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¿Qué pretende usted de mí?

La importancia de los criterios de evaluación y


acreditación para los estudiantes de nivel
superior

Problemas Didácticos II

Profesorado de Educación en Ciencias de la Educación

Año: 2017

Docente: Bolaña, Marisa

Autores: Descalzi, Delfina DNI: 33788501


Nuñez, Mónica DNI: 36359066
Rapetti, Cristian DNI: 37118282
Introducción

Con este escrito lo que buscamos es, desde el lugar de estudiantes, hacerle
llegar a los docentes la importancia que tiene para nosotros la definición de los
criterios de evaluación y acreditación y hacerla llegar también a nuestros
compañeros. Esperamos que el hacerlo ofrezcamos a los docentes la posibilidad
acerca de repreguntarse acerca de su práctica docente y las prácticas de
evaluación que llevan a cabo.

Para esto, cabe aclarar que intentaremos posicionarnos desde un


paradigma crítico-interpretativo de la enseñanza pero sin desconocer ni negar que
actualmente en el sistema educativo predomina la lógica normativa-instrumental.
Es por eso que abordando ambos paradigmas intentaremos establecer la
importancia de los criterios de evaluación y acreditación desde nuestro
posicionamiento. Para esto utilizaremos como eje central el libro Más didáctica (en
la educación superior) de Jorge Steiman (2012).
Algunas aclaraciones importantes

Como dijimos en la introducción de este trabajo, vamos a posicionarnos


desde un paradigma interpretativo-crítico en el cual nos corremos de la norma y lo
prescripto para considerar a la Didáctica desde un campo de reflexión a partir de
experiencias y que nos permita utilizarlas de insumos a las mismas para las
prácticas de enseñanza. Mencionar esto es necesario ya que la Evaluación –
objeto que nos concierne- forma parte de la Didáctica.

Otra aclaración que creemos importante, es hacer una simple diferenciación


que a veces puede prestar a confusiones y es que no es lo mismo la evaluación
que la acreditación. Steiman (2012) se refiere a la Evaluación como “(…) proceso
que, a partir del conocimiento y comprensión de de cierta información, permite
emitir un juicio de valor acerca de un aspecto de la realidad(…)”; mientras que a la
Acreditación la define como el reconocimiento institucional –a través de una
evaluación- de los aprendizajes adquiridos por los estudiantes.

La evaluación como proceso y la evaluación como comprobación de


un producto

Ampliando un poco más acerca de nuestra postura respecto de la


Evaluación, como dijimos anteriormente, consideramos a la misma como un
proceso y no como una medición. Para ejemplificar mejor esto de la medición,
invitamos a quiénes lean nuestro trabajo a recordar los propios recorridos
escolares anteriores y seguramente vengan a la mente situaciones de
evaluaciones que ya vivieron en las que lo que se ponía en juego era si los
estudiantes sabíamos o no sabíamos. Es decir, rememorando nuestras
experiencias, hemos pasado por instancias de evaluación en las que por medio de
diversos instrumentos debíamos demostrar –o al menos convencer- al docente de
que “sabíamos”. Es acá, donde normalmente se produce una arbitrariedad al
hacer un recorte en el que sólo importa qué llega a esta instancia final; es decir, el
sujeto de aprendizaje como producto final y elaborado.

Anexado a este trabajo tenemos Programas de materias de diferentes


carreras de profesorado. Si acudimos a ellos podemos ver que, por ejemplo, en el
Programa de Introducción a la Química del Profesorado en Química se habla de
condiciones de aprobación que implican en parte un porcentaje de asistencia y
también la aprobación de trabajos prácticos, parciales y un examen final con un
determinado sistema de calificación, pero lo que no menciona en ningún momento
se dice qué será necesario para poder acreditar la evaluación final del espacio
curricular. El no decirlo explícitamente nos puede llevar a suponer sobre qué
espera el docente de nosotros y las expectativas que tiene sobre qué estudiante
va a llegar a la evaluación final. Estas expectativas las podemos suponer en base
a los Objetivos planteados por el mismo docente en los Programas.

No adherimos a los objetivos para los estudiantes ya que responden a la


tradición docente tecnicista (Davini,1987) la cual concibe al el estudiante -o sujeto
de aprendizaje- como una tabula rasa, o un recipiente vacío al cual el docente
tiene el deber de volcar un saber; un sujeto descontextualizado, sin historia ni
saberes previos al que hay que moldear y que debe llegar a ser un producto
acabado.

Los criterios de evaluación y acreditación

Bien, con lo dicho en el apartado anterior es que vamos a hacer el enlace


con lo que son los criterios de evaluación. Si tomamos a Carlino (2007) vemos que
menciona cuáles son los criterios para diseñar un proyecto de evaluación. Entre
ellos podemos ver algunos elementos tales como:

 El objeto a evaluar
 La finalidad de la evaluación
 El momento en el que se va a evaluar
 A quién va dirigida la evaluación
 Qué instrumentos utilizar para evaluar

Sin ánimos de caer en una postura tecnicista queremos decir que estos
elementos nos pueden servir para esclarecer cuáles serán las características que
tendrá nuestro proyecto de evaluación. Características que nos permitirán a su vez
establecer los criterios de acreditación, es decir, las características que deberán
poner en juego los estudiantes al momento de ser evaluados (Steiman, 2012).
Establecer o plantear estos criterios de evaluación y de acreditación,
permiten también al docente la posibilidad de que emerjan supuestos acerca de su
propia práctica. ¿Qué queremos decir con esto? Que a través de dichos criterios
establecidos se puede ver cómo concibe el docente a la enseñanza, al
aprendizaje, al estudiante, al objeto de conocimiento de su área disciplinar.

Si bien nuestra mirada está puesta en la importancia de los criterios de


evaluación y acreditación para el estudiante, en el párrafo anterior queremos dejar
abierto al docente las posibilidades que puede ofrecerle a él también el reflexionar
acerca de qué enseña, para quién lo enseña, por qué lo enseña y si es necesario
eso que enseña (Litwin,1998).

Una propuesta

Hasta acá hicimos un recorrido conceptual acerca de temas que conciernen


a la Didáctica. A modo de cierre parcial nos gustaría retomar nuevamente la
evaluación como un proceso y no como una medición para proponer a los
docentes otra cosa. ¿Qué es esto? El dejar de ver el aprendizaje como un
producto acabado como si se tratara de comparar al sujeto que llega a la
evaluación final con una fotografía de “lo que debe ser”. Proponemos que por
medio de los criterios de evaluación se establezca como principal característica
que se ponga en juego el trabajo cognitivo que realizamos los estudiantes en los
espacios curriculares, ver el proceso. Que se tenga en cuenta donde estábamos
en un principio y dónde estamos al final sin esperar que seamos perfectos (o nos
acerquemos a eso).
Referencias Bibliográficas

Carlino, F. (2007). Convenciones técnicas para el diseño de proyectos de


evaluación. En Evaluación educaciona. Biblioteca didáctica. Competencias
pedagógicas para el docente del Siglo XXI: México

Litwin, E. (1998). El campo de la didáctica: la búsqueda de una nueva


agenda. En A. Camilloni Corrientes didácticas contemporáneas. Paidós: Buenos
Aires.

Steiman, J. (2012). Más didáctica (en la educación superior). Miño y Dávila:


Buens Aires.
Anexo I

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