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Duelo en oncología y su repercusión en la salud familiar

Clara Pérez Cárdenas


Master en Psicología Clínica
Especialista en Psicología de la Salud
Facultad de Ciencias Médicas Calixto García
Cuba
Kirenia Díaz

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Artículo Publicado el 05 de octubre de 2006

Resumen

El tono emocional de la familia durante todo el proceso, al igual que la dinámica de las
relaciones interpersonales, influyen en el proceso posterior a la pérdida del paciente
oncológico. El  propósito de la presente  investigación es profundizar en las manifestaciones
familiares de duelo por la pérdida de pacientes oncológicos en nuestra área de salud.

Se realizó un estudio de corte descriptivo y transversal y  el universo de trabajo estuvo


constituido por 34 familias que, en el período comprendido entre  enero y diciembre de
2003, sufrieron la pérdida de un familiar por enfermedad oncológica, y que corresponden al
área de salud del Policlínico Docente "Dr. Mario Escalona Reguera", ubicado en la localidad de
Alamar, en el municipio Habana del Este, Ciudad de La Habana.

Entre las manifestaciones fundamentales durante el  duelo en las familias estudiadas se
encuentran la ampliación de fotos del fallecido, el limitarse de escuchar música o ver TV, y la
incorporación a prácticas religiosas. Los trastornos nerviosos, en términos de ansiedad y
depresión, son las afectaciones más referidas por los familiares a partir de la pérdida. La
función afectiva familiar  y  la esfera psicológica de los familiares en duelo son las que se
reconocen como las más afectadas. En este estudio el duelo familiar se manifiesta de manera
anticipada y dura hasta casi de seis meses después de la muerte; igualmente,  no son
claramente identificados en este universo aquellos factores que pudieran entorpecer el
proceso.

En general, es posible plantear que hay afectación en la salud familiar en tanto se daña la
función afectiva; del mismo modo, aparecen trastornos  ansiosos y depresivos en número de
familiares por tener en cuenta.

Introducción

Pudieran citarse muchas definiciones con relación al término familia. Según los sociólogos,
éste es un grupo social primario de la sociedad de la cual forma parte, que garantiza al
individuo determinada dotación genética, así como condiciones materiales de vida y
ambiente donde recibe determinada educación y afecto. (1) (2). Sin embargo, para  
Horwitz, la familia es una unidad de atención médica, que incluye a todas las personas que
conviven en una misma unidad residencial entre las cuales existen  lazos de dependencia y
obligaciones recíprocas, y que por lo general, están ligadas por lazos de parentescos. (3)

Un grupo de psicólogos cubanos estudiosos del tema la definen como grupo de personas que
comparten vínculos de convivencia, consanguinidad, parentesco y afecto, condicionado por
los valores socioculturales en los cuales se desarrolla (4). Es ésta la acepción a la que se
hace referencia en el presente trabajo cuando se menciona el concepto familia.

La salud de este grupo ha constituido una preocupación para todos aquellos que trabajan con
ella. En la actualidad, se define salud familiar como el resultado de la interrelación dinámica
del funcionamiento de la familia, sus condiciones materiales de vida y la salud de sus
integrantes. (4).

Si se concibe como sistema, es necesario tenerla en cuenta como una unidad, una
integridad, como un conjunto de interacciones. Por lo tanto, al evaluar la salud de este
grupo, no es posible identificar a un culpable, puesto que los problemas y síntomas que
pueden aparecer en ella se deben, precisamente, a deficiencias en la interacción familiar, a la
disfuncionalidad de la familia como un grupo sistémico. (5) (6) (7).

La salud familiar como un proceso único e irrepetible no es  un estado estático, sino un
proceso de transformación y cambio en el que influyen significativamente las crisis o eventos
que atraviesa ese grupo, los recursos adaptativos con que cuenta, su forma de
enfrentamiento a los conflictos y el acceso a su alcance, a las redes de apoyo social. (8)

El funcionamiento de este grupo juega un papel importante dentro de los elementos que se
incluyen en el proceso de salud familiar; sin embargo, no existe un criterio único de los
indicadores que lo miden. Para algunos autores la familia se hace disfuncional cuando no
tiene la capacidad de asumir cambios, es decir, cuando la rigidez de sus reglas le impide
ajustarse a su propio ciclo y al desarrollo de sus miembros. Otros autores señalan como
características disfuncionales, la incompetencia intrafamiliar y el incumplimiento de sus
funciones básicas (9) (10) (11).

