Está en la página 1de 7

www.clarin.

com
/revista-enie/rodolfo-bardi-artista-embellecio-halls-edificios-murales_0_GAJhOjXCr0.html

Rodolfo Bardi, el artista que embelleció los halls de edificios


con sus murales
Hector Pavon ⋮ ⋮ 5/3/2023

Un libro retrata la obra de un pionero en la "decoración" de las


entradas de edificios. Bardi mezcló estilos, materiales y motivos
para crear una escuela, que hoy es recreada en muchos edificios
nuevos.

Retrato del artista Rodolfo Bardi con uno de sus murales.


Foto: Jorge Labraña.

Hector Pavon

Hay formas caprichosas y satisfactorias de atravesar una ciudad, sus barrios y calles. Una posibilidad
entre muchas es la de apreciar un arte impensado, una forma de ver el mundo que puede pasar
desapercibida. Los soportes son inesperados: los halls de edificios. Hoy es habitual que una torre

1/7
plantee como necesidad recibir a sus vecinos con una obra de autor en la entrada. Pero hubo un
antecedente, una escuela que creó Rodolfo Bardi, un artista que tardó en ser reconocido como tal,
porque lo que hacía en su juventud no estaba clasificado.

Mural de Rodolfo Bardi, Paunero 2793 (1971). Foto: María Eugenia Cerutti

Bardi ha sido el artista pionero que en la década del 60 propuso “decorar” esas entradas sin color de las
propiedades horizontales con sus obras concebidas para cada caso en especial. Produjo más de 400,
muchas de ellas aún se conservan en construcciones de la Ciudad de Buenos Aires y, unas pocas, en
Gran Buenos Aires.

Veamos el mapa para reconocer y entender el periplo geográfico e histórico posible a través de sus
obras. Ese recorrido por la Ciudad de Buenos Aires y parte del Conurbano y más allá puede
comenzar en la entrada del edificio ubicado en Concepción Arenal 2323, por ejemplo. Allí sobrevive un
relieve trabajado en mármol y cobre de 2,49 x 1,51, protagonizados por cuerpos fundidos de un hombre
y una mujer que miran al horizonte. Hay dos murales que ambientan una entrada en Mendoza 3282,
basados en aluminio, cemento, maderas, azulejos y cargados de simbolismos. O el tríptico en una
galería comercial de Arribeños 2153 (Barrio Chino), un relieve de cemento intervenido con pintura
blanca. La ruta continúa por Vicente López, Florida, Lomas de Zamora, Ramos Mejía. También llegó a
Mar del Plata y Pinamar y sobrevive uno en las paredes de una YPF de la Ciudad de Corrientes.

La obra persiste y se multiplica por distintos caminos. A fines de 2022, se presentó el libro Rodolfo Bardi,
coordinado por la historiadora de arte María Cristina Rossi que reúne su obra, cuenta su biografía y
homenajea al artista. El encuentro fue un reconocimiento merecido que presenció su hija Valeria Bardi,
una difusora constante de la obra de su padre e impulsora de su cuidado y restauración, cuando es
posible.

2/7
"Rodolfo Bardi", libro coordinado por María Cristina Rossi (YOEDITOR).

Estos murales acompañaron un momento clave de la construcción de edificios de departamentos para la


clase media. El encuentro entre el diseño arquitectónico y el muralismo jerarquizó el ingreso a las torres.
En las décadas del 60 y 70, Bardi trabajó con ingenieros y arquitectos que ya le encargaban estos
trabajos. El estudio de arquitectura Pisni y Mauny, la constructora Dintel, la compañía Chenlo o la
contratación directa por consorcios para decorar las entradas de sus edificios fueron los canales para el
desarrollo de sus obras. Bardi solía trabajar a la par de los gremios de la construcción.

En el libro se cita el testimonio de Dalmiro Ajalla, quien compartió tiempos de obra con él: “Le gustaba
conversar con nosotros, a veces comíamos asado juntos. Pero él era diferente a nosotros, tenía pelo

3/7
largo, usaba morral y fumaba en pipa. Nos contaba historias y era muy bromista”. Una caracterización
casi pictórica.

