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𝐕 𝐃𝐄 𝐕𝐄𝐑𝐃𝐔𝐆𝐎

Jeon Jungkook, el hijo de un poderoso narcotraficante de Asia, había


sido secuestrado por un cruel asesino a sueldo apodado "V" cuyo
verdadero nombre era Kim Tae Hyung y el cual debía asegurar una
deuda por su cabeza tomándolo como rehén a la espera de su padre
para ser asesinado.

Kim Tae Hyung era un hombre que acarreaba detrás de sí un pasado


turbulento, que había escondido en lo más hondo de su alma para dejar
de ser atormentado, y el cual era motivo para que aquel seudónimo fuese
el que usara a diario, en vez de su propio nombre. Mas todo cambió
drásticamente, cuando empezó a nacerle una enfermiza obsesión por el
joven de ojos negros que yacía sin fuerzas, y en contra de su voluntad,
resguardado en un cuarto oscuro a las afueras de la ciudad.

Jeon Jungkook había caído en las peores manos, no habría nada que
pudiera salvarlo ahora. Kim Taehyung encontró una nueva satisfacción
en aquel chiquillo de ojos brillantes; que con suerte, duraría más que la
última.

https://youtu.be/iDRC66mXMNI
Foreword

Las ataduras, no son solamente una cuerda que te mantiene fijo en un


sitio del cual no te puedes mover. Las ataduras vienen en diferentes
presentaciones. La de nosotros dos; era una atadura emocional, y
mortal.81

Él solía ser una persona con unos, conmigo era otro. Aún así, yo en
ningún momento me salvaba de recibirlo de la peor manera. Por un
momento, pude estar seguro de que quería morir bajo sus garras,
consumido por su ego, derrotado por su maldad y hecho añicos por su
sadismo. Pero, cuando me di cuenta que su toque solo me ocasionaba
terror y que terminaría en lo más profundo del horror, decidí que era
mejor dejar las cosas tranquilas y ponerme una máscara que disfrazara
el dolor.8

Y empeoró, todo entre mi mente y alma; empeoró con él.1

Me destrozó, me tomó como suyo, me reclamó obsesionado, me


convirtió en otro y aquella atadura que creía que en ningún momento
saldría, se fortaleció con el paso del tiempo.

¿Soy un masoquista? En cierto modo debería decir que sí, porque


aunque no me gusta sentir el infierno, continúo gozando las llamas que
se adentran sin quemar, aunque grito cuando empiezan a desgarrarme al
no poder soportar el suplicio. Después de todo, él es quien enciende el
fuego de un infierno dentro de mi, me ve consumiéndome y luego se
encarga de apagarlo hasta que soy cenizas, de las cuales renazco, para
volver a soportar algo más fuerte.31

La sangre, las armas, el vacío existencial en el que quedamos al morir, el


poder de hacer hasta lo imposible por tener algo, la obsesión enfermiza
que te consume desde el fondo, la necesidad de poseernos... todo eso,
es lo que me terminó uniendo a él. El sentimiento que yo le tenía, era
diferente al que me tenía él a mi, sin embargo partían de la misma rama;
una atadura.10

No necesitó palabras bonitas para tenerme, no necesitó afecto, no


necesitó fingir, no necesitó disfrazarse de buenas intenciones. Creo que
esa es la peor parte, porque mis sentimientos pudieran ser entendidos
por mi mismo, si hubiese hecho eso, pero jamás fue así. Al contrario,
siempre fue directo, siempre dejó sus intenciones claras, siempre supe
que gozaba lastimarme hasta ahogarme en una tortura. Estuve desde un
primer momento al tanto de que él era alguien peligroso, lleno de maldad,
fundido de secretos, atormentado en mil formas. Era un alma con vida,
que se llenaba con gritos de horror que el mismo provoca en otros. Una
persona que puede compararse con lo más infame y cruel, a su vez con
lo mas sereno cuando quiere.16

Por esa razón habían veces que estaba tan irreconocible.

¿Lo odio? Pues obviamente lo hago, eso me hace saber que sigo
cuerdo.

¿Lo quiero? Puede que si, solo que quizá no como debería.

Prometió atormentarme, lo hizo.

Prometió hostigarme, lo hizo.


Prometió destruirme, lo hizo.

Prometió matarme...

Y estoy seguro que lo hizo.

Kim Taehyung es mío, ¿pero el resto de él? El resto de él soy yo.57

Aquel hombre tenía un lugar reservado en las puertas del infierno, si es


que existía.

Con una mente retorcida, depravada en toda su extensión. Su apariencia


era preciosa por fuera; como un diamante en bruto, pero por dentro su
alma tenía una cantidad de maldad inconmensurable, era horrible y
detestable. Él era un espíritu de verdugo que gozaba del sufrimiento
ajeno.

V, así se apodaba. Ese nombre —o simple letra—, era provocador de


escalofríos hacia cualquiera conocedor de sus más grandes atrocidades,
e incluso las que parecían más pequeñas. No era para menos, pues
quien estuviera en contra de ellas, terminaba como uno más.

Se ganaba la vida arrebatándole la existencia a quien fuera. No


importada edad, ni sexo, ni clase social. Tampoco si eran simples
víctimas inocentes. Si había dinero de por medio, él y sus esclavos se
encargaban de hacerle tener los peores últimos días de su vida a
cualquiera. Algunos se habían ido al otro lado en paz sin conocer aquella
faceta siniestra, habían tenido la mejor suerte del mundo. Otros
terminaron sufriendo hasta agonizar, hasta perder el conocimiento luego
de suplicar incontables veces que querían morir. Él nunca tenía claro a
quien se lo haría, cuando el deseo de sufrimiento entraba en su mente,
cometía sus vastas inmundicias.

Era un sicario; psicópata, despiadado, maníaco, sádico como ninguno.46

Ahora le tocaba profanar la vida del joven Jeon. Un simple muchacho con
los ojos más brillantes que había visto en su vida. Con una sonrisa cuya
luz por poco se comparaba con la estrella más grande en el firmamento.
Quien se lo había pedido conocía cómo mataba, cómo abusaba de una
manera tan vil. Tarde o temprano lo haría con ese chico, tarde o
temprano aquel ser sufriría horrible. Pobre, no sabía lo que le esperaba.
Pero primero, se divertiría un largo rato antes de enviarlo en pedazos a
unos cuantos metros bajo tierra.22

V solo lo prolongaba, esperando el momento justo.6

Pero el momento justo llegó de la manera menos esperada, convirtiendo


todos sus caprichos en un deseo imposible de crear; la muerte.

Al menos, no aún.

Lo quería con él, costara lo que costara, llevándose por el miedo a quien
fuese. Lo adoraba, era suyo después de todo.

Y lo tuvo, de todas las maneras posibles, lo tuvo.

Desde las peores, hasta las más sanas, aquello porque sintió todo lo que
jamás pensó sentir por alguien, que no solo mantuvo encerrado en cuatro
paredes de una habitación, sino también entre los muros de sus
pensamientos y la coraza de un espíritu rasgado a muerte por recuerdos
inmundos.16
''Una victima jamás será un victimario, si siempre está del lado de quien
le hace sufrir.''50

—V de Verdugo.21

I: V and the kidnapped.

El reloj marcaba las once en punto.4

Aún faltaban dos horas para que los ayudantes a los cuales él les
llamaba esclavos, llegaran con el jodido maletín repleto de una cantidad
exorbitante de efectivo sucio. El hombre estaba sentado en un viejo
banco de madera, que en su momento estuvo brillante y pulido, pero que
ahora dejaba un rastro manchado y lleno de termitas fastidiosas que
debía mover con el pie, a la vez que pasaba el cólera de desesperación
que le estaba sacando de un puto quicio. Inclinado hacia adelante, con el
ceño fruncido y los brazos apoyados en las rodillas. En la mano llevaba
su marlboro recién encendido como habitualmente, junto con tres
pesados anillos; dos de oro y uno de acero en la zurda, además de uno
de rubí y otro de esmeralda en la diestra. Disfrutaba cada calada,
saboreando el picante en la punta de su lengua, desechando el humo por
las fosas nasales con calma, tranquilo. Su mente volaba, pero se
encontraba en calma por fuera, mirando hacia la nada con sus ojos
oscuros que escondían tantos secretos imposibles de callar por su alma.6

Él, era Kim Tae Hyung. O "V, el verdugo" como todos dentro de aquel
ámbito criminal donde mandaba, lo llamaban. Un alias que provocaba
que le respetaran, le obedecieran y el miedo a fallar se instalara en los
huesos de todo aquel que tuviera la desdicha de querer incumplir lo que
les pedía. No por nada había llegado a ser tan conocido, al punto en que
la sola mención de ese seudónimo, dejaba una estela tétrica en la espina
dorsal de quien lo escuchaba.

V era una figura dominante, un ser humano imponente, que se


acostumbró desde pequeño que la vida era un constante matar o morir y
siempre terminabas dejando que la existencia misma te pisoteara o sino
debías aprender a pisarla tú a ella para subsistir por los muros infames
del destino que yacía hundido en la marginalidad. Pero, probablemente
en algún punto, alguien diría que aquello era solo por sobrevivir. Quizá
pueda ser cierto, aunque no quitaba para nada el hecho de que
disfrutaba el sufrimiento hasta convertirlo en agonía, y de ahí al tope del
suplicio mismo en carne viva.

Veintiséis años y ya contaba con el peso de haber hecho demasiados


abusos de cualquier clase y asesinatos tortuosos que no podía contar
con todos los dedos que poseía. Gozaba de torturar a sus víctimas
mientras abusaba de ellas y les vociferaba todos los insultos que
llegasen a pasar por su mente, provocándoles el terror. Disfrutaba
cuando hacia llorar a los demás y le pedían que parara, que los dejara en
paz. Pero él no lo hacía, en cambio, se reía en sus caras mientras
arrebataba la vida de sus cuerpos inocentes. Él era de los que mataban y
les pagaban, ese era el trato. Era un execrable sicario y aparte de eso, la
persona con un sadismo enfermizo y peligroso para cualquiera.9

La policía nunca había podido dar con su paradero, pues Kim era astuto,
ágil y lo suficientemente inteligente como para no dejar que lo
encontraran. Claro, pese a eso, no es como si se supiera a vox populi
quien era o lo que hacía. Ante todo, siempre el cuidado de su apariencia
siniestra y sus actos viles, era importante. Incluso sus esclavos le temían
y lo tenían más que claro. Porque Kim Taehyung era una prueba viva de
que los rostros más serenos, son aquellos cuya mente esconde los
recuerdos mas pesados, la plena gloria alcanzada de la manera mas
sádica y los secretos mas turbulentos que viajan como un caudaloso rió
llevándose todo a su paso.22

Cuando cumplió doce años ya se le veía con un pitillo de nicotina entre


los labios. Cuando cumplió catorce ya había asesinado a su primera
víctima y dos años más tarde ya era un perfecto y maldito criminal.
Nunca tuvo afecto de sus padres, ni de nadie cercano a quien se le
podría llamar familia, al menos así lo sentía el. Odiaba que alguien
demostrara cosas buenas a su persona, era terrible ser "querido". Su
madre trabajaba de mesonera tiempo completo en un cabaret lleno de
prostitutas mal olientes y almas desgraciadamente rotas pidiendo por
ellas. A veces, cuando ofrecían buena paga, la mujer se prestaba en
cuerpo y alma a aquellos quienes se ofrecían para consumirla como un
pedazo de carne barata y sucia. Ni siquiera estaba segura si ese niño
que llevaba en su vientre cuatro meses después, era hijo de su marido,
de no ser por el parecido físico que se desarrolló con el paso de los años.
Lo del trabajo no se lo diría nunca, la golpearía hasta dejarla
inconsciente, si se enteraba que andaba regalándose. El padre del niño
trabajaba vendiendo armas robadas en un callejón cercano a lo que
podían llamarle hogar, también cigarrillos y drogas. Era parte de un grupo
de delincuentes armados a fuego que entraban en casas de gente
adinerada a extraerle los bienes sin permiso previo, por no llamarlo como
era.11

Mil cosas hubieron ocurrido en su vida que lo convirtieron en el ser quien


era hoy, aunque ninguna tan fuerte como aquella vez que sus ojos
llevaron la vista por todo un espacio lleno de sangre o como cuando fue
elegido para matar a un hombre de negocios. Eso, fue el principio de su
propio desastre. Desastre con el cual estaba enfermizamente conforme,
sin arrepentirse o darse cuenta de la gravedad en la que su mente
estaba hundida. Después de ese suceso ya nunca más fue Kim
Taehyung, aquel nombre de nacimiento que su madre le dio en honor a
su abuelo, según ella. No, ahora era V.

V de Victoria; porque eso era lo que sentía siendo quien era.34

Era un alma en pena, lleno de traumas e inseguridades, con la memoria


sucumbida a profundidad en rencor y odio, armado con una coraza
terrible de angustia, haciendo sentir dolor a los demás para desahogarse
del propio, ese que sabía tenía y poco le importaba.

Se levantó del taburete, fue hasta el último cuarto de aquella mal oliente
cabaña, uno de los lugares donde siempre permanecía cada vez que
estaba en esa ciudad desempeñando su inmunda profesión. Se acercó a
la nevera y tomó un vaso de agua, quizás ni era potable; porque el leve
color grisáceo que tenía no era el natural. Caminó hasta el lugar y
cuando estuvo en frente, abrió la puerta. Encendió la luz que siempre
permanecía apagada desde que aquel chiquillo de ojos brillantes había
sido obligado a entrar allí desde hace casi dos meses atrás.

Y allí estaba, tirado en el piso como un animal moribundo pidiendo auxilio


a cualquiera que pasara frente a él, aunque siempre estaba solo de no
ser por una que otra persona que entraba allí a dejarle una miseria para
que subsistiera y no muriese de hambre. El terror que sentía a cada
segundo se detectaba más, lo emanaba por cada uno de sus poros.
Estaba sucio y con la misma ropa desde el primer día que su vida entró
en un infierno. Las lavaba una vez a la semana, de la misma forma que
lo dejaban lavarse a él.

Jeon Jungkook, ese era su nombre.24

Estaba secuestrado por culpa de su padre, Jeon Jaeban, quien mató al


hijo del gobernador porque tenía una cuenta pendiente de la cual el
asesino no sabía a totalidad y tampoco le importaba mucho, solo lo
necesario. Tenía que ver con drogas, prostitutas, pagos, además de una
que otra mierda que no le hacía ruido aún. Solo sabía que el asesinado
tenía un plazo de una semana para pagarlo, pero se atrasó y al octavo
día apareció muerto en su propia casa con una bala en el entrecejo y el
pene cortado metido en su propia boca y sacado por la garganta.41

Bang Sihyuk, el gobernador al cual le arrebataron a su hijo mayor,


contacto a V para que matara al bastardo que había asesinado a su
primogénito, Chanyeol.20

El trato era que V encontrara al padre del secuestrado y con sus propias
manos lo matara. No quería que ninguno de los hombres del asesino lo
hiciera, él sabía cómo asesinaba a sus presas y eso era lo que Sihyuk
quería que hiciera con el señor. Lastimosamente no se encontraba en la
ciudad, estaba fuera del país. Pero, los hombres de V dieron con el
menor de los Jeon y le informaron que él era hijo de la persona que
debía matar. V habló con el gobernador y le dio una idea de la cual
estaba completamente convencido.

Era bastante clara, secuestraban a Jeon Jungkook y luego contactaban a


su padre para pedir por el rescate. Cuando lo hicieran, lo secuestrarían a
él también, luego el sicario se encargaría de matarlo como Sihyuk se lo
pidió. Sin embargo, el padre de Jeon era inteligente y por supuesto que
no iría él solo a entregar el dinero a un desconocido. El seguía de viaje,
así que lo que hizo fue mandar a uno de sus empleados el cual terminó
muerto antes de regresar a su casa. Kim lo mató y se quedó con el
dinero, y el viejo Jaeban jamás apareció.8

Habían pasado casi dos meses desde que habían secuestrado al


muchacho y no encontraban a su progenitor. V no podía darse el lujo de
ir a buscarlo él mismo porque sabía que la policía podía dar con él. No
porque supiesen quien era, sino porque en esos días hubo un par de
homicidios y estaban investigando los lugares que debía frecuentar si le
buscaba. Habló con Sihyuk acerca de la situación que se presentaba con
Jungkook y que el hombre no regresaba de su estadía en otro país y no
irían a buscarlo porque eso significaba un riesgo hacia el sicario. El
gobernador decidió no pagarle más al castaño de raíces negras por el
asesino de su Channie y por el contrario le pagó para matar a su hijo,
Jeon. De igual manera si el narcotraficante en algún momento aparecía,
lo mataría cruelmente. Por ahora, el que iría al otro plano sería su hijo
menor. Los esclavos de Kim fueron a encontrarse con el dinero para
después quedarse con la paga, matar al muchacho y luego continuar con
su día a día basado en sangre.
Era un hecho, V terminaría matando al joven Jeon.22

—¡Hey, cabrón! —le gritó al entrar a ese cuarto—. Hidrátate que aún no
te quiero muerto —la voz de Kim resonó en todo el espacio.

Jungkook, que se encontraba en posición fetal, volteó la vista hacia el


marco de la puerta. El sicario iba caminando hacia él a paso lento y
pesado, sus botas negras estilo militar marcando cada uno de sus
movimientos.3

El secuestrado estaba asustado y sus ojos recién se acostumbraban a la


incandescente luz del bombillo, parpadeando rápido. Vio al más alto, e
hizo un débil intento por abrazarse a sí mismo, aún tirado en el suelo.
Tenía los tobillos y las rodillas fuertemente amarradas con una soga, las
muñecas las llevaba sujetas y pegadas, pero pudiendo mover sus manos
como si de una pinza se tratase. En la boca tenía un pedazo de cinta
gruesa aislante que no le permitía hablar. V se dio cuenta de esta y
cuando estuvo frente al muchacho, dejó el vaso que portaba en la mano
encima de una mesa cercana. Se agachó y quedó mirando al joven por
un segundo. El miedoso tirado en el suelo, le escaneaba como si fuera la
peor persona del mundo. Los nervios no eran fáciles de disimular en su
cuerpo tembloroso.

Jungkook tenía el rostro manchado de lágrimas secas, de tanto llorar a


cada segundo. Su camisa estaba sucia de tierra, porque el suelo de la
habitación nunca era lavado y estaba hecho de cemento en bruto, el
polvo y la suciedad se acumulaban en cada rincón. V llevó su mano
hasta la cara de Jeon. El más bajo se alejó por acto reflejo, pero el
maleante lo jaló del cabello hacia sí y retiró de un solo golpe la cinta,
haciendo que el rehén inhalara fuertemente un quejido por el dolor. Tomó
el vaso de encima de la mesa y lo puso cerca de sus labios.
—Bébetela toda —ordenó.

Pero Jungkook no quería hacerlo, y utilizar sus manos cuando sus


muñecas estaban totalmente pegadas era tedioso.

—N-no tengo sed —respondió cerrando los ojos, esperando un golpe.


Sabía que cuando se negaba a comer o beber algo, rápidamente su
mejilla terminaba ardiendo o su estómago palpitando de dolor.

—¡Me sabe a mierda si tienes o no tienes sed! —gritó Kim con


determinación. Kook suplicaba internamente al cielo que se fuera de ahí
y lo dejase solo por un tiempo—. Bébete el maldito vaso de agua.20

Su corazón empezó a latir más fuerte que antes. Quería resistirse, quería
oponerse, pero tenía miedo. Solo calló por un segundo, olvidando así
responderle al tipo.

Kim se levantó, observándolo. Dio pasos alrededor del cuerpo del chico.
Jeon estaba tiritando del miedo, la rojez en sus tobillos y muñecas era
muy evidente, incluso si no estuviese la luz encendida, se notarían.
También las marcas en su rostro que Kim había hecho la noche anterior
cuando magulló su cuerpo a golpes porque no quiso obedecerlo en algo.

Para el asesino era satisfactorio verlo ahí, como un perro abandonado,


hambriento, sucio, tembloroso. La imagen completa le daba una buena
sensación de superioridad. Si tan solo eso lo ponía de buenas, no quería
ni imaginarse cuando lo hiciera pedazos, cuando ya su cuerpo no
aguantara más por el dolor al que sería sometido y cayera mientras
moría. Quería matarlo tan lento, hacerlo gritar tan fuerte y despedazarlo
poco a poco hasta desangrarlo y consumirlo.8

Pero no lo haría hasta que tuviera ese maletín en sus manos, no podía
arriesgarse a matarlo y luego no tener el dinero. Si bien, amaba añadir
victimas a su lista para simplemente complacerse de atrocidades, la paga
era importante. Siempre era importante. La satisfacción de hacer algo
bien y que fuese remunerado, le sentía bien.

Después de dar una vuelta al muchacho tirado, volvió a ponerse frente a


él. Jeon aún seguía mirando al suelo, incapaz de sostenerle la mirada a
su verdugo. Kim notó que tenía los labios secos, así que ese vaso de
agua ya no lo bebería por sí mismo. Lo que pensaba hacerle, ameritaba
que los bonitos labios pálidos que tenía frente a él, siguieran así.1

Maldito malagradecido, esos labios no pueden partirse y quedarse


resecos. Deben estar bonitos y suaves, como le gustan.32

Volvió a agacharse, aún con el vaso en la mano, lo dejó un momento en


el suelo. Tomó al rehén de los hombros mientras fácilmente le levantaba
del concreto y obligaba a sentarse. El chico tambaleó un poco, debido a
que había pasado bastante tiempo en posición fetal y ahora en menos de
un segundo se encontraba sentado con las rodillas pegadas al pecho, en
un pequeño acto reflejo de protegerse a sí mismo frente a la presencia
de aquel hombre que tanto temía. Sintió de pronto un dolor punzante en
el lado izquierdo de la cabeza, recordó que fue por el golpe del día
anterior.

—Bébete el maldito vaso de agua, maldito hijo de puta. Última vez que lo
digo —Kim llevó el vaso frente a Jeon, espero que lo tomara y bebiera,
aún con las muñecas atadas.14

Jungkook aún no flaqueaba del todo, pero tomó el vaso, apretándolo


entre sus palmas. Se negaba a beber esa agua, ni siquiera era
trasparente. La mirada de Kim se intensificó.11

Se le acabó la paciencia.
Dirigió su mano con más anillos hasta las mejillas de Jeon, apretó tan
fuerte que hizo que su boca se abriera por acto reflejo. Quitó el vaso que
tenía en sus manos y lo vertió entero hasta su garganta. Cuando terminó,
el secuestrado yacía en el piso tosiendo por el agua que
desgraciadamente había sido derramada dentro de sus fosas nasales. V
se levantó y tiró el vaso a lo lejos escuchando como se rompía en
fragmentos diminutos, saldría de la habitación a consumirse un puro
porque ese imbécil ya le estaba colmando la paciencia, faltaba poco para
llegar al límite, y eso era lo que quería.

Pero Jeon Jungkook se sentía impotente.

—¡E-eres un m-maldito infeliz! —sus palabras salieron al azar en un


insulto hacia el maleante, no calculó la magnitud de maldad que había
provocado.33

El hombre que casi salía por la puerta detuvo su andar de golpe y el


secuestrado vio como sus hombros se tensaron. De pronto se volteó
erguido y sus ojos estaban llenos de una furia que a Jeon le heló los
huesos.2

— ¿Qué dijiste, pedazo de mierda? —Si había algo que a V le sacaba de


quicio, era que lo insultaran.26

El chico no dijo nada, solo cerró los ojos porque ya sabía lo que venía.

El sicario rápidamente se acercó hasta él. Lo tomó por los hombros


importándole poco el hecho de que ayer había repartido varios golpes
por esa zona. Jeon se tensó y lanzó un quejido. Su verdugo lo pegó a la
pared de un solo movimiento, provocando que su espalda doliera y su
cabeza volviera a golpearse en mismo moretón de hace noches.
—¡REPÍTELO, MALDITO! —retó, con un ceño fruncido y la mandíbula
tiesa. Sus dedos hacían presión en aquellos hombros y el chico dueño de
ellos ya tenía lágrimas que corrían por su rostro, tanto de dolor como de
miedo—. ¡Grandísimo hijo de puta, repítelo!5

Jeon se hizo más pequeño en su propio cuerpo tratando de detener su


llanto. No logró nada y lo próximo que sintió fueron cinco dedos
volteándole la cara a toda fuerza. Por poco había olvidado lo que se
sentía un bofetón, por poco.

—No he... d-dicho nada —sus dientes presionaban con fuerza su labio
inferior, en un intento por tratar de parar su llanto. No trató de girar el
rostro, solo quedó con la cara de lado presionando sus ojos con fuerza.
La piel de su mejilla ardía. Mierda como ardía—. ¡D-déjame en p-paz, por
favor!6

El hombre frente a él tomó su barbilla, giró su cabeza hacia él y quedó


viéndolo firmemente. Jeon aún no se atrevía a abrir los ojos.

Esa fue la gota que derramó el vaso. Se levantó y caminó hasta la puerta
para salir de ahí, no sin antes voltear su rostro para ver al secuestrado
tras él.

—Te voy a enseñar a respetar... maldito hijo de perra.30


II: Marlboro cigarettes.

(⚠)46

Él odiaba las provocaciones.

La inhumana mente de Kim Taehyung podía estar serena. Él poseía la


capacidad de sentirse tranquilo por horas, sin ni siquiera dar un atisbo de
que le recorrían deseos sanguinarios que adoraba satisfacer de manera
infame y cruel. Se controlaba muchas veces, aquello era verdad, sin
embargo lo hacía porque podía estar seguro de que no era el momento
de comportarse como un degenerado. No obstante, bastaba una simple
provocación, un insulto o un mal acto con el que estuviese en
desacuerdo y lo hacía convertirse en la persona con peores problemas.
O, más bien, sacaba a flote aquello que ya tenia y depende de la
circunstancia, media la gravedad.

Era como volverse otro ser. De por sí causaba un miedo extraño en


quien lo veía caminar en la calle, o quien se le acercaba. Quien lo
conocía le respetaba, pero no por ser una gran persona o tener un buen
trato con sus allegados, le respetaban porque tenían más que claro que
si no, terminarían desmembrados, o degollados, y eso hacía que se
congelara la sangre al instante de cualquiera a su cercanía. Todo eso
estando en un perfecto estado natural. Pero cuando se molestaba, él
mismo decía que el diablo se escondía bajo su trono, asustado de lo que
pudiera llegar a ver.3

La calma y serenidad de una persona podían fácilmente tornarse en un


alter ego del que estaba consciente, como si por si mismo decidiese
como usarlo, y siempre a su favor. Que la mente dominara al ser humano
era algo fácil y común, pero aprender a controlar una mente y conocerla
a fondo, era algo que no todos podían. Aunque él, si.

V, el asesino, era uno. Taehyung, el hombre, era otro; y juntos eran la


misma arma que uno solo podía usar, donde se sumergía la crueldad y
era implementada de distinta manera dependiendo de a quien tuviera al
frente y por qué quería hacerlo.7

Su lado racional era frío, distante, desolado y misterioso; no hablaba con


nadie si no era extremadamente necesario. Carecía de expresiones
faciales más allá de su semblante serio. Podría decirse que incluso
llegaba a ser algo cuerdo. Quizá ese seguía siendo el verdadero
Taehyung, aunque increíblemente más jodido.

Su lado enfermo, ese que sacaba la peor parte de sí; era egocéntrico,
eufórico, hiperactivo, peligroso y sádico en grandes cantidades. Su
sonrisa se ensanchaba cuando sus maldades hacían efecto, haciendo
que dos ligeras rayas hundidas se formaran a cada lado de su rostro. Su
risa era seca, ronca y grave como su voz. Sus pupilas se volvían
oscuramente grandes haciendo que sus orbes marrones fuesen casi
negros y la tensión le aumentaba en la sangre.

El secuestrador no tocó a su rehén, solo salió dando el portazo más


estruendoso de la noche. Empezó a buscar la caja de cigarrillos marlboro
que siempre utilizaba cuando quería divertirse y hacerlo sufrir, además
de que era su método favorito para pasar el rato. Adoraba muchísimo el
solo hecho de tener a ese pequeño muchacho a su merced de ese
modo.2

La cocina no tenía luz, y las velas casi se terminaban, no importaba de


todos modos, pues pronto saldría de ese lugar. La repisa polvorienta era
el sitio donde colocaba la cajetilla de cigarros siempre que la compraba,
pero en ese momento no estaban ahí. No recordaba donde mierda la
hubo dejado, hasta que giró la vista en dirección a la lata de aceite para
autos, recordando que la había puesto al lado. Cuando se acercó, la
tomó y volvió a donde yacía el maltratado muchacho. Abrió con otro
portazo la puerta, llevó su mano al bolsillo trasero de sus oscuros jeans,
el encendedor fue desenfundado y pronto la llama estaba empezando a
consumir el contenido del cigarro.

Aspiro lenta y profundamente, el secuestrado lloraba en silencio; perdido


en los pensamientos que surcaban su cabeza, haciendo que se
atemorizara más de lo que ya estaba. Su corazón latía a una velocidad
inigualable. Cada vez que pasaba era lo mismo, solo quería salir de ahí,
perderse y no volver nunca más. Morir, si era necesario. Ese tipo le
causaba un terror agónico, solo escucharlo respirar le provocaba tragar
un nudo de desesperación y miedo que se formaba en su garganta.

V se sentó en un banco, cerca de la mesa de aquel cuarto. Fumó el


cigarro tranquilo, parecía que lo estaba, pero ya su cerebro recreaba
imágenes del dolor que sentiría su inocente víctima, de los gritos que
entrarían por sus oídos y se instalarían en la memoria de su
subconsciente, de las saladas lagrimas de dolor corriendo cuesta abajo
por las mejillas del menor que quedarían grabadas en su mirada por
siempre.

Le gustaban mucho esos ojos brillando por las lagrimas que él mismo
provocaba.6

—Detesto con toda mi maldita y condenada alma que me griten —su voz
sonaba tranquila, pero Jeon tambaleó en su sitio, al borde de un puto
infarto—. Detesto con toda mi maldita, condenada, mugrosa y
despiadada alma que me insulten —se levantó del lugar, y empezó a
caminar con calma por los alrededores—. Pero tú no pareces saberlo, no
pareces entender que tienes a un maldito maníaco frente a ti, Jeon.

Jungkook lo vio directo a los ojos, su espalda estaba temblando, sus


manos y piernas estaban de la misma forma. Todo su débil y magullado
cuerpo era definitivamente un manojo de nervios. No quiso hablar, no
quería suplicar. La última vez que el chico había visto esa faceta, fue el
día en que V le demostró lo que le podía hacer si no dejaba de gritar.

Y esa demostración, fue matar a tubazos a un hombre. Justo frente a él.


Un hombre que su padre hubo mandado para entregar el dinero por el
''rescate'' del chico, pero en realidad no habría ningún rescate. Los
hombres de V solo quisieron ver si Jeon Jaeban llegaba al sitio, eso
nunca ocurrió, mandó a otro solo y se deshicieron de él.1

—N-no me hagas nada... —susurró, sabiendo que sería en vano. Habló


tranquilo, pero el miedo consumía su mente—. P-por fav-

—¡Cállate la puta boca! —demandó, el secuestrado solo suspiró.


Jungkook mordía sus labios para que sus hipidos no sonaran. Incluso
llegó a saborear el hierro de su sangre y el ardor en ellos. Usualmente no
sabia a veces qué hacer, a veces ese hombre se molestaba solo con
verlo respirar, si lloraba por miedo le hacia algo, si no lloraba entonces
buscaba la manera de hacerlo y si se quejaba era putamente peor
absolutamente todas las cosas que sufría desde que su entorno cambio
radicalmente.8

Kim se posicionó frente a él y aclaró su garganta, sus ojos oscuros


detallaron perfectamente los de Jeon, que estaban ligeramente rojos.

—¿Sabes una cosa, muchacho? Cuando alguien está loco, tiene dos
opciones —volvió a la calma con su tono—. La primera es quedarse a
lamentar su locura y buscar ayuda, porque sabe que va a terminar
hiriendo a los demás o a sí mismo. Esa la tienen aquellos que aman a los
suyos, los que crecen con amorcito y toda esta puta mierda —hizo uno
que otro ademán y posteriormente tiró el cigarro terminado al suelo y
encendió otro, luego continuó—. La otra es vivir con ella y ayudar a que
te posea, pero también aprender a controlarla. Decidir cuándo puede ser
vista o no. Esa la tienen aquellos que no meten el culo en asuntos ajenos
y que no les importa una mierda la vida de los demás. —Mostró una leve
sonrisa que a Jeon le pareció escalofriante. —Como yo, que soy un
maldito loco infeliz que se pudrirá tarde o temprano en las llamas del
infierno, mientras le quita el trono al ángel negro.7

Kook quedó atónito. Era el discurso introductorio, previo a una agresión,


más interesante y confuso que había oído en su vida, y era el único. Ese
tipo parecía el mismísimo diablo, Jungkook estaba claro en eso, no
obstante no era de los locos que estaba acostumbrado a ver en el
entorno donde su padre le criaba. Este tipo era raro, porque parecía en
serio tener buenas razones para ser esa clase de persona, solo que
Jungkook aun no sabia cuales eran.

El maleante tiró uno de los vasos, que había dejado un par de días atrás,
de golpe al suelo provocando que el menor se quedara temblando en su
lugar..

''Maldita sea, hoy muero.''26

—Una pregunta... —titubeó Kim, escaneándolo en totalidad—. ¿Cuantos


años tienes?23

El secuestrado no sabía si responder o quedarse callado. Lo miró,


parpadeando con rapidez. No tenía la cinta aislante pegada a la boca, no
había razón para callarse. O si la había, y era el terror de que cuando
hablara recibiera un golpe. Pero él le estaba preguntando. Se supone
que debía...1

—¡RESPONDE, JODER!

—T-tengo... veinte.8

Se sorprendió, a decir verdad, pues juraba que ese chiquillo llegaba a


duras penas a dieciocho años. Vaya carita inocente que se traía. V hizo
una mueca y chasqueó los dedos. Sus ojos se pasearon por todo el
cuerpo del rehén. Las facciones del muchacho estaban sucias, los golpes
de su rostro le dejaban una pronunciada hinchazón, ese a eso tenia un
rostro aniñado, su cuerpo tenia partes firmes, algunas delgadas y otras
gruesas, recordó que practicaba taekwondo, llevaba la camiseta y el
cinturón encima, desamarrados, cuando lo raptó. No obstante, su
estatura, sus actitudes y su voz no lo convencían.
—Voy a repetirlo solo esta vez, Jeon —comentó V de nuevo—. ¿Cuantos
años tienes?39

—Tengo veinte —repitió firme esta vez.

Las manos del menor temblaban, sus ojos picaban, sus rodillas dolían. El
hombre caminó unos segundos por el estrecho cuarto y no vaciló ante la
mirada que le extendió el menor. El chico asintió de nuevo y entonces
una tétrica sonrisa surcó los labios del asesino.

—¿Cuál es la mitad de veinte, pequeño Jeon?10

El secuestrado vaciló unos segundos debido al tono que uso ese hombre
al decir aquello último, sabía inmediatamente la respuesta, pero tenía
pánico de hablar. Y, ese apodo extrañó que le dijo con voz lasciva solo le
dio un mal sabor de boca y un revoltijo de estomago.

—¿CUÁL ES LA MALDITA MITAD DE VEINTE?40

—D-diez... —susurró, casi inaudible—. E-es diez...

''No me golpees, no me golpees, no me golpees...''

—Como me hiciste molestar, y yo aborrezco que me molesten —


pronunció, a la vez que entrelazó sus manos y con ambos dedos índices
juntos, lo señaló—... te castigaré, pero para que veas que a veces suelo
controlarme, te daré la mitad de tu castigo.47

De verdad que Jungkook solo quería morir ahí de una puta vez y no
recibir mas las manos de ese hombre encima suyo donde solo lo
golpeaba, le hacia daño, magullaba su cuerpo y quebrantaba su espíritu
poco a poco cuando le venia en gana. Taehyung se acercó al suelo,
contemplando las ganas de llorar de Jungkook, sintiendo el pánico
emanando como una fuente luminosa frente a él. Oliendo y absorbiendo
por sus poros cada uno de los espasmos de nerviosismo en su cuerpo.

Entonces acercó el cigarro a su piel; no la tocó, solo quería ver hasta qué
punto le suplicaba que le dejara, que se fuera, que se alejara. Gozaba de
escucharlo gritar y verlo llorar. Jeon no hablaba, solo tragaba duro cada
vez que las cenizas caían cerca de sus brazos. No estaban tan calientes,
podía seguir aguantando. Podía permanecer quieto mientras el hijo de
puta frente a él pasaba la silueta de la colilla por encima de su piel a
escasos centímetros. No iba a hablar, no quería hablar.11

V continuó viéndolo, lo miraba horrible. Quien viera la escena tan


despiadada de él gozando el miedo de su cautivo habría salido corriendo
para no estar cerca de un monstruo, de ese puto monstruo con
semblante pesado y un vaho intimidante cada que hablaba con aquella
gruesa voz.

—¿Te comieron la lengua los ratones, Jeon?

El muchacho tirado tenía la vista en el suelo, luego la puso en él.

—¿Entonces? ¿Me vas a hablar? —insistió el sicario—. Porque si aún


tienes lengua y no me hablas, te la arrancaré con mis propias manos. Y
eso sería terriblemente asqueroso de ver, eh —hizo un mohín—. No te
he dejado ir a bañarte como hace cuatro días y esa puta boquíta sucia
lleva mas o menos el mismo tiempo, o hasta mas. Debes tener gusanos
en los dientes por no lavártelos.

Kook no abrió los labios. A pesar de la situación, la vergüenza entró en


su cuerpo. Tenía razón, debía tener el peor mal aliento del mundo, no se
lavaba los dientes en días, ni siquiera la ropa. Y le importaba, por más
vuelto mierda que estaba, le importaba. Siempre acostumbrado a estar
aseado y con perfumes caros que compraba con el dinero corrupto de su
padre. Pero desde que había llegado a esa casa solo lavaba su mugrosa
cara una vez a la semana, igual que sus dientes si se le podía llamar
lavar, porque solo llenaba su boca de agua y la escupía incontables
veces.1

—¡AGH, N-NO!3

Entonces pasó, un fuerte ardor llegó a su brazo, sacándolo de sus


pensamientos. El llameante cigarro hizo contacto con la piel de su brazo,
haciendo que lo retorciera de dolor y emitiera un grito. Le quemó
profundo, incluso escucho como la piel se le tostaba bajo el fuego. Lo
sintió alejar, y respiro profundo incontables veces buscando el aire que
había dejado perder en su grito. Se hiperventiló y el horror volvió a
cruzarse en tu mirada.

—¡D-DEJA ESO, DÉJAME! —otro ardor fuerte en la parte de más abajo


cuando las cenizas y algo de el relleno encendido cayó y quemó la
zona—. ¡¡P-para, d-duele!!

—Una, Jeon —habló su verdugo, sin importarle—... por haberme alzado


la maldita voz.2

Tiró la colilla y la pisó. Volvió a la caja y sacó uno nuevo. Fue la persona
más insensible cuando se acostó al lado de un miedoso Kook y le
extendió el encendedor, básicamente haciendo que el marlboro fuera
encendido por él.5

''No te resistas, Jungkook. O será peor.''1

Con las manos atadas y poco móviles, Jeon lo encendió. ¿Para qué
protestar? Si ya era más que evidente que si no lo encendía, lo
golpearían. Luego visualizó como su secuestrador alzó su cuerpo frente
a él y empezó a fumárselo mientras lo veía con curiosidad. El hombre
escuchaba el llanto del miserable ser, y fue música a sus oídos. Cuatro
caladas fuertes y quedaba menos de un cuarto del pitillo de nicotina.

Tomó el brazo de Jungkook y lo jaló para tener mejor vista de la atadura


en sus muñecas. La zona si era rozada con un simple dedo ardía por las
ataduras que dejaban la parte de esa piel hundida, con el cigarrillo
dejaría una marca imborrable como varias que ya habían en sus brazos.

—¡¡No, ya no más!! —suplicó Jeon cuando el cigarrillo casi tocaba su


piel—. ¡¡B-basta, ya!!

—Dos, Jeon —el dorso de su mano ardió como el mismo infierno—... por
haberme insultado.

Las lágrimas ya eran imparables, no le importó seguir llorando,


destapándose ante el cruel sujeto frente a sí. Este sonrió con malicia e
hizo lo mismo que con el otro cigarro, buscó otro y lo encendió solo esta
vez. Las lagrimas de Kook se le deslizaban por el maxilar y cuello de
manera espesa, dejando un rastro hasta terminar absorbidas por su
camiseta ya no tan blanca.

—¿P-por qué no me m-matas y ya...? —reclamó, pero sonó como una


sincera súplica. La baba se salía de su boca de tanto llorar—. Acaba e-
esto de una p-puta vez... po-por favor...

Incluso para morir, estaba rogando.

—¿Matarte? —respondió, ya empezaba a lograr lo que buscaba—. Es


que te voy a matar, Jeon Jungkook. Pero... ¿por qué no jugar contigo un
rato? Así te vas al infierno hecho un desastre y no te van a mirar bonito,
como los malditos esclavos que tengo cuando llegaste aquí, hm.4
Jungkook nunca odiaba a nadie, era una persona buena con todos.
Nunca buscaba problemas. Si los tenia, intentaba arreglarlos de la mejor
forma posible sin llegar a mal entendidos, peleas o desacuerdos. Pero el
alma despiadada frente a él, le hacía querer matarlo, volarle las entrañas,
ahorcarlo, ver la vida salir de sus ojos provocado por sus propias manos.
No era un delincuente común y recién se daba cuenta. Este era de los
malos, de los verdaderamente malos que cuando hablan sacan veneno y
te lo escupen en la cara. De los que emitían un sonido y te cagabas en
toda tu descendencia. Una sola palabra y el terror se alojaba en tu mente
como un parásito consumiéndote desde adentro, haciendo que te
debilitaras más con cada segundo que pasaba.2

''Si el infierno existe, espero encontrarte allá... y vengarme de toda esta


mierda''.

La tercera quemada fue peor; la hizo cerca de la nuca, provocando que


Jeon diera una gran sacudida con la cabeza hacia atrás. Dolía, quemaba,
palpitaba. Dejaría un rastro horrible dañando su suave piel, ahora llena
de magulladuras, moretones y quemadas con colilla. Le dijo que la
tercera había sido por no repetir lo que dijo. Maldito, maldito mil y una
veces por hacerle sentir todo ese inframundo de dolor.

Kim sonrió.

—¿Qué pasa? —curioseó cínico—. No aguantas nada, pero debes


hacerlo, pequeño Jeon.

''Sopórtalo'' le repitió cuatro veces antes de aproximarse a su cadera y


levantar la desaseada camiseta rota que llevaba puesta el muchacho.
Taehyung vio el abdomen adverso, lo tenía ligeramente firme y marcado.
En un principio, no se veía tan delgado como ahora, habiendo perdido
unos cuantos kilos en todo el tiempo que había estado pasando ahí. Sus
costillas empezaban a notarse, al igual que sus clavículas y estrecha
cintura.

—Qué lástima que arruinaré ese excitante abdomen...

Presionó el cigarro justo en el medio, murmurando que esa era debido a


que se lo merecía para que no olvidara las anteriores. Lo único que
Jungkook pensó fue que, si no se cuidaba las heridas, con la cantidad de
tierra que se acumulaba bajo su cuerpo se le infectarían y le dolerían el
triple de lo que hacían en ese momento. Dolió, su espalda fue arqueada
por reflejo y las piernas le dolieron por estar atadas y no poder moverlas
con facilidad.

Otro cigarro fue prendido, Kim se lo entregó al chico, cuyas manos eran
un manojo de nervios desesperados y Jeon no quería saber para qué era
exactamente.

—Cinco, tú haces la última, pequeño Jeon —ordenó.3

No, por favor no.

—En la palma de la mano, vamos húndelo ahí.6

Jungkook sollozaba, estaba obligándolo a que se hiciera daño a si


mismo. El hombre pareció haber esperado pacientemente por unos
segundos la reacción. Las manos del muchacho estaban moviéndose sin
control de lado a lado. Era un sucio enjambre de terror colándose en lo
más profundo de su alma en un instante. El despreciable monstruo,
porque eso era; un monstruo que no sentía ni mierda y aunque sabia
bien que le hacia daño los disfrutaba, empezaba a jugar con su
estabilidad mental. Jungkook había resistido demasiado manteniendo la
calma en las condiciones patéticas con las que estaba sobreviviendo.
Ahora su mente ya estaba despedazándose poco a poco, no quería más
de ese maldito sentimiento de vulnerabilidad acabando consigo poco a
poco.

—¿Quieres que te parta la esa puta nariz inmensa que tienes o qué? —le
retó con sorna, viéndolo sin moverse mucho—. No me provoques, Jeon.
¡Húndete el maldito cigarro en el centro de la palma de la mano! ¡Es una
puta orden!18

—¡N-no q-quiero! —perdería su nariz, lo sabía.4

Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis...

—¡Ohg!

Una patada, sangre.

El fuerte golpe hizo que su cabeza doliera. El impacto logró tirarlo contra
la pared, pues previamente fue sentado a la fuerza. Sentía que
explotaría, se había roto y la sangre bajaba en líneas gruesas y espesas
de sus fosas nasales que seguro mañana estarían hinchadas, rojas,
moradas. ¿Hasta cuando debía soportar el maldito sufrimiento? Ya
quería ponerle fin a todo, casi sentía como podía irse y cerrar los ojos
hasta alejarse.3

De pronto todo empezó a ponerse borroso. El dolor en su nariz impedía


que abriera sus ojos completamente. Su cabeza ahora dolía y palpitaba
porque cayó de estar recostado de la pared al suelo golpeándola con
fuerza. La vista borrosa pasó a tener algunos puntos negros que iban
apareciendo poco a poco.

''No quiero despertar, no otro día, no otra vez...''


Lo último que sintió antes de perder la conciencia, fue el fuego quemarle
la palma de la mano, pero estaba muy poco consciente para pegar otro
desgastado chillido al aire. Si no se equivocaba, se había abierto de un
portazo la puerta principal de la cabaña y el hombre que ahora lo veía
con una sonrisa tétrica se volteó bruscamente y salió rápido del cuarto.

Kook cerró los ojos y se dejó ir en un desmayo inmediato, ojalá no


despertara nunca más, ojalá.

—Bonito hijo de perra...15

III: The bar.

(⚠)21

Jungkook se sentía con el peor dolor de cabeza.16

El cerebro le dolía como si una bomba estuviese a punto de estallarle


dentro, logrando que los sesos se le dispersaran y salieran de sus
cuencas oculares hasta el maldito suelo, porque ambos punzaban
también. Medio abrió los ojos, pero definitivamente era mejor tenerlos
cerrados. Había tierra en sus parpados, cayó ligeramente dentro de sus
orbes, haciendo que picara y apareciesen lágrimas para disiparlo. Lo
último que recordaba, era cada una de las veces que le ardió el cuerpo,
cada uno de los roces del maldito cigarro contra si.

El maldito cigarro.Maldita sea, prefería no recordarlo. Además, ahora


estaba tirado en el colchón de aquel desolado espacio, sin saber
exactamente cuánto tiempo hubo pasado. Las veces que perdía la
consciencia y caía en el suelo de un desmayo, despertaba en el colchón,
más no sentía ni recordaba el lapso de minutos u horas dormido, ni por
cuál razón estaba ahí y no donde cayó.

Llevó difícilmente una de sus manos a cada sitio donde sentía el peor
ardor jamás sentido alguna otra vez. Aún las quemadas estaban frescas
en cada uno de ellos, pero una pequeña costra empezaba a formarse y
agradeció internamente, porque de no ser así, las marcas dejarían un
rastro bastante pronunciado. Las demás que ese tipo que lo tenía allí
retenido contra su voluntad le había hecho, estaban cicatrizándose.

Jungkook se giró boca arriba, contemplando el techo que tenía un


agujero por el que se filtraba un rayo de sol que medio iluminaba el
espacio. Le recordó que cada vez que llovía, se filtraba una gotera hasta
casi llegar a donde él estaba tirado. No había ventanas y todo siempre
estaba oscuro, de no ser por ese hoyo en el techo por el cual de mañana
se colaba algo de luz y le permitía escanear el polvoriento alrededor.

En un momento donde despreció todo lo que era, Jungkook cerró los


ojos profundamente. La impotencia se posaba en su alma como el
sentimiento que siempre tenia a flor de piel, a excepción de cuando un
agotador miedo le recorría cada espacio del ser. Mientras sus ojos
estaban cerrados fuerte, maldijo incontables veces su vida, maldijo la
cabaña donde estaba, las condiciones de su entorno, maldijo a la
persona que recién le había hecho daño un par de veces más, e incluso
maldijo al mismo Dios en el que ya ni creía de verdad.

Dios.

¿Quién mierda era ese bastardo que lo había dejado tirado a un león
hambriento? No iba a ayudarlo, ya le había pedido suficiente y se negó a
darle un poco de alivio a su suplicio. No tuvo piedad y no la tendría
ahora. ¿Para qué seguir rogando, suplicando y humillándose a sí mismo
al rezar como su madre le enseñó, para alguien que ni siquiera tenía la
certeza de si existía o no, si lo escuchaba o no, si lo veía o no? Ya sus
súplicas a él no venían de su corazón, venían como un impulso para
aferrarse a algo que lo hiciese sentir mejor, pero en el fondo sabía que
todo iba a estar igual, rezara cuanto rezara.9

Si, ahora había perdido su fe, que era lo único que lo aferraba a salir de
ahí con vida; porque no diría ''sano y salvo'', no. ¿Sano? para nada; su
salud se había deteriorado por dentro cuando pisó ese asqueroso e
inmundo lugar. ¿Salvo? menos; era estúpido pensar que saldría salvo.
Quizá podía salir respirando perfectamente si en algún momento lo
sacaban, a menos que lo abrieran por dentro y vendiesen todos sus
órganos. Pero no estaba bien y sabía que no sería lo último que le iban a
hacer. En definitiva, vendría ese hombre a hacerle más daño. Jungkook
se había resignado a eso, porque solo le quedaba sacar fuerzas de lo
más profundo de su cuerpo y aguantar.7

Pero ya sentía que no podía, era una tortura solo pensar en ese tipo de
mierda.
Después de mirar un rato al techo, sus ojos se inundaron de lágrimas.
Lagrimas por lamentarse en la situación en la que se encontraba.
Lagrimas por no poder ni siquiera quejarse, porque el dolor y la injusticia
ejercida en él serían peor. Lagrimas porque ya no le veía salida a su
desespero. Incluso la muerte era una vía no factible, y es que estando
encerrado en las cuatro paredes de esa cabaña desolada, no encontraba
nada para poder acabar el dolor terminando con su vida.

¿Podría darse un puto golpe contra la maldita pared? Si, pero... ¿y si no


moría? fácil, sería cruelmente castigado. Miedo, terror y todo sentimiento
adyacente lo tenia grabado en todo lugar de sí. Porque si, morir ya
estaba siendo una idea que se agrandaba en su mente como forma de
escape. Y es que nunca había sido alguien valiente que pudiera enfrentar
sus miedos con osadía. Lastimosamente no había nada para llevar a
cabo esa idea. Ni siquiera en la situación en la que se encontraba, el
suicidio estaba disponible.Vaya mierda.1

Entonces no le quedaba de otra. Su verdugo volvería una vez más a


hacerle algo un poco peor, porque así era cada vez. Lo maltrataba, lo
golpeaba, se iba molesto y volvía después repitiendo el proceso sádica y
viciosamente.

Aún con la vista en el techo, empezó a recordar la extraña vez que había
recibido la furia de ese hombre por primera vez. El día que llegó, lo
encerraron en la cabaña, luego amarraron sus brazos y piernas con cinta
aislante. Su cintura fue atada con una soga y pegada a una gran
columna de madera. Ese día el cuerpo le dolió como nunca, pues lo
metieron a la fuerza a una van luego de haberle caído a golpes. Si hacía
presión en algunas partes de su cuerpo, aún le dolía.
El tipo de semblante tétrico entró luego de muchas horas a esa
habitación y lo miró de arriba a abajo con una curiosidad un tanto...
extraña. Jungkook no podía decir ni una sola palabra, debido a que
llevaba la boca cerrada con aquella tira de cinta. De pronto, el hombre
que estaba de pie frente a él, se agachó en su sitio y en un abrir y cerrar
de ojos estaba presionando la cabeza de Jungkook con un pañuelo
grueso que tenía un olor nauseabundo. Después, Jeon solo recordó
haber quedado inconsciente. Pero despertó. Lamentablemente lo hizo.

Para su sorpresa; desnudo.6

Y lo peor era que, frente a él, estaba el asesino.

Estaba amarrado en una silla. Sus extremidades se encontraban


entumecidas y su espalda dolía, joder que dolía mucho. Ambos brazos
estaban fuertemente atados al lugar que le brindaba la silla, sus piernas
también estaban atadas a las patas de esta. El terror recorrió su cuerpo,
la vergüenza estaba surcando su rosto. Porque estaba tal cual como
había venido al mundo por primera vez, ante un desconocido que le haría
algo y no sabia qué. No quería ni saber, ni sentir aquello.1

La mirada del mayor era oscura, se posaba de extremo a extremo en


cada centímetro del cuerpo de Jungkook. Su rostro hinchado, con un
moretón en la parte del pómulo derecho, su cuello con algunos destellos
violáceos por las marcas de otros golpes, sus clavículas más
pronunciadas de lo normal, sus hombros ya no tan marcados, su pecho
ligeramente pálido, su abdomen y su estrecha cintura. Se sentía
demasiado vulnerable ante él.

El secuestrador lo veía de mil maneras, pero cada una hacía pensar algo
malo a Jungkook, que se mostraba aturdido por toda la situación;
desnudo, amarrado y con un tipo frente a él que sostenía un grueso y
largo tubo de hierro en su diestra. El hombre se acercó a paso firme pero
tranquilo, sin quitarle la mirada de encima.

—Hola, Jeon —su gruesa voz le heló la sangre tan pronto como le
saludó—. De verdad que desde que me dijeron que tenía un trabajo
contigo, sabía que sería importante. Pero, no me dijeron que también
sería... bonito.16

Jungkook estaba aturdido y confundido, acaso dijo... ¿bonito?1

El sonido del fierro rozando la punta contra el suelo era horroroso, las
pisadas firmes del mayor, que vestía de negro por completo y cargaba
una capucha, lo era aún más. Se sintió pequeño en su lugar tan pronto
como la presencia estuvo mas cerca, casi llegando a su lado.

—He estado admirando tu cuerpo por horas, Jeon —el hombre miró
hasta el techo, como buscando alguna palabra—. Hm, yo que pensaba
que los pedófilos eran detestables, ¿sabes? Pero me acabo de dar
cuenta que me convertí en uno —su vista volvió a encontrarse con la del
retenido, y el sicario esbozó una amplia sonrisa—. Y todo por tu maldita
culpa, Jeon.10

Kook quería hablar, quería gritarle algo, más no sabía qué. De todos
modos, en dado caso que supiese, su boca estaba prisionera de aquella
cinta y no podría emitir sonido que no se escuchara como un quebrado
}jadeo. En su mente se repetía un constante; ''Por dios, alguien sáqueme
de aquí. Por favor, por favor, por favor...'', el cual bien sabía no tenía
lógica.
—Ahora, Jeon —empuñó más fuerte el hierro en sus manos—, como me
acabo de dar cuenta de que aparte de un desquiciado sicario, soy un
puto pedófilo... voy a castigarte por eso.11

Lo próximo que Jungkook sintió fue una mano posicionándose


bruscamente en su nuca y pegándola de sus piernas. La forma en la que
sus huesos tronaron dolió, y un calambre le recorrió la columna,
sacándole un jadeo inmediato.6

—Ni se te ocurra levantar el torso, Jeon... o te parto la maldita columna


en dos.1

Jungkook no movió ni un solo músculo pese al dolor que empezaba a


sentirse en sus coyunturas por el esfuerzo de quedar así. Y ojalá se
hubiera quedado ahí, porque lo próximo que sintió fue el tubo impactar
fuertemente con su espalda, en una estrepitosa fuerza que le hizo dar un
espasmo y todos sus vellos se erizaron.1

—¡¡Mh...!! —el grito fue ahogado, su espalda ardió.

Por inercia, el reverso de su maltrecha anatomía se hecho hacía atrás y


empezó a retorcerse. Sus muñecas y tobillos rozaban la cuerda que los
amarraba y el caliente roce comenzó a sentirse en esas zonas, al igual
que en su espalda. El cuerpo de Jungkook se torció de lado a lado como
pudo ante las cuerdas, era horrible el sonido de la silla moviéndose por el
esfuerzo sobrehumano de aguantar los golpes.3

Sus ojos se encontraron con el causante de la magulladura y aquellos


ojos le brindaban una mirada de superioridad y dominación.

—No aguantas ni un poco, Jeon —se mofó el maleante, con el tubo


sostenido entre sus manos, el cual giró como si el peso del objeto no le
afectara—. Maldito muchacho débil.
—¡¡Mh...!! —un insulto era lo que quería vociferar Kook.1

—¿Dijiste algo? —preguntó con ceja alzada y burla—. Creo que si, pero
no capto bien.

—¡¡Mh...!! —sus ojos estaban fijos en el suelo y quería gritarle al


bastardo que tenía enfrente un montón de barbaridades—. ¡¡Mh, mh!!1

—No te entiendo, Jeon —bramó con quietud—. Deberías hablar más


fuer... Ah no, ¡No puedes, Jeon! —y tras eso, una estruendosa risa.33

Sonora, bestial, trastornada. Una puta risa que no causaba gracia en lo


más mínimo, una risa que la agarraba dentro suyo hasta los huesos,
rasgándolo solo con el maléfico sonido de sus roncas carcajadas,
acompañadas del tubo deslizándose contra el concreto.

—Pega tu maldita cabeza a tus piernas, ahora —demandó tras haber


reído y vuelto a ver al chico. Jungkook negó llorando, sus lagrimas
deslizaban hasta mojarle las rodillas y de estas caían por sus piernas y el
suelo—. No te lo voy a volver a repetir, Jeon. Te dije, pega la maldita
cabeza a tus piernas.

—¡¡Mh...!!1

''Duele, mierda... duele mucho'' lo gritaría a los cuatro vientos, pero era
imposible. Ambas miradas se conectaron, Jungkook se asustó más
cuando el hombre tomó una cuerda y se aproximó hasta él luego de
haber acechado su cuerpo dando vueltas por el sitio.

—Si no es por las buenas, será por las mías, Jeon.

Acto seguido, el verdugo tomó al chico del cuello y lo pegó bruscamente


contra sus muslos, hundiéndole la cabeza entre el ligero espacio que
yacía entre ellos. Tomó un extremo de la cuerda y la pasó por detrás de
ambas piernas. Midió el largo de cada punta, verificando que estuviera a
la mitad. Cuando se cercioró, tomó la cabeza del secuestrado con una
mano mientras que con la otra sostenía ambos lados de la soga. Con
ayuda de su zurda y sus dientes, hizo un nudo que se deslizó hasta la
nuca de Jungkook, rozando piel sensible de algunas quemaduras.

—¡¡Mh...!! —el chico se intentaba mover, pero la soga pegada a su nuca


no lo dejaba levantarse.1

El mayor volvió a reír con sorna. La posición del chico era bastante
incómoda. Sus brazos aún reposaban a los lados de la silla, pero su
pecho y cabeza estaban pegados a los muslos.

—No quisiste por las buenas, Jeon. Yo te lo dije.

Un jadeo ahogado salió de Jungkook cuando el tubo volvió a impactar


contra su espalda desnuda, justo donde había pegado anteriormente.
Otra vez una corriente de sumo dolor se enfrentó en él. No podía ni
siquiera compararla con otra cosa. El tubo al tocar su sensible piel le hizo
removerse de suplicio al estar siendo torturado a golpes. La espalda
primero recibía todo el peso y fuerza del fierro, luego la cabeza le
punzaba, sus ojos se llenaban de ardor por la tierra, la nariz moqueaba
hasta deslizarse a sus labios, sintiéndola tapada; a penas respiraba.

Otro golpe, un poco más abajo de la ya afectada zona.

—¡¡Mh, mh, mh...!! —su cuerpo se retorció del daño.1

—Oh, Jeon... —el sicario chasqueó su lengua repetidas veces y negó


con la cabeza—. No puedo entender qué estás diciéndome.

Jungkook estaba hecho una maraña de llanto. Su espalda carcomía, su


cuello palpitaba, las coyunturas ya no las sentía y los antebrazos iban por
el mismo camino. Otro golpe, justo en el final de su nuca,
específicamente en el hueso que sobresalía por la forma en la que fue
atado. Sintió un dolor mucho peor allí, la cabeza comenzó a querer
explotarle y sin exagerar, explotaría en cualquier momento.1

Uno más, en la parte baja de la nuca. Las lágrimas estaban inundando


sus ojos mientras los apretaba tan fuerte que su cráneo estaba punzante.
Otro golpe, en la terminación del coxis, sus huesos crujían y aunque no
era suficiente fuerza como para que se partieran, si era suficiente como
para dejarlo plantado en una cama por días. Ahora empezaba a sentir un
escozor y algo ligeramente goteando; sangre.

Sangre por la punta del fierro rajándo la parte de su espalda más


sensible, una linea del carmesí liquido que debía estar dentro de sus
azules venas, pero estaba deslizándose fuera, dejando un camino a un
lado de su cintura y dejando la blanca silla de plástico de un tono rojo
también.

Otro, ya el aliento no le quedaba. Podía sentir como estaba ahogándose,


la saliva que de su boca no podía salir y cuando la tragaba era casi
imposible tener aire para respirar, pues gritaba. Otro golpe, y el cuerpo
del muchacho casi colapsó. Sus ojos se medio cerraron, enrojecidos e
hinchados hasta decir basta; al borde de un puto desmayo.1

Kim empezó a respirar muy agitado mientras tiraba el tubo a un lado. Se


acercó hasta el chico y miró su espalda marcada de punta a punta por la
longitud del tubo. Algunos golpes ya estaban empezando a hacer un
desnivel de hinchazón en la piel, otros eran violáceos y los demás
sangraban.

—Te ves bonito, Jeon.3


Jungkook estaba tan dolido y al borde de un desmayo, que su cerebro no
procesó aquellas palabras correctamente.

Tomó una navaja y se dirigió en dirección al cuello de Jungkook. Cortó la


soga que ya había dejado un rastro lila en su cuello y quitó la cinta de su
boca. Kook solo respiró profundamente y trató de toser un poco para
recuperar el aliento, pues tener su garganta presionada a la fuerza con
sus piernas no lo dejaba casi ni aspirar el oxigeno. La baba salió de la
comisura de su boca, mezclándose con la mucosidad, hasta que los
espesos hilos llegaron a sus pies. No pudo aspirar con mucho éxito,
ahora un par de fuertes y bruscos brazos se instalaron en sus hombros y
lo pegaron de golpe contra el espaldar de la silla, a lo que jadeó de dolor.

—Tienes una bonita espalda, Jeon —''halagó'' el execrable asesino,


cínico—. Es tu culpa haberme provocado.17

Una mano voló hasta su mejilla y la volteó de golpe, le partió el labio tras
el brusco proceder. Genial, ahora lo habían abofeteado y su mejilla ardía
tanto que podría jurar que se había incendiado. El sicario tomó su
barbilla, le obligó a verlo y lo miró con una sonrisa lasciva. Ambos orbes
se encontraban en contacto y el adverso acarició la mejilla ajena con su
dedo pulgar y luego lo pasó por aquellos belfos ensangrentados que se
le hicieron suaves pese a la resequedad que le llenaban. Aunque esa
parte Kook no la sabía.1

Se acercó a centímetros de su cara, tanto que pudo percibir la


respiración del joven. Observó por unos segundos sus belfos, posterior
volvió a encontrarse con su mirada. Una mirada que estaba cargada de
miedo y unos ojos brillantes que estaban llenos de lágrimas, pero su
boca estaba muda incluso sin la cinta. A veces, el miedo se instala en tu
cerebro y no permite que reacciones ante la adversidad. En este caso, el
asesino lo tenía claro a la perfección.1

Los dedos del hombre se enredaron en el cabello de Kook y templó su


cabeza a través de ellos para así poder levantarla bien. Se aproximó de
}nuevo a milímetros de su rostro, tanto que ambas narices llegaron a
rozarse. El chico respiraba con agitación, en un estado de alerta que le
daba espasmos de dolor, humillación e impotencia. Era testigo de los
ojos profundos penetrando los suyos y de cómo el asesino relamió sus
labios antes de dirigir la boca a su cuello.1

—Voy a maltratarte, Jeon —aseguró con total determinación al


secuestrado—. Te voy a maltratar tanto que vas a desear nunca haber
nacido —su lengua se deslizó desde el borde de su oído, por el maxilar,
hasta la comisura de sus labios—. Y cuando eso pase... serás
completamente mío.31

Un ultimo golpe fue dado en su cabeza y ni siquiera grito o sollozó, solo


una nube negra le cubrió en un desmayo.

Jungkook apretó con fuerza los ojos, volviendo a la realidad. Ahora


recordaba la patada en su nariz. Pasó su dedo anular lentamente por su
tabique. Estaba hinchado, dolía terrible esa zona ultrajada de aquella
forma tan colosal. Sus manos atadas eran incomodas de mover, las
muñecas quizás pero los dedos y dorsos a duras penas conseguían
movilidad. Aún así, tocó ligeramente la zona de su tabique y fue
horroroso al punto en que cerró los ojos por acto reflejo.

Recordó por un segundo cuando estaba en primaria y jugaba béisbol,


uno de sus compañeros de clases dio tan fuerte a la pelota que tuvo que
salir corriendo muy lejos, cuando la pelota casi entraba en su mano, se
desvió y cayó directo en su nariz. Tuvieron que ponerle un par de puntos
y pasó casi un mes con una bandita. Ya no quedaba la más mínima
marca, debido a que había pasado hace mucho. Pero ahora... ahora no.
Estaba seguro de que dejaría una marca, la hinchazón era tanta que
cuando trataba de ver al frente estando acostado, su campo visual se
sentía opacado por su nariz. Quizá hasta había quedado torcida o algo
por el estilo.8

Trató de mojar sus labios secos y partidos, tenía la saliva espesa y no


era para menos, llevaba varios días sin beber una cantidad decente de
agua. Excepto por la noche anterior, la cual apenas pudo probar ya que
casi la mitad se metió en su nariz. Notó que había un hilo de sangre seco
que pellizcaba los pocos vellitos que salían encima de sus labios y se
expandía hasta su cuello. Tuvo que ser fuerte para haber sacado un hilo
de sangre tan rojo y que llegaba debajo de su mentón.

Uno de sus dedos lo ensalivó para frotarlo en su nariz y quitar la mancha


de sangre. Terminó al cabo de unos minutos y solo pensó en lo mal que
olerían sus manos y ahora toda su cara.

De pronto, escuchó una una puerta abrirse y un par de voces fuera del
cuarto donde se encontraba. Trató de pensar en hacerse el dormido o
no, pero mejor se centraba en escuchar lo que pasaba por fuera. Cerró
los ojos y vio al suelo.

Kim Taehyung había salido después de golpear al muchacho en el


cuarto, dos días atrás. Se había sentido tan bien descargar algo de
energía contra él. Al salir, se bebió dos vasos de su whisky favorito a la
espera de sus esclavos y del dinero que le correspondía, para así acabar
con los asquerosos llantos del muchacho y hacerlo sentir el peor dolor de
su vida, hacerlo suyo y terminar de una vez con lo que estaba desde
hace días matándole la cabeza.

Pero, ya eran casi las dos de la mañana y su gente se estaba tardando,


estarían ahí a la una de la mañana, según.

No estaba conforme, pero tampoco preocupado. Fuese lo que fuese,


nadie se había comunicado con él para decirle qué hubieron hecho.
Antes de salir, les dió la orden de que solo lo llamaran cuando tuvieran el
maletín en las manos y que no fuesen a contactarlo para ningún otro tipo
de asunto diferente al mencionado. Mandó a tres de los mejores que
podía contactar, pues los cuatro que estaban antes fueron unos
incompetentes y terminó degollándolos una noche en una bóveda. Le
habían hecho perder una cantidad grande de efectivo por haber hecho un
trabajo a mal y no podía permitirse volverlos a ver cerca por ninguna
circunstancia.

Así que hizo lo más normal de su vida; los mató.1

Luego habló con dos personas que estaban metidas en el mismo lúgubre
mundo que estaba metido él. Cuando se trataba de aniquilar, V trabajaba
solo la mayor parte del tiempo y únicamente repartía cierta cantidad a
quien consideraba necesario cuando se veían involucrados. Pero este
trabajo era grande, estaban metidos con el gobierno directamente. Era
Sihyuk, el mejor gobernador que había tenido el estado, al que todos
amaban y respetaban por haber disminuido la corrupción, los asesinatos
y demás mierda. Pero verga, había contratado a un sicario como V para
matar al hijo de un narco. La doble moral habita en quien menos
piensas.2
El primero que contrató fue Baek. Lo había conocido en un bar y estaba
ligado a unos hombres que trabajaban con japoneses para el tráfico de
blancas. Habían hecho amistad porque los mismos jefes de los
japoneses lo contrataban para acabar con clientes que debían o con
gente que trataba de ayudar a las chicas a escapar. Casi siempre se
veían y terminaron haciendo un estrecho contacto, aunque ninguno fiaba
del otro. Sobretodo ahora, que por una razón que venía haciéndole ruido
a Taehyung, le había dado el trabajo de buscar el dinero.

El otro era Wang, un chino que era narcotraficante. Lo conoció porque


una vez más lo habían contratado para matar. El mencionado era la
mano derecha de un viejo que traficaba a nueve países de Europa. Pero
un día los que trabajaban con él, incluyéndolo, lo mandaron a matar por
darles cheques sin fondo. Al final, Wang comando todo el procedimiento,
se quedó con el negocio y se hizo amigo de V. Cocaína gratis, al menos.1

Y quien trabaja solo con él era Jun, su nombre no era ese, pero prefería
que lo llamaran así. Solo V sabía su verdadero nombre y nunca lo decía
en voz alta. Era un muchacho tres años mayor que él. Se crió con el
sicario en el antiguo barrio donde vivían, conociéndose de toda la vida.
Su madre trabajaba en lo mismo que la de él, solo que esta no se
entregaba a nadie por unos fajos de dinero sucio. Nunca había estado en
cosas grandes, pero era de confianza —de extrema confianza—, y
Taehyung necesitaba una mano derecha en quien confiar al menos 1%
más que en otros. Existía un enorme lazo entre ellos dos.

Después de haber salido tarde en la noche para hacer el mandado,


llegaron a la inmundicia de cabaña casi a las tres de la mañana y sin un
maletín lleno de billetes, V no estaba. Solo dejó una nota escrita a
bolígrafo diciendo que se había ido con Bogum y que estaría dentro de la
cabaña a las diez de la mañana esperando por ellos. El asesino bebió el
ultimo whisky que tenía en la mano y salió a encontrarse con aquel chico
que siempre le abría las putas piernas cuando Kim quería follar sin tanta
mierda sangrienta o matar a alguien, solo pasar el rato.3

Y ahora estaban ahí reunidos los cuatro en una mesa, Taehyung viendo
quien sería el primero en terminar desmembrado si no le daban una
explicación lógica y buena sobre todo lo que habían hecho y que salió
malditamente mal; ya estaba harto.

—¿Qué vamos a hacer, V? —la voz de Jun fue gruesa y tranquila.

Un mes y veintiséis días; eso era lo que llevaban prácticamente aislados


del mundo exterior, sin hacer más nada que no fuese el caso del hijo de
Jaeban. Esperando por el paradero de este, el cual por ningún lado
dejaba rastro y por último quien los contrató pidió que mataran al chico.
Pero debían pagarle por matarlo y se encontrarían con la paga ayer por
la noche y todo terminó en un jodido caos con unos tipos.

—Jun, cállate la boca —vociferó otro de los hombres que recién se había
sentado en la mesa, Baek—. V no estaba ahí, ¿cómo se supone que
sepa? Ademas, el diner-

—Necesitamos el maldito dinero, Baekhyun, coño —insistió el primero


otra vez—. No podemos simplemente dejar el trabajo a medias. Yo no
me arriesgué para nada, maldición.1

Taehyung miraba pacientemente a la mesa, con profundidad, sumido en


sus propios pensamientos los cuales intentaban crear una solución para
el problema que tenían. Además, viendo a cierto sujeto de pies a cabeza
y escaneando su lenguaje corporal.
—¿Arriesgarte? —preguntó con burla Baek— ¡Pero no seas hijo de puta,
carajo! ¡Tu no hiciste nada, Jun! —le señaló—. Estás aquí por ser amigo
de V, no porque sepas algo de este maldito negocio. Tú solo te quedaste
como un cobarde dentro de esa mierda y nosotros salimos a ver si nos
daban el maldito saco.

V miró a Baek de frente, el hombre no se dio cuenta de aquellos ojos


sombríos sobre los suyos. Pero con solo ver cada uno de sus
movimientos, ya entendía todo.

—¡¿Y qué puta mierda querías que hiciera?! —se quejó el tatuado—. ¡Yo
tenía que cuidar el carro, maldito cabrón de mierda! ¿O querías
devolverte y terminar caminando desde el bar hasta aquí, ah? ¡Mámate
una polla, Baek!1

Un estruendoso sonido hizo que ambos tragaran sus palabras y


acabaran la discusión. Kim había dado una palmada tan fuerte a la mesa,
que les hizo casi morderse sus sinhuesos y que la manzana de adán de
ambos subiera y bajara con un tembloroso. No querían ver al jefe entrar
en cólera justo ahí.

—¡Siguen gritando como unos malditos críos y les voy a volar el maldito
cráneo, carajo! —escupió Kim mirando a cada uno.14

Todos voltearon a verle después de tragar duro. El whisky fue empinado


hacia su boca y de un largo trago lo bebió todo. A nadie le sorprendió,
cuando el cristal impactó contra una pared a lo lejos y se resquebrajó en
cientos de pedazos. Taehyung palmeó la mesa y se levantó de golpe,
inclinado hacia adelante y mirando a cada uno atentamente.

—¿Qué puta mierda fue lo que pasó en el maldito bar? —exigió saber—.
Quiero que hables tu, Wang.
—Bien —respondió el hombre al que señaló V—. A las diez en punto
salimos de aquí. Casi a las diez y media íbamos a mitad de camino y
llamamos al número que nos diste, donde nos hablaría uno de los tipos
de Sihyuk. Nos darían el dinero, repartíamos lo que acordamos, tu hacías
lo tuyo y luego cada quien por su lado, ¿no es así?

Taehyung asintió lento, en efecto así se supone sería aquello.

—Después, cuando eran casi las once, llegamos al bar de mala muerte
ese y nos atendió la tipa de las tetas enormes.

—Me revolcaría en esas tetas hasta asfixiarme, se los juro —Baek


interrumpió a Wang, lanzando una pequeña risa.8

V empuñó sus dedos y los afianzó contra la madera de la mesa.

—Yo no pedí que hablaras, y mucho menos sobre las tetas de una
maldita puta, Baekhyun —el tono siniestro que utilizó el jefe, le hizo
replantearse toda el habla. Kim miró de nuevo al narcotraficante—.
Continúa, Wang.1

—Como decia, V —siguió hablando el chino—. La tipa nos llevó a la


parte de atrás y ahí estaba el trabajador que se supone nos daría el
dinero. Sin embargo, el tipo llegó con unos guardaespaldas que eran los
que tenían el saco —Wang acomodó su silla y prosiguió—. Señaló a los
cuatro hombres a lo lejos y dijo que no intentaran nada contra él, porque
de lo contrario habría fuego. Esos hombres tenían unas armas casi tan
grandes como mi brazo.

—V, no sabemos quiénes eran —habló Jun.

Kim le lanzó una mirada fuerte a Jun. No quería que nadie que no fuera
Wang, hablara.
—Después salimos tranquilamente del bar a hablar sobre por qué el tipo
no fue solo a entregar la plata, como acordaste con Sihyuk, y por lo
contrario llevó guardaespaldas —el chino pareció tensarse ante lo que
estaba a punto de decir—. C-como llevábamos armas que parecían de
juguete delante de las que tenían ellos, llegamos donde Vlapkof y
recogimos dos armas más grandes para cada uno y...

Taehyung ya parecía entender el asunto y su mandíbula se tensó por


completo ante la vista que tenía en uno de los hombres y las razones por
las que hubo pasado aquello.

—¡¿Jackson qué puta mierda pasó después, maldita sea?! —espetó a


Wang, que sudaba frío—. ¡Coño, habla!

—V-volvimos a los veinte minutos y matamos a todos los hombres,


incluyendo al primero que dijimos —Wang quiso callar cuando vio a Kim
mirar hacia abajo y negar repetidas veces—. T-tomamos el saco y nos
devolvimos aquí.

Mierda, mierda, mierda.

—¿Qué hicieron qué? —preguntó otra vez.

Todos parecieron ponerse pálidos por un momento.

—¡TE PRENGUNTÉ ALGO, JACKSON!10

—Los matamos, V —repitió.

Taehyung se levantó de su silla, nudillos apretados y ceño fruncido. Puso


las manos a ambos lados de sus caderas y caminó de lado a lado por la
pequeña sala de la cabaña, hasta que decidió hablar cuando se aclaró la
garganta.1
—Haré una sola pregunta —bramó con veneno—. Una puta pregunta
nada más...

Metió la mano en su cinturilla, la enorme Beretta apuntó al suelo tan


pronto como la agarró entre su gran mano y jaló la corredera.

—¿Quién tuvo la gloriosa idea de matar personas antes de que les


entregaran un saco con más de tres millones en las manos, ah? —serio,
totalmente serio estaba—. No quiero putas mentiras.

—El maletín se los arrebatamos después de matarlos, V. Cuando


subimos a la camioneta, arrancamos de golpe y... el maletín lo abrimos
en la carretera, pero dentro traía piedras y pedazos de tela —escupió con
miedo Wang—. Vacío, era... un señuelo.

—¡Hice una pregunta, Jackson! —vociferó con molestia, relamiéndose


los labios—. ¡¿Quién coño fue?!2

Todos los hombres, menos V, bajaron la cabeza.

—Entonces los tres quieren morirse —a pesar de la amenaza, los


hombres miraban al suelo. Kim movió el cañón de la pistola hacia
arriba—. Jun, dime quién mierda fue —no fue él, V lo sabía, él se había
quedado dentro del carro.

—V, e-esta no es la solución —respondió el tatuado con la respiración


agitada y viendo al suelo—. No es-

—Jun... —insistió, él sabia quién lo hizo y más le valía admitirlo—.


¿Quién maldita mierda fue, coño? Se me acaba la maldita paciencia,
Jun.

Jun respiró hondo.


—Tú te quedaste dentro del carro —señaló al mayor—. Solo Wang y
Baek salieron —apuntó a cada uno con la pistola al decir sus nombres—.
Ahora dime... ¿quién de los dos tuvo la brillante idea de matarlos?

Jun seguía sin hablar. Taehyung ya perdía la paciencia cuando quitó el


seguro del arma y apuntó.

Uno, dos, tres...

Baek también había sacado la suya de un momento a otro. Sonó un


disparo que inundó todo el lugar, los cuatro voltearon a verse.

La sangre empezó a manchar el suelo.

Y Baek sonrió.33

IV: Jun.

Jungkook no sabía qué hora era, tampoco cuánto tiempo había pasado,
pero en ese momento empezó a llover.7

El leve sonido en el techo y la gotera constante se lo recordaban. Las


salpicaduras contra el suelo, donde permanecía gran parte del tiempo,
repiqueteaban con constancia; ocasionando un sonido ligeramente
fastidioso, más no podía hacer nada para callarlo. Recién se levantó de
un sueño que no tuvo noción de cuánto duró, lo que sabía era que
estaba de noche o un poco tarde ya, debido a las penumbras de las
cuatro paredes donde le retenían. Estuvo escuchando atentamente la
conversación, no distinguió muy bien el contexto, mas esas voces se
oían nerviosas, tartamudeando. Eran todas de hombres, y aunque se
mantuvo callado, con la cabeza de un lado por si alguien entraba
pensara que estaba durmiendo, eso no pasó. Sin embargo, algo que sí
pudo distinguir, fue una discusión sobre una balacera en un bar y que
alguien había disparado y matado a un montón de hombres, por lo que
''V'' se molestó.

V, así que ese era el apodo del tipo que lo había secuestrado hacia ya
bastante tiempo atrás junto al resto de delincuentes. Vaya mierda.4

¿Qué carajo significaba la letra ''V''? ¿Violencia? ¿Victimario?


¿Verdugo? O quizá una combinación de ambas, quién sabe. Lo cierto es
que, mientras esos maleantes estaban en medio de su discusión, el
secuestrado intentaba oír. El problema era que estaba bastante lejos de
la puerta y no podía acercarse más, porque un fuerte nudo estaba
uniendo sus piernas —con cuatro vueltas a la altura de las rodillas y dos
en los tobillos—, mientras estaba amarrado a una columna de madera
desde la cintura. Cuando no eran las manos, eran los pies, o ambas. Ya
debería estar acostumbrado.3

A todas éstas, lo que más llamaba la atención de Kook, era el hecho de


que aunque lo secuestraron entre cuatro tipos, el tal "V" parecía ser el
jefe de todos. Además, era el único que parecía tener un extraño interés
en su persona, llamándolo de manera subida de tono, diciéndole apodos
poco normales y sobretodo viéndolo como si le estuviese quitando la
ropa a la fuerza y luego comiéndolo con la mirada; misma mirada lasciva
y atacante que le helaban los huesos de terror. El resto de hombres con
los que tuvo la desdicha de tener contacto, apenas le miraban cuando le
daban la comida o le medio aseaban.
Volviendo al tema de hace un rato —o días, no estaba seguro—, había
escuchado un sonido estruendoso, indiscutiblemente eso fue un disparo.
Por obvias razones, Jeon no supo a quién, aunque después de ese
sonido, otra retahíla de palabras malsonantes y gritos molestos se formó
entre varios malandros y se oyeron grandes portazos mientras decían
que había que ''sacarlo de aquí inmediatamente". Y puta mierda, habían
matado a alguien a tan solo unos metros de él. El miedo volvió a acelerar
sus latidos de solo rememorar unos autos a toda marcha, pistolas
cargadas y luego un silencio descomunalmente lúgubre. Luego del
balazo, no escuchó más la voz del tal "V", pero empezó a pedir en
silencio que fuese él.7

Quizá si ese moría, los demás no tendrían nada más que hacer con Kook
que matarlo y acabarían su suplicio.

''Los seguidores hacen eso; siguen. Si el líder al que siguen se va, los
seguidores se pierden''. Lo había aprendido de su padre.1

No queriendo darle más rienda suelta a sus pensamientos llenos de


incertidumbre, Jeon a duras penas se giró y posó la cabeza cerca de la
columna de madera. Hacia frío, más no uno excesivamente catastrófico
como los de siempre, sino uno normal donde le castañeaban poquito los
dientes y abrazaba su cuerpo doloroso para darse algo de calor.

E iba a dormir, sin embargo, la puerta se abrió de un segundo a otro,


dejando ver a un tipo que no había visto antes.

Era un chico de tez canela, ligeramente más oscura que la del tal "V",
con brazos trabajados llenos de tatuajes y el pelo color azabache y corto.
Su mirada era serena y escaneaba todas las esquinas a su alrededor.
Kook no pronunció ninguna palabra, no había razón de hablar; el otro
sujeto tampoco lo hizo. Solo venía con un vaso de plástico y un plato en

¡Qué ironía! Personas que seguramente terminarían matándolo a golpes


o degollándolo en un basurero, al menos se dignaban en alimentarlo; dos
veces al día y muy poco, pero al menos lo hacían.

El hombre frente a él dejó ambos objetos en una mesa pequeña que


estaba cerca del chico, a la que este podía llegar y comer. Luego se
dispuso a irse rápidamente, pero antes de cerrar la puerta tras suyo, se
detuvo y miró al secuestrado por simple curiosidad. Encendió la luz ya
que el espacio estaba casi a oscuras, y su cara de sorpresa fue horrible
cuando observó a Jeon con esa suciedad en la cara y en la ropa, pies
amarrados por una soga y una expresión de cansancio y miedo en el
rostro.2

Lo contempló por unos segundos mientras Jungkook solo quería que no


le pusiera un solo dedo encima. Ya había recibido demasiado y no quería
que otra persona abusara de él mediante el maltrato, los insultos o
golpes. La cara de este se veía relajada aunque de igual manera le
intimidaba. Portaba un par de jeans ajustados y unas botas militares. El
prisionero distinguió un tatuaje de un pájaro en su antebrazo derecho,
mismo diseño que estaba en el brazo del tal V. Ese hombre pareció
sorprendido, pero otras emociones surcaban su rostro. Emociones que
Jungkook no pudo distinguir.

Observó afuera y cuando se percató que no había nadie, cerró con


cuidado. Se quitó la camisa dejando a la vista su pecho desnudo fundido
en unos cuantos tatuajes y se aproximó al pequeño baño que había
dentro del cuarto. Sacó una llave de su pantalón y jugó un poco con la
cerradura hasta poder abrirla. Jungkook lo observaba de reojo, él abrió la
llave del lavabo y luego por el espejo, cuyo reflejo daba hacia afuera, vio
al chico tirado observándolo con detenimiento. Solo cerró la puerta y
Kook parpadeó por el impacto.

El aprisionado trató de no pensar en nada, pero a la vez imágenes de


ese hombre, haciéndole lo mismo que le hizo V, pasaron por su mente y
solo empezó a llorar en silencio. Su nariz picó, al igual que sus ojos,
cuyas lágrimas quedaron hecha cristal dentro de sus fanales pardos.
Mordió su labio, tratando de que su llanto no se escuchara y apretó sus
ojos tratando de evitar que salieran sus trasparentes gotas, hasta que
dolieron. Pero fue inevitable, el hombre salió rápido del baño con la
camisa mojada en brazos.

La última vez que Kook había visto una camisa mojada, la usaron para
asfixiar a alguien, y otra vez fue para ponerla en la boca de una chica
mientras abusaban de ella en una película. Su mente estaba empezando
a tener los peores recuerdos y en el peor momento. Si bien, siempre
había pensado que las películas eran solo eso, su realidad le jugaba en
contra y lo ponía a pensar que todo era posible en ese estado de baja
índole.

Aún no le ponían un dedo encima que no fuera para golpearlo, aunque si


alguien llegaba a más, de igual manera no serviría resistirse. No quería
decir nada, al fin y al cabo, sería inútil llorar si abusaban de él. Cuando
se quejaba, quien le hacía daño lo gozaba. V lo disfrutaba.

Pero el hombre que no era V, sí habló.

—No voy a tocarte —avisó con parsimonia, mirando detenidamente al


chico en el suelo.

Jungkook solo gimoteaba de miedo, sin verle.


El adverso exprimió la camisa entre sus manos para sacar el exceso de
agua y se agachó quedando en cuclillas. Vio que Kook aún estaba
recostado contra la pared con la mirada perdida y se levantó. El
secuestrado tuvo más miedo, cuando el tipo por segunda vez abrió con
lentitud la puerta, asomándose a vigilar algo o alguien, volvió a cerrarla y
se dio media vuelta a paso rápido hasta Jeon. Lo miró desde arriba y
volvió a agacharse para quedar a su altura.

—¿Cómo te llamas, muchacho? —preguntó.

Jungkook no respondió y el hombre suspiró pesadamente.

—No voy a tocarte, ¿okay? —repitió lento—. Mira, no sé qué pudieron


hacerte, pero puedo asegurarte que no haré lo mismo.

''No confíes en el." gritaba esa voz de la razón dentro de él.

—Estás herido, solo quiero ayudarte y...

No. Jungkook no podía aceptar ''ayuda'' en esas condiciones, cuando la


persona que decía brindarla, era la misma que había ayudado a que él
llegara a ese estado. Algo malo pasaría, no podía simplemente confiar en
él.

''Te va a golpear." Y si, era lo más probable.

''Te va a violar.'' Eso en el peor de los casos, pero no imposible.

—Puedo irme si quieres, pero necesitas ayuda —insistió—. En serio


quisiera...

''Va a matarte, va a despedazarte y después va a v-...''


—J-jungkook —habló, callando los pensamientos que empezaban a
torturar su mente con escenarios desastrosos—. Me llamo Jeon
Jungkook, n-no finjas que no lo sabes.

El adverso empezó a asentir lentamente. Por su puesto que sabía que


era un Jeon. Era bastante parecido a su padre, pero en una versión
relativamente más joven y con una mirada de inocencia pura. Misma
mirada que lo hizo hacer lo que estaba a punto de hacer.

—Hola, Jungkook, perdón por asustarte.13

—No importa —escupió efusivo—. ¿Qué es lo que quieres?

El hombre pareció pensar por un momento.

—Ayudar a limpiarte.

''Violarte, primero te va a dejar limpio y luego va a violarte. Nadie te


pondría un dedo encima si estás tan sucio." insistía una voz dentro del
aprisionado.5

—N-no necesito que me ayudes ni que me limpies —su habla se hubo


quebrado por todo lo que pensaba en ese instante—. E-eres parte de
esos matones de mierda. Vas a matarme también, así que no creas que
necesito tú ayuda.

Jungkook escupió aquello, pero luego quedó pensando un momento


sobre cada una de sus palabras. El tipo boqueó para tratar de decir algo,
pero Jeon solo podía pensar en que si seguía hablando de esa manera
tan altanera terminaría con la lengua cortada y metida por la nariz, o algo
parecido.

—Si lo necesitas.
Kook mantuvo silencio. A lo que el contrario pareció perder un poco la
paciencia con la que estaba hablando.

—Mira, niño —llevó una mano a su sien—, soy un criminal. Si quisiera


hacerte algo malo, ya te habría gritado hace rato y te hubiera masacrado
contra la pared. ¿No crees?

No supo qué responder. Internamente quería que el hombre se fuera,


pero sus palabras tenían algo de razón. Si fuera el tal V, ya lo hubiese
golpeado hasta dejarlo inconsciente y no habría hablado con él
diciéndole que no le haría daño.

—Entonces... —preguntó de nuevo—. ¿Me voy o te ayudo?

Jungkook vaciló.

—¿Que vas a hacer? —inquirió tímido.


El tatuado estiró su brazo en dirección a Jeon. Este último titubeó por un
segundo, pero estiró su mano, si alguien empezaba a apiadarse de él en
este momento, lo agradecería muchísimo. Aunque de igual forma los
malos pensamientos iban y venían a mil por hora. Intentó ponerse de pie,
pero fue inútil, sus pies estaban entumecidos.

—¿Cuánto tiempo llevas atado? —empezó a parecer preocupado.

''Va a hacerte daño, Jungkook. No le digas nada.''

—Hm, perdí la cuenta de los días —respondió el secuestrado, sonando


firme, pero con miedo—. ¿Cuatro, cinco? Quizá seis... n-no sé, a penas
puedo ir al baño si me arrastro.

—¿Y cuanto llevas sin asearte? —volvió a preguntar.


Jungkook tampoco sabía. Había dejado de contar los días encerrado
cuando llegó o al número diecinueve. Le dieron una paliza tan fuerte ese
día, que cuando despertó no supo cuánto tiempo pasó. Quizá una hora,
quizá una semana o mes entero.

—Mira, no tengo ni la más mínima idea de la última vez que comí, o me


bañé, o bebí agua sin que la metieran en mi nariz a la fuerza —habló por
fin sin tartamudear—. No sé dónde mierda estoy. No sé qué hago aquí.
Ayer me lesionaron otra vez con la colilla de un cigarro y seguro tú me
harás algo malo y quier-

—¿Qué? —la voz del contrario lo interrumpió, mientras que en ese rostro
parecía haber algo de incertidumbre.

Jungkook ignoró eso.

—Nada, olvídalo.

—No, en serio... ¿Cómo que te metieron agua por la nariz? —


definitivamente eso sonaba como preocupación—. ¿Cómo que te
quemaron otra vez?

El rehén resopló un segundo y miró hacia el suelo, quedándose quieto.

—V, ¿así le dicen no? —sus ojos volvieron a centrarse en el contrario—.


Pues, él me obligó a beber agua ayer, pero casi toda cayó en mi nariz.
Me quemó varias veces con la colilla de un cigarro que se estaba
fumando, más de uno de hecho. Es un hijo de puta...1

El chico boqueó y abrió sus orbes considerablemente. Jungkook solo se


maldijo por lo bajo al haberse sincerado de la nada con uno de eso
matones. No vaya a ser que le dijera y se ganara una maldita paliza
como tantas anteriores donde sentía los huesos crujirle con el paso de
los días.

—No es como si te sorprendiera, hm —señaló, cuando el chico aún no


quitaba esa mirada—. ¿O sí?

—Sí —admitió para sorpresa de Jungkook—, de hecho, sí me sorprende.


Es primera vez que veo a alguien en este estado. A casi todos los veo
solo cuando llegan y después no vuelvo a hacerlo a menos que tenga
que darles un balazo en la cabeza. Haz durado demasiado.15

El solo pensamiento de lo último que dijo siendo ejercido en Jungkook,


hizo que su corazón latiera con fuerza. La verdad es que quería morir,
pero no que vendieran sus órganos o muriese lentamente. Eso sería una
tortura.

—¿Y por qué estás ayudándome? —persistió.

—No voy a dejar a un niño así —contestó el otro—. Yo no pensé que


fueras tan joven, te hacia como de veinte.

—Tengo veintiuno —respondió, tratando de recordar la edad que había


dicho la otra vez. Porque si, mintió con eso—. No soy un n-niño.14

El muchacho frente a él parpadeó unas cuantas veces.

—¿Qué?

—No soy un niño... t-tengo veint-veintiuno —soltó titubeante mientras


que el otro chico jadeó un poco, retrocediendo.1

—Vine a verte porque había que darte comida y hoy me tocó a mí


hacerlo —le informó al prisionero—. Mas yo no había visto tu cara con
detenimiento, porque solo V es quien entra aquí. A veces lo hacen otros,
nunca yo. Pero hoy estoy solo y pues... tuve que hacerlo.

Kook alzó las cejas y después las bajó con confusión.

—¿Y qué quieres decir con eso? —preguntó.

—Cuando supe que eras el hijo de Jaeban, te hacia como de veinte años
más o menos —detalló el maleante—. Por curiosidad quise ver el estado
en el que estabas. Al ver tu cara pensé que eras un niño y... hacer sufrir
a niños no es mi tipo. Pero sabiendo que tienes, de hecho, veintiuno...
creo que no tengo más nada que hacer aquí.30

El tipo se dio media vuelta dispuesto a irse, a lo que Jungkook entró en


pánico sorprendiéndose a sí mismo con ello. Él no parecía malo.

—¡Ayúdame, te lo ruego! —suplicó de un segundo a otro—, ya lo


prometiste. No pareces una mierda —el azabache se detuvo de golpe en
su sitio, dándole la espalda a Jungkook.

Y la mirada del secuestrado se posó desesperadamente en los orbes


contrarios en cuanto volteó. Él había pensado que era un chico más
joven e iba a ayudarlo. Y Jeon no sabía cómo, pero ahora que ese
muchacho empezaba a hablar, podía notar que sus intenciones quizá no
eran tan malas como las que tenía el tal V. Así que dedujo, que en
efecto, ese tipo era un delincuente, igual que los otros, pero quizá solo le
importaba el dinero y no hacerlo sufrir como un sádico. Si ayudarlo era al
menos dejarlo bañarse, estaba más que satisfecho. Su olor corporal no
era desagradable, pero tenía una capa de sudor bastante pegajosa que
se mezclaba con el polvo y la suciedad del suelo. Además, sus lágrimas
se deslizaban de su cara y el llanto le hacía moquear la nariz; era
fastidioso. Un baño aliviaría, aunque sea un poco su situación.2
—Bueno, está bien —el chico asintió lentamente—. Pero entiende que en
realidad no lo hago por ti.

Lo hacía para sentirse un poco menos mal consigo mismo.

El muchacho se devolvió hacia Jungkook mientras este lo miraba con


confusión. Le extendió la camisa húmeda que llevaba en las manos y él
la tomó temerosamente de lo que podía hacer.

—Pásala por tu cuerpo, es como si te dieras un baño. No puedo hacer


mucho.

Oh, claro que era para eso ¿para qué más si no?

Kook obedeció. Empezó limpiando la sangre restante de su cara, con


cuidado de no tocarse su adolorido e hinchado tabique. La humedad de
la camisa llegó a sus parpados donde sintió alivio al quitar la ligera capa
de polvo que los cubría y hacía que le picaran. Siguió por su cuello
también, teniendo cuidado de la quemadura en su nuca y la sensación
del agua fría empezaba a agradarle más de lo que había pensado. En un
movimiento tímido, se alzó la camisa desde el borde de su cadera. Dejó
ver algunos moretones y rojeces junto a una quemadura de cigarrillo en
medio del abdomen. Trató de pasarla lentamente, tratando de no
despegar la costra recién formada.

Intento fallido.

Al pasar la camisa por la zona afectada, por más que intentó ser
cuidadoso y delicado, la pequeña costra fue despegada fuertemente y
quedó adherida a la camisa mientras Jeon soltaba un quejido de dolor y
un fino hilo de sangre bajaba hasta su cadera. El tipo frente a él hizo una
mueca de desagrado mezclada con algo de pena. Aunque, ni ese dolor
era tan fuerte como el que sentía en la mano, pese a no quejarse del
todo, la herida en su palma también se abrió sin querer, dejándola
sensible y temblorosa mientras pasaba por su piel.

El hombre extendió su mano y Jungkook le devolvió la camisa. Vio cómo


se aproximaba al baño y de nuevo la mojaba y exprimía para quitar el
sucio restante. Al volver se la dio de vuelta y Jungkook empezó a pasarla
por sus brazos, esta vez tan lento que luego de tres pasadas aún el sucio
no salía del todo, pero le importaba poco pues sus heridas estaban
recientes y el sujeto parecía tener toda la paciencia del mundo. Pasó una
última vez por sus brazos, ahora sí pudiendo quitar el sucio por completo.
Llegó hasta sus axilas y estrujó la camisa por ellas. Se la extendió de
vuelta al contrario y Jeon dio por finalizado su mísero aseo.

Pero el muchacho hizo lo mismo que antes, solo que esta vez trajo una
barra pequeña de jabón, como las que dan en hoteles. Se la extendió a
Jungkook junto a la camisa y este la vio como si fuera lo más preciado
del mundo y se maldijo otras mil veces más porque a pesar de la
situación en la que se encontraba, la vergüenza estaba a tope entre sus
emociones.

Se emocionaba por una barra seca de jabón, cuando hace un tiempo se


bañaba en tinas de espuma y rosas. A lo que había llegado.1

Frotó la barra en la camisa y luego de que hizo algo de espuma la pasó


por sus axilas para quitar el sudor que simple agua no lograba. Cuando
termino, usó otro extremo de la prenda para sacar el jabón. El
delincuente sacó una vaga media sonrisa lastimera. Jeon empezó a
sentir la misma lástima que estaba sintiendo el chico frente a él, por sí
mismo.
El tatuado se fue al baño y volvió una vez más con la camisa mojada,
pero ya Jungkook se había lavado la mitad del cuerpo. Mas no la mitad
de su cadera para abajo.

Y no pensaba hacerlo. Qué va.

—E-estoy bien así —titubeó, no quería desnudarse—. Ya, gracias.

—Oh no —replicó el hombre—. Deberías lavarte todo, de hecho.

Y el miedo surcó las facciones de Jungkook otra vez. ¿Qué hacía ese
tipo preocupándose por el? No le daba buena espina de nuevo.

—No, en serio.

—Me voy a voltear, no voy a verte.

—¿P-por qué no mejor me desatas y luego me atas o-otra vez? —sugirió


con la voz temblorosa—. Así me doy un baño decente en lugar de esto.

El chico pareció frustrado, en verdad estaba tratando de ayudarlo y


Jungkook no paraba de hablar. Cosa que no era para menos pues
estaba asustado hasta el culo.

—No te soltaría ni loco. Además, V hace sus propios nudos.4

Jungkook hizo una mueca de confusión.

—¿Qué?

—Sí, te amarró los pies de una forma que solo él sabe —señaló los pies
del chico, así como los demás lugares—. No sé cómo volver a hacer
esos nudos —explicó—. Y si ve que no son como él los hizo, mi madre
saldrá de prisión para ir a visitarme en mi funeral.10

—Ya...
—Ahí tienes el jabón —indicó—. Bájate los pantalones. No hay nada que
me interese ver ahí, solo lávate.

—Será.20

El chico se volteó de inmediato y Jungkook solo rogaba que su pequeño


momento de felicidad al darse lo más cercano a un baño no terminara
nunca. Se había bañado solo tres veces, en todo el tiempo que llevaba
ahí dentro solo había recibido agua en su cuerpo tres veces. Aunque no
recordara hace cuantos días fue la última, al menos sí recordaba con
exactitud la cantidad.

La primera vez, un hombre alto con capucha entró con tres baldes de
agua que parecían haber sido sacadas directamente de la Antártida.
Vertió una sobre él, luego le extendió una pastilla de jabón para ropa y
obligó a que enjabonara su cuerpo, al terminar de hacerlo vertió otro
balde aún más frío y se aproximó a decirle que el tercero era para lavar
la ropa, que tenía cinco minutos para hacerlo. Rápidamente se la quitó y
usó un poco del agua para quitar los restos de jabón que no pudo con el
balde de agua helada al principio. Mojó un poco más su ropa usando
poco jabón, ya que solo eran tres piezas, su jean oscuro, su camisa
blanca que ya no lo volvería a ser jamás y un bóxer rojo que se lo había
regalado su novia. Sus timberland habían sido historia el día que lo
raptaron igual que su chaqueta y la parte de arriba del uniforme de
taekwondo. La segunda vez fue casi igual, pero esta con otro tipo que al
menos fue un poco más compresivo y le dijo que se bañara solo y que
lavara la ropa también, solo que le dio diez minutos para hacer todo, se
había dado un mejor baño.12

Y ahora esta, que no había sido un baño, ni siquiera sabía si le tocaba o


no. Pero quizás no, porque este chico parecía a penas darse cuenta de
que él estaba ahí. Y para colmo, no lo estaba tratando como un verdugo
al igual que V, sino lo contrario. Incluso parecía que lo estuviera tratando
"bien."

Deslizó su jean por sus piernas hasta donde empezaba la atadura de la


soga y pasó la camisa, que había frotado con jabón otra vez, por todas
sus piernas. Deslizó sus bóxers y quería morir cuando vio la cantidad de
vello que le recordaba que tenía días sin saber que era asearse
correctamente. No es como si fuera demasiada, pero si un poco al
menos para lo que acostumbraba a usar, que de hecho, era casi nada.
Pasó la camisa por su entrepierna con algo de jabón y luego quitó todo
con la parte mojada del otro extremo.

Subió sus ropa interior y luego su jean cuando por fin terminó y extendió
la camisa al revés hacia el chico frente a él, el cual la tomó con algo de
cautela desde una esquina y la puso bajo el chorro de agua que salía del
lavamanos, lavándose las propias en la acción.

—Dejaría que lavaras tu ropa —acotó desde el baño—, pero tardaría en


secar. Además, no creo que a V le agrade.1

—Lo sé, pero gracias —en verdad lo agradecía.

El muchacho asintió y miró directamente al azabache. Se dio media


vuelta dispuesto a terminar de lavar su camisa y Jungkook solo pudo
agradecerse que ahora oliera un poco menos a demencia y dolor, si es
que alguien podía oler así. Subió sus pantalones y bajó la camisa. Había
limpiado un poco su cuerpo, no obstante su ropa seguía igual, y no podía
pedir mucho en ese estado.
El chico salió del baño y Jeon recordó vagamente lo poco que había
escuchado de aquella conversación, iba a morderse la lengua, pero
definitivamente debía saber al menos a quién le habían disparado.

O más bien... quién había muerto.

—Oye...

El muchacho volteo hacia él con un rostro expectante.

—La pelea de la otra vez... ¿qué pasó allá afuera? —preguntó


tranquilamente.

—No es por nada —negó el otro, sin molestia alguna—... pero no te


incumbe qué hablamos ahí.

—No me importa lo que estaban hablando —soltó Jeon, girándose un


poco para poder ver mejor al tipo—. Hablo del disparo —admitió—. ¿A
quién le dispararon?

El chico enmudeció.

—Por favor, es lo único que pido saber.

—Ya te dije que no te incumbe, muchacho.

Sin más, el delincuente lleno de tinta caminó directo hacia la puerta,


dispuesto a salir y dejarlo ahí otra vez. Pero Jungkook quería —más
bien, necesitaba—, saber a quién le metieron un disparo. Porque sin
duda habían disparado a alguien y su cerebro gritaba que también había
muerto.

Pero no volvería a preguntar porque no obtendría respuesta, ahora


quería saber otra cosa.

—¡Oye!
El muchacho suspiró, pero volteó a verlo cuando ya tenía medio cuerpo
del otro lado de la puerta.

—¿Qué?

—¿C-cómo te llamas? —preguntó tímidamente.

—¿A caso te importa? —contestó breve, cruzándose de brazos.

—No, pero quiero saberlo —replicó el secuestrado, tratando de ir a un


sitio—. Si llego a salir de aquí, te daría una fortuna solo por haber hecho
esto.

Y es que Jungkook había captado algo en ese delincuente, pese a todo


el miedo que sentía con su presencia, uno que ni controlaba. Pese a eso,
podía jurar que sus sospechas eran ciertas. Vivir en un entorno rodeado
de malas personas y gente con actitudes falsas, le enseñó a distinguir
fácilmente a los buenos de los malos. De una vez supo que ese tipo no
era mala persona, solo estaba en el mal camino.

Y Jungkook se aprovecharía de eso.

El muchacho subió su vista al techo y luego lanzó un suspiro. Lo miró


detenidamente, a la par que en los ojos contrarios solo había
incertidumbre y algo de curiosidad por saber.

—Entonces... ¿me vas a decir? —volvió a preguntar Jungkook.

—Namjoon —respondió el delincuente—. Mi nombre es Kim Namjoon,


pero dime Jun.101

Dicho esto, salió del cuarto y cerró la puerta con llave, dejando a un
Jungkook algo aturdido y con muchas preguntas en su cabeza.
V: Byun or Park?

La comida estaba fría.

Jungkook llevaba al menos una hora tratando de darle un sorbo a la


especie de sopa espesa con pedazos de verdura y carne, después de
haberse arrastrado a duras penas hasta la mesa, pero no tenía ganas de
comer. Simplemente la había tomado de donde estaba para luego
disponerse a moverla con la cuchara y mirar el plato con recelo. Su
estómago pedía al menos un sorbo, sin embargo estaba más ocupado
tratando de pensar qué fue lo que le pasó a V y por qué razón ese
Namjoon no le dijo nada.

Mil preguntas surcaban su cabeza. ¿Por qué me ayudó? ¿Quién es?


¿Qué quieren? ¿Por qué estoy aquí? ¿Van a matarme? ¿Saldré algún
día? Cada una seguía plasmada dando vueltas en sus pensamientos una
y otra vez, torturándole los sentidos de manera que le daban punzadas y
apretaba los ojos fuerte. La mente no siempre es el mejor aliado del ser,
justo ahora Jungkook lo asimilaba totalmente, queriendo darse un puto
golpe en el cráneo, quedar inconsciente y así no tener que maquinar
cosas.

Dejó la cuchara de plástico a un lado y, tratando de hacer el mayor de los


esfuerzos porque la taza no tocara las heridas abiertas de sus manos, la
tomó entre sus dedos dirigiéndola a su boca para beber el contenido de
una sola vez. Y habría sido una buena idea, de no ser porque un pedazo
de algo parecido a la papa se vino de golpe hasta su cara, haciendo que
soltara la taza entre sus dedos cuando la sopa entró por su nariz y luego
se derramara en su camisa y pantalón.
Maldijo por lo bajo y apretó los puños con fuerza viendo con impotencia
el líquido derramado por su cuerpo. Había podido tener un poco de
limpieza un par de minutos atrás y ahora ya estaba sucio e incluso peor
que antes. Esto era comida y la comida terminaba oliendo mal después
de mucho tiempo afuera. Ahora podría imaginar que pasaría bastante
tiempo con la ropa manchada de tierra, polvo, sudor, sangre y ahora para
rematar la desgracia; alimento.12

—Eres un maldito bueno para nada, Jungkookie —se insultó a si mismo,


porque... ¿a quién más si no?—. Tan inútil que ni de comer bien eres
capaz —al fin y al cabo, él era el culpable de su desgracia, por haber
estado en el lugar y momento no debido.8

Trató de levantarse para limpiar el resto de comida de sus pantalones,


los cuales ya estaban lo suficientemente mojados para sentir el líquido en
sus piernas y volvió a maldecir cuando se encontró con que las tenía
débiles porque estaban amarradas y tampoco podía levantarse debido a
que el entumecimiento era más fuerte.

Suspiró; agotado, cansado, harto y cualquier otro sinónimo a esas


palabras.10

Bueno, estaba tomando aquello como algo a lo que probablemente


debería adaptarse; ese algo era la suciedad. Nunca le gustaba estar
sucio, pero ahora se revolcaba tanto en ese frío suelo cada noche
mientras dormía —porque a veces el colchón olía mal, y no le gustaba—,
que ya la mugre y él parecían uno solo y le disgustaba inmensamente.5

Llevó las manos al borde de su camisa para quitarla, al menos si no


podía limpiarse trataría de que la sopa no se secara en su piel. Arrugó la
prenda después de haberla sacado por sobre su cuello y se limpió el
pecho, en donde se había derramado, con el borde que no estaba lleno
de la comida. Luego, con ambas manos y delicadamente, optó por sacar
su pantalón al menos hasta las rodillas, para así limpiar sus muslos
mojados. No fue tan difícil hacerlo, aunque sí incómodo debido a que el
líquido era pegajoso.3

Después de pasar el otro extremo ''limpio'' de la camisa por ambos


muslos, la tiró a un lado y arrastró el trasero para pegarse de la pared
que tenía detrás, sintiendo como sus nalgas eran raspadas por la fricción
con el suelo. No podía impulsarse con sus manos ya que estaban
magulladas, no podía levantarse del suelo porque tenía las piernas
adormecidas mientras una soga las pegaba de los tobillos y los brazos le
dolían. Estar tanto tiempo encorvado y sin estirar debidamente las
piernas empezaba a ser una mierda.1

Jungkook estaba harto de la situación, pero nada podía hacer.

Cerró los ojos dispuesto a deleitarse con el sonido de la lluvia, había


empezado a llover otra vez levemente hace un par de horas, pero ahora
no dudaba que era una tormenta eléctrica; el ruido, los truenos, las
centellas y el olor a tierra húmeda así lo dictaminaban.1

''Jungkookie, la lluvia es genial...'' Recordó cuando su madre siempre


solía cantarle de pequeño cuando las tormentas le despertaban porque
había truenos y centellas. A él le daba miedo y decía que lo peor que le
podía pasar al mundo era que lloviera. Incluso rechazaba ir a bañarse en
la lluvia con su madre y hermana en el inmenso patio de su casa porque
la odiaba. Mientras Jihyo y Saeji gozaban de las grandes gotas
trasparentes en su cara, Jungkook las veía desde la ventada de su
cuarto.5
Pero qué no daría él por salir ahora mismo de esa cabaña y bañarse por
cientos de horas en la lluvia. Definitivamente era feliz y no lo apreció lo
suficiente. Las cosas de las que se hubo dado cuenta en todo este
tiempo pasado sin medida; era que la vida en un momento podía estar
llena de dicha y jamás la persona se hubiera dado cuenta, pues estar
acostumbrado a los ''lujos'' hacia que la viera con normalidad. Ahora, que
portaba todo el derecho y experiencia para decir a toda voz que se
encontraba con un infierno alrededor, Jeon Jungkook sabía lo afortunado
que era en medio del revoltoso alrededor en el que se había criado
desde niño; una mafia en conjunto.

Parpadeó un par de veces. Como siempre, sin saber la hora o día, pero
el repentino frio y la lluvia solo le provocaron un sueño que no quería
aceptar. Dormir no era una buena opción en la situación en la que se
encontraba, a veces era despertado de un sueño para recibir alguna
retahíla de cosas, para ser tocado extrañamente o visto de manera
lasciva, no le gustaba. Pero cuando Morfeo quiere algo, definitivamente
lo tiene.

Jungkook suspiró una última vez antes de cerrar los ojos y sumergirse en
un profundo sueño

[...]
Unos días después, V estaba sacando sus propias conclusiones acerca
de toda la maraña con Jeon Jungkook.

El sicario yacía viendo el borde de la cama, con una mirada lúgubre y


siniestra; la de siempre. Aquella chica estaba observando con
detenimiento al hombre postrado inconsciente en la cama, acariciando su
mano y mostrándose preocupada. Si, Kim sabía que aquella
preocupación era real, mas no precisamente el lazo que unía a la chica,
con Baek.

—¿Cómo pasó esto, V? —inquirió la pelinegra de cabello largo—. Dime,


por favor.

—Eso a ti no te importa, Jennie —respondió el hombre frente a ella—.


Haz tu maldito trabajo y listo.2

Ella bufó, tratando de adivinar la razón por la que el muchacho en su


cama de clínica clandestina, en el edificio de los hombres que a veces
contrataban a Taehyung, había terminado con un disparo que por poco le
perforó el hígado y casi lo deja en otro plano.

—Baekhyun es mi novio —insistió la chica—. Yo merezco saber qué


mierda le pasó, V.

El castaño rió audiblemente. Risa que hizo que la mujer se encogiera en


su propio cuerpo y echara la vista a un lado, queriendo cubrirse los
oídos; sonaba escalofriante. Peor cuando cada vez se acercaba el
asesino hasta llegar a pararse a su lado.
—¿Novio? —él puso su mano en su propio pecho fingiendo sorpresa—.
No me hagas reír, Jennie. Ambos sabemos que lo que tienen ustedes de
novios, lo tengo yo de buena persona —una sonrisa hipócrita surcó su
rostro—. Tú solo eres la puta más bonita de un bar —se burló mientras
con una mano acariciaba la mejilla de la chica que ahora temblaba y
luchaba por no llorar—, y él, un idiota que te contrata más veces de las
que lo hace cualquier vagabundo drogadicto y maloliente —afirmó,
viendo al chico tendido en la cama y volviendo la vista a ella después—.
Pobre de ti, niña. Estás tan necesitada de afecto, que confundes sexo fijo
con amor —Kim ladeó la cabeza, empezando a negar ligeramente
mientras una de sus cejas se alzaba—. Eres toda una ilusa, Jennie.9
Taehyung, por un segundo, se estaba haciendo el desentendido de toda
la situación. Jennie suspiró, tratando de ignorar esas palabras. Aún con
el miedo que V le causaba, ella volvió a preguntar.

—P-por favor —tartamudeó suplicante, a la par que unía sus manos—,


dime qué pasó.

Esperando por una respuesta satisfactoria, ella se levantó de nuevo


hacia Baekhyun, para seguir haciendo su trabajo. Ese trabajo consistía
en cuidar una prominente herida en el abdomen del otro, que estaba
reposando inconsciente en la cama. Lo habían traído hace apenas unos
días, derramando demasiada sangre y la vida pendiendo de un hilo.
Afortunadamente, tenían la clínica clandestina en ese pent-house, donde
podían gozar de una atención médica decente aunque no fuera para
nada segura. Porque, por obvias razones, dos sicarios no llevarían a uno
de sus compañeros de crimen a curarle una herida a un hospital normal.

Afortunadamente, Jennie estaba ahí. Y aparte de pasar la mayoría del


tiempo recibiendo metidas de polla en un bar poco lujoso —pero bastante
concurrido—, tenía un doctorado en medicina quirúrgica que
lamentablemente ya no podía ejercer de manera legal, mas eso no
impedía que sus conocimientos y ganas de seguir haciéndolo siguieran
intactas. He ahí el porqué estaba en donde estaba; siendo prostituta de
noche, pero ayudando a salvarle la vida a mafiosos, asesinos,
drogadictos y narcotraficantes por el día.

Él maleante vio como Jennie quitaba las vendas que puso hace pocas
horas, mientras eran reemplazadas por unas nuevas para mantener la
higiene de la herida por la operación.

Lo cierto que había pasado, era que Baekhyun había sido el responsable
de la brillante idea de matar a todos los hombres que estaban en aquel
bar donde se supone irían a buscar la paga por el joven de los Jeon.
Pese a que en definitiva, había sido una trampa para luego quizá
matarlos a los tres en una emboscada mientras regresaban; los esclavos
de V habían sido más rápidos y los mataron a todos ellos. Gracias a ese
detalle, el sicario jefe terminó perdiendo la compostura. No era para
menos, pues se habían puesto en riesgo al estar en ese lugar y acabar
con la vida de esas personas.

Si bien, seguramente ellos también hubieran terminado muertos y el plan


no se hubiese llevado a cabo correctamente, poniendo no solo la vida de
ellos en riesgo sino también la de Taehyung, Baekhyun no podía tomarse
esas libertades de decidir desobedecer órdenes que V había dado
anteriormente.

Jun era inexperto en lo que a secuestros tan grandes se refería, después


de todo; el chico que tenían prisionero era hijo de un narcotraficante
reconocido y temerario. Wang era demasiado eufórico a la hora de hacer
esas cosas y se deja convencer por estupideces o terminaba disparando
al aire jugándole a la suerte si alguna bala se devolvía y se le incrustaba
en el cráneo para matarlo. A pesar de eso, ambos eran de confianza y V
no podía darles ese trabajo a otros. El más cuerdo y que tenía más
experiencia, era Baekhyun y se aprovechó de eso para tirársela de que
era superior o algo así, lo cual le enfadó jodidamente a Taehyung y hace
días atrás, él ya sabía que el de la idea fue Baek, solo esperaba a que él
mismo lo confesara.

Y Baekhyun escondía algo de lo que Taehyung ya estaba ampliamente


enterado, solo quería ver si pasaba esta prueba y unir las piezas
faltantes.

Pero el muy cagado se volvió loco y trató de acabar con su vida porque
sabía que hacer molestar a Kim, era de las peores cosas que podría
alguien ocasionar. Así que no fue lo suficientemente inteligente y se
intentó suicidar dándose un balazo en el abdomen, quizá para perforarse
algún órgano que lo hiciera desangrarse hasta morir pronto para así no
hacerlo a manos del sicario. Lastimosamente para él —y
afortunadamente para V—, el tiro había fallado y solo rozó el hígado,
haciendo que el hombre perdiera mucha sangre en su traslado hasta el
pent-house donde fue atendido.6

Taehyung no le daría el gusto de morir de una bonita forma.

Si, morir desangrado era una armonía preciosa y dulce, un halago divino
e incluso una fantasía delante de las muertes que V provocaba. Quizá
Baek tenía una intención de morir rápido, pero fue cobarde al no pegarse
el tiro en la cabeza. Porque no era tonto para saber dónde morir
inmediatamente, solo era cobarde pensando que lo dejarían
desangrarse. Mierda, se podía dar en la frente y morir rápido, pero no lo
hizo.1
Gran error.13

Después de haberlo puesto en riesgo, después de haber tenido una idea


tan estúpida y después de indirectamente haber asumido la culpa
mientras casi se quitaba la vida, V había decidido que lo salvaría. Lo
salvaría porque el único que ahora tenía derecho de sacarlo de este
plano terrenal era Taehyung, nadie ni nada más. Esperaría a que
estuviera consciente para así llevar a cabo algo de lo que tenía ganas
desde hace mucho tiempo; sed de sangre, maldad, liberar presión y
llenar su alma. Victoria para sí mismo.

Si Baekhyun estaba malherido no soportaría mucho aquellas atrocidades


que estaban pasando en ese preciso momento por la mente de
Taehyung y moriría al instante entre dolor y agonía, cosa que él no
quería. Porque necesitaba que soportara, necesitaba verlo desfallecer,
necesitaba que muriera lenta y tortuosamente. Al fin y al cabo le vio la
cara de estúpido creyendo no lo descubriría.

Él odiaba eso.

Y otra cosa que hacía mucho ruido en su mente en ese instante, era el
chiquillo que estaba probablemente llorando en posición fetal en la
esquina del cuarto de la cabaña donde estaba rehén. Para Taehyung,
era hermoso verlo llorar pidiendo que lo dejara en paz, y eso que no le
había hecho absolutamente nada por lo que pudiera ponerse a sufrir
verdaderamente. Al menos no aún.6

Taehyung empezaba a pensar las maneras en las que podía acabar con
la vida de ese chiquillo después de hacerlo suyo. Porque si, estaba
demasiado obsesionado con follar al jovencito desde que lo vio.
Obsesionado con hacerlo suyo y tenerlo bajo su cuerpo mientras se
retorcía de dolor, mientras lloraba y pedía que parara, mientras
Taehyung embestía tan fuerte que hiciera que el muchacho se sintiera
lleno al punto de ahogarse. Que lo marcara de por vida mientras robaba
de su boca el último aliento antes de su muerte. Mierda que era
excitante.6

Empezaba a preguntarse por qué mierda no lo había hecho antes. De


que podía, podía. No le era en absoluto difícil apoderarse del cuerpo de
alguien a la fuerza, por no decir lo que realmente era. Quizá no lo había
hecho porque Jeon era tan solo un niño delante de él, aunque eso lo
volvía incluso más enfermizo y Taehyung se reía internamente cuando
pensaba en ello. Pero bueno, ahora sabía que no era un niñito e incluso
no habían tantos años de diferencia, seis nada mas. Aunque, de eso
último no estaba totalmente convencido y necesitaba estar al tanto.13

O tal vez no lo había hecho porque no estaba tan necesitado debido a un


castaño bonito que no podía decirle que no cada vez que Taehyung le
pedía el culo a cualquier hora del día. Bueno, al parecer era hora de
crear una especie de abstinencia y darle un respiro al puto culo de
Bogum y así aguantarse para darle todo de sí a Jeon.9

Jungkook se veía tan inocente y bonito que V simplemente estaba


esperando el momento justo donde su demencia saliera a flote para
poder hacerle un mierdero de cosas que no olvidaría jamás. Aunque
probablemente las olvidaría al mismo momento, porque no dudaba en
que lo mataría después de volverlo un desastre de gemidos y lamentos
luego de haberse cansado de maltratarlo y jugar con él.66

Primero lo haría suyo, tantas veces que ya Jeon sintiera que su cuerpo
pertenecía a alguien más. A alguien tan malo, que el dueño del infierno
parecería un Dios lleno de piedad y misericordia. Al punto en el que Jeon
fuera tan suyo que no pudiera ver ninguna parte de su cuerpo sin pensar
en Taehyung. Que cerrara los ojos al dormir y lo último que viera en su
mente fuera su cara y que al despertar la sombra de los ojos oscuros de
su captor se reflejaran en su memoria por siempre, como un maldito
recuerdo que lo comería desde adentro. Como una poesía inmunda que
no dieran ganas de volver a leer, como el hombre que lo había hecho
vivir pesadillas en carne viva hasta que le dio la gana de dejarlo
descansar en paz.3

Su entrepierna empezaba a doler, y se maldijo por lo bajo al tener


aquellos pensamientos en el sitio equivocado, pues estaba sentado en
un sofá negro frente a la cama donde tenían a su compañero —y
próxima víctima—, con nuevos vendajes recién puestos y suero que se
deslizaba poco a poco hacia sus venas. Qué lástima que eso no sirviera
de nada, porque en cuanto saliera de aquí, ni magia negra lo salvaría.11

Ya habría tiempo para preocuparse de ese chiquillo, primero debía


salvarle la vida a Baekhyun y luego ocuparse de buscar los más de tres
millones que le habían prometido. Matar torturando era una satisfacción
personal, pero la satisfacción económica que eso le generaba era igual
de importante. Debería investigar ahora quiénes eran esos hombres y
hablaría con Sihyuk para que se diera cuenta que con él nadie juega, ni
siquiera el mismo gobernador.

Lo único bueno que le había ocasionado ese revuelto, era que tendría
más tiempo a Jeon Jungkook, para planear como follárselo y luego como
mierda matarlo. Aunque ya tenía varias ideas tentadoras en mente.
¿Será que soportaba? Claro que sí. Era un niño de veinte, sí podía.24

La chica frente a él llevaba varios minutos sentada viendo el cuerpo de


Baekhyun respirar pacíficamente, mientras tomaba su mano y pequeñas
lágrimas se deslizaban por sus mejillas. Taehyung rodó los ojos y se
dispuso a carraspear, ella volteó y lo miró con la vista rota y preocupada.1

—¿Va a salvarse? —preguntó, tratando de sonar preocupado.

Jennie enarcó las cejas como si acabaran de preguntar algo fuera de lo


común.

—¿A caso te importa? —estaba definitivamente dolida.

Taehyung se levantó del asiento donde se había sentado anteriormente,


con parsimonia, dirigiéndose al otro extremo de la cama, y tomando la
mano de Baekhyun entre la suya haciendo un puño con ella dentro,
posicionándola cerca de sí. La chica lo miró sorprendida, pero con recelo.
Kim soltó un suspiro dispuesto a hablar.

—Es mi amigo —mintió, porque Baekhyun le importaba lo mismo que los


demás; nada—. De las pocas personas que conozco que son de
confianza, más bien —corrigió la mentira para no sonar tan falso—.
Tienes que salvarle la vida, Jennie. No soportaría perder a uno de mis
esclavos de confianza. A alguien que de verdad aprecio.20

Ella se permitió soltar lágrimas, las mismas que secó con la palma de sus
manos.

—A ti no te importa nadie, Taehyung —soltó de pronto. Inmediatamente


se llevó ambas manos a la boca, consciente de lo que acababa de
decir.27

Taehyung odiaba su nombre, Taehyung odiaba ser ''Taehyung''.1

De un momento a otro dio la vuelta por frente a la cama y quedó frente a


Jennie, ella por el contrario empezó a llorar en silencio cuando el sicario
desenfundó el arma que llevaba a un costado de su cuerpo y apretó con
una mano ambas mejillas de la chica haciendo que su boca se abriera
por reflejo. Sacó el seguro del arma y la puso dentro de la boca contraria,
tan adentro que Jennie sintió arcadas cuando tocó su campanilla. Cerró
los ojos con fuerza esperando lo peor y sus lágrimas caían atroces hasta
mojar su regazo.

Taehyung disparó.26

Una fuerte risa inundó el cuarto donde ambos estaban. Él sacó el arma
de la boca de Jennie y observó con perversión cómo la cara de esta era
un completo caos de miedo; ganas no le faltaban de hacer eso, pero
sabia controlarse perfectamente cuando sabia podría hacer las cosas
peor.14

—¿Te asustaste, maldita puta? —preguntó ladeando su cabeza mientras


Jennie suspiraba dificultosamente tratando de detener los latidos
acelerados de su corazón. Su pecho subía y bajaba con frenesí.1

Ella lo miró con horror.

—No hay cartucho en el cañón, nena —avisó mientras veía el arma con
admiración y esta daba vueltas entre sus manos.

Posterior a eso, sacó un peine de doce balas desde la parte baja de su


espalda y lo posicionó dentro del compartimiento listo para cargar el
arma. Jaló la corredera haciendo que el cañón quedara con una bala y
ahora sí podría matar a la chica en cualquier momento con apenas un
roce del sus dedos sobre el gatillo. Jennie vio la vida pasar frente a sus
ojos cuando volvió a sentir la pistola en su boca.

—Pero la próxima vez que me llames así no voy a dudar en volarte los
sesos para después desmembrar tu cuerpo y tirarte en un rio lleno de
pirañas, asquerosa mierda inservible —Taehyung habló entre dientes
con una voz más gruesa de la normal, haciendo que Jennie solo se
pasmara en su sitio.14

Él la miró directo a los ojos. Los de él oscuros, sombríos como una noche
sin luna ni estrellas. Los de ella también oscuros, pero húmedos como
una noche de tormenta.

—¿Estamos, querida? —preguntó.1

Ella asintió ferozmente, aguantando las arcadas que provocaba el arma


en su boca y sus ojos se apretaron tanto que dolían.

—Así me gusta, zorra de mierda —sonrió fingidamente, sacando el arma


y apuntando la puerta de la habitación—. Ahora sal de aquí antes que me
vuelva loco y el bar donde trabajas se quede con puras putas feas y
desgastadas. ¡Chao, te fuiste! —chasqueó los dedos en señal de
apuro.10

El cuerpo de Jennie en solo segundos se levantó inmediatamente de la


silla y salió corriendo de la habitación. Taehyung suspiró y ahora se giró
para ver al hombre que estaba inconsciente en la cama.1

Baekhyun respiraba pacíficamente. Su expresión era tranquila, aunque


su entrecejo se encontraba mínimamente fruncido. El suero que tenía en
un costado, conectándose con la vía en su mano, bajaba de gotita a
gotita. Cada una siendo contada en la mente de Taehyung mientras la
veía bajar y escuchaba el pitido de la máquina de pulso.

—No me estás escuchando, hijo de puta —habló a la nada, porque en


efecto no podía ser escuchado—. ¿Creíste que te ibas a librar de mi tan
fácil, Byun Baekhyun? —soltó una risa con sorna—. En efecto lo creíste.
¿Por eso sonreíste después de creer haber muerto? —se posicionó
frente a la cama con brazos cruzados y su mirada en los ojos contrarios
que yacían cerrados—. ¿Creíste que te irías así de simple a la otra vida
después de hacerme molestar? ¿Crees que no sé qué pretendías,
Baekhyun? —giró su cabeza y chasqueó la lengua—. Soy una mala
persona, soy un hombre temido, soy demente y a veces impulsivo. Soy
sádico, soy un matón, soy un violador, soy infinidad de cosas malas,
Baek —admitió a la soledad—. ¿Pero sabes qué no soy? Un maldito
estúpido, menos alguien que pueden engañar fácilmente.5

Taehyung se aproximó hasta el banco que antes ocupaba Jennie, tomó


asiento allí y desenfundó la pistola que tenía el cargador lleno y el seguro
sin poner. La tomó fuertemente entre sus dedos y la presionó contra la
herida recién operada del hombre.

—Podría matarte justo ahora —habló bajo—. Pero... ¿qué gano con eso?
No es solo darte un balazo y ya. Es verte sufrir, verte llorar, ver cómo tus
ojos se van quedando sin vida segundo a segundo, ver como tu alma se
va quebrando poquito a poquito a causa de mis mierdas locas —rió—.
¿De verdad creíste que tú; un hombre inútil que juega a ser macho
follándose mujeres bonitas, pero adora que le entierren la polla hasta el
fondo del culo, podría contra mí? ¿Contra la personificación de maldad,
crueldad y belleza? —preguntó sin esperar respuesta—. ¡Qué va, Baek!
Yo soy como una sombra que hace lo que quiere cuando quiere y nadie
la voltea a ver, porque tienen miedo, porque soy un maniático y cuando
me vuelvo loco no hay quien me pare. Todos me temen, y al parecer tú
no tomaste eso como advertencia.10

Taehyung presionó el arma contra la herida. Si la morfina no estuviera


colándose por cada mililitro de sangre en el cuerpo ajeno, de seguro
Baekhyun habría gritado de dolor.
—Espero que te mejores pronto, Baek —habló al hombre, quitando la
pistola y viendo que algunos puntos se habían deshecho y empezado a
sangrar—. Porque más temprano que tarde te vas a encontrar con tu
queridísimo pelirosa, y yo mismo me encargaré de darte el gusto.4

Taehyung se aproximó hasta la puerta del cuarto, abriéndola dispuesto a


salir para ir a la cabaña y tener una larga conversación con el muchacho
de ojos bonitos que estaba tirado y sucio en el suelo. Pero antes de eso,
echó un último vistazo al cuerpo dormido detrás de él.

Furia, ira, ganas de venganza surcaban su rostro.

—Espero despiertes pronto, Byun —sonrió ladino y luego suspiró—. O


debería decir... ¿Park?32

VI: Policemen.

(⚠⚠)40
Después de haber bajado las escaleras del pent-house, luego de
cruzarse con una Jennie asustadiza y llorando en la sala, Taehyung se
dispuso a ir hasta el estacionamiento para así poder subir al Audi negro y
tomar camino hasta la cabaña.15

El reloj marcaba casi las cinco de la tarde. El sitio quedaba


aproximadamente a una hora y media de camino si iba a una velocidad
alta, así que seguro llegaría en la noche. Kim estaba en la ciudad, puesto
a que el pent-house se hallaba en uno de los edificios más costosos de
Seúl, y como no hacerlo, si la mayoría de personas que lo utilizaban
tenían las manos hundidas en dinero de la misma manera que estaban
hundidas en cosas ilegales. El motor del auto rugió y Taehyung salió del
estacionamiento del pent-house para tomar rumbo a la carretera. Las
vías estaban despejadas y tranquilas. El sol estaba poniéndose en su
punto bajo, tintando el cielo de naranjas, azules y rosas, en combinación
con nubes grisáceas.

Él suspiró y pensó en la conversación que tendría con el chiquillo de


ojitos lindos. El menor seguramente estaba asustado hasta la mierda por
lo que Taehyung le hizo hace unos días, pero a él no le importaba en lo
más mínimo y se reía internamente por provocar eso en Jeon. De verdad
que la mirada asustadiza que el muchacho le brindaba cada vez que este
aparecía frente a él provocándole miedo, era insuperable. Ni hablar de
cuando Taehyung ponía un dedo encima de él; temblaba, sudaba frio,
ahogaba chillidos, respiraba pesado. Taehyung podía oler su miedo,
podía sentir su desesperación, podía inhalar el estado demencial en el
que estaba, y lo regocijaba demás.2

Disfrutaba verle los ojitos brillantes inundados en lágrimas. Adoraba verle


la nariz roja por aguantar el llanto cuando sabía que llorar provocaba algo
peor. Se divertía al verle el cuerpo marcado y saber que no aguantaba el
más mínimo roce porque tenía una piel muy sensible. Disfrutaba ver
como sus bonitos labios estaban mullidos por tratar de reprimir los gritos
que luchaban por escapar de su garganta. Disfrutaba todo eso. La
manera en que Kim sonreía y él temblaba, la fuerza con la que su cuerpo
se apretaba a sí mismo con el sonido del tubo rozando el suelo de
concreto antes de una paliza, las carcajadas de Taehyung que callaban
el suave lloriqueo.3

¿Cómo podía deshacerse de él tan rápido, cuando tenía tanto material


para divertirse y disfrutar?3

Por suerte tampoco podría hacerlo, aunque quisiera. Jeon era un precio
que Taehyung aún no cobraba y debía arreglar eso pronto. No permitiría
que lo engañaran tan ridículamente con un pago por la cabeza del hijo
menor de un mafioso, cuando quienes fueron a entregarle el pago
terminaron muertos y el saco de dizque ''billetes'' eran unas telas de
mierda. V quería su plata, no importa si tenía que desafiar al propio
gobierno para obtenerla. Nadie se iba a burlar de él así. Ya había
trabajado con matones insolentes que creían que los rumores de él eran
mentira, y les demostró cruelmente que no lo eran. Si alguien decía que
V era malo, V se encarga de hacer saber que no era malo, sino
increíblemente perverso.

Pero Sihyuk, aun conociéndolo y sabiendo cómo hacía sus mierdas, osó
de engañarlo y meterse con él. Sí, Sihyuk era el gobierno, pero él era V;
el maldito sicario con reputación diabólica y detestable. El maldito que
dejaba cadáveres irreconocibles. El hombre que provocaba escalofríos
cuando lo nombraban, que mataba a sangre fría y gozaba, que conocía
la muerte de cerca y de lejos. El que tenía contactos alrededor del mundo
porque su demencial trabajo así lo provocaba. El próximo en tomar el
trono del diablo cuando ya su vida no diera para más y acabara muerto
en algún instante por obra y gracias de la infame naturaleza humana.2

¿Quién era Sihyuk? Un gordo de mierda con el cargo de gobernador, que


tenía un hijo amante de prostitutas caras y droga de primera calidad que
le compraba a Jaeban —o al menos, así debían pensar—. ¿Con un
montón de gente tras su espalda velando por su seguridad? Si, obvio.
Eso no era nada para Taehyung. Los guardaespaldas de Sihyuk, los
agentes del gobierno, los típicos idiotas con trajes caros, un micrófono,
audífonos y lentes oscuros, todos y cada uno de ellos estaban
entrenados para dizque cualquier cosa. Estaban dispuestos a matar a
una persona con una bala en el pecho, pero nunca estarían dispuestos a
dar su vida por el presidente. Eso era lo que juraban al recibir el trabajo,
aunque eran mentiras, no se expondrían ni tampoco a sus seres
queridos. Taehyung tenía unos cinco planes ideados en la cabeza, uno
más grande que el otro. Los llevaría a cabo después de llamar a un par
de personas y así darle a entender que quien mandaba era V el Verdugo,
ni Sihyuk el gobernador, ni nadie más.

El repentino sonido de unas sirenas y un par de luces azules con rojo


hizo que Taehyung abandonara sus cavilaciones y posara la vista en el
retrovisor. Maldijo por lo bajo viendo que era una patrulla de policías y
luego miró el marcador de velocidad en su auto. Iba a una velocidad
normal, no entendía qué mierda estaba pasando, o por qué lo estaban
deteniendo. Conservó la calma, acomodó u cabello y miró fijamente sus
ojos en el espejo del retrovisor. Empezó a frenar lentamente, viendo
cómo la patrulla pasaba a su lado y cuando Taehyung frenó por completo
el carro de la policía se posó enfrente del suyo.
Respiró hondo, sacó la pistola que anteriormente había metido en la
guantera de su auto y la puso entre su pantalón. Sacó la camisa que
tenía por dentro y cubrió la silueta del arma. Acomodó su cabello rubio
otra vez, esbozó una sonrisa y divisó cómo se acercaba un oficial al auto.
Antes de bajar el vidrio del piloto, tomó la navaja que guardaba debajo
del asiento y la puso en el bolsillo delantero de su pantalón. También se
puso los guantes negros en caso de que tuviera que llevar las cosas al
extremo, lo que probablemente haría.4

Tenía toda la ventaja en caso de que ocurriera algo fuera de lo normal.

Bajó el vidrio y miró directamente al oficial frente a él. Tornó una mirada
cálida que había practicado mil veces y que siempre tenía un efecto
positivo en la gente que la veía. Engañosa, por cierto.

—Buenas tardes —saludó el hombre con semblante tranquilo—.


¿Nombre, por favor?2

—Buenas tardes oficial —respondió Kim, aun sonriendo—. ¿Pasó algo


malo? —el tono preocupado e inocente con el que hizo la pregunta, era
una manera de desviar el hecho de que no iba a decir su nombre. Por
más que utilizara el nombre falso, no lo daría a menos que fuese
estrictamente necesario.

No daría el nombre, no aún.

—¿Hacia dónde se dirige? —bingo, pensó el sicario. Ni se dio cuenta


que no contestó a su pregunta.

—Oh, iré para el pueblo —su mano seguía fija en el volante y su


expresión estaba completamente relajada—. Daegu, oficial.
El oficial miró su reloj de muñeca y enfocó la vista en él. Luego miró a
Taehyung ahora un poco más serio que con anterioridad.

—Es bastante tarde para dirigirse hacia el pueblo, joven.1

—Mi esposa está dando a luz justo ahora, oficial —mintió


perfectamente—. Me gustaría ver a mi futuro hijo y usted me lo está
impidiendo.6

El oficial alzó una ceja y se retiró levemente hacia atrás echándole una
vista al deportivo negro de lado a lado. Pasó un rato escaneando la
actitud de Taehyung y este se dio cuenta, por eso actuó totalmente
despreocupado.5

—¿De quién es este auto? —curioseó de pronto, ya el sicario estaba


decidido.

—Es mío, oficial —su mandíbula estaba apretada—. Lo compré hace


unos meses.

—No es un auto común —señaló el adverso—. Es un típico auto de


carreras clandestinas.

—Sí —a todas éstas, Taehyung seguía viendo al frente, pero estaba más
que listo.

El oficial suspiró pesado.

—¿Cómo dijo que se llamaba?2

Kim volteó la vista mirando oscuramente al policía, empezando a perder


la maldita paciencia y control.

—No he dicho mi nombre.


—Salga del auto, por favor.

—No —respondió tajante y con la mandíbula ligeramente abierta. Su


lengua puyaba la parte interna de su mejilla—. Ahora quita tu maldito
auto de enfrente y déjame quieto.

El contrario pareció sorprendido ante lo que espetó Taehyung.


Lentamente llevó una mano hacia su fornitura para sacar el arma y
seguramente apuntarle, pero el delincuente fue más rápido y volvió a
brindarle una sonrisa.

—Lo siento, oficial —se disculpó en un tono demasiado pacífico. Era el


momento—. Ya bajaré.

Lentamente el oficial relajó su semblante y Taehyung prosiguió a bajar


del auto con parsimonia, decidido a hacer lo que estaba pensando. El
oficial llamó por su radio a un tal ''Eunjae'' y Kim divisó cómo otro hombre
bajaba del auto y este se apagaba. ¡Genial! Eran solo dos, más fácil.

—Su nombre, por favor —repitió la petición.

El otro hombre que recién había bajado del auto llegó hasta donde
ambos estaban en tensión.

—¿Sucede algo, oficial Seungri?

—Revisa el auto, Jae —mandó, dando un cabezazo en dirección al


deportivo.

El tal Eunjae se dirigió hasta la puerta del copiloto y Taehyung pudo ver
como abría la misma e ingresaba al auto revisando la guantera en un
principio. Menos mal había sacado la pistola y la tenía encima, los
papeles del auto estaban a su nombre más ninguno de ellos debía saber
quien era o por qué.
—Nombre e identificación —pidió de nuevo el oficial.

—Soy Seokjin —se maldijo por decir ese nombre—. Kim Seokjin.28

—¿Dónde está su identificación señor, Seokjin?

Taehyung suspiró. Divisó al otro oficial dentro mientras leía los


documentos del auto —que había encontrado en la guantera—, y posó la
vista de nuevo en el hombre frente a él. El oficial llevaba su uniforme
normal, uno de los primeros botones de su prenda superior estaba
desatado, permitiéndole una excelente vista de su cuello, luego vio su
torso y no cargaba chaleco. En la fornitura levaba dos cartuchos y una
pistola Glock negra, cargada seguramente. Su expresión era severa, su
semblante serio y aún estaba esperando a que Taehyung le diera la
identificación, así que el lentamente dirigió la mano hasta su bolsillo
trasero para sacar la billetera, pero luego recordó que los papeles que
cargaba en la guantera no eran precisamente los del auto nada más, sino
unas adquisiciones ilegales.

Así que actuó.

—Oficial —llamó en un tono sombrío, con la voz más gruesa que de


costumbre—, ¿usted tiene familia?

El oficial puso una mirada de confusión y asintió lentamente.


Probablemente volvería a preguntar por la identificación del asesino, pero
este lo interrumpió al hablar.

—Entonces cuídelas desde allá arriba.39

Taehyung rápidamente sacó la navaja de su bolsillo delantero y en un


simple movimiento acorraló al policía contra la ventana del auto y enterró
la navaja en su cuello sintiendo las gotas de sangre manchar su rostro y
al hombre ahogándose con su propia sangre. La carne sonó a medida
que iba desgarrándole la piel.

Deslizó la navaja enterrada hacia un lado, viendo como la sangre salía


de a chorros y manchaba el uniforme del hombre, la ventana y su
camisa. Sus dedos, índice y medio, se metieron en la abertura y tanteó
aun sintiendo cómo el policía se ahogaba con el líquido rojo. V sonrió
victorioso cuando sintió la lengua del hombre por dentro . Metió sus
dígitos pulgar y anular en la herida y jaló la lengua hasta que la sangre
empezaba a deslizarse hasta el suelo, salpicándole la cara y dejando sus
manos manchadas.7

Volvió a enterrar la navaja y deslizarla al otro lado para alargar la herida


en el cuello ajeno y la abrió con ambas manos escuchando cómo el
hombre ahogaba un chillido y se impresionó que aún no estuviera
muerto, pero lo agradecía porque estaba disfrutándolo mientras le
degollaba.

Jaló de la lengua hasta que el hombre por inercia abrió la boca inundada
de sangre y Taehyung enterró en cuchillo varias veces en la cavidad
bucal mientras jalaba reiteradas veces la lengua esperando que se
despegase del sitio. Cuando por fin cortó el frenillo, se lo trajo con
brusquedad y sacó la mano de adentro de su garganta para ver como la
lengua estaba enterrada en un puño en su mano.9

El hombre cayó al suelo con su nariz y boca destilando gruesos hilos de


sangre mientras que sus ojos estaban rojos e hinchados. El sicario
observó cómo el pescuezo del hombre empezaba a dejar un rio de color
rubí y la lengua que yacía encerrada en su puño la tiró en la cara de ese
policía moribundo que ahora agonizaba lentamente, probablemente
moriría en segundos.
—Hablas demasiado —se quejó hacia el cuerpo tirado—. Odio que
hablen demasiado.3

Se giró con una sonrisa satisfactoria para dirigirse hacia el otro que
estaba sentado en el asiento del copiloto y que al parecer no se había
percatado de lo que pasó; o quizá si, pero estaba demasiado ocupado
teniendo un shock repentino. Cuando estuvo frente al puesto donde el
hombre se hallaba sentado, lo encontró sudando frio, con una expresión
desencajada en el rostro y las manos sostenían el papel con los
documentos de un pago a su nombre real por unas armas.

Kim quedó viéndolo fijamente y el hombre solo temblaba de miedo,


porque seguro ya sabía lo que le haría el maleante. El labio inferior le
estaba temblando. V se percató de que estaba desarmado y por su cara
joven probablemente parecía un aprendiz, o ayudante, o alguna mierda
así.

—Bájate de mi maldito auto —ordenó.

El chico estaba en estado de terror total. Taehyung lo supo en el


momento en el que se empezó a hiperventilar y no parecía oír lo que él
decía. Tomó ambos costados del cuello del uniforme del muchacho y lo
sacó a la fuerza en un mínimo movimiento, dejándolo frente a él. El chico
tenía varios centímetros de diferencia con el sicario y lo miró desde abajo
con horror, haciendo su cuerpo más pequeño y mostrándose indefenso.

—T-tú e-eres... —balbuceó temblando—. E-eres Kim Ta-Taehyung...28

El sicario detestaba ese nombre, lo repudiaba más que a cualquier otra


cosa habida en el puto mundo.

—¿Últimas palabras, querido Eunjae?


El chico palideció. Cagado en su máxima expresión.

—No diré nada... —prometió tan rápido que Taehyung a duras penas
pudo sentir la desesperación y la súplica en su tono de voz—. Lo juro por
Dios. ¡Déjame ir!

El sicario empezó a fingir que lo pensaba un poco. Soltó un suspiro y


dejó de apretar los bordes de la camisa del joven policía. Luego con
ambas manos —que todavía estaban escurriendo sangre hasta el
suelo—, acomodó los hombros del chico y esbozó una sonrisa cuadrada
perfectamente fingida y brillante.

—Está bien, Eunjae —soltó de pronto—. Pero que esto sea un secreto —
asintió con la vista y el chico pareció creérselo porque empezó a asentir
ferozmente mientras sus ojos aún estaban apretados—. Bueno, ahora
márchate de aquí y no vuelvas a nombrar absolutamente nada de esto,
¿entendiste?15

El chico volvió a asentir con ferocidad y el mayor le dio una palmada en


la espalda, invitándolo a correr hasta la patrulla y marcharse de ahí. El
joven policía, a paso rápido, caminó en dirección a su patrulla volteando
varias veces la cabeza hacia Taehyung, el cual ahora tenía una leve
sonrisa sin mostrar los dientes.

Eunjae estuvo a punto de darle la vuelta al auto para montarse en él,


pero Kim sacó la pistola que tenía detrás de su cadera y disparó a su
pierna, provocando que el muchacho ahogara un grito y cayera al suelo.
Rápidamente, corrió hasta él y lo jaló del borde de su camisa,
arrastrándolo hacia el cuerpo sin vida del otro malnacido policía. Eunjae
se ahogaba de dolor y empezó a llorar desenfrenadamente cuando su
cuerpo quedó encima del de su ahora excompañero de trabajo y
probablemente futuro compañero de muerte.1

—¡N-no me mates! —rogó olímpicamente—. ¡T-te lo ruego, por favor!

—A ver —Kim reprimió una risa. Vaya pobre inocente—. ¡Convénceme!

El chico titubeó sin saber exactamente qué hacer o decir en ese


momento, hasta que encontró un poco de valor para hablar en medio de
la horrorosa situación en la que se encontraba.

—Tengo dinero —soltó con nervios a flor de piel—. ¡Mi familia tiene
mucho dinero!

Taehyung ahogó una risa.

—¿Un policía mediocre como tú? ¿Con dinero? —se burló—. Debería
dejarte vivo y contratarte como mi payaso personal, niñito idiota. Dinero
me sobra a mi.

El chico gimoteaba de miedo y dolor. No podía hacer fuerza para levantar


su cuerpo y ya toda su espalda, piernas y brazos estaban llenos de
sangre tanto suya como ajena.

—¿Cuántos años tienes?

—D-diecinueve —respondió rápidamente —. T-tengo diecinueve.3

—Ah bueno —asintió el perverso hombre—. Espero que hayan sido unos
buenos diecinueve años, Eunjae, porque no llegaras a los veinte.30

Acto seguido se aproximó al chico y le grito un ''cállate'' que este acepto


rápidamente, obedeciendo. Taehyung tomó la navaja y la enterró de un
solo tiro en la arteria femoral del muslo izquierdo del chico, viendo como
una fuente de sangre emanaba con viveza de la herida. El herido grito
desgarradoramente por el inmenso dolor que sentía y fue música para
los oídos de Taehyung. Enterró el cuchillo en la otra arteria del muslo
opuesto y el chico volvió a soltar otro agónico grito del suplicio. Luego la
enterró justo debajo del pecho y con ambas manos hizo fuerza para
deslizarla hasta abajo mientras el joven soltaba leves espasmos que
indicaban que ya estaba más del otro lado que de este.22

El sádico sicario observó la sangre correr y manchar su cara, su cuerpo y


todos sus brazos a causa de que las entrañas del muchacho empezaron
a salirse de su sitio. V llevaba toda la cara manchada de sangre y cuando
el menor estuvo a punto de cerrar los ojos para siempre, Taehyung abrió
el derecho con dos de sus dígitos y enterró la navaja por completo al
punto en el que sintió algo duro que chocó con la punta. ¿El cráneo? Que
divertido puto juguete.2

La sacó y rió ferozmente cuando el ojo del chico explotó, causando que
toda su cara quedara bañada en sangre. Cuando sacó la navaja, el ojo
quedó enterrado en esta y parte de los nervios que lo conectaban
quedaron guindando, a lo que Kim lo tuvo que romper con sus propias
manos, escuchando la viscosidad de la carne siendo partida, para poder
quedarse con la navaja.5

Se levantó airoso del suelo, se sentía demasiado eufórico en ese


momento y solo reía. Reía con una execrable malicia, porque adoraba
hacer eso; aniquilar de manera grave y sangrienta. Reía porque ejercer
poder y lograr lo que quería con los demás, era una sensación bastante
placentera para su personalidad trastornada. Reía porque había tomado
otra vez vidas que no le pertenecían y porque nuevamente se condecoró
como un demente de primera; le encantaba.

''V de victoria.'' 31
Se aproximó hasta el asiento del piloto en el auto y jaló de la manecilla
que abría la maleta y luego se dispuso a ir hasta ella. Al abrirla por
completo, sacó el pequeño galón de gasolina que estaba guardado
desde hacía bastante tiempo, fue hasta ambos cuerpos tirados en el
suelo y abrió el galón impregnándose del fuerte olor del líquido. El cuerpo
de Eunjae estaba dando espasmos no sabía si tenía los ojos —o el ojo,
en este caso—, abiertos o cerrados, pues su cara estaba cubierta de
sangre espesa y ya estaba cayendo la noche, no lo divisaba muy bien.

Vertió el líquido en ambos cuerpos bañándolos por completo, luego cerró


el galón y volvió a meterlo en la cajuela. Se aproximó al auto, abrió la
gaveta que estaba detrás de la palanca y sacó un paquete de cigarrillos
junto a un encendedor. Prendió un cigarro y empezó a fumarlo
tranquilamente mientras veía como de a poco el cuerpo del más joven de
los policías quedaba inerte, mientras que el mayor ya estaba convertido
en un simple saco de carne y huesos bañado en sangre y un corte bonito
de extremo a extremo en su garganta. Ah, y sin lengua.1

—Nada de atormentarme esta noche, ¿okay? —vociferó hacia ambos—.


Sino, Dios los castiga, si es que creen en él y es que van al cielo —dio
una inmensa calada y habló a la nada mientras el humo iba saliendo de
su boca—. Porque si van al infierno deben saber que soy famoso ahí —
miró ambos cuerpos y señaló con un dedo a cada uno—. ¿Pero que
estoy diciendo? ¡JAJAJAJA! —su risa fue estruendosa y pudo notar
lágrimas escapando de sus ojos debido a ella. Suspiró después de volver
a reír por lo bajo y calmarse un poco—. Ustedes tenían pinta de buenas
personitas. ¡Qué bárbaro, V! Eres un grandísimo hijo de puta.20

Dio la última calada al cigarro y lo lanzó hacia ambos cuerpos. La llama


rápidamente tomó avidez y Taehyung escuchó cómo iba consumiendo la
piel de ambos y el olor nauseabundo de la sangre ya empezaba a
molestarle así que ahora debería tomar un baño y limpiar su precioso
auto de la sangre ajena. Ese auto era la razón por la que no quería matar
gente esa noche. Era nuevo y no le convenía que la primera limpieza
tuviera que ser por culpa de un asesinato. Pero... ¡¿qué coño?! Ellos
empezaron, se lo ganaron.4

Montó el vehículo cuando ya la llama se estaba haciendo más viva y


podía alcanzar unos cuantos metros cerca del automóvil. Lo encendió
otra vez porque cuando bajó del auto lo había apagado y escuchó el
motor rugir. Cerró la puerta rápidamente y estiró su brazo para cerrar la
otra. Quitó ambos guantes y los tiró a la parte de atrás del auto, vio sus
manos levemente ensangrentadas y las admiró por un momento. Eran
las manos con las que mataba, las manos con las que arrebataba vidas,
las manos que ensuciaba con cosas nefastas, las manos que acababan
de robar la vida de humano 217 y humano 218.40

Admiró sus largos dedos y sus uñas cuadradas que estaban


mínimamente largas. Pasó ambas manos por su rostro y quitó la peluca
rubia que había llevado tanto tiempo encima desde que había llegado a
la ciudad, dejando a la vista sus hebras azabaches, con ella limpio la
sangre que estaba molestándole el rostro y luego también la echó hacia
el asiento de atrás.11

Tomó la palanca y se dispuso a manejar hasta la cabaña, aún faltaba


mucho camino para llegar y el reloj casi daba las siete de la noche. El
pequeño percance que tuvo, le hizo perder tiempo pero que más daba,
ellos lo iniciaron ¿Quién los manda a meterse donde no debían? Malditos
desgraciados de mierda.1
Taehyung rió con viveza cuando vio por el retrovisor la manera en que el
fuego se hizo más alto y los cuerpos solo eran aquello que lo alimentaba.
Emprendió camino hacia la cabaña, ahora más tranquilo y con ganas de
ver la cara del chiquillo cuando le mostrara una navaja con un ojo
humano clavado en ella. Ahogó una risa de solo pensarlo.

Solo esperaba que, al llegar, Jungkook no estuviese dormido; se


divertiría mucho con él.30

VII: Wet and stunned.

Las gotas de agua cayendo en su cara, lograron que Jungkook abriera


los ojos con rapidez.

Sus cabellos estaban húmedos y pegados a su frente, su rostro estaba


mojado tanto de agua como de sudor. Miró hacia arriba, el techo no
estaba sonando, pero la constante gotera le hizo saber que ahí arriba se
había hecho el pozo de agua de siempre, tras las últimas tormentas que
habían azotado la zona donde estaba.

De pronto observó su cuerpo desnudo y se asustó, hasta que recordó


que desde el incidente con la sopa, dormía sin la camisa y la había tirado
a a un lado y bajado sus pantalones hasta las rodillas. Relajó su
respiración que estaba recién agitada por el susto y pasó ambas manos
por su frente para escurrir el sudor junto al agua. Subió el jean de nuevo
y lo ajustó, después de dar algunas vueltas y batallar con su propia
anatomía para que quedara en su sitio. Cayó en cuenta, que olvidó que
había una gotera en el techo y durmió pegado a la pared justamente
donde el agua caía. Después de llover, el techo de la cabaña tenía una
parte hundida y de eso estaba consciente porque incluso cuando ya
paraba la lluvia, esa gotera seguía filtrando el líquido mucho tiempo
después.3

''¿Cuánto tiempo me dormí?.'' se preguntó.

No tenía la menor idea, aunque pudo deducir que fueron bastantes horas
porque, en primer lugar; tenia muchísimo sueño cuando se dispuso a
dormir y, en segundo; la habitación estaba casi completamente oscura
mientras que antes de caer rendido todavía se filtraba mísera claridad
por uno de los pequeños agujeros del techo.

Limpió sus manos con una parte del pantalón y talló sus ojos que ardían
con ligereza, debido a que cuando los abrió un par de gotas del techo
cayeron en ellos. Suspiró luego que rascó ambos ojos y dejaron de arder.
Trató de acostumbrarse a la oscuridad del cuarto y miró a todos lados a
ver si encontraba la camisa. La vio a un par de centímetros a su derecha
y se estiró para agarrarla y ponérsela, pero había una mancha de sopa
seca en ella y de verdad que lo que menos quería era ensuciarse más de
lo que ya estaba, incluso si hace poco tiempo se había ''bañado''.1

Su torso estaba mojado y sus manos estaban sucias. El borde de la


camisa —que no estaba tan manchado—, lo utilizó para secar su pecho,
seguramente mojado porque el agua que caía en su cara se deslizaba
hasta él. Su espalda estaba sudada y la sensación le incomodó. También
tomó la camisa para secarla y una vez que terminó, la volvió a tirar a un
lado. Se alejó, arrastrando el culo por el suelo debido a que sus piernas
amarradas y entumecidas le impedían pararse o al menos arrodillarse un
poco para no tener que parecer un gusano, porque así se sentía en ese
estado. Kook recostó su espalda en la columna lejos de la gotera y
empezó a ver cómo esta comenzaba a mojar de gota a gota el suelo.
Alcanzó otra vez la camisa y la extendió en la parte del piso donde caían,
con el propósito de que no se mojara, porque tarde o temprano el agua
haría su camino hasta él, y también para que la camisa se humedeciera y
la mancha seca de sopa se suavizara para luego escurrirla y quitarla.

De tanta mierda que estaba llevando, Jungkook empezó a preguntarse si


ya había tocado fondo al extrañar a las mucamas de su casa y todo el
servicio en general.

Empezó a contar una a una las gotas que iban cayendo y mojando la
camisa. Gota cuatro, gota cinco, gota seis, gota siete... gota quince, gota
dieciséis, gota diecisiete... gota cincuenta, gota cincuenta y uno, gota
cincuenta y dos...7

Perdió la cuenta cuando solo se quedó con la mirada perdida en la


camisa, escuchando el sonido del charquito provocado por la gotera. La
prenda ya estaba suficientemente mojada. Se estiró hasta llegar a ella y
la tomó entre sus manos para luego enrollarla y exprimirla. El chorrito de
agua proveniente de la tela, hizo que el charco se expandiera llegando
hasta las nalgas de Jungkook que yacían pegadas del suelo, eso le
provocó un escalofrío. No pensó que hubiera sido tanta agua y ahora iba
a mojarse.

Pero lo peor no era eso, lo peor era que ahora tenía ganas de orinar.1

Las condiciones en las que Jungkook podía ir al baño eran, en pocas


palabras; nefastas. La mayoría de veces estaba atado de manos y de la
cintura —cuando no eran los tobillos con una cuerda o cadena de
hierro—, y su cintura estaba amarrada a una soga que solo le permitía
llegar la baño, no hasta la puerta de la habitación porque estaba
enganchada a la columna y la distancia no lo permitía. Era, básicamente,
como un perro amarrado. Solo que no por el cuello.3

Aunque fuera difícil, podía pararse para dirigirse hacia el diminuto baño
del oscuro cuarto a hacer sus necesidades ahí después de batallar con la
cerradura de la puerta, ya que tener las manos atadas impedía abrirla
con facilidad y también impedía bajar el cierre de su pantalón
rápidamente. Otra cosa con la que luchaba en ese encierro, era el hecho
de que no funcionaba el tanque del inodoro y debía llenar un mediano
envase de agua del lavamanos para limpiarlo cuando hacía algo más que
orinar.

Pero eso sí, tenía solo las manos atadas. Podía pararse y era fácil. Ahora
no, porque sus manos estaban libres, aunque adoloridas, y sus piernas
amarradas y juntas. Siempre había dicho, en medio de juegos de
preguntas tontas con su grupo de amigos que seguro jamás volvería a
ver, que prefería que le quitaran un brazo que una pierna. Ahora lo
corroboraba más que nunca. Con los brazos hacías equilibrio, te
permitían empujar cosas y conectar las manos para agarrar otras. Son
importantes, ajá, sin embargo con las piernas caminas, trotas,
corres, escapas.

Tenía casi tres días sin ir al baño. La primera razón era que no le venían
ganas, la segunda era que cuando le daban ganas debía aguantarse
porque ese baño le daba asco. Estaba completamente oscuro, no había
papel toilette —y si, debía usar agua para limpiarse y le daba asco tocar
sus propios desechos—, y la tercera era que tenía casi tres días con
tremendos dolores musculares y en todas sus coyunturas, sin contar las
manos lesionadas y los tobillos hinchados.1
Pero ahora parecía no poder aguantar ni un poco.

Entró en desesperación cuando su entrepierna comenzó a doler y su


vejiga iba a reventarse debido a la presión que sentía. Con ambas manos
se apoyó de la columna en un intento por levantarse del suelo, fue
inservible porque sus piernas flaquearon sin fuerzas y volvió a caer
sentado. Posicionó una mano apretando su entrepierna para aguantar las
ganas y se arrastró hacia atrás hasta que pegó la espalda de la columna.
Intentó con la mayor de sus fuerzas levantar su cuerpo subiendo la
espalda por la madera, pero solo consiguió un raspón y volvió a caer
sentado en un solo impacto. Sin resignarse, y sintiendo que en cualquier
momento explotaría, Jungkook tomó ambas manos y las ubicó a sus
costados, doliéndole como las costras de las quemaduras se abrían otra
vez y, ahogando un pequeño chillido, se impulsó con ambas hacia
arriba.5

Fue inútil, en el momento en el que levantó mínimamente el trasero del


suelo, su necesidad fisiológica fue más fuerte que él.

—No... no, no, no ¡No, coño, no! —para tratar de aguantar, llevó una
mano a su entrepierna cuando sintió el cálido liquido mojar sus
pantalones, pero le fue imposible y estando sentado, con las piernas
atadas en un nudo prácticamente imposible de desatar, la humillación y
exasperación se apoderaron de él.25

Por más que trató de hacer algo, de aguantar las ganas, de contraerse y
apretar las piernas, sintió como cada segundo que pasaba su vejiga iba
quedando más vacía. Sin más que hacer solo maldijo gran cantidad de
veces porque aunque pensó que nada podía ser peor, orinarse encima
desbloqueó un nuevo deseo de odio a sí mismo.
Nunca, ni de pequeño, ni de niño, había mojado una cama. Nunca, en
sus escasos años de vida, se había orinado encima. Ni siquiera el día
que bebió casi cuatro litros de jugo en la fiesta de su mejor amigo y
durmió esa noche sin ir al baño. Se había levantado en la madrugada y
pudo jurar que todo lo que bebió lo había dejado en el inodoro para luego
lavar sus manos y seguir durmiendo. Se sintió avergonzado consigo
mismo. Las mejillas pudo sentirlas rojas y no solo por la vergüenza de
verse en el estado en el que estaba sino también por la gran molestia y
frustración que empezaba a estar presente en cada una de sus células.1

—¡MALDITA SEA, MALDITA S-SEA! —gritó de desesperación, gritó de


furia, gritó de molestia—. ¡M-maldita sea...!34

Gritó hasta que su garganta seca empezó a picar, hasta que sus
pulmones quedaron sin aire y su pecho empezó a subir y bajar con
rapidez. Empuñó sus manos y sintió cómo las uñas se enterraban en sus
palmas lesionadas, y no le importó, porque la frustración de la situación
era más grande que el dolor físico.

Estaba eufórico.15

Metió sus manos dentro de sus hebras azabaches y volvió a gritar de


impotencia, por no poder hacer nada. Gritó hasta que los gritos
empezaron a convertirse en lamentos y los lamentos empezaron a
convertirse en sollozos. Las lágrimas resbalaban espesas por sus
mejillas y miles de maldiciones salían de su boca mientras el llanto
desenfrenado y hostil inundaba todo el espacio en el que se encontraba.
Se permitió llorar porque... ¿Qué más podía hacer en ese estado, que no
fuera sentir lástima de sí mismo y descargar la impotencia con llanto y
gritos? Nada, no le quedaba más nada.
A medida que más pasaba el tiempo en esas cuatro paredes oscuras,
ese suelo sucio y con la presencia de ese tipo, sentía que nada podía ser
peor. Ya lo habían drogado, golpeado, maltratado, quebrantado su fe y
otro mierdero más. Ahora, sentado sobre su propio orine y sumido en
una tremenda miseria con ganas de borrarse de la faz de la tierra, estaba
tremendamente convencido que no había nada peor que esa sensación.

No había absolutamente nada peor.18

Mordió su labio inferior cuando sintió un ruido proveniente de afuera,


había estado demasiado rato llorando en posición fetal que no se percató
del sonido de un auto siendo apagado.

Entró en pánico. No había visto al tipo que lo ayudó la otra vez desde
muy temprano en la mañana, tampoco sintió algún movimiento antes de
quedarse dormido y luego de levantarse, imaginó que estaba solo porque
cualquiera que lo hubiera escuchado gritar y llorar habría ido
rápidamente a ver qué coño le pasaba.

Oyó la puerta de la cabaña siendo abierta bruscamente y posteriormente


cómo se cerraba de un portazo. No sabia a qué distancia estaba con
exactitud la puerta principal de ese cuarto, pero pudo oír pisadas fuertes
resonando en lo que imaginaba era la sala o una cocina tal vez.

Hizo silencio y se arrastró de nuevo a la pared donde la gotera ahora


caía con mucha menos frecuencia. Sintió el agua mojándole las nalgas
—más de lo que ya lo hacía el orine—, y cerró los ojos después de echar
la cabeza para un lado, fingiendo estar dormido.1

Su respiración empezó a agitarse cuando escuchó un par de llaves del


otro lado de la puerta del cuarto y quiso rezar para que no fuera el hijo de
puta de V, pero sabia que eso no iba a servir de ningún modo.
Involuntariamente, miró hacia la puerta con ojos abiertos de par en par y
cuando quiso apartar la vista fue muy tarde. La entrada se abrió por
completo y Jungkook ahogó un chillído cuando la luz fue encendida,
dándole de lleno en el rostro y causando que parpadeara para
acostumbrarse más a la luz, dejándolo ver una figura con la que
inevitablemente tendría pesadillas.

No le dio tiempo de cerrar los ojos por completo y ya había visto


demasiado.

El hombre estaba parado frente a él, en el umbral de la puerta mirándolo


fijamente. Jungkook recorrió su cuerpo, teniendo miedo de su presencia.
El tipo vestía unos jeans oscuros ajustados, unos zapatos aparentemente
de cuero y una camisa mangas largas que quizá pudo ser color azul
pálido, pero ahora estaba bañada en sangre. Ese líquido en la camisa,
en el pantalón, los zapatos. Sus manos estaban llenas del viscoso rojo,
su rostro estaba lleno del mismo, incluso en su cabello había
sangre. Estaba repleto de sangre de pies a cabeza.

V caminó dentro del espacio del cuarto y cerró la puerta tras de sí. El
secuestrado observó su cuerpo en lo que se volteó, detallando que en la
parte de atrás de su camisa también había sangre. El hombre se volteó
otra vez hacia él, sin quitarle la mirada de encima, volviendo aquello una
lucha a ver quién la despegaba primero.

Miedo, curiosidad y horror en los ojos de Jungkook. Burla, intimidación y


deseo en los de Taehyung.1

—Buenas noches, Jeon —su tétrica voz llegó a los oídos del rehén—.
¿Me extrañaste, precioso?14
Precioso. No había un apodo más extraño que ese y un escalofrío le
recorría la espalda cuando ese degenerado lo llamaba de esa estúpida
forma solo para burlarse de él.

El menor no respondió.

—¿Te comieron la lengua las ratas, Jeon? —inquirió de nuevo alzando


una ceja—. Qué raro, yo juraba que aquí no habían, excepto por ti,
claro.18

Su repentina risa hizo crecer aún más la repulsión de Jungkook. El


hombre frente a él negó con la cabeza y caminó en su dirección. Jeon se
alarmó totalmente, no solo porque él se estaba acercando, sino también
porque sabía lo que le había pasado hace un momento y la vergüenza
era bastante incómoda para sobrellevar.

V se acercó a él, al punto en el que el prisionero solo pedía vagamente


que no se diera cuenta de lo que había pasado, porque no tenía idea de
cómo podía reaccionar y eso le asustaba, ya que ese tipo era una caja
de sorpresas que Jungkook ya no quería descubrir.

Se acercó más, viéndolo detalladamente y luego se acuclilló frente a él.


