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Cátedra de Fisiología
2021
ÍNDICE GENERAL
CAPÍTULO 3. Eritropoyesis……………………………………………………………..20
CAPÍTULO 6. Leucocitos………………………………………………………………….58
BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………………………….....138
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CAPITULO 1
LIQUIDOS CORPORALES
Los líquidos corporales (LC) son soluciones: el agua constituye el solvente, mientras que variadas
sustancias inorgánicas y orgánicas actúan como soluto. Ambos, solutos y solvente, conforman una
estructura dinámica, en continuo intercambio y movimiento, con características propias para cada
componente.
El agua es el componente más importante del cuerpo, representando entre el 45% y el 75% del peso
corporal de un individuo (45% = 45 litros / 100 kg). Este amplio rango sugiere que en un individuo
particular, el contenido de agua puede ser muy variable. El contenido de agua individual es
estrictamente controlado y permanece prácticamente constante a pesar de las fluctuaciones que
existen en su ingestión. Si se ingiere 1 litro de agua (u otra bebida), el sistema de control determina
que el exceso sea eliminado en un plazo de aproximadamente 2 horas mediante la emisión de mayor
volumen de orina.
Los variados tejidos presentan diferentes fracciones de agua. La fracción acuosa en elevada en
sangre, riñones, pulmones y músculos. La fracción acuosa es mucho menor en el tejido óseo y el
adiposo. El aumento progresivo del peso corporal en relación con el aumento del contenido de grasa
determina que la fracción de agua con relación al peso vaya disminuyendo debido a la relativa
“sequedad” del tejido graso y la incorporación de menos agua por unidad de peso. Por lo expuesto,
cuanto más obeso es el individuo, menor es su contenido relativo de agua, y viceversa.
Los LC están distribuidos en tres compartimientos, los denominados compartimientos líquidos del
cuerpo: 1) compartimiento o líquido extracelular (LEC), 2) compartimiento intracelular (LIC), y 3)
líquidos transcelulares. LEC y LIC están separados por la membrana celular.
El LEC es aquella porción de los líquidos corporales ubicada anatómicamente por fuera de las
células. Comprende una fracción en contacto directo con las células, llamada líquido intercelular o
intersticial (LINT), y otra confinada al interior del sistema cardiovascular formando parte de la
sangre, llamada plasma sanguíneo (PS). El LIC constituye el líquido donde ocurren las principales
reacciones metabólicas del organismo.El LINT (aproximadamente 16% del peso corporal) constituye
el medio externo para las células, estando en íntimo contacto con ellas. Debe poseer, por lo tanto, las
sustancias alimenticias y el oxígeno (y otras muchas sustancias) que las células necesitan para
mantener su metabolismo.
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Este medio externo para las células no constituye, sin embargo, el medio externo para el individuo
(aire atmosférico para los humanos y muchos animales terrestres, agua para los peces). Para
diferenciarlos, el LINT ha sido denominado por Claude Bernard, medio interno. Su función es tan
importante, que el organismo mantiene la concentración de muchos de sus componentes (glucosa,
Na+, K+, urea, O2, CO2, H+, etc.) dentro de límites estrechos. Una de las funciones más importantes
del cuerpo es mantener esa constancia del medio interno, que se logra mediante la existencia de
delicados mecanismos de control que han sido denominados mecanismos homeostáticos porque
realizan la homeostasis (mantenimiento de condiciones estables) del compartimiento extracelular.
El LINT y el PS están separados por la pared vascular. Se ponen en contacto a nivel de la pared de
vasos especiales, llamados capilares sanguíneos, denominándose membrana capilar, lo que
permite el intercambio de algunos de sus componentes. LINT y PS difieren principalmente en la alta
concentración de proteínas (7-8 g/dl) presente en el plasma; mientras que no se diferencian
mayormente en su composición electrolítica, ya que los electrolitos y el agua son difusibles a través
de la membrana capilar. Esta membrana es mucho menos permeable para las proteínas,
especialmente las de elevado peso molecular, lo que explica la mayor concentración de las mismas
en PS. La mayor concentración de proteínas en el PS resultante y la existencia de la membrana
capilar bastante impermeable a ellas crean un importante efecto osmótico (presión oncótica o
coloidosmótica), de enorme importancia en fisiología circulatoria. Las proteínas que escapan del PS
hacia el LINT son devueltas al PS a través de la linfa, otra porción del LEC que cumple esa
importante función, entre otras. Los líquidos transcelulares representan una fracción especializada del
LEC que incluye a los líquidos céfalo-raquídeo, interpleural, sinovial, intraocular, y peritoneal. Los
volúmenes de estos líquidos en relación con el peso corporal son despreciables.
El agua es el componente más abundante de los líquidos corporales. De manera simplificada, puede
decirse que 1/3 de dicho elemento es extracelular, formando el solvente del LEC, mientras que los 2/3
restantes forman el LIC. En general, el 40% del agua total corresponde al agua del LIC, mientras
que el 20% corresponde a la del LEC. A su vez, el 80% del LEC corresponde al LINT, mientras que
el 20% restante corresponde al PS. (Fig.1)
Figura 1. Relación entre los volúmenes de los principales compartimientos líquidos del organismo,
calculados para un individuo de 70 Kg.
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2. Determinación del volumen de los compartimientos líquidos
El agua corporal total (LIC + LEC) y el volumen de PS y LEC pueden ser medidos en el hombre y
animales de experimentación con diversos grados de precisión mediante el método de dilución. El
LINT se calcula como la diferencia entre LEC y PS; y el LIC, como la diferencia entre agua corporal
total y LEC.
El método de dilución consiste en agregar una cantidad establecida de una sustancia no tóxica a un
compartimiento líquido en el que se distribuya uniformemente y del que no escape (o del que se
pueda determinar la cantidad que escapa o es metabolizada). Cuando una sustancia (marcador) se
introduce en un volumen determinado de líquido, la concentración que alcanza dicha sustancia una
vez que se ha distribuido uniformemente en el líquido depende de la cantidad de sustancia inyectada
y del volumen en el cual ésta se distribuye.
La composición iónica de los líquidos corporales debe ser expresada en mEq/l. De esta forma, la
suma de las concentraciones de los cationes es igual a la de los aniones y las soluciones son
eléctricamente neutras.
El LIC posee altas concentraciones de K+ y fosfato, moderadas de Mg2+ y sulfato, y bajas de Na+, Cl-
y HCO3-. El contenido intracelular de proteínas es tres veces superior al del PS.
El LEC posee altas concentraciones de Na+, Cl- y HCO3- y bajas concentraciones de K+, Ca2+, fosfato,
sulfato, Mg2+ y aniones orgánicos. El PS es rico en proteínas, aunque presenta menor concentración
de las mismas que el LIC. Estas son las principales determinantes de la presión coloidosmótica de
PS, que se opone a la pérdida de líquido intravascular a través de la pared capilar.
El LINT es un ultrafiltrado del plasma. Mientras que un simple filtrado de plasma no posee células
sanguíneas; un ultrafiltrado, además, no posee proteínas. Aunque el LINT no está enteramente
desprovisto de proteínas, su concentración es muy baja en relación con la del plasma. Esta baja
concentración es mantenida por la función del sistema linfático.
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4. Concepto sobre equilibrio y estado estacionario
El equilibrio es una situación estable hacia la cual se mueve un sistema de forma pasiva, en
ausencia de fuerzas externas. Este estado se logra sin que ningún mecanismo externo promueva el
cambio de un parámetro. El valor del parámetro se dirigirá hacia donde alcance el equilibrio sin
consumir energía. Por ejemplo, existe equilibrio osmótico entre las células y el líquido extracelular
debido a la alta permeabilidad de las membranas celulares al agua. El agua fluye libremente entre los
dos compartimentos equilibrando la osmolaridad en ambos lados.
El estado estacionario (o estable) indica que las propiedades de un sistema no cambian con el
tiempo. El estado estacionario no indica necesariamente el estado de equilibrio y su mantenimiento
puede requerir gasto energético. Por ejemplo, existe tendencia al ingreso de Na+ hacia las células a
favor de los gradientes de concentración y eléctrico; por lo que las células utilizan energía en forma
de ATP para bombear hacia el LEC el Na+ ingresado, a fin de mantener el estado estacionario con
respecto a otros iones.
Los principales solutos osmóticos del LEC son el Na+ y sus aniones, Cl- y HCO3-, mientras que los del
LIC son K+, Mg2+, fosfatos orgánicos y proteínas. Estos solutos son llamados “impermeables” pues
son mantenidos en distintas concentraciones a ambos lados de la membrana celular por tamaño
molecular, carga eléctrica o transporte activo.
Existen dos relaciones básicas que afectan el movimiento de agua entre los compartimientos líquidos
del cuerpo:
1) los distintos compartimientos líquidos están en equilibrio osmótico, por lo que la osmolaridad de
LIC, LINT y PS son casi iguales, con un valor aproximado de 300 mOsm/lt. Un cambio en la
osmolaridad a nivel de cualquiera de estos compartimientos provoca un movimiento de agua que
restaura el equilibrio osmótico. Tal movimiento ocurre con gran rapidez debido a la alta permeabilidad
al agua de las membranas que separan a los compartimientos;
2) si se gana o pierde agua, cada compartimiento pierde agua en forma proporcional a su volumen,
de manera tal que, en estado estacionario, todos los compartimientos líquidos presentan la misma
osmolaridad.
LIC y LEC son isosmóticos. Sin embargo, la tercera parte del agua corporal se encuentra en el LEC y
las dos terceras partes restantes en el LIC. Esto sólo es posible si la cantidad de sustancias
osmóticamente activas presentes en el LIC es el doble de las presentes en el LEC. El volumen y la
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concentración de los líquidos corporales cambian cuando lo hacen los contenidos acuoso o iónico de
esos líquidos.
Es importante recordar el concepto de ósmosis, que refiere al movimiento de agua a través de las
membranas celulares, desde el compartimiento con menor concentración hacia el compartimiento con
mayor concentración de solutos. Si se tiene en cuenta que las membranas celulares son
semipermeables, podemos considerar que sólo el agua se moverá a través de ellas con el fin de
igualar la osmolaridad entre LEC y LIC. Siempre que exista una alteración a nivel del volumen o a
concentración de un compartimiento, el primero en verse afectado será el LEC (por ejemplo, ingesta
de agua). El LIC, responderá a los cambios del LEC en segunda instancia, cediendo o incorporando
agua para, como fue dicho anteriormente, intentar lograr el equilibrio osmótico con el LEC.
A continuación, detallaremos las situaciones que pueden modificar el volumen y/o concentración del
LEC y analizaremos cómo responde el LIC para lograr el mantenimiento de la isoosmolaridad entre
ambos compartimientos. Esto no siempre se logra, y mecanismos compensatiorios deben
desarrollarse al fin de lograrlo. Es importante tener en cuenta que los estados de
sobrehidratación/deshidratación iso/hiper/hipoosmótica hacen referencia al estado final del LEC luego
de que se ha producido el desequilibrio entre los compartimientos líquidos del organismo.
c) Efecto de la adición de solución salina hiperosmótica (ganancia neta de soluto impermeable): una
solución de ClNa al 3%, por ejemplo, es una solución hiperosmótica. Su administración por vía
endovenosa o su ingestión (por ejemplo, agua de mar) determina retención de soluto
impermeable en el LEC y, por lo tanto, aumento de su osmolaridad. Esta hipertonía extracelular
ejerce un poderoso efecto osmótico, que produce pasaje de agua desde el LIC, con disminución
de su volumen (deshidratación celular) y aumento de su osmolaridad hasta equilibrar a la del LEC.
Los efectos finales de la adición de soluto impermeable son, por lo tanto, hiperosmolalidad de
LEC y LIC, con disminución del volumen del LIC y aumento del correspondiente al LEC. A esta
situación se la conoce como sobrehidratación hiperosmótica. Esta situación acarrea un riesgo
importante por la deshidratación celular (es decir, disminución del volumen del LIC) que induce,
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especialmente a nivel del SNC, y puede producir la muerte en niños (muerte infantil por
envenenamiento con ClNa).
e) Efecto de la pérdida de ClNa: la pérdida de ClNa del LEC sin disminución proporcional de agua
(por ejemplo, en la insuficiencia adrenal por enfermedad de Addison) resulta en la transferencia
neta de agua desde el LEC hacia el LIC. Esto sucede porque se pierde una gran cantidad de
solutos del LEC, quedando este compartimiento hiposomótico con respecto al LIC. Por lo tanto, el
agua se moverá desde LEC a LIC, disminuyendo el volumen del LEC y aumentando el del LIC.
Finalmente, ambos compartimientos tendrán disminuida la osmolaridad. A este evento se lo
conoce como deshidratación hipoosmótica.
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CAPITULO 2
GENERALIDADES DEL SISTEMA SANGUÍNEO y
HEMATOPOYESIS
Las células de los diversos tejidos del cuerpo precisan del continuo aporte de oxígeno y de nutrientes
para cumplir con sus fenómenos vitales. Precisan, además, liberarse de los productos de desecho
metabólico. Realizan, por lo tanto, un importante intercambio con su medio externo inmediato, el
LINT. Este debe proveer las sustancias requeridas para el funcionamiento celular y poder eliminar las
excretas celulares, sin sufrir modificaciones importantes en su composición (constancia del medio
interno). Para satisfacer estas necesidades, el LINT realiza un vital intercambio con otra porción del
medio interno, llamada sangre, que le aporta el oxígeno y los nutrientes (además de otras sustancias
con funciones diferentes) y remueve el dióxido de carbono y otras sustancias producidas durante el
metabolismo celular. Este intercambio se realiza a través de la pared endotelial de los capilares del
sistema aórtico (vasos de intercambio). La sangre es, por lo tanto, la porción del medio interno
confinada anatómicamente al sistema cardiovascular que cumple en el organismo importantes
funciones de transporte entre sus diferentes regiones. La sangre puede ser considerada como un
verdadero sistema, pues es la responsable del transporte de distintos elementos celulares con
funciones diferentes, así como de sustancias presentes en el plasma, también con funciones
diferentes. Este sistema es enteramente dependiente para cumplir sus funciones de las
correspondientes al sistema circulatorio. Ambos actúan en forma conjunta, ya que ninguno puede
cumplirlas en ausencia del otro.
1. Volemia
El volumen total de sangre que posee un individuo recibe el nombre de volemia, el que puede ser
determinado mediante el método de dilución ya citado en el capítulo anterior.
Como la sangre está constituida por dos fracciones, las células sanguíneas y el plasma sanguíneo,
la volemia representa la suma del volumen ocupado por las células (volemia globular,
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principalmente eritrocitaria por ser los eritrocitos las células más abundantes) y el correspondiente al
plasma (volemia plasmática).
La determinación más exacta de la volemia se obtiene cuando son determinadas en forma separada
la volemia globular (empleando eritrocitos marcados con Cr51 o Fe59) y la volemia plasmática
(utilizando RI131SA), sumándose luego los valores obtenidos.
La volemia guarda cierta relación con el peso corporal: los individuos más grandes poseen más
sangre que los pequeños. Por tal razón, es común expresar su valor en ml/kg, lo que permite
comparaciones entre diversos individuos. El valor de la volemia muestra diferencia sexual
(diferencia entre sexos) y se muestra en la tabla 1:
SEXO VG VP VOLEMIA
masculino 30,5 43,5 74,0
femenino 23,5 43,5 67,0
Tabla 1. Valores promedio de volemia en humano determinada mediante método de dilución. Los valores son
expresados en ml/kg de peso corporal. VG = volemia globular; VP = volemia plasmática
La volemia, sin embargo, y especialmente la volemia globular, es más una función de la masa magra
que del peso corporal. La masa magra representa la masa total del cuerpo menos el LEC, los
depósitos grasos y las sales minerales. La masa magra representa el principal tejido orgánico que
consume oxígeno. Como la función primaria de los eritrocitos es el transporte de ese gas, se ha
establecido una correlación entre el vehículo transportador del gas y la demanda celular del mismo. Si
los valores de VG son expresados en relación con la masa magra, se observa tendencia a la
desaparición de la diferencia sexual, pues la masa magra es mayor en el hombre que en la mujer.
El valor de la volemia tiende a mantenerse constante, normalizándose con rapidez cuando son
administrados líquidos por vía oral o endovenosa. Cuando la VG disminuye, como en las anemias, el
plasma aumenta para mantener el valor de la volemia. Lo contrario ocurre cuando VG aumenta,
aunque en este último caso el descenso de plasma sólo puede alcanzar un límite compatible con la
máxima viscosidad aceptable para la sangre (la hiperviscosidad dificulta su circulación, acción
fundamental para sus funciones).
La sangre es un líquido rojo constituido por diversos tipos celulares suspendidos en un líquido
complejo de color ambar llamado plasma sanguíneo. Su densidad varía entre 1,050 y 1,060 g/ml, la
que depende del número de células sanguíneas suspendidas y de la composición del plasma. La
viscosidad de la sangre, que constituye una medida de la resistencia al flujo, es 3,5-5,5 veces la del
agua; aumenta cuando lo hace el número de células o el de moléculas de elevado peso molecular en
el plasma.
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La sangre extraída de los vasos sufre un proceso denominado coagulación, que es evitado por el
agregado de algún anticoagulante. En estas condiciones, puede separarse el plasma de las células
mediante centrifugación en un tubo apropiado, ubicándose las células en la parte inferior del mismo y
el plasma en la superior. Si se permite la coagulación de la sangre, el coágulo formado se retrae
después de un cierto tiempo, exudando un líquido llamado suero. Su composición es similar a la del
plasma, con la diferencia de no poseer fibrinógeno y otros factores de la coagulación que han
sido consumidos durante el proceso. El suero contiene trombina, que no se encuentra en el plasma.
Las células sanguíneas pertenecen a tres tipos diferentes, con funciones también diferentes: son los
glóbulos rojos (eritrocitos, hematíes), los glóbulos blancos (leucocitos) y las plaquetas.
Dos de las características citadas, la vida media limitada y la incapacidad proliferativa, hace necesaria
la existencia de poblaciones celulares más indiferenciadas cuya función es generar células maduras
de cada clase. Estas poblaciones celulares constituyen las denominadas células poyéticas o
generadoras. Así, las células eritropoyéticas son aquellas cuya capacidad proliferativa y madurativa
genera eritrocitos maduros, mientras que células leucopoyéticas son aquellas que generan leucocitos.
Todo el sistema de poblaciones celulares que generan células sanguíneas recibe el nombre de
sistema de células hemopoyéticas.
3. Hematopoyesis
Las células sanguíneas son células maduras que han perdido la capacidad de proliferar (con
excepción del linfocito) y que poseen una vida limitada, variable según el tipo celular específico. Por
lo tanto, debe ocurrir una formación continua de las mismas en una magnitud tal que sea capaz de
reemplazar a las células que se pierden por senescencia (fin de la vida determinado genéticamente)
con el objeto de mantener una concentración constante en la sangre. La magnitud de formación debe
ser regulada para satisfacer otras demandas del organismo además de la impuesta por la
senescencia. El proceso de formación, desarrollo y maduración de células sanguíneas recibe el
nombre de hematopoyesis o hemopoyesis y se encuentra constituido a su vez por otros procesos
de formación de tipos celulares específicos como son la eritropoyesis, la granulopoyesis y la
megacariocitopoyesis. Como las células maduras de la sangre sólo pueden provenir de otras células
mediante procesos de transformación, la hematopoyesis involucra a un conjunto de células,
denominadas células hematopoyéticas, que constituyen al sistema hematopoyético.
Las células hematopoyéticas están concentradas en la médula ósea roja de vértebras, pelvis,
esternón, costillas, huesos del cráneo y porciones proximales de húmero y fémur (Figura 2).
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Figura 2. Distribución de la médula ósea roja en el humano.
El resto del esqueleto contiene la denominada médula amarilla o grasa, en la que abundan los
adipocitos. Cuando la demanda para la producción de células sanguíneas aumenta en forma
moderada, la distribución topográfica de la médula roja no varía, aumentando solamente en ella la
concentración de células hematopoyéticas. Cuando la demanda es severa, la médula roja se extiende
por los huesos de las extremidades, variando así la distribución topográfica. En ciertas condiciones, la
médula es invadida por células tumorales o tejido fibroso, que impiden su función normal.
Estos son:
a) Diferenciación: constituye un cambio en la expresión genética de una célula, producto de una de-
represión genética (Ej: cambio de una célula que no sintetiza hemoglobina por tener reprimido el gen
que dirige esa síntesis a otra que sí sintetiza el compuesto, al cesar la represión genética que
operaba sobre aquella). La diferenciación es un cambio cualitativo.
b) Maduración: constituye el conjunto de cambios que ocurren en una célula en función del tiempo a
partir de un evento de diferenciación. Constituye un cambio cuantitativo que resulta en el
establecimiento de una estructura en edades de la población celular (Ej.: en el caso anterior, la
célula madura al aumentar su contenido en hemoglobina y sufrir otros cambios asociados a ella; el
eritroblasto es más maduro que el proeritroblasto por los cambios que ha sufrido éste en función del
tiempo).
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c) Proliferación: implica un incremento del número de células dentro de una población como
consecuencia de mitosis.
d) Amplificación: implica el incremento del tamaño de una población celular durante una etapa de
maduración.
Las células madre totipotentes pueden dar origen a un organismo completo. Es decir,
pueden formar todo los tipos celulares. (cigoto-mórula)
Las células madre multipotentes son las que sólo pueden generar células de su
misma capa o linaje de origen embrionario. Ej: CM de origen mesodérmico dará origen a
células de esa capa: miocitos, adipocitos, osteocitos, etc; CM ectodermales originarán
el tejido nervioso y CM del endodermo, al aparato digestivo y respiratorio. Este tipo de
células puede obtenerse de una gran variedad de fuentes, entre las que destacan la
médula ósea y la sangre del cordón umbilical, sin embargo, en los seres humanos se
encuentran en numerosas regiones como el cerebro, la piel, el músculo cardíaco y
esquelético, la retina y el páncreas.
Células madre unipotentes: A diferencia de los demás tipos de células madre, las
unipotenciales, también llamadas oligopotenciales, presentan la menor potencialidad
debido a que solo pueden especializarse a un solo linaje celular
El sistema hematopoyético puede ser dividido en base al grado de madurez de las células que lo
conforman y a los distintos linajes celulares que de él se generan. De acuerdo al grado de
maduración celular, se han identificado cuatro compartimentos, siendo cada uno más grande que el
precedente y con menor capacidad proliferativa (Figura 3). El primer compartimiento corresponde a
las células más primitivas, llamadas células basales hematopoyéticas (CBH). Estas células tienen
dos características funcionales que las distinguen: son capaces de auto-renovarse (al dividirse, por lo
menos una de las células hijas conserva las propiedades de la célula madre) y son multipotenciales
(pueden dar origen a los distintos linajes sanguíneos). Las CBH corresponden al 0.01% del total de
células nucleadas presentes en la médula ósea y tienen morfología linfoblastoide. Las CBH dan
origen a células progenitoras hematopoyéticas, las cuales han perdido su capacidad de auto-
renovación, pero conservan su potencial proliferativo. Estas pueden ser multipotenciales, o bien,
pueden estar restringidas a dos (bipotenciales) o a un solo linaje (unipotenciales). Las células
progenitoras hematopoyéticas constituyen el segundo compartimiento del sistema hematopoyético, el
cual corresponde al <0.5% del total de células de la médula ósea. Dan origen a células precursoras
proliferativas (tercer compartimiento) que, a pesar de ser inmaduras, pueden ser identificadas en un
frotis de médula ósea a través del microscopio. El compartimiento proliferativo de células precursoras
constituye el 90% de las células hematopoyéticas residentes en la cavidad medular y gracias a su
proliferación madurativa, dan origen a células hijas que presentan características diferentes a la
célula que le dio origen. La capacidad proliferativa de las células precursoras se pierde en alguna
parte del proceso, apareciendo células incapaces de proliferar aunque sí capaces de madurar. Este
cuarto compartimiento se llama compartimiento no proliferativo de células precursoras y es a
partir del cual las células pasan a la sangre al alcanzar el estadio de célula funcional madura
(eritrocito, leucocito, plaqueta).
Autorrenovación
Primer evento de diferenciación
Amplificación + maduración
Segundo evento de diferenciación
Amplificación + maduración
Maduración
5. Microambiente hematopoyético
El crecimiento y el desarrollo celular dentro del sistema están determinados por una serie de
interacciones complejas entre las células hematopoyéticas y moléculas de la matriz extracelular,
células del estroma de los órganos hematopoyéticos y moléculas reguladoras difusibles. La
hematopoyesis es un proceso finamente regulado que se lleva a cabo únicamente en ciertos órganos,
denominados órganos hematopoyéticos (saco vitelino, bazo, hígado, médula ósea). En ellos las
células hematopoyéticas se desarrollan en un ambiente específico denominado microambiente
hematopoyético (MH). El MH consiste en una estructura tridimensional, altamente organizada, de
células del estroma y sus productos (matriz extracelular, citocinas, quimiocinas, entre otras) que
regula la localización y fisiología de las células hematopoyéticas.
