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TEMA III: CONOCIMIENTO, LENGUAJE Y VERDAD.

1.- EL CONOCIMIENTO.

Desde la Antigüedad se ha considerado que existe una verdad una verdad universal, idéntica
para todos, y que el ser humano puede llegar a conocer usando correctamente la razón.

1.1.- La epistemología antigua.

1.1.1.- Características de la epistemología antigua.

Para los antiguos, el conocimiento es un reflejo de la realidad, es un espejo que se limita a


reflejar la realidad. Esto significa que el individuo que conoce es pasivo, no aporta nada al
conocimiento, cualquier actividad que realice no añade nada al objeto que se conoce, todo lo que hay
en el conocimiento es fruto del objeto. El conocimiento lo es de la realidad y nada más. La pasividad
del sujeto es un rasgo peculiar de la gnoseología antigua.

El más alto grado de conocimiento, la episteme, el conocimiento verdadero, es un


conocimiento universal y necesario. Por lo tanto, es un conocimiento que sólo nos puede ser dado a
través de la razón, nunca a través de los sentidos, cuyo conocimiento está limitado al aquí y al ahora,
está determinado espaciotemporalmente. El relativismo y escepticismo de los sofistas parece refutar
este principio; en realidad lo confirman: su relativismo y escepticismo provienen de reconocer una
única fuente de conocimiento, los sentidos, lo que imposibilita un conocimiento universal y
necesario.

1.1.2.- Platón.

Platón es dualista: afirma que hay dos realidades y dos fuentes de conocimiento distintas.

Por un lado, están los sentidos, que nos muestran la realidad material (mundo sensible), que
es plural, formada por innumerables seres, distintos unos de otros, cambiante, los seres aparecen,
desaparecen y se transforman, pura apariencia, porque no es la auténtica realidad, sino una simple
copia del mundo de las ideas.

Por otro lado, la razón nos informa del mundo de las ideas, que es una realidad única, hay una
idea de cada ser, las ideas son: únicas, permanentes, porque no cambian, la auténtica realidad, la
esencia de todo lo real. Las ideas, pues, son unas, eternas, inmutables, perfectas, los arquetipos o
modelos de la realidad material, que es su copia. Ahora bien, aunque las ideas sean perfectas (ni les
falta nada, ni les sobra nada), Platón establece una jerarquía o clasificación de las ideas, de tal modo
que una idea es tanto más perfecta en cuanto que es más abstracta, Así, las ideas que se refieren a
cosas materiales (mesa, silla…) son menos perfectas o de menor rango que las ideas morales

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(justicia, bondad…) o estéticas (belleza, fealdad,…) que son más abstractas. La idea suprema es la
idea de Bien, que es lo uno, la esencia de todo, la síntesis de la totalidad de la realidad, la verdad.
Quien conoce la idea de Bien, conoce la verdad.

En cualquier caso las ideas no son representaciones mentales de por objetos materiales; son
seres con subsistencia propia, i. e., existen por sí mismas, independientemente de los seres humanos,
en su propio mundo de lasideas.

El alma humana es, por su naturaleza, afín a las ideas y, por tanto, es eterna: preexiste a su
unión con el cuerpo. Esa unión con el cuerpo es accidental, es un castigo; la muerte la liberará de su
prisión material. En su existencia anterior a su unión con el cuerpo, el alma contemplaba las ideas, al
caer en la existencia material, olvida ese conocimiento. Al observar los objetos materiales, estos le
recuerdan los originales, de los que son mera copia, el alma recuerda las ideas que conoció antes de
unirse al cuerpo. Conocer es, pues, recordar (reminiscencia).

Para Platón, todas las ideas son innatas, están en nuestra alma desde el nacimiento, pero hay
que despertarlas, hay que hacerlas conscientes, rememorarlas.

1.1.3.- Aristóteles.

Afirma que las ideas son la representación mental de un objeto material, que los seres
humanos construimos, a partir de los datos de los sentidos, utilizando el entendimiento, la razón.

Según Aristóteles, el origen de todo conocimiento está en los sentidos, nuestra mente, al
nacer, es “tanquam tabula rasa”, como una pizarra en la que no hay nada escrito. Los sentidos
aportan la experiencia, datos de la realidad y, a partir de ahí, el entendimiento agente construye la
idea, el concepto, mediante la abstracción: comparando los datos aportados por los sentidos, separa
los rasgos comunes a un conjunto de individuos y los separa de los que los singularizan; esos rasgos
son la esencia, lo que hace que esos individuos sean lo que son. Después el entendimiento agente
proyecta el concepto o idea en el entendimiento paciente, que simplemente lo refleja.