El retenido pudo percibir el olor a sangre desde ese lugar. El miedo
estaba presente en cada parte de su cuerpo y ese hombre no le quitaba
la mirada de encima de una manera tétrica, solo quería que se alejara lo
más pronto posible mientras estuviera bañado en esa sangre. ¿Quién
sabe qué mierda habrá hecho para terminar así?

El maleante se levantó y miró a su alrededor para verificar una simple


cosa. Jungkook no pudo descifrar qué fue exactamente, pero en el
momento en que los pies de él se situaron sobre el desastre propio, lo
supo.3
Se había dado cuenta de lo que había hecho.26

Se preparó mentalmente para una paliza. Diría que física también, pero
los golpes en su cuerpo estaban bastante recientes así que no,
físicamente no lo hizo. El sicario volvió a verlo fijamente, Jungkook apartó
la mirada porque no podía soportarla, era demasiado. Por un segundo en
su mente no había ninguna otra sensación que no fuera vergüenza,
vergüenza en su más puro y significativo estado. Incluso parecía que el
miedo de ver ese tipo bañado en sangre, no era tan grande a
comparación. Aunque, el miedo volvió justamente cuando escuchó la
maldita risa que le helaba la sangre. ¿Por qué coño se ríe tanto? Todas
las malditas situaciones horribles le dan risa.

Si tuviera un deseo, definitivamente seria rasgarle las cuerdas vocales


para que dejara de reír. O quizás la garganta para desangrarlo. Sin
embargo no, no podía hacerlo y los deseos nunca se hacían realidad.4

La vista de Jungkook se volvió a posar en V. Este se reía


estruendosamente y lo peor de eso era saber que se reía de él. Del
estado en el que estaba, de su cara de horror, del miedo que él mismo
ocasionaba en Jungkook y ahora del maldito accidente que le había
pasado. Ver a un asesino bañado en sangre de pies a cabeza, mientras
se reía de ti y de que orinaste el suelo por no tener fuerzas para pararte
al baño, era algo con lo que tendría fuertes pesadillas de ahora en
adelante, estaba más que seguro de eso.

V negó con la cabeza cuando empezó a calmar la risa, Jungkook se


mantenía en silencio esperando a ver qué procedía. ¿Golpiza? ¿más
burla? ¿qué lo matara por fin? ¿qué lo desatara? Su mente empezó a
maquinar algo interesante, pero las opciones buenas al parecer no eran
algo que llegaría.
—¿No se supone que estás muy grande para mearte encima, pequeño
Jeon? —vociferó con burla, y Jungkook quería simplemente ahorcarlo—.
Mírate, todo asustado, llorón, sudado y de paso meado... ¡Que horror! —
otra vez su tono de burla carcomía al rehén por dentro—. ¿Quién te hizo
eso? —preguntó con fingida ignorancia.22

''Fuiste tú, maldito imbécil de mierda''. Jungkook solo quería matarlo.

—¿No me vas a responder?

No, Jungkook prefería callarse la boca.

Taehyung exhaló y se dirigió al baño, sorpresivamente la puerta estaba


sin cerradura y maldijo a Jun internamente por haberla dejado así,
sabiendo el grandísimo riesgo de la ventana escondida. Menos mal
estaba detrás del mueble suspendido arriba, o si no se vería obligado a
matarlo por su negligencia. No importaba que Jeon no supiera de eso,
era mejor estar sin riesgos.

El hombre entró al baño, tomó el envase que se hallaba en el suelo cerca


de la regadera y abrió el chorro del lavamanos mientras veía cómo el
plástico se iba llenando con el agua, que seguramente debía estar
helada. Llenó otro de los envases que estaban por detrás del inodoro y
luego de eso salió del baño para dirigirse al chico. Jungkook lo miró
expectante, sin saber qué decir o qué hacer exactamente. Todo era
porque V cargaba en cada extremo de su brazo, pegado a su costilla y
sosteniéndolo entre la extremidad y el torso, dos envases con agua.

—Quítate la ropa —ordenó.14

Jungkook casi se ahoga con su propia saliva.


Lo miró de arriba abajo, aún tenía sangre en todo el cuerpo, incluso
parecía que la de la cara se había empezado a secar dándole un aspecto
aún peor del que ya tenía.

—¡Quítate la maldita ropa! —el grito hizo que Jungkook se encogiera en


su propio cuerpo. No quería hacerlo, primero por la vergüenza que sentía
al desnudarse y segundo porque en verdad no podía.

—N-no puedo hacerlo —soltó en un susurro tartamudeado, aunque no


llevara la camisa puesta, quitarse el pantalón por completo era imposible.

Taehyung empezaba a perder la paciencia. Él estaba ahí por algo y su


secuestrado lo hacía más difícil.

Kook iba a protestar, a decir cualquier cosa que se viniera a la mente


para que no se quitara la ropa, mas sintió el impacto de la fría agua
contra su cuerpo y un escalofrío le recorrió la espalda. El segundo balde
de agua helada volvió a impactar contra él. En ese momento ya tenía
toda la cara, el torso, los brazos y las piernas mojadas. V se dirigió al
baño, volvió a llenar ambos envases y se aproximó de nuevo hacia el
chico. Vertió otro envase por sobre su cabeza viendo como Jungkook
respiraba con pesadez. Sí, el agua estaba helada y por las noches el frio
gozaba de hacer de las suyas, seguro se moría de hipotermia.3

Echó otro de los baldes y vio como el muchacho en el suelo solo se


retorcía y medio tosía mientras cerraba los ojos, llevando sus manos a
ellos para secar el agua. Tiritaba y Taehyung no sabía si por el impacto
del agua o porque hacia frio, le valía mierda de todos modos.

Lo necesitaba limpio.34

Volvió luego de eso con dos baldes más y estuvo a punto de echárselos
encima cuando el muchacho gritó.
—¡Ya, para! ¡P-para! —su respiración estaba entrecortada a medida que
se quejaba con miedo—. ¡Tengo frio, ya basta!

Taehyung hizo una mueca.

—Eso no lo pensaste cuando te orinaste encima —alzó una ceja e hizo


contacto visual con Jungkook—. ¿O es que quieres oler a meado? —
preguntó—. Dime y yo te meo encima si tanto te gusta.54

Oh no, él no quería eso. Aunque en realidad, Kim solo quería causarle


miedo y divertirse con su mente mientras jugaba con sus sentimientos a
través del psicoterror. Vertió los dos últimos baldes de agua y ya todo el
suelo de la habitación estaba mojado, Jungkook escuchó cómo por el
desagüe que había en medio de la habitación el agua iba bajando.

—Ahora sí, a lo que vine.32

Y en ese preciso instante, cuando vio como el hombre empezaba a


desabotonar la camisa que cargaba ensangrentada, Jungkook pensó que
era su fin.8
VIII: Intimidation and kissing.

Taehyung pasó de largo al chico, entrando a baño y cerrando la puerta


detrás de sí.11

Jungkook estaba asustado porque ese tipo ingresó al pequeño espacio


después de empezar a desabotonarse la camisa y sin sacarle la mirada
de encima, pero al parecer no iba a hacerle nada. Aún así, Jungkook
seguía temeroso de lo que pudiese pasar y de la imagen mental del
hombre con las ropas ensangrentadas. Quizá esa noche no era su fin,
después de todo.3

Escuchó cómo se abría el grifo y solo quiso que ya no lo mojara más. No


quería oler a meado hasta quién sabe cuándo, pero tampoco era de su
agrado pasar el resto de la noche mojado de pies a cabeza. El agua
estaba helada, las temperaturas por la hora eran muy bajas y era mentira
pensar que iba a secarse rápido. Esa noche sería una completa tragedia
y si el frio no lo mataba con un resfriado, al día siguiente estaría bastante
molesto.1

La puerta sonó unos minutos después. Jungkook se abrazó a si mismo


mientras tiritaba y sus dientes castañeaban. Posó su vista en V y no le
gustó lo que vio.

El hombre aún llevaba los pantalones ensangrentados al igual que los


zapatos, aunque ahora no cargaba puesta la camisa. Jungkook pasó
involuntariamente la vista por su torso. Su abdomen era delgado pero no
marcado, aún así podía distinguir que quizá se ejercitaba o levantaba
cadáveres en forma de pesas, quién sabe. Una finísima capa de vello iba
desde el final del ombligo y terminaba escondida detrás de la línea
blanca del par de bóxer que llevaba debajo.24

Y quizás si no fuera porque... ¡No, no, no! ¿Qué coño estaba pensando?
¿Qué mierda estaba pensando? Esos eran pensamientos retorcidos y
muy sangrientos.23

Llevó la vista a su rostro, aún estaba temblando de frio. V tenía la cara


perfectamente lavada, el pelo negro con las puntas castañas caía en su
frente, pero lo echó hacia atrás dejando ver una duras facciones y
haciéndole saber a Jungkook que también tenía las manos limpias.
Empezó a caminar con parsimonia por todo el espacio del cuarto y
comenzó a hablar.

—De caminó aquí, hice algo —empezó a hablar con una voz bastante
grave, pero parsimoniosa—. Dos policías pensaron que iba a una carrera
de esas que hacen a las afueras de la ciudad. Las malditas carreras
clandestinas donde apuestan, se drogan, cogen y toda esa mierda, pero
no.9

El aprisionado no apartó la vista de sus manos, pues el asesino hacía


ademanes cada vez que hablaba, así que se limitó a solo escuchar
mientras mordía su labio inferior para tratar de que sus dientes
castañeando no se escucharan entre las cuatro paredes del cuarto.

—Venía de buenas, de verdad venia de buenas, pero la cagaron —tomó


asiento en el banco cerca de la mesa vieja de madera que estaba en la
esquina—. Me pidieron los papeles del auto y uno de ellos descubrió
quién yo era —el hombre contaba la historia con una relajación
demasiado evidente, como si fuera algo del día a día—. ¿Sabes qué hice
con ellos, pequeño Jeon?29

Posó de nuevo la vista en Jungkook y este a su vez apartó la mirada,


pues le era imposible ver a ese hombre a los ojos sin que sintiera que
estaba quebrantándole el alma y haciéndola añicos.

—Jeon, te hice una pregunta —su voz sonó más grave—. ¿Sabes qué
hice con ellos?2

El secuestrado volvió a mirarlo y negó con la cabeza, se lo imaginaba,


pero no hallaba valor para decirlo. Su captor cruzó una pierna sobre la
otra, poniendo el tobillo derecho encima de su rodilla izquierda.

—Habla, no eres mudo —mandó—. Aún no te corto la lengua.16

Jungkook tomó un suspiro tratando de buscar palabras. En su mente


pensó que los había matado, estaba completamente seguro de eso, pues
en el nivel tan grotesco de demencia que se manejaba ese tipo, para
Kook era posible creerle cualquier cosa mala que hubiese hecho. Sin
embargo, le asustaba tan solo pronunciarlo, así que solo tragó con miedo
sin poder emitir sonido alguno.

—¡HABLA!

—N-no sé qué les hiciste —ni siquiera tenía planeado hablar pero ese
grito lo asustó. Y en realidad sí sabía, o al menos, se lo imaginaba—. N-
no lo sé...

—Los maté —confesó Kim, con una serena sonrisa—. A uno le rajé la
garganta y le metí la mano para jalarle la puta lengua mientras
sorpresivamente aún vivía. Fue difícil pero no imposible —sus hombros
fueron hacia arriba y su boca hizo una mueca, como diciendo ''meh'' —.
Es que hablaba y preguntaba mucho y a mí no me gusta la gente que
habla y pregunta mucho, ¿sabes? —admitió, y Jungkook grabó eso en su
mente—. Al otro le di un tiro en la pierna y después le apuñalé ambas
justo en la arteria más importante. Después de eso le enterré una de mis
dagas favoritas en el pecho mientras bajaba y veía cómo sus asquerosas
entrañas se salían de lugar. El tipo estaba agonizando y seguro sintió
todo —su vista abandonó los ojos del retenido y se posaron en un punto
en el suelo, recordando a los hombres—. Luego de esa mierda, les eché
gasolina y prendí fuego cuando ya estaban muertos.31

El cerebro de Jungkook estaba en shock, todo su cuerpo se tensó. Lo


único que podía hacer era empezar a hiperventilarse. Estaba nervioso,
horrorizado y asustado. Las imágenes que estaban llegando a su mente
justo en ese momento a mil por hora eran bastante fuertes y no podía
pensar en otra cosa que no fuese el asesino enfrente de él haciéndole a
eso a simples policías que pedían seguro algún documento. Si eso le
pasó a esos seres, Kook no podía ni maquinar qué le esperaba a él,
sabiendo que ese tipo adoraría matarlo cruelmente como tanto le
aseguraba.

Taehyung, por otro lado, quería causarle un terrible horror; para que
supiera de lo que era capaz, y eso era poco comparado a lo que
verdaderamente hacía cuando su mente volaba. Miedo, porque Jeon
llorando era su pasatiempo favorito y más cuando todavía no le ponía un
dedo encima como ansiaba.

—Ah no, espera —V puso una mano dentro de uno de los bolsillos
delanteros de su pantalón, que por cierto llevaba una mancha grande de
sangre—. Falta algo.13
Jungkook sintió que se desmayaba cuando vio que el tipo sacó una daga
completamente ensangrentada y que a mitad del filo tenía algo clavado;
redondo, lleno de sangre que goteaba, con unos hilos raros y viscoso.

Que no sea lo que Jungkook estaba pensando, que no fuera eso, que
no...5

—A uno de ellos le saqué un ojo.

Si, maldita sea, si era eso.

—Clavé la daga tan profundamente, que creo que le llegó al cráneo —


informó, mientras observaba con detenimiento el filo del objeto y el ojo
aún con nervios guindando de éste—. Luego la saqué con fuerza y su ojo
se quedó aquí.3

Jungkook estaba seguro de que iba a vomitar la poca comida que


consumió temprano, terminaría vaciando su estómago y no importaba si
este ya estaba prácticamente vacío. Las arcadas eran leves y menos mal
pudo controlarlas. Se llevaría una paliza si vomitaba en ese instante, de
eso estaba consciente.

V agarró la daga y la puso con el filo hacia abajo. Sus manos ahora
volvían a estar llenas de sangre. Tomó entre el pulgar e índice el nervio
pegado al ojo y jaló de este para sacar el orbe del filo. Cuando por fin lo
sacó, empezó a balancearlo de lado a lado, como si fuera un reloj de
esos con los que los magos o brujos hacen sus supuestas hipnosis. Se
acercó más a Jungkook, al punto en que el chico pudo sentir el olor a
hierro proveniente tanto del ojo como de sus pantalones. Asqueroso y
repugnante olor a sangre.

V tiró el ojo a un lado, y se aproximó hasta un tembloroso


Jungkook, ¿temblaba de miedo o de frio? Quizá de ambos. El hombre vio
sus ojos, las lágrimas estaban a punto de salir de ellos. Taehyung sonrió
porque era justamente el efecto que quería causarle al decirle todo
aquello: horror y miedo.

—¿Tienes miedo, pequeño Jeon?29

Pues claro que lo tenía, aunque ninguna palabra salió de su boca. Ahora
tener a ese hombre cerca le causaba un montón de sensaciones
extrañas y atemorizantes. Sobretodo en el momento en que este se
agachó, quedando en cuclillas frente a Kook, que sollozaba y gimoteaba.

—¡Te hice una maldita pregunta! —el grito de V hizo que Jungkook
abrazara su cuerpo mojado y aturdido—. ¿Tienes miedo?2

El menor asintió lentamente.

—Pues que bueno, pequeño Jeon —bramó sin quitar la vista del cuerpo
frente a sí—. Porque tengo ganas de hacer algo y si tú no colaboras, los
próximos ojos que quedaran incrustados en esa daga serán los tuyos.1

El prisionero volvió a asentir, pero esta vez sin mirarlo, no podía siquiera
imaginarse mirando a semejante monstruo con mente tan extraña y labia
tan filosa llena de veneno.

—¡Mírame! —exclamó en un grito alto, pero Jungkook aún tenía los ojos
cerrados—. ¡Que me mires!8

El chico abrió los ojos lentamente, con los párpados dándole espasmos
leves. Posó su vista frente al maleante y recorrió sus facciones; él tenía
una mueca de ligera burla, más estaba también escaneándolo en
totalidad, a la expectativa. Jeon volvió a conectar sus miradas y el otro
estaba demasiado cerca.
Taehyung tomó la daga y la posicionó entre ambos, con el filo apuntando
a Jeon.

—Bésame —pidió.67

El rehén por un momento sintió que su alma dejaba su cuerpo. ¿A caso


ese tipo dijo... "bésame"?1

¿Bésame?1

—¿Que qué? —preguntó, confundido hasta los sesos.4

—Lo que oíste.

V tenía la daga entre ambos, quizá unos cinco centímetros de la boca de


Jungkook y otros cinco de la boca de él. La daga que yacía en dicho sitio,
fue llevada rápidamente al cuello de Jungkook en forma horizontal. El
azabache sintió como toda su sangre dejaba de fluir en el momento en
que sintió el filo justo en su fina nuez de adán, un simple corte y quedaría
degollado totalmente.1

—Si no quieres morir esta noche y que después descuartice tu cuerpo y


se lo dé de comer a mis perros, haz lo que te ordené —amenazó Kim, y
si su voz era oscura, aquí había usado un tono perverso.16

Jungkook tragó duro, ni siquiera sabía qué pensar en ese instante. Hace
días u horas, podría pedir que lo mataran, pero algo dentro de él se puso
en alerta, quizá el instinto natural que tienen los seres humanos para
sobrevivir, o quizá el hecho de que ni siquiera estaba pensando
correctamente con todo lo que le estaban obligando a hacer.

—N-no qu-quiero besarte —la voz de Jungkook salió temblorosa, sus


manos empezaron a moverse del miedo también y la angustia se abrió
paso en sus emociones.21
—Por supuesto que no quieres, pequeño Jeon —obvió con media
sonrisa—. Esa es la idea.

El azabache no entendía absolutamente nada de la situación, sin


embargo cuando sintió la daga siendo presionada con más fuerza contra
su garganta, sus brazos se movieron por reflejo. Ambas manos tomaron
los hombros desnudos de V, ninguno de los dos apartando la mirada del
otro. La diestra de Taehyung aún estaba posicionada fuertemente contra
la garganta contraria y su rehén no pretendía hacer otro movimiento
esperando que todo fuera una broma. Pero no, al parecer no lo era.1

V alejó la daga de la garganta ajena y la tiró lejos. Jungkook por un


momento se relajó y aflojó el agarre en los hombros del hombre, pero
este por el contrario tomó su mano derecha —llena de sangre, por el
ojo— y la puso alrededor del cuello del rehén. A todas estas, Taehyung
seguía de cuclillas al lado del cuerpo contrario y Jungkook estaba
recostado de la pared, donde ya no caía la gotera, con las piernas
vagamente estiradas y amarradas.

El agarre en su cuello se intensificó, al punto en el que Jungkook


empezaba a quedarse sin aire.

—Podría matarte con mis propias manos justo ahora si yo quisiera —


admitió. Jungkook le creyó, por supuesto que si—. No sabes lo
placentero que eso sería, pero primero te voy a probar hasta cansarme.

El cautivo puso ambas palmas alrededor del brazo de Taehyung, en un


intento por hacer presión y sacar el agarre, pero los ojos del asesino
estaban fijos en él. El chico empezó a sentir el aire cada vez más escaso
y la garganta más presionada. Por más que intentaba respirar, casi no
entraba aire por su tráquea con el rudo agarre de aquella enorme mano.
—Bésame, pequeño Jeon.20

¿Qué más daba?

Asintió levemente, aún tratando de quitar el brazo. V soltó el cuello de su


prisionero y este empezó a tomar grandes bocanadas de aire y a toser
ligeramente. Sus ojos se inundaron de finas lágrimas. De que quería
morir; quería, pero ahorcado por ese hombre o quién sabe de qué otra
peor manera, definitivamente no.

Con pavor, llevó las manos hasta el rostro de su captor, éste tenía una
media sonrisa y su vista fija en los labios ligeramente morados por el frio
—o quizá por ahorcarlo—, de Jungkook. Habría sido fácil tirársele encima
y besarlo, pero hacer que Jeon lo besara por simple miedo, era mejor
sensación. Esperaba a que él mismo lo hiciera.

Y así fue.8

Jungkook cerró los ojos y acortó la distancia entre sus propios labios y
los ajenos, mientras acunaba en rostro de Taehyung entre sus manos
para atraerlo a él debido a que por los hombros no podía. Se mantuvo un
momento en esa posición, sin saber qué coño hacer exactamente, mas
teniendo en cuenta que era una sensación increíblemente extraña. Los
labios del rehén estaban fríos, al contrario de los de su captor que
estaban bastante cálidos.6

Taehyung había obtenido lo que quería, sí, solo que ahora ansiaba más.

El rehén quiso despegarse, total ya había besado al tipo, pero no era


suficiente para éste. Cuando separó por un momento su boca de la
ajena, Taehyung había entrado en otro mundo. Jungkook lo miró a los
ojos, esperando que se alejara, porque ya había hecho lo que le ordenó.
Y Kim miró todo el rostro de Jeon; sus ojos grandes, brillantes y oscuros,
sus mejillas rosadas por el frio y sus labios color lila por el mismo factor.

No lo soportó.

Tomó su mano ensangrentada y la posicionó por detrás de la cabeza de


Jungkook volviendo a unir sus bocas en el proceso. El menor intentó
zafarse del agarre, mas le fue imposible debido a que ambas manos de V
agarraron las suyas apretándolas fuerte e inmovilizándolas a cada lado.
El asesino se arrodilló en el suelo, sin importarle en lo más mínimo que
estaba mojado, y jaló a su prisionero de ambos brazos, despegándole el
torso de la pared y abandonando por un instante su boca para
posicionarlo acostado en el piso debajo de sí, a lo que Kook arqueó la
espalda por el impacto con el suelo frío y Taehyung disfrutó ver esa
reacción en su débil cuerpo.

Se abrió pasó entre sus piernas, los tobillos de Jeon estaban fuertemente
atados y el agarre del nudo en sus rodillas igual, por lo que Kim desató
ligeramente la cuerda y abrió las extremidades del rehén con las propias,
hasta situarse encima de su cuerpo sin ponerle todo el peso encima.
Llevó ambas manos del azabache desde los costados hasta situarlas por
encima de su cabeza, sujetándolas fuertemente y lo miró directo a los
ojos.16

—Te voy a comer la boca, Jeon —avisó con una sonrisa ladina y muy
cerca del rostro contrario—. Y más vale que colabores y lo hagas bien,
precioso, o me veré en la lamentable obligación de molerte a golpes.15

Y en un segundo atacó ferozmente su boca.

Jungkook tardó varios segundos en responder. El beso no era lento ni


rítmico, era una mezcla de desesperación impartida por Taehyung y por
parte del chico un intento por hacer un buen trabajo a pesar de lo
despavorido que se encontraba. Jungkook comenzó a buscar un ritmo
más desenfrenado para compaginarse al ajeno. La situación era extraña;
tenía miedo y lo estaba haciendo precisamente por eso pero, por más
increíble que fuera, no le estaba dando asco. Solo tenía miedo de
terminar degollado. El asco no estaba en sus emociones en ese instante.
Quizá si no lo hubieran amenazado sí lo habría sentido, pero no era el
caso.19

Todo se nubló en la mente del azabache tan pronto como V abandonó


una de sus muñecas y condujo la mano a su cintura, haciendo una ligera
presión en la zona. Sus bocas aún estaban en un vaivén desesperado
que, aunque no tuvieran el mismo ritmo, combinaban. No obstante,
Jungkook quería tomar su brazo libre para tratar de empujar al hombre
sobre él, pero sintió cómo éste subió su muñeca derecha y la posó
encima de la izquierda mientras hacía presión para agarrarla con una
sola palma y retenerla en el sitio.

El chico no sabía qué sentir aparte de miedo y confusión. Miedo, porque


sabía que si no continuaba con lo que estaba haciendo, terminaría
muerto, y confusión porque aunque sabía que lo hacía por miedo, algo
dentro de él se sentía extraño y no sabía exactamente qué mierda era.
Probablemente la curiosidad de estar besando por primera vez a un
hombre, quizá la obligación de luchar por algo como era su vida. No
sabía nada, y la claridad para pensar no le estaba siendo de ayuda, pues
solo continuaba moviendo sus belfos al ritmo de los contrarios.8

Y podía sentir la respiración de V dándole de lleno en la nariz, podía


sentir la suya dándole a la de él. Era capaz de sentir y saborear la lengua
contraria explorando su boca y llegando a cada rincón. Podía sentir las
muñecas presionadas con fuerza en el suelo por sobre su cabeza, una
sobre otra. Podía sentir su cuerpo frío, pero el de ese asesino cálido.
Podía oler la sangre ajena a ambos manchándole la ropa. Era capaz de
sentir los labios gruesos de su captor pasearse por los de él, sus dientes
adueñándose de su belfo inferior con fuerza para luego lamerlo son
suavidad con la punta de su sinhueso y volver a introducir la lengua
profundamente en toda su cavidad. Jungkook podía sentir la lengua de
Taehyung luchando contra la suya, mordiendo los labios ajenos con
frenesí, saborear su boca, incluso sentir que les faltaba el aliento a
ambos y de todos modos ninguno pensaba detenerse.9

El chico no supo en qué momento, pero ahora estaba haciendo lo mismo


con la boca contraria, tratando de hacer lo mejor que podía en esa
situación y su mente estando en blanco. Ofuscado y atontado hasta la
médula.1

Y un gemido imposible de callar, salió de los labios de Jungkook en el


momento en que Taehyung abandonó la presión en su cintura para darle
atención al pezón izquierdo, Jungkook sintió como la suave zona era
tocada entre el pulgar e índice ajeno y rozado ligeramente, incluso podría
sentir que fue delicado. Esa atención, logró que curvara la espalda y el
asesino sintió como iba creciendo el bulto en su propia entrepierna; por
tanto, abrió más las piernas de Kook, importándole poco el hecho de que
seguramente le dolían porque estaban atadas y escuchando cómo se
quejaba.

El beso ahora llevaba un ritmo todavía más salvaje y ambos lo seguían


frenéticamente. La lengua se Taehyung se abría paso entre la boca de
Jungkook con más ferocidad, sintió cómo estaba caliente en el interior y
la saliva espesa, la lengua de Jungkook se volvió a enredar con la de él y
el chico empezó a chocarla, saborearla, chuparla y rozarla sin pudor
alguno, importándole muy poco cualquier otra cosa, además que sus
labios inferiores eran cada segundo mordidos y succionados
bruscamente.1

Taehyung empezaba a sentir un ligero dolor en la entrepierna y sabía


que debía hacer algo al respeto. Sin embargo, él solo estaba jugando
con la cordura de Jungkook, así que era momento de saber a dónde
llegaría el azabache siguiéndole las acciones.

Jungkook sintió como la entrepierna ajena —y bastante dura—, se rozó


con la suya y aunque su mente gritaba que estaba en peligro, su cuerpo
no se movía a ningún lado. Solo era su boca la que parecía actuar por sí
sola y se maldijo internamente porque aunque tuviera un hombre
repulsivo encima de él; tocándole, besándole y restregándosele, él no
podía hacer absolutamente nada para evitarlo.5

El delincuente abandonó la boca del muchacho, dejándole un mínimo hilo


de saliva y observó cómo Jungkook pasó la lengua por ellos. Pasó los
labios hasta su maxilar y Jeon no tuvo ninguna reacción más que echar
la cabeza mínimamente hacia atrás, dándole espacio para que su cuello
se viera. Kim tomó entre sus dientes parte de la piel del pálido cuello
expuesto, justo debajo de sus orejas y la lamió para luego succionarla y
dejar una marca violácea.1

De pronto Jungkook sintió su propia entrepierna despertando, en el


momento en que V abandonó su boca y dirigió los besos a la parte baja
de su cuello, en la unión con su hombro, para luego dejar un chupetón.
Jungkook gimió audiblemente cuando la mano contraria apretó su
entrepierna con dureza y sus besos se hacían más profundos en su
cuello.12
Y entonces, justo cuando sintió las manos ajenas masajearlo por encima
del pantalón, cayó en cuenta de la situación.

''Te va a violar, te va a violar, va a violarte''.26

Mierda ahora si había reaccionado.

—¡D-detente! ¡Quítate, quítate! ¡Q-QUÍTATE! —gritó con fiereza,


retorciendo su cuerpo del agarre del sicario, el cual aún sostenía ambos
brazos por encima de su cabeza con una mano y la otra la tenía en su
entrepierna—. ¡S-suéltame! ¡Suéltame!13

Empezó a hiperventilarse. Todo su cuerpo se tensó y su pecho empezó a


subir y bajar con frenesí. Su frente sudaba en frio y sus piernas luchaban
por deshacer el agarre, fallando en el intento.

—¡Basta! ¡Ya basta! —pidió a gritos cuando sintió a V aún con su mano
ahí abajo. Empezó a sentir picor en los ojos y lentamente las lágrimas
empezaron a hacerse presentes—. ¡Q-quítate de encima de mí! ¡Aléjate
de mí! ¡Auxilio! —pidió con míseras lágrimas—. ¡A-AUXILIO!11

Incluso pidió auxilio, sabiendo que eso era inútil.

Taehyung rió con sorna y, sorprendentemente para el aprisionado,


abandonó el agarre de su entrepierna, haciendo que el chico se relajara
ligeramente. Lo miró directo a los ojos, Jungkook estaba asustado y
confundido, justamente como ansiaba dejarlo. No, no pensaba hacer eso
todavía. Quizá dentro de poco, o quizá ni siquiera tendría que hacerlo
viendo que Jungkook había llegado más lejos de lo que pensaba.

—¿A quién le vas a pedir auxilio aquí, pequeño Jeon? —inquirió con
burla y voz profunda, acercándole los labios a su oreja—. ¿Se te olvida
que estamos en medio de la nada?
Jungkook había empezado a gimotear y ligeras gotas se acumularon en
sus lagrimales, amenazando con dejarlo de nuevo vulnerable —más de
lo que ya lo había hecho—, frente a su captor.

—Quítate de encima de mí —repitió bajito, viendo hacia otro lado—.


¡Quítate, ¡quítate!

—Hey, ¿qué pasó? —preguntó el hombre, a la vez que lo miraba directo


a sus ojos brillantes y oscuros, alzando una ceja—. Parecías demasiado
contento hace un rato, precioso.2

El menor sintió vergüenza y repulsión, lo peor era que de sí mismo.2

—Dijiste que... d-dijiste que ibas a matarme —los labios de Jeon


temblaban—. ¡Me obligaste!

—Pues obvio lo hice —contestó sin preocupación—. ¿Tienes algún


problema?

Jungkook maldijo internamente a ese tipo, no quería decirlo en voz alta,


pero lo detestaba.

—¡Que me sueltes! —comenzó a forcejear de nuevo, más el agarre era


duro sobre él y le impedía salir de ahí—. ¡Qué te q-quites!

—¡Cállate! —el sicario soltó un grito y seguido de eso, estampó sus cinco
dígitos izquierdos en una bofetada hacia la mejilla derecha de
Jungkook.21

El chico ahogó un chillido y sintió las lágrimas abandonar sus ojos.


Quedó estático y sin habla, no quería mas golpes y seguro mañana
amanecería con la mejilla hinchada.
Taehyung rió audiblemente, volvió a presionar ambas manos encima de
las muñecas de su secuestrado por encima de su cabeza y se acercó a
su oído, ahora expuesto perfectamente para él, después de haber
propiciado la cachetada. Jungkook se tensó al sentir la respiración ajena
demasiado cerca de esa zona.

—Me voy a adueñar de ti, Jeon Jungkook —aseguró en un susurro que


le dio escalofríos al muchacho—. Tomaré cada parte de ti y la haré mía.
La haré mía porque me da la gana, la haré mía porque quiero y porque
puedo. Jugaré contigo como me plazca. Te pondré ante mí como yo
quiera. Cuando me dé la gana te haré mío, cuando no quiera hacerte mío
me burlare de ti hasta llevarte a la locura, justo como ahora. Haré que no
soportes más, y cuando no puedas aguantar, haré que aguantes, sea
como sea —su voz sonaba como siempre; tétrica. Aunque esta vez los
susurros eran profundos y parsimoniosos—. ¿Y sabes cuál va a ser la
mejor parte? —preguntó, abandonando su cuello y mirando directamente
a sus ojos—. Que cuando me deshaga de ti, habrás quedado
hecho nada —se mofó entre dientes y volvió a dirigir la boca a su oreja,
esta vez la voz fue más ronca de lo normal—. Y eso, me excita
demasiado, precioso —volvió a sus ojos y señaló con un puchero su
cara—. Tú me excitas demasiado —confesó señalándolo con su boca—.
Me encantas, pequeño Jeon.24

Jungkook no supo qué responder, que hacer o qué pensar. Su mente


estaba en blanco; asustada, divagando en sus pensamientos sobre lo
que acaba de pasar y tratando de procesar correctamente las palabras
que ese tipo le acababa de decir. Si lo admitía con franqueza, no podía
con todo el tumulto de emociones que se arremolinaban en su cerebro.
Taehyung se levantó lentamente de encima de él, no sin antes darle un
leve lametón a la comisura de sus labios y atraerle el inferior. Jungkook
no reprochó, pero tampoco fue de tu total agrado. Simplemente le dio
igual, al fin y al cabo ya había hecho más que un simple roce de labios.1

Y él se convenció de que no paró porque de eso dependía su


vida, ¿verdad? Claro que sí.7

El capturado tenía la mirada perdida en un punto de la habitación, tenía


frio. Su cuerpo empezó a tiritar y sus labios a abandonar el color rojo que
adoptaron cuando V se adueñó de su boca con ferocidad. Sus manos
estaban temblorosas. Su cuerpo no respondía; yacía todo mojado,
aturdido, confundido y anonadado en demasía.

Vio como el hombre caminaba hasta la puerta de la habitación dispuesto


a salir de ahí. Tomó el pomo, la abrió y antes de salir giró su vista una
última vez al chico tirado detrás de él. Se pasó el pulgar por sus labios,
los relamió y le guiñó un ojo a Kook.

—Que tengas buenas noches, pequeño Jeon —Kim llevó la misma mano
con su pulgar hasta apretar su punzante entrepierna—. Espero que no te
dé hipotermia, precioso.

''Púdrete, hijo de puta. Púdrete, púdrete, púdrete''. Gritaba la mente de


Kook.

Una sonrisa socarrona se filtró en la boca ajena, luego apagó la luz de la


habitación y salió de ahí como si absolutamente todo lo que pasó, nunca
hubiese sucedido.

Y cuando él salió, Jungkook automáticamente rememoró todo lo que


ocurrió. Sentir lejos a ese tipo parecía haberlo devuelto a sus cinco
sentidos. Pensó en todo; desde el asesinato que le confesó, junto a las
imágenes mentales que abarcaban su cerebro, hasta cuando apagó la
luz y salió por esa puerta.
Y cuando Jungkook cayó en cuenta, no supo qué coño era peor. Si verse
en el estado demencial y moribundo en el que estaba, si el hecho de que
evidentemente ese hombre tenía un interés sexual en él...

O el hecho de que a Jungkook ese interés no le asqueaba, aunque


quisiera.31

Definitivamente sí podía llegar a ser peor.

IX: Food and answers.

La noche pasada fue la peor noche que había pasado ahí.4

La baja temperatura y lo húmedo que estaba lo dejó tiritando toda la


madrugada y también castañeando los dientes a cada rato. Le dolían los
huesos de tanto frío, pero al final pudo dormir. Pocas horas, lo sabía,
porque se levantó aun con más frío y los ojos ardiéndole por el
trasnocho. Su pantalón obviamente no se había secado porque el
ambiente no lo permitía. Le costó conciliar el sueño. Habían pasado un
par de horas desde lo sucedido y su cerebro parecía estar más activo
que nunca después de haberse recostado de la pared para tratar de
dormir. Sin embargo, no podía pegar un ojo sin tener en la mente esa
escena repitiéndose con constancia.
La escena de un asesino que lo tenía secuestrado, encima de él,
dejándolo en shock, mientras le besaba y restregaba cuerpo con cuerpo
sin pudor alguno. Todavía podía sentir cada toque en su piel y
sinceramente le parecía extraño, porque no sentía nada.1

Si había algo que Jungkook detestaba, era no poder entender cosas que
sentía.25

Analizando la situación mil veces, Jungkook ya no llevaba miedo encima,


porque el tipo no estaba ahí ahora. Se había ido y lo sabía porque
después que salió del cuarto escuchó cómo la puerta principal se abría y
cerraba con brusquedad, el motor de un auto rugir y posteriormente el
sonido del vehículo alejándose cada vez más. Entonces, el beso volvía a
repetirse en su cabeza y Jungkook estaba perdiendo la paciencia, debido
a que no sabía qué coño sentir sobre ese beso, porque sentía de todo un
poco sobre el estado de secuestro y las acciones que V tenía en su
contra para torturarlo, pero sobre el beso a la vez no sentía demasiado.3

Al menos nada que se debería sentir en esa situación.

¿Miedo? Si, el miedo lo sintió en todas partes de su cuerpo cuando el filo


de la daga le tocó la garganta, pero no tuvo miedo de un beso, más bien
de morir por culpa de no dar un beso.1

¿Desagrado? También, no le agradaba besarlo bajo esas circunstancias,


no le agradaba la idea de ser abusado, ni de estar debajo de él mientras
el cuerpo le dolía. Pero no tuvo desagrado de besarlo, y él quería que le
desagradara. De verdad quería sentirlo, pero no podía.1

¿Humillación? Si, humillado por no poder hacer nada. Humillado por no


poder defenderse, por ser un cobarde, porque aunque se negara iba a
sufrir y no quería eso. Si se negaba le aseguraron matarlo o como
mínimo molerlo a golpes y eso definitivamente no le convenía, estaba
demasiado magullado.

¿Amenaza? Por supuesto, ese tipo era una amenaza y la sola idea de
tenerlo en el pensamiento, lograba que Jungkook sintiese escalofríos.
Ahora peor, sabiendo que tenía un interés con él, más allá de una
recompensa. Porque Jungkook estaba seguro de que estaba ahí por eso.

Pero otra sensación, que no podía sentir aunque quisiera, se encontraba


en su mente.13

Repulsión es algo que sientes cuando el rechazo a una cosa es


inminente y lo expresas, eso Jungkook lo sabía porque había cosas que
le desagradaban. Como por ejemplo; que le hablaran fuerte, que no
hicieran lo que él quería cuando se lo pedía a sus empleados, que se
metieran en aspectos de su vida dónde no debían o que no le prestaran
atención cuando hablaban.

Recordó que una vez su mejor amigo le preguntó "¿hay algo que
repudias o algo que odies?" Jungkook respondió que no repudiaba u
odiaba nada, que no podía odiar nada, porque el odio era algo terrible de
sentir y que él no gastaba tiempo odiando a nadie. Y en cuanto a la
repulsión, simplemente no había nada que recordara repudiar. Aunque
ahora, sabía que había algo que odiaba y repudiaba en partes iguales.

En primer lugar era verse en el estado que estaba, eso lo repudiaba. Lo


segundo eran los golpes que le daba ese tipo cuando le entraban ganas,
lo odiaba. En tercer lugar —casi llegando al segundo—; tenía la
presencia de ese tipo y en cuarto —que acababa de descubrir hace
muchas horas—, era sentirse humillado, burlado y usado por ese tipo.
Estaba pensando en el odio y en el repudio, pero ahora otra cosa estaba
en su mente.

''Bésame, pequeño Jeon.'' La imagen de él otra vez ahí.5

Ese beso le había abierto tres preguntas que martillaban su mente con
fiereza, empezando a crearle una especie de juego mental donde por
más que trataba de ignorar la situación, ella volvía en fuertes ráfagas
hasta hacerlo jadear.1

La primera y más fuerte era ¿Por qué se sentía así? Es que estaba como
en un trance donde solo tenía en su mente la sensación de la lengua de
V dentro de su boca, las manos alrededor de su cuerpo y la sensación de
él sobre sí. Entonces, cuando trató de sentirse de algún modo respecto a
ese maldito beso, ninguna sensación estaba presente.

Tantas emociones que puede sentir el ser humano y Jungkook no estaba


presentando ninguna en lo absoluto. Solo se repetían las imágenes,
como una película que él estuviera tratando de analizar para buscarle el
significado, pero repitiéndola una y otra y otra vez porque no entendía
nada.

La segunda era ¿Por qué no sentía asco? A ver, un montón de


delincuentes le tienen demasiado tiempo secuestrado y el no sabes la
razón de eso. Amarran sus piernas tan fuertes que llega a no sentirlas.
Cuando no tienen sus piernas amarradas, tiene las muñecas atadas con
tanta fuerza que se entumecen y se llenan de rasguños. Su cintura
parece estar más estrecha y marcada debido a que le amarran a una
columna de madera para que solo pueda ir al baño —que de paso, solo
consta de un inodoro, un lavamanos y un inmenso escaparate podrido—.
Le golpean cuando se queja, le dan mísera comida una vez al día porque
parece que no quieren dejarle muerto de una vez, sino matarlo en vida
lentamente. Se ha bañado solo tres veces y una de ellas ni siquiera fue
un baño, aunque en realidad ninguna lo era, porque solo le tiraban agua
encima. Lava su ropa una sola vez y no tiene idea de por qué le dejaron
hacerlo. Ha cagado y tocado su propia mierda para poder limpiarse. Ha
visto cómo matan a un pobre hombre frente a él porque querían meterle
miedo y lo consiguieron. Ha llorado de frustración porque está en una
situación demencial. Ha gritado de impotencia por la misma situación.

Incluso ha pensado en acabar con su vida porque vio demasiado en un


tiempo que parece una eternidad y ni si quiera eso lo consigue, porque
no haya cómo.

Luego un día un hombre —que de hecho le tiene de rehén y sabe que es


un sicario sanguinario y sádico—, llega y le obliga a que lo bese. Le das
el beso más tímido que has dado en la vida y parece que para él no es
suficiente solo eso, entonces se le tira encima diciendo que le va a comer
la boca o si no lo muele a golpes.1

¿Qué podía hacer? ¿Negarse y esperar a que se fuera y respetara su


decisión? Si, ajá, cómo no.2

Entonces deja que lo bese y trata de hacer el mejor de los esfuerzos


mientras se caga del miedo y de pronto su cerebro se desconecta y sigue
la situación bajo el contexto más extraño en el que ha besado en su corta
vida. Le besan el cuello, le tocan por todas partes y hacen fricción contra
sí. De pronto cuando le tocan, tiene una erección que no sabe por qué
mierda le pasó, se da cuenta de lo que está haciendo y, treinta segundos
después que le están masajeando la polla. Su cerebro al parecer vuelve
a funcionar correctamente después de no poder parar aunque quería y el
miedo de que lo abusen se apodera de él.2
Empieza a hiperventilarse, a decir que se alejen de él. Entonces le
golpean el rostro en una bofetada que ardió como si te pegasen un
sartén caliente. Le dicen básicamente que lo quieren follar hasta dejarlo
hecho nada y eso es la maldita mierda más extraña que ha vivido en toda
su vida y ahora está pensando sobre la situación de manera exagerada.2

Lo asusta.3

Aunque no es tanto que le asuste, sino que no parece disgustado con la


idea y quiere que esa idea lo disguste, que le dé asco, que le
haga cagarse encima, pero no sabe por qué no lo hace. No sabe por qué
no puede simplemente dejar de pensar en eso. No sabe por qué coño
analiza una situación donde era la completa víctima de todo.2

Está plenamente a sabiendas de que está sufriendo y odia sufrir de la


manera en la que lo hace. Sabe que el tipo le golpea, humilla y muy
probablemente termine matándolo cuando le dé la gana. Conoce que
está ahí muy probablemente por culpa de su padre y sus acciones de
mierda. Sabe que está entre la vida y la muerte, pero desde hace mucho
tiempo parece estar más allá que de acá. Y después que el hombre lo
abandona luego de ''comerle la boca'' como dijo que haría, se queda
repitiendo eso mil veces, sin sentir nada sobre el beso, pero todo sobre la
situación en la que se dio.

Una situación donde lo obligaron, y si le obligan a hacer algo está mal.


Pero él no lo ve mal porque lo besaron, sino porque está secuestrado
sufriendo y un beso es lo más normal que te ha hecho ese tipo.3

Otra vez estaba ese hombre en su mente, estaba harto de eso. Estaba
harto de rememorar la escena del primer hombre con el que se había
besado, o bueno el primer hombre que lo había besado a la fuerza.
Jungkook en definitiva se había besado con algunos chicos, la mayoría
eran sus amigos —contemporáneos con él, nadie mayor—. Pero eso era
un juego, no era nada serio y aunque el beso que ese hombre le dio
tampoco lo era, Jungkook sabía que era el beso más salvaje que había
dado.1

Incluso más salvaje que los que se daba con Yuna, su bonita novia que
seguro estaría llorando por no saber qué era de su paradero.12

A todas estas, Jungkook pensaba en voz alta. Todo lo que estaba


explicándose a sí mismo lo hacía como si estuviera discutiendo con
alguien, pero nadie estaba ahí, nadie lo podía escuchar, nadie podía
responderle. Él solo hablaba y hablaba, gesticulaba y se frustraba, mas
ninguna persona le escuchaba sus quejas y autoanálisis.1

Otra vez pensó en el beso y cerró fuertemente los ojos, sin saber de
nuevo, qué esperar de sus sentimientos.

—Solo estoy en shock —se dijo a sí mismo, tratando de encontrar una


explicación para lo que no sentía—. Es eso y ya está.3

Suspiró, dejando a un lado lo que pensaba y mirando el espacio a su


alrededor.

El suelo seguía húmedo. Su ropa seguía húmeda. Su cuello todavía tenía


restos de sangre seca. Su cintura tenía una mancha de dedos
ensangrentados también y su pantalón tenia manchas de sangre
provocada por el propio pantalón manchado del otro tipo. Habían pasado
varias horas. Durmió poco en la madrugada porque el frio era horrible y
aunque trató de quitarse la ropa, porque estar mojado le causaba aún
más frio, los intentos fueron en vano.
Por el hueco en el techo se podía filtrar un rayo de luz mínima y no tan
brillante. Jungkook supo que quizá eran alrededor de las seis de la
mañana, en un punto donde el sol ya había salido, pero aún no contaba
con la suficiente fuerza como para que sus rayos fueran muy brillantes.
Agradecía que estuviera amaneciendo, porque eso significaba que
pronto el sol empezaría a estar en un punto alto y eso haría que la
cabaña se sumergiera en un profundo calor. A pesar de que él prefería el
frío por encima de todo, un poco de calor para disminuir el dolor que
causaba en sus huesos la baja temperatura y su constante castañeo de
dientes, no vendría mal.1

Jungkook llevaba la espalda recostada de la columna de madera que


estaba cerca de la gotera por donde se filtraba la luz y el agua. Cuando
el rayo solar estuvo lo suficientemente fuerte como para darle una mísera
claridad a todo el espacio, el chico se arrastró hasta ponerse debajo de la
luz filtrada y así tomar un poco de calor. Fue algo incómodo al principio,
porque el rayo caliente le empezaba a quemar la poquita zona con la que
tenía contacto, entonces debía empezar a cambiar de lugar y que el sol
en vez de darle en la frente o en la cabeza, le diera en las piernas y los
brazos. Por suerte, a pesar de tener las piernas unidas por la cuerda,
podía girar, ahora su cuerpo estaba con la cabeza en contra de la luz y
esta a su vez dándole en las piernas, no importaba si era un mínimo rayo
de luz solar, era calor y calor era lo que él necesitaba en ese momento.

Al cabo de unos cinco minutos en esa posición, pudo escuchar un sonido


que lo puso en alerta otra vez. A lo lejos se escuchaba un auto, el sonido
le era obviamente familiar.

El carro de V.
Jungkook fue testigo de cómo todo el cuerpo se le tensaba, su lengua se
secó de repente, incluso más de lo que ya estaba, la espiración se le
entrecortó y en un segundo empezó a temblar otra vez. No quería
recordar absolutamente nada de ayer, pero otra vez su mente le hizo
caso omiso a la razón y empezaba a llenarse de ansiedad. Escuchó
cómo se apagaba el motor del carro y eso solo significaba que el tipo
entraría a la casa, lo vería y probablemente lo obligaría a hacer cualquier
otra cosa.

Pronto escuchó el ruido de la puerta de afuera siendo abierta y sonó un


portazo que indicaba que ya la habían cerrado. Posteriormente sintió
pasos lentos. La única parte de ese sitio que conocía a la perfección eran
las cuatro paredes donde estaba tirado y el minúsculo baño que tenía
detrás de la columna de madera, pero sabía que la puerta de la cabaña
no estaba muy lejos del sitio donde él se encontraba porque se
escuchaba cómo se abrían y cerraban. Los pasos de fuera se percibían
también, de hecho ahora se oían en su dirección.

Solo se le ocurrió arrastrarse hasta la columna para ponerse de espaldas


a ella, girar la cabeza del lado contrario de la puerta para que el tipo no
pudiera verle la cara y luego fingió estar dormido. Sus palmas ardieron al
contacto con el suelo y sus tobillos casi ni los sentía, pero al menos logró
llegar bien a la posición. Cerró los ojos y trató de calmar su respiración
para que no se notara tan agitada. La puerta del cuarto se abrió, más el
rehén no veía nada porque aparte de tener sus ojos cerrados, la
dirección de su vista iba a la pared detrás de sí, así que aunque los
abriera no vería. Su respiración se igual manera se mantuvo acelerada y
se maldijo por no poder controlarla. Sin embargo, un olor demasiado
satisfactorio se coló en sus fosas nasales, no era un olor fuerte; no era
de jabón o perfume, era más bien un olor que le revolvió el estómago
porque era inconfundible. Aun así, no volteó para investigar de donde
venía.

Taehyung miró al chico en una posición ridículamente delatable después


de haber encendido la luz; su espalda estaba perfectamente recta y
pegada a la columna, las piernas flexionadas en una posición tensa y sus
manos sobre su regazo entrelazadas y temblando mínimamente. Estaba
fingiendo dormir.18

—Si me pagaran por matar malos actores, tú fueras el primero en morir


—su tétrica voz le hizo saber a Jungkook que era malo fingiendo estar
dormido.28

El chico abrió los ojos y quedó viendo a la pared, el agradable olor


estaba presente en todo el espacio e inundaba sus fosas nasales, pero
aún así él no pretendió girar la cara.

No fue hasta que unas manos voltearon su cabeza fuertemente, que


abrió los ojos de golpe haciendo contacto visual con el tipo frente a él.
Llevaba una camisa blanca mangas largas que se ceñían a su cuerpo
casi al punto de pegarse por completo, un par de jeans no tan ajustados
y unos planos zapatos negros que parecían de cuero. Empero, lo que
más llamó la atención de Jungkook, fue el hecho de que el cabello
oscuro de ese tipo no estaba presente. En su lugar, llevaba sus hebras
de un color rubio oscuro que contrastaba con su piel trigueña.

—Buenos días, pequeño Jeon —preguntó con una fingida sonrisa—.


¿Dormiste bien?

Jungkook no respondió. En cambio, bajó la vista, obviamente recordando


lo anterior y estando avergonzado. Taehyung levantó con un dedo índice
la barbilla del chico y obligó a que lo mirara. Cuando los ojos oscuros de
Jungkook se encontraron con los de él, apretó con fuerza ambas mejillas
impropias, sintiendo los dientes por dentro y el rehén solo gimoteó por la
brusquedad.

—Sabes que odio que no me respondas —recordó con dureza—.


Entonces... ¿dormiste bien?

Jungkook negó con la cabeza. ¿Cómo pretendía ese hijo de puta llegar a
preguntarle eso, sabiendo cómo estaba? Su tortura no era solo física, le
gustaba burlarse de él.

—Bueno, tengo algo que te hará sentir mejor —palmeó la mejilla de


Jungkook y luego se volteó dejando al chico confundido.

Jungkook llevó la vista hasta la mesa que estaba cerca de la puerta y de


verdad que quiso pellizcarse para saber si lo que había ahí era de
verdad eso.

Una caja de pizza, una botella grande de agua y dos latas de cerveza
Heineken.25

Por un momento Jungkook no lo creyó, pero cuando su captor se acercó


hasta él con la caja de pizza abierta, botando vapor de lo caliente que
estaba y el olor del queso derretido llenándole las fosas nasales, supo
que no se trataba de una broma. Había una pizza justo ahí, en frente de
él, casi que gritando... ''Hola Jungkook, soy toda tuya."10

—¿Te gusta lo que ves? —preguntó Kim—. Es una pizza cuatro quesos
que compre esta mañana al salir de mi casa, pensando en ti, de hecho.14

Jungkook simplemente no le quitaba la mirada de encima a la


caja. ¿Cuánto tiempo había pasado sin comer una pizza? ¿O al menos
cuanto tiempo había pasado desde la última vez que pudo saborear algo
que no supiera desabrido o una sopa que parecía de sobre? Demasiado,
para ser sincero, y por esa misma razón es que justo ahora mantenía
una guardia baja, aunque en total estado de alerta por si a caso.

—Se te hace agua a la boca, ¿verdad?

Si, obvio que sí, pero igual Jungkook no iba a responder nada. Él
simplemente se quedó mirando el alimento en la caja.

—Para que comas un bocado de esto, necesito primero hablar contigo de


un tema serio —detalló el secuestrador, tranquilo—. Así que responderás
a todas mis preguntas o me veré en la obligación de-

—Molerme a golpes —soltó de pronto el cautivo, interrumpiendo a


Taehyung—. Ya sé, ¿okay? ¿qué mierda quieres sab-?19

Kim tomó sus cabello y los templó hacia un lado, provocando que sonara
el huesito de su cuello con ligereza y el chico soltó un jadeo de dolor.1

—Eh, eh, eh —negó Taehyung, sin dejar de verle—. Baja esa furia, Jeon.
No te pongas grosero.

Y Kook rodó los ojos, pero el tono que usó lo había asustado.

—L-lo siento —soltó titubeante—. ¿Q-qué quieres... saber?

—Así me gusta —admitió con sonrisa fingida.

Taehyung cerró la caja de la pizza y la volvió a poner en la mesa, luego


aproximó el banco de madera que estaba cerca hacia Jungkook, y halló
al chico mirándolo de una manera demasiado curiosa; de arriba abajo y
con el entrecejo fruncido, escaneándole.

—¿Qué mierda miras tanto, imbécil?6


Jungkook solo bajó la mirada del cabello con tono diferente a la última
vez que se lo vio a V y la posó en sus ojos, ahora dándose cuenta que
tampoco tenían su color natural, de hecho eran azul claro. Estaba
prácticamente rubio, y eso excesivamente extraño.

Y en cierto modo embelesante, más no de una buena forma.

—N-nada —se contradijo.

Kim ladeó una mueca de agrado.

—Oh, ya sé —soltó con una risa, tomó su cabello y Jungkook pensó que
iba a jalarlo, más en realidad quitó su cabellera rubia dejando ver las
raíces negras y las puntas castañas y el rehén captó que era una peluca
lo que llevaba. V metió su dedo índice en el ojo derecho y extrajo de este
el lente de contacto, posterior a eso hizo lo mismo con el otro y cuando
terminó, miró al adverso por fin—. ¿Te gusto más al natural, no es así?4

Él esbozó una sonrisa lasciva, poniendo los lentes dentro del bolsillo de
su pantalón y Jungkook endureció la mirada con desdén.

—Tú nunca podrías llegar a gustarme.

—Anoche mientras me besaste no dijiste eso.

El chico se alteró, estaba al borde de gritarle un mierdero de cosas de las


que seguro se arrepentiría después. Jungkook no lo besó, él beso a
Jungkook.3

—¡Me besaste tú! —gritó altamente—. ¡Yo no te besé!

—¿Ah, no? —Kim se acercó a él y jaló de su belfo inferior para


mostrárselo a Jungkook, este tenía una pequeña rojez dentro. Una
pequeña mordida—. ¿Quién me mordió el labio tan deliciosamente
anoche, entonces?29

Jungkook enmudeció, claramente molesto y avergonzado. Por más que


lo rechazara y no lo aceptara, si había pasado. Incluso cuando quería
borrarlo de su memoria porque no daba crédito a todo lo que ocurrió esa
noche. No se sentía bien sabiendo que besó a alguien que le tenía así.1

—Besas exquisito, pequeño Jeon —admitió el maleante—. Debería


felicitarte por eso, pero en realidad estoy aquí por algo más importante.7

Taehyung tomó asiento nuevamente cerca del cautivo y cruzó su pierna


poniendo el tobillo izquierdo encima de la rodilla derecha, dispuesto a
conversar con él.

—Lo primero que voy a preguntar es —se echó hacia adelante,


apoyando las manos en su rodilla y tobillo—. ¿Tu sabes por qué estás
aquí?

Jungkook suspiró y luego bajó la mirada. Lo cierto es que no tenía la


menor idea, aunque probablemente haya sido por algo en lo que su
padre se metió o hizo. Jeon Jaeban era un mafioso de primera y de
seguro los matones que lo secuestraron, tenían algo que ver con todo
eso. Aun así, solo negó por no saber específicamente.

—Habla, Jeon —ordenó—. Odio que gesticules.

Alzó la cabeza para encontrarse con la vista contraria, tomó un suspiro y


entonces respondió.

—V, ¿te parece que tengo cara de saber por qué coño estoy secuestrado
por ti y tu grupo de matones de mierda? —la naturalidad se encontraba
en sus palabras, pero incluso a eso las dijo con miedo—. No, V... no sé.6
Taehyung solo inspeccionó su rostro. En la mirada del chico nada más
habían unas enormes ganas de que se alejara, después de todo; lo
entendía. Se sorprendió de que lo llamara por su seudónimo, pero a
Taehyung no le importó eso. Seguro cuando llamó a Jun para hacerle el
favor a Jeon, este habría pronunciado su alias, obvio el chico se lo iba a
grabar. Lo que le importaba, era el desdén que dedicaba su mirada y la
osadía de hablarle así. ¿Quién verga se creía?5

—Baja tu tono, pequeño Jeon —dijo en una voz severa—. Mira que aun
las heridas de cigarrillo no se te han curado como para hacerte otras
nuevas.

Jungkook se percató de eso y entonces su mirada se horrorizó de solo


pensar en el llameante cigarro llegando a tocar su piel con brusquedad
de nuevo.

—P-perdón —balbuceó.

El asesino sonrió.

—Te ves tan lindo cuando estás asustado —su sonrisa cuadrada era
impecable y horrorosa—. Me encanta.3

En ese momento, Jeon simplemente ignoró aquel estúpido apodo que le


ponía el tipo y procedió a preguntar algo para olvidarlo.

—¿Qué es lo que quieres saber?

—Bien, voy a hacértelo muy fácil —suspiró—. Estás secuestrado por


culpa de las acciones de tu queridísimo padre. Él tuvo la brillante idea de
matar al hijo de Bang Sihyuk.

Jungkook abrió los ojos de golpe.


—¿Bang Chanyeol?

—De hecho, Park Chanyeol —corrigió, haciendo énfasis al pronuncia el


apellido—. Su verdadero apellido es Park. Sihyuk en realidad no es su
padre biológico. Chanyeol quedó bajo su tutoría después que una novia
del pasado de Sihyuk muriera y dejara a su hijo huérfano y sin nada más
que una vida miserable por delante. Entonces le dio por ser un príncipe
encantador y hacerse cargo de un hijo que no es suyo. Park es su
apellido legal, pero para todos los que lo conocen es Bang.2

—Ya... —asintió, atontado por la información y sin saber exactamente


qué significaba—. ¿Y eso qué tiene que ver más o menos con todo esto?

—¿Conocías a Chanyeol? —preguntó él.

—No, V —mintió.

El mencionado no le creyó, entonces le señaló con un dedo.

—Tú serás el futuro heredero de Jaeban —aclaró—, si no es que yo te


mato antes. Así que seguro conoces los movimientos de tu padre en
cuanto a clientes, ¿verdad? —preguntó—. Te lo ha enseñado todo para
que cuando llegues a la cima seas tan bueno como él, o incluso mejor.

—Odio lo que hace mi padre —o al menos odiaba una gran parte de lo


que hacía. Si bien, Jungkook disfrutaba con lo que tenía, no pretendía
llegar a ser la cabeza de una mafia en conjunto—. Y odio todo lo que
tenga que ver con matar, V.

Pero incluso si salía de ahí vivo, eso era lo que probablemente le tocara;
gritara, llorara o pataleara. Ese era su destino incluso antes de haber
nacido.

Taehyung hizo una mueca con sus labios y los levantó hacia un lado.
—Qué mal, eso no me importa —admitió con socarronería—. Lo que me
importa saber es lo que te pregunté. ¿Conoces los movimientos de tu
padre en cuanto a clientes?

—No —volvió a responder. Sin embargo bajó la cabeza después de


haberla tenido fija en los orbes contrarios y esa señal le hizo saber a
Taehyung que no estaba siendo sincero.

—Mentir no va a servir de nada, pequeño Jeon.

—No estoy mintiendo —declaró.

—Eso dicen los mentirosos.

Tras esto, el secuestrador desenfundó una pistola y jaló de la corredera


tan rápido que el prisionero por un momento pensó que iba a ser el fin.
Llevó el arma al frente, casi pegándola de la frente de Jungkook y este
apretó los ojos con fuerza esperando lo peor.

—¡Habla! —demandó con la mano en el gatillo.

—¡O-okay! ¡Okay! —chilló el menor con respiración entrecortada—.


Chanyeol c-contrataba prostitutas que trabajaban con Shin ¿okay? —
confesó—. Muchas mujeres, en realidad. En una noche... p-podía
contratar a cuarenta ch-chicas para las fiestas que hacía en su edificio.
También le compraba droga a mi p-padre. No solo cocaína, también
compraba estimulantes y al-alucinógenos.

—¿Qué más? —la pistola casi rozaba su frente y el menor solo sudaba
en frío.

—Él t-también solía llevar... niñas —Jungkook tragó duro, no quería ni


hablar de eso—. Niñas que e-eran y son obligadas a prostituirse. Llevaba
un día hasta s-setenta personas, cuarenta mujeres y treintas niñas. Niñas
t-tan pequeñas, que incluso a algunas todavía no les bajaba sangre. Ese
tipo era un monstruo.35

Taehyung estudió cada una de las palabras que con nerviosismo a flor
de piel, le dijo Jeon y ahora estaba convencido de que no estaba
mintiendo. Era fácil hacerle hablar después de todo. Jungkook respiró
hondo y luego procedió a preguntar.

—¿Por qué lo mataron?

—Park Chanyeol se endeudó con tu padre y con Shin Taogum, su socio


—respondió Taehyung—. Pidió un montón de prostitutas y droga de toda
clase. Le dieron un plazo de una semana para pagar, pero no lo hizo y al
octavo día en su propio departamento apareció muerto —explicó—. Tu
padre mando a matarlo.

—Carajo...

—Posterior a eso —continuó el asesino—, Sihyuk entró en cólera,


porque obviamente le mataron a su primogénito. No importa que fuera
adoptado, igual era su primogénito. Me contrató para matar a tu padre en
forma de venganza.

Los ojos del prisionero fueron hasta los de Kim y le alzó una ceja con
toda la curiosidad que en tal momento le carcomía.

—¿Ibas a matar a mi padre? —peguntó, incrédulo.

—Exactamente.

El chico estudió el rostro contrario, la pistola fue retirada de su frente


cuando empezó a hablar, mas aún reposaba encima de la pierna de V y
sujeta a su mano. Le pareció bastante idiota lo que llegó a decirle, y es
que su padre estaba rodeado de mil hombres que lo protegían. Por más
que éste tipo fuese un matón, jamás hubiera acabado con el jefe Jeon.

—Nunca en tu vida hubieses podido matar a mi padre, V.

El nombrado negó con diversión y una sonrisa se filtró en la comisura de


sus labios.

—Es ahí donde entras tú, bonito.

—¿Por qué yo? —pidió saber, e ignoró el comentario olímpicamente.

—Tu padre huyó después de mandar a matar a Chanyeol —confesó el


adverso—. Entonces mis esclavos y yo dimos con tu paradero y
acordamos que te secuestraríamos hasta que tu padre volviera en tu
búsqueda. Luego de eso te encontramos aquel día saliendo de la
práctica de taekwondo y seguimos en auto donde te llevaban, después
de ahí...

—Dispararon a las llantas —interrumpió Jungkook, recordando el día que


había empezado su pesadilla más grotesca—. El auto chocó contra un
muro, bajaron tres hombres, le dispararon a Taeyang, me golpearon la
cabeza hasta dejarme inconsciente y cuando desperté me encontré aquí
tirado, secuestrado por ti y toda tu gente.

Su captor sintió en silencio, sin dejar de verlo directamente.

—Vaya, no olvidas nada.

—Nunca olvido nada, soy rencoroso.12

El hombre no pudo evitar soltar una áspera y sarcástica risa.

—Eso me da más motivos para matarte.

Jungkook lo miró con desdén.


—No es como si me importara que lo hicieras —bramó, haciéndose el
osado.

—Deja de provocarme.

—Púdrete —las palabras salieron al azar, Jungkook parpadeó un


milisegundo y su cerebro simplemente se puso en blanco, no sabiendo
qué esperarse. Era eso lo que quería decir, pero no hacerlo en voz alta.
Simplemente lo que imaginó salió por su boca en forma de palabras.14

V se levantó de golpe del banco de madera y se aproximó para


abalanzarse sobre Jungkook. Puso una de sus manos alrededor del
cuello del cautivo, manteniendo firme el agarre de este contra la pared.
Se sentó a ahorcajadas sobre él y empezó a hacer presión en su cuello.
Jungkook llevó ambas manos hasta el brazo del asesino para tratar de
alejarlo, empero le fue imposible porque él no tenía mucha fuerza y
aunque la tuviera, el adverso seguro se la triplicaba.1

La pistola que yacía en la otra mano de Taehyung fue directamente hasta


la mejilla del rehén, apretándola contra sus dientes por encima de la piel.
El muchacho sentía el arma tan fuerte, que por un momento pensó que le
atravesaría la cara, debido a la fuerza del cañón siendo presionado
contra ella. El sicario soltó el agarre del cuello ajeno y vio como el chico
pasaba de estar de un color ligeramente rosado a uno más pálido debido
al susto. Kook aspiró profundamente, sintiendo sus ojos y nariz picar, a la
vez que tosía para tratar de recuperar el aire que a sus pulmones les
hacía falta, incluso con una Beretta presionada fuertemente con el lateral
de su cara.

El hombre abandonó la pistola y pudo jurar que esa mejilla quedaría


hundida por un rato mientras volvía a tomar su forma natural. Jungkook
se tensó de su agarre, pero no trató de quitárselo de encima, incluso
cuando Taehyung estaba a ahorcajadas sobre sí y Kook llevaba las
piernas estiradas, entumecidas y adoloridas.

Kim acercó el rostro hasta la oreja del aprisionado y entonces lo


amenazó, poniendo la pistola ahora en su sien.

—He dicho que dejes de provocarme —recordó cerca de su oído—.


¿Entendido, pedazo de mierda?10

—S-sí —dijo el un susurro. Asustado hasta la médula.

Taehyung relajó la mirada y dio dos palmadas suaves en ese rostro justo
donde antes tenía puesta el arma, rió fingidamente y se alejó del regazo
de Jungkook para tomar lugar en el banquito cerca de él.

—Estas aquí porque Sihyuk decidió que me pagaría por matarte ya que
tu padre no se sabe dónde está —confesó, y a Jungkook de solo
recordar la razón de su secuestro se le heló la sangre—. Hace días,
cuando te hice esas bonitas marcas —señaló la parte de su abdomen—,
iba a cobrar el dinero. Mandé a mis hombres para que fueran a buscarlo,
lastimosamente uno de ellos fue un idiota impulsivo y mató a los que
entregarían el dinero y luego huyó con los demás. El bolso que les
arrancó a esos tipos, no tenía nada más que telas y piedras.

Jungkook supo que, de hecho, fue un señuelo lo que les dieron. Conocía
por experiencia que cuando entregaban dinero por tratos, recompensas o
quien sabe, lo llevaban a cabo en lugares solitarios y no en un bar con
gente de testigo. Eso le pareció extraño pero, sin embargo, no dijo nada
al respecto.

—Ahora no puedo matarte porque eres un pago que todavía no cobro —


continuó él. Y Jungkook, aunque no quiso, escuchar ese ''no puedo
matarte'' le hizo sentir mínimamente aliviado—. Ah, y aparte de eso...
creo que serás de mucha ayuda en el lío que estoy tratando de
averiguar.

—¿C-cuál lío? —preguntó Jungkook con un tono preocupado.

—Eso no te importa —respondió el contrario, haciendo un ademán—. Tu


solo colabora con las preguntas que te hago y listo.

Jungkook asintió.

—O-okay.

—Ahora necesito saber otra cosa —se levantó de la silla y caminó con
parsimonia por el espacio del cuarto—. Las mujeres que contrataba
Chanyeol... ¿llegaban con moretones, marcas, rojeces, signos de
maltrato o algo parecido?

Jungkook trató de recordar algo de lo que haya visto sobre eso en el


departamento de su padre, pero la respuesta era negativa. No había
nada parecido a lo que le estaban diciendo.

—No, de hecho no —respondió con la verdad—. E-el día que la van iba a
buscarlas, todas regresaban en perfecto estado. Ninguna llegaba
borracha o drogada, tampoco golpeada o algo así.

—¿Y las niñas?

—Las niñas tampoco —admitió de nuevo—. Incluso parecía que


llegaran... ¿felices?10

El hombre frente a él pareció pensar un poco mientras Kook iba


hablando.
—Eso explica muchísimas cosas ahora —dedujo al cabo de un
momento.

—¿A q-qué te refieres?

Taehyung negó lento, y sin decir otra cosa se acercó al menor hasta
quedar de cuclillas y rozar ambas narices, ladrando su cabeza al mismo
lado que Jungkook la ladeó cuando el hizo eso.

—Hm, creo que estás de suerte —avisó profundamente en su oreja—.


Ahora hay otra razón más para no matarte, por ahora.

¿Cuáles eran las demás?1

Jungkook no dijo nada sobre eso.

Taehyung se paró del banco y fue hasta donde estaba la caja de pizza
que sorpresivamente seguía tibia. La tomó entre sus manos para
aproximarse al chico y extendérsela. La puso sobre su regazo y
Jungkook por un momento se le olvidó absolutamente todo. Su estómago
empezó a rugir y creía por fin que saciaría el hambre tan horripilante que
le consumía desde hace mucho tiempo. El otro abrió la caja de la pizza
frente a él, dejando verla por completo. Jungkook sintió eso como una
experiencia celestial y reconfortante, jadeó de solo verla y se le hizo agua
a la boca.

Con una de sus manos tomó un pedazo y la sensación fue tan


impresionante, que sus manos empezaron a temblar, sin importarle lo
caliente que estaba, la llevó a su boca dándole un mordisco enorme.1

—Que tengas provecho, pequeño Jeon —comentó el hombre, después


metió sus dedos entre las hebras azabaches del chico, acariciando su
cabeza cual mascota—. Porque después de esto me voy a divertir.13
Y por desgracia, Jungkook no llegó a escuchar lo último.
22

X: Conversation.

Jungkook había quedado más que satisfecho.

Después de seis rebanadas de pizza, su estómago estaba al tope. Fue,


sin lugar a dudas, la mejor pizza que comió en toda su vida. Quizá no
tanto por el hecho de que sabía estupendamente exquisita, sino porque
por fin comió algo decente luego de tanto tiempo. Pudo haber devorado
los otros dos pedazos restantes sin problema alguno, pero V los agarró,
uno sobre otro, y se los llevó a la boca al mismo tiempo mientras comía
frente a Jungkook.16

Había algo extraño en toda la situación.

¿Qué hacía ese tipo dándole de comer a Jungkook? Y no solo eso, sino
que también estaba comiendo junto a él, sentado en el banco cerca de la
mesa, con la botella de cerveza en una mano y las dos rebanadas de
pizza en el otro. ¿Qué hacía un secuestrador, dándole comida deliciosa,
después de haberle dicho un mierdero de cosas desagradables y
confusas? No tenía idea. Analizó al delincuente frente a él, de manera
determinada y sin tratar de perderse ni un detalle. Llevaba la camisa
arremangada hasta los codos, los pantalones perfectamente ajustados
en un cinturón negro y sus zapatos muy pulcros.3
A simple vista, cualquiera podría verlo como un hombre normal. No
parecía una amenaza, ni siquiera parecía alguien sospechoso en su
estado natural, menos con una peluca rubia y lentes de contacto azules,
los cuales dejó al final de la mesa del cuarto. Así lo dedujo Jungkook,
que estaba tirado en el suelo, con la caja de pizza vacía a un lado,
espalda pegada a la pared, rodillas flexionadas casi llegando a su pecho
y tobillos atados. V se encontraba sentado en el banco. El último pedazo
de pizza, siendo devorado decentemente. Sus manos estaban llenas de
parte de la salsa y mientras eso ocurría, Kook solo podría preguntarse
cómo es que un hombre aparentemente común y corriente tuviera una
mente tan macabra junto a una manera de actuar tan indolente y sádica.
No se parecía en nada a los que antes había visto mientras se
desenvolvía en los alrededores del negocio infame de su padre.2

Era extraño, de algún modo le gustaría saber y preguntarle, pero de otro


no se atrevía, ni siquiera era capaz de expresarse o pensar
correctamente si ese hombre estaba cerca de él. Cuando hablaba era
porque sabía que, si se mantenía callado, un estallido le retumbaría la
quijada y estaba harto, por eso se obligaba a si mismo a conservar la
compostura, tomar aire y hablar —balbucear, mayormente—. O en
realidad no hablar en sí, sino responder sobre lo que sea que el tipo
preguntara, o quejarse mínimamente por algo para de igual forma
terminar golpeado. Vaya dicha.2

El sonido del banco hizo que la víctima posara su vista en el suelo


después de tenerla fijamente en el contrario. V empezó a mirarlo
detalladamente, sus jeans ya estaban secos, su camisa estaba tirada por
algún lado, así que no cargaba nada encima, excepto por ropa interior y
esos pantalones.
El victimario detalló que su torso era precioso, con una piel que se veía
tan lisa y de un tono suave. De hecho; era suave. Kim la había tocado
muchísimas veces y aún así parecía que nunca lo hubiese hecho, no se
cansaba de posar sus manos de vez en cuando en esa estrecha cintura,
que ahora estaba marcada por las veces que lo agarraba a la fuerza para
amarrarlo a la columna del cuarto, y aparte de eso, los cardenales de
algunos golpes que ya no estaban de color morado intenso, sino más
bien de un verde amarillento; estaban borrándose. Incluido a esas
marcas, se encontraban las costras de la quemada de hace unos días.
Taehyung solo sonrió al ver al muchachito tirado, asustado, indefenso y
probablemente con un montón de preguntas en su cabeza. Jungkook
estaba temblando, y en eso, el asesino arrastró el banco hasta su frente
y se sentó a tan solo unos escasos dos metros. Podía escuchar su
respiración; profunda y agitada, además del sudor frío recorriéndole la
frente. Era bonito.

No, bonito no. Más bien; precioso.11

Si, eso era. Precioso, un niño precioso.1

Taehyung era un delincuente con un mierdero de problemas, más no era


idiota y mucho menos ciego. Desde que había visto al chico, un montón
de cosas se le vinieron a la mente. Cosas que no había hecho desde
hace mucho, quizás porque estaba ocupado en asuntos más grandes
que follar personas para luego matarlas horrorosamente —aunque eso
no siempre pasaba a menos que tuviera sus raros episodios de ira
incontrolada y sádica—, o quizás era que últimamente había tenido tanto
sexo que la barra mental de necesidad estaba llena. Y eso exactamente
era lo que planeaba hacer; dejar que se vaciara.
El verdugo debía primero que nada; encontrar su maldito dinero, costara
lo que costara y sin importar con quién tuviese que hablar. Luego de eso,
debía deshacerse de un par de hijos de puta traidores y topos que
estaban metidos en su búsqueda —al menos así lo tenía claro según sus
propios análisis—, y por último, cuando ya tuviese el dinero por la cabeza
de Jeon; matarlo.

Matarlo después de haberlo destruido.

Desde cierto punto, matarle sería un alivio a ese sufrimiento, matarlo era
sanarlo, darle un respiro, un último respiro. Mientras eso pasaba, la fase
de destruirlo había comenzado; poco a poco y sin que se diera cuenta,
Jeon Jungkook sería suyo, suyo por completo. Porque ya lo era en estos
momentos, estaba en el medio de la nada, amarrado como un animal
abandonado, vestido con sus ropas sucias, dominado totalmente por el
maleante y a su merced. Si aún no lo había hecho mierda, era porque
solo tendría una oportunidad, una sola.4

No pretendía desperdiciarla tan pronto.2

En otras circunstancias, lo habría hecho desde un principio, pero Jeon no


era alguien que encontrabas a la vuelta de la esquina. Jeon no era una
simple víctima a la que matar porque sí, él no parecía cualquier ser
viviente y pensante del que pudiera deshacer en mundos por tres, no.
Jeon era un niño precioso, se veía extremadamente delicado, su
comportamiento cada vez parecía más dócil, su rostro era adorable y
portador de un miedo terrible que le llenaba al verdugo. Era tantas cosas.

Taehyung adoraba eso.

Si lo mataba ahora mismo, ¿cómo podría garantizar su dinero


después? Si lo mataba ahora mismo, ¿cuánto se tardaría en arrepentirse
por no haberlo disfrutado? Si lo mataba ahora, ¿de dónde sacaría la
información que necesitaba sobre la mafia de los Jeon y los negocios de
Shin? En cierto punto, muy en el fondo, agradecía que no le entregaran
el dinero esa noche.

Porque de haber sido así; probablemente Taehyung estuviese justo


ahora besando el cuerpo sin vida de Jungkook.31

El chico analizaba la extraña manera en la que V lo miraba, como


hablando consigo mismo mientras sus ojos estaban fijos en él. Hizo
contacto visual con él justo en el momento en que se sentó frente a sí.
Ambos se miraban, pensando al mismo tiempo una cantidad de cosas
respecto al otro, mientras que el contrario por supuesto no lo sabía.

Jungkook bajó la vista en un momento de inseguridad, entonces fue


cuando el asesino sacó una pastilla de Lunesta y la vertió dentro de la
botella de Heineken, revolvió mínimamente la lata, solo para asegurarse
de que empezara a disolverse y posterior a eso bebió un trago; no lo
suficiente para que hiciera efecto, sino solamente para probar. Había
trabajo que hacer esa noche, trabajo que Taehyung necesitaba cumplir y,
aunque podía dejar al rehén ahí tirado, prefería llevárselo al lugar y darle
una vista que le traumatizara, porque esa iba a ser su primera vez
matando a alguien así.6

Matando, de hecho, a una mujer embarazada.21

Él quería que Jungkook lo presenciara, solo para atormentarlo y hacerle


sufrir después. Tenía varias cosas en específico para hacerle a la tal
Wheein —una ex-prostituta que ahora era la mujer fija de uno de los tipos
con los que se codeaba el sicario; Mark Yul Choi—, y todo debía
grabarse porque eran instrucciones que le pidieron cumplir y como el tipo
era conocido, Kim lo haría sin problema alguno. Jungkook presenciaría
absolutamente todo lo que le ocurriría a esa mujer. Eso era divertirse.14
El victimario se volvió a acercar hasta él y Jeon le miró.

—Bébete esto —indicó V, dándole una Heineken recién abierta y


probablemente no tan fría—. Todo.

Kook obviamente no quería; primero porque no bebía alcohol, segundo


porque no le gustaba y tercero porque no quería aceptar nada de ese
hombre. Ajá, está bien; había aceptado una pizza de procedencia
dudosa, pero venía en una caja y decía Pizza Hut. Era imposible que le
llegara a hacer algo, y a decir verdad; la cerveza también, pero igual no
le gustaba la bebida en lo más mínimo.

Jeon solo bajó la cabeza, tratando de negarse, aunque sin decirlo en voz
alta por miedo a las consecuencias.

—¿Qué pasó, Jungkook? —curioseó el adverso, llamándolo con una voz


suave al pronunciar su nombre—. ¿No te gusta la cerveza?

Jungkook se armó de un mísero valor y se dispuso a contestar.

—Yo n-no bebo...

Taehyung soltó una seca carcajada y luego lo miró fijamente.

—Que extraño —dedujo el maleante—. Un chico de veinte, como tú,


seguramente saldría todos los fines de semana a emborracharse con sus
amigos de bar en bar —rió fingidamente—. Pero resulta que no bebes.

La verdad es que Jungkook jamás había pisado un bar, incluso cuando


su padre era dueño de cientos de ellos. En primer lugar; porque no le
llamaban la atención, y en segundo; porque si le llamaran la atención y
quisiera ir, no le dejarían pasar.
No dejarían pasar a un menor.39

—A mis veinte yo estaba gastando el cincuenta porciento de mi vida en


cigarrillos y bares, y el otro cincuenta matando gente —confesó su captor
, aún con la lata extendida—. Todavía hago lo segundo, por si no lo
sabías —su sonrisa fue pícara e hipócrita.

Obvio Kook lo sabía, ni siquiera tenía necesidad de preguntar si aquello


era verdad o no.

—M-me di cuenta, V.

El nombrado le sonrió sin mostrarle los dientes, y pese a que quería que
bebiera, el chico estaba hablando aparentando estar relativamente
calmado, cosa que le pareció extraña, más en cierto modo le gustó. Kim
empezó a detallarlo de nuevo, recorriendo cada parte visible de su piel,
hasta que conectó de nuevo ambas miradas y Jeon mantenía el ceño
fruncido.

Taehyung se relamió los labios.

—¿Alguna vez te han dicho que pareces un muñequito de


porcelana, pequeño Jeon? —preguntó curiosamente, sorprendiendo a
Jungkook, que inmediatamente lo miró desconcertado y enarcando una
ceja.1

—¿Q-qué?

—Si, pareces un muñequito de porcelana —rectificó el delincuente—.


Blanco, bonito, brillante e impecable —enumeró con su mano libre y una
ligera sonrisa—. Un muñequito de porcelana es así, aunque también es
frágil de romperse —admitió, acercando su rostro al adverso—. Y yo
quiero romperte, muñequito.25
Kim estuvo recorriendo su cuerpo con la mirada; sus manos con
magulladuras, sus brazos delgados y no tan marcados como cuando
recién lo capturó, sus hombros con una curva más marcada por la
delgadez, sus clavículas más expuestas por la misma razón, su pecho
lleno de rojeces y cardenales, sus pezones de un lindo café claro, la
parte de su abdomen que ahora con ligereza mostraba sus costillas, su
estrecha cintura donde le encantaría dejar miles de marcas y mordidas, y
por último sus piernas perfectamente forradas en ese par de jeans.
Finalmente puso la vista en su rostro; sus labios estaban secos aunque
mantenían el mismo tono rosa pálido, su cara estaba con una ligera capa
de sudor y su cabello ahora mucho más largo estaba pegándole en la
frente.

Precioso; no dejaba de repetirse eso en su mente.

El chico trató de ignorar el comentario con un puto apodo más extraño,


era mejor pensar en cualquier otra cosa que no fuera ese tipo de mierda
que el hombre últimamente se dedicaba a decirle. Aún así, no pudo
ignorar los ojos ajenos recorriéndole de pies a cabeza y provocándole un
escalofrío que le recorría toda la espina dorsal.

—¿Q-qué tanto me miras? —preguntó cuando la vista encima de él


empezó a parecerle intimidante.

—No estoy mirando, pequeño Jeon —admitió—. Estoy admirando.

—Detente —pidió el menor.

Taehyung sonrió y se hizo el desentendido alzando una ceja.

—¿Detener qué?
—E-eso —Jeon hizo un ademán con ambas manos, extendiéndolas
hasta señalarle el rostro—. Deja de hacer eso.

—¿Hacer qué, pequeño Jeon?

Jungkook bufó.

—Deja de mirarme así —pronunció en una súplica—. D-deja de mirarme


c-como si me estuvieras d-desnudando con la vista. D-deja de hacer eso
—Jungkook no lo veía, solo cerraba los ojos mientras titubeaba—. D-deja
de hacer como que ves más allá de mi carne.

Era tan bonito que pudiera cosas que no pasaría. El verdugo soltó una
sonrisa sobria.

—Eso, mi niño, es exactamente lo que estoy haciendo —respondió él, y


pinchó la punta de la nariz de Jungkook con sus dedos índice y pulgar.2

—¡Deja de decirme niño! —gritó el menor—. Y-ya te dije q-que no soy


uno.

—Alguien que se queja de que le digan niño, aunque no lo sea, para mi


sigue siendo un niño —le hizo saber Kim—. No importa que tenga veinte
años.

Y la realidad es que Jungkook no los tenía, aunque tampoco era algo que
iba a decir. Por experiencia, conocía que era peor que supiese que solo
era un muchachito; todo por los golpes de la otra vez.24

—Bébete esto —volvió a ordenarle de manera firme—. No quiero tener


que golpearte el puto rostro, incluso si tengo ganas.

El chico no discutió más. Taehyung le extendió la bebida y fijó su vista en


la lata color verde para luego verlo a él. Jungkook la tomó con una de sus
manos y llevó la lata cerca de su boca. Olió el contenido, sintiendo la
sustancia revolverle un poco el estómago, sin embargo, tomó una fuerte
respiración, la contuvo y luego bebió un sorbo largo de la Heineken. El
amargo líquido quedó en su lengua y luego pasó por su garganta,
Jungkook la sintió en la boca del estómago pese a que tenía comida ahí.
Extendió de nuevo el contenido hacia V, el cual lo miró duramente.

—Trágatelo todo —su voz había sonado demandante y quizás con otro
sentido que Jungkook prefirió ignorar.5

Aunque de verdad no quería, se vio en la obligación de beberlo. Tapó su


nariz con una de sus manos y con la otra llevó la lata a sus labios, bebió
tres pesados tragos de la cerveza y luego respiró hondo, aún con la lata
empinada hacia si. Volvió a respirar y dio cuatro largos tragos, el último
sintiéndolo más amargo de lo normal e incluso con unos pedacitos de
grumos que no logró distinguir, pero tenían un amargo muy fuerte.
Supuso que eran del contenido de la cerveza.

No, no era eso.

V había puesto una pastilla entera para dormirlo, mas eso Jungkook ni
siquiera lo sospechaba.

—Así me gusta —congratuló.

Luego de que Jungkook bebiera el último trago del alcohol, extendió su


mano para recibir la lata, en lo que Kook se la dio de vuelta, Taehyung
verificó el fondo, habían dos míseros pedacitos de algo blanco, pero casi
toda la pastilla ahora estaba en el estómago contrario. Sonrió satisfecho
y con la mirada del chico encima. Tiró la lata a un lado, simplemente
esperando unos quince o veinte minutos como máximo para que hiciera
efecto en totalidad. Tenía que drogarlo para poder sacarlo de ahí.
Primero; porque si estaba despierto, el chico haría fuerza y terminaría
golpeándolo hasta quedar irreconocible, todo por tratar de resistirse.
Segundo y último; porque no podía conocer la casa y menos el lugar a
donde sería llevado esa noche; la isla Jeju.2

—V, ¿te puedo hacer una pregunta? —quiso saber el muchachito cuando
vio que el nombrado estaba viendo el dirección al suelo con las manos
cruzadas sobre su regazo.

A Taehyung le sorprendió que el rehén hablara con tanta confianza, pero


sin embargo le asintió lentamente y con el entrecejo fruncido, esperando
saber qué podría llegar a preguntarle.

Jungkook tragó duro.

—¿Cómo es que puedes llegar a parecer tan normal y en realidad ser un


monstruo?

Taehyung sonrió, parecía que de verdad el chico aún no comprendía su


carácter, no obstante era algo entendible, porque a veces hasta él mismo
se sorprendía con el hecho de poder llegar a ser alguien tan tranquilo y
encantador, pero de un momento a otro convertirse en una verdadera
pesadilla digna de dejar un trauma de por vida en cualquiera que
conociera las profundidades de su infame subconsciente.

El asesino suspiró, levantándose del banco y dando un par de pasos


para estar cerca de Jungkook, el cual se tensó ante la presencia de su
captor al lado. Entonces el hombre se agachó de cuclillas y se sentó a un
costado del rehén. Jeon respiró hondo tratando de alejarse, empero, Kim
puso una mano firmemente en su muslo, así que él solo que se quedó
ahí de lo más tranquilo. V tomó una aspiración lenta y giró su vista para
ver a Jungkook, ambos estaban en una posición donde Taehyung tenía
sus rodillas casi pegadas a su pecho, con ambas manos puestas sobre
ellas, y el chico llevaba sus tobillos semi estirados y atados de manera
fuerte.

—Estoy bastante jodido aquí, Jeon —comentó despacio, señalando su


sien con el dedo índice derecho—. Pero no soy una persona que lo
ignore. Sé que lo estoy, estoy consciente de eso, y me comporto como
una persona normal, porque eso soy —sonrió genuinamente—. ¿A caso
me ves alguna deformidad? —arrugó el entrecejo y ladeó la cabeza,
estirando sus manos para señalar todo su cuerpo—. No, no lo haces.
Eso es porque estoy en perfecto estado.

Entonces Jungkook hizo contacto directo con sus ojos y empezó a negar
lentamente con la cabeza.

—Yo no me refería a eso.

—Entonces habla más especifico —objetó el mayor—. Dime... ¿a que te


refieres, niño?

Kook relamió sus labios y parpadeó un par de veces; divagando en su


mente si debía preguntar o no. Pero ya se había metido en la boca del
lobo y de ahí nadie lo iba a sacar.

—A simple vista cualquiera creería que eres un muchacho normal —


pronunció bajito y dudoso aún—. Que no eres un loco criminal, porque no
lo pareces. ¿Cómo haces para actuar tan bien y no parecer un
desquiciado incluso cuando sí lo eres?

Y es que la curiosidad de Jungkook iba creciendo enormemente con


cada una de las palabras que ese tipo le decía.
Volvió a conectar sus ojos y se ganó una sonrisa cuadrada de parte del
asesino.1

—Soy así, no actúo de ninguna forma, precioso —rozó la quijada


adversa con un dedo, tras decir aquello—. Nunca he actuado en mi vida,
nunca he fingido ser alguien que no soy. El hecho de que me dedique a
cosas horrorosas, no quiere decir que yo sea una persona horrorosa —
sonrió—. De hecho, sí soy alguien horroroso, pero no precisamente por
ser un criminal. Las mentes retorcidas, son las más complejas de
entender. No obstante, no siempre alguien con una mente retorcida hace
cosas malas, y cuando las hace; no siempre tiene el cerebro hecho un
caos.13

El rehén estaba más que asustado con esas palabras. No obstante, no


eran dignas de una persona marginal. La gente marginal no hablaba así,
la gente sin cultura no hablaba así. Así solo hablaban las personas
sabias e inteligente.

O las personas locas, en este caso.

—Estás loco —señaló Jeon—. Eres un criminal que está loco.

Kim siguió negando y apretó con ligereza el muslo por sobre los jeans.

—No, pequeño Jeon —refutó de una vez—. Las personas que están
locas no saben controlarse, yo si —se señaló—. Los locos de manicomio
no son conscientes de quiénes son o qué hacen, pero yo estoy
perfectamente cuerdo —tocó su sien—. ¿Sabes? Yo sé perfectamente lo
que hago, lo que digo, lo que quiero y lo que soy. No puedes llamarme
loco.

Jungkook desvió el tema, no queriendo sentir aquel remolino emocional


que se acumulaba en su ser poco a poco.
—¿Por qué no simplemente me dejas en paz? —preguntó con
frustración—. Si sabes quién es mi familia, podrías estar seguro de que
te darían hasta cinco veces lo que te prometieron quienes me quieren
muerto, o hasta más. Tú solo pídelo y déjame.

Taehyung rió, pero qué ingenuo era ese chico.

—El gobierno te quiere muerto —confesó, poniéndole un dedo en el


pecho y Kook se tambaleó hacia un lado—. El gobierno está casi por
encima de tu padre, por encima de ti y por encima de todos. Que yo esté
con el gobierno significa que estoy por encima de los demás, casi por
encima de la misma mafia de tu padre —sonrió de nuevo al heredero de
aquel imperio de narcotráfico—. Además, precioso, no me interesa
dejarte libre por ahora —sus labios se acercaron al cuello de Kook, más
no lo rozaron siquiera—. Incluso si me entregaran una maleta llena con
todo el dinero que se supone deba gastar el resto de mi vida, aún te
dejaría preso conmigo —confesó con una ronca voz.

Taehyung dirigió una mano para darle un roce a los labios de Jungkook,
mientras el chico cerraba los ojos con incomodidad y desviaba su cabeza
al lado opuesto.

—No me toques —demandó, alejándose hacia atrás, pero Taehyung


dirigió su boca al borde de su oreja esta vez.

—Yo te puedo tocar las veces que me dé la gana, Jeon —los labios del
asesino estaban rozando el lóbulo de su oreja—. No eres nadie ni nada
para impedírmelo.

—¿Por qué no simplemente me matas y sigues con tu vida? —Jungkook


empezaba a desesperarse por tener a ese hombre cerca, demasiado
cerca—. ¿P-por qué es tan importante tenerme aquí encerrado,
esperando que te paguen?

—Mi dinero es importante, precioso —admitió—. Si te mato ahora...


¿cómo pretendes que cobre mi dinero después? Te necesito vivo por dos
razones —levantó el dedo índice y lo puso frente a Jungkook—. Una,
porque Sihyuk quiso burlarse de mi, y no pretendo matarte sin recibir
nada a cambio para terminar quedando como un estúpido. Yo no trabajo
de gratis —levantó el segundo dedo y se acercó más—. Y dos, porque
estoy bastante obsesionado contigo, como para no divertirme mientras
arreglo todo este embrollo.3

Si, Jungkook sabía eso, pero necesitaba reafirmárselo para tratar de


entender lo que empezaba a sentir. Que no era más que una mezcla de
enojo, incertidumbre y miedo, pero con algo más que desconocía.1

—¿Qué mierda vas a hacer cuando por fin te den el maldito dinero? —se
sorprendió a si mismo con el tono de voz que usó, pero no le importó.

—Decir que ya te maté y todo quedará resuelto —respondió de una


vez—. Obviamente me voy a llevar a unos cuantos para cuando eso
pase, pero no me importa.

Sus narices quedaron juntas en el momento que Kook cruzó su rostro


para verlo.

—¿Cómo que llevarte a unos cuantos?

—Entre la gente mafiosa con la que estoy ligado hay tipos que espían,
policías encubiertos, gente que no es de fiar, traidores que esperan el
momento justo —enumeró poco a poco—. No pretendo que me vean
como un idiota, no cuando yo voy un paso más al frente que ellos.
Kook asintió, eso sonaba creíble.

—¿Y por qué vas a decir que ya me mataste? —volvió a indagar—. ¿No
se supone que eso lo vas a hacer de una vez?

No, definitivamente.

—No, pequeño Jeon —negó V—. Cuando consiga mi dinero diré que te
maté, pero la realidad es que estarás más vivo que nunca —admitió con
socarronería—. Vivo por mi y solo para mi.

Jeon Jungkook no sabía ni cómo sentirse ante eso.

Acto seguido, Taehyung giró su cuerpo hasta quedar frente al cautivo,


aunque éste siguiera mirando al frente. Tomó su barbilla y Jeon quiso
girar la cara, sin embargo no pudo hacerlo porque la mano en su quijada
lo había girado bruscamente. Kim mantuvo la vista fija en los ojos
contrarios, que no le estaban viendo de vuelta, Jungkook se removió
incómodo, pero sin embargo no trató de quitarse del todo.

—Por favor, a-aléjate de mi.

Pero el sicario hizo todo lo contrario, se aproximó más a Jungkook,


ladeando la cabeza en su dirección. El chico tenía la vista al frente y solo
cuando volteó ligeramente para tratar de ver a Taehyung, se arrepintió.
Estaba demasiado cerca, tan cerca que sus narices rozaban, tan cerca
que el prisionero sentía la respiración de V mezclarse con la suya, tan
cerca que su captor podía sentir el cabello de Jungkook rozándole la
frente.

Y esa distancia dejó de existir en el momento que Kim llevó una mano
por detrás de la cabeza contraria para acercarlo a él, ambos labios
rozándose en el acto. Jungkook con ganas de alejarse, pero sin voluntad
para hacerlo, y Taehyung tratando de intimidarlo más de lo que ya
lograba.1

—¿Te doy asco, pequeño Jeon? —curioseó sobre los labios del chico, y
Kook sintió perfectamente los abultados belfos de V sobre él.1

No, aunque quería, eso no era. Jungkook tenía miedo.1

—¿No vas a responderme? —preguntó, viéndolo fijamente mientras aún


sus labios se posaban sobre los contrarios.

Jungkook aspiró hondamente y se vio obligado a contestarle.

—Tu n-no me das asco, me das miedo —dijo, porque era verdad.

Taehyung ladeó su boca con burla, y en ese entonces presionó sus


labios con los de Kook, éste soltó un quejido por la brusquedad con la
que le besó, pero simplemente fue eso, una presión de ambas bocas.
Kim se apartó a los segundos y quedó viendo sus labios.

Jungkook llevó la vista hacia el suelo, humillado. ¿Qué podía hacer en


ese caso si ese hombre seguía besándolo sin pudor alguno?1

Empezó a sentirse mareado y cansado. Tenía ganas de recostarse en un


sitio porque había algo que parecía estar entumeciéndole las piernas y
brazos. Su cabeza comenzó a dar algunas vueltas, pensó que por un
momento se había emborrachado, pero una simple cerveza no podía
lograr ese efecto. Entonces bostezó dos veces seguidas. El sueño que
sentía era inminente y se sintió tranquilo hasta que V se levantó de su
sitio con una mirada pícara y se dirigió a un cajón de un mueble viejo,
sacando de ahí una navaja.

—Ya está empezando a surtir efecto —dedujo de espaldas al chico.


Jungkook abrió los ojos con horror.

—¿Q-qué coño...? —empezó a hiperventilarse—. ¿Qué efecto...?

—Te di una dosis de Lunesta —confesó, parándose ante él y


recostándose de la mesa a sus espaldas—. Es una pastilla para dormir.
Combinada con alcohol, el efecto tarda un poco en llegar, pero cuando
llega entonces tarda bastante en salir —explicó—. Pasarás dormido
como diez horas, Jungkook. Suficiente tiempo para llevarte a un bonito
lugar.

El menor empezó a negar y sintió las lágrimas picar sus ojos y el miedo
arremolinándose en todo su ser.

—¡N-no! —gritó con desespero—. ¿Q-qué estás... d-diciendo? ¿Qué es


eso? —vociferó de nuevo, haciendo un esfuerzo por tratar de mantener
los ojos abiertos y removiéndose en su lugar.

Sus piernas casi no se sentían, sus brazos estaban perdiendo la poca


fuerza que tenían. V se acercó hasta él, y la cuerda que agarraba sus
tobillos empezó a ser cortada por la navaja que llevaba entre sus manos.
Jungkook había presenciado esa escena anteriormente, cuando lo drogó
y despertó amarrado en una silla desnudo y posteriormente recibiendo
golpes que aún podía percibir. No quería que eso se repitiera.

El horror se adueñó de sus emociones, más de lo que antes sentía,


entonces empezó a llorar. Taehyung lo escuchó, mas ignoró eso.
Jungkook fue testigo de cómo sus piernas fueron liberadas de la cuerda y
cuando llevó su ojos hacia abajo, estaba libre de ataduras.
Lamentablemente no podía hacer nada incluso cuando aparentemente
estaba libre.
—¡N-no me toques! ¡No me toques! —gritó cuando sintió al tipo
arrastrándolo por los brazos hasta el medio del cuadro. Jungkook
forcejeó pero le fue imposible, su cuerpo estaba entumecido y ahora
adormeciéndose—. ¡S-suéltame! ¡Suéltame hijo de puta! ¡D-déjame,
suéltame!

La palma de Taehyung se impactó contra su moflete izquierdo, haciendo


que Kook girara el rostro por el ardiente golpe y sintiera en el borde de su
boca un ardor.

—¡Cállate, mierda! —le gritó—. ¡Cállate o te quiebro esos putos dientes!3

Jungkook gimoteó. Trató de calmarse pero entonces sus ojos se cerraron


y no tuvo tiempo de quejarse sobre otra cosa. Antes de caer
inconsciente, fue la puerta del cuarto abriéndose lo que sintió. Con el
mayor de los esfuerzos trató de medio abrir los ojos, pero solo pudo
hacerlo con el izquierdo. Volviendo a luchar contra el sueño, la figura de
dos hombres arrastrándole fuera del cuarto fue lo último que sintió.

—Mételo en la camioneta, Wang. El niño tendrá pesadillas esta noche...


XI: The pregnant.

(⚠⚠⚠)43

El auto se puso en marcha luego de que el cuerpo inconsciente de


Jungkook fuera tirado en los asientos traseros.

Taehyung dio instrucciones a Jun y a Wang para que se quedaran a


cada lado del chico. Eran casi las nueve de la noche y el sitio donde irían
quedaba al otro extremo de la ciudad. Antes de eso, debían pasar
buscando a otra persona que se encargaría de filmar un video, porque
específicamente habían pedido eso. Taehyung no era muy fanático de
hacer esas cosas, sobretodo grabarse mutilando a un cadáver, pero
cobraba bien por eso y en realidad era lo único que importaba.9

Su mano izquierda se aferraba completamente al volante, mientras que


otra de sus estaba puesta en el vidrio abierto a su lado. El aire dándole
de lleno en la cara y removiendo su cabello oscuro ligeramente hacia
atrás. Detrás de él, a cada lado de la puerta, estaban Wang y Jun, y en
medio de ambos, un muy drogado Jeon, con manos y tobillos atados
junto a cinta aislante en la boca, con una camisa y pantalón nuevos, que
el mismo Kim se encargó de ponerle.4
Las calles a esa hora estaban despejadas. Era jueves, al próximo día
habría trabajo y actividad escolar. No existía razón para que estuvieran
llenas de gente. Y así era mejor, podía ir a la velocidad que quisiera,
podía ir al lugar al que quisiera y no debía preocuparse por los 110 km/h
a los que iba el auto. Su mente iba serena. No pensaba nada en
específico. Si bien, Taehyung siempre iba maquinando cosas extremas
antes de hacer sus trabajos, ésta vez estaba relajado. Casi podía decir
que su mente iba en blanco, de no ser por la cantidad de cosas que sin
querer le llegaron al pensamiento gracias a Jeon.

¿Cómo reaccionaría? ¿Se asustaría? ¿Se desmayaría? ¿Le daría un


infarto por la impresión? Esperaba que eso último no ocurriera en
absoluto, o terminaría demasiado cabreado y con los planes hechos
mierda.11

Miró por el retrovisor y pudo divisar al moreno alto viendo por el vidrio a
su costado. La mirada quizá un poco perdida, o simplemente vacía,
porque no portaba expresión alguna. Del otro extremo divisó a Wang,
terminando de limpiar el arma que había llevado. Luego miró el puesto
delantero. En otras circunstancias, habría estado Baek ahí, pero por los
momentos estaba recuperándose de su estúpido intento de suicidio y ese
espacio ahora quedaba para alguien a quien pasarían recogiendo.

Al cabo de casi una hora, las luces del lúgubre barrio que quedaba a las
afueras se aparecieron ante la vista de Taehyung. Pudo escuchar cómo
ambos hombres detrás de él desenfundaban sus armas y quitaban los
seguros, dejándolas así simplemente listas por si algo pasaba, siempre
en alerta. Estacionó el auto frente a un edificio oscuro y que parecía
abandonado, aunque bien por dentro estaban un montón de personas en
actividades ilegales. Como por ejemplo, grabando vídeos pornográficos y
distribuyendo drogas. Taehyung estaba ahí porque había un hombre
perfecto para el trabajo de grabación, se la pasaba ahí, aunque no vivía
en dicho sitio.

Mingu.

Mingu era un tipo de estatura baja, pelo negro y tez bastante clara, casi
nívea. Se encargaba de dos cosas importantes en ese edificio; grabar
pornografía no convencional y distribuirle droga a delincuentes como
Taehyung. Además, también solía grabar otro tipo de cosas
menos... agradables y de las cuales Kim era un experto.6

El hombre apareció en la entrada del edificio con su maleta de trabajo


usual, donde cargaba las herramientas para grabar. El sicario le había
necesitado un par de veces y ya conocía qué había ahí dentro. Mingu
cobraba caro, pero Kim también. Le daba para pagar por el buen trabajo
que hacía, editando vídeos que a los ojos de personas con dos dedos de
frente eran simplemente horrorosos.
Bajó del auto, con la pistola en la mano izquierda y movió la cabeza
hacia arriba en señal de saludo, Mingu repitió la acción y entonces se
aproximó hasta el auto, específicamente a la maleta, donde Taehyung
tenía la mano puesta lista para abrirla. El sicario miró hacia la parte de
arriba del edificio y vio a tres hombres armados cerca del balcón,
resguardando a Mingu. El hombre asintió y luego de que Kim abriera la
cajuela, Mingu observó que adentro había una gran maleta de metal, así
como una bolsa negra grande. No dijo nada al respecto y solo metió la
suya, que contaba con un par de trípodes y cuatro cámaras. Taehyung
cerró de inmediato la cajuela del carro y se aproximó a su asiento, no sin
antes volver a ponerle el seguro a su pistola y llevársela a la cintura por
dentro de su pantalón.

Mingu entró rápidamente en el asiento del copiloto y cerró la puerta tras


de sí. Sacó un pequeño teléfono viejo, la pantalla iluminándose mientras
él marcaba un número telefónico. Taehyung no habló, de todos modos,
siempre avisaba a dos hombres a donde se dirigía. La noche anterior, el
asesino se había comunicado con él para avisarle que pasaría a
recogerlo hoy en la noche y ya estaban ambos en el auto. Mingu llevó el
teléfono hasta su oído y esperó un par de tonos hasta que una voz del
otro lado contesto con un "hola" que Taehyung pudo escuchar
perfectamente ya que estaba en altavoz.

—Estoy con V —avisó el chico de éste lado de la línea—. Ya estamos


saliendo hacia Jeju. Avísale a Suran que regreso antes del amanecer,
adiós —colgó el teléfono y procedió a sacar una bolsita pequeña del
bolsillo de su chaqueta, la cual extendió hacia Taehyung—. Traje lo que
pediste, V.2

Este observó el polvo blanco con ganas. Una línea era buena antes de
trabajar, eso lo ayudaba a relajarse y bajar la intensidad de su cuerpo.
Pero incluso con eso, estaba perfectamente consciente de todo lo que
hacía. Nunca olvidaba nada, nunca le provocaba nada más allá de su
propia mente volando. La cocaína se colaba entre su sistema, pero su
cerebro era el dueño de absolutamente todas sus acciones. Tomó la
bolsita con sus dedos. Habían unos veinte gramos ahí, suficiente para
que le durara un tiempo. Abrió uno de sus bolsillos delanteros y la guardó
ahí.1

—Mingu, ellos son Wang y Jun —indicó, haciendo una seña con el pulgar
levantado hacia atrás—. Dos esclavos de confianza.1

—Llámenme Mingu, señores —respondió él, ladeando la cabeza hacia


atrás en señal de que estaba presentándose, pero sin ver a ninguno. En
ese momento vio un par de pies amarrados y posados sobre las piernas
del hombre más alto y la curiosidad pudo mucho más que él—. ¿Y éste
quién es? ¿Una nueva víctima?
Taehyung se río fingidamente

—Ese es una futura víctima —replicó con énfasis en esa palabra,


llevando una mano hacia atrás para tocar una de las piernas amarradas
de Jeon, la acarició con recelo y volvió a mirar a Mingu—. Y hoy será
nuestro espectador número uno.17

El castaño puso el auto en marcha, casi las nueve de la noche y aún


faltaban unas tres horas para llegar hasta la isla.

[...]13

Los cuatro hombres se mantuvieron en silencio desde que salieron de la


ciudad hasta que montaron el ferry.

Mientras pasaba una hora desde el puerto hasta la isla —debido a la


lentitud—, los tres decidieron quedarse dentro del auto. Primero porque
arriba no había nada bueno que hacer y segundo porque era preferible
quedarse ahí. De todos modos, el auto llevaba los vidrios abajo y el aire
estaba fresco. Iban en la cubierta. Era solo el auto, ellos cuatro y el
cuerpo inconsciente de Jeon. Había también otros carros vacíos a su
alrededor. El hombre que había contratado a Taehyung, traficaba droga a
parte de Corea y Singapur. Ese ferry no llevaba a nadie que pudiera
interrumpirles el trabajo mientras iban fumándose un par de cigarrillos a
vidrios abiertos. En otras circunstancias estaría prohibido quedarse en
cubierta, dentro de un auto y fumando nicotina, pero les valía
mierda. ¿Quién podría decirles que no lo hicieran?3

Kim se volteó en su asiento cuando el ferry ya casi atracaba el puerto de


Jeju y observó con detenimiento la silueta del chico. Estaba drogado y
probablemente inmóvil, a excepción de su débil respiración. Su cara
extremadamente suave, sus facciones eran delicadas; labios
mínimamente abiertos, ceño completamente relajado y pestañas cortas y
abundantes decorando sus grandes ojos negros; ni dejaba de repetirse
en su mente lo bonito que era.

La gran duda que tenía respecto a ese chico se la aclararían en un rato.

Giró de nuevo la vista cuando sintió que la rampa del ferry iba bajando,
encendió de nuevo el auto y cuando una luz verde se iluminó, dio marcha
para salir del náutico. El muelle se abrió paso entre la vista de Taehyung
y al final de este, un par de hombres esperaban por ellos en una
camioneta negra blindad. Él los conocía a todos, pero los demás
hombres no. Estacionó el auto en una parte cerca del muelle y subió los
vidrios, escuchó cuando las armas eran desenfundadas y el seguro se
les sacaba a todas. Abrió su puerta y seguido de eso los demás hicieron
lo mismo. Se aproximaron hasta los hombres que vestían trajes
completamente negros y lentes oscuros también. Uno de ellos se movió
hasta el sicario para entregarle la llave de una gran camioneta, ese sería
el vehículo en el cual se trasladarían para llegar a donde haría el trabajo.
—La mujer ya está allá —avisó uno de los hombres de mediana estatura,
luego de que Taehyung agarrara la llave de la camioneta—. Solo falta
que ustedes lleguen, V.7

Él asintió con el ceño fruncido e hizo seña a Wang y Jun para que se
dirigieran hasta el auto y sacaran las maletas que allí se encontraban,
además de a Jungkook. Mientras Taehyung se subía a la camioneta,
Mingu se montó en la parte del copiloto y Jun se aproximó hasta el auto.
El sicario observó que tomaba el peso muerto del chico y se lo subía al
hombro para luego cerrar la puerta detrás de sí y meterlo hasta la parte
de atrás de la camioneta. Wang llegó poniendo las maletas dentro y
montándose después. Jun dio dos palmadas a un lado del vehículo para
indicar que ya estaban listos.

Uno de los hombres de Mark se dirigió hasta la puerta del piloto, donde el
asesino estaba, y entonces este bajó el vidrio dispuesto a escuchar lo
que tenía que decir.

—¿Información? —preguntó Taehyung, viéndole con el entrecejo


fruncido.

—Septiembre del noventa y siete. Hermana mayor. Catorce ella y casi


dieciséis él —declaró el tipo.19

Kim asintió después de haber reprimido una risa y miró a los dos
hombres de atrás.

Solo él entendió aquella respuesta.

—Comunícate con PJ y dile que en unos días iré a verlo.14

El contrario asintió.

—Entendido, jefe.
Cerró el vidrio y puso el vehículo en marcha.

[...]2

Unos cuarenta minutos después, llegaron a un terreno amplio, cuyo única


construcción era una especie de casa abandonada de dos pisos.

Era la primera vez que Taehyung iba acompañado a ese sitio. Había ido
otras dos veces un par de años atrás, que fue cuando conoció al mismo
hombre al que le estaba haciendo el trabajo de esa noche. El sicario
principalmente trabajaba solo, pero tenía contactos que lo volvían
prácticamente intocable. Aparte de su propia reputación, la gente que
conocía era poderosa e influyente.

Estacionó la camioneta a un costado de la construcción y luego de


apagar el carro pudo divisar un Chevrolet estacionado cerca de la
entrada, quizá era de los hombres de Mark, que habían ido
específicamente a dejar a su mujer ahí. Los cuatro hombres bajaron de la
camioneta. Taehyung ordenó a Wang que llevara las maletas adentro y a
Jun que llevase a Jungkook. Ambos hombres obedecieron con un
asentimiento. Mientras ellos se dirigían a la camioneta, el delincuente
entró junto a Mingu al lugar.
El sitio donde estaban le llamaban "La Bodega", pero la realidad es que
no era eso. Era nada menos que un abandonado matadero, el cual
compraron específicamente para estas cosas. Incluso todavía se podían
ver algunas manchas de sangre animal en las paredes, que algún día
fueron blancas, mezcladas con sangre humana de tantas veces que los
mafiosos habían utilizado ese lugar.6

La gran puerta se abrió, revelando una sala que parecía donde tenían a
los animales en cautiverio para luego darles el tiro en la cabeza.
Taehyung siguió de largo hasta que llegó a una sala donde sabía que
guindaban los cadáveres de las reses, porque habían varios ganchos
colgados en el techo. Las luces encendidas le indicaron que ya había
gente allí dentro, así que caminó por el largo pasillo y luego de cruzar
una pared, pudo encontrar a quienes buscaba.

Amarrada a una silla con pesadas cadenas de hierro, por los tobillos y las
muñecas, estaba la tal Wheein.24

Dos hombres armados con rifles grandes la custodiaban. El victimario


pudo ver su expresión cansada, asustada y con maquillaje corrido de
tanto llorar. Depositó la vista hacia su vientre el cual estaba visiblemente
abultado y demostraba que, en efecto, la mujer llevaba seis meses de
embarazo, como le habían dicho.

Ella no pronunció palabra alguna cuando alzó la vista y se encontró con


los oscuros ojos de V. Le escaneó la vestimenta, escaneó sus facciones,
pero no dijo nada. Solo volvió a bajar la cabeza y empezar a llorar. El
maleante rodó los ojos y la tomó de la barbilla obligándola a verle de
nuevo.
—Te aconsejo que seas una chica buena y grites bastante, porque de ti
depende mi dinero —ella sollozó, y su cabeza volvió a caer cuando
Taehyung la soltó—. ¡Ustedes dos! —señaló a los hombres de Mark—.
Mis esclavos están afuera, ayúdenlos con las maletas y vuelvan hasta
acá. ¡Rápido!11

Ambos hombres asintieron y se aproximaron hasta la entrada por donde


Jun y Wang seguro no sabían a dónde dirigirse. Taehyung giró su vista
hasta Mingu, sus facciones estaban tensas, pero sin embargo parecía
neutral.

—Vamos a montar un espectáculo sangriento, Min —se jactó el maleante


y vio como el adverso asintió y la chica amarrada empezaba a retorcerse
con su llanto a flote.13

Fuertes pisadas retumbaron dentro del sitio. El asesino divisó a Jun con
el cuerpo de Jungkook a su hombro otra vez, mientras uno de los
hombres traía las dos maletas a cada lado de su cuerpo, siendo
arrastradas por las ruedas. Las dejó a ambas frente a Taehyung y éste
las tomó y pegó de una pared.

—Acuesta al niño allá —ordenó, señalando una isla donde


probablemente se picaba la carne en pedazos—. Hay que despertarlo.2

Kim pensó que alguien comentaría algo relacionado con el chico, pero no
fue así. Jun se aproximó hasta la isla y sentó a Jungkook en ella. Tuvo
que volver a agarrarlo porque estaba completamente inconsciente y su
cuerpo ni siquiera podía mantenerse recto un segundo sin caerse al
frente o de lado. El sicario observó cómo le recostó de lado y pegó su
cabeza de un pequeño muro y de esta forma el cuerpo del chico pudo
por fin mantenerse firme, aunque de igual manera estuviera sedado.
—¿Qué pasa con él? —preguntó Mingu, detallando la escena, Taehyung
giró su vista hacia el emisor y entonces señaló hacia el cuerpo de
Jungkook.

—El es mío —advirtió roncamente—. No tiene nada que ver con ella —
detalló, señalando a la chica llorando—. Ahora arma todo lo que
necesites mientras yo lo despierto.1

Mingu asintió y se dispuso a sacar sus herramientas mientras Taehyung


se daba la vuelta dispuesto a despertar a su rehén.

—Deben quedar como tres horas de efecto, pero eso no impedirá que
pueda despertarlo —masculló—. Tráeme el gas y la tela que están en mi
maleta, Jun.

El aludido se aproximó hasta la maleta y luego de abrirla, sacó una


botella de metal junto a una tela blanca y áspera. El secuestrador la tomó
entre sus dedos cuando le fue extendida, la alejó de su nariz, presionó el
spray y la camisa se impregnó de la esencia. Después empuñó la tela
entre sus manos, dirigiéndose hasta el cuerpo de Jungkook, agarrando la
parte de atrás de su cabeza con una mano y con la otra presionó la tela
contra su nariz.

El chico al minuto arrugó el entrecejo, y un par de minutos después


estaba medio abriendo los ojos para luego abrirlos de golpe y empezar a
toser. Estuvo a punto de ahogarse debido a la cinta que llevaba en su
boca, empero V la quitó rápidamente permitiéndole toser con fuerza. La
nariz de Jungkook ardía, su garganta picaba y los ojos los tenía aguados.
Era como si hubiese comido una exagerada cantidad de picante. La boca
empezaba a arderle y por un momento estuvo confundido con todo lo
que estaba a su alrededor, pero una vez que pasó casi cuatro minutos
tosiendo y recuperando el aire, la alarma se incendió en su interior.

Miró a su alrededor, llevaba ropa nueva, unos jeans y camisa blanca


pero no eran suyos y las prendas parecían más grandes. Se asustó
cuando vio un lugar lúgubre, llenos de hombres que no conocía y
sobretodo a V. El hombre tenía una mirada neutral e imperturbable. A su
derecha estaba uno de los subyugados que había visto el día que lo
secuestraron y a su izquierda estaba Jun, el tipo que le había ayudado a
asearse semanas atrás. No dijo nada por un momento, sus manos
estaban atadas frente a él. V se retiró de ese sitio para tirar el pedazo de
cinta por una mínima ventana, y el cautivo se alarmó al ver que una
mujer en estado avanzado de gestación, se encontraba frente a él a unos
escasos metros. También divisó a unos hombres vestidos de negro a
cada lado de ella mientras la chica no paraba de llorar y pedir que la
soltaran.5

Fue ahí cuando se encontró de nuevo con la cara de V. Él llevaba una


sonrisa psicótica en el rostro y cuando se acercó a Jungkook este por
miedo se encogió en su propio cuerpo sin saber que hacer. Recordó todo
lo de la cabaña; la cerveza, la pizza y la mínima charla que había tenido
con el tipo.2

—No me toques —le suplicó cuando el hombre casi le toma un mechón


de cabello, pero de igual manera hizo caso omiso y no le importó en
absoluto, ahora estaba dando caricias a los mechones de cabello de
Jungkook—. N-no me toques...

—¿Descansaste, pequeño Jeon? —preguntó como si nada.15


Jungkook volvió a mirar a su alrededor, esta vez con la respiración muy
agitada y su frente sudando en frío. Le miró detenidamente y por un
segundo pudo jurar que había burla en su voz.

—¿D-dónde estoy? —pidió saber.

V le sonrió.

—Estamos en Jeju, pequeño Jeon.

—¡¿Qué?! —gritó con asombro y susto—. ¿Q-qué me v-vas a hacer? —


Kook miró a todos los demás—. ¡¿Q-quiénes son ustedes?! ¡No me
toques! ¡No me...

La bofetada no se hizo esperar, cinco dedos en su mejilla y un ardor


terrible, entonces Jungkook conservó la calma y dejó de gritar. Por más
que tuviese miedo, también se había sentido humillado delante de las
demás personas que no conocía.4

—Silencio, niño —ordenó V—. A ti no te voy a hacer nada, bonito —


admitió cerca de la oreja contraria y Jungkook sintió escalofríos—. A ella
—giró la vista hasta la mujer y la señaló con su índice—... a ella la haré
sentir el infierno.4

Entonces le soltó para ir hasta Mingu, el cual ajustaba el último trípode


firmemente. Se levantó de estar en cuclillas y miró a Taehyung.

—Todo listo, jefe.

Taehyung asintió y se giró hasta Jackson y Namjoon.

—Quiero que el niño vea absolutamente todo —indicó con gozo—. Wang
y Jun, desátenlo y agarren fuerte sus brazos y piernas para que no se
mueva. Ustedes dos —señaló con el índice y medio a los hombres
vestidos de negro—. Métanle un balazo en el medio de la puta frente si
llega a apartar la mirada de lo que haré a continuación.24

—Si, jefe —dijo uno de los hombres, el otro asintió.

Jungkook en ese momento no entendía nada. No sabía dónde estaba,


qué estaba pasando, por qué habían tantos hombres en un lugar tan
extraño, qué era ese lugar horroroso y sobretodo quién era esa
muchacha que estaba llorando mientras estaba amarrada en una silla
con una prominente barriga de embarazo.

—¡Empecemos con el espectáculo! —exclamó Taehyung, y en ese


momento Mingu se aproximó a encender todas las cámaras.18

Wheein estaba más que llorando, las espesas lágrimas inundaban sus
ojos mojando su cuello y piernas, su nariz goteaba liquido de su
mucosidad, a penas se podía distinguir que estaba roja de tanto llanto y
el negro de su maquillaje la hacía ver como un alma en pena. Los gritos
de piedad que vociferaba eran demasiado fuertes para ser soportados
por los oídos de Jungkook, incluso cuando él gritaba creía que su voz no
sonaba así de quebrada. El hombre que portaba una cámara en el brazo
empezó a grabar alrededor. Ella miraba el lente mientras gimoteaba,
negaba y de su boca salía un hijo de saliva.

Estaba, literalmente, privada en llanto.4

—Ella es Jung Wheein —habló Taehyung a la cámara—. Pareja del


famoso Kim Mark, cuyo verdadero nombre es Mark Yul Choi. Ella está
aquí porque engañó a su marido desde hace mucho tiempo y hasta se
embarazó.

—¡N-no es cierto! —gritó ella—. ¡E-eso no es cierto! ¡Lo juro por Dios!
—¡Cállate la boca! —Taehyung alzó la voz por encima de ella,
obligándole a callar—. Esta será la última noche de nuestra linda Wheein
en este mundo, y todo porque le abría las piernas a otro —pronunció
agachado frente a ella y burlándose.

Jungkook observaba todo con miedo. Iban a matar a esa pobre mujer, y
lo peor del caso no era eso, sino que su abultada barriga era algo que no
se imaginaba ver lleno de sangre. Ni siquiera en ese estado, quedaba
absorta de recibir semejante destino.

—Pásame la dosis, Lee —le ordenó V a uno de los hombres, el cual fue
hasta la maleta y sacó una inyectadora con bastante líquido y lo
suficientemente grande como para ser intimidante.

Cuando Taehyung obtuvo la inyectadora, se acercó hasta la mujer y giró


su cuello, jalándole el cabello de lado, a lo que ella dio un estallido de
dolor. La aguja se insertó en su vena más prominente y su victimario
presionó la base de esta para que saliera todo el líquido hasta quedar en
su sangre.

—Adrenalina —comentó—. Te mantendrá bastante consciente mientras


te mueres. Hará efecto en algunos minutos y sentirás que quieres correr
por todos lados, pero es lo que menos harás —seguido a eso, dio dos
palmadas en su pómulo izquierdo.28

Ella se mantuvo llorando, no dijo nada más, quizás por haber estado
demasiado asustada. Taehyung se aproximó hasta la maleta y entonces
de ella sacó un cuchillo enorme. La chica empezó a retorcerse en la silla,
al punto en el que sus muñecas, que de por sí ya estaban rojas,
obtuvieran un color más intenso y las cadenas comenzaran a rasparle la
piel.
—Uno, cortarte el cabello —informó el verdugo—. El cabello largo ya no
le gusta a Mark.14

Taehyung se puso detrás de ella. Con una de sus manos tomó su pelo y
lo templó hacia arriba, puso el cuchillo debajo del moño y empezó a
mover el filo lado a lado para cortarlo. No fue difícil en absoluto, pues
estaba afilado a la perfección. Cuando el montón de cabello quedó en su
mano, el maleante lo alzó frente a la cámara que Mingu tenía y luego de
exhibirlo lo echó a un lado.

—Nadie más te va a jalar el pelo mientras te cojan, Wheein —habló


Taehyung cerca de su oído.17

Jungkook a todas estas no sabia qué hacer, había un hombre con la


pistola desenfundada y mirando al suelo, no sabía si de verdad le
dispararían y li matarían —esto, por todo lo que V le había dicho
anteriormente—, pero prefería no arriesgarse del todo de todos modos.

—¡Ya d-detente, V! —gritó la muchacha desesperadamente—. ¡E-estoy


embarazada! ¡Es mi b-bebé! —rogó—. ¡No m-me hagas esto! ¡Yo te ju-
juro por lo más sagrado que soy inocente! ¡P-por favor, para! ¡V, te lo
juro!

—A mi me sabe a mierda si eres inocente o culpable, Jung —le explicó el


sicario—. Me pagaron para matarte y eso es lo que haré —confesó—.
Ahora cállate o lo harás más difícil, nena.

La muchacha seguía gimoteando, nerviosa y asustada a más no poder.


Sus ojos a cada segundo se encontraban con los de Kim, y aunque ella
se mantenía negando con piedad, él no parecía mostrar ningún tipo de
expresión de remordimiento. Parecía estarlo disfrutando en demasía.
—¡Ya, p-por favor! ¡Te lo ruego, por favor! ¡Por favor, e-estoy
embarazada! —estaba implorando piedad, pero no lo conseguiría—. ¡No
quiero perder a mi bebé, V! ¡Te lo pido, por favor!

—Pero querida, no lo vas a perder —habló suave, acariciándole el borde


del vientre con dos dedos y mirándola a los ojos—. Te vas a ir con él.7

—¡No! ¡Por favor, detente!

Taehyung perdió la paciencia.

—¡Cállate, maldita sea! —su puño estampó contra la nariz de la chica,


haciendo que esta se echara hacia atrás y un hilo de sangre empezará a
bajarle.

Ella siguió llorando en silencio.


Jungkook, por otra parte, estaba atónito y no quería ver qué seguía, pero
lamentablemente estaba obligado a hacerlo.

—Levántenla y quítenle la ropa —mandó su captor.2

Los hombres, el que estaba apuntando a Jungkook, y el otro que solo


miraba a la mujer, se dirigieron a ella. Kook vio como la chica intentaba
negarse, pero los hombres eran mucho más fuertes que ella. El más alto
de los dos, le sostuvo ambos brazos para inmovilizarla mientras que el
otro desataba sus muñecas. Cuando ambas estuvieron libres, el tipo las
llevó a la parte de atrás de su cabeza, posterior a eso le desataron los
tobillos y la levantaron de la silla. Ella intentó forcejear un poco, mas su
estado no se lo permitía, fue entonces cuando el hombre alto tomó unas
tijeras y le hizo un corte al vestido que llevaba, luego lo rompió con
ambas manos dejándola en ropa interior, que constaba de un brasier
blanco con ciertas manchas de sangre y la prenda inferior era alta para
cubrir la mitad de su panza.
—¿Todo, jefe? —le preguntó un tipo.

En ese momento el sicario aprovechó para sacar la bolsita que había


metido dentro del bolsillo de su camisa. El plástico transparente, con
polvo blanco adentro, fue abierto por sus dedos fundidos en anillos. Pasó
la punta de su dedo índice por su lengua, después lo metió dentro de la
bolsita, dejando polvo pegado a este, hizo lo mismo con el pulgar y
cuando ambos dedos quedaros llenos, los metió a su boca, deslizándolos
de lado a lado por las encías y sintiendo el familiar amargo activarle las
papillas gustativas.

—Quítenle todo —indicó, luego de lamer el restó de sus encías llenas de


droga con la punta de su lengua.

"La va a violar, la va a violar frente a mis ojos...". Era lo que pensaba,


Jungkook, que a su vez trataba de hablar, pero nada salía de su boca,
nada excepto balbuceos por la situación. Giró la vista hasta Namjoon, el
cual miraba la escena con el ceño fruncido y tragaba de vez en cuando.
Jungkook solo pudo deducir una cosa de eso.

Kim Namjoon tenía miedo.28

—¿L-la... l-la va a violar? —indagó, tartamudeando en un susurro el cual


solo Jun pudo escuchar.

Este hizo un ademán para que se callara y solo entonces, cuando sus
ojos dieron completamente a los de Jungkook, el chico pudo observar
que realmente Jun se encontraba a la expectativa de lo que iba a pasar.

Kook volvió a girar la vista hasta la mujer, ella estaba completamente


desnuda y en ese momento el hombre con la cámara la enfocó por
completo. Jungkook no sabía qué sentir excepto por miedo y repulsión.
Había algo en la actitud de ambos que le confirmó que no iban a abusar
sexualmente de ella. Ambos hombres tenían un semblante relajado y
casi serio. V estaba buscando algo en una de las maletas mientras el
otro hombre solo acomodaba la cámara en su hombro.

Y, además de eso, ninguna entrepierna estaba despierta.5

Jungkook no supo porqué razón lo hizo pero entonces al mirar la


entrepierna de V supo que quizás no la violaría. Una persona que
estuviera a punto de violar a otra seguro estaría excitada y V no parecía
estarlo en absoluto.

El hombre sacó una larga y pesada cadena de metal de la maleta y luego


se dirigió hasta la chica.

—Amarren fuerte sus muñecas —ordenó—. Dejen espacio por sobre su


cabeza y suban los brazos. Hay que colgarla del techo.16

Los hombres asintieron y ella se mantuvo suplicando. Estaba empezando


a moverse demasiado y parecía sudar frío mientras que le amarraban. Al
cabo de un rato, sus muñecas estabas perfectamente atadas con la
cadena, Taehyung observó con dureza e indicó que le amarraran con
una cinta gruesa los tobillos. Los hombres lo hicieron sin titubear. El
asesino se subió en un mesón, levantándose sobre este. La cadena que
sobraba, fue introducida por un gancho que yacía en el techo. Era de los
ganchos donde colgaban el ganado sin cuero después de muerto. Una
vez que pasó la cadena, bajó de la mesa y sacudió sus manos.

—Lee, jala la cadena hasta que los pies de nuestra invitada no toquen el
suelo —tras eso, se puso frente a ella.

Y así fue, la chica quedó suspendida en el aire, sus manos amarradas


con fuerza por la cadena que le levantaba ambos brazos por encima de
su cabeza. Jungkook observó la escena con horror. La embarazada
guindada del techo. Su barriga estaba templada, sus senos estaban
expuestos así como el principio de su monte de venus, sus piernas, sus
glúteos. Toda ella estaba expuesta completamente, sin pudor alguno y
como vino al mundo.

—¡Por lo que más quieras, por favor, p-por favor ,V! ¡No me hagas esto!
¡No me hagas esto, por el amor de Dios! —la chica empezaba retorcerse
y a gritar, la adrenalina ya estaba en todos sus sentidos y su expresión
cansada ya no estaba ahí. Ahora solo había una desesperada por
completo.18

Taehyung ignoró olímpicamente sus súplicas y por el contrario procedió


con el siguiente paso. Tomó una caja metálica de adentro de la maleta y
de esta sacó una cosa parecida a una pistolita, pero Jungkook estaba
muy lejos para detallar bien. Fue cuando V presionó un botón, que el
menor supo qué era.

Un soplete.

—Paso dos —dijo con serenidad—, los tatuajes.16

Jungkook no supo exactamente a qué se refería V, pero cuando dirigió la


mirada hacia la muchacha, entendió. Iba a quemarle todos sus tatuajes,
en carne viva.

La chica tenía un tatuaje de libélula casi llegándole a la muñeca, llevaba


en el muslo izquierdo un tatuaje colorido de un buda, una flor de loto
estaba debajo de sus senos y por último un nombre yacía tatuado en el
comienzo de cada uno de sus dedos; M. A. R. K. Kook se dio cuenta
porque empezó a buscar entre su cuerpo todas las marcas de tinta.16

Taehyung volvió a ver hacia la cámara y entonces se apresuró a hablar.


—Esto pasa cuando eres infiel y tu marido es un mafioso —avisó, y luego
dio un guiño a la cámara. Aparte de eso, giró por un segundo la vista
hacia Jungkook, el cual estaba con el corazón casi desbocado y sin
poder aún decir nada.22

Entonces le guiñó un ojo a él también.17

Se paró frente a ella, Kim era alto y si subía ambos brazos podía llegar
perfectamente a sus muñecas, porque ella tenía una baja estatura y el
techo era ligeramente bajo. Tomó la muñeca de la chica boca arriba,
pasó su dedo por encima de ella y sin previo aviso, pegó la punta
llameante con la carne expuesta.

El grito de agónico dolor que ella dio, fue como si le rasgaran un tímpano
a Jungkook.16

Pudo escuchar, a pesar de sus gritos, como la carne iba quedando


quemada con el soplete. La chica se retorcía de dolor y trató de quitar la
mano, pero le fue imposible porque el hombre era más fuerte y ella
estaba amarrada. El soplete consumía la carne y la sangre se empezó a
deslizar ligeramente.14

—¡AAAH! —el grito era horrible, desesperado, quejumbroso—. ¡B-


BASTA! ¡V, PARA! ¡V, por favor, por favor! ¡Para, para!

La piel se tiñó de rojo intenso, la herida estaba abierta y se podía ver


parte de la carne quemada y otra zona irritada llena de sangre. Pese a
estar a unos metros de distancia, Jungkook pudo ver con detalle la herida
y le pareció simplemente repugnante.

Sin haberle dado tiempo de volver a quejarse, Kim bajó la llama del
soplete poco a poco, creando un camino desde la zona cerca de la
muñeca hasta el brazo, la parte interna del codo y finalmente por su
cuello. Ella gritó más arduamente cuando el soplete pasó por uno de sus
senos quemándole el pezón y posteriormente instalándose debajo de
esto para quemar el loto.16

—¡YAA, D-DIOS YA, YAA! —la carne de Wheein iba "cociéndose", a


medida que el soplete desfiguraba la parte del tatuaje. Ella empezó a
perder la voz y tenerla más ronca, a sudar y a enterrar sus largas uñas
dentro de la palma de sus manos tan pronto como aquel suplicio era
ejercido en su anatomía—. ¡S-SUEL... AAH!

Un segundo estallido de dolor se produjo cuando el pecho recibió toda la


llama en el medio. Para ese entonces, un hilo de sangre empezaba a
vérsele bajando por el pecho, de tanto que ella se retorcía, las cadenas
del techo empezaron a moverse de una manera estruendosa al punto
que Jungkook llegó a pensar que se soltarían, el ruido de aquello era lo
peor. Podría cerrar los ojos con fuerza —quitando el hecho de que
seguían apuntándole—, pero el sonido era mucho peor de soportar.

El camarógrafo seguía grabando. Había una cámara que la enfocaba a


ella desde la izquierda, otra desde la derecha, otra enfocando V y una
que cargaba el tipo encima donde cada movimiento que hacia era
registrado. Jungkook supo que era uno de esos gángsters que grababan
los asesinatos para que los mafiosos pudieran verlo hasta cansarse,
como unos sádicos de mierda que gozaban del sufrimiento. En este
caso, una infidelidad a un capo.

Hubo un silencio extraño, la chica solo lloraba, pero ahora no gritaba, era
como si el dolor que sentía lo hubiese drenado con eso. Jungkook miró la
herida en su pecho, era un hoyo que botaba humo, ensangrentado y
abierto, la carne se notaba caliente y quemada. Era asqueroso.
V no estaba cerca de la chica, estaba cerca de la maleta. Un cuchillo fue
sacado de allí, era plateado y brillante con un mango en un tono negro
pulido. La hojilla parecía tan filosa que quizá podría cortar un bloque de
concreto si se ejercía suficiente fuerza.

—Ahora, el tatuaje de Buda —señaló V.

Solo entonces, Jungkook miró el muslo de la chica, como buscando


aquello que era Buda. En ese momento vio el tatuaje a color; un Buda
dorado con detalles azules, verdes y rojos. Era suficientemente grande
para ser visto desde esa distancia, pero no tan grande como para
abarcar todo su muslo. V se acercó con cautela a ella y una de sus
piernas amarradas fue subida por sus dos manos hasta quedar a la
altura de su pecho lleno de sangre.

—¡P-por favor, por lo q-que más quieras! ¡Por favor n-no...! ¡No lo hagas,
por favor! —a pesar de estar guindada del techo, estaba retorciéndose,
gritando de miedo y dolor—. Por favor, no lo hagas V... por favor.1

La chica tenía la cara llena de lagrimas, ojos hinchados y uno de ellos


con un moretón. De su nariz escurría sangre que llegaba a su mentón,
debido al crudo puño del golpe. Un hilo del líquido rojo se escurría por su
pecho junto a piel de tonos morados, rojos y quemada. En su muñeca
estaba la misma herida escurriéndose. Las marcas de la cadena
empezaba a hacerse notar cada vez más por sobre la quemada.

—¿Te gusta comer carne, Wheein? —inquirió terroríficamente,


observándola llena de horror—. Bueno, así se consigue un buen corte.

Y en ese momento, V tomó el cuchillo y empezó, literalmente, a


rebanarle el tatuaje de Buda; como quien rebana una pieza de carne de
res.35
El grito ahogado que ella dio, logró que Jungkook quisiera quedar sordo
por el resto de su vida. La sangre empezaba a correr de a chorros. V
tomaba la pierna de la chica con fuerza, apoyándola contra su pecho
para que los retorcijones de ella no hicieran que se moviera, dejó caer la
pierna y Wheein volvió a gritar tan tortuosamente que el rehén se sintió
desesperado. Tomó el filo otra vez, y siguió sacando el tajo de la carne
que cubría el fémur hasta que quedó expuesto el músculo rojo y el pellejo
terminando de guindar. Sus manos para ese entonces estaban
ensangrentadas, su ropa estaba manchada de sangre, su cuchillo igual y
la piel de la chica se encontraba siendo despellejada en carne viva.

Jungkook cerró los ojos con una fuerza tan grande que pudo sentir como
su entrecejo y su cara empezaban doler. No quería observar aquel
desastre, no quería mirar la sangre correr hasta el suelo mientras el
asesino la cortaba, no quería escuchar los gritos desgarradores de la
pobre muchacha, no quería estar presente en aquel sitio tan lúgubre
lleno de hombres tan enfermos.

Y viendo aquella catástrofe; no quería morir a manos de V.3

—Muchacho, por tu bien, abre los ojos —escuchó que Jun le dijo.

Jungkook lo hizo, sacando valor de quién sabe dónde, pero rápidamente


volvió a cerrarlos por la impresión.

—¡AAH! —continuó la mujer en busca de clemencia—. ¡YA, PARA! ¡V, P-


PARA!

El verdugo apretó más la pierna contra sí. El cuchillo terminó de


deslizarse sacando un pedazo entero de carne con la marca del tatuaje
por completo; solo que el Buda no se veía, porque la espesa sangre le
cubría. Wheein suspiró ahogadamente, sintiendo un ardor y dolor
inexplicable, estaba siendo vilmente torturada y por su mente lo único
que pasaba era que quería acabarlo todo, porque sabía que eso no
terminaba ahí y ella quería detener el sufrimiento.

Morir de una vez.

—¡M-MÁTAME, V! —suplicó la embaraza—. ¡YA, S-SOLO MÁTAME!

Taehyung soltó su pierna, la herida era un manantial de viscosa linfa que


corría hasta el suelo, pasando por sus rodillas y tobillos amarrados. La
chica lloraba, y sus lágrimas empezaban también a caerle en la herida
del pecho de la cual la sangre también brotaba.2

Jungkook observa su rostro, detallando sus duras facciones y buscando


entre ellas algo que le hiciera pensar que no era un completo monstruo lo
que estaba delante de él. No podía creer que estuviera presenciando
aquello. No daba crédito a que alguien disfrutara haciendo lo que V
estaba haciendo. Y es que sí; lo disfrutaba. Porque cuando Jungkook
observó su rostro, pudo ver que una sonrisa burlona surcaba la comisura
de sus labios.

—¿Qué pensaste cuando te tatuaste el nombre de tu marido, al que le


fuiste infiel tantas veces? —le preguntó, en un tono tan estúpidamente
tranquilo que Jeon no supo si sentir miedo o terror—. ¿No tienes moral?

—Y-ya basta... V, p-por favor —jadeó ella entre dientes, aguantando sin
remedio el dolor que sentía; su cabeza iba a explotar—. No he hecho
nada, por Dios juro que no he hecho nada... ¡Mátame ya! ¡Detén esto!

—Mark es un hombre muy bueno —pronunció para desviar el tema—. Yo


no sé ni para qué le engañaste.
Ella lo miró con súplica, dolor y odio. Él solo volvió a burlarse con una
hipócrita carcajada.

—Pásame la tijera grande, Lee.4

Lee obedeció y rápidamente fue hasta la maleta de donde sacó unas


tijeras mucho más grandes que las de una tamaño normal. Se las
extendió a Taehyung y este las agarró con fuerza mientras las abría y
cerraba provocando que el roce de las cuchillas hiciera un sonido
chirriante dentro de aquellas cuatro paredes de ese matadero.

—A Mark no le gustaba que estuvieras escuchando sus conversaciones


de negocios, a escondidas de él —admitió el sicario—. Me pidió algo
específico para recordártelo, aunque por obvias razones nunca más lo
volverás a hacer.

En ese momento el alzó los brazos y tomó el moño que ella cargaba. Lo
templó hacia atrás, exhibiendo su cuello, entonces lo echó hacia un lado
provocando que su oreja quedara perfectamente dispuesta.

—Tres, no escucharás.21

Jungkook supo exactamente qué iba a hacer.

V colocó la tijera abierta por la parte de atrás de su oreja, sus manos


sujetaban el mango de manera firme y la chica empezó a sollozar otra
vez.

—Para que tu alma no escuche cosas indebidas cuando te mueras —


masculló tétricamente.7

Y entonces cerró sus manos.1


Kook no supo que fue más horroroso, si escuchar el alarido a garganta
desgarrada de la chica siendo torturada, o la imagen de V haciendo
fuerza para cortar su oreja izquierda mientras ella se retorcía guindada
del techo y la tijera le provocaba que cerrara con fuerza los ojos y de la
presión comenzara a sangrar por la nariz, además de que en su vientre
se reflejaban unos movimientos en el frente.1

Pero lo cierto fue que cuando el sicario sacó la tijera del sitio y con una
mano abierta arrancó la oreja —que solo estaba despegada a la mitad—,
Jungkook casi se desmaya.25

Hizo lo mismo con la otra oreja; templó a la chica para ponerle el cabello
de un lado y luego hizo un corte profundo. Cuando la mitad de la oreja
quedó cortada, utilizó su mano para terminar de arrancarla, provocando
un sonido desgarrado, la tiró a un lado después. Todo su cuerpo estaba
bañado en sangre, todo V estaba repleto de sangre, el suelo era un río
de lo mismo, incluso Mingu —que solo estaba grabando—, tenía
manchas de sangre.

La bilis de Jungkook subió hasta su garganta dejándole un sabor


amargo; tenía náuseas, ganas de salir corriendo, de gritar, de matar a
todos y darle alivio a esa chica. Pero no podía, no hablaría, no diría nada.
Solo esperaría, ¿qué podía hacer si no?

—Lee, el postre —pidió su captor.1

Jeon no supo totalmente qué significó eso, pero al cabo de unos minutos
lo descubrió; y prefirió desmayarse en ese momento, en vez de haberse
mantenido consciente por lo que vio.

Una motosierra fue entregada justo en los brazos de V. El filo de las


cuchillas estaba mínimamente usado, porque se veía brillante, y la fuerza
que el asesino usó para tomarla hasta que sus brazos quedaron con
venas marcadas, le indicó a Jungkook que era pesada.36

Taehyung imaginó que haber tenido a la chica con una pérdida de sangre
tan grande, la habría matado en minutos, pero el chute de adrenalina
estaba dando sus frutos a la hora de rendir su vida. Debía conservar una
copia de aquel video, incluso si sabía que sería prácticamente imposible
porque era privado, igual no importaba. Daría lo que fuera por tenerlo
entre sus manos al terminar. Se puso frente a la chica bañada en sangre.
Ella respiraba con dificultad, a pesar del líquido esparcido por todo su
cuerpo, Taehyung notó que sus labios estaban morados, su piel más
pálida y sus movimientos eran más lentos.

Estaba muriéndose.5

Solo entonces, cuando encendió la motosierra y el filo empezó a dar


vueltas, supo que ella estaba dando su último aliento.

—E-eres... un m-maldito, Kim Taehyung —pronunció Wheein por última


vez, mirándolo.25

Kook parpadeó un par de veces, escuchando aquel nombre infame. Así


que el verdadero nombre de su captor era en realidad "Kim Taehyung".

V era Kim Tae Hyung; y Jeon Jungkook jamás iba a olvidarlo.2

El filo de la motosierra llegó hasta su vientre mientras era deslizado hacia


la derecha y Jungkook vio cómo la sangre salpicaba por todos lados,
llenando a V por completo, llenando a Mingu por completo e incluso a los
hombres que estaban cerca de ambos. Wheein gritó hasta que su
garganta no dio más y a borbotones salía la sangre de su boca como si
la vomitara, bajando en una catarata y logrando que la brutalidad del acto
fuera tan grande, que el menor pudo llegar a compararla con ganado;
ganado alimentado, llevado al matadero y asesinado de manera bestial
para consumo. No podía pensar que ocurriría algo peor; hasta que cayó
en cuenta que ella está embarazada.

Justo ahí, la motosierra pasó por la mitad de su vientre. Wheein no gritó,


no maldijo, no se quejó ni movió.

Y es que Wheein ya estaba muerta.5

Pero entonces, la brutal imagen llegó a los ojos de Jungkook. Imagen


que aún guarda en su recuerdo.

Del vientre de Wheein salieron dos pedazos de algo; dos pedazos


ensangrentados y cubiertos por una cosa, dos pedazos de algo que
Jungkook sabía qué era, pero prefirió no decirlo. Entonces un trozo de
carne parecida a una cuerda brota de su estómago haciendo que él
bajara la cabeza privado en un silencioso llanto y con dolor de cabeza
por aguantar la presión, temblando entero.1

Ahí, tirado en el suelo, estaba un feto con el cuerpo rajado a mitad y la


placenta rota.68

La cabeza había salido primero y el resto del cuerpo después. Junto a


eso, las asquerosas vísceras de la mujer empezaban a brotar de su
vientre llegando al suelo en pedazos. No bastando con eso, el verdugo
metió el filo de la motosierra contra la herida del pecho. Deslizó hasta
abajo, pasando por el abdomen, el ombligo, la cadera y su entrepierna;
rajando a la víctima por la mitad de forma vertical.

Si quedaba algo dentro del cuerpo de esa chica, todo había quedado en
el suelo resumido en un rio asqueroso de sangre, órganos
desmembrados y una cría, mientras aun guindaba del techo y du cadáver
se balanceaba ligeramente hacia los lados.
La escena era, sin lugar a dudas; terrorífica.

Era bestial. En las películas sangrientas que Jungkook veía, jamás había
visto total horror. Jamás había presenciado una situación tan
nauseabunda y que le calara en lo más profundo de su subconsciente de
aquella manera.

Sabía que ese tipo era un monstruo, una bestia, un psicópata. Sabía que
era un asesino, un sicario sanguinario y sin embargo, ahora que vio eso,
parecía que todas las palabras le quedaban cortas a semejante atrocidad
cometida por sus propias manos.

Jungkook estaba con los ojos muy abiertos, no porque quería ver, sino
porque la impresión era tanta, que necesitaba corroborar si lo que estaba
pasando era real o era un efecto de su ilusión. Pero no, no lo era. Ni en
su más profundo ser, pudiera llegar a imaginar algo así.4

Su pecho bajaba y subía con frenesí, su ceño estaba fruncido y la


expresión era de horror y shock. Una emoción tratando de arrebatar la
otra, pero las dos igual de terribles. Frente a él se encontraba V de
espaldas, bañado en sangre, el cuerpo de Wheein colgado del techo, la
cara ensangrentada, con una expresión de grito ahogado, la boca
entreabierta y los ojos también, la mirada era quieta y vacía; sin vida.1

Torturada, desalmada, muerta.

V se volteó y encaró a Jungkook con una media sonrisa, el chico no


podía sentir nada más que miedo hacia su imagen. Nada más que
repulsión; atónito y quieto. Aún lo tenían agarrado de brazos, desvió la
vista del hombre cuando vio que soltó la motosierra y la dejó caer en el
suelo, dejando un ruido sordo.1
Miró a Namjoon; el chico tenía el semblante frío, ninguna expresión
surcando su rostro. Giró a ver al otro, fue lo mismo, no encontró nada.
Parecían simples expectantes, como si hubieran visto algo que los
hubiese dejado fríos por completo. El miedo que al principio tuvo la
mirada de Namjoon, ya no se encontraba ahí.1

Fue en ese momento cuando Taehyung se volteó y se acercó a él. Al


estar lo suficientemente aproximado para verle por completo el rostro, él
hizo una seña hacia atrás, viendo a cada uno de los hombres, entonces
estos captaron y obedecieron, soltando a Jungkook y caminando hacia la
salida, seguidos de los otros dos hombres y el camarógrafo. La puerta de
entrada dio un portazo y Jungkook supo que se había quedado
completamente solo con ese tipo.4

Tenia miedo y estaba temblando.

El verdugo puso una mano a cada lado del cuerpo de Jungkook y se


inclinó hasta él. En ese momento el corazón de Kook latió demasiado
fuerte y sus ganas de alejarse se apoderaron de su cuerpo, pero no
podía hacer nada; petrificado.

—¿Ahora sí te doy asco, pequeño Jeon? —preguntó con parsimonia


cerca de su oído.12

Jungkook estaba cagado de miedo, horrorizado hasta los huesos y


temblando en su propio sitio mientras ese hombre le hablaba tan
calmadamente, como si nada de lo que acababa de hacer lo hubiese
hecho en verdad. Kook no respondió, no sabía qué coño hacer o decir.14

—Abre la boca —demandó V.

Jungkook casi se ahoga con eso.1


Negó rápidamente con la cabeza. Las lagrimas empezaban a volver a
aparecer en sus ojos después de haberse acabado. Mordió su labio
inferior, reprimiendo las ganas de terminarse de romper en llanto,
tratando de ser fuerte ante la situación, pero le era casi imposible porque
ese monstruo le miraba de una manera tan sádica que Jungkook solo
podía tener espacio en su cerebro para querer salir corriendo del miedo.

Taehyung disfrutaba verlo en ese estado, tan rebosado de miedo que


hasta utilizando una voz dulce, el chico podía descomponerse a tal punto
que estaba sudando en frío, por no decir que temblaba, sollozaba y
mordía su labio también.

El sacó una navaja de la parte de atrás de su bolsillo. Jungkook pudo


jurar que casi se desmaya del susto, pero nada pasó y no supo de dónde
sacó fuerza. Entonces el miedo volvió a surcar su rostro cuando el
hombre puso la navaja en su garganta, empuñándola con fuerza.

—Abre la boca, mi amor —ordenó, en un tono tétricamente dulce.42

Jeon ignoró ese apodo. Lo ignoró por completo a pesar de que resonaría
en su cabeza más tarde.

Entonces abrió la boca tímidamente, sintiendo el filo dándole en la


tráquea. Sus ojos se cerraron por completo, no sabía qué pasaría, pero
sí sabía que no iba a ser bueno.

—Saca la lengua —vuelve a ordenar, esta vez haciendo presión con la


navaja.3

Jungkook sintió un mísero ardor, como un rasguño. Supo que le habían


cortado la garganta, sin embargo no con profundidad; solo un roce, como
quien se corta sin querer mientras pica un pedazo de algo con un cuchillo
muy afilado y luego lo lleva a su boca para chupar la sangre por acto
reflejo.

Se obligó a si mismo a sacar la lengua.

Taehyung tenían un figura preciosa ante sus ojos. El chico estaba


temblando de miedo, llorando y sufriendo. Su boca estaba abierta, su
lengua estaba afuera, y sus ojos fuertemente cerrados.5

Parecía tan bonito a sus ojos que simplemente no pudo reprimir una
sonrisa en su cara manchada de sangre.1

—Abre los ojos, bebé.3

Jungkook obedeció.

Cuando el chico abrió sus ojos, pudo encontrar que V tenía dos de sus
largos dedos frente a él, mientras le miraba con cautela, esperando por
algo y Jungkook no sabia qué.

—Chúpalos.26

Casi gritó.

—N-no quiero... —dijo con la voz más aguda de lo normal,


tartamudeando.

Y Kim fingió estar molesto, abriendo los ojos de golpe.

—¡Que chupes!2

Jungkook negó con la cabeza mientras reprimía su llanto a labios


mordidos; esos dedos estaban llenos de sangre ajena, de un cadáver
recién hecho añicos.5
—Mírate, precioso —masculló con suma burla—. Estás asustado,
llorando y a mi merced. Contigo puedo hacer lo que yo quiera —se
jactó—. Así que obedece, niñito.1

Taehyung llevó los dedos muy cerca de sus labios y entonces el menor
volvió a sacar la lengua. Cerró los ojos con fuerza una vez más, tomó
una inspiración demasiado profunda y lo hizo.

Metió los dedos a su boca, inclinándose ante ellos, después de eso


chupó desde la base de los nudillos de V, sintiendo el metal de los
anillos, hasta el final de sus uñas.2

Kim Taehyung pudo jurar ver el cielo mismo con los labios de Jeon
Jungkook alrededor de sus dedos.

La imagen era perfecta, celestial, encantadora, divina y gustosa. El niño


abrió la boquita con miedo y chupó sus dedos tan lentamente que
parecía no terminar de hacerlo nunca. Vio la expresión de desagrado en
sus ojos, mismos que se llenaron de lágrimas que bajaron por ellos y que
Taehyung quitó con la mano que Jungkook acababa de chupar cuando
se la liberó.8

Kook tenía un sabor repugnante en su boca, la sangre sabía asquerosa,


olía asqueroso y ahora podía comprobarlo. Quiso desviar la mirada y
escupir a un lado, pero el agarre en su cuello ardió más de lo que ya lo
hacía.

—Trágatelo —ordenó.

Kook no quería, así que temblando negó.

—Es una orden, pequeño Jeon —bramó, arqueando una ceja—. He


dicho que te lo tragues.1
Jungkook, con el ardor del cuello perfectamente palpitando y su cabeza
doliendo, se obligó a si mismo a tragar la sangre mezclada con su propia
saliva. Entonces abrió la boca y sacó la lengua para demostrar que lo
había hecho correctamente.

Como un niño bueno; bueno y obediente.

Taehyung sonrió.

—Espero que de ahora en adelante, precioso, te aguantes a lo que yo


diga —avisó, inclinándose frente a Jungkook—. O sino cuando me toque
matarte, tu destino será diez veces peor que este.7

Dicho esto, Taehyung se inclina ferozmente hacia el chico, el cual


tomado por sorpresa encuentra los labios ajenos sobre los suyos
moviéndose con ferocidad.4

Estaba besándolo.2

Jungkook no quería responder, pero otra vez la daga en su cuello le


obligó a hacerlo.

La boca de V estaba caliente, pero sus labios estaban fríos, la boca de


Jungkook sabía a sangre. Espesa salivación adornando el beso que
ambos se daban. Las lágrimas del chico corrían por sus brillantes ojos
negros hasta llegarle al mentón. Kim tenia varios manchones de sangre
alrededor de sus ojos, Jungkook se dio cuenta porque en medio del beso
abrió sus orbes para saber que no era una pesadilla lo que estaba
viviendo; era real.

Real y grotesco.1

Por acto reflejo llevó su mano a la muñeca que Taehyung tenía contra su
cuello y trató de alejarla, temiendo de la reacción que pudiera tener el
asesino. Si iba a besarlo, por lo menos trataría de ser obediente y que no
fuera a peores. Su mano tembló, pero logró llevarla hasta la contraria y
envolverle la muñeca con suavidad. En ese momento Taehyung se
separó.

Ambos ojos se encontraron, Kim tenia sangre en la parte de abajo de su


belfo, producto de la sangre de Wheein que Jungkook portaba en sus
propios labios. Se inclinó peligrosamente sobre la mejilla del menor hasta
llegar a su oído y entonces hizo un sonido parecido a un inspiración entre
dientes; "Sss...", y apretó el muslo del chico con la mano libre para
después volver a verlo a la cara.1

—¿Vas a seguirme besando después que la quite, pequeño Jeon? —


preguntó sobre los labios de Kook, mirándole directamente a ojos.1

Jungkook suspiró hondo.

—S-si... —respondió sin titubeos, pero era un claro "¿que más me


queda?"—. S‐si..2

Taehyung la apartó y Jungkook en ese momento, estando vuelto un lío,


se vio obligado a corresponderle.

El beso se tornó violento, Kim estaba tan inclinado al secuestrado, que la


cabeza de este reposaba de la pared de atrás mientras Kim se le
encimaba. Fue entonces que el mayor tomó al muchacho de las caderas
y lo atrajo hasta él con fuerza. Jungkook llevó las manos a los hombros
de V para tratar de alejarlo, pero en ese momento las manos del hombre
ahuecaron su espalda baja y lo atrajeron lo suficiente para levantarlo del
mesón, Jeon se agarró con las piernas a las caderas de V para no
caerse y sus brazos le abrazaron el cuello.18
Kim caminó por el espacio. Jungkook no supo exactamente a dónde. Lo
único que podía sentir era el torso de V lleno con la sangre de Wheein,
llenándole de sangre el suyo también.

Las lenguas iban en un vaivén donde se enredaban, se encontraban,


peleaban y se reconciliaban la una con la otra. Jeon se sentía invadido
en todos los sentidos, pero mentalmente estaba demasiado asustado
para no hacer lo que estaba haciendo. Entonces su trasero dio con algo
más frío, era un mesón nuevo, pero no pudo ignorar que empezaba a
sentir algo viscoso mojándole las nalgas. Taehyung se separó de golpe.
El chico aún mantenía los ojos cerrados y cuando por fin los abrió se
encontró con un espanto.

V le había sentado en el mesón que estaba detrás del cuerpo guindado


de la mujer, mismo mesón que tenia un pozo de sangre.18

Verlo de cerca hizo que Jungkook sintiera arcadas y empezara a llorar.


Lloró tan fuerte como pudo, sin tratar de reprimirse nada. Estaba viviendo
una película de terror en carne viva, una pesadilla de la que no podía
despertar. Porque aunque pareciera una película, estaba perfectamente
despierto y en todos sus sentidos. Lo estaba viviendo y no podía
simplemente ignorar aquella crueldad tan macabra que le rodeaba con
ese tipo.

Jungkook en ese momento entró en cuenta que el llamado "V" ahora de


nombre "Taehyung" era un puto enfermo mental, un ser humano
detestable y sobretodo un monstruo sin piedad, sin moral, sin escrúpulos
y sin ningún tipo de pudor o sensibilidad ante actos tan repudiables. El
cuerpo ensangrentado y cortado verticalmente, vacío y los restos de sus
intestinos tirados en el suelo fueron una imagen demasiado difícil de
asimilar para Jeon.
Taehyung le miró serio, y entonces cuando Jungkook trató de secar sus
lágrimas y calmarse para no llegar a recibir un golpe o un grito, el hombre
le abrazó con fuerza, acunándole la cabeza con la palma de su mano.

—No estés llorando, bebé —le reprochó, con una voz sumamente
delicada—. Eso no te va a pasar a ti, por ahora.34

Por ahora; o sea que si le pasaría.

Una pistola fue desenfundada de la parte de atrás del pantalón de


V, ¿cuantas armas llevaba escondida encima? Jungkook ahogó un
pequeño grito que incluso lo hizo sentir humillado.

V puso la pistola en su pecho, justamente donde el corazón del


aprisionado intentaba salir corriendo. Lo miro directamente a los ojos.
Los brillantes negros de Jungkook inundados de lagrimas, rojos e
hinchados. Los de Taehyung; fríos.

Depositó un suave beso en sus labios, beso que Jungkook dejó pasar.1

—Pasará un tiempo antes de que te vayas de mi lado, niñito —admitió


Kim; sabiendo todo—. Por ahora disfruta mientras puedas.9

En esos momentos era todo un niñito llorón y asustado; no quiso


refutarlo. Pero lo que si quiso fue entender cómo maldita sea iba a
disfrutar estar secuestrado y atado a ese tipo, cómo iba a soportar vivir
de ahora en adelante después de haber visto eso, cómo llegaría a poder
a dormir tranquilo sabiendo que estaba de rehén con alguien así.

Taehyung no mintió aquella noche, cuando dijo que en el infierno, él le


iba a quitar el trono al diablo.

—¿D-disfrutar? —chilló, tratando de decirlo firmemente, pero con el


corazón a mil latidos por minuto—. ¿Por qué tengo que disfrutar? —sus
manos aún estaban enlazadas en el cuello ajeno mientras la sangre por
debajo le empapaba y Kim colocó sus manos grandes y ensangrentadas
agarrando su cintura con una tremenda posesión.3

Entonces sonrió, una cuadrada y pulida sonrisa que Jungkook jamás le


había visto, y adosó los labios a su oído mientras le abrazaba.

—Porque de todos modos te mataré, Kookie... y no hay nada que puedas


hacer al respecto.21

Absolutamente nada.11

XII: The spy.

La gran puerta de la oficina se abrió ante los ojos de Taehyung.4

Se adentró en ella, siendo resguardado por dos hombres de Mark.


Aunque era innecesario, era mejor que estuviese acompañado en esos
sitios donde abundaban sicarios enfundados en armas más grandes que
sus manos. El espacio estaba decorado en tonos oscuros y
perfectamente iluminado por lámparas en las esquinas, junto a un gran
candelabro en el centro. Parecía de esas oficinas de los años cincuenta,
aunque con un perfecto toque moderno que la hacía sentir cálida y de un
bonito contraste.
Dentro, había a la derecha un minibar con una barra de bebidas
alcohólicas de todo tipo, varias copas guindadas una tras otra en un
estante pegado al techo y una pequeña nevera. A la izquierda estaba un
escritorio frente a una biblioteca, con una lámpara de mesa que en ese
momento estaba apagada y al frente un amplio balcón que casi se
extendía extremo a extremo de la pared junto con una cortina de un
verde muy oscuro. Frente al balcón encortinado, había una mesa con dos
sillas; una que daba de espaldas a él y otra que daba de espaldas a la
puerta de entrada. El sicario sabía que esa mesa era donde hablaría
con PJ.

Park Jimin.16

Días atrás, cuando la ex de Mark —Wheein—, fue masacrada hasta


morir, le había avisado con uno de los hombres de Mark que necesitaba
comunicarse urgentemente con él. Ahora estaba ahí, en el edificio más
seguro, pero a la vez más peligroso de casi toda la isla de Jeju y para
nada era por ser el edificio donde vivía Park. ¡Qué va!2

Park Jimin era de esos hombres que a simple vista parecían tranquilos,
serenos y con una actitud muy normal. Pero en realidad, el tipo tenía ojos
en todos lados. Trabajaba como espía para algunos mafiosos,
recolectando información que, Taehyung nunca sabía de dónde, pero
siempre era verídica y confiable.

Cuando alguien quería tramar algo, Jimin lo descubría. Cuando algún


hombre contrataba a Jimin para buscar información sobre absolutamente
cualquier cosa, Jimin lo conseguía. Cuando alguien quería tratar de
liársela y no ser pillado en el intento, el propio Jimin se daba cuenta de
todo.
Básicamente no había nadie que pudiera engañarle.4

A pesar de ser bajo y de cara extrañamente bonita, decorada con un pelo


rosa chillón; Jimin era respetado incluso por el mismo Taehyung. Y es
que hacía un simple tecleo en su computadora junto a un par de
llamadas de su teléfono, y ya era capaz de conocer tus pensamientos
más sombríos y degenerados, sin tu haberte dado cuenta todavía ni de tu
propio nombre.

Muchas veces llegaron a llamarle "El Águila", aunque a Jimin no le


gustaba que le identificaran por apodos. Le llamaban así por su increíble
viveza, astucia y por su ojo crítico a la hora de conocer a mafiosos o
descubrir en dónde se estaban escondiendo cuando huían de una
muerte segura. También porque tenía unas garras a la hora de hablar
que dejaban a muchos mirando hacia arriba, cuestionándose su propia
existencia.1

Y es que Jimin no era intimidante, a menos que llegara a soltar una


retahíla de palabras malsonantes cuando estaba claro sobre qué debía
hablar. Es ahí cuando lo hacía sin escrúpulos, sin miedo y con una
avidez tan grande, que ni los hombres catalogados como los más
peligrosos podían siquiera darle un atisbo de miedo. Y eso sin ser
asesino, maleante, narco o algo por el estilo. Solo un espía y recolector
de información. Jimin ni siquiera sabía usar un arma, pero de todos
modos no lo necesitaba, porque tenía muchos a sus espaldas que
estaban dispuestos a mantenerlo con vida.2

El gran potencial para inmiscuirse dentro de otros asuntos, era algo


indispensable en el ámbito ilegal donde lo desempeñaba, y la manera en
la que Jimin era el mejor en eso le hacía alguien digno de ser temido
pese a estar dotado de una risa bonita y mirada angelical gran parte del
tiempo. Park no era intimidante en lo absoluto, pero intimidaba. Los
demás mafiosos a su alrededor intimidaban a todos, pero no a él.3

Tenía algo en común con el sicario, aparte de la edad y lugar de


nacimiento. Y es que ambos estaban por su cuenta, sin jefes —solo
socios—, pero conocían muchas mafias. Les contrataban porque estaban
al tanto de lo que hacían, pero eran solitarios, cada uno por su cuenta.
Era mejor así, no tenían que rendirle cuentas a nadie o estar metidos con
hombres superiores a ellos. A menos, claro, que necesitaran gente para
algún trabajo, tal cual como había pasado con los tres hombres de el
azabache. Pero del resto, cada uno casi siempre como un alma solitaria
valiéndose por sí misma y esperando ser llamados.

Cuando alguien necesitaba conocimiento, recurrían a Jimin. Y cuando


alguien necesitaba un asesino sanguinario y cruel, recurrían a
Taehyung.4

Pese a no tener jefes, tenían hombres a su alrededor que les volvían


intocables. Si alguien osaba de hacerle algo a Jimin, se la verían con un
montón de gente rara y ni hablar de que alguien llegara a siquiera tener
un pensamiento sobre ponerle un mísero dedo encima al propio sicario
Kim Taehyung.1

Precisamente por eso estaba ahí, porque Sihyuk se la había tirado de


astuto y jugó una carta que en definitiva le haría perder toda la partida de
su vida.

Era extraño, estaban solos en un trabajo de gángsters, pero si alguien se


atrevía a hablar mal de un asesino con una sensibilidad en cero a la hora
de matar y de un tipo que sin que supieras de su existencia ya podía
saber hasta con qué ropa dormías, habrían muchos dispuestos a
encontrar al culpable y hacer que pagaran por acabar con gente
codiciada e irremplazable en su labor. Porque les necesitaban, nadie
mataba como el sicario y nadie investigaba como Jimin.1

Vaya privilegio del que gozaban, estando en las condiciones


más malditas del mundo.

El azabache tomó asiento en una elegante silla de madera y cuero


oscuro, pulida y brillante. Los dos hombres se colocaron detrás de él, a la
espera del rubio. Kim llevaba un par de pantalones anchos de un color
negro azabache, junto a una camisa que no estaba del todo ceñida a su
cuerpo. Le acompañaba una boina, un par de lentes redondos y sus
zapatos de cuero habituales. Extrañamente no cargaba sus cómodos
pantalones de jean negro junto al cinturón ancho de cuero y alguna
camisa de tela suave que marcaba sus hombros anchos y espalda recta,
pero le valía. Era asesino, no un maldito modelo Gucci.2

Pacientemente esperó casi diez minutos. No le molestaba en lo más


mínimo aguardar allí sentado por Jimin. Habría varias cosas importantes
que necesitaba saber y quién mejor que él para averiguarlo. Jimin era
inteligente y cauteloso, nada ver con contratar a un espía para que a la
primera terminara hecho un cadáver por su estúpido nivel de eficiencia y
Taehyung con un dolor de cabeza infernal.

Este tipo era otro nivel; además, lo conocía desde hace muchísimo
tiempo atrás. Demasiado cercano, siendo sincero.2

Su mano izquierda, que estaba esta vez adornada con el anillo de jade
oscuro en el dedo índice y el de rubí en el dedo medio, daba un
repiqueteo a la amplia mesa de roble. Cualquiera pensaría que estaba
desesperado de tanto aguardarle. Sin embargo, solo se distraía viendo
sus manos y recordando lo que había pasado con el niñito días atrás.1
Los mullidos y rojos labios de Jungkook alrededor de sus dedos mientras
chupaba la sangre, hecho un caos de miedo y lágrimas.

Tiempo después de lo que pasó, el niño había sido arrastrado a la fuerza


hasta una casa donde Taehyung le dejó con Wang y Jun después de
haberle hecho ver semejante atrocidad. Luego de besarle y amenazarle
de muerte, viéndole tan asustadizo y dócil, el sicario se sentía con
demasiado poder por sobre el niño.

Y no es nada más que lo sentía. Taehyung en realidad lo tenía.

Si le daba la gana podía mandar a Jungkook a matar a toda su familia y


el chiquito, de solo pensar que terminaría desmembrado como la mujer a
la que vio, se hacía una maraña temblorosa y obedecía. Ese pequeño
poder calaba en lo más profundo del sicario, haciéndole pensar un
montón de cosas detestables, pero que para él eran una
armonía preciosa.