Se considera que esos elementos no son excluyentes; es importante no perder de vista que
el funcionamiento familiar debe verse no de manera lineal, sino circular, es decir , lo que es
causa puede pasar a ser efecto o consecuencia y viceversa. El enfoque sistémico  permite
sustituir el análisis causa-efecto por el análisis de las pautas y reglas de interacción familiar
recíproca, que es lo que   permite llegar al centro de los conflictos familiares y, por tanto, a
las causas de la disfunción familiar.(8)

Durante su ciclo vital, la familia vive diferentes momentos importantes que implican cambios
tanto individuales como familiares, y que pueden constituir un período de crisis. Las crisis
familiares están asociadas tanto a la ocurrencia de determinadas situaciones propias del
tránsito de la vida familiar, como también a acontecimientos o hechos accidentales, que no
están relacionadas  con los períodos del ciclo vital; por ejemplo, el divorcio, la separación, el
abandono de los hijos, la muerte prematura, que desencadenan las crisis no transitorias o
paranormativas, que generalmente tienen un mayor costo para la salud familiar e individual.

Partiendo, como se dijo anteriormente, de un enfoque sistémico de la familia, es evidente


que la muerte de uno de sus miembros implica, en primer lugar, desorganización de la
dinámica (crisis), y luego, su reorganización para adaptarse a los cambios en los roles, y a la
comunicación e interacción entre los miembros del grupo a partir de esta situación (9) (10)
(11). Ese período de readaptación es justamente el duelo, y según Isa Fornega,  es un
proceso que sigue a las pérdidas importantes en nuestras vidas; es muy doloroso, pero todos
lo debemos recorrer,  ya que implica deshacer el vínculo y la relación con ese ser amado,
que ya no está, reestructurando toda la vida. Este proceso puede tener diferentes matices en
las reacciones familiares y las respuestas de los individuos dependen de su cultura, su
educación, sus características de personalidad y el tipo de vínculo con la persona ausente.
(12)(13)(14).
 
El duelo es considerado como un síndrome porque la persona  y la familia en general,
presentan determinadas manifestaciones y síntomas. La forma de expresarlo está 
relacionada, entre otros aspectos con la cultura a la que se pertenece,  las situaciones que
rodean a la pérdida,  la edad de la persona fallecida, la situación vital, si se trata de una
muerte repentina o anticipada. A su vez, el duelo tiene distintos tipos de emociones, tales
como llanto, negación y aturdimiento,  ocurre o se inicia inmediatamente después, o en los
meses siguientes a la muerte de un ser querido y está limitado a un período de tiempo que
varía de persona a persona, pero no se extiende a lo largo de toda la vida. (16) (17) (18)
(19) (20) (21).

Ahora bien, el cáncer es una enfermedad crónica que culturalmente ha sido asociada con 
dolor y muerte; es uno de esos acontecimientos o hechos que no tienen relación con el ciclo
vital familiar, pero que impacta al grupo y genera crisis familiar, a la que necesariamente
hay que afrontar (22)(23)(24)(25)(26).   A nuestro juicio, el médico y la enfermera de la
familia no escapan de la fuerte connotación cultural que tiene la enfermedad y no están
preparados para el abordaje psicológico de los pacientes que sufren, que tienen múltiples
temores y que conviven con una familia que afronta, por esa misma causa, una crisis
paranormativa, independientemente del tipo de cáncer de que se trate.

El tono emocional de la familia durante todo el proceso y la dinámica de las relaciones


interpersonales, influyen en el proceso posterior a la pérdida del paciente oncológico, es
decir, en las manifestaciones de duelo. Sin embargo, en la literatura revisada sobre el tema
no se encuentra descrita ninguna experiencia de este proceso familiar. Por ello, el propósito
en este artículo es mostrar las manifestaciones familiares de duelo, presentes por la pérdida
de pacientes oncológicos, frecuentes en un área de salud urbana, y que faciliten la
prevención en esa comunidad de complicaciones familiares y personales por duelos no
elaborados o complicados, arista ésta que, por la práctica profesional desarrollada, los
autores consideran que no se tiene en cuenta, o no se realiza adecuadamente. 

Objetivos
 

General:

Explorar características que describan cómo transcurre el proceso de duelo familiar ante la
pérdida de pacientes oncológicos en el área de salud del Policlínico Docente "Dr. Mario
Escalona Reguera", y la repercusión del mismo en la salud de estos grupos.

