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Equipo Docente:

Lic. Ana Paula Marques


Lic. Juan Manuel Arnaiz
Lic. Marina Espíndola Moschner

UNIDAD 1

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INTRODUCCIÓN
Hola! Les damos la bienvenida a “Evolución del Pensamiento Directivo”.
En esta primera unidad estaremos haciendo una breve reflexión sobre la importancia del estudio
de la administración y sus actores en perspectiva histórica, ya que nos permitirá ver los aportes de
la materia a la formación profesional.
Luego nos introduciremos en la conceptualización de los actores que nos interesan, estos son: las
organizaciones y los administradores. Nos ocuparemos principalmente de la empresa como
organización y de un tipo de administrador: el empresario. Desarrollaremos estos conceptos porque
es de suma importancia para la comprensión del resto de las unidades temáticas. Al fin y al cabo
la materia trata de explicar los cambios en la administración en perspectiva histórica a partir del
rol de los actores. La cuestión es dilucidar qué actores: ¿el empresario? ¿El gerente? ¿El
funcionario?
Para finalizar presentaremos un cuadro síntesis de los principales contenidos de Evolución del
pensamiento directivo, los cuales serán desarrollados en las próximas unidades a ser dictadas en
este cuatrimestre.
Los temas propuestos para analizar parecen sumamente complejos pero a la vez interesantes en el
sentido de que nos permitirá una mejor comprensión de ciertos fenómenos que suceden dentro y
fuera de la organización.
Comencemos!

OBJETIVOS
- Que los estudiantes establezcan un bagaje teórico de conceptos claves para la comprensión
de las temáticas propuestas en el programa.
- Que los estudiantes identifiquen el aporte de los diferentes enfoques teóricos al estudio de la
empresa y el empresario.

I. LA IMPORTANCIA DEL ESTUDIO DE LA HISTORIA EN ADMINISTRACIÓN


Mucho se ha debatido en relación al estudio de la historia en administración. Sobre ello debemos
señalar que llevar este cometido es de suma importancia para los administradores del presente y
futuro. El estudio de la historia de la administración proporciona un contexto, de esta forma
lograremos entender no sólo lo que el pensamiento en la administración fue y es, sino también
explicar el porqué de su desarrollo. Como señala Daniel Wren: las ideas sobre la administración
están influenciadas por el mundo en el que viven y trabajan los pensadores (Witzel, 2015). Así

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podemos entender a la administración como una historia de desafío por parte del ambiente y
respuesta por parte de los pensadores y practicantes.
Una de las paradojas de la administración es la necesidad de enfocarse tanto en la continuidad como en el
cambio. Al negar el cambio en favor de la continuidad, corremos el riesgo de caer bajo las manos m u ert as
de la tradición y el estancamiento; no obstante, enfocarnos solo en el cambio y descartar la continuidad
trae el mismo riesgo de una constante y destructiva reinvención de la rueda (Witzel, 2015, p. 15).

Asimismo, nos han enseñado que el objeto de estudio de la administración son las organizaciones
y que éstas son sistemas abiertos, interactúan permanentemente con la sociedad donde se
encuentran. “La forma en que se manejan esas organizaciones es un reflejo directo de las fuerzas
sociales que ejercen su influencia en la organización” (Witzel, 2015, p. 17).
Tal cual lo enseñaran algunos autores, la administración es una actividad social. Las
organizaciones también son formas sociales lo cual, tiene variadas consecuencias:
1) Las corporaciones evolucionan y se adaptan con el tiempo: internamente, por la influencia
de su contenido, la actividad social que ejercen; y externamente, por la influencia de otras
formas y actividades sociales. Las formas sociales tienen una relación directa con su
ambiente y pueden experimentar cambios a través del vínculo con otras formas.
2) Existe una unión directa entre forma y función social: son interdependientes. “La falta de
adaptación de cualquiera de estas a las otras debe resultar en modificaciones en una o la
otra o en todas estas” (Davis en Witzel, 2015, p. 120).

La adaptación es un proceso histórico. “Las formas y las funciones corporativas y el ambiente que
las influencia son todas productos del tiempo… Cada época histórica desarrolla las
corporaciones que se ciñen a las necesidades particulares de sus formas sociales” (ídem
anterior). A su vez, cada época desecha las organizaciones que ya no parecen contribuir de forma
alguna a la sociedad.
Otro punto interesante para la reflexión es que el abordaje de la administración demanda del
reconocimiento como saber interdisciplinario. Como señala Pérez Gómez (2005, p. 161):
[…] el ejercicio profesional lleva implícito el análisis multivariado, afectando tanto el entorno como el
interior de las organizaciones empresariales, sin dejar de lado el acontecer histórico… La formación del
administrador debe incluir las diversas ramas del saber que integran la disciplina, con el fin de consolidar
su acción mediante diagnósticos, análisis y propuestas de carácter interdisciplinar, para cumplir el papel
histórico que le corresponde ejercer en la sociedad.

Entonces, la formación del administrador no debe limitarse al razonamiento según fórmulas hechas.
El nuevo paradigma gerencial con el que se irá sustituyendo el modelo tradicional incluye: el desarrollo d e
las capacidades para gerenciar complejidad, la construcción de

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organizaciones flexibles y la movilización de las capacidades participativas del personal [...] El gerente
debe dejar de leer la realidad desde un punto de vista único, debe acostumbrarse a pensar proyectando
mentalmente varios escenarios posibles y simultáneos (Pérez Gómez, 2005, p. 163).

En definitiva, el estudio de la administración debe ser interdisciplinario incorporando las


potencialidades de otros campos del saber de forma tal que los administradores sean capaces de
dirigir en la complejidad con rápida respuesta a los cambios en el entorno cumpliendo el papel
histórico que la sociedad le demanda.

II. ORGANIZACIONES, DIRECTIVOS Y EMPRESARIOS


Las organizaciones y el directivo
Como sabemos, nuestro campo de ejercicio profesional está dado dentro de las organizaciones. En
párrafos anteriores hemos mencionado a las organizaciones como formas sociales. Retomaremos
esta cuestión con el concepto de Jorge Etkin (2000) que dice:
La idea de organización refiere a un conjunto social con formas, normas y pautas de relación que le dan
continuidad a sus procesos y le permiten mantenerse y crecer en su contexto. Miradas desde afuera, las
organizaciones se crean en relación con un producto o servicio que la sociedad requiere, y esa es su
justificación… la organización también construye su realidad interna y es agente de cambio en su
contexto (p. 4).

A su vez el mismo autor sostiene que los miembros de las organizaciones se caracterizan por:
a) guiarse por pautas, normas y procedimientos que se establecen formalmente,
b) desempeñar funciones y ocupar posiciones que previamente fueron definidas en una
estructura oficial,
c) reconocer a ciertos miembros autoridad legítima para instruir y fijar criterios,
d) formar parte de una red de comunicaciones por la cual intercambian datos e
información sobre normas, actividades y resultados,
e) interactuar e influir en sus grupos de trabajo,
f) tomar decisiones racionales en el sentido de que se orientan por propósitos
compartidos,
g) intercambiar recursos y capacidades con su medio ambiente (Etkin, 2000).

Una de las clasificaciones más comunes de las organizaciones es si persiguen fines de lucro o no.
El ejemplo más común de las organizaciones con fines de lucro es la empresa y un tipo de las que
no lo hacen es la escuela pública. En todos los casos las organizaciones necesitan de personas que
las administren en términos de eficacia y eficiencia. Es aquí donde aparece el otro actor que ejerce
la función administrativa: el administrador o directivo. Como señala Chiavenato: “En función

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de los aspectos exclusivos de cada organización, el administrador define estrategias, diagnostica
situaciones, mide los recursos, planea su integración, soluciona problemas y genera innovaciones
y competitividad”(2000, p. 2). Así como existen organizaciones únicas, también existe
heterogeneidad de administradores y pueden ser “exitosos” en determinadas organizaciones y en
otras no.
La conjunción de habilidades y competencias permiten al administrador ser efectivo en su gestión.
Si bien existen múltiples organizaciones que van desde el club de barrio, centros de salud,
hospitales, dependencias estatales, etc., en esta unidad nos ocuparemos de las organizaciones con
fines de lucro, es decir: las empresas. Dentro de ellas nos interesa introducirnos en la figura del
empresario que puede o no, según el concepto que se aplique, ser el administrador.

III. LA ORGANIZACIÓN EMPRESA


Como hemos dicho la empresa es un tipo de organización con fines de lucro. Su definición ha
variado a lo largo del tiempo según diversas teorías que han estudiado a la empresa como unidad
de análisis histórico y económico fundamental para el desarrollo del capitalismo. En este sentido,
veremos como la evolución de este tipo de organización ha marcado el desarrollo de la
administración hasta nuestros días. A continuación describiremos las principales características de
la empresa según algunas de las teorías más utilizadas en nuestra carrera.

a) Enfoque neoclásico tradicional


Este enfoque analiza a la empresa como una caja negra, no se sabe que pasa dentro de ella. Se la
entiende como una función de producción adaptándose mecánicamente a su entorno. Se combinan
diversos factores productivos para producir cantidades determinadas a precios también
determinados. En el análisis neoclásico tradicional se supone que existe competencia perfecta,
información completa y el producto que se ofrece es homogéneo. Todos los agentes son
perfectamente racionales en el sentido de que buscan siempre la maximización de beneficios. Al
mismo tiempo, se interpreta al mercado como asignador eficiente de recursos. Esta teoría presenta
muchas limitaciones, entre ellas:
• Se asume que hay una cooperación fluida y ausencia de conflictos entre todos los que
forman parte de ella (como podría ser entre propietarios, gerentes, trabajadores).
• Falta de realismo, el análisis del interior de la empresa casi no existe y no le interesa
entender al respecto.
• No puede explicar las estructuras organizativas (relaciones jerárquicas, de
comunicación, entre otras), fronteras (procesos de integración horizontal y/o vertical)
o tamaño de la empresa.
• No explica procesos de cambio tecnológico y organizativo.

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Todas estas limitaciones nos revelan la consideración extremadamente autómata que se aleja de lo
que sucede en el día a día de cada empresa. A pesar de ello, el enfoque neoclásico tradicional
sigue siendo utilizado en el análisis económico de la empresa en casi todas las carreras relacionadas
con las ciencias económicas.

b) Enfoque conductista
El premio Nobel de Economía de 1978 Herbert Simon explicó en su célebre obra
“Comportamiento administrativo” (1947) el concepto de racionalidad aproximada o limitada en
oposición a la racionalidad perfecta que proponían los autores neoclásicos. La racionalidad
limitada explicada por Simon fue fundamental para explicar el proceso de toma de decisiones en
organizaciones tales como la empresa, donde las dificultades para tener información completa y
actuar en contextos inciertos llevan a buscar decisiones satisfactorias. En este caso, se propone
sustituir el principio de maximización (presente en el enfoque neoclásico) por el principio de
satisfacción. Hay dos tipos de razones que justifican este principio, la primera es de naturaleza
puramente cognitiva y se refiere a las características del individuo: que tiene limitaciones en el
acceso a información y sus capacidades de cálculo frente a situaciones reales complejas le resulta
imposible aplicar procedimientos de maximización. La segunda razón se refiere a las
características de la organización, la búsqueda de un resultado satisfactorio es la única forma en
que se genera un compromiso entre los miembros de la organización y los orienta hacia el consenso
(Coriat y Weinstein, 2011). El enfoque de Simon lleva a considerar a la empresa como una
organización que puede analizar comportamientos internos, interacciones y relaciones entre fines
individuales y fines de la organización.
Posterior al análisis de Simon, Cyert y March (1963) retomaron la cuestión definiendo a la empresa
como “una organización, una coalición de individuos y grupos con objetivos e intereses a menudo
contradictorios, una organización que es adaptable y que aprende de la experiencia” (Valdaliso
y López, 2009, p. 34). En el libro “La teoría del comportamiento de la empresa” Cyert y March se
destacan por tres puntos principales:
• La empresa es una organización compleja: ya que al interior de la organización existen
grupos diversos o individuos concentrados en divisiones o departamentos con objetivos
propios y actúan en defensa de sus intereses y refuerzo de poder y prestigio. La empresa
“aparece como una coalición de grupos cuyo destino es común pero que maniobran
cada uno por cuenta propia” (Coriat y Weinstein, 2011, p. 35).
• La empresa es el lugar de los procesos de toma de decisión y de aprendizaje
colectivo: se enfoca en la forma en que se toman las decisiones. En este sentido, los
autores destacan que el objetivo general de la empresa debe ser expresado a través de
sub-objetivos, en un juego dinámico en que los arbitrajes nunca son definitivos y sufren
la presión de distintos grupos de interés en el interior de la organización. Esta última
termina convirtiéndose en un lugar para la negociación constante donde se distribuyen
recompensas monetarias y no monetarias.

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La otra cuestión que Cyert y March destacan dentro de este punto es la del aprendizaje
colectivo. De esta forma resaltan que las rutinas y los procedimientos organizacionales
influyen en el proceso de toma de decisiones.
• En el funcionamiento de la empresa está presente el sesgo gerencial y un presupuesto
discrecional: ¿qué significa esto? Lo que señalan los autores es que para que se
mantenga la cohesión de los grupos que conforman la empresa es fundamental el rol de
los directivos utilizando lo que denominan presupuesto discrecional. Este último es
utilizado por los directivos para conducir las negociaciones internas y hacer aceptar los
objetivos que finalmente se fija la empresa.

c) La empresa y los costos de transacción


El origen de la teoría de los costos de transacción lo podemos encontrar en la publicación de un
artículo de Ronald Coase en 1937. En el mismo se dice que la actividad económica es un conjunto
de transacciones que puede organizarse a través del mercado (por el sistema de precios) o bien de
las empresas. Estas últimas deben su existencia a que hay un costo asociado al uso del sistema de
precios, un costo de transacción. En la década del setenta Oliver Williamson, también Premio
Nobel de Economía, retoma los aportes de Coase e intenta operativizar la cuestión. A propósito
Williamson introduce dos supuestos, el primero es el de la racionalidad limitada de los agentes
(desarrollado en el punto anterior), y el segundo es el del oportunismo, es decir no necesariamente
los agentes respetan sus compromisos o promesas. En otras palabras, los agentes tienen la
posibilidad de sacar provecho de nuevas situaciones durante el desarrollo de un contrato (López,
2006). La racionalidad limitada y el oportunismo aumentan los costos de transacción. Las
instituciones propias del capitalismo deben buscar reducir este tipo de costos. Al mismo tiempo,
en los mercados los costos de transacción pueden ser de tres tipos: 1) los costos de información,
aquellos que implican identificar y poner en contacto las partes que intervienen en la transacción,
2) los costos de negociación, los que tratan sobre negociar y redactar los contratos y 3) los costos
de garantía, aquellos que implican vigilar el cumplimiento de contratos. Dentro de la empresa, los
costos de transacción se refieren a los costos de transmitir la información y de vigilar el
cumplimiento. En esta teoría las transacciones difieren en algunas cuestiones:
• La especificidad de los activos empleados: hace referencia al grado en que un activo
pueda utilizarse para usos alternativos (productos y clientes) sin que se sacrifique su
valor productivo. En el enfoque neoclásico tradicional la identidad de las partes que
contratan es irrelevante. Sin embargo cuando hay inversiones no triviales en activos
específicos durables, la identidad de las partes que contratan se vuelve crucial, ya que en
este caso ambas son “bilateralmente dependientes”.
• La incertidumbre: en función de la racionalidad limitada, información asimétrica,
oportunismo de las partes que intervienen y la complejidad de la transacción.

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• La frecuencia y duración de las transacciones: si es elevada los incentivos para realizar
inversiones en activos específicos son mayores.
Dentro de la teoría de los costos de transacción encontramos que la empresa es una estructura de
gobierno, como lo es también el mercado y otras alternativas heterogéneas de contratación.
Seleccionar a la empresa para transacciones frecuentes es la alternativa menos costosa cuando
están involucrados activos muy específicos. De otra forma, el mercado sería la alternativa más
eficiente para las transacciones ocasionales donde se utilizan activos no específicos.
A partir de este enfoque, asimismo, es posible proponer una nueva mirada al comportamiento empresario.
En particular, la idea es que la firma, en ciertas circunstancias, “internaliza” transacciones que podrían ser
llevadas adelante por mecanismos contractuales o de mercado –por ejemplo, estrategias de integración
vertical–
. […] algunas estrategias empresarias que podrían ser objetadas desde el punto de vista tradicional de la
teoría de la defensa de la competencia, encuentran una justificación en términos de eficiencia
microeconómica en el enfoque de costos de transacción–. (López, 2006, p. 14)

A pesar de los avances de la teoría de los costos de transacción, ésta también ha sido objeto de
críticas entre ellas se encuentran:
• No solamente existen costos de transacción sino también de producción, no es fácil
sustituir entre empresa y mercado porque no todas las firmas pueden producir bienes y
servicios igual de bien.
• No se tiene en cuenta otras formas organizativas como por ejemplo los consorcios.
• Sigue siendo una teoría estática, no tiene en cuenta los cambios tecnológicos ni los
aprendizajes de las empresas y los mercados.

d) La empresa como nexo de contratos


En este enfoque se asume que la información no es un bien libre, tiene un costo y el acceso a ella
no es igual para todos los individuos. Lo mencionado anteriormente, junto con el supuesto del
oportunismo de los agentes económicos, sostiene la teoría de la agencia. Fama y Jensen sostienen
que la separación entre propietarios y directivos plantea el problema de que los primeros (principal)
están en condiciones de establecer objetivos a cumplir por los segundos (agentes), no obstante no
tienen toda la información necesaria para relacionar exactamente las decisiones del agente con los
resultados obtenidos. Así se conforma la relación de agencia que conlleva algunos costos: los de
control por parte del principal, los de garantía de fidelidad por parte del agente y la pérdida residual
del principal.
La teoría de la agencia considera a la empresa como una ficción legal que establece el marco de
relaciones contractuales entre individuos.

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En otras palabras, la empresa puede ser definida como un nexo de contratos bilaterales entre el agente
central y cada uno de los propietarios de insumos. La empresa suplanta la contratación multilateral del
mercado por un conjunto de contratos bilaterales, de los cuales es el nexo común, planteándose como
objetivo la reducción de los costes de agencia inherentes a los mismos (Valdaliso y López, 2009, p. 38).

e) El enfoque evolucionista
Los que han avanzado en esta teoría fueron Nelson y Winter (1974, 1982). Al respecto, se utiliza
la analogía con la biología para analizar el funcionamiento de la empresa. Valdaliso y López (2009)
destacan que las empresas tienen rutinas organizativas que se obtienen con el aprendizaje y
aumentan con la experiencia, de ahí que sean difícilmente transferibles. Las rutinas más los
recursos (humanos y materiales) más la habilidad en el empleo de tecnología forman la
competencia de una empresa. Al respecto se establecen cuatro tipos de competencias: asignadoras
(qué y cómo producir), tecnológicas (capital humano y físico, innovación y desarrollo),
transaccionales (producir o comprar) y administrativas. Las competencias se construyen dentro de
la empresa, no se pueden imitar ni comprar en el mercado, por lo que se asume existe
heterogeneidad empresarial.
Se habla de también de una coherencia en las actividades de la empresa cuyos factores explicativos
se encuentran en:
• El aprendizaje, que se incorpora en las rutinas y competencias, que tan intensas sean
y hacia donde se orientan dependen principalmente de las oportunidades tecnológicas
de la empresa.
• La trayectoria de la dependencia o, más bien, path-dependency. Esto implica que la
historia previa de la empresa importa, ya que, frente a un cambio en el entorno o
estrategias de crecimiento en el futuro u otra situación, “las decisiones empresarias
tienen un fuerte componente inercial, en tanto que la incorporación de nuevas
competencias y capacidades supone un proceso de aprendizaje que no es instantáneo”
(López, 2006, p. 17).
• Los activos complementarios, como por ejemplo los sistemas de distribución.
• La trayectoria tecnológica del sector donde opera la empresa y las oportunidades
tecnológicas.
• La selección, es el ambiente donde se desenvuelven los agentes, la competencia en el
mercado. La selección opera sobre las empresas, las rutinas, las tecnologías, etc.
modificando temporalmente la variedad en el sistema ya que se seleccionan los agentes,
conductas, etc. que mejor se adaptan al ambiente.

Según López (2006) el enfoque evolucionista ayuda a:

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…por un lado, a “deshomogeneizar” a la firma, haciendo hincapié en la diversidad del
comportamiento empresario y, por otro, a colocar en primer plano el papel de la empresa en los
procesos de innovación en un contexto de racionalidad limitada e incertidumbre. A su vez,
contribuye a una comprensión más abarcativa de las complejas relaciones entre mercados, marco
institucional y desempeño empresario, enfatizando la necesidad de analizar en cada caso
concreto el funcionamiento de los mecanismos selectivos y el tipo de conducta empresaria que
ellos premian y/o castigan (p. 18).

No obstante, la teoría evolucionista tiene sus limitaciones explicitadas principalmente por Coriat
y Weinstein (2011). Entre ellas se encuentra la ausencia en el análisis de las contradicciones que
pudieran existir entre los intereses de directivos y accionistas. Asimismo, no se tiene en cuenta las
nociones de control y mando involucradas en las rutinas. Es decir, así como existen conflictos de
intereses entre directivos y accionistas, también existen entre estos últimos y los asalariados. Coriat
y Weinstein dicen que las rutinas esenciales resultan de imposiciones.

f) La empresa como recipiente de recursos y capacidades


Esta teoría se enfoca en la empresa teniendo en cuenta el sector industrial en el que opera. “Su
objetivo principal es analizar la ventaja competitiva de las empresas, cómo se obtiene y se
consigue mantener a lo largo del tiempo, derivando de ese análisis implicaciones para la dirección
estratégica de la empresa” (Valdaliso y López, 2009, p. 48).
Es importante señalar que para esta teoría la competitividad de la empresa no depende del poder
que tenga en el mercado. Tampoco la propiedad de los recursos implica competitividad, sino la
calidad y la utilización de los recursos tangibles e intangibles que la empresa puede controlar. Al
mismo tiempo, la empresa desarrolla una capacidad de aprendizaje que le permite perfeccionar
una inteligencia competitiva para renovar, de forma constante, su cartera de competencias. El
aprendizaje continuo otorga más condiciones para hacer un uso diferencial de la información
obtenida y de los recursos y capacidades que posee la empresa, a ello se denomina capacidades
organizativas.

IV. EL EMPRESARIO Y LA FUNCIÓN EMPRESARIAL


Ahora bien ¿por qué nos interesa la figura del empresario? ¿Es igual a la figura del
directivo/administrador? ¿Cuál es su rol dentro de la organización empresarial? ¿Qué papel juegan
para alcanzar el desarrollo económico en el país? Son algunos interrogantes que intentaremos
responder.
La función empresarial y su retribución ha sido objeto de debate a lo largo de siglos. Uno de los
primeros en estudiar la cuestión fue el economista francés Richard Cantillon (1680-1734) que

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consideró al empresario como tomador de riesgos estableciendo como aquel que compra a precios
ciertos y vende a precios inciertos. De esta diferencia se produciría el beneficio. El que también
fuera economista francés Jean Baptiste Say (1767-1832) avanza en la diferenciación entre el
beneficio empresarial y el interés sobre el capital invertido. Para Say el beneficio empresarial es
una compensación por la asunción de riesgo además de establecer al empresario como responsable
de la dirección y control de la empresa y al capitalista como proveedor de capital.
Economistas clásicos como Adam Smith (1723-1790) ven al beneficio empresarial como la
retribución por el capital invertido. Décadas más tarde será Alfred Marshall (1842-1924) el que
reconozca la capacidad organizadora en los negocios como factor productivo. La oferta de este
factor incluye: capital, poder organizativo para administrar y capacidad organizadora para
combinar los insumos. Se sintetizan en la figura del empresario caracteres y retribuciones propias
del capitalista y de trabajador cualificado (gerente).
También existe y existieron visiones negativas sobre el rol de este actor como la del estadounidense
Thorstein Veblen (1857-1929) que dice que el empresario busca acumular capital a nivel
individual. Considera que los beneficios empresariales se originan en crisis y desequilibrios de la
economía capitalista, por ende el empresario busca hacer de las crisis fenómenos amplios y
frecuentes. Dentro de la corriente marxista se encuentra Stephen Marglin para quien la función
empresarial se basa simplemente en su capacidad de explotación de los trabajadores.
La visión heroica sobre los empresarios podemos encontrarla por ejemplo en las obras de Frank
Knight (1885-1972) quien señala que existe sólo un conocimiento imperfecto en el ámbito de la
vida económica. Debe haber alguien que pueda enfrentar la incertidumbre tomando decisiones
cuyos resultados son imprevisibles. Allí surge la figura del empresario, cuya función es análoga a
la del cerebro en la vida orgánica. Como a priori no se pueden valuar las decisiones empresariales,
el empresario se queda con las ganancias o pérdidas una vez que se hayan remunerado al resto de
los agentes que operan en la empresa.
Será Joseph Schumpeter (1883-1950) el que ensalzará al empresario y su rol en el desarrollo
capitalista. Es este agente de la innovación el que lleva adelante “nuevas combinaciones” – ya sea
nuevos productos, procesos, mercados, materias primas- y que tiene un comportamiento que se
caracteriza por la “construcción creativa”.
En particular, Schumpeter enfatiza que el arreglo social capitalista es insuperable en cuanto sistema que
motiva a individuos con “mentes brillantes” a dedicarse a los negocios gracias a la promesa de obtener
retornos económicos –pero también “morales”– muy elevados. La eficacia del capitalismo residiría en q u e
la pertenencia a la clase dominante, la burguesía, se obtiene por el éxito económico, el cual, a su vez,
depende de la capacidaddel empresario para innovar y superar a sus competidores (López, 2006, p. 18).

El hecho de relacionar actividad empresarial con innovación fue el punto fuerte del enfoque
schumpeteriano, vinculando ambos factores como mecanismos de cambio económico. Sin
embargo, este enfoque dejó fuera de análisis la aversión al riesgo y el marco institucional en el que

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tienen lugar las funciones empresariales innovadoras considerando a éstas innatas a pocos
individuos.
Como se desprende de los párrafos anteriores no necesariamente empresario y directivo coinciden
en la misma persona, según la mayoría de los autores la diferencia está en la propiedad del capital
y la gestión de la empresa. Existen otros autores como Boltansky y Chiapello (2010) que incluyen
en la categoría de capitalistas a los directivos asalariados ya que asumen como propia la exigencia
de maximizar beneficios.
A los fines de la comprensión de esta materia haremos la diferencia entre la persona que dispone
el capital y asume el riesgo por la inversión como empresario, y aquel que gestiona los recursos
tangibles e intangibles sin relación con la propiedad del capital como directivo o gerente. En
relación a este último destacamos que trabaja en función de los intereses del capital. Sin embargo
señalamos, que ambas características, la del capitalista y directivo, pueden coincidir en la misma
persona o no.

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V. EVOLUCIÓN DE LAS ORGANIZACIONES
Cuadro síntesis
Contexto Organizaciones Directivos Etapa del Capitalismo
Señor Feudal (dueño
Sistema Feudal
Siglos -Edad Media. de la Tierra)
(grandes extensiones de
-Sociedad de Estamentos
tierras distribuidas en Periodo preindustrial
IX (Clero, nobles y campesino) Sacerdotes y obispos
Vasallos -nobles) (predominio de la Agricultura)
- -Fuerte influencia de la Iglesia
XIV Católica Maestros de
Gremios aprendices
Capitalismo Comercial (La
-Crisis del sistema Feudal matriz de acumulación del capital
-Crisis sanitaria (Peste Negra) Concentración del
se centra en el intercambio
-Crisis de la iglesia (Cisma) poder en el Estado:
comercial)
político y económico
-Fortalecimientos de la Burocracia
1300 monarquía profesional Mercantilismo
-Expansión ultramarina (Des. Mercados comerciales
- (riqueza de una nación asociada
1760 América) Comerciantes a la posesión de metales
Continua los Gremios
-Formación del Estado moderno preciosos)
-Colonialismo de Oficios
-Acuñación de moneda

-Fortalecimientos de la Clase Propietario es Capitalismo


Burguesa: Revoluciones Talleres director/gerente Industrial (La matriz de
1760 liberales (Económicas – acumulación del capital queda
- Políticas) Estilo paternalista definida por la producción en

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1860 1-Desarrollo industrial en Gran Fábricas (con un serie aumentando la producción
Bretaña (1er Rev. Industrial) número no muy elevado Control directo en el menor tiempo)
Fin de la monarquía absolutista de personas)
2- Revolución Francesa (1789)
Rev. liberales de 1820,30
Rev. Nacionalista de 1848
Unificación Alemana e Italiana

-2da Revolución industrial Capitalismo Financiero


-Rev. del transporte y la (La concentración económica
Gerentes
comunicación determina la desaparición del
-Innovaciones tecnológicas asalariados/burocracia
empresario individual y la
-Imperialismos Empresa moderna profesional de
difusión de las sociedades
Estructuras dirección
-IGM (1914 -1919) anónimas de mayor tamaño,
-Rev. Rusa (1919) organizacionales
dando nacimiento a los Trusts.
formalizadas y Ingenieros/Managers
-Crisis Financieras: Crack del
1870 racionalizadas de forma profesionales
1929 Las grandes masas de dinero en
- creciente.
-Formación de Gobiernos manos de unos pocos que
1940 Estilo paternalista
totalitarios (Hitler – Mussolini) monopolizan el mercado
burocrático
-Inicio 2GM (1939) internacional, es la resultante de
Estado de Bienestar Keynesiano la acumulación del capital.
Control técnico
Capitalismo gerencial.
Posguerra :Nuevo orden Capitalismo tecnológico.
Empresa moderna Gerente racional La matriz de acumulación del
Internacional Competencia
entre: capital depende de la

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1945 1- Sistema Colectivista Reconocimiento de la Tecnoburocracia disponibilidad tecnología de
- (URSS) organización formal e (conocimiento técnico avanzada y de la autosuficiencia
1973 2- Sistema Capitalista informal y organizacional) energética, aplicables a los
(EEUU) proceso productivos.
“Guerra Fria” Empresas públicas Control burocrático
-Crisis del petróleo
-Del patrón Oro al Patrón Dólar Modelos de autogestión

-Revolución Neoliberal (en


La expansión del capital
EEUU e Inglaterra)
Transnacional trae consigo la
-Caída del muro de Berlín
Individualismo y Globalización.
(1989)
-Desintegración de la URSS Organizaciones en red Trabajo en equipo Esta es la tercera expansión, en
1973 este caso del capital transnacional
- -Contexto que potencia el salto
Organizaciones de Importancia del líder o el tercer modo de dominación
actualidad a la Globalización
iguales después del colonialismo y del
-El mundo interconectado
Control concertado imperialismo, que produce el
Empresa global, Franquicias,
sistema capitalista.
Alianzas de empresas

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CONCLUSIÓN
Hasta aquí los principales conceptos que debemos fijar para la comprensión de lo que vendrá en
las próximas unidades. Entendemos que el análisis de la empresa como organización es
fundamental para entender la evolución en el pensamiento directivo puesto que allí se dieron los
principales avances para mejorar las técnicas de administración. Así también el estudio de la figura
del empresario como actor relevante dentro del sistema capitalista puesto que fue aquel junto con
otros actores los que posibilitaron lo que hoy llamamos “desarrollo económico”.
Como hemos visto también, las funciones empresariales distan de ser las mismas que la de los
administradores. Esto no significa que el empresario no pueda ser un administrador, de hecho
algunos de ustedes se están formando para administrar sus propias empresas o las de sus familias.
Lo que este breve resumen teórico intentó hacer es establecer los conceptos para dilucidar en las
próximas unidades los roles que jugaron en la administración los actores ya sea como
administradores o empresarios y administradores al mismo tiempo.

BIBLIOGRAFÍA OBLIGATORIA
- Valdaliso, J. y López, S. (2009) Historia económica de la empresa. Crítica. Capítulo
1.
- Witzel, M. (2015). Historia del pensamiento administrativo. Grupo Editorial Patria.
https://elibro.net/es/lc/unne/titulos/39365. Capítulo introducción.

BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA
- Chiavenato, I. (2007) Introducción a la teoría general de la administración. 7° ed.
México: Mc-Graw Hill Interamericana.
- Coriat, B. y Weinstein, O. (2011) Nuevas teorías de la empresa. Una revisión crítica.
Buenos Aires, Argentina: Lenguaje Claro.
- Etkin, J. (2000) Política, gobierno y gerencia de las organizaciones: acuerdos,
dualidades y divergencias. Buenos Aires: Prentice Hall.
- López, A. (2006) Empresarios, instituciones y desarrollo económico: el caso
Argentino. Trabajo preparado para la oficina de CEPAL Buenos Aires.

16
Equipo Docente:

Lic. Ana Paula Marques

Lic. Juan Manuel Arnaiz

Lic. Marina Espíndola Moschner

UNIDAD 2
Las organizaciones de pre-mercado (1300-1760)

1
Introducción

Buenas!
En la unidad 2 vamos a tratar principalmente los siguientes temas:
• inicios de la actividad empresarial.
• el surgimiento del Estado nación y la burocracia.
• las relaciones Estado-empresa.
• y las actividades productivas antes de la Revolución Industrial.
El intervalo de tiempo en esta unidad incluye aproximad amente cinco siglos, tiempo en el
que la actividad empresarial, estatal y las lógicas organizativas tanto privadas como
públicas fueron evolucionando.
Si bien el desarrollo del capitalismo mercantil o comercial está asociado a la Edad
Moderna, sus inicios se dieron de forma incipiente en la Edad Media. Como vimos en la
unidad 1 el entorno o ambiente juega un papel fundamental para la organización. En ese
sentido destacamos que el desarrollo de la actividad empresarial no sucedió de forma
aislada, sino que hubo un conjunto de factores políticos, culturales y sociales que jugaron
roles sumamente importantes.
La época que analizaremos también tiene su impacto en lo que hoy llamaríamos
Administración Pública a partir de los Estados nación.
Así que estos son los temas propuestos para analizar en esta unidad.

Objetivos
• Que los estudiantes establezcan los inicios y evolución de la actividad empresarial
identificando actores y factores participantes.
• Que los estudiantes reconozcan el origen del Estado nación, sus características y
lógica organizativa.

1
Actores, mentalidad y organizaciones en la Edad Media
Contextualización político-económica
Esta etapa estuvo marcada por el sistema feudal, una unidad política, económica y social.
La sociedad está dividida en 3 estamentos bien diferenciados (clero, nobleza y campesinos).
Esta sociedad de estamentos tuvo como elemento principal los privilegios de dos sectores:
clero y nobleza. Es por eso que se conoció a ésta como la sociedad de los tres órdenes: “los
que rezan”, “los que luchan” y los que trabajan la tierra”.
La riqueza y el modo de producción se encontraban en la explotación de la tierra
(agricultura) a partir del trabajo en parcelas otorgadas a un vasallo por parte de un señor
feudal.
El poder político y económico se encontraban justamente en los señores feudales, quienes
tenían la concesión y el cuidado de las tierras, y la iglesia que funcionaba como una unidad
económica, acumulando granos y riquezas.
En este contexto la monarquía estaba casi desaparecida. El rey era el máximo señor feudal,
aunque su imposibilidad de proteger su reino lo lleva a repartirlo y dar concesiones a
vasallos para que llevaran adelante su explotación y su defensa.
Por lo tanto, en este momento no existe una idea de Estado: eran más bien grandes
extensiones de tierras que el rey pone bajo el cuidado de sus vasallos.

El cristianismo y la administración

La aparición del cristianismo en la Edad Media tuvo su influencia en las organizaciones y


la administración. En este sentido se destacaron sacerdotes y obispos cristianos con papeles
administrativos, también burócratas de alto nivel se convirtieron en sacerdotes y obispos.
De esta forma, establecimientos relacionados al cristianismo como los monasterios tuvieron
importancia en la administración ya que poseían tierras y recursos que debían ser
administradas. Los monjes se transformaron en administradores eficientes y bien
calificados; además de desarrollar registros de conocimiento que se transmitieron de
generación en generación dentro del monasterio. Así también utilizaron documentos como
los formularios para asegurar formas estándar de información y control dentro de la
organización (Witzel, 2015).
No solamente los monasterios fueron establecimientos religiosos con desarrollos
administrativos. “Las universidades formaron su propio modelo de organización con base
en las órdenes religiosas; hoy día, aún usamos términos comunes a estas órdenes, como
“colegio”, palabra que originalmente hacía referencia a cuerpos religiosos, como el
colegio de cardenales” (Witzel: 2015, p. 80). Así también las primeras universidades como
Boloña (1080), Paris (1150), Oxford (1167), Cambridge (1208), estuvieron conformadas en

1
su mayoría por miembros de órdenes religiosas.
En base a estos datos se puede deducir la importancia de la iglesia y sus representantes en
la administración. Como afirma Witzel: “Para reyes y príncipes se volvió tradición
emplear a obispos, sacerdotes y monjes para desempeñarse en cada nivel de gobierno; de
hecho, hasta por lo menos el siglo XIV, es raro encontrar un administrador de alto rango
que no hubiese tomado los votos religiosos” (2015, p. 81). En casi todos los países
cristianos de Europa las prácticas administrativas de las iglesias y monasterios fueron
utilizadas en el servicio público. Entre los ejemplos de ello se encontraban: los formularios
estándar de informe y control, la especialización del servicio público en diferentes
departamentos y la verificación regular de cuentas.

Transformaciones, nuevos actores y nuevas organizaciones


La Baja Edad Media es entendida como un periodo de transición a una nueva etapa o
periodo de la historia, signada por cambios y transformaciones que se convirtieron en las
bases para el mundo moderno occidental. Se extiende desde el siglo XII hasta el siglo XV
inclusive cuando se dieron una serie de eventos que marcan el quiebre definitivo de este
periodo: la caída del imperio romano de orientes (1453) o Descubrimiento de América
(1492).
En el primer tercio del siglo XI, conforme avanzaba el desarrollo mercantil, apareció y se
difundió un nuevo actor social: el mercader profesional. Muchas veces, los mercaderes
habían surgido de los más humildes inicios. Aventureros y siempre ambulantes, estos
mercaderes realizaban viajes a lugares muy lejanos ya que la escasez de los productos
aumentaba su valor y les permitía poner a sus mercancías precios altos. Pero luego también
iban en busca de sus clientes: desembalaban sus existencias en los castillos, en donde se
habían reunido los vasallos para prestar consejo; en las entradas de las iglesias de centros
de peregrinación durante los grandes festejos que atraían a los nobles. Esto generó la
circulación de monedas de oro y plata como forma de pago.
Otro elemento que favoreció a este sector fue el movimiento de las Cruzadas, quedando
estrechamente vinculado a una intensa corriente mercantil. En efecto, la "defensa de la fe" y
las actividades comerciales muy pronto quedaron confundidas.

El origen de la burguesía

En las proximidades de las antiguas ciudades o de algunos castillos importantes, se fo rmaron


barrios nuevos, los burgos, muchas veces situados en antiguas fortalezas destinadas a la protección
de la población circundante. Algunas veces eran sólo una línea de cabañas, de aspecto muy rústico,

1
alrededor de la plaza donde se disponía el mercado. El burgo pronto se constituyó en el centro de
las nuevas actividades y otorgó su nombre, burgueses, a aquellos que lo habitaban. Al principio, el
burgo no estaba demasiado separado del medio rural, ni los burgueses parecían en sus hábitos y en
su mentalidad demasiado diferentes de los campesinos pero pronto se estableció la diferencia.
Los jefes de las familias burguesas desempeñaban un "oficio", es decir, un trabajo especializado,
diferente del trabajo común que era la tierra. Además sus actividades dejaban una ganancia directa
en dinero, lo cual señalaba la principal característica de la burguesía: la naturaleza de su fortuna. De
esta manera la sociedad urbana se había conformado a partir de diferentes actores sociales:
mercaderes y artesanos; siervos que huían de los campos buscando mejores condiciones de vida;
pequeña nobleza, muchas veces sin tierras que había logrado juntar un capital y asociarse a algún
comerciante.
Asimismo, los burgueses constituían un grupo social extraño al orden tradicional, estaban fuera del
modelo de los tres órdenes (los oradores, los guerreros y los labradores) al que la Iglesia había
atribuido un carácter sagrado y ecuménico. En síntesis, no tenían una existencia reconocida. De allí
que las fuentes, cuando se refieren a ellos como "extranjeros" (en latín, advenae) no sólo indicab an
las comarcas de procedencia de muchos, sino fundamentalmente su carácter de "advenedizos", de
gente que es diferente a la del contexto.

En la Edad Media, como ya señalaremos, embarcarse en la actividad comercial era una


aventura dadas las dificultades en las rutas (terrestres y marítimas) y los precarios sistemas
de transporte, de ahí que a los comerciantes de la época se los llamara adventurer. El
comercio a mediana y larga distancia tenía la particularidad de ser estacional, con la
participación en ferias y mercados en determinadas fechas y contaban con la protección
política de príncipes a cambio de un impuesto sobre los ingresos de los comerciantes.
Durante esta época fueron surgiendo comunidades mercantiles como por ejemplo la Liga
Hanseática. “Estas colonias generalmente ocupaban un barrio diferenciado dentro de la
ciudad, eran autónomas respecto al poder político, y tenían su propia jurisdicción y
tribunales de comercio” (Valdaliso y López, 2009, p. 117).
En el sur de Europa también se reconocieron prácticas de negocios en la baja Edad Media y
el Renacimiento, en especial en Venecia, Florencia y Génova (Witzel, 2015). Allí los
comerciantes no eran vistos como ciudadanos de segunda clase, dominaban el gobierno
donde en algunos casos la nobleza y los principales comerciantes eran la misma persona.
García Ruiz (1994) menciona que el renacer bajomedieval de las ciudades aparejó que los
mercaderes italianos y hanseáticos, y los industriales del noroeste de Europa desarrollaran
su trabajo con base empresarial.
En cuanto a las formas de administrar, en ese momento los comerciantes tenían como
principal objetivo gestionar el riesgo. En ese sentido, la diversificación en líneas de
negocios y mercados aseguraba que si algo iba mal en un mercado, las ganancias en otro

1
mantendrían el negocio en pie. “Una métrica famosa que utilizaron los comerciantes
venecianos era calcular ganancias, de modo que si se enviaban cinco navíos y se perdían
cuatro en tormentas o capturados por piratas, la ganancia del quinto permitiría al negocio
no tener pérdidas, lo cual ilustra bien esta actitud” (Witzel, 2015, p. 93).
La gestión del riesgo, el impulso del capital y el registro de actividades de negocio fueron
las características más destacadas de la forma predominante de organización de los
comerciantes italianos, la sociedad de vida limitada, o commenda. Esta última era una
forma de asociación empresarial utilizada para atraer socios de capital y, otras veces, para
atraer gente con conocimiento o habilidades específicas consideradas vitales para el
negocio. Ejemplo de ello fue la banca Medici, la más grande empresa de Europa, que tenía
sucursales en Europa occidental y relaciones comerciales en Timbuktu, Reykjavik, Tabriz y
Pekín. La banca Medici tenía una amplia serie de sociedades enlazadas controladas por la
asociación de alto nivel de la maggiore, ésta era equivalente a la junta directiva.
Además de la commenda, otro tipo de sociedad mercantil que se utilizó en esta época fue la
compagnia. “A lo largo del siglo XIII comienza a detectarse una tendencia a la creación
de sociedades permanentes, las llamadas «compañías» sociedades colectivas de
responsabilidad ilimitada” (Valdaliso y López, 2009, p. 118). En la región donde mayor
éxito tuvo este tipo de sociedades fue en Italia dada la existencia de un sistema de contratos
escritos individuales que estaban garantizados por la legislación y el Estado. Los
integrantes de la familia tuvieron un rol preponderante como socios en la expansión de este
tipo de sociedades, o sea hablamos de sociedades eminentemente familiares que llegaron a
integrarse verticalmente con participación en distintos sectores de la economía.
Se habla que en el siglo XIII se produce una “revolución comercial” producto de la
sedentarización de la actividad comercial o, en otras palabras, la separación entre comercio
y transporte. Algunos de los factores que posibilitaron la sedentarización fueron: la mejora
en los sistemas de transporte, los seguros marítimos sobre mercancías y buques, la difusión
de la letra de cambio1 , la creación de una red de información 2 , nuevos sistemas de registros
contables, que permitió controlar mejor a los agentes de las empresas que operaban en
distintas plazas y nuevos sistemas de información para el registro de las operaciones
comerciales. De hecho, uno de los avances más influyentes hasta nuestros días que tuvo
origen en la Edad Media fue el sistema de doble entrada o sistema partida doble de la
contabilidad. Las publicaciones escritas relacionadas a estos temas también fueron
frecuentes, el más importante de ellos fue Summa de Arithmetica, Geometría, Proportioni

1 La letra de cambio era básicamente un pagaré en el que un comerciante se comprometía a pagar u n a ciert a
cantidad de monedas en un plazo determinado.
2 Las comunidades mercantiles crearon servicios de correo.

1
et Proportionalità, escrito por el fraile franciscano y matemático Luca Pacioli, conocido hoy
como el “padre de la contabilidad moderna”.
En relación a las finanzas desde el siglo XIV las casas de banca florentinas se
especializaban en el préstamo, aunque luego serán grandes comerciantes o incluso
aventureros enriquecidos los que manejaran los hilos de crédito. En Florencia, Italia, la
familia de los Medicis y los Strozzi, acumularon sus fortunas prestando dinero a los papas,
a los príncipes, italianos, a los reyes de Francia y a los emperadores de Alemania; y con su
prepotencia financiera afianzaron su hegemonía política en la ciudad.

Cambio de Mentalidades
El crecimiento económico, el surgimiento de nuevas actividades y de nuevos grupos
sociales, y la expansión hacia la periferia fueron factores que incidieron profundamente en
las mentalidades. Mercaderes nómades, pero también escolares y monjes de las grandes
órdenes internacionales, peregrinos y juglares, dentro de la misma área romano-germánica,
contribuyeron establecer un nuevo sistema de comunicación entre diversas regiones y a
difundir formas de vida antes desconocidas, que permitían confrontar las propias actitudes
con otras semejantes o diferentes.
Más decisivos fueron los contactos establecidos con el mundo musulmán y el bizantino. Se
descubrían nuevas culturas, cuyos fundamentos podían parecer condenables, pero que
indudablemente poseían fuertes atractivos: el refinamiento y el lujo, la abundancia de
ciertos bienes, la fisonomía de las ciudades constituía insospechadas revelaciones. No sólo
se conmovían los fundamentos de la visión ecuménica e inmutable que difundía la Iglesia,
sino que los contactos favorecieron el intercambio de ideas. De este modo, la vida
intelectual se abría a nuevos problemas vivificando la enseñanza en las escuelas
conventuales y en las universidades.
Dos cambios de mentalidades afectaron a toda la sociedad feudal. En el seno de la nobleza,
se promovió un cambio de actitud económica. Algunos eligieron un estilo de vida distinto
al tradicional, abandonaron sus castillos y se instalaron en esas renovadas ciudades que
comenzaban a dominar el entorno rural. Otros, como vimos, prefirieron quedarse en sus
castillos pero modificando sus costumbres según el modo de vida cortés. Incluso, el cambio
también pareció reflejarse en las clases rurales que comenzaron a retirar paulatinamente el
consenso que antes habían otorgado al orden feudal.
Sin embargo, los cambios más notables de mentalidad se registraron en los nuevos grupos
sociales, las burguesías, que surgían al calor de las nuevas actividades económicas. Estos
grupos se habían caracterizado por un rápido ascenso social y por estar fuera del orden
tradicional. Como mencionamos, habían afrontado situaciones nuevas, situaciones de riesgo
y, como respuesta, habían generado nuevas actitudes y nuevos valores, de un modo

1
espontáneo y casi tumultuoso, sin ningún tipo de sistematización. En este sentido, importa
marcar el carácter inestable y heterogéneo de estas nuevas mentalidades que estaban lejos
de ser algo acabado y más bien se encontraban en un proceso de gestación: estaban
naciendo de la misma experiencia. El principal rasgo de la experiencia de los nuevos
grupos sociales fue el haber escapado de los vínculos de dependencia, el haberse colocado
fuera del orden tradicional en una situación insegura pero que se abría a múltiples
posibilidades. Librado a sus propias fuerzas, el hombre, como dice José Luis Romero,
tomaba conciencia de ser "ni criatura de Dios ni hombre de su señor, sino, simplemente
individuo lanzado a una aventura desconocida". La idea de ser un individuo modificó
profundamente la concepción que el hombre tenía de sí mismo.