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En la médula ósea, las células hematopoyéticas en desarrollo están en íntima relación con células del
estroma, las cuales antiguamente eran consideradas solamente como células de soporte físico.
Estas células del estroma se clasifican en un componente hematopoyético, constituido por
macrófagos estromales, y el componente mesenquimal, conformado por fibroblastos, adipocitos y
osetoblastos. A partir de diversos estudios, se ha comprobado que estas células estromales llevan a
cabo importantes funciones durante el desarrollo de las células hematopoyéticas mediante el contacto
célula-célula o a partir de la secreción de factores de crecimiento, citoquinas, proteínas de la matriz
extracelular y moléculas de adhesión, que pueden estimular o inhibir la hematopoyesis. Estos
componentes, producidos en respuesta a una amplia variedad de estímulos, actúan sobre recepotres
específicos de las células hematopoyéticas en desarrollo, modificando su actividad biológica. En
síntesis, las funciones del estroma sobre el proceso de la hematopoyesis pueden resumirse como:
Actuar como un medio de soporte donde se alojan las células hematopoyéticas que pueden así
responder a señales humorales generadas en otro lado.
2) Síntesis de una matriz extracelular que facilita la nidación y desarrollo de CBH y sus progenies
Un resumen de las propiedades reguladoras del MH sobre las células hematopoyéticas puede
visualizarse en el siguiente esquema:
Figura 5.
Esquema representativo de los diferentes tipos celulares que integran el microambiente hematopoyético y los
mecanismos de regulación de la hematopoyesis. Tomado de Mayani et al, Cancerología 2 (2007): 95-107.
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6. Hemograma
Un hemograma completo es un análisis de sangre que se usa para evaluar el estado de salud general
y detectar una amplia variedad de enfermedades, incluida la anemia, las infecciones y la leucemia.
Un hemograma completo mide los niveles de varios componentes y características de la sangre, y un
aumento o una disminución anormal en los recuentos de células, podría indicar el padecimiento de
una enfermedad no diagnosticada que debe evaluarse en mayor profundidad.
Un breve resumen de las pruebas de laboratorio incluidas dentro del hemograma completo y el rango
de sus valores normales se encuentran a continuación (tener en cuenta que los valores pueden variar
levemente entre un laboratorio y otro, dependiendo el ensayo clínico utilizado):
1) Recuento de eritrocitos: Los eritrocitos son las células más abundantes de la sangre o, en
otras palabras, la gran mayoría de las células sanguíneas son eritrocitos. Este valor indica el
número de eritrocitos presentes por mm3 de sagre. Los valores normales son para hombres,
5.4 millones GR/mm3 y para mujeres, 4.8 millonesGR/mm3 de sangre.
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VCM = hematocrito x 10 concentración de eritrocitos
Los eritrocitos normales presentan un VCM de 87 + 5 µm3. Se llaman, por lo tanto, normocitos.
Son denominados microcitos aquellos eritrocitos cuyo VCM es inferior a 82 µm3 y macrocitos
los que poseen un VCM superior a 92 µm3. El VCM representa solamente la medida del volumen
medio de los eritrocitos. Es imperativo, por lo tanto, interpretar sus valores junto con una
cuidadosa inspección citológica, ya que es posible obtener un VCM normal en sangres con gran
cantidad de microcitos y macrocitos.
b) La HCM constituye una expresión, en unidades absolutas, del peso medio de la hemoglobina
contenida en un eritrocito. Puede ser calculada así:
Los eritrocitos normales contienen 29 + 2 picogramos (pg) de hemoglobina. Este valor es mayor
en el recién nacido debido a que el VCM es mayor, siendo menor en las anemias por deficiencia
de hierro.
c) Mientras que la HCM representa el peso medio de la hemoglobina en cada eritrocito, la CHCM
expresa la concentración media de hemoglobina en cada célula. Puede ser calculada
aplicando la siguiente ecuación:
5) Recuento de glóbulos blancos: Se evalúa tanto el número de leucocitos (por mm3 de sangre)
como su % (fórmula leucocitaria absoluta y relativa respectivamente). Un aumento de sus valores
(llamado leucocitosis) da cuenta de infecciones, alergias o procesos patológicos como la leucemia.
Valores disminuidos se denominan leucopenias e indican una alteración en su producción o
inmunodepresión secundaria a tratamientos médicos (medicación, quimioterapia, etc.). Los valores
normales se indican a continuación:
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6) Recuento de plaquetas: El valor normal de plaquetas en sangre es de 150.000 a 400.000
plaquetas/mm3. Un valor disminuido se conoce como trombocitopenia, lo que puede dar lugar
a alteraciones a hemorragias y formación de hematomas. Un valor aumentado se conoce
como trombocitosis, y puede dar lugar a formación de trombos.
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CAPITULO 3
ERITROPOYESIS
Los eritrocitos son células maduras, altamente especializadas en el transporte de O2 y CO2, que viven
alrededor de 120 días en el humano, y que son incapaces de proliferar. Estas dos últimas
características determinan que deban ser formados en forma continua para que su concentración en
la sangre permanezca constante; este proceso de formación de eritrocitos recibe el nombre de
eritropoyesis. Existe, por lo tanto, un compartimiento generador de eritrocitos, formado por
células eritropoyéticas, que mediante procesos de proliferación (aumento del tamaño de la
población a través de mitosis) y de maduración (modificación fenotípica) originarán eritrocitos
maduros, que cumplirán sus funciones de transporte en la sangre.
Los eritrocitos maduros circulantes y las células eritropoyéticas que les dan origen forman un órgano,
denominado eritrón, que posee una porción fija (eritrón fijo) y una porción circulante (eritrón
circulante). El primero está formado por las células eritropoyéticas, relativamente fijas en los órganos
eritropoyéticos, mientras que forman el segundo los eritrocitos circulantes en la sangre.
Las células constitutivas del eritrón pueden ser divididas en cuatro categorías:
1) células nucleadas o blastos (proeritroblasto, eritroblastos),
2) reticulocitos medulares
3) reticulocitos sanguíneos, y
4) eritrocitos maduros.
El eritrón puede ser definido como una unidad diferenciada para el transporte de O2 y CO2,
gracias al desarrollo de dos importantes proteínas, hemoglobina y anhidrasa carbónica.
Considerado en su conjunto, es un órgano mucho más grande que el hígado, pudiendo sufrir
procesos de atrofia (especialmente del eritrón circulante), llamada anemia, o de hipertrofia,
denominada policitemia. Es más importante definir la anemia en términos de la disminución del
eritrón circulante que en términos de concentración de hemoglobina, ya que existen casos de
disminución del primero con normalidad de la segunda.
En condiciones normales, el volumen del eritrón circulante (o masa roja circulante) es mantenido alre-
dedor de un valor de 30 ml/kg de peso corporal. La razón por la cual el eritrón circulante es mantenido
en ese valor no radica en una incapacidad del eritrón fijo para aumentarlo, sino que podría
representar la necesidad de mantener una viscosidad adecuada de la sangre, que en caso de
aumentar crearía trastornos circulatorios. Los eritrocitos circulantes desaparecen por senescencia,
fenómeno que determina que deban ser remplazados inmediatamente para que el volumen de la
masa roja circulante permanezca constante. Este ajuste fino del tamaño del eritrón circulante no sólo
mantiene ese tamaño en las condiciones normales, sino que también opera cuando parte del órgano
se pierde, como en las hemorragias, o es aumentado artificialmente, como en las policitemias por
hipertransfusión. Ambas condiciones originarán cambios en la magnitud de la eritropoyesis hasta que
el tamaño del órgano sea restablecido. El mantenimiento de un tamaño constante involucra la
presencia de un mecanismo de control sensible a sus menores fluctuaciones, capaz de inducir
cambios compensatorios en la magnitud de producción de eritrocitos.
20
1. Eritropoyesis
21
Proeritroblasto Eritroblasto Eritroblasto Eritroblasto Reticulocito
Basófilo Policromático Ortocromático Medular
Médula ósea
Figura 6. Representación esquemática de las células de la estirpe roja que pertenecen al eritrón fijo.
2. Regulación de la eritropoyesis
23
El mecanismo desencadenante de la activación del sistema de retroalimentación debería estar
relacionado con los efectos físicos o funcionales de la pérdida o ganancia de eritrocitos, lo cual ha
llevado a sugerir que la producción de eritrocitos está controlada por un mecanismo capaz de
responder a productos de la destrucción de hematíes, a cambios en la viscosidad de la sangre, al
volumen de la masa roja circulante o al transporte de oxígeno. De estas posibilidades, la respuesta a
las variaciones del transporte de oxígeno aparece como la más probable, dado que el transporte de
oxígeno es, sin duda, la principal función del eritrón circulante. En este sentido, numerosas evidencias
experimentales indican que la disminución del aporte de oxígeno a los tejidos se asocia con
incremento de la eritropoyesis (hipoxia anémica, hipoxia hipóxica) y, por el contrario, el aumento del
aporte del gas se asocia a su disminución (policitemia post-transfusional, hiperoxia).
Los procesos de proliferación y de maduración que ocurren a nivel del eritrón fijo para generar
reticulocitos a partir de proeritroblastos tienen lugar a una velocidad prácticamente constante.
Cambios en la velocidad de maduración celular o en el número de mitosis podrían influir en el número
de eritrocitos producidos, aunque no podrían ser responsables por si solos del amplio margen de
actividad eritropoyética que el eritrón fijo es capaz de realizar. Por lo tanto, pareciera más apropiado
considerar que la magnitud de la producción eritrocitaria depende del número de unidades
eritropoyéticas generadas más que de la actividad dentro de cada una de ellas. Esta, llamada teoría
del cuanto eritropoyético, establece que la producción de eritrocitos es principalmente, si no
exclusivamente, controlada por la magnitud de diferenciación de células progenitoras eritrocíticas en
proeritroblastos y en el comienzo de la formación de unidades eritropoyéticas.
24
V
VI
VII
IV
II
III
I
La eritropoyetina es sintetizada y secretada a nivel renal, aunque existen sitios extrarrenales que, en
condiciones normales, son poco activos. La evidencia experimental sugiere que la relación entre la
oferta de oxígeno a un supuesto sensor que estaría localizado en el tejido renal y la demanda del
gas por sitios intrarrenales, en dependencia con el grado del metabolismo energético del organismo,
constituiría el estímulo primario para la síntesis y secreción de eritropoyetina (figura 8, I). Este sitio
receptor debería monitorear la PO2 venosa o de los tejidos. La cantidad de EPO sintetizada y
secretada frente a determinado estímulo dependería del grado de sensibilidad del órgano sensor o de
las células secretoras.
La oferta de oxígeno al sensor (y a los tejidos) depende de la acción integrada de varios factores, que
son:
La concentración de hemoglobina determina la cantidad de oxígeno que puede ser transportado por
unidad de sangre circulante (capacidad de transporte de oxígeno de la sangre). Si la concentración
de hemoglobina disminuye por pérdida (hemorragia), por deficiente formación (anemia) o por dilución
(anemia relativa), por intoxicación por monóxido de carbono (carboxihemoglobina), por oxidación
(metahemoglobina), etc, disminuirá la capacidad de transporte de oxígeno de la sangre, lo cual puede
determinar una disminución de la oferta del gas a los tejidos si los demás determinantes de esa oferta
no pueden compensar la disminución de la concentración de hemoglobina. Si ésta excede el valor
normal (diversas policitemias) ocurrirá el fenómeno contrario, que podrá ser compensado o no por los
otros factores. Una concentración de hemoglobina normal no significa igual liberación de oxígeno a
nivel tisular para una misma pO2 del líquido intersticial, dado que la posición de la curva de
disociación de la oxihemoglobina no es fija, por lo que es variable la afinidad de la hemoglobina por el
oxígeno. La pO2 arterial es la misma en todo el organismo y está determinada por la pO2 alveolar, la
cual depende, a su vez, de la pO2 atmosférica y de la integridad anatómica y funcional del sistema
respiratorio. El flujo sanguíneo para un determinado tejido en un momento dado depende del volumen
minuto circulatorio (que a su vez depende del volumen sistólico y de la frecuencia cardíaca) y del
grado de contracción del músculo liso arteriolar (grado de vasodilatación), que es influido por
mecanismos nerviosos y humorales.
El modelo presentado predice ciertas respuestas que han sido confirmadas por investigadores y clíni-
cos:
1) Una oxigenación de los tejidos disminuida, con demanda de oxígeno normal, induce
aumento de la secreción de EPO y mayor eritropoyesis. Esto se observa en condiciones de
hipoxia:
a) hipóxica (disminución de la pO2 de la sangre arterial) por descenso de la pO2 en el aire
inspirado (altura, hipopresión, mezclas gaseosas con poco oxígeno), por hipoventilación
alveolar (obstrucción de las vías aéreas, alteraciones pulmonares, insuficiente expansión
pulmonar), por difusión lenta de oxígeno (alteración del endotelio capilar o alveolar) o por
desajuste entre ventilación alveolar y flujo sanguíneo pulmonar;
b) anémica (disminución de la capacidad de transporte de oxígeno de la sangre arterial)
por hemoglobina ocupada (intoxicación con CO), hemoglobina alterada (metahemoglobina)
o hemoglobina disminuida (anemia); y
c) histotóxica (incapacidad de utilización de oxígeno por las células) por intoxicación con
ácido cianhídrico y sus sales o administración de sales de cobalto.
26
2) Una oxigenación aumentada con demanda normal de oxígeno de los tejidos determina
disminución de la secreción de EPO y descenso de la eritropoyesis. Este hecho se comprueba
en la policitemia post-hipertransfusión (por administración de eritrocitos) o poshipóxica (por
exposición a una pO2 disminuida durante un tiempo y regreso a una pO2 normal posterior) o en
condiciones de hiperoxia (aumento de presión atmosférica en cámaras hiperbáricas, o aumento
de la concentración de oxígeno en el aire inspirado, que determinan aumento de la cantidad de
oxígeno transportado mediante disolución en el plasma).
4) Una oxigenación normal con demanda tisular de oxígeno aumentada inducirá mayor
secreción de EPO y aumento de la eritropoyesis. Esto se observa después de la administración
de hormonas calorigénicas y de anabólicos.
27
CAPITULO 4
METABOLISMO DE LA HEMOGLOBINA
Los glóbulos rojos o eritrocitos son células maduras, cuya función es el transporte e intercambio
gaseoso mediado por la hemoglobina. En este capítulo analizaremos las características de esta
molécula, que le confieren las propiedades de transporte de O2 y CO2, así como también su síntesis y
catabolismo.
1. Concentración de eritrocitos
Las variaciones más comunes de la cantidad de eritrocitos (la concentración varía, generalmente,
en forma paralela, aunque no siempre por lo dicho en el párrafo anterior) obedecen a las siguientes
causas:
1) Formación excesiva o deficiente: la cantidad de eritrocitos depende, en general, del balance entre
su producción (eritropoyesis) y su destrucción (eritrocateresis). Si la vida media de los eritrocitos no
está acortada (no es inferior a 120 días), un aumento de la eritropoyesis inducirá policitemia y una
disminución, anemia;
3) Pérdida: la pérdida de eritrocitos, como ocurre durante una hemorragia (pérdida de sangre), origina
disminución de su cantidad. En condiciones normales, ésta es temporaria pues la médula ósea
incrementa la producción celular hasta que la pérdida sea compensada.
4) Contracción del bazo: En condiciones normales, el bazo humano contiene eritrocitos maduros que
guarda como reserva disponible para casos de emergencia (hemorragia o menor disponibilidad de
28
O2). La contracción esplénica es capaz, por lo tanto, de alterar el equilibrio que existe normalmente
entre la cantidad de células rojas y el plasma. La adrenalina produce una intensa contracción de la
cápsula esplénica y la liberación hacia la sangre de los eritrocitos mantenidos en el órgano.
De la misma forma, las policitemias pueden ser también relativas, cuando son el resultado de una
disminución del volumen plasmático sin modificaciones del número eritrocitario, o absolutas, cuando
representan un real incremento del número total de eritrocitos circulantes. La policitemia absoluta
puede ser primaria, cuando ocurre sin razón aparente, como en la policitemia vera, o secundaria,
cuando es el resultado de una adaptación orgánica a condiciones de hipoxia (policitemia secundaria
necesaria) o a una producción autónoma de eritropoyetina (policitemia secundaria innecesaria).
2) Actividad muscular. En los atletas se observa una mayor concentración de eritrocitos, de escasa
significación.
3) Género. Existe una clara diferencia sexual en lo que a concentración de eritrocitos se refiere, ya
citada, la cual no se manifiesta antes de la pubertad. Esa diferencia no se observa entre los
aborígenes australianos, cuyas mujeres tienen escasa pérdida menstrual y cuya dieta posee un alto
contenido de hierro. En los animales que no menstrúan no se aprecia diferencia sexual. Otra posible
causa de esta diferencia sería hormonal: se ha probado que los andrógenos estimulan la
eritropoyesis y que los estrógenos la inhiben. También debe recordarse que el hombre presenta
mayor desarrollo de su masa magra y, por lo tanto, mayor consumo de oxígeno, lo que haría
necesaria una mayor cantidad de eritrocitos para transportarlo.
4) Altura sobre el nivel del mar. La concentración de eritrocitos es mayor en el hombre o en los
animales que habitan las grandes alturas que en aquellos que viven a nivel del mar. La cantidad de
oxígeno que se combina con la hemoglobina y que, por lo tanto, transporta cada eritrocito, depende
de la presión parcial de oxígeno en el aire alveolar. La presión atmosférica disminuye a medida que
nos elevamos por sobre el nivel del mar, lo cual reducirá la presión parcial de oxígeno alveolar pese
al incremento compensatorio del volumen minuto respiratorio. Esto hará que cada eritrocito transporte
29
menos oxihemoglobina, y que el sistema compense el déficit de oxígeno resultante incrementando la
eritropoyesis e induciendo así la denominada policitemia de las alturas.
5) Edad. La variación más notable en la concentración eritrocitaria se relaciona con la edad. Es muy
alta en el momento del nacimiento y permanece elevada durante la primera semana de vida. Luego
comienza a declinar y aparecen eritrocitos pequeños, por lo cual disminuyen más la concentración de
hemoglobina y el hematocrito de la sangre periférica que la concentración eritrocitaria. Esto se
observa hasta los 3-5 meses de edad. Posiblemente este fenómeno sea debido a la carencia de
hierro de la dieta. A partir del segundo año de vida se observa un aumento gradual hasta que, en la
pubertad, los valores en jóvenes de ambos sexos son iguales a los correspondientes a mujeres
adultas. A partir de ese momento existe un aumento de la concentración en el varón.
6) Embarazo. Durante el embarazo, y sobre todo entre los meses 5° y 8°, se observa una
disminución de la concentración de eritrocitos, causada principalmente por un aumento del volumen
plasmático (anemia relativa o por dilución).
La hemoglobina (Hb) constituye el principal componente del eritrocito, representa el 95% del peso
seco de la célula, y su función es el transporte de oxígeno y dióxido de carbono. Cien mililitros de
plasma que no contengan hemoglobina, equilibrados con una mezcla gaseosa con PO2 = 100 mm
Hg, transportan 0,3 ml de oxígeno disuelto; en cambio, 100 ml de sangre, con concentración normal
de hemoglobina y equilibrados con una atmósfera similar, transportan 20,3 ml de oxígeno. Por lo
tanto, la hemoglobina es responsable del transporte del 99,2 % del oxígeno presente en la sangre. Un
gramo de hemoglobina completamente saturada de oxígeno transporta 1,34 ml del gas.
En los seres humanos, como en todos los mamíferos, la hemoglobina es una proteína conjugada
con un peso molecular cercano a 68 kDA. Su molécula está formada por dos componentes
químicamente distintos: una metaloporfirina llamada "heme" (grupo prostético) y una proteína llamada
"globina". Existen cuatro núcleos heme en cada molécula de hemoglobina, cada uno de los cuales
contiene un átomo de hierro ligado por uniones covalentes a los átomos de nitrógeno de una
estructura heterocíclica llamada "protoporfirina IX". El núcleo heme es responsable del color rojo
característico de la hemoglobina.
La molécula de hemoglobina está formada por cuatro subunidades (tetrámero) de peso molecular
cercano a 17 kDA (17 kDA x 4 = 68 kDA) estando cada subunidad constituida por un grupo heme y
una cadena polipeptídica. La molécula de hemoglobina, por lo tanto, está integrada por cuatro
grupos heme y cuatro cadenas polipeptídicas, que en su conjunto constituyen la globina
(figura 9).
Aunque podría pensarse que la hemoglobina de un individuo normal constituye una especie
molecular única, éste no es realmente el caso. Cuando se preparan hemolizados de eritrocitos de un
individuo y se los estudia mediante electroforesis o cromatografía de intercambio iónico, se observan
varias especies de hemoglobina. Todas ellas contienen dos cadenas alfa y otras dos no-alfa. La
especie denominada HbA, compuesta por cadenas alfa y beta (a2 ß2) representa el 90 % del total de
la hemoglobina presente. Una segunda especie, presente en cantidades menores (2,5 % del total) y
31
llamada HbA2, contiene dos cadenas alfa y dos delta (2 2). La cadena delta está formada, al igual
que la beta, por 146 aminoácidos, diferenciándose de ella por la distinta secuencia de 8 aminoácidos
específicos. Además de estas dos hemoglobinas, otras seis adicionales se encuentran en pequeñas
cantidades en los hemolizados. Además de esta heterogeneidad presente en un individuo, se observa
heterogeneidad de la hemoglobina durante la maduración. Durante la vida fetal, la principal proteína
respiratoria de los eritrocitos está representada por la HbF (fetal), formada por dos cadenas alfa y dos
cadenas gamma (2 2), La HbF tiene mayor afinidad por el oxígeno, lo que garantiza el pasaje del
gas de la sangre materna a la fetal. Un tercer tipo de heterogeneidad de la hemoglobina en humanos
resulta de mutaciones de genes que controlan la secuencia de aminoácidos en las cadenas alfa y
beta, dando lugar a la aparición de hemoglobinas anormales (ver más adelante).
La porfina es un compuesto cíclico tetrapirrólico formado por cuatro núcleos pirrólicos unidos entre sí
por puentes de meteno (=CH-). Los núcleos de la molécula de porfina se denominan I, II, III y IV. Los
H de sustitución en los núcleos se numeran como 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7 y 8.
Si en el núcleo de porfina se reemplazan los H numerados de 1 a 8 por los siguientes radicales en las
posiciones indicadas entre paréntesis:
32
Figura 11. Modelo esquemático de la molécula de porfirina III M metilo; V, vinilo; P; ácido propiónico
El hierro forma parte de la molécula de hemoglobina en una proporción del 0,34 %, actuando con
una valencia de coordinación de 6. De estas valencias, cuatro se combinan con los átomos de
nitrógeno de los anillos pirrólicos de la porfirina, mientras que las dos restantes lo hacen con grupos
imidazólicos de dos residuos de histidina de globina (figura 12).
La combinación de la hemoglobina con el oxígeno se realiza mediante la ruptura de una valencia del
hierro con la histidina, con formación de un enlace hierro-oxígeno (figura 13).
33
Figura 13. Modelo esquemático de la molécula de oxihemoglobina (1/4 de la molécula = 1 subunidad).
6. Características de la hemoglobina
1- Cada uno de los átomos de hierro de los grupos heme reacciona directamente con oxígeno
molecular (O2). Cada átomo de hierro puede fijar una molécula de oxígeno, de lo que resulta que una
molécula de hemoglobina puede transportar cuatro moléculas del gas. Para que esta reacción ocurra,
el hierro debe encontrarse en la forma bivalente (Fe++, ferroso). Este estado no se modifica cuando el
hierro reacciona con el oxígeno: existe "oxigenación'' y no "oxidación" de la hemoglobina. Cuando el
átomo de hierro es oxidado a su forma trivalente (Fe+++, férrico), como ocurre en la metahemoglobina
(ver más adelante) no reacciona con oxígeno, perdiendo la hemoglobina la capacidad de transportarlo.
En condiciones normales in vivo, el sistema metahemoglobina-reductasa del eritrocito mantiene al
hierro de la molécula en su estado bivalente.
