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PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚ

ESTUDIOS GENERALES LETRAS

TRABAJO INDIVIDUAL

Título: “Materialización de la belleza: El caso de la cultura fitness y su


relación con el campo de las cirugías estéticas”

Nombre: Claudia Sofía Ortiz Espinoza

Tipo de evaluación: Monografía final

Curso: Investigación Académica (INT124)

Horario: 0684

Comisión: 684C

Profesor: Fred Rohner

Jefe de Práctica: Rocío Alatrista

SEMESTRE 2018-II
PONTIFICIA UNIVERSIDAD
CATÓLICA DEL PERÚ

“Materialización de la belleza: El caso de la


cultura fitness y su relación con el campo de las
cirugías estéticas”

Monografía que como parte del curso


Investigación Académica
presenta el alumno(a):

Claudia Sofía Ortiz Espinoza

Diciembre, 2018
Resumen

Esta investigación tiene como propósito demostrar que el fenómeno de crecimiento y cambio de
inclinación en las preferencias del público que se realiza cirugías estéticas es el resultado de una
serie de estrategias de producción de los cuerpos patrocinadas por los agentes del negocio de la
cultura fitness. Esta se ha venido impulsando durante las últimas dos décadas y se caracteriza por
predicar la gran importancia de mantener una vida sana. No obstante, distintos aspectos de la misma
sacan a relucir su principal ahínco en elogiar la superficialidad, que a la vez contribuye al
crecimiento de un mercado globalizado en donde lo fitness está considerado como un buen negocio.
Estos agente operan a través de distintos mecanismos, que giran en torno a fitbody y elogian las
características distintivas dentro de las construcciones de la feminidad y masculinidad. Para probar
la hipótesis presentada, por un lado, se demostrará que los distintos aspectos dentro de las bases de
la cultura fitness motivan la formación de ciertos estereotipos de belleza y éxito que favorecen a
este mercado globalizado, a través del análisis de las implicaciones de los gimnasios y el fitbody.
Por otro lado, se intentará defender la postura que sostiene que el aumento y la diversificación en el
campo de las cirugías estéticas se debe en gran medida a la influencia de la cultura fitness, para lo
que se discutirá la forma en la que el mercado del fitness hegemoniza las imágenes femeninas y
masculinas y cómo estas se ven representadas en el campo de la medicina estética. Con esta
finalidad, se han revisado las investigaciones de María Inés Landa, Jessica Ibañez, Liuban Kogan,
entre otros, que han aportado información significativa para el presente trabajo.
Llamamos bello a aquello que es elogiado por el
periódico y que produce mucho dinero.

Stendhal

No está mal ser bella; lo que está mal es la


obligación de serlo.

Belleza de mujer
Susana Sontag
Tabla de contenidos

Introducción 1

Capítulo 1

La cultura fitness 4

1.1. Construcción del dispositivo cultural del fitness 4

1.2. Formación de las subjetividades en el discurso del fitness 6

1.2.1. Las implicaciones del gimnasio 7

1.2.2. El fitbody 11

1.3. El Fitness Management 13

Capítulo 2

“Generización” de los cuerpos y las cirugías estéticas 17

2.1. El espectáculo del cuerpo femenino 18

2.1.1 “Generización” de la feminidad 18

2.1.2. Preferencias y satisfacción del público femenino 21

2.2. El cuerpo masculino: ¿sinónimo de hombría? 24

2.2.1. La reconfiguración de la masculinidad 25

2.2.2. Preferencias y satisfacción del público masculino 27

Conclusiones 30

Bibliografía
34
Introducción

Durante las últimas dos décadas, se ha podido observar un fenómeno de diversificación y


crecimiento exponencial dentro del área de las cirugías estéticas. Anteriormente, estas
intervenciones quirúrgicas habían sido ampliamente criticadas, debido a que implican intervenir en
un cuerpo sano para hacer modificaciones muchas veces consideradas innecesarias. Lo que nos
lleva a realizar las preguntas, ¿por qué específicamente este campo de la medicina ha tenido tanta
acogida dentro del público? ¿cuáles son los factores detrás de este fenómeno que han impulsado el
rápido crecimiento del mismo? ¿quiénes son los autores que han contribuido a su difusión?; todas
estas preguntas han sido fundamentales para establecer la hipótesis que desarrollaré a continuación.
A lo largo de mi investigación, he podido observar que frente a todos los factores que podrían estar
detrás de este suceso, hay uno que resalta de entre los demás: el dispositivo cultural del fitness, que
utiliza una serie de métodos que terminan por moldear las concepciones de belleza contemporáneas.
Por ello, el objetivo que busca conseguir esta investigación será el de demostrar que este fenómeno
de crecimiento y cambio de inclinación en las preferencias del público que se realiza cirugías
estéticas es el resultado de una serie de estrategias de producción de los cuerpos patrocinadas por
los agentes del negocio de la cultura fitness.

Es importante destacar lo trascendental de investigar este fenómeno, ya que nos permite entender el
por qué en distintas ocasiones juzgamos a las personas por su apariencia, y además, a partir de ello
podremos reflexionar con respecto a qué es lo que verdaderamente importa y buscaremos las
alternativas de solución necesarias para dejar de brindarle al cuerpo una posición que no merece
dentro de la sociedad. La cirugía estética ha tenido un crecimiento exponencial durante las últimas
dos décadas. La característica más resaltante de este fenómeno es que se ha producido un cambio en

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las preferencias de los pacientes con respecto a qué tipo de cirugía se van a realizar. Evidentemente,
ha tenido que haber algún factor detrás de este cambio de inclinación, por lo que tomaremos como
factor principal la amplia difusión de la cultura fitness. Esta se ha venido impulsando durante las
últimas dos décadas y se caracteriza por predicar la gran importancia de mantener una vida sana. No
obstante, distintos aspectos de la misma sacan a relucir su principal ahínco en elogiar la
superficialidad subjetiva, que a la vez contribuye al crecimiento de un mercado globalizado en
donde lo fitness está considerado como un buen negocio. A todo el entramado de relaciones dentro
del negocio del fitness se le llama Fitness Management, que opera presentando a la persona fitness
como el ser ideal destinado a alcanzar el éxito. Esta queda grabada en el subconsciente de las
personas y se instala como parámetro a seguir para alcanzar la felicidad. Asimismo, refuerza los
estereotipos ya presentes en la sociedad, exaltando la importancia de mantener la femineidad en las
mujeres y la masculinidad en los varones.

El presente trabajo está dividido en dos capítulos. El primero se enfoca en demostrar que los
distintos aspectos dentro de las bases de la cultura fitness motivan la formación de ciertos
estereotipos de belleza y éxito que favorecen a este mercado globalizado. Para ello, definiremos el
término “dispositivo cultural del fitness”, de modo que podamos brindarle una perspectiva analítica
a la investigación. Después, con esta herramienta analizaremos las formas por las cuales la cultura
fitness da pie a la formación de estereotipos de belleza, a través de las formas en las que el gimnasio
promueve maneras particulares de construcción y exhibición del cuerpo y también por medio de la
inclusión del fitbody dentro del discurso, para el cual se identificarán sus características sociales y
culturales. Por último, identificaré a los agentes que mueven el mercado global del fitness a través
del Fitness Management, y determinaré por qué el fitness ha tenido que adaptarse a esta idea de
negocios para sobrevivir dentro de la sociedad de consumo contemporánea.

En el segundo capítulo se intentará defender la postura que sostiene que el aumento y la


diversificación en el campo de las cirugías estéticas se debe en gran medida a la influencia de la
cultura fitness, se discutirá la forma en la que el mercado del fitness hegemoniza las imágenes
femeninas y masculinas reforzando los estereotipos de género ya presentes en la sociedad y como
todo este proceso se ve representado en el campo de las cirugías estéticas. Con esta finalidad,
dividiré este capítulo en dos partes: el caso de los hombres y el caso de las mujeres. En ambos,
analizaré las características que se le atribuyen a la imagen de la mujer y el hombre respectivamente
en la cultura fitness, y estableceré las relaciones de estas con la masculinidad y feminidad;
seguidamente, compararé estas concepciones de belleza con las preferencias por ciertas cirugías

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estéticas y analizaré cómo estas afectan en la autoestima de los que deciden pasar por este
complicado proceso.

Para esta investigación se ha tenido que revisar el material bibliográfico correspondiente a la cultura
fitness por un lado, y a las repercusiones de la cirugía estética por otro. En el primer caso, el libro de
la investigadora en sociología del cuerpo y de la cultura, María Inés Landa, titulado Las tramas
culturales del Fitness en Argentina: Los cuerpos activos del ethos empresarial emergente, ha sido
fundamental para tener una visión completa de lo que es el fenómeno de la cultura fitness dentro del
ámbito empresarial. Las investigaciones de Liuba Kogan (Performar para seguir performando: la
cultura fitness) y Cecilia Bettina (Sujetos a una disciplina que disciplina: Un análisis crítico de las
prácticas de gimnasia dominantes en el gimnasio) correspondientes a las implicaciones del
gimnasio también han sido muy esclarecedoras para determinar cómo se desarrolla la construcción
de la corporalidad dentro del locus de las prácticas del fitness. En el segundo caso, la investigación
de Vilodre titulada Deporte y cultura fitness: la generización de los cuerpos contemporáneos, nos
ha mostrado un panorama general de lo que es la determinación de barreras por parte del discurso
del fitness dentro de la masculinidad y feminidad, y cuáles son las reacciones de la sociedad al
momento en el que se transgreden. Para reforzar este análisis general se ha utilizado, en el caso de
las mujeres, el estudio Sueñan con un cuerpo armonioso: motivaciones de las mujeres para
realizarse procedimientos estéticos no reconstructivos, de Jessica Ibáñez; y en el caso de los
hombres Cuerpo, masculinidad y estilo en jóvenes de sectores altos de Lima, de Julio Villa.

El hecho de que tan solo al mirar a una persona podamos determinar si es fea o bonita ha sido una
de las motivaciones por las cuales he decidido ahondar en los aspectos que nos llevan a realizar este
tipo de juicios. El alcance que estos tienen, la manera en la que afectan la autoestima de las
personas es lo que más me ha interesado establecer. Tanta es la repercusión de la superficialidad
dentro de la sociedad que ha terminado por impulsar el crecimiento del campo de las cirugías
estéticas. El someterse a un procedimiento quirúrgico sin la necesidad de hacerlo, pasar por todo el
proceso que implica una operación como esta solo para satisfacer las demandas de los que nos
rodean es, para mi, un fenómeno cautivante.

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Capítulo 1
La cultura fitness

Durante las últimas dos décadas se ha venido impulsando un fenómeno que poco a poco ha
adquirido protagonismo y relevancia dentro de los espacios de la vida cotidiana. Este es el
crecimiento de la cultura fitness. Esta se ha caracterizado por predicar la gran importancia de
mantener una vida sana. No obstante, distintos aspectos de la misma sacan a relucir su principal
ahínco en elogiar la superficialidad subjetiva, que a la vez contribuye al crecimiento de un mercado
globalizado en donde lo fitness está considerado como un buen negocio.