La crisis del siglo XVI y la ruptura del sistema feudal

Para el siglo XIII encontramos algunas de las transformaciones más importantes que marca ron la
ruptura del sistema feudal a partir de una crisis estructural tanto en lo económico como lo social.
Tras una expansión agrícola en los siglos XI y XII, en las últimas décadas del siglo XIII
comenzaron a registrarse los primeros signos de estancamiento. Se frenaba el movimiento de
roturaciones y se observaban retrocesos: suelos periféricos, agotados por los cultivos,
paulatinamente fueron abandonados. El retroceso de la agricultura se puede explicar, en parte, por
razones climáticas - la "pequeña edad del hielo", es decir, el enfriamiento del hemisferio norte- pero
sobre todo por el estado de las técnicas que no lograban salvar ciertos obstáculos.
Entre 1313 y 1317 se produjo la primera de las muchas crisis que se dieron a lo largo del siglo. Una
mala cosecha pronto se traducía en falta de alimentos y hambrunas, y una población mal alimentada
resultaba presa fácil de pestes y epidemias. Pero el problema radicaba en que el ciclo carestía -
hambruna-epidemia se reproducía a sí mismo. En efecto, la hambruna y la peste despoblaban los
campos, no sólo por el aumento de la mortandad sino por la huida de los campesinos hacia las
ciudades, generalmente mejor abastecidas por las políticas comunales.
En 1348, llegaba a Europa la Peste Negra. Era la peste bubónica, de origen asiático, trasmitida por
las pulgas de las ratas que comenzó a propagarse desde los puertos del Mediterráneo, y q ue al caer
sobre una población profundamente debilitada por hambrunas y epidemias causó verdaderos
estragos. En 1348, la Peste Negra llegaba a Italia y a Francia; en 1349, alcanzaba a Inglaterra y a
Alemania; en 1350, a los países escandinavos. De este modo, la población europea quedaba
reducida a sus dos terceras partes.
La crisis del siglo XIV fue fundamentalmente una crisis social, haciendo vacilar la estructura del
sistema feudal. En primer lugar, el arrebato de poder a los señores f eudales y la monarquía fue
recobrando su autoridad en sus territorios. En segundo lugar la iglesia sufrirá unos años después una
crisis institucional sin precedentes (cisma del occidente) que hará que se replanten ciertas
cuestiones en cuanto a su autoridad. Estos puntos estuvieron atravesados por los movimientos
renacentistas y humanistas que vinieron a sentar las bases de la Era Moderna, replanteándose la
recuperación de las culturas grecorromanas así como una visión más puesta en el hombre y no tanto

1
a Dios (de una mirada teocéntrica a una antropocéntrica).
Las sucesivas crisis, la aparición de nuevos grupos sociales, generaron un cambio de mentalidad
que se expandió por todos los ámbitos rápidamente. Con el sistema f eudal debilitado, los reyes
fueron recuperando espacio su terreno político y posteriormente también en lo económico, con
ayuda de la burguesía, que se convierte en un aliado fundamental en la construcción de su poder.

Cambios en la relación Estado- Mercado


Frente a la fragmentación del poder público (crisis del sistema feudal), derivado del
tradicionalismo político y económico de la Edad Media, los príncipes de este periodo
inauguran una nueva etapa en la organización estatal del occidente de Europa, en el que, a
la concentración del poder en sus manos, se une, al mismo tiempo su extensión a territorios
afines por su geografía, su cultura y su evolución histórica, dando como resultado lógico de
este cambio la aparición del Estado Moderno (Vives, 1998). La inestabilidad social en el
campo y la ruina del poder político de los feudos hacían necesarias una amplia intervención
de la monarquía en el cuerpo nacional, capaz de canalizar las luchas sociales y enderezar
las energías perdidas en ellas hacia un fin colectivo y beneficioso para el Estado.
Mientras en la política el Estado asume un carácter autoritario y nacional, en la economía se
inaugura un tipo de actividad caracterizada por el deseo del lucro, el espíritu de empresa y
la racionalización de la producción, el comercio y el negocio. Como ya señaló Weber, esta
nueva modalidad económica europea exigía una autoridad firme para regular, fiscalizar y
acrecentar la vida comercial e industrial de una nación, a menudo en competencia con la de
otro país.
En este punto es necesario recordar que el espíritu del capitalismo inicial no solo influye en
los grandes descubrimientos geográficos que se consiguen desde fines del siglo XV, sino
que también es decisivo en la aceleración de la evolución de las modalidades de trabajo.
El crecimiento de los denominados Imperios Coloniales, el control del Imperio Otomano
del Mediterráneo y el Mar Rojo, y el Reino de Portugal en el Océano Indico rompieron el
dichoso “pacto de caballeros” que con anterioridad existía. “Guerra, política y comercio
serán actividades estrechamente unidas” (Valdaliso y López, 2009, p. 121). La profunda
rivalidad entre los imperios explica el rol de los estados en la expansión comercial y
colonial y su carácter de monopolio nacional. En la Edad Moderna Portugal y el Reino de
Castilla gestionaron ellos mismos la actividad comercial. Otros países del noroeste de
Europa concedieron monopolios para el comercio con una región o continente a empresas
privadas.
Para el caso del Imperio portugués la armada portuguesa hacía las veces de flota mercante y
todas las especias tenían que ser vendidas a través de la Casa de la India en Lisboa.
Portugal entregaba a cambio de las especias metales preciosos, armas de fuego y

1
municiones, puesto que no poseía ningún producto manufacturado que fuera demandado en
las Indias orientales.
El descubrimiento de América fue también promovido desde el Estado, el objetivo de la
expedición era encontrar una nueva ruta hacia las Indias Orientales para importar las
demandadas especias y obtener de allí metales preciosos (escasos en esos momentos en
Castilla). La corona española buscó monopolizar los productos provenientes de América,
básicamente metales preciosos y lo hizo a través de un monopolio de Estado dirigido por la
Casa de Contratación de Sevilla.
Los beneficios del comercio internacional animaron a otras potencias europeas como
Holanda y, posteriormente a Inglaterra a participar del mismo mediante las compañías
privilegiadas. Estas últimas eran compañías reguladas que contaban con una cart a de
privilegio otorgada por el Estado para operar como monopolio en algún territorio por un
periodo determinado de tiempo. A cambio, el Estado recibía de la compañía ingresos
procedentes del monopolio. La separación de la propiedad de la gestión, la jerarquía
administrativa, comités encargados de funciones específicas fueron algunas características
de estas compañías privilegiadas.
Otro tipo de compañía privilegiada fueron los bancos públicos, que eran sociedades con un
capital repartido en acciones en poder de particulares y disfrutaban de ciertos privilegios
concedidos por los Estados para ejercer determinadas funciones. Estas últimas iban: desde
ofrecer medios de pagos a los mercaderes, hasta administrar una licencia de loterías. Sin
embargo, la función más frecuente encargada a estas compañías era que se convirtieran en
banqueros del Estado, es decir, que gestionaran la deuda pública. Además, los bancos
públicos podían emitir billetes con el aval del Estado que le otorgaba un prestigio que
facilitaba la puesta en circulación de esos papeles.
En el comercio entre Europa y Asia intervinieron no solamente las compañías privilegiadas
sino también una red de empresarios individuales y sociedades colectivas dispersados por el
litoral del Océano Indico. Nuevamente en el crecimiento de la actividad empresarial aquí
fueron importantes las redes que se construyeron sobre lazos familiares o culturales en
algunas regiones de Asia.
El nuevo colonialismo a partir del siglo XVII diversificó los productos que se
intercambiaban: azúcar, café, tabaco y cacao consumidos en Europa eran cultivados en
plantaciones americanas con mano de obra esclava africana. El crecimiento espectacular del
comercio triangular entre Europa, América y África hizo que las compañías privilegiadas
no fueran capaces de mantener su monopolio siendo sustituidas por compañías y
comerciantes privados, piratas y corsarios.
Tanto en las colonias como en las metrópolis, los comerciantes no operaban aislados, sin o
que estaban insertos en redes cimentadas por lazos familiares, de vecindad y colaboració n
en sociedades conjuntas. Los lazos sociales, o la pertenencia a una red, era n vitales para el

1
éxito económico, tanto en el comercio triangular, como en el asiático o el e uropeo
(Valdaliso y López, 2009, p. 125).

En el comercio antes que en ningún otro sector el mercado, el capital y la búsqueda de


beneficios individuales dirigieron el comportamiento de los empresarios. Esta misma lógica
será trasladada a otros sectores como el agrícola y el industrial.

El Estado Racional y la Burocracia


Como detalláramos anteriormente, en el siglo XV comenzó un proceso de cambio
institucional con el surgimiento de los Estados Nación. Este proceso permitió, en cierta
medida, el desarrollo de lo que hoy conocemos como Administración Pública. El sociólogo
alemán Max Weber dedicó parte de su obra a estudiar el origen de los Estados Nación -a
quienes denominó Estados Racionales - y sus lógicas administrativas. En su obra Economía
y Sociedad (1999) Weber no dejó de resaltar que el capitalismo occidental tuvo lugar
gracias al surgimiento de los Estados Nación.
Para Weber (1999) el Estado Racional tenía que basarse en la burocracia profesional y en el
derecho racional, con su consecuente impacto en la forma de administrarlo. Este hecho fue
fundamental para el sociólogo alemán ya que la alianza entre el Estado y la jurisprudencia
favoreció el desarrollo del capitalismo.
La creación de semejante derecho se consiguió al aliarse el Estado moderno a los juristas,
para imponer sus ambiciones de poder. […], el Occidente disponía de un derecho
formalmente estructurado, producto del genio romano, y los funcionarios f ormados a base
de dicho derecho se revelaron, en cuanto técnicos de la administración, como superiores a
todos los demás” (Weber, 1999, p. 1050).

De a poco a la ciudad de los tiempos modernos se le fue quitando la administración


autónoma en materia militar, judicial y artesanal. Las ciudades habían sido despojadas en la
época moderna de su libertad.
Entonces, ¿qué es la burocracia? ¿Qué implica la administración burocrática del
Estado? A priori observamos dos concepciones, una de ellas es que la burocracia es una
forma de organización basada en la racionalidad, mediante la cual se busca adecuar los
medios a los fines pretendidos en pos de lograr eficiencia; la segunda, es que la burocracia
es una clase social.
Antes de hablar de las características d e la burocracia como forma de organización, y
siguiendo a Weber (1999, p. 1047) el estado racional es un concepto que únicamente se
aplica en occidente.
En las sociedades orientales (China, India, Corea, por citar algunos ejemplos) la autoridad,
el poder y por ende las formas de gestión de las organizaciones, estaban ligadas a las
familias, a los gremios y a ciertas corporaciones. En China existían ciertos funcionarios,

1
denominados mandarines, que poseían formación humanística y literaria y eran
conocedores de la literatura multisecular china y eran capaces de interpretarla, pero
carecían de habilidades para la administración o la jurisprudencia, sin embargo, no ejercían
al gobierno o generaban políticas para el Estado, sino que se limitaban a actuar en
situaciones de caos o algún incidente. En estos Estados, la escasa política existente era
promovida por la iglesia, y se creía casi mágicamente que la virtud del emperador y de los
funcionarios era suficiente para mantenerlo todo en orden. Weber señalaba en estos casos la
existencia de sociedades y tipos de autoridad tradicionales y carismáticas caracterizadas por
la predominancia del poder del patriarca, de la familia o del clan, como asimismo de
características místicas, arbitrarias y de personalidad.
En los Estados Racionales lo que se pretendía era en cierta medida eliminar estas
arbitrariedades, y que la gestión se lleve a cabo en base a la racionalidad, al conocimiento,
al saber, a la ciencia.

Las organizaciones burocráticas

Algunas características que se destacan:


• La autoridad es concedida a un jefe por medio de un contrato, acuerdo, estatuto que es
válido dentro de los límites de la organización para la cual fue hecho.
• Las normas o leyes están orientadas a lograr un funcionamiento racional y eficiente de la
organización para la cual fueron creadas.
• Las normas y la autoridad traen como consecuencia una relación de obediencia inmediata
e ineludible entre un superior y un subordinado (jerarquía).
• En este tipo de organización los individuos responsables de la administración están
separados de la propiedad de los medios de producción.
• Los empleados de administración son profesionales y especialistas en la gestión.
• Se produce una estandarización de rutinas y procedimientos, derivados de las reglas.
• Existe una completa previsión de funcionamiento, puesto que todo se encuentra
predefinido y pautado.
• Está pensada para la administración de grandes organizaciones (como el Estado).

Por razones obvias, el capitalismo moderno no podía operar en un tipo de sociedad


carismática o tradicional, puesto que le era necesario un derecho y una forma de gestión
que lo respaldara, con la que pueda contar, racional y objetivamente. Por ende, los puntos
de vista religioso-rituales y mágicos no pueden jugar en él papel alguno. Necesitaba un
Estado Racional, fundado en la burocracia profesional y en el derecho racional.
Los principados hicieron un intento por definir algún tipo de política económica d e tipo
racional, sin embargo, estos intentos no lograron ser un fomento sistemático a la economía.
A medida que los estados principescos fracasaban, la iglesia intervino en el terreno de la

1
vida económica en la búsqueda de establecer algún tipo de racionalidad al funcionamiento
de la misma. Estos intentos fracasaron puesto que, a la larga, la iglesia intentaba imponer
sus propias agendas.
El primer indicio de una política económica principesca racional aparece en Inglaterra en
el siglo XIV. Se trata de lo que a partir de Adam Smith se ha dado en llama mercantilismo.
Mercantilismo significa el paso de la empresa capitalista de utilidades a la política. El
Estado es tratado como si constara única y exclusivamente de empresas capitalistas; la
política económica exterior descansa en el principio dirigido a ganar la mayor ventaja
posible al adversario: a comprar lo más barato posible y a vender a precios mucho más
caros. El objeto consiste en reforzar el poder de la dirección del Estado hacia fuera.
Mercantilismo significa, pues, formación moderna de poder estatal, directam ente mediante
aumento de los ingresos del príncipe, e indirectamente mediante aumento de la fuerza
impositiva de la población. El supuesto de la política mercantilista residía en el
alumbramiento en el país del mayor número de fuentes de ingresos posible” (Weber, 1999,
p. 1053).

El sistema mercantilista se apoyaba en la teoría de la balanza comercial, el cual afirma que


un país se empobrece cuando el valor de las importaciones supera al de las exportaciones.
El mercantilismo, como alianza del Estado con intereses capitalistas, se presentó bajo un
doble aspecto:
1) La de un mercantilismo monopolístico estamental orientado en un sentido
mayoritariamente fiscal, que suponía que las industrias solo podrían operar con una
autorización real, que a su vez controlaba la actividad y se beneficiaba fiscalmente
de ella.
2) El mercantilismo nacional, que buscaba proteger a las industrias nacionales
existentes, pero no creadas por monopolios.
Sin embargo, casi ninguna de las industrias creadas en le época mercantilista sobrevivió al
mercantilismo. Tampoco puede decirse que el mercantilismo haya dado por sí mismo
origen al capitalismo, sino que, en Inglaterra, aquellos empresarios que habían prosperado
independientemente del poder del Estado hallaron luego del fracaso de la política
mercantilista monopolística estamental, mayor apoyo sistemático en el parlamento.
El Estado Moderno se creó a partir de la expropiación por parte del príncipe a aquellos
funcionarios de clase autónomos con los que alguna vez compartió, en cierta med ida, el
poder y colocándose a sí mismo en la cima suprema.
Este Estado Moderno, al igual que otras organizaciones políticas predecesoras, es una
relación de dominio de hombres sobre hombres, un interrogante fundamental es ¿en qué se
sustenta este dominio? Una de las respuestas es en la posibilidad de ejercer coacción física
en pos del cumplimiento de sus fines, no porque este sea el único o más importante de sus
medios, sino por ser la única organización que puede aplicarla legítimamente. Esta

1
legitimidad se sustentaba, como se mencionó con anterioridad, en un sometimiento de los
hombres dominados a esta autoridad puesto que consideraban la misma como legal.
Al interior de estos Estados Modernos podemos diferenciar a dos tipos de individuos, los
funcionarios políticos, que están vinculados a la política3 y al poder que ésta confiere, ya
sea por el deseo de utilizarlo para servir a otros fines, ya sea por razones meramente
egoístas y aquellos que están al servicio de este poder, los funcionarios profesionales, que
son ejecutores de las decisiones tomadas, pero sin poder de intervenir en las mismas. Estos
últimos representan el cuerpo administrativo burocrático que caracteriza a la gestión del
Estado moderno y no obedecen únicamente las órdenes de los funcionarios políticos por
considerarlas legitimas sino también porque su cumplimiento es inherente al cargo que
ocupan dentro del Estado, y este cargo les da derecho a una retribución material y a honor
social, aquí puede verse conceptualizada a la burocracia como una clase social. En palabras
de Weber:
El funcionario profesional ha de ejercer su cargo sin cólera ni prejuicio (...) El honor del
funcionario está en su capacidad para, cuando pese a sus representaciones, el superior
jerárquico persiste en una orden que a aquel le parece errónea, ejecutarla bajo la
responsabilidad del mandante con la misma escrupulosidad que si correspondiera a su
misma convicción. Sin esta disciplina, moral en el sentido más alto del vocablo, y sin esta
abnegación, todo el aparato se vendría abajo (1999, p. 1071).

En otras palabras, un funcionario profesional que recibe una orden, en su opinión


inconveniente, puede y debería hacérselo saber a su superior; sin embargo, si el superior
persiste con la directiva, el funcionario profesional debe ejecutarla como si correspondiera
a su convicción “mostrando con ello que su sentido de deber al cargo está por encima de
su amor propio” (Weber, 1999, p. 1076). El funcionario burocrático tiene empleo, sueldo,
pensión, ascenso, preparación profesional, posee división de trabajo en competencias fijas
en el formalismo documental y en la subordinación y superioridad jerárquica.
Este cuerpo administrativo fue, como ya mencionamos con anterioridad, separado de la
propiedad de los medios de producción con la emergencia del Estado racional. Esto marcó
diferencias a como era antes donde el funcionario era personalmente propietario del dinero
que gastaba o de los edificios, depósitos, utensilios y máquinas de guerra de que disponía.
Para lograr el correcto funcionamiento de este aparato, cuya legitimidad se basa en la
aceptación de dicha legalidad, era necesaria la existencia de un derecho estatuido y a
reglamentos concebidos racionalmente.
En esto último, también descansa el capitalismo moderno, en la previsibilidad de poder
tener todo calculado, por lo menos en un principio con normas generales que se consideren
fijas.

3La política es la “aspiración a la participación en el poder, o a la influencia sobre la distribución del poder,
ya sea entre Estados o, en el interior de un Estado” (Weber, 1999, p. 1076).

1
Las organizaciones antes de la Revolución Industrial
En la Edad Moderna, la organización de la actividad manufacturera estaba agrupada en
torno a tres modelos que coexistieron en esta época: los talleres artesanales, la industria a
domicilio y las manufacturas centralizadas. Los talleres artesanales reunían a un número
reducido de artesanos bajo la dependencia de un maestro. Una parte de la actividad,
generalmente la más simple, podía realizarse en el domicilio de los trabajadores, allí se
daba la industria a domicilio. Las manufacturas centralizadas existieron como grandes
unidades de producción, pero solo en determinados sectores debido a requerimientos
tecnológicos y/o de capital.
En líneas generales, el tipo de organización y su localización estuvo determinado por la
tecnología emplea da (que impone una escala y unos requisitos de capital), el tipo de
producto y mercado al que va dirigido y las estructuras sociales e institucionales en las que
se asienta. Son precisamente las condiciones institucionales en las que se desenvuelve la
actividad manufacturera las que permiten establecer una clasificación más universal que
aquellas que hacen hincapié en el tamaño, el sector o el modelo organizativo adoptado.

Así tenemos tres grandes lógicas organizativas: la comunitaria, que estaba representada por
el gremio de artesanos; la individualista, encarnada por los verlegers y comerciantes-
fabricantes; y la mercantilista, representada por las Manufacturas Reales.

a) Las corporaciones gremiales


El gremio artesanal fue la empresa comercial más común cuyo origen se dio en la Edad
Media “con un bajo número de operarios al servicio del maestro, el pequeño comerciante,
itinerante o sedentario, y un entorno rural abrumadoramente mayoritario” (García Ruiz,
1994, p. 21). El corporativismo en la sociedad medieval era frecuente; en las zonas urbanas
todos estaban en al menos alguna organización: las clases alta y media pertenecían a
gremios, mientras que las clases bajas tenían cofradías locales. Los mercaderes y artesanos
también se organizaban en gremios.
El gremio recibía de la autoridad el privilegio (monopolio) para realizar su oficio en una
ciudad o región establecida. En Europa comenzaron a surgir a partir del siglo XI y fueron
desapareciendo a lo largo del siglo XVIII. Cada gremio controlaba la cantidad, la calidad de
la producción y sus precios, además regulaban la entrada al oficio y organizaban la
instrucción de los aprendices. Se garantizaba la integridad de los miembros y les otorgaban
cierta asistencia social. La estructura organizativa era vertical, en el sentido de que los
maestros eran miembros de pleno derecho, cada uno de ellos tenía un número variable de
oficiales y aprendices. No cualquiera podía unirse al gremio, para el ingreso era necesario
contar con la aprobación del maestro y los miembros de alto rango.

1
Los gremios tenían muchas funciones: coordinaban actividades de sus miembros, otorgaban
apoyo financiero para nuevos negocios, actuaban como centros de intercambio de
información y eran centros de innovación técnica y organizativa. Al mismo tiempo, seguían
las pautas de instituciones religiosas con objetivos, deberes de los miembros y penas en el
caso de no cumplir las reglas.
El surgimiento de este tipo de organizaciones se dio como consecuencia de la actividad
industrial especializada y el mercado propiamente dicho para colocar ese tipo de productos.
La gran variedad en cuanto a la calidad de un producto y el escaso conocimiento que tenían
los potenciales consumidores generaba el escenario para posibles comportamientos
oportunistas y fraudulentos. En este contexto, los gremios, gracias al monopolio,
garantizaban la calidad del producto a precios determinados.
Los gremios debían asegurar para sus miembros un ingreso estable y garantizar que todos
ellos pudieran acceder a un ingreso acorde a su rango. Para ello, controlaban la cantidad de
miembros, compartían los costos de formación de la mano de obra y regulaban la
competencia entre ellos. En conjunto, ello era posible gracias un código de conducta y a un
sistema de sanciones en caso de incumplimiento.
En la mayoría de los casos la industria bajo el sistema gremial era propia de la actividad
urbana, pero eso no significó que en zonas rurales no existieran gremios de artesanos.

b) El verlagssystem
Fueron dos condiciones del mercado las que generaron el traspaso a las zonas rurales de las
actividades manufactureras. La primera está relacionada con la demanda ya que el
crecimiento económico bajomedieval aumentó el consumo de gran parte de la población
europea, orientándola hacia productos de mediana calidad y de menor precio. Por parte de
la oferta, los campesinos podían ofrecer su mano de obra para los productos
manufacturados a menor costo que el de los gremios urbanos. Los campesinos no
abandonaban su actividad principal, sino que combinaban la producción agraria con la
manufacturera obteniendo así ingresos complementarios. Además, en las zonas rurales los
trabajadores estaban exentos del pago de tributos que sí gravaban a los trabajadores
urbanos. Además, los campesinos-artesanos podían trabajar sin el corset que suponían las
reglamentaciones gremiales. El verlagssystem requirió no sólo de los campesinos como
oferta de mano de obra sino también del comerciante capitalista.
Este sistema también denominado protoindustrial constituye una aproximación al
capitalismo moderno. El verlagssystem era una forma de organización empresarial en la
que un empresario (o capitalista) proveía anticipadamente algún elemento material o
instrumental sin llegar a centralizar el trabajo, que se hacía a domicilio y según una técnica
propia (García Ruíz, 1994). Generalmente, era el mercader que realizaba una «integración
vertical hacia atrás», compraba las materias primas, se las daba a los artesanos que

1
trabajaban en sus casas y luego retiraba y comerciaba el producto final. El artesano, en
contraprestación, no recibía un salario constante por su trabajo, sino que el comerciante
abonaba una cantidad determinada por unidad de producto.
Respecto a cómo eran las relaciones sociales se han afirmado ideas “románticas” sobre ello:
“las horas de trabajo eran pocas, la ganancia razonable, y los concurrentes se llevaban
bastante bien entre sí: al finalizar el trabajo, «el tarro de cerveza, la reunión con los
amigos y, en general, un ritmo moderado de vida»” (García Ruíz, 1994, p. 22).

c) Las Manufacturas Reales


Aquí vemos la estrecha relación entre el Estado y la industria ya que las manufacturas
reales se consideraban un sistema de producción fabril creado a instancias públicas. El
mentor de este tipo de sistema fue el ministro de finanzas de Luis XIV Jean Baptise Colbert
en Francia en la segunda mitad del siglo XVII. Como pensador mercantilista Colbert estaba
convencido de la necesidad de mantener la balanza comercial superavitaria. Fue entonces
donde impulsó el papel del Estado como promotor del desarrollo industrial en el país frente
a la competencia extranjera y la exclusividad demandada por parte de los gremios. La
creación de las manufacturas reales se dio básicamente por tres razones: la ausencia o
escasez de iniciativa privada en el país que obligaba a importar ciertos productos; la
importancia estratégica del sector en cuestión o el control de un monopolio fiscal.
En general este tipo de industrias fueron fuertemente reglamentadas. Se buscaba elaborar
productos de una alta calidad, para lo cual se estipulaban exhaustivamente tanto las
materias primas como las técnicas en cada uno de sus procesos. Si bien las manufacturas
reales concentraban la producción y mano de obra bajo un mismo techo, no alcanzaron
altos grados de mecanización ni provecho de las posibilidades que disponían para aumentar
la productividad con la división del trabajo. La concentración de trabajadores era más
bienpara la supervisión de la calidad del producto y control a los trabajadores. Este tipo de
manufacturas desapareció cuando acabaron los regímenes que las financiaban y protegían.
d) La administración y la agricultura
En el período que estamos considerando (desde los últimos siglos de la Edad Media hasta
finales del siglo XVIII) la sociedad era básicamente agraria, casi la mayoría de la población
activa trabajaba en la agricultura. Tal cual lo han demostrado algunos historiadores la
agricultura sobre todo en Inglaterra se mostraba en un nivel superior por la innovación
tecnológica y administrativa. Como por ejemplo David Stone describió “que los
administradores de granjas sabían de movimientos de mercado y que seguían con interés
los precios y constantemente cambiaban las cantidades de cosechas particulares
sembradas según anticipaban la probable demanda futura. Por lo común, estos
administradores de granjas eran profesionales y, muchas veces, muy calificados e
independientes” (Witzel, 2015, p. 96). Asimismo, se elaboraron documentos sobre

1
prácticas, contabilidad y administración de fincas. No obstante, las transformaciones que
experimentó el sector agrícola en este periodo no son comparables con otros sectores como
el comercio o las finanzas.
A finales del siglo XV el cauce del río Elba dividió a Europa en dos zonas con estructuras
dispares. Mientras que en la Europa occidental el sistema feudal experimentó algunas
innovaciones más liberales, en la Europa oriental se produjo una vuelta e incluso
intensificación de las relaciones feudales.
La tecnología agrícola en Europa oriental era relativamente primitiva y el aumento de la
producción se llevaba a cabo ampliando la superficie cultivada, mediante un tipo de cultivo
extensivo. Los nobles que ampliaron sus dominios vieron aumentar sus beneficios
abriéndose al mercado internacional. El grano comercializable era transportado a través de
buques por los ríos navegables que tenían salida al mar Báltico y lo conducían hasta el
occidente europeo. Así se fue consolidando una especialización interregional de acuerdo al
mercado, al mismo tiempo que se creaba una dependencia creciente en Europa occidental
de la venta de cereales de la Europa oriental.
Mientras tanto en Europa occidental se fueron fue creando instituciones estatales, que
socavaron políticamente a los feudos y pusieron límites a las apropiaciones de las tierras de
los campesinos por parte del señor feudal. En realidad, se buscaba que todos los antiguos
vasallos pasaran a ser súbditos del Estado desde el punto de vista tributario. Los señores del
territorio se habían transformado en simples propietarios, podían cobrar rentas en dinero o
en especie, pero los servicios de mano de obra se extinguieron. La compra-venta de tierras
comenzó a ser más frecuente y se incrementó la cantidad de pequeños campesinos
propietarios o unidos a la tierra bajo contratos a largo plazo. El contrato podía ser de
arrendamiento o de aparcería. En el primer caso, los arrendatarios de la tierra pagaban unas
rentas fijas al propietario, pero eran completamente libres en su actividad. La aparcería
consistía en un contrato en el que el propietario aportaba todo o una parte del capital y el
equipo, y tenía injerencia en las decisiones y, a cambio, se quedaba comúnmente con la
mitad de la cosecha.
En países como Inglaterra y Holanda la iniciativa burguesa y el capital fueron invertidos en
la agricultura. En 1579 Holanda se emancipó del imperio español se derogaron los derechos
feudales y la tierra fue progresivamente parcelada y repartida, en muchos casos a manos de
burgueses. Los métodos de cultivo que se comenzaron a utilizar eran intensivos y fue en
Holanda donde se comenzó a investigar en las rotaciones de cultivo con el objetivo de
posponer lo más posible el barbecho y la producción comenzó a destinarse al comercio.
Inglaterra también introdujo rotaciones en los cultivos y en el siglo XVIII impuso un
sistema llamado Norfolk, consistente en un ciclo largo en el que rotaban cultivos como el
nabo, el trébol o las leguminosas. Además, la concentración del ganado en establos
permitió la concentración de estiércol para la fertilización, al mismo tiempo que se podía

1
controlar mejor los cruces entre animales para mejorar la raza. No podemos omitir en est e
proceso el uso de cercamientos: los famosos enclosures que terminaron con la explotación
agraria en campos abiertos comunes.

1
Conclusión
A modo de cierre, los temas vistos en esta unidad intentaron demostrar los inicios del
sistema capitalista y las bases de lo que veremos con la Revolución Industrial.
Hemos visto como de a poco los factores del entorno y el origen de la burguesía fueron
modificando las lógicas de funcionamiento de las incipientes organizaciones empresariales.
Estas últimas fueron creciendo a merced de las redes que pudieron establecer entre los
mismos miembros de la familia o comunidad.
Pero sin duda alguna el punto de inflexión para el crecimiento del capitalismo comercial
fue el surgimiento del Estado nación, o Estado racional como diría Max Weber, que le
garantizará a la burguesía poder operar bajo la protección estatal. Al mismo tiempo, dentro
de los nuevos Estados una nueva lógica organizativa fue implementada: la burocracia.
En suma, de lo que se trató la unidad lo podríamos sintetizar en el establecimiento y
desarrollo de dos grandes relaciones: 1) Familia - Empresa y 2) Estado -Empresa. Será el
tejido que se entrelazó entre ambas relaciones el que sentaría las bases y posterior
consolidación del sistema capitalista.

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Equipo Docente:
Lic. Ana Paula Marques
Lic. Juan Manuel Arnaiz
Lic. Marina Espíndola Moschner

UNIDAD 3
Los cambios institucionales y organizacionales a
partir de la Revolución Industrial (1760-1860)
INTRODUCCIÓN
Hola!! La Revolución Industrial del siglo XVIII ha marcado sin duda alguna un hito
importante en la historia de la administración. El aumento de la producción, las nuevas
lógicas organizativas y directivas merecen nuestra atención en esta unidad. Es
importante destacar que el capitalismo, entendido como un sistema económico que
busca la acumulación de capital mediante el lucro y se produce en un ámbito específico
(propiedad privada), se afianzó y triunfó con la Revolución Industrial. Fue en este
marco donde resplandeció la figura del empresario/directivo como actor clave para el
crecimiento económico. Gracias a él las innovaciones organizativas e invenciones
fueron aplicadas en el sector industrial posibilitando mayor producción en menor
tiempo al alcance de una población en constante crecimiento.
Como ya hemos resaltado en la unidad anterior la extensión del capitalismo se dio
gracias a un conjunto de factores que interactuaron para tal fin. En esta unidad, veremos
también como la Revolución Industrial fue posible en un marco de profundas
transformaciones institucionales que favorecieron la iniciativa empresarial y la
propiedad privada con bases en el liberalismo económico. Además de estos cambios
analizaremos la fábrica como sistema organizativo de la producción, el rol de la familia,
directivos y trabajadores durante lo que se consideró Primera Revolución Industrial en
Inglaterra.

OBJETIVOS
• Que los estudiantes identifiquen los factores que posibilitaron la Revolución
Industrial.
• Que los estudiantes determinen las características del sistema fabril como lógica
organizativa distintiva de la industrialización.
• Que los estudiantes reconozcan la tipología directiva y empresarial propia de la
época.

LAS REVOLUCIONES LIBERALES Y LA LIBERALIZACIÓN DE LOS


FACTORES DE LA PRODUCCIÓN EN EUROPA
Contextualización: el Antiguo Régimen
El Antiguo Régimen fue un modelo político básico consagrado en la edad moderna: la
monarquía, una jefatura de Estado de manera hereditaria con soberanía absoluta. Ésta
afirmaba que la ley proviene de la voluntad del monarca, por una justificación divina,
siendo el monarca el representante de la voluntad de Dios.
Como dijimos en la unidad anterior se podían identificar tres grupos o estamentos: (1) la
nobleza es por definición el grupo social dirigente. A la nobleza se le solía reservar los
cargos políticos, por su supuesta utilidad de defensores (bellatore) de la sociedad. La
nobleza tenía una jurisdicción propia, habiendo privilegios políticos en todos los
sentidos, tanto de recursos (señorío territorial), como de derechos (señorío
jurisdiccional). (2) El clero también tenía privilegios legales, teniendo también
capacidad de influir en el conjunto de la sociedad por la aplicación en diversos ámbitos
del derecho canónigo o derecho eclesiástico (como en el matrimonio), o por la
influencia moral de la Iglesia. Dentro de este grupo, no todos viven con los mismos
privilegios, dividiendo entre alto clero y bajo clero, que al estar más cerca
económicamente del Estado Llano, participará en la revolución que se detallará más
adelante. (3) Por último, el Estado Llano era el más numeroso (80-90% de la
población), y por tanto también el más heterogéneo. Estaban sujetos a la ley, no
teniendo privilegios fiscales. Incluía tanto a la población urbana como rural. Esta
heterogeneidad hacía que la clasificación en un único estamento sea imposible.
Otras de las características que podemos mencionar del Antiguo Régimen era la
confusión administrativa, es decir, una no ordenación global del derecho, sino una
superposición de leyes, más modernas o más antiguas, que son además en la mayoría de
los casos leyes territoriales y privilegiadas según grupo social, pertenencia a una villa,
etc. Por eso una de las ambiciones de los revolucionarios franceses será homogeneizar y
simplificar la administración legal.
Finalmente, otro rasgo será la permanente crisis financiera de los Estados. Los
préstamos y endeudamientos eran constantes. Sólo el tercer estamento pagaba
impuestos, estando exentos de éstos los estamentos privilegiados. La mayor parte de la
riqueza no lo hacía. Esto estaba en los orígenes de la mayoría de revoluciones liberales.

Desarrollo del pensamiento político moderno: Ideas de la ilustración


Durante la modernidad se inició la construcción del pensamiento científico moderno,
desde distintas disciplinas, filosofía, matemática, física, etc.; gracias a la influencia del
renacimiento y el humanismo que colocaron la razón y al hombre como centro de todo.
Las transformaciones del pensamiento predominaron en el siglo XVIII – el Siglo de las
Luces – en el desarrollo de un movimiento intelectual conocido como la Ilustración, que
abarcó distintas ramas del conocimiento: la filosofía, las ciencias naturales, la física, la
economía, la educación, la política. “La expresión ilustración hace referencia a un
movimiento ideológico que se basaba en la primacía de la razón por encima de
cualquier otra facultad humana y en la idea del hombre como dueño de su destino
histórico” (Bianchi, 2007, p. 93).
Los intelectuales de la Ilustración fueron llamados "filósofos", término que se originó
en Francia, donde éstos eran más activos e influyentes (Montesquieu, Diderot, Voltaire,
Rousseau, D'Alembert, BufTon, Turgor, Cond orcet, entre otros). En términos políticos
Montesquieu, si bien defendía a la clase aristocrática, se muestra partidario de que los
tres poderes del Estado (Legislativo, Ejecutivo y Judicial) debían de estar separados y
no recaer, como en el caso de los monarcas absolutistas, en una sola persona. Por su
parte Rousseau negaba el derecho de ejercer la soberanía sobre la base del origen
divino, el hombre es libre y sólo renuncia su libertad cuando se forma una sociedad
(contrato social).
Estas teorías políticas se unieron exitosas doctrinas económicas como la fisiocracia de
François Quesnay, que colocaba a la tierra como única fuente de riqueza o, el
liberalismo de Adam Smith que abogaba por la supresión de las trabas aduaneros y por
un comercio libre.
¿Entre quiénes se difundieron las ideas de la Ilustración? En primer lugar, se
difundieron en las cortes y entre las aristocracias; y entre las burguesías adineradas -hay
que pensar en el alto costo de los libros—. Pero fundamentalmente se propagaron entre
cierta burguesía letrada que comenzaba a crecer: funcionarios, abogados, profesores,
periodistas. Se difundieron a través de la lectura de libros, pero también de periódicos y
folletos publicados deliberadamente para la difusión de estas ideas. Los ámbitos fueron
las academias científicas, las sociedades literarias, salas de lectura y los salones, una de
las formas de sociabilidad más característica de la época. En los salones, las mujeres de
la aristocracia o de la burguesía eran quienes convocaban a veladas científicas o
literarias que paulatinamente adquirieron un sesgo más político: eran lugares de cita de
académicos y de filósofos donde se leían y discutían las nuevas ideas en ese "aire de
libertad" que, a juicio de Diderot, caracterizaba el siglo. Pero también había una
difusión "boca a boca", en esos otros ámbitos de sociabilidad que comienzan a
difundirse en las grandes ciudades como París y Londres: las "casas de consumo de
café", que pronto se transformaron en centros privilegiados para la reunión y las largas
conversaciones de un público masculino (Bianchi, 2007, p. 96).

Ideología Burguesa: Liberalismo


El liberalismo es el conjunto de ideas que defiende la libertad de todos los miembros de
la sociedad, tanto en la política como en la económica y refleja los ideales de la
burguesía del siglo XIX.
Como política económica, el liberalismo logró su mayor madurez en Gran Bretaña. Los
principios del “laissez-faire” formulados por los fisiócratas franceses, y también por
Adam Smith en “La riqueza de las naciones”, llegaron a su mayor desarrollo con la obra
de economistas como David Ricardo. Era además el sistema ideológico que más se
ajustaba a las actividades y objetivos de las nuevas burguesía (Bianchi, 2009).

El creador de un sistema liberal: Adam Smith (1723-1790)

En los albores de la Revolución Industrial el economista y filósofo escocés Adam Smith publicó
en 1776 el libro “Una investigación acerca de las causas y consecuencias de la riqueza de las
naciones”. Allí estableció un conjunto de ideas que pueden sintetizarse en:
1) El deseo arrollador del hombre de mejorar su condición, los humanos son egoístas
(self-interested). “No esperamos nuestra cena de la benevolencia del carnicero, el
cervecero o el panadero, sino del respeto que sienten por sus propios intereses”.
2) La competencia asegurará que la persecución del egoísmo mejorará el bienestar de la
sociedad, ya que todos los vendedores deberán bajar sus precios (dentro de ciertos
límites) para atraer más clientes, y el resultado natural de dicha acción es el de reducir
los precios al consumidor y mejorar el bienestar económico. “El vicio privado se
convierte en virtud publica, mediante las fuerzas del sistema de mercados
competitivos”.
3) El egoísmo, el desarrollo de los derechos de propiedad y la división del trabajo se
encuentran entrelazados en el proceso histórico del crecimiento económico.
4) El principio de la división del trabajo incrementa la productividad ya que: a) al realizar
una tarea especializada, esta se realiza con mayor rapidez y probablemente mejor y b)
al dedicarse a una sola tarea se eliminan los movimientos innecesarios. “
5) Se demanda la existencia de mercados libres y la necesidad de un gobierno pasivo que
no interfiera en las transacciones económicas.
Las fuerzas del mercado sin interferencias aseguraría que los precios de los bienes y servicios
tiendan siempre a los costos reales. Según Smith esto puede realizarse de forma automática,
eficiente e impersonalmente por la autorregulación del mercado, es decir por una mano invisible
que equilibra las fuerzas del mercado.

Por su parte, el liberalismo constituyó un programa político: libertad e igualdad civil


protegidas por una Constitución escrita, monarquía limitada, sistema parlamentario,
elecciones y partidos políticos eran las bases de los sistemas que apoyaban la burguesía
liberal.

Revoluciones Liberales
Las revoluciones burguesas fueron oleadas de revoluciones que afectaron a Europa
Occidental y América del Norte entre 1775 y 1848. La primera revolución de este
periodo fue la Independencia de los Estados Unidos en 1775, cuando las trece colonias
de Norteamérica logran independizarse de Gran Bretaña tras años de luchas y conflicto.
Pero la principal y el modelo seguido por las demás fue la Revolución Francesa 1789.
La Revolución transformó profundamente a Francia en medio de grandes convulsiones:
destruyó los resortes que hacían funcionar el Antiguo Régimen (absolutismo,
organización estamental, régimen señorial, gremios) y estableció el nuevo régimen
liberal, caracterizado en lo político por un sistema constitucional, en lo social por la
igualdad jurídica de los ciudadanos y la hegemonía de la burguesía y en lo económico
por la libertad de la actividad económica (de industria, de comercio, de trabajo, etc.) y la
propiedad capitalista de la tierra. Su influencia en el mundo, en especial en el
continente europeo fue enorme (fue el origen de casi todos los programas liberales del
siglo XIX), hasta el punto de ser considerada como el momento de arranque de la época
contemporánea.

Nuevos marcos institucionales


La Revolución Industrial no pudo haberse dado sino fuera por profundas reformas
institucionales agrupadas en lo que se denominó “revolución liberal burguesa”. Esta
revolución que permitió la extensión de las relaciones capitalistas descansó sobre tres
columnas que van a influir en los cambios del campo económico, social e institucional.

a) Libertad

La libertad como concepto abstracto, empieza a tener un significado como


consecuencia del cambio histórico que se ve reflejado en:
• La libertad de contratación: a partir de ello el trabajo se transforma en
mercancía que ha de estar disponible sin ataduras ni dependencias.
• La libertad de industrialización: Lo cual supone la abolición de las
corporaciones de oficios o gremios, que con los privilegios y monopolios que
obtenían del Estado recargaban la capacidad de producción y
comercialización.
• La libertad de comercio: La moral económica del feudalismo protegía al
mercader, pero existían mercados intervenidos y desiguales. La eliminación
de las aduanas interiores posibilitó la libre circulación de productos y las
importaciones internas, así como la homogeneización de los precios y
favorecimiento de la competitividad.

b) Mercancía

Los factores de la producción serán considerados mercancías por lo tanto estarán


sujetos a las leyes de oferta y demanda de mercado. En este sentido, destacamos el
concepto de mercancía como objeto producido para su venta en el mercado.

c) Propiedad

Los derechos de propiedad alcanzaron una definición clara y moderna y la propiedad


privada pasó a ser individual y absoluta, esto es, sin más contrapartidas que el pago
del precio establecido. Además este cambio influyó en una profunda transformación
social. El carácter de clase de los propietarios se convirtió, ya que los antiguos
señores feudales pasaron a ser la burguesía agraria, la nobleza terrateniente,
dependiente de los medios de producción.

LA LIBERALIZACIÓN DE LOS FACTORES DE LA PRODUCCIÓN


Como dijimos anteriormente la Revolución Industrial se dio gracias a las llamadas
revoluciones burguesas, los factores de la producción fueron considerados
mercancías y sometidos a las leyes de mercado. A continuación haremos una breve
descripción sobre la forma en que se tradujo la liberación de los factores de
producción.

a) La liberalización de los recursos naturales


En la unidad 2 mencionamos que la política de cercamientos o enclosures en
Inglaterra a finales de siglo XVI principios del SXVII fue un proceso que socavó la
explotación de recursos naturales en propiedades comunales. De a poco esta política
fue extendiéndose a otros países como Suecia, Dinamarca, entre otros. Así también se
dio el proceso desamortizador 1a los recursos del subsuelo como los yacimientos

1Por proceso desamortizador entendemos la puesta en el mercado de los bienes antes amortizados, es
decir que con anterioridad no se podían comprar ni vender.
mineros o el agua en algunos casos2 .

b) Libertad para el factor trabajo y la iniciativa empresarial


La eliminación de la servidumbre y las reformas agrarias (enclosures) en Europa del
Este y Occidental determinaron las expulsión de miles de campesinos que pasaron a
formar parte de la oferta de trabajo. Muchos de ellos emigraron hacia las ciudades
constituyéndose allí en fuerza de trabajo para el sector industrial a cambio de un
salario monetario.
Por otro lado se eliminaron las corporaciones gremiales en el siglo XVIII que
mantenían los mecanismos de regulación a la actividad manufacturera. “En general,
las amenazas al poder de los gremios vinieron de cuatro fuentes: el Estado; la
creciente diferenciación socioeconómica intra e intercorporativa; el descontento de
los oficiales ante las limitaciones impuestas por los maestros a su movilidad social; y
la competencia de las industrias no agremiadas” (Valdaliso y López, 2009, p. 157).
La desaparición de las corporaciones gremiales se interpretó en la literatura como una
difusión más rápida de la tecnología y mayor flexibilidad al mercado.
La consideración del trabajo como mercancía se dio en la primera mitad del siglo
XIX con diferentes aristas según los países. El trabajo como mercancía ha sido objeto
de debate a lo largo del tiempo principalmente por aquellos que objetan la separación
de tal actividad humana de la vida misma. De lo que si no cabe duda alguna es que la
consideración del trabajo como mercancía fue fundamental para la creación del
“mercado laboral”.

c) La cuestión de la financiación de las empresas


En relación al capital fue quizás donde menos cambios se visualizaron en esta etapa. La
formación de sociedades anónimas de responsabilidad limitada fue vista con
desconfianza. En Inglaterra hasta mediados de siglo XIX la forma más común de
asociación de capitales fue la sociedad colectiva de responsabilidad ilimitada.
Solamente en determinados casos donde se necesitaban grandes volúmenes de capital se
firmaban convenios entre socios que limitaban su responsabilidad al capital aportado.
La sociedad anónima en esta época se vio en casos específicos como los ferrocarriles.
Su reticencia estaba dada por una serie de concepciones como: el “perjuicio” que
suponía para la empresa la separación entre la propiedad y la dirección; la suposición de
que alentaba la especulación y por lo tanto dilapidaba el ahorro; y la figuración de
“inmoral” que la empresa no fuera responsable de todas sus deudas.

2 Este fenómeno no fue exclusivo de Europa sino también en América, en particular en México,
Colombia, Venezuela y Chile se les quitaron las tierras comunales a los indígenas iniciando un proceso
de consolidación de la propiedad agraria. En nuestro país, también pasó algo similar con las campañas
militares mal llamadas “Conquista al desierto” en el siglo XIX.
La familia continuó siendo fuente de capital para el establecimiento de nuevos negocios
tanto por aportaciones directas de capital o propiedades susceptibles de ser hipotecadas
o también por las conexiones que se pudieran establecer con posibles inversores.
En líneas generales, en esta época el capital no era todavía un factor de producción
abstracto y móvil, sino que más bien tenía un carácter personal y especifico, algo que
cambiará posteriormente.

