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INTRODUCCIÓN

El ser humano dentro de sus distintas relaciones que gesta en su diario vivir se encuentran

ciertas conductas que irrumpen con el ordenamiento jurídico que ha sido impuesto para

formalizar una convivencia dentro de un Estado determinado, es por ello, que esta clase de

conductas son configuradas como acciones que se encuentran tipificadas como delitos, los

cuales conllevan una sanción representada por una pena que debe de ser purgada por la

persona que haya sido declara por medio de un proceso judicial como culpable, ante esto se

han gestado diversas teorías que pretenden ilustrar los casos en los que estas acciones

pueden ser consideradas como delitos, siendo este el factor fundamental, por el cual es

necesario analizar esta figura del proceso penal.


LA ACCIÓN

El término acción desde la perspectiva general solamente se refiere al actuar de un individuo

que pretende realizar determinada actividad con ese movimiento que ha realizado, es decir,

existe la intención de ejecutar un asunto en específico, sin embargo al trasladar este término al

mundo jurídico el mismo se transforma e instantáneamente, el término acción se transforma y

se orienta hacía el poder actuar dentro de un proceso judicial como también el de describir el

acaecimiento de cierta incidencia que puede ser tipificada como un delito.

Siendo este el punto de interés, especialmente del derecho penal, pues la acción como tal

representa el advenimiento de una conducta realizada por una persona en específico y que

tiende a ser encuadrada en un delito determinado al haber concurrido los supuestos que la

norma jurídica establece como un ilícito penal, por tal razón la acción se vuelve de gran

relevancia dentro de todo lo concerniente a la teoría del delito.

En este sentido es fundamental, definir lo que es la acción dentro del ámbito jurídico,

especialmente del derecho penal, por lo que, el maestro Hans Welzel, citado por Bacigalupo

(2011), establece: Durante varias décadas la teoría de la acción dominó gran parte de las

discusiones relativas a la estructura del delito. Fundamentalmente se partió de la base de que

la teoría de la acción debía reflejar el concepto de acción de la vida social y no simplemente un

suceso de la realidad de las ciencias naturales (p.178).

En tanto, el abogado De León (2009) definen la acción como: Todo comportamiento que deriva

de la voluntad, misma que implica siempre una finalidad, es decir, la acción es siempre el

ejercicio de una voluntad final (p.135). Está definición tiende a ser demasiado genérica, pues

no se adentra al mundo jurídico sino que básicamente pretende ilustrar, la intención que tiene
cualquier individuo de desarrollar alguna actividad de interés sin establecer que la misma sea

perjudicial para quien lo rodea.

En lo que concierne a la acción, es básico tener la concepción de lo que representa l a teoría

del delito para poder interpretar como se gesta dentro del ámbito del derecho penal, es por ello,

que la teoría del delito se concibe como uno de los máximos aportes de la dogmática penal al

ser el estudio del fenómeno que ha acompañado a lo largo de la vida al ser humano, en sí, el

delito, por lo tanto, esta teoría constituye un avance muy importante en la historia jurídico

penal, pues tiene una consecuencia trascendental: garantizar la seguridad jurídica del

ciudadano.

La teoría del delito se considera como un sistema que contempla una serie de elementos

válidos para catalogar a un hecho como delito, teniendo la virtud de ser un estudio de carácter

general, no exclusivo de ciertos delitos específicos sino del delito en general, es por ello, que la

teoría del delito es un instrumento conceptual para determinar si el hecho que se juzga es el

presupuesto de la consecuencia jurídico-penal previsto en la Ley.

El autor Mezger (2011) establece que: La teoría del delito abarca dos grandes esferas, a saber:

la teoría de las características generales el delito y la teoría de las especiales formas de

aparición del delito (p.155).De tal forma que esta teoría comprende el estudio de los elementos

del delito, su aspecto negativo y la manera en que el mismo se manifiesta, por lo tanto, la teoría

del delito debe enfocarse en los puntos fundamentales como la existencia del delito, su

inexistencia y su aparición.

En sí, la teoría general del delito se ocupa de las características que debe tener cualquier

hecho para ser considerado delito, sea este en el caso concreto una estafa, un homicidio o una

malversación de caudales públicos. Hay características que son comunes a todos los delitos y
otras por las que se diferencian los tipos delictivos unos de otros; un asesinato es algo

distintivo a una estafa o hurto; cada uno de estos delitos presenta peculiaridades distintas y

tiene asignadas, en principio, penas de distinta gravedad.

En consecuencia a partir de estos planteamientos es que se logra determinar a los elementos

que dentro de la teoría del delito permiten una descripción del problema complejo que se

enfrenta, cuando se trata de estudiar al delito, visto, por tanto, no como un todo englobado,

sino como un todo integrado en varias partes, susceptibles cada una de ser reformadas.

