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INTRODUCCIÓN

El hombre ha creado un conjunto de normas jurídicas tendientes a resguardar la convivencia

dentro de la sociedad, por tal razón, al momento en que algún miembro de la comunidad

irrumpe esta convivencia de forma abrupta y lesiona algún bien jurídico tutelado que resguarda

ese marco jurídico normativo, el Estado a través de su poder coercitivo manifestado por el

Poder Judicial, lo sanciona con una pena, la cual ha sido proferida por un órgano jurisdiccional

competente, por lo que esta sanción deberá ser equitativa al daño causado, sin embargo en los

casos en que este daño resulta trascendental para la conciencia social, la pena tiende a ser

con un resultado inesperado, en el sentido que estás terminan con la vida del individuo

condenado por la comisión de un delito en específico.

Sin embargo, por el resultado que tiene esta clase de penas y como infringe en el mundo

moderno protector de los derechos humanos, de forma progresiva se ha comenzado a despojar

de las normativas jurídicas de los Estados proclamados como democráticos estas penas que

terminan con la vida de una persona a pesar de lo inefable del delito que ha cometido, por lo

tanto es pertinente analizar y desarrollar lo concerniente a este tema.


LA PENA DE MUERTE

El ser humano desde el momento en que dejó a un lado su vida como nómada y en

consecuencia se asentó en un lugar determinado e inicio una nueva etapa en su vida en la que

necesariamente para subsistir, debía relacionarse con sus similares, su naturaleza debía de

adaptarse a estas circunstancias y en consecuencia su carácter debía responder a las

reacciones que surgían ante cualquier circunstancia devenida de esa nueva forma de vida.

Sin embargo, al no poder controlar ciertas reacciones que causaban daño a los miembros de

las comunidades que se fueron forjando al convertirse en un ser sedentario, fue necesario que

dentro de la misma comunidad se comenzarán a tomar mediadas para mantener la tranquilidad

dentro de la misma, es así como con el paso del tiempo se fueron estructurando normas que

adecuaran ciertas conductas generadas por el hombre y que para compensar el daño

ocasionado, se debía imponer una sanción.

Sanciones que ocasionalmente eran impuestas de una forma desmedida, es decir, que no

correspondían al hecho o daño ocasionado, pues muchas de estas eran inhumanas, pues se

pretendía generar cierto miedo en la sociedad, para que de esta manera se abstuvieran de

realizar determinadas conductas que irrumpieran con la prosperidad de la comunidad.

Un ejemplo muy claro sobre ese instinto agresivo del hombre y los primeros acercamientos

hacía ciertos sentimientos que originalmente no debían de haberse producido en el hombre,

como la envidia, la codicia, entre otros, lo ilustra perfectamente algunos relatos bíblicos como lo

es la historia de Caín y Abel, hijos de Adán y Eva, la cual se centra en la envidia y enojo que

tuvo Caín sobre su hermano Abel, al momento en que presentaron sus ofrendas ante el Dios

creador, quien recibió con agrado la ofrenda llevada por Abel, más no la que presentó Caín,

pues el Dios creador, percibía en Caín un sentimiento de envidia sobre su hermano.


Por lo tanto, al sentirse rechazado Caín por el Dios supremo, decidió engañar a su hermano

Abel, llevándolo con la excusa de un paseo a un lugar en el cual, Caín le dio muerte a su

hermano, circunstancia que provocó el enfado del Dios supremo y lo desterró de la tierra en la

que se derramó la sangre de Abel.

Relato bíblico que desde un punto de vista religioso supuso el acaecimiento del primer delito,

es decir que de alguna forma los sentimientos de envidia y ambición de Caín, lo fueron

sofocando hasta llegar a un punto en el cual toma una reacción ante tal circunstancia,

culminando todo esto en el asesinato de su hermano Abel.

La muerte de Abel en manos de su hermano Caín, a pesar de la restricción que Dios impuso

sobre este último que nadie tenía el derecho de matarlo, ya que de lo contrario quien lo

intentará sufriría un castigo por siete veces, era un ejemplo más de la necesidad de crear

ciertas reglas que impidieran el acaecimiento de acciones como la cometida por Caín y que

evitara que las mismas fueran replicadas por sus semejantes, circunstancia que de alguna

manera se revalidó mediante los Diez Mandamientos que Dios le presentó a Moisés, en los que

dentro de estos expresamente constaba la prohibición de no matar.

