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Psicología Social (PSI1205).

Sección 4
Segundo semestre 2017.
Facultad Ciencias Sociales-Escuela de Psicología.
Pontificia Universidad Católica de Chile.

TRABAJO DE INVESTIGACIÓN

tema de investigación: el autoconcepto y las


personas “mega fitness”.

Enrique Avilés
Julio Huerta
Catalina Muñoz
Kyle Steinsapir
Pablo Valle
“La importancia de la apariencia física y de la imagen corporal es un aspecto
que ha ido cobrando protagonismo con el paso del tiempo. Esto se debe
fundamentalmente a la sociedad actual, globalizada e influenciada por los
medios de comunicación que muestran constantemente cuerpos esculturales y
figuras impecables” (Molero López-Barajas, Castro-López & Zagalaz-Sánchez,
2012, p.2). El advenimiento de esta tendencia hacia el físico, particularmente
expresada en el sector juvenil, ha llegado a manifestarse en un fenómeno que
hoy no parece extraño: la radicalización del ejercicio físico. Un tipo de
entrenamiento orientado casi en su totalidad a la apariencia, a lo muscular, al
“mega fitness”. La preocupación deportiva se va potencialmente alejando de los
cánones anteriores de deporte en equipo y/o recreación, para acercarse más y
más hacia lo visual, hacia lo demostrable. Junto con las máximas individualistas
de la cultura actual, el deporte -el neodeporte- no se queda atrás; hoy se vive la
individualización deportiva y su respectiva competencia por los resultados. No
nos extrañan ya los implementos comerciales asociados; las proteínas y la leche
muscular, los relojes capaces de medir cardio, de contar kilómetros y de cifrar
calorías quemadas, las fluorescentes zapatillas último modelo ad-hoc y las
“selfies” de gimnasio. El neodeportista individualista ya no entrena
fundamentalmente por “amor al arte” o por distensión, entrena más bien por
imagen.

Teniendo en vista esta caricatura contemporánea -sin embargo, fácil de


reconocer en un paseo por cualquier gimnasio-, no es difícil preguntarse por las
motivaciones. La publicidad globalizada evidentemente juega un gran papel.
¿Intentan estas personas encarnar o emular aquellas imágenes propagadas por
la publicidad? En caso de lograrlo ¿adquieren aquellas una mejor imagen de sí
mismos? ¿Responden los usuarios de estas actividades a una búsqueda de
autoimagen debido a la inseguridad de la propia? ¿Acaso este ejercicio
individualizado busca simplemente la auto superación? Se hace evidente que la
orientación de todas estas preguntas se dirige inevitablemente hacia el
fenómeno del autoconcepto o, en otras palabras, a la imagen que se hacen las
propias personas de sí mismos. La existencia de una relación entre deporte
fitness y autoconcepto es, sin lugar a duda, innegable. Es debido a esto, que en
el presente ensayo buscaremos ahondar en ciertos matices de esta relación,
especialmente los que atañen al suceso “mega fitness”.

Se hace importante diferenciar, antes que nada, dos tipos de neodeportista:


en primer lugar, está aquel deportista orientado directamente hacia la
modificación de su apariencia física; este es aquel clásico corpulento hombre de
pesas, fácil de encontrar haciendo series en el gimnasio y tomando proteinas en
polvo al desayuno. En segundo lugar, tenemos al neodeportista tipo cardio,
orientado hacia la superación de su rendimiento; excelente para correr y hacer
actividades aeróbicas, preocupado más que por su volumen por su rendimiento
cronométrico.
Estos dos tipos de neodeportistas, aunque sustancialmente distintos a primera
vista, se relacionan directamente con el autoconcepto, aunque de formas
distintas entre sí; Fox y Corbin (1989) propusieron un modelo multidimensional
para medir autoconcepto. Este modelo engloba distintos ámbitos de
autopercepción que afectan el autoconcepto físico general; entre estos se
encuentran autopercepción de condición física, competencia deportiva y atractivo
físico entre otros. Este autoconcepto físico general afectaría directamente al
autoconcepto global del sujeto. De esta manera se pone de manifiesto la
multidimensionalidad del autoconcepto involucrado en la actividad física,
afectando todos al autoconcepto global. Siguiendo esta lógica, la relación
manifestada en nuestro deportista tipo cardio sería la de condición física y
competencia deportiva; nuestro neodeportista orienta sus entrenamientos a
mejorar su condición física y competencia, incrementando así una visión positiva
de su yo global. Por otro lado, nuestro neodeportista muscular orientará sus
esfuerzos hacia aumentar su autopercepción de atractivo físico, para así mejorar
su autoconcepto global. De hecho, Marsh y Peart (Citado en Fernández,
Contreras, García & González Villora, 2017), observaron cómo los participantes
en deportes aeróbicos tenían una mayor autopercepción de su habilidad física y
menor del atractivo físico.

