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Jean Bodin
Según Jean Bodin, la soberanía era una obligación más allá de la ley humana, y
estaba sujeta solo a la ley divina o natural. Para Bodin, la soberanía se definía en
términos de poder absoluto, perpetuo, inalienable e indivisible.
La soberanía confería legitimidad al Estado frente a poderes como los del papado
y del Imperio. También lo hacía frente a otros poderes que pudiesen coexistir
dentro del mismo territorio.
De igual manera, la soberanía se ejercía solo en la esfera pública, no en la
privada. Esta no expiraba con la muerte de la persona que la tuvo, porque no era
propiedad de ningún individuo.
Francisco de la Victoria
Para Victoria el sujeto de la soberanía en lo que atañe al bien común de la
república todo lo que determine la mayoría tiene fuerza de ley, incluso para los
que la contradigan. De lo anterior, completa Gómez la idea antes referida con
relación a que “la constitución que adopta esa república sujeta de la soberanía, así
como la designación de los titulares del poder, ha de decidirse por el voto de la
mayoría”.
Será entonces la soberanía popular, y la legitimidad que otorga su mayoría, la que
legitime a un Rey o presidente de una República, puesto que, aun cuando su
poder sea de origen divino, no pueden prescindir de la elección popular, la que en
todo caso y tratándose de la continuación de una dinastía, esa aprobación popular
pueda ser de carácter tácito.