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Presentación 4
Macroobjetivos 8
Programa 8
Agenda 10
Mapa Conceptual 10
Material 11
Glosario 11
Módulos
Módulo 1 22
Módulo 2 34
Módulo 3 57
Módulo 4 81
Módulo 5 99
Módulo 6 111
Módulo 7 129
Módulo 8 158
Referencias
Hay una propensión natural de búsqueda de una visión unificada del mundo
que puede conducir a un modelo deformado y parcial, a un despotismo inte-
lectual. La filosofía entendida como tarea de revisión de nuestros esquemas
conceptuales ordinarios puede resultar útil planteando problemas, exigiendo
aclaraciones y ajustes de dichos esquemas, contribuyendo, de ese modo, a
abrir espacios para nuevos desarrollos de nuestros esquemas. La tarea tanto
de la lógica como de la filosofía, tal como es abordada en este curso, es des-
componer ideas complejas, a fin de analizar sus partes y reconstruirlas de un
modo más claro y racional.
En épocas más recientes se ha restringido aún más el uso del término lógica
para aludir, exclusivamente, a la disciplina que se ocupa de sistemas lógico-
formales. Esta concepción moderna de la lógica, que tiene su origen en la
obra de Frege, es denominada concepción deductiva - formal. Se considera
que es “deductiva” y “formal” porque trata de capturar tanto las clases de infe-
rencias que preservan necesariamente la verdad, como las reglas de forma-
ción de argumentos que garantizan la validez de tales inferencias. Cada letra
de un esquema de argumento válido representa una oración, como surge
claramente del ejemplo citado. Pero, la validez de los esquemas de argu-
mento no surge de la verdad o falsedad de premisas y conclusión, sino de la
forma en que, tanto premisas como conclusión, se hallan conectadas dentro
del argumento. De ahí, la importancia que posee para la lógica moderna la
determinación del significado de ciertas expresiones que cumplen la función
de conectar las oraciones o enunciados que forman parte de un argumento,
expresiones tales como la negación, conjunción, disyunción incluyente o
excluyente, condicional, bicondicional y cuantificadores. La determinación
del significado de las conectivas o constantes lógicas se realiza por medio
de las conocidas tablas de verdad.
Unidad 4
• La idea de obligación y los elementos del derecho.
• Los fundamentos de un sistema jurídico.
Unidad 9
• Modalidades aléticas y deónticas: analogías y desanalogías. Ley de
Hume.
• Interdefinibilidad de operadores deónticos.
• Lógica de normas y lógica de proposiciones normativas.
Mapa conceptual
Material Complementario:
• Alchourrón, Carlos y Bulygin, Eugenio; “Lógica de normas y lógica de
proposiciones normativas” en Análisis Lógico y Derecho, Centro de
Estudios Constitucionales, Madrid, 1991, ps.25-50.
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - “Normas, proposiciones normativas y
enunciados Jurídicos”, en Análisis Lógico y Derecho, ps. 169-194.
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - -“Sentencia judicial y creación de derecho”,
en Análisis Lógico y Derecho, ps. 355-370.
• Calsalmiglia, Albert; ¿“Por qué es importante Dworkin?”, en Doxa Revista
de Filosofía del Derecho, 1985. Nº 2, ps.159-65.
• Dworkin, Ronald; Los Derechos en Serio, Barcelona, Bs. As., Caracas.
Ed. Planeta, 1993.
• Garzón Valdés, Ernesto; “Algo más acerca de la relación entre derecho y
moral”, Doxa 8, 1990, ps. 111-30.
• Hart, H.L.A.; “Poscriptum” en La Decisión Judicial: el debate Hart Dworkin.
Bogotá, Colombia. Siglo del Hombre Editores, Universidad de los Andes,
5ª reimpresión, 2005.
• Kelsen, Hans; Teoría Pura del Derecho. México, 2º edición, UNAM, 1979.
• Nino, Carlos Santiago; Introducción al Análisis del Derecho. Buenos
Aires. Ed. Astrea, 2ª edición ampliada y revisada, 1992.
• Rodríguez, Jorge L.; “Naturaleza y lógica de las proposiciones normati-
vas”, Doxa 26, 2003, ps.87-108.
Glosario Acción: Acto que produce un cambio en el mundo, u omisión que impide un
cambio en el mundo.
Argumentar: Es la actividad de dar razones a favor o en contra de cierta
tesis.
Aspecto fáctico del problema: Clase de circunstancias fácticas o casos
abarcada por el problema a analizar.
Aspecto normativo del problema: El relativo a la determinación deóntica
de la acción o acciones que forman parte del universo de acciones abarcado
por el problema.
M1 Microobjetivos
M1 Contenidos
“o.k. el derecho es lo que los jueces dicen que es. Pero si esto es así,
¿qué es lo que hace a estas personas, jueces? Obviamente, no lo que
ellos mismos dicen. Las leyes orgánicas y la constitución indican cómo
se designan jueces y, a partir de que condiciones y procedimientos,
quien ayer era sólo mi vecino del frente hoy pasa a ser el Juez Pérez. Si
esto es así, la frase el derecho es lo que los jueces dicen que es, es
falsa en dos sentidos. En primer lugar, porque consideramos derecho a
las normas orgánicas y constitucionales que dicen cómo se designan a
los jueces y, sin embargo, esas normas que consideramos claramente
derecho no han sido dictadas por ningún juez. En segundo lugar, la
expresión es falsa porque si el derecho se limitase a ser sólo lo que los
jueces dicen que es, ¿qué es lo que los haría jueces a ellos mismos?
Si no existe una norma que los declare jueces, no habría forma de dis-
tinguir a un simple vecino del que realmente está juzgando. Pero para
que ello ocurra, no puedo decir que lo que lo hace juez es su propia
decisión, salvo que me vuelva a enrolar en argumentos falsos y circula-
res. Tiene que haber habido un primer momento en que el juez no era
juez (era sólo Juan) y haya dictado una norma que lo nombre a sí mismo
como juez. Pero ¿por qué esa primera norma que lo nombra como juez
habría de ser válida jurídicamente? Si sólo es derecho para nosotros
lo que el juez dice –y claramente lo que dijo esa primera vez no era la
expresión de un juez, ya que no era magistrado todavía -, ¿por qué val-
dría ello como condición suficiente para nombrarlo juez?”.
Lo anterior, muestra que la expresión “el derecho es lo que los jueces dicen
que es” no puede dar cuenta de qué es lo que hace que los Juanes Pérez
que se postulan para jueces, pasen a ser de un momento a otro Su señoría
Juan Pérez.
Por lo tanto, habría que desechar esta primera tentativa de explicar el derecho
con esta expresión (convincente, persuasiva, pero incompleta y falsa al fin).
Una cosa muy diferente es que, como abogados o teóricos acerca del dere-
cho, nos dediquemos a tomar estas decisiones como signos de lo que suele
hacer el Juzgado tal o cual. Como abogados, generalmente, utilizamos nues-
tro conocimiento de los juzgados para decidir si ingresamos nuestra demanda
o recurso de amparo frente a tal o cual Juez. Sabemos que frente a un mismo
caso algunos jueces probablemente hagan una cosa y el resto otra.
Que usemos las decisiones de los jueces para hacer predicciones sobre
cómo actuarán en el futuro, no implica que esas decisiones sean juicios pro-
babilísticos. El juez, cuando falla, no está diciendo lo que hará mañana con
el caso que le toca juzgar, sino lo que considera es el derecho aplicable al
caso de hoy. Similares argumentos pueden desarrollarse con respecto al
resto de las respuestas más frecuentes a “qué es el derecho”.
La pregunta sigue sin ser contestada, pero hemos concedido dos argumentos:
I) que hay algo de verdad (y algo de exageración) en las afirmaciones
iniciales;
II) que hay un punto central, pero aún necesitado de refinamiento, en la
idea de que el derecho es un conjunto de reglas.
En este punto puede acudirse a alguien un poco más prevenido sobre algu-
nos temas jurídicos (quizá algún estudiante de derecho avanzado, o alguien
con particular sensibilidad para los problemas prácticos). Este personaje,
haciendo uso de las concesiones hechas precedentemente, dirá: el rasgo
distintivo del derecho es que posee un conjunto de normas y que ellas están
siempre asociadas con una sanción. Dicho de una manera más sencilla, sólo
es derecho el que prescribe una sanción.
Esta última, sigue siendo una respuesta insatisfactoria. ¿Qué hay por ejemplo
de las normas o reglas para realizar un contrato? ¿Tienen ellas prevista alguna
sanción para quien, por ejemplo, decide no pagar lo debido? Claramente no.
Prevén una indemnización, pero ella no puede contarse como una sanción
(ya veremos más adelante cómo sólo con intentos algo artificiosos puede
equipararse una indemnización u otro tipo de consecuencias jurídicas a una
sanción). ¿Qué hay con respecto a las normas o reglas que dicen cómo se
sanciona una ley? No existe ninguna sanción si el legislador no sigue esas
reglas. Simplemente, si el legislador no siguió los pasos previstos, por ejem-
plo, no levantando la mano (y la mayoría no lo hizo), entonces la ley no será
sancionada, ni promulgada, ni publicada, pero no habrá sanción alguna para
el legislador.
De este modo, vemos cómo el conjunto de reglas que nos hemos abocado
a estudiar (las reglas jurídicas) reúne en una misma bolsa una fauna tan
variada y compleja que se resiste a ser clasificada simplemente bajo la uti-
lización de una y tan solo una propiedad. Del mismo modo que la fauna de
la selva misionera no puede ser clasificada sólo como conjunto de animales
cuadrúpedos, el derecho no puede reunirse (sin incurrir en una falsa descrip-
ción) en un conjunto de reglas dotadas de carácter sancionatorio.
Una de las razones principales por las cuales el derecho ha tratado de eman-
ciparse de determinados órdenes morales, como la religión, se ha debido a
que el derecho trata de afianzar (entre otras cosas) la seguridad jurídica.
Es decir, el derecho trata que el individuo, una vez que conoce cuáles son
las reglas del Estado de Derecho (conoce, digamos, cómo se contrata, que
no puede matar, que el rojo en el semáforo obliga a detenerse, etc.) pueda
diseñar su plan de vida prevenido sobre qué cursos de acción lo beneficiarán
y cuáles lo perjudicarán, y con la confianza en que las reglas de juego no se
cambiarán en el camino. Uno de los grandes riesgos (aunque no necesario)
de aceptar la subordinación del derecho a la moral (p. ej. religiosa) es que
siempre sería posible que el Estado sorprendiera al individuo modificando
las reglas preexistentes, bajo la excusa de que las mismas son inmorales.
La idea de contar con un sistema práctico (un sistema que me dice qué
tengo que hacer) independiente de lo que dice la moral tal o cual (sea judía,
mahometana, católica, etc.) es que puedo saber a qué atenerme y confiar
en que no seré sorprendido en el cambio de las reglas de juego, bajo el pre-
texto de “...mire el derecho decía que Ud. podía donar sangre, pero ahora los
jueces consideran que donar una parte del cuerpo es inmoral y, por lo tanto,
como el derecho depende de la moral, aunque ello no era ilegal, lo vamos a
declarar así y vamos a proceder a detenerlo...”.
Este debate suele ser llevado adelante en el terreno del positivismo versus el
iusnaturalismo. El mismo ha tomado diversos caminos. Desde el que sostiene
que el derecho no es derecho si no está de acuerdo con la moral tal o cual,
hasta aquél que sostiene que el derecho nunca es injusto, pasando por quien
propugna que el derecho puede ser inmoral pero en ese caso los jueces siem-
pre deberán apartarse de lo que él diga y aplicar directamente la moral.
En este sentido, puede tender a pensarse que existe una regla cuando ella es
generalmente obedecida o existe un comportamiento general y regular de un
conjunto de personas que suele llevar adelante cierto tipo de acción (como
p. ej., ir a la cancha los domingos). Un aspecto importante, al momento de
caracterizar lo que una regla es y cuándo existe, es tratar de diferenciar ésta
de los meros hábitos o conductas convergentes. Los hábitos son tipos de
conductas regularmente realizados por personas que se comportan de una
determinada manera (hacen repetitivamente lo mismo).
Una salida que aún no hemos explorado es la que pretende evitar la pre-
gunta qué es el derecho y buscar una solución al problema echando mano
a una definición. Hasta ahora nuestro derrotero ha sido el tratar de seña-
lar qué cosas existen en la realidad que sean llamadas derecho y de qué
manera ellas se diferencian fenomenológicamente de otros fenómenos prác-
ticos (como los asaltantes y la moral). Quienes quieren evitar este problema,
suelen recurrir a las definiciones, es decir, a tratar de explicar una palabra
con palabras.
M1 Actividades
Actividad 1
En las comunidades analizadas, la práctica que ellos llaman rock and roll
consiste básicamente en que una persona o personas se paran arriba de
una especie de altar. Suelen recibir el nombre de “músicos” (no he podido
averiguar si “músicos” es o no un sinónimo de lo que nosotros llamamos
en nuestro reino “dioses”). El resto de la gente que no está arriba del altar
conoce lo que estas personas gritan. Incluso repiten sin cesar lo que los
llamados “músicos” gritan, como si ya hubiesen sido educados en esos ser-
mones. Los llamados músicos se paran frente a un palo vertical en el que
gritan fuertemente. Le suelen llamar micrófono (es posible que el micrófono
sea una especie de báculo o artefacto divino). Este rito suele terminar con la
gente gritando una rara expresión casi impronunciable (¡otra!, ¡otra!). He lle-
gado a la conjetura de que esa expresión es una especie de reconocimiento
o cierre del acto de la tribu (....) Otro hecho a destacar es que realizan estas
danzas y oraciones en una especie de templos muy grandes llamados “esta-
dios”. Mi corta estancia en este lugar no me ha permitido averiguar cuál es
Actividad 2
Sin embargo, también tuvo oportunidad de conocer un grupo muy bien ves-
tido y educado de personas que también tenía armas y exigían a la gente que
haga o deje de hacer cosas. Estos últimos eran denominados “asaltantes”.
Ud. no ha podido llegar a una conjetura acabada de la diferencia sustancial
entre el grupo de los llamados “asaltantes” y el grupo de los llamados “fun-
cionarios” (policías).
Decide, no obstante estas dudas, exponer a su rey cuáles son los hechos
que para Ud. diferencian o no claramente a una Biblia de un código penal,
y cuáles son los que le parecen que diferencian al grupo vestido de azul del
que es considerado una banda de asaltantes. Recuerde que siempre existe
el peligro de que el rey objete su análisis, con el argumento según el cual
“...lo que Ud. me dice no es suficiente para demostrar que las instituciones
observadas son diferentes....” Dado que Ud. ya ha avanzado en sus conoci-
mientos de la comunidad, puede introducir algunos términos más técni-
cos para explicar las diferencias o similitudes.
Se sugiere ocupar como máximo dos páginas para la elaboración del trabajo,
y tener presente las razones que hemos sostenido en los contenidos del pre-
sente módulo que avalan las dudas sobre la identidad entre un código penal
y la Biblia; y las dudas que genera la identificación de los llamados “agentes
o funcionarios públicos y aquellos que son denominados asaltantes.
Actividad 3
“Demostrando”
A esta altura, usted ya ha obtenido bastante experiencia por medio de las
actividades realizadas en su período de investigación, propuestas en las acti-
vidades 1 y 2. Como uno de sus descubrimientos centrales usted ha caído
en la cuenta que el fenómeno del derecho consiste particularmente en
una cuestión de reglas. Sin embargo, en su investigación ha surgido un
problema. Un antropólogo de la corte, (con quien Ud. disiente), en función
de su propias investigaciones, ha podido concluir que nuestra tesis de que el
derecho es fundamentalmente una cuestión de reglas es una afirmación algo
apresurada e incompletamente verdadera. Cabe resaltar que este antropó-
logo estuvo unos meses en el país donde usted ha realizado su investigación.
M2 Microobjetivos
M2 Contenidos
Sin embargo, existe entre ambas una diferencia que cabe destacar: la gene-
ralidad.Mientras que las órdenes de un asaltante se dirigen directamente a
la persona de la que se pretende el dinero, el derecho suele dirigirse a los
sujetos pasivos de la orden de forma general. Basta imaginarse lo desca-
bellado que sería tratar que cada funcionario estatal hiciese conocer a cada
ciudadano lo que el derecho pretende de él. Por ello, resulta fácil detectar
que el derecho detenta, como rasgo central, pretensiones de generalidad
(erga omnes, como nos gusta decir a los juristas).