A pesar de la existencia de estos relatos bíblicos, el desarrollo de la historia, respecto a la

imposición de penas a quienes cometieran ciertos delitos tiende a ser un tanto sangrienta e

incongruente en algunos pasajes históricos, ya que en algunos de estos, se llegó al grado de

permitir que fuera el padre de familia quien tenía la autorización del monarca de darle muerte a

su esposa, hijos o sirviente, cuando existiera una razón suficiente para penalizar la misma,

confiriéndole al cabeza de familia un poder, innecesario y a la vez desvirtúa la naturaleza y

fines de la familia.
Acontecimientos que acaecieron durante la vigencia del derecho romano, por lo tanto, la pena

de muerte o conocida también como pena capital, se convirtió en una de las sanciones que

regularmente era impuesta, siendo los primeros dos delitos que ameritaron dicha pena el

parricidium y el perduello.

En estos delitos la pena de muerte se ejecutaba de una forma inadecuada a las condiciones de

cualquier ser humano, pues sus autores eran ahorcados del árbol infelix o infecundo, con el

carácter de una sacratio capitis que convertía al ejecutado en homo sacer, la pena era pues de

carácter infamante y sacral. Todo culpable tenía que ser sacrificado, tanto si era libre como sí

no lo fuere, igual si era ciudadano que si fuese extranjero. La sentencia penal personal era una

consagración del condenado a una divinidad como expiación de la comunidad a causa de una

culpa que pesaba sobre ella (Barbero, 2011, p.59).

Para la imposición de estas penas, el acusado de haber cometido cualquiera de los dos delitos

que conllevaban la pena capital, eran sometidos a un proceso en el cual, el magistrado a cargo

de los mismos, emitía una sentencia provisional, que posteriormente podía ser ratificada por la

población, ya que son estos quienes decidían si efectivamente la pena impuesta previamente

era la más adecuada para sancionar a quienes cometieron algún delito.

Con el paso del tiempo, la pena capital continúo siendo una de las sanciones más temidas y

sanguinarias en Roma, pero a la vez se impusieron otro tipo de penas que pretendían tener

cierta severidad pero lógicamente no alcanzaban el grado que tenía la pena de muerte, es así

como surge la interdictio, la cual consistía en una especie de destierro de Roma, para evitar la

pena de muerte, ya que la condición de este perdón, se basaba en que el condenado bajo

ninguna circunstancia podía regresar a Roma, pues de lo contrario se le daría muerte.


Es así, como durante la vigencia del derecho romano, la pena capital fue impuesta sin tomar en

cuenta la condición de ser humano de los acusados y mucho menos lo ecuánime que debía de

ser en cuanto al delito cometido, de tal forma que en otros lugares se originaron ciertos cuerpos

normativos en los que se reglamentaban las conductas de los hombres, catalogadas como

delitos y las penas a imponer de acuerdo al ilícito cometido, siendo alguno de estos, el Código

de Hammurabi, que establecía penas y compensaciones de acuerdo con las distintas clases o

grupos sociales de las víctimas y los infractores. La Torá (ley judía), también conocida como el

Pentateuco (el conjunto de los cinco primeros libros del Antiguo Testamento), establece la pena

de muerte para el 10 homicidio, el secuestro, la magia, la violación del Shabat, la blasfemia y

una amplia gama de crímenes sexuales, aunque la evidencia sugiere que las ejecuciones en

realidad eran raras (Higuera, 2019, p.78).