Se hace relevante el último perfil de neodeportista, aquel orientado hacia la


transformación corporal, debido a su particular tendencia a caer en una dinámica
“mega fitness”. La motivación deportiva en pos de atractivo físico suele estar
inevitablemente ligada a una insatisfacción corporal, pudiendo afectar
sustancialmente en la cantidad y el tipo de deporte practicado (Citado en
Fernández, Contreras, García & González Villora, 2017). Especialmente
pensando en el caso de las mujeres, a quienes se las ha catalogado como
tradicionalmente más preocupadas por su aspecto corporal, el hecho de que
tengan percepciones apreciablemente peores de atractivo y autoconcepto
general ha llevado a pensar a que tengan en su mayoría motivaciones estéticas
hacia el deporte (Fernández, Contreras, García & González Villora, 2017).

Esta persecución hacia cánones estéticos de belleza a través del deporte


puede resultar muchas veces en una autoimagen alterada o patológica del sujeto
debido a que la imagen corporal no está necesariamente correlacionada con la
apariencia física real, provocando, en relación con el deporte, casos conocidos de
“vigorexia” o adicción a la actividad física análogos de alguna manera, aunque
no deportiva, a desórdenes alimenticios como la anorexia o bulimia (Molero
López-Barajas, Castro-López & Zagalaz-Sánchez, 2012).
Pensar sobre la persecución de cánones de belleza actuales nos lleva
irremediablemente a pensar en sobre cómo estos están siendo producidos y
masificados especialmente por la publicidad. Vaquero-Cristóbal, Alacid, Muyor &
López-Miñarro (2017) afirman que en la actualidad existen unos estándares de
belleza basados en modelos pro-delgadez, especialmente en el ámbito femenino.
Esta nueva preocupación por el cuerpo mueve cantidades de dinero
exuberantes, provoca montones de artículos periodísticos, publicitarios y
audiovisuales. En las culturas occidentales, la presión de la sociedad y de la
familia por alcanzar los estatutos de belleza es especialmente fuerte, en donde
“ha aumentado el valor de la extrema delgadez y hay una obsesión colectiva por
la imagen corporal” (p. 2). Esto se traduce en una menor valoración colectiva del
autoconcepto físico y el aumento de tratamientos de modificación corporal,
siendo los medios de comunicación los principales difundidores de estos valores.
Con respecto a los hombres, la imagen perpetuada por los medios y la publicidad
suele ser la de masculinidad a través del físico. Los comerciales de ropa interior,
perfumes y desodorantes no reparan en promover una imagen en extremo
varonil y muscular, asociada al éxito sexual (atractivo físico) y monetario. No es
de extrañar de esta manera que el discurso social promulgado con respecto al
atractivo físico sea el del tipo buscado por nuestro neodeportista muscular.
Esta evidencia nos sugiere que el “boom” del mega fitness deportivo,
orientado hacia la modificación corporal, está sustentado en gran medida en una
insatisfacción colectiva por el propio cuerpo provocada por la comparación con
los cánones estéticos imperantes y manifestada en un autoconcepto negativo. El
suceso de mega fitness no es sino una persecución de los cánones de belleza
actuales promulgados y en gran medida instaurados por el medio, sin embargo,
estos cánones en muchos casos poco tienen que ver con la salud, provocando
afecciones de diversos tipos y, en el mejor de los casos, insatisfacción de la
propia imagen.

Se ha denotado la inmanente relación multidimensional entre deporte y


autoconcepto, revelando cómo la promoción de estas diversas dimensiones de
autopercepción (atractivo físico, competencia deportiva, condición física y otros)
a través de la actividad deportiva efectivamente mejora el autoconcepto general.
Sin embargo, se ha puesto hincapié especialmente en la dimensión de atractivo
físico, la cual tiene una arista negativa expresada patológicamente a través de la
adicción al deporte fundada en un autoconcepto ilusorio del propio cuerpo,
estableciéndose una relación directa entre los discursos sociales sobre belleza
difundidos especialmente por los medios y la publicidad, el mal autoconcepto
general de la población occidental y la búsqueda (patológica o no) de este ideal
estético.
Referencias

Fernández G, Contreras O, García L, González Villora S. (2010). Autoconcepto físico


según la actividad físicodeportiva realizada y la motivación hacia esta. Revista
latinoamericana de psicología. Vol. 42. Recuperado de http://www.scielo.org.co/scielo.php?
script=sci_arttext&pid=S0120-05342010000200008&lang=es

Molero López-Barajas D, Castro-López R, Zagalaz-Sánchez M. (2012). Autoconcepto


y ansiedad: detección de indicadores que permitan predecir el riesgo de padecer adicción a la
actividad física. Cuadernos de psicología del deporte. Vol. 12. Recuperado de
http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1578-
84232012000200010&lang=es

Onofre Contreras R, Fernández J, García L, Palou Pere, Ponseti J. (2009). El


Autoconcepto físico y su relación con la práctica deportiva en estudiantes adolescentes.
Revista de psicología del deporte. Vol. 10, 23-39. Recuperado de
http://www.redalyc.org/html/2351/235116414002/

Vaquero-Cristóbal R, Alacid F, Muyor J, López-Miñarro P. (2013). Imagen corporal;


revisión bibliográfica. Nutrición Hospitalaria. Vol. 28. Recuperado de
http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0212-
16112013000100004&lang=es

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