Por ello, en este capítulo voy a demostrar que los distintos aspectos dentro de las bases de la cultura
fitness motivan la formación de ciertos estereotipos de belleza y éxito que favorecen a este mercado
globalizado. Para ello, en primer lugar voy a brindar un marco conceptual, desde una perspectiva
analítica, acerca de lo que significa el dispositivo cultural del fitness y qué es lo que este abarca. En
segundo lugar, voy a presentar las formas por las cuales se construyen estas subjetividades dentro
del discurso del fitness, de modo que favorecen al ámbito empresarial que se encarga de difundir el
negocio que se desarrolla alrededor del discurso. Me centraré en el locus de las prácticas del fitness,
que es el gimnasio y en el análisis de la imagen bandera de la cultura fitness, que es el fitbody. Por
último, estudiaré las estrategias manageriales que han sido involucradas en el discurso del fitness y
como estas tergiversan las bases de la cultura, de modo que se logre adecuar a un modelo
empresarial más productivo cuyo único fin es generar mayores ganancias a través de la satisfacción
de las necesidades que este mismo genera.

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1.1. Construcción del dispositivo cultural del fitness

Para abordar el campo del fitness desde una perspectiva académica, es necesario establecer una
conceptualización del mismo que nos permita estudiar sus diferentes manifestaciones y
transformaciones, no solo como un fenómeno cultural, sino como un modelo de subjetivación
social. Para ello, el análisis acerca de la noción y las implicancias de la palabra dispositivo del
filósofo, historiador de las ideas, psicólogo y teórico social Michel Foucault resulta indispensable,
ya que nos permite explorar la dimensión subjetiva y social del fitness:

Lo que trato de situar bajo ese nombre es, en primer lugar, un conjunto decididamente
heterogéneo, que comprende discursos, instituciones, instalaciones arquitectónicas,
decisiones reglamentarias, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos,
proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas; en resumen: los elementos del
dispositivo pertenecen tanto a lo dicho como a lo no dicho. El dispositivo es la red que
puede establecerse entre estos elementos (citado en Landa 2011: 10) .

Un dispositivo es, entonces, un complejo haz de relaciones entre instituciones, sistemas de


normas, formas de comportamiento, procesos económicos, sociales, técnicos y tipos de clasificación
de sujetos, objetos y relaciones entre estos, un juego de relaciones discursivas y no discursivas, de
regularidades que rigen una dispersión cuyo soporte son prácticas (García 2011: 3). A partir de ello,
podemos afirmar que dispositivo refiere a un conjunto de prácticas, saberes e instituciones cuya
finalidad es supervisar, regir y orientar los comportamientos y pensamientos de los hombres. El
concepto de práctica, a su vez, debe ser especificado, de modo que podamos realizar una mayor
delimitación de la noción de dispositivo. Con esta finalidad, utilizaremos la conceptualización del
sociólogo teórico social Nikolás Rose. Pensar las prácticas desde Rose, quien toma la noción de
Foucault, supone concebirlas como racionalidades que organizan lo que los hombres hacen, como
“sistemas de acción en la medida en que están habitados por el pensamiento”, que tienen un carácter
homogéneo (racional o regular), sistemático (articulan saber, poder y ética) y general (recurrente), y
que por ello constituyen una “experiencia” o un “pensamiento” (Landa 2011: 13). Esto significa que
la práctica solo puede entenderse a través de su carácter social. Esta designa todos los procesos por
los cuales la identificación de los sujetos como seres sociales que comparten ciertos rasgos comunes
es posible; por ello, para establecer cualquier tipo de conclusión de acuerdo con esta premisa, es
también importante explorar la dimensión dinámica que posee la noción de dispositivo, ya que esta
va directamente relacionada con lo social. Es así como la visión de Deleuze con respecto ello se
vuelve fundamental, quien, a partir de la conceptualización de Foucault, agrega que el dispositivo se
comporta como un ovillo o malla en movimiento: sus liń eas de visibilidad, enunciación, fuerza y

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subjetivación se tensan, amalgaman, desplazan, funden y anudan entre sí y con las de los otros
dispositivos (citado en Landa 2011: 15). De acuerdo con esta proposición podemos identificar la
dimensión dinámica que nos permite reconocer la “genealogiá e historicidad que explica su régimen
de aparición, reproducción, funcionamiento y crisis de la que resultará una nueva configuración de
la red de saber/poder y, consiguientemente, nuevas formas de experiencias” (García 2011: 7). Las
nuevas prácticas, tales como la estética, la presentación de un modo de vida saludable, el cuidado
minucioso del cuerpo, etc., están determinadas por un carácter temporal y social, que solo puede ser
abordado dentro del estudio del fitness a través de una perspectiva analítica, para la cual la noción
de dispositivo previamente desarrollada resulta indispensable.

La configuración de estas prácticas contemporáneas del fitness en los nuevos estilos de vida nos
servirán para entender el desarrollo de las corporalidades que se formen de acuerdo a ellas. Estas
nuevas concepciones de la corporalidad, a su vez, quedan sujetas a los determinados efectos de
saber/poder, ya que si bien cada dispositivo tiene su función especif́ ica, conforman entre todos una
“red de poder-saber” que los articula, los complementa y los potencia mutuamente, también dicha
red contiene contradicciones porque no todos los individuos circulan sistemática y uniformemente
por la red de poder-saber, y porque cada dispositivo porta una especificidad en cuanto al tipo de
sujeto que pretende producir (García 2011:7). Ello significa que los dispositivos no están aislados
de otros dispositivos, estos se correlacionan entre sí de modo que puedan constituir las
subjetividades de un grupo de individuos; no obstante, a su vez, actúan en cada sujeto de forma
distinta. Esto nos servirá para entender al fitness en su dimensión sociológica, ya que estudiaremos
las formas por las cuales se relaciona con otro tipo de dispositivos, como por ejemplo el del
management, al que le brindaremos un apartado específico para realizar su análisis. Con estas
herramientas, es posible llevar a cabo un análisis crítico acerca de la forma por la cual se construye
la subjetividad dentro de las prácticas del fitness, las cuales trataremos en el siguiente subcapítulo.

1.2. Formación de las subjetividades en el discurso del fitness

De acuerdo con lo desarrollado anteriormente acerca del fitness como dispositivo, podemos analizar
la forma por cual configura las subjetividades. Gracias a esta conceptualización, se puede establecer
la relación entre las prácticas del fitness y la formación de la subjetividad de un individuo, ya que
“un dispositivo es un régimen social productor de subjetividad, es decir, productor de sujetos-
sujetados a un orden del discurso cuya estructura sostiene un régimen de verdad” (García 2011: 7).
Esto significa que el fitness como dispositivo va configurar ciertas nociones de belleza y éxito que
se ven representadas en la imagen de la cultura fitness: el fitbody. Este está legitimado por los

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discursos que, en este caso, desarrolla el management como estrategia de publicidad, las cuales
terminan moldeando las concepciones subjetivas de los individuos pertenecientes a esta cultura.
Para analizar la formación de las mismas, el primer paso será mostrar el fenómeno de cambio del
que ha sido objeto la cultura fitness, cómo es que el locus en el que se desarrollan sus prácticas, es
decir, el gimnasio, se ha convertido en un espacio de socialización y cómo su distribución
estructural está diseñada meticulosamente para brindarle una experiencia placentera al consumidor.
El segundo paso ahondará en las prácticas comunes a todos los gimnasios, las cuales también están
diseñadas para transmitir el discurso exhortado por la cultura fitness. Por último, se analizará la
figura del personal trainer como un personaje dotado de poder que transmite cierta estructura de
dominación, que sigue la línea argumentativa foucaltiana; veremos cómo este tipo de prácticas se
contradicen con los ideales que predican y solo responden a una necesidad de transformar el cuerpo.
Por otro lado, la construcción ya realizada de los ideales de la cultura fitness es el fitbody. En este se
condensan sus discursos y todas las construcciones estudiadas previamente, por lo que en la
segunda parte de este subcapítulo se analizará la relevancia que cobra esta imagen dentro del
mercado del fitness global, cómo esta atiende a las necesidades que se presentan en el ambiente
capitalista contemporáneo y cuáles son las formas de legitimación en las que se funda para
presentarse como el recurso principal para alcanzar el éxito.

1.2.1. Las implicaciones del gimnasio

El gimnasio, durante las últimas décadas, se ha convertido en mucho más que en el lugar donde se
ejercitan los cuerpos. Junto con el fenómeno de la globalización, se produjo la introducción de
nuevas técnicas de management dentro del ámbito del fitness, ya que estas responden a “las
demandas de competitividad que a los gimnasios les plantea el actual escenario empresario” (Landa
2011: 102). Como producto de ello, se generó un cambio dentro de todas las estructuras culturales
del fitness, siendo la más afectada el gimnasio, debido a que este, según la investigadora en
sociología del cuerpo y de la cultura María Inés Landa, es “el lugar donde confluyen las múltiples
lógicas que configuran la diagramática del Fitness [...]” (2011: 84). La amplia gama de espacios
dentro del mismo está diseñada para satisfacer las necesidades específicas de cada individuo. De
acuerdo a ello es que se diseñaron los ambientes que cada gimnasio de gran envergadura posee.
Estos representan a distintos espacios que frecuentamos en nuestra vida diaria, por consiguiente,
engloban a diferentes grupos sociales según sus preferencias, los cuales comparten características
con las que pueden identificarse: son espacios de socialización. “La sala de spinning simula la
discoteca; la sala de steps, el salón de bailes; se cuenta con consultorios médicos, farmacia,
cafeteriá , guarderiá infantil, peluquería, etc.” (Kogan 2005: 153-154); de esta manera, se ve una

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clara adaptación de este espacio a un público cuyas edades y requerimientos evidentemente varían;
como por ejemplo, una madre de familia optará por un gimnasio que cuente con guardería y
enfermería, de modo que no tenga que preocuparse por el cuidado del pequeño, o por otro lado, un
estudiante universitario buscará un gimnasio que cuente con flexibilidad de horarios de
entrenamiento, de modo que no tenga que preocuparse por perder los mismos. Es por ello que en la
actualidad, el asistir al gimnasio se ha convertido en un espacio de entretenimiento, que de alguna
forma disminuye los aspectos que se pueden considerar negativos para una persona a la que no le
gusta ejercitarse. Para ilustrar esta metodología, podemos utilizar el ejemplo de Kogan, donde
muestra cómo “el espacio dedicado a los abdominales se ubica en una zona periférica y oculta a
simple vista, pues se trata de una actividad que requiere gran esfuerzo, esfuerzo que es imposible
borrar o desdibujar a menos que se esconda.” (2005: 161).