Mural de Rodolfo Bardi en Jean Jaurés 983 (1960). Foto: María Eugenia Cerutti

Rodolfo Bardi nació en 1927, en Vicente López, y comenzó a pintar a los 8 años, cuando su tío José
Rufino Bardi, pintor figurativo, lo llevaba a los bosques de Palermo y lo familiarizó con lienzos y pomos
de óleos. En los 40, estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes Manuel Belgrano y posteriormente
continuó en la Prilidiano Pueyrredón. En 1946 formó parte del Grupo de amigos de Vicente López con
Leopoldo Torres Nilsson y José Arcuri y se vinculó a la realización cinematográfica. De hecho, en
1947 colaboró en la realización de El muro, un corto de 8 minutos que fue la primera película de Torre
Nilsson. Diez años después volvería a incursionar en el cine trabajando en el corto Continuidad plástica
dirigido por José Arcuri. Finalmente, en 1954, Bardi dirigió un corto de carácter abstracto filmado en 16
mm titulado Composición que dio cuenta del trabajo que hasta ese momento venía realizando.

A fines de los 50, Bardi realizó muestras individuales en varias galerías de arte, integró una vanguardia
llamada Grupo Joven de la que formó parte, entre otros, Eduardo Mac Entyre, participó de la Bienal de
Arte Moderno de San Pablo de 1959 y un año después exhibió en el Museo de Arte Moderno de
Buenos Aires.

4/7
Mural de Rodolfo Bardi. Concepción Arenal 2323. Foto: María Eugenia Cerutti

Su paso por la plástica era más que prometedor, era una realidad. Sin embargo, Bardi inicia su obra
mural en la década de 1960. Un año después, realizó un mural en el restaurante La Posta de Mar del
Plata y una escultura de cemento amurada a la pared en el edificio de Av. Del Libertador 70, de Vicente
López. Lo convocaban quienes requerían una distinción para sus edificios: la de su arte. El modo
utilizado para realizar los murales se denominó “relieve escultórico”, encontrando en el arte geométrico
su mayor firmeza expresiva. Practicó la técnica de cemento pintado al óleo, con incrustaciones de
chapas de cobre o de aluminio, incrustaciones de resinas, piezas esmaltadas, u otros elementos como
caracoles o piedras, para complementar la imagen.

Los 23 años que Bardi dedicó a la obra mural, los volcó, en su mayoría, en edificios de viviendas
familiares. Unió a la arquitectura y la plástica con una renovada concepción que reflejó las corrientes
artísticas de su época. Muchos de los vecinos de edificios que alojan estas obras las cuidan o limpian,
pero no siempre es así, y algunas de ellas se deterioran y pierden belleza e integridad física. Todavía se
desconoce el valor patrimonial de estos murales.

5/7
Mural de Rodolfo Bardi, Olazábal 5008 (1972). Foto: María Eugenia Cerutti

De las aproximadamente 400 obras que hizo Bardi en edificios, unas 150 desaparecieron, fueron
demolidas o reemplazadas por un espejo, señala Valeria Bardi. “Quedan unas 250, y de ellas, la mitad
está en buen estado, son restauradas, limpiadas, alguien las completa si se pierde o rompe un pedacito,
hay porteros y encargados que las cuidan.

Mientras tanto, junto con Rossi están organizando a mediano plazo, una muestra que reúna la obra
pictórica de Bardi producida entre 1950 y 1960. Ambas se encuentran en plena catalogación de todo lo
que Bardi pintó antes de dedicarse por completo a los murales.

6/7
Mural de Rodolfo Bardi, Ortíz de Ocampo 2615 (1969). Foto: María Eugenia Cerutti.

Afortunadamente, Bardi no solo dejó su obra expuesta y abierta, casi totalmente, al público. También
dejó notas, cuadernos, libretas, fotos, maquetas y bocetos que le permitieron a investigadores como
Rossi, la historiadora Cecilia Belej y su propia hija poder reconstruir su método de trabajo, sus valores
estéticos y la filosofía aplicada en sus creaciones. “Bardi lleva el arte a la gente común que transita la
Ciudad de Buenos Aires. Se encuentra disponible, ya no solamente para el público que ingresa a un
museo o una galería de arte, sino para el paseante de una metrópolis moderna que ingresa a una
galería comercial o que habita uno de los innumerables edificios en lo que está presente su obra, que le
brinda carácter a muchos de los barrios de Buenos Aires”, concluye Belej.

Mirá también

Casa Neptuna, un oasis de creación

Estudio Massa: de la carpeta "mirar 60 años de música"

7/7

También podría gustarte