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TEORIA DE LA EVOLUCION DE LA SOBERANIA

La Soberanía constituye un elemento de esencia de un Estado que se estime bien


integrado. Hubo una evolución histórica de la soberanía en la edad media, dentro
del ámbito geográfico del feudo, la soberanía la detentaba el señor feudal con
facultades de mando sobre las personas en el marco de su territorio. En frente de
cada señor feudal había otros con categoría similar que ejercían su respectiva
soberanía interna.
Sin embargo, en la Edad Media, frente a las potestades monárquicas de los reyes
existentes, se produjo el fenómeno de dos potestades mayores; las del emperador
y las del Papa.
Durante la Revolución Francesa se combatió el absolutismo del monarca y se
estableció que la soberanía corresponde al pueblo, y los gobernantes solo
representan al pueblo.
Caracteristicas de la Soberanía
Existe una jerarquía en la cúspide del poder y en ella se encuentra la soberanía. El
fin supremo es que el fin del Estado, reclama para su obtención un poder
supremo. El bien público solo puede obtenerse empleando en el desarrollo de la
actividad un poder del mismo rango: un poder supremo.
El organismo que tiene a su cargo obtener la paz y la tranquilidad tiene que poseer
un poder que le permita imponer de manera obligatoria sus decisiones.

Jean Bodin
Según Jean Bodin, la soberanía era una obligación más allá de la ley humana, y
estaba sujeta solo a la ley divina o natural. Para Bodin, la soberanía se definía en
términos de poder absoluto, perpetuo, inalienable e indivisible.
La soberanía confería legitimidad al Estado frente a poderes como los del papado
y del Imperio. También lo hacía frente a otros poderes que pudiesen coexistir
dentro del mismo territorio.
De igual manera, la soberanía se ejercía solo en la esfera pública, no en la
privada. Esta no expiraba con la muerte de la persona que la tuvo, porque no era
propiedad de ningún individuo.

Francisco de la Victoria
Para Victoria el sujeto de la soberanía en lo que atañe al bien común de la
república todo lo que determine la mayoría tiene fuerza de ley, incluso para los
que la contradigan. De lo anterior, completa Gómez la idea antes referida con
relación a que “la constitución que adopta esa república sujeta de la soberanía, así
como la designación de los titulares del poder, ha de decidirse por el voto de la
mayoría”.
Será entonces la soberanía popular, y la legitimidad que otorga su mayoría, la que
legitime a un Rey o presidente de una República, puesto que, aun cuando su
poder sea de origen divino, no pueden prescindir de la elección popular, la que en
todo caso y tratándose de la continuación de una dinastía, esa aprobación popular
pueda ser de carácter tácito.

Padre Juan de Mariana

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