestión del autogobierno se traduce hoy en la creación de
un mecanismo de representación susceptible capaz de imputar voluntades
de ausentes en los procesos decisionales: el pueblo delibera y gobierna a
través de sus representantes, e imputa su decisión a los ciudadanos como
su fueran estos quienes hubiesen actuado.
La problemática de esta ficción, constituye sin más, la problemática de
toda la democracia como sistema idílico de pacificación social en la cual
los ciudadanos participan de la creación del orden social y político que los
va regir en su vida, reivindicando el ideal roussoniano de la libertad en
sociedad.
La representación es la única forma posible en que las democracias
actuales se manifiesten, siendo inviable una pretensión de participación
directa siguiendo el modelo idilio ateniense. Para atenuar el rigorismo formal
de la representación y en su consciencia, la distancia entre representantes y
representados, los regímenes actuales diseñan mecanismos de semi
representación, permitiendo a los representados ampliar su margen de
participación directa en los procesos decisionales del estado: plebiscitos,
consultas populares, iniciativas populares, revocatorias, etc.

La democracia como forma de gobierno


Un análisis parcial de la democracia como régimen político, refiere a la
definición de la forma de gobierno, es decir, lo que llamaríamos democracia
en sentido formal o mecanicista.
Una aproximación a este concepto es ofrecida por Norberto Bobbio al decir
“por régimen democrático se entiende primeramente un conjunto de reglas
de procedimiento para la formación de decisiones colectivas, en el que es
prevista y facilitada la más amplia participación posible de los interesados”.
Así, la democracia como forma de gobierno constituye un simple
mecanismo formal de adopción de decisiones sobre la cuestión pública,
procurando la mayor participación posible de los afectados. Esta referencia
formal o meramente procedimental no satisface el verdadero sentido que la
democracia asume hoy como régimen político integral, ya que reclama un
contenido sustancial para su plena vigencia y funcionamiento.

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La democracia como forma de vida
La forma de vida o vigencia sociológica, representa la estructura socio
política, el conjunto de valores y creencia de los interesados que
fundamentan la sustancia. Así, la forma de gobierno requiere de un
especial estilo de vida, un consenso fundacional sobre su importancia y
validez que implica participación y conciencia social sobre ciertas
cuestiones: pluralismo, diálogo, oposición, competencia, etc., que son los
denominados, requisitos o condiciones democráticas.

Requisitos y condiciones
Tal como ha sido expuesto, el régimen político democrático reclama la
coexistencia y retroalimentación de ambos extremos, la institucionalización
de la forma de gobierno y la forma de vida como sustancia que permite su
vitalidad. Así, el elemento procedimental o formal entra en comunión con el
elemento sustancial que posibilita su puesta en marcha y funcionamiento.
Muchos son los autores y teorías que se han expuesto sobre los requisitos
y condiciones de la democracia, sin embargo, al efecto analítico
seguiremos aquí la clasificación efectuada por Mario Justo López, quien
diferencia 2 categorías de requisitos:

a) Extra políticos o condiciones objetivas:


• Factores demográficos
• Factores geográficos
• Factores culturales
• Factores económicos

b) Políticos
- Sociopsicologicos
• Consenso fundamental o acuerdo mínimo
• Ideologías compatibles
• Idoneidad de los actores
• Competencia leal
- Instituciones políticas
• Régimen electoral
• Sistema de partidos
• Libertades y garantías

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De esto se concluye que la democracia como régimen político implica no
sólo un formalismo procedimental para la toma de decisiones, esto es,
un conjunto de reglas que admitan y promuevan la participación de los
interesados; sino un especial escenario de creencia y valores sobre la
utilidad de dicho sistema y un especial comportamiento de los actores
involucrados.
La democracia como modelo idílico de participación directa de todos los
interesados resulta inviable, y su forma de concreción implica la necesidad
de un mecanismo de representación que al menos de forma ficta permita
imputar las decisiones que unos pocos toman, a la comunidad entera.
De esta manera, las democracias hoy son de naturaleza representativa,
para cuyo funcionamiento efectivo requieren la implementación de un
mecanismo decisional transaccional, conocido popularmente como sistema
de mayorías y minorías debido a la imposibilidad del unanimismo en la toma
de todas las decisiones. Así, en los Estados modernos la “democracia
indirecta, parlamentaria, en la que la voluntad colectiva normativa sólo es
creada por la mayoría de aquéllos que son elegidos por la mayoría de los
titulares de los derechos políticos”.
El mecanismo de mayorías y minorías garantiza y promueve un proceso
dinámico de negociación y participación, procurando que la mayoría no
solo gane por su fuerza numérica, sino porque resulta de un proceso
negocial y deliberativo en el cual se visibilizan posiciones y perspectivas
para la formación de la mejor decisión posible (en la teoría roussoniana,
la mayoría determina la mayor aproximación a la idea de libertad y
unanimidad del contrato social original fundacional de la sociedad).

VII - Diferentes modelos de Democracia. Distintos enfoques


teóricos sobre la democracia.

Para el estudio de este contenido, se recomienda la lectura de La


Democracia de Bonetto de Scandogliero y Piñero de Ruiz en Cuadernos de
Política. Ed. Advocatus. 1998. Disponible en plataforma.

Tal como hemos visto, la democracia es, primeramente, un mecanismo


procedimental para tomar decisiones colectivas o aplicables para toda una
sociedad. De manera más puntual, es un modo de gobernar. En el mundo
contemporáneo, la democracia ya no solamente se entiende desde esa
perspectiva mínima procedimental; su significado, difusión y aceptación
incluye también una expectativa de cumplimiento de fines u objetivos de
desarrollo humano, que supuestamente la hacen “mejor” o “preferible” a
otras formas de gobernar.
La democracia constituye un modelo idílico de organización del gobierno
de un estado, en cuyo extremo final encontramos un precoz deliberativo
con la participación de todos los integrantes de una comunidad quienes
resuelven sobre todo lo concerniente a los asuntos públicos.

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Dicho modelo idílico, sin embargo, de imposible realización practica;
encuentra a un sinnúmero de modelos intermedios que intentan llevar a
delante una mayor y mejor aproximación práctica, conjugando de diferentes
formas los valores de la libertad e igualdad.
Allí reside precisamente el amplio espectro de modelos posibles de
democracia, según sea la concreción y efectivización de los componentes
antes señalados y la conjugación de las ideas de libertad e igualdad.
En las lecturas recomendadas encontrará una mayor profundización teórica
de esta cuestión cuyo estudio resulta insoslayable.

VIII- Representación y participación política. Gobernabilidad y


Democracia. El poder limitado.

Para el estudio de este contenido, se recomiendan las siguientes lecturas,


disponible en plataforma,
- DEMOCRACIA Y BUEN GOBIERNO de Giovanni Sartori.
- J. Valles. {{Ciencia Política, una introducción; en el capítulo sobre
ESTADO, MONOCRACIA Y DEMOCRACIA. LOS TOTALITARISMOS}}.
Disponible también en: https://ovejasconpieldelobo.files.wordpress.
com/2016/01/josep-m-valles-ciencia-politica-una-introduccion.pdf

La democracia es un sistema de poder delegado; pero también limitado.


Los gobernantes sólo tienen un determinado poder, en tanto gozan
de la confianza de los ciudadanos. Se trata por tanto de un sistema de
gobierno consentido y renovable, pero limitado, que otorga atribuciones
provisionales y acotadas temporalmente.
El obligado tránsito que las democracias han efectuado, desde modelos de
participación directa hacia sistemas representativos de naturaleza indirecta,
no altera el elemento central definitorio de este sistema: la voluntad
decisoria reside en el pueblo o comunidad. Los diferentes modelos que la
historia ha conocido, y que incluso en la actualidad siguen proyectados,
pretenden el diseño del mejor mecanismo para garantizar la participación
del mayor número posible de afectados por las decisiones del estado. Así,
la idea de la democracia es la búsqueda perpetua de la herramienta que
posibilite generar las decisiones que hacen a la cosa pública integrando a
todos los interesados.
De allí, quien circunstancialmente está a cargo del proceso decisional lo
hace en representación de un colectivo comunitario que lo ha embebido
de las potestades suficientes para hacerlo. Sin embargo, la renovación
de autoridades y alternancias cumple precisamente con la misión de la
democracia, hacer que todos participen del proceso decisional.
De esta manera, se rechaza el derecho natural e inmanente de toda
persona a pretender un dominio perpetuo o al menos prologando en el
ejercicio de una misión concedida temporal y circunstancialmente.

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Todo régimen político implica una trama de relaciones de mando y
obediencia, pero en la democracia, dicho vínculo implica un sistema de
representación temporal y limitado.
Tal como hemos referido previamente entre los requisitos o condiciones
para el funcionamiento de una democracia, resulta fundamental el diseño
de las instituciones que garanticen el régimen electoral y el sistema de
partidos como mecanismos para encauzar la democracia representativa.

Unidad VI: DINAMICA POLITICA

I. VIDA POLITICA - DINAMICA POLITICA

Siguiendo a Marcel Prelot2, la palabra vida indica la parte dinámica de la


política, lo opuesto a lo organizado y estabilizado por el derecho. Dicho de
otra forma, la dinámica política hace referencia a las fuerzas que provocan
las evoluciones, los cambios y la inserción del movimiento en el orden,
“la dinámica política consiste en continuos cambios de fuerzas en el
seno del poder”. El orden y la estabilidad son elementos esenciales de la
realidad política pero no se trata de un orden estático, sino que en la
realidad política orden y movimiento se suponen recíprocamente. Toda
fuerza individual o colectiva tiene el designio de detentar el poder, por eso la
función política trata permanentemente de integrar al orden existente las
fuerzas que tratan de removerlo. De ahí que se señale que vida política
puede reducirse a la dialéctica de poder y fuerza. Con esto se quiere
significar que bajo todo poder existe necesariamente una fuerza,
generalmente varias, que lo respaldan o no, de esta forma un texto no basta
para conferir autoridad a un jefe de estado o a una asamblea, es necesario
una persona o grupo de personas que representan una fuerza variable
y que respalden tal institución. Es condición de la existencia del estado la
tendencia continua hacia la retención conjunta del poder y la fuerza.
Seguramente se den periodos de pleno equilibrio entre ambos factores
como cuando la fuerza existente se halla integrada en el poder, pero
ciertamente este momento termina para dar lugar a nuevas fuerzas que se
traducen en continuos cambios en el poder y donde este debe renovarse
buscando nuevamente aquel equilibrio ya debilitado.

FUERZAS POLITICAS
Terminología, clasificación
La palabra fuerza se utiliza para indicar aquellos elementos o fenómenos
que engendran el movimiento, pero con la expresión fuerzas políticas
generalmente se hace referencia a los protagonistas de la dinámica o vida
política y también se alude con tal expresión al poder político no estatal. El
uso de esta expresión se ha difundido sobre todo a partir de la terminación
de la segunda guerra mundial. Tradicionalmente las fuerzas políticas se han
clasificado en:

2 Prelot Marcel, La Ciencia Política, ed. Universitaria de Bs As, 1992, pág. 75

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- fuerzas individuales
- fuerzas colectivas (éstas se subdividen en difusas o no organizadas y
organizadas)

Fuerzas individuales (el líder o político):


Es importante considerarlas ya que como afirma M. Prelot 3, en política el
poder más grande pertenece al hombre, a la personalidad que por sus
características sabe apropiarse del poder u obtenerlo mediante el
consentimiento general. Así se señala que grandes movimientos políticos
pueden llegar a fracasar por falta de un líder.
Fuerzas colectivas: Presupone la existencia de un grupo. Pueden ser
grupos organizados o no organizados (difusos). Los primeros poseen límites
precisos, reconocen un jefe y se ajustan a reglas (partidos políticos,
sindicatos profesionales, iglesias, fuerzas armadas). Mientras que los
segundos carecen de tal organización y se caracterizan por ser difusos y de
cesión espontánea (opinión pública, clases sociales)

A continuación lo invitamos a realizar la Actividad 1 del módulo.

II. Partidos Políticos. Sistemas de Partidos

Es difícil imaginar hoy en día un sistema político que carezca de partidos,


(7)
ya que se nos presentan en la actualidad como “instituciones”
fundamentales para el desarrollo del sistema democrático, llevados por una
política de masas a ser conectores entre los individuos, los grupos y
organismos públicos. Según lo sostiene Ramón García Cotarelo, “tanto en
los regímenes liberales como en los autoritarios y hasta en los totalitarios,
los partidos políticos organizan (o disciplinan) a los ciudadanos, articulan (o
reprimen) intereses, seleccionan (o aniquilan) elites políticas, posibilitan (o
falsean) procesos electorales, legitiman (o socavan) las respectivas formas
4
(1)
de dominación” .
Si bien conceptualizarlo lleva implícita la necesidad de tener en cuenta la
situación histórica y fáctica de una sociedad, atendiendo a ciertos rasgos
fundamentales de su Constitución política, podemos citar algunas
definiciones y ver de qué manera se manifiestan estas organizaciones en la
sociedad argentina.
Para Giovanni Sartori, el partido político es un “grupo político que se
presenta a elecciones, y es capaz de colocar mediante elecciones, a sus
candidatos en cargos públicos”5.

