Está en la página 1de 11

PRIMERA PARTE

EL PROBLEMA ECONÓMICO DE LA JUSTICIA

La primera parte de este manual se propone abordar una de las dimensiones,


probablemente la más importante, de la cuestión sobre la justicia. Tratará sobre
cómo la idea justicia nos puede ayudar a pensar sobre cuestiones económicas, esto
es, sobre cómo se deben distribuir de los recursos económicos existentes en la
sociedad entre sus miembros. En términos generales el debate se estructura en
posiciones que abogan por el mercado (los intercambios voluntarios de los
individuos competentes) como la mejor forma de distribución de los recursos, y
posiciones que consideran que el mercado es una forma más o menos indeseable
de distribución, por lo que deben introducirse correcciones al mercado, o debe
prescindirse derechamente de él en cuanto mecanismo de distribución. Esta
discusión tiene una importancia tremenda en la determinación del peso específico
que se le da a la propiedad sobre los recursos que un individuo posee y como
contrapartida cuales son las posibilidades de la comunidad de redistribuir dichos
recursos, extrayéndolos de las manos de quienes tienen más para ponerlos en las
manos de los que tienen menos. En ese entendido, esta discusión es también
importante en la fundamentación de la forma en que dicha labor redistributiva se
implementa, típicamente mediante el cobro de impuestos y la entre de prestaciones
sociales a los miembros de la sociedad por parte del Estado. Las principales posturas
que identificaremos serán el liberalismo igualitario, el liberalismo sin igualdad y el
socialismo.
En el Capítulo 2 revisaremos el liberalismo igualitario, en que el problema de la justicia
económica pasa por un debido equilibrio entre la igualdad de recursos y la libertad
individual. John Rawls, el principal teórico del liberalismo igualitario, considera que
la distribución de los recursos en la sociedad debe ser, en principio, igualitaria. Sin
embargo, también considera que existen razones poderosas para apartarse de dicho
patrón de distribución y permitir el surgimiento de desigualdades. Esas
desigualdades estarías justificadas por el respeto a la libertad individual y la
necesidad social de estimular el desarrollo económico a través del mercado. El
compromiso de Rawls con la igualdad lo lleva a justificar políticas de intervención
estatal que permiten la redistribución de los recursos sociales hacía los más
desfavorecidos.

26
[Primera parte El problema económico]

El liberalismo sin igualdad, como su nombre lo dice, niega que la igualdad pueda tener
un rol fundamental en la forma en que se distribuyen los recursos en la sociedad,
más allá de la consideración de la libertad inviolable que disfrutamos los seres
humanos, que es distribuida de forma igualitaria entre los miembros de la sociedad.
El foco de esta forma de liberalismo, que será representado por la teoría de Robert
Nozick en el Capítulo 3, está en la protección de la libertad y la propiedad individual
frente a los intentos del Estado de redistribuir hacía los más desfavorecidos.
Por último, el socialismo considera que la igualdad de recursos es un objetivo
prioritario del Estado en la medida que el valor de la libertad individual de la que
gozan los seres humanos está supeditado a la posibilidad real de ejercer dicha
libertad. Para Karl Marx, es justamente la operación del mercado como mecanismo
de distribución lo que causa la mayoría de los problemas sociales que afectan a la
clase de los trabajadores. Si bien no toda clase de socialismo aboga por una
eliminación del mercado como lo hiciera Marx, si considera que la intervención del
Estado u otras formas de organización son necesarias para lograr una sociedad más
igualitaria. En el Capítulo 4 revisaremos algunas de las ideas de Marx y de aquellos
autores contemporáneos que defienden alguna forma de socialismo.