Específicos:

- Concretar cuáles son las manifestaciones que transcurren en las familias, durante el
proceso de duelo y su repercusión sobre la salud familiar (enfermedad producto del duelo,
cambios comportamentales individuales  y en las funciones familiares).

- Identificar el comportamiento de algunos de los elementos que influyen en la expresión del


duelo (edad del deudo y del fallecido, crisis concurrente y  no percepción de apoyo social,
entre otros).

- Determinar el tiempo de duración del proceso de duelo y el  área afectada por el mismo,
durante o pasado éste.

Material y método

El universo de trabajo de la investigación estuvo constituido por todas las familias que en el
período de enero a diciembre de 2003 sufrieron la pérdida de un familiar por enfermedad
oncológica, y que residen en el área de salud del Policlínico Docente "Dr. Mario Escalona
Reguera".

Se realizó un estudio de corte descriptivo y transversal por medio del cual se logró conformar
el universo de estudio a partir de los datos del informe anual de fallecidos del Departamento
de Estadística del Policlínico y de la información directa que proporcionaron los médicos de la
familia, lo que permitió incorporar a aquellos grupos cuyo familiar falleció en algún hospital
y, por consiguiente, no aparecían registrados en las estadísticas del Policlínico.

Los datos se tomaron por medio de una entrevista realizada a dos o más personas que
cumplieran los siguientes criterios:

- Familiares de primer orden del fallecido (padres, hijos mayores de 20 años, esposas(o);
otro familiar sólo en caso de no existir ningún participante en el proceso de la enfermedad
con mayor grado de consanguinidad.  
- Participación  en la mayor parte del proceso de la enfermedad del fallecido, para garantizar
riqueza en la información obtenida.

- Haber experimentado el acontecimiento de pérdida, en un plazo no menor a seis meses de


la fecha en que fueron entrevistados.
           
Quedaron excluidos:

- Familiares que expresaron su no-voluntariedad de participar en el estudio.

- Familiares con patologías clínicas que afectan el nivel de comprensión y comunicación con
el investigador.

- Familias en que el enfermo había fallecido en tiempo menor a seis meses. 


 
Las entrevistas se realizaron, preferiblemente en un consultorio, esto para lograr el rapport
adecuado, sobre todo por lo sensible del tema por tratar. Además, esto garantizó   la debida
privacidad. No se excluyó la posibilidad de que, en casos que no fuera posible la visita al
consultorio, se realizara la entrevista en los hogares de los familiares implicados en el duelo.
Siempre se tomó como información válida aquella que se logró por consenso de éstos,
quienes,  previo consentimiento, aceptaron participar en el estudio.

Los datos fueron procesados utilizando el porcentaje como medida de análisis. En cuanto a
los resultados, éstos se analizaron mediante tablas de contingencias y gráficos, utilizando
para ello el Sistema Excel y Microsoft Word del Sistema Computarizado Windows 2003.

Definición operacional

- Familia:

Grupo de personas que comparten vínculos de convivencia, consanguinidad, parentesco y


afecto, condicionado por los valores socioculturales en los cuales se desarrolla.

- Salud familiar: 

Es el resultado de la interrelación de tres variables: la salud de los integrantes del grupo,


condiciones materiales de existencia del mismo y el nivel de cumplimiento de sus funciones
básicas. 

 
- Estructura familiar:

Se refiere a la composición de la familia teniendo en cuenta relaciones biológicas y legales


entre sus miembros. A partir de ahí se habla  de una estructura familiar de tipo nuclear
cuando está formada por un matrimonio con o sin hijos; extensa, cuando todos los miembros
del grupo descienden del mismo tronco generacional y ampliada, cuando esta última
condición no se cumple.

- Repercusión familiar:

Impacto que tiene el evento en la salud familiar que exige realizar cambios en su dinámica y
modo de vida.

- Repercusión severa:

Se presenta cuando el evento ha producido afectación considerable en los tres  componentes


de la salud familiar y su recuperación ha tenido una duración de más de seis meses.

- Repercusión moderada:

Cuando el evento ha producido afectación al menos en dos elementos del concepto de salud
familiar, sobre todo en el cumplimiento de las funciones y la recuperación ha sido de más
menos seis meses.

- Repercusión leve:

Cuando el evento ha producido afectación al menos en el cumplimiento de las funciones


familiares y su recuperación ha sido rápida (menos de seis meses).