A su vez, García Cotarelo supone dos momentos en lo que hace a notas

3 Prelot Marcel, Ob. Cit., pág. 93


4 García Cotarelo, Ramón, Los partidos políticos, Sistema, Madrid, 1985, p. 11.
5 Citado por Oñate, Pablo, op. cit., p. 254.

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definitorias del partido político, y así tenemos: un primer momento que
admite al partido político como un órgano de mediación entre el poder
político y los ciudadanos, pero en este estadio comparte las características
con otras fuerzas políticas tales como: sindicatos, asociaciones, etcétera;
por lo que se requiere otro momento, el segundo, en el cual se comprueba
que esta mediación tiene asimismo las notas de perdurabilidad,
representatividad, apoyo popular y participación en los procesos
electorales6, llegando a definirlos como “agrupaciones que en concreto
median entre los grupos (de interés) de una sociedad y el Estado, que
participan en la lucha por el poder (dominio) político y en la formación de la
voluntad política del pueblo”.
También Mario Justo López nos proporciona una definición, según la cual
los partidos políticos son “fuerzas políticas orgánicas; protagonistas
colectivos (con órganos propios) de la actividad política, cuyos elementos
constitutivos son: sus integrantes, su fin inmediato, sus medios de acción”,
caracterizándose por tener una organización permanente, como elemento
fundamental7.

Origen y clasificación conforme a su evolución

Parece razonable encontrar su origen en la ruptura revolucionaria inglesa


del siglo XVII, evolucionando lentamente a lo largo del siglo XVIII, y
organizándose en pleno sentido como partidos a partir del siglo XIX, con
una serie de reformas sucesivas, electorales y parlamentarias iniciadas en
1832, que aunque las reformas en sí no dan origen a los partidos políticos,
contribuyen decisivamente a su desarrollo.
En cuanto a su evolución y por consiguiente a su clasificación, primero
adoptaron la forma de partidos de notables (caracterizándose por su
estructura oligárquica), para pasar luego al partido de masas, el cual
basaba su fuerza en el número de afiliados, más que en la calidad de
éstos (ej.: los partidos socialistas). Después de la Segunda Guerra
Mundial, surge un nuevo tipo, el partido de electores o “atrapa-todo”
(catch-all people´s party), el cual concentra su atención en el conjunto del
electorado, confiriendo absoluta primacía a las consideraciones estratégico-
electorales a corto plaz8, con fortalecimiento de los máximos dirigentes,
una desvalorización del papel de los militantes de base, y un “esfuerzo por
establecer lazos con los más variados grupos de interés”, ya que el objetivo
final es conseguir el mayor apoyo en las urnas el día de la elección.

6 García Cotarelo, Ramón, op. cit., p. 13.


7 López, Mario Justo, Introducción a los estudios políticos, Depalma, Bs. As., 1983, vol. II, p. 490 y ss.
8 Oñate, Pablo, op. cit., p. 257.

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Funciones de los partidos políticos
Mario Justo López distingue según que éstos actúen de acuerdo con, en
contra de, o al margen del régimen democrático constitucional. En el primer
caso las funciones consisten en encauzar la caótica voluntad popular,
educar al ciudadano para encarar su responsabilidad política, servir de
eslabón entre la opinión pública y el gobierno, seleccionar la elite que debe
conducir los destinos del país9.
Otros autores, como García Cotarelo, parten de una función general
(mediadores entre el Estado y la sociedad) para derivarla en dos sub-tipos:
1. Funciones sociales: formar, canalizar la opinión pública, creando
identidades políticas, transformando y concretando las demandas sociales
en medidas políticas, el partido es un “elemento de la sociedad civil”.
2. Funciones institucionales: el partido es un “elemento del aparato
estatal” y por lo tanto, recluta la elite dirigente, selecciona a los candidatos,
siendo en nuestro caso la única forma posible para acceder a un cargo
político, lo que ha llevado muchas veces a la crítica y al descreimiento
popular con respecto a la poca representación en el momento de ser
elegidos de su plataforma electoral inicial. A su vez, permiten articular
las opciones de los ciudadanos, formar, dirigir y controlar la acción de
gobierno.

9 López, Mario J., op. cit., p. 498 y ss.

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Sistema de partidos: clasificación
Hablamos de sistema de partidos para referirnos a la “composición del
conjunto de partidos y a las relaciones que mantienen entre sí sus
elementos integrantes 10... [dentro de un sistema político estatal]”11. Los
partidos se necesitan unos a otros, nacen para competir entre ellos como
partes o sectores de un todo social.

M. Duverger, clasifica a los sistemas de partidos políticos entre>


1) Sistema de Partido Unipartidista
2) Sistema de Partido Bipartidista
3) Sistema de Partido Multipartidista

Superando otras clasificaciones, Giovanni Sartori distingue, según la


cantidad de partidos que tienen posibilidades de acceder al poder, entre:
1) Sistema de Partido único; es un sistema en el que existe un único
partido simplemente porque los demás se encuentran prohibidos.
2) Sistema de Partido hegemónico, que no permite la competición, ni
formal ni de facto, de otros partidos por el poder. Se permite que existan
otros partidos, pero en un segundo plano, pues no se les permite competir
con el partido hegemónico en términos de igualdad ni como antagónico. No
se permite la alternancia en el poder ni la rotación. No hay ninguna
autentica sanción que comprometa al partido hegemónico a actuar con
responsabilidad
3) Sistema de Partido predominante, un único partido mantiene una
posición de mayoría absoluta de votos durante al menos tres elecciones
consecutivas;
4) Sistema de Partido Bipartidismo, cuando son dos los partidos que
se alternan en el poder;
5) Sistema de Partido Pluralismo limitado y moderado, entre tres
y cinco partidos con escasa distancia ideológica entre sí, con una
competición bipolar de bloques y una tendencia centrípeta.
6) Sistema de Partido Pluralismo extremo y polarizado, más de
seis partidos relevantes entre los que habrá partidos anti-sistema, con
considerable distancia ideológica entre sí, y competencia multipolar de
tendencia centrífuga.
7) Sistema de Partido Pluralismo atomizado, el poder se encuentra
totalmente fragmentado, con diez, veinte o más partidos relevantes.

10 Vallés, Josep M., op. cit., ps. 355-360.


11 El agregado entre corchetes es nuestro.

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Regulación Constitucional de los Partidos Políticos
1) Por su parte, el art. 38 reza: “Los partidos políticos son
instituciones fundamentales del sistema democrático...” si bien no innova
en cuanto
a su status jurídico12, “los define como instituciones fundamentales del
sistema democrático (no quedando el Estado inerme frente a los
partidos antisistema)13, con lo que esclarece dos cosas: la
fundamentalidad del sistema partidario, y su integración en y para la
democracia”14.
2) Continúa: “... Su creación y el ejercicio de sus actividades son libres
dentro del respeto a esta Constitución, la que garantiza su organización y
funcionamiento democráticos...”, si bien la actual ley orgánica de partidos
políticos (LOPP), no exige una declaración de principios que sostenga el
régimen y los principios contemplados por la C.N., estas instituciones,
gozan de libertad en el marco y respeto de dicha Carta Magna.
A su vez, implica la necesidad de elecciones internas amplias para
la postulación a los cargos electivos, que frente a las distintas falencias
objetivas de la realidad sociopolítica del país, constituyen un mecanismo
que hace a la legitimidad, la idoneidad y la ética de los candidatos
partidarios para los cargos electivos gubernamentales, el cual se
fundamenta en la idea de democracia como participación asumida
responsablemente como deber, como compromiso serio15.
3) “... la representación de las minorías,...” presupuesto de la
organización y el funcionamiento democráticos, implicando “una directiva
obligatoria para el régimen electoral, en cuanto debe establecer un
sistema que asegure el acceso pluralista de los partidos a los cargos que
se provean por elección popular”16.
4) “... la competencia para la postulación de candidatos a cargos
públicos electivos”. El término competencia tiene dos acepciones posibles
en este caso: una alude a la acción de competir y la otra la de ser
competente, así el artículo se refiere doblemente a “hacer competencia” y a
“tener competencia”17.
En la primera acepción, los partidos internamente necesitan
implementar un sistema competitivo para seleccionar candidatos,
metodología que debería igualmente ser implementada externamente.
Mientras que en la segunda, se habilita a los partidos políticos para postular
oficialmente candidatos, siendo éste para muchos autores el sentido
adoptado por el artículo en cuestión, sin que esto signifique una prohibición
para que una ley posibilite la existencia de candidaturas extrapartidarias,
porque si no estaríamos dando lugar a una “oligarquización definitiva de la
vida política y del Estado”18.

12 Cuestión ya resuelta por leyes vigentes que les acuerdan el carácter de persona jurídica de derecho
público, como lo hace por su parte la Constitución Provincial de Córdoba, art. 33.
13 Los partidos políticos también pueden ser del sistema o antisistema, según se encuadren dentro o no
tendiendo a destruir, el sistema democrático, pluralista y republicano.
14 Bidart Campos, op. cit., p. 272.
15 Haro, Ricardo “Reflexiones sobre las elecciones internas abiertas”, E.D., Doctrina, Bs. As., 7/10/02, Nº
10.603, año XL.
16 Bidart Campos, op. cit., ps. 275/276.
17 Bidart Campos, op. cit., p. 277.
18 Ekmekdjian, Miguel Angel, La reforma constitucional de 1994, op. cit., p. 113.

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5) La norma de la Constitución Nacional continúa expresando
“... el acceso a la información pública y la difusión de sus ideas...”, facultad
otorgada para requerir informes a los tres poderes del Estado, como
obtener acceso a los medios de comunicación para divulgar sus
propuestas y que el costo sea soportado por el Estado, siempre y cuando
se encuentren en época de elecciones.
6) Por último, el art. 38 en sus 3º y 4º párrafos dispone: “... El
Estado contribuye al sostenimiento económico de sus actividades y de la
capacitación de sus dirigentes (...) Los partidos políticos deberán dar
publicidad del origen y destino de sus fondos y patrimonio”. En la opinión
de algunos autores, ha sido un error incorporar al texto constitucional
el difícil problema del manejo y destino de fondos recibidos 19, ya que
consideran inconveniente hacer referencia al rol del Estado como
contribuyente del sostén económico de los partidos y para la formación de
sus dirigentes. Sostienen que hubiera sido más conveniente regularlo por
ley.

A continuación, lo invitamos a realizar la Actividad 2 del módulo.

Para el estudio de este contenido, se recomienda la siguiente lectura,


disponi: Elementos teóricos para el análisis contemporáneo de los partidos
políticos: un reordenamiento del campo semántico

III. Los Grupos de Interés y los Grupos de Presión.


Los movimientos sociales.

Introducción
En todo régimen democrático, el poder político no está constituido
exclusivamente por el que ejercen los ocupantes nominales o visibles de los
cargos de gobierno, siempre hay alguien al lado o detrás, son actores que
despliegan poder, sea de carácter religioso, militar, económico, sindical, etc.,
no jurídicamente establecidos, es decir que sus titulares permanecen en la
penumbra. Distintas fuerzas políticas orgánicas desarrollan una acción para
obtener que las decisiones políticas u otros actos de gobierno o
administrativos se adopten con tal o cual contenido20.-

19 Ekmekdjian, Miguel Angel, La reforma constitucional de 1994, op. cit, p. 114.


20 Mario J. López, Introducción a los Estudios Políticos, Formas y Fuerzas Políticas, volumen II, Editorial
Depalma, Buenos Aires 1983.-

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GRUPO DE INTERES - GRUPO DE PRESIÓN
Cuando hablamos de grupo de interés, nos estamos refiriendo a esa
asociación de individuos que no es un partido político, que poseen en
común ciertas características y fines, con sentido de pertenencia al mismo,
adoptando una posición en la sociedad para desarrollar un interés y
protegerlos. Según el profesor Linares Quintana, estos grupos “se forman
en torno de intereses particulares comunes, con la finalidad esencial de
defenderlos”.
En base a ello, los grupos de interés se transforman en grupos de presión
sólo a partir del momento en que los responsables influyen sobre el
mecanismo gubernamental, partidos políticos o la opinión pública 21. En
base a esto, todos los grupos de presión son grupos de interés, pero no
todos los grupos de interés son grupos de presión.
Además, es necesario precisar que el grupo de interés es un elemento de la
estructura social, mientras que el grupo de presión se integra en el armazón
político, por lo que un grupo de presión es un grupo de interés actuando
políticamente.
Estos grupos de presión se caracterizan por tener en común: a.- una
organización permanente, con órganos propios que los dirigen y los
representan; b.- un factor que une y reúne a sus integrantes en la defensa
de un interés común entre ellos y que es particular con referencia a la
sociedad global; c.- sus integrantes, que en principio, no son ocupantes de
cargos del gobierno; d.- devienen fuerzas políticas, se politizan al desplegar
una acción ordenada de ejercer influencia en la adopción de las decisiones
políticas, pero no se proponen obtener para sus integrantes los cargos del
gobierno ni participan en las competencias electorales 22.
En cuanto a su principal actividad, ésta consiste en encauzar la corriente
de influencia entre gobernantes y gobernados; siendo considerada
entonces, la causa de la democracia.

