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INTRODUCCIÓN

Los delitos para poder ser ilustrados necesariamente deben de ser analizados a través de sus

elementos, en este sentido surgen diversas teorías que pretenden explicarlos, por lo que de las

mismas devienen elementos como la tipicidad, la cual se esboza como el medio por el cual se

pretende encuadrar la conducta del individuo con los supuestos establecidos en la norma

jurídica de naturaleza penal, para que de esta manera se pueda sancionar con efectividad el

delito que se haya cometido y se tenga la certeza que efectivamente el sujeto al que se le

atribuye la comisión del delito pueda purgar la pena correspondiente y ser responsable de su

actitud, siendo estos los motivos por los que es necesario analizar esta figura del derecho

penal.
LA TIPICIDAD

El hombre en su estado primigenio se caracterizó por tener una conducta violenta, la cual le

servía para sobrevivir en su vida como nómada, situación que necesariamente cambio en

algunos aspectos al momento en que se asentó en algún lugar determinado para vivir y en

consecuencia iniciar una nueva etapa de su vida como sedentario, lo cual conllevó que debía

relacionarse con sus similares.

Por lo tanto, para mantener la prosperidad en las comunidades que se comenzaron a originar a

consecuencia de las relaciones interpersonales del hombre y que en sí representaban una

forma de evolución y sobrevivencia debían crearse ciertas reglas que regularan las conductas

que aún persistían en el hombre en cuanto a su naturaleza salvaje, que lo llevaba a un estado

violento.

Es así como esto supuso el origen de cuerpos normativos que con el paso del tiempo fueron

evolucionando y adaptando a las realidades que se presentaban en los distintos pasajes de la

historia del hombre.


Es decir, que para la creación de estas normas necesariamente se debían identificar que

conductas podían ser tomadas como lesivas para la sociedad o bien que irrumpieran el entorno

de cualquier persona, en sí lo que posteriormente se le denominó con un bien jurídico tutelado,

y que consiste en valores ideales de orden social sobre los que descansa la armonía, la paz

social, y la seguridad de la vida en sociedad, es decir que es el legislador quien elige

determinado valor y al protegerlo mediante una norma penal, adquiere el nombre de bien

jurídico penalmente protegido o tutelado (Girón, 2013, p.26).

Siendo este punto en el cual surge una figura propiamente del derecho penal como lo es el tipo

penal, la cual se encarga de encuadrar estas conductas y las ubica en consecuencia como

delitos, desde un punto de vista sui generis, el tipo penal se constituye como: “Una oración

gramatical, que como cualquier otra, está compuesta por una serie de elementos, que deben

verificarse para concluir la tipicidad de la conducta (Vega, 2016, p.1). En tanto, la raíz histórica

del tipo se encuentra inmersa en el vocablo latín corpus delicti, que de cierta manera fue la

forma en la cual se identificaba en antiquísimas normativas que regían en determinadas

comunidades.

Para Olga Islas, el tipo penal se define como: Una figura elaborada por el legislador, descriptiva

de una determinada clase de eventos antisociales, con un contenido suficiente y necesario

para garantizar la protección de uno o más bienes jurídicos (Márquez, 2005, p.130).

La definición planteada por Olga Islas sobre tipo penal tiende a ser muy completa, ya que

conjuga una serie de elementos que adecuan desde un ámbito doctrinario lo que es, esta figura

perteneciente al derecho penal, en consecuencia, estos elementos devenidos de dicha

definición se esbozan de la siguiente manera:

a) El tipo es una mera descripción general y abstracta;


b) Su elaboración corresponde exclusivamente al legislador;

c) El tipo regula, tan solo, eventos que tienen la propiedad de ser antisociales;

d) El tipo determina que un evento antisocial adquiera relevancia penal;

e) Para cada clase de eventos antisociales hay un, y sólo un, tipo penal;

f) Cada tipo penal señala, una, y sólo una, clase de eventos antisociales;

g) La necesariedad y la suficiencia especifican la clase de eventos antisociales descrita

(Márquez, 2005, p.130).

El tipo penal, por lo tanto, es una consecuencia de normar ciertas conductas que se dan en la

vida diaria y por lo tanto se hace necesario el poder encuadrar dichas acciones dentro de esos

supuestos que conforman al tipo penal, por lo que las mismas originan lo que se denomina

como tipicidad, en sí ambos términos deben de coexistir, pero es el tipo penal el que se erige

como la base de todo un ordenamiento jurídico, ya que es el que constituye los supuestos que

encuadran acciones ilícitas que al ser materializadas dan vida a la tipicidad, es decir que

pueden existir un sinfín de acciones que al ser ejecutadas originan un delito, pues de cierta

manera se concretizan cada uno de los supuestos que el tipo penal presume para determinado

delito.

