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Teoría General del Delito

La teoría general del delito se encarga del estudio del delito, este estudio del delito se
refiere a un estudio de sus elementos de manera general, es decir, el delito dentro de
la parte general del derecho penal, estudiando elementos comunes a todos los delitos,
cabe hacer notar que el estudio de las características propias de cada figura delictiva
corresponde a la parte especial del derecho penal, Muñoz Conde en su libro Teoría
General del Delito nos refiere que “la teoría del delito se ocupa de las características
comunes que debe tener cualquier hecho para ser considerado delito, sea este en el
caso concreto una estafa, un homicidio o una malversación de caudales públicos”.[1]

1. EL DELITO Y SUS ELEMENTOS.

Una vez que tuvimos ya un acercamiento a lo que se entiende por teoría general del
delito, es momento de describir, o mejor dicho, de definir que es el delito.

Bajo el principio de que no existe delito sin ley, podemos de manera general
comenzar diciendo que el delito es toda aquella conducta humana que es sancionada
como delito por el legislador, cabe aclarar que no cualquier conducta es relevante
para el derecho penal, solo aquella que es reprochada socialmente, por ejemplo, una
pelea de box, provoca lesiones entre los contendientes, pero dado que es aprobada
socialmente, dicha acción de pelear y causarse lesiones no es penalmente relevante.

Así pues, tenemos que es el legislador quien determina que conducta es la que se
deberá considerarse penalmente relevante, por lo tanto a través de la ley se
seleccionan los comportamientos reprochables y se garantiza a la ciudadanía que
solo lo descrito en el ordenamiento como delito será reprochable, para finalmente
motivar a los mismos ciudadanos a conducirse acorde con el estado de derecho,
dicha motivación se da toda vez que la conducta descrita por el legislador como delito
contiene una pena.

Bien; de manera general considero ha quedado claro lo que es un delito, pasemos


ahora a la parte técnica de la definición de delito,  Muñoz Conde al respecto nos dice
que “el derecho penal positivo ha llegado a la conclusión de que el concepto del delito
responde a una doble perspectiva, se presenta como un juicio de desvalor que recae
sobre un hecho o acto humano y como un juicio de desvalor que se hace sobre el
autor de ese hecho. Al primer juicio de desvalor se le llama injusto o antijurícidad, al
segundo culpabilidad. Injusto o antijuricidad es, pues, la desaprobación del acto;
culpabilidad la atribución de dicho acto a su autor.”[2]

Por lo expuesto podemos afirmar que los elementos del delito son: el tipo, que es la
conducta descrita por el legislador como delito, la antijuricidad y la culpabilidad.

Resumiendo, podemos definir al delito como una conducta, tipica, antijuridica, y


culpable (la punibilidad es propiamente una consecuencia del delito), a continuación
haremos un breve repaso de lo que se entiende por cada elemento que contiene la
definición de delito.
1.1 CONDUCTA (ACCIÓN Y OMISIÓN).

El derecho penal se encarga de sancionar la conducta de las personas, por lo tanto


podemos decir que la conducta es un elemento esencial del delito, es decir, no hay
delito sin conducta como veremos más adelante; han existido diversas conceptos
sistemáticos de conducta, pero se coincide en que la conducta es una manifestación
de la voluntad en el mundo exterior que sancionan las leyes penales, Jiménez Huerta
precisa que la conducta es “el modo o forma de manifestarse en el externo
comportamiento típico, queda comprendidas tanto las formas positivas como las
negativas con que el hombre manifiesta externamente su voluntad. Implica, pues, un
superior conocimiento de genérica significación; idóneo para abarcar las diversas
formas en que típicamente se plasma la voluntad de los hombres”[3].

Podemos advertir de la definición citada que una conducta tiene elementos externos e
internos, esto es una acción o una omisión - conceptos que precisaremos más
adelante – pero para que la conducta sea considerada como delito debe
materializarse en el mundo exterior; solo se podrá delinquir, es decir cometer un delito
cuando la conducta de un sujeto determinado haga que su hacer o dejar de hacer se
manifieste con elementos tangibles o perceptibles por los sentidos en la realidad,
adecuados al tipo penal descrito por la norma.

Al respecto Antonio Berchelmann Arizpe nos dice que “la acción como forma externa
de la conducta, equivalga a la racionalización espacial y temporal de cierto
comportamiento corporal de una persona. Ya sea por la actividad de uno de sus
miembros (brazos, piernas, manos, pies, etc.) ya sea por cualquier órgano que ponga
en marcha el complejo muscular del cuerpo humano que se perciba en el mundo
exterior (gestos, palabras, etc) por su parte se dice que la omisión es la inactividad
física o inercia muscular con relación a una acción esperada; es la actitud pasiva o
inmovilidad de aquellas partes del cuerpo cuya actuación depende de la voluntad”[4].