Por tanto, no hay ideas innatas, pues todas las ideas las construye el entendimiento agente a
partir de los datos de los sentidos, de la experiencia, mediante la abstracción.

A pesar de que todas las ideas son construidas por el entendimiento agente, Aristóteles
sostiene que el sujeto es pasivo, no aporta nada, no añade nada, al conocimiento, se limita a reflejar
la realidad: la sensibilidad nos aporta el conocimiento de seres individuales, compuestos de materia y
forma (la esencia), el entendimiento agente se limita a separar la forma de la materia.

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1.2.- La epistemología moderna.

1.2.1.- Características de la epistemología moderna.

Como vimos en el tema I, la filosofía moderna es eminentemente epistemológica, el


conocimiento concita todos los esfuerzos de la reflexión filosófica. El descubrimiento del sujeto
autónomo, activo pone en primer plano el llamado problema crítico: ¿Cómo puedo asegurarme de la
verdad del conocimiento? Si el sujeto añade algo al objeto del conocimiento ¿Cómo puedo estar
seguro de que mis representaciones mentales se corresponden con la realidad fuera de mi mente
(extramental)? Esta es la diferencia esencial con la epistemología antigua, el sujeto no es un receptor
pasivo, que se limita a reflejar la realidad, como ocurre en esta última; en la modernidad el sujeto
interviene en la elaboración del conocimiento, aporta elementos que constituyen parte del saber. En
este sentido, la filosofía moderna, como se dijo en el tema I, es mentalista: parte de las
representaciones mentales como dato originario y tendrán que demostrar cómo esas representaciones
se relacionan con la realidad extramental.

Las escuelas filosóficas modernas coinciden con la epistemología antigua en que el


conocimiento verdadero ha de ser universal y necesario. Estos rasgos, sin embargo, los aporta el
sujeto, su razón o entendimiento, y no el objeto, que siempre es individual y contingente (lo que es,
pero podría no haber sido). No es la forma o la esencia lo que nuestro conocimiento extrae de los
objetos, pues no podemos estar seguros de que nuestras representaciones se correspondan con la
realidad extramental.

1.2.2.- El racionalismo; Descartes.

Descartes afirma que existe una razón universal, que todos los seres humanos están dotados
de la misma capacidad para conocer, y que existe, asimismo, una verdad universal, única, válida para
todos, y que el ser humano pude alcanzar usando correctamente su razón.

El problema radica, por tanto, en establecer un método universal que lleve a la razón humana
hasta el conocimiento de la verdad. Por eso Descartes establece el método cartesiano, en el que
destaca la regla de la evidencia, que consiste en no aceptar nada como cierto que no sea evidente,
absolutamente verdadero, que no necesita demostración y de lo que no podemos dudar.

Por tanto, Descartes necesita encontrar un primer principio evidente a partir del cual deducir
todo lo demás, pues todo aquello correctamente deducido de algo evidente, será evidente también. El
camino para establecer ese primer principio evidente, del que no se puede dudar, será, precisamente,
la duda. La duda metódica consiste en ponerse a dudar de todos los conocimientos que tiene,

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buscando algún conocimiento del que no se pueda dudar. Así, Descartes analiza su pensamiento y se
da cuenta de que:

1º Puede dudar de todas las enseñanzas recibidas y de todas las lecturas realizadas.

2º Puede dudar del conocimiento sensible, porque los sentidos muchas veces me engañan.
(alucinaciones).

3º Puede dudar del conocimiento inteligible, porque, a veces, comete errores (paralogismos).

4º Puede dudar incluso de que todo nuestro pensamiento sea fruto de un sueño (muy real) del que
algún día despertaremos.

5º E incluso, puesto a dudar, puede pensar que exista un genio maligno que se dedica a
presentarnos lo falso como lo verdadero, a engañarnos.

Ahora bien, Descartes se da cuenta de que hay algo de lo que, por más que se esfuerce, no
puede dudar: no puede dudar de que está dudando. Dudar es uno de los modos en que se despliega el
pensar; luego él (Descartes) es algo que duda, algo que piensa, una sustancia pensante (res cogitans).
De ahí la afirmación cartesiana: “Pienso, luego existo (o soy)”.