En el caso particular de la Europa medieval, aconteció un uso desmedido e inadecuado de la

pena capital, ya que la misma era impuesta sin tomar en cuenta la gravidez del hecho

asemejándose un poco a la situación que aconteció durante el Imperio Romano, pues la pena

de muerte se comenzó a emplear de una forma generalizada, en los cuales existían casos que

no ameritaban una pena tan severa como esta, es decir, que cuando una persona robaba un

animal o procedía a talar un árbol, con seguridad la pena que conllevaría tal circunstancia sería

la pena de muerte e irónicamente cuando se trataba de algún delito concerniente al patrimonio

de una persona, a pesar de que este tipo de delitos ameritara una pena de muerte, la misma

podía ser conmutada a una pena consistente a residir en una colonia penal o bien ser remitido

a un área en donde debía de laborar en condiciones infrahumanas que llegan a ser

catalogadas como actividades propias de la esclavitud.

La pena de muerte por lo tanto, se convirtió en uno de las sanciones más temidas en los

distintos pasajes de la historia del hombre, lo cual generó que con el origen de los Derechos

Humanos, se alzaran ciertos sectores defensores de estas garantías en contra de esta sanción
penal, pues la misma lesionaba un derecho fundamental como lo es la vida, es por ello, que

durante algún tiempo la aplicación de la pena de muerte fue disminuyendo, pero con el

acaecimiento de conflictos bélicos que repercutieron la historia del hombre como lo fueron la

Primera y Segunda Guerra Mundial, reactivaron el uso de esta pena, la cual era aplicada

regularmente a ciertos prisioneros de guerra y que de alguna manera pretendían demostrarle a

los países en conflicto, la hegemonía que estos aparentemente tenían, con el fin de causar una

especie de temor a sus enemigos.

Es durante estos períodos en donde las guerras ocasionan el doble de víctimas, tanto de

aquellas que mueren en combate o quedan en el fuego cruzado como también de quienes han

sido ejecutados a consecuencia de la imposición de una pena capital, siendo estos factores

suficientes para que la abolición de una pena como es la de muerte fuera abolida y quedará en

desuso, atendiendo a la importancia y primacía de los Derechos Humanos.

Por lo tanto, con el surgimiento de entidades como la Organización de las Naciones Unidas y

otros entes de carácter internacional, la aplicación de la pena de muerte debía de ser frenada y

para ello era necesario crear instrumentos internacionales que regularan o garantizarán estos

aspectos. El derecho a la vida y el derecho a no ser sometido a penas crueles, inhumanas o

degradantes son los dos derechos humanos citados con más frecuencia en los debates sobre

la pena de muerte. Sin embargo, estos no son los únicos derechos contra los que atenta la

pena capital (Amnistía internacional, 2017, p.2).

De tal forma que la pena de muerte, progresivamente se ha tratado de abolir de las

legislaciones penales alrededor del mundo, tarea que se inició a lo largo de la segunda mitad

del siglo XX. A principios de siglo, sólo tres Estados habían abolido permanentemente el

castigo capital para todos los delitos: Costa Rica, San Marino y Venezuela. En 1948, el número
ascendió a ocho. A fines de 1978 había alcanzado los diecinueve. Durante los últimos veinte

años, el número se ha triplicado con creces (Amnistía internacional, 2017, p.3).

Consecuentemente la pena de muerte, aún sigue siendo una de las sanciones por excelencia

en algunos países, especialmente los pertenecientes al continente asiático, lo cual impide que

se llegue a un acuerdo entorno a la aplicación de esta pena y que es necesario sustituirla por

otra que realmente persiga los fines de una pena y se acople a los diversos instrumentos

internacionales que protegen a los Derechos Humanos como también permita una renovación

en el sistema de aplicación de penas.

Se ha considerado que la pena tomada como castigo tiende a reprimir la conducta antisocial,

sin embargo, para la doctrina, la justificación de la pena presenta dos hipótesis, por un lado la

pena tiene un fin específico, se aplica quia peccatum est, a quien esta pecando; y por el otro

lado se considera en forma casuística, como medio para la consecución de fines determinados,

se aplica en peccetur, para que nadie peque (http://muerte.bioetica.org/clas/muerte10.htm.

Consultada 25 de octubre de 2022).