Así, aunque hay normas, como las del derecho penal, que se asemejan cla-
ramente a las órdenes respaldadas por amenazas del asaltante, difieren de
éstas en el sentido de prescribir un tipo general de conducta y de aplicarse
a una clase general de personas. La norma penal, p. ej., espera lo siguiente:
i) que los individuos adviertan que la orden rige para ellos (se les aplica);
ii) que cumplan con lo prescripto.
De este modo, mientras que solemos decir “existe esta norma jurídica sobre
quiebras, aunque pocos la conocen”, sería muy raro decir “Juan intentó robar
a su vecino, gritando en soledad, encerrado en el baño, dame la cortadora
de césped”. Nadie sostendría sensatamente que existe un robo (una orden
de entregar algo respaldada por amenazas) en el caso de una persona orde-
nando en soledad la entrega de una cosa, mientras que es usual sostener
que ya existe la norma jurídica aunque nadie o muy pocos la conozcan.
Todo esto indica que no debemos asociar la idea de que existe una norma
Por lo tanto, aunque hemos explicado y explorado rasgos centrales del dere-
cho como son la generalidad de las normas y la habitualidad con las que
ellas son obedecidas, aún resta dar cuenta de otro aspecto central de estas
reglas: la supremacía del órgano del que emanan, y la independencia de
este órgano de otros órganos externos. En palabras más simples, por qué
nuestro Congreso y no el de Rusia, por ejemplo, rige nuestros destinos.
Por ejemplo, una declaración testimonial que carece de firma (del testigo, el
secretario del juzgado, etc.) o un contrato de compraventa que no ha sido
hecho por escrito, cuando la ley lo indica así. El objeto de la norma que
impone la nulidad no es disuadir a las personas de realizar actos impro-
pios, sino definir las condiciones y límites bajo los cuales sus actos ten-
drán los efectos buscados (contratar, casarse, etc.).
Veamos otro ejemplo, un juez que permanentemente realice actos sin tener en
cuenta las normas de procedimiento que le indican cómo actuar. Ingresando
un poco más en detalle, es posible que el juez sea llevado frente a un jury
de enjuiciamiento o que sea condenado por prevaricato. Pero no hay una
conexión necesaria entre la norma que prescribe la nulidad de un acto judi-
cial y la sanción que recae sobre el juez por incumplimiento de los deberes
de magistrados. Es perfectamente factible que se declaren nulos uno y mil
juicios por defectos formales (falta de notificación de las partes, ausencia del
abogado defensor, etc.) y que, sin embargo, no recaiga una sanción sobre
el juez. Esto muestra claramente que las condiciones bajo las cuales un acto
se declara nulo o inválido son totalmente diferentes a las condiciones bajo
las cuales un acto se declara prohibido u obligatorio (bajo amenaza de san-
ción). También muestra que el contenido de tales normas (las que acarrean
nulidad e invalidez, y las del derecho penal o extracontractual) es totalmente
diferente y persigue fines sociales distintos. Unas pretenden que el individuo
haga o deje de hacer algo, lo desee o no. Otras regulan el modo en que
un cierto juego debe jugarse. Esto, sí y sólo sí, el sujeto a quien se dirige la
norma quiere jugarlo (p. ej., si quiere jugar al juego de contratar, de casarse,
Parece bastante claro que el primer caso es una instancia clara de una norma
penal. Pretende desalentar conductas. La segunda, en cambio, no pretende
nada de eso. Sólo pretende indicarnos que si queremos ganar o hacer goles,
la pelota tiene que entrar al arco. Mientras que N1 pretende desalentar toda
conducta violenta, N2 no pretende declarar inválida toda conducta que no
sea hacer goles.
Del argumento que sólo son normas las que estipulan una sanción, se pasa
al argumento según el cual sólo son normas “genuinas” aquellas que
prescriben que los funcionarios apliquen ciertas sanciones en ciertas
circunstancias a aquellos que, por ejemplo, cometan homicidio. De este
modo, las normas tendrían el siguiente contenido: “si una persona realiza
tal o cual conducta, entonces Ud. como juez debe aplicar tal o cual san-
ción”. Toda norma contractual puede ser reformulada de esta manera
sosteniendo que “si dos personas expresan solemnemente su consen-
timiento, firman en frente a dos testigos, entonces Ud. Sr. Juez tiene la
obligación de hacerle pagar a quien figura como locatario la suma que
se estipula en el escrito”. Esto supone un cambio central respecto a la
Una doctrina como la que estamos analizando olvida este aspecto central
del derecho: que tiene pretensiones generales de control social y que, como
tal, es un juego donde los individuos suelen jugar sin árbitro y siguiendo las
normas generales. Si sólo reconstruyéramos las normas como dirigidas a
los funcionarios, perderíamos una dimensión importante del derecho como
herramienta de control social. La principal función del derecho no debe ser
vista dentro de los tribunales, sino en su capacidad para controlar, guiar y
planear la vida fuera de los tribunales. En palabras de Hart: “la protesta natu-
ral es que la uniformidad impuesta sobre las reglas por esta transformación
de ellas oculta los modos en que las mismas operan y las maneras en que los
jugadores las usan para guiar actividades orientadas por propósitos, y oscu-
rece así la función de esas reglas en la empresa social cooperativa, aunque
competitiva que es el juego...”.
Podríamos catalogar las teorías que hemos visto como reduccionistas, ya que
pretenden reducir el fenómeno del derecho, o bien, a la existencia de amena-
zas (sanciones), o bien, a órdenes dirigidas a un grupo menor de personas.
El ámbito de aplicación.
Ya hemos analizado cómo el conjunto de normas jurídicas a las que estamos
acostumbrados a enfrentarnos detenta una variedad de contenidos muy diversa.
Ello nos sirvió para ver que las normas no son simplemente órdenes res-
paldadas por amenazas, y también que no puede reducírselas a órdenes
dirigidas al funcionario. Resta aún analizar un aspecto central de las normas
de los sistemas modernos.
AA
AA Actividad 1
asistente académico
Actividad 2
Revisando la propia historia
En este último tiempo, usted se ha sentido anímica y sentimentalmente
extraño. No se encuentra a gusto con algunos aspectos de su vida y siente la
necesidad de revisar algunas cuestiones que tienen que ver, particularmente,
con su historia personal y familiar. ¿Quién no ha pasado por esto alguna vez?
Por ello, decide asistir a un profesional en busca de apoyo psicológico.
AA
AA Actividad 2
asistente académico
M3 Microobjetivos
M3 Contenidos
En ese sentido, caímos en la cuenta que no todas las normas son del tipo
de las respaldadas por amenazas y que inclusive las que prevén algo pare-
cido a una amenaza (sanción), no pueden ser reconstruidas como simples
amenazas; advertíamos también que el derecho es un “juego” en el que
los participantes, a veces, se autoaplican las normas que dictan (juegan sin
árbitro); donde existe un tipo importante de normas que sirven para cambiar
la situación jurídica de los individuos y que en una gran cantidad de casos
(matrimonio, testamento, contrato) las personas actuaban como legisladores
de su propia vida (legisladores privados).
Los ejemplos de ambos tipos de reglas son de muy fácil identificación, veá-
moslos juntos a continuación:
Las reglas del derecho penal, sobre todo de la parte especial, imponen a
los individuos que hagan u omitan algo (no mate, no robe, ayude, sea cui-
dadoso, etc.) y son por ello un caso claro de reglas primarias. Indican una
acción o cambio físico en el mundo que debe llevarse adelante o evitarse.
Las reglas secundarias, por su parte, pululan en los códigos procesales (nos
dicen cómo demandar, cómo pedir prueba, cuáles son los pasos para dictar
una sentencia válida, etc.), en los códigos civiles (cómo se contrata, cómo se
adopta a un menor, etc.), y en la misma constitución (le indican al legislador
cuáles son los pasos para dictar una ley, enmendar una anterior, etc.). Es
decir, en un sentido, las reglas secundarias se ocupan de las reglas primarias
indicándonos cómo crearlas, modificarlas o extinguirlas.
Estas situaciones eran descriptas por los individuos en forma muy disímil:
algunos sostenían que debían entregar el dinero al asaltante sí y sólo sí
éste los apuntaba, la pistola funcionaba, el ladrón denotaba capacidad
de lastimarlos, etc. Reconocimos que si el asaltante venía con una pistolita
de agua no le hacíamos caso, o que si se retiraba del banco no continuá-
bamos bajo sus órdenes. Resulta que sólo nos sentimos bajo el poder del
asaltante si creemos que es más o menos probable que nos descerraje
un tiro si no le entregamos el reloj o la billetera. La situación con el agente
fiscal era descripta de manera diferente. Hablamos como si tuviéramos la
obligación de entregarle dinero, aún cuando el agente fiscal no nos haya
encontrado en casa el día que vino a reclamarlo, la AFIP tarde en encontrar
mi domicilio para intimarme a pagar o creamos que las armas con las que
cuenta el Estado para cobrarnos son ineficaces.
Resulta claro que existe una diferencia fundamental entre las actitudes
que desarrollan los individuos frente a las órdenes del asaltante y frente
a las órdenes jurídicas. En el primer caso, es central que el individuo crea
que es probable que sobrevenga un mal, mientras que en el segundo la
gente sigue sosteniendo que está obligada, aunque crea (o esté segura) que
podrá evadir el control fiscal y librarse fácilmente de la multa por evasión
de impuestos. Por ello, no sería arbitrario sostener que, frente al asaltante,
el individuo se vio obligado a entregar el dinero ya que creía sensatamente
que lo dañaría si no lo hacía. Sin embargo, sería forzar las cosas sostener
que la víctima del robo tenía la obligación de entregar el dinero ya que, en
general, cuando sostenemos que alguien está obligado nos referimos a una
situación que persiste o se mantiene con independencia de que el individuo
Mientras que:
En contraste con la situación del asalto, solemos hablar de que alguien tiene
una obligación jurídica aunque crea sensatamente que no le pasará nada si
no cumple con sus deberes jurídicos y cívicos. Por lo tanto, nadie ve una con-
tradicción en la siguiente frase: Pedro está obligado a pagar los impuestos
aunque cree –con razón– que si no paga no sufrirá ninguna consecuencia.
Resta por último resaltar una diferencia más en la forma en que usamos
los enunciados de obligación y los de órdenes respaldadas por amenazas.
Mientras que solemos hablar de que alguien tiene una obligación, aún
cuando no cumpla con la conducta prescripta, es bastante raro escu-
char que alguien se vio forzado a hacer algo, y en realidad no lo hizo. En
general, el tipo de enunciados; Juan se vio obligado a hacer X conlleva
que la acción fue efectivamente realizada.
A pesar de las críticas, debemos reconocer que gran parte del metier de los
abogados y jueces es saber el grado de probabilidad con el cual serán aco-
gidas sus demandas o sentencias. No es para nada inusual escuchar en los
pasillos de tribunales: “no presentes el escrito ahí porque seguro que te lo
rebotan”, “espera que pase el turno del juzgado 21 porque ahí esos amparos
suelen ser rechazados” o “ten cuidado porque seguramente si tu defendido
cometió esa evasión en el Juzgado penal económico lo van cocinar”. De igual
manera, un juez de primera instancia (en el fuero civil) o un juez de instruc-
ción (en el fuero penal), saben que algunas de sus sentencias serán bien
acogidas por un órgano superior en caso de ser recurridas, y otras indefec-
tiblemente serán revocadas. Asimismo conoce (o predice) que si el Tribunal
Superior lo pesca en algún tipo de resoluciones, es altamente probable que
le haga llamados de atención, lo aperciba o lo sancione.
Aunque todas estas visiones son plausibles y útiles (siempre es útil saber los
bueyes con los que uno ara en tribunales, comisarías y agencias fiscales)
no sirven para dar cuenta acabadamente de qué significa esto de tener una
obligación jurídica.
Por ello, una primera objeción a la teoría predictivista consiste en señalar que
ella oscurece la idea según la cual un juez, cuando dicta una sentencia, no
sólo está dando una señal de cómo actuará en el futuro, sino también está
brindando una justificación para su actual resolución (una razón por la que
aplica una sanción o una absolución).
Ya se ha deslizado entre nosotros la idea de que siempre que haya una obli-
gación, habrá una regla, pero de ello no se sigue que siempre que haya una
regla habrá una obligación. Y, consecuentemente, del hecho que exista una
regla tampoco se sigue que haya una obligación jurídica.
En definitiva: toda obligación supone una regla, pero no toda regla impone
obligaciones. Y la pregunta que podría formularse aquí es la siguiente:
¿cuándo una regla impone obligaciones y no tan sólo simples deberes?
O, en el mismo sentido, nos preguntamos ¿por qué percibo de forma dife-
rente a las reglas del backgammon que a las del código penal o a las de la
Biblia?
Una forma de explicar estas diferencias, es sostener que una regla impone
obligaciones, si el grupo que comparte estas reglas desarrolla frente a
ellas:
i) una fuerte e insistente exigencia general a favor de la conformidad
con las pautas de conducta impuestas por la regla;
ii) una regular e importante presión sobre aquellos que se desvían
(infringen la norma) o amenazan con hacerlo.
La ecuación resultante sería:
Ya sabemos que dentro del conjunto de reglas están aquellas que imponen
obligaciones y aquellas que no lo hacen y lo que diferencia a unas de otras
es la seriedad o importancia con que el grupo ejerce presión social a favor
del cumplimiento de las mismas.
Ya hemos dado razones por las cuáles no debe equipararse la idea de tener
una obligación a la de sentirse obligado. Lo que no quiere decir que en muchas
circunstancias se cumpla con las normas como consecuencia de la fuerte
presión, pero esto nada tiene que ver con la idea de tener una obligación.
Así, el enunciado que sostiene que Pedro está obligado a pagar los impues-
tos o Pedro está obligado a ir a misa los domingos, respetar los sacramentos,
etc. no afirma que Pedro le tiene miedo a lo que pueda predecir que le suce-
derá si no paga los impuestos o no va a misa los domingos, sino que afirma
que la conducta de Pedro cae bajo el alcance de una norma. No preocuparse
demasiado por esto por ahora, ya que será aclarado más adelante.
Tal vez, esto pueda resultar un tanto abstracto, pero podemos llegar a darnos
una idea somera del problema si recordamos lo analizado en el primer
módulo con relación al antropólogo que trataba de describir a su rey un con-
junto de prácticas que ni él ni el rey conocían. El antropólogo tenía una serie
de conjeturas acerca de qué era esto del rock and roll, pero debido a que su
punto de vista era completamente externo (no comprendía lo que hacían) se
limitaba a describir el escenario como un altar, al micrófono como un báculo,
a la pelota de fútbol como una esfera de cuero, al estadio de fútbol como un
templo, etc.
“Lo hice (me detuve o insulté al que no lo hizo) debido a que existe una norma
de tránsito”. Resulta fácil advertir que, cuando cotidianamente damos razo-
nes sobre por qué hicimos tal o cual cosa (p. ej. le explicamos a un amigo
por qué no fuimos a su cumpleaños) tratamos de justificar nuestro accionar
invocando alguna circunstancia que motivó que actuáramos de esa manera.
Tener una razón para algo es tener un hecho o mecanismo en el cual asentar
nuestra justificación de por qué hicimos lo que hicimos (me detuve porque
el semáforo estaba en rojo, pagué los impuestos porque fui intimado por la
AFIP, etc.). En definitiva, dar una razón o tener una razón para algo es tener
algún soporte justificatorio para actuar como lo hicimos.
Érase una vez un grupo de cinco amigos (Pedro, Juan, María, Aníbal y Daniela)
quienes deciden emprender un viaje de mochileros hacia el sur de nuestro
país. La idea era bastante simple: cargar las mochilas con carpas, bolsas de
dormir, muchos fideos y arroz y emprender el viaje en el colectivo más barato.
Como es de esperar, entre amigos que se quieren bien, estaba bastante claro
que cada uno respetaría las opiniones del otro (no se trataría de imponer nada
por la fuerza), pedirían prestado cualquier implemento que hiciera falta – v.
gr. jabón o toalla –, (no habría hechos de avasallamiento de la propiedad del
otro) y sobre todo, se cumpliría la promesa inicial de tratar de pasarla bien
y llegar, -vía Puerto Madryn, Bariloche y Esquel – al Glaciar Perito Moreno.
Como recaudo económico, por último, habían formado un pozo común que
sería asignado a la compra de comidas para los campamentos, pago de cam-
ping y demás gastos compartidos.
