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Concepto.
El Concepto de tipicidad tal como lo conocemos hoy se debe a los trabajos realizados por Beling
a principios del Siglo XX, quien establece la tipicidad al lado de la antijurídica y culpabilidad
como categorías del delito.
Este define la tipicidad como la descripción de la parte objetiva de la acción punible. De este
modo la dota de dos características, la objetividad y la neutralidad valorativa. La objetividad
implicaba que el tipo debe quedar excluido de todo proceso subjetivo, que queda remitido a la
culpabilidad. La neutralidad valorativa por su parte, debía entenderse en el sentido de que el tipo
no contiene ninguna valoración respecto a la antijurícidad del hecho.
Sin embargo, con la teoría finalista se supero el objetivismo del tipo, estableciendo que el dolo y
la imprudencia los cuales hasta ese momento habían sido parte de la culpabilidad, quedaran
definitivamente ubicados en la tipicidad
Por lo que de forma definitiva podríamos decir que la tipicidad es la primera categoría de la
teoría del delito, que pertenece a la conducta del individuo al momento de infringir la ley, es
decir es la característica que tiene una conducta adecuada a un tipo penal.
Clases de Tipicidad.
Existen dos clases de tipicidad, las cuales nacieron a través de la evolución de su concepto, estas
son:
- Tipo objetivo: Es el aspecto de la acción que conjuga los elementos externos de la acción,
como es la causalidad (el nexo entre el hecho material y el resultado).
Funciones Principales.
Las funciones principales que tiene encomendado el tipo dentro de la teoría jurídica del delito
son tres: garantía, motivación e indiciaria.
c) Función indiciaria: El Derecho penal tiene como fin evitar la lesión de bienes jurídicos y,
por ello, tipifica las conductas que suponen los más graves ataques a los intereses sociales
primordiales. De ese modo, la delimitación normativa de las conductas sancionadas
contenida en las normas penales tiene también la función de indicar que dichas conductas
son antijurídicas. Esta función indiciaria de la antijuridicidad supone, desde una
perspectiva metodológica, que, en principio, una vez constatada la tipicidad del hecho,
también esa conducta es antijurídica, excepto si concurre, como excepción, una causa de
justificación.
Estructura del tipo penal: conducta típica, sujetos de la conducta típica y objetos.
El tipo penal, con carácter general, puede quedar estructurado en una parte objetiva y otra
subjetiva. En el estado actual de la dogmática, se ha impuesto con un reconocimiento
prácticamente unánime la existencia de un tipo objetivo y otro subjetivo como plasmación de los
factores internos (subjetivos) y externos (objetivos) de todo comportamiento humano.
Los elementos estructurales de la parte objetiva del tipo son: la conducta, los sujetos y el objeto.
La conducta: La conducta siempre será el núcleo central del tipo, por lo que podría definirse
como la realización de lo descrito en el verbo. Para cada delito la conducta típica dependerá,
lógicamente de dicha descripción, en los casos en que el verbo describa un resultado, ese
resultado pasara a hacer un elemento de la parte objetiva del tipo y con esto la relación de
causalidad.
Los sujetos activos y pasivos: El sujeto activo, será, lógicamente, el que ejecute o realice dicha
conducta; es preciso aclarar que sujeto activo, desde el punto de vista típico, no es
necesariamente el que realiza directa y personalmente la conducta, sino aquél a quien pueda
imputársela como un hecho propio, en el sentido de que tiene el dominio sobre ella. Junto al
sujeto activo debe existir siempre un sujeto pasivo, que será el titular del bien jurídico lesionado.
El sujeto pasivo en ocasiones podrá ser una persona física, como en los delitos de lesiones.
El objeto del delito: es aquel sobre el que recae físicamente la conducta descrita en el verbo y
puede ser tanto una persona como una cosa. Puede coincidir con el sujeto pasivo en los casos de
delitos contra los particulares, pero no siempre sucede así, como ocurre en los delitos de
apoderamiento patrimonial en que mientras el sujeto pasivo es el titular de bien sustraído, el
objeto material es dicho bien.
