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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

UNIVERSIDAD BICENTENARIA DE ARAGUA


VICERRECTORADO ACADÉMICO
FACULTAD DE CIENCIAS ADMINISTRATIVAS Y SOCIALES
ESCUELA DE PSICOLOGÍA
SAN JOAQUIN DE TURMERO- EDO. ARAGUA

Las crisis familiares

AUTORA
Victoria Alvarez
CI: 27.996.774

San Joaquín de Turmero, octubre 2023.


Introducción

Las familias deben ser aceptadas como una realidad social dinámica,
compleja y heterogénea por la participación y conexión de sus miembros con
diferentes personas y en diferentes contextos, por la diversidad de
estructuras, formas organizativas y arreglos familiares que se dan.
internamente y por la multitud de relaciones que se construyen. Estos
escenarios involucran situaciones de crisis vividas y, al mismo tiempo,
procesos permanentes de cambio que se generan tanto por dinámicas
internas como por las interrelaciones entre ellas y el entorno en el que viven.
Las situaciones de crisis familiar llevan a las familias a activar sus
capacidades (recursos y estrategias) para restablecer o fortalecer sus
dinámicas cotidianas, en la mayoría de los casos sin la ayuda de actores
externos o con una mínima intervención de estos.

En este ensayo abordaremos las crisis familiares y los factores que las
propician, así como, los recursos con los que cuentan las familias para el
afrontamiento de estas, ya que las crisis deben verse como momentos de la
vida diaria de las familias y sus miembros que surgen en el curso de sus
interacciones y que pueden, en algunas circunstancias, conducir a cambios
en las estrategias para fortalecer la capacidad de las personas para
afrontarlas y superarlas con éxito o, por el contrario, , califican determinadas
formas de actuación que contribuyen a lograr formas de relaciones más
democráticas y justas tanto dentro como fuera del sistema familiar.
Según Quintero, Una tensión es una fuerza que tiende a distorsionar, es la
fuerza específica de cada sistema. Puede definirse de acuerdo con varios
parámetros. Si es manifiesta u oculta, aislada o habitual, permanente o
temporaria, real o imaginaria, universal o específica (…) la tensión no es el
factor más importante del problema sino el más inmediato (la última gota) y el
punto de acceso más natural y discernible al complejo caos familiar. Para
que estalle una crisis debe haber una tensión que exija un cambio y una
inflexibilidad que impida que dicho cambio se produzca.

Los estresores que desencadenan las crisis familiares son situaciones o


factores que generan tensiones y conflictos en el seno familiar, pudiendo
llegar a afectar profundamente las relaciones y dinámicas familiares. Las
dificultades financieras, la falta de empleo o los problemas relacionados con
las deudas pueden generar tensiones constantes en el hogar. Las
preocupaciones económicas pueden llevar a conflictos entre los miembros de
la familia, causando angustia emocional y deteriorando la calidad de vida
familiar.

Esto puede generar tensiones y conflictos, especialmente entre la pareja,


y afectar negativamente la armonía familiar. Además, los problemas de salud
física o mental de uno o varios miembros de la familia pueden ser estresores
significativos. El cuidado de un miembro de la familia enfermo puede implicar
una carga emocional y física considerable para los demás miembros, lo que
puede dar lugar a tensiones y conflictos. La falta de comunicación efectiva y
los problemas de relaciones interpersonales son también estresores que
pueden desencadenar crisis familiares. adecuadas de afrontamiento para
prevenir o gestionar las crisis familiares, promoviendo así la salud y el
bienestar de todos los miembros de la familia.
Los recursos emocionales son fundamentales para que una familia pueda
enfrentar y superar las crisis que puedan surgir a lo largo de su vida. Estos
recursos ayudan a fortalecer los lazos familiares, fomentar la resiliencia y
promover el bienestar emocional de todos sus miembros.

El apoyo y la solidaridad familiar son recursos emocionales cruciales en


las crisis familiares. La presencia de un sistema de apoyo sólido dentro de la
familia puede brindar consuelo, comprensión y afecto, permitiendo que los
miembros se sientan respaldados y cuidados. Como señala Froma Walsh,
terapeuta familiar reconocida, "la solidaridad familiar puede ser un poderoso
recurso protector y un factor clave en la adaptación familiar a la adversidad"
(Walsh, 2016).

La comunicación abierta y efectiva también es un recurso emocional


esencial en las crisis familiares. La capacidad de expresar sentimientos,
preocupaciones y necesidades de manera asertiva y respetuosa facilita la
comprensión mutua y la resolución de conflictos.