- No repercusión:

Cuando el evento no ha producido afectación en la salud familiar ni ha exigido a la familia


cambios ni modificaciones en su dinámica y modo de vida.

Análisis y discusión

Al explorar la incidencia del evento estudiado en el estado de salud familiar de los distintos
grupos abordados, se observa (tabla No.1) que en el 67.6% (23 familias) el evento no
repercutió en la salud individual de algún miembro de la familia, quedando 11 grupos (para
un 32.4%) en los que sí hubo incidencias de algunas enfermedades. En éstos, el 26.5% (9
familias) reconoció la aparición de trastornos nerviosos transitorios producto de la pérdida,
aunque muchas familias manifestaron su comienzo desde el diagnóstico de la enfermedad.
Por su parte,  un 14.7% (5 familias) afirmó la aparición de otras situaciones en la salud,
como el agravamiento de enfermedades ya existentes y el  empeoramiento de enfermedades
psiquiátricas que aparecieron mucho antes  del fallecimiento del familiar. Una sola familia
atribuyó la aparición de la hipertensión a la pérdida del miembro del grupo por enfermedad
oncológica.
Tabla 1 - Enfermedad como consecuencia de la pérdida según el sexo del fallecido

Enfermedad como consecuencia de la pérdida según el sexo del fallecido.  Estos resultados
no se corresponden con lo expresado en la literatura sobre el tema, donde se afirma que el
proceso de duelo constituye un período generador de estrés y produce cambios en la tensión
arterial y la frecuencia cardiaca, así como a la exacerbación de enfermedades previas o a la
aparición de nuevas enfermedades, como la HTA y, en mayor frecuencia, los trastornos
psiquiátricos (24) (25). Como se observa en la tabla, los porcentajes alcanzados en este
estudio en HTA, aparición de enfermedades o exacerbación de las existentes, no son altos.  
 
Las autoras exploraron de qué manera se comportaban las familias, a partir de la pérdida de
uno de los miembros del grupo (por enfermedad oncológica). 

Tabla 2 - Cambios comportamentales en  familiares producto de la muerte, según el sexo


del fallecido
 

En la tabla No. 2 llama la atención que la mayoría, un 58.8% del total (20 familias), no
reconoció cambios, sobre todo  en casos en que el familiar fallecido fue del sexo masculino
(11 familias para un 32.3% del total). En el grupo que reconoció comportamientos diferentes
a partir de esa muerte, aparece en primer lugar, con 32.3%, la ampliación de fotografías del
fallecido, comportándose con una incidencia mayor en los grupos donde el fallecido fue una
mujer.

En segundo lugar, con un 20.6% del total se encontraron otras manifestaciones, entre las
que se incluyen: uso de ropa apropiada (de luto, ropa negra), visitas frecuentes al
cementerio, guardar las pertenencias del difunto sin límite de tiempo, y la aparición de
prácticas religiosas, siendo esta última encontrada en un 11.8% del total de las familias
estudiadas. Estas manifestaciones se encuentran seguidas por un 14. 7% de familias que
rechazaban la música, la televisión y otras diversiones. También en estas dos últimas
manifestaciones se encontró que incidían mayormente en las familias donde el fallecido era
una mujer.
      
Se piensa  que esto pueda deberse a que en la mayoría de las familias, la madre o la abuela,
juega un rol afectivo fuerte, estrechamente relacionado con los miembros de la familia, razón
por la cual las autoras consideran que los cambios en el comportamiento familiar fueron más
reconocidos  en los grupos donde la pérdida fue femenina.

Esta situación coincide con lo encontrado en la literatura consultada, en la que se afirma que
este proceso tiene diferentes matices en las reacciones familiares que dependen  entre otras
cosas, del tipo de vínculo con la persona ausente. (12) (13)  (26)

Tabla 3 - Alteraciones en el cumplimiento de funciones familiares post-muerte, según sexo


del fallecido

En general, de reconocerse cambios, el 32.4% del total lo refirieron en la función afectiva de


este grupo social, apareciendo con mayor frecuencia el aislamiento familiar en un 14.7%, es
decir, familias que crearon un ambiente familiar aislado (evitando contacto social), para
aliviar su dolor. Esto coincide con la bibliografía consultada, en la que se plantea que la
familia tiende al aislamiento, disminuye sus contactos con amigos y familiares (27).