No es evidente que exista como un cuerpo material, sino sólo como algo que piensa, que
duda, una sustancia pensante, alma, yo. Este es el primer principio evidente que Descartes estaba
buscando y a partir del cual pretende deducir todo lo demás. Y como es evidente que piensa, y el
pensamiento está formado de ideas (cogitationes), e evidente que tiene ideas. Así, Descartes dice:
“Pienso que el mundo existe”

a) Es evidente que hay un yo (alma) que lo piensa.

b) Es evidente que tengo la idea de yo, de pensamiento, de mundo y de existencia.

c) Lo que no es evidente es que exista un mundo fuera de mi mente.

Por tanto, Descartes tendrá que encontrar el modo de escapar al solipsismo.

Según Descartes, las ideas de yo, alma o pensamiento, mundo, existencia, sustancia y Dios,
son ideas innatas, las tenemos desde el nacimiento, pero hay que despertarlas, hacerlas germinar.
Descartes y Platón coinciden en el menosprecio que tienen hacia el conocimiento sensible y en la
defensa del innatismo, si bien par el primero las ideas son contenidos mentales, no existen
independientemente del pensamiento. Además, mientras que para Platón todas las ideas eran innatas,
conocer es recordar, para Descartes, sólo lo son unas pocas, las llamadas ideas metafísicas, que no
provienen de la experiencia, no proceden de los sentidos, pero son evidentes. Para Descartes también

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existen ideas adventicias, aquellas que parecen venir de fuera de mi mente, y facticias, aquellas que
parecen construidas por mi mente.

1.2.3.- El empirismo.

“Empiria” significa experiencia, conocimiento a través de los sentidos. Autores como Locke
o Hume destacan la importancia de los sentidos en el conocimiento humano, siguiendo la línea
iniciada por Aristóteles y en contra de los planteamientos de Platón o Descartes, que minusvaloran
los sentidos. Según los empiristas, “todo conocimiento tiene su origen y su límite en la experiencia”.
Por tanto:

- Todo el conocimiento procede de los sentidos, por lo que no hay ideas innatas.

- Tampoco podemos ir más allá de la experiencia, por tanto, la metafísica es imposible como

Conocimiento.

En consecuencia, según los empiristas es el ser humano el que construye las ideas o
conceptos a partir de la experiencia. Los sentidos provocan impresiones. Las impresiones producen
ideas simples (dureza, color, figura, etc.) y la asociación de ideas simples produce ideas compuestas
(idea de mesa). La asociación de ideas simples se produce siguiendo tres reglas:

1.- Semejanza y desemejanza.

2.- Contigüidad en el espacio y en el tiempo.

3.- Relación causa-efecto.

Así pues, las ideas compuestas se construyen por asociación de ideas simples y, a su vez, las
ideas simples proceden de las impresiones de los sentidos. Por eso dicen los empiristas que todo el
conocimiento tiene su origen en la experiencia, en las impresiones o datos de los sentidos, pero
además afirman que la experiencia es el límite del conocimiento humano, esto es, que no podemos ir
más allá de las impresiones de los sentidos: cualquier idea o concepto si no remite a una impresión,
carece de contenido, no tiene referencia. Por tanto, la metafísica, que pretende ir más allá de la física,
más allá de los datos de los sentidos, es imposible como conocimiento; los conceptos metafísicos
(alma, existencia, sustancia, Dios y mundo como totalidad), que, según Descartes, eran ideas innatas
y evidentes, son, para los empiristas, conceptos vacíos, huecos, no son conocimiento, son fruto de la
pura imaginación, porque no tenemos impresiones de ellos.

1.2.4.- La filosofía transcendental kantiana.

La propuesta kantiana supone una superación integradora, una síntesis de empiristas y racionalistas.

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De los primeros asume que la experiencia es el origen y el límite del conocimiento, pero afirma, con
los segundos, que existen conceptos que no proceden de la experiencia, si bien no son ideas innatas
(ideas que tienen un contenido, una referencia) y no sobrepasan la experiencia. Para entender a Kant
conviene tener claro que todo conocimiento es el resultado de la unidad sintética de dos elementos: la
intuición sensible (la experiencia), mediante la que me son dados los objetos, y el pensamiento (las
categorías), que es aportado por el sujeto. Al hablar de conocimiento tenemos que distinguir
claramente ambos elementos.

