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LA JUSTICIA SEGÚN EL CONTRACTUALISMO

Nunca existirá una definición exacta de lo que es realmente la justicia. Con el pasar del
tiempo han existido diversas concepciones acerca de esta, puesto que es un concepto
referencial, pero en si, se refiere a un conjunto y jerarquía de criterios que operan como
supuesto de base. El problema en su definición es que no todos comparten el mismo
supuesto refiriéndose a diversos criterios según cada persona.

Es así que la idea de justicia se interpreta según diversas teorías existentes en la


actualidad, por ejemplo; la de Platón y Aristóteles, la del liberalismo, la del marxismo, la
del utilitarismo, etc. Pero en esta ocasión nosotros trataremos de explicar a fondo lo que
es la JUSTICIA SEGÚN EL CONTRACTUALISMO.

En primer lugar, averiguamos que, EL CONTRACTUALISMO, también llamado teoría del


contrato social, es una corriente moderna de filosofía política y del derecho, que piensa
el origen de la sociedad y del Estado como un contrato original entre humanos, por el
cual se acepta una limitación de las libertades a cambio de leyes que garanticen la
conservación y ciertas ventajas del cuerpo social. También estudia , la legitimidad del
Estado moderno y la legitimidad del ejercicio político de los gobernantes dentro de su
estructura. No es una doctrina política única o uniforme, sino un conjunto de ideas con
un punto en común, si bien extremadamente adaptable a diferentes contextos, lo que
explica su vitalidad y su capacidad para ir evolucionando hasta la actualidad. En
conclusión, el contractualismo es una doctrina filosófico-jurídica que sostiene que la
sociedad y el Estado nacen de un pacto. Ese pacto lo establecen los individuos que
comienzan a ser parte de esa sociedad, dirigida por el Estado. Cabe resaltar que el
contrato mencionado, debe responder a un fin determinado el cual es el beneficio de
todos y solo es legitimo en la medida en que responde este fin.

Partiendo de lo explicado, se sabe, que existen teorías contractualistas de la justicia, las


cuales usan por lo general la estrategia del interés para introducir la libertad en la
situación que se presenta. Se insiste en que los principios justos de gobierno son aquellos
que las personas estarían de acuerdo en elegir, por su propio interés, en condiciones de
elección especificadas de forma correcta.
Para estas teorías, una distribución ideal es una distribución que satisface plenamente a
la persona. Los principios de justicia son aquellos que personas reales con pleno
conocimiento de su posición social, de sus gustos, ambiciones y convicciones morales y
religiosas acordarían que satisfacen los mejores intereses de cada uno. La estrategia del
interés exigiría que se demostrase que todo el mundo estaría de acuerdo con una serie
de principios de justicia que protegieran la libertad o, al menos, que estaría de acuerdo
con esos principios tras una reflexión apropiada. Es por eso que los principios morales y
políticos que deberíamos seguir son aquellos que aceptaríamos en un contrato
hipotético. El contractualismo defiende que los principios que deberíamos aceptar son
aquellos que deberíamos admitir en el mundo real.

Dentro de lo que es el contractualismo, explicaremos la postura de John Rawls, quien


es uno de sus principales representantes y de lo cual se basara nuestra exposición. John
Rawls intenta establecer cuáles son los principios de la justicia, sin embargo establece
un elemento fundamental tan importante como el hecho de cómo llegamos a los mismos.
Digamos que John Rawls forma parte de una teoría filosófica llamada contractualismo,
es decir somos los seres humanos los que establecemos a través de un pacto o de un
contrato lo que consideramos es el bien, mal o los elementos fundamentales de una
sociedad. Autores como Hobbes, John Locke y Rousseau entrarían a ser parte de esta
teoría.