Consecuentemente estos supuestos originan una hipótesis más, y que ha sido denominada

como tesis ecléctica, y que consisten no conformarse con darle a la pena una sola

característica; a estas corrientes se les conoce como teorías absolutas, teorías relativas y

corrientes mixtas. Cada una de estas teorías, concretamente contienen las siguientes

generalidades:

a) Teorías absolutas, afirman que la pena se justifica a sí misma y no es un medio para

otros fines.

b) Teorías relativas, sostienen que la pena es un medio para obtener fines ulteriores y se

dividen a su vez en teoría relativa de la prevención general; es decir, que la pena será
entendida como un propósito de prevención para los demás; y teoría relativa de la

represión especial, la pena se impone y surte efecto en el delincuente.

c) Teorías mixtas, respalda la prevención general mediante la retribución justa

(Machiavelo, 2015, p.11).

De tal forma que la pena para que sea eficaz, deberá contar con ciertos elementos como lo es,

el ser: intimidatorio, por lo que será aflictiva; ejemplar, por lo que debe ser pública; correctiva,

por lo que deberá disponer de medios curativos; educativa y de adaptación; eliminatoria y justa.

Es decir, que la pena de muerte como sanción penal se constituye como la privación de la vida

al delincuente, sin importar como esta debe de ser ejecutada, es por ello, que a través de la

historia, la pena de muerte, al ser materializada se ha validado de muchas formas inhumanas,

creando en algunas ocasiones máquinas o artefactos que permitieron la ejecución de un

individuo, y al ir evolucionando estas formas en algunos países se fueron adoptando formas

exclusivas y que caracterizaban a ese país en cuanto a la aplicación de la pena capital, pues

en algunos lugares hicieron propio el fusilamiento, el uso de guillotina o el ahorcamiento.

Penas que lamentablemente eran ejecutadas ante la vista de la población, generando de esta

forma una especie de espectáculo en el que no se respetaba en ningún momento el deceso de

la persona que se ejecutaba a pesar de los delitos que cometió en vida, es decir que en ningún

momento se atendió a su integridad como ser humano.

Modernamente algunos juristas han concluido, que la pena de muerte no es la solución a

ciertos problemas de criminalidad con los que cuentan algunos Estados, pues el simple hecho

de acabar con la vida de una persona, en sí no concretiza la finalidad de una pena,

contrariamente se castiga con más violencia con el simple hecho de acabar con la vida de una

persona.
Los Derechos Humanos han sido dentro de los anales de la historia, un tema que se mantiene

en constante relevancia y discusión, pues sin la existencia de estos, el hombre de alguna

manera no podría desarrollarse plenamente dentro del entorno cambiante que cada Estado

ofrece, es por ello, que conforme el hombre va evolucionando se hace necesario reconocerle

ciertas garantías.

Por lo tanto, el término Derechos Humanos, ha sido definido y planteado desde distintas

perspectivas, siendo algunas muy complejas como contrariamente otras son esbozadas a

grosso modo y con sencillez, pero indistintamente de la definición que se trate, todas

obligatoriamente deben estructurarse entorno a la dignidad del hombre, prevaleciendo siempre

en todo caso, las garantías primigenias que fueron las que sentaron las bases de los Derechos

Humanos modernos, como lo son la libertad, igualdad, bienestar social, justicia, paz,

solidaridad y seguridad, baluartes sobre los que cualquier Estado, proclamado como

democrático debe reconocer y consecuentemente proteger.

Desde un punto de vista general, los Derechos Humanos, se pueden definir como: El conjunto

de normas, principios y valores propios de la dignidad de la persona humana, y se refieren a la

vida, libertad, igualdad, participación política, bienestar social y cualquier otro aspecto ligado al

desarrollo integral del ser humano, inherente, universal e inviolable que permite orientar el

comportamiento del ser humano en sociedad, indicándole aquello que puede hacer y lo que

debe respetar, derechos y deberes, y a los cuales no pueden renunciar bajo ningún concepto

(Subdirección de Estudios y Doctrina de la Policía Nacional Civil, 2009, p.11).

Definición que a pesar de estar planteada ampliamente, recalca un aspecto muy importante

que es la Irrenunciabilidad que caracteriza a estas garantías, es decir, que por ningún motivo,

se podrá renunciar a estos a pesar que exista consentimiento o bien que el Estado, coaccione

a un individuo a renunciar a estos.