La discusión entre los miembros del grupo, bien puede mostrarse como una
batalla entre dos argumentos: el argumento de María que sostiene que esa
actitud era un caso claro de violación de su propiedad y el argumento de
Juan y Pedro que sostiene que lo que ellos habían hecho no podía contar
como un caso de falta de respeto o intromisión en la propiedad de María. Por
otra parte, la discusión no sólo versa sobre cuál es el contenido de las reglas
que el grupo compartía, sino también cuál es el criterio para identificarlas
o reconocerlas. Mientras que María invocaba que las reglas que los regían
eran las que habían consensuado el día que se habían reunido para planear
el viaje, Pedro y Juan alegaban que, además, en otras reuniones se había
acordado que se iba a ser flexible con relación a los préstamos y utilización
de enseres ajenos.
El diagnóstico que hemos hecho de grupos sociales que sólo cuentan con
normas primarias (ejemplificado por el grupo de mochileros) arroja sucinta-
mente la siguiente lección: en sociedades simples, en donde el acuerdo y
los lazos familiares y afectivos sean fuertes y estrechos, será más o menos
factible garantizar la convivencia sin problemas. Pero cuando el grupo social
se amplía o las circunstancias cotidianas se sofistican, es necesario contar
con otro tipo de reglas que permitan solucionar los defectos mostrados por
los códigos de convivencia rudimentarios.
https://www.youtube.com/watch?v=UBEaOUFVlwM
Regla de reconocimiento
Tal regla, según Hart, indica uno o más criterios de identificación o reconoci-
miento de normas válidas.
Donde existe una regla de reconocimiento, tanto los particulares como los
funcionarios tendrán criterios con autoridad para identificar las reglas pri-
marias de obligación. De este modo, la regla de reconocimiento se expresa
en los diferentes criterios que los individuos de un grupo social utilizan para
identificar sus obligaciones y derechos. Estos criterios pueden asumir de
hecho varias formas: textos revestidos de autoridad, sanción legislativa,
práctica consuetudinaria, declaraciones generales de personas especifica-
das, decisiones judiciales pasadas, dictadas en casos particulares, etc.
https://bit.ly/3H6w6UD
M3 Actividades
Actividad 1
Una fotocopia con historia
Ud. ha regresado a su profesión de antropólogo. Recordemos su viaje ante-
rior a comunidades occidentales desconocidas en las que había registrado
ciertas circunstancias asociadas a regularidades de conducta observables
de los miembros de esas comunidades.
Asimismo, recuerda que cuando leyó esa norma le causó curiosidad saber
exactamente en qué consistía la obligación estipulada en el artículo 14. Usted
piensa realizar varias entrevistas y espera notar que haya –al menos – tres
tipos de respuestas a la pregunta: “¿En qué consiste el deber impuesto por
el artículo 14?”. Tratando de anticiparse a las mismas, imagina qué respon-
derán a esta pregunta los tres grupos de personas siguientes:
a) los que sostienen que verse obligado está relacionado fundamental-
mente con las creencias, temores y motivaciones del sujeto a quien se
dirige la norma;
AA
AA Actividad 1
asistente académico
Para ubicar las respuestas que corresponden a cada uno de los grupos de
personas seleccionados, tenga en cuenta los diferentes puntos de vista dis-
tinguidos en el contenido de este módulo respecto de la idea de obligación.
Actividad 2
AA
AA Actividad 2
asistente académico
M4 Microobjetivos
M4 Contenidos
Aunque las reglas secundarias atenúan los defectos citados, es posible que
no sean suficientes para erradicarlos. Es altamente posible que el alcance
de una regla primaria esté en discusión y que ninguna de las técnicas que
tenemos disponibles nos permita saber con certeza cuál es su “verdadero”
alcance. Cuando esto sucede, cuando no sabemos exactamente qué es
lo que dice tal o cual regla o artículo de un código y, en ese sentido, qué
conducta es obligatoria, permitida o prohibida, podemos entrar en pánico y
adoptar dos posturas antagónicas y extremas relativas a la naturaleza del
derecho:
Dicho de otro modo, dada una determinada regla, siempre sabremos qué
tenemos que hacer subsumiendo el caso particular a la regla general (v. gr.
si César mató a Bruto y existe la regla que dice “el que mate a otro debe ir
preso”, entonces César debe ir preso); y:
Este caso muestra, siempre en modelo a escala, que cuando se utiliza una
técnica de motivación semejante a la que utiliza el derecho, siempre es posi-
ble que las personas que tienen que responder a dichas demandas duden
sobre qué es lo que tienen que hacer o dejar de hacer. Parecería ser que:
Ocurre que, tanto el abuelo como el legislador, cuando dan una directiva
general o dictan una ley, deciden, indefectiblemente, en condiciones subóp-
timas de conocimiento. Es imposible que un ser humano conozca todos los
hechos relevantes del futuro y que, además, sepa cuál sería su propósito,
intención o deseo con respecto a ese estado de cosas futuro. En el ejemplo,
el abuelo no podía prever ni la escasez de pasta estándar, ni la complicación
relativa a si la tarta contaba o no como pasta. Él conocía perfectamente cuál
era su parecer frente a un tipo de comida, pero frente a la tarta puede muy
bien no haber tenido una opinión formada.
Dicho esto, es útil regresar al caso del abuelo y su directiva de comer pasta,
con el propósito de cuidar la salud de la familia. Haremos hincapié en lo
citado en “iii”. Supongamos que el abuelo, para evitar el problema al que
dio lugar su orden y mejorar la posibilidad de que se cumpla su propósito,
dicta otra regla, pero de carácter interpretativo. Esta regla pretende aclarar
el significado de la regla anterior. Así, el abuelo aclara: cuando dije pasta
quise referirme a cualquier tipo de comida que no tenga carne, de modo de
ingerir comida que no nos genere problemas de salud. Con esta regla adicio-
nal, aparentemente se ha subsanado el problema. El abuelo ha dictado otra
norma, para entender mejor la anterior. Por lo tanto, Reyna hijo y nieto van
a la casa de pastas y se encuentran frente a la siguiente complicación: sólo
hay ravioles de pollo o ñoquis hechos con harina de soja marca Sojénica
y papas de la granja que lleva el mismo nombre. Es vox populi por esos
días que la marca Sojénica realiza sus harinas con soja transgénica y que
las papas también tienen el mismo origen, lo cual pone en serias dudas la
calidad del producto, su salubridad y ecología. Una vez más los Reyna se
encuentran ante problemas de textura abierta e indeterminación de propósi-
tos ¿cuenta el pollo de los ravioles como carne?, ¿no se refería el abuelo tan
sólo a carne vacuna?, ¿cuenta la soja como una comida salubre? Pareciera
que sí, pero ¿y la transgénica?
Aunque hemos mostrado que siempre es posible que una regla obligue a
ejercer una elección adicional por parte de quien la aplica, existen corrientes
teóricas que sostienen lo contrario. Por un lado, están los llamados forma-
listas -dogmáticos- que niegan la necesidad de ejercer elección entre
diferentes cursos de acción. Para esta corriente, lo que hay que hacer viene
absolutamente determinado por el lenguaje y contenido de la norma, y su
aplicación no tiene por qué dar lugar a controversias. En el otro extremo, la
variante escéptica ante las reglas, sostiene que en ningún caso es posi-
ble seguir una regla, ya que los ámbitos de actuación que contiene están
siempre indeterminados, y que lo que hacemos los ciudadanos y los jueces,
cuando aplican una regla, es fingir que siguen una regla, pero en realidad la
decisión acerca de lo que se debe hacer es siempre fruto de una elección.
Una vez más utilizaremos a la familia Reyna para comprender mejor de qué
hablamos. Recordemos que el abuelo había ordenado comprar pasta. Esto
trajo inconvenientes con la textura abierta del término pasta. Luego el abuelo
aclaró que no quería que se compre comida que tuviera carne, y además,
aclaró que su propósito era promover la salud de la familia. Así las cosas, hijo
y nieto Reyna se encuentran en la casa de pastas.
Pero más allá de esta discusión, lo que hace el hijo de Reyna al razonar como
lo haría un formalista, es negar la suerte de fenómeno que se ha suscitado en
el caso en cuestión. En primer lugar, el abuelo no había previsto semejante
sofisticación de los hechos (pocas opciones de comida, una que contiene
carne, otra que no tiene carne pero puede ser perjudicial para la salud), por
lo que se podría decir que la situación acaecida se parece bastante poco a
la que el abuelo tuvo en mente cuando los mandó a comprar pastas. En este
sentido, resulta algo artificial sostener sin más ni más que este es el tipo de
situación en la que el abuelo estaba pensando al momento de dictar la norma.
En segundo lugar, la visión formalista de Reyna hijo no da cuenta de un con-
flicto que suele darse en la vida cotidiana entre dos valores: por un lado, el
valor que tiene conocer de antemano qué se debe hacer (comprar) porque
ello nos permite organizarnos en la vida, unido al valor que tiene respetar la
voluntad de la persona a quien (por diferentes razones) hemos elegido como
autoridad para regir nuestro destinos; y, por el otro, valores adicionales como
el de realizar conductas que no nos perjudiquen en nuestra salud, nuestra
integridad o nuestra moral.
Veamos ahora la actitud que adopta el nieto de Reyna, el que posee una
actitud contestataria, anarquista y escéptica.
Para este sucesor del abuelo, los problemas de textura abierta y de tensión
entre adecuación y certeza demuestran que siempre es posible hacer con
las reglas lo que uno quiere, o lo que es lo mismo, no hay regla alguna, ya
que siempre se puede invocar alguna circunstancia que justifica no tener
en cuenta la orden del abuelo. El nieto de los Reyna observa que la textura
abierta de la regla del abuelo, generalmente le permite a él y a su padre com-
prar pastas que contienen carne y, en ese sentido, es como si la regla del
abuelo no existiera. Esta concepción sostiene que, si bien existen las reglas,
siempre es posible violarlas amparándose en alguna argucia del lenguaje, lo
cual termina equiparando la situación al caso en que no hay regla alguna.
Si por definición, tener una regla es hacer lo que otro quiere y no lo que uno
quiere, y el nieto de Reyna tiene la percepción de que siempre puede com-
prar lo que quiere (amparándose en lo dudoso de la palabra carne) enton-
ces, a sus ojos, tener una regla equivale a no tenerla.
Si cualquier término pudiera ser utilizado para cualquier caso, no sólo no sería
posible el derecho concebido como técnica de motivación de conductas,
sino que tampoco sería posible la comunicación entre los seres humanos
en cualquier ámbito. Tener un código de comunicación es tener instancias
paradigmáticas de comunicación compartidas, donde cuando se diga la
palabra pasta nadie piense en una usina atómica, aunque se pueda quizá
pensar en ñoquis cuando yo estaba pensando en ravioles.
Existe una variante interesante del escepticismo del nieto Reyna, que habría
que tomársela en serio y que consiste en lo siguiente: dado que el abuelo les
ordena comprar pasta y deja librado a su decisión qué cuenta como pasta,
el contenido de la orden del abuelo (lo que ellos deben hacer) depende en
última instancia de lo que él o su padre deciden al momento de llegar a la casa
de pastas. En ese sentido, sostiene esta variante que lo que el abuelo decide o
lo que el abuelo ordena es, en última instancia, lo que el hijo o el nieto Reyna
deciden qué debe ser. No hay tal cosa como decisión del abuelo, sino que
lo que se debe comer o no comer el domingo depende de quién decide en
última instancia y esa actividad no es ejercida por el abuelo, sino por él o su
padre. En otras palabras, tiene buen sentido decir que, dado que el contenido
de lo que dijo el abuelo queda librado a lo que decida hijo o nieto (pense-
mos en una decisión judicial de última instancia), lo que se debe hacer es lo
que decide el que toma esta última decisión (sea lo que fuere que decida).
Trasladado el ejemplo al ámbito del derecho sería equivalente a afirmar que lo
que se debe hacer u omitir depende no del legislador, sino de lo que dis-
ponga una decisión judicial de última instancia, esto es, definitiva o final.
Pero si bien algunos argumentos del escepticismo ante las reglas resultan
atractivos, tengamos en cuenta que, si el realismo tuviera razón, en el caso
de los Reyna quedaría sin explicar una parte central del fenómeno o práctica
familiar. Si es cierto que las reglas son lo que hijo o nietos deciden que son
¿por qué razón son ellos los habilitados o facultados a decidir qué pasta traer
los domingos?, ¿por qué razón se consideran como válidas sus elecciones
y no las que quisiera hacer María?, ¿qué es lo que justifica que toda la fami-
lia los vea a ellos como quienes pueden elegir la pasta del domingo y no
María? Claramente, la condición de ser los facultados para elegir la comida
los domingos debe estar basada en una regla que diga “los facultados para
ir a la casa de pastas son Reyna hijo y nieto” y esa regla (que los constituye
a ellos en decisores) no es la que ellos mismos dictan cuando deciden qué
comer. Aunque el contenido de qué comer sí depende de ellos, no depende
de ellos el resto de las reglas familiares, ni mucho menos las que les otorga
la potestad de decisión.
También es interesante tener en cuenta que del hecho que lo que diga una
autoridad de última instancia sea definitivo (en el sentido que debe ser
lo que ésta decida), no se sigue que su decisión sea infalible. Existe una
tendencia a pensar que por el sólo hecho de que una decisión es la definitiva,
Del hecho de que una decisión sea final no se sigue que sea
correcta. Hay un criterio externo a la propia decisión para
evaluar su corrección y, ese criterio nos viene dado por el
núcleo de certeza o significado claro de la regla general.
Dicho de otro modo, hay casos en los que la duda de un juez no versa sobre
la aplicación o no aplicación de una regla particular, sino sobre la validez de
una regla. La aplicación de una ley en un caso particular puede ser obvia, sin
embargo, puede ocurrir que haya dudas sobre si la legislatura tenía poder
para legislar de ese modo. Cuando la duda versa sobre la competencia
jurídica de la propia legislatura suprema, la cuestión se refiere a los límites
y alcance del poder soberano. En tales casos –casos que versan sobre la
constitucionalidad de las leyes– el tribunal debe resolver qué ha de enten-
derse por soberanía. Como quedó reflejado en la controversia planteada
entre Austin y Hart en torno al concepto de soberanía (ver contenidos de los
módulos 2 y 3 y Hart (1968) capítulo 4, última parte), el término “soberanía”
es ambiguo. El poder soberano puede ser interpretado como una ilimitada
omnipotencia auto - comprensiva, o como una omnipotencia continuada,
según la cual, los límites al poder del soberano actual están dados por la
preservación de igual poder para los futuros soberanos, de modo que el
Parlamento no puede, por ejemplo, poner sus leyes a cubierto de la deroga-
ción pues ello implicaría limitar el poder para los soberanos futuros. En tales
casos de incertidumbre los tribunales tienen que decidir el contenido mismo
de la regla última por la cual se identifica el derecho válido. Puede parecer
paradójico que la constitución confiera poder discrecional a las Cortes para
determinar lo que establece la constitución, pero la paradoja se disuelve
cuando se observa que, en una amplia área de casos, los criterios de validez
no originan dudas, aunque sí puedan surgir casos de incertidumbre sobre su
dominio preciso y su alcance (Hart: 1968; cap.7).
M4 Actividades
Actividad 1
Analizando un caso controvertido
Hace algunos días, Usted ha recibido en su estudio jurídico la última publica-
ción de la revista jurídica Serás lo que debas ser y sino serás abogado. Allí,
entre ofertas de códigos, libros y cursos de capacitación, se encuentra la
publicación del Caso “Saguir y Dib”. El mismo tiene las siguientes particula-
ridades: Juan Isaac Saguir y Dib padecía insuficiencia renal y necesitaba con
urgencia un transplante de riñón.
AA Actividad 1
asistente académico
Actividad 2
Esta deberá dirigirse a mostrar que los hechos que él invoca no son sufi-
cientes para mostrar ni que la regla en cuestión es inválida, ni que el sistema
jurídico es una ficción.
Actividad 3
Ud. deberá imaginar casos difíciles o de textura abierta (penumbra) a los que
puede dar lugar la norma referida. En especial, en cuanto a los términos de
clase “vehículo” y “vereda”.
AA Actividad 3
asistente académico
M5 Microobjetivos
M5 Contenidos
Introducción
A simple vista, parecería ser que lo que caracteriza a una determinada
sociedad tiene que ver con las normas que regulan el comportamiento de
sus miembros y a las que éstos muestran su adhesión en mayor o menor
extensión. No obstante, las sociedades están regidas por distintos tipos de
normas, de modo que es importante saber cómo podemos diferenciar a las
normas jurídicas del resto de normas. En su caracterización del derecho
como técnica social, Hart incluyó elementos que no pueden extraerse de
una explicación del fenómeno jurídico, dada exclusivamente en términos de
relaciones de dominación o fuerza.