CLASIFICACION DE LOS GRUPOS DE PRESION


Utilizando el vocablo “interés”, como valor que provoca la inclinación del
ánimo a su favor, podemos clasificarlos 23 de la siguiente forma:
• De interés relacionado con la actividad principalmente económica:
organizaciones empresarias, obreras, profesionales.
• De interés relacionado con la actividad social en general: clubes
“sociales”, clubes deportivos, entidades filantrópicas, etc.
• De interés relacionado con la actividad religiosa: asociaciones
religiosas.
• De interés relacionado con la actividad política propiamente dicha:
ateneos, asociaciones cívicas, etc.

21 Duarte-Fernández Suárez-Del Pino, ob. Cit.


22 M. Justo López, ob. Cit.
23 M. J. López, ob. Cit.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 136


En los Estados Unidos de Norteamérica, los grupos de presión se
identifican con el lobbying, como medio de utilización. El lobbying deriva de
lobby, literalmente: pasillo, corredor, salón de los pasos perdidos, parte del
Edificio del Congreso o de las legislaturas, en las que está permitido el
acceso de personas ajenas al mismo. Así el lobby es utilizado para designar
el sistema de influencia, lobbyist es el sujeto activo, y lobbying la actividad
desplegada al efecto, en un principio considerada como un delito, y
actualmente regulada jurídicamente, mediante la Federal Regulation of
Lobbying Act, dictada en 1946, lo que convierte a dicho estado en el único
país que lo contempla legalmente.

A continuación lo invitamos a realizar la Actividad 3 de este módulo.

IV. MOVIMIENTOS SOCIALES


La denominación Movimientos sociales comienza a ser utilizada en la Ciencia
Política, en la segunda mitad del siglo pasado. Es una categoría incorporada a
la clasificación de Fuerzas Política, sumándose a los partidos políticos, grupos
de presión, grupos de interés, opinión pública, etc.
Estos movimientos fueron el resultado del desarrollo democrático y la
profundización de la práctica democrática en el mundo entero, a partir de la
década del 60 y del 70 (por ej., el movimiento de los verdes, hippies, etc.)
pero posteriormente con el fenómeno de la globalización en la década de
los 80 comienzan a tener una preponderancia mayor, es un nuevo actor
político, que se incorpora a la dinámica política y que comienza a actuar en
la arena política tanto a nivel nacional como en el escenario internacional.
En igual sentido, más recientemente, se puede señalar a los medios de
comunicación social como un nuevo actor, por el gran impacto que importa
su desarrollo en la construcción de la realidad social y política en las
sociedades contemporáneas. En el orden local podemos citar como
ejemplos a: el movimiento surgido del campo por la aplicación de la
resolución 125 dictada por el Ministerio de Economía de la Nación, en la
cual, se aumentaban las alícuotas que debían abonar en concepto de
derechos de exportación e importación, más vulgarmente conocida como
las retenciones al agro (semana santa de 2008 y que se prolongó más de
un mes), así como también los movimientos piqueteros que surgieron por el
estallido de la crisis del año 2001. A nivel global se puede señalar el caso
de los movimientos antiglobalizadores, que se reúnen en las afueras de los
establecimientos donde se llevan adelante las reuniones del G8 y las
reuniones de la Organización Mundial del Comercio, Foro Económico
Mundial, etc.
Siguiendo a Gianfranco Pasquino, los Movimientos Sociales pueden ser
definidos como “organizaciones que constituyen intentos fundados en su
conjunto de valores compartidos para redefinir las formas de la acción
social e influir en sus consecuencias.”, pero también, se las puede señalar
como aquellas formas de participación no institucionalizada de grupos y
sectores que no se ven contenidos por instituciones vigentes que canalizan
la participación (partidos políticos, sindicatos, etc.) y que generan, por lo
tanto, nuevos canales de participación ciudadana y de grupos y/o sectores.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 137


En ciertas ocasiones los movimientos sociales actúan como grupos de
presión. Pero los movimientos sociales están interesados principalmente en
la promoción de cambios de normas y valores sociales, o en la resistencia a
los mismos. Es por eso que, describiendo su naturaleza decimos que, los
movimientos sociales son intentos colectivos de promover o resistir al
cambio, bien en las sociedades o en sus miembros o en la organización
estatal.
Estos nuevos movimientos sociales critican al Estado como al sistema
político por sus grandes carencias como sistema de representación y de
participación social, cumpliendo por lo tanto el papel de sujetos políticos.

Touraine, siguiendo a Melucci, ha propuesto una distinción entre:


• Movimientos reivindicativos: trata de imponer cambios en las normas y
en las funciones y procedimientos de asignación de los recursos.
• Movimientos políticos: se busca incidir en la modalidad de acceso a los
canales de participación política y de trastocar las relaciones de fuerza.
• Movimientos de clase: se busca poner de cabeza el orden social,
transformar el modo de producción y las relaciones de clase.

Es importante destacar, como lo expresan algunos autores, que:


“...Los llamados nuevos movimientos sociales operarían con una lógica y
unos ejes articuladores diferentes a aquellos de los movimientos sociales
clásicos de la década de los setenta, definiéndose no ya en términos
clasistas o económicos, sino más bien por coincidencias de objetivos más
sectoriales” (Minujín y Consentino).

PROCESO DE FORMACION DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES

Inquietud: descontento por algo.


Excitación: aumenta el descontento.
Etapas Formalización: la excitación de las masas se organiza en una
acción eficaz.
Institucionalización: el movimiento cristaliza en una burocracia.
Disolución: un movimiento activo termina con su acción.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 138


CARACTERISTICAS GENERALES DE LOS NUEVOS
MOVIMIENTOS SOCIALES
• No suelen tener una identificación tan clara como los anteriores
movimientos sociales
• Construyen una nueva identidad colectiva
• Ausencia de rígidas imposiciones externas
• Utilizan medios convencionales como no convencionales
• No pretenden controlar el poder político
• Exigen cambios en los gobiernos de turno

Para concluir, constituyen una fuerza que juega en la arena política, que
puede permanecer como tal, como lo que son, movimientos sociales hasta
el logro de su objetivo y/o su desaparición (lo que aconteció con la Mesa de
Enlace y la lucha del campo contra la Resolución 125), pero que en
ocasiones pueden transformarse en otra, como por ejemplo el movimiento
de los indignados en España, que dio origen a un partido político-
Podemos-, o el movimiento de los verdes que en los sesenta y los setenta
en las democracias europeas y en USA surgieron como tales y que luego,
especialmente en el viejo continente, se transformaron en Partidos
Políticos, que incluso han llegado a formar coaliciones gobernantes, como
en Alemania. En otras, grupos de presión ya existentes pueden generar el
surgimiento de nuevos movimientos sociales como el caso señalado de la
lucha del campo en la Argentina, motorizada por grupos de presión como la
Sociedad Rural, la Federación Agraria, CONINAGRO y Confederación
Rural Argentina, que se constituyeron como “Mesa de Enlace” de ese
movimiento y lucha.

Para el estudio de este contenido, se recomienda la siguiente lectura,


disponible en plataforma. Nuevos movimientos sociales en Argentina y
judicialización de demandas.

V. Opinión pública. Medios de Comunicación y Política

Concepto, contenido e importancia


La opinión publica según la clasificación anterior es una fuerza política
inorgánica colectiva difusa. Dicho de otra forma, es un poder político no
estatal, que presupone un grupo humano inorgánico y que puede obrar en
el sentido del orden o del movimiento. Es a fines del siglo XVIII que se
generaliza el uso de la expresión “opinión pública” y adquiere verdadera
importancia con la revolución francesa y el desarrollo del liberalismo. El
hecho de que el término emerja en tal contexto indica también que la
asociación primaria del concepto es una asociación política. No se trata
solo de una opinión generalizada (muy difundida), que puede existir sobre
cualquier tema, sino de una opinión de un público interesado en la cosa
pública.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 139


De esta manera para Giovanini Sartori24 una opinión es pública porque es
del público y porque afecta a objetos o materias de naturaleza pública (de
interés general). Se trata entonces de opiniones que asuman una relevancia
política. ¿Pero qué se entiende por opinión?, es dar una respuesta a una
pregunta, pero lógicamente aquello presupone un estado mental difuso
o un estado de conciencia en donde interactúan flujos de información, en
este caso sobre cuestiones o hechos de interés público, pero que como
estado mental contiene ingredientes propios: necesidades, deseos, valores
y disposiciones y contiene además como factor característico datos sobre
cómo se gestiona la red pública.
M. Justo López25 señala que el sujeto o titular de la misma siempre es
colectivo, conjuntos humanos de composición indefinida y cambiante y
unidos solo por su condición de protagonistas de un mismo proceso. Por lo
tanto se trata de un sujeto plural, anónimo e indeterminado, con una base
de homogeneidad. En cuanto al contenido como ya se indicará más arriba
la calificación de pública significa varias cosas: que no es individual, que no
es secreta y que se refiere a una cuestión controvertida y actual de interés
general o público. No reviste el carácter de público lo que solo tiene interés
particular. Son hechos o cuestiones que importan a muchos y que admiten
una respuesta de algún modo uniforme. La opinión pública siempre significa
un pronunciamiento o postura a favor o en contra de algo, siempre conlleva
una actitud de rechazo, resistencia o aceptación. Para H. Heller 26 la opinión
pública es una de las más importantes condiciones para la formación de la
unidad estatal. Esta importancia nace cuando la sociedad civil reemplaza
las fundamentaciones religiosas de la autoridad, por el reclamo de una
legitimación racional de su obediencia política. Pero también Heller critica a
aquellas corrientes que sobredimensionan a la fuerza autónoma de la
opinión pública.
En la visión de Heller, la opinión pública no pervive al margen del Estado,
al contrario, le asigna a este un papel fundamental, en su formación y
mantenimiento; incluso sostiene que los conductores del Estado deben
trabajar por darle una forma a la opinión pública en pos de la unidad del
Estado. “La opinión pública en lo concerniente a la unidad estatal, cumple
ante todo una función de legitimación de la autoridad política y del orden
por ella garantizado.”
Heller tampoco cae en la ingenuidad de afirmar que sólo el Estado puede
organizar la opinión pública, sino que reconoce los condicionamientos de
esta por parte de sectores dirigentes, tanto políticos, como otros,
vinculados al poder económico.
Reconoce a la prensa como el más influyente portavoz y formador de
opinión pública, no desconociendo los poderes económicos que se
mueven sosteniendo a la prensa, pero tampoco considera válido exagerar
este influjo.
La opinión publica relativamente firme y permanente debe diferenciarse de
la fluctuante de cada día y solo la primera de estas es importante para la
unidad estatal.
Siguiendo a este autor debemos señalar que la enorme importancia
24 Sartori Giovanni, Elementos de Teoría Política, De. Alianza
25 López, Mario J, Introducción a los estudios políticos, Vol. II
26 Heller Herman, Teoría del estado, Fondo de Cultura Económica, pgs. 191/99

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 140


política de la opinión publica consiste en que en virtud de su aprobación o
desaprobación asegura las reglas convencionales que son la base de la
unidad estatal, cumpliendo de esta forma ante todo una función de
legitimación de la autoridad política y del orden por ella garantizado. Dice
Heller27 “todo poder debe preocuparse por aparecer como jurídico,
por lo menos para la opinión que públicamente se expresa”, termina
diciendo “de esta suerte la opinión publica entraña la importancia
considerable como freno o estimulo, advertencia o aliento, para la
acción de los representantes del estado” . De ahí su importancia y
estudio en Derecho Político.