Este fenómeno de adaptación se ve también influenciado por la clase socioeconómica, que se


convierte en un factor clave para distinguir tipos de grupos sociales y lo que trasmiten dentro de los
gimnasios. Según Kogan, “un ejemplo elocuente de la acción de los sujetos de nivel
socioeconómico medio-alto es el uso de la ropa de marca como indicador de prestigio social («Solo
la gente nice usa ropa de marca», señala una mujer joven en una entrevista informal). En gimnasios
del sector socioeconómico medio-bajo, en cambio, encontramos poca atención a la ropa de marca y
al uso de toallas en la realización de ejercicios” (2015: 157). No obstante, a pesar de esta variación
en cuanto a clases socioeconómicas, todos los gimnasios comparten características similares:
programas de entrenamiento, servicios en línea, modelos de máquinas y distribución de ambientes,
ya que, como hemos mencionado, todo forma parte de las estrategias manageriales involucradas. A
todas estas características en común, la antropóloga Liuba Kogan llama saberes desanclados. En su
estudio, visita a distintos gimnasios de la ciudad de Lima para recolectar información que le ayude a
analizar el modo en el que estos saberes desanclados se materializan. Los resultados del estudio
indican que la organización del espacio físico y el control expresivo son los dos mecanismos por los
cuales se lleva a cabo este proceso. En primer lugar, está la distribución de los espacios de los
gimnasios, que permite que los cuerpos dentro del mismo se presentan al público como cuerpos
publicitarios, gracias a los grandes ventanales y a los gigantescos espejos. Esta forma de utilizar el
cuerpo como publicidad es muy común dentro de las técnicas del management, debido a que
“cautivan a sus consumidores, garantizando su anudamiento a una comunidad cultural que presenta
como valores dominantes lo sano, lo bello, lo natural, lo activo [...]” (Landa 2011: 81). En segundo
lugar, tenemos al control expresivo, que está conformado por las normas que rigen el
comportamiento dentro del gimnasio. Uno de los casos más interesantes es la del uso de las toallas
para evitar “contaminar” a la otra persona de sudor. Este por un lado, representa al “cuerpo del

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otro”, y este puede resultar peligroso porque sus sudores pueden contener sustancias contaminantes
o, incluso, «te pueden llevar a resbalarte y dañarte», como comenta un entrenador en una entrevista
informal; sin embargo, por otro lado, es un marcador de prestigio ya que indica el esfuerzo en el
logro de metas. El control expresivo también incluye la construcción de la corporalidad a través de
tecnologías, prácticas y saberes, ya que incluye al consumo de sustancias para el aumento de masa
muscular, la nutrición, el uso de ropa adecuada para el ejercicio, entre otros. (Kogan 2005: 158-
159). Dentro de los saberes que se comparten, el cómo posar para participar en concursos del tipo
antes y después es el más representativo de esta construcción del cuerpo. Estas muestran cambios
radicales en el cuerpo tras unos meses de entrenamiento:

● Incluye todo tu cuerpo en la foto. Mientras mejor podamos verte, mejor podremos ver
cuánto has cambiado.
● No debes actuar en las fotos para lucir más gordo(a), [pues] esto puede perjudicarte en
vez de ayudarte. Los jueces evitarán seleccionar personas con fotos fingidas o
exageradas.
● Utiliza ropa en tus fotos de Antes que puedas usar nuevamente en tus fotos
● de Después. Utiliza fotos que muestren mucha piel para poder ver cuan [sic] dramáticos
han sido los cambios. No trates de esconder nada en las fotos de Antes.
● Utiliza poses que puedas repetir en las dos fotos. Si no sabes posar, consúltale a tu
trainer. (Kogan 2005: 158-159).

En síntesis, “el gimnasio promueve tecnologías: movimientos corporales y una forma


particular de construir y de exhibir el cuerpo” (Kogan 2005: 159). Todas estas estrategias son las
que sirven para construir el discurso que promueve el gimnasio, que por un lado nos presenta a un
sujeto ideal, cuyos únicos métodos han sido el ejercicio y la disciplina, lo que que legitima las
prácticas que se promueven dentro del mismo, y en segundo lugar, postula un conjunto de normas
que se deben de seguir para lograr la meta deseada, como en cualquier otra institución.

Otro aspecto que cobra relevancia dentro del estudio de las implicaciones del gimnasio es la figura
del personal trainer o instructor. Dentro del discurso del fitness, este representa la mayor
aproximación hacia lo que se podría llamar la “figura ideal”, y el medio por el cual los objetivos
planteados por el usuario pueden llegar a ser cumplidos a través de sus prácticas de instrucción
corporal; eso sí, siempre y cuando este sea disciplinado. Esta figura también transmite un tipo de
subjetivación, que se puede ver reflejada en las prácticas de gimnasia. Para analizar este caso,
utilizaré el estudio de Cecilia Bettina, quien asistió a unas clases de gimnasia durante un mes para
estudiar el comportamiento de las participantes. En estas la instructora se ubicaba delante de todo el

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grupo para desarrollar la clase, este es el personaje dotado de saber y poder, lo que le brinda
legitimidad; por ello, tiene la capacidad de juzgar a todas las que participen en su sesión. En la parte
de adelante se ubicaban las alumnas que asistían con mayor frecuencia a las sesiones, y por
consiguiente, tenían mayor destreza con los pasos a diferencia del resto. Asimismo, estas poseen
cuerpos más estilizados, y también son las mejores vestidas. Las alumnas nuevas, o las que no
contaban con estas características, se ubicaban al final del salón, por lo que se puede afirmar que
hay una distribución jerárquica dentro de la clase. Siguiendo con el estudio, Bettina realiza una
observación: una alumna se toca la cabeza porque la profesora se la toca, pero no se da cuenta de
que es porque le picaba. De ello se puede sostener que muchas simplemente imitan sin entender lo
que hacen: es una conducta normalizada dentro de la clase (Bettina 2013). Se puede realizar una
comparación entre la clase de gimnasia y una clase de una escuela, que es la que analiza Foucault,
ya que ambas cuentan con características similares: tienen alumnos, un profesor, este tiene algo que
enseñar, ambos se desarrollan dentro de un espacio físico, y lo más importante, ambas tienen un
límite de tiempo establecido. Según la noción foucaltiana del aula de clase como un dispositivo de
sumisión: “El aula se distribuye espacialmente para escuchar al profesor (el único que habla) y para
que éste pueda controlar perfectamente su aula, de igual manera que un sargento puede controlar a
su tropa, curiosamente también distribuida espacialmente en filas y columnas en torno a dicho
sargento. Esta distribución espacial del aula está impidiendo la comunicación cara a cara entre los
alumnos, favoreciendo una escuela pasiva y sumisa al profesor (por supuesto el único que sabe, el
único que tiene algo que ofrecer).” (Bernal y Pastor 2001: 104). Las alumnas, entonces, no pueden
ejercer su capacidad de razonamiento y solo se limitan a imitar cualquier práctica que realice la
profesora. Además que, como mencionamos, el tiempo es otro de los factores centrales, debido a
que los alumnos tienen su tiempo perfectamente ocupado y organizado para cumplir con los
objetivos de la clase dentro de las horas asignadas. Toda forma de sumisión es evidentemente
negativa, además de que el objetivo de las prácticas de gimnasia y del discurso del fitness en general
es el de “transmitir la cultura corporal de una sociedad y fomentar que cada alumno gobierne su
propio cuerpo estableciendo una posición crítica y reflexiva sobre lo adquirido” (Bettina 2013); por
lo que podemos aseverar que hay una clara contradicción entre lo que se predica y lo que se
practica. La clase de gimnasia es solo un ejemplo representativo de las otras rutinas que se realizan
dentro de un gimnasio y que se convierten en dispositivos de sumisión. No hay una necesidad de
que nuestra facultad cognitiva vaya a la par con nuestro aspecto físico ya que esto último es lo que
se muestra ante la sociedad; por lo tanto, solo lo último es lo que se promueve y forma dentro del
gimnasio. La incesante tarea de aproximarse al cuerpo ideal bandera de la cultura de la fitness va
relacionada con nuestra última afirmación: “se asiste al gimnasio para poder asistir/ser en la playa,

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la discoteca y el trabajo; en suma para poder seguir siendo alguien al performar permanentemente.”
(Kogan 2015: 156). El modo por el cual los agentes de la cultura fitness construyen y transmiten
esta imagen de la persona ideal (fitbody) que está asociada con el éxito y la felicidad se tratará a
continuación.

1.2.2. El fitbody

Ya hemos tratado la forma por la cual el gimnasio, influenciado por las técnicas manageriales,
transmite ciertas construcciones subjetivas las cuales tienen como símbolo al fitbody. Este es la
máxima representación de la cultura fitness, ya que cuenta con toda una narrativa publicitaria
legitimadora de su condición de excelencia, estratégicamente construida por el mercado global que
maneja el negocio. “El cuerpo del fitness emerge en las constelaciones del capitalismo flexible
como el modelo corporal que condensa la axiología empresarial contemporánea” (Landa y Marengo
2010: 164). De esta manera, se demuestra la relevancia que tiene para el mercado la imagen del
fitbody, que es la que le da valor al negocio en sí. Este discurso legitimador del mismo tiene dos
dimensiones; extrínseca e intrínseca. Por un lado, el proceso de su formación se realiza a través de
un “conjunto de apreciaciones y procesos de evaluación que miden y ponderan la
eficiencia/efectividad de las técnicas utilizadas. Para ello recurren a un patrón estético-ético: la
imagen de un “cuerpo” activo, vital, firme y flexible.” (Landa 2011: 90). Estos parámetros regulan
las modificaciones del cuerpo de acuerdo con el discurso del fitness. Esta es quizás la dimensión
más importante dentro de la narrativa general, ya que según un estudio acerca de el autoconcepto
físico y su relación con la práctica deportiva, “las percepciones de la apariencia física de los
adolescentes influyen de manera importante en el formación del autoconcepto físico y general,
mucho más que el resto de subdimensiones físicas.” (Contreras y otros 2009: 33). Es importante
destacar el hecho de que la figura del adolescente es fundamental, ya que es en esta edad que se
empiezan a formar las concepciones de belleza de las personas. Por otro lado, dentro de la parte
intrínseca encontramos a los procesos naturales que se deben de seguir para conseguir el cuerpo
deseado. Las técnicas de modificación deben ser naturales, nada debe ser conseguido artificialmente
o a través de la trampa, como por ejemplo las cirugías estéticas o los esteroides. El carácter natural
que dota a las prácticas del fitness es fundamental para la construcción de valores, tales como la
disciplina, perseverancia y valentía, que también sirven como legitimadores del producto final, que
es verse bien gracias a méritos propios. En síntesis, todas estas características son las que proveen
valor al sujeto fitness. Gracias a ellas es que puede responder eficientemente a las demandas
laborales y sociales actuales. (Landa 2011: 91).