El sujeto, el que conoce (y actúa libremente), no es un receptor pasivo de los datos recogidos
por los sentidos (que las demás facultades usarán para elaborar sus respectivas representaciones). El
sujeto posee una estructura cognitiva, un modo peculiar de organizar los datos sensibles; estructura
que es característica y común a cualquier ser racional. A esa estructura la llama Kant sujeto
transcendental y está constituida por todos aquellos elementos que no proceden de la experiencia. El
conocimiento se articula en torno a tres facultades y dos elementos, requisito insoslayable de todo lo
que se presente como conocimiento: una materia (los elementos que dotan de contenido al
conocimiento) y una forma (la estructura en que se organizan, integran, los materiales del
conocimiento). El objeto, el contenido del conocimiento, constituye la materia. Describimos el sujeto
transcendental del siguiente modo:

- La sensibilidad: Todo nuestro conocimiento se origina en la experiencia, mas no se reduce a los


datos sensibles; esos datos son organizados en un espacio y en un tiempo. Espacio y tiempo no son
datos sensibles, sino modos que tiene el sujeto de ordenar lo dado en la experiencia. Son las formas
puras de la sensibilidad (forman parte del sujeto transcendental) que, al unirse a la materia, los datos
sensibles, constituyen el primer grado, y el límite, del conocimiento. La síntesis de datos sensibles y
su organización en un espacio y un tiempo se llama fenómeno.

- El entendimiento: Esta facultad elabora conceptos y construye juicios (afirmación o negación de


un concepto de otro) a partir de esos conceptos, tomando como materia los fenómenos dados en la
intuición sensible. Para elaborar conceptos y construir juicios, el entendimiento aplica a los
fenómenos las categorías o conceptos puros. Las categorías son conceptos a priori, no proceden de la
experiencia, forman parte de la estructura transcendental del sujeto; no tienen contenido (no refieren
a ningún objeto), no son, pues, ideas innatas, su único uso es organizar los fenómenos en
conocimientos universales y necesarios: en conceptos y en juicios sintéticos a priori. Las categorías
son la forma que imprime universalidad y necesidad al conocimiento. Es importante recalcar que las
categorías no tienen contenido, no refieren a ningún objeto, sólo son modos de ordenar y dar sentido
a los fenómenos sensibles.

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- La razón: La razón busca sintetizar los juicios construidos por el entendimiento en unidades más
universales. Para elaborar un sistema completo de nuestros conocimientos, la razón aplica a la
materia, los juicios del entendimiento, las ideas puras de la razón, que nos permiten integrar todos los
conocimientos en una unidad que los dote de sentido. Esas ideas son: el alma como unidad sintética
de nuestras experiencias internas; el mundo como síntesis de todas nuestras experiencias externas;
Dios como unidad de toda experiencia posible, en esta tarea de unificación, las ideas poseen un uso
regulativo, nos indican el marco en el que realizar la unificación de las experiencias. El problema
está en que ni el alma, ni el mundo como totalidad, ni Dios, pueden ser objeto de una experiencia
posible. Lo que significa que la metafísica no es posible como ciencia (conocimiento): no podemos
construir juicios sintéticos a priori de índole metafísico.

La imposibilidad de la metafísica como ciencia es una consecuencia necesaria de la


epistemología kantiana. Kant, aun admitiendo que la metafísica es una necesidad humana, negó la
posibilidad de un conocimiento exhaustivo de la realidad: sólo conocemos de ésta lo que nos es dado
en la intuición sensible, los datos aportados por los sentidos y su organización espaciotemporal, lo
que él denomina “Fenómeno”. Por supuesto, nuestro conocimiento hace referencia a determinadas
cualidades de la realidad, pero sólo a aquellas que afectan a los órganos sensoriales, a las que se
aplican las categorías. La cosa en sí, independientemente del conocimiento que algún sujeto tenga de
ella, es denominada por Kant “Noúmeno”. Pues bien, el Noúmeno es incognoscible en su totalidad,
hay cualidades que no pueden formar parte de una experiencia posible.

2.- EL LENGUAJE.

2.1.- Diferencias entre el lenguaje animal y el humano.

Para resaltar la peculiaridad del lenguaje humano, lo diferenciamos del lenguaje animal:

- Los lenguajes animales son innatos, las conductas lingüísticas de los animales son instintivas,
están determinadas genéticamente. Esto es motivo de que no haya “idiomas”, todos los animales se
comunican con el mismo lenguaje, al margen del lugar donde vivan. En el caso de los humanos, hay
que distinguir entre la capacidad de adquirir un “idioma” concreto, que es innata, y el “idioma”
concreto que se habla, que se transmite culturalmente, es aprendido.

