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EMOCIÓN

Trans-disciplinas de la emoción literaria


Víctor E. Bermúdez

A veces, filosofía, neurociencia y literatura vibran con una misma pulsación.


En Looking for Spinoza: Joy, Sorrow and the Feeling Brain (2003), Antonio Damasio
concibe a las emociones como fuente de conciencia y propone una distinción entre
«sentimientos» y «emociones». Esta estructura de la experiencia emocional pro-
viene de su labor clínica, en la que observaba que cuando sus pacientes perdían la
habilidad para expresar una emoción determinada, dejaban por ello de experimen-
tar el sentimiento correspondiente. Lo contrario, sin embargo, no ocurría: algunos
pacientes que perdían la capacidad para experimentar sentimientos podían aún
expresar las emociones relacionadas, por lo que Damasio deduce que la emoción
precede al sentimiento (2003: 6). Al mismo tiempo, plantea también una subcate-
gorización entre emociones primarias y secundarias que atiende a la universalidad o
individualidad con la que las emociones se presentan en los seres humanos. Por un
lado, las emociones primarias —hasta ahora las más fructíferas para los estudios
neurocientíficos— serían aquellas en las que se piensa inmediatamente cuando
se habla de emociones y sobre las que existe un consenso generalizado entre las
distintas culturas; se cuentan entre ellas el miedo, la sorpresa, la ira, la tristeza o la
felicidad. Por su parte, entre las emociones secundarias —también llamadas «so-
ciales»— se hallan la simpatía, la vergüenza, el orgullo, la culpabilidad o la admi-
ración; en estas «todo un conjunto de reacciones regulatorias junto con elementos
presentes en las emociones primarias puede identificarse como subcomponentes de
las emociones sociales en una variedad de combinaciones» (Damasio, 2003: 45).
Esta clasificación de las emociones bien constituye el primer paso de un tipo de
estudio literario que rastrea en la «conciencia del yo lírico» la manifestación afec-
tiva del sujeto; frecuentemente la poesía se funda en la expresión de un «yo lírico»
que es objeto de las emociones primarias de Damasio. Sin embargo, algunos teó-
ricos literarios consideran que el sujeto lírico no es únicamente la expresión de una
emoción individual y privada, sino que da forma a sentimientos universales que se

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#NODOS

inscriben en lo que denominamos convencionalmente «afectos». Con todo, no deja


de resultar interesante que la estructura de las emociones de Damasio responda
a cuestiones de carácter sociológico, antropológico y filosófico, trascendiendo el
determinismo biológico y refrendando la idea de que la experiencia emocional se
nutre del contexto y de la complejidad de las interacciones humanas.
Recorrer el trayecto en dirección inversa también es necesario. En The Meaning
of the Body (2007), Mark Johnson aborda distintas dimensiones del significado a
partir de la relación que el cuerpo humano establece con el espacio. Heredera de
la pragmática estadounidense del siglo XIX, la perspectiva de Johnson es la de
una filosofía del lenguaje que se sirve de herramientas cognitivas, neurobiológicas,
fenomenológicas, lingüísticas y psicológicas. El interés que guía al filósofo es exa-
minar los procesos de la generación de significado a partir de la interacción que
el ser humano tiene con el medio que lo rodea, y las consecuentes implicaciones
que ello conlleva en su desarrollo psicológico, lingüístico, emocional y estético.
Johnson plantea que el significado rebasa el anclaje meramente lingüístico y es más
profundo que los conceptos mismos. Defiende que la dicotomía entre lo emocional
y lo cognitivo —entendido en términos de racionalidad, es decir, de significado
conceptual y proposicional— impide valorar el peso que tiene la experiencia emo-
cional en la generación de sentido.
Mark Johnson parte del sugerente principio de que «no existe cognición sin
emoción» (2007: 9) y desde este argumento elabora su teoría del significado encar-
nado, que contradice la idea de que el significado se fundamente en un entrecru-
zamiento consciente de conceptos y proposiciones que siguen secuencias de com-
plejidad lógica o lineal. En cambio, se interesa por los aspectos no conscientes —el
término «inconsciente» se excluye deliberadamente de su nomenclatura— median-
te los cuales las personas dan sentido a las diversas dimensiones de la existencia.
De hecho, la perspectiva estético-cognitiva de Johnson tiene en cuenta que las
emociones «están en nosotros y en el mundo al mismo tiempo» (2007: 67), por lo que
estas devienen uno de los mecanismos fundamentales con los que nos mantenemos
en contacto con el medio que nos rodea. Gracias a la relación que se establece entre
el sujeto y el mundo mediante la experiencia emocional, a la capacidad de esta para
hacernos reaccionar a los estímulos, a su cualidad de agente de evaluación de con-
textos y a su facultad para transformarnos a cada uno, las emociones se convierten
verdaderamente en fuente de sentido.