La resiliencia familiar es otro recurso emocional clave en las crisis. La


resiliencia se refiere a la capacidad de una familia para adaptarse y
recuperarse ante situaciones difíciles. Una familia resiliente puede mantener
una actitud positiva, encontrar soluciones creativas y aprender de las
experiencias adversas. Como menciona Ann Masten, psicóloga del
desarrollo, "la resiliencia familiar se basa en la capacidad de los miembros de
la familia para apoyarse mutuamente, mantener una visión positiva del futuro
y encontrar significado y propósito en medio de la adversidad" (Masten,
2018). La flexibilidad y la capacidad de adaptación son recursos emocionales
valiosos en las crisis familiares. Una familia que puede ajustarse a los
cambios y desafíos inesperados tiene mayores probabilidades de superar las
dificultades.
Las crisis de evolución o del ciclo vital son etapas o momentos de
transición en la vida de una persona o familia que implican cambios
significativos y desafíos emocionales, sociales y cognitivos. Estas crisis son
parte inherente del desarrollo humano y pueden tener un impacto profundo
en la vida de las personas y las dinámicas familiares.

Una de las crisis de evolución más conocidas es la adolescencia, una


etapa en la que los jóvenes experimentan cambios físicos, emocionales y
sociales. Como señala Erik Erikson, psicólogo del desarrollo, "la
adolescencia es una etapa crucial en la que los individuos se enfrentan a la
tarea de desarrollar una identidad sólida y coherente" (Erikson, 1968).
Durante esta etapa, los jóvenes pueden enfrentarse a conflictos de identidad,
búsqueda de independencia y exploración de diferentes roles y valores.

Otra crisis de evolución importante es la etapa de la adultez temprana,


que generalmente se caracteriza por la transición a la vida laboral, la
formación de relaciones íntimas y el establecimiento de una identidad y
autonomía individual. Según Daniel Levinson, psicólogo del desarrollo, "la
adultez temprana es un período de importantes decisiones y elecciones, y
puede ser una fuente de ansiedad y conflicto en la vida de una persona"
(Levinson, 1978). Durante esta etapa, las personas pueden experimentar
presiones sociales y expectativas culturales relacionadas con el matrimonio,
la carrera y la formación de una familia.

Asimismo, la crisis de la mediana edad es otra etapa de transición vital


que muchas personas experimentan en algún momento de sus vidas. En
esta etapa, las personas pueden cuestionar su propósito en la vida, revisar
sus logros y establecer nuevas metas. Según Carl Jung, psicólogo y
psiquiatra suizo, "la crisis de la mediana edad puede ser un momento de
exploración y reevaluación, así como una oportunidad para buscar un mayor
significado y autenticidad en la vida" (Jung, 1964). Durante esta etapa, las
personas pueden experimentar una mezcla de emociones, desde la nostalgia
y el arrepentimiento hasta la búsqueda de una mayor autorrealización. Es
importante tener en cuenta que estas crisis de evolución no son
experimentadas de la misma manera por todas las personas, ya que están
influenciadas por factores individuales, culturales y socioeconómicos. Sin
embargo, son momentos clave en el desarrollo humano que pueden tener un
profundo impacto en la vida de las personas y las dinámicas familiares.

El buen funcionamiento familiar se ve afectado por diversos obstáculos


que pueden surgir en diferentes aspectos fundamentales de la vida familiar,
como la comunicación, la intimidad, los roles, las reglas, los objetivos y la
historia familiar. Estos obstáculos pueden dificultar la armonía y el bienestar
familiar, generando tensiones y conflictos que afectan la calidad de las
relaciones intrafamiliares.

Cuando existe una falta de habilidades comunicativas, como la escucha


activa, la expresión de emociones y la resolución de conflictos de manera
constructiva, se generan malentendidos, frustraciones y distanciamiento
emocional. Esto puede dificultar la comprensión mutua, la toma de
decisiones conjuntas y la construcción de relaciones sólidas dentro de la
familia. La falta de intimidad y conexión emocional también puede ser un
obstáculo importante en el funcionamiento familiar. Cuando los miembros de
la familia no se sienten seguros, respetados o valorados en su individualidad,
se dificulta la creación de vínculos afectivos sólidos. La falta de intimidad
puede manifestarse en la falta de apoyo emocional, la ausencia de expresión
de afecto o la incapacidad para compartir y comprender las necesidades
emocionales de los demás. Los roles poco definidos o rígidos pueden ser
otro obstáculo en el funcionamiento familiar. Cuando los roles familiares no
están claros o son inflexibles, se generan desequilibrios en las
responsabilidades y expectativas de cada miembro. Esto puede conducir a
conflictos, resentimientos y tensiones dentro de la familia.

