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1- Si la idea fundamental expresada por Karl Marx y Friedrich Engels, en el Manifiesto

Comunista (1848), es “que la producción económica y la estructura social determinada por ella
forman en cada época histórica la base de la historia política e intelectual de esa época”. Cómo se
entiende, desde una lectura material de la Historia, la abolición de la propiedad privada y la
conceptualización del capital en los fundamentos comunistas. (15 pts.)

La idea fundamental y sostenida del Manifiesto de que la producción económica y la


estructura social determinada por ella, forman, en cada época histórica, la base de la historia
política e intelectual de esa época, implica que, a partir de la abolición de la primitiva propiedad
común de la tierra, toda la historia ha sido una historia de lucha de clases en los diversos grados
del desarrollo social; La burguesía ha restringido el fraccionamiento de los medios de producción y
la propiedad, aglomerado a la población, centralizado los medios de producción y concentrado la
propiedad en pocas manos. Consecuencia forzosa de ello ha sido la centralización política, que no
escapa a esta lógica de poder. De esta manera, el capital es conceptualizado como un producto
colectivo, que sólo puede ser puesto en movimiento por la actividad de muchos miembros de la
sociedad y, en última instancia, aún de todos sus miembros; Y la moderna propiedad privada
burguesa es conceptualizada como la última y la más acabada expresión del modo de producir y
apropiarse las riquezas, basado en los antagonismos de clase, y en la explotación de unos por
otros. En este sentido, “los comunistas pueden resumir su teoría en una sola fórmula: abolición de
la propiedad privada” (Marx & Engels, 1848, p. 33). Esto no es la abolición de la propiedad en
general, sino la abolición de la propiedad burguesa, que significa ocupar no solamente una
posición personal en la producción, sino una posición social. Cuando el capital vuelve a ser
convertido en propiedad común, perteneciente a todos los miembros de la sociedad, significa que
el carácter social de la propiedad se transforma, perdiendo su carácter de clase. En este sentido,
Marx y Engels (1848) proponen que esta lucha no puede resolverse sin librar, a través de este
mecanismo, al mismo tiempo y para siempre a la sociedad entera de la explotación, la opresión y
la lucha de clases.

2- Si la idea fundamental expresada por Karl Marx y Friedrich Engels, en el Manifiesto


Comunista (1848), es “que la producción económica y la estructura social determinada por ella
forman en cada época histórica la base de la historia política e intelectual de esa época”, cómo se
estructura el poder de la burguesía entre la acumulación de riquezas, la multiplicación del capital y
el trabajo asalariado; y cómo se explica la constitución del proletariado en clase social (15 pts.)

La condición esencial para la existencia y la dominación de la clase burguesa es la


acumulación de riquezas en manos particulares, la formación y la multiplicación del capital; la
condición de existencia del capital es el trabajo asalariado. En la misma medida en que se
desarrolla la burguesía, es decir, el capital, se desarrolla también el proletariado, la clase de los
trabajadores modernos, que subsisten únicamente mientras encuentran trabajo y que únicamente
encuentran trabajo cuando éste incrementa el capital. Estos trabajadores están, del mismo modo,
expuestos a todas las vicisitudes de la competencia y a todas las fluctuaciones del mercado. En
este sentido, el trabajo asalariado descansa exclusivamente en la competencia de los obreros
entre sí. Las clases medias, los pequeños industriales, todas ellas son absorbidas por el
proletariado, en parte porque su pequeño capital no es suficiente para la explotación de una gran
industria y sucumbe a la competencia de capitalistas más grandes; en parte porque su destreza
manual es anulada por los nuevos métodos de producción. Así, el proletariado se recluta en todas
las clases de la población.
El proletariado pasa, en su desarrollo, por distintas fases. El progreso de la industria, del que
la burguesía es exponente, no sólo incrementa el proletariado; lo concentra en masas, aumenta su
fuerza y hace que éste la sienta más palpablemente. Sustituye el aislamiento de los trabajadores,
resultante de la competencia, por su unión mediante la asociación. Los intereses, las condiciones
de vida del proletariado, se igualan cada vez más a medida que la maquinaria va borrando toda
diferencia en el trabajo y reduce el salario a un nivel igualmente bajo. La creciente competencia de
los burgueses entre sí y las crisis económicas resultantes de ella, hacen fluctuar los salarios cada
vez más. El perfeccionamiento de la maquinaria, cada vez más rápido, coloca al trabajador en una
posición cada vez más precaria. Los choques aislados entre el obrero y el burgués adquieren el
carácter de conflicto entre dos clases. Los trabajadores se unen para defender sus salarios, llegan
incluso a formar coaliciones. El resultado de sus luchas no es el éxito inmediato, sino una creciente
unidad de los trabajadores. Esta unidad es favorecida por el desarrollo de los medios de
comunicación que ponen en contacto a los obreros de localidades diferentes. Este contacto es
indispensable para centralizar los muchos conflictos locales de idéntico carácter en una lucha
nacional, entendida ya como una lucha de clases. Esta lucha de clases es también lucha política: la
organización de los proletarios en clase y en partido político es desbaratada a cada instante por la
competencia entre los obreros mismos. Pero se rehace siempre de nuevo. Al aprovechar las
disensiones internas de la burguesía, la obliga a reconocer, en forma de leyes, ciertos intereses de
los trabajadores.