27
CAPÍTULO 2

LIBERALISMO IGUALITARIO [4700]

I. INTRODUCCIÓN

El liberalismo igualitario muestra un compromiso tanto con la idea de la igualdad


como con la libertad. [desarrollar introducción]
Desarrollo del capítulo Este capítulo se desarrolla de la siguiente forma: primero
se presenta con algún grado de detalle la teoría de la justicia de John Rawls,
identificando su propósito, sus principales ideas y los resultados a los que arriba.
Luego se conecta esta teoría con la discusión institucional sobre la redistribución
que puede identificarse con la demanda por derechos sociales financiados por un
alza en los impuestos. Finalmente, se revisan algunas de las críticas a las que se ha
visto expuesto Rawls de parte de teóricos de la justicia que también podrían
considerarse como liberales igualitarios, y que por tanto constituyen críticas internas
al liberalismo igualitario.

II. JUSTICIA COMO IMPARCIALIDAD

1. Punto de partida

La teoría de Rawls en síntesis es la utilización de la clásica teoría del contrato social


para justificar los principios liberales de la democracia constitucional. Los rivales a
los que Rawls combate son, por un lado, el utilitarismo, y por otro, el
perfeccionismo, y lo hace desde una perspectiva deontológica. Su propuesta, por lo
[Capítulo 4 Liberalismo igualitario]

tanto, puede entenderse como una defensa de la justicia deontológica frente a estas
otras alternativas que abrazan una perspectiva teleológica respecto a la justicia social.
El utilitarismo, como ya se ha mencionado, es una teoría que afirma que una acción
es correcta si es que contribuye a maximizar al bienestar (general agregado). El
utilitarismo fue desarrollado originalmente como una teoría moral para la elección
individual. Frente a la pregunta si el utilitarismo se puede extender para justificar
acuerdos acerca de la justicia referente a la organización de la sociedad, la respuesta
de Rawls es negativa. El problema del utilitarismo, en este sentido, es que no resulta
sensible a las circunstancias en las cuales la opresión de una pequeña clase de
personas puede contribuir a maximizar al bienestar de todos los demás. Por
ejemplo, esclavizando o incluso matando a unas pocas personas. Esta consecuencia,
aunque caricaturesca, lleva a Rawls a considerar el utilitarismo como indeseable.
El perfeccionismo, por otro lado, consiste en cualquier teoría que defina en qué
consiste el bienestar de un ser humano, y luego sostenga que sólo son justas las
medidas que promuevan la obtención de ese bien por parte de los individuos. El
problema del perfeccionismo es que no se concilia fácilmente con la idea de un
gobierno limitado en sus poderes respecto de los individuos y por eso tiende al
totalitarismo. Ambas teorías, por tanto, tienen problemas que las hacen, al menos
inicialmente, compatibles con situaciones inaceptables.
La diferencia entre Rawls y sus rivales puede ser caracterizada por la distinción entre
lo justo y lo bueno: lo justo, es aquello que se consigue si actuamos conforme a los
criterios deontológicos, por ejemplo, si respetamos los derechos humanos de las
minorías; lo bueno es lo que obtenemos conforme criterios teleológicos, por
ejemplo, el bienestar utilitarista que puede implicar la violación de los derechos
humanos de las minorías. Rawls no considera que lo bueno carezca de un lugar en
la discusión sobre como organizamos nuestra sociedad, sin embargo, Rawls afirma
que antes de perseguir lo bueno debemos estructurar la sociedad de una manera
justa (priorizar la justicia por sobre el bienestar, la eficiencia, o la preservación de la
cultura) La justicia tiene que ser, conforme a Rawls, la primera virtud de las instituciones
sociales y no sólo otro valor en competencia.
El proyecto de Rawls consiste en articular una teoría alternativa que evite los
problemas de las teorías teleológicas. La idea central de su teoría consiste en
entender la idea de justicia como una forma de imparcialidad. Esta noción que está
ligada a su vez a las nociones de reciprocidad y mutuo consentimiento, justifica la
cooperación social cuando esta se funda en el consenso libre y no en la coacción.
La aceptabilidad de las normas sociales depende, por tanto, de la condición de que
esas reglas sean aceptables, independiente de la posición que uno ocupe en la
sociedad. Sólo entonces podrá hablarse de una asociación que se rige por principios