Preciosa, como la mirada de Jungkook envuelto en miedo y lágrimas.1

Preciosa, como la nariz de Jungkook estando roja de tanto llorar.1

Preciosa, como las manitos temblorosas del Jungkook tratando de


quitarle la navaja de la garganta mientras le besaba y apretaba sus
piernas.1

Preciosa, como los labios de Jungkook temblando por el susto y trauma.9

Preciosa, como la boca de Jungkook alrededor de sus dedos


chupándole.1

Preciosa, como la cantidad de maldad que quería ejercer sobre él.10


Una sonrisa escapó de sus labios cuando recordó la boquita abierta de
Jungkook y se preguntó cómo se vería esa boquita alrededor de sí
mismo, con la cabeza de Jungkook entre sus piernas, mientras le
ahogaba haciendo llorar hasta provocarle arcadas o incluso hacerle
vomitar.9

Se había prometido joderlo cuando estuviera todo listo, cuando las ganas
las tuviera al máximo y solo una vez. Porque sería la primera y la última
vez que tocara a Jungkook; otra víctima para el recuerdo. Pero,
últimamente parecía no poder contenerse, y no es precisamente porque
le deseara, sino que el muchachito parecía algo tan delicado, que
Taehyung solo quería quebrarlo y hacerlo añicos.6

Quizá una pequeña probada no era mal. Los juguetes deben probarse
antes de llevárselos, solo para saber si funcionan bien.6

Maldito niño y sus malditos ojos bonitos que hacían al sicario pensar
atrocidades. Atrocidades como dañarlo; dañarlo hasta hacerlo nada,
hasta que Jungkook fuese, literalmente, otro más de la corta lista.

Maldito deseo de querer echar a perder absolutamente todas las cosas


que le parecían hermosas y casi perfectas, por el pensamiento egoísta
de que sabía que no lo merecía y debía dañarlas hasta que solo pudiera
reflejar su jodida mente en ellas. Era una forma grotesca de destruir y
que solo él pudiese admirar la destrucción que causaba; porque nadie
estaría tan enfermo como él, para ver preciosidades en medio de
inmundicias.2

Así era Taehyung, y no cambiaría nunca, porque esa mente no tenía


boleto de vuelta luego de visitar el país de la locura aceptada. No tenía
remedio alguno. Ahora solo le tocaba esperar solucionar su problema,
aburrirse del niño luego de apoderarse de él y posteriormente, mandarlo
a la mierda.

Si no es que lo conquistaba primero. Y en el muy mal sentido de


conquistar.11

Una de las puertas del fondo, que estaba cerca de la última parte de la
cortina, se abrió de par en par, revelando tras ella a quien el sicario
estaba esperando.

Park Jimin llevaba una camisa de vestir con mangas largas en color
negro, el chaleco del mismo color le acompañaba junto a pantalones
lisos y de vestir a juego. Los zapatos que adornaban su vestimenta eran
mate y resonaban mientras se aproximaba al azabache. Le observó el
nuevo tono de cabello. La última vez que se habían visto, Park llevaba su
cabello largo y en un tono rubio, más ahora era corto y tintado de un
fucsia bastante brillante. Detrás de él, le acompañaba un hombre alto
que probablemente era uno de sus guardaespaldas y cuando el castaño
vio su rostro le reconoció como Lee Taemin.5

Kim se levantó de su asiento, dirigiéndose hasta Jimin y entonces le


extendió su mano diestra, Jimin repitió la acción.

—Tiempo sin saber de ti, V —saludó el pelirosa.

—Park Jimin —contestó, aún estrechando su mano en un apretón—, lo


mismo digo de ti.

El espía con su otra mano apretó la del sicario y entonces asintió con una
media sonrisa, para luego separarse y tomar asiento, Taemin
colocándose detrás de él del mismo modo que habían dos hombres
detrás de Taehyung.
—¿Whisky o vodka? —inquirió a Kim.

El sicario sonrió.

—Whisky, como siempre.

Jimin se pronunció a favor y le dio una vista al chico a su lado, Taemin


giró hasta el mini bar cerca de la puerta y se dispuso a preparar los
tragos en los respectivos vasos de brillante cristal. Taehyung lo miró y
luego dirigió su vista a Jimin cuando escuchó un encendedor. Es ahí
cuando lo detalló con un puro entre los dedos y la punta de este
encendida.

—Entonces —habló Jimin despacio, después de darle una calada al


puro—, ¿qué estarás necesitando, V?

El azabache de puntas castañas suspiró pesadamente.

—Pensé que ya lo sabias.

—Sé mucho sobre mucho —comentó Park—. Pero prefiero que los
demás me lo digan. No soy adivino, V, solo soy sabio.

Taemin llegó hasta ambos con dos vasos que colocó a cada extremo de
los hombres y retomó su lugar detrás de Jimin.

—Bang Sihyuk —pronunció Kim, dándole un sorbo al frío Whisky.

—¿El gobernador? —inquirió Park.

—Ese mismo.

—¿Qué pasó exactamente?

Taehyung revolvió el líquido en su vaso y le miró.


—Había hecho un trabajo para él, pero todo se ha salido de control una y
otra vez.

Jimin asintió y quedó pensando un momento. Era lógico que supiera el


triángulo que se escondía tras Bang Sihyuk, Jeon Jaeban y V. Primero;
porque ambos conocían los alrededores de sus trabajos y segundo —el
más importante—, tenían ciertos conocidos muy en común.

—Si no me equivoco —acotó el espía—. Jeon Jaeban mandó a matar a


Bang Chanyeol y el padre de este, en venganza, mandó a matarle
contigo, pero al final huyó y ahora tienes a su hijo, ¿cierto?3

—Así mismo es —replicó el sicario—. ¿Ves que si sabes todo, Park?1

El pelirosa dio un asentimiento, viendo el puro y dando una calada, para


luego beber un trago de whisky.

—¿Qué necesitas entonces?

—Bang Sihyuk quiso engañarme y salirse con la suya. Necesito que


averigües absolutamente todo de él —espetó el asesino—. Con quién
trabaja, quiénes son los más cercanos a él, dónde está su familia,
cuántos hijos tiene, o si solo era Chanyeol —indicó, enumerando cada
requerimiento con sus dedos—. Quiero todo, Jimin. No importa lo que
cueste.

Jimin frunció el ceño, notando la rabia acumularse entre las palabras del
asesino frente a él y entonces le surgió una pequeña duda.

—¿Qué harás con esa información? — interrogó con un deje de


curiosidad entre sus pensamientos.
El asesino tenía su mandíbula tensa, recordando que nadie podía pasar
por encima de él de esa manera. Nadie podía querer engañarle y decirle
estúpido sin necesidad de palabras.

—Voy a tomar lo que es mío. Mi dinero y mi reputación —afirmó con


sinceridad.

—Bien — respondió el espía—. Ahora... ¿por qué dices que te engañó?

Taehyung bebió el último trago de whisky de un solo sorbo. Jimin sabía


que Sihyuk le contrató para matar a Jaeban, pero que éste había huido,
todo bien hasta ahí. Sin embargo, se salieron muchas cosas del plan;
como Jungkook, el dinero y Byun. Ahora debía contarle todo al pie de la
letra.

Empezó contando lo que pasó el día que cuatro hombres de Bang Sihyuk
llegaron hasta el edificio donde Taehyung se encontraba, diciéndole que
tenía un caso pendiente y que le necesitaban.

Al tiempo, el asesino fue hasta la mismísima casa de Sihyuk. Había


avisado dos semanas antes el día, la hora y el lugar en donde estaría.
Por lo general se lo decía a Mark, ya que el tipo era un mafioso que se
había criado en su mismo barrio y le contrataba varias veces como
verdugo —aparte de el propios trabajo de Kim—. Así que si necesitaba
guardaespaldas o meterse en un sitio donde su vida pudiera peligrar de
manera grave —lo cual era, básicamente, cualquier sitio—, Mark le daba
un par de acompañantes. Y no es que el delincuente tuviera miedo de
salir solo, porque si había alguien sin miedo ni a la misma muerte en este
mundo, era él. Pero más valía su vida que la de cualquier otro hijo de
puta a su alrededor. Al menos, mientras estuviera en perfectas
condiciones para seguir ejerciendo sin ningún remordimiento el mierdero
de horrores a los que estaba ligado.

Cuando entró a la casa, quedó sorprendido por la cantidad de lujos


excesivos e innecesarios en conjunto con la estúpida iluminación
carísima gastada en candelabros en el techo. Tanto lujo, tanta fachada y
tanta aparente bondad hacia el pueblo, junto a sonrisas bonitas, para que
estuvieran contratando a un vehemente asesino despiadado.

En el momento en que se encontró cara a cara con el gobernante, el


verdugo pudo sentir su miedo y su corazón aparentemente
desbocándosele. Sihyuk estaba sudando frío y le invitó a sentarse. No
sabía cómo, pero Kim tenía la capacidad de sentir el miedo en las
personas. O es que quizá era demasiado obvio que estaban frente a
alguien que podía mutilarle y dejarle tan molido e irreconocible que de
solo pensarlo la sangre dejaba de fluir por sus venas. La tensión incluso
podía sentirse en el aire, palpable como el más profundo de los
sentimientos y el más traumatizante de los miedos, y Taehyung sabía de
donde venía, incluso si Sihyuk parecía relajado en totalidad.

El hombre fue claro desde el principio. "Necesito que encuentres al jefe


de Kyong, Jeon Jaeban, y lo mates tan cruelmente que se le olvide hasta
su propio nombre". Esas fueron las palabras exactas que había dicho. Le
explicó también, con una voz temblorosa, que Chanyeol se había
endeudado con ese tipo debido a drogas y prostitutas, pero que no le
daba el derecho a matarlo como lo hizo. El asesino asintió y decidió
hacerlo, saliendo de ahí con un trato; encontrar a Jaeban, raptar a
Jaeban y matar a Jaeban. Pero Jaeban se dio a la puta fuga el mismo
día que mató al muchacho.

Es ahí cuando entra Jungkook.


Taehyung se enteró por boca de uno de los hombres que contrató, que
Jaeban tenía dos hijos; una chica llamada Jeon Jihyo y un chico llamado
Jeon Jungkook.8

Habría sido fácil raptarla a ella luego de una de sus clases de baile, pero
al asesino le interesó mucho más el bonito niño que practicaba
taekwondo todas las tardes en una prestigiosa academia de Seúl, el cual
lo llevaban y traían en un Mercedes Benz negro mate junto a tres
hombres armados los cuales eran sus guardaespaldas. Y no qué va,
para nada estuvo mucho tiempo observándole solo para deleitarse con
su uniforme blanco y la cinta negra que le acentuaba la cintura, en
combinación a sus bien formados brazos y piernas más la carita de niño
bonito que se gastaba y adornaba con un cabello azabache que le caía
en la frente.

Para nada estuvo obsesionado con Jungkook desde que le vio.26

Sus hombres estaban al tanto de los pasos de la familia de Jaeban, a ver


si en verdad había escapado después de matar a Chanyeol o si su
familia le resguardaba. Y entre toda la cosa que había mandado a vigilar,
sus hombres dieron con los chicos.

La primera vez que vio una foto de Jeon Jungkook, Taehyung estaba en
uno de los edificios donde se encontraban los hombres más execrables
de todo Seúl —mismo edificio donde Byun estaba recuperándose
ahora—. No sabía su edad, no sabía qué hacía o a qué se dedicaba.
Solo estaba consciente a plenitud, de que era precioso, con una palpable
carita de niño inocente y un cuerpecito demasiado perfecto como para no
marcarle como un animal.1
Tan pronto como le informó a Sihyuk que Jaeban había huido, pero que
su hijo había quedado en la ciudad —información que dos de sus
esclavos le habían proporcionado cuando él se los ordenó—, Sihyuk
quedó en secuestrar a Jungkook, hasta que su padre volviera por su
rescate. En efecto, una idea que le pareció más que perfecta al sicario.

Y así ocurrió, Jungkook había caído en manos de Taehyung, pero en


ningún momento su padre había aparecido, ni el primer día, ni la primera
semana, ni el primer mes. Aunque, un día Jaeban mandó a un hombre
con el fajo de billetes que supuestamente los secuestradores estaban
pidiendo. Ese hombre fue llevado hasta frente Jungkook y el asesino lo
mató a tubazos frente a él, mientras este estaba amarrado a la columna
de la habitación en la cabaña, medio drogado.

Cuando por fin no quiso tener encima el peso de buscar al padre del
chico, el delincuente habló con Bang y le dijo en palabras
textuales: "¿Qué puta mierda se hace con el chico? El viejo Jeon no
aparece, ni aparecerá, y quiero mi maldito dinero. Tenemos un trato y
esto se está saliendo de lo que pactamos". A lo que Bang
contestó: "Bien, busca la plata el fin de semana que viene en el bar del
barrio de Gognum. Mis hombres estarán ahí esperándote. Después de
eso... mata al muchacho y olvidemos que todo esto ocurrió". Sin lugar a
dudas, aquello era un plan perfecto y salían todos ganando; Sihyuk con
su venganza, Taehyung con su dinero y sobretodo con el bonito niñito.

Pero allí empezó a contar que la noche en la que se suponía iban a


recoger el dinero, ocurrió todo un caos.

Contó a la hora exacta donde Jackson, Namjoon y Baekhyun salieron al


bar. Lo que ellos encontraron en el momento que llegaron, que fue a los
hombres extraños de Sihyuk. Lo que hicieron cuando fueron a buscar las
armas donde el ruso y luego cómo Baekhyun —el cual estaba
básicamente al mando de ese trabajo—, les voló la cabeza con ayuda de
los demás. Todo el mierdero había terminado en un caos.

Tres hombres muertos, el saco de dinero siendo un señuelo y Baek casi


suicidándose por haberlos matado a todos, dándole a Taehyung más
sospechas sobre qué estaba haciendo Byun Baekhyun realmente.

Jimin cargaba una mirada de interrogación, asimilando todo poco a poco.

—Todo eso ocurrió el mismo día que se supone iban a pagarte, ¿no es
así? —indagó Jimin, dándole la última calada al puro y luego tirando lo
restante en un cenicero.

—Correcto.

El más bajo pareció sumirse un par de segundos en sus propios


pensamientos y el asesino le observaba con detalle, sin mencionar una
sola palabra, hasta que Jimin decidió volver a hablar.

—V, ¿no te parece sospechoso?1

El aludido lo encaró con el ceño fruncido y se inclinó hacia adelante,


viéndole de manera curiosa y enarcando una ceja.

—¿Sospechoso exactamente qué? —indagó con un deje de amargura en


su voz—. Háblame, Jimin. Entre nosotros dos, tú eres el que tiene ojos
hasta en el culo.4

Jimin rió por eso y entonces le indicó a Taemin que fuera por otra ronda
del whisky. El otro hombre obedeció y el pelirosa le siguió con la mirada.
Taehyung esperó a que dijese a qué se estaba refiriendo exactamente,
impaciente por enterarse sobre lo que pasaba por su cabeza.
—Primero te dicen que te van a pagar, después el día que van a pagarte,
uno de tus hombres mata a quienes le fueron a entregar el dinero.
Posteriormente, él intenta matarse —detalló el espía—. Hay una cosa
que no me está cuadrando. ¿Es todo lo que sabes?2

—Hay una cosa más —confesó.

—¿Qué cosa?

Taehyung pareció pensárselo por mucho tiempo, mas al final decidió


contarle sobre las sospechas —que terminaron siendo ciertas—, acerca
de Baekhyun. Sería de ayuda decírselo a Park, aun sabiendo que no
estaba ahí precisamente por eso.

—Haces meses, mucho antes de que mataran a Bang Chanyeol, yo


estaba en las oficinas del edificio de Seúl —comenzó, recordando—.
También estaban Jackson Wang; el tipo de la droga, otros dos hombres
que trabajan con él y Byun Baekhyun.

—¿El que trabaja con la red de prostitución y tráfico de blancas de S.T?


—curioseó el otro.

—Digamos que... si —asintió el sicario—. Ese día me pagaron para


acabar con la vida de un tipo que se endeudó con Wang y su gente.
Todo iba bien, hasta que llegó un momento donde Wang y sus dos
hombres se fueron de la mesa a atender otro asunto y me quedé con
Baekhyun. Estábamos hablando sobre estupideces y en un momento se
paró de su asiento para ir al baño. Recuerdo que yo estaba bebiendo un
ron seco extremadamente fuerte y tenía el subidón de cocaína que me
había regalado Wang, pero estaba perfectamente consciente de todo a
mí alrededor.
—Llega al punto, maldita sea —porfió el pelirosa, impaciente—. No me
gustan los rodeos, V.

—Pues a mí tampoco, coño —replicó Kim—. Ya cállate y escúchame


bien.

Jimin rodó los ojos con expresión hastiada, pero se pronunció a favor,
haciéndole entender al contrario que prosiguiera con el relato.

—Cuando estaba solo en la mesa, sonó mi teléfono —continuó—. Al


principio quise dejar que sonara, pero llamó otras dos veces. A la tercera,
contesté y dije un: "¿Qué?". Me respondieron del otro lado de la línea
hablando en japonés.

Jimin hizo una expresión confusa, pero sin embargo prestó más atención.

—¿Cómo sabes qué dijeron?

—Hablo cuatro malditos idiomas, Park —recordó, sacando cuatro dedos


de su mano izquierda—. No soy un estúpido.15

Y es que vivir en diferentes lugares por tanto tiempo, le obligaba a


adaptarse y hablar el idioma de esa región.

—Asesinos poliglotas, oficialmente lo he visto todo —bromeó él,


sorprendido, y el maleante rió levemente—. ¿Qué pasó después?

Taehyung sacó una media sonrisa con sus labios fruncidos.

—Me dijeron: "Hey, ¿ya le conociste? ¿Es cierto que es tan malo como
parece, mi amor? Ten cuidado con todo, por favor.'' —contó—. Yo veo la
pantalla del teléfono y el nombre que decía era "Yeol", entonces contesté
en el mismo idioma: "¿Quién eres y por qué tengo tu número en mi
teléfono?". El tipo del otro lado pareció susurrar un "mierda" en coreano y
entonces colgó. Yo me confundí y observé el fondo de pantalla que
apareció tras colgar la llamada. Ese fondo era de color gris, cuando mi
fondo es negro. Vi el teléfono por detrás y me di cuenta que en realidad
no era el mío, era el de Baekhyun.17

Jimin pareció estar más interesado en el tema y no le importaron los


rodeos con tal que le contaran con lujo de detalles lo que había pasado.1

—Luego que colgué, me dio igual eso y Baekhyun llegó tiempo después
—continuó—. Me miró extraño, pero yo le resté importancia. Ese día él y
yo nos conocimos porque en la mañana fui a buscar un pago donde Shin
y este me lo presentó formalmente como un nuevo recluta que había
llegado de mano de un socio, hace unos meses. Shin quería que
Baekhyun viera la mierda que hago con los deudores y gente que le falla,
como... dándole a entender que se estaba metiendo en un lugar
donde nadie tiene piedad por nadie.

—¿Vio cómo matabas a alguien? —inquirió Jimin.

Taehyung bajó la cabeza y subió la mirada hasta él, con una macabra
sonrisa que le hizo saber a Jimin la respuesta.

—Vio cómo mutilé a dos hombres hasta que quedaron peor que en las
reservas de América del Sur —confirmó con voz grave.18

—Maldición.

Ambos bebieron otro trato del brebaje y continuaron.

—Bastante tiempo después, íbamos en un auto rumbo a un campo


abierto por otra cosa más que debíamos hacer —explicó—. Yo iba del
lado del copiloto y Baekhyun iba manejando. En ese momento su
teléfono estaba en el hueco que está detrás del freno de mano, en la
camioneta —contó, mientras hacía un ademan con sus manos—. Yo iba
mirando mi propio teléfono y entonces la pantalla del suyo se iluminó. Por
acto reflejo la vi, y otra vez el nombre de "Yeol" apareció en los mensajes
que iban llegando en pantalla bloqueada, que por cierto, me pusieron en
estado de alerta y duda.

—¿Por qué?

Taehyung recordó ese día y la imagen del teléfono en su mente


reproduciéndose.

—El primero decía: "¿Qué tal estás?". El segundo: "¿Ya partiste a


Daegu?". Ambos muy normales —admitió, con una expresión curiosa,
pero relajada—. Pero en eso, llegaron tres mensajes más —señaló, con
esa cantidad levantada entre sus dedos—. Primero: "Mi amor, por favor
ten cuidado". Segundo: "Estás arriesgándote demasiado", y el último y
más extraño: "No quiero que te descubran y termines en sus manos,
bebé". Todos escritos en japonés.18

Jimin se cruzó de brazos e iba armando su propio rompecabezas mental.

—Tienes ojo biónico, V —halagó, siendo observador de lo que Taehyung


le contaba.

Y podría ser verdad, pero de hecho los mensajes iban llegando en la


pantalla, y a la vez, el maleante —discretamente— iba leyéndolos de
reojo.

—Lo sé.

—Continúa —pidió Park.

—Todo dentro de mí se volvió una confusión —admitió—. Ese día pasó


un par de meses luego de que contesté su teléfono, y me pregunté
muchas cosas en ese momento... ¿Quién coño era Byun Baekhyun?
¿Quién coño era ''Yeol''? ¿Por qué le trataba tan... amorosamente? y
sobretodo... ¿Qué le podían descubrir?2

Jimin corroboró aquello, intrigado y prestando su total atención a las


palabras del opuesto.

—Me dediqué a colocarle el ojo encima a Byun desde ese momento y me


hice su colega —confesó—. Cuando debía hacer algún trabajo, le pedía
que me ayudara y él lo hacía tranquilamente sin nada de titubeos.

El pelirosa frunció el ceño.

—¿Por qué un hombre que tiene un jefe, se dejaría guiar por un hombre
que trabaja solo cuando ese jefe le recluta? —Jimin curioseó, haciendo
que Kim asintiera agitadamente, dándole a entender que tenía la misma
duda.

—Fue ahí mismo donde entró mi duda máxima —dijo—. En el momento


en que me di cuenta que si yo le decía a Byun Baekhyun que me
ayudara en la cosa más mínima, él no ponía resistencia. Al punto en que
incluso pude ganarme su ''respeto'' —hizo comillas con sus dedos—, y
llegaba a saludarme tan respetuosamente que yo parecía un señor
mayor delante de él, incluso sabiendo que me lleva un par de años por
encima, no encajaba nada. Yo conozco a Shin desde hace cuatro años y
medio, entendía que me "prestaba" —vuelve a las comillas—, a
Baekhyun, porque siendo nuevo, el tipo debía saber dónde coño se
estaba metiendo. Pero que el mismo Baekhyun se mostrara tan... dócil,
me hizo ponerle un ojo más.

Park asintió con lentitud y se echó hacia atrás en su asiento, el cual


rechistó un poco por el movimiento. Exhaló una bocanada de aire y llevó
sus manos entrelazadas hasta la parte de atrás de su cabeza mientras
mantenía su mirada recta.

—Hay gato encerrado en todo esto, así que necesito que me sigas
diciendo absolutamente todo —ordenó—. Taemin, trae la botella, que
esta mierda es para largo.5

Taemin se dirigió de nuevo al bar y de una de las neveras sacó la botella


de whisky que les estaba sirviendo a ambos, junto a una jarra de metal
llena de hielo y un par de pinzas. Al regresar las colocó en la mesa, cerca
de dos parches de corcho para no manchar la madera. Sirvió los dos
tragos y los colocó de cada lado de los hombres.

Taehyung bebió un largo trago, y retomó la conversación.

—Un día me di la tarea de investigar a Byun Baekhyun, así que salí de


mi apartamento y me fui hasta Shin —comenzó—. Dije que necesitaba a
Baek urgentemente, pero el tipo no estaba con él. Pregunté su dirección
y este me la dio. Fui hasta el edificio donde vivía y al entrar a la
recepción preguntaron mi nombre. Yo dije el de ya sabes quién y
llamaron a Baekhyun —Jimin dio un asentimiento, sabiendo a quién se
refería el verdugo—. Al rato bajó y se sorprendió porque yo estaba ahí.
Le pedí que habláramos y trató de poner excusas para hacerlo en otro
momento —Kim miraba hacia abajo, casi sin parpadear, mientras
recordaba aquel día—. Hubo un momento donde mi campo visual captó
algo hacia arriba, en el edificio. Subí la vista y había un hombre asomado
en el balcón, alto y de cabello rosa. Baek notó que yo no lo miraba sino
que miraba al hombre. Conté la cantidad de balcones y daba el del piso
siete, justo el piso donde Byun vivía. No dije más nada y me prometió
hablar conmigo después, así me que fui de ahí con otra
duda; ¿Quién era ese hombre?3
—Me estoy volviendo anciano, maldita sea —se quejó Jimin con una
mano en la sien—. Pero continúa.4

—Te voy a volar el cráneo si sigues con esa mierda, Jimin.8

—Bueno, ya —Jimin restó importancia—. Sigue.

El verdugo bufó y retomó el habla.

—Pasaron varios días —prosiguió—. Días donde busqué información de


Byun Baekhyun, pero nada aparecía. Todos esos días me mantuve solo
en mi casa, esperando por su llamada. Hasta que en un momento me
dijo que nos viéramos y me pareció perfecto. Me confirmó que pasaba a
buscarme y le di la dirección donde vivía —Jimin asintió, obviándolo—.
Fui en mi auto hasta allá y entonces al recogerme nos dirigimos al
edificio. Le hablé sobre un trabajo con un estadounidense que residía en
Gangnam y que debíamos matarle, así que quería que me acompañara.
Me dijo que perfecto y cerramos ese trato. Le pregunté qué iba a hacer
ese día, a lo que me respondió que pasaría a recoger unas cosas y luego
iría a su departamento. Asentí y dije que nos veríamos luego para
avisarle fecha, hora y lugar.

—¿Qué pasó luego?

—Le seguí ese día, en otro auto y sin que sospechara —confesó—. Fue
hasta un edificio cerca de la universidad de Seúl y ahí esperó a que
bajara un tipo que ni idea de quién era. Llevaba una gorra y una
capucha. Pero, luego de seguir el auto tras arrancar, ambos se bajaron
en un restaurante de comida cara y en ese momento vi su rostro. Era el
mismo hombre del balcón, alto y pelo rosado —Taehyung observó por un
par de segundos el cabello contrario, analizando el color. El que
recordaba era un rosado neutro, pero el de Jimin era un fucsia chillón—.
Un poco menos chillón que el tuyo —señaló Kim.

Jimin hizo un gesto de desagrado, pues ya estaba acostumbrado a que


le vieran raro por su tono de cabello, pero sinceramente le valía.

—Me queda perfecto —chisteó en tono grave.

—No he dicho que no.

Jimin rió.

—¿Te gusta? —curioseó con tono burlón, moviendo la cabeza y a la vez


su cabello.11

El azabache nunca estaba pendiente de un maldito tinte para cabello.


Quizá porque la última vez que había tenido que decolorarlo no había
aguantado mucho y lo terminó dejando en las puntas de un marrón
oscuro en vez de su natural negro, porque el maldito olor a decolorante le
estaba calando hasta los huesos haciéndole estornudar. Pero en cuanto
a Jimin, su cabello le quedaba bien y contrastaba con su piel de un
bonito color crema.1

Aunque, Taehyung en ese momento solo podía pensar en una cabellera


negra, larga y suave.2

—Prefiero el cabello negro —admitió con la imagen de su rehén en la


mente—. Pero te queda bien.

Park asintió y bebió un trago.

—Prosigue, V.

—Como decía —continuó—, ese día tomé fotos del tipo y luego se las
extendí a un hombre que trabaja con Mark, para que investigara y me
dijera de una maldita vez quién coño era. No te lo pedí a ti porque
lastimosamente estabas de viaje.

Jimin se sirvió otro trago e invitó a los demás hombres a que se sienten
en unos muebles al fondo, porque parecían perros guardianes estando
detrás de ellos. Los tres captaron y fueron a sentarse mientras Taemin se
llevaba una botella de whisky solo para ellos tres. Jimin se acomodó su
camisa y suspiró, volviendo a recordar lo último que el delincuente dijo.

—Ya veo —siseó, cuando recordó—. ¿Y quién era?

El maleante apretó el puño y tensó la mandíbula, luego rió sin ganas


mirando a Jimin a los ojos.

—El maldito Park Chanyeol —masculló entre dientes.14

Jimin abrió los ojos drásticamente, tratando de unir pieza por pieza la
información que le estaban dando y sin poder creerlo del todo.

—¡¿El hijo de Sihyuk?! —vociferó atónito—¿Al que mataron? ¿Bang


Chanyeol?

—Ese maldito hijo de perra.

Jimin de pronto no entendía ni puta mierda.3

—¡¿Qué mierda?! —exclamó—. ¿Byun Baekhyun es amigo de uno del


gobierno? ¿Mientras trabaja con un proxeneta?

El verdugo negó con la cabeza y un dedo a la vez.

—Era —corrigió Kim—. Chanyeol murió hace más de tres meses. De


paso, puedo jurar que eran más que amigos —afirmó—. Aparte de eso,
el trabajo de Byun, según Shin me contó, consistía en llevar cuentas y
asistir en eliminaciones.2
—Así que... ''Yeol'' era en realidad Park Chanyeol.

—Estaba en su departamento, salieron a comer juntos varias veces, fue


a recogerle a su casa, su nombre coincide con el apodo del teléfono —
enumeró con sus dedos todas las coincidencias—. Me meto un tiro en el
pecho si no lo era.

En efecto, Kim Taehyung era extremadamente difícil de engañar,


manipular o convencer para lograr un fin incierto; él ya era capaz de
reconocer por sí mismo cuando alguien hacía algo en lo que era
experto.2

—¿Hay algo más? —consultó Park con curiosidad a flor de piel.

—Cuando descubrí que era Chanyeol, me entró la duda sobre si estaba


con Byun por ser algo más que amigos o por una relación de trabajo —se
extendió—. Cualquiera que fuera, ¿qué maldita mierda hace un traficante
de blancas con el hijo correcto de un gobernador? —Taehyung abrió sus
manos e hizo un ademán—. Como sea, yo me mantuve callado, tratando
de saber qué coño pasaba. Hasta que un día, específicamente el día que
fuimos donde el americano, mandé a Namjoon y Jackson a que abrieran
su auto —confesó—. Ellos fueron mientras Baekhyun estaba conmigo al
otro lado de la puta ciudad y su auto era desvalijado. Por cierto, lo había
dejado en el edificio el muy estúpido.

—¿Y encontraste algo relevante?

El azabache dio un asentimiento de manera seca.

—Namjoon me entregó esta mierda —contó, sacando su teléfono de la


parte de atrás de su bolsillo.
Desbloqueó la pantalla y se dirigió a la galería, metió la contraseña en
una de las carpetas y abrió una imagen completamente nítida de lo que
sus esclavos habían encontrado aquella noche dentro del carro. Extendió
el aparato a Jimin, el cual lo tomó en sus manos y se notó impresionado
por lo que detalló. Observó el dorado del objeto y las siglas que tenía
talladas, le dio zoom para asegurarse de lo que sus ojos estaban viendo
y entonces cayó en cuenta de todo.

Era una placa de policía.7

—El cabrón no es un mafioso —comentó, aún con el teléfono entre su


manos—. Es un maldito topo.7

Taehyung corroboró, con ganas de romper contra el suelo el cristal del


vaso debido al increíble cólera que volvía a arraigarse dentro de su ser.

—Un maldito topo y de pasó inútil.

Un último vistazo fue dado al teléfono y finalmente el espía se lo entregó


al dueño.

—Maldita placa, es de la KNPA* —afirmó Jimin.


*Korean National Police Administration

El maleante recibió su teléfono entre las manos y bloqueó la pantalla


para después ponerlo de nuevo en la parte de atrás de su bolsillo.

—Imagino que la tiene bien escondida en caso que deba sacarla


mientras va a algún lado —apuntó Taehyung—. Pero bien guardada por
estar metido dentro de esta mierda. La encontraron dentro de una bolsa
de tela negra, debajo de uno de los asientos y pegada en la parte de
arriba.

—¿Dónde está él ahora?


El verdugo se ahogó en una pequeña risa, recordando los días anteriores
donde le vio por última vez, con ganas de matarlo tan horriblemente que
incluso él mismo quedase sorprendido y asqueado.

—Probablemente en coma.

—¿Qué mierda?

Kim se sirvió él mismo otro trago de whisky y bebió un sorbo consistente.

—Cuando Sihyuk me contrató no dudé en llamarle, no dudé ni un maldito


minuto en decirle que se metiera. Quería ver qué coño hacía y qué coño
pensaba. Actuó demasiado bien, pero al haber matado a los hombres del
bar, él solito se cavó su propia maldita tumba —escupió con desdén—. El
día que mataron a Chanyeol, pasaron la noticia en televisión nacional
diciendo que encontraron al hijo del gobernador asesinado. Yo estaba en
el edificio junto a Mark y Min Yoongi —confesó—. Al hijo de puta de Baek
se le aguaron los ojos y corrió al baño. Salió como media hora después,
tras vomitar. Mingu... Yoongi —se corrigió a sí mismo, hablando con los
nombres de pila—, pensaba que era por el alcohol y Mark por un chute
de cocaína, pero yo sabía exactamente por qué. Es por eso que está
metido conmigo, es por eso que le dije que fuera a recoger el dinero junto
a Namjoon y Jackson.17

—Es un maldito estúpido —admitió Jimin con énfasis; porque en efecto,


si el tipo tenía alguna misión como topo, no estaba ni con una mínima
preparación—. Seguro es un puto aprendiz.

—Sea como sea, ya lo descubrí —afirmó el azabache—. Aunque no sé


exactamente qué es lo que buscaba, ni por qué los mató. Pero cuando
llegue el momento, le voy hacer hablar, le haré escupir todas sus
malditas palabras, Jimin. Te lo juro por mi maldito nombre.
Jimin asintió, sabiendo que Taehyung estaba con unas inmensas ganas
de vengarse.

—¿Shin lo sabe?

—No, Shin no sabe nada de Jeon ni de Baekhyun todavía. Los únicos


que saben que ese niñito está conmigo son Sihyuk, algunos de sus
hombres, Mark y pocos de los que trabajan con él, Jackson Wang, Kim
Namjoon y ahora tú y esos tres que están allá —dijo, señalando a Jimin y
luego haciendo un circulo con los dedos para abarcar a los demás—.
Saben que lo tengo, pero no donde está. Eso solo lo saben Kim y Wang.

Jimin asintió, no le importaba el hijo de Jaeban en lo más mínimo. Más


importante era saber qué coño hacia un topo trabajando con alguien
como Shin y porqué estaba teniendo una relación con el difunto hijo del
gobernador.

—¿Qué piensas de todo esto?

—Si Baekhyun es un topo y estaba de pareja con Chanyeol, quiere decir


que Chanyeol tiene algo que ver con lo que hizo Baekhyun el día que
mandé a buscar el dinero y que tiene algo entre manos que yo aún no sé
—se cuestionó—. ¿Por qué matar trabajadores de Sihyuk, cuando
eras algo del hijo de Sihyuk? ¿Venganza, tal vez?

—Coño, V... estamos metidos en una mierda fuerte —Jimin se echó


hacia adelante y comenzó a asentir—. Tienes a un miembro de la mafia
Jeon, detrás de este tienes a un miembro de la policía y también al
mismo gobernador en un triángulo —especificó—. El asunto es más
complejo de lo que aparenta y hasta peligroso.1

Eso era algo de lo que Kim Taehyung estaba plenamente consciente


desde que empezó a sospechar de Baek, desde que fue por primera vez
ante las puertas de Bang y desde que vio un par ojos oscuros junto a una
sonrisa brillante.1

—También recuerdo haberles visto juntos un par de semanas antes de


que lo mataran —añadió a todo lo que estaba diciendo, restando interés
en el comentario de Park—. Entraron al motel Golden con varias mujeres
y niñas. Al principio pensé que era de su consumo, pero luego salieron
ellos de ahí y se quedaron las niñas —informó—. Jeon Jungkook sabe
acerca de ese negocio. Su padre es socio del dueño y quién mejor que
su primer hijo varón para quedarse con esa mierda. Eso es lo más típico.

El maleante sabía eso de sobra, pues en el tiempo que había estado con
Jungkook, pudo notar que el chico tenía una mínima cantidad de coraje
en su interior y eso era probablemente porque su padre estaba
metiéndole desde bien joven en todo un mundo de mierda.

Mundo al que, según Taehyung, no llegaría vivo. ¿Y quién mejor que el


hijo del colega de Shin, para dar información acerca de cómo funcionaba
todo ahí dentro?

Perfecto, otro motivo para ralentizar el deceso de su pequeño Jeon.3

—¿Qué es lo principal que necesitas? —pidió Jimin, haciendo que el


verdugo borrase sus pensamientos y le mirara.

—Necesito que indagues sobre Chanyeol, Sihyuk y el maldito Baekhyun


—respondió—. Qué coño hacía Baekhyun en el motel con esas
prostitutas y qué relación tenía con Kim Jennie, cuando ya estamos casi
seguros de que andaba de putito con Park Chanyeol —contó
Taehyung—. No sé si ella sabe de eso. Ellos follaban al parecer, pero
ahora sé que era quizá para tapar la falta. O quizá si tenían algo, pero no
creo. Aunque, Kim Jennie es una puta inteligente y no sé si sepa algo
más. De todos modos, si lo hace me sabe a mierda que haya que
mantenerla viva, se va a morir.

Un hecho total era aquello.

—¿Sabes de quien eran las prostitutas en ese motel, V?

—De Shin Taogum, por supuesto —contestó—. El aliado de Jeon


Jaeban.

—Las prostitutas con las que trabajaba Byun son de Shin y Byun tenía
algo con Chanyeol —se explica Jimin, tratando de repetir todos los datos
para sí mismo—. Chanyeol es ''hijo'' de Sihyuk y este mando a matar a
Jaeban, el cual es colega de Shin —finaliza su explicación—. El mundo
es malditamente redondo y pequeño, V.1

—Es una puta metra —corroboró—. Un puta metra pequeña y quebrable.

Jimin le dio la razón apuntándole con un dedo.

—Tú encárgate de investigar lo primero que te comenté de Sihyuk —


mandó—. Luego averigua para qué puta mierda frecuentaron a las
prostitutas y la relación de Baekhyun con Kim Jennie y si ella sabía sobre
Chanyeol.

—Ni en la puta escuela tenia tanto trabajo, maldición —se quejó—. ¿Qué
pasará después?17

—Ya después me encargo yo de salirme con la mía y hacerles pagar a


todos por sus decisiones en mi puta contra —advirtió L pelirosa—. Me
quedaré en Jeju hasta que encuentres toda la información. Cuando lo
tengas, no dudes en llamarme —le miró con aviso, acomodándose en la
silla dispuesto a levantarse—. ¡Oh, y algo más!
El pelirosa le miró con curiosidad.

—¿Qué cosa?

—Quiero que averigües todo sobre Shin Yuna, la niñita hija de Shin —
ordenó—. Por ahora, el único dato que tengo de ella es su nombre y que
tiene catorce años.25

Jimin hizo una expresión de asombro, su rostro se desencajó por un


segundo con impresión y por su mente pasó algo bastante retorcido.

—Mierda, V, ¿vas a...?

V le miró con expectativa, hasta que cayó en cuenta sobre lo que


probablemente maquinaba el contrario. Quizá sí, pero no exactamente lo
que pasaba por la mente de Jimin.

—Maldición, no gracias —negó con desdén—. Tengo preferencias claras


desde que soy un crío —admitió con ligero tono socarrón—. Y de
paso, su noviecito está muchísimo mejor.16

Jimin dio un asentimiento y esbozó una ligera sonrisa, del tipo que da la
razón aparentemente, pero que en verdad no quería saber nada más
sobre el asunto. Y es que Jimin sabía ciertas cosas sobre V que eran
preferibles mantenerlas bien lejos de su cabeza.

Tras toda la larga conversación llena de datos, hombres y dudas, Kim por
fin se levantó de su asiento, extendiéndole la mano a Jimin y este
devolviéndole el gesto. El más bajo se quedó en su asiento mientras V se
dio media vuelta. Los dos hombres que le acompañaban se levantaron a
la vez y se dirigieron a abrir la puerta, mientras que Taemin se regresaba
hacia Jimin que les observó desde el borde de su mesa.
Y, antes que el azabache saliera por completo de la oficina, Jimin le
llamó

—¡V, casi lo olvidaba! —saltó desde su asiento y se aproximó hasta la


puerta por lentitud. Al llegar metió las manos en sus bolsillos y le miró
relajado.

—¿Qué cosa? —preguntó el verdugo.

—¿Podrías decirle al hijo de puta de Kim Namjoon que yo sigo viviendo


en el mismo sitio de siempre?29

V rodó sus ojos y rió por lo bajo.

—¿Tan buen polvo es?6

Jimin tensó su mandíbula y presionó un lado de su mejilla con la lengua.


Entonces esbozó una pícara sonrisa y suspiró, viendo a Taehyung de
reojo.

—Te deja viendo la luna —respondió con altanería—. Y si estamos


drogados te deja viendo la vía láctea por completo.25

Taehyung alzó una ceja y miró abajo para luego encararle con expresión
de repulsión aparente.

—Maldito asco —negó Kim, riendo.

—No seas hipócrita, haces cosas peores.

Kim le miró atento y luego le señaló con el dedo. Eso, era verdad.

—Ajá, si, le diré —avisó al pelirosa—. Pero que eso no te distraiga de lo


que te pedí.
—Tranquilo —le calmó—. Soy capaz de mandar a matar a alguien y
montar uno grande al mismo tiempo.12

—Me consta eso —contestó el delincuente, guiñándole un ojo.8

Jimin asintió, dispuesto a descubrir absolutamente todo. Taehyung


estrechó su mano por última vez y asintió hacia Taemin, el cual estaba
detrás de la silla en la mesa de madera. Este hizo un saludo con su
cabeza y el verdugo se dio media vuelta dispuesto a salir hacia las cuatro
paredes donde le esperaba el bonito azabache y sus dos esclavos
cuidándole perfectamente.

Ahora habría tiempo de relajación en Jeju, lejos del ajetreo caótico de


Seúl y sin que Jungkook pudiera ni siquiera emitir los gritos más
desgarradores debido al miedo que le tenía. Había pasado unos días sin
verle, desde que se lo llevaron de la bodega hacia una casa donde Kim
se quedaba cuando estaba ahí y no quería levantar sospechas. Kim de
verdad esperaba que no pasara mucho tiempo o el niñito se
acostumbraría a las comodidades de esa casa abandonada —que
incluso estándolo—, era muchísimo más decente que la cabaña
asentada en el medio de la nada donde había estado metido más de dos
meses.

—Ah, por cierto —avisó V, con sus brazos cruzados en su pecho y


viendo a Jimin fijamente frunciendo el ceño—. Ni una sola palabra sobre
Jeon Jungkook, Park. De lo contrario, me veré en la obligación de
ponernos en peligro a ti y a mí.

Jimin dio un asentimiento. Claro que el niño de Jaeban no le interesaba


en lo más mínimo.
El azabache asintió, giró hacía la puerta y esta fue abierta por uno de los
hombres tras de sí, dándole un último vistazo a Jimin y haciéndole una
seña con dos de sus dedos puestos en la sien y soltándolos en dirección
al muchacho para luego cerrar la puerta y emprender rumbo.

Jimin, por otro lado, se quedó pensativo sobre el asunto que tenía
pendiente. Ahora tenía mucho trabajo por delante y V era un hombre que
no era de muchísima paciencia por lo que sabía. Le dio risa lo último que
dijo, recordando que la última vez que había visto a Kim Namjoon, fue
hacía casi seis meses y este no le había contactado de nuevo en todo
ese tiempo pese a que después de haber tenido sexo por cinco horas, le
prometió que lo llamaría.7

—Señor Park —la voz de Taemin hizo que Jimin girase la cabeza en su
dirección, olvidando lo que pensaba segundos atrás.

—¿Si, Lee? —inquirió el muchacho.

—¿Puedo preguntar algo un poco... abusivo?

Jimin suspira, llevándose otro puro a la boca para luego encenderlo y


darle una amplia calada. Ahora con un montón de trabajo encima, le
tocaba relajarse aunque sea un poquito.

—Si vas a preguntar sobre Kim Namjoon, la respuesta es sí —dijo, sin


importancia ni titubeos—. Adoro a ese hijo de puta.13

Taemin parpadeó con el ceño fruncido.

—No, no —negó rápidamente—. De hecho, no era eso...

—Oh, bueno entonces ignora lo que acabo de decir —extendió una


pícara sonrisa donde se escondían sus ojos—. Si, Taemin, puedes
preguntar lo que quieras.
Taemin suspiró y el espía le observó mientras fumaba, a la expectativa
de qué iba a decir.

—¿Ese hombre no es Kim Taehyung? —consultó, temeroso.

Jimin exhaló el humo y desvía la mirada.

—Sí, ese mismo.

—¿Por qué usted no le llamó por su nombre? —volvió a curiosear,


porque él sabía que Jimin no hablaba utilizando seudónimos, ni
contraseñas, ni nombres en clave. Todo para él debía ser claro—. Señor,
usted no gusta de llamar a la gente por los apodos que tienen. Desde
siempre, he sabido eso bien.

Jimin le miró con cautela, admitiendo que su guardaespaldas tenía razón


por ese lado.

—Es complicado, Taemin —respondió a la duda, no del todo—. Pero hay


veces donde es mejor evitar ciertas cosas.

—¿Le tiene miedo? —formuló, pero Taemin sabía que eso no era
posible, incluso si era Kim Taehyung quien acababa de salir por su
puerta.

—No, en absoluto —admitió Jimin, sacando humo de su boca.

—¿Y entonces?

—¿Y entonces qué? —replicó el muchacho, sentado en la barra con un


vaso de whisky y el puro.

—¿Por qué le llamo V y no ''Kim Taehyung'', que es su nombre? —volvió


a curiosear Lee, recogiendo los dos vasos que antes estaban en la mesa
y solo queriendo saber por pura duda y no por algo más allá de su mismo
asombro.

Jimin respiró hondo, levantándose de su asiento con un vaso en una


mano y el tabaco en otro. Procedió a ir hasta su propio despacho dentro
del espacio y antes de abrir la puerta para dirigirse a su computador a
empezar su trabajo, encaró a Taemin.

—Porque llamarle "Kim Taehyung" es sacar a flote un recuerdo tan


perturbador que incluso la mente más retorcida preferiría olvidar.31

XIII: Quindecim.

(⚠⚠)32

Jungkook yacía mirando el techo, mientras estaba acostado boca arriba


en el mullido colchón que reposaba en el suelo de la habitación.

Llevaba rato con un mal sabor de boca y un ligero dolor de cabeza,


producto de estar pensando una y otra vez sobre lo que había vivido
algunas noches atrás. Jungkook no podía dejar de repetir en su mente
aquellas escenas tan escalofriantes y malévolas a pesar de que se
estuviese tratando de convencer a si mismo de que habían miles de
cosas diferentes en las que pensar. Pero bien dicen que mientras menos
te gusta algo, más lo recuerdas. Así parecía funcionar para Jungkook, el
cual apretaba los ojos con fuerza y movía la cabeza negándose a
reproducir en sus pensamientos a la chica bañada en sangre.

Otra cosa que también pensaba, era en lo inexplicablemente sereno que


se veía aquel asesino al cual él ahora le puso nombre mientras la chica
moría en a su merced. Era un puto loco, enfermo mental y sin duda
alguna un asesino retorcido en toda la extensión de la palabra. Eso lo
sabía Jungkook, y lo más impresionante, era que parecía disfrutar de
aquello y estar consciente de todo lo que hacía y aun así seguir viéndose
tan... encantador. Aun Jungkook no entendía por qué parecía ser tan
normal. Lo hubiera visto en la calle y tranquilamente podría haberse
hecho pasar por un hombre de negocios cualquiera. Y tal vez si lo era,
empero esos negocios eran tan inmundos como el significado mismo.5

"¿Qué mierda le pasó a ese tipo, para que tuviese una manera de ser tan
despiadada y maniática?" Se preguntó Jungkook en su mente, con las
manos temblorosas y comenzando a desarrollar una ligera ansiedad.8

También lo que le hacía un increíble ruido era el hecho de que le había


dicho algo clave y era que al tipo le habían pagado por la cabeza de su
padre, empero que su padre había huido. Y no nada más eso, sino que
ahora al tal ''Taehyung'' no le habían dado el dinero y Jungkook no iba a
morir mientras ese pago no lo tuviera el tipo en sus manos. Así que,
básicamente, la vida de Jungkook pendía de un hilo y ese hilo era un
montón de dinero.

Y ahora entraba en conflicto. ¿Qué deseaba más? ¿Qué el tipo


encontrara su dinero y lo matara de una vez? ¿O que se tardara bastante
para así Jungkook mantenerse con vida, pero bajo circunstancias
nauseabundas y deplorables?2
Quería morirse en ese momento. Quería morirse desde que recibió el
primer golpe. Quería morirse desde que ese hombre le había puesto las
manos encima. Quería morirse desde que le había besado y también
quería morirse hace días cuando vio aquella escena tan desastrosa con
la que había estado teniendo ataques de pánico. Y justo cuando volvió a
recordarla, llegó a la conclusión de que no quería morir bajo sus manos.
Porque a V le iba a dar gusto deshacerse de él tan horrorosamente, que
Jungkook estaría sufriendo más por no poder morir que por seguir
viviendo.

Ese hombre quería deshacerse de él después de usarlo. Simplemente


sería un desquite. Lo más descarado de todo, es que no eran
suposiciones que Jungkook se estaba haciendo en su cabeza, o simples
miedos que se le calaban en la mente hasta hacerle estallar, no. Esas
eran en definitiva cosas reales, porque habían salido de su boca. Él se
las había dicho descaradamente mientras le maltrataba.

''Tomaré cada parte de ti y la haré mía... cuando me dé la gana te haré


mío... cuando me deshaga de ti quedarás hecho nada''

Sin duda alguna el chico tenía algo claro: no quería terminar como aquel
hombre que mataron frente a él y muchísimo menos quería terminar
como los policías de los que ''Kim Taehyung'' le habló. Y ni pensar
terminar como la chica.

Jungkook sabía algo con certeza: Quería morirse, mas no que él le


matara.1

Volvió a llorar otra vez, pero ahora calmadamente; como si las lágrimas
salieran solas y él las dejara hacerse su propio camino hasta deslizarse
por su cuello. Estaba recostado en el colchón donde había estado
durmiendo desde hacía unos días. Era mejor que el suelo sucio y
Jungkook internamente se maldecía a si mismo por llegar a sentirse
ligeramente conforme de la situación actual, comparada a la maldita
cabaña donde se encontraba antes. Así que solo apretujó sus ojos,
sintiendo una presión en su cabeza hacerse más fuerte.

Estaba solo, podía escuchar su propia respiración dentro de las cuatro


paredes color beige del cuarto, también algunos ruidos que provenían de
su estómago pues habían pasado bastantes horas —o quizá días, no
llevaba bien esa cuenta estando encerrado—, desde su última comida, la
cual consistió en un pedazo de pan con agua. Al comer eso, Jungkook
recordó que; incluso estando secuestrado, había llegado a comerse una
puta pizza gigante y por un momento pensó que había alucinado. ¿De
verdad le habían dado una pizza? ¿De verdad ese tipo tuvo ese gesto
tan aparentemente... "normal" con él? Porque después de ver lo que vio,
le empezaba a parecer extraño eso.

Parecía que a veces a ese tipo le daban arranques de normalidad y


actuaba como alguien así; hablando con él calmadamente, con un tono
de voz relajado y con un semblante que le hacía parecer un muchacho
normal. Jungkook por nada del mundo dejaba de pensar en eso. O
También podría ser que en realidad le daban ataques de psicópata de
vez en cuando y actuara tan fuera de este mundo. Aunque,
sinceramente, Jungkook parecía irse por la primera opción. No era como
si supiera algo acerca de eso, pero de lo que estaba totalmente seguro
era de que ese tipo estaba bastante mal de la maldita cabeza.3

No por nada parecía actuar consciente en todo momento, hablar como


alguien normal, estar al tanto de lo que pasaba con Jungkook, de su
estado y su entorno. No por nada sabía exactamente qué tono usar
cuando le hablaba de cierta manera y cual tono usar cuando quería
hacerle algo malo. En ese momento, Jungkook recordó las palabras que
le había dicho hace algún tiempo. Algo sobre que cuando alguien estaba
loco tenía dos opciones, o dejar que te poseyera o aprender a poseerla
tú a ella.

''... La primera es quedarse a lamentar su locura y buscar ayuda, porque


sabe que va a terminar hiriendo a los demás o a sí mismo (...). La otra es
vivir con ella y ayudar a que te posea, pero también aprender a
controlarla...''

Incluso llegaba a parecer inteligente o sabio, debido al tono que usaba


cuando hablaba de esa manera. El rehén sinceramente no tenía ni puta
idea de lo que significaba eso. De lo que sí estaba seguro, era de que
Kim Taehyung estaba loco. Y no especialmente un loco de aquellos que
no tienen consciencia, que no saben lo que hacen o alucinan. No, ese
tipo era un maldito loco de aquellos que sabían exactamente quiénes
eran, dónde estaban, qué hacían y cómo debían hacerlo. De los que
mostraban una personalidad que parecía tranquila a cualquiera que le
viera, pero que en verdad aguardaba un mínimo momento para
mostrarse de otra forma.

En palabras resumidas; como un maldito psicópata. En toda la extensión


de su significado.

Y, como si Jungkook lo hubiera invocado con el pensamiento, V abrió la


puerta de aquella habitación en donde le retenían.

—Precioso...
Los pasos no tardaron en llegar hasta los oídos de Jungkook e
inmediatamente todo su cuerpo se puso en estado de alarma. Era el
verdugo que había llegado a perturbar su paz una vez más. El chico
tomó una aspiración profunda y aunque hubiera tratado de calmarse, su
cuerpo parecía ser automático con tan solo escuchar aquella gruesa voz
proveniente del contrario. La puerta se cerró con una ligera fuerza, el
prisionero lo supo porque lo oyó, mas aún se mantenía hecho un ovillo
en la esquina de la pared, acurrucando sus piernas a su pecho y
escondiendo la cabeza entre ellas.
Fue cuando escuchó algo que le hizo subir un poco la mirada y lo que
encuentra solo le hizo querer llorar. Taehyung llevaba puesta una ropa
normal, ligeramente holgada para lo que usualmente Jungkook veía. Y
no era como si le sorprendiera, pero simplemente era... raro. Aun así, lo
que le dio escalofríos fue lo que V llevaba en su mano derecha.

Un tubo.34

El ruido que sintió Jungkook, fue el de un grueso tubo de hierro que V


arrastraba por el suelo mientras lo miraba de manera seria. El cautivo
solo tenía la mitad de la vista fuera. Cuando le vio, subió la cabeza y
respiró profundamente. Miró su mano y después el tubo. Ya lo conocía,
por su puesto, y no podía estar más asustado con eso. Sin embargo,
Taehyung tiró el objeto a un lado, haciendo que el ruido exaltara un poco
a Jungkook, que seguía en una esquina sobre el colchón. El chico se
sintió ligeramente aliviado porque Kim soltó aquel tubo, tenía un muy mal
recuerdo de eso tanto por él como por la víctima.1

El cuarto estaba casi que a oscuras. Lo único que alumbraba era un


pequeño tragaluz en el techo y estaba oscureciendo, así que nada se
veía con total claridad. De igual manera, Jungkook no necesitaba ver con
claridad a Kim Taehyung para saber que se acercaba a él a un paso
demasiado pecaminoso.

Kook no rompió el contacto visual con el hombre, mientras este se


acercaba con palpable parsimonia hasta el colchón. Jungkook no supo
cómo podía sostenerle la mirada, pero era capaz verlo ahí parado en la
esquina observándole desde arriba y sin mencionar ninguna palabra. Los
ojos del verdugo se veían más oscuros de lo normal, y llevaba un par de
anteojos que parecían sin mucho aumento. No llevaba un semblante
serio, aunque tampoco estaba relajado del todo. Jeon simplemente no
podía descifrarlo al cien.

Taehyung estaba parado admirando al chico hecho un ovillo en la equina


del colchón. Kook había estado llorando, y lo notó porque a pesar de la
poca luz, tenía la nariz roja y gimoteaba mientras le miraba desde abajo.
Entonces soltó una risita y se tiró de golpe en la colcha, soltando una
aspiración cuando escuchó los resortes y echando la espalda hacia atrás
para pegarse de la pared. Giró la vista hasta el menor, el cual no le
apartaba la mirada todavía y pudo sentir que volvía a llorar con bajeza.

Jungkook no quería tenerle cerca, mucho menos después de lo que vio


que era capaz de hacer. Y justamente antes de que Jungkook le quitase
la vista, V extendió su mano para levantarle el mentón.

—¿Qué mierda te pasó, Kookie? —preguntó como si no tuviese la menor


idea de su estado—. Tienes los labios secos, estás ojeroso y con carita
cansada, niñito.2

Taehyung hizo una especie de puchero fingido y Jungkook, lejos de


tranquilizarse, se horrorizó por completo. No solo por su sarcasmo de
mierda, sino también por el tono que él empezaba a utilizar cuando le
decía ''niñito'' y Jungkook odiaba eso.

—¿No vas a responderme? —inquirió el verdugo, alzando una ceja en el


proceso—. ¿Por qué te ves así?

Jungkook casi explota ante el repentino descaro con eso último que le
preguntó. ¿Cómo se atrevía a preguntarle eso, sabiendo perfectamente
todos y cada uno de los por qué?

—Te ves tan acabado.

Y a pesar de haber querido callarse, lo que dijo le salió de la nada en un


santiamén.

—¡N-no me he lavado la boca en siglos! —mencionó con voz alzada—.


¡No me he b-bañado en siglos! ¡Estoy asqueroso, mugroso más bien!
¡Debo oler como un puto animal! —gritó furioso—. ¿Y tú de verdad estás
haciendo esa estúpida pregunta?

Jungkook gritó fuerte, y solo después de hacerlo se dio cuenta que había
sido demasiado impulsivo y de que podía recibir un golpe por eso, así
que simplemente bajo la cabeza, con miedo. Le había salido del alma,
sin pensar o analizar el contexto de la situación. Pero no era como si su
cerebro funcionara a la perfección para descifrar cuándo y cómo debía
hablar.

No obstante, Taehyung no le dio importancia a eso. Por el contrario,


volvió a subir la cabeza del chico, ahora llevando la vista hacia su
garganta. Había una ligera cortada ahí, producto de las noches pasadas,
y Kim ahora vio que estaba con una costra. No había sido profunda de
todos modos, porque no lo hizo con la intención de degollarlo.
Aunque... en definitiva podría hacerlo en algún momento.

—Entonces... al bebé le apesta la boca —bramó, con su mano alrededor


del cuello de Jungkook y este viéndole con la cabeza gacha y los ojos
hacia arriba.2

—S-si —respondió, en un tono muchísimo más pasivo y calmado,


mientras se sentaba en posición de indio.1

—A ver —habló el verdugo, tomando su propio peso para levantarse y


acercársele, acariciando la cicatriz—. Déjame averiguarlo.33

Jeon estaba de piernas cruzadas en la esquina del colchón y el mayor le


tomó las muñecas con firmeza, aunque sin tanta fuerza, solo para
acercarlo a él y unir sus bocas. Jungkook pudo haberlo predicho, pero lo
cierto es que cuando V le tomó de ambas manos y lo atrajo hasta él para
besarle, se quedó sin aliento.

Tenía los ojos abiertos de golpe, pensando que sería un beso tosco y
con violencia. Aunque cuando vio que Taehyung había cerrado sus ojos
con lentitud, él también los cerró. El mayor no le besaba con fuerza, ni
tampoco le besaba con brusquedad. No le besaba de manera ansiosa, ni
tampoco con frenesí. De hecho, soltó una de las manos de Jungkook y
acunó su mejilla derecha, poniendo un pulgar sobre su pómulo y el resto
de sus dedos acariciándole ligeramente la oreja mientras giraba el
rostro.1

Y Jungkook solo suspiró.

El beso era lento, parsimonioso, delicado quizá. Taehyung estaba


inclinado hacia adelante, con una mano apoyada en la rodilla flexionada
de Jungkook y la otra tocándole el rostro. Y el rehén, por el contrario,
tenía ambas manos a los lados, presionadas contra el colchón, mientras
Kim le seguía besando y sentía su respiración dándole de lleno en el
rostro y mezclándose con la suya.

En la habitación lo único que podía escucharse era el sonido de ambos


respirando y de sus labios combinándose en un besuqueo. Jungkook de
pronto subió una de las manos que tenía puesta en el colchón sobre la
de V, no pensando claramente qué estaba haciendo, pero haciéndolo de
todos modos, y la apretó mientras seguía correspondiéndole el beso.1

Y en ese momento, el verdugo entrelazó ambas manos encima de la


rodilla de Jungkook y con la otra apretó más fuerte su mejilla para
profundizarle el beso, pegando lo a sí detrás de su cabeza.

El secuestrador invadía su boca, y sus gruesos labios se


complementaban con los de Jungkook en un vaivén donde Taehyung
solo quería probarle, solo quería deleitarse y sentir sus labios contra los
propios. No quería nada más que saborear su boca, solo eso. Quizá por
gusto, quizá por curiosidad, empero dentro de sí mismo no tenía
segundas intenciones.

Al menos no en ese preciso momento.

Jungkook no estaba pensando en nada con claridad, no tenía nada en su


mente que le hiciera sentir algo. Nada le pasaba por la cabeza que no
fuera besarle. Pero era extraño, porque no le habían amenazado, no le
habían apuntado con algo, básicamente no le estaban obligando a nada
pero por alguna razón Jungkook sentía que debía hacerlo. Sentía que
debía seguir el juego y adaptarse. No sabía si era porque V le daba no
solo miedo, sino que también pavor, o porque había algo más.2

Algo que no entendía qué era, pero estaba ahí.5


V se separó de pronto, teniendo entre uno de sus dientes el belfo inferior
de Kook y halándolo hacia él con suavidad. Luego lo soltó, dejando un
mínimo hilo de saliva que se adhirió a los labios de Jungkook. Taehyung
le observó, el chico aún tenía los ojos ligeramente cerrados cuando le
abandona. Vio sus labios, los tenía rojos y mullidos, una bonita imagen
para los ojos del verdugo, el cual por acto reflejo pasó el pulgar por la
zona y luego se lo llevó a la boca, específicamente entre sus labios.6

Ya lo había probado, ya lo había saboreado y aunque pareciera irreal,


Jungkook sabía demasiado bien para Taehyung.20

Kook bufó y cayó en cuenta de lo que hizo. No sentía nada especial,


ninguna emoción. Era como si estar cerca de ese tipo le convirtiera en
alguien que solo asentía y obedecía en torno al miedo que le pasaba por
dentro, porque estaba seguro que le mataría si le molestaba o le
cabreaba. Prácticamente era un instinto de supervivencia, aunque hace
un par de horas hubiera jurado querer morir y librarse de todo.

Aún quería, pero no a manos de ese tipo.

Todavía llevaba su mirada hacia abajo cuando sintió la mano de


Taehyung levantarle el mentón otra vez para observarle con un gesto
burlón en sus ojos y una media sonrisa.

—Sorprendentemente sabes divino, Kookie... —le dijo en un tono


extrañamente divertido.

Jungkook no lo miró, todavía no podía, porque se sintió extraño. Aún era


capaz de sentir sus labios siendo besados de esa manera y la mano de
Taehyung ahuecando su cara con delicadeza muy seguramente fingida.
—¿Qué pasó, bebé? —le preguntó el verdugo, el cual solo estaba
tratando de controlarse para cuando llegara el momento—. ¿Te comieron
la lengua los ratones?1

El niño por fin le encaró, viéndole por completo. El hombre frente a él


llevaba la cara completamente limpia, impecable, sin un rastro de sangre
o magulladuras. Jungkook pudo distinguir su tono burlón cuando le dijo
aquello. Kim llevaba una bonita boina que le hacía tener la frente
descubierta y el par de lentes que parecían de lectura, pero sin mucho
aumento. Como siempre, a los ojos de Jungkook, parecía un hombre
completamente normal, con el que podías entablar una conversación
cualquiera en un día cualquiera y lugar cualquiera, y no un maldito
asesino a sangre fría con personalidad extraña y verborrea que le hacía
poner los pelos de punta.

Entonces, Jungkook jadeó, con una pregunta en su mente.

—¿P-por qué? —preguntó de la nada, con un deje de curiosidad.

V le miró confundido por un segundo.

—¿Por qué qué? —contestó—. ¿Hm?

El chico quería morder su lengua, quería callarse y no preguntarle. De


verdad le gustaría, empero estaba atrapado ahí mismo y necesitaba
calmarse. ¿Qué podría salir mal si no le hablaba? ¿Estaría Jungkook
jugándose la vida si le preguntaba aquello o simplemente el sonreiría y le
iba a decir que no preguntara estupideces? ¿Le golpearía? ¿Se
enfadaría? ¿Lo iba a moler a golpes? ¿Lo mataría?

Había muchas cosas que podrían pasar, una más posible que la otra y
todas haciendo fila para cumplirse.
—¿Entonces? —insistió Kim—. ¿Por qué qué?

Jungkook no pareció decir nada por un segundo y el victimario viéndole


de aquella manera solo lo ponía aún más nervioso. El delincuente tomó
un mechón de su cabello negro y lo colocó detrás de la oreja que le
acarició durante el beso, fue ahí cuando Jungkook expulsó su pregunta.

—¿Por qué yo? —inquirió con miedo, enfatizando todas las últimas
palabras—. ¿Por qué a mi? ¿Qué quieres hacerme? ¿Qué quieres
de mí? ¿Por qué me estás haciendo esto?

Jungkook se señaló a sí mismo en cada una de sus preguntas mientras


su tono de voz se alzaba y sintió cómo las lágrimas se le acumulaban en
los ojos y la nariz le picaba, otra vez comenzando a llorar. Era verdad, el
azabache se hacía demasiadas preguntas; una más grande que la otra y
todas sin ninguna respuesta aparente o al menos una respuesta que le
pudiera proporcionar lógica. Ninguna estaba contestada de la manera
que Jungkook quería, y eso solo dejaba que las dudas le carcomieran el
cerebro.

—¿Podrías repetir una por una, niñito? —le bramó con sorna y énfasis al
final—. Tengo tímpanos sensibles y estás gritando, pequeño Jeon.1

Jungkook no esperaba esa respuesta, de hecho, esperaba


absolutamente cualquier cosa que no fuera eso precisamente. Ese
hombre estaba de buena humor ese día —noche más bien—, porque
Jungkook pudo divisar en el tragaluz que todo ya estaba perfectamente a
oscuras.

—¿Por qué a mí? —inquirió con decisión—. ¿Por qué me tienes aquí a
mí?
—Ya te lo dije, niño —replicó Taehyung—. Eres un pago que yo aún no
cobro y todo por culpa de tu padre —confesó—. Estás aquí por su culpa,
porque él se metió en problemas con un gobernador. Yo solo soy el
verdugo que se deshace de personas que son innecesarias para quien
me contrata.

Jungkook parpadeó por un momento, sin entender del todo. Otra vez el
puto tema del dinero, ya lo sabía y no era eso lo que quería escuchar.
Sin embargo, lo que más ruido le hizo, fue aquello que dijo.

—¿El qué?

Taehyung resopló con una media sonrisa.

—Verdugo, niño —le escupió—. Antes se les llamaba así a quienes


hacían el trabajo sucio. A quienes ejecutaban por otros en frente de
todos. ¿Nunca te dieron historia medieval o alguna mierda así?9

Jungkook estaba extrañado de la forma en que hablaba, como si fuera un


simple hombre desconocido y no el maldito que le tenía de rehén.

—No me interesa historia —le respondió, cortante pero tranquilo—.


Ahora... ¿qué quieres hacerme?

Jungkook dejó escapar esa preguntan pero ahora que miraba la


expresión extraña del verdugo, algo le decía que no debió haberla
preguntado. No porque se haya puesto tenso, agresivo o intimidante, no;
sino porque ahora había sacado una amplia sonrisa cuadrada que Jeon
le había visto antes, una maldita sonrisa macabra que empezaba a
detestar.

—La verdadera pregunta sería... ¿qué no quiero hacerte? —le corrigió,


llevando sus dedos hasta los labios contrarios y acariciándole a
Jungkook el inferior con suma delicadeza—. Quiero
hacerte muchas cosas, Kookie. Quiero dominarte, quiero dañarte,
quiero atraparte —expuso sin tapujos o rodeos en cada palabra y
acercándose peligrosamente a Jungkook a medida que las iba
nombrando—. Quiero hacerte mío, de todas las maneras que solo
a mí se me ocurren. Quiero maltratarte, marcarte, follarte y
después... matarte.30

Jungkook lo sentía demasiado cerca de su rostro, mientras miraba hacia


un lado para sentirse menos intimidado. Si llegaba a voltearse, podría
rozar su nariz con la contraria. Así que quería dominarlo, dañarlo,
atraparlo, maltratarlo, marcarlo, follarlo y matarlo. En ese puto orden.5

Increíble, ya básicamente le faltaban las dos últimas y Jungkook sintió un


escalofrió por eso.

—¿P-por q-qué quieres matarme? —preguntó en un hilo de voz sobre la


confesión que menos le gustaba.2

—Porque es mi puto trabajo —admitió el otro—. Y porque nunca he


dejado de hacer mi trabajo bien, a pesar de ser un trabajo de mierda.
¿No crees, precioso? —Kim acercó sus labios al oído del chiquillo—. Soy
un asesino, pequeño Jeon... no olvides eso.

Jungkook pareció pensarlo por un momento, hasta que conectó dos y


dos, girando su rostro en sentido contrario.

—¿A‐así que me asesinarás porque te lo dicen?

—Porque es mi trabajo, niñito —objetó Kim—. Yo hubiese hecho todo al


pie de la letra, pero se metieron conmigo.
—N-no lo hubieras hecho —contraatacó Jungkook, casi
inmediatamente—. Me dijiste que sí todo hubiera salido bien, aquella
noche no me habrías matado.

Taehyung asintió y picó la punta de la nariz de Kook con dos dedos.

—Obvio no matarte, niño —obvió—. Porque me hubiese divertido


muchísimo contigo y hacerte pasar por muerto habría sido fácil. Cuando
nadie supiera de ti, yo estaría haciéndote infinidad de cosas y ya
después de cansarme te... mataría. Estaría cumpliendo mi trabajo solo
que no exactamente como me lo pidieron.

Kook se tensó por completo ante eso.

—¿Entonces me ibas a golpear tantas veces hasta que te cansaras y me


mataras? —chilló, sin detenerse al hablar rápido.

—No precisamente eso.

Jungkook jadeó otra vez.

—¿Entonces qué?

Taehyung pareció pensárselo por un momento, luego de eso habló.

—¿Viste lo que le pasó a Jung Wheein? —le preguntó, y Jungkook


recordó exactamente a la chica, ahora teniendo imágenes horrorosas en
su mente—. Eso serías tú, precioso. Solo que poco a poco, lentamente...
mientras me adueñaba de ti.

—¿Por qué coño me lo dices? —volvió a chillar con un hilo de voz, pues
no encontraba razón para que se lo dijese tan directo—. ¡¿Por qué?!
—Porque me fascina ver tu cara mientras te digo eso —confesó—. No
sabes lo bonito que te ves cuando estás asustado. Y más aún cuando sé
que es por mí, niñito.

Otra vez aquel tono en lo último.

—Eres un sádico —Jungkook pareció muy decidido hablando, empero


Jungkook casi se cagaba de miedo y temblaba—. Un psicópata...

Taehyung sabía que era verdad, él mejor que nadie estaba plenamente
consciente y que el chico se lo dijese solo le demostraba lo bastante listo
que podría llegar a ser. Pese a lo débil, dominable y bastante asustadizo
que era, Jungkook era listo.

El sicario sonrió.

Ya había llegado el momento por el que estaba ahí.

—Y un puto pedófilo también —expresó, recordando la información que


le habían dado hace días y por la que estaba frente a Jeon.37

El niño se tensó ante eso y justo cuando pensaba que Taehyung estaba
relativamente calmado, el hombre se levantó del colchón y agarró el tubo
de hierro que había tirado anteriormente en el piso.

El pecho de Jeon reflejó su corazón comenzando a tratar de salírsele del


pecho. Si mantenía suficiente silencio, podría escuchar el latido
desbocado que provocaba. Tenía la frente sudada por completo y unos
mechones de cabello se le pagaban a esta. Sintió cómo sus propias
manos empezaban a temblar. Justo en ese instante, supo que le había
descubierto.

Kim Taehyung lo sabía, ni idea de cómo, pero ya lo sabía.


Sabía que Jungkook era un chiquillo de tan solo quince años.60

El hombre tomó el tubo entre sus manos y lo extendió entre éstas, como
apreciándolo. Su cuerpo reposaba con la espalda baja pegada a un
mesón cerca de una esquina. Su mirada era severa, también serena en
todo sentido. Aparentemente relajado o reflexivo y Jungkook se llevó sus
propias rodillas al pecho, tratando inútil y débilmente de protegerse a sí
mismo.

Iba a ser golpeado, completamente seguro.

—¿No te enseñaron que las mentiras tienen patitas cortas, pequeño


Jeon?

Otra vez ese maldito apodo, Jungkook ya sabía que no vendría nada
bueno.

—¿Qué ocurre, niñito? —dijo con burla, como si le hablaba a algún bebé
pequeño—. ¿Ya no quieres seguir hablando más?

Jungkook empezó a llorar otra vez, y justo cuando trató de calmarse; V


soltó una risa.

—Primero me dijiste que tenias veinte, luego cuando mandé a Jun a


alimentarte le dices que tienes veintiuno —recordó, y Jungkook supo que
metió la pata—. Esa carita de niño, esas actitudes impulsivas, tus
quejidos cuando te llamo "niñito", tu vocecita chillona y tus lamentos tan
sutiles... ¿de verdad jurabas que me iba a comer el cuento?

El azabache empezó a hiperventilarse por completo y veía a todos lados


mientras negaba con frenesí. Su cabeza negaba con vehemencia
paulatinamente, diciendo sin palabras textuales que no era cierto. Pero,
él sabía que sí y V también. Jeon se quejó consigo mismo; la había
embarrado, la había chorreado, la había putamente cagado y ahora qué
coño iba a hacer para salir de ahí ileso.

—N-no, yo no...

Taehyung soltó una carcajada y le enfrentó esta vez con el ceño fruncido
y la lengua pasándosela por los dientes. En ese momento, tomó entre su
pulgar e índice izquierdo una parte de la montura de los lentes que
llevaba puestos y los dejó a un lado, en la mesa de la que yacía
recostado. Respiró, observó hacia arriba y apretó el tubo con fuerza,
luego volvió a conectar su mirada con Jungkook, que ya volvía a tener la
expresión al borde de agonizar.

—Primero de Septiembre del 97, faltan más de dos semanas para que
cumplas tus dulces dieciséis —escupió—. Eres un puto bebé, pequeño
Jeon. Tienes apenas quince añitos.8

Jodida verdad de la que era conocedor.

—N-no es... no es cierto —tartamudeó, tratando inútilmente de mentir.

—¿Ah, no? —se mofó V—. ¿Entonces no es cierto que tu madre es Jeon
Saeji? ¿No es cierto que tienes una hermana mayor llamada Jeon Jihyo?
¿No es cierto que estudias en la preparatoria de Seúl? ¿No es cierto que
tienes de noviecita a Shin Yuna, la hija del socio de tu padre? —le dijo—.
¡Qué raro! Con esos besos que me das yo juré que lo tuyo no eran las
niñas.10

Jungkook sintió como cada una de sus palabras se estancaban en su


mente. Él odiaba que metieran a su familia en esas cosas, odiaba el
nombre de su madre en los labios de Kim Taehyung.
—N-no hables de mi madre —le retó—. No hables de mi hermana, ni Y-
Yuna... no hables de n-ninguna de ellas.

Taehyung se rió, apretando el tubo fuertemente con la diestra y dándose


pequeños golpes con el en la palma de su otra mano.

—Vaya, el hombrecito se nos puso posesivo —se burló—. Ellas no me


importan, precioso, ninguna de ellas —expuso—. Lo único que me
importa está frente a mis ojos.2

El tubo tenía al menos metro y medio de largo y un grosor de quizá diez


centímetros; Jungkook con solo el sonido ya sentía que iba a quedar
destrozado.

—V, por favor ya... —suplicó—. No con eso, por favor n-no... —rogó otra
vez cuando detalló la forma en que el sicario miraba el tubo y
posteriormente a él. Se aproximaba lentísimamente hasta Jungkook y el
chirrido de sus zapatos contra el suelo resonaba entre las paredes.1

—¿Sabes qué pasa con los niños que mienten, Jungkookie? —le inquirió
y el nombrado gimoteó—. A los niños que mienten hay que castigarlos.

—N-no...

—¡Levántate! —le ordenó, pero Jungkook solo se echó rápidamente


hacia la esquina del colchón mientras se mantenía llorando y veía que
Taehyung se le acercaba a paso más rápido.

El delincuente lo agarró de la manga de su camisa y le arrastró hasta que


Jungkook cayó al suelo. No se golpeó o algo por el estilo, porque era
solo un colchón tirado en la fría cerámica que no quedaba muy alto para
impactar. Por lo que Jungkook lloraba era por lo que sabía que venía y
por nada del mundo podía evitar. Quedó hecho un ovillo en el medio del
cuarto y V le jaló otra vez de la camisa para que se pusiera de rodillas en
un santiamén. El chico mantuvo el llanto desastroso, mientras seguía
suplicando que por favor no le hicieran nada, que le dejara en paz, que él
no quería haberle mentido.

Era un puto niño de quince años, y Jungkook se había sumado más edad
porque recordó aquella paliza que le dieron en la cabaña mientras estaba
desnudo y atado a una silla. "Ahora también soy un pedófilo" le dijo V, y
luego cuando pensó que era un niño empezó a golpearlo. Porque al
parecer... ¿le disgustaba ser un pedófilo? Por eso Jungkook no dijo su
verdadera edad aquella noche cuando le quemó, por eso mintió. Si la
hubiera dicho, se volverían a repetir los golpes, y simplemente mintió por
impulso.

Aunque nunca pensó que había dicho edades diferentes, ahora sabía
que la había cagado, y en un muy mal sentido.

—¡Quítate la ropa! —le demandó.

Pero Jungkook no se movía.

—Quítate la ropa o voy a arrancártela hasta romperla, pequeño Jeon.

Jungkook aún no cedía del todo, estaba más que claro que tenía miedo.
Y aparte de eso, la sola idea de desnudarse delante del sicario le calaba
en lo más profundo de su espina dorsal provocándole escalofríos y ganas
de seguir llorando. Lo iban a golpear, y sabía que ya se había tardado
mucho porque aunque ese tipo parecía ridículamente tranquilo, podía
desbordársele un ataque de locura en cualquier momento y sin detonante
aparente.

Aunque en este caso Jungkook sabía que era su culpa, por tratar de
salirse con la suya, mintiéndole.8
—Levántate —demandó Taehyung.

Jungkook tomó una aspiración y trató de no pensar en algo bueno para


poder soportar lo que venía, pero nada bueno pasaba por su mente.
Nada era bonito en ese momento, nada podía distraerle del sufrimiento.
Solo recordó cuando le golpearon con eso. Parecía haber sido hace
siglos, aunque todavía podía sentir el dolor de cada golpe; en su espalda,
en su cuello, en sus brazos y piernas. No quería recordarlo, empero al
parecer su cerebro actuaba de esa forma. Quizá para recordarle que eso
no iba a matarlo, porque ya había pasado por algo así antes, y estaba
ahí.

No moriría porque le golpearan. Aunque si dolería, dolería demasiado.

Entonces, el chico se paró quejándose entre sollozos. Sus ojos estaban


hinchados, su nariz estaba roja y sentía cómo sus saladas lágrimas se
deslizaban hasta caer al suelo. Incluso sus pies descalzos fueron
mojados por una de ellas. Taehyung le daba vueltas a su cuerpo y
Jungkook escuchaba el chirrido del artefacto para su tortura.

—Quítate la ropa, pequeño Jeon —demandó con un grave tono de voz—


. Última vez que te lo digo.1

Jungkook se tensó ante eso, así que bloqueó su mente de cualquier otra
cosa que no fuera hacerle caso. Después de todo, mientras más se
resistiera, peor sería el sufrimiento. Por experiencia lo sabía.

Taehyung vio como el chico temerosamente llevó sus manos al borde de


la camisa que cargaba. Él estaba parado en una esquina del cuarto,
esperando a que Jungkook hiciera lo que había ordenado. Vio sus manos
temblorosas, escuchó su llanto tratando de reprimírselo y ahogó una risa
por eso. En definitiva el delincuente disfrutaba hacer sufrir a Jungkook.
No solo eso, sino que en un simple acto como mandar a que se quitara la
camisa, era más que suficiente para verle sollozar. Se veía tan bonito
teniéndole miedo y aún más cuando el sicario tenía esa especie de poder
donde no necesitaba usar ni la mitad de la crueldad de su mente; tan
solo le hablaba y Jungkook le tenía miedo, obedeciéndole a
regañadientes y llorando, como un niño chiquito.

Porque eso era él, un niño. Quizá no tan chiquito, pero niño al fin.

Cuando Jungkook sacó la camisa por sobre su cuello, ambos brazos le


dolieron por la posición y el esfuerzo. Había dormido tan mal los últimos
días, que su cabeza siempre reposaba en sus brazos mientras estaba en
posición fetal. El mínimo esfuerzo le hacía dar un tirón a los músculos y
lanzar quejidos que se obligaba a reprimir. Entonces solo se mantenía en
silencio. Mantuvo la camisa en sus brazos a la altura de su pecho,
mientras aún lloraba con la cabeza agachada tratando de taparse.
Temblaba de pies a cabeza y de su frente corrían algunas gotas de sudor
que hacían que el cabello se le pegara a esta.

—Todo —pronunció el asesino, viendo que Jungkook tenía la camisa


tapándole parte del abdomen y no la sacaba de entre sus manos.1

Jungkook suspiró.

—P-pero...

—¡Todo! —gritó de nuevo, dando un golpe a la pared con el tubo,


provocando que el secuestrado jadeara.

El chico tiró la camisa a sus pies, llevaba solo dos prendas más. El jean
oscuro y el par de calzoncillos rojo oscuro, solo dos prendas tan fáciles
de quitar pero tan difíciles a la misma vez, sin poder siquiera hacer un
esfuerzo. V detalló que el muchacho tardaba en llevar sus manos al
borde del pantalón y aún las tenía en su pecho así que volvió a golpear la
pared dando un ruido estruendoso que le hizo sobresaltar.

El azabache por fin sacó las manos de su pecho y las llevó al borde del
pantalón. No quería avergonzarse, empero lo estaba haciendo
demasiado en ese instante y solo yacía sin la parte superior de su ropa.
Kim miró la marca de su cintura, aquella provocada por la cadena
apretada que le sostenía de la columna en la cabaña, y que solo le
dejaba moverse hasta el baño, mientras se sostenía como un perrito a un
poste de luz en tanto su dueño entraba a alguna tienda.

La piel de Jungkook era bonita a los ojos de Taehyung; de un color


crema, suave y pulcra —al menos en un principio—. Él recordaba que la
última vez que le golpeó, los moretones no desaparecieron del todo.
Todavía quedaban algunos de un tono verdoso. Una piel delicada, bonita
y sensible al mínimo roce, que dejaba rojeces y otros matices debido a
su fuerza. El chico aún llevaba las manos en la cadera, dispuesto a
quitarse el pantalón, pero no podía. Taehyung se rió de eso, haciendo
que Jungkook sintiera incluso más miedo y humillación de la que ya
sentía.

El mayor llevó la vista a sus tetillas, detallando sus dos sensibles botones
que contrastaban bonito con él tono claro de su piel. Luego llevó la vista
a su abdomen y su cintura, Jungkook lo tenía marcado. No tanto como
para decir que estaba fornido, pero si lo suficiente para saber qué hacía
actividad física y cuando el sicario conecto dos, supo que eso era por su
entrenamiento en taekwondo, aunque Kook estuviese muy delgado
ahora.
Kim sonrió ladino. ¿Cómo se sentiría que ese chiquillo le estancara una
patada en la cara, con aquellas preciosas piernas que se gastaba y que
gustaría morder? Maldición, le ponía.41

Jungkook apretó los ojos con fuerza, sintiendo la penetrante mirada de


Taehyung sobre él. Quizá, si mantenía los ojos cerrados no pasaba
nada, quizá si no veía el dolor éste disminuiría. Sabía que no era verdad,
pero quería aferrarse a eso al menos para hacer lo que haría ahora.

El chico tomó el borde del pantalón y lo bajó hasta sus muslos, aún con
los ojos cerrados por la vergüenza e intimidación. Una vez que los tuvo
ahí, subió por inercia la vista hacia V. Él cual lo miraba con un semblante
serio y entrecejo fruncido, Jungkook sentía que estaba vigilando cada
una de sus acciones con extrema cautela —y así era—. El chico seguía
llorando y abandonó la mirada contraria solo para no intimidarse más de
lo que ya estaba. Sin embargo, con puños apretados y nudillos casi
blancos —debido a la presión—, Jungkook se deshizo de su pantalón,
sacándolo por ambas pantorrillas y tirándolo a un lado mientras se
abrazaba a su cuerpo ahora expuesto casi por completo.

Kim suspiró, viendo la manera en que el niño se deshizo entre lloriqueos


y temblores, y sacó una media sonrisa. Jungkook no le miraba, solo tenía
la cabeza agachada y se abrazaba a sí mismo, tratando de buscar su
propia protección bajo la exposición. El menor no notó nada, pues estaba
mirando al suelo, empero Taehyung no pareció moverse, y en eso el
chiquillo sorbió por la nariz.

—Y-ya...

V se rió por aquella vocecita temblando. Cuando le observó, pudo notar


que no solo le temblaba la voz sino que también tiene sus brazos y
piernas en un alto tembleque, parecía una suave gelatina que estaba a
punto de deshacerse ahí mismo.

—T-O-D-O —deletreó V—. Todo.4

Jungkook trató de buscar fuerzas en algún sitio, pero no encontró.


Bien, todo era todo. No solo la camisa, no solo el pantalón. Todo lo que
llevaba encima debía quitárselo y sinceramente quería morirse de
vergüenza.

—¿Lo haces tú o lo hago yo? —preguntó sarcásticamente Taehyung—.


Ganas me sobran.1

—P-por favor, ya...

V resopló, agotado. Se movió de su sitio haciendo que Jungkook le


mirase. Toda la cara del chico estaba hinchada por su llanto, su cuerpo
temblaba y él moqueaba, secándose con el dorso de su mano para tratar
de contenerse. Taehyung dio varias vueltas por la habitación, rozando el
tubo con el piso, observándole y Jungkook solo seguía llorando.

El chico oyó algo parecido a un chasquido. Taehyung estaba detrás de él


y sintió como el frío plomo de un arma se posó de un lado de su cuello,
haciéndole estremecer ante el tacto de una Beretta.

—Separa las piernas —obligó.

Jungkook percibía a el arma sin seguro en su cuello y el aliento del


sicario dándole del otro lado. Le estaba pidiendo separar las
piernas, ¿para... qué?11

De pronto sintió cómo una de las rodillas de V se posó entre las propias y
separaba sus piernas. Jungkook no estaba tratando de poner resistencia
a eso pero una de las manos de V fue hasta su cadera y jaló su ropa
interior con fuerza, haciendo que la mitad de sus nalgas quedaran
expuestas. Luego agarró el otro extremo e hizo lo mismo. Jungkook no
pronunciaba palabra alguna, ni tampoco trataba de detenerle. Entonces,
el sicario quitó la pistola de su cuello y con ambas manos deslizó su ropa
interior hacia abajo, dejándole totalmente desnudo.11

Taehyung alzó a la fuerza un pie del menor y sacó la prenda. Después


hizo lo mismo con el otro y la retiró por completo lanzándola a un lado.

—De rodillas —le obligó.

Jungkook obedeció, ya no parecía estar pensando, tan solo parecía


seguir sus órdenes. Cerró los ojos y se tiró al suelo, sintiendo un
pequeño dolor cuando sus rodillas chocaron con la fría cerámica, las
tenía magulladas y entumecidas, pero de igual manera se arrodilló sin
titubeos.

—Hace poco te dije que odiaba que me gritaran, que me alzaran la voz y
que me insultaran, pequeño Jeon —le recordó Taehyung—. ¿Pero sabes
qué odio más que eso?

Jungkook negó con su cabeza, sus manos tratando de taparse en todos


los lugares que no quería que viera.

—Odio que me mientan —afirmó—. Y tú lo hiciste, niñito veinteañero


mentiroso.

El chico no respondió nada a eso. Después de todo; era verdad.

V sonrió al verle tan vulnerable. Se veía tan bonito y su cuerpo tan


precioso que en ningún momento apartó la vista de él. Pasó la vista por
sus brazos, por sus piernas, por sus manos, por sus pies, por su
abdomen, por su bonita cintura y sus lindas caderas. Se veía tan
deseable, tan marcable, tan vulnerable.

Era demasiado bonito.

—¿Cuántos años tienes, pequeño Jeon? —preguntó.

Jungkook solo gimoteaba, no quería responder. El asesino ya sabía,


empero, si él, respondía era definitivamente un motivo para aceptar que
iba a sufrir.

—No me gusta que calles, bonito —dijo con un deje de diversión fingida
en su voz—. ¿Cuántos años tienes?

—Y-ya sabes... —soltó Jungkook con voz temblorosa—. T-tú ya sabes...

—Ajá —afirmó el sicario—. Pero ahora quiero que tú me lo digas, así que
repito... ¿Cuántos años tienes?1

Jungkook aspiró profundamente. Aún estaba arrodillado con las manos al


frente para tratar de taparse su cabeza mirando al suelo y viendo el
pequeño charco de lágrimas que empezaba a formarse ahí. Sabía que
no quería responder, pero también sabía que si no lo hacía entonces
ocasionaría algo peor.

En cualquiera de las circunstancias, terminaba perdiendo. Así que solo


respiró hondo y levantó la cabeza, encarando a Taehyung.

—Q-quince.

—Quince castigos, Jungkook —le informó—. Porque los niños que


mienten se les castiga.42

El asesino estaba frente a él viéndole desde arriba y sin añadir otra cosa,
empuñó fuertemente, subió su mano con determinación y lo estampó
contra un lado de la costilla de Jungkook, provocando que el chico diera
un grito de dolor y se tambaleara hacia adelante.

Jungkook clavó su mano en el suelo y masculló algo entre dientes


producto del dolor. Sin embargo, V tomó la punta del hierro y alzó la cara
del muchachito para que volviera a su posición inicial y le mirase.

—¿Cuántos años tienes, pequeño Jeon? —repitió.

Jungkook tenía una mano firme donde le había impactado el tubo y


estaba sobándose por el dolor. Casi ni escuchaba, pero pudo entender
perfectamente que el sicario había repetido la pregunta.

—Q-quince...

Otro golpe se estalló contra la otra parte de la costilla de Jungkook,


haciendo que el chico pegara ambas manos al suelo por el impacto. Sus
laterales dolieron con fuerza y le habían empezado a provocar jadeos
ahogados justamente cuando, al pasar los segundos, el lugar del golpe
empezaba a palpitar.

—¿Cuántos años tienes, pequeño Jeon?12

La respiración entrecortada de Jungkook fue lo que Kim escuchó por los


primeros veinte segundos después de haber preguntado aquello. Su
rehén apretaba los ojos con fuerza y la mandíbula también estaba tensa,
de modo que unas gotas de saliva salían de su boca y se adosaban a las
lágrimas volviéndose homogéneas en el suelo.

—Y-ya te d-dije qu-... —temblaba.

—Pues vas a repetirlo hasta que se te grabe —interrumpió su


secuestrador—. Cada vez que pregunte; tú solo responderás. Si no lo
haces de inmediato; esperaré, mientras más tiempo tardes en
contestarme, más fuerte será el siguiente. Si no quieres responder, te
obligaré a hacerlo —advirtió—. Ahora repito, ¿cuántos años tienes?

Jungkook llevó ambas manos a su rostro mientras presionaba con


fuerza, tratando de apaciguar su llanto, aunque no pudo. No quería
responder y sabía que sería peor, así que solo le tocaba contestar o
recibiría el doble de golpes que estaba recibiendo.

—Q-quince...

El tubo estalló contra su hombro derecho provocando que Jungkook


volviera a soltar un alarido de dolor. La piel se sintió caliente por el golpe
y aunque trató de enderezar el cuerpo se sintió bastante torpe al no
poder hacerlo, porque tenía ambas manos a los lados, sobando ambos
hematomas provocados en sus costillas. Dolía como un maldito infierno y
le recordó aquella vez donde le dieron un K.O hasta tumbarlo en la
colchoneta, solo que ahora el dolor se iba incrementando mucho peor.

—¿Cuántos años tienes, pequeño Jeon?

Sus ojos se conectaron y ver a ese hombre desde abajo, Kook solo se
horrorizó de aquella sonrisa sádica en sus labios.

—Q-quinc... quince —se obligó a responder.

El asesino giró al otro lado del hombro de Jungkook y estampó otro


tubazo en su hombro derecho, provocando que el chico volviera a
tambalearse hacia adelante, pese a que estaba de rodillas en el suelo.
Kim sonrió al verle tirado y magullado. Los golpes aún no se notaban,
mas la piel bajo el hierro empezaba a hincharse.

Eso le pasaba al niño bonito por ponerse a mentir.4


Taehyung notó que Kook llevaba sus manos a los hombros y también a
las costillas, tratando de disminuir el dolor provocado por sus
golpes. Mañana dolería más, y él estaría allí para verle.

—¿Cuántos años tienes, peq-...?

—¡Q-quince! —le interrumpió, queriendo que terminara rápido su tortura.

El asesino empuñó el hierro de nuevo y golpeó contra la espalda del niño


provocando que por inercia se arqueara y Jeon subiera la vista hacia él
con la frente sudada y el cabello adherido a ella.

—¡Quince! —gritó de nuevo, antes de que el sicario se lo volviera a


preguntar.

Otro golpe a su espalda y otro ardor inmenso se sintió cuando terminó de


pronunciar aquellas palabras. Jungkook sintió todo el cuerpo dolorido y
sus piernas flaquearon cuando trató de volver a ponerse de rodillas,
después de haber caído boca abajo.

—Levántate —le ordenó.

Jungkook quiso intentarlo, sin embargo su cuerpo estaba tiritando. Le


dolían los brazos y las piernas le flaqueaban. Su mano se clavó en el
suelo e intentó levantarse, pero falló.

No tenía casi fuerzas.

Entonces, Taehyung notando que no podía levantarse —y sonriendo


internamente por ser él la razón de eso—, soltó el tubo, tirándolo hacía el
colchón y volvió hacia Jungkook. Jaló de su cabello, escuchando cómo el
niño se quejaba por eso y luego lo tomó de su brazo —justo donde había
golpeado la primera vez—, y le levantó del suelo haciendo que ambas
piernas se movieran cual gelatina y las coyunturas se le estiraran de
golpe, sacándole un alarido de dolor.

—¡Agh...! —al principio se tambaleó y volvió a caer, pero Taehyung


abandonó su brazo y le tomó le la cadera afianzando su agarre en la
zona y obligándole a que se mantuviera de pie. Luego de eso soltó su
toque cuando Kook por fin pudo conservar la compostura—. B-bast-...

—Si yo no pregunto, tú no respondes —interrumpió en el borde de su


oído con una voz baja—. ¿Estamos, bonito?

Jungkook no pronunció palabra, empero asintió con parsimonia mientras


aún seguía llorando. V se dirigió de nuevo al colchón y volvió a agarrar el
tubo con ambas manos.

—¿Cuántos años tienes, pequeño Jeon?

El chico repitió lo mismo que llevaba diciendo anteriormente y Taehyung


estampó el hierro hacia su espalda baja. Jungkook soltó un quejido ante
la fuerza y casi cayó de rodillas otra vez si no fuese porque Kim le tomó
de los hombros y lo mantuvo en su sitio. Antes de que Jungkook se
quejara de nuevo, el sicario volvió a preguntarle su edad. El niño tardó un
momento en responder. Ese tipo ya lo sabía, Jeon no estaba
mintiendo, ¿cuál era la maldita necesidad de caerle a golpes por eso?

—¡Y-ya te r-respondí! —soltó entre su llanto—. ¡Ya te... te lo dije! ¿P-por


qué si-sigues haciendo e-esto?

Taehyung río ante las palabras del chico, el muchachito obviamente no


estaba entendiendo la razón. Sonrió socarronamente antes de ponerse
frente a él y encararle.
—Quince castigos, Jungkook —le repitió—. Hasta que ese número se te
grabe en tu preciosa cabecita y así no vuelvas a osar de mentirme
mientras vivas

Jungkook iba a protestar ante eso, mas el verdugo le calló con


un 'shh' cerca de su boca.

El octavo golpe fue dado cerca de su costilla otra vez, aunque un poco
más arriba, y Jungkook se tambaleó hasta casi caer, solo que el verdugo
de nuevo le sostuvo entre sus brazos, obligándole a permanecer de pie.

El noveno fierrazo fue del otro lado de las costilla y el cautivo pudo jurar
que sentiría esto por el resto de su vida, justo después de que el hierro
se estrellara de ese lado. Ambas costillas le dolían, le ardían, las sentía
entumecidas e incluso respirar calmadamente era una tortura más
grande que la que estaba viviendo, porque cada exhalación implicaba
hinchar su pecho y sentir como si le maltrataran de nuevo justo donde
Taehyung lo había hecho.1

El décimo golpe fue directo a la parte de atrás de su pierna izquierda.


Esta vez sí se cayó, sintiendo que le fallaban para mantenerse de pie.
Taehyung le dejó un momento que tomase aire, y luego volvió a templar
de su cabello a la fuerza hasta mantenerle de pie totalmente.

Repitió el golpe en la pierna contraria luego de preguntar de


nuevo "¿cuántos años tienes, pequeño Jeon?" haciendo que su
prisionero volviera a caer al suelo de rodillas. Esta vez fue más doloroso,
porque Jungkook sintió una de sus rodillas estrellándose y quedando
raspada contra una parte del suelo que tenía algunos pedacitos de tierra.
No había sido demasiado fuerte el raspón, pero bajo las circunstancias,
era terriblemente doloroso.
El doceavo golpe le hizo caer hacia atrás, pues Taehyung le había dado
de frente en el estómago, provocando que el chico esta vez soltara un
gemido agudo y un jadeo entrecortado por la repentina falta de aire.
Jungkook cayó de espaldas, aporreando sus codos en el proceso y
recibiendo un escalofrío cuando la caída le hizo estremecer todo el
cuerpo.

El asesino le observó, su semblante era serio y relajado, aparentemente


tranquilo y que nada pasaba por su cabeza a ojos de Jungkook. Y lo
estaba en realidad, adoraba estar en ese momento con el chico y
adoraba aún más ejercer su poder ante él. Porque le encantaba verse
superior y hacerle sufrir.

—¿Cuántos años tienes? —volvió a preguntar. V tenía la frente


ligeramente sudada producto de la adrenalina que corría por sus venas
en ese momento. El rehén estaba tirado en el suelo con el cuerpo boca
arriba, completamente expuesto para el verdugo y este mantuvo contacto
con toda su anatomía, disfrutando la vista. Luego conectó con sus ojos y
le encaró.1

—Quin... q-qui... q-quince la dirás penas —habló. Jungkook ya casi no


podía ni respirar.

Su secuestrador estampó esta vez en un lugar diferente; las rodillas. El


hierro golpeó a Jungkook en la rodilla izquierda provocando que un
chillido saliera de su boca. Trató de incorporarse para sobar su hueso
golpeado, peri el asesino se lo impidió, colocando el tubo a la altura de
su garganta, frenándole el paso y provocando aún más su llanto.

—¡Ya...! —rogó Jungkook en un hilo de voz, privado en llanto y con las


lágrimas inundando le el rostro—. V, y-ya...
Taehyung sonrió viéndole tirado ahí y repitió la pregunta por catorceava
vez. Jungkook no respondía, estaba tirado en el suelo con dolores
punzantes en todo su cuerpo, sentía como si literalmente lo
hubiesen molido a golpes. El mayor repitió de nuevo la pregunta y el
aprisionado solo estaba hipaba sin poder ni siquiera hacer uso de alguna
de sus manos para cubrirse. Incluso los dedos le dolían de tanto que
apretaba sus puños por la impotencia. De nuevo, el verdugo repitió la
pregunta y lo hizo con un tono mucho más oscuro y demandante que las
otras veces.

Kook había perdido la cuenta de cuántos golpes habían sido, había


perdido la cuenta de las veces que pidió que se detuviera y también
había perdido la cuenta de los espacios en su cuerpo que aún quedaban
sin algún golpe. Todo le dolía; moverse le dolía, respirar le dolía.

Vivir le dolía.

—Última vez, pequeño Jeon —le expresó Kim—. ¿Cuántos años


tienes?19

El chico suspiró e hizo un esfuerzo por tratar de pararse del suelo. Afincó
una mano en la fría cerámica, empero su brazo tambaleó con una
punzada de dolor. Se vio en la obligación de volver a intentarlo, ahora
utilizando las dos manos, pero ocurrió lo mismo; perdió el equilibrio y
justo cuando estaba a punto de levantar el torso, se derrumbó.

Haciendo un último esfuerzo, empuñó ambas manos y a pesar de sentir


una agonía en sus coyunturas, pudo débilmente subir el pecho del suelo.
Estaba boca abajo en ese momento, se había volteado con demasiado
dolor para que Taehyung no le viera. Luego giró la vista hacia su
persona.
—Tengo q-quince...

Taehyung le miró débil, tirado boca abajo en el suelo y con un esfuerzo


sobrehumano por poder encararle. Tomó fuertemente el tubo y antes de
que Jungkook pudiera siquiera pedir piedad, lo estampó contra el lado
izquierdo de su cabeza, provocando que Jungkook terminara por caer al
suelo sin una mínima cantidad de fuerza.5

V no pronunció nada, solo se quedó viéndole fijamente, esperando a que


el chico volviera a tomar la compostura. Jungkook tenía la cara pegada al
suelo, su mejilla derecha reposaba sobre la cerámica, su cabeza tenía
una presión por haber llorado tanto, los ojos le dolían y la nariz la tenía
completamente tapada debido a su lloriqueo desenfrenado y desmedido.
Le dolía todo el cuerpo como el infierno y sabía que por la mañana
dolería más.

Jungkook escuchó cómo el tubo era tirado hacia un lado de la habitación,


lo suficientemente lejos como para que llegara a sonar difuso, sus ojos
empezaron a pesar de repente y podía sentir cómo la cabeza le palpitaba
en el sitio donde había impactado el golpe. El asesino se agachó, viendo
la vulnerabilidad del niño. No podía moverse, solo estaba llorando
incapaz de pronunciar alguna otra palabra que no fuera su llanto.

Kim observó al chico, la bonita curva de la espalda de Jungkook, que se


levantaba con sus nalgas, estaba siendo visible para luego terminar
bajando por sus piernas hasta la parte trasera de sus muslos y
pantorrillas. Se permitió observar cada rincón de su cuerpo, hallando
rojeces que se estaban hinchando a medida que pasaba el tiempo,
producto de la paliza que le había dado. El mayor supo en ese momento,
que muy probablemente iba a terminar desarrollando un gusto exquisito
por marcarlo de esa manera, porque la piel de Jungkook se veía tan
suave bajo su toque y tan sensible, que en definitiva podría llegar a
imaginársela marcándolo de cualquier forma posible y no tan solo a base
de golpes.2

El secuestrador río ante eso, estando agachado a un costado de


Jungkook y mientras el niño lloraba, el pasó su dedo índice desde el
comienzo de su nuca, hasta la mitad de la espalda y terminando en su
cadera justo donde empezaba la curva de sus delicados glúteos.

Jungkook se sentía intimidado, expuesto y humillado. No solo estaba


desnudo, golpeado y hecho mierda, sino que ahora debía soportar las
caricias ajenas en su cuerpo. Y sinceramente, con tal de no sentir dolor;
eso era algo que podía soportar.

Al menos una falsa caricia con otras intenciones, era mejor que le
cayeran a golpes hasta hacerle quedar viendo en negro.

Volvió a sentirse cansado de pronto sin saber exactamente por qué, pero
con ganas de quizás dormir o descansar. O más bien morir. Solo que si
lo hacía en ese momento sería a manos de ese maldito monstruo y eso
era lo que Jungkook en definitiva no quería, así que abre los ojos de
golpe tratando de no caer ante su estado extasiado y aspiró con dolor y
dificultad.

Taehyung conservaba silencio total, admirando a Jungkook, y justo


cuando el chico respiró profundo tragando el líquido de su nariz y
goteando de dolor, Kim rompió el silencio preguntando aquello por última
vez.

—¿Cuántos años tienes, pequeño Jeon?

—Q-quince... —replicó Jungkook en un susurro casi inaudible.


V llevó su mano hasta una de las nalgas de Kook y masajeó un par de
veces. Aunque, más bien, solo la apretó bajo sus grandes manos,
haciendo que el dueño solo se dejara hacer mientras seguía
prácticamente inmóvil. Taehyung sintió que sus bonitas nalgas estaban
tersas y eran de un tono más claro que el resto de su piel. Preciosas, tan
preciosas que incluso le dieron unas grandes ganas de morderlas y
besarlas. Sin embargo, no las estaba tocando por eso.

El último golpe fue una palmada que el verdugo le dio en la mejilla


derecha del culo, con la mano completamente abierta y sintiendo como
rebotaba bajo tu toque; marcando cinco dedos de inmediato.

—¡AGH, Y-YA! —Jungkook soltó un grito y dio un espasmo a todo su


cuerpo; ardió y dolió terriblemente. Su piel se sentía caliente y sin duda
alguna le daba ganas de sobarse, pero sus brazos dolían incluso más
que aquello.

Taehyung se inclinó ante la nuca del chico y antes de levantarse por


completo, le dejó un beso pronunciado y húmedo justo debajo de donde
terminaba la línea de su cabello.

—Quince, precioso —le dijo, dirigiéndose hasta su oído y acariciando con


dos dedos su magullado glúteo mientras su otra mano le agarraba el
cuello—. Odio que me mientan, Kookie, así que espero que después de
esto, no se te vuelva a olvidar.

El asesino se levantó, dejándole completamente solo, tirado, magullado y


golpeado. Jungkook se removió tratando de dirigirse hasta el colchón,
empero por más que hiciera un esfuerzo no era un puto superhéroe.
Estaba adolorido y hecho un desastre de lágrimas, mocos, dolor y
humillación. Solo cerró sus ojos tratando de no seguir pensando en lo
mucho que le estaba doliendo el cuerpo y lo mucho que estaba
pesándole el alma.

Antes de irse, Kim dio un golpe más ligero con su mano en aquella
cabeza, viéndole cerrar los ojos de a poquito. Abrió la puerta del cuarto y
antes de salir, le soltó una última frase con una media sonrisa que por su
puesto Jungkook no vio.

—Descansa, precioso niñito —susurró—. Mañana vendré a ver si estás


bien.19

Y luego de eso, cerró con fuerza la puerta, dispuesto a irse a dormir


satisfecho a la otra habitación de aquella casa, dejando a Jungkook
recién desmayado en el helado suelo.2

XIV: Nightmare, attack and fear.

(⚠)
5

Los jadeos provocados por su actividad física son demasiado notorios.

Jungkook tiene miedo, ha estado corriendo por tanto tiempo, sin rumbo
alguno. Tanto tiempo huyendo de su amenaza inminente y por fin puede
decir que está libre de ella. Las rodillas le duelen, sus brazos se sienten
cansados y su pecho sube y baja con un frenesí tan grande, que por
poco queda sin nada de aire en sus pulmones. Las piernas le tiemblan,
pero por fin puede correr libremente.1

No hay ataduras, no haya cadenas, no hay nada que pueda sostenerle


mientras escapa de aquel fatal entorno.

La cabaña ha sido dejada atrás hace bastante tiempo, Kim Taehyung no


estaba y pudo salir corriendo rápidamente por la amplia ventana del
cuarto. Pese a eso, está terriblemente asustado. El corazón se le
desboca dentro de sí, y bombea sangre por todo su ser a una velocidad
increíble. La adrenalina es palpable, su cerebro solo piensa en correr y
correr, sus piernas parecen moverse solas y sus brazos acompañan el
vaivén de éstas.

Ha escapado, por fin.

No pensó que lo lograría, no pensó que podía hacerlo, pero cuando pudo
abrir la ventana de la cabaña, todo dentro de sí mismo se puso en alerta.
Era de noche, y había decidido hacerlo a esa hora para no ser visto.
Quizás, dentro del bosque, pudieran haber animales raros; serpientes,
alacranes, arañas o cualquier cosa con una picadura mortal, pero le vale,
porque justo en este instante, no puede encontrarse más a salvo. En ese
momento no tiene a nadie persiguiéndole, así que un par de insectos a
los que les tiene miedo, no van a frenarle por nada del mundo. Incluso
estando a la intemperie, con el cielo oscuro sobre su cabeza y nada más
que la iluminación de una media luna, Jungkook se siente a salvo.2

Se detiene en el medio, cansado después de tanto correr por su vida y


libertad. El suelo de tierra está frío al tacto con su mano, Jungkook se
agacha y después de tocarlo se tumba en él, boca arriba. La maleza la
siente en la espalda, picándole porque traspasa su camisa blanca, pero
no importa.

No importa porque está bien, está seguro y está a salvo.

Su respiración se vuelve más calmada, los latidos de su corazón ya casi


no se sienten agitados, la garganta ya no está tan seca como cuando
corría. El dolor en las rodillas se siente más fuerte, pero de igual manera
no le presta atención a eso. Sus brazos caen a los costados.6

Cierra los ojos, intentando calmarse más, y lo consigue. Los abre, y mira
las pequeñas estrellas que andan en el cosmos, a millones de años luz
lejos de él, siendo reflejadas como chispas de pintura blanca sobre el
cielo y una mancha más grande identifica la luna que está en cuarto
menguante alumbrando su camino con rumbo a un mejor destino que
pensó nunca estaría frente a sus pardos fanales.

Está aterrado, pero sonríe.

El mayor de sus miedos era estar metido dentro de la cabaña; lleno de


oscuridad, polvo, tierra, cansancio y Kim Taehyung haciéndole sentir
humillado, desgastado y débil, pero ahora estaba lejos. Estaba lejos de
él, lejos de la cabaña, lejos de las cadenas, lejos de su sufrimiento. No
supo exactamente cómo, pero el choque de adrenalina cuando quedó
solo en la cabaña, le hizo entrar en estado de supervivencia y con la
poca fuerza que sus brazos le dieron, abrió uno de los tubos de la
ventana en el cuarto de la inmunda cabaña abandonada para salir
corriendo a mitad de la noche.
Ahora está ahí acostado viendo al cielo. Gira su cuerpo boca abajo y
recuesta la cara del césped. Se siente duro en su mejilla. Jungkook
suspira profundo, ya calmado por completo, y decide por fin levantarse.
Comienza caminando por parsimonia, los árboles se alzan a su alrededor
con copas inmensas y de gran espesor lozano. La brisa les bate,
logrando que se tambaleen de lado a lado y el muchacho les observa
viendo lo imponentes que se ven. Toma una bocanada de aire, lo exhala,
luego toma otra y repite la acción. Empieza a correr de nuevo, con más
velocidad que antes. Pronto iba a llegar a donde por fin seria libre, libre
de verdad y sin ningún tipo de amenaza ni peligro cerca. Volvieron a
dolerle las rodillas, pero ya está cerca, casi puede sentir todo.

La luz de un auto se refleja a lo lejos, una luz que cada vez se va


haciendo más grande. Está ahí y está bien, está a salvo.

—¡JUNGKOOK! ¡JUNGKOOK! —grita con fuerza la voz más


tranquilizadora que había escuchado en tanto tiempo. La voz que había
creído que no volvería a escuchar jamás.

La voz de Saeji; su madre.

El muchacho corre más fuerte. Ya no hay miedo, ya no hay temores, ya


no hay peligro. Todo es éxtasis, emoción, felicidad. Todo es gozo y
gloria. Está feliz, porque no hay nada que temer. El cuerpo de Saeji está
parado frente a un auto y ella corre cuando ve a su hijo dirigiéndose a
paso veloz hasta su lugar. Jungkook observa que su madre viene hacia
él y entonces rompe en llanto.

—¡Jungkook! —ella le grita, y en ese momento toma sus manos y cae al


suelo junto con él.

El suelo está frío y los brazos de su madre son cálidos. Jungkook llora
como un niño, llora desesperadamente. Sus lágrimas son calientes y
siente como Saeji llora con él. Ninguno comenta nada, ninguno dice algo,
ninguno habla. Solo se funden en un abrazo, uno que Jungkook
necesitaba desde hacía tanto tiempo, que parecía una eternidad.

—Ma... mamá —susurra él.

—¡Estás aquí, Jungkook! —ella masculla, tomando su pelo por detrás de


su cabeza y calmándole con un tono maternal. Acaricia su espalda
mientras los dos están tirados en el suelo—. ¡Estás bien, estás conmigo!4

—M-mami, mami —llora con su madre—. M-mami no me dejes, por


favor... mami —ruega, abrazándola como si fuera a desvanecerse sobre
sus brazos. Como si estuviera hecha de arena y las partículas fuesen a
salir volando con el viento—. No me sueltes, mami... por favor.25

—Shh —le calma—. Estás bien, Jungkook —el chico alza la vista, su
madre está calmada y por alguna razón no llora, solo lo observa y lo llena
de inconmensurable quietud.

Otro cuerpo se abalanza sobre él y Jungkook tarda un par de minutos en


responder. Le aprieta tan fuerte que puede sentir su espalda y brazos
dolerle. Entonces cuando enfoca la vista, se encuentra con el llanto de su
hermana mayor. Ella toma su cuello entre sus brazos y le acuna la cara
de manera suave.

—Noona... —masculla, con Jihyo abalanzada sobre él. Su hermana le


cubre y él repite la acción, tomando su cintura y hundiendo su cabeza en
el hueco de su hombro. Las lágrimas espesas tampoco se hacen esperar
en el menor, sin embargo ella tampoco llora, solo lo tranquiliza.

—¿Por qué no lloran? —se pregunta él mismo.


—¿Kookie? —una voz más dulce hace eco entre los tres que están en el
suelo. Jungkook abandona el abrazo con su hermana y cuando enfoca la
vista, una tímida sonrisa se refleja en sus labios así como los de la chica.

Yuna le ve con cariño y Jungkook sonríe ampliamente mientras se


levanta del suelo con rapidez.

—Yu-ssi —susurra, mientras ella lo abraza estrechando su cintura y él la


toma de los hombros—. Te extrañé mucho, Yu-ssi...

—Kook-ah, yo también te extrañé —pronuncia y lo abraza apretándolo


más fuerte.

—Yo también te extrañé, bebé —dice con cariño—. T-Tú no sabes


cuánto.2

—No vuelvas a irte de mi lado, Kook-ah.

Él niega con su cabeza rápidamente, pero no pronuncia ninguna palabra,


no dice nada. Solo se funde en un abrazo con su chica.

Pero en eso, un sonido estruendoso inunda los oídos de Jungkook.

Todo de pronto se vuelve negro, las luces del auto se apagan, empieza a
aparecer una niebla a sus pies. Jungkook toma a Yuna de los hombros y
observa su cara para preguntar qué pasa, pero se encuentra con una
imagen horrorosa.

Jungkook suelta a la chica de golpe y grita audiblemente cuando la ve


frente a él, bañada en sangre. Su boca está abierta en forma de grito,
con un montón de cortes verticales que exponen su carne así como su
lengua viperina y negra. Sus ojos están hacia afuera, guindando de un
nervio que está repleto de gusanos, totalmente de color negro y de ellos
también brota sangre, pero esta es marrón, fétida y más espesa de lo
usual. Era como si le hubiesen cortado la boca, dejándole las cuencas
casi vacías y ahora estuviese ahí desangrándose frente a él.2

—¡YUNA!

Es tan tétrico y repugnante.

Jungkook abandona a Yuna, y ella cae al suelo sin hacer ningún


movimiento, su cara todavía destilaba sangre que se deslizaba por todo
su cuerpo y ahora gusanos le salían de la boca para empezar a caer en
la grama.

—¡Jihyo! —llama a su hermana, pero cuando voltea, una imagen de ella


estando desnuda y bañada en sangre le revuelve la vista. Jihyo está
tirada ahí, sin vida y con toda su cara roja e hinchada—. ¡N-NO! ¡N-
NOONA!

En el cuerpo de su hermana empiezan a aparecer cortes transversales


que dejan ver sus órganos, pues los más pronunciados están en la zona
de su vientre. Ella grita con rudeza mientras se retuerce y sus globos
oculares se van hinchando hasta que estos explotan. Al hacerlo, un
montón de ratas negras se acercan a comérsela mientras ella aún sigue
dando sus últimos respiros.1

Es tan desastroso y horripilante.

Jungkook grita, voltea a todos lados, no encuentra a nadie más que las
dos chicas muertas. Vuelve a gritar y ahora está asustado. Tiene miedo y
se siente en peligro, no hay nadie para ayudarlo, no hay nadie que pueda
hacer algo y lo único de lo que es testigo es de los asquerosos olores de
cadáveres siendo devorados por bichos y de los espasmos que da uno
de los cadáveres, retorciéndose.
—¡¿Mamá... mamá?! —grita, buscando a su madre con la mirada. Gira la
cabeza por todos lados pero no hay nada.

No hay nadie, está solo.

Empieza a correr, sin rumbo aparente, dejando atrás a las chicas. Corre
como si su vida dependiera de ello. Corre porque no parece haber una
salida. Jungkook grita audiblemente y comienza a llorar con demasiado
frenesí. Su dolor corporal se vuelve intenso y las profundas respiraciones
que da están casi que sacándole los pulmones. Se siente ahogado,
asustado, confundido.

Se detiene de pronto, con una expresión de miedo. Quiere correr, pero


no puede. Se retuerce, grita y pide auxilio, pero no hay nadie, no hay
nada. Se mueve con todas sus fuerzas, sus brazos arden y sus piernas
flaquean. Tiembla mientras se siente desamparado y cae al suelo porque
no puede moverse de su sitio y está haciendo demasiado esfuerzo. Algo
no le permite moverse aunque ocupe toda su fuerza.

—Jungkook... —la voz es confusa y débil, pero él sabe que es Saeji.


Voltea el rostro y entonces ahoga un grito debido a su impresión.

Su madre está frente a él, pero es un espanto.

Saeji no tiene cabeza y su cuello chorrea un líquido negro, como una


fuente. Sus brazos tienen múltiples cortes de los cuales brota el mismo
líquido y Jungkook observa con horror sus manos sosteniendo algo
redondo, humedecido con una viscosidad oscura y cubierto por un
pañuelo negro. De pronto, los dedos temblorosos de su madre
decapitada deslizan el pañuelo y Jungkook cierra los ojos porque le
ardieron.1

Es monstruoso y caótico.
Ahí, entre los brazos de Saeji, está la cabeza de Jungkook; dos cuchillos
de plata están incrustados en sus cuencas. Su cavidad bucal hiede
asquerosamente y no tiene lengua o dientes, solo hay dentro un montón
de vidrios que empiezan a salir por sus mejillas, rajándole su rostro y
provocando más sangre saliendo de ojos, nariz, oídos y boca.1

Es sangriento e inhumano.

Kook chilla tan fuerte que puede sentir que su garganta duele y se queda
afónica. Tan alto que sus propios tímpanos retumban y sus ojos duelen
por la presión. Su llanto es desgarrador, reflejando el miedo y el
sufrimiento. No sabe qué pasa, pero es malo.

Saeji tira la cabeza de su hijo hacia éste y Jungkook ve la propia a sus


pies. Quiere alejarse, incluso si es arrastrándose, pero no puede
moverse. Quiere salir corriendo, pero no puede porque está atado a algo
y no sabe qué. El cuerpo de Saeji cae al suelo mientras se sigue
desangrando y Jeon entierra sus dedos en la tierra por no poder hacer
ningún movimiento.

Se hace un ovillo, y empieza a temblar. Aún llora, puede sentir sus


lágrimas saladas en su boca, puede sentir su mucosidad deslizarse hasta
la comisura de su belfo superior y también la nariz tapada de tanto llorar.
La garganta le arde, las manos le tiemblan, el pulso está al tope y su
cuerpo es pequeño entre sus propios brazos.

—Pequeño Jeon...

Esa maldita voz.

—No tengas miedo, pequeño Jeon...


Jungkook sabe que Kim Taehyung está cerca, pero cuando alza la vista
no lo ve por ningún lado.

—No huyas, niñito...

No puede verlo y con desespero gira su cabeza por todos lados sin la
imagen de Kim Taehyung a su alrededor.

—Siempre estaré contigo, pequeño Jeon...

—¡A-aléjate de mí! —suplica gritando, fuertemente, comenzando a


taparse los oídos—. ¡Déjame en paz! ¡D-déjame, déjame ya!

Una risa hace eco a sus oídos y Jungkook no sabe de dónde viene, pero
sabe que es él. Y en ese momento siente como se va hundiendo. Su
cuerpo no se mueve y él grita. Se trata de aferrar a la tierra y levantarse,
pero no puede. La tierra se hunde más, parece tragárselo.

—¡Auxilio! —pide—. ¡A-ayuda, ayuda!

Dos manos jalan de sus piernas, parecen ser demasiado fuertes. Unas
uñas se clavan en su carne con fuerza y tiran de él, arañándole la carne
hasta sangrar. Jungkook siente su cuerpo demasiado hundido. Hay un
hoyo en el suelo haciéndose más grande y abriendo espacio para que su
cuerpo sea tragado. La tierra lo está engullendo con odio y hay alguien
quien le está jalando con ferocidad desde el fondo.

—Te irás conmigo, pequeño Jeon —Kim Taehyung es quien habla,


amenazándole.

—¡Suéltame! —se esfuerza al saber que son esas manos las que lo
jalan—. ¡S-suéltame, suéltame! —Jungkook llora con desesperación—.
¡S-suéltame, suéltame, suéltame...! —pero la mitad de su cuerpo ya está
hundido.
Jungkook mira hacia abajo cuando casi está engullido por completo y
solo puede mirar por último unos ojos negros y una mano ahorcándole
hasta que se asfixia...

—¡SUÉLTAME! —gritó alto, horrorizado, y se levantó rápidamente del


colchón mullido donde se encontraba—. ¡Suéltame!

Su frente sudaba y el cabello se le adhería a la propia. Jungkook miró a


todos lados y solo encontró un espacio amplio y vacío, una puerta a su
derecha y una ventada a un costado, tapada con hierros y tablas de
madera. Su respiración era entrecortada y sintió la lengua seca de tanto
jadear por el impacto de su propia mente, otra vez en su contra.

Sus manos apretaban la sábana rota que yacía bajo su cuerpo y un mal
sabor de boca le salió de pronto. En ese momento, todo su cuerpo
empezó a doler tan fuerte que debía respirar de manera mínima si quería
evitar el dolor en todo su pecho.

Ahí fue cuando recordó todo.

''¿Cuántos años tienes, pequeño Jeon?" "Quince, quince, quince,


quince...''

Había caído inconsciente poco después de la infinidad de golpes que


Taehyung le había dado. El desmayo no fue prolongado, pues se levantó
tiempo después, arrastrándose a duras penas hasta su ropa interior y
camisa que fueron tiradas en el suelo. Quiso haberse levantado
caminando, pero los golpes no le dejaban del todo y se sentía demasiado
cansado para hacerlo. Así que solo se arrastró, tomó el bóxer y lo deslizó
por debajo de su cuerpo, casi llorando por el esfuerzo que debía hacer y
soltando quejidos bajos. La camisa había quedado cerca, por eso la
alcanzó tan solo estirando el brazo y como la parte inferior, también se la
puso casi llorando. Luego de eso se arrastró hasta el colchón y volvió a
quedar rendido tras meter todo su cuerpo ahí a duras penas.

Hasta ahora, con la maldita pesadilla que le había despertado.1

Se levantó con un inmenso dolor, tapando su boca. Sus piernas estaban


un poco dormidas, pese a eso, pudo llegar hasta el baño a base de
arrastrarse. En lo que pudo abrir la puerta de golpe, se tumbó entero en
el suelo y hundió la cabeza en el inodoro, aguantando los bordes con sus
manos. Tosió con ferocidad, sintiendo cómo los ojos se le inundaban de
lágrimas y la nariz le picaba. Escupió dos veces, su estómago estaba
revuelto, sin embargo no había nada que pudiera vaciar. Volvió a toser,
sintiendo de nuevo las asquerosas arcadas, pero nada que podía
vomitar.

Respiró hondo, buscando calmarse, su garganta seguía carcomiéndole y


los brazos empezaban a dolerle de lo fuerte que estaba sosteniéndose.
Se soltó, y echó su cabeza hacia atrás, tratando de buscar el oxígeno
que tanta falta le hacía. Jungkook arrastró sus manos por el suelo y
balanceó su anatomía para atrás, pegándose de la pared de concreto a
su reverso. Sus rodillas fueron llevadas hasta su pecho, y las abrazó
mientras hundía la cabeza entre ellas, con desesperación.

Fue solo una pesadilla, una asquerosa y horrible pesadilla. Una que le
recordaba tanto su estado demencial, como lo que había pasado hace
algunas noches.

No había podido pegar un ojo tranquilamente sin que la escena de


aquella muchacha se reprodujera en su mente una y otra vez. Pese a
que ya había pasado, Jungkook sentía el recuerdo fresco en su memoria,
sin poder cerrar los ojos tranquilamente, sin poder taparse los oídos para
dejar de escucharla y sin que su pecho se trancase de solo rememorar
en su cabeza el cuerpo de ella guindado en el techo mientras estaba
abierta en totalidad. Y ahora, con aquella golpiza, Jungkook estaba
seguro de que su vida era un inferno.

Era horrible, no había descansado ni un poco, incluso teniendo un


mullido colchón tirado en el suelo que era mejor que aquel suelo sucio de
la cabaña donde había estado hacia tan solo días.

Cerró sus ojos, tratando de controlar su mente, pero no podía. Jungkook


estaba llorando más que en su sueño, estaba llorando porque el sueño
había sido horrible, pero pisar la realidad de nuevo; era incluso una peor
sensación. Porque sabía que de ahí no podía despertar, porque aquello
lo estaba viviendo en carne viva, en persona y era más real que cualquier
otra cosa en el mundo.

No había visto a su madre, no había abrazado a su hermana y tampoco


había hablado con Yuna. Nada había sido real y ahora Jungkook cargaba
un vacío demasiado grande en su pecho.

Las extrañaba tanto.

—Basta ya, maldita sea... —pidió en un susurro, apretujando sus ojos y


sollozando demasiado audible con frustración inmensa—. ¡¡YA B-
BASTA, MALDITA SEA!!2

En ese momento, Jungkook estaba tan metido en su propio mundo que


no notó cuando la puerta de baño fue abierta de golpe tras estar casi
cerrada del todo.

—¡¿Qué mierda?! —gritó Namjoon entrando al baño, mientras empuñaba


su arma en dirección al rehén—. ¿Qué estás...?
El tatuado dirigió la vista hacia abajo, encontrándose con el chico
tembloroso y acurrucado a la pared y en ese momento Jungkook subió
sus ojos por el susto. Jun se encontraba parado frente a él apuntándole
con un arma. El menor se acurrucó más sobre su cuerpo, sintiendo el
dolor de los golpes del día anterior y reprimió su llanto mientras escondía
su cabeza entre las piernas y se echaba ligeramente hacia un lado,
temblando.2

—¡¿Qué haces aquí?! —inquirió con demandante voz, haciendo que


Jungkook temblase un poco más—. ¡¿Qué mierda fue ese ruido?!

Jungkook no habló, solo sollozó con un susto que le corrió por las venas
acompañando los latidos de su corazón. Entonces trató de tomar una
aspiración grande y el pecho le dolió demasiado. Él subió la vista de
nuevo y ésta vez fue capaz de observar a detalle al tipo frente a él.
Llevaba un par de pantalones oscuros al igual que camisa, una bandana
le sostenía el pelo hacia atrás y con ambos brazos agarraba el arma.1

Namjoon observó al muchacho. Estaba tirado en el suelo y su expresión


era simplemente deplorable. Sus ojos permanecían hinchados y rojos, su
cara tenía lágrimas que le resbalaban por el mentón, su nariz tan roja
que parecía haber recibido un golpe y la frente le sudaba como si
hubiese corrido un maratón. Sin embargo, notó que eso no era lo peor de
todo. Lo peor de todo, fue notar el cuerpo del rehén.

Jungkook había sido masacrado a golpes.

El chico solo llevaba dos prendas puestas; una camisa y su ropa interior.
Namjoon llevó la vista hacia sus piernas y tragó duro ante lo que vio.
Jungkook tenía varios moretones y rojeces en sus muslos, en las
pantorrillas y rodillas. Había varios que estaban tan oscuros que parecían
una gran mancha, sus manos estaban sucias y su llanto era tan
profundo, que el malandro supo que le había pasado algo bastante malo.
Igual no sabía qué exactamente, y tampoco pretendía preguntar, porque
lo suponía de todos modos.

En ese momento, Jungkook observó cómo el hombre traga saliva y relajó


su semblante. La fuera ejercida sobre el arma se suavizó y Jun comenzó
a bajarla con lentitud, mirando al secuestrado de manera curiosa, como
preguntándose —irónicamente, porque ya sabía la respuesta—, ¿qué
coño estaba pasando?

Jungkook se llevó las manos hasta sus ojos y los estrujó para tratar de
apaciguar su llanto, después de unos minutos por fin consiguió lograrlo.
Aspiró hondo, sintiendo el líquido dentro de su nariz quedando en su
garganta y amontonándolo en su boca para echarlo a un lado al escupir.

Observó a Jun, que ahora estaba recostado del marco de la puerta, con
el arma viendo al suelo, siendo sostenida por su mano derecha. Él le
miró con el ceño fruncido y expresión molesta. Parecía intimidante,
aunque por alguna razón Jungkook creía que no estaba molesto. El
contacto visual no se rompía y Kook se preguntó exactamente qué es lo
que podría estar pasando por la mente del tatuado.

—¿Por qué estás llorando? —fue lo primero que escuchó Kook, de forma
tranquila.

El aludido parpadeó por un segundo, repitiendo la pregunta en su mente


y obteniendo unas muy grandes ganas de estancarle una patada en la
boca a ese tipo. Aunque lastimosamente no pudiera.

¿De verdad era tan caradura para preguntar aquello?

Maldita sea.
—Muchacho —sentenció Namjoon, viéndole—. ¿Por qué estabas
llorando? ¿Qué estab-...?

—Porque me encanta mi maldita vida, mierda —respondió en un tono


tajante y sarcástico, interrumpiendo al pelinegro.37

Jun relajó la mirada cuando el chico respondió con voraz altanería. Si no


fuera él, probablemente otro le hubiese estancado un gancho por
hablarle así.3

—Cuida tus palabras, chico —le reprochó el malandro—. Si yo fuera otra


persona, ya te hubiera vaciado esta mierda hasta dejarte como un
colador.1

Jungkook suspiró con evidente agotamiento. Sin embargo, algo dentro de


él caló en lo más profundo de su mente, referente a la pesadilla que
había tenido hace rato.

La otra noche, cuando mataron a la embarazada, Jungkook observó la


vista de Kim Namjoon. Mientras que el otro hombre que la sostenía a
ella, los dos hombres fundados en trajes y el camarógrafo que iba
documentando todo, tenían una expresión severa y relajada —y V tenía
un rostro demasiado sádico por lo que estaba haciendo—, la mirada de
Namjoon era de un horror catastrófico. Como aquellos horrores que te
dejan petrificados de subconsciente, pero capaz de obedecer. Sin duda,
era una mirada de miedo por lo que estaba ocurriendo, pero pudo
disimularla muy bien. Aunque de todos modos, Jungkook se había dado
cuenta de su lenguaje corporal.

Él más que nadie conocía esa mirada, porque la había enfrentado desde
siempre.
El hombre pareció bajar la guardia y estuvo a punto de salir rápidamente
del baño, pero Jungkook habló primero, haciéndole detenerse en seco.

—¿Le tienes miedo? —su voz fue calmada y Jun se voltea de pronto
para encararle, con una expresión confundida.

—¿Q-qué? —pregunta él, con un deje de curiosidad estancada en su


voz.

Jungkook se replantea la pregunta, pero estaba seguro de volver a


hacerla.

—A Kim Taehyung... —dijo—... a V, ¿le temes?1

Jun parece entrar en un conflicto interno por un segundo. Escuchar el


nombre completo de Taehyung era extraño, pues no se lo decía desde
hacía muchísimo tiempo. Sin embargo, no fue eso lo que más caló en su
mente, sino el hecho de que le preguntara algo así.

¿Quién se creía ese muchacho para preguntarle semejantes cosas? ¿A


caso no era consciente de la situación en la que estaba?

Primero que nada, había sido golpeado. Segundo, muy probablemente


torturado para confesar algo, o quien sabe qué otra cosa le había pasado
para verse tan mal e indefenso, sentado ahí con esos moretones.
Jungkook observa el rostro de Jun, con un deje de temor sobre su
reacción, pero con la determinación necesaria para sostenerle la mirada,
y entonces él le contesta, abandonando cualquier pregunta que se le
cruzara por la cabeza referente a Jungkook.

Entonces, se giró sobre sí y encaró al chico, cerrando la puerta casi por


completo.
—No soy yo quien debería responder eso —le asegura, haciéndole saber
que se refería a él y a su estado.

Jungkook resopla, eso no era lo que quería saber.

—Respóndeme —ordena con voz calmada, más bien como una


súplica—. ¿Le temes a Kim Taehyung?

Otra vez, Namjoon queda atónito por eso. El muchacho con tatuajes abre
la puerta, vigila hacia la parte de afuera, en el cuarto y cuando no
observó a nadie ahí, entra de nuevo. De todos modos, sabía que estaba
solo con el chico en ese momento. No había nadie más ahí desde
temprano. Jungkook le miró atento lo que hace Namjoon y antes de que
pronuncie algo, el muchacho habló.

—Primero que nada, niño, no sé quién coño te crees para preguntar eso
—le dijo—. Y segundo, solo para responderte... no, no le temo a Kim
Taehyung.

Jungkook asiente, el muchacho estaba aparentemente diciéndole la


verdad, tampoco estaba dándole la respuesta que quería, así que
empezó con lo primero que vino a su mente en ese momento. Y eso era,
la noche donde mataron a Wheein.

—La noche pasada me di cuenta cómo viste a esa mujer —comentó el


cautivo con lentitud—. Observé tu rostro mientras ese malnacido la
mataba y despellejaba como un animal sin valor alguno —dijo con
desdén y apuntó a Namjoon con el índice—. Tú estabas sudando frío,
mientras que el otro tipo estaba relajado. Todos parecían normales, pero
tú tenías miedo de lo que veías. Tenias miedo al igual que yo.

Namjoon quedó prácticamente sin habla.


Él se colocó tras la puerta y la cerró. Jungkook se encogió un poco bajo
su propio cuerpo mientras miraba como cerraba con seguro. Después de
eso, puso el seguro de su arma y la metió por el borde de su pantalón en
la cadera. Deslizó su cuerpo por la pared hasta quedar sentado en el
suelo y miró a Jungkook.

—Deberías aprender a cerrar la puta boca, muchacho —le espetó ese


delincuente—. O te la van a terminar cortando de oreja a oreja.

Jungkook pronunció un asentimiento, dándole la razón. Supo que Jun era


plenamente consciente de sus golpes, pues cuando le hablo, dirigió su
vista por los moratones en sus piernas. Podría callar, sí que pudo haberlo
hecho, pero Jungkook no le tenía miedo a él. Podría permanecer en
silencio ante su sola presencia, sin embargo tenía algo en su mente y no
era como si fuese a salir vivo de allí de todos modos.

—Tú no pareces alguien malo —confesó al más alto—. Al menos, no


alguien malo como ese Kim Taehyung.

Jungkook observó que el hombre se tensó ante eso y llevó la vista abajo
por un momento. Posteriormente, entrelazó sus dedos y volvió a conectar
sus miradas.

—No lo llames así, muchacho.

—¿Entonces sí es su nombre? —preguntó, aunque ya sabía—. V se


llama Kim Taehyung, ¿no?

Namjoon se quedó pensativo, ¿qué coño estaba haciendo Jeon?

—Lo es —confirmó—. Pero si no quieres que te rompan todos los huesos


de una vez, es preferible que no le llames así.
Qué cosas, casi le había pasado eso anoche y lo único que dijo fue su
verdadera edad. No quedaba en sus totales planes llamarle así. Al
menos no ahora.

Pero igual tenía curiosidad.

—¿Por qué no?

—¿Qué no me estás escuchando? —espetó—. Mira, yo estoy aquí bajo


sus órdenes, pero toda la mierda que hace me da rechazo. Aún así, he
matado, torturado y secuestrado a muchas personas —enumeró Jun con
sus dedos—. Soy igual que él, soy cómplice.

Jungkook le encaró y asintió.

—Eres cómplice, ya lo sé —corroboró el menor—. Pero una cosa es


estar metido bajo algo porque quieres y otra porque no tienes más
opciones —le rectificó con una voz quebradiza.

Y era exactamente eso, Jungkook era conocedor de aquello; no solo


porque así lo hubo tratado de convencer su padre desde mucho tanto
tiempo atrás, haciéndole creer que su entorno era correcto y estaba bien.
Fomentándole que el futuro de Jungkook era eso o nada. El chico sabía
que a veces era mejor dejarse hacer o simplemente obedecer a lo que
tenías en frente, o de lo contrario terminarías muy mal. Varias veces
había pasado por eso en su vida, una vez siempre peor que la otra.

Y al parecer, debía aprender a sobrellevarlo aunque le costara.

El tatuado respiraba pesado y se mantenía dando repiqueteos en el


suelo, sin verle.

—Entonces, ¿cuál de los dos casos eres tú, Kim Namjoon? —indagó,
callando sus propios pensamientos martirizantes.
Fue ahí que Jun le miró de frente, con una expresión en el rostro
bastante confusa. El muchacho sin duda no era un estúpido y el contrario
sabía exactamente a dónde quería llegar.

Otra vez, tomó el arma y jaló la corredera hacia atrás, listo para disparar.
Jungkook parpadeó por un segundo y el corazón se le aceleró en el
momento en que Namjoon se paró del suelo y le apuntó con una firmeza
demasiado temible.

—No sé qué tratas, niño —advirtió, haciéndose el desentendido, con el


arma cerca de su cabeza—. Pero no te equivoques conmigo.

Jungkook cayó en cuenta de la situación y de un momento a otro relajó


su cuerpo y parpadeó unas míseras veces.

—Dispárame.

Namjoon boqueó por un segundo, sin poder entender lo que decía el


niño.

—¿Q-qué?

—¡QUE ME DISPÁRES, MALDITA SEA!

Jungkook empezó a hiperventilarse de repente y el mayor solo se


confundió demasiado como para hacer algo al respecto. Jeon se levantó
del suelo bajo el dolor de su cuerpo y pareció no sentirlo, con la cara en
un tono rosa debido a tratar de respirar aceleradamente. Se colocó frente
a Namjoon, pegando su frente al arma y cerrando los ojos con extrema
fuerza. Tomó la mano del hombre entre la suya y la otra la colocó encima
del cañón, abrió los ojos y volvió a respirar con aceleración.
—¡Acaba conmigo, Kim Namjoon! —le gritó al mayor armado,
sosteniendo con demasiada fuerza la glock entre sus propias manos—.
¡HAZLO TÚ! ¡MÁTAME!

Jungkook en ese momento abrió los ojos y Jun tenía una expresión de
completo shock en el rostro. El chico aprovechó para tratar de tomar la
pistola entre sus propias manos, pero el otro era más fuerte. Forcejeaba
demasiado, tratando de arrebatársela, mas Nam movió su mano hasta
poner el cañón con vista hacia arriba.

Jungkook se volteó, encarando a Namjoon, el cual trató de quitárselo de


encima, pero no lo consiguió de ningún modo. Fue entonces, cuando el
malandro soltó la mano izquierda sobre el agarre de la glock y antes de
que Kook pudiese tomarla debido a que ahora ejercía más fuerza, el
mayor estampó su fuerte puño contra la mejilla del niño, logrando que se
tambalease hasta la pared y luego cayera al suelo.

—¿QUÉ MALDITA MIERDA CREES QUE HACES, HIJO DE PUTA? —


reprochó, con el arma en su mano derecha y el niño tirado en el suelo—.
¿TE VOLVISTE LOCO?

Jungkook llevó la mano hasta su mejilla apretándola a la par que se


desorientó con ligereza. Había sido una mala idea, una puta mala idea, y
ahora no sabía ni qué esperarse.

Namjoon aseguró el arma y la colocó en su cintura, guardándola.

—¡¿Estás loco, niño?! ¡Si yo fuera otro, ya te hubiera hecho un puto


colador con esta mierda! —vociferó, apuntando el arma.

Jungkook estaba eufórico.


—¡Hazme un puto colador! ¡Vuélame la maldita cabeza de un disparo!
¡Vacíame esa maldita pistola en la cabeza! —escupió sin pensar,
mientras estaba con la voz cortada porque había empezado a llorar y
hacia ademanes con sus manos—. ¡PERO QUE NO LO HAGA ÉL!

Jungkook llevó sus manos a ambos ojos tratando de calmar su llanto,


pues era demasiado. Por más que tratara de hacerse el fuerte, por más
que apretara sus ojos, las lágrimas parecían ser independientes de sus
ganas de dejar de llorar y solo se deslizaban con ferocidad.

—Él va a matarme —pronunció con un hilo de voz—. Quiere divertirse


conmigo y cuando se canse va a matarme —masculló lentamente,
tratando de no seguir llorando—. Me desea, me quiere para que le
complazca como si yo fuera un puto chicle que solo masticará hasta que
deje sin sabor y me escupa —comenzó a rasguñar sus brazos con sus
uñas—. ¿Sabes qué me dijo ese hijo de puta? —preguntó, viendo a
Jun—. Me dijo que me tomaría como quisiera, que se iba a adueñar de
mí, que sino me iba a descuartizar. Me dijo que me pondría ante el cómo
le diera la gana y que yo solo tenía que disfrutarlo mientras pudiera —
confesó, recordando cada una de las palabras que V le había dicho—.
¿Y sabes por qué, Jun? ¡¿Sabes por qué me lo dijo?!

Jungkook le encaró y Namjoon lo miraba demasiado impresionado por


todo. A pesar de tener claras las dobles intenciones de Taehyung hacia
el chico, él no tenía idea de qué le había hecho, pero debió tratarse de
algo demasiado mal, como para que estuviera en esas situaciones tan
desastrosas y desesperadas.

Y Namjoon no podía, aunque quisiera, hacer algo por él.

—No.
—Porque de todas maneras va a matarme, y no habrá nada que yo
pueda hacer al respecto.20

Namjoon solo suspiró, tratando de organizar sus estúpidos


pensamientos, y no halló dentro de su mente algo interesante para decir.
Él quizá nunca le había puesto un dedo encima al muchacho, excepto
hace minutos por su ataque, pero sin duda también tenía que ver con
eso. Namjoon aunque no quisiera, estaba harto de eso a lo que había
sido arrastrado, aquello a lo que lastimosamente había dicho que sí por
sí mismo.

Le detalló, viendo que el muchacho todavía llevaba la camisa de hace


semanas con manchas, aunque se veía más grande. También recordó
que al entrar, vio el pantalón tirado en el suelo, mismo pantalón
manchado y que era el mismo desde hacía demasiado tiempo que
Namjoon no podía imaginárselo con otra cosa que no fuera una puta
camisa blanca que ya estaba marrón y roja y un pantalón de jean oscuro.

Y él también era culpable de eso, era igual de culpable que Taehyung,


incluso sin ser capaz de acabar con una vida de una manera tan
deplorable como él.

¿Qué mierda podría decirle a Jungkook, ahora que le había confesado


eso? O peor, ¿Cómo podría ayudarle? Cuando en realidad él no podía
hacer nada más que obedecer lo que Taehyung decía, cuando él no era
más que un puto peón en el juego. Y si, el rehén tenía razón en algo; a
veces se estaba porque uno queria y otra porque uno no tenía más
opciones.

Namjoon era en definitiva la segunda de ambas.


¿Arriesgar su vida por alguien que no sabía quién era o qué hacía, solo
para que dejara de sufrir por ese estado tan demencial? Eso era
malditamente impensable en todos los putos sentidos del mundo. Si tan
solo con tocar algo que no era suyo, Taehyung ya le amenazaba de
muerte. Tan solo con alzarle la voz, Taehyung ya se volvía demasiado
feroz y temible. Incluso habiéndose criado juntos y llegando a darle
motivos a su comportamiento, no importando si el sicario sabía que
Namjoon sería incapaz de hacer algo malo en su contra.

Incluso llevando la misma sangre, Kim Namjoon sabía que Kim


Taehyung podría matarlo sin titubeos, por tocar a quien estaba viendo en
ese instante.17

Y morir bajo sus manos, era algo que en definitiva no quería sentir.

—Quizá haya algo, niño —masculló, sin una idea clara en su mente—.
Quizá...

—¡No me hables de quizá! —gritó por el contrario—. ¡Dime algo!

—Solo colabora, muchacho —terminó por decir, sin lograr volver a


mirarle a los ojos—. Colabora y quizá alguien se apiade un poco de ti.

—¿A q-qué te refieres con alguien? —preguntó, llorando—. ¡¿Qué más


colaboración quiere él?!

Namjoon no respondió.

Hasta que Jungkook tuvo la amarga respuesta en su cerebro, respuesta


que no quería decir en voz alta, pero sin embargo debía hacerlo.

—¿D-debería... debería someterme a él? —titubeó, queriendo recibir


cualquier cosa que no fuera un sí por respuesta—. Porque... ya he
venido haciéndolo, eso no tiene resultado.
—No como él quiere.

—¿Y cómo mierda quiere, ah?

—Descúbrelo eso tú, muchacho.

Después de eso, Namjoon salió del baño, volviendo a dejar a Jungkook


solo.

[...]5

Llevar semanas secuestrado tenía a Jungkook vuelto mierda.

Llevar semanas sin poder tomar un baño decente le helaba la sangre.


Tener tanto tiempo sin ver la luz del sol, sin estirar las piernas, sin correr
o sentirse a salvo, estaban jodiendo su cerebro. Jodiéndolo al punto en
que estaba empezando a pensar cosas que no debía pensar, que no
quería y que por nada del mundo podía considerar, pero lo estaba
haciendo. La situación de estar constantemente al borde de un ataque al
corazón, con ansiedad y pánico cada dos por tres, lo habían jodido y
ahora yacía maquinando cosas que jamás en su vida pudieran llegar a
pasar por su cabeza.
Quizá si no estuviera así, todo fuera diferente.

No, en verdad si no fuera así, todo sería diferente. Él estaría bien y no


tendría que preocuparse por adivinar cuál sería la última vez que abriera
los ojos por la mañana o desear que cada vez que sus ojos se cerraran
por la noche fueran la última. Porque si no fuera por eso, no estaría
ahora mismo dándole tantas vueltas al asunto que le había dicho Jun.

Y ahora, era capaz de jurar que estaba loco, que estaba mal. Porque la
idea de "someterse a un hombre" estaba firme en su cabeza, lista para
dar un paso que marcaría o su seguridad, o su propia muerte de una vez
por todas.

Kim Taehyung era un maldito sádico, y los sádicos disfrutaban del dolor
ajeno. Su captor disfrutaba haciendo sufrir a Jungkook, gozaba viendo
como el menor sentía miedo y lloraba por su culpa. Lo supo en el
momento en el que ese hombre le puso la primera mano encima y él
gritó, lloró, pataleó y rogó terriblemente por piedad y porque lo dejara en
paz, pero contrario a eso solo afianzó su dolor y lo prolongó, jactándose
para después estar riéndose en su cara.

Maldito enfermo trastornado.

Aunque, había veces donde actuaba neutro y normal. Jungkook no diría


que bien, porque siempre los buenos tratos terminaban en una mierda
que prefería no recordar. Pero sí podía darse cuenta que cuando él no
mostraba miedo; V no le hacía nada, mas cuando Jungkook se asustaba
y le entraba de pronto el pánico, el hombre se aprovechaba de eso para
saciarse. Pero... ¿qué pasaría si Jungkook le seguía el juego? ¿Hasta
donde podía llegar su voluntad y cordura para poder soportar más de lo
que había soportado hasta ahora?
Jungkook se replanteaba varias cosas.

Estar cerca de Kim Taehyung le daba miedo, y quería tenerle algo más,
quería estar molesto, quería sentir asco, quería ser capaz de gritarle y
golpearle, pero no podía. Primero; porque estaba débil, y segundo;
porque su miedo a morir era más fuerte que él. Quizá si lo sentía, quizá
sentía todo eso, pero solo pensar en él llevando sus torturas a otro nivel
le bloqueaban la mente.

Hablar con Kim Taehyung era normal, nada del otro mundo. Jungkook
solo quería que se alejara, porque sabía que en cualquier momento le
haría algo malo, pero él tenía una verborrea extraña. Parecía tener
ideales firmes a la hora de hablarle sobre ser un criminal, incluso
parecía... ¿astuto y culto? Alguna mierda así, y sinceramente a Jungkook
le martirizaba verlo de ese modo. Porque lo peor no era que estuviera
haciéndole eso, lo peor era que estaba plenamente consciente y no era
ningún loco que no asimilaba sus acciones. Eso debía tener un por qué,
pero Jeon no lo sabía y queria hacerlo. V siempre tenía alguna mierda
rara que decir, algún insulto o alguna estupidez subida de tono que le
hacía dar escalofríos.

Y hablando de subir de tono...1

Besar a Kim Taehyung no era algo placentero, pero sin embargo


soportable. Soportable porque besarlo era algo extremadamente normal
considerando la situación, demasiado había soportado hasta ahora,
demasiado había aguantado. Podría soportar volver a hacerlo, una y otra
vez si era necesario con tal de no volver a caer en sus manos que solo
dejaban golpes y cicatrices que quien sabe si se borrarían en algún
momento.1
Pero le tocaba jugar una última carta.

"Quiero follarte y después... matarte". Le había dicho hace un tiempo,


aunque primero le dijo importante también: "Cuando arregle el problema,
te mataré." Quizá él tenía la idea de que Jungkook sufriría y sufriría. Pero
ahora, el aprisionado tenía la idea más retorcida del mundo. Su tiempo
estaba contando.

Y las palabras de Namjoon otra vez en su mente.

"Solo colabora y quizá alguien se apiade de ti." "Descúbrelo tú."

¿Qué pasaría si él se le adelantaba a Kim Taehyung? ¿Qué pasaría si al


final, Jungkook fuese quien se dejara someter por él y no tuviera que
esperar a que V preguntara cosas? ¿Qué podía ocurrir si tomaba la
iniciativa y así asegurar estar un paso más adelante que él?8

Namjoon no era mala persona, y quizá le había dicho eso por algo.

¿Podía apiadarse Kim Taehyung? Ese maldito asesino hijo de puta, si


Jungkook empezaba a actuar como un sumiso dispuesto a complacerlo
en todo.

Sin duda, estaba interesado en él. No por nada le besaba, lo tocaba y se


le insinuaba en todo sentido de la palabra. Pero si tanto queria
matarlo ¿por qué no lo había hecho ya? Fácilmente podría aprovecharse
de él como tanto queria y luego matarlo, ya después cobraba su mierda.5

Aunque, Jungkook tenía algo claro; si ese hombre lo quería, entonces


estaría dispuesto a fingir sentirse conforme con él para que así al menos
sintiera que no le tenía miedo y por ende, no lo torturara; esa sería la
última carta que jugaría. De lo único que podía estar seguro, era de que
estaba mal, mas si empezaba a actuar con cautela, quizá el sufrimiento
disminuiría.

¿Por qué lo haría? Porque él era un sádico y disfrutaba hacerlo


sufrir, ¿Qué pasaba si Jungkook empezaba a hacer ver que no sufría? Lo
más probable era que Taehyung se cansara y dejara de maltratarlo.
Además, aún tenía tiempo para comportarse, porque aún él no lograba lo
que necesitaba. ¿Cuánto tiempo tendría hasta que alguien "se apiadara
de él"? y sobretodo; ¿alguien podría apiadarse de él?

Tendría que descubrir eso, pero si V creía que iba a tener el completo
control de su miedo, no se lo permitiría, no más. Jeon estaba decidido a
guardar su miedo, no sabía cómo pero si el por qué.5

Supervivencia.

Si ese hombre lo mataba, lo haría horrible porque quería verlo sufrir, pero
si el aprisionado colaboraba quizá no lo haría, lo mataría como otro más.
Se aburriría de él ¿no? Por eso Namjoon se lo dijo. Si empezaba a
acercársele poco a poco, ¿era posible que Taehyung disminuyera su
horrible trato para Jungkook? Tenía demasiadas preguntas que hacerse
y ninguna respuesta aparente, de lo que si estaba totalmente seguro, era
del hecho que tenía que probarlo o no podría aguantar un golpe más.

Si todo salía bien, quizá podría salirse con la suya.

Quizá acercársele a Kim Taehyung no era tan peligroso, si podía llegar a


sacar provecho para mantenerse a salvo.

Probablemente establecer una conversación con él de vez en cuando,


podría llegar a darle algún indicio de por qué se portaba así.
Quizá besar a Kim Taehyung no era malo, con tal que no lo cayera a
golpes otra vez.

Quizá obedecerle no era tan difícil, sabiendo que eso le daría tiempo
para recuperarse.

Y... quizá entregarle su cuerpo no fuera tan doloroso, con tal de poder
seguir sobreviviendo en el secuestro.26

[...]1

Jennie veía la figura de Baekhyun postrado en la cama, el muchacho


tenía la vista hacia un lado tratando de no volver a ponerse a llorar.

Lo había hecho muchas veces, una tras otra, y ella simplemente no tenía
corazón para pedirle que se calmara y dejara de llorar. Incluso cuando
podían descubrirle en ese feo edificio, pero la experiencia tan traumática
que Baekhyun había pasado, le daba a Jennie un mal sabor de boca. Él
estaba calmado, ahora sí. Lloró por bastante rato desde que había
despertado, no importándole la punzada en su abdomen, producto de la
herida cicatrizándose.
Tan pronto calmó su sollozo, fue hora de hacerle varias preguntas.

—¿Qué fue lo que hiciste, Byun?

El suspiró y luego llevó su vista hasta los ojos contrarios.

—La cagué —susurró—. La cagué, lo jodí todo, Jennie. Eso hice.

—No lo digas de esa forma, explícame bien por qué mataste a todos
esos hombres. Estábamos a punto de conseguirlo, Baekhyun.

Los ojos oscuros de Baekhyun, encontraron los pardos de Jennie.

—¡Ellos dejaron morir a mi prometido! —gritó, jadeando por el dolor de la


herida—. ¡Todos ellos eran los que se suponía iban a protegerlo! ¡Eran
sus malditos guardaespaldas y lo dejaron morir!1

—¿Y no podías esperar un poco? —preguntó ella, sin tratar de culparlo


pero con evidente molestia—. Baekhyun, has puesto en juego
absolutamente todo el avance. Ya era suficiente con tener a Kim
Taehyung atravesado, y ahora hiciste esto.

—¡Tu no entiendes!

Ella se cruzó de brazos.

—¡No! ¡Eres tú el que no entiende! —le señaló—. Entraste en esta


mierda jugándote la vida, Chanyeol murió por ser descubierto ¿quieres
morir tú también?

—¡Sí! ¿No ves lo que hice? —obvió el policía—. ¿De qué mierda me
servía seguir vivo, si ya Chanyeol había muerto? Todo empezó por él. S-
si Yeol no está, ¿d-se qué sirve arr-...?
—Las niñas, Baekhyun —interrumpió Jennie—. Estamos aquí por las
niñas, estamos aquí solo por ellas. Eso era lo que Chanyeol quería,
salvarlas a todas. Él quer-...7

—¡CHANYEOL ESTÁ MUERTO! —calló a la muchacha—. ¡Muerto,


Jennie! ¡Lo mataron por esto!

—¿Y no crees que él hubiera querido que tuviéramos éxito, uhm? —


inquirió, increíblemente llevaba calma a pesar de todo—. ¿Crees que él
hubiese querido que todo se fuera a la mierda?

Él quitó la mirada de ella, porque sabía que Jennie tenía toda la razón.
Por más difícil que fuera aceptarlo.

—Mírame, Baekhyun.

Lo hizo.

—¿Por qué ordenaste matar a esos hombres en el bar?

Byun cerró los ojos con fuerza, quizá el dolor que tenía en su abdomen
era molesto y punzante, pero el dolor que llevaba psicológicamente se le
hacía muchísimo más pesado de acarrear.

—El dia que enterraron a Yeol, yo juré algo cuando vi su cuerpo en la


urna —confesó con detenimiento, mirando a la pelinegra—. Juré que el
dia que pudiera, mataría a todos los hijos de puta que no lo protegieron
cuando debían.

Ella asintió, pidiendo en silencio que continuara.

—El camino que elegí, Jennie, no me da muchas oportunidades de


sobrevivir. Junto a eso, las oportunidades de matarlos a todos ellos eran
increíblemente escasas —admitió—. Piénsalo, un policia encubierto el
cual se metió en una mafia para salvar junto a su prometido a niñas y
mujeres que son explotadas... ¿Cuáles son mis posibilidades de salir con
vida de aquí?13

—No muchas, voy a admitirlo.

—Por eso mismo, Jennie. El día que me acompañaron esos hombres y vi


de frente a todos los guardaespaldas de Chanyeol, no pude hacer más
que matarlos —expuso lleno de benevolencia—. Esa fue mi oportunidad,
si no la tomaba no iba a volver a tenerla nunca. Por eso ordené ir donde
Vlapkof y fundir a todos esos hijos de puta hasta que se desangraran.

—Pero no te importó el plan y tu sabías lo que iba a pasar ese día.

—Si sabía lo que pasaría, pero no sabía que Sihyuk iba a mandarlos a
ellos con el dinero, te lo juro —sinceró—. Pensé que mandaría a otras
personas.

Jennie se paseó por la habitación del edificio de ST, sonando sus brazos
y negando reiteradamente.

—Cometiste una maldita locura, Baek.

—Exacto —le dio la razón—. Se suponía que yo debía solo estar con
Shin y desde abajo acabar con lo que le hace a esas mujeres y a las
niñas. Pero se atravesó este tipo y no pude quitármelo de encima.
¿Cómo le dices a alguien como él que no quieres ayudarlo, sin verte
sospechoso? Se supone que a todo lo que me pidieran debía decir que
sí, y así fue como empecé a ganarme su confianza.

—Kim Taehyung es un maldito hijo de perra —admitió Jennie.

—Muy hijo de perra, si —corroboró el policia—. Pero es astuto e


inteligente. No es ningún maldito estúpido.
Ella asintió.

—¿Por qué el disparo, Baekhyun? —le preguntó señalando la herida con


su dedo.

—Quise acabarlo todo, pero supongo que ni para eso sirvo.4

—Habrá algo mejor, Baekhyun —consoló ella—. Solo necesitamos que


te recuperes de esto y ya habrá alguna maldita excusa que p-

—Soy hombre muerto, Jennie.

La mano de Jennie se volvió puños y sus ojos se aguaron, si él estaba en


peligro; ella lo estaría cien veces más.

—No, no estás muerto, estás-

—Kim Taehyung de seguro ya lo sabe, Jennie. Esa noche casi me


dispara, y lo hice yo. Pero ya sé por qué no me mató.

—Taehyung no puede saberlo, no hay manera que lo sepa —refutó ella,


negándose—. ¿Has sido cuidadoso, verdad? ¿Te has cuidado de no
parecer un topo dentro de Kyong cierto?

—Sí, con respecto a eso si —respondió Baekhyun—. No hay manera de


que sepa esa mierda porque me he cuidado mucho, hasta ahora que la
cagué. Aunque igual soy hombre muerto, Jennie. Taehyung ya debe
estar al tanto.

—¿Al tanto de qué, Baek? —el miedo dominaba su voz, no podía saber.

Él trató de enderezarse, y le encaró.

—De que la noche que recogeríamos el dinero, íbamos a matarlo a V y al


niño Jeon.26
XV: His real name.

A veces, cuando Taehyung decía hacer algo en dicho momento, las


cosas le salían de imprevisto.

Es por eso que días después de la fuerte paliza que le propició a su


rehén, ahora estaba frente a él viéndole dormir plácidamente, casi como
si verdaderamente estuviera disfrutando el sueño más exquisito de su
vida, pero la realidad era bastante lejana a eso.

Era irónica la manera en la que el niño parecía dormir cómodo y estaba


en un colchón maloliente, roto e incluso con algunos resortes perforando
la colcha y quedando a plena vista, casi que para rasguñar a alguien. Rió
con ironía y burla, mientras permanecía sentado en el suelo con las
rodillas a la altura de su pecho y sus manos llenas de anillos posadas en
ambas.

Jungkook se removió y el sicario examinó su cuerpo dormido y


acurrucado de manera que se veía muy incómoda. El muchachito no
cargaba pantalones, solo la camisa blanca y ancha además de su ropa
interior. Probablemente no portaba los pantalones, debido a la golpiza
que le había dado y con la poca fuerza que tenía no podía doblarse. De
solo imaginarlo, sonrió victorioso.

Su prisionero llevaba las piernas estiradas, una encima del colchón y la


otra pegando del suelo. Todos los moretones eran increíblemente
visibles. Había marcas en todos sus muslos; de color violáceo oscuro,
claro y también algunas rojas. Varias hinchazones provocaban
desniveles y lo más evidente eran los raspones en las rodillas. Kook no
tenía una piel del todo pálida, pero si lo suficientemente clara y sensible
como para que a plena vista todos los golpes se notaran. Las manos
estaban debajo de su cabeza, evitando que su mejilla izquierda pegara al
colchón. Su cabello caía en su frente y los labios los tenía ligeramente
entreabiertos. Respiraba calmado y con el entrecejo fruncido.

Muchas cosas pasaron en ese momento por la mente del victimario.1

Lo primero era que Jungkook sinceramente era hermoso. Más allá del
propio concepto de hermosura que el maleante tenía para sí mismo, el
chiquillo era realmente hermoso. Y no solo eso, sino que su personalidad
era fuerte. Se hacía una idea del por qué, Jungkook había
sido "diseñado" para aquello. Más no para soportar lo que hasta ahora
había soportado, aún así le gustaba que fuera tan insolente.

No cualquiera podría dirigirle la palabra tan sutilmente mientras le


intimidaban. No cualquiera podría preguntarle cosas tan banales a
sabiendas que podría ser maltratado. No cualquiera podría seguir
consciente y rehusarse a ciertas cosas a pesar del evidente maltrato y
situación en la que se encontraba. No cualquiera permanecía totalmente
cuerdo ahí, y Taehyung lo sabía.

Porque Jungkook no era el primero —ni seguramente sería el último, que


había pasado por la misma situación.

Tan solo que ninguno había soportado tanto como ese chico. Aunque
también estaba el hecho de que Jungkook ni siquiera fue elegido,
simplemente había sido una alternativa por su padre. Era por eso que
Kim estaba consciente que era fuerte y sinceramente no sabía por qué le
gustaba tanto.2
Todos los que habían sido suyos anteriormente, le tenían un miedo tan
excesivo que Taehyung tan solo con verlos ya empezaban a llorar. En
cambio, ese mocoso necesitaba de un par de acciones tortuosas para
llegar a ser intimidado, doblegado y humillado. La resistencia que
mostraba hacía que el verdugo se sintiera en cierto punto... dichoso.

Siempre había adorado obligar a las personas a hacer cosas que a él le


fascinaban, pero a ellas no. Y con Jungkook era exactamente eso, con la
mínima diferencia que el chico parecía por alguna extraña razón no
importarle el hecho de que el sicario tuviera cierto interés mucho más allá
de los económicos. Pues no era un secreto para Kook que Taehyung le
traía tantas ganas de follarle como de matarle y el chico de igual manera
le seguía correspondiendo cada una de sus insinuaciones en una
manera que Taehyung no había visto jamás.
Otros lloraban, vomitaban, les daba asco estar cerca de Taehyung, pero
no Jungkook. Ese chico tan solo tenía un miedo tan extremo que cuando
le ordenaba algo luego de maltratarle, parecía un robot obediente y
sumiso dispuesto a hacer cualquier cosa que al mayor se le pasara por la
mente y eso que no era para nada algo del otro mundo, al menos por
ahora.

Y gracias a ese miedo, el sicario había recién descubierto algo nuevo;


muchas veces adoraba que sus víctimas sufrieran al estar haciéndoles
cualquier tipo de cosa, pero ahora que Jungkook se rehusaba tanto y
parecía cada vez menos impresionado por los actos que hacía Kim,
quizá se comportaría más tranquilo con el pasar del tiempo.5

Y de solo pensar que era gracias a la cantidad de maltrato al que estaba


siendo sometido, una sádica sonrisa cuadrada que mostraba un par de
líneas a los costados de su mejilla se reflejó en su rostro.
Siguió observándolo, detallando todas sus facciones y rememorando lo
que había pensado otra vez. Llegó a la conclusión de que el
comportamiento a veces altanero de Jungkook, era porque
probablemente de pequeño había aprendido cosas de adultos por culpa
del trabajo de su padre.

¡Genial! Taehyung y Jungkook tenían algo en común; padres de


mierda.14

Y justo en ese momento, cuando el sicario miraba su rostro con fingida


adoración, pero gran interés; notó algo en la mejilla contraria, algo
que definitivamente no provocó él.7

Jungkook tenía un fuerte golpe en el pómulo derecho.34

Estaba tan hinchado y rojo que parecía reciente. Pese a eso, sabía que
él no le había caído a golpes ahí. Estaba totalmente seguro.

Se acercó a paso firme hasta el niño, este seguía dormido. Llevó la mano
hasta su cara para apartarle el cabello que caía en su frente y al hacerlo
notó que eso en definitiva no era un simple golpe o rasguño, mucho
menos un tubazo o algo así. Era un puñetazo, y eso significaba
solamente una cosa.

Alguien había golpeado a Jungkook y no había sido Kim Taehyung.13

Apretó sus puños con fuerza y llevó su mano lejos del niño, dejándole
dormir ahí tirado. Salió del cuarto velozmente, bajando las escaleras tan
rápido que los pasos resonaron con brusquedad. Al estar en la primera
planta, abrió la puerta que daba con el porche donde sabía que estaban
los únicos dos hombres que pudieron haber tenido contacto con el
chiquillo.
Al empujar la puerta, ambos sujetos voltearon con el entrecejo fruncido
luego de que el sicario hubiera entrado a lo brusco. Namjoon estaba
fumando y Jackson limpiado su arma, ambos confundidos se miraron
entre sí y luego llevaron la vista al jefe, el cual tomó asiento frente a
ambos.

—¿Dónde estabas ayer, Wang? —su dedo índice apuntó a Jackson y


este abrió los ojos.

—Con Jaebum, V —respondió él firmemente—. Recuerda que no estoy


aquí por las tardes.

—Lo sé —corroboró, dándole la razón. Entonces giró la vista hacia el


otro Kim—. ¿Y tú, Jun?

Namjoon rodó los ojos.

—¿Qué pregunta es esa? —su tono había sonado fastidiado y Taehyung


lo tomó como si estuviera más bien llamándole idiota por preguntar eso.

Taehyung alzó su mano con fuerza y tiró una silla hacia un lado. Luego,
parándose de golpe y dirigiéndose hacia Namjoon, le levantó de su
puesto tomando el cuello de su franela y con una mano le hizo tirar el
cigarro a un lado.

—Responde, Kim Namjoon —ordenó, Jun solo entrecerró los ojos porque
había pasado demasiado tiempo sin que Taehyung le llamara por su
verdadero nombre.

—¡Estaba aquí, siempre estoy aquí! —exclamó con rapidez, encarándole


y tomando sus muñecas para que lo soltara—. ¿Qué te pasa?
—¡Sube al tercer cuarto! —demandó, soltándole y señalando las
escaleras—. ¡Muévete!

Namjoon obedeció y Taehyung le siguió. Al llegar a la puerta del cuarto,


Kim menor se adelantó y abrió de golpe. El tatuado entró y después él,
éste último cerrando la puerta tras de sí.2

Ambos se quedaron un poco inquietos al ver en la esquina del cuarto,


acurrucado en el colchón y con las piernas pegadas al pecho, a
Jungkook bastante angustiado.

—Estás despierto, pequeño Jeon —saludó—. ¡Qué bueno!

Él miró a ambos de hito en hito y se asustó más de lo que ya estaba.

Taehyung se acercó a él, estando casi cerca del borde del colchón. Y
justo en ese momento, extendió su mano hacia el muchachito,
incitándole a levantarse. El chico titubeó un poco, y al llevar ligeramente
la vista a Namjoon, éste hizo un ademán con la cabeza para que
obedeciera y Jeon así hizo. Brindo su mano hasta el sicario y él le
levantó del colchón, quejándose, pero luego fue obligado a pararse recto.