Por lo tanto, el efecto cooperativo es la propiedad que determina que en los lugares con alta presión
parcial de O2 (como en los alvéolos), la afinidad de la Hb por el oxígeno sea mayor que en los sitios
donde la presión parcial es baja (como a nivel de los tejidos, en los capilares tisulares). Esto permite
que se sature con facilidad en el pulmón y que entregue fácilmente el oxígeno en los tejidos que lo
necesitan, debido a que los grupos heme se unen al O2, oxigenan al Fe++ y producen un cambio
conformacional que facilitará la unión de los tres grupos heme restantes (o a la inversa como en el
caso de los tejidos). Este comportamiento es el que determina la forma sigmoidea de la curva de
disociación de la oxihemoglobina, a diferencia de la mioglobina que siempre presenta gran afinidad
por el oxígeno. Por lo tanto, resumiendo, podemos afirmar que la proporción de deoxihemoglobina
que se trasforma en oxihemoglobina al ponerla en contacto con oxígeno depende de la pO 2, a medida
que aumenta la pO2, aumentará también la afinidad de la hemoglobina por el oxígeno transformando
su estructura cuaternaria de deoxihemoglobina en oxihemoglobina.
35
Esto se puede observar en la denominada "curva de disociación de la oxihemoglobina'' o "curva
de equilibrio de la hemoglobina con el oxígeno" (figura 15) que grafica la variación de la
saturación (o sea proporción de grupos hem que se combinan con oxígeno) a medida que aumenta
la pO2 para sangre humana equilibrada a 37°C y pCO2 = 40 mm Hg. Cuando la pO2 es normal (a nivel
del mar, pO2 del aire alveolar = 100 mmHg) la Hb está saturada en un 97.5% (esto significa que
97.5% de la Hb está como oxihemoglobina y 2.5% como Hb reducida). Cuando la pO2 es superior a
100 mmHg, el O2 incorporado a la Hb aumenta poco. Realmente la Hb está totalmente saturada a 250
mmHg. Cuando el valor de la pO2 es de aproximadamente de 26 mmHg, la Hb está saturada en un
50%, o sea un 50% está como deoxiHb y el otro 50% como oxiHb, a ese valor de pO 2 (26 mmHg)
necesario para saturar a la Hb en un 50 % se lo denomina p50.
Esta curva de apariencia sigmoidea presenta dos porciones: una porción con pendiente inclinada que
va desde los 10 hasta los 60 mmHg aproximadamente y otra porción casi horizontal entre los 70 y los
100 mmHg.
Porción chata u horizontal: esta zona de la curva indica que a pesar de que la pO2, aumente, la
saturación de la Hb no está en relación directa con ese aumento. Es decir, que por más que
disminuya la pO2 en el rango de 70 a 100 mmHg, la saturación se reduce muy poco, lo que asegura
una buena carga de oxígeno de la sangre que pasa por los pulmones. Si un individuo hipoventila por
transtornos pulmonares o si está en la altura, va a tener disminuida su pO2, su sangre podrá igual
tomar bastante oxígeno (a una pO2 de 70 mmHg la saturación de la Hb es de 92%) lo que da un
buen margen de seguridad.
Porción inclinada: indica que ante pequeños cambios en la pO2 se producen grandes cambios en la
saturación de la Hb, lo que asegura una buena descarga de oxígeno a los tejidos.
Cuando toda la hemoglobina está como oxihemoglobina, se dice que el contenido de oxígeno de la
hemoglobina ha alcanzado la "capacidad de oxigeno" del compuesto. Cuando el contenido de
oxígeno de la sangre o de una solución de hemoglobina sea menor que la capacidad de oxígeno será
conveniente expresar ese contenido en términos de porcentaje de saturación (SO2).
Porción horizontal:
Zona de carga de oxígeno (pulmones)
pO2 ≥ 60 mmHg
Porción inclinada:
Zona de descarga de oxígeno (tejidos)
pO2 ≤ 60 mmHg
36
La curva de disociación de la Hb no es fija. Esto significa que el porcentaje de saturación de la Hb
para cada pO2 puede variar en ciertas condiciones. En estos casos la curva sigue presentando su
característica forma sigmoidea, pero se “desplaza” hacia la derecha o hacia la izquierda (figura 16).
↓ Temp ↑ Temp
↓ 2-3 DPG Curva normal (línea continua) ↑2-3 DPG
↑pH ↓ pH
p O2 (mmHg)
Cuando la curva está desplazada hacia la derecha significa que la Hb presenta menor
afinidad por el O2, ya que para una determinada pO2 el porcentaje de saturación será menor
que cuando la curva está en posición normal. Este hecho puede caracterizarse mediante la
determinación de la “p50”. La p50 es la pO2 necesaria para que la Hb se sature en un 50%, en
condiciones estándar de pH (7.4) y temperatura (37 °C). El valor de la p50 normal es de 26.6
mmHg. Esto significa que cuando la pO2 tiene este valor, el 50% de la Hb está como
oxihemoglobina y el 50% restante como Hb reducida. Las causas de este desplazamiento
pueden ser:
37
Aumento de 2-3 DPG: el 2-3 DPG (intermediario de la glicólisis anaerobia del
eritrocito) compite con el oxígeno para unirse a la Hb. Cuando el 2-3 DPG está
aumentado se ubica dentro de la molécula de hemoglobina, transformando su estructura
en tensa (deoxiHb) y disminuyendo su afinidad por el oxígeno.
Aumento del pH: a nivel pulmonar,la pCO2 es baja produciendo alcalosis, y la pO2 es
alta, esto desplaza la curva a la izquierda aumentando la afinidad de la Hb por el O 2 hasta 500
veces más que por el CO2 , este hecho es importante porque a nivel de los capilares
pulmonares la Hb debe tomar oxígeno.Este fenómeno es conocido como efecto Haldane·
7. Tipos de hemoglobina:
Hemoglobinas normales:
- hemoglobina A (HbA): representa el 97 % de la hemoglobina del adulto, está formada por dos
globinas α y dos globinas β.
- hemoglobina A2: representa menos del 2,5 % de la hemoglobina después del nacimiento. Está
formada por dos globinas α y dos globinas δ (delta).
- hemoglobin
a F: hemoglobina fetal. Formada por dos globinas α y dos globinas gamma. Tras el nacimiento
desciende la síntesis de globinas gamma y aumenta la producción de globinas beta. Este tipo de
Hb posee mayor afinidad por el O2 que la del adulto, lo que le permite al feto obtener mayor
cantidad del gas a través de la placenta en un ambiente hipóxico como en el que se encuentra,
38
siendo, además policitémico. Este fenómeno se debe al pobre contenido de sus eritrocitos de 2,3-
DPG. En el momento del nacimiento la HbF pasa a HbA perdiendo esa adaptación para vivir en la
altura.
39
La concentración de metahemoglobina circulante recibe el nombre de "metahemoglobinemia". Exis-
ten varios mecanismos que producen acumulación excesiva de metahemoglobina dentro del
eritrocito. Una forma la constituye la "metahemoglobinemia hereditaria” que se caracteriza por una
disminución de la actividad de la diaforasa y que resulta en niveles circulantes de metahemoglobina
entre el 15 y el 40 % de la hemoglobina total. Más comúnmente, la metahemoglobinemia es adquirida
y ocurre como resultado de la acción de drogas oxidantes (nitritos, nitratos, derivados de la anilina)
para luego desaparecer cuando se suspende la administración de las drogas. También existe
metahemoglobinemia en algunos individuos con hemoglobinas anormales La hemoglobina, en
presencia de agua oxigenada, actúa como una peroxidasa liberando oxígeno naciente, lo cual se
aprovecha para demostrar su presencia por medio de reacciones coloreadas.
Hemoglobinas anormales:
-Hemoglobina M: esta hemoglobina produce reducción de la vida media del eritrocito Estos glóbulos
no viven tanto como los glóbulos rojos normales (120 días), los pacientes con este tipo de
anormalidad presentan cianosis (coloración azul de piel y mucosas).
-Hemoglobina Yakima,Chasapeake: hemoglobina con mayor afinidad por el oxígeno lo que produce
una menor oxigenación tisular y como consecuencia los pacientes sufren policitemia.
-Hemoglobina Seattle: Hb con menor afinidad por el oxígeno, mayor oferta del gas a los tejidos lo
que produce anemia fisiológica.
Mioglobina:
40
Figura 17: Comparación de la estructura y de la afinidad por el oxígeno entre la hemoglobina y la mioglobina.
8. Metabolismo de la hemoglobina:
Síntesis de Hem:
La capacidad de sintetizar heme es una función común a todas las células aeróbicas. Esta
sustancia es requerida para la síntesis de las hemoproteínas como la hemoglobina, mioglobina,
citocromos, catalasas y peroxidasas. En las plantas, el heme interviene en la constitución de la
molécula de clorofila, aunque es modificado. El hem es sintetizado en una serie secuencial de
reacciones controladas enzimáticamente, siendo la médula ósea y el hígado los productores más
importantes del compuesto. La síntesis comienza en las mitocondrias, donde se condensa la
succinilCoA con glicina por acción de la enzima ALA sintetasa, dando como producto al ácido delta
aminolevulínico (ALA). Dos moléculas de ALA se combinan y forman el porfobilinógeno (PBG), esta
reacción se realiza en el citosol al igual que la condensación del PBG para formar el uroporfirinógeno
y éste a su vez se transformará en coproporfirinógeno. Por último, el coproporfirinógeno penetra en la
mitocondria donde por acción enzimática se formará protoporfirina o porfirina IX. Finalmente, la
enzima ferroquelasa (que se encuentra dentro de la mitocondria) cataliza la incorporación de un
átomo de hierro ferroso a la protoporfirina IX convirtiéndola en HEM, éste hierro llega a la célula
transportado en la sangre por la transferrina o también por la presencia de depósitos de hierro en el
citosol en forma de ferritina.
41
Síntesis de la globina:
Al igual que lo que ocurre con las demás proteínas corporales, las cadenas de globina (α y β) son
sintetizadas por los ribosomas mediante traducción del ARNm, una vez formadas van a unirse al
hierro que dispone de dos valencias libres, formando así la molécula de hemoglobina.
Figura 18. Esquema de la síntesis de hem y de la globina de la molécula de hemoglobina. Tomado de Hofbrand
AV & Moss PA, Essential Haematology 6ta edición.
Cuando finaliza su vida media, los eritrocitos senescentes son secuestrados y metabolizados prima-
riamente por las macrófagos retículoendoteliales que tapizan los sinusoides del bazo, aunque el
hígado y, en menor cantidad, la médula ósea participa del proceso (figura 19). Este proceso recibe el
nombre de hemólisis extravascular. Cuando el secuestro extravascular de eritrocitos aumenta,
como en ciertas anemias hemolíticas, los sitios secundarios de remoción eritrocítica pueden adquirir
gran importancia en el catabolismo de la hemoglobina.
42
Figura 19. Esquema del destino de los componentes del catabolismo de la hemoglobina.
Cuando ocurre hemólisis intravascular, en donde la destrucción de glóbulos rojos ocurre dentro del
vaso sanguíneo en lugar de en los macrófagos esplánicos y hepáticos, la mayor parte de la
hemoglobina liberada en el plasma circulante es unida a la haptoglobina plasmática. Normalmente,
la haptoglobina puede unir alrededor de 100 mg Hb/dl de plasma. Cuando este valor es sobrepasado,
la hemoglobina se pierde por orina. Parte es disociada en heme y globina; el hierro es oxidado y el
heme se trasforma en hematina. Esta última se une laxamente a la albúmina para formar metahe-
moalbúmina, la cual, por lo tanto, constituye un indicador de hemólisis intravascular.
La formación de B implica dos pasos sucesivos. En la primera etapa de la conversión (figura 20), que
se cree es limitante, la molécula de heme es trasformada en biliverdina IX alfa por acción de la
hemoxigenasa microsomal. Posteriormente la biliverdina se transformará en bilirrubina IX alfa o
bilirrubina no conjugada (BNC) por acción de la enzima biliverdina reductasa.
43
ERITROCITOS VIEJOS
75% sistema reticular
endotelial
25% eritropoyesis ineficaz
Hb
HEM Globina
Fe + 2
Hemo oxigenasa
BILIVERDINA
Biliverdina Reductasa
BILIRRUBINA NO CONJUGADA
Una vez obtenida la bilirrubina no conjugada, debe ser excretada, proceso que involucra varios
pasos:
La primera B formada que pasa a la sangre luego de la destrucción del grupo hem se denomina
bilirrubina libre o no conjugada (BNC). Ésta es insoluble en agua y soluble en lípidos (lipofílica), lo
que hace que fácilmente pueda atravesar la bicapa lipídica de las membranas celulares y también la
barrera hematoencefálica, siendo altamente tóxica, produciendo un síndrome neurológico
denominado Kernicterus que se caracteriza por parálisis cerebral, pérdida de la visión, de la audición
y transtornos dentales como la displasia dental y el daño en el esmalte dentario. Para evitar la
acumulación de la BNC en el cerebro, el organismo ha desarrollado mecanismos fisiológicos que
tienden a limitar su acceso a las células y a facilitar su eliminación en la bilis. Estos mecanismos
incluyen:
La BNC viaja en plasma unida a la albúmina, de esta forma se impide el pasaje de éste tipo de
bilirrubina a las células. Puede aparecer bilirrubina no conjugada libre (no unida a la albúmina) en
condiciones en que la cantidad de bilirrubina supera la capacidad de unión de la albúmina. Esto
puede ocurrir porque hay cifras muy altas de bilirrubina, hipoalbuminemia o presencia de sustancias y
factores que desplazan o debilitan la unión de la bilirrubina con la albúmina. Por lo tanto, la
concentración de BNC en el plasma depende de tres factores principales:
44
1) magnitud de entrada y salida de la BNC del compartimiento plasmático.
2) concentración de albúmina plasmática, y
3) disponibilidad de sitios de unión con la albúmina.
A nivel del hepatocito, la BNC se conjuga con el ácido glucurónico formándose Bilirrubina
Conjugada (BC) o directa por acción de la enzima glucuronil transferasa que se encuentra
localizada en el retículo endoplasmático liso. Este tipo de bilirrubina se caracteriza por ser soluble en
agua y no difundir a través de las membranas celulares. Bajo condiciones fisiológicas toda la
bilirrubina secretada en la bilis se encuentra conjugada. La actividad de la glucuronil transferasa es
más baja en los primeros días de vida, ya que nacemos con esta enzima aún inmadura, es por ello
por lo que en el recién nacido el hígado no puede conjugar completamente la BNC, la que permanece
en la sangre produciendo el color amarillo característico de la piel y mucosas en los neonatos,
llamado ictericia fisiológica. A las pocas semanas de vida postnatal esta ictericia desaparece
naturalmente al completarse la madurez de la enzima encargada de la conjugación. Una terapia
utilizada en los casos de ictericia exagerada en el recién nacido es exponerlo a la luz, de esta forma
el pigmento (BNC) se transforma en otra sustancia llamada lumirrubina que al ser mucho más soluble
en soluciones acuosas que B, puede ser excretada por bilis u orina. Por esta razón, se utiliza
fototerapia en el tratamiento de algunas ictericias neonatales.
45
Glucuronil transferasa
BNC o indirecta ---------------------------→ BC o directa
En general, los compuestos orgánicos son excretados en la bilis si son grandes y solubles en agua,
mientras que las moléculas pequeñas, aún siendo desintoxicadas en el hígado, son excretadas en la
orina. Una vez conjugada, la bilirrubina es excretada en forma rápida, presumiblemente en contra de
un gradiente de concentración, a través de las microvellosidades de la pared canalicular hacia la bilis.
Con la bilis, la bilirrubina conjugada llega al intestino. La flora bacteriana del tracto intestinal inferior
reduce a la BC a cromógenos que en su conjunto reciben el nombre de urobilinógeno (figura 21).
La mayor parte del urobilinógeno formado en el colon es excretada con las heces, mientras que una
fracción pequeña sufre reabsorción y luego es excretada en la orina. El aumento de urobilinógeno
urinario puede significar disfunción hepática u obstrucción parcial de los conductos biliares
extrahepáticos, ya que ambos pueden comprometer la excreción del urobilinógeno resorbido por la
bilis y llevar ésto a un aumento del cromógeno en la orina. Por el contrario, en la obstrucción
completa de los canalículos extrahepáticos, el urobilinógeno desaparece totalmente de la orina
debido a que no llega al intestino y no hay, por lo tanto, formación de urobilinógeno. Los antibióticos
de amplio espectro, al reducir la flora intestinal, reducen o eliminan la formación de urobilinógeno en
el colon y su eliminación con las heces.
46
NC
NC
Hiperbilirrubinemia no conjugada :
Las anormalidades que producen un aumento patológico de la BNC pueden ser: pre hepáticas o
hepáticas.
1) Causas pre-hepáticas:
Interferencia por drogas: drogas que compiten con la BNC, por ejemplo, sulfamidas o aspirinas
2) Causas hepáticas:
En las tres causas anteriores habrá hiperbilirrubinemia no conjugada sin hiperbilirrubinuria (bilirrubina
en orina)
Hiperbilirrubinemia conjugada :
Esta anomalía ocurre por aumento patológico en la sangre de la bilirrubina conjugada, sus causas
solo pueden ser hepáticas o posthepáticas.
1) Causas hepáticas:
El metabolismo de la bilirrubina en el hígado fetal o del recién nacido es mucho menos eficiente que
en el adulto. Esta inmadurez relativa probablemente radique en la captación hepática, en la actividad
de la GT y en la secreción de BC. Sin embargo, la placenta constituye un medio eficiente para
eliminar la BNC transfiriéndola a la madre. En los casos de eritroblastosis grave, la interrupción de la
circulación placentaria en el momento del nacimiento confronta al feto con un gran desequilibrio entre
producción y excreción del pigmento, que da origen a una HNC. La maduración hepática para esta
función requiere unos 15 días, aunque puede ser acelerada tratando a la madre con fenobarbital.
48
CAPITULO 5
METABOLISMO DEL HIERRO
El hierro (Fe) es un elemento esencial para todos los seres vivos, ya que constituye un mineral
necesario para la formación diversos compuestos con funciones importantísimas para el organismo. El
Fe se une con la protoporfirina para formar: a) compuestos con grupo HEM: cuya función es unir al
O2 de forma reversible para su transporte tanto a nivel de todo el organismo (hemoglobina) como en el
tejido muscular (mioglobina), b) enzimas con grupo HEM (citocromos, catalasas, peroxidasas), que
hacen al oxígeno disponible para las reacciones de oxidación y reducción intracelular y además
permiten la respiración celular, pudiendo así las células aprovechar la energía contenida en las
macromoléculas que llegan a partir de los nutrientes. Sin los sistemas oxidativos celulares, la vida
cesa en pocos segundos.
1. Distribución de Fe en el organismo
Un adulto normal requiere entre 3,5 y 5 gramos de Fe para mantener una reserva de O2 en el
músculo, utilizar el O2 durante la oxidación celular, y mantener una reserva de Fe como depósito. En
individuos con un estado nutricional óptimo alrededor del 67 % se encuentra formando parte de la
hemoglobina, el 15 % está contenido en las enzimas y la mioglobina, el 20 % como hierro de depósito
y solo entre el 0,1 y 0,2 % se encuentra unido con la transferrina como hierro circulante.
49
2. Requerimientos corporales de Fe
Los requerimientos de Fe diarios del ser humano en varias circunstancias se dan en la tabla
siguiente:
50
3. Metabolismo del Fe
El metabolismo del hierro incluye todos los procesos que atraviesa este metal en el organismo, desde
su absorción hasta su excreción (Figura 22). El hierro ingresa en el organismo a través de la ingesta
de alimentos. Del hierro ingerido, sólo se absorbe entre un 0,5-2 mg diarios en el intestino delgado,
dependiendo los requerimientos del metal, como fue explicado en el párrafo anterior. El hierro
absorbido se une a la transferrina para circular por el plasma (lo cual determina la ferremia:
concentración plasmática de hierro). El hierro plasmático puede utilizarse para formar hemoglobina
durante la eritropoyesis, para sintetizar enzimas (citocromos, peroxidasas, catalasas), o almacenarse
en los depósitos de hierro (ferritina/hemosiderina). El sistema retículo endotelial (SER), denominado
en la actualidad sistema fagocítico mononuclear, compuesto por todas las células derivadas de
precursores monocíticos de la médula ósea (macrófagos residentes en tejidos como el hígado, bazo,
médula ósea, etc. y monocitos de sangre periférica) cumplen un papel fundamental en el metabolismo
del hierro, ya que liberan el Fe a partir del catabolismo de la hemoglobina de eritrocitos senescentes
que fueron fagocitados, enviando de esta manera Fe al plasma, que se une a la transferrina y circula
así nuevamente para ser reutilizado. Del total de hierro que se moviliza diariamente, se pierde sólo
una pequeña proporción a través de las heces (hierro no absorbido), la orina y el sudor. El Fe también
se pierde durante la menstruación en las mujeres y por otros procesos, tales como descamación
celular o debido a la eritropoyesis ineficaz.
0,5-2
mg/día
La absorción de Fe depende en primer lugar del tipo de compuesto de hierro presente en la dieta, en
dependencia de lo cual van a existir 2 formas diferentes de absorción: la del hierro hemínico y la
del hierro inorgánico (no hemínico) (Figura 23).
Absorción del hierro no hemínico: Dado que el Fe sólo puede ser absorbido en el intestino
como ion ferroso (Fe++), el hierro inorgánico de los alimentos (Fe+++) debe ser convertido a ion
ferroso. Esto sucede en el estómago, donde por el pH inferior a 4, las sustancias reductoras
de los alimentos (tales como el ácido ascórbico) lo convierten de estado férrico a ferroso. Los
iones Fe++ así formados en el estómago son absorbidos principalmente en el duodeno y
segmento inicial del yeyuno, ingresando al enterocito mediante el transportador de metales
divalentes 1 (DMT1). El aumento de la alcalinidad en las porciones más distales produce la
conversión a Fe+++, que ya no se absorbe. Los aminoácidos y las proteínas facilitan la
absorción, a su vez los fosfatos y fitatos la dificultan al formar complejos no disociables. Los
alimentos pobres en fosfatos y ricos en proteínas, como el hígado y la carne en general, son
excelentes fuentes de Fe. Aquellos que contienen mucha cantidad de fosfatos, como huevos,
leche y queso, son fuentes pobres de Fe aunque lo tengan en alta concentración.
Absorción del hierro hemínico: Este tipo de hierro atraviesa la membrana celular como una
metaloporfirina intacta utilizando la proteína carrier de grupo hem (HCP1, “HM” en la figura),
una vez que las proteasas endoluminales o de la membrana del enterocito hidrolizan la
globina. Los productos de esta degradación son importantes para el mantenimiento del hem
en estado soluble, con lo cual garantizan su disponibilidad para la absorción. Aunque el hierro
hemínico representa una pequeña proporción del hierro total de la dieta, su absorción es
mucho mayor (20-30 %) y está menos afectada por los componentes de ésta.
Una vez que la célula de la mucosa duodenal absorbe Fe++, una porción es unida a ciertos
aminoácidos y transferida rápidamente al plasma mediante el complejo ferroportina-hefastina, la
cual permite transformar el Fe++ en Fe+++ para permitir su transporte en el plasma. El resto del hierro
del enterocito es oxidado a hidróxido férrico Fe (OH)3 y unido a una proteína de la célula llamada
apoferritina. Este Fe guardado en la célula mucosa como ferritina pasa lentamente al plasma dentro
de 7 a 10 días. La transferencia rápida de Fe hacia el plasma ocurre durante las primeras 4 horas
luego de la ingestión, y por este mecanismo se absorbe más de la mitad del total absorbido. El Fe de
la ferritina permanece en equilibrio con el Fe++ de la célula, de manera tal que cuanto mayor es la
cantidad de ferritina formada, mayor es la tendencia de la célula a estar saturada de Fe. Esto inhibe la
entrada de más Fe y facilita el pasaje hacia el plasma del contenido en la célula. Esta teoría es
llamada del bloqueo mucoso, y puede ser considerada como un mecanismo protector que impide
una acumulación excesiva de Fe en el organismo, que puede resultar peligrosa, como ocurre en la
hemocromatosis. Sin embargo, esta teoría no es universalmente aceptada.
52
Figura 23. Esquema de la abroción de hierro. HT: proteína carrier del grupo hem, DMT1: trasnportador de
metales divalentes 1, Hp-FP: Hefastina-Ferroportina.
En un individuo normal, las necesidades diarias de hierro son muy bajas en comparación con el hierro
circulante, por lo que sólo se absorbe una pequeña proporción del total ingerido. Esta proporción
varía de acuerdo con la cantidad y el tipo de hierro presente en los alimentos, el estado de los
depósitos corporales del mineral, las necesidades, la actividad eritropoyética y una serie de factores
luminales e intraluminales que interfieren o facilitan la absorción. La dieta aporta diariamente entre 12
a 15 mg diarios de Fe, de los cuales solo se absorbe un 8%. Aquí es importante señalar, que la
absorción intestinal es el principal mecanismo fisiológico de la regulación de la cantidad total
del Fe en el organismo. La pérdida diaria de Fe es de aproximadamente 1 mg y permanece dentro de
estrechos límites (0.3-2 mg), tanto en condiciones de carencia, como de exceso de Fe corporal, es
decir que los requerimientos diarios están destinados en primer lugar a compensar excreción fija.