Por ejemplo, cuando uno de los miembros asume todas las


responsabilidades domésticas o de crianza, mientras que los demás se
desentienden de esas tareas. Las reglas familiares poco claras o
excesivamente restrictivas también pueden obstaculizar el buen
funcionamiento familiar. Cuando las reglas son ambivalentes, inconsistentes
o demasiado rígidas, se dificulta el establecimiento de límites saludables y la
autonomía de los miembros de la familia. Esto puede generar tensiones y
conflictos, así como una sensación de falta de libertad y control sobre las
propias decisiones y acciones. La falta de objetivos compartidos en la familia
también puede ser un obstáculo importante. Cuando los miembros de la
familia no comparten metas comunes o no tienen una visión clara del
propósito y los valores familiares, se dificulta la cohesión y la colaboración.
Esto puede generar una sensación de desorientación, falta de dirección y
falta de sentido de pertenencia en la familia. Además, la historia de la familia
y las experiencias pasadas pueden convertirse en obstáculos en el
funcionamiento familiar. Los conflictos no resueltos, los traumas no
procesados o los patrones disfuncionales heredados pueden influir en las
dinámicas actuales y generar barreras en la comunicación, la confianza y las
relaciones familiares saludables.

El psicólogo puede desempeñar un papel activo en la facilitación de la


comunicación y la resolución de conflictos dentro de la familia. Como señala
Virginia Satir, terapeuta familiar destacada, "el terapeuta es un facilitador del
cambio, un mediador que ayuda a las familias a desarrollar nuevas formas de
comunicarse y resolver problemas" (Satir, 1983). El psicólogo puede utilizar
técnicas de terapia familiar, como la escucha activa, el modelado de
habilidades comunicativas saludables y la negociación, para fomentar la
comprensión mutua y la cooperación entre los miembros de la familia.
Además de trabajar en la comunicación, el psicólogo puede ayudar a las
familias a explorar y entender los patrones disfuncionales o los obstáculos
que están afectando su dinámica.

Según Murray Bowen, psiquiatra y pionero en la terapia familiar, "el


terapeuta ayuda a las familias a examinar los patrones intergeneracionales y
las dinámicas emocionales que están influyendo en sus relaciones" (Bowen,
1978). El psicólogo puede ayudar a identificar roles familiares poco
saludables, reglas restrictivas o falta de límites claros, y trabajar en conjunto
con la familia para generar cambios positivos. Otro aspecto importante del rol
del psicólogo en las crisis familiares es el apoyo emocional y la validación de
las experiencias de los miembros de la familia. El psicólogo puede ayudar a
los miembros de la familia a procesar sus emociones, comprender las
perspectivas de los demás y promover la empatía y la compasión dentro del
sistema familiar. Además, el psicólogo puede colaborar con la familia en la
identificación de metas y objetivos para superar la crisis y fortalecer la unidad
familiar.
Conclusión

Las crisis familiares representan desafíos significativos en el


funcionamiento familiar, afectando diversos aspectos como la comunicación,
la intimidad, los roles, las reglas, los objetivos y la historia familiar. Estos
obstáculos dificultan la armonía y el bienestar emocional dentro del sistema
familiar, generando tensiones y conflictos que requieren atención y
resolución. En términos de comunicación, la falta de habilidades
comunicativas efectivas, como la escucha activa y la resolución de conflictos
constructiva, dificulta la comprensión mutua y la toma de decisiones
conjuntas. La falta de intimidad y conexión emocional puede manifestarse en
la falta de apoyo emocional, la ausencia de expresión de afecto y la
incapacidad para compartir y comprender las necesidades emocionales de
los demás. Los roles poco definidos o rígidos generan desequilibrios en las
responsabilidades y expectativas de los miembros de la familia, lo que puede
conducir a conflictos y tensiones. Las reglas familiares poco claras o
excesivamente restrictivas dificultan el establecimiento de límites saludables
y la autonomía de los miembros de la familia, generando una sensación de
falta de libertad y control. La falta de objetivos compartidos y una visión clara
del propósito y los valores familiares puede generar desorientación y falta de
dirección en la familia. La historia de la familia y las experiencias pasadas
también pueden influir en las dinámicas actuales, generando barreras en la
comunicación, la confianza y las relaciones familiares saludables. Ante estos
obstáculos, el papel del psicólogo en las crisis familiares es crucial. El
psicólogo, a través de la terapia familiar, puede facilitar la comunicación,
ayudar a identificar y abordar patrones disfuncionales, brindar apoyo
emocional y promover la empatía y la compasión entre los miembros de la
familia. Además, el psicólogo puede colaborar con la familia en el
establecimiento de metas y estrategias para superar la crisis y fortalecer la
unidad familiar. En resumen, las crisis familiares representan desafíos en la
comunicación, la intimidad, los roles, las reglas, los objetivos y la historia
familiar. Estos obstáculos afectan el bienestar emocional y la armonía dentro
del sistema familiar. Sin embargo, a través del apoyo y la orientación de un
psicólogo especializado en terapia familiar, las familias pueden superar estas
crisis, fortalecer sus relaciones y promover un funcionamiento familiar
saludable y satisfactorio.
Referencias

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segun-froma-walsh/

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