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Ya hemos mencionado la forma en la que el discurso del fitness es funcional de acuerdo con las
necesidades del mercado laboral actual; sin embargo, para que esta imagen sea lo suficientemente
vasta, también se ha construido una “estética de la disfuncionalidad”, de modo que sirva para hacer
contraste con lo postulado anteriormente. Dentro del estudio realizado por Kogan, podemos
diferenciar tres tipos de cuerpos que conforman este espacio disfuncional: el liminal, el marginal y
el inferior estructural. En el primero, se nos presentan ambos extremos de la transformación del
cuerpo, que están directamente relacionados con trastornos psicológicos. Por un lado, está la
vigorexia, que es la obsesión por tener un cuerpo musculoso; y, por el otro lado, están la anorexia y
bulimia, que son trastornos alimenticios que conllevan al autoaniquilamiento. Estos trastornos van
en contra de lo que se predica en la cultura fitness, cuyo objetivo es tener un cuerpo saludable a
través de métodos que obviamente no comprometan este aspecto. El segundo es el cuerpo marginal,
donde están las personas menores de 14 y mayores de 70, que no tienen la capacidad para controlar
sus fluidos corporales. El tercero es el cuerpo obeso. Según Landa, “La apariencia “estigmatizada”
del sujeto obeso comunica sedentarismo, enfermedades, descontrol, dejadez, dependencia, fealdad,
inutilidad y vida en riesgo” (2011: 92). Este último también se vuelve en contra de los postulados
del fitness, debido a que todas las características mencionadas se contraponen frente al ideal de vida
activa y performativa. En suma, “el fitbody se constituye en un signo de valoración, medición de los
sujetos a partir de una operación clasificatoria que en la medida que incluye, excluye a los sujetos
renuentes o imposibilitados de ajustar, adaptar sus formas corporales o estilos de vida a los patrones
normativos inducidos por el orden simbólico del Fitness y de la Salud.” (Landa 2011: 95).

Hemos visto entonces, cómo el fitbody responde a las necesidades generadas por el capitalismo de
manera asertiva gracias a que el discurso, que actúa tanto de manera intrínseca, presentando al
cuerpo fitness como activo, vital, entre otros; como extrínseca, haciendo alusión a la disciplina y
perseverancia, sirven como legitimador de su condición de excelencia, lo cual es fundamental para
la aceptación del mismo por parte de la sociedad. Uno de los puntos más importantes de este
discurso es el método natural por el cual se debe conseguir el cuerpo ideal; no obstante, más
adelante veremos qué pasa cuando no es posible alcanzar estos estándares con los métodos
propuestos por la cultura fitness. Asimismo, también se ha desarrollado la descripción de una
narrativa que se contrapone a las bases proclamadas por la cultura fitness, esto con el mismo objeto
anterior. Frente a ambas formas de legitimación, es necesario establecer el porqué la necesidad de
construir toda esta narrativa y debido a qué ha cobrado impulso durante las últimas décadas, por lo
que ambas cuestiones se tratarán en el siguiente acápite.

12
1.3. El Fitness Management

Hoy en día, no se puede pensar al fitness sin involucrar las estrategias de management insertas en él.
Esto lo hemos notado, en primer lugar, en el caso de los gimnasios, ya que hemos descrito y
analizado este fenómeno de cambio y diversificación en el locus de las prácticas del fitness. En
segundo lugar, también hemos mencionado la importancia que tiene la construcción de un sujeto
performativo que sea capaz de cumplir con todas que las exigencias que el mundo competitivo de
hoy demanda. Este es el punto más importante dentro de la construcción del sujeto contemporáneo,
ya que es a partir de este que se desarrollará la idea de que solo a través del cuerpo que presenta la
cultura fitness se puede ser capaz de responder a las necesidades de la sociedad capitalista actual;
por lo que es necesario ahondar en el cómo el discurso del fitness management gira entorno a las
necesidades de la empresa gracias un proceso de “empresarización de la vida”. Este concepto nos
sirve para entender otra dimensión del discurso del fitness a la cual también se le debe su éxito. Este
proceso de empresarización de la vida conlleva a la figura del empresario de sí, del lid́ er, como
estereotipo épico de la cruzada managerial en un nivel de imbricación que trasciende la
especificidad del acto productivo […] (citado en Landa 2011: 163). La productividad de los mismos
es otro de los conceptos del management fundamentales para entender la necesidad de convertir a
los cuerpos contemporáneos en fuentes vastas de energía, ya que es en función de esta que son
contratados para un puesto de trabajo dentro del mercado. “Aspectos tales como autonomía,
autogestión, polivalencia, liderazgo, grupalidad, creatividad y proactividad constituyen hoy
parámetros de inclusión que determinan la empleabilidad de los cuerpos en el universo de
producción flexible” (Landa 2011: 161-162). El sujeto performativo representado en el fitbody, que
hemos analizado anteriormente, es el que responde a este requisito. El dispositivo managerial
contemporáneo parece reconocer que no hay material más maleable que el cuerpo y las conductas
humanas […] (Landa 2011: 168). En ese sentido, el crear una cultura en la que el cuerpo sea
presentado como un proyecto, algo en lo que se debe trabajar para que sus características sean
recompensadas, resulta más que pertinente. Es así que vemos como la centralidad del cuerpo es algo
fundamental para ser competitivo dentro del ámbito empresarial.

La incorporación de las prácticas del Fitness al mundo de la empresa se inscribe en el


contexto de estas innovaciones en el mundo del trabajo. Tal como he venido sosteniendo,
las prácticas del Fitness son funcionales a los intereses de la nueva empresa por los
siguientes motivos: mejoran la capacidad y calidad de energía de sus recursos humanos;
introducen hábitos de vida saludables en los empleados; funcionan como herramientas de
enseñanza en el uso eficiente de la energía a la plantilla de empleados; y sirven como

13
tecnologías morales en el diagrama de poder diseñado por la empresa para construir
nuevos cuerpos en el trabajo. (Landa 2011: 170).

Otro de los aspectos importantes dentro del análisis del management en el fitness es la
transformación que este último ha sufrido como resultado de un escenario competitivo incierto. Para
ilustrar este fenómeno de transformación dentro de los ámbitos de la cultura fitness, Landa nos
presenta la siguiente estructura:

Los “valores” de la empresa, en los escenarios del Fitness local, se condensan a partir de los
siguientes desplazamientos semánticos:
● Gimnasio → Negocio-Empresa
● Profesor (de Educación Física, instructor) → Gestor
● Instructor → empleado (Coach Grupal)
● Coordinador → Fitness Manager
● Alumno → Cliente/usuario (2011: 115)

Ante esta distribución, vemos una clara adaptación a las técnicas de management,
específicamente dirigido hacia la formación de una cultura organizacional. Esta, nos sirve
principalmente para disminuir el efecto del entorno externo, que son “el conjunto de factores y
fuerzas que operan fuera de la organización y que afectan el desempeño de la misma.” (Robbins y
Coulter 2014: 44); frente a este escenario de incertidumbre global, es sumamente necesario que la
empresa cuente con esta capacidad de adaptación, ya que es una de las únicas formas por las cuales
puede ser sostenible dentro de este panorama. Los nuevos roles que han adquirido los profesores,
instructores, coordinadores del gimnasio y alumnos responden a las nuevas necesidades que genera
el entorno externo incierto en pro a la formación de una cultura organizacional; de esta manera, los
fenómenos que se produzcan en este impactarán en menor intensidad dentro de la organización.

Otra forma donde se ve este proceso de adaptación es en las clases de Fitness Grupal.
Anteriormente hemos tratado algunos aspectos de la dimensión antropológica de una clase de
gimnasia, por lo que ahora pasaré a explorar las estructuras manageriales involucradas en el Fitness
Grupal. Para ello, utilizaré un estudio realizado por Tristán en la ciudad de Lima, cuyo objeto es
una clase de baile desarrollada en un gimnasio local llamado Miramar, que se ubica en un barrio o
sector empobrecido del distrito de San Miguel. A lo que deseo llegar con el estudio de una
microempresa como esta es el de demostrar los grandes alcances de las estrategias manageriales
dentro del ámbito de la cultura fitness, ya que, claramente, un gimnasio transnacional contará con
una exhaustiva implementación de estas. Esto porque una amplia cadena de gimnasios cuenta con
un mayor presupuesto para contratar a los profesionales que se especialicen en este rubro; sin

14
embargo, una empresa familiar, como es la que voy a analizar a continuación, no posee estos
beneficios, por consiguiente, el conocimiento en materia managerial está limitado. En esta clase de
Fitness Grupal, se nos presenta a un instructor cuya paga depende de cuántas alumnas asistan a su
clase de baile. Frente a esta situación, el instructor Danny trata de entablar conversación con los que
asisten a su clase:

[...] no soy un instructor que solamente estoy en la tarima, bailando y después allí no más;
me gusta bajar, estar con las alumnas, si veo una alumna que no lo está haciendo bien,
estoy a su lado para que marque conmigo, y así lagente se compromete [...] no es solo
venir y hacer una clase como loco, derepente vengo a la clase, subo a la tarima, bailo como
loco, doy vuelta y todala cosa sin que me interesen los alumnos, pasa muchas veces con
otros profesores y ese es el problema pues [...]. (citado en Tristán 2011, 61)

Ante este discurso, podemos resaltar el afán por parecer cercano y amable por parte del
instructor Danny. Lo que intenta es formar ese lazo amical que sirva de motivación para alumnas,
de modo que también se genere un compromiso entre instructor-alumna. Según Tristán, “muchas
veces se terminan creando pequeñas agrupaciones de alumnas, que tienen como base la amistad-
fidelidad hacia uno u otro profesor” (2011: 62). La estrategia de motivación usada por el instructor
es también una característica que se puede destacar dentro del ámbito de la administración, este se
puede definir como los “procesos que inciden en la energía, dirección y persistencia del esfuerzo
que realiza una persona para alcanzar un objetivo.” (Robbins y Coulter 2014: 506). Además, en el
estudio también se resaltan otros métodos de administración, “[…] muchos de los detalles que él
realiza en el transcurso de la clase: los sobrenombres que usa con sus alumnas («preciosa», «linda»,
«amiguita» y otros diminutivos), el crucede miradas y sonrisas con ellas, las bromas, el contacto
físico, las atenciones, etcétera; son todos elementos que insinúan además un sutil «coqueteo»”
(Tristán 2011:63). Este ejemplo va más relacionado con la imagen de líder que se quiere transmitir,
la coquetería se convierte en un atributo que funciona como condición indispensable para gestionar
el colectivo humano. Dentro de la teoría general de liderazgo, la extroversión se convierte en un
factor constitutivo de la misma. Según Robbins y Coulter, “los lid́ eres son individuos vigorosos y
activos; son sociables, afectivos y pocas veces son callados o aislados.” (2014: 537). Por lo tanto, se
puede asociar a la coquetería como un rasgo de extroversión, que sirve para caracterizar de la mejor
manera a un buen líder dentro del gimnasio.