- Los animales usan señales, signos (algo que representa o sustituye a otra cosa) en los que el
significante (elemento material que forma el signo) y el significado (aquello que representa o en
lugar de lo cual está el signo, su referencia) están relacionados como el efecto y la causa, son signos
naturales. Los signos del lenguaje humano son, mayoritariamente, símbolos, no hay una relación

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natural, automática, entre el significado y el significante, tal relación se establece
convencionalmente, es fruto de un acuerdo social.

- Los mensajes que pueden transmitir los animales son limitados, referidos a necesidades vitales
(peligro, alimentación, sexo, etc.). El lenguaje humano se caracteriza por su creatividad: partiendo de
unos pocos elementos, se pueden transmitir infinidad de mensajes, referidos a distintos ámbitos de la
realidad.

- En el lenguaje animal no se aprecia una estructura, no se combinan las señales para construir
nuevos mensajes. El lenguaje humano posee una doble articulación: combinamos sonidos que no
tienen significado (fonemas) para formar signos que sí lo tienen (palabras), estos últimos se
combinan para formar unidades mayores (oraciones). Es esta doble articulación la que permite la
ilimitada capacidad expresiva de los lenguajes humanos.

- El lenguaje animal es situacional y concreto, la información que transmite tiene que estar presente
en su entorno. El lenguaje humano es abstracto, lo que permite transmitir información acerca de
sucesos que no están presentes. Escapamos, así, de los condicionantes espaciotemporales, a los que
están atados los animales.

2.2.- Lenguaje y pensamiento.

Parece claro que lenguaje y pensamiento son distintos. Pensamos sin intervención del
lenguaje en multitud de ocasiones: los jugadores al elaborar estrategias de juego y tomar decisiones,
los conductores al manejar el coche. Pero ¿qué relación hay entre lenguaje y pensamiento?

Tradicionalmente se impuso una concepción expresiva del lenguaje, éste es una herramienta,
un instrumento, al servicio de la expresión del pensamiento. En esta concepción el pensamiento
predomina y el lenguaje existe para hacer público ese pensamiento.

A principios del s. XX, los lingüistas Edward Sapir y Benjamin Lee Whorf, plantearon la
tesis de que el idioma que hablamos determina la forma de entender el mundo y nuestra forma de
pensar. Según esta tesis, llamada relativismo lingüístico los lenguajes son modos de organizar la
realidad y determinan el modo en que el individuo organiza su representación (pensamiento) de la
realidad. Esta tesis, en un sentido radical, no se sostiene: sería imposible traducir de un idioma a otro.
Pero destaca la influencia que el lenguaje tiene sobre el pensamiento. De hecho hay un paralelismo
en el modo que ambos tienen de organizar la realidad: el pensamiento organiza la realidad en
sustancias, que tienen cualidades y entran en relaciones. En el lenguaje las sustancias son designadas
por nombres o sustantivos, las cualidades por adjetivos y las relaciones por verbos.

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Contra la hipótesis de Sapir-Whorf, Noam Chomsky propone su teoría de la gramática
generativa. Según esta teoría, la capacidad para adquirir un lenguaje es innata en la especie humana,
aunque el lenguaje concreto que se habla es aprendido culturalmente. Pero si la capacidad de adquirir
un lenguaje cualquiera es innata, ha de existir una gramática básica, común a todos los lenguajes
humanos, que dé cuenta de esa capacidad. Esa gramática está constituida por los llamados
universales lingüísticos: formas básicas de marcar diferencias lingüísticas, modos de construir
oraciones,… La gramática generativa se ocupa de descubrir y describir esos universales lingüísticos
y los procesos de transformación de las estructuras profundas, la gramática innata y universal, a las
estructuras superficiales, las gramáticas de las lenguas particulares.

2.3.- Concepciones filosóficas del lenguaje.

La ciencia que estudia los signos se llama semiótica, ésta aborda su estudio desde tres puntos
de vista: la sintaxis, interesada en las relaciones que se establecen entre los signos para construir
unidades mayores y en las funciones que en esas unidades puedan tener; la semántica, preocupada
por el significado, por la relación referencial del signo con lo que representa o sustituye; la
pragmática, en fin, orienta sus investigaciones al uso que hacen los hablantes de ese conjunto de
signos interrelacionados. Aquí expondremos tres concepciones del lenguaje que se apoyan en una de
estas perspectivas semióticas.

2.3.1.- El lenguaje como estructura (perspectiva sintáctica).