Así pues, John Rawls plantea como es que hacemos para decidir cuáles son los principios
de la justicia, así es, que partiendo de eso crea un elemento fundamental llamado el velo
de la ignorancia, el cual sirve para entender o crear los principios de la justicia, debido
a que necesitamos una total imparcialidad. Por lo tanto debemos acudir a esa hipotética
reunión en la cual se decide cuáles son los principios de la justicia, ignorando cuales son
los elementos fundamentales que la definen. Se debe acudir a esa reunión sin importa
la raza, religión, sexo, posición económica, es decir, se debe desconocer cuales son las
categorías, porque si las conoce, en lugar de actuar imparcialmente lo que se hará será
intentar defender los derechos, libertades y a aquellos que forman parte de su colectivo,
siendo esto lo que dificultaría la práctica de esta reunión hipotética.
En segundo lugar, establece cuales son los principios de la justicia, los cuales son dos,
sin embargo, el segundo tiene dos elementos fundamentales. El primer elemento es el
de la LIBERTAD INDIVIDUAL, considerando también que los dos principios de la
justicia están supeditados el uno al otro, es decir que no son dos principios, sino dos
principios jerarquizados. La libertad individual es más importante que la igualdad, la cual
tiene dos elementos fundamentales: la igualdad de oportunidades y la lucha contra la
desigualdad. Finalmente John Rawls plantea que un cierto nivel de desigualdad es
positivo siempre y cuando los que estén peor tengan un nivel social, económico y cultural
suficiente como para tener una vida digna.
Un claro ejemplo para explicar lo mencionado:
 En un salón de clases hay 20 alumnos, 2 de ellos tienen problemas de aprendizaje
¿Se debe gastar el presupuesto educativo en ayudar a que dichos 2 alumnos
puedan alcanzar el rendimiento del resto?
Se plantea el problema si el presupuesto se debe invertir en mejorar el
aprendizaje de esos 2 alumnos mediante tutores especializado, clases privadas,
etc. O se deben implementar clases extracurriculares de música, danza, teatro,
para todos los alumnos.
Rawls nos dice que se debe apoyar a los dos alumnos, porque si bien puede
existir un nivel de desigualdad, los menos favorecidos deben tener un nivel
cultural bueno para poder tener una buena vida.

Posteriormente, después de haber explicado en rasgos generales la postura de John,


pasaremos a enfocarnos en la idea de justicia de Amartya Sen.

El propósito de la obra de Sen es ofrecer una nueva teoría de la justicia que pretende
subvertir, entre otros, el paradigma teórico propuesto hace ya casi cuatro décadas por
John Rawls en su Teoría de la justicia (1971) y que es la base del pensamiento conocido
como liberalismo igualitario. Sen toca los temas entre la filosofía política pura y la teoría
de la elección social, a la cual él mismo ha hecho importantes contribuciones y por las
cuales le fue otorgado en 1998 el Nobel de Economía. Y es quizás esta ventaja
comparativa de Sen, la del manejo simultáneo de los conceptos filosóficos y del lenguaje
y la profundidad analítica de la elección social, la que lo pone en una situación apropiada
para analizar la idea de justicia desde una perspectiva distinta a la de sus predecesores.
La idea central del libro de Sen es que las principales teorías de la justicia de las que
disponemos están centradas en la búsqueda de los principios para una sociedad
perfectamente justa (estado de bienestar para todos) y que, por esa razón, no podemos
echar mano de ellas para solucionar los problemas del mundo inevitablemente
imperfecto en el que vivimos (p. 126). Frente a esta tendencia a la idealización, Sen
aconseja proceder exactamente de forma opuesta: identificar la injusticia, buscar
mecanismos para corregirla y avanzar hacia un estado de cosas que sea más justo,
aunque no lo sea del todo. A su modo de ver, en lugar de una teoría de la justicia
perfecta, lo que nos hace falta es una receta para mitigar la injusticia. Una manera de
analizar el argumento principal es verlo como una respuesta a la pregunta: « ¿Qué es lo
que debemos pedirle a una teoría de la justicia?».

En la idea de justicia, Sen identifica dos tradiciones distintas en el pensamiento filosófico


sobre el concepto de justicia. Por un lado está el institucionalismo trascendental, que
trata de identificar o definir lo que se considera una justicia perfecta así como también
los arreglos institucionales que podrían garantizar su consecución; por otro lado, existe
una línea de pensamiento que analiza la justicia desde un enfoque fundamentalmente
comparativo entre los resultados observados en distintas sociedades (existentes o
potenciales). Esta línea de pensamiento incluye a autores tan dispares como Adam
Smith, Condorcet, Bentham, Marx y John Stuart Mill. De acuerdo con Sen, el análisis
comparativo de todos estos autores parte de una preocupación común: ¿cómo reducir
la injusticia observada?

Una vez hecha esta importante distinción, Sen se alinea abiertamente con la segunda
de estas tradiciones (la “otra”, como le llama, para distinguirla de la tradición intelectual
predominante). Con esta distinción puede comprenderse mejor el punto de partida que
plantea Sen desde el primer párrafo de su libro: “Lo que nos mueve, con razón suficiente,
no es la percepción de que el mundo no es justo del todo, lo cual pocos esperamos, sino
que hay injusticias claramente remediables en nuestro entorno que quisiéramos
suprimir.”
Sen estaba de acuerdo con la segunda tradición, planteando un aspecto fundamental
clave, el cual es: ¿Cómo identificar la injusticia reparable? Para esto es esencial tanto el
concepto de justicia utilizado como la posibilidad de hacer comparaciones entre
diferentes sociedades, es aquí, donde Sen plantea su puntual y contundente crítica al
enfoque de Rawls. La crítica se dirige a dos aspectos esenciales, la factibilidad de
identificar un acuerdo transcendental único y la redundancia de dicho acuerdo.