Las nuevas formas de organización de la producción y el trabajo

Con la Revolución Industrial se inició un periodo marcado por la transformación del


sistema de producción y organización del trabajo. La aparición de la “gran
manufactura” en la industria textil significó el establecimiento de una organización más
severa y rígida que el sistema gremial y el de industria a domicilio. El sistema fabril
impuso principalmente: regulación horaria y concentración de trabajadores en espacios
físicos bajo la supervisión estricta del empresario.
Weber relataba uno de los cambios afirmando que cualquier joven perteneciente a una
de las familias de empresarios habitantes en la ciudad se trasladaría un buen día al
campo, y allí buscaría los tejedores que le hicieran falta y progresivamente los sometería
a su dependencia y control, “los educaría, en una palabra, de campesinos a
trabajadores” (García Ruiz, 1994, p. 22).
La fábrica tuvo su origen en el taller, que si bien fue una forma propia de producción no
necesariamente todos los talleres dieron lugar a fábricas. Generalmente los talleres
aparecían cuando la producción era muy especializada y con uso intensivo en trabajo
manual más o menos cualificado. En cambio en la fábrica, la actividad estaba
determinada por el grado de mecanización de las diferentes labores del proceso
productivo que allí se realizaba. Según Valdaliso y López (2007, p. 55) la fábrica debe
representarse como:

… un espacio formado por un solo edificio exento o por un conjunto de edificios muy cercanos
e interconectados, en el que se incluyen todas las dependencias necesarias para organizar la
producción (almacenes, anejos para generar o conectarse con fuentes de energía, puestos de
trabajo y despachos de directivos).

Sobre las causas de la aparición del sistema fabril autores como Mantoux señalaban que
el sistema de “comerciantes manufactureros” tenía límites ya que agricultura e industria
estaban estrechamente vinculadas, un aumento en una suponía un descenso en la otra.
Por tanto la única forma de hacer crecer la producción manufacturera parecía ser la
concentración en fábricas donde los trabajadores se verían obligados a contratarse.
(García Ruiz, 1994).
La fábrica representaba una suma de puestos de trabajo que funcionaban en un flujo de
producción establecido por el grado de mecanización. Valdaliso y López (2007) señalan
que esta mecanización inicial en la actividad textil hizo surgir un nuevo establecimiento
industrial llamada mill. Esta última se caracterizaba por ser “un espacio que se rigió por
la organización de la producción en vertical, en pisos, por la modularidad de los
espacios de trabajo para poder organizar la mecanización del proceso productivo y,
especialmente, por la consecución de flujos de producción en su interior” (p. 64). La
lógica de producción de flujo continuo e incluso integración de diferentes procesos
(hilado, tejeduría, cardado, etc.). El nuevo sistema permitió la fabricación de los
primeros bienes estandarizados para abastecer la demanda de un mercado en
crecimiento y también hacer frente a las considerables inversiones previas en capital fijo
que significaron las primeras fábricas. De hecho una de las características del pasaje al
sistema fabril fue el cambio en la composición del capital. Según datos “la relación
capital circulante/capital fijo, en la industria y el comercio, cayó de 1,2 en 1760 a 0,39
en 1830 y a 0,30 en 1860” (García Ruiz, 1994, p. 25).
Debemos resaltar el cambio que representó el sistema fabril en cuanto a la supervisión
de la actividad laboral. En este sentido se destaca que la organización espacial de cada
puesto de trabajo fue pensada para ejercer un estricto control sobre los trabajadores
“para que no hubiera faltas de coordinación ni despilfarros de tiempo, trabajo, espacio o
energía” (Valdaliso y López, 2007, p. 65). Para ello se requería una vigilancia ocular
permanente que dependía de la disposición espacial en ejes visuales profundos y planos
en cada piso.

La relación entre vigilancia visual constante sobre el trabajador (no sobre la calidad del
producto o sobre la eficiencia con la que desarrolla su trabajo) y el funcionamiento armónico
de todas las máquinas y los trenes de engranajes (la armonía entre mó dulos o puestos de
trabajo similares y la fuerza motriz) determinó la arquitectura típica de las primeras fábricas
(Valdaliso y López, 2007, p. 65).

Las mills se transformaron en las primeras fábricas que contaron con fuentes de energía
hidráulicas que eran capaces de mecanizar el ciclo productivo, o buena parte de él, y
hacerlo a lo largo de la jornada de forma continua. Las organizaciones con estas
características aparecieron en el siglo XVIII en Inglaterra, siguiendo la periodización de
Valdaliso y López las primeras fábricas o mills estuvieron desde 1760 hasta 1780
aproximadamente. Por supuesto que el proceso de mecanización llevó siglos en
afianzarse pero cuando se completó en los años veinte del siglo XIX representó un
incremento de productividad nunca antes visto. Gracias a la automatización de la
máquina textil se sustituyó a unos 600 operarios aproximadamente. Estos cambios
fueron aprovechados por algunos empresarios que rápidamente se convirtieron en los
hombres más ricos del mundo en esos años.
En el periodo 1780-1880 las fábricas incorporaron la máquina de vapor como fuente de
energía. Este cambio incidió principalmente en el emplazamiento de las fábricas ya que
se pudo construir cerca de los centros de demanda y oferta de trabajo, en las ciudades o
próximo a los nudos de comunicación que trataban los insumos y no necesariamente al
lado de un curso fluvial. De esta forma las fábricas se fueron haciendo grandes pero
vulnerable al fuego ya que la estructura interna era de madera. A partir de allí comenzó
a apostarse al hierro fundido para la construcción de las fábricas (Valdaliso y López,
2007).

El sistema fabril y los trabajadores


Es de notar que la introducción del sistema fabril fue conflictiva para los trabajadores.
“La notoria escasez de trabajadores dispuestos a engrosar voluntariamente las
primeras filas de obreros industriales, hizo que solo los más pobres y sus hijos
terminasen por entrar en la fábrica” (García Ruiz, 1994, p. 29). La conversión del
trabajador agrícola en obrero industrial fue controvertida y el reclutamiento de la
primera mano de obra no fue voluntario. La escasez de mano de obra, según algunos
autores aceleró el progreso técnico en la búsqueda de “resolver el problema”. Sin
embargo se necesitaban aún trabajadores para la puesta en marcha de las fábricas.
Infundir la “nueva ética” del trabajo fue difícil para los empresarios que se encontraban
con salarios de mano de obra libre muy altos. Frente a esta situación optaron por
emplear “a los pobres de los asilos, delincuentes, mujeres y niños de la calle, es decir,
una fuerza de trabajo dócil y cuyo coste de oportunidad de estar en la fábrica era muy
bajo” (García Ruiz, 1994, p. 30).
Los asilos que se mencionaron en el párrafo anterior eran conocidos como workhouses
(casas de trabajo). Las mismas tuvieron su origen gracias a una legislación de
protección social de la indigencia que se remontaba a 1601. Pero en 1723 una ley
impulsó la construcción de los asilos, que de a poco se fueron llenando con familias de
campesinos marginales expulsados por los enclosures (cercamientos) de la tierra. Los
economistas clásicos -Smith, Ricardo, Malthus- se oponían a su establecimiento,
porque, según ellos, la beneficencia reducía el incentivo a trabajar, incrementaba el
desequilibrio entre oferta y demanda y obstaculizaba el libre movimiento de la mano de
obra al establecer la adscripción obligatoria a una parroquia. Sin embargo, en 1796 se
aprobó una ley que dispuso que los asilos se convirtieran en «escuelas de industria»
para los niños allí acogidos (García Ruíz, 1994).
Con el sistema fabril, los empresarios ahora tenían que administrar varios cientos de
personas en un solo sitio en operaciones que funcionaban las 24 horas al día. No existía
experiencia previa en administrar en esas condiciones. Los trabajadores debían trabajar
y hacer lo que se les decía. Los trabajadores no tomaban su trato a la ligera, cuando
consideraban que había extremos, podían y se oponían a sus empleadores.
La novedad en el sistema fabril también tenía que ver con la “ruptura de lazos
familiares” en la actividad productiva; a excepción claro está de los empresarios. En
otras palabras, a partir de este sistema los obreros (convertidos en factores de la
producción) intensificaron su jornada laboral con personas desconocidas para ellos.
Como señala García Ruiz:

La gran diferencia con la primitiva industria a domicilio estribaba en el empleo masivo de


mujeres y niños, fuera del ámbito familiar, dado lo barato que resultaba su contratación y la
sencillez de los trabajos a ejecutar. Finalmente, la maquinaria será introducida para suplir a la
mano de obra en los trabajos más rutinarios donde la explotación llega a alcanzar un límite
natural (1994, p. 24).

Uno de los primeros talleres de Arkwright se redujo a cenizas en una huelga. Cuando el
gobierno tomaba partido por los propietarios de la empresa, algunas veces usando la
fuerza militar contra los huelguistas, como durante los ataques ludistas, en 1811-1812, o
en Peterloo, en 1819, los trabajadores empezaban a organizarse (Witzel, 2015, p. 142).
No obstante, la clase empresarial dominante desplegaría sus armas para poder controlar
la voluntad de los trabajadores. Esto se realizó principalmente a partir del poder del
despido y el control de la subsistencia de los obreros. La legitimidad de la emergente
burguesía dominante fue un tema sobre el cual se establecieron ciertas ideologías
gerenciales en Gran Bretaña.
La legitimidad de la autoridad de los empresarios en las fábricas se expuso en una obra
de Andrew Ure en 1835, "The Philosophy of Manufactures". En ella se sintetizaron los
puntos de vista que tenían los miembros de la clase empresarial sobre los trabajadores.
Para Ure los trabajadores eran indolentes y haraganes. Asimismo, criticó la concepción
respecto a que el trabajo infantil (muy común en esa época) era cruel e inhumano. Se
decía también que la rápida mecanización evitaría el uso de niños como mano de obra.
Por otro lado exaltaba la figura de los capitalistas como generadores de puestos de
trabajo, señalando además que la "unión del capital y la ciencia", traería beneficios
especialmente para la reducción de costos (Gantman, 1994).
A diferencia de lo ocurrido en los sistemas productivos vistos con anterioridad, la
fábrica pudo establecer la mecanización completa del proceso y su transformación en un
flujo continuo de producción.

La producción continua significaba una disposición de la planta y la maquinaria para pro cesa r
el producto a través de una secuencia de operaciones especializadas; el empleo de maquinaria
semiautomática (luego automática) por mano de obra semicualificada (mujeres y niños)
dirigida por un grupo reducido de trabajadores cualificados; y la producción en grandes
cantidades de bienes estandarizados a un bajo coste unitario (Valdaliso y López, 2009, p. 146).

A partir del sistema fabril el empresario tuvo más herramientas de control sobre la
producción y los trabajadores. La mecanización y las economías de escalas posibilitaron
un incremento en la productividad nunca visto antes. Sin embargo, la fábrica
demandaba inversión en capital fijo superior a la de los otros sistemas previos a la
industrialización y tenía costos fijos elevados que debía cubrir fuera cual fuera la
demanda.
El sistema fabril comenzó en el sector textil y se extendió en el siglo XIX a otras ramas
de la industria como la siderometalúrgica y construcciones mecánicas. La concentración
de los trabajadores en grandes centros de trabajo fue impulsada por los empresarios. Así
fue que los artesanos se convirtieron en obreros fabriles. Las razones que influyeron a
los empresarios a concentrar a los trabajadores en un solo lugar fueron varias, pero
principalmente tecnológicas y económicas. Entre las tecnológicas podemos mencionar,
el caso de la industria siderometalúrgica, ya que las nuevas tareas descubiertas por
Henry Cort de pudelación y laminación hacían inviable la producción en pequeña
escala. Asimismo en la industria textil algodonera se derivaban ventajas de generar
fuerza motriz por medio de una máquina o rueda hidráulica para un gran número de
trabajadores. Entre las económicas, se encontraba principalmente la división de trabajo
solo posible en talleres no domiciliarios, así también el mayor control a los trabajadores
y el uso de materias primas.
Es importante aclarar que el surgimiento de la fábrica como modelo organizativo no
eliminó por completo otros sistemas de organización de la producción como los talleres
artesanales o industria a domicilio. Como todo proceso de industrialización en ese
momento en Inglaterra existían diversos modelos organizativos y tecnologías empleadas
relacionados al tipo de producto, tamaño del mercado3, costo medio de la producción,
estructuras sociales e institucionales predominantes (como por ejemplo las condiciones
laborales). “En líneas generales, en sectores que contaron con mercados amplios y de
crecimiento rápido, la solución más adoptada fue el sistema fabril; donde los mercados
fueron más reducidos, por ejemplo, en productos de calidad para la clase alta, los
sistemas flexibles tuvieron más éxito” (Valdaliso y López, 2009, p. 152).

EL ROL DE LAS EMPRESAS FAMILIARES EN LA INDUSTRIALIZACIÓN


Las empresas familiares y las familias jugaron un rol muy importante en el proceso de
industrialización.
Hasta finales del siglo XVIII y XIX los niveles de riesgo e incertidumbre aun eran muy
elevados, debido a la existencia de instituciones muy poco desarrolladas, un sistema de
comunicación lento, que hacía difíciles las relaciones de larga distancia en lo que refiere
al control de actividades y empleados en lugares alejados. Estos aspectos repercutieron
en la necesidad de que existieran y se sostuvieran lazos interpersonales fuertes, surgidos
en su mayoría de las relaciones familiares y acuerdos interfamiliares basados en una
cultura de “alta confianza” y de conocimiento mutuo. De esta forma, la familia continuó
representando la fuente principal de capital humano, físico y financiero.
La confianza mutua, los valores compartidos y la pertenencia a un grupo cerrado
disminuían los niveles de incertidumbre con su correlativo impacto positivo en los
costes de transacción. Esto actuó también como incentivo para la integración de
diversas actividades y negocios dentro de una sola empresa, o para la cooperación
lateral y vertical de empresas especializadas que sostuvieran lazos de mutua confianza.
En Gran Bretaña, Francia y EEUU la empresa familiar fue ampliamente hegemónica
durante todo el siglo XIX.
Por otro lado, es importante también resaltar que el éxito y contribución al desarrollo
económico de las empresas familiares de la época, se debía a que las mismas estaban
dispuestas a hacer sacrificios en el corto plazo para lograr crecimiento en el largo plazo,
aplazando, por ejemplo, las distribuciones de dividendos en momento en que contaran
con un amplio margen de liquiden, en pos de para asegurar la continuidad del negocio.

Durante todo el siglo XIX familia y empresa permanecieron como ámbit os inseparables hasta
en los libros de contabilidad. La reducción de la incertidumbre y la obtención de un ingreso
regular fueron los objetivos de los empresarios británicos; de ahí la diversificación que se
observa en la mayoría de los casos que abarca desde actividades empresariales en diversos
sectores hasta la adquisición de fincas rústicas y urbanas. Más que la obtención de prestigio
social, la compra de propiedades tenía un claro fin económico: no sólo constituían fuente
regular de ingresos, sino también una especie de fondo seguro de reserva al que podía

3 Por ejemplo no era lo mismo la escala de producción de paños de lana y tejidos de seda productos de
alta calidad para un mercado más reducido que la producción de tejidos de algodón de calidad media -
baja que se su consumo se vio incrementado a consecuencia de los precios bajos y el crecimiento
poblacional.
recurrirse en el caso de que otros negocios no funcionasen (Valdaliso y López, 2009, pp. 165-
166).

ORÍGENES SOCIALES Y FORMACIÓN DE LOS DIRECTIVOS.


La Revolución Industrial profundizó las diferencias entre dos clases sociales: los
trabajadores y los empresarios. En Gran Bretaña se construyó la idea de un empresario
heroico, hecho a sí mismo a través del trabajo y el anhelo de superarse. Este empresario
de origen modesto adquirió riquezas, prestigio y ascendió socialmente debido a su
esfuerzo “[…] el éxito de los empresarios se debía a que habían trabajado duro y bien,
y que los medios a partir de los cuales habían alcanzado el éxito estaban al alcance de
cualquiera” (Gantman, 1994, p. 21).
Se consideraba que aquellos que eran pobres, lo eran porque la condición de pobreza no
quería ser superada. Sin embargo y de acuerdo a una fuente citada en Valdaliso y López
(2009) en Alemania, Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña se distaba de la
concepción referenciada anteriormente. En la misma fuente se menciona que el origen
de los empresarios se caracterizaba por:
• Elevada proporción de hombres de negocios que procedían de familias con
tradición empresarial,
• La gran mayoría provenía de familias cuyo padre era económicamente
independiente: empresario, gran terrateniente, agricultor, artesano o tendero,
• Apenas existió movilidad social ascendente, en cuanto a las posibilidades de la
clase obrera o estratos más bajos de clase media como agricultores o artesanos,
solamente una minoría de ellos se convirtieron en empresarios.

La mayoría de los empresarios de la Revolución Industrial no procedieron mayoritariamente n i


de la aristocracia ni de la clase obrera, sino de una amplia clase media en la que destacan dos
grandes grupos: el comercio y la industria, con los mediano s agricultores y propietarios en un
tercer lugar. Dentro de esa clase media existió una cierta movilidad social ascendente, de los
estratos bajos hacia los altos, en lo que respecta a la clase obrera, alrededor del 10% de los
fundadores de las empresas tienen esa procedencia (Valdaliso y López. 2009, p. 168).

Además de estos datos se enumeran otros vinculados al grado de relación de los


empresarios con el sector: un 40% eran hijos de padres establecidos en la misma
industria o en sectores relacionados; un 60% estaban empleados antes de fundar la
empresa, en el mismo sector o en sectores relacionados.
Es de destacar que casi todos los empresarios eran varones dado que el rol de las
mujeres en esa época estaba subordinado a su padre o marido. Esto no significa que para
nada hayan ocupado roles esenciales en la Revolución Industrial, aunque a la sombra en
las empresas familiares: como por ejemplo el papel estratégico de los matrimonios ante
la posibilidad de incorporar un nuevo socio con capital (yerno) o extender una red, las
viudas que aseguraron la continuidad de la empresa y aquellas mujeres que gestionaban
mientras sus esposos se ausentaban por largos periodos.
Los orígenes y la formación de gerentes, empleados y contables
Las nuevas formas de organización del trabajo y de la producción centrada en la fábrica,
trajeron aparejadas nuevas actividades que debían ser llevadas a cabo por el empresario
(invertir capital en edificios y maquinarias, adquirir materias primas, contratar y
coordinar mano de obra, en supervisar el proceso productivo llevando a cabo
actividades de control).
Recordemos que como gran parte de estas empresas era de origen familiar, el caso de
estas actividades no era la excepción, se procuraba colocar a familiares o personas de
confianza en los puestos de supervisión y control claves, y cuando ello no era posible se
recurría a la contratación de empleados o a la búsqueda de socios que llevasen a cabo
alguna de las actividades principales (normalmente control financiero o comercio).
En los inicios de la Revolución Industrial no existía un proceso de educación formal ni
para directivos de empresas ni para empleados de oficina. No había un sistema formal
de administración de empresas. A los directivos se les solía exigir cierto conocimiento
técnico y a los empleados de oficina que sepan leer y escribir y teneduría de libros.
Luego, a medida que el desarrollo industrial se fue fortaleciendo la demanda de algunas
empresas trajo aparejado un sistema educativo para los técnicos, empleados y directivos
de las empresas. Sin embargo, los directivos continuaban surgieron predominantemente
de las familias propietarias de las empresas quienes se encargaron, cada vez más, de
“proporcionar una buena educación a sus descendentes para asegurar un relevo
exitoso” (Valdaliso y López, 2009, p. 173).

En la Inglaterra del siglo XVIII, fueron los comerciantes quienes sentaron las bases de una
nueva educación, impartida en escuelas y colegios secundarios, donde junto a disciplinas
tradicionales se enseñaban otras «comerciales» como lenguas modernas, contabilidad,
taquigrafía o derecho merca ntil (Valdaliso y López, 2009, p. 173).

Por otro lado, y de la mano de la necesidad de supervisión y control; los empresarios


implementaron fuertes mecanismos disciplinarios para controlar a los trabajadores. Se
establecieron reglamentos con multas muy elevadas en caso de ausentismo o tardanzas
al lugar y horario de trabajo. Además, el “poder de despido” era el arma más utilizada
por los empresarios para forzar el cumplimiento laboral. Este cumplimiento no se
limitaba a la asistencia en tiempo y forma a las fábricas, sino que también los
trabajadores podían ser sancionados por negligencia en el uso de la maquinaria o
materia prima.
Es importante destacar, que, si bien la amenaza de despido era una herramienta muy
utilizada para el control de los trabajadores, en la realidad, la posibilidad de llevarla
efectivamente a la práctica, dependía, en gran medida, del poder de negociación que
tuvieran los trabajadores, lo cual estaba estrechamente vinculado con la posibilidad de
que los patrones pudieran conseguir nueva mano de obra calificada.
De la mano de la dificultad existente para conseguir mano de obra cualificada, los
empresarios se encontraban con la aversión de los trabajadores adultos al modelo del
sistema fabril. Para morigerar esta dificultad se optó por la contratación de mujeres, que
eran más dóciles y más baratas, y a niños, que además de ser más dóciles y baratos, no
tenían incorporada ningún sistema de trabajo que no fuese el sistema fabril, por lo cual
no existía rechazo al cambio.

No todo lo que brilla es oro

A pesar de los cambios en la organización de la producción fabril, los usos de nuevas fuentes de
energía y el aumento de la productividad no podemos omitir las consecuencias negativas que la
Revolución Industrial trajo para la sociedad en su conjunto.
El novelista y escritor inglés Charles Dickens retrató en varias de sus obras sus c ríticas a los
efectos de la industrialización en Inglaterra. Por ejemplo en su obra Tiempos difíciles publicada
en 1854 relató las consecuencias negativas del maquinismo en una ciudad inglesa:
"...Era una ciudad de ladrillo rojo, es decir, de ladrillo que habría sido rojo si el humo y la
ceniza se lo hubiesen consentido; como no era así, la ciudad tenía un extraño color rojinegro,
parecido al que usan los salvajes para embadurnarse la cara. Era una ciudad de máquinas y de
altas chimeneas, por las que salían interminables serpientes de humo que no acababan nunca
de desenroscarse, a pesar de salir y salir sin interrupción. Pasaban por la ciudad un negro
canal y un río de aguas teñidas de púrpura maloliente; tenía también grandes bloques de
edificios llenos de ventanas, y en cuyo interior resonaba todo el día un continuo traqueteo y
temblor y en el que el émbolo de la máquina de vapor subía y bajaba con monotonía, lo mismo
que la cabeza de un elefante enloquecido de melancolía. Contenía la ciudad varias calles
anchas, todas muy parecidas, además de muchas calles estrechas que se parecían entre sí
todavía más que las grandes; estaban habitadas por gentes que también se parecían entre sí,
que entraban y salían de sus casas a idénticas horas, levantando en el suelo idénticos ruidos de
pasos, que se encaminaban hacia idéntica ocupación y para las que cada día era idéntico al de
ayer y al de mañana y cada año era una repetición del anterior y del siguiente...".

CONCLUSIÓN
Como hemos visto en esta unidad en Inglaterra la Primera Revolución Industrial en lo
que a nuestra materia respecta puede sintetizarse en los siguientes aspectos:
• Cambios institucionales que favorecieron la iniciativa empresarial, asentadas
principalmente en la revolución burguesa liberal. A partir de ella, se eliminaron
las restricciones para la acumulación de capital. En este sentido se destacaron
fundamentalmente la transformación de los factores de la producción en
mercancías que pueden ser compradas y vendidas en el mercado.
• El nacimiento del sistema fabril que posibilitó la concentración de la producción
y los trabajadores en un espacio físico determinado sometidos a la dirección y
control del empresario.
• Propiedad, dirección y empresa estaban unidas a la familia. Como ya hemos
dicho anteriormente la industrialización en Inglaterra fue un fenómeno asociado
al capitalismo familiar. Fue la familia y sus redes las que posibilitaron la puesta
en marcha de empresas industriales así como también las personas a cargo del
resto de las funciones organizacionales (finanzas, comercialización y
producción).
• Las nuevas clases sociales fueron la burguesía industrial (propietarios del
capital) y los trabajadores industriales (que ofrecían su fuerza de trabajo a
cambio de un salario).
Estos cambios serán profundizados y esparcidos por el resto del mundo en la Segunda
Revolución Industrial, cuestión que desarrollaremos en la siguiente unidad.

BIBLIOGRAFÍA OBLIGATORIA
• Gantman, E. (1994) La evolución de las ideologías gerenciales desde el siglo XIX
hasta el presente (tesis doctoral).Universidad de Buenos Aires. Capítulo 2.

• Valdaliso, J. y López, S. (2009) Historia económica de la empresa. Crítica. Capítulo


4.

• Witzel, M. (2015). Historia del pensamiento administrativo. Grupo Editorial Patria.


https://elibro.net/es/lc/unne/titulos/39365. Capítulo 3.

BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA
• Bianchi, S. (2007) Historia social del mundo occidental: del feudalismo a la sociedad
contemporánea. Universidad Nacional de Quilmes.

• García Ruiz, J. (1994) Historia económica de la empresa moderna. Istmo.


• Hobsbawn, E. (2009) La era de la Revolución 1789 -1848. Ed Crítica.
Equipo Docente:
Lic. Ana Paula Marques
Lic. Juan Manuel Arnaiz
Lic. Marina Espíndola Moschner

UNIDAD 4
La gran empresa y los modelos alternativos de
gestión (1800-1870)

1
INTRODUCCIÓN
Hola! Continuamos desarrollando la “evolución del pensamiento directivo” durante el periodo
1800-1870 abordando dos grandes temas: el surgimiento de la empresa moderna y los modelos
de gestión alternativos a los propuestos por el sistema capitalista.
En el primer apartado, nos explayaremos sobre el progreso de la industrialización en Estados
Unidos. Dado el crecimiento de la producción y las nuevas innovaciones en comunicación y
transporte se fueron creando organizaciones de grandes tamaños que por su complejidad
comenzaron a innovar en sistemas administrativos y a recurrir a personas especializadas para la
gestión. Ello ocurrió principalmente en Estados Unidos y en Alemania con el surgimiento de lo
que el historiador Alfred Chandler llamó “empresa moderna”.
Como vimos al final de la unidad anterior no fue todo color de rosa durante la Revolución
Industrial. Además de la contaminación ambiental, la desigualdad social entre la clase
trabajadora y los propietarios de los medios de producción se profundizó. Frente a las injusticias
del sistema capitalista se manifestó el Socialismo Utópico proponiendo modelos alternativos de
gestión como el cooperativismo. Nos extenderemos sobre los pensadores socialistas en el
apartado final de esta unidad.

OBJETIVOS
• Que el estudiante identifique las características de la empresa moderna, su dirección y los
nuevos sistemas de información gerencial.
• Que el estudiante advierta los modelos alternativos de gestión como respuesta a las
desigualdades resultantes de la Revolución Industrial.

CONTEXTUALIZACIÓN
Guerra Civil Estadounidense: Guerra de Secesión (1861 – 1865)
Entre 1861 y 1865 Estados Unidos sufrió una guerra civil1 , llamada Guerra de Secesión
(separación) por la contienda llevada adelante por los Estados del Norte y los del Sur,
desencadenada principalmente por la problemática de la esclavitud.

1 Al momento que Estados Unidos logra conquistar su independencia (Paz de Versalles, 1783) estaba conformado
por trece Estados que ocupaban una estrecha faja de terreno entre el Atlántico y los montes Apalaches y se halla b a n
poblados por 4 millones de habitantes, aproximadamente. Sin embargo, continuó su expansión avanzando
ininterrumpidamente en dirección al Oeste y al Sur, desalojando de sus territorios a las tribus indígenas que vivían
en las inmensa s llanuras bañadas por los ríos Mississippi y Misuri (Pérez Tello, 1977).
En 1803 anexó la región de la Luisiana (oeste del rio Missisippi), comprada a los franceses por una suma cercana a
los 50 millones de francos. Unos años más tarde compró la Florida (península meridional que cierra el golfo de
México) a España por 5 millones de dólares. Años más tarde, aprovecha la emancipación de Texas (1835) de

3
Tras un periodo de organización y expansión hacia todo el territorio, se fueron vislumbrando dos
modelos de país, por un lado el norte, con un desarrollo de la industria y la tecnología, y por otro
el Sur, un modelo agrícola, con la explotación extensiva de grandes territorios de tierra. Esto
planteó una tensión entre denominados “yankees demócratas” del Norte y los plantadores
aristocráticos del Sur, debatiéndose entre un sistema de trabajo asalariado y el sistema esclavista.
El Norte buscó proclamar la libertad del trabajo para disponer de mayor número de obreros para
las industrias, de ahí el deseo de abolir la esclavitud. El Sur, por su parte, al iniciarse el siglo
XIX vio aumentar de un modo sorprendente el cultivo del algodón, como consecuencia de la
creciente demanda de la industria textil inglesa por efectos de la revolución maquinista (la
invención de la máquina desmontadora de Whitney) lo que generó una demanda mayor de
trabajadores y, al faltar los obreros blancos, utilizaba la mano de obra más barata, los negros
(Pérez Tello, 1977).
En el aspecto político también existían discrepancias, los republicanos del Norte pretendían
conferir más poder al Congreso en materia legislativa, mientras que los demócratas del Sur
querían no sólo respetar, sino también extender las facultades o libertades de cada Estado dentro
de la Unión.
La victoria de Lincoln (antiesclavistas) en la elección presidencial de noviembre de 1860 hizo
que la separación de Carolina del Sur de la Unión el 20 de diciembre fuera un hecho inevitable.
El 1 de febrero de 1861 otros cinco estados del Sur ya se habían separado.
Las consecuencias de la guerra civil fueron la pérdida de alrededor de 600.000 muertos y más de
8.000 millones de dólares. Sin embargo, se logró establecer la abolición de la esclavitud a partir
de la 13ra Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos.
Luego de la guerra2 , inició el denominado “Periodo de Reconstrucción”, Estados Unidos se
convierte en una potencia económica industrial, acelerando la explotación de recursos naturales,
con el desarrollo de las grandes manufacturas y el incremento demográfico urbano así como de
la demanda de mano de obra. En el Sur disminuyó la importancia de las explotaciones agrícolas
en el Sur, al verificarse la accesión de Egipto y la India al mercado internacional de algodón.
Además tras la derrota de la aristocracia colonial, se liberaron los oficios, se revolucionaron las
técnicas agrícolas y apareció una nueva clase media de propietarios. Sin embargo, el problema
con la población afroamericanas trascendió hasta convertirse en una cuestión racial, social y
política aun no resuelta hasta la actualidad (Kínder, 2007:106).

México y la incorpora a sus territorios. En 1842 Inglaterra termina cediendo los territorios de Maine y en 1846, el
Estado de Oregón.
2 Tras la guerra las diferencias entre el Norte y el Sur quedarían reflejada en los partidos políticos. Por un lado están

los republicanos (Norte) eran proteccionistas en economía, radicales en política, es decir, partidarios de un Gobierno
fuerte en el interior; imperialistas, o sea inclinados a extender por toda América, y aun por el mundo entero, la
influencia de los Estados Unidos; monometalistas, esto es, propugnaban la adopción de un solo patrón monetario (el
patrón oro), etc. Por otro lado, están los demócratas que se reclutaban principalmente, en los Estados del Sur. Est o s
eran, sobre todo, librecambistas; partidarios de la descentralización política, es decir, que deseaban conceder la
mayor libertad posible a los Estados de la Unión; antimperialistas, bimetalistas (patrón oro y patrón plata), etc.

4
Del periodo de la reconstrucción al desarrollo industrial estadounidense
Partiendo de la cuestión demográfica estadounidense, a mediados del siglo XIX llegaba a 23
millones, y un siglo más tarde (1950) alcanzaría la enorme cifra de 150 millones. Este rápido
aumento se explica por la inmigración: desde 1850 a 1905 desembarcaron en Estados Unidos 23
millones de personas. Pese a las crisis sucesivas se registra una expansión de la industria, la
técnica y el capital. De 1860 a 1914 la población pasó de 31.3 a 91.9 millones de habitantes, 21
de los cuales son inmigrantes (Kínder, 2007:105).
Después de dejar atrás la guerra civil y, luego de comenzar el periodo de reconstrucción, el
desarrollo económico e industrial de Estados Unidos a mediados del siglo XIX se insertó en lo
que se denominó Segunda Revolución Industrial, donde se evidenció una mejora en los sistemas
técnicos y la introducción de nuevos recursos como el petróleo, la electricidad y principalmente
el acero. Se trató fundamentalmente de una “revolución tecnológica”, que se distinguió por su
capacidad de transformar el aparato o sistema productivo de una economía (industrializada) en
un conjunto, y que como tal tiene una influencia global en la dinámica del crecimiento
económico, en la forma socio institucional y en el régimen de acumulación de capital.
La revolución de los transportes y el ferrocarril
La expresión “revolución del transporte” hace referencia al conjunto de innovaciones que
tuvieron lugar a partir de 1830, desde el momento en que comenzó a utilizarse la energía del
vapor para accionar medios de transportes por tierra y agua. En realidad, el proceso innovación
en el terreno del transporte fue continuo, desde fines del siglo XIX comenzaron a construirse los
primeros automóviles y los medios de transportes accionados por electricidad (tranvías
subterráneos, ferrocarriles).
Con el ferrocarril se logró abaratar el precio de la circulación por tierra (que había sido más
elevada que el transporte por agua) y, a medida que se fueron construyendo las redes ferroviarias
pudieron incorporarse nuevas regiones a los circuito comerciales, integrando mercados
regionales y nacionales. De esta manera, el descenso de los costos de transportes se tradujo en un
incremento sostenido de la actividad comercial. Para la producción en serie este fue un factor de
suma importancia ya que permitía que los centros regionales pudieran abastecer la demanda de
masas existente en el país. Se señala además el trato favorable que los ferrocarriles les dieron a
sus mayores clientes como los consorcios de refino de azúcar y petróleo durante sus años de
formación. Según Piore y Sabel (1990) el trato favorable incidió en la supervivencia de los
consorcios antes mencionados.
Otro elemento central de los ferrocarriles fue la rapid ez, que se incrementó con el correr del siglo
y redujo sensiblemente los tiempos para el traslados de bienes y personas (Barbero, 2001). Por lo
tanto, el ferrocarril fue un impulsor del desarrollo industrial, generando efectos expansivos sobre
otras actividades económicas, promoviendo las explotaciones de las minas de carbón, la
producción de hierro y acero y la industria mecánica.

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Cabe destacar que, mientras para Europa la Segunda Revolución Industrial precedió al ferrocarril
es decir, llegaron antes de que el proceso de industrialización hubiera comenzado, en Estados
Unidos el ferrocarril llegó junto con la industrialización y se convirtió en parte integrante de ella.
Desde el punto de vista de la organización empresarial, los ferrocarriles pueden consid erarse la
primera empresa moderna. En Estados Unidos su importancia, a mediados del siglo XIX, era
superior a la de las firmas industriales pues movilizaban capitales y recursos humanos en una
escala sin precedentes, y su organización gerencial y burocrática sirvió de modelo para la
conformación de las grandes empresas industriales que nacieron a fines del siglo (Chandler,
1977), más adelante ampliaremos este tema.
Otro de los elementos centrales en la revolución de las comunicaciones fue el telégrafo, que
utilizó por primera vez en 1839 y se difundió masivamente a partir de mediados de la década de
1840. Su uso fue muy importante en el campo militar y político, pero también en la coordinación
de los mercados financieros y comerciales (Barbero, 2001). A diferencia del ferrocarril, no tenía
sustitutos que se compararan, por primera vez permitió que la información viajara más rápido
que las personas.
Las innovaciones tecnológicas de la Segunda Revolución Industrial
Las innovaciones tecnológicas fueron para los contemporáneos factores que sirvieron para
actualizar y relanzar la tecnología de la primera revolución, mediante una serie de
perfeccionamientos en la tecnología del vapor y el hierro.
La industria del hierro se convirtió hacia mediados del siglo XIX, en el sector que experimentó
una de las más profundas transformaciones del aparato productivo, basado en el desarrollo de la
industria del acero3 . Este se utilizó para la construcción de buques y barcos, y más tarde, en la
construcción de edificios y puente. El uso laminado del acero para la construcción naviera
permitió construir barcos más grandes, más ligeros y más rápidos, así como también acorazados
de guerra. La producción mundial pasaría de medio millón de toneladas en 1865 a 50 millones en
1914 (Barbero, 2001: 92).
Además la Segunda Revolución Industrial también desarrolló un nuevo núcleo tecnológico de
punta en el que el papel protagónico lo desempeñaron el petróleo y el motor a combustión
interna, la electricidad y la industria química.
El petróleo en comparación al carbón, poseía un mayor poder calórico, de fácil transporte y
presentaba un espectro de usos más amplios y diversificados. En Estados Unidos hacia 1859
empieza su explotación comercial, sin embargo el petróleo líquido se utilizó durante aquellos
años fundamentalmente como fuentes de iluminación. Paulatinamente la difusión del motor a
combustión interna y la fabricación de los primeros automóviles transformaron el petróleo en la
principal fuente de energía para todo tipo de equipamiento de transporte. Así la empresa
automotriz se convirtió en el paradigma industrial del siglo XX, generando una constelación de
interrelaciones técnicas, económicas y sociales.

3Es una variedad especial del hierro que contiene una pequeña cantidad de carbono, y es más resistente y d u ra d ero
que el hierro forjado.

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La otra gran fuente de energía como dijimos fue la electricidad, que cambió la vida cotidiana,
urbana y la vida en los lugares de trabajo. A partir de 1860, con la invención de la dínamo y más
tarde la lámpara incandescente, el alternador y el transformador, y con el perfeccionamiento de
los sistemas utilizados para el transporte, la electricidad se transformó en una de las formas de
energía más versátiles, con una multitud de aplicaciones prácticas.
Comenzó a utilizarse para la iluminación, para accionar motores y maquinaria, para producir
calor (de ese modo paso a emplearse en la metalurgia, especialmente en la fundición de metales)-
fue fundamental para la expansión de los medios de comunicación a larga distancia como el
telégrafo, el teléfono y la radiofonía. Para después de la Primera Guerra Mundial, con el
desarrollo de las centrales generadoras termoeléctricas, la corriente eléctrica se convirtió en un
servicio público por excelencia (Barbero, 2001: 93). En la década de los 80, empezaron a
proliferar las centrales eléctricas en Estados Unidos, la primera de ellas fundada por Edison en
Manhattan.
Finalmente, la industria química fue junto a las anteriores, otro de los más grandes núcleos
tecnológicos de punta que caracterizó la segunda revolución industrial. Este sector adquirió una
proyección económica inmensa. La institucionalización de la invención y el desarrollo de la
industria en las corporaciones químicas fue requisito ineludible para su crecimiento. Entre las
destacadas innovaciones se desprende hacia mediado del siglo XIX la aparición con inusitada
fuerza de la industria de ellos colorantes sintéticos. De esta se desprendieron nuevos sectores
como la industria farmacéutica, los explosivos, las fibras sintéticas, el caucho, las telas
artificiales, y la industrialización de residuos minerales (Bianchi, 2007).

La empresa moderna
En la Segunda Revolución Industrial encontramos el nacimiento de la empresa moderna,
entendiendo como tal la gran empresa, como una organización burocrática, administrada por
gerentes asalariados, cuya forma jurídica característica será la sociedad anónima.
Por “empresa moderna” tomaremos la referencia del prestigioso investigador Alfred Chandler
(1977). Después de su exhaustivo análisis sobre los procesos de producción y distribución en
Estados Unidos a partir de 1840, el autor publicó en 1977 su obra “La mano visible”. En la
misma afirmó que la regulación de oferta y demanda por el mercado había sido reemplazada por
la planificación y coordinación en el ámbito de la empresa privada a cargo de directivos
asalariados.
Para Chandler la empresa moderna se definió por dos características bien especificadas: “consta
de muchas unidades de operación distintas y la dirige una jerarquía de ejecutivos asalariados”
(1977, p. 16). Todas las unidades contaban con espacios administrativos propios dirigidos por un
directivo asalariado a tiempo completo. A su vez, todas las unidades llevaban su propia
contabilidad, posible de auditar por separado.
A diferencia de la empresa moderna, la tradicional contaba con una sola unidad operativa, en la
que una persona o grupo reducido de propietarios podían dirigir un taller o fábrica, un banco o
compañía de transporte desde una sola oficina.

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Normalmente, este tipo de empresas solo se ocupaba de una única función económica, comerciaba en una
sola línea de productos y operaba en un área geográfica. Con anterioridad a la aparición de la empresa
moderna, los mecanismos de mercado y de los precios coordinaban y controlaban las actividades de ca d a
una de estas pequeñas compañías, dirigidas personalmente por los propietarios (Chandler, 1977, p. 16).

La empresa moderna, por su parte contaba con dimensiones más grandes, integrando además
distintas funciones, combinando producción y distribución en gran escala. Además la empresa
moderna contaba con la ampliación de mercados. De esta manera, en la medida que fueron
conformando mercados de masas, el volumen de producción de las empresas se incrementó
también en rubros que no requerían necesariamente economías de escala pero permitían la
fabricación en serie con la incorporación de innovaciones tecnológicas (Barbero, 2001).. Las
formas tradicionales de organización, centralizadas y personalizadas, fueron perdiendo terreno
frente a un sistema de gestión mucho más complejo y una estructura que se adecuara a las nuevas
realidades (Chandler, 1977).
Con la nueva organización característica de la Segunda Revolución Industrial, se incorporaron
muchas unidades bajo su control, permitiendo operar en lugares diferentes, frecuentemente
realizando diversos tipos de actividades económicas y comerciando en distintas líneas de bienes
y servicios. Así, las operaciones de estas unidades y las transacciones entre ellas se internalizaron
y fueron los empleados quienes las controlaron y coordinaron en lugar de los mecanismos de
mercado.
A partir del aumento de unidades y actividades dentro de la empresa fue necesario el
establecimiento de una jerarquía de mandos medios y de altos directivos asalariados para
controlar y coordinar el trabajo de las unidades que tenían a su cargo 4 . Este hecho dio origen a
una nueva clase de hombre de negocio: el gerente asalariado, como dice Chandler una
subespecie de hombre económico.
El procesos de consolidación de la gran empresa en sectores claves de la actividad industrial
generó una creciente concentración y formas oligopólicas en los mercados, fundamentalmente en
las ramas capital-intensivas de la producción. Surgieron los denominados trust y los grandes
complejos industriales de los reyes del Big Business: “Astor (comercio de pieles) Rockefeller
(Standar Oil) Carnegie (Steel Corporation), Morgan (Banca), Vanderbilt (ferrocarriles). En
1913 el 2% de los americanos ingresa el 60% de la renta nacional. Solo Morgan y Rockefeller
controlan el 20% del patrimonio nacional” (Kínder, 2007:128).
La constitución de grandes empresas cuya gestión revestía una creciente complejidad implicó
también inversiones cada vez mayores en la formación y capacitación de recursos humanos. A
fines de siglo surgen en Estados Unidos y Alemania las primeras escuelas de negocios. La
administración adquirió un carácter cada vez más científico. Podemos decir entonces que la gran
empresa se transformó en una de las instituciones características del capitalismo industrial a fines
del siglo XIX (Barbero, 2001). Su proceso de consolidación se acentuó con los inicios de la
diversificación geográfica y el nacimiento de las empresas multinacionales.

4 Este proceso de separación entre la propiedad y la gestión estuvo estrechamente vinculado al crecimiento de los
volúmenes de capital que las grandes empresas requerían. Para ello, debieron recurrir al crédito bancario y al
mercado de capitales, mediante la emisión de acciones y obligaciones, lo cual tuvo como contra partida el
incremento de sociedades anónimas.

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Alfred Chandler y la empresa moderna

El principal teórico de la “empresa moderna” e historia empresarial fue el historiador PhD.


Alfred Chandler. Su carrera académica la desarrolló en la Universidad de Harvard en donde
avanzó con sus investigaciones sobre las empresas estadounidenses y su importancia en la
Revolución Industrial. En una de sus célebres obras “La mano visible” de 1977 determinó las
características de lo que él consideraba la “empresa moderna”:
1. La empresa multiunitaria moderna reemplazó a la pequeña empresa tradicional cuando la
coordinación administrativa permitió una mayor productividad, unos costos más bajos y
unos beneficios más elevados que la coordinación por medio de los mecanismos de
mercado.
2. Las ventajas de internalizar las actividades de muchas unidades en una sola empresa no
pudieron hacerse efectivas hasta que se creó una jerarquía administrativa.
3. La empresa moderna surgió por primera vez en la historia cuando el volumen de
actividades económicas alcanzó un nivel que hizo que la coordinación administrativa
fuera más eficiente y más rentable que la coordinación del mercado.
4. Una vez que se constituyó una jerarquía administrativa y que ésta llevó a cabo con éxito
su función de coordinación, la misma jerarquía se convirtió en una fuente de estabilidad,
de poder y de desarrollo continuado.
5. Las carreras de los directivos asalariados que dirigían estas empresas se volvieron cada
vez más técnicas y profesionales.
6. A medida que la empresa multiunitaria aumentaba de tamaño y se diversificaba, y que
sus directivos se profesionalizaban, su dirección se separó de la propiedad.
7. Al tomar las decisiones administrativas, los directivos profesionales preferían una política
que favoreciera la estabilidad y el desarrollo a largo plazo de sus empresas a las que
maximizaban los beneficios corrientes.
A medida que las grandes empresas crecían y controlaban sectores fundamentales de la
economía, alteraron la estructura básica de estos mismos sectores y de la economía en su
conjunto (Chandler, 1977).

LA APARICIÓN DE LA EMPRESA MODERNA EN ALEMANIA


De acuerdo a algunos historiadores, la empresa moderna surgió en Alemania en las últimas
décadas del siglo XIX a la par de Estados Unidos. Según García Ruiz (1994) después de 1840
comenzaron los beneficios de la unión aduanera fruto del Zollverein (1833) y se inició la
construcción de los ferrocarriles. La unión económica situaba a nuevos empresarios frente a un
gran mercado potencial. La modernización industrial se dio durante los años previos a la unidad
nacional (1870-71) y la “empresa moderna” presentaría sus primeros síntomas cuatro décadas
antes de la Primera Guerra Mundial. Valdaliso y López (2009) señalan que en Alemania “el

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papel de los ingenieros en la gestión de las compañías ferroviarias y en la formación de un
sistema unificado de transportes fue muy destacado” (p. 213). Para coordinar el tráfico de
ferrocarriles entre los distintos estados de la unión aduanera se creó una Asociación de
Administraciones de los Ferrocarriles Alemanes, integrada por la mayoría de las compañías
ferroviarias alemanas. Luego se fundó en 1850 la asociación de ingenieros civiles de
ferrocarriles, que fue la encargada de normalizar el equipo y las instalaciones físicas en todos los
territorios. Los directivos asalariados también estuvieron en las compañías ferroviarias alemanas,
pero la nacionalización de la red, en 1879, modificó el modelo de gestión empresarial y las
características de los directivos, convertidos en altos funcionarios.
La mayoría de estudios referidos a la industria alemana señalaron un rasgo muy característico: la
cartelización. Esto se dio básicamente por la crisis estructural iniciada en 1873 que generó una
prolongada caída de precios.
Los carteles (Kartelle) eran acuerdos voluntarios que establecían una política común de mercado,
pero que permitían mantener la independencia de los participantes. “Según Koch (1980, p. 88),
los carteles fueron bien aceptados por una opinión pública que desconfiaba del laissez-faire, e
incluso la Corte Suprema imperial les dio el visto bueno en 1897” (García Ruiz, 1994, p. 49).
En la ruptura del capitalismo patronal o familiar se resaltó la influencia significativa de la banca
mixta desde la década de 1850. La implicación creciente con la industria condujo a los banqueros
a desear ocupar puestos de dirección en las empresas que potenciaban. Tras la ley de 1870 se
estableció una estructura directiva dual en las empresas alemanas. El Consejo Supervisor
(Aufsichtsrat) sería elegido por los accionistas o sus representantes, y tomaría las decisiones
estratégicas, mientras que el Consejo Ejecutivo (Vorstand) sería elegido por el anterior, y tendría
a su cargo el día a día de la empresa. En este contexto, los grandes banqueros fueron aumentando
su presencia en los Consejos Supervisores, y hacia 1914 ya ocupaban cerca del 20 por ciento de
todos los puestos (García Ruiz, 1994). La preponderancia de los Consejos Ejecutivos dominados
por managers asalariados se estableció tras la Primera Guerra Mundial, con la tendencia a la
autofinanciación.