En suma, podemos concluir que las técnicas de management y fitness en la actualidad están
íntimamente relacionadas de acuerdo con lo expuesto, gracias a un proceso de “empresarización de
la vida”. En primer lugar porque este proceso implica que nuestra vida gira en torno a la empresa,

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por lo que la construcción de un sujeto que cumpla con sus demandas es fundamental para
determinar el éxito de construcciones corporales como el fitbody. En segundo lugar porque, gracias
a ello, ha tenido que integrar ciertos conceptos manageriales dentro de sus prácticas, como la
cultura organizacional, de modo que se disminuya el impacto de los factores externos en la
organización. Por último, el ejemplo presentado nos permite demostrar que, incluso los gimnasios
pequeños se ven insertos en los modelos de negocio actuales, por lo que así se comprueba el alcance
del proceso de empresarización de la vida. Todas estas estrategias de management, como hemos
visto, han contribuido a construir nuevas narrativas de corporalidad que responden a las necesidades
presentes en la sociedad; sin embargo, también hemos demostrado que la inclusión de estas han
transformado la cultura hasta el punto de entrar en contradicción con sus ideales. En el siguiente
capítulo veremos cómo este fenómeno se ve representado en el campo de las cirugías estéticas, que
como también hemos mencionado anteriormente, se contrapone a las nociones de naturaleza y
disciplina que legitiman el discurso del fitness.

16
Capítulo 2
“Generización” de los cuerpos y las cirugías estéticas

Durante las últimas dos décadas hemos apreciado un fenómeno de crecimiento y diversificación en
el campo de las cirugías estéticas. Tan solo en Estados Unidos, las cifras del gran aumento de este
rubro son bastante ilustrativas de lo que la sociedad hoy en día está considerando como parte
fundamental dentro de su vida cotidiana.

A comienzos de 2007, por ejemplo, la Sociedad Americana de Cirujanos Plásticos


anunció que en el último año se habían llevado a cabo más de once millones de cirugías
plásticas, una cifra mayor en siete por ciento al año 2005. Ello contrasta
significativamente con los dos millones de cirugías plásticas realizadas por los
estadounidenses en 1988, lo cual indica que la cultura de la cirugía estética atraía al
americano del común y no sólo a quienes tenían mayor interés en los asuntos de la moda
(Elliot 2011: 150).

El que esta realidad haya alcanzado tal acogida dentro del público nos lleva a cuestionar el
por qué la intervención estética corporal tiene tanta influencia dentro de la sociedad actual. Nuestra
hipótesis será que la influencia de la cultura fitness, la cual plantea una preferencia del aspecto físico
frente a los aspectos internos de la persona, ha repercutido de tal manera dentro de las concepciones
de feminidad y masculinidad que ha terminado por formar parte de ambas, estableciendo nuevas
estructuras de belleza directamente relacionadas con la autoestima y satisfacción.

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Para sustentarla, dividiré el capítulo en dos partes: en la primera parte trataré sobre la mujer y en la
segunda del hombre. En ambos casos utilizaré la misma metodología; por un lado explicitaré estas
formas de constitución la feminidad y masculinidad, y demostraré cómo ambos tienen de referente
al otro para establecer los límites dentro de sus manifestaciones; por otro lado, demostraré la
existencia de este fenómeno de crecimiento y diversificación para cada caso, y cómo este es una
representación de las ideas de felicidad y satisfacción que la sociedad considera como verdaderas.

2.1.2 El espectáculo del cuerpo femenino

Hemos visto las formas en las que los agentes que manejan el mercado global del fitness utilizan
ciertos mecanismos que moldean las estructuras de la cultura fitness de modo que favorezcan al
mismo. Es por ello que hay una construcción estereotípica tanto de la mujer como del hombre, que
son presentados como el objetivo final al que se debe llegar para alcanzar la felicidad. En este
subcapítulo nos centraremos en el caso de la mujer, la cual, a pesar de que se presenta como una
figura empoderada, con las mismas capacidades tanto físicas como psicológicas que el hombre,
sigue poseyendo una condición de inferioridad frente a los mismos. De acuerdo con Martinez, “más
allá de ciertas variaciones culturales las sociedades imponen normas, patrones y pautas diferenciales
a hombres y a mujeres, que ubican a estas últimas en una condición histórica de desventaja y
postración” (Citado en Nieto 2018: 7). Es por ello que en primer lugar, vamos a tratar la forma en la
que se “generiza” el cuerpo femenino. Anteriormente hemos mencionado la forma en la que se
construye esta imagen del cuerpo ideal, y se ve representada dentro de la bandera de la cultura
fitness que es el fitbody. De acuerdo con ello, en el siguiente punto vamos a ahondar en el afán de
los agentes por marcar estas diferencias y establecer los límites de la feminidad al margen con los
límites de la masculinidad.

2.1.1 “Generización” de la feminidad:

Durante las últimas décadas, la mujer ha ido obteniendo cabida y reconocimiento dentro de la esfera
pública. Esto gracias a que se ha venido luchando contra los estereotipos machistas que están
insertos en nuestra sociedad y que le otorgan una condición de inferioridad frente a la del varón. Sin
embargo, a pesar de toda esta lucha por establecer la igualdad entre ambos, siguen existiendo
distintos casos en los que la mujer queda relegada de ciertas actividades que se consideran
exclusivas para los varones. La cultura fitness no es la excepción, ya que, como hemos mencionado
anteriormente, los agentes que manejan este mercado se encargan de transmitir ciertos ideales de
belleza y felicidad que quedan insertos en las subjetividades de la sociedad. En este subcapítulo
ahondaremos en esta cuestión, centrándonos en el afán de estos por marcar ciertas características

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femeninas que “impiden” el desarrollo pleno de estas dentro del ambiente deportivo, y cómo estas
terminan moldeando las concepciones de belleza, representadas posteriormente en el campo de las
cirugías estéticas.

En primer lugar, es necesario evidenciar este fenómeno de demarcación dentro del ámbito
deportivo, ya que es en este donde se desarrollan las concepciones de belleza principales dentro de
la cultura fitness, que próximamente serán interiorizadas por la sociedad. Los medios de
comunicación, una de las herramientas principales de la cultura fitness, se han encargado de
transmitir un discurso que prioriza las características atribuidas a la femineidad, tales como la
belleza, delicadeza, elegancia y sensualidad, frente a las capacidades y habilidades físicas y
deportivas producto del esfuerzo y perseverancia de las mujeres. “Para las mujeres, en gran medida,
es incentivado vivir el espectáculo deportivo desde que no deje de lado la belleza y la graciosidad,
atributos copiados en una supuesta “esencia femenina” (Vilodre 2008: 6). Nuestro país no está
exento de estas situaciones que ubican la exterioridad femenina en una posición privilegiada. Cabe
destacar que esta realidad no es exclusiva de diarios de menor prestigio, ya que, como veremos a
continuación, también invade aquellos que poseen mayor reconocimiento social. Esta realidad la
podemos identificar en 3 artículos, uno del diario deportivo Líbero, cuyos lectores provienen de la
clase media baja, y dos del diario La República, que posee mayor prestigio social, leído por clase
media alta. El primero, del diario Líbero, tiene como protagonista a la deportista destacada de esquí
acuático Natalia Cuglievan, quien ganó una medalla de oro para Perú en los Panamericanos de
Toronto. El artículo dice así: “La joven y bella deportista, tiene una larga experiencia en el esquí
acuático tras participar en los Panamericanos 2011, Juegos Bolivarianos 2013 y también en los
Juegos Bolivarianos de Playa 2014. (Líbero 2015). Como podemos apreciar, los adjetivos “joven”
y “bella” hacen alusión a la apariencia de su cuerpo más que en sus méritos y logros deportivos, lo
que, por consiguiente, se convierte en más resaltante frente a los otros aspectos gracias a la
centralidad que la cultura fitness le otorga al cuerpo. El segundo es un artículo del regreso de la
voleibolista de Universitario, Rocío Miranda, al voley profesional, después de habérsele aplicado
una sanción de 5 años. La voleibolista publicó una foto en su perfil de Facebook donde anunciaba
su regreso, posando sentada con el uniforme de su club y pisando una pelota de voley. Sin embargo,
en el artículo se puede apreciar una notoria necesidad de sexualizar la fotografía, buscando hasta
más mínimo detalle para atribuirle la categoría de sensual. “Rocío Miranda hizo el anuncio oficial
de su retorno al vóley compartiendo una sexy fotografía en su cuenta de Facebook. En la foto se
puede ver a la modelo posando en el estadio Lolo Fernández con un diminuto short y con una pelota
como utilería.” Esta profunda necesidad por destacar las características físicas es también parte
importante de nuestro análisis, debido a que, al igual que el anterior artículo, demuestra el gran

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alcance del aspecto físico. Por último, tenemos el titular de un artículo acerca de la ya antes
mencionada Natalia Cuglievan y su hermana, que también es deportista destacada de esquí acuático,
Delfina Cuglievan. En este ambas cuentan cómo empezó su afición por este deporte y de qué
manera lograron conseguir todas las medallas que hoy poseen. “Delfina y Natalia Cuglievan:
Princesas de la laguna” (La República: 2015), es el título del artículo. El adjetivo “princesas” no
muestra como más de que analizar los talentos y méritos deportivos de las atletas, el foco se sitúa,
exactamente, en la apariencia de sus cuerpos. “En estos medios, importa menos la condición atlética
de las mujeres, pues la centralidad está en otro lugar: nombradas como musas, bellas, princesas de
las cuadras, niñas, jóvenes, etc., los comentarios inciden más sobre esas peculiaridades, que sobre
sus trayectorias, conquistas o frustraciones deportivas” (Vilodre 2008: 6).

Figura 1: Publicación de Rocío Miranda en Facebook

En segundo lugar, es importante destacar que esta construcción de la mujer como deportista da pie a
la formación de otro discurso. Como ya hemos mencionado, en el caso del deporte, la mujer debe
ser “atleta, pero bella y si es posible, femenina” (Vilodre 2008: 7). Es por ello que, si es que no se
cumplen con los requisitos establecidos por esta concepción de la femineidad, se generan las
feminidades “transgresoras”. Estas vienen a ser, por ejemplo, las mujeres con demasiada
musculatura, de quienes se sospecha de su identidad como mujer, caracterizándolas por ejemplo
como “poco pecho”, “demasiados músculos”, “los hombros demasiados cuadrados” o “tiene las
caderas borradas” (Luciano 2015: 3). El temor a la masculinización es una de las preocupaciones
principales de las mujeres que practican los deportes asociados a los hombres, tales como boxeo,

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futbol, rugby, motocross, etc. Este es un discurso que está profundamente interiorizado en las
mujeres que practican estos deportes, de modo que a través de accesorios como la ropa o el
maquillaje tratan de disimular estas características que según el discurso, las hacen parecer
“ahombradas”. Uno de los más claros ejemplos es el de la boxeadora Kina Malpartida, quien en un
reportaje afirma que si bien “todas las chicas” del programa (refiriéndose al reality show “Esto es
Guerra”) “agarramos músculos” por los constantes ejercicios, ahora “me hago la pedicura, todo, me
maquillo diariamente” (La Prensa 2014a). Esta necesidad por parecer más femenina demuestra un
claro desprecio hacia su apariencia corporal y su sexualidad. Con lo que confirmamos que “dentro
del mundo de las mujeres deportistas, algunas son favorecidas con respecto a otras. Es el caso de las
que practican gimnasia artiś tica y tenis, en relación con las futbolistas, luchadoras y yudokas, donde
las primeras son más pasadas y miradas en los medios de comunicación” (Luciano 2015: 4). Es así
como vemos que el caso del deporte es uno de los muchos que ilustran esta influencia por parte de
la cultura fitness; estas concepciones de belleza y de feminidad, al no poder ser alcanzadas a través
de los métodos tradicionales, se verán materializadas en el campo de las cirugías estéticas.

