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¿Sirve para algo la filosofía? Filo=Amor (Nunca voy a buscar una verdad definitiva)
………………………………………………………….Sofía=Sabiduría
Cuestionar las respuestas dadas. El “¿por qué?” nos abre a nuevas perspectivas. Todo puede
ser de otro modo.
Cuestiona lo cotidiano, la ciencia, lo útil. Nos hace tomar distancia.
Cuando alcanzamos la plenitud, pero desaparece, se nos escapa y empezamos otra búsqueda.
Cuando alcanzamos otro objetivo, volvemos a experimentar esa carencia y volvemos a buscar.
Filosofía y Ciencia
La ciencia intenta, quiere, necesita encontrar una respuesta definitiva, una solución.
Necesita resolver problemas.
La filosofía no resuelve problemas, sino que los crea (saber inútil). Se cuestiona lo
obvio. Se cuestiona el por qué, nos plantea que no debemos conformarnos con una
única versión que se nos impone, que siempre puede haber otras perspectivas.
Mistificación: Algo que es mentira, algo que es falso, algo que no es cierto.
Mito: Narración que apela a los dioses para dar respuesta a ciertas preguntas o explicar ciertos
fenómenos o acontecimientos.
Filosofía: Preguntarse muchas cuestiones, pero sus posibles respuestas no mencionan a dioses
o personajes mitológicos. Se intenta responder con cierto sentido común apelando a la
observación y a las matemáticas.
Los primeros que dieron este paso fueron los filósofos presocráticos.
La physis (naturaleza) sería el objeto de estudio de los presocráticos.
Buscan el arché (primer y último elemento que todo lo forma y todo lo explica). Sería lo que
explica el origen, la causa y la esencia de todo lo que hay.
Pluralistas. Plantean que el arché es múltiple y nos hablan de fuerzas que inciden en
dichos elementos.
o Empédocles. Existen 4 elementos: Agua, aire, cielo y tierra. Sobre ellos actúan
2 fuerzas: El amor (que une) y el odio (que destruye).
o Anaxágoras. A los elementos que lo forman toda la llama “semillas”. Nos habla
sobre ellos para formar los seres y las cosas, a las que llama “nous”
(inteligencia).
o Atomistas. Demócrito y Leucipo. Todo este compuesto de átomos que son
invisibles y que se mueven en el vacío, uniéndose y separándose, dando lugar
a lo que hay.
Parménides. Para él, lo que existe de verdad sería lo que es, lo que no cambia, el SER
que lo define como uno, inmutable, imperecedero, inengendrado, perfecto.
Podríamos conocerlo a través de la RAZÓN, nunca a través de los sentidos, ya que
estos nos engañan.
Los sentidos nos muestran un mundo cambiante, unas apariencias que no son.
La razón a través de la vía de la verdad nos llevaría al conocimiento del mundo
verdadero.
Los sentidos, a través de la vía de la opinión, tan solo nos muestran lo aparente, no lo
real, no lo que es y no puede no ser.
Heráclito. El mundo está en cambio constante, el mundo es DEVENIR, que no puede
detenerse. Ese es el mundo real (como si estuviésemos constantemente en una
montaña rusa). “Nadie puede bañarse 2 veces con el mismo río”.
¿Cómo podemos vivir o conocer en un mundo que cambia constantemente? Pues
falseándolo, creando un mundo estable, parando el devenir, a través de una fuera
cósmica que sería el logos.
Por tanto, hay dos mundos: Uno verdadero en constante cambio
Otro falso que me permite conocerlo
Racionalismo. El origen del conocimiento está en la razón porque los sentidos nos engañan.
(René Descartes)
Innatismo de las ideas. Tan solo podemos confiar en las ideas que nacen con nosotros, ya que,
aquellas que provienen de nuestros sentidos podrían ser falsas.
¿Cómo puede llegar a la verdad? Poniendo todo en duda y viendo si puedo llegar a algo de lo
que no se puede dudar. Y para ello, Descartes pone en marcha la DUDA METÓDICA, una duda
extrema, radical y absoluta, que pone todo nuestro mundo “patas arriba”.
1. Si nuestros sentidos a veces nos engañan, ¿por qué no siempre? Y si lo hacen siempre,
debemos dudar del mundo que nos muestran, ese mundo podría ser falso, irreal.
2. Si no hay mundo, ¿podemos fiarnos de nuestras representaciones mentales del
mundo? No, porque no podemos diferenciar el sueño y la vigilia, no podemos saber si
soñamos o estamos despiertos, ya que muchos sueños los vivimos como si fueran
realidades.