Y justo cuando el rehén pensó que Namjoon iba a decir algo, sintió los
húmedos labios de Kim Taehyung sobre los suyos, empezando a besarlo
tan frenéticamente que quedó sin aire.50

Rápidamente la sinhueso de Kim se abrió paso en la boca de Kook,


aprovechándose de cada milímetro. El niño solo se dejó hacer, tratando
de seguir un ritmo igual de frenético que el que le estaba imponiendo el
mayor, pero fallando en el intento. Cerró los ojos, justo cuando su
secuestrador metió la mano por detrás de su cabeza, enredando los
dedos entre sus hebras negruzcas y templando para exhibir su cuello, el
cual tomó con brusquedad entre su mano izquierda y terminó soltándolo.3
Kim se separó del chico y quedó mirándolo a los ojos, sacando una
sonrisa cuando Jungkook le sostuvo la mirada para luego bajarla
rápidamente por la vergüenza. El dedo pulgar de Taehyung bajó hasta el
belfo inferior del chico y lo rozó para dejar un casto beso ahí.1

—Voltéate —ordenó a Jungkook, éste obedeció.

Conectó la vista con Namjoon, el cual la había bajado tras haber visto al
sicario besar a su rehén con tanta vehemencia, que incluso parecía
una necesidad. La vergüenza ajena e incomodidad podía palparla justo
ahí si eso quisiera.8

Taehyung acarició el rostro de Jungkook, el chico estaba de espaldas


hacia a él y encarando a Namjoon. El cuerpo de Kook fue pegado al
pecho del maleante y éste le abrazaba por detrás, con la palma
completamente abierta presionándole el abdomen, para que no se
separara de él.3

—¿Nunca has salido de aquí por las tardes, Namjoon? —el tono de su
voz fue tan tétrico, que Jungkook casi comienza a castañear.

Namjoon solo se quedó atónito por unos segundos.

—¡RESPÓNDEME, MALDITA SEA!

—¡NO, V! —espetó con mínimo miedo—. ¡NUNCA SALGO DE ESTA


MIERDA!

El sicario respiró hondo.

—¿Eres el único que ha tenido contacto con él en los días que salí,
cierto? —fue especifico, porque juraba que lo masacraría justo ahí, de la
rabia.
—Sí, V.

Jungkook no entendía nada de la situación. Namjoon tenía la cabeza


gacha, pero sus ojos estaban fijos hacia el otro secuestrador. Taehyung
le sostenía posesivamente y el tono de su voz detonada extrema
molestia.1

No fue hasta que Jungkook sintió las manos de Taehyung apartarle el


cabello de la mejilla, que entendió lo que pasaba.

El moratón del puñetazo.

—¿Cómo mierda pasó esto? —le preguntó al otro Kim.

Namjoon sintió como su alma abandonaba su cuerpo justo ahí.31

—Y-yo... —trató de elaborar alguna excusa, pero... ¿qué iba a decir?2

—¿Tu... TU QUÉ? —insistió Taehyung exasperado. Namjoon tragó aire


porque ni la saliva pasaba por su garganta que sentía cerrada.

—¡Yo no sé, V!

—¿No sabes? —volvió a inquirir y Namjoon negó rápidamente—. Muy


bien, no sabes.

Taehyung no había terminado de hablar y ya había una pistola en su


mano la cual fue desenfundada por la parte de atrás de su cinturón. El
arma apuntó a la izquierda de Namjoon y este veía fijamente al verdugo.

—¿Por qué mierda hay un puñetazo en la cara del niño, hm? —escupió
con evidente molestia—. Puñetazo que yo no di.13

Namjoon miró a Jungkook, el agarre en su pecho era fuerte y lo


provocaban las manos de Taehyung. En ese momento el niño mostró su
ceño fruncido y a pesar de no entender la situación por completo, las
palabras del pelinegro frente a él volvieron a estar presentes.

''Solo colabora y quizá alguien se apiade de ti..."

Y ahí cayó en cuenta lo que había estado pensando desde hace unos
días, y lo que de hecho estaba totalmente decidido a hacer.

—Namjoon, te acabo de dar una-

Taehyung calló justo cuando Jungkook entrelazó su mano con la propia y


se volteó, encarándole. El hombre solo le miró con el ceño fruncido.17

—V... —el nerviosismo era palpable en su voz—. Yo te digo.16

El chiquillo lo estaba mirando tan tranquilamente que Taehyung tuvo que


parpadear un par de veces para cerciorarse que estaba viendo
correctamente. Ambos orbes de Jungkook, abiertos de par en par, se
miraban suplicantes, pero a la vez con tango miedo que Kim estaba
seguro que se desmayaría ahí mismo. Sin embargo, templó el cabello de
Jungkook y lo obligó a voltearse de nuevo. No importándole mucho lo
que tenía para decir, pues no era él quien quería que hablara.

—Habla —ordenó, viendo a Namjoon. Esta vez el aludido pudo sentir su


nuez de Adán pesada, porque el sicario acababa de empuñar su índice
contra el gatillo de su arma.

Jungkook miró con detenimiento y estaba al borde de un ataque de


pánico. Podría jurar que sus latidos se detuvieron por un segundo,
pensando qué hacer. Sus manos temblaban y mordía su labio inferior
para que sus castañeos no se oyeran. Era frustrante no poder hacer o
decir nada.
Pero era aún más frustrante la cara que Namjoon tenía. Estaba muerto
de pánico y su piel tostada se miraba pálida justo en ese instante. No
sabía por qué, pero Kook no quería que V le disparara a Jun. No
procesaba la razón de su enfado o lo que pasaba exactamente por la
mente del azabache con las puntas castañas ahora más cortas —casi
pelinegro—, pero Jungkook no podía permitir que disparasen al único
hombre que no le había puesto un mísero dedo encima si no era para
ayudarle. No podía permitir ver a morir a alguien justo en frente de sí y
quedar bañado en sangre, porque ya había sufrido demasiado con eso.
Ya no quería ver la vida pasar frente a sus ojos y que sus sueños
terminaran convirtiéndose en macabras pesadillas.1

Fue por eso que con todo el miedo —y a la vez todo el valor del mundo—
, Jungkook estiró su mano hasta la de Taehyung y apretó su muñeca,
haciéndole bajar a escasos centímetros el arma.9

—Fui yo —confesó con un hilo de voz—. Fui yo, V. Fue... mi culpa.

Porque sinceramente, sentía que todo era su culpa.

—¿Qué?

—Fue mi culpa —repitió, y esta vez soltó su muñeca y giró para


encararle—. Y-yo estaba haciendo demasiado ruido en el baño porque
tropecé y mi cuerpo dolía. Él llegó y me apuntó con el a-arma porque no
sabía qué hacía yo.

—¿Y qué mierda tiene que ver eso con que tengas un maldito coñazo en
la cara, estúpido? —tomó la quijada de Kook para que le viera por
completo.
Kook no sabía si callarse o continuar, pero el arma ya no apuntaba a la
cabeza de Namjoon, así que suponía que podía seguir dándole a la
lengua a ver si conseguía algo.

—T-traté de a-arrebatársela —tartamudeó—. Traté de arrebatársela


porque estoy cansado y q-quise... quise dispararme. Él actuó y me
golpeó, yo caí al suelo y me quitó el arma.

Namjoon mantuvo total silencio. Si bien, Jungkook estaba diciendo la


verdad, eso no quitaba el hecho de que podía recibir un disparo en
cualquier momento.

Taehyung bajó el arma, Jungkook le miró con miedo. Mismo miedo que
se volvió pánico cuando él estalló en una carcajada tan sonora, que
todos sus dientes se reflejaron en una sonrisa cuadrada y debió doblar
un poco sus rodillas para aguantarse. Los vellos de Jungkook se
erizaron, porque no entendía qué mierda le causaba tanta risa a V. No
entendía por qué en cada maldito momento inesperado, él termina
riéndose como si le contaron el chiste más gracioso del mundo.8

Luego de un par de minutos donde la tensión podía palparse en el aire,


Taehyung se enderezó aún con el arma entre sus dedos y miró
directamente a Jungkook.

—¿Querías dispararte? —inquirió burlonamente, a lo que Jungkook


arquea una ceja y traga—. ¿Tú de verdad querías dispararte?

A Kook no le causaba la más mísera risa, pero el sicario mantenía esa


postura donde verbalmente le retaba a responderle.

—Si —soltó sin más, decidido.

Taehyung miró a Namjoon, este no tenía ninguna expresión en su rostro.


—¿Qué te parece, hermanito? —le preguntó al otro—. ¡Quería matarse!17

Esa frase le cayó a Jungkook como un balde de agua fría.

¿Le llamó hermanito?

—¿Querías acabar con tu vida, pequeño Jeon? —levantó una ceja—.


¿Querías acabar con tu sufrimiento, quitándole una pistola a este? —
señaló a su hyung—. ¡Deberías estar nadando en un mar, con
semejantes agallas que tienes!

Jungkook no dijo nada.

—¿Y tú? —miró a Namjoon—. ¿Cómo es que este mocoso de quince


años iba a poder quitarte un arma, ah?2

Ahora fue el turno de Namjoon para que esa frase le cayera como balde
de agua fría.

¿Quince? ¡Quince años, maldita sea! Es un jodido niñito de quince años,


no tiene ningunos veintiuno.

Jungkook se encontró con la mirada pérdida de Namjoon. Este tenía los


ojos abiertos de par en par y el aprisionado entendió que todo este
tiempo seguía creyendo que era un joven y no un niño. Pero es que
Jungkook no quiso decir su verdadera edad. Taehyung lo golpeó una
primera vez cuando quiso adivinarla, y luego cuando le preguntó, mintió.
Hasta que estúpidamente le dijo una edad diferente a Namjoon y una
cosa desembocó en otra.

Namjoon, por otro lado, solo quería salir corriendo de ahí. La confusión,
el desagrado hacia aquella mentalidad del sicario y el hecho de ser parte
de eso le estaba empezando a obstruir la poca cordura que se empezó a
forjar desde hacían años atrás.
—¿Qué mierda haces viéndolo tanto? ¡Maldita sea! —Taehyung subió de
nuevo su arma y apuntó a Namjoon, rozando el gatillo con sus dedos.11

—V, baja el arma... p-por favor —habló Jungkook—. Él no hizo nada

—¿Y tú por qué maldita mierda le defiendes? —su voz sonaba molesta y
casi que escupía sus palabras.

—N-no defiendo a nadie —pronunció—. S-solo no quiero que lo mates,


a-al menos... no frente a mí. E-estoy harto de ver gente morir.

Estaba harto de ver morir a personas a manos de Taehyung, más bien.


Porque Jungkook ya había visto morir a otras personas cuando tan solo
era un bebé.1

—Entonces, Namjoon —el sicario vio a su hermano—... el nené no


quiere que te mueras —ahí viró la vista al chiquillo y lo miró de arriba
abajo con una sonrisa pérfida—. ¡Tan lindo, pequeño Jeon!

—Cálmate, V —pidió—. No he hecho nada, ni he tocado a nadie.

Taehyung asintió, y sin dejar de ver fijamente a los ojos de su hermano


mayor. Dejó un beso en un lateral de la frente del niño y sobó su cabeza
con recelo.4

—Y más te vale, hermano —le retó acercándose a él y poniendo la


pistola en su barbilla sabiendo que si disparaba atravesaría su cabeza—.
O la próxima vez que encuentre en su cuerpo una marca que no sea mía,
voy a comerme vivo a quien sea que la haya hecho. ¿Estamos?

—Si —respondió Jun.

—¿Si, qué?

—Sí, Seokjin.87
[...]1

Había pasado rato desde que Namjoon salió del cuarto solo para volver
por la comida, entregársela a Jungkook y luego marcharse de nuevo. El
chico comía en silencio, preguntándose un montón de cosas justo en ese
instante.

¿Kim Taehyung y Kim Namjoon, eran hermanos? Eso explicaba el


mismo apellido e incluso el mismo tatuaje de un pájaro que tenían en el
antebrazo, pero... maldita sea, ellos ni siquiera se parecían, ni siquiera
tenían algo que los conectara, ni provocaban el mismo miedo y mucho
menos tenían la misma manera de actuar. No era como si el hecho de
ser hermanos automáticamente significara ser iguales, pero joder era
simplemente extraño saber que Jungkook estaba secuestrado por un par
de hermanos asesinos. Qué maldito horror.

Y otra cosa, Namjoon le había dicho que el nombre de V era "Taehyung".


Después de haberlo escuchado de la boca de aquella mujer y quedar con
la duda, el tatuado se lo confirmó. ¿Por qué entonces Namjoon le llamó
de ese modo? ¿Por qué no le dijo su apodo y prefirió llamarlo por otro
nombre que estaba seguro no era de él? Sabía que al sicario no le
gustaba su nombre y dizque lo ponía mal o algo así, Jun lo había
dicho, ¿pero por qué? ¿Qué mierda significaba su nombre, como para
que haya sido llamado por otro?

Y sobre todo... ¿qué coño significaba Seokjin?

Ya le preguntaría a Namjoon, a ver si podía decirle. Eso, si no es que


alguno de los dos terminaba muerto antes que pasara.

[...]2

Era sábado, seis y treinta y seis de la tarde para ser exactos.

Taehyung estaba viendo al muchachito comer tranquilamente, hasta que


su teléfono volvió a vibrar —recordándole que tenía mensajes sin abrir—,
pero que gracias a la notificación en pantalla, él ya sabía qué decían y
sinceramente solo quería tirar el aparato para partirlo en mil pedazos.

Había recibido un mensaje, mismo que le daba vuelta a su cabeza


demasiadas veces en un periodo de pocos minutos. No era que
desconfiara o que la situación no pudiera estar bajo su dominio y control
total, nadie mejor que él —y quizá otros más que le rodeaban— sabían lo
mucho que le agradaba poner orden a su manera, pero ese mensaje
simplemente lo ponía en duda.

El teléfono volvió a sonar.

PJ (박지민): (3 nuevos mensajes)

V, necesito hablar con el niño Jeon.


7:53 a.m

Hay cosas que él sabe que podrían facilitarme y facilitarte a ti toda esta
mierda.
7:54 a.m

Te espero el domingo a las 10 donde siempre, tráelo. Debo hablarle


personalmente.
7:56 a.m

Y ahí estaba el asesino, divagando si llevar o no a Jungkook.

Es que no era un simple muchacho al que debía sacar de la casa donde


estaba, sino que era nadie menos que su rehén. Un niño que
probablemente estaba siendo buscado por mafiosos y policías
comprados. No era fácil sacarlo y llevarlo para que le diera información
necesaria a Jimin, no era fácil decirle que debía hablar sobre su negocio,
sobre los movimientos de su padre y probablemente sobre los clientes.
Primero, porque no sabía si el chico mentiría, y segundo; porque
exponerlo y que supieran que era él quien lo tenía en cautiverio, no era
para nada favorable. Incluso sabiendo que nadie diría nada, pero la
gente nunca era completamente confiable.
Y de todas maneras, no era como si Jimin iba a trasladarse desde su
cómodo apartamento resguardado y cuidado, hasta la casa donde el
chico estaba prisionero. Tampoco hablaría con él por llamada, bien sabía
Taehyung que Park Jimin sacaba información rápidamente cuando tenía
a las personas enfrente y no era lo mismo hablar a través de un aparato.
El espía lo odiaba y el sicario también, pero en este momento habría
preferido con todas sus ganas que fuera así y no tener que llevar a su
niño hasta ese apartamento.

"Su niño". Pff, él mismo quedó extrañado de referirse a Jeon de esa


manera. Incluso cuando no estaba pensando en voz alta. Maldito niñito
que le hacía pensar cosas.16

—Mañana harás algo —la voz de Taehyung había resonado en las


cuatro paredes del encierro donde Jungkook yacía, sentado en el borde
del colchón con las rodillas a cada lado y un pedazo de pan en su
diestra, haciendo que abandonase sus propias cavilaciones. El sicario
permanecía recostado de una pared simplemente viéndole comer con
lentitud y en estado de alerta.

—¿Q-qué cosa? —preguntó con ligero temor a la respuesta. Jungkook


subió la vista hasta los ojos contrarios, dándose cuenta que estaba
hablándole.

Kim caminó hasta él, las suelas de sus zapatos haciendo ruido tras sus
pasos.

—Necesito que hables con alguien —le avisó—. Más bien... él necesita
que tú le hables. No sé sobre qué, pero debo estar ahí y tú también.

Jungkook estaba sorprendido.


—¿Ha-hablar con alguien? —de pronto su cuerpo se tensó ante la sola
idea de hablar con alguien que no fuera él o Namjoon—. ¿Con q-quién?

—No te importa, niñito, no ahora. ¿Ya terminaste con eso? —señaló el


pan en su mano y Jungkook negó con la cabeza. Su captor rodó los ojos
y se le acercó, arrebatándole el pan y tirándolo a un lado—. Pues para mí
ya terminaste. Ahora ve al baño, necesito que hagas lo que te dije.18

Jungkook se tensó.

—P-pero... no me has dicho qué hacer.2

Taehyung suspiró con fastidio.

—Vas a darte un baño —explicó, tomando uno de los brazos amoratados


de Kook para dirigirlo al baño y ganándose un quejido por eso—.
Agradece que el hombre al cual voy a llevarte es un mafioso refinado,
porque si por mi fuera te llevaría justo así como estas; sucio, mugroso y
con olor a maldita calle.

Que hijo de puta, como si Jungkook estuviera así a propósito.11

—Claro, estoy así porque me apetece —el sonidito respondón de su voz


empezaba a sacar de quicio a Taehyung. No le gustaban las altanerías.2

Por eso con la mano izquierda apretó la mandíbula de Jungkook,


haciendo que entreabriera la boca.

—¿Alguna vez has visto como le sacan la lengua con un alicate a


alguien? —preguntó con fastidio viendo lo contestón del muchachito—.
¿O has visto cómo se la arrancan, la pican en trozos y se la meten por el
culo o se la dan de comer hasta que la bota por la nariz y vomita?
Jungkook abrió los ojos por completo y negó ferozmente en un
tembleque agresivo. No quería ni imaginar eso.

—Eso pensé —rió V—. Así que más te vale dejar de contestarme,
maldito niño, porque cortarte la lengua sería algo bastante triste con lo
muy bueno que se siente enredarla con la mía —y luego de decir eso,
unió sus dientes al labio de Jungkook, sacándole un jadeo cuando
ligeramente lo mordió y lamió el mísero punto de sangre. Plantó un último
beso casto y le soltó.

Taehyung le guiñó un ojo y él sacó una media sonrisa fingida.

Al entrar al baño, Jungkook observó que había dos recipientes con agua.
No eran tan grandes, pero si con la suficiente cantidad como para darse
un baño. Sabía que la regadera no tenía nada de agua, así que venía
directamente desde el lavamanos y alguien tuvo que llenarlos en algún
momento.

Lo que si le llamó la atención, fue el hecho de que Taehyung entró y


cerró la puerta tras de sí, sentándose en el suelo y dejándolo
confundido.8

—¿Q-qué se... que se supone que haga si tú estás-...?

—¿Viéndote? —adivinó, con una ceja alzada—. He visto cada centímetro


de tu cuerpo desnudo, pequeño Jeon. Bueno, no todos —se corrigió a sí
mismo sabiendo que había un lugar en específico que moría por ver,
tocar y probar a su merced—. Pero si la gran mayoría. Ahora quítate la
ropa y báñate, no tengo toda la tarde.

Con palpable vergüenza, el chiquillo se obligó a sí mismo a obedecer.


Tomó su camisa y la sacó por sobre sus hombros, posterior a eso tomó
su ropa interior y la deslizó por sus piernas, mostrándose ante el hombre
completamente desnudo y vulnerable.

Y aquella vulnerabilidad, esos cardenales en su cuerpo, aquel tembleque


y su exquisita desnudez tan tierna, hicieron que el sicario relamiera sus
labios. Sus pupilas se dilataron cuando todos sus ojos recorrieron esa
acicalada anatomía que quería ahogar en suplicio. Bonitas piernas,
suaves caderas, lindo abdomen, tiernos pezones, pronunciadas
clavículas, preciosos brazos, delicadas manos, marcable cuello, jugosos
labios; perfecto y precioso.6

Taehyung carraspeó.

—M-metete ahí — indicó, y a su vez la parte de la regadera fue


señalada—. Báñate como si llevaras semanas sin hacerlo —y
burlonamente se rió.30

Maldito idiota, maldito idiota, maldito idiota.1

—E-esta bien —se obligó a contestar.

Jungkook tomó un envase pequeño que estaba cerca de uno de los


recipientes de agua. Lo metió para sacar un poco del vital líquido y
aunque el dolor de su cuerpo no le permitía doblarse por completo, sin
que salieran quejidos de su boca, al entrar en contacto con el agua sintió
como si eso fuera lo único que importara en el mundo.2

Por el amor de Dios, había pasado tanto tiempo sin tomar un baño
decente y esto era la cosa más fantástica de todas. Si, estaba siendo
visto completamente desnudo por el sicario y en condiciones horribles,
pero eso no le importó en lo más mínimo cuando vertió agua sobre su
cabeza, sintiendo que se deslizaba por todo su cuerpo una y otra vez
hasta quedar empapado.
Y se sintió un poco miserable, porque había pasado por tanto, que estar
en esa situación tan horrible la sentía como un paraíso.

Taehyung observó con sorna cómo el chiquillo apretaba los ojos y


entreabría la boca, echando la cabeza hacia atrás cada vez que el agua
—que estaba en la temperatura perfecta—, recorría su cuerpo,
mojándolo. Sus expresiones exquisitas venían acompañadas de quejidos
por el dolor de su cuerpo, pero también suspiros de lo bien que se sentía.

Suspiros que lograron que toda la sangre de Taehyung se concentrara


en un solo jodido lugar.21

—Con esa cara de placer parece que estuvieras a punto de llegar a un


orgasmo —se burló Kim, provocando que el chico volviera a la tierra de
la que se había alejado hacia minutos y le encarara con manos
temblorosas—. Continua, bonito. Me gusta verte.

Sin embargo Jungkook creía estar listo, pues se empapó entero y medio
estregó su anatomía.

—C-creo que ya terminé —dio por finalizada su tarea, poniendo ambas


manos frente a su entrepierna, para taparse, y bajando la cabeza.

—¿Cómo que ya terminaste? —inquirió Taehyung, fingiendo sorpresa—.


¿No vas a usar jabón?2

Su secuestrado volteó por todo el espacio, porque no había visto dicha


cosa por ningún lado.

—N-no hay.

Kim ladeó su rostro.


—¿Y esto qué es? —curioseó fingidamente, sacando de su bolsillo
delantero izquierdo un cuadradito morado con olor a lavanda—. ¿No es
un jabón?15

Kook asintió, mirando al suelo.

—Tómalo, ven —pronunció, a la vez que estiraba la mano en dirección al


menor.

El chico estiró una de sus extremidades superiores para tomar el jabón,


pero cuando estuvo a punto de alcanzarlo, Taehyung recogió su mano y
la empuñó.

—Pensándolo bien, creo que sería bueno que lo hiciera yo —comentó,


levantándose poco a poco del suelo y haciendo que Kook se echara
hacia atrás.19

—¿Ha-hacer qué? —sus ojos aún veían el suelo.

—Voltéate —ordenó V, pero Kook se quedó en su sitio—. ¡Que te


voltees!

Hizo lo que le ordenaron.

—Pega tus manos a la pared —mandó.

El corazón de Jeon comenzó a querer salir corriendo de su lugar para


quedar justo en la alcantarilla por donde se iría el agua dentro del baño.

—¿Qué vas a hacer, V?

—Haz lo que digo y punto —Jungkook obedeció sin mucho titubeo, pero
sus piernas temblaban—. Separa las piernas —y volvió a obedecer,
demasiado magullado estaba su cuerpo como para resistirse y provocar
que lo golpeara más.1
Taehyung tomó la pastilla de jabón y la enredó con el cabello del
pelinegro, moviendo sus dedos hábilmente entre las hebras para que
hiciera espuma, la cual consiguió con rapidez. La sensación en Jungkook
fue inigualable.3

Y se odió.

Bajo todo el contexto estaba demasiado mal, pero el mentiría si dijera


que no estaba disfrutando los largos dedos de Taehyung masajeando su
cabello y sacando la mugre que desde hacía tanto tiempo se acumulaba
ahí, provocando que picara. Se sorprendió a sí mismo cuando echó su
cabeza hacía atrás y soltó un suspiro porque Taehyung tenía sus uñas
dentro de su cuero cabelludo y las había arrastrado desde el principio de
su frente hasta el final de su nuca, rascando y llevando cualquier rastro
de suciedad en el sitio.7

—¿Te gusta, cierto? —preguntó Kim, con su gruesa voz en el oído


adverso.3

Jungkook se odió otra vez, porque sí.1

—Ajá...

El cautivo apretó sus labios para no volver a soltar ningún sonido


mientras el sicario repetía el mismo movimiento. Después de eso, estiró
de un solo jalón el largo cabello de Jungkook y toda la espuma cayó
hasta su espalda. Tomó de nuevo el jabón y lo pasó por toda la espalda,
axilas, torso, brazos, manos y los muslos del muchachito, provocando
que Jungkook se quejara cuando la brusquedad del toque rozaba
algunos moratones. No se negó a nada, trató de permanecer lo más
sereno posible y simplemente dejarse hacer mientras su secuestrador le
pasaba las manos por todo el cuerpo y luego tomaba el pequeño envase
con agua para retirar el jabón con el que restregó su anatomía.4

Kim lo estaba gozando, estaba pasando sus manos por cada rincón de
Jungkook. Por su cuello, su espalda, su cintura, su cadera, sus nalgas y
sus muslos. Por todo su cuerpo sintiendo cómo el niño se tensaba para
luego relajarse. Mentiría si dijera que no disfrutaba tocarlo de esa
manera, y también mentiría si dijese que no estaba imaginando
muchísimas otras cosas justo en el momento en que Jungkook arqueó su
espalda cuando Taehyung pasó las manos por su cintura, permitiéndole
ver cómo la espuma se deslizaba desde su columna y se perdía entre
sus nalgas seguido a pasar por sus muslos debido al agua que estaba
limpiándolo.

Con el mayor morbo del mundo, la palma abierta de Taehyung fue


directo hacia el hombro de Jungkook y lo pegó más de la pared. La
misma mano viajó desde su hombro con parsimonia hasta su espalda y
se detuvo cuando llegó al borde de su culo. Dos de sus dedos rozaron
entre el espacio de las nalgas de Kook, más no hicieron ningún tipo de
presión .

Taehyung se inclinó hacia su oído, pegando su cuerpo completamente al


otro, importándole poco que se llenara de agua, y adosó sus labios justo
en el borde de su oreja.

—Tan solo mira como me pones, pequeño Jeon —confesó, juntando sus
caderas con las del menor y tomando cada muñeca de éste hasta
ponerlas sobre su cabeza, aprisionándola—. Tantas cosas que quiero
hacerte justo aquí y ahora...
Jungkook quería reclamar, pero al sentir el pecho de Taehyung chocar
con su espalda y su entrepierna ajustarse al borde de su culo, todo
pensamiento racional o para quejarse se le olvidó. En cambio, recordó
todo lo que debía hacer si quería sobrellevar la situación.

''Solo colabora..."5

Jungkook prefería adelantarse y mostrarse de acuerdo para Taehyung,


antes de que él le demandara De igual manera, sabía que siempre
tendría las de perder.

Y así fue, porque justo cuando pensaba quejarse, Jungkook arqueó su


espalda a propósito sintiendo muchísimo más cerca a Taehyung.

—Tienes un bonito culo, pequeño Jeon —le halagó, adosando sus belfo
detrás del lóbulo de Kook—. Tengo tantas ganas de enterrarme en él con
fuerza y tan duro, pequeño Jeon. Tantas ganas de hacerte llorar y gritar
mientras te follo.3

Jungkook ni siquiera titubeó.

Ni lo pensó con cautela.

Ni analizó nada.

—¿Y qué te lo impide, V? —giró su rostro viéndole de reojo y sintiendo el


aliento en su mejilla—. Si sabes bien que me tienes a tu disposición.42

Taehyung no pasó por alto la voz temblorosa de Jungkook y esa extraña


insinuación tan repentina.

—¿Por qué lo dices? —el maleante se pegó mucho más a su cuerpo y


Jungkook curveó mucho más la espalda. El labio inferior de Kim
comenzó a subir y bajar en la zona—. ¿Acaso no he dejado claras mis
intenciones contigo?

La erección de Taehyung estaba perfectamente posada entre la espalda


baja y parte de los glúteos de Jungkook; tanto, que el chico abrió las
piernas solo para complacer al contrario.

—Lo único que me queda claro es que me has dicho todo este tiempo
que quieres follarme —explicó, moviéndose contra la erección ajena y
sintiendo el cálido aliento de Taehyung en su cuello—. Pero... tú no me
has puesto un dedo encima a menos que sea para golpearme.

La risa se escuchó dentro de la estrechez del baño.

—Yo no follo a la misma persona más de una vez, Jungkook —le


explicó—. ¿Sabes por qué?

El niñito solo negó lentamente.

—Porque después de follarlas, las mato tan horrible, que haberlas


violado es solo un... disfrute —susurró—. Y a ti yo no quiero matarte
todavía.

—¿Por qué, hm? —preguntó—. ¿Por qué no todavía? ¿Igual lo harás,


no? ¿Cuál es la diferencia?

El asesino tenía sus dientes rozando el níveo cuello del muchachito de


arriba a abajo.

—La diferencia es que justo ahora no soy un monstruo y no te haría tanto


daño como quisiera —le confesó—. Todo lo que has visto y consideras
malo de mí, no es ni una mínima parte de lo que soy en verdad. Y
sinceramente... no sé por qué he tardado tanto contigo.
La verdad si lo sabía. Lo sabía desde el primer día, pero no era capaz de
aceptarlo.11

Jungkook tenía demasiada información en su cabeza, misma información


que le resultó agradable cuando escuchó el "no te haría tanto daño como
quisiera". Si Kim Taehyung se había comportado así todo este tiempo y
Jungkook creía que era lo peor, pero en realidad el castaño no se
mostraba tan maldito como era realmente; no le convenía saberlo.

Por eso debía complacerlo, si lo mantenía conforme entonces no había


necesidad de golpes y torturas, ya que iba a obedecerlo. Taehyung decía
que lo haría suyo solo cuando supiera que lo mataría, pero si Jeon
insistía, probablemente el hombre podría llegar a tener algún ápice de
gusto por él y no terminara matándolo como un animal.

Comportarse para sobrellevar la situación. Obedecerlo para que no lo


torturara. Acercársele para que no lo matara agonizantemente.

Por eso mismo fue que no lo pensó más.

—Hazlo —pidió, echándose más hacia atrás—. Y-yo quiero que lo


hagas.1

¿Hacia dónde coño estaba tratando de llegar ese niñito?1

—No, pequeño Jeon —susurró en su oído—. Aunque me muera por follar


tu redondo, estrecho y virgen culo desde que te vi, solo te haré mío el día
que sepa que te mataré.

Dicho eso, abandonó el agarre de Jungkook y este se volteó para verlo a


los ojos. Estuvo a punto de irse, sin embargo justo cuando se dio media
vuelta, el chico tomó su brazo y le jaló.
—¿Y qué pasa si... yo quiero? —Jungkook llevó su mano hasta la
erección ajena y la apretó de arriba abajo, ganándose que el sicario
entreabriera sus carnosos labios y pegara el puño a la pared,
acorralando su cuerpo—. ¿Q-qué pasa si me complaces a mí y te das un
gusto tú? Sé que quieres, V. Ya después podrás matarme y me habrás
disfrutado tanto como tú querías. No lo hagas por ti, hazlo por el pequeño
Jeon —pronunció suave, alzándose en la punta de sus pies para llegar a
la oreja adversa.42

Se odiaba en realidad.

—No me provoques —Taehyung estaba perdiendo la paciencia,


quitándole la mano de su entrepierna—. No me provoques, niñito idio-

Kook subió su rodilla, acariciando el lugar que antes ocupaba su mano.

—¿O si no qué? —Jungkook estaba logrando lo que quería. Lo que


necesitaba, más bien—. ¿Hm?

—No sabes qué mierda dices o haces.

Jeon le tomó del cuello con ambos brazos alrededor, pegando ambos
labios y rozando los suyos de arriba abajo sobre los contrarios.

—Sé todo lo que digo y hago —sus ojos negros no abandonaron los
pardos de Kim—. Vamos, házmelo.1

Se repudiaba.

Su captor le tomó del cuello, apretándole increíblemente fuerte y


pegándole de forma brusca contra la pared al punto que Jungkook sintió
como su tráquea se reducía, obligándole a encararlo y mirarlo fijamente a
los ojos. Después de eso, con su otra mano apretó fuertemente su
cadera, terminando aquella estupidez que hacía el menor de una vez por
todas.

—Deja de jugar con fuego cuando tus manos son volátiles, pequeño
Jeon —advirtió, apretando más fuerte el agarre en ambas zonas—. Te
vas a quemar.

Se odió, pero necesitaba eso.

—Entonces, ¿qué esperas? —soltó, importándole muy poco llamarlo por


su nombre—. Enciéndeme, Kim Tae Hyung.114

Pero Jungkook supo que la había cagado terriblemente cuando los


oscuros ojos de su captor se endurecieron y su entrecejo se frunció,
empezando a mover sus pupilas de lado a lado.7

Y Taehyung volvió a un recuerdo que simplemente iba a quedar grabado


en su memoria por siempre y para siempre; no importaba lo tan alejado
que quisiera llevarlo.

Kim Taehyung.

Taehyung.

V.

No quería recordarlo, pero lo estaba haciendo justo ahí; apretando la


cadera y cuello de Jungkook, escuchándole quejarse bajo su cuerpo.
Todo eso, a medida que los recuerdos venían como un flashback el cual
estaba tratando de guardar en el rincón más oscuro de su memoria por
siempre, pero con la simple mención de aquel nombre infernal, maldito y
asqueroso, todo en él se desataba.

Esos recuerdos horribles llegaron.


El cuerpo de su madre bañado en sangre, desfigurada en la sala de
aquella pequeña casa donde vivían los cinco.

Parte de sus órganos estaban a plena vista por la cantidad de golpes que
ese hombre le había dado hasta abrirle la piel con brusquedad. Sus
entrañas manchaban la alfombra beige de tanta cantidad de aquel
líquido, su estómago y uno de sus intestinos siendo prominentes para
verse. Uno de sus senos ya no parecía algo más que una pila de carne
amorfa y uno de sus dedos tenía el hueso afuera por completo, dándole
una forma irreal. El resto de sus manos estaban rotas y con la muñeca
dislocada y llena de cardenales.

Choi Yenjin.

Su entrepierna había sido desgarrada por algo filoso que dejó toda su
vulva echa un desastre sangriento hasta que la matriz fue visible. Los
moretones adornaban su cuerpo, pareciendo tan infinitos como si se
mirara a las estrellas en el firmamento; no podías contarlos porque eran
tantos, que algunos los contarías más de una vez. La mitad de su cara
estaba desencajada y con la boca abierta por el maxilar que había sido
quebrado y de su cabeza salía un charco vinotinto y espeso tan oscuro
que se perdía entre los pedazos encefálicos y craneales que rodeaban la
putrefacta, desastrosa y aterradora escena y estaba debajo de Saeji
como un velo.1

Sus ojos, que en algún momento tuvieron un iris de color miel oscuro —
iguales que los de su hijo menor—, estaban secos y fuera de sus orbes.

Mami no era mami, porque mami estaba muerta.


Ella había sido violada, luego torturada a golpes hasta que finalmente el
bate lleno de clavos hizo de las suyas en manos malignas, para
convertirla en nada más que un saco de huesos y carne lleno de moscas
y plasma seco.

Y peor fue cuando el pequeño Taehyung, que ya estaba llorando con la


boquita abierta —horrorizado—, giró la vista.

Kim Seokjin.15

El cuerpo de su primer hermano mayor, estaba al lado de su madre de la


misma manera; torturado hasta morir.23

Jin hyung no era Jin hyung, porque Jin hyung estaba muerto.3

El único hermano por parte de ambos padres, había sido asesinado con
tan solo quince años de edad.4

Él también fue violado, torturado con golpes, mutilado de varias


extremidades y finalmente degollado hasta que se ahogó con su propia
sangre. Sus ojos grandes y brillantes, los cuales su hermanito menor
miraba con adoración, porque eran demasiado expresivos, ahora
estaban apagados para el resto de la eternidad.6

Su pierna estaba despegada de su cadera, fue cortada con una


motosierra que aún estaba al lado de ambos cuerpos, misma con la que
habían arrancado su brazo y múltiples cortes en ellos, en el abdomen y
rostro, convertían la escena en el peor, perturbador y más traumatizante
recuerdo para un niño que venía llegando de su escuela y de pronto se
encontró a un montón de policías fuera de casa.

Yenjin, su mamá, estaba muerta. Seokjin, su hermano de quince años,


estaba muerto.
Y un Taehyung de solo nueve añitos, inocente de todo pecado existente
en la faz de la mortal tierra de los hombres —en los actos—, empezó a
llorar a gritos por aquellas dos personas que el hombre llamado como él,
le había arrebatado tan crudamente.7

Ese día fue el principio de su desastre.

—Tu nombre es Taehyung, te llamas como él —habló aquél hombre al


joven muchacho.

—Yo no soy él, nunca seré él. ¡No soy Taehyung! —objetó molesto.

—Eres igual a él, incluso peor, Taehyung.

—¡No me llames así! —el niño empuñó sus dedos y gritó—. ¡Yo no le
haría eso a mi madre! ¡Y-yo no le haría eso a mi hermano mayor!

—¿No? ¿Y por qué sí se lo haces a ellos? ¿Por qué, Taehyung?

Catorce años, solo tenía catorce años.

—Victoria... es lo único que siento cuando lo hago. Cuando hago eso


siento que se lo hago a él, así como él se lo hizo a mi madre y a mi
hermano. Y no me importan, las víctimas no importan con tal de verlas
sufrir.6

Esos no eran pensamientos buenos para un niño de catorce años.

—¿Victoria? ¿Eso sientes, Taehyung?—el hombre alzó una ceja—.


¿Sientes una victoria cuando matas tan cruelmente a esas ratas
pensando que se lo haces al otro Taehyung?

—¡Si, y no me llames Taehyung!


—¿Cómo entonces, muchacho? ¿Qué nombre va a elegir el futuro
asesino más cruel que tendré?

El niño no lo había dudado ni un segundo, todos tendrían un seudónimo.

—Llámame V, V de Victoria.

—Okay, V... ahora mata a este hombre. Hazlo como si estuvieras


matando a tu padre.

Ese día fue el principio de lo que era hoy día.

No había vuelta atrás. Un futuro demonio estaba creciendo —en forma


de sicario sádico—, dentro de un niño víctima de violencia y con una nata
psicopatía recién explotada. Mismo demonio que le quitaría la corona del
infierno al diablo, tan pronto como abandonara este mundo algún día.

Y doce años después, ese mismo demonio hoy día era un atragante y
cautivador joven con una sed de maldad inconmensurable. Hermoso por
fuera, horrible por dentro.

"Seokjin"; por su hermano que no salvó y recordaría por siempre. "V"; por
el asesino infame en el cual se había transformado. Y
"Kim Taehyung"; por el nombre que lo hacía convertirse en dicho
demonio.

Mismo demonio que Jungkook acababa de invocar.47


XVI: The worst punishment.

ATENCIÓN:

Debido a lo que pasó con V DE VERDUGO —fue borrada de ésta


plataforma—, el siguiente capítulo que leerán estará disponible solo por
un tiempo aproximado de un mes. Posteriormente, será modificado para
así no correr el riesgo de que eliminen la historia y ustedes —yo no,
porque saben que me da muy igual y estoy consciente de que todas las
cosas que Wattpad prohíbe escribir, casi todas están en ésta historia—,
no tengan una mala experiencia y puedan leerla aquí, en dado caso que
no tengan las otras plataformas de lectura-escritura
como Sweek e Inkspired.

Cuando el capítulo se borre, dejaré éste aviso y también informo que


podrá ser leído por completo —en dado caso que hayan llegado tarde o
sean nuevos lectores—, en Sweek e Inkspired. Encuéntrenme
como @sevensoulsoneheart en ambos.

Cabe destacar, que el hecho de que precisamente éste capítulo —el


cual es una narración totalmente descriptiva de un abuso sexual a un
menor de edad—, se quite, no quiere decir que los demás capítulos sean
buenos, tengan menos peso con relación al maltrato físico, psicológico
y/o emocional de un personaje, sean minimizados o deban ser aceptados
por los lectores. Abuso es abuso, sea cual sea y venga de quien
venga.
Recuerden que esta historia es un fanfic, por lo tanto es FICCIÓN.
Ninguno de los protagonistas aquí mencionados tienen algo que ver con
sus personajes en vida real —excepto por su apariencia física y nombre,
del resto nada—. Ni Kim Taehyung "V", ni Jeon Jungkook, tienen algo
que ver con esto y mucho menos quiero que tengan algo así o hago
apología a que esto es bueno.

TODOS los protagonistas de V DE VERDUGO padecen de problemas


psicológicos, trastornos mentales fuertes y pasados oscuros graves.
Además que, eventualmente, quizá desarrollarán otras patologías. De
eso mismo se trata esto.8

Pido comprensión lectora y no que solo junten letras para crear sonidos
en su mente y "entender" las acciones más no los personajes que
considero he desarrollado de manera compleja, pero entendible.

Y recuerden, el personaje de Kim Taehyung y el personaje de Jeon


Jungkook en V DE VERDUGO; no existen. Sin embargo, el entorno de
delincuencia, secuestro, sicariato, mafia y cosas ilegales en el cual se
desarrolla esta trama; abunda. Así que pido respeto y tolerancia, nada
de burlas a lo que está pasando Jungkook y nada
de romantización, minimización o victimización para lo que hizo —y
hará—, Kim Taehyung. Haber tenido un pasado oscuro, sí es motivo para
tu comportamiento en un futuro; pero jamás es motivo para que ese mal
comportamiento sea bien visto o dejado a un lado con la excusa
de "haber sufrido mucho."

Por último, lo recuerdo nuevamente. Si no les gusta, si les desespera, si


les cae mal, si les da asco, si la odian, si les hace llorar, si la consideran
tóxica, si es demasiado fuerte o si la consideran una abominación, ¿de
qué les sirve denunciarla, si aunque la borren de Wattpad jamás la
van a poder borrar de mis archivos, de mi cerebro y menos de todos
aquellos que la leen y disfrutan? Replantéense la existencia todos
esos que creen que denunciando una historia y haciendo que la borren,
van a creer que me quitarán A MÍ las ganas de escribir. Igual la leyeron,
¿y saben algo? desleída no hay, mis adorables pequeños retoños
insufribles y denunciantes de historias así.25

Las razones por las que la denunciaron, son exactamente lo que


busco; que la odien, pero aún así que les guste, les atrape y no dejen de
leerla. También, en otro caso, que estén tan pendientes de ella, que
sigan leyendo para criticar o hablar mal. Así es el ser humano, mis
queridos retoños malhumorados; estamos llenos de una doble moral
inmensa, que nunca tendrá una sola cara para mostrar ante un entorno
que se cree con derecho a decir qué está bien y qué está mal, si todo en
realidad es subjetivo.3

Y para todos aquellos que abandonaron V DE VERDUGO porque la


trama les pareció muy fuerte, pero aun así no denunciaron e incluso me
felicitaron por la escritura; sepan que los aprecio mucho. Ustedes
sobrevivirían en un Apocalipsis, porque son intelectuales.5

Finalmente, muchísimas gracias para todos aquellos que siguen leyendo


y releyendo esta historia; mi primer fanfic. Sepan que no estoy aquí para
rendirme.29

—Sofía | sevensoulsoneheart5
(⚠⚠⚠⚠️)27

Kim Taehyung volvió en sí un par de minutos después.

Su respiración estaba entrecortada y su mano yacía aferrada


impetuosamente contra el cuello del muchachito, tan fuerte que estaba
de un tono rosáceo. La mano izquierda del pequeño Jeon se posaba
sobre la derecha de Kim para tratar de quitarla y no ahogarse en medio
de aquella asfixia que empezaba a aterrarlo, pero el sicario era más
fuerte, incluso más fuerte que cualquier otra vez que haya visto.

Era monstruoso.

Jungkook supo que lo que hizo no había sido buena idea, cuando por
primera vez entre ambos, el que tenía los ojos inundados con lágrimas —
que por alguna razón no deslizaban hasta sus mejillas y se mantenían en
sus fanales—, era V.14

Pero su mirada no era triste, ni quebrada. Sus lágrimas no denotaban


lamentos, sino el más puro de los odios y el más retumbante rencor que
existía. Era de esos sentimientos donde solo querías gritar y descargarlo,
arremeter contra algo y volverlo añicos hasta que no quedara nada. No
un odio leve, sino de aquellos que provocaban que la adrenalina corriera
por tus venas y la frustración se reflejara en tus ojos. Jungkook más que
nadie lo sabía, porque él se había sentido así todo este tiempo.

Pero había algo que el cautivo no supo descifrar, cuando el hombre le


soltó para apretarse los ojos con los pulgares y quitar las lágrimas.

Taehyung había pasado —en tan solo segundos—, de no querer tocar a


Jungkook, a necesitar hacerle daño; mucho daño. Incluso podría sentir
que quería matarlo.

Y lo haría justo en ese instante.8

A la mierda su maldito pago, al carajo el maldito Sihyuk, al infierno el hijo


de puta de Baekhyun, a la mierda lo que estaba averiguando Jimin.
Queria matar a Jungkook, lo iba a matar allí mismo sin importarle nada
más, porque ni siquiera estaba pensando correctamente.

Por eso mismo templó sus hebras azabaches para sacarlo del espacio
de la regadera y arrastrarlo hasta el cuarto. Taehyung tenía demasiada
fuerza y Jungkook tenía ambas manos tratando de sujetarle la muñeca
para que lo soltara, fallando en el proceso. El chico empezó un llanto
frenético, más por el miedo de saber qué haría el asesino, que por el
fuerte agarre en su cabeza que le estaba arrebatando ciertos cabellos.
Lo único que Kook buscó, fue tratar de complacerle, no importándole qué
tuviera que hacer. No le llamó por ese apodo, porque queria que sonara
serio. Así que usó su nombre, y la cagó tanto, que ahora esperaba
cualquier cosa menos salir con vida de sus garras.
Mojado, desnudo, asustado, llorando, humillado y suplicando. Así estaba
él, y en ese estado lo quería Taehyung.

—¡V! —su cuerpo era arrastrado por la habitación—. ¡V, no me hagas


nada! ¡N-no me golpees más! ¡Ya, haré lo que q-quieras!17
Taehyung no respondió, no quería hacer absolutamente nada que no
fuese herirlo hasta el suplicio y sumergirlo en propio desespero hasta
agobiar su alma.

—¡V! —chilló el niño de nuevo—. ¡D-detente, V! —los gritos se


escuchaban en toda la casa. También por esos otros dos hombres, y
ninguno de ellos pensaban intervenir.

El mayor abrió la puerta del cuarto, saliendo con Jungkook arrastrado por
los cabellos y cuando el rehén por fin estuvo en otro lugar de esa casa —
que no fuera esa horrible habitación—, se dio cuenta que el resto de la
casa estaba abandonada. Había una ventana enorme en el medio de un
pasillo donde se veían árboles y maleza alrededor; estaban en medio de
la nada.

—¡V! ¡Basta! —pero el aludido lo ignoraba.8

No fue hasta que estuvieron frente a una puerta más grande que las
otras que había visto, la cual Taehyung abrió, que Kook pudo por fin
tirarse al suelo, soltándose de su agarre.

Miedo, miedo recorriendo cada centímetro de su cuerpo e instalándose


en cada célula era lo que Jungkook estaba sintiendo. Sus cabellos
permanecían templados y paulatinamente se le arrastraba hasta dentro
de ese nuevo cuarto, raspando sus nalgas dolorosamente en el proceso.

Y ese maldito miedo empeoró justo cuando el vil hombre frente a él,
cerró la puerta con seguro tras sí.

—Será mejor que grites, Jeon Jungkook —su mirada de odio había
provocado lágrimas en los ojos del niño, mientras este le veía
desabrochar la correa de su pantalón—. Quiero que tus cuerdas se
desgarren mientras sigues llamándome Kim Taehyung.
Jungkook supo que había llegado el momento que tan presente en su
mente había estado, cuando la correa del pantalón de Taehyung fue
soltada de su cadera, aflojando esos pantalones semi-anchos que
cargaba.

—N-no hagas que duela, por favor... —fue lo que suplicó mientras sus
orbes estaban llenos de ese líquido salado, completamente resignado
cuando el hombre le volvió a templar de los cabellos hasta ponerle de
pie—. Al menos... n-no tanto.33

La mano en su cuello, que apretaba como si quisiera partirle la tráquea


hasta morir, se aflojó solo para hundirse entre sus mejillas y acercar su
rostro hacía el del dueño de aquellas lúgubres manos. Kim adosó sus
labios encima de los de Jungkook y mordió el inferior hasta sentir la
sangre y después despegarse.

—Te va a doler —advirtió—. Y te va a doler mucho, Kookie, porque hoy


voy a matarte.28

Y al rehén nada lo había preparado para el fuerte puñetazo que recibió y


le volteó la cara, casi tirándolo al suelo de nuevo.

Estaba moqueando, pataleando, quejándose y luchando inútilmente para


no ser arrastrado hasta aquel mesón fijado a la pared. Mismo mesón que
se tambaleó cuando Taehyung le obligó a recostar el pecho de ahí,
dejando una vista de su culo desnudo que aún destilaba gotas de agua,
Jungkook hundiendo las uñas a los costados porque sentía que iba a
caerse y la punta de sus pies rozando el suelo.

—N-no tiene que ser así... —el muchachito giró la vista hacia el mayor,
encontrándose con sus ojos fundidos en ese tétrico semblante—. P-
puedes hacerlo de otro modo, yo pued-
—¡Cállate, mierda! —Taehyung le tomó de sus hebras negras y luego de
levantar su cabeza la estampó contra el mesón, ganándose un alarido de
dolor por parte de Jungkook, y este un raspón al lado de su frente que
empezó a sangrar.2

El chico no quería hablar ni quejarse, pero iba a ser penetrado a la fuerza


y sabía que sería el peor sentimiento del mundo. Sabía que pasaría y
siempre supo que quizá llegaría el momento, pero no imaginó que sería
tan pronto y mucho menos por su culpa. Porque si, era su culpa ¿quién
lo manda a llamarlo por su nombre? ¿No podía simplemente callarse la
puta boca cuando ese hombre le dijo que no lo tocaría?

Su culpa, su culpa, su culpa.18

La presión de su cabeza era tal, que sus ojos se sentían hinchados. Su


boca sabía a sangre y mucosidad, producto del puñetazo que había
recibido, el cual también hizo que sus dientes cortaran la parte interna de
su mejilla y del llanto que hacía que ese líquido viscoso saliera de sus
fosas nasales. Su nariz estaba tapada y ni siquiera podía respirar de
manera normal, sobre todo por la velocidad a la que su corazón iba
debido a su miedo.

El sicario tomó su mano y apretó el agarre en la cadera del menor,


hundiendo las uñas y arañando hacia abajo solo para rasguñarle y ver
los hilos de sangre salir de su piel magullada. Jungkook trató de
removerse, pero estando en esa posición era imposible. El pecho se le
pegaba al mesón, la cabeza la tenía girada haciendo que su mejilla
también se adhiriese a la madera y el agarre en su nuca no le permitía
despegarla de ahí, pues Taehyung tenía su izquierda apretándolo.1
La mano que el maleante portaba en su cadera, la abandonó por un
segundo solo para bajar con rapidez el bóxer que llevaba puesto y liberar
su prominente e hinchada erección, producto del encuentro de hace
minutos atrás. Jungkook quiso moverse y levantar la cabeza cuando el
pene contrario golpeó la parte de atrás de su muslo, pero su cabello fue
templado y la cabeza de nuevo estampada abruptamente contra la
madera, ocasionando que mordiera su labio y se partiera.

—¡V, no! ¡No, no, no! —su cadera seguía moviéndose hacia abajo para
tratar de evitar lo inevitable y una de sus manos se echó a atrás para
empujar el cuerpo de su verdugo—. ¡V, para! ¡P-para, por favor! ¡Te lo
ruego, p-para!

En su mente nada podía salvarlo y su fe se había roto como para pedir a


algún ente más grande que él, que lo ayudara. Incluso quiso gritar el
nombre de Namjoon, pero quien menos lo ayudaría sería él. No se
interpondría y menos con lo que hace días había ocurrido. Eso no
pasaría.

Taehyung tomó el cinturón —que guindaba del pantalón a la altura de


sus muslos—, sacándolo de la trabilla cuando el niñito no paraba de
mover sus manos y echarse hacia los lados. Por eso, lo tomó de ambas
manos y las llevó hacia atrás de un solo golpe.

—¡Ah! ¡D-duele! —el chico sintió sus brazos torcer y algo inmovilizando
sus muñecas—. ¿Q-qué... que ha-haces? ¡Suéltame! ¡Suéltame, V!

—¿Soy V ahora? ¿Ya no más Kim Taehyung? —inquirió con sorna el


casi pelinegro mientras ajustaba la correa con ambos brazos de
Jungkook forjados en su reverso. El cinturón fue doblado dos veces y
luego ajustado hasta la última parte, inmovilizándole las manos al rehén
por completo—. No es V quien va a follarte ahora, no es V quien te
matará hoy. Es Taehyung, Kim Tae Hyung.7

Porque Taehyung era peor.

—¡V, suéltame! ¡S-suéltame! ¡Ya, suéltame! —lloraba, imploraba y


suplicaba en vano. Estar privado en llanto y sin ninguna esperanza era
un vivo reflejo de la situación a su alrededor.

Para callarlo, Kim abrió su palma derecha de golpe, estampándosela al


chico contra la nalga del mismo lado, sacándole un alarido de dolor.

—¡Ah, ah...! —La cadera de Kook fue sujetada con posesividad y el pie
izquierdo de Taehyung se metió entre sus piernas para abrirlas,
provocando que el chico temblara y sus nalgas se entreabrieran dejando
a la vista su apretado anillo de músculos—. V, n-no...

El sicario relamió sus labios.

—Que conste —habló en su oído. Jungkook quería morir cuando sintió


ese algo duro presionarse contra su estrecha entrada—... que yo no fui
quien provocó esto.2

Y de una sola embestida tortuosa, se adentró en el ano del chiquillo,


soltando un suspiro entre labios mordidos y sintiendo una fuerte presión
alrededor de sí por lo estrecho que estaba Jeon Jungkook.10

Y Jeon Jungkook nunca en su vida había sentido que se rompería en


dos, hasta que fue brutalmente embestido por ese hijo de puta.20

—¡Y-YA, YA, YA! ¡TAEHYUNG, YA! —No podía mover sus manos, su
cabeza menos y las piernas tampoco. No quería quejarse, pero era
imposible mantenerse callado cuando estaba sintiendo ese dolor con
cada estocada vehemente—. ¡Y-YA, D-DUELE!
Ardía, quemaba, dolía al punto de ahogarlo. Era como una punzada que
lo estaba abriendo de par en par y juraría que se iba a romper en
cualquier momento. La bestialidad del acto era tal, que justo en ese
instante prefería que el tubo impactara mil veces contra su cabeza.
Prefería que lo golpearan hasta molerlo y desangrarlo e incluso que
quedara inconsciente por años debido a los golpes. No esto, esto era la
peor tortura; el peor castigo.5

Todo lo que había estado pensando Jungkook, se fue a la mierda justo


en el instante que ese hombre lo tomó a la fuerza, destrozando la poca
estabilidad y cordura que tenía, tirando a la basura sus esperanzas de
salir mínimamente ileso, desechando su dignidad, vergüenza, mínima
inocencia y orgullo. Volviéndolo una presa débil, usada, magullada y rota,
logrando que el dolor fuese el único sentimiento dispuesto a estar
presente; miedo, y asco de sí mismo, acompañándolo.

Porque si, el hombre que estaba detrás de él, violándolo por puro placer,
era un maldito degenerado. Pero Jungkook era un maldito cobarde que
no podía hacer nada, un pedazo de inútil, un bueno para nada.

Se odiaba. Se repudiaba. Se asqueaba.

La correa fue jalada hacia atrás retiradas veces, volviendo las


embestidas más profundas y grotescas —pues Kim movía sus caderas
más rápido al frente—, logrando que el niño quedara casi afónico, su
garganta doliera agudamente y sintiera los bordes de su entrada como si
la estuviesen quemando. Algo dentro de si estaba removiéndose hasta
querer hacerle vomitar y cerrar los ojos con fuerza por el dolor de tener
eso totalmente introducido al fondo de su cavidad rectal.
—B-basta... —pidió en un hilito de voz quebrada, esa súplica había
salido cuando sintió a V salir por completo de su interior para luego entrar
de golpe, haciendo que le temblaran las piernas y ardiera más—. ¡Ya... y-
ya entendí, Taehyung!

El sicario escupió con desdén en aquel orificio y mantuvo la mano


derecha ha en el cuello impropio así como la izquierda abriéndole los
glúteos para poder tener una completa vista de aquel acto tan
nauseabundo y cruel.3

—Y-ya en... y-ya entendí, T-Taehyung... —tras eso, sintió el cálido


aliento a whisky y cigarrillos del mayor en su oído, más Jeon tenía los
ojos cerrados.

—¿Entendiste qué, p-pequeño Jeon? —Kim enterró los dedos derechos


en su cabello y los hizo un puño para jalarlo, despegándolo de aquella
mesa, pero volvió a estamparlo de golpe solo para que aullara de dolor.
El menor gritó agudamente y negó mientras apretaba los labios y estos
temblaban—. ¿Entendiste que eres una maldita escoria? ¿Entendiste
que no eres nada ante mí? ¿Entendiste que voy a matarte?4

El niñito ahogó un grito cuando el pie entre sus pierna las abrió más y
sintió mucho más dentro aquel falo que lo destrozaba sin decoro.

—N-no... ¡Ah, Ah! —todo era una pesadilla en carne viva—. Ya en-
entendí... ¡Ah! Q-que me quieres muerto. ¡Ya entendí que no soy nadie
ante ti! —lloró—. ¡Mh! ¡E-entendí...q-que puedes hacer conmigo lo que te
plazca, Taehyung! —las erráticas respiraciones del mayor estaban en el
borde del cuello de Kook y las sentía todas—. ¡Ya aprendí... q-que no
debo gritarte o responder! ¡No debo jugar con fuego porque me voy
quemar! Ya, ya... p-para...5
Taehyung se sentía en la gloria volviendo un desastre a ese niño bonito.
Se sentía en el cielo volviéndose una pesadilla para él, marcándolo. Se
sentía en la más alta cima que le pidiera que parara y el hacer caso
omiso, adueñándose de su ser por completo de aquella manera tan
animal y feroz. Por pura maldad lo hacía, por puro sadismo lo hacía.

Ver que su pequeño Jeon se mostraba tan dolido, ver que estaba
llorando y rehusándose, pero a la vez admitiendo que Taehyung era
quien tenía total potestad sobre él a partir de ahora; le hizo sentir
demasiado dichoso. Tan solo escucharlo admitir que podía hacer con él
lo que quisiera; le cayó como un sueño hermoso luego de una infame
pesadilla. Ver que estaba dispuesto a obedecerle por miedo a todo lo que
el asesino era capaz de cometer, mientras lo tenía acorralado sobre ese
mesón haciéndole daño con su cara ensangrentada, adueñándose de él
como un objeto valioso al cual le estaba quitando todo valor; marcó un
nuevo deseo en el sicario.2

Amaba toda la situación.

Amaba admirar a Jungkook así, amaba demostrarle que no era más que
una pequeña y estúpida presa. Amaba adueñarse de él y oírle quejarse
con cada embestida, amaba hundirse en él con odio y ferocidad,
marcando su cuerpo a fuerza de golpes. Amaba torturarlo y volverse su
verdugo. Amaba incluso que le llamara por ese asqueroso nombre con
tal de que Taehyung siguiera torturándolo y sobretodo amaba el hecho
de que cuando se cansara, podría matarlo después de hacerlo nada si es
que todavía llegaba a quedar algo de él. Amaba eso, pero a la vez lo
torturaba tanto por dentro; porque era un lúgubre demonio que no era
feliz con nadie. No tenía piedad por nadie, nada le daba compasión ni lo
haría nunca.1
Pero por primera vez, no se adueñaría de una víctima para luego
desecharla en ese mismo momento. Por primer vez, estaba seguro que
no necesitaba nada más que el mocoso que tenia de rehén dejándose
hacer daño cada vez que quería y admitiendo estar a su disposición
mientras al sicario le diese gana. Por primera vez, a Ki. Taehyung le
importó una de sus víctimas lo suficiente para tomarla a la fuerza, pero
no acabar con su vida hasta masacrarle.3

Él sabía por qué, desde hace tanto tiempo.

Y es que quería matarse cada vez que le decía apodos que sonaban
bien, se asqueaba cada vez que lo necesitaba cerca para maltratarlo, se
detestaba cada vez que recordaba los ojos de Jungkook reflejados en su
mente mientras no estaba a su lado. Se repudiaba cuando pensaba en
cómo se vería su asquerosa sonrisa, se odiaba cada vez que
rememoraba sus besos frenéticos donde ambas lenguas se caían a
golpes y las veces que hubo querido tocarlo, pero no lo hizo. Hasta ahora
que lo tenía ahí haciéndole daño. Taehyung se volvía loco de solo pensar
en eso, pero lo estaba haciendo.2

Kim lamió la zona de aquella oreja y se enderezó, seguidamente


penetrando a su pequeño Jeon con mucho más ahínco —causando que
el mesón empezara a moverse con ímpetu de lado a lado—, y apretó los
ojos con fuerza, entreabriendo la boca para soltar gruñidos troncos y
parsimoniosos mientras llevaba la cabeza hacia arriba.

Y ahí fue que cayó en cuenta de toda la situación, riendo para si mismo y
volviendo las penetraciones más rápidas.

Jungkook le gustaba.14

Por puro capricho no lo mataría, pensándolo bien, no hoy. No ahora.


Se sentía tan bien someterlo, se sentía lleno con él bajo su cuerpo. Esa
sensación no podía mandarla a la basura tan pronto, cuando estar dentro
de él, poseyéndolo como un animal se sentía así; como un choque de
éxtasis, adrenalina, nicotina y cocaína en una sola dosis para alguien que
padecía el síndrome abstinencia más demente y prologado del mundo.
Taehyung no podía simplemente desmembrar su cuerpo después de
caerlo a golpes y violarlo solo para sentirse victorioso. No podía darse el
maldito gusto de usar a Jungkook una sola vez. Era una excepción.22

Todo de él era una maldita excepción. Y Taehyung amaba eso a la vez


que le caía tan malditamente mal.

Jungkook le gustaba, pero no lo amaba a él, sino que amaba el


sufrimiento que le hacía sentir.

Porque Kim Taehyung jamás sería capaz de amar algo a menos que
fuera una propia satisfacción enferma y repulsiva que era sádica en
grandes cantidades.

—¡Ah...! —el chiquillo aullaba, su entrada ardía con brusquedad,


palpitaba y se contraía con cada embestida. Ahora eran lentas y
profundas, prolongando así su dolor más tiempo, parecía que un cuchillo
filoso le desgarraba y se instalaba en la boca de su estómago hasta
revolverlo; ahí lo sentía. Iba a romperse en cualquier instante, estaba
seguro de ello.

Y aquella estrechez, aquella suavidad, aquella sangre y aquel momento


para el sádico era tan dichoso.

—M-mierda, pequeño Jeon —gimió Kim en su oído, con esas caderas


perfectamente sostenidas y su falo yendo en movimientos
redondeados—. Estás tan apretado para mi, Kookie.1
Jungkook no suplicaría más, solo alargaba su propia humillación,
pidiéndole que le dejara libre. Por eso mismo, tomó su belfo inferior y lo
mordió para no soltar quejidos del agudo y punzante dolor que sentía allí.
Por un momento, el chico quiso bloquear sus cinco sentidos; no quería el
roce de los testículos contrarios contra su entrada, no quería el olor a
nicotina y sudor de ambos cuerpos, no quería oír las caderas ajenas
arremetiendo contra las propias y el agudo chirrido del mesón, no quería
saborear la sangre de sus labios partidos y tampoco quería ver borroso
por todas las saladas gotas dentro de sus orbes.

Su captor, entre risas, relamió su cuello y dejó varios chupetones en el


sitio mientras Kook trataba inútilmente de girar el rostro para que no
pudiese. Taehyung llevó la boca hasta su oreja, apretando para
conservar la posición.

—Si t-tan solo te hubieras comportado, bonito... —jadeaba roncamente


mientras hablaba con profunda voz. Separó una de las nalgas de
Jungkook hacia un lado, solo para ver cómo su pene se hundía con
dureza en la entrada enrojecida e hinchada de éste—. T-tan solo
esperabas un poco y estarías j-justo ahora... h-hahg —las paredes de
esa magnífica entrada lo volvían loco—. J-justo ahora montándome tan
bien.

De solo pensarlo, Jungkook entrecerró los ojos; negando.

—¿A n-no? —inquirió molesto y volvió a erguirse, jalando los brazos de


su pequeño Jeon y sacándole jadeos—. Claro q-que si...

La abusada anatomía del menor comenzó a ser sacudida de arriba a


abajo con extrema fuerza; Taehyung estaba adentrando aún más de lo
que podía —si es era posible—, dentro del chiquillo, siendo testigo del
calor de su interior recibiendo todas las duras penetraciones que estaba
dándole hasta perforar tan adentro que juraba iba a despedazarle todo.

—M-me encanta hacer esto... ¿sabes? —el sicario, cegado por la


enorme molestia y la grande libido que estaba sintiendo, deslizó sus uñas
por la nuca de Jungkook de manera tosca hasta donde llegaban sus
muñecas atadas con el cinturón, sacándole un alarido cuando un hilo de
sangre se reflejó en el rasguño—. Esta noche voy a marcarte tanto, p-
pequeño Jeon...

—¡M-me arde, Taehyung! —se quejó, moviendo la espalda y gritando


más cuando un par de astillas de la madera hicieron que raspara su
tetilla izquierda—. ¡Ah! ¡Ya, y-ya!17

Taehyung echó su cabeza hacia atrás, su largo cabello llegándole al final


de la nuca. Tomó del pelo a Kook y empezó con embestidas más
agónicas para éste, haciendo que el borde del mesón lo lastimara.16

El cuerpo de Jungkook ya dolía demasiado desde la golpiza, cada rincón


se asemejaba a un dolor infernal. Ahora era peor, tenía las uñas de ese
hombre desde hacía rato arañando su espalda. Tenía múltiples
moretones por todo su cuerpo. Su culo dolía a niveles extremos, la cara
rasguñada por la madera y llena de sangre. Que mierda tan traumática
estaba pasando y no podía detenerlo.

Kim salió abruptamente de su interior y Jungkook soltó un quejido que


retomó cuando dos dedos del hombre se introdujeron en él con
brusquedad, quizá abriéndolo más, pero seguía doliendo y carcomiendo.

—Que exquisito ser la primera y última persona que folle tu lindo


culo, pequeño Jeon —y antes de terminar, metió los dos dedos a su
boca, sintiendo el sabor de la sangre que él mismo había provocado en
el chiquillo.

Relamió ambos de arriba abajo, cerca de la oreja contraria y el dueño de


aquella sangre solo quería que aquella pesadilla tan horrorosa se
acabara. Las últimas gotitas de la sangre quedaron entre sus labios y
solo besó la mejilla impropia.

—Eres un niñito tan dulce...

Jungkook se sintió aliviado de tenerlo fuera, pero en ese instante todo


empeoró. Una pequeña luz se había reflejado en el espacio del cuarto y
el sonido de un chasquido de cámara le confirmó a el cautivo que ese
malnacido había tomado una foto de su culo en ese estado.21

—Mira —demandó, poniendo un teléfono al lado de la cara de Jungkook.


La imagen a ojos del chico le provocó náuseas. Taehyung disfrutó su
expresión traumatizada—. Tu lindo culo marcado por mí, pequeño
Jeon.13

Quería morirse ahí mismo.1

El sicario sonrió y aún sin llegar a su orgasmo, volteó a Jungkook


quedando frente a él. El muchacho tenía la boca ensangrentada, el
cabello desordenado y aún mojado. Su abdomen con moretones y
raspones, una de sus tetillas con un rasguño del que brotaba sangre y el
pómulo hinchado. Estaba llorando, moqueando, los ojos rojos y labios
rotos.

El sicario depositó un beso en esos ensangrentados y jugosos labios,


lamiendo el interior solo para sentir la sangre en la punta de su lengua. El
chico quería alejarlo, pero sus manos eran aprisionadas tras su espalda
por el cinturón.
—De rodillas —ordenó, y Jungkook no sabía qué hacer—. Vamos, no
tengo toda la noche, mocoso.5

Jungkook obedeció, sus rodillas dolieron al impactar con el suelo hecho


de solo cemento. Se mantenía lleno de terror, afectado y ofuscado por
todo aquello tan deprimente. Su cabeza estaba gacha y el cuerpo se le
llenaba de espasmos repentinos y prolongados.

—Mírame —demandó, Jeon levantó la vista encontrándose con la mirada


tétrica de ese hombre y luego con su erección justo frente a su nariz—.
Te ves tan inútil allí, Kookie.

Si, era un inútil; V tenía razón.

—No quites la vista de mis ojos, mírame.

Jungkook obedeció, pero al ver como Taehyung tomaba su pene y


comenzaba a masturbarse frente a él y le apretaba la cabeza con la otra
mano, cerró los ojos con ira y desesperación.

Y una palmada estrepitosa se estampó contra el otro moflete que no


había recibido una cachetada, logrando que el muchachito se
tambaleara.

—¡Obedéceme, Jeon! —volvió a tomar entre sus dedos su falo y


comenzó a masturbarse otra vez sin quitarle los ojos de encima a ese par
de orbes brillantes y tan negros como una noche sin luceros—. Me
gustan tus malditos ojos, pequeño Jeon. Cuando te mate, te los
arrancaré y me los voy a comer.39

La cara de horror que puso Jungkook fue más que suficiente para que la
sensación exquisita se arremolinara en su vientre.
—¡Maldito pequeño Jeon, hahg! —gimió cuando toda su semilla salió
disparada de su miembro y cayó en la cara de Kook, el cual no dijo nada,
solo cerró los ojos con fuerza ¿de qué serviría?—. Abre la boca, Kookie.2

Jungkook lo hizo.

—Chúpalo entero —bramó V, y como todo un obediente, el aprisionado


acató sin importarle nada. Metió los tres largos dedos de Taehyung en su
boca y chupó sintiendo el sabor del semen y la sangre en sus papilas
gustativas—. Trágatelo —así lo hizo—. Eso, todo un chiquillo
obediente, pequeño Jeon.2

Seguido a eso, dio dos palmaditas en la cabeza de Jungkook como si de


una mascota educada se tratara. Jamás en su vida, Jeon Jungkook se
había sentido tan humillado, doblegado, dominado, vulnerable,
horrorizado y lleno de odio por alguien. Pero todo había terminado por
fin.1

O eso fue lo que creyó.

Taehyung se cubrió su entrepierna con la ropa interior y luego con su


pantalón. Giro su cuerpo hacía un estante donde estaba aquella daga de
plata que usaba de vez en cuando. La mejor parte faltaba;
marcarlo. Cuando finalmente la tomó, se dirigió de nuevo a Jungkook y
éste puso cara de horror cuando el filoso objeto se posó en su frente.15

—Grita si te provoca, pequeño Jeon —susurró el sicario antes de


levantar el cabello de la frente de Jungkook—. De igual forma, no podrás
hacer nada.

Taehyung tomó el filoso cuchillo y lo puso con la punta en la carne de la


frente contraria, a punto de hacer tres simples cortes que quedarían
marcados por el resto de los días que Jungkook estuviera ahí. No tan
profundos para que muriera desangrado o tuvieran que coserle, pero si
para que quedara una marca de por vida.6

—¡A-AAH! —la primera incisión le hizo arrugar el entrecejo por el dolor y


desgarradoramente gritar hasta que sintió sangre en su garganta. El filo
hizo dos cortes que rápidamente sangraron, llevando el líquido carmesí
hasta uno de los ojos de Jungkook, siendo limpiado por el pulgar de
Kim—. ¡V, P-PARA!

Y Taehyung solo volvió a darle una estruendosa bofetada.

—¡YA, YA, YA! —se removió el niño arrodillado—. ¡YA, POR FAVOR!

Su captor hizo caso omiso y le tomó la barbilla mientras se sumergía en


su llanto y trazó rápidamente el segundo corte justo arriba de su
entrecejo. La sangre se acumuló hasta bajar por su tabique y el menor
aspiraba por la boca lo que no podía gritar por temor.1

La segunda letra estaba lista.1

—¡MÁTAME! ¡D-DISPÁRAME, YA! —chilló, la presión de su cabeza


haciéndose casi imposible de llevar—. ¡M-MÁTAME, KIM T-TAEHYUNG
¡MÁTAME!

—¡CÁLLATE! —otra cachetada lo hizo caer y luego ser levantado por los
cabellos—. ¡No me dejas terminar mis letras, hijito de puta!26

La cara de Jungkook era un desastre de lágrimas, mocos, saliva, semen


y sangre; muchísima sangre.1

La última letra fue trazada con un Jungkook casi que desmayado por la
infinidad de dolor en todo su ser. No había ni un solo rincón que no le
ardiera, le doliera o le picara en grandes cantidades. Era horrible sentir
su cara goteando, sin saber qué hacía ese monstruo con aquel rostro
que nunca más iba a volver a ser angelical e inocente.

—Listo, precioso —comentó—. Estás listo.

Luego de eso bajó su cuerpo hasta desamarrar la correa que lograba que
Kook tuviese los brazos hacia atrás, permitiéndote al chico quitar la
cantidad de sangre que había caído en sus ojos y que ardía, aunque no
tanto como su ceño en ese momento.

Él estaba llorando y a Taehyung no le importó en lo más mínimo cuando


se dio media vuelta dispuesto a salir del cuarto después de ponerse la
correa y sonreír sádicamente.

—Descansa, lindo —quiso despedirse—. Mañana hablarás con alguien.1

Jungkook lo maldijo internamente.

—¿Q-QUÉ TENGO EN LA C-CARA, V? —gritó, sollozando a la par que


caía al suelo—. ¿Q-QUÉ MIERDA ME M-MARCASTE, M-MALDITA M-
MIERDA?

Taehyung rió y se volteó para encararle.

Había tallado VDV en su cara.18

—VDV, pequeño Jeon —indicó finalmente—. V de Victoria.22

Y luego de girarse, se fue de ahí a paso rápido, cumpliendo así la


primera parte de dañar a ese chico; marcándolo como suyo, solamente
suyo y de nadie más.

Y cuando salió, Jungkook supo que aquellas letras jamás significaría eso.

Pero no pudo pensar mucho tiempo más, pues el intenso dolor se


apoderó de su cuerpo hasta dejarlo desmayado en ese desolado cuarto.
Y afuera, tres berettas fueron cargadas y llevadas hasta el auto en donde
el sicario se subió lleno de cólera, para partir hacia el sitio al cual en
algún momento pensó llevar a su rehén.1

XVII: The strong one and a plan.

Punzante, así se sentía.4

Un dolor proveniente de su cabeza; específicamente en la frente. Algo


punzante e hinchado a tal punto que no le permitía abrir sus orbes
pardos en totalidad y al mismo tiempo.

Tras un rato, Jungkook logró abrir uno primero, el dolor de manera


inmediata manifestándose hasta sus fanales, sintiéndolos salirse de sus
cuencas. Le hizo entrecerrarlos nuevamente, a la vez que un pequeño
jadeo salía de su boca. Sacó la lengua, sintiendo lo resecos, magullados
y partidos que sus belfos estaban; siendo historia total aquellos bonitos y
acolchados labios que siempre poseía, que adornaban su sonrisa
celestial y cubrían su perfecta dentadura pulcra. Tenía sed y la espesa
saliva le recordaba lo mucho que llevaba sin un vaso de agua, pero
sinceramente no podía importarle menos; entre la lista invisible de sus
problemas, hidratarse conservaba el último puesto.

El dolor de esa zona frontal —que no le hacía agonizar, pero si quejarse


bajo—, le había recordado que muchas veces golpeó su cabeza, aunque
este dolor se sentía diferente; era como si algo presionara ahí y por
dentro le ardiera, palpitara con vehemencia. Su frente punzaba, mientras
los ojos se le iban abriendo de par en par tras el milésimo intento,
obligándoles a acostumbrarse a la leve oscuridad que ahora poseía el
cuarto.

"V de Victoria, pequeño Jeon..."

Recordó todo lo de... ¿hace rato? ¿Ayer? ¿Hace una semana? ¿Cuánto
tiempo había pasado? Mierda.6

Una de sus temblorosas manos fue hasta la frente, a ver porqué sentía
algo ahí. Cuando llegó, sus falanges palparon una cosa áspera; la cual si
presionaba parecía sentirse suave y acolchada contra su frente dolorosa.
En ese instante, sus orbes estuvieron completamente despiertos y
vagamente intentó sentarse en el mullido colchón.

Fue ahí cuando jadeó; un dolor recorriéndole como rayo todo su cuerpo,
llegando a partes que ni siquiera sabía que existían hasta entonces.1

Sus rodillas tenían casi el mismo nivel de agonía que su frente, parecían
entumecidas e hinchadas. Las coyunturas de sus brazos también, e
incluso sus manos temblaban al tratar de moverse. Su espalda carcomía,
no era insoportable, aunque si extremadamente incómodo; como si
pequeñas púas se incrustaran ahí. Aún yacía acostado en ese colchón
extraño en el momento que las saladas lágrimas abandonaron sus ojos,
recordándole lo que recién había vivido, lloriqueando bajito, casi
silencioso. Trayendo a su mente las palabras, los sonidos y las acciones
más horrorosas que había podido llegar a enfrentar a lo largo de su
maldita vida podrida, pasando flashes de todas y cada una de sus
emociones incrustadas en lo más hondo de su mortal subconsciente, lo
más recóndito de su alma y lo más profundo de su corazón.1
Si pudiera gritar para que el dolor se fuera, debía desgarrarse toda la
garganta hasta que sangrara y quedara sin voz; o se le salieran los ojos
por la presión de tantos alaridos. Si tuviera que correr para comparar la
desesperanzada agonía que sentía ahí, probablemente tuviera que llegar
al nivel de una gacela salvaje siendo presa de un león hambriento; la
cual corría con tal desesperación que ya no sentía las extremidades. Si
lograse apretar sus puños para comparar la impotencia, el desasosiego y
la degradación que le calaba el ser; debía enterrarse las uñas en la
palma de la mano hasta que traspasaran el músculo entero y la carne del
dorso. Si tan solo pudiera comparar la vulnerabilidad que sentía con algo;
probablemente fuera con el nivel de miedo que brotaba de sus poros
cada vez que despertaba y el mismo condenado techo mugriento o
aquellas sabanas ásperas era lo que sus ojos veían, sumado al olor
constante de humedad y tierra siendo lo primero de lo que sus fosas
nasales se llenaban al volver a descubrir que seguía vivo y listo para
continuar aguantando quién sabe qué otra mierda más.
No había rincón de su mente, de su pensamiento, de su cuerpo, de su
ser total; que no estuviera fracturado, destrozado y maltrecho. Usado
como una baratija, apostado por algo de placer y dominación, para
finalmente ser deshecho como un viejo harapo sucio, inservible y
maloliente. Las emociones inmundas que se arremolinaban en sí, solo
eran el reflejo de lo que físicamente su cuerpo estaba pasando.1

Agotado; se sentía agotado, sin fuerzas, en total desventaja. Estaba


obligándose a sobrellevar más dolor del que ya había llevado, y
sinceramente, el cerrar sus ojos por el resto de la eternidad hasta que
fuera partículas diminutas de polvo era su fantasía en ese preciso
instante.

Todo dolía, todo.


Ni hablar de la presión entre sus piernas.

Había moretones por todos esos lugares; entre sus muslos y en las
pantorrillas, estaba seguro. No porque los viera —extrañamente llevaba
ropa que no recordaba tener puesta cuando toda aquella pesadilla
terminó—, sino porque al llevar su mano hasta los sitios y hacer presión,
lo sentía. Se llevó las manos a su cara y no palpaba la sangre escurrida;
ni por sus brazos, ni por su cuello, ni su cara o manos; estaba limpio.
Parecía no haber rastro de una gota de sangre de la cual estaba seguro
se empapó con anterioridad.1

Y se hallaba acostado boca arriba cuando abrió un poco las piernas,


buscando moverse con lentitud, y el dolor le hizo detener el movimiento
en seco.

Aún se sentía invadido, aún se sentía tomado a la fuerza, aún parecía


que ese lugar estuviera siendo abierto, embestido bruscamente y sin
piedad alguna; mientras gritaba para que él se detuviera, mientras pedía
que no lo hiciera y suplicaba, sintiendo sus lágrimas escurrirse hasta el
borde de la mesa. Sus uñas arañándole la espalda, las de Jungkook
contra la mesa rasgando para no desfallecer. Las astillas del mesón
contra su cuerpo y su cadera siendo apretada, la posesividad del agarre
fijo, los gruñidos de Taehyung contra su oído; su voz insultándole y
denigrándolo más. La voz del rehén gimiendo el maldito nombre de ese
bastardo para que se detuviera por el dolor, pero el verdugo mascullando
el nombre alto de Jungkook entre dientes, con odio; mientras lo
violaba. Él supo que V disfrutaba eso, ejerciendo su superioridad ante él
más débil.1

Todo lo sentía a flor de piel.


Incluso podía sentir el viscoso líquido mezclado con su propia sangre,
luego haber estado de rodillas frente a Kim Taehyung.1

La calumniada entrada de su culo le dolía, le ardía y parecía contraerse


con cada maldita respiración. No quería pensar en ello, pero estaba
haciéndolo y aunque no quisiera contraerla, su cuerpo involuntariamente
lo hacía, quizá para darle un tacto real —aún más real—, de todo lo que
provocó.

Y era por su culpa.4

Porque si, fue su culpa. Él pisó tierra desconocida, pensando que


encontraría algo bueno, y deteniéndose en seco cuando vio el infierno
mismo reflejado en ojos oscuros, cabellos castaños junto a raíces
negras, dedos largos, alta estatura y una barba que a penas se notaba.7

Jungkook fue un estúpido inútil que no pudo controlarse y no fue lo


suficientemente astuto como para salir totalmente ileso. Él lo provocó
todo como el condenado, asqueroso e inservible inútil que era. Así se
sentía.

"Si alguien te daña, Jungkook, es porque tú te dejaste dañar. ¿Sabes por


qué? Porque nadie es destruido sin antes haberle dado a otro el poder de
destruirle."32

Estaba recordando las palabras que le fueron dadas cuando tenía ocho
años y que se repitieron justo en ese instante. Todas aquellas estando en
sus recuerdos más horrorosos, de los que, aunque lo deseara con toda
su alma, no podía escapar. Se sentía tan mal; tan usado y desgastado,
tan sucio. Su culpa, de nadie más.4
El dolor en su espalda baja, el de entre sus muslos, el de la cadera y
también el de su culo, le hicieron saber que todo lo que pensaba, sentía y
analizaba había pasado en verdad. No era una ilusión, no era una
pesadilla de la que pudiera despertar para librarse. Era real; tan real
como el aire que entraba pesado a sus pulmones y el vaho de su boca al
hablar.1

Y cuando a duras penas trató de incorporarse para quedar sentado,


lográndolo y girando poco a poco la vista; no fue la presión en su cabeza
o el dolor corporal lo que lo hizo chillar del susto; sino la sensación de
sentirse invadido de pies a cabeza al ver a aquel hombre sentado frente
a él; Kim Taehyung, V, su verdugo, su demonio victimario y secuestrador
tétrico.20

Estaba frente a él en el piso.

Ambas miradas conectaron y ninguno supo descifrar lo que pensaba el


otro y que mayormente se leía en la mirada —los ojos nunca mienten o
esconden algo— pero esa vez, ambos viéndose; ninguno sabía qué
pasaba por la mente impropia.

Taehyung calaba su cigarro con templanza, sus finos y largos falanges


sosteniendo aquel pitillo de nicotina que olía tan fuerte e inundaba las
cuatro paredes de la habitación. Su ceño hallándose fruncido en una
mueca que lo hacía ver incluso más intimidante de lo que de por sí ya
era. Sus fosas nasales desprendían aquel humo blanquecino, junto a una
acompasada respiración, donde el pecho subía y bajaba lánguidamente.
Tranquilo, extrañamente tranquilo, y con ropa diferente a la que
Jungkook recordaba, más ancha esta vez. Lo veía con curiosidad, como
si quisiera inspeccionarle, analizarlo o hasta traspasar su alma. Sus
gruesas cejas le hacían poseedor de esa aura que provocaba miedo en
Jungkook. Mandíbula recta, adornada con vello facial mínimo. Intimidante
hasta la espina dorsal.
Jungkook se mantenía llorando silenciosamente de la angustia y el
contrario estaba sentado en el suelo de piernas abiertas con las rodillas a
la altura de su pecho y ambos brazos posados en cada una. El humo que
estaba saliendo dejó de hacerlo y el sicario agarró la fuente de aquel
humo y se la llevó de nuevo a los labios. Sus oscuros ojos miraban con
firme superioridad al menor, que trataba inútilmente de abrazar su cuerpo
abusado de forma cruel e inhumana y sus lágrimas caían en silencio al
colchón.

V tomó una bocanada de aire y echó las cenizas a un lado.

—Aunque llores, me sorprende inmensamente que después de todo este


maldito tiempo, tus asquerosos ojos sigan igual de vivos y
brillantes, pequeño Jeon —pronunció su verdugo con desdén, luego de
que el humo saliera de nuevo por su nariz—. Juro por lo más inhumano,
que pensé que caerías muerto y debía enterrar tu lindo cuerpo. Una
lástima que fuera tan pronto.

Jungkook le sostuvo la mirada sin parpadear y sin lagrimear, de pronto


sus lágrimas ya no se acumulaban en sus ojos al oírlo hablar.

—¿No es increíble? —se mofó—. ¿Cómo después de mis intentos de


destruirte, aún sigues demostrándome que la fuerza de voluntad existe?
—indagó, más para sí mismo que para el contrario—. ¿No es increíble
cómo eres el primero que no decido masacrar hasta morir, porque estoy
malditamente embelesado y obsesionado por ti?21

El rehén siguió sin opinar nada y aún su vista estaba intacta contra la de
V. La conexión quizá hasta podría cortarse, la tensión palparse y el
miedo aspirarse en cada inhalación dentro del lugar; a penas estaban a
unos tres metros de distancia.
—Eres un maldito, Jeon Jungkook —le insultó con recelo, apuntándolo
con el marlboro—. Un maldito niñito con suerte, uno que rapté en
bandeja de plata para succionarlo hasta drenarle, para beber hasta la
última gota de su dulce sangre y hacerle ver el mismísimo inframundo a
través de mis ojos mientras lo volvía mío —dos de sus dedos fueron a
sus ojos y luego apuntó a Jeon.

Jungkook tragó saliva, sintiendo cómo el odio se acumulaba en la boca


de su estómago.

—Me presento, aunque ya sepas bien quién soy, pequeño Jeon —le
guiñó un ojo con descaro—. Soy un maldito que va a volverse la peor
escoria que hayas visto en la vida. Mi nombre es Kim Tae Hyung.10

''Y tú eres Jeon Jungkook, el malnacido mocoso por el cual acabo de


caer."

Piedad, por el amor a algo.

—Kim Tae Hyung —repitió parte por parte—. Grábate ese maldito
nombre, pequeño Jeon —lo señaló con el índice—. Para ti; V ya no
existe, nunca existió y entre tú y yo jamás existirá. Soy Kim Taehyung
ahora, ya obtuve mi victoria contigo.

O al menos, el principio de ella.1

Jungkook seguía sin decirle nada, ¿de verdad cambiaría algo si se


desgastaba insultándole? ¿De verdad su suplicio y agonía podrían
disminuir si le gritaba cuatro mierdas? Él sabía que no, y aunque estaba
seguro de que hace rato —horas, días, ¿cuánto, maldición?—, su
dignidad se había ido por el caño y que hace días quería acercársele, no
permitiría que le vieran débil, porque eso era exactamente lo que su
verdugo personal quería; verle desfallecer, verle sollozar y suplicar.
Jungkook ya no estaba dispuesto a eso, no estaba dispuesto a ponerse a
llorar. Había tocado fondo tantas veces, pero ese mismo fondo parecía
quebrarse haciéndole caer profundo con brusquedad; recordándole que
después de algo malo venía algo peor. Ya no quería seguir dándole a
ese monstruo la satisfacción de verlo desfallecer. Él estaba en las de
perder, en las de ser la presa débil. Lo único que podía hacer era
ocultarlo y no darle gusto, porque era tan solo un punto a favor de los
miles que tenía en contra.

Aún cuando su cuerpo fuera un desastre y se sintiera inservible, no iba a


darle gusto.

''Aún si te están matando, Jungkook, jamás te muestres débil. Sonríele a


la mismísima muerte cómo si la esperaras con deseo. Tú eres más fuerte
que el destino final que todos tenemos, hijo.''2

Por eso mismo, mientras se estaba desmoronando por dentro; secó sus
lágrimas, apretujó los ojos, sorbió por la nariz y alzó su quijada.

—¿A-a qué hora iba a hablar con ese alguien? —Jungkook levantó su
frente en alto, como si ninguno de los sentimientos previamente
mencionados estuviera ahí—. N-no sé cuánto ha pasado, Taehyung,
pero me dijiste que hablaría con alguien.

Y por el amor de Dios, si es que existía, Taehyung esbozó una


gratificante y cuadrada sonrisa con sorna cuando ese niño le llamó así.

—Juro que me encantas, maldito estúpido —Taehyung se echó sus


hebras hacía atrás con su mano libre y le señaló aún con cigarro en
mano diestra—. Mírate ahí, vuelto mierda, pero mirándome como si
fueras la cosita más fuerte del mundo.12
El azabache seguía viéndolo fijamente, quería gritar de la desesperación,
pero no podía; por ningún motivo liberaría lo que sentía en ese instante.
No iba a demostrar que estaba roto. No expondría lo mucho que
detestaba la situación. No le otorgaría en bandeja de plata el placer de
quejarse, ni la satisfacción de llorar otra vez.

"Los hombres no lloran, hijo, los niños sí. ¿Eres un puto niño o eres un
gran hombre, Jungkook?"13

No agacharía más la cabeza o demostraría su flaqueza y debilidad.

"En la vida no puedes ser débil, Jungkook. Si en algún momento llegas a


mostrarte débil, se aprovecharán de eso para arrasar contigo. Si dejas
que arrasen contigo, solo puedes redimirte mostrando que ya no volverás
a ser débil nunca más."1

No quería demostrar lo afectado que estaba, porque eso solo significaba


que alguien había podido contra él, que no pudo mantenerse y soportar,
que no logró destruir a quien quería destruirlo. Solo demostraba su
condición de súbdito ante un imperio que lo torturaba con orgullo hasta
quebrantarle desde adentro.

"¡No seas un maricón, abre los ojos, Jeon Jungkook! El mundo es una
maldita mierda. Si no jodes, te joden... ¿vas a dejar que te jodan o serás
más fuerte, hijo?"11

Y quería morir desde que eso había comenzado, estaba seguro, pero el
último grado de humillación lo había alcanzado y ahora solo quedaba
cambiar radicalmente su actitud y ser más fuerte. No quería, sin
embargo, aquellas palabras después de tanto tiempo volvieron a
sucumbir en su memoria y, avivando sus recuerdos, llegó a la conclusión
de que haría lo que había pensado con anterioridad.
Un juego mental del que sabía no saldría victorioso.

Haberse comportado dócil no había funcionado, bien. Ahora tocaba ser


cinco veces más fuerte —quizá diez—, y no mostrar su sufrimiento.
Tocaba comportarse como la piedra más fuerte; aquella que no podía ser
magullada ni por el más fuerte de los huracanes, la más alta marea o la
más ardiente lava.

Un paso más adelante que él.

No permitiría que lo destruyeran, él iba a destruir. A Kim Taehyung lo iba


a destruir.31

Aunque sin saberlo, ya lo estuviera haciendo.3

—¿Entonces, Taehyung, sigo durmiendo o...? —preguntó como si nada


hubiera pasado.

El mayor relamió sus labios antes de levantarse del suelo, y quizá


Jungkook hace un par de días habría bajado la vista por miedo. Sin
embargo, ahora lo miraba tenso, sin parpadear; como si su presencia no
le afectara en lo más mínimo. Aunque lo hacía.

Taehyung dio la última aspiración bucal a su pitillo de nicotina y luego lo


puso en el suelo, pisándolo con la punta de su zapato y drenando el
humo desde sus fosas nasales. Miró de reojo al chiquillo, sentado con
expresión severa en el rostro y tan inmutado que parecía a la expectativa
de cualquier respuesta.

—Levántate, pequeño Jeon —pidió, solo para ver la reacción impropia—.


Anda, inténtalo.

Jungkook estaba sentado con las piernas estiradas en el colchón, iba a


condecorarse como mentiroso si decía que su cuerpo no dolía. Empero,
sus ganas de mostrarse intacto fueron más fuertes, así que llevó sus
manos hasta los lados de su cuerpo y se impulsó de un solo golpe
sintiendo presión en cada coyuntura. Cayó sentado de culo y ahogó un
gemido mientras los oscuros ojos de Taehyung no le quitaban la mirada
de encima.

—Estás débil, Jungkook —le recalcó son supremacía—. No importa


cuánto quieras ocultarlo, pequeño Jeon. Ante mí, tú siempre serás
débil.12

No.

No, no, no.

El odio era un sentimiento que ese niño jamás había sentido hasta que
conoció el semblante de ese hombre. Y por eso mismo, alzó su rostro
para encararle y sin quitar la mirada de él, volvió a impulsarse hasta
quedar completamente de pie sobre el colchón, ninguna mueca estando
presente en su rostro más que aquella que le volvía inquebrantable en
medio de escombros.19

Y Kim Taehyung pudo jurar que disfrutaba que ese par de ojos pardos lo
desafiaran; incluso cuando sabía que aquel chico era su nueva
distracción personal favorita, incluso si se creía fuerte, aunque por dentro
estaba hecho añicos.

¿Por qué se sentía tan bien saber que lo dañaba y él seguía ahí
soportándolo?

¿Por qué se sentía tan bien con solo verlo llorar por su culpa?11

¿Por qué no podía mandarlo a la mierda como a otro, si no tenía nada de


especial?
Lo disfrutaba tanto, que se acercó a Jungkook, tomando su mano para
ponerla detrás del cuello del muchacho, hundir los dedos en su cabello
oscuro y plantar un húmedo y casto beso en sus mullidos labios,
separándose casi al instante solo para verlo fijamente a los ojos. El
simple roce hizo a Jungkook tambalearse, pero no era momento de
flaquear.

Por eso, cuando el sicario volvió a unirlos y cerró sus ojos, el menor se
dejó embriagar por el picante sabor a cigarrillo, por la lengua caliente
enredándose con la suya; llegando hasta su garganta de manera bestial,
robándole el aliento, profanando su cavidad sin decoro. Jungkook se dejó
emborrachar por los labios de Taehyung perfilando los propios, por su
ligera barba raspándole la quijada, por sus respiraciones volviéndose una
sola y por su necesidad de tenerlo así de cerca por pura conveniencia.

Le convenía tenerlo ahí, justo de esa manera.

Aunque lo odiara.

Jungkook llevó su mano hasta aquellas hebras que ahora se


manifestaban más oscuras, buscando tenerlo más cerca, buscando casi
que le traspasara el cráneo de ser necesario con tal que no se separara.
Taehyung no se quejaba, jamás podría quejarse de esas manos
aruñando su cuero cabelludo y pegándolo más a él, jamás podría
molestarle tener su cuello levemente curvo para llegar a zonas más
profundas y mezclar su almíbar en la boca ajena, ofuscando todos sus
sentidos y matándole de apoco aquel deseo sin darse cuenta.6

Y cuando el oxígeno de verdad hizo falta, lo soltó, dejando sus labios


repletos ee su saliva y con mordidas que reflejaban gotitas mínimas de
líquido rojo.
Al separarse, Jungkook volvió a tomar compostura.

—Del uno al diez, ¿qué tanto miedo me tienes? —fueron las palabras
que dijo a milímetros de esos belfos maltrechos sin quitar sus ojos de los
negros de Kook.

—Cero, Taehyung —respondió, mintiendo con decisión, aún viéndole.5

Taehyung relamió sus labios.

—Del uno al diez, ¿qué tanto puedes fingir?

—Cero, Taehyung —contestó firme.

Él sonrió con malicia y Jungkook copió el gesto.

—Y del uno al diez... —su voz había salido más ronca, gutural, baja y
casi que rasposa—. ¿Qué tan malo puedo ser?

Esta vez fue Jungkook que cerró los ojos, siendo el peón débil de un
juego mortal, voraz; y adosó sus labios a los de su verdugo, robándole un
gruñido cuando sus dientes delanteros jalaron aquel belfo inferior con
brusquedad.1

—Doscientos, Kim Taehyung.

Maldito Jungkook, maldito una y otra vez.2

—La lengua es el castigo del cuerpo, pequeño Jeon —y no lo decía por


Jungkook, sino por sí mismo.

—Suerte que no has cortado la mía.7

El sicario gruñó, separándose solo para plantar un beso en su frente, por


sobre aquella gasa que hubo puesto hacia horas. Jungkook tan solo
cerró los ojos sintiendo el incómodo dolor en la cabeza, de igual manera
se hizo el conforme y le miró otra vez.

—Ahora... ¿con quién tenía que hablar, hm? —preguntó a centímetros de


la boca impropia, su voz siendo realmente baja—. A los mafiosos no les
gusta perder el tiempo.9

[...]

Park Jimin estaba bebiéndose su habitual trago de whisky caro y


fumándose un tabaco fino, cuando cuatro hombres entraron por la puerta
de su oficina, tres de ellos ampliamente conocidos.

Kim Taehyung; el sicario que había citado días atrás, Kim Namjoon; la
mano derecha de Taehyung —y manoseador profesional del culo de
Park—, y Wang Jackson, uno de los esclavos medio leales de Taehyung.
A ellos tres ya los había visto antes.7

Sin embargo, había un rostro que demostraba tanto cansancio, angustia


y odio, que Jimin sintió verdadera lástima cuando le observó de pies a
cabeza. Caminaba encorvado y con demasiado cuidado como si tan solo
el esfuerzo de mover las piernas fuera una tortura; con un parche de
gasa en la frente, algunos moretones en sus brazos y sus manos
magulladas, atadas con un par de esposas de hierro. Joder, al menos
llevaba ropa limpia.11

Así que ese era el niño Jeon.

"Hazlo por mí... Jimin, no pido más nada. Es solo un niño, tiene su misma
edad."17

El pelirosa se obligó a mantenerse tranquilo y no dejar que las


emociones de su pecho se reflejaran en su tranquilo semblante.
—Siéntense, caballeros y... caballerito —Namjoon encontró sus ojos
azabaches y Park tragó en seco, viendo al hombre con el que había
hablado hace pocos días sobre un montón de locuras, eso eran—.
Pónganse cómodos.7

Todos tomaron asiento, empero Namjoon se quedó de espaldas hacia la


puerta, armado y con Jackson al lado. Taehyung se sentó en un asiento
de la izquierda y en el de la derecha se sentó Jungkook, mirando
extrañamente al hombre con cabello color fantasía.

—¿Qué tienes para mí, Park? —inquirió Taehyung, sin dejar de conectar
su mirada.

—Deberías disculparte, llegas tarde —masculla Park lamiendo sus labios


llenos del alcohol.

Taehyung sonríe con sorna.

—Estaba metido en un pequeño inconveniente —automáticamente su


vista fue hacia Jungkook y el menor supo a qué se refería.

Jodido malnacido de mierda.3

—Ya...

—¿Entonces? —volvió a indagar—. ¿Qué hay de bueno?1

—De todo un poco, todas son buenas noticias y serán aún más buenas
cuando este amigo de aquí abra la boca —señaló al niño—. Un gusto,
joven Jeon. Mi nombre es Park Jimin y tengo cosas buenas y malas que
decirte.

Jungkook le examinó por un segundo, parecía un muchacho normal.


Normal como todos, aunque seguro era otro puto delincuente.1
—¿Qué mierda quieres? —el desdén se salía de su voz y no era a
propósito.13

Taehyung rió ante el tono del muchacho, sacando una media sonrisa
ladina.

—¡Vaya boca, carajo! —profirió—. Pues, la mala es que tengo cosas


extremadamente personales que te preguntaré.

—¿Y la buena? —sonsacó Jungkook con la frente en alto.

—La buena es que aún sigues vivo —sin que nadie notara, el pelirosa vio
a Namjoon y guiñó un ojo.7

—¿Qué averiguaste? —indagó Taehyung—. ¿Pudiste con todo?

—No completamente todo, pero sí bastante —replicó el espía—.


Empecemos por Bang Sihyuk, el cual por cierto no me ha dado arduo
trabajo. Venga, que es casi una figura pública.

—Di lo que tengas.

Dos fotos fueron sacadas de una gaveta del escritorio de Jimin.

—No trabaja absolutamente con nada ilegal. Lo único ilegal en lo que se


ha metido son un par de juegos de azar y apuestas en casinos, mucho
antes de siquiera querer ser un político. No tiene relevancia alguna —
hizo un ademán con sus manos, para restarle importancia—. Y lo otro,
fue cuando habló con el gran V para que matara al papi de este amiguito
aquí presente —señaló a Jungkook, el cual no le quitaba la mirada de
encima.

—El único papi de este mocoso soy yo —soltó tajante, ganándose una
risita de Jimin.36
—Ya, bueno —Jungkook se limitó a hablar y rodar los ojos—. Nunca
habrían podido matar a mi padre, de todos modos.

El espía apoyó sus puños en la mesa.

—¿Y eso por qué, niño? —fue lo que contestó el pelirosa.

—Mi padre es un maldito imán para atrapar gente que quiera meterse
con él. Los aniquila antes de que den el primer paso, porque nunca
confía en nadie —comentó Jeon—. Mi padre solo confía ciegamente en
dos personas; él mismo y yo.

Jungkook agradecía eso.

—Y lo creo —contestó Jimin.

—¿Qué más averiguaste? —curioseó Kim.

—Bueno, los más cercanos a él son uno que otro socio, colegas y
demás. El más relevante es Bo Jongho; un magnate de bienes raíces
que está a cargo de todas las obras en la provincia. Es dueño de varios
edificios importantes donde Sihyuk se la pasa para llevar a cabo
negocios que tienen que ver con el manejo de finanzas. Los importantes
quedan en Seúl o Gangnam, los no tan relevantes; en Busan. Todos los
lunes y viernes, a las dos y cuatro de la tarde respectivamente, visita
esos lugares y le escoltan seis hombres armados.

—¿Es un lugar concurrido? —preguntó Taehyung.

—Lo es, bastante. Allí Sihyuk no será presa fácil. El edificio está repleto
de escoltas, cámaras y policías —informó Jimin—. Si quieres tener un
éxito total, necesitas mínimo cien hombres.
El maleante chasqueó la lengua y repiqueteó sus dedos en la superficie
de la mesa.

—¿Algún otro lugar que visite con regularidad, o sea menos concurrido?

—Allí es donde entra la familia —expuso el pelirosa con un dedo y señaló


las fotos—. Tiene esposa, y dos hijos más aparte del que mataron.

—Si —respondió socarronamente V, girándose hacia Jungkook—. Lo


mató mi querido suegrito.21

Jungkook giró la vista hasta su verdugo personal y simplemente entornó


los ojos.1

—Mi padre no ha matado a nadie jamás —soltó con recalque—. Al


menos no con sus propias manos.1

Su captor se cruzó de brazos y le miró de arriba a abajo.

—Una persona no necesita matar a otra por sí misma para tener la culpa
de su muerte —dijo Taehyung—. Ni siquiera necesita tocarla para
hacerle sufrir.1

—¿Sabes mucho de tocar y hacer sufrir personas, verdad? —era


sarcasmo puro en la voz de Jungkook.7

—Cómo no tienes idea, pequeño Jeon —ataja con burla—. ¿Se te olvida
quién eres y en la posición en la que estás?

—No, Taehyung, para nada.

Carajo.

Jimin, por más que quiso, por más que intentó; no pudo evitar jadear ante
la mención de ese nombre y abrir sus ojos por completo. Mierda, esto era
fuerte. Taehyung nunca permitía que le llamaran así. Ni el mismo
Namjoon, su hermano, le decía de esa manera.2

''No quiero seguir viendo esto, Jimin... no quiero seguir viéndolo todo y no
poder hacer absolutamente nada''. Y de nuevo aquellas palabras en su
memoria, las mismas del chico a lo lejos.5

—Okay, V —masculló tranquilo, con énfasis en ese nombre por si algo


pasaba, pero Kim se veía extremadamente calmado—. Como decía;
Sihyuk tiene una esposa llamada Bang Hasoo, una hija de diecinueve
años llamada Bang Kyojoo y un hijo de dieciocho llamado Bang Chan.24

—¿Dónde están ellos?

—Hasoo y Kyojoo están en Japón. La chica fue a estudiar animación y


vive con su madre. Bang Chan reside en Seúl y es un muchacho
entrenado para una de esas empresas de entretenimiento. Vive en un
pequeño departamento con un grupo de chicos.5

V asintió.

—Lo quiero muerto.25

—¿A su hijo? —Taehyung vio a Jimin luego de esta pregunta y movió la


cabeza afirmando con obviedad—. ¿Por qué a su hijo?

—Satisfacción personal —alzó sus hombros restando importancia—. Y


porque lo mataré delante de su padre.

—Ya, loco —Taehyung rio ante lo que Jimin dijo—. Ahora, Sihyuk le
visita de vez en cuando. No sé exactamente qué días, pero
probablemente los fines de semana. Lleva tres guardaespaldas con él y
nadie más. No es un edificio altamente seguro, tampoco muy concurrido.
No es difícil de penetrar.
—Hm, de todos modos, nada es difícil de penetrar para mí —su vista fue
directamente a los ojos de Jungkook, riendo, y el chico recibió un golpe
emocional directamente en su orgullo.9

Ah, maldita escoria de mierda.7

—¿Qué coño hago yo aquí? —Jungkook entornó los ojos con fastidio,
tratando de no pensar en las insinuaciones burlescas que Kim hacía—.
Si se puede saber.

—Impaciente, ¿no? —preguntó el sicario—. Bueno, este puto con cabello


rosa te lo dirá, porque yo no sé.8

Jimin asintió.

—Eres Jeon Jungkook y tu padre Jeon Jaeban —lo señaló—. ¿Sabías


que tu padre tiene un negocio de prostitutas?

Jungkook bufa.

—No, no es de él —corrigió—. El negocio de prostitutas lo tiene Shin


Taogum, su socio. Mi padre solo es dueño de la droga.

—Oh, no... —negó rotundamente Jimin—. Tu padre es dueño de una


parte de las prostitutas, ¿por qué crees que son socios?

El azabache boqueó por un segundo.

—Son socios porque trabajan en conjunto nada más, carajo.

Jimin negó con la cabeza lentamente, y chasqueó la lengua.

—No son socios por eso; pequeño Jeon —fue Taehyung quien
interrumpió—. Shin no trabaja con Jaeban, ¿o me equivoco, Jimin?

Y si había alguien astuto en ese lugar, era Kim Taehyung.


—No, V, no lo haces —le dio la razón—. Jaeban no tiene socios, Jaeban
tiene testaferros. Shin Taogum no trabaja con tu padre, niño. Shin
Taogum trabaja para tu padre.

Oh mierda.

—¿Q-qué? —Jungkook titubeó, de pronto no se sentía bien—. Mi padre


es dueño de la droga: droga para Corea, Japón, China, Taiwán, Hong-
Kong, Tailandia, Beijín, incluso el norte de este país, toda la maldita Asia.
Y Shin tiene a personas que prostituye, no importa el sexo o la edad.
¡Están juntos por eso, no por nada más!

—Si fuera así, ¿para qué te hablaría de la trata de personas, hm? —dijo
Taehyung—. Si Jaeban tiene su parte de la droga y te quiere en ella,
¿para qué mierda te hablaría de los negocios de trata?

—P-porque debo saber en qué trabaja su socio —pero ahora no sonaba


convencido.

Park dio un ligero puño en la mesa para captar la atención del más joven
y luego lo señaló.

—Tu padre tiene el negocio de las niñas —porfió Jimin de la nada,


viendo al chico estremecerse—. El negocio de prostitución infantil, tiene
como dueño a tú padre.

Y el mundo de Jungkook podía caer cada vez más bajo.

—N-no, n-no es cierto —de verdad estaba tratando de no quebrarse justo


ahí—. Mi padre no podría hacer eso.1

—Tu padre trafica droga, trafica armas, mata si no le pagan, es un


mafioso. Tu padre se consiguió una prostituta bonita que los engendrara
a tu hermana y a ti —le señaló—. Después se casó con ella para no
tener bastardos regados —Jimin escupió sus palabras, mismas que Shin
le había dicho mientras investigaba—. ¿De verdad crees que le
importaría jugar con la integridad moral de un par de personas por
dinero, niño?

"El fin justifica los medios, hijo. No importa a quién debas derribar o
llevarte por el medio para triunfar hasta lograr lo que quieras. Sea quien
sea, lo haces y punto."

—¿Cómo sabes eso? —su voz salió más firme de lo que creyó.

—Tengo ojos hasta en el culo, niño. No te importe cómo, solo debes


saber que lo que digo es verdad.1

—Di algo que lo demuestre —los ojos de Jungkook se entornaban con


desprecio.

Jimin ladeó una mueca.

—Jeon Jaeban, cincuenta y dos años, capo de la droga en Asia, casado


con Jeon Saeji de treinta y seis años —comenzó con rapidez y
superioridad—. Dos hijos; Jeon Jihyo de dieciocho años y Jeon Jungkook
de quince. No tiene hermanos ni padres. Su testaferro mayor es Shin
Taogum. Los negocios de droga los tiene bajo su propio nombre, pero los
de prostitución infantil a nombre de Shin. En dado caso que ese negocio
caiga, nada lo ata a él. Shin aceptó porque sabe que ese campo es de
los que más generan en una mafia y necesitaba el dinero. También sabe
que está resguardado, porque, aunque sus malditos bolsillos estén llenos
de dinero a borbotones, los de Jeon lo están cinco veces más y este
cuida de que nadie sepa eso. Actualmente, tu padre está en Taipéi,
esperando que encuentren a su hijito secuestrado, porque prefiere tirarlo
como carnada a que alguien lo toque a él.
Jimin escupió cada palabra tan rápido que Jungkook casi se pierde en el
medio de su retahíla, de no haber sido porque estaba prestando toda la
atención posible.

—¿Algo más que desees saber, heredero? —interpeló con el entrecejo


fruncido.

No, Jungkook no quería saber absolutamente nada más.

—No.

Taehyung le vio bajando la cara y de verdad no entendió por qué le


afectaba tanto si toda la vida probablemente lo había sabido.

—¿Qué hay de Shin, Baekhyun y Jennie? —preguntó.

—Shin no tiene ninguna queja de Baekhyun o de su trabajo —explicó el


espía—. Le sorprendió que le haya comentado que es un policía
encubierto y de todo lo que me dijiste la última vez que estuviste aquí. El
cargo de Baekhyun no es tan importante, solo llevarle las cuentas a
súbditos importantes de Shin y vigilar la mercancía cuando es
despachada.

—Por mercancía te refieres a las personas, ¿no?

—Exacto, es lo que son. Mercancía.

—Ya... ¿Qué te dijo de Chanyeol?

—Lo conoce, o bueno... lo conocía —corrige cuando recordó el deceso—


. Un hombre de apellido Choi un día se le acerco a Shin para decirle que
una niña de las que se follaba terminó diciéndole; "Oye novio, no voy a
extrañarte más... pronto me llevarán con mis padres a Tailandia otra vez
y no harás que me vuelvan a doler las piernas" —Jimin llevó una mano a
su nariz, que le dijeran eso le había afectado un poco—. Jodidos
malditos.

—Mierda... ¿extranjeras? —a Taehyung ya nada le sorprendía y Jimin


corroboró—. Con razón están hundidos hasta el cuello de dinero.

—Lo están, bah —bufó—. Ese hombre sospechaba de eso y se lo


comentó a Taogum, este fue con la niña y le dijo que de donde sacaba
eso y ella dijo que hubo un muchacho que se lo dijo. Shin le prometió a la
niña que no atendería a más ''novios'' —enfatizó con comillas—, si le
decía quién era ese muchacho. Ella dijo el nombre.

—Park Chanyeol —adivinó Taehyung.

—Así mismo, V. Estaba tratando de rescatar niñas y mujeres; era un


operativo. Cada vez que él las ''contrataba" parecía usarlas, pero solo era
para averiguar cuánto tiempo llevaban ahí, de dónde eran, nombres y
todo lo demás que ayudarían a devolverlas sanas y salvas —Taehyung
aprobó ante la explicación, encontrándole cada vez más sentido a todo—
. No las consumía, las trataba de sacar de ahí. Y es obvio que si
Baekhyun es un policía lo estaba ayudando en eso.

La risotada que botó Taehyung hizo a todos tragar en seco.1

—¡Ay, qué bonito, Capitán América y Viuda Negra! —ni fingiendo ese
tono, su voz podía llegar a ser dulce—. Todos unos cabrones hijos de
puta... ¿¡cómo mierda se les ocurre semejante estupidez de decirles
a niñas lo que están haciendo!? ¡Los malditos críos tienen
una maldita bocota y todo lo repiten!3

—Lo sé, V.
—Bah, entonces mataron a Chanyeol por eso, ¿no? —Jimin asintió—.
No fue lo que me dijo Sihyuk. Él dijo que fue por una deuda, cosa que no
creo ahora. Tampoco sé si estaba al tanto de lo que su hijo hacía —
negó—. ¿Sabes algo de eso? —Jimin replicó que no, con un movimiento
de cabeza—. Tocará sacárselo a Baekhyun por la fuerza. Por cierto,
¿cómo lo mataron?

—Lo torturaron en su propia casa hasta morir. Usaron cuchillos,


herramientas mecánicas, fuego. Luego cuando no quedó nada de vida en
él, le metieron la polla en la jeta, sacándosela por la garganta rajada de
punta a punta. Tomaron una foto y se la mandaron a Sihyuk —el pelirosa
hizo una mueca de asco—. Si hubieras visto su cadáver, habrías sentido
envidia de quien le hizo eso. Lo dejó irreconocible.11

Kim rió por un segundo.

—¿Quién lo mató?

—Un tal Jung Hoseok, bajó órdenes de Jaeban —explicó el espía.45

En ese momento, Namjoon carraspeó, todos voltearon a verle.

—Seokjin, ¿por qué no te contrataron a ti si has trabajado para Taogum?


—es su hermano quien interrumpió después de tanto tiempo.3

Jungkook seguía sin entender qué coño le pasaba a Namjoon y por qué
le llamaba así a V, si su nombre según era Taehyung.

—Porque Jaeban tiene su propio sicario personal, Namjoon —explicó


Jimin—. Ese es Jung Hoseok, tu hermano es el de Shin.1

—Ya —él comprendió y volvió a quedarse en su sitio.


—¿Cómo es que conoces a Shin Taogum y pretendías matar a su socio?
—Jungkook le preguntó con total libertad, dándose cuenta que Taehyung
conocía a su suegro, si es que aún podía considerársele eso—. ¿Él lo
sabía?3

—No, para nada. Yo no rindo lealtad ni trabajo con nadie —respondió—.


Si alguien me contrata para acabar con una persona, yo no me detendré
a saber de quién es familia, con quién trabaja o si me llegó a pagar por
hacer algo alguna vez —enumeró con los dedos—. Eso me sabe mucho
a culo.

Kook bajó la cabeza cuando lo vio relamerse los labios en lo último.6

—¿E-entonces Shin no sabe que Sihyuk te contrató? —volvió a inquirir el


secuestrado, evadiendo lo otro—. ¿Tampoco sabe que yo estoy aquí?2

—No, maldito estúpido —obvió—. ¿Cómo mierda crees que le voy a


decir que te tengo aquí, idiota? ¿Te fundió el cerebro la cogida que te di
o qué?61

Silencio total en la sala.10

Jungkook solo lo miró con desdén, notando la sonrisa de superioridad


que empezaba a aparecer en la cara del sicario. Maldita mierda, lo que
daría por arrancarle esos asquerosos dientes uno a uno mientras gritaba
para después partirle el maldito maxilar. Lo odiaba demasiado.

—Quizá —se obligó a responder.

El espía volvió a tomar asiento.

—¿Por qué no le dijiste o has dicho a Taogum sobre lo que averiguaste


de Baekhyun? —Jimin trató de cortar la extraña tensión que se había
formado.1
—Simple, si le llegaba a decir a Shin sobre eso, no dudaría en matar a
Baek de un tiro en la cabeza, cosa que yo no quiero —explicó V.

—¿Qué quieres, entonces? —curioseó el pelirosa.

—Torturarlo hasta morir —contestó Jungkook por él.4

—Que inteligente, pequeño Jeon —replicó, poniéndole una mano en el


muslo al niñito.

—Ah pues, qué bueno —insistió el espía—. Shin ya está al tanto de que
es un topo y me mandó a decirte que puedes hacer lo que quieras con él.
Solo que le avises cuándo vas a matarlo, quiere estar ahí.

El sicario entendió aquello y simplemente tenía ahora una última


pregunta.

—¿Cómo averiguaste todo esto?

—Contacté a Shin diciéndole que habías descubierto lo de Baekhyun —


confesó el pelirosa—. Quedó sorprendido y ya luego empezamos a
hablar del negocio porque le mentí diciendo que tú tenías un trabajó para
él. Una cosa llevó a la otra y terminé sabiendo todo lo que te he dicho.

—Bueno, ¿y qué era lo tan importante que tenías que preguntarle? —


esta vez Taehyung señaló a Jungkook viendo que todavía nada relevante
salía de sus labios.

Jimin carraspeó.

—A ver, niño... —miró fijamente al menor—. ¿Quiénes son los


trabajadores más allegados de tu padre?

—Y más te vale la sinceridad, pequeño Jeon —amenazó Kim.

Kook los miró a ambos de hito el hito.


—Choi Hyuwon, Choi Wooseo, Park Jaekyu, Park Hwajoon, Bo Yoohyuk
y Kim Yongsun —contestó, siendo fiel a la respuesta—. Cada uno de
ellos es encargado de un departamento. Llevan cuentas, van a bares y
son los perros falderos de mi padre. Kim Yongsun es una mujer a la que
siempre lleva a reuniones, porque no es capaz de llevar a mi madre.4

—Ya, perfecto. Esa información la necesito para terminar de averiguar


cosas sobre Chanyeol, Jennie y Baek —mintió—. Bueno, eso es todo lo
que sé —contestó Jimin—. Bastante importante, V. Solo quedaría llegar
a donde está Byun Baekhyun y terminar de darle detalles al asunto. Por
cierto, Baekhyun sobrevivió de milagro, pero se recupera perfectamente.

—Justo como necesito —asintió con aprobación—. ¡Ah, casi lo olvidaba!


¿Qué hay de la hija de Shin?

Jungkook se tensó y lo observó de golpe con los ojos abiertos de par en


par.

—De ella no pude averiguar mucho —confesó Park.

—¿¡Qué quieres de Yuna, Taehyung!? —su voz sonaba quebrada, pero


demandante y con miedo.

—De ella nada —respondió V—. Y de todos modos, si lo quisiera no


tuviera que pedirlo. Esa noviecita tuya debe s-

Jeon se alteró.

—¡NO NOMBRES A YUNA EN ESTO, HIJO DE PU-!13

Ni siquiera tuvo tiempo de terminar, cuando una bofetada hizo que girara
su rostro a la izquierda, escuchando su cuello crujir de golpe. Su moflete
ardiendo le hizo entrecerrar los ojos al sentir cómo volvía el dolor
punzante de su cabeza. Giró su rostro, respirando con rapidez y
frustración y vio a Taehyung con un semblante de recelo en su cara.1

Kook relamió sus labios llenos de sangre en un costado.

—Que no se te olvide quién eres y cuál es tu posición ante mí, Jeon


Jungkook —profirió entre dientes, advirtiéndole—. No quiero
otro maldito insulto de esa asquerosa boquita, o sino yo mismo te
arranco la lengua con las manos... ¿Estamos, pequeño Jeon?

Jungkook, con todo el sentimiento de orgullo a flor de piel, subió la vista


respirando hondo como si no le había afectado.

—E-estamos, Taehyung.13

Él le sonrió y con abuso bebió de un sorbo el whisky que era del pelirosa.

—Bueno, todo por ahora —avisó, poniendo el vaso en la mesa, de


golpe—. Espero que no deba volver a verte en mucho tiempo, Jimin.
Siempre que vengo a hablar contigo, tengo un maldito dolor en el culo;
culpa que cualquier puta persona que se quiera meter conmigo.

—Tampoco es muy placentero verte a ti, cuñado —se defendió Jimin,


ganándose una mueca de asco por parte del aludido—, pero no digo
nada.9

Taehyung giró los ojos, tomó a su rehén ligeramente del cuello y le obligó
a levantarse mientras caminaban hacia la salida.

—Hora de irnos, pequeño Jeon —avisó al menor—. Jimin, pasaré un rato


más en Jeju antes de ir de nuevo a Seúl y poner orden con lo mío.
Mientras tanto, estaré disfrutando ciertas... cosas —sus últimas palabras
fueron arrastradas mientras pasaba un dedo por la cintura del azabache
aprisionado.
—Ya, excelente —congratuló Jimin.

—¡Muévanse, nos vamos!

—Oh, espera... —pidió Park—. Necesito hablar con Namjoon.

Este volteó su vista a él.

—¿Yo qué? —preguntó el mayor de los Kim, fingiendo confusión.4

—¡Bah! Hagan sus mariconadas de mierda —se quejó el Kim menor—.


¡Diez minutos máximo, Jun! No tengo toda la puta noche para esperar a
que le metas la polla.12

—Ajá —avisó el mayor.

Namjoon y Jimin fueron testigos de cómo Jackson abría la puerta para


dar pasó a Taehyung, el cual posesivamente tomaba la cadera del chico
a su lado y salía de ahí, el dealer cerrando la puerta tras de sí. Esperaron
dos cortos minutos, no hicieron casi que ningún ruido, hasta que Jimin
fue hasta la puerta y miró por el ojo mágico, dándose cuenta que no
había nadie en el pasillo y que estaban totalmente solos.

Se volteó hasta el mayor, y este le dio una mirada total de frustración. El


más bajo fue rápidamente hasta él para abrazarlo, pegar la cabeza a su
pecho y acariciar su espalda.14

—Bebé... por favor —pidió Namjoon, suplicando.

Jimin tan solo se limitó a negar con la cabeza en el pecho de su casi


novio.

—Pides demasiado, Joonie —dijo el pelirosa, por fin pudiendo hablar con
calma—. No puedo hacer eso, te van a matar, amor. Taehyung te va a
matar.19
El moreno negó rápidamente, abrazando su cintura.

—Nadie lo sabrá. Jimin, tú lo viste...

—No es tu asunto, tú no tienes nada que ver —le recordó para tratar de
apaciguar su angustia—. No es tu culpa y no puedes hacer nada.

—¡Yo soy parte de esto! ¡Yo también tengo la maldita culpa de todo! —
vociferó con calma, estaban solos después de todo—. Jimin... hazlo, no
va a saberlo. Cuando menos lo sepa, él se habrá ido. No quiero verlo
haciendo esto, Jimin —negó con su cabeza—. Es mi hermano,
el único que me queda. No quiero seguir viéndolo destruirse y volverse
peor de lo que ya es.

—Tu hermano dejó de ser tú hermano en el momento que se convirtió en


un monstruo —Jimin lo miró directo a los ojos y la expresión de Kim tenia
tanto dolor—. Tu Taehyungie, no existe.5

Namjoon era alguien tan piadoso, que era incapaz de odiar su propia
sangre, fuera como fuese e hiciera lo que hiciese. Para Namjoon,
siempre seria Taehyungie, su hermanito menor. Nunca V, el sicario a
sueldo que infundía miedo en quien lo veía. Nunca Seokjin, el que
utilizaba el nombre de su hermano muerto, porque el propio le daba
asco. Nunca Taehyung, el trastornado monstruo vengativo que mataba,
torturaba, violaba y dominaba como una bestia sin pudor o piedad.
Siempre Taehyungie.8

Porque a pesar de que Namjoon sí le tenía miedo, sería incapaz de


odiarlo. Él estaba consciente de las acciones que hacía, estaba
totalmente frustrado por ver la calamidad que su hermano era cada día.
Ver sus ojos sin brillo, donde solo se reflejaba el querer corromper, era
para él un martirio; pero aún así, nunca odiaría a su hermano menor.
Y lo creían loco, trastornado y repulsivo... ¿Pero cómo podía ver mal a
alguien que lo único que siempre necesitó fue que le guiaran? ¿Cómo
culpar a alguien de sus errores, cuando fue llevado hasta ahí a fuerza de
golpes de la vida? ¿Cómo podía verlo como un monstruo, cuando
Taehyung mismo le pidió con los ojos infundidos en lágrimas que se
quedara con él?18

''Jun... me gusta ser quien soy y estoy totalmente consciente de cómo


hago las cosas. Me gusta maltratar en todo sentido, hasta ver las cosas
desechas y saber que yo las hice añicos. Me gusta infundir miedo y que
tiemblen ante mí con la sola mención de ''V''. Me fascina matar hasta
dejar los cuerpos irreconocibles, bañados en sangre y pidiendo piedad a
gritos mientras yo me burlo y los mando al inframundo. Me fascina
follarme a las personas, hacerlas ver el cielo para que después caigan al
vacío infernal de mi mente, mientras les arrebato el aliento y la vida con
estas manos sucias que los vuelven nada, porque los maté.

Soy fanático de que me supliquen, que me rueguen y que le recen a un


Dios ciego que me tiene miedo, porque su ángel caído llamado Lucifer no
es ni la mitad de lo que yo soy. Soy fanático de destruir a las personas
infundiéndoles su propio terror por mí. Me volví adicto a dominar a la
fuerza a todo aquel que se oponga ante lo que soy. Porque cuando elegí
ser esto, no lo hice por aburrimiento o por simples ganas; lo hice porque
no conozco qué es ser alguien débil. Lo hice porque nunca alguien me
dijo qué era lo bueno y qué era lo malo, así que ambas cosas las vi
iguales hasta crecer. Es subjetivo... Jun, para mi algo que es
extremadamente gratificante y bueno puede ser para otros un suplicio,
porque yo veo las cosas diferentes. A mí no me importa lo que otro
piense de lo que digo, hago o soy.
Y estoy bien así, Jun. Me volví una escoria, me volví alguien que no se
reconoce a sí mismo, pero me gusta esta versión. Me agrado yo mismo.
Cada parte de mi ser me llena en cantidades exorbitantes. Todo lo que
me conforma, cada célula de mi cuerpo, cada gota de mi sangre y cada
recuerdo de mi pensamiento; me han elaborado perfectamente. Me
hicieron V, después de haber sido Taehyung. Un arma, un escudo y todo
eso siendo la cara de la misma moneda.

V es un verdugo que siente victoria cuando mata, eso tu lo sabes, Jun.


Se siente victorioso y eufórico, porque piensa que le hace daño a su
padre, porque ve en los rostros de sus víctimas el rostro de ese hombre
que nunca le puso un dedo encima a él, pero sí a quien le importaba. V
se siente bien cuando alguien grita, llora y sufre porque piensa en un
rostro específico, no importa quien sea, a V le gusta masacrar pensando
que se trata de ese Taehyung.

Pero Taehyung... maldición, Taehyung sigo siendo yo, Jun. Taehyung es


peor, es el próximo heredero al trono del infierno, ¿sabes por qué?
Porque no piensa en su padre, no piensa en nadie que no sea quien
tiene al frente torturando. No busca venganza o victoria; busca hacer
daño, maltratar, matar y dominar. Él busca el miedo más profundo de su
víctima y la vuelve en su contra, usa las desventajas contrarias como
algo que lo llena, y Taehyung es a lo único que podría temerle, hermano.
Porque mientras que a V lo puedo borrar del mapa, a Taehyung no.
Mientras que V fue alguien que yo creé, Taehyung es algo con lo que
nací.

Y sé que llevo su nombre, sé que mi padre y yo nos llamamos igual, y no


me gusta que me llamen así porque siento que soy él. Y estoy consciente
de que soy hasta peor, pero quiero pensar que fue por mi elección
propia, y no porque inconscientemente fui influenciado por ese ser, sería
el colmo.

Así que no me llames así... el día que permita que alguien vuelva a
llamarme así, pobre de esa persona. Porque le permitiré que lo haga
mientras yo quiera, le permitiré que me llame así sin hacerle saber las
consecuencias, y le permitiré que me maldiga con ese asqueroso nombre
para que cuando se dé cuenta, sea demasiado tarde. Taehyung es peor,
recuérdalo siempre.7

Taehyung sería capaz de matarte, Jun... no vuelvas a llamarme así.


Mejor usa el nombre de nuestra tercera parte. Llámame Seokjin, eso me
hará recordarlo de buena manera. Ese será el nombre que usaré de
ahora en adelante. Mira tu brazo, aquel donde tienes el mismo tatuaje
que yo, y que lo hicimos aquel día donde celebramos nuestro primer
homicidio juntos. Teníamos dieciséis y diecinueve. Lo recuerdo porque
había sangre en mi brazo. Lo hicimos en nombre de Seokjin, porque le
gustaban las aves y tú y yo queríamos recordarlo. Llámame así, Jun, de
ahora en adelante tendré el nombre de una de mis mitades.2

Y quiero pedirte algo, no me tengas miedo, Namjoon. Tú eres el único


que no quiero que me tema. El día que tú me temas, sabré que toqué
fondo, y no me quedará más remedio que hacerte lo mismo que
Taehyung le hace a todas las personas, matarlas hasta que no son nada
más que sacos que carne y huesos. No me temas, porque no quiero
matarte, tendría que estar muy loco para acabar contigo, tendría que
estar muy perdido en algo para hacerte vivir ese infierno.2

Sé que soy un maldito que no merece compasión, y es que no la estoy


pidiendo, pero perdóname hermano, incluso si trato de ocultarlo o
cubrirlo, mis sentimientos no pueden ser borrados. Yo sé que me estás
llamando pecador, pero... ¿qué más puedo decir? Perdón, hermano...
solo seca mis lágrimas, por favor.14

Y sé que no tengo derecho a decirte si hacer esto o aquello, Jun. Yo


nunca he necesitado nada, nunca he pedido nada a nadie. Pero Jun...
hermano, yo necesito que te quedes conmigo, necesito que sigas detrás
de mí, porque eres lo único que me recuerda que en algún momento fui
una persona racional.

Eres lo único que me recuerda que esta V de Verdugo puede ser más
fuerte que Kim Taehyung.''3

Siempre, siempre Taehyungie.

—¿Namjoon...?

El mencionado seguía con los ojos cerrados, recordando aquel brote de


sinceridad que Taehyung tuvo con él la noche que Namjoon le encontró
con el arma cargada contra su sien y el vaso de whisky en la izquierda,
privado en llanto. Y era horrible, porque nunca le había visto llorar con
tanto repudio por sí mismo, disfrazado de amor por quien era.1

Taehyung estaba roto y no se daba cuenta.1

—Te lo ruego, Jimin...

—No es tu asunto lo que le haga al niño, ¡te van a matar!

—¡Tiene quince años, Jimin! —chilla con voz entrecortada—. ¡Quince!


¡Es un niño! ¡Tiene la misma edad que tenía Seokjin cuando lo mató mi
padre! De solo pensar que está sufriendo lo mismo que él, me pone mal.

—Le llamó "Taehyung" —Jimin aún le abrazaba.


—¡Peor! ¿Jimin, no te das cuenta? Taehyung me obliga a llamarle
Seokjin porque odia su verdadero nombre y odia que cuando le hablo le
diga V, porque siente que no hablo con él —tomó los brazos del pelirosa
y lo obligó a verle de frente—. ¿Qué esperas que piense cuando a ese
niño lo deja llamarle así? ¿Qué quieres que piense cuando cada día que
pasa, Taehyung odia más a mi padre, sin darse cuenta que es igual a
él?2

Jimin asintió, dándole la razón, y a la vez preguntándose algo.

—¿Lo haces por ese niño, o lo haces por Taehyung? —pidió saber.

—Tú sabes bien por qué.

—Es igual a tu padre, es más... es peor.

—¡Es lo mismo! —vocifera el pelinegro—. Jimin, por lo que más


quieras... por favor, no me dejes vivir con la consciencia sucia, sabiendo
que cuando Taehyung lo mate, yo pude haber hecho algo y no lo hice —
rogó, suplicó, imploró—. No soportaría eso. Jimin, he matado, he hecho
daño... pero no quiero hacérselo a él.

—Namjoon...

—¡Te lo imploro! —sus ojos estaban rojos de agonía.

Y cuando Jimin subió la vista y encontró los fanales de Namjoon


hundidos en súplicas y lágrimas, su mundo se vino abajo. No queria
perder lo único bueno que tenía, el único ser con un corazón de oro que
estaba sumergido en aquellas calles de sangre y fango. Obligado a
quedarse al lado de su hermano porque no pretendía dejarle solo.

Pero tampoco podía vivir con la culpa.


—E-está bien, Joonie... —pronunció bajito, derrotado—. Veremos cómo
sacarlo de ahí...

XVIII: Stars in your eyes.

Habían pasado algunos días, nueve exactamente.

Jungkook se dio cuenta porque después haber hablado con el


fulano ''Park Jimin'' —que parecía tener chicle en el puto cabello—, le
llevaron hasta la habitación donde siempre se mantenía rehén. No volvió
a ver a Taehyung por todos esos días. Le pareció extraño que lo haya
dejado ahí solo. Aunque no era como si necesitara de su infame
presencia deambulando por el cuarto viéndole de arriba a abajo. Sin
embargo; sabía que el hombre tenía alguna mierda que hacer por la
manera en la que lo dejó tirado en ese cuarto después de decirle
aquellas palabras.

"Te voy a decir una puta cosa, niño; como llegues a dar problemas
mientras no estoy, cuando llegue voy a despellejar a todos estos
hombres y luego haré que te los comas mientras te rompo el maldito
culo."11
Obviamente, a Jungkook no le quedó más remedio que mantenerse
callado ahí, en ese desolado cuarto, para no jugarse la vida o hacer que
mataran a aquellos dos hombres frente a él, como solo Taehyung podía
matarlos.

Mientras se encontraba sin compañía —bueno, con la presencia de


aquellos otros dos tipos—, pudo "descansar". Descansar significaba
pasar muchísimas horas tumbado en el colchón, divagando hacia la nada
y respirando forzadamente por el dolor. Mismo dolor que no iba
mejorando, sino más bien disminuyendo. Al menos, del uno al diez, ya no
le dolía un quince, sino un siete —sarcásticamente lo pensaba así—. El
mismo tiempo que pasó solo en aquella habitación donde se había
bañado, le daban comida dos veces al día. Jun abría, daba un vistazo,
dejaba el plato en el suelo como un maldito animal callejero y se iba sin
más.2

Jungkook quiso hablar con él la tercera vez que entró al cuarto, pero
Namjoon puso una expresión de horror y le dijo: "No me dirijas ninguna
palabra, muchacho. Ya demasiado hago con seguir viéndote, aún
sabiendo que tengo media vida en juego". Y Jungkook quería llorar al
saber que lo veía con aquella lastima tan reflejada en sus ojos
pardos. ¿Tan mal se veía? ¿Tan roto estaba?

Bueno, era obvio que sí. Namjoon le tenía una lástima horrible, lo notaba.

Sabía que ese hombre sentía lástima por él, no por nada le había
permitido lavarse rápidamente dos veces el cuerpo con un agua
extremadamente helada que salía del lavamanos de aquel baño. Una
hace tres días, y otra la mañana de hoy. Jungkook se había restregado la
piel con las uñas, Jun le dio diez minutos como máximo para sacarse las
esposas —aquellas que Taehyung había dado órdenes estrictas de
ponerle mientras no estaba con él—. Tomó el baño y posterior a eso,
pidió a Jun si podía lavar la ropa. Este, un tanto asustado, le dijo que sí;
pero debía ser únicamente con agua. El muchacho aceptó y, sin que
Namjoon supiera, lavó la ropa con el jabón que había quedado tirado en
el baño el día que Taehyung... hizo lo que hizo —y que encontró en el
suelo—. Después de eso, se puso la ropa interior medio húmeda y le
colocaron las esposas. Durmió dos noches seguidas con frío calándole
los huesos y adentrándose en todas sus fibras mientras se secaba lo
demás.5

Estaba destrozado.

Su estado era muy decaído, Jungkook estaba a sabiendas d eso. La


noche después que su captor desapareció, el rehén se levantó a
contemplar su cuerpo desnudo y usado; encontrando moretones,
enrojecimientos, hematomas y demás cardenales a lo largo de sus
extremidades. Quiso girar la vista, aunque no podía porque el cuello le
dolía. Actualmente, nueve días después, no sentía tanto dolor corporal.
Quizá porque en el fondo, el dolor emocional era muchísimo más fuerte y
difícil de llevar.

Los cortes que llevaba en la frente, ya no palpitaban ni ardían tanto, y se


los habían curado. No sabía quién o por qué, empero estaba seguro que
lo hacían mientras dormía profundamente. Con la falta de sueño y el
estrés del trauma; Jungkook caía rendido ante los brazos de Morfeo,
siendo totalmente ajeno a las cosas que pasaban a su alrededor. Sin
embargo, dos días después de su verdugo haberse ido, Jungkook se
levantó con una gasa diferente. Cuando despertó pudo sentir esa zona
picándole y unas gasas más suaves en comparación a las anteriores.
Quería con todas sus fuerzas sacarse eso, rascarse hasta que la frente
le sangrara y que entre las uñas le quedara piel que se supone debía
cicatrizar, pero no se atrevía a destaparse y ver aquellas marcas que
tenía en la frente. No poseía el valor suficiente de saber que su cara
había sido marcada y probablemente esas incisiones jamás
desaparecerían.
Sumado a eso, llevaba las mismas esposas que Taehyung le había
colocado días atrás y le dificultaban hacer de todo, ir al baño era una
odisea porque si simplemente quería mear; podía abrir la puerta, bajarse
los pantalones y volverlos a subir porque por suerte sus manos estaban
hacia adelante. Ahora, si necesitaba hacer otra cosa; debía gritar hasta
que Jun viniera, quitara las esposas y le dejara máximo cinco minutos en
el baño donde Jungkook quería morir y llorar mientras hacía sus
necesidades.

Nueve días sin ver a Taehyung era bueno, y a la vez le causaba


ansiedad. Cada vez que se ausentaba y luego volvía, pasaba alguna
mierda mala. No sabía qué hacía, con quién estaba o porqué se iba, y
sinceramente Jungkook prefería tenerlo a su lado y que le hablara de
cualquier mierda obscena o lo besara, a que se fuera por tanto tiempo y
al hacer acto de presencia le hiciera algo malo.5

No es como si besarlo o calarse su retahíla de ''pequeño Jeon esto,


pequeño Jeon lo otro...'' , fuera bueno, aunque si hubiera elección, lo
prefería.

Jungkook supo cuánto tiempo hubo pasado, porque aproximadamente al


tercer día, encontró en aquel cuarto una piedrita pequeña con un filo lo
suficientemente fuerte para raspar la pared de concreto que se levantaba
como una prisión sobre él. Cada vez que Jun abría la puerta y Jungkook
veía el sol en su punto máximo —después de la primera comida que le
daban, el desayuno probablemente—, marcaba una raya. Esa era su
forma de saber cuántos días pasaba ahí. Aunque ya sabía que tenía
muchísimos más, pero volver a llevar la cuenta luego de dejarla en
diecinueve le hacía pensar que el sufrimiento no había sido por tanto
tiempo. Ya llevaba nueve rayitas.

No haría nada, no iba a intentar gritar o a tener otro ataque frente a


Namjoon. Demasiado con poner su vida en riesgo aquella noche, cuando
trató de quitarle la pistola. Era difícil no tener un ataque, pero era más
difícil soportar un castigo por tener uno.

Y justo cuando pensaba que ver al techo era demasiado aburrido, el


sonido del maldito motor de aquel carro tan familiar le hizo enderezarse
en su sitio.4

Taehyung había llegado.

Jungkook trató de enderezarse, aún su espalda baja dolía un poco. La


posición de dormir con esos aros de metal le estaba pasando factura.
Pasó un rato hasta que pudo enderezarse bien, las esposas estaban
apretándole las muñecas y no exageraba si decía que definitivamente
estaban empezando a dormírsele los malditos dedos, pero cuando
levantó el culo de la cama y se dirigió hasta la puerta para querer
escuchar hacia afuera algo, Kim Taehyung ya la había abierto, mirándolo
de frente con una sonrisa ladina.

Estaba a más o menos un metro de distancia.

—Vaya, pequeño Jeon... ¿me habías extrañado tanto que te paraste a


recibirme? —preguntó con burla, y Jungkook lo miró de frente con el
ceño fruncido, caminando ligeramente para atrás—. No importa, también
te extrañé.8

Taehyung cerró la puerta del cuarto tras entrar. El rehén se tiró al


colchón inconscientemente —olvidándose por un completo momento que
la cadera y piernas le dolían—, y soltando un jadeo por lo fuerte que
había impactado, pese que era el colchón. Se mordió el labio, tratando
de no soltar un quejido muy sonoro, fallando porque igualmente se le
escapó. Y odió mucho el momento en que vio a Taehyung reír ante eso,
mientras inspeccionaba una parte de la pared que estaba hundida y
sacando una pequeña llave plateada.

Jungkook empezaba a profundizar su odio por el maldito ser que tenía en


frente, al punto en que pensaba cosas que no podía pensar en su sano
juicio, o trayendo ideas de acabar con él de una forma que le hiciera
sentir el mismo dolor que le había provocado Taehyung. ¿Pero cómo
coño podía llegar a hacer algo como eso? Si Jungkook estaba en todas
las de perder, y no era como si tuviera fuerza —ni mental, ni emocional,
ni física—, por hacer algo. Aunque, lo que había pensado últimamente
era más que suficiente, si iban a pisotearlo, si iban a tocarlo
indebidamente, si iban a masacrarlo hasta morir, Jungkook seguiría
estando inquebrantable; muriéndose por dentro, intacto por fuera.

Taehyung se giró, con una sonrisa ladina que se iba borrando mientras
se acercaba al chico que le miraba con un rencor terrible. ¿Cómo no? Si
su verdugo empezaba a quebrantarlo una y otra vez, y aún faltaba.

—Ven acá, pequeño Jeon —habló desde su distancia.

El menor no podía levantarse fácilmente ahora que cayó en la cama y le


dolió, además estaba esposado. ¿Cómo coño podía pararse e ir hasta
allá? Si hacía el intento, seguro iba a reírse de él como el condenado
maldito hijo de perra que era.
Jungkook queria masacrarlo hasta morir. ''¿Qué? No... no, yo no soy
así...''3

—Ven tú —atajó, viéndolo directamente a los ojos. Si quería reírse de él,


Jungkook haría hasta lo imposible por evitarlo—. Es la misma distancia.

El hombre rió sin separar sus labios, había superioridad en aquella voz.
Superioridad que el cautivo detestaba, lo que daría por enterrarle una
maldita navaja en el cuello hasta verlo desangrarse frente a sí. "No,
Jungkook... ¿qué atrocidades estás pensando?''5

—Sí, es la misma distancia, pequeño Jeon —se recostó de la pared


flexionando una rodilla y apoyándose—, pero tú no te deleitas viéndome
caminar medio cojeando y esposado.

Jungkook entornó los ojos.

—¿Vas a dejar de recordarme lo que hiciste? —inquirió, tratando de que


su voz no sonase quebrada—. Ya pasó.

—Dime una razón y no lo hago, mi amor.1

Jungkook ignoró el estúpido apodo.

—No necesito que lo repitas, igual no voy a olvidarlo.

Taehyung sonrió.

—Voilá, pero aun así, me gusta ver tu cara cuando lo hago —bajó su
pierna flexionada y caminó por el espacio del cuarto—. Te ves tan
humillado y roto. Me fascina saber que es por mi culpa que estás hecho
mierda y sin remedio, viéndote débil —pronunció con desdén, pasando la
lengua por sus labios—. Aunque... te ves bonito también.

—Bonito, ya...
Jungkook cerró los ojos y queria tapar sus oídos, no escucharlo.

—Eres hermoso, pequeño Jeon —halagó el sicario, sabiendo


exactamente la razón por la que estaba ahí—. Tan hermoso...3

La caminata se detuvo y Kim quedó frente a él.

—Gritas demasiado agudo, ¿sabes? —acotó, Jungkook lo vio de frente y


supo que se burlaría de él—. Era como... ''¡V, basta!'' ''¡V, suéltame!'' —
gritó con voz chillona—. Te estabas retorciendo como un asqueroso
gusano. Por poco y te noqueo, pero... no queria que quedaras
inconsciente mientras te empotraba en ese maldito mesón.

Su victima no respondió nada, mas bien elevó su vista por el cuarto. De


pronto, Jungkook hizo memoria, y pudo jurar que aquel lugar donde se
había despertado después que Taehyung le hizo lo que hizo, era el
mismo donde estaba ahora y donde lo mantenían desde que llegó, pero
donde ocurrió todo, era un cuarto diferente. Ah, lo habían pasado de un
sitio a otro, mientras estaba inconsciente. De todos modos, ni siquiera iba
a preguntar.

—Me gusta tu cuerpo, pequeño Jeon —Taehyung pasó su pulgar e


índice por su belfo inferior—. Y también me gusta mucho saber que me
temes y entendiste que entre los dos, soy el único que tiene potestad
sobre ti.

Los labios de Kook temblaron.

—N-no la tienes, Taehyung... no tienes n-ninguna —su voz salió


extremadamente inquieta.

—¿Ah, no?
Y cuando Taehyung empezó a reír con sorna, el cautivo supo que
seguiría burlándose de él.

—¡Ya en-entendí que me quieres muerto! —pronunció ridiculizándolo y


agudizando la voz aún más—. ¡Ya entendí que no soy nadie ante ti! ¡Y
que puedes hacer conmigo lo que te plazca, Taehyung! —empuñó su
mano e hizo un puchero y un gesto como si se secara las lágrimas—. ¡Ya
aprendí que no debo gritarte o responder! ¡No debo jugar con fuego
porque me voy quemar! ¡Ya, ya, para! —fingió suplicar—. JAJAJA
¡Hermoso!2

—¡CÁLLATE! —fue lo que gritó con desdén—. ¡CÁLLATE LA PUTA


BOCA! ¡S-SOLO CÁLLATE!

Kim calló su risa poco a poco, viendo que había conseguido la reacción
que buscaba en el niñito. Jungkook llevó su vista a un lado cuando aquel
hombre silenció su estúpida burla.

—¿Sabes una cosa? Deberías sentirte afortunado, porque las personas


que pasan por eso no viven para contarlo —eso llamó la atención del
azabache, haciendo que volviera a verlo—. Eres la excepción, Jungkook.
Todo de ti es para mí una puta y asquerosa excepción y desventaja.
Mi desventaja.

Desventaja.

''Usa las desventajas de otros y vuélvelas tú ventaja, hijo..."3

Desventaja, sí.

—¿Y debería darte las gracias o qué coño? —curioseó, recordando las
palabras de su padre. Podía rememorarlas en su cabeza como un
fantasma—. ¿Debería darte algo a cambio?
Taehyung pudo ver cómo el niño tornaba una voz más suave. Pasó a su
lado, observándole tranquilo y curioso, sentado desde el medio del
colchón en el suelo. Sus ojos viajaron rápido por toda la habitación, luego
se posaron en él y supo que Jungkook le veía de pies a cabeza.

Le analizó, perdido entre sus facciones y dándose el lujo de verlo


detalladamente. Si, Taehyung estaba totalmente convencido de lo mucho
que le gustaban ese par de ojos negros; oscuros como la media noche y
donde a pesar de estar magullados, se seguían reflejando todos los
destellos de luces posibles. Donde a pesar de haber provocado lágrimas
y que el dolor se irradiara en esos fanales, que se habían vuelto su
espejo, seguían viéndose intactos.

¿Qué era esa sensación de llevar a su pequeño Jeon al borde del


precipicio y tomarlo justo antes de que cayera?10

¿Qué significaba ese sentimiento de hacerlo llorar, gritar y suplicar, pero


no estar listo para despellejarlo vivo y comer su cuerpo mientras se
hundía en dolor y angustia?1

¿Qué mierda eran esas ganas de apretarlo contra sí, hasta recordarle
que era suyo por ahora, y quizá por siempre, mientras viviera?2

Maldito Taehyung, estaba pisando terreno muerto e inofensivo, pero lleno


de trampas en las que no quería caer.

¿Cómo había podido caer al abismo de Jungkook? Abismo donde no


sabía si al final caería ahogado, quemado, embelesado o si sobreviviría
para seguir marcándolo hasta el cansancio.3

Le fascinaba su lindo cuerpo, aquel que cuando lo vio por primera vez
estaba bien formado, texturizado, pulcro y sin detalles; ahora tenía cada
marca y moretón provocado por él y que lo volvían su pertenencia más
grotesca, prisionero de sus propios sentires. Grotesca, mientras viviera,
porque Jeon estaba intacto comparado a otros que estaban ya comidos
por gusanos.

Le gustaba aquella estrecha y suave cintura, donde sus grandes manos y


finos dedos encajaban perfectamente. Más estrecha ahora que su
delgadez se notaba, mostrando mínimamente las costillas cuando hacía
esfuerzo por respirar, caminar o alzar los brazos. Le gustaban sus
piernas torneadas, con muslos llenos de matices color violeta, rosa y
verde. Le gustaba mucho la actitud tan miedosa que le demostraba tan
solo cuando Taehyung lo veía. Misma actitud que extrañamente había
perdido poquísimo, quizá porque ya había asimilado que le gustaba que
le temieran.1

Tantas cosas le gustaban de ese malnacido insolente y eso le caía


extremadamente pesado.1

Le caía mal, de pensar que ese hijito de puta que tenía amarrado y
maltratado le gustaba; se ponía mal. Sin embargo, no podía evitarlo. No
podía siquiera mirar a un lado y callar sus impulsos. Y quizá si pudiera,
no era algo que haría.1

Y sus labios, sus labios que adoraba besar, adoraba morder y adoraba
volverlos uno. Su boca, que exploraba cada que quería y de donde
conocía todo rincón, importándole nada si sus labios estaban mullidos,
rotos o si no beber agua constantemente le provocara una sequía hasta
raspar. Su lengua, que se enredaba contra la suya ferozmente, rozando
cada milímetro, porque sí; el muy hijo de perra no era un mal besador,
sus besos eran tranquilos, leves comparados a los hambrientos, feroces
y muy necesitados de Taehyung, aún así; encajaban. Encajaban como
dos piezas faltantes de un rompecabezas oscuro, cruel y del cual las
mismas piezas irían siendo rotas una a una hasta que desapareciera
totalmente.2

Taehyung se maldecía a sí mismo, por querer ahogarse entre esos


perfectos labios de manera que pudiera perderse y no regresar jamás.
Eso era una lucha constante de su propia mente macabra y sedienta de
mal. Nada más ver a ese chiquillo ahí a su merced, era suficiente para
volverlo eufórico. Tan solo que llorara por la cantidad de sentimientos
que Kim le provocaba, le ponía tanto.4

El asesino queria que llorara por él, que gritara por él, que se retorciera
bajo él, que le suplicara a él, que le pidiera a él y que lo tocara a él. Bajo
cualquier maldito contexto donde simplemente ellos dos fueran los
protagonistas de aquel libro hecho de hojas negras.23

Y odiaba ese sentimiento de gusto que se le salía hasta por los poros
cuando estaba cerca de Jungkook.1

—Podrías darme un beso... pequeño Jeon —fue lo que dijo después de


pensar tanto, sin esquivar sus ojos de los impropios.2

''Usa las desventajas de otros y vuélvelas tú ventaja, hijo... Y si no tienen;


entonces vuelve tus propias desventajas un arma a tu favor''

Y ahí Jungkook lo supo.

Las palabras de Namjoon, las palabras de su padre, las palabras de


Taehyung. Lo entendía y asimilaba poco a poco, creando un arma hecha
con materiales que su contrincante le daba.

Ese hombre no iba a matarlo mientras Jungkook actuara obediente. Si


iba a sacar provecho besándolo, tocándolo y quien sabe qué más, se iba
a obligar a hacerlo. No importara lo mucho que lo odiara, no importaba lo
mucho que detestara la situación; lo haría, eso era mejor que recibir
putos golpes. Al menos así, sus signos vitales no se iban a ver afectados
y su estado corporal más deteriorado de lo que suponía, estaba.

No iba a darle el gusto de sentir miedo si lo besaba, no iba a darle gusto


de retorcerse si lo tocaba, no iba a darle el gusto de rehuirle; porque él
sabía que si hacia eso, la satisfacción de Taehyung aumentaría. Porque
sabía que él gozaba infringiéndole miedo a Jungkook, haciendo que lo
besara a la fuerza y haciendo que se retractara y sufriera.4

Ya bastaba.

—Entonces ven, Taehyung —alzó una ceja—. Ven y bésame.22

Le gustaba tanto. Su pequeño Jeon, de nadie más.4

A paso lento, Kim tomó asiento en el borde del colchón. El pelinegro se


removió hacia un lado dándole un espacio ahí. Jungkook no pretendía
hacer nada del otro mundo, no pretendía que Taehyung hiciera algo en
específico por gusto. Más bien necesitaba que no lo viera con miedo,
débil, o llorando.

Taehyung tronó sus largos dedos, y se mantuvo viéndolos un largo rato.


Llevaba en el dedo medio un anillo de acero, fino y completamente liso.
El índice se adornaba con uno de oro, un poco más grueso y el pulgar
tenía el de la piedra de esmeralda. Jungkook pudo observar su actitud,
estaba sereno y no respiraba de manera entrecortada o con rapidez.
Contrario, se encontraba moviendo los anillos hasta el final de sus dedos
y cuando movió el último, sus ojos se encontraron con los de él.

No lo besaría, haría algo mejor.


—Abre la boca, saca tu lengua —ordenó, él menor lo hizo sin mayor
problema. Taehyung sacó una sonrisa ladina y metió los dos del medio
en la cavidad bucal, sintiendo el calor de la sinhueso por sus finos
dedos—. Chupa y traga.4

Jungkook cerró su boca, obedeciendo a la petición. Kim sintió como sus


dedos quedaron prisioneros entre aquella lengua y el cielo. Empezó a
moverlos lentamente en círculos, provocando que las papilas gustativas
se activaran y la humedad se hiciera presente. Su rehén le miraba de
frente sin siquiera parpadear, mientras que él casi gruñía con su boca
semiabierta.

Separó sus dedos, los pasó por los dientes para después sacarlos y con
el pulgar acariciarle los labios. Introdujo de nuevo ambos, ésta vez
tocando la parte interna de sus mejillas, llevándolos hasta la campanilla y
haciendo que Jungkook sintiese los ojos picarle. Esta vez si los cerró,
haciendo que toda la sangre de Taehyung se concentrara en un
lugar específico. Demasiada saliva se hallaba en su boca, y cuando Kim
presionó su lengua, el niñito abrió los labios, provocando que todo el
líquido se escurriera, cayéndole por la barbilla y deslizándose por su
cuello.7

Kim llevó su boca hasta aquel apetecible cuello y deslizó su belfo inferior
por todo el camino que había sido pavimentado por la saliva contraria,
saboreándolo en su boca. Cuando llegó al borde del maxilar, atrapó piel
entre sus dientes, y mordisqueó la carne adornada con un mínimo lunar.
Después, volvió a bajar hasta el cuello, sintiéndolo con sus labios,
raspando con sus dientes y provocando que Jungkook echara la cabeza
a un lado para brindarle más espacio y llegar hasta esas bonitas
clavículas perfectamente marcadas, donde dejó una leve mordida y lo
besó.

—Taehyung... ¿qué estás h-...? —su boca se había liberado de aquellos


dedos, que ahora se posaban en su rodilla flexionada y hacían presión
provocándole una puntada, sin embargo era soportable—. T-Taehyung...

—Shh, cállate la puta boca...

El pulgar del asesino se introdujo de nuevo y repitió su petición,


callándolo. Jungkook lo chupó de arriba abajo, sacando la lengua,
tragando y haciendo presión alrededor del dedo, sintiendo aquella boca
de manera obscena en su cuello, sus clavículas, su maxilar. Iba estirando
su cabeza, dando el espacio que quería y dejándose hacer totalmente,
escuchando aquellos besos en todo el cuarto y percibiendo la respiración
contraria en su cuello, levantando sus diminutos vellos y dándole una
corriente en la espalda.4

Misma corriente que se profundizó cuando los dientes de Taehyung


apresaron una parte sensible que tenía un pequeño moretón y la chupó
entre sus labios haciéndolo mas notorio.

—T-Taehyung... es-eso duele, ah... —pronunció apenas sacando el


agarre del dedo. Era soportable, pero aún así dolía, mas no esperaba
que se separara—. Taehyung...

El nombrado se separó cuando dejó un chupón prominente en el cuello


marcado, y aun su dedo estaba sobre aquellos labios. Veía con deseo
los belfos de Jungkook escurridos de almíbar y de sus ojos azabaches
deslizar una lagrimita por la manera en que sus falanges se habían
arrastrado dentro y fuera de la cavidad bucal.
Jungkook cerró los ojos y luego Taehyung separó sus dedos llenos de
saliva ajena, viéndole de frente.

—¿A qué juegas, pequeño Jeon?1

El menor tomó de nuevo la compostura, respirando entrecortadamente.

—¿J-jugar? —volvió a abrir los ojos y relamió sus labios, acercándosele


hasta casi rozar sus narices—. ¿Por qué jugaría algo donde siempre seré
el p-perdedor?

—Porque te gusta perder —Taehyung susurró sobre sus labios y lo miró


con las pupilas completamente dilatadas, ¿qué le pasaba con
Jungkook? —. Es más, te gusta que te gane.1

—Hablas demasiado, V —Jungkook casi se abalanza sobre él, sin


embargo, el sicario le tomó rápidamente del cuello, aferrando su mano
abierta ahí, impidiéndole que uniera sus labios.

—¿Qué te dije? —masculló entre dientes y subió el mentón para verle


con recelo—. Olvídate de V.

Jungkook alzó una ceja. ''No lo llames así...'' bien, ya lo había hecho
varias veces, y estaba consciente de que ese nombre no le gustaba.
Aunque, era consciente también de que le había obligado a llamarlo así;
y él no queria desobedecer. No obstante, la astucia era la madre de las
estrategias.

—Hablas demasiado, Tae.27

Tae.
Mierda... ''Tae'' sonaba bien. Nunca le habían llamado así, y
sinceramente no tenía inconveniente alguno, no iba a decir que no a
eso.2

Jungkook se acercó con parsimonia, respirando sobre su boca y viendo


que él no le quitaba los ojos de encima. Quizá hubiera tomado su
mentón, pero aquellas esposas no se lo permitían. El muchacho dejó un
casto beso en sus carnosos labios, aun fijando sus fanales en los
impropios. Dejó otro en el borde su boca, otro en un lunar de su labio el
cual recién había descubierto y por último uno en la mejilla.

—Tae... ¿suena bien, V? —y Taehyung no podía continuar teniéndolo


lejos.5

—Voy a comerte la puta boca, maldito infeliz —y Jungkook no iba a


negarse.

Si tener a Taehyung cerca le provocaba escalofríos, besarlo le provocaba


terror; terror que no iba a dejar salir. Y podría ser fácil, porque muy en el
fondo probablemente estaba empezando a perderle el miedo. No sabía
cómo actuar ante eso. ¿Si no le tenía miedo, qué más podía tenerle?14

Besarlo estaba empezando a hacérsele algo tan normal que ni siquiera


era obligación corresponderle. Y eso era malo, era horroroso.

Besarlo era besar el peligro, era besar un arma cargada lista para
dispararle hasta matar. Era tocar el infierno donde Kim era el diablo y
Jungkook sabía que las llamas lo iban a engullir y escupir como si fuera
una escoria. Fundir sus labios con los de ese monstruo era una
abominación, una que estaba dispuesto a asumir en el momento en que
sus ojos penetraron los de su captor y sintió las manos ajenas entre sus
muñecas. Oyó un chasquido y supo que sus extremidades fueron
liberadas de aquellos pesados aros de metal.

Y no hubo tiempo de pensarlo cuando con ambas manos temblorosas


tomó el cabello de Taehyung desde atrás y lo templó hacia sí, abriendo
su boca por completo y viéndose tan necesitado cuando introdujo su
lengua hasta el fondo de aquella garganta. El simple roce lo ofuscaba,
más cuando ambas lenguas se fusionaban en una con un vaivén
vehemente, con necesidad y furor. En las cuatro pareces del desolado
cuarto, únicamente se escuchaban los roces de sus lenguas
impregnadas de la saliva contraria y sus respiraciones volviéndose
pesadas como una sola.

Taehyung no tuvo control de sí en el momento que Jungkook mordió su


labio, como si quisiera probarlo y no hacerle daño. Kim no era un tonto,
así que hundió sus uñas en los brazos de Jungkook provocándole un
gemido que calló cuando sintió su boca compenetrándose con la suya
ávidamente.1

No iba a mentir, sentir a Jungkook así, le encantaba en demasía. Por eso


mismo lo tumbó de espaldas en aquel colchón y se posicionó entre sus
piernas. Una de sus manos fue hasta la cadera del muchachito y la otra a
un lado de su cabeza. Las manos de Jungkook estaban en su cabello,
atrayéndolo más, manteniéndolo cerca y chasqueando su lengua para
besarlo con más agilidad, como si la boca ajena fuera el mismo elixir de
la vida y él fuera un maldito moribundo. Taehyung se inclinó hacia
adelante, rozando su duro miembro entre su ropa con el contrario,
ganándose un gruñido y repitiéndolo desde el borde de su garganta.

—Tae... ¿q-qué vas a hacer...? —Jungkook podía sentirlo sobre su


cuerpo restregándose, y no iba a quejarse; más bien jugaría el mismo
juego macabro de él. Por eso guio su cabeza hasta su cuello, para que
siguiera besándolo justo ahí, mientras lo sentía contra él—. T-Taeh-...

Taehyung metió su mano por dentro de aquella camisa que se le hacía


tan fastidiosa, así que la sacó y subió la prenda; para sentir como
Jungkook se tensaba ante el toque. Él seguía mordisqueando y besando
aquel magnifico cuello con frenesí, deslizando sus labios de arriba abajo
y apretándose más contra el rehén, si es que aún podía haber espacio
entre ambos cuerpos. Soltó una pequeña risa con sorna en el momento
que entre los dedos índice y medio tocó uno de los pezones de Jungkook
suavemente y este arqueó la espalda, soltando un gemido imposible de
callar.2

—Taehyung... —sus sentidos estaban demasiado ofuscados por todos


los toques que ese hombre estaba dejando en su cuerpo—. Ah...

Obedeciendo a todo lo que su nula razón quería, la mano que Taehyung


tenía dentro de su camisa bajó, masajeó y apretó el miembro de
Jungkook. El menor subió una de sus piernas a las caderas contrarias,
mientras su captor abandonaba su cuello para verlo directamente a los
ojos.

Pero Jungkook tenía sus párpados apretados con las cejas arrugadas y
los labios entreabiertos.

El sicario dejó de tocarlo por un segundo, Jungkook aún tenía todos sus
dedos enredados en aquellas hebras que se sentían demasiado suaves
con ese dueño tan áspero. No pronunció nada al respecto cuando abrió
los ojos de golpe, viendo a Taehyung sobre él. Se limitó a observarlo de
frente y mientras lo hacía, bajó sus manos desde el cabello hasta la
nuca, manteniendo fijo el agarre ahí.
—Voy a decirte algo, pequeño Jeon —avisó con voz tan ronca que
parecía un gruñido—. Algo por lo que me vas a llamar loco, aunque ya te
he dicho mil veces que no lo estoy, precioso...6

—¿Q-qué... qué cosa? —su voz salió demasiado entrecortada y una


punzada le recorrió cuando una mano presionó la parte baja de su
abdomen—. Mh...

Taehyung sacó una sonrisa cuadrada, amplia y con demasiada malicia.

—Me gustas, pequeño Jeon.66

Oh, maldición, no.10

—Yo... ¿qué?

Otro húmedo beso fue dado al menor, que sintió sus labios ser chupados
y mordisqueados bruscamente entre los dientes contrarios hasta que Kim
dejó un cristalino hilo entre ambas bocas.

—La mente humana juega con los sentimientos de las personas y los
llega a confundir si ellos no tienen ideas claras —habló sobre su oído,
poniendo ambas manos a cada lado de la cabeza impropia y Jungkook
se erizó—. Pero mi mente no está confundiendo nada justo
ahora, pequeño Jeon —volvió a mirarlo—. Mi mente está perfectamente
bien, y ella dice que me gustas, hijo de puta. Me encantas.25

—T-Taehyung... ¿estás diciendo...?

Otra malévola risa ronca.

—Que desde el mismo momento que te vi supe que serias un tesoro, el


cual debía consumirme rápidamente, porque de no hacerlo terminaría
estando hundido en la avaricia —masculló entre dientes, sin quitar el
contacto visual—. ¿Sabes qué no hice? —Jungkook negó, ofuscado—.
Consumirte, consumirte como la jodida presa que eras y botarte como la
basura inservible en la que yo te convertiría.

Jungkook aun lo miraba atónito.

—Me volví avaro por ti, pequeño Jeon —comentó—. No quiero


malgastarte, prefiero conservarte y usarte a mi modo, que malgastarte.11

El niñito bajó sus manos con lentitud, llevando la vista gacha y respirando
pesadamente. Necesitaba respirar, necesitaba aire,
necesitaba... ¿Gustarle? ¿Gustarle a esa cosa? ¿Gustarle a alguien tan
repulsivo como Kim Taehyung? No, eso era imposible. No podía atraer a
alguien como él, no podía levantar sentimientos en alguien como él, no
queria, no...10

Pero le convenía, le convenía totalmente y que fuese él mismo el cual lo


estaba admitiendo, fue la gota que derramó el vaso de Jungkook.

Si le gustaba, lo ataba. Si lo ataba, lo destruía. Si lo destruía, se liberaba.

—No lo entiendo, Taehyung —él le miró de frente, tomando la parte baja


de su camisa y decidido después de analizar por segundos la situación—
. ¿C-cómo puedes llegar a sentir que te gusto, cuando de mí no ha
quedado más nada que no sea miseria y dolor? —quiso tener la voz
recta, más se notaba su miedo—. Miseria y dolor que tú mismo me
provocaste.

Taehyung llevó una mano hasta su cintura, y lo que hizo fue acercarlo
más a él, riendo bajo por la expresión en el rostro del pequeño; entre
atónita y adolorida.
—Tampoco me lo explico yo, niñito mío —le respondió, dejando besos
por su abdomen, lamiendo zonas que tenían a su pequeño Jeon
meneándose—. Sin darme puta cuenta de lo que estaba haciendo,
terminé desarrollando algo por ti —confesó con el entrecejo fruncido,
ahora viéndolo—. Aunque no eres tú, Jungkook. No me gustas por ser tú,
me gustas porque me hace sentir bien saber que te hago daño.6

Era verdad, no había espacio a un sentimiento más allá de lo enfermo


desde la mente de Taehyung. Fuera cual fuera el caso, lo bonito y
romántico no estaría jamás presente en él. Ni siquiera una pizca, un
pequeño indicio, nada. En un corazón negro y de sangre oscura, no
había lugar para un sentimiento que debería hacer sentir dichoso. Solo
había lugar para su propia satisfacción, aquella que trataba de callar lo
que su mente decía a gritos.5

El muchachito se lo estaba pensando demasiado, más de la cuenta,


sinceramente, pero igual lo hizo. Lo necesitaba así.

—B-bésame, Taehyung —pidió con un hilo de voz—. S-solo... bésame.

El sicario le encaró, no impresionado, pero si con duda. ¿A qué venía


eso?

—¿Por qué, pequeño Jeon?

El aludido tragó en seco.

—P-porque aunque son los besos de quien más odio, es lo único que
puedo disfrutar de ti.31

Y Taehyung rió, viéndolo vulnerable ahí, pidiendo por él.

Por eso mismo llevó ambas piernas de Jungkook a su cadera y este las
mantuvo ahí fijamente. Volvió a besarlo de la misma manera, acorralando
ambas bocas, queriendo tenerlo cerca, perfilando su lengua y sus
dientes. Tomó su mano y hábilmente quitó la camisa, dejándolo sin nada
en la parte de arriba.

Podía sentir su entrepierna doler, moviéndose contra las nalgas de


Jungkook, y que el chiquillo no estuviera quejándose extrañamente le
ponía de un asqueroso buen humor. Por eso, bajó su boca de nuevo
hasta aquel cuello que se veía pálido y lo mordisqueó a su gusto,
obteniendo las uñas de Jungkook enterradas en su nuca. Liberó una
mano que tenía posada en la cama para templar su cabello, teniendo
más espacio para sus clavículas, las cuales también mordió hasta dejar
una marca voluminosa por la que el muchachito se quejó.

Pero a Taehyung le importaba absolutamente mierda cualquier cosa que


no fuera follarlo ahí mismo hasta que se cansara.

Lo iba a follar hasta cansarse.

—¿Has visto las malditas estrellas, Jungkook? —el nombrado abrió los
ojos y parpadeó demasiadas veces, ofuscado hasta la mierda. Negó; no
sabiendo a qué se refería Taehyung con exactitud—. Por supuesto que
no las has visto, hijo de puta, las tienes todas dentro de tus malditos
ojos.84

¿Qué mierda estaba diciéndole?