Por último, la forma típica de presión moral es exhortar al respeto hacia las
reglas mediante el reproche, la crítica o el aislamiento, a fin de generar en los
que se desvían de sus obligaciones morales un sentimiento de vergüenza,
culpa o remordimiento que es en lo que consiste la verdadera sanción moral,
esto significa que la sanción moral tiene un carácter voluntario. En el caso
del derecho, la presión apela a la amenaza de castigo físico o consecuencias
desagradables, la cual se hace efectiva, en caso de incumplimiento de la
obligación, independientemente de la voluntad del individuo obligado.
La tesis, tal como fue sostenida por la concepción teológica del Derecho
Natural, ha sido expresada en términos de Tomás de Aquino del siguiente
modo: la ley humana que no deriva del Derecho natural no es ley, sino corrup-
ción de ley. El Derecho Natural, a su vez, es expresión de un conjunto de prin-
cipios correspondientes al orden humano natural como parte de la ley divina
que rige el universo. En otras versiones iusnaturalistas el origen del Derecho
Natural es atribuido a la naturaleza –Aristóteles– o a la razón humana -John
Locke, Kant-.
En cuanto a las tesis del iuspositivismo pueden distinguirse una tesis nega-
tiva y una tesis positiva. La tesis negativa puede formularse como sigue:
A su vez, la tesis negativa del iuspositivismo expresada en (2) puede ser inter-
pretada de tres diferentes modos y cada uno de ellos da lugar a una forma de
positivismo jurídico contemporáneo:
Además, es importante resaltar que, para una descripción adecuada del dere-
cho en sociedades modernas, Hart incorpora la noción de reglas secunda-
rias de reconocimiento, cambio y adjudicación. Dichas reglas secundarias
permiten distinguir las normas jurídicas de las demás normas sociales por su
fuente u origen, e identificar la autoridad normativa u órgano de creación y
aplicación de normas jurídicas.
La relevancia teórica del punto de vista interno surge de las funciones carac-
terísticas del derecho en la conformación de toda sociedad bien ordenada.
La cuestión de lo que ha de entenderse por sociedad bien ordenada es una
cuestión valorativa a la que Hart responde en términos de las falencias propias
de la naturaleza humana y del propósito o fin que la mayoría de los hombres
tienen de sobrevivir. La moral y el derecho son medios de asociación humana
para la consecución de ese fin o propósito. De tal modo, cuando se discute la
forma adecuada de regular la conducta social hay que tener presente que sus
miembros, en términos generales, tienen el propósito común de sobrevivir.
El punto de vista interno es el termómetro que indica en qué medida el dere-
cho contribuye al logro del propósito para el cual es implementado. El grado
de adhesión a las normas que confieren autoridad, depende, en gran medida
del reconocimiento de normas constitutivas de la base normativa común, tam-
bién denominada por Hart “contenidos mínimos de derecho natural”.
A los fines de advertir la importancia del análisis del punto de vista interno
y su relación con la cooperación, cohesión y estabilidad social, se sugiere la
lectura reflexiva de La Isla de Llewellyn Smith.
AA Actividad 1
asistente académico
M6 Microobjetivos
M6 Contenidos
Introducción
En los módulos anteriores, hemos analizado la teoría general del derecho de
H. L. A. Hart y, más específicamente, en el módulo 5 se hizo referencia a la
incidencia de los análisis de Hart en el debate contemporáneo, no sólo entre
iusnaturalismo e iuspositivismo, sino en el seno mismo de la teoría positivista
del derecho. En efecto, distinguimos las diferentes formas de positivismo
que se confrontan hoy en relación con la cuestión de la naturaleza del vínculo
entre derecho y moral (Positivismo exclusivo vs. Positivismo inclusivo). Los
desacuerdos existentes en el positivismo jurídico contemporáneo son pro-
ducto de una controversia más radical que Hart sostuvo con Ronald Dworkin,
quien fue uno de sus discípulos más prominentes. En efecto, Dworkin realizó
un análisis crítico de las tesis centrales de la teoría de Hart, a saber: su tesis
de las fuentes sociales y su tesis de la discrecionalidad judicial1.
Por su parte, las críticas de Dworkin tuvieron como finalidad proponer una
nueva teoría del derecho, denominada “interpretativa” o “coherentista”, con-
siderada como la versión contemporánea de la concepción iusnaturalista del
derecho, según la cual, el derecho resulta identificado cuando se descubren
las razones que justifican moralmente el derecho basado en fuentes sociales.
1 Ronald Dworkin ha desarrollado sus críticas a Hart y su propuesta alternativa de teoría del dere-
cho en Los Derechos en Serio y en El imperio del Derecho, además de numerosos artículos y obras
posteriores.
H. L. A. Hart.
Con respecto a H. L. A. Hart, cabe afirmar que es un positivista del primer
tipo. Es decir, un positivista en el sentido que adopta una actitud positivista
o un approach positivista. No correspondería calificarlo de positivista ni en el
segundo ni en el tercer sentido. En efecto, su rechazo del segundo sentido
(positivismo como teoría) surge de la tesis de textura abierta del derecho que
opone al postulado, sustentado por el formalismo jurídico, de precisión o cer-
teza del derecho. Con respecto al tercer sentido (positivismo ideológico) se
infiere claramente de su análisis sobre la relación derecho-moral, desarrollado
en el módulo 5, que rechaza esta idea de la naturaleza intrínsecamente justa
del derecho y, del consiguiente deber de obedecerlo. Sabemos que Hart sos-
tiene que el derecho se identifica por su origen, en algún hecho social al que
2 Bobbio, Norberto; Giusnaturalismo e positivismo giuridico, Milano, Comunità, 1965.
A grandes rasgos, entonces, puede decirse que la tesis de Hart asume tres
ideas fundamentales:
Tesis Dos (Tesis de las fuentes sociales): ésta sostiene que es posible iden-
tificar lo que el derecho indica, atendiendo a lo que dice un grupo de per-
sonas (legisladores, jueces) o la forma en que actúa un grupo considerable
de personas. En definitiva, se afirma que los últimos tests de validez jurídica
descansan en una práctica social.
Es un hecho obvio que los sujetos involucrados en una práctica jurídica suelen
disentir sobre qué cosas impone el derecho. No por ello concluyen que no
tienen un parámetro en común para dirimir sus cuestiones. En los casos de
desacuerdo (v.g. cuando algunos sostienen que el derecho depende de lo
que dice el Congreso y otros de lo que dice la Constitución) la teoría de Hart
se ve obligada a decir que ese grupo no tiene una regla común y que, por
tanto, no tiene derecho (para ese caso, o en general). Sin embargo –sostiene
Dworkin– es un hecho bastante obvio que cuando esto sucede los juristas
siguen pensando que tienen derecho o parámetros jurídicos para solucionar
la controversia. Cualquier jurista sabe que si no se cuenta con reglas clara-
mente aplicables para solucionar un caso, puede echar mano a los principios
y con ellos tratar de resolver el caso en cuestión.
Según Dworkin, por tanto, el derecho no sólo tiene reglas, como supone
Hart, sino también principios. Son de estos últimos elementos de los que no
podría dar cuenta la teoría de Hart. Si una teoría quiere preciarse de tal, tiene
que tratar de describir todos los fenómenos que analiza y es un fenómeno
comprobable que los juristas usan principios y no sólo reglas y, que cuando
desacuerdan sobre las exigencias de la regla de reconocimiento (unos dicen
que es válido lo que dice el Congreso, otros la Constitución) siguen acor-
dando en que hay una forma de solucionar el caso. Siguen creyendo que
hay derecho a pesar del desacuerdo sobre reglas. En definitiva, la teoría de
Hart sólo sería útil para explicar cuando hay reglas y nos fuerza a sostener
que cuando no se puede identificar qué reglas tenemos (si las del Congreso
o las de la Constitución o las de la Biblia, etc.) no tenemos derecho. Es una
teoría deficitaria porque basa su análisis en los casos de acuerdo, cuando es
casi un hecho obvio que en el derecho suele haber desacuerdos sin que ello
implique creer que no tenemos derecho. En conclusión, diría Dworkin, es un
hecho innegable que:
i) los juristas disienten sobre qué dice el derecho, pero siguen pensando
que existe una respuesta jurídica para solucionar el caso;
ii) los juristas utilizan unos parámetros distintos a las reglas para solucionar
una infinidad de casos, i. e. utilizan principios. La tesis de Hart, en este
sentido, sólo serviría para identificar las reglas pero no los principios.
Como ya hemos visto, una de las tesis del positivismo de Hart es la de
las fuentes sociales. Según ella, para identificar qué es derecho en una
determinada sociedad debo observar cuáles son las prácticas conver-
gentes. Si una sociedad de hecho usa como criterio el tener por válidas
las reglas emanadas del Congreso, yo puedo saber si una regla es válida,
fijándome de donde proviene. Es decir, fijándome si ha sido producida
por el Congreso o por otro órgano. Esto ha sido llamado por Dworkin el
test del pedigrí, es decir un test que permite reconocer si una regla es
válida fijándome en su procedencia, fuente u origen. Por definición, este
test de pedigrí u origen no puede ser utilizado para reconocer los princi-
pios, pues se supone que los principios aparecen cuando, precisamente,
no existe una regla de reconocimiento o una práctica convergente sobre
qué es derecho en una sociedad. Necesitamos de los principios precisa-
Para entender este punto, es necesario retomar el caso Saguir y Dib desa-
rrollado en el módulo 5 (En esta instancia nos referimos específicamente a la
actividad 1 del módulo 5).
Tal como usted recordará, en ese caso, los juristas disienten sobre cuál es el
pedigrí u origen que haría válida la regla sobre la donación de órganos. Por
su parte, el procurador sostenía que si la ley emanaba del Congreso, esto era
suficiente para concluir que la donación debía ser denegada.
Normas y Principios
Los principios son definidos por Dworkin en un sentido amplio como están-
dares que no son reglas. Cabe distinguir dentro del dominio de los principios
dos clases diferentes, a saber: a. principios en sentido estricto o están-
dares que son exigencias de justicia, equidad o alguna otra dimensión
moral –pensemos en principios como “debido cuidado”, “debido proceso”,
“nadie puede enriquecerse por su propio delito”, “derecho a la autonomía
personal, “derecho a la vida”, “derecho a la libertad de expresión”, “dere-
cho a ser tratado con igual consideración y respeto”, etc. y, b. directrices
o estándares que proponen un objetivo colectivo político, económico o
social -por ejemplo, defensa nacional, bienestar social, promoción de la
salud o la educación, etc-. De los ejemplos se desprende que los principios
son fines o propósitos que justifican decisiones institucionales.
Sobre este último punto será uno de los puntos más trascendentales de la
obra de Dworkin para entender los estados de derechos constitucionales
modernos. Efectivamente llama la atención concretamente el conflicto nor-
mativo que puede existir entre principios jurídicos. Sobre el cual volveremos
al final de este módulo.
Por lo tanto, si los principios son derecho hay que abandonar, según Dworkin,
los tres dogmas del positivismo, a saber:
• La tesis de las fuentes, según la cual, las normas son válidas por su pedi-
grí u origen.
• La tesis de la discrecionalidad judicial en casos difíciles.
• La idea de obligación jurídica proveniente de normas válidas por su origen.
Ronald Dworkin opone a las tesis del positivismo la tesis de los derechos,
según la cual:
• El deber del juez es descubrir qué derechos tienen las partes aún en los
casos difíciles.
• Las decisiones judiciales siempre imponen derechos jurídicamente existentes.
• Las decisiones judiciales siempre son y deben ser generadas por princi-
pios- derechos.
• La decisión judicial correcta se enmarca dentro de una teoría política.
• La decisión judicial correcta debe ser coherente con decisiones anterio-
res e hipotéticas futuras.
• La coherencia de la decisión judicial con el resto del material jurídico
se debilita si juegan en su justificación directrices, pues éstas no exigen
igualdad y distribución equitativa de derechos individuales, sino que
apuntan a la realización de fines colectivos.
Una teoría general del derecho, según Hart, puede describir el punto de vista
interno de los participantes, sus actitudes y valoraciones, desde un punto de
vista externo. Dicho de otro modo, la teoría del derecho es descriptiva de las
creencias de los participantes respecto de la existencia de obligaciones y razo-
nes para actuar, sin que ello implique asumir teóricamente la existencia obje-
tiva de tales obligaciones y razones. Si bien el rasgo de dar razones y estable-
cer deberes constituye un carácter normativo distintivo de las reglas jurídicas,
describir las creencias de los participantes sobre la existencia de razones y
obligaciones no compromete a afirmar la existencia objetiva de hechos norma-
tivos. Si hay o no hechos normativos es un debate abierto y, la teoría jurídica
no puede reposar en tal presupuesto ontológico controvertido. Además, no
todos los deberes jurídicos reposan en razones morales o tienen fuerza moral.
Los principios, según Dworkin, sólo pueden ser identificados por interpre-
tación reconstructiva de todo el material jurídico existente -única interpreta-
3 H. L. A. Hart; “Postscriptum”, en La Decisión Judicial: El debate Hart – Dwokin, Siglo del Hombre
Editores, Universidad de los Andes, 5ª reimpresión, Bogotá, Colombia, 2005.
Por otra parte, según Hart, no hay dos etapas diferentes en el proceso de
decisión judicial: una en la que el juez descubre que el derecho no da solu-
ción y otra en la que crea derecho ex post. El recurso a la analogía en casos
difíciles (búsqueda de casos anteriores ya resueltos similares al que está
sujeto a resolución) no elimina la creación, pues, pueden presentarse dife-
rentes principios que sostienen analogías compitiendo y, hay que hacer una
elección, pues según Dworkin no hay principios ordenados en un grado de
primacía o subordinación jerárquica.
Por último, Hart sostiene que cuando un derecho positivo es injusto o contiene
normas moralmente malas un juez, apelando a los principios subyacentes,
tendrá que basar su decisión priorizando los principios menos malos y, las
consecuencias que de esto se infieren no se distinguen de las del positivismo.
La ponderación de principios:
Volvamos a Dworkin, para poder entender la relevancia de esta discusión
para la práctica jurídica y la forma en que se debe argumentar en derecho
frente a los casos difíciles que involucran principios.
Dworkin (1989) indica que “los principios tienen una dimensión que falta en
las normas: la dimensión del peso o importancia” (pag.77).
Allí se hace una distinción muy relevante entre modelos ponderativos, pro-
pone y aporta una suerte de modelo propio en base a ellos. Dicho autor
hace una introducción base donde plantea diversos casos reales, como por
ejemplo el presente en la jurisprudencia española, llamado “El caso del Niño
Marcos”. Sin posibilidad de transcribir todo el caso por razones de obviedad
de económica de la lectura, se remite a los puntos más importantes y que a
los fines explicativos sirva. Marcos A.V de 13 años sufre un accidente el cual
en prescripción médica se insinúa la necesidad imperiosa de hacer trans-
fusión sanguínea; la cuestión fáctica problemática está en que tanto el niño
como sus padres (tutores decisores) eran de una religión que no permite
dicha actividad de transfusión (testigos de jehová). De esta manera, el niño
termina por no recibir dicha transfusión y fallece a consecuencia de ello. Los
padres de Marcos fueron acusados del delito de homicidio. La sentencia de
la Audiencia Provincial de Huesca los absuelve, el Tribunal Supremo caso
y anulo dicha absolución dictando sentencia condenatoria por el delito de
homicidio con la circunstancia atenuante, y el Tribunal Constitucional resolvió
concederé al amparo, declarar vulnerado el derecho fundamental a la liber-
Lectura tad religiosa y, en consecuencia, anular la decisión del Tribunal Supremo.
(desde página 177) Como se desprende de este resumen de un caso jurisprudencial real, “apa-
rentemente el derecho a la vida de Marcos y el derecho a la libertad religiosa
de Marcos y de sus padres, están en conflicto”
Por otro lado, la “Concepción Particularista” prescribe que: no hay tal cosa
como pautas universales en las cuales anclar la corrección moral de las
acciones, hay que atender siempre al modo en que, en el caso individual,
se presentan entrelazadas las circunstancias y ponderarlas con el objeto de
percibir la solución correcta para dicho caso (Moreso, 2006 , pág. 15).
Y propone una fórmula de peso para resolver esta clase de conflictos a las
remitimos en el texto.