Motivos que son suficientes para que al momento en que un Estado determinado se

autoproclama como democrático, instantáneamente incorpora todo este conjunto de normas,

principios y valores a sus ordenamiento jurídico, dándoles preeminencia desde su norma

suprema como lo es una Constitución Política, ya que es en esta, donde concurren los

aspectos más importantes en la estructura de un Estado y a su vez, reconoce la importancia

del hombre como base de una sociedad y por ello, la importancia de protegerlo.

Es por ello, que atendiendo a estas circunstancias el maestro Peces (2012), plantea una

definición muy acertada sobre Derechos Humanos y que se esboza de la siguiente manera:

Facultad que la norma atribuye de protección a la persona en lo referente a su vida, a su

libertad, a la igualdad, a su participación política o social, o a cualquier otro aspecto

fundamental que afecte a su desarrollo integral como persona, en una comunidad de hombres

libres, exigiendo el respeto de los demás hombres, de los grupos sociales y del Estado, y con

posibilidad de poner en marcha el aparato coactivo del Estado en caso de infracción (p.5).

Protección que no solamente queda en un plano interno, pues el reconocimiento y protección

de los Derechos Humanos, deviene de un nivel internacional, en el que entidades como la

Organización de las Naciones Unidas, promulga instrumentos internacionales con el único fin,

que los mismos sean respetados por los países signatarios y en consecuencia estén obligados

a incorporarlos a sus marcos jurídicos normativos, posteriormente de haber sido ratificados,

esos instrumentos internacionales que previamente fueron aceptados.

En el caso de la pena de muerte, estas normativas de carácter internacional, juegan un papel

muy importante, ya que indistintamente del entendimiento que se tenga acerca de esta pena y

de los objetivos o finalidades que se busquen mediante su aplicación, al momento en que esta

es ejecutada, comienza a tener relevancia en el campo de los Derechos Humanos, pues


mediante la misma se atañe un derecho fundamental del ser humano, como lo es la vida, el

cual no solamente se protege dentro de estos instrumentos sino que también en normativas

internas de los países que han suscrito y ratificado, este tipo de normativas internacionales, por

lo tanto, el garantizar este derecho es de vital importancia, sin tomar en cuenta que esta

persona sea catalogada como delincuente.

En consecuencia todos los instrumentos internacionales que actualmente están vigentes,

regulan lo concerniente al derecho a la vida, por lo tanto, en el Artículo 3 de la Declaración

Universal de los Derechos Humanos se establece: “Todo individuo tiene derecho a la vida”. De

igual forma, el Pacto de los Derechos Civiles y Políticos, prescribe en su Artículo 6: “El derecho

a la vida es inherente a la persona humana. Este derecho estará protegido por la Ley. Nadie

puede ser privado de ella arbitrariamente. En los países en que no se haya abolido la pena

capital, sólo podrá imponerse la pena de muerte por los más graves delitos y de conformidad

con las leyes que estén en vigor en el momento de cometerse los delitos y que no sean

contrarias a las disposiciones del presente Pacto ni a la Convención para la Prevención y la

sanción del Delito de Genocidio....”.

En ese mismo instrumento internacional se enumeran condiciones para imponer la pena de

muerte, que de alguna manera la limitan y en algunos casos la prohíben expresamente

atendiendo a ciertos aspectos como es la situación de menores de 18 años de edad, mujeres

en estado de gravidez o la edad máxima que debe de tener una persona para no ser

condenado a la pena capital, a su vez algunos de estos aspectos son recopilados en

Constituciones Políticas como también en normativas ordinarias.

Por lo tanto, la Convención Americana de Derechos Humanos, establece en su Artículo 4: “Del

derecho a la vida” lo siguiente: “1. Toda persona tiene derecho a que se respete su vida. Este

derecho estará protegido por la ley y, en general, a partir del momento de la concepción. Nadie
puede ser privado de la vida arbitrariamente. 2. En los países que no han abolido la pena de

muerte, ésta sólo podrá imponerse por los delitos más graves, en cumplimiento de sentencia

ejecutoriada de tribunal competente y de conformidad con una ley que establezca tal pena,

dictada con anterioridad a la comisión del delito. Tampoco se extenderá su aplicación a delitos

a los cuales no se la aplique actualmente. 3. No se restablecerá la pena de muerte en los

Estados que la han abolido.”