Podemos decir que el término conducta es pues un concepto aceptado en el derecho


penal mexicano como el primer elemento conceptual del delito, pero aclarando que no
cualquier conducta, sino solo aquellas que se ajusten objetiva y subjetivamente al
marco normativo previsto por el ordenamiento penal. Ahora bien, la conducta tiene
modos de manifestación, siendo estos la acción y la omisión, Fernando Arilla Bas
respecto de la acción y la omisión nos dice que “las acciones y las omisiones punibles
aparecen, por lo general, enumeradas disyuntivamente en las leyes penales. Tienen
ambas de común, el elemento interno de la conducta de que son variantes, es decir,
la volición, pero las primeras se exteriorizan mediante un comportamiento positivo o
sea aliud facere, en tanto que las segundas la exteriorizan por medio de un
comportamiento negativo. La acción contradice una norma prohibitiva, en tanto que la
omisión contradice una norma perceptiva. La acción viola, en consecuencia, un deber
jurídico de abstenerse, es un facere quod non debetur y la omisión viola un deber
jurídico de obrar, es un non facere quod debetur. El comportamiento activo es un
comportamiento prohibido, en tanto que el omisivo es debido[5].

Es muy elocuente lo dicho por el maestro Arilla Bas, la conducta tiene una
manifestación negativa y una positiva, que se traducen en una acción u omisión
respectivamente, por tanto la norma penal prohíbe tanto la acción, así como la
omisión, lo cual se traduce en que lo abstracto descrito por el legislador, esto es el
tipo penal[6], tiene la función de intimidar al ciudadano común para que se abstenga
de actuar contrario a la sana convivencia social, así como también lo conmina a que
cumpla con su deber en caso de que así le sea exigible por su actuar cotidiano en
alguna determinada profesión, por ejemplo la enfermera de un hospital tiene la
obligación de atender por prescripción de un medico, a un determinado paciente, si
esta no lo hiciere así y el paciente fallece, porque su conducta fue omisa con cumplir
con dicha obligación, pues tendría que responder penalmente por dicha omisión de
actuar.

1.2. EL TIPO.

Cuando analizamos el concepto de delito y sus elementos decíamos que el tipo es la


descripción abstracta que el legislador hace de una conducta; así pues, el tipo tiene
una triple función a saber; una función seleccionadora de los comportamientos
penalmente relevantes, una función de garantía de cuales comportamientos son
considerados como delito y una función motivadora general, en la cual el legislador
espera que con la conminación de una pena los ciudadanos se abstengan de realizar
dichas conductas que considera como delito.

Al respecto de lo que se entiende por tipo penal, el maestro Marquez Piñero citando a
la Dra. Olga Islas, en su libro El Tipo Penal señala que “el tipo constituye,
funcionalmente, una figura elaborada por el legislador, descriptiva de una determinada
clase de eventos antisociales, con un contenido suficiente y necesario para garantizar
la protección de uno o más bienes jurídicos”[7].

Una vez precisado lo que es el tipo penal, es importante añadir que con la evolución
de la dogmática penal – situación que veremos en el siguiente capítulo – a partir de
los estudios de Beling, se considera al tipo como un tipo de injusto; es decir, “como se
ha dicho, antes de la obra de Beling, en 1906, la concepción que se tenía del delito
era bipartidista, estimando sólo dos aspectos esenciales de la ley penal: la norma
concentradora de la prohibición y que establece la pena, y por otra parte, la sanción
que captaba los elementos determinantes de la punibilidad. De esa manera Binding lo
deducía como consecuencia de afirmar que el delincuente no obra contra la ley sino
contra la norma que en aquélla se contiene. Por tanto, uno de los aspectos más
trascendentes de la consideración de Beling fue, como lo refiere Jiménez Huerta,
arrancar del concepto de especie delictiva, concebida como un todo compuesto de
una pluralidad de elementos (previstos a veces expressis verbis y otras
subintelligenda), para precisarse o completarse por la interpretación, que se
encuentran en la correspondiente descripción legal, para llegar a proponer la
comprensión del tipo como algo distinto a lo que, como se ve, venía a ser una imagen
unitaria equivalente al delito mismo……., el tipo en sentido estricto se traduce en el
reconocimiento de su característica fundamental y predominantemente descriptiva, lo
que lo hace un componente distinto al delito en general”.[8]

En este orden de ideas, basándose en los estudios de Beling sobre el tipo, Welzel, en
Alemania en la década de los treinta del siglo pasado, llega a la conclusión que los
tipos penales contienen elementos objetivos y elementos subjetivos, así pues, que
nuestro derecho penal, sigue esta dogmática, llamada escuela Finalista, cuyos
criterios siguen vigentes hasta nuestros días; luego entonces debe quedar claro para
cumplir con el motivo del presente trabajo afirmar que el tipo es la descripción
abstracta que el legislador hace de una conducta penalmente relevante y que
contiene una vertiente que incluye elementos objetivos y otra que incluye elementos
subjetivos como el dolo y la culpa.

Como comentario final al tipo como elemento del delito, conviene citar al Maestro
Urosa Ramírez, quien al respecto nos comenta que “al vocablo tipo se le han atribuido
múltiples connotaciones, pero son dos las más reconocidas: por una parte, como la
garantía-tipo empotrada dentro de la legalidad que recoge el aforismo nullun crimen,
nulla poena sine lege, aceptada por la mayoría de los estados de derecho
democrático y por otra parte, como un dispositivo legal que cumple una importante
función sistemática dentro de la estructura de la teoría del delito, que describe
aquellas conductas humanas penalmente relevantes.