2.1.2 Preferencias y satisfacción del público femenino

Para las mujeres, las cirugías estéticas se han convertido en un medio rápido y eficiente para
materializar el discurso presentado por la cultura fitness. Como ya hemos mencionado, esta ubica al
cuerpo en una posición privilegiada; por lo que nuestra identidad y personalidad terminan estando
sujetas al mismo. Debido a este fenómeno hay un crecimiento exponencial del mercado de las
cirugías estéticas, que se observa en las cifras presentadas por el sociólogo Anthoy Elliot, quien
sostiene que las mujeres estadounidenses ahora gastan el 55 por ciento más en cirugías de lo que
gastaban en el año 2000 (2011: 151). Las cirugías estéticas están tan diversificadas que se le puede
encontrar solución al detalle más mínimo que genere disconformidad en la mujer. En el caso
peruano, Bertha Marsano, presidenta de la Sociedad Peruana de Cirugía Plástica, afirma que son
más de 3,000 las cirugías plásticas que se realizan anualmente en el Perú a manos de especialistas
certificados y reconocidos por la SPCP y el Colegio Médico del Perú . También, mencionó el hecho
de que esto forma parte de una cultura de mantenerse y verse bien y más jóvenes en el mundo […]
(El Comercio 2017); por lo que una vez más, se puede notar la presencia de la cultura fitness dentro
de este rubro de la medicina. En el país, la rinoplastía sigue siendo la operación estética más
solicitada por este público; no obstante, en segundo lugar se encuentran los implantes de prótesis de
seno, rejuvenecimiento facial, liposucción y prótesis de glúteos y afinamiento de rostro (La Prensa
2014). Todas estas nuevas cirugías responden al ya tratado fitbody, que implica un cuidado
minucioso del cuerpo, y a las construcciones de la feminidad abordadas en el subcapítulo anterior.
Es por ello que es necesario ahondar en cómo el discurso de la cultura fitness se materializa y si es
que este es efectivo en cuanto la mejora de la autoestima.

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El discurso fitness, que hemos tratado anteriormente, es el que se encarga de moldear estas
percepciones de belleza que hacen que muchas mujeres no se sientan del todo cómodas con su
cuerpo. Para ellas, siempre hay algo que desentona, o que, según la magíster en salud colectiva
Jessica Ibáñez, rompe la “armonía” anhelada, por lo que la solución más rápida y efectiva frente a
esta situación es la cirugía estética (2014: 62). A pesar de que la cultura fitness tenga como una de
sus bases la obtención del cuerpo soñado a través de métodos naturales, la importancia que le dan a
las apariencias, como hemos visto en el subcapítulo anterior, predomina frente a lo interior, y por lo
tanto, frente a las técnicas que se utilicen para ello. “En sociedades en las que el “proyecto reflejo
del yo” se ha convertido en el “proyecto del cuerpo”, el cuerpo en tanto “dato material primordial”
de la identidad, se ha transformado en un territorio maleable sólo accesible a especialistas”
(Giddens, Shilling y Scribano; Citado en Córdoba 2010: 41); de esta manera, la centralidad del
cuerpo, considerado como maleable, se concibe como la expresión del verdadero “yo” a la sociedad:
es aquí donde radica la representación de la identidad subjetiva. El alcance de las implicaciones de
la cultura fitness es tan profundo dentro de esta configuración de la subjetividad que las mujeres son
capaces de pasar por todo el difícil proceso previo a la realización de una cirugía para conseguir el
cuerpo tomado como ideal. Este proceso consiste en “conseguir el dinero para pagar la cirugía,
convencer al compañero o a los padres sobre la necesidad de realizarse la cirugía, conseguir un buen
médico y/o lugar para realizársela, prepararse emocionalmente para un procedimiento que saben es
doloroso y, finalmente, someterse al procedimiento” (Ibáñez 2014: 67). Toda esta preparación es
sumamente complicada, además que, como cualquier cirugía, está la posibilidad de que de que no
salga como uno espera; sin embargo, a pesar de todas estas cuestiones, las pacientes consideran
estos aspectos como riesgos que están dispuestas a tomar para conseguir el cuerpo deseado.

Asimismo, el índice de satisfacción posterior a la realización de la cirugía estética tiene mucho que
ver con la decisión de llevar a cabo el procedimiento. Las mujeres que deciden realizarse las
cirugías, según Mariablanca Ramos-Rocha, doctora en Ciencias Biológicas, son una población
vulnerable, ya que sucuben a las influencias exteriores tales como la presión social, la oferta
comercial, el imaginario individual, etc. “La necesidad de adaptarse a un estándar social de belleza
́ imos defectos fiś icos se vuelvan objeto de una intervención estética” (Ramos-
ha provocado que min
Rocha 2012: 85). Es por ello que la mayoría de mujeres que acuden al cirujano son las que poseen
más baja autoestima gracias a que no poseen los estándares de belleza establecidos por la cultura
fitness, de modo que se ven afectadas en mayor medida por los factores del entorno. Estas no se
consideran como objetos de deseo dentro de su espacio social, y por ello buscan elevar su
autoestima a través de las modificaciones de la cirugía estética, adaptando su cuerpo a sus

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concepciones de belleza; de esta manera, después de habérseles realizado el procedimiento, se
consideran “aptas” para desarrollarse satisfactoriamente dentro de la sociedad.

En ellas pueden reconocerse motivaciones que hacen referencia a una desvalorización


personal, ser poco deseable y atractivo para el otro, el creerse en menor nivel de
competencia en relación a pares y el sentirse diferentes del resto de las mujeres, con
inseguridad e incomodidad en situaciones sociales. Partiendo de ello, buscan sentirse más
femeninas y atractivas, tener más confianza en sí mismas, sentirse menos tímidas con los
hombres, mejorar su vida sexual, facilitar el encuentro de una pareja y conseguir un
trabajo (Moretti y Casari 2017: 231)

Para ilustrar este cambio de autoestima después de las cirugías utilizaremos el estudio de la
ya mencionada Jessica Ibáñez con respecto a las motivaciones que tienen las mujeres para realizarse
procedimientos estéticos. En este se recolectaron los testimonios de mujeres entre 18 y 51 años de
edad que se hubiesen sometido alguna vez a cirugías estéticas no reconstructivas. Estos nos
muestran un claro ejemplo de cuál es el efecto en la autoestima después de una cirugía estética:

Testimonio 1: Es creer más en uno mismo, a la hora de hacer las cosas hacerlas con más
seguridad, mostrarse al público con más seguridad, es muy importante.

Testimonio 2: Ahora tú lo que haces al presentarte con alguien, o lo que sea, todo lo
haces con esa seguridad, con esa tranquilidad de que lo estás haciendo bien, y que sos
una mujer bonita, que puedes lograr tus objetivos. (Ibañez 2014: 76)

Para estas mujeres, el verse bien es parte fundamental dentro de su vida cotidiana, por lo
que asocian esta necesidad con su capacidad para cumplir con sus objetivos. La experiencia corporal
se transforma en una identidad, el cuerpo bello es sinónimo de “poder” y del “falso control de sus
vidas” (Ramos-Rocha 2012: 85).

Finalmente, otro de los motivos por los cuales las mujeres se sienten más satisfechas después de
realizarse una cirugía estética es porque se sienten más femeninas. Ya hemos tocado las
implicaciones y los límites de esta noción en el subcapítulo anterior. El temor a la masculinización
es una de las preocupaciones centrales de las mujeres que realizan distintos deportes considerados
“de los hombres”; no obstante, esta cuestión también aborda a los grupos de mujeres que se sienten
incómodas con su cuerpo debido a que este no posee las características que le permite ser catalogado
como femenino (caderas anchas, cintura pequeña, delgadez, grandes glúteos, etc.). La cultura fitness
es la que, en gran medida, inscribe dentro de las subjetividades femeninas estas concepciones de
belleza, que deben ser trabajadas para alcanzar su máximo beneficio. “Cuando el cuerpo de la mujer

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es deficiente, su físico es sometido a vergüenza argumentando que ello se debe a la falta de
cuidado.” (Ibañez 2014: 79). Todo ello tiene que ver con la la construcción de la feminidad, por lo
que un cuerpo que no cumpla con estos parámetros será cuestionado dentro de las estructuras
sociales, ya que no se le ha brindado la suficiente atención. Las mujeres tienen interiorizado este
discurso, por lo que una vez más queda demostrada esta centralidad en la que se ubica el cuerpo
dentro del desarrollo de la vida de la mujer, y justifica el por qué estas deciden someterse a
procedimientos quirúrgicos para alcanzar los ideales de belleza propuestos por la cultura fitness:
“Ser femenina... son las cualidades que puede tener una mujer, o sea, aparte de lo que uno sea como
persona, delicado, sutil, los movimientos, los ademanes, es también la figura, y los senos... implica
feminidad” (Ibañez 2014: 78).

De esta manera, queda demostrada la forma en la que el aspecto físico es convertido en una
herramienta fundamental para el desarrollo de las relaciones sociales y el cumplimiento de objetivos
propios. Las ideas detrás del mismo se ven mediadas por la feminidad, que, a su vez, recibe
influencia de la cultura fitness, cuyo discurso es preponderante dentro de la sociedad y fortalece la
concepción de que el cuerpo debe representar lo mejor de nosotros. En el subcapítulo siguiente
trataremos de analizar los mismos fenómenos, pero en el territorio masculino, que gracias esta
influencia por parte de la cultura fitness, se ha visto en la necesidad de adaptarse para responder a las
demandas que genera.

2.2 El cuerpo masculino: ¿sinónimo de hombría?

La concepción de masculinidad es la más característica de los hombres. Es aquella por la cual se


identifican como tales: “yo soy hombre porque soy más masculino”. El alcance de esta noción es
tan amplio que, como hemos mencionado anteriormente, es a partir de ella que se construyen los
discursos de aquellas mujeres que no cumplen con los estereotipos de feminidad, por lo que
automáticamente se les atribuye el adjetivo de “masculinas”. Sin embargo, esta noción de
masculinidad, como todo dispositivo, ha sufrido distintas transformaciones que han terminado por
moldear parte de sus bases. “Se cuestiona la masculinidad hegemónica, es decir, la configuración de
práctica genérica que encarna la respuesta corrientemente aceptada al problema de la legitimidad
del patriarcado, la que garantiza (o se toma para garantizar) la posición dominante de los hombres y
la subordinación de las mujeres” (Villa 2015: 64). Esto significa que últimamente se han ido
deslegitimando las implicaciones machistas presentes en la masculinidad, por lo que este aspecto
dentro de la misma, que posiciona a las mujeres en una situación de inferioridad, se ha
reconfigurado, en gran parte gracias a la necesidad de adaptarse y responder a las nuevas demandas
que se le presentan en la sociedad. Además de ello, la centralidad del cuerpo, reforzada por la ya

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mencionada cultura fitness, también ha influido mucho en el redescubrimiento del cuerpo
masculino; por lo que en el siguiente subcapítulo, demostraremos este fenómeno de cambio radical
en las bases de la masculinidad.