Emoción literaria
También en la literatura la emoción genera significado y es antesala de la acción.
Los estudios sobre la presencia de la emoción en la literatura pueden distinguirse
entre los que abordan la experiencia del lector de una determinada obra y los que

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EMOCIÓN
investigan la naturaleza de la emoción que el autor representa literariamente. Lo
que organiza las distintas concepciones de los estudios sobre la relación emoción-li-
teratura son la experiencia lectora y la inscripción de la emoción en los textos literarios.
En ambos casos se desglosan numerosos objetos de estudio específicos y estrategias
metodológicas que requieren atención una por una. Se abre, por ejemplo, la posi-
bilidad de realizar experimentos con múltiples lectores simultáneamente —fami-
liarizados o no con las obras—, hacer seguimiento de ojos (eye tracking) durante
la lectura, observar la sudoración o la gesticulación durante la lectura de un texto
erótico o grotesco. El contenido altamente excitante e irreverente de obras como La
Philosophie dans le boudoir o Justine (Marqués de Sade) se convierte en una fuente de
estímulos que da lugar a prácticas metodológicas y disciplinares muy diversas. Por
otro lado, las aproximaciones a la hermenéutica textual han proporcionado herra-
mientas de análisis del discurso pasional por parte de la lingüística y de la semiótica.
Así, Jacques Fontanille & Algirdas Julien Greimas (1991) desarrollan una taxono-
mía de las emociones y sus manifestaciones en la escritura. Ejemplo de estudios
aplicados desde esta perspectiva es «Passions et émotions» (1999), donde Fontanille
aborda La Princesse de Clèves, de Madame de Lafayette, incorporando considera-
ciones fenomenológicas y psicoanalíticas al análisis del léxico afectivo. Fontanille
se interesa por estructuras semánticas y sintácticas que producen efectos afectivos,
ve la emoción como un articulador de la progresión de la historia y considera que
si la pasión se opone a algo no es a la razón, sino a la acción (Fontanille, 1999: 66).
En el estudio de las emociones desde la perspectiva de la poética cognitiva des-
tacan las investigaciones del teórico literario Patrick C. Hogan. What Literature
Teaches Us About Emotion (2011) reviste el interés de adentrarse en herramientas
neurocognitivas desde la crítica y la teoría literaria, con el propósito de identificar
los recursos verdaderamente extrapolables desde las neurociencias al análisis litera-
rio. Su reflexión acerca del papel de la literatura en el estudio empírico de los senti-
mientos, sobre las definiciones neurocognitivas de «emoción» que poseen realmen-
te una rentabilidad teórico-literaria y su articulación de una teoría de las emociones
que enfatiza la concreción perceptiva —tanto directamente sensorial como imagi-
nativa— constituyen un esfuerzo por acercar metodologías y terminologías inter-
disciplinares en torno al suceso emocional. Tanto el acercamiento a la experiencia
lectora como a la hermenéutica textual tienen en común una profunda vocación
interdisciplinar, en algunos casos metodológicamente complementaria. Hogan se
interesa por emociones sociales e individuales y, si bien reivindica el estudio tex-
tual frente al experimental, subraya que «el punto aquí no es en absoluto descartar
tal investigación, sino más bien sugerir que el estudio interpretativo centrado en
los textos literarios es al menos tan importante como esta. De hecho, si acaso, es
más importante, ya que es más fundamental y sus consecuencias son más amplias»
(Hogan, 2014: 5). Así, Hogan opta por analizar emociones concretas en obras

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#NODOS

específicas, por ejemplo el amor romántico en la poesía de Safo, Li Ch’ing-Chao


y Shakespeare (Romeo and Juliet); pero también la alegría en farsas y comedias y la
pena como emoción originaria de la literatura, en la obra de Shakespeare (Hamlet)
y Kobayashi Issa; aborda la culpa, la vergüenza y los celos en Wole Soyinka y en
Shakespeare (Macbeth y Othello); y explora el apego y sus interrelaciones con el dis-
gusto en Rabindranath Tagore.
Concebida en toda su amplitud, la emoción literaria ofrece una gran pluralidad
de posibilidades de estudio inter y transdisciplinar, ya que en ella confluyen pers-
pectivas científicas, filosóficas y literarias sobre la complejidad de la cognición hu-
mana. Cómo explorar las reglas que organizan la sintaxis de las operaciones cogni-
tivas ideando nuevos métodos en centros científicos y humanísticos es el horizonte
que se abre ante nosotros. Extraviar el conocimiento en los nidos del espasmo.

#referencias
Damasio, Antonio. Looking for Spinoza: Joy, Sorrow and the Feeling Brain. Harcourt. 2003.
Fontanille, Jacques. Sémiotique et littérature: essais de méthode. PUF. 1999.
Greimas, Algirdas-Julien & Fontanille, Jacques. Sémiotique des passions. Des états de choses aux
états d’âme. Éditions du Seuil. 1991.
Hogan, Patrick Colm. What Literature Teaches Us about Emotion. Cambridge University Press.
2011.
Johnson, Mark. The Meaning of the Body: Aesthetics of Human Understanding. University of
Chicago Press. 2007.

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