LOS NUEVOS SISTEMAS DE INFORMACIÓN GERENCIAL


La estructura de costos, la necesidad de inversión en capital fijo más las cuestiones centrales de
coordinación, entre otras, hicieron que los ferrocarriles fueran pioneros en la reflexión de los
problemas técnicos y organizativos.
EI transporte ferroviario, el telégrafo y el teléfono eran sectores muy intensivos en capital, en
gestión (coordinación) y en tecnología (I+D), con elevadas economías de escala por el lado de la
oferta que favorecían un gran tamaño de la empresa y aumentaban las barreras de entrada
(Valdaliso y López, 2009).
Frente a ello se observaron las externalidades de red, es decir: la compañía que tuviera la red más
amplia atraería mayor cantidad de usuarios (clientes). Esto último generaba incentivos para que

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empresarios buscaran la manera de acrecentar su red, de esta forma se fueron formando
oligopolios o incluso monopolios.
Debemos notar aquí que el funcionamiento de los ferrocarriles era distinto de los barcos de
vapor, a las ya mencionadas anteriormente se añadía la cuestión de la seguridad. Como señalan
Valdaliso y López “…el convoy de vagones depende de la locomotora, su composición es
variable y debe moverse por una vía” (2009, p. 207). Esta situación nos muestra distintos
interrogantes según la posición en la compañía ferroviaria: propietario o directivo.
Los dos tienen una pregunta en común: ¿puede chocar el convoy con otro? Por su parte, el
administrador de una red ferroviaria se interroga acerca de la cantidad de transporte que está
produciendo cada uno de los vagones que administra a lo largo de cada hora. Por el contrario,
para el propietario la pregunta será: ¿se venderá lo que está transportando el vagón? El gerente se
preocupa por la ratio de capacidad utilizada por hora transcurrida (costes unitarios) y el otro por
el coste de oportunidad de tener ocupada o no esa capacidad (la demanda), y ambos por la
seguridad. EI propietario pregunta al administrador: ¿de qué sirve ser muy eficiente si el convoy
llega tarde?, y el administrador replica: ¿cuánto es lo que se pierde si llegando justo a tiempo la
ocupación no fue la más eficiente? A la vez, los dos quieren saber siempre donde está cada tren
en cada momento (no solo por el negocio, sino por la seguridad), para eso necesitan una red de
información (Valdaliso y López, 2009, p. 206).

Daniel Mc Callum y el primer organigrama

Alfred Chandler llamó a los hombres que dirigieron los ferrocarriles “primer grupo de gerentes
modernos” en Estados Unidos al separarse la propiedad de la dirección. Uno de los primeros
gerentes modernos fue el ingeniero Daniel Mc Callum, quien se convirtió en Superintendente
General de Nueva York y Erie del ferrocarril en 1855. Según Chandler Mc Callum fue uno de los
primeros en darse cuenta sobre los problemas de dirección y diseñó de forma gráfica el primer
organigrama. Además Mc Callum rápidamente supo utilizar el telégrafo para mejorar la
comunicación dentro de la empresa. Sostenía que los canales de autoridad y responsabilidad
también lo eran de información, el telégrafo permitía una coordinación y evaluación más efectiva
de las unidades operativas. La posición del administrador que controlaba la red a través de la
información transmitida a los subalternos terminó ganando y se transformó en el verdadero
organizador de la explotación de la red ferroviaria. En el Report of the Superintendent of the New
York and Erie Railroad a los accionistas de 1855 Mc Callum describió las seis necesidades
organizativas de una gran empresa:
1. Una división apropiada de responsabilidades.
2. Suficiente delegación de poderes, de forma de que uno solo sea capaz de llevar adelante
una tarea completa, pero que la responsabilidad sea efectiva (es decir, que autoridad debe
ser equivalente a responsabilidad).
3. Los medios de conocer si tales responsabilidades son ejecutadas a satisfacción.

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4. Gran rapidez en el informe de todos los incumplimientos del deber y qué errores deben
ser corregidos.
5. Tal información se obtendrá por un sistema de informes diarios y controles diversos, lo
que evitará poner en apuros a la oficina principal y que se limite su influencia sobre los
subordinados.
6. La adopción de un sistema global que no sólo permita al Superintendente General
detectar errores inmediatamente, sino también poner en evidencia acciones delictivas.
(García Ruiz, 1994).
El también ingeniero John Edgar Thomson, que lideró el ferrocarril de Pennsylvania, desarrolló a
través de esta última la empresa organizada en línea y staff.

Una vez que surgió el telégrafo en 1850 aproximadamente comenzó a utilizarse la red telegráfica
para mejorar la comunicación. Así dentro de los ferrocarriles estaban dos redes: la viaria y de
información. “Evidentemente, la posición del administrador, que controla la red desde la
información de sus subalternos, a la que se suma luego la del telégrafo, termina ganando y se
convierte en el verdadero organizador de la explotación de la red” (Valdaliso y López, 2009, p.
206).
A mediados de siglo XIX los altos directivos conducían en Estados Unidos tres de las cuatro
compañías que iban a unir el Este con el Oeste del país. B. Latrobe en la Baltimore & Ohio
empleando la contabilidad financiera, McCallum en la Eire afirmando que los canales de
autoridad y responsabilidad también lo eran de información y J. Edgar Thomson en la
Pennsylvania desarrollando el concepto de empresa organizada en línea y staff.
En el intento por controlar la empresa además del gerente y propietario surgió otro actor de
singular relevancia: el especulador. Este último era capaz de anticipar los vaivenes del mercado
en creciente integración gracias a la expansión de las redes ferroviarias. El hecho de poseer
acciones de las líneas ferroviarias que unían de costa a costa el país se convertiría en el valor más
preciado del mundo. Para intentar controlar el valor de las acciones los gerentes conformaron
asociaciones para defenderse de los especuladores.
Los gerentes de los años cincuenta en adelante tuvieron que diseñar redes y decidir la compra de
un material volante cuya explotación conjunta se adaptase justo al límite máximo del tamaño y la
intensidad de la demanda, una tarea difícil. Si la capacidad instalada resultaba superior, entonces
el margen de beneficio no sería el esperado y las acciones caerían, debido a que cada unidad
transportada correría con altos costes de amortización referidos a la vía y el material y a la falta
de ocupación (transportar peso muerto). Por el contrario, una capacidad instalada inferior a la
demandada solía ser el fruto de una decisión gerencial que había interpretado que su límite de
capacidad instalada era igual a la demanda potencial y que, consecuentemente, la cantidad de
transporte que se generaba tendería a ser constante. (Valdaliso y López, 2009, p. 207).
En este sentido la pregunta era ¿cuál era el límite de la capacidad instalada? Este límite no era la
utilización plena ya que habría sobreexplotación de la vía y el material volante con las
correspondientes consecuencias de deterioro rápido de instalaciones y material rodante. Si

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durante su vida útil del vagón se precipitaba su depreciación (por la sobreexplotación) sin que
existiese posibilidad de capitalización para reponer el vagón se podría paralizar la actividad.
Era el tiempo de enfrentar problemas de optimización. “Implican la maximización o
minimización de cantidades a mover (vagones transportando productos) que están sujetas a
restricciones (capacidad instalada y/o demanda y tiempos de deterioro y renovación de la
capacidad instalada)” (Valdaliso y López, 2009, p. 208). Para resolver este tipo de problemas y
otros es que las empresas ferroviarias fueron contratando como administradores a ingenieros para
optimizar la explotación de redes utilizando por ejemplo herramientas matemáticas como el
cálculo infinitesimal. A partir de este último los ingenieros administradores tomaron nota de que
lograr transportar la cantidad máxima de vagones por convoy permitiría la maximización de
beneficios, para lo cual el ingreso por cada uno de los vagones (ingreso marginal) era igual al
costo que cada uno originaba (costo marginal).
Además de las herramientas de cálculo infinitesimal, los administradores de ferrocarriles
desarrollaron técnicas de contabilidad analítica o también conocida como contabilidad de costos
dado que debían enfrentarse a la toma de decisiones en relación a grandes inversiones en capital,
instalaciones y equipos. Para Chandler “fue J. Edgar Thomson quien al reorganizar, en 1857, el
departamento de contabilidad de la Pennsylvania Railroad Company hizo surgir un verdadero
interés por el tema” (García Ruiz, 1994: 35). Así fue que se fueron perfeccionando las técnicas
de recolección y presentación de datos como así también los ratios. El ingeniero Albert Fink,
superintendente general y luego vicepresidente del Louisville & Nashville buscó determinar la
unidad básica del costo unitario (tonelada/milla).
Desarrolló un sistema contable de 75 tipos de costes unitarios divididos en cuatro cuentas que le permitían
saber los costes unitarios (por tonelada/milla) de circulación, de estación, de mantenimiento y de
intereses. Esto le permitió conocer la rentabilidad de cada unidad del capital instalado, tanto fijo como
móvil, así como la de cada ejecutivo (Valdaliso y López, 2009, p. 209).

Además, la contabilidad fue especializándose cada vez más; la contabilidad financiera, de capital
y de costos fueron las innovaciones en esta época. La primera supuso la recolección, verificación
y auditoría de cientos de operaciones financieras registradas diariamente. Obviamente la
realización de tales operaciones significó la creación de departamentos en las empresas
ferroviarias que en 1860 tenía más auditores y contables que el propio Gobierno Federal de
Estados Unidos. Las empresas también distinguieron entre la cuenta de construcción o de capital
y cuenta de explotación (en esta se imputaban los gastos de reparación y renovación de material).
La capacidad previsora mediante estos sistemas de información utilizados por las empresas
ferroviarias facilitó el acceso a mercados formales de capital tanto nacional como extranjero.

La comunicación y la nueva gestión empresarial

Si bien tanto el telégrafo y el teléfono se parecen a los ferrocarriles porque se basan en redes que
se construyen y explotan, la diferencia radica en que las primeras se impulsaban de forma
eléctrica. Para los nuevos medios de comunicación fueron fundamentales los científicos que se
convirtieron en empresarios como por ejemplo Thomas Edison. Los principales demandantes de

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estos medios eran los ferrocarriles y el Estado. Gracias al telégrafo es que los ferrocarriles
pudieron desarrollarse y la telegrafía permitió la primera red de telecomunicaciones del mundo
en la segunda mitad del siglo XIX.
Samuel Morse fue el primero en tender una línea moderna entre Baltimore y Washington en
1944 y a partir de allí se extendió a todo el territorio de Estados Unidos. Desde 1866 la
explotación de la telegrafía estuvo en manos de una sola empresa la Western Union, quien se
organizó mediante la creación de departamentos por zona geográfica (este, sur, centro y
Pacífico).
Un nuevo avance en las comunicaciones se dio con el patentamiento del teléfono en 1876 a cargo
de Alexander Graham Bell, invento que descubrió por accidente.
Estos avances en las telecomunicaciones más el ferrocarril posibilitaron la creación de
estructuras administrativas y nuevos sistemas de información gerencial que fueron determinantes
para reemplazar los mecanismos de coordinación del mercado. “Gestionar su negocio era
gestionar su red y para lograrlo invirtieron en innovar en gestión” (Valdaliso y López, 2009:
224).
Un ejemplo de ello es el sistema administrativo de la Western Railway que tras serios accidentes
creó la primera estructura administrativa definida y utilizada por la empresa estadounidense. Se
tendió a una gestión centralizada y jerárquica para controlar las salidas, movimientos y llegadas
de los convoyes. De esta forma los jefes de estación (partes terminales de la red) informaban
hacia arriba, hasta que la cúspide tenían información de todo y todo estaba en función de la
información. Desde arriba de la organización se daba instrucciones que al mismo tiempo se iban
disgregando hasta llegar abajo. Todo ello utilizando la estructura de la red ferroviaria y gracias a
la red telegráfica. Esta forma de funcionar retiraba al mercado de la gestión de los ámbitos
económicos determinados por infraestructura en red con tráficos densos (Valdaliso y López,
2009).

A partir de estas problemáticas es posible visualizar por qué la empresa moderna surgió en los
ferrocarriles. En este sentido se destaca que los ferrocarriles se distinguían por el tamaño en
movimiento.
Las compañías ferroviarias fueron las primeras que se enfrentaron a un control de grandes
cantidades de unidades de producción diversas (vagones de pasajeros, de correo, de mercancías
especificas -vagones generales, frigoríficos y de líquidos-) en un sistema de flujos en red muy
complejo (el conjunto de redes ferroviarias creciendo de costa a costa en el vasto territorio
norteamericano), es decir, tenían que calcular el coste y la rentabilidad de cada vagón
moviéndose en cada momento. Pero al mismo tiempo debían minimizar el riesgo de un
descontrol en el flujo de convoyes en la red porque, de lo contrario, no sería segura y los
accidentes y costes se multiplicarían…«Los hombres que dirigían estas empresas se convirtieron
en el primer grupo de gerentes modernos de Estados Unidos» (Valdaliso y López, 2009, p.
212).

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LOS GERENTES ASALARIADOS
Como puede leímos anteriormente uno de los principales cambios desde la empresa tradicional
hacia la empresa moderna es que la gestión de la misma deja de estar en manos de sus
propietarios o socios para pasar a manos de “una jerarquía de ejecutivos asalariados” (Chandler,
1977, p. 16).
Para sostener su crecimiento se hace necesaria la creación de una estructura de gestión (mandos
medios y altos directivos) con capacidad suficiente para coordinar y controlar un volumen de
producción mucho mayor de lo que el propietario o algún socio designado pudiera llevar a cabo.
Esto genera por un lado empresas más técnicas y especializadas y a su vez el nacimiento de una
nueva clase social de hombres de negocios, los directivos o gerentes asalariados. También
impulsa el surgimiento de formaciones educativas profesionales vinculadas con esta área de
conocimiento que hasta el momento se llevaba a cabo de forma empírica.
Las mejoras en los procesos de coordinación administrativa trajeron como consecuencia
facilidades en los flujos de tesorería y de cobros, “asimismo las ganancias resultantes de esta
coordinación fueron mucho más importantes que las resultantes de la reducción de los costes de
información y transacción” (Chandler, 1977, p. 27).
Otra peculiaridad de la jerarquía administrativa era que la estructura trascendía la persona que
ocupaba el cargo, constantemente se capacitaba a directivos de mandos medios para ocupar
puestos de mayor jerarquía con la finalidad de que estar preparados para hacer relevos en caso de
ser necesario.
De la misma forma, la selección e incorporación de los gerentes se basaba en la educación, la
formación y los rendimientos obtenidos y no en la pertenencia a una red familiar o de confianza.

LOS MODELOS ALTERNATIVOS A LA EMPRESA CAPITALISTA .


El mundo que se presentaba pasadas algunas décadas después de establecido la Revolución
Industrial nada tenía que ver con los equilibrios sociales y las satisfacciones de las mayorías que
se habían pronosticado. Miles de campesinos eran expulsados por los terratenientes a las
ciudades. El campo criaba mucho más ovejas, que en ese momento eran más rentables por el
crecimiento de la industria textil. Los desplazados se hacinaban en ciudades sin ninguna
infraestructura para contenerlos.
Los industriales absorbieron la mano de obra campesina para el trabajo en las fábricas. Pero los
campesinos no eran precisamente la clase de operarios que los industriales requerían. Estos
buscaban que los ingresos de sus asalariados estuvieran en relación a sus productividad es, o sea,
en definitiva, que trabajaran lo más posible cobrando lo menos posible. Una nueva clase social
surgía abruptamente: los asalariados, y los requisitos para ser aceptados en ella eran la
laboriosidad.

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Los patrones, entonces, preferían a los niños, porque no estaban contaminados por las “viejas
malas costumbres”. Además, podían trabajar mejor en los telares, porque sus pequeños dedos
eran más eficaces para meter hilos en la urdimbre. Las jornadas laborales eran de 14 horas o más,
de lunes a domingo, y por supuesto, no se conocían las protecciones sociales. En este marco
surgió el Socialismo Utópico en el que algunos pensadores se ocuparon de la autoridad en las
unidades productivas, y de aspectos propios de la gestión de las mismas (Gantman, 1994).
El Socialismo Utópico fue el término que, desde principios del siglo XIX, designó a aquellas
teorías y acciones políticas que defendían un sistema económico y político basado en la
socialización de los sistemas de producción y en el control estatal (parcial o completo) de los
sectores económicos, lo que se oponía frontalmente a los principios del capitalismo. Algunos
autores sostienen que el uso general del término "organización" comenzó en Francia luego de la
Revolución Francesa. Pero el concepto remitía a la idea de "la reconstrucción de la sociedad
como un todo". Luego la palabra "socialismo" comenzó a emplearse en tal sentido. Justamente la
idea de administración se refirió primero a la sociedad en general y no a empresas en particular
(Gantman, 1994). En este escrito nos ocuparemos principalmente de algunos socialistas utópicos
que buscaron mediante la formulación de modelos alternativos de gestión mayor equidad social.

Conde Saint Simon (1760-1825)


Claude Henri de Rouvroy, o más conocido como Conde de Saint-Simón era un noble francés que
afirmaba descender de Carlomagno. “El objetivo de su obra fue la institución de un orden social
racional, frente a la emergencia de la sociedad industrial de su época, a la cual percibió como
injusta e ineficiente” (Gantman, 1994: 12).
Saint-Simón desarrolló una teoría evolutiva de la historia en el que revelaba una yuxtaposición
de dos sistemas sociales contradictorios. La Francia prerrevolucionaria: se basaba en la fuerza
militar y en la aceptación acrítica de la fe religiosa y Francia después de la revolución: se basaba
en la capacidad industrial y en la aceptación voluntaria del conocimiento científico.
Para Saint-Simón la ciencia y la industria constituían los sellos de la edad moderna y su mayor
interés era reorganizar la sociedad de manera que fuesen eliminadas todas las barreras al
desarrollo de aquellas. El principio rector sobre el cual debía basarse la organización de la nueva
sociedad era la jerarquía del mérito y dentro de sus propuestas de racionalidad se presenta una
sociedad fundada en cuatro dimensiones: la centralidad de la producción, el orden, la
certidumbre y la precisión como nuevos métodos de organización, y el hecho de que la sociedad
estaría gobernada por nuevos hombres; a saber: ingenieros, industriales y planificadores, basados
en el conocimiento específico de cada uno de ellos y la legitimación de la autoridad que se deriva
de este conocimiento.
Aseguró también, hallar la clave para aumentar la producción en la razón y en la identidad de los
intereses de clase. Según Saint- Simón la cooperación económica y la organización industrial
brotarían espontáneamente del progreso de la sociedad. El nuevo orden que proponía buscaba
aumentar el control sobre las cosas no sobre las personas.

16
Saint- Simón rechazaba la propiedad privada y auspiciaba la planificación de la economía.
Además, proponía sistemas de asociación basados en la solidaridad y la cooperación.

Charles Fourier (1772-1837)


Charles Fourier fue un socialista francés que criticó fuertemente el capitalismo, la explotación de
que eran objeto los obreros y las mujeres y la desigualdad social.
Aseguraba que era posible establecer una sociedad justa, para lo cual propuso la fundación de
Falansterios o Falanges (comunidades, ciudades jardín). Los falansterios o falanges eran en la
visión de Fourier comunidades rurales autosuficientes, que serían la base de la transformación
social. Los falansterios se crearían por acción voluntaria de sus miembros y nunca deberían estar
compuestos por más de 1.600 personas, que vivirían juntas en un edificio con todos los servicios
colectivos.
Además, propuso la supresión del proletariado, transformando a los jornaleros en asociados. El
beneficio anual que reportaba la actividad económica de la comunidad se repartiría
proporcionalmente de acuerdo a tres facultades productivas: el capital, el trabajo y el mérito.
Sostenía que
(…) la organización del trabajo debía tener en cuenta la satisfacción de las pasiones humanas y que no
habría razón para que los miembros de la comunidad no estuviesen contentos con sus trabajos. Cada
persona tendría un conjunto de tareas, asignadas a partir de su propia combinación de pasiones y gu st o s.
No debía cansarse a la gente con una ocupación única y rutinaria, además de hacer felices a todos, el
sistema estaba diseñado para tener por resultado mayor producción y eficiencia (Gantman, 1994, p p . 1 4 -
15).
Fourier pretendía convencer a los capitalistas para que proporcionaran los recursos necesarios
para la construcción de falansterios, pero ninguno de ellos acepto su propuesta.

Robert Owen (1771-1858)


Robert Owen, es de mayor importancia para el pensamiento administrativo, hay algunos que lo
consideran pionero del management, otros como el padre de la administración de personal. Hay
quienes también pueden establecer un vínculo del pensamiento administrativo de Owen con la
escuela de las relaciones humanas.
Owen comenzó a trabajar desde aproximadamente los 10 años en la industria textil y a los 18
años ya se había asociado con el dueño de una explotación textil en Manchester, con la cual
obtuvo algunas ganancias. Su matrimonio con la hija del dueño de una fábrica de hilados de
algodón en New Lanark (Escocia) lo llevo a dirigir tempranamente una industria y a imaginar
nuevas formas de relaciones laborales que terminaran con la brutalidad de los vínculos habituales
entre obreros y patrones, que él veía en la época. Fue muy difícil para Owen siendo británico
dirigir una fábrica en Escocia y ganarse la confianza de los trabajadores, pero fue un hecho
crítico el que hizo cambiar esta perspectiva.

17
[…] en 1806 Estados Unidos suspendió sus exportaciones de algodón por una crisis diplomática. El
precio de la materia prima no hacía rentable la producción, y la mayoría de las fá bricas pararon y
dejaron sin empleo a los trabajadores hasta que se solucionó la crisis, cuatro meses después. Pero
Owen paró la producción sin dejar de pagar a los obreros, 7.000 libras en total sin más contrapartida
que mantener la maquinaria limpia y en buenas condiciones. No se descontó ni un penique del sa la rio
de nadie (Santos Redondo, 2008, p. 13).

Bajo la gestión de Owen la fábrica de New Lanark se “convirtió en un cuarto de siglo en una
comunidad modelo con un alto standard de vida y un grado considerable de educación, elevando
además su rentabilidad en forma notable” (Gantman: 1994, 15). Según este empresario británico
“el hombre depende de su entorno natural y social. El hombre es bueno por naturaleza, pero las
circunstancias no le dejan serlo”. Por lo que propone mejorar el entorno del hombre para que éste
sea bueno. “El hombre bueno trabajará mejor voluntariamente”. Bajo estas ideas comenzó a
gestionar de otra forma al personal: elevó los salarios, redujo las jornadas de trabajo a 10 horas,
facilitó viviendas dignas a sus empleados, ofreció formación a los hijos de los empleados, entre
otras medidas. Además, fundó una escuela para niños y creía que se debían enseñar a los hijos de
los empleados no solamente leer, escribir y las reglas de la aritmética. Sino también señalaba que
las ciencias naturales, la música, el baile, y los juegos eran muy importantes.
A pesar de los buenos resultados en términos de productividad y beneficios Owen fue removido
de su cargo como director de New Lanark, lo que lo llevó a desconfiar del sector privado como
reformador social.
Posteriormente Robert Owen comenzó su prédica a favor de desarrollar un sistema económico
alternativo basado en la cooperativa. Desde su perspectiva los trabajadores debían unirse para
crear una nueva realidad europea basada en cooperativas que fuesen más rentables que las
industrias: cooperativas de producción y cooperativas de distribución.
Se considera a Robert Owen como el fundador del cooperativismo, escribió varios libros y llevó
su concepción al extremo de fundar una comunidad donde el pretendió instalar su concepción
idealista y fraternal de los vínculos laborales en los Estados Unidos, New Harmony, pero esa
experiencia fracasó y significó la pérdida de su fortuna personal.

CONCLUSIÓN
El desarrollo de esta unidad nos ha permitido analizar los cambios y continuidades en la gestión
de las empresas. Hemos visto como el desarrollo de los ferrocarriles y las telecomunicaciones
posibilitaron el surgimiento de la empresa moderna en Estados Unidos, caracterizada
principalmente por la separación de la propiedad y dirección, tener varias unidades operativas
especializadas, gerentes asalariados (especialmente ingenieros) y el perfeccionamiento de los
sistemas de información gerencial con la contabilidad de costos y gestión.
Por último, mencionamos a los pensadores del Socialismo Utópico quienes propusieron otros
modelos de gestión como respuesta a las injusticias derivadas de la Revolución Industrial. De
todos ellos solamente Robert Owen estuvo a cargo de la dirección de una fábrica textil en
Escocia. En la misma implementó nuevas formas de gestionar las relaciones laborales, que le

18
valieron el incremento de productividad y ganancias pero el rechazo del resto de los socios
disconformes con el estilo de dirección de Owen.
A modo de cierre diremos que en el periodo bajo análisis las rupturas en cuanto a la dirección se
presentaron en la empresa moderna fundamentalmente en los ferrocarriles en Estados Unidos, en
la fábrica textil de New Lanark a cargo de Robert Owen y las cooperativas propuestas por los
socialistas utópicos.

BIBLIOGRAFÍA OBLIGATORIA
• Gantman, E. (1994) La evolución de las ideologías gerenciales desde el siglo XIX hasta el
presente (tesis doctoral).Universidad de Buenos Aires. Capítulo 2.

• Valdaliso, J. y López, S. (2009) Historia económica de la empresa. Crítica. Capítulo 5.


• Witzel, M. (2015). Historia del pensamiento administrativo. Grupo Editorial Patria.
https://elibro.net/es/lc/unne/titulos/39365. Capítulo 4.

BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA
• Barbero, M. I. (2001). El nacimiento de las sociedades industriales. In El mundo
contemporáneo: historia y problemas (pp. 67-118). Crítica.

• Bender, T. (2015). Historia de los Estados Unidos. Una nación entre naciones. Siglo
Veintiuno Editores.

• Bianchi, S. (2007) Historia social del mundo occidental: del feudalismo a la sociedad
contemporánea. Universidad Nacional de Quilmes.

• García Ruiz, J. (1994) Historia económica de la empresa moderna. Istmo.

• Kinder, H., & Hilgemann, W. (2007) Atlas histórico mundial (Vol. 2). Ediciones Akal.

• Pérez Tello O. y Martínez J. (1977) Historia universal Vol. IV - Edad Contemporánea


Ediciones y publicaciones españolas S. A.

• Santos Redondo, M. (2008) Robert Owen, pionero del managment. Universidad Complutense
de Madrid. Obtenido de: https://eprints.ucm.es/6708/1/0027.pdf

19
Equipo Docente:
Lic. Ana Paula Marques
Lic. Juan Manuel Arnaiz
Lic. Marina Espíndola Moschner

UNIDAD 5
La competencia capitalista y el surgimiento
del capitalismo gerencial (1870-1940)
INTRODUCCIÓN
Buenas!!! Continuamos analizando los cambios que trajo la Revolución Industrial a las
organizaciones y a la administración.
En esta oportunidad nos detendremos a analizar los cambios derivados del aumento del
tamaño del mercado. En este contexto surgieron nuevos métodos de producción que
buscaban reducir costos mediante economías de escala. En este marco se dio el
taylorismo y fordismo creando un sistema de organización del trabajo para la
producción en masa. Bajo esta modalidad se buscaron máquinas especializadas, cuanto
más mejor ya que implicaba menor especialización de la mano de obra.
A mayor volumen de producción debieron buscarse alternativas para colocar los
productos en el mercado. A partir de ello la función de comercialización o Marketing se
convertiría en estratégica. Las innovaciones en productos, canales de distribución y
publicidad fueron las nuevas herramientas de competencia para las grandes empresas.
Otra novedad fue la búsqueda constante de controlar el mercado y evitar la
competencia. A partir de ello las empresas comenzaron a adoptar estrategias de
crecimiento basadas en la integración horizontal, integración vertical y/o
diversificación. Lo que consolidó en algunos sectores estructuras de mercado como el
oligopolio o el monopolio.
Al mismo tiempo, el aumento del tamaño de las organizaciones y la complejidad que
ello significaba hicieron necesario nuevos mecanismos de coordinación que se
tradujeron en nuevas estructuras administrativas: como la empresa multifuncional o
multidivisional. Igualmente, se comenzaron a estandarizar y documentar todas las
actividades realizadas al interior de la organización constituyendo de esta forma nuevas
fuentes de información y definiciones de procedimientos administrativos.
Todos estos cambios llevaron a una constante profesionalización de la administración,
en principio los nuevos gerentes asalariados eran ingenieros pero a principios de siglo
XX comenzó a incrementarse la formación en administración de empresas.
A pesar del dominio del mercado mundial por parte de las grandes empresas, las
PYMES subsistieron en determinados sectores con diferentes escalas de producción. La
importancia de las mismas dependió fundamentalmente del país y sus características de
mercado.
Estos serán los principales temas a comentar en esta unidad, seguimos!

OBJETIVOS
 Que el estudiante identifique los factores que posibilitaron el surgimiento de la
administración científica y los cambios que produjeron en la organización del
trabajo.
 Que el estudiante reconozca las características de la empresa multiunitaria y las
causas que hicieron posible su aparición como así también la necesidad de
profesionalizar la gestión.

2
 Que el estudiante identifique los cambios en la comercialización a partir del
aumento del mercado y la producción en masa.

CONTEXTUALIZACIÓN
“La gran depresión” (1870)
La segunda mitad del siglo XIX, Europa y los Estados Unidos se encuentran en pleno
proceso de desarrollo industrial a raíz de la II Revolución Industrial. Como dijimos en la
unidad anterior, se trató fundamentalmente de una “revolución tecnológica”, que se
distinguió por su capacidad de transformar el aparato o sistema productivo de una
economía (industrializada) en un conjunto, y que como tal tuvo una influencia global en
la dinámica del crecimiento económico, en la forma socio-institucional y en el régimen
de acumulación de capital. De esta forma, el mundo se hizo capitalista y una
significativa minoría de países se transformó en economías industriales. Por lo menos
hasta 1870, se mantuvo la primacía en el proceso de industrialización y su indiscutible
hegemonía dentro del área capitalista.
A pesar del optimismo y de los éxitos obtenidos, las dificultades no tardaron en
plantearse. Tal como lo había previsto Sismondi (1772-1842), uno de los primeros
críticos de la naciente economía capitalista, ésta se vio sometida a crisis periódicas,
crisis inherentes a un sistema que se autocondenaba a momentos de saturación del
mercado por el crecimiento desigual de la oferta y la demanda. De este modo, a los
períodos de auge le sucedían períodos de depresión en la que los precios caían
dramáticamente e incluso muchas empresas quebraban.
Sin embargo, hacia los primeros años de la década de 1870, las cosas cambiaron.
Cuando la confianza en la prosperidad parecía ilimitada se produjo la catástrofe: en
Estados Unidos 39.000 kilómetros de líneas ferroviarias quedaron paralizadas por la
quiebra, los bonos alemanes cayeron en 60% y, hacia 1877, casi la mitad de los altos
hornos dedicados a la producción de hierro quedaron improductivos. Pero la crisis tenía
además un componente que preocupaba a los hombres de negocios y que les advertía
que era mucho más grave que las anteriores: su duración. En efecto, en 1873, (a
diferencia de las crisis periódicas anteriores) se iniciaba un largo período de recesión
que se extendió hasta 1896 y que sus contemporáneos llamaron la "gran depresión"
(Bianchi, 2007).
La caída de los precios, tanto agrícolas como industriales, era acompañada de
rendimientos decrecientes del capital en relación con el período anterior de auge. Ante
un mercado de baja demanda, los stocks se acumulaban, no sólo no tenían salida sino
que se depreciaban; los salarios, en un nivel de subsistencia, difícilmente podían ser
reducidos; como consecuencia, los beneficios disminuían aún más rápidamente que los
precios. El desnivel entre la oferta y la demanda se veía agravado por el incremento de
bienes producidos como consecuencia de la irrupción en el mercado mundial de
aquellos países que habían madurado sus procesos de industrialización. De esta manera,
la edad de oro del capitalismo "liberal" parecía haber terminado.

3
En efecto, la crisis había minado los sustentos del liberalismo: las prácticas
proteccionistas pasaron entonces a formar parte corriente de la política económica
internacional. De este modo, ante la aparición de nuevos países industriales, la
depresión enfrentó a las economías nacionales, donde los beneficios de una parecían
afectar la posición de las otras. En el marco de las economías nacionales, las empresas
debieron reorganizarse para adaptarse a las nuevas características del mercado:
intentando ampliar los márgenes de beneficios, reducidos por la competitividad y la
caída de los precios. En primer lugar, se aceleró la tendencia a la concentración de
capitales, es decir, a una creciente centralización en la organización de la producción (la
producción aumentaba, mientras que el número de empresas disminuía). Si bien el
proceso no fue universal ni irreversible, lo cierto es que la competencia y la crisis
eliminaron a las empresas menores, que desaparecieron o fueron absorbidas por las
mayores; las triunfantes grandes empresas, que pudieron producir en gran escala,
abaratando costos y precios, fueron las únicas que pudieron controlar el mercado. En
segundo lugar, la concentración se concertó dentro de las grandes empresas con
políticas de racionalización empresaria. Esto incluía una modernización técnica que
permitía lograr el aumento de la productividad (y dar a la empresa un mayor poder
competitivo).
Desde algunas perspectivas, el imperialismo fue la más importante de las salidas que se
presentaba para superar los problemas del capitalismo después de la "gran depresión".
Los historiadores han debatido si ambos fenómenos podían vincularse, aunque no puede
establecerse un nexo mecánico de causa-efecto. Sin embargo, también es indudable que
la presión de los inversores que buscaban para sus capitales salidas más productivas, así
como la necesidad de encontrar nuevos mercados y fuentes de aprovisionamiento de
materias primas pudo contribuir a impulsar políticas expansionistas que incluían el
colonialismo.
En un mundo había quedado cada vez más dividido entre países ricos y países pobres
existían muchas posibilidades de encaminarse hacia un modelo político en donde los
más avanzados dominaran a los más atrasados. Es decir, había muchas perspectivas de
transformarse en un mundo imperialista. De este modo, los años que transcurren entre
1875 y 1914 constituyen el período conocido como la época del imperialismo, en el que
las potencias capitalistas parecían dispuestas a imponer su supremacía económica y
militar sobre el mundo. Era una nueva forma de imperio sustancialmente diferente de
las otras épocas imperiales de la historia.
Con incorporación al escenario mundial de nuevas potencias, fundamentalmente
Alemania e Italia (unificadas recientemente) y más tarde Rusia, comienzan los
conflictos y las disputas por haber llegado tarde al reparto de los territorios del mundo.
La opinión pública será cada vez más partidaria del Imperialismo y el eje de la lucha de
la civilización contra la barbarie va a ser una justificación muy utilizada en la prensa.
Esto provocará crecientes rivalidades entre los Estados, generando tensiones y
culminando con un conflicto global, la Primera Guerra Mundial en 1914.
EL crecimiento económico de las distintas potencias permitió el establecimiento y la
conquista de territorios menos desarrollados, aprovechando sus recursos y materia
prima. Durante esos años, dos grandes zonas del mundo fueron totalmente repartidas

4
entre las potencias más desarrolladas: el Pacífico asiático y África. No quedaría ningún
Estado independiente en el Pacífico, totalmente dividido entre británicos, franceses,
alemanes, neerlandeses, estadounidenses y, en una escala más modesta, Japón; en la
primera década del siglo XX, África pertenecía -excepto algunas pocas regiones que
resistían la conquista- a los imperios británico, francés, alemán, belga, portugués y
español. De este modo, amplios territorios de Asia y de África quedaron subordinados a
la influencia política, militar y económica de Europa. También a América Latina
llegaron las presiones políticas y económicas, aunque sin necesidad de efectuar una
conquista formal (Bianchi, 2007). En este sentido, los estados europeos parecían no
sentir la necesidad de rivalizar con los Estados Unidos desafiando la Doctrina Monroe.

Transformaciones de la Sociedad: orígenes del movimiento obrero


Con el triunfo del liberalismo y de la industrialización se fue imponiendo una nueva
división social, denominada sociedad de clases, en la que las diferencias entre las clases
se derivarán de la desigualdad económica y no de los privilegios heredados o adquiridos
al acceder a los estamentos privilegiados. Así, la antigua división estamental va a
desaparecer, consolidándose, en cambio, una sociedad clasista. Al aplicar los principios
del liberalismo de libertad, igualdad y propiedad ello supuso la desaparición de las
trabas legales para el ascenso o la movilidad social de los individuos. Se da paso a una
sociedad abierta donde las posibilidades de promoción quedaban abiertas a todos, al
menos en teoría, siempre que dispusieran de recursos económicos necesarios o de los
conocimientos que permitieran acceder a los altos puestos de las instituciones del
Estado.
Ahora bien, como ya lo veníamos comentando, las transformaciones políticas y
económicas del siglo XIX posibilitaron, inicialmente, la formación de una sociedad
compuesta por dos clases antagónicas que, con la difusión de marxismo, tomarán las
denominaciones de burguesía y proletariado. La primera, era la clase “dominante”, la
clase alta, la que había impulsado las nuevas formas económicas propias del sistema
capitalista (empresarios de la industria o del sector servicios). La segunda, la clase baja
o clase obrera estaba formada por los obreros industriales que vivían exclusivamente de
un salario. En la sociedad de clases había una movilidad social, ascendente o
descendente, pero ciertamente esa movilidad tenía sus dificultades. Ello determinaba la
consolidación de una clase y la conciencia de pertenecer a la misma. Así, la “conciencia
obrera” se estableció sobre una identidad de intereses que iban en contra de los de la
clase burguesa o propietaria de los medios de producción. La burguesía había
construido las fábricas y comprado las máquinas pero se enriqueció escandalosamente
al pagar a los obreros salarios míseros.

Ideologías Socialistas
Como teoría o fundamento del pensamiento de la clase obrera surgen diferentes
ideologías que tendrán en común exponer la situación que viven la clase proletaria y

5
buscar distintas formas mejorarla. Por un lado, se encontraba el socialismo utópico al
cual ya nos referimos en la unidad anterior.
Por otro lado, encontramos al socialismo científico, más conocido como marxismo.
Adopta el nombre de Karl Marx (1818-1883), quien en colaboración con su amigo
Friedrich Engels (1820- 1895), escribió diversas obras que constituyen el soporte
teórico de la ideología socialista1. Marx afirmaba que el obrero debía unirse para
defender sus derechos y conquistar el poder político (el Estado burgués) a través de una
revolución (igual que lo había conquistado la burguesía en su enfrentamiento contra la
aristocracia). Una vez en el poder había que establecer la dictadura del proletariado, es
decir, la dictadura de los obreros en la que se crearía un Estado obrero, donde se
eliminarían las desigualdades y sería el paso previo para lograr una sociedad sin clases y
sin Estado, la sociedad comunista, que sería el objetivo final de Marx. Además advertía
que los burgueses se enriquecían al quedarse con parte de los beneficios que
correspondían a los obreros, dado que el salario que percibe el proletariado es menor de
lo que produce, a esto lo llama plusvalía (Bianchi, 2007). De esta manera, esta ideología
se posesionará como fundamento y base teórica de muchas asociaciones y sindicatos
obreros.
Por último, frente al socialismo marxista representado por Marx y Engels surge otro
movimiento que tendría una gran importancia y trascendencia: el anarquismo. El
mismo fue término utilizado por primera vez en 1840 por Proudhon y viene del griego
“anarcos” que significa sin dueño, sin gobernante, es pues una nueva doctrina obrera
que al igual que el marxismo tiene como objetivo la liberación de la clase trabajadora.

Asociacionismo Obrero
Paulatinamente, los obreros fueron tomando conciencia de los abusos de la burguesía
(empresarios) e irán surgiendo movimientos de protesta contra esta situación: aparecen
las primeras asociaciones de obreros o sindicatos, las primeras huelgas, la quema de
máquinas consideradas responsables de la falta de trabajo.
Por otro lado, el Estado además de permanecer al margen de las relaciones de trabajo
entre empresarios y obreros, también tenía prohibido las asociaciones obreras. En
Inglaterra2 se produjo el primer cambio cuando logró el reconocimiento del
asociacionismo obrero (1824). Las primeras asociaciones que se crearon fueron las
Sociedades de Socorros Mutuos, donde los mutualistas cotizaban para atender
situaciones de accidente, enfermedad o muerte. En 1825 se crearon las asociaciones de
oficios o “Trade Unions”, en las que los obreros de un mismo oficio, de una localidad,

1
Las de mayor influencia fueron el Manifiesto comunista (1848), y El capital, obra de Marx, que es la
crítica más seria del sistema capitalista.
2
Por su parte, también en Inglaterra, surgiría el movimiento cartista tuvo como objetivo la mejora de la
condición obrera través de la vía parlamentaria. Si los trabajadores constituían la mayoría de la población,
se pensaba que reformando la ley electoral se podría conseguir desde el Parlamento las necesarias
medidas de reforma social. Con ese objetivo, en 1838, la Asociación de Trabajadores de Londres redactó
la Carta del Pueblo con peticiones de tipo político, para avanzar hacia la democratización del Estado:
aunque sus peticiones de la Carta fueron continuamente rechazadas.

6
se organizaban para obtener mejores condiciones de trabajo. Por tanto, con el
nacimiento de las “Trade Unions” hacía su aparición el sindicalismo (Kínder, 2007).
Sin embargo el gran auge del sindicalismo se registra en el último tercio del siglo XIX
surgiendo tres grandes líneas: sindicalismo profesional como las Trade Unions que ya
estaban en la etapa anterior; sindicalismo radical o revolucionario de corte marxista o
anarcosindicalista y los sindicatos católicos que no van a tener tanta importancia.
El sindicalismo promovió huelgas de masas en las décadas de 1870 y 1890 y fue
duramente combatido. Un instrumento utilizado fue "la campaña del taller franco", en la
cual los empresarios se organizaron para resolver, "problemas de dirección dentro de la
empresa" (Gantman, 1994). La “campaña del taller franco” hacía referencia al conjunto
de acciones emprendidas por empleadores para oponerse al avance sindical, podía
incluir violencia física. Frente a los “problemas de dirección dentro de la empresa”
emergerían nuevas corrientes de pensamiento gerencial como el taylorismo al cual
haremos referencia a continuación.

LA ORGANIZACIÓN CIENTÍFICA DEL TRABAJO


Se conoce como organización científica del trabajo a un conjunto de métodos tendientes
a incrementar la eficiencia laboral basándose fundamentalmente en la racionalización
del trabajo del operario.
El principal exponente de esta teoría, es Frederik Taylor, quien comenzó trabajando
como consultor para la mejora de los procesos fabriles y culmino como un “profeta de
una nueva ideología gerencial” (Gantman, 1994, p. 32).
F. Taylor inició su vida profesional como operario en 1878 en la Midvale Steel Co, allí
fue capataz, jefe de taller e ingeniero, después de graduarse en el Stevens Institute.
En esa época imperaba el sistema de pago por pieza o por tarea. Los patronos buscaban
ganar el máximo al fijar el precio de la tarea, mientras que los operarios reducían el ritmo
de producción para equilibrar el pago por pieza determinado por los primeros. Esta
situación llevó a Taylor a estudiar el problema de la producción para encontrar una solución
que satisficiera a patronos y a empleados (Chiavenato, 2000, p. 48).
¿Cuál fue el contexto en que tuvo lugar la organización científica del trabajo? El
contexto estaba caracterizado esencialmente por el avance de la Revolución Industrial.
Los nuevos medios de comunicación, transporte, fuentes de energía como ya hemos
visto posibilitaron el aumento en el tamaño de mercado y la formación de un nuevo
mercado global. Para responder a ese aumento las empresas crecieron de forma
acelerada y desorganizada generando complejidades en la administración. Los
monopolios u oligopolios como estructuras típicas de mercado en la Segunda
Revolución Industrial generaron la producción en masa causando el aumento de una
gran cantidad de asalariados en la industria. La necesidad de incrementar los
indicadores de eficiencia llevó a aplicar métodos racionales a la administración de los
procesos de las organizaciones productivas (Gantman, 1994).

La producción en masa

7
La producción en masa supuso la aparición de una industria de flujo continuo que se
caracterizaba por la producción a gran escala de bienes estandarizados. Se empleaba
maquinaria especializada, cara y mano de obra semicualificada relativamente barata. La
necesidad de maquinaria especializada e instalaciones elevaron el capital fijo requerido
para el proceso de producción. No obstante al aumentar la producción de bienes
estandarizados disminuyeron los costos, lográndose de esta forma las economías de
escala. “La lógica de la producción en masa era el volumen, la fabricación en grandes
cantidades de bienes estandarizados a un coste muy bajo (por lo tanto, con un reducido
margen) destinados a mercados amplios, de ahí la existencia de amplios inventarios”
(Valdaliso y López, 2009: 246). Obviamente la necesidad de elevados volúmenes de
inversión, típico de industrias capital-intensivas, generó altas barreras de entrada y, por
ende, la conformación de oligopolios y monopolios.
La producción en masa también elevó las necesidades de coordinación, por lo que
también se invirtió en administración y creación de departamentos funcionales a cargo
de ejecutivos asalariados.
Fue en Estados Unidos donde la producción en masa se adaptó especialmente dado su
mercado amplio, homogéneo y abundantes recursos naturales. De ahí que la empresa
moderna haya surgido en Estados Unidos y las empresas estadounidenses hayan copado
el mercado internacional a principios de siglo XX (Valdaliso y López, 2009).
Los visionarios de la producción en masa se imaginaban un mundo de fábricas cada vez
más automatizadas, llevadas por un número de trabajadores cada vez menor y cada vez
menos cualificados (Piore y Sabel, 1990).

El mercado laboral de Estados Unidos a fines de siglo XIX se caracterizaba por la existencia
de una minoría de trabajadores muy cualificados sindicalizados y una masa de trabajadores
no cualificados no sindicalizados. Esto fue visible sobre todo en las industrias
siderometalúrgicas y mecánicas.
Los primeros, tenían la potestad de fijar precios por su trabajo, dado el nivel de
cualificación, y de alguna forma de definir los ritmos y métodos de trabajo. Los segundos
no. A estos segundos estaba dirigido el sistema de racionalización Tayloriano y su objetivo
era convertirlos en mano de obra “calificada”; pero calificada de acuerdo a la voluntad y a
los deseos del empresario, quienes pasarían de ser únicamente dueños del capital a ser
poseedores de los métodos, tiempos y formas de ejecución, derecho reservado hasta este
entonces a los trabajadores, únicos dueños de su propia fuerza de trabajo. Porque el obrero
profesional, apoyado en la eficacia de su sindicato, llega a «regatear» elevadas tarifas e
impone, con su manera de actuar, su propio ritmo a la producción de mercancías (Coriat,
2003, p. 2).
Los empresarios querían de alguna forma acabar con el oficio y de esta forma arrebatar
a los trabajadores el control de los tiempos de producción e introducir al mismo tiempo
mano de obra no cualificada y sin sindicalizar (Valdaliso y López, 2009), esta mano de
obra sin sindicalizar era no solo más barata sino también más dócil, dadas sus
condiciones de precariedad.

