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ORGANIZACIÓN EMPRESARIAL
Por otro lado, se encuentran los empleados, quienes se sienten cautivados por el
concepto por razones similares. Además, hay que resaltar que se pueden sentir
estimulados por los cambios políticos que apuntan hacia un mayor individualismo,
y en sí a la valoración del rendimiento particular de cada persona.
Para muchos el progreso real se consigue por medio de la innovación, sin tener en
cuenta en qué sector o en qué parte de la cadena de mando se está hablando,
bien puede ser el administrativo que desarrolla un sistema mejor para generar las
facturas, o el director de marketing que crea una nueva marca. La innovación y la
creatividad surgen cuando los empleados tienen la libertad de pensar y correr
riesgos, lo que es consecuencia directa del Empowerment (Wilson, 1996).
Para algunos autores, el Empowerment también conlleva introducir el poder y la
toma de decisiones hasta los niveles inferiores de la organización. Esto permite
mejorar la relación con los clientes y acelerar la resolución de las quejas que estos
pudieran tener.
Los empleados que trabajan de cara al público deben tomar sus propias
decisiones sin necesidad de buscar apoyo en la Dirección. Esto es algo que se
aplica tanto a clientes internos como externos (García, 2012).
que conocen a fondo, y crean mejoras al tiempo que consiguen que sus trabajos
sean más agradables (Wilson, 1996).
Las organizaciones del siglo XXI tienen que trabajar en un entorno mucho más
complicado. El mercado demanda una línea de productos más diversificada, y
estos tienen que tener un ciclo de vida más corto. Estos factores requirieren unos
sistemas y procedimientos de dirección eficientes que atiendan las necesidades
del cliente.
Las organizaciones tienen también que ser más flexibles para cumplir con las
diferentes prioridades que conllevarán esos cambios. Todos los empleados deben
tener un conjunto más amplio de habilidades, para que puedan pasar rápidamente
de una tarea a otra. Estas nuevas demandas en el mercado y la tecnología, cada
vez más avanzada, hacen que los trabajadores sean más cualificados y
preparados. Las personas tienen más expectativas y quieren conseguir un trabajo
que les satisfaga y una carrera profesional que valga la pena, por lo que se están
incrementando los salarios y el reconocimiento para igualar las nuevas habilidades
y las expectativas personales.
Para lograr una efectiva implantación del Empowerment en una organización, tal
como ha sido mencionado en el párrafo anterior, es fundamental que los directivos
asuman un cambio en su patrón de conducta, en tal sentido algunos expertos en
la materia recomiendan lo siguiente (Wilson, 1996) y (Jáimez Román & Bretones,
2011):
Bajo este sistema, se supone que los directivos tienen la función de pensar y dirigir
mientras que a los trabajadores se les paga por trabajar. Se evalúa o se
recompensa a los empleados de acuerdo con la medida en que cuadran las reglas
y regulaciones establecidas y los procedimientos de selección de la empresa
están diseñados para escoger a personas con el mismo tipo de actitudes o de
patrones de comportamiento.
Con el tiempo, empleados con las mismas ideas trabajan de acuerdo con las
mismas normas y dependen del orden y de la conformidad de su propia
estabilidad personal.
Es interesante analizar las posibilidades que existen para que cambie la cultura de
una empresa en relación a la dependencia o interdependencia. El primer motivo
podría ser una revolución de un día para otro, donde la empresa sea absorbida
por un grupo poderoso y el personal se ve obligado a abandonar todo lo que ha
conocido en favor de la nueva ideología y prácticas.
ORGANIZACIÓN EMPRESARIAL
Los conflictos laborales son definidos por Marinés Suárez, autora de Mediación.
Conducción de disputas, comunicación y técnicas, como “una incompatibilidad
entre conductas, percepciones, objetivos, y/o afectos entre individuos y grupos
que definen sus metas como mutuamente incompatibles”.
Sin embargo, en la actualidad, los directivos han comprendido que los diferentes
tipos de conflictos son inevitables, inherentes a la naturaleza humana. De este
modo, con un buen liderazgo, pueden resultar incluso beneficiosos, haciendo
crecer a las personas y la organización.
conflictos tipos
“El conflicto puede seguir pasos destructivos y generar círculos viciosos que
perpetúan las relaciones antagónicas entre las diferentes unidades, pero también
el conflicto trae aspectos positivos, estimula el interés y la curiosidad del cambio
personal, social, ayuda a establecer las identidades tanto personales como
grupales, contribuye a aprender nuevos modos de responder a los problemas y
construye relaciones mejores y duraderas”, explica Carlos Alberto León Garrido en
La gestión del conflicto en las organizaciones complejas.