FORMACION DE LA OPINION PÚBLICA


Procesos y marco institucional
Sartori G28., afirma que las opiniones no son innatas y no surgen de la nada,
sino son el fruto de un proceso de formación y lo representa como una serie
de procesos descendentes en cascada, cuyos saltos son contenidos en
intervalos por contenedores en los cuales se vuelven a mezclar otra vez. En
este modelo los niveles o depósitos de la cascada son cinco. En lo alto las
ideas de la elites económicas y sociales, seguido por las ideas de las elites
políticas y de gobierno.
En el tercer nivel tenemos a las redes de comunicaciones de masas, luego
a los líderes de opinión y por último encontramos el público de masas.
Según este modelo en cada nivel interactúan y se mezclan los flujos de
informaciones. Se señala que el origen de las opiniones públicas no es
autónomo en un sentido absoluto, el público no hace todo por sí mismo y
solo hay pequeños grupos difusores en el origen de las mismas, existiendo
siempre influidos e influyentes que van retransmitiendo las ideas hasta
llegar a la población en general, por ejemplo, en relación a lo que dicen
y hacen los políticos, cada partido maniobra para robarse los electores. De
la multiplicidad de partidos parten por lo tanto voces casi infinitas y
contrastadas que llegan a los medios masivos de comunicación social y que
no son retransmitidos tal cual, sino que se ajustan a lo que cada canal de
comunicación establece como que constituye o no la “noticia”. Por lo tanto
todo canal selecciona, simplifica, quizás distorsiona o interpreta los
mensajes según sus propias reglas y así sucesivamente, en cada nivel de la
mencionada cascada de formación de la opinión pública Con esto se
pretende indicar que “la opinan del público” (hecha por el público) lo es en
un sentido relativo y más aun teniendo en cuenta el importante desarrollo de
los medios de comunicación social en la actualidad. En este sentido se
afirma que “la autonomía de la opinión pública ha entrado en crisis o
ha sido puesta en duda por la propaganda y también por las nuevas
tecnologías de las comunicaciones de masas”29. De ahí se sigue que la
opinión pública no lo es porque esté ubicada en el público sino porque está
hecha por él, y entonces la diferencia entre opinión en y del público es una
distinción crucial.

27 Heller, Herman, Ob Cit, pág. 192 y 199


28 Sartori G, Ob. Cit
29 Sartori,G., Ob. cit

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 141


M. Justo López30 presenta otro modelo de formación de la opinión publica
reflejado en tres etapas: La noticia del hecho o de la cuestión llega a
conocimiento de los ciudadanos, a grandes de los medios de comunicación
social, generando sentimientos de aprobación o rechazo, cada uno empieza
a perfilar su posición, una segunda etapa de discusiones entre las diversas
propuestas y por último se toma una postura y se proyecta la acción a
seguir. Este autor señala como promotores del proceso formativo de opinión
publica a las fuerzas políticas orgánicas (grupos de presión, prensa), los
ámbitos de este proceso son variados (familia, barrio, iglesia, club,
universidad, etc.) y el medio o instrumento por el cual se canaliza este
proceso está representado por los medios de comunicación social.

Ahora bien, hay que señalar que las opiniones de los particulares derivan
también y no en poca medida de los grupos de referencia de cada uno: la
familia, el grupo de trabajo, las identificaciones partidarias, religiosas, de
clase, étnicas. De todo ese montón de influencias y contrainfluencias resulta
la opinión pública. En necesario remarcar que estos procesos de formación
de la opinión pública solo pueden darse en las democracias liberales,
porque que una opinión sea del público presupone una serie de condiciones
que vienen a ser el marco institucional para su desarrollo como la libertad
de expresión, de prensa, asociación, organización, etc. Estas condiciones
son las que posibilitan la formación de la opinión pública y ésta a su vez es
necesaria para el buen funcionamiento de dicho régimen político. En
momentos críticos puede sobreponerse al poder político estatal y erigirse en
sostén del régimen o bien todo lo contrario generando un cambio decisivo
en el rumbo del poder estatal. Cierto es que en un régimen totalitario
también puede existir una opinión pública pero seguramente tendría una
menor dosis de espontaneidad y de libertad.

A continuación, lo invitamos a realizar la pregunta 4, correspondiente a la


tercera parte de la Evaluación.

30 Lopez, M. J. en Ob. Cit. pag 488

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 142


M 3 Actividades
Actividad 1
Fuerzas Políticas

Teniendo en cuenta el esquema que se le ha presentado con los distintos


tipos de fuerzas políticas (a) AA1, adecue el mismo a nuestra realidad
política argentina y ejemplifique con casos referidos a nuestro país.
Recuerde que las fuerzas políticas son las que dinamizan la relación
política. AA2
En los apartados b, c, d y e presentamos otras clasificaciones más simples,
las que también deberá ejemplificar.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 143


AA1 Actividad 1 Recuerde que fuerza política es sinónimo de actores políticos, sujetos
asistente académico políticos. Repase lo estudiado en el material obligatorio y/o complementario.
Vea el glosario.

AA2 Actividad 1 Recuerde lo estudiado en el módulo 1 en el sentido que la política, en


asistente académico cuanto fenómeno y cómo la realidad que implica una relación humana con
ciertos caracteres, es multifacética, y precisamente una de esas facetas
comprende la “dinámica” de esa relación, en la que tienen un rol
predominante las fuerzas políticas que la operativizan.

Actividad 2

El sistema de partidos en la realidad política argentina

Teniendo en cuenta lo aprendido en el punto 1 de la unidad VI, en el tema


“Sistema de partidos”, y partiendo de la clasificación que aporta Sartori
AA1, deberá decir en cuáles de los tipos de sistemas de partidos colocaría
el sistema argentino de las elecciones del año 2015. AA2

Para enriquecer la resolución de esta actividad le sugerimos la lectura del


texto “Dos conceptos de ciencia política aplicados a la realidad argentina:
predominio y hegemonía” del académico Dr. Natalio R. Botana. Disponible
en plataforma.

AA1 Actividad 2 Recuerde que en 1989 accede al poder el justicialismo a través de la


asistente académico fórmula Menem-Duhalde. Entre 1989 y 1999 hay tres elecciones
presidenciales y una de constituyentes para reformar la Constitución
Nacional en 1994, lo que hace un total de 4 elecciones generales. Pero no
nos olvidemos de que cada 2 años se renueva en nuestro país la mitad de
la Cámara de Diputados, por lo que hubo en igual período unas cinco (5)
elecciones más para renovar autoridades.

AA2 Actividad 2 Recuerde que en 1989 accede al poder el justicialismo a través de la


asistente académico fórmula Menem-Duhalde. Entre 1989 y 1999 hay tres elecciones
presidenciales y una de constituyentes para reformar la Constitución
Nacional en 1994, lo que hace un total de 4 elecciones generales. Pero no
nos olvidemos de que cada 2 años se renueva en nuestro país la mitad de
la Cámara de Diputados, por lo que hubo en igual período unas cinco (5)
elecciones más para renovar autoridades.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 144


Actividad 3
Grupos de presión

Efectúe la búsqueda de tres noticias (preferentemente de actualidad) en


tres diferentes diarios de tirada provincial, nacional o internacional, en las
que se pueda observar la actividad política que despliega un grupo de
presión AA1 en la realidad local y nacional, para los ejemplos
argentinos. En el caso del ejemplo extranjero, podrá ser una noticia que
aluda a un grupo de presión perteneciente a ese Estado, o en el contexto
de la globalización algún grupo de presión que opera a nivel macro o, si
usted prefiere, en el ámbito global o internacional. AA2

AA1 Actividad 3 Los grupos de presión son un tipo de actores políticos. También se
asistente académico puede utilizar la denominación fuerza política. Son grupos de interés que
despliegan poder político o inciden en él. Repase la bibliografía
obligatoria. Vea el glosario.

AA2 Actividad 3 En el contexto de la globalización (repase lo estudiado en el módulo 2)


asistente académico los diferentes actores han operado también transformaciones; así, se
puede hablar de nuevos actores trasnacionales o globales. Ello también
puede pasar con este caso de los grupos de presión. A veces, las ONG
se erigen en un tipo de grupos de presión.

M 4 Microobjetivos
• Comprender en qué consiste el fenómeno de la globalización y cuáles
son sus efectos sobre la realidad estatal, a los fines de poder detectar
sus consecuencias en lo político-institucional.
• Conocer el sistema internacional y cómo ha evolucionado a los fines de
distinguir el modelo westfaliano del actual sistema internacional.
• Analizar el sistema internacional a partir del surgimiento del Naciones
Unidas para detectar los nuevos actores internacionales que se
incorporan a la arena política.
• Estudiar el fenómeno de la globalización a fin de detectar los nuevos
actores que el proceso evidencia.
• Distinguir entre los procesos de Internacionalización,
transnacionalización y globalización, a fin de diferenciarlos entre sí.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 145


M 4 Contenidos EL ESTADO Y EL ESCENARIO INTERNACIONAL

Unidad VII
1. Nuevas formas de interrelación e interdependencia. El escenario
internacional y los procesos de integración y desintegración:
Mundialización, Globalización, Regionalización y desglobalización.
2. Nuevos actores políticos del escenario internacional.

1. Introducción. La mundialización y un nuevo escenario internacional

El final del siglo XX se caracterizó por nuevas dinámicas sociohistóricas


que dieron cuenta de una realidad cada vez más compleja. Como bien
sabemos, el desenlace de la Guerra Fría y la caída del Muro de Berlín se
presentan como hitos que modificaron visiblemente la geopolítica mundial,
no solo por una nueva configuración de poderes (un sistema unipolar
detentado por los Estados Unidos), sino también por una serie de
fenómenos sin precedentes: la propagación absoluta del capitalismo y de
su nuevo rostro neoliberal, el incremento en las diferencias económicas
entre los centros y las periferias, la organización de una sociedad de
consumo dependiente de las reglas de mercado, la difusión masiva de los
medios de comunicación y de las nuevas tecnologías, o bien la pérdida de
nitidez en los límites de las políticas de derecha e izquierda, son algunos
ejemplos de problemáticas que surgen en este novedoso escenario
internacional en donde el rol del Estado parece ponerse en jaque.

Pues, en todos los casos, hablamos de fenómenos de carácter


transnacional que, sin embargo, repercuten dentro de las fronteras de los
países, lógica que los estudiosos han explicado a través de una
mundialización: una categoría amplia que pretende dar cuenta de la
existencia de procesos que trascienden las naciones, las sociedades y las
comunidades, interviniendo en múltiples dimensiones políticas, económicas,
sociales y culturales (Ortiz, 2004) 1. Tomemos por caso la forma en que un
puñado de inversores en Wall Street puede poner en crisis la economía de
un país africano, o también el modo en que los medios hegemónicos de
nuestro país modelan no solo nuestra opinión pública sino también la
imagen de Argentina que circula por Europa. Se trata
de situaciones ejemplares que ponen de manifiesto el carácter mundial de
los procesos y fenómenos que introduce un cambio de paradigma en la
organización del escenario internacional, logrando con ello que las
teorizaciones clásicas sobre el Estado se pongan en tela de juicio. En
otras palabras, se presentan nuevas situaciones que despiertan una
discusión sobre los límites del rol estatal y las maneras en que los Estados
se interrelacionan cuando la geopolítica se haya supeditada al dominio de
un solo poder (y, por ende, de un único país) y cuando otras dimensiones
económicas, sociales y culturales parecen ocupar mayor relevancia que
aquella política.
1 Ortiz, Renato (2004). Mundialización y cultura. Bogotá: Convenio Andrés Bello.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 146


La mundialización puede pensarse como una respuesta amplia a este
complejo interrogante, pero se trata, sin embargo, de una categoría que ha
tratado de ser definida a la luz de otras categorías similares. En esta lógica,
la globalización es no solo otro de los nombres con los cuales se reconoce
la mundialización, sino también uno de los conceptos más citados por las
publicaciones especializadas en este plano internacional mundializado,
aunque bien ella carezca de una definición precisa. Desde su ascenso
meteórico en la década de los ’90, la globalización ha sufrido numerosas
interpretaciones, muchas de las cuales han despertado grandes
controversias por su tendencia a simplificar los fenómenos. En tal sentido,
dicha noción parece funcionar como una suerte de cajón de sastre pues
permite abarcar incontables objetos tales como mercados financieros,
medios de comunicación, movimientos sociales o sistemas políticos, entre
muchos otros, los cuales comparten en mayor o menor medida ciertos
rasgos, pero responden siempre a dinámicas propias y específicas.
Por la importancia que detenta este concepto y por la crítica que suscita en
muchos campos del saber, este módulo tomará entonces a la globalización
como su eje vertebral, en tanto fenómeno que nos permitirá comprender
cómo los Estados se interrelacionan e integran dando lugar a nuevos lazos,
y también la existencia de otros actores internacionales que le otorgan
mayor complejidad a nuestro tiempo actual. En este módulo,
nos proponemos, entonces, definir la globalización y sus efectos sobre el
Estado, sus elementos primordiales y las estrategias que se adquieren para
hacerle frente a esta nueva coyuntura.