—¿Qué estás-...?

—Cállate —pronunció, pegando su frente con la contraria por sobre


aquella gasa—. No las has visto en mucho tiempo, Jungkookie... pero yo
mismo te las voy a mostrar.21
Jungkook no entendía nada, y Taehyung le tomó del cabello levantándolo
y sentándole en la cama de golpe. Se levantó también, pero Kook aún
estaba tirado en el colchón.

—¿A-a... a dónde vas, Tae? —su pecho subía y bajaba con brusquedad.
Taehyung lo obligó a pararse, templando sus cabellos—. ¡Ah!
¡Taehyung... ¿qué haces?!

El secuestrador siguió sin responderle y Jungkook no preguntó nada


más. Tomó su muñeca y a paso firme lo sacó de aquel cuarto. Jungkook
no protestó, se encontraba medio débil como para ganarse un golpe justo
ahí. Taehyung caminó fuera, y el niño pensó que lo llevaría al mismo
cuarto de la última vez, pero pasaron de largo y él suspiró de alivio. No
había mucha luz y era de noche. Cuando estuvieron frente a una puerta,
que no estaba tan desgastada como las demás, Taehyung sacó una llave
de la parte de atrás de su bolsillo y la abrió, adentrándose junto a su
cautivo y cerrándola después.

Era su cuarto, aquel donde se quedaba.

Jungkook lo supo por la inmensa cama que estaba en una esquina, nada
más con una sábana y una almohada pequeña. Frente a ella un espejo
enorme y al lado un escaparate con una oscura mesita de noche. El
menor tomó asiento rápidamente en el propio borde de la cama, y miró
todo el cuarto, escuchando como Taehyung cerraba la puerta. Jungkook
buscó con la vista algo con lo que pudiera ser golpeado. No había
absolutamente nada más que los objetos que vio anteriormente y en el
techo una lámpara rota. El cuarto tenía una ventana por la que entraba
una mínima luz.
Taehyung estaba delante de él ahora, y tomó asiento en el borde de la
cama frente al gran espejo, mientras que el muchachito yacía al costado.
Jungkook iba a decir algo, a preguntar otra vez, pero la mano del hombre
lo tomó bruscamente del cuello y le obligó a sentarse justo arriba de su
prominente entrepierna.2

—Mira al frente —le pidió, él giró la vista y cuando sus ojos vieron aquel
espejo, pudo asegurar que iba a quebrarse ahí mismo.

Patético.

Ver su cuerpo en primera persona era algo triste, pero verse por primera
vez en un espejo después de tanto tiempo simplemente era... sofocante.
Portaba ojeras, unas malditas ojeras que lo hacían parecer un puto
mapache muerto. Tenía un pequeñísimo moretón en la mejilla, no sabía
bien de qué exactamente, y alrededor de su pecho había más marcas; en
su cintura, en su abdomen su cuello y clavículas. Su abdomen, que en
algún momento estuvo marcado, ahora podía observarse las costillas.

Ese no era Jeon Jungkook, ese era una basura. Jeon Jungkook ni
siquiera existía. ¿Cuándo había muerto?8

Y cuando pensaba tener alguna reacción, Taehyung tomó fuertemente


sus caderas, llevó la boca hasta su cuello y plantó beso tras beso ahí.
Jungkook tenía la vista fija en su propio reflejo como tratando de ver más
allá de él, como esperando a que hablara y le dijera algo para asegurarse
que era otra persona la que estaba en el cristal. Nunca pasó, y le quebró
el alma saber que sí; era él mismo. Lo bueno, es que podía seguir
fingiendo que era otra persona, nada más para agradarle a Taehyung.

Jungkook sonrió con una extrema malicia y echó su cabeza hacia atrás
cuando Taehyung mordisqueó una parte especifica de su cuello,
sacándole un jadeo ahogado e imposible de callar. El hombre lo tomó del
cabello y mordió su oreja, dándose cuenta de había un pequeño orificio
ahí que no había visto y jaló fuerte, siendo testigo de las manos de
Jungkook afincadas en sus muslos mientras sentía como se movía
contra su entrepierna temerosamente.

Insolente de mierda.1

El mayor empezó a deslizar su mano entre los muslos de Jungkook,


apretando ciertas zonas que solamente hacían que el niñito jadeara.
Tenía la cabeza hacia atrás pegada del hombro de Taehyung y este
deslizó un par de dedos por el ombligo contrario, subiendo por su
estómago, apreciando a Jungkook arquear la espalda y luego llegó hasta
sus pezones, los cuales atrapó entre los dedos rozándolos.

—Taehyung... ¿qué vas a hacer? —preguntó finalmente cerca de su oído


mientras lo miraba de lado, aún tenía sus manos encima.

—Mira al frente —le ordenó al oído—. Mírame solo a mi.26

Jungkook obedeció y miró al espejo. Taehyung tenía una sonrisa


maliciosa, misma que el menor imitó, viéndolo tocar su cuerpo y
sintiéndolo en cada fibra posible. Kim abrió más sus piernas y Jeon pudo
sentir la erección contra sus nalgas incluso por encima de aquel pantalón
desgastado. El sicario quitó la mano de su pecho y la llevó a su
entrepierna, masajeándolo ávidamente y el dueño de aquel frágil cuerpo
volvió a tirar su cabeza hacia atrás y a enterrar sus dedos en los muslos
contrarios.

—¿Qué crees que quiero hacerte justo aquí y justo ahora?

—No... no s-sé —mintió, por supuesto que sabía, no era un jodido


estúpido.1
—¿No sabes? —Jungkook volvió a negar—. Muy bien, no sabes.

De un movimiento hábil, el sicario desabotonó aquel pantalón que


estorbaba en Jungkook y lo lanzó a un lado. El muchachito no hizo
mínimo esfuerzo por cerrar las piernas, más bien las movió suficiente
hasta que la prenda quedó en el suelo. Taehyung colocó una mano en su
entrepierna y él jadeó demasiado fuerte cuando se sintió tan sensible
mientras era masajeado.

Kim colocó a Jungkook de nuevo a un lado, y sacó un pequeñísimo


frasco debajo de la cama. Abrió el contenido, vaciando rápidamente la
gota en su dedo anular y lo restregó por la nariz de Jungkook, viendo
como entrecerraba los ojos y arrugaba la punta. Pasaron dos minutos y
su semblante se relajó por completo, Taehyung volvió ahí mismo a
ponerlo en sus piernas.29

El olor potente de aquella cosa estaba volviendo a Jungkook


malditamente loco. Se sentía extraño... simplemente quería ser tocado,
besado y quien sabe qué otra cosa más que su cuerpo estaba pidiendo y
no sabía por qué. Su libido iba creciendo, lo supo cuando apretó sus
manos sintiendo su miembro despertar y entreabrió la boca para decir
algo coherente, no pudiendo.15

La mano de Taehyung fue con dos dedos hasta su boca, ni siquiera tuvo
que pedir que la abriera porque Jungkook ya lo había hecho. Incluso con
su propia mano sacó un tercer dedo y los metió hasta el fondo, casi hasta
su campanilla. Tan pronto como hizo eso, abrió ambos y vio directamente
al espejo para encontrar sus ojos, volviendo a copiar el gesto de aquella
sonrisa que ni se le hacía tan tétrica justo en ese instante.

Y cuando menos pensó, Jungkook los sacó.


—Taehyung, m-mételos...

Jodido Jungkook. Jodido, maldito, condenado e insolente Jungkook.1

Él le bajó los bóxers rápidamente, Jungkook casi chilla cuando volvió a


caer sentado en su entrepierna. Taehyung lo arrimó un poco hacia
adelante, tenía los dedos perfectamente húmedos y suficientemente
viscosos. Así que llevó los tres hasta su entrada mientras Jungkook se
retorcía poco a poco, apretando las rodillas contrarias. Tanteó,
regocijándose a sí mismo cuando se inclinó a sus dedos y las yemas de
Kim sintieron como Kook abría y cerraba el anillo de músculos tras
pequeñas presiones.10

—¡Ah! Ah... —Taehyung había introducido dos dedos de una sola vez.
Sus largos falanges fueron presionados por las paredes de Jungkook
volviéndolo un delirio—. Taehyung... T-Taehyung...

Los dedos se adentraban lento, contrario a lo que Jeon pensó. Y es que


Taehyung quería sentirlo entero y poco a poco. Daño podía hacerle
luego, más justo ahora ansiaba devorarlo lento.

—¿Por qué estás pidiendo por mí, pequeño Jeon? —susurró,


provocando que sus vellos se erizaran aún más si es que se podía—. No
tienes ni idea de lo malditamente vulnerable que te ves encima de mi
así...

Jungkook lo sabía. Sabía que estaba siendo vulnerable, que estaba mal,
que era un maldito loco. Pero ya habría momento de arrepentirse,
maldecirse y frustrarse. Ya habría tiempo de pensar, no ahora; ahora
nada más queria que lo tocaran toda la maldita noche y la madrugada
también.10
—Ah... y-yo sé cómo me veo... —mencionó, sintiendo sus paredes
abrirse más, la ligera presión y ardor disminuyendo demasiado poco—.
E-estoy frente al p-puto espejo, Tae...

Jungkook abrió los ojos y se vio a sí mismo en las piernas de ese tétrico
hombre, completamente desnudo y vulnerable, y le importó un coño
cuando otro dedo se introdujo en sí.

El movimiento se hizo más ávido, Kim mordisqueaba el cuello de Kook,


dejaba cardenales que iban de lado a lado mientras adentraba sus dedos
en la estrechez del menor. Cálido, suave y apretado; podría jurar que
moría si no lo tomaba justo ahí hasta que lo dejase temblando.

—Ya... A-ah... —Taehyung sentía la presión de aquella magnifica


entrada alrededor de sus dedos, los cuales empezó a mover con fervor
de arriba a abajo y en círculos, para desesperar al chico, que ahora
había hecho el intento de tocarse a sí mismo, aunque Kim agarró su
mano libre y alejó—. No... Taehyung, no...

El mayor sacó sus dedos en un momento y Jungkook se sintió


extremadamente vacío.1

—Aunque te duela, te vas a venir sin tocarte —avisó—. Te tocaré solo


yo, pequeño Jeon.

Taehyung sacó la correa de su pantalón, echando a Jungkook hacia


adelante, este temió por un momento de aquel cinturón que se hacía muy
familiar, sin embargo, fue tirado a un lado. Al contrario, el sicario liberó su
propia erección que dolía de lo hinchada y punzante que estaba.
Necesitaba atención, y su pequeño Jeon se la brindaría. Puso a
Jungkook sobre su entrepierna otra vez, el menor abrió los muslos —
tragando y respirando entrecortado de los nervios por saber lo que
seguía—, Taehyung tomó su miembro y lo perfiló en aquella entrada que
estaba matándole los sentidos, restregándolo en su ya no virgen anillo
muscular cuando sentía los jadeos y tembleques de Kook.

—Esto si lo provoqué yo, Jungkook —pronunció, adentrándose


tortuosamente en el ano del chico que estaba demasiado necesitado.1

Poco a poco, parsimonioso, lento, perdiéndose en la forma en que los


laterales de su prisionero agarraban todo de él con ganas, aceptando su
prominente falo mientras lo abría en grandeza, escuchaba los lloriqueos
de Kook y a su vez se sentía tan excitado por tomarlo como quería tal
cual ahí.

—Ta... Ah... ¡Taehyung! —Primero fue el glande y luego toda su longitud,


robándole un suspiro entrecortado a Jungkook y haciendo que echara la
cabeza hacia atrás de nuevo. Grande... profundo, estaba demasiado
profundo, cada milímetro le ofuscaba los sentidos en demasía. Era como
si su mente fuese a explotar justo ahí—. Dios...

Todo el pene de Taehyung quedó dentro de Jeon. No iba a negar que


estaba saturado, se sentía invadido e incluso lleno por tomarlo entero
dentro suyo, al punto en que sentía una presión en el vientre y en su
entrada sensible y viscosa por la saliva, los vellos de su captor acariciarle
la zona y volviendo el tacto más grotesco de lo que por sí ya era.

Y Taehyung solo se mordía los labios al estar clavado hasta el fondo de


su ser.

—T-Taehyung... D-Dios...

—No existe, Jungkook —gruñó en su oído, mientras mordía el borde de


su oreja y luego bajaba hasta su cuello; lamerlo, chuparlo, volver hasta
aquel lóbulo era lo que hacía—. Si lo hiciera, no estarías justo aquí
conmigo, bebé.31

Los dedos del secuestrador acariciaron de arriba abajo el vientre del


menor. El niñito era tan delgado, tan manejable, tan quebrable y
excesivamente suave que no podía aguantar sentir todo a flor de piel.

—Eres tan delicioso, pequeño Jeon... —pronunció mientras buscaba


girar su rostro para besar esos labios—. Tan bonito y delicioso...

—Shh... m-muévete, ¡mhg... por favor! —y el menor besa sus labios justo
ahí, erráticamente.4

Taehyung deslizó la mano hasta su cabeza para profundizar aquél beso


demasiado necesitado y lo mantuvo así. Raspando sus belfos y
penetrándolo con su lengua. Jungkook pasó un brazo alrededor de su
cuello para que no se alejara de allí, pero al cabo de un momento el
mayor lo hizo y vio de frente sus ojos negros y brillantes.

—Úsame, vamos... quiero verte hacerlo —dijo roncamente—. Quiero


verte gritando por mi justo ahora, sin nada de dignidad.1

Jungkook entendió perfectamente, por eso se apoyó de las rodillas


contrarias y subió su cuerpo. Sintiendo el miembro de Taehyung
deslizarse fuera de sí. La sensación era gratificante cuando salía, más
cuando entraba sentía que era demasiado para soportar. Luego se dejó
caer lentamente hasta el fondo, tan profundo que pudo jurar que iba a
traspasarlo, tan profundo que sus nalgas presionaron los testículos
contrarios y un chillido salió de sus labios. Repitió la acción unas veces
más, su cuerpo daba espasmos pequeños por como debía aguantarse
de las rodillas impropias, su entrada se amoldaba totalmente a ese pene,
pero las piernas las sentía dormidas cada que curvaba la espalda para
poder tomarlo en una posición que no doliera cuando lo tragaba por
completo.8

Taehyung suspiraba mientras el niñito usaba su erección y la atendía con


total inocencia. Jamás había hecho tal cosa en su vida; lo sabía por los
movimientos ligeramente torpes, la forma en que su espalda estaba
curvada al frente y no hacia atrás y cómo mantenía las caderas rígidas y
solo alzaba sus pies que a duras penas tocaban el suelo. Después de
todo era tan solo un niñito de quince años que estaba nervioso y con
miedo, pero verlo en esa posición despertaba miles de cosas en el
sicario. Sobretodo cuando veía su cintura desnuda y con gotas de sudor,
cuando escuchaba el sonido de su pene entrando y saliendo suavemente
en él, cuando veía el reflejo de Kook en el espejo y el menor cargaba las
mejillas encendidas, la boca entreabierta y los ojos apretados en una
expresión entre muy dolida y algo satisfactoria.12

Y quería por alguna razón hacerlo gemir fuerte. Tal motivo, logró que Kim
hundiera la cabeza en su cuello y le tomara con posesión las caderas,
alzándolo con brusquedad y luego bajándolo de golpe para empezar a
menear sus caderas de lado.

Y los ojos de Jungkook se abrieron al sentir algo removerse lento y


atravesarle todo el cuerpo en una corriente que terminó instalándose en
su erección, avivándola.

—Taehyung... ¡TAEHYUNG! —su próstata, justo ahí embistió su


secuestrador una y otra vez. Ni siquiera podía llamarlo por algún maldito
apodo que no fuera su nombre, la cabeza no le daba—. ¡A-así!
¡Taehyung!
—¿Te gusta así, precioso? —otra vez rió toscamente y removió las
caderas impropias de lado a lado, sintiendo su glande chocar bien
adentro y a Jungkook gemir más fuerte cada vez que le daba donde
sabía iba a volverlo un caos—. ¿J-justo aquí, amor?21

Los labios de Jungkook fueron mordidos por sus dientes cuando medio
giró la vista y la conectó con él. Jeon lo escaneó de pies a cabeza, sus
facciones lúgubres, su sonrisa ladina, atrapante y malevolente, su
expresión de sádica satisfacción. El menor sabía lo que hacía, sabía que
estaba compartiendo un momento íntimo y con connotación mucho más
potente que un beso, un besuqueo, una caricia o palabras obscenas. Y
todo, con la misma persona que hace poco más de una semana abusó
de él hasta despedazarlo y dejarlo hecho trizas.

¿Por qué no estaba rehusándose? ¿Por qué no sentía asco? ¿Por qué
sentía que solo importaba el ahora y nada más?

Todo el asunto era simplemente retorcido; desde todos los puntos de


vista.10

Taehyung mantenía el agarre fijo en su abdomen mientras lo veía con


una sonrisa, subiendo y bajando sus caderas hasta que Kook sentía un
familiar ardor —pero en menos cantidad que aquella vez—. Jungkook
tenía una mueca de excitación demasiado grande; su boca estaba
entreabierta, sus ojos empuñados y de su cuello escurrían pequeñísimas
gotas de sudor a pesar que la noche era malditamente fría.

Y lo vio ahí sobre él, con la cabeza hacia atrás mientras tenía la boca
soltando gemidos bajos. Aprovechó jalar su cabello y hacerle mirar hacia
adelante, el muchachito mantuvo contacto visual con él a través del
espejo roto y Taehyung quitó el cabello de su frente exponiendo aquella
gasa que tapaba la herida —ya cicatrizada mejor, seguramente—, y de
un tiro, la despegó, ganándose que Jungkook viera aquellas marcas en
su frente.

VDV.12

Lo odiaba, en serio lo hacía.

—Te marqué como mío hace mucho tiempo, y te marcaré mío ahora,
Jungkook —pronunció, lamiendo su cuello y afianzando el agarre en su
largo cabello—. Lo eres, estúpido. Eres solamente mío y jamás
pertenecerás a nadie más.

Y es que Jungkook podía ser utilizado. Después de verse en ese


espejo; le valió mierda lo demás. Él había dejado de pertenecerse a sí
mismo desde el primer momento que cayó en las manos de Kim
Taehyung.

Y hasta ahora lo entendía.

El hombre se echó hacia atrás, tomándolo de las caderas, y su cabeza


fue mucho más atrás cuando Jungkook empezó a auto-penetrarse con
un maldito fervor que lo hacía rozar un infierno y un cielo inexistente
solamente creado por él. Tenía las piernas temblando, aún así no dejaba
de subir y bajar aumentando el ritmo cada vez que podía, y Taehyung no
mentiría si dijera que lo único en lo que estaba pensando era en lo
glorioso que sentía estar dentro de él, lo bien que se sentía su pene
dentro de aquel maldito culo que queria profanar todo el día, todos los
días.

Y se detestaba por eso.


—J-Jungkook... —pronunció, jalando sus pequeños vellos y viéndolo
retorcerse ahí por él—. Eres un maldito infeliz, Jungkook. Eres un
mocoso insolente que no vale ni mierda y que quiero destrozar en
pedazos —le insultó, directamente en su oído—. Eso eres, una maldita
escoria inservible y buena para nada.

Jungkook sonrió, mostrando sus dientes en totalidad mientras tenía el


entrecejo arrugado. Era como si le hubiesen contado el mejor maldito
chiste de la vida. ¿De verdad podía sonar más patético?1

—L-lo soy, Taehyung... —replicó con vista en el espejo—. Y aun así...,


aun así adoras tenerme contigo.24

Maldito insolente.1

Taehyung salió por completo de él de un brusco movimiento y lo tumbó


en la cama boca arriba, dejándolo totalmente expuesto. Se quitó el resto
de su ropa; el par de jeans medio anchos y aquella camiseta ajustada.
Iba descalzo, no tuvo que quitarse nada más cuando se giró en la cama y
aprisionó las muñecas de Jungkook por sobre su cabeza con una mano,
enterrando las uñas en su carne.

—¿No aprendes a respetar, hijito de puta? —Jungkook reía bajo, y negó


con la cabeza—. S-sigues siendo un maldito insolente.2

Taehyung volvió a perfilarse contra su entrada, embistiéndola de golpe y


sacándole un gemido por la intromisión; solo haciendo daño. Aun seguía
sensible, lo sabía porque no habían pasado ni dos semanas desde
aquello. Las muñecas de Jungkook fueron puestas totalmente hacia
arriba y Kim comenzó a mover las caderas de manera violenta. El vaivén
pasó de ser de solo las caderas, al cuerpo entero; echaba su anatomía
hacia atrás dejando solo la viscosa punta de su falo dentro de Kook y
luego entraba hasta impactar sus testículos en esa muy apretada
entrada. Se le dificultaba aquella estrechez y quería deshacerla
hundiéndose en el de manera ruda.

El cuerpo del menor estaba arqueado, sus piernas yacían encogidas en


dirección a su abdomen y abiertas para aguantar las duras embestidas
crueles de su captor. Los jadeos no eran ya eso; eran chillidos. Chillidos
que a Taehyung le impulsaban a ir más rápido, a estocarlo con más
vigor, a adentrarse en él hasta removerlo todo dentro suyo. El atrapante
lugar donde su pene estaba metido lo tragaba excelente y le hacía gruñir
hasta que ese sonido se compaginara con la fricción de las
penetraciones, el rechistar de la cama arrastrándose contra el suelo para
luego retumbar la pared y los quejidos de Jungkook ahogándose con su
propia saliva cada vez que quería gritar.1

La forma tan bestial de tomarlo y cogerlo hacía que Kook contrajera su


entrada y respirara entrecortado, casi ido. El maleante no estaba
apoyándose en la cama para aguantar su peso, sino que estaba
aguantándose contra las muñecas retenidas sobre Kook y de ahí se
metía entero en él hasta que apretaba los labios.

El cuello del menor fue succionado, lamido y mordido por el asesino


encima de él. Taehyung tenía la cabeza enterrada en el espacio entre la
oreja y la clavícula de Kook, aprisionado esta última entre sus dientes
mientras gruñía del placer que él recibía mientras lo follaba de manera
ruda. Con los dientes atrapaba piel de su cuello, su hombro, sus
clavículas, su oreja y su mandíbula; para atenderla hasta oír gritos del
leve dolor, gruñidos de placer en medio del dolor o dejar una marca
demostrando que le dolía.
Dolor; quería que le doliera sin usar otra cosa que no fuera su propia
libido.

—E-eres mío, pequeño Jeon —aseguró, colocando una muñeca de Kook


sobre la otra y apretando ambas con la diestra. La zurda la usó para
entreabrir la pierna derecha de Kook y ver la forma en que lo penetraba
entero—. M-mio nada más, a-así que me vas a respetar gustes o no,
hijito de pu-

—N-no... ¡Ahg! ¡Ahg! ¡AHG! Yo no te teng-... Ah, ah... —su boca parecía
gritar por si sola. Taehyung estaba moviéndose tan brusco que Jungkook
sentía que iba a despedazarse desde el fondo de su ser—. Tu no
mereces respeto, Taehyung... ¡Mhg!

Taehyung, aun con el agarre fijo en aquellas muñecas sobre su cabeza,


puso esa expresión tan tétrica que a Kook le helaba la sangre. Paró las
embestidas en un segundo y su mandíbula se tensó, comenzando a
apreciarla mientras el menor seguía con sus ojos fijos en él y tragaba
duro.

Y sin pensarlo dos veces, Kim lo escupió en la cara, cayéndole


directamente en la frente y ojos, para después sacar la mano de su
pierna y llevarla a su rostro, volteándole la quijada en una bofetada que
rompió su boca, culpa de los anillos de oro en esa.28

Le había roto la puta boca de un golpe y lo había escupido como si fuera


un maldito desecho.

Jungkook quedó con su cara de un lado, respirando erráticamente


mientras Kim se balanceaba más sobre él. Sin embargo, volvió a
encararlo, sonriendo con demasiada malicia, ni parecía él mismo. En sus
dientes había sangre, misma que relamió y tragó, después volviendo a
sonreír.

—Te detesto, Kim Taehyung.2

—No más de lo que yo a ti, Jeon Jungkook.18

Igualmente, eso no fue impedimento para que Taehyung volviera a


atacar sus labios y él lo correspondiera con la misma hambre. Kim pudo
saborear aquel hierro en esa boquita por sobre el golpe, y mordisqueó el
labio inferior sacándole un quejido de dolor al chiquillo. Soltó su agarre
en las muñecas de su pequeño Jeon para alzar sus caderas con mando
y clavarse más a fondo mientras lamia aquella fina línea de sangre que
empezaba a deslizarse hasta sus clavículas.12

El prisionero tomó el borde de la cama, encerrando los barrotes de hierro


entre sus puños, pues de nada más podía aguantarse. Sus caderas
fueron alzadas del colchón y suspendidas mientras Taehyung quedaba
de rodillas y comenzaba a penetrarlo en conjunto; movía el cuerpo de
Kook hacia atrás y salía de él, luego lo estocaba de golpe hasta el fondo
una y otra vez escuchando sus glúteos rebotar contra la última parte de
su miembro.1

Entre sacudidas frenéticas, el cautivo llevó las palmas hasta las muñecas
que agarraban sus caderas y mientras más fuerte lo follaba su verdugo,
le enterraba fuertemente las uñas en la carne, para liberar algo de la
presión que estaba sintiendo. Sin embargo, esas acciones tan ridículas le
daban a Taehyung más motivos para cogérselo hasta que quedara
afónico. Mientras más sentía las uñas rasguñarlo hasta magullar en tajos
mínimos su piel, más daño sabía que le estaba haciendo al menor; y ese
era el objetivo.
Dicho objetivo culminó cuando el menor dejó de rasguñarle la piel y se
llevó el puño a la boca para morderlo con fuerza mientras de sus
apretados ojos brotaban lágrimas hasta los costados de su rostro; le
estaba doliendo, y mucho.1

Bingo.

Al escuchar cómo sorbía por la nariz, el mayor con una sonrisa victoriosa
en el rostro, le soltó las caderas y dejó caerlas sin mucho dolor en la
cama, mas la acción a Kook sí le dolió, pues tanto tiempo encorvado y
cambiar de pronto, le dio un mínimo calambre. Pero, ese mismo
calambre no duró ni treinta segundos, porque la parte de atrás de sus
rodillas fue llevada hasta su cintura y Taehyung sin haber salido aún de
su reducido orificio, comenzó un vaivén suave y parsimonioso, uno
donde Jungkook a los minutos se acostumbró entre jadeos cortos y
suspiros erráticos.

Kim yacía con las piernas entreabiertas para llegar profundo y tomarlo
con quietud. Al llevar la vista abajo pudo notar cómo la entrada estaba
reseca, así que importándole poco verse tan animal y morboso; acumuló
espesa saliva desde su garganta y escupió en el agujero de Kook —
mientras estaba metido entero ahí—. Luego lo sacó hasta dejar la mitad
de la punta dentro para volver a escupir y que tanto la entrada del menor
como el pene propio quedaran llenos del líquido. Ahí fue cuando el
vaivén se hizo más rápido, pero sin llegar a ser tan brusco como antes.
Su pequeño Jeon empezaba a gemir más alto y ya no lloraba como en
un principio. Mejor fue para Kim, cuando el chiquillo mismo se retorcía
entre espasmos cada que le rozaba el perfecto lugar allí adentro y tocaba
la zona con la cabeza de su miembro varias veces cuando se meneaba
en círculos, en ocho, de arriba abajo y dentro fuera.13
—Ta... ¡Taehyung! ¡Ah...! —la presión en su espalda era demasiado
ofuscaste, sentía que explotaría ahí mismo, pero no le dolía. Lo que
menos le dolía era la espalda. Solamente la libido era testigo de aquella
unión que estaba teniendo y lo mucho que le gustaba ser tocado justo en
el fondo, era como si sus pensamientos racionales se hubieran
convertido en una maraña de un momento a otro—. Taehyung... v-voy
a...

—¿Vas a q-qué, precioso? ¿Vas a venirte? —Taehyung tenía su mano


fuertemente sujetando aquellas piernas, mientras se adentraba más
profundo haciendo ahínco. Jungkook no podía responder, los dedos de
sus pies se apretaban hasta quedar doblados—. Seguro q-que jamás en
tu vida te has venido, ni te vas a venir, como lo harás ahora, pequeño
Jeon.

Acto seguido, colocó las piernas de Kook alrededor de su cadera y le


tomó nuevamente de las muñecas para ponerlas a los lados de su
cabeza y comenzar penetraciones firmes a la vez que enterraba la
cabeza en su cuello y le brindaba atención.

Jungkook jadeaba por más, no estaba pensando con sentido común.


Estaba viendo a ese hombre sobre él, dejándole besos en el cuello,
jalando su pelo, mordiendo sus clavículas y adentrándose tan
bestialmente en su culo de aquella forma que lo hacía retorcerse y
entrecerrar los ojos, porque su corazón estaba bombeando sangre por
todo su cuerpo dejándolo atontado. Su cabello pegaba de su frente,
escondiendo aquellas marcas. Sus labios estaban hinchados y rojos,
culpa de Taehyung comiéndose su boca y de aquel golpe propiciado. Su
cuerpo sudaba y casi que daba espasmos al punto de temblar debajo del
hombre.
—T-Taehyung... n-no aguanto ¡Ahg! ¡A-ah! —su miembro
dolía, necesitaba tocarlo, necesitaba que lo tocaran—. D-déjame
tocarme, me duele...

—Vas a venirte sin tocarte, pequeño Jeon —formuló el sicario—. Voy a


hacerte venir tan solo metiéndome en ti hasta que te ahogues con tus
propios gritos.

Y era verdad, porque cuando Taehyung retomó aquellas embestidas más


frenéticas, Jungkook estaba al borde de un desmayo. Estaba sintiendo
todo a flor de piel, desde el miembro de su captor apuñalándole la
próstata con brusquedad y haciéndolo gritar, hasta su propio miembro
palpitando por atención. La cama sonaba chirriante y tenía a aquel
verdugo gruñendo armónicamente en su oído mientras bajaba de morder
su lóbulo hasta su cuello y viceversa.1

No lo soportó.

—¡Taehyung! —Jungkook se vino encima de su propio abdomen


sintiendo el líquido deslizarse por un lado de su cintura mientras
arqueaba la espalda. La ola de shock era tal, que por un segundo no
podía sentir nada que no fuera su miembro palpitando, corriendo se a
chorros y a Taehyung aun embistiendo fuerte—. ¡Ya! ¡Vo-... Taehyung!
¡Mhg! ¡Voy a morirme! ¡A-ah!25

Pero aún Taehyung no se había corrido, y planeaba hacerlo entero


dentro de Kook.14

—Tú te vas a morir cuando yo quiera matarte, mocoso —y de un


movimiento salió abruptamente de él, viendo su entrada hinchada,
abierta y enrojecida, sacando una sonrisa socarrona y dejando un aruño
en la parte de su nalga que le sacó un gemido a Jungkook—. Gírate, me
quiero correr dentro de ti mientras estás en cuatro para mí.4

Pero el menor a penas procesaba todo a la vez, así que bufó y se


dispuso a hacerlo él.

Volteó al muchachito, dejándolo boca abajo, este no protestó cuando sus


caderas fueron alzadas toscamente. Taehyung antes de adentrarse en él
de nuevo, pasó sus dedos entre sus muslos haciendo que el niño se
estremeciera y entreabierta las piernas un poco más para sentir las
manos más cerca, sus brazos estaban encima de su cráneo apretando
los tubos de la cama.

—Estás a punto de desmayarte y aun así quieres que te siga partiendo el


culo Jungkook —ironizó el asesino—. ¿Dónde quedó tu maldita
dignidad?

—N-no existe. Te... te la llevaste tú.2

Taehyung volvió a reír y antes de adentrarse de nuevo apretó el muslo


derecho cerca de un moretón y Jungkook entreabrió la boca. Más aún,
cuando el sicario se agachó rápido y llevó sus dientes a su nalga
izquierda, dejando una mordida ahí.3

—Taehyung, por dios... —la sábana que estaba puesta en la esquina de


la cama fue jalada por el chico y empuñada fuertemente entre su mano
tras soltar la cama con la zurda—. T-tae...

Taehyung presionó su glande con la entrada húmeda por el propio


semen de Jungkook y se fue adentrando en ella poco a poco. No porque
no quisiera ser brusco, sino porque amaba demasiado ver su propio pene
ser engullido totalmente por aquella entrada palpitante, caliente y
malditamente tentadora. Salió de nuevo hasta nada más dejar la punta
adentro y volvió a meterse de a poco sacándole un largo gemido a
Jungkook, el cual estaba con el entrecejo fruncido, la cabeza de lado y la
boca semiabierta, mojando la almohada de saliva que no podía contener.

Retomó las embestidas, teniendo ese bonito culo a su merced,


palmeándolo duro, tocándolo suave, arañándolo con fuerza y follándolo
como tanto quería. Jungkook se quejaba bajo, estaba llegando tan
profundo que sentía que incluso iba a traspasar su estómago, y no sabía
por qué pero no estaba llorando de dolor o quejándose, no cuando aquel
punto era tocado una y otra y otra vez, logrando que su propio miembro
volviera a hincharse de nuevo y su vientre se contrajera de a poco.

Taehyung le tomó del borde del cabello y lo templó hacia atrás, casi
obligándolo a quedar semi sentado. Jungkook se agarró del borde de la
cama para no caer hacia adelante y su verdugo dirigió su boca a su oído.

—Estoy enfermamente obsesionado por ti, Jungkook, y que asqueroso


se siente —susurró cerca de su oído mientras seguía mordiendo su
cuello.8

Jungkook cayó a la cama otra vez mientras sus caderas eran


posesivamente sujetadas y rebotaban sus glúteos contra la pelvis del
mayor. Una embestida y podía sentir que las lágrimas se acumulaban en
sus ojos hasta nublarlos. Dos embestidas seguidas y podía sentir que las
cuerdas vocales le fallaban mientras gritaba a todo dar.

—¡Ohg, Tae...! —tres embestidas seguidas y el chico volvió a correrse,


menos potente esta vez, aunque igual de intenso.

Taehyung se quedó ahí, presionando sus nalgas además de separarlas


para mejor vista y aún Jungkook con su boca escurriendo aquel líquido
mientras los quejidos escapaban de su garganta, se quejaba bajito.
—Hahg... mírate nada más como estás hecho un caos, precioso —bramó
suave, llevando la cabeza hacia arriba y mordiéndose los labios mientras
chocaba los glúteos de Kook contra sus caderas—. Eres mi precioso
caos, Kookie...5

—Mhg...

—Mio —el sicario dio una embestida más y le tomó la cintura con
firmeza, inclinándose hasta adelante y dejar una pronunciada mordida en
la parte trasera de su hombro, para drenarse completamente dentro de
Jungkook mientras lo oía gritar por los dientes en la zona sensible—. M-
mio, solo mío...6

El chico sentía el líquido dentro de sí siendo vaciado y toda la longitud de


Taehyung palpitando mientras se corría. Si tuviera cabeza, podría contar
las venas que poseía aquel pene que tenía clavado hasta la base y que
le estaban robando jadeos. Sentía los pulmones casi sin aire mientras
Kim se pegaba totalmente a él y agarraba muy bien sus muñecas contra
el hierro de la cama para que ni por un milímetro se despegara y toda su
cavidad anal quedará repleta de semen.

—Hahg, Kookie... —Taehyung salió de él con lentitud perdiéndose en la


vista de su semen escurrido por los muslos amoratados del chiquillo cada
vez que contraía y dilataba la entrada, provocando que salieran los
fluidos; semen e incluso partes tintadas de rosa por el leve desgarre que
le hizo—. J-joder, te ves hermoso estando roto por mi...

Inmediatamente lo volteó de nuevo, dejándolo boca arriba y sin pedir


permiso, apretó su cuello ligeramente y lo besó; brusco, rápido,
robándole el aliento, bebiendo de sus labios, apuñalando su lengua con
la propia, succionando sus sentidos. A duras penas Jungkook podía
responder, subió una de sus piernas adoloridas a la cadera de Taehyung
y continuó con el beso que era más un recibir, que dar.

—T-Taehyung... —lo llamó, casi sintiendo como se lo llevaba el


sueño, ¿o la muerte? ¿Se podía morir después de un doble orgasmo?
¿Se podía morir por haber hecho eso?—. Las vi, hijo de puta...

El aludido se separó y quedó viendo sus fanales negros, aquellos donde


se perdía.

—¿Qué mierda viste, Jungkook?

Él menor cerró los ojos, casi ido.

—Las... las m-malditas estrellas, idiota —y dicho eso, cerró los ojos,
exhausto.9

Taehyung mordió sus labios y dejó un beso en los de Jungkook antes de


que estuviera completamente inconsciente. El chico se removió, cuando
relajó su semblante y reguló su respiración, Kim supo que cayó dormido.
Luego se tumbó al lado, boca abajo y con los brazos encima de su
cabeza, también cansado.

—Yo también, insolente —pronunció con desdén—. Yo también...4

Y solo uno de ellos dos había mentido esa noche.65


XIX: Three men and one car.

(⚠⚠)27

La cama se había hecho de pronto más pequeña, el peso de al lado


hacía que se hundiera.6

Jungkook entreabrió los ojos, sus manos se sentían pesadas y estaban


por encima de su cabeza. Trató de llevarlas hasta su cuello porque había
una parte que ardía, pero se sorprendió al sentir cómo estaban atadas al
espaldar de hierro en la cama. Se desesperó un segundo, no
entendiendo porqué tenía los brazos atrás, giró la vista hacia arriba y
notó que tenía las esposas alrededor de sus muñecas y en el mínimo
espacio que quedaba, cada una tenía parte del tubo de la cama sujetado.

Abriendo los ojos por completo, miró el techo de la habitación y recorrió


todo el cuarto con la vista. La mínima cantidad de luz que se filtraba por
la ventana le hizo saber que había amanecido; el rayo no era tan brillante
o potente, quizá eran las seis o las siete de la mañana, como mucho. Era
extraño levantarse tan temprano, pero sabiendo los horarios tan
retorcidos a los que se estaba enfrentando, no le pareció tan irreal.
Jungkook observó los alrededores del lugar, el cuarto era prácticamente
igual a los otros a los que había entrado, con la diferencia que este tenía
el gran espejo frente a la inmensa cama, la mesa de noche a un lado y
dos puertas de madera, en vez de una.

Pareció dolido por un segundo, hizo una expresión con su rostro y se


quejó muy bajito por no poder mover las manos. Su cuerpo estaba dando
ligeros espasmos, por el frío que hacía incluso cuando era de mañana.
Lo sentía entumecido en algunas zonas, en otras ardía como si hubieran
raspado con algo filoso y cuando menos pensó, su mente le trajo todos
los recuerdos de la noche anterior, pasándolos como una película
sumamente rápido.2

Los dedos de Taehyung en su boca en el otro cuarto. Taehyung


llevándolo a donde estaba ahora. Él en las piernas de Taehyung frente al
espejo. Taehyung besando cada parte de su cuello frente al espejo. Las
manos de Taehyung otra vez en su boca. Taehyung metiéndole los
dedos con rapidez, haciendo que le temblaran las piernas.

Él montando a Taehyung frente al espejo. Él debajo de Taehyung


mientras lo follaba con brusquedad. Taehyung volteando su cara tan
fuerte que le partió la boca. Taehyung besándolo hasta dejarlo sin aire. Él
siendo volteado mientras Taehyung lo seguía follando e insultándolo. Él
tumbado en la cama después de haberse corrido dos veces por culpa de
Taehyung. Taehyung besándolo de nuevo. Taehyung... Taehyung... todo
era Taehyung.3

¿Cómo se le había ocurrido hacer eso con el mismo hombre que tanto lo
había maltratado? Mismo que lo había tomado a la fuerza días atrás y
mismo que lo tenía en unas condiciones nefastas, que había atentado
contra su vida y lo había obligado a ver cosas que no quería ver.

¿Qué has hecho, Jungkook? ¿Con qué clase de hombre te has metido?
¿A qué clase de juego macabro te entregaste?3

Se sentía tan mal de solo pensar que anoche no tuvo el valor de decir
que no. Aunque, de todos modos, no era como si iba a decirle "V, por
favor, no me folles" y él iba a responder "Esta bien, no lo haré". No, eso
jamás pasaría. Eso sería básicamente la cosa más imposible que le
pudiera llegar a pasar. Por un lado, quería llorar, no de tristeza o
angustia, sino de frustración por haber hecho eso. ¿De verdad había
pasado? ¿De verdad ayer estaba retorciéndose porque ese hombre lo
tomara así? ¿De verdad ayer estaba gritando y babeando por él de
manera grotesca? Que era un maldito niño siendo tocado en todas partes
y a la vez follado hasta que se caía la baba, lo sabía, lo recordaba.1

Y lo peor de todo es que ni siquiera tenía planeado que fuera así, cuando
pensó en eso, pensó que sería algo rápido y conciso, pensó que sería
una follada común y corriente —¿de qué hablas Jungkook? Si has follado
dos veces en tu vida antes que él y tienes quince años, no sabes ni puta
mierda—, jamás pensó que lo dejarían tan al borde, gritando, pataleando
y suplicando. Jamás pensó que terminaría pidiéndoselo como un hombre
sediento que pide agua de un manantial o busca un oasis. Jamás, nunca,
no.22

¿Y si le pegaba algo? No, ahora estaba demasiado mortificado porque si


ese tipo tenía algo, probablemente Jungkook lo tendría también, y desde
hace mucho tiempo. No, no, quería entrar en un pánico horrible, pero
siendo sincero, morir de una enfermedad de trasmisión sexual era mejor
a que ese tipo lo matara. Y de todos modos, no sabía si podía ser cierto.
Estaba asustado por eso y a la vez en un shock que no dejaba que sus
emociones se manifestaran en totalidad. Era como un maniquí sin
expresión, mientras que su mente iba a 100 km/h, su rostro carecía de
emociones, expresiones o siquiera un ligero parpadeo. Tenía un choque
emocional y un revoltijo de ideas justo ahí, aplastado en esa cama con
los muslos llenos de semen ajeno y propio, la espalda baja doliéndole
junto al cuello y clavículas ardiéndole por mordiscos.5
¿Qué has hecho Jungkook? ¿Qué te han hecho, pequeño Jeon? Se
preguntó a sí mismo, incluso llamándose por el apodo que le había
puesto Taehyung desde el primer día.

Y aunque se sintiera mal, por un momento analizó todo. ¿Podía haberse


resistido? No, si lo hubiera hecho tan solo terminaría peor que la última
vez, y de solo recordar que eso había pasado —y que con el mismo que
había pasado, también ocurrió la noche anterior—, le daban ganas de
pegarse un jodido tiro en la puta frente y matarse de una vez para no
estar martillándose la cabeza con eso.

Que ese tipo era un hombre malo, era grotesco, un maleante, un sádico
sediento de maldad, que Jungkook era su presa, su juguete, su rehén y
Taehyung era el verdugo que quería matarlo porque así lo pidieron.
Estaba total y plenamente consciente de eso; y aun así no pudo decir
que no a nada, no cuando sabía que podrían lastimarlo y a la vez que lo
estaban tocando como nunca en su maldita vida lo habían tocado.

Bueno, ¿ahora le gustaban los hombres? No, qué horror, eso no es


cierto. A él no le gustaba ese tipo. Jungkook solo hizo eso porque si lo
mantenía complacido con sexo, entonces no tenía que golpearlo.
Prefería tener su polla hasta el fondo del culo, mientras se ahogaba a
gritos pidiendo por más y la dignidad se le iba hasta el fondo de la tierra,
que tener sus manos partiéndole la nariz, ahorcándolo o incluso esos
malditos tubos golpeándole el cuerpo. No lo hizo porque quiso, lo hizo
porque era la mejor opción. Por eso mismo se mostró tan complacido en
un principio, aunque... sorpresa, después todo pareció fluir con
naturalidad, donde su cuerpo respondía positivamente —mientras él se
odiaba—, ante todo lo que Taehyung le estaba haciendo y lo único que
tenía que fingir eran ciertas palabritas para montar el show.9
Porque eso había sido todo; un show, no sintió nada. Si, ¿verdad? Si,
obvio.5

Y entonces lo miró a su lado otra vez, viéndolo dormir pacíficamente


como si no fuera un desgraciado hijo de perra el cual prometió matarlo y
el cual Jungkook quería acribillarle el cuerpo.

Observó la silueta que estaba al lado de aquella cama que era lo más
suave que su espalda había tocado en muchísimo tiempo. El victimario
estaba a su lado plácidamente dormido como si no fuera el mismísimo
diablo hecho persona. Y tuvo miedo, no del hombre que respiraba
acompasadamente tumbado ahí; sino de que mientras lo veía, el corazón
de Jungkook no se aceleró con miedo; temor a no temerle.4

¿Por qué estaba avergonzado? ¿Por qué el corazón le latía tan fuerte?
¿Eran nervios? Porque sinceramente, Jungkook conocía el miedo como
la palma de sus magulladas manos, y en ese preciso instante, el miedo
no estaba recorriendo sus sentidos aun sabiendo que tenía a Taehyung a
milímetros, pudiendo escuchar su respiración pausada y ver su pecho
desnudo y con arañazos subir y bajar. Aún cuando sabía de lo que era
capaz, Jungkook no estaba sintiendo miedo de él.
Y eso porque Taehyung dormido ahí no parecía un monstruo. No parecía
malo, no parecía un asesino. Tan solo parecía el hombre normal que lo
había tocado tan bien la noche anterior.

Y se veía... bien.13

Jungkook estaba detallándole cada facción. Él tenía una mano debajo de


su cabeza y su casi completo cabello negro le cubría la frente. La otra
mano estaba estirada por encima de la cabeza del cautivo, sin tocarlo.
Los dedos cerca de su rostro estaban ensangrentados, producto de los
labios de Jungkook. También tenía una mancha cerca de sus propios
belfos por haberlo besado después de partirle la puta boca. El
muchachito observó sus ojos, estaban plácidamente cerrados, uno de
ellos tenía un pliegue y el otro era totalmente liso. Su mandíbula era
recta, sus cejas eran gruesas y sus pestañas largas. Tenía la misma
ligerísima cantidad de barba de siempre, que le raspaba cuando se
besaban. Parecía como si se rasurara cada semana, aunque
sinceramente Jungkook no sabía en donde coño lo hacía.

De pronto una duda pasó por su cabeza... ¿cuántos años tenía? No


parecía demasiado mayor, y tampoco parecía un joven. ¿Treinta y
cinco? No, era demasiado, su madre tenía prácticamente esa edad y se
veía mayor que él. ¿Treinta? Probablemente podría tener unos treinta,
aunque con sinceridad no quería saber que se había acostado con un
hombre y de paso que le doblaba la maldita edad o iba a desmayarse ahí
mismo. ¿Veinte? No, no tenía cara de joven, definitivamente los pasaba.
Sabía que era mucho mayor que él. Era más alto, tenía la voz gruesa y
sus actitudes eran una mierda. Terminó por llegar a la conclusión de que
tenía unos veintialgo. ¿Veinticuatro, quizá?4

Bueno, "bien" era una palabra normal para describir su rostro.3

—No pareces alguien que yo odiaría, maldito hijo de puta, pero lo hago.

Y volviendo al mismo puto tema, ¿por qué mientras dormía parecía


alguien normal? ¿Por qué cuando le hablaba tan pacíficamente parecía
un tipo serio y correcto y no un malnacido trastornado psicópata que
ahora supuestamente "le gustaba"? Puta mierda, es que si no estuvieran
en esa situación, Jungkook juraría que ese hombre era un tipo banal que
hacía cosas normales como un ser humano cualquiera. Pero no era así,
y de solo pensar que estaba viéndolo a su lado, sin nada de miedo
recorriéndole las venas entre la sangre, a pesar de estar atado a una
cama, sin ninguna movilidad en caso de que tuviera que salir corriendo y
recién follado por él, Jungkook casi cae en coma.1

Había decidido algo esa noche, algo crucial. Algo que definitivamente
solo necesitaba que ocurriera lo que ocurrió hace horas para por fin decir
que estaba de acuerdo. Si iba a dejarse follar por Taehyung con tal que
lo hiciera sentir así y no lo golpeara, lo haría con gusto. Estaría más que
conforme de convertirse en lo que sea que se llamara eso, con tal de no
morir en sus manos.

Podría pasar todo el día siendo follado, si eso significaba pasar todo el
día sin un golpe.10

Sus ojos pesaron, así que volvió a cerrarlos, con toda la confianza del
mundo como si no estuviera al lado de él, y se dejó caer de nuevo en los
brazos de Morfeo, solo con una última imagen de Taehyung sobre si
mientras le decía aquella estúpida frase que estaba matándole las
neuronas.

"Me gustas, pequeño Jeon..."

Y cuando cayó profundamente dormido, sin darse cuenta de lo que


pasaba fuera de su sueño, Taehyung pudo abrir los ojos, estando
consciente de que el chico le miraba y escaneaba con atención mientras
él fingía estar completamente dormido. Tomó la llavecita debajo de la
almohada y desabrochó las esposas, poniendo las manos de Jungkook
en su abdomen para luego girarse y darle la espalda, dispuesto a seguir
durmiendo.

—Tampoco parezco alguien que sienta, hijo de puta, pero lo hago.48


[...]

Jungkook volvió a abrir los ojos, aunque esta vez tenía el rostro hundido
en un brazo, sorprendentemente ya no llevaba los pesados aros de metal
en sus muñecas. Tanteó la cama con los ojos cerrados, haciéndose el
dormido que solo se estaba moviendo un poco y cuando no sintió a
Taehyung, dejó la mano justo donde la medio había movido solo para no
parecer tan obvio.

No sabía dónde estaba, pero sentía la presencia en el cuarto, sobre todo


cuando relajó su respiración y escuchó los pasos yendo de un lado a otro
en la habitación, caminando con parsimonia.

—¿Tres hombres? —esa era la voz de Taehyung, preguntando


tranquilamente algo—. ¿Solo tres hombres, Mark?

—Sí, V —contestó una voz un poco distante—. Solo son esos tres
hombres.

Jungkook, aun haciéndose el dormido, pudo entender que estaba


hablando por teléfono.

—¿Y qué necesitas exactamente? —volvió a preguntar Kim.

—Es un interrogatorio y yo estaré ahí con todos ellos —mencionó el


otro—. Me robaron dinero y necesito saber quién fue, ¿quién mejor que
tú para que hablen?

El muchachito escuchó una leve risa sarcástica.


—Nadie, en realidad.

—Por eso mismo necesito que estés aquí, V —informó—. Oye, ¿estás
solo? ¿Tus esclavos dónde están?2

—Partieron a Seúl ayer en la tarde, Jun y Wang —habló Taehyung. Oh,


eso explicaba por qué Jungkook no le vio a Namjoon después de que le
dio comida la segunda vez—. Estoy solamente con... alguien.

—¿Con el chico?

—Ajá, con él —medio gruñó.

—¿Aún? —el otro tenía ligera sorpresa en la voz—. ¿No se supone que-
...?

—Si —lo interrumpió—. Pero eso no importa ahora.1

—Bueno, te lo traes entonces —Jungkook se alarmó un poco ante


eso. ¿Traerlo? ¿Llevarlo? ¿A dónde?—. Aquí no hay nada que me
interese más que lo que estos tipos tienen para decirme. Te veo a media
noche en La Bodega —se escuchó un ajá de este lado de la línea—
. ¿Tienes auto?

—Sí, lo tengo —afirmó Kim—. No te preocupes, estaré ahí, Mark.

—No se te ocurra faltar, V. Mira que son quinientos mil grandes.

—Va, adiós —tras esto, no volvió a escucharse su voz.5

Jungkook acompasó su respiración y trató de mostrarse calmado cuando


escuchó los zapatos del asesino acercarse cada vez más a él. Cerró los
ojos relajadamente, fingiendo estar dormido, y recogió de a poco su
mano, pero eso no pareció totalmente convincente, porque antes de
siquiera poner regular sus inhalaciones, unos firmes brazos lo voltearon
drásticamente dejándole boca arriba de golpe.

—Te he visto dormir y no duermes así, pequeño Jeon —Taehyung le


encaró, llevando nada más que un par de pantalones negros—. Voy a
golpearte la próxima vez que te hagas el dormido tan estúpidamente.9

—L-lo siento.

Y de pronto ambos se vieron a los ojos, quedándose casi sin parpadear y


estando completamente conscientes de que los recuerdos de la noche
anterior les habían llegado de golpe, a cada uno. Tanto Jungkook, como
Taehyung, estaban viéndose fijamente mientras sus pensamientos
rememoraban cada detalle de hacía aproximadamente veinte horas
atrás.1

Y quizá, ni el propio Taehyung podía todavía creer lo que había hecho.1

Y quizá, las mejillas de Jungkook se subieron de tono cuando lo vio


ladear una sonrisa y agacharse para quedar a su altura.1

—Te ves muy bonito en mi cama, recién levantado y también recién


follado por mí —pronunció a escasos centímetros de su boca, viendo sus
callos con algunas ondas y su rostro hinchado—. Te juro que si no
estuviera realmente ocupado, te tumbaría de nuevo para hacer que sigas
gritando por mí una y otra vez.

Sus manos permanecieron dando círculos entre los muslos del chiquillo
mientras que con una sonrisa ladina le veía, más era gracioso porque
Kook le rehuía la mirada.
—A-anoche no me decías eso —se atrevió a contestar, apoyando sus
brazos hacia atrás y haciendo que la sábana bajara, mostrando su torso
desnudo y lleno de chupetones—. A-anoche solo estabas insultándome.

Taehyung admiró por un segundo el desastre de marcas que tenía Kook.


Moretones en su abdomen, moretones en sus pezones, muchos en sus
clavículas, demasiados en su cuello. Todos hechos por él, y eso era
perfecto.

—Sí, bueno —hizo una mueca mientras paseaba su mano por la sábana,
bajándola hasta que la cadera impropia quedó expuesta—. Puedo seguir
haciéndolo con tal de que te pongas así de necesitado conmigo.

—C-cállate... —el chico hizo el amago de coger la sábana, más Kim la


jalo a un lado y le exhibió enteramente desnudo—. D-déjame...

—¡Taehyung...! ¡Tae! —se burló de él, haciendo una mala imitación de


su voz chillona anoche—. Juro que quiero grabarte y escucharte por
horas. O mejor —le miró de arriba abajo relamiendo sus belfos—...
podría seguir follándote por horas para que grites así.3

Sin más, el sicario entreabrió las piernas del chiquillo y puso sus palmas
abiertas a los lados de su cabeza, mientras buscaba su boca luego de
tumbarle hacia atrás.

—N-no... —Taehyung le dejó un beso en el cuello al subir sobre él, otro


en el hombro y otro encima de la mordida que tenía allí—. M-me duele la
espalda...

—¿Solo la espalda, pequeño Jeon? —se jactó el sicario—. ¿No te duele


la boca, de tanto que te besé? —inquirió sobre sus labios—. ¿No te
duele el cuello de tanto que lo mordí? —bramó debajo de sus orejas,
logrando que se curvara hacia arriba. Kim se restregó suavemente contra
su cuerpo desnudo y el chico apretó las sábanas a un lado—. ¿No te
duele el pene de tanto que te corriste a chorros debajo de mi? —
Jungkook jadeó al sentir dos dedos acariciando la punta de su glande
suavemente en círculos—. ¿No te duele el estómago por lo profundo que
llegué dentro de ti mientras te jodía fuerte? —los besos bajaron hasta la
manzana de Adán de Kook y los dedos tantearon su entrada lacerada y
aún viscosa—. ¿No te duele el culo por lo mucho que te llené anoche, mi
amor?26

—Ahg... n-no... —mentira, claro que sí—. N-no...

—Mm, ya... —el contrario lo miró, y después de darle un casto beso en


sus labios, se levantó de la cama y lo señaló—. Mira, párate y ve al puto
baño a lavarte esa fea cara de muerto que tienes encima —le ordenó—.
Tenemos que salir y tengo cero paciencia justo ahora. No me hagas
molestar, mira que tuve un buen polvo anoche. Sin embargo, no fue
suficiente —y sin decir otra cosa, le guiñó un ojo y salió de aquel cuarto,
cerrando con llave.12

—M-muérete...9

[...]

Era entrada la noche cuando el carro de Taehyung aparcó afuera de


aquel lugar que Jungkook recordaba perfectamente por la mujer
embarazada. Sabía que nada bueno podía pasar hoy.
Sobretodo, por el hecho de que cuando entró a aquel sitio mientras
Taehyung lo tomaba del cuello y venía detrás, Jungkook vio a tres
hombres estar sentados en sillas de hierro, amarrados de las muñecas
junto con los tobillos y dos con trapos en la cara para que no vieran. El
chico fue llevado por Kim hasta un mesón y fue sentado ahí mientras dos
hombres que casi le doblaban en estatura quedaron a cada lado de él.
Eran altos, con traje y corbata. Sus facciones le hicieron saber a
Jungkook que no eran asiáticos. Uno era rubio de ojos verdes y piel
blanca, el otro era rubio de ojos marrones y tez un poco más oscura.
Sumado a eso, había otro hombre frente a los tres amarrados y tenía el
cabello castaño con un traje, fumándose un puro.

Taehyung lo tomó de las caderas y luego lo subió al mesón, dejándolo


sentado con aquellos dos hombres a cada lado —a los cuales miró
fijamente de hito en hito—, y dando después media vuelta para dirigirse
al otro tipo que le saludó con un apretón de manos y empezó a señalar a
los de las sillas y explicar algo en voz baja que Jungkook no oyó.

Entonces, sintió la mirada encima de los dos tipos a cada lado,


poniéndolo incómodo y nervioso.

—Look at this baby, Derek —pronunció uno de los gringos, haciendo que
Jungkook afianzara el oído—. He's cute, isn't he?
''Mira a este bebé, Derek. Es lindo, ¿no?''24

Una risa tosca del otro fue lo primero que Kook percibió.

—Yeah... I would let my dick cut his ass until bleeding and then I would
put it in his mouth —contestó el otro e inmediatamente Jungkook sintió
una mano posarse sutilmente en su muslo izquierdo.
''Si... dejaría que mi polla le cortara el culo hasta que sangrara y
luego se la pondría en la boca.''16

—Yo, Derek! Control yourself, bastard —regañó el otro entre dientes—


. What the fuck are you doing?
''¡Eh, Derek! Contrólate bastardo. ¿Qué mierda estás haciendo?''3

—Just wanna touch him a little bit, Andrew —pronunció el tipo, subiendo
la mano hasta un poco más abajo de la entrepierna de Jeon—. How old
is him? Fourteen? Thirteen?
''Solo quiero tocarlo un poquito, Andrew. ¿Cuántos años tiene?
¿Catorce? ¿Trece?''22

Jungkook giró su rostro y lo encaró.

—I'm fiftteen, you fucking son of a bitch. And if you keep touching me like
that, I'll make that man cut your hands and put them inside your
motherfucking ass —escupió lentamente Jungkook, viéndolo de frente y
señalando a Taehyung que estaba de espaldas—. You get it?
''Tengo quince, maldito hijo de perra. Y si sigues tocándome así,
haré que ese hombre te corte las manos y te las meta por el maldito
culo. ¿Entiendes?''51

Inmediatamente, el tal Derek quitó la mano de su muslo y se separó


considerablemente. El otro miró al frente y tragó en seco. Oh, pero si
esos tipos eran el doble de Taehyung en cuerpo y probablemente
llegaban a los dos metros, mientras Kim al metro ochenta y algo, ¿tanto
miedo le tenían?

Jungkook sonrió.

—Uh, you're afraid? —el tipo pareció ignorarlo, pero su mandíbula estaba
tensa—. His name is Kim Tae Hyung; you should call him like that to see
what happens —tentó, con una sonrisa sarcástica y el hombre asintió
lentamente.
''Ah, ¿tienes miedo? Su nombre es Kim Tae Hyung; deberías
llamarlo así a ver qué pasa.''19

Jungkook acababa de sentenciar a alguien por tocarlo indebidamente.

Y no tenía remordimiento alguno.14

—Entonces —habló Taehyung, luego de girar la cabeza porque creyó


escuchar a Jungkook hablar, aunque solo estaba con la cabeza gacha y
los gorilas americanos de Mark viendo al frente—. ¿Todos ellos saben
algo, pero ninguno dice nada?

Mark asintió.

—Todos, por eso no están gritando como unos malditos hijos de puta —
obvió, señalándoles con el último pedazo de puro—. Ellos saben que me
fallaron y ninguno quiere confesar.

Taehyung escaneó a cada uno de ellos, los que estaban cubiertos a


penas jadeaban, el que no lo estaba le miraba con recelo y asco.

—¿Este maldito es gringo? —preguntó al ver al ultimo de los hombres


directamente a los ojos y alzándole la cara con un cuchillo.

—Don't touch my face, you damn asiatic rat!


''¡No me toques la cara, maldita rata asiática!''

Si, esos eran los típicos insultos de los mafiosos gringos en Corea.4

—This rat is called 'V' and it's gonna end your life —escupió el sicario a
centímetros de su cara.
''Esta rata se llama ''V'' y va a acabar con tu vida.''
—Wake up the rest, Derek —ordenó Mark, girando la vista hacia uno de
los hombres al lado de Jungkook.
''Levanta a los demás, Derek.''

Taehyung miró al chico y le guiñó un ojo, Jungkook le sonrió por un


momento.7

El tal Derek tomó una inyección que estaba cerca de otro mesón y
rápidamente la clavó en la yugular de los dos hombres que estaban
inconscientes. Al cabo de un par de minutos, ambos empezaron a mover
el cuerpo para tratar de zafarse de las cadenas de metal que los ataban.
El tipo que los inyectó, les quitó la camisa que cargaban en la cara y dejó
libre sus rostros, luego se alejó para dirigirse hasta donde anteriormente
estaba. Los tipos habían sido golpeados, supo Kim, tenían moretones en
la cara e hinchazones graves.

—No me jodas, Mark, les cayeron a coñazos y no fui yo —Taehyung se


dio por dolido mientras giraba la vista para reírse de la desgracia de los
demás y se llevaba las manos al pecho—. Bueno, al menos aún siguen
teniendo lengua y dientes para poder hablar bien —se jactó.

—¿Conocen a este tipo, verdad? —preguntó Mark, señalando a


Taehyung, que dejó la navaja cerca de una mesa y se empezó a poner
unos guantes y una manopla en la diestra—. Bueno, es a la única cosa a
la que le tengo miedo. Así que hagamos la mierda fácil... ¿Quién coño
dio autorización de vender los kilos?

—¡J-jefe, yo no estaba ese día! —gritó uno de los tipos—. ¡Yo n-no sé
qué pasó!

—Haz los honores, V.


Taehyung sacó una sonrisa para luego quedar frente al hombre. Sus
manos pasaron por la quijada, buscando el moretón oscuro que estaba
cerca de su maxilar y sin tardar mucho en encontrarlo, empuñó
duramente su mano y con extrema fuerza estampó la manopla contra la
quijada del tipo. El sonido fue crujiente y un espeso hilo de saliva brotó
de los labios del hombre tan pronto como el hierro le partió las encías y
sacó un diente.

—Contesta, hijo de perra —ordenó Taehyung—. Dale, hombre, no es


difícil decirlo, ¿o quieres otro gancho? Por mi excelente.

—Y-yo... yo no e-estaba, señor Mark... —negó a medias, con la


mandíbula semi dislocada por el golpe y viendo al mafioso.

Taehyung no tuvo que esperar una orden para tomar el cabello de ese
tipo y levantarle la cabeza. Le alzó una ceja, como dándole a entender
que podía hablar, pero el tipo solo negó. Entonces, su otra mano
estampó el puño en su nariz, haciendo que casi se echara hacia atrás y
entrecerrara los ojos al quedar con una mancha y moretón en el tabique.

—Habla... —repitió Kim.

—N-no... no... s-sé, V.

Bueno, ahora comenzaba su verdadera diversión.

—¿Estás respirando bien o te duelen las costillas? —formuló el sicario, el


hombre no entendió a qué se refería—. Bueno, supongo que no vas a
necesitarlas —mencionó, riendo sarcástico—. ¡Hey, tú! Pásame la navaja
grande que está allá —le dijo al tipo que estaba cerca de un Jungkook
nervioso.

Pero el tipo giró la cabeza sin saber qué coño estaba diciendo.
—The knife, dumbass —le tradujo Jungkook, ganándose un par de ojos
abiertos por parte de Taehyung—. Give him the damn knife, you stupid
white.
''La navaja, idiota. Dale la maldita navaja, blanco estúpido.''54

El americano entendió, se aproximó a buscar lo pedido y después de


aproximarse a Taehyung se la extendió y él la agarró entre sus dedos.

—¿Entonces, no sabes? —volvió a preguntarle al hombre y este estaba


llorando y negando con la cabeza efusivamente—. Muy bien, no sabes.12

En un santiamén, y aprovechando que el hombre tenía la cabeza echada


para atrás, el maleante enterró la navaja a un lado de su torso e hizo una
profunda incisión hacia un lado.

—¡M-MALDICIÓN, AAH! —el hombre , del agónico dolor, tiró


rápidamente la cabeza hacia adelante en un grito de suplicio, pero eso
no fue impedimento para que Kim adentrara dos dedos en la herida,
oyendo las cadenas de metal en pies y manos ajenas restregarse
olímpicamente. Y, como un puto sádico, jaló una de las costillas, viendo
la sangre salir a borbotones del pronunciado corte, el hombre batir su
cuerpo a todo dar y retorcerse sudado y bañado en sangre espesa—.
¡¡N-NO, NOO!!

Cuando el sicario no pudo partir el hueso con una mano, metió dos
dedos de su izquierda y los pulgares, abriendo la incisión, mirando la
carne dilatarse y la sangre mancharse el cuello por la cercanía.

El grito agónico que el hombre dio cuando sonó un ''crack'' y Kim le partió
la costilla a sangre fría, hizo que Jungkook enterrara la cabeza en su
propio cuerpo, porque no podía soportar escuchar esas cuerdas vocales
desgarrarse en aquel grito.
—¡¿VAS A DECIR QUIÉN MIERDA FUE?! —gritó Taehyung fuerte,
porque los gritos al borde de la muerte de ese tipo eran más altos—.
¡VAMOS, CABRÓN! ¡HABLA YA!

El tipo era una masa de temblores, gritos, jadeos y espasmos. La sangre


de aquella herida parecía una fuente. No podía hablar debido a que el
dolor era tal, que solamente los gritos eran lo que su garganta era capaz
de emitir. Gritos desgarradores que rebotaban en todo el lugar mientras
iba agonizando desangrándose.1

—Bueno, esa lengua no te sirve entonces —anunció Kim—. Hey, white!


Give me the rope, the plier and come here, c'mon! —le gritó al mismo
tipo, que rápidamente fue a buscar las cosas en aquel lugar lleno de
armas. Cuando regresó, se las extendió a Taehyung—. Put the rope
around his neck and choke him. We're gonna cut that useless tongue.
''¡Hey, blanco! Dame la cuerda, el alicate y ven acá, vamos. Pon la
cuerda alrededor de su cuello y ahórcalo. Vamos a cortar esa lengua
que no sirve.''13

El tipo hizo lo pedido, el hombre que estaba agonizando en dolor quiso


emitir sonido alguno en protesta, pero ya no daba mucho más. El sicario
tomó el alicate y apretó las mejillas del hombre con sus manos, buscando
sacarle la lengua, mas era como si su boca estuviese dormida, así que le
dijo al tipo ''stronger'' y él apretó más fuerte hasta que la lengua del tipo
salió por reflejo. Tomó la punta con el alicate y la jaló, para ese momento,
el afectado de aquella tortura entrecerraba los ojos, más muerto que vivo.
Taehyung enterró el filo en medio de la lengua, trayéndose el frenillo y un
pedazo de labio también, junto a borbotones de coágulos. Un último grito
fue emitido por el torturado y su cabeza se inclinó hacia adelante,
desangrándose y vaciando el líquido desde su regazo hasta manchar el
suelo.2

—Córtale la cabeza y mándasela a la familia, Mark —dijo Taehyung,


tirando la asquerosa lengua del tipo al suelo.

—Bueno, aquí sabemos quién hará eso, porque no voy a ser yo —el tipo
se rió y Taehyung hizo lo mismo—. Derek, prepare the guillotine.
''Derek, prepara la guillotina.''

—Yes, sir.
''Si, señor.''2

Taehyung empezó a desamarrar las cadenas del hombre, oyendo los


quejidos y suplicas de los demás y riendo internamente porque sabía que
los tres iban a morirse esa noche. Al terminar de desamarrarlo, lanzó la
silla hacía adelante y el cuerpo inerte lleno de sangre cayó al suelo. Lo
tomó de los hombros, arrastrándolo hasta la filosa guillotina que el otro
tipo había preparado y posicionando su cabeza justo en medio de la
madera, debajo del filo. Oía una respiración suave, eso quería decir que
se había desmayado del dolor, pero la pérdida de sangre iba a hacer de
las suyas en míseros minutos.

—Give me that, you white shit —le dijo a Derek que tenía la cuerda de la
guillotina.
''Dame eso, mierda blanca.''

—Stop calling me like that.


''Deja de llamarme así''

—You're a white and a shit. Gonna call you however the fuck I want —y
tras decir eso, el tipo se alejó y Taehyung dejó caer el filo de la
guillotina.6
"Eres un blanco y una mierda. Te llamo como mierda me de la
gana."

El sonido del metal cortando el hueso que unía el cuello y la cabeza del
hombre medio muerto, podía compararse a aquellas escenas
nauseabundas de películas sangrientas. Su nuca era una fuente de
sangre que brotaba hasta dejar bajo su cuerpo un río rojo y la expresión
de boca abierta que dejó la cabeza al caer, más la mancha en las
paredes y madera del arma de tortura, eran escalofriantes.

Siendo testigo de cómo la cabeza rodaba hasta sus pies, Kim la tomó
entre su zapato y la Colonia encima del empeine.

—Look! We have a new football ballon, you like it? —les dijo al resto, que
miraban al sicario con horror.
''¡Miren! Tenemos nueva pelota de futbol. ¿Les gusta?''11

Taehyung pateó la cabeza del cadáver hasta los pies de los hombres que
seguían amarrados y siguió escuchando pregunta tras pregunta de Mark,
tanto en inglés como en coreano y ellos diciendo que seguían sin saber
nada. Fue ahí cuando llevó la vista hasta Jungkook, él no estaba con una
expresión de miedo en el rostro, tampoco parecía algo específico. Solo lo
veía fijamente a los ojos con la respiración acompasada, más bien como
si estuviera preguntándole si de verdad acababa de hacer eso y el
chiquillo bajó la cara en el momento que Taehyung asintió
parsimónicamente. Diciendo ''si'' para que su rehén leyera sus labios.

Kim volvió a preparar la guillotina dos veces más. La primera metió el


brazo en el filo y lo dejó caer rápidamente, viendo cómo caía la
extremidad mutilada y llena de moretones. Después hizo lo mismo con
una pierna y al final del tipo solo quedó una cabeza, una extremidad
inferior y un brazo, separados de media pierna junto a un torso que tenía
la costilla rota y estaba repleto de sangre.7

Un espanto.

Fue de nuevo hasta los dos hombres sentados y amarrados, el brazo que
le había quitado al tipo se lo acercó hasta la cara al americano que no
quería decir nada e hizo que los dedos de la extremidad, que estaban
llenos de sangre, le ''acariciaran'' el rostro, mientras lo llenaban de color
rojo líquido y el otro sacaba una mueca de repulsión al oler, sentir y
llenarse del viscoso fluido ajeno.

—Don't wanna talk? —le preguntó Kim—. You still wanna keep silence
and end up like this? Or do you wanna talk? Choose correctly, 'cause with
you I'm not gonna have any fucking mercy.
''¿No quieres hablar? ¿Todavía quieres mantener silencio y terminar
así? ¿O quieres hablar? Escoge correctamente, porque contigo no
voy a tener nada de maldita piedad.''3

La respiración del gringo era entrecortada, los ojos de Taehyung


expresaban clara burla hacia lo que ocurría, más el sujeto le veía con
furia, recelo e incluso asco por lo sádico que se veía con las manos,
brazos, cuello, torso y piernas llenas de sangre. Ese tipo era un sicario
deplorable.

—How old are you, fucking Asian? —le preguntó el tipo, que parecía
como de cincuenta y tantos años—. Because you look like a damn child
in front of all of us.
''¿Cuántos años tienes tú, maldito asiático? Porque pareces un
maldito niño delante de todos nosotros.''

Kim conservó una risa para sus adentros.


—Twenty-six —contestó—. And yes, man, I'm a fucking child in front of all
of you, fucking old asses —su quijada fue tomada desde abajo con su
pulgar y arriba el índice—. But imagine if at this age I've done all of this...
What can I make when I reach yours? C'mon, make my work easier,
bitch. I have things to do.
''Veintiséis. Y si, hombre, soy un maldito niño al frente de todos
ustedes, malditos ancianos. Pero imagínate si con esta edad he
hecho todo esto... ¿qué puedo hacer cuando alcance la tuya?
Vamos, hazme el trabajo más fácil, perra. Tengo cosas que hacer.''9

El tipo dio un escupitajo al suelo, lleno de sangre.

—What kind of things could do a butcher like you?


''¿Qué tipo de cosas podría hacer un carnicero como tú?''

—Not a butcher, bitch. I'm a hangman —corrigió con socarronería al


cabrón amarrado—. And those are things that you can't fucking hear.
C'mon, don't make me angry. Drop it, bastard.
''Carnicero no, perra. Soy un verdugo. Y esas son cosas que tú no
puedes malditamente escuchar. Vamos, no me pongas molesto.
Lánzalo, bastardo."

El americano se mantuvo mirándolo de cerca y escaneando su persona.


Hasta que Kim se cruzó de brazos y lo miró con superioridad.

—Come closer, hangman.


''Acércate, verdugo.''

Taehyung se acercó al tipo a ver qué tenía para decirle. Sin embargo, lo
que recibió fue que le escupió en la cara, cayéndole la saliva en el
moflete izquierdo.16

Ese tipo se iría horrible al maldito infierno.


—¡MALDITO BASTARDO HIJO DE LA GRAN PUTA! —escupió con
desdén, soltando aquel brazo mutilado y golpeándolo en la nariz con
tanta fuerza que la silla cayó hacia atrás, por la manopla—. ¡VOY A
MATARTE!

—¡V! ¡Hey! —Mark trató de calmarlo, pero Taehyung lo empujó hacia


atrás—. ¡Espera a que lo interrogue!

—YOU HAVE SOMETHING SMART TO SAY? —le gritó en la cara, con


el entrecejo fruncido y la mandíbula apretada, tomando del suelo la
navaja que soltó después de partirle la costilla al otro y apuntándolo—
. ONE, TWO...
¿TIENES ALGO INTELIGENTE QUE DECIR? UNO, DOS...''

—IT WAS HUDSON! HUDSON AUTORIZED EVERYTHING! —gritó


desesperadamente, viendo a Taehyung casi abalanzándosele encima—
. H-HE WANTED PART OF THE MONEY, SO HE C-CONVINCED PARK
SEUNGYOO TO DO IT! IT WAS NOT ME! IT WAS T-TOTALLY
HUDSON, HELPED BY SEUNGYOO!
''¡FUE HUDSON! ¡HUDSON AUTORIZÓ TODO! ¡ÉL QUERÍA PARTE
DEL DINERO, ASI QUE CONVENCIÓ A PARK SEUNGYOO DE
HACERLO! ¡NO FUI YO! ¡FUE TOTALMENTE HUDSON, AYUDADO
POR SEUNGYOO!''

—Todo tuyo, V.

Taehyung se rió estruendosamente antes de abalanzarse sobre el tipo y


en un segundo enterrarle el cuchillo en el pecho para luego sacarlo y dar
reiteradas puñaladas a lo largo de su pecho y abdomen. Seis en el tórax,
cuatro debajo de las clavículas cuatro a la altura del páncreas, dos en la
zona sobre su entrepierna. Sangre en el rostro de Taehyung, en sus
manos, y cada centímetro de su cuerpo.

De pronto la navaja se enterró en medio y fue deslizada hasta rajarle el


vientre para hacerlo agonizar. El tipo estaba gritando audiblemente por
piedad que no sería dada en ningún momento. Las asquerosas vísceras
estaban expuestas tras usar u cuchillo con un filo preciso y brillante. Al
ver su cuerpo dando espasmos por estar al borde de la muerte, Kim tomó
el filo y le agarró el cuello con la mano libre. En un parpadeo le comenzó
a rajar su frente, perfilando la línea del cabello y siendo testigo de cómo
arrugaba el entrecejo del dolor desesperado y los ojos los llevaba a los
lados.2

—¡S-stop...! —pidió en un último aliento—. ¡Please!


''¡D-detente...! ¡Por favor!3

Taehyung siguió deslizando el filo del cuchillo por el cachete del hombre,
para ese entonces toda su cara estaba hinchada y ensangrentada.
Levantó la piel que había empezado a desollar al enterrar tres dedos por
debajo de la carne y la jaló hacia un lado, despegándole el pellejo poco a
poco y poniendo a la vista todos los músculos de su cara. El tipo daba
unos fallidos espasmos, ahogándose por la sangre que le entrada por la
nariz y medio tosiendo.

Por ultimo, el asesino a sueldo enterró la filosa daga en su ojo izquierdo,


riéndose y escupiéndole la cara. Cuando sacó el cuchillo, el ojo explotó
en sangre. Hizo lo mismo con el otro, enterrándolo lentamente, por si
algún nervio del tipo seguía funcionando, sintiera el dolor. Después de
eso, terminó de desollarle el rostro y dejarle las cuencas con los orbes
reventados. Se quitó de encima del hombre, viendo el desastre de
sangre, carne y músculos faciales expuestos. Levantó la silla del suelo y
cuando el tipo quedó recto, su cabeza se echó al frente y los pedazos de
sus ojos salieron, cayéndole en las piernas que también estaban
cubiertas de sangre.4

Taehyung tiró el cuchillo a un lado y relajó el rostro, quedando satisfecho.

—Eh, V, siento que tienes un raro fetiche con ojos —le dijo Mark, medio
ajeno a la situación.16

Kim reguló su respiración y luego lo encaró con una ceja alzada y parte
de su cara ensangrentada.

—Lo tengo —pronunció, llevando la vista hasta el chico que ahora tenía
las rodillas en el pecho y lo miraba de la misma manera que hace un
rato—, pero depende de quién sea el dueño.9

Tras una sonrisa, Mark se colocó frente al hombre restante.

—¿Qué v-van a hacer conmigo? —preguntó el mafioso—. Y-ya James


dijo todo. N-no me maten, yo nunca me he metido en ningún trabajo de
más, jefe. Yo s-siempre he hecho todo bien...

Taehyung miró a Mark y este le asintió, entregándole una pistola cargada


y sin seguro.

—¿Cuántos años tienes? —preguntó Taehyung.

—C-cuarenta y u-uno, V.

El verdugo tomó un arma de la mesa de al lado y dos cartuchos. Apuntó


y sin decir una sola palabra volvió el pecho del hombre un colador.

Doce disparos en el pecho fueron dados, vaciando el arma y echando la


silla hacia atrás. Su estómago perforado, sus pectorales, las clavículas,
todo fue un caos de hoyos salpicando la sangre. Kim rápidamente cargó
la pistola otra vez y el tipo, que obviamente ya estaba muerto, recibió
otros doce disparos en el cráneo, dejándoselo como una cabeza amorfa
y del cual la masa encefálica viscosa cayó totalmente al suelo. Otra vez
cargó la pistola y se encargó de vaciar doce tiros más, repartidos entre
las piernas, los brazos y el cuello. Treinta y seis tiros.

Tomó su propia arma de detrás de su cadera y dio los últimos cinco tiros
en los testículos del hombre, dejando la sangre debajo de él en un
charco que empezó a mojarle los zapatos.

—¿Obtuviste lo tuyo? —se giró para encarar a Mark, el cual escupió al


suelo e hizo una mueca de asco—. Va, he hecho peores, venga.

—No voy a dormir en una semana por tu culpa, infeliz —miró la escena
con cuerpos desmembrados y tiroteados—. Y si, gracias.

—Sí, bueno —Taehyung pateó la cabeza del tipo que tenía a los pies,
con la boca abierta y los ojos hacia atrás, medio salidos de los orbes—.
Me cayó sangre en la puta boca, hazle prueba de sangre a estas plastas
de mierda que no quiero que me peguen un sida o alguna mierda.

Mark se rió y asintió.

—¿Hay agua en este puto sitio? —le inquirió al otro mientras iban
caminando hacia un mesón—. Me tengo que limpiar esta mierda, no voy
a llenar el carro de sangre.

—Hay un tanque con agua allá atrás —señaló Mark a un pasillo ancho—.
Es de la lluvia de ayer. Está helada, pero bien limpia.

El verdugo asintió, quitándose la sangre del rostro.

—Hey, white! —le gritó al tipo—. Open the back part from the black car
out there and bring me the bag.
''¡Hey, blanco! Abre la parte de atrás del carro negro allá afuera y
tráeme la bolsa.''

—Go —dijo Mark, dándole la orden.


''Ve.''

El sujeto hizo lo indicado y al rato volvió con una bolsa de plástico que
tenía una muda de ropa. Taehyung la tomó entre sus dedos y caminó a
la parte de atrás de aquel lugar, no sin antes girarse hasta Mark, que
había prendido un cigarro y estaba sentado en un mesón limpio.

—Que ninguno lo toque, lo vea o le hable siquiera —señaló a Jungkook y


Mark mandó a los hombres a que salieran del sitio; ellos obedecieron—.
Tus malditos gringos de mierda me caen mal.3

El tipo se rió y Taehyung fue hacia atrás dejándolo solo con Jungkook,
que estaba mirando hacia abajo, porque no queria ver la escena que
tenía en frente y tampoco al raro hombre mayor fumándose un cigarro.
De pronto, se lamentó porque los tipos se habían ido —incluyendo al
asqueroso que lo había tocado y que miró con desdén en lo que salió—
. Ojalá pudiera matarlos.

—¿Cuántos años tienes, niño? —Jungkook subió la vista y el tal Mark lo


miraba curioso. Bajó la cabeza para enterrarla más en sus piernas y a
penas lo miró por encima de las rodillas—. Puedes responderme. V sabe
que a mi exclusivamente me van los coños y las tetas grandes.

Tras unos segundos, el menor subió de nuevo la cabeza.

—Q-quince —habló con la voz temblándole—. T-tengo quince.3

Mark caló su cigarro unas tres veces, Jungkook lo estaba detallando y en


su mirada no estaban los ojos lascivos con los que lo miraba Taehyung,
ni la mirada obscena de los hombres que recién se habían ido, o la
lastimera con la que Namjoon lo observaba. No, en estos ojos había más
que todo curiosidad.

—Solo quince, mierda... —el mafioso formó una mueca de asombro, muy
bien disimulada—. ¿No le tienes miedo a V?1

Él le dio una mirada diciendo algo como... ¿de verdad hará esa
pregunta?

—Si usted que es un mafioso, lo tiene, ¿qué quedará para mí?

El hombre asintió dándole la razón y terminó de fumarse el cigarro para


luego tirarlo al suelo y pacíficamente sacar el humo por la boca. Se
levantó del mesón y caminó tranquilamente hasta Jungkook, lo miró
antes de salir del lugar.

Iba decir algo, Jungkook lo supo porque él abrió la boca, pero calló y
luego el hombre solo se fue de ahí dejando en una soledad lúgubre y
esperando para volver a irse de ahí con Kim Taehyung.

[...]

Jungkook sintió el auto ser estacionado a las afueras de aquella casa


donde le tenían rehén. Habían salido de aquel lugar, subido al auto y el
camino fue totalmente silencioso, ninguno de los dos dijo palabra alguna.
Kook mantenía la vista fija al frente o hacia la ventana a su costado y
Taehyung manejaba normalmente después de haberse limpiado toda la
sangre de encima. El chico no queria decir, preguntar o hacer nada ¿qué
respuesta podría recibir?1

Kim apagó el motor y en el manojo de llaves que sacó de al lado del


volante, estaba una muchísimo más pequeñita. La tomó entre sus dedos
y agarró las muñecas de Jungkook para atraerla y sacarle aquellos aros
pesados. Jeon no pronunció nada al respecto, más bien estaba tranquilo
aparentemente, después de haber visto aquella escena tétrica de su
verdugo maltratando a esas personas, sentía que estaba disimulando
bien el miedo y estado de shock, pero en realidad su corazón estaba
latiendo rápido y fuerte. De pronto, quiso abrir la puerta para adentrarse
en aquella casa, no era como si iba a salir corriendo pese a que no tenía
ninguna atadura, estaba todo oscuro y era plenamente consciente de que
Taehyung estaba armado y si quería echarse a correr, tarde o temprano
recibiría un puto tiro.

Pero, justo cuando iba a jalar la manilla, el sicario pasó los seguros.

—Ve hacia atrás, Jungkook —ordenó con aquella voz ronca.

El chico, con piernas temblorosas, pasó del asiento del copiloto hasta la
parte de atrás del auto, subiendo por encima de la guantera. Quedó
sentado en el medio del asiento trasero y está vez el corazón le estaba
dando una voltereta mortal, saltando fugazmente y bombeando sangre a
todo maldito rincón posible. Su respiración era errática, pero trataba de
calmarse poniendo sus palmas juntas dentro de sus muslos y para que
sus dientes no castañearan, los labios los tenía fruncidos hacia adentro.

Taehyung echó su asiento adelante, para tener más espacio en los de


atrás. Hizo lo mismo con el de al lado, jalando la palanca y rechistándolo
mientras casi lo pegaba de la guantera frontal. Sin esperar un poco, bajó
el vidrio de su puesto a la mitad y sintiendo la brisa fría de la noche
colándose dentro del Audi. Se quitó los zapatos de cuero, dejándolos
cerca de los pedales y pasó hacia atrás en un santiamén, quedando
sentado al lado de un nervioso Jungkook que tragó en seco y rehuyó la
mirada.

—Ven acá —Taehyung palmeó sus muslos y su rehén subió en ellos, sin
rechistar y quedando a horcajadas. El mayor le tomó de la quijada y la
alzó porque estaba viendo hacia abajo—. ¿Tienes miedo?

—¿D-de qué? —preguntó tímidamente, sabiendo la respuesta—. ¿De ti?

—Si —contestó—. De mí, Jungkook.

Claro que lo tenía, estaba al borde de un ataque al corazón y en shock.

—No, no te tengo miedo.

—¿Pretendes que te crea? —inquirió otra vez, alzando una ceja.

Taehyung no podía saber que Jungkook estaba muerto de miedo tan


solo con su sola presencia. Mucho más si estaban en aquella posición
donde sus grandes manos de pronto ahuecaban el culo de Jeon
apretujándolo y dándole lentos masajes en círculos. Los fanales del chico
estaban fijos en los contrarios. Taehyung no parpadeaba, ni eliminaba el
contacto visual. Es por eso mismo, que el chico se acercó lentamente a
él, depositando un casto beso en la comisura de sus labios, y con sus
temblorosas manos tomó el cuello del sicario poniendo los pulgares
sobre su manzana de Adán.10

—Pretende lo que quieras, Tae.


Él sonrió, como siempre lo hace a ojos de Jungkook, y entonces sus
manos se adentran por la camisa, tocándole la espalda baja y haciendo
que el chico jadee un poco por el roce. Las manos de Taehyung estaban
heladas, parecían recién salidas de una nevera o como si hubieran
estado expuestas a un bloque de hielo, pero la piel de Kook estaba tibia,
casi caliente, como si recién se hubiese expuesto al ardiente sol de la
mañana.

—Estás caliente —mencionó Kim.

—Seguro tengo una puta fiebre, Taehyung —pero no había terminado de


decir eso cuando el asesino frunció el ceño y tocó su frente.

Y no, su frente estaba normal, no tenía absolutamente nada de fiebre.


Entonces, la mueca de Taehyung se relajó en una sonrisa ladina y llevó
la misma mano hasta la entrepierna del chico, apretando su miembro y
robándole un gemido que calló al morderse los labios, para luego
Taehyung tomar su cadera y apegarlo más hacia él.

—No es por la fiebre, pequeño Jeon —y justo ahí, lo besó.8

Un besuqueo dio comienzo, como si ambos lo supieran y estuvieran


deseosos de eso. El contacto era alto y sus bocas se compenetraban
otra vez. Jungkook se empujó más contra la palpitante erección del
mayor, el cual adentraba su lengua nuevamente, enredándola con la de
Jungkook, perfilando sus labios, suspirando en su boca, raspándole los
belfos. Las falanges del chico se adentraban en el cabello de Taehyung,
templándolo más hacia él.

Y Jungkook se asustó, porque a pesar de haber visto aquello hace unas


horas, de verdad quería seguir besándolo justo así, porque enserio
quería que le comiera la boca y le robara el aliento. ¿Pero era necesidad
para atraerlo y mostrarse complacido? ¿O quería que lo complaciera en
verdad?

Jeon Jungkook era una maleza confusa.1

Y hace días juraba que lo hacía a la fuerza y quizá lo seguía haciendo,


pero ahora no se mostraba tan recio como antes. Era malo, Taehyung
era un hombre cruel y malo, recién lo había visto. ¿Cómo iba a dejarse
tocar por él, cuando en su mente solo estaban aquellas imágenes
recientes? ¿Cómo podía disfrutar sus grandes manos tocando su piel,
cuando eran las mismas manos que querían arrebatarle la vida como a
tantos más? Estaba fingiendo todo, estaba siendo condescendiente para
dejar de sufrir un poco, pero era como que cada vez se tomaba ese
papel más en serio. Y tomarse el papel en serio solo lo iba a llevar a una
dimensión desconocida, lo iba a llevar a las puertas del infierno mismo y
a masacrarlo hasta la muerte.

Pero lo seguía besando más.

Y los mismos sentimientos los tenía Taehyung, ¿por qué lo tocaba así?
¿Porque solo quería escucharlo gemir y llorar? ¿Por qué no podía
masacrarlo pronto? No es que no pudiera, es que al parecer no quería,
no por ahora. En algún momento si, estaba consciente de eso porque
Jungkook no iba a quedarse con él por siempre, porque Jungkook era un
pago, porque era un encargo, era mercancía como cualquier otra y no
quería ser el comprador. Solo quería alejarlo, golpearlo, masacrarlo,
quería que fuera como siempre, quería que fuera el malo de la historia...
pero esos ojos empezaban a verlo con algo más que miedo. Ese par de
orbes azabaches que empezaba a odiar, se encontraban con los suyos y
parecían no poder desconectarse fácilmente, como un imán. Se
detestaba por eso, no podía soportarse a sí mismo teniendo un gusto por
él. Era como estar constantemente quemándose el cuerpo, pero no
poder salir de las atacantes llamas porque adorabas el color y calor. Era
como tener una herida doliendo y no querer curarla porque iba a
desaparecer. Jungkook era un puto chiquillo inferior a él y sin nada de
especial, ¿entonces, por qué?

Taehyung solo quería alejarlo y que el corazón no se le acelerara por


otra cosa que no fuera hacerlo sufrir. Jungkook quería alejarse y que su
corazón no latiera por otra cosa que no fuera miedo. Sin embargo, ahí
estaban, besándose como si ambos fueran el deleite gourmet más
añorado y preciado del mundo, como si las circunstancias no fueran
malas y deplorables, como si no hubiera un victimario y una víctima,
como si no hubiera un verdugo y su próximo trabajo, que era matarlo.
Como si Taehyung no le estuviera haciendo daño y el sufriendo. No
había eso en ese instante.

En ese instante, era solo Kim Taehyung normal. No V, ni Seokjin, ni Tae.


Solo Taehyung, sin nada anexado.

Taehyung y Jungkook besándose, sin nada más que sus mentes


queriendo más de ese tacto.2

¿Por qué? Porque la mente nunca podía dejar de rememorar aquello que
te hacía sufrir. Porque lo que te atormenta, siempre estará contigo y
aunque quieras esconder algo en lo más profundo de tus pensamientos,
siguen siendo parte de ti y lo serán por siempre, hasta que por arte del
ciclo de la vida no puedas volver a abrir los ojos nunca más.

Taehyung hacia sufrir a Jungkook, y Jungkook, aunque no creyera, hacia


sufrir a Taehyung.20
Era un hombre cínico, porque le decía que le gustaba, incluso sabiendo
que no era porque Jungkook fuese especial, sino porque era la presa del
festín que él se daría. Era un niño estúpido, porque juraba que podía
seguir ese juego y convertirse en el festín de Taehyung tranquilamente,
pero no dándose cuenta que empezaba a gustarle que lo tragaran.2

—T-Taehyung... ah... —estaba gimiendo demasiado cuando su camisa


fue levantada y Taehyung empezó a mordisquear y lamer sus pezones
que estaban erectos para ese entonces—. Taehyung...5

El nombrado ahuecó con ambas manos su cintura y lo inclinó hacia


adelante. Jungkook sintió la erección ajena justo entre sus nalgas y podía
haber dicho algo o quejarse, pero su miembro volvió a ser masajeado por
encima de los pantalones que cargaba y su cuello comenzó a ser besado
con lentitud, como quien prueba un fruto prohibido, aún sabiendo que lo
está. Las manos de Taehyung viajaron de su miembro hasta el borde de
la camisa y la sacó por encima de su cabeza, dejándolo expuesto en la
parte superior. Luego llevó sus falanges al borde del pantalón ajeno y lo
deslizó hacia abajo, sorprendiéndose cuando Jungkook bajó de su
regazo, terminando de quitarse por sí solo la prenda y volvió a subirse,
besándolo otra vez.

El chico no paraba de menearse vagamente cada vez que Taehyung le


apretaba el miembro con su gran mano y rozaba la punta con sus dedos
por encima del bóxer y a la vez se hundía en su cuello, presionaba sus
clavículas con los labios y el pequeño hueso sobresaliente era perfilado
por su lengua. Tampoco cuando con manos hábiles separaba las nalgas
de Kook y meneaba las caderas hacia arriba para que lo sintiera
completamente despierto y duro por él. Kim no soportó más, así que bajó
la última prenda que le quedaba al muchachito y este alzo las piernas,
una primero y luego la otra, para que el bóxer cayera al suelo del auto y
al final quedara completamente desnudo.2

—Jungkook... —bramó sobre su boca soltándolo y llevando las manos


hacia el borde de su pantalón y bajarlo junto a la ropa interior, liberando
su pene erecto, duro y lleno de pre-semen en la punta—. Quiero que me
tomes, Jungkook. Quiero que lo hagas hasta que chilles, pequeño Jeon.
Porque quiero follarte y dejarte llorando, aquí y ahora mismo.

Kook no pronunció palabra alguna, solo tenía la cabeza enterrada en el


hueco de su cuello, sintiendo la punta viscosa del miembro de Taehyung
restregarse contra su entrada y el espacio entre sus nalgas. El mayor las
separaba y deslizaba su pene entre ellas, volviendo al chico totalmente
loco con esa sensación, desatando sus gemidos y haciendo que apretara
sus labios. Cuando rozó el glande con el caliente orificio, haciendo
presión, Jungkook meneó las caderas en busca de más contacto, en
busca de que lo embistiera al menos un poco, pero Taehyung quitó el
miembro solo para torturarlo.

—Pídelo —ordenó, siendo testigo de cómo Jungkook abandonaba su


cuello y lo miraba de frente; entrecejo fruncido con el cabello pegado
sobre aquellas marcas y negando con la cabeza—. ¿No vas a
pedírmelo? No voy a dártelo.

Estaba jugando con la cordura del chico, lo tenía suplicando sobre él y


Jeon meneándose para tratar de llegar hasta su miembro, pero
Taehyung quitándolo y obligándolo a que se lo pidiera. Y él no quería,
porque si su dignidad estaba en el subsuelo, si lo pedía iba a quedar
sepultada en el centro de la tierra. Apretó el cuello de Kim y le dio una
mirada suplicante mientras seguía buscando contacto. Las manos
anteriormente las tenía en sus hombros y ahora yacían al borde de su
nuca. Con la boca entreabierta jadeó por aire, rozando ambas narices.
Dejó un besito, uno donde solo presionó sus belfos contra los ajenos y
Taehyung rió porque aunque Jungkook quería, era demasiado orgulloso.7

—Por favor... —jadeó suplicante, viendo sus labios, porque ver esos ojos
le daba vergüenza—. Por favor, Tae...

—¿Por favor qué, Kookie? —su voz en ese momento sonaba tan ronca
que podía asustar. Quería que lo dijera, amaba hacer que Jungkook
perdiera su orgullo cada vez más y más—. ¿Qué quieres? Si no me dices
no voy a saber, amor.30

Lo quería, lo necesitaba, Jungkook estaba excitado, sus manos estaban


en el cuello de Taehyung, su cuerpo balanceándose en busca de
contacto, su pene doliendo porque no tenía estímulo y el pre-semen
propio adornaba la punta. Lo deseaba, se estaba maldiciendo por dentro
porque era incorrecto, malo y horroroso, pero no quería...

A la mierda su orgullo.2

—Q-quiero que me folles, Taehyung...6

E inmediatamente, Kim tomó su pene y lo metió en el chico, buscando


aliviar su dolorosa erección y a la vez la de Jungkook. Su entrada estaba
apretada, hinchada, llena de su líquido, caliente y enrojecida solo por él.
No iba a prepararlo para nada, quería sentirlo todo y no es como si lo
necesitara mucho, con la follada que le había metido ayer. El muchachito
jadeó entrecortadamente, echando la cabeza hacia atrás, permitiéndole a
Taehyung tomar su cintura desnuda. Y Kim no esperó que se
acostumbrara a nada, así que dio la primera embestida, echando sus
caderas hacia abajo y subiendo las de Jungkook, dejando la punta de su
falo adentro y luego estocándolo de golpe dos veces.1
—T-Taehyung, A-ah... d-duele... —se sentía lleno, ofuscado, excitado y a
la vez tan mal. El pene de Taehyung se clavaba hasta el fondo, era una
sensación punzante y que ardía. Llegaba profundo, tanto que sus ojos se
llenaron de lagrimitas por la presión y las liberó cuando se volvió a hundir
en él, controlando sus caderas y haciendo que apretara los ojos—. T-
Taehyung...

El chiquillo entre tembleques metió la cabeza en el espacio entre el


hombro y cuello de Kim, apretando los labios con fuerza por aguantar la
intromisión de cada estocada.

—J-Jungkook... mi insolente Jungkook —gimió sobre su oreja, jalando


con los dientes sus perforaciones vacías y templando su cabello con la
diestra para probar su cuello—. M-me encanta follarte, Kookie... Me
encanta embestirte y que estés así por mi —Jungkook gimió alto cuando
al terminar de decir eso, Taehyung separó sus nalgas y se adentró
más—. Me gustas tanto, tanto... hijito de puta. Me encanta hundirme en ti
hasta que te ahogas porque soy demasiado para soportar, amor.25

Acto seguido, comenzó a moverlas más frenéticamente, subía la cintura


impropia hasta tener solo la mitad y de un golpe subía la suya con fuerza
para adentrarse repetidamente.

—Ah, ah... Taehyung —sus uñas se hundían en el cuello ajeno hasta


rasguñar, pero a Kim no le importaba sentir ese pequeño dolor—. Tae...

El muchachito arqueó la espalda recibiendo cada embestida y hundiendo


la cabeza entre el hombro contrario, apretando la suave camisa negra
que cargaba Taehyung. Su pecho subía y bajaba culpa de sus erráticas
inhalaciones. Por un momento pensó que iba a partirse en dos, juraba
que lo iba a hacer. Pero dentro de él, su captor tocó aquel punto que hizo
que abriera la boca y soltara un gruñido al borde del éxtasis en aquel
familiar cosquilleo que le recorría todo.1

—¡A-así! ¡A-ahí! —pidió entrecortadamente y Taehyung empezó a mover


sus caderas en círculos, de adelante hacia atrás y penetrando en
conjunto con ambas caderas. Jeon sintió los labios mordisquear su cuello
con rudeza, lamiendo la zona, chupando fuerte y raspándolo—. T-
Taehyung, mhg...

Sus ojos no mentían cuando Taehyung los vio, Jungkook tenía los labios
mordidos y las mejillas sonrosadas, producto del calor de su cuerpo. Ya
las manos de Taehyung estaban en todas partes y no se sentían frías,
estaban igual de tibias. Ahuecando sus nalgas, luego yendo hasta sus
pezones para acariciarlos, después jalando los pequeños vellos que
tenía, jalándole el pelo de lado para exponer su cuello y dejar cada
chupetón, mientras se hundía duramente y le sacaba quejidos altos y
prolongados a su pequeño Jeon.

—K-Kookie... —bramó al sentirse incluso más duro dentro del niñito. Sus
dedos dejarían marcas al siguiente día por lo brusco que lo aguantaba—.
E-eres mío, mio...

No pedía una respuesta —y no la necesitaba de todos modos—, porque


era totalmente suyo. No por follarlo dentro de su carro, no por tenerlo
gimiendo su nombre, ni porque estaba cautivo gracias a él. Jungkook era
suyo porque todas las cosas que se hallaban en la mente de Taehyung;
las conocía perfectamente. Las malas, las normales y las míseras
buenas que medio quedaban.5

Solo Jeon Jungkook y nadie más.


Lo tenía al borde, tanto que Jungkook pidió tocarse y Kim se lo permitió
mientras mordía sus labios hasta sentirlos magullados y más hinchados
sin quitar el contacto visual. Taehyung lo iba a tocar, pero quería ver que
tan bien se sentía tener a su pequeño Jeon tocándose por lo bien que lo
estaba penetrando. Una vez, al menos, ya después no lo dejaría tocarse
porque solo podría tener las manos suyas encima de él.

—¡T-Taehyung! —el chico había llevado como pudo una mano hacia su
propio miembro y no tardó muchas veces en jalarlo suave cuando se vino
encima de su mano y parte de las caderas de Taehyung—. ¡Hahg!

El sicario tomó tres dedos y los llenó de la esencia contraria, suficiente


para que goteara de sus dedos, pidiéndole a Jungkook que abriera la
boca. El chico pareció negarse primero con cierta mueca de desagrado,
pero Taehyung templó su cabello haciendo que chillara agudamente y en
ese momento metió los tres dedos hasta el fondo de su garganta,
llenándola de su propio semen.

—Trágatelo t-todo —ordenó, y Jungkook dejó de respirar un momento


para tragar aquel líquido que no sabía a casi nada. Luego sacó su lengua
mostrando que lo había hecho y Taehyung sonrió, viendo un par de
gotas escurrirse de su boca—. Bésame.9

Jungkook se abalanzó sobre él y emprendió un besuqueo ardido y


brusco donde Taehyung probó al chiquillo por primera vez, derritiéndolo
en su boca y masacrando su lengua a embestidas frenéticas que se
ampliaban a la brusquedad de las estocadas de su pene en aquella
entrada que adoraba. Jungkook estaba exhausto, al punto que casi no
sentía las piernas, pero Taehyung era el que estaba tomando el control
de su cuerpo por completo, entrando y saliendo rápidamente, haciendo
que el calor empañara los vidrios y en el auto solo se escucharan los
cuerpos chocar y a ambos gemir y gruñir en deseo.14

Viendo que el menor estaba fuertemente enganchado de su cuello, de un


hábil movimiento lo tumbó de espaldas contra los asientos traseros. Le
tomó ambos tobillos subiendo los y exponiendo su entrada con restos de
semen, relamiéndose los labios al ver como lo había dejado la noche
anterior y como lo dejaría hoy. Para quedar más cómodo, el asesino
hundió la rodilla izquierda en el asiento y el pie derecho lo mantuvo
flexionado para llegar hasta el débil cuerpo debajo de él. Sacó el cinturón
y bajó más sus jeans, hasta la mitad de sus muslos y guiando de nuevo
su miembro erecto hasta el niñito, lo restregó en la profanada entrada de
arriba abajo y le agarró los muslos mientras iba llevando las caderas al
frente.

Empezando un vaivén a una velocidad normal, el mayor encogió las


extremidades del chico y después las colocó encima de sus hombros,
aguantó su cuerpo contra la puerta del auto y las embestidas volvieron a
ser frenéticas mientras sacudía la anatomía bajo suyo.

El ritmo era preciso, saliendo entero y entrando fuerte. Kook se apretaba


los labios mientras gemía alto y echaba la cabeza poco atrás o a los
costados. Cuando estaba enteramente adentro podía sentir los vellos de
Taehyung otra vez restregándose en su entrada, sus testículos impactar
por lo subidas que estaban sus piernas y el dolor en la cintura y espalda
por tenerlas alzadas.8

—Mírame —pronunció su verdugo—. Mírame m-mientras estoy


haciéndote mío, J-jungkook. Mírame y siénteme follarte.
Al abrir los ojos, el cabello de su victimario estaba entre sus orejas y
también su frente tenía gotas de sudor. Sus labios estaban más
hinchados y entreabiertos mientras gruñía cada vez que el chico contraía
su entrada y le apretaba o la dilataba para que entrara más.

Fue entonces cuando Taehyung recordó la navaja que tenía en el


auto. Oh, quería hacerlo llorar.48

Salió abruptamente del chico, dejándolo enteramente vacío y tumbado


boca arriba en aquel asiento. Jungkook tenía los ojos cerrados pero no
iba a dormirse, solo estaba medio entumecido por la actividad, con su
entrada contrayéndose cada dos por tres. Taehyung se inclinó hasta la
guantera del frente y de allí sacó una perfecta navaja extremadamente
filosa, que incluso tenía un protector, Jungkook no lo vio hacer eso y
cuando regresó, puso la navaja bajo su pierna con cuidado que no le
cortara y volvió a subir a Jungkook sobre él. Tomó su pene y lo adentró
en el chico volviendo a sacarle un gemido por haber llegado hasta el
fondo de una sola vez.

—Taehyung... Ah, Ah... no p-puedo —dijo, pero sin embargo se agarró


de sus hombros y empezó a subir y bajar lentamente, montándolo incluso
si sus coyunturas ardían. Gimió alto cuando él mismo logró tocarse ahí—
. Tae... ¡TAE! ¡Ah!

Jungkook movió las caderas de atrás para adelante mientras las manos
en su cintura le guiaban, sus dientes delanteros tenían atrapado su labio
inferior y sus ojos estaban empezando a ver borroso. Fue testigo de la
sonrisa de Taehyung y de cómo con sus pulgares le quitó aquellas
gotitas de los lagrimales mientras el chico seguía meneándose. Kim
pensó seriamente que tenerlo debajo de él y controlarlo era bueno, pero
tenerlo sobre él mientras lo montaba y le guiaba era mejor, sobre todo
por sus muslos a cada lado de su cadera y su cuello a la vista para
atacarlo.2

—Te gusta que te folle, ¿verdad, niñito? —Jungkook lo escuchaba, pero


no quería responderle. Solo se limitó a esconder la cabeza en su
hombro—. ¿Te gusta que me adueñe de ti hasta que sientas que vas a
ahogarte?1

—N-no...

—¿Y por qué estás chillando mientras me tomas, hm? —gruñó con el
cabello entre sus manos y la otra en el nuevamente erecto pene de
Kook—. No mientas, bebé. En tus ojos tengo la respuesta, pero me gusta
que me la digas tú, amor. ¿Te gusta?1

—Ah... —el chico se limitó a asentir, tragando su orgullo. Cada pregunta


venía con una estocada más fuerte y ya sentía que iba a desaparecer ahí
mismo—. Tae... v-voy a desmayarme...

—No te vas a desmayar, pequeño Jeon —acotó con sorna—. Falta la


mejor parte.

Y Jungkook no supo qué decir, hasta que sintió algo filoso contra su
abdomen y luego un rasguño que ardió horrible.

—¿QUE H-HACES? ¡TAEHYUNG! —el chico trató de separarse, pero


Kim aprisionó sus muñecas, para luego bajar la cabeza hasta su
abdomen y lamer la sangre de la herida no tan profunda que había
hecho—. ¡E-ESO ARDE! ¡N-NO!

—¡Pues aguantas! —gruñó, y saboreó la sangre del chico entre sus


belfos, viendo que la herida volvía a sangrar otra vez así que volvió a
pasar la lengua—. Tu sangre es tan dulce, pequeño Jeon.35
Jungkook se echó hacia atrás buscando separarse, sin embargo, solo
consiguió que Taehyung prolongara su fuerza impidiéndole el
movimiento.

—¡D-detente! ¡TAEHYUNG PARA! —pidió, viendo la herida deslizar


gotas de sangre hasta su pelvis, los movimientos hacían que se lastimara
un poco pues aún estaba dentro de él—. ¡Taehyung, no! ¡B-basta!

Otro corte fue rápidamente dejado debajo de la clavícula izquierda.


Taehyung tenía una mano sujetándolo y Jungkook había empezado a
entrar en pánico cuando Kim soltó la navaja a un lado y perfiló su lengua
por la herida. Ardía y palpitaba, era quizá soportable, pero la presión por
el desespero hacia que sangrara con más fuerza. Su otra clavícula
también fue cortada una vez el mayor volvió a tomar el filo y esta
Jungkook enterró sus uñas en el cuello contrario para liberar el dolor,
estaba empezando a llorar y lo hizo más fuerte cuando un dedo pasó por
la zona, volviendo a raspar junto a su lengua provocándole ardor.

—¡Me duele, Taehyung! —se quejó y para ese momento ya sus ojos
escurran saladas lágrimas pesadas de las que su verdugo se burló,
dejando la daga a su costado y tomándole las mejillas—. ¿P-por qué
haces... por qué haces esto? ¡Duele, para!

—Me gusta verte llorar, pequeño Jeon —y antes de que Jungkook se


quejara, la navaja fue tomada de nuevo—. Vamos, sigue haciéndolo
hasta que tengan suficiente de tus lágrimas, amor.

El cuarto corte fue una zona que realmente dolió. Taehyung hizo una
incisión cerca del pezón izquierdo, esa había dolido más que el resto.
Sobretodo, porque cuando lamió la herida, succionó el botón haciendo
que Jungkook enterrara las uñas en su cuello de nuevo, tratando de
separarse y un grito de dolor se escapará de su garganta.23

—¡Para, para, para! —otro corte fue hecho debajo de su nuez de Adán,
mismo que Taehyung lamió y chupó—. ¡Ya, Taehyung! ¡P-por favor... ya!

Jungkook tenía tanto llanto y la cara tan hinchada que Taehyung sonrió
abiertamente, plantando sus labios contra los contrarios y tomándolo de
ambas mejillas para presionarla y que sus labios se abultaran. Y sonrió
más, cuando pasó la navaja por el labio inferior de Jungkook dejándole
una cortada.

—¡No! —gritó agudo, sintiendo las manos presionar duramente su mejilla


y su boca llenarse de sangre, incluso podía saborear las lágrimas ahí—.
¡Taehyung, basta, por favor!

—Eso no duele, pequeño Jeon —e inmediatamente después de hablar,


Taehyung tomó la navaja, abultó su belfo inferior e hizo un corte que
sangró inmediatamente—. Ven, mi amor, bésame como solo puedes tú.5

Y Jungkook supo en ese instante que estaba frente a la persona más


insensible del mundo.1

Y lo besó, sintiendo el sabor metálico de su propia sangre escurrirse de


su boca hasta su barbilla y también sus labios impregnándose de la
sangre de Taehyung en su boca que ambos tenían en tono carmesí,
ambas heridas ardían, Jungkook más por tenerlas alrededor del cuerpo,
pero al parecer no le importaba al otro, que luego de dejar de besarlo
retomó aquellas drásticas embestidas haciendo a su pequeño Jeon aullar
tanto de dolor por las heridas moviéndose, de placer por estar apuñalado
su próstata una y otra vez, retorciéndolo y de ardor por su lengua
perfilando las heridas en sus clavículas y tetillas.
El familiar cosquilleo en la parte baja de su abdomen llegó en Taehyung
y luego de mover las caderas de Jungkook en círculos y jalar su cabello
hacia atrás para morder la herida de su cuello y lamerla, se vació
enteramente en el ano del chiquillo, sintiéndolo caliente y palpitante bajo
si otra vez. Siendo apretado por las paredes de Jungkook que de nuevo
se había corrido, producto de Taehyung embistiendo tan fuerte y de lo
poco que él aguantaba.

—J-Jungkook...

—Ta... Taehyung...

El chico dejó caer su frente en el hombro contrario y Taehyung no se


movió mientras cínicamente acariciaba su pelo y lo escuchaba sollozar
de dolor. Jungkook apretaba su camisa con fuerza y se quejaba
ávidamente, su labio aún escurría sangre y ardía cada vez que se
mezclaba con la saliva. Entonces, Jungkook sorbió por la nariz y volvió a
encararlo siendo testigo de la mirada penetrante de Taehyung sobre la
suya y de sus labios estando llenos de sangre.

—E-eres un monstruo... —dijo llorando, viéndolo reír. El labio de


Jungkook temblaba y sus dientes comenzaron a castañear—. Eres un
monstruo, Kim Taehyung...

—Lo soy, bebé... —contestó ridículamente dulce—. Soy un monstruo al


que te entregaste.1

El chiquillo volvió a sorber por la nariz, sintiendo las hipócritas caricias


que le estaba dando su captor en la espalda. Deslizaba la yema de sus
dedos de manera suave entre su columna, luego ladeaba a su cintura y
volvía a dejar toques leven en su cadera a la par que respiraba en su
cuello.
—Te detesto —dijo de frente, con los labios temblando y recibiendo de
vuelta una ceja alzada por parte de Taehyung—. Te detesto tanto...

—Sí, mi amor —consoló con una voz llena de falsa empatía—. Yo


también te detesto a ti.4

Porque para Jungkook no era fácil hacer lo que su mente quería. No era
fácil adentrarse en ese juego y subir de nivel sin morir en el intento una y
otra vez. Porque a pesar de querer mostrarse complacido, cada vez que
lo intentaba debía afrontar un reto mayor.11

Taehyung salió de su interior y Jungkook sintió presión en las zonas


lastimadas, la espalda baja de sus caderas y el semen deslizarse por sus
muslos. Estaba cansado, agotado, cortado y maltratado. Quería llorar y
dormir por horas hasta que cada una de las heridas de su cuerpo se
cerrara y los recuerdos de su mente se borraran para siempre. Quedó
tumbado en un lado del asiento trasero y vio como Taehyung subía sus
pantalones junto a la ropa interior y se ajustaba el cinturón, pero se
quitaba la camisa.

—¿Qué... que haces? —preguntó Jungkook, siendo acomodado de


lado—. D-déjame... ¿qué haces?

Sin embargo, la respuesta vino cuando Kim, con el borde de la camisa,


presionó las heridas que estaban aún sangrando y luego presionó su
boca lentamente. Taehyung lo tomó de los brazos y le jaló hasta tenerlo
cerca para después colocarle la prenda y taparlo hasta el principio de sus
muslos.

—E-eres una mierda, Taehyung...

—Que inteligente eres, bebé.


Kim abrió la puerta del auto y salió de él, jaló los muslos de Jungkook y
sin nada de esfuerzo lo cargó para llevarlo hasta la casa. El menor pasó
sus brazos por el cuello ajeno y sus piernas por las caderas, Taehyung lo
estaba agarrando por la cintura, pero tuvo que bajar hasta ahuecar su
culo debido a que no tenía fuerza en las piernas para sostenerse. Con un
pie, cerró la puerta del auto y se adentró a la vieja casa mientras ponía
una mano en su cabeza para dejarla en su cuello.7

—T-Taehyung... —lo llamó el chico, sorbiendo por la nariz, abrazándose


fuerte a su cuello y siendo testigo de cómo el sicario abría la puerta con
una mano, la cerraba con un pie y subía las escaleras con él encima—.
¿A-algún día vas a matarme?

Taehyung acunó su cabeza con una palma y siguió caminando sin


responder. Subió al primer piso y encendió una luz que daba lo suficiente
para alumbrar hasta el último cuarto, pero se desvió para no dejarlo
tirado en aquel donde siempre estaba, sino que caminó un poco más y lo
dirigió hasta el propio, abriendo la puerta, cerrándola tras entrar y
depositando suavemente a Jungkook en la cama para después
recostarse a su lado. El chico sintió el peso y aún estaba medio despierto
cuando quiso volver a preguntar.

—Taehyung... ¿algún día vas a matarme? —repitió.

Él lo miró de frente.

—Eso tenlo por seguro, pequeño Jeon —tras eso el chico cayó rendido
otra vez y Kim suspiró, dispuesto a dormir.

Pero a pesar de lo que dijo, Taehyung sabía que aquella no era la


verdadera respuesta.
Porque solo quizá, los sentimientos que estaba teniendo hacía Jungkook,
eran aquellos que jamás pensó tener.71

XX: Fake attitudes.


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por sietealmasuncorazon

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Era de mañana y Taehyung lo sabía por el rayo de luz que le estaba


dando en el rostro.
3

Entreabrió los ojos, mirando hacia el techo de la habitación. Presionó


ambos para acostumbrarse un poco a la luz solar que le estaba medio
quemando las pupilas y gruñó al sentir los ojos arder. En ese momento
tenía una presión en el pecho, como si algo lo estuviera sosteniendo con
fuerza contenida, y a la vez enterrándole las uñas levemente en el tórax,
así que llevó su mano hasta ahí para ver por qué lo sentía y se levantó
de golpe quedando sentado en la cama cuando lo vio.3

Jungkook estaba durmiendo boca abajo, con una expresión de


incomodidad, solo con la camisa que Taehyung le había puesto el día
anterior y que tenía manchas de sangre las cuales se habían traspasado
hasta la cama. Aunque, eso no fue lo que le inmutó; lo que lo inmutó
fueron las manchas de lágrimas que yacían en la cara del niño, la
expresión suavemente quejica; con sus cejas fruncidas, los labios
entreabiertos respirando por la boca —quizá porque tenía la nariz
tapada—, y sobre todas las cosas, la mano que Jungkook tenía en su
pecho apretándolo fuerte mientras enterraba sus uñas sin fuerza, por
estar inconsciente.

Se había dormido llorando, Kim estaba a sabiendas de eso porque el


chico había despertado a la medianoche, quejándose del dolor de las
heridas y llorando bajito sin tratar de hacer ningún ruido para no
despertar a Taehyung, pero este ya estaba despierto; solo que dándole
la espalda e ignorándolo absolutamente mientras escuchaba como
pronunciaba de manera entrecortada ''te odio, Tae'' pensando que el
hombre no escuchaba su voz. El asesino hizo caso omiso, hasta que a
los minutos volvió a oírle respirar tranquilo, habiendo alcanzado el sueño
de nuevo. Fue entonces cuando se giró y quitó los aros de metal que
había puesto en las muñecas impropias, para dejarle dormir cómodo otra
vez.

Estaba consciente de que Jungkook se despertaba a media noche con


pesadillas, pesadillas donde su verdugo era Taehyung y él la
víctima. Pesadillas que no estaban lejos de la realidad.
Y no era algo que sabía de hace poco; porque desde que Jungkook
había sido privado de su libertad, desde el primer dia que lo vio y antes
de golpearlo por primera vez hasta dejarlo ensangrentado e inconsciente
por tres días, antes de matar al hombre frente a él para provocarle
miedo, quemarle el cuerpo con las colillas, besarlo por primera vez,
drogarlo y llevárselo a donde estaban ahora, darle aquella ultima paliza,
antes de follarlo a la fuerza, marcarlo y denigrarlo dejándolo por el suelo,
Taehyung lo veía dormir en la cabaña. Por eso lo descubría siempre que
intentaba hacerse el dormido, porque entraba al cuarto y se sentaba en
el suelo a verlo un rato para luego irse.1

Todo, hasta que un par de días después que lo tuvo ahí, notó que
Jungkook se despertó a media noche con la respiración entrecortada y
llorando, pero no vio a Taehyung debido a que no había luz. Solo al rato
volvió a dormir murmurando ''ya... ya...'' y luego que cayó dormido, Kim
salió del cuarto a conciliar el sueño propio. Desde ese día, el sicario no
podía dormir hasta saber que su pequeño Jeon no iba a despertarse en
la madrugada llorando, así que esperaba a que durmiera, se despertara
con las pesadillas y volviera a caer dormido, para entonces irse de allí.29

¿Eso era culpa? Porque era irónico y horrible. No le gustaba y lo ponía


jodidamente frustrado al punto de querer caerle a golpes por ser el
causante de eso y luego volver a sentir culpa otra vez, hasta repetirlo
como un círculo vicioso. Por eso se la pasaba imaginando cómo hacerlo
sufrir más, por eso queria acabar con él pronto y a la misma vez no
queria porque el sentimiento de hacerlo sufrir le gustaba tanto como
odiaba el sentimiento de culpa. Para él, Jungkook era dos caras de la
misma moneda, una que disfrutaba y otra que detestaba. Una llama que
lo estaba traspasando y destruyendo, pero él era lo suficientemente
masoquista como para permitírselo.9
Y quizá lo mismo estaba pasándole al chiquillo, pero Taehyung no lo
sabía. Quizá lo estaba tocando mucho más allá de lo físico.

''Taehyung... ¿algún dia vas a matarme?'', recordó, pero más bien


debería ser: ''¿Jungkook... algún dia voy a matarte?''10

Se le quedó viendo un rato, él estaba dormido profundamente, aunque


con seguridad tan débil que si le metía un golpe en la cara se iba a
despertar de una buena vez, pero no lo hizo. Lo que, si hizo, fue llevar la
mano de Jungkook entre la suya y apretarla, dándose cuenta que él se
removió un poco sin despertarse en el proceso. Dejó su palma entre la
suya y pasó sus propios dedos por los contrarios, entrelazándolas. La
mano de Jungkook estaba tibia, y a pesar de que tenía un raspón en la
palma junto a la cicatriz de la colilla de hace semanas atrás, se sentía
extremadamente suave a su tacto. O quizá era que, sí estaban ásperas,
pero Kim no lo sentía porque las de él estaban más ásperas aún. Los
dedos de Jungkook eran delgados y largos, pero no tanto como los
propios, y sus uñas estaban extrañamente limpias, aunque mordidas por
los bordes. Sus dedos, mismos que la noche anterior se estaban
enredando en su cabello y en su cuello, estaban temblando y mientras
dormía castañeaba un poco. Tenía frío.12

Kim giró su cuerpo hasta la sábana cercana, cuando volteó a Jungkook,


vio que la camisa estaba con manchas grandes de sangre y una más
visible estaba en la sábana beige. El sicario bufó y le alzó la camisa
dejándolo expuesto y dándose cuenta que las heridas que había hecho la
noche anterior estaban sangrando, por la presión del chico boca abajo.
Jungkook tenía la cara sudada y casi ni se movía, así que Taehyung
supo que, aunque estaba durmiendo, le incomodaban aquellas
incisiones. Arropó sus pies y se levantó del colchón hasta tomar un bolso
debajo de su cama para sacar de ahí un cepillo dental y un tarrito de
pasta con flúor.7

Se dirigió hasta el baño y abrió una llave detrás del lavamanos y que
permitía que el líquido llegara hasta ahí, se enjuagó la boca e hizo una
mueca cuando sintió el ligero ardor de su labio inferior, producto de la
cortada que él mismo se provocó. Sacó la pasta y lavó su boca,
volviendo a hacer la misma mueca por la espuma dándole en la herida y
cuando escupió se dio cuenta que había sangre brotándole del labio,
pero muy poca así que no le importó demasiado. Lavó bien sus manos,
que estaban con restos de sangre propia y de Jungkook y también su
cara. Tras cerrar la llavecita de atrás, salió del cuarto y debajo de la
cama sacó otro bolso que tenía alcohol, algodón y agua oxigenada.
También otro que tenía su ropa y tras ponerse una camisa, tomó un paño
limpio y se sentó en el suelo. Abrió el paquete de gasas, el alcohol y
sumergió una punta ahí, llevándosela al labio, ardió un momento y ya
después con la herida desinfectada tiró el algodón al suelo, luego se
levantó.20

Jungkook aún tenía la misma expresión en el rostro, estaba dormido y


trasnochado, aún así su sueño parecía imperturbable; su cara tan lisa y
su entrecejo mínimamente fruncido le hacían saber que no despertaría
pronto. Si por Taehyung fuera, lo dejaría dormido ahí hasta que él mismo
se levantara, pero era hora de dejar Jeju y regresar. Su bonito rostro se
veía tan angelical dormido ahí, parecía que estaba teniendo una
pesadilla, no obstante, parecía tan sublime, que lo único que lo
perturbaba eran aquellas tres letras que tenía grabadas en la frente, el
moretón de su pómulo que estaba bajando la hinchazón, la marca de
cuando le rompió la comisura de la boca, el corte en su labio inferior la
noche de ayer y una que otra marca reflejada en su cuello. La vista era
adornada con el par de ojeras debajo de sus preciosos ojos
azabaches. Era como un cristal hecho pedazos, pero igual brillando más
que ningún otro.5

Y si, para cualquiera, el rostro de Jungkook estaba maltratado, magullado


y roto, pero Taehyung lo estaba viendo con adoración, como si marcar su
piel fuera su pasatiempo favorito. Cada una de las marcas eran obra del
verdugo y de solo saber que él era el dueño causante de su sangre,
sudor y lágrimas lo hacía verlo con devoción. Contemplarlo como quien
mira algo magnifico; porque lo adora, y a la vez querer seguir haciéndole
daño; como quien lo detesta, era eso el sinónimo de lo que estaba
sintiendo por Jungkook.7

Lo adoraba y lo detestaba. Le gustaba y lo odiaba. Lo quería con él y


quería alejarlo. Quería conservarlo y quería matarlo. Quería destruirlo y
arreglarlo. Besarlo y atormentarlo, golpearlo y follarlo, insultarlo y
halagarlo, ponerlo en peligro y salvarlo.15

¿Era Taehyung verdaderamente Taehyung cuando estaba con él? ¿O


había descubierto una nueva versión de si mismo, mientras tenía a
Jungkook entre sus brazos?1

Eso se lo estaba comiendo por dentro, porque a él nunca le gustaba


bajar la guardia, jamás había bajado la guardia. Pero en la vida nunca se
podía decir ''jamás'', y saber que Jungkook le hacía sentir ese revoltijo de
cosas por dentro, lo ponían enfermo y con ganas de descargar su ira
contra algo, pero algo que no fuera Jungkook —por ahora—, porque si
descargaba el nivel de frustración interna que llevaba, terminaría
haciendo algo que no podía aún. Que no queria aún.5
Tan solo esperaba que llegara el momento justo donde su propia manía
aceptada saliera a flote y pudiera por fin terminar con sus pensamientos
de mierda y la calumnia propia que era tener al niñito con él. Tan solo
quería que llegara el momento donde pudiera mandarlo a la mierda de
una vez por todas, sin darle tanta vuelta. Porque las veces que Kim
bajaba la guardia, todo se volvía peor cuando volvía a su estado de
locura; aquella locura que él mismo sabía que poseía y no de aquellos
que hacen cosas sin pensar, de manera inconsciente. No, sino de
aquellas que sabía plenamente que hacía, de las que estaba orgulloso y
con las que se sentía bien. No locuras de un demente, sino locuras de un
psicópata.

"¿Algún día vas a matarme?" esa pregunta le caló los huesos otra vez,
dándole una corriente por la espina dorsal. "Taehyung... ¿algún día vas a
matarme?"

Quería decir que si, quería decir totalmente que si e imaginarse los
mismos escenarios agónicos de Jungkook moribundo que se imaginaba
cuando lo vio por primera vez, pero que de un momento a otro ya casi no
se le pasaban por la mente, quería imaginárselos. Quería estar
plenamente seguro de que sus manos acabarían en algún momento con
su vida, como habían hecho con cualquier otro. Necesitaba provocar que
se desgarrara las cuerdas vocales mientras sufría y él le hacía un
mierdero de cosas.

Quería hacerle todo lo que sus manos le habían hecho a ese montón de
personas por las cuales se escapaba y le dejaba solo con los otros para
ir a desquitarse, porque con Jungkook aún no podía.

¿Pero cuando? ¿Pero cómo? ¿Hoy? ¿Mañana? ¿En un mes?10


Ansiaba de verdad ser capaz de no sentir esa sensación nauseabunda
cuando Jungkook lo miraba con esos ojos. No sentir la maraña de ideas
cuando Jungkook ponía su cara de pocos amigos contra él.
Quería no pensar en que en algún momento debía darle un alto a la
diversión que había adquirido con su pequeño Jeon. Quería no sentirse
quemado por el infierno y recibido por el cielo cuando lo besaba, no tener
la mente en blanco cuando estaba follándolo tan bien mientras el niñito
solo se deshacía en gemidos, temblores y sudor. Quería destruirlo como
un objeto sin valor y a la vez convertirlo en el más valioso y repararlo mil
veces si era necesario con tal que siguiera ahí.11

''Lo soy, Taehyung... y aún así adoras tenerme contigo...''1

Porque Taehyung siempre había sido monótono y oscuro; engañando a


las personas con actitudes buenas, para luego cautivarlas a que cayeran
por él hasta que por último las destruía horriblemente, mientras abusaba
de ellas y las mandaba al carajo como solo un asesino viviendo en el
infierno podría. Pero jamás había tenido una actitud buena con
Jungkook, porque en un principio él no veía al menor como algo más que
su trabajo.

¿Y ahora que era? La misma mierda, con un lazo que quería cortar de
una vez por todas, aunque no supiera dónde mierda estaban las tijeras
que le darían fin a la atadura. Jungkook se atravesó en su camino
cuando él no lo buscaba, se lo otorgaron en bandeja de plata para
destruirlo. A Jungkook lo comenzó viendo como una presa que devoraría
de a poco. Y estaba destruyéndolo, obvio que si. Pero no estaba
haciéndolo al punto de matarlo.

¿Estaba V realmente seguro de que lo iba a hacer en algún momento?


Si. ¿Estaba V realmente seguro de que podría tener la fuerza de
voluntad para hacerlo? Si. ¿Estaba V plenamente consciente de que
Jungkook era un pago y debía matarlo? Sí. Pero... ¿lo estaba Taehyung?
Porque V lo haría sin pensarlo, pero desde hacía bastante tiempo
Jungkook no tenía a V al frente, tenía a Taehyung. Entonces, si fue a V a
quien le entregaron a Jungkook, pero V no estaba... ¿Taehyung era
capaz de matarlo por él?11

Estaba perdiendo la cabeza y cayendo cada vez más.

¿Qué eran la piedad y compasión?

¿Qué era la obsesión?

Y lo más importante...

¿Qué era la dependencia?24

—Jungkook —zarandeó con su voz baja, tocándole la cadera y callando


su cerebro que estaba sobreexplotándose—. Eh... Jungkook, párate.

El chiquillo soltó un quejido parecido a un "mmm" no estando totalmente


consciente. Movió su cuerpo un poco, todavía yaciendo boca abajo y
abrió los ojos de golpe cuando sintió la gran mano de Taehyung en su
muslo, apretándolo.

—N-no me toques... a-aléjate —masculló bajito, encogiendo las piernas


hasta su pecho en posición fetal y dándole la espalda—. M-me duele el
cuerpo, asesino de mierda, no m-me toques.

—No me llamo ''asesino de mierda'' —Kim giró su cuerpo de las caderas


volviendo a ponerlo boca arriba para que lo viera de frente—. Tengo
nombre y ayer lo estabas gritando bien alto.1
—¡V-vete al carajo! —chilló, una mano cubriéndose con la sábana su
entrepierna—. Vete al carajo tú, t-tus nombres de mierda, tu actitud de m-
mierda, tus cuchillos de mierda y todo tú, maldito monstruo de mierda. ¡T-
te detesto!

—Ajá, Jungkook, pero párate de ahí —señaló.

—¿QUÉ PUTA MIERDA NO ENTIENDES QU-...? —ni siquiera dio


tiempo de terminar de sacar su frustración, cuando Taehyung le volteó la
cara de una bofetada, marcándole los cinco dedos en la mejilla y
provocando que la herida en la boca le ardiera y comenzara a sangrar de
nuevo. Su cuerpo cayó hacia atrás en la cama y el chico llevó su propia
mano hasta la zona caliente—. T-Taehyung... b-basta...9

Y Jungkook soltó un hipido comenzando a llorar bajito, como si no


quisiera que el otro lo escuchara, pero siéndole imposible, porque en las
cuatro paredes de esa habitación su llanto era lo único que se oía. Kim
se tronó los dedos, fastidiado con la expresión del rehén mordiéndose el
labio para no querer llorar a mares, así que le templó el pelo y lo obligó a
que lo viera, ojos cristalizados y nariz roja.

—Hay que bañarte —mencionó Taehyung—. No tengo todo el día para


eso, tenemos que irnos de aquí, joder —aplaudió firmemente cuatro
veces para despertarle—. Levántate o haré que te salgan gusanos en el
puto culo, niñito.

Escuchar aquellas tres primeras palabras le hizo a Jungkook


reincorporarse de golpe y de pronto sentir la camisa con un olor extraño,
pero no mal, sino a óxido y cuando viajó la vista alrededor, por la cama
había sangre seca, otra un poco más húmeda, así como también había
recién sangrado. Su camiseta tenía manchas de sangre alrededor, sus
clavículas ardían, algunos cortes de su abdomen también y al contacto
con la prenda era extremadamente incómodo. La espalda baja le dolía, la
parte interna de sus muslos también y sus rodillas ni se diga. Lo peor es
que estaba totalmente consciente de por qué le dolían y de lo que ocurrió
ayer antes de dormir. Además, en el suelo había cosas como gasa y
alcohol cerca de un bolso negro.

De pronto, su actitud cambió enteramente y se puso a la total defensiva,


recordando lo que pasó la última vez que Taehyung quiso darle un baño
y queriendo meter el recuerdo en el rincón más lejano de sus pobres
pensamientos.

—¿P-por qué? —el chico endureció su rostro y lo miró extraño, de


frente—. ¿Por qué vas a b-bañarme? ¿Qué harás?

—Porque estás sucio —contestó con intento de sonar obvio—. Hueles


como un cadáver de dos semanas de muerto y no me gusta, mocoso
estúpido.

—M-mentira, a ti eso nunca te importó —lo enfrentó, su mirada denotaba


curiosidad y rencor. Sabía que no era verdad y le daba miedo lo que
ocurrió la última vez—. No mientas, ¿p-por qué quieres bañarme?

Taehyung se le quedó viendo un rato con curiosidad, escaneándolo de


arriba a abajo. Ah, ya sabía por dónde venía su miedo. No iba a mentir,
lo estaba disfrutando y queria reírse, pero sin embargo apretó los labios
poniendo un dedo entre sus dientes. Estaba plenamente consciente de
que Jungkook tenía miedo de lo que pasó la última vez, por eso estaba
temblado, aunque tratando de disimularlo de muy mala manera.
—¿Qué pasa, Jungkookie? ¿Tienes miedo de que te toque? —el
delincuente se acercó hasta él y quedó a escasos centímetros de su
rostro, rozando su nariz—. ¿No que no me tenías miedo, hm?

Jungkook ladeó la cabeza hacia la pared y sintió la punta de la nariz de


Kim rodearle el mentón, lo que le bajó un mínimo la tensión.

—A-a veces me causas miedo —inmediatamente, Jungkook bajó su


rostro y lo giró hasta el gran espejo frente a la cama, sabía que tenía la
mirada de Taehyung encima porque veía su silueta a través de ese
espejo. Odiaba ese espejo—. Y... a veces no. ¿Por qué quieres hacerlo?

—Mírame —exigió—. Tus ojos en mí.8

Jungkook dejó de observar el maldito espejo y lo encaró, rozándole los


labios cuando el adverso se acercó más.

—Mis ojos siempre están en ti, Taehyung.31

Kim reprimió una risa y bajó la cabeza para luego encararlo con la ceja
izquierda arriba y echarse hacia atrás en el suelo, con los brazos a los
costados y las piernas abiertas.

—Tus ojos siempre están en mi... —asintió con voz pausada y ronca. ¿A
qué venia eso?—. Ya... ¿y eso por...?

—Porque por alguna razón siempre estoy viéndote —confesó Kook,


echándose hacia atrás y poniendo sus piernas en posición de indio para
taparse con la sábana—. Siempre estás haciendo algo que me obliga a
mirarte, y cuando no lo estás haciendo, igual siento que debo verte.
Quizá porque estoy a la expectativa de saber qué coño harás, qué vas a
decir o qué me vas a hacer a mí.
—¿Lo haces por miedo o por obligación? —inquirió Kim, flexionando las
rodillas y arrastrando los pies—. ¿O por las dos?

—Por curiosidad —dio a saber—. Solo por curiosidad... y a veces por las
dos.

Le gustaba mucho la manera de hablar del niñito.

—Eso no te va a llevar a un buen lugar, Jungkook.

El aludido bufó y rodó sus orbes hasta volver a mirar a Kim de frente.

—Créeme, idiota, estoy plenamente consciente de eso —Jeon asintió y


no se inmutó mucho cuando su captor tomó un arma cerca del suelo y
tras quitarle el seguro, le apuntó justo al pecho. El chico solo alzó la cara
y lo miró desde arriba—. ¿Por qué quieres bañarme? B-baja esa mierda
y dime.6

Kim ladeó una sonrisa.

—¿No le tienes miedo a la muerte verdad? —preguntó, el arma estaba


cargada, pero él no iba a hacerle nada en ese instante—. Al parecer no,
insolente de mierda, porque parece que se te olvidó a qué clase de
hombre tienes en frente.1

Jungkook alzó los hombros restándole importancia a la acción del


asesino contra él y entonces se levantó de la cama, quejándose por las
heridas de su pecho y por el dolor entre sus muslos. Si, podía estar
cagado por tener a Taehyung listo para dispararle, pero una cosa era
cierta; no queria que él supiera que le tenía miedo, porque su verdugo lo
gozaba, sin embargo, era bueno hacérselo creer con palabras; para no
molestarlo, y a la vez contradecirse con
acciones peligrosamente altaneras, para confundirlo.
Por eso mismo, el cautivo ladeó una mueca igual a la de él y tomó el
borde de la camisa de Taehyung que cargaba puesta —aún con manos
temblorosas y las heridas en su pecho ardiendo—, y se la quitó,
quedando totalmente desnudo frente a él, mientras se la tiraba entre las
piernas y caminaba al baño.3

—Desde que estoy contigo, la muerte es el único miedo que perdí, entre
todos los que gané —confesó, caminando hasta la puerta del baño—. Y
en verdad no sé si eso sea bueno o malo, Tae.

Jungkook, sin esperar a que el asesino le dijera alguna cosa, caminó


hasta el baño, la puerta estaba entreabierta y cuando por fin entró, llevó
la vista hasta un muy bajito banco de madera que estaba en la parte de
la regadera junto con dos baldes de agua que se veía limpia y al lado de
estas había un jabón blanco. El chico tragó saliva en seco porque la
última vez que le había puesto las manos encima para
asearlo; nada había terminado bien y ahora tenía un trauma. Por eso
mismo caminó temerosamente hasta quedar sentado en el banco y
enterrar la cabeza entre sus piernas, a la par que sentía cómo le picaba
la nariz y se le aguaban los ojos; tenía miedo.

Taehyung entró sin pronunciar palabra alguna y eso lo asustó más al


punto de ponerlo alerta, porque cuando Jungkook alzó la vista, Kim
parecía tener la mirada fija en él, pero como si su cabeza estuviera en
otro lado o como si estuviese analizando algo mentalmente. Traía una
camisa blanca entre las manos y se sentó en otro banco que estaba del
lado de afuera de la regadera, frente al inodoro. Se arremangó la camisa
mangas largas, dejando sus antebrazos a la vista, y con una liga de
billetes se amarró el pelo hacia atrás para que no le cayera en la cara.
Jungkook lo observaba con detenimiento hasta que el mayor tomó la
camisa y la metió en uno de los recipientes de agua.

—Enderézate, Jungkook —pronunció, viendo que el chico estaba


encorvado con la frente dándole en las rodillas, pero no pareció
escucharlo—. Jungkook, que te endereces, carajo.

—¿Q-qué harás? —preguntó temeroso, aun con su frente entre las


piernas—. V, ¿qué vas a hacer?

Ni siquiera queria llamarlo Taehyung. No ahora.

—¿Cómo que qué voy a hacer, niño? —Taehyung alzó una ceja viéndolo
con el labio inferior temblando—. No te he sacado los ojos, como para
que te la des de ciego.

De verdad estaba disfrutando ver esa expresión de miedo y angustia


mezclada con rencor en el semblante del muchachito.

—N-no me vas a... a hacer otra cosa, ¿verdad?

—Mira, insolente mocoso de mierda —se llevó dos dedos al entrecejo,


apretujándolo—. Si quisiera cogerte ahorita, entonces te tumbaría en la
puta cama, te abriría las piernas y te ahorcaría mientras te meto la polla
hasta que chilles como rata —espetó duramente—. Si quisiera hacerlo a
la fuerza, entonces te caigo a golpes, te empotro contra el maldito mesón
de mierda y te dejo llorando en el suelo después de meterte la polla
hasta partirte en dos —sacó dos dedos de su mano para señalar el
número—. Si quisiera molerte a golpes, entonces te arrastro al cuarto y
te parto esa bonita cara hasta que quedes irreconocible. Si quisiera hacer
algo de eso, lo hago y ya. ¿O es que quieres que lo haga?

—N-no...
—Entonces cierra la maldita boca y colabora —pronunció, la prenda fue
puesta otra vez en el agua y luego sacada para ser exprimida—.
Enderézate, carajo, ¿hasta cuándo te lo voy a decir?

—¿P-pero por qué e-estás haciéndolo? —Jungkook sacó la voz


temblorosa y trató de enderezarse cuando el agua le cayó en la
espalda—. T-tu nunca haces esto... ¡¿Por qué lo haces?!

—¡Porque no te quiero ver así, maldita mierda! —Taehyung lanzó la


camisa contra el suelo haciendo que su rehén se encogiera en su propio
sitio, le tomó el cabello y lo obligó a encararlo—. ¡Enderézate! Como me
hagas repetirlo no te daré tiempo de quejarte.15

Jungkook inmediatamente apretó los labios con fuerza y se enderezó en


el asiento sin pronunciar otra palabra más, aunque con el mismo miedo.
Okay, quizá no pasaría nada y de verdad solo lo iba a bañar, no debía
por qué mortificarse, pero igual su cuerpo volvió a temblar cuando
Taehyung exhaló de golpe y tensó la mandíbula agarrando la camisa del
suelo y volviendo a meterla en el agua. La llevó esta vez a la cabeza del
aprisionado, la exprimió fuerte y el líquido viajo por todo su cuerpo,
mojándolo. Kim repitió la acción unas dos veces hasta que Jungkook
tenía el cabello y el cuerpo empapado.

Agarró el jabón y después de humedecerlo, se lo pasó por las manos un


par de veces hasta hacer espuma y seguido metió las mismas entre ese
cabello azabache. Tenía las uñas mínimamente largas así que estrujó su
cuero cabelludo, raspando, aunque para Jungkook por supuesto que no
era una sensación dolorosa. Al contrario, estaba disfrutándolo y
dejándose hacer con toda la sumisión posible, aunque igual de asustado
y alerta.
—¿A qué edad te abriste estos? —indagó Taehyung al abandonar el
agarre de su cabello y llevarlo detrás de las orejas—. Tienes dos aquí y
una en la otra.

Jeon quedó medio sacado de orbita hasta que se dio cuenta que Kim
hablaba de sus perforaciones.1

—A-a los t-trece —respondió vagamente y aun con mucho miedo de la


situación—. L-lo hice yo mismo, con... hielo y un alfiler.

—¿Hielo y alfiler? —Taehyung bufó y bajó las manos hasta el cuello,


extrañamente con cuidado de no tocarle la herida de ese sitio—. ¿Tienes
retraso o eres psicópata?39

—Pues que yo sepa, no tengo retraso —el chico bajó la cabeza y


también un poco la voz, aunque más firme—. Y entre nosotros dos hay
un solo psicópata y sabes quién eres.20

—Ajá, pero yo no me abriría la puta oreja con un alfiler.

—Le arrancaste la oreja a una mujer —el prisionero lo encaró de manera


obvia, pero Kim no se inmutó y siguió enjabonando su espalda—. Ayer
mutilaste a un hombre, a otro le desollaste la cara y le sacaste los ojos.
¡Al otro le metiste más de cuarenta tiros! —espetó con los ojos bien
abiertos, igual Taehyung no se daba por aludido solo contesto que ''era
su trabajo''—. ¡Estábamos follando bien, pero llegaste y te rajaste el labio
después de hacérmelo a mí! Carajo, Taehyung... ¿Q-qué clase de doble
moral tienes t-tú? ¿O es que no e-estás consciente de lo que haces?9

''Follando bien'' Taehyung ignoró olímpicamente el único comentario en


donde conectó su vista y tuvo que morderse el labio para no echarse a
reír con ganas.12
—Claro que estoy consciente de lo que hago —contestó, pasándole las
manos por la cintura y bajando a sus caderas—. De todo lo que hago y
de por qué lo hago. Y yo no me abriría la oreja con un alfiler, porque es
de locos.16

Jungkook bufó y se giró en el asiento para quedar frente a él y no tenerlo


al costado. ¿Qué coño le estaba pasando a Taehyung hoy y por qué
estaba actuando tan malditamente extraño?

—¿Estás drogado? —el cautivo frunció el entrecejo totalmente y lo


encaró, tomándolo de las mejillas y escaneando sus pupilas—. ¿Te
fumaste alguna mierda rara? ¿Te metiste una línea?12

—¿Ah?

—¿Te drogaste? —volvió a preguntar, y el miedo como que iba


aumentando, pero también la curiosidad—. ¿Estás bebido o algo?

—No, maldito estúpido —Kim le quitó las manos del rostro y Jungkook
solo se echó hacía atrás, cubriéndose el cuerpo, otra vez volviendo a la
misma posición—. ¿De qué estás hablando?

—¿P-por qué coño estás actuando tan normal, V? —los labios de


Jungkook estaban temblando, casi que castañeaba y su corazón se
aceleró, sintiendo que caía desde su pecho a la boca de su estómago—.
¿Q-qué harás?4

—Soy normal, estúpido —se burló, haciendo un esfuerzo realmente


agotador por no cagarse de risa ahí mismo, que Jungkook con miedo lo
ponía—. ¿A caso tengo que levantarme y matar diez personas antes de
desayunar para empezar un buen día, y luego golpear a diez más antes
del almuerzo para hacer la digestión o qué coño?53
Jeon no pareció tener palabras, así que el asesino tomó la camisa
mojada y la exprimió en su cabeza, quitándole el jabón y viendo cómo le
recorría la espalda. Volvió a enjabonar sus manos y esta vez las pasó
por todas sus piernas amoratadas, apretando justamente donde estaban
los golpes para escuchar sus quejidos, luego hizo lo mismo con el pecho
y esta vez Jungkook se quejó más fuerte porque el jabón le cayó en las
heridas recién hechas, de igual forma tuvo que aguantar. Taehyung
terminó por enjabonar sus brazos, abdomen, entrepierna, sus caderas,
nalgas, pies y manos para después estrujar su cuerpo con la misma
camisa y quitar todo el jabón. Su rehén solo se dejó hacer tensamente
mientras tenía aun los labios temblando, no por lo fría del agua sino
porque esa no era la actitud habitual de Taehyung y le daba más miedo
que cualquier otra.

Y lo extraño era que esa actitud le daba más miedo, pero obvio la
prefería.3

—¿Q-que vas a hacer?1

Esa pregunta hizo que Taehyung endureciera el rostro de golpe con el


entrecejo fruncido y la mandíbula apretada, el niñito queria por poco
desmayarse. Kim se levantó de la silla rápidamente y salió del baño
dejándolo sentado en el pequeño banquito mojado. Cuando regresó,
traía una cajita cuadrada y sumamente pequeña de color amarillo con
negro, Kook iba a pegar el grito al cielo cuando él sacó lo que traía
adentro.2

Una hojilla.

—Alza los brazos, Jungkook.


Jungkook había empezado a llorar con esa expresión asustada en su
rostro, porque era obvio que le iba a pasar algo jodidamente malo y que
iba a dolerle.

—Tae... n-no, y-ya basta... —suplicó por lo que fuera que iba a hacer—.
A-al menos espera que se me curen estas, p-por favor...

El sicario se mordió el labio y tomó asiento en el banco otra vez,


Jungkook se estaba apretando el belfo inferior tan fuerte, que volvió a
sangrarle mientras temblaba. La punta de su nariz estaba roja, sus ojos
aguados y su cuerpo con espasmos de miedo abrazándose a sí
mismo. Pánico, no miedo.

—Alza los brazos, no voy a repetirlo —la puta voz ronca, tétrica y
demandante volvió otra vez, Jungkook sentía el corazón salírsele—. ¿Lo
hago a la fuerza?1

—T-tae... p-por favor...

—¡Alza los brazos!

Inmediatamente que gritó aquello, Taehyung le tomó de las mejillas y lo


apretó, viéndole los ojos llorosos. Jungkook tragó en seco, dispuesto a
obedecerlo y que hiciera lo que fuese, pero rápido. Subió ambos brazos y
apretó los puños con fuerza, enterrando sus cortas uñas entre sus
palmas, aun no cerraba los ojos. El verdugo le tenía la mirada fija sobre
sus ojos azabaches, le echó el cabello hacia atrás, exhibiendo las
marcas de su frente y dirigiendo el filo de la hojilla hacia dicho sitio. Kook
apretó los ojos con fuerza en ese instante, esperando. El agarre fijo en su
boca le dolía, estaba sangrando y su cabeza empezó a doler por sus ojos
firmemente cerrados, seguía aguardando a que Taehyung abriera de
nuevo las marcas.
Pero a los segundos, Jungkook escuchó algo raspando, la mano
abandonar sus mejillas, y a Taehyung riéndose como un loco.20

En serio estaba riéndose demasiado, tanto que sus ojos se aguaron


cuando Jungkook abrió los propios para saber por qué coño estaba
riéndose, y él yacía quitándose el escaso vello facial con delicadeza
mientras estaba, literalmente, asfixiándose de la risa. Incluso empezó a
toser y respirar entrecortadamente por reír.12

Jungkook lo estaba viendo en shock y con la boca entreabierta, aún los


brazos hacia arriba. Cerró la boca y los bajó de golpe, volviendo a
enterrar la cabeza entre sus muslos hasta ponerse a llorar
desgarradoramente del miedo.1

—T-tu carita... JAJAJA —su victimario se estaba riendo aún, como si


estuvieran diciéndole el mejor chiste del planeta—. I-ibas... Ibas a tener
un infarto... ¡JAJAJAJA!35

—¡C-cállate! —gritó en medio de su llanto, aún con la cabeza entre sus


piernas—. ¡¿P-por qué carajo eres tan mierda?! ¡JÓDETE!

Taehyung aún estaba riéndose, en serio que se reía como loco, no


estaba fingiendo la risa, lo privado en llanto que estaba el chiquillo, lo
estaba el mayor, pero a carcajadas.5

Jeon se levantó inmediatamente del banco dispuesto a salir de ahí, pero


Taehyung lo jaló del brazo, sin darle tiempo de llegar a la puerta, e hizo
que cayera sentado en su regazo. Puso una mano en su cintura y otra
por debajo de la cabeza para sostenerlo como si fuese a cargarlo de
manera nupcial.1
—Me encanta tu cara cuando te hago sentir miedo —masculló de frente,
sin dejar de mirarlo a los sus ojos enrojecidos—. En serio me gusta
mucho verte asustado y llorando, mi amor.

—¡Suéltame, maldito idiota! —gruñó, tratando de separarse, pero


siéndole imposible porque Taehyung tenía más fuerza—. ¡Que me
sueltes, hijo de puta!

Taehyung volvió a tomar su rostro y apretarle los cachetes hasta que sus
labios se abultaron y el inferior sangró. Le dejó un beso ahí, haciendo
ruido tras abultar los propios.

—Esa boquita esta pasada de grosera conmigo, Jungkook —con el


borde de su lengua delineó la herida—. Vamos a tener que meterle algo
para que se calle, ¿no crees?1

—¿Qué? —y no tuvo tiempo de decir algo más cuando Taehyung lo


obligó a ponerse de rodillas frente a él y enredó los dedos en su cabello
mojado, colocándole la cara frente a su entrepierna que empezaba a
doler—. No... ¡me llegas a meter la polla en la boca y te la arranco con
los dientes!14

—Me llegas a arrancar la polla y te meto un balazo en la cabeza —


contraatacó Kim, alzando una ceja—. Yo quedo sin polla, pero tú quedas
sin vida. ¿Quién sale perdiendo el juego?38

Kook sonrió.

—Tu, porque yo me quiero morir.32

Dicho eso, Taehyung soltó su cabello bruscamente y Jungkook bajó la


cabeza esperando que le metiera un golpe. No obstante, su verdugo se
quitó la liga del cabello y la lanzó al suelo para después levantarse del
banco y salir del baño.4

Jungkook no se movió de su lugar hasta que al rato escuchó que


dijo ''¿Te piensas quedar ahí?'' y se levantó temerosamente —y
temblando—, hasta sentarse en el borde de la cama y taparse de la
cadera para abajo con la parte de la sabana que no tenía sangre. El
mayor se volvió a sentar en el suelo y Kook observó que estaba el
algodón, el agua oxigenada y el alcohol. Taehyung agarró un pedazo del
algodón y lo remojó en agua oxigenada, luego jaló a Jungkook de los
muslos hasta acercarlo.

—Esta mierda te arderá, Jungkook —advirtió de frente llevando la mano


hasta el abdomen, viendo que Kook aguantó la respiración y contrajo el
abdomen—. No vayas a gritar, que me duele la cabeza.

—Hazlo y ya —inmediatamente pasó el algodón por su abdomen y


Jungkook soltó un quejido, pero apretó los puños enterrándose las uñas
—. A-ah, m-mierda...3

El algodón fue llevado hasta debajo de la clavícula izquierda y volvió a


removerse y a apretar los ojos por el ardor. Si no tocaba las heridas, su
cuerpo aceptaba el dolor, pero cuando las tocaban era como si el ardor y
picor volviera de golpe. El mismo lo sintió después que Taehyung llevó el
bultito blanco hasta la otra clavícula y para ese momento sí que se le
aguaron los ojos, más cuando su garganta también recibió las gotas del
agua oxigenada.

—E-espera... —se quejó, Taehyung separó el algodón hasta que el


muchachito asintió y por fin terminó de echar la cabeza hacia arriba para
que le terminaran de desinfectar la herida—. ¿Y-ya...?5
—No, falta esta de aquí —señaló la que estaba justo al lado del pezón
izquierdo, incluso rajaba parte de ese—. Y te cuento que va a dolerte
bastante, pero sabes tolerar el dolor.

—No me digas...

Taehyung, después de sonreírle, agarró un nuevo algodón y lo volvió a


remojar en el mismo líquido e inmediatamente lo presionó contra la
herida. Jungkook hizo un esfuerzo sobre humano para no echar un grito,
sus ojos estaban escurriendo lágrimas cortitas que luego fueron quitadas
por su verdugo.

—¿A-ahora sí?

—El agua oxigenada las desinfecta, pero no es antibacterial —bramó


Kim—. Así que falta echarle alcohol.7

—Taehyung, no, e-eso duele.

Kim lo miró y entonces abrió la botella de alcohol para sumergir un nuevo


algodón hasta empaparlo. Jungkook estaba temblando de solo ver las
pequeñas gotas caer de la bolita blanca hasta el suelo, así que llevó dos
dedos hasta la boca del niñito, porque sabía que iba a pegar un grito tan
pronto como el alcohol le diera en las heridas. Kook alzó una ceja sin
entender qué estaba haciendo.

—Muérdelos en vez de gritar. Te metería una sábana en la boca, pero mi


escasa estabilidad si iría al carajo.8

—¿Cómo qué...? —Jungkook al principio no entendió, hasta que


Taehyung sacó una maliciosa sonrisa y le alzó la ceja—. ¿M-me quieres
partir en dos o qué?3

—Ganas me sobran, mi amor.


—Ya —dijo Jungkook, metiéndose los dedos en la boca y apretando el
entrecejo—. Ajlo de uja vej.15

Taehyung pasó el algodón por la garganta impropia y a este le picó, pero


fue soportable. Pasó rápido el algodón por las dos clavículas y Jungkook
le apretó los dedos con cierta fuerza —porque sinceramente el chico no
queria hacerle un daño y ser luego castigado por eso—, aunque al
maleante le importaba poco, pero Jeon no lo sabía. El dolor fue menos
soportable en la zona del abdomen, donde el chico llevó la cabeza hacia
adelante y apretó los dedos con más fuerza.

Sin embargo, el dolor casi insoportable llegó cuando los falanges


pasaron el algodón por su tetilla. Quiso controlarse, de verdad quiso
aguantar, no obstante, sus dientes se apretaron tanto que pronto abrió
los ojos de golpe —asustado—, cuando sintió la sangre en su lengua. Y
no venía de sus labios, sino de los dedos de Taehyung, que mordió hasta
que sus molares se enterraron sacándole sangre.5

—¡P-perdón! ¡Tae, p-perdón! —el chico se excusó rápidamente


empezando a respirar entrecortado y con miedo—. No q-quise...

—Mierda, sí serias capaz de arrancarme la polla... —acotó Taehyung, y


solo soltó una risa bajita para luego ver la herida y pasar el alcohol por
ella—. Bueno algún día te arranco esos dientes.19

—L-lo siento...

—No importa —hizo un ademan y luego cerró todos los frascos y los
metió de nuevo en la maleta. Jungkook escaneaba cada uno de sus
movimientos con evidente cara desencajada, hasta que el hombre lo vio
y le señaló la gaveta—. Abre esa gaveta y échate en las heridas la crema
que está ahí.11
Pero Jungkook estaba en una especie de shock extraño.4

Se le quedó mirando un rato, analizando absolutamente todo lo que


estaba haciendo, Taehyung tomó la maleta y tras cerrarla la metió debajo
de la cama, se levantó del suelo y fue hasta el escaparate del cual sacó
un pantalón y una camisa —ambos de color negro—, y un par de zapatos
que estaban polvorientos. Lanzó todo a la cama justo al lado de
Jungkook, e iba a buscar otra cosa, pero notó que el chico no dejaba de
tener esa rara expresión en el rostro.

—¿Qué coño te pasa?

Jungkook no contestó y se limitó a parpadear apenas escuchó la voz.


Taehyung se dirigió hasta la gaveta y sacó la crema, luego se agachó
hasta quedar a la altura del azabache, abrió la crema y puso un punto en
su dedo que luego pasó por ambas clavículas, no recibiendo ninguna
queja del menor, que todavía tenía la misma mirada.

Y Taehyung iba a volver a preguntarle qué coño le pasaba, sin embargo;


Jungkook le tiró la crema de las manos y rápidamente lo tomó del cuello
para plantar sus labios con los de él.54

Por primera vez fue Jungkook quien necesitaba besarlo.3

El chico ladeó su rostro para estar más cómodo y no le importó en lo más


mínimo cuando el asesino se levantó del suelo sin despegar su boca de
la contraria y enterró las rodillas en el colchón, poniéndose sobre él.
Mucho menos le importó cuando le apretó las manos entrelazándolas
con las propias hasta ponerlas sobre su cabeza y templar su labio
haciendo que abriera la boca para poder adentrar su lengua. Le estaba
robando el aliento, lo estaba besando como siempre, gruñendo mientras
lo atrapaba y sus lenguas se enredaban, suspirando en su boca mientras
se adueñaba de cada espacio de ella, teniendo su cuerpo arriba de él,
apretando sus manos como siempre hacía, raspando sus labios que
habían vuelto a sangrar, ofuscándole los sentidos en la forma más
cotidiana y temible.

Era Taehyung, el mismo que lo tenía retenido contra su voluntad. Era el


mismo que lo había golpeado tantas veces, que disfrutaba su dolor,
angustia, miedo y agonía. El mismo que lo había acosado, tocado y
tomado a la fuerza. El asesino que mataba a sangre fría, sin ningún
remordimiento, que noches atrás lo hizo llegar al borde de un abismo. El
mismo que le decía insultos denigrantes y a veces apodos que no
sonaban mal, pero eran igual de desagradables. Mismo que la noche
anterior había acabado con la vida de esas personas y luego lo había
hecho suyo otra vez, hasta herirlo y hacerle sangrar. Era el mismo que
hoy estaba reparando las heridas que había hecho y que lo tenía
besándolo como Jungkook —irremediable y trágicamente—, empezaba a
gustar que lo besara.8

Mismo que desde el primer dia había prometido matarlo, pero Jungkook
estaba consciente desde hacía tiempo que Taehyung no iba a ponerle un
dedo encima a menos que fuese para dañarlo. Porque, aunque no lo
admitiera, su captor quería estar más tiempo con él y buscaba motivos
para no acabar con su vida tan pronto.

Y se sintió culpable, se sintió mal, se sintió horrible. Porque queria fingir


cosas que sabía desde hacía tiempo que eran imposibles de fingir. O
quizá que empezaban a hacerse reales y no fingidas.

Taehyung se separó tras un momento para tomar aire porque no estaba


respirando correctamente. Soltó las manos de Jungkook y puso las
propias a cada lado de su cabeza. Jeon tenía los ojos aguados y la nariz
roja, su mojado cabello caía en su frente cubriéndole las marcas. Fue
entonces cuando tomó el rostro de Kim entre sus manos, con los dedos
en el borde de sus mejillas y quedó mirando sus ojos.

—¿Por qué, pequeño Jeon? —rompió el silencio con una mirada


indescifrable—. ¿Por qué tienes que ser tú?

Ese era el apodo de siempre, ese era Taehyung.

Jungkook negó con la cabeza, incapaz de responder alguna cosa


coherente o siquiera algo. De pronto había perdido la capacidad de
hablar, o las ganas, o lo que sea que lo hiciera emitir sonido alguno.

—¿Por qué lo hiciste? —volvió preguntar Taehyung, esta vez con aquella
expresión que Jungkook odiaba—. Dime, sabes que odio que no me
respondas.

No obstante, Jungkook no pronunció nada.

Y no era como si Taehyung se hubiera quedado sin respuesta, porque


tan solo viéndolo a los ojos y juntando sus frentes, se dio cuenta de todo
lo que Jungkook queria decir.

Y esa noche también lo hizo suyo hasta el cansancio.20

[...]

Días después.
—¿Estás seguro?

—Estoy seguro, Jennie —pronunció Baekhyun—. Ensayé todo, estoy


calmado y si no sale como pienso, entonces... gracias por todo.7

—No digas eso, Baekhyun —ella negó y sobó su frente—. Si tú has sido
cuidadoso, pues nada malo va a pasar. Debe llegar en cualquier
momento.

Las palabras no terminaron de salir de la boca de la pelinegra, cuando


Kim Taehyung abrió la puerta con un vaso de whisky en una mano y la
pistola en el otro. Baekhyun, que estaba sentado en la cama, se tensó
cuando apuntó a Jennie y desaseguró la Beretta.

—¡Buenas noches! —gritó Kim, la muchacha solamente bajó la cabeza y


miró a Baekhyun—. ¿Interrumpo la reunión de parejita?2

—No, V —contestó la chica—. S-sabíamos que ibas a venir.

—Qué bueno, porque hay dos cosas extremadamente importantes que


necesito saber —informó—. La primera es... ¿dónde coño están mis
malditos cigarros? Y la segunda es... ¿Cuál será la maldita excusa que
me van a poner para que no los mande al carajo aquí mismito?2

—Los cigarros están allá —señaló Jennie.

Taehyung asintió y caminó hasta una mesita donde había tres cajas de
cigarros. Agarró los marlboro y el encendedor, después de prender el
cigarro y dar una calada, se giró apuntando al medio de ambos con el
arma. Jennie estaba temblando a pesar de que lo disimulaba, pero
Baekhyun —el cual estaba seguro le diría una nueva excusa—, estaba
más tranquilo.
—Ahora hagan la charla interesante, porque si me aburro les vuelo el
cráneo.

Baekhyun suspiró.

—El día que fuimos a recoger el dinero, le dije a Jun y Wang que me
habías puesto a cargo del viaje —apenas comenzó y Taehyung ya queria
matarlo—. Era de suponerse que recogíamos el pago, te lo
entregábamos, lo contábamos, nos lo repartíamos y ya hacías lo que te
tocaba. Pero cuando llegamos al bar, encontré a esos tres hombres, que
recuerdo le debían dinero a un tipo con el que trabajé hace tiempo y que
no podía encontrarlos. Entonces ordené matarlos a los tres, en forma de
favor a aquel hombre, y luego irnos hasta el sitio —Taehyung relajó el
semblante cínicamente mientras el tipo escupía mierda—. Pero el saco
no tenía dinero, así que nos estafaron con ese pago, pero yo no tuve
nada que ver. Me disparé porque sabía que ibas a tomar cartas contra mí
por haber matado a los que te estafaron y preferí irme yo mismo al carajo
en vez de dejar que tú lo hicieras, verdugo.

Excusas, ya el asesino conocía exactamente todo y sabía que ese


asqueroso palabreo eran puras mentiras de mierda que Baekhyun queria
usar para tapar la grandísima falta. Taehyung solo debía tener paciencia
para matarlo, porque obviamente hoy no lo haría, aunque ya tenía fecha
exacta de su sentencia y de la de Jennie también.

Kim sabía que Baek los mató por ser los guardaespaldas de Chanyeol y
porque no lo protegieron a la hora de su muerte. Sabía que Bang Sihyuk
no estaba al tanto de que Baekhyun y Chanyeol estaban dándole caza a
Taehyung porque si no jamás lo hubiera buscado. También sabía que el
gobernador no tenía idea de la operación de salvar a las víctimas de
prostitución que su hijo y yerno llevaban juntos. Sabía que ese dia
Baekhyun y esos tipos iban a ir hasta la cabaña e iban a matar a
Namjoon, a Wang, a sí mismo y peor, a Jungkook, los primeros tres por
ser criminales —y porque Baek sabía que Taehyung sospechaba de su
identidad como policia—. Y a su pequeño Jeon por ser hijo del mafioso
dueño de la red de prostitutas y niñas que trataban de desmantelar, sin
embargo, se iba a hacer el desentendido.

Sabía todo eso no solo por lo que el mismo averiguó, sino también por
Jimin y sobre todo por el micrófono que le dijo a Bogum que pusiera
dentro de la lámpara de aquel cuarto donde Baekhyun se recuperaba y
del que nadie se había dado cuenta.

—¿Y qué me impide a mi justo ahora mandarte al carajo? —Jennie


pareció aliviarse—. O a ti también, maldita puta asquerosa.

Baekhyun tragó saliva rudamente, aunque luego lo encaró mirándolo


desde arriba.

—El muchacho que tenías secuestrado —confesó de golpe—. Que, por


cierto, no era un muchacho.

—Ah, ¿no? —Taehyung fingió no saber nada—. ¿Y qué coño es


entonces?

—¿Es? —Baekhyun se alivió de pronto y Taehyung reprimió una


sonrisa—. ¿N-no lo has matado?

—¿Cómo lo voy a matar? Si aún no lo cobro —Kim observó a Baek


relajarse más todavía, mientras él actuaba cínicamente—. Yo no mato de
gratis.

El herido y la pelinegra se quedaron viendo mutuamente por un par de


segundos.
—Entonces, ¿cómo que no era un muchacho?

—Es un niño, tiene dieciséis años a penas —escupió Jennie—. Los


cumplió hace un par de días.

Obvio, eso Taehyung lo sabía.

—¿Dieciséis? Ah, pero si el Jeon menor es un niñito —fingió asombro—.


Bueno, ese niño está vivo, pero... ¿por qué es relevante?

—Ese niño es un Jeon —repitió Baek—. ¿No te suena, V?

Le sonaba, le excitaba, le gustaba. Claro que sí.15

—¿Cómo se llama? —Kim alzó la ceja y bajó el arma, tomando asiento—


. Su nombre... ¿Jung...? ¿Jeon...? ¿Cuál era?

—Jungkook —contestó Baekhyun—. Jeon Jung Kook.

—Jeon Jungkook, ya... —claro, como si no supiera hasta cuantos lunares


tenía en el cuerpo—. ¿Y este Jungkook qué tiene que ver?11

—Ese chico es como que... familiar del tipo que trabaja con nosotros —
Taehyung se tensó fingidamente, de verdad queria volarle el cráneo y
luego sacarle los ojos para metérselos en la boca—. De Shin Taogum.

—¿Y entonces...?

—Que, si llegas a matarme, Shin se enterará que tienes al hijo de su


socio y de paso novio de su hija mayor.

Taehyung fingió cara desencajada, pero Baekhyun no sabía que el arma


que estaba usando tenía doble filo.
—¡T-tú también colaboraste! ¡Jun colaboró, Wang colaboró! —intentó
ponerse a la defensiva, pero sinceramente; quería reírse—. Aquí no me
hundo solo, hijo de puta, y menos por un mocoso que ni conozco.

Claro, como si anoche no estaba follando a Jungkook hasta hacerlo


llorar, gemir, sudar y suplicar por más, mientras el chico le enterraba las
uñas en la espalda cada vez que lo mordía en el cuello, haciéndolo un
desastre. Todo, hasta que terminó reclamando piedad cuando Taehyung
amarró sus muñecas al espaldar de la cama y le repartía nalgadas y
cachetadas al ritmo de sus embestidas, obligándolo a llamarlo por su
nombre completo. Carajo, se le iba a parar ahí mismo de solo recordar a
su pequeño Jeon tan vulnerable, no era el momento.41

—Colaboramos cuatro, si —dijo Baekhyun, haciendo que Kim prestara


atención otra vez—. Pero aquí sabemos a quién contrataron para
matarlo. Si a mí me hubiesen dicho que matara al hijo de alguien a quien
le trabajo, inmediatamente le digo.

—Yo no trabajo con Shin.