En otros casos, como se observa en el 11.8% del total de las familias estudiadas, la muerte
del familiar trajo consigo la unión, refiriéndose en este caso al establecimiento de relaciones
familiares favorecidas, es decir, de cooperación y apoyo, que comenzaron o se rescataron
con el cuidado del paciente y se mantienen en el momento estudiado.
      
Igualmente,  se encontró afectada la función educativa con un 5.8% del total de familias,
refiriéndose a los problemas para responder preguntas a miembros más pequeños del grupo
(escolares) y el control de la conducta de otros como consecuencia de la pérdida. En ambos
casos la incidencia fue mayor en las familias que perdieron un miembro del grupo del sexo
femenino.
     
Se evidencia que persisten costumbres en nuestra sociedad donde, por tradición, hay una
clara delimitación de roles familiares y la función económica se deja en manos de la figura
masculina.
Tabla 4 - Modificaciones de las condiciones de vida  familiar a partir del fallecimiento

En relación con las modificaciones de las condiciones de vida familiar a partir del
fallecimiento de uno de los miembros, se encontró, como se observa en la tabla No. 4, que el
52.9% no reconoció modificaciones, siendo más evidente este no reconocimiento en el grupo
familiar donde la pérdida fue de un miembro del sexo masculino (38.2%). El 47% del total sí
reconoció cambios en sus condiciones de vida familiar, refiriéndose en un mayor porciento en
las familias donde la pérdida fue de una fémina para un 29.4%.

Los cambios principales se dieron en la organización y el cumplimiento de determinadas


acciones También se perdió vínculo con  familiares y amigos a los que estaban ligados por el
familiar fallecido.  Estos son daros imposibles de comparar por las autoras, en tanto no
encontraron estudio alguno similar, en la literatura consultada. Sus causas se han
mencionado antes.

 Tabla 5 - Duración del proceso de duelo familiar en función de la estructura del grupo y el
sexo del fallecido

Con relación a la duración del proceso de duelo familiar en función de la estructura del grupo
y según el sexo del fallecido, en la tabla No. 5 se observa una dispersión de los datos; no
hay muchas diferencias entre los sexos. En un 76.5% del total, el proceso se manifestó
desde antes del fallecimiento e incluso hasta 6 meses después de ocurrido éste, sin distinción
del sexo y en ambos casos, con una incidencia mayor en familias extensas, seguida por un
14.7% que reconoció la duración del duelo en 6 meses o menos, también sin distinción del
sexo, aunque con mayor incidencia en familias ampliadas y en las que el fallecido fue del
sexo femenino.

Estos resultados pueden tener su explicación debido a que el 100% de los fallecidos fueron
mayores de 50 años y la estructura familiar que predominó fue la extensa en relación con
ambos sexos. Esta situación pudiera ayudar en la recuperación familiar, por ser mayor el
sistema de apoyo emocional y social con que cuentan individualmente los implicados en el
proceso de pérdida.
       
El duelo constituye uno de los procesos más perturbadores de la vida y resulta difícil imponer
un límite arbitrario en el tiempo de duración del mismo. (28)(29)(30)

Tabla 6 - Área familiar afectada después del fallecimiento, según sexo del fallecido

Con relación al área familiar afectada después del fallecimiento, según el sexo del fallecido,
en la tabla No.6 se observa que el área mayormente afectada fue la psicológica, con un
44.1% del total, con mayor incidencia en los grupos donde el fallecido fue del sexo masculino
(26.5%). La explicación a este hecho puede encontrarse en que, del total de familias
estudiadas el mayor porcentaje (55.9%) sufrió la  pérdida de un familiar del sexo masculino.

Igualmente se observa que el 41.2% (14 familias) no tuvo afectación, quedando un 11.8%
(4 familias) con afectación en el área social, siendo más prevaleciente con el fallecimiento de
un miembro del sexo femenino (8.8%); en este caso, se hace referencia a la aparición de
conductas sociales no existentes antes de la pérdida, como alcoholismo, conducta
inapropiada en adolescentes, todo esto como consecuencia del vínculo existente entre el
fallecido y el deudo, así como la edad de este último, que en los casos estudiados fueron
adultos jóvenes y ancianos.

Tabla 7 - Obstáculos para el desarrollo normal del duelo familiar

   

Las autoras decidieron explorar sobre los sucesos que con mayor frecuencia aparecieron 
concomitantes con este evento paranormativo.
 