53
A
De estas últimas dos observaciones, podemos concluir que uno de los principales reguladores de la
absorción del Fe es la magnitud de la eritropoyesis. Otro de los determinantes de la regulación de
la absorción de Fe, es el estado de los depósitos. Si los mismos están disminuidos, aumenta la
absorción intestinal del mismo. La cantidad de Fe en la dieta tiene cierta influencia sobre la
absorción, lo que sugiere que cuando se ingieren dietas muy ricas en Fe, el porcentaje de la
absorción aumenta, ocurriendo lo contrario cuando su ingesta es pobre.
6. Hierro plasmático
El hierro es transportado por la transferrina, que es una glicoproteína sintetizada en el hígado, que
posee 2 dominios homólogos de unión para el hierro férrico (Fe+++). Esta proteína toma el hierro
liberado por los macrófagos producto de la destrucción de los glóbulos rojos o el procedente de la
mucosa intestinal, se ocupa de transportarlo y hacerlo disponible a todos los tejidos que lo requieren.
Se le denomina apotransferrina a la proteína que no contiene hierro, transferrina monoférrica cuando
contiene un átomo de hierro y diférrica cuando contiene 2 átomos. Cuando todos los sitios de
transporte están ocupados se habla de tranferrina saturada. En condiciones fisiológicas, la
concentración de transferrina excede la capacidad de unión necesaria, por lo que alrededor de dos
tercios de los sitios de unión están desocupados, lo cual se traduce en que la transferrina transporta
sólo un 1/3 de la cantidad total de Fe que puede transportar
La cantidad de Fe presente en el plasma está determinada por un equilibrio dinámico el cual está
dado por un lado, por el Fe que llega al plasma proveniente de las células del SRE, el Fe proveniente
de las células de la mucosa intestinal, el Fe que proviene desde el “pool de Fe lábil eritropoyético”,
ubicado principalmente en la médula ósea, (sitio de fácil intercambio) y el Fe proveniente de las
células que poseen enzimas con hem y mioglobina. El Fe principalmente se dirige hacia la médula
ósea, para la formación de hemoglobina durante la síntesis de los glóbulos rojos (entre un 70-90%) y
55
el resto es utilizado para la síntesis de enzimas que lo requieren como cofactor (peroxidasas,
citocromos, catalasas). El balance producido por estos movimientos del Fe resulta en una
concentración plasmática promedio de 120 g Fe/100 ml de sangre (rango normal de 70 a 170
g/100 ml), que recibe el nombre de ferremia.
Como se mencionó anteriormente, la mayor parte del Fe que abandona el plasma se dirige hacia la
médula ósea para la síntesis de hemoglobina. La cantidad diaria de Fe que deja el plasma para
intervenir en este proceso es aproximadamente 9 veces superior al total de Fe circulante en el
plasma. Si la eritropoyesis aumenta en respuesta a una hemorragia severa por ejemplo, el aumento
correspondiente de la cantidad de Fe plasmático transferido a la médula no alcanza con disminuir el
Fe circulante, por lo que el Fe adicional necesario para el aumento de la síntesis de hemoglobina es
aportado por un incremento de la entrada de Fe proveniente de los depósitos y del aumento de la
absorción intestinal.
56
7. Depósitos de Fe
Los depósitos del Fe son fundamentales para mantener la ferremia normal, y en condiciones
normales contienen aproximadamente 1g de Fe. Están representados por las células del SRE del
hígado, bazo y médula ósea y por las células mucosas del intestino delgado.
b) El Fe disponible es distribuido entre los distintos órganos que lo necesitan de acuerdo con la
avidez de estos. La placenta parece tener la mayor de las prioridades. Un niño nace con una carga de
Fe normal, aún en el caso, de que su madre presente deficiencia moderada o severa. Los siguientes
en prioridad son los eritroblastos. En la deficiencia de Fe moderada, con anemia, más del 90 % del Fe
circulante es tomado por los eritroblastos e incorporado a la hemoglobina. Tales pacientes pueden
desarrollar alteraciones cutáneas indicadoras de deficiencia de hierro mientras que los eritroblastos
reciben una buena provisión del mismo.
57
CAPITULO 6
LEUCOCITOS
Los leucocitos o glóbulos blancos son células originadas en la médula ósea que utilizan a la
sangre como un sistema de transporte. Abandonan la sangre en cualquier momento en
respuesta a diferentes señales involucradas en la defensa del cuerpo, ejerciendo sus funciones
en los distintos tejidos del organismo.
Los leucocitos derivan de un precursor común que es la célula basal hematopoyética (CBH).
Esta célula multipotente se diferencia y se divide por mitosis dando origen a progenitores
linfoides y progenitores mieloides. Un progenitor linfoide común da lugar a la línea linfoide de
leucocitos, los linfocitos citolíticos naturales (natural killers, NK) y los linfocitos T y B. Un
progenitor mieloide común da lugar a la línea mieloide, que comprende el resto de los
leucocitos, los eritrocitos y los megacariocitos (Figura 26).
Los leucocitos restantes son los monocitos, las células dendríticas, células cebadas y los
neutrófilos, eosinófilos y basófilos. Estos tres últimos circulan en la sangre y se denominan
granulocitos, debido a los gránulos citoplásmicos cuya coloración otorga a estas células un
aspecto distintivo en frotis sanguíneos, o leucocitos polimorfonucleares, debido a su núcleo de
forma irregular. Las células dendríticas inmaduras son células fagocíticas que entran a los
tejidos y maduran después de que han encontrado un agente patógeno potencial. El progenitor
linfoide común también da lugar a una subpoblación menor de células dendríticas. Sin embargo,
dado que hay más células progenitoras mieloides comunes que progenitoras linfoides comunes,
casi todas las células dendríticas se desarrollan a partir de progenitores mieloides. Los
monocitos entran a los tejidos, donde se diferencian en macrófagos fagocíticos. Aún se
desconoce la célula precursora que da lugar a células cebadas. Estas últimas también entran a
los tejidos y allí completan su maduración.
58
Línea linfoide
Línea mieloide: dendríticas inmaduras
Línea mieloide
Figura 26. Origen de las células del sistema inmune. (Imagen adaptada de Inmunología de Janeway,
Séptima edición).
1. Granulocitopoyesis y monocitopoyesis
La producción de células Progenitoras Mieloides (CPM) está limitada a la médula ósea. Las
CPM se dividen por mitosis y sufren un segundo evento de diferenciación inducido por distintas
moléculas de señalización tales como interleucina 3 (IL-3), Factor Estimulante de Colonias
(CSF) de granulocitos/macrófagos (GM-CSF), de granulocitos (G-CSF) y de eosinófilos (EO-
CSF), que a su vez inducen la proliferación por sucesivas mitosis adicionales y la maduración
dentro del compartimiento proliferativo, a través de un mecanismo similar al descripto para la
eritropoyesis.
GRANULOCITOPOYESIS MONOCITOPOYESIS
CBH
CPM
IL-3
GM-CSF
G-CSF
EO-CSF
COMPARTIMIENTO IL-3
PROLIFERATIVO Mieloblasto Monoblasto
GM-CSF
proliferación Promielocito Promonocito
G-CSF
maduración Mielocito EO-CSF
Metamielocito Monocito
COMPARTIMIENTO inmaduros
NO PROLIFERATIVO Formas segmentadas
maduración
Compartimiento de reserva
La producción de neutrófilos ha sido estimada en el hombre en 1.6 x 109 células por kilogramo
de peso corporal en un día. Este número de células es necesario para mantener el nivel
circulante debido a que la vida media del neutrófilo en la sangre es sólo de 6-7 horas. Sin
embargo, su vida media total es desconocida. Se cree que los granulocitos, una vez que llegan
a los tejidos, jamás retornan a la sangre. A pesar de una rápida renovación de estas células en
la sangre y del gran volumen de producción, el sistema granulopoyético muestra gran
flexibilidad para responder a estímulos inflamatorios o a la pérdida de células maduras.
Los métodos que utilizan animales intactos para determinar la magnitud de la
granulocitopoyesis presentan la dificultad para separar fenómenos de distribución entre
compartimientos de cambios reales en la producción celular. El desarrollo de sistemas de
60
cultivo de células de médula ósea ha permitido identificar factores granulopoyéticos que se han
denominado conjuntamente Factor Estimulante de Colonias (CSF). El sistema consiste en
colocar en una cápsula de Petri una matriz de soporte semisólido de agar o metilcelulosa y
medio de cultivo apropiado, mezcla en la cual células progenitoras de granulocitos y
macrófagos estimuladas apropiadamente, se dividen, diferencian y maduran hasta formar un
clon o colonia de granulocitos y macrófagos. Cada colonia recibe la denominación de CFU
(Unidad Formadora de Colonias). Como la colonia posee granulocitos y macrófagos, la célula
de origen de la colonia se denomina CFU-GM (Unidad Formadora de Colonias de granulocitos y
monocitos/macrófagos). Estas colonias pueden ser contadas a simple vista o con lupa,
pudiéndose determinar así el número de CFU-GM presentes en una suspensión de células de
médula ósea. Las CFU-GM no proliferan, ni se diferencian, ni maduran espontáneamente,
requiriendo la presencia de CSF.
Los CSF son producidos fundamentalmente por monocitos, macrófagos, células T, fibroblastos
y células estromales de la médula ósea. Los niveles de CSF en tejidos y plasma aumentan
rápidamente luego de la inyección de antígenos bacterianos y sustancias relacionadas. Ocurre
lo mismo luego de infecciones bacterianas, siendo los niveles muy bajos en animales libres de
gérmenes. Estas observaciones sugieren el mecanismo mediante el cual la presencia de
productos bacterianos puede incrementar la producción de granulocitos y monocitos por la
médula ósea.
2. Linfopoyesis
El proceso de las CBH para convertirse en linfocitos B o T sigue ciertos principios básicos de
diferenciación celular. Las propiedades esenciales para la función de la célula madura se
adquieren de manera gradual, junto con la pérdida de propiedades que son más características
de la célula inmadura. En el caso del desarrollo de linfocitos, las células primero quedan
comprometidas a la línea linfoide, en contraposición con la mieloide, y después hacia las líneas
de célula B o T.
La producción de nuevos linfocitos o linfopoyesis tiene lugar en los tejidos linfoides centrales,
que son la médula ósea para casi todas las células B, y el timo para casi todas las células T.
Los precursores de linfocitos se originan en la médula ósea, pero mientras que las células B
completan la mayor parte de su desarrollo ahí, los precursores de casi todas las células T
migran hacia el timo, donde se desarrollan hacia células T maduras. Las células B también
pueden originarse y desarrollarse en el hígado fetal y en el bazo neonatal. Algunas células T
pueden migrar como precursores inmaduros desde la médula ósea para desarrollarse en sitios
llamados “criptoplacas” justo por debajo de las criptas del epitelio intestinal.
En el feto y en el joven, los tejidos linfoides centrales son la fuente de gran número de linfocitos
nuevos, que migran para poblar los tejidos linfoides periféricos, como ganglios linfáticos, bazo y
tejido linfoide de mucosas. En adultos maduros, el desarrollo de células T nuevas en el timo se
lentifica, y el número de éstas se mantiene mediante células T individuales de vida prolongada,
junto con la división de células T maduras fuera de los órganos linfoides centrales. En cambio,
las células B nuevas se producen de manera continua a partir de la médula ósea, incluso en
adultos.
Una célula basal hematopoyética (CBH o HSC) se diferencia en un progenitor que ha perdido
sus propiedades de célula primordial (Figura 28). La primera rama origina células con potencial
mieloide y eritroide/megacariocítico por un lado (CFU-GEMM), y por el otro produce el
progenitor linfoide temprano (ELP) con potencial linfoide. El ELP puede generar linfocitos NK,
61
células T o células B por medio de etapas sucesivas de diferenciación en la médula ósea o en
el timo. El progenitor linfoide común (CLP), que da lugar a linfocitos B y NK, recibe este nombre
porque originalmente se creía que también daba lugar a los linfocitos T. Hoy se sabe que los
timocitos que formarán los linfocitos T provienen principalmente de un precursor temprano de
línea T (ETP). De todas maneras, puede haber una plasticidad considerable en estas vías,
debido a que en ciertas circunstancias las células progenitoras pueden cambiar su compromiso.
Por ejemplo, una célula progenitora puede generar células B o macrófagos. También se cree
que algunas células dendríticas derivan del progenitor linfoide.
La función primaria de los leucocitos es la defensa del organismo contra “lo extraño”. Esta
función es ejecutada a través de 2 sistemas, el de la inmunidad innata (SSI) y el de la
inmunidad adaptativa (SIA). Los granulocitos (neutrófilos, eosinófilos, basófilos), células
dendríticas, monocitos/macrófagos, capaces de efectuar fagocitosis, y las NK (citolíticas
naturales) son las células de la inmunidad innata, mientras que los Linfocitos T y B están
relacionados con la inmunidad adaptativa. Sin embargo, ambos sistemas están
interrelacionados. A modo de ejemplo, las células dendríticas fagocitan y procesan antígenos
para presentarlos a los linfocitos T CD4+ en el contexto de moléculas de clase II del complejo
mayor de histocompatibilidad (CMH), de manera tal que se inicia una respuesta inmune que
conduce a la formación de anticuerpos y/o activación de linfocitos T citotóxicos, así como
también los neutrófilos fagocitan bacterias en forma más eficiente si han sido cubiertos por
anticuerpos (opsonización) secretados por los linfocitos B.
63
Célula Fórmula Rango normal Fórmula
leucocitaria aproximado leucocitaria
absoluta (células/mm3) relativa (%)
(células/mm3)
Total 7500 4000-11.000 ---------
leucocitos
neutrófilos 4650 3000-6000 62
eosinófilos 187,5 150-300 2,5
basófilos 37,5 0-100 0,5
linfocitos 2250 1500-4000 30
monocitos 375 300-600 5
Tabla 4. Fórmula leucocitaria absoluta, rango normal aproximado y fórmula leucocitaria relativa.
El recuento diferencial varía según el estado de reposo físico y mental, estando también en
relación con muchos otros factores. Por lo tanto, deben considerarse varios de los factores que
inducen leucocitosis fisiológicas.
En el recién nacido, los valores superiores a 11.000/mm3 son la regla, habiéndose encontrado
cifras de hasta 45.000/mm3. El valor máximo se alcanza al final de las primeras 24 horas,
predominando los neutrófilos. Hacia el 3er o 4to día la concentración cae con rapidez y fluctúa
luego alrededor de los valores normales. Durante la 3ra semana, la proporción de neutrófilos y
de linfocitos se invierte y esta situación se mantiene hasta la edad de 4 años.
En el adulto, ocurren fluctuaciones durante las 24 horas y también entre uno y otro día, aunque
no se ha probado que estos cambios tengan un ritmo horario característico. Con el ejercicio
agobiante, el recuento leucocitario puede alcanzar 35.000/mm3. Sin embargo, este incremento
que se produce principalmente en la concentración de neutrófilos, se debería a una
redistribución de células que en condiciones normales son apartadas de la circulación.
64
La infusión de adrenalina o el ejercicio violento producen leucocitosis. En realidad, producen
pseudo-leucocitosis, ya que ocasionan un pasaje de leucocitos desde el CGM hacia el CGC
sin que exista aumento del CTGS. El aumento de concentración sanguínea de leucocitos
aparece con una rapidez notable luego del ejercicio intenso (en un minuto después de correr
400 m) y desaparece aproximadamente en 1 hora.
Los leucocitos derivados del progenitor mieloide común son los granulocitos (neutrófilos,
eosinófilos, basófilos), las células dendríticas, las células cebadas y los monocitos/macrófagos
(Figura 29).
Monocitos y Macrófagos
Los macrófagos son células de vida relativamente prolongada, residen en casi todos los tejidos
y son la forma madura de los monocitos que circulan en la sangre y migran de modo continuo
hacia tejidos, donde se diferencian. Juntos, los monocitos y los macrófagos constituyen uno de
los tres tipos de fagocitos en el sistema inmunitario (además de los granulocitos y las células
dendríticas). Los macrófagos desempeñan varias funciones en todos los aspectos de la
respuesta inmunitaria innata, pero también participan en la respuesta inmunitaria adaptativa,
donde actúan como células presentadoras de antígeno en respuestas secundarias y como
células fagocíticas de microorganismos opsonizados por anticuerpos. Su función de fagocitar y
matar microorganismos invasores valiéndose de enzimas lisosomales y peroxidasas es muy
importante en la primera línea de defensa de la inmunidad innata, pero también eliminan
agentes patógenos a los cuales se dirige una respuesta inmunitaria adaptativa. Tanto los
monocitos como los macrófagos son fagocíticos, pero como casi todas las infecciones ocurren
en los tejidos, son principalmente los macrófagos los que realizan esta función protectora. Una
función adicional y crucial de los macrófagos es organizar respuestas inmunitarias. Ayudan a
inducir inflamación, que es un prerrequisito para una respuesta inmunitaria exitosa y secretan
citosinas que activan y reclutan otros leucocitos que integran la respuesta. Además de su
participación especializada en el sistema inmunitario, los macrófagos actúan como células
recolectoras generales en el cuerpo, eliminan células muertas y restos celulares.
Granulocitos
Los granulocitos se llaman así porque tienen gránulos con coloración densa en el citoplasma;
también se llaman leucocitos polimorfonucleares debido a su núcleo de forma irregular. Hay tres
tipos de granulocitos, neutrófilos, eosinófilos y basófilos; que se distinguen por las diferentes
propiedades de coloración de los gránulos. En comparación con los macrófagos, son de vida
relativamente breve, sólo sobreviven algunos días y se producen en números aumentados
durante respuestas inmunitarias, cuando abandonan la sangre para migrar hacia sitios de
infección o inflamación.
Los neutrófilos son las células más numerosas y de mayor importancia en las respuestas
inmunitarias innatas: captan diversos microorganismos mediante fagocitosis y los destruyen
con eficiencia en vesículas intracelulares usando enzimas degradantes y otras sustancias
antimicrobianas almacenadas en sus gránulos citoplásmicos. Los gránulos primarios contienen
peroxidasas, fosfatasa ácida, esterasa, glucuronidasa, manosidasa, hidrolasas ácidas,
fagocitina, lisozima y otras proteínas antibacterianas. Poseen también gránulos secundarios,
que pueden ser considerados como lisosomas, y que contienen aminopeptidasas, lactoferrina,
65
fosfatasa alcalina, colagenasa y lisozima. Las deficiencias hereditarias de la función de los
neutrófilos llevan a infecciones bacterianas abrumadoras, letales si no se tratan.
Las funciones protectoras de los eosinófilos y de los basófilos se entienden con menor
perfección. Sus gránulos contienen diversas enzimas y proteínas tóxicas, que se liberan cuando
se activa la célula. Los eosinófilos contienen algunas de las sustancias que poseen los
neutrófilos, pero no contienen fosfatasa alcalina ni lisozima. Poseen peroxidasas, neurotoxinas,
proteína catiónica, proteína básica mayor con efectos fundamentalmente citotóxicos. Los
basófilos contienen gránulos con heparina e histamina. Se cree que los eosinófilos y los
basófilos son importantes principalmente en la defensa contra los parásitos (que son recubiertos
con IgE), que son demasiado grandes como para que los macrófagos o los neutrófilos los
ingieran, pero su principal importancia médica yace en su participación en reacciones
inflamatorias alérgicas, en las cuales sus efectos son dañinos más que protectores.
Células Cebadas
Células Dendríticas
Las células dendríticas son la tercera clase de células fagocíticas del sistema inmunitario.
Tienen prolongaciones digitiformes largas. Las células dendríticas inmaduras migran a través
del torrente sanguíneo desde la médula ósea y entran a los tejidos. Captan materia particulada
por medio de fagocitosis e ingieren de modo continuo grandes cantidades de líquido
extracelular y su contenido mediante un proceso conocido como macropinocitosis. Al igual que
los macrófagos y los neutrófilos, degradan los microorganismos patógenos que captan, pero su
principal participación en el sistema inmunitario no es la eliminación de microorganismos. En
cambio, las células dendríticas que han encontrado microorganismos invasores maduran hacia
células capaces de activar a los linfocitos T que nunca antes han encontrado su antígeno
(vírgenes o naive), a través de mecanismos de presentación antigénica. La presentación de
antígenos sola no basta para activar un linfocito T virgen, sino que las células dendríticas
maduras tienen otras propiedades que les permiten activar linfocitos T, que serán descriptas en
el próximo capítulo. Las células que pueden presentar antígenos a linfocitos T inactivos, y
activarlos, se conocen como células presentadoras de antígeno (CPA) profesionales, las cuales
forman un enlace crucial entre la respuesta inmunitaria innata y la respuesta inmunitaria
adaptativa.
66
Alergias
Alergias
Figura 29. Células de la línea mieloide. (Imagen adaptada de Inmunología de Janeway. Séptima edición)
En resumen, los macrófagos y los neutrófilos son células principalmente fagocíticas que
fagocitan agentes patógenos y los destruyen en vesículas intracelulares, una función que
desempeñan en las respuestas inmunitarias tanto innata como adaptativa. Las células
dendríticas son fagocíticas cuando son inmaduras y pueden captar agentes patógenos; luego
de madurar, funcionan como células especializadas que presentan antígenos de agentes
patógenos a linfocitos T en una forma que pueden reconocer, lo que activa a los linfocitos T e
inicia respuestas inmunitarias adaptativas. Los macrófagos también pueden presentar
antígenos a los linfocitos T no vírgenes y activarlos. Se cree que los eosinófilos participan en el
ataque a parásitos grandes cubiertos con anticuerpos, como gusanos, mientras que la función
de los basófilos estaría más ligada a la de las células cebadas. Las células cebadas son células
hísticas que desencadenan una respuesta inflamatoria local a antígeno al liberar sustancias que
actúan sobre vasos sanguíneos locales; también tienen importancia en las respuestas alérgicas.
El progenitor linfoide común en la médula ósea da lugar a los linfocitos específicos para
antígeno del sistema inmunitario adaptativo, y a un linfocito citolítico natural (NK).
Estos linfocitos son un componente esencial del sistema inmunitario. Su función principal es
reaccionar con antígenos e iniciar así la respuesta inmune adaptativa. El sistema inmunitario
debe tener la capacidad de montar una respuesta inmunitaria contra cualquiera de la amplia
variedad de agentes patógenos que una persona tiene probabilidades de encontrarse durante
67
su vida. Los linfocitos en conjunto hacen esto posible por medio de los receptores de antígeno
muy variables sobre su superficie, mediante los cuales reconocen antígenos y se unen a los
mismos. Por lo tanto, las enfermedades que afectan a estas células se manifiestan como
incapacidad de protección del individuo contra agentes patógenos (síndromes de deficiencia
inmunológica), o en desarrollo de reacciones inmunes dirigidas contra antígenos propios del
individuo (enfermedades autoinmunes) que serán tratadas el capítulo siguiente.
Cada linfocito madura portando una única variante de receptor de antígeno, pero la población
total de linfocitos expresa un inmenso repertorio de receptores que son muy diversos en sus
sitios de unión a antígeno. Entre los miles de millones de linfocitos que circulan en el cuerpo en
cualquier momento, siempre habrá alguno que pueda reconocer un antígeno extraño dado.
En ausencia de una infección, casi todos los linfocitos que circulan en el organismo son células
pequeñas sin rasgos característicos. Estos linfocitos pequeños no tienen actividad funcional
sino hasta que encuentran su antígeno específico. Los linfocitos que todavía no se han activado
por medio de antígeno se conocen como linfocitos vírgenes; los que han encontrado su
antígeno, se han activado y se han diferenciado más hacia linfocitos por completo funcionales,
se conocen como linfocitos efectores.
Hay dos tipos de linfocitos, los B (células B) y los T (células T), cada uno con funciones
bastante diferentes en el sistema inmunitario y tipos bien determinados de receptores de
antígeno. Luego de que el antígeno se une a un receptor de antígeno de células B, el linfocito
proliferará y se diferenciará hacía una célula plasmática o plasmocito. Esta es la forma
efectora de los linfocitos B y produce anticuerpos, que son una forma secretada del receptor de
células B y tienen una especificidad de antígeno idéntica. De esta manera, el antígeno que
activa a una célula B dada se convierte en la diana de los anticuerpos producidos por la
progenie de esas células. Las moléculas de anticuerpos se conocen como inmunoglobulinas
(Ig).