3. ¿Hay algo en lo que confiar? Podríamos decir que en la matemática. Pero, Descartes
nos dice que tampoco, porque podría existir un Genio Maligno, cuyo objetivo fuese
que nos equivocásemos constantemente, incluso en la matemática.
Si, hay algo de lo que no se puede dudar, y es que estoy dudando. Por ello, podríamos afirmar
sin ninguna duda, que soy una cosa pensante, una cosa dudante.
Cogito ergo sum “Pienso luego existo”
Método Cartesiano
S XVII – XVIII
Empirismo. El origen del conocimiento empieza en los sentidos, son la puerta de entrada de
ciertos estímulos que nos llevan a conocer lo que hay a nuestro alrededor.
No hay nada innato en nuestra mente. Nuestra mente al nacer es como un papel en blanco
que se va llenando con nuestras experiencias.
Toda idea debe provenir de una impresión. Si no encontramos la impresión de la que proviene,
entonces la idea es falsa.
El problema de la causalidad. Este principio nos dice que todo tiene necesariamente una causa
y que cierto efecto procede de una causa.
Habría una conexión necesaria entre C y E lo que nos llevaría a poder conocer y proveer lo que
sucederá en el futuro.
No hay, por tanto, según Hume, una conexión necesaria entre C y E, y por ello, dicha conexión
es fruto del hábito y de la costumbre. Pero que algo sea habitual no significa que sea
necesario, y por ello, no podemos hablar con seguridad del futuro.
Las cosas percibidas tan solo existen mientras están siendo percibidas, cuando dejan
de serlo, dejan de existir para nosotros (Ser es ser percibido Berkeley)
Relativismo.
El límite del conocimiento está en el sujeto, la verdad o falsedad depende del sujeto,
de la soledad, de la cultura.
Excesiva variación en ciertos temas (Posverdad)
Escepticismo.
No podemos conocer nada con seguridad, por eso es mejor suspender el juicio (Epojé).
El mito de la caverna
CAPÍTULO I
Imaginemos que por detrás del tabique pasan unas personas (Platón utiliza la palabra
“sombras”) que transportan, cual, si fueran marionetas de guiñol, figurillas que
representan a animales, personas y cosas.
Los prisioneros sólo pueden ver las sombras de las figurillas que transportan esas
personas y que se proyectan en la pared que tienen en frente. De tal modo, que, si las
personas hablasen entre sí, los prisioneros creerían que son las sombras las que
hablan.
CAPÍTULO II
A ese prisionero se le obligaría subir por una escarpada y empinada cuesta hacia el
exterior, hacia la luz. Y naturalmente, el cambio de la oscuridad a la luz exterior, le
dañaría los ojos, le causaría dolor y desorientación.
Por ello necesitaría acostumbrarse, poco a poco, a ese mundo exterior, primero vería
las sombras de las cosas y de las personas, después las cosas y las personas en sí
mismas, después, por la noche los astros del cielo, hasta que podría mirar al sol de
forma directa.
Y se pensaría que el sol es, lo más importante, lo que hace que todo lo demás exista.
INTERPRETACIÓN
El mito de la caverna es tan sólo un mito, un cuento fantástico, pero encierra toda una
sería de símbolos, que de forma metafórica intentan explicar tanto lo que hay como lo
que se puede conocer.
Platón, a través del mito de la caverna, nos muestra un dualismo ontológico (dos
realidades) y un dualismo epistemológico (dos formas de conocimiento).
SIMBOLOGÍA DE LA CAVERNA
Las personas que transportan las figurillas serían aquellas personas a las que les
interesa que la humanidad siga sumida en la ignorancia.
Las cosas y seres que ve el prisionero en ese mundo exterior representarían lo que
Platón llama IDEAS (la esencia, lo que hace que una cosa o ser, sea lo que es y no otra
cosa).
El sol del exterior representaría la IDEA DE BIEN, que para Platón es el máximo grado
de conocimiento y la Idea más importante, fundamento de todo lo demás y sin la que
nada existiría.
LECTURA ÉTICA
Se nos dice que el prisionero que es liberado podría representar a Sócrates, el maestro
de Platón que intentó durante su vida abrir los ojos y las mentes de los más jóvenes
para que no se dejasen engañar; Sócrates se convirtió en un personaje molesto para el
poder establecido en Atenas, que prefería que los ciudadanos siguiesen sumidos en la
ignorancia y no pensasen, y por ello, fue condenado a muerte.