Frente al enfoque diacrónico, dominante en el s. XIX, que se interesa por la evolución del
lenguaje a lo largo de la historia, Ferdinand Saussure publica en 1917 su Curso de lingüística
general, obra en la que se centra en los aspectos sincrónicos del lenguaje, preocupándose por cómo
funciona un lenguaje en un momento concreto del tiempo, su interés es estudiar el sistema de una
lengua en un momento concreto del tiempo.

Saussure distingue entre “lengua” y “habla”, la primera es un conjunto de signos que se


relacionan entre sí según ciertas reglas, lasegunda hace referencia al uso que hacen los hablantes de
ese conjunto de signos. Saussure se propone estudiar la lengua, preferentemente al habla.Al definir la
lengua como un conjunto de signos interrelacionados según ciertas reglas, la define como una
estructura. Por ello, el significado de un signo dependerá de la posición y las relaciones que tenga en
la estructura: el significado de un signo está asociado a un conjunto de posiciones y relaciones
concretas. Por ejemplo, en el caso de palabras que se diferencian por una sola letra, hace que esa letra
cobre una importancia crucial a la hora de entender correctamente un mensaje.

2.3.2.- El lenguaje como representación (perspectiva semántica).

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Esta teoría del lenguaje fue propuesta por Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein, para ellos
el lenguaje es una especie de imagen de los hechos que se producen en la realidad. Su teoría se llama
“atomismo lógico” y su exposición canónica es el Tractatus logicus-philosophicus de Wittgenstein.
Según él, sólo tienen sentido las proposiciones que, en primer lugar, no son contradictorias y se
atienen a las reglas de la lógica y que, en segundo lugar, pueden ser verdaderas o falsas, es decir, son
contrastables con la experiencia. Sólo tienen significado, pues, las expresiones que tienen contenido
empírico, las que contienen signos referidos a la realidad (externa o interna).

Es importante retener la distinción que hace Wittgenstein entre los hechos y las cosas, los
objetos. Los hechos son estados de cosas, estructuras en las que las cosas se interrelacionan. En los
hechos hay dos elementos teóricamente distinguibles: las cosas, los entes que entran en relación y las
relaciones en que entran esos entes.

Par Wittgenstein, el lenguaje significativo se reduce a enunciados que afirman o niegan algo
de algo; las afirmaciones que se refieren a hechos básicos, se denominan proposiciones atómicas.
Estas serán verdaderas si el hecho básico que describen se da en la realidad tal y como lo describen,
falsas en caso contrario. ¿Qué tienen en común las proposiciones atómicas y los hechos básicos?
Analizando una cosa, un ente, podemos saber cuáles son todas las posibles relaciones en que puede
entrar, los hechos posibles de los que puede formar parte, pero no podemos saber cuáles son
verdaderos, para ello tendremos que comprobarlo en la experiencia. Algo deben tener en común la
realidad y el lenguaje. Wittgenstein remite a la estructura lógica: los hechos básicos y las
proposiciones atómicas tienen la misma estructura lógica, es su teoría isomórfica de la verdad. El
significado de una proposición compleja depende de las proposiciones atómicas que la componen,
igual que su verdad o falsedad. El lenguaje es una figura del mundo, un mapa que sirve para
representarnos la realidad.

2.3.3.- El lenguaje como uso (perspectiva pragmática).

En sus Investigaciones filosóficas, obra póstuma (se publica en 1953, dos años después de su
muerte), Wittgenstein abandona la perspectiva semántica del Tractatus y la sustituye por una
perspectiva pragmática. La reducción del lenguaje a su función representativa es el mayor error de su
primera obra: con el lenguaje se hacen muchas más cosas que representar la realidad. La pregunta
por el significado de términos y expresiones se desplaza hacia la pregunta por el uso que hacen los
hablantes de esos términos o expresiones. El lenguaje lo podemos usar para describir cómo es el
mundo, pero también para saludar, suplicar, contar chistes, dilucidar cuestiones metafísicas o
matemáticas, camelar,…

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Estas actividades se denominan juegos de lenguaje y no tienen una esencia común, sólo
comparten cierto parecido familiar: cada juego de lenguaje sigue sus propias reglas. El lenguaje lo
usamos como una caja de herramientas, que empleamos en función de las circunstancias. El
significado de las palabras depende, pues, de su uso.

3.- TEORÍAS DE LA VERDAD.

¿Qué queremos significar cuando usamos el término “verdad”? Lo usamos bien para
referirnos a las cosas mismas, bien al conocimiento o los enunciados.