Los albores de la teoría del delito, se encuentran en la Edad Media, con la preocupación de los

canonistas de establecer una relación personal o subjetiva entre el sujeto y su hecho, lo que

era una lógica consecuencia del sentido expiatorio que se le daba a la pena, por lo que la

culpabilidad no solo surge como un presupuesto y fundamento de la pena, sino al mismo

tiempo permite graduarla, circunstancia que concede medir la imposición de esta.

De tal forma que todas estas incidencias conllevaron al origen de una nueva corriente de

pensamiento, más analítica, que más tarde vendría a incorporar la antijuridicidad, como

acompañante unida indisolublemente a la culpabilidad, dentro de la teoría del delito, generando

diferentes momentos dentro de la concepción del delito.

El tipo por otra parte, constituye un presupuesto necesario y en cierta forma especial, en

cuanto a la política legislativa del crimen, que ha de considerarse de esta forma, para el

establecimiento de normas tuitivas. Solo son hechos delictivos aquellos que aparecen descritos

en un tipo legal, siendo este, aquella parte de una disposición legal que describe un

determinado hecho.
En tanto, la tipicidad, es la encargada dentro de la teoría del delito, de definir la adecuación de

un hecho constituyendo una acción o bien una omisión con la descripción que de él hace un

tipo legal, la antijuricidad o antijuridicidad, la contravención de ese hecho típico, con todo el

ordenamiento jurídico y la culpabilidad, el reproche porque el sujeto pudo actuar de otro modo.

Por lo que, el delito debe definirse de forma tripartita, incluida en ésta; la tipicidad, la

antijuridicidad, y la culpabilidad, pero al analizarse esta institución fundamental del derecho

penal se determina que los elementos del delito son la acción o conducta humana, la tipicidad,

la antijuricidad, o antijuridicidad, la culpabilidad, la imputabilidad y la punibilidad,

denominándose estos también como elementos positivos del delito, existiendo a la vez, sus

formas antagónicas conocidos como elementos negativos del delito, pero que de cierta manera

para efectos de interpretación y entendimiento de estos elementos es preciso y necesario

conocer a fondo los primeros elementos en cuestión.

Las normas del derecho penal tienen por objeto acciones humanas; se refieren tanto a la

realización de una acción en sentido estricto, como comportamiento activo, o en su caso a la

omisión de un comportamiento humano, en sí, la función del concepto de acción no es otra que

la de establecer el mínimo de elementos que determinan la relevancia de un comportamiento

humano.

La acción incluye dos fases, mismas que se encuentran inmersas en el iter criminis, que

significa el camino del crimen hasta su realización, es la vida del delito desde que nace en la

mente de su autor hasta la consumación, por lo que las fases en la que se integra son:

a) Fase interna: Ocurre en el pensamiento del autor, en donde se propone la realización de un

fin, y para llevarlo a cabo selecciona medios necesarios, esta selección sola ocurre a partir
de la finalidad, cuando el autor ésta seguro de lo que quiere y por lo mismo decide

resolverlo;

b) Fase externa. Después de realizar el planteamiento interno, el autor ejecuta la actividad en

el mundo externo, es decir que su pensamiento finalmente cobra vida (Luzon, 2014, p.45).

Concretamente el iter criminis desarrolla la ejecución del delito desde la concepción interna del

delito que se gesta en la mente del autor hasta que esta logra externarse, es decir, logra

ejecutarse después de haber formulado desde una perspectiva intelectual la conveniencia y

efectos que tendría la ejecución de la acción.

La acción como elemento positivo del delito consiste en una manifestación de la conducta

humana, consciente o inconsciente, algunas veces positiva o negativa que causa una

modificación en el mundo exterior y está previsto por la Ley. Cuando falta la voluntad no hay

acción penalmente relevante como en los siguientes casos:

a) Fuerza irresistible: Algunas legislaciones consideran que esta es una causa de

inculpabilidad, o sea que en este caso lo toma como ausencia de voluntad;

b) Movimientos reflejos: Los reflejos físicos o movimientos instintivos no constituyen acción,

pues tales movimientos no están controlados por la voluntad, quien tiene una convulsión

epiléptica y como consecuencia de ello causa un daño no tiene voluntad puesta en ello;

c) Estado de inconsciencia: Se pueden realizar actos que no dependen de la voluntad y en

consecuencia no hay acción penalmente relevante, ejemplo un sonámbulo o un hipnotizado.

Para el derecho penal, la acción, es todo comportamiento derivado de la voluntad, y la voluntad

implica siempre una finalidad. El contenido de la voluntad es siempre algo que se quiere

alcanzar, es decir, un fin; la acción es siempre un ejercicio de una voluntad final.