29
de justicia. Rawls no considera que la imparcialidad sea lo que la gente hace o
aceptaría de hecho si es puesta en la situación de decidir, sino lo que razonablemente
podría aceptar. Entonces, para dar fuerza a la noción de justicia como imparcialidad,
debe decirse algo acerca de que cuenta como una objeción razonable o irracional a
una forma de organización social.
La organización de la sociedad será justa en la medida que sean atractivas para todos,
esto es, que todos los ciudadanos la aceptarían en la medida en que estos ciudadanos
fueran idealmente razonables. La forma en que Rawls propone determinar esto es
mediante un experimento mental: imagine un grupo de personas razonables que
todavía no pertenecen a ninguna sociedad política pero que desean conjuntamente
formar parte de una. Imagine una reunión en que se proponen y acuerdan una
constitución y las normas básicas que determinarán la organización de esa sociedad.
¿Cómo deberían ser esas normas para que todos los involucrados pudieran
razonablemente aceptarlas de antemano? Si es posible encontrar una respuesta a
esta pregunta, nos encontraremos con los principios de justicia que transforman a
una sociedad en justa.

2. La posición original

Para responder a la pregunta que se acaba de formular, Rawls completa un poco


más este experimento mental de un contrato social entre personas idealmente
razonables. Él llama a este experimento mental el argumento de la posición original.
La posición original es simplemente la descripción de la naturaleza de estas personas
idealmente razonables y de las circunstancias de negociación de los principios que
acordarían. Hay que tener en cuenta que este tipo de contractualismo es
constructivista en lugar de histórico. Esto que quiere decir que Rawls no está
haciendo ninguna afirmación histórica de que haya existido un momento en que la
gente vivió fuera de la sociedad política y que acordó este contrato, dejando a sus
descendientes vinculados por sus términos, sino que considera el contrato social
como algo hipotético y existente para nosotros, precisamente como algo hipotético
que nos permite acercarnos y juzgar de mejor manera los términos justos de la
cooperación social. Al adoptar el punto de vista de la imparcialidad, a través del
contrato hipotético, podemos llegar por nosotros mismos a los términos básicos
del contrato social, que nos permitirán eventualmente juzgar las instituciones
sociales existentes.
Rawls formula tres aspectos fundamentales y controvertidos en su argumento de la
posición original. Primero, afirma que debemos imaginar a los participantes como
colocados bajo un velo de ignorancia. Este velo les impide saber qué posición, clase o
estatus (raza, etnia, género, edad, ingresos, riqueza) ocuparán en la sociedad a la que
entrarán una vez celebrado el contrato (por ejemplo, X); tampoco podrán conocer

30
[Capítulo 4 Liberalismo igualitario]