Este modelo propuesto por Moreso (2006) al que lo nombre como el “modelo
especificacionista” y que consta de cinco etapas:
1. Consiste en la delimitación del problema normativo del universo del dis-
curso;
2. Identificación de las pautas prima facie aplicables a este ámbito de acciones;
3. La consideración de determinados casos paradigmáticos, reales o hipoté-
ticos, del ámbito normativo previamente seleccionado en la primera etapa;
4. Establecer las propiedades relevantes de ese universo del discurso;
5. Formulación de las reglas que resuelven de modo univoco todos los
casos del universo del discurso.
A los fines de completar el estudio de los temas del módulo diríjase a las
siguientes lecturas:
- Hart, H. L. A.; El Concepto de Derecho. Buenos Aires, Abeledo Perrot.1968,
capítulo 7.
- Calsalmiglia, Albert; “Por qué es importante Dworkin? en Doxa Revista
de Filosofía del Derecho, 1965, Nº 2, págs.159-165. (A este material lo
encontrará en las actividades de este módulo).
M6 Actividades
Actividad 1
AA Actividad 1
asistente académico
AA Actividad 2
asistente académico
Actividad 3
AA Actividad 3
asistente académico
Lectura
(desde página 178)
Lectura
(desde página 179)
M7 Microobjetivos
M7 Contenidos
Hay que subrayar que el padre del silogismo es el gran pensador y filósofo
griego Aristóteles.
Por ejemplo,
Por ejemplo:
• Todos los juicios ejecutivos son procesos breves.
• Todos los juicios por cobro de un pagaré son juicios ejecutivos.
• Luego, todos los juicios por cobro de un pagaré son procesos breves.
Como vemos son muchas las combinaciones de tipo de premisas que pode-
mos utilizar para construir silogismos pero solo algunos serán válidos, para
ellos se deberán respectar determinadas reglas respecto a los términos y a
las proposiciones. No profundizaremos en ellas y no se pedirán ejercicios de
determinación de su validez, pero es útil conocerlas:
1. Los términos deben ser tres y emplearse con el mismo significado en
cada proposición.
2. El término medio debe tomarse en toda su extensión al menos en una
premisa.
3. El término medio debe tomarse en toda su extensión al menos en una
premisa.
4. El término medio debe tomarse en toda su extensión al menos en una
premisa.
5. El término medio debe tomarse en toda su extensión al menos en una
premisa.
6. De dos premisas negativas no se infiere nada.
7. De dos premisas particulares no se infiere nada.
8. De dos premisas afirmativas no se puede inferir una conclusión negativa.
9. La conclusión debe seguir la parte más débil: Si una premisa es universal
y otra particular, la conclusión es particular. Si una premisa es afirmativa
y la segunda negativa, la conclusión debe ser negativa.
Estas construcciones las hacemos todo el tiempo, sabemos que puede ser una
cosa u otra o ambas a la vez, pero no puede ser que no sea alguna de ellas. Si
negamos una de ella, sabemos que necesariamente se da la otra opción.
A v B (A v B ) –A => B
-A
________
B
Acá, la diferencia con el primer tipo de silogismo es que como la primera pre-
misa es un silogismo disyuntivo excluyente, también puedo afirmar, es decir,
una de ellas me da la negación de la otra, por ejemplo “el reo era culpable o
inocente, es inocente, luego no es culpable”
Esto lo habíamos visto como una de las reglas de la implicación; tenemos dos
proposiciones TODAS con un condicional, por eso es hipotético puro, porque
las dos premisas iniciales son condicionales; estas dos premisas están enla-
zadas con una condicional: A enlaza a B y B enlaza a C, por lo tanto, la con-
junción es la primera con la tercera. Ejemplo: Si estudiamos (A) aprobaremos
(B) el parcial, y si aprobamos (C) el parcial regularizaremos la materia.
(( p => q ) . p ) => q
(( p => q ) . –q ) => -p
Si sabemos que una implicación es verdadera, y sabemos que su segundo
término o conclusión es falso, entonces podemos concluir la negación del
primero.
Dijimos que el modus tollens se utiliza mucho en ciencia ¿por qué?, porque
importantes epistemológos como Popper, dicen que realmente es la forma
en la cual debe funcionar la ciencia, debe formular sus hipótesis, si es cierta
la teoría tal debe darse la consecuencia observacional B, no se da la conse-
cuencia observacional B, en consecuencia, es incorrecta la teoría. A esto, en
epistemología se lo denomina falsacionismo, y el falsacionista cree que debe
usarse un silogismo hipotético que es el modus tollens.
Ésta es la razón por la cual la lógica utiliza un lenguaje artificial o formal como
una representación esquemática y, si se quiere, idealizada, del lenguaje que
hablamos.
Los términos técnicos que incorpora a sus discursos cada disciplina cien-
tífica, son abreviaturas de expresiones más complejas. El discurso jurídico,
por ejemplo, introduce términos como “propiedad”, “hipoteca”, “prenda” y
tantos otros, para hacer más operativa, económica y precisa la comunica-
ción entre los miembros de la comunidad jurídica.
Los lenguajes formales son los que poseen mayor grado de artificialidad y,
sirven para exhibir con mayor claridad relaciones abstractas entre enuncia-
dos. Un lenguaje formalizado como el de la ecuación: (a + b)² = a² + 2ab +
b², sirve para exhibir las propiedades del cuadrado de una suma, sin prestar
atención a cuáles son los números sumados. Con esa misma finalidad, la
lógica apela al uso del lenguaje formal.
(5) Pérez está ausente o García está presente y la clase fue interesante.
(6) Pérez está ausente, o García está presente y la clase fue interesante.
El hecho de colocar una oración después de la otra puede sugerir que ese
fue el orden en que sucedieron los hechos descriptos. En cambio, la con-
junción ‘∙’ tiene la propiedad de ser asociativa, pues la agrupación interna
carece de efecto y, además, es conmutativa porque el orden en que figuren
sus conjuntivos es irrelevante no habiendo, en consecuencia, necesidad de
distinguir entre, por ejemplo, ‘p ∙ q’ y ‘q ∙ p’.
El único caso en que una disyunción, por ejemplo ‘p ٧ q’, es falsa es aquel
en el que tanto ‘p’ como ‘q’ son falsos. Casi todas las funciones veritativas
son traducibles a la notación de la negación y de la conjunción, esto se ilus-
tra si observamos que p ٧ q es falso cuando – p ∙ – q es verdadero. De ese
modo, en lugar de escribir ‘p ٧ q’, podemos simplemente negar ‘– p ∙ – q’
escribiendo ‘– (– p ∙ – q)’. La equivalencia entre ambas fórmulas puede ser
demostrada mediante la construcción de una tabla de verdad.
Las columnas demarcadas con una elipse demuestran que las dos fórmulas
involucradas son equivalentes porque poseen idénticos valores de verdad
en todas sus combinaciones, o en todas las filas.
En síntesis, se considera que ‘p כq’ es verdadero cuando ‘p’ y ‘q’ son ver-
daderos, cuando ‘p’ es falso y ‘q’ es verdadero y también cuando tanto ‘p’
como ‘q’ son falsos; y se lo considera falso en el único caso en que ‘p’ es
verdadero y ‘q’ es falso. Respecto de la verdad del condicional cabe afirmar
en términos de negación y conjunción que ‘no es el caso que ‘p’ sea verda-
dero y ‘q’ falso, según la notación lógica: – (p ∙ – q).
Implicación y equivalencia.
Habiendo desarrollado algunas cuestiones centrales de este módulo,
veamos ahora cuál es el objetivo principal de la lógica en su aplicación a la
ciencia y al discurso ordinario. La lógica se ocupa principalmente de inda-
gar las técnicas que demuestren que un enunciado se ‘sigue lógicamente’,
o no se sigue, de otro enunciado. El enunciado ‘Casio no está arruinado y
hambriento’ se sigue lógicamente del enunciado ‘Casio no está hambriento’.
Las formas lógicas respectivas de estos enunciados son ‘– (p ∙ q)’ y ‘– q’. (En
lugar de ‘p’ y de ‘q’ tenemos los enunciados ‘Casio está arruinado’ y ‘Casio
está hambriento’). Puede demostrarse por la tabla de verdad respectiva que
‘– q’ implica ‘– (p ∙ q):
Primero cabe localizar el conector que divide la estructura más externa del
enunciado:
(q.r) = > (s v t)
Pero, por medio del uso del lenguaje, se pueden satisfacer otras finalidades,
por ejemplo cuando escribimos un poema lo que hacemos es expresar o
intentar provocar una cierta actitud, por ejemplo, estética.
Por medio de la emisión de una orden, por ejemplo, no se informa nada sobre
el mundo sino, por el contrario, se intenta modificarlo en un determinado
aspecto en función de lo que se considera que debe ser el mundo. Este es
el uso prescriptivo del lenguaje que nos interesa analizar por su estrecha
relación con el derecho como técnica de motivación de la conducta social.
Op sería la norma: “es obligatorio que Pedro fume”, pero supongamos que
lo obligatorio no sea la acción indicada, fumar, sino su omisión, o sea, no
fumar. La norma correspondiente diría: “es obligatorio que Pedro no fume”.
Pero si “Pedro fuma” es simbolizado por ‘p’, “Pedro no fuma” será “– p” y,
la norma que obliga a Pedro a no fumar será: O – p. Pero obligar a Pedro a
omitir fumar es lo mismo que prohibirle fumar. Prohibido es otro operador
modal deóntico que se simboliza habitualmente con las letras Ph, y se lee:
“está prohibido que…”. De ese modo obtenemos la equivalencia:
A su vez, decir que una acción está prohibida: Php, significa que no está
permitido realizarla. Así, “está prohibido que Pedro fume” es equivalente a
“no está permitido que…”, con la letra P simbolizamos el operador modal
deóntico “está permitido que…” y, obtenemos:
(1) –P–p = O– –p
(2) –P–p = Op
(8) Pp = Fp ٧ Op
(9) se lee: Todo acto obligatorio o facultativo es permitido.
Según V, Wright (Norma y Acción: Una investigación lógica) toda norma tiene
ciertas condiciones de aplicación: si es obligatorio cerrar la ventana, la cir-
cunstancia de que la ventana esté abierta es una condición de aplicación
de la norma. Pero si las condiciones de aplicación son aquellas condiciones
implícitas -no mencionadas expresamente en las normas-por ser aquellas
condiciones que tienen que darse para que sea posible la realización del
contenido de la norma, y no se hace explícita ninguna otra condición, se dice
que la norma es categórica.
Algunos autores, por esa razón, niegan que haya una lógica de normas y
estiman que las leyes lógico normativas sólo rigen para las proposiciones
normativas, no para las normas. Claro está que admitir que hay una lógica
de proposiciones normativas presupone una lógica de normas. Las conduc-
tas no son obligatorias, permitidas o prohibidas independientemente de una
norma que les atribuya esa propiedad.
Otros autores, por ejemplo Von Wright, indican que el lenguaje prescriptivo
o normativo tiene un sentido racional o lógico. Ello así, pues sería irracional
que un legislador formulara simultáneamente normas contradictorias con
una pretensión motivadora pues, ¿qué sentido puede tener obligar a un
sujeto a hacer algo y, simultáneamente, prohibirle que lo haga?
Lo invito a realizar las actividades del módulo, a fin de poner en práctica los
conceptos estudiados.
M7 Actividades
Actividad 1
Actividad 2
Clases de silogismo ∙
Actividad 3
Lecturas
(desde página 181)
Actividad 5
M8 Microobjetivos
M8 Contenidos
Introducción
Conforme vimos en el módulo anterior, los lógico-deónticos analizaron los
sistemas normativos sólo como sistemas puramente formales (lógicos). En
este módulo expondremos un intento de aplicación de la lógica deóntica al
lenguaje de la ciencia jurídica, esto es, a sistemas interpretados.
La actividad del teórico del derecho puede ser descripta como una práctica
filosófica. Comprendemos esa práctica por referencia a la idea de la filosofía
analítica y entendemos la labor filosófica como un análisis lógico del len-
guaje. En otros términos y desde la perspectiva expuesta, el propósito de la
filosofía no es el conocimiento del mundo –el cual es objeto de la ciencia-
sino el esclarecimiento lógico de los conceptos.
La teoría del derecho, al igual que la ciencia o dogmática jurídica, tiene por
objeto el análisis del derecho. No obstante, aquella se distingue de ésta, en
primer lugar, porque su análisis es general, además su propósito no reside
en el estudio de los contenidos normativos de un derecho positivo en parti-
cular, sino en indagar las propiedades formales y estructurales del derecho
en general. El producto de su actividad configura un metadiscurso en rela-
ción con el estudio dogmático del derecho.
TABLA 1:
BFE BFA TO
1 + + +
2 – + +
3 + – +
4 – – +
5 + + –
6 – + –
7 + – –
8 – – –
Cada uno de los casos especificados son casos en los que surge la cuestión
de determinar el estatus normativo de la acción de restitución del inmue-
ble. El paso siguiente consiste en especificar el carácter deóntico que posee
la acción en cada uno de esos casos elementales. El dominio de todas las
respuestas o soluciones posibles a esta cuestión normativa es lo que se
denomina el ámbito normativo del problema.
Cada una de las expresiones precedentes (PR, OR, etc.) serán llamadas
soluciones y cada solución determina deónticamente algún contenido nor-
mativo –acción elemental. Cuando la solución determina todos los conteni-
dos que corresponden a los elementos del UA decimos que es una solución
maximal. El conjunto de todas las soluciones maximales relativas a un UA es
el Universo de Soluciones Maximales (USmax) que contiene el conjunto
de todas las respuestas posibles a la pregunta sobre el carácter normativo
de la acción de restitución del inmueble, dentro del dominio de discurso
determinado por la delimitación del problema. Si la solución del universo de
soluciones no fuera maximal, ésta no sería completa porque habría alguna
acción elemental que carecería de determinación normativa o deóntica.
Habría, pues, una laguna normativa respecto del / los casos elementales
carentes de estatus normativo. Por ejemplo, si uno de los casos elemen-
tales tiene la solución PR y, –R carece de determinación deóntica, nada
puede inferirse respecto del estatus de –R a partir de PR, pues –R puede
estar o bien Ph, o bien P. El universo de soluciones que no sea maximal
será denominado parcial y será definible en términos de una disyunción de
dos o más soluciones maximales. En el caso del ejemplo precedente el
estatus deóntico de –R será equivalente a: F–R ٧ Ph –R.
Uniendo en un solo gráfico, los casos elementales y las normas que correla-
cionan cada uno de ellos con una solución normativa tomando como base
el S1, obtenemos lo que se denomina una matriz que se reproduce en la
siguiente tabla:
TABLA 2:
N1 N2 N3 N4
1 BFE BFA TO FR
2 –BFE BFA TO OR
3 BFE –BFA TO OR
4 –BFE –BFA TO OR OR
5 BFE BFA –TO OR
6 –BFE BFA –TO OR OR
7 BFE –BFA –TO OR OR
8 –BFE –BFA –TO OR OR OR
Concepto de Caso.
Si lo que importa es determinar la completitud de un sistema normativo en el
sentido que soluciona todos los casos posibles, esto implica que los únicos
casos que integrará el universo de casos son los casos contingentes. Se
excluyen, en consecuencia, los casos necesarios y los imposibles pues
ambos tipos de casos hacen a las normas inoperantes, imposibles de aplicar
por razones que no dependen de su aceptación o rechazo. En efecto, las
normas que establecen condiciones de aplicación que no pueden darse,
por ejemplo, una norma que estableciera una pena especial para el aborto
cometido en el decimosegundo mes de embarazo, sería inoperante o inapli-
cable. También lo sería una norma que prescribiera una conducta de realiza-
ción imposible, por ejemplo, la norma que prohíbe a los médicos resucitar a
los muertos, también es inaplicable, pues es imposible realizar esa conducta.
Asimismo, la norma que obliga a los médicos a abstenerse de resucitar muer-
tos es superflua, pues obliga a la realización de una acción -abstención- que
es de realización necesaria.
Los casos, como hemos visto anteriormente, se determinan por una combi-
nación de propiedades y esas propiedades deben satisfacer características
que garanticen que sus combinaciones sean contingentes (ni necesarias, ni
imposibles). Tales requisitos de las propiedades son:
2.- las propiedades que definen los casos posibles deben ser independien-
tes de las características que definen la/s acción/es que conforma/n el
universo de acciones.
Tabla T1:
Entonces, UC = {C1, C2, C3, C4} (conjunto de casos elementales del UC)
(–P). Esto supone que tanto los elementos del UP como los elementos del
UC son finitos.