De tal forma que la tipicidad tiende a ser un elemento propio del delito, complementándose con

la acción, antijuricidad y la culpabilidad, es decir tiende a ser un presupuesto sin el cual un

delito no puede originarse. Indistintamente a esto, la tipicidad se define como: La acción típica

es sólo aquella que se acomoda a la descripción objetiva, aunque saturada a veces de

referencia a elementos normativos y subjetivos del injusto de una conducta que generalmente

se reputa delictuosa, por violar, en la generalidad de los casos, un precepto, una norma,

penalmente protegida (Plascencia, 2008, p.15).


Además, que un aspecto muy importante sobre la tipicidad en cuanto a su historia, es que

durante el Siglo XIX, al ser trasladada a la doctrina alemana se le denominó como Tatbestand,

esto debido a que el Tatbestand se constituyó como el hecho del delito, es decir, el contenido

real de lo que se considera como acción punible. Es así, como de ninguna manera debería

existir confusión en cuanto a diferenciar a estos dos términos, los cuales son de gran

importancia dentro del ámbito penal y que permiten que de cierta forma se mantenga

equilibrada la realidad de una población determinada.

La tipicidad, por lo tanto, se encarga de desarrollar una función de carácter descriptivo que

singulariza su valor; debido a las características del delito, circunstancia que conlleva a que se

geste una relación con la conducta antijurídica que permite concretarla en el ámbito penal. La

tipicidad no es solamente una pieza técnica, dentro de toda esta incidencia sino que al

contrario tiende a ser la base, sobre la cual el legislador comienza a darle forma al actuar del

hombre en los casos en que irrumpe el bien jurídico tutelado y por ende es necesario

configurarlo dentro de un delito en específico.

Esto conlleva a la importancia de analizar todos los aspectos que confluyen dentro de la

tipicidad, pues sin esta el delito como tal no existiría, es decir, que se necesita la pericia

suficiente para poder determinar en que casos el actuar del hombre constituye un delito para

que de esta manera se pueda aplicar la sanción correspondiente, de lo contrario se estaría

tomando cualquier acción del ser humano como delito, generando una alza de procesos

judiciales sin razón aparente.

La tipicidad, se vincula con la conducta exclusivamente del ser humano. Es la adecuación o el

encasillamiento, que se hace de la conducta humana en el tipo penal. Consiste en la

focalización de la conducta humana al hecho típico. Cuando la conducta particular, no

encuadra dentro del tipo penal, se señala la existencia de una conducta atípica; que no es
punible. Como consecuencia de ello, se pueden ejecutar todas las condiciones que la Ley

penal no está prohibiendo. La Ley penal consiste en la descripción de los tipos, y ello se lleva a

cabo de manera exhaustiva y cerrada por regla general. Es decir, se busca abarcar todas las

conductas ilícitas (Gómez, 2017, p.13).

De tal forma, que dentro de todo lo relacionado a la tipicidad, es de gran relevancia, establecer

que, el tipo penal a través de una maduración doctrinaria se ha estructurado en dos vertientes

para su respectivo análisis lo cual ha llevado a que un sector de la doctrina concluya en que el

tipo penal se estructura de la siguiente manera:

a) Elemento normativo: Son aquellos que requieren valoración por parte del intérprete que

ha de aplicar la Ley;

b) Elemento objetivo: Es la faz del tipo que consiste en la individualización a través de

formas verbales y elementos descriptivos y normativos en qué consiste la conducta que

el Estado pretende penar a través de la utilización del Ius Puniendi;

c) Elemento subjetivo: Consiste en la descripción de la conducta en la cual se encuentra

inmersa la voluntad final del individuo de realizar determinada acción, es decir, que,

dentro de la acción, el elemento nuclear del tipo, va ineludiblemente la voluntad de

querer realizarla;

d) Elemento descriptivo: Están formados por procesos que suceden en el mundo real, u

objetos que se encuentran en el mundo real (Valenzuela, 2007, p.5)

Estos elementos estructurales en su conjunto deben de concurrir para que pueda originarse un

delito, es decir que a falta de uno de estos la acción catalogada como antijurídica no se le

puede conferir una calidad de ese tipo.