2. Acerca de la globalización

Para el estudio de los contenidos de los siguientes apartados,


recomendamos la lectura del texto de Roberto Russell, La globalización:
situación y proceso (1998, Ciclos, Vol. VIII, pp. 39-50), disponible en
plataforma, siguiendo los puntos que se proponen a continuación:
- La definición de globalización que el autor propone, y su relación
con los conceptos de internacionalización, transnacionalización e
interdependencia.
- La diferencia entre “proceso” y “situación” a la hora de pensar la
globalización.
- Los cambios históricos en el avance de la globalización a lo largo
del siglo XX.
- Las implicancias de la globalización en el Estado.
- La noción de “conciencia global” que elabora Russell.

En las últimas décadas, la globalización ha generado un sinnúmero de


debates y descripciones. Por ejemplo, Roberto Russell (1998) ha señalado
que la mejor manera de definir la globalización es interpretándola como un
conjunto de fuerzas homogéneas que contribuyen a formación de un
sistema que unifica el mundo, como también a la creación de una sociedad

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 147


global2. Otros autores como Manuel Castells (2007) han optado por explicar
la globalización desde su conformación social y cultural, afrontando
este fenómeno desde la idea positiva de una “sociedad red” en donde la
información circula democrática y homogéneamente 3. Por su parte,
referentes como Martin Albrow (1997) han puntualizado más bien sobre los
riesgos (ambientales, económicos y sociales) que acarrea una “globalidad”
que incluso ha modificado la forma en que las personas comprenden su
realidad imperante.
En todos los casos, las reflexiones coinciden en acepta la globalización
como un proceso político, económico, social y cultural que afecta a la
interdependencia entre las naciones y las comunidades, a través de
múltiples procesos que adquieren escala mundial. Tal es el caso del
aumento en la conectividad gracias a los medios de comunicación
(pensemos en la posibilidad de comunicarnos en instantes con alguien que
incluso se halla a continentes de distancia); la reducción de las distancias
espaciales (no en un sentido físico –la geografía casi no ha cambiado en
los últimos años-, pero sí simbólica: por ejemplo, un viaje de avión que
permite cruzar un océano en horas, cuando un siglo atrás el trayecto en
barco podía demorar meses); o bien de la profusión de una cultura casi
universal (canciones, obras literarias, filmes y referentes históricos que son
ampliamente reconocidos por todos, independientemente de su
procedencia).
En consecuencia, esta noción debe pensarse como la ampliación, la
profundización y la aceleración de una interconexión internacional en
diferentes dimensiones tanto económicas, como políticas, sociales y
culturales. Pero, aunque esta idea es compartida por muchos especialistas,
los teóricos dedicados al estudio de la globalización presentan grandes
discrepancias a la hora de pensar sus efectos sobre el escenario mundial.
Ello remite a pensar las experiencias que estallan hacia el final del siglo XX
y que muestran, de manera especial, una fuerte tensión entre lo doméstico
y lo extranjero, entre lo local y lo internacional, poniendo de manifiesto un
nuevo escenario internacional. Como bien mencionamos, la pregunta que
surgirá, en este contexto, es qué lugar ocupa el Estado como organización
política y territorial en un mundo donde toda frontera parece evaporarse.
De modo particular, un conjunto de especialistas se ha dedicado a pensar
este interrogante, problematizando el alcance de la globalización desde
una descripción política e internacionalista. Se trata de un intenso debate
en el que podemos distinguir tres grandes escuelas de pensamiento:
hiperglobalizadora, escéptica y transformacionalista, miradas que
ofrecen su propia descripción y explicación de este fenómeno casi
inabarcable. Mientras los hiperglobalizadores como Kenichi Ohmae
afrontan la globalización como una nueva era en la cual los pueblos del
mundo se hallan cada vez más sujetos a la lógica del mercado global, los
escépticos como Paul Hirst y Grahame Thompson sostendrá que este
fenómeno es, más bien, un mito que oculta una realidad económica
internacional, la cual se encuentra cada vez más segmentada en tres
bloques regionales importantes y con un fuerte rol de los gobiernos
nacionales.

2 Russell, Robert (1998). “La globalización: situación y proceso”. En: Ciclos, Vol. VIII, Nro. 14-15, pp. 39-50.
3 Castelles, Manuel et al (2007). La transición a la sociedad red. Buenos Aires: Ariel.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 148


Por su parte, los transformacionalistas como James Roseneau y Anthony
Giddens entenderán la globalización actual como un hito histórico sin
precedentes, pues los Estados y sus sociedades experimentan, a medida que
tratan de adaptarse a un mundo más interconectado, un profundo proceso de
cambio, aunque bien dicho proceso pueda ser incierto.
Es interesante señalar que cada una de estas escuelas no responde a una
postura ideológica homogénea. Por ello, en la mirada hirperglobalistas
conviven concepciones ortodoxas neoliberales junto con aquellas
marxistas, mientras que en la escéptica se congregan descripciones
conservadoras que comparten con las posturas radicales concepciones
similares acerca de la naturaleza de la globalización. Incluso, entre
hiperglobalizadores, escépticos y transformacionalistas existe una gran
diversidad de aproximaciones intelectuales, convicciones normativas y
formas de comprender el mundo, y por ello resulta necesario encontrar un
modo de comprender cómo estas escuelas ofrecen ciertas generalidades
y argumentos. Por tal motivo, conviene recuperar las lecturas de la
globalización que han desarrollado estas escuelas, centrándonos en
un aspecto de importancia para este módulo: las implicaciones de este
proceso en el poder del Estado y el gobierno.

3. Teorías de la globalización: las escuelas dominantes y el rol


del Estado
El conjunto de estudiosos que adhieren a la postura hiperglobalista
entenderán que el Estado ya no es una posibilidad viable en un mundo
dominado por una economía global. Se trata de una postura que le otorga
prioridad a la lógica económica principalmente en su expresión neoliberal,
dado que los hiperglobalistas celebran la libre competencia de mercados
que, asimismo, garantizan el crecimiento de la globalización. Por ello, para
esta escuela, lo que podría verse como una desnacionalización de las
economías es, más bien, una economía sin fronteras que colabora con el
progreso mundial.
Desde una perspectiva utópica, con el crecimiento y la expansión de la
globalización, tarde o temprano los Estados serán instituciones
prescindibles que se verán suplantados por formas macroeconómicas de
integración. Los teóricos de esta escuela argumentan esta profecía desde
la pérdida de capacidad de control por parte de los gobiernos nacionales,
quienes recurren cada vez más a formaciones regionales o globales para
gestionar sus poblaciones internas. En síntesis, para los hiperglobalistas,
el fenómeno de la globalización es una fase que precede la desaparición
de los Estados, dando paso a una “sociedad global” marcada por una
preponderancia de lo económico.
Pero, mientras los hiperglobalistas afirman que el mundo está alcanzando
una economía de perfecta integración, los escépticos dudarán de esta
comprensión tan positiva de la globalización para pensar, más bien, que el
escenario internacional está viviendo apenas un aumento en los niveles de
internacionalización: ello es, un incremento en las interacciones entre las
economías nacionales, y entre sus flujos de inversión y comercio. En tal
sentido, los escépticos también se apoyan en una perspectiva económica,
sosteniendo sus afirmaciones en datos históricos concretos. Según su

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 149


teorización, lejos de haber perdido poderío, son los Estados quienes ponen
en marcha múltiples procesos de internacionalización, asegurando con ello
la liberación económica o bien posicionándose en contra. Basta solo
recordar cómo, en las últimas décadas, han aumentado progresivamente
las formas de “regionalización”, como sucede con la conformación de
bloques (como Norteamérica, Europa y Asia), como también con la
expansión de los nacionalismos y de enclaves étnicos que muestran una
unidad interna, fronteras adentro.
De allí que los escépticos descrean de la globalización y de la posibilidad
de un gobierno global, en tanto estos fenómenos dan cuenta de una
contradicción en la idea hiperglobalista de una sociedad global, visible
incluso en un retorno de prácticas que asumen cierta forma imperial. En
cierto modo, los escépticos ven a la globalización como una fachada
detrás de la cual se esconden los intereses particulares de las naciones
individuales que se enfrentan o se integran al mercado global.
Finalmente, a diferencia de los escépticos y los hiperglobalistas, los
transformacionalistas evitan vaticinar los efectos de la globalización a
largo plazo, asimilando este fenómeno como un proceso incierto y repleto
de contradicciones. Por ello, los transformacionalistas ven los efectos que
ha tenido la globalización en la historia más reciente, en tanto intenso
movimiento que aceleró los cambios políticos, sociales y económicos,
reformando las sociedades modernas. Se trata de un nuevo escenario
internacional sin precedentes, en donde las fronteras locales e
internacionales tienden a erosionarse, pero señalando una imposibilidad
de prever cuál será efectivamente su dirección. Por ello, los Estados se
encuentran en un espacio de una incertidumbre casi absoluta, escenario
que difícilmente pueda caracterizarse en términos de una sociedad global
armónica o de bloques de integración en pacífica convivencia.
No obstante, la escuela transformacionalista encuentra en la globalización
la promoción de nuevas formas de estratificación del orden mundial,
aspecto que cobra relevancia en las crecientes distancias entre centros y
periferias tanto económicas como sociales. La profusión de términos que
aparecen junto al de globalización (tales como Norte y Sur, o Primer Mundo
y Tercer Mundo) no hacen más que confirmar esta idea, acerca de la cual el
fenómeno global ha impuesto otras jerarquías que reclaman nuevos
abordajes críticos. Incluso, se trata de una redistribución de poderes que
afecta al gobierno mismo de un Estado que ahora debe gestionarse tanto
en otros territorios especiales que toman la forma de bloques regionales en
tensión, pero también en otros territorios más bien simbólicos: desde la
existencia de mercados financieros virtuales, hasta la presencia de
una cultura global que se rige por las reglas de mercado y por el modelo
dominante de los Estados Unidos. En muchos casos, el poder del Estado
se yuxtapone a poderíos de otro orden, introduciendo interrogantes
novedosos acerca de su función efectiva. La globalización, entonces, es
una transformación constante que afecta a numerosas dimensiones en las
cuales el Estado debe desenvolverse.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 150


Por lo tanto, mientras la escuela hiperglobalista anuncia el fin del gobierno
estatal, y mientras los escépticos sugieren que la globalización solo da
cuenta de un Estado que ha asumido otras formas, los
transformacionalistas pretenden más bien interpretar de qué manera este
fenómeno impone otras variedades de poder, como también otras
distribuciones. Lo cierto es que, pese a sus diferencias, estas tres miradas
coinciden en preguntarse acerca de los regímenes de soberanía que son
posibles en el contexto de la globalización. En su conjunto, presentan una
fuerte problemática acerca de las fronteras (territoriales y simbólicas) que
se gestan en este enclave reciente, preocupándose por dilucidar cómo los
gobiernos estatales hacen frente a nuevas condiciones históricas.
Lo que estas posturas enfrentadas demuestran, finalmente, es que debemos
pensar a la globalización como un término diagnóstico de la actualidad,
puesto que le da nombre a una época, intentando explicar los
macroprocesos de cambio el mundo contemporáneo (Osterhammel y
Petersson, 2019)4. Se trata, entonces, de un concepto procesual que busca
explicitar el modo en que una imagen tradicional de Estado se pone en
crisis, al tiempo que pretende exponer ciertos fenómenos de diversa
naturaleza que afectan a su soberanía, tales como: el crecimiento expansivo
de un mercado global, la expresión de una cultura homogénea en cada
rincón del mundo y el surgimiento de otras expresiones temporales y
especiales (como por ejemplo la reducción de los espacios consecuencia de
los medios de transporte y las tecnologías, o bien la circulación rápida de la
información por los medios masivos de comunicación).
En tal sentido, al considerar consideramos a este complejo fenómeno como
una categoría que permite dar cuenta de un particular momento histórico del
escenario internacional, es posible encontrar una cuarta postura ante la
globalización que nos permite plantear nuevos interrogantes acerca de:

1. El rol del Estado (su ocaso y pérdida de legitimidad, o bien su


recurrencia a nuevas formas de integración y sostenimiento de
poder).
2. La cultura y la sociedad (su homogeneización y uniformización más
democrática, o bien su constitución en estratos diferenciados y
nuevos márgenes).
3. La comprensión del tiempo y el espacio.