—¿Entonces no te importará que sepa que tú eres el que tiene a Jeon


Jungkook, que tú lo secuestraste esperando por su padre para matarlo y
cuando el viejo no apareció entonces quisiste quedártelo, esperando por
algo que sabes no llegará?

Taehyung fingió una expresión de inminente derrota, perfecta porque


Baekhyun y Jennie respiraron profundo y Byun sacó una mueca de
superioridad. Carajo le iba a sacar diente por diente para quitarle aquella
asquerosa mueca del rosto.4

—¿Qué coño propones, entonces? —el sicario se cruzó de brazos—. Te


escucho, Byun.
—O lo liberas, o lo matas —exigió Jennie—. Tú decides qué hacer. Y si
no haces ninguna de esas y decides matarnos, hay gente que le dirá a
Shin esto y al mismo Jeon —advirtió con rostro endurecido.

—Caerás tú, caerá Jackson, caerá el único hermano que te queda y


tendrán al niño de vuelta —Taehyung sintió la mandíbula casi
desencajársele cuando nombro las dos últimas cosas—. Si lo matas y se
enteran, también te van a matar a ti, a menos que te metan a la cárcel
por secuestrar a un menor de edad y te sentencien treinta años en
prisión. Cosa que no harán, obvio; porque tú eres un asesino del bajo
mundo y sabes bien que los mafiosos no tienen piedad con quien los
traiciona. Tienes el agua al cuello, Kim Taehyung... no eres intocable.21

Kim Taehyung, Kim Taehyung, Kim Taehyung.

El hombre tomó de nuevo la pistola entre su mano, chirriando los dientes


y se paró directamente del asiento hasta quedar frente a Baekhyun. Lo
tomó del cabello en un dos por tres y le giró la cara hacia la izquierda
partiéndole la boca con el arma. Jennie trató de ir hasta él, pero
Taehyung parecía una puta fiera. Metió otro golpe girándosela al otro
lado y Baekhyun se quejó adolorido, chillando mientras la maquinita de
latidos se aceleraba y sus manos trataban de quitárselo de encima. Otro
golpe se le estampó de frente, partiéndole la nariz y haciendo que le
quedara todo el rostro ensangrentado. El hombre empezó a respirar
entrecortadamente quejándose del dolor.

—¡NO ME LLAMES TAEHYUNG MALDITO MALNACIDO HIJO DE


PERRA! —le escupió, aun siendo tomado del cuello de la camisa—. ¡TE
VOY A MATAR BAEKHYUN! ¡TE J-JURO QUÉ-...!
—¡HAZLO! —lo retó, su cara se veía llena del carmesí liquido—. ¡HAZLO
Y TAMBIEN TE MUERES TU CUANDO SE ENTEREN DEL NIÑO!

Y en eso momento, cuando recordó la cara de Jungkook, Taehyung lo


soltó de golpe.8

Baekhyun escupió sangre y la prostituta entre temblores le dio una toalla


húmeda. Ella quería salir de ahí, pero no iba a dejar a su mejor amigo.

—N-no te vas a salir con la tuya, V... —advirtió la chica—. O liberas al


niño y hacemos como si ni tú, ni Baek, ni Jun o Wang estuvieron
involucrados, o lo matas y lo borras del mapa, aquí hacemos de igual
forma como si nada pasó.

Taehyung sonrió con malicia y rencor, ellos creyeron que era una risa de
derrota, pero lo que no sabían era que estaba conteniendo su furia para
cuando los matara a ambos tan dolorosamente que no le iban a quedar
ganas de hacer daño en todo un mes.

—Bien, lo admito bastardo hijo de perra —masculló entre dientes,


mintiendo y asintiendo—. Tienes el control...

—Tu elijes, V —dijo Baekhyun—. Libéralo o mátalo.

Carajo estaba conteniéndose demasiado, a veces debía admitir que su


paciencia era inmensamente grande.2

—¿Cómo sé que no harás trampa? —gruñó, escondiendo su arma en la


cinturilla, el whisky se lo bebió de un trago y el pitillo de nicotina lo tiro al
suelo, pisándolo después—. ¿Cómo sé que no es un trato vacío?

—Yo también participé —recordó—. Tú haces eso y yo me mantengo


callado, salimos los dos ganando y hasta los tres porque el chico volvería
con su familia y acabaría con el encierro de una vez. Todos ganan,
verdugo.

—¿Cuánto tiempo?

—T-tienes dos semanas como m-máximo —en ese instante fue que la
cara empezó a dolerle más—. La próxima semana saldré de aquí y podré
caminar. Si se cumple el tiempo y no recibo noticias de nada, voy a
hablar.

Taehyung asintió y extendió la mano frente a Baekhyun, este miró a


Jennie por un segundo y ella asintió. Byun estrechó su mano sintiendo
cómo la de Kim temblaba levemente y sudaba frio.

—Nos vemos dentro de dos semanas en la cabaña —afirmó Taehyung—


. Lo voy a matar frente a ti mismo.11

Sin más que decir, el sicario salió de ahí con la cabeza echa un maldito
lio que sabía solo iba a arreglarse cuando volviera a ver a Jungkook
tumbado en su cama.

Y lo que Baekhyun no sabía, era que había firmado su propia sentencia


de muerte al mirar a Jennie y decirle; ''Todo está bien, Jen...''28
XXI: Obsession.

Taehyung estaba sentado en el mueble grande de aquel apartamento


que no pisaba en semanas.

Tenía varias cosas en la cabeza desde hace días que no iba a la cabaña
y sinceramente en estos momentos su mente lo único que quería era
mandar a la mierda a Jennie y Baekhyun. Todo estaba perfectamente
hecho, a veces el propio sicario se sorprendía con lo paciente que solía
ser y con lo tremendo que le salía fingir cosas, tal cual como hizo delante
de aquellos dos. Sin duda, le constaba que ambos se habían comido el
cuento de que él no sabía quién era Jungkook, que tampoco sabía sobre
la verdadera faceta de Baekhyun y sobretodo que
estaba "preocupado" porque alguno de los dos fuese a decir alguna
mierda.

Le tocaba ahora saber quiénes eran las otras personas que sabían —o si
es que las había en verdad— para no cometer ningún error. Una de las
cosas que a Kim Taehyung le caracterizaban, era que cuando realmente
necesitaba hacer las cosas paso por paso, guardando cada detalle y
procurando ser cauteloso para que saliera victorioso; lo hacía, cosa que
era la mayoría del tiempo.

A veces se podía decir que era un hombre impulsivo, pero también era
una persona que sabía controlarse porque se venía algo muchísimo
peor.

Pudo haber fundido a golpes a Baekhyun ahí mismo hasta matarlo, pudo
haber disparado a ambos hasta que se desangraran frente a él o pudo
incluso sacarlos de aquel cuarto y llevárselos para hacerles un mierdero
de cosas; pero sabía que no era el momento. Sabía perfectamente que,
si lo hacía, de inmediato iba a arrepentirse y a pensar las cosas. Mejor
era tomarlo con calma por ahora y así poder después darse el maldito
lujo de ver la vida saliendo de los ojos de esos dos hijos de puta que se
atrevieron a amenazarlo, regañarlo, creer que estaban por encima de él y
sobretodo ponerlo en una especie de espada contra la pared al
decir "Libéralo o mátalo'' en cuanto a Jungkook.

¿De verdad Baekhyun había creído que llevaba la delantera? No, no era
una pregunta. De verdad Baekhyun creía que llevaba la delantera; era
una afirmación. Pero a diferencia de él, Taehyung tenía un as bajo la
manga, uno que por su puesto iba a usar. Porque nadie que no fuera él
mismo, iba a quitarle lo que era suyo.

Porque eso era su pequeño Jeon, suyo. Y solo Kim Taehyung tenía el
poder de elegir hasta cuándo. Cualquiera que intentara alejarlo de ese
niñito suyo o arremetiera contra él, simplemente terminaría en una fosa.7

No importaba quien fuera.

Por su puesto no iba a matar a Jungkook en dos semanas. Más bien,


haría que Jungkook viera como mataba a Baekhyun y Jennie por creer
que iban a quitárselo. Lo más extraño era que, después de Jungkook ver
a Taehyung asesinar de aquella manera —que no era lo peor que había
hecho, estaba lejos de serlo—, empezaba a tener expresiones más
severas en su rostro; probablemente porque la impresión de saber que
estaba atado —por ahora— a un asesino de esa índole, lo estaba
comiendo por dentro.
Taehyung sabía que Jungkook comenzó a portarse muchísimo más dócil
con él y también a fingir que no sentía miedo de su presencia desde
aquel encuentro en la cabaña donde lo único que podía testificar lo que
pasó era el grandísimo espejo que él mismo movió de la azotea hasta el
cuarto, tan solo para que Kook se quebrara en mil pedazos al verse por
primera vez, después de meses de encierro en ese estado. Y le
gustó tanto la mirada rota con la que vio su propio reflejo destruido, que
le pareció suficientemente malo como para no hacerle otra cosa y solo
dejarse llevar por el momento.1

Vaya momento.

Ya habría tiempo para hacerle algo, de eso estaba seguro. Pero por
ahora estaba de buen humor y también tratando de descubrir quienes
mierda eran las personas que según Byun, sabían de Jungkook estaba
con él. Había cosas más importantes que deleitarse viéndolo llorar y
suplicarle, aun cuando ese se había convertido en su pasatiempo
favorito, patrocinado por su nuevo juguete llamado Jungkook.2
Pero como siempre, Taehyung alejó esa clase de pensamientos y
empezó a concentrarse en lo que era primordial. Si algo lo caracterizaba
también, era la organización de sus prioridades.

Lo primero que necesitaba era saber los nombres, para eso por supuesto
que necesitaba ayuda, aunque no iba a pedírselo a Jimin porque este ya
había hecho suficiente. Mark era una buena opción, sobretodo porque
tenía también ojos en todos lados y el hecho de que básicamente
conocía a Taehyung desde que tenía trece años, le garantizaba que lo
ayudaría. Por eso mismo tomó su teléfono y tras ingresar el pin de
bloqueo, buscó el número del hombre y presionó el botón de llamada.

Tras tres repiqueteos, atendió.


—¿Q-que pasó, muchacho? —habló Mark del otro lado de la línea—. S-
supe que ya te fuiste d-de Jeju.

—Si —contestó Kim—. Llevo una semana y algunos días aquí —no pasó
desapercibido el momento en que Mark sorbió por la nariz—. ¿Qué coño
te ocurre, hijo de puta? ¿Estás llorando?

Se escuchó una risa melancólica y sarcástica.

—Si supieras... estoy llorando como un maldito marica, pero no me


siento mal por eso, V. Bueno, muchacho... no del todo —escuchó el
asesino, soltando un quejido para que continuara—. Ayer me enteré de
algo que, se supone, ya daba por hecho que no era así.

Taehyung frunció el ceño y se levantó del mueble hasta llegar al balcón


de aquel apartamento y sentarse en una silla de plástico, mientras el frío
de la tarde —entrada la noche—, le daba en la cara y movía su cabello
recogido en una cola a mitad de su cabeza.

—¿De qué te enteraste? —preguntó el asesino con un tono burlón y


encendiendo un cigarro—. Para estar llorando, seguro tiene que ser una
mierda grave.

—¿Te a-acuerdas de Wheein? —habló de pronto, Taehyung hizo


memoria y la recordó—. La p-prostituta esa que hice mi mujer...

—Sí, obviamente —contestó—. ¿Qué pasó con ella? ¿Se te apareció


troceada por la mitad al lado de tu cama?4

Otra vez Mark sorbió por la nariz y rió cual estúpido, Taehyung caló la
nicotina y continuó mirando hacia las luces de ese barrio de mala muerte,
donde quedaba el departamento. Con un tobillo sobre la rodilla y la mano
con el cigarro firme en esta.
—La zorra nunca me fue infiel, en realidad la violaron —habló
pausadamente y el verdugo exhaló el humo de la misma forma—. Me
enteré que ella tenía más o menos siete semanas de embarazo cuando
ese tipo la tocó. Wheein tenía seis meses de embarazo cuando él me
enseñó esa foto de ella postrada en una cama desnuda, inconsciente... y
yo pensé que me había sido infiel y que ese bebé fue producto de esa
noche, pero... no fue así.40

Okay, eso no era bueno.

—Carajo, Mark... —¿que se supone que iba a decirle?—. ¿Cómo te


enteraste?

—Ayer el tipo que la tocó lo tuve que matar por unas deudas. No te llamé
porque te habías ido, y era Hudson —explicó el mafioso—. Entonces lo
último que dijo fue "Hubieses escuchado cómo gritaba tu puta cuando me
la follé mientras estaba medio drogada... quizá incluso el bebé tuyo que
tenía dentro me chupo el pene". Wheein nunca me engañó, el bebé si era
mío y yo solo la mandé al carajo.5

Otra risa sarcástica brotó de la garganta del mafioso.

—¿Estás consciente que con quien estás hablando en este momento, es


la misma persona que mató a tu mujer, verdad? —Taehyung le valía
muchísima mierda lo que le estaba pasando, pero necesitaba pedirle
algo y no iba a formar un lío o colgarle—. Creo que hablar conmigo no es
bueno.
—¿Gritó mucho, V? —pidió saber—. ¿Suplicó mucho?

—Puedes ver el video por ti mismo, Mark. Está en tus manos.


Un corto silencio, una aspiración y luego una risa melancólica y con
absolutamente ninguna pizca de gracia fue lo que recibió el asesino en
primer instante.

—No quiero verte en él, V —la severidad de su voz revolvió algo dentro
del receptor—. No quiero ver que la mataste tú, incluso si fui yo quien lo
pidió... no podría volver a verte sin pegarte un tiro en la frente —el
asesino chasqueó la lengua y apretó la mandíbula—. No voy a verlo
porque al final tú no eres el culpable, muchacho. El culpable soy yo, pero
ver ese video y luego verte a ti es-...7

—Mira, Mark... que sea la última vez que me amenazas y que sea la
última vez que tratas de desahogarte estúpidamente por no averiguar
cosas antes —furiosamente respondió, apretando la mandíbula—. Si
maté a esa puta, fue porque tú lo pediste. A mí me sabe a mierda lo
demás —gruñó—. Y si, gritó horrible, gritó hasta quedar malditamente
afónica, Mark. Gritó hasta que las cuerdas vocales le sangraron. ¡Gritó
porque el marido quiso que así fuera, cabrón!6

Mark suspiró y del otro lado se bebía una cerveza negra que tragó rápido
antes de continuar.

—Es verdad, muchacho, lo siento —se disculpó, de manera sincera—


. No es que esté arrepentido o dolido, es solo que...

Kim pasó la pierna al otro lado.

—Tienes remordimiento de consciencia porque no mataste a alguien


cualquiera, sino a alguien que te importaba —explicó el menor, sacando
otro cigarro de su bolsillo—. Esa mierda pasa a veces.1

—Supongo.
—En fin, Mark —habló con severidad, yendo por el cigarro numero
¿cinco, seis?—. No hay reembolso y tampoco revivida, la maldita vida
continúa. Tienes más mujeres a tu disposición, un pene para
embarazarlas las veces que se te cante el maldito culo y dinero de a
montón. Aprovecha esa mierda y deja de llorarle a una zorra muerta que
ahora es un festín para gusanos y hormigas.25

—Malditos consejos de mierda, no sirves para consolar gente,


muchacho.6

—Soy asesino, no un puto consejero —se burló él, y Mark del otro lado
sacó una risa—. En fin, necesito un favor.

Del contrario de la línea, el mafioso revolvió un par de cosas y se sentó


para buscar otro puro y fumarlo.

—¿Qué puedes necesitar?

—Dentro de unos días, en la bodega de aquí —Taehyung relajó su


semblante y comenzó con lo que quería—. Quiero un maldito arsenal con
todo lo que puedas darme. Pistolas, cuchillos, sierras, tubos,
herramientas mecánicas, motosierras, cuerdas, cables, gasolina,
adrenalina, cemento, una jaula, a Goyong... —gruñó con mandíbula
tensa—. Toda mierda, una puta Kalashnikov del largo de mis brazos si es
necesario, todo.

—Maldito muchacho, ¿vas a matar a medio continente? —con un puro


entre los labios, se burló; V era exigente en su mierda—. ¿Cuántos son?8

—Dos, una mujer y un hombre.

—¿Tanta mierda solo para dos personas, muchacho? ¿Te castraron o


qué?9
—Se hicieron pasar por criminal y prostituta cuando eran
verdaderamente policías encubiertos tratando de desmantelar a Shin
Taogum, que a la vez trabaja para Jeon Jaeban. Pero yo me les atravesé
en su camino y quisieron deshacerse de mi desde entonces, solo que
uno de ellos la cagó y ahora cree que va a salirse con la suya —explicó
Kim con recelo—. El día que ocurrió el caos, iban a matar a Jun, a Wang
y a mí. Además... a mi niñito.21

Del otro lado de la línea se escuchó un fuerte y profundo respiro, Mark ya


había dejado de llorar desde hacía minutos. Taehyung esperó a que
dijera algo referente a lo que le estaba pidiendo. Sin embargo, el señor
no estaba pensando en eso sino en lo último que el verdugo dijo.

—V... ¿qué tú tienes con ese niño? —la pregunta por un segundo sacó
de orbita a Kim—. ¿Tú y él...?

—Es un pago, y parte del favor que te estoy pidiendo.

—Muchacho, te llevo como treinta años por encima. No me engañes,


V —el tono de su voz era entre curiosidad y advertencia—. Yo vi cómo se
miran, vi cómo ese niño te miraba cuando estabas con Gyon, Seong y el
gringo. Vi como lo mirabas tú a él y la tremenda posesividad con la que lo
tratas —Mark recordó la sonrisita que vio en el niñito cuando Taehyung le
partió la boca a Seong y lo mucho que esa sonrisa se ensanchó cuando
se le tiró encima al gringo para desollarle la cara, casi que se echaba a
reír ahí mismo—. Lo ves como si te perturbara tenerlo cerca y él te ve
como si fueras un monstruo, y aun así ninguno se deja de ver. ¿Qué
tienes con ese niño?10

—Ya te dije que esa maldita mierda a ti no te importa, coño.1


Mark no necesitó afirmaciones, solo con aquel tono de voz de V entendió
suficiente.5

—¿Sabes lo mucho que te expones teniendo a ese niño contigo? —


advirtió, el verdugo quiso tirar el puto teléfono y no escucharlo más—
. Ese niño es hijo de un tipo que tiene más hombres que yo, está metido
en más mierda que yo y tú sabes que yo soy poderoso, imagínate él, V.

—No me importa.

—¿Estás consciente de que mientras tienes a ese niño contigo también


tienes medio cuerpo en la tumba? —sí, Kim lo sabía, por eso necesitaba
matar a esos dos—. ¿Sabes lo que te harían si se enteran que tienes a
ese niño contigo? —ajá, también—. ¿Lo que te harían si vieran en el
estado tan demacrado, pálido, golpeado y probablemente follado que lo
tienes? Quince años y parece un cadáver de tres días.6

—Lo sé, y me sabe a mierda, Mark. Es por eso que necesito tu ayuda,
para deshacerme de aquellos que sepan que lo tengo conmigo.

—¿Qué vas a hacer con él? —carajo, si no se callaba también lo iba a


matar. No, Taehyung, contrólate, maldito—. ¿Esperar a que te paguen
por su cabeza?

—Sí.

Mark Yul Choi se rió.

—¿Y después? —volvió a preguntar—. Después que hayas matado a los


que te querían matar a ti, a tus esclavos y a él. Después que hayas
acabado con quien te iba a pagar, porque sé que lo harás. Después que
cobres lo que te deben por él. ¿Lo vas a matar? ¿Lo vas a entregar?
—No preguntes cosas que ya sabes tienen respuesta —contestó,
dejando a Mark en el aire—. Me conoces desde que soy un puto niño de
trece años Mark, tú sabes lo que voy a hacer.

—Viniendo de ti y sabiendo quién eres, no podría estar más en


desacuerdo con lo que tratas de convencerte —el asesino aspiró
hondo—. Iba a decírselo cuando lo vi, ¿sabes? Iba a decirle que no te
tuviera miedo, pero me di cuenta que ese niño no te tiene miedo a ti, o al
menos ya no es lo único a lo que le teme —Mark conocía esa mirada de
toda la vida, él también la llegó a tener por alguien cuando era un crio—
. Se nota que le teme a lo que tú le haces sentir, y no quiero saber lo que
es, no me interesa.6

—Pobrecito, ¿tanto se le nota? —era algo que Taehyung obvio, sabía.

—Tú no te quedas atrás, V —contraatacó, dejando al menor pensando


un poco—. Por favor no me metas un tiro por lo que voy a decirte, pero...
algunas personas a veces creen que son impenetrables, hasta que
encuentran a alguien que puede con ellos, porque tienen eso que les
hace falta.10

De no ser porque estaba lejos, y al otro lado de una línea telefónica,


Mark se hubiese ganado una cruel paliza.

—¿Qué coño estas dic-...?

—Eres un tipo inteligente, sabes a quien de ustedes dos me refiero —lo


calló—. Me pondré en contacto contigo dentro de un par de días para
asegurarte que te tengo aquello listo. ¿Otra cosa?

Kim ignoró lo que dijo, ya tendría tiempo para eso.


—Necesito tres de tus hombres ese día y también necesito que saques
a D4, H6 y M9 de Shukyoung en Mapo-gu —contestó—. No preguntes
qué significa, porque en lo que llegues allá, lo sabrás.

—Bueno, te hablo en unos días —se despidió el otro—. Por favor, no


vayas a-...

—No me digas qué hacer, Mark.

Tras eso, Taehyung colgó.

Le brindó al cigarro una última calada y tras eso lo lanzó al suelo y lo pisó
con el borde del zapato. No le gustó para nada el tono que utilizo
Mark, ¿qué culpa tenía Taehyung de hacer su trabajo? Como si él fuese
preguntándole a la gente las razones por las que lo contrataban o el por
qué mataba o por qué esto o lo otro. Si la tipa era inocente, pues triste
por ella, ni Taehyung ni Mark podían hacer nada, además en el fondo
sabía que en un par de días iba a tener a otra mujer a su disposición y a
seguir siendo el mismo malnacido mafioso que conocía prácticamente de
toda la vida. Esto solo era un bajón emocional que le daba a las
personas cuando alguien les importaba suficiente como para no acabar
con su vida.

Extrañamente, a Taehyung ese sentimiento se le hacía familiar. La cosa


era que el jamás había sentido culpa por matar a alguien.5

Y lo otro era lo último que habían hablado, y que queria ignorar, pero
sabía que no podía.

Iba a encender otro Marlboro, quizá el movimiento constante de su pierna


le hacía saber que tenía una ligera ansiedad porque estaba desesperado
de que pasaran los días, mas su estómago rugió, por su puesto debido a
que no había comido desde muy temprano en la mañana; lo único que
había ingerido desde el desayuno eran cigarros y whisky. Así que, tras
pasar a la sala del apartamento, se dirigió hasta la cocina para llenar una
olla de agua, después tomó un paquete de fideos de la alacena y de la
nevera unas verduras, huevos y empezar a cocinarse alguna cosa para
matar el hambre.

No pasaron diez minutos cuando —mientras picaba las verduras y tenía


la olla al fuego—, sintió una mirada sobre la suya. Se giró rápidamente y
se recostó del mesón de brazos cruzados, dejando el cuchillo a un lado y
bajando la intensidad de la llama en la cocina. Miró directamente al
contrario, esperando a que dijera o preguntara lo que quería.

—¿P-podemos hablar, V? —su tono fue severo y temeroso,


probablemente porque en el fondo sentía algo de miedo—. Por favor...

—No tengo ninguna mierda que hablar contigo, Bogum —contestó


tajante, viéndolo a los ojos—. Así que sigue durmiendo y déjame en
paz.10

—Desapareces por semanas, no me avisas en dónde coño estás. ¡Ni un


mensaje, V! No sé si estás vivo o muerto —Bogum habló bajo y alterado.
Taehyung rodó los ojos, cansado de sus malditos reclamos totalmente
innecesarios—. Entonces de la nada te apareciste ayer aquí, recogiste
un par de cosas en la maleta y sé que mañana te vuelves a ir y a
desaparecer otra vez sin dejar rastro. ¿En dónde coño has estado todo
este tiempo?

—Trabajando, matando, desollando, saliendo, torturando, ocupado —la


preocupación en los ojos del mayor le valía muchísima mierda—. No
actúes como una maldita esposa preocupada, Bogum. Me da mucho
asco esa mierda.
—No actúes como si soy estúpido, ni que tuvieras que pasar horas en
una oficina haciendo papeleo —reclamó el adverso, e inmediatamente se
sentó en la pequeña isla de la cocina. De la gaveta que estaba debajo
sacó cuatro periódicos, todos en la categoría de sucesos y tras abrir
varios los exhibió en el mesón a ojos de Taehyung—. ¿Esto es trabajo,
hm? ¿Quieres que me coma el cuento de que andas trabajando cuando
he visto esta mierda?

Taehyung se acercó a la mesa pausadamente y tras llevar la vista


alrededor de los periódicos, notó las imágenes totalmente familiares y los
titulares en los periódicos.

"Cuatro cadáveres encontrados en las afueras de la avenida


Gwenju, todos con signos de tortura y abuso sexual"

"Dos muertos hallados cerca del puente Byondong, presunto


asesino dejó tres marcas en su rostro"

"Cinco muertos en lo que va de semana, cadáveres son


encontrados desollados y con cuencas oculares vacías"

"Mujer fue encontrada muerta junto a su hijo mayor, morgue


dictamina que fueron desmembrados mientras estaban con vida"1

"Gobernador Sihyuk asegura que tomará las medidas necesarias


para garantizar la seguridad del estado, tras recientes noticias sobre
asesinatos"

"Estado de alerta; policía de Seúl asegura que están frente a una


amenaza grave tras rectificar que ninguna víctima estaba ligada a
problemas legales o mafias"
Taehyung giró el periódico hacia su lugar viendo las escenas en blanco y
negro y sacando una media sonrisa ladina tras resultarle todas y cada
una de ellas completamente familiares.

—Ella era sorda —señaló a uno de los cuerpos—. Su hijo la guiaba y lo


maté primero a él frente a ella, Já, la tipa no entendía qué pasaba —tras
eso, señaló otra imagen—. No les metí la polla a estos, les metí un hierro
caliente en el puto culo —Bogum había empezado a negar con fervor y
las lágrimas se acumularon en sus ojos, pero imposibles de salir—. Esa
chica tenía los ojos bonitos, eran verdes y los de su hermana azules, no
eran de aquí —tras sacar una sonrisa cínica como si hablara de algo
normal, se giró—. En fin, se seca el agua y tengo hambre, no estés
jodiendo.

—¡Eran inocentes! —gritó Bogum—. ¡Ninguno de ellos tenía una deuda!


¡Ninguno era buscado por mafiosos! ¡Ninguno era delincuente! ¡Mataste
a trece inocentes!

—No es la primera vez que lo hago, tú mejor que nadie sabes eso —
como si nada, siguió cortando las verduras—. No actúes como si no me
conoces de toda la vida, Bogum-ssi.

—Pero nunca fue así —contestó el mayor—. Nunca tan fuerte, n-nunca
tan... horrible. V, ¿P-por qué tantos?

—Porque uno o dos no eran suficientes, no para mí.11

Park suspiró audiblemente, estaba consciente de que seguir con el tema


no lo llevaría a ningún lado. No cuando Taehyung era una persona que
no le gustaba andar dando explicaciones, más que nadie lo sabía y
aunque se negara a si mismo muchísimas cosas en cuanto a él, estaba
consciente de que muy en el fondo —y aunque no quisiera—, se
preocupaba por su persona. Se preocupaba por alguien a quien nada le
importaba, que lo trataba de la mierda, que no sentía nada por él. Se
preocupaba por alguien despiadado, pero a que a veces parecía tan
tranquilo.

Y quizá era culpa del mismo Taehyung y no de Bogum, quizá si él no


fuera tan cauteloso, dominante, estratégico, adictivo, encantador,
calculador, sabio, inteligente y tuviera un sinfín de cualidades escondidas
detrás de su coraza de asesino, probablemente Bogum no sintiera cosas
unilaterales por él desde que tenían dieciséis y dieciocho años.2

Probablemente no lo quisiera como lo hace.5

En ese momento, recordó que había otra cosa que también era
importante de hablar. Y que creía era la razón de aquellas cosas que
Taehyung no estaba dispuesto a explicar. Sinceramente, no quería que
la respuesta fuera positiva.

—Jun me habló hace un par de días atrás, fue la última vez que supe de
ti y de él —comentó tranquilo, el sicario lo escuchó con calma también—.
El niño que tienen, que se supone matarías... ¿s-sigue con vida?

—Ajá.

Bogum tragó en seco.

—Me dijo que había veces donde te llamaban para hacer trabajos y te
llevabas al niño... ¿es cierto eso? —el asesino asintió con la cabeza,
entonces el castaño continuó—. También me dijo que... q-que tenías
cierto interés en ese niño —soltó, incapaz de ver a Taehyung a los ojos,
tan solo miraba al suelo—. ¿E-es... verdad?
—Ajá —Kim arrojó los fideos al agua hirviendo—. ¿Qué otra estupidez
vas a preguntar para seguir fastidiándome?

Bogum suspiró calmadamente, tratando de tragar el nudo en su


garganta.

Rememoró el día que Taehyung le contó de un secuestro millonario por


un chico de los Jeon. Las veces que se iba de la cabaña por días,
dejando al niño solo con Wang y Jun; pero no regresando con Bogum,
ahora supo que en ese tiempo mató a ese montón de personas y desde
que los encontró juntos no quería que Namjoon lo tocara o le hablara al
muchachito. Las veces que Jun le contó que se había llevado a Jeon con
ellos, solo para traumatizarlo. Que ellos se besaron, luego abusó del niño
el mismo día.

El hecho de que dejara que lo llamara por su nombre y no por un


seudónimo. El hecho de que Taehyung anoche llegó solo a dormir y
mientras estaba dormido, Bogum vio marcas en su cuello y espalda, que
obviamente no eran de golpes, no tenían forma de golpes y no estaban
en zonas para recibir golpes. Sabía que él no había provocado eso,
sabía del interés de Kim en el niño, de que no lo mató después que lo
llamó por su nombre y solo abusó de él. De que le dijo a Jun y a Wang
que se fueran de Jeju antes, porque quería quedarse solo. Otra vez la
cantidad de personas inocentes que Taehyung mató tan cruelmente sin
que le pagaran, solo porque le dio la gana de hacerlo.

Solo porque quería desquitarse.

—Ese niño y tu...


Inmediatamente Taehyung enterró el cuchillo en la tabla de picar, se giró
hacia Bogum y apoyó las manos a los costados de la isla, encarándolo
de golpe.

—¡ESCÚPELO YA!

—Dime que no mataste a ese montón de personas, solo para desquitarte


porque a ese niño no lo quieres matar.28

No quería llorar, no ahora; no iba a derrumbarse delante de Taehyung.

El verdugo lo miró con desdén y rencor. La mirada de Bogum tenía los


ojos aguados, más no era por tristeza. De hecho, era porque le dolía en
cierto modo ver a Taehyung en ese estado. Jamás pensó que un simple
niño fuera tan importante para alguien así.1

—¿Qué pasa si digo que sí? —habló entre dientes, con el ceño
extremadamente fruncido, pero sonriendo—. ¿Qué pasa si sigo que lo
quiero conmigo, porque es mío? —su voz era baja y ronca—. ¿Qué pasa
si digo que obligué a todos ellos a llamarme Kim Taehyung mientras
imaginaba que era mi pequeño Jeon y que lo mataba a él?27

Seguidamente empezó a darle la vuelta a la isla, con suma lentitud y las


manos hacia atrás, mirando al techo y siendo escudriñando por la mirada
insólita de Park, que estaba lejos de creer totalmente lo que salía de la
boca contraria.

—¿Qué pasa si te digo que desde que lo vi me obsesioné con él y cada


vez que lo beso me siento un malnacido abusador que lo domina
totalmente? —para ese entonces, Taehyung ya estaba detrás del mayor
y se inclinó hasta quedar al lado de su rostro—. ¿Qué pasa si te digo que
desde que mis pensamientos giran en torno a mi pequeño Jeon, no
pienso en Taehyung, ni V, ni Seokjin, sino que pienso solo en él?
El mayor tragó duro y Kim sonrió socarronamente.

—¿Qué pasa si digo que tengo una tremenda obsesión por el niñito de
dieciséis años que secuestré, golpeé, torturé, besé, violé y follé hasta
dejarlo traumado por el resto de su vida, que por cierto... está
en mis manos? —siguió caminando hasta volver frente al lavaplatos y
sacó el cuchillo de la tabla, viendo su reflejo en el filo—. Maldito niñito
hijo de puta, mi pequeño Jeon.

Bogum sintió terror.

—¿T-tu qué...?

—Mi pequeño Jeon —repitió, caminando de nuevo detrás de Bogum—.


Es mío, solo mío, Bogum. No me da la gana de deshacerme de él
ahorita, tampoco mañana ni pasado, quizá nunca —el cuchillo fue
directamente a la nuca del castaño y este se sobresaltó—. No me he
aburrido de él todavía.

—¿Qué... que le hiciste?

—No mucho, la verdad —admitió llegando a su oreja—. Comparado a lo


que de verdad quiero hacerle, no le he hecho absolutamente nada.
Probablemente porque quizá me arrepienta demasiado pronto cuando
me deshaga de él y sé que ni yo mismo me aguantaría —el filo del
cuchillo rozó la piel, sacándole un mínimo hilo de sangre, ardiendo por el
picante que tenía una de las verduras—. Pero lo que él no sabe es que
cada vez que me contesta yo las llevo contadas, una a una. Aunque por
ahora se las estoy dejando pasar por alto.14

La incisión comenzó a sangrar y Taehyung pasó los dedos suavemente


por ahí.
—N-no... s-suéltame... —el castaño trató de echarse hacia adelante, sin
embargo, Taehyung lo tomó de la nuca—. ¿Qué... q-que tienes con él?

—¿Yo? Yo no tengo nada, Bogum —contestó—. Solo lo follo, lo golpeo,


lo denigro, lo vuelvo a follar, lo beso, lo maltrato, lo asusto, lo hago llorar
y vuelvo a follármelo hasta que llora, le duele y me suplica que lo suelte
porque no puede más; aunque yo igual no lo hago porque sus ojos
bonitos se ven bien con lágrimas y sus labios preciosos se ven bien
cuando grita mi nombre —dijo con un tono totalmente arrogante.7

Apretando al hombre frente a él y deslizando más el cuchillo, escuchó a


Bogum sollozar y sorber por la nariz mientras la sangre se deslizaba por
su espalda.

—Le encanta fingir que no me tiene miedo, y pretendo creerle porque no


sabes lo bonito que se ve cuando me dice "No te tengo miedo, Tae" con
una actitud altanera, pero le tiembla todo —había imitado la voz del
chiquillo—. Incluso mi nombre se oye bien cuando sale de sus labios. Ni
hablar cuando lo toco tan bestialmente que me entierra las uñas hasta
que me sangra la espalda, porque no tiene como liberar el dolor que le
provoco. Me encanta ese niñito y no sabes lo mucho que lo odio por
eso.7

Bogum estaba temblando.

—¿Y... e-eso significa...?

La estruendosa risa le dio la respuesta antes que el otro verdaderamente


hablara.

—Que, si no le he hecho nada todavía, es porque le haré algo realmente


malo cuando lo mate. Así que no me vuelvas a tocar el tema, Bogum-ssi.
No creas que, porque vives conmigo y me salvaste la vida una vez, te
debo algo —le explicó al castaño, terminando de sacar el cuchillo y ver la
herida—. Sabes que no tengo remordimiento de nada, ni siento nada por
alguien que no sea yo mismo. Por lo tanto, la única razón por la que lo
tengo conmigo es porque me da la gana a mí, no porque lo quiera o sea
especial.15

—E-estas estúpidamente enfermo... —y quizá no queria decírselo porque


era peligroso, pero salió espontáneamente, mientras llevaba una mano a
su nuca ardiente, ensangrentada y punzante.

—Shh, Bogum. Estás totalmente claro que si me da la gana puedo


acabar con quien sea en un santiamén, no olvides quién soy ni lo que
hago.

—¿Estás... e-estás a-amenazándome?

—Estoy advirtiéndote —alzó una ceja—. No me importaría desfigurarte el


cuerpo y matarte si sigues fastidiándome con preguntas de mierda. No
vuelvas a hablar o preguntarme de él otra vez, Bogum-ssi. Porque sabes
que soy un hombre muy egocéntrico. Si no he matado a ese niñito
todavía, es porque en cierta parte me recuerda a una versión mía, la cual
quiero dañar.

El mayor tragó en seco.

—Eso es... horrible, r-repulsivo —el asesino seguía detrás de él—. Es un


niñito, V.

—Me veo reflejado en sus ojos, Bogum... me gusta ese niñito, acéptalo y
vive con eso sin joderme —susurró como última advertencia—. Porque al
que le puedo pegar un tiro sin que me tiemble la mano, es a ti.
¿Estamos, Bogum-ssi?
—E-estamos.

[...]

Jungkook tenía un ligero dolor de cabeza que no se le quitaba, el estrés y


la ansiedad eran una mierda horrible, peor si se acompañaba de
insomnio.

Desde que había llegado otra vez a la cabaña, parecía que las ganas de
desaparecer, el desasosiego, los nervios y pesadillas incrementaban a
un nivel muchísimo mayor. No era como si en el otro lugar hubiese
estado mejor, o al menos eso queria creer para no sentir que se estaba
conforma donde antes lo tenían. Aunque, de todos modos, la realidad era
esa, estaba mejor en el otro sitio.

Cuando llegaron nuevamente, Taehyung lo llevó a un cuarto que estaba


en el segundo piso, obviamente el suyo. Quiso sentirse normal, pero muy
en el fondo se conformó con la idea de quedarse en un cuarto que no
olía a humedad, no tenía goteras, el suelo no estaba empolvado y con
manchas de sangre, el baño tenia agua y había una cama enorme, todo
lo contrario a donde ahora estaba.

Obviamente que de los seis días que pasó en ese sitio, Taehyung se lo
folló cinco. Una contra la puerta del cuarto, donde Jungkook quedó con
las piernas temblando y lo único que no lo hacía caer era su cara pegada
de lado y las manos de Kim en su cadera. Otra fue mientras su verdugo
lo bañaba, Jungkook tenía que cuidarse de no hacer ciertos ruidos de
satisfacción cuando le enjabonaba el cabello o sino terminaría debajo de
la regadera, mientras el otro estaba totalmente vestido, incluso con los
zapatos puestos, pero nada más con los pantalones a la altura de los
muslos para joderlo a gusto.2

La otra fue al siguiente dia, básicamente porque Jungkook se había


despertado con una erección que no era por querer ir al baño y tuvo la
maldita idea de apretar las piernas para tratar de bajar el dolor ya que
tenía las manos esposadas a la cama. Malísima idea. Taehyung se
despertó y de pronto se posó encima de Jungkook abriéndole las piernas
y emprendiendo un besuqueo sin decir nada mas mientras comenzaba a
restregarse contra su entrada a la vez que lo masturbaba y seguía
comiéndole la boca hasta que lo embistió, logrando que se corriera y
aliviando su necesidad.

Admitía que eso se había sentido bien porque, en cierto modo, prefería
tener a Taehyung encima con la voz ronca en su cuello, que detrás sin
poder verlo a los ojos, quizá por lo de aquella vez. Pero del resto, no
estaba en desacuerdo.

Y eso no era bueno porque otra vez Jungkook tenía ese revoltijo en la
cabeza y esa sensación que no le gustaba y que le carcomía de miedo
cuando ese tipo se portaba así.2

La última fue cuatro días atrás, y fue la razón por la que Taehyung se fue
y por la que Jungkook estaba en ese lugar. Todo había empezado bien,
hasta que al asesino se le ocurrió la maldita idea de amarrar a Jungkook
a la cama y comenzar a golpearlo a punta de nalgadas y cachetadas,
mismas que le partieron la boca hasta hacerlo botar un fino y espeso hilo
de sangre y en un momento de frustración lo escupió en la cara tras
llamarlo ''Maldito enfermo hijo de perra'', y no se dio cuenta sino hasta
que Kim formó la misma expresión de odio de siempre y lo volteó,
torciéndole los brazos, enterrándole la cara en la almohada hasta casi
asfixiarlo y diciéndole: ''¿Que pasará primero, amor, ¿voy a venirme
dentro de tu hermoso culo o voy a asfixiarte hasta que te mueras?'' Y
prefirió la segunda opción, pero lastimosamente antes de caer
desmayado, sintió a Taehyung vaciarse totalmente dentro de él.

No bastándole con eso, desamarró a Jungkook y lo arrastró hasta ese


cuarto. Le dijo ''Ahí te vas a quedar hasta que me dé la gana de sacarte,
maldito malnacido infeliz'' dejándolo lleno de sangre, semen propio y
ajeno, desnudo, sudado, con la boca y cuello ensangrentados, las
caderas doliéndole, el culo ardiéndole y su cintura amarada a la columna
de en medio.

Parecía un animal, maltratado por otro animal; una bestia más bien.7

Gracias a eso hubo asimilado dos cosas; la primera era un inmenso


sentimiento de culpa, porque la mayoría de las cosas malas que le
ocurrían, eran debido a que las provocaba él mismo.

No lo habría quemado aquella vez con un cigarro, si Kook se hubiese


bebido el agua. No habría matado al tipo frente a él, si Jungkook no
hubiese sentido miedo. No lo hubiese obligado a comer del suelo sucio,
si Jungkook entre los primeros días no tirase la comida contra la pared.
No lo habría caído a golpes si le hubiera dicho su verdadera edad. No
hubiese abusado de él si Jungkook no lo llamase ''Taehyung'' y ahora no
estaría ahí sí solo le hubiese abierto las piernas tranquilamente y hubiera
aguantado. Todo era su culpa porque era un débil inútil impulsivo y
bueno para nada, tal como Taehyung siempre le aseguraba.13
Y la segunda cosa que había aprendido, y de la única que sabía no se
podía librar, ni aunque quisiera; era que ni dándole su cuerpo a
Taehyung, este iba a dejar de maltratarlo.

Jeon era un inútil y todo era su culpa, no de Taehyung. Ese hombre era
un asesino con un sadismo enfermizo, era así. Sí había alguien que
debía comportarse al margen, era el cautivo. Podía insultarlo y Taehyung
no le iba a hacer nada, pero si se resistía a algo o hacia la simple cosa
mínima contra él, debía sufrir las consecuencias.

En cierta manera, le había perdido el miedo a hablarle o a estar cerca de


él cuando su verdugo estaba molesto o lo trataba mal, porque era lo
único que había visto de ese tipo y sabía que naturalmente era así. Pero
hubo ganado un nuevo miedo cuando Taehyung actuaba calmado,
porque no sabía si algo malo podía pasar en algún momento, así que
trataba de actuar lo más calmado posible. Debería ser al contrario, si
estaba molesto, Jungkook seria condescendiente, obediente y tranquilo y
cuando estaba tranquilo podría portarse un poco menos al margen. Pero
algo le decía que Taehyung era peor cuando estaba calmado y la mínima
provocación era horrible.

Aun así, queria aparentar que no le temía porque estaba al tanto que a él
le gustaba eso.

Entonces ahí estaba, cuatro días después, igual de sucio que siempre,
terminando de comer —porque al menos tuvo la misericordia de dejarlo
comer, no importaba si llevaba dos días sin hacerlo, de la ansiedad no le
daba mucha hambre—, hasta que Namjoon abrió la puerta del feo cuarto
para llevarse el plato de comida.
Nuevamente, la horrorizada mirada que le brindó le hizo querer llorar,
con lo último que le había hecho Taehyung, seguro se veía cincuenta
veces peor de lo que ya estaba anteriormente. Y Jungkook no sabía lo
impotente que se sentía Namjoon por no poder ni darle una sábana para
el frio, que estaba seguro se lo comía vivo por las noches.

—Es raro verte la cara, Jun —habló pausadamente el azabache, para


saludar, acostado boca arriba con las piernas cruzadas para no dejarse
ver las partes íntimas—. ¿Y Taehyung?

El Kim mayor estaba a punto de devolverse a la puerta e ignorarlo, pero


a veces su fuerza de voluntad era poca. Quizá por eso mismo estaba
metiendo manos al fuego por ese chiquillo, mientras nadie sabía y él
fingía que solo lo ignoraba.

—¿Podrías... por favor, no llamarlo así? —Jungkook cantó bingo, porque


finalmente Namjoon le respondió después de verlo desde aquella noche
donde Taehyung le prohibió acercársele—. No lo hagas más, p-por favor.

Jungkook, que estaba mirando al techo, giró la vista hasta el hombre.

—Él me obligó a que le llamara así, el dia que me hizo esto —


inmediatamente el muchachito se llevó una mano a la frente y alzó su
cabello negro, mostrando las tres letras cinceladas—. Seguro lo sabes,
Jun, mis gritos y los suyos se escuchaban en toda esa casa. Tú estabas
ahí.

Horror; eso fue lo que pasó por el rostro de Namjoon al escuchar a ese
niñito hablar tan naturalmente de algo como eso.

—Lo siento, niño —pronunció con vista gacha, obvio recordaba cada
grito y cómo se salió de la casa hasta alejarse suficiente para no oír
más—. Aunque no sirve de nada, lo siento.
—¿Por qué no le gusta ese nombre, Jun? —soltó de pronto, Namjoon
jadeó—. ¿Tu hermano tiene un trauma con ese nombre?

El plato de plástico duro que tenía Nam entre sus manos, cayó al suelo
justo cuando sus manos temblaron. ¿Pero qué clase de mierda le había
hecho Taehyung a ese niño, para estarlo quebrando tanto?

—Eso me hace pensar que si, Jun —el aludido no pronunció nada—. Por
algo eligió un seudónimo que nada tiene que ver con ''Kim Tae Hyung'' —
detalló, sin saber que realmente para Taehyung significaba todo—. Por
algo entra en cólera cuando lo llaman así, yo lo vi en sus ojos ese dia,
Jun. Casi lo vi llorar, no de tristeza, sino de odio —explicó con pausa,
recordando la mirada de Taehyung la vez que lo llamó así por primera
vez—. Odia ese nombre con todo su ser. Sin embargo, a mí me deja
llamarle así y es raro; porque si no le gusta... ¿Qué hago vivo todavía, si
ni tu que tienes su misma sangre lo llamas así?

Jun no decía, nada. Y Jungkook miraba el techo mientras hacía


ademanes, como analizando entre sus recuerdos.

—El dia que hizo eso, me dijo ''V de Victoria, pequeño Jeon'' —Nam lo
observaba atónito—. ¿Es lo que significa para él? ¿Victoria? ¿Por qué un
asesino que parece tan frío, es tan débil con algo como su verdadero
nombre?

—Cállate, en serio... ya cállate, por favor —pidió Kim—. No entenderías


nada. N-no sabes nada, ni pidas explicaciones de nada. Mantente al
margen y no busques razones para que te maten, niño —su voz salió en
un temblor, e inmediatamente recogió el plato del suelo. Fue una súplica,
ni siquiera una advertencia—. ¿No le tienes miedo a la muerte?
Jungkook sonrió sin mostrar su dentadura y cerró los ojos, negando con
la cabeza lentamente.

—No puedo tenerle miedo a la muerte cuando soy quien le gusta, cuando
me besa, me folla y me insulta —en ese instante sacó una gran
sonrisa horriblemente dulce y lo miró de frente—. La veo todos los días
en sus ojos, Namjoon. Mi Tae es la muerte.46

Jodido, muy jodido estaba Jeon Jungkook. Tan jodido que Namjoon por
un segundo no sintió lastima o culpa, sino miedo y desesperación de
saber hasta dónde estaba Taehyung adentrándose en la mente de ese
niño. Una granada sin seguro, pero que aún no explotaba. Eso parecía.

Cuando por fin pudo recuperar el aliento, Nam suspiró.

—Lo es, tú has visto y sentido lo que es capaz de hacer —advirtió con
severidad—. Pero puede llegar a ser peor que eso, así que no pises
terreno falso porque te vas a caer, niñito. Y el golpe será fuert-

Un chasquido de un arma cargada contra su nuca lo hizo callar de


golpe.26

—¿Qué te dije de hablarle, Kim Namjoon? —la voz de Taehyung resonó


en el cuarto—. ¿Te gusta tener un arma en la cabeza o qué?

Mierda.

—Baja eso, Seokjin —pidió en un susurro—. No estaba diciendo nada...

—Estabas diciendo suficiente como para ignorar el hecho de que llevo un


minuto en la puerta del cuarto y no te diste cuenta —el agarre en el arma
y la presión en su cuello fue más fuerte—. Te dije que no lo tocaras, que
no le hablaras, ni te le acercaras, y es lo primero que haces.
—No lo toqué, solo me acerqué a hablarle...

—¡ENTONCES TÓCALO Y DAME UNA RAZÓN PARA VACIARTE


TODA ESTA MIERDA EN EL CRÁNEO, HYUNG! —gritó, al mismo
tiempo giró a Namjoon hasta verlo a los ojos y tomarlo del borde de su
camisa—. En esta mierda se hace lo que yo digo, en esta mierda tú
haces lo que yo digo, Jun. ¡Si yo digo que te alejes de mis cosas, te
alejas! ¡Si yo digo que no toques mis cosas, no las tocas! ¡Si yo digo que
no le hables, no vas a hablarle, pedazo de mierda! —masculló entre
dientes, poniendo el arma contra la mejilla de su hermano, hundiéndola—
. ¡AHORA SAL DE ESTA MIERDA Y PIÉRDETE, NAMJOON!
¡PIÉRDETE DE AQUÍ, MALDITA SEA!9

El mayor fue empujado de golpe e inmediatamente salió del cuarto,


cerrando la puerta tras sí y volviendo a respirar tranquilo por un segundo.
Incluso acabando de vivir eso, no se le quitaron las ganas de continuar
con lo suyo. Al contrario, le dio más motivos. Sabía que Jeon Jungkook
era una granada y sinceramente, desconocía qué tan grande iba a ser el
impacto.

Dentro del cuarto, Taehyung aseguró el arma y la volvió a poner dentro


de la parte de atrás de su cinturón. Se agachó hasta quedar a la altura de
Jungkook. El niñito aun tenía manchas de sangre en la cara, cuello,
manos y pecho. Entre sus muslos había moretones, semen, tierra y
básicamente parecía un animal moribundo. La cosa es que Jungkook
estaba relativamente tranquilo, incluso oyendo el escándalo, no hizo
nada, siguió mirando el techo con las piernas cruzadas y las manos
entrelazadas en el abdomen.
—Ese techo tiene un hueco —finalmente soltó, Taehyung se sentó en el
suelo y vio hacia arriba—. No... ahí no —subió el brazo y apuntó con un
dedo a la izquierda—. Ahí, justo ahí.11

—Mjm —señaló efectivamente el mínimo hueco en el techo—. Pareces


un cadáver, Jungkook —habló tras voltear la vista y ver el estado del
niño—. ¿Debería dejarte más tiempo aquí a ver si te pudres y te comen
los gusanos? ¿O debería ya sacarte porque aprendiste la lección, hm?

De pronto, parpadeó, consiente de la situación.

—Haz lo que quieras —atajó él, todavía con la vista en el techo—. Igual
no es como si tuviera alguna opción.

—Te di dos.

—Bueno, yo agregaré la tres —esta vez llevó los ojos al sicario—. Tres,
haz lo que te dé la gana.9

Taehyung asintió y procedió a llevarse las manos hasta la cintura


impropia, desamarró todos los nudos, finalmente dejando a su cautivo
libre de la atadura. Luego llevó una mano hasta su frente y notó que
estaba sudando tan solo por el calor. Se levantó hasta el baño y al abrir
la puerta, tomó un balde y lo llenó de agua del lavamanos, estaba
helada.

—Ven acá, párate de ahí, vamos a bañarte —ordenó su verdugo—.


¡Muévete que no lo repito!

—Me duele la espalda, cárgame y llévame tú —contestó desde afuera.7

El verdugo llenó otro recipiente de agua y lo dejó al lado del otro, luego
se movió hasta quedar sentado encima del inodoro y se recogió el pelo
con la misma liga de billetes que cargaba en la muñeca. Entonces salió
del baño para ir hasta Jungkook, al quedar frente a él lo miro un rato
desde arriba. Kook lo veía tranquilo, extremadamente tranquilo.

—¿Te vas a quedar ahí como un faro o qué? —alzó una ceja, viendo a
Taehyung cruzarse de brazos y sacar una sonrisa ladina, entonces él
mismo alzo los brazos hacia el maleante, abriendo y cerrando las
palmas—. Cárgueme, señor V.32

Hijito de puta.

Lo peor fue que el mayor, sin decir eso en voz alta, lo agarró de los
brazos y se agachó para llevarlos alrededor de su cuello, lo tomó de la
cintura y le levantó, levantándose también en el proceso. El chiquillo
enredó las piernas alrededor de su cadera y dejó la cabeza en su
hombro, mientras era depositado segundos después en el suelo del
baño, sentado en posición de indio.

—Hueles a marlboro rojo —antes de que Taehyung se separara,


Jungkook olfateó su cuello, agarrándolo del borde del suéter—. A
marlboro rojo, whisky y jabón.

—Tu hueles a sangre, sudor y llanto —señaló Kim, bajando la tapa del
inodoro y sentándose encima—. A tierra, polvo y más llanto.23

El primer balde de agua fue vertido en su cabeza, mojándolo por


completo. Estaba en una bajísima temperatura y hacía frio, no tardó
mucho en ponerse a tiritar, sus dientes castañeando en el acto.
Taehyung tomó el jabón y empezó a enjuagar su cabeza y cuello.

—¿Me vas a volver a dejar aquí? —soltó, jadeado por las manos bajando
por su nuca, hombros y omoplatos. No recibió respuesta inmediata—.
Tae...
—¿Qué?

—No me dejes aquí —pidió bajito, sus brazos estaban arriba y Taehyung
los estaba enjabonando, luego el niño los bajó y el contrario empezó a
enjabonar su espalda y abdomen. Miró directamente a su captor, con los
ojos apagados; una mirada triste—. Si me vas a hacer algo, si me vas a...
qué se yo... llévame arriba, no aquí.

—¿Estás en posición de pedir algo?

—No estoy en posición de pedir, exigir, reclamar, correr o quejarme,


Taehyung —afirmó, echándose hacia atrás cuando el asesino empezó a
limpiar sus caderas y muslos—. Pero no creo que me vayas a meter un
tiro por pedírtelo, incluso si me suena bien la idea.11

El verdugo lo ignoró totalmente, de todas maneras, no iba a dejarlo en el


cuarto. Y no porque no quisiera, sino porque no queria que Namjoon o
Wang le hablaran, se le acercaran o siquiera lo miraran de reojo. Era
suyo, no queria que nadie que no fuera él, lo usara.4

—Cierra los ojos —Jungkook obedeció y sintió las manos alrededor de


su cara llenas de jabón, estrujando de manera extrañamente cuidadosa,
sus ojos, mejillas ensangrentadas, frente, cejas, maxilar, nariz y boca. El
jabón fue sacado con el agua momentos después—. Ya, ábrelos.

Echó la cabeza abajo y siguió dejándose hacer, Taehyung terminó


lavando todo su cuerpo; piernas, rodillas, pantorrillas, caderas, sacando
cada mancha de sangre, tierra y semen, dejándolo pulcro de pies a
cabeza hasta que el chico volvió a estar mojado. El verdugo en ese
momento se quitó el suéter y Jungkook por un momento creyó que se lo
iba a follar ahí mismo, pero en cambio, comenzó a secarle el cabello, los
hombros, la cara, espalda y piernas, sin decir nada, Jungkook tampoco.
Cuando estuvo más o menos seco, le puso el suéter húmedo y se
levantó a buscar algo cerca de otro. Sacó un frasco pequeño de vidrio y
lo abrió, olió un poco para rectificar si era eso y entonces se acercó a
Kook.

—Enjuágate bien la boca —el cautivo tomó el frasco posterior a Kim


hablar, ignorando la sonrisa de este—. No lo tragues, ni lo escupas.

Inmediatamente encendió un cigarrillo, tras sacar la caja y el encendedor


de la parte frontal de su bolsillo. Jungkook veía el pequeño frasco con
recelo, como queriendo saber qué era, hasta que llevó la nariz cerca y al
olerlo quiso ponerse a llorar.

Era cloro.24

—Taehyung... e-esto no es enjuague bucal —el cloro tenía un olor


potente; era puro. Tener eso en la boca no sería bueno—. Taehyung...

—Te dije esa que esa boquita estaba pasada de grosera conmigo,
¿verdad, pequeño Jeon? —alzó una ceja hacia el chico y este ya tenía
los ojos aguados—. ''Asesino de mierda'' ''Asesino hijo de puta'' ''Maldito
infeliz'' Blah, blah, de esos me acuerdo por ahora, así que lávate la boca
a ver si se te quitan esos insultos.

Las lágrimas se arremolinaban solas en sus fanales azabaches.

—¡No lo voy a volver a hacer! —chilló, aguantando las ganas de llorar—.


¡Ya, te lo juro!

—Eso dices ahorita, mañana te levantas y lo repites —se cruzó de


brazos, y entonces sacó el cigarro de su boca, poniéndolo cerca de
Jungkook—. ¿Qué te arderá más? ¿Lavarte la boquita con cloro o
quemarte la lengüita con esto?
—Taehyung...

—¿O cortarte la lengua hasta que te quede toda la boca ensangrentada y


después hacer que te la comas hasta que te ahogues?

Jungkook abrió los ojos de par en par, la respiración se le aceleró de un


momento a otro y sabía que si no hacia una cosa, terminaría haciendo
otra igual de mala o incluso peor, Taehyung no iba a retractarse. El chico
vio el frasco; el olor de eso le irritaba la nariz y hacía que le picara.
Tenerlo en la boca iba a irritársela, quemaría horrible. Pero, cuando vio el
cigarrillo y recordó cada uno de los toques de la punta ardiente contra su
piel, dejando marcas —que ya estaban cicatrizadas e imborrables—,
supo la respuesta.

—No, no te vas a morir si lo tragas, solo te va a arder el estómago hasta


retorcerte, vomitar la poca comida que tengas y toda la bilis también —
añadió, viendo las intenciones de Jungkook—. Y si te das cuenta, médico
es lo menos que soy, así que probablemente te folle mientras se te
destruya el estómago poquito a poco, además no es una cantidad
mortal.4

Okay, no se lo tragaría. Si no iba a morir de una vez, no valía la pena.3

—Hazlo, Jungkookie... —ordenó lentamente, encendiendo otro Marlboro


y luego comenzando a fumarlo—. ¿O prefieres esto?

Jungkook bajó la cabeza y negó.

—No, T-tae... —se quejó bajito, ya habían lagrimas que escapaban—.


Pero en serio, no voy a volver a hacer nada...
—Claro que no, después de esto ganas no te van a quedar —insistió,
deleitándose con la mirada lastimera del niñito—. No te lo voy a repetir,
Jungkookie.

El chico asiente, y sin decir otra cosa, llevó el frasquito al borde de sus
labios. Ardió, quemó más bien.

—Ah... n-no Taehyung... —empezó a llorar, sintiendo como si la boca


fuera a incendiársele. Tan solo la parte interna de los labios le ardía,
dolía, picaba y palpitaba justo en las heridas abiertas. Sus ojos fueron
imposibles de contener las lágrimas y eso que no había tocado su
lengua—. E-eso quema...

—Ajá, los marlboro rojo también —afirmó—. ¿Quieres probar?

Jungkook negó.

—Entonces hazlo, escupes cuando yo te ordene.

Inmediatamente volvió a ponerse el frasquito cerca de los labios y esta


vez metió todo el líquido en toda su cavidad bucal. El ardor lo hizo
apretar los ojos y temblar todo su cuerpo. Era horrible, asqueroso.
Parecía como si se hubiese metido muchísimo picante y acido en la
boca, el tacto del cloro con su lengua quemó muchísimo más.

Peor que una vez que comió comida muy cliente, por un segundo se
preguntó si lo cigarrillos serían más dañinos a su lengua y quiso creer
que sí. Mas en el momento que el líquido pasó por sus encías; sintió que
algo estaba casi que cortándolas, al igual que la parte interna de sus
cachetes, labios heridos. Sus manos yacían apretadas en puños, uñas
enterrándosele en las palmas.
—Escúpelo —el niñito inmediatamente, y de golpe, botó todo el ardiente
cloro contra la pared. Su boca estaba hecha llamas y empezó a toser
hasta casi ahogarse—. ¿Cuál es mi nombre completo, Kookie?

El chiquillo seguía tosiendo fuertemente, los ojos aguados e hinchados,


sus dientes empezaron a raspar con fiereza sus belfos irritados. Era una
combinación agónica de ardor, picazón y quemazón. Cada herida
ardiendo muchísimo más.

—Jungkook —volvió a hablar Taehyung, cuando el chico hubo


disminuido de toser, no obstante, la sensación era igual—. ¿Cuál es mi
nombre completo?

—K-Kim... Kim T-Ta... Kim Tae Hyung —apenas logró articular palabra,
la boca no podía sentirla peor—. Kim Taehyung.

—Deletréalo, Jungkook.

—K-I... —volvió a llorar y a toser un poco, estaba al borde de ahogarse


no podía hablar bien—. K-I-M T-A-E... —otro carraspeo y sus labios
comenzaron a sangrar por abrir las heridas rascando con sus uñas—. H-
Y-U-N-G

Taehyung terminó de sacar una sonrisa triunfante y tras calar lo último


del cigarrillo, la colilla fue hasta el hombro de Jungkook por una milésima
de segundo.11

—¡NO, NO! ¡¡AH...!! —gritó fuerte al contacto, mas su boca estaba


muchísimo peor que aquella quemadura que no fue igual de grave
porque el suéter cubría la zona fría—. ¡Y-ya hice e-esto...!

—¿Cuáles no son mis nombres, Jungkook?


El chico pensó por un momento la respuesta, pero más pronto que nunca
la tuvo en los labios.

—A-asesino de m-mierda —contestó con algo de miedo y recelo,


tosiendo aún—. M-maldito hijo de puta y... y maldito infeliz —terminó
rápidamente—. Ya s-se... n-no los diré otra vez...

—Buen chico —terminó su castigo, aplaudiendo dos veces—. Ahora,


párate de ahí.

—M-me duelen... —se quejó, desearía pararse por sí mismo, pero sus
tobillos realmente dolían, las piernas también—. Las piernas... m-me
duelen...

Kim bufó, tras eso lo tomó del cuello y la parte de atrás de sus muslos.
Lo levantó, cargándolo de manera nupcial y procedió a llevarlo hasta el
cuarto de arriba. Jungkook se aferró a su cuello, poniendo la cabeza
entre las clavículas expuestas de Kim y paró su llanto cuando fue
depositado en una cama de otro cuarto.

Taehyung sacó debajo de esta, un bolso negro del que agarró una toalla
pequeña y dos camisas que a ojos de Jungkook eran bastante anchas.
Se puso una encima después de secarse la poca agua en su pecho y
luego le sacó el suéter mojado a Jungkook, lo secó con la toalla,
cuidando —porque si, Jungkook se dio cuenta de que eso lo estaba
haciendo con cuidado—, de no pasar tan bruscamente por las llagas en
su abdomen, clavículas, cuello y una mordida en la parte interna del
muslo.1

En serio una parte —grandísima parte— de Jungkook lo odiaba a


muerte, pero cuando lo trataba así otra parte de él se retorcía sin saber
por qué.
Disipó sus pensamientos estúpidos y horribles, bajó la vista hasta el
suelo y puso las manos en su regazo mientras le secaban el cabello.
Después de hacerlo, el asesino le colocó una de sus camisas; la más
grande, y la otra se la puso él. Kim se arrodilló a un lado del chico para
meter la maleta otra vez debajo de la cama y antes de que se girara,
Jeon lo encaró, tomándolo de los hombros.

—¿P-por qué haces esto? —la pregunta no salió dolida, más bien salió
demandante y curiosa—. ¿P-por qué vienes, actúas mal y luego haces
esto?

Taehyung sonrió, y tras empujar la maleta, tumbó a Jungkook boca arriba


quedando entre sus piernas y con los antebrazos a cada lado de su
cabeza, enredando sus dedos entre las hebras negras del cabello de su
cautivo, plantó un beso casto en su mejilla y llevó su boca directamente a
su oreja.

—Porque eres mío, pequeño Jeon —susurró despacio, haciendo que el


chico jadeara—. Y me gusta mucho verte mal —llevó la vista hasta
conectarla con la impropia y rozar la nariz de Kook—. Tan bonito, tan
roto... —dejó un beso en la punta de su nariz—. Tan frágil, tan dañado —
dejó tres besos en su frente, uno en cada marca—. Tan débil y tan
precioso —un último beso fue dejado en cada uno de sus párpados
húmedos—. Pero sobretodo... tan mío, mío porque así lo quise y porque
así lo quiero. Mío porque no tienes otra opción, mío porque si y porque
no. Mío porque te quiero conmigo, dañado por mí.9

—Yo no s-soy tuyo —en realidad, Jungkook sabía que muy en el fondo si
lo era, pero no quería aceptarlo. Él le pertenecía a Taehyung porque dejó
de pertenecerse a sí mismo hacía mucho tiempo—. N-no lo soy.
Taehyung chasqueó la lengua e inmediatamente plantó un beso en sus
labios, despegándose segundos después.

—Eres mío, Jeon Jungkook —afirmó de nuevo, sin apartar el contacto


visual—. Cada parte de ti es mía, cada parte de tu rota alma es mía,
cada gota de tu sangre me pertenece —susurró muy cerca de su cuello,
haciendo que Jungkook se erizara—. Tus pensamientos, tu boca, tu
cuerpo, tu aliento, tu voz, tu sufrimiento, tu llanto... —volvió a verlo,
poniendo sus belfos sobre los contrarios—. Todo de ti tiene dueño, y ese
dueño es Kim Taehyung, amor.

Kim Taehyung.

—¿Por qué... Kim Taehyung?

—Porque me da la gana y-

—No —lo calló, sacando una mirada mucho más severa—. Ya sé la


respuesta a eso —masculló entre dientes—. Lo que quiero saber es...
¿Por qué me dejas llamarte así, si sé lo mucho que odias tu nombre?

La sonrisa cuadrada, amplia, brillante y terriblemente perfecta, surcó los


labios del asesino.8

—Mi nombre se escucha bien viniendo de tus labios, mis manos no se


sienten tan pesadas cuando toco tu cuerpo, mi mente no va tan lejos
cuando estoy contigo y el peso que a veces cargo encima se alivia
cuando te veo —aquella confesión, tocó algo dentro de
Jungkook, algo con lo que se sintió tranquilo, pero ansioso—. Me gusta
estar contigo, me gusta hacerte sufrir, llorar, gemir y suplicar. Amo verte
hecho un desastre, un caos... amo el sufrimiento que te hago sentir,
Jungkook, y a la vez odio tanto no poder mandarte al carajo... porque
estoy obsesionado en dejarte conmigo.
''Estoy obsesionado en dejarte conmigo...''

—¿Qué coño estás-...?

—Odio ese nombre, pero si lo dices tú es diferente... quizá porque tú me


gustas más de lo que odio ese nombre —sus ojos no abandonaron los
otros en ningún momento—. Y te detesto terriblemente por eso, pequeño
Jeon. Diría que el nivel de repulsión que sientes por mí, equivale al odio
que le tengo a ese nombre, pero sinceramente... tú no me repudias.

—Lo hago.

Esa misma sonrisa que tenía cuando hablaba, se convirtió en una risa
sarcástica, una que duró poco, pues volvió a chocar sus frentes y
dejarlas juntas, viéndolo.

—No me digas que no estás confundido, y que te odias porque sabes


que en el fondo estás sintiendo cosas que nunca pensaste que ibas a
sentir —Jungkook palideció—. No me digas que quieres alejarte y salir
corriendo por lo que has visto y por como sufres mi amor. Tú quieres salir
corriendo porque tienes un revoltijo de emociones, porque tus
pensamientos tienen nombre y apellido, y no son Jeon Jungkook, sino
Kim Taehyung.6

—C-cállate... y-ya cállate...

—¿Te da miedo escuchar la verdad?

—C-cállate...

—No me digas que mientras te tocaba estabas fingiendo, no me digas


que mientras me tomabas tan bien y gritabas mi nombre cada que me
hundía en ti estabas mintiéndome, porque no voy a creerte, amor —el
puchero en los labios de Taehyung mientras hablaba con esa burla le
hacía querer sacarle diente por diente—. No me digas que me besas a la
fuerza, porque incluso si me alejo de ti, eres tú quien lo pide. Puedes
decírtelo a ti, Jeon Jungkook, puedes tratar de mentirte a ti, convencerte
tú mismo y vivir en una mentira para sentirte menos miserable, pero a
este... —se señaló—. A este no lo vas a engañar.2

Y Jungkook iba a responder algo, pero sus palabras si vieron disipadas


en su mente cuando Taehyung robó todo el espacio en su boca con su
lengua, emprendiendo un besuqueo para nada parsimonioso, para nada
delicado. Uno donde se estaban lastimando la boca y ambos tenían el
entrecejo fruncido y respiraban agitadamente mientras se correspondían.

Estaban besándose con odio.6

Jungkook lo sabía por la manera en que el asesino estaba mordiendo


sus labios tan fuerte, a la par que respiraba erráticamente. Hasta que
sintió el sabor metálico en su boca. Ardió y dolió, pero lo siguió de la
misma manera, no solo mordisqueando los belfos de su captor hasta
magullarlos y hacerlo sangrar mientras gruñía en su boca, sino también
llevando una de sus manos a los hombros y omoplatos desnudos de él,
arañándolo hasta oírlo quejarse por hacerle sangrar, y la otra la mantenía
dentro de su cabello para que no se despegase.

Era un beso donde estaban recibiendo daño y sin embargo continuaban,


porque sabían que el otro también estaba recibiéndolo, incluso si sus
labios estaban escurriendo sangre que era lamida hasta volver a
sangrar.1

Taehyung llevó una mano hasta el cuello de Jungkook y apretó fuerte,


tan fuerte que Kook cuando lo seguía besando empezaba a sentir que le
faltaba el aire, pero de igual forma no era motivo para detenerse porque
sabía que Taehyung no iba a llegar más allá. Y lo soportó todo, hasta
que el asesino quitó la palma de su cuello y se apartó de él. Jungkook
carraspeó, viéndolo con el semblante fruncido, los ojos entrecerrados y la
mandíbula apretada.

—La diferencia es que tú no te volviste mi obsesión, pero bien sabes que


yo si me volví la tuya, Tae —pronunció entre dientes—. Y por eso, ni te
soportas tú, ni tampoco me soportas a mí.19

La respiración de Taehyung por un segundo se paralizó.

—Puedes maltratarme, golpearme, follarme, violarme, torturarme,


insultarme, denigrarme e incluso matarme hasta que de mí no
quede nada —el odio de Jungkook era palpable en su voz, también la
burla—. Pero ni haciendo todo eso, quitarás el hecho de que, en el fondo,
te jode por dentro estar enfermamente enamorado de mí.89

XXII: Bad from child, bad forever.

Kim Taehyung podría tener mucha mierda metida en la cabeza, pero


sabía perfectamente cómo lidiar con eso.

En ocasiones, las personas creían que por fuera éramos lo mismo que
por dentro, que todos en algún punto nos volvíamos totalmente
transparentes. Transparentes en el sentido de que, mediante nuestras
acciones y palabras, podíamos reflejar lo que acarreaban nuestros
pensamientos.2
Así era Taehyung.2

Él no escondía nunca quien era, porque no le importaba lo que los


demás pensaran. A menos, claro, que necesitara mantener un perfil bajo
o quedarse calmado para adaptarse a una situación que necesitara
controlar y dominar. Esa era la única manera de que pudiera actuar como
un hombre ''normal'', incluso pareciendo encantador totalmente. Ese tipo
de cosas, eran las que hacían que hubiese personas que le temieran
totalmente. No porque sabían que era malo por naturaleza, que era una
persona tóxica y con problemas. Si no porque, inclusive siendo alguien
destructivo, no lo parecía ni un poco.2

Taehyung sabía que era totalmente encantador y lo usaba a su favor


para cometer barbaridades. Como un veneno que alguien toma por
curiosidad y no lo mata, sino que lo vuelve más fuerte e hasta adicto.2

Una cosa era cierta, tenía una tendencia obsesiva por dominar a cada
persona y cada situación que se le presentara. No soportaba no tener el
control y debido a la persona que era, se le hacía totalmente fácil
obtenerlo, ya fuese mediante palabras que enganchaban y manipulaban
—cuando era medio complicado—, o ya fuese mediante mentiras y
actuaciones "comunes" dentro de lo que cabía en él.

Era un perfecto mentiroso cuando realmente se lo proponía, era


tremendamente normal cuando se lo proponía, pasaba desapercibido y
nadie se daba cuenta de que tenían al lado a un monstruo. Su necesidad
de satisfacción personal era grande, porque solo le importaba lo que él
quería. Solo podía llegar a cohibirse de inducir cosas horribles cuando
eso iba a darle una recompensa de por medio, cuando iba a conseguir
algo que le interesara o porque simplemente se sentía a gusto con la
sensación que le provocaba.
Eso era lo que le provocaba Jungkook.

Siempre había algo que Taehyung tenía en mente, cualquier cosa que
ocupaba siempre sus pensamientos una y otra vez recordándole lo que
hacía. Y no era que le molestara o lo pusiera triste —jamás había
conocido la tristeza—, sino más bien que a veces quería tener la mente
en blanco, pero de tantas cosas que a lo largo de su joven vida había
hecho; era básicamente imposible que su cerebro no trabajara y pensara
cosas una y otra y otra vez.

Cosas que trataba de olvidar, recuerdos que quería disipar y aunque


intentara cualquier cosa para desquitarse, no podía. Los recuerdos de su
infancia a veces se le hacían lejanos, recordaba poco porque se obligó a
si mismo desde los catorce años que ahora era un nuevo "él'' y así la
vida se le haría más fácil de ahora en adelante.

Pensó que podía dejar de cavilar en las cosas que detestaba desde
pequeño, porque de hecho; los traumas de Taehyung no lo hicieron
malo, él ya era malo, solo que aquella maldad era frenada por dos
personas que lo contenían. Dos personas que su padre mató y cuando
quedó solo ya nadie podía controlarlo ni un poco. Yenjin ya no estaba
para regañarle y pelear con él, Jin hyung ya no volvería a encerrarlo en
su cuarto y regañarlo cuando peleaba con niños pequeños
porque "Taehyungie, no puedes ser malo. Los animales no se torturan y
a los niños pequeños no se les tira tierra en los ojos". Lo mantenían
tranquilo, incluso si ambos tenían problemas más grandes que controlar
a un niño rebelde de cinco años.15

El hombre llamado así, no fue quien lo volvió malo. Kim Taehyung ya era
malo y su padre mató a las únicas dos personas que frenaban esa
maldad. Su padre no fue la razón de que fuese un asesino sádico, fue el
detonante. Taehyung ya era un sádico de pequeño y llamarse Kim
Taehyung le molestaba porque creía que era así gracias a su padre.

Grave error.

—¿Cuántos años tienes? —preguntó un hombre mayor, quizá de unos


cuarenta y tantos años, al niño que estaba limpiando una pistola con
tanta normalidad como si se tratara de un juguete y que le dijeron que
podía ser su nueva arma mortal—. Oye, chico... ¿Cuántos años tienes?

Pero sinceramente, le dio algo de lástima.

—Tengo catorce y medio, señor Mark —respondió el muchachito,


acomodándose el cuello de la camisa y con el trapo sucio de pólvora
entre las manos—. Nací el treinta de diciembre del 86, cumpliré quince
dentro de poco.3

Catorce años y llevaba cuatro muertos encima, catorce años y parecía


saber perfectamente lo que hacía y estar conforme con eso. No
importaba si alguien le daba mejores opciones, si mostraban una salida
para ese mundo al que aparentemente no fue arrastrado sino que llegó
por sí solo, él de todas maneras quería estar ahí. Él había elegido
pertenecer a esa parte de la sociedad donde todo gira en torno a la
muerte, el sufrimiento, la agonía, criminalidad y asesinato. Solo con
catorce años, parecía estar al tanto de todo.

Un niño de catorce años que se codeaba entre hombres mayores y veía


cosas que esos mismos hombres que le doblaban y triplicaban edad, les
daban náuseas, pero él lo veía con adoración. Un adolescente que
degolló y mutiló a cuatro personas delante de hombres que lo único que
eran capaces era de meterles un tiro en la cabeza para que murieran
rápido. Pero, a ese niño no le era suficiente ver morir a las personas tan
rápido y sin dolor más que un par de golpes en la cara. No era suficiente.

Necesitaba que rogaran, que lloraran. Necesitaba que le suplicaran y así


él hacer caso omiso, necesitaba que sufrieran.

—¿Qué hace un niño de catorce años metido en el mundo de la


delincuencia? —inquirió el hombre mitad estadounidense, mitad
coreano—. ¿No deberías estar en la escuela?

El niño aspiró un cigarro barato que quizá alguno de los hombres cerca
de él, le había regalado. Posterior a eso, botó el humo por la nariz y miró
al mayor directamente a los ojos, negando.

—La escuela enseña a ser dominado, señor Mark, pero la calle enseña a
dominar —respondió totalmente confiado, seguro de cada palabra que
salía de su boca—. Yo no quiero que me dominen, quiero dominar y que
me tengan mucho miedo. Tanto, que lloren y tengan pesadillas conmigo.

¿Qué clase de pensamientos retorcidos y sanguinarios podía tener un


niño de catorce años?10

—Suenas como un adulto, muchacho —dijo el hombre, que


sinceramente sintió miedo de ese niño—. ¿Cuál es tu nombre?

—V —contestó firmemente, abriendo sus dedos índice y medio,


girándolos y poniéndolos en su ojo derecho, como un saludo en forma de
esa letra—. Mi nombre es V, señor Mark.8

Mark sabía que ese era un seudónimo y no el verdadero nombre de ese


niño. A los trece años lo vio por primera vez y le llamó la atención su
actitud recatada, su mirada fija en el entorno lleno de asesinos crueles,
pero que solo lo hacían por trabajo. Ese muchacho mantenía un bajo
perfil, escaneaba a todos a su alrededor y con tan poca edad sabía
distinguir perfectamente lo bueno y lo malo, analizaba los panoramas a
su alrededor y estaba totalmente consciente de lo que era y según Mark,
era motivado por algo mayor; un odio quizá, o una sed de venganza. No
fue hasta un año después que decidió hablar con Koyumi; un hombre
japonés que residía en un barrio de Mapo-gu y trabajaba vendiendo
drogas, el cual tenía al niño bajo su custodia porque le parecía "pequeño,
pero peligroso.''
Tras la muerte de dos de sus familiares, quedó con una mujer que era la
madre de su medio hermano —y la cual ese niño no le agradaba en lo
absoluto—, pero esta cayó presa cuando él cumplió doce, por agredir a
un abogado en defensa propia que quiso abusar de ella y ahora tenía
veinte años de condena. El hermano mayor del chico quedó con una tía,
y luego vivió solo por un tiempo, siendo cuidado desde lejos por su medio
hermano mayor que le llevaba comida y le enseñaba algunas cosas que
no aprendería en la escuela, porque fue expulsado de dos de ellas.3

Hasta que un día, el japonés salió con una manada de hombres y


encontró al niño a punto de ser abusado en un callejón donde fue a
comprar cigarros. Sin embargo, quedó en shock cuando sacó una navaja
y empezó a repartirle puñaladas a ese hombre hasta dejarlo moribundo y
gritarle barbaridades mientras sonreía como un loco —varios días
después, se enteraron que en realidad sobrevivió, de milagro—. Lejos de
tener miedo, Koyumi llamó al chico y le ofreció dinero con tal de que
fuera a una operación.

Sabía que el niño se llamaba Taehyung y conocía lo que le había pasado


a su familia; porque eran relatos que iban de boca en boca en aquel
barrio, pero jamás pensó que, después de haber vivido aquello, el
muchacho fuese capaz de matar a alguna persona.
Y no, no era solo matar, era hacerlas sufrir.

Koyumi lo supo porque recién cuando el chico cumplió catorce años,


mató a un hombre por primera vez y lo dejó horrible. Todo porque
descubrió que llamarlo por su nombre verdadero le recordaba a su padre
y sentía que se desquitaba. Entonces le dijo "Mata a este hombre como
si fuera tu padre, V" llamándolo por el nombre que el niño había pedido
que usaran para referirse a él y así no llamarlo "Taehyung".

Desde ese día supo que estaría con él y sería su asesino. La cosa es
que ese niño estaba consciente de que tenía jefes y no le gustaba tener
jefes y que lo mandaran, por lo tanto, procuraba ser el mejor haciendo lo
peor y así se ganaba el miedo y respeto de hombres que podían ser sus
padres y abuelos. Un niño de catorce años que donde se plantara, todos
veían sus ojos marrones con miedo y sus largos dedos agarrar un arma
perfectamente sin siquiera temblar.

Koyumi le dijo a Mark que era tan inteligente que en seis meses aprendió
a dominar el idioma solo escuchándolo y codeándose con hombres que
lo hablaban. Astuto, porque cuando había planes, y todo el mundo
parecía estar de acuerdo porque era ''perfecto'', él mostraba las fallas y
posibles fracasos, volviendo los planes diferentes, pero airosos.
Calmado; debido a que mientras todos llegaban con aires de grandeza,
presumiendo que eran criminales, él no necesitaba presumir nada,
porque todos ya lo sabían. Sabio; hablaba de cualquier cosa y
examinaba los diferentes puntos de vista sobre un tema y los amoldaba a
sus propias creencias. Educado; siempre decía ''buenos días'' y ''gracias''
a pesar de que nadie se las contestaba y se refería a los hombres
como "Señores" y "Hyungs" en realidad para no decirles ''jefe'', solo que
ellos no se daban cuenta.8
Y sobretodo, sádico como ninguno. Siempre decía que no le era
suficiente matar a alguien de un solo tiro, necesitaba que sufrieran y
agonizaran hasta que la vida se les escapara en el aliento.

En otras circunstancias, Kim Taehyung podría haber sido todo un


profesional en algo que no fuera quitar vidas y ser marginal.

De todos modos, no estaba ahí para irse sin ese muchacho y meterlo en
su escuadrón.

—Ese no es tu nombre, es tu seudónimo, tu alias —explicó brevemente,


el muchachito frunció el ceño dando una mirada de molestia. Entonces
Mark recordó lo que el otro dijo—. Koyumi me contó que tenías uno, pero
también que no te gustaba que te llamaran así, ¿eso por qué?

—Porque es malo, ese nombre es malo, señor Mark —contestó


rápidamente, frío—. No me gusta, lo odio.

—¿Odias tu nombre? ¿Por qué?

—Por papá —replicó rápido, empezando a volver a armar la pistola—. Él


es malo, y se llamaba así.

Algo le hizo su padre y Mark quería saber a cómo de lugar si se iba a


llevar a ese niño con él.

—¿Tu papá te hizo algo, V?

—No, a mí no, nunca me tocó. Él me tenía miedo porque decía que me


parecía a él, por eso nunca me hacía nada...

El mayor no pasó desapercibido el nivel de odio y rencor que brotaba de


aquella voz. Hablaba como si cada palabra le torturara los pensamientos.

—¿Y a quién tocó?


—A Mami, a Jin hyung y a Namjoonie hyung también.

Oh, traumas de la infancia, eso podría explicar todo. Pero no le parecía


suficiente razón para aquel sadismo enfermizo en el niño. No era
suficiente que su padre golpeaba a su familia, debía haberles hecho algo
peor.

—¿Que les hizo tu padre, V?

—¿Ha visto como dejé a Jiyong y a los otros? —Mark asintió—. Bueno,
imagínese eso, pero a mi mamá, a mi hermano mayor y peor.

V había mutilado a esos hombres, les arrancó los dedos, la cabeza y le


enterró una navaja en los ojos. Si había algo peor que eso, entonces ahí
estaba la respuesta.

—¿Él se llama como tú? ¿Tu padre?

Rápidamente el niño torció una mueca de total desagrado y negación. Le


había afectado, poco; pero lo hizo.

—No, él se llama Kim Taehyung... yo me llamo V.

Entonces ese niño de catorce años se llamaba Kim Taehyung, igual a su


papá.

Quizá en cierta parte escondida, aún quedaba ese rasgo característico


de la niñez en el muchacho, pero tarde o temprano se iría para no volver
jamás.

—¿Por qué elegiste ese nombre? —la curiosidad era palpable en la voz
del señor— . ¿Te gusta esa letra?

Era mucho más que una simple letra, era... todo.


—Porque yo gano, es victoria. V de Victoria —explicó—. Si yo los mato a
ellos tan cruelmente, como los verdugos en la época medieval, así... con
espadas, cuerdas y armas de hierro; es como si matara a Taehyung. Les
hago lo que él le hizo a mami y a Jin hyung, los mato.

El niño leía mucho, adoraba leer. Koyumi le había dicho que a veces,
cuando le pagaban, compraba muchos libros y a veces los robaba de la
biblioteca. Todos donde había cosas de asesinato y tortura; le gustaba
eso.

—¿Piensas en tu padre cuando matas, V? ¿O solo haces lo mismo que


hace él?

—Pienso en él, señor Mark. Ayer cuando maté ese hombre, mi cabeza
estaba pensando en Taehyung y me gustó hacerle eso, porque pensé
que se lo estaba haciendo a él. Vi el rostro de papá en ese señor.

—¿Y por qué de pequeño hacías cosas malas? ¿Por qué golpeabas a
los niños y matabas animales inocentes, si aún mami y Jin hyung
estaban vivos? —Koyumi le había dado ese dato.

—Yo era malo ya, señor Mark... siempre fui malo. Pero no tanto como
ahora, porque tenía a mami y a Jin hyung conmigo. Ellos me cuidaban y
me regañaban a veces, aunque yo volviera a hacerlo otra vez —contestó
tranquilo, viendo a un punto ciego en el suelo donde estaba recordando
la cara de esas personas, aunque ya se le iba olvidando un poco—
. Desde que papá se los llevó, ya no tengo a nadie que me cuide, me
tengo que cuidar yo solo. Si para cuidarme debo matar a todos, pues lo
haré. O me matan o los mató, o ganan o gano.

—¿Lo haces porque te ganas la vida o lo haces porque te gusta?

Taehyung ni siquiera pensó la respuesta.


—Lo hago por las dos; me gusta matar a la gente así y eso me da dinero.

—¿No le tienes miedo a la muerte, V?

El niño negó rápido con la cabeza.

—No lo hago, señor Mark. ¿De qué me sirve tenerle miedo a algo que se
va a pasar y no puedo evitar? —se encogió de hombros restando
importancia—. La muerte nace con nosotros, vive con nosotros y la
tenemos presente en el día a día. Todos los días y a cada segundo
alguien muere, ya sea cerca de nosotros o al otro lado del mundo.1

—¿Y no le temes?

—De hecho, es el miedo que internamente todo el mundo tiene, pero yo


no. ¿Sabe por qué?

El mayor negó.

—Porque yo soy la muerte, yo soy el miedo de muchos. Tengo catorce


años ahora, en dos meses cumpliré quince y ya he hecho cosas que les
da miedo a hombres como usted —sonrió con orgullo—. ¿Se imagina lo
que haga cuando tenga veinte, veinticinco? Me van a temer los hombres,
las mujeres y los niños.

—Cero temores a morir, entonces.

—Tengo más miedo a nunca aprender a dar tiros a la cabeza con la


izquierda, y sin embargo de nada me sirve; porque un tiro en la cabeza
sería matar muy rápido y matar rápido no es lo mío.1

Solo tenía catorce años y hablaba como si la experiencia de varios años


se arraigara en sus venas. Parecía un muchacho sabio e inteligente, no
era impulsivo. Era estratégico, parsimonioso, recatado e incluso
respetuoso la mayoría del tiempo. No le gustaba llamarla atención y veía
en los demás, cosas que ni ellos mismos veían.

—¿No te gustaría volver a la escuela, tener una vida normal, tener una
profesión algún día? —el niño solo hizo una mueca de desagrado—.
Podrías ser un médico o un abogado. Podrías ser alguien mejor,
muchacho. ¿No te gustaría casarte y formar una familia?

—La escuela está llena de hipocresía, todos quieren aprender a ser


alguien para hacer cosas buenas, incluso si odian lo que hacen, señor
Mark. Los maestros odian a los alumnos, pero reciben dinero para seguir
formando maestros que odien alumnos y se repite el ciclo una y otra
vez.8

El hombre abrió los ojos de par en par.

—Los médicos pasan su vida entera salvando otras vidas, o gastando la


suya, y todo el mundo termina agradeciéndole a Dios, que solo es una
estúpida creencia que la gente tiene, porque juran que después de la
muerte hay algo más y se van a salvar —expresó—. No existe, solo son
dimes y diretes de los mortales para sentirse bien, o algunos los usan
para hacer cosas malas y justificarse... como el holocausto, leí un libro de
eso. Un alemán que mató a negros, a hombres que le gustaban los
hombres y gente judía solo porque su Dios así lo pactaba, según él11

Catorce años.

—Yo no quiero ser alguien mejor, señor Mark, yo quiero ser un asesino.
Yo no quiero gastar mi vida para salvar otras, yo quiero acabar con otros
hasta que de ellos no quede nada, porque soy libre así. Una vez que
entiende que los seres humanos venimos al mundo a desperdiciar
aproximadamente setenta y cinco años de vida, la vida en sí pierde
sentido. Solo somos sacos de huesos y carne que respiran y piensan.
Entonces nacemos para volvernos peones de un juego de ajedrez donde
soñamos ser la reina o el rey, pero somos solo eso; peones que se
sacrifican para reyes y reinas y que dejan de hacer lo que quieren, solo
porque el entorno no lo deja ser libre.9

Catorce.

—Morimos y no hacemos nada importante —continuó—. Nacemos para


dentro de más de setenta años ser la comida de gusanos y hormigas, a
menos que nos prendan en fuego. Nos lloran los que nos quieren y tarde
o temprano lo superan y lo olvidan, como todo. El destino final de todos
nosotros es ese; morir y ser olvidados, y todos le temen a la muerte.
Entonces, si yo soy un asesino, por lo tanto, yo sería la muerte. Me gusta
saber que tengo ese destino final entre mis manos, me siento bien
sabiendo que me temen.

—¿No crees que piensas de una manera un poco extraña, V? ¿No te


parece incorrecto?

—¿Por qué debemos ajustarnos a lo que otros quieren solo porque creen
que es correcto? Si yo creo firmemente que lo correcto es matar, pero
otro cree que lo correcto es salvar, ¿quién de los dos tiene realmente la
razón, si ambos estamos defendiendo nuestro punto con bases que lo
sustentan?19

Catorce años.

Kim Mark, un hombre de cuarenta y dos años que tenía un negocio de


droga y ventas ilegales de armas desde hacía veinte años, que había
matado a tantos hombres que ya no le daba la cabeza para contar,
estaba recibiendo consejos de un niño de catorce años que tan solo
había matado a cuatro personas a lo largo de su corta vida. Que
probablemente había dejado la escuela y por eso cayó en manos de un
maleante que ahora se lo iba a vender para volverlo un asesino, pero que
de todos modos no necesitaba aprender nada; ese niño ya sabía
demasiado, su mente volaba a mil por hora.

Y lo asustó, la manera la que se expresaba, cada palabra proveniente de


su boca le dio terror, terror porque mientras los demás hombres que
estaban con él mataban porque era su trabajo, a este niño lo motivaba
algo más fuerte, le gustaba, lo llenaba e incluso lo satisfacía
irremediablemente. Ese niño daba miedo y solo tenía tan poca edad.
¿Qué pasaría cuando llegara a los veinte, treinta? ¿En qué clase de
monstruosidad se convertiría un niño que a tan corta edad comprendía
cosas como la muerte, el asesinato, el rencor y la gloria, lo analizaba,
sacaba sus propias conclusiones y aprendía de ellas rápidamente?

Estaba dispuesto a llevárselo y protegerlo a cómo dé lugar, no importaba


que fuera un asesino. Sería su asesino personal y el mejor, porque era
como un diamante en bruto que estaba seguro cualquiera quería.

—Y oh, no quiero una familia, señor Mark, las chicas no me gustan. Son
lindas, pero no me gustan para mí —terminó sacando una sonrisa
cuadrada y brillante donde se achicaron sus ojos. Parecía un niño
totalmente inocente y no alguien que se había adentrando en su
subconsciente tan solo hablando un par de minutos.6

Tomó el arma y empezó a cargarla para luego entregársela

—Es una Beretta 92FS, semiautomática con calibre de nueve milímetros.


Suficientemente cerca, atravesaría la carne, si está lejos entonces solo
se estancaría entre los músculos —detalló la pistola—. Es marrón, pero
yo creo que negra es más elegante y bonita, señor Mark.

Catorce años.

—Entonces... no te gusta tu nombre porque te recuerda a tu padre, pero


ves su cara cuando matas y esa es la razón de que seas tan violento,
¿verdad? —Mark trató de obviar todo el tema psicológico que había
tocado el niño y solo se dispuso a recordar lo menos traumatizante.

—Sí, sí señor.

—¿Crees que es su culpa que seas así?

—Yo ya era malo antes de lo que hizo, pero cuando mató a mami y Jin
hyung y yo los vi muertos, supe que era peor que yo —le señaló al
mayor—. Y no puede haber nadie peor que yo. Entonces pienso en él por
eso, pero preferiría no hacerlo, solo que no sé cómo. Cada vez que
intento... él está ahí y yo lo detesto.

—¿Y crees que en algún momento puedes dejar de pensar en tu padre


cuando mates, V?

El muchachito dobló la boca y empezó a frotarse las manos y repiquetear


los pies en el suelo, parecía ansioso. Hasta que alzó la cara y sus ojos
marrón oscuro se encontraron con los negros del señor.

—Solo el día que lo mate a él o cuando haya otra cosa mejor en qué
pensar. Pero... si no logro matarlo, espero encontrar algo o alguien que lo
saque de mi mente algún dia.19

Por esa razón Taehyung le permitía a Jungkook llamarlo así.


Cuando otra persona lo hacía, recordaba cada trauma hecho por ese
hombre. Las veces que Seokjin llegaba con moretones en las piernas
después de salir del cuarto de su padre, las veces que Yenjin recibía
golpes en la cara por tratar de defenderlo, las veces que su madre
gritaba en las noches por ser víctima de golpes y quien saben qué más.
Las veces que su padre lo veía con recelo, pero a él nunca le tocó, lo
agredió, amenazó o atormentó, jamás le puso un dedo encima. Hasta el
día de hoy, no saben por qué.

Pero, su obsesión con Jungkook era tan grande, que incluso si lo llamaba
así, Taehyung solo tenía cabeza para él. Solo podía tener entre sus
pensamientos a Jungkook desde hacía meses que estaba con él, desde
que lo vio por primera vez. Desde que lo encerró por primera vez. Desde
que lo golpeó la primera vez. Desde que lo besó aquella noche por
primera vez, donde iba a follarlo, pero se contuvo porque él juraba que
solo lo follaría una vez nada más, juraba que su cautivo desaparecía y se
desharía de él como había hecho con otros, pero con ellos no pasó tanto
tiempo como con su niñito. Desde la primera vez que lo tocó a la fuerza
aquella noche, la cual después de meses de no tener cabeza para
recordar esos pensamientos, la misma persona que hacía que los
olvidara fue la que los trajo de vuelta y eso lo jodió.3

Pero, de igual forma, después de haberlo hecho sufrir, no estaba listo


para dejarlo ir tan pronto.

Por eso luego de ir a ver a Jimin, se perdió nueve días, nueve días donde
hizo desastres. Nueve días donde se llevó a trece personas que nada
tenían que ver con él, que no tenían culpa de nada. Las dejó
destrozadas, una tras otra hasta que finalmente esas ganas se vaciaron.
No era suficiente con haberlo torturado, apoderándose de su cuerpo a la
fuerza y luego marcándolo, necesitaba más. Quiso matarlo esa noche,
pero si lo mataba, sabía que todo estaría como siempre y odiaba eso.
Entonces, no le importó matarlos a todos ellos, no le importó en lo más
mínimo que esas eran personas normales que vivían un día a día común
y corriente. No merecían morir cuando quien lo había provocado era un
niñito de quince años, su niñito.

¿Pero no era lo mismo morir hoy o morir mañana? Al fin y al cabo, es el


único destino que tenemos asegurado. Merecer morir era algo subjetivo,
porque al fin de cuentas, no importaba si alguien era bueno o malo.
Todos los hombres mueren y Taehyung no iba a sentir culpa por
matarlos.6

Y a él no le importaba, en lo absoluto, era incapaz de sentir culpa o


remordimiento si mataba. La única manera de que no pudiera matar a
alguien era por dos cosas; o porque su muerte no le provocaría nada, o
porque de verdad lo necesitaba vivo.

Necesitaba a Jungkook, si mataba a Jungkook todos esos pensamientos


volverían y él no quería tener la cabeza jodida con traumas. De hecho,
no quería tener la cabeza jodida, pero prefería tener a su pequeño
Jeon que otra cosa.6

Y lo mataba saber que después de tanto tiempo por fin encontró cómo
disipar aquellos pensamientos. Lo torturaba porque dependía de alguien
que sabía era temporal en su vida y cuando se fuera sería la misma
mierda de siempre. Lo jodía porque quería que algo se llevara los
recuerdos y no pensar en nada, pero se iban los recuerdos y terminaba
pensando en él. Lo jodía porque quería matarlo y no podía, no mientras
se sintiera bien estar con Jungkook y hacerlo sufrir.2
No mientras fuera su ancla.3

Por eso mismo mató a todos ellos y los obligó a llamarlo Kim
Taehyung para poder matarlos horrible. Y por primera vez, entre su
cabeza no estaba ese rostro, por primera vez no estaba pensando en su
padre cuando mató a todos ellos. Cada uno de sus pensamientos
mientras cortaba, mutilaba, golpeaba, amenazaba, gritaba y torturaba a
esas personas tenían nombre y apellido, ese era Jeon Jungkook.5

Taehyung estaba dividido, cuando tenía un puto trabajo que hacer, su


mente se concentraba en matar y listo. Pero había veces donde, de
tantos pensamientos que le recordaban sus traumas, terminaba teniendo
ganas de matar a alguien pensando en el rostro de su padre y así esa
sed de victoria se llenaba hasta que meses después, volvía.

Pero, desde hace cinco meses eso no pasaba, nunca le daban ganas de
matar a alguien solo porque sí y no porque fuese su trabajo. Desde hace
cinco meses su cabeza estaba martirizándose por otra cosa y esa cosa
tenía dieciséis años y ahora estaba en el cuarto confundido mientras él
había salido al balcón a fumarse casi una caja entera de cigarros y beber
whisky para calmar la extraña ansiedad que lo hacía repiquetear los pies
contra el suelo de madera y chasquear la lengua cuando el licor y cigarro
le lastimaba las heridas que tenía en los labios y que, si hacía presión,
sangraban.2

"Puedes maltratarme, golpearme, follarme, violarme, torturarme,


insultarme, denigrarme e incluso matarme hasta que de mí no quede
nada. Pero ni haciendo todo eso, quitarás el hecho de que, en el fondo,
te jode por dentro estar enfermamente enamorado de mi"

No. Mentira. ¿Qué carajo era eso?6


Admitía que estaba obsesionado con él, había una razón y la estaba
divagando antes cuando ya iba por el cuarto cigarro. Aceptaba que
adoraba maltratar a Jungkook porque el hecho de que le gustara no iba a
cambiar el hecho de que siguiera siendo un sádico por su dolor. Accedía
que lo jodía muchísimo estar cerca de él y ser incapaz de matarlo porque
le gustaba la sensación de solo tener a Jungkook en la cabeza y a nadie
más. Afirmaba que le gustaba castigarlo hasta hacerlo llorar y burlarse de
él. Todos los ''¿por qué?'' que llevaba tiempo preguntándose, tuvieron
respuesta esa noche.

Y lo torturaba depender de un niñito, por eso lo maltrataba, porque


odiaba horrible saber que no podía matarlo. Lo frustraba no tener el
control y solo hacerle muchísimo daño.

Pero el término enfermamente enamorado, no entraba en ningún lado, ni


por amor, ni por enfermo. Taehyung no era capaz de sentir cosas
dichosas y buenas. Él solo era capaz de sentirse dichoso si hacía cosas
malas y repulsivas. Lo único que amaba, era hacer cosas así. No otro
tipo de estupideces que se supone deberían sentirse bien. Él no amaba a
ese estúpido, él solo hecho de pensarlo le dio una combinación de
lástima y risa. Y no era enfermo, no, era dependiente y necesitado al
punto en que no quería otra cosa que no fuera tener a Jungkook entre
sus brazos porque lo necesitaba y entonces golpearlo mucho por
causarle esa necesidad.20

Si tan solo Jungkook supiera que lo necesitaba tanto, probablemente se


riera de él y luego Taehyung le partiera la boca con un bate, para
entonces besarlo hasta ahogarse.12

Aunque todos modos, Taehyung estaba seguro —casi por completo—,


de que esos pensamientos volverían, y cuando esos pensamientos
volvieran y ya Jungkook no fuese suficiente, entonces acabaría todo.
Siempre volvían, tarde o temprano le inundaban la mente y lo acechaban
de noche. Así que sabía que mientras ellos no volvieran Jungkook
estaría con él.1

El problema era que, incluso cuando Jungkook lo llamaba por su propio


detonante desde aquel día donde se desquitó, los pensamientos de
Taehyung no volaban a mil por hora, tan solo continuaban
manteniéndose ahí. Y lo estaba jodiendo mal.1

Tan mal que iba a desquitarse, y lo haría con su cautivo esta vez.27

Con pies densos como una lava se adentró a la casa y fue directamente
hasta la puerta del cuarto, abrió y pasó. En la mano derecha cargaba los
anillos de siempre y en la izquierda dos de hierro. El licor era saboreado
entre sus labios y lengua lastimada, mezclándose con el cigarrillo de
picante sabor. En la diestra el vaso y en la izquierda el pitillo de nicotina.
Aquel cristal fue depositado en una pequeña mesita baja del cuarto, del
bolsillo trasero del pantalón saco una llave y le pasó seguro, agarrando el
whisky de nuevo.

Jungkook estaba tumbado boca abajo solo con una camisa y ropa interior
de él. La ropa con la que había llegado había sido historia, ni siquiera
sabiendo dónde carajo estaba ahora y a Kim le gustaba verlo con su ropa
puesta, le quedaba grande y se veía más suyo de lo que ya era, además
de bonito y follable. Se soltó el cabello, dejando que le cayera como
cortina y tiró la liga al suelo. Su niñito yacía de espaldas con una mano
debajo de la cabeza y otra debajo de su cara respirando tranquilo. No
estaba haciéndose el dormido, solo tenía los ojos cerrados. Taehyung lo
sabía, mas no iba a reclamarle por eso.1
—Levántate, pequeño Jeon... —su tono de voz fue pausado, pero
demandante.

Jungkook abrió los ojos de par en par y estaba temblando un poco, sin
embargo, se giró lentamente quejándose un poco por el dolor en su
cuerpo, estaba conteniendo la respiración para tratar de calmarse,
porque en el fondo sabía que lo que había dicho fue solo para salir del
paso, aunque la manera en que Taehyung dejó un beso en su frente, se
levantó para irse del cuarto y pasó casi tres horas afuera dejándolo solo;
lo puso nervioso.

El chico se sentó en posición de indio en medio de la cama, el maleante


cargaba una media sonrisa ladina con un vaso de licor y un cigarro en la
boca. No, no estaba borracho o algo parecido. Caminaba lentamente por
toda la habitación sin nada más que el humo saliendo de su boca.

—Te dije algo, ¿verdad? —no le gustaba la expresión severa de


Taehyung—. Levántate y párate aquí, obedece.

Sí, era una orden.

Jungkook se levantó lentamente, sus pies tocaron el suelo frío y caminó


apretando los puños de los nervios, hasta quedar en medio de la
habitación donde el asesino le había dicho. Su verdugo comenzó a
caminar lentamente alrededor de él. El niño no lo estaba mirando. Su
largo cabello negro le cubría las marcas en la frente mientras yacía
mirando hacia abajo, sus labios mullidos —con un ligero sabor metálico
por culpa de besarlo horas atrás—, estaban apretados con fuerza,
porque sabía que algo pasaría, era prácticamente obvio juzgando lo que
había pasado horas antes y juzgando la actitud que estaba teniendo el
asesino justo ahora.
—Quítate la camisa, pequeño Jeon.3

—¿Que vas a-...?

—Cállate, yo no he dicho que hables —chistó, yendo hacia la pared,


apoyándose con una pierna flexionadas viendo a Jungkook de frente—.
Quítate mi camisa.

Le gustaba recordar que hasta la ropa que cargaba Jungkook encima,


era suya. Como todo él.

El chico tragó fuerte y pesado. Tomó el borde de la prenda y con manos


ligeramente temblorosas la sacó por encima de su cabeza. Si, días atrás
lo había hecho por si solo sin titubear, pero cuando Taehyung se lo pedía
era diferente. El asesino relamió sus labios llenos de licor, viéndolo cómo
se quitaba aquella camisa ancha y dejaba expuesto su abdomen lleno de
moretones, chupetones, cortadas, quemaduras y una que otra marca que
había sido provocada por su persona. Las costillas se revelaban ahora
más, quizá porque comía poco y solo dos veces al día. Sus pezones en
ese bonito tono café con leche que a Taehyung le encantaba tener entre
los labios estaban erectos por el frío y sus gruesos muslos pálidos
también amoratados, mordisqueados por todos lados, perfectamente a
su vista.

El chico mantuvo la prenda entre sus manos un rato, sin saber si tirarla al
suelo, a la cama o mantenerla entre sus manos. Sin embargo, la
respuesta vino cuando el asesino extendió su mano.

—Tírala, pequeño Jeon —carajo el apodo de mierda ponía nervioso a


Jungkook, pero de igual manera lanzó la camisa y el contrario la atajó
con la misma mano donde llevaba un cigarro—. Gracias, muy amable.7
Si algo se podía escuchar en ese cuarto, era el corazón de Jungkook
bombeando sangre desesperadamente. La mirada de su captor era
indescifrable, el cigarro que cargaba en su mano no le traía buena
espina, tampoco el whisky en la otra y menos aquella actitud tan
acuciante en medio de la situación. Por favor y gracias, no eran palabras
típicas de ese hombre. Kim dejó la camisa cerca de un estante y se
aproximó hasta él.

"Te jode por dentro estar enfermamente enamorado de mí". Bueno, quizá
la idea de que le cortaran la lengua no se le hacía tan mala ahora. Morir,
no se le hacía malo ahora.3

Kim se acercó tras beber un largo trago y mantenerlo en su boca, pasó al


lado del chico que ahora tenía los dedos a los lados de sus muslos
moviéndolos con ansiedad. La sola presencia de Taehyung le daba
ansiedad, inclusive si no emitía sonido alguno o estuviera haciendo algo;
lo ponía tremendamente nervioso al punto que, si se mantenía quieto,
podía sentir la sangre corriendo por cada una de sus venas, siendo
primeramente disparadas a chorros por su corazón acelerado.

Taehyung se posó detrás de él, Jungkook dobló la espalda cuando sintió


el dedo índice rozándole desde el final de su nuca, bajando por su espina
dorsal, finalmente alejándose cuando llegó al borde de sus nalgas.

—¿Nervioso, pequeño Jeon? —habló en su oído, provocando que toda


su piel se erizara—. ¿O con miedo?12

Jungkook mantuvo silencio. Le había ordenado callarse, ¿no? No iba a


hablar.

—Te pregunté algo, puedes contestarme si yo pregunté —susurró con


voz ronca, esta vez en su otra oreja—. ¿Nervioso o con miedo?
Jungkook tragó seco. Ambas, sinceramente.

—N-ninguno...

—¿Seguro? —esta vez escuchó cómo se llevó otro trago a la boca—.


¿Hm?

—S-seguro, Tae...

Kim reprimió una risa, entonces plantó un beso en la nuca impropia,


dejando que el sorbo de whisky se deslizara por toda su espina dorsal,
pues no lo tragó por eso. El chico volvió a arquearse cuando el alcohol
hizo un camino desde su cuello hasta la parte baja de su espalda,
humedeciendo el elástico de la ropa interior y haciendo que algunas
heridas ardiesen. En ese momento, Taehyung tomó su cadera y pegó su
anatomía a la de él. Jungkook sintió la gran mano presionando algunos
moretones y su despierta erección contra su espalda baja.

Y si no se quitaba, él también tendría una y no quería, le dolía todo.

—Me tienes mal, pequeño Jeon —susurró el asesino otra vez en su


nuca—. Demasiado mal —sus dedos, los cuales tenían el cigarro
encendido, fueron hasta el muslo del chico y empezó a delinear de arriba
a abajo con el pulgar—. Jodidamente mal —bebió otro trago de whisky y
jaló del brazo al chico hasta hacer que lo encarara—. Y a mí no me gusta
estar mal, pequeño Jeon.9

Jeon vio sus ojos, la luz de la luna creciente era lo único que se colaba
por una mínima ventana y daba algo de luminosidad. Pese a la casi total
oscuridad, los ojos de Kim brillaban; escaneándolo,
acechándolo. Devorándolo con la mirada.
—¿Has probado el whisky? —inquirió roncamente, Kook negó. Estaba
asustado y lo sabía—. Pruébalo, entonces.

Se hubiese negado a beberlo, de no ser porque el otro también había


consumido eso, así que veneno no tenía —para su desgracia—. El vaso
fue posado en el borde de sus labios, mientras aún estaba detrás de él
con la mano en su muslo, y se inclinó hasta hacerle beber un trago
amargo. Era como beber fuego y picante a la vez, porque cuando su
cavidad bucal, lastimada por las mordidas, reseca por el cloro y herida
por las cortadas chocó con aquel líquido, le quemó la boca haciendo que
se le aguaran los ojos y le picaran las cortadas que estaban
cicatrizándose. Su paladar, garganta y estómago ardieron tiempo
después, haciendo que arrugara la nariz, se le erizara el cuerpo y
quisiera quitar la sensación de su boca.

—¿Qué tal? —Taehyung le soltó y se colocó frente a él—. ¿Cómo sabe?

—S-sabe feo...5

Otra vez reprimió una risa y su pequeño Jeon estaba más tenso que
antes cuando lo observó echando las últimas cenizas del cigarro dentro
del vaso de whisky y la mezcló con el dedo índice. La colilla fue hasta el
suelo y la piso con el zapato.

—Bébelo —ordenó de nuevo, llevando el vaso al borde de los labios de


Kook. Este obedeció y tragó dos veces seguidas, obteniendo la misma
sensación, pero con un sabor medio amargo esta vez—. ¿Ahora?

—P-peor...

El último trago, Taehyung lo metió de lleno en su boca, antes tragarlo tiró


contra la pared el cristal, partiéndolo en varios pedazos, y agarró a su
rehén del cuello con brusquedad, apretando sus mejillas para que abriera
la boca.4

Comenzó a besarlo rudamente adentrando su lengua en esa boquita


lastimada la cual tras un par de mordidas en sus labios comenzó a
sangrar de nuevo. El alcohol se escurrió desde sus labios hasta llegar a
la boca de Jungkook, el cual jadeó del ardor siendo incapaz de
despegarse. El líquido cayendo de su barbilla a su cuello, lo mismo con
Taehyung. Cuando el alcohol fue vaciado por completo entre su lengua,
Kim deslizó la lengua desde la comisura de aquellos labios hasta la
barbilla, lamiéndole todo el maxilar, bajando hasta absorber el brebaje de
su cuello —donde dejó un chupetón pronunciado—, para luego terminar
en las clavículas y volver a su boca.14

—T-Taehyung, mh... —Jungkook ladeó la cabeza cuando el mencionado


adentro sus largos dedos entre su cabello húmedo, besándole el cuello
con lentitud y pegó ambos cuerpos, rozando sus miembros y con la mano
que le quedaba libre deslizó un dedo por la columna de Jungkook, este
se encorvó, y por reflejo se pegó más. Kim soltó su cabello para
masajear su bonito culo y sus dedos masajeando su pezón derecho lleno
de whisky—. Ah... n-no empieces... p-por favor...

—Tu no decides eso, pequeño Jeon —bramó sobre su boca, adosando


ambos labios. Tras eso, uno de sus pies se metió entre las piernas del
chico y los separó, rozándole el pene con la rodilla y provocando un
jadeo al cual el niñito mordió sus labios—. Tú no decides nada.2

—Taehyung...

—Quítatelo —demandó, separándose de él—. Quítatelo ya.


Con manos temblorosas el chico suspiró y bajó la prenda ajena de su
cuerpo, sacando una pierna primero —con lo cual se tambaleó y
Taehyung le sostuvo para no caerse—, y luego la otra, tomando el bóxer
negro entre sus manos. Su verdugo se lo quitó y lo lanzó a alguna parte.
Llevó una mano detrás de su pantalón, sacó el encendedor y un
cigarrillo, lo prendió y comenzó a fumar frente al pequeño, tirando la caja
y encendedor a los pies de la mesa cerca de la gran cama.

—¿Sabes qué me jode mucho? —preguntó parsimonioso, exhalando el


humo hacia arriba, su nuez de Adán estaba tensa. Jeon negó, con la
cabeza gacha—. Tú me jodes mucho. Toda tu existencia me perturba,
bebé, y no sabes lo mal que me caes, te lo juro, niñito mío.3

Otro apodo de mierda que Jungkook odiaba.

—Pero aun así, me gustas —tras eso, otra calada fue dada—. Y te
quiero, en serio lo hago.21

Jungkook iba a decir algo, no obstante, calló cuando Kim pasó el


cigarrillo a su izquierda y se llevó los dedos índice y medio a la boca,
chupándolos hasta ensalivarlos bien.2

—Y, antes de que vayas a creerte cualquier estupidez de mierda —llevó


los dedos entre las nalgas de Kook, tanteando su entrada, el chico
resopló—. No, Jungkook, no te quiero así como piensas —metió el índice
de una vez, hasta la base de sus anillos, ganándose un quejido.
Jungkook entrecerró los ojos y llevó la frente hasta su pecho,
escondiéndola ahí—. Te quiero llorando, te quiero suplicando, te
quiero gimiendo mi nombre —susurraba tranquilo en su oído mientras lo
embestida con un dedo y la otra mano aguantaba su cadera—. Te
quiero sufriendo, te quiero golpeado, te quiero agonizando, te
quiero lamentándote la existencia. Te quiero ver mal, muy mal,
Jungkook. Te quiero conmigo, así te quiero.30

Otro dedo fue empujado y esta vez el chico entreabrió la boca para soltar
un quejido, contrayendo su entrada y tomando parte de la camisa de
Taehyung entre sus dientes mientras este sentía sus dedos ser más
aprisionados por las paredes contrarias.1

—Taehyung... —el aludido mordió el lóbulo de su oreja y pasó la lengua


por la parte de atrás, templando con sus dientes aquella suave piel—. T-
Taehyung...

—Dime, Jungkookie —pidió, calando otra vez y adentrando sus dedos


más rápido—. Dímelo, amor...

Su pequeño Jeon apretó los ojos, incapaz de decir nada. Apretó


fuertemente sus piernas, porque la manera en que Taehyung lo estaba
tocando no era buena, no era sana y lo sabía, estaba consciente. Sin
embargo, no podía evitarlo, no podía solo decirle que se quitara.

Porque Jungkook era suyo, de su propiedad, no tenía valor para elegir.


Aunque lo negara para sentirse mejor, así era. Y lo sabía, tanto por la
situación en la que estaba, como cada vez que Taehyung se lo decía.

—¿Alguna vez te he dicho lo jodidamente estrecho que eres, hm? —


examinó roncamente, profundizando sus dedos. Incluso el frío de los
anillos era sentido por Jungkook, que le temblaban las piernas—. No
importa las veces que me hunda en ti, no importa cuántas veces te tome
y te haga mío, siempre estarás así. Tan apretado, tan caliente, y tan
mío pequeño Jeon...

El dedo anular fue ingresado y esta vez el muchachito apretó sus manos
alrededor de los brazos de su secuestrador, enterrando las uñas ahí.
—T-tae... mh... d-duele —se quejó mientras el mayor seguía adentrando
sus dedos y moviéndolos en círculos—. ¡Ah! M-me duele, Taehyung...

—Shh... —calló, aspirando el cigarro—. Otras cosas duelen más...


¿verdad?

—¿A-ah? —Jungkook alzó la vista, tenía los labios apretados y los ojos
llorosos.

No le gustaba el rumbo de la situación, ni la actitud, ni como estaba


hablándole tan tenue. Entonces, dio una última y larga calada a la
nicotina y la lanzó al suelo. Con su mano libre tomó a Jungkook de las
mejillas abultándole los labios y haciendo que hubiese un pequeño
espacio en su boca. Ese momento, soltó el humo pasándolo de su boca
hasta la impropia, Kook apretujó los ojos porque el humazo había subido
hasta sus ojos. Aspiró, fumándolo desde la boca del asesino. No tosió,
porque lo botó rápidamente el resto lo exhalo Taehyung por la nariz.13

—Bésame.

Con manos temblorosas, Jungkook lo tomó del cuello, alzándose en la


puntita de sus pies mientras aún Taehyung estaba tocándole a fondo.
Entreabrió su boca para besarlo y la lengua del contrario perfiló el borde
de su belfo inferior antes de apretarlo entre sus dientes. El conocido
sabor metálico lo sintió y el adolescente casi aulló de dolor al sentir el
labio nuevamente roto de no ser porque un gemido ahogado salió de su
boca cuando el mayor retomó los toques con profundidad.

—Uh... n-no empieces, T-Taehyung... —no quería sentir lo que estaba


sintiendo, donde lo estaba tocando—. A-ah... no...
—Aún no empiezo, Jungkookie —el mayor sacó sus dedos y lo tomó
bruscamente del cuello, con la misma mano—. Ve hasta debajo de la
cama, y saca lo que hay ahí.9

—¿Q-qué?

—¿Te lo repito?

Kook negó, rápidamente, el otro le soltó dejándolo totalmente


anonadado, vacío y confundido. El chico se giró hasta llegar a la cama y,
tras agacharse, sacó algo que conocía muy bien y que le heló totalmente
la sangre haciendo que por un momento su corazón se paralizara y los
ojos se le aguaran.

Debajo de la cama, estaban la navaja y el gran tubo de hierro.53

XXIII: Provocation and explotion.

(⚠⚠⚠⚠)55

Una palabra que definiría lo que Jeon Jungkook sintió en ese instante;
nervios.

Giró la vista totalmente sin palabras, Taehyung cargaba la misma


expresión frívola y bestial de siempre; con el ceño fruncido y los brazos
cruzados a la altura de su pecho, mirándolo con superioridad desde
arriba. Jungkook estaba sentado en el suelo al borde la cama, todavía sin
tocar lo que estaba debajo.

—Entonces... ¿me jode por dentro estar enfermamente enamorado de ti,


hm?6

Kook se estaba apretando los labios y los puños, Taehyung estaba


molesto.

—N-no fue es-...

—¿No fue eso lo que quisiste decir? —alzó una ceja—. ¿Por qué las
personas usan excusas tan estúpidas cuando la cagan?9

—Taehyung...

—Tráelos, Jungkook —ordenó—. No me hagas buscarlos yo.

Fue más que suficiente para que el chico suspirara, rendido. Estiró los
brazos hasta agarrar aquel tubo con el que su captor lo había golpeado
tantas veces. El simple sonido del hierro chocando contra el suelo hasta
quedar fuera de la cama, le hizo dar un escalofrío, también un choque
electrizante en cuanto su puño lo sujetó firmemente, con poca fuerza
pues estaba débil. La navaja la agarró con la otra mano y entonces se
levantó con pasos torpes, miró hacia abajo y extendió los objetos a
Taehyung, sin mirarlo.13

—Tus ojos en mí, pequeño Jeon.

Fácilmente, Taehyung podría descifrar esos ojos. Su pequeño Jeon alzó


la vista conectándola con él y supo que su mirada era de miedo; como
siempre, solo que también tenía rencor y desesperación total. Tomó
ambos objetos, la navaja la colocó en la parte de atrás de su pantalón y
el fierro lo sostuvo fuertemente con la diestra. Al muchachito le agarró del
cuello, obligándolo a pararse en medio de la habitación, su respiración
era agitada, sus puños apretándose casi hasta enterrarse las uñas.

—Entonces, ¿me jode estar enfermamente enamorado de ti, según tú?

Kook negó.

—N-no es cierto, f-fue un impulso... n-no es cierto.

—¿Tu sabes qué es estar enamorado, Jungkook? —titubeó, pasando un


dedo por las caderas impropias—. Pobre de Yu-...

—¡C-cállate!

Taehyung rió, el prácticamente nulo ego de su pequeño Jeon era herido


cada vez que nombraba a esa chica. Probablemente por todo lo que le
había hecho vivir el asesino, cada una de las cosas que había pasado
entre ellos; las palabras que se decían, la manera en la que ambos se
miraban —sabiendo que no era simplemente porque una parte de ellos
detestaba al otro, sino también porque aquellas sensaciones más allá,
eran mutuas; tan solo que mientras Kim lo hizo con toda la intención,
Jungkook lo hizo sin querer—. Los roces en sus cuerpos, los toques cada
vez que estaban juntos, incluso las malas palabras con las que se
castigaban. Todo eso le hería y Taehyung tan solo se burlaba
internamente por verlo tan confundido.2

—No le toquen a la nena, o el niñito se pone furioso...

—C-cállate...

Se colocó frente a él, agarró su cuello con posesividad y de un manotazo


le volteó la cara, partiéndole el labio. Obligó a verlo, Jeon tenía los ojos
aguados y una gota de sangre en la comisura de sus belfos, la cual el
otro lamió con la punta de su lengua.
—T-Taehyung... —el nombrado apretó fuertemente sus mejillas hasta
que los labios se le abultaron, a Kook le ardía y dolía el toque—. A-ah...
n-no...

—¿Por qué te molesta tanto que la nombre, pequeño Jeon? —farfulló a


milímetros de su boca—. ¿Crees que voy a hacerle algo a Yu-ssi?4

Jungkook lo miraba furioso y asustado, dientes apretados con rudeza.

—¿O es que te frustra saber que no solo te gusta meterla, sino que te la
metan hasta que chilles, ah? —perfiló los labios del chico, que aún
sangraban—. ¿Se te cayó la dignidad? Seguro está en el último piso del
infierno de tan abajo que la tienes, mi amor.7

—C-cállate... —gruñó viéndole desde abajo—. Ya, c-cállate.

Su verdugo levantó una ceja y relamió sus labios.

—¿Te hiere saber que te encanta que te folle hasta que no puedes
aguantar, Jungkook? —sus labios se posaron en los de su rehén—. No
soy yo quien lo dice, eres tu cuando gritas mi nombre mientras estoy
sobre ti.

—Ya... c-cállate...

Su cabello fue templado más hacia atrás.

—Te hiere saber que te sientes culpable porque odias que te haga sufrir,
pero adoras que te toque, ¿verdad?

El rehén no respondió más nada.

—¿Te hiere saber que yo también te gusto, pequeño Jeon?

—T-tu no...
Taehyung lo calló cuando tiró el tubo al suelo y lo agarró por la parte
trasera de su nuca y con la otra mano sostuvo posesivamente su cadera,
apretándolo contra sí. Lo miró directamente a los ojos. Jungkook tardó un
momento para respirar, pero cuando lo hizo, aquellos gruesos labios de
su captor estaban moviéndose sobre los suyos de forma frenética, su
cuello estaba siendo presionado con fuerza y tenía sus largos dedos
adhiriéndose al hueso de la cadera.

Y quizá todas aquellas palabras tenían razón, porque Jungkook


correspondió el beso, entre asustado y molesto, adentrando su sinhueso
para enredarla con la impropia, cerrando los ojos debido a que en el
fondo le remordía saber que estaba besándolo a él, subiendo una mano
hasta ponerla detrás de la espalda de Taehyung y pegarlo a su cuerpo
mientras se alzaba en la punta de sus pies y con sus labios succionaba
los otros, con sus dientes los mordía y sentía un pequeño punto de
sangre chocar con su lengua.

Taehyung sabía a whisky mezclado con el cigarrillo, pero a Jungkook no


le importó. Tan solo siguió fundiéndose en un besuqueo lascivo, sus
salivas eran una sola para ese momento. El sonido del roce de ambas
bocas y el de sus respiraciones gruñendo y gimiendo rebotaba entre las
cuatro paredes, a la par que sus narices chocaban levemente y Kook
sentía el maxilar de Kim raspando el propio.

Las manos de Taehyung dando caricias mínimas en la parte baja de su


espalda con sus dedos y también apretándole el cuello, mordiendo sus
labios, paralizándole el alma y los sentidos, porque eso hacia
siempre; paralizarlo y neutralizarlo, provocando que se tragara todo lo
que sentía y que no explotara. No le convenía en lo más mínimo, aunque
a veces no podía solamente ignorar su alrededor y la situación, porque le
era difícil conservar la calma cuando estaba aguantando tanto. Era por
eso que a veces se mordía la lengua y otras veces hablaba cosas que lo
ponían en peligro, porque si lo acumulaba, explotaría.

Y sabía que no era bueno, estaba consciente de que Taehyung era un


veneno que lo consumiría más de lo que ya había hecho, pero él no
podía decirle que no cuando tenía al tanto que era totalmente suyo.

Todo cristal que se aprieta con fuerza, corta a quien lo tiene entre las
manos, pero también termina rompiéndose por ser frágil.

En ese momento, Taehyung jaló su belfo inferior se separó de él,


viéndolo ofuscado. Jungkook sonrió ladinamente encontrando sus ojos.

—Dije que iba a maltratarte, Jeon Jungkook, tanto que ibas a desear no
haber nacido, y cuando eso pasara, serías completamente mío —le
recordó—. Y mira, aquí estás. Jamás olvides que todo lo que digo que
haré, lo hago. Todo lo que prometo, lo cumplo. Siempre me salgo con la
mía.

Inmediatamente templó las hebras azabaches del chico y lo tiró contra el


suelo.

Jungkook jadeó cuando sus rodillas lastimadas se impactaron contra el


piso, obtuvieron raspadas al igual que sus manos la cuales interpuso
para no chocar su cara contra la vieja cerámica. Miró a Taehyung de
espaldas cuando recogió el tubo de nuevo y chasqueó los dedos dos
veces, haciendo que temblorosamente el menor se levantara hasta
quedar en la misma posición en medio del cuarto.

Su expresión ya no era ladina, burlona o neutral. Era tosca, fría y


malevolente. Estaba molesto.
—¿Cuántos años tienes, pequeño Jeon?13

No otra vez.4

—Maldita sea, Taehyung —Kook suspiró y cerró los ojos fuertemente,


frustrado—. No empie...-

El mayor abrió su palma por completo y la estampó contra la nalga


derecha de su rehén, este se tambaleó hacia adelante y apretó los labios
del ardor en la zona caliente.

—¿Cuántos años tienes, pequeño Jeon? —volvió a preguntar entre


dientes—. No respondas a otra cosa que no sea a mi pregunta.

El niño aspiró fuerte por la nariz.

—Q-quince, Taehyung.

Otra nalgada fue dada; más fuerte. Un gemido de dolor salió de sus
labios y llevó la mano a la zona lastimada, más Kim la apartó con el tubo
rápidamente.

—Incorrecto, pequeño Jeon —negó el sicario—. Tienes dieciséis, los


cumpliste hace poco —relamió sus labios muy cerca de su rostro y le
guiñó un ojo—. ¿Quieres un pastel de crema para festejar, hm?6

Jungkook entendió a qué se refería con lo último; por lo mismo no


contestó.10

Lo que sí le tocó a fondo, fue saber que había pasado tanto tiempo, que
no recordaba nada. No había noción de día, hora o fecha exacta; nada.
Lo único que conocía era que el sol salía en las mañanas y la luna de
noche cuando aparecía, no estaba seguro de cuanto había pasado,
incluso si marcaba la pared con un filo, no sabía lo que significaban las
rayas.

—¿Cuánto llevo aquí, Taehyung? —curioseó bajito, casi inaudible—. ¿Q-


qué día es hoy?

Taehyung arrastró el tubo por el suelo, el sonido del hierro con el


concreto era chirriante y le erizaba el cuerpo enteramente, cada uno de
sus vellos se erizaban de muy mala manera y se le revolvía el estómago.

—No lo sé, ¿un día? ¿una semana? Quizá un mes, o un año —


Taehyung lo miró desde arriba, burlándose—. ¿De qué te sirve saber el
día, la hora y la fecha, pequeño Jeon? De igual manera no vas a salir de
aquí, no te servirá de nada.

Y tenía toda la razón, al menos según él.7

Otra vez empezó a caminar a su alrededor rechistando el mismo ruido,


deleitándose con el cuerpo desnudo y tembloroso de Jungkook. Este
último, apretaba sus manos con fuerza, llevando los nervios a esa parte
del cuerpo para que las piernas no le flaquearan. Sus nalgas ahora
estaban totalmente enrojecidas con cinco dedos marcados. Kook se
limitaba a no decir algo.2

—La última vez no estabas tan débil —aquellos ojos viajaron al tubo—.
Te derrumbaste antes de los primeros cinco golpes. Me pregunto si
aguantarás doscientos esta vez.14

—¿D-doscien-...?

—''Del uno al diez, ¿qué tal malo puedo ser?'', preguntó Kim Taehyung
—recordó—. ''Doscientos, Kim Taehyung.'' replicó Jeon Jungkook. ¿Vas
a decir que también fue un impulso, pequeño Jeon?2
Se le aguaron los ojos tras escuchar aquello.

—La lengua es el castigo del cuerpo y respondiste que menos mal no


había cortado la tuya —volvió a recordar—. Admito que lo haría, pero
sería bastante extraño besarte así. ¿De qué me sirve cortártela ahorita,
con lo bien que se oye mi nombre de tu boca?

—Taehyung...

—¿De verdad pensabas que con todo lo que has visto de mí, iba a dejar
de divertirme contigo de un momento a otro, pequeño Jeon?1

—Taeh-...

—Cállate, no hables —ordenó con el fierro alzándole la quijada—. No me


pidas que me detenga, porque no lo haré. No pidas piedad, porque no la
tendré. Solo quiero que grites, Jungkook, que grites y sufras hasta caer
rendido.

El chiquillo era un manojo de miedo, nervios, rencor y desesperación,


pero también estaba calmado, sus cambios de humor eran constantes,
porque alguna de esas emociones cobraba terreno dependiendo de la
situación. E igual, también había otra más; fuerza de voluntad, el
problema era que no sabía qué tan malo pudiese ser darle todo el
terreno.

—Aguantaré —expresó decidido, clavando sus ojos negros en los


marrones del asesino—. Aguantaré, V.

—¿Ah, sí?

El chico asintió, con lo poco que le permitía aquel fierro presionado


contra su nuez de Adán, bajar la cabeza.
—Hagamos el juego más divertido entonces, pequeño Jeon —el tubo
bajó lentamente por su garganta, tórax y pecho, hasta ponerse encima
de sus vellos—. Como sé que no aguantarás ni los primeros tres golpes,
y quiero que aguantes, porque si caes no será divertido, te pondré un
reto. ¿Aceptas?

El menor arrugó el entrecejo.

—¿C-cual reto?

—¿Aceptas? —volvió a demandar—. Solo si lo haces, sabrás de qué se


trata, pequeño Jeon. Si no aceptas, entonces solo será uno tras otro,
hasta... qué se yo.

Jungkook lo pensó un segundo, de todos modos, siempre tendría las de


perder.

—Bien, supongo —no lo pondría más molesto de lo que estaba—.


Acepto el reto, V.

El frío hierro fue de nuevo a su cara hasta alzarla.

—¿Qué te dije de cómo llamarme?

—Acepto el reto, V —repitió sin más.

Taehyung sonrió y empezó a pasar el tubo entre los muslos amoratados


del chico. El juego sería bueno, porque Jungkook estaba muy golpeado,
totalmente más golpeado que cuando le dio aquellos quince golpes, así
que caería de igual manera. El problema era que si se pasaba de la raya
lo iba a matar, o mínimo dejarlo muchísimo tiempo
inconsciente. Sinceramente, le gustaban ambas ideas por igual, solo que
ahí ocurriría una sola de ellas.12
Tomó el filoso objeto detrás de su espalda y lo desenfundó, Jungkook
palideció por un momento, hasta que el delincuente se agachó frente a
él. Le quiso meter una patada en la cara y partirle la nariz, pero el miedo
pudo más y solo se quedó quieto.

Entonces, puso el filoso objeto en la rodilla del chico e hizo un profundo


corte que inmediatamente empezó a sangrar, deslizando el carmesí
liquido hasta sus tobillos. Era profundo y dejaría una marca si no recibía
una puntada. Jungkook aulló de dolor, tomándolo fuerte del cabello y
encogiendo su cuerpo cuando Taehyung pasó la lengua por la herida
mirándolo a los ojos desde abajo, ardió terriblemente.

—A-arde, n-no sigas... —Taehyung rió y rápidamente vio como la herida


profunda volvía a llenarse de sangre. La otra rodilla también recibió el
mismo corte y la misma atención, Jungkook empezó a sentir como le
temblaba el labio y sus ojos abandonaban las lágrimas—. ¡Y-ya...!

Ambas rodillas carcomían como un infierno, Kim sonrió satisfecho viendo


como las profundas incisiones provocarían que se mantuviera de pie,
pues si las flexionaba por los golpes; el músculo quedaría expuesto,
sangrarían, arderían tortuosamente e incluso se podrían desgarrar.

Se levantó tras dejar una mordida suave en la parte interna de los muslos
del niñito, donde ya había una. Jungkook gritó y se medió flexionó,
dándose cuenta que las cortadas ardían más tras el mínimo movimiento.
Taehyung quedó de pie frente a él otra vez. El rencor y miedo en los ojos
de Jeon era totalmente apetecible.

—Si llegas a caer al suelo, se te desgarrarán las heridas —avisó,


volviendo a agarrar el tubo y alzándole la cara—. Así que te toca estar de
pie, pero si caes... no será lo único que se desgarre hoy.
Él le guiñó un ojo, pero Jungkook contestó con una sonrisa
burlona; retándolo.

—Ya me has follado antes, V —pronunció de frente, presionando la


punta de su lengua contra la parte interna de su mejilla—. Búscate una
mejor amenaza.21

Taehyung chasqueó la lengua y el chico apretó los labios para no soltar


una risa. Igual seguía con miedo, porque el tubo quedó en una mesa y
Kim se aproximó rápido a él, con una mirada furiosa.

Y la cara de Kook fue volteada de golpe en otra cachetada, partiéndole la


boca de nuevo y su cabello quedó jalado hacia atrás, provocando que la
navaja le quedara en la nuez de adán.3

—Entonces te gusta que sea una maldita bestia —escupió en su cara,


deslizando la navaja a la derecha y logrando que su cuello sangrase
hasta deslizar las gotas por su pecho, un poco más y lo degollaba ahí
mismo—. ¿Verdad, maldito hijito de puta?

Jungkook no pronunció nada, sus ojos estaban apretados, Taehyung


soltó su cabello y entonces se dirigió hasta la gaveta donde reposaba la
prenda que antes cargaba. Abrió el primer cajón y sacó de ahí un peine
de doce balas, una pistola, un cinturón y una cucharilla de metal. Las
puso todas arriba. Titubeó un poco a ver cuál y terminó tomando el
cinturón, le abrió un hueco casi al final con la navaja y se devolvió hasta
su rehén.

El chico estaba con la sangre hasta la mitad del pecho y las rodillas ya le
habían empapado la parte de enfrente de sus pantorrillas, los pies y el
suelo. Taehyung sonrió con la sola imagen de su pequeño Jeon asustado
y molesto. Aquellos ojos poseían lágrimas y su nariz estaba roja. Llevó el
cinturón hasta el cuello del muchachito y la hebilla la pasó por el último
hoyo. El cuello de Jungkook se apretó, apenas podía respirar y cada vez
que tragaba la herida ardía más por el roce del cinturón de cuero oscuro.

—Si quieres que sea malo, malo voy a ser, pequeño Jeon.

El propio cinturón que el maleante cargaba puesto, fue quitado y


rápidamente le dio la vuelta a su víctima, que trató de forcejear; pero fue
inútil porque lo pegó de la pared y amarró sus brazos con el cinturón,
dejándoselos hacia atrás y apretando fuerte dos veces. Las rodillas del
chico ardían, su cuello con el roce de la correa se sentía igual y las
manos hacia atrás provocaban que sus brazos doliesen.

Kim lo arrastró otra vez hasta el medio de la habitación y lo dejó parado


ahí, la respiración de Kook estaba errática y sus ojos bien abiertos, rojos
e hinchados.

Su verdugo sostuvo la pistola cuando llegó de nuevo próximo a la mesa y


la cargó completamente, luego jaló la corredera, subiendo una de las
balas al compartimiento. Jungkook creyó por un segundo que lo iba a
matar, pero dos tiros fueron contra la pared del baño, dos ruidos
aturdidores en la habitación se escucharon por el impacto. Entonces la
punta caliente de la pistola fue puesta justo frente a él, a milímetros de
sus ojos.

—Me pregunto qué tan bonito se marcará este cañón en tu


cuerpo, pequeño Jeon —llevó la vista desde el humo del arma hasta los
ojos de Jungkook y viceversa—. Más marcas que serán imborrables de
tu preciosa piel.1

Jungkook no pronunció nada, Taehyung puso el arma en la mesa, agarró


el tubo con dos manos fuertes y lo miró de frente; oscuro y decidido.
—Como caigas al suelo, se te abrirán las heridas hasta desgarrarse —su
cuerpo lo llevó a un lado de Jungkook—. El cañón de esta Beretta se te
marcará en el cuerpo por cada bala que tenga dentro y por cada vez que
grites o pidas piedad, cuando me canse de golpearte te voy a meter la
polla hasta el fondo de la garganta. Me vale mierda que te vomites y te
ahogues con el desayuno, maldito infeliz.25

Jungkook queria morir.

—Comienza, V.

Taehyung sonrió ampliamente y aspiró hondo, las venas de sus manos


se marcaron con rudeza alrededor del hierro y el primer golpe estalló
contra los omoplatos del chico.6

Agónico, un dolor agónico, fue lo que Kook sintió.

Sus dientes aprisionaron su belfo inferior mientras la zona impactada


empezaba a doler, dejándolo casi sin aire. Hizo que arqueara la espalda,
las lágrimas escurriéndosele del rostro de inmediato. El grito de dolor le
hizo ahogarse, pues la correa se amarraba fuertemente a su cuello y casi
no tenía aire. Cada inhalación era ardor en la garganta.

—Ah, ¿te dolió, hijo de puta? —carraspeó el sicario, sonriendo—. A ver


este.6

El tubo estalló contra sus nalgas, que estaban ardiendo por las dos
palmadas que había recibido y Jungkook se tambaleó hacia adelante, sin
embargo, no cayó. Todo el cuerpo se le erizó y esta vez volvió a llorar
más fuerte, sus labios estaban apretados entre sus dientes y sangraron
debido a la presión de morderlos luego de gritar para no hacer el ruido y
sufrimiento más prolongado. Al menos no cayó de rodillas, que era lo que
no quería.
Taehyung carcajeó, viéndolo hacer un esfuerzo sobrehumano por
quedarse de pie, y él no iba a permitírselo, pero mientras más Jungkook
se esforzara, más cansado quedaría.

—Quieres caer de rodillas, pequeño Jeon... vamos, hazlo.

Taehyung pasó el tubo por el suelo, escuchándole sorber por la nariz, las
dos cachetadas le tenían los labios rotos, los apretaba fuerte para no
gritar, cosa que se le hacia imposible; porque el dolor de cada golpe era
agonizante y no sabía cuántos iban a ser.

—Vamos, arrodíllate y me detengo.4

Jungkook estaba al tanto que eso no iba a pasar y no iba a caerse de


rodillas, ya no hallaba de donde mierda sacar fuerza de voluntad.

—C-continua, V...

El tercer golpe fue contra la parte delantera de sus muslos, Jungkook


jadeó adolorido, otra vez tragándose las ganas de gritar, mordiéndose el
labio, casi sentía que iba a traspasarlo con sus dientes delanteros. Sus
puños se cerraron de la frustración, enterrándose las uñas en las palmas.
Las rodillas seguían sangrando por la presión y su cuello también. Su
cabeza empezó a doler por la violencia de sus ojos cerrándose.

Taehyung volvió a tomar el tubo y sonreír.

Otro golpe fue dado, quizá fue el peor; debido a que le sacó todo el aire.
Se lo dio en el estómago, sacándole todo el oxígeno que podía tener. El
niño se encorvó tosiendo audiblemente y desesperado, aspirando por la
nariz luego de carraspear una y otra vez hasta que escupió espesa saliva
mezclada con sangre. Sus rodillas fueron punzando cuando se dobló un
poco, sus brazos estaban doliendo desde los hombros hasta las
muñecas y el ardor junto al dolor del cuello deslizando el líquido carmesí
no ayudaba en nada.

—Si caes de rodillas, prometo que me detengo, Jungkookie...

El cautivo subió la vista, la expresión de odio y burla en los ojos del


asesino le hicieron saber que no haría eso, sino todo lo contrario. Estaba
tosiendo, de su boca se escurría baba, de sus ojos lagrimas que caían al
suelo y más sangre alrededor de su cuerpo, cada zona lastimada
empezó a ser imposible de lidiar con fervor.

—Voy a detenerme si caes de rodillas, Jungkookie —no, no lo haría la


verdad. Solo queria manipularlo con aquellas palabras—. Voy a contar
hasta tres, uno... dos... tr-

—¡S-sigue! —por nada del mundo caería rodillas ante él, no iba a darle el
gusto mientras pudiese quedar de pie—. V-vamos, V... sigue.5

Taehyung arrastró el tubo de nuevo haciendo que chirriara, su prisionero


yacía esperando cada golpe en su cuerpo. Podría soportar todos y cada
uno de ellos con tal de no caer de rodillas. Y Kim sabia eso
perfectamente. Cuando había fuerza de voluntad, el ser humano era
capaz de superar sus propios límites, pero eso para él no era ningún
impedimento ya que tranquilamente podría obligar a Jungkook a ponerse
de rodillas a la fuerza, pero era mejor dejarlo adolorido y humillado al
punto de que él mismo cayera.

Maltratarlo y torturarlo.

Por eso, el tubo fue sujetado por sus grandes manos, la presión era
fuerte, Kim sentía que por poco podría marcar el pesado fierro si seguía
apretándolo con semejante atrocidad. Fue ahí cuando sus ojos quisieron
encontrar un punto débil donde lo tumbara de una vez hasta que tuviera
que caer e incluso arrastrarse. Sus rodillas no, sus brazos muchísimo
menos, en la cabeza debía desmayarlo y no. Lo miró de pies a cabeza,
hasta que una sonrisa triunfante salió cuando lo encontró.

El tobillo.1

Sus marrones ojos estaban fijos en el tobillo de Jungkook, un golpe de


esa magnitud y caería inmediatamente al suelo, la cosa es que si le
quebraba el hueso podría desmayarse del dolor o en el peor de los casos
terminaría sin dejarle caminar como por dos meses. Pero los gritos
adoloridos de Jungkook si se lo follaba en cuatro, con las rodillas
sangrando y con un tobillo roto podrían decirse que eran la mejor
melodía que se hubo imaginado en algún momento; le iba a doler.15

Entonces lo hizo.

El tubo estampó contra el tobillo derecho de su cautivo, toda la fuerza


que Taehyung tenía entre las manos quedó en aquel hueso que lo hizo
caer de una vez por todas hasta que la quijada la estalló en el suelo
helado.24

El grito que Jungkook soltó, podría haber sido capaz de quebrarle los
tímpanos a cualquiera y la sonrisa que surcó el rostro de su verdugo
personal cuando lo vio caer y la sangre brotar del tobillo hasta el suelo
por la fuerza, fue extremadamente sádica y victoriosa. Jeon estaba de las
rodillas hasta abajo sangrando, sus cortes fueron más pronunciados
pues cuando cayó dobló las rodillas, sintiendo el pellejo expuesto de las
heridas abiertas tocar el suelo bruscamente.

Grito tas grito. Gritos desgarradores. Gritos agónicos. Gritos que lo iban a
dejar sin voz. Gritos que quizá se escuchaban hasta las afueras de aquel
monte donde estaba la abandonada cabaña y ellos dos solos. Gritos de
dolor y desesperación en su grado cumbre.7

Gritaba tan alto que por poco Taehyung se cubría los oídos, de no ser
porque amaba mucho verlo así. La cabeza de Jungkook estaba
enterrada en el suelo, sus manos atadas se removían de un lado a otro,
doliente. Su tobillo punzaba y ardía, supo que había sido dislocado por la
cantidad de dolor que toleraba. La hinchazón no se hizo esperar de
ninguna manera mientras se desangraba.30

Taehyung subía y bajaba su pecho profundamente respirando,


escaneaba las expresiones de dolor en el rostro de su pequeño Jeon y la
evidencia en todo su cuerpo, tiró el tubo a un lado y sonrió.2

—Caíste, pequeño Jeon.

Fue hasta el muchachito y aun observándolo tirado en el suelo privado


en llanto y dolor, enterrándose la punta de marfil en la carne y un motón
de rojeces alrededor del cuerpo que se convertirían en moretones
mañana. Llevó un pie hasta el ya de por si lastimado, hinchado y
probablemente casi fracturado tobillo.

—Siempre obtengo lo que quiero, pequeño Jeon.

Y entonces lo piso con fuerza, volteando a Jungkook hasta dejarlo boca


abajo luego de una vuelta y apretó más fuerte en la zona hasta que
escuchó al chiquillo quedarse afónico en un grito.4

Con el tubo lo lesionó, y con el zapato le hizo una fractura que sabía no
le iba a dejar caminar en semanas.

Sonriente, el asesino vio la espalda expuesta de su pequeño, así como


sus nalgas amoratadas, sus piernas llenas de sangre y el tobillo
muchísimo más hinchado que el otro, brotando sangre. Si no hacía algo,
Jungkook iba a desmayarse del dolor por lo próximo que iba a hacer, y
ahora era que faltaban las mejores partes.

No era suficiente dolor.38

Llegó hasta debajo de la cama y sacó la maleta, deleitándose con


aquellos lamentos que eran una terrorífica agonía hecha notas
musicales. Lloraba como un niñito, lloraba tan desesperadamente que
hasta tosía porque iba a ahogarse, lloraba de manera insufrible, si no
fuese Taehyung quien estuviera en ese cuarto quizá cualquiera que lo
escuchara estaría llorando con él, no importando si desconocía las
razones de aquellas lagrimas profundas, saladas y cristalinas. El dicho
de ''llorar un mar de lágrimas'', era Jungkook ahí mismo, y cualquiera
lloraría junto a él.6

Pero Taehyung no, su empatía era nula justo ahí.

Sacó una bolsita muy pequeña llena de aquel polvo blanquecino, había
una dosis de adrenalina también, pero si la combinaba ambas en
grandes cantidades el chiquillo o se le moría de sobredosis o no dormiría
en cinco días y terminaría muerto del desgaste corporal. Así que,
mientras se desgarraba en lamentos y súplicas, Taehyung vertió una
mínima cantidad de cocaína en el bote de adrenalina y tras mezclarlo, lo
extrajo con una inyectadora, suficiente para que aguantara un largo rato
más antes de caer desmayado, o muerto en el peor de los casos.11

Aun gritaba cuando el sanguinario asesino se acuclilló a su lado, Jeon


tenía la mitad de la cara llena de saliva junto a sangre y donde yacía
reposada había también un charco de los mismos líquidos, incluso
estaba moqueando demasiado. La baba, el espeso rojo, las lágrimas y
mucosidad formando un charco donde su cabeza reposaba y el seguía
bramando, jadeando y tiritando del dolor. Sus manos eran lo único que
podía moverse, su cuello empezaba a adoptar un color rojo por la fuerza
con la que el cinturón estaba ahorcándole y sus manos también.

—Te ves precioso, pequeño Jeon.29

Kim llevó dos dedos a la yugular de su prisionero y tras apretar para que
sobresaliera la vena —la cual de hecho ya era expuesta por los gritos y
lamentos—, enterró la aguja y vació el líquido, estando medio nervioso;
no vaya a ser que lo matara de una simple inyección y no como se le
ocurría hacerlo cuando quisiera.

Por un momento, el cuerpo del chico guardó silencio, por un momento se


calmó hasta que cerró los ojos, pero Taehyung fue testigo de cómo
comenzaba a moverse con fiereza y las pupilas se le dilataban volviendo
sus ojos más oscuros. Jungkook sintió un escalofrió recorrerle desde el
cuello hasta la punta de los pies cuando el líquido pasó de su nuca a su
organismo. Se sintió con energía, pero a la vez cada rincón de su cuerpo
dolía el doble, todo lo estaba sintiendo a flor de piel.

—M-mal... M-mald... —su boca estaba medio adolorida, no obstante,


conectó los ojos con Taehyung y parte del dolor en su máximo esplendor
se reflejó en ellos, odio era lo que se fundían en sus fanales azabache—.
¡M-MALDITO HIJO DE PUTA, TE ODIO! ¡E-ERES UN MALDITO HIJO
DE PUTA!

Taehyung lo tomó fuerte del cabello, haciendo que alzara la vista, el


prisionero tenía la cara hinchada y roja, casi se ahoga por la fuerza del
cinturón en su cuello. Su verdugo se rió en su cara y luego se la hundió
al suelo, llenándosela de todos los fluidos que habían ahí, posterior a eso
volvió a alzársela y esta vez fue él quien le escupió a Jungkook en el
medio del rostro.

—Claro que sí, pequeño Jeon —se burló viéndole—. Choi Yenjin era una
maldita puta que engendró un hijo de puta, al igual que Jeon Saeji.

El chico no dijo nada más, porque aparte de que lo que se sentía ni


siquiera podía ser expresado con palabras, Taehyung agarró la pistola de
aquella mesa y volvió hasta él, haciendo que callara cuando dos tiros
fueron dados contra la pared.

—¿Recuerdas cuando dije que no jugaras con fuego porque te


quemarías, pequeño Jeon? —Kook empezó a respirar
entrecortadamente viendo el humo en la Beretta—. La lengua es el
castigo del cuerpo, amor, y tu dijiste que te encendiera —el mango del
arma rozó su glúteo—. Veamos cuanto aguantas.1

Llamas ardientes en crudo y carne viva; así se sintió.

El cañón posó varios segundos contra la piel de la nalga derecha de


Jungkook haciendo que volviera a gritar de dolor, removiéndose un poco.
Taehyung despegó la pistola caliente viendo como sangraba totalmente
la piel quemada, era muchísimo mejor que los cigarros. El
tremendo ''tss'' que apenas se escuchó y los llantos de Jungkook
quedaron muy grabados en su mente esa noche.1

Dos tiros otra vez contra la pared para volver a calentar la punta del arma
y cuando esta tuvo un olor a carne quemada vio que había un pedazo de
la primera capa de piel de Jungkook pegada al cañón, la sangre en la
espalda del chico era bastante, entonces le causó una expresión de total
dicha.14
Lo pegó contra la otra nalga de Jungkook, asegurándose que dejara una
marca totalmente imborrable, ni en cien años se quitaría.

—¡A-AGH! —Taehyung lo agarró de las muñecas con una mano libre y


las jaló hacia arriba desde el borde del cinturón, casi doblándole los
brazos hasta dislocarlos—. ¡P-PARA, D-DUELE! ¡E-ESTÁS
LASTIMÁNDOME!1

Taehyung soltó una risa con sorna.

—¿De verdad, maldito idiota? —preguntó sarcástico—. Yo pensé que te


estaba haciendo el amor.8

—¡Y-YA, SUÉLTAME! —tras dos tiros, Jungkook sintió el cañón


quemándole justo en medio de la espalda, ardía y quemaba como nada.
Lo peor era cuando sentía cómo se hinchaba su piel cada que se
despegaba la pistola caliente—. ¡P-POR FAVOR YA! ¡T-TAEHYUNG YA!

Su captor hizo caso omiso y disparó otra vez el arma contra la pared, la
pegó en la parte de atrás de la nuca del chico, la cual sangró totalmente.
El niño se removía desesperado en el suelo, pero mientras Taehyung
hacía un camino de marcas con el cañón caliente por toda su espina
dorsal, le presionaba la cabeza contra el suelo y Jungkook tosía
buscando aire cada vez que las cuerdas vocales se le desgarraban para
aullar de la grave tortura.1

Taehyung dejó ocho marcas desde la base de su nuca hasta el final de


su columna, todas sangrando, todas con piel expuesta, todas provocando
gritos agónicos en Jungkook. Y aún no era suficiente para Kim. Por eso
la última bala que quedaba en la pistola fue contra la pared y entreabrió
las nalgas de Jungkook.11
—Cuando te folle como una maldita puta, eso se verá precioso, pequeño
Jeon.

Otro grito desesperado llegó a sus oídos cuando el caliente cañón fue
presionado por dentro de las nalgas del chico, casi cerca de su entrada.
Taehyung la despegó cuando vio un hilo de sangre brotar de la zona.1

Y aun no era suficiente.42

Tomó la navaja, y como si fuera un dibujo que debía ser unido por
puntos, alzó los brazos de Jungkook hasta que sonaron y conectó todas
las heridas deslizando el filo por la espalda del chico, que se removía de
lado a lado, la sangre haciéndose un espacio total en la espalda.
Taehyung pasó sus dedos por el lugar, embadurnándole el viscoso rojo
por toda la zona hasta quedar totalmente tintada y la palma de su mano
igual.9

Estampó una nalgada en cada glúteo del chico, marcando sus dedos en
ambas y tras eso volvió a llenarle con la sangre de su espalda, Jungkook
aulló terrible cuando las cortas uñas de Taehyung se deslizaron más,
lastimándole las heridas y abriéndolas. No sabía qué parte dolía mas, si
las rodillas en contacto con el suelo, la espalda, sus nalgas, su culo, los
golpes, cada cosa era peor y su secuestrador no parecía querer
detenerse hasta verlo realmente acabado.

Lo supo cuando le desató de las manos y estas cayeron sin fuerza a los
lados, pero el cinturón que Jungkook tenía en el cuello fue jalado hasta
hacerlo arrastrarse.

—T-Taehyung... p-para... p-para...

—No pidas que lo haga porque no pasará, pequeño Jeon.4


Jungkook fue arrastrado del cuello como un puto animal hasta sentir las
heridas abiertas de las rodillas rozar el suelo haciéndolo jadear de dolor,
su abdomen estaba siendo raspado al igual que sus tetillas contra el
suelo. Las manos se le doblaban para tratar de apoyarse, pero era inútil.
No tenía fuerza en los brazos, no tenía fuerza en las piernas, tenía un
tobillo roto, cortaduras y quemadas alrededor de su cuerpo.

Taehyung lo tiró cerca de una silla y se sentó en ella, contemplándolo


llorar, sollozar, gritar, quejarse y lamentarse. Jungkook miraba un punto
ciego en el suelo con la cabeza de lado. Queria morirse o al menos
desmayarse para dejar de sufrir, pero no podía, esa cosa que le inyectó
le estaba dando energía y aunque apretara los ojos y se quejara, su
cuerpo no se dejaba ir.

—Mírame —ordenó su verdugo—. Mira a tu dueño, Jungkook.11

Como pudo, el chico llevó la vista hacia él. Taehyung lo escaneó con la
mirada hecha sufrimiento, dolor, desesperación, rencor, odio, tristeza,
agonía, toda mierda parecía a eso. Un desastre de sangre, saliva,
mucosidad y lágrimas espesas.

Jodidamente precioso.1

—¿De quién eres, Jungkook?

El chico tenía el labio temblando, pero con esfuerzo para mover la mano
lo señaló con el índice. Sus falanges tiritaban del dolor, apenas podía
levantarla.

Lo queria humillado.

—Dilo, Jungkook.

El niño sorbió por la nariz.


—T-tuyo —vagamente dijo, tras un rato de llorera pura—. S-soy tuyo, T-
Taehyung.1

El muchachito cerró los ojos con fuerza para empezar a llorar otra vez,
pero de pronto escuchó como Taehyung se bajaba el cierre del pantalón
y encendía un cigarrillo.

—Ven acá, pequeño Jeon —bramó, consciente del bulto entre sus
piernas, ver a su niñito así de roto, dolido y humillado por él lo ponía
jodidamente de un buen humor más allá de lo sádico—. Arrástrate hasta
aquí.

—N-no p-puedo...

—Si puedes, pequeño Jeon, hazlo.

El tobillo era uno de los dolores más agonizantes que sentía,


tortuosamente —no queriendo verse tan débil, aunque lo estaba por
completo—, se arrastró a duras penas hasta la silla. Le tomó tiempo,
pues sus palmas eran donde depositaba la fuerza para aproximarse
hasta la silla. Cada uno de sus sinuosos movimientos eran visualizados
por el victimario que lo oía sollozar, aullar y moquear vigorosamente, aun
sus heridas sangraban. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, le jaló
del cinturón hasta hacerlo quedar frente a su entrepierna.

—¿Ves esto? —señaló el cigarro llameante—. Te lo pegaré en la cara si


llegas a hacer una estupidez, pequeño Jeon —después de eso, bajó su
ropa interior dejando su prominente, necesitada e hinchada erección
frente a Jungkook—. Abre la jodida boca, amor, que te la voy a follar.

¿Cuánto más humillado podía estar?


Jungkook abrió la boca recibiendo una arcada cuando Taehyung se la
metió casi toda, el mayor exhaló el humo del cigarro en un gruñido
cuando tuvo esos preciosos labios ensangrentados alrededor de su
longitud. Enterró los dedos de su mano libre entre el cabello de
Jungkook, llenándolo de sangre que tenía en las manos.

—Traga —no se había venido aún, pero queria que Jungkook lo apretara
más. El chico obedeció, presionando aquel falo que tenía casi hasta la
campanilla y temblaba—. Hahg..., mierda, J-Jungkookie...14

Las lágrimas se acumularon en los ojos del chico, eran tanto por la
sensación como por la situación. Su nariz picaba, Taehyung empujaba
sus caderas hacia arriba y bajaba su cabeza hasta hacerlo carraspear.
Lo sacó de golpe, viendo el hilo de saliva mezclada con sangre salir de
los labios de su pequeño Jeon. Comenzó a toser en busca de aire, hasta
que se calmó un poco, entonces Taehyung volvió a repetir la acción.

Y el sicario tuvo una brillante idea ahí.

Agarró otra navaja cerca de la mesita y las temblorosas manos de


Jungkook —que estaban cada una en sus muslos—, las volteó
exponiendo las palmas. Hizo un profundo corte en diagonal en la
primera.

—Ah... n-no... —otro corte en la otra mano y ambas ya destilaban


demasiada sangre—. T-Taehyung...

—Llénalo de sangre.

El chico tenía ardor en ambas, pero tomó la erección de Taehyung entre


sus manos, obedeciendo lo que dijo, todo su falo quedó ensangrentado
por las manos de Jungkook, las cuales ardieron y dolieron
punzantemente tras cada roce donde las heridas abiertas tocaban su
longitud.8

Taehyung sonrió como por milésima vez.

—Ahora límpialo con esa preciosa boquita, pequeño Jeon.

¿Qué clase de monstruo tenía en frente?

—Taehyung...

El cigarrillo impactó contra en cuello del chico, cerca de la herida,


Jungkook soltó un quejido de dolor y se le volvieron a cristalizar los ojos.
Kim lo tomó del cabello para guiarlo de nuevo a su erección.

El muchachito abrió la boca otra vez y metido la mitad, luego sacó la


lengua tras su captor decirle y empezó a lamer aquella sangre propia que
envolvía el pene de Kim, mientras lo masturbaba de arriba a abajo, lo
peor era que mientras iba lamiendo el líquido, el roce de su mano lo
engrasaba más. Empezó a hacerlo con sus dedos hasta que casi no
hubo sangre, lo metió de nuevo en su boca cuando Taehyung le pidió.

—A-ah, mi Jungkookie —gimió el mayor, comenzando a sentir el


cosquilleo en su vientre—. ¿D-dónde se siente mejor, hm? ¿E-en el...?
A-ahg, mierda... ¿En el fondo de tu e-estrecho culo o hasta el fondo de t-
tu garganta?

Jungkook lo odiaba.

—R-responde... —el cigarrillo fue hasta el centro de la cara del chico,


muy cerca—. ¿D-donde, hm?

Solo queria llorar y morirse después, nada le importaba ya.


—L-las... las dos, Taehyung —se obligó a responder cuando Taehyung
puso la navaja cerca de su ojo derecho—. Las dos.2

Taehyung sonrió y apretó sus labios, devolviendo aquella pecaminosa


boca a su falo, tres embestidas más a la fuerza y se corrió dejando hasta
lo último en la boca de Jungkook. El chiquillo, sintió el caliente y viscoso
liquido escurrirse de un lado de su boca, iba a escupirlo, mas el captor lo
miró desafiante.

—Trágatelo, ni se te ocurra escupirlo.

La gota que se había escurrido fue limpiada por Taehyung y la pasó por
sus labios hasta hacerlos sangrar otra vez. Jungkook sacó la lengua
obedientemente, para mostrar que ya lo había hecho por completo.

—Buen niño, pequeño Jeon.1

Kim lo tomó del cabello, y lo tumbó al suelo mientras se subía la ropa


interior y los pantalones otra vez. Se levantó, viendo como el muchachito
sin fuerzas, abochornado y llorón estaba en aquel suelo. Todo su cuerpo
estaba ensangrentado, los lugares que no habían sido magullados,
estaban llenos de sangre que se deslizaba de otros lugares de lado,
Taehyung vio como las nalgas de chiquillo sangraban tremendamente,
incluyendo una línea rojiza que se escurría desde adentro, producto de la
quemada, cada vez que lo follara vería esa marca ahí y sería un adorno
hermoso.1

Pronto perdería el conocimiento, seguramente.

Tic... tac... tic... tac, todos los relojes en buen estado giran hacia una sola
dirección. Jamás devuelven el tiempo, ni mucho menos las marcas que
este deja.
Tic... tac... tic... tac, todos tienen maneras distintas de actuar ante los
altibajos, algunos caen y se despedazan en el impacto, otros se quitan el
polvo de abajo y vuelven a subir.

Tic... tac... tic... tac, todos alcanzan un límite para conservar la cordura
por miedo a sí mismos o a quienes tienen alrededor, pero cuando ya el
miedo no existe; no hay nada ni nadie que les pueda parar.6

Jungkook tenía la mente ida, quizá Taehyung estaba diciéndole algo,


pero el empezó a rememorar todo lo que había vivido hasta ahora.

Desde el momento en que salió de la práctica de taekwondo y montó el


auto de su padre, siendo chocados por otro carro diferente donde lo
agarraron secuestrado y le dispararon a sus guardaespaldas, cayendo
así en manos de V.

La vez que lo golpeó el primer día porque le tiró a comida. El día que
mató al hombre con el mismo tubo con que lo cayó a golpes. El momento
donde le cayó a tubazos amarrado en una silla. Los insultos a cada
segundo, los apodos de mierda también.

La vez que lo besó por primera vez a V. La vez que lo vio asesinar a esa
mujer como un carnicero. Los quince golpes cuando se enteró de su
verdadera edad. Cuando lo tomó a la fuerza y horas después lo humilló
delante de Jun y el otro tipito de cabello fantasía.

Cuando se lo folló frente a aquel espejo y pensó que su maltrato había


disminuido. Los tres hombres que mató frente a él, por los que Jungkook
sintió satisfacción al ver que no era el único que sufría el maltrato de V.4

Cuando lo folló en el auto también. Al día siguiente, cuando sintió que


debía agradecerle por portarse bien con él y lo besó. Cuando lo hizo
suyo otra vez en la cama, en el baño, en el suelo, contra la pared,
cuando lo tiró desnudo a un cuarto frio, maloliente y solo. Horas antes
cuando volvió a besarlo y, por último, todo lo que acababa de hacer.

No importaba si en el fondo de su ser yacía una parte que admirara y le


gustara de Taehyung porque era todo lo que Jungkook no podía
ser; fuerte, poderoso, dominante, decidido, frio, malevolente e
intimidante. Y que no necesitaba de nada o de nadie para estar bien y
actuar tan normal mientras era un desquiciado.2

De igual manera, eso no quitaba todo lo demás; el rencor que le


guardaba, el odio que sentía y la baja probabilidad de que dejara de
sufrir.

Ya quería morirse, no le importaba cómo lo matara ni lo mucho que le


hiciese sufrir, sabía que sí debía atravesar toda una tortura para que V lo
matara, pero a fin de cuentas estaría muerto y pararía de sentirse así,
valdría la pena el suplicio si un descanso eterno era la recompensa.3

—Mátame, Kim Taehyung —pidió firmemente—. ¡Despedázame,


córtame, desgárrame en mil pedazos! ¡Sácame los malditos ojos,
méteme cien cuchillos alrededor del cuerpo, come mi alma si te da la
gana, pero mátame! —escupió con su boca apretada entre dientes—.
Estoy listo, maldito bastardo hijo de perra.

Taehyung lo miró desde arriba, confundido por aquellas palabras tan


exigentes, alzó una ceja.

—Te jodiste, Jungkook —contestó él, aguantando las ganas de reír—.


Ahora que tú te quieres morir, yo no quiero matarte.27

Tras eso se giró a paso lento y comenzó a sacarle el seguro a la puerta


para salir de ahí y dejar al chico solo hasta que se desmayara y
despertara al día siguiente o tres días después, o nunca en el peor de los
casos.

Pero Taehyung no sabía algo.

Toda gota que cae en un vaso lleno, se derrama. Todo vaso de cristal
que se aprieta con fuerza, se rompe. Toda granada que se le quita el
seguro, explota, y toda persona que se expone a un límite, también.

Jungkook explotó.11

—¡VAMOS, ASQUEROSO ASESINO HIJO DE PUTA! —gritó casi tan


fuerte como cuando lo hizo por el dolor—. ¡NO ME DIGAS QUE
DESPUÉS DE VER LO QUE ERES CAPAZ DE HACER TE TIEMBLA LA
PUTA MANO PARA MATARME, TAEHYUNG!29

Taehyung congeló en su sitio, ¿de dónde tenía fuerza para gritar?2

—¡ERES UN GRANDÍSIMO COBARDE DE MIERDA! ¡UN MALDITO


INSERVIBLE ASESINO QUE NO PUEDE MATARME!

—Jungkook...

Pero Jungkook respiraba agitadamente mientras intentaba pararse del


suelo, de pronto todo su odio suplantó el dolor corporal. Toda la rabia
acumulada, todas las veces que quiso actuar sumiso y tragarse su
orgullo lo llevaron a esto.

—¡VAMOS, CASTÍGAME HASTA QUE ME DESTRUYAS COMO TANTO


DICES QUE QUIERES HACER! —escupió de golpe, valiéndole mierda
todo—. ¡SOY TODO TUYO, ANIMAL! ¡HAZME SUFRIR HASTA QUE NO
AGUANTE! ¡HAZME LLORAR HASTA QUE ME SEQUE! ¡DETRÚYEME!
¡ACABA CONMIGO! ¡NO SEAS COBARDE, MALDITO INFELIZ!
Taehyung lo miraba desde arriba, en shock.

—¡ACABA CONMIGO COMO HARÍAS CON QUIEN TE MALDIJO CON


ESE NOMBRE! —finalmente optó por ganarse un par de cejas
fruncidas—. ¡ACABA CONMIGO COMO SI FUERA LA RAZON DE
ESE ODIO QUE TIENES ENCIMA, VERDUGO DE MIERDA! ¡ACABA
CONMIGO HASTA QUE NI MI ALMA SE RECONOZCA POR TU
CULPA! ¡MATAME, V!5

Los ojos de Taehyung de pronto de aguaron y su entrecejo se arrugó


mucho más, sus puños se cerraron fuerte cuando Jeon sonrió ladino,
sangre entre sus dientes.30

—¿QUÉ PASO, MI AMOR? ¿TE HIERE LLAMARTE ASI? ¿TE JODE


SABER QUE NINGUN APODO VA A SUPLANTAR ESE NOMBRE? —
los ojos de Jungkook se abrieron de par en par—. ¡ASI TE LLAMASTE
DESDE QUE NACISTE Y TE LLAMARÁS HASTA QUE TE MUERAS,
MALDITO BASTARDO! ¡SIEMPRE SERÁ TU JODIDO NOMBRE! ¡NO
IMPORTA CUANTO LO NIEGUES! ¡TE LLAMAS KIM TAEHYUNG! ¡NO
V, NI SEOKJIN, NI TAE! ¡KIM TAE HYUNG, AMOR, NO LO OLVIDES!21

—¡CÁLLATE!

Jungkook estalló en una risa terrible, una risa que fue tan grande como
cada lagrima derramada por culpa de las torturas de Taehyung. Una risa
que era tan llena de rencor, como burla y odio a la vez. Una risa
totalmente eufórica, complementada por la adrenalina que corría por sus
venas en cantidades inmensas.3

—¡NO ES UNA VICTORIA, TAEHYUNG, TU ERES MI VERDUGO! ¡UNO


INÚTIL QUE NO PUEDE MATARME PORQUE ES UN JODIDO
MARICÓN DE MIERDA QUE SE ENCARIÑÓ CON UN PUTO NIÑITO
INFERIOR A EL!46

Taehyung, incluso más enfurecido que antes, no dijo absolutamente


nada.

—¡HAZLO, COBARDE! ¡HAZLO AHORA! —incentivó—. ¡VAMOS V,


QUIERO QUE ME MATES!