Referido a las cosas mismas, el término “verdad” puede tener dos sentidos: en primer lugar,
puede significar que algo es real, que existe realmente, que no es un ser imaginario, sino un ser que
interactúa con su entorno; en segundo lugar, significa autenticidad, frente a las imitaciones, las
copias o las falsificaciones.

Cuando predicamos la verdad del conocimiento o del lenguaje, nos encontramos con diversas
tesis filosóficas acerca de su significado. Comenzaremos con las teorías tradicionales y añadiremos
algunas propuestas surgidas en los siglos XIX y XX.

3.1.- La verdad como correspondencia.

La verdad es aquí una propiedad de las proposiciones, que son el sentido de los enunciados,
lo que estos significan; las proposiciones son, pues, contenidos mentales, representaciones mentales
de la realidad. La verdad consistirá en la adecuación entre las proposiciones y la realidad a la que
refieren.

Aristóteles fue el primero en definir esta teoría de la verdad: “decir de lo que no es que es o
de lo que es que no es, es lo falso; decir de lo que no es que no es o de lo que es que es, es lo
verdadero”. Esta teoría presupone que:

- Existe una realidad exterior al pensamiento (extramental).

- La verdad consiste en la conformidad entre pensamiento y realidad.

- El conocimiento racional es una representación de los hechos y procesos de la realidad.

El problema de esta teoría es determinar en qué consiste la adecuación entre el pensamiento y


la realidad. Un intento de clarificar tal adecuación es la mencionada teoría isomórfica de la verdad de
Wittgenstein: una proposición será verdadera si y sólo si posee la misma estructura lógica que la
realidad, i. e., si los nombres que aparecen en el enunciado designan los objetos de la realidad y si
son las mismas las relaciones expresadas y las que se establecen entre los objetos de la realidad.

3.2.- La verdad como coherencia.

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Aquí, la verdad de un enunciado no depende de su
adecuación con la realidad, sino de su coherencia interna y con el resto de enunciados del sistema,
considerados como verdaderos. Esta verdad es propia de las ciencias formales, lógica y matemáticas,
cuyos enunciados no se refieren a la realidad sensible (aunque se aplican a ella), sino que depende de
unos primeros principios o axiomas, definiciones y de las reglas de formación y de transformación.
También es característica del racionalismo y el idealismo, que no parten de la realidad dada por los
sentidos, sino de mis representaciones mentales, cuya referencia a una realidad extramental, no está
demostrada desde un principio, por tanto no pueden atenerse a la verdad como correspondencia.

3.3.- La verdad como perspectiva.

La realidad se presenta en múltiples facetas, que pueden ser captadas desde distintos puntos
de vista, los cuales ofrecen, cada uno, una perspectiva única e irrepetible de la realidad. La realidad,
pues, no se puede captar en su totalidad desde ninguna perspectiva privilegiada.

Friedrich Nietzsche (1844-1900) sostenía que la realidad única es la vida, que se manifiesta
en innumerables individuos y que se percibe a través de los sentidos. La vida es “voluntad de poder”,
querer mantenerse en el ser y, sobre todo, querer ser más, extender su poder a costa de lo que la
rodea. Así, los conceptos, las palabras, son metáforas usadas para referirnos a nuestras vivencias de
la realidad. Se usan para satisfacer la necesidad humana de dominar el mundo, de imponer un orden a
las cosas para dominarlas con mayor eficacia. Las necesidades individuales, históricas (época),
culturales, determinan nuestra interpretación de la realidad y se manifiestan en múltiples
perspectivas. En ocasiones una perspectiva se impone a las demás y se presenta como la única
verdadera durante un tiempo. Mas toda perspectiva es un modo de encubrir la realidad para
conseguir mis propósitos.

También José Ortega y Gasset propuso una teoría perspectiva de la verdad, aunque una perspectiva
definida por las circunstancias en que está inmerso cada individuo y por ese mismo individuo (“Yo
soy yo y mi circunstancia”). La perspectiva vital o visión singular de la realidad nos permite conocer
fielmente la realidad, la parte de la realidad que recoge dicha perspectiva. En este sentido, no hay
unas perspectivas más verdaderas que otras, todas representan una faceta de la realidad, por lo que
hay que considerarlas como complementarias: sólo la suma de todas las perspectivas puede pretender
ser la verdad absoluta; esa suma sólo está al alcance de Dios. Ortega se mantiene alejado tanto del
relativismo, pues la verdad no depende solamente del sujeto y su circunstancia, sino también de la
realidad y su modo de mostrarse en facetas, como del racionalismo, en tanto que la razón no
constituye una perspectiva privilegiada desde la que se pueda alcanzar la verdad absoluta y eterna.