En tanto, cuando algún hecho realizado por un sujeto, se adecúa a un tipo penal, como

consecuencia de esto se origina la tipicidad, misma que tiende a ser básicamente el

encuadramiento de la conducta humana al molde contenido en Ley, es decir el tipo. La

tipicidad, es la encargada dentro de la teoría del delito, de definir la adecuación de un hecho, el

cual constituye una acción o bien una omisión, circunstancia que conlleva, la descripción de un

tipo legal.

Es así, que el tipo es un concepto jurídico producto de la interpretación de la Ley penal, de tal

forma que es la descripción de la conducta prohibida en la norma, a esta descripción deberá

ajustarse un hecho concreto para que pueda sostenerse que es típico. El hecho se subsume

bajo el tipo penal que está considerando, este tipo penal se denomina de la adecuación y se

diferencia con otros tipos penales por su amplitud, el tipo de garantía contiene dos elementos

que de acuerdo con el principio de legalidad, condicionan la aplicación de una pena y que

puedan no caber dentro del tipo de la adecuación, ejemplo de esto es el desistimiento en la

tentativa.

La teoría del tipo penal consiste en permitir que la acción realizada es la acción prohibida por la

norma y sancionada con pena por la Ley, y procede descomponiendo cada uno de los

elementos que integran la descripción, de tal forma que el elemento fundamental de la

descripción es la acción, según que el delito se agote en la acción corporal o requiera una

consecuencia que es producto de la misma, distinguiéndose, delitos de actividad, delitos de

peligro y delitos de lesión.

Conjuntamente a la acción hay delitos en los que adquiere importancia el sujeto de la acción,

pues no todos los delitos pueden ser cometidos por cualquiera que tenga capacidad de acción

como por ejemplo en el hurto, en éste cualquiera que se apodera de cosa mueble ajena es

autor. En este sentido existen ciertos delitos que solo pueden cometerlos un número reducido
de personas aquellos que tengan las características especiales del autor requeridas en el tipo

penal. Como en los delitos de funcionarios públicos, ejemplos de estos son el prevaricato,

malversación, peculado, doble representación, entre otros, de tal forma que estos solo podrán

ser cometidos por un autor que sea funcionario, juez abogado, etc.

Estos delitos que contienen una exigencia específica respecto al sujeto activo se denominan

delitos especiales, por lo que estos pueden ser propios e impropios, siendo los primeros en

mención aquellos cuando la característica especial del autor es el fundamento de la punibilidad,

es decir, la acción solamente constituye delito si la realiza el sujeto especifico.

Siendo impropios; cuando la característica especial del autor no es fundamento de la

punibilidad sino una circunstancia que agrava o atenúa la pena, teniendo como ejemplo de

estos, el parricidio, ya que todos pueden cometer un homicidio, pero si la acción de matar es

cometida por un ascendiente, descendiente o cónyuge de la víctima el hecho será más grave.

En cuanto a la estructura del tipo, la misma se constituye por los elementos normativos y

elementos descriptivos, los primeros son aquellos que implican una valoración del juzgador y

los segundos, describen en su totalidad la conducta. A su vez, la acción esta dotada de tres

elementos que son:

A. Voluntad o el querer;

B. Actividad o movimiento corporal;

C. Deber jurídico de abstenerse, de no obrar.

La voluntad o el querer, tiende a ser un elemento de carácter subjetivo, al manifestarse en la

intensión que tiene el agente pero que no ha salido de su mente, es decir, que el sujeto dentro

de su pensamiento tiene la idea de realizar determinada acción pero por alguna razón se ve
frenado en su ejecución, por tal razón se ha establecido una especie de nexo psicológico entre

el autor y la actividad que se pretende consumar.

El maestro Fontán (1949), establecía con respecto a este aspecto que: La expresión voluntaria

quiere significar que la acción debe ser la manifestación de la personalidad de su autor, con lo

cual nos apartamos de la pura concepción mecanicista de la causalidad, que equipara la acción

humana en su mecanismo a la de la piedra que cae o a la del agente de la naturaleza que

destruye (p.203). Es decir, que la acción es la manifestación del autor, por lo que, la realización

de la misma no se le debe de atribuir a otro individuo.

En lo que respecta a la actividad o movimiento corporal, se establece que este elemento es de

carácter externo, pues como su denominación lo configura, ya es la manifestación del agente

en cuanto a la realización de determinada acción, es decir, que claramente sabe que intención

tiene y sobre que persona recaerá la misma, con el conocimiento o sin este, de las

consecuencias que pudieran devenir de la materialización de esta acción.