sus capacidades naturales (por ejemplo, X); por último, les impide saber qué puntos
de vista filosóficos o religiosos (concepciones del bien) adoptarán (por ejemplo,
xxx). Rawls insiste en que el velo debe extenderse hasta este punto, ya que, de lo
contrario, los participantes podrían considerarse inmunes a los efectos negativos de
los principios que acordarán y, por tanto, estarían inclinados a acordar principios
que sean más favorables para ellos mismos. En suma, puede decirse que el velo de
la ignorancia tiene como objetivo fundamental neutralizar las ventajas y desventajas
naturales (generadas por el asar de la naturaleza) y sociales (generadas por la
estructura social) existentes en la sociedad a la hora de determinar los principios que
deben seguirse en una sociedad justa. (ejemplo, X). El velo de la ignorancia no
cubre, sin embargo, todo el conocimiento general acerca del mundo y la sociedad y,
por tanto, los individuos tienen acceso en cuanto personas generales o meros
miembros de la humanidad a todas las circunstancias generales del mundo social.
Saben, por ejemplo, que las personas tienen diferentes doctrinas comprensivas y
planes de vida; que todos los ciudadanos tienen intereses en ciertos bienes
primarios; que la sociedad está en condiciones de escasez moderada (hay suficiente
para todos, pero no lo suficiente para que todos obtengan lo que quieren); ciertos
hechos y conclusiones generales de la ciencia (incluyendo la economía y la
psicología) que no son controvertidas.
Segundo, Rawls afirma que los participantes usarán lo que los economistas llaman
el principio de selección maximin, es decir, establecerán aquellas leyes que garanticen
que la peor posición que puedan llegar a ocupar en la sociedad sea tan buena y
deseable como sea posible, esto es, se elegirá un escenario en el cual su peor posición
posible es el mejor en comparación a los peores escenarios. Su objetivo es, como lo
dice su nombre, maximizar la conveniencia de las posiciones mínimas. [Desarrollar.
Al aplicar el principio del maximin, se evita el riesgo, a costa de evitar el máximo de
eficiencia. Para Rawls, buscar la eficiencia sería plausible si se pensara que la
posición que se tomara en la sociedad no sería permanente, pero en este caso,
estamos hablando en términos de distribución de los recursos de la comunidad
social.]
En tercer lugar, Rawls afirma que los participantes en la posición original adoptarán
una actitud auto-interesada, lo que quiere decir que no serán altruistas pero que
tampoco estarán influenciados por la envidia. [Desarrollar: El contrato se da entre
personas (véase cap. 14), que se presumen igualmente libres y racionales, auto-
interesadas y capaces de un sentido de la justicia.]

31
[Análisis crítico de la posición original8].
El experimento de la posición original constituye, sostiene Rawls, un caso de justicia
puramente procesal. Rawls distingue entre principios de justicia sustantiva y procesal.
Mientras la justicia sustantiva es una cuestión sobre la cual no podemos estar de
acuerdo en una sociedad pluralistas sin que haya un procedimiento o una instancia
para resolver los desacuerdos, Rawls nos propone abandonar el conflicto de las
posiciones sustantivas y buscar una manera de articular ciertos principios de la
justicia procesal. La justicia procesal, a su vez, consiste en ciertos procedimientos
que garantizan (perfecta o imperfectamente) un resultado que podemos considerar
justo. Por ejemplo, las instancias de la Justicia penal, son un caso de justicia procesal
imperfecta, en la medida que en ella se dan los casos en que no se llega al objetivo de
castigar al culpable. Una instancia de justicia procesal perfecta, asegura la satisfacción
del principio sustantivo de justicia. El ejemplo más celebre es la regla de quien corta
el pastel debe tomar la última tajada. Rawls considera a la posición original como
una clase de justicia puramente procesal, en la medida que no hay acuerdo sobre
cómo articular los principios sustantivos de justicia, no se garantiza llegar a la
decisión correcta porque ella es producida mediante el procedimiento. No hay un
estándar diferente a la posición original misma para evaluar si la decisión final fue
correcta o no.