8
Ante todo, había que fijar en torno a las nuevas concentraciones industriales y urbanas a
esas formidables masas de hombres «vagabundos», campesinos expropiados de sus tierras,
inmigrantes a los que el hambre y la miseria mantenían en estado de permanente
insubordinación. Después, había que convertirlos en obreros fabriles, obreros en cadena,
conseguir su sumisión a la nueva disciplina de la fábrica, a la ley del cronómetro. (Coriat,
2003, p. 4)
Para justificarse trabajo Taylor sostenía que “esperar que cada trabajador aprendiese
por sí solo, en base únicamente a su talento y experiencia, la mejor manera de realizar
su tarea era una pérdida de tiempo” (Gantman, 1994, p. 36) y que los trabajadores eran
personas perezosas que buscarían siempre la forma de trabajar lo más lento posible y a
la vez convencer al patrón de que se trataba del mejor ritmo posible. Aquí puede
observarse que la concepción del trabajador Tayloriano no es muy distinta de la que
estuvo presente en la visión dominante en el siglo XIX.
La investigación de tiempos y movimientos fue llevada a cabo por “un estrato de
tecnócratas fieles a la dirección de la clase capitalista” (Gantman, 1994, p. 36) y
mediante la misma se pretendía definir “tiempos estándares” en base a los cuales luego
se capacitaría a los trabajadores, eliminando por completo su discrecionalidad en la
forma de llevar a cabo el trabajo.
Para contrarrestar esta pereza nata y promover el espíritu cooperativo, la solución es la
utilización de incentivos monetarios a los efectos de motivar al trabajador para que
colaborase con su mejor voluntad.
Este proceso de predefinición de métodos de trabajo, tenía por un lado la finalidad
aparente de mejorar la eficiencia organizacional y aplicar algún tipo de cientificidad al
trabajo, en contraposición con los métodos empíricos empleados por los trabajadores.
Pero, por otro lado, actuaba como un proceso deshumanizador por cuanto otorgaba a los
empresarios y directivos una potestad que antes correspondía al trabajador.
Coriat (1992) sostiene que la estrategia de Taylor y sus discípulos consistió en consolidar la
autoridad del empresario capitalista al posibilitar que éste cimentara las bases de su poder
no sólo en su status jurídico de propietario de los medios de producción, sino en la posesión
del monopolio sobre el conocimiento de las técnicas de producción, que hasta ese
momento, según dicho autor, había pertenecido al proletariado, a través de lo que podía
considerarse como la supervivencia del obrero de oficio. (Gantman, 1994, p. 39)
La organización científica también propone que los trabajadores deben ser
seleccionados científicamente, en base al ajuste de sus capacidades para con los tiempos
y movimientos estandarizados y que el trabajo dentro de las fábricas debía llevarse a
cabo dentro de un clima de colaboración entre empresarios y trabajadores de forma tal
que el incremento de la productividad redundaría en un beneficio para ambos.
Taylor sostenía que una de las principales problemáticas existentes entre empresarios y
obreros, era la división de la ganancia, por cuanto se sostenía que los primeros
explotaban a los segundos remunerándolos muy por debajo del valor agregado que
aportaban, frente a esto Taylor sostenía que mediante la cooperación las ganancias
serían tan grandes que el cómo dividir las mismas pasaría a segundo plano.
Por otra parte, debe destacarse que el hecho de que Taylor hiciera una constante apelación a
la cooperación entre patrones y empleados no lo convirtió en alguien que desafiase la
autoridad de los primeros. Es cierto que contribuyó a debilitar la autoridad absoluta del

9
propietario frente al estrato emergente de los managers profesionales, inicialmente
ingenieros como él, pero en ningún momento puso en duda el lugar del propietario ni
criticó la institución de la propiedad privada. Su utilización del llamamiento a la
cooperación es más bien una forma de respuesta ideológica defensiva ante la creciente
agitación de las clases obreras. (Gantman, 1994, p. 38)
Sin embargo, tanto operarios como empresarios mostraron resistencia, ya que “no
advirtieron que los gastos incurridos en las investigaciones de estudio de tiempos y
movimientos redundarían a mediano plazo en un considerable incremento de la
eficiencia organizacional y consecuentemente en sus márgenes de rentabilidad”
(Gantman, 1994, p. 32) y en cierta forma, los financistas priorizaban las ganancias de
corto plazo.
A su vez, muchos empleadores consideraban que el establecimiento de los métodos por
parte de los tecnócratas de alguna forma menoscababa sus prerrogativas directoriales en
beneficio de la gerencia.
Además del estudio de tiempos y movimientos, de la selección científica de los
trabajadores y de la cooperación, existía una cuarta pata propuesta por el Taylorismo,
que era que debía existir una correcta división de trabajo entre la dirección y los
operarios; “la administración debe asumir todo el trabajo que exceda la capacidad del
obrero” (Gantman, 1994, p. 35)
El auge que cobró el taylorismo se produjo en forma exponencial. Su fama trascendió las
fronteras de Estados Unidos y, de acuerdo a Kakar (1970:2), hacia 1918 ya podía
considerarse "un movimiento internacional independiente de sistemas económicos
particulares de ideologías políticas". En Francia, una circular del Ministerio de Guerra
fumada por Clemenceau, señalaba en febrero de ese año la importancia de la aplicación de
métodos basados en el taylorismo, estableciendo en cada planta un departamento de
planeamiento y recomendando que los directores de las mismas se familiarizaran con los
escritos de Taylor. Lenín (1918) también se mostró muy interesado en los resultados del
sistema de Taylor en lo que se refiere a la productividad organizacional. (Gantman, 1994,
pp. 33-34)
El taylorismo posibilitó la expansión de empresas consultoras cuyos objetivos estaban
destinados al manejo de personal. Además, las grandes empresas comenzaron a
establecer departamentos de personal y escuelas de formación de mano de obra en los
años veinte, intensificando su difusión en el decenio siguiente. La “administración
científica” se expandió en la industria en Estados Unidos principalmente a lo largo del
periodo de entreguerras y durante los años de la Segunda Guerra Mundial.

El trabajo en cadena y el fordismo


Los principios de la administración científica fueron las llevadas hasta las últimas
consecuencias en la fábrica Henry Ford.
Para Coriat, el taylorismo posibilitó la introducción de la cadena de montaje. Taylor es
considerado el prerrequisito para el funcionamiento del sistema fordista de acumulación. La
utilización masiva de la estandarización de tiempos y movimientos fue el paso inicial para
lograr un incremento sustancial en la productividad de la maquinaria fabril mediante la
cadena de montaje. (Gantman, 1994, pp. 39-40)

10
Ford era un mecánico que proyectó un modelo de automóvil y fundó su primera fábrica
de automóviles en 1889, que al tiempo cerró.
A principios de siglo XX no existía un mercado de masas para el automóvil así fue que
en 1903 se creó la Ford Motor Co. Su fundador pensaba que si conseguía un producto
barato, fiable y fácil de manejar el mercado iba a aparecer. La idea básica de Ford era
popularizar un producto artesanal y venderlo a precios populares con asistencia técnica
garantizada, innovando también en el marketing con el servicio post venta.
La estrategia de Ford consistió en aumentar la escala y velocidad de producción para
reducir los costos unitarios, “fabricando con maquinaria muy especializada piezas
intercambiables fáciles de montar, dividiendo el trabajo al máximo (más tarde creando
una cadena de montaje móvil) y creando una red de ventas que organizara el mercado
de un único producto estandarizado” (Valdaliso y López, 2009, p. 314).
“En adelante, con el apoyo de la cinta transportadora y de la cadena de montaje, la
producción de mercancías en grandes series y de mercancías estandarizadas se convierte en
la norma y la regla, suscitando la aparición de nuevas condiciones de producción en todas
las ramas. La nueva economía del tiempo, nacida en el taller de las nuevas tecnologías de
control y medición del trabajo, invade el mecanismo de conjunto de la producción social.
Se asegura así el paso a un nuevo modo de acumulación del capital: lo que se ha llamado el
sistema de la producción en masa” (Coriat, 2003, p. 3)
La estrategia de Ford requería de maquinaria con alto nivel de precisión que únicamente
los ingenieros de la empresa conocían y de un flujo homogéneo de entrada de chapa y
otros componentes del automóvil. “Utilizó un sistema de concentración vertical en que
producía desde la materia prima inicial hasta el producto final, y un sistema de
concentración horizontal mediante una cadena de distribución comercial a través de
agencias propias” (Chiavenato, 2000, p. 57).
Los resultados que consiguió Ford fueron notables, las ventas anuales del modelo T
pasaron de 6000 unidades en 1908 a 200000 en 1913. Al mismo tiempo el precio
unitario de los autos comenzó a disminuir de 850 dólares en 1909 a 360 dólares en
1916. La participación de mercado de Ford también aumentó llegando incluso hasta el
50 % en 1925.
La integración vertical que realizó Ford implicó que para 1912 la empresa estuviera
fabricando piezas a un ritmo más rápido que su ensamblaje, a partir de este problema se
recurrió a la cadena móvil de montaje.
La racionalización de la producción permitió crear la línea de montaje, que posibilitó la
producción en serie o en masa. En ésta se estandarizan el producto, la maquinaria, los
materiales, la fuerza laboral y el diseño del producto, lo cual reduce el costo al mínimo.
Esto permite producir en grandes cantidades, a condición de que haya capacidad de
consumo (real o potencial) en masa en el otro extremo de la cadena (Chiavenato, 2000, p.
57).
Además, a partir de 1914 Ford redujo la jornada laboral a 8 horas y estableció el salario
en cinco dólares diarios para los trabajadores (el doble de lo que pagaba la industria
automotriz). La estrategia de los cinco dólares diarios persiguió los siguientes objetivos:
1) disminuir la elevada rotación de personal, 2) ejercer cierta influencia en las
condiciones de vida de los trabajadores, 3) facilitar el cambio de método de producción,
ya que la cadena de montaje reducía los movimientos de los trabajadores e imponía un

11
ritmo de trabajo objetivo que se lo dictaba la empresa y 4) elevar el poder adquisitivo de
los trabajadores ya que se convertirían en mercado para los coches de Ford. Los
resultados principalmente fueron la disminución de la rotación de personal y el aumento
de la productividad de los trabajadores.

Nuevas normas de productividad según Coriat

Si bien Ford logró excelentes resultados en la aplicación de su estrategia, la misma


también fue objeto de juicios. El economista francés Benjamín Coriat criticó en su libro
El taller y el cronómetro (2003) el sistema taylorista y enumeró una serie de nuevas
normas de productividad a partir de la aplicación del sistema fordista. En este sentido
Coriat afirma:
Ford es aquí ciertamente heredero y tributario del «scientific management» —de su
protocolo central: el Time and motion study—, pero la instauración de la línea de
montaje lleva las cosas a unos grados cualitativamente nuevos.
1. Ante todo gracias al «transportador»; por dos razones. Por un lado, y ahí está el
principio de su «economía» general, el transportador permite suprimir gran parte de la
mano de obra de mantenimiento. Por otra, permite reintegrar al taller parte de ese
tiempo suprimido en forma de tiempo de trabajo productivo, y ello a una «velocidad
regulada» de manera autoritaria. En resumen, el transportador elimina los «tiempos
muertos» del taller y los convierte en tiempo de trabajo productivo. «Andar no es una
actividad remuneradora», gustaba de repetir Ford. Contrapartida de la eliminación de
los desplazamientos en el taller y la fábrica, los «tiempos muertos» en el trabajo,
«poros» por los que «respira» el trabajador, son reducidos al máximo. El resultado de
esto es una brutal prolongación de la duración efectiva de la jornada de trabajo.
2. Después, la línea de montaje lleva hasta sus límites la parcelación del trabajo. Con
Taylor, el obrero sometido al time and motion study sigue siendo a menudo un <<first-
class man>> (obrero de primera categoría), debidamente seleccionado y
>>entrenado>>, ya que lo esencial consiste en la separación de los trabajos de
concepción y ejecución. Ford desarrolla a Taylor y, a diferencia de él, asegura la
<<subdivisión>> del propio trabajo de ejecución, la parcelación. Si, como dice Emery,
la máxima ventaja que puede sacarse de la división del trabajo se confunde aquí con la
máxima división del trabajo, ello se debe a la particular compasión de la clase obrera.
3. Por último, la organización del trabajo en «líneas» —incluso el mecanizado y allí
donde el transportador no puede cumplir su plena función de «convertidor de
tiempo»— da origen a otro tipo de comodidad: sobreañade al despotismo de la
máquina un principio <<panóptico>> de vigilancia.

Si bien al principio la estrategia de Ford fue exitosa, con el tiempo no se adaptó a los
cambios en la tecnología y el mercado. Además, la integración vertical que realizó
influyó en la imposibilidad de reconvertirse rápidamente y en 1927 la fábrica estuvo
prácticamente paralizada. No obstante, nadie le podrá quitar a Ford su invento
revolucionario y pese a las crisis su empresa hasta el día de hoy sigue existiendo.

12
ESTRATEGIAS DE CRECIMIENTO DE LAS GRANDES
ORGANIZACIONES
Como hemos visto, la aparición de la empresa moderna se dio primero en los
ferrocarriles. En las empresas vinculadas a la producción la nueva organización llegaría
un poco más tarde, ya que según García Ruiz (1994) requería de procesos más
complejos que la distribución.
Las empresas de transformación de líquidos o semilíquidos fueron las primeras
productoras a gran escala, posteriormente les seguirían las industrias mecánicas y
metalúrgicas. “En todas ellas, el criterio básico de rendimiento llegaría a ser conseguir
una alta velocidad de circulación, en términos de unidades transformadas por día. EI
desarrollo tecnológico se reveló fundamental” (García Ruiz, 1994, p. 40). Como
ejemplos se pueden citar, el petróleo, el azúcar, el acero, entre otros. De acuerdo con
Chandler, los grandes productores se convirtieron en empresas modernas cuando se
integraron verticalmente hacia adelante, generando sus propias redes de venta y
distribución a partir de la década de 1880.

La empresa industrial moderna y el capitalismo gerencial según Chandler

Para Chandler la “empresa industrial moderna” es una subespecie de la empresa moderna


que lleva a cabo los procesos de producción modernos.
Los cambios en el transporte y las telecomunicaciones y la posibilidad de aumentar los
volúmenes de comercio, hicieron posible mejoras en los procesos de producción con
reducción de costos gracias a las economías de escala. Según Chandler para aprovechar
las economías de escala los empresarios realizaron tres tipos de inversión
correlacionados:
1. Inversión en estructuras productivas con capacidad suficiente para explotar unas
economías tecnológicas de escala o diversificación.
2. Inversión en redes de marketing y distribución, tanto a nivel nacional e
internacional, de forma tal de ajustar el volumen de ventas al volumen de
producción.
3. Inversión en dirección que coordine las otras dos inversiones, los empresarios
buscaban reclutar y entrenar directivos.
La triple inversión dio lugar al surgimiento de la “empresa industrial moderna”.
La conformación oligopolística de muchas industrias no competían solamente por precio,
sino por aumentar la participación de mercado y los beneficios a través de la eficacia
funcional y estratégica: funcionalmente por mejoras en el producto, en el proceso de
producción, del marketing, compras y relaciones laborales; estratégicamente por la
introducción en mercados de expansión y abandonando mercados en declinación con
mayor rapidez y efectividad que sus competidores.
Las industrias comenzaron a ser gestionadas con lo que Chandler llamó “capitalismo
gerencial”, directivos a sueldo, y no los propietarios, tomaban las decisiones en relación

13
a las actividades operativas, inversión y crecimiento a largo plazo.
Las empresas de este tipo comenzaron a crecer por cuatro formas: combinación
horizontal, integración vertical, expansión geográfica y fabricación de nuevos productos
relacionados con las tecnologías o mercados de la empresa ya existentes (Valdaliso y
López, 2009).

Una de las consecuencias de la aparición de la empresa moderna fue la tendencia a


eludir la competencia abierta, de ahí que surgieran nuevos mecanismos de asociación
para fortalecer su posición en el mercado (García Ruiz, 1994).
La búsqueda por lograr controlar el mercado llevó a las empresas más grandes a
establecer inversión en producción, distribución y dirección. La necesidad de aumentar
la participación de mercado y controlar los precios condujo a la puesta en marcha de
estrategias como: concentración horizontal, integración vertical y diversificación de
productos y mercados.
A. Concentración horizontal
La concentración horizontal fue y es una estrategia muy común de las empresas más
grandes que buscan evitar la competencia y aumentar el poder de mercado. Uno de los
ejemplos más comunes fue el cartel, que buscaba establecer acuerdos de precios y
reparto de mercados por parte de un número de empresas pertenecientes al mismo sector
industrial.
La cartelización se extendió al mercado internacional, impulsada por las grandes empresas
que ya tenían una posición dominante en sus respectivos mercados nacionales. En vísperas
de la Primera Guerra Mundial se conocían más de 100 carteles internacionales,
concentrados sobre todo en la minería, el carbón y la siderurgia (26), la química (19), el
transporte (18) y la industria textil (15) (Valdaliso y López, 2009, p. 251).
Si bien se sancionaron una serie de leyes que tenían por finalidad aumentar la
competencia y evitar la concentración como la Ley Sherman Act de 1890, los
empresarios se las ingeniaron para controlar determinados mercados. La concreción
formal de la concentración horizontal se daba en algunos casos con la fusión de
diferentes empresas en una nueva, o la compra de acciones por parte de una empresa
dominante a las restantes. De ahí que esta estrategia también sea conocida como
integración horizontal3. Para ello, era preciso con apoyo financiero fuerte, allí entrarían
otros jugadores claves para la estrategia de crecimiento, los bancos de inversión, como
por ejemplo el J.P. Morgan & Company se destacaron en esta labor.
La fusión fue la estrategia de crecimiento más utilizada en las grandes empresas de
Estados Unidos y Gran Bretaña entre 1895 y 1905. El movimiento de fusiones
coadyuvó a la generalización de las sociedades anónimas.

3
La integración horizontal es una estrategia de crecimiento típica de las telecomunicaciones en nuestro
país.

14
B. Integración vertical
La integración vertical tiene como finalidad que la empresa controle varias fases del
proceso de producción que pueden ir desde el abastecimiento de materias primas hasta
la distribución del producto. Al igual que la concentración horizontal, la integración
vertical está relacionada a la propiedad y el control.
Cuando hablamos de integración vertical hacia atrás hacemos referencia al control que
puede tener la empresa sobre el abastecimiento de materias primas, máquinas
herramientas, entre otros insumos básicos para la producción. En cambio, la integración
vertical hacia adelante la empresa busca controlar los canales de distribución del
producto hasta llegar a los clientes. Al mismo tiempo, la integración puede ser total o
parcial.
La estrategia empresarial de integrarse verticalmente4 se debe a múltiples razones, entre
ellas destacamos:
 La existencia de activos específicos y la necesidad de reducir costos de transacción
eliminando intermediarios.
 Asegurarse el aprovisionamiento (y en algunos casos el control) de materias primas.
 Ausencia de empresas que ofrecieran productos o servicios requeridos.
 Economías de escala.
C. Diversificación
La diversificación de nuevos productos y nuevos mercados fue y es una estrategia de
crecimiento para “utilizar la ventaja competitiva creada por las capacidades
organizativas aprendidas en la producción, distribución y dirección y por la mejora en
productos y procesos” (Valdaliso y López, 2009: 259). La diversificación, relacionada
en este periodo, fue determinante para el surgimiento de la estructura multidivisional (la
cual analizaremos en la unidad siguiente).
La diversificación obedece a razones múltiples dentro de las cuales destacamos:
 La existencia de subproductos.
 Posibilidad de lograr economías de diversificación.

Las variantes nacionales de la concentración y la gran empresa

Después de Estados Unidos, fue Gran Bretaña la que mayor número de grandes
empresas tenía, pero el tamaño era inferior al de las estadounidenses. Las empresas
británicas optaron por estrategias de especialización más que de integración y
diversificación. Aquellas que prefirieron estrategias de crecimiento lo hicieron a través
de trade associations para fijar precios y cuotas de mercado. La presencia de las
familias en la propiedad y dirección mantuvo su trayectoria en las grandes empresas,
razón por la cual Chandler llamó al capitalismo británico como “personal”.

4
El ejemplo de integración vertical más sobresaliente en nuestro país en la actualidad es el caso de
ARCOR, que no solamente controla el abastecimiento de materias primas sino también tiene influencia
decisiva en los canales de distribución.

15
Las grandes empresas alemanas eligieron estrategias de crecimiento combinando
integración vertical y horizontal. Realizaron también la triple inversión (producción,
distribución y dirección) y se distinguieron con fuertes inversiones en I+D. La
cartelización fue una expresión típica en Alemania alentadas por los aranceles a la
importación y posteriormente por apoyo del Estado. Los carteles fijaron precios, cuotas
de mercado y fueron claves para la expansión internacional de empresas alemanas.
En Japón las empresas modernas comenzaron a configurarse a partir de 1880 cuando el
Estado vendió un gran número de empresas públicas que pasaron a manos de
comerciantes y propietarios y miembros de la antigua clase feudal (daimios y
samuráis). De esta forma se configuró una oligarquía industrial cercana al gobierno,
dando origen a los famosos zaibatsu. Estos últimos controlaron la mayoría de los
campos de la actividad económica y siguieron más que nada estrategias de
diversificación (relacionada y no relacionada) dado el reducido tamaño de mercado. La
estructura de mercado de los zaibatsu se asemejaba al holding, ya que la familia o
grupo de familias controlaban los negocios a través de una sociedad colectiva o
limitada. A diferencia de los británicos, los zaibatsu dejaron a cargo de la dirección a
gerentes asalariados que no tenían participación en la propiedad de la compañía
(Valdaliso y López, 2009).

LOS CAMBIOS EN EL COMERCIO


Al igual que en siglo anteriores la revolución comercial fue de suma importancia para
los avances en organización, producción y distribución. Como dicen Valdaliso y López,
en Estados Unidos para la década de 1870 gran parte de los comerciantes a comisión se
transformaron en mayoristas. En particular, los mayoristas de Nueva York y Chicago
compitieron por controlar el comercio mayorista del medio oeste, los de St. Louis y
Cincinnati lo hicieron con el comercio en el Sur. No obstante, una década más tarde los
mayoristas fueron desafiados por los minoristas a gran escala y por los fabricantes que
crearon su propia red comercial (García Ruiz, 1994).
Así fueron creando redes de comercialización con fabricantes y estableciendo nexos a
los fines de vender a los almacenes generales y minoristas especializados. Los
volúmenes de negocio eran mucho mayores que el de los más grandes intermediarios,
cuestión que hizo necesario nuevos tipos de gestión administrativa, especialmente en
cuanto a la logística refiere. En algunos rubros, como alimenticios, las empresas
manufactureras comenzaron a vender directamente a los minoristas o consumidores
finales; en otros casos se produjo un fenómeno de “cartelización” por el cual los
industriales controlaban la distribución y los precios. Para esta época también surgió el
minorista a gran escala capaz de sustituir al mayorista a gran escala. Se originaron tres
tipos de minoristas a gran escala: el gran almacén, las empresas de venta por correo y
las cadenas de tienda.
El gran almacén5 se dio cuando establecimientos que vendían al por menor productos
como prendas de vestir, incorporó nuevas líneas de productos como joyas, muebles y

5
El ejemplo en Sudamérica que más se aproxima en la actualidad al Gran Almacén es Falabella.

16
cristalería. Para 1914 la mayoría de las capitales europeas y las mayores ciudades de
Estados Unidos tenían grandes almacenes representados en edificios de varias plantas.
Los consumidores de este tipo de almacenes pertenecían a clases medias y altas. En
algunos casos el gran almacén operaba como centro social para este tipo de clases.
Así, los grandes almacenes de Nueva York-como Macy's o Bloomingsdale's- tenían la
ventaja de ofrecer una gama más amplia de productos a bajo precio y en un solo punto de
venta. La rotación de las existencias era el criterio básico del rendimiento, y las altas cifras
que se consiguieron permitieron ir eliminando intermediarios antes de 1900. Aun así, cabe
señalar que su influencia era pequeña en el mundo rural, donde los mayoristas eran
dominantes. (García Ruiz, 1994, p. 39)
Las ventas por correo6 se basaron en estrategias de comercialización a precios reducidos
y surgió principalmente en Estados Unidos para cubrir el gran mercado que suponía la
Norteamérica rural. La empresa más representativa de este tipo de comercio fue Sears
Roebuck & Co cuyos orígenes datan del año 1887.
En 1899 tenía ya 24 departamentos de productos, a cuya cabeza hay un jefe con total
autonomía. Sears tuvo que establecer una organización capaz de dirigir la velocidad del
flujo de mercancías que requería este enorme volumen de ventas: introdujo un sistema de
tubos neumáticos y de programación para servir una corriente continua de pedidos desde
los distintos departamentos; cada uno de ellos tenía 15 minutos para remitir los artículos
enumerados en un pedido específico, si no aparecían, el pedido se expedía sin ellos, éstos se
enviaban por correo urgente con los portes pagados y se cobraban al departamento afectado
los costes extras por envío urgente y se le imponía una multa. El nuevo sistema permitió
servir más de 100.000 pedidos al día. (Valdaliso y López, 2009, p. 241)
Durante las primeras décadas del siglo XX, frente a la decadencia del mundo rural, las
grandes empresas de venta por correo decidieron establecer cadenas de tiendas en los
suburbios (García Ruiz, 1994).
La cadena de tiendas surgió entre fines de siglo XIX en ciudades europeas y principios
de siglo XX en Estados Unidos para la comercialización de ciertos productos como
alimentos, medicamentos, muebles, tabaco, indumentaria, etc. Según García Ruiz
(1994) las cadenas de tiendas aparecieron en pequeñas ciudades y pueblos, y también en
las afueras de las grandes urbes. Otra variedad de tienda especializada fueron los
bazares con características como: productos a disposición del público, precios
accesibles y relaciones estrechas con proveedores.
Una alternativa de comercialización también fue la cooperativa de consumidores
agrupados en cooperativas de mayoristas y se convirtieron en alternativas al pequeño
minorista independiente.
Además de los tipos de comercio antes mencionado, estos coexistían con minoristas
independientes como el vendedor ambulante, el pequeño comerciante (propietario y que
en ocasiones contaba con un empleado a sueldo) y el mediano comerciante (también
propietario, en ocasiones contaba con otros locales y tenía en total empleados que no
superaban las 10 personas).
A pesar de la complejidad de estas empresas modernas comerciales, sus sistemas de
dirección diferían ampliamente de los vistos en los ferrocarriles. Chandler (…) las sitúa

6
En la actualidad y los avances en las tecnologías de información hicieron surgir nuevos sistemas
parecidos al de venta por correo como lo es hoy Amazon.

17
dentro de las llamadas «empresas patronales», pues las decisiones importantes no las
tomaban los directivos sino los propietarios, que seguían siendo los fundadores de la
empresa y sus familias. Los métodos eran puramente intuitivos y no desarrollaron
innovaciones organizativas de interés hasta después de la Primera Guerra Mundial (García
Ruiz, 1994, p. 40).

Las nuevas técnicas de Marketing e Investigación de Mercados


La producción en masa dio lugar a nuevas prácticas empresariales que hoy conocemos
como Marketing o Mercadotecnia. Si bien algunos autores sostienen que el marketing es
un fenómeno que tuvo lugar en la época dorada del capitalismo (pos Segunda Guerra
Mundial), el uso de marcas, el envasado, los nuevos canales de distribución, y el precio
como herramienta fundamental para competir nos advierten del uso de las famosas “P”7
mucho antes de la posguerra.
Con anterioridad a 1870 las fases en la comercialización eran de la siguiente forma: el
industrial ofertaba sus productos al mayorista, este último si aceptaba compraba un
volumen determinado de bienes; al mismo tiempo esos bienes eran ofrecidos a los
minoristas que se encargaban de su venta al consumidor final quien demandaba
productos más bien genéricos.
Ya a principios del siglo XX el mayorista comenzó a diferenciar sus productos con
marcas utilizando los medios de comunicación para atraer consumidores. Éstos eran
quienes solicitaban a los minoristas el producto publicitado por los mayoristas. A partir
de la demanda existente los minoristas podían comprar a los mayoristas o directamente
a los fabricantes. Estos cambios se vieron principalmente en Estados Unidos, Gran
Bretaña y Alemania.
Las empresas que formaban parte de oligopolios y eran más bien capital-intensivas
competían no solamente por precios sino también por la búsqueda de mayor eficiencia
en la producción y distribución. “Además, a través del aprendizaje (acumulativo)
llevado a cabo en ese proceso de competencia oligopolística, las empresas crearon
capacidades organizativas que se convirtieron en poderosas barreras de entrada ante
potenciales nuevos competidores” (Valdaliso y López, 2009, p. 262).
La publicidad fue adquiriendo mayor peso en este proceso, en principio se usaron póster
y propagandas en la radio. Además creció el número de empresas dedicadas a la
publicidad.
[…] otras estrategias que se desarrollaron en este periodo son: el envasado del producto, no
sólo para protegerlo, sino para ayudar a identificarlo (junto con la marca); la segmentación
del mercado, ofreciendo un producto para cada bolsillo; la contratación de artistas plásticos
para realizar el diseño de un producto; la creación de cadenas de tiendas para vender el
producto; o el crédito de los fabricantes a los consumidores. (Valdaliso y López, 2009, p.
262).

7
Las famosas P de Marketing son decisiones relativas a: Producto, Precio, Promoción y Plaza.

18
Los first movers
El concepto de first movers algunos autores lo aplican a aquellas que introducen
rápidamente innovaciones8 y tienen posibilidades de ser líderes en el mercado durante
mucho tiempo. Valdaliso y López (2009), citando a Golder y Tellis, tuvieron en cuenta
el concepto de first movers señalando las siguientes diferencias:
 Inventor: la empresa que desarrolla una patente o una tecnología,
 Pionero de producto: la empresa que primero desarrolla una innovación.
 Pionero en el mercado: la empresa que primero comercializa una
innovación.
 Líder temprano: la empresa que lidera el mercado durante la primera fase
del ciclo de vida de un producto.
Golder y Tellis, en base a estudios científicos, notaron que la receta para el “éxito” no
consistía en ser el primero en entrar en el mercado, “sino en luchar continuamente por
el liderazgo evaluando las oportunidades que se presentan en el mercado, reforzando
las capacidades de la empresa y destinando recursos para satisfacer eficientemente las
necesidades de los consumidores” (Valdaliso y López, 2009, p. 263).
Chandler también afirmó que las empresas que dominaron el mercado en sus
respectivos sectores entre 1870 y 1940 fueron las que realizaron la triple inversión en
producción, marketing y dirección para explotar las economías de escala y
diversificación. Ellas son para Chandler first movers.

LA DIFUSIÓN DE LA EMPRESA MULTIFUNCIONAL Y LA


ESTRUCTURA MULTIDIVISIONAL
La mayor complejidad de las actividades de las empresas junto con el mayor tamaño de
ellas hizo que adoptaran los sistemas administrativos implementados en los
ferrocarriles, en especial en la creación de departamentos funcionales. Estos últimos
estaban organizados según el esquema de línea y staff: “los directivos de línea tienen
autoridad ejecutiva (coordinan y controlan la actividad de los directivos de nivel
inferior) y los miembros del staff desempeñan una función asesora” (Valdaliso y López,
2009, p. 325). Henry Fayol fue el ingeniero francés que realizó la primera reflexión
teórica sobre la administración y organización de empresas modernas. La misma se
plasmó en la obra Administration Industrielle et Générale de 1916 donde resaltó la
importancia de la estructura en la organización. Para Fayol las empresas realizan seis
tipos de operaciones: técnicas, comerciales, financieras, de seguridad, contables y
directivas. Estas últimas se transformaban en las más importantes a medida que la
empresa aumentaba la complejidad de sus operaciones. Al mismo tiempo las funciones
administrativas para Fayol eran: planificar, organizar, coordinar, dirigir y controlar.

8
Cabe señalar aquí que Schumpeter hace una clara distinción entre invención e innovación. En relación a
la invención es el invento propiamente dicho, el descubrimiento de la novedad. En cambio la innovación
se da cuando la el descubrimiento se introduce en el mercado.

19
La empresa moderna caracterizada por una estructura multifuncional (ver modelo en
Valdaliso y López, 2009, p. 327) se expandió en las grandes empresas en la mayoría de
los países desarrollados.
La expansión hacia nuevos mercados o elaboración de nuevos productos supuso nuevos
desafíos para la administración.
La expansión inicial en el extranjero se realizó en un primer momento sin cambiar su
estructura organizativa funcional: tan sólo se creaba un comité internacional y, después, un
departamento internacional para supervisar el proceso de marketing y distribución en las
áreas distantes. Sólo tras una amplia expansión exterior una empresa adoptaba una
estructura multidivisional: se suprimía el departamento internacional y las principales
regiones eran administradas por medio de divisiones de área. La adopción de la estructura
multidivisional también se produjo en aquellas compañías que optaron por explotar las
economías de diversificación, como las norteamericanas Du Pont y General Motors, que
establecieron en 1921 divisiones para administrar cada una de sus líneas de producto,
supervisadas por una oficina central (Valdaliso y López, 2009, p. 326).
Sin embargo, la estructura multidivisional (ver modelo en Valdaliso y López, 2009 p.
329) se difundiría pos Segunda Guerra Mundial en la época dorada del capitalismo.
La expansión de la empresa multiunitaria (multidivisional o multifuncional) incrementó
las necesidades de disponer mecanismos de control y distribución de información al
interior de la organización. Además, se defendió la estandarización y documentación de
todas las actividades realizadas, desde la planta fabril hasta la oficina. Los cambios en la
recopilación, almacenaje y distribución fueron los siguientes:
 Máquina de escribir y hojas impresas (varias copias).
 El telégrafo y el teléfono permitieron acelerar el flujo de información. Al interior de
la empresa la difusión de información por parte de la dirección a distintos
departamentos (circulares, normas, avisos, etc.) fue facilitada por el uso de papel
carbón primero y después las máquinas fotocopiadoras en los años veinte.
 Para almacenar y clasificar la información se comenzó a utilizar las carpetas
verticales de fichas impresas.
 El análisis de información también se vio facilitado por las nuevas máquinas
calculadoras y tabuladoras.
Por otro lado, las técnicas de contabilidad siguieron perfeccionándose en áreas de la
contabilidad financiera y de costos. La empresa Du Pont consiguió desarrollar un
sistema que integró la contabilidad financiera, de costos y de capital, relacionando
capital invertido y variaciones con las cifras de ingresos. Además, la empresa innovó
con una estrategia de segmentación de mercado para aprovechar al máximo y
regularmente su capacidad productiva, se ajustó la escala de producción al nivel básica
de demanda capturada gracias a los costos bajos derivados de pleno empleo de sus
instalaciones (Valdaliso y López, 2009).

LA PROFESIONALIZACIÓN DE LA ADMINISTRACIÓN
El enfoque clásico de administración dentro del cual se encuentra el taylorismo y
fordismo con sus nuevas técnicas para la organización del trabajo y el fayolismo

20
haciendo énfasis en la estructura de la organización se inició la división del trabajo entre
quienes piensan (gerentes/directivos) y quienes ejecutan (trabajadores) (Chiavenato,
2000).
Como ya hemos mencionado el aumento del volumen de operaciones de la empresa, se
requirió de directivos con conocimientos cada vez más especializados. Así fue que el
número, formación y calificación de los gerentes y altos directivos fue incrementándose.
Si bien existían miembros de la familia en la dirección formados, la mayoría eran
directivos asalariados sin relación con los propietarios. “La movilidad social existente,
cuando existió, fue de los estratos medios-bajos de la clase media a los más altos”
(Valdaliso y López, 2000, p. 333).
La necesidad de profesionalizar la gestión dio lugar al desarrollo de un sistema formal
de educación superior que provisto por las propias empresas y asociaciones
profesionales y/o el Estado.
En Estados Unidos el sistema de educación superior se creó a partir de la constitución de
asociaciones profesionales, revistas especializadas y cursos en universidades públicas y
privadas. Las primeras asociaciones fueron las de ingenieros de ferrocarriles en la década
de 1870 y 1880, a las que siguieron las de ingenieros industriales en las de 1890 y 1900…
Las modernas escuelas de administración de empresas –salvo la Wharton School,
creada en 1881- surgen a partir de 1899 (Chicago, California, Harvard) (Valdaliso y
López, 2009, p. 336).
En Gran Bretaña la respuesta del sistema educativo fue más lenta que en Estados
Unidos. Recién a principios de siglo XX se crearon algunos centros de educación
técnica pero no pudieron competir con los restrictivos colegios privados ni con Oxford
ni con Cambridge para ofrecer categoría social. Entre 1870 y 1914 solamente un 13%
de los empresarios británicos tenían estudios universitarios.
Se ha señalado que el sistema educativo alemán asentado en la formación técnica ha
tenido fuerte influencia en el desarrollo industrial en el país. Se crearon en el siglo XIX
escuelas superiores de ingeniería pero obedecieron más a cuestiones de prestigio social
y a la demanda de la administración más que del sector industrial. Después de las
escuelas de ingenieros surgieron las escuelas de negocios, entre 1898 y 1919 se crearon
nueve de este tipo.
En Francia también se privilegió la formación superior en ingeniería, donde se formaron
los cuadros directivos superiores de las empresas francesas. También se crearon
escuelas prácticas de comercio e industria, las profesionales y las de artes y oficios.
Otra profesión que se incrementó fue la de contadores principalmente en países
anglosajones. Esto se debió principalmente al auge de la auditoria externa producto del
desarrollo del mercado de capitales. En particular, la financiación de las grandes
empresas a través de la colocación masiva de acciones y obligaciones provocó
maniobras fraudulentas. Para acabar con esto se recurrió a las auditorías externas para
que se demuestre a los posibles inversionistas la situación financiera de las empresas.
Este servicio se expandió principalmente en Estados Unidos y Gran Bretaña a principios
de siglo XX.
En el decenio de 1880 surgieron las primeras asociaciones y revistas profesionales,
introduciéndose la materia de contabilidad en las universidades en los primeros años del

21
siglo XX. No obstante, su reconocimiento social también vino de la mano de su trabajo en
la Administración (Valdaliso y López, 2009, p. 340).
De esta forma se fue profesionalizando la gestión administrativa, con gran
preponderancia de los ingenieros en principio para después alcanzar formación superior
en Administración de empresas.
Con la profesionalización de la gestión surgió lo que Alfred Chandler llama la “empresa
gerencial”. A medida que la empresa moderna incrementaba su tamaño y complejidad la
dirección se separó de la propiedad: la “empresa patronal” en donde los propietarios
(individuos o familias) dirigían fue gradualmente reemplazada por la “empresa
gerencial”, en donde la alta y media dirección era desempeñada por ejecutivos
asalariados a tiempo completo con una participación mínima en la propiedad. Las
nuevas estructuras descentralizadas en divisiones como ya hemos dicho se generalizó
después de la Segunda Guerra Mundial. Todo ello fortaleció el “capitalismo gerencial”,
la MANO VISIBLE de la dirección sustituyó a lo que Adam Smith llamó la mano
invisible de mercado. La empresa asumió las funciones de coordinar el flujo de
mercancías a través de los procesos de producción y distribución de existentes y de
asignar el capital y la mano de obra para la producción y distribución futuras.

LA GESTIÓN EN LAS PEQUEÑAS Y MEDIANAS EMPRESAS


(PYMES) Y LA ESPECIALIZACIÓN FLEXIBLE
A pesar de la visión de algunos sobre un mundo de fábricas cada vez más automatizadas
en el largo plazo no fue una realidad. Si bien existieron oleadas de concentración y
racionalización, algunas empresas de casi todas las industrias y casi todas las empresas
de algunas industrias siguieron aplicando los principios de la producción artesanal
(Piore y Sabel, 1990). El cambio tecnológico de la Segunda Revolución Industrial no
fue igual para todas las ramas de la industria ni tampoco para todas las empresas. La
diferencia fue aún mayor si consideramos algunos de los países involucrados en esta
etapa. “A principios del siglo XX el 83 por ciento del empleo industrial en Estados
Unidos se concentraba en establecimientos de más de 50 trabajadores, mientras que el
porcentaje para Francia o Alemania era del 38 por ciento” (Valdaliso y López, 2009,
p. 283). En cuanto al rol de la PYME como generadora de empleo y su rol en el
desarrollo económico existieron versiones encontradas al respecto. Nosotros adherimos
a la postura de Valdaliso y López quienes afirman:
[…] no existe un mismo tamaño eficiente para todos los sectores industriales y que
éste depende, en primer lugar, de la naturaleza del régimen tecnológico de cada sector
(y sus implicaciones sobre la escala mínima eficiente), pero después, de otros factores
como el ciclo de vida de una industria, el tamaño del mercado, y los costes de
información y transacción (que a su vez dependen de las instituciones). Según estos
parámetros, podríamos decir que, dejando a un lado la escala mínima eficiente en cada
sector, las pequeñas empresas serán mayoritarias en industrias jóvenes, donde la
principal fuente de información es externa, el mercado es reducido y existe una gran
incertidumbre sobre el diseño final de la tecnología y/o el producto; por el contrario,
en las industrias maduras, con una tecnología estable y unos mercados más amplios,
serán las empresas de mayor tamaño y de más edad que cuenten con más capacidades
y recursos para llevar a cabo una actividad innovadora. En presencia de elevados

22
costes de transacción e información y una escasa difusión de conocimientos las
empresas tenderán a integrar verticalmente sus actividades (y por lo tanto a aumentar
su tamaño) (2009, pp. 284-285).
Es importante destacar que las lógicas productivas de las PYMES no siempre
respondían a la de la producción en masa de las grandes empresas. Más bien las
PYMES operaban según la lógica de especialización flexible. Muchas empresas que
producían un mismo producto o diferentes fases del mismo se concentraban en regiones
concretas, formando lo que se conoció como distrito industrial. Este último se daba si se
cumplían las siguientes características:
 Alto grado de especialización industrial en uno o pocos sectores relacionados.
 Estructura productiva compuesta en su mayoría por PYMES muy especializadas.
 Presencia de instituciones que formaran la mano de obra y promovieran la
investigación científica e innovación en las empresas.
 Mecanismos de cooperación entre empresas como asociaciones o empresas que se
unían para realizar actividades complementarias, como la creación de un input de
uso compartido o la obtención de capital.
 Confianza entre empresarios, trabajadores, instituciones gubernamentales, de
investigación.
En el periodo bajo estudio la especialización flexible organizada en distritos industriales
sobrevivió en sectores concretos de Europa. En los mismos las economías de escala no
eran demasiado importantes, los productos tenían características particulares y los
mercados estaban fragmentados.

CONCLUSIÓN
La administración científica sin duda deja abierto el debate para algunos autores en
relación a si detrás de estas lógicas de eficiencia y productividad no se encuentra el
control de los cuerpos para aumentar las ganancias de la clase empresarial. A pesar de
esta discusión, las nuevas lógicas de organización del trabajo dieron lugar al nacimiento
de la administración científica, es decir el reconocimiento de la administración como
ciencia con un objeto, método y principios. Estos últimos fueron aplicados a las
empresas modernas incrementando aún más los volúmenes de producción, incidiendo
también en innovaciones en sistemas administrativos. En relación a ello, se encuentran
también los avances en la teoría de la administración de Fayol que determinó las
funciones de la administración y las operaciones que realizaban las empresas.
El surgimiento de la administración como ciencia y un objeto propio, el aumento en el
tamaño de las organizaciones y la complejidad de las operaciones realizadas llevaron a
la profesionalización de la gestión y un nuevo actor: el gerente profesional. Este último,
en la mayoría de los casos no tenía participación en la propiedad del capital, pero si
operaba en defensa del mismo. Frente a estas nuevas perspectivas para las
organizaciones, la educación superior formal fue respondiendo con ofertas educativas
tendientes a la formación profesional de los directivos/gerentes.
Asimismo el espíritu competitivo de las grandes empresas las llevó a implementar
estrategias de crecimiento con la finalidad de aumentar la participación del mercado
23
evitando la competencia abierta. A ellos fueron respuesta las decisiones en cuanto a
integración horizontal, integración vertical y/o diversificación. En esta época no
solamente el precio se convirtió en una herramienta para competir, sino también las
otras herramientas del Marketing como los cambios en el producto, los canales de
distribución y la publicidad.
Mientras tanto, las PYMES aseguraron su existencia en aquellos lugares donde operaba
la especialización flexible cuya producción iba hacia mercados fraccionados, en los que
ofrecían productos diferenciados.
En definitiva, hemos visto una época marcada por cambios profundos en la
administración y por ende en la formación profesional de los gerentes. Como dijeron los
evolucionistas la realidad es dinámica, así que veremos en las próximas unidades cómo
estos cambios evolucionaron en el tiempo.

BIBLIOGRAFÍA OBLIGATORIA
 Gantman, E. (1994) La evolución de las ideologías gerenciales desde el siglo
XIX hasta el presente. Tesis Doctoral. Buenos Aires: Universidad de Buenos
Aires, Facultad de Ciencias Económicas. Capítulo 3.
 Valdaliso, J. y López, S. (2009) Historia económica de la empresa. Barcelona,
España: Crítica. Capítulos 6 y 7.

BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA
 Bianchi, S. (2007) Historia social del mundo occidental: del feudalismo a la
sociedad contemporánea. Universidad Nacional de Quilmes.
 Coriat, B. (2003) El taller y el cronómetro. Ensayo sobre el taylorismo,
fordismo y la producción en masa. (12° ed.). Siglo XXI.
 García Ruiz, J. (1994) Historia económica de la empresa moderna. Istmo.
 Kinder, H., y Hilgemann, W. (2007) Atlas histórico mundial (Vol. 2). Ediciones
Akal.
 Piore, M. y Sabel, Ch. (1990) La segunda ruptura industrial. Alianza
Universidad.

24
Equipo Docente:
Lic. Ana Paula Marques
Lic. Juan Manuel Arnaiz
Lic. Marina Espíndola Moschner

UNIDAD 6
Modelos de gestión alternativos a la empresa
moderna y la difusión del capitalismo gerencial
(1945-1973)

0
Introducción
Hola! En esta unidad veremos nuevos avances dentro de la administración y el
pensamiento directivo que se dieron a consecuencia de nuevas problemáticas asociadas
a los cambios en el entorno. En este sentido, se destacan las consecuencias de la
Segunda Guerra Mundial dado el orden económico resultante, el nuevo rol del Estado,
el “pacto social” entre empresarios y sindicatos, la intervención de Estados Unidos en la
recuperación económica de Europa occidental, la expansión de las multinacionales,
entre otras. No podemos omitir en esta etapa los modelos alternativos a la empresa
capitalista, como lo fueron las organizaciones de la Unión Soviética y los modelos de
autogestión en la ex Yugoslavia. Sin embargo, la planificación fue una herramienta
utilizada en las organizaciones pertenecientes a ambos sistemas económicos (capitalista
y comunista)
En el campo de la ciencia de la administración también se produjeron progresos de
consideración como por ejemplo la Teoría de la Organización, la Teoría de las
relaciones humanas y la Administración Estratégica.
En cuanto a sistema de producción diferente dentro del capitalismo surgió en esta época
el just in time en la empresa japonesa Toyota.
Como verán, en el periodo bajo estudios los cambios dentro de la administración y el
pensamiento directivo se intensificaron, los invitamos a reflexionar sobre ello en las
siguientes páginas.

Objetivo
Que el estudiante identifique las continuidades y rupturas en la administración y el
pensamiento directivo en el periodo y contexto analizados.

Contextualización entre 1945-1973


El Estado de Bienestar
Tras la guerra, para los países europeos la prioridad absoluta la constituyó la
recuperación económica, de modo tal que ya entre 1949 y 1950 se habían alcanzado los
niveles de producción del período de entreguerras. El resultado de este proceso fue el
fortalecimiento de la situación económica de los países capitalistas desarrollados. Este
rápido crecimiento produjo una reestructuración y reformas sustanciales dentro del
capitalismo, al mismo tiempo que un avance hacia la globalización y la
internacionalización de la economía.
La reestructuración del capitalismo facilitó a los estados la planificación y la gestión de
la modernización económica, dentro de los parámetros de una economía mixta. El
compromiso con el pleno empleo y con la reducción de las desigualdades económicas se
convirtieron en estrategias fundamentales para alejar el fantasma de los conflictos
sociales y sobre todo, el peligro comunista. De esta manera, a partir del compromiso
con el bienestar de la población y con la seguridad social se favorecía la expansión de
un mercado de consumo masivo.

2
Pero a partir de la posguerra y, sobre todo, a partir de la década de 1950, el Estado no
sólo aceptó la responsabilidad de mantener el pleno empleo y conseguir un crecimiento
más rápido y la estabilidad económica, sino que absorbió una proporción mucho mayor
y creciente de recursos nacionales, que en algunos casos supuso una extensión de la
propiedad pública en las actividades de la economía. En síntesis, los gobiernos
aceptaron un abanico más amplio de responsabilidades y utilizaron una variedad mayor
de instrumentos para lograr sus objetivos.
Como señala Hobsbawm (1995), el capitalismo de posguerra era una especie de
matrimonio entre el liberalismo económico y socialdemocracia (o en versión
norteamericana, política rooseveltiana del New Deal) con préstamos sustanciales de la
URSS, pionera en planificación económica. Era evidente que los gobiernos habían
adoptado los principios de Keynes, configurando lo que sería el Estado de bienestar.
(Bianchi, 2013). Algunos autores establecen diferencias entre el Estado de bienestar y el
nuevo Estado keynesiano que se organizó en los años de la década de 1950. De un
modo u otro, por las políticas asumidas, puede considerarse Estado de bienestar a los
sistemas sociales desarrollados por las democracias capitalistas industriales después de
la guerra y que permanecieron más o menos estables hasta mediados de la década de
1970.