2.2.1 La reconfiguración de la masculinidad

De acuerdo con lo mencionado anteriormente, se tratará de demostrar ese cambio en las bases de la
masculinidad que ha terminado por fomentar una mayor preocupación por la apariencia del cuerpo.
Para ello, utilizaremos el estudio del sociólogo Julio Villa, quien, en primer lugar, toma a dos
tiendas independientes de venta de ropa para hombres ubicadas una en Miraflores y la otra en San
Isidro; y en segundo lugar, realiza algunas entrevistas a los consumidores más frecuentes de estas
tiendas, de modo que pueda establecer la relación entre la masculinidad y la estética corporal. El
análisis de este estudio nos permitirá evidenciar esta nueva configuración de la masculinidad, cuáles
son sus límites y de qué manera influye en las concepciones actuales de belleza en los hombres.

Por un lado, tomaremos como punto de partida la noción de cuerpo que hemos venido desarrollando
a lo largo de la investigación. Este, para abordarlo desde una perspectiva sociológica, debe ser
considerado como “un rasgo necesario de la situación social y personal de cada sujeto y un aspecto
fundamental de la alineación personal en el ambiente natural” (Citado en Ibáñez 2014: 61). A partir
de ello es que podemos analizar las diferentes formas de exhibir el cuerpo hacia una sociedad que
nos juzga de acuerdo al mismo. Dentro del estudio de Villa, tenemos a las dos tiendas de venta para
ropa de hombres; todo lo que hay dentro de la misma, incluso los vendedores, están dirigidos a
mejorar la apariencia del comprador, de modo que tenga mayor acogida dentro del entorno en el
que se desenvuelve. La tienda, entonces, cuenta con cuatro características principales: la primera es
el “secreto” que rodea a las tiendas, ya que los compradores después de haber adquirido la prenda
no comentan en dónde la obtuvieron; la segunda es la exclusividad de la prenda, cuyo valor
económico se justifica en su originalidad y su escasa producción; la tercera es la necesidad de
distinción que hace que los compradores estén en búsqueda de un estilo que les sea propio; por
último, la cuarta característica está directamente relacionada con la tercera, debido a que de esta se
deriva la adquisición de un estilo propio frente a los demás, que vaya de acuerdo con la
personalidad y los gustos (Villa 2014: 73). Vemos así que esta particular distribución de los
aspectos que se desprenden de la conformación de la tienda van dirigidos específicamente a
satisfacer esa necesidad de verse bien y marcar ciertas diferencias que los harán diferenciarse de los
demás. Se puede afirmar que el afán por distinguirse a partir de un estilo propio es uno de los
objetivos principales de los hombres hoy en día. El rol del vendedor también es clave dentro de las
decisiones de compra del consumidor:

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Un cliente viene y quiere probarse unos pantalones. Le doy una talla chica, siempre
empiezo por las tallas chicas, para que no se ofendan, se lo pone y le queda bien. No deja
de mirarse al espejo de lo bien que le queda el pantalón. Pero yo sé que si va con eso a su
trabajo lo van a molestar de afeminado, o a las fiestas que va, no sé... lo pueden
confundir. Yo conozco dónde trabaja, pues, y encima que tiene enamorada. Así que le
digo que se pruebe una talla más y lo hace. Le queda muy bien también y se crea la duda:
no sabe qué elegir. É l quiere más el pantalón que le queda bien, pero es más —¡muy!—
ajustado. Me dice a mí que tome la decisión, entonces pienso un rato y empiezo a evaluar
todo, que tiene enamorada, que trabaja en tal empresa, con quiénes anda... entonces le
digo que se lleve el otro. Tal vez hubiese sido fatal que se lleve una talla menos (Villa
2014: 72).

En el testimonio de este vendedor, vemos cómo su opinión está mediada por ciertas
estrategias que tratan de generar intimidad entre vendedor-comprador, lo que fortalece esta relación
y termina influyendo en la decisión de adquirir o no el producto que se oferta. Una de ellas la
encontramos dentro del testimonio, que es sugerir el uso de tallas pequeñas, de modo que el
comprador se sienta a gusto con su cuerpo. Otra de las técnicas más usadas es la del trato mediante
halagos; sin embargo, cabe resaltar la importancia de saber manejarlos, ya que si estos son
exagerados, pueden conllevar a que el comprador piense que se le está tratando como a un
“afeminado”.

Por otro lado, se debe profundizar en este miedo por parte de los hombres a ser considerados como
“afeminados”. El caso de los hombres es prácticamente igual al ya tratado caso de las mujeres, que
le temen a la masculinización: ambos están inscritos en el discurso de la masculinidad y feminidad
respectivamente. Es por ello que, a pesar de que la masculinidad ha sufrido una reconfiguración, aún
quedan ciertos aspectos de la misma que desaprueban todo tipo de conductas que se asocien a los
referentes femeninos establecidos. “Tienen que monitorear tanto la gestión de su cuerpo como sus
acciones, tratando de controlar lo que el cuerpo emite sin que seamos completamente conscientes”
(Villa 2014: 84). Lo que esto implica es que los hombres deben saber manejar sus esfuerzos por
mantener una buena apariencia, de manera que parezca natural y no se les confunda con
homosexuales o metrosexuales, que se preocupan demasiado por estos aspectos e invaden el espacio
considerado femenino. A esta situación el autor del estudio la llama “desarreglo meticuloso”, ya que
“a esta inversión de tiempo, esfuerzo y productos (cosméticos, cremas, etc.) se le contrapone un
tiempo dedicado a hacer que todo luzca más moderado […]” (Villa 2014: 82). Hay un clara
necesidad de mostrarse indiferente frente a estas cuestiones, cuando en realidad es que hay toda una
meticulosa producción de la apariencia detrás, que puede ser juzgada debido a que es una

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característica propia de las mujeres. Los chicos solo muestran verdaderamente este afán a sus seres
cercanos, generalmente a sus enamoradas o a sus mamás, debido a que con ellos pueden dialogar
sobre estas cuestiones sin miedo a que su masculinidad sea puesta en debate.

Nuestros entrevistados señalan que «se vería raro» ver a dos chicos conversando en
lugares públicos sobre qué crema usar o qué producto para el cabello usar. No es que no
lo hagan sino que, en primer lugar, no lo hacen en público, y en segundo lugar, lo hacen
solo con gente de con- fianza, con alguien que saben que comparte sus mismas
inquietudes, que además está dentro de su círculo social y es relativamente cercano (Villa
2014: 87).

Cada uno tiene sus espacios; por ejemplo, señalan que ellos no se arreglarían en público,
como lo hacen las mujeres. Si bien algunos llevan productos cosméticos para retocarse,
no lo hacen frente a las demás personas, sino en el baño o en algún lugar íntimo. El
arreglo del cabello tiene un carácter similar: «se vería super raro que saquemos un
espejito para vernos y arreglarnos el cabello», señala un entrevistado (Villa 2014: 81).

Por medio de estos testimonios vemos cómo esa preocupación por la apariencia está
presente dentro de la subjetividad masculina; sin embargo, esta se ve mediada por el propio discurso
masculino que pone límites dentro del desarrollo del mismo. Como todo se mueve alrededor del
cuerpo, es indudable la centralidad del mismo, por lo que “la musculatura fitness juega un papel
importante, ya que, así como el rostro y el cabello, esta es tratada como un signo de sí mismo” (Villa
2014: 80). El cumplimiento de esta necesidad fundamental para completar la imagen del hombre es
mucho más complicada que las anteriores, ya que esta requiere de esfuerzo, tiempo y dedicación. En
el siguiente subcapítulo veremos cómo cuando los objetivos corporales no pueden ser cumplidos a
través de métodos tradicionales es necesaria una “ayuda”, brindada por el campo de las cirugías
estéticas.

2.2.2 Preferencias y satisfacción del público masculino

El caso de los hombres es bastante característico, ya que, como hemos mencionado, la


reconfiguración de la masculinidad ha generado un mayor afán por mantener una buena figura y un
estilo bien cuidado, sin cruzar los límites de lo exagerado. Dicho esto “es ciertamente evidente que
el género masculino es atraid
́ o cada vez más a las estructuras dominantes de la cultura de la cirugiá
plástica” (Elliot 2011: 151). Este fenómeno se ve representado en el exponencial aumento de la
demanda de cirugías estéticas por parte de los mismos. Hacia 2010, solo un 25% de las personas
que se operaban eran hombres, sin embargo, en 2014 la cifra asciende al 40%, casi la mitad.
Asimismo, las operaciones más requeridas por los varones son la rinoplastia, liposucción

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toracoabdominal, ginecomastia e implante capilar (La Prensa 2014b). En línea con esta situación,
se debe establecer en qué medida la realización de una cirugía estética afecta el autoestima
masculina y si es que esta es la única razón por la cual deciden hacerse el procedimiento.

Uno de los ejemplos que nos ayudará a ilustrar este cambio en la autoestima de los hombres
después de realizarse una cirugía es el caso de la ginecomastia. En este caso, se ve mucho más
afectada la masculinidad, debido a que la ginecomastia es un aumento del tamaño de la mama en el
varón por un desequilibrio hormonal, o como síntoma de ciertas patologías. Esta característica hace
que los hombres tengan cierta inseguridad al momento de desarrollarse en su entorno social. El
hecho de que sus mamas sean más grandes de lo normal da pie a la formación de críticas que
generalmente se relacionan con el aspecto femenino que se desprende de este tipo de cuerpo;
además que dentro de la cultura fitness, lo más característico de los hombres es poseer los
pectorales bien marcados. La doctora Nélida Grande, afirma que “en el caso de las operaciones de
rostro, esa persona no ve afecta su masculinidad, todo lo contrario cuando se trata de ginecomastia.
El chico o ya señor se llega a sentir muy vulnerable y con baja autoestima debido a su complejo”
(2017). El aspecto de la vulnerabilidad lo hemos tratado también en el caso de las mujeres, por lo
que en línea con lo anterior, vemos que los hombres también pueden llegar a conformar este grupo,
que ceden ante la presión social.