Con respecto a la primera crítica la explica dando un caso, supongamos que tres niños
discuten sobre la posesión de una flauta; uno de los niños pasó horas construyéndola,
otro es el único que sabe tocarla y el tercero no tiene ninguna posesión. Los argumentos
de cada uno para poseer la flauta se basan precisamente en estos elementos: uno cree
que es justo que se la quede dado que le dedicó tiempo y esfuerzo a construirla, otro
argumenta que la disfrutará más que los demás ya que es el único que sabe tocarla, y
el tercero reclama la flauta para sí por motivos de equidad o necesidad. ¿Quién debe
quedarse con la flauta desde una perspectiva de justicia? Según Sen los utilitaristas,
libertarios e igualitaristas creerían que hay solución inequívoca obvia, aunque muy
probablemente diferían en su respuesta.
Esta imposibilidad para ponerse de acuerdo en un acuerdo trascendental es uno de los
factores por los que Sen cambia de idea a la concepción de la teoría de la justicia.

Sen critica también el enfoque trascendental por su redundancia y, para ello, plantea
una simple analogía, si tratamos de escoger entre un Picasso y un Dalí, de nada sirve
invocar un diagnostico según el cual, la pintura ideal del mundo es, la Mona Lisa. Este
es un aspecto clave de su razonamiento, si estamos tratando de elegir entre dos
situaciones con un cierto grado de injusticia, de que nos sirve saber cuál es el estado
ideal, independientemente de cuál es el concepto de justicia utilizado; es por ello que,
desde esta perspectiva, Sen considera irrelevante el conocimiento del estado ideal en
materia de justicia, incluso aún si fuese posible identificarlo lo cual como ya se ha dicho,
podría resultar imposible.

Por último, Sen critica a las teorías sobre la justicia que como sucede con las de Rawls
o Dworkin, quienes se concentran principalmente en la retribución de bienes o recursos
básicos, desdeñando el fomento de las capacidades humanas.
Con todo esto Sen cree que muchas de estas teorías se encuentran imbuidas de una
racionalidad instrumental, y el mayor problema es que ignoran las diferencias
interpersonales. En opinión de Sen, proporcionar iguales recursos a personas distintas
no significa empoderarlas con igualdad, pues esto no contribuye a potenciar igualmente
sus capacidades. Lo justo sería prevenir todos esos males que limitan sus capacidades,
tales como la pobreza o la falta de educación, la falta de servicios médicos o la
prevención de desastres naturales.
Por otro lado tenemos la postura de Martha Craven Nussbaum quien es
una filósofa estadounidense.

 Nussbaum reconoce que la teoría de Rawls es la más poderosa e influyente del


siglo XX, y también reconoce que la teoría de Rawls difiere de todas las
concepciones previas del contrato social en dos aspectos cruciales:
o En primer lugar, Rawls toma distancia de la tradición de los derechos
naturales al no atribuir derecho alguno a las personas en el estado de
naturaleza
o La segunda diferencia que señala Nussbaum guarda relación con el papel
que juegan los elementos morales en el procedimiento contractual.
 Nussbaum examina aquellos problemas no resueltos por la tradición
contractualista.
o los temas de la discapacidad y la deficiencia, esto es el problema de que,
en la posición negociadora, las mujeres, niños y personas mayores son
excluidos. También quedan excluidos dentro de la tradición del contrato
social las personas con graves deficiencias físicas y mentales.
o el segundo problema del contractualismo: el de la nacionalidad. En este
punto, explica la autora, el modelo del contrato sirve para construir una
sociedad que se pretende autosuficiente y no, como es el caso actual,
interdependiente respecto a otras sociedades, de manera que el modelo
contractual sería incompatible con el fenómeno de la globalización.
o El tercer problema con el enfoque contractualista tiene que ver con la
pertenencia de especie. Resulta que cuando reflexionamos sobre un
concepto de justicia global, pensamos en que podemos extender nuestra
teoría de la justicia desde un punto de vista geográfico con el objetivo de
incluir a la mayor cantidad de seres humanos. ¿Hemos pensado en
extender nuestras teorías sobre la justicia más allá del reino humano?
¿Acaso podemos extender nuestras teorías sobre la justicia al reino de los
animales no humanos? Por lo demás también deberíamos tener en
consideración formas de vida vegetales
 Frente al contractualismo, Nussbaum defiende el enfoque de las capacidades que
posee una estructura teórica básica diferente.

Otro de los puntos importantes que establece Nussbaum son los límites de la justicia en
la teoría contractualista, los cuales consiste en exposiciones críticas con el
contractualismo que luego se desenvuelven en pequeñas explicaciones de su revisión
del enfoque de las capacidades entendidas como derechos.