El Conflicto Soviético-Americano: La Guerra Fría


Tras la Segunda Guerra Mundial los Estados Unidos y la Unión Soviética se
constituirían en las potencias hegemónicas dentro del concierto internacional. La guerra
había terminado con el sistema de equilibrio entre las potencias europeas sostenido
desde el siglo XVI. Surgía en su lugar un nuevo ordenamiento internacional, que tendría
como protagonistas a la URSS y los EEUU.
Dentro de ese nuevo ordenamiento, los países europeos dependerían de las relaciones
soviético-americanas y podrían influir en su desarrollo según su importancia estratégica
para los dos nuevos centros hegemónicos. Estaba claro además que ambas potencias
estaban interesadas en la rápida estabilización económica de una Europa que había
quedado devastada por la guerra.
En los países europeos, creció el prestigio de la izquierda, en particular del Partido
Comunista, ocupando el gobierno en Polonia, Yugoslavia, Bulgaria, Rumania, Albania,
Hungría y Checoslovaquia, que en distinto grado y en distintas condiciones, quedaron
bajo la órbita de la URSS.
Mientras tanto, los Estados Unidos, ante el ascenso del comunismo, buscaba contener la
marea ascendente que avanzaba hacia Europa. Tal fue el objetivo del Plan Marshall del
año 1948, que otorgó ayuda financiera para acelerar la recuperación económica. Sin
embargo, desde la visión de la Unión Soviética, esto constituía una indebida intromisión
de los Estados Unidos en los asuntos internos de los países europeos. Y con esto
comenzaron las tensiones que se definieron como la Guerra Fría.
El conflicto se agudizó en torno a la situación de Alemania. En efecto, tras la guerra,
Alemania había sido dividida en cuatro zonas que fueron ocupadas por los vencedores.
Las tensiones que se generaban en una Alemania dividida tuvieron su mayor expresión
en la ciudad de Berlín. En un intento de expulsar a los aliados de Berlín, la URSS cerró

3
los accesos a la ciudad y unos años más tarde, 1961, para evitar la fuga hacia la zona
occidental, las autoridades de Alemania oriental comenzaron la construcción de un
sólido muro de cemento que atravesaba la ciudad de norte a sur. El Muro de Berlín se
transformó en el símbolo más consistente de la Guerra Fría (Bianchi, 2013).
Por otro lado, la Guerra Fría no se expresaba sólo en el control de territorios y
poblaciones. La carrera armamentista se transformó en un elemento central del conflicto
soviético-americano. La cantidad de armamento nuclear o químico, los emplazamientos
y el número de cabezas de misiles, es decir, la capacidad destructiva que era capaz de
desarrollar cada una de las "superpotencias" se transformó en el eje de la Guerra Fría.
En ambos bloques había intereses materiales muy poderosos: personal militar e
industrial, investigadores para el desarrollo de las nuevas tecnologías bélicas, servicios
de seguridad y de espionaje (Bianchi, 2013). Eran grupos que manejaban importantes y
crecientes partidas de recursos, controlaban el desarrollo científico y ejercían una
indudable influencia en la vida económica y social. El mantenimiento de esa estructura
dependía básicamente de la Guerra Fría.
La imagen difundida por la Guerra Fría, de un mundo dividido en bloques mutuamente
amenazantes, que caminaba sobre el filo de una navaja, pasó a formar parte del sentido
común de la sociedad. Finalmente, cabe marcar el carácter recíproco de este conflicto,
para que existiera uno debía existir necesariamente el otro. En síntesis, la principal
característica de la Guerra Fría fue su autorreproducción.

El nuevo orden económico internacional


Tras la Segunda Guerra Mundial y la posibilidad latente de un enfrentamiento entre
Estados Unidos y la Unión Soviética se puso en marcha un inédito orden económico
internacional. El mismo estuvo caracterizado por un nuevo patrón monetario (oro-
dólar), apertura de los mercados (a través del GATT, posteriormente conocido como la
Organización Mundial del Comercio), nuevas instituciones financieras como el FMI y
el Banco Mundial, la Comunidad Económica Europea y políticas económicas que
redujeran las fluctuaciones de la demanda a través de la mayor intervención del Estado.
La mejora en la calidad de vida y el aumento en el consumo de la población en Europa
fueron posibles gracias al Estado de Bienestar. En Estados Unidos se buscó vincular los
salarios a la productividad y al nivel de precios, para garantizar de alguna forma que el
poder adquisitivo de los trabajadores creciera al mismo ritmo que la capacidad
productiva nacional. Sobre estas bases se asentó el crecimiento económico del período
1950-1973 conocido como la edad de oro del capitalismo. Al mismo tiempo se
generalizó la sociedad de consumo de masas en los países desarrollados.
Se estableció un nuevo orden económico basado en el keynesianismo, otorgándole un
papel fundamental al Estado y al sector público a través de las políticas fiscal, monetaria
y de gasto. Los países de Europa occidental emprendieron de forma concertada con
empresarios y sindicatos lo que se conoce como economía mixta para la promoción del
crecimiento económico y pleno empleo. La intervención del Estado en la economía fue
evidente en la expansión del sector público empresarial y el uso de herramientas de
planificación económica.

4
Modelos de gestión basados en las personas
Durante la Segunda Guerra Mundial, los conflictos laborales alcanzaron un momento
culminante. En este entonces, las huelgas estaban vinculadas a las consecuencias de la
aplicación de la administración científica como ideología gerencial predominante.
Los enfoques mecanicistas en cuanto a la gestión del personal y la consideración de los
trabajadores como un ensamble más en el proceso productivo dieron origen a nuevas
ideologías gerenciales que daban mayor énfasis al elemento humano en las
organizaciones en vinculación con la sociología y la psicología, una de estas ideologías
fue conocida con el nombre de teoría de las relaciones humanas, pero no fue la única.
Esta teoría logró su apogeo en las décadas del 1940 y 1950 y se caracterizó por dos
aspectos, el primero de ellos la atención puesta sobre el trabajador dentro de las
organizaciones y el hecho de que éste se identificaba y era parte de un grupo social -
organización informal- que, de alguna manera, condicionaba su comportamiento.
De acuerdo con Elton Mayo, los métodos administrativos propuestos por la
Administración Científica y la Administración Clásica, apuntaban todos a la efectividad
material; pero los problemas de ausentismo, rotación laboral y huelgas señalan una falla
rotunda en la gestión de la cooperación y el trabajo en equipo y la gestión de personas y
grupos.
En la misma línea se identifica la necesidad de analizar las lógicas de funcionamiento de
los grupos informales con el objetivo de incrementar la productividad de la organización
a través del incremento de la satisfacción de los mismos.
A tales efectos se llevó adelante el Estudio de Hawthorne, entre 1927 y 1932 que
buscaba identificar el impacto de ciertos factores como ser variables económicas,
sociales y ambientales sobre el nivel de producción de trabajadores industriales. Sin
embargo, la falta de rigurosidad científica de estos experimentos no llevó a conclusiones
que pudieran generalizarse, aunque dio origen a una corriente focalizada en que una
mejora en las relaciones humanas generaría un aumento en la productividad, vista
asimismo como una vertiente más humana y más democrática de la gestión.
Pese a que las conclusiones de los experimentos de Hawthorne son de dudosa validez científica,
su influencia indudablemente fue de notable importancia para la disciplina de la administració n ,
particularmente su rol paradigmático en aquellos aspectos qu e hacen a la sociología del tra b a j o .
Para Bendix (1966), el pensamiento de Mayo sólo halló una aceptación limitada en la práctica
directorial, pero su contribución a la ideología gerencial fue muy importante. (Gantman, 1994, p.
59)

El segundo aspecto fue la necesidad de contar con una elite gerencial que pudiera
entender y tratar adecuadamente los problemas asociados a las relaciones humanas en
las organizaciones; Mayo resaltó un exceso de formación en habilidades técnicas en
detrimento de habilidades sociales, tanto en las escuelas como en los trayectos de
formación profesional de administradores, lo cual dificultaba el logro de armonía entre
los objetivos de la dirección y los deseos de los miembros de la organización informal.
Para solucionarlo propuso métodos para el descubrimiento de una élite administrativa
que pudiera mantener la moral de los trabajadores.
Los medios para lograrlo consistían en el entrenamiento universitario de una nueva clase
dirigente, entendiendo que las dificultades que enfrentaba la humanidad eran sociales y no
económicas… La obra de Mayo sirvió para legitimar a una nueva camada de administradores

5
educados en las ciencias sociales, del mismo modo que el discurso de Taylor apuntaba a
cimentar el status social de los ingenieros. (Gantman, 1994, p. 53)

Por todo lo antes dicho, Mayo es reconocido como el iniciador de lo que se denomina la
psicosociología organizacional y de los estudios de éste se derivan otros como ser:
• Los estilos de liderazgo, propuestos por Lippit y White, bajo la dirección del
propio Lewin en 1938: el permisivo o laissez faire, el democrático y el
autoritario.
• Los estudios sobre la motivación humana y su repercusión sobre la
productividad, las cuales buscaban encontrar aspectos motivacionales diferentes
a los económicos que llevasen a incrementar la productividad de los
trabajadores.
Entre ellos se destacan la jerarquía de las necesidades de Maslow que proponía
que las necesidades del ser humano se ordenaba jerárquicamente desde “las
necesidades básicas, que hacen a la reproducción fisiológica del organismo
(comer, dormir), hasta las más elevadas que tienen que ver con la
autorrealización del individuo, pasando por una serie de necesidades
intermedias que incluyen aquellas que se refieren a la aceptación social, el
respeto, la pertenencia a un grupo” (Gantman, 1994, p. 62); que lo que
motivaba al ser humano a trabajar era la satisfacción de estas necesidades y que
únicamente se buscaba satisfacer una necesidad de nivel superior cuando
estuvieses satisfechas las de nivel inferior.
Por otro lado, la teoría de los dos factores de Herzberg que en palabras de
Gantman: “postulaba la existencia de factores extrínsecos, referidos al contexto
en el cual se ejecuta la tarea laboral y que comprenden tanto aspectos
ambientales como aquellos que se relacionan con la calidad de las relaciones
humanas en el grupo de trabajo” (1994, p. 63). La existencia de los mismos no
causaba satisfacción, pero su ausencia si causaba insatisfacción por lo que debía
pensarse en el concepto de no insatisfacción y por otro lado la existencia de
“factores intrínsecos que se refieren a la satisfacción que despierta el tipo de
trabajo que se está realizando” (ídem), cuya ausencia no causaba insatisfacción
pero su existencia si generaba satisfacción.
• Las teorías X e Y de McGregor en 1970, en donde la teoría X es la sustentada
por la mayoría de los empresarios y sostiene que “el trabajador es por
naturaleza pasivo e indolente, la estrategia que utiliza la administración para
controlarlo es la del látigo y la zanahoria, a la que denominó administración
por dirección y control” (Gantman, 1994, p. 64). Mientras que la teoría Y
sostiene que “la gente no es pasiva por naturaleza, sino que en última instancia
su pasividad es un reflejo de un proceso de adaptación al estilo de dirección
impuesto por la administración, a los individuos les gusta el trabajo y están
dispuestos a realizarlo si se crean las condiciones básicas, que permitan aflorar
esta tendencia natural. Ello puede lograrse a través de lo que llamó
administración por integración y autocontrol" (1994, p. 65).

6
La contracara de los modelos de gestión basados en las personas
Los experimentos de Hawthome plantearon por primera vez la problemática de la
relación entre satisfacción en el trabajo y productividad, sin embargo, esto fue
desmintiéndose con el paso del tiempo. Victor Vroom concluyó, luego de un análisis de
varios estudios al respecto, que no existe una correlación clara entre satisfacción laboral
y rendimiento laboral.
De todas formas, la teoría de las relaciones humanas y las que nacieron como
consecuencia de esta, desplazaron el interés de la dirección en la racionalización de los
procesos fabriles por el interés en la dinámica grupal que tiene lugar dentro de las
organizaciones y aunque esto a priori pudiera ser visto como un avance o un proceso de
humanización de las condiciones de trabajo existe una visión que propone que el énfasis
en las personas y en su comportamiento se hizo prioritariamente motivado en un deseo
de comprender y manejar al empleado. De la misma manera Erich Fromm observó que:
"los psicólogos hacen por el aspecto mental y emocional del trabajador, lo mismo que
hizo Taylor para lograr la racionalidad del trabajo físico" (Gantman, 1994, p. 67).
En esta línea se destaca que los fines de la empresa son los mismos solo que las antiguas
formas de coerción fueron reemplazadas por la persuasión psicológica, la manipulación
para ser una forma de ejercitar la dominación y “las órdenes brutales del capataz, se
convierten ahora en las sugerencias de un supervisor entrenado en relaciones
humanas” (1994; p. 67).
El interés de los directores en la gestión basada en las personas, obedecía a su
expectativa de reducir costos o aflojar tensiones en las fábricas. La nueva forma de
dirección científica empezaba donde Taylor había fallado, los nuevos estudiantes de
gestión y los nuevos directores no estudiaban el impacto de la iluminación o de la
limpieza en la fábrica sino la importancia de los contactos sociales y la buena moral.

La racionalidad gerencial y la organización sistémica


A principios de la década del sesenta la escuela de las relaciones humanas deja de
predominar y se comenzó a prestar más atención al proceso de toma de decisiones por
parte del cuerpo directivo. Así fue que comenzaron a surgir disciplinas que tenían por
objetivo brindar un conjunto de herramientas para asistir a los administradores en la
toma de decisiones.
Uno de los enfoques fue la denominada investigación operativa, cuyos antecedentes se
dieron en la Segunda Guerra Mundial, que utilizaba modelos matemáticos para resolver
distintos problemas.
Durante esa época, se produjo una expansión industrial masiva y los procesos de toma de
decisiones se enfrentaron con una creciente complejidad. Esto se combinó con el surgimiento de
nuevas tecnologías y de presiones económicas y sociales para aumentar la precisión en la toma
de decisiones y su implementación. A partir de entonces, el interés por esta área del
conocimiento creció: se formaron diversas sociedades profesionales, se establecieron cursos
universitarios en la materia y aparecieron los primeros journals, que coadyuvaron a la rápida
difusión de las investigaciones realizadas. (Gantman, 1994; p. 73)

7
Así fueron surgiendo los métodos conocidos hasta la actualidad como la programación
lineal y no lineal, la simulación, el método de camino crítico, PERT y diagrama de
Gantt.
En este contexto surgió también la teoría de la organización en la cual se destacaron los
autores conductistas buscando tomar decisiones satisfactorias. Uno de estos autores fue
Chester Barnard (1959) quien definió a la organización como un sistema de
cooperación, destacando que el mismo "requiere un objetivo, un propósito, un designio"
(Gantman, 1994, p. 74) y que el origen de las organizaciones suele darse por la
intención de un individuo que tiene un objetivo y logra que otros cooperen con él. A su
vez, Barnard fue profunda influencia para la teoría de la decisión propuesta luego por
Herbert Simon.
El sistema, al que llamamos organización, dijo Barnard, está "compuesto de actividades de seres
humanos" (Barnard, 1959:97). Este conjunto de actividades tiene un carácter sistémico porque
están coordinadas entre sí. Este es el motivo por el cual sus aspectos significativos no son
personales, ya que están determinadas por el sistema en lo que se refiere a sus características
propias. (Gantman, E. 1994; p. 74)

Además de la teoría de la organización, Barnard propone la economía de los incentivos,


en donde estipula que las organizaciones deben procurarse los esfuerzos necesarios para
su existencia otorgando incentivos para que los trabajadores estén dispuestos a hacer
esfuerzos en pos del cumplimiento de objetivos organizacionales, entre estos estímulos
identifica no solo a los materiales sino también a los no materiales o simbólicos
vinculados a las oportunidades de lograr prestigio, distinción y poderío personal,
afirmando que éstos son más importantes, sin embargo también pone de manifiesto que
“no toda organización puede brindar a su personal incentivos adecuados, lo cual puede
determinar su extinción, a menos que mediante la persuasión pueda modificar los
deseos de suficientes personas para que los incentivos que a éstas pueda ofrecer sean
adecuados" (Idem).
También la teoría de la autoridad es significativa, ya que plasma que ésta depende de la
aceptación de los individuos a los que va dirigida. Para Barnard existen dos tipos de
autoridad; aquella que brinda la posición en la organización formal, y la de dirección,
que se vincula a la "capacidad superior" que poseen ciertos hombres: "sus
conocimientos e inteligencia, prescindiendo de su posición, imponen respeto"
(Gantman, 1994, p. 75).
El otro gran aporte hace referencia a la definición del rol del elemento dirigente, que
consiste en: a) proporcionar el sistema de comunicación de las organizaciones, b)
proponer el afianzamiento de los esfuerzos esenciales, a través de tareas como el
reclutamiento del personal adecuado, y c) formular y definir los fines de la
organización.
En síntesis, el aporte de Barnard lo convirtió en un precursor de los teóricos de la "racionalidad
sistémica", tanto por su interés en los mecanismo decisorios utilizados por los gerentes, como
por su foco en lo organizacional, como algo distinto de lo individual y lo grupal, aunque sin
desconocer la existencia de procesos de psicología individual en la motivación de los miembros
de una organización, ni la dinámica de las organizaciones irregulares, terminología con la que
incorporo la dimensión informal. Su objetivo central fue, sin embargo, brindar a los estudiantes y
profesionales de la administración elementos válidos que les perm itan el logro de la eficiencia
(Gantman, E. 1994; p. 75).

8
La teoría de Barnard sería de notable influencia en Simon y los autores conductistas que
hemos mencionado en la unidad 1. Simon en su obra “El comportamiento
administrativo” retoma de Barnard la idea de que el subordinado establece un área de
aceptación, dentro de la cual está dispuesto a admitir las decisiones que el superior ha
tomado por él. La función de la autoridad consiste en: a) garantizar la pericia en la toma
de decisiones, b) facilitar la coordinación de las actividades dentro de la organización, y
c) atribuir la responsabilidad del individuo ante aquellos que poseen la autoridad. La
autoridad aparece, así como algo neutro y necesario en el discurso de Simon, como una
suerte de necesidad funcional de la vida organizacional. La persona que acepta la
autoridad -de un propietario, por ejemplo- no lo hace motivado por el temor a una
sanción, opina, sino "por ideas éticas enseñadas socialmente" o por su aceptación de
cierta meritocracia de la competencia técnica poseída por los superiores.
El gran aporte de Simon es su concepción respecto a que la teoría administrativa es,
particularmente, la teoría de la racionalidad intencionada y limitada del comportamiento de los
seres humanos que "se dan por satisfechos" porque no tienen la inteligencia necesaria para
conseguir el máximo" (Gantman, 1994; p. 76).
Otra teoría novedosa fue la teoría de la contingencia que pone en tela de juicio la
existencia de principios de administración aplicables en forma universal, esta indica que
“la acción gerencial debe dirigirse a lograr el ajuste más adecuado entre el personal,
la tarea y la organización” (Gantman, 1994; p. 80).
James Thompson (1967) estudió los procesos organizacionales considerando a la organización
como un sistema que tiene relaciones con un contexto que lo abarca y lo determina parcialmente.
Este énfasis no elimina la variable humana, pero no cree que ésta sea la principal, por cuanto el
sistema social mantiene una prioridad central, ya que provee a los individuos "de un conjunto
consistente de aspiraciones, creencias acerca de la causalidad, y estándares" (Thompson,
1967:115). La tarea de la organización es, para este autor, la reducción de la incertidumb re que
enfrenta en el contexto (Idem).

En suma, los enfoques antes mencionados demuestran avances en el énfasis en la


cuestión social reconociendo interacciones externas e internas. También se reconoce la
imposibilidad de controlar recursos, las dificultades de elaborar principios de
administración universales proponiendo alternativas que no pierdan de vista el objetivo
por parte de los directivos de aumentar el capital.

La administración estratégica
Según algunos autores la planificación estratégica fue una realidad con las grandes
empresas que optaban por diversificar los negocios. Tras la Segunda Guerra Mundial la
planificación no fue exclusiva del sector privado sino también el Estado la utilizó. En
1962 Chandler publicó su libro “Estrategia y Estructura” en donde analizaba cuatro
grandes empresas estadounidenses y establecía que la estructura debía acompañar a la
estrategia.
Fue en 1965 cuando Igor Ansoff publicó el libro “Estrategia Corporativa” el cual se
considera dio fundamento a la Administración Estratégica. La obra se ocupaba del
comportamiento estratégico de las organizaciones entendido como el proceso de
interacción con el entorno, acompañado por cambios concomitantes en la configuración
y dinámica de funcionamiento interno.

9
Como herramienta de diagnóstico surgió la matriz FODA (Fortalezas, Oportunidades,
Debilidades y Amenazas) que dado el énfasis prescriptivo que planteaba Ansoff servía
para conocer la situación actual de la organización.
Con el correr de los años la literatura sobre Administración Estratégica aumentó y según
Mintzberg en su libro “Safari a la estrategia” (1990) se establecieron diez escuelas sobre
“Management Estratégico”. Mintzberg afirma que la aparición de la Administración
Estratégica a mediados de los sesenta fue recibida por los "líderes de las corporaciones"
como el "one best way". Este one best way involucraba separar al pensamiento de la
acción y crear una nueva función integrada por especialistas: los “planeadores
estratégicos".
Al día de hoy la Administración Estratégica es el paradigma dominante dentro de la
administración y su objeto apunta básicamente a ofrecer herramientas a la dirección
para generar el planeamiento a largo plazo, bajo el supuesto de que se enfrenta a un
"entorno turbulento" (Gantman,1994).

Los cambios en el Estado


Como ya hemos dicho después de la Segunda Guerra Mundial intervención del Estado
en la economía fue evidente en la expansión del sector público empresarial y el uso de
herramientas de planificación económica.
Aunque existían empresas públicas dedicadas a la provisión de servicios públicos, en la
época de posguerra comenzaron a nacionalizarse empresas o sectores productivos de
propiedad privada (por ejemplo transporte, comunicaciones y energía). Recuérdese que
en las empresas públicas el propietario es el Estado quien nombra y vigila también a los
directivos. Si bien no hay datos concluyentes en relación a resultados y eficiencia, los
objetivos de la empresa pública difieren a los de la privada. En países como Francia, las
empresas públicas tuvieron un papel muy importante en la innovación tecnológica,
introducción de nuevos métodos de gestión y orientación hacia el exterior. En Gran
Bretaña, las empresas públicas fueron las primeras en adoptar los sistemas de dirección
estadounidense.
En Japón, la intervención del Estado fue notable y clave para la rápida recuperación
económica del país. Allí tuvo un rol fundamental el Ministerio de Comercio
Internacional e Industria (MITI), quien se encargaba de regular el tipo de cambio,
importación de tecnología, concesión de ayudas fiscales y crediticias a las empresas, la
protección del mercado interior y otra serie de medidas ad hoc destinadas a proteger o
favorecer una industria. La política del MITI se caracterizó por la autonomía en relación
a la presión de los empresarios pero también buscó cooperar con ellos a partir de la
promoción industrial estatal. Esta última se destacó por tener límites temporales a los
fines de fomentar la competitividad en las empresas para el mercado nacional e
internacional.
En otros países como Estados Unidos la intervención estatal se vio limitada a la
regulación de los mercados y la definición de la política industrial sobre todo para la
defensa de la competencia.
Los intentos por completar el proceso de industrialización en América Latina se dieron
fundamentalmente por el modelo ISI. ¿Qué implicaba esto? En esencia limitaciones al

10
ingreso de la competencia extranjera, exenciones impositivas, créditos a tasa subsidiada
entre otras medidas de política económica. En este periodo fueron consolidándose
grupos económicos con características similares a los zaibatsu japoneses.
Son grupos formados por empresas jurídicamente independientes, que operan en diversos
sectores industriales, pero que están bajo el control empresarial y financiero de un grupo de
familias, relacionadas entre sí por lazos de confianza. Las empresas de estos grupos tienen
un gran poder de mercado. Los más importantes incluso poseen un banco que les sirve
como intermediario financiero (Valdaliso y López, 2009, p. 390).

Generalmente estos grupos se dedicaban a satisfacer el mercado nacional y su estrategia


de crecimiento se basaba en la integración vertical y en la diversificación (relacionada y
no relacionada). Básicamente, el crecimiento de estos grupos se dio gracias a una
relación privilegiada con el Estado, de hecho muchos d e ellos se consolidaron en el
mercado como resultado del apoyo estatal.
La inversión en educación e investigación científica 1 fue reducida, lo que implicó mayor
dependencia de la tecnología externa. La protección a la industria nacional terminó
afectando la eficiencia del sector, la concentración empresarial y el alto nivel de precios
que dificultaron la posibilidad de inserción en los mercados internacionales.

El capitalismo gerencial en Gran Bretaña, Francia, Alemania y Japón


La edad de oro del capitalismo fue una etapa marcada por el apogeo de la gran empresa
gerencial y la popularidad de la planificación estratégica tanto en países capitalistas
como comunistas.
El «capitalismo gerencial», cuyo símbolo más visible era la gran empresa con una
estructura multidivisional y una estrategia de diversificación, se generalizó en Estados
Unidos y se extendió, con desigual intensidad, por Europa y Japón… Algo similar ocurrió
con la producción en masa, lo que se tradujo en un aumento significativo de la escala de
producción y el tamaño de las plantas industriales. Esta respuesta más o menos general en
todos los países se produjo ante una competencia creciente a nivel interno e internacional,
un cambio tecnológico en aceleración y una mayor conciencia entre la dirección de empresa
de la importancia del marketing, la investigación de mercados y la planificación (Valdaliso
y López, 2009, p. 358).

El liderazgo indiscutido de Estados Unidos y sus empresas tras la Segunda Guerra


Mundial se vio plasmado sobre todo en la expansión de los sistemas administrativos y
transferencia de tecnología a Europa occidental a consecuencia del Plan Marshall 2 . Se
creó la Agencia Europea de Productividad (EPA) que tuvo como misión central
impulsar el crecimiento de la productividad de la industria europea. Entre 1948 y 1958
“comisiones de productividad” integradas por miles de directivos, ingenieros,
empresarios, trabajadores y funcionarios del gobierno de Europa occidental visitaron
Estados Unidos. También consultores estadounidenses visitaron empresas europeas con

1 En nuestro país en esta etapa se crearon organismos estatales vinculados a la ciencia y tecnología co m o
es el caso del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) en el año 1958, el
Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (I NTA) en 1956 y el Instituto Nacional de Tecnología
Industrial (INTI) en 1957. Sin duda alguna el que mayor éxito tuvo por la aplicación de conocimientos
derivados de la investigación fue el INTA.
2 En el año 1947 se anunció el Plan Marshall para la reconstrucción europea mediante la asistencia

económica y financiera esencial para la estabilidad económica y política de Europa.

11
el objetivo de brindar asistencia técnica. El establecimiento de vínculos a través de la
EPA posibilitó que los europeos seleccionaran aquellas técnicas y métodos que
consideraban más adecuados y los adaptaran a las características de sus empresas.
Además, la “americanización” de la empresa europea fue posible por la instalación de
numerosas filiales en Europa.
Así, ICI adoptó una estructura multidivisional después de establecer estrechas relaciones
con Du Pont, y las subsidiarias de General Electric, Westinghouse, Ford o General Motors
ejercieron una gran influencia, no solo en la transferencia de tecnología, sino también en la
adopción por los empresarios británicos de nuevas formas de gestión (García Ruiz, 1994, p .
46).

En el país donde más se visibilizó este proceso fue en el Reino Unido. “El porcentaje
de grandes empresas que habían adoptado una estrategia de diversificación
relacionada y una estructura multidivisional en 1970 era sólo comparable al de
Estados Unidos” (Valdaliso y López, 2009, p. 364). Sin embargo, el incremento de la
productividad fue mucho más lento que en Europa occidental, Estados Unidos y Japón.
Esto, según Valdaliso y López, se debió a que los niveles de cualificación de los
directivos y empleados estaban por debajo de países como Estados Unidos.
Tampoco la integración vertical hacia adelante era muy característica en Gran Bretaña,
antes de la Segunda Guerra Mundial. Un caso singular fue la industria cervecera, donde las
restrictivas leyes existentes forzaron a los fabricantes a poseer sus propios pubs para
asegurarse la salida al mercado (aunque hubo una excepción significativa: Guinness). Sin
embargo, ni este tipo de integración ni la integración hacia atrás estaban tan extendidas
como en la economía norteamericana. EI mercado parecía desempeñar un papel más
importante que la empresa en los canales de abastecimiento y comercialización. Las
«economías de velocidad» (Chandler) obtenidas en Estados Unidos por la «mano visible»
del management eran obtenidas a menudo en Gran Bretaña por la «mano invisible» del
mercado. (García Ruiz, 1994, p. 46)

La República Federal Alemana adoptó las técnicas estadounidenses de gestión de


empresas comúnmente asistidas por firmas consultoras de Estados Unidos como
McKinsey. La elite de negocios continuó al frente de la alta dirección de las grandes
empresas y se mantuvo la importancia de la empresa especializada en un solo negocio o
con un negocio dominante y estructura funcional. En este periodo en la República
Federal Alemana aumentó considerablemente la concentración empresarial por el
crecimiento interno de las empresas y la integración horizontal mediante fusiones.
Por otro lado, la división entre la propiedad y el control se ha acentuado, con lo que ha
podido avanzar la profesionalización de la gestión empresarial. De forma paralela, se ha
dado una importancia creciente a la aplicación de conocimientos científicos sobre
administración y dirección de empresas. Un rasgo singular, sin embargo, ha sido la
implantación por los gobiernos socialdemócratas de un sistema de «co -gestión», donde los
sindicatos participan en los Consejos Supervisores, e incluso en algunos Consejos
Ejecutivos de las mayores empresas alemanas. Un cambio institucional que ha favorecido el
aumento de tamaño de la empresa alemana, ha sido la prohibición de formar carteles que
impusieron los aliados al término de la Segunda Guerra Mundial. Como consecuencia de
ello, han aumentado las fusiones, y la mayor complejidad de la gran empresa alemana ha
extendido, el uso del esquema multidivisional que, según Kocka (1980), Siemens & Halske,
con 80.000 empleados, ya utilizaba en 1913. Sin embargo, resulta preocupante que pocas
nuevas empresas hayan surgido desde 1945, y que algunas de las antiguas, como AEG,
hayan decidido una integración horizontal hacia áreas no co nectadas entre sí, de dudosa
eficacia (García Ruiz, 1994, p. 52-53).

12
El capitalismo gerencial fue lentamente adoptado en Francia, el elitismo era una fuerza
constante y los altos directivos pertenecían a las clases altas de la sociedad francesa.
Después de la Segunda Guerra Mundial, se destacó la estrecha relación entre el Estado y
las empresas traducidas en nacionalización de compañías privadas, creación de
empresas públicas o bien, en la promoción de la fusión entre empresas grandes privadas,
todo esto para convertirlas en champions nationaux que les hicieran frente al desafío
americano. Esta descripción se vio particularmente en los sectores de capital intensivo y
alta tecnología. La economía francesa quedó enmarcada en la planificación y la
économic concerté.
La nacionalización de importantes bancos, servicios públicos y empresas industriales (como
Renault) permitieron al gobierno controlar la economía, con el asentimiento de la gran
empresa que valoraba, por encima de todo, la creación de un clima económ ico estable.
Durante las décadas de 1950 y 1960 se favoreció desde el Estado, mediante exenciones
fiscales y concesiones de crédito, que las pequeñas empresas se fusionaron para formar
grandes conglomerados que imitaran el modelo americano. La aspiración f inal era
conseguir un conjunto de «campeones nacionales», capaces de beneficiarse de las
economías de escala que ofrecía a la producción en serie, y dispuestos a competir incluso
en los mercados internacionales (García Ruiz, 1994, p. 56-57).

La imitación de la gran empresa norteamericana ayudó a la integración vertical y


estructuras multidivisionales. Además, se extendieron los principios de control
propuestos por Fayol y la administración pública francesa. La prioridad en Francia pasó
a ser la formación de grandes empresas.
Tras la ocupación estadounidense de Japón se decretó la disolución de los zaibatsus y se
eliminó a altos directivos de las mayores empresas del país que habían tenido vínculo
con el régimen político anterior. Además, se creó un centro de productividad japonés y
se adoptaron técnicas de control de calidad estadounidenses. A pesar de la disolución d e
los zaibatsus, se establecieron otros lazos para mantenerse en la actividad empresarial.
Se formaron “complejos corporativos” en el cual en el centro había “un centro de
presidentes”, un gran banco encargado de la financiación de las empresas y una gran
compañía de comercio que se encargaba también del intercambio de información dentro
del grupo. Al mismo tiempo, se establecieron relaciones entre una casa matriz y sus
filiales o entre sus filiales y sus proveedoras. Este tipo de relaciones se denominó
keiretsu y se basaban en un acuerdo de cooperación a largo plazo con intercambio de
participaciones accionarias y de capital humano.
Las empresas tradicionales crecieron diversificando su producción (un caso ejemplar fue
Nissan, antiguo Zaibatsu). Así, junto a los bienes semi-terminados empezaron a aparecer
bienes finales, primero de producción y luego de consumo. La ingeniería pesada, la
construcción de barcos, la ingeniería eléctrica, y luego la química, serán nuevas líneas de
producción donde Japón pronto destacaría. Más tarde, desde la década de 1960, las
empresas japonesas iniciarían la producción masiva de bienes de consumo (alimentos,
automóviles, electrónica)… En cada industria competitiva es fácil encontrar diez o más
empresas compitiendo entre sí, e impidiendo la formación de un oligopolio estable. La
competencia, además, se desarrolla en precios y en creación de nuevos productos y
servicios, por lo que resulta doblemente eficiente. (García Ruiz, 1994, p. 60)

En relación a la estructura también existieron variantes, las empresas que se dedicaban a


los bienes de producción, semi-terminados o finales tenían una estructura divisional, las
que fabricaban bienes de consumo extrañamente se integraban hacia adelante
(excepción Honda) y optaron por un esquema funcional antes que uno divisional (es el
caso de Toyota). Al mismo tiempo algunas empresas decidieron incluir un banco dentro

13
de su grupo de negocios que en muchos casos quedaba a cargo de la gestión financiera
(García Ruiz, 1994).
Sin duda en donde el modelo japonés adquirió singularidad es en las relaciones
laborales. Así propuso la internalización de transacciones de trabajo para acumular
conocimientos técnicos y saberes diversos de sus empleados. De esta forma se
construye la “comunidad con destino común”, se incentiva a los empleados dedicados a
la empresa a través de contratos indefinidos y principios basados en la meritocracia3 .
En líneas generales, las compañías que adoptaron la estrategia de diversificación y la
estructura multidivisional fueron aquellas productoras de bienes de producción final –
química, equipo eléctrico, maquinaria industrial-. Por el contrario, las que elaboraban
bienes de consumo final –alimentos y bebidas, automóviles, electrónica de consumo -
siguieron apegadas en su inmensa mayoría a la estructura funcional y permanecieron
especializadas en torno a un negocio único o dominante. Las empresas que fabricaban
bienes intermedios –siderurgia, papel, textiles, otros metales- se integraron parcialmente
hacia adelante, procesa ndo o transformando los bienes que elaboraban y retuvieron
mayoritariamente una estructura funcional (Valdaliso y López, 2009, p. 370).

Si bien tras la Segunda Guerra Mundial el liderazgo de las empresas estadounidenses


era indiscutido en la década del sesenta su posición comenzó a deteriorarse a
consecuencia de la competencia de las empresas alemanas y japonesas. La pérdida de
competitividad se debió a diversos factores como por ejemplo estrategias de
diversificación no relacionada en donde la empresa no tenía capacidades organizativas,
comportamiento dirigido por el mercado y búsqueda de rentabilidad a corto plazo. Esto
se realizó fundamentalmente a través de fusiones y absorciones incorporando los
negocios como nuevas divisiones dentro de la estructura organizativa. Esta
diversificación acentuó los problemas entre la alta dirección y los directivos intermedios
de las divisiones. Cuando las dificultades se profundizaron comenzaron a desinvertir y
abandonar el sector. “Todas estas fusiones, absorciones y desinversiones generaron una
nueva oportunidad de negocio: la compra y venta de sociedades como un negocio
específico, lo que se vio facilitado por el creciente control de la propiedad de las
empresas por parte de los fondos de pensiones y fondos de inversión” (Valdaliso y
López, 2009, p. 361). Aquellas que lograron mejores resultados fueron las que siguieron
una estrategia de negocio dominante y de diversificación reducida y relacionada. Las
que peores resultados obtuvieron fueron las que estaban integradas verticalmente (que
estaban en sectores maduros y con rentabilidad en descenso) y las que siguieron una
estrategia de diversificación no relacionada (por los problemas de administración y
coordinación resultantes de la estrategia).

La expansión de las multinacionales


El término empresa multinacional comenzó a utilizarse en Estados Unidos a partir de la
década de 1960 para definir a aquellas que tenían y controlaban activos productivos en

3 Tras la Segunda Guerra Mundial se establece sistema retributivo nenko, basado en la antigüedad, para
garantizar unos niveles salariales mínimos. Posteriormente en los sesenta se introdujeron los “círculos de
calidad” en los que representantes de los trabajadores y de la empresa colabora ban para mejorar proceso s
productivos concretos (García Ruiz, 1994).

14
más de un país. Si bien este tipo de empresas ya existían con anterioridad, es a partir de
1950 cuando alcanzaron mayor notoriedad social y política, en parte por las políticas
seguidas por algunos países europeos y también por los países subdesarrollados que
surgieron tras la descolonización. Obviamente, aquellas empresas que contaban con
capacidades distintivas en la producción, dirección y distribución, además de recursos
físicos y humanos disponibles, fueron las que pudieron establecer sucursales en el
exterior. La hegemonía económica y tecnológica de Estados Unidos tras la Segunda
Guerra Mundial y el Plan Marshall explicaron la invasión de empresas estadounidenses
en Europa. No obstante, en la década del sesenta la competencia de las empresas
alemanas y japonesas empezó a restar participación de mercado a las estadounidenses.
Hasta 1960 la modalidad más común de expansión exterior fue la Inversión Directa. En
principio, no fue acompañada por la especialización, sino réplicas de la casa matriz,
autónomas para abastecer los mercados del país donde se habían instalado. A partir de
la década del sesenta, las filiales comenzaron a especializar la producción de las filiales
en el exterior para aprovechar economías de escala y también a desarrollar líneas de
productos específicas para los mercados en los cuales estaban localizados. “Ahí radica
el éxito de las multinacionales norteamericanas en Europa, luego imitadas por las
empresas europeas” (Valdaliso y López, 2009: 376). Ya en la década del setenta el
mercado y el desarrollo de capacidades propias de las empresas europeas incidieron en
el descenso de la modalidad filial y mayor cantidad en modalidad mixta. Los factores de
localización y de deslocalización también influyeron en la forma de operar de las
multinacionales. Entre los primeros se encontraba el crecimiento del tamaño de los
mercados, mejora en las comunicaciones y transporte, costos laborales más bajos. La
deslocalización obedeció más bien al rechazo hacia ciertas multinacionales que
operaban sobre todo en la extracción de materias primas y/o alimentos.

Los cambios en los empresarios y directivos


En relación a los directivos, la propiedad y la gestión continuaron ligadas aún en las
grandes empresas. Una razón obedeció a la cuestión del vínculo familiar. Pero también
otra tuvo que ver en que los nuevos directivos (sin ningún vínculo al inicio con el
paquete accionario) fueron frecuentemente retribuidos con un porcentaje de
participación accionaria en la empresa. Asimismo, la figura del consejero delegado o
chief executive officer (CEO) con lazos de sangre con los presidentes o fundadores de
las empresas representó el 45% de las mayores empresas estadounidenses.
En Europa la mayor parte de empresarios y altos directivos de las grandes empresas
provenían de familias relacionadas con el mundo empresarial. En relación a Japón
debido a la purga de directivos vinculados al régimen anterior, los gerentes asalariados
fueron promovidos a la presidencia de las grandes empresas. Los altos directivos de las
empresas japonesas eran empleados asalariados sin relación con la propiedad y los
incentivos se basaban en la promoción a largo plazo.
La formación profesional de los directivos en los países desarrollados continuó en
ascenso. Además el número de empleados administrativos se incrementó en relación al
de trabajadores (en Estados Unidos por ejemplo pasó del 24% al 30%, en Gran Bretaña
del 21% al 36% entre 1950 y 1970). Las asociaciones de directivos fueron también
generando mayor cantidad de afiliados.

15
El crecimiento del tamaño de las empresas y la gama de sus actividades, la comple jidad
cada vez mayor de su estructura organizativa y la relativa estabilidad en las relaciones
laborales desplazaron la preocupación de los directivos de la organización de la
organización del trabajo a la organización y el diseño de la empresa. Ello explica la
popularidad creciente del análisis estructural a partir de los años cincuenta, ampliamente
difundido en el mundo de los negocios norteamericano por autores como Drucker, Dale,
Sloan y Chandler, muchos de los cuales enseñaban en las escuelas de negocios del país, y
por firmas de consultoría como McKinsey y el Boston Consulting Group (Valdaliso y
López, 2009, p. 398).

En Estados Unidos, a diferencia de lo que ocurrió en décadas anteriores en relación a los


ingenieros como directivos, en este periodo los abogados y titulados en administración
de empresas ocuparon los puestos de máxima responsabilidad en las empresas.
La imagen del alto directivo profesional era la de un individuo no especialmente
familiarizado con un sector en particular, que podía dirigir cualquier tipo de empresa
mediante la aplicación de controles financieros, una adecuada planificación de la cartera d e
inversiones y una estrategia dirigida por el mercado, conceptos que se convirtieron en la
ortodoxia del pensamiento directivo en este periodo (Valdaliso y López, 2009, p. 399).

En Gran Bretaña la formación en administración de empresas fue muy reducida. En


Alemania, las facultades de ingeniería y las vinculadas a la business economics fueron
las que formaron a la mayor cantidad de empresarios y directivos en este periodo. Sin
embargo estas facultades no se vieron tan influenciadas por los planes de estudio y el
modelo estadounidense de educación superior. Los empresarios franceses fueron los de
mayor cualificación en esta época en toda Europa. Si bien la mayoría de ellos habían
sido formados en ciencias de la ingeniería, a partir de 1960 comenzó a afianzarse “un
sistema de producción de élites manageriales claramente organizado” (Szletcher,
2011) donde además de las escuelas de negocio al estilo estadounidense, la École des
Hautes Études Commerciales se convirtió en la más importante.
En el caso de Japón también los directivos y empresarios tenían una elevada formación.
Tras la Segunda Guerra Mundial los japoneses adoptaron los sistemas de formación
estadounidense sobre todo en escuelas de negocios. Asimismo al interior de las
empresas se continuaba con el proceso de formación, cuestión que no está demás
resaltar ya que no solamente facilitaba la inserción de directivos y empleados sino
también lazos de amistad y creación de una identidad organizacional.

El sistema Toyota o el “ohnismo”


El sistema hoy conocido como just in time se inició en Toyota unos años después de
finalizada la Segunda Guerra Mundial bajo el impulso del ingeniero industrial Taiichi
Ohno. Este último dice que el método Toyota descansa en dos pilares: 1) la producción
en el “momento preciso” y 2) la “autoactivación” de la producción. La pregunta central
de Ohno era ¿qué hacer para elevar la productividad cuando las cantidades no
aumentan?
El sistema Toyota tuvo su origen en la necesidad particular en que se encontró Japón de
producir pequeñas cantidades de muchos modelos de productos; más tarde, aquél
evolucionó para convertirse en un verdadero sistema de producción. A causa de su origen,
este sistema es fundamentalmente competitivo en la diversificación. Mientras el sistema
clásico de producción planificada en serie es relativamente refractario al cambio, el sistem a
Toyota, por el contrario, resulta ser muy elástico; se adapta bien a las condiciones de

16
diversificación más difíciles. Y así es porque fue concebido para ello (Ohno en Coriat,
2000, p. 20).

Con el sistema just in time ideal se refería a un proceso de flujo continuo en el que los
productos, una vez elaborados en un estadio, eran pasados de forma inmediatamente al
siguiente. El sistema just in time se caracterizó por las existencias cero (ahorro de costos
por mantenimiento de inventario), aumentó el espacio disponible dentro de la planta al
eliminar la necesidad de disponer cajas de componentes apiladas y sustituir las cintas de
transporte y los camiones por carretillas.
Para facilitar la coordinación entre las diferentes fases del proceso productivo se dispuso
de un sistema de fichas conocido como kanban. Con este sistema cada pieza iba
acompañada de una ficha a lo largo de la cadena de producción, indicando su número de
serie y otras características. Por cada vez que un operario retiraba un componente,
dejaba otra ficha de pedido. El sistema de trabajo en pequeños lotes combinado con las
fichas facilitó detectar mejor los errores en la fabricación de piezas y su origen. Desde
los años sesenta Toyota y otras empresas japoneses aplicaron el concepto de control de
calidad en el sentido de identificar las preferencias de los consumidores, incorporarlas al
diseño del producto y el establecimiento de sistemas de control desde la fase de la
fabricación hasta la de atención al cliente (Valdaliso y López, 2009).

El modelo de gestión soviético y yugoslavo


La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) surgió como modelo alternativo
al capitalismo tras la Revolución Rusa en 1917. Este modelo se caracterizaba
esencialmente por la existencia de un partido único (comunista) y la economía socialista
y planificada en cual los medios de producción estaban en manos del Estado. Tras un
breve intento de economía mixta fomentada por Lenin con la Nueva Política Económica
(NEP de 1921 hasta 1929), Stalin fue mucho más allá e instituyó una economía
planificada centralizada. La producción, distribución, financiación de capital fijo,
precios y salarios, proveedores y clientes eran definidas por el Estado. En los planes
quinquenales se determinaban el volumen de la producción junto con los recursos
necesarios para llevarla a cabo. La estructura de mando era muy jerárquica en la
transmisión de órdenes con un grado de disciplina ante el incumplimiento. La
burocracia sustituyó a los mecanismos de mercado. Obviamente este sistema fue posible
debido al control y poder autoritario y coercitivo del Estado junto con las limitaciones a
la libertad de expresión y ejercicio de la actividad política.
Si bien como resultado de la planificación centralizada los soviéticos completaron su
industrialización, a largo plazo la organización científica del trabajo llevada al extremo
generó altos niveles de desmotivación y una disminución continuada de la
productividad.
A partir de la década de 1960 tuvo lugar una reorganización industrial en la URSS, a trav és
de la creación de «asociaciones de producción», concentraciones horizontales que en 1980
representaban la mitad de la producción y el empleo industrial. Estas empresas
multiunitarias, que adoptaron la estructura de departamentos funcionales, tenían tres rasgo s
formales distintos de las empresas capitalistas: no hay consejo de administración; escasa
importancia de los departamentos de marketing, compras y finanzas (prioridad a la
producción e I+D); y existencia de departamentos encargados de proveer bienes y servicio s
a los trabajadores (Valdaliso y López, 2009, p. 395).