A su vez, la tipicidad, al estar constituido como una oración gramatical, los supuestos que lo

integran tienden a ser funcionales mediante la articulación de verbos rectores, es por ello, que

algunos postulados doctrinarios en materia penal, han establecido que el tipo penal tiene una

función tripartita y que consiste en:

a) Función seleccionadora;

b) Función de garantía;

c) Función motivadora (Girón, 2013, p.29).

La función seleccionadora del tipo penal, es aquella mediante la cual, el Estado tiende a

escoger ciertas conductas que en materia penal son relevantes, de tal forma que dentro de

estas se encuentras las que tienden a ser las más graves y violentas, pero para ello,

previamente debieron haber intervenido otras ramas del derecho, es así que mediante esta

función del tipo penal, es que se origina el principio de protección de bienes jurídicos.

En cuanto a la función de garantía, esta sirve para evitar que el poder arbitrario que tiene el

Estado como ente supremo, pueda afectar de alguna forma a sus habitantes, es por ello que

mediante esta función cobran vigencia principios como el de no hay pena sin Ley anterior, que

en latín se desarrolla como nullon poena sine lege, o bien el de no hay proceso sin Ley anterior

conocido también como nullon proceso sine lege.

Siendo la función motivadora la que tiende a ser el mecanismo preventivo del tipo penal, ya

que de alguna forma incentiva al individuo a que se abstenga de realizar ciertos actos o

acciones que sean constitutivas de delito, pues la consumación de estos conlleva la aplicación

de una pena eminentemente equitativa al daño causado. A la vez, la tipicidad al ser analizada

prolijamente esta dotada de cierto valor, el cual se determina de la siguiente forma:


a. Es una garantía: Debido a que no existe delito sin descripción penal, y por ende se puede

presentar un problema en relación con las leyes penales en blanco. Con ellas, se rompe el

principio de la tipicidad, ya que son leyes incompletas, que señalan la sanción; pero no se

encargan de la descripción del hecho que será completado por otra ley. Se establece, en

todo caso, que como se remite a otra Ley habría una conducta integrada;

b. Es de utilidad para la acuñación de las conductas humanas: El legislador estima que una

determinada conducta es grave para el interés social; se le tiene que atribuir la calidad de

delito;

c. Es una garantía de seguridad jurídica: El individuo sabe lo que debe y no debe hacer

(Gómez, 2017, p.16).

Al igual que cualquier otra figura de las distintas ramas del derecho, la tipicidad desde sus

orígenes ha sido analizado y estructurado mediante diversas teorías planteadas por individuos

acuciosos al estudio del derecho penal, además que al ser tan cambiante la realidad del

hombre en los distintos pasajes históricos de este, lógicamente figuras tan importantes y

determinantes para la realidad del ser humano debían de acoplarse a cada una de estas

realidades, es así como sin ser la excepción, la tipicidad se fue adecuando a esas conductas

que se originaban como consecuencia de esos cambios que se iban gestando, pues de alguna

forma, esto influye de sobre manera sobre el actuar del hombre, obligándolo a tomar nuevas

actitudes que pueden lesionar algún bien jurídico tutelado, por lo tanto, el legislador al formular

la tipicidad debe estar consciente de estos cambios para que no se irrumpa la prosperidad y

convivencia en un lugar determinado.

Es por ello, que de conformidad con diversos estudios y análisis en cuanto al tipo penal, las

fases de evolución de este, se constituye por seis fases, que son:

a) Fase de la independencia;
b) De carácter indiciario;

c) Fase de la ratio essendi de la antijuridicidad;

d) Fase defensiva (La figura rectora de Beling);

e) Fase destructiva;

f) Fase finalista (Márquez, 2005, p.133).

La primer fase de la evolución de la tipicidad y que se le denomina como fase de la

independencia, consiste en que la tipicidad es dotada con una función meramente descriptiva,

lo cual ocasiona que tenga cierta separación de la antijuridicidad y la culpabilidad.

El carácter indiciario constituye la segunda fase de la evolución de la tipicidad, siendo su mayor

precursor Max Ernest Mayer, quien establecía que la tipicidad no era una simple descripción

del ilícito penal, sino que a la vez, detentaba un valor indiciario con otras características del

delito, puntualmente con la antijuridicidad.