3- Para F.A. Hayek la base del liberalismo reside en el siguiente postulado: “Se limita a partir
del hecho indiscutible de que la limitación de nuestras facultades imaginativas sólo permiten
incluir en nuestra escala de valores un sector de las necesidades de la sociedad entera, y que,
hablando estrictamente, como sólo en las mentes individuales pueden existir escalas de valores, no
hay sino escalas parciales, escalas que son, inevitablemente diferentes y a menudo contradictorias
entre sí” (Hayek, 2008: 148). A partir del postulado analiza la mentalidad liberal a partir de los
siguientes conceptos: individualismo, colectivismo, planificación y democracia. (15 pts.)

Según Hayek (2008), la mentalidad liberal plantea que el problema de la democracia y la


representatividad es que las posibilidades de un control explícito se hallan restringidas a los
campos en que existe un verdadero acuerdo social, y que en algunos campos las cosas tienen que
abandonarse a su suerte, ya que una sociedad cuyo funcionamiento está sujeto a la planificación
central, este control no puede ejercerse desde la existencia de una mayoría dispuesta a dar su
conformidad, sino que la voluntad de una pequeña minoría se impone a todos, ya que será el
único grupo capaz de llegar a un acuerdo sobre la cuestión disputada. De esta manera, los
gobiernos democráticos actúan con éxito donde las funciones del gobierno se restringen, por una
opinión extensamente aceptada, a los campos donde el acuerdo mayoritario puede lograrse.
Según este autor (Hayek, 2008), hay una diferencia esencial entre una planificación estatal
totalitaria y una democrática. La primera subordina todos los deseos y las preferencias
individuales a las exigencias del Estado. A este fin, emplea varios métodos de coacción sobre el
individuo, que privan a éste de su libertad de elección. Estos métodos pueden ser necesarios en
momentos de extrema emergencia como una gran guerra. Pero, en tiempos normales, los
ciudadanos de una democracia no deben ceder su libertad a la elección de un gobierno, ya que un
gobierno democrático debe gestionar su planificación de manera que preserve el máximo posible
de libertad de elección para el ciudadano individual.
En muchos aspectos esto plantea muy claramente la cuestión fundamental en que surge el
conflicto entre libertad individual y colectivismo. Los rasgos comunes de los sistemas colectivistas
pueden describirse como la organización deliberada de los esfuerzos de la sociedad en pro de un
objetivo social determinado. Aspiran a organizar la sociedad entera y todos sus recursos para esta
finalidad unitaria. Sin embargo, para los liberales, esta finalidad u objetivo carece de un significado
suficientemente definido como para determinar una vía de acción cierta. Y en la medida en que
estos sistemas colectivistas se niegan a reconocer las esferas autónomas dentro de las cuales son
supremos los fines del individuo, son totalitarias. Según Hayek (2008), la gente o no tiene
opiniones definidas, o tiene opiniones opuestas sobre estas cuestiones. En la sociedad en que
hemos vivido no ha existido ocasión para pensar sobre ellas y menos para formar una opinión
común. Sería imposible para una sola mente abarcar la infinita variedad de motivaciones de las
diferentes personas que compiten por los recursos, mucho menos asignar un valor a cada una.
Sobre este hecho fundamental descansa la filosofía entera del individualismo. De esto, el
individualista concluye que debe dejarse a cada individuo, dentro de límites definidos, seguir sus
propios valores y preferencias antes que los de otro cualquiera, que el sistema de fines del
individuo debe ser supremo dentro de estas esferas y no estar sujeto al dictado de los demás. El
reconocimiento del individuo como juez supremo de sus fines, la creencia en que, en lo posible,
sus propios fines deben gobernar sus acciones, es lo que constituye la esencia de la posición
individualista. Este no supone que el ser humano es interesado o egoísta. Y tampoco excluye el
reconocimiento de fines sociales, pero estos son entendidos como una coincidencia de fines
individuales que lleva a los seres humanos a concertarse para su consecución. Limita la acción
común a los casos en que coinciden las opiniones individuales: fines idénticos de muchos
individuos o fines a cuyo logro los individuos están dispuestos a contribuir, en pago de la asistencia
que reciben para la satisfacción de sus propios deseos.