“En los Estados Unidos los procedimientos cosméticos para hombres se han más que duplicado en
los años recientes, y los cirujanos han encontrado un dramático aumento en las cirugías en
ejecutivos, abogados, funcionarios del Estado y pilotos, entre otros” (Elliot 2011: 149). Este hecho
de la relación entre la apariencia física y la oportunidades laborales es otra de las razones por las
cuales los hombres buscan realizarse procedimiento estéticos, y que evidencia la predominancia de
la apariencia frente a cuestiones internas, noción ya mencionada como punto centro dentro del
discurso de la cultura fitness. “En el grupo de entre 25 y 34 años, el 42% mencionó que quería
seguir siendo competitivo en su carrera como motivo para someterse a una cirugía” (Gestión 2017).
Esta se puede considerar más como una necesidad para obtener más oportunidades laborales que
como una cuestión de la autoestima en sí: “no se trata, pues, de mera vanidad o narcisismo lo que
impulsa a la gente a operarse; más bien, se trata de una inversión en el futuro de cada individuo”
(Elliot 2011: 152). El sacar ventaja frente a los competidores más jóvenes es fundamental para la
decisión de si se debe realizar una intervención estética, ya que, como hemos mencionado
anteriormente, el Fitness Management se encarga de presentar al hombre como “empresario de sí”;
por lo tanto, mantener un cuerpo joven brinda características inherentes a este, como energía, salud,

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vitalidad, entre otros, las cuales son fundamentales para cumplir con las demandas que genera una
organización. El doctor Joel Feldman, del Hospital General de Massachusetts, indica que la
creciente demanda de cirugiá estética se debe a que “la gente piensa que serán más aceptados en sus
trabajos y, a la vez, se sentirán mejor consigo mismos” (Elliot 2011: 150). Es por ello que “el
rejuvenecimiento facial, la blefaroplastia y el lifting facial son los protagonistas de la cirugía
estética para hombres” (Grande 2017) . El verse más joven es el sinónimo de verse bien para los
hombres, por lo que la preocupación por atender continuamente este aspecto es fundamental para
obtener mayor competitividad dentro del mercado.

Es así como se demuestra el auge de corporalidad, idea trasmitida por la cultura fitness, que termina
modificando las nociones de belleza de las masas. Tanta es su influencia dentro de la sociedad que
hasta los hombres, quienes en el pasado desaprobaban las conductas femeninas dirigidas hacia el
cuidado del cuerpo, ahora son partícipes de este fenómeno de crecimiento y diversificación en el
campo de las cirugías estéticas. Los ideales de felicidad y éxito que supuestamente están
garantizados por el cuerpo propuesto por la cultura fitness, son los motivan esta necesidad de
realizarse una cirugía. El mercado laboral, como los otros espacios sociales, también posee estas
nociones; es por ello que los hombres, al igual que las mujeres, están en constante búsqueda de
conseguir un cuerpo que se vea joven y activo, de modo que le otorge esas características inherentes
al mismo solicitadas para ser competitivo y desarrollarse plenamente dentro de la sociedad.

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Conclusiones

A lo largo de la investigación se ha buscado responder a la interrogante: ¿en qué medida se puede


afirmar que los agentes de la cultura fitness utilizan el discurso de una vida saludable mientras que
detrás esconden toda una narrativa de estrategias de producción de los cuerpos y de las
subjetividades que se ven representadas en un cambio en las preferencias de las cirugías estéticas?
La respuesta a la que se ha llegado es que la cultura fitness, como cualquier otro mercado, se ha
tenido que adaptar a las estructuras de negocios capitalistas, lo que ha tergiversado sus bases y ha
terminado dándole mayor importancia a la superficialidad frente a los aspectos internos de la
persona, que era lo que en un principio proponían. Esta centralidad que se le ha otorgado al cuerpo
ha ocasionado el amplio desarrollo del campo de las cirugías estéticas, que lo que buscan es acercar
a la persona a los ideales de belleza inscritos en la sociedad actual. Además hemos observado que
estas cirugías giran en torno a las nuevas nociones de belleza establecidas por la cultura fitness, por
lo que se puede inferir que ambos fenómenos están directamente relacionados: la difusión de uno ha
producido el incremento y diversificación del otro.

Con respecto a cómo se forman las subjetividades dentro del discurso cultural del fitness, hemos
destacado la importancia que tienen dos de sus representaciones principales: el gimnasio y el
fitbody. Por un lado, el gimnasio a través de su muy bien pensada distribución, se convierte en más
que un espacio de entrenamiento: se transforma en un ambiente de socialización. Este además, se
puede considerar como una institución, ya que posee normas a seguir, y la persona que se encarga

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de asegurar que estas sean cumplidas es el personal trainer. Este, a su vez, tiene la tarea de hacer
que las personas sean conscientes de la importancia de mantener un cuerpo sano y activo, es por
ello que el gimnasio es el medio principal para tal fin. Sin embargo, hemos observado que, más que
un espacio en donde cada persona trabaje su cuerpo de un manera crítica y reflexiva, el gimnasio se
convierte en un ambiente de sumisión, patrocinado por las mismas prácticas que se desarrollan
dentro del mismo. Las personas solo se guían por lo que sus entrenadores hacen, sin preguntar el
por qué o cuál es la finalidad de tal práctica. Por otro lado, hemos desarrollado la forma en la que la
cultura fitness legitima el discurso detrás del fitbody. Resaltamos que este es el producto de un
constante trabajo de perseverancia y disciplina, la constante actividad en la que este se tiene que
mantener es fundamental para responder a las demandas del sistema capitalista actual. Es por ello
que, con todo lo anterior dicho, llegamos a la conclusión de que el gimnasio y el fitbody, más que
dispositivos que nos permiten mantener una vida saludable, están dirigidos a la formación de un
personaje sumiso, quien al poseer esta característica, podrá ser manipulado de acuerdo a las
prioridades de los que manejan este negocio.

Asimismo, otro aspecto importante a resaltar dentro del desarrollo de los contenidos de la
investigación es el del Fitness Management. La importancia radica en que la necesidad de adaptarse
a un nuevo mundo capitalista, donde solo las organizaciones que involucran técnicas manageriales
dentro de su plan de negocios sobreviven, ha provocado una transformación en las bases de la
cultura fitness. Esta condición necesaria para que las empresas subsistan en el mercado ha influido
incluso en los gimnasios locales, que tienen menores presupuestos y pocos conocimientos acerca de
administración. El entorno incierto y las técnicas de liderazgo son dos de las estrategias más
características involucradas en este cambio. Además, dentro de la estrategia de liderazgo presente
en un gimnasio hay una clara necesidad de elogiar los atributos femeninos. Por lo tanto, ante todo lo
anterior dicho, se puede concluir que las técnicas del Fitness Management han terminado
tergiversando el discurso de la cultura fitness, adaptándolo a las nuevas estructuras capitalistas que
utilizan al cuerpo como centro de sus estrategias publicitarias, de modo que el mercado que se
encarga de satisfacer las necesidades que este mismo requiere se vea beneficiado.

También, dentro del desarrollo del segundo capítulo, podemos encontrar dos casos en los que se ve
representada una necesidad por parte de la cultura fitness de marcar las diferencias entre lo que es
una característica masculina y una femenina. A esto lo hemos llamado “generización”. En la
primera parte nos centramos en el caso de las mujeres, quienes se ven en la necesidad de adaptarse a
las exigencias estipuladas por la cultura fitness para desarrollarse sin molestias dentro del ámbito
deportivo. Sin embargo, si es que estas no cumplen con estos estándares, pueden ser fácilmente

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juzgadas por la sociedad. Estos son los casos en los que las mujeres “transgreden” lo femenino,
acercándose demasiado a lo considerado masculino, lo que claramente impide que puedan
desenvolverse sin temor a ser criticadas por su apariencia. En el caso de los hombres, hay una
situación similar, ya que estos también mantienen una constante preocupación por no parecer
femeninos, en su mayoría tratan de que la forma en la que trabajan su apariencia sea pasada por
desapercibido. No obstante, se puede aseverar que las concepciones de la masculinidad han tenido
una notable variación durante las últimas décadas. Hoy en día, los hombres están cada vez más
atentos en su figura y su apariencia, lo que nos lleva a afirmar que el discurso con respecto a la
importancia del cuerpo exhortado por la cultura fitness ha logrado penetrar en las esferas más
profundas de la masculinidad. En síntesis, la cultura fitness sigue manteniendo esa evidente
diferencia entre las prácticas femeninas y masculinas. No obstante, es fundamental destacar que, a
través del discurso de la centralidad del cuerpo, ha terminado reconfigurando las nociones de
masculinidad que se tenían anteriormente, provocando una mayor inclinación por parte de los
hombres a cuidar su figura y su apariencia. Este discurso del fitness es tan influyente que, a pesar de
que las bases de la masculinidad sean tan restringidas, la ha transformado, por lo que sería
interesante ahondar en qué otros ámbitos sociales esta ha tenido tal repercusión.

La otra parte del segundo capítulo consta en analizar cómo las anteriores construcciones de la
feminidad y masculinidad se ven representadas en el campo de las cirugías estéticas y determinar el
índice de satisfacción que estos tienen después de realizarse el procedimiento. En el caso de las
mujeres, hay una necesidad de adaptarse a los estándares de belleza propuestos de la cultura fitness,
que se puede observar en las nuevas demandas de cirugías estéticas por parte de este público. A
pesar de que, en un principio, la cultura fitness propone los ideales de vida saludables, vemos que la
necesidad de materializar el discurso del cuerpo predomina frente lo anterior. Estas, a su vez, son
más vulnerables frente a la presión social, por lo que, en comparación con el público masculino,
estas superan con creces los índices de demanda de cirugías estéticas. Además, hemos observado
que hay una clara relación entre la apariencia del cuerpo y el logro de objetivos. Las mujeres
consideran que si tienen una mejor figura serán más capaces de conseguir sus metas, ya que estos
procedimientos producen una gran elevación de la autoestima, lo que les da mucha confianza en sí
mismas. En el caso de los hombres, se registrado un gran crecimiento dentro del campo de las
cirugías estéticas, que responde a esta nueva reconfiguración de la masculinidad y su afán por
conservar una buena apariencia frente a la sociedad; obviamente sin llegar al límite de ser
considerados demasiado femeninos. Asimismo, este aumento también responde a las demandas
requeridas por el mercado de trabajo, que están una búsqueda constante de gente joven que conozca
las necesidades de las nuevas generaciones. Es por ello que los procedimientos de rejuvenecimiento

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facial tienen gran acogida dentro del público masculino. En conclusión, se puede afirmar que el
proyecto del yo se ha convertido en el proyecto del cuerpo. Ambos, las mujeres y los hombres,
buscan modificar su cuerpo para satisfacer las demandas producidas por las exigencias de la cultura
fitness. Esta se encuentra inserta en todas estas esferas de la sociedad, ya sean sociales o laborales,
por lo que generan una gran necesidad de adaptación frente a las mismas.

Las nuevas demandas dentro del campo de las cirugías son, entonces, un esfuerzo por materializar
el discurso propuesto por la cultura fitness. Hemos observado que esta, en vez de buscar mejorar
nuestra calidad de vida a través del deporte, se ha encargado de transmitir un discurso en el que la
apariencia del cuerpo predomina frente a los aspectos internos. Este cambio de concepción se ha
visto motivado por la inclusión de técnicas manageriales dentro del mismo, lo que ha producido esta
tergiversación del discurso. La cultura fitness se ha convertido en una estrategia de negocios
utilizada por el gran mercado global detrás del mismo, que nos obliga a adquirir sus productos de
modo que podamos mantener una buena imagen ante la sociedad, que nos juzga a partir de ello. Es
importante destacar que la cultura fitness no es la única que contribuye a la construcción de las
concepciones de belleza actuales. Es por ello que una buena propuesta de investigación sería
analizar en qué medida otros dispositivos impactan en la construcción de las subjetividades
contemporáneas.

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