4. Sobre el desarrollo histórico de la globalización


Hemos mencionado anteriormente que la globalización cobra relevancia
a partir de la década de los ’90 a partir de un conjunto de cambios
estructurales en la geopolítica internacional. No obstante, los estudiosos
coinciden en sugerir que la globalización, lejos de ser un fenómeno
reciente, trata con un complejo proceso que viene cobrando forma en los
últimos siglo, ellos aparejado al nacimiento de la modernidad y a ciertos
cambios en la percepción espacial y temporal de las culturas y

4 Osterhammel, Jurgen y Petersson, Niels P. (2019). Breve historia de la globalización. Del 1500 a nuestros días. Buenos
Aires: Siglo XXI.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 151


sus sociedades (Held et al, 2002)5. Por tal motivo, y siguiendo esta idea
de una cuarta postura ante la globalización, podemos puntualizar a modo
de ejemplo en ciertos hitos históricos que dan cuenta de un crecimiento
paulatino de este fenómeno a lo largo del siglo XX, el cual alcanzará su
mayor esplendor en el periodo de posguerra (años 60’s), momento en el
cual Marshall McLuhan acuña la frase “aldea global”:

- Cambios de orden témporo-espacial y tecnológico:


En 1919, la iniciación del primer horario de servicios de líneas aéreas
transfronterizas.
En 1927, la primera emisión de televisión (por parte de la BBC inglesa).
En 1930, la primera transmisión global de radio (el discurso de Jorge V
abriendo la Conferencia Naval de Londres transmitida simultáneamente a
través de 242 estaciones en 6 continentes).
En 1946, la construcción del primer computador digital.
En 1962, primera comunicación satelital.
En 1971, el establecimiento del primer sistema de intercambio electrónico.
En 1991, introducción de la red “Web” a nivel mundial.

- Cambios de orden cultural


En 1911, fundación del primer estudio cinematográfico en Hollywood.
En 1939, producción del primer filme que mayor recaudación generó a nivel
internacional (Lo que el viento se llevó).
En 1949, introducción del primer paquete de vacaciones dentro del
concepto de un turismo global.
En 1955, la creación de una de las primeras franquicias de exportación
masiva (McDonald’s).
En 1968, pronunciamiento del Mayo Francés, revuelta universitaria de
impacto ideológico en todo el mundo.
En 1981, primera emisión global de la cadena MTV.

- Cambios de orden político-económico:


En 1929, la puesta en marcha del primer acuerdo financiero europeo
(firmado en Luxemburgo).
En 1974, el gobierno de los Estados Unidos elimina los controles para el
cambio extranjero (otros Estados lo seguirán unos años después).
En 1945, pronunciamiento internacional de la Carta de las Naciones Unidos.
En 1954, el establecimiento de la primera zona de exportaciones en
proceso (Irlanda).

5 Held, David et al (2002). Transformaciones globales. Política, economía y cultural.


México: Universidad Iberoamericana.

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En 1957, el levantamiento de los misiles balísticos intercontinentales.
En 1972, la primera conferencia sobre un tema global (Conferencia de
Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano).
En 1987, aparición del “hoyo” en la capa de Ozono sobre la Antártica
generando una preocupación ecológica global.
En 1987, la Crisis de Wall Street con el consiguiente impacto en los
mercados mundiales.
En 1991, caída del Muro de Berlín.
En 1991, desmoronamiento del bloque soviético.

Como se comprenderá, estos hitos son ilustrativos de un conjunto mucho


más amplio de procesos históricos que pueden ejemplificar la globalización.
Incluso, su separación en dimensiones políticas-económicas, tecnológicas y
culturales es tentativa, aspecto que marca uno de los rasgos prioritarios de
la globalización: en otras palabras, ningún fenómeno producido en el marco
de un mundo global impacta en un solo orden.
Tomemos por caso lo que sucede con la explosión del cine hollywoodense,
cuyas películas modelan la opinión pública en cada rincón del planeta, pero
también movilizan grandes cantidades de inversiones mundiales que
impulsan a los Estados a regular ingresos y salidas de capitales. O también
el aumento de diferentes medios de comunicación, que obligan
a los gobiernos a congregarse para crear normativas de regulación de
la información en el plano internacionales. Es este uno de los rasgos
históricos de la globalización: un carácter multifacético que produce
modificaciones superpuestas en diferentes dimensiones y en distintas
partes del mundo.

5. El Estado en una sociedad global: su relación con otros actores y


el impacto en sus elementos

En el módulo 2, hemos observado con detenimiento los diferentes


elementos que dan forma al Estado. En este apartado, recuperamos
aquellos contenidos para pensar cómo, en sus estructuras, los gobiernos
estatales se ven intervenidos por el proceso de la globalización.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 153


Para el estudio de los contenidos del presente apartado, recomendamos la
lectura del capítulo “El Estado y los desafíos de la globalización”, de las
autoras María Susana Bonetto y María Teresa Piñero (perteneciente al
libro Las transformaciones del Estado. De la modernidad a la globalización,
Córdoba, Editorial Advocatus, 2003, pp. 136-152), siguiendo aspectos
como:
- La definición de globalización que proponen las autoras, y sus
similitudes y discordancias con la conceptualización propuesta en
este módulo.
- Los elementos del Estado analizados por las autoras, y su
comparación con los contenidos expuestos en el módulo 2.
- La descripción de los efectos de la globalización en cada uno de los
elementos del Estado.
- La idea de soberanía y de interdependencia que se produce en el
marco de la globalización.

En los apartados anteriores, revisamos cómo algunos autores coinciden en


problematizar el rol del Estado en la globalización. Una de las principales
zonas problemáticas reside en la estructura del poder, y en un interrogante
acerca de su debilitamiento en las formas estatales y, por ende, del ocaso
del Estado-nación como un actor central en el escenario internacional. Se
trata de autores que cuestiones la jurisprudencia y la soberanía del Estado
en un mundo donde afloran fuerzas económicas, sociales y tecnológicas
que ponen en jaque su dominio, su protagonismo y su posicionamiento
como eje del sistema mundial, como también sus fronteras tanto
geográficas como simbólicas, sus funciones gubernamentales y su vínculo
con la ciudadanía.
En tal sentido, los procesos de interdependencia y transnacionalización
deben pensarse en todos los órdenes del Estado, tanto en su relación con
actores exteriores como en su propia organización interna. Tomemos como
ejemplo el modo en que los movimientos nacionalistas y regionalistas
recientes ponen en disputa la idea de una nación integrada (como sucede
con los regímenes separatistas de las comunidades vascas o cataluñas en
España), impulsando a los Estados a innovar en estrategias políticas y
jurídicas para mantener el orden dentro de sus límites territoriales. Se trata,
sin embargo, de movimientos globales, en el sentido en que el final de siglo
XX trajo consigo una ola de comunidades que reclaman su derecho a la
autodeterminación, cuestión estrechamente vinculada a los movimientos
decoloniales sucedidos algunas décadas atrás.
Estos ejemplos dan cuenta de aquello que la teoría define como actores
no estatales: nuevos agentes que pueden carecer de un asiento territorial
específico, pero que sin embargo afectan al escenario internacional dado
que detentan cierto poder. No obstante, no solo los movimientos sociales
adquieren relevancia como actores no estatales: también podemos hablar
de mercados financieros, empresas multinacionales, industrias del
entretenimiento, organizaciones no gubernamentales y demás formas que
han cobrado relevancia especialmente luego del desenlace de la Segunda
Guerra Mundial. Por ello, algunos autores como Antonio Truyol y Cerra

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 154


(1970) prefieren hablar de una sociedad internacional, concepto que les
permite dar cuenta del nivel de interdependencia que ha alcanzado el
escenario internacional desde el periodo de posguerra 6. También, esta
noción permite pensar al poder como un fenómeno relacional que depende
siempre de la dinámica del sistema y de las interrelaciones que establecen
los actores de esta sociedad en diferentes momentos de la historia.

Para una mejor comprensión de los actores que adquieren relevancia en el


sistema internacional, recomendamos la lectura del capítulo “Los actores
internacionales”, de Rafael Calduch (perteneciente al libro Relaciones
Internacionales, Madrid, Ediciones Ciencias Sociales).

Frente a este escenario cada vez más complejo, debemos preguntarnos


cómo el Estado es capaz de mantener el poder en su interioridad,
haciéndole frente a diferentes procesos de carácter global. Algunos lugares
problemáticos para acordar esta cuestión residen en tres de los elementos
primordiales del Estado y en la manera en que estos se someten a crisis en
el marco de una globalización:
Pueblo. El crecimiento multiculturalismo y los movimientos sociales internos
son demandas identitarias que debilitan el vínculo entre el Estado-nación y
su pueblo. Aquella cohesión identitaria buscada durante el siglo XIX (a
través del establecimiento de una lengua común, de un imaginario repleto
de símbolos nacionales y de un establecimiento territorial fijo) se ponen en
crisis durante la globalización, erosionando la relación unilateral Estado-
pueblo. En parte, ello se debe al aumento de los flujos migratorios
consecuencia de la movilidad laboral, de los conflictos bélicos y de la
seguridad (pensemos, por ejemplo, en lo que sucede en los países
debilitados por el narcotráfico). En tal sentido, la globalización ha permeado
la unidad Estado-nación, reconfigurando el concepto de ciudadanía.
Territorio. Sabemos que el territorio es el espacio físico donde habita una
población ha constituido y que es también el ámbito de competencia
soberana: es decir, el margen de delimitación de dominio formal efectivo
(jurídico), donde el Estado reclamaba exclusividad y permanencia. No
obstante, la globalización ha logrado que las fronteras de estos territorios
se debiliten. Ello no solo a nivel físico (como sucede con los movimientos
migratorios y las comunidades que habitan en los límites de dos Estados,
incluso hablando dos lenguas), sino también simbólicos, aspectos que
antes hemos mencionado al respecto de la idea de cultura global. Pero
este problema de territorios puede verse asimismo en los procesos de
integración regional, en donde a veces los Estados parecen perder la
nitidez de sus formas al compartir regímenes sociales y económicos y
procesos coactivos con otros países, tal como sucede con el MERCOSUR
o la Unión Europea. Incluso, ciertos conflictos atraviesan los límites de los
Estados, tales como los problemas ambientales, el narcotráfico o
el terrorismo. Por tal motivo, la globalización introduce una crisis en
la concepción tradicional de territorio (y, por ende, de frontera) como
delimitación de un Estado y de una nación.

6 Truyol y Serra, Antonio (1970). La sociedad internacional. Madrid: Alianza.

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Derecho. Entendido como ordenamiento jurídico producto de un proceso
decisional soberano de alcance territorial exclusivo, el derecho también se
ha visto afectado en el marco de la globalización. Si, desde sus inicios, la
elaboración y la aplicación de las leyes como atributo soberano de un
Estado han cumplido la función de unificar conductas y lograr una cohesión
social dentro de un espacio delimitado, los elementos antes señalados
(pueblo y territorio) erosionan el orden jurídico, dado que trasladan sus
problemáticas al seno de este campo. Un ejemplo para observar este
aspecto yace en el proceso de integración jurídico transnacional (tanto
universal como regional) protectorio de los derechos humanos, el cual a
través de los organismos internacionales ha provocado tres cuestiones de
interés: i) la delegación de facultades y potestades jurisdiccionales locales
de los estados a órganos internacionales; ii) la participación de todas las
personas (cualquier nacionalidad) ante organismos internacionales para
la defensa de los derechos humanos; iii) y el proceso de readecuación
normativa de los estados a los principios y pautas internacionales sobre los
derechos humanos. Incluso, los cuantiosos enfrentamientos bélicos y los
insistentes estados de excepción a lo largo del último siglo (y basta solo
recordar los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial
o, más aquí en el tiempo, la prisión de Guantánamo y las operaciones
de los Estados Unidos) parecen poner de manifiesto que el espacio
de los derechos humanos es uno de los más dinamizados durante la
globalización.

Pero también aquel derecho que se ocupa de la organización jurídico-


política fundamental del Estado, el derecho constitucional, se ha visto
problematizado. Se trata de ese orden que hace posible el advenimiento
del Estado de derecho, ya sea en su versión liberal o social. Pero sucede
que, en este nuevo contexto, todo lo ocurrido en el ámbito interno de los
Estados tiene como contrapartida un escenario interestatal basado en la
idea y en la práctica de Estados soberanos (e iguales en cuanto tales), en
tanto comprensión surgida a la luz del racionalismo filosófico de los siglos
XVIII y XIX. No obstante, desde el siglo XVII muchas cosas han cambiado,
y el escenario internacional ha pasado por distintas etapas, hechos y
realidades. El Estado, quien ha sido casi exclusivamente el monopolizador
de las relaciones internacionales, también ha ido evolucionado: desde su
primera versión como Estado absolutista, pasando por el Estado de
derecho liberal y social (también conocido como Estado de bienestar
o keynesiano), hasta llegar al presente en el que el fenómeno de la
globalización pone en jaque hasta la existencia misma del Estado, y donde
nuevos actores le enfrentan de igual a igual por detentar el protagonismo
en este complejo escenario internacional.