Se denominan:
Casos individuales: a los elementos del UD. Dichos casos son situaciones
o acontecimientos que se dan en una ocasión temporal y espacial determi-
nada. El UD es el conjunto de casos individuales o particulares que compar-
ten una cierta característica o propiedad común que los define como miem-
bros del UD,
Por tanto, la solución de todos los casos genéricos del UC proporciona solu-
ción a todos los casos individuales del UD.
Toda norma general, que correlaciona un caso genérico con una solución,
proporciona indirectamente una solución a todos los casos individuales que
pertenecen a ese caso genérico.
Lo invito a realizar las actividades del módulo, a fin de poner en práctica los
conceptos estudiados.
Actividad 2
N1: El tribunal podrá ordenar la ejecución judicial de todo contrato que haya
sido celebrado con el consentimiento de las partes y en los que no haya
mediado error ni violencia.
N2: En los casos en que haya mediado error el tribunal no podrá ordenar la
ejecución judicial del contrato.
Actividad 4
ABSTRACT: This paper deals with the question of the conflict of RESUMEN: En este trabajo se analiza la cuestión de la colisión
constitutional rights which acknowledge basic rights. It is shown entre principios constitucionales que reconocen derechos básicos.
that there are two extreme accounts: the subsumptive approach Se muestra que hay dos posiciones extremas: el enfoque subsuntivo
and the particularist approach that embody two main conceptions y el enfoque particularista, que encarnan dos grandes concepciones
of practical rationality. Between both approaches there is room for de la racionalidad práctica. Entre ambos enfoques hay lugar para un
a range of options. Two of them are taken into account: the propor- amplio espectro de opciones. Se toman dos en cuenta: el enfoque
tionalist approach, which conserves the scope of rights restricting proporcionalista, que conserva el alcance de los derechos restrin-
their stringency, and it is argued in favour of the specificationist giendo su fuerza y el enfoque especificacionista, a favor del cual
approach, which preserve the stringency of rights restricting their se argumenta, que conserva la fuerza de los derechos restringiendo
scope. su alcance.
KEY WORDS: Constitutional theory; conflicts of rights; subsumptive PALABRAS CLAVE: Teoría constitucional; conflictos de derechos;
rationality; moral particularism. racionalidad subsuntiva; particularismo moral.
1. Introducción: Tres casos constitucionales zar dicha acción. Si hubiera dos principios en conflicto,
que requiriesen acciones incompatibles, este modo de
En este trabajo me propongo prestar especial atención concebir la racionalidad práctica sería insuficiente. Por
a los problemas de aplicación de las constituciones que esta razón, lo que podemos denominar el enfoque sub-
contienen declaraciones de derechos, dado que las pau- suntivo es atractivo, se trata de la razón que llevaba a
tas que establecen derechos pueden entrar en conflicto Kant (Kant, 1989, 31) a sostener que obligaciones non
entre sí. collinduntur.
En este sentido, se trata de un fenómeno muy conocido en La aplicación del derecho, tal y como usualmente la com-
la filosofía práctica en general y en la filosofía moral en prendemos, es una instancia de esta concepción general
particular. Supongamos que una persona sugiere que hay de la racionalidad práctica. Aplicar el derecho consiste en
un principio moral que establece “Se deben cumplir las determinar la norma individual que establece una cierta
promesas”, entonces otra persona trata de mostrarle que el consecuencia normativa para un caso individual deter-
hecho de haber prometido hacer A no siempre constituye minado. Para tal fin, se trata de mostrar que dicho caso
una razón para hacer A, puesto que puede chocar con individual es una instancia de un caso genérico al que
otro principio moral, así ¿es una razón para matar a una una norma aplicable correlaciona con esa consecuencia
persona el hecho de haberlo prometido a cambio de un normativa. Dicha operación se conoce con el nombre de
millón de euros?, parece que aquí vence el principio moral subsunción.
con arreglo al cual no se debe matar.
Ahora bien, hay supuestos en los que el enfoque subsuntivo
Sin embargo, un modo aparentemente muy plausible de parece plantear problemas. Traigo aquí a colación tres de
concebir la racionalidad práctica consiste en justificar los que aparecen en los diversos ensayos de la tercera
una determinada acción aludiendo a un principio sub- parte: el caso Titanic, el caso del cura de Hío y el caso del
yacente que, en aquellas circunstancias, requiere reali- niño Marcos.
El caso Titanic1 es un caso de colisión entre la libertad de tinentes y ante el alto riesgo de fuertes hemorragias, los
expresión y el derecho al honor en el cual la revista satírica médicos prescribieron una transfusión de sangre. En ese
Nº 745
Titanic había llamado “asesino nato” y, en otra edición pos- momento los padres del menor manifestaron educadamen-
terior, “tullido” a un oficial de la reserva que era parapléjico te que su religión, profesaban la religión de los testigos de
y que había logrado ser convocado de nuevo para llevar Jehová, les prohibía el uso de transfusiones y preguntaron
CONFLICTOS ENTRE DERECHOS CONSTITUCIONALES Y MANERAS DE RESOLVERLOS
a cabo unos ejercicios militares. El Tribunal Superior de si había algún tratamiento alternativo. Los médicos afir-
Dusseldorf condenó a la revista a pagar una indemnización maron que ellos no conocían ningún tratamiento alternati-
de 12.000 marcos alemanes al oficial. La revista interpuso vo, se negaron a conceder el alta voluntaria que los padres
un recurso de amparo y el Tribunal Constitucional alemán solicitaban, y se dirigieron al Juzgado de Guardia para que
consideró que mientras llamar al oficial “asesino nato” autorizara la transfusión. Los padres, a pesar de no com-
era una interferencia moderada o leve en su derecho al partir dicha decisión, la acataron y no hicieron nada para
honor, porque este tipo de apelativos eran usuales en su impedir la transfusión, que fue autorizada por el Juzgado.
estilo satírico, y en cambio la interferencia en la libertad de Marcos, que profesaba la misma religión que sus padres,
expresión se considera grave; llamar “tullido” a un paraplé- rechazó con auténtico terror la intervención, reaccionando
jico se considera una interferencia gravísima que derrota la con gran excitación y violencia que los médicos estimaron
interferencia grave en la libertad de expresión de la revista. muy peligrosas, pues podían precipitar una hemorragia
O sea que por este segundo apelativo únicamente estimó cerebral. Fracasados sus intentos de convencer al menor,
el Tribunal el recurso de amparo. el personal sanitario del Hospital solicitó a los padres
que trataran de convencer a Marcos, a lo que los padres
El caso del cura de Hío es, en cambio, un supuesto de la se negaron arguyendo que ellos, como Marcos, pensaban
jurisprudencia del Tribunal Constitucional español2, que en que Dios no autorizaba las transfusiones de sangre ni en
1992 resolvió un recurso de amparo en el cual el cura de los casos de peligro para la vida. Desestimado el uso de
Hío demandaba al diario El País que en 1984 había publi- algún procedimiento anestésico por razones médicas, al
cado una noticia según la cual el cura de dicha parroquia final el Hospital accedió a otorgar el alta voluntaria para
lideraba, garrote en mano, una manifestación de vecinos que los padres buscaran algún tratamiento alternativo en
contra algunos ciudadanos que practicaban el nudismo otro lugar. Regresaron a su domicilio y tres días después
en determinadas playas gallegas. Resultó que, a pesar de lo trasladaron a varios hospitales de Barcelona, donde les
la diligencia del redactor de la noticia al comprobar los reiteraron la necesidad de la transfusión, pero ninguno de
datos, el cura de Hío no estaba involucrado en dicha cir- dichos hospitales, dada la expresa oposición de Marcos y
cunstancia. ¿Cómo resolver el conflicto entre las razones sus padres, tomó la decisión de intentar llevarla a cabo.
constitucionales que favorecen la libertad de información Regresaron a su domicilio, en el cual el menor contó so-
y aquellas que favorecen el derecho al honor? El Tribunal lamente con la asistencia del médico titular de Ballobar,
Constitucional español se inclinó, esta vez, por la libertad hasta que el día 14 de septiembre el Juzgado de Instruc-
de información, con el argumento según el cual los infor- ción de Fraga (Huesca) dispuso mediante Auto, a la vista
madores están justificados no sólo con la verdad de las de que el menor empeoraba progresivamente por anemia
noticias que publican, sino también con su veracidad, para aguda posthemorrágica, la autorización para la entrada en
la que basta que la noticia, si falsa, esté diligentemente el domicilio del menor con el fin de que le fueran realiza-
contrastada. dos los tratamientos médicos que precisaba, es decir, una
transfusión de sangre. Marcos fue trasladado en ambulan-
Y, por último, el caso del niño Marcos: el día 3 de septiem- cia primero al Hospital de Barbastro y después al Hospital
bre de 1994, Marcos, A. V., un niño de 13 años que vivía Miguel Servet de Zaragoza al que llegó con signos clínicos
en Ballobar (Huesca) con sus padres, tuvo una caída con su de descerebración por hemorragia cerebral. Marcos falleció
bicicleta a la que no dieron mayor importancia. Pocos días el día 15 de septiembre en el Hospital Miguel Servet.
después, el 8 de septiembre, al haber sangrado por la nariz
en varias ocasiones, fue llevado por su madre al médico Los padres de Marcos fueron acusados del delito de ho-
que aconsejó su ingreso en el Hospital Arnau de Vilanova micidio, del que fueron absueltos por sentencia de la Au-
de Lleida. En dicho hospital, después de las pruebas per- diencia Provincial de Huesca de 20 de noviembre de 1996.
822 ARBOR CLXXXVI 745 septiembre-octubre [2010] 821-832 ISSN: 0210-1963 doi: 10.3989/arbor.2010.745n1233
El Tribunal Supremo casó y anuló dicha sentencia y les para qué no incluya estos supuestos, por ejemplo, “se de-
condenó, por sentencia de 27 de junio de 1997, por el ben cumplir las promesas que no conllevan la realización
delito de homicidio con la circunstancia atenuante, muy de comportamientos inmorales”. Ahora el particularista o
cualificada, de obcecación o estado pasional, a la pena de defensor del enfoque subsuntivo vuelve a la carga: ¿qué
dos años y seis meses de prisión, y al pago de las costas ocurre si la promesa ha sido obtenida bajo la amenaza de
doi: 10.3989/arbor.2010.745n1233 ARBOR CLXXXVI 745 septiembre-octubre [2010] 821-832 ISSN: 0210-1963
823
cuales varios de ellos pueden entrar en conflicto, pero en adecuado para preservar otro derecho o un bien cons-
dichos supuestos uno de los principios resulta vencedor, titucionalmente protegido, b) el principio de necesidad,
Nº 745
conserva su fuerza, mientras el otro –el vencido– pierde esto es, que el sacrificio impuesto sea necesario –que no
su aplicabilidad al caso concreto. Me referiré aquí a uno exista otro menos lesivo– para preservar otro derecho o
de los enfoques posibles de esta concepción, el enfoque un bien constitucionalmente protegido11, y c) el princi-
CONFLICTOS ENTRE DERECHOS CONSTITUCIONALES Y MANERAS DE RESOLVERLOS
proporcionalista, tal como ha sido presentado por Robert pio de proporcionalidad en sentido estricto, en donde la
Alexy, cuyas ideas acerca de la denominada ponderación ponderación propiamente dicha ocupa su lugar, que se
han sido y son la posición más articulada y sugerente de afecte al ejercicio del derecho en el menor grado posible
la que disponemos en la teoría constitucional del pre- compatible con la mayor satisfacción en el ejercicio del
sente8. otro derecho.
Reducir el alcance de los principios conservando su fuer- Según Alexy, la ponderación puede ser dividida en tres
za representa considerar la formulación de los principios etapas. La primera etapa comporta el establecimiento del
como incompleta y expandirla9 de modo que, conservando grado de no satisfacción del primer principio. La segunda
el alcance, los principios debidamente reformulados no en- etapa consiste en establecer el grado de satisfacción del
tren ya en conflicto. Se trata de la posición que subyace a principio en pugna con el primero. Finalmente, la tercera
todos los ensayos de esta parte y que podemos denominar etapa evalúa si la importancia de la satisfacción del segun-
enfoque especificacionista10. do principio justifica la falta de satisfacción del primero.
Podemos dividir el grado de afección a un derecho deter-
minado en tres rangos: leve, medio y grave. Como es obvio,
estos grados de afección son relativos al contexto esta-
4. El enfoque proporcionalista blecido por el caso concreto. De ello resulta lo siguiente:
las vulneraciones leves de un derecho fundamental ceden
Veamos, en primer lugar, la concepción proporcionalista ante la protección media y la grave de otro derecho fun-
tal como la concibe Robert Alexy. Para dicha concepción, damental, y las medias ceden ante las graves. Quedan tres
mientras las colisiones entre normas son un síntoma de casos de empate, en donde –si entiendo bien la propuesta
que, o bien alguna de las normas es inválida, o bien una de Alexy– el legislador goza de discreción para afectar uno
puede considerarse una excepción de la otra; las colisiones u otro derecho, lo que equivale a decir que, en los casos
entre principios han de ser resueltas de modo distinto. de empate, las restricciones legislativas al ejercicio de un
Cuando dos principios entran en colisión (por ejemplo, derecho fundamental están justificadas.
porque el primero establece que una conducta determi-
nada está prohibida y el segundo que está permitida) uno Entonces, en la fórmula más simple, el peso concreto de
de los dos ha de ceder frente al otro. Pero esto no significa un principio Pi que colisiona con otro principio Pj, es decir,
que uno de los dos principios sea inválido, ni que en el Wi, j, es el cociente que resulta de dividir la intensidad de
principio desplazado haya que introducir alguna excepción. la interferencia en el primer principio (Ii) por la intensidad
Lo que sucede es que, en determinadas circunstancias, un de la hipotética interferencia sobre el segundo principio
principio precede al otro. Es por esta razón que se afirma bajo el supuesto de que se omitiera la interferencia con el
que, en los casos concretos, los principios tienen diferente primero (Ij). Esta es, entonces, la fórmula:
peso y el conflicto ha de resolverse según la dimensión de
peso y no según la dimensión de validez. Wi, j = Ii / Ij
La dimensión de peso, entonces, configura el núcleo de En los casos en los que el valor es mayor que 1 el principio
la ponderación. Dicha operación forma parte de lo que Pi precede a Pj, en los casos en que es menor que 1, Pj
es requerido por un principio más comprensivo: el prin- precede a Pi. El empate se da cuando la división es igual
cipio de proporcionalidad. Este principio comprende tres a 1. Los valores numéricos pueden asignarse suponiendo
subprincipios: a) el principio de adecuación, es decir, que que las interferencias leves equivalen a 20, las moderadas
el sacrificio impuesto en el ejercicio de un derecho sea a 21 y las graves a 22.
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Insisto en que se trata del peso concreto, es decir, de semejante al test del rayado, ni siquiera somos capaces de
la precedencia de un principio sobre otro para un caso delimitar con claridad de qué propiedad estamos hablando
individual. Como Alexy afirma (Alexy, 2003b, 440): “Las frente a la cual la interferencia pueda ser calificada de
interferencias son siempre interferencias concretas”. Es leve, moderada o grave. Y como hay varias propiedades que
posible añadir en la fórmula lo que Alexy denomina el son candidatas plausibles a representar ese papel, podemos
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5. El enfoque especificacionista la subsunción, en el ámbito de un problema normativo
determinado. Intentaré mostrar cuáles son las etapas de
Nº 745
Merece la pena, entonces, explorar el enfoque especifica- una operación de este tipo, tomando como supuesto el
cionista, consistente en reducir el alcance de los principios caso del Titanic.
pero conservar su fuerza. Uno de los puntos centrales en
CONFLICTOS ENTRE DERECHOS CONSTITUCIONALES Y MANERAS DE RESOLVERLOS
los que insisten los particularistas es que las razones (mo- La primera etapa consiste en la delimitación del problema
rales, jurídicas) no se comportan de modo atomista, sino normativo, de lo que Alchourrón y Bulygin han llamado el
holista; pues bien como ha sido sugerido (Väyrynen, 2006, universo del discurso17. Delimitar claramente el ámbito del
710) la estrategia que voy a presentar trata de secuestrar problema normativo que nos ocupa permite, principalmen-
al holismo y acomodarlo en un marco generalista15. te, hacer el problema manejable: ya no nos referimos al
conjunto de todas las acciones humanas posibles, sino sólo
Lo haré valiéndome del caso Titanic propuesto tantas ve- a un conjunto mucho más reducido de acciones humanas.
ces por Alexy. En este caso se ponen de manifiesto los En el caso del Titanic, el universo del discurso podría ser
problemas que he señalado, creo, en la concepción de el siguiente: acciones de información en los medios de
Alexy. En primer lugar, ¿cuál de los principios, la libertad comunicación sobre asuntos que afectan a las personas.
de expresión y el derecho al honor, tiene mayor peso en
abstracto? Nada nos dice al respecto Alexy y, de ello, tal La segunda etapa consiste en la identificación de las pau-
vez haya que concluir que Alexy considera que tienen igual tas prima facie aplicables a este ámbito de acciones. Aquí
peso. Sin embargo, sólo una teoría plenamente articulada obviamente son aplicables el principio que establece la
de los derechos nos permitiría alcanzar dicha conclusión libertad de expresión e información y el principio que
y una teoría así está aún por construir. En segundo lugar, protege el derecho al honor de las personas.