La teoría finalista logra un importante avance sistemático dentro del desenvolvimiento


dogmático en la configuración de la teoría del delito, que supera modelos anteriores al
lograr una mayor precisión conceptual que redunda en una mayor seguridad jurídica
de los gobernados, si bien no esta exenta de críticas realizadas por juristas alemanes
post-finalistas como Gunther Jakobs y Claus Roxin, dirigidas a la explicación
teleológica del derecho penal. Con apoyo en lo anterior, comienza a obtener cada vez
mayor importancia el funcionalismo y dentro del mismo, la teoría de la imputación
objetiva, que parte de criterios jurídicos normativos y no exclusivamente naturales
para poder atribuir determinados resultados en la acción u omisión del agente;
encontrándose actualmente esta teoría en pleno desarrollo”.[9]

1.3. ANTIJURIDICIDAD.

Siguiendo con el estudio de los elementos del delito, toca el turno a la antijuridicidad,
de la cual podemos adelantar, a reserva de ampliar el conocimiento sobre el
significado de la misma, que deberá entenderse como antijuricidad a la contradicción
de una determinada acción con lo previsto en el ordenamiento penal, me explico; se
tiene una conducta determinada, misma que al realizar un juicio de subsunción, es
decir de adecuar dicha conducta al tipo, y si es contraria al mismo, entonces se podrá
decir que dicha conducta es antijurídica, como apoyo a lo expuesto cito al ilustre
maestro Muñoz Conde quien al respecto de la antijuricidad nos dice; “una vez
subsumido (tipificado) el caso de la realidad en el supuesto de hecho de una norma
penal, el siguiente paso, en orden a la averiguación de si ese caso puede engendrar
responsabilidad penal, es la determinación de la antijuricidad, es decir, la constatación
de que el hecho producido es contrario a derecho; …..antijuricidad expresa la
contradicción entre la acción realizada y las exigencias del ordenamiento jurídico”.[10]

Consideramos que con lo expuesto por el maestro Muñoz Conde, es suficiente para
entender lo que es la antijuricidad, ya que no pretendemos ser muy extensos en este
tema, lo que buscamos es dar una breve explicación de los elementos del delito, para
que Usted amable lector pueda conocer los elementos generales que componen a el
delito, me quedaría únicamente para agotar lo que a la antijuricidad se refiere, hacer
mención de que el derecho penal no crea la antijuricidad, sino que en virtud de la ratio
cognosendi del tipo penal (función indiciaria del tipo penal), se seleccionan los
comportamientos más lesivos para el conglomerado social, conminándolos con una
pena, a decir del Maestro Muñoz Conde, “la realización de un hecho típico genera la
sospecha de que ese hecho es antijurídico; pero esta presunción puede ser
desvirtuada por la concurrencia de una causa de justificación excluyente de la
antijuricidad. Si no concurre ninguna de estas causas, se afirma la antijuricidad y el
siguiente paso, es entonces, la constatación de la culpabilidad del autor de ese hecho
típico y antijurídico”;[11] es pues tiempo de pasar a lo que es la culpabilidad en la
teoría del delito.

1.4. LA CULPABILIDAD.

Antes de comenzar con este tema, quisiera hacer la aclaración de que dado que el
presente esfuerzo académico se refiere ha realizar un breve estudio de la teoría
general del delito así como del delito y la evolución dogmática del estudio del mismo,
no pretendemos ser muy profundos en los elementos que integran el delito, sino dar
una sucinta pero puntual explicación de los mismos, lo que nos permitirá
efectivamente cumplir con el objetivo de este estudio, una vez aclarado el punto,
pasemos a la explicar la culpabilidad como elemento del delito.

De manera muy puntual podemos decir que la culpabilidad se refiere a la capacidad


de una persona de ser sujeto de derecho en materia penal, Berchelman Arizpe nos
dice al respecto de la culpabilidad que “la acción típica y antijurídica del injusto ha de
ser culpable. Es decir, se ha de poder hacer responsable al autor del injusto. O a
aquél se le ha de poder reprochar la conducta por la que realizó el injusto. Por ello la
imputabilidad o capacidad de culpabilidad al igual que la ausencia de causas de
exculpación son presupuestos de la culpabilidad. La diferencia principal entre la falta
de antijuricidad y la falta de culpabilidad consiste en que la conducta justificada se
reconoce dentro del derecho por el legislador; por ende está permitida y se le debe
soportar por todos”.[12]

La culpabilidad es entonces como refiere Dr. Díaz Aranda, el juicio sobre el autor
mediante el cual se determina si se le puede reprochar el haberse comportado
contrariamente a lo establecido en el orden jurídico.[13]

Coincidimos en todo momento con lo expuesto por tan ilustres penalista, la


culpabilidad se refiere al juicio de reproche que el estado realiza al autor de un ilícito,
o mejor dicho al trasgresor de la ley, ya que el derecho tiene como finalidad el orden
social y la sana convivencia social.

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