Fue entonces cuando se giró hasta tomarlo fuertemente del cabello y


hacer que se parara de golpe, aullando de dolor cuando su tobillo recibió
la fuerza de su cuerpo. Taehyung lo tumbó a la cama velozmente y con
una mirada de odio puso su gran diestra alrededor de su cuello
apretándolo.

Y Jungkook tan solo lanzó una sonrisa y colocó una mano


ensangrentada alrededor de la muñeca contraria.

—M-más f-fue... fuerte —gruñó, casi sin aire y aun sonriendo—. M-


más...5

Taehyung le quitó la mano.21

El muchachito empezó a toser y colocó uno de sus brazos alrededor de


la nuca de Taehyung, que puso las manos a los lados de su cabeza, con
la respiración agitada viéndolo de frente, malditamente furioso, pero
también anonadado.

—Sirves para matar, Taehyungie, pero no sirves para matarme.6

Taehyung se levantó de encima de él, toda la cama estaba


ensangrentada por culpa de Jungkook y sus heridas abiertas. Agarró la
caja de cigarros, la navaja y entonces se volvió hasta debajo de la cama
de dónde sacó una navaja mucho más pequeña que la otra, de unos tres
centímetros de altura aproximadamente. Se quitó la camisa, jeans y
zapatos rápidamente y trepó hasta quedar entre las piernas del chico,
que estaban con las heridas aun sangrando.

—¿E-en serio, follarme? —Jungkook se burló—. Te creía más fuerte y


menos predecible, Taehyung.

Taehyung tan solo apretó sus mejillas con una mano y con la otra jaló la
pierna de Jungkook exponiendo su entrepierna y también su entrada que
le ardió tremendamente cuando la quemada que tenía sangre seca. Ni
hablar de sus rodillas las cuales empezaron a sangrar de nuevo fuerte,
haciendo que el asesino se llenara de ese plasma.

Su nuevamente erecto falo, fue liberado de su ropa interior por segunda


vez y sin esperar nada, tomó fuerte esas caderas y se adentró en
Jungkook, sacándole un grito de dolor cuando dio tres embestidas de
una vez. Llevó la vista hacia abajo y el muchachito tenia sangre mucho
más visible en su lastimado anillo de músculos, así que mientras más la
abriera las piernas, más lo vería hundirse en él, más dolerían sus heridas
y la quemadura de su culo ardería como un infierno.17

Jungkook tenía los ojos aguados y estaba removiéndose para tratar de


quitarse a Taehyung de encima, aunque los intentos fueron inútiles
cuando el asesino le apretó el tobillo provocando que un escalofrío le
hiciera temblar las piernas, las cuales fueron abiertas hasta sentir la parte
interna de la unión de su cadera y muslo doler. El dolor de todo su
cuerpo lo tenía colapsando y el ardor de su culo siendo abierto
rudamente una y otra vez por un furioso Taehyung que le presionaba las
rodillas hasta hacerlas drenar era por poco agonizante.
Las embestidas se tornaron salvajes, destruyendo esa entrada sin
importarle lo mucho que el dueño sufriera por la nula preparación y el
resto de su macabra obra corporal en él. Los dedos los tenía hundidos en
la cintura y cadera del adolescente, y quizá los gruñidos de placer por
tomarlo a la fuerza se habrían oído, de no ser por el deslumbrante llanto.

—J-jódete... —Jungkook pronunció con sus dientes mordiéndose el labio


y arrugando el entrecejo del dolor y ardor que estaba sintiendo con cada
estocada—. J-jódete y vete al infierno...

Taehyung solo rió.

—Ya e-estoy en él, y tú estás conmigo, p-pequeño Jeon.

Tomó la cajetilla de cigarros, sin salir de Kook, y encendió el primero,


inhaló suficiente para que hubiera cenizas calientes y tras ver suficiente
cantidad, agarró las manos del chico por encima de su cabeza y se
hundió más rudamente en él, robándole quejidos altos.

—¿Querías quemarte? Te vas a quemar entonces, amor.

Otro grito desde su lastimada garganta.

La llama chocó contra el pezón del chico, el cual echó la cabeza de lado
y luego hacia atrás removiéndose agónico. Peor se sintió cuando Kim
sopló las cenizas de la quemadura y tras ver el pezón enrojecido lo
mordió hasta que sintió la sangre tocar sus labios.7

—¡¡AAGH, S-SUÉLTAME!!

El otro pezón recibió exactamente la misma atención, provocando que


Jungkook comenzara a llorar de nuevo y maldecirle toda la existencia a
su verdugo a diestra y siniestra sin importarle un carajo lo demás, si
debía soportar eso con tal que Taehyung lo matara entonces podría
hacerlo, pero no parecía que fuese a hacerlo y ahora era él quien se
jodía.

El cigarrillo se estampó contra su pecho una vez, otras veces más abajo
y tres veces más haciendo una línea recta, cada una de las quemaduras
eran más profunda que cualquier otra vez, el cigarrillo se apagó en la
ultima y entonces Kim lo tiró a un lado para encender uno nuevo.

—¡M-MALDITO INFELIZ! —gritó Kook cuando sintió más marcas a lo


largo de su pecho formando una línea recta—. ¡T-TE ODIO!

El victimario tan solo rió, sin más. Agarró el cigarrillo y lo estampó esta
vez en una línea vertical que formaba la inicial de su nombre enorme a lo
largo del pecho de Jungkook. Nueve desde el pecho hasta encima del
ombligo y seis desde la mitad de una clavícula la otra. Una última marca
se plasmó debajo de cada uno de sus ojos, ahora no solo serían las
letras en su rostro sino eso también. Taehyung estaba plasmado en él
tanto por dentro como por fuera.

Agarró las manos de Jungkook encima de su cabeza, soltando el


cigarrillo y las entrelazó con fuerza, echándose hacia adelante dos
fuertes veces. Kook llevó su pierna con el tobillo sano alrededor de su
cadera, el otro tobillo dolía tanto que incluso empezaba a pensar que
explotaría en algún momento.

Taehyung puso sus frentes juntas y bajó la velocidad de sus embestidas


cuando Jungkook lloró fuerte por el dolor de las quemadas a lo largo del
pecho y la de entre sus nalgas también. Dejó toda su longitud afuera y se
fue metiendo poco a poco, sacándole un largo gemido tortuoso y lloroso
a un Jungkook que sentía noventa y cinco por ciento dolor y el resto una
mísera satisfacción cuando Taehyung movió las caderas en círculos
buscando tocarlo donde sabia le gustaba, consiguiéndolo tras tiempo
después.

—A-ah... m-maldito hijo de p-puta... ¡Ah, ah! —Jungkook tenía la espalda


ardiendo, cada centímetro de su cuerpo gritaba piedad y un respiro.
Estaba siendo demasiado expuesto a todo y odiaba estar gritando así,
por lo tanto, se mordió los labios y apretó los ojos. No funcionó, porque
Taehyung hundió la cabeza en su cuello, comenzando a besarlo
lentamente, hasta que tomó piel entre sus dientes y mordió tan fuerte que
se los enterró, haciéndolo sangrar leve—. ¡¡A-AGH!! ¡MALDITO!

Soltó una de las manos de Jungkook, pero puso la otra encima y agarró
las dos fuertemente, con su mano libre tomó la navaja con el filo
pequeño. Podría enterrarla en muchos lugares y no sería suficientemente
profunda para llegar a un órgano, aunque sí para sacar muchísima
sangre.

Se la enterró dentro del muslo izquierdo.

Otro grito de dolor vino de Jungkook cuando la navaja entró y salió


rápido. Otros dos más que le siguieron cuando dentro del mismo muslo,
pero más arriba, se enterró la segunda y la tercera debajo de la primera
incisión. Sus ojos azabaches palpitaban y carcomían, su cabeza estaba a
punto de estallar y la sangre de cada herida igual.8

Su otro muslo también fue víctima de una puñalada, sin embargo, esta
fue más suave. Kim llevó la mano hasta la herida y cuando sus dedos se
llenaron del líquido los pasó por los labios de Jungkook y sin esperar a
que dijera alguna idiotez, adentró su lengua cuando el chico seguía
gritando y el clavado hasta el fondo. Se movió mucho más rápido esta
vez mientras volvía a agarrarle las manos después de soltar el objeto
filoso y seguía moviendo las caderas de arriba abajo. Jungkook apenas
podía responder el beso, entre el punzante dolor de cabeza, las cortadas,
la presión del cuerpo y el ardor de su culo no sabía dónde canalizar el
dolor. Así que solo entreabrió la boca soltando gritos de dolor y gemidos
ahogados, contrayendo su entrada y sintiendo su propio pene doler, no
pudiendo hacer nada por tener a Taehyung sujetando sus manos y
provocando que la cama se impactara contra la pared repetidas veces.

—Ah... T-Taehyung... Taehyung —el aludido pensaba que eran quejidos


de dolor hasta que Jungkook giró la cabeza y mordió su cuello para
después dejarle un chupetón, ganándose un gruñido de placer en su oído
por parte del mayor—. M-mátame o... ¡ah! O h-hazme venir de una vez,
malnacido...29

El maleante soltó una de sus manos de las muñecas contrarias y llevó


una mano hacia la necesitada erección contraria, el vaivén fue rápido y
brusco al mismo tiempo de las embestidas que le estaban dando y que
tenían la cama haciendo sonidos chirriantes, casi tan chillones como los
gritos de su pequeño Jeon.1

Enterró la cabeza de nuevo en su cuello mientras Kook seguía gritando,


jaló con sus dientes su oreja y luego lamió la mordida que había dejado y
esta empezó a sangrar de nuevo.

—Mh, maldito estúpido no sabes cuándo t-te detesto —ante esas


palabras Jungkook llegó en la mano de su verdugo y contrajo su entrada
mucho más cuando segundos después este también vino dentro de él,
llenándolo totalmente—. A-ahg, J-Jungkook...

Entonces, no bastándole tenerlo debajo de él con las rodillas casi


tocando la cama de lo abierta que las puso, salió de su interior maltrecho
y tomándolo de las caderas lo volteó hasta tumbarlo bocabajo y ver el
desastre en sus nalgas y espalda. Hundió su falo más profundo,
templándolo del cabello y presionándole el tobillo hasta escucharlo llorar.
El secuestrado apenas podía respirar cada que Taehyung le aplastaba la
cara contra la almohada y la dejaba ahí para hacerlo toser cuando
trataba de recuperar el aire y seguía gritando. Sus manos no tenían
fuerza para sostener su cuerpo. Siguió viendo cada herida, y la sangre
brotando de ellas, sonriendo sádicamente.

—Eres p-precioso —tras eso volvió a salir de él y voltearlo, agarrando


una de sus manos y la otra su cuello. El pelo de Jungkook era un
desastre, su cara tenía cualquier clase fluidos alrededor, su cuerpo
ensangrentado, drogado, usado y maltratado, su cara con aquellas letras
y quemas llenaba al asesino totalmente—. Mi niño p-precioso, solo mío.1

—J-jódete.

Jungkook aprovechó de tener una mano libre mientras Taehyung se


seguía hundiendo en él, y en un impulso de rebeldía, le acunó la cara
con una de sus manos ensangrentadas y enterró las uñas en la mejilla
contraria y las deslizó rudamente hasta el borde del maxilar, sonriendo
cuando unas míseras líneas rojas aparecieron en la cara del asesino.1

—T-te hice sangrar, hijo de puta —sonrió desquiciadamente, creyendo


que le había hecho daño—. Ya puedo d-decir que tu maldita cara
también es preciosa.10

Taehyung se pasó el pulgar por la lengua, para quitar la sangre y luego


se lo llevó hasta aquellas heridas que le había hecho el niñito y cuando
sintió un ardor para nada doloroso, tomó la navaja que le había enterrado
en los muslos.
—Vamos a ver a quien se le van a quedar por siempre.10

Jungkook palideció, pero sin poder decir nada más, Taehyung le agarró
el cuello vigorosamente mientras con la otra mano empuñaba el filo
contra las mismas marcas en su frente que sabía de por si dejarían una
cicatriz permanente.

La primera V fue abierta de nuevo y el menor ya no hallaba de donde


sacar voz para gritar, la garganta le ardía y su pecho subía y bajaba
rudamente, el entrecejo lo arrugó cuando la sangre espesa empezó a
deslizarse desde ahí hasta sus cejas y luego le cayó en un ojo por los
movimientos, incluyendo la quemada que le palpitaba. Sus manos no
estaban atadas, aunque era demasiado dolor para soportar y tras
forcejear, agarró una sábana y la empuñó entre su abierta palma.1

La D fue más dolorosa por estar justo en medio de la frente, la sangre


llegó hasta ambos ojos y a pesar de que Jungkook se removía y
pataleaba Taehyung era más fuerte. Por último, la restante V fue más
fácil de cortar porque ya Jungkook solo lloraba y le apretaba los hombros
a Kim enterrándole las uñas con fuerza, cosa que al mayor le importaba
mierda incluso si estaba resquebrajándole tajos.

Después de volver a ver las marcas recién abiertas de nuevo, sonrió y


pasó la lengua por cada una de ellas sintiendo el metálico sabor colarse
en su boca, mañana estarían más anchas, más grandes y presentes
como cada una de las que tenía alrededor de su cuerpo.1

Sintió como las manos en sus hombros se aflojaban y el llanto cesaba.


Dos dedos fueron llevados al cuello de Jungkook y el pulso lo tenía
acelerado, el de la muñeca estaba más lento. Cuando por fin lo vio,
estaba empezando a perder el conocimiento al borde de un desmayo.
Taehyung salió de él viendo como de su entrada bien abierta se escurría
sangre —quizá por la herida o por un desgarre, qué importaba—, y
también su semen totalmente espeso.

Finalmente, Jeon Jungkook tiró la cabeza a un lado, inconsciente.3

—Eres solo mío —se jactó tras correrse nuevamente en su cavidad y


luego salir.2

Aprovechó su inconciencia para pasar la mano por cada herida, cada


marca, cada quemada, cada gota de sangre, cada una de las cosas que
había hecho en su cuerpo que sabía lo traumarían más.

También pensó en todo lo que había dicho Jungkook, cada palabra de


odio, rencor y frustración dirigida hacia su persona y lo mucho que le
detestaba, a pesar de cualquier cosa que ya ambos sabían y estaban
consientes. A pesar de todo, a pesar de que Jungkook no conocía
ninguna de las cosas que pasaban por su mente, a pesar de que lo
llamara Taehyung y todo lo que le había gritado de su nombre, no le
pondría un dedo encima.

Lo cubrió con una de sus camisas tras terminar de admirar su cuerpo


usado otra vez y sonrió victorioso.

—No me jode estar enamorado de ti, Jungkook —habló a la nada—. Me


jode saber que te necesito más que cualquier otra cosa y pasaría incluso
por encima de mí mismo con tal de dejarte conmigo.28

Esa noche, Taehyung se hizo una promesa personal; se arriesgaría a


cualquier cosa, mataría a quien fuese y se apoderaría de lo que sea con
tal de tener a Jungkook, le costara lo que le costara.18
Esa noche, Jungkook no tuvo ninguna pesadilla, quizá porque su cerebro
estaba demasiado agotado para siquiera reflejar imágenes, quizá porque
su peor pesadilla lo pegó a su cuerpo fuertemente mientras dormía,
velándole el sueño con tal de saber que siguiera respirando luego de
regresarlo del baño. O, probablemente, porque él mismo iba a
convertirse en su propia pesadilla.9

Tic... tac... tic... tac, la granada había explotado, ahora tocaba saber
quiénes eran los que recibirían el impacto del fuego.30

Watch.

Quizá fue malo de verdad.

Quizá fue solo una máscara.

Quizá no era lo que yo esperaba, o, por el contrario; lo que siempre


necesité para ser así.

Quizá las cenizas de mi cuerpo me hicieron renacer como un fénix, o


probablemente quiero pensarlo para no saber que estoy entre sus
llamas.

Quizá los golpes se adentraron tanto, que ya todos me daban igual, tan
solo porque sé que por dentro soy tan suyo; que incluso duele por fuera.
Un día era gris como la lluvia y el otro ardiente como el sol. Un día sus
ojos me veían decentes y al otro parecían un horror.

Si él quería tenerme, lo logró, soy suyo. Todo pedazo de mi es suyo,


hasta su sangre está en mis venas corriendo tan salvaje, que cada uno
de mis latidos la siente en mi pecho.

Quizá pudo haber sido todo diferente, pero si hubiese sido diferente
entonces no sería quien ahora soy.12

Tal vez él solo necesitaba un ancla y no quería aceptarlo, entonces por


eso se frustraba tanto que se descargaba conmigo.1

Probablemente en algún momento pueda llegar a necesitarlo tanto, que


en mis venas se sienta el dolor de cada grito por el desgarre de mi alma.

Quizá su aura se iba cayendo, pero yo no me daba cuenta porque


pensaba que era lo peor que había visto.

Alguien como él roza lo insignificante con lo extraordinario, alguien como


él te atrapa hasta consumirte en mil llamas. Alguien como él
probablemente te asustaría tanto; que terminarías perdiendo el miedo a
cualquier cosa a la que antes le temías.

Tal como yo.

Alguien como él fue quien me creó a mí, tan suyo que soy igual a él. Tan
suyo que siento la muerte cuando lo veo, tan suyo que ahora no puedo
morir sin llevármelo conmigo.27

La única manera seria irnos al infierno juntos, pero él no me llevará a mí


y yo tampoco a él, debemos llevarnos los dos.
Debemos dejar que nos consuma a ambos o entonces yo no voy a estar
tranquilo, ni él se va a librar de mí.

Y lo necesito, lo necesito como nadie, como a nada.

No porque quiera tenerlo a mi lado por capricho, no porque lo considere


un ser de luz en la oscuridad de mis pensamientos, no porque sepa que
todo está bien.1

Lo necesito porque si no lo tengo me muero, si no lo tengo me desangro


tanto como lo desangré a él. Lo necesito porque se volvió todo lo que
quise, se volvió aquello que me hacía olvidarme de todo alrededor.11

Se volvió mi sangre, se volvió mi espejo, se volvió mis manos, se volvió


mi cuerpo, se volvió tan mío que incluso yo me volví suyo, pero no lo
sabe, ni lo sabrá jamás.4

No voy a dejarlo ir, no voy a dejar que me lo quiten, no voy a hacer


absolutamente nada que logre separarlo de mí, no pondré una brecha
entre nosotros y actuar como si las cosas van bien, porque jamás lo
estarán.

El tiempo pasa, las heridas por fuera dejan marcas que pueden ser
cubiertas por piezas de tela o por capas de base. El ardor de un alma
consumida, puede consumirte también. Rompí un cristal hasta convertirlo
en añicos, pero lo hice con las manos desnudas y yo también me corté.9

Quité el seguro de la granada y la volví un arma mortal, estaba a su lado


cuando explotó y no importa si la mayoría de las llamas me consumieron
totalmente, aun así, a mí nunca me hizo daño.3

Es mío, todo de él es mío, cada parte de él es mía, porque quise hacerlo


de esa manera, porque quise llevarlo a lo peor y que me aceptara así.

Y lo hizo, contra su voluntad; pero lo hizo.

No importan los demás, no quiero saber nada de nadie que no sea él, no
voy a volver a llevarlo a un lugar tan oscuro, aunque sepa que a la
oscuridad no le tiene miedo, porque si no me teme a mí, entonces no
podría temerle a nada.4

Estoy plasmado en sus ojos, él está plasmado en los míos. Estoy


enterrado en sus venas, el corre por las mías. Todo su cuerpo me
pertenece y yo me dejaré siempre pertenecer a él.2

Su mente grita mi nombre y la mía siempre pronuncia el suyo. Los latidos


de mi corazón se funden con los de él cuando está conmigo. Cada una
de las fibras de mi cuerpo, se retuercen cuando me toca, cuando me
abraza, cuando me toma y cuando me besa.24

Lo hice tan mío que jamás podrá volver a sentirse suyo de nuevo, lo hice
tan mío que mi mente se adentró en la suya, lo hice tan mío que se volvió
casi como yo, la diferencia es que a mi jamás me rompieron, pero yo no
solo lo rompí, sino que lo destruí.5
La diferencia es que mientras yo me dejo consumir por las llamas, él se
vuelve fuerte. Y aunque sé que soy preso de él y tengo las llaves para
escapar, no voy a utilizarlas nunca.1

Última vez que lo toco así, última vez que lo vuelvo nada, última vez que
juego con él. Porque ahora hice lo que siempre deseé; matarlo.19

Matar todo lo que era, matar todos sus recuerdos, matar toda su cordura,
matar todo su dolor, matar todo su sufrimiento, matar cada una de las
cosas que lo hacían débil. Maté la manera en que agonizaba, maté la
manera en que era bueno, maté todo lo que alguna vez conocí de él.5

Lo maté para que volviera a nacer, está vez teniéndome a su lado,


usando las armas que le di para volverlas suyas, pero jamás en mi
contra.7

Lo detesto, no porque sea malo; sino porque era demasiado bueno. El


malo era yo, siempre fui yo y siempre seré yo.

Y lo jodí tanto que ahora no hay vuelta atrás. Lo jodí tanto que, si antes
me veía reflejado en sus ojos, ahora ellos son un espejo donde estoy
viéndome de frente. Tanto, que por dentro piensa en mí y por fuera me
necesita. Tanto que él sabe que le pertenezco a alguien, pero no sabe
que ese alguien es él.1

Porque estoy en cada parte de sus pensamientos. Si muere y reencarna


diez veces; cada cicatriz y marca en su cuerpo, cada recuerdo de su
alma y cada latido de su corazón gritará mi nombre a los cuatro vientos.
Estoy dentro de él y le seguiré a todas partes, no importa si no estamos
juntos.6
Seré su sombra y su martirio más grande, su pesadilla y su sueño más
añorado. Su fortaleza y debilidad, su ancla y cuerda, su alma y mete,
cuerpo y corazón.1

No habrá día de su vida que no cierre los ojos antes de dormir y mi rostro
sea lo último en lo que piense, y que los primeros rayos que le levanten
por la mañana hagan que mi cuerpo sea lo único que necesite
llenándolo.1

Y yo no me quedo atrás.

Caí tan hondo por él, que el único que puede sacarme es él mismo y sin
embargo yo soy quien no le permite hacerlo.

Soy tan suyo que, si me deshago de él, tendría que deshacerme de mi


mismo para aliviar el dolor de dejarlo.12

Las balas no matan, matan quienes disparan. Los cuchillos no cortan,


corta quien porta el filo entre las manos. Las llamas queman, pero solo si
te acercas demasiado a ellas.3

Él se acercó, yo lo quemé, y aun así... aun así jamás le haría daño sin
antes hacérmelo a mí mismo.

16

El tiempo corre, y no se necesita un reloj para escuchar el tic tac.


—V de Verdugo.

XXIV: Memories of the past.

Este capítulo contiene parte importante del pasado de


Taehyung (infancia, adolescencia y juventud) so, pay attention.28

(⚠)1

El calor de una madre es la primera cosa que sentimos cuando venimos


al mundo. El verdadero amor de una madre es más fuerte que cualquier
otra cosa, porque prefieren recibir todo el dolor del mundo, con tal de
mantener a sus hijos a salvo y que nada ni nadie los perturbe. No importa
el sacrificio que deban hacer.7

Por esa razón, Choi Yenjin; la madre de Seokjin y Taehyung, murió. Por
esa razón, su hermana menor; Choi Yeongjin; la madre de Namjoon,
estaba en la cárcel. Ambas protegiendo a sus hijos de un abusador que
las tenía por el suelo.9

La historia era básica y normal; nada que no se pudiera contar sin


enredos. Choi Yenjin era una mesonera que trabajaba en un bar de mala
muerte y cuando ofrecían un poco más por algo de piel, atendía a varios
hombres a la semana, quizá siete o seis, y cuidándose con lo básico. Era
normal que en un barrio tan de poca cosa, las mujeres vendieran su
cuerpo como pedazos de carne a ser consumidos y luego desechados
sin valor alguno, no porque no valieran nada; sino porque ese era el trato
que estaban obligadas a aceptar por la fuerza.

Y no es que no fuera un trabajo honrado o las hiciera menos mujeres,


porque ninguna de aquellas féminas le hacía daño a nadie más que a si
mismas. Pero cuando una de las opciones era ser manoseada, abusada
y muchas veces golpeada, y la otra era morirse de hambre o dejar morir
a la familia, un peso caía encima de ellas y estaban dispuesta a cosas
infames con tal de sobrevivir.3

Un día en ese bar, Yenjin conoció a quien sería —por desgracia—, el


futuro padre de sus dos hijos, Kim Taehyung; un delincuente llamado
como el menor de los frutos de su vientre, con el que se acostó varias
veces porque se había ''enamorado'' de él. Probablemente, porque Kim
Taehyung la trataba ligeramente menos horrible que los demás, y
muchas veces, cuando las personas están desgastadas de manera tanto
física como emocional, y ven un hilo de afecto o buenas actitudes en
medio de las tragedias, se aferran como si su vida dependiese de ello y
el conformismo de su alma es tan grande, que si hay maldad un día, pero
bondad al otro; siguen ahí como si la segunda fuese la única de las
actitudes, porque saben que nadie más las tendría con ellos y porque
necesitan consuelo en medio de la tempestad.5

Tras varios meses de una turbulenta relación, Choi Yenjin quedó


embarazada, y su marido la obligó a permanecer a su lado porque según
él, ella era su propiedad y no quería que más nadie la tocara. Así nació
Kim Seokjin, un niño idéntico a su madre; tanto en carácter como en lo
físico. Tenía sus ojos, su pequeña nariz y varias de las actitudes de
pequeña de su madre estaban reflejadas en su niño.5

Y todo iba bien, dentro de lo que cabía, pero las cosas se pusieron
horrorosas entre ellos.

Yenjin, tras recuperarse del parto, continúo trabajando, porque su


proxeneta, Jongwon, la tenía amenazada. Una mujer bonita como Yenjin,
atraía clientes dispuestos a incluso pagar el doble, y Jongwon no decía
nada sobre los pagos, al contrario; le afirmaba que lo que le daba era
justo, mientras a escondidas la explotaba sexualmente. Todo esto, a
escondidas de Kim Taehyung; su marido, quien pensaba que era
mesonera exclusivamente. La madre de Seokjin estaba segura de que
ese hombre la mataría si se enteraba que la exclusividad entre ellos era
nula y escondida, que su mujer era tocada por muchos más aparte de él,
mientras salía a "trabajar" en cosas ilegales. Era malo, Yenjin lo sabía, y
aún así no podía dejarlo porque creía que su hijito debía crecer en una
familia aparentemente buena como la que ella no tuvo. Por eso seguía
allí.1
Pero las cosas se tornaron peores cuando se enteró que su hermana
menor había sido abusada por su marido varias veces, una de las últimas
dejándola encinta.

Yenjin adoraba a su hermana y quería a su marido, a pesar de todo el


ambiente hostil, tóxico y lleno de delincuencia que la rodeaba; tener a
alguien como Taehyung al lado le daba cierta seguridad en aquel barrio
donde vivían. Porque al ser una mujer sola con un hijo, probablemente
muchísimos hubiesen abusado de ella, entonces esa también era la
razón por la que a pesar de todo seguía con el.2
Su hermana se alejó de ese barrio tras irse a vivir con un hombre
llamado Kim Sonhee, quien le prometió muchas cosas, entre ellas
estabilidad. Yeongjin escondió su embarazo de a penas mes y medio —
solamente su hermana lo sabia—, e hizo que ese hijo creciera los
primeros tres años de su vida a escondidas de su primo-hermano mayor
y de su tía.

Y quizá habría sido bueno, de no ser porque el marido de Yenjin se


enteró que ese era su hijo gracias a una discusión con su mujer.

Todo comenzó cuando llegó borracho y molesto y quiso tomar a su


esposa, pero esta le dijo que no se sentía bien físicamente a lo que
Taehyung contestó: "Pues tú estás para abrirme las piernas y punto,
mujer" y ella, en medio de un ataque de rabia, le replicó: "¿Y qué? ¿Vas
a obligarme y usarme como le hiciste a mi propia hermana hasta
embarazarla y quien sabe a cuántas más?" haciendo que el hombre le
estampara el rostro contra una pared y la llevara hasta un cuarto. El
maldito Kim, como le llamaba Yeongjin, abusó de Yenjin esa noche, y
dos noches después también. Diciéndole que era suya y que ni se le
ocurriera preguntarle sobre qué hacía con su vida, porque él era dueño
de esta y de la de su mujer también.6

Así fue como dio a luz a su segundo y último hijo, un niño que era fruto
de su vientre, pero parecía hecho por aquel monstruo en totalidad.
Incluso le otorgó su nombre porque sabía seria igual a él, no importaba
que Yenjin le convenciera que era por su abuelo, ese niño sabía que se
llamaba así por su padre.

"Todo lo que se hace con odio, termina siendo digno de odiarse.''4


Cuando nació Taehyungie, el mundo de Yenjin se iluminó. Para muchas
habría sido un niño no deseado, lo habrían odiado y mirado con recelo,
habrían hecho su vida imposible y descargado sus frustraciones internas
con él, pero su creencia era que él no tenía la culpa de los viles actos de
su padre, además; Yenjin venía de una familia horrenda, donde sufrió
maltrato y en carne viva pudo sentir lo que era estar en un entorno
peligroso. No quería que pasara lo mismo para su pequeño bebé de ojos
oscuros y sonrisa cuadrada. Para Yenjin, la llegada de Taehyungie a su
vida fue como aquel rayo de luz que indicaba que ya la tormenta había
pasado, como un faro alumbrando un barco que creía que se lo llevaría
la alta marea por no ver la costa, así se sintió.6

Sin embargo, no todo fue color de rosa, porque a medida que su niño
menor crecía, sus ojos marrones se volvían fríos y no la veían con la
típica inocencia que cualquier niño mira a su madre. Las luces de Yenjin
se iban tornando más opacas a medida que Taeyungie cumplía años.

—Mami, ¿los niños son buenos o malos? —el menor tenía cinco años
cuando preguntó eso, su madre estaba de espaldas a la cocina, cortando
una carne y algunas verduras.

—¿Por qué mi bebé pregunta esas cosas? —contestó la fémina,


volteándose hasta encararlo, lo tomó de los brazos y lo alzó hasta
sentarlo en el mesón de la cocina—. Algunos niños son malos y otros
niños son buenos. Tú tienes que ser un niño bueno, Taehyungie. A mami
le gusta que seas un niño bueno, haz lo que mami dice.

—A mi no me importa lo que mami dice, porque mami sabe que yo soy


malo —replicó él, viéndola de frente y agarrando sus manos—. Mami, ¿si
soy malo puedo castigar a papá? Porque si soy bueno, él me castigaría a
mí.8
—Los niños buenos no reciben castigos, Taehyungie. Los niños malos,
sí.

El niñito se cruzó de brazos.

—¿Entonces por qué papá le pega a Jin hyung mientras lo encierra en el


cuarto, si Jin hyung se porta bien, y no me pega a mí que me porto mal?3

Yenjin palideció.

—¿Qué estás diciendo, Taehyungie? —ella tomó la cara de su hijo entre


sus palmas, acunando su rostro, pero el niño las quitó porque no le
gustaba que lo hiciera—. ¿Cómo que lo encierra en el cuarto y le pega?

Su hijo bajó de la mesa tras apoyarse de los brazos de su madre y


entonces se sentó en el suelo, en posición de indio.

—Jin hyung estaba sentado así, en la sala —comenzó a relatar—. Papá


lo llamó desde su cuarto y hyung me dijo que pusiera música en la
radio —Taehyungie apretó los puños y frunció el ceño—. Entonces él
salió corriendo a ver a papá y mientras yo ponía música, comencé a
escuchar gritos en el cuarto. Escuché todos porque la radio ya no sirve y
no había música —la mirada de su mamá era un total horror—. Papá
salió del cuarto amarrándose el cinturón y salió de casa. Me vio feo y
después se puso a reír. Papá se ríe como yo, por cierto.18

Yenjin tenía un escenario en la mente que le trajo un mal sabor de boca.

—Cuando fui al cuarto, Jin hyung estaba llorando bajito y me dijo


''Taehyungie, tráeme las pastillas que toma mamá cuando tiene dolor de
cabeza'' —incluso trató de poner la voz como su hermano y su madre se
llevó las manos a la boca—. Yo las busqué y cuando toqué la puerta, él
dijo que se las pasara por debajo, p-pero me asomé y...11

Calló.

—¡¿Qué paso Taehyungie?! —exigió su madre, pero el niño no


contestaba, solo tenía las manos echas puños y los ojos cristalizados. Y
no era de tristeza precisamente—. Taehyungie, amor... ¿qué pasó?

—C-cuando me asomé para darle la pastilla a Jin hyung... él e-estaba


desnudo en el suelo y tenía golpes en sus piernas. Golpes q-que... se los
hizo papá, mami, estoy s-seguro.21

La mujer tenía impotencia y unas terribles ganas de llorar. Pero, tenía a


su hijo en frente y no quería derrumbarse allí.

—Mami, ¿cuántos años tiene papá?

—T-treinta y siete, Taehyungie... —contestó en medio de un sollozo—


. ¿Por qué?

—Cuando yo tenga treinta y siete, voy a matar a papá y lo voy a hacer


llorar como le hizo él a Jin hyung —sonrió como si no hubiese dicho una
barbaridad—. Ahorita no puedo porque estoy pequeño, pero cuando
crezca lo haré y le voy a quitar los ojos para que no nos vea a ninguno de
los tres. Te lo prometo, mami.34

Si Yenjin no se desmayó en ese instante, quizá fue porque el shock no la


dejó.

—Taehyungie... —le llamó por el apodo que su hijo adoraba, sin


embargo, este no hizo caso. Estaba con las manos en las rodillas y la
cara escondida entre éstas—. ¡Kim Taehyung!
Fue ahí cuando la vio y sus manos echas puños casi se volvieron
blancas en el área de los nudillos. El niño se paró de golpe y la encaró.

—No me digas Kim Taehyung, papá se llama así. Dime Taehyungie,


mami... me gusta Taehyungie.

—Taehyungie, mi amor... —lo abrazó fuerte pegándole a sus piernas.


Seguido a eso lo volvió a sentar en el mesón—. ¿Seokjin te ha dicho algo
de eso?

El niñito negó.

—No, hyung no habla conmigo porque dice que estoy pequeño, pero...
yo sé cosas que hyung no sabe, aunque sea más grande que yo.

—¿Cosas como qué?

Taehyung bajó la cabeza y le agarró las manos a su mamá.

—Papá es malo, él te pega a ti y le pega a hyung cuando tu no estás,


pero a mi no me pega porque sabe que yo también le puedo pegar y eso
le da miedo.

—¿Miedo?

—Papá me tiene miedo, mami... y me gusta que me tenga miedo —una


sonrisa para nada sana pasó entre sus labios—. Algún día voy a matar a
papá, porque te hace llorar a ti y a Jin hyung. Te lo prometo, mami.5

Yenjin estaba demasiado preocupada por las cosas que salían de la


boca de su hijo, no le gustaba para nada la manera en que hablaba su
Taehyungie. Pese a lo que ocurría por su mente, respecto a Jin y el
padre de este, no quería reflejar el ardor de sus emociones para no
asustar al menor. Empero, Taehyung parecía entender más de lo que
ella creía.

Y temía por su hijo.

—Taehyungie, mi amor... —habló su madre, ella puso los brazos


alrededor del cuello del niño y lo abrazó, pero él no respondió porque no
le gustaba el contacto físico de esa forma, así que la mujer fue quien
tomó las manos del niño y las puso alrededor de su cintura—
. Prométeme una cosa, mi niño, por favor...

Su hijo alzó una ceja, confundido.

—¿Qué cosa?

—Prométeme que jamás en la vida vas a ser un niño malo —pidió, con
los ojos aguados—. Prométeme que... no importa lo que pase, tu siempre
tendrás tu sonrisa bonita y serás un niño bueno. Prométeme que jamás
te dejarás consumir por todo esto, Taehyungie...

Él sonrió y extrañamente la abrazó; riéndose.

—Te lo prometo, mami.22

Pero Yenjin no sabía que por la mente de su hijo pasó un "no seré un
niño malo, seré un hombre malo.''10

Su Taehyungie no era un niño normal.1

[...]
Al tiempo de eso, su marido llegó a casa tras varios días ausente y
Yenjin esa noche le reclamó sobre qué le pasaba por la cabeza, su hijo
mayor estaba en el cuarto y no le contó nada a su madre, porque tenía
miedo de ese hombre. Taehyung negó todo, y los golpeó a ambos, la
pelea duró horas, y Taehyungie estaba encerrado en su cuarto con
música, hojas de papel y marcadores, estaba dibujando. Su madre sabía
que habría una discusión ese día y entonces lo encerró tranquilo. Pese a
eso, los gritos eran demasiado fuertes y él los escuchaba en el cuarto,
aunque los ignoró porque estaba dibujando algo que quería hacer, solo
que aún no sabía cómo.1

Un dibujo de él matando a papá con un cuchillo cortándole la garganta.23

La pelea terminó, los gritos cesaron y su padre salió de aquella casa con
un semblante más allá de lo furioso, sus manos hechas puños y dando
portazo tras portazo. Esa noche, Yenjin abrazó fuerte a Seokjin entre sus
arrullos y lloriqueos; le dijo que jamás nadie iba a volver a tocarlo hasta
hacerlo llorar, que nadie nunca podría siquiera voltear a verlo sin que su
madre lo protegiera, porque al siguiente día se iban a ir de aquel lugar
para no regresar otra vez. Esa misma noche, abrazó a su hijo mayor y lo
dejó en la cama acostado y, con un terrible dolor corporal y llena de
moretones, fue hasta el último cuarto de aquella habitación de su hijo
menor y al girar la puerta para entrar, se encontró con una imagen que
no le gustó.

Taehyung estaba terminando un dibujo, uno de los más de diez que


había pintado esa noche. Los colores negro, gris y rojo ya casi estaban
del tamaño de sus deditos de tantas veces que los desgastó con el
sacapuntas para que la mina estuviese más afilada y seguir pintando.
Usualmente pintaba muchísimo, tanto que su madre a veces dejaba de
comprarse alguna cosa para comprar un nuevo paquete de hojas y
colores nuevos. A Yenjin siempre le parecieron un poco extraños los
dibujos de su hijo, no eran como aquellos de los demás niños, pero esa
noche los dibujos le dieron miedo por primera vez.

—Mira, mami... son Taehyung —explicó el niño; orgulloso.4

Su madre quiso girar la cara, porque todos los dibujos eran una silueta
pequeña matando a una silueta más grande. Era Taehyungie matando a
su papá.

Yenjin parpadeó un par de veces y su hijo le sonrió. Ella se agachó hasta


quedar frente a él, lo tomó del mentón y lo obligó a encararlo.
Taehyungie le quitó la mano de golpe.

—No me toques la cara, mami —se removió incómodo—. No me gusta.

—Taehyungie... ¿qué es esto? —replicó, ignorando la petición—. ¿Qué


son todas estas cosas, esos dibujos tan feos?

—Este soy yo —punteó a la silueta pequeña, con el cabello cubriéndole


la frente—. Este es un cuchillo, esta es una espada y esta una pistola —
señaló tres cosas más en el dibujo—. Este es papá y yo le estoy
cortando el cuello con la espada —pronunció inocentemente—. Aquí le
estoy disparando en el corazón, y la sangre es negra porque su corazón
es malo —Yenjin estaba horrorizada—. Y aquí le quité sus ojos, para que
cuando se muera su espíritu no te encuentre, mami... y a Jin hyung
tampoco.17

Shock, ese era el estado de la mujer.


—¿Cuál de las tres quieres que use, mami? ¿La espada, el cuchillo o la
pistola? —la determinación en su voz le decía a Yen que estaba
hablando cosas que no entendía bien, pero quería hacer—. O mejor las
tres... así le duele más.15

Una sonrisa victoriosa surcó el rostro de su hijo menor. Yenjin estaba en


parte anonadada por aquellas cosas que salían de la mente de su hijo de
solo nueve años, el entorno del que siempre lo trataba de proteger cada
vez se adentraba más en él. Ella estaba consciente que desde que su
bebé nació no tenía un carácter inocente e hiperactivo, al contrario;
Taehyungie era un niño demasiado tranquilo y sereno, que siempre
estaba sumido en sus propios pensamientos. Con el paso de los días, su
comportamiento era peor.

—Bebé, mírame... —él hizo lo que su madre ordenó—. Mamá no quiere


que vuelvas a hacer esto, ¿okay? —Taehyungie pareció molesto por la
petición—. Nunca vuelvas a hacer estos dibujos, son malos. Esas cosas
las hacen la gente mala. Solo la gente mala mata y les hace esas cosas
a otras personas.

—Entonces yo soy malo, aún no hago eso, pero quiero hacérselo a la


gente... empezando por papá y luego con los niños-

Yenjin negó rápidamente.

—¡N-no! No eres malo, bebé... solo t-tienes un poco de molestia por lo


que hace p-papá, ¿cierto? —él asintió—. Bueno, m-mañana será otro
día, mañana tu hermano y yo nos vamos de c-casa, iremos donde la
abuela Cho, ¿te gustaría?

—No.

—¿Por qué, bebé?


—La abuela no me quiere, ella me ve feo —contestó rápido—. Mami,
¿soy feo?10

Su mamá abrió los ojos de par en par y empezó con su cabeza a decir
que no.

—No, mi amor... tu eres precioso, eres mi niño precioso.1

—¿Entonces?

—Entonces nada, Taehyungie... solo prométeme que jamás vas a volver


a pintar esto, ni a pensar en esto. Mami no quiere eso para ti, mami
quiere que seas un niño bueno, ¿si, Taehyungie?1

—Okay, mami... está bien —una sonrisa pícara y un abrazo realmente


cálido brotó de él. Su madre lo creyó totalmente, pero por la cabeza de
su hijo solo pasaba que había dicho eso para hacerla sentir bien, él no
quería ser bueno—. Voy a ser el niño más bueno del mundo, mami...
cuando sea grande voy a comprarte una casa que tenga un parque y
jugaremos en el columpio.4

Su madre se emocionó por eso. Pero en realidad el niño decía palabras


que había escuchado de los niños con los que se peleaba en la escuela.

—Todo va a estar bien, mi niño, no olvides que mamá te q-

—Okay, ya sé.6

Y esa noche fue la última vez que Yenjin abrazó a sus dos hijos.9

[...]
A la mañana siguiente, mientras estaba arreglando una maleta para ir en
busca de Taehyungie —el cual estaba en la escuela—. Su marido llegó,
borracho, drogado y terriblemente violento.

Todos se resumió esa mañana del 96 en sangre, dolor y llanto.

Yenjin murió ese día, tras ver como su marido le hacía un montón de
cosas a su hijo mayor delante de ella y le gritaba que ya se había
enterado que era una prostituta, y que seguramente ese niño ni siquiera
era de él, al contrario del menor que era su viva imagen, pero más
pequeña. Ella estaba amarrada a un mesón y no podía soltarse, la
impresión de ver aquello era tanta que solo gritaba, pero una camisa
estaba dentro de su boca y casi no se escuchaban los alaridos de dolor y
desesperación de una madre perdiendo a su hijo.

Luego que el cuerpo de Seokjin fue desmembrado, él le hizo a Yenjin


exactamente lo mismo, dejándolos a ambos prácticamente
irreconocibles, salió de aquella casa para jamás volver a pisarla de
nuevo.7

Fue en busca de Yeongjin después, y la encontró sola en su hogar con


su hijo —también de Taehyung—. La golpeó esa mañana hasta romperle
la cara con los puños, diciendo que era una jodida maldita puta. A
Namjoon, su hijo menor, también le dio una golpiza, tras dejarlos
inconscientes, se alejó de todos y jamás lo volvieron a ver, hasta que
cayó en la cárcel años después.

Taehyungie al llegar de la escuela, y tras haber visto aquella escena


repulsiva en la sala de su casa; que por nada del mundo era digna de
sus ojos con tan solo nueve años y —que vio porque solía entrar por la
ventana de su cuarto y quedarse encerrado ahí, ya que no quería ver a
nadie o que le preguntaran como había ido su día—, no tuvo la reacción
esperada.

Sonrió.13

Sonrió, aún sabiendo quienes eran las víctimas, Taehyungie sonrió ante
la escena; porque se dio cuenta de que aquello que pintaba en un papel,
era totalmente real y posible de hacer.

La policía lo sacó de ahí, y él solo estaba sonriendo. Le preguntaron su


nombre y edad; "Kim Taehyungie, tengo nueve" contestó. Le dijeron si
había algún familiar y el dijo que no tenía a nadie. No obstante, tras la
policía hablar con varias personas de aquel barrio, se enteraron de que
tenía una tía y una abuela, pero quien vivía más cerca era la primera. Lo
llevaron hasta allá y se encontraron con una casa vacía. Se pusieron al
corriente, por boca de los vecinos, que a la mujer la golpearon y a su hijo
también hasta quedar inconscientes, estos dos fueron encontrados por el
marido de la mujer el cual llamó a una ambulancia y se los llevaron, si
hubiese llegado más tarde quizá pudo ser en vano la llamada.

Tras tres días, Yeongjin despertó y se encontró con la noticia de que su


hermana y su sobrino habían muerto a manos de ese hombre, mismo
que escapó sin dejar rastro. A la semana, su marido le comentó que la
policía lo encontró y llevó a la cárcel, donde pasaría quizá el resto de su
vida, pues había sido condenado a treinta y ocho años de prisión por
cargos de abuso sexual y homicidio a una mujer embarazada de
semanas y a un menor de quince años.12
Yeongjin estaba en paz, estaba tranquila, pero no quería nada que le
recordara a ese hombre, no quería nada que pudiese recordarle que Kim
Taehyung existía. Lamentablemente, su viva copia estaba sentado en la
parte de afuera del hospital jugando con un peluche y viendo
detalladamente a las enfermeras que pasaban de lado a lado. Su sobrino
tenía ciertos gestos que le recordaban a la escoria que abusó de ella,
pero de todos modos sabía que no tenía la culpa de aquello y que era un
niño inocente.4

Vivieron por tres años así, tres años donde Yeongjin se dio cuenta que
su sobrino no era un niño normal, no pensaba cosas normales y no
importaba lo mucho que se esforzara en decirle cosas buenas, el
siempre repetía frases que helaban sangre de Yeongjin.

Todas las cosas empeoraron cuando les contó la verdad a ambos,


Namjoon tenía quince años recién cumplidos y Taehyung doce; Yenjin
les contó calmadamente que eran hermanos, que su mamá había tenido
un novio y su hermana también y así salieron los dos. Ambos lo
entendieron tranquilamente, pues Yeongjin les pidió que no contaran eso
a su esposo. Lo que ella jamás esperó, fue la respuesta que recibió de
parte de él.

—No trates de hablarme bonito, tía Yeong... todos sabemos que mami y
tu se acostaban con hombres por dinero y por eso papá la mató a ella y a
Jin hyung también. Y por eso yo lo voy a matar... —tras eso, Taehyung
se levantó y se fue solo a su cuarto.10

Yeongjin suspiró; ella entendió todo, sin embargo, su hijo no.


—Namjoonie, mantente alejado de él, ¿si? —pidió a su hijo, porque sabía
que la junta no era sana—. Recuerda que vive con nosotros porque no
tiene a donde irse, pero no te acerques mucho a él.1

El mayor estaba confundido, él no veía nada malo en su hermano menor.


Aunque al parecer, todo el mundo a su alrededor sí.2

—Pero, mamá... Taehyungie es mi hermanito.

Yeongjin tomó las manos de su hijo con fuerza y le besó ambos dorsos.
Con ojos cristalizados y mirada preocupada, lo encaró.

—Namjoon, prométemelo.

—Lo prometo, mamá.

Pero Namjoon cruzó los dedos detrás de su espalda, jamás lo dejaría


solo.12

[...]

Fue un viernes, un viernes que Namjoon se despertó a las cuatro de la


tarde, luego de dormir una siesta, y encontró a su hermano frente a una
ventana observando a un gato que jugaba en el patio tranquilamente con
alguna cosa. Taehyungie estaba con las piernas recogidas a la altura de
su pecho y la quijada en sus rodillas, sus manos estaban alrededor de
sus piernas.
—Buenas tardes, Taehyungie —pronunció, esbozando una sonrisa con
hoyuelos.2

—Buenas tardes, Jun hyung —contestó el menor—. ¿Cómo está?

—¿Jun? —inquirió confundido—. Me llamo Namjoon, Taehyungie... no


Jun.

—Jun es como Joon, pero sin las ''O'' —rebatió con una sonrisa
cuadrada—. ¿Puedo llamarle Jun, hyung?4

Namjoon le brindó una sonrisa y se sentó a su lado, en la misma posición


que él, y lo miró tras unos segundos.

—Puedes dejar de tratarme de hyung —replicó—. Y si, Taehyungie,


puedes llamarme Jun.

El mayor observó al gato, que en realidad no estaba jugando con algo,


sino más bien estaba matando a un pájaro a fuerza de arañazos y
mordiscos.5

—Son las cuatro en punto de la tarde —rompió el silencio Taehyung—. A


esta hora ese pájaro siempre se paraba en aquella rama alta de allá y
hacía varios ruidos.

—Piaba, así se le dice —corrigió.

—Exacto, piaba —continuó, señalando al patio—. Pero al gato le


molestaba, Jun. Siempre trataba de llegar a la rama, pero no alcanzaba y
cada vez que brincó, el pájaro salía volando y no lo podía atrapar.

—¿Cómo lo atrapó ahora?

—El pájaro bajó cerca del gato sin darse cuenta, y cuando quiso volar...
las garras del gato le tenían agarrado del cuello —explicó tranquilamente
y se puso la mano propia alrededor de la nuca—. Un gato tan pequeño,
pudo atrapar un pájaro así de grande.

—Se lo va a comer...1

—No, solo lo va a matar —Taehyung se quitó las manos del cuello y


apuntó con sus dedos hasta los animales—. Él no lo mata por alimento o
porque lo necesite, lo mata porque quiere demostrar que es más fuerte y
porque odia al pájaro.

El hermano mayor frunció el entrecejo y ladeó la cabeza para detallar la


escena. No la entendía muy bien, pero su hermanito era inteligente y
siempre sabía mirar más allá.

—¿Cómo sabes?

—Viendo, soy bueno viendo, Jun. Todos los días a las cuatro de la tarde
me siento aquí a esperar a que el pájaro llegue y ver cómo el gato trata
de alcanzarlo. Tú no te has dado cuenta si no es ahora, pero llevo
semanas así —encaró a Namjoon y entonces volvió a fijar la vista en la
escena—. ¿Ves cómo lo golpea una y otra vez para desangrarlo, pero no
lo mata de un solo golpe? Es porque quiere que sufra.

—Pobre pájaro.

—No... el pájaro se lo buscó —inmediatamente miró a su hyung y abrió


los ojos de par en par—. Su lugar es arriba cantando, no abajo con el
gato. Si se hubiese mantenido arriba, el gato jamás lo habría atrapado. Él
lo buscó.11

Taehyungie era raro.

—¿Te gustan los pájaros? ¿O los gatos?


—Los gatos, me gustan los gatos —contestó con sinceridad—. A Jin
hyung le gustaban los pájaros. Un día le iba a regalar un pájaro, pero no
lo atrapé, así que lo dibujé y se lo di. Dijo que... yo debería ser pintor
algún día.

Jun se echó hacia atrás, apoyando las palmas en el suelo.

—Yo conocí a Jin hyung, estudiaba en la misma escuela que yo, pero en
mayor grado. Siempre supe que era mi hermano, aunque él no sabía que
su hermano era yo, solo te conoció a ti.

Taehyung asintió.

—Lo sé, Jin hyung era como mi mitad, Jun. Él no se parecía en nada a
papá, y yo no me parezco en nada a mamá, y a la vez él era igual a
mamá.3

—Y tu-

—No lo digas, Jun, por favor —le calló.

El Kim mayor conservó silencio, porque estaba consciente de que a su


hermanito no le gusta que lo comparen o siquiera que nombren a ese
tipo.

—¿Lo extrañas? —cambió rápidamente la pregunta—. A Jin hyung...

—No, se fue y listo —aclaró decidido—. No puedo hacer nada.9

—¿Y a la tía Yen?

El menor se colocó en la misma posición que su hyung, y decidió pensar


un poco. Al final de unos dos minutos, más o menos, negó lentamente
con la cabeza. Sabía que esas dos personas no estaban, y que jamás
volverían de nuevo. Pero por alguna razón, a pesar de saber que había
un vacío, el vacío no le afectaba.

—No los extraño a ninguno de los dos, Jun.

Y Namjoon no pudo creer que a su hermano no le hagan falta. Si algo le


hicieran a Taehyung, él lloraría muchísimo, porque lo quiere. Ni hablar de
su madre, a la cual adora.

—¿Entonces no los querías, Taehyungie?

—No, pero tampoco los odiaba —eso era totalmente cierto—. Sabía que
estaban ahí y eran mi familia, pero... solo los respetaba por eso.4

—¿Qué hay de nuestro papá?

Taehyungie se mantuvo divagando entre sus pensamientos de niño. No


eran tan extremos en aquel entonces, no obstante; seguían siendo fuera
de lo común y muy nocivos.

Llevó sus profundos ojos pardos hacia el gato y entonces sonrió.

—Mira al gato —le ordenó a su hermano mayor—. Ve lo que hace.

—Oh...

El gato tenía al pájaro del cuello, sus colmillos yacían enterrados y


apretaban poco a poco, haciendo al ave retorcerse de agonía y sacar
sonidos chirriantes del pico mientras iba muriendo.

Namjoon estaba un poco perturbado.

—Algún día, Jun, yo seré el gato y papá será el pájaro, lo voy a matar
lentamente hasta que se desangre.
El de hoyuelos miró de manera indescifrable a su dongsaeng, que
llevaba una sonrisa mientras veía aquella escena donde el gato blanco
ya tiene la boca llena de sangre y el pájaro negro el pico abierto y los
ojos sin parpadear; muerto.

Y aunque no quisiera, sabía que Taehyungie estaba hablando en serio y


eso era malo.

—¡¿Qué te pasa?! —medio gritó—. ¡Taehyung, tú no eres un asesino!

—No me digas Taehyung, Jun —masculló entre dientes, con la cara de


lado—. Y no lo soy por ahora, pero voy a matar a papá cuando llegue a
salir de prisión. De aquí a que salga seré un hombre y él un anciano
débil, podré con él.

—Pero eso es malo, no puedes matar a la gente...

—Igual se morirán un día, Jun —contraatacó, porque para él era válido


su punto—. Además, le dije a mami que iba a matarlo porque hacía sufrir
a Jin hyung y a ella... pero se me adelantó y me los quitó. Yo lo mataré a
él.

—¿Venganza?

—Victoria.

—¿Qué?

—Victoria, Jun... —explicó—. Papá es el más malo, pero si yo mato al


más malo, entonces gano. El más malo seré yo y por lo tanto ganaré.

Por alguna razón, al Kim mayor no le gustaba el rumbo de la


conversación que estaban llevando a cabo.

—Estás diciendo cosas malas y da miedo, Taehyungie.


—¿Soy malo para ti, Jun? —preguntó en tono dulce—. ¿Alguna vez te he
hecho algo malo?3

Namjoon bajó la cabecita y negó.

—¿Ves? No tienes que tenerme miedo, Jun —el muchachito estiró su


pierna hasta rozar el pie de su hermano mayor—. Siempre y cuando te
quedes conmigo, seas mi hermano siempre y me acompañes a matar a
papá.

—P-pero yo no quiero matar a papá.

—Él también te hizo daño, el té golpeó y golpeó a la tía Yeong... —el


tono de Taehyung era acusador y manipulador—. ¿No quieres vengarte
de él?

Namjoon negó y el dongsaeng rodó los ojos, separando la pierna de


donde la tenía.

—¿Por qué no?

—No me gustan las peleas, hermanito.

Bufó, como si su hyung hubiera dicho una estupidez.

—La vida es una pelea, Jun. Tú decides si la golpeas fuerte o dejas que
te golpee a ti —tras decir eso, su hermano se levantó, vio el pájaro lleno
de sangre, el gato alejándose y sonrió para luego salir de ahí.7

[...]
Pasaron meses de ese suceso, la relación entre Namjoon y Taehyung se
iba haciendo más fuerte. Pese a que el chico con hoyuelos era mayor, el
de sonrisa cuadrada le llevaba ventaja de todo.

Había sido expulsado de la escuela por mal comportamiento, empero sus


calificaciones eran altas. Le gustaba pintar y leer; leía demasiado. Podían
contarse infinidades de veces donde se terminaba un libro grande y de
letras pequeñas en dos o tres días, y lo asimilaba de inmediato porque su
dicción era buena, su manera de llevar la lectura era excelente, y la
forma de expresarse para ser un niño, era muy superior. Yeongjin
esperaba a que pasara ese año escolar para que ingresara en la próxima
etapa.6

Sin embargo, una tragedia ocurrió.

Un sábado en la noche, los hermanos estaban hablando de su padre


biológico, sin percatarse de que, tras la puerta, el marido de Yeongjin —
padrastro de Namjoon—, los estaba escuchando. Cuando el hombre se
enteró, abrió la puerta de golpe y furiosamente los miró de hito en hito.

—Hola, papá —saludó el mayor de los niños.

Pero su "padre" soltó una risa burlona, Taehyung inmediatamente salió


de aquel cuarto hacia la cocina. Y cuando ingresó de nuevo, se encontró
con que su hermano mayor tenía la boca partida con un puñetazo.

—¡REPITE LO QUE ESTABAN HABLANDO, NAMJOON! —le gritó su


única figura paterna—. ¡TU MADRE ES UNA ASQUEROSA PUTA Y TU
NO ERES MI HIJO, ERES HIJO DE UN CRIMINAL!

—Papá...
—¡NO SOY TU PADRE! —otro golpe le partió la comisura del labio al
muchachito, que estaba tirado en el suelo llorando con miedo—. ¡TU
PADRE ESTÁ EN PRISIÓN POR SER UN CRIMINAL! ¡Y TU Y ESE
MALDITO NIÑO LOCO VAN A TERMINAR SIENDO UNOS
ASQUEROSOS CRIMINALES TAMBIÉN!

Tras eso, el hombre iba a golpear a Namjoon de nuevo, pero sintió algo
ardiendo y doliendo en la parte baja de su espalda.

Una puñalada.

Taehyung le había enterrado un cuchillo en la cadera, no fue algo mortal


o que haya tocado un órgano, solo hizo que el hombre aullara de dolor y
este se mezclara entre el ardor punzante del cuchillo y una mirada
atónita hacia el niño.

—¡NO TOQUES A JUN, HIJO DE PUTA! —Taehyung yacía con las


manos ensangrentadas y los brazos con aruños. Namjoon lo alejó de ahí,
tomándolo de la mano y corriendo con él fuera del sitio.

Al estar a mitad de la sala, Yeongjin venía llegando, y la escena que


encontró fue un espanto. Su sobrino manchando de sangre y su hijo
también.

—¡¿QUÉ LE HICISTE A TU HERMANO, TAEHYUNG?! —acusó.

—M-mamá, Taehyungie no hizo nada... ¡No me hizo nada! —Yeongjin


estaba preocupada y su hijo parecía ileso cada que ella revisaba su
cuerpo rápidamente—. ¡P-papá sabe, papá lo sabe...!

Namjoon no hubo terminado de hablar cuando Sonhee apareció en la


sala con una mirada furiosa, la encaró con odio y miró a ambos niños.
—¡ERES UNA MALDITA MALAGRADECIDA! —la tomó del cabello para
que lo observara de frente—. ¡TE DI UN PUTO TECHO! —una bofetada
se estampó en la mujer—. ¡PERMITÍ QUE ESTUVIERAS CONMIGO! ¡Y
LO ÚNICO QUE HICISTE FUE METERME UN NIÑO QUE NO ERA MIO
Y A ESTE OTRO PEQUEÑO CRIMINAL, YEONG! —por ultimo acusó a
los niños, señalándolos.

—¡C-CÁLMATE! —ella pidió, tomando con sus manos temblorosas el


brazo del hombre, que la tenía del cabello—. ¡S-SONHEE, P-POR
FAVOR CÁLMATE!

—¡NO ME VOY A CALMAR, MALDITA PERRA! —le gritó con furia,


escupiéndola—. ¿SABES QUÉ? ¡VAS A VER QUE TE VA A PASAR,
MALDITA ZORRA ASQUEROSA!

—¡P-PAPÁ NO!

Sonhee pasó el cuchillo afilado con el que previamente le apuñalaron,


por la cara de Yeongjin, dejándole una cortada en la mejilla. Tras eso la
tiró al suelo y aunque los niños trataron de meterse, fue en vano porque
ninguno podía contra ellos dos. Hasta que Yeongjin tomó el cuchillo
rápido y lo enterró en su abdomen, haciendo que el hombre cayera al
suelo.

Tocó su cara, y ella estaba sangrando y si Sonhee quedaba en el suelo y


nadie lo ayudaba entonces no sabía qué podría pasar.

—¡SALGAN DE AQUÍ, LOS DOS! —les gritó a ambos—. ¡VAYAN AL


PATIO, SALGANSE DE AQUÍ!1

Los dos niños obedecieron, Namjoon estaba llorando y asustado por ver
a su mamá así. Aunque, Taehyung estaba totalmente tranquilo.
La ambulancia llegó tiempo después y se llevaron a Sonhee. No
obstante, antes de que subiera al auto le dijo a Yeongjin: "Te voy a enviar
a pudrirte en una maldita cárcel y pasarás mucho tiempo ahí por toda
esta mierda. De eso puedes segura, Choi Yeongjin.''

Dicho y hecho.

Al mes, Yeongjin fue sentenciada a 20 años de prisión por "Intento de


homicidio" a un abogado, cosa que no fue cierta, porque era en defensa
propia. Pero una mujer sin estudios, sin una carrera y mantenida por ese
mismo hombre, no tuvo cómo defenderse ante un juzgado que la tenía
en total desventaja. Namjoon se mudó con la hermana mayor de Yeong y
Yen; Yongsoo, pero esta solo veló por él y no por su Taehyung. Así que
Namjoon tuvo que separarse de su hermano, el cual quedó viviendo solo
en aquella casa por un largo periodo de tiempo; quizá un año. Nam salía
de la escuela y pasaba por su casa a dejarle comida. No comía en el
instituto público porque podía comer en casa. Además, su hermano la
necesitaba porque se había acabado la comida meses atrás, cuando
Sonhee dejó la propiedad para mudarse a otra, sin decir nada.

También sacaba comida de casa de su tía y se la daba a Taehyung, el


cual un día le dijo: "Jun, me quemé las manos, pero al fin aprendí a
cocinar bien.'' Se rieron ese día mientras comían una sopa de camarones
y fideos que su hermano menor de casi trece, preparó.5

Fue la última vez que Namjoon vio a su Taehyungie actuando tranquilo


en casa.

[...]
Cuando cumplió trece años, Taehyung cayó en manos de Koyumi, un
año después Mark se lo llevó a Jeju y la única persona que estaba
preocupada por él era Namjoon, pues a nadie más que a él parecía
importarle dónde estaba su hermanito, si estaba bien, si estaba
comiendo o si acaso seguía con vida.

Tres años después lo volvió a ver, y su hermano no era ni la sombra de


lo que conoció.

En tres años, Taehyung había crecido, se había vuelto extraño,


meticuloso y lo peor no fue eso, lo peor fue lo que le dijo mientras
estaban sentados frente a aquel patio en la casa donde alguna vez
vivieron juntos.

—Jun, soy sicario.

Namjoon tembló y sus ojos casi salieron de sus respectivas cuencas


oculares.

—¡¿Qué?!

Taehyungie lo encaró como si acabara de soltar algo normal, y se bebió


un trago de aquella botella de whisky que había llevado para compartirla
con su hermano.

—Ja... un sicario, Jun —obvió, como si fuera cualquier cosa sin


relevancia—. Personas que matan personas a cambio de dinero.

—¡¿Qué coño estás diciendo?!


—Mira... si algo sé hacer bien, es hablar —la botella que yacía en su
mano, fue depositada con parsimonia en el suelo—. Así que no digas
que no me estás entendiendo.

Namjoon se paró inmediatamente del suelo y empezó a respirar


entrecortadamente, su dongsaeng seguía en el suelo, empinándose la
botella de whisky de vez en vez.

—¡Te estoy entendiendo, lo que no estoy entendiendo es cómo mierda


pasó eso, Taehyung!

—Maldita sea... —trilló los dientes y bebió otro trago—. ¡Deja de


llamarme Taehyung!

—¿CÓMO QUE NO TE LLAME TAEHYUNG? —el mayor tiró uno de los


cojines a su cara mientras bebía, y el menor se llenó el pecho de whisky
cuando se lastimó la boca con el pico de la botella—. ¡MALDITA SEA!
¿EN QUÉ MIERDA TE METISTE?

—¡NO ME GRITES, JUN! —había sacado un arma y la apuntó a la


cabeza de su hermano, viéndolo de frente—. ¡DEJA LOS MALDITOS
GRITOS O TE VUELO LA PUTA CABEZA DE UN TIRO!8

Namjoon llevó las manos a su cabeza y se tiró el cabello fuerte hacia


atrás, templándolo y tirándose después de rodillas al suelo. Sus ojos se
llenaron de lágrimas y cuando Taehyung lo vio, rodó los ojos y se puso la
pistola entre las piernas, volviendo a beber de la botella, ahora con una
mueca porque tenía la boca partida.

—Hermano, tienes dieciséis años... ¿qué te pasó? —sus ojos oscuros


estaban fijos en los del menor—. ¿Qué es esto? No te reconozco.
—Tss, ha... yo tampoco, Namjoon —suspiró, haciendo una mueca—. Yo
tampoco, pero me gusta.

—¿Cómo pasó esto? ¿Te obligaron?

—No, yo quise.

—¡Te perdiste a los trece! —porfió, escurriendo las lágrimas, que no


provocaban nada en su hermano—. ¡No me digas que no te obligaron a
estar ahí, si eras un maldito niño de trece años!

—Uno que se codeaba con gente mayor y era peor que ellos, Jun —le
aseguró—. Cuando me fui de aquí conocí a un tipo llamado Koyumi y
estuve con él por año y medio. Aprendí a hablar japonés, por cierto —
señaló—. Eso sí fue obligado, porque si no lo sabía entonces me
molestaba cuando hablaban de mi "El niño que mata horrible" y yo no
entendía una mierda —otro trago y otra mueca—. Le metí un tiro a un
hijo de perra que dijo que me quería coger, pensando que no lo entendí.1

Namjoon se preocupó.

—No te han tocado o algo así... ¿verdad?

Taehyung le dio una mirada como si estuviera hablando alguna


incoherencia.

—Nah, antes de que lo piensen ya tienen un cuchillo en el cuello —


Namjoon asintió cuando el sicario contestó—. Luego conocí a uno
llamado Mark Yul Choi. Es mitad gringo y un mafioso de esos... fuertes.

—¿Fuertes?
—Armas, drogas, prostitución, lavado de dinero, tráfico... todo eso —
explicó mientras hacía movimientos con los dedos. Luego encaró a
Namjoon, sonriendo—. Soy su verdugo.1

El mayor alzó una ceja y entreabrió la boca.

—¿Su qué?

—En la edad media los que ordenaban matar tenían verdugos los cuales
torturaban a sus víctimas hasta matarlas —definió el apodo—. Eso lo
hago yo, Jun... si vieras como quedan tendrías pesadi-

—Basta, ya... —le calló—. No quiero saber nada más.

—Perdón, Jun... sé que te decepcioné —lo miró de frente y luego bebió


otro largo trago—. Pero no me arrepiento ni me siento mal por lo que
hago.

Nam contrajo el ceño y entonces se tiró a su lado. Lo tomó de la mano, la


pistola entre sus piernas la tiró a lo lejos y lo abrazó, que toscamente
respondió el abrazo, pasándole el brazo con la botella en mano por
detrás de la espalda.

—Eres mi hermano. No importa qué pase, siempre vas a ser mi


hermano, Taehyungie... —recalcó—. No eres malo, para mi jamás
podrías ser malo.

—Deja la mariconada, igual lo soy.15

—No para mi.

Taehyung suspiró y asintió lentamente. Se separó de su hermano y tomó


el arma, colocándole el seguro y poniéndola sobre la mesa de la sala. Se
mantuvo mirando hacia el patio, aquel que no visitaba desde hacía
mucho tiempo. En ese momento, sacó su teléfono y vio la hora eran; las
cuatro y doce de la tarde.

—¿Recuerdas el gato que vimos aquí hace años? —preguntó el menor.


Su hermano asintió—. Son las cuatro de la tarde, y no hay otro pájaro ni
tampoco el gato.

Namjoon se puso de pie y quedó a su lado.

—Supongo que murió o se lo llevaron, no lo sé.

Taehyung asintió, y metió las manos en sus bolsillos.

—¿Recuerdas lo que te dije del gato y el pájaro? —inquirió firme—.


¿Que algún día sería el gato y papá el pájaro?

Jun dijo que sí en un asentimiento de cabeza.

—Lo recuerdo.

—Sigue en pie, Jun. Cada día de mi vida lo recuerdo y tengo presente


que lo quiero matar.

—Venganza —el joven delincuente lo miró alzando una ceja, entonces


Namjoon recordó lo otro—. No, venganza no. ¿V-victoria?

—V de Victoria.

—¿Qué?

—Donde estoy no me llaman por mi nombre. La mayoría tienen apodos y


cosas así para que no sepan sus nombres reales, cosa que es inútil
porque al final todos lo descubren —hizo una mueca con su boca
húmeda del brebaje—. Sin embargo, yo no quiero que me llamen por mi
nombre, no porque quiera esconderlo sino porque sabes que no me
gusta.
—¿Y cómo te llamas ahí?

Taehyung giró su cuerpo hacia su hermano y con la palma de la mano


abierta, dejó solo los dedos índice y medio arriba, los giró y se los llevó a
la cara, dejando su ojo en medio de estos.

—V —le guiñó el ojo y sonrió—. Ahí me llaman V.5

El mayor se pasó las manos por el rostro, negando con la cabeza y


resopló cuando volvió a encararle.

—¿Quieres que te llame así?

Rápidamente el joven sicario sacó un dedo y negó frente a su hermano.

—No, pero tampoco me llames por el mío —pidió.

El aludido rodó los ojos.

—Okay, ser viviente.11

Esta vez fue el turno del menor para reír, llevando la cabeza hacia atrás y
suspirando. Namjoon, a pesar de todo, seguía viendo algo de aquella
sonrisa en Taehyungie.

—¿Recuerdas el pájaro? —soltó de pronto—. A Jin hyung le gustaban


los pájaros, las aves en general.

—Yo me acuerdo.

—Vamos a tatuarnos un pájaro, ¿quieres?

—¿Qué pájaro? —no había necesidad de decir que si, siempre diría que
sí.

—Un cuervo. Me gusta la frase "cría cuervos y te sacarán los ojos."11


Su hermano tragó duro, Taehyungie siempre llevaba su mente más allá
de lo... normal.

—Un cuervo, entonces... ¿dónde?

—En el antebrazo, ¿quieres? —Namjoon asintió—. Bien, en el antebrazo


será.

—¿Qué estás haciendo ahora? —finalmente se quiso quitar la duda de


encima—. ¿Dónde te estás quedando? ¿Dónde vives? —le detalló e
arriba abajo y estaba delgado, pero era su contextura—. De hambre no
te estás muriendo, al menos.

—En un departamento a las afueras de aquí. Era de Mark, pero me dijo


que me quedara ahí porque él tiene su casa —le hizo saber, y algo
dentro de Namjoon se calmó un poco al enterarse que alguien
se "preocupaba" por su hermano—. Aparte de eso, hay otros tipos que
también me pagan, así que dinero tengo. La cosa es que no puedo
todavía abrir una cuenta, debo esperar a cumplir diecinueve.

—Yo abrí la mía, puedes usarla —habló de inmediato—. No tomaré


nada.

El menor solo se alzó de hombros, restando importancia.

—Tendríamos que depositar mucho efectivo. Empezarían a preguntar de


dónde lo sacamos y una cosa lleva a la otra y bah...

—¿Qué tanto dinero tienes?

El asesino le alzó una ceja y sonrió muy socarronamente.

—Compré dos autos, una pantalla plana, una consola original... —


informó con una sonrisa—. Ah, y una Kalashnikov personalizada.17
El de hoyuelos se llevó ambas palmas hacia la boca, de la impresión.
Luego volvió a levantarse del suelo y dar vueltas alrededor de la pequeña
sala.

—¿UNA KALASHNIKOV? —chilló—. ¡PERO SI ESAS SON ARMAS DE


TERRORISMO!

Taehyung estaba medio borracho, así que solo estaba riéndose como
usualmente hacía cuando bebía de más.

—Es de adorno, yo casi no mato disparando, Jun.

—¿QUIÉN MIERDA TIENE UNA AK-47 PERSONALIZADA EN SU


PROPIA CASA CON SOLO DIECISÉIS AÑOS? —extendió las manos
hacia su hermano, que tenía la cara muy relajada y las mejillas en un
tono rosa—. ¿EN QUÉ MIERDA ESTÁS METIDO?

—Pensé que los autos serían más impresionantes qu-

—¡UNA AK-47! ¡¿ERES TERRORISTA?!

A Taehyung le daba mucha risa el susto de Namjoon. Estaba riendo bajo


y sus ojos se aguaron, tanto por el alcohol en su sangre como por la
situación hilarante.

—Te sorprendería... JAJAJAJA... t-te sorprendería ver q-que no es lo


más impresionante que has visto que tengo.

—Por el amor de Dios —negó, suspiró, bufó y medio tosió, quitándole la


botella a Taehyung para beberse un trago largo—. ¿Qué has hecho?

—Cosas malas, hermano. Cosas horriblemente malas.

Nam seguía yendo de lado a lado con una mano en la cadera y otra
frotándose la sien a la par que bebía.
—Un día de estos te van a matar, vas a salir en un noticiero —lo acusó
con el dedo índice, parándose a su lado—. Dirá: "Joven de dieciséis años
muere por querer jugar al counter strike en la vida real."19

El sicario lo encaró de manera seria, tras dejar de reír. Al parecer su


hermano estaba eufórico por una estupidez y ahora parecía hacerle
burla.

—Deja las estupideces, Jun. Estoy hablando en serio.

—¡¿Y YO ACASO TE ESTOY DICIENDO MENTIRAS?!

Taehyung empinó la botella una vez se la dieron, abrió la boca y sacó la


lengua, vertiendo el líquido amargo hasta su garganta, pues el labio
partido rato atrás le ardía. Soltó un gruñido y movió la cabeza de lado a
lado. A ese paso tendría un coma etílico, debido a que sabía que era
demasiado joven para estar bebiendo semejante cantidad de whisky.

—¡PRÉSTALE ATENCIÓN A TU HYUNG, MALDITO MOCOSO


PUBERTO INFELIZ DE MIERDA!4

Taehyung lo miró con fastidio y le sacó el dedo, volviendo a beber.3

—D-deja de gritar... Jun, me duele la cabeza y estoy emborrachándome.

El menor agarró un cojín y se lo puso entre las piernas, otro se lo puso


debajo de la cabeza. Siguió bebiendo.

—Estoy hablándote en serio, no me gusta esto. Odio esto como no tienes


idea, sal de ahí.

El maleante se puso de lado y el sudor de su frente se lo quitó con el


borde del cuello de su camiseta.
—Mh... n-no quiero, Jun. Ya te d-dije que estoy bien, no te p-preocupes
por mi. No quiero irme.

Y medio tosió por el líquido que se le fue por la nariz cuando quiso
echarlo en su boca y no calculó bien.3

—No puedes, no puedes que es diferente. La gente que trata de salir de


ese mundo termina muerta.

Si no estuviese borracho, y si no fuese Namjoon, quizá ya le habría


cosido la boca con un cable de metal para que dejara de hablar tanta
mierda.

—Pero yo no quiero salir de aquí, no menciones más el tema. Estoy bien,


Jun. ¿Cuándo he necesitado yo que me cuiden?

Pero su hermano a penas tenia dieciséis años, era un jodido adolescente


que andaba metido en mucha mierda como para que nadie se
preocupara por él.

—Iré contigo.

Por un segundo Taehyung vio la botella a ver si ya había consumido


suficiente para haber escuchado lo que había escuchado.

—¿Q-qué?

—Iré contigo, V —porfió—. ¿Cuántas personas a tu alrededor tienen tu


confianza?

—Ninguna, pero... ¿quién te dijo que yo soy Rapunzel para que vengas a
rescatarme, idiota? —Taehyung borracho era inofensivo y seguía siendo
un adolescente de dieciséis, comprobado—. Ella tenia veintiún metros de
cabello, yo tengo veintiún armas en casa, mocoso.9
—Mocoso tu, aún botas agua por la polla, así que...3

Taehyung soltó una carcajada.

—En realidad-

—No me digas, no quiero saber a cuántas putas te has cogido.7

El muchacho soltó un "pff..." y rió más fuerte.

—No me gustan las mujeres, hyung.10

Si el corazón era capaz de paralizarse por un segundo sin que fuera un


infarto, eso fue lo que sintió Namjoon.

—¿C-cómo?

—Sorpresa; soy sicario y de paso maricón de los que la meten.32

A Kim Namjoon le iba a explotar el cerebro.1

—Me embriagué y estoy alucinando.

Otra risa gruesa y corta brotó de los labios del Kim menor.

—Estuve dos años viéndole el culo a un muchacho y hace poco estando


borracho me quise acostar con una puta, a ver si es que estaba
confundido o algo así —confesó, tragando whisky—. Mi polla estaba más
borracha que yo, JAJAJA, ¡Joder fue horroroso! Pensé que no se me
paró por el ron, pero la realidad es que no me gustan las putas, ni las no
putas, ni las más o menos putas. Además, cuando me cogí al muchacho
este, estábamos borrachos hasta la mierda y el muy hijo de puta me
estaba brincando encima como si se quisiera partir a la mitad después
que le rompí la jeta a cachetadas.18

—¿Cómo que le rompiste la jeta a cachetadas?


—Bueno, descubrí dos cosas ese día —dijo con la lengua entumecida—
. Me gusta follar con muchachos y me gusta hacerlos sufrir mientras me
los follo. No preguntes la razón porque tampoco sé. Lo que si sé, es que
no me gusta hacer las cosas lenta y pacíficamente, prefiero que sea a la
fuerza, y si les gusta mejor...8

—Okay, cabrón. Ya t-tuve... joder, ya tuve suficiente.

—¿Cómo pretendes quedarte si te perturbó eso?

En ese momento Namjoon extendió su mano libre y se la brindó a su


hermano menor el cual tras suspirar, se la correspondió en un fuerte
apretón de manos.

—Jun y V, ¿bien? —habló Namjoon—. Si te matan, me matan.6

Taehyung, dentro de lo ebrio que estaba, entendió esa frase más allá.

—¿Y si te mato yo?6

Namjoon carraspeó.

—¿Lo harías? —preguntó—. ¿Si te pagaran para matarme, lo harías?

—Solo si me traicionas, me temes o me desobedeces, Jun —contestó—.


Del resto, no te pondría una bala cerca si te quedas conmigo.

[...]
Fueron siete meses después de eso, que Taehyung y Namjoon por
primera vez hicieron algo juntos.

Namjoon tenía las manos temblando, el corazón acelerado y casi se


comía las uñas. En esos siete meses, el menor le enseñó cualquier
cantidad de usos con armas, desde las más simples; que constaban de
balines que no eran mortales, hasta la maldita Kalashnikov que
Taehyung se compró. Conoció a Mark, y a un tipo llamado Koyumi, que
fue quien vivió con Taehyung cuando salió de casa. Conoció a un
montón de hombres que le hacían reverencia a su hermano menor que
solo tenía dieciséis años y una cara de niño puberto que no se le quitaba
ni cuando golpeaba el saco de boxeo con el ceño fruncido y los reflejos
castaños.

También conoció a un tal Bogum que era algo de su hermano más no


sabía exactamente qué tipo de algo, lo que sí sabía era que mientras
Bogum miraba al sicario como si fuera la cosa más interesante en la faz
de la tierra e incluso no parpadeaba porque significaban dejar de verlo,
Taehyung miraba a Bogum como si fuese un fastidio y le quisiera pegar
un tiro en la frente. De lo que sí estaba consciente era de que Bogum no
estaba metido en ninguna cosa mala, De hecho; era estudiante y
trabajaba en una cafetería, pero por alguna razón estaba enamorado de
su hermano y a este le valía absolutamente mierda. Cuando le preguntó
a Taehyung sobre lo que tenían, este le dijo algo simple.3

"Fue el que te conté la otra vez, pero creo que el muy cabrón se enamoró
de mi y lo siento Jun, pero no puedo confiar en la gente que me quiere."12

Dos meses después de eso, Namjoon estaba a punto de cumplir veinte


cuando a su hermano le dieron un trabajo. Tenía que matar a un tipo por
vender unas joyas robadas a su jefe. Mark le dio el dinero a Taehyung y
ambos lo llevaron a casa, pues comprarían algunas cosas y el resto iría a
la cuenta de Namjoon.

Después de ahí fue la primera vez que Namjoon desconoció totalmente a


su hermano.

Aquella sonrisa que conoció en él, ahora solo se manifestaba cuando


cometía maldades. Aquella risa que era sincera, ahora se había vuelto
sarcástica. Aquel muchacho que lo cuidó cuando quisieron golpearlo,
ahora era violento. Todo lo que Yeongjin le había advertido, estaba
pasando. Que su hermano sería un criminal, que su hermano era malo,
que era violento, que era idéntico a su padre, que no velaría por él y un
sinfín de cosas estaban presentes en la mente de Namjoon cuando por
primera vez lo vio hacer todo eso.

Y sin embargo, se quedó con él. Porque a pesar de todo, de cualquier


cosa que haya visto, sabía que esa solo era una máscara que escondía
la verdadera singularidad de Taehyungie, aquel que siempre sería su
hermano.14

Esa noche, cuando salieron de ahí después que le pagaron, Taehyung


se fumó media caja de cigarrillos, le invitó uno a Namjoon y este aceptó,
bebieron whisky mientras lavaban sus manos cuando llegaron al
departamento donde ahora vivían y entonces Taehyung le dijo con una
sonrisa: "Hagámonos el tatuaje del cuervo."

Namjoon aceptó, juntos se hicieron un tatuaje con un hombre llamado


Hyojong y ahora portaban la misma marca en el mismo brazo. Namjoon
posterior a eso se hizo alguno que otro, se tatuó el nombre de Yeongjin
en hangul, una flor de loto, un arma que estaba rota y no podía ser mortal
y el último que era el más simbólico; un cuervo de grandes alas que
estaba dentro de una jaula abierta y representaba a Taehyung; porque
aunque estuviera en una jaula, no quería salir de ahí.6

[...]

Pasaron cinco años desde aquella marca de tinta, Namjoon tenía


veinticuatro y Taehyung veintiuno.

—Hermano, me preocupas... —pronunció el mayor un día que lo


encontró limpiando un arma y por alguna razón Taehyung estaba
llorando con cara de molesto. Sus manos llenas de pólvora se las pasaba
por la cara cada que sorbía por la nariz—. Hermano...1

El sicario soltó el arma, agarró un paño húmedo que estaba cerca del
suelo y se limpió la cara para ver a su hermano, el cual aún se rehusaba
a llamarle ''Seokjin'', incluso si días antes se lo había pedido.

—Preocúpate por ti mismo, Jun.

—¡No soy yo el que está sufriendo internamente y quiere demostrar lo


contrario! ¡No soy yo el que se esconde detrás de esa faceta de asesino
y en el fondo es un maldito cristal frágil que cualquiera lo puede romper,
Taehyung!3

—¡VETE A LA MIERDA, HIJO DE PERRA, DÉJAME SOLO!

Dos tiros a un costado del hombre con brazos llenos de tatuajes, mas
nunca se inmutó.
—Eres un hombre mortal igual que todos, algún día te vas a morir —le
reprochó—. Algún día dejarás de estar en este plano. Tienes veintiuno,
hermano. ¿Quieres pensar que nadie te va a recordar de buena manera?

Taehyung se frotó la sien con lentitud, estaba bebiendo y quizá por eso
no estaba tan violento como siempre.

—Quizá antes de morir algún día escriba un libro y alguien lo encuentre y


transcriba lo que fui —le alzó una ceja a un Namjoon preocupado—. Y
solo aquellos con dos dedos de frente sabrán que nunca fui bueno. Quizá
si existe otra vida, en la anterior fui muy bueno y ahora tengo que
equilibrar. Ahora, sal de aquí y déjame.11

—En esta lo fuiste, en algún momento lo fuiste.

—Fui tranquilo, no bueno, Namjoon —lo señaló con el dedo—. Entre


nosotros dos, tu eres el que está peor.

—¿Yo? ¿Yo por qué?1

Taehyung se levantó hasta caminar lentamente frente a él y alzó el rostro


unos milímetros para encararlo. Namjoon no le quitaba los ojos de
encima, y el verdugo tenía sus orbes marrones fijos en los contrarios;
acuosos. Lo que Namjoon no esperó fue que su hermano se alzara en la
punta de sus pies y le dejara un beso en la frente, agarrando la parte
posterior de su cabeza con la mano izquierda, luego lo observó.3

—Porque habiendo visto todo esto, sigues queriendo convencerte de que


soy una persona que aún consta de bondad y puede redimirse de sus
actos, cuando sabes bien que no es así —le dijo al oído.1

Se despegó de él y dio dos pasos hacia atrás.


—El monstruo no soy yo por ser malo y estar jodido aquí —apuntó su
sien, haciendo alusión a su mente—. El monstruo eres tú por pensar con
este y victimizarme —tocó con un dedo el corazón de Namjoon—. Y eso,
hermano, es muchísimo peor.9

Sin otra cosa, agarró el arma del suelo y fue hasta el segundo piso del
departamento. Namjoon nunca más hubo tocado el tema y solo sufría en
silencio viendo a su hermano cada día joderse más y más.1

Así fue como se quedó con él y seguía hasta ahora, podría irse en
cualquier momento y sabía que Taehyung no le diría nada, pero se
rehusaba a dejarlo solo y no poder estar ahí por última vez si algo le
pasaba. Estaba plenamente consciente de que no era un santo, y el
propio Namjoon también habían sido arrastrado a eso, pero fue por
elección propia para no dejarlo solo y entonces sufrir si algún día algo lo
arrancaba de su lado y no pudiera volverlo a ver otra vez.6

Incluso sabiendo que era tóxico, sin escrúpulos, sin ética y moral; era su
hermano.

Incluso siendo un asesino temido, sanguinario, traumatizado y


trastornado; era su hermano.

Incluso siendo un verdugo sádico que gozaba del sufrimiento que ejercía
en los demás; era su hermano.

Incluso estando consciente de que terminaría asesinado por él;


Taehyung era su hermano.
4

"...Dime dónde mierda está mi niñito, hyung. Lo necesito... y si piensas


que te voy a poner por encima de él, estás malditamente equivocado.
Más vale que me digas ahora, porque no soporto no tenerlo cerca y
saber que está entre mis brazos, conmigo. ¿Cómo quieres que me sienta
si no sé si está sufriendo? Porque nadie que no sea yo, puede hacerlo
sufrir..."33

XXV: Unconscious and mine.

Namjoon tomó la mano de Jimin fuerte entre la suya, necesitaba fuerzas.

Fuerzas porque estaba seguro de que lo que iba a pasar no era algo que
le gustase afrontar de una vez. No se encontraba totalmente listo para
volver a ver aquellos ojos iguales a los suyos. Fuerza, porque estar en
aquel lugar después de cinco años sin haberlo pisado; era tener los
nervios de punta, y el desespero de saber qué pasaría, a flor de piel.
Fortaleza, porque después de tanto tiempo ocultando un par de cosas
para no preocupar a la mujer que le dio la vida, que lo amaba por sobre
la propia y que estaba encerrada en aquella prisión por injusticias típicas
del mundo que a ambos les rodeaba; era simplemente doloroso volver
ahí.

Su madre era su todo, y la palabra todo muchísimas veces abarca cosas


diferentes para cada ser humano.

Quizá para Namjoon, ese todo significaba que ella era quien más lo
amaba y se preocupaba por su bienestar; no importa si ya era un hombre
de veintinueve años y ella una convicta con una condena que aún le
quedaban varios años por cumplir. Quizá significaba que, si tuviera que
dar su vida y salir de la faz de la tierra para verla sonreír tranquila,
entonces lo haría. Quizá significaba que aquella mujer de baja estatura,
cabello corto azabache y una cicatriz en el rostro —que no le quitaba lo
hermosa que era—, también estaba dispuesta a darlo todo por él sin
dudarlo ni un segundo, y entonces Namjoon sentía que debía ser
totalmente recíproco el sentimiento.

Se restregó su rostro, a pesar de que eran las siete de la mañana y el sol


picaba en su piel por el calor, Namjoon estaba tan nervioso que le era
imposible no tener las manos heladas y medio temblando. Jimin lo notó,
por eso mismo pasó su brazo por la espalda del mayor y recostó la
cabeza de su pecho, no pasando desapercibido el momento en que el
azabache cerró fuerte los ojos y sorbió por la nariz con rudeza. Sonó la
alarma de auto cuando Jimin pasó el seguro y continuaron caminando
hasta el gran portón de aquella prisión.

Un guardia los miró a ambos, Namjoon sacó su identificación con nombre


y apellido y el espía lo mismo, pese a que ambos eran literalmente
criminales —quizá Jimin no tanto, pues trabajaba con ellos, más nunca
había estado metido de lleno—, nadie conocía las cosas que habían
hecho y estar frente a la policía se les hacía fácil. Jimin se adentró
primero y cuando fue a dar un paso, Namjoon estaba parado de frente
sin querer entrar del todo. Lo comprendió, porque no era fácil dar la cara
a su madre luego de cinco años, no era fácil verla a los ojos y saber que
esta vez sería sincero sobre lo que ha estado haciendo y en donde se
metió, porque no quería seguirle mintiendo descaradamente y que
pensara que estaba bien, cuando no era así.

No quería irse sin que su madre no supiera por qué, incluso si irse no
tuviese mucho significado justo ahora.

—Joonie —pronunció vagamente Jimin, acunando ese rostro entre sus


manos y viéndolo a los ojos—. Debemos pasar, Joonie.

El aludido asintió, pero no pudo dejar de mirar hacia abajo.

—Tengo miedo, Jimin —confesó por fin—. ¿Cómo se supone que voy a
decirle lo que he hecho?

—Eres la persona más buena, bondadosa y llena de misericordia que


conozco, Kim Namjoon —continuó Park—. Las cosas que haces no te
definen, ella entenderá por qué lo hiciste.

Negó, no quería palabras de aliento solo para sentirse bien. No después


de años sin verla.

—Hola mamá, tu hijo dejó la universidad y se metió a criminal con su


hermano menor, ¿qué tal has estado tu aquí en la cárcel donde entraste
por defendernos? —espetó con burla aguda y los ojos tristes—. No es
fácil dar la cara cuando me siento una maldita basura inmoral y falsa,
Jimin-ssi.1
—Namjoon...
—No, Jimin. Estás aquí conmigo y te lo agradezco, pero no es suficiente
para mí porque es mi madre y le fallé —medio gritó, sus fanales
cristalizándose en el proceso—. Lo único que me pidió hace años cuando
vine a verla, fue que me alejara de Taehyung. Lo que menos hice fue
eso.

—Pero estás aquí y estás bien —Jimin por fin lo agarró de la mano y se
adentró en la prisión, caminando lentamente por uno de los pasillos que
daban hacia el área de visitas. Namjoon, aún con ojos llorosos y pasos
pesados, se dejó guiar por él—. Tu madre te ama por sobre cualquier
cosa, Namjoon. Ella no va a reclamarte por nada, lo entenderá. Yeongjin
es una gran mujer.

—Y yo un pésimo hijo.

Jimin suspiró tranquilo, sabía que seguir dando palabras de aliento en


cierto modo serían desastrosas para alguien como Nam, pues lejos de
tomarlas para sentirse mejor, terminaría pensando que de verdad tiene la
culpa de todo y eso era lo que Park menos quería.

—¿Cuándo fue la ultima vez que hablaste con tu hermano? —preguntó


Kim—. ¿Has sabido algo de él?

Park negó e hizo una mueca.

—Lo último que me dijo fue que Taehyung estaba con él en casa —
comentó el menor—. Llegó una noche, ni siquiera lo saludó. Metió unas
cosas en la maleta, se duchó, arregló ropa en un bolso, cocinó solo para
él y luego de que comió se quedó a dormir solo en el sofá de la sala, ni
siquiera tocó a Bogum hyung —un par de guardias los guiaron a otro
pasillo para continuar—. A la mañana siguiente, cuando Bogum lo vio
dormir en el sofá, Taehyung no cargaba camisa y tenía un montón de
marcas en el cuello, la mandíbula, aruños en la espalda y el pecho. Mi
hermano no me dijo más, y no hablo con él desde entonces.5

—No eran golpes, me supongo —objetó Kim, y Jimin le dio la razón


negando—. Maldita sea...

El pelirosa pensó un poco, pero por fin habló.

—¿Crees que le guste? —dudó—. No hablo de él a Taehyung, sino al


contrario. Que a... a-al niño le guste él. Con lo que me dijiste que pasó la
otra vez cuando Taehyung te amenazó, yo creo que...

Namjoon abrió los ojos de par en par y entonces Jimin calló por
completo.

—Joder, Jimin, no sé —replicó—. De verdad no sé, y sinceramente no


quiero saber la respuesta, porque sería... —bufó totalmente y negó,
volviendo a tener los ojos cristalizados—. Seria la mierda más enferma y
retorcida si la respuesta es sí.7

—Pero si le gusta, entonces tu no tienes nada que-...

—Jimin, no voy a cambiar de opinión —interrumpió, sabiendo que Jimin


estaba buscando excusas para no hacer lo que tenía planeado—. Me
sabe a mierda si se odian, si se gustan, si mi hermano lo maltrata, si se
caen a golpes o si tienen una relación de complicidad retorcida. Sea la
razón que sea por la que ese niño me dijo eso, no merece estar ahí y lo
vamos a sacar aunque me cueste el cuello. Punto y fin.17

—Pero...

—Pero nada, Jimin.


Un gendarme abrió la última puerta del pasillo y dejó ver una sala abierta
llena de una que otra mujer vestida con un traje color naranja y frente a
ellas alguien con ropa casual hablando; sus familiares. La sala estaba a
lo lejos y primero debían pasar por un mostrador donde se les revisaba a
ver si portaban armas; ambos iban libres de ellas. Fue allí cuando
Namjoon viajó la vista por todo el establecimiento en busca de una mesa
apartada y entonces se dirigió con Jimin hasta allá.

—Nombre y parentesco de la reclusa a quien visitan —pidió una


muchacha con una lista.

—Choi Yeongjin, es mi madre.


La muchacha, tras buscar en la lista, brindó una señal de aprobación y le
indicó a los demás que dejasen pasar a los dos hombres.

Un policía les colocó un brazalete tras darle paso hacia la sala y ahí
llegaron otros dos los cuales les registraron de pies a cabeza llevando
sus manos por los costados de ambos. Sin embargo, Jimin notó que las
manos de quien le registraba se estaban tardando un poco en hacer su
trabajo al quedarse entre sus muslos, amasándolos sutilmente.1

—Si te gusta mi cuerpo vestido, tendrías que verlo dando golpes en


estos jeans —le espetó al policía que estaba tocándolo indebidamente—.
Llegas a seguir manoseándome y te parto la puta cara, maldito
uniformado de mierda. Eres la ley, pero creo que no te han puesto en tu
asqueroso lugar de un coñazo.10

El policía soltó una pequeña risa sarcástica y Jimin hace una mueca de
asco.

—Solo hago mi trabajo, primor.


—Primor tu maldita madre —habló Namjoon a la defensiva—. No lo
toques más, carajo. ¿Crees que en ese cuerpecito entra una puta bomba
o qué mierda, hm?5

El policía chasqueó la lengua y se separó inmediatamente de Jimin,


además otro de los guardias lo veía con una mirada de reproche. Ambos
fueron soltados y Park agarró a Namjoon del brazo para dirigirlo a la
mesa a espera de su —casi— suegra.5

—Pues... —Jimin rodó los ojos, alzó una ceja y cuando Namjoon lo miró,
los ojos contrarios estaban en su cadera y bajaron más—. Algunas
bombas sí entran...17

—Joder, Jimin.1

El menor sonrió pícaramente y después tomó asiento, viendo a Namjoon


chasquear la lengua de forma divertida. Ambos tenían las manos
entrelazadas sobre la mesa, Namjoon permanecía con la pierna
moviéndola de arriba a abajo con frenesí porque estaba ansioso, no era
para Jimin un secreto que las circunstancias que estaba atravesando
eran difíciles. Llevaba mintiéndole a su madre diez años y no la veía
desde hacía cinco, y que de pronto lo haga porque ella lo llamó, ya que
debía contarle algo importante —tanto para él, como para su hermano—,
le hizo saber que es suficiente y que debe saber la verdad.

—¿QUÉ PARTE DE ''TU HERMANO ES UN PELIGRO'', TU NO


ENTIENDES, KIM NAMJOON? —gritó el pelirosa con molestia—
. ¡TAEHYUNG NO ES UNA PERSONA SANA NI BUENA! ¡NO TE VA A
PERDONAR!
—¡ES MI HERMANO, SIGUE SIENDO MI HERMANO Y LO SERÁ
SIEMPRE! —las manos de Namjoon viajaron al frente—. ¡LO ESTOY
ALEJANDO DE ESE NIÑO PORQUE NO LE HACE BIEN!

—¿DE VERDAD, NAMJOON? ¿CREES QUE QUIEN LE ESTÁ


HACIENDO DAÑO A TU HERMANO ES EL NIÑO AL QUE TANTO HA
MASACRADO A GOLPES Y ABUSOS?

—SI, JODER, SI.

—¡NO ME JODAS! ¿NO ENTIENDES QUE TU HERMANO NO ES UN


INOCENTE QUE NO SABE LO QUE HACE? —Jimin llevó su mano dos
veces hasta su sien, dando golpecitos—. ¡TU HERMANO ES UN
JODIDO CRIMINAL! ¡TU HERMANO ES UN PUTO SICARIO QUE
SECUESTRÓ A ESE NIÑO Y LO TIENE SUFRIENDO! ¿EN QUÉ
JODIDA CABEZA CABE QUE EL NIÑO TIENE LA CULPA?1

—¡NO LA TIENE, PERO LE HACE DAÑO! —se quejó, Jimin no podía


creerlo—. ¿NO VES CÓMO SE PONE? ¿NO VES LO VIOLENTO QUE
SE HA VUELTO CONTRA MI Y CONTRA UN MONTÓN DE GENTE?9

—¡¿PUES QUÉ CARAJO TE IMPORTA?! ¡MALDICIÓN! —el más joven


se tiró al mueble de su casa y echó su cabello hacia atrás, de modo que
estaba desesperado. Respiró hondo, buscando calmar su tono de voz—
. Tu y yo no podemos tener una relación normal por su culpa, tu dejaste
tu futuro por su culpa, tu madre esta encerrada casi por su culpa, ¡ES UN
CRIMINAL, ENTIÉNDELO DE UNA VEZ!1

—¡ES MI HERMANO!

—¿Y QUE HARÁS SI TU HERMANO SE ENTERA QUE TU FUISTE


QUIEN DEVOLVIÓ A JUNGKOOK CON SU FAMILIA? ¿QUÉ HARÁS
CUANDO TENGAS UN CUCHILLO RAJÁNDOTE EL CUELLO?9
Kim negó lentamente, para nada queriendo asimilar aquello.

—Es mi hermano, Jimin... yo lo conozco. He estado con él por casi once


años, siempre. Hemos pasado un montón de mierda y nunca me ha
hecho daño. No lo hará ahora.21

Namjoon trató de acercarse al chico que quería demasiado, pero este se


paró de golpe de aquel mueble y con un dedo lo apuntó.

—Eso dices ahora —gruñó entre dientes—. Pero bien sabes que tu
hermano un día te dijo que, si le traicionabas, no tendría perdón de ti.8

Jimin cerró los ojos para no recordar la pelea que tuvo con Namjoon días
atrás, en la cual insistía en entrometerse en cosas peligrosas. El pelirosa
conocía a Taehyung no solo por el entorno en que vivían, sino también
por haber sido en algún momento el ''novio'' de su hermano mayor;
Bogum. Sin embargo, Taehyung jamás sintió nada por él, cuando para
Bogum, Taehyung era —y quizá seguía siendo— el ''primer amor'' de su
vida. Y lo que menos entendía, era cómo una persona tan depravada y
enferma como esa, podría ganarse el cariño de gente tan bondadosa
como Bogum y Namjoon.1

Y cuando quiso llevar la vista hacia el azabache para tomar su mano y


darle fuerzas, este yacía mirando atónito al frente, con las manos
temblando y su belfo inferior también; nervioso.

Yeongjin estaba frente a él; con el cabello corto, los ojos cristalizados y
una sonrisa.

—Mi bebé... —saludó la mujer, estirando los brazos al frente cuando se


le quitaron las esposas—. Te extrañé...11
Jimin se apretó el labio y suspiró para no llorar, Namjoon no contestó por
un segundo, pero estaba llorando. El espía fue testigo de cómo se
levantó poco a poco de la mesa y caminó tres grandes pasos hasta tener
a Yeongjin entre sus brazos y abrazarla fuerte, como si la necesitara para
vivir.

—Mamá... —ella tomó el cabello de su hijo con fuerza cuando él hundió


la cara en su cuello—. Mamá... mamá, te amo.

—Namjoon...

—No sabes cuánto te amo mamá, te amo más que nada en el mundo
mamá... —lloró, lloró tras cada palabra y Yeongjin no pudo evitar llorar
también cuando vio a su hijo tan frágil frente a ella y saber que algo le
pasaba, pero no sabía qué—. Mamá... perdóname.1

—Shh... mi niño, todo está bien, Namjoon —calmó ella, aún con su hijo
entre brazos. Sobó su espalda y se separó para sentarse en un banco y
llevar los pies debajo de la mesa. El muchacho tomó asiento en la otra
parte, junto a Jimin. Yeongjin entrelazó sus manos con las de su hijo y
dio caricias en el dorso de ambas—. Creo que en esto años no has
cambiado mucho, Jimin... tan solo tu color de cabello.

Park sonrió.

—¿Cómo está, señora Yeong?

—Bien, estoy bien, cariño —respondi sincera, mas su sonrisa es un poco


caída—. La prisión es una mierda inservible y un nido de ratas queriendo
matarse unas a otras, pero por suerte he estado bien en todo este
tiempo.
—Se ve bien, señora Yeong —halagó—. La última vez tenía el cabello
por los hombros, ahora está más corto que el mío, pero le queda
precioso.

—Cuando salga de aquí voy a teñir mi cabello de morado. Tu harás los


honores, Jimin —pidió la señora y Park suspiró—. Los he echado de
menos, pero ya saben que no me gusta verlos por aquí. Es peligroso.2

Y Namjoon no pudo soportarlo mas, así que se llevó las manos a la cara
y continuó llorando tan desgarradoramente, que parecía que iba a
asfixiarse. Su madre lloró también, y es que ella pensaba que estaba
emocionado de verla, pero lo que no sabía era que su hijo andaba en
cosas mucho peores que una prisión de baja índole. Lo consoló, yendo
hasta su puesto y sentándose a su lado. Jimin tomó el que era asiento de
ella y la fémina le repartió caricias en la espalda y besos en la frente a su
muchacho, mientras Namjoon miraba hacia abajo incapaz de darle la
cara.

—Hijo... ¿qué está pasando? —le preguntó a su único hijo—. No estás


bien, ¿verdad? —Namjoon negó—. ¿Qué te atormenta tanto hijo?
Puedes decirlo.

El hombre apretó su labio entre sus dientes, y pudo jurar que iba a
romperse por lo que se mostró a punto de decir.

—Mamá... me amas, ¿verdad? —inquirió dudoso—. Si me amas...


¿podrías no dejar de hacerlo nunca?

—Kim Namjoon... por supuesto que te amo, hijo —contestó Yeong, Jimin
tragó el nudo en su garganta y apretó los ojos para no llorar—. Eres mi
hijo, no podría dejar de amarte.
—Madre, tengo algo que decirte —está decidido a confesarlo todo—. Y
antes que nada, quiero decirte que me perdones y que te amo
inmensamente, más allá de cualquier cosa, Choi Yeongjin.

—Namjoon...

El nombrado suspiró, y notó a los guardias a su lado, así que les habló
en japonés y Satoori a la vez; ninguno comprendió. Fue ahí cuando
encaró a su mamá para explicarle las cosas en dicho dialecto e idioma, y
solo ello captaran el mensaje.

—Hace diez años, cuando tenía diecinueve...vine a visitarte. Te conté


que me estaba yendo bien en la universidad. Te dije que mis clases iban
bien y que era el mejor —su mamá corroboró aquello con un
asentimiento y ahora estaba preocupada—. Te mentí, mamá. Hace diez
años dejé la universidad en el segundo semestre y no seguí. Cuando te
dije hace años que dejé la casa de la tía Yongsoo, para irme a vivir con
unos amigos y empezar a trabajar; no me fui con unos amigos.

La mirada de su madre era entre impresión, confusión y ojos acuosos.

—Hijo...

—Me quedé con Taehyung, mamá... —hizo saber finalmente, y los ojos
de quien le dio la vida se volvieron rojos—. Apareció después de tres
años y me dijo que ahora era un sicario y que se estaba ganando la vida
a base de eso y que le estaba yendo bien —se llevó las manos a la cara
y apretó sus ojos llenos de lágrimas—. M-mamá, Taehyungie tenía d-
dieciséis cuando me dijo eso. ¿C-cómo pretendes que le diga a mi
hermano de dieciséis años que no voy a quedarme con él, sabiendo que
corre peligro cada día exponiéndose en un trabajo así?
Inmediatamente la mujer empuñó sus manos y clavó la vista al suelo,
incapaz de decir nada.

—Seis años después, Taehyung tenía veintidós cuando me pidió llorando


que me quedara con él y que no le tuviera miedo porque sería el
colmo —añadió a su confesión—. Mamá... lo e-encontré con un vaso de
whisky al lado y una beretta cargada contra la sien. E-esa noche me c-
contó porqué no le gustaba que le llamaran por su nombre. Me contó
toda la mierda que le pasa por la mente y... aún así me quedé con él,
mamá. Cuatro años después sigue ahí y yo con él. La última vez que
vine, sé que dije que me iba bien en el trabajo, pero no era el trabajo que
tu crees, mamá.

Yeongjin suspiró y vio a su hijo, como preguntando detalles.

—Digamos que soy la mano derecha de Taehyung, y es ahora que te lo


confieso. Es que no soporto mentirte, incluso si sé que esas mentiras te
harán sentir bien —las manos de Namjoon fueron hasta acunar el rostro
de su madre—. No quiero que te lleves la decepción de que tu hijo no fue
sincero contigo, si algún día le hacen algo y tu no entiendes por qué le
pasó eso.

Su madre no pronunciaba palabra alguna y entonces él continuó por la


parte que verdaderamente lo tenía mal.

—Hace cinco meses, Taehyung conoció a un niño —Namjoon empezó a


hablar con preocupación—. Y si te digo niño, es porque es un puto niño.
Tiene dieciséis años recién cumplidos. ¡Joder, mamá, mi hermano le
lleva casi once años por encima! —se pasó las manos por la cara con
desesperación—. Se s-supone que lo mataría porque así lo pidieron,
pero hubo percances que provocaron que no lo hiciera y ahora... ahora
está obsesionado con él. ¡Mamá, e-está obsesionado con un niño de
dieciséis años! Y no es cualquier niño, mamá... es un Jeon, hijo del jefe
de Kyong en Mapo-gu, una mierda llena de un montón de mafiosos.2

Ella seguía sin hablar, está en shock.

—Hay un tipo llamado Taogum, que ha contratado a Taehyung cientos


de veces —explicó—. Ese Taogum, que vendría siendo su jefe cada vez
que mi hermano trabaja para él, es empleado de Jeon Jaeban... ¡El papá
del niño que mi hermano tiene! —Namjoon estaba mortificado. Su voz
temblando, sus ojos llorosos y su desesperación lo delataba—. Maldita
sea, mamá... y... ¿sabes lo que le harían a Taehyungie si esa gente llega
a enterarse que él es quien tiene a ese niño? Mamá, no solo lo matarían,
lo volverían nada. L-lo... ¡Lo desaparecerían de la tierra sin dejar rastro
de lo que alguna vez fue!

Yeongjin no soportó la victimización de su hijo hacia aquella escoria, así


que dio un fuerte manotazo a la mesa. Namjoon reaccionó y la miró. Ella
cargaba no solo una mirada de decepción y tristeza, sino también
rencor.3

—¡Pues que lo hagan! —soltó la mujer por fin—. ¡Que lo maten, que lo
desaparezcan, que lo desmiembren! ¡Que lo tiren a un río y que no
vuelva más! —acusó con un dedo a Namjoon—. ¡El maldito de tu
hermano no es ningún santo, y toda la vida te lo dije, siempre! ¡Aléjate de
Taehyung, no le hables a Taehyung, Taehyung es malo! —su voz se
torna culposa—. ¡Y me sales con esta patada en la cara, Namjoon!
¿Cómo coño quieres que me sienta?14

—Mamá, es mi hermano.
—¡Un criminal! ¡Un asesino! ¡Un abusador de un menor de edad!
¡Marginal y mafioso! —atacó ella—. Debería estar pudriéndose en una
maldita cárcel o que los gusanos se lo estén comiendo mientras que tú
deberías estar teniendo una carrera profesional y tener futuro asegurado.
No ser el perro fiel de alguien como él.

Namjoon no hayó qué decir, quizá en el fondo su madre tenía razón, pero
era difícil entenderlo.

—Mamá...

—¡Un niño de dieciséis años, Namjoon! ¡Piensa, coño! ¿Qué clase de


escoria que abusa de un menor de edad puede merecer respeto?17

Sorbió por la nariz, merecía todos y cada uno de los regaños de su


madre. Todos los reproches e incluso debería estar recibiendo golpes de
su parte, sin embargo, sabía que su madre jamás le pondría un dedo
encima para lastimarlo. Y también que poseía total razón, pero es su
hermano de quien habla.

—Ninguna, mamá... pero es Taehyung.

—¿Qué pasa si fuera a tu hijo a quien le están haciendo eso, hm? —


reprochó—. ¿Defenderías a alguien que le hace eso a Seungjoon?
¡Dime!

Namjoon negó, incluso sabiendo que la comparación era un poco fuerte.


Pues el niño que no había visto desde que nació, pero sabía era suyo,
tenía solo seis años.32

—¿Entonces?

Jimin tomó su mano y continuó viéndolo triste.


—Ya entiendo por qué Hyejin quiso alejarse de ti y criarlo sola. Yo
tampoco hubiera querido que el padre de mi hijo fuera un criminal —dijo
con desdén, pero a la vez demasiado dolor; era su hijo después de
todo—. Lastimosamente... es así, y tu seguiste el camino del que
siempre traté de alejarte. No voy a decirte palabras bonitas Namjoon...
estoy decepcionada de ti, hijo.11

Y él aceptó aquellas palabras, porque no eran para menos y las merecía


totalmente, sin importar qué.

Jimin sintió la tensión en el lugar, así que se vio obligado a hablar para
explicar las demás cosas que también lo aturdían.

—Señora Yeongjin... Namjoon ha venido a confesarle esto porque tiene


miedo de lo que pueda pasar —acotó el pelirosa—. Él quiere sacar al
niño que tiene Taehyung y devolvérselo a su familia, pero no es fácil.

—¿Para qué quiere hacer eso?

—¿Has visto recientemente las noticias? ¿Los periódicos que hablan


sobre unos asesinatos que ocurrieron hace un par de semanas atrás? —
preguntó Kim.

Su madre movió la cabeza en asentimiento, volviendo a quebrarse.

—Fue Taehyung. Mató a ese montón de personas una noche que salió
después que nos reunimos con Jimin —el muchacho sintió vergüenza de
pronunciar aquello cuando vio a su madre llevarse ambas manos a la
boca—. Las mandó a recoger con Mark, un tipo que trabaja con él desde
que tiene catorce, y luego las mató a todas. Los cadáveres quedaron
repartidos en donde fueron tomados. H-hizo eso después de... de violar
al niño.
La mujer sintió una arcada.

—Maldito enfermo, hijo... ¿e-es que a caso no te das cuenta del asunto
de ese tipo?

Lo hacía, y le dolía.

—Ese niño le hace mal —su madre se llevó las manos a la cara y Jimin
chasqueó la lengua—. Si, sé que Taehyung le hace daño, que lo maltrata
y que lo tiene en contra de su voluntad, pero igual lo lastima —su voz se
quebró de solo comentarlo—. Se ha vuelto más violento, al parecer se le
olvida que está vivo gracias a que un montón de mafiosos le resguardan
las espaldas porque nadie trabaja como él. Pero si no fuera por Koyumi,
Shin, Mark y Kang, no sería un sicario ahogado en plata, whisky y
problemas.

Los policías hicieron una seña de que ya era hora de terminar la


conversación. No obstante, Jimin se levantó y tras ver al que era el jefe,
le ofreció un fajo de dólares, que el hombre metió en su bolsillo y le dijo
que continúen un rato mas.1

El muchacho tomó asiento de nuevo junto a las otras dos personas.

—Al niño lo trata con una tremenda posesividad. Nadie puede ni siquiera
respirar a su lado, porque Taehyung le pone una pistola en la cabeza y
no le va a temblar la mano para disparar si se lo tocan —bufó, porque
incluso ni él mismo entendía—. Iría en contra de todos por un jodido niño,
y parece que se le olvida que no puede andar por la vida amenazando a
diestra y siniestra, porque un día de estos le pueden meter dos tiros en la
frente o le harán un mierdero. Todo por ese niño. ¡Hasta a Bogum! ¡A
Bogum, joder, que lleva mas de media vida conociéndolo! Le rajó el
cuello y lo amenazó.
Inmediatamente Yeongjin agarró la quijada de su hijo y, con
determinación, obligó a Nam a encararla.

—¿Quieres rescatar al niño por ser la presa de tu hermano, o para que tu


hermano no termine siendo una presa por culpa de ese niño?

Namjoon se perdió entre las palabras, pero sabía a qué se refería.

—La segunda... —su madre negó con desdén—. Pero como dije, no es
fácil. Si rescato a ese niño y lo dejo con su familia así sin más, Taehyung
buscaría a Shin, y entonces a Jeon y por lo tanto volvería a dar con el
chico. Y no puede enfrentarse a alguien del nivel de Jeon. Vamos, mi
hermano no es del todo intocable.

—¿Por qué no del todo?

—Taehyung no es nada más el sicario de un montón de gente, sino que


también tiene acciones dentro de las bandas de Koyumi, Mark y Kang —
le detalló Nam a su madre—. Está ligado a campos de droga,
prostitución, tráfico de armas y trata de blancas. Las tremendas
cantidades de dinero que porta no son solo por matar, sino porque es...
un mafioso. El más joven de los tres, y se ganó su lugar desde pequeño
haciendo cosas que ningún otro podía. Por eso confían en V.

—¿Y por qué sigue matando gente, si desde su casa puede tener dinero
de a montón?

—Es sicario no porque necesite dinero, en dinero se está pudriendo. Es


sicario porque le gusta matar y ver a la gente sufrir —Yeong asintió,
porque en ese aspecto había mucha lógica—. Bien dicen que, si se hace
algo bien, se cobre por ello. ¿Por qué crees que el dinero es tan
importante? Mi hermano es un egocéntrico que no hace las cosas de
gratis, mamá.
—Además, si algo le hacen a Taehyung... ¿por quién cree usted que
irían a posterior? —tras pronunciar aquello, Jimin señaló a Namjoon—
. Joonie y yo no podemos tener una relación normal porque estamos
conscientes de que aquí los sentimientos no valen. En este entorno,
cuando saben que te importa una persona, lo ven como un arma para
usar en tu contra, señora Yeong.

—Ahora, imagina cuando Koyumi, Mark y Kang se enteren que


Taehyung, uno de los accionistas más confiables y de paso el sicario
más importante de su mafia, está obsesionado con un niñito hijo de una
de las mafias que tienen por encima —reflexionó, y tenía razón—. Al
punto en que incluso se lo ha llevado cuando va a hacer de las suyas,
que mató a trece personas inocentes que no tenían nada que ver con sus
negocios, en un ataque de molestia; porque no podía matarlo a él. Que
tiene cinco meses metido en una casa abandonada con él, incluso se lo
llevó de Seúl a Jeju, y que, si lo ponen a elegir entre ellos tres o el niño,
lo elegiría a él.

Y el problema era jodidamente grande. El peso que sintió Yeongjin


encima, podría equipararse con el de Jimin y Namjoon.

—¿En algún momento has hablado con el niño, hijo?

—Poco, la última vez que hablamos fue hace como un mes y estaba
relativamente calmado para la situación en la que se encontraba. Esa
mierda me dio miedo, joder...

Yeongjin alzó una ceja.

—¿Cómo que miedo?

Kim tragó duro, el nudo de su garganta haciéndose más fuerte.


—Me dijo "Mi Tae es la muerte..." joder, con la misma maldita sonrisa
horrible que pone Taehyung cuando hace sus mierdas. Lo jodió, mamá.

—Pon una manzana llena de gusanos dentro de una cesta con


manzanas buenas y todas se pudrirán. No importa lo brillantes y sanas
que sean, inevitablemente terminarán llenas de gusanos.5

Cuando Namjoon empezó a llorar de nuevo, Jimin miró a Yeongjin por el


comentario, y ella solo se alzó de brazos, mirando a la nada con fanales
acuosos.

—Deberías dejar que se lo quede —expresó la mujer—. Total, ese niño


será la ruina de tu hermano.

—Mamá, no voy a dejar que maten a Taehyung por enamorarse de un


niño-

—¡NO, NO, NO! —su madre gritó y puso un dedo en su cara—. Tu


hermano no está enamorado, Namjoon. No seas un estúpido. Tu
hermano está obsesionado porque ese niño es una presa débil, sumisa y
que le tiene miedo, entonces se aprovecha de eso para hacerle cosas
malas —molestia, eso marcaba su voz—. El amor no duele, el amor no
golpea ni maltrata. No creas que, porque te coges a Jimin y tu hermano
se coge a ese niño, los sentimientos que tienes hacia Jimin los tiene tu
hermano para él. Taehyung es el victimario y ese niño la víctima, jamás
olvides que se conocen porque iba a matarlo. El único amor enfermo que
puede sentir él, es a maltratarlo y hacerlo sufrir para enaltecerse a sí
mismo.21

—Quiero sacarlo de ahí...

—Te va a matar, si se llega a enterar te va a matar —advirtió su mamá.


—No iré yo, mandaré a varios tipos y haré que sea en la noche. El
problema es que Taehyung debe estar fuera, o sino habrá un
enfrentamiento y alguno puede morir.

—¿Por qué no mejor llamas a la policía y le das la dirección del sitio y


listo?

Yeongjin supo que había algo más, cuando su hijo bajó la cabeza en
sumisión y se aclaró la garganta para después suspirar, ver el techo y
mirarla a los ojos.

—Todas las cosas de Taehyung están a mi nombre, si la policía lo


encuentra e investigan, darán conmigo y terminaremos en la cárcel —
confesó—. Pero, cuando investiguen a Taehyung, se darán cuenta que
tiene historial de sicariato, tráfico de arma y drogas, trata de blancas,
secuestro, abuso sexual a un menor de edad y quizá estupro, por lo
cual... le pueden dar pena capital. No me voy a atrever a sentenciarlo a
muerte.12

Los contrarios bajaron la cabeza, hasta que su madre habló.

—¿Por qué están a tu nombre?

—Taehyung es caprichoso y orgulloso, cuando tenia dieciséis años metió


todo su dinero en mi cuenta bancaria. Él no podía abrir una por ser
menor de edad y no tener representantes legales. Cuando cumplió los
diecinueve, no se abrió una porque... p-porque tenía que dar su nombre
completo y no lo iba a hacer.

Jimin rodó los ojos.

—Así que todos sus bienes pertenecen en realidad... a ti —dijo su madre.


—Tres de sus cuatro autos, porque el que usa ahora está a su nombre
ya que se lo regalé yo cuando cumplió veinticinco —informó—. El
departamento donde vivía con Bogum, la casa grande en Jeju, los
terrenos que compró con casas abandonadas donde tiene al niño, el
edificio, todos son míos ante la ley. Pero hay un poder legal que le
permite usarlos a su antojo, como si siguieran siendo suyos. Y en
realidad, legalmente nadie sabe que Kim Taehyung es un criminal. El
único ente no mafioso que lo sabe; seria el gobernador, por el que inició
todo este mierdero de cosas. Pero él jamás diría nada, porque no le
conviene que se sepa que llegó a contratar a un sicario, iría a la cárcel.

—Así que... Taehyung tiene todo bajo control y tu eres el único que
podría hundirlo —pensó la mujer en voz alta.

—Y seria incapaz de hacerlo, mamá.

Yeongjin, a pesar de oír esas barbaridades; estaba segura de que su hijo


siempre sería un santo.

—Volviendo al niño... —comentó Park—. ¿Qué te asegura que el niño no


va a decir la información de ambos?

''Si llego a salir de aquí, te daría una fortuna solo por haber hecho
esto'' recordó las fieles palabras del chico.

—Haré qué piense que maté a Taehyung y luego me disparé, así no dirá
nada, o si lo dice dirá que estamos muertos.

—¿Y qué te hará pensar que tu hermano no irá a buscarlo cuando lo


liberen?

Kim suspiró hondo y tomó tanto la mano de Jimin como la de su madre


entre la suya y apretó.
—Lo mismo, haré que Taehyung piense que mataron a Jungkook y así
no tenga dónde ir a buscarlo.45

[...]

Taehyung estaba acostado en el sofá de la habitación.13

El carboncillo se deslizaba entre sus dedos en la hoja de papel apoyado


en la madera para que no se rompiera; el resultado era magnífico. Una
de las cosas que podía hacer decentemente con las manos, y que no
perjudicaba a nadie; era dibujar. Siempre le había gustado, y era extraño
no hacerlo en mucho tiempo pues eran su pasatiempo favorito, solo que
últimamente lo había dejado porque encontró cosas mejores y más
satisfactorias para hacer.8

Su dedo anular, con un anillo de jade puesto, se deslizaba difuminando el


carboncillo de un lado a otro para dar un efecto de sombra, y otras partes
se afincaban más donde la oscuridad era potente. Miró hacia la cama, el
pitido de la máquina indicando los signos vitales le hizo saber que su
niñito mejoraba. Fue ahí que miró su rostro con las vendas alrededor y
luego la hoja de papel donde estaba el dibujo. El dibujo era bueno, pero
no le hacía justicia al modelo.

El modelo era su pequeño Jeon.8


Dormía, estaba inconsciente, no era para menos tras lo que pasó
semanas atrás donde lo tuvo que traer aquí para que lo atendieran.
Perdió bastante sangre, tanta que tuvo que recibir una transfusión.
Recibió puntos en las rodillas, el muslo y la frente, así como un montón
de gasas en el resto de su cuerpo y un yeso en el tobillo. Ahora estaba
recuperándose a base de sedantes que lo mantenían dormido porque si
se despertaba tendría dolor en cada parte de su anatomía y gritaría,
además de que probablemente agonizaría con un dolor de cabeza.27

Se acercó hasta la camilla, la respiración de Jungkook era serena, su


pecho subía y bajaba calmado al ritmo de la paz que en ese momento su
cuerpo poseía. Tenía vendajes a lo largo que cada magulladura en su
lastimado cuerpecito. Algunas partes de su piel tenían heridas abiertas
que poco a poco iban cicatrizado, dejando marcas imborrables. Otras
tenían costuras, porque habían sido demasiado profundas como para
solo ser atendidas con vendajes.

Después de aquella noche, Jungkook empezó a desangrarse demasiado.


Y si, Taehyung sabía que tenía que traerlo a este edificio para que lo
atendieran, pero eso significaba que verían a Jungkook de pies a cabeza
en ese estado y no le gustaba que nadie que no fuera él, lo observara así
de torturado y maltrecho.

Pero, si lo dejaba en la cabaña; terminaría jodidamente desangrado y era


lo que menos quería. Así que lo subió en su auto, lo trajo y seguido de
cerciorarse que fuese atendido por mujeres de confianza —a las cuales
obviamente advirtió que mataría si algo le pasaba a su pequeño Jeon—,
le curaron las heridas abiertas y lo trasladaron a una habitación para
hacerle una transfusión sanguínea. Por suerte Jungkook era AB+ y podía
recibir sangre de cualquier tipo, pero eso si; no de cualquier persona.
Taehyung no dejó que le hicieran una transfusión con bolsas que ya
tenía listas para usar, no. Él fue quien dio la sangre para salvarle la vida
a su pequeño Jeon.23

La sangre que mantenía vivo a Jungkook ahora, era la sangre de Kim


Taehyung. Si él fue quien lo llevó al borde de la muerte, pues también
sería quien lo devolviese al centro de la vida.

Y ahora era tan suyo que Taehyung se hallaba entre sus venas.14

—Te ves tan jodidamente precioso cuando estás inconsciente, amor,


pareces muerto —pronunció lento, viéndole dormir—. Y también pareces
un maldito ángel, pequeño Jeon. Uno que cayó al infierno... mi maldito
ángel.43

Tomó asiento en uno de los bancos cerca de la cama, a Kook le estaba


cayendo el analgésico gota a gota en una de las venas del dorso de su
mano, y las mismas manos estaban atadas con correas a los laterales de
la cama; porque Taehyung sabía que si se despertaba de golpe
terminaría haciéndose daño si no se encontraba atado. Sin embargo,
ahora estaba inconsciente, gracias a que todas estas semanas Kim lo
mantenía sedado para que las heridas sanaran sin que le doliesen.
Hipócrita, por su puesto, pero sabia que no iba a mejorar pronto si
mientras estuviera consciente se movía, gritaba y pataleaba como
obviamente iba a hacer.3

La mano de Jungkook, que estaba atada con la correa, fue desamarrada


poco a poco. Su muñeca tenía un ligerísimo color rosa producto de lo
fuerte que debía estar. Taehyung puso sus dedos índice y medio en la
mancha, sintiéndole el puso. Si, tenía la máquina que los contaba, pero
para él no era lo mismo escucharlo de manera artificial, que sentirlo con
sus dedos en carne viva.

—Vas a odiarme más de lo que ya lo haces cuando despiertes, pequeño


Jeon —murmuró, acariciando su mano con cuidado de no despegar la
venda que mantenía la cortada en su palma intacta con el exterior—.
¿Será por eso que no quiero despertarte todavía, hm?

Podría ser, aunque eso no le importaba mucho de todos modos.

—Ay, Jungkookie... —pronunció—. ¿Sabes una cosa? Las personas más


letales a veces encuentran una singularidad, y los hace quedársela
viendo tanto, que terminan formando parte de ella —lo miró de arriba
abajo—. Mi pequeño Jeon... ¿será que me he perdido o te he ganado,
hm?16

Jungkook tenía los labios cerrados, usualmente dormía con la boca un


poquito abierta, pero estaba tan sedado que seguro si despertaba le
tomaría varios minutos mover el cuerpo y recordar lo que había pasado
desde hace tres semanas atrás.8

La hoja que yacía ahora entre sus muslos, la puso al lado del rostro del
muchachito. Bien, el dibujo se parecía, pero la versión real era mucho
mejor, porque en aquel dibujo Jungkook no tenía ninguna marca, tan solo
era su rostro con los ojos cerrados y tremendamente dormido.3

El maleante agarró la hoja y la volvió a poner en sus piernas, y esta vez


bajó el lateral de la cama y posó la cabeza en el muslo del rehén, casi en
la parte que unía este con la cadera. Se quedó así un rato, y luego la
mano de Kook se la puso al cuello, con la palma acunándole el rostro.
Cerró los ojos un rato y recordó absolutamente todas las cosas que
habían pasado hasta ahora. No, no había remordimiento, ni
arrepentimiento o algo por el estilo que justificara el porqué lo había
traído hasta acá y porqué estaba haciendo eso. De hecho, no había nada
que le hubiese hecho a Jungkook por lo cual se sintiera mal. Solo había
satisfacción en sus malos actos, una inmensa y enferma satisfacción.

—Me tienes jodido, pequeño Jeon, y yo odio que me tengan jodido


¿sabes? —ladeó su cara y besó la pierna del niño profundamente—.
Pero te lo permito igual, maldito mocoso insolente, porque me importas y
eres mío nada más —sus finos dedos acariciaron el muslo de arriba
abajo y luego dejó otro beso ahí—. Mi mocoso insolente...9

Taehyung dejó la hoja de papel en la mesa de la habitación tras ponerle


en la firma "J.J.K > KTH" dejó la mano de Jungkook al reposa-brazos y la
volvió a amarrar con la correa, en el hoyo número seis de los siete que
habían, apretada.5

Kook arrugó el entrecejo ligeramente y seguido lo relajó, Taehyung se


percató de tal cosa y agachó su rostro, plantando un beso en la mano del
sedado; este la movió mínimamente. Otro beso fue dejado en la muñeca,
otro en el medio del brazo, uno en el área de la vena en la parte interna
del codo. El muchachito movió los párpados, y Kim estaba consciente de
que quizá sentía los toques, pero no era capaz de reaccionar
despertando.3

—Soy yo, mi vida... nadie más que yo podría besarte.4

Y era verdad, primero porque no permitiría que se le acercaran, y


segundo porque... ¿quién lo podría besar en semejante estado de
abuso?8

Subió hasta dejar otro en mitad del antebrazo, otro en su hombro; por la
parte que la bata de hospital dejaba ver. Uno en la clavícula, otro en el
cuello, en el maxilar. Se deslizó por la quijada; plantando uno en la
barbilla y finalmente se separó, sus manos yacían posadas a cada lado
de los hombros del niño inconsciente y los ojos de Taehyung fijos en su
rostro sereno.

—E-eres todo, Jungkook —susurró, con la voz entrecortada—. Todo lo


que quiero, todo lo que busco, todo lo que necesito, todo... pequeño Jeon
—pasó el dorso de sus dedos por las facciones del niñito y sonrió ladino
al tocar su piel suave—. Y quien me quiera quitar todo... lo mato.29

Finalmente plantó un beso firme y profundo en los labios resecos de su


pequeño Jeon, acunándole el rostro entre sus palmas

—Eres tan bonito, mi cielo... y tan mio, maldita sea —dejó otro beso
sobre sus labios y levantó la cabeza—. Hermoso y mio —sus labios
volvieron a tocar los de su niñito—. Lindo y mio —más besos repetidos—
. Precioso y mio —Taehyung adosaba sus belfos repetidas veces
provocando un pequeño sonido—. Precioso —un último y profundo beso
fue adosado en aquellos labiecitos maltratados por él—. Mi niño
precioso.29

Lo observó finalmente, y se dio cuenta que, la parte suya a la que no le


gustaba depender y necesitar a Jungkook; lo odiaba a muerte. Pero,
aquella que estaba obsesionada con él; lo quería tener bajo sus brazos
siempre.5

La cosa es que no sabía si alguna de las dos pudiera acabar con la otra.

Finalmente procedió a salir de la habitación. Tras cerrar la puerta, metió


las manos en sus bolsillos y tomó el ascensor para bajar hasta el quinto
piso de aquel edificio, ya que él estaba en el penthouse. Al llegar ahí, fue
hasta el último departamento y tocó el timbre dos veces, el pelinegro le
abrió la puerta inmediatamente que lo vio.

—Joder, pero que putas ojeras tienes, V —Yoongi le saludó para seguido
dejarlo pasar, Taehyung tomó asiento en el mueble—. ¿Cuánto llevas sin
dormir bien?

—Tres semanas y dos días, Mingu —contestó con un gruñido—. Me


ponen un bate con clavos al lado y parezco zombie. Ya no sé cómo puta
mierda parpadeo sin dormirme.5

Yoongi resopló y cerró la puerta.

—Tengo un chute —sugirió el dealer—. Y soju, ¿cuál quieres?1

El sicario le negó con un dedo.

—Debería considerarme mal coreano, porque no me gusta el soju —rió—


. Y no ando buscando chutes ahorita, el único chute que necesito es un
sueño y todavía no me voy a dormir.

—¿Y eso por?

Kim hizo un ademán restando importancia para no decir que, mientras


Jungkook no despertara, él no iba a dormirse. Incluso si tenía tres
semanas inconsciente.9

—¿Qué tienes en el brazo entonces? —dijo, viendo la venda que tenía el


sicario en el brazo izquierdo—. ¿Y eso?

—Transfusión sanguínea —respondió Taehyung—. Ya van dos, una


hace tres semanas y una esta mañana.1

—Te han sacado sangre y no has descansado, cuidado con desmayarte


y quedar tirado por ahí.1
—Bro, el cansancio es mental.36

Min soltó una carcajada seca.

—Ya veo... ¿y que querías? Venga, jefe, que tenerte en mi casa no me


tiene muy confiado.

—¿Qué pasó con Baekhyun? —curioseó el sicario—. ¿Hiciste lo que te


ordené?

Rápidamente el pelinegro mayor asintió con furia.

—Por supuesto, soy un tipo de palabra. Además, no me voy a jugar el


cuello contigo. Viviendo estoy a gusto, V.

Taehyung siseó y se echó hacia adelante, teniendo las manos


entrelazadas y los codos apoyados sobre sus rodillas abiertas.

—La maldita puta de Jennie Kim aún no me llama. Tenía que haber
matado a ese maldito cabrón hace más de una semana y ella todavía no
me ha dicho una jodida mierda.

—¿Para qué me mandaste a herirlo entonces, V? —inquirió confundido


el dealer.

—Para retrasar su recuperación, Mingu —contestó Kim, obvio—. Hice


algo por lo cual estoy aquí y por lo que no he dormido en tres semanas.
Tenía una cosa pendiente con ese maldito policía, pero debido a esto no
podía hacerlo bien. Entonces te mandé a que lo hicieras por eso. Pero se
supone que esta maldita tenía que llamarme para avisarme algo así.

—¿Será que lo maté? —se preguntó Yoongi—. Venga, si ibas a matarlo


tú y lo mate yo...2
—¿Por qué coño todo el mundo piensa que si les hablo los voy a matar?
—alzó una ceja y Yoongi bufó, ofreciéndole un trago de whisky, el cual
aceptó—. Doy miedo, pero soy inofensivo la mayoría del tiempo.16

—Mejor chiste del año, Jefe.

Taehyung se rió y entonces encaró firmemente a Min, luego de beberse


el vaso de un trago.1

—Agh... amo esta mierda —se relamió los labios y observó directamente
al muchacho frente a él—. ¿Hiciste bien lo que te dije, Min Yoongi? —
esta vez su voz fue seria—. Y ahora sí que voy a hablar seriamente
contigo.

—Carajo, V... te estoy diciendo que si —contestó—. Lo sedé y le rajé los


puntos de la herida, luego la abrí. Mira una cosa es grabar vídeos
sangrientos y otra cosa es tocar una herida con mis manos, aunque haya
tenido guantes. ¡Qué puto asco, hermano! Casi me desmayo rajándole
esa mierda. No sé cómo coño haces tus mierdas locas sin vomitar.5

—A mi me gusta, ese es el secreto —replicó al menor, bebiéndose el otro


trago que recién se servía—. Ahora, voy a llamar a esta maldita perra a
ver qué mierda me va a decir, y reza porque no lo hayas matado, Mingu,
porque te jodes.1

—Por si acaso, soy alérgico a los girasoles.17

Kim rió y Yoongi a pesar de estar nervioso, mantuvo la calma. El sicario


marcó un par de números en el teléfono. Tras presionar el botón de
llamada y cuatro repiqueteos, suspiró al escuchar a Jennie decir ''Hola,
V''
—¿Tienes idea de lo maldito que soy y aún así intentas jugar conmigo,
asquerosa puta? —espetó entre dientes—. ¡¿Dónde maldita mierda está
metido Baekhyun!? ¡Tenía que verse conmigo hace mas de una puta
semana, y ni tú ni él me han llamado! ¡Y LOS DOS SON UN CABRÓN
DOLOR DE CULO, JENNIE, MALDITA SEA CARAJO!

Escuchó a la muchacha sorber por la nariz.

—C-cálmate, V...

—¡ESTOY CALMADO, MALDITA SEA! —gritó—. ¡COMO ESTOY


AHORA, ESTOY CALMADO, JODIDA PUTA! ¿QUÉ MALDITA MIERDA
PASÓ?12

Yoongi tuvo que morderse el labio para no echarse a reír cuando vio la
sonrisa burlona que estaba en los labios del sicario mientras gritaba.

—Baekhyun estaba dormido y creo que se movió un poco mientras


estaba inconsciente. Se le abrieron los puntos y la herida se infectó —
relató la mujer, con voz temblorosa, aunque tono firme—. El disparo a
penas rozó el órgano y la herida fue atendida a tiempo, por eso saldría
cuando te dijo, pero... ahora con esto; es complicado. N-no es grave, p-
pero no creo que salga en los próximos días o... s-semanas.2

Taehyung le hizo una señal con el pulgar hacia arriba a Yoongi, a la vez
que sonreía y le guiñaba un ojo. El muchacho se tiró hacia el mueble,
persinándose en señal de alivio, y el sicario río cuando sarcásticamente
le hizo un corazón con los dedos.10

—¿V...?
—¿Y que mierda va a pasar ahora, Jennie? —objetó—. El diablo hace
tratos y los cumple al pie de la letra, pero no le gusta que lo engañen...
¿sabes que pasa a los que osan de engañar al diablo?

—E-el trató sigue en pie, t-todo sigue igual. Solo espera que Baek vuelva
a recuperarse y entonces-...

—Jeon Jungkook está muerto —le calló, escuchándola llorar—. Lo maté


el día que quedó pautado. No importa si Baekhyun nunca llegó, yo hice
mi parte del trato. Está muerto y seguro ya se lo están comiendo los
gusanos y ratas, Jennie.1

La muchacha soltó un extraño suspiró y tardó en contestar. No podía


creer que de verdad hubiera pasado eso. Silencio de su parte, fue lo que
el secuestrador recibió.

—¿C-como sé que no es mentira? —no podía confiar en él de todos


modos—. ¿Cómo puedo asegurarme de que lo hiciste?

Pero Taehyung era astuto y siempre iba un paso más allá.

—Revisa tu galería de fotos en los mensajes multimedia, ahí podrás ver


cómo quedó.

Resulta que, antes de que Taehyung llevara a Jungkook al edificio, lo


arrastró hasta el baño y le tomó tres fotos; una boca arriba, exhibiendo su
cuerpo amoratado. Una boca abajo, mostrando las cicatrices en su
espalda, y finalmente una de cerca en su rostro, que estaba inconsciente.
Además, le hizo otras cosas para dejar peor la escena.2

Jennie al abrir su galería, se encontró con esas tres fotos, y


sinceramente lo único que quería era vomitar. El niño estaba tirado en un
piso sucio, lleno de sangre, con cortadas y quemaduras por todos lados,
lleno de un extraño líquido en la cara y el pecho, además de múltiples
moretones. La escena era terrible, y lo peor es que solo había visto una
de las fotos, inmediatamente borró las tres, no queriendo tener esas
escenas en su cabeza.13

No dormiría esa noche.

—¿Lo viste? —preguntó finalmente, tras escuchar el jadeo de la


fémina—. Te lo dije, Jennie, siempre cumplo mi palabra. Jeon Jungkook
está muerto.

—¿Y que hay de Sihyuk...? —dijo—. ¿C-cómo vas a conseguir el pago si


dijiste que nunca matas sin que te paguen?

El verdugo sacó una ladina sonrisa, y después soltó un suspiro, incapaz


de abandonar la sonrisa ancha y cuadrada que ahora surcaba su rostro.
Río como siempre, audible y echando la cabeza hacia atrás.2

—Ni con todo el dinero del mundo podría haber quedado tan satisfecho
como quedé cuando lo tuve a él llorando y suplicándome para parar —
pronunció con grave voz—. Él fue el pago, Jennie.2

La mujer mantuvo total silencio, asqueada de aquellas palabras.

—Además... su padre mandó una vez a un hombre con casi la misma


cantidad de dinero que Sihyuk me prometió, dizque a rescatarlo —relató
a la prostituta—. Maté al tipo delante de él y me quedé con todo el dinero
yo. Resultó mejor, porque si me hubiera dado Sihyuk el dinero, habría
que haberlo dividido entre Wang, Baek, Jun y yo. Habría menos cantidad
para mi —la mujer no podía no sentir el estómago revuelto—. Pero Wang
no quiso dinero, pues me debía algo. Baek se lesionó, y Jun es mi
hermano, nosotros nos entendemos. Obtuve el dinero y disfrute al niñito.
Yo gano, Jennie.
Otra vez sin nada que decir.

—Soy la persona más mierda y más astuta que conocerás en toda tu


maldita y asquerosa vida, nena —se halagó a si mismo—. Ahora
estamos bien, no dirán ni una palabra de esto. Haremos como si nada
pasó, ¿estamos? —ella solo dijo "ajá" muy temblorosamente—. V
siempre sale victorioso, no lo olvides nunca.3

Tras eso, colgó.

Se levantó del sillón, después de despedirse de Yoongi este le


acompañó a la puerta y Taehyung salió de ahí con rumbo a la habitación
de Jungkook. Cuando estuvo frente a la puerta, sacó la tarjeta y la
deslizó para abrirla, cerrándola tras de si muy lentamente cuando estuvo
dentro.1

El teléfono todavía estaba en su mano con una de las fotos de Jungkook


esa noche y comparando a su estado actual, estaba casi igual, solo que
sin el montón de sangre alrededor del cuerpo, siendo sustituidas por
curas y vendas. Volvió a sentarse en el banco y miró un par de veces la
foto. Lo había hecho mierda, lo había vuelto absolutamente nada y le
dejó marcado totalmente.

Y le gustaba tanto.1

Si pudiera enumerar las cosas que lo satisfacían al punto en que se


sentía totalmente lleno, varios meses atrás habría dicho que matar
tendría el primer puesto, le seguía torturar, follar a la fuerza, intimidar y
golpear, esas eran las cinco que más le gustaban.

Pero ahora era distinto, ahora el primer puesto era Jungkook, y el


segundo, tercero, cuarto y quinto también. Porque con Jungkook tenía
todo eso, incluso llegando a matar su cordura y mínima estabilidad
emocional que quizá le quedaba.1

Era todo, justo ahora para él; era todo.

—Eres muy de Kim Taehyung, bebé —su diestra se entrelazó con la del
muchachito, poniéndola debajo de la correa—. Todo tú pertenece a él,
ayer, hoy, mañana y siempre. Y nadie va a cambiar eso, mi cielo... nadie
te va a alejar de mi, pequeño Jeon.1

Presionó el botón de enviar, desde aquel teléfono que había robado de


una de las trece personas que mató debido a la furia que le provocó
Jungkook, y al que pasó las tres imágenes que le tomó.

Miró la pantalla rápidamente, sonrió con malicia.

Para: Shin Taogum.

Dile a tu jefe que le toca hacer uno nuevo, porque este ya quedó
arruinado por mí.
10:42 p.m6

Si quieres verlo, búscalo en Mapo-gu, aunque seguro los gusanos ya


hicieron de las suyas.
10:43 p.m

3 archivos enviados.6

[...]
Saeji usualmente miraba el atardecer todos los días desde las cuatro de
la tarde hasta las cinco treinta. Adoraba muchísimo los colores que
tomaba el cielo y adoraba también a las dos personas más importantes
de su vida las cuales cada tarde la acompañan a enaltecer las virtudes
de la naturaleza, mientras comían un dulce en la enorme terraza de su
hogar.

Pero ahora eran distinto, porque esas dos personas importantes eran sus
hijos, y uno de ellos no estaba.

¿Cómo podía mirar el atardecer todos los días, cuando recordaba los
ojos negros de su hijo volverse marrones cuando le daban la luz del sol?
¿Cómo podía sentarse y sonreírle al alba, cuando está clara que su hijo
tiene la misma sonrisa que ella? ¿Cómo puede sentarse en un banco a
escuchar el cantar de las aves si recuerda la bonita voz de Jungkook
dedicándole una canción? Saeji jamás había sentido lo que era el
verdadero dolor y desesperación hasta que le contaron que su hijo
estaba desaparecido.12

Se preguntaba si estaba durmiendo bien, si seguía apoyando sus manos


dentro de sus rodillas cuando dormía de lado, si se despertaba
bostezando tres veces y luego sus ojos se cristalizaban y su naricita se
tornaba rosada. Rezaba por saber si los dientes le seguían castañeando
por el frío, aunque quería que la respuesta fuese no; porque su bebé no
podía pasar frío, en la noche le daban dolores musculares.20

Se preguntaba si seguía viéndose al espejo cada vez que comía para ver
si no había perdido las marcas en su abdomen, si habría aprendido a
hacer un split finalmente después de tanto entrenar para ganar su primer
cinturón negro. Se mortificaba al pensar que no estuviese tomándose las
vitaminas, se mortifica al pensar que alguien le hubiese puesto la mano
encima y no pudiera defenderse. Se puso a llorar de solo pensar en lo
asustado que su pequeño, como ella solía llamarle siempre, estaba.10

Se preguntaba cómo habría pasado su cumpleaños, ahí se rompió en


llanto. Porque Jungkook le prometió que cuando cumpliera dieciséis,
finalmente tomaría las clases de baile que su madre le pidió, porque a
ella le gustaba bailar y a Jaeban no. Entonces no tenia ningún hombre
para que fuera su pareja, Jungkook le dijo "mami, aprenderé y
bailaremos en el salón todos los días" mientras hacían galletas en la
cocina.11

Se preguntaba si extrañaba la comida de su mamá, porque tener servicio


en la casa era bueno, pero nada como el cerdo picante que Saeji le
preparaba, nada como las galletas con avena y miel, nada como las
barras de chocolate con coco. Un día Jungkook le dijo que, si pudiera
elegir a la mejor chef del país, su madre sería la mujer que obtendría el
primer puesto. Tenía siete años y las mejillas llenas de harina.2

Se preguntaba si la extrañaba, o pensaba en ella tanto como ella


pensaba en él. Si recordaba a mamá, la cual lo sostenían en sus brazos
como si fuera su mundo y a veces lo cargaba en su espalda, no
importaba si Jungkook pesaba y su madre no podía alzar peso después
de la cesárea; ella igualmente cargaba a su bebé en su espalda y le daba
dos vueltas, con él quejándose y diciéndole que ya estaba grande para
eso, pero igual dejándose porque era mamá y el amaba a mamá.6

Se preguntaba si había crecido, aunque fuera un poquito, porque,


aunque midiera un metro con setenta, quería llegar a ser más alto. Su
bebé sería un gran hombre, el más lindo y el más bueno. El niño mas
bondadoso del mundo, con la sonrisa más brillante y los ojos más bellos.
Cualquier cosa que hacía, siempre estaría orgullosa de él, porque lo
había criado bien y era un niño fuerte.3

Se había encargado de darle amor, de enseñarle valores y de que todo a


su alrededor no le afectara, que todas las veces que salía con su padre y
las cosas que este le decía no le perjudicaran, porque Saeji sabía cual
sería el destino de Jungkook, porque era un Jeon y los Jeon eran los que
mandaban, porque eran un Jeon y debía ser como su padre, porque eran
un Jeon y cuando cumpliera diecinueve años, que era la mayoría de
edad en el país, los negocios pasarían a su nombre para ser manejados,
porque era un Jeon y debía aprender a ser un niño prepotente, cruel y
malo, porque sino entonces lo volverían mierda. Eso era lo que Jaeban le
metía en la cabeza y era lo que Saeji quería evitar, mostrándole a
Jungkook el lado bueno de las cosas.

''Deja de darle tanto amor a mi hijo, lo vas a volver un marica, Saeji...''4

''Deja de decirle que tiene que buscar su felicidad, su felicidad es esto y


punto, mujer...''

''Jungkook es débil gracias a ti, porque si fuera por mí, mi hijo jamás seria
tan débil''1

''Pues es hora de que se codee con prostitutas. Ya tiene doce años,


puede con ellas...''26

''Algún día le va a pasar algo malo a Jungkook, y va a pasarla mal por no


saber defenderse. Todo por tu maldita culpa, Saeji...''

''Si le hacen algo a mi hijo, es tu culpa, Saeji...''1


Entonces lloró más fuerte, porque odiaba todo a su alrededor. Odiaba su
vida llena de lujos, pero sin felicidad porque ahora estaba triste. Odiaba
tener las joyas más caras del mercado, porque su joya favorita estaba en
algún lugar y alguien le quitaba el brillo. Odiaba ser solo la mujer de un
hombre malo y no poder salir a buscar a su bebé no importando si tenía
que recorrer toda la ciudad, el país, el continente o el mundo entero en
busca de él. Porque según su marido "había personas competentes que
lo estaban buscando" pero habían pasado cinco meses y no daban rastro
del niño, habían pasado cinco meses y no daba señales, habían pasado
cinco meses y Saeji contaba día tras día la hora de poder volver a tener a
su hijo en brazos.10

Nunca fue una mujer religiosa, jamás. Porque ella perdió la esperanza
cuando cayó en manos de Jeon Jaeban, pero sus hijos se la devolvieron.
Y ahora estaba rezando, a lo que fuera, a lo que sea, si existía algo o
alguien que pudiera mantenerlo bien y que no estuviera sufriendo. Ella
rezaba todos los días y a cada segundo por su hijo, por su pequeño.1

Pero no todo es siempre bueno, y la fe muchas veces se pierde y no


vuelve jamás.

—¡SEÑORA JEON, SEÑORA JEON! —gritó el hombre que conocía


como Taogum—. ¡SEÑORA JEON, TIENE QUE VER ESTO!

Detrás de él venían dos hombres, sus guardaespaldas. Además de su


hija mayor, Jihyo, y la de Shin; Yuna.1

Saeji se levantó inmediatamente de la silla, con el crucifijo empuñado en


su mano y las mejillas llenas de lágrimas, se las limpió rápidamente y fue
hasta el hombre que se encontraba desesperado con los ojos abiertos de
par en par. Las dos niñas estaban agarradas de mano, con preocupación
en el rostro y ojos cristalizados. No entendían qué pasaba.

—Señora Jeon, buenas tardes —saludó el hombre—. Tengo algo


importante que decirle, pero por favor quiero que conserve la calma.

—¡¿Qué pasa, Shin?! —espetó ella, con nervios—. ¿Hay noticias?


¡¿Pasó algo con mi hijo?!1

Shin movió la cabeza en afirmación, sin embargo, se acercó a ella e hizo


una seña para que sus guardaespaldas no permitieran que las niñas lo
sigan. Ella se confundió al instante cuando Taogum sacó su teléfono de
su bolsillo y lo apretó fuerte entre sus manos.

—Ayer me llegaron tres archivos adjuntos de un número desconocido. Lo


rastreamos, pero pertenece a una persona fallecida, alguien lo utilizó solo
para enviarme esto —avisó a la mujer de su jefe, y ella movió la cabeza
en varias direcciones con desesperación—. Son imágenes para nada
buenas.

—¿¡IMÁGENES DE QUÉ, TAOGUM?! —chilló, con los ojos abiertos


grandemente—. ¿Q-QUÉ ES, JODER?

Shin tragó fuerte, y bajó la cabeza cuando la mujer le movió el brazo para
que hablase.

—Señora Jeon, creo que las imágenes... c-creo que las imágenes son
del joven Jungkook —finalmente dijo—. P-pero, no estoy seguro p-
porque... porque son muy fuertes para identificar el cuerpo.

Saeji no entendió, o quizá era que no quería entender a qué se refería.

—Señora Jeon... necesito que identifique si esas fotos son su hijo,


porque de ser así...
—¡MUESTRÁMELAS! ¡MUESTRÁMELAS POR EL AMOR DE DIOS,
TAOGUM, MUESTRAMELAS!

—Mamá... ¿qu-...

—¡JIHYO CÁLLATE, POR FAVOR!

El señor Shin aspiró profundo, y entonces abrió su teléfono para buscar


en la galería las fotos. Quizá para él, un hombre que ha visto cosas
horribles, no son perturbadoras. Pero para una madre que ha estado
todos los días rezando por, quien cree, es la persona de la foto, las
imágenes serían demasiado fuertes.

—Señora Jeon... por favor, n-necesito que conserve la calma y sepa que
está viendo algo muy... crudo.

Finalmente le entrega el teléfono y cuando nota cómo Saeji lo dejó caer y


empieza a temblar llorando, sabe que en la foto está su hijo.2

"Mami, te amo" cuatro años, aprendía a escribir y le regaló un dibujo.12

"Mami, me gusta tu cabello..." recién salía de la peluquería. Siete años


tenía su bebé.

"Mami, cuando sea grande te voy a regalar una casa lejos de


papá..." Jungkook escuchó una pelea la noche anterior. Tenia ocho años.

"Mami, llévame al parque, ahí hay un perrito que tiene hambre..." nueve
años.

"Mamá, me abrí unos aretes como los tuyos..." tenía trece años y un
alfiler lleno de sangre, pero sonreía.9
"Mamá, no quiero estar metido en esta mierda, no quiero cumplir
diecinueve y que todo esto caiga en mi..." tenía catorce y era su
cumpleaños. Le regalaron un deportivo negro como incentivo de lo que le
esperaría si era como Jaeban.3

"Mamá, abrázame, tengo miedo..." tuvo una pesadilla y no quería dormir


solo.

"Mamá, me gusta una niña... ¿cómo la hago mi novia?" quince años y


Yuna le pareció tierna y bonita.

"Mamá, quiero ser un hombre fuerte y hacer que salgas de todo esto.
Eres lo único que me mantiene bien" ella estaba llorando y su hijo se le
pegó atrás y lloró con ella, sin dejar de abrazarla.

"Hoy tengo práctica de taekwondo. Cuando regrese iré a ver lo del


instituto de baile. Hazme sopita ¿si?" fueron las últimas palabras que
escuchó de su hijo.50

Saeji se tiró al suelo, su rodilla se golpeó con el teléfono y el rosario se


cayó también.

Dolor, un dolor que se instaló desde lo mas profundo de su alma y la


desgarró por completo. Una llama que la carcomió desde adentro,
haciéndola débil. Por un segundo, pensó que todo era una especie de
película, que lo que estaba ocurriendo era un lapsus y nada era cierto.
Que parpadearía y despertaría en un sueño donde su hijo tenía un
uniforme blanco con una cinta azul en la cintura y comería sopa con ella.

Pero no era así.


Toda la vida se había mantenido sin esperanzas, hasta que los tuvo a
ellos dos y ahora esa esperanza se venía abajo.

Las imágenes mostraban el cuerpo de su hijo usado como una baratija,


torturado y desangrado. Era él, su Jungkook, con marcas en la frente,
debajo de los ojos, en el cuello, en el abdomen, la espalda, todos lados.
No había parte de su cuerpo que no tuviese gota de sangre y por cada
pixel que contenía aquella imagen, Saeji sentía un fuerte golpe en su ser;
uno que le decía que alguien le había arrebatado una de las dos cosas
más importantes de su vida, una parte de su corazón y alma, a su bebé.

Era horrible haberlas visto y ahora era peor el dolor agónico tan inmenso
que sentía en el pecho. Los gritos que emanaban de su garganta y salían
como llanto alarmaron a todos a su alrededor, que comenzaron a llorar.
Pero no debían, no tenían derecho, porque ella era su madre y nadie que
no fuera ella podía sentir semejante dolor de saber que su hijo estuvo
sufriendo hasta que terminaron matándolo.

Muerto, su hijo estaba muerto.4

¿Quién había osado de ponerle las manos encima para maltratarlo? ¿A


qué clase de ser se le podría pasar por la mente tocar a su hijo con
malas intenciones? A su bebé, a un niño bueno, que lo único malo que
hacía era decir malas palabras. ¿Quién le había hecho semejante
barbaridad?2

Lo odiaba, no importaba quien fuera, dónde estaba, a qué se dedicaba o


por qué lo hizo. Lo odiaba a muerte y el dolor era tanto que se quedó
afónica en unos minutos.

El suelo se hacia pequeño, sintió unos brazos envolverla, pero no era


suficiente. Porque ella estaba pataleando mientras las mucamas la
llevaban hasta el mueble de la sala. Se arrastraba y pedía al cielo que
quien le había arrebatado la vida al niño que más amaba en el mundo
pagara todas y cada una de las cosas que hizo, cinco veces más fuerte,
hasta convertirlo en nada.

Se tiró al suelo de la sala, y enterraba sus uñas ahí, mientras su cabeza


daba golpes contra la pared de manera desesperada buscando quizá
herirse y así pensar que su bebé no era el único que la estaba pasando
mal. Pero era inútil, porque ella estaba viva y su hijo muerto. Ella lo
merecía, el que debía estar llorando la muerte de su madre era
Jungkook. Su bebé no merecía morir, su bebé era solo un niño con toda
una vida por delante, y alguien despiadado se la arrebató.7

Afuera, en la terraza, Taogum quitó las imágenes de su teléfono y


escuchaba a la mujer de su jefe gritar, maldecir y tirar cosas al suelo.
Suspiró hondo, porque como padre sabía que, si le tocaban a uno de sus
hijos, podría mover cielo y tierra para hacerle pagar. Pero ahora no
podía.

Marcó un par de números y finalmente el otro hombre atendió el teléfono


tras un repiqueteo.

—Señor Jeon, buenas tardes —saludó al jefe de Kyong—. Seré breve y


directo, hay que cesar la búsqueda, señor Jeon.

Jaeban carraspeó.

—¿Qué mierda estás diciéndome, Shin?

—Señor Jeon, mataron al joven Jungkook.31


XXVI: Like him.

Bip, bip, bip... bip, bip, bip otra vez...

Aquel pitido repiqueteaba constantemente y se instalaba en el cerebro


del muchachito en aquella cama. Podía escucharlos, mas no del todo
saber de dónde era ni identificar correctamente lo que estaba
provocándolo. Varios bips seguidos se filtraban por sus oídos hasta
reflejar una imagen en blanco en su cabeza, como un lienzo brillante y
pulcro. Se sentía entumecido y le pesaba la cabeza, además de un peso
encima que no se dispersaba, lo percibía en el área de las caderas y
pecho. Algo al costado, pero no identificando muy bien de qué se
trataba.5

Jungkook no podía abrir los ojos ni moverse, tan solo era capaz de
escuchar el bip fastidioso de aquella cosa, sentir el extraño peso que lo
envolvía y también oler algo, a alguien; cigarrillos y whisky, mezclado con
un aire que le estaba dando justo en el cuello.

Hizo un intento por tratar rápido de separarse, mas sus piernas estaban
paralizadas, no lograba moverlas por nada del mundo, ni aunque
estuviera tratando de removerse con desesperación, pues pese a este
igual yacía inerte. Sus manos empezaron a ser ''movidas'' con fuerza,
pero era la misma situación; como si por dentro su cuerpo corriera y
brincara y por fuera se encontraba totalmente dormido. No poseía la
capacidad de abrir los ojos y dentro de sus cuencas los movía con fervor.
Lograba respirar normal, sin embargo, aquel peso en el torso no le
dejaba hacerlo tranquilamente. Las yemas de sus dedos se pegaban de
algo frío, pero no se movían. Sus pies estaban cubiertos por algo, al igual
que su cuerpo; pero ninguno se movía. Su cabeza se sentía cubierta por
alguna cosa; pero no se movía. Sus ojos dentro de sus cuencas sí; pero
no lograban ser abiertos, aunque luchara una y otra vez.

La desesperación lo asustó cuando también trató de mover la lengua


dentro de su boca para emitir algún sonido; quizá maldecir, gritar, hablar,
pero nada. Solo sentía el caliente peso extraño sobre él en las piernas, el
torso y encima de la cabeza; envolviéndolo con posesión.3

Entonces de pronto pudo mover la yema de sus dedos poco a poco, al


igual que los dedos de sus pies, los cuales empezaron a mezclarse entre
un dolor y unas extrañas cosquillas. El frío de algo áspero se conectaba
con sus huellas dactilares mientras desplazaba los dedos en círculos,
aquella cosa tenía una parte lisa y otra más áspera. Cuando trató de
levantarlas, se encontró con que sus muñecas estabas siendo rozadas
con algo, además de que la palma de su mano tenía una ligera presión
como si alguna cosa la envolviera. Empezó a poder menear la lengua,
poquito nada más, pero suficientemente para sentir la boca
tremendamente seca, ninguna otra vez había sentido la boca tan seca
que ni siquiera la podía deslizar por el cielo de su cavidad sin que
raspara.

El peso a su alrededor se prolongaba a medida que las demás partes de


su cuerpo iban despertando de a poco. Su cuello ardió ligeramente;
como una punzada, y cuando tragó, apretó los ojos —que aún se
mantenían incapaces de ser abiertos—, con fuerza, pues sintió un
tremendo dolor que le presionaba la zona. El resto de su cuerpo iba
sintiéndose de manera poco agradable; sentía que tenía puesta una cosa
que le envolvía de una forma medio apretada la entrepierna, además de
que una parte del muslo le dolía horrible y punzaba a medida que
retomaba la sensibilidad. De pronto, su espalda comenzó a arder en el
área de la columna, no era insoportable, aunque si totalmente incómodo.

El área de su torso también se sentía igual, desde debajo de las


clavículas hasta poco más arriba del ombligo. Su cabeza empezaba a
punzar y era desagradable, las palmas de sus manos y sus rodillas
ardían poco, y era irritante. Intentaba tragar y dolía. Sus nalgas
empezaban a retomar la sensibilidad y tenía en ambas la misma
sensación de ardor que seguro si hacía el amago de moverse pegaría un
grito.
Mientras su pierna estaba ligeramente arriba, Jungkook comenzó a sentir
el tobillo como que estuviera envuelto en alguna cosa fuerte que le
dejaba inmovilizado y posteriormente un ligero calambre azotó la zona,
provocando que todo el cuerpo le diera unos pequeños espasmos y sus
ojos y parpados fuesen capaces de moverse.

Y cuando la desesperación se manifestaba por tratar de retomar la


consciencia; Jeon Jungkook abrió los ojos.

Lo primero con lo que sus fanales azabaches se encontraron, fue con el


totalmente limpio, suave y brillante techo blanco adornado de matices
azul pálido. Una columna del mismo color pasaba de largo a largo en
medio y una lámpara blanca, lo suficientemente grande para alumbrar la
habitación, estaba frente a él. Giró la cabeza con ligereza, aunque algo
tenía su cuello fijo en el sitio y lo único que logró fue sacar un pequeño
gemido. Sus ojos se giraron hasta la izquierda, viendo de reojo que había
una potente luz desde ese lado. Con un esfuerzo casi sobrehumano,
Jungkook medio movió su extremidad a ese sitio y pudo ver una ventana
la cual yacía cubierta por una cortina beige. La mitad de esa cortina
estaba recogida a un lado por una cinta blanca y el resto que estaba
abierta permitía que la luz solar se filtrara e iluminara la habitación.
Luz solar, una habitación limpia, olor a alcohol etílico e isopropílico,
cigarrillos y desinfectante, él sin poder moverse lleno de extraños
vendajes, un tremendo dolor y ardor corporal y el peso que tenía
tumbado alrededor de sí que lo estaba envolviendo raramente. ¿Dónde
puta mierda estaba?

Sus manos empezaron a retomar la movilidad y trató de llevarlas a un


lado, pero algo se lo impedía. Quiso subir la cabeza y mirar aquello que
le retenía las manos en su sitio, más no concebía; el más leve
movimiento de su cabeza provocaba un raro ardor en su garganta y era
incómodo. Había algo alrededor de esta, como atándolo. Se relamió los
labios, buscando humedecerlos, lo único que encontró fue rasparlos.
Estaba confundido y desesperado, quiso hablar, pero al aclararse la
garganta sintió como el peso de su lado lo apretaba más.

Por acto reflejo, giró la cabeza de golpe al sitio y supo que en realidad si
podía moverla, solo que haciendo muchísimo esfuerzo ya que lo que
rodeaba su cuello era pesado. Mas, lo que lo sorprendió no fue eso, sino
que cuando miró qué era el peso que tenía; se encontró con Taehyung
dormido a su lado, con la cabeza enterrada en su cuello, un brazo
agarrándole posesivamente la cintura, pegándolo a él, la pierna izquierda
enganchada a su cadera impidiéndole que se moviera y con el otro brazo
encima de su cabeza; manteniéndolo casi debajo de su cuerpo.19

Se le quedó viendo un rato, no entendiendo el contexto de la situación.


No sabía exactamente que hacía ahí ni por qué coño Taehyung estaba
durmiendo con él de esa manera dentro de la cama de lo que creía era
una habitación de hospital. Tampoco comprendía cómo es que una de
las manos propias estaba por encima de su cuerpo, amarrada con algo a
los reposa-brazos. El sicario estaba profundamente dormido, casi parecía
muerto, de no ser porque su pecho desnudo subía y bajaba con suma
lentitud y de vez en cuando movía los dedos de los pies.3

Jeon se le quedó viendo un rato, con los ojos casi sin parpadear y
llevándolos de lado a lado, la sola imagen se le hacía extraña porque su
mente tenía ciertas escenas que se formaban a lo lejos, pero no había ni
pies ni cabeza en ellas. La laguna se hacía blanca de pronto y pocas
cosas se reflejaban con exactitud. Algo hubo ocurrido para estar en
aquella situación, pero no podía rememorar exactamente qué era
ese algo.5

Se aclaró la garganta un par de veces, y aun sintiendo la incomodidad en


la zona, tragó otro par de veces más para ver si su boca podía obtener
algo de humedad. Sus ojos se aguaron por la sensación, aunque pudo
lograr su objetivo.

—T-Taehyung... —le llamó suave al hombre yaciente al lado de él, que


se removió ligeramente, soltando un ''Mh...''—. Mira, m-mierda... d-
despiértate...
—Mañana... m-maña... —lo único que el sicario hizo fue apretarlo más
contra sí y empezar a balbucear cosas sin sentido mientras seguía
dormido.6

Jungkook estaba confundido y empezaba a estresarse. Kim dormido no


le gustaba porque era raro verlo con cara relajada, inconsciente e
indefenso.
—T-Taehyung... p-párate... —pronunció de nuevo, solo consiguió la
misma respuesta de parte de Kim, así que el chico empezó a moverse de
lado a lado, con demasiado dolor, pero buscando que el otro se
despertara—. M-maldita sea... ¡Taehyung, l-levántate!3

Y tras el ligero grito, Kim dio un pequeño bufido y de pronto abrió los ojos
lentamente, encontrándose con los de su pequeño bebé cuando subió la
cabeza para sacarla de su cuello.

Taehyung quedó observándole un largo rato, admirándole el rostro con


una expresión de confusión mientras la propia plasmaba una sonrisa
ladina. Cayó en cuenta, que Jungkook estaba totalmente despierto y que
por ahora probablemente no iba a recordar nada, debido a la cantidad de
sedantes que mantuvieron su cuerpo casi un mes inconsciente.2

Los recuerdos le iban a llegar de golpe en cuanto retomara toda la


sensibilidad en el cuerpo y su cerebro comenzará a trabajar mejor.

—¿Q-qué mierda me ves? —preguntó el chico, confundido. Kim tuvo que


reprimir una sonrisa para no confundirlo más—. ¿T-Taehyung?4

—Nada más te estoy viendo y ya, pequeño Jeon —le respondió el


mayor—. Eres muy bonito, mi cielo.2

—¿Qué te pasa, m-maldito loco? —Jungkook alzó una ceja hacia él y


este último sacó una sonrisa—. ¿Sigues d-durmiendo o qué mierda?6

La realidad era que Taehyung luego de tres semanas y cinco días sin
dormir correctamente, cayó rendido mientras estaba curándole las
heridas y cambiándole los vendajes de todo el cuerpo a su cautivo.2

Comenzó con los de la cara; donde había costuras culpa de las letras en
su frente, debajo de los ojos y en una de las mejillas. Siguió con el cuello,
que también tenía puntos. Después el torso; debajo de las clavículas, los
pezones, la inmensa ''T'' de las quemaduras y otro par de cortes cerca de
las costillas que hizo mientras estaba inconsciente y le tomó las fotos.
Donde enterró la navaja en su muslo se expresaban costuras que
también trató, seguido de los puntos de sus rodillas. El de las manos no
fue tan profundo, por lo tanto, solo necesitaba vendajes que protegieran
la herida. Terminó por voltearlo y curar las quemaduras de la espalda
que hizo con la Beretta, las de sus nalgas y la que estaba cerca de su
entrada.3

Todo, porque no quería que nadie lo viera desnudo y le pasara las


manos por el cuerpo. Le valía mierda si era para cuidarlo y no lo iban a
ver como él lo veía; igual le molestaba que llegaran a observarlo cuando
bien podía él quitarle las vendas, limpiarle las heridas con alcohol y agua
oxigenada, colocarle las cremas cicatrizantes para que hicieran las
costras, la lidocaína para que no dolieran, el polvo desinfectante y volver
a ponerle los vendajes para después dejar dormir a su niñito.