¿por qué denominar al oficial “asesino nato” es una in-
terferencia moderada o leve (y, es más, debería decirse si La tercera etapa consiste en la consideración de deter-
es moderada o es leve), mientras tildarle de “tullido” es minados casos paradigmáticos, reales o hipotéticos, del
gravísima (que, por cierto, no es una categoría presente en ámbito normativo previamente seleccionado en la primera
la clasificación de Alexy)? Y ¿por qué imponer una indem- etapa. Los casos paradigmáticos tienen la función de cons-
nización no muy alta, como en este caso, a los editores de treñir el ámbito de reconstrucciones admisibles: sólo son
la revista constituye una interferencia grave en la libertad admisibles aquellas reconstrucciones que reconstruyen los
de expresión? Alguien podría argüir, con perfecto sentido, casos paradigmáticos adecuadamente18. Los casos paradig-
que este tipo de expresiones puede ser evitado sin merma máticos constituyen el trasfondo, a menudo inarticulado,
significativa de la libertad de expresión ni de la libertad de en el cual el razonamiento práctico tiene lugar. En el pro-
información. En tercer lugar, esta sentencia también mues- blema normativo delimitado en la primera etapa a modo
tra claramente la dificultad de establecer criterios gene- de ejemplo, podríamos considerar como paradigmáticos
rales con este método: en el caso de la expresión “asesino casos como los siguientes: a) publicar la noticia falsa, sin
nato” la libertad de expresión precede al derecho al honor, comprobación alguna de su veracidad, de que el arzobispo
en el caso de “tullido” ocurre lo contrario. ¿Qué sucederá, de Barcelona está implicado en una trama de prostitución
entonces, en otro supuesto de expresión denigratoria en el infantil, es un ejemplo de un supuesto en el cual la libertad
futuro? ¿Puede alguien decirlo con seguridad? de información cede ante el derecho al honor y, b) publi-
car la noticia verdadera de que, por ejemplo, un ministro
Por estas razones, creo que es mejor pensar en un modo de del gobierno ha cobrado diez millones de euros de cierta
configurar la ponderación que la considera un paso previo empresa a cambio de la concesión para construir una au-
a la subsunción. Una vía según la cual la ponderación es topista es un supuesto en el que la libertad de información
la operación que permite pasar de las normas que esta- desplaza al derecho al honor.
blecen derechos fundamentales, que tienen la estructura
de principios –pautas con las condiciones de aplicación En la cuarta etapa se establecen las propiedades relevantes
abiertas–16, a reglas –pautas con las condiciones de apli- de ese universo del discurso. El establecimiento de las pro-
cación clausuradas–, con las cuales es posible llevar a cabo piedades relevantes ha de hacer posible la determinación
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de las soluciones normativas. En nuestro supuesto son Es obvio que en muchos casos individuales la solución
claramente relevantes las siguientes propiedades: la rele- ofrecida por una y otra reconstrucción será la misma.
vancia pública de la noticia, que la noticia sea veraz (tal No obstante, insistiré en aquello que las distingue. La
como ello es entendido por muchos altos Tribunales, que concepción aquí defendida requiere que seamos capaces
sea verdadera o, si falsa, diligentemente contrastada)19, y de establecer cuáles son las propiedades seleccionadas
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ser sometida a dos limitaciones importantes21. Por una tigado, en principio, por el código penal; pero dicha acción
parte, dicha especificación contendrá siempre, entre las no es punible si ha sido realizada en legítima defensa o en
Nº 745
circunstancias que permiten revocar la obligación moral estado de necesidad o cualquiera del resto de causas de
a la que en principio llevan determinadas propiedades justificación, o ha sido realizada en presencia de alguna de
–llamémosle defeaters–22, conceptos morales. Suponga- las causas de exculpación (trastorno mental, por ejemplo).
CONFLICTOS ENTRE DERECHOS CONSTITUCIONALES Y MANERAS DE RESOLVERLOS
mos que yo he prometido ir esta noche a cenar a casa de Las causas de justificación y las excusas son los defeaters
un amigo. Si mi amigo me llama para decirme que si no en la codificación de las normas penales. Dichos defeaters
termino el artículo que estoy escribiendo puedo no ir a están de hecho formulados de tal modo que incorporan
su casa, este hecho socava la razón para cumplir la pro- conceptos evaluativos (en el caso de la legítima defensa,
mesa, se trata de un underminer, una causa de supensión. que la agresión a la que se responde sea ilegítima, que
Ahora bien, si mi amigo me llama para decirme que está no mediare provocación suficiente, etc.) Si alguien realiza
muy cansado y que no se siente con fuerzas para cocinar un contrato de compraventa, obligándose a la entrega de
esta noche, entonces este hecho cancela mi obligación un coche a cambio de un precio, tal contrato es válido
de un modo diverso al anterior: no sólo la socava sino siempre que no medien, por ejemplo, algunos vicios del
que me ofrece una razón para no ir a su casa, se trata de consentimiento. Es decir las obligaciones en el derecho
un reverser, una causa de inversión. Y si yo sufro mareos privado están también sujetas a defaters: los contratos son
y no me encuentro bien para ir a su casa, entonces mi nulos si son contrarios a las leyes, a la moral o al orden
responsabilidad es anulada mediante una excusa. Por otra público, son también nulos si se otorgan con algún vi-
parte, si es mi mujer la que me llama desde el hospital en cio del consentimiento (error, coacción, etc.). Como puede
el que ha sido ingresada, entonces el deber de acudir al apreciarse, también en este caso los defeaters contienen
hospital revoca el deber de cenar con mi amigo, se trata conceptos evaluativos.
de un overrider, una causa de anulación. Como dice Walter
Sinnot-Armstrong, al que se deben estas ideas y esta ter- No veo razones para rechazar este punto de vista para
minología: “Overriders, underminers, reversers, and excuses la moral, ni desde el punto de vista conceptual, ni desde
are, then, all reason defaters” (anulaciones, suspensiones, el punto de vista justificativo. Ni siquiera Jonathan Dan-
inversiones y excusas son, entonces, todas ellas causas de cy rechaza esta posibilidad26. Ahora bien, Dancy replica
revocación de las razones)23. diciendo que de este modo no conseguimos todavía dar
forma (shape) a las propiedades naturales sobre las que las
Entonces, los principios morales deben ser formulados propiedades morales supervienen, puesto que ahora queda
incluyendo sus defaters. Ahora bien, los defeaters siem- por averiguar sobre qué propiedades naturales supervienen
pre contendrán conceptos morales. Sólo en este sentido los defaters. Es decir, esta forma de universalismo no es
es posible codificar los principios morales. Es claro que, más que un particularismo disfrazado de universalismo, un
al menos, por razones epistémicas no podemos codificar lobo con piel de cordero. Es un argumento similar al de
todos los defeaters acudiendo únicamente a propiedades Bruno Celano27. Celano sostiene que no hay ningún modo
naturales. Además, dadas las infinitas descripciones posi- estable de llevar a cabo la revisión desde nuestros condi-
bles de las acciones, es plausible pensar que también dicha cionales derrotables hasta los condicionales inderrotables
tarea es irrealizable por razones conceptuales24. Este es el y no lo hay porque la noción de una tesis de relevancia
sentido en el cual el universalismo puede ser adecuado: última está mal formada. La tesis de relevancia última es
hay principios morales, ahora bien –y esta es la concesión aquella que establece cuáles son las propiedades naturales
al particularismo– que contienen necesariamente concep- relevantes de un modo exhaustivo28 y, según Celano, no
tos evaluativos25. Podemos de este modo revisar los ante- hay esperanzas de alcanzar tal objetivo. Según Celano, el
cedentes de nuestros principios prima facie haciéndolos conjunto de las combinaciones de las propiedades poten-
más específicos, pero con el coste de incorporar en ellos, cialmente relevantes, que toman en cuenta la historia del
como defeaters, conceptos evaluativos. caso, no es agotable29.
Así es como, por otra parte, están codificadas las normas Estas consideraciones de Celano (y de Dancy) nos llevan
jurídicas. Si alguien mata a otro, comete un homicidio cas- a otra limitación del universalismo. Concedo, sin más ar-
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gumentos, que en la codificación de las normas morales sistemas así concebidos la operación de revisión estable es
(y jurídicas) no puede irse más allá de principios o normas alcanzable y permite pasar, en este contexto delimitado,
con defaters evaluativos. Sin embargo, el discurso de apli- de la formulación de defeaters evaluativos a defeaters
cación de dichas codificaciones puede ir más allá. Sería descritos mediante propiedades naturales. Obviamente que
irrazonable suponer que, enfrentados a un problema mo- se trata, por definición, de reconstrucciones incompletas.
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NOTAS Amstrong, 1999; Holton, 2002, y quedado desprotegidos. Más extraña,
Väyrynen, 2006. me parece, la posición de Hernán-
1 BverfGE vol. 86, 1. 11 Estas dos operaciones deben ser com- dez Marín, a la que tampoco pue-
Nº 745
2 Vid. STC 20/1992, de 14 de febrero. prendidas como distintas en un sen- do prestar la atención que merece,
3 En la filosofía contemporánea re- tido sólo heurístico y no conceptual. puesto que sostiene que –sea o no
CONFLICTOS ENTRE DERECHOS CONSTITUCIONALES Y MANERAS DE RESOLVERLOS
presentadas por, por ejemplo, Dancy, Quiero decir que, conceptualmente, subjetivo el juicio de ponderación– el
1993, 2004; McNaughton, 1988, y si un medio A es necesario para ob- juez cumple con el derecho aplicando
McDowell, 1998. tener B también es adecuado. Ahora cualquiera de los dos principios en
4 En virtud, digamos, del principio bien, según creo, hay que interpretar pugna. Tal vez habría que revisar la
moral que nos obliga a no mentir. a Alexy en el sentido siguiente: en noción de aplicación y de cumpli-
Kant pensaba que tal principio es un primer lugar, averiguamos si A se en- miento del derecho que permite esta
principio categórico, absoluto y por cuentra entre los medios adecuados extraña conclusión, a saber, que el
ello escribió (1989, 292): “La mentira para obtener B y, en segundo lugar, juez del caso Titanic, por ejemplo,
(en el sentido ético de la palabra), vemos si no existen medios menos cumple juzgando que se debe recha-
como falsedad deliberada, no precisa lesivos que A de alcanzar B. zar la demanda del militar porque las
perjudicar a otros para que se la con- 12 En realidad, Alexy añade otra compli- publicaciones están protegidas por la
sidere reprobable... Su causa pude ser cación en la fórmula, de la que aquí disposición constitucional que prote-
la ligereza o la bondad, incluso puede prescindiré, relativa a la confiabilidad ge la libertad de expresión y cumple
perseguirse con ella un fin realmente de las asunciones empíricas concer- también admitiendo la demanda por-
bueno, pero el modo de perseguir- nientes a las diversas interferencias que se ha vulnerado la disposición
lo es, por la mera forma, un delito en juego. Alexy, 2003b, 446-448. constitucional que protege el dere-
del hombre contra su propia persona 13 Bernal Pulido, 2003, 188-189, en la cho al honor.
y una bajeza que tiene que hacerle mejor presentación y desarrollo de 15 La he desarrollado previamente en
despreciable a sus propios ojos”. las ideas de Alexy en castellano. Para Moreso, 2002, 2004.
5 Éstas parecen ser las razones que con- la distinción entre ponderación defi- 16 Para esta noción de principios vid.
ducen a algunos autores a rechazar la nicional y ponderación ad hoc vid. Ateinza-Ruiz Manero, 1996, cap. 1.
tesis de los conflictos entre los dere- por ejemplo Aleinikoff, 1987, 948. 17 Alchourrón-Bulygin, 1971, cap. I.
chos y a defender alguna versión del 14 Por ejemplo, Guastini, 1999, 169- 18 Vid., para esta función de los casos
enfoque universalista y subsuntivo. 171; también, 1998a, 1998b, 302- paradigmáticos en el ámbito del ra-
Vid., por ejemplo, Habermas, 1992, 304; Hernández Marín, 2005, 322- zonamiento jurídico, Dworkin, 1986,
cap. 6 y Ferrajoli, 2001, 353-354. 327, y García Amado, 2007a, 2007b. 255-257; Hurley, 1989, 212, y Endi-
6 En Dancy, 2004, 3-12, se halla la mis- Lo que parece incomodar a García cott, 1998.
ma idea como “rango de opciones” y Amado, especialmente, es el aumen- 19 Se trata de la doctrina del Tribunal
la presentación de algunas de ellas. to del poder de control jurisdiccional Supremo de los Estados Unidos en
7 Shafer-Landau, 1995a, 225. de los tribunales constitucionales New York Times v. Sullivan 376 US
8 Alexy, 1986, 2002, 2003a, 2003b. frente a los tribunales ordinarios, 254 (1964), en donde se aplica el
9 Dancy (Dancy, 2004, 11) llama a esta a su –como dice– “tácito cometido denominado “malice test”: “knowled-
posición “expansionismo”. como superapelación”. Aunque este ge of falsehood or reckless disregard
10 Y que se inspira en algunas ideas punto exigiría un tratamiento más for falsity”, recogida por muchos Tri-
de Hare, 1952, 48-55, 60-65; Hur- detallado, baste decir aquí que si los bunales Constitucionales europeos.
ley, 1989, 1990; Richardson, 1990; derechos constitucionales han de ser Para España [que, por otra parte, en
Bayón, 2001; Atienza-Ruiz Manero, efectivos, alguien deberá velar por el propio texto constitucional, en el
2002, y Scanlon, 2000. Con atención ellos y, me temo, que durante estos art. 20.1.d), reconoce explicítamente
especial al particularismo y al modo treinta años de democracia consti- el derecho a “comunicar o recibir li-
en que una posición como esta puede tucional en España, si no lo hubiese bremente información veraz...”] pue-
preservar un espacio conceptual para hecho el Tribunal Constitucional, al- den verse, por ejemplo, las siguientes
los principios generales, vid. Sinnot- gunos de nuestros derechos habrían sentencias del Tribunal Constitu-
830 ARBOR CLXXXVI 745 septiembre-octubre [2010] 821-832 ISSN: 0210-1963 doi: 10.3989/arbor.2010.745n1233
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presenta el cambio de las reglas del C. Bernal, Revista española de Dere- juicio de ponderación y sus partes.
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832 ARBOR CLXXXVI 745 septiembre-octubre [2010] 821-832 ISSN: 0210-1963 doi: 10.3989/arbor.2010.745n1233
módulo 6
Lectura Básica
referencia página 127
Decreto 71/02: establece relación de cambio $1,40 por cada unidad de dóla-
res estadounidenses.
Jorge L. Rodríguez
Universidad Nacional de Mar del Plata
1. Introducción*
A
l examinar el discurso normativo y su lógica subyacente,
una de las cuestiones de mayor importancia es la necesidad
de apreciar con claridad las consecuencias que se siguen
de la distinción, destacada entre otros por von Wright,
entre normas y proposiciones normativas. Las normas son
expresadas por formulaciones normativas; constituyen el significado de
oraciones usadas para prescribir, esto es, para ordenar, prohibir o permitir
ciertas conductas. Las proposiciones normativas, en cambio, constituirían el
significado de oraciones que califican ciertas acciones como obligatorias,
prohibidas o permitidas de conformidad con ciertas normas.1 Mientras
que las proposiciones normativas son susceptibles de verdad o falsedad,
no parece tener mayor sentido predicar tal cosa de las propias normas. La
dificultad para distinguir estas dos nociones deviene de que la misma ora-
ción (por ejemplo, “Está prohibido fumar”) puede a veces ser utilizada para
formular una norma y otras para referirse a la existencia de una norma, esto
es, puede a veces expresar una norma y otras una proposición normativa. Es
verdaderamente lamentable que, pese a que con denominaciones diversas la
diferencia que esta distinción recoge ha sido reconocida por muchos auto-
res, ella no ha recibido todavía hoy la atención que a mi juicio merece en el
terreno de la lógica del discurso normativo.2
*
Quiero expresar mi profundo agradecimiento a Pablo Navarro, a quien debo la sugerencia
de desarrollar las ideas que he tratado de volcar en las dos últimas secciones del trabajo.