Es decir, que Mayer propugnaba que la tipicidad es un indicio, denominado en latín como ratio

cognoscendi de un elemento vital del delito como lo es la antijuricidad, pues para que se llegue

a ésta es necesario que se acredite la falta de concurrencia de una causa de justificación,

ejemplificando tal circunstancia con el hecho de dar muerte a otro tiende a ser en contra del

derecho, siempre y cuando dicha acción no haya sido una reacción encuadrada como legítima

defensa, pero a pesar de su carácter indiciario, la tipicidad es totalmente distante a la

antijuridicidad.

En el caso de la tercer fase denominada como de la ratio essendi de la antijuridicidad, su

mayor precursor, Edmund Mezger, propone que el delito es en primer término, una conducta

típicamente antijurídica, el estudio de la tipicidad no se lleva a cabo en un apartado propio, sino


que se incluye en la antijuridicidad, tratada primero como injusto objetivo y posteriormente

como injusto tipificado (Márquez, 2005, p.135).

En la fase defensiva, se postula a Beling como el máximo exponente dentro de esta fase de la

tipicidad y en la que reestructura algunos de sus planteamientos formulados con anterioridad

acerca del tipo en el cual lo consideraba como una simple descripción de la acción que se

debía de realizar por parte de un individuo para que se considerara como delito, pero al

replantar ciertos aspectos en esta fase, Beling concluye en que la tipicidad es la imagen rectora

o dominante que delimita y preside cada especie delictiva.

Durante la quinta fase denominada como destructiva, pareciera que varios avances en el área

del derecho penal comenzaron a tener cierto retroceso y con ello lógicamente la tipicidad, pues

durante este período el derecho penal como resultado del nacionalsocialismo, corriente

ideológica propia del nazismo, el derecho penal recopila los principios de este régimen, por lo

tanto algunos delitos no son sancionados, si de alguna manera la sociedad no resulta afectada,

del efecto generado por la comisión de cierto delito, es decir si una persona mata a otra y si

esto no repercute en la sociedad o no la pone en peligro, al asesino u homicida, no se le podría

aplicar pena alguna, es decir, que el delito se convierte en el reproche de la culpabilidad ante

un resultado posible.

La última fase de la evolución de la tipicidad, nombrada como finalista, es encabezada por

Hans Welzel, quien propugna por una concesión finalista de la acción valorativamente

considerada. En ese sentido, la acción penal no es cualquier acción, sino una orientada,

encauzada a la consecución de una finalidad, concretamente la acción es el ejercicio final de la

actividad humana (Márquez, 2005, p.142). Es así como en esta fase surge una de las

corrientes en materia penal de gran importancia como lo es el finalismo.


Indistintamente de la ideología planteada en cada una de las fases por las cuales la tipicidad,

ha sufrido distintas variaciones como resultado de la formulación de teorías y corrientes

ideológicas, que le pretendieron dar una explicación adecuada a la realidad que en ese

momento se estaba afrontando, y que de alguna manera ciertos aspectos devenidos de estos

planteamientos han tenido como resultado, el poder adecuar correctamente cada una de las

acciones consideradas como ilícitas dentro de una norma para que esta pueda valorar los

mismos y con ello obtener un sistema de penas, totalmente adecuado a los delitos que se van

gestando como consecuencia de las necesidades y conductas cambiantes del hombre.


CONCLUSIONES

1. La tipicidad es fundamental para poder sancionar al sujeto que ha sido sindicado de la

comisión de un delito en particular, pues a través de esta se podrá encuadrar con certeza la

conducta del agente con los distintos supuestos que previamente ha concebido la norma

penal, por lo que al tener la noción de esto, el togado podrá proferir el fallo correspondiente

con congruencia.

2. Es necesario que la tipificidad concurra dentro del delito, pues a falta de este, no se podrá

encuadrar la conducta con el supuesto y por ende no se podrá determinar con efectividad si

realmente el delito fue consumado, es por ello, que cada uno de los elementos del delito se

encuentran entrelazados para que el marco jurídico normativo atienda correctamente a

cada uno de los supuestos que dan origen a un delito.


REFERENCIAS

Girón, José. Teoría del delito. Guatemala, Guatemala: (s.e.), 2013.

Gómez, Joaquín. Elementos básicos del derecho penal. Guatemala, Guatemala: (s.e.),
2017.

Márquez, Rafael. El tipo penal. México, Ciudad de México: Editorial Universitaria, 2005.

Plascencia, Raúl. Teoría del delito. México, Ciudad de México: (s.e.), 2008.

Valenzuela, David. El delito. Argentina, Buenos Aires: (s.e.), 2007.

Vega, Harold. El análisis gramatical del tipo penal. Colombia, Barranquilla: (s.e.), 2016.

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