17
Sin embargo los problemas más serios de la economía soviética no se resolvieron,
profundizándose además con una crisis alimentaria. A pesar de la carrera espacial, como
eje de rivalidad tecnológica con Estados Unidos, la URSS fue poco a poco
deteriorándose para disolverse definitivamente a inicios de los noventa.
El modelo de autogestión que se estableció en la ex Yugoslavia desde 1960 hasta los
setenta fue un esquema de organización socialista alternativo basado principalmente en
la autogestión de los productores, la descentralización de los recursos y la propiedad
social de los medios de producción. En este sentido, se marca la diferencia con el
modelo de planificación centralizada impuesto en la URSS.
Cuadro 1. Comparación entre el modelo socialista de centralización y el de
descentralización

Socialismo centralizado Socialismo descentralizado

Propiedad del Estado Propiedad social

Asignación administrativa Asignación de mercado

Consumo como residuo Consumo como factor independiente de


desarrollo

Salarios fijos Salarios respecto de las distintas


colectividades de trabajo

Colectivización de campesinos Cooperación comercial entre campesinos

Reglamentos administrativos Instrumentos financieros

Adaptado de Kodric (2007)


El modelo de autogestión que se estableció en la ex Yugoslavia desde 1960 hasta los
setenta fue un esquema de organización socialista alternativo basado principalmente en
la autogestión de los productores, la descentralización de los recursos y la propiedad
social de los medios de producción. En este sentido, se marca la diferencia con el
modelo de planificación centralizada impuesto en la URSS.
Yugoslavia conformó un verdadero estado multicultural y federativo, albergando a
diversas naciones como Serbia, Eslovenia, Croacia, Montenegro, Macedonia, Bosnia &
Herzegovina. Durante la Segunda Guerra Mundial, estos territorios fueron invadidos
por las fuerzas de Italia y Alemania. La victoria conseguida sobre las fuerzas nazis y la
introducción de las ideas socialistas, generó un sentido de pertenencia entre las diversas
naciones del territorio y en 1945, pasaron a denominarse la República Federal Popular
de Yugoslavia. Sin embargo, para 1948, a pesar de tener un modelo socialista de
gobierno, rompe relaciones con Stalin (el líder de la URSS) e inicia su camino hacia un
modelo socialista descentralizado.
En el terreno económico el régimen de autogestión aparecerá como una solución de
continuidad lógica al tipo de organización económica adoptada por necesidades
imperativas de mejorar las relaciones entre las diferentes repúblicas. El modelo de
autogestión se afirmó como relación económica social dominante, como esencia de ser

18
social, económico, político y total de la Yugoslavia socialista, como ideología y como
modo de pensamiento y vida cotidiana (Artés, 1988).
El objetivo fundamental consistió en traspasar la decisión sobre el excedente de trabajo
a los propios trabajadores. Así, el socialismo no solo se limita a arrancar de las manos
los medios de producción, para controlarlos desde los órganos centrales del Estados,
sino que se los entrega a los propios trabajadores. Con la integración del trabajo y el
capital social en manos de los trabajadores en cada célula productiva, se consigue
automatizar el proceso económico de forma similar a la que se da en el modo capitalista,
sin necesidad de grandes sistemas de control y seguimiento, para aquellas decisiones
que pueden ser tomadas mucho más rápido y cómodamente en las propias unidades de
producción, entre ellas destaca sin duda la vinculación directa entre trabajo y salario
(Artés, 1988).
Además en la parte organizativa, la autogestión podía ser directa, a partir de una
Asamblea de trabajadores y referéndums. O bien un modelo de autogestión indirecto,
con una Junta de Gerentes (comité ejecutivo) y un Consejo de Trabajadores, elegidos
por los trabajadores de la empresa. La función de la Junta, consistía en organizar la
producción, calidad, precios, publicidad y, sobre todo, fijar salarios.
Sin embargo, según Artés (1988), el modelo de autogestión también puede mostrar
aspectos negativos. En primer lugar, la distribución de los medios de producción entre
los trabajadores implicaría un segmentación de estos trabajadores en función del valor
capital que se le asigna (aquellos que se les asigna medios d e producción sofisticados,
van a gozar de una posición ventajosa respecto aquellos trabajadores de factorías
reducidas y obsoletas). En segundo lugar, el nivel de conocimiento técnico e incluso
cultural de los colectivos de trabajadores, donde se podría observar grandes desniveles
en el seno de la clase trabajadoras a causa de las diferencias entre las naciones que
conformaban el Estado Yugoslavo. Por último, la forma concreta en que se llevó a cabo
la aplicación de la autogestión no contribuyó a disolver las diferencias de partida entre
las diferentes nacionalidades sino que por el contrario, en muchos casos, contribuyó a
incrementarlas.
Kodric realiza una diferenciación en relación a los modelos cooperativos propuestos por
Owen y otros socialistas utópicos en el sentido de que la propiedad social se daba en un
marco nacional. Mientras que los sistemas cooperativos owenistas derivados de la
“economía social” se presenta como experiencias (que dentro del sistema capitalista)
presentan relaciones particulares al interior de la fábrica (generalmente bajo pautas
participativas en las decisiones y primacía del trabajo por sobre el capital). Dice Kodric
“la propiedad social es un régimen social que se ubica entre la propiedad privada y la
desaparición de la propiedad” (2007, p. 5).
La autogestión resultaba en que las empresas eran controladas y dirigidas por sus
integrantes. Estos últimos accedían a este derecho únicamente a condición de ser
miembros y realizar algún trabajo en la empresa. La dirección era compartid a por todos
y concebida en la práctica bajo organismos representativos elegidos directamente por
los miembros. Estas facultades no los hacían acreedores o propietarios del capital que la
empresa empleaba o poseía en stock o tendría en el futuro mediante una inversión
planeada. En el marco del derecho, tal relación podría entenderse como un simple
usufructo de los medios de producción. Por el mismo, una vez finalizado el proceso
productivo, la empresa debía pagar un arancel o impuesto para evitar la destrucción neta
19
de riqueza social. Tampoco era posible vender aquellos medios de producción sin
previo consenso con la comuna o adquirir derechos sobre la dirección del proceso
productivo de la empresa, por el hecho de haberla financiado o de representar una figura
de prestamista. Los ingresos, según una determinada escala estipulada, deben ser
repartidos equitativamente para trabajos de igual intensidad y dificultad.
La figura concreta de producción y distribución de los productos del trabajo era la
descentralización; las decisiones de qué, cómo y cuánto producir quedaban libradas a la
estructura interna de cada empresa, eran los propios productores los que llevaban
adelante dicha estrategia (Kodric, 2007).

La gran empresa, empresa familiar y la supervivencia del empresario


PYMES
En este periodo las funciones empresariales dentro de la gran empresa podían residir
en variadas organizaciones y/o personas. Entre las primeras se encontraban la oficina
central de empresas multifuncionales o multidivisionales y el grupo diseñador. Entre las
segundas, estaban la alta dirección y los directores de los grupos diseñadores o las
divisiones o departamentos de diseño e investigación.
La estructura multidivisional trajo aparejada la creación de una oficina central en donde
los directivos no estaban involucrados en las operaciones corrientes de la empresa, sino
en la dirección estratégica a mediano y largo plazo.
Así pues, la difusión de la estructura multidivisional –basada en divisiones que, a su vez,
pueden dividirse en unidades de negocio- y la creciente especialización entre dirección
baja, media y alta, convirtieron al empresario en un alto ejecutivo. Los altos ejecutivos,
individualmente o en grupos muy reducidos de dirección colegiada, concentraron el grueso
de las funciones empresariales. Para Chandler, la alta dirección agrupada en la oficina
central tenía dos funciones básicas, muy relacionadas: la primera era empresarial, su
objetivo era crear valor para la empresa y consistía en formular una estrategia de
crecimiento a medio y largo plazo basada en las capacidades organizativas existentes y en
asignar recursos a las diferentes divisiones; la segunda era administrativa, su objetivo era
prevenir o limitar pérdidas y consistía en controlar y evaluar el comportamiento y los
resultados de las diferentes divisiones (Valdaliso y López, 2009, pp. 377-378).

A partir de un estudio de grandes empresas estadounidenses y británicas se


determinaron tres “estilos de dirección” en las oficinas centrales que implicaban una
estrategia y resultados diferentes. El primer estilo se denominaba planificación
estratégica, hallado en aquellas empresas con un menor número de divisiones, todas
ellas relacionadas, y un amplio plantel de I&D adscripta a la oficina central. El segundo
estilo se conoció como control financiero, predominante en las empresas con un mayor
número de divisiones, poco relacionadas entre sí y que no tenían personal dedicado a la
investigación adscripta a la oficina central. El último se presentó como control
estratégico, con un mayor número de divisiones que las primeras pero menor y con una
mayor relación entre ellas que las segundas.
Según Valdaliso y López (2009) la función empresarial se hallaba en aquellas empresas
cuyo estilo era de planificación estratégica, ya que le permitió a las mismas crecer, crear
nuevas capacidades e innovar. Estas fueron las que mantuvieron su posición de
liderazgo en sus respectivos sectores. Llevaron a cabo una estrategia de innovaciones
más o menos continua que se basaba en la explotación de recursos y capacidades

20
organizativas distintivas, y la alta dirección no perdió el control de lo que sucedía en los
diferentes departamentos y/o divisiones. En muchas empresas fue clave el rol d e
determinados individuos que centralizaron la autoridad y aseguraron una coordinación
efectiva entre las diferentes divisiones. La evolución de grandes empresas como IBM,
Coca Cola, Ford o General Motors fue posible gracias a la dirección de Thomas Watson
Jr., Robert Woodruff, Henry Ford II, Alfred Sloan respectivamente.
Dentro de la función empresarial, la innovación como ya hemos visto es fundamental
para mantener el liderazgo de la empresa en el sector. Según estudios realizados existía
una fuerte relación entre la presencia de individuos “innovadores tecnológicos” u
“organizativos” y comportamiento innovador en las empresas. Otro fenómeno de la
época fue el abandono de grupos diseñadores de grandes empresas que crearon nuevas
empresas para aprovechar oportunidades de negocio rechazadas por la alta dirección.
Otro punto en este periodo estuvo en cuál fue la situación de las empresas familiares
frente al avance del capitalismo gerencial. Si bien fueron muchas empresas familiares
las que se convirtieron en compañías gerenciales, eso no significó su desaparición de la
escena, ni en las grandes empresas ni en las PYMES. Tampoco desaparecieron los
familiares de la propiedad y la gestión de las grandes empresas (los casos que
mencionamos en párrafos anteriores como Watson o Ford II eran hijos/nietos de los
fundadores de las grandes empresas). En países como Gran Bretaña, Alemania y Francia
este fenómeno fue mayor que en Estados Unidos.
En todos los países y aún más en los países seguidores la empresa familiar fue el medio
de entrada al mundo empresarial. En el caso de Italia, el 50% de las mayores empresas
estaban controladas por familias, como por ejemplo Olivetti y FIAT. En países en
desarrollo como el nuestro, las empresas familiares que se mantenían en la propiedad y
gestión eran muy importantes (por ejemplo ARCOR y la familia Pagani, TECHINT y la
familia Rocca).
En cuanto a las PYMES si bien su comportamiento varió según el país, en la mayoría de
los casos se observó una tendencia descendente de su número y participación en el
empleo y el producto hasta mediados de los setenta (Valdaliso y López, 2009). En
sectores industriales considerados maduros las PYMES siguieron produciendo
productos de calidad para nichos de mercado diferenciados o como proveedoras para
empresas de mayor tamaño. Las PYMES fueron el medio habitual de entrada en
sectores industriales más jóvenes con notable desempeño en las actividades de I&D y en
la generación de innovaciones. Además permanecieron en aquellos sectores con la
lógica productiva de especialización flexible.
Como vimos en unidades anteriores las PYMES solían agruparse en distritos
industriales. A pesar de su retroceso en este periodo ciertas regiones basadas en este
modelo de organización industrial registraron un notable desarrollo económico. En
Italia, fue el caso de la región de Emilia-Romaña en los decenios de 1950 y 1960.
La región había experimentado una grave crisis económica al término de la Segunda Guerra
Mundial y apenas recibió fondos procedentes del Plan Marshall. La reconstrucción
económica se basó en una estructura industrial flexible dominada por pequeñas y mediana s
empresas especializadas (de fase), con un elevado grado de subcontratación horizontal y
vertical, y con una intensa cooperación interempresarial en la financiación, la distribución
de sus productos, algunas actividades de I+D y la formación de mano de obra. Las ra zo n es
del éxito de este modelo se deben a la existencia de una tradición industrial y una oferta de

21
mano de obra cualificada, al apoyo decidido de las instituciones locales y regionales,
gobernadas por una mayoría socialista -comunista, a la dinámica de cooperación-
competencia entablada entre las PYMEs y a los rendimientos crecientes y externalidades
del desarrollo industrial (Valdaliso y López, 2009, p. 385).

También en Estados Unidos algunos sectores de alta tecnología (informática,


electrónica) se concentraron en regiones concretas como Silicon Valley, en donde se
establecieron centros de investigación y empresas especializadas relacionadas de forma
horizontal y vertical.

22
Conclusión
Como habrán visto en esta época se produjeron mayores avances en el campo de la
administración y el pensamiento directivo. Sin duda alguna esto estuvo vinculado a la
época de oro del capitalismo. Tras la Segunda Guerra Mundial la ayuda para la
reconstrucción económica a través del Plan Marshall posibilitó la expansión de
empresas multinacionales de origen estadounidense a todo el mundo, pero
principalmente se produjo una invasión en Europa. Esto implicó también la difusión del
capitalismo gerencial propio del modelo estadounidense.
Al mismo tiempo, se modificó el rol del Estado en la economía no solamente con mayor
intervención sino también como empresario. En este contexto, tanto empresas públicas
como privadas utilizaban herramientas propias de la administración como la
planificación para la gestión.
En el nuevo esquema de funcionamiento de la economía en donde el Estado actuaba
como mediador entre sindicatos y empresarios, se le dio importancia a la escuela de
relaciones humanas promovida por Elton Mayo en el periodo de entreguerras. Los
departamentos de personal tenían a partir de entonces nuevas funciones vinculadas a la
dinámica de grupos.
Como modelos alternativos a los propios del sistema capitalista se destacaron los de la
Unión Soviética y los de autogestión de la ex Yugoslavia. En el primer caso con un
esquema taylorista llevado al extremo que a largo plazo trajo consecuencias. En el
segundo caso a pesar de los éxitos iniciales también su evolución estuvo atada a la
cuestión política que no está demás destacar.
Dentro del mismo sistema capitalista en Japón se desarrolló el just in time, modelo
impulsado por Ohno en Toyota para aumentar la productividad. Este modelo
construyendo un concepto de marca vinculada a la calidad.
Asimismo, surgió la teoría de la organización con un enfoque sistémico. Años
posteriores emergería la administración estratégica como modelo dominante en la
formación y ejercicio de la dirección.

23
Equipo Docente:
Lic. Ana Paula Marques
Lic. Juan Manuel Arnaiz
Lic. Marina Espíndola Moschner

UNIDAD 7
Del capitalismo gerencial al capitalismo
empresarial (desde 1973 hasta la actualidad).

1
INTRODUCCIÓN
Buenas! En esta unidad lo que se propone básicamente es un abordaje sintético de los cambios en
la gestión tanto en las empresas privadas como en el Estado. Muchos de los cambios que hoy
palpamos se gestaron hace casi 50 años y quién sabe lo que la pandemia que estamos viviendo en
la actualidad determine mantener o transformar.
La revolución de las tecnologías de la información más la globalización de los mercados
resaltaron la necesidad de la especialización de las organizaciones. Esto último se vio plasmado
en la diversidad de formatos de empresas que buscaban concentrarse nuevamente en sus
competencias distintivas básicas. La organización trébol o la corporación virtual son las nuevas
tipologías organizacionales características de esta nueva etapa. Al mismo tiempo, los esquemas
de organización del trabajo se destacan por la búsqueda de relaciones más independientes y
flexibles (como por ejemplo el teletrabajo). En este nuevo marco, las funciones y relaciones de
autoridad tradicionales en el modelo de la gran empresa moderna se vio cuestionado. Las
gerencias medias tendieron a desaparecer en las empresas de los países desarrollados. Tanto fue
así que como señalaron algunos autores se reemplazó el capitalismo gerencial por el capitalismo
empresarial. Como veremos la figura del empresario innovador schumpeteriano terminó
imponiéndose.
Al mismo tiempo, la gestión empresarial invadió el ámbito público con los procesos de reforma
del Estado que, en muchos casos, implicó la aplicación de técnicas propias que la empresa
privada estaba aplicando en ese momento. Esto también fue acompañado por reformas que
buscaban abiertamente la menor intervención del Estado en la economía a través de procesos
desregulatorios y de privatización de empresas públicas.
En fin, las palabras cambio, incertidumbre, flexibilidad, conocimiento, virtualidad, redes,
descentralización fueron características de la época bajo estudio y que, como vemos, se
mantienen y refuerzan hasta en la actualidad que nos toca vivir.

OBJETIVOS
• Que el estudiante identifique los cambios en las organizaciones y la dirección después
de la crisis económica del setenta.

LA CRISIS ECONÓMICA DEL SETENTA Y LOS CAMBIOS EN EL MERCADO


La década del setenta estaría marcada por una nueva crisis económica internacional que traería
cambios en la economía y las organizaciones. En 1971 se produjo la devaluación del dólar
(moneda de reserva mundial) y en 1973 se originó la crisis del petróleo que multiplicó el precio
del crudo impactando de lleno en la economía mundial. El estancamiento y la inflación de esa
época dieron lugar a un nuevo término: “estanflación”. A partir de esta crisis el intervencionismo
estatal fue señalado como el responsable de los problemas económicos. Por ello había que volver
a los principios del liberalismo clásico, sobre todo a la especialización y la desregulación

3
económica. Esta etapa también fue conocida por una serie de cambios tecnológicos radicales que
modificarían los sistemas de producción, distribución y comunicación. Las nuevas tecnologías de
información fueron tan revolucionarias que muchos como Valdaliso y López la llamaron
Segunda Ruptura Industrial. Para completar el marco a principios de la década de los noventa se
disolvió la Unión Soviética marcando definitivamente el fin de la Guerra Fría y el triunfo del
capitalismo a nivel internacional. En conjunto todos estos cambios coadyuvaron para la
formación de un nuevo mercado global que aumentó la competencia.
En este nuevo entorno más complejo, dinámico, turbulento e incierto, las grandes empresas ya
instaladas tuvieron que hacer un notable esfuerzo para adaptarse y sobrevivir, incluso en sectores
maduros. En los nuevos sectores basados en las tecnologías de información y en el conocimiento,
donde el cambio tecnológico fue radical, la innov ación fue protagonizada por nuevas pequeñas y
medianas empresas (start-ups) que desplazaron a las grandes ya instaladas, aunque muchas de aquella s
se han convertido después en gigantes que controlan el mercado mundial y han convertido a sus
creadores en los hombres más ricos del mundo (como ejemplo, Microsoft, «la Ford del software», una
compañía de tres empleados en 1975 que en el año 2000 tenía casi cuarenta mil y era la cuarta empresa
del mundo por valor de mercado y cuyo creador, Bill Gates, encabeza la lista de mayores fortunas del
mundo…) (Valdaliso y López, 2009, p. 418).

Los cambios en la tecnología, la globalización, entre otros factores establecieron un escenario


marcado por la turbulencia, incertidumbre y complejidad en los mercados e industrias. Valdaliso
y López señalan que todo esto trajo aparejado la ruptura de la gran empresa gerencial y la
revitalización de la figura del empresario.
El «capitalismo gerencial» está dando paso a un «capitalismo empresarial», más favorable a la
iniciativa y a la innovación de las nuevas empresas que de las ya establecidas; la «mano visible» de la
gran empresa está siendo sustituida por la «mano invisible» del mercado que coordina las actividades
de muchas empresas especializadas (Valdaliso y López, 2009, p. 419).

Según Valdaliso y López (2009), los cambios en la tecnología con la influencia en la producción
de finales de siglo XX son tres: la difusión de los ordenadores para el manejo y procesamiento de
la información, la automatización del proceso de producción y la transmisión instantánea de la
información bajo cualquier formato (sonido, imagen y texto) a cualquier punto del planeta. El
ordenador, el robot, el comsat (satélite de comunicación) y las redes fueron los protagonistas de
estos cambios. El chip, el software, la intranet, la Internet revolucionaron la gestión en las
organizaciones y las modalidades de trabajo. Por supuesto que cuando se creó una red lo
suficientemente extensa entre productores y usuarios fueron posibles los incrementos de
productividad para la economía en su conjunto.

Los cambios en la tecnología y el transporte

Internet, los satélites de comunicaciones y el contenedor de mercancías impulsaron un mercado


“verdaderamente” global. La “contenerización” o la “unitización ” del transporte fue un cambio
significativo en la logística, basado en una tecnología sencilla y muy simple: el contenedor (y el buque
portacontenedores), y en un principio económico muy fuerte: la estandarización. “La «unitización»
(fenómeno que también incluye la difusión de otros tipos de buques como los ro -ros y los car-carri ers,
que pueden transportar vehículos vacíos o cargados a su vez con contenedores) aumentó la escala y
velocidad de operaciones, redujo los costes del transporte marítimo d e la carga general (compuesta

4
básicamente por bienes manufacturados) e incrementó su flexibilidad, pero también cambió el p ro p i o
negocio naviero” (Valdaliso y López, 2009, p. 427). Esto último se reflejó en el pase de puerto a
puerto a otro multimodal con la inclusión del servicio “puerta a puerta” lo que obligó a las empresas a
invertir también en camiones y vagones ferroviarios.
En las telecomunicaciones uno de los cambios fundamentales fue el reemplazo del cable de cobre y la
comunicación por corriente eléctrica por la fibra de vidrio y comunicación por ondas lumínicas que
expandió la capacidad y velocidad de transmisión de información, como así también se redujeron los
costos.
La telefonía móvil, Internet, la conectividad, los navegadores permitieron a las organizaciones disponer
de una red internacional de intercambio de información, que se complementaba a la red de logística
para el intercambio de productos.

El creciente impulso a la liberalización de los mercados (a través de la eliminación de aranceles


al comercio exterior) se dio a través de la intervención del GATT (Organización Mundial del
Comercio a partir de 1995) que fue incorporando cada vez más países resaltando el controvertido
ingreso de China en el 2001.
Los cambios impactaron de lleno en las empresas. Por el lado de la demanda se operó un proceso
de sustitución de mercados nacionales y/o regionales por un mercado global, segmentado por
nivel de ingreso, preferencias o gustos. Por el lado de la oferta, implicó acceder a un mercado
global de factores y podían lograr economías de escala y diversificación como así también
deslocalizar y relocalizar su producción buscando lugares de producción óptimos.
Conforme se dio el avance tecnológico en las economías más desarrolladas ya se tiene a mucho
más de la mitad del empleo formal vinculado a lo que hoy se conoce como sector TIME, esto es
Telecomunicaciones, Información, Medios de Comunicación y Entretenimiento. El mismo se
encuentra muy ligado al teletrabajo, donde un trabajador pasa partes de su jornada laboral en
casa, en diferentes oficinas o en espacios públicos que dispongan de conexión a Internet. En los
últimos estudios se estableció que la tecnología, en particular la informática, fue factor
determinante en las transformaciones en el mundo del trabajo. Esto al mismo tiempo posibilita el
surgimiento de un nuevo tipo de organización: la corporación virtual e incluso de una nueva
sociedad (Gantman, 1994).
El modelo de la gran empresa gerencial o burocrática se presentaba como disfuncional frent e a
los desafíos de un entorno complejo y cambio permanente. En este marco, la especialización
flexible reemplazó a los sistemas de producción en serie, algunos llamaron a este cambio
postfordismo. La nueva producción flexible tenía dos características distintivas: permitía
reprogramar el proceso productivo de forma constante, facilitando el ajuste de acuerdo a la
demanda, además permitía realizar modificaciones en el producto sobre la marcha, de acuerdo a
las variaciones que se pudieran establecer en cuanto a las preferencias de los consumidores y,
también, logrando mantener un ritmo de innovación más elevado que el modelo fordista. A
mediados de los setenta se diferenciaban tres tipos de producción flexible:

5
1. La de origen artesanal automatizada (asociada a los viejos sistemas de
especialización flexible que permanecían en sectores como la producción de
máquinas-herramientas).
2. La producción ajustada (just in time o lean production).
3. La producción flexible asociada a la producción del conocimiento en el sector
TIME.
La robótica se convertió en la estrella en el nuevo sistema de producción. “A principios de los
años noventa las empresas disponían ya de tecnología para unir todos sus ordenadores, así
como programas estandarizados de software de gestión (financiera, de proveedores y clientes) y
control de inventarios en sus intranets” (Valdaliso y López, 2009, p. 424). Tanto las PYMES
como las grandes empresas debieron reajustar sus procesos productivos y adecuarse al uso de las
nuevas tecnologías de información.
La aparición masiva de nuevos productos y el aceleramiento en el ciclo de vida de los mismos
produjeron una fiebre por la innovación. En fin, en los años setenta y ochenta se inició un
proceso de destrucción creativa que redujo el exceso de capacidad instalada basada en las
tecnologías de producción en masa a gran escala prácticamente inflexibles a los cambios en la
demanda. El concepto de destrucción creativa es netamente schumpeteriano en el sentido de que
el surgimiento de nuevos productos, modelos organizativos, etc. reemplazan o superan a otros
que quedan obsoletos1 .
Los cambios no han sido exclusivos del sector industrial, también los servicios han hecho uso de
las nuevas tecnologías de información. Dentro de este sector se ha destacado el bancario que
fundamentalmente incorporaron las computadoras y las redes de transmisiones de datos (internas
y externas, nacionales e internacionales). Las redes bancarias han impactado en el uso del dinero
de “plástico” (o digital), las tarjetas de crédito y de débito, un negocio de alcance mundial
coordinado principalmente por Visa y Mastercard. Estas últimas unen bancos, clientes, empresas
de todo tipo.

LA FLEXIBILIZACIÓN DE LA ORGANIZACIÓN Y EL TRABAJO


1. Los cambios en las organizaciones
Como dijimos anteriormente frente a los cambios revolucionarios de las tecnologías de la
información y la globalización el modelo de la gran empresa gerencial/burocrática se presentaba
como disfuncional. La sociedad y los trabajadores del conocimiento demandaban repensar la
naturaleza misma del poder y la autoridad. La necesidad de mayor participación de todos los
empleados en la toma de decisiones se convierte en una condición necesaria para el buen
funcionamiento organizacional. "(…) a medida que las unidades de trabajo se hacen más
participativas y orientadas a los equipos, y los profesionales y trabajadores del conocimiento se
vuelven más prominentes, la distinción entre gerente y no-gerente comienza a erosionarse”

1 Ejemplo en productos fue en su momento la distribución de música en formato físico, por un proceso de
destrucción creativa hoy esto se da en formato digital.

6
(Moss Kanter en Gantman, 1994, p. 98). A partir de esta etapa las bases del poder se
transformaron, la posición en el organigrama, el título y la autoridad formal no son ya suficientes
en un mundo donde se exige a los subordinados a pensar por ellos mismos y el trabajo dentro de
las organizaciones se efectuaba bajo la necesidad de sinergia entre todas las áreas. Al respecto
Moss Kanter señalaba estar presenciando “un desmoronamiento de la jerarquía, una gradual
sustitución del énfasis burocrático en el orden, la uniformidad y la repetición por un énfasis
empresarial en la creatividad y en la conclusión de pactos” (ídem anterior). Otros autores como
Davidow y Malone utilizaron el concepto de “corporación virtual” para referirse a la paulatina
desmaterialización de las organizaciones.
Para un observador externo, explican, la corporación aparecerá como dotada de fronteras permeables y
en cambio permanente en sus relaciones con clientes y proveedores. En su aspecto interno, no será
menos amorfa: los departamentos y oficinas estarán en constante reforma, las líneas de autoridad serán
también sumamente variables y la idea misma del concepto de empleado deberá revisarse, por cua n t o
algunos clientes y proveedores pasarán más tiempo en la firma que sus propios trabajadores. En
definitiva, los límites internos y externos de la organización se vuelven difusos (Gantman, 1994: 99).

Los debates en torno al tamaño, la organización, la estructura y la estrategia empresarial frente a


los cambios en el entorno se multiplicaron en la década de los ochenta. Contrario a lo que pasó
en décadas anteriores, aumentó el número de las PYMES, su participación en la generación de
puestos de trabajo y la producción en los países desarrollados. Es importante destacar que
muchos de los cambios tecnológicos que hemos hecho referencia anteriormente fueron liderados
por pequeñas empresas, flexibles y ágiles para responder a los cambios. Pero así como las
PYMES no desaparecieron durante el apogeo de la gran empresa gerencial, tampoco esta última
murió a fines de siglo XX. “No hay, por lo tanto, un tamaño u organización empresarial
intrínsecamente más eficiente que otro, dependerá de factores como la dimensión del mercado y
la escala de producción, la madurez de la tecnología y los costes de producción y transacción en
cada sector” (Valdaliso y López, 2009: 430).
Entonces, en industrias maduras que generalmente atienden a mercados de grandes tamaños, la
gran empresa es la alternativa más eficiente. No obstante, este tipo de empresa atravesó en las
últimas décadas del siglo XX una etapa de transformaciones. La gran empresa se convirtió en el
eje de extensas redes de producción mundial, integradas por PYMES muy relacionadas: la gran
empresa en red. También empresas de mediano y gran tamaño independientes dieron lugar a las
redes de producción modular que podían estar agrupadas (o no) en distritos industriales y
clusters regionales.
En industrias jóvenes donde el grado de incertidumbre sobre el “éxito” del producto y su
evolución es mayor, el cambio tecnológico es veloz y la turbulencia muy fuerte, las redes de
pequeñas y medianas empresas, independientes o nucleadas en torno a una gran empresa, o redes
de innovación suelen ser la solución organizativa más eficiente.
La heterogeneidad en cuanto a las formas empresariales fue la respuesta más generalizada al
nuevo entorno caracterizado por la incertidumbre, los constantes cambios tecnológicos, la
difusión de capacidades y conocimientos y el incremento de oportunidades de negocios pero
también de la competencia dado el nuevo mercado global. Fue en este marco que se predicó el

7
discurso de que las empresas debían concentrarse en sus capacidades más distintivas,
subcontratando el resto a proveedores externos, con los que se mantenía una relación variable.
La reorganización efectuada por las grandes empresas hacia la fórmula de empresa -red no trata de
predecir la demanda del mercado, sino de crear una organización capaz de reaccionar ante cualquier
tipo y cambio de demanda, una lógica que combina las economí as de escala, velocidad y
diversificación con la flexibilidad, y que podríamos denominar como «producción en masa flexible»
o, siguiendo a Coriat, producción en «corporaciones virtuales» (Valdaliso y López, 2009, p. 432).

a) La empresa red
Se distinguen varios tipos de organización empresarial de acuerdo a dos variables: el grado de
integración de la propiedad y el grado de integración de la coordinación. En la etapa bajo análisis
como ya hemos dicho la gran empresa optó por externalizar funciones y actividades
(outsourcing) y concentrarse en sus capacidades más básicas y distintivas. Al mismo tiempo
formaba grandes redes de proveedores y productores a su alrededor sobre las cuales ejercía un
grado variable de control. La gran empresa pasó a convertirse en una coordinadora de redes de
proveedores y subcontratistas en una amplia gama de sectores de apoyo y relacionados. De todas
formas, en determinado grado las relaciones eran jerárquicas y el acogimiento a las normas
contractuales eran las que regían.
Los modelos de empresa-red fueron fundamentalmente dos: el estadounidense y el japonés. Por
un lado, las grandes empresas estadounidenses empleaban contratos a corto plazo con sus
proveedores, de forma tal de que si estaban disconformes con precio y/o calidad del producto
podían cambiar de proveedor. Por otro lado, las empresas japonesas establecieron redes más
sólidas, más complejas y descentralizadas pero jerárquicas con proveedores de distintos niveles y
se basaban en contratos a largo plazo, incluyendo además actividades de colaboración en I&D,
fabricación y distribución.
El modelo de empresa-red se inició en la industria automotriz y a partir de los años noventa con
la profundización de los cambios tecnológicos se detectaron tres tendencias:
1. El proceso de fabricación se ha hecho cada vez modular, transformándose los
fabricantes en meros ensambladores de módulos suministrados por sus
proveedores,
2. Los grandes fabricantes (estadounidenses, europeos y japoneses) intensificaron
sus relaciones de colaboración con algunos de los proveedores, convertidos en
proveedores de primer nivel y con responsabilidades compartidas con los
ensambladores en el diseño y la I&D,
3. Se amplió la dimensión espacial de la red de proveedores y productores, ahora es
global.
El modelo de la empresa-red también ha sido adoptado por otras grandes empresas que controlan
la marca y la distribución, estableciendo redes con proveedores (algunos considerados
megaproveedores) a nivel global. Los más representativos se encuentran en la industria
informática, electrónica de consumo, textil y equipamiento de hogar.

8
b) Las redes de producción modular
Para Sturgeon las redes de producción modular son diferentes de las redes jerárquicas integradas
por una gran empresa y su red de proveedores. En las redes de producción modular, las empresas
no se concentran en la producción sino en el diseño, la marca y la distribución y subcontratan la
fabricación a otras empresas muy especializadas. La subcontratación obedeció básicamente a la
dificultad que tenían algunas empresas diseñadoras para fijar planes de producción para un
mercado con demanda variable y volátil. Los fabricantes al tener un gran número de compañías
como clientes podían obtener economías de escala y diversificación. La “novedad” estaba en un
mayor crecimiento y especialización y la disminución de la especificidad de los conocimientos y
activos gracias a la difusión de estándares técnicos y de diseño e interfaces y de la producción
modular (que facilita la separación física de las tareas de innovación de producto de la inversión
en fabricación). Las redes resultantes eran abiertas e inestables, se limitaba el grado de
interdependencia entre empresas integrantes, disminuían las barreras de entrada y los costos de
salida, favoreciendo además la apertura a innovaciones provenientes de empresas fuera de la red.

c) Distritos industriales tradicionales y recientes frente al capitalismo empresarial


El éxito del distrito industrial localizado en la región Emilia-Romagna intentó extrapolarse a
otras regiones con resultados variados. Particularmente en los años ochenta los viejos distritos
industriales atravesaron serias dificultades, pero al mismo tiempo iban surgiendo otros sistemas
productivos que guardaban cierta similitud con los distritos industriales tradicionales. Las redes
de innovación, clusters, entre otros representan una red de productores pero distinta a la creada
por una gran empresa red.
Si bien existe la cooperación entre las empresas integrantes eso no significa necesariamente que
no se de alguna relación jerárquica o de coordinación que puede estar encabezada por una
empresa o grupo de empresas o un centro de investigación o una institución financiera.
Una de las claves para distinguir los diferentes tipos de distritos es, precisamente, el grado de
integración de la coordinación. Las relaciones pueden ser de confianza, o basarse en relaciones previas
académicas (como sucede en Silicon Valley donde los diferentes campus de la UCLA, más la
Universidad de Stanford, la Southwestern University y el Cogswell Polytechnical College hacen que
los diseñadores gráficos de las industrias hayan compartido clases y profesores, los cuales mantienen
vivos los vínculos personales con ellos en las industrias) (Valdaliso y López, 2009, p. 448).

Se distinguen distritos cooperativos y los distritos nucleados y jerárquicos. Los distritos


cooperativos progresan en un entorno caracterizado por economías de escala limitadas, bajos
costos de transacción y demanda fragmentada. Allí se produce una especialización vertical y
horizontal entre las empresas del distrito por la autonomía que las empresas logran en el diseño,
fabricación y distribución. No obstante, se coopera en otras actividades como la formación de
mano de obra, I&D, salida al exterior, entre otros. Los distritos tradicionales que sobrevivieron
frente a los cambios tecnológicos y la globalización fueron aquellas que además de sus
estrategias de cooperación y mantenimiento de capital social combinaron integración en redes
internacionales.

9
Los distritos nucleados y jerárquicos surgen en sectores nuevos, allí el ritmo de cambio
tecnológico es veloz, las capacidades y conocimientos no están tan difundidos y la incertidumbre
es mayor o también donde la evolución de la industria y el mercado modifican las economías de
escala mínimas para mantenerse en el sector.

2. Directivos y empleados frente a los cambios


Producto de la crisis económica del setenta y los altos niveles de desempleo, los gobiernos
comenzaron a desregular el mercado laboral que se había organizado tras la Segunda Guerra
Mundial. Descendieron las tasas de sindicalización, la negociación colectiva de salarios fue
reemplazada por un sistema de negociación en cada empresa, que incluso fue por categoría de
empleados o negociación individual.
El nuevo paradigma de la especialización hizo que se operaran procesos de deslocalización de la
manufactura de países desarrollados y subcontrataran la producción en otros países (como por
ejemplo el Este de Asia, América Latina) donde la mano de obra (calificada o no) era y es mucho
más barata.
Al mismo tiempo el proceso de automatización para algunos incrementaba la cualificación de la
mano de obra y su aporte al proceso productivo, por lo cual suponían el fin de los métodos
tayloristas. Para otros, en cambio, el incremento en la intensidad y velocidad del trabajo, la
apropiación por parte de la empresa de los conocimientos del trabajador, la quiebra del poder de
los sindicatos y de los mecanismos de negociación colectiva reveló una nueva versión del
sistema taylorista.
Además, el proceso de fusiones y alianzas supuso la concentración de empresas en sus
competencias distintivas generando procesos de outsourcing (externalización o terciarización) o
downsizing (reducciones de planta) con sus correspondientes impactos en los trabajadores.
Otro punto es que la distinción tradicional entre trabajador y gerente se volvió compleja, por
cuanto la línea demarcatoria de autoridad se diluye en el marco de un modelo post -burocrático.
En este contexto el discurso del liderazgo es relevante para la imagen de la dirección. Se destaca
que para conducir a un grupo de subordinados, los procesos tradicionales de la administración: el
planeamiento, la organización, reclutamiento, dirección, etc. resultarán un mito, ya que será
necesario aplicar con gran cuidado una variedad de enfoques directos e indirectos, sustantivos y
simbólicos, participativos e, incluso, autoritarios, de acuerdo a la situación particular.
La vieja estrategia de control, heredada del pensamiento de Taylor, debe ser reemplazada por la de
compromiso (...) Las empresas que tienen éxito (…) emplean métodos más libres de supervisión que
reposan en una visión no tradicional de la naturaleza de los trabajadores. Estas organizaciones utiliza n
descripciones amplias de los puestos de trabajo, una drástica reducción de niveles gerenciales y la
responsabilidad de la tarea reposa no en individuos sino en equipos… (Gantman, 1994, p. 111).

Para la gestión de la fuerza laboral resulta necesaria la utilización de una cultura organizacional
que habilite a la gente a “sentirse mejor con lo que hace” y a trabajar más duro. Se observa
también un cambio en relación al control externo por supervisión directa al control internalizado
por el propio trabajador.

10
Las nuevas concepciones de la dirección y los trabajadores se enmarcan dentro de un contexto en
el cual la noción misma del puesto de trabajo está sujeta a una drástica revisión. La “flexibilidad”
sería el común denominador de todo y de todos: “organizaciones flexibles”, “tiempo de trabajos
flexibles”, “trabajadores flexibles”, entre otros. En lugar de puestos de trabajo hay situación de
trabajo part-time y temporarios.
Quizás en el concepto de empresa virtual podamos sintetizar los cambios principales en la
organización en las últimas décadas. En el año 1989 Charles Handy publicó su libro The age of
unreason, donde se formuló el modelo de organización trébol. Allí se explayó sobre la
concentración de las organizaciones en competencias distintivas y la necesidad de delegar
funciones y operaciones conexas y no centrales a pequeñas y medianas organizaciones muchas
veces constituidas por los mismos ex empleados. En la figura N° 1 se representan los porcentajes
de los trabajadores vinculados directa o indirectamente a la organización.

Figura N° 1: Organización Trébol de Handy

La organización trébol fue el antecedente más directo de la empresa virtual, la misma es una
nueva forma de organización funcional que emerge como resultado de la dinámica tecnológica y
la globalización. Nuevamente, los principios de la especialización señalan que la empresa virtual
debe dedicarse a aquellas actividades que les generan sus competencias distintivas básicas. El
uso de Internet, computadoras, intranets, celulares, aplicaciones le permiten establecer a la
empresa otras formas de organización y de relaciones con su entorno (por ejemplo mediante la
búsqueda de potenciales clientes y el e-commerce). El teletrabajo permite trabajar sin presentarse
en la empresa y además la opción del auto empleo (trabajar para más de una organización). La
globalización facilita a las empresas a vender de forma global pero las organizaciones deben
disponer de logística para poder hacerlo, el outsourcing puede resolver este problema.

11
Asimismo, la empresa virtual supone ahorro en mano de obra e infraestructura que en una
organización de tipo tradicional se mantiene.

Figura N° 2. La empresa virtual

Globalización

Actividades
Teletrabajo
Básicas

Empresa
Logística
Virtual Tecnologías

e-
Comunicación
commerce

En conjunto todos los factores hicieron repensar el management mismo y se dieron fenómenos
reales de cambio organizacional. Los procesos de reestructuraciones implicaron despidos
masivos en todos los niveles pero especialmente en las gerencias medias, dando lugar a lo que se
llamó por algunos autores “la muerte del hombre organización”. Desaparece la garantía de la
carrera en la empresa y la escalera gerencial deja de existir, junto con el cese de la estabilidad en
el empleo. La cantidad de despidos de gerentes obligaron a éstos a abrirse camino en forma
independiente creando sus propias empresas. En este contexto, se reafirmó la figura del
“emprendedor”, reapareció la figura del propietario, del capitalista, que es, al mismo tiempo,
resaltado como el empresario innovador schumpeteriano.

LA MERITOCRACIA Y EL EMPRENDEDURISMO
Según Gantman (1994) la sociedad del conocimiento que se consolidó en el periodo bajo estudio
necesitaba asentarse sobre los supuestos de la meritocracia. Si el factor de la producción clave

12
era ahora el conocimiento, la posesión de éste debería notarse en los ingresos monetarios, así
como el poder y el prestigio.
Si se asume que a mayor inteligencia, mayor facilidad de aprendizaje y de adquisición de
conocimientos, es razonable pensar que ésta se constituirá en una singular ventaja competitiva para los
individuos. En síntesis, el nuevo paradigma indica que el poder y el prestigio, así como el nivel de
ingresos, de aquellos que tienen mayor talento y conocimientos aumentará (p. 117).

Young (1958) en su obra “The rise of the meritocracy” define al mérito como una fórmula
donde inteligencia/talento más esfuerzo es igual a mérito. Ahora bien ¿qué se define por
inteligencia? ¿Nos garantizan realmente acceder a mejores puestos y mejores salarios? ¿Qué
tanta relación existe entre nivel de ingresos y “mérito”? sin dudas son interrogantes muy
complejos de responder. Una variable a utilizar según Gantman debería ser el nivel educativo de
los individuos como predictor de nivel de ingresos. Sin embargo, estudios científicos han
demostrado la declinación de la variable educativa como elemento diferenciador de ingresos. Sin
embargo sostiene:
(…) el énfasis excesivo en la retórica que subyace en este elemento del nuevo paradigma del
management apunta a legitimar una distribución de ingresos con una te ndencia a la desigualdad
creciente (Kaus, 1992), estableciendo como base meritocrática un valor que goza de notoria
respetabilidad, como es el caso del conocimiento, y oscureciendo de manera ingenua el papel que
posee, y presumiblemente mantendrá en el futuro, la propiedad de los medios de producción (1994 , p .
118).

De acuerdo a los países se establecen ciertos criterios para establecer una sociedad meritocrática,
no obstante, concuerdan algunos autores que la pertenencia a una clase social determinada
influye en retribuciones económicas y psicológicas. La educación ayuda a salir a individuos
pertenecientes a clases menos aventajadas, pero difícilmente puedan posicionarse en las más
aventajadas.
La conclusión que se extrae de todos ellos es que el conocimien to, el talento y la inteligencia no son
únicamente los determinantes del éxito, sino que deben estar acompañados por otras cualidades. En
realidad, es muy factible que la capacidad de establecer relaciones personales satisfactorias, en un
mundo en el cual la conversación será el principal trabajo de la dirección (Webber, 1993), unida a un
nivel aceptable (un umbral) de conocimientos, sean la única base o factor "meritocrático" que
determine el "éxito", la posición social y el ingreso (Gantman, 1994, p. 119).

Lo que demuestra lo anteriormente expuesto es que vivir en una sociedad “meritocrática” no


garantiza necesariamente condiciones de igualdad, sino que más bien refuerza condiciones
desiguales. El sistema desigual permanece a largo plazo porque se sostiene que las personas
pertenecientes a las clases más aventajadas buscaran convencer a las menos aventajadas que “la
porción que les toca en la distribución de la riqueza social es justa, lícita, legítima y parte del
orden natural” (Szlechter, et. al, 2018, p. 4). La creencia de un mundo justo se vincula a la
percepción de un orden racional en sentido weberiano, en el cual las personas ocupan posiciones
de acuerdo a sus conocimientos.
(…) se supone que a mayor responsabilidad y necesidad de un saber especifico asignado a un rol
social, éste es desempeñado efectivamente por aquella persona que posee la habilidad y conocimientos
requeridos (…) Consecuentemente, quienes están en posiciones de dirección deben ser también
racionales y, dado que racionalidad y conocimiento admiten una estrecha asociación, resulta lógico

13
pensar que las posiciones de mayor relevancia son ocupadas por quienes poseen mayores
conocimientos (precisamente, ello es también lo que exige la racionalidad).(Gantman, 1994, p. 120).

En este contexto el sistema meritocrático refuerza supuestamente a la educación (en sus distintos
niveles) como elemento que permite “avalar” la posesión de conocimientos específicos para la
ocupación de cargos. Pero como hemos dicho en párrafos anteriores no es una variable
determinante.
En un contexto, en el que se operó un proceso de flexibilización de mercados, organizaciones y
trabajo, el discurso meritocrático se unió al del emprendedor como un nuevo proceso de
jerarquización social. La figura del empresario innovador schumpeteriano y la posibilidad de
alcanzar la autorrealización profesional sirvieron para instalar al emprendedurismo en el discurso
empresarial en esta época. En estos casos se refuerzan los procesos de individualización en
donde el esfuerzo y el espíritu empresario de asumir riesgos les permiten ser “el agente de su
propio cambio”. Se potencia a la persona autogestora y autónoma que se hace cargo de su
supervivencia por medio de la empresarialidad.

LOS GURUS DEL MANAGEMENT


En 1980 Michael Porter, docente investigador de la Escuela de Negocios de Harvard, publicó de
acuerdo a los nuevos tiempos la obra Estrategia Competitiva tomando el ejemplo de la
organización industrial. La escuela de posicionamiento indica que solo unas pocas estrategias
claves (como las posiciones en el mercado) son deseables en una determinada industria: aquellas
que pueden ser defendidas contra los competidores existentes y los futuros. Por ello existen
firmas que ocupan determinadas posiciones y de acuerdo a ellas disfrutan o no mayores
beneficios que otras. Al difundirse esta escuela una cantidad limitada de estrategias básicas se
agotaron, o al menos categoría de estrategias, como por ejemplo diferenciación de productos y
amplitud de mercado (liderazgo en costos). Estas fueron llamadas genéricas.
Las premisas básicas de la escuela de posicionamiento se resumen en:
1. Las estrategias son posiciones genéricas, específicamente comunes e identificables en el
mercado.
2. El mercado (el contexto) es económico y competitivo.
3. El proceso de formación de la estrategia depende de la selección de las posiciones
genéricas en base a un cálculo analítico.
4. Los analistas juegan un papel fundamental en este proceso, al proporcionar resultados de
cálculos a los directivos que oficialmente controlan las alternativas.
5. Las estrategias surgen maduras en este proceso, luego son articuladas y aplicadas, en
efecto la estructura de mercado impulsa estrategias de posición premeditadas que, al
mismo tiempo, impulsan la estructura organizacional.

Cuando se habla de estrategias genéricas este autor mencionaba tres: liderazgo en costos,
diferenciación o enfoque en algún segmento. El modelo de análisis competitivo de Porter es por
demás conocido dentro del management: “Las cinco fuerzas competitivas”. En 1985 también

14
Porter introdujo el concepto de Cadena de valor, sugiriendo que las actividades de una empresa
pueden dividirse en primarias y de apoyo. Las firmas logran obtener márgenes de ganancias en
base a la forma en que administran la cadena de valor.
Michael Porter se ha convertido dentro del management en un verdadero gurú de la
competitividad. En un contexto marcado por la globalización y la especialización en los años
noventa publicó una obra con un modelo referido a la competitividad de las naciones: el
diamante de Porter. El mismo analizó cuatro factores de naturaleza microeconómica que inciden
en la competitividad: las condiciones de los factores, las condiciones de la demanda, la estrategia
y estructura del sector y la existencia de industrias de apoyo y relacionadas (ver figura en
Valdaliso y López, 2009, p. 420). ¿Por qué fue importante el diamante de Porter para las
empresas en este contexto? Porque las empresas debían conocer los factores para desarrollar sus
ventajas competitivas para sobrevivir en esos entornos (empresas de carácter local) o en
combinaciones de esos entornos (empresas internacionalizadas y globales).