Incluso, puede pensarse que el desarrollo del sistema de Naciones Unidas


no alteró en forma fundamental la lógica y la estructura de soberanía
de los Estados, aunque aquellos poderosos aumentaron su autoridad
mediante la arrogación de facultades especiales. Pero llegada la mitad del
siglo XX, y cuando el fenómeno de la globalización produce este cambio
en el rol de los Estados que venimos explicitando, se modifica también el
concepto de las relaciones internacionales a nivel jurídico, ello a la par

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 156


de una evolución en el ámbito del derecho constitucional, quien debe
hacer posible la recepción de nuevas problemáticas y nuevos agentes.
Por ello, décadas atrás, Mirkine Guetzevich (1993) nos advertía acerca
de la internacionalización del derecho constitucional 7, enclave que puede
observar, especialmente, en cuestiones como la jerarquía interna de
los tratados internacionales, en las formas de la integración y en lo que
hemos mencionado líneas atrás: los derechos humanos como derecho
internacional.

Economía. También la economía local se ha visto atravesada por


vertiginosos procesos internacionales de la globalización, tales como los
intentos por controlar monopolios y las legislaciones anti-trust (en tanto la
idea de monopolio tenía un significado preciso dentro del marco del Estado
nación que, en el contexto de la competencia internacional, se pone en
crisis), o bien la producción y la internacionalización de las transacciones
financieras, organizadas en partes por las compañías internacionales (CMN)
cuyas estrategias de venta y distribución impactan sobre un escenario
regional. Aun cuando las CMN tienen una clara base nacional, sus
actividades están orientadas a maximizar su competitividad y rentabilidad
internacionales, de modo que las subsidiarias (nacionales) individuales
operan en el marco de una estrategia corporativa global. Es por ello que las
decisiones de producción e inversión pueden no siempre reflejar
condiciones locales o nacionales. Las organizaciones financieras como los
bancos son también cada vez más globales en su escala y orientación: ellos
son capaces de supervisar y reaccionar de forma casi instantánea a las
principales operaciones del mundo de los negocios, sean en Londres, Tokio
o New York, algo que se ha incrementado radicalmente consecuencia de las
nuevas tecnologías y la movilidad de las unidades económicas (monedas,
stocks, acciones, bonos). Estos avances tecnológicos en materia de
información, comunicación y transporte están borrando las fronteras entre lo
que antes eran mercados separados, condición necesaria de las políticas
económicas independientes, aumentando así drásticamente el ámbito de la
interconexión económica. Como consecuencia, las normas y los sistemas de
regulación nacionales destinados al control y la promoción de los mercados
han perdido su significado tradicional en la mayoría de los casos.

En cierto modo, muchos conceptos de la economía nacional se ven ahora


carentes de sentido. Esto no quiere decir que sean obsoletos o
innecesarios, sino que deben enmarcarse con lo que suceden en el resto
del mundo, dado que la merma de la efectividad de los programas
económicos nacionales no es uniforme en todos los sectores económicos.
Además, la regionalización de las secciones de la economía mundial, con
la actividad económica agrupándose alrededor de una serie específica de
polos (UE, NAFTA, MERCOSUR, La cuenca del Pacífico y Japón) abre
cierto espacio a la regulación de las tendencias económicas. Por lo tanto,
no puede afirmarse sencillamente que la idea misma de una economía
nacional ha sido suprimida: los sistemas nacionales distintivos de gestión
económica subsisten y los gobiernos siguen teniendo opciones políticas.

7 Mirkine Guetzevich, Boris (1993). Derecho constitucional internacional. Sirey: París.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 157


Para lectura atenta de las problemáticas jurídicas que se gestan en el
contexto de la globalización, recomendamos la lectura del texto
“Globalización y derecho: siete tesis” de Miguel Carbonell, recuperando los
siguientes aspectos:
- El impacto de la globalización en las prácticas supra
e intranacionales.
- La configuración supranacional que genera la globalización en el
orden jurídico.
- Los resultados a los que permiten llegar las cifras y los datos
sobre la desigualdad social.
- La propuesta de un movimiento antiglobalizador que
cobra relevancia en tiempos recientes.

Aunque en diferentes dimensiones, estos cuatro elementos coinciden en


poner en cuestión uno de los aspectos esenciales para la soberanía: el
poder. El debilitamiento territorial, el carácter transnacional del derecho
constitucional, la internacionalización de las economías y la crisis identitaria
de los pueblos se traducen en una fuerte reconfiguración de la soberanía
estatal y de la autodeterminación en lo interno y externo, en tanto
coyunturas que limitan la capacidad decisional de un Estado. En tal sentido,
la interconexión global del Estado y la internacionalización de aquellas
funciones que tradicionalmente fueron domesticas-locales hacia un espacio
exterior, ha provocado afecciones en un doble marco: en el aspecto interno
del Estado nacional moderno se ha perdido el monopolio exclusivo de
establecer las leyes y reglas dentro de su territorio, mientras que en el
externo, otros Estados y organismos internacionales participan e intervienen
en políticas internas de los demás actores. Por ello, María Susana Bonetto y
María Teresa Piñero nos advierten que:

las ideas que piensan en la soberanía como un poder público


ilimitado e invisible que se encontraba en los estados nación
individuales resultan obsoletas, en vista de los dominios
políticos y estructuras de autoridad interconectadas y la
reformulación de las diversas concentraciones de poder que se
articulan, curiosamente con dominios fracturados de autoridad
pública.8

Al amparo de esta idea, y si consideramos que la globalización es un


proceso irreversible, la soberanía debe ser reconceptualizada a la luz de los
nuevos desafíos que este proceso histórico introduce. Ello nos lleva a
abandonar la creencia de un poder ilimitado, absoluto y excluyente, para
repensarlo más bien como una forma abstracta y dinámica que se flexibiliza
en el contexto de una sociedad global. No obstante, como veremos
seguidamente, hay autores que en tiempos recientes comenzarán a discutir
el alcance de este complejo proceso de globalización, brindándonos otras
reflexiones de sumo interés.

8 Bonetto, María Susana y Piñero María Teresa (2003). Las transformaciones del Estado. De la modernidad a la
globalización. Córdoba: Editorial Advocatus, p. 145.

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6. El Estado en una política global y en los nuevos
escenarios internacionales
A modo de síntesis de lo desarrollado hasta aquí, podemos sugerir que
el Estado-nación goza de una persistente vitalidad, aunque algunas de
sus estructuras soberanas hayan sido afectadas por los cambios en la
intersección de nuevas fuerzas y relaciones nacionales e internacionales.
Por ejemplo, hemos mencionados que, ante la creciente interconexión
mundial y el crecimiento de nuevos poderíos, los Estados promueven
intensas colaboraciones entre ellos que toman la forma de integraciones
regionales. También, explicamos cómo la proliferación de nacionalismos
y movimientos sociales repercute fronteras adentro, impulsando a los
Estados a elaborar nuevos aparatos jurídicos a nivel nacional e incluso
internacionales.
Se trata de estrategias e instrumentos políticos que le permiten a los
Estados-naciones hacerle frente a la globalización desde diferentes
dimensiones, resolviendo numerosas situaciones con la colaboración de
otros actores. Pues, en el contexto global, muchos de los dominios
tradicionales de actividad y responsabilidad estatales (tales como defensa,
gestión económica, comunicación, etc.) no pueden ser regidos sin recurrir a
formas internacionales de cooperación. Hablamos de un aumento en los
niveles de integración política con otros Estados (MERCOSUR, Unión
Europea, Organización de los Estados Americanos) o, en su defecto, a
incrementar las negociaciones y los acuerdos multilaterales en vistas de
controlar los efectos desestabilizadores de la globalización, actividad que
puede emprenderse mediante organismos transnacionales que
organización la gestión económica o política, tales como el FMI o el Banco
Mundial. De modo que la nueva política global ha creado un marco dentro,
y a través del cual, se redefinen los derechos, las obligaciones, los poderes
y las capacidades de Estados que ya no pueden asumirse en forma aislada
de las relaciones y los procesos regionales y globales. En este marco, es
de importancia pensar cuáles son los escenarios que se han gestado en los
últimos años, observando el modo en que los Estados han reaccionado
ante el avance de un mundo cada vez más interconectado.

Para profundizar en los actores y situaciones que emergen en este contexto


de globalización, recomendamos la lectura de la síntesis “Las nuevas
realidades internacionales”.

Uno de estos escenarios, que además expone una gran disyuntiva entre
la teoría de la soberanía estatal y el sistema global contemporáneo, radica
en el amplio tejido de regímenes internacionales que se establecieron,
en principio, para administrar áreas acotadas de actividad transnacional
(comercio, océanos, espacio, etc.) y problemas políticos colectivos.
El crecimiento de estas nuevas formas de asociación política refleja la
rápida expansión de los vínculos transnacionales, como también la
creciente interpenetración de la política exterior y la doméstica, y el deseo
de la mayoría de los Estados de lograr cierta forma de gobierno y
regulación internacional que pueda afrontar los problemas políticos
colectivos. Lo cierto es que el desarrollo de los regímenes internacionales

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 159


y las organizaciones internacionales provocó importantes cambios en la
estructura de elaboración de decisiones de la política mundial. Así,
emergieron nuevas formas de política multilateral y multinacional y, con
ellas, estilos distintivos de adopción de decisiones colectivas que involucran
a organizaciones intergubernamentales (OIG) y una amplia variedad de
organizaciones no gubernamentales internacionales (ONGI). Ello puede
apreciarse en el aumento de estas organizaciones: mientras que en 1909
las OIG eran 37 y las ONGI 176 y propiciaban dos o tres conferencias y
congresos por año, en 1989 su número asciende a aproximadamente 300 y
4600 respectivamente con más de 4000 encuentros al año.
Dentro del espectro de organizaciones internacionales se encuentran
aquellas cuyo principal cometido es técnico: la Unión Postal Universal, la
Unión Internacional de Telecomunicaciones o la Organización
Meteorológica Mundial, son ejemplos de ello. Estas agencias tendieron a
trabajar exentas de problemas suministrando, en la mayoría de los casos,
extensiones de los servicios ofrecidos por los Estados-nación. Puesto que
sus tareas fueron precisamente delimitadas, han sido políticamente
inobjetables. En el extremo opuesto, y preocupados por cuestiones más
centrales (referidas al manejo y la distribución de reglas y recursos), se
hallan organizaciones como el BM, el FMI, la UNESCO y la misma ONU,
cuerpos que han sido muy controvertidos y politizados. Además, existe
una multiplicad de redes globales de coordinación política más informales
que ejercen una influencia considerable sobre la marcha de los asuntos
globales: por ejemplo, podemos citar las reuniones económicas de los
países industriales líderes (el “Grupo de los 7”, G7, que opera como una
suerte de “directorio global” y en el contexto post-guerra fría detenta un
creciente poder político y económico) o la de los siete más Rusia (G8).
En relación a este carácter controvertido, las operaciones del FMI y el BM
ofrecen interesantes ilustraciones. Si bien es cierto que el Fondo Monetario
Internacional (FMI) fue fundado en 1944 durante la Conferencia de Bretón
Woods para supervisar las reglas globales que gobernaban las relaciones
monetarias y de cambio, su principal propósito actualmente es suministrar
recomendaciones técnicas, orientaciones económicas y préstamos
financieros a las economías con graves dificultades, especialmente las del
mundo en desarrollo. En la mayoría de los casos, el acceso a la asistencia
financiera del FMI está sujeto a condiciones específicas, habitualmente
conocidas como el principio de la “condicionalidad”. Esto significa que
a todo gobierno que pretenda obtener su ayuda financiera, el FMI le
requerirá que restrinja la expansión del crédito, achique el gasto público,
limite los salarios y los empleos en el sector público, devaluando su moneda
y reduciendo los programas de asistencia social. En un país en desarrollo,
por ejemplo, esto puede disparar un intenso conflicto social y quizá la caída
del gobierno, o puede contribuir de forma directa a la imposición de la ley
marcial (Estado de Sitio). Estas condiciones suelen equivaler a un
“tratamiento de shock” en el país que lo recibe, lo cual disloca gravemente
sus instituciones y sus costumbres. Debe tenerse en cuenta que la
intervención del FMI tiene lugar a petición de las autoridades
gubernamentales de un Estado y, en tal sentido, no puede ser interpretada
como una simple amenaza a la soberanía, aunque las condiciones bajo las
cuales una comunidad política es capaz de determinar sus propias medidas

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 160


y su propio rumbo presenta serias dudas: en otras palabras, es poco lo que
un país en desarrollo puede hacer para resistir este proceso.