La parte subjetiva del tipo, que es la correspondiente a los factores internos del comportamiento
humano, tiene como principales elementos configuradores el dolo o la imprudencia, además de
otros posibles elementos subjetivos del injusto, que no tienen porque estar presentes en todos los
tipos.
Se denominan elementos descriptivos aquellos que el legislador utiliza para expresar realidades
aprehensibles por los sentidos. Normalmente para la interpretación de estos elementos el
operador jurídico debe acudir al sentido que tenga esa expresión en el lenguaje común u
ordinario.
Los elementos normativos, por su parte, son los que se refieren a realidades sociales o de
valoración jurídica. En tales casos, si se refieren a realidades o valoraciones sociales, el
intérprete deberá intentar derivar su significado acudiendo al común sentir social. La
comprensión del significado de los elementos normativos de valoración jurídica es más sencilla y
de carácter más estático en tanto que, por definición, su contenido queda fijado en otra norma del
ordenamiento jurídico.
Clasificación de los tipos penales: a) según las modalidades de conducta; b) según las
características del autor o sujeto activo, y c) según la afectación del bien jurídico.
c) Delitos de acción y de omisión: Esta clasificación discrimina entre aquellos tipos penales en
que la norma que lo contiene prohíbe realizar una conducta (delitos de acción) y aquellas en que
se ordena realizar una conducta (delitos de omisión). Así pues, rectamente entendida, no es una
clasificación que atienda a la descripción de la actuación humana sino, más propiamente, a si la
norma infringida es una prohibición o un mandato.
a) Delitos comunes y delitos especiales: La mayoría de los tipos penales cuando describen el
sujeto activo de la conducta típica suelen hacerlo a través de la expresión “el que” (arts. 132, 139
a 141 ó 154 CP), “los que” (arts. 216 ó 248 CP), “aquel que” (arts. 95 ó 148 CP), Todas estas
expresiones indican que puede ser sujeto activo de estos delitos cualquier persona,
constituyendo, por tanto, ejemplos de delitos comunes.
No obstante, hay otros tipos penales en que el ámbito de los sujetos activos queda delimitado a
un determinado grupo de personas como son, por ejemplo, los funcionarios, agentes o delegados
del gobierno (art. 114 CP), funcionarios públicos (arts. 119 ó 166 a 199 CP), alcaides, guardianes
o conserjes de las cárceles (art. 120 CP), jueces, fiscales o suplentes (art. 127 CP), posaderos,
fondistas o mesoneros (art. 154 CP), o, incluso, sacerdotes y ministros de culto (art. 201 a 208
CP).
b) Delitos especiales propios e impropios: Los delitos especiales pueden, a su vez, clasificarse
en delitos especiales impropios, que serían aquéllos que también pueden ser cometidos por el
resto de personas, pero por determinadas circunstancias se establece una sanción distinta si se
lleva a cabo por un ámbito concreto de sujetos activos. Por su parte, los delitos especiales
propios son aquéllos que sólo y exclusivamente pueden ser cometidos por ese delimitado grupo
de sujetos activos, de tal modo que si la conducta la desarrolla cualquier otra persona no tendrían
relevancia penal.
La manera en que los diversos tipos penales describen la afectación al bien jurídico protegido
también sirve de criterio de clasificación. Así, cabe diferenciar entre delitos de lesión y delitos
de peligro. Los primeros exigen que se produzca una efectiva lesión del bien jurídico protegido.
Ello no significa, sin embargo, que deban confundirse con los delitos de resultado, ya que los
delitos de lesión pueden referirse a delitos de resultado, como es el caso del homicidio, o de mera
actividad, como es el caso de la difamación. Por el contrario, los delitos de peligro se consuman
con la mera constatación del peligro para el bien jurídico.
A su vez, los delitos peligro pueden ser de peligro concreto, cuando con la acción quepa apreciar
un concreto peligro de lesión inmediata del bien jurídico, como puede ser el caso de la posesión
de instrumentos para cometer robos (art. 277 CP), o de peligro abstracto, en que el riesgo es
solamente potencial o genérico como sucede, por ejemplo, en la violación de reglamentos
relativos a la calidad de los productos que se exporten al extranjero del art 413 CP.