Estos instrumentos internacionales dejan en evidencia claramente la lucha incesante que

desde hace años se ha mantenido por garantizar plenamente el derecho a la vida y más

cuando este puede ser afectado por la emisión de una pena por parte del Estado atendiendo a

su función de ente supremo y sancionador, lo cual tiende a ser un tanto anticuado e

inconcebible en la actualidad ya que ese tipo sanciones son propias de un ordenamiento

jurídico anticuado en el cual no se concebía un respeto a la integridad del ser humano.

La prohibición de privar a una persona de la vida arbitrariamente es un concepto jurídico

indeterminado, según lo expuesto por Ana Salado: Los tratados de derechos humanos de

carácter general reconocen el derecho a la vida en sentido amplio y se esfuerzan en afirmar

que ninguna persona puede ser privada de la vida arbitrariamente. Pero tal esfuerzo no es más

que la confirmación de que el derecho a la vida permite excepciones; de ahí que Paul Sieghart

haya señalado la contradicción entre este derecho y otros protegidos por los mismos

instrumentos, como, por ejemplo, la prohibición de la tortura, de la esclavitud y de la

servidumbre, ya que, mientras estos últimos son derechos absolutos que no admiten

excepciones de ninguna clase, el derecho a la vida por el contrario sí las admite

(http://www.ub.edu/ciudadania/hipertexto/evolucion/trabajos/0102/1/9.htm. Consultada 25 de

octubre de 2022).
Los instrumentos internacionales en materia de Derechos Humanos, han permitido que un

buen porcentaje de países que ratificaron los mismos han abolido o condicionado la pena de

muerte, al ser esta uno de los factores fundamentales que de alguna manera contradicen el

contenido de estos, al ser una amenaza directa al derecho a la vida, circunstancia que no

solamente afecta este derecho sino que también genera efectos colaterales en otras garantías

esenciales del hombre, evidenciando de esta manera que la pena de muerte no es la

alternativa o solución adecuada para combatir la criminalidad.


CONCLUSIONES

1. El sistema de justicia que se ha desarrollado a través de la historia del hombre ha

concebido distintas clases de penas con las cuales, se pretendía castigar a quien cometiera

una acción tipificada como delito, caracterizándose algunas de estas como infrahumanas

pero con el desarrollo de los derechos humanos cada vez más las penas impuestas

atendían a la integridad del delincuente.

2. La pena de muerte de forma progresiva a nivel mundial ha sido desplazada por otras penas

que atiendan a la reforma del delincuente, a consecuencia de que la muerte del delincuente

no tiende a ser la medida eficiente para poder rehabilitar al delincuente en la mayoría de los

casos, por esa misma razón, los instrumentos internacionales en materia de derechos

humanos persiguen ese fin.


BIBLIOGRAFÍA

Amnistía Internacional. Los derechos humanos con la pena de muerte. San José, Costa
Rica: (s.e.), 2017.

Barbero, Marino. Pena de muerte. Ciudad de México, México: (s.e.), 2011.

Higuera, Joseph. De las penas en el mundo jurídico. Ciudad de México, México: Ed. Astra,
2019.

Machiavelo, Liliana. La pena de muerte. Buenos Aires, Argentina: Ed. Revelo, 2015.

Ordoñez, Aylín. El concepto de Derechos Humanos. Buenos Aires, Argentina: (s.e.), 2012.

Subdirección de Estudios y Doctrina de la Policía Nacional Civil. Manual de Derechos


Humanos, Guatemala. Guatemala, Guatemala: (s.e.), 2009.

Referencias electrónicas

http://muerte.bioetica.org/clas/muerte10.htm. Consultada 25 de octubre de 2022.

http://www.ub.edu/ciudadania/hipertexto/evolucion/trabajos/0102/1/9.htm. Consultada 25 de
octubre de 2022.

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