Como consecuencia, hoy en día, una de las habilidades que todo líder debe
poseer es la de saber cómo resolver los diferentes tipos de conflictos en el trabajo,
ya que la productividad de la empresa se ve afectada tanto positiva como
negativamente por las disputas que en ella se producen.
Forehand y Gilmer (1964) definen un modelo con una clara orientación al impacto
de la arquitectura organizativa (tamaño, estructura y complejidad), junto a otros
como el estilo de liderazgo y la orientación hacia fines concretos, mientras que
Likert (1967), en ese mismas fechas, realiza una singular aportación al conjugar
una interesante amalgama de elementos explicativos del clima laboral: métodos
de mando; naturaleza de las fuerzas de motivación, comunicación, interacción;
toma de decisiones; fijación de objetivos y directrices; procesos de control y todos
aquellos aspectos referidos a la objetivación y perfeccionamiento de resultados.
Moos e Insel (1974) realizan una evaluación del clima auxiliándose de la Work
Environment Scale (WES) —compuesto por 90 items con respuesta dicotómica
verdad / falso— evaluando diferentes dimensiones del clima organizacional. Las
dimensiones de implicación, cohesión y apoyo conforman el factor de relaciones
interpersonales; las dimensiones de autonomía, organización y presión se agrupan
en el factor de autorrealización; y, finalmente, las dimensiones de claridad, control,
innovación y comodidad dan lugar al factor de estabilidad/cambio.
Steers (1977), realiza una nueva apertura de enfoque al concentrar su visión sobre
un conjunto de 10 variables, incluyendo en su caracterización la idea del status
como categoría clave de análisis y que, desde una perspectiva sociológica, es
especialmente relevante. Diez años más tarde de que Litwin y Stringer (1978)
plantearan un modelo explicativo, proponen una nueva versión, poniendo el
acento en nueve dimensiones. Además de la estructura organizativa y el régimen
de conflictos —únicas que siguen considerándose— se menciona la
responsabilidad personal, aspectos remunerativos, desafíos, relaciones sociales,
cooperación, cumplimiento de estándares e identificación con la organización.
Por otro lado, Koys y Decosttis (1991) profundizan en otras variables con un
marcado rango psicológico y que —al menos desde nuestra particular
comprensión— parecen constituirse en un importante catálogo competencial para
la organización: Autonomía, cohesión, confianza, presión, apoyo, reconocimiento,
equidad e innovación. En este sentido, queda abierta una nueva línea de
investigación donde las competencias se ponen al servicio de la explicación del
clima laboral (Olaz, 2009a)
Sería el año siguiente cuando entre la literatura anglosajona se abre paso por
méritos propios el estudio de Alvarez (1992) quien sistematiza el clima laboral a
través de un extenso abanico de categorías: Valores colectivos; posibilidades de
superación y desarrollo; recursos materiales y ambiente físico; retribución material
y moral; estilos de dirección; sentimientos de pertenencia; motivación y
compromiso; resolución de quejas y conflictos; relaciones humanas, relaciones
jefes-subalternos; control y regulaciones; estructura organizativa y diseño del
trabajo.
Anderson y West (1998) en una línea explicativa más sintética —que no por ello
menos relevante— construyen una escala de ítems como resultado de la visión,
seguridad participativa, orientación a la tarea e innovación.
Como puede apreciarse, cada uno de estos 30 modelos explicativos no son sino
expresión del particular modo en el que los diferentes investigadores han puesto el
acento en el siempre legítimo interés de explicar que es el clima laboral.
Esta primera aproximación, se refuerza con la idea de que los procesos de cambio
organizativos deben dirigirse de “arriba hacia abajo”, esto es, desde los más altos
estamentos de la organización hacia los de base, enfatizando en la presencialidad
de los comportamientos y pautas de actuación (Beckhard, 1999) como elementos
claves de análisis y posterior puesta en marcha. Este modelo también puede
considerarse deudor de Campbell (1976) cuando el clima puede entenderse como
causa y efecto del modo en que se comporta la organización, como más tarde se
tendrá oportunidad de comentar.
Ya en otro plano, de índole metodológico, debe hacerse especial mención al
sustrato relacional entre variables como elemento vertebrador de este modelo.
Autores como Escobar (2007) han examinado el comportamiento multivariante en
modelos explicativos de análisis, siempre más flexibles y abiertos a la
interpretación que los meramente causales.
Bibliografía