El receptor de antígeno de células T, tiene relación funcional con las Ig pero es muy distinto en
su estructura y en sus propiedades de reconocimiento. Después de que una célula T es
activada por su primer encuentro con un antígeno, prolifera y se diferencia hacia uno de varios
tipos funcionales de linfocitos T efectores.
Durante una respuesta inmunitaria, algunas de las células B y T activadas mediante antígeno se
diferencian hacia células de memoria, los linfocitos de los cuales depende la inmunidad
duradera que puede aparecer luego de exposición a enfermedad o vacunación. Las células de
memoria se diferenciarán con facilidad hacia células efectoras ante una segunda exposición a
su antígeno específico.
A pesar de que los linfocitos sanguíneos son similares desde el punto de vista morfológico,
existen distintas subpoblaciones desde el punto de vista funcional. Así, de acuerdo con el tipo
de actividad inmunológica, los linfocitos han sido clasificados en dos grandes grupos:
68
B- Linfocitos T (LT), o timo-dependientes, responsables primarios de la inmunidad mediada
por células.
Las respuestas inmunitarias humorales y celulares reaccionan ante antígenos, que usualmente
son proteínas extrañas para el organismo. La inmunidad humoral se realiza mediante
anticuerpos (Ig). Las reacciones humorales pueden ocurrir en sitios alejados de las células que
sintetizan a los anticuerpos. La inmunidad celular requiere el contacto directo entre el
antígeno y la célula efectora. Los linfocitos T y LB no son diferenciables morfológicamente,
aunque pueden ser identificados mediante técnicas especiales.
Debe recordarse que la mayoría de los antígenos evocan ambos tipos de respuestas, aunque
la inmunidad humoral constituye el principal mecanismo de defensa contra los microorganismos
extracelulares y sus toxinas; mientras que la inmunidad celular es el principal mecanismo de
defensa contra infecciones virales y otros microorganismos intracelulares.
Existen 2 variedades de linfocitos T: los que presentan sobre la superficie de sus membranas
un marcador glucoproteico llamado CD8, por lo que reciben el nombre de LT CD8 +; y los que
presentan un marcador denominado CD4, que son llamados LT CD4+.
Los NK, son un tipo de linfocito de gran tamaño que responde a la presencia de infección, pero
que no es específico para antígeno, por lo que se considera que forma parte del sistema
inmunitario innato. Estas células tienen la capacidad de reconocer y matar algunas células
anormales, por ejemplo, algunas células tumorales y células infectadas por virus. Pareciera
tratarse de células que forman parte del sistema de defensa del cuerpo contra el cáncer y la
infección. Producen y son activadas por interferones. Su mecanismo citolítico se asemeja al
utilizado por los LT CD8+ citotóxicos que será descripto más adelante.
5.1 Citocinas
69
monocinas, etc. (dependiendo del tipo de célula). Su acción fundamental consiste en la
regulación del mecanismo de la inflamación.
IL-1, TNF-α e IL-6 median la inducción de una respuesta inflamatoria local y sistémica. IL-10 y
TGF-β ejercen una actividad antiinflamatoria. IL-12 e IL-18, orientan la diferenciación de los
linfocitos T CD4+ en un perfil Th1. IL-23 favorece la expansión de linfocitos T CD4+
diferenciados en un perfil Th17. Distintas quimiocinas mencionadas más adelante inducen el
reclutamiento de leucocitos en el tejido lesionado. Otras citocinas como G-CSF, M-CSF y GM-
CSF inducen la proliferación o diferenciación de precursores leucocitarios en la médula ósea, de
modo de contar con un nivel de reservas celulares acorde con las necesidades que impone el
curso de la reacción inflamatoria.
5.1.2 Quimiocinas
5.1.3 Interferones
Los interferones (IFN) son un subgrupo de citocinas con actividad antiviral y antitumoral. Los
IFN α y β se producen en etapas tempranas de las infecciones víricas como parte de la
respuesta inmunitaria innata. El IFN-γ, por su parte, no es inducido de manera directa por
infección vírica, sino que se produce más tarde y tiene una función importante en la respuesta
inmunitaria adaptativa a patógenos intracelulares.
Los interferones hacen varias contribuciones a la defensa contra infección vírica. Un efecto
importante es la inducción de un estado de resistencia a la replicación vírica en todas las
células. El IFN-α y el IFN-β secretados por las células infectadas se unen a un receptor de
superficie celular común, tanto en la célula infectada como en las células no infectadas
cercanas. Otra manera en la cual los interferones actúan en la inmunidad innata es con la
activación de linfocitos citolíticos NK, que pueden destruir a células infectadas por virus.
También inducen la expresión de moléculas coestimuladoras sobre macrófagos y células
dendríticas, lo que les permite actuar como células presentadoras de antígeno que pueden
70
activar por completo células T. IFN-α e IFN-β también estimulan el incremento de la expresión
de moléculas de clase I del CMH sobre todos los tipos de células, de este modo, los ayudan a
promover la muerte de células infectadas por virus mediante células T CD8+ citotóxicas. El IFN-
γ actúa en la activación de macrófagos, incrementa la expresión de moléculas del CMH y de
componentes de procesamiento de antígeno, induce el cambio de clase de Ig y suprime las
respuestas Th2.
5.1.4 Linfocinas
Las citocinas producidas por linfocitos a menudo se denominan linfocinas, pero esta
nomenclatura puede ser confusa porque algunas linfocinas también son secretadas por otras
células aparte de linfocitos; por tanto, se suele utilizar el término genérico citocina para todas
ellas. La mayor parte de las citocinas producidas por células T reciben el nombre de interleucina
(IL) seguido de un número.
La principal citocina liberada por células T CD8+ efectoras es el IFN-γ, capaz de bloquear la
multiplicación vírica. Los subgrupos de LT CD4+ efectores liberan diferentes de citocinas, pero
con alguna superposición, que definen sus acciones distintivas en la inmunidad. Las células
Th17 secretan IL-17, IL-6, TNF-α y la quimiocina CXCL1, todas las cuales actúan para reclutar
neutrófilos en sitios de infección en una fase temprana de la respuesta adaptativa. Las células
Th1 secretan IFN-γ, que activa macrófagos, y TNF-β, que además de activar macrófagos inhibe
células B y es directamente citotóxica para algunas células. Las células Th2 secretan IL-4, IL-5,
IL-9 e IL-13, todo lo cual activa células B, e IL-10, que inhibe la activación de macrófagos.
Durante las primeras etapas de la activación, siempre que haya presentes señales
coestimuladoras, las células T CD4+ producen IL-2, y sólo muy pequeñas cantidades de IL-4 e
IFN-γ.
71
CAPITULO 7
SISTEMA INMUNITARIO
Es importante aclarar desde el principio que estos sistemas están íntimamente relacionados y
se necesitan mutuamente. El SII activa al SIA en respuesta a las infecciones, y el sistema SIA
utiliza los mecanismos efectores de la inmunidad innata para eliminar los microorganismos.
1. Inmunidad Innata
En la inmunidad innata participa un amplio conjunto de tipos celulares que incluye no sólo a los
leucocitos, sino también a las células que integran la piel y los epitelios de los aparatos
respiratorio, digestivo y genitourinario, así como las propias células parenquimatosas que
conforman los diversos tejidos. Esta amplia variedad de tipos celulares comparte una
herramienta común para reconocer a los microorganismos: los receptores de reconocimiento
de patrones (RRP). Los RRP representen la herramienta central de la que se valen las células
de la inmunidad innata para reconocer los microorganismos, sus productos y las señales de
daño celular que genera el propio proceso infeccioso en el tejido afectado.
La primera línea de defensa contra la infección es la piel intacta, la que no puede ser
atravesada con facilidad por los agentes infecciosos. La infección es, por lo tanto, la
complicación más importante cuando se pierde la integridad de la piel como consecuencia de
quemaduras o traumatismos. Las aberturas naturales de cavidades y glándulas son lugares
vulnerables para el ingreso de agentes infecciosos. Ellas, normalmente, se hallan protegidas de
la invasión mediante distintos mecanismos o barreras. En primer lugar, se encuentran
recubiertas de moco y otras secreciones que contienen inmunoglobulinas, al igual que enzimas
antibacterianas, como la lisozima (barreras químicas). En segundo lugar, los organismos que
invaden estas aberturas no pueden alcanzar con facilidad el torrente circulatorio, sino que
permanecen en el órgano que comunica el exterior con el interior del cuerpo, como el estómago
72
o los pulmones, gracias a las características de sus epitelios (barreras físicas). Muchos
agentes patógenos no pueden soportar las condiciones de bajo pH del jugo gástrico. También
existen barreras microbiológicas como la flora intestinal bacteriana que previene la invasión o
sobre-crecimiento de microorganismos con potencial patogénico. En los pulmones, los
microorganismos tienen que enfrentarse a la acción fagocítica de los macrófagos alveolares.
Estas células son móviles aunque se encuentran confinadas en la red capilar pulmonar.
Los patrones moleculares asociados a patógenos (PAMP), que son reconocidos por las
células de la inmunidad innata a través de sus RRP, son moléculas presentes en los
microorganismos que comparten tres propiedades: a) se expresan en los microorganismos,
pero no en el huésped, b) son compartidos por diferentes microorganismos y c) son esenciales
para la supervivencia o la patogenicidad de los microorganismos. Entre los PAMP mejor
caracterizados están el lipopolisacárido (LPS) (presente en la superficie de las bacterias Gram
negativas), la flagelina (componente estructural del flagelo bacteriano), el peptidoglucano
(componente de la pared bacteriana) y los ácidos nucleicos microbianos (como el ARN viral).
Estos PAMP permiten a las células de la inmunidad innata el rápido reconocimiento de un
proceso infeccioso naciente y la inmediata puesta en marcha de una respuesta inmune innata.
La inmunidad innata presenta un atributo esencial: su rapidez. En las primeras horas y días de
iniciado un proceso infeccioso será la encargada de enfrentarlo. Casi siempre logra erradicar la
infección naciente. Si no alcanza este objetivo, intentará contenerla hasta que los mecanismos
propios de la inmunidad adaptativa sean operativos, proceso que suele demandar varios días.
Si la piel y los diferentes epitelios de los aparatos respiratorio, digestivo y genitourinario son
superados, la inmunidad innata responderá activando diferentes mecanismos, cuya naturaleza
dependerá del microorganismo invasor. Frente a una agresión mediada por bacterias,
particularmente cuando éstas presentan una cápsula polisacarídica en su superficie, será
decisiva la participación de los granulocitos neutrófilos, los macrófagos, las proteínas de fase
aguda y el sistema del complemento. Frente a una infección viral, por el contrario, se
destacará la participación de los interferones, las células dendríticas plasmocitoides y las
células NK. Frente a una infección por parásitos helmintos, la respuesta inmunitaria innata
recurrirá al reclutamiento y activación de mastocitos y eosinófilos.
Las células de la inmunidad innata participan en la respuesta inmunitaria mediante dos grandes
mecanismos: a) ejerciendo una acción antimicrobiana y b) produciendo mediadores capaces
de orientar el curso de la respuesta inmunitaria, ya sea innata o adaptativa. Las citocinas
representan mediadores esenciales de la respuesta inmunitaria, tanto innata como adaptativa.
La relevancia de la inmunidad innata no está dada sólo por su capacidad de actuar
rápidamente erradicando o conteniendo la infección naciente, también debe desentrañar las
propiedades del patógeno a fin de orientar el perfil de la respuesta inmunitaria adaptativa.
73
estructuras del patógeno y, en consecuencia, sus propiedades. Luego, migran desde el foco
infeccioso, por vía aferente linfática, hasta los ganglios linfáticos drenantes del sitio de
infección, donde presentan el antígeno a los linfocitos T vírgenes e inducen su activación. Al
activarse, los linfocitos T, en particular los linfocitos T CD4+, podrán diferenciarse en diversos
perfiles funcionales: Th1, Th2, Tfh, Th17 y Treg. Cada uno de estos perfiles se caracteriza por
la producción de diferentes citocinas y, en consecuencia, median diferentes respuestas
inmunitarias.
El sistema de complemento puede activarse mediante tres vías diferentes: la vía clásica, la vía
de las lectinas y la vía alterna:
La vía clásica es activada por anticuerpos IgM e IgG, una vez que estos interactuaron con el
antígeno, dando lugar a la formación de complejos inmunes.
74
La vía de las lectinas es activada fundamentalmente por los receptores de reconocimiento de
los patrones (RRP) solubles: la lectina de unión a manosa (MBL) y las ficolinas H y L. Estos
receptores adquieren la capacidad de activar el sistema del complemento luego de reconocer a
sus ligandos (hidratos de carbono) sobre la superficie de los microorganismos.
La vía alterna es activada en forma directa por ciertos microorganismos. En otras palabras, no
requiere la presencia de anticuerpos ni de receptores de patrones solubles. Por lo tanto, le
permite al sistema del complemento operar en etapas tempranas del proceso infeccioso,
etapas en las cuales el huésped no ha logrado producir aún un tenor adecuado de anticuerpos
específicos ni tampoco reactantes de fase aguda como la MBL y las ficolinas H y L.
En comparación con la vía alterna y la vía de las lectinas, la vía clásica suele actuar en las
etapas más tardías del proceso infeccioso, ya que requiere la presencia de tenores
relativamente altos de anticuerpos IgM o IgG específicos, los que suelen observarse luego de 4
a 7 días de instalada la infección. Cabe destacar que en los individuos expuestos por segunda
vez a un microorganismo particular, la vía clásica puede activarse inmediatamente de ocurrida
la reinfección, ya que la memoria inmunitaria permite la producción sostenida de anticuerpos
durante años (a veces durante toda la vida) luego de un primer encuentro con el agente
infeccioso.
La activación del complemento por cualquiera de sus tres vías conduce a la generación del
complejo de ataque lítico a la membrana (CAM) o (C5b-C9n), capaz de destruir un
microorganismo. También conduce a la generación de C3a y C5a, factores que median una
notable actividad anafiláctica y quimiotáctica, importantes en la respuesta inflamatoria.
Merced a la actividad mediada por fragmentos provenientes de la degradación de C3b,
potencia notablemente la respuesta humoral mediada por los linfocitos B. El propio C3b,
funciona como una poderosa opsonina con diferentes funciones. Lo mencionado define las 4
funciones básicas del Sistema de Complemento (Figura 30):
75
explica, no sólo por la interacción del antígeno opsonizado con el receptor CR2, sino también
por su interacción con el CR2 expresado por las células foliculares dendríticas presentes en los
órganos linfáticos secundarios. La expresión de CR2 permite a las células dendríticas retener
en su superficie el antígeno opsonizado. Esta retención o atrapamiento antigénico desempeña
un papel crítico en el proceso de maduración de lo respuesta inmunitaria humoral.
Figura 30. Funciones básicas mediadas por el sistema del complemento. (Imagen tomada de
Introducción a la Inmunología Humana de Fainboim y Geffner, sexta edición)
76
Figura 31. Esquema del sistema de complemento y sus acciones (Imagen tomada de Toche P, Rev Med
Clin Condes 2012; 23:446-57.)
Las proteínas de fase aguda se producen por células hepáticas en respuesta a citocinas
liberadas por macrófagos en presencia de bacterias. Incluyen la proteína C reactiva (CRP), el
fibrinógeno y la lectina fijadora de manosa (MBL), entre otras.
77
De este modo, en el transcurso de uno o dos días, la respuesta de fase aguda proporciona al
hospedador varias proteínas con las propiedades funcionales de anticuerpos, pero con la
capacidad para unirse a una amplia gama de patógenos. Sin embargo, a diferencia de los
anticuerpos, carecen de diversidad estructural y se producen en respuesta a cualquier estímulo
que desencadene la liberación de TNF-α, IL-1 e IL-6.
1.4 La inflamación
Los microorganismos que llegan a los tejidos y comienzan a proliferar desencadenan una
respuesta inflamatoria, que constituye una reacción de defensa ante la entrada de
microorganismos potencialmente patógenos a los tejidos. Si los microorganismos persisten en
la zona, la respuesta inflamatoria puede hacerse crónica y, por consiguiente, provocar una
lesión tisular. Además de los microorganismos patógenos y sus toxinas, existen otras
sustancias liberadas por los propios leucocitos que provocan e incrementan la respuesta
inflamatoria y que por lo tanto reciben la denominación de mediadores inflamatorios.
Las citocinas y quimiocinas son mediadores inflamatorios liberados por leucocitos activados
que inician la inflamación. La inflamación recluta células y moléculas de la inmunidad innata
que salen de la sangre y entran al tejido donde se necesitan para destruir al agente patógeno
de modo directo. Además, incrementa el flujo de linfa que porta microorganismos y células
presentadoras de antígeno hacia tejidos linfoides cercanos, donde se activan los linfocitos y se
iniciará la respuesta inmunitaria adaptativa. Por último, una vez que se ha desencadenado la
respuesta adaptativa, la inflamación también recluta a los efectores del SIA (moléculas de
anticuerpo y células T efectoras) hacia el sitio de infección.
La inflamación tradicionalmente se define por cuatro palabras: calor, dolor, rubor y tumor, todas
las cuales reflejan los efectos de las citocinas y otros mediadores inflamatorios sobre los vasos
sanguíneos locales. La dilatación y la permeabilidad aumentada de vasos sanguíneos
durante procesos inflamatorios llevan al incremento del flujo sanguíneo local y al escape de
líquido hacia los tejidos, y explican el aumento de la temperatura, el enrojecimiento y la
hinchazón.
Las citocinas y los fragmentos de complemento tienen efectos importantes sobre el endotelio
que reviste los vasos sanguíneos. Las células endoteliales también producen citocinas en
respuesta a la infección. Las citocinas inflamatorias producen cambios de las propiedades
adhesivas de las células endoteliales, lo que a su vez hace que los leucocitos circulantes se
peguen a las células endoteliales y migren entre ellas hacia el sitio de infección, al cual son
atraídos por quimiocinas.
La migración de células hacia el tejido y sus acciones locales explican el dolor. Los principales
tipos de células que se observan durante la fase inicial de una respuesta inflamatoria son
macrófagos y neutrófilos; se reclutan grandes números de estos últimos hacia el tejido
infectado e inflamado. Al igual que los macrófagos, los neutrófilos tienen receptores de
superficie para constituyentes bacterianos comunes y para el complemento, y son las
78
principales células que fagocitan y destruyen microorganismos invasores. El flujo de neutrófilos
hacia el tejido va seguido poco tiempo después por monocitos, que rápidamente se diferencian
en macrófagos, lo que refuerza y sostiene la respuesta inmunitaria innata. Más lentamente,
otras especies de leucocitos también migran hacia tejidos inflamados y contribuyen con la
destrucción de los microorganismos invasivos.
Una cascada inflamatoria puede resumirse en la siguiente secuencia de eventos (Figura 32):
1) Lesión tisular.
2) Invasión de microorganismos patógenos a los tejidos.
3) Activación del complemento, opsonización y generación de péptidos quimiotácticos y
anafilácticos.
4) Fagocitosis de los patógenos por parte de macrófagos residentes con la consecuente
liberación de mediadores inflamatorios.
5) Vasodilatación y aumento de la permeabilidad vascular.
6) Marginación, rodamiento y adherencia de fagocitos (principalmente neutrófilos) y
quimiotaxis hacia el área infectada.
7) Activación de los neutrófilos, liberación hacia el medio extracelular de más mediadores de
la inflamación, radicales libres y enzimas granulares por parte de leucocitos (granulocitos,
mastocitos).
Neutrófilo
79
Por último, los factores quimiotácticos liberados por las células que llegan al foco inflamatorio
en la primera fase de la cascada inflamatoria (IL-1, TNF-α, IL-4, LTB4) producen la migración
de los granulocitos desde la sangre hacia la zona afectada. Los neutrófilos desempeñan un
papel importante en la respuesta inflamatoria. Ejercen potentes efectos antimicrobianos y
liberan una serie de agentes que pueden amplificar o mantener la respuesta inflamatoria.
Con el objeto de atacar en forma efectiva a los microorganismos invasores, los fagocitos de la
sangre (el mejor estudiado ha sido el neutrófilo) deben abandonar los vasos sanguíneos, migrar
hacia el área donde se inicia la infección y alcanzar allí una concentración suficiente, para
reconocer, fagocitar y eliminar al agente invasor. Estos eventos pueden ser divididos en dos, la
migración hacia el foco de infección y la fagocitosis de los microorganismos.
Para describir las fases de la migración al foco inflamatorio puede decirse que al producirse una
infección se inicia la secreción de quimiocinas y citocinas (TNF-α, IL-1 e IL-6) que favorecen
el reclutamiento de las células inmunes. El TNF-α y la IL-1 inducen un aumento de la expresión
de selectina E, así como de ICAM-1 y VCAM-1 (ligandos de las integrinas leucocitarias), en las
células endoteliales de los vasos sanguíneos. TNF-α e IL-1 estimulan además la secreción de
diferentes quimiocinas que se unen a sus correspondientes receptores en los leucocitos,
desencadenando cascadas de señalización que aumentan la afinidad de las integrinas por sus
ligandos y contribuyen a dirigir el movimiento de los leucocitos que se van marginando en el
endotelio vascular correspondiente a la zona infectada. Paralelamente, comienza la fase de
rodamiento, cuando los leucocitos y el endotelio establecen contacto entre ellos a través de las
selectinas y sus ligandos. Estos contactos son transitorios y disminuyen la velocidad con que
circulan los leucocitos, provocando que rueden sobre el endotelio. Este rodamiento va a
favorecer un aumento de las interacciones entre las integrinas y sus ligandos, aumentando la
adherencia de los leucocitos al endotelio. Este aumento de adhesión lleva rápidamente a la
adhesión firme del leucocito al endotelio. Paralelamente, el tejido dañado secreta diferentes
sustancias que llevan a la activación de los leucocitos. Una vez que se ha producido la
adhesión firme al endotelio, comienza la extravasación leucocitaria o diapédesis propiamente
dicha, por la que el leucocito atraviesa el endotelio y se incorpora al tejido dañado. Para
que el leucocito pueda atravesar el endotelio, tienen que producirse una serie fenómenos de
adhesión dinámicos que no están del todo definidos. Se sabe que esta extravasación puede
ocurrir de dos formas distintas: de forma paracelular y de forma transcelular.
De forma más frecuente los leucocitos transmigran de forma paracelular entre los bordes de
las células endoteliales. En la transmigración paracelular intervienen las integrinas de leucocitos
y sus ligandos en células endoteliales y otras proteínas que se expresan en células endoteliales
y leucocitos como CD31. La transmigración paracelular se consigue por ruptura transitoria y
reversible de las proteínas de unión intercelular que mantienen las células endoteliales unidas
80
(principalmente el complejo VE-cadherina). Cuando las integrinas de los leucocitos
interaccionan con sus ligandos del endotelio, se activan una serie de quinasas que fosforilan la
porción citoplasmática del complejo VE-cadherina, llevando así a la ruptura reversible de la
unión entre células endoteliales, facilitando así el paso del leucocito entre las células
endoteliales.
Los leucocitos, aunque de forma menos frecuente, pueden llevar a cabo la extravasación
moviéndose a través de la célula endotelial en vez de desplazándose entre las células. Este
proceso mediante el cual leucocito se desplaza a través de la célula endotelial se conoce con el
nombre de migración transcelular.
Cuando el granulocito ingresa al área de infección, puede escapar de ella (pero no volver a la
sangre), morir (siendo fagocitado por los macrófagos tisulares) o ser inmovilizado pero continuar
funcionalmente intacto.
81
Figura 33. Adhesión por rodamiento, unión estrecha, diapédesis y migración (paracelular) del neutrófilo
hacia el sitio de infección. (Imagen adaptada de Inmunología de Janeway, Séptima edición)
Existe una gran variedad de quimiotaxinas naturales, que son liberadas o generadas como
parte de la reacción inflamatoria:
a) fragmentos generados por activación del sistema de complemento del suero, en general a
partir de C3 y C5, con formación de péptidos de bajo peso molecular, C3a y C5a;
b) productos de secreción de células cebadas, de linfocitos, de monocitos-macrófagos y de
neutrófilos;
c) proteínas generadas durante la fase de contacto de la coagulación de la sangre;
d) productos liberados por bacterias y virus;
e) metabolitos resultantes de la lipooxigenación del ácido araquidónico, especialmente el
leucotrieno b.
El primer cambio detectado luego de la unión de una sustancia quimiotáxica a los receptores de
membrana de un fagocito es la despolarización de esa membrana, lo que acelera el flujo iónico,
especialmente de Ca++. Otros cambios metabólicos incluyen modificaciones en la síntesis de
fosfolípidos metilados, AMPc y GMPc, y activación de fosfolipasa con liberación de ácido
araquidónico y posterior generación de prostaglandinas y leucotrienos. La locomoción se realiza
sobre una superficie, ya que los neutrófilos no nadan. En la porción de la célula que apunta
hacia el sentido del movimiento aparece un pseudopodio ondulante rico en microfilamentos de
actina y miosina. La mayoría de los gránulos de la célula se ubica entre el pseudopodio y el
núcleo, el que se mueve hacia la parte posterior de la célula.