4- Si la anarquía se define “como cierto ‘estado de cosas’ que existiría en el seno de tal o cual
ámbito de la realidad. Un ‘estado de cosas’ cuya característica definitoria consistiría en excluir la
dominación y donde la diversidad y la singularidad podrían manifestarse libremente” (Ibáñez,
2014: 12), cómo un estado tal de cosas se apoya en un corpus teórico (anarquismo) y cuáles serían
sus componentes que delimitarían su condición existencial en el seno de una sociedad política
actual basada en el binomio dominación/resistencia. (15 pts.)

Ibáñez (2014), establece una diferenciación entre anarquismo y anarquía. La segunda se


define como cierto estado de cosas que existiría en el seno algún ámbito de la realidad. Un estado
de cosas cuya característica definitoria consistiría en excluir la dominación, permitiendo que la
diversidad y la singularidad se manifiesten libremente. En efecto, la anarquía, tomada como una
entidad ontológica, puede ser considerada como una de las múltiples modalidades posibles de la
realidad. En este sentido, este autor argumenta, por ejemplo, que la propia vida biológica sólo
puede desarrollarse porque convoca condiciones de libre manifestación de la diversidad, de la
pluralidad, incluso de la combinación de elementos contradictorios; y porque es capaz de romper
las constricciones que pugnan por reprimir su libre expresión y la manifestación de su diversidad.
Así, ciertos aspectos de lo viviente exigirían encontrarse en un estado de anarquía para poder
existir. De esta manera, el concepto de anarquía estaría directamente inscrito en la vida, así como
en otros ámbitos de la realidad; sobre todo, si se considera que ciertos segmentos de la realidad
comportan mayores o menores grados de anarquía.
Sin embargo, pensar la anarquía como una entidad, no excluye que ese estado de cosas
dependa de circunstancias variables que condicionan su existencia y que pueda, por consiguiente,
sufrir eclipses e, incluso, una desaparición. En este sentido, la anarquía no puede ser esto o
aquello en sí, sino que es el producto circunstancial de un conjunto de relaciones; y sólo adquiere
sentido en el contexto de una cultura, de una sociedad y de una época determinada. Es más, en la
medida en que la anarquía es una producción teórico-práctica que emana del movimiento
anarquista, no está definida concluyentemente, sino que puede variar con las fluctuaciones de
dicho movimiento. Anarquía y anarquismo son dos fenómenos diferentes, pero el tipo de relación
que mantienen hace que se trate de fenómenos intrínsecamente conectados. En efecto, la
anarquía no tiene sentido más que en el marco del pensamiento anarquista que elabora su
concepto. La anarquía es una construcción que se revela inseparable del pensamiento anarquista,
simplemente porque surge de él.
Lo que va a constituir poco a poco el pensamiento anarquista y lo que va a establecerlo como
un pensamiento político diferenciado que se reconocerá bajo la denominación de «anarquismo»,
no es separable de un pensamiento social que se fragua en el seno de condiciones políticas,
económicas, culturales, sociales y de lucha de clases determinadas. Más precisamente, el contexto
en el cual la anarquía tiene sentido es un contexto de dominación, experimentado como tal por las
personas que viven en dicho contexto. Según este autor (Ibáñez, 2014), para que la anarquía
acceda a la existencia y se construya como una entidad diferenciada y específica, no sólo deben
existir dispositivos de dominación y resistencia, sino que, además, la dominación y la resistencia
deben entrar en el campo de la experiencia de los sujetos. Mientras la dominación no es percibida
como tal, mientras no entra en el campo de lo pensable y mientras las resistencias que suscita no
son experimentadas como tales, las condiciones de posibilidad de la anarquía no se encuentran
reunidas y la anarquía, no existe. En este marco, por ejemplo, no hay anarquismo sin luchas contra
la explotación llevadas a cabo por trabajadores y obreros, y no hay anarquismo sin desarrollo del
capitalismo.
Referencias

Hayek, F.A. 2008. Camino de Servidumbre, Madrid: Unión Editorial.

Ibáñez, T. 2014. Anarquismo es movimiento. Anarquismo, neoanarquismo y postanarquismo,


Barcelona: Virus editorial

Marx, K. & Engels, F. 1946. Manifiesto Comunista, Santiago: Babel (Traducción de Mauricio
Amster)

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