En la tabla No.7 se observa que la mayor incidencia, con un 88.2%, se encuentra en las
muertes que fueron esperadas y un 11.8% en las que se dio una muerte súbita, repentina. 
(Aquí no se consideró  que tuviera influencia el sexo del fallecido, debido a que las
diferencias pueden ser consecuencia de la  cantidad de pacientes estudiados del sexo
masculino). A esto le sigue la presencia de otros problemas de salud en otros miembros de la
familia que pudieron  haber obstaculizado el desarrollo normal del proceso (11.8%), también
sin distinción del sexo. En tercer lugar, con un 8.8%, se halla la ausencia de apoyo social,
mayormente visto en los grupos donde el fallecido era del sexo femenino, aunque no con
diferencias importantes. Se puede identificar claramente la presencia en estas familias de los
diferentes sistemas de apoyo social. Estos resultados no deben sorprender, pues en Cuba,
por idiosincrasia, los vecinos entre sí llegan a desarrollar fuertes lazos afectivos, que en
ocasiones llevan a un alto grado de involucramiento de los mismos en la vida familiar, sin
que existan lazos de consanguinidad o convivencia.

Se considera que lo encontrado en el estudio se corresponde con la bibliografía consultada,


aunque en ésta también se enumeran otros factores que pudieran hacer que el proceso de
recuperación tras la pérdida de un ser querido sea más difícil, La mayor parte del apoyo que
recibieron las familias de este estudio después de una pérdida, provino de amigos y
familiares, por lo que se considera que el equipo primario de salud  puede y debe identificar
y coordinar ciertos mecanismos de apoyo y sanación para aportar algo relevante en el
cuidado de estos pacientes y sus familiares.

Tabla 8 - Repercusión sobre la salud familiar

  

Concluida la entrevista, se analizaron los resultados obtenidos y se valoró la  repercusión del
evento, en la salud familiar. Como se observa en la tabla No. 8, en un 35.3% (12 familias)
no se encontró repercusión en la salud del grupo, mientras que para un 61.8% del total (21
familias) se consideró que el evento tuvo repercusión leve, quedando sólo una familia con
repercusión moderada, esto es, un 2.l9%. No se encontró repercusión severa en ningún
grupo familiar de los incluidos en el estudio.

Lo anterior indica que en 22 familias de las estudiadas hubo cierto nivel de repercusión en la
salud del grupo familiar como un todo, con alteraciones en cualquiera de los elementos que
la componen, principalmente en el cumplimiento de las funciones familiares, y en cualquiera
de los casos fueron necesarios cambios y modificaciones en su dinámica social.

Las investigadores esperaban que todas las familias se encontraran en algún nivel de
repercusión, pues partían del criterio de la connotación de agresivo y desagradable del
evento estudiado para cualquier sistema familiar. Sin embargo, como se plantea en la
literatura y en otros estudios realizados con relación al tema del cáncer, cada miembro tiene
un rol asignado, pero de forma tal que le permita asumir otros cuando sea necesario
situacionalmente, esto constituye un elemento por considerar en el potencial reparador y
salutogénico de la familia (31)(32)(33)(34)(35)  y está en la base de los resultados
obtenidos en esta investigación. 
 

Conclusiones

- Las manifestaciones fundamentales durante el  duelo en las familias estudiadas fueron la
ampliación de fotos del fallecido, el limitarse de escuchar música o ver TV,  y la 
incorporación a prácticas religiosas.

- Los trastornos nerviosos en términos de ansiedad y depresión fueron las afectaciones más
referidas por los familiares a partir de la pérdida.

- La función afectiva familiar   se reconoció como la más afectada.

- No se identificaron con claridad, en este universo de estudio, aquellos factores que


pudieron entorpecer el proceso del duelo.

- En el presente estudio el duelo familiar se manifiesta de manera anticipada y hasta


alrededor de  seis  meses después de la muerte.

- La esfera psicológica  es el área mas afectada por el duelo, según la apreciación de las
autoras.

En general, es posible concluir que:

Hubo afectación en la salud familiar de los grupos estudiados, en tanto dos de los
indicadores que miden ésta se vieron afectados, es decir,  se ha dañado la función afectiva
de estos grupos se vio afectada en algún momento, y se reconocieron trastornos  ansiosos y
depresivos en el número de familiares por  tener en cuenta.

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de la Salud. ISCM-H. Facultad Calixto García. 2004.

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