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3.4.- La teoría pragmática de la verdad.

Surgida en Norteamérica, en autores como Charles S. Peirce y John Dewey, relaciona el tema
de la verdad con la utilidad o eficacia. Según esta teoría, el conocimiento será verdadero si se derivan
de él aplicaciones prácticas, técnicas o vitales que pensamos que mejorarán nuestra vida, aunque no
podamos averiguar si esos conocimientos se adecuan a la realidad. Son las consecuencias que
producen efectos las que sirven de criterio de verdad.

ACTIVIDADES.

1.- Explique las diferencias entre el conocimiento sensible y el racional. (0,5)

2.- Comparar los siguientes textos: (Actividad voluntaria). (0,5)

“Miro, por ejemplo un pino, un sauce y un tilo; comparando primero estos diferentes objetos
entre sí, observo que se diferencian unos de otros con relación al tronco, las ramas y hasta las hojas,
etc., pero si no fijo luego la atención más que en lo que tienen de común, el tronco, las ramas y hasta
las hojas, y hago abstracción de su tamaño, de su figura, etc., formo entonces la noción (concepto)
‘árbol’.

Kant, I.- o.c., 1, 6

“Un niño llamará ‘árbol’, imitándonos, al primer árbol que le mostremos, y para él será el
nombre de un individuo. Sin embargo, si se le enseña otro árbol no se le ocurrirá preguntar su
nombre, le llamará ‘árbol’ también, y hará un nombre común a dos individuos, igualmente con tres,
con cuatro, y, finalmente, lo extenderá a todas las plantas que le parezcan tener alguna semejanza con
los primeros árboles que vio. Incluso lo hará tan general que llamará ‘árbol’ a todo lo que nosotros
llamamos ‘planta’. Naturalmente, se inclina a generalizar porque le es más cómodo servirse de un
nombre que él ya conoce que aprender uno nuevo. Así pues generaliza sin haber formado el
propósito de hacerlo y sin saber que generaliza. Así es como una idea individual se convierte en
general: con frecuencia incluso se generaliza demasiado. Y esto ocurre siempre que confundimos
cosas que hubiese sido necesario distinguir”

Condillac.- Lógica, 1, 4

Comentario de texto: (1 punto).

“(…) hay un largo viaje desde el niño que dibuja dos ojos en un perfil hasta el físico que
habla de electrones y protones, pero a lo largo de ese viaje hay una afinidad constante: eliminar la

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subjetividad de la sensación y sustituirla por una especie de conocimiento que pueda ser el mismo
para todos los que lo perciban. Gradualmente va aumentando la distancia entre lo que sentimos y lo
que creemos objetivo. El perfil con dos ojos dibujados por el niño es aún muy semejante a lo que ve,
pero los electrones y protones tienen sólo un remoto parecido de estructura lógica. No obstante,
electrones y protones tienen el mérito de que pueden ser lo que realmente existe donde no hay
órganos de los sentidos, mientras que nuestros datos visuales inmediatos, debido a su subjetivismo,
casi seguro que no son lo que ocurre en los objetos que se dice que <<vemos>>.

Considerando las razones para creer cualquier aserción empírica, no podemos escapar de la
percepción, con todas sus limitaciones personales. Hasta qué punto la información que obtenemos de
esta turbia fuente puede ser purificada en el filtro del método científico (…) es una cuestión difícil.
Pero hay algo obvio desde el principio: sólo en cuanto el dato inicial de la percepción es digno de
crédito puede existir una razón para aceptar el vasto edificio de inferencia que se basa sobre aquél.

Bertrand Russell.- Human knowledge, parte 1ª, cap. 1

1.- Identifique las ideas que aparecen en el texto, destacando la idea principal.

2.- Explique las ideas identificadas en la pregunta anterior.

3.- Relacione el texto con el tema, preferentemente con una postura diferente.

VOCABULARIO: relativismo; escepticismo; dualismo; racionalismo; regla de la evidencia;


duda metódica; solipsismo; ideas innatas; ideas facticias; ideas adventicias; empirismo; fenómeno
(Kant); juicio; a priori; juicios sintéticos a priori; noúmeno; signo; significante; significado; señales;
símbolos; relativismo lingüístico; gramática generativa; universales lingüísticos; enfoque sincrónico,
enfoque diacrónico; lengua (Saussure); habla (Saussure); atomismo lógico; teoría isomórfica de la
verdad; juegos de lenguaje.

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