Peter Drucker y la sociedad del conocimiento

En la nueva etapa marcada por la revolución de las tecnologías de información, el conocimiento se


transformará en un activo estratégico dentro de la organización y la sociedad en su conjunto. A partir
de ello se dio una creciente emergencia de actividades y ocupaciones que son intensivas en
conocimiento. Peter Drucker (1999) afirmó que en esta nueva sociedad el conocimiento es el princip al
recurso para los individuos y para la economía en general. En lugar de "capitalistas" y "proletariado",
las "clases" relevantes de la sociedad post-capitalista son los trabajadores del conocimiento y los
trabajadores de servicios. Entre los trabajadores del conocimiento Drucker menciona a los ejecutivos,
profesionales y empresarios del conocimiento. “Los trabajadores del conocimiento desarrollan su
tarea dentro de organizaciones, pero a diferencia de los empleados tradicionales son propietarios de
su propio conocimiento, es decir el nuevo "medio de producción", según Drucker, 1o cual les permite
trasladar fácilmente este medio a donde les plazca” (Gantman, 1994, p. 95).
Se llegó a afirmar que la "sociedad del conocimiento" iba a tener valores opuestos a los de la sociedad
industrial, enfatizando la igualdad en vez de la jerarquía, la individualidad y la creatividad en lugar de
la conformidad, la diversidad por sobre la estandarización, la preocupación por la calidad de vida y la
preservación del ambiente frente a la maximización de la riqueza material, la calidad en vez de la
cantidad, la autoexpresión prevaleciendo sobre la seguridad, etc.
En este nuevo marco y nueva categoría como la del “trabajador del conocimiento”, surgió una nueva
preocupa ción: la educación en todos sus niveles, principalmente el universitario. Para Drucker las
habilidades que se debían impartir en las casas de estudio a los estudiantes, para asegurar su éxito
laboral, eran: la habilidad de presentar ideas en forma oral y escrita, la habilidad de trabajar con gen t e,
la habilidad de dar forma y dirigir su propio trabajo, contribución y carrera (Gantman, 1994).
Al mismo tiempo, las estructuras organizacionales dentro de las cuales actúan los trabajadores del
conocimiento se suponen diferentes de las tradicionales. Modelos más flexibles, en los cuales el
conocimiento, las iniciativas y hasta el poder fluyen por toda la organización, son predicados con
creciente frecuencia como los más adecuados y, en última instancia, como los ú nicos funcionales en la
nueva sociedad del conocimiento (Gantman, 1994).

15
EL NUEVO PARADIGMA DE LA GESTIÓN PÚBLICA
Tras las críticas al Estado interventor que surgió tras la Segunda Guerra Mundial, la reedición de
los principios de especialización de la escuela clásica de economía sugirió al mercado como
mejor asignador de recursos. A partir de ello se exigió la menor intervención del Estado en la
economía, cuestión que se vio reflejada en los procesos de desregulación de los mercados y las
privatizaciones de empresas otrora públicas. Sin embargo, el rol del Estado no se presentó
únicamente en aspectos desregulatorios y privatizadores, sino que lógicas propias del ámbito
empresarial comenzaron a aplicarse en la administración pública. El outsourcing, downsizing
fueron algunas de las prácticas aplicadas en el proceso de modernización del Estado. Oscar
Oszlak presentó bajo el nombre de “visión gerencial de la administración pública” como debería
funcionar el Estado en el nuevo contexto:
Este enfoque prescribe la utilización de técnicas empresariales consideradas exitosas en el sector
privado de la economía, con el fin de ba jar costos y mejorar los resultados de la gestión pública. Se
apoya en procesos bien definidos para el logro de resultados, con una mejor asignación de recursos y
uso de tecnologías de punta. El cliente-ciudadano surge como destinatario privilegiado de la gestión,
lo cual subraya la calidad como criterio dominante de dicha gestión. Esta visión irrumpe a fines del
siglo XX como reacción al modelo neoliberal entonces vigente (2001, p. 4).

Básicamente, el enfoque que también se dio en llamar gestión postburocrática o nueva gestión
pública promueve:
• la tercerización, la asociación gobierno-sociedad civil, el voluntariado;
• la gestión participativa y el estímulo a la competencia interna y externa;
• el reconocimiento del cliente-ciudadano como nuevo criterio del control de
gestión;
• la calidad del servicio como un requisito permanente de la gestión pública;
• la descentralización y desconcentración del aparato estatal.
De acuerdo a estudios en relación a los procesos de reforma del Estado Oszlak citó una encuesta
de fines de los noventa realizada a 111 expertos de 29 países con los siguientes resultados:
a) En general las medidas encaradas dentro de la reforma administrativa del Estado han
pretendido reducir su tamaño (90% de respuestas);
b) Entre las acciones encaradas por los programas de reforma, predominaron las
privatizaciones (90% de respuestas), la desregulación económica y social (90%), la
descentralización (75%) y el asociativismo con el sector privado (60%);
c) Las medidas más comunes referidas a la reducción de la organización pública fueron:
supresión de puestos de trabajo (74%), eliminación de ministerios u organismos administrativos
(74%), incremento de contratación de servicios a terceros (67%), licencias al personal (68%);
d) Los instrumentos utilizados por la reforma, que han afectado la estructura
administrativa de los organismos públicos, son: la fusión o supresión de unidades administrativas
(72%), la fusión de ministerios u organismos (71%), la regionalización de servicios (66%), el
refuerzo de la coordinación central (60%), el achatamiento de estructuras jerárquicas (57%), la

16
creación de unidades administrativas más autónomas (56%), la creación de organismos
administrativos a partir de ministerios (36%).
Vicher García señaló que en América Latina la administración pública no experimentó ninguna
transformación cualitativa significativa, si algunas mejoras marginales que pronosticó a largo
plazo podían resultar muy costosas.
No obstante, si bien la crisis del modelo de libre mercado develó los mitos creados a su alrededor, las
reformas neogerenciales no se han abandonado del todo, aunque, al mismo tiempo, ante las nuevas
necesidades que se tienen que atender el Estado vuelve a ampliar su espectro de acción y, por
consiguiente, las tareas de la administración pública, lo que al mismo tiempo revela la necesidad de
fortalecer las instituciones.
De aquí que tenga que reflexionarse acerca de que el Estado -nación no se convertirá en un Estado-
región-comercial, ni se reinventará para tener espíritu empresarial, así que la administración que sigue
siendo acorde con la organización de dominación de nuestro tiempo es la weberiana (Vicher García,
2009, p. 10).

CONCLUSIÓN
La etapa analizada en esta unidad nos demuestra nuevamente el retorno de algunos paradigmas
(mano invisible del mercado), el triunfo del capitalismo a nivel mundial y la “revancha” por así
decirlo de organizaciones como las PYMES.
Al mismo tiempo, el surgimiento de las tecnologías de información y el nuevo mercado global
marcaron nuevas formas de gestión que interpelaron al management. Como hemos visto las
líneas demarcatorias se muestran difusas tanto en la organización como en la dirección misma.
La “corporación virtual” es el símbolo de la nueva era y el empresario innovador protagonista
absoluto de los cambios. Los intentos por disminuir relaciones de dependencia entre empleadores
y empleados también han llevado a reforzar la “corporación virtual” con nuevos dispositivos
para “controlar” la fuerza de trabajo. Así también los procesos de independencia se vieron
reforzados con el discurso del emprendedurismo para fomentar sujetos autónomos devenidos en
emprendedores.
En fin, en estos momentos asistimos a una etapa histórica donde entendemos se reforzarán los
mecanismos de desmaterialización de las organizaciones y fortalecimiento de las mismas
basadas en el mayor uso de la tecnología y el conocimiento iniciado hace casi medio siglo. El
Estado no estará exento de ello.

17
Equipo Docente:
Lic. Ana Paula Marques
Lic. Juan Manuel Arnaiz
Lic. Marina Espíndola Moschner

UNIDAD 8
El capitalismo gerencial en Argentina (desde
1958 hasta la actualidad)

1
INTRODUCCIÓN
Hola! Ya hemos llegado a la última unidad del programa vigente cuyo objetivo es, en principio,
analizar la evolución del capitalismo gerencial en nuestro país. Además, haremos una breve
reflexión sobre la importancia de los grupos económicos dominantes en Argentina que gran
impacto han tenido en la reconfiguración de relaciones productivas, económicas y sociales.

En otro apartado también nos referiremos al Estado, su rol con otros actores económicos y
también los intentos de transformar el modelo burocrático de tipo weberiano en las últimas
décadas del siglo XX.

Por último, haremos una breve reflexión sobre la llegada al gobierno de integrantes del mundo
corporativo en el periodo 2015-2019 y lo que representó en términos de cambio de la gestión
pública.

Esta unidad proporciona una breve reseña histórica que incorpora elementos analizados en otros
ejes temáticos, aplicados al caso Argentino. En esta instancia, el escrito es deudor de uno de los
actores de mayor peso de nuestra economía: el sector agropecuario. No obstante, señalamos que
el capitalismo gerencial tuvo mayor vinculación en nuestro país con el sector industrial.

OBJETIVOS
• Que el estudiante reflexione sobre el impacto del capitalismo gerencial en nuestro
país y el rol de los actores económicos.
• Que el estudiante analice el rol del Estado en la economía y los intentos de
transformación de la gestión pública en Argentina.

LA INFLUENCIA DE LAS EMPRESAS MULTINACIONALES Y ORÍGENES DEL CAPITALISMO


GERENCIAL. LA INDUSTRIALIZACIÓN SUSTITUTIVA DE IMPORTACIONES
Argentina, al igual que en otros países de América Latina intentó completar su proceso de
industrialización mediante el modelo de Industrialización por Sustitución de Importaciones
(ISI)1 . ¿Qué implicaba esto? En esencia limitaciones al ingreso de la competencia extranjera,
exenciones impositivas, créditos a tasa subsidiada entre otras medidas de política económica.

1Cabe señalar que previo al modelo ISI el crecimiento económico de nuestro país estaba asentado en la exportació n
de productos primarios, modelo conocido como agroexportador. Las vulnerabilidades del mismo quedaron

3
En este modelo se identificaron dos periodos: el primero de 1930-1957, que se conoció como
industrialización liviana (o etapa fácil), y el segundo de 1958-1976, denominado
industrialización compleja. En el primer periodo lideraban el crecimiento industrial las ramas
cuya tecnología era relativamente fácil y de mano de obra intensiva. En el segundo periodo el
crecimiento del sector industrial lo lideraban las ramas con tecnología más compleja y capital
intensiva.

Así, en los inicios de la ISI, surgieron gran cantidad de firmas locales, en general de tamaño pequeño
y mediano, que comenzaron con la producción de artículos relativamente sencillos, sobre la base de
las demandas preexistentes de la sociedad que previamente se abastecían vía importaciones, demandas
que, en general, planteaban pocas exigencias de calidad, plazos de entrega y precios (Katz y Kosacoff,
1998 en López, 2006, p. 137).

Era habitual que los bienes fueran una copia de un diseño extranjero ya rezagado respecto a la
producción de los países desarrollados. Además, eran elaborados en plantas que tenían un alto
nivel de obsolescencia física y tecnológica. Otra característica de este periodo fue la alta
integración vertical, debido a la falta de subcontratistas y proveedores, existiendo además altos
costos de transacción.

En este periodo, el desarrollo industrial “se vio obstaculizado por la carencia de personal
técnico e ingenieros calificados y operarios con adecuados niveles de capacitación” (López,
2006, p. 138). En esta etapa, el sector industrial de nuestro país se desarrolló en forma
desalineada respecto de la industria a nivel mundial donde se buscaban economías de escala en
un contexto de consolidación del sistema fordista. “Mientras que en los EE.UU. el tamaño
promedio de los establecimientos manufactureros se elevó aproximadamente en un 21% durante
el período 1935–1947, en la Argentina, partiendo de una base mucho más baja, aumentó sólo un
6%” (Goetz, 1976 en López, 2006, p. 138).

La llegada del desarrollismo en 1958 supondrá un cambio en el funcionamiento de la ISI


planteada hasta entonces. El aliento a las inversiones extranjeras, así como la puesta en marcha
de grandes empresas de capital estatal conducirán hacia una estructura industrial más moderna.
Por supuesto que esto hizo que aumentara la concentración y la conformación de mercados
oligopólicos.

Bajo la presidencia de A. Frondizi se sancionó la Ley de Radicación de Capitales Extranjeros


(14.780) cuyos beneficios al capital extranjero pueden sintetizarse en: libertad para girar
utilidades y dividendos, libertad para retirar capitales, protección mediante barreras a la

reflejadas tras la crisis de 1929 por la baja de los precios de los productos agrícolas y la interrupción de capitales
extranjeros.

4
importación de productos competitivos y reducción de aranceles para la importación de insumos
y equipos.

Debemos señalar que las empresas transnacionales (ET) se instalaron en el país para aprovechar
el mercado interno, que era reducido en comparación con el de sus países de origen. Esto
significó, que, en muchos casos, la capacidad instalada para la producción fuera superior a la
potencial demanda, generando de esta forma deseconomías de escala.

De todos modos, incluso considerando esta transformación radical en el panorama industrial, las
plantas instaladas en este segundo período de la ISI –y aun las que eran propiedad de filiales de ET–,
en general, se hallaban lejos de la frontera internacional en materia de escalas, y estaban menos
automatizadas y más integra das verticalmente que sus similares de los países desarrollados (López,
2006, p. 140).

El gasto en I&D era reducido y el esfuerzo tecnológico no estaba orientado a alcanzar la frontera
de mejores prácticas, sino más bien en intentar resolver problemas diversos para un mercado
muy limitado. Según Notcheff (citado en López, 2006) esto ocurría por tres razones:

i) la dimensión del mercado creaba una demanda de técnicas adaptativas a un determinado volumen de
demanda y/o ciertos tipos de insumos, y no para penetrar en los mercados mundiales; ii) en las ramas
más complejas había predominio de las filiales de ET, las cuales no realizaban actividades de I&D
localmente; iii) las ramas de mayor peso económico eran relativamente poco "innovación –intensivas",
ya que o bien las actividades de I&D eran in house pero se realizaban en las casas matrices de las
respectivas ET, o bien la tecnología se incorporaba bajo la forma de insumos y bienes de capital, en
general, importados (p. 141- 142).

A pesar de las limitaciones antes mencionadas, las inversiones realizadas durante la etapa
desarrollista comenzaron a madurar y junto con un proceso de aprendizaje de capacidades
tecnológicas en determinados sectores industriales llevaron a que hacia el final de la ISI se
visualizaran mejores resultados en materia de eficiencia y competitividad. Un ejemplo de ello fue
el aumento de las exportaciones de origen industrial pasaron de U$S 100 millones en 1969 a U$S
900 millones en 1974 (López, A. 2006).

Siguiendo a Katz y Kosacoff (1998), aún en las complejas condiciones iniciales de la industrializació n
desarrollista, se generó un conjunto de señales que indujeron a numerosas empresas a realizar
esfuerzos tecnológicos destinados, secuencialmente, a mejorar diseños, procesos y formas de
organización de la producción (estudios de tiempos y movimientos, lay out, etc.), que potencialmente
podían entregar significativas ganancias de productividad, teniendo en cuenta el alto grado de
ineficiencia operativa inicial y la necesidad de fabricar bien es más actualizados respecto al esta d o d el
arte internacional. Así, en un buen número de firmas se crearon departamentos o grupos ad hoc de
asistencia técnica, ingeniería, etc., encargados de tales tareas. Gradualmente, la ingeniería de diseño de
productos, así como la de producción y métodos y, más tarde, la de organización y planeamiento,
ganaron terreno y consolidaron el crecimiento de la capacidad tecnológica interna. Esta capacid a d n o
sólo era específica de cada establecimiento, sino que se difundía gradualmente al resto de la so cied a d

5
vía circulación de información y capital humano (en otras palabras, generaba “externalidades”
positivas para el resto del aparato productivo) (López, A. 2006, pp. 141 -142).

En relación con el rol de los actores en esta etapa debemos destacar que la expansión del Estado
en la economía se dio al igual que en los países capitalistas. Además, existían ideologías
nacionalistas y fuertes intereses provenientes de distintos sectores para fomentar ciertas ramas de
la industria (por ejemplo, militares argumentando la importancia de la siderurgia para la defensa
nacional). Cabe señalar que tanto el peronismo, como el desarrollismo de Frondizi, asignaban un
rol clave al Estado para la consecución de sus objetivos políticos y económicos. En el caso del
peronismo, sus objetivos chocaban con gran parte de los intereses de la burguesía local
(especialmente la agraria). El desarrollismo considerando las limitaciones del capital nacional
convocó a nuevos actores: las ET.

En este contexto, algunos historiadores señalan que la expansión del Estado en la economía
solamente sirvió para el fomento de comportamientos adaptativos de parte de la burguesía local a
los incentivos impositivos, crediticios y aprovechamiento del mercado interno y no para la
promoción de empresarios innovadores shumpeterianos.

No debemos olvidar que la etapa a la que hacemos referencia estuvo marcada por la inestabilidad
política, económica y social que dificultaba las proyecciones de la burguesía local. La inflación,
las crisis de balanza de pagos, los constantes cambios en las políticas económicas, las
interrupciones al orden constitucional, entre otros, generaban un escenario poco fértil para las
inversiones de largo plazo.

Aun así, en la segunda etapa del modelo ISI el capital se concentró más y las ET adquirieron un
rol preponderante en el sector industrial, rol que se fortaleció más con la nueva Ley de
Inversiones Extranjeras sancionada durante el gobierno de facto de la Revolución Argentina
(1966-1973). En este marco fueron las ET las encargadas de introducir en el país el capitalismo
gerencial y las novedades de la empresa moderna.

6
Cuadro N° 1. Síntesis del ISI. Características generales de la etapa 1930-1976

-Crisis 1929: depresión; retorno del proteccionismo.


1950–1973: “Edad de Oro” del capitalismo (mayor ritmo de crecimiento de toda la
Contexto internacional

historia del sistema).


-Fuerte expansión de los flujos de comercio exterior e IED.
-Avance del Estado en la economía (Estado del Bienestar, keynesianismo, regula ció n
de mercados, producción de bienes y servicios, promoción de sectores estratégicos).
-Aumento y profesionalización de las actividades de I&D en las firmas privadas.
-Consolidación del fordismo: –producción en masa; aumentos de productividad vía
economías de escala; –insumo clave: energía (petróleo); –sectores líderes: automotor,
química –petroquímica, electrónica.
-ISI en América Latina e industrialización acelerada en el Este Asiático.

-1930: golpe de Estado inicia período de 53 años de presencia militar en la vida


Aspectos institucionales y políticas

política y económica.
-A partir de 1943, una parte significativa del proceso de industrialización (siderurgia,
petroquímica, etc.) y también del sistema de CyT (en particular la Comisión Naciona l
de Energía Atómica –CNEA–) queda bajo influencia militar.
-Fuerte y creciente inestabilidad institucional. Habituales cambios en las “reglas de
juego”.
públicas

-Expansión de la presencia del Estado en la economía: estatización de servicios


públicos y creación de empresas estatales en el sector industrial (siderurgia,
petroquímica, etc.); surgimiento de nuevos organismos reguladores, de fomento y/o
control de ciertas actividades (BCRA, Banco Industrial, IAPI, BANADE, etc.);
creación de regímenes de promoción industrial;
-Política arancelaria orientada a estimular la expansión de ciertos sectores industriales
(en particular, bienes de consumo durable y no durable y con el “desarrollismo” –
1958–1962–, bienes intermedios y metalmecánica).

-El sector industrial, que representaba algo menos del 15% del PBI hacia 1930, llega
hasta cerca del 40% en 1973, gracias a la existencia de un aparato regulatorio,
financiero y promocional orientado a estimular el desarrollo manufacturero.
Estructura productiva

-El agro, a su vez, declina de más del 30 al 12% en el mismo período.


-El proceso de industrialización pasa primero por una etapa “fácil” (con fuerte peso
de ramas “livianas” –textiles, madera, confecciones, metalurgia liviana, etc.) hasta
1955, para ingresar luego a la fase “difícil” a partir de 1958.
-En 1976 los sectores “pesados” (siderurgia, petróleo, petroquímica, etc.), la
metalmecánica, los bienes de capital y las ramas más “ciencia intensivas”
(farmacéutica, equipo profesional y científico, etc.), llegan a participar con cerca de
un 50% del PBI manufacturero.
-Sector industrial que opera, en promedio, con escalas, tecnologías y formas de
organización alejadas de la frontera internacional.
-Sin embargo, procesos de aprendizaje y cierre gradual de la brecha de productividad
hacia el final de la ISI.

7
-Las ET son protagonistas clave de la etapa “difícil” de la ISI y su participación en la
Agentes productivos producción industrial pasa de un 18% en 1955 a un 30% en 1973.
-La mayoría de las firmas locales se mantiene bajo control familiar, siendo destacable
la casi inexistencia del mercado accionario, que en la Argentina adquiere un carácter
predominantemente especulativo.
-En el sector industrial surge y se expande un nutrido conjunto de PyMEs, algunas de
las cuales desarrollan, a lo largo del tiempo, significativas trayectorias de aprendizaje
técnico–productivo.
-El desarrollo de los grupos empresarios de capital nacional, estimulado por
significativas transferencias de recursos, nunca llega, por distintos motivos, a concitar
consenso y legitimidad.
Adaptado de López, A. (2006)

EL CAPITALISMO GERENCIAL EN ARGENTINA


Diego Szlechter, docente investigador de la Universidad Nacional de General Sarmiento, viene
estudiando hace años el capitalismo gerencial en nuestro país.

El modelo de la gran empresa moderna diversificada, si bien constituye un producto del desarrollo
económico de los EEUU, se expandió por el mundo occidental como la forma preeminente de
organización capitalista a partir de la Segunda posguerra. Esto se debe no sólo al poderío económico
norteamericano (manifestado, por ejemplo, a través del Plan Marshall, que condicionaba sus
préstamos a la incorporación de administradores profesionales fo rmados en las universidades –
mánagers- en las empresas hacia donde se destinaban esos préstamos), sino al afán de las grandes
corporaciones por expandirse y establecer filiales por todo el mundo en un grado mucho mayor al q u e
se había visto hasta ese momento (Szlechter, 2013. pp. 4-5).

Según su análisis, el surgimiento de una clase gerencial (en los términos de Chandler) estuvo
conducido por la irrupción de la segunda etapa del modelo de sustitución de importaciones
iniciada alrededor de 1960 y la creciente gravitación de empresas extranjeras dentro del núcleo
del capital más concentrado. Las ET siempre requirieron de cuadros administrativos para
gestionar sus operaciones en el país. Sin embargo, éstos estaban conformados, por una parte, por
empleados traídos desde las casas matrices (tanto la gerencia general como los mandos medios
no técnicos) y, por otra parte, por cuadros mayormente técnicos (ingenieros, contadores)
autóctonos. Con la inversión extranjera directa (IED) promovida por el gobierno de Frondizi
(1958-1962), comenzaron a instalarse terminales automotrices y venta de empresas
pertenecientes a grupos económicos a las grandes compañías transnacionales – especialmente en
el sector petrolero y petroquímico-. Durante el gobierno del General Onganía (1966-1970) se
vendieron grandes empresas tabacaleras y bancos nacionales al capital transnacional.

Los avances del capitalismo gerencial se verían en la publicación de revistas especializadas, la


gestión a cargo de ingenieros y años posteriores carreras de educación superior vinculadas a la

8
administración de empresas. Aunque la Licenciatura en Administración de la Universidad de
Buenos Aires data del año 1958 con notable influencia del modelo estadounidense.

Es importante señalar que las ET en nuestro país han ido redefiniendo estrategias en función de
las políticas de apertura comercial y cambio en cuanto a las condiciones de competencia.

La racionalización de los niveles y de la estructura del personal y la depuración de estructuras


administrativas y comerciales, pueden ser algunas de las respuestas ante los nuevos escenarios. Este
tipo de políticas van acompañadas de la adopción de nuevas técnicas de organización, de m a n ej o d el
proceso productivo, de nuevas estrategias de comercialización y de distribución que le brinden un halo
de legitimidad a las mismas (Szlechter, 2013, p. 13).

Se destaca también que el surgimiento del capitalismo gerencial en Argentina es un fenómeno


tardío producto de la supremacía de los grupos económicos de capital nacional que conf iaban la
gestión en manos de familiares.

El fin de la ISI en 1976 supuso nuevos horizontes para la réplica del modelo gerencial
estadounidense. La confianza en el mercado como mejor asignador de recursos hizo que las
empresas debieran adecuarse a la creciente competencia extranjera. En este contexto, las áreas
relacionadas con la producción de bienes sufrieron reducciones en su plantel, crecieron las áreas
vinculadas con el sector financiero y comercial al interior de las empresas. Se promovió la
mejora en la calidad de los productos y servicios, y la preocupación por la satisfacción del cliente
pasó a ser el elemento legitimador de la disciplina al interior de los mandos gerenciales.

De forma simultánea a lo que sucedía en el mundo capitalista a partir de mediados de la década


del 80 y con mayor intensidad en los 90, las filiales de las ET en Argentina “se concentraron en
el “corazón” de su negocio y, por lo tanto, la configuración de la filial argentina tendió a
replicar (especialmente el marketing y el desarrollo de mercados) el perfil organizativo
internacional de la empresa” (Szlechter, 2013, p. 13). Además, comenzaron a instalarse en el
país firmas consultoras estadounidenses como Mc Kinsey (instalada en 1991) que, además de
asesorar a grupos económicos nacionales y ET, también se encargaron de diagnosticar las
ineficiencias de las empresas otrora estatales.

9
Cuadro 2. Apertura, hiperinflación y convertibilidad (1976-2001)

-1973: shock petrolero: determinante final de la crisis del fordismo. “Estanflación”:


las tasas de crecimiento del producto y la inversión caen bruscamente y suben la
inflación y el desempleo.
-La crisis da lugar al renacer del liberalismo (“neoliberalismo”), especialmente en
USA y el Reino Unido. Desde fines de los setenta se configura un nuevo “paradigma”
de política económica que va imponiéndose en casi todo el mundo.
-Se adoptan estrategias antiinflacionarias en los países desarrollados, basadas en
políticas monetarias y fiscales contractivas y se implementan reformas estructurales
Contexto internacional

pro–mercado.
-Caída del “Muro de Berlín”, desintegración de la URSS y debacle del “socialismo
real”.
-1982:” crisis de la Deuda” (brusco incremento de las tasas de interés
internacionales): años caóticos y recesivos para América Latina (inestabilidad de
precios, retroceso del PBI, crisis cambiarias y cuestionamientos a la ISI).
-Comienzan las presiones “pro–reforma” de los organismos internacionales de crédito
(FMI, Banco Mundial) a través de cláusulas de condicionalidad en el otorgamiento de
préstamos.
-Crecimiento notable de los flujos de comercio e inversión internacionales
Consolidación de la “globalización institucional” (OMC, tratados bi y multilaterales
de comercio e inversión, etc.).
-Gran expansión de los flujos financieros internacionales, buena parte de los cuales
van a “mercados emergentes”.
-Nuevo paradigma tecno–económico basado en las tecnologías de la información y la
comunicación Adopción generalizada de políticas de austeridad fiscal y monetaria y
de reformas estructurales (“Consenso de Wa shington”) en América Latina.

10
1976: Dictadura militar:
–primer intento de terminar con la ISI: políticas de ajuste y apertura comercial;
–menor presencia del Estado como regulador de la economía; –privatizaciones
periféricas;
Aspectos institucionales y políticas públicas

–desregulación de la IED y de la importación de tecnología;


–mantenimiento de regímenes de promoción industrial;
–1979: “estrategia anti–inflacionaria: tablita” cambiaria (revaluación creciente del
peso)
1981–82:
–“estatización” de la deuda externa privada;
–pasa a ser prioritaria la generación de saldos comerciales positivos para afrontar los
servicios de la deuda, pues no se recibe financiamiento de carácter voluntario;
–“cierre” forzado de la economía 1983: Retorno a la democracia
–políticas económicas condicionadas por las restricciones fiscal y externa;
–planes antiinflacionarios que terminan en sucesivos fracasos;
–hacia 1988 primeros intentos de reformas estructurales y comienzo gradual de la
apertura comercial
-1991: Plan de Convertibilidad
-Veloz profundización del programa de reformas estructurales orientadas hacia
políticas de libre mercado
-Creación del MERCOSUR en 1991: Unión Aduanera “imperfecta” en 1995
-Ley de Reforma del Estado (privatizaciones)
-Desregulación de mercados de bienes y servicios e inicio de la flexibilización laboral
-2000–2001: creciente deterioro de la situación política e institucional
-2002: salida de la Convertibilidad: institucionalidad política y jurídica gravemente
afectadas
Comienza el proceso de “desindustrialización”:
-la actividad industrial cae un 25% en 1975–1990;
-cambio estructural: pérdida de peso relativo de las industrias metalmecánicas en
favor de ramas de insumos intermedios y basadas en recursos naturales.
-Proceso de “agriculturización” por los altos precios de los granos vis a vis el ganado.
Estructura productiva

-Comienzan a gestarse profundos cambios a nivel de las prácticas tecnoproductivas


como respuesta microeconómica a las crisis.
1991-2001
La industria sigue perdiendo peso en el PBI:
–orientación hacia actividades vinculadas a recursos naturales (aceites, celulosa,
papel, acero, petroquímica);
–pérdida de peso de los sectores intensivos en mano de obra, conocimiento y
tecnología
–desverticalización de los procesos productivos
-Marco favorable para la modernización vía importación de tecnología Boom
agropecuario (cosechas récord, modernización tecnológica)
-Mejoras en prestación de servicios públicos pero muchas veces acompañadas de
marcos regulatorios débiles e incrementos de tarifas Expansión y modernización en
sectores de servicios privados (comercio, turismo, etc.)

11
-Predominan las actividades de captura de la renta estatal y de estrategias de
valorización financiera del capital por sobre las dirigidas a la ampliación de
capacidades productivas.
En la producción industrial:
–disminuye la participación del capital extranjero, tanto por el retiro de empresas
grandes como por la pérdida de peso relativo de aquellas ramas donde las ET tenían
una posición dominante;
–crece el peso relativo de un conjunto de grandes conglomerados de capital local
altamente diversificados
En el agro:
Agentes productivos

–la empresa rural pasa a integrar redes de transacciones múltiples que viabilizan los
procesos de modernización tecnológica;
–se acentúa la brecha tecnológica entre distintos tipos de productores: polarización d e
los productores según su nivel de capitalización
1991-2001:
-Fuerte aumento de la presencia de las ET, tanto de las instaladas como de
newcomers (e.g. privatizaciones).
-Los conglomerados de capital nacional pierden protagonismo, aunque algunos se
fortalecen e incrementan su presencia en los merca dos externos (“multinacionales
argentinas”).
-Entre las PyMEs se observan cierres, achicamientos y abandono de la producción
para pasar a la comercialización por problemas de adaptación a las nuevas
condiciones de competencia
Creciente concentración en el sector agropecuario
–nuevas modalidades que reemplazan la figura tradicional de la explotación familia r:
pools de siembra, fondos de inversión, asociaciones de productores
–consolidación de redes empresarias
–crece la presencia de los propietarios extranjeros
Adaptado de López, A. (2006)

LOS GRUPOS ECONÓMICOS


Como ya hiciéramos mención en la unidad 6, una característica de la ISI fue la consolidación de
grupos económicos que se identifican como empresas independientes jurídicamente que operan
en distintos sectores de la industria pero que están bajo el control empresarial y financiero de un
grupo de familias, incluso las más importantes tienen un banco que les sirve como intermediario
financiero. Los orígenes de estos grupos se encuentran en el modelo agroexportador y la ISI,
evolucionaron y junto con las ET se convirtieron en el “nuevo poder económico de los ochenta”
(Aspiazu, et. al. 1987).

El grupo de conglomerados nacidos bajo el modelo agroexportador (Tornquist, Bunge y Born,


Braun Menéndez, Roberts y Fabril Financiera, entre otros) estaban “controlados familiarmente
en su mayoría (y que tenían conexiones entre sí a través de participaciones cruzadas en los
directorios de las respectivas empresas, así como por otras vías) y grandes empresas locales
(también familiares mayoritariamente)” (López, 2006, p. 164).

12
Estos conglomerados, vinculados sobre todo con la etapa de industrialización, fácil irían
perdiendo espacio e influencia frente a nuevos grupos y tendrían posteriormente preponderancia
en el futuro de la economía argentina. Tal fue el caso de Techint, Arcor, Massuh, Macri,
Madanes (Fate–Aluar), Bridas, Pescarmona, PECOM, Acindar, entre otros. Estos últimos, a
diferencia de los grupos nacidos bajo el modelo agroexportador que operaban en rama con
productos altamente estandarizados, comenzaron a operar de una forma diferente en la segunda
etapa de la ISI. En este sentido, se organizaron y crecieron a partir de pequeñas empresas que,
con el tiempo se irían expandiendo capitalizando oportunidades de negocios vinculadas al
Estado.

En todo caso, desde los cuarenta en adelante comienza un proceso de pro gresivo “cambio de guard ia ”
en la elite industrial argentina, que se hará recién evidente en los setenta. Si bien pocos de estos
grupos y grandes empresas, tanto “antiguos” como “nuevos”, hicieron intentos serios para moverse
hacia segmentos tecnológicamente más sofisticados, lo cual hubiera requerido esfuerzos sistemáticos
de I&D, ni tampoco contribuyeron a crear conocimiento en disciplinas científicas vinculadas con sus
actividades (Katz, 1999a), los casos de FATE en electrónica, Bagó y Roemmers en farmac éutica,
Techint en siderurgia o Pescarmona en metalmecánica son ilustraciones del potencial tecnológico que
anidaba en algunos de estos agentes empresarios. (López, 2006, p. 164)

Si bien lo anteriormente señalado demuestra la importancia de las políticas públicas adoptadas


durante la ISI que permitieron acumular capacidades en el sector manufacturero, el debate aún
continúa sobre porqué ese proceso no avanzó lo suficiente para completar la industrialización.
López (2006) señala que las limitaciones al desarrollo industrial pueden centrarse en: la
inestabilidad institucional y macroeconómica, la dificultad para acceder a financiamiento
(especialmente a largo plazo), falta de organizaciones de apoyo al desarrollo industrial y
tecnológico y las debilidades del sistema educativo.

A partir de 1976, el crecimiento económico basado en el sector industrial fue sustituido por lo
que se conoció como valorización financiera del capital. La reforma financiera de 1977, la
apertura económica que supuso el ingreso de competencia extranjera, una nueva ley de estímulo
a las inversiones extranjeras, modificaron el escenario de competencia para algunas empresas del
sector industrial. En este contexto, algunos investigadores (Aspiazu, et. al., 1987) el liderazgo
económico se concentró en grupos económicos diversificados, la “oligarquía terrateniente” y las
ET.

En particular, nos interesa destacar que, aun compartiendo con otros grupos la base de acumulación en
actividades vinculadas con la presencia estatal, algunas empresas tuvieron en los ochenta una
trayectoria tecnológico–productiva más ambiciosa –y exitosa – que otros. Un caso notorio en este
sentido es el de Techint, quien pasa en los noventa a convertirse en un global player en el mercado de
tubos sin costura (…) tras haber aprovechado fuertemente durante varios años tanto los regím en es d e
promoción industrial como la posibilidad de abastecer a YPF en un mercado cerrado a precios
bastante mayores que los internacionales. Naturalmente, la conversión del grupo en una organiza ci ó n

13
competitiva en los principales mercados mundiales fue posible debido a que, mientras aprovechaba las
rentas derivadas de la articulación con el Estado, la empresa desarrolló un proceso de acumulación d e
capacidades tecnológicas, productivas y organizacionales que iban más allá de lo necesario para
sobrevivir en el hostil contexto argentino entre 1976 y 1990. (López, 2006, p. 218)

Asimismo, los grupos económicos crecieron gracias a la relación privilegiada con el Estado,
quien le realizó transferencias considerables durante la gestión de Martínez de Hoz al frente de la
cartera económica (1976-1981). Además, se internacionalizaron financieramente por la deuda
externa garantizada por el Estado, sacando rédito del diferencial positivo de tasas de interés
internas y externas (la famosa bicicleta financiera).

En este escenario, el desempeño de este “nuevo poder económico”, compuesto por agentes insert a d o s
en una multiplicidad de actividades en las cuales ejercen poder oligopólico, se habría independizado
crecientemente del resto de la economía, tanto por la naturaleza de los mercados –en general,
vinculados al consumo de los sectores de altos ingresos– en los que operan, como por su alto grado d e
internacionalización financiera (...)En los noventa las estrategias de los grupos económicos cambian
radicalmente, al compás de las transformaciones en la economía local –en realidad, la aclaración es
muy relevante, para los autores que estamos comentando estos grupos, lejos de ser protagonistas
pasivos de esas transforma ciones, tendrían la capacidad de impulsarlas en tanto convengan a sus
intereses–. En particular, en la primera mitad de la década pasada, los grupos –o al menos la ma y o rí a
de ellos– habrían consolidado su presencia dominante, en tanto que a su fuerte inserción en el sector
industrial –centrada en la producción de bienes agroindustriales e intermedios–, le adicionaron su
participación en los consorcios ganadores de las privatizaciones (además de inversiones en otras área s
–e.g. producción agropecuaria –). Más tarde –segunda mitad de los noventa – se observa una clara
retracción estructural de los grupos económicos –vía transferencia, generalmente a empresas de origen
extranjero, de la propiedad de empresas industriales y bancos y de las participaciones accionarias en
privatizaciones–. (López, 2006, pp. 77 -78).

De esta forma fue configurándose una nueva burguesía vinculada a los grupos económicos con
capacidad para sacar rédito de su relación privilegiada con el Estado e insertarse en los mercados
internacionales aprovechando las competencias acumuladas.

EL ESTADO Y LOS NUEVOS PARADIGMAS DE LA GESTIÓN PÚBLICA


En relación al Estado mucho se ha debatido respecto a su rol como impulsor de la
industrialización. Aquí hay que volver a señalar que el periodo bajo análisis estuvo marcado por
la inestabilidad política y económica, con su correspondiente impacto en materia de
administración pública. Los antecedentes en la profesionalización del Estado no contaban con
muchos avances desde la vigencia del modelo agroexportador. En la etapa desarrollista la
burocracia “meritocrática y de alto nivel” tampoco fue posible.

14
Los debates en cuanto al rol del Estado eran dos. Por un lado, era visto como agente clave para
promover el desarrollo económico mediante una intervención selectiva y planificada. Por otro, el
aumento de la burocracia estatal y el manejo de las empresas públicas comenzaron a ser un lastre
que limitaba las posibilidades de transformación económica. En su asunción como presidente A.
Frondizi llamó la atención sobre la necesidad de replantear la burocracia estatal sosteniendo que
se necesitaba un país con una “administración pública ágil, eficiente y moderna”. Así creo el
Comité Ejecutivo para la Racionalización Administrativa (CEPRA), que tomó algunas medidas
como congelación de vacantes, pero su papel no fue mucho más allá.

El proceso de formación de estructuras profesionales de gobierno y de una burocracia meritocrática


fue también afectado por la propia inestabilidad en los elencos de gobierno. Así, se hiz o práctica que
los nuevos funcionarios desconfiaran u hostilizaran a la burocracia previamente existente, crean d o u n
funcionariado “paralelo”, perjudicando la eficacia de la propia acción de gobierno y favoreciendo la
acción de los grupos de interés que buscaban “capturar” las agencias estatales para obtener rentas.
(López, 2006, p. 157)

Así las grandes empresas tenían más capacidad de influencia sobre el aparato estatal que las
PYMES.

El proceso de reformas administrativas que comenzó a plantearse en décadas 70 y 80 pero


encaradas con fuerza en los 90, tenía como objetivo explícito transformar ciertas características
de la organización y funcionamiento del aparato estatal para dotarlo de “mayor eficiencia y
eficacia”. Si bien ya hemos señalado intentos de reformas décadas anteriores hay dos
características que marcan la diferencia con la experiencia de los noventa:

1) La visión del Estado: se le reservaba el rol de articulador de relaciones sociales y junto


con su creciente papel de empleador (dada la expansión de estructuras y dotaciones
estatales) se había expandido el aparato empresario, regulador y subsidiario del Estado.
“Las recomendaciones de reforma no sugerían la eliminación de empresas públicas o de
subsidios, sino el fortalecimiento institucional de aquéllas y un mejor control en la
asignación de éstos” (Oszlack, 1999, p. 3).
2) Escasos progresos en la implantación: las reformas anteriores que pretendían transformar
la administración pública no consiguieron ser implantadas en América Latina en el
alcance que se proyectaba.

Tras la crisis de la deuda latinoamericana en 1982 y las dificultades de nuestro país para afrontar
los pagos de la deuda externa comenzaron las presiones para las privatizaciones de las empresas
públicas y encarar un proceso de reformas estructurales.

La reconversión neoliberal de los años 70 y 80 partió de un diagnóstico que atribuía la crisis


económica al fracaso de un modelo de organización social fundado en una matriz estado -céntrica q u e

15
había facilitado un intervencionismo excesivo del estado, la asunción de roles no pertinentes y la
conducta predatoria de quienes controlaban su aparato. Planteado el problema en estos términos, la
solución no podía ser otra que correr las fronteras, sustituyendo estado por mercado, estableciend o u n
nuevo esquema de división social del trabajo y desregulando la actividad económica. (Oszlack, 1 9 9 9 ,
p. 4)

De esta forma fueron articulándose mecanismos de descentralización a los gobiernos


provinciales y municipales, privatizaciones, desregulación de mercados (que implicó la supresión
de organismos dedicados otrora a cumplir tareas de regulación), la terciarización (outsourcing)
de servicios y racionalización de personal. La exigencia de reformas pasó a ser una
condicionalidad para el acceso de financiamiento externo, lo cual operaba como un factor
determinante en la agenda estatal.

La Ley de Reforma del Estado aprobada en los inicios de la gestión menemista tuvo como
objetivo la transferencia de activos públicos al sector privado. El programa de privatizaciones
comenzó en 1989/1990 con la venta de ENTEL (telefonía), Aerolíneas Argentinas, áreas
petrolíferas, medios de comunicación, ferrocarriles, concesiones para el mantenimiento de rutas,
electricidad, gas, agua, firmas siderúrgicas, petroquímicas e YPF.

Además de alegar recursos para el fisco, se suponía que el programa de privatizaciones serviría para
fortalecer la eficiencia sistémica de la economía argentina, a través de una mejora de la disponibilid a d
y calidad de las comunicaciones, el transporte, la energía, etc. Si bien, en general, esas mejoras
ocurrieron –pese a la debilidad de algunos marcos regulatorios–, en varios casos se dieron en un
contexto de fuertes aumentos tarifarios. (López, 2006, p. 191)

En el programa de reformas estructurales cabe destacar el cambio en el sistema previsional con


la creación de las Administradoras de Fondos de Jubilaciones y Pensiones (AFJP) que creó un
régimen de capitalización privado para los aportes previsionales.

Los resultados del rápido proceso de reformas mostrarían años más tarde las consecuencias
negativas sobre todo en cuanto a lo proyectado en materia de mejora de la calidad de vida de la
sociedad.

El precipitado desmantelamiento del Estado nacional acarreó serias consecuenc ias: a) al no


programarse los cambios ni preverse sus efectos, se trocó hipertrofia por deformidad del Estado; b)
al privatizarse empresas públicas con mínimos recaudos, se comprometió la capacidad de regulación
estatal, sustituida en los hechos por un verdadero Estado privado; c) al descentralizarse servicios casi
a ciegas, se afectó la capacidad de gestionarlos por no contar los gobiernos provinciales con recursos
financieros y organizativos suficientes; d) al desmovilizarse y/o excluirse del proceso de reforma a
actores y mecanismos fundamentales de la democracia (Congreso, partidos, ONG's, órganos de
fiscalización, audiencias públicas), se tendió a acentuar su debilidad frente al nuevo poder económico;
y e) al aplicarse en forma ortodoxa e inflexible las recetas sugeridas por los organismos financieros

16
internacionales (FMI, Banco Mundial), la inercia de las reformas dificultó la oportuna corrección del
rumbo que estos mismos organismos propugnan periódicamente. (Oszlack, 1999, p. 9)

Menos Estado no significó necesariamente mejor Estado, lo cual volvió a instalar en la agenda
pública su rol como articulador de las relaciones sociales.

VINCULACIÓN DE LA GESTIÓN EMPRESARIAL CON EL ESTADO


Como ya hemos mencionado en otros párrafos los grupos económicos de capital nacional y las
ET constituían un fuerte poder económico frente al Estado. De hecho, muchas empresas
vinculadas a este poder obtuvieron importantes rentas estatales derivadas de leyes de promoción
industrial, protección de mercado interno, estatización de deuda externa privada. Además, fueron
participantes claves en los procesos de privatizaciones encarados en los noventa, quedándose
muchos de ellos con empresas otrora públicas.

En el año 2015 un nuevo hecho marcaría la presencia del poder económico en la gestión estatal:
la llegada de Cambiemos a la presidencia de Argentina. A partir de allí, actores vinculados a la
gestión empresarial privada pasarían a ser parte de la función pública. “Para algunos
observadores, esto hablaba de la vocación de estos noveles funcionarios, muchos de ellos sin
experiencia previa en el gobierno, de provocar un verdadero cambio en la gestión estatal”
(García Delgado, et. al., 2018, p. 118). Así se suponía que los “mejores cuadros del mundo
corporativo” ajenos a los problemas de las políticas partidarias, elevarían la eficiencia del Estado
aplicando los “exitosos” criterios de la gestión privada. Debemos señalar que, en esta etapa, se
observó en muchos casos el fenómeno de la “puerta giratoria”, esto es:

(…) el flujo de personas que, en distintos momentos de sus trayectorias ocupacionales o laborales,
ocupan altos cargos tanto en el sector público como en el privado. Ese flujo puede darse en distintos
sentidos: puede tratarse de altos directivos del sector privado que acceden a puestos relevantes en el
sector público; de funcionarios públicos que al dejar su cargo son contratados en el sector privado para
ocupar cargos directivos; o de individuos que van ocupando altos cargos en el sector privado y el
sector público alternativamente. (Canelo y Castellani, 2016 en García Delgado, et. al., 2018, p. 119)

Esta cuestión muy presente en la gestión de Cambiemos dio lugar a fuertes debates por los
conflictos de interés generados. Se argumentó que la incorporación de este tipo de funcionario a
la gestión pública era el expertise, la eficiencia y la modernización que traerían al Estado.
Además, se afirmaba que, si construyeron carreras laborales “exitosas” en el mundo privado,
eran los “mejores” desde el punto de vista de la meritocracia. Si forman parte de clases sociales
acomodadas no estarían involucrados en hechos de corrupción para enriquecerse. Por último,
tendrían independencia para aplicar criterios de gestión tecnocráticos, transparentes y apolíticos
dado que no pertenecían a partidos políticos.

17
Sin embargo, a pesar de los objetivos ambiciosos de Cambiemos, poco se ha hecho para la
construcción de un proyecto de país tal cual ellos aspiraban, lo cual quedó reflejado en las
elecciones del año 2019.

CONCLUSIÓN
Como hemos visto en esta unidad, Argentina es uno de los países considerados de
industrialización tardía, aunque vale la aclaración nunca completó el proceso. En función de ello,
encontramos que las características del capitalismo gerencial se vieron en nuestro país después
de la década del sesenta de la mano del ingreso de las empresas transnacionales.

La unidad también intentó reflejar de alguna forma las vinculaciones entre el poder económico
representado en la burguesía industrial y el poder político. Este entramado de relaciones fue lo
que posibilitó el fortalecimiento de grupos económicos diversificados que pudieron competir en
los mercados internacionales. Además, muchos de estos grupos fueron claros beneficiarios del
proceso de privatizaciones en la década de los noventa.

Los intentos de reforma administrativa del Estado en la búsqueda de mayor eficiencia en la


gestión pública han atravesado por diversos estadios, pero el que más se profundizó fue el que se
llevó adelante en la década de los noventa. A la larga quedaría en evidencia los errores en el
proceso que lejos estuvieron de mejorar la calidad de vida de la sociedad argentina.

Así las cosas, nuestro país sigue debatiendo sobre temas de larga data “buscando el rumbo” que
permita en alguna medida satisfacer los intereses individuales y colectivos en Argentina.

BIBLIOGRAFÍA OBLIGATORIA
• García Delgado, D.; Ruiz del Ferrer, C. y De Anchorena, B. (Ed.) (2018). Elites y
capturas del Estado: control y regulacionismo en el neoliberalismo tardío. Flacso.
Capítulo 5 y 6.
• Szlechter, D. (2013) La emergencia de la comunidad gerencial en Argentina. Una mirada
comparativa. Revista del Centro de Estudios de Sociología del Trabajo. 5, pp. 3- 46.
Obtenido de https://ojs.econ.uba.ar/index.php/CESOT/issue/view/88/37
• López, A. (2006) Empresarios, instituciones y desarrollo económico: el caso Argentino.
CEPAL Buenos Aires.
https://media.law.wisc.edu/s/c_360/mzbwy/foreign_investment_recommended6.pdf .
Capítulo 4 y 5.

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