Un escenario similar puede hallarse cuando se analiza las operatorias del


Banco Mundial (BM), la principal institución internacional de promoción del
desarrollo. A partir de los ‘80, su política de asistencia quedó asociada de
forma directa con los créditos de “ajuste estructural” y “sectorial”, los cuales
exigían a los solicitantes el cumplimiento de estrictas normas de austeridad
monetaria y fiscal, la mayor apertura de la economía al sector privado, la
remoción completa de las protecciones domésticas contra las fuerzas de la
economía internacional y una mayor confianza de los mecanismos del
mercado para la solución de los problemas productivos y distributivos. En
tiempos recientes, las condiciones se han extendido hasta incluir exigencias
de “buen gobierno” (respeto a los derechos humanos, mecanismos
democráticos liberales democráticos de accontability – rendición de cuentas
o control- política y administración pública efectiva). Estas prescripciones
anejas a los créditos de promoción del desarrollo son vigorosamente
respaldadas por la “coalición dominante” de los países industriales
avanzados que ejercen el control efectivo de la política del BM. Incluso, el
BM ha sido objeto de intensas disputas entre quienes sostienen que sus
políticas reflejan un juicio económico sensato y quienes expresan que su
funcionamiento responde a una estrategia de recolonización o
neocolonizadora. Estos últimos insisten que en que los derechos soberanos
de los Estados son violados por las directivas políticas del BM, las cuales
socavan el espacio político para la determinación nacional.
No obstante, existen otros ejemplos que brindan problemáticas adicionales a
los efectos de las organizaciones internacionales, como bien sucede con la
Unión Europea (UE). Su trascendencia es mayor que la de cualquier otro
tipo de organización internacional debido a su derecho a sancionar leyes,
las cuales pueden ser impuestas a los Estados que la componen. Más que
cualquier otro cuerpo internacional, la UE justifica el rótulo de
supranacional. Dentro de sus instituciones, el Consejo de Ministros detenta
una posición única, pues dispone de poderosos instrumentos legales
(resoluciones y directivas) que le permiten formular e implementar medidas
con un mínimo de aceptación de los Estados miembros. Las regulaciones
son las más notables porque tiene el estatus de ley independientemente de
cualquier negociación o acción que luego emprendan los Estados miembros.
Las disputas referidas a las interpretaciones y aplicaciones nacionales de
las regulaciones y directivas son atendidas por el Superior Tribunal Europeo,
quien asumió un rol de importancia en la armonización del derecho dentro
de la UE.
Sin embargo, los Estados miembros de la UE ya no son los únicos centros
de poder dentro de sus propias fronteras. Dentro de la ella, la soberanía
está claramente dividida: se extinguieron las concepciones que postulan a la
soberanía como una forma de poder público indivisible, ilimitado, exclusivo y
perpetuo, materializado dentro de un Estado individual. Incluso el régimen
de poder de la propia Unión Europea se ve socavado en tiempos más
actuales, cuestión que muestra sus falencias como organización efectiva e
integrada. Tal es el caso del fenómeno reconocido BREXIT, sigla a través
de la cual se explica el complejo y conflictivo proceso de salida

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 161


de un Reino Unido polarizado y atravesado por una fuerte crisis ideológica
(algo que bien puede observarse en los distintos referéndums realizados).
La imposibilidad de gestionar acuerdos concretos, los enfrentamientos entre
los sectores de izquierda y derecha, y la incapacidad de los referentes
políticos para hacerle frente a la situación, dan cuenta de un intenso
proceso a través del cual Reino Unido pretende recuperar el control sobre
sus propios asuntos, reinsertándose en la potestad de aquello que llaman
las “cuatro libertades fundamentales": la libre circulación de trabajadores,
mercancías, servicios y capitales.
Estos ejemplos dan cuenta de cómo, en un escenario cada vez más
globalizado e interconectado, la soberanía y la autonomía de los Estados
sufren enormes presiones en varias dimensiones, impuestas ellas por la
estructura de este novedoso sistema internacional en donde confluyen
numerosos actores que afectan a las constituciones de las naciones. Si el
Estado moderno llegó a ser la forma suprema de Estado es porque logró
organizar exitosamente los medios para financiar la guerra, los recursos
económicos y las pretensiones de legitimidad. Incluso, cuando se desarrolló
el sistema interestatal, los Estados pudieron afirmar su soberanía, algo que
bien se expone en el modelo de Westfalia, el cual garantizó
el derecho a gobernar en los propios territorios y, en última instancia,
consagró el principio de poder efectivo (aunque, en adelante, el dilema de
seguridad atrapó a todos los Estados en una situación de permanente
conflicto, real o potencial). Pero con la llegada de la globalización y de un
sinnúmero de nuevos actores que detentan poderes de diversa índole, se
reconfigura la vida política, económica y social de los Estados individuales.
Contra ese telón de fondo, la efectividad y la viabilidad del Estado-nación
territorial demarcado y soberano parecen sufrir importantes alteraciones.
Cuál es la magnitud exacta de estas alteraciones es un problema todavía
pendiente, especialmente porque el Estado-nación sigue concentrando
lealtad, como idea y como institución.

7. Desglobalización, posglobalización, y sus desafíos en Latinoamérica

Para abordar los contenidos de este apartado, recomendamos la lectura del


texto de Carlos Juárez Centeno, “¿De qué hablamos cuando hablamos de
globalización? Interrogantes sobre el escenario internacional actual”.

Como todo proceso, la globalización ha atravesado diferentes fases, las


cuales hemos explorado en este módulo. Desde su nacimiento histórico en
diferentes hitos del siglo XX, pasando por su emergencia y desarrollo
durante el periodo de posguerra, hasta llegar a su explosión mundial luego
de la ruptura del bloque soviético, la globalización ha dado claras muestras
de su alcance territorial y social, como también de los fuertes niveles de
interconexión en el sistema y de sus diversos impactos sobre las funciones
del Estado. Pero, según advierten los estudiosos, la globalización podría
estar viviendo hoy su declive: ello es, el cierre de este complejo y vasto
proceso que habría cambiado la evolución del mundo, algo que ciertos
rasgos sintomáticos parecen dar cuenta.

EDUBP | ABOGACÍA | Ciencia Política pag. 162


Basta solo observar los últimos acontecimientos relevantes a nivel mundial
tales como: el BREXIT, situación que antes hemos expuesto; la
controvertida guerra en Siria que pone en jaque una idea de derechos
humanos universal; el estancamiento notorio de las economías de países
emergentes y su imposibilidad de acceder a un escenario globalizado; los
numerosos ataques de carácter terrorista (exponiendo, con ello, el avance
de los nacionalismos que atentan contra una idea de sociedad global); las
consecuencias de las graves crisis de refugiados que atraviesan a toda
Europa; o bien el ascenso de fuerzas políticas de extrema derecha y
neofascismo que el mundo creyó haber desterrado, pero que quiebran
fuertemente el carácter global del mundo (como sucede, por ejemplo, con
Donald Trump cuya presidencia se organiza con base a ideas y promesas
de proteccionismo económico, renunciando a los tratados de libre comercio
y planificando construcción de murallas fronterizas limitan el flujo migratorio).
No podemos olvidar, tampoco, que otro factor reside en la fragmentación de
la concentración del poder, tanto político como económico, pues la
globalización neoliberal nos muestra hoy un mundo en el cual los límites
territoriales estatales no coinciden con los límites de poder reales de los
países centrales económicamente. De manera general, estas naciones no
se atienen a las normativas económicas vigentes, sino que se pronuncian a
través de herramientas políticas y militares, y por intermedio de un poder
mediático que lo refuerza cabalmente.
En tanto ruptura de su hegemonía, estas situaciones ponen de manifiesto
aquello que autores como definen como una desglobalización: proceso a
través del cual aquellos factores que colaboraron son la supremacía de un
escenario global, paulatinamente se vuelven elementos que hacen
retroceder su avance. Pensemos, por ejemplo, en la creación de mercados
globales, los cuales han generados márgenes y periferias a lo largo de todo
el mundo, cuestión que hemos explorado previamente. Se trata
no solo de una contradicción dentro de ese beneficio que promete el
carácter global (es decir, la hipotética posibilidad de que todos los Estados
puedan acceder a ciertos enclaves económicos, sociales y culturales), sino
también un fuerte impulso y aliento para que los países del Tercer Mundo
confeccionen sus propios modelos en vistas de enfrentarse
a este engañoso sistema. Esto puede observarse claramente con el
advenimiento de los gobiernos de izquierda en Latinoamérica, proceso que
cobró relevancia en las últimas décadas como una clara afrenta al avance
neoliberal, pero cuyo germen podemos rastrear en toda una historia de
procesos decoloniales y anticoloniales. En tal sentido, la resistencia ante la
globalización ha nacido de su propio entramado, en tanto las desigualdades
generadas y el desplazamiento de ciertos Estados hacia las periferias
económicas y políticas han socavado su propia hegemonía. La
desglobalización puede pensarse, entonces, como un camino en reversa
que se encuentra deconstruyendo las bases fundamentales de este
poderoso fenómeno.
Para comprender acabadamente los modelos de Estado latinoamericanos y
su vinculación con el proceso de globalización, recomendamos la lectura del
texto {{“El Estado en Latinoamérica”}} de María Susana Bonetto y María
Teresa Piñero, en El Estado y sus modelos histórico-políticos en Europa y
Latinoamérica, Córdoba, Advocatus, pp. 157-202).

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No obstante, no podríamos decir que estos cambios dados en los últimos
tiempos configuren necesariamente el fin de la globalización, ya que, tras
varias décadas de integración económica e interdependencia de los actores
internacionales, la transnacionalización está afianzada. Pero sí puede
advertirse que, a partir de estas circunstancias del mundo actual, asistimos
a un nuevo proceso: momento que los estudiosos definen, más bien, como
una posglobalización. Ello se expone, fundamentalmente, en los cambios
en cuanto a gobernanza tanto en el interior de cada Estado como también
en el plano internacional. Los autores refieren a un quiebre fundamental en
torno a la legitimidad de las democracias occidentales, como sucede por
ejemplo en la predisposición global hacia el ascenso de las extremas
derechas que debilitan el liderazgo y la posición hegemónica que habría
mantenido la Unión Europea, en cuanto al sostenimiento del orden
internacional liberal en el que se ha basado la idea común de globalización.
El mundo actual trata entonces con un periodo que introduce riesgos e
incertidumbres propios de toda etapa que está por comenzar y que muestra
muchas ambivalencias. Sin embargo, algo de interés a señalar es que, por
su carácter xenófobo y proteccionista, la globalización contemporánea (sea
llamada desglobalización o bien posglobalización) se halla lejos de
presentarse como un momento de progreso y expansión de derechos y
desarrollos sostenibles, porque más bien esta etapa reciente parece advenir
como cierre y aislamiento político, económico y, sobre todo, ideológico, en lo
que, a todas luces, compone una escena de erosión hacia las normas
e instituciones que hacen a la gobernanza global. En torno a este nuevo
panorama, el Estado tendrá nuevos desafíos que asumir.
En este momento podrá realizar la Actividad 1 propuesta para el módulo.

A continuación, lo invitamos a responder la pregunta 5, correspondiente a


la cuarta parte de la Evaluación.

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M4 Actividades
Actividad 1
La Soberanía cuestionada

El tratado de Westfalia (1648) creó la idea y la práctica de una comunidad


internacional integrada por Estados jurídicamente iguales entre sí y todos
igualmente soberanos. AA1
- ¿Considera que esa condición de igualdad entre los Estados se
sigue manteniendo? Justifique su respuesta.
- ¿Cómo definiría la soberanía de los Estados a principios del siglo
XXI? AA2

AA Actividad 3
asistente académico

Recuerde el concepto de soberanía dado por Hermann Heller, y el origen


del concepto que fue presentado por vez primera por Jean Bodin. Recuerde
lo explicitado en el material obligatorio para el estudio de este tema. En
tal sentido, la soberanía es un atributo esencial o sustancial de uno de los
elementos del Estado, el poder. Es decir, es lo que diferencia el poder de la
organización estatal del poder del resto de las organizaciones que existen
en ese territorio.

AA Actividad 3
asistente académico

Tenga en cuenta que el concepto de soberanía, desde su planteamiento


en Bodin hasta la actualidad, con un escenario internacional globalizado -y
con una globalización en donde hay Estados más poderosos que otros-, ha
evolucionado desde un concepto absoluto a una contextualización
histórico-social como la del presente orden internacional.

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