82
1.5.2 Fagocitosis de microorganismos
La fagocitosis se inicia cuando el fagocito llega a la vecindad del agente invasor. El proceso
puede resumirse de la siguiente manera:
El mecanismo por el cual las células producen especies reactivas de oxígeno implica la acción
de una enzima unida a membrana llamada oxidasa de NADPH, esta enzima es capaz de
emplear NADPH como agente reductor para reducir el O2 libre a superóxido (O2-).
El O2- obtenido es luego atacado por la enzima superóxido dismutasa para formar peróxido de
hidrógeno (H2O2).
2 O2 - + 2 H+ H2 O2 + O2
El peróxido de hidrógeno es un oxidante muy estable que ejerce efectos tóxicos y actúa sobre
diferentes componentes microbianos. A su vez, sirve de sustrato a la enzima mieloperoxidasa
(presente en altas concentraciones en los gránulos de los granulocitos) para producir radicales
libres muy reactivos (intermediarios reactivos del oxígeno o IRO) a partir de la oxidación de Cl-,
Br- y I- a hipoclorito, hipobromito e hipoyodito, compuestos con mayor poder oxidante y
extremadamente tóxicos para los microorganismos.
Este mecanismo que causa un aumento en el consumo de oxígeno y energía por parte de la
célula es letal para los microorganismos fagocitados. Los radicales libres sintetizados durante el
estallido respiratorio actúan de forma conjunta con los componentes microbicidas
independientes de oxigeno liberados sobre el fagosoma durante el proceso de degranulación
con el objetivo de matar y digerir a los microorganismos fagocitados (Figura 34). Una vez
culminada la descomposición del microorganismo, el fagosoma puede ser expulsado mediante
exocitosis.
83
Figura 34. Fagocitosis y destrucción de microorganismos. (Imagen tomada de Introducción a la Inmunología
Humana. Fainboim y Gefner, 6ta edición)
2. Inmunidad Adaptativa
Como vimos en el capítulo anterior, una fracción de CBH migra, durante el desarrollo fetal al
timo (órgano linfático central) donde prolifera para expandir la población y madura, bajo
influencia del microambiente tímico, en LT maduros. Estas células abandonan el ambiente
84
tímico durante la vida fetal y migran hacia órganos linfáticos periféricos, como los ganglios
linfáticos y el bazo. En el hombre, el sistema linfocítico T periférico está completamente
desarrollado en el momento del nacimiento, hecho que implica la falta de necesidad de
migración de nuevas células para su mantenimiento durante la vida postnatal. Por lo tanto, la
extirpación del timo no ocasiona déficit inmunológico serio.
Otra población de CBH se dirige, en las aves, a la bursa de Fabricius (órgano linfático central),
siendo transformada en LB. No se ha encontrado equivalente de la bursa en los mamíferos, por
lo que la maduración de los LB ocurre directamente en la médula ósea. La transformación de
CBH en LB maduros involucra varias etapas intermedias, durante las cuales adquieren la
capacidad de sintetizar diferentes tipos de Ig y de expresar una serie de receptores asociados a
la membrana.
85
Figura 35. Distribución de los órganos linfoides centrales y periféricos en el cuerpo. (Imagen tomada de
Inmunología de Janeway, séptima edición)
Si bien tanto los linfocitos T como los linfocitos B comparten estas tres propiedades, difieren
notablemente en el modo como reconocen al antígeno. Los linfocitos B lo reconocen en su
conformación nativa y no requieren la participación de células presentadoras de antígeno
(CPA) para este reconocimiento. Por el contrario, los linfocitos T no reconocen al antígeno
nativo. Sólo son capaces de reconocer péptidos derivados del procesamiento del
antígeno, presentados por moléculas del complejo mayor de histocompatibilidad (CMH) de
clase I (los T CD8+) o de clase II (los T CD4+), expresadas sobre la superficie de las CPA. La
presentación de péptidos antigénicos es la principal función de las moléculas de clases I y II del
CMH.
Los linfocitos B y T también difieren en las funciones que median. Los linfocitos B son células
especializadas en una función básica: la producción de anticuerpos, función que llevan a
cabo una vez que se han diferenciado en plasmocitos. Los linfocitos T por el contrario,
86
presentan diferentes perfiles fenotípicos y funcionales. En función de la expresión de las
moléculas CD8 y CD4, se distinguen dos subpoblaciones diferentes: linfocitos T CD8+ y
linfocitos T CD4+.
Cabe mencionar que nuevos perfiles tales como Th22 y Th9 están siendo caracterizados
87
Figura 36. Perfiles de diferenciación de linfocitos T CD4+ efectores, citocinas inductoras y citocinas
producidas luego de la diferenciación. (Imagen tomada de Introducción a la Inmunología Humana de
Fainboim y Geffner, sexta edición)
Los linfocitos T CD4+ efectores con perfil Th1, Th2 y Th17 emigran del ganglio linfático
secundario por vía eferente linfática y acceden a la circulación general con el objetivo de infiltrar
diferentes tejidos, donde median sus funciones efectoras. Las células Tfh permanecen en el
ganglio linfático secundario para colaborar con los linfocitos B2 (ver más adelante). Los Treg,
pueden actuar en ambas localizaciones. En todos los casos, requerirán reconocer nuevamente
al antígeno y volverán a activarse. Al respecto, es importante destacar que, a diferencia de los
linfocitos T CD4+ vírgenes, los linfocitos T CD4+ efectores pueden activarse sin reconocer
moléculas coestimuladoras en la CPA (ver más adelante).
El BCR está constituido por una inmunoglobulina (Ig) de superficie asociada con un
heterodímero formado por las cadenas Igα e Igβ. El TCR está formado por dos cadenas
distintas y constituye un heterodímero anclado a la membrana celular. Existen dos formas
posibles de TCR, una de ellas integrada por las cadenas α y β, y otra formada por la asociación
de γ y δ. El TCR de los linfocitos T se asemeja a la molécula de Ig, no sólo estructuralmente,
sino también por los mecanismos que generan su diversidad.
Existen tres clases de genes del CMH: los genes de clase I, los genes de clase II y los genes de
clase III. Sin embargo, sólo los productos proteicos de los genes de clase I y II presentarán
antígenos a los linfocitos T. Las moléculas de clase III participan en otros aspectos de la
respuesta inmunitaria.
Para reconocer efectivamente los péptidos presentados por moléculas del CMH, el TCR
requiere la ayuda de correceptores. Estos correceptores son las moléculas CD8 y CD4, que
participan en el reconocimiento de las moléculas de clases I y II, respectivamente. Entonces, los
péptidos presentados por las moléculas de clase I del CMH serán reconocidos por receptores
TCR de los linfocitos T CD8+, mientras que los péptidos presentados por las moléculas de clase
II, serán reconocidos por el TCR de los linfocitos T CD4+ (Figura 37).
89
Figura 37. Presentación de antígenos unidos a moléculas del CMH de Clase I mediante interacción con
un TCR y su correceptor CD8 (izquierda) y de clase II mediante interacción con un TCR y su correceptor
CD4 (derecha).
Los linfocitos B reconocen proteínas, hidratos de carbono, lípidos y ácidos nucleicos como
antígenos. En todos los casos, reconocen directamente el antígeno en su conformación nativa.
Por el contrario, la gran mayoría de los linfocitos T reconocen sólo proteínas como antígenos y
no las reconocen en su conformación nativa. El TCR sólo reconoce péptidos derivados de
proteínas antigénicas, presentados por moléculas de clase I o II del CMH expresadas en la
superficie de las células presentadoras de antígeno (CPA).
Las propias CPA degradan los antígenos proteicos y generan estos péptidos antigénicos, que
se asociarán con moléculas de clase I o II del CMH, expresándose luego en la superficie de la
CPA. Por lo tanto, el procesamiento antigénico hace referencia a un proceso que:
90
Figura 38. Esquema del reconocimiento de un epítopo presentado por una CPA en el contexto del CMH
La gran mayoría de las células del organismo cuentan con una maquinaria proteolítica
adecuada para procesar proteínas y, además, expresan moléculas de clase I del CMH. Por lo
tanto, podrán actuar como CPA y presentar péptidos antigénicos a través de moléculas de clase
I. Las células epiteliales, las células endoteliales, las células parenquimatosas presentes en los
diferentes tejidos y todos los leucocitos podrán presentar péptidos antigénicos a los linfocitos T
CD8+ efectores. Dado que todas ellas son susceptibles a una infección viral, es lógico que
tengan la posibilidad de ser destruidas a través de linfocitos T CD8+ que reconozcan que están
infectadas.
Distinto es el caso para la presentación de péptidos antigénicos a los linfocitos T CD4+ a través
de las moléculas de clase II del CMH. Pocos tipos celulares expresan estas moléculas. La
expresión de moléculas de clase II es constitutiva en las células dendríticas, los linfocitos
B, los macrófagos, los precursores eritroides y el epitelio tímico. La capacidad de
presentar péptidos antigénicos a través de moléculas de clase II a los linfocitos T CD4+ define
una categoría especial de CPA, las CPA profesionales. Las células dendríticas son las únicas
CPA capaces de activar linfocitos T vírgenes (naive), poniendo en marcha la respuesta
inmunitaria adaptativa. La Tabla 5 resume las propiedades de los leucocitos que actúan como
CPA profesionales.
91
Tabla 5. Propiedades de las células presentadoras de antígenos profesionales.
La inmunidad celular es aquella que es mediada por la interacción célula-célula, hecho que se
corresponde con todas las funciones efectoras de los linfocitos T. Los linfocitos T que han
completado su desarrollo en el timo son células maduras que expresan un único tipo de TCR, la
molécula CD4 o CD8, y circulan por la sangre en estado de reposo. Estos linfocitos se
denominan linfocitos vírgenes (naive), ya que no han encontrado aún su antígeno específico.
Comprenden un poderoso ejército compuesto por centenares de millones de clones diferentes,
cada uno con una especificidad singular. Los linfocitos T vírgenes salen de la sangre y se
extravasan en los órganos linfáticos secundarios (ganglios linfáticos, bazo y tejido linfático
asociado con los aparatos digestivo, genitourinario y respiratorio).
Eso les permite hacer contacto con miles de células dendríticas presentes en los tejidos
linfáticos cada día y muestrear los complejos péptido:CMH en las superficies de dichas células.
Como se mencionó previamente, los linfocitos T CD4+ reconocerán péptidos antigénicos
presentados por las moléculas de clase II del CMH, mientras que los linfocitos T CD8+
reconocerán péptidos presentados por las moléculas de clase I. Así, cada célula T tiene una
alta probabilidad de encontrar antígenos derivados de patógenos que hayan montado una
infección en cualquier lugar del cuerpo. Las células T indiferenciadas que no encuentran su
antígeno específico salen del tejido linfático por los linfáticos eferentes, con el tiempo reingresan
en el torrente sanguíneo, y siguen recirculando. Sin embargo, cuando una célula T
indiferenciada reconoce su antígeno específico en la superficie de una célula dendrítica madura,
deja de migrar. Prolifera durante varios días, durante los cuales experimenta expansión clonal
y diferenciación a un clon de células T efectoras de especificidad antigénica idéntica. Al final
de este periodo, los LT efectores son capaces de salir a los linfáticos eferentes y reingresar en
92
el torrente sanguíneo, en el cual migran a los sitios de infección. Los linfocitos T vírgenes son
células de vida media larga y pueden vivir muchos años. Por el contrario, los linfocitos T
efectores son células de vida media corta que viven pocas semanas.
Señal 1. Es impartida por el reconocimiento del péptido antigénico presentado por las
moléculas del CMH, a través del TCR.
Ya avanzada la fase proliferativa de la respuesta de células T inducida por IL-2, cada una de las
células T vírgenes activadas producirá, en el término de 5 a 8 días, una progenie aproximada de
10.000 células hijas, por lo tanto, el proceso de expansión clonal permitirá disponer rápidamente
de un ejército compuesto por millones de células T efectoras con el objeto de erradicar o
contener el proceso infeccioso. Cabe volver a mencionar que una vez que una célula T se ha
diferenciado en una célula efectora, el encuentro con un antígeno específico da por resultado el
ataque inmunitario sin la necesidad de coestimulación.
Los diferentes tipos de células T efectoras que participan en la inmunidad mediada por células
se especializan para enfrentar diferentes tipos de patógenos, y las moléculas efectoras que
están programadas para producir distintos efectos apropiados en la célula blanco. Como se
mencionó previamente, los linfocitos T CD4+, dependiendo de las señales estimulatorias que
reciban al interactuar con la CPA, podrán diferenciarse en un amplio repertorio de perfiles
funcionales (Th1, Th2, Thf, Th17, Treg) con diferentes actividades efectoras. A continuación,
nos centraremos en la participación de los LT CD8+ dentro de la respuesta inmune adaptativa,
sin olvidar que la respuesta inmune celular abarca el conjunto total de interacciones célula-
célula mediada por células T.
93
cualquier tipo de célula blanco y perforinas, que participan en el envío de granzimas a la célula
blanco. Tales propiedades permiten a la célula T citotóxica atacar y destruir virtualmente
cualquier célula infectada por un patógeno citosólico. En segundo lugar, a través del ligando de
Fas (FasL) unido a su membrana, también puede inducir la apoptosis al unirse a Fas en
algunas células blanco. Las células T citotóxicas CD8+ también producen IFN-γ, que inhibe la
multiplicación vírica y es un importante inductor de la expresión de moléculas del CMH de clase
I y de la activación de macrófagos. A su vez, destruyen blancos infectados de manera muy
precisa, sin dañar células normales adyacentes.
Los linfocitos T CD8+ vírgenes, al igual que los linfocitos T CD4+ vírgenes, salen de la sangre y
se extravasan en los órganos linfáticos secundarios a fin de encontrar el antígeno. Una vez que
ingresan en el área T, interactúan con las células dendríticas para detectar la presencia de
péptidos antigénicos presentados por moléculas de clase I del CMH en su superficie. Si
reconocen los péptidos antigénicos, los linfocitos T CD8+ se activan, se expanden y se
diferencian en linfocitos efectores citotóxicos. Si no encuentran a su antígeno específico,
retoman a la circulación sanguínea a través de los vasos linfáticos eferentes y el conducto
torácico. Rápidamente, volverán a extravasarse hacia los órganos linfáticos secundarios y
recomenzarán la búsqueda de su antígeno específico, en forma similar a lo que sucede con los
linfocitos T CD4+ vírgenes.
Al igual que en el caso de los linfocitos T CD4+ la activación de los linfocitos T CD8+ vírgenes
requiere también la percepción de dos señales, la primera deviene del reconocimiento
antigénico por el TCR y la segunda, del reconocimiento de moléculas coestimuladoras (CD80 y
CD86) que incrementan su expresión en la membrana de las células dendríticas durante la
presentación antigénica al LT CD4+ en el contexto de moléculas de clase II del CMH. Por lo
tanto, para que ocurra la activación de los LT CD8+, es necesario que se produzca primero
una interacción entre la célula dendrítica y el LT CD4+, donde este último se activa y se
diferencia a Th1, al mismo tiempo que aumenta la expresión de las moléculas coestimuladoras
en la célula dendrítica. Las moléculas coestimuladoras expresadas en la membrana de la célula
dendrítica interactuarán con una molécula constitutiva (CD28) expresada en la membrana del
LT CD8+, durante la presentación antigénica en el contexto de moléculas de clase I del CMH.
Esto promueve la expresión de IL-2 y la síntesis del receptor de alta afinidad para la IL-2
en el LT CD8+, procesos requeridos para su activación y expansión clonal (Figura 39).
Además de estimular a los LT CD8+, los linfocitos CD4+ Th1 activan linfocitos NK y macrófagos
que completan las acciones antimicrobianas.
94
Figura 39. Activación de células T CD8+ vírgenes. (Imagen tomada de Introducción a la Inmunología
Humana de Fainboim y Geffner, sexta edición)
95
Figura 40. Arriba: reconocimiento antigénico por parte de LT CD8+ en la célula diana infectada. Abajo:
Estrategias de muerte celular programada. A. FasL/Fas y B. perforina/granzima. (Imágenes adaptadas de
Introducción a la Inmunología Humana de Fainboim y Geffner, sexta edición)
96
En resumen, las células T CD8+ se diferencian en células T CD8+ citotóxicas, que destruyen sus
células blanco. Son importantes en la defensa contra patógenos intracelulares, en especial
virus. Las células infectadas por virus exponen fragmentos de proteínas víricas como complejos
péptido-CMH de clase I en su superficie, que son reconocidos por las células T CD8+
citotóxicas. La inmunidad mediada por células no responde exclusivamente a las acciones de
los LT citotóxicos, sino que también involucra las funciones efectoras de los distintos perfiles de
linfocitos CD4+ que interaccionen mediante el contacto célula-célula. Cabe destacar el rol de los
linfocitos Th1 sobre la activación de macrófagos, que pueden así eliminar bacterias
intracelulares e ingeridas.
Muchas de las bacterias que causan enfermedades infecciosas en los seres humanos se
multiplican en los espacios extracelulares del cuerpo, y la mayoría de los agentes patógenos
intracelulares se diseminan al moverse de una célula a otra a través de los líquidos
extracelulares. Los espacios que hay entre las células están protegidos por la respuesta
inmunitaria humoral, en la cual anticuerpos producidos por las células B causan la destrucción
de microorganismos extracelulares y evitan la diseminación de infecciones intracelulares
Los linfocitos B son activados por antígenos para diferenciarse en células secretoras de
anticuerpos o plasmocitos. Los anticuerpos constituyen un componente esencial de la
inmunidad adaptativa. Con ellos se combate a los patógenos que se replican en los espacios
extracelulares, que presentan un estadio extracelular o que se diseminan a través del espacio
extracelular.
Los plasmocitos derivados de los linfocitos B2 son los encargados de producir anticuerpos
contra los antígenos proteicos. Para que esto suceda los linfocitos B2 requieren no sólo
reconocer el antígeno a través de su BCR sino también recibir señales por parte de los
linfocitos T CD4+ foliculares colaboradores (Tfh) que reconocen en los B2 al péptido
antigénico presentado por las moléculas de clase II del CMH (colaboración T-B). Las otras dos
poblaciones de linfocitos B se distinguen de la población B2 en función de varias propiedades,
fundamentalmente en su capacidad de activarse y producir anticuerpos sin requerir la
colaboración T.
97
El primer paso en la activación del linfocito B2 consiste en
el reconocimiento del antígeno en su estado nativo por
parte de la inmunoglobulina de superficie, componente
esencial del BCR (Figura 41). El reconocimiento del antígeno
tiene dos consecuencias principales: a) transduce señales
de activación al interior del linfocito B y b) media la
endocitosis del antígeno y su consiguiente procesamiento
por la vía exógena. De esta manera se expresarán sobre la
superficie del linfocito B, junto con moléculas de clase II del
CMH, péptidos derivados del antígeno que serán
reconocidos por linfocitos Tfh específicos.
98
Esto no significa que el linfocito B y el Tfh reconozcan el mismo determinante antigénico; de
hecho, en la gran mayoría de los casos se tratará de epítopos diferentes, ya que el linfocito B
reconoce el epítopo en la conformación nativa de la proteína, mientras que el linfocito Tfh
reconoce péptidos derivados su procesamiento, presentados por moléculas de clase II del
CMH. Sin embargo, es crucial que el péptido reconocido por el linfocito Tfh provenga del mismo
antígeno o partícula reconocida por el linfocito B, para que la segunda señal de activación se
genere sobre el linfocito B que ha endocitado el antígeno. Los linfocitos Tfh que han sido
activados previamente por células dendríticas reconocerán, sobre el linfocito B, el mismo
péptido viral que les presentó originalmente la célula dendrítica. La activación de los linfocitos B
y Tfh es mutua y está restringida a aquellas células específicas para el antígeno o la partícula
endocitada.
En resumen, los linfocitos Tfh contactan con los LB que reconocieron el mismo antígeno,
induciéndolos a proliferar y a diferenciarse en LB memoria y en células plasmáticas. Estas
últimas secretan grandes cantidades de anticuerpos en el plasma.
2.4.1 Anticuerpos
Los anticuerpos (Ig) producidos por los plasmocitos poseen la virtud de distinguir entre epítopos
extraños y epítopos pertenecientes a moléculas de su propio organismo. Este reconocimiento
es crucial ya que les permite unirse a los epítopos que reconocen como extraños, marcando así
a los antígenos o a las células que los transportan para ser destruidos o removidos por otros
mecanismos disponibles en el cuerpo.
El anticuerpo típico está constituido por dos unidades estructurales básicas, cada una de ellas
con dos grandes cadenas pesadas y dos cadenas ligeras de menor tamaño, que forman
monómeros con una unidad, dímeros con dos unidades o pentámeros con cinco unidades. Las
moléculas de anticuerpo son semejantes entre sí excepto en alrededor de 50 aminoácidos
variables entre las primeras 110 posiciones, que constituyen las regiones variables de las
cadenas livianas y pesadas. En el extremo de cada región variable existe un sitio de
combinación cóncavo cuyo relieve tridimensional permite reconocer a un epítopo
complementario y hacer que la molécula del anticuerpo se pegue a aquella que posee el
epítopo. Si un sitio de combinación reconocerá a un epítopo o a otro diferente dependerá de los
aminoácidos que están colocados en las regiones variables.
Existen cinco tipos de inmunoglobulinas, denominadas IgG, IgA, IgM, IgD, e IgE con
estructura y características distintivas (Figura 42). Las IgG proporcionan la mayor parte de la
protección inmunitaria basada en anticuerpos contra los patógenos invasores. Las IgG son los
únicos anticuerpos capaces de cruzar la barrera placentaria para proporcionar al feto
inmunidad pasiva. Las IgA (forman dímeros) se encuentran en las mucosas del tubo digestivo,
del tracto respiratorio y del tracto urogenital, donde impiden la colonización por patógenos,
además de encontrarse en secreciones como la saliva, las lágrimas y la leche. Las IgM
(forman pentámeros), se secretan en gran cantidad en los estadios tempranos de la
respuesta inmune humoral hasta que existen suficientes IgG. Las IgD tienen la función principal
de servir de receptor de antígenos en los linfocitos B vírgenes. Las IgE están implicadas en
99
procesos alérgicos, se unen a alergenos y desencadenan la liberación de histamina de las
células cebadas y basófilos. También protegen contra gusanos parásitos.
Los anticuerpos pueden participar de tres modos en la defensa del hospedador (Figura 43).
1) Neutralización: Pueden unirse a una toxina bacteriana y neutralizarla, lo que impide que
interactúe con las células del hospedador y cause enfermedad. La toxina libre puede
reaccionar con receptores en la célula hospedadora, no así el complejo de toxina-anticuerpo.
Los anticuerpos también neutralizan partículas de virus y células bacterianas completas al
unirse a ellas y desactivarlas. El complejo antígeno-anticuerpo finalmente es recolectado y
degradado por macrófagos.
2) Opsonización: Los anticuerpos que cubren un antígeno lo hacen más reconocible como
extraño por fagocitos (opsonización), que luego lo ingieren y lo destruyen.
100
Figura 43. Funciones de los anticuerpos. (Imagen tomada de Inmunología de Janeway, séptima edición)
Cuando un patógeno atraviesa las barreras defensivas primarias, el sistema inmunitario no sólo
debe generar una rápida respuesta contra el patógeno invasor; también debe generar células
de memoria de larga vida que provean una protección continua en el tiempo contra el
microorganismo invasor.
Por otra parte, los órganos linfáticos secundarios son patrullados por células B y células T de
memoria centrales. Estas células sufrirán una proliferación homeostática en ausencia del
antígeno, de modo de garantizar el mantenimiento del conjunto (pool) de células de memoria.
En respuesta al antígeno, sufrirán una enérgica expansión clonal que dará lugar a la producción
de nuevos plasmocitos o nuevas células T efectoras.
101
El uso de vacunas tiene como idéntica finalidad generar memoria inmunitaria. El empleo de
vacunas constituye el procedimiento más eficaz para prevenir las enfermedades infecciosas y
representa el principal aporte de la inmunología a la salud humana.
Al igual que lo mencionado para las células B de memoria, las células T de memoria
responderán a la re-estimulación antigénica en forma más rápida y eficaz en comparación con
los linfocitos T vírgenes. La frecuencia de células T de memoria frente a un epítopo antigénico
particular es de 100 a 1.000 veces mayor que la frecuencia de células T vírgenes frente al
mismo epítopo antigénico. En segundo lugar, las células de memoria ya se encuentran
localizadas en los tejidos periféricos, antes del reingreso del agente infeccioso. En tercer lugar,
al comparar la respuesta a un antígeno de las células T efectoras con la de las células de
memoria, se observó que estas últimas median la producción de citocinas inflamatorias en
forma más rápida.