Martha Nussbaum resume las diferencias entre su concepción de las capacidades y las
de Sen. “Sen centra el enfoque en una evaluación comparativa de la calidad de vida,
aunque también le interesan las cuestiones de justicia social. Yo lo he usado, en cambio,
como base filosófica para una teoría de los derechos básicos de los seres humanos que
deben ser respetados y aplicados por los gobiernos de todos los países, como requisito
mínimo del respeto por la dignidad humana”.
En su libro “La frontera de la justicia” se basa en tres aspectos concretos: Derechos
relacionados con las personas incapacidades física o mentalmente, Derechos de los
países no desarrollados y pobres en relación con los desarrollados y Derechos de los
animales, los cuales pasaremos a explicar a continuación:

El contractualismo es excluyente porque no considera la situación real de determinados


individuos que no participan en una situación de equivalencia de poderes o capacidades,
tal es el caso de niños, mujeres y personas incapaces. Ya que en el pensamiento
contractualista establece que en ese contrato social los únicos sujetos capacidad de
regirse a sí mismo lo que excluye a niños y mujeres, esta forma de pensar lleva a
Nussbaum a criticar el pensamiento de Rawls, en la medida que para él esa forma de
contrato social se sustenta en una forma de cooperación , que busca ventajas reciprocas,
sin embargo Martha Nussbaum considera que no es cierto, pues no es posible considerar
que ciertos individuos puedan recibir ciertas ventajas porque todos están en un plano
de equivalencia, debido a que se estaría excluyendo a personas con incapacidad física y
psicológicamente.

Los sujetos que participan en ese contrato social son los que crean los derechos y se los
autoatribuyen, entonces si las personas incapaces no participan realmente de ese
contrato social, no se le atribuye el derecho como tal, esa es la razón por la cual el
derecho en muchos estados es excluyente y discriminativo con las personas que
adolecen de discapacidades.

Similiar es la situación con los estados modernos en la medida que los estados
desarrollados son excluyentes con los países más pobres, ya que no es posible considerar
que exista un contrato supraestatal en la que todos los estados participen de forma
equivalente porque al final de cuentas existen estados con deficiencias materiales que
no pueden estimarse como equivalente con los estados desarrollados.

La última parte del libro explora la extensión de la justicia para los “animales no
humanos”. Desde que quedó obsoleta la idea cartesiana de los animales como meras
máquinas y se ha demostrado la capacidad emocional de algunos de ellos, la
dignificación del trato a los no humanos ha sido objeto de debate.
Nussbaum ha decidido usar el método singeriano de la imaginación comprensiva para la
producción de enunciados normativos en relación con la extensión de la justicia a la vida
animal. Afirma que es posible extender el concepto de dignidad a la existencia animal
cuando consideramos toda vida sensitiva como algo bueno en sí. Entonces, la interacción
de los seres humanos con los animales podría lograr que estos tuviesen una vida
congruente con sus específicas capacidades de funcionamiento.

Como conclusión y opinión final del grupo, pudimos darnos cuenta que Igualdad y
equidad son términos muy cercanos. Tanto que muchas veces se usan indistintamente.
No obstante este uso es incorrecto. Igualdad hace referencia al trato o las condiciones
iguales para todos. La igualdad se trata de pedir o dar exactamente lo mismo a todas
las personas, sean o no iguales. Esto muchas veces genera situaciones injustas para
alguna de las partes involucradas. La equidad, por otra parte, busca que exista justicia
dentro de la igualdad, por decirlo así. Por ejemplo, si se implementa la igualdad entre
todos los componentes de una sociedad se estaría hablando de una sociedad injusta.
Esto debido a que no se estarían tomando en cuenta las diferentes capacidades de cada
uno de sus miembros. La equidad, por lo tanto, supone un trato desigual entre
desiguales que garantice condiciones más justas para todos. La igualdad plantea una
situación de equivalencia completamente proporcional, además, implica una repartición
justa de obligaciones y derechos. Hablar de igualdad implica hablar de un principio
jurídico universal que establece que todas las personas son iguales, que no existen
diferencias en el valor sin importar la raza, nacionalidad, género, preferencias sexuales,
edad y otros.
En conclusión Equidad e Igualdad son dos principios estrechamente relacionados,
pero distintos. La Equidad introduce un principio ético o de justicia en la Igualdad, nos
obliga a plantearnos los objetivos que debemos conseguir para avanzar hacia una
sociedad más justa. Una sociedad que aplique la igualdad de manera absoluta será una
sociedad injusta, ya que no tiene en cuenta las diferencias existentes entre personas y
grupos. Y, al mismo tiempo, una sociedad donde las personas no se reconocen como
iguales, tampoco podrá ser justa.

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