1
Cf. G. H. von Wright, Norma y acción. Una investigación lógica, Madrid, Tecnos, 1970,
título original: Norm and Action. A Logical Inquiry, London, Routledge & Kegan Paul, 1963,
página 109.
2
Cf. G. H von Wright, “Deontic Logic − As I See It”, en P. McNamara y H. Prakken,
Norms, Logics and Information Systems, Amsterdam-Berlin-Oxford-Tokyo-Washington DC,
IOS Press, 1999, página 20.
88 Jorge L. Rodríguez
3
Cf. E. Bulygin “Lógica deóntica”, en C. Alchourrón et al. (eds.), Enciclopedia Iberoame-
ricana de Filosofía, Volumen 7, Lógica, Madrid, Trotta, 1995, páginas 129−142.
4
Cf. J. R. Sieckmann, “Remarks on Jorge Rodríguez´s ‘Sistemas Jurídicos y Derrotabili-
dad del Derecho’”, 2000, inédito y J. R. Sieckmann, “The Fragmentation of Deontic Logic”,
ponencia presentada en el XIX Congreso Mundial de Filosofía del Derecho y Filosofía Social,
Lundt, 2003.
Naturaleza y lógica de las proposiciones normativas... 89
5
Cf. C. E. Alchourrón, “Logic of Norms and Logic of Normative Propositions”, en
Logique et Analyse 12, Nº 47, 1969, páginas 242-268.
6
Para un punto de vista semejante en la discusión en torno a la derrotabilidad, véase M.
Belzer y B. Loewer, “Deontic Logics of Defeasibility”, en D. Nute (ed.), Defeasible Deontic
Logic, Dordrecht-Boston-London, Kluwer Academic Publishers, 1997, página 45.
Naturaleza y lógica de las proposiciones normativas... 91
Una forma de entender esta idea sería decir que las proposiciones nor-
mativas absolutas son proposiciones normativas relativas a la totalidad de
los sistemas normativos relevantes. Pero para Sieckmann las proposiciones
normativas absolutas deben suministrar una respuesta a la pregunta acerca
de qué se debe hacer en cierta situación. Supóngase que quiero saber si debo
o no realizar la acción p en la situación C; que dos normas resultan relevan-
tes en tal situación −una norma jurídica y una norma moral, por ejemplo−,
y que cada una de ellas brinda una respuesta diferente. Es evidente que una
proposición normativa que se limitase a informar acerca de una disyunción
de normas potencialmente incompatibles no respondería a la pregunta
acerca de lo que se debe hacer en C. Lo que se requeriría es un criterio de
selección entre las diferentes normas en juego. En otras palabras, la idea
de una proposición normativa absoluta, tal como la concibe Sieckmann, no
sólo exige tomar en cuenta todos los sistemas relevantes, sino además las
relaciones de prelación o jerarquía entre las normas de tales sistemas. Las
relaciones de preferencia entre normas de diferentes sistemas normativos
pueden asumir formas diversas. Puede que un sistema normativo S1 sea je-
rárquicamente superior a otro S2 como un todo, esto es, que dada una norma
cualquiera de S1 y una norma cualquiera de S2, siempre se prefiera la pri-
mera sobre la segunda. Puede ocurrir, en cambio, que algunas normas de S1
sean preferidas a algunas normas de S2, pero que asimismo algunas normas
de S2 sean preferidas a algunas normas de S1. Y también puede ocurrir que
ciertas normas de S1 sean en ciertos casos preferidas a ciertas normas de S2,
mientras que en otros se prefiera a las de S2 sobre las de S1.
De todos modos, sumar a la totalidad de los sistemas relevantes las re-
laciones de preferencia entre sus diversas normas todavía sería insuficiente.
Una proposición normativa absoluta sólo estaría en condiciones de ofrecer
una respuesta definitiva a la pregunta acerca de lo que se debe hacer en la
situación C si, además de tomar en cuenta todos los sistemas relevantes y
las relaciones de preferencia entre sus normas, se cumpliera que tales cri-
terios permiten seleccionar una y sólo una norma como aquella que resulta
aplicable en C. La simple existencia de criterios de preferencia no garantiza
que su empleo permita privilegiar a una única norma sobre las restantes.
Considerar que frente a cualquier situación C es posible formular una pro-
posición normativa absoluta requiere presuponer que existe al menos una
norma que regula la cuestión y, en caso de que haya más de una, que es
posible resolver cualquier posible conflicto entre las que se presentan como
prima facie relevantes.
La pregunta que cabe formular es si, así interpretadas, estas “proposi-
ciones normativas absolutas” tendrían el carácter de genuinas proposicio-
nes normativas o más bien el de normas. Si lo que interesa es resolver el
92 Jorge L. Rodríguez
7
Cf. G. H. von Wright, “The Foundation of Norms and Normative Statements”, publica-
do originariamente en K. Ajdukiewicz (ed.), The Foundations of Statements and Decisions,
Warsawa, Polish Scientific Publishers, 1965, páginas 351-367 y posteriormente incluido en G.
Naturaleza y lógica de las proposiciones normativas... 93
H von Wright, Practical Reason − Philosophical Papers Volume I, Ithaca, New York, Cornell
University Press, 1983, páginas 67-82.
94 Jorge L. Rodríguez
8
Cf. E. Bulygin, “True or False Statements in Normative Discourse”, en R. Eigidi (ed.),
Search of a New Humanism: The Philosophy of G.H. von Wright, Synthese, v. 282, 1999.
9
Cf. P. E. Navarro, “Legal Reasoning and Systematization of Law”, presentado como
ponencia al XX Congreso Mundial de Filosofía del Derecho y Filosofía Social, Amsterdam,
2001.
Naturaleza y lógica de las proposiciones normativas... 95
Sistema LN:
(A0) |− Pp ↔ ∼O∼p
(A1) |− O(p ∧ q) ↔ (Op ∧ Oq)
(A2) |− Op → Pp
10
Cf. G. H. von Wright, “Deontic Logic”, en Mind 60, 1951, páginas 1-15.
11
Cf. C. Alchourrón, “Philosophical Foundations of Deontic Logic and the Logic of
Defeasible Conditionals”, en J. Meyer y R. Wieringa, Deontic Logic in Computer Science:
Normative System Specification, Chichester-New York-Brisbane-Toronto-Singapore, Wiley &
Sons, 1993, páginas 43-84.
96 Jorge L. Rodríguez
Demostración:
vista interno de quien dicta normas o quien las acepta y las usa como guía
de conducta, mientras que un sistema de lógica de proposiciones normativas
refleja el punto de vista externo de quien se sitúa como observador y califica
normativamente ciertas acciones de conformidad con las normas existentes
en un cierto sistema normativo.12
Una forma de explicar las diferencias entre una lógica de normas y una
lógica de proposiciones normativas es a partir del diferente modo en el que
la negación afecta a unas y otras. Aún cuando no se pueda decir que las nor-
mas sean verdaderas o falsas, la negación parece comportarse en el discurso
prescriptivo de modo análogo a la negación ordinaria: la negación de una
norma es también una norma; para cada norma sólo hay una norma que es
su negación; una norma y su norma-negación13 son recíprocas (si “Op” es la
negación de “P∼p”, “P∼p” es la negación de “Op”). Además, una norma y su
norma-negación son mutuamente excluyentes y conjuntamente exhaustivas,
dado que “∼(Pp ∧ ∼Pp)” y “Pp ∨ ∼Pp” son admitidas como fórmulas válidas
en la lógica de normas.14
La negación de las proposiciones normativas es más problemática. “En
el sistema normativo α el acto p está prohibido” es un enunciado metalin-
güístico complejo que afirma que cierta norma pertenece a un sistema nor-
mativo, por lo que su negación puede ser entendida de dos modos diversos:
“En el sistema α el acto p no está prohibido” puede interpretarse como
expresivo de que el sistema α no contiene una norma que prohíbe la reali-
zación del acto p, en cuyo caso la negación opera sobre la pertenencia de la
norma al sistema −se niega la proposición normativa−. Pero también puede
interpretárselo como significando que el sistema α contiene una norma que
establece la no prohibición de p (esto es, una norma que permite p), en cuyo
caso la negación opera directamente sobre la norma. Para dar cuenta de esta
ambigüedad es necesario diferenciar dos nociones de negación para las pro-
12
Cf. H. L. A. Hart, El concepto de derecho, Buenos Aires, Abeledo Perrot, 1963, título
original: The Concept of Law, Oxford, Oxford University Press, traducido por G. Carrió, pá-
ginas 110-111. En realidad, de acuerdo con Hart, no sólo es un enunciado externo aquel que
describe el hecho de que una cierta regla existe, es decir, es aceptada por el grupo social,
sino que también lo sería aquel que se limita a registrar las regularidades de conducta de
quienes cumplen con las reglas y el que registra, además, la reacción hostil regular frente a
las desviaciones del patrón usual de conducta (cf. H. L. A. Hart, obra citada, páginas 308-309
y E. Bulygin, “Norms, Normative Propositions and Legal Statements”, en G. Floistad (ed.),
Philosophy of Action. Chronicles of Philosophy, vol. III, The Hague, Martinus Nijhoff, 1982,
páginas 107-125).
13
La expresión “norma-negación” fue acuñada por G. H. von Wright en “Norms, Truth and
Logic”, en Practical Reason. Philosophical Papers, volume I, Oxford, Basil Blackwell, 1983,
páginas 130-209. En un ejemplo, la norma-negación de “Op” es “∼Op” (o “P∼p”).
14
Cf. C. Alchourrón, “Logic of Norms and Logic of Normative Propositions” y E. Bulygin,
“Lógica Deóntica”, ya citado.
98 Jorge L. Rodríguez
Base O: Base P:
15
Cf. G. H. von Wright, Norma y Acción. Una investigación lógica, ya citado, página
102.
100 Jorge L. Rodríguez
Sistema LPN:
16
“(...) podríamos definir también la noción de prohibición débil, como la ausencia (en α)
de una norma que permita p. Pero esta noción es muy poco usada: sólo en circunstancias muy
especiales una conducta se calificaría como prohibida por el mero hecho de que no estuviera
expresamente permitida. Menos usual todavía es la noción de obligación débil” (C. Alchou-
rrón y E. Bulygin, Introducción a la metodología de las ciencias jurídicas y sociales, Buenos
Aires, Astrea, 1975, título original: Normative Systems, Wien-New York, Springer Verlag,
1971, traducido por los autores, página 177, nota).
17
Cf. C. Alchourrón, “Logic of Norms and Logic of Normative Propositions”, ya citado.
18
Cf. C. Alchourrón, “Philosophical Foundations of Deontic Logic and the Logic of De-
feasible Conditionals”, ya citado.
Naturaleza y lógica de las proposiciones normativas... 101
equivale a
19
Cf. E. Bulygin, “Lógica Deóntica”, ya citado.
102 Jorge L. Rodríguez
Demostración:20
16. ∼(Oα∼p ∧ P+αp)
17. ∼(P+αp ∧ Oα∼p) conmutatividad de la conjunción en 16.
18. P+αp → ∼Oα∼p definición del condicional en 17.
19. ∼(Oα∼p ∧ P+αp) → P+αp → ∼Oα∼p introducción del condicional de 16 a 18.
y dado que
24. ∼Oα∼p ↔ P−αp
entonces:
25. ((Consαp) ∧ (Compαp)) ↔ (P+αp ↔ P−αp)
20
Aquí, como en las demostraciones de la página siguiente, doy por conocidas las reglas
básicas del cálculo de deducción natural de Gentzen (cf. G. Gentzen, “Untersuchungen über das
Logische Schliessen”, en Mathematische Zeitschrift 39, 1934, páginas 176-210).
Naturaleza y lógica de las proposiciones normativas... 103
21
Cf. G. H. von Wright, “On norms and Norm-Propositions. A Sketch”, en W. Krawietz
et al., The Reasonable as Rational? On Legal Argumentation and Justification. Festschrift for
Aulis Aarnio, Berlin, Duncker & Humblot, 2000, páginas 173-178.
104 Jorge L. Rodríguez
38. ∼O∼p → Pp
39. Pp → ∼O∼p
40. Pp ∨ P∼p
41. O (p ∧ q) → ∼P∼p
42. P (p ∧ q) → ∼O∼p
Es fácil advertir, tal como el propio von Wright lo señala, que (38) equi-
vale al principio de completitud y (39) al principio de consistencia. Como
se examinó en el punto anterior, ninguno de estos principios, sin calificacio-
nes, es admitido por Alchourrón en su sistema de lógica de proposiciones
normativas. Se trata en ambos casos de características contingentes de los
sistemas normativos.
Sin embargo, como también puntualiza von Wright, (39) equivale a “Op
→ ∼P∼p” y (40) a “∼P∼p → Pp”. De manera que, conjuntamente, implican
por transitividad “Op → Pp”, cuya satisfacción por un sistema normativo
sería entonces también contingente. Aquí “Pp” debería interpretarse, en la
lectura descriptiva propuesta, como “P+αp”, esto es, como una expresión re-
ferida a la permisión positiva. Ahora bien, esto choca con la asunción, en el
sistema de Alchourrón, del axioma A2. Por su parte, (41) en conjunción con
(38) y (39) implica “O(p ∧ q) → (Op ∧ Oq)”, que constituye el axioma A1 del
sistema de Alchourrón. Y (42) en conjunción con (38) implica “P(p ∧ q) →
Pp”, esto es, el axioma A3 del sistema de Alchourrón. En consecuencia, si tal
como lo sostiene von Wright ninguna de las fórmulas listadas de (38) a (42)
fuesen lógicamente verdaderas, ¡no quedaría en pie ninguno de los axiomas
que Alchourrón asume para una lógica de proposiciones normativas!
Esto, que a primera vista parece tan sorprendente, no debería en realidad
llamar nuestra atención, siendo que von Wright advierte, como se adelantó,
que en su sistema no vale ninguna verdad lógica especial para las propo-
siciones normativas. Lo notable, en todo caso, lo que requiere de alguna
justificación, es la profunda diferencia de enfoques que parece signar a uno
y otro sistema.
Naturaleza y lógica de las proposiciones normativas... 105
22
Cf. C. Alchourrón y E. Bulygin, ”The Expressive Conception of Norms”, en R. Hilpi-
nen (ed.), New Studies in Deontic Logic, Dordrecht-Boston-London, Reidel, 1981, páginas
95-124.
23
Cf. D. Makinson, “On a Fundamental Problem of Deontic Logic”, en P. McNamara y
H. Prakken (eds.), Norms, Logics and Information Systems. New Studies on Deontic Logic and
Computer Science, Amsterdam, IOS Press, 1998.
106 Jorge L. Rodríguez
24
C. Alchourrón y E. Bulygin, “The Expressive Conception of Norms”, ya citado.
Naturaleza y lógica de las proposiciones normativas... 107
25
Cf. P. Gärdenfors, “The Dynamics of Normative Systems”, en A. Martino (ed.), Expert
Systems in Law, Elsevier Science Publishers B.V., 1992, páginas 195-200 y S. O. Hansson, A
Textbook of Belief Dynamics. Theory Change and Database Updating, Dordrecht-Boston-Lon-
don, Kluwer Academic Publishers, 1999.
26
Cf. G. H. von Wright, “Norms, Truth and Logic”, ya citado.
DOXA 26 (2003)
△
módulo 7
Lectura Básica
referencia página 156
Primero cabe localizar el conector que divide la estructura más externa del
enunciado:
“Si Pérez está enfermo o Ruiz está ausente v ni se concluirá. . . . . .”. Luego
dividiremos la estructura de la parte que comienza con “ni” y termina con
“dividendo”. Su conector principal es “ni-ni”. Como ‘ni r ni s’ se simboliza
como ‘–r . –s’. Siguiendo este procedimiento, transformamos (3) en:
(4) (Pérez está enfermo v Ruiz está ausente) v ( – (se concluirá el asunto
Aarhus) . – (se reunirán los directores. los directores anunciarán un
dividendo ) v ( López entrará en razón . López tomará el asunto en
sus manos) ).
(5) (p v q) v ( – r . – (s. t) v u . w)
Clases de silogismo