Cabe mencionar que el fenómeno descrito opera en forma similar en los linfocitos T CD4 + y en
los linfocitos T CD8+. Ya mencionamos que la activación de las células T por parte de las
células dendríticas requiere la percepción de dos señales: la primera, propia del reconocimiento
del péptido antigénico; la segunda, proveniente del reconocimiento de moléculas
coestimuladoras . La intensidad de la señal 2 no sólo afecta la activación de la célula T virgen,
condiciona también el desarrollo de la memoria T. Señales coestimuladoras de alta intensidad
promoverán el desarrollo de una memoria perdurable en el tiempo. Si bien esto es aplicable
tanto a las células T CD4+ como CD8+, el requerimiento de un alto tenor de coestimulación
expresado por la célula dendrítica parece representar un requerimiento absoluto para el
desarrollo de la memoria T CD8+.
En la inmunidad celular:
2) Las CPA viajan por los ganglios linfáticos en búsqueda de LT CD4+ y LT CD8+ que expresan
el receptor específico para ese antígeno. Los LT vírgenes se activan exclusivamente por
interacción con CPA dendríticas, mientras que los LT memoria también pueden activarse
por interacción con CPA macrófagos.
102
3) Los LT CD4+ indiferenciados que reconocen, a través de su TCR, al antígeno unido a
moléculas de clase II del CMH, se diferencian a LT CD4+ colaboradores con perfil funcional
Th1 inducido por IL-12 e IFN-γ.
4) Los LT CD8+ también reconocen, a través de su TCR, al antígeno presentado por células
dendríticas, pero en el contexto de moléculas de clase I del CMH. Además, requieren de
señales que son producto de la interacción entre la CPA y los LT CD4+ conducentes a la
producción de IL-2 y a la síntesis del receptor de alta afinidad para la IL-2 en el LT CD8+,
para que éste prolifere (expansión clonal) y se diferencie en LT CD8+ efector.
5) Los LT CD8+ se dirigen a los tejidos periféricos donde reconocen al antígeno específico
presentado en el contexto de moléculas de clase I del CMH en células infectadas, a las que
eliminan a través de mecanismos efectores que inducen apoptosis.
Cabe mencionar que los linfocitos T CD4+ diferenciados en un perfil Th1, no solamente
estimulan la activación y expansión clonal de los linfocitos T CD8+ citotóxicos, que median la
inmunidad celular, sino que también activan NK y macrófagos que completan las acciones
antimicrobianas (Figura 44).
Figura 44. Funciones mediadas por los linfocitos Th1. (Imagen tomada de Introducción a la Inmunología
Humana de Fainboim y Geffner, sexta edición)
En la inmunidad humoral:
1) Los LB de los ganglios linfáticos reconocen al antígeno en su forma nativa por medio de su
receptor específico de membrana (BCR). Esto constituye la primera señal de activación.
103
3) En los ganglios linfáticos, las células Tfh reciben una segunda presentación antigénica, en
este caso por parte de los linfocitos B y secretan citocinas, principalmente IL-21, haciendo
que los LB proliferen, se diferencien a células plasmáticas (o plasmocitos) que secretan
anticuerpos específicos para el mismo antígeno o LB memoria (segunda señal de
activación). Todo este mecanismo de co-activación entre linfocitos T y B se denomina
colaboración T-B.
Aunque las características de los SII y SIA difieren, para un funcionamiento óptimo, cada
sistema depende de los elementos del otro. La iniciación de las respuestas por el SII y la
104
fagocitosis por los neutrófilos en los tejidos dependen a menudo de la presencia de una
pequeña cantidad de anticuerpos específicos en el plasma secretados por los plasmocitos del
SIA.
A su vez, para funcionar efectivamente, el SIA depende de las células dendríticas y macrófagos
(células presentadoras de antígeno), de los fagocitos en general (para la eliminación de
patógenos opsonizados por anticuerpos) y de otros agentes efectores asociados al SII. Por lo
tanto, ninguno de los dos sistemas puede actuar aislado sino que tienen interacción mediante
mecanismos complejos.
105
que progresa hacia el déficit del sistema inmune, permite que se desarrollen infecciones
oportunistas y cánceres potencialmente mortales, cuando los niveles de linfocitos T CD4+ están
por debajo de 200 por mililitro.
El VIH infecta células CD4+, macrófagos y células dendríticas. La infección por VIH puede llevar
a niveles bajos de células T CD4+ a través de varios mecanismos, incluidos la piroptosis de
células T infectadas inutilizadas, apoptosis de células no infectadas próximas, muerte viral
directa de las células infectadas y muerte de las células T CD4+ por los linfocitos citotóxicos
CD8+ que reconocen a las células infectadas. Cuando el número de células T CD4+ disminuye
por debajo de un nivel crítico, se pierde la inmunidad celular y el organismo se vuelve
progresivamente más susceptible a las infecciones oportunistas.
El VIH puede transmitirse por las relaciones sexuales vaginales, anales u orales con una
persona infectada, la transfusión de sangre contaminada o el uso compartido de agujas,
jeringas u otros instrumentos punzantes. Asimismo, puede transmitirse de la madre al hijo
durante el embarazo, el parto y la lactancia. Si bien no existe cura para la infección por VIH, se
puede tratar con medicamentos antirretrovirales que la transforman en una enfermedad crónica
manejable. Este tratamiento también reduce el riesgo de transmitir el virus a otras personas.
Enfermedades autoinmunes
En una enfermedad autoinmune, el sistema inmunitario ataca las células sanas de su cuerpo
por error, al reconocerlas como extrañas. Las enfermedades autoinmunes pueden afectar
muchas partes del organismo y tienden a ser hereditarias. Existen más de 80 tipos de
enfermedades autoinmunes y algunas tienen síntomas similares. El síntoma clásico de una
enfermedad autoinmune es la inflamación, que puede causar enrojecimiento, acaloramiento,
dolor e hinchazón.
Las enfermedades pueden agudizarse, o sea que tienen momentos en los que empeoran, pero
también pueden tener remisiones que es cuando los síntomas mejoran o desaparecen. El
tratamiento depende de la enfermedad, pero en la mayoría de los casos lo importante es
reducir la inflamación. El médico puede recetar corticoides (esteroides) u otro tipo de
medicamento para reducir la respuesta del sistema inmunitario.
106
Músculo: dermatomiositis, polimiositis, miastenia grave.
Articulaciones: artritis reumatoide, LES, espondilitis anquilosante.
Globo ocular: uveftis, retinopatías autoinmunes.
107
CAPITULO 8
HEMOSTASIA
La hemostasia puede ser definida como la serie compleja de fenómenos biológicos que ocurre
en inmediata respuesta a la lesión de un vaso sanguíneo a nivel del sitio de la lesión y cuya
finalidad es la detención de la hemorragia. Si el mecanismo es deficitario, el individuo puede
sufrir una hemorragia aun frente a una lesión menor. Si, por el contrario, el mecanismo opera
en exceso, pueden originarse trombos dentro del sistema vascular, que obstruyen la circulación
y dificultan el flujo de sangre a través de órganos vitales (corazón, cerebro). El organismo,
afortunadamente, dispone de un sistema integrado que balancea ambas acciones y que
permite, por un lado, la fluidez necesaria de la sangre, y por el otro, la detención de una
hemorragia.
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Las secciones siguientes de este capítulo estarán dedicadas a analizar separadamente los tres
componentes hemostáticos: vasoconstricción, formación de tapón plaquetario y coagulación.
Sin embargo, es fundamental tener en cuenta que este criterio se adopta por razones
didácticas, pues los 3 componentes de la hemostasia conforman una triada y están todos
interrelacionados.
El endotelio es más que el recubrimiento interno inerte de los vasos. Es considerado un órgano
dinámico, heterogéneo y diseminado que tiene funciones secretoras, sintéticas, metabólicas e
inmunológicas, y cuya alteración es determinante en el curso de algunas enfermedades.
Diversos estudios demuestran que el endotelio participa en una multitud de procesos
fisiológicos que incluyen el control del tráfico celular, la regulación del tono vasomotor, el
mantenimiento de la fluidez de la sangre y el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos
(vasculogénesis y angiogénesis).
Luego de una hemorragia, varios tipos celulares de la pared vascular están involucrados en la
respuesta vascular. El revestimiento interno de los vasos está constituido por una monocapa
continua de células endoteliales, unidas o dejando espacios (poros o fenestraciones) entre
ellas. La cara luminal de las células endoteliales está unida al subendotelio mediante semi-
desmosomas que, juntamente con las fibras del tejido conectivo, forman el anclaje del
endotelio. El subendotelio está formado por la membrana basal, la elastina, el colágeno,
fibronectina y proteoglicanos.
El endotelio es mucho más que una barrera inerte debido a que está sometido a stress
hemodinámico dado por el flujo de sangre, la presión sanguínea, la distensión de la pared
vascular y signos químicos que recibe de células sanguíneas. Es un órgano versátil y activo
que participa en la regulación de la hemostasia mediante el control del tono vascular (a través
de la contracción y relajación del músculo liso vascular) y de la permeabilidad vascular.
Además, contribuye a la síntesis de tejido conectivo, a la proliferación celular, a la inflamación y
a la inmunidad.
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Tabla 6. Principales factores producidos por el endotelio (tomada de Duboscq C “Endotelio vascular”,
Hematología vol. 21, Servicio de Hematología y Hemoterapia del Hispital Británico de Buenos Aires).
Como puede visualizarse a partir de la tabla, el endotelio juega un papel predominante no sólo
en el inicio del proceso hemostático (expresión de sustancias que favorecen la adhesión
plaquetaria y el inicio de la cascada de la coagulación, como el factor tisular), sino que también
participa en la inhibición del proceso hemostático mediante regulación del proceso fibrinolítico
(ver más adelante). Además de su papel en la hemostasia, el endotelio juega un papel
fundamental en la regulación del tono vascular, a través de la síntesis y liberación de óxido
nítrico (ON) y prostaciclina (PGI2) como vasodilatadores. Dentro de los factores
vasoconstrictores, la endotelina es el más importante, aunque también juega un papel
fundamental la presencia de la enzima convertidora de angiotensinógeno (ECA), que hidroliza
la angiotensina I en angiotensina II, uno de los vasocontrictores más importantes in vivo.
El endotelio además expresa moléculas de adhesión celular que median la interacción de las
células endoteliales con los leucocitos y las células que intervienen en el sistema inmune.
El vaso sanguíneo en su capa media está formado por fibras musculares lisas que, ante un
traumatismo, reaccionan generando un espasmo o vasoconstricción, lo que reduce el flujo
sanguíneo del vaso lesionado permitiendo un control inmediato de la hemorragia. Las arterias
pequeñas y las venas poseen fibras musculares lisas. Los capilares no poseen tales fibras,
pero los esfínteres precapilares pueden servir para controlar la pérdida de sangre. La
vasoconstricción puede ser suficiente para sellar la lesión cuando el vaso lesionado es
pequeño, pero ineficaz en arterias y venas grandes. En estos casos, aun los tres componentes
de la hemostasia pueden ser insuficientes, por lo cual, en tales circunstancias, el vaso
lesionado debe ser ligado.
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El espasmo vascular es el resultado de 3 factores:
miógeno local
factores autacoides (mediadores celulares) locales que provienen de tejidos
traumatizados y plaquetas
reflejos nerviosos generados por el dolor y otros impulsos sensoriales. Es una
respuesta refleja autonómica, que depende de la integridad de la inervación vascular y
que dura entre 10 y 30 segundos.
El espasmo miógeno local es una respuesta directa del músculo, es la que produce mayor
vasoconstricción, que continúa durante casi una hora. Cuando se produce un daño en la pared
vascular, las plaquetas liberan tromboxano A2 (TXA2) que es una sustancia vasoconstrictora. A
mayor traumatismo en la pared, mayor es el grado de espasmo. El espasmo puede durar varios
minutos, inclusive horas para que así pueda formarse el tapón plaquetario. El TXA2 favorece
también la agregación plaquetaria.
Las plaquetas son partículas celulares esenciales para el normal desarrollo de la hemostasia y
cumplenun rol protagónico en los desórdenes tanto trombóticos como hemorrágicos. Las
plaquetas tienen su origen en la fragmentación citoplasmática del megacariocito y su papel en
la hemostasia es por lo menos doble: forman el tapón plaquetario a nivel del sitio de la lesión y
brindan actividad procoagulante para la formación de fibrina durante la hemostasia II o proceso
de coagulación.
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Gránulos densos
Ca2+
ATP, ADP
Serotonina
Gránulos
Fibrinógeno
Factor antiheparínico (FP4)
Factor de crecimiento (PDGF)
Factor de permeabilidad vascular
Factor von Willebrand
Factor XIIIa2
2-antiplasmina
Prostaglandinas
Tromboxano A2
Endoperóxidos ciclicos
Prostaglandina E2
Actividad proagregante
ADP, adrenalina, endoperóxidos cíclicos, tromboxano A2, serotonina
Actividad procoagulante
FP3, FP4
Actividad vasoconstrictora
Serotonina, tromboxano A2
Las plaquetas cumplen una función muy específica en la hemostasia, reaccionando ante
diversos estímulos e iniciando una reacción en cadena que involucra la adhesión de las
plaquetas al sitio lesionado, la agregación de las mismas y la reacción de liberación del
contenido de los gránulos. En la siguiente figura se ilustra la respuesta de las plaquetas a
varios estímulos (consignados a la izquierda de la figura). En este sentido, las plaquetas
pueden ser consideradas como una de las más sensibles de todas las células sanguíneas a los
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agentes químicos y físicos. La reacción inducida frente a esos estímulos puede ser dividida en
tres fases, llamadas de inducción, de transmisión y de ejecución (Figura 45).
REACCIÓN PLAQUETARIA
Membrana plaquetaria
Figura 45. Activación plaquetaria esquemática. S.T.D.: sistema tubular denso; G.D.: gránulos densos;
G.alfa: gránulos . PLC. Fosfolipasa C, PKC: protein kinasa C, LMCK: kinasa de la cadena liviana de miosina
Figura 46. Representación esquemática de los factores necesarios para la adhesión plaquetaria.
Estudios recientes han demostrado que el colágeno y las microfibrillas asociadas con elastina
son las únicas dos estructuras fibrilares del subendotelio que interactuan con las plaquetas. La
digestión in vitro del subendotelio, mediante incubaciones sucesivas con colagenasa y
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quimotripsina, ocasiona pérdida completa de su capacidad de interactuar con las plaquetas. La
preservación de las estructuras terciaria y cuaternaria del colágeno pareciera ser un requisito
esencial para la activación plaquetaria. Esto induce la liberación por parte de las plaquetas de:
TXA2 (vasoconstrictor y proagregante plaquetario), serotonina (vasoconstrictor) y ADP (muy
importante para la agregación plaquetaria).
El ADP y el TXA2 liberado por las plaquetas se unen a las membranas de otras plaquetas
cercanas, y esta unión hace que el Ca++ de las plaquetas cercanas, active a otro grupo de
glucoproteinas de su membrana, la GPIIbIIIa, exponiédose así el sitio de reconocimiento del
fibrinógeno, y de otras adhesinas (factor von Willebrand, fibronectina). Se forman puentes de
fibrinógeno a través de los cuales se unen las plaquetas entre sí. A este proceso se lo
denomina agregación plaquetaria. La disminución o ausencia de este complejo por
alteraciones moleculares puede estar asociada a manifestaciones hemorrágicas como ocurre
en el sindrome de Glanzmann.
Sin embargo, tanto la PGI2 como el TXA2 son metabolitos de un mismo precursor: el ácido
araquidónico, integrante de los fosfolípidos presentes en todas las membranas celulares de
mamíferos que han sido estudiadas (Figura 47). El ácido araquidónico es liberado por acción
de la enzima fosfolipasa A2, que puede ser activada por el aumento del Ca++ citosólico inducido
por estímulos variados (trombina, adrenalina, colágeno). Una vez liberado, el ácido
araquidónico es metabolizado en productos oxigenados por dos mecanismos diferentes. Uno
de ellos involucra la acción de la enzima ciclooxigenasa (o prostaglandina sintetasa), que lo
trasforma en endoperóxidos cíclicos. Estos endoperóxidos cíclicos se transformarán en
diferentes compuestos según la enzima que actúe sobre ellos. En varios tejidos, son
trasformados en prostaglandinas, mientras que en la pared vascular (endotelio sano) son
convertidos en PGI2 por la enzima prostaciclina sintetasa y en las plaquetas en cambio se
convierten en TXA2 mediante la enzima tromboxano sintetasa.
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Figura 47. Metabolismo del ácido araquidónico.
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esta inhibición dura toda la vida de la plaqueta. Por lo tanto, una única dosis de aspirina
produce un defecto funcional que dura aproximadamente una semana.
Plasma rico en plaquetas (PRP): El PRP se define como una fracción de plasma obtenido de
sangre autóloga que tiene una concentración de plaquetas superior a la del plasma en
condiciones basales. El PRP contiene no solo un alto nivel de plaquetas, sino también de los
factores de crecimiento que son secretados activamente por las plaquetas. Además, el PRP
también es rico en proteínas que actúan a nivel de la adhesión celular (fibrina, fibronectina, y
vitronectina), por lo que proporciona el soporte estructural necesario para la migración celular, y
para la proliferación y crecimiento tridimensional de los tejidos sobre los que actúa. El PRP
tiene efectos no solo directamente sobre las células diana para los factores de crecimiento, sino
también como matriz extracelular para la estimulación de la reparación y/o regeneración del
tejido de un modo global. Su principal utilización en odontología es durante cirugías
periodontales, tras extracciones dentales o durante colocación de implantes ya que estimula la
reparación ósea, la angiogénesis y diferenciación celular y libera factores de crecimiento.
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La interacción entre los factores de la coagulación según la hipótesis de la cascada sostiene
que casi todos circulan en una forma inactiva (proenzima) y que son convertidos en formas
activas (enzimas) durante el proceso de coagulación. La función de cada enzima, derivada de
su correspondiente proenzima, sería a su vez la activación de la proenzima siguiente, que se
convertirá así en enzima, en la secuencia del proceso. El proceso de activación se cumple,
para la mayoría de los factores, mediante la pérdida enzimática de una porción de la molécula
del factor inactivo. La hipótesis de la cascada, si bien es válida in vitro, in vivo supone más que
una simple activación secuencial de enzimas e involucra la participación celular (plaquetas,
células endoteliales) que brindan fosfolípidos y receptores de membrana escenciales para que
dichas reacciones enzimáticas se lleven a cabo. En la actualidad, se habla de “modelo celular”
de la coagulación, el cual se resumirá al finalizar la explicación de la hipótesis de la cascada.
La mayoría de las formas activas de los factores de la coagulación (designadas con el número
del factor correspondiente seguido de la letra "a") son serina-proteasas, familia de enzimas
proteolíticas que contienen serina en sus centros activos. Se exceptúan de esto los factores V,
VIII, XIII y el fibrinógeno. Es interesante destacar que la mayoría de los factores de la
coagulación fueron descubiertos originalmente como proteínas funcionalmente deficientes en
plasmas de pacientes con enfermedades hemorrágicas hereditarias.
Los factores de la coagulación pueden ser agrupados según sus características comunes de la
manera siguiente:
II) Grupo de la protrombina (factores ll, Vll, IX y X), que presentan las características
siguientes:
a) son vitamina K-dependientes;
b) son adsorbidos por sulfato de bario o sales similares;
c) la trombina no modifica su actividad;
d) con excepción de la protrombina, no son consumidos durante el proceso, y
e) son estables en el plasma conservado. Estos factores son sintetizados en células del
parénquima hepático por un proceso vitamina K-dependiente que involucra la
introducción de un grupo carboxilo (carboxilación) sobre la cadena lateral de varios
residuos de ácido glutámico. El aminoácido carboxilado se llama ácido
-carboxiglutámico. La existencia de residuos de ácido -carboxiglutámico en los
factores II, Vll, IX y X les confiere la capacidad de unirse a los fosfolípidos en
presencia de Ca++; esta unión es esencial para la activación fisiológica de los
factores. En ausencia de vitamina K, o en el caso de tratamiento anticoagulante con
antagonistas de la vitamina K, los factores de este grupo son sintetizados, pero no
pueden ser carboxilados, y aparecen en el plasma como factores no funcionales,
incapaces de unirse a los fosfolípidos.
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lll) Grupo de contacto (factores Xl y Xll), que presentan las características siguientes:
a) son estables,
b) no se consumen durante el proceso,
c) no son adsorbidos por sulfato de bario o sales similares,
d) a diferencia del FXI, la deficiencia del FXII no afecta la hemostasia.
La exposición de la sangre a tejidos lesionados inicia la coagulación por la vía extrínseca, así
llamada porque el factor tisular (factor lll) no se origina en el plasma sino en las células (células
endoteliales, membrana de hematíes, plaquetas, leucocitos). El tiempo de protrombina (PT)
es la prueba de laboratorio que evalúa la deficiencia de esta vía.
Cuando la sangre es extraída de manera que no sufra contaminación con los tejidos y se la
deja coagular en contacto con vidrio, el camino responsable de este tipo de coagulación es la
vía intrínseca. EL tiempo parcial de tromboplastina (PTT) es una buena técnica para evaluar
globalmente esta vía.
La diferencia entre las dos vías radica en la forma de activación del factor X. Ambas vías
convergen en una común luego de la activación del factor X. Se demostró la existencia de
interacciones entre los componentes de ambas vías de activación de la coagulación tal como
se detallará en los siguientes párrafos.
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El factor Xa deriva de un precursor inactivo, el factor X, que es una glucoproteína vitamina
K-dependiente. La activación del factor X implica un proceso proteolítico, que lleva a la
liberación de uno o más fragmentos polipeptídicos. El factor X puede ser activado por dos vías,
la extrínseca y la intrínseca.
Frente a una lesión, se inicia el proceso de coagulación mediante la exposición del factor tisular
(FT o FIII) al FVII circulante. El factor tisular es una proteína integral de membrana presente en
la mayoría de los tejidos que no está en contacto directo con la sangre. Las células
sanguíneas, como las células endoteliales o los monocitos pueden expresarlo en sus
membranas sólo tras ser estimuladas por sustancias tales como endotoxinas, interleuquinas o
factor de necrosis tumoral. Al producirse daño vascular, con la consecuente exposición del FT
por estimulación del endotelio, éste forma un complejo con el FVII que es así transformado en
su forma activa (FVIIa) por mecanismos no del todo conocidos. Conjuntamente con el Ca 2+,
estos factores forman el complejo FT-FVIIa-Ca++ responsable no sólo de activar el FX en FXa
(vía extrínseca), sino también al factor IX en IXa (vía alternativa extrínseca).
1. La iniciación del proceso depende del factor tisular. La exposición de superficies celulares
que expresan FT a las proteínas plasmáticas determina la unión del FVII al FT.
3. La proteasa responsable de la activación inicial del FVII es desconocida, pero una vez
iniciado el proceso de la coagulación, varias proteasas generadas durante el mismo pueden
activar a FVII. El FXa y el propio FVIIa catalizan la activación del FVII, por lo que existe un
mecanismo potencial para la aceleración de la activación del FVII.
Una vez iniciado el proceso de coagulación in vivo y activado el FX por esta vía extrínseca,
actúa un inhibidor asociado con las lipoproteínas del plasma, que inhibe directamente al FXa y
al complejo FVIIa/FT previniendo una mayor producción de FXa y FIXa por el complejo
FVIIa/TF. En tales circunstancias, FXa adicional sólo puede ser producido a través del camino
de la vía intrínseca o alternativa extrínseca que detallaremos en el próximo ítem. El inhibidor
mencionado recibe el nombre de inhibidor de la vía del factor tisular (TFPI), inhibidor de la
vía extrínseca (EPI) o lipoproteína asociada con inhibición de la coagulación (LACI).
Aproximadamente un 10 % del total es transportado por las plaquetas, que lo liberan al ser
estimuladas por trombina. Por lo tanto, a nivel del sitio de lesión vascular, donde ocurre la
agregación plaquetaria, la contribución del TFPI liberado por las plaquetas puede ser grande.
La vía intrínseca se inicia por el contacto de la sangre con una superficie diferente del endotelio
normal y de las células sanguíneas, por tanto, es la forma de iniciar el proceso de coagulación
“ïn vitro”. Esta vía de activación del factor X requiere la participación de las proteínas de la
fase de contacto: factor Xll (factor Hageman), precalicreína plasmática (factor Fletcher) y
cininógeno de alto peso molecular (HK, factor Fitzgerald).