8 Cada una de estas suposiciones ha sido objeto de controversia, y es importante tener claridad sobre la
naturaleza de la controversia. Necesitamos preguntar: ¿Qué es lo que debería determinar cómo se debe
configurar la posición original? Al principio parecería que solo hay dos enfoques posibles, que podemos
identificar como "objetivos" en oposición a "pragmáticos". El enfoque objetivo supone que realmente existe
algo así como la naturaleza humana ideal: luego completamos la posición original al incluir en ella
características que creemos expresan lo que es esencial en la naturaleza humana. Por lo tanto, si pensamos
que la naturaleza humana ideal no es envidiosa, entonces excluimos la envidia de la composición de los
participantes en la posición original. Si pensamos que la personalidad humana es algo independiente de la
identificación de una persona con un grupo religioso en particular, entonces excluimos el conocimiento de
las propias creencias religiosas de la posición original. El enfoque pragmático, por otro lado, sostiene que
debemos completar la posición original simplemente con aquellos elementos que son necesarios para obtener
el resultado deseado. Es decir, primero buscamos el tipo de contrato que nos parece antecedente como justo,
y luego construimos la posición original de tal manera que se asegure que los participantes decidan sobre un
contrato que tenga esa forma. En el enfoque objetivo, la noción de la naturaleza humana parece ser la más
básica, mientras que los términos del contrato se derivan; en el enfoque pragmático, los términos del contrato
parecen ser los más básicos, ya que están identificados con anterioridad, y la posición original, por lo tanto,
parece ser algo derivado. Es común razonar que Rawls no podría, por supuesto, adoptar un enfoque
pragmático, porque, después de todo, tiene la intención de defender los principios de la democracia liberal,
y no se puede asumir lo que se desea argumentar. Sin embargo, por otro lado, su descripción de la posición
original no es atractiva si se toma como una idealización de la naturaleza humana. En respuesta a dichas
críticas, puede argumentarse que Rawls no quiere tomar el enfoque objetivo ni pragmático. Pretende, más
bien, que tanto la especificación de la posición original, como los términos del contrato social que se
establecen, constituyen un todo único, que capta nuestras mejores intuiciones sobre lo que es la justicia. Su
teoría pretende ser un todo único y coherente, que aceptamos o rechazamos como una unidad.

32
[Capítulo 4 Liberalismo igualitario]

3. Los principios de justicia

Una vez colocados en la posición original, a los participantes se les presenta una
selección de diferentes formas de asociación política. Se les preguntaría a los
participantes: ¿Prefiere ingresar en una sociedad en la que las leyes están
determinadas por el principio utilitarista? ¿Prefieres una sociedad en la que las leyes
son fijadas por alguna versión perfeccionista del bien humano? o ¿prefieres una
sociedad que está organizada en torno a los dos principios de justicia de Rawls?9
Deberíamos detenernos un momento y mirar más detenidamente los principios de
justicia, ya que estos son el importante retrato que hace Rawls de lo que él considera
los temas básicos de una democracia liberal. Los dos principios son los siguientes:
Primer Principio. Cada persona tiene un derecho igual a un esquema de
iguales derechos y libertades básicas compatible con el mismo esquema de
derechos y libertades para todos.
Segundo Principio. Las desigualdades sociales y económicas deben
satisfacer dos condiciones: en primer lugar, deben vincularse a puestos y
cargos abiertos a todos en condiciones de justa igualdad de oportunidades; y
segundo, deben ser para el mayor beneficio de los miembros menos
favorecidos de la sociedad.
El primer principio comúnmente es denominado el principio de libertades básicas
iguales. Este principio busca maximizar la libertad de todos los miembros de la
sociedad de forma estrictamente igualitaria. [cuáles son las libertades básicas:
derechos civiles y políticos]10.
La primera cláusula del segundo principio se conoce como igualdad de oportunidad.
No nos ocuparemos de este principio para poder concentrarnos en la segunda
cláusula del segundo principio, que se denomina principio de diferencia. El principio de
diferencia sostiene que cualquier desviación de la igualdad estricta en la distribución

9 Alternativas:
 Dar a cada uno lo mismo
 De cada cual, según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades
 A cada cual, según su aporte o de cada cual según libremente decidan contribuir, a cada cual según
su contribución
La propuesta de Rawls es más sofisticada que las anteriores: “Distribuir todo por igual como punto de partida
y nos vamos a distraer de este cuando una distribución desigual implique que todos estén en una mejor
posición”.
10 [y la propiedad?] Tiene un problema con la propiedad, se constituye como el principal freno de las políticas

distributivas ¿Es el derecho de propiedad una libertad básica?