Finalmente en el deber jurídico de abstenerse, de no obrar, este tiende a concretarse al

momento en que una norma jurídica concibe la prohibición de realizar determinada actividad,

pues de alguna forma esta irrumpe la convivencia social y por ende se le puede atribuir una

sanción, es decir, que para mantener un equilibrio dentro de la sociedad en la que exista un

respeto ecuánime entre sus integrantes, es indispensable que todos conozcan hasta donde

puede llegar su actuar y si este excede de esos límites se tendrá una consecuencia.

Atendiendo a esto se han formulado a lo largo de la historia del hombre distintas teorías que

pretenden ilustrar la acción, siendo estas:


a) Teoría causalista: La acción debe considerarse como una modificación al mundo exterior la

cual puede ser percibida por los sentidos y que es una manifestación de voluntad del

agente, esta teoría no toma en cuenta la finalidad que tenía el sujeto al realizar la acción;

b) Teoría finalista: La acción humana no es solamente un proceso causal dependiente de la

voluntad, sino ante todo, el ejercicio de una actividad finalista, la finalidad se centra en la

capacidad de prever por parte del agente, un resultado determinado;

c) Teoría social: La acción se fundamenta en la realización por parte de un ser humano, de

consecuencias que tienen relevancia para el mundo social. Por tanto, se estudia por las

relaciones del individuo con su entorno, mismo que se ve afectado por los efectos de la

conducta del agente (De León, 2009, p.142).

Algunas de estas teorías realmente no conciben lo que en sí, genera una acción como tal,

dentro del campo del derecho penal, es por ello, que dentro de estas, confluyen ciertos

elementos que pueden valorarse y explicarse en cuanto al motivo de la ejecución de la acción o

bien de las consecuencias que esta pueda generar, en este sentido, sería ilógico que se

ejecutará una acción sin tener la noción del resultado que se espera.

Otro aspecto de gran relevancia dentro de lo concerniente a la acción es el tiempo y lugar en la

que esta se consumo, debido a que con base al tiempo y espacio dentro de la comisión de un

delito será determinante la sanción a imponer, por lo que esto ha conllevado a la formulación

de ciertas teorías que son:

a. Teoría de la actividad o de la residencia: Se considera que el delito se cometió en el

momento en que se realizó el movimiento corporal independientemente del resultado del

mismo. Es decir, que se considera que el delito se cometió, donde y cuando fue realizada

la acción delictiva;
b. Teoría del resultado: El delito es cometido en el lugar y tiempo en que se consuma el

resultado de éste, por lo que se considera como cometido el delito, precisamente en el

instante en que se realiza aquél y no en el que se lleva a cabo la actividad o movimiento

corporal;

c. Teoría unitaria, mixta, combinada, de conjunto o de la ubicuidad: El delito se considera

cometido tanto donde y cuando se realiza la acción como donde y cuando se consuma , por

lo que se estima que el delito se comete tanto en el momento de realizarse la conducta

como cuando se produce el resultado;

d. Teoría del resultado intermedio o resultado intermediario más próximo: El tiempo y lugar del

efecto antijurídico más próximo propuesto por la acción;

e. Teoría del trayecto total del hecho: Establece que aparte del lugar y el tiempo de su fin, en

todos los lugares y tiempos intermedios;

f. Teoría de la ampliada actividad: El delito se comete donde se verifica la parte esencial de la

actividad criminosa;

g. Teoría de la valoración jurídica: El derecho podría adoptar el principio de la manifestación

de voluntad o el resultado, de acuerdo con los fines perseguidos en cada una de las

materias donde el problema de plantea (De León, 2009, p.154).

Estas teorías, concretamente pretenden explicar la importancia que representa el ámbito

temporal y espacial en los que pudieron suceder los hechos, a través de la acción tipificada

como delito, pues de esta manera se podrá evidenciar la forma en que se ejecutó y se pueda

cotejar fielmente con los medios probatorios que oportunamente pudieran ser incorporados en

un futuro proceso penal con el que se buscaría la sanción de quien haya cometido el ilícito

penal, indistintamente a esto, resulta interesante el poder analizar todos los elementos que

confluyen dentro de lo que concierne a la acción para tener una amplía noción de otras

instituciones del derecho penal.


CONCLUSIONES

1) La acción dentro del ámbito del derecho penal se erige como la conducta que realiza un

sujeto con el cual lesiona un bien jurídico tutelado resguardado por una norma jurídica en

específico, por lo que ante esta transgresión se impone una pena en específico, la que

deberá ser congruente con la acción que se ha ejecutado.

2) El ámbito temporal y espacial dentro de lo concerniente a la acción es fundamental para

establecer la culpabilidad de la persona que se le ha sindicado la comisión de un delito,

pues de alguna forma se debe comprobar a través de los medios de prueba pertinentes, la

forma en que realmente concurrieron los hechos.


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