120
Estas proteínas se sintetizan en el hígado. La molécula del factor Xll está constituida por una
sola cadena polipeptídica con dos regiones asociada a diferentes funciones. La porción
amino-terminal está relacionada con su capacidad de unirse a superficies electronegativas,
mientras que en la carboxi-terminal está la actividad enzimática serinoproteasa. Cuando el
factor Xll se une a una superficie se rompe una unión intramolecular, convirtiéndose así en una
molécula con dos cadenas polipeptídicas unidas por un puente disulfuro (-XII). Luego se
produce otra ruptura en la cadena más larga por fuera del puente disulfuro, que da lugar a una
molécula pequeña, la -XIIa, que es un potente activador de la precalicreína. La capacidad de
calicreína de activar al factor Xll es incrementada por el cininógeno, lo que representa un
mecanismo de retroalimentación positiva.
La fase de contacto tiene algunas características: I) las reacciones entre las proteínas no
requieren la presencia de Ca++, 2) el FXII y el cininógeno de alto peso molecular tienen en la
molécula un sitio de unión a superficies de carga eléctrica negativa, y 3) estudios efectuados in
vitro han demostrado que la fase de contacto participa también en otros sistemas como la
fibrinolisis, la generación de cininas y la activación del complemento.
Todos los agentes que pueden activar la fase de contacto son electronegativos. Vidrio, caolín,
ácido elágico y dextrán sulfato son algunas de las sustancias que pueden iniciar la fase de
contacto. También se ha identificado cierto número de activadores biológicos, como la
membrana basal, el colágeno insoluble, los cristales de urato, los jabones de ácidos grasos
saturados y los lipopolisacáridos bacterianos (endotoxinas). Estos activadores, sin embargo,
son mucho más débiles que el vidrio o el caolín para iniciar las reacciones. La naturaleza
exacta de las superficies con actividad promotora de la coagulación no es conocida. Cuando
los factores Xll, Xl, precalicreína y cininógenos de alto peso se disponen sobre una superficie
electronegativa, el FXI es activado rápidamente. La enzima responsable de esta conversión es
el FXlla. La precalicreína y los cininógenos son necesarios para la activación óptima del factor
Xl.
En la vía intrínseca, las proteínas de la fase de contacto activan al factor XI. El factor XIa
activa al FIX en presencia de Ca++ y el IXa formado así, es quien activa al factor X. El
factor IXa deriva de la activación de un zimógeno del plasma, el factor IX, uno de los factores
vitamina K-dependiente. Es una glucoproteína funcionalmente deficiente en la enfermedad de
Christmas o hemofilia B. Como se mencionó anteriormente, existe otra ruta de activación del
factor IX, representada por el complejo FVIIa-FT-Ca++ (vía alternativa extrínseca).El factor
IXa convierte al factor X en su forma activa (FXa) y para ello se requiere de la presencia de
FVllla, fosfolípidos y Ca++. El FVIIIa, el IXa, el FX y el Ca++ forman un complejo multimolecular
(complejo tenasa) sobre la superficie de los fosfolípidos plaquetarios (FP3) necesario para
formar FXa. En esta reacción, el factor Vllla actúa como un cofactor. La activación del FX por
este complejo es 50 veces más eficiente que la activación generada por la vía FT-FVIIa-Ca++. El
FVIII está disminuido en el plasma de pacientes con hemofilia A y también en el síndrome de
von Willebrand (descripto en la hemostasia primaria).
El esquema descripto sobre la existencia de las vías extrínseca e intrínseca es de gran valor
para comprender la formación del coágulo in vitro (exclusivamente por vía intrínseca) y,
especialmente, para el monitoreo en el laboratorio de la terapia anticoagulante y para el
diagnóstico de trastornos de la coagulación. Pero para comprender la coagulación de la sangre
in vivo como ocurre luego de una lesión se deben considerar las dos vías interrelacionadas (en
lo que hoy se denomina “modelo celular” de la coagulación) debido a que:
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1. Los pacientes con deficiencia hereditaria de FXII, precalicreína o cininógeno de alto peso
molecular (fase de contacto) muestran un alargamiento marcado de la prueba de laboratorio
PTT, pero ningún problema de sangrado, por tanto, esas proteínas no son componentes del
sistema de coagulación in vivo y no deberían ser incluidas en modelos in vivo del proceso.
2. La existencia de dos vías separadas no puede explicar por qué la activación de FX por la vía
extrínseca no compensa el déficit de coagulación en el paciente hemofílico.
En el modelo actual, la inhibición inducida por TFPI sobre el complejo FVIIa/FT puede explicar
la necesidad clínica para las vías extrínseca e intrínseca. En la hemostasia normal, el
complejo FVIIa-FT-Ca++ sería responsable de la generación inicial de FXa, que generará
suficiente trombina para inducir la agregación local de plaquetas (debido a que es un inductor
de respuesta plaquetaria fuerte) y para la activación de los factores críticos V y VIII (como
explicaremos más adelante). Sin embargo, dado que la cantidad de trombina generada por
la activación del FX mediante la vía extrínseca es insuficiente, la hemostasia persistente
requiere la producción continua de más FXa a través de la acción de los factores IXa, VIIIa y
XIa (mediante las llamadas vía intrínseca y vía alternativa extrínseca). Así, la respuesta
hemostática inicial debe ser consolidada por la generación progresiva local de FXa y trombina.
Por lo tanto, los hemofílicos (deficientes en FVIII) sangran porque la generación inicial de FXa a
través de la acción de FVIIa/FT, inhibida por TFPI, es insuficiente para mantener el proceso y
debe ser amplificada a través de la acción de FIXa y FVIII. En forma similar, el FXIa es
requerido como suplemento del FIXa formado por FVIIa/FT, que está limitado por la presencia
de TFPI. Es posible que la inhibición mediante TFPI brinde un medio para disminuir las
manifestaciones hemorrágicas en hemofílicos y en pacientes deficientes en FXI.
La formación de trombina ocurre a partir del Factor Xa que en presencia de FVa, FP3 y
Ca++convierte a la protrombina en trombina.
122
Si bien la cantidad de trombina formada inicialmente por acción del FX activado mediante la vía
FT/FVIIa es insuficiente para mantener la totalidad del proceso hemostático, sirve para activar
los factores que amplificarán el mecanismo de coagulación mediante las vías intrínseca y
alternativa extrínseca (Figura 49).
La fibrina se forma a partir del fibrinógeno por acción de la trombina. El proceso de formación
de fibrina puede ser dividido en tres fases, llamadas:
a) de proteolisis,
b) de polimerización y
c) de estabilización
a) Fase proteolítica. La trombina actúa sobre las regiones amino-terminales de las cadenas A
y B, rompiendo uniones arginil-glicina y liberando dos pares de péptidos (2 fibrinopéptidos A y
2 fibrinopéptidos B). La cadena no está involucrada en el proceso. La molécula remanente del
fibrinógeno es llamada monómero de fibrina;
b) Fase de polimerización. Esta fase se caracteriza por ser un proceso que resulta de la
agregación de monómeros de fibrina y da lugar a la aparición de fibrina S, así llamada por ser
soluble en urea 5 M, lo cual sugiere la asociación de monómeros por uniones no covalentes. La
fibrina S es hidrolizada por la enzima fibrinolítica plasmina.
Figura 50. Esquema de las etapas que conforman el proceso de coagulación de la sangre segpun la
hipótesis de la cascada (PL=FP3)
Según este modelo, el taponamiento o formación del coágulo tiene lugar en 3 etapas:
Figura 51. Esquema del modelo celular de la coagulación. Las flechas gruesas marcan el mecanismo de
retoralimentación ejercidos por el FXa y la trombina (IIa).Tomado de HEMATOLOGÍA • Volumen 21 Nº
Extraordinario • Fisiología de la hemostasia normal: 31-42, 2017
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7. Fibrinolisis
Recibe el nombre de fibrinolisis el proceso de disolución del coágulo de fibrina, que puede
ser considerado como un mecanismo de defensa esencial contra la oclusión de los vasos
sanguíneos. La lisis prematura de la fibrina, sin embargo, puede reiniciar la hemorragia.
Los activadores del plasminógeno pueden ser divididos en dos categorías, intrínsecos y
extrínsecos. Los activadores intrínsecos incluyen el factor Xlla, la calicreína y el factor Xla.
Todos ellos son activadores más débiles que los extrínsecos. Los activadores extrínsecos se
encuentran ampliamente distribuidos en todos los tejidos del organismo, y son sintetizados por
el endotelio vascular, que ante determinados estímulos, como endotoxinas bacterianas y el
factor de necrosis tumoral, son liberados a la circulación. Se denominan activador tisular del
plasminógeno, t-PA y uroquinasa, u-PA. La orina contiene un activador, llamado uroquinasa,
producido por el riñón y secretado en la orina. La estreptoquinasa es un activador sintetizado
por el estreptococo hemolítico. No es claro el papel de la uroquinasa en la fibrinolisis fisiológica,
pero esta enzima y la estreptoquinasa se utilizan en el tratamiento fibrinolítico de la trombosis y
del tromboembolismo.
126
Cuando la cantidad de plasmina generada es pequeña, no siempre produce digestión de fibrina
o de otras proteínas. Esto es debido a que el plasma contiene inhibidores de la enzima: 2-
antiplasmina, 2-macroglobulina, 1-antitripsina.
Cuando un vaso sanguíneo es lesionado se forma un trombo fibrinoplaquetario a nivel del sitio
de lesión, que normalmente no se extiende, cerrando el lumen y ocluyendo el vaso. Con el
tiempo, este trombo es lisado y reemplazado por tejido conectivo. Varios mecanismos operan
para controlar la hemostasia:
a) Flujo sanguíneo. La velocidad de la sangre en el interior de los vasos puede servir para
diluir y arrastrar a las sustancias procoagulantes generadas en el sitio de lesión. La importancia
del flujo sanguíneo en la prevención de la trombosis se ilustra bien en experimentos en
animales de laboratorio. La inyección endovenosa de factores de coagulación activados no
induce formación de trombos si el flujo sanguíneo no es detenido en un segmento venoso. La
combinación de este estado “hipercoagulable” con estasis venosa parece ser necesaria para la
formación de trombos.
El mecanismo hemostático puede ser evaluado mediante pruebas de laboratorio, que pueden
ser divididas en: a) pruebas para detectar trastornos vasculares y de las plaquetas; b) pruebas
para detectar trastornos en el proceso de la coagulación, c) pruebas para estudiar la actividad
fibrinolítica, y d) pruebas especiales.
128
1) Prueba del torniquete. Se realiza aplicando un manguito de presión en el brazo, que se
mantiene durante 5 minutos a un nivel situado entre las presiones sistólica y diastólica; se
examina entonces por debajo del manguito para observar si se han producido o no petequias
(pequeñas manchas rojas de tamaño aproximado al de la cabeza de un alfiler).
Esta prueba es inespecífica porque puede ser positiva tanto por alteraciones vasculares como
en casos de trombocitopenia y de alteración de la función plaquetaria. Cuando el paciente tiene
petequias esta técnica es irrelevante.
129
c) Pruebas especiales:
Las pruebas especiales, cuya descripción escapa a los fines de esta obra, comprenden: I) la
medición de la concentración de los factores de la coagulación y de la fibrinolisis (por técnicas
que miden la actividad biológica y técnicas que miden su concentración proteica); 2) las
pruebas de función plaquetaria: agregación plaquetaria, liberación del contenido de los
gránulos, adhesividad plaquetaria; 3) las pruebas para medir la función y la concentración
plasmática de los inhibidores naturales; 4) pruebas para evaluar la función y la concentración
del factor von Willebrand.
130
CAPITULO 9
GRUPOS SANGUINEOS
La sangre de todo individuo pertenece a determinado grupo sanguíneo, que debe ser
obligatoriamente establecido en el caso de que tal individuo requiera una transfusión sanguínea. El
conocimiento de los grupos sanguíneos es también importante para investigar la “enfermedad
hemolítica del recién nacido”, y en Medicina Legal, para excluir ciertos casos de paternidad dudosa
(que ahora ha sido reemplazado por la prueba del ADN).
En toda transfusión sanguínea existe un individuo que “dona” sangre (donante) y otro que la “recibe”
(receptor). Para que la transfusión sea aceptable desde el punto de vista médico, debe existir
compatibilidad sanguínea entre donante y receptor. La regla de Ottemberg de las transfusiones
establece que “dos sangres son compatibles cuando los eritrocitos del donante no son
aglutinados por el plasma del receptor”. Cuando se colocan eritrocitos de un donante en plasma o
suero de un receptor, las sangres son compatibles cuando los eritrocitos se dispersan en el suero
como lo harían en su propio suero. Si las sangres son incompatibles, los eritrocitos son fuertemente
aglutinados entre sí, hemolizándose luego, fenómeno que recibe el nombre de reacción de
aglutinación. La reacción de aglutinación es una típica reacción “antígeno-anticuerpo”. La reacción
de aglutinación es específica: ocurrirá siempre que un aglutinógeno se encuentre con su aglutinina
específica. Esto indica “a priori” que la existencia de un determinado aglutinógeno en los
eritrocitos de un individuo determina la imposibilidad de que en su plasma exista la aglutinina
correspondiente específica. A continuación, se explicarán los 2 sistemas de aglutinógenos más
importantes desde el punto de vista médico.
1. Sistema ABO
Este sistema de clasificación sanguínea fue descripto por el biólogo y patólogo austríaco Karl
Landsteiner en el año 1901. En el sistema ABO existen 3 aglutinógenos sobre la membrana de los
glóbulos rojos, llamados A, B y H. La aglutinina específica para el aglutinógeno A es denominada o
anti-A; la correspondiente al aglutinógeno B recibe el nombre de o anti-B. No existe aglutinina anti-
H. De acuerdo con la distribución de los aglutinógenos, las sangres pueden pertenecer a alguno de
los cuatro grupos sanguíneos siguientes: O, A, B y AB. Durante la eritropoyesis, la membrana
eritrocítica desarrolla y pierde un gran número de estos determinantes antigénicos, hasta que quedan
reducidos a unos cientos de antígenos que pertenecen a alrededor de 20 sistemas de aglutinógenos.
131
1.1 Síntesis de aglutinógenos en el sistema ABO
El sistema ABO fue el primer sistema de marcadores de superficie reconocido, siendo el más
importante desde el punto de vista de la transfusión sanguínea. Su locus genético está situado en el
cromosoma 9 y se expresa en todas las células del cuerpo. Los antígenos A, B y H derivan de una
sustancia precursora común formada por un glucolípido de membrana seguido por una cadena de 4
azúcares que termina en una galactosa (Acetilgalactosamina-galactosa-acetilglucosamina-
galactosa). El gen H codifica para la síntesis de una enzima (transferasa) que transfiere fucosa a la
galactosa terminal de la sustancia precursora, dando lugar a la aparición de antígeno H. Como este
antígeno constituye el sustrato para la formación de los antígenos A y B, los individuos sin el gen H
(homocigotas H) no forman ninguno de los antígenos del sistema ABO. Constituyen el fenotipo
Bombay, cuya sangre es sólo compatible con la de otro fenotipo idéntico.Una vez formado el antígeno
H, la determinación final del tipo sanguíneo específico está controlada por 3 genes alelomorfos en el
locus cromosómico ABO. El gen A codifica para una transferasa que transfiere acetilgalactosamina
a la galactosa terminal del antígeno H, transformándolo en antígeno A. El gen B codifica para una
transferasa que transfiere galactosa a la galactosa terminal del antígeno H, transformándolo en
antígeno B. El gen O no codifica para la síntesis de ninguna transferasa, por lo que el antígeno H
permanece inalterado (Figura 53).
Los antígenos A y B poseen un elevado poder antigénico, cosa que no ocurre en el antígeno H. Esto
determina que en el sistema ABO sean importantes sólo los dos primeros.
132
En relación con su distribución en los eritrocitos, puede ocurrir:
Debe recordarse que todos los eritrocitos de un individuo poseen los mismos aglutinógenos.
Las aglutininas anti-A y anti-B no son detectables hasta los 3-6 meses de vida postnatal. Son del tipo
IgM con capacidad para unir complemento, y no atraviesan la placenta debido a su alto peso
molecular.
¿Por qué se producen estas aglutininas en personas que no tienen los aglutinógenos respectivos en
sus eritrocitos? Las aglutininas anti-A y anti-B parecieran estar determinadas genéticamente. Sin
embargo, desde edades tempranas, cantidades pequeñas de antígenos A y B entran al organismo a
través de las comidas, las bacterias y otras formas, y son estas sustancias las que inician el
desarrollo de estas aglutininas anti-A y anti-B. También se ha postulado que podrían ser adquiridas
durante la temprana infancia en respuesta a exposición a antígenos del tipo A y B absorbidos a través
de la mucosa intestinal.
Las leyes de Landsteiner, que son solamente aplicables al sistema ABO, determinan que:
Por lo tanto, en relación con el sistema ABO, las combinaciones de antígenos y anticuerpos posibles
son los indicados en la tabla 7, en la que se menciona también el grupo sanguíneo resultante y su
frecuencia de aparición en la ciudad de Buenos Aires.
133
Tabla 7. Representación de la distribución de aglutinógenos y aglutininas para el sistema ABO.
2. Sistema Rh
Landsteiner, en 1940, tomó eritrocitos de mono Rhesus (macaca mulata) y los inyectó
parenteralmente a cobayos. El sistema inmunitario de estos animales generó anticuerpos anti-
eritrocitos del mono (aglutinina anti-Rh) que producía aglutinación y posterior hemólisis cuando
eritrocitos y suero eran puestos en contacto. Curiosamente, Landsteiner observó que los eritrocitos
del 85 % de las personas de la raza blanca son aglutinados cuando son mezclados con suero
conteniendo aglutinina anti-Rh, mientras que esto no ocurre con los eritrocitos del 15 % restante. El
aglutinógeno presente en la membrana de los eritrocitos del mono Rhesus, en su honor, recibió el
nombre de aglutinógeno o factor Rh. Los individuos cuyos eritrocitos poseen el Aglutinógeno Rh
(que son aglutinados cuando son mezclados con suero conteniendo la aglutinina anti-Rh) son
denominados Rh positivos, mientras que los individuos cuyos eritrocitos no lo poseen son
denominados Rh negativos.
El antígeno Rh constituye en realidad una familia de antígenos que tienen su locus en el cromosoma
1 y que están presentes sobre la superficie eritrocitaria en mucha menor cantidad que los del sistema
ABO. Se ha propuesto que los sitios Rh de la superficie de la membrana de los eritrocitos consisten
de tres locus conectados, con el primero conteniendo el antígeno C o c, el segundo conteniendo E o
e y el tercero conteniendo D o d. Sólo el antígeno D tiene actividad antigénica intensa, por lo que
son considerados Rh + sólo aquellos individuos que poseen este antígeno en sus eritrocitos.
Desde el punto de vista médico en relación con la transfusión sanguínea y la eritroblastosis fetal sólo
es importante la presencia de D.
Los individuos Rh- (D-) no poseen en sus eritrocitos el aglutinógeno D. Tampoco poseen en su
plasma la aglutinina anti-D, como podría esperarse de acuerdo con lo explicado para el sistema
ABO. La aglutinina anti-D es una inmunoglobulina del tipo IgG que tiene dos características
importantes
a) aparece en los individuos Rh- cuando son “sensibilizados” por el antígeno D en forma de una
transfusión con sangre Rh+ o en forma de un feto Rh+ en una madre Rh-, y
134
Cuando un individuo Rh- sensibilizado (su plasma contiene aglutinina anti-D) recibe sangre Rh+
puede desarrollar una importante reacción transfusional. Por lo expuesto, resulta evidente que una
transfusión es aceptable clínicamente cuando la sangre del donante compatible con la del
receptor tanto según el sistema ABO como el Rh
La enfermedad hemolítica del recién nacido o eritroblastosis fetal es una anemia hemolítica del
feto Rh+ gestado por una madre Rh- causada por la transmisión transplacentaria de anticuerpos
(aglutininas anti-D) que aglutinan los eritrocitos fetales e inducen su hemólisis. . Para que ello ocurra,
la madre debe haber sido “sensibilizada” previamente, hecho que puede ocurrir por haber recibido
una transfusión de sangre Rh+ o por el posible pasaje de eritrocitos fetales Rh+ durante un parto
previo.
Muchas madres desarrollan altos títulos de aglutinina anti-D durante el período de post-parto debido
al contacto de grandes volúmenes (10-150 ml) de la sangre fetal con la materna. Por lo tanto, durante
el siguiente embarazo, si el nuevo feto es también Rh+, las aglutininas que se habían formado en la
madre atraviesan la barrera placentaria y producen aglutinación y hemólisis de los eritrocitos fetales
(enfermedad hemolítica). El sistema eritropoyético fetal reacciona para compensar la anemia; tal
reacción es tan intensa que se observan eritroblastos circulando en la sangre (eritroblastosis); la
intensa hemólisis induce producción abundante de bilirrubina no conjugada, que se traduce en
ictericia (ictericia hemolítica) pudiendo el feto desarrollar kernicterus. Como la sensibilización de
las madres Rh- ocurre durante el nacimiento del primer hijo Rh+, este niño es usualmente normal. La
enfermedad hemolítica ocurre en el 17 % de los fetos Rh+ nacidos de madres Rh- que han estado
previamente embarazadas una o más veces con fetos Rh+
A todas las mujeres durante el primer trimestre de embarazo se les indica realizar la tipificación del
grupo sanguíneo, ya que el desarrollo de enfermedad hemolítica es potencialmente dañino para el
feto. Es posible prevenir la sensibilización que ocurre durante el primer parto mediante la aplicación
de una inyección de aglutinina anti-D durante el post-parto inmediato. Esta aglutinina anti-D aglutina y
hemoliza a los eritrocitos Rh+ fetales circulando en la sangre materna, lo que previene la respuesta
inmune de la madre con formación de aglutinina anti-D. La mortalidad de los niños nacidos con
eritroblastosis era muy elevada (70–80 %). Hoy, gracias a la posibilidad de realizar transfusiones
sanguíneas intrauterinas y al tratamiento mediante exanguinotransfusion sobrevive el 85% de los
casos.
3. TRANSFUSIONES SANGUINEAS
Como se mencionó previamente, la regla de Ottemberg de las transfusiones establece que “dos
sangres son compatibles cuando los eritrocitos del donante no son aglutinados por el plasma
del receptor”. En este sentido, para reconocer la compatibilidad o incompatibilidad sanguínea, es
necesario enfocarse en las algutininas presentes en el plasma del receptor y en los
aglutinógenos presentes en los eritrocitos del donante. Si en el plasma del receptor NO EXISTE
la aglutinina específica para el aglutinógeno del donante, esos eritrocitos no se aglutinarán. Es
importante que esto se cumpla tanto para el sistema ABO como para el Rh.
135
Tabla 8. Compatibilidad sanguínea entre donante y receptor.
A partir de la tabla precedente puede inferirse que el grupo O Rh- es considerado el “donante
universal”, esto es debido a que no presenta aglutinógenos en su superficie que puedan ser
reconocidos por las aglutininas plasmáticas del receptor. Por otro lado, se observa que el grupo
sanguíneo AB Rh+ puede recibir sangre de cualquier grupo y factor, motivo por el que se lo
conoce como “receptor universal”, ya que al no presentar aglutininas en su plasma, no se
generará reacción de aglutinación con los aglutinógenos de superficie de los eritrocitos de
ningún donante. Cabe destacar que los individuos Rh- pueden donar a individuos Rh+ y Rh-, no
así los RH+, ya que generarían sensibilización en individuos Rh-.
4. Tipificación de la sangre
En cambio, en el método directo, se utilizan sueros conocidos con aglutininas anti-A, anti-B y
anti-D para determinar los aglutinógenos presentes en la superficie de los eritrocitos. Para esto,
se coloca en un portaobjetos una gota de cada suero, anti-A, anti-B y anti-D, y posteriormente
se mezcla con una gota de la sangre que se busca determinar. A los pocos minutos, se observa
si existe o no reacción de aglutinación en cada suero. De esta manera, si se evidencia reacción
de aglutinación en el suero anti-A, indica que esos eritrocitos presentan el aglutinógeno A en su
superficie. Si se evidencia reacción de aglutinación en el suero anti-B, indica que esos eritrocitos
presentan el aglutinógeno B en su superficie, mientras que si se evidencia reacción de
aglutinación en el suero anti-D, indica que esos eritrocitos presentan el aglutinógeno D en su
superficie. Un ejemplo puede observarse en la siguiente figura:
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Se observa reacción de
aglutinación de los eritrocitos con
anti-A y con anti-D. GS: A+
Se observa reacción de
aglutinación de los eritrocitos con
anti-B y con anti-D. GS: B+
No se observa reacción de
aglutinación de los eritrocitos ni
con anti-A, ni con anti-B ni con anti-
D. GS: O-
137
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