Si siguiéramos la lógica de Rawls, la propiedad no debería ser una libertad básica, sino que se encarga de
permitir las desigualdades sociales y económicas

33
de ventajas sociales y económicas de los ciudadanos son pueden ser justas a la
condición de que las personas menos favorecidas de la sociedad, estén mejor de lo
que hubieran estado si se hubiera mantenido una estricta igualdad. Se supone que
es un principio de solidaridad, en el sentido de que, si se observa, entonces es posible
que todos los ciudadanos se vean a sí mismos como beneficiarios de un sistema de
cooperación. Debe tenerse en cuenta que el principio de diferencia presupone que
hay un estándar de lo que se considera como ventaja en una sociedad. Por lo tanto,
Rawls tiene que desarrollar una teoría de lo que él llama bienes primarios que, a su
juicio, proporciona un índice aproximado pero útil de beneficio relativo.

4. Bienes primarios

Al igual que en todas las teorías de la justicia, la teoría de Rawls exige una concepción
acerca de los intereses fundamentales de los individuos. Rawls deriva su concepción
de los bienes primarios de la concepción del sujeto como libre e igual, razonable y
racional. Los bienes primarios son bienes son útiles para perseguir una amplia gama
de concepciones específicas del bien. Los bienes primarios son: (1) los derechos y
libertades fundamentales; (2) la libertad de movimiento y libre elección entre una
amplia gama de ocupaciones; (3) los poderes de los cargos y cargos de
responsabilidad; (4) ingresos y riqueza; (5) las bases sociales del autorrespeto, eso
es, el reconocimiento por parte de las instituciones sociales que entrega un sentido
de autoestima y la confianza para llevar a cabo sus planes de vida.
Rawls asume que todas las personas tienen un interés en obtener la mayor cantidad
posible de estos bienes primarios, y las instituciones públicas de una sociedad justa
deben evaluar qué tan bien están haciendo los ciudadanos de acuerdo con los bienes
primarios que tienen. Son las desigualdades de estos bienes primarios lo que, según
Rawls, tienen la mayor importancia.

5. Estructura básica de la sociedad

Rawls pretende que los principios de justicia se apliquen en primera instancia


solamente a lo que él llama la estructura básica de la sociedad, que es algo así como el
marco social más amplio de una comunidad política. Según Rawls, la estructura
básica consiste en la constitución política, el poder judicial, las formas de propiedad
y la estructura general de la economía. Al parecer, no incluye las empresas
comerciales, los hogares, las iglesias, las universidades y la familia.
Los principios, además, están ordenados por rango: el primer principio tiene
prioridad sobre el segundo, en el sentido de que necesita ser satisfecho primero, y
esto luego impone restricciones sobre la satisfacción del segundo principio. Esta
relación de rango puede explicarse por el compromiso deontológico de la teoría de

34
[Capítulo 4 Liberalismo igualitario]

la Rawls: mientas el primer principio establece parámetros de una justicia


deontológica, el segundo es formulado en términos teleológicos. La prioridad de lo
“justo” por sobre lo “bueno”, puede identificarse en la relación entre el primer y el
segundo principio. Rawls explica esto concretamente relacionando cada principio
con una parte diferente de la estructura básica: el primer principio está destinado a
determinar la elaboración de la constitución de una sociedad. El segundo principio,
en cambio, está destinado a regir la actividad legislativa de una sociedad que se ajuste
a tal constitución en la persecución del bienestar económico de la sociedad.
La estructura básica es el objeto de la concepción Rawlsiana de la justicia porque
estas instituciones distribuyen los principales beneficios y cargas de la vida social:
quién recibirá el reconocimiento social, quién tendrá qué derechos básicos, quién
tendrá la oportunidad de obtener qué tipo de trabajo, cómo se distribuirán los
ingresos y la riqueza, y así sucesivamente.
Al establecer la justicia como imparcialidad, Rawls asume que la sociedad liberal en
cuestión está marcada por un pluralismo razonable como se describió
anteriormente, y también que se encuentra en condiciones razonablemente
favorables: eso quiere decir que existen suficientes recursos para que sea posible que
las necesidades básicas de todos sean posibles de satisfacer. Rawls hace la suposición
simplificada de que la sociedad es autosuficiente y cerrada, de modo que sus
miembros ingresan solo por nacimiento y la abandonan solo en el momento de la
muerte, lo que veremos se pone en cuestión con el fenómeno de la globalización y
la migración (capítulo 12).

6. Elección de los principios

Volvamos, entonces, al argumento de la posición original. Rawls argumenta que los


participantes en la posición original rechazarán el utilitarismo, si hay alguna
alternativa mejor. Porque, como vimos, el utilitarismo deja en claro que podría
funcionar mejor para la sociedad si se oprime a un pequeño grupo de personas.
Dado que no se puede descartar, en la posición original (debido al velo de la
ignorancia) que una persona terminará perteneciendo a esta clase, y ya que está
utilizando la regla de elección maximin, no puede aceptar el utilitarismo, si hay alguna
alternativa mejor. La peor condición sería demasiado mala, si hay un grupo
oprimido en la sociedad que está esclavizado o al que se violan sus derechos
humanos.
Del mismo modo, los participantes en la posición original rechazarán el
perfeccionismo. Como no saben qué concepciones del bien tendrán en la sociedad
(nuevamente, debido al velo de la ignorancia), no consentirán libremente en vivir
en una sociedad organizada fundamentalmente por algún punto de vista religioso o
35
filosófico particular con el que quizás estén profundamente en desacuerdo. La peor
condición sería demasiado mala, viviendo en un estado gobernado de forma
totalitaria por un ideal uniforme de perfección humana. Por lo tanto, no pueden
aceptar el perfeccionismo, si hay alguna alternativa mejor.
Pero hay una mejor alternativa disponible, nos dice Rawls, esta es una sociedad
organizada conforme a los dos principios de justicia. Que todos tengan tanta libertad
como sea compatible con una libertad igual disfrutada por todos los demás es
obviamente algo que todos aceptaríamos. La idea parece particularmente coherente
con las intuiciones básicas de reciprocidad y equidad. Además, que todos sean
iguales a menos que las desigualdades funcionen para el bien de los menos
afortunados, parece igualmente aceptable para todos, ya que solo alguien envidioso
se ofendería por la mayor riqueza de de otra persona, cuando esto está directamente
relacionado con estar mejor, y debe recordarse que la envidia ha sido excluida de la
posición original. Por lo tanto, los principios de justicia parecen aceptables para los
participantes en la posición original, en una medida en que el utilitarismo y el
perfeccionismo no lo son. Por lo tanto, una sociedad cuya estructura básica están
modeladas a la luz de los principios de la justicia será una sociedad justa. Sería una
sociedad cuyas normas y prácticas ninguna persona razonablemente podría
rechazar.

7. Equilibrio reflexivo

Uno podría objetar a la teoría de Rawls su particular comprensión de lo que


constituye una justificación racional en la teoría moral y política. Podría sostenerse
que, para justificar una teoría, uno debe partir de ciertas premisas que considera
verdaderas o autoevidentes, y argumentar deductivamente a partir de ellas. Rawls
rechaza esta noción de justificación y, por el contrario, considera una teoría como
justificada si puede sostener lo que él llama un equilibrio reflexivo. Ello consiste en un
procedimiento en que contrastamos nuestros juicios morales más asentados. La
única evidencia decisiva en la que podemos confiar respecto de lo que es correcto
o incorrecto son nuestros propios juicios morales. Estos juicios juegan un papel
similar a las observaciones de la naturaleza en la ciencia. Del mismo modo que una
buena teoría científica es la que mejor se ajusta y explica las observaciones de la
naturaleza, una buena teoría de la justicia es la que mejor concuerda y explica
nuestros juicios morales. [desarrollar]

36

También podría gustarte