Y, aunque fuese extraño, sintió la necesidad de darle besos a


absolutamente todas las heridas antes de curárselas.26

Y lo hizo, le besó todas y cada una de las marcas de su cuerpo, desde


las tres letras de su frente hasta el ''Kim Taehyung'' que le cinceló en
ambos brazos con su navaja mientras estaba inconsciente y recién le
había mandado las fotos al cabrón de Taogum, que seguramente ya se
las había mostrado a los padres de Jungkook, que de seguro ya
pensaban que estaba muerto.2

Jodida astucia que cargaba, con Jennie y Baekhyun pensando que su


bebé estaba muerto; estos dos pensarían que Taehyung ya no estaría ni
cerca de ambos ni de Sihyuk, pues Jungkook era el puente que les unía.
Además, que les convenía guardar silencio, porque Baekhyun también
tuvo que ver con el secuestro y si se enteraba Shin, le diría a Jeon y lo
mataría. Si lo mataba, su ''operación'' de sacar a las niñitas, se vendría
abajo. Aunque, ya Shin sabía que Baek era policía encubierto, solo que
no había hecho nada porque le había encargado a Taehyung que lo
matara delante de él. La cosa es que mandó a lesionarlo porque se
enteró que Shin tendría una junta en Singapur, entonces mientras no
estaba disponible, podría llevarse a Jungkook cuando fuese a matar a
Baek y Jennie, sin necesidad de que se enterara Shin de que él tenía al
hijo de su jefe.

No podía enterarse.

Y, aparte de todo, sabía que Jaeban no descansaría hasta dar con el


cuerpo de su hijo, por eso Taehyung metió en una bolsa negra el cadáver
desmembrado del hijo de la mujer ciega que mató el día que abusó de
Jungkook. Las mismas marcas de la foto que vio Taogum, estaban en el
cuerpo de ese chico; que por cierto tenía la misma estatura que Kook,
casi la misma masa muscular y color de cabello. El cuerpo pasó mucho
tiempo en una bolsa, específicamente desde que lo mato hace más de
un mes, y él mismo se encargó de despegarle la cabeza, los brazos, las
piernas, los dedos de pies y manos, sacarle los órganos y los ojos. Lo
dejó todo dentro de la bolsa y la tiró cerca de un bar del padre de su
cautivo, metida en un basurero. Si se le ocurría ir hasta ahí —como decía
el mensaje—, encontraría un cadáver lleno de gusanos, moscas,
hormigas, maloliente, hinchado y con la sangre putrefacta y negra de lo
vieja que estaba; nadie quisiera hacerle una prueba de ADN, por lo cual,
solo con ver las fotos de la cara de Jungkook y luego ese cuerpo; no les
quedaría duda de que estaba jodidamente muerto.8
Todo, mientras el verdadero Jeon Jungkook estaba bajo su posesión y
solamente él podría tocarlo, besarlo, follarlo, maltratarlo, encerrarlo y
todo lo que se le ocurriese cuando estuviera totalmente curado. Por
ahora solo quería cuidarlo, abrazarlo y darle besos, besos en su cara,
besos en sus labios, besos en su cuello, besos en sus manos, besos en
todas partes del cuerpo hasta que se le durmieran los labios. Besos
porque se había salido con la suya, como siempre.

Justo ahora, solo Mark, Jimin, Namjoon y Bogum, y uno que otro
inservible más, sabían que su bebé estaba vivo. Pero a ninguno de ellos
le importaba, y no les convenía hacerlo.3

Su pequeño Jeon era suyo, totalmente suyo, siempre suyo no importaba


nada ni nadie más. Jeon Jungkook le pertenecía a Kim Taehyung. Jeon
Jungkook tenía dueño y era un sicario obsesionado con él. Jeon
Jungkook era su todo justo ahora. Jeon Jungkook era lo único que quería
tener, le valía mierda otra cosa, podría hacer de todo con tal de
quedárselo. Jeon Jungkook era de V, de Seokjin, de Kim Taehyung y de
Taehyungie. Suyo, y punto.

Nadie cambiaría eso nunca, primero los mataba antes de que le pusieran
un dedo o siquiera la vista encima. Primero los mataba antes de que
quisieran alejarlo de él. Y aunque no quisiera matar a Jungkook —justo
ahora y por mucho tiempo—, si sería capaz de matarlo si la otra opción
era no tenerlo con él.1

Entonces luego de enderezar su cuerpo inconsciente se acostó a su lado


y probablemente hubo sido el calor del cuerpo del niñito o quizá que
Taehyung de verdad estaba agotado físicamente, al punto que había
veces donde se quedaba viendo un punto a lo lejos y sus ojos reflejaban
chispas negras y el suelo se le movía. Lo cierto es que se quedó dormido
con la promesa de despertarse quizá a las veinte horas después y
meterle un chute al torturado para que siguiera inconsciente hasta que
llegara el momento de quitarle los puntos en las heridas
correspondientes.

Pero, no pensó que, en ese transcurso, el efecto del sedante se habría


ido más rápido de lo normal y ahora Kook estaba despierto y confundido
sin recordar nada aún. Probablemente lo haría en los próximos minutos
así que, por ahora, Kim actuaría como si nada pasó, ya se imaginaba la
reacción eufórica que tendría su bebé cuando los recuerdos le llegaran
de golpe.

En ese momento, lo pegó más a él y rió, luego enterró la cabeza en su


cuello y respiró profundo. Lo había extrañado. O quizá era que extrañaba
verle consciente y con los ojos abiertos, pues Jungkook jamás se había
apartado de su lado ni el sicario del suyo. Con decir, que en las tres
semanas que estuvo sedado, se mantenía sentado a su lado casi sin
parpadear y viéndolo detenidamente. Podría decirse que, si hacía
memoria fotográfica, recordaría incluso cuántas veces por minuto
respiraba y la cantidad de pestañas que poseía en cada uno de sus
ojos.1

Para no dormirse, a veces se ponía a dibujar con el carboncillo sobre el


papel apoyado en la tabla de madera, o se ponía a desarmar y volver a
armar las pistolas, o a veces a leer alguna mierda de las que siempre leía
y se sabía de memoria; cualquier cosa para tener que hacer algo y así no
caer dormido esperando a que las heridas de Jungkook estuviesen casi
completamente cicatrizadas y dejar de sedarlo.

Mal, lo tenía mal.


—¿Q-qué puta mierda t-te pasa, Taehyung? —Kook habló medio alto,
haciendo que el sicario parpadeara por primera vez en todo el tiempo
que se le quedó viendo a los ojos—. ¿D-dónde... estamos?

—Eres un niño precioso, Jungkook —ignoró aquella pregunta y pasó el


pulgar por los labios del muchachito—. Mi niño precioso.

—¿Q-qué coño te pasa, T-Tae?1

Kim se arrastró para salir debajo del brazo suspendido del chico y
entonces se sentó en la cama. Jungkook miró su espalda y tenía algunos
rasguños perfectamente cicatrizados, tanto que ya solo quedaban las
mínimas marcas. Por alguna razón le parecían familiares, pero no
recordaba por qué. El mayor se levantó de la cama, presionó un botón
que hizo que el espaldar de esta se alzara hasta casi quedar con la
espalda recta. El niñito se quejó ligeramente por el roce y cuando por fin
pudo tener una vista amplia del lugar; notó a su captor dirigirse hasta una
neverita arriba de una mesa de manera, de la cual sacó una botella de
agua y una pajilla. Abrió esta y le metió el plástico. Se giró hasta Kook y
agarró el borde de la pajilla, poniéndoselo cerca de los labios. El
muchachito tardó en responder, pero abrió la boca y cuando el agua le
toco los labios y lengua, empezó a bebérsela sin ni siquiera pensar en el
incómodo y punzante dolor que sentía en la garganta cada vez que
tragaba.

El sonidito del envase quedando vació y Jungkook respirando


entrecortado le hizo a Taehyung verlo de nuevo.

—Q-quiero m-más...

El sicario asintió y se volteó sin decir nada para ir hasta la nevera otra
vez y sacar otra botella. Jeon observó que había pasado tiempo desde
las lagunas de su mente; todo porque Taehyung cargaba su cabello
recogido en una cola y esta vez no había mechones cortos que le
quedaran en la cara. Cuando se volteó con la botella y quedó de nuevo
frente a su rehén, este pudo notar las pronunciadas ojeras que cargaba.
Se bebió el agua, esta vez con más calma que la anterior, no dejando de
ver las marcas en los nudillos de Kim, así como un mínimo moretón en
una las venas cerca de la parte interna del codo, donde tenía el tatuaje.4

Tras dejar un poco de agua en la botella, Jungkook soltó la pajilla y


Taehyung colocó el plástico en una mesa cerca de la cama.

—¿D-donde... dónde m-mierda estamos? —preguntó confundido el


chico—. ¿Qué es e-este lugar?

—Es mi casa, precioso.

Jungkook tornó las cejas hacia abajo.

—¿T-tu casa... e-es una habitación de hospital? —espetó sarcástico en


una pregunta y el aludido negó—. Esto parece u-una habitación de
hospital.

Taehyung caminó hacia atrás para tomar la camisa que yacía en el


mueble de la habitación, se la puso tranquilamente y seguido de eso
apretó un botón cerca de esta, uno de color blanco.

—Esto es una habitación de hospital, pequeño Jeon —dijo muy


calmadamente—. Es una habitación de hospital, porque todo este pent-
house está equipado para eso.10

Confusión y dolor de cabeza era el estado del menor justo ahí.

—¿V-vives en una... habitación de hospital?1


Kim rió con sarcasmo.

—Vivo en este edificio, pequeño Jeon. Es mío —le explicó al herido—.


En los primeros pisos viven otras personas que obviamente no tienen
una buena... moral, en el último piso vivo yo y el pent-house es una
especie de hospital de emergencia.

Con esa última frase, Kook empezó a mover las manos raspando con las
uñas el plástico de los reposa-brazos.

—¿Q-qué hago en u-una habitación de hospital? —sus ojos se abrieron y


luego empezó a moverlos en todas direcciones, recorriendo la sala y
pasándolos por los rincones de su cuerpo que veía llenos de golpes—.
¿Por qué t-tengo todas... e-estas cosas? ¿Q-qué hiciste? ¿Qué me
hiciste?

Kim reprimió una sonrisa.

—¿Por qué supones que fui yo quien te hizo algo?8

El muchachito tragó incómodamente y entonces una sarcástica risa brotó


de sus labios. Una risa que hizo a Kim abrir los ojos perplejos en
dirección a la pared, sin conectar la vista con él; pues esa risa era la que
siempre usaba Taehyung.2

—P-porque te veo demasiado tranquilo como para q-que la razón por la


que estoy aquí no la hayas p-provocado tu —espetó de frente al sicario,
con una mueca en sus belfos, pero la voz más firme esta vez—. Te
molestas si alguien me toca o me mira siquiera. No imagino c-cómo
estarías si alguien ajeno a ti m-me hubiera hecho esto.2

El captor metió las manos dentro de sus bolsillos, cerró los ojos y apretó
los labios para parar la curva que se formaba en su boca. Se volteó, y los
ojos de Jungkook lo estaban escaneando de arriba a abajo, esperando
por una respuesta.

—Qué inteligente eres, pequeño Jeon —Kim caminó hasta él y cuando


por fin quedó a un lado de la cama tomó uno de los mechones negruzcos
de aquellas hebras que adora jalar. El niñito no se removió ante el
toque—. Y qué bueno que sepas que, aparte de mí, nadie puede ponerte
un maldito dedo encima.

Y tener a Taehyung ahí al frente, le hizo dar a Jungkook una punzada en


la cabeza. Las lagunas de su mente se hacían cada vez más cercanas,
aunque todavía sin forma concreta. Le pareció extraño ver las
pronunciadas ojeras que cargaba su verdugo.

Su verdugo.

Una corriente le pasó por la espalda cuando se pensó aquello. Había


algo rojo en su mente, un charco y algo caliente en su cuerpo, también
una voz que le decía "¿De quién eres... de quién eres, Jungkook?" pero
las imágenes estaban borrosas aún.3

De pronto, la puerta fue abierta de par en par y dejó exhibir a una señora
de edad avanzada, quizá de al menos unos sesenta y tantos años, la
cual llevaba dos palillos recogidos en un moño alto en la cabeza y vestía
con una bata roja y negra. Su cara estaba totalmente lavada, pero una
pintura de un fuerte carmesí adornaba sus labios. Se le quedó mirando a
Jungkook con curiosidad y luego vio a Taehyung, este último la saludó
con una reverencia y ella lo repitió para después ponerse a su lado y
tomarle el brazo.
—¿El niño se despertó solo, jefe? —la mujer estaba hablando en un
idioma que Jungkook reconoció como japonés, más no entendía—. ¿O lo
despertó usted?

Mientras el maleante mantenía los ojos fijos en su rehén, la señora


estaba quitándole una gasa que tenía a la altura de la vena. El hombre
se sentó en un mueble y la mayor empezó a pasarle un algodón con una
sustancia oscura por la zona.

—Se despertó solo, Yideku —le contestó Taehyung en el mismo


idioma—. ¿Por qué tan pronto si la última dosis de la pusiste hace seis
horas?1

Genial, el asesino hijo de puta también hablaba japonés.12

—El niño cayó en estado de inconsciencia después que usted lo tomó,


¿cierto? —la mujer empezó a vendarle otra vez la pequeña herida y Kim
asintió a su pregunta—. Bueno, su cuerpo tiene unos diez kilos menos
según su estatura y edad. Para medir metro setenta y tener dieciséis
recién cumplidos debería pesar al menos 56 kilos siendo varón. Pero
está pensando 47 —Taehyung asintió lento, escuchando a la doctora—
. No ha comido bien y ha recibido mano dura de su parte, jefe —ella ese
momento la mujer se sacó un palillo del cabello y apunto a Kim al
rostro—. El sedante tiene ciertas propiedades minerales que el cuerpo lo
está asimilando más rápido, debido a que es lo único que puede
asimilar.1

—¿O sea que ahora le tienes que meter una dosis más alta para que
cumpla el efecto?

—Jefe, no creo que sea conveniente —negó rápidamente la fémina—


. No es nada conveniente, puede seguir recibiendo la misma cantidad,
pero no más. Justo ahora su cuerpo está demasiado débil para que el
sedante sea más alto.

Kim chasqueó la lengua.

—Yideku, explícamelo en una manera que mi cerebro sin conocimientos


médicos altos lo entienda.6

—Jefe, el chico se le puede morir de sobredosis.

—Ah, no, de sobredosis no —negó con rapidez—. Entonces no la subas


más, déjala igual.11

Ella asintió y luego de volver a vendar el brazo de su jefe, se dirigió hasta


una mesa que estaba a la izquierda de Jungkook, de la cual sacó una
pequeña caja de metal. El chico desvió la vista de ese sitio y la posó en
el brazo de su captor.

—¿Que te pasó en el brazo? —le inquirió al mayor—. ¿Y esa venda?

—Exámenes de sangre —pronunció para no hacerle recordar todavía, la


confusión en su rostro era increíble—. Siempre estoy haciéndomelos.

—Ojalá tengas sida.40

El hombre soltó una risa áspera y llevó sus ojos cerrados en una mueca
hacia arriba. Tomó el puente de su nariz y aspiró profundo, Jungkook no
sabía qué era tan gracioso.

—No, pequeño Jeon, no tengo sida —le contestó, aún riéndose. Tomó
uno de los mechones negruzcos del niñito y lo puso detrás de su oreja, a
la cual acercó sus labios—. Y si tuviera estarías jodidamente contagiado
desde la primera vez que te puse en cuatro y de rodillas.7
Dejó un beso en la mejilla impropia y el chico volvió a sentir una punzada
en la cabeza.

"De rodillas..."

—¿Cuánto dura el efecto de amnesia temporal, Yideku?

La doctora inmediatamente congeló lo que estaba haciendo. La jeringa y


el algodón fueron depositados de manera medio desesperada en la mesa
y la mujer corrió hasta Taehyung y le jaló del brazo con fuerza.

—¿Todavía no ha recordado nada?

El sicario miró al chico de arriba abajo y luego a la señora, negó.

—No, caí dormido y fue él quien me despertó a mí hace como media


hora —calculó mentalmente tras llevar la vista arriba—. Si recordara no
estaría actuando así —automáticamente Kim se puso la mano en el
pecho y apretó los puños—. Estaría tipo "Maldito cabrón hijo de puta, ¡te
odio! ¡te odio! ¡Mátame, mátame!" y yo probablemente estaría riéndome.6

Soltó la risa tras hacer una imitación de la voz de Jungkook, pero se


enderezó cuando la mujer le dio un golpe a mano abierta en la frente y le
señaló con el palillo.7

—¡El niño debería haber recordado, jefe! —soltó de pronto la mujer y Kim
cerró los ojos por el golpe de voz—. ¡Las lagunas mentales duran al
máximo veinte minutos!

—J-joder anciana, ya te dije que dejes de golpearme la cabeza, maldita


sea.5

La mujer volvió a ponerle el palillo en la cabeza.


—¡Pues primero soy médico antes que otra cosa, jefe! —le reprochó—
. ¡Más de veinte minutos sin recordar, puede convertirse en amnesia de
días o incluso semanas!1

Jungkook estaba viendo a Taehyung cruzado de brazos y sobándose la


frente mientras la vieja —que le llegaba como a mitad del pecho— le
estaba reclamando cosas en japonés. Y le daba risa, porque
probablemente si fuera otra persona ya estaría más del otro lado que de
este.1

"Arrástrate hasta aquí..." otra vez una punzada y una imagen oscura.

—¿Entonces no hay que sedarlo? —finalmente interpeló.

—¿Para qué lo va a sedar, jefe? —contraataca la mujer—. ¿Por qué


mantenerlo inconsciente?

—Porque cuando recuerde se va a poner furioso, va a empezar a gritar,


patalear y hará un puto escándalo —el maleante se llama la mano a la
cara y las pasa por esta—. Entonces las heridas que aún no se le
cicatrizan bien, se le van a volver a abrir.1

—¿Piensa mantenerlo sedado hasta que todas las heridas cicatricen por
completo, jefe? —la mujer se cruza de brazos y le alza una ceja. El
aludido brindó un asentimiento y entonces ella negó—. No puede, es
demasiado sedante para su cuerpo. Aún faltan tres semanas para que le
quiten el yeso y todos los puntos. Antes era una inyección al día, ahora
son dos. Pero si su sistema crea anticuerpos y lo termina sedando más
de dos veces al día, puede crearle una contusión permanente en el
cerebro.

—¿Una qué?2
—¡Estado vegetal, jefe! —le volvió a poner el palillo en la cara—. Una
lechuga tendría más vida útil que él —señaló a Jungkook, que no
entendía ni mierda.7

—¿O sea que si lo dejo así y me lo follo no habrá gritos, ni quejas, ni


dolor, ni forcejeo, ni insultos, ni nada? —la mujer se puso las manos en la
cara con impaciencia y entonces negó con parsimonia—. No, olvídalo,
así no me gusta.23

"Estoy en él y tú estás conmigo, pequeño Jeon..." de nuevo la misma


mierda.

—¿Por qué está tan limpio, jefe? —indagó la fémina de pronto tras ver a
Jungkook que, a pesar de tener toda la anatomía llena de moretones,
rojeces y vendajes, estaba impecable—. ¿Quién lo curó, si yo no estaba
aquí?

—Pues yo, solo lo haría yo y en caso de emergencia te dejaría a ti


hacerlo.

—¿Lo hizo bien? ¿Limpió todas? ¿Les puso alcohol, agua oxigenada? —
soltó ella de pronto con un dedo al frente enumerando—. ¿Curó todo?

—Todas, de pies a cabeza, Yideku.

Ella asintió convencida, sabía que Kim decía la verdad.

—Puedo darle una dosis ahorita, pero tiene que hacerlo recordar
primero —Jungkook observó como la mujer le señaló—. Después que
retome la consciencia totalmente, le daré la misma cantidad de sedante.
Eso sí, durará cada vez menos y será solo una al día.

—¿Por qué no le pones la inyección y ya? —titubeó el menor—. Sin


necesidad de hacerle rememorar todo, por ahora.
—Por prevención, necesito que no tenga lagunas mentales —objetó la
japonesa—. Podrían volverse permanentes después. Está demasiado
débil por ahora, solo debe dormir y comer. Nada de esfuerzo, nada d-

Taehyung la interrumpió haciendo ademanes con las manos.

—Aja, Yideku. Ponle la mierda esa y list-

—¡Jefe, escúcheme! —la mujer lo volvió a interrumpir y Kim rodó los


ojos—. Nada de esfuerzo, nada de golpes, nada de cortes, nada de
movimientos bruscos ni coito por las próximas dos semanas y media.
Solo debe dormir, comer, tomarse los calmantes, ir al baño cuando
necesite y quedarse en la cama.

—¿Nada de coito? —había dejado de escuchar justo ahí—. ¿Por qué


nada de coito?26

—Si no quiere que se le desmaye y pase más de un mes en coma,


hágame caso, jefe.

El sicario accedió y fue ahí que la mujer procede a retomar la caja y


preparar las cosas. Entonces Taehyung se sienta de piernas cruzadas en
uno de los muebles y alcanza la botella de whisky que tiene cerca de la
neverita.

—¿Tienes pastillas para el dolor de cabeza? —finalmente se sirvió un


vaso mientras estaba sentado en el lugar—. ¡Yideku!1

—¿Sigue con los ataques de migraña? —se giró hasta él—. ¿Cuándo se
hizo la última radiografía?

Calculando el tiempo, Taehyung realmente no recordaba con exactitud


cuándo fue, pero si sabía que había sido hace mucho más de cinco
meses atrás.
—Hace más de seis meses, no lo sé... ¿ocho? —titubeó.

—Jefe, son cada seis meses sin falta —recordó la mujer—. Hay que ver
cómo va la descalcificación, no importa que los estudios siempre digan
que está igual desde hace diez años. Se la tiene que seguir haciendo.7

Él asintió y tras tener lista la inyección, la mujer le hizo una seña hacia
Jungkook.

—¿Q-qué te pasa, vieja? —le medio gritó a la fémina, que aún lo veía
severamente entonces él llevó la vista a su victimario, el cual yacía
parado de brazos cruzados al pie de la camilla—. Dile a tu puta abuela
que deje de verme.8

Kim lo ignoró y entonces desenfundó la pistola detrás de su cadera y la


puso cerca de los pies de Jungkook.

—¿Qué ves ahí? —preguntó al chico.

Kook rodó los ojos.

—Pues tu arma, ¿qué más?

—¿Qué marca es el arma?

Jungkook miró la pistola por un rato, detallando la hechura, el cañón y el


mango. Negra, limpia y brillante. Después de verla un par de minutos,
miró el logo y recordó una de las varias que había visto antes.

—Beretta 92FS, es italiana —le contestó a Kim.

"El cañón de esta Beretta..." un nuevo dolor.

—Okay —Taehyung fue hasta la pequeña nevera y de ahí sacó un vaso


con whisky, posterior a eso tomó de una mesa cerca de la puerta del
baño una caja de cigarros. Con cuidado los depositó ambos a los pies de
Jungkook, al lado de la pistola—. ¿Y qué ves aquí?

El niñito no entendía qué hacía él exactamente.

—Un vaso de whisky y un paquete de Marlboro rojo.

—¿Has probado el whisky? —el mismo tono que había usado la vez que
le preguntó eso en principio, la acababa de usar justo ahora.

"Sabe feo..." por alguna razón el extraño sabor se le vino a la boca y le


revolvió el estómago.2

—Me diste una vez... sabe horrible.3

Taehyung suspiró hondo, estaba empezando a quedarse sin ideas para


hacerle recordar. Pero, siempre la astucia era la madre de las virtudes
del ser humano. Por eso mismo, caminó hasta la ventana y la abrió de
par en par, haciendo que el chico cerrara los ojos por tener contacto
directo con la luz solar en meses. El mayor empezó a desarmar los
ganchos de la cortina, uno por uno hasta que la tela cayó al suelo y en la
parte de arriba solo estaba la pequeña estructura que lo sostenía.

Dos tubos de metal.

El verdugo se alzó en la punta de sus pies y retiró ambos tubos de metal,


los cuales puso en el borde de la cama para que estuvieran
perfectamente vistos por Kook, que empezaba a abrir los ojos un poco
más. El sicario se dirigió hasta el cristal de la ventana de nuevo y la
abrió. La brisa era fría, pero apenas eran las tres de la tarde. Tras haber
hecho eso, agarró el encendedor y sacó un cigarrillo, lo prendió y
comenzó a fumárselo. La Beretta fue activada al jalar el seguro de esta y
dos tiros salieron por la ventana, calentando el cañón.
Mismo cañón caliente que se pegó al borde de la cama haciendo una
pronunciada quemada tras ser sostenido en el sitio por casi diez
segundos.

—¿Qué coño estás haciendo? —inquirió el muchachito confundido—.


¿Para qué estás haciendo esa mierda? ¿Estás loco?

Taehyung rodó los ojos.

—Joder, la mierda sí fue fuerte —tras eso, tuvo una brillante idea—. Hm,
ya sé.1

Inmediatamente agarró la maleta que tenía en una esquina del clóset y


de esta sacó la navaja plateada que siempre tenía, misma con la que
había cortado a Jungkook varias veces, con la que le hizo las marcas de
la frente y el "Kim Taehyung" en los brazos.

Tras levantarse del suelo, se puso frente al rehén, se quitó el cinturón —


con el que le había amarrado esa noche— y lo puso en la cama.
Jungkook medio giró la cabeza y vio el cuero ahí, pero nada todavía. Fue
ahí que Kim extendió la palma izquierda frente a él. El niñito vio su gran
mano abierta y no entendía qué estaba haciendo.

Hasta que el asesino se pasó el filo de la navaja por la palma, en


diagonal. No bastando con eso, tiró la navaja a los pies del muchachito y
tomó la sangre con un dedo para hacerse tres letras en la frente, mismas
que tenía Kook.

Jungkook abrió los ojos y boca totalmente mientras los recuerdos le


llegaban como un huracán.

"¡VAMOS, ASQUEROSO ASESINO HIJO DE PUTA! ¡NO ME DIGAS


QUE DESPUÉS DE VER DE LO QUE ERES CAPAZ DE HACER TE
TIEMBLA LA PUTA MANO PARA MATARME, TAEHYUNG!" Jungkook
yacía en el piso con un dolor corporal que parecía querer matarle y una
adrenalina altísima.

"¡ERES UN GRANDISIMO COBARDE DE MIERDA! ¡UN MALDITO


INSERVIBLE ASESINO QUE NO PUEDE MATARME!"

Taehyung estaba sonriendo vendo la expresión de rencor e incredulidad


del adolescente, a la par que este rememoraba con un tremendo dolor de
cabeza todo lo que había pasado hace casi un mes atrás.

"¡VAMOS, CASTÍGAME HASTA QUE ME DESTRUYAS COMO TANTO


DICES QUE QUIERES HACER! ¡SOY TODO TUYO, ANIMAL! ¡HAZME
SUFRIR HASTA QUE NO AGUANTE! ¡HAZME LLORAR HASTA QUE
ME SEQUE! ¡DETRÚYEME! ¡ACABA CONMIGO! ¡NO SEAS COBARDE,
MALDITO INFELIZ!"

Empezó a removerse en su sitio, las uñas se enterraban en la camilla y


su pecho subía y bajaba con menos lentitud y más rapidez, desesperado.

"¡ACABA CONMIGO COMO HARÍAS CON QUIEN TE MALDIJO CON


ESE NOMBRE! ¡ACABA CONMIGO COMO SI FUERA LA RAZÓN DE
ESE ODIO QUE TIENES ENCIMA, VERDUGO DE MIERDA! ¡ACABA
CONMIGO HASTA QUE NI MI ALMA SE RECONOZCA POR TU
CULPA! ¡MÁTAME, V!"

"¿QUÉ PASO, MI AMOR? ¿TE HIERE LLAMARTE ASÍ? ¿TE JODE


SABER QUE NINGÚN APODO VA A SUPLANTAR ESE NOMBRE? ¡ASÍ
TE LLAMASTE DESDE QUE NACISTE Y TE LLAMARÁS HASTA QUE
TE MUERAS, MALDITO BASTARDO! ¡SIEMPRE SERÁ TU JODIDO
NOMBRE! ¡NO IMPORTA CUANTO LO NIEGUES! ¡TE LLAMAS KIM
TAEHYUNG! ¡NO V, NI SEOKJIN, NI TAE! ¡KIM TAE HYUNG, AMOR,
NO LO OLVIDES!"

"¡NO ES UNA VICTORIA, TAEHYUNG, TU ERES MI VERDUGO! ¡UNO


INÚTIL QUE NO PUEDE MATARME PORQUE ES UN JODIDO
MARICÓN DE MIERDA QUE SE ENCARIÑÓ CON UN PUTO NIÑITO
INFERIOR A ÉL!"

"¡HAZLO, COBARDE! ¡HAZLO AHORA! ¡VAMOS V, QUIERO QUE ME


MATES!"

Y no, Taehyung no lo mató, no lo hizo ni por lo mucho que estaba


retándolo. No lo hizo ni por haberle insultado, no lo hizo, aunque
Jungkook se mantenía tocando los temas que sabía el sicario detestaba.

Lo único que hizo fue herirlo, herirlo terriblemente, follarlo sin piedad y a
la fuerza como la primera vez. Lo único que hizo fue empezar a cortarlo y
marcarlo por todos lados. Recordó el ardor de su pecho, de su frente, el
dolor de su cuerpo, sus rodillas, su cuello, Recordó por qué estaba
postrado en la cama con las manos vendadas, el cuello con un collarín y
gasas en la frente. Le quemó el área de los ojos, le grabó las tres letras
hasta que le cayó sangre en los ojos, le hizo un miradero. Pero no lo
mató.

Risas en la habitación.

Y eso solo le daba unas tremendas ganas de reírse, reírse hasta que se
quedara afónico, reírse demasiado hasta que los ojos le lloraran y el
estómago le doliera.

Y así hizo.
Se empezó a reír, a reír con ganas, se estaba jodidamente riendo, tanto
que la mujer por un segundo vio a Taehyung con una expresión de horror
en el rostro, pero el sicario solamente tenía la boca entreabierta y casi la
misma mirada que ella. De todas las reacciones que pensó que tendría al
recordar, la última que se pudo haber esperado fue un ataque de risa. Lo
último que pudo pensar es que el niñito justo ahora estuviera con la boca
abierta mostrando toda su dentadura y lágrimas resbalando de sus
mejillas rojas al igual que su nariz. Lo último que pensó era escuchar su
misma risa, pero en una peor versión viniendo de Jungkook.22

¿Qué tan mal debería considerarse Kim Taehyung, si esa risa le excitó a
niveles más allá de los sexuales?20

—Q-quiero que lo sedes, Yideku —le ordenó a doctora, cuyas manos le


temblaban viendo a Jungkook apretar los ojos fuerte y seguir riendo—
. ¡Y-YIDEKU QUE LO SEDES!4

—¡NO SE TE OCURRA VACIARME ESA MALDITA AGUJA EN LA VIA,


ASQUEROSA VIEJA DE MIERDA! —El chico le gritó a la señora, que se
removió incómoda por la reacción—. ¡NO ME VUELVAS A SEDAR,
MALDITA ANCIANA! ¡PRIMERO HAGO QUE TE MATEN Y TE DEJEN
EN PEDAZOS! ¡NO TE ATREVAS A VACIARME ESA MALDITA COSA,
MALDITA PERRA SUCIA!8

Ella miró a Taehyung y este a Jungkook, el cual tenía los ojos llenos de
furia y una sonrisa.

—Pero mira nada más, maldito V... ¿me extrañaste, hijo de la gran puta?
—su tono era entre risa y molestia—. ¡Deberías darme besitos y abrazos
como hacías cuando estaba inconsciente, maldito sicario malnacido! ¡¿O
creías que no sentía nada, animal de mierda?!24
Eso, probablemente porque la última vez, al menor se le estaba pasando
el efecto del sedante mientras el sicario lo besaba.

—Sédalo, Yideku.

La mujer destapó la jeringa y casi la vacía en la parte que daba con la vía
en la mano de Jungkook, sin embargo, el muchacho en un ataque de
euforia total se echó hacia adelante, con todo el dolor de su cuerpo y las
vías de su mano que conectaba con el tubo se movió hasta hacer que se
quitara de cerca de la mujer. En el proceso el whisky cayó a un lado de la
cama y mojó parcialmente la esquina.

La máquina medidora del pulso cada vez era más escandalosa y rápida.

—¡QUE NO ME VUELVAS A SEDAR, MALDITA PERRA DE MIERDA! —


se giró hasta posar la vista el Kim—. ¡NO QUIERO QUE ME SEDEN,
CABRÓN HIJO DE PUTA! ¡DILE QUE NO ME SEDE MALDITO SICARIO
DE MIERDA!

—¡SÉDALO YIDEKU!2

—¡No lo puedo sedar en ese estado, jefe! —chilló la señora, viéndolo con
las venas de la frente y parte visible del cuello totalmente expuestas—
. ¡Está demasiado alterado, le puede dar un ataque al corazón!

Kim se aproximó hasta ella tomando la pistola mientras Jungkook se


removía y lanzaba maldición tras maldición hacia ambos.

—¡TE ESTOY DICIENDO QUE LO SED-...!

La mujer agarró las jeringas y las lanzó al suelo.

—¡S-SI LO HAGO SE PUEDE MORIR, TAEHYUNG! —soltó finalmente y


en coreano—. ¡SE PUEDE MORIR DE UN INFARTO, SEÑOR!7
Justo ahí, Taehyung bajó el arma.

Justo ahí, Jungkook se calmó; sabiendo que su muerte para Taehyung


era incluso más importante que lo que significaba su condenado nombre.

Las venas en el cuello del sicario empezaron a hacerse cada vez más
visibles y su diestra empuñando la pistola con fuerza más su pecho
subiendo y bajando con frenesí le hizo saber tanto a Kook como a la
señora, lo alterado que estaba. Taehyung caminó hasta la puerta, la
abrió de par el par y volvió a apuntar a la doctora.

—Sal de aquí y no vuelvas hasta que te lo ordene, Yideku.

La mujer asintió tras una reverencia y salió a paso firme y rápido de la


habitación, dejando al sicario y su rehén solos. Cerró la puerta con
seguro y sin mirar aún a Jungkook, procedió a acomodar la cortina.
Primero colocó ambos tubos en su sitio y seguido guindó cada aro que
portaba la gran tela hasta dejar el cuarto con menos claridad.

La pistola se la colocó dentro del cinturón, el vaso y los cigarrillos los dejó
todos en la parte de arriba del estante. En el suelo había algunas gotas
de sangre producto de la herida que él mismo se rajó, así que con un
algodón presionó la palma de su mano para calmar la hemorragia y luego
vertió un polvo cicatrizante en esta para envolverlo en gasa y luego una
cinta que mantenía esta en su sitio.

Todos sus movimientos eran escaneados por Jungkook, que no podía


quitarle la mirada de encima ni aunque quisiera.

—Siempre estaré contigo, pequeño Jeon —bramó Kim justo al posarse a


un lado de la cama—. Estoy tan dentro de ti, que ni perdiendo la memoria
podrías llegar a olvidarme.
—¡Púdrete, maldito hijo de puta! —le atacó efusivo—. ¡Eres un maldito
sicario hijo de puta!

No obstante, Kim solo soltó una risa y miró hacia arriba para luego
conectar la vista con su pequeño Jeon. Cuando lo vio de frente, le tomó
fuerte por detrás de la cabeza y a la fuerza plantó un profundo besos en
sus labios, sin cerrar los ojos y dejar de verlo, justo como Jungkook.

Y cuando se despegó, lo único que recibió fue la saliva de Jungkook en


el ojo izquierdo; el chico lo había escupido en la cara.19

Pero Taehyung solo sonrió despreocupadamente y se despegó de él. Se


subió el borde de su camisa y se quitó el escupitajo del rostro con total
parsimonia.

Igual lo contó a la lista de cosas que cobrarle.10

—¿Tienes hambre, sed, ganas de ir al baño? —preguntó con suma


tranquilidad—. ¿Quieres ver telev-2

—¡TENGO GANAS DE QUE TE MUERAS CABRÓN! —el chico se


enderezó pese al dolor y quedó cerca de su cara—. ¡TENGO GANAS DE
ROMPERTE EN MIL PEDAZOS HASTA QUE TU MALDITO CUERPO
SE DESANGRE Y TE MATE, ANIMAL DE MIERDA!

En ese momento Taehyung lo miró desde arriba, con socarronería, y dio


la vuelta por la cama para ir hasta el lado derecho. Con manos hábiles,
desató la correa que sujetaba la mano de Kook y se la posó en la cama.
Fue hasta el medio de ella y tras jalar el cuello de su camiseta, se la sacó
tirándola en dirección al mueble y quedando sin camisa frente a Kook
que tenía molestia e incredulidad en el rostro.
Entonces, se sacó el arma detrás del borde de su pantalón, quitó el
seguro y la tiró cerca de la mano de su prisionero.

—Entonces mátame si tienes tantas ganas, Jeon Jungkook —le dijo de


frente, abriendo los brazos en totalidad—. Vamos, precioso, tienes una
pistola cargada con ocho balas y a Kim Taehyung sin camisa e indefenso
frente a ti, ¿qué esperas para acabar con su vida, amor?28

Jungkook lo miró con total desdén y tomó el arma. Calculó el peso, en


efecto estaba cargada. Vio el seguro hacía atrás y sabía que podía
disparar todas las balas que quisiera.

—¿Qué esperas, Jeon Jungkook? —insistió Taehyung, aún con los


brazos abiertos de par en par—. Una en la cabeza y me muero casi
inmediatamente —señaló su frente con manchas de sangre—. Una en el
corazón y muero al momento —llevó los dedos a su pecho—. Una en la
femoral y me atravesaría hasta el hueso —los dedos fueron puestos en
su muslo—. Dispárala justo donde quieras, amor, soy todo tuyo.

—¿Eres mío, Taehyung? —curioseó con un tono totalmente dulce y el


sicario abrió los ojos de par en par y asintió—. ¿Eres mío, V?8

—Dispara.8

Dos tiros a la puerta del baño, dos tiros a la ventana, dos tiros a la puerta
del clóset, un tiro a la pared detrás de Taehyung —un poco más a la
derecha y le da en el esófago— y un tiro al suelo, entre las piernas del
asesino que en ningún momento cerró los ojos, movió el cuerpo o
siquiera tembló.1

—Tu no mereces morir por una bala en tu cuerpo, Kim Taehyung —


espetó el muchachito, enderezándose—. Mereces morir tan horrible que
ni el diablo mismo pueda reconocer tu maldita cara cuando llegues al
puto infierno, maldito hijo de la gran perra. ¡Tú mereces sufrir!1

Tras eso, Jungkook le tiró la pistola a los pies y lo miró con superioridad y
odio. Taehyung sonrió ladino y agarró el arma, el cañón caliente aún
quemaba, por eso la colocó arriba de la mesa.

—Es gracioso que estés actuando de esta manera conmigo justo ahora,
pequeño Jeon —el asesino se acercó a su rehén y con la punta de su
pulgar delineó sus exquisitos labios. Le miraba con reproche mientras
amarraba otra vez su mano a la cama—. Aunque sinceramente no me
sorprende ni me disgusta.

—¡¿Por qué estás hablando tanta mierda?!

—Porque sé que, después de todo, una de las peores partes de mi te la


has quedado tu —le señaló—. Y me encanta como no tienes
idea, pequeño Jeon.1

Kook rodó los ojos y apretó fuerte sus manos en puños, no importaba si
dolían poco.

—¡¿Cómo puta mierda sobreviví si me desangré hasta desmayarme,


maldito hijo de puta?!

El mayor soltó una pequeña risa.

—Cuando hay miedo, Jungkook, el cerebro del ser humano exagera el


peligro al que le exponen en un sesenta por ciento —explicó al niño—.
Es un estado de alerta natural que sale gracias a que hay una amenaza.
Lo cierto es que sí te desangraste, precioso, pero no suficiente para
morir, porque no toqué ningún área mortal. Créeme, soy sicario, se
dónde dar para matar, para herir o para asustar —una mano la pasó por
la mejilla de su bebé—. Y contigo solo hice las últimas dos, mi cielo.

—¡VETE A LA MIERDA, BASTARDO HIJO DE PERRA! ¡ME


APUÑALASTE Y ME RAJASTE EL PUTO CUELLO!

—La arteria importante en el muslo es la femoral, y yo no te di ahí. Te


enterré una daga de tres centímetros de largo en la parte interna. Solo
tocó carne, ninguna arteria importante —mientras hablaba, sus dedos
viajaban con calma por cada parte del muslo lastimado del niñito sin
herirlo—. En el cuello está la yugular, y es de lado. Te rajé el cuello de
frente y en la parte de abajo —se pasó el índice por su propia garganta—
. Ninguna quemadura hecha con un cañón caliente puede ser mortal,
pero dejan marcas por toda la vida al tocar las primeras tres capas de
piel —allí miro las rodillas—. Las rodillas si sangraron terriblemente, pues
caíste al suelo y la piel se desgarró al punto que tuvieron que darte
puntadas. El yeso del tobillo debe durar seis semanas y ya llevas tres —
sacó el número con su dedo—. Así que no debes mortificarte, pequeño
Jeon.

Jungkook lo veía con recelo.

—¿Y la sangre, hijo de puta? ¿Cómo coño perdí tanta sangre y no estoy
muerto, maldito de mierda?8

Esa sola pregunta tocó todo dentro de Taehyung, por lo que se acercó a
él y le tomó firme el cuello, poniendo la mano abierta sobre el collarín y
apretó ligero solo para que pudiera moverse mientras le susurraba al
oído.

—Mi sangre está en tus venas ahora, pequeño Jeon. Mis heridas
también fueron por una transfusión hacia ti —le susurró haciendo que
todo dentro de Jungkook diera un escalofrío—. Tu vida está tan en mis
manos, que soy capaz de llevarte a la muerte y sacarte de ahí yo mismo
las veces que quiera. Eres mío, pequeño Jeon.3

—N-no —se removió incómodo, más su victimario enredó los dedos


entre aquel cabello y lo mantuvo en su sitio.

—Te dije que iba a adueñarme de ti, Kookie —el borde de aquella oreja
fue atrapada entre los tibios belfos rosa de Taehyung—. Que tomaría
todas tus partes y las haría mías. Te lo repetí y siempre me salgo con la
mía —comenzó a dejar besos en el área detrás de la oreja del chico—.
Tus pensamientos me tienen a mí por cada vez que te hablé o hice algo
en tu contra. Tu cuerpo me pertenece a mí por cada vez que te follé y
besé. Tus lágrimas, sufrimiento, ganas de morir y de vivir son gracias a
mi por cada vez que te hice sentir el mismo infierno —los besos bajaron
hasta el borde del collarín y lamió la zona expuesta—. Eres tan mío que
incluso si me alejara de ti, seguiría físicamente contigo. Hasta el día de tu
muerte me tendrás dentro de ti y eso nunca en la vida podrás
cambiarlo, pequeño Jeon.8

Terminando de hablar, Taehyung le apretó sumamente fuerte las mejillas


hasta abultarle los labios. Adosó los suyos con presión frente a los
impropios y entre sus dientes le mordió el inferior al chico, hasta ver un
punto de sangre que lamió para soltarle las mejillas y adentrar su lengua
en un besuqueo al que Jungkook se acostumbró; besándolo con la
misma maldita brusquedad con la que siempre le comía la boca.
Adentrando su sinhueso para enredarla con la de su captor, el cautivo
continuó hasta que él mismo mordió el labio de Kim para lastimarlo y
hacerle sangrar. El sicario se separó un segundo, relamiéndose la zona
con la pequeñita herida y entonces se impulsó hasta hacer que la cabeza
del chico se pegara a la cama y no pudiera despegarse por tener la
cabeza de Taehyung frente a él besándolo. Hasta que el mayor se quitó
y quedó mirándolo a los ojos. Odio; eso había dentro de los fanales
negros de su pequeño Jeon. Odio y rencor.

—¿Y qué puta mierda significa eso, maldito infeliz? —habló Kook, con
calma.

En cierto punto, el secuestrador sabía que podía atormentarlo, molestarlo


o calmarlo solamente con un beso. Ese era el efecto de control que
gozaba de ejercerle.1

Kim se sentó en el borde de la camilla, un brazo lo paso por encima de


aquellas piernas y el otro se mantuvo en su cara.

—Significa que yo solo soy capaz de herirte hasta casi matarte, pero no
quitarte los signos vitales al cien por ciento —sus manos daban caricias
en el pómulo de su pequeño Jeon—. No mientras te tenga yo, precioso.

El niñito se removió.

—Deja de tocarme.

Taehyung quitó la mano de su cara y el chico le miró con total recelo.

—¿Qué es todo esto? —volvió a intervenir—. ¿Es un hospital de verdad?

Los ojos del maleante pasearon por todo el lugar.

—No es como si llegara alguien con el corazón afuera y le vayan a salvar


—explicó al niño—. Pero sí está mayormente equipado para atender
emergencias de primer y segundo grado.

—¿Y quién es el dueño de esta mierda?

Aquella mirada tétrica lo horrorizó.


—Acabas de besarlo.

Los ojos de Jungkook se abrieron de par en par. No teniendo credulidad


total de aquello, porque no conocía una faceta de Taehyung lo
suficientemente... poderosa, como para esto.

—Mientes —se negaba a creer aquello.5

—¿Para qué diría que tengo un edificio y una clínica particular?

—¿Qué mierda se yo? —espetó—. Tu eres un maldito enfermo de


mierda, puedo esperar cualquier puta cosa y la vez ninguna de ti. Así que
no creo que sea tuyo.1

—¿Crees que, si fuera un simple sicario común y corriente, siguieras


conmigo? —en ese momento se cruza de brazos—. Eres el hijo menor
de Jaeban y único heredero legítimo de Kyong delante del montón de
hijos regados de tu papá. ¿No crees que, si V fuera un simple matón, no
habrían dado ya con él y te hubieran rescatado en las primeras dos o tres
semanas como máximo?

Pues, tenía un punto, un punto totalmente correcto y valido. Kyong tenía


ojos en todos lados y si no habían dado con él todavía debía ser por
algo.

—¿Q-qué dices?

—Me gano la vida matando, pero no porque me paguen por eso, sino
porque así infundo miedo en todos y abro puertas que ningún otro puede
abrir, Jungkook.

—A... a t-ti solo te pagan para matar...1


—Mi amor... no soy un simple hombre al que le pagan para
matar, pequeño Jeon —su mirada era oscura y con superioridad,
jactándose en aquella expresión en su niñito—. Soy un hombre peligroso,
astuto y poderoso. Así que debes saber que cuando el peligro, la astucia
y el poder se juntan, nada ni nadie los pueden parar.

—¿Cómo es que tien-... —antes de hablar, escaneó la cara de Taehyung


y todas sus facciones—. No pasas los treinta, ¿verdad?

—¿Por qué? ¿te asusta que tenga más de treinta? —preguntó con
sonrisa ladina y alzando una ceja.1

Jungkook rodó los ojos en frustración y el aludido rió, poniéndole una


mano en el muslo.

—Tengo veintiséis, pequeño Jeon —confesó por primera vez—. Treinta


de diciembre del 86.4

Maldito enfermo de mierda.

—¿Cómo es que con veintiséis tienes... esto? —sus ojos se pasearon de


nuevo por el sitio.

—A tu edad no me daban los dedos de las manos para contar a la gente


a la que le había quitado la vida —su palma entera viajó al frente del
niñito y la cerró en un puño—. Básicamente, me codee con gente que
tenía suficiente poder, pero su sensibilidad no los dejaba tener suficiente
maldad. Yo no tenía poder ni sensibilidad, pero si maldad. Entonces me
uní a ellos y gracias a la maldad, conseguí el poder.

Y otra vez, Kim Taehyung tenía un punto. Otra vez, Jungkook sentía que
Kim Taehyung tenía razón en algo y no le gustaba sentir eso. Otra vez,
hablaba como una persona normal y el niñito no quería pensar que podía
llegar a ser astuto e inteligente y hablar con base siendo quien era. Pero
justamente estaba haciendo eso.

—Todo por no matar de manera... normal —terminó el sicario.

—¿Para ti qué mierda es normal?

—Un tiro en la cabeza es banal y normal.

—¿O sea que... cuando... cuando matas no es porque te piden que lo


hagas así sino... sino porque te gusta matar así?

—Yo pensé que ya lo tenías claro —justo ahí una de sus manos viajó al
cabello de Kook y empezó a torcerlo entre sus largos dedos—. A veces
es por quien lo pide, como la vez que viste a la m-

—La tipa embarazada —adivinó, acertando en el proceso—. Y otras


porque te gusta, como los tipos que estaban en la silla.

—Exactamente —otra de sus manos fue de nuevo a la muñeca de


Jungkook y desabrochó la correa, liberándola, pero agarrándola fuerte de
la muñeca—. Por eso es que la gente que me conoce me teme, obedece
y respeta. Porque hago lo que no todos pueden hacer.

En ese momento, Taehyung se acostó al lado del chico.

—¿Q-que haces? —le reprochó de frente—. Sal de aquí, v-vete al


maldito mueble.

—No.3

Taehyung agarró la mano y se la puso de nuevo a la altura de la correa.


El chico forcejeó, pero Kim tenía más fuerza así que la volvió a atar,
acostándose luego de lado, con la cabeza viendo a Jungkook.

—¡No te quiero cerca de mí! ¡Sal de aquí!


—Deja de hacer berrinches, me duele la cabeza.

Y joder, que Jungkook se exasperó.

—¡A MI TAMBIÉN ME DUELE LA PUTA CABEZA! ¡ME DUELEN LOS


PUTOS BRAZOS! ¡ME ARDE LA PUTA ESPALDA! ¡ME DUELEN LAS
PIERNAS Y LAS CADERAS! ¡ME DUELEN LOS OJOS Y HASTA EL
PUTO CULO! —gritó sumamente alto, pataleando en la cama tras cada
grito, valiéndole mierda el dolor—. ¡SAL DE LA MALDITA CAMA Y NO
ME JODAS, SICARIO DE MIERDA, JÓDETE!

Y Taehyung solo rodó los ojos, se deslizó debajo del brazo suspendido
de Jungkook para salir de la cama y apretó el botón que llevaba el
espaldar hacia atrás para que de una vez se durmiera. Finalmente se
dejó caer en el mueble, quedándose dormido a los pocos minutos debido
a todo el agotamiento y desveladas del mes.6

Jungkook tragó su rabia y se dispuso a mirar el techo. ¿Podía llorar de


rabia? Si. ¿Iba a solucionar algo llorando? No. ¿Se sentía
triste? No. ¿Molesto? Si. Jodidamente molesto y con una rabia que no se
le quitaría por muy, muy pronto.

Entonces, cuando escuchó la respiración lenta de Taehyung y le vio con


un brazo debajo de la cabeza, una pierna flexionada y el cabello en la
cara, sabía que estaba totalmente dormido.

—Un simple mocoso insolente ha podido contra toda tu puta coraza,


sicario de mierda —sus ojos veían fijos los cerrados de Taehyung—.
Eres la mierda más débil que he conocido en toda mi puta vida, infeliz. Si
no pudiste matarme...

Y ahí, estalló en una estruendosa risa. Una risa mala, una risa que lo
estaba volviendo eufórico, una risa que detestaba ampliamente porque
estaba riéndose con el mismo tono en que Taehyung reía, pero eso nada
más le estaba causando aún más risa. Tanta, que sus ojos se llenaron de
lágrimas y por sus mejillas empezaron a rodar. Tanto que tosió un par de
veces en busca de aire porque el ataque de risa eran tal que sentía que
podía asfixiarse en algún momento. Tanto que se echó hacia atrás al
espaldar de la camilla cuando el estómago empezó a dolerme de tanto
reír. Reír como él.

Respiró profundo, las últimas carcajadas brotando de su garganta de a


poco.

—Es porque de todos modos te mataré yo, Taehyungie... y no hay nada


que puedas hacer al respecto.30

XXVII: Slaboumiye.

(⚠)23
La mayoría de la luz solar, que ya no era tan incandescente, se filtraba
por la ventana y la sombra de los barrotes de hierro pintados de color
blanco daba en la cara de Jungkook.

Llevaba varios minutos viendo hacia la construcción abandonada que se


reflejaba por aquella ventana. El edificio donde él se encontraba, tenía al
menos unos diez pisos de alto, pues el techo de su construcción era lo
que podía ver gracias al campo visual. Según Taehyung, estaban en un
pent-house, por lo tanto, creía que la cantidad de pisos era esa.
Jungkook giró la cabeza al techo, un reloj de pared estaba en todo el
frente de la cama y según la hora eran aproximadamente las tres y ocho
minutos de la tarde. Hacía más de cuarenta minutos que se hubo
levantado luego de dormir al menos doce horas. El cansancio corporal
era tal, que de todo el tiempo que estaba despierto, al menos el 70% se
lo pasaba acostado en una cama viendo uno que otro documental que
pasaban en la televisión. O, por el contrario, viendo a la ventana y el sol
o atardecer a golpe de cuatro y media. Luego cuando ya le era oscuro, el
sueño lo vencía hasta el otro día para repetir todo.

Y la situación era extremadamente extraña, casi que surreal.

Hace semanas —o meses, quizá. No llevaba la cuenta, se resistió a


llevarla luego de perderla más de tres veces—, estaba encerrado en una
cabaña solitaria, oscura e incómoda; él sucio, a veces sudoroso y
pegostoso, a veces llorando o malhumorado, otras simplemente en un
estado de constante alerta esperando que Taehyung llegara e hiciera con
él lo que le diera la gana; ya fuese tan solo hablar alguna mierda,
maltratarlo, torturarlo, darle la comida o quizá follárlo por largos ratos
hasta que su cuerpo no diera para más y estuviera al borde de un
desmayo. Esperando a lo mejor molestarse para que lo golpeara y
castigara, se repitiera la rutina y siguiera sufriendo como un jodido
desquiciado. No había luz solar, no había aire fresco, no había nada que
le dijera que podía salir de allí. El infierno según era el peor lugar que
existía, pero claramente los que decían eso no tenían ni una mínima idea
de lo que pasaba Jungkook.

Porque en el infierno solo te torturan el alma, con Taehyung era el alma,


el cuerpo y hasta la mente.

Ahora estaba en una habitación de hospital que tenía una cama cómoda,
una sábana limpia, entraba luz solar, se escuchaba la brisa, se
escuchaban algunos ruidos de autos a lo bastante lejos, algunos pájaros
a veces se paraban en el borde de aquella ventana solo por unos
segundos, había aire acondicionado que le enfriaba los huesos y debía
usar al menos tres mantas corporales. Comía tres veces al día cuando
llegaba la vieja de mierda llamada Yideku a darle la comida, iba al baño
con ayuda de la misma vieja puta, bebía agua con ayuda de la misma
vieja y básicamente desde que despertó, ella era la única persona que
podía ponerle un dedo encima sin que Taehyung entrara en cólera y le
pusiera una Beretta en el cráneo.11

Como tres días atrás, que entró una chica joven a dejar unas sábanas y
vio que el cuello de Jungkook estaba doblado en una posición incorrecta.
Ella lo tocó para acomodarlo mejor, pero cuando Taehyung salió del
baño y miró que la muchacha tenía las manos en el cuello de Kook, le
pegó un grito que la dejó casi llorando y la mandó a salir; si volvía a verla
la iba a matar. O el muchacho que le pasó una botella de agua a
Jungkook —cuando él mismo se la pidió—, y Taehyung hizo la misma
escena, pero esta vez acercándosele al tipo y clavándole los ojos casi
que hasta traspasarlo mientras el arma se la enterraba en la sien. Y,
aunque Yideku era la única que podía tocarlo —y que tenía cierto tipo de
confianza con Kim—, también le dijo que le iba a meter un tiro el día que
le quitaron el collarín y el muchachito se quejó diciendo que le dolía la
herida del cuello, entonces Kim dijo ''¡Maldita sea, Yideku! ¡Si el niño se
vuelve a quejar de que le duele, la próxima persona que va a estar
suplicando vas a ser tú!'' cosa que la hizo pasmarse en su sitio y curar la
herida de su cuello de forma extremadamente lenta y suave.11

Y, si la situación de estar así le era extraña, la actitud indiferente a los


berrinches y altamente posesiva de Taehyung era incluso peor.1

Mientras estuvo ahí, descubrió que el edificio era suyo, todas las
personas que vivían ahí trabajaban para él y las que no trabajaban para
él, le debían alguna cosa y estaban bajo sus órdenes. Bueno, no le
sorprendía del todo, aunque sinceramente lo que menos había esperado
era que Kim Taehyung no fuera solo un sicario malnacido y ya, sino que,
de hecho, era un tipo con contactos, dinero, influencia y poder para hacer
muchas cosas. Lo de sicariato era más como una satisfacción personal,
que porque de verdad necesitara dedicarse a eso para ganarse la vida.

Tampoco esperó que todo diera un giro turbulento y ahora estuviera en


un sitio el cual, si bien no era perfecto y sano —por el contexto de la
situación—, era cómodo y agradable considerando los lugares pasados a
los que hubo sido expuesto. Mas, no bajaba la guardia; la molestia, el
rencor y las ganas de quemar el cuerpo sin vida de Kim Taehyung
después de haberlo matado a puñaladas y sacarle los órganos para que
se los comiera un perro seguían. Si, justamente eso.5

Dentro de Jungkook parecía empezar a florecer algo maligno.25


Y, hablando de Taehyung, desde que despertó no entabló conversación
con él. En la noche se levantó y Yideku les trajo comida a los dos. El
asesino comió solo mientras veía una película y la japonesa le dio la
comida a Jungkook, que se mantuvo callado observando al contrario ver
una película de matanza y reírse cual persona normal cuando los efectos
de sangre le parecieron irreales. El segundo día lo vio en la mañana
armando un maletín con unas pistolas mientras se fumaba un cigarrillo y
el humo lo exhalaba hacia la ventana porque Yideku advirtió que la
nicotina le hacía daño a Jungkook por ahora. Después de ahí se fue en la
tarde y tras decirle a la doctora: ''que nadie que no seas tú, le hable, lo
toque o siquiera lo mire'', se fue y ya habían sido varios días que no lo
veía ni sabía qué coño fue a hacer.5

Jungkook ladeó la cabeza, el dolor de las heridas iba disminuyendo poco


a poco, justo ahora tenía costras en todas ellas y la vieja dijo hace unos
días que pronto le tocaba reemplazar todas las vendas de su cuerpo,
pues debían hacerlo cada cinco días para que cicatrizara rápido y no
se ''sancocharan'' dentro de las gasas. Cosa que no quería que hiciera la
vieja de mierda. No quería que le pusiera las manos encima y lo viera
así, por más que fuese, le daba asco que le vieran con una puta lástima.
Los ojos de la estúpida mujer que lo cuidaba eran los mismos que ponía
Namjoon cuando lo veía, los mismos del tipo con cabello color chicle de
fresa y del otro hombre que trabajaba con Taehyung. Entonces no quería
que nadie le viera así, el único que lo veía en ese estado y no ponía
aquellos malditos ojos de lastima era el mismo que lo provocó.3

Y Jungkook, aunque le costara admitirlo, prefería tener encima los ojos


de Taehyung que los de cualquier otra persona. Porque los ojos de
Taehyung no reflejaban lástima.1
Pero, las cosas que como persona se quieren y aspiran, no siempre son
posibles de hacer. Y Jungkook lo supo en el momento en que la puerta
fue abierta de par en par y dejó exhibir a la maldita vieja con una bandeja
de comida y detrás de ella una chica con un maletín.3

—Al fin despiertas, niño —pronunció la mayor, adentrándose y dejando la


charola en una mesa. Tomó el maletín de la chica y luego esta salió del
cuarto y Yideku cerró la puerta, poniendo el maletín en el mueble—.
¿Cómo te sientes?

El niño solo rodó los ojos con unas inmensas ganar de descabezar a la
vieja y sus preguntas innecesariamente estúpidas.6

—Me siento perfecto, maldita vieja de mierda —cortó tajante, observando


a la tipa de frente con descaro y rencor—. Casi que me pongo a llorar de
lo feliz que estoy.33
La fémina tan solo parpadeó un par de veces y suspiró.

—No seas un niño malcriado —se quejó—. Yo no tengo la culpa de que


estés así.

Maldita y asquerosa anciana desgraciada que quería matar.19

—¡¿Entonces para qué maldita mierda preguntas cómo estoy si estás


viéndome, cabrona hija de perra!? —chilló el niño, con ojos bien abiertos
y una de las venas de su cuello levemente expuestas—. ¿Tengo cara de
estar bien, hm? ¡¿Tengo cara de sentirme bien, maldita?! ¡¿Ah, lo
tengo?! ¡Dime!4

Y no supo qué fue peor, si la sola presencia de la doctora o la cara de


paz y armonía en el rostro de ella, aún cuando quien se alteraba era él.
Yideku solo se cruzó de brazos.
—Actuar altaneramente y la defensiva no va a mejorar tu estado —bramó
con severidad.

—¿No que no hablabas coreano, zorra de mierda? —su semblante se


relajó, pasando de ser de molestia a un total fastidio—. Mejor cállate la
puta boca y no me estés jodiendo.9

—Hablo coreano cuando el receptor no entiende mi idioma natal —


contesta a la pregunta en tono obvio y neutral—. Por lo tanto, lo debo
hablar contigo porque es el único que conoces, niñito.

—Se inglés —informó tras cruzarse de brazos.

—Felicidades, yo no.32

Ella expuso una sonrisa hipócrita. Jungkook solo formó una mueca seria
y giró de nuevo la vista hacia la ventana para no verle la cara. Todo,
hasta que escuchó cómo ella arrastraba uno de los bancos para dejarlo
al lado de la cama y la bandeja de comida la colocó en sus piernas. El
olor era agradable e inmediatamente a Jeon le despertó el apetito que
con anterioridad no tenía. Sin embargo, no quiso cuidados de ella, no
quería nada que ver con ella, cada vez que la mujer le hacía algo, podía
ver en sus ojos esa mirada que odiaba y detestaba desde lo más
profundo de su ser; la maldita lástima.

''Mi hijo debe ganarse el respeto y la obediencia, jamás la asquerosa


lastima de gente inferior...''

—Debes comer, niño —con toda la paciencia del mundo, Zo Yideku


bramó aquello; logrando sacarle de su ensimismamiento—. Si no comes
bien, puedes desmayarte. Son ordenes de V.
—Pues dile que se meta sus órdenes por el puto culo y deje de joderme
la existencia.2

—Me temo que soy su doctora, no su buzón de mensajes —Yideku se


echó hacia atrás en su asiento—. Dile eso tú cuando venga.16

En ese momento, el rehén frunció el ceño y giró lento su cabeza hasta la


mujer. Escaneó el plato de comida, no iba a mentir si decía que olía bien,
se veía bien y seguro sabría bien por la cantidad de verduras, carne y
condimentos que poseían y le otorgaba un color atrapante. Decidió que,
quizá justo ahora, debería comer de verdad y que no le importara.

Con lentitud giró su rostro hacia la mujer que estaba despegando unos
palillos de madera y la miró con evidente semblante de "¿qué más da?",
pero ella tan solo vertió un sobre de condimento rojo en el plato hondo y
comenzó a revolverlo. Tras eso, puso el utensilio cerca de Jungkook y
sacó con los palillos algo de la comida —unas verduras con carne y
salsa— llevándosela al niño a la boca, el cual abrió ligeramente y
comenzó a masticar.

La acción se repitió un par de veces, Jungkook tragó casi la mitad del


plato rápido por la tremenda hambre que tenía, ya su garganta no
punzaba tanto cada vez que tragaba, así que podía comer más rápido. Al
rato comenzó a comer con más parsimonia ya que empezaba a sentir el
estómago menos vacío. No decía nada ni preguntaba ninguna cosa, solo
pensaba en blanco mientras Yideku se encargaba de alimentarlo con una
cara normal; quizá por esa razón era que él estaba tranquilo y no a la
defensiva, ella solo cumplía al pie de la letra su trabajo. A él no le
molestaba siempre y cuando pudiese verla con las cejas en su sitio y no
la maldita vista de "pobre niñito, esta destruido"
Tras unos veinte minutos, el último pedazo de carne se lo llevó ella a la
boca porque Kook ya estaba demasiado lleno. Yideku tomó una servilleta
de papel y se la pasó por la comisura de los labios. Colocó la bandeja en
la mesa de al lado e iba agarrar el maletín, cuando se oyó un repiqueteo
en su bolsillo.

La mujer sacó el teléfono viendo un número desconocido reflejarse en la


pantalla.

Atendió.

—Buenas tardes —saludó con neutralidad—. ¿Quién es?

Oyó una ligera respiración del otro lado e inmediatamente supo de quién
se trataba.

—¿Se despertó?

—Hace rato, señor —le avisó a su jefe, girando su cuerpo para no ver a
Jungkook—. Acaba de terminar de comer.

Del otro lado de la línea, Taehyung se mantuvo sentado en una silla de


cuero, girando aquella navaja entre sus largos dedos llenos de sangre al
igual que la mayoría de su cuerpo. Sus ojos vagaron por el lugar con una
mirada profunda y oscura, escuchando las gotas del carmesí líquido
ajeno impactar contra el suelo en un charco de sangre. También escuchó
los jadeos de tres personas más que aún se mantenían —
temporalmente— con vida, la cosa es que tenían un trapo metido en la
boca y el sonido permaneció disipado.

Goyong, su preciosa y extremadamente violenta compañera de


desastres, un cruce de pitbull y gran danés, también estaba llena de
sangre y masticaba parte de un brazo. Viéndolo bien, no sabía si ese
brazo —que era el alimento del animal—, pertenecía a la chica
universitaria que iba caminando hasta su casa y que estaba suspendida
y desangrada, del señor que llevaba unas cosas de ferretería que
terminó vuelto cenizas, o del niño de al menos ocho años que portaba un
bolso de superhéroes. Probablemente era del niño, que por cierto se
encontraba guindado por la cabeza en el techo, un gancho traspasaba su
cabeza; ahorcado hasta asfixiarse, con hematomas producto de los
golpes que le dio y con solo el torso pegado al cráneo, pues sus piernas
y brazos yacían repartidos en algún lugar de ahí. Si, Goyong se estaba
alimentado de la carne humana de un niño que su dueño aniquiló.32

—¿Se comió todo? —volvió a preguntar tras un rato, viendo al pitbull


desgarrar la carne y también comérsela salvajemente.6

Yideku escuchó esa voz más ronca, profunda y tétrica que otras veces.

—Sí, señor —repitió su empleada—. I-incluso dejó un poco.

Kim se levantó de aquella silla, metiéndose la navaja en el bolsillo, y


sonrió maliciosamente al encontrar el miedo en los ojos de las últimas
tres personas que estaban desnudas y sentadas en un banco, amarradas
con los brazos para atrás con pesadas cadenas de hierro. Un collar lleno
de clavos se posaba en el cuello de cada una de ellas y por cada vez que
respiraban y tragaban; el collar desgarra la carne haciendo que hilos de
sangre se deslizasen de su cuello hasta el abdomen. Lloraban,
suplicaban, rezaban y negaban, sus ojos yacían rojos de miedo y
desesperación, sus narices y bocas hinchadas de tanto berrear como
animales en matadero; no muy lejos de la realidad. El muchacho de unos
dieciocho años que se encontraba sentado, apretando los ojos fuertes y
mirando hacia abajo, tenía en la frente una herida que
rezaba "Jungkook" y que destilaba rubí líquido, haciendo que esa sangre
de sus venas llegase hasta metérsele en los ojos.

Estaban aturdidos de miedo, porque iban a morir y Taehyung no puede


estar más dichoso con aquello.

—¿Ya le curaste? —su diestra con anillos viajó hasta la frente del chico
con cabello rubio, y tras quitar la sangre, miró las incisiones que le
quedaron perfectas, porque están en alfabeto romano y en cursiva, no en
hangul. Ocho letras en total según la escritura, decidió hacerlo así porque
era más largo, tortuoso y desesperante para la víctima, que solo tratarlas
en letras coreanas, al igual que el "VDV" la "T" y el "Kim Taehyung" que
porta Jungkook en algunas partes del cuerpo—. Yideku... ¿curaste a mi
niñito, hm?

La mujer parpadeó, sabiendo que él hacía algo, porque ahora que estaba
cerca, Zo pudo lograr escuchar perfectamente los quejidos de algunas
personas; victimas del verdugo.

—N-no señor, estaba esperando que comiera para hacerlo —los dedos
de Yideku iban tamborileando con una ligera ansiedad el mesón de
madera.

—¿Estás nada más tú, Yideku? —formuló el sicario, abriendo los ojos de
par en par hacia el chico que tenía en frente, que ya no daba más
lágrimas para llorar—. No quiero a más nadie dentro de esa mierda.

—Si, señor, e-estoy solamente yo —contestó rápido—. Joohyun trajo una


bandeja conmigo, pero ya se fue. Nadie lo ha tocado —negó
rotundamente—. ¿Cuándo viene usted?

Kim apoyó el teléfono entre su oreja y su hombro, jaló la manga larga de


su camisa negra, exponiendo el reloj; eran casi las cuatro de la tarde y
quedaban tres personas. Calculando el tiempo, debería llegar en unas
horas, pero la verdad es que se moría por ver a Jungkook y estar solo
con él.4

—Dentro de unas horas, estoy ocupado —le avisó a la fémina—. Llegaré


a eso de las seis, y por favor necesito que Hyunsik y Seojoon estén ahí
para cuando yo llegue. Tengo todo el auto lleno de sangre.7

Fue ahí que Yideku se puso una mano en la frente y sobó con ligereza. A
todas estas, Jungkook estaba viendo la televisión, pero sabe que con
quien habla la mujer, es Taehyung. Algo le dice que es él.

—¿Qué pasó, s-señor? —una pequeña alarma estalló en ella—. ¿Está


bien?

—Físicamente si, Yideku —corroboró—. Pero mentalmente, para nada.7

El sicario solo sonrió, en ese instante desabrochó dos botones de su


camisa y dejó expuestas sus clavículas. El lugar era caliente, más aún
sabiendo que la mesa de hierro estaba calentándose hasta quedar al rojo
vivo, donde pondrá a una de las personas que yacen amarradas ahí,
hasta que muera calcinada y después quizá su cuerpo se lo dé de comer
a alguna de las restantes hasta que se vomiten o lloren por lo grotesca
de la escena.7

Se rió cual maníaco de solo pensar en los gritos que pegarían cada uno
de ellos cuando los matara.

—Jefe...

—Estoy intacto, Yideku —tranquilizó a la nerviosa señora—. Hazme el


favor de curar a mi niñito de pies a cabeza, cámbiale las vendas y lo
bañas.
—Señor ya le dije que usted no pued-

Kim gruñó antes de que le dijera la retahíla de que a Jungkook no puede


follarlo, no puede golpearlo, no puede tocarlo mucho, ni siquiera puede
fumarse un cigarro tan cerca o básicamente se le infectarían las heridas.
De pura coña podía darse el gusto de besarlo y eso solo porque no tiene
heridas en la boca que puedan infectársele, o quizá ya sus salivas eran
una.

—No le voy a hacer nada, vieja —pronunció con gravedad—. Deja el


estrés y no jodas tanto. Solo haz lo que te ordené y punto.2

—Bueno, está bien.

En ese momento, Taehyung se alejó de las personas sentadas en aquel


banco y fue hasta frente a una silla. Ahí yacía un cadáver ensangrentado,
el primero de los diecisiete que se propuso aniquilar —y de los que solo
quedaban tres—. Un muchacho ligeramente más bajo que él, como de
unos veintitantos años. El cadáver tenía todos los dientes torcidos, ya
que sacó algunos con la gruesa pinza. La mandíbula la portaba llena de
sangre entre húmeda y seca. El cráneo poseía un hueco tan profundo,
lleno de un pozo viscoso de sangre y coágulos oscuros, que la imagen
era horrorosa, porque no solamente la aplastó, si no que le destrozó toda
la calavera con un aplasta cabezas hasta que el cerebro de la víctima se
le salió por los ojos. Mismos ojos que yacían en el piso, a los pies de él.
Con pedazos de masa encefálica que había caído de su cabeza, y una
que otra parte que venía de la nariz, los oídos, la boca y los ojos luego de
haber usado aquella arma de hierro del año 1489, para torturarlo.3

Se agachó, y tomó el globo ocular entre sus dedos cubiertos por guantes
de cuero negro y grueso. Entre sus largos falanges, rodó el ojo pegajoso,
lleno de sucio por el suelo, de partes del cerebro que tienen un líquido
amarillento, grasa y uno que otro nervio de color violeta y azul.

Sería genial ver los ojos de Jungkook de esa forma, aunque también
quedan bien en sus cuencas y que lo miren mientras le hace cualquier
clase de cosas. Solo por esa razón, no se los quitaba y los metía en un
frasco de cristal con whisky hasta que se pudrieran.

—¿Está ahí? —indagó a la mujer, luego de un rato donde solo oyó su


respiración—. Jungkook... ¿está ahí?

—C-claro, está... —se volteó un segundo y lo detalló con mirada tranquila


hacia la pantalla suspendida en la pared, con un documental de animales
salvajes y las manos entrelazadas en abdomen—. Está... viendo
televisión.

Entonces, las manos ensangrentadas de Taehyung, pusieron el teléfono


en altavoz mientras buscaba en su galería de fotos una imagen de
Jungkook que le tomó hace tiempo. Si recordaba bien, quizá fue antes de
matar a Wheein, una donde se dijo a sí mismo "Hm, no tiene veinte, V.
Es un jodido niñito. Piénsalo cien veces antes de hacer algo" y entró en
un debate mental que al final decidió mandar al carajo y dejar que fueran
sus instintos los que lo dominaran y le cegaran la cordura.

Al final, todos terminan siendo el maldito pecado o los malditos


pecadores. Taehyung era el pecador y Jungkook era el peor pecado que
se hubo atrevido a cometer.

—Es precioso —asegura a la fémina—. ¿Verdad que sí, Yideku?1

La mujer fue sacada de órbita por un segundo.

—¿Perdón?
El sicario suspiró y rió un rato.

—Jungkookie, es precioso, ¿verdad?6

Yideku se giró para ver al niño. Bueno, sin tanta mierda encima, sin todos
los vendajes, las heridas, las ojeras, los labios rotos, las cicatrices, el
cabello desordenado, la increíble delgadez extrema y palidez; podría
decirse que era bonito. No obstante, sabía que su jefe lo veía como si
fuera el ser más precioso en la faz de la tierra. Él mismo se lo dijo
cuando vio al niño por primera vez y ella estaba en una silla de escritorio
mientras Taehyung acostado en un mueble, ahora lo estaba repitiendo.3

—Y-yo... —titubeó—. Yo... supongo que sí.

—No supongas, Zo Yideku, di la verdad.

Ahí, Jungkook se dio cuenta que tenía unos ojos encima y cuando viró
abrió los propios en dirección a la mujer con evidente mirada
escudriñadora y molesta.

—Justo ahora, el niño me está disparando con los ojos —prefirió


contestar antes de que el perfecto mentiroso reconociera una mentira
blanca. Del otro lado de la línea, Yideku escuchó una gruesa risa con
ganas. Un par de segundos después, Kim sorbió por la nariz y cesó
aquel sonido.

—Si, supongo que lo hace. No es para menos después de todo —su


mano con aquel globo ocular empezó a ser pasada por la cara de uno de
los chicos amarrados a la silla. El asco y horror era palpable por el
verdugo, que restregaba el ojo entero junto a la sangre por las mejillas,
los ojos, la nariz y sobre todo la boca del contrario, no importaba que
esta estuviese cubierta—. Pero no deja de ser precioso, ¿sabes?
Jungkookie es un niño precioso. Tiene un cuerpo hermosísimo, marcable
y follable. Tiene la cara bonita, los ojos bonitos. ¿Puedes creer que mi
parte favorita de todo Jungkookie, son sus ojos?10

El viscoso ojo fue extirpado y comenzada a restregársele al chico por


toda la cara mientras miraba cómo aguantaba el estómago y lloraba
desesperado, removiéndose en el proceso que el collar que cargaba
empezaba a enterrarle los clavos en la nuca y faringe. Si llegaba a
vomitarse, iba a dejarlo de último y haría que se comiera su propio
vómito por maldito imbécil hijo de perra.

—Él me mira con miedo —continuó Kim, hablando de su pequeño


Jeon—. A veces me mira con rencor. Otras, me mira con desesperación
porque no sabe qué le haré —fue ahí que carcajeó cuando el muchacho
se desmayó de la impresión, entonces apretó fuerte el puño y estampó
un golpe a su nariz, haciendo que sangrara al instante—. Cuando me lo
follo molesto y con fuerza; se le cristalizan los ojitos y me mira entre
excitado, adolorido y rencoroso. Esa es mi mirada favorita, de hecho —
admitió, recordando las varias veces que se folló a Kook en la cabaña, en
la casa y hasta en su auto—. Sus ojos expresan muchas cosas, Yideku.
Es increíble cómo solamente viéndolo a los ojos, puedo saber
exactamente lo que está pensando, hm. Incluso cuando me besa me
gusta que lo haga con los ojos abiertos, aunque a veces los cierra porque
le remueve las entrañas besarme —soltó una ligera risa con sorna y
siseó, caminando a otro lugar, justo debajo de otro cuerpo bañado en
sangre, suspendido, degollado y desmembrado—. Dicen que los ojos son
las ventanas del alma, y no creía en esa estupidez hasta que vi los ojos
de mi pequeño Jeon. ¿Qué maldito karma estoy pagando para estar tan
obsesionado con Jungkook, Yideku?9

—Señor... —medio respondió tras un rato.


—Tiene más pestañas en el ojo derecho que el izquierdo —el joven tomó
la navaja que se había metido en el bolsillo y entonces la enterró en uno
de los muslos de la mujer guindada del techo, esta no tenía brazos. Ya
estaba muerta, pero igual la sangre empezaba a salir, manchando el
suelo. Varias puñaladas eran dadas en las arterias vitales para terminar
de desangrar su anatomía inerte—. El ojo derecho de Jungkook es
ligeramente más grande y tiene dos parpados en ambos. Se ven negros
la mayoría del tiempo, pero cuando les pega el sol se ven marrones —
tras eso, el cuchillo fue soltado al suelo y la sangre que iba cayendo la
amontonó en su mano vacía y luego el pozo lo tiró a la cara de otra chica
amarrada que seguía viva—. Ni hablar de su boquita. Su boquita es
dulce y me encanta besarla, morderla, lastimarla y rompérsela a mi
antojo. Su labio de abajo es más carnoso que el de arriba, tiene un lunar
cerca de ese y se le marcan los dientes delanteros —carcajeó otra vez
rió y Yideku apartó por un segundo el teléfono de su oído para no
escucharlo—. Cuando me lo follo, se aprieta el labio de abajo fuerte
mientras arruga la carita porque le duele y le gusta que le meta toda la
polla a lo brusco. No a la fuerza, pero si con fuerza. Me tendré que
conformar con eso.4

—Jefe... ¿está bien? —ella sabía que no lo está y por alguna razón
quería cortar la llamada, pero eso sería cortarse la existencia—. Jefe...

Taehyung miró sus dedos llenos de sangre y además uno que otro
pedazo de carne pegajosa, producto de algún órgano o músculo
expuesto de alguien. Quizá la lengua que le cortó a un señor y luego lo
obligó a que se la tragara. O quizá los dedos que le mutiló a la niña de
más o menos diecisiete años y que después metió dentro de la dama de
hierro hasta que todo su cuerpo cedió producto de los clavos que se
incautaron en los pezones, el abdomen, las piernas, brazos, vagina y
cabeza mientras gritaba y la sangre corría por fuera de las ranuras del
arma de tortura antigua.4

Estaba muy demente, enfermo, obsesionado. Pero tan lleno, tan eufórico
y tan... feliz.

—Estoy enfermizamente bien, Yideku —sus dedos comenzaron a apretar


el ojo de otra chica sentada y esta gritó, aunque casi no se oía por la tela
en su boca—. Estoy obsesionadamente bien. ¡Estoy locamente bien! —
fue hasta una mesa, y tomó un bate con clavos. Luego lo remojó en uno
de los recipientes con un ácido corrosivo, escuchando el crujir de la
madera—. Pero bien, después de todo da lo mismo. Estoy bien mientras
soy un demente, eso es lo único que importa.2

—Señor...

Otra risa ronca, seca, malévola y bestial se presentó. Estaba próximo a


matar a esa gente y sentía que estaba tranquilo. Necesitaba una
provocación, una buena para hacerlo con más ganas de las que ya tenía.

—Ay, Yideku, tengo veintiséis todavía —de pronto su tono era tan, pero
tan normal, que a japonesa se horrorizó ante saber que hace algo y
actúa de esa manera—. Aun no soy un señor. ¿Sabes qué, Yideku?
Deberíamos tener más confianza —las tres personas observaban cómo
reía con sangre en su rostro y los ojos bien abiertos de par en par, como
un demente a punto de cometer una locura—. Deberías... llamarme por
mi nombre.15

—Señor... —si antes era horror, ahora era eso combinado a nervios y
presión—. No creo qu-

—¿Cuál es mi nombre, Yideku? —demandó saber.1


Yideku cerró los ojos y siente su garganta cerrarse.

—Jefe...

—¿Cuál es mi maldito nombre, Yideku? —repitió, arrastrando el mazo


por todo el lugar y deleitándose con la vista de los sujetos llenos de
agonía y terror—. Dilo, vamos. No estoy cerca de ti, puedes hacerlo.

Otro repiqueteo fue dado en la mesa. Yideku se sintió de pronto débil,


hasta que le temblaron las piernas y se le aceleraron los latidos del
miocardio. Fue vagamente capaz de sentarse en el mueble y ponerse la
mano en el pecho. Jungkook la miró raro cuando escuchó su respiración
entrecortada. Sabía que le pasa algo y pudo jurar que era un ataque de
nervios mezclado con ansiedad. Tuvo dos cosas claras justo ahí, porque
él también había pasado por eso; ella estaba hablando con Taehyung y
él le estaba metiendo psicoterror y hablándole de manera que se adentra
en su mente para traumarla o para meterle miedo.5

—V... —contestó tras segundos, las manos le temblaron.

—Nop, no es ese —siseó Kim—. Vamos, Yideku... si no lo dices ahora,


haré que lo digas delante de mí y creo que eso tendrá consecuencias
graves para ti.

Taehyung poseía una cruel sonrisa increíblemente sádica plasmada en el


rostro, listo para clavarle aquel mazo en la cabeza a la chica que lo miró
suplicante y aturdida. Destrozaría su cara y el ácido de batería alterado
con otro químico quemaría su rostro haciendo que sintiese el infierno
mientras la sustancia corrosiva le abriría y le comería la piel al instante.

Yideku miró al suelo, al techo, a la ventana y la puerta. Su mano con el


teléfono se apretó fuerte, Jungkook de pronto no captó qué cosa le decía
como para ver aquella reacción. La señora permanecía sudando frío y
sus piernas las movía de arriba a abajo para tratar —en vano—, de
tranquilizarse.

—Dilo, Yideku.

—T-Taehyung —respondió de una vez—. Es Taehyung.

—Completo.

—Kim Tae Hyung.17

El golpe fue dado a la chica luego de que el mafioso empuñase el bate


con fuerza. Los clavos se enterraron en su frente, su nariz, sus cejas,
ojos, pómulos, mejillas y boca. Empezó a sangrar a chorros y apretó con
desesperación la tela en su boca justo cuando el ácido comenzó a hacer
de las suyas. Los clavos quedaron llenos de la sangre ajena y ella se
removió en la silla mientras las otras personas hicieron los mismos
movimientos y veían el ligero humo que iba quemando su carne además
de otros tajos rotos de piel.1

—Kim Tae Hyung —repitió él, soltando una carcajada. El bate lo apoyó
contra el suelo—. Él me llama "Tae". Nunca me habían llamado Tae,
hm... jamás recuerdo que alguien me haya dicho Tae, así como tampoco
recuerdo que me hayan llamado por mi nombre sin haberlo llevado al
inferno. ¿Pero sabes? Él es diferente. Todo de él es diferente. No sé por
qué, pero lo es y punto. No me importa que me llame así, porque a él lo
quiero más de lo que lo odio y de lo que odio ese maldito nombre de
mierda.5

—V...2

—El día que me llamó así me di cuenta que quería matarlo —confesó—
. Te lo juro, estuve a punto de mandarlo a la mierda y hacerle cosas
horribles, más horribles de las que le hice —otro golpe hasta cara de la
muchacha, más fuerte esta vez y que le sacó un pedazo del pómulo por
la fuerza del impacto—. P-pero, agh... no podía, Yideku. No quería, más
bien. Porque justo cuando me llamó así, recordé por qué no me gustaba
ese nombre —otra vez sumergió el bate en el ácido para después
golpear a la chica. Ella gritó con horror tras sentir quemadas en la dermis
—. Recordé básicamente toda la mierda que vengo arrastrando y luego
cuando terminaron los recuerdos, él seguía ahí; viéndome con miedo,
temblando, mojado, llorando, a la expectativa —rememoró—. Y cuando
vi sus ojos, pff... simplemente olvidé todo, como si de pronto solo
importara él. Entonces me jodió esa mierda. Me dije "mata a ese niñito
hijo de perra, llévalo al diablo y manda todo al carajo. Tu odias ese
nombre desde que tienes como cuatro años" pero mientras lo follé a la
fuerza pensé "No, él es eso que buscabas. Es eso que necesitas,
Taehyung. Admítelo, te gusta el mocosito de quince años." Fue como un
choque de éxtasis que te hace delirar y olvidar todo por un periodo de
tiempo, así se sintió y se sigue sintiendo. La cosa es que el periodo de
tiempo que una pastilla de éxtasis te hace olvidarte de toda tu mierda, te
lo mide la pastilla —señaló con un dedo, picando la nariz de una chica
con suma delicadeza para atormentarla—. Pero el periodo de tiempo con
Jungkook, lo mido yo.6

La mujer solo resopló y se levantó inmediatamente del sofá para


entonces comenzar a caminar de lado a lado rápido.

—Quiero a Jungkook, Yideku —confesó, volviendo a tomar asiento en la


silla—. Lo quiero en muchos sentidos. En los peores sentidos, la verdad,
pero lo quiero demasiado —Goyong se acercó a él con lentitud y empezó
a pasar su cabeza entre sus piernas, Taehyung comenzó a acariciar al
animal que era sumamente violento, pero con él parece ser la cosita más
tranquila de todas—. Es por eso que no quiero que nadie lo mire, lo
toque, le hable o siquiera respire cerca de él. Tu eres la excepción
porque básicamente me tienes a mí y ya. Pero cualquiera que no seas tú,
pienso que me lo van a quitar, se lo van a llevar y no lo volveré a ver —
abrió los ojos y apretó los puños de solo pensar en eso—. Si sé algo bien
en este mundo es que cuando me quitan algo que en serio quiero, soy
capaz de hacer lo que sea para traerlo de vuelta conmigo —confesó
entre dientes—. Lo que sea, en serio, no me importaría. Imagínate si me
quitaran a Jungkook. Tan solo imagina si soy así teniéndolo, imagínate
como seria si no lo tuviera —una verdadera tragedia, un suplicio y una
tortura—. Probablemente haga cosas que en mil años terminen
convertidas en leyendas urbanas por el miedo que darían. Quizá haría
cosas que jamás he hecho y caería aún más bajo de lo que ya he caído.
Porque lo quiero única y exclusivamente para mí, es mío.4

—Pues, no pasará, jefe. Usted sabe que nadie tendría la osadía de


meterse con usted sabiendo quién es y lo que hace.

—¿Es la ventaja que viene con ser alguien como yo? ¿Meterles miedo a
todos?

—Yo supongo que si, jefe.

—Pues, igual no me fío de nadie, Yideku —su mano empezó a ser


lamida por Goyong de forma juguetona. La sangre que iba secándose,
ella la iba limpiando—. Incluso si no hay razones para que alguien me lo
quite, igualmente yo me las invento porque estoy muy demente y veo
códigos rojos en cualquier persona que vea. Te lo juro.5

—Lo sé, jefe. Lo sé bien.


—Quiero a Jungkook, Yideku —repitió aquello—. A mi manera, a mi
forma, bajo mis condiciones y bajo toda mi porquería de sicario
malnacido con traumas, problemas mentales y una necesidad de
dominación y sadismo increíble, pero lo quiero y mucho. Estoy
obsesionado con él, Yideku. Todo de él está en mi cabeza siempre,
ocupando cualquier espacio para que yo no pueda pensar nada más, por
eso lo quiero. ¡Lo adoro, más bien! —expresó con felicidad cual loco—
. Si yo fuera el diablo, Jungkook seria mi pupilo. Si yo fuera un cuchillo,
Jungkook sería el filo. Si fuera una Beretta, mi bebé seria las balas. Si yo
fuera un cigarrillo, el sería el filtro. Sería el grado alcohólico de mi whisky
favorito o incluso la pastilla que me quita el dolor de cabeza. Por eso lo
quiero.27

—Ya...1

—Perdón que me desahogue contigo. ¿Pero con quién más si no? —


soltó de pronto, con una mano el pecho fingiendo que le importase estar
gastando el tiempo de la señora—. JAJAJAJA, ¡no! ¡Mentira, Yideku! En
realidad, no tienes que perdonarme, porque pido perdón por cortesía. La
realidad es que me vale mierda si no quieres escucharme, de igual forma
sabes que no me puedes colgar. ¡Maldita sea, no se te ocurra!22

—Lo escucho, jefe...

Él suspiró, utilizando el borde de su camisa negra para quitarse parte de


la sangre ajena de la cara y continuar hablando con la mujer. Dio un
vistazo a la chica con el ácido en el rostro y esta seguía sangrando y
comenzaba a temblar, probablemente se desmayase pronto y debía
golpearla de nuevo. O quizá muera por el golpe, da igual. Morirá de todos
modos.6
Se aclaró la garganta y continuó.

—Me di cuenta hace tiempo y no quería aceptarlo. Sigo sin querer


hacerlo, pero no hay vuelta atrás a lo que siento por mi niñito —negó
rotundamente y subió los hombros una y otra vez—. Estoy mal por él,
estoy obsesionado con él, estoy más enfermo de lo que antes estaba por
él, estoy volviéndome una mierda por él y estoy justo ahora haciendo
algo terrible porque sería incapaz de hacérselo a él —señaló a un punto
ciego imaginando que se trataba de Jungkook—. ¡Sería incapaz de
matarlo mientras esté conmigo! ¡Sería incapaz de matarlo y no volverme
cien veces peor si lo hago! ¡Yo, Kim Tae Hyung, sería incapaz de
maltratarlo al punto en que pierda la vida! ¡No ahora, y quizá no nunca!6

Ella tragó viendo a Jungkook que la miraba con ceja alzada y cruzando
los brazos ¿cómo es que ese niño no estaba malditamente loco después
de haberse quedado encerrado con Taehyung por tanto tiempo y que le
haya hecho todo aquello, si ella llevaba un rato hablando y ya no quería
escucharlo por el resto del mes?4

—Si llegara a pasar —retoma el habla—... joder, no lo diría, pero ¿qué


más da? Si llegara a pasar, tomaría su cuerpo y le sacaría toda la sangre
y la metería en una bolsa y después yo mismo metería mi cabeza en esa
bolsa para ahogarme con su sangre —Yideku se llevó la mano a la frente
y comenzó a dar círculos ahí—. O quizá lo desmembraría y congelaría
todas las partes de su cuerpo para luego convertirme en mejor caníbal y
alimentarme de él para que se quede dentro de mí —expresó, entre las
tantas cosas que le pasan por la cabeza, justo en ese momento—. O a lo
mejor me follaría su cuerpo sin vida hasta que esté tieso y después lo
dejaría sobre mi cama y dormiría con él hasta que ya no pueda soportar
los gusanos llegando hasta mí por lo descompuesto que está su
cadáver —Yideku no podía dejar de querer colgar—. Aunque igual lo
abrazaría por las noches, y lo besaría mucho también. Seguiría siendo mi
pequeño Jeon. Muerto... pero mi pequeño Jeon igual.54

—V...

—Pásamelo.

No, su jefe no estaba para nada bien y hablar con ese niño quizá lo
pondría peor de lo que estaba.1

—No creo que deb-

—¡ES UNA MALDITA ÓRDEN!6

Mierda.

La fémina se paró en un lado y con una mano temblorosa fue hasta al


lado de Jungkook y le extendió el teléfono, parecía que tuviese una
especie de Parkinson por los nervios. Él tomó el teléfono escaneando a
la señora y vio el número de teléfono en la pantalla, no lo graba, pero
sabe bien que es él.

Carraspeó y llevó el dispositivo a su oreja.

—Hijo de puta, esta anciana se va a morir de un infarto —saludó,


haciendo que Kim reprimiese una risa al imaginar la cara de Yideku—.
¿Qué coño le dijiste?20

—Nada, en realidad nada. Yideku siempre exagera cuando le hablo


hasta de lo más mínimo, pequeño Jeon.10

Jungkook escuchó los extraños jadeos. Taehyung se había levantado de


su sitio para ir otra vez hasta el chico con las cursivas en la frente y con
la yema de sus dedos comenzó a repasar el nombre, torturando al chico
cada que sus uñas raspaban la carne expuesta.

—Tae... ¿dónde estás? —preguntó con alerta—. ¿C-cuando vienes?

El nombrado solo hizo una mueca mientras sonría dichosamente


maquinando la carita de Jungkook.2

—Me extrañas, ¿verdad, bebé? —Jeon solo cerró los ojos, imaginando
qué era lo que estaba haciendo Taehyung para que le hablara con esa
voz tan tétricamente dulce, si a Yideku la dejó con los pelos de punta—
. Yo a ti también, mi cielo...

Lo odiaba tanto.

—Tae... ¿p-por qué no estás aquí conmigo, hm? —usó la misma voz que
el otro—. ¿Qué estás haciendo?

—Cosas malas, amor, muy malas... —la navaja que había dejado en su
bolsillo, la usó para cortar desde el esternón hasta el pecho de una de las
chicas. Esta se removió llorando y el sicario solo carcajeó—. Justo ahora
me gustaría que estuvieses aquí y vieras lo que estoy haciendo —el
niñito tragó en seco y el secuestrador se giró; viendo la sangre en la
navaja. Suspiró profundo de solo pronunciar lo que acababa de pasar por
su mente—. Después que vieras todo este desastre, me gustaría follarte
con mucha fuerza mientras tu lindo cuerpo queda lleno de sangre,
pequeño Jeon —una de sus manos fue a su entrepierna y masajeó la
zona vagamente, entrecerrando los ojos—. Lastimosamente estás
increíblemente débil y no puedo follarte ahora. Pero en serio cuando te
recuperes te voy joder muy fuerte, amor. En serio voy a joderte hasta que
quedes afónico y no sientas las piernas, Kookie. Te necesito ver sudar y
gemir, que me supliques que pare y hacértelo más duro, bebé...28
El cautivo tragó el raro nudo de su garganta, sintiendo un revoltijo en el
vientre.

—Me v-voy a morir...

—Quizá, precisamente por eso no lo he hecho —contestó firme, con una


mísera risa en sus labios—. Llego a meterte la polla justo ahora y caerías
desmayado. Yo igual seguiría follándote hasta el cansancio. Pero no
sería lo mismo, porque no estarías sintiendo como me corro dentro de ti,
precioso —el niñito solo hizo una mueca extraña en su rostro y comenzó
a morderse el labio. ¿Pero qué mierda hacía? —. En serio tengo muchas
ganas de follarte en esa maldita cama hasta romperla después de
romperte a ti. Tengo ganas de que me montes en ese maldito mueble,
tengo ganas de follarte en cuatro en el puto suelo, follarte de espaldas
contra la maldita pared, contra la puerta, contra la ventana, en la bañera
y en la cama otra vez. En serio te deseo follar muy fuerte justo ahora,
amor.42

Jungkook solo suspiró alto y parpadeó un par de veces, tragando el nudo


en su garganta ante la voz gruesa de Kim y el escalofrío que le recorrió la
espalda de cabeza a pies.

Entretanto, Taehyung tomó la correa de Goyong y la arrastró a ponerle la


cadena que estaba en la pared. Estaba por cortar la llamada y mataría a
las últimas tres personas que quedaban, la perra iba a comenzar a ladrar
y querer caerles encima a los cuerpos mientras eran desmembrados así
que debía agarrarla o terminaría como el ultimo joven que mató, que no
hubo enterrado la primera navaja en su cuerpo cuando Goyong se le fue
encima y lo mató a mordiscos.
Jungkook escuchó los ladridos del animal y se reincorporó en su sitio con
algo de dolor en la espalda, pero las punzadas eran aguantables.

—Taehyung... ¿eso es un perro? —Jungkook arqueó la ceja y Yideku


solo cerró los ojos.14

Kim amarró la cadena de hierro y tela gruesa a la pared mientras le tiraba


al animal un pedazo de alguna cosa humana esparcida en el suelo y esta
mostraba los dientes y empezaba a desgarrar la carne.

—Perra, de hecho —corrigió al niño—. Se llama Goyong. Es toda una


bestia bonita y salvaje, pero un amor de cachorra —comenzó a darle
caricias al lomo del pitbull mientras esta comía y gruñía—. Te la llevaría
para que la conocieras, pero Goyong es celosa conmigo y te mataría tan
pronto como te me acerques un solo milímetro.5

Increíble, justo como él.8

—Se nota que es tuya.9

Kim sonrió.

—Go-ssi, sss... —sisea al animal que permanecía ensimismada en


su "comida" humana. Taehyung acerca el teléfono al hocico del Pitbull—
. Saluda a mi bebé. Dile; "Hola, bebé de Tae"33

Y en el instante en que Taehyung alzó la mano como si fuese a golpearla


en la cabeza, la perra comenzó a ladrar con furia. Tanto que, Jeon por un
momento despegó el teléfono de su oreja porque los ladridos parecieron
desesperados y los gruñidos molestos; como si lo hiciera por obligación y
miedo.12

—Buena chica —escuchó el menor decir a Taehyung, y a su vez, este se


levantó del suelo y caminó hasta una de las placas calientes de hierro.
Estaba al rojo vivo y lista para usarse, entonces se giró a un armario de
al menos dos metros y medio de alto. Al abrirlo, había cuatro oz con el
filo negro.1

Perfectas.

—Tae... —Jungkook fue consciente de los ruidos, Taehyung mataba a


alguien o iba a matar a alguien—. Tae...

—Dime, amor.

—Tu abuela tiene cara de querer salir corriendo de aquí —le avisa tan
pronto como detalló la expresión en la cara frustrada y anonadada de
Yideku—. Se va a tirar por la ventana.32

Kim soltó una risa y Jungkook también.9

—No lo hará, mi amor.

Entonces el niñito cambió su semblante y rueda los ojos.

—Maldita sea, deja de llamarme así. Es horrible.

Taehyung jadeó para contener una carcajada, puso el aparato telefónico


entre su oreja y su hombro y sacó una enorme Oz que incluso es más
grande que él mismo. Pesaba, así que tuvo que tomarla con ambas
manos, haciendo fuerza hasta que sus brazos se llenaron de venas. La
tiró al suelo y entonces le guiñó un ojo a los sujetos sentados cuando
estos saltaron en su sitio, la chica con la cara quemada por ácido apenas
se mostró consciente.3

—Es como lo que siento por ti, mi amor —respondió a lo previo dicho—
. Es horrible.7

—Taehyung...
Mientras caminaba hacia uno de los pasillos, Taehyung notó que había
un bolso en el suelo. Uno pequeño con un dibujo de un superhéroe,
quizá era del niño de cabello negro que tenía como trece años, o a lo
mejor del de cabello castaño que tenía quizá la misma edad, pero era
más bajito. ¿O del que estaba guindado? Bueno, lo cierto es que le vale,
pero justo cuando va a tirarlo a un lado, hay algunas cosas que se
mueven adentro, como pequeñas piedritas. Así que abre el bolso y
descubrió que adentro llevaba una especie de caja con hilos de colores y
varias letras, algo que parecía ser un instrumento de manualidades,
porque varias cositas brillaron. Colocó el teléfono en altavoz y se sentó
en el suelo. Abrió la caja y había varias letras de varios colores, así como
hilos y agujas.1

Y a veces la creatividad del ser humano es aleatoria y llega de la nada.8

—Kook, ¿cuál es tu color favorito? —veía un hilo grueso, dijes de


animales, número y letras. Todos portan un hoyo para pasar el hilo negro
y convertir la cosa es una pulsera o algo por el estilo—. Kook...4

Y el niño quedó ido por un momento.1

—¿Qué?

—Tu color favorito, Kook —repitió en cuestión—. ¿Cuál es?4

—Negro —contestó tras unos segundos repitiéndose la voz de Taehyung


en su cabeza a ver si de verdad lo que había escuchado era
exactamente lo que pidió.4

Taehyung observó varios hilos y agarró el que era de color negro. Buscó
entre algunos dijes y las letras de color también negro llamaron su
atención. Sin embargo, había dos montículos de letras. Unas en negro
brillante y otras en negro mate. Encontró la letra "A" y cuando quiso
tomar del otro montículo la letra "B" se dio cuenta de que ambos
montículos de dijes eran imanes opuestos.1

Perfecto.

—¿Para qué estás pidien-...?

—Shh, dame un segundo.

Apartó el hilo negro y lo estiró alrededor de su cuello, tras medir la


longitud, agarró la navaja y cortó la medida, luego sacó seis letras del
montículo brillante y las dispuso al lado del hilo. Abrió la palma de su
mano y la llevó al frente, cierra el ojo derecho y calculó aproximadamente
cuánto medía el cuello de Jungkook. Seguido a eso, estiró otro pedazo
de hilo y repitió el proceso de cortarlo y seleccionar dijes con letras, pero
esta vez agarró las opuestas.2

—Pequeño Jeon, ¿quién es la persona que más odias en el mundo justo


ahora? —curioseó mientras comienza a meter los dijes uno a uno
formando la palabra en inglés.

Y el chico ni siquiera lo dudó.

—Jeon Jungkook.12

Ah, mocoso insolente.

Taehyung solo se quedó mirando un rato el hilo a media palabra hecha.


Bien, no fue la respuesta que esperaba, aunque de todos modos no era
para menos considerando lo frágil e impulsivo que se había vuelto. Y
quien sabía qué montón de mierda más que todavía no descubría.2

—Bien, me encanta —halagó al niño. Cuando termina la palabra en su


hilo, la coloca detrás de su cuello para hacer que queden en el medio las
letras, luego hace dos nudos en cada punta para que pueda expandirse y
contraerse la longitud de la cadenita—. ¿Segunda persona que más
odies en el mundo? Espero una buena respuesta.

—Le dicen V y es un cabrón hijo de puta —habló sin titubear.10

Taehyung sonrió y procedió a meter los dijes en el otro pedazo de hilo


formando una segunda palabra, aunque ligeramente alterada. Eran
cuatro letras perfectamente ubicadas en el centro, a la cual le hizo dos
nudos otra vez para que fuese más ajustable.

Dichos collares rezaban: "Killer" y "Vaby"39

—Me suena conocido ese tipo —mencionó luego de tener ambos


collares listos. Los puso uno frente al otro y en efecto, se pegan
inmediatamente—. ¿Cómo es?7

—Se parece a ti, Taehyung.1

—Hm, no lo dudo.

Jungkook se rió ante aquello, y Taehyung carcajeó del otro lado. Metió
las cadenas en el bolsillo delantero de su pantalón y entonces se levantó
del suelo dejando manchas de sangre con las botas negras que le llegan
a las pantorrillas.2

—Ponme a Yideku, anda —se despide del niñito—. Adiós, te veo en unas
horas.1

—Por favor, no llegues lleno de sangre.2

—Lo que quieras, precioso.8


Jungkook extendió el teléfono a la mujer que yacía apoyada contra la
ventana y tras tomar el móvil, pudo lograr ver la sonrisa burlona que
llevaba Jungkook mientras le extendió el teléfono y se giraba a dormir.

—¿Señor?

—Cuídalo, Yideku —demandó gravemente—. Es lo único que importa.

Sin decir más, Taehyung colgó el teléfono y Yideku por fin pudo respirar
en paz. Introdujo el aparato en su bolsillo delantero y procedió a agarrar
el maletín que previamente puso en el sillón, en la mesa al lado de
Jungkook. Sus manos continuaban con ligeros espasmos y sus ojos se
movían de lado a lado poco a poco mientras abría el dicho objeto.
Dentro, Kook puede observar que hay gasas, vendas, cinta quirúrgica y
otras cosas más.

Y no quería que ella lo curase.

—¿Para qué es esa mierda? —supo la respuesta, pero solo quiso


hacerse el desentendido.2

Yideku lo miró obvia.

—Tengo estrictas órdenes de curarte las heridas y bañarte.

—Pues yo no quiero —objetó para luego cruzarse de brazos—. No


quiero que me pongas las manos encima.

—Ni yo, niñito —atajó la fémina—. Pero así va a ser, porque me lo


ordenaron y no me voy a jugar la cabeza por tu culpa.

La mujer se giró sin decirle ninguna otra cosa y entonces escuchó de


pronto cómo el niño comenzó a reírse de la nada, pareciendo que le
estuvieran dando cosquillas alrededor del cuerpo o quizá le hubiesen
contado el mejor chiste.

Y cuando se volteó, los ojos del niño están bien abiertos; viéndola.

—Si me llegas a poner las manos encima... —masculló con la mandíbula


apretada, con una sonrisa en el rostro—... cuando llegue Taehyung le
voy a decir que me insultaste, que me golpeaste el tobillo y que me puse
a llorar —advirtió con una voz sumamente dulce y lenta—. ¿Y adivina
qué, vieja de mierda? ¡Te va a volar la cabeza de igual forma, hm! —alzó
las cejas y se inclinó más hasta la japonesa—. Te matará porque le
tocaste al niñito como no le gusta, y se va a molestar.29

—No seas un niño idiota, no va a creerte. Él sabe que yo jamás lo haría.

Kook volvió a reírse, tan aguda y estruendosamente como solo un


demente podría hacerlo.

Entonces de la nada empieza a llorar. Un llanto desgarrador, un llanto


que a Yideku le abrió los ojos de par en par y la hizo desencajar todas
sus facciones. Un llanto que a Kook le tornó los ojos rojos e inundados
de lágrimas, donde sus belfos comenzaron a temblar y babear, su nariz
empezó a ponerse roja y a moquear.28

—T-Tae... —chilló entrecortadamente mientras la miró a los ojos y formó


un puchero—. T-Tae...ella me golpeó el tobillo... m-me dijo que quería m-
matarme, Taehyung... —volvió a la llorera con más ímpetu—. ¡E-ella me
golpeó, Taehyungie! —Kook comenzó a temblar, fingiendo que su llanto
era verdadero y grotesco—. ¡T-todo porque le dije q-que... que me dolía
la herida, Tae!20

—¿Qué estás tratán-...?


—¡Taehyung! —lloriqueando, estaba lloriqueando como si de verdad le
estuvieran haciendo un horrible daño—. N-no quiero m-más golpes...s-
suficiente c-contigo, Tae... e-ella no... ¡Dile que no me golpee!4

Sorbió por la nariz y después de ver la cara petrificada de Yideku; se


calmó, se quitó las lágrimas del rostro, tragó dos veces fuerte y le
extiende una pícara sonrisa.11

—¿A quién crees que le va a creer, Yideku? —enarcó una ceja a la


mayor—. ¿A su doctora que no vale nada para él, o a su niñito que lo es
todo?6

Ella no respondió absolutamente nada.

—No me pongas las putas manos encima, Yideku. O te mueres, hija de


puta.

La japonesa solo aspiró hondo y fuerte, colocó las manos en el maletín


con las cosas y lo cerró, pasando una especie de llavecita para
asegurarlo. Lo colocó al pie de la camilla y mientras era escudriñada por
la mirada de Jungkook, se sentó en el mueble y se cruzó de brazos,
viéndolo.

—¿Quién coño te va a curar eso si no soy yo, niño idiota?

—Taehyung, ¿quién mierda sino es él?1

—Es lo mismo, hay que curarlas y punto —objetó la dama—. Que lo


haga él o que lo haga yo, da lo mismo.

—A mí no —continuó de frente—. Tú las ves con asco y me miras


horrible, no me gusta tu maldita cara. Él no las ve así, así que las cure él
cuando llegue.1
—¿Y si llega en una semana?

—¡Pues me las cura en una semana, maldición! —ese grito provocó que
se sentara de golpe en la cama—. Es lo que el grandísimo hijo de puta
siempre hace, ¿no? —se cruzó de brazos nuevamente—. ¡Va, hace una
mierda y luego la arregla para volver a destruirla una y otra vez! ¡Es un
puto demente! ¡Es un maldito psicópata loco!4

Yideku tan solo echó su cuerpo atrás y se acomodó los palillos que
estaban en su cabello recogido en un moño alto. Mantuvo una sonrisa
extraña, y vio al suelo. Sus conocimientos en ese campo no eran para
nada básicos y entendía totalmente la actitud del muchachito, así que
simplemente optó por conservar la calma como todas las veces que lo
hubo hecho y procedió a hablar con él.2

—Taehyung no es ningún loco, créeme —bramó con lentitud—. En mi


vida no he conocido a alguien más cuerdo que él. Lo que pasa es que,
bajo los parámetros con los que se cría y rige la sociedad, no entra ahí.
Por eso tú crees que está loco.

—Es mafioso, sicario, violador y secuestrador de menores. Sanguinario,


mentiroso, abusivo, un maldito hijo de puta y otro mierdero de cosas más
que obviamente no son correctas —exclamó en muchachito—. Esa
mierda las hace un loco, todas las cosas que hace son malas, cállate.

—Son malas, pero lo hacen feliz y lo llenan a su modo, niño —atajó ella
con lentitud—. ¿Cuántas personas en el mundo hacen lo que de verdad
les provoca y son capaces de superar sus propios límites con tal de
conseguir lo que quieren?2

—Muchas —admitió, creyendo que poseía la razón —. Muchísimas, la


verdad.
—¿Y cuántas consiguen el éxito en el proceso?5

Ahí Jungkook tan solo mantuvo silencio por un par de minutos, sin saber
qué decir. En cierto punto ella tenía razón, pero sus palabras parecían
tener un cuchillo con doble filo y un mango resbaloso.

—Es la misma mierda.

—No lo es, niño —negó ella—. Una cosa es ser un loco y cometer
locuras y otra muy diferente es hacer locuras y estar cuerdo. V es
claramente la segunda opción.7

—No lo justifiques.10

Yideku difirió rápidamente y entonces subió sus pies para cruzarlos en el


sillón.

—No, yo no justifico a nadie. Justificarlo sería darle un motivo a las cosas


que hace y decir que está bien por eso. Yo estoy admitiendo que hace
mucha mierda mala, pero eso no lo convierte en un loco ni le quita las
virtudes que posee.

—¿Qué dices, estúpida?6

—Puede ser todo lo mierda que es y puede causar mucho daño cuando
quiere —advirtió Yideku—. Pero también es una persona inteligente,
astuta, determinada, perseverante —enumeró con los dedos—. Tiene
encanto, no hablo de cosas buenas, hablo de un encanto que no deja
que saques los ojos de él —en eso, Jungkook sabía que tenía toda la
razón—. Puede parecer manipulador, pero cuando se lo propone llega a
ser la persona más sincera del mundo. Tiene dualidad, es sabio, conoce
un montón de cosas. Desde que es un niño siempre destacaba, fuera
cual fuera la razón. Tiene todo eso gracias a las mismas virtudes.13
—Pues ojalá las usara para hacer otra cosa que no fuera matar gente y
aturdirme la vida.

—Lo hace —añadió la mujer con una ligera sonrisa—. Taehyung usa sus
tiempos libres cuando no tiene nada importante que hacer para hacer
cosas productivas, de hecho. Escribe sus pensamientos en un diario que
se llama Reloj. Lee una cantidad de libros enormes; ha leído más de
doscientos libros a lo largo de su vida. Dibuja cosas que le gusten o lo
hagan sentir bien, lo hace con carboncillos porque odia el color. Juega
algún juego de mesa como ajedrez, damas chinas o póker. Se pone sus
lentes y empieza a resolver crucigramas difíciles que son del tamaño de
una hoja entera de periódico y lo hace en pocos minutos. Busca la
gramática de los idiomas que sabe para perfeccionarlos a la hora de
hablar. En todos sus cumpleaños anota la cantidad de años que cumple
con cosas buenas que le pasaron y con malas también. Tiene una lista
de películas que analiza detenidamente y las frases que le gustan las
anota en su diario junto al porqué le gustan —finalmente Yideku asintió
hacia un Jungkook con la boca ligeramente abierta—. Hace cosas
extremadamente normales y hace también cosas de gente muy
trastornada. Así es él.5

—Sigue siendo un cabrón de mierda.1

—¿A que le llamas tú ser "un cabrón de mierda"?

—Oh, no sé. Quizá al hecho de que se ha portado como todo un príncipe


conmigo, ¿no crees? —examinó sarcásticamente fingiendo una mueca
de gracia—. ¡A todo lo que me ha hecho, maldición! ¡Toda esta maldita
puta mierda!
Viendo lo alterado que se puso, Zo se levantó del mueble y se puso en la
ventana. Viendo que al menos ya son las cinco de la tarde, cerró la
cortina un poco solo para que el destello anaranjado del sol no le dé en el
rostro.

—Y, aun así, tu admiras una parte de él —expuso a Jungkook,


llevándose las manos a los bolsillos—. Porque es aquello que te ha
hecho sufrir tanto, que quisieras ser tú el victimario y no la víctima.6

—N-no hables mierda... —el niño se encoje con ligereza—. Es una


estupidez...

—¿Por qué no le disparaste cuando lo tenías indefenso frente a ti? ¿Por


qué cuando estás con él te sientes más tranquilo que cuando lo tienes
lejos? ¿Por qué cada vez que te toca buscas su protección, aun
sabiendo que el único que te hace daño es él? —las palabras de Yideku
sonaban acusadoras—. ¿Por qué quieres matarlo de la misma manera
en que en un principio quiso matarte él a ti?3

—¡Cállate!

—Sientes admiración por él —habló suave, alzando las cejas—. Incluso


puedo decir que has desarrollado el vicio de la envidia.1

—¿Q-qué?

—Tu padre es un Jeon, un hombre bastante malo e hijo de puta. Eres su


único hijo varón, seguro toda la vida te habían criado para ser una mierda
andante, para ser un hombrecito altanero e hijo de puta como él —no le
gustaba el rumbo de esa conversación, porque parecía leerle la mente y
decir cosas que eran verdad—. Pero no podías, no había un ejemplo, no
considerabas a tu padre suficientemente malo para dejarte influenciar por
él. ¿Me equivoco?
—Odio lo que hace mi padre —admitió.

—Pero sabes que algún día serías tú quien tomaría el mando, aunque no
quisieras —lo señala—. No se trata de que no quisieras meterte en eso
porque no te gusta. Se trata de que no querías meterte, porque crees
que eres débil y nada podía cambiarte.2

—Cállate...

—Ahí es donde entra Taehyung —le expresó al niño que comenzó a


respirar y trillar los dientes—. Te hizo sentir miedo desde lo más profundo
de tus huesos hasta todos los vellos de tu cuerpo. Te hizo vivir un
infierno, hizo que le tuvieras el peor miedo a la muerte y luego lo
perdieras sabiendo que estar con él es peor que el destino que todo el
mundo tiene desde que nace —la fémina hablaba con experiencia—. Te
sometió, te ordenó, te dominó y te torturó. Desarrollaste admiración
porque conociste por fin a alguien lo suficientemente hijo de puta para
sacar una de las peores partes de ti. Una parte que necesitabas y no
hallabas cómo sacar.8

"Diría que el nivel de repulsión que sientes por mí, equivale al odio que le
tengo a ese nombre, pero sinceramente... tú no me repudias..."2

"No me digas que quieres alejarte y salir corriendo por lo que has visto y
por como sufres... tú quieres salir corriendo porque tienes un revoltijo de
emociones, porque tus pensamientos tienen nombre y apellido, y no son
Jeon Jungkook, sino Kim Taehyung..."2

—Hay una parte de ti a la que le gusta una parte de Taehyung —lo


apuntó con un índice—. Hay una parte de ti que admira al asesino que te
hace sufrir, porque deseas ser como él, y hay otra parte de ti que admira
al hombre que te tiene como si fueras la cosa más preciada en el mundo,
incluso después de haberte hecho mierda cientos de veces. Bajo todo el
rencor, odio y miedo que le tienes o tuviste, se esconde una parte de él
que quieres tener contigo.3

Y Jungkook no podía creer que después de todo este tiempo, le dieron


significado a las cosas que sentía por Kim Taehyung.

[Cuando tienes temores y miedos, debes afrontarlos con osadía. Si no lo


haces, terminarás siendo el espejo de tu propia perdición y nunca más
habrá vuelta atrás para remediarlo]
19

—VDV.
2

["Slaboumiye": En ruso: слабоумие. Significa "Demencia"]2


XVIII: Until death.

La vida de Jeon Jungkook siempre estuvo bajo la expectativa de Jeon


Jaeban, su padre.

Corea del Norte era popular porque las mujeres no tenían derechos,
menos las que poseían el sello de ser las ''Doncellas del dictador'' o
mejormente dicho, las prostitutas que el clan Kim tenía para su propia
satisfacción. Jaeban tenía treinta y dos años cuando visitó a su buen
amigo Kim Jongil, el dictador de Corea para aquel año de 1993. Esa
nación siempre se había involucrado en mierda de la mala; prostitución
infantil, drogas, armas, una dictadura con esclavos, gente sin derechos y
hasta mafia. Los Jeon, al ser los dueños de Kyong, eran quienes
abastecían —y al día de hoy abastecen—, las necesidades de ese clan.
Desde que Jaeban tenía memoria, su padre; Jungkyung, era amiguísimo
del dictador, por lo tanto ¿quién mejor que él para conseguir una mujer
bonita? Justo lo que necesitaba.

Jaeban era un hombre normal como cualquier otro, tenía treinta y dos
años cuando le ''obsequiaron'' a Saeji. El jefe Jeon quería una prostituta
bonita y exótica como algunas de las que tenía el clan Kim, porque las de
Kyong no le gustaban. Y ella, con una cara de muñeca de porcelana, una
actitud recatada y sumisa, un cuerpo precioso y a completa disposición,
era la mujer perfecta para pasar el rato. Sin embargo, Jeon nunca pensó
que ''pasar el rato'' con una prostituta que iba a comprar —pero se la
terminaron regalando—, terminaría dándole una familia.

Fue a finales del año 1994 que Saeji, con solo dieciocho años, quedó
embarazada. Jeon al principio no quería tener nada que ver con eso,
pero después optó porque era bueno empezar una familia. Ya tenía
treinta y cuatro años, era jefe de una mafia poderosa y no poseía ningún
heredo ni tampoco hermanos. Así que tomó a Saeji y la volvió su mujer
legalmente; se casaron en un lugar lujoso, pero con poquísimas
personas. Fue apresurado, aunque perfecto después de todo, aunque
ella tenía tres meses embarazada y nadie sabía. La mujer no estaba
enamorada de Jaeban, pero le guardaba cariño por ser un hombre que la
sacó de un infierno y se preocupaba por ella en todos los sentidos. Su
embarazo fue tranquilo los primeros cinco meses, todo hasta que el eco
dictaminó que era una niña.1

Jeon Jihyo, su primogénita.1

Jaeban, a pesar de estar ligeramente emocionado por formar un hogar,


no quería una niña, quería un varón. Un niño que pudiera criar para ser
un hombre fuerte, con todos los valores que se necesitaban para ser
parte de un clan tan poderoso como Kyong. Un niño que fuera una fiera,
una máquina de inteligencia, uno tan astuto como ágil y sobretodo que
pudiera tomar el mando sin dejarse intimidar por nada. Que la maldad y
benevolencia fuesen de la mano en su ser para encargarse, dominar y
mandar a todos ahí, pero también lo respetara y obedeciera por ser su
padre y una figura de autoridad. Un niño que fuese un Jeon auténtico; él
mismo, pero sin perder la esencia que todo jefe debía poseer. Alguien
que cuando él no estuviera en un futuro, llevara a Kyong por el mismo
camino de oro, o pavimentara su propio camino con el mismo fin.1
Tras nacer Jihyo, Jaeban se ocupó de darle todas las comodidades a
Saeji, no estuvo presente en las primeras semanas, pero a su mujer no le
faltó nada. Tenía sirvientas que la atendían, se encargaban de la niña si
ella estaba ocupada o cansada, le daban todo lo que quisiera y cuidaban
por su salud. Era raro, pues a Saeji siempre la dejaba en casa y tenía a
otra mujer llamada Yongsun; que le acompañaba a la mayoría de
reuniones. En cuatro meses, Saeji estaba en perfecto estado y como
nueva, radiante y hermosa. Su cuerpo casi no tenía ni una estría y su
delgadez fue retomada tras haber aumentado solo seis kilos en el
embarazo. Y si bien, Jaeban no estaba emocionado porque quería un
varón y Kyong no caería en manos de una mujer, de todos modos, era su
hija. Así pasaron dos años, donde la pequeña Jihyo creció como hija
única y su madre se ocupó totalmente de ella.
Hasta enero de 1997.

Cuando Jaeban se enteró que Saeji estaba embarazada por segunda


vez, le fue una noticia tremenda. Estaba en la mejor época, recién hubo
firmado unos contratos, las acciones en el negocio crecieron
abruptamente, los ingresos casi explotaban de lo bueno que era todo. El
97 fue un año de frutos en la vida profesional y muy ilegal de Jaeban, un
embarazo lo emocionó porque se imaginó qué sería si ahora un niño
estaba formándose en el vientre de su mujer. Tan solo de pensarlo,
decretó que "El heredero" de Kyong iba a nacer.

Y así fue.

Primero de septiembre de 1997, en los brazos de Jaeban estaba un niño;


un varón. Su deseo más anhelado, el futuro de su legado, el próximo
hombre que estaría al mando de una mafia, un niño que educaría y
formaría a su imagen y semejanza. Le puso por nombre Jeon Jungkook,
y el día que cumplió una semana de nacido, hizo una reunión enorme en
su casa, llena de gente poderosa en la organización y de los más altos
mandos. ''Les presento el futuro de este negocio, les presento al niño que
un día será un hombre y mandará a más de uno al infierno si lo
desobedecen. Este es mi hijo, mi muchacho''. Todos levantaron las copas
con alcohol, brindaron y aplaudieron el nacimiento del nuevo Jeon.

Los primeros cuatro años de Jungkook fueron la cosa más tranquila del
mundo. Su tiempo se gastaba entre pasársela corriendo por la gran casa,
jugar con los cuatro cachorros que habitaban ahí, salir al parque lleno de
guardaespaldas junto a su mamá y hermana, aprenderse los colores, las
letras del alfabeto y comer mucho; sobre todo la comida de su mamá,
porque, aunque había cocineras, Saeji adoraba cocinarle a su hijo. Todo
normal para un niño de cuatro años, excepto por el hecho de que su
padre veía un ligero problema; Jungkook era demasiado dulce, bueno y
pacífico para llegar a ser el hombre que soñaba que fuera.

Entonces en la vida de Jeon Jungkook todo iba bien hasta que cumplió
cinco años. Desde ahí, jamás fue el mismo. La sangre, los golpes y gritos
se hicieron comunes.6

Su hijo empezó a comportarse temeroso, con miedo, intranquilo, tenía a


veces insomnio, buscaba los brazos de su mamá y se alejaba poco a
poco de su padre. Jaeban siempre le dijo que los hombres fuertes
nacían, y los que no eran fuertes, se formaban. Por tal motivo, Jeon
Jungkook desde que era pequeño era llevado a los trabajos, reuniones y
hablaba con los altos mandos de su padre. Su padre se lo llevaba a
lugares importantes desde que aprendió a conversar. Su pequeño hijo
tenía miedo de todo alrededor, mas él siempre le dijo ''El único miedo
que debes de sentir, es miedo al fracaso. Del resto, ni la misma muerte
debe darte miedo''. Las frases de Jaeban se adentraban en el
subconsciente de su hijo y empezaban a formarlo desde pequeño.2

Sin embargo, Saeji estaba alerta a las cosas que su pequeño bebé debía
enfrentarse. Así que, mientras Jaeban se encargaba de manejar a su hijo
para volverlo una mierda, su madre se encargaba de que no fuera de
dicha forma. Le decía a su hijo que no tuviera miedo de su papá ni de lo
que hacía, que su padre era una persona ''buena'' que era un hombre
que a veces estaba de mal humor, pero era bueno después de todo. Ella
no quería que su hijo creciera creyendo que él era una bestia, al menos
que se enterara cuando fuese mayor, no cuando tan solo era un niño que
apenas sabia contar del uno al cincuenta.

Y eso fue un error, porque era de suponerse que Jeon Jungkook siguiera
los ejemplos de su padre. Pero la realidad fue que Jungkook nunca vio a
su padre como alguien malo, gracias a las cosas que decía Saeji y a las
cosas que él mismo se planteaba; no veía a ese hombre lo
suficientemente malo para seguir su ejemplo. Ni a él, ni a ninguno de los
que le rodeaban. Quizá porque de pequeño veía esas cosas y su cerebro
procesó todo extremadamente rápido. O porque los hombres de Kyong
parecían un montón de bestias brutas sin cerebro, como animales
salvajes.

''No seas como yo, Jungkook. Tienes que ser peor de lo que ves en mí y
encontrar la maldad que naturalmente todos poseemos dentro de
nosotros mismos'' dijo Jaeban. ¿Pero cómo podía un niño de solo once
años encontrar maldad, cuando todo lo malo a su alrededor ya era algo a
lo que estaba acostumbrado? No había una cosa que a Jungkook le
dijera ''Así debes ser, Jungkook'' porque su padre le pedía ser una
mierda peor que las del entorno donde se desenvolvían las cosas. No
obstante, simplemente la cabeza de Jeon Jungkook no se imaginaba qué
podía haber después de todo lo que veía.

Llegó a la conclusión, de que las cosas que le esperaban eran algo que
estaban destinados, según Jaeban, a alguien peor que Jungkook.
Admitía que no se sentía suficientemente listo para el mando de algo así.
No cuando en la noche escuchaba peleas entre su madre y su padre
donde él le decía ''Lo vuelves alguien blando'' ''Lo vuelves
débil'' ''Jungkook no podrá ser un buen hombre el día de mañana si sigue
así. ¡Por tu culpa, Saeji!'' ''¿Qué quieres? ¿Que termine como un marica,
dejándose someter por todo esto, o que resurja? La primera opción es la
que pareces querer tu''. Él solo quería alejarse de todo y no verse
obligado a seguir el camino de su padre, porque él no podía ser
suficientemente malo.

Y a todos les llega aquello que necesitan y los cambia, los destroza, los
vuelve irreconocibles, les despedaza el alma, les aruña el cuerpo y
vuelve trizas su corazón. En la vida hay leyes, una popular es el
dualismo; que consiste en que todo lo que existe tiene un lado muy
bueno y un lado muy malo. Si Jungkook siempre había sido muy
bueno ¿podía también llegar a ser muy malo? Sí, pero el camino era raro
de encontrar en una oscuridad de pensamientos propios.

Hasta que Kim Taehyung apareció en su vida y tras hacerlo sentir en


carne viva y observar con sus propios ojos lo tétrico de sus actos, la
malevolencia de su alma, el cólera de su comportamiento y a la vez la
aparente tranquilidad de su mente; supo que había alguien que de
verdad podría ser una mierda tan horrible, que cuando llegabas a pensar
que existía algo malo, eso terminaba quedando en el tope; ya que más
maldad inconmensurable se escondía en alguien así. Eso, sin parecer el
típico hombre acabado en miseria, como lo eran la gran mayoría de
Kyong.

¿Esa era la respuesta a los sentimientos que sentía por


Taehyung? Porque sinceramente no le sorprendía entender, después de
todo, que su verdugo era capaz de influenciar a la gente a través de la
peor arma que pueden usar en tu contra; el miedo.

Pero, a Jungkook ya no le daba miedo, las cosas que hacia Taehyung ya


no le sorprendían, y sabe que cuando no le sorprende algo hay dos
opciones a seguir; la primera es tomarlo con normalidad, que fue lo que
quiso hacer. La segunda, que era la peor de todas, era seguir el ejemplo
hasta provocar que la maldad se volviera una sombra peor o él mismo
hacerlo así.

''Taehyung tiene virtudes'' ahora que lo analizaba a cabeza fría, mientras


se bebía un jugo y miraba el sol poniéndose a lo lejos, Yideku
lamentablemente tenía razón. Taehyung parecía ser tan normal, que
nadie se esperaría que fuera alguien que cometiera actos viles y crueles.
Taehyung era capaz de adentrarse fácilmente en una mente y manejarla
a su antojo, de perder el control, pero nunca la cordura. Era capaz de no
sentir remordimiento por nada ni por nadie. Era capaz de causar terror
tan solo teniéndolo respirando al lado, de hablar de miles de cosas y
darles un motivo que, a la mayoría, le parecía increíble. Y rozaba
siempre lo insignificante con lo extraordinario.1

Porque... ¿cómo era posible que una persona fuese capaz de caer tan
intempestivamente al fondo de lo enfermo y resurgir como un fénix hasta
la cúspide de la serenidad plena?
Era tan capaz de ganarse el odio y el rencor, como también la admiración
y el deseo. Un gusto culposo que quieres abandonar, pero no puedes.
Una droga que sabes te hace daño, pero sigues consumiéndola hasta
perderte en la adicción. Era el efecto que le causaba y estaba consciente
de eso.1

"Taehyung no tiene religión, es ateo. Pese a eso, cree en el bien y en el


mal, la representación básica y más popular para esas dos cosas, son
Dios y el Diablo. Por eso a veces usa términos que suenan demoníacos,
porque sabe que es malo y es su lado más racional. Porque si el diablo
''castiga a los malos'' ¿no se supone que eso es bueno?'' fue una de las
cosas que le confesó Yideku mientras hablaban de él.2

''El dualismo representa el bien y el mal conviviendo juntos, volviéndose


antagonistas de una misma parte.''

¿Tenía Taehyung algo bueno? Necesitaba saberlo a toda costa porque


solo así podría tener claro algo; lo quería.1

Siempre a los buenos les tocaba tener algo de malos y a los malos les
tocaba tener algo de buenos. No importaba cuál fuera el orden, lo cierto
era que se trataba de un Ying Yang de vida, donde la mayor parte de
nosotros pertenecía a la bondad o malevolencia, pero una pizca siempre
tendría lo opuesto.

Taehyung lo llevaba al infierno y lo dejaba ahí sin salida; lleno de miedos


y temores, a la expectativa de qué podía pasar. Pero también era capaz
de hacerlo replantearse todo y congelarlo en un momento donde
Jungkook sintiera dos mil emociones por segundo.

Terminó entendiendo algo; su corazón es brillante, pero el brillo es


cegador y duele.3
—Vieja de mierda... —llamó a Yideku, que estaba sentada en una silla
mientras arreglaba unos cartuchos de balas en un maletín, girándose a
ella y tirando la caja vacía de jugo por la ventana—. ¿Hace cuánto
conoces a Taehyung?11

Ella alzó una ceja y ladeó el rostro, Jungkook la miró con seriedad,
esperando la respuesta.

—Desde que tiene catorce años, más o menos.

—¡¿Es tu jefe desde que tiene catorce años?! —casi chilló de solo
imaginarlo—. Esa mierda no me la como ni loco.

—No, niño, obvio que no —la doctora se cruzó de brazos y se mantuvo


con un semblante relajado—. Es mi jefe desde hace seis años y medio.
Tenía veinte cuando compró este edificio y me dejó trabajar aquí.

—¿Te dejó? ¿Cómo que te dejó? ¿Tú se lo pediste?

—Ajá. Digamos que... en una especie de venganza —relató con énfasis


en lo último—, maté a un hombre inyectándole una solución con cianuro
y ácido —ah, se llevaban bien porque también era asesina—. Fue hace
un par de años, entonces... muchos hombres que conocían a quien maté,
estaban buscándome. Como obviamente no me quería morir, hablé con
él para quedarme aquí. Tenía más poder de cualquiera de los hombres
que actualmente conozco, lo tiene aún.

—¿Y te dejó así sin nada a cambio?

—Lealtad y paciencia, niño —contestó la fémina con firmeza—.


Taehyung tiene un escuadrón de hombres que maneja y manda, están
todos a su servicio por las influencias que posee. Sin embargo, te hablo
desde que he trabajado con él. Pero, en aquel momento que lo conocí,
era solamente un niño con las manos más pequeñas que un cartucho de
balas, pero vaya que le ponías una pistola y quien verdaderamente
parecía un arma era él.

Jungkook presta atención a cada una de las palabras de Yideku, ahora


queriendo saber lo máximo posible. Se gira hacia ella y haciendo
esfuerzo para no mover mucho el tobillo inmovilizado con el yeso,
mantiene la ceja alzada y se pone la mano bajo la cabeza, dándole a ella
una señal para que continué hablando.

—Ahora soy viuda, pero hace unos años conocí a Taehyung porque mi
marido trabajaba junto a él. Taehyung tenía solo catorce años —señaló
Yideku, recordando la primera vez que vio una sonrisa cuadrada y una
Beretta negra en las manos del adolescente—. Era impresionante como
un niño tan joven estaba codeado con ese montón de adultos. Me daba
cierta sensación de ansiedad, saber que un niño de catorce años era un
asesino a sueldo, así que de pequeño le regalé varios libros que hoy día
son sus favoritos. Hablaba con él de vez en cuando en japonés, para que
lo perfeccionara y me sorprendía su manera de ver la vida siendo tan...
pequeño. Con el tiempo creció, sus acciones se volvieron peores, se
ganó el miedo y respeto de todos a su alrededor y cuando me di cuenta...
Taehyung ya era un hombre con poder, influencia, maldad y todo lo que
cosechó desde que era una cosa de este tamaño —abrió la palma de su
mano para señalar más o menos metro cincuenta del suelo a su palma—
, le rindió frutos enormes.1

—¿Y cómo te quedaste aquí?

Yideku tomó una aspiración honda donde su pecho se hincha y sus


manos se rozan entre ellas. Ese niño era muy curioso, pero sin embargo
no estaba preguntando nada malo, solo que; eran recuerdos que no le
gustaba revivir, aunque estaban superados. De todos modos, continuó
explicándole.

Comenzó a relatar que, después que su marido falleció, en un accidente


con su única hija, ella quedó como la doctora de un hombre llamado
Mizaku Stevens. Stevens estaba a cargo de un negocio de trata de
blancas de Japón a Estados Unidos. Reclutaban chicas diciéndoles que
podrían trabajar en una compañía de entretenimiento o modelaje y
terminaban dándolas de carnada a América del Norte.

Un día, Yideku estaba haciendo su trabajo y una de sus nietas —de las
que quedó a cargo tras la muerte de su marido e hija, porque ellas no
tenían padre—, la llamó. Su foto se reflejó en la pantalla del teléfono y un
hombre la vio, diciendo que era preciosa. La investigaron y dieron con
sus tres nietas; no con una, sino las tres. Kokami tenía diecisiete, era la
mayor. Sayon era la del medio y tenía trece, la menor era Yinyin y tenía
diez años. Las secuestraron, se las llevaron, abusaron de ellas hasta el
cansancio, mutilaron sus cuerpos, grabaron todo y lo subieron a una web
escondida donde monetizaron su sufrimiento.6

—Cuando me enteré quiénes fueron, le dije a Mizaku que debía hacerse


una radiografía y entonces pasé sola con él a un cuarto —la vista que
estaba posada en el suelo, la subió hasta encontrarse con los ojos
atentos de Kook—. Lo maté con una inyección en el cuello, él era el jefe
de los que le hicieron eso a mis nietas. Luego escapé de ahí y a los tres
días me di cuenta que esos hombres me buscaban. No podía ir a mi casa
porque sabían dónde vivía, no podía contactar a nadie porque rastrearían
mi teléfono —mencionó sacando dedo a dedo—. Entonces me acordé de
Taehyung y vine aquí, le dije que necesitaba ayuda. Él se acordó de mí y
me contestó que por supuesto, pero con la condición de que no lo
traicionara, le temiera o lo desobedeciera. Él necesitaba una persona con
conocimientos médicos por si en algún momento le ocurría algo, así que
accedí.

Bueno, nueva lista de cosas que saber de Taehyung; despreciaba la


traición y confiaba más en las personas que mataban, que en las que no
lo hacían.

—Pasaron unos días y lo encontré leyendo un libro —continuó, y a


medida que iba hablando, revivía los recuerdos de años atrás y seguía
acomodando los cartuchos de balas—. Me dijo: ''Es una réplica de uno
que me diste hace años, ¿recuerdas?''. Si me acordé, obviamente —
confirmó moviendo la cabeza—. Esa noche me preguntó qué fue lo que
yo había hecho para terminar huyendo. Así que le conté todo con lujo de
detalles. Cuando terminé me preguntó: ''¿Estás consciente de quién soy
y de lo que hago? ¿Estás consciente de que he hecho cosas como esas
y no me remueven la consciencia ni un poco, ¿verdad, vieja?''. Le
contesté: ''Si, estoy consciente, pero la diferencia es que a mi tu nunca
me has hecho nada. Puedes ser nocivo para otros, V, pero no para
mí''. Él sonrió y me invitó un café. Me relató algunas cosas que ahora
hacia y lo mucho que creció ''emocionalmente'' —hizo comillas—, en el
tiempo que no nos vimos.

Entonces Jungkook ya comprendía por qué ellos se trataban con más


confianza de la que veía tratar a las otras personas en ese sitio y por qué
la dejó a ella a cargo mientras no estaba.2

—Un día, recuerdo que yo estaba curándole una herida de bala a uno de
sus hombres, y él llegó y me dijo: ''Yideku, ayer fue tu cumpleaños y no te
regalé nada, pero no me olvidé de ti ¿Okay?'' —Yideku se ríe por
recordar aquel regalo, pero la risa no era de felicidad—. Me regaló una
caja grande que adentro tenía dos maletines y una cajita más pequeña.
Solo puso la caja ahí y me avisó que la abriera cuando terminara. Ah, y
que lo hiciera en su presencia —apuntó finalmente con un dedo.

—¿Puedo saber qué era lo que había ahí adentro? —curioseó en voz
baja, con las cejas fruncidas ligeramente hacia abajo. Yideku lo examinó
y Kook solo movió la boca de lado a lado, esperando—. Anda, vieja, dime
ya.

La doctora se colocó el maletín al revés y tras meter un último cartucho


perfectamente limpio y nuevo, cierra y pone seguro girando unas rueditas
con números.

—En la cajita pequeña había una cinta de vídeo —confesó al rehén—.


En la cinta de vídeo estaba él... matando a los cuatro hombres que me
quitaron a mis nietas —una sonrisa melancólica le surcó los labios a la
mayor y a Jungkook le recorrió un ligero escalofrío por la espina dorsal—.
Les hizo exactamente todo lo que les hicieron a Kokami, Sayon y Yinyin,
pero más lento, más tortuoso, más sanguinario. Todos esos hombres
sintieron en carne viva lo que ellas sintieron y todo lo hizo él. En el primer
maletín había cuatro frascos, cada uno con un par de ojos adentro. En el
segundo tenía cuatro corazones; todos pertenecientes a cada bestia que
le hizo eso a mis niñas. Una de las cosas que él me ha dicho desde
siempre es, que puedes saber cómo es el corazón de una persona, tan
solo viéndola a los ojos. Es cierto, todos esos corazones estaban
oscuros. Siguen estándolo.25

—¿Conservas esa mierda, vieja loca?

La japonesa asintió como si fuera algo de diario.


—Es el regalo más horrible, enfermo y repugnante que alguien me ha
dado en la vida, y es mi favorito, aun así —apuntó la mujer, recordando
que los tenía debajo de su cama, en el tercer piso del edificio donde
estaba—. Después que vi todo aquello, solo me puse a llorar. No lloraba
de la impresión; lloré porque esos hijos de puta pagaron. No me
devolvieron a mis niñas, pero sufrieron peor destino que ellas —sus
fanales se conectaron con los de Kook justo en ese instante—. Se lo
agradezco a Taehyung desde lo más profundo de mi ser. Cuando me vio
llorando me dijo: ''Ya, están muertos, Yideku. Pagaron su mierda, felices
sesenta y dos''. Él no me consolaba ni con cariño, ni con amor, ni porque
sintiera mi tristeza o empatizara con mi dolor. Él no es capaz de eso y yo
lo sé bien, pero lo hizo igualmente.11

—¿Y por qué te consolaba entonces?

—Porque Taehyung conoce de primera mano el sentimiento de querer


tomar venganza contra las personas que te quitaron lo que más te
importaba en el mundo.20

[...]1
Taehyung aparcó el auto en el estacionamiento del edificio, eran casi las
siete de la noche para ese instante. Con una liga, se amarró el cabello
hasta hacerse un moño a mitad de la cabeza y el resto de sus hebras las
puso por detrás de sus orejas. Chequeó sus manos llenas de anillos y
perfectamente impecables, así como todo su cuerpo y la ropa; un jean
negro rasgado en una rodilla, las botas negras y la camisa mangas
largas de color azul marino con los primeros botones de arriba sueltos.26

Seojoon y Hyunsik estaban esperando para arreglar el desastre de


sangre que era el auto por fuera, en el área del copiloto —donde llevó a
Goyong ida y vuelta— y la cajuela, tal como Yideku les había dicho que
ordenó, así que, tras bajar y cerrar la puerta, ambos sujetos se dirigieron
a él de inmediato.

—¿Solo la cajuela o todo el auto, jefe? —preguntó Hyunsik.

—Mi asiento es el único que no tiene sangre, del resto esta empapado.
Ya bañé a Goyong y la dejé en su lugar —Taehyung tomó las llaves del
auto y dio la vuelta hasta quedar en la parte de la maleta. Abrió al pasar
el seguro y tanto Seojoon como Hyunsik llevaron la vista a los lados al
ver una ropa y zapatos empapados de sangre con ciertos pedazos de
algo que no querían adivinar qué era—. Bueno hematofóbicos, para algo
les pago.4

Sin decir otra cosa, Taehyung dejó las llaves dentro de la cajuela para
que ellos hicieran su trabajo y procedió a pasar al lobby del edificio,
donde una de las chicas hizo una reverencia y él la repitió. Entró al
ascensor y pulsó el botón para ir hasta el penthouse. Cuando pasó el
décimo piso, las puertas de hierro se abrieron y salió del lugar caminando
por el pasillo hasta luego llegar a la gran entrada que daba a la sala de
emergencias. Se trasladó rápido a la habitación propia donde estaba
Jungkook y luego de pasar la tarjeta que antes yacía en su bolsillo,
abrió.1

Lo primero que vio fue a Jungkook acostado dándole la espalda a la


puerta y viendo hacia la ventana. Yideku estaba con sus lentes leyendo
una revista y se giró justo cuando Taehyung le tocó el hombro

—Buenas noches, jefe —la mujer recordó de pronto la llamada que le


hizo más temprano y entonces se tensó en su sitio cuando sintió el
apretón—. J-jefe ¿qué pas-

—Cálmate, Yideku —masculló sutilmente como si no hubiese hecho


nada temprano—. No te voy a hacer nada, estoy magnífico.

—E-excelente... —contestó con una sonrisa tensa.

En ese momento Jungkook se giró y Taehyung notó que carga las


mismas gasas que cuando se fue, además de que su cabello está
desordenado en una maraña y tenía la misma camisa que a Kim le
queda enorme, mucho más a él. Entonces el sicario se giró
inmediatamente hasta la mayor.1

—Yideku, ¿por qué no lo curaste?

—No se dejó, jefe —bramó rápido.

Jungkook miró a la señora con los ojos entrecerrados y luego, sin que
Taehyung viese, se puso un dedo en medio de los labios y abrió los ojos
enormemente de par en par. Cuando el asesino se volteó, la vista del
menor ya estaba completamente normal y lo miraba como si nada.3

—Tu abuela me cae mal, V, no quiero que me toque.


—¿Por qué no se deja? —el hombre se devolvió inmediatamente hasta
ella, viéndola de frente con el ceño fruncido—. ¿Qué le hiciste, Yideku?

—Nada, ¿cómo le voy a hacer algo si no se deja, jefe? —la mujer


inmediatamente habló, dando una explicación coherente. Y mintiendo un
poco en el proceso—. Le dije que usted me ordenó que le curara las
heridas y que lo bañara, pero no quiso. Dijo que iba a esperar a que
usted llegara para que fuera quien lo hiciera y como yo no voy a
obligarlo, entonces me quedé aquí para decirle.

—¿Es verdad eso? —inquirió a Kook.

—Si —casi que sí.

El asesino asiente, y luego de poner una mirada más tranquila. Bufó con
diversión y llevó la mano hasta el espaldar de la silla de Yideku. Luego
que la miró a ella menos nerviosa, se agachó ligeramente para no quedar
tan lejos de su oído.

—¿Ves lo caprichoso que es mi mocoso, Yideku? —inquirió con sorna a


la mujer, que tenía la cabeza ligeramente gacha—. Prefiere quedarse así
antes de que alguien que no sea yo, lo toque, hm —pasó la vista del
chico a la señora—. Prefiere esperarme, para que sea yo el único que
toque su precioso cuerpo, ¿no es precioso el muy hijito de puta?18

El cautivo solo rodó los ojos y la mujer afirmó aquello.

—Sí, jefe...

Taehyung se separó de ella y recogió el maletín que yacía en el suelo,


revisó luego de poner la contraseña que había dieciséis cartuchos de
bala ordenados y limpios. Cerró el artefacto y lo colocó sobre una repisa.
Procedió a ver el otro que estaba cerca de la mesa de Jungkook, al cual
Yideku identificó como el que tenía las gasas y los demás vendajes, así
que Taehyung lo tomó y lo puso al lado de los pies de Jungkook, en la
cama.

—Salte, yo lo cuido.2

La dama asintió, y luego de hacer una reverencia salió del lugar,


cerrando la puerta con seguro. Taehyung se cruzó los brazos a la altura
del pecho y se le quedó viendo a Jungkook. El niñito comenzó a mover la
boca de lado a lado sin quitarle la mirada de encima.

—Buenas noches, pequeño Jeon.

—Buenas noches, V.

Taehyung ríe un poco y se aproxima hasta él, no abandonando la vista


de sus fanales. Se sienta en la cama, del lado a donde Jungkook está
viendo, y tras tirarse hacia atrás, se gira para verlo de cerca.

—¿Por qué no dejaste que Yideku te curara?

—Porque no me gusta cómo me ve.

—Entonces si te gusta que te vea yo —el asesino chasqueó la lengua y


lo tomó posesivamente de la cintura con un brazo. El otro lo pasó por
encima de su cabeza y lo acunó con su cuerpo tras pasar la pierna por
su cadera—. Mocoso de mierda...5

Jungkook solo rodó los ojos y enterró la cabeza en el poco espacio que
quedaba de la almohada. Al menos Taehyung no estaba bañado en
sangre como desquiciado ni olía a Marlboro con Whisky tal como la
mayoría del tiempo. No obstante, recordó las cosas que le dijo en la
llamada más temprano y lo que estaba haciendo.
—¿Cuántos fueron? —preguntó el niño, pasando una de sus manos ya
cicatrizadas por la espalda contraria para sentirse menos incómodo—.
Tae...

—Diecisiete —respondió con una sonrisa en el rostro, a punto de reír—.


No, hm... dieciséis y medio, en realidad.

Cuando Jungkook sintió que él tenía una sonrisa sádica en el rostro,


subió la cabeza hasta rozar la nariz con la barbilla de Taehyung y él a su
vez baja la propia conectando sus ojos con los de Jungkook que lo miran
confundido con una ceja alzada.8

—¿Qué coño significa ''y medio''?

Kim se apretó el labio inferior entre los dientes, aunque trató de mantener
una compostura seria. Kook solo esperaba la respuesta con obviedad.

—Uno tenía cinco y el otro ocho —pronunció con lentitud—. Valen la


mitad.1

Jungkook inmediatamente subió la cabeza y lo miró con toda la cara


desencajada en una expresión entre horror y shock, sin embargo, no
quitó la mano detrás de su espalda.

—¡¿Pero qué puta mierda, Taeh-...!?

—Shh, calla esa puta boquita—jaló de su brazo con fuerza ganándose un


jadeo, pero volviéndolo a poner con la cabeza debajo de su cuello y
agarrando la mano libre para enredarla en su cabello—. Me duele la
cabeza.

El cautivo tan solo se quedó con los ojos abiertos mirando el cuello de
Taehyung mientras este seguía tirando de sus mechones negros dándole
una ''caricia'' entre brusca y lenta. Fue entonces que el chico parpadeó
un par de veces, preguntándose a sí mismo si debería continuar con
aquello, pero decidiendo que, en realidad, no es algo que le sorprendía
del todo. Cuando se calmó, notó que había un hilo negro que adorna el
cuello del sicario, un hilo grueso que se veía delicado. Cuando bajó la
vista, los dijes de aquel collar eran unas letras que formaban la
palabra ''asesino'' en inglés. La mano que Kook tenía por detrás de la
espalda impropia, viajó hasta el cuello y detalla la prenda.2

—¿Qué haces con un collar que dice ''Killer''?

—Oh, el collar de mierda —su secuestrador abandonó el agarre en el


cabello azabache del niñito y se apoyó en un brazo para alzarse y
mostrarle el collar—. ¿Puedes creer que en medio de un asesinato me
dio por hacer esto? Joder, qué mariconería...4

Y Kook iba a pronunciar algo, pero del bolsillo pequeño que estaba en la
camisa de Taehyung, sacó otro collar, pero esta vez, decía ''Bebé'' en el
mismo idioma, y no con la primera ''B'' alta, sino con ''V'' pequeña. No
había que ser demasiado astuto para entender que la puso por su alias.

—Eres mi bebé, maldito mocoso insolente —indicó, empuñando en alto


el collar y exhibiendo el ''Vaby'' de los dijes—. Solamente mío y de nadie
más.18

El dije tenía unas letras negras y brillantes, el hilo con el que estaba
hecho era negro y el material con el que se había fabricado parecía como
cuero. No era un collar feo, pero no era como si quería ponérselo. Al fin y
al cabo, Jungkook sabía que era una manera de ''reclamarlo'' como
propio.

—Te lo pongo después que te cure las heridas del cuello, sino entonces
tendré que quitártelo porque si se moja el hilo se pudre y se rompe —en
ese instante acarició la venda del cuello de Kook, debajo de esa estaban
los puntos en la herida—. Después te doy uno de oro, ese dura más.24

El muchachito tan solo ignoró aquello último y procedió a acariciar las


letras del dije, había una mínima manchita de sangre en una letra. Se
notaba que había más, pero lo limpió tal como le pidió Jungkook por
teléfono; al menos.

—¿De dónde sacaste eso?

—Había un bolso con unas mierditas para hacer esto —le explicó al niño
con mirada severa mientras se llevaba el dije al bolsillo de la camisa otra
vez—. Así que les di un buen uso porque pues... el mocoso que maté,
obviamente no las va a usar más.11

El aprisionado por un instante se mantuvo en una especie de impresión


sin llegar a caer en el shock total. Recordó los ruidos que escuchó a
través del teléfono; no oía gritos que parecieran desesperados, más
escuchaba un forcejeo extraño. No había ruidos de niños gritando ni
nada por el estilo y, de solo pensar que a sabiendas de que Taehyung
estaba abrazándolo y hace un par de horas se encontraba aniquilando
personas cruelmente, algo dentro de él se revolvió incómodo. Mas en
ningún momento hizo amago de quitarse del lugar que tenía entre sus
brazos.

—¿Lo tocaste? —preguntó firme, necesitando saber la respuesta, pero


no queriendo obtenerla. Era extraño el sentimiento dual. Taehyung se le
quedó mirando por un segundo, sin entender del todo a qué se refería.
Kook tomó una aspiración—. Al niño... ¿lo tocaste?10

—No como estás pensando que lo hice, Jungkook —respondió con total
seriedad—. No me van los mocosos que apenas se saben las tablas de
multiplicar, hm —asintió de una vez, observando al menor mover la boca
de lado a lado, no creyéndole—. En serio, he matado mocosos así de
pequeños, sí. Les he hecho cosas horribles, sí. Le di a Goyong un brazo
de cena, sí. ¿Pero me he follado a uno así? No.12

—No te creo.

—Ese es tu problema si me crees o no, Jungkook —se alzó de brazos


para quitarle importancia a lo que decía—. Yo solo estoy respondiendo a
lo que tu preguntaste.8

El rehén se quedó quieto por un segundo y luego decidió que prefería


creer eso antes de pensar que en verdad lo hizo. Porque, de haberlo
hecho, Jungkook se sentía peor sabiendo que no estaba impresionado
por aquello, más que por el hecho de que en verdad haya pasado.

—El único mocoso que me provoca tocar...—Kim afianzó el agarre que


tenía en la pierna del niño y lo atrajo más a él—... es a ti —para ese
momento, ya el sicario tenía al niño debajo de su cuerpo. Jungkook se
hallaba con los brazos flexionados a la mitad, pegando las palmas a la
almohada y los codos a la altura de la cintura—. Tú eres... —Kim acercó
su boca al oído adverso y mordisqueó ligeramente la zona—... el único
maldito mocoso —deslizó los labios por el borde de su cuello—... al que
me provoca hacerle muchas cosas, hm —movió sus piernas para
entreabrir las del muchachito e inclinarse hacia adelante, sin tocar su
tobillo—. Eres el único mocoso al que tengo ganas de tocar, al que
quiero follar, al que quiero lastimar... —su palma izquierda tomó la
cadera de Kook, tocándolo por encima de la gran camisa, la otra se
mantuvo abierta para sostener el peso propio—. Y besar...1
Justo cuando Jungkook pensó que iba a hacerlo, cerró los ojos,
esperando a que Taehyung tan solo lo besara como siempre. Sin
embargo, este con simpleza se le quedó viendo como si nada desde
arriba, esperando a ver qué hacía. Veía los belfos expectantes y
entreabiertos de Kook, su rostro relajado y sus orbes cerrados. A los
segundos, el rehén abrió los orbes poco a poco, encontrando a el
asesino y sus ojos oscuros pegados a los de él, analizando cada uno de
sus músculos faciales y su rostro. Embelesándose con sus movimientos.

—¿Qué m-mierda me ves tanto? —la cara del muchachito se desencajó


y solo procedió a fruncir el ceño con ligera molestia—. Ibas a...

—No, yo no iba a besarte —mintió, queriendo observar la reacción de


Jungkook dejándose hacer y correspondiéndole—. Solo dije que me
gustaba hacerlo.6

—Pues quítate entonces —el muchachito empezó a removerse un poco,


sus manos las llevó hasta el pecho contrario tratando de alejarlo—.
Quítate, maldito idiota...

Taehyung chasqueó la lengua y la mano que tenía agarrando la cadera


de Jungkook la llevó hasta sus mejillas y apretó con ligereza hasta que
aquellos belfos maltrechos se abultaron. Rió al ver la ligera mueca de
dolor en los ojos del niñito y sonrió después, pegando sus suyos a los
impropios con fuerza y haciendo un ruido antes de despegarse. Tras eso,
mordió ligeramente el inferior hasta que pudo saborear su sangre y vio
sus ojitos llenarse de lágrimas.

—¿No aprendes a controlar esa boquita insolente, ¿verdad? —seguía


apretando el lugar y la herida que tenía el niño en la boca reflejaba un
punto color carmesí. Lamió la zona con la punta de su lengua
saboreando el dulzor de su sangre—. Parece que no.

—Hm... s-suéltame...

—Deberías tratarme con respeto, maldito mocoso —el agarre se hizo


más fuerte, con sus manos apretó las de Jungkook hasta ponerlas en su
abdomen e inmovilizarlas, la otra se mantenía apretándole los
cachetes—. A ver, di ''Hyung'' vamos.14

—Que no, s-suéltame —ligeramente empezó a intentar alejar su cuerpo,


no obstante, era imposible zafarse del agarre. Kim era más alto, más
fuerte y Jungkook estaba con la espalda ligeramente magullada por las
heridas—. D-deja tu puta m-mierda...

—A ver... —apretó aún más fuerte las mejillas, comenzando a sentir los
dientes de Kook por dentro de la carne y este empezó a remover la
cabeza por la presión—. Te suelto si dices ''Hyung, suélteme, por favor.''

—V-vete a la m-mierda, d-déjame... —el apretón se hizo con más fervor


en la zona y Jungkook empezó a respirar un poco entrecortado, pero aún
era soportable—. M-me está doliendo... d-déjame, hijo de p-

—O en vez de llamarme ''Hyung''... —subió la cabeza como si estuviese


pensando algo importante—. Podrías decirme ''mi amor'' ¿no crees? —
Jungkook comenzó a negar y a mantener la misma mirada de molestia
en su rostro—. ¿Qué pasó con el ''mi amor'' que me dijiste esa noche,
hm? Deberías usarlo, no me molestaría.14

—N-no... que m-me sueltes, s-suéltame...


—O usas ''Hyung'' o usas ''mi amor'' —le alzó una ceja y le dedicó una
mirada retadora, sin darle otra opción—. Tú decides, sino entonces se te
van a romper las mejillas porque no te pienso soltar, mocoso.

Jungkook continuó forcejeando por un periodo de minutos, diciendo


repetidas veces que lo soltara, removiéndose y cada vez que giraba el
rostro con fuerza para que Taehyung lo liberara, este apretaba mucho
más. Al cabo de minutos la nariz de Jungkook estaba roja y le dolían los
músculos de la cara, los ojos se le aguaron ligeramente por la presión y
el sicario tan solo continuó oprimiendo y manteniéndolo en su sitio sin
poder alejarse y obligado a aguantar.

Viendo que era inútil y que ya podía sentir sus muelas enterrándose en la
parte interna de la carne, el cautivo empezó a asentir con lentitud.

—H-hyung... s-suélteme, p-por favor... —pidió mirando a Kim a los ojos,


aunque su mirada era de rendición y molestia, la de Taehyung era de
burla y victoria.

Lo soltó inmediatamente y el chico comenzó a mover ligeramente los


músculos faciales, entreabriendo y cerrando la boca por el dolor.
Taehyung llevó la palma de su mano y dio una ''caricia'' a la zona
lastimada para aliviar el dolor de haber apretado tan fuerte. Estiró la piel
de las mejillas hacia arriba y abajo y después dio dos palmadas haciendo
que retomara un color cereza.

—Así me gusta, maldito mocoso.

Y sin esperar a que el chico se acostumbrara, abandonó el toque fijo en


las muñecas y enredó sus dedos en ese cabello azabache, para luego
inmediatamente comenzar a besarlo con furor, sintiendo el metálico
sabor que todavía emanaba del belfo inferior. Por unos segundos hizo lo
que quiso con aquella boquita que amaba profanar y lastimar a su gusto,
pues Jungkook aún no podía moverla por el dolor. Así que el mayor
mordisqueó, succionó y raspó con su sinhueso todas las zonas posibles.
Chocando su nariz con la del niñito y respirando el aire con el que
exhalaba.

Fue un par de segundos después que Kook comenzó a corresponder el


beso tratando de seguir el ritmo frenético impuesto. Abrió su boca dando
paso a esa gruesa lengua impropia para chocar con la suya, escuchando
a Taehyung gruñir cada que él le mordía los labios y los templaba hacia
sí y cada que se movía adelante para adentrar su sinhueso dentro de
Taehyung. El sicario rió en su boca cuando sintió al chico quedándose
sin aire, pero queriendo morderlo de la misma manera, por eso se
acomodó más entre sus piernas y abandonó un segundo su cavidad para
dirigirse al borde de su maxilar y lamer toda la zona. Cuando volvió a su
boca, Jungkook tomó la lengua profanando su cavidad hasta dejarlo sin
aliento.2

Y solo se dejó llevar al enredar su pierna que no poseía el yeso en la


cadera de Taehyung. El sicario continuó con una mano al lado de su
cabeza para aguantar el peso y la otra la adentró por la camisa ancha
para apretar uno de sus gruesos muslos y amasar la carne entre sus
dedos; llevándola un poco más arriba hasta el borde de la entrepierna del
chico que justo ahí empezó a respirar un poco entrecortado.

—T-Taehyung... n-no me pued-

—Shh, cállate la maldita boca —gruñó—. Solo voy a besarte...

Haciendo solo lo que dijo, subió la mano hasta posarla justo en la ingle
del menor. Empezó a mover sus dos dedos del medio en la zona,
Jungkook por reflejo arqueó un poco la columna y entreabrió los muslos.
El maleante aprovechó para pegarse más a él y rozar su vaga erección
—pues estaba controlándose para no follárlo justo ahí y que luego cayera
desmayado por el esfuerzo—, con la del chico. El retenido llevó su mano
vendada hasta el cuello y pasó la mano por detrás de la zona para
mantener a Kim fijo en el sitio y la otra la usó para desamarrar la liga que
llevaba Taehyung en el cabello y lanzarla a otro lado, provocando que
sus hebras largas y oscuras cayeran como cortina, tapando una parte de
su rostro, por lo que Jungkook tomó la otra mano y le echó el cabello
hacia atrás empuñándolo.

—T-Taehyung —pronunció vagamente cuando sintió toda la mano


contraria sobre su entrepierna dando masajes en círculos y los besos
dirigirse a la parte de su cuello que no tenía la herida—. Ahg...

Mordisqueó la parte trasera de su oreja con algo de fuerza y luego


continuó dejando besos y lamidas hasta la parte de abajo, el maxilar, la
barbilla y siguió con el resto de la zona contraria, alcanzando la otra
oreja. Comenzó a gemir roncamente mientras masajeaba con suma
lentitud a Jungkook por sobre la tela de su ropa interior, sintiendo
despertarlo de apoco. Solo ahí fue que bajó la mano y la mantuvo en su
muslo, acariciándolo con los dedos. Entonces adosó los labios a su oído.

—Cuando tu puto cuerpecito se recupere —gruñó con voz totalmente


más gruesa de lo habitual—... voy a follarte tan jodidamente fuerte que
harás que mi nombre se oiga de tus labios de aquí a China, pequeño
Jeon —la voz continuaba igual de ronca, pero esta vez Kim bajó sus
labios para lamer las clavículas del niñito—. Voy a joderte tan fuerte,
Jungkookie. Voy a meterme en ti hasta correrme todas las veces que
quiera. Te follaré hasta que te duela todo el maldito culo, pero aun así
estés gritando para mí. Voy a tocarte, besarte, chuparte y morderte para
dejar huellas por toda tu preciosa piel —pasó de la zona de las clavículas
hasta su boca, donde continuaba hablando mientras veía sus ojos—. Te
voy a dejar tan mal, que parecerás un maldito desastre. Te follaré tan
fuerte que no te dará tiempo de pensar en nada que no sea yo
moviéndome sin piedad para romperte. Te voy a dejar bañado en sudor,
te follaré hasta que te duela todo —otra vez la mano de su muslo se
adentró en la camisa, pero ahora rozando las nalgas—. Vas a tomarme
bien dentro de ti, dejarás que llegue hasta lo más profundo de ti. Vas a
gemir cuando te toque, vas a dejar que tu estrecho culo sea abierto por
mi gran polla las veces que quiera. Porque pienso destrozarte, amor...
pienso maltratarte y pienso dominarte como no he hecho antes —no era
ni amenaza ni advertencia, era un hecho—. Pero claro, en el buen
sentido... ¿Estamos, Vaby?41

Jungkook solo entreabrió la boca, sus labios estabas rotos y maltratados.


Sus ojos estaban idos y cristalizados, apenas pudo procesar todo lo que
dijo y, después un rato, asintió igual de desconcertado, parpadeando
lentamente.

—Dilo —repitió—. ¿Estamos?1

—S-si...

—Sí, ¿qué?

—S-si, Hyung...1
[...]1

Kim tomó una toalla para enredar el húmedo cabello de Jungkook dentro
de esta. La otra la tenía a la altura del pecho. El niñito estaba sentado en
el borde de la bañera mientras le pasaba la toalla para secar sus hebras
con cuidado de no hacer que moviera mucho el cuello o de darle en la
frente, pues las heridas, aunque no estuviesen sangrando, no podían
recibir estirones ya que corría riesgo de salirse las puntadas.

Terminó de secar su cabeza, luego continuó con su rostro, su cuello y


clavículas. Puso la toalla en una de las barandas pegadas a la pared y
pasó un brazo por detrás de su espalda y el otro por detrás de sus
rodillas, cargándolo hasta depositarlo en el borde de la camilla.

—¿Qué hora es?

El mencionado miró el reloj en su muñeca por un segundo.

—Son las nueve y seis —respondió.

—¿Me puedo dormir? —preguntó mientras lo veía buscar unas cosas en


el closet, del cual sacó dos camisas, ropa interior y un par de medias
blancas—. Me dio sueño bañarme.

—Espérate a que te vista y te cambie las vendas —caminó hasta el niño


y dejó la ropa a un lado para alcanzar el maletín a un lado de la cama.
Tomó dicho objeto y lo abrió, sacando unos guantes, cinta quirúrgica,
gasa, algodón, alcohol, agua oxigenada, una crema blanca que sirve
para ayudar a la cicatrización y un líquido oscuro en spray—. Quítate la
toalla.

Por un segundo, Kook titubeó, pero al final mientras el mayor estaba


sacando el resto de las cosas y luego poniéndolas sobre el maletín
cerrado, se apartó la toalla del pecho y se la colocó entre las piernas
para no quedar desnudo del todo. Sin embargo, Taehyung soltó una risa
con sorna y de manera brusca quitó la toalla, tirándola en el suelo y
dejándolo expuesto.1

—No hay zona de tu cuerpo que no haya visto ya, pequeño Jeon —
automáticamente pasó toda su vista por cada zona que sus ojos pudieron
observar; todas llenas de moretones, puntadas, hematomas o lesiones.
Jungkook solo bajó la cabeza tras adoptar un tono carmesí en el cuerpo.
Oyó uno de los suspiros de Taehyung y luego percibió cómo pasó sus
dedos por la enorme ''T'' que yacía en su pecho y clavículas—. Eres
hermoso, mocoso hijito de perra, muy hermoso.

—N-no hables mierda... —se quejó el menor, removiéndose con ligera


incomodidad—. Estoy horrible...

—No, no estás horrible —Taehyung lo obligó a verlo, tomándolo de la


barbilla y alzándola—. Todo lo contrario. Estás marcado por mí y cómo
estás te ves hermoso a mis ojos. Me encantas justo así.

—Te odio.

—Sí, amor, yo a ti igual.3

Taehyung terminó de colocarse los guantes, tomó el alcohol y remojó un


algodón en este, lo pasó por todas las zonas lastimadas para
desinfectarlas; desde las letras en su frente hasta la herida en sus
rodillas. Agarró el agua oxigenada y con un algodón nuevo las
desinfectó, la mayoría de las magulladuras no se volvieron blancas,
excepto por la de los pezones y el cuello, por las que el niño se quejó,
pero pudo soportar porque después de todo ya tenían costras. Continuó
con el spray, el cual echó desde lejos y dejó que se secara. Colocó las
vendas en las zonas que estaban más sensibles; frente, cuello, el muslo
y las rodillas. La crema la untó en las que no estaban necesitadas de
dicho cuidado; debajo de los ojos, en los pezones y abdomen, y la palma
de sus manos. Terminó por sacar el collar que tenía en el bolsillo de
atrás en el pantalón, ya que se había quitado la camisa para bañarlo, y
se lo puso.

—¿Ya me puedo dormir?

Pero, aún faltaban las de la columna y las de sus nalgas.

—No. Voltéate y arrodíllate en la cama.

—Pero, las rodill-

—Flexiónalas a los lados.

Jungkook solo hizo caso, quedando como el sicario pidió. Por suerte, lo
único bueno de haber pasado casi un mes inconsciente, era que hubo
tiempo para que las heridas cicatrizaran bastante, aún tenía los puntos,
pero la piel ya no corría riesgo de desgarre si las flexionaba de esa
forma.1

Pasó la crema por todas las quemaduras de la espalda, las ampoas que
se hicieron las hubo curado hace tiempo ya; aunque seguían frescas y
las costras se ponían húmedas por el tiempo que Kook pasaba acostado.
Les brindó la misma atención y después de cubrirlas con las gasas y la
cinta quirúrgica para fijarla en su sitio, era hora de la mejor parte.
—Pega el pecho a la cama y sube las caderas —ordenó.2

—N-no, ya está bien —se quejó el muchachito, no queriendo quedar


básicamente en cuatro para él—. Déjalas así.1

Mas el delincuente le tomó las caderas con fuerza cuando el chiquillo


trató de voltearse para sentarse en la cama. Jungkook jadeó cuando los
fuertes dedos se le marcaron en la cadera y le obligaron a permanecer
de rodillas.

—Quedan tres heridas y tengo que curártelas, obedece —demandó, casi


que poniéndolo a la fuerza.

—Déjalas, no me duelen —la verdad si lo hacían.

La mano derecha de Kim, se estampó contra la nalga derecha del niño,


con fuerza contenida. Kook gimió cuando le jaló su magullado cuerpo
hacia atrás y pegó la boca a mitad de su cintura, dando un suave
mordisco a la zona.

—Pega el pecho a la puta cama y levanta ese maldito culo que tienes,
Jungkook —bramó entre dientes con la voz más gruesa, agarrándole los
muslos hasta apretarle—. Rápido, mocoso, no te lo repito más.1

Obedeció, enterrando la cabeza a mitad de la camisa, ladeándola


seguidamente. Taehyung observó la posición tan expuesta del niñito., las
marcas en cada una de sus nalgas y sobretodo lo cerradita que se
encontraba su entrada. No era para menos, si hace más de un mes que
no se lo follaba a gusto, pero en serio iba a romperlo tan pronto como se
curara.7

Agarró la crema y curó las heridas de sus nalgas, después de haberle


pasado el alcohol, agua oxigenada y el líquido oscuro. Las heridas no
necesitaban una venda, solamente las dejó tal cual. Luego entreabrió
una de sus nalgas y escuchó un jadeo proviniendo del niño tan pronto
como frotó muy suavemente la zona con sus dedos de la crema.1

—Taehyung... mhg, n-no hagas eso...

—¿Qué cosa? —se hizo el desentendido, mientras pasaba las manos


desde la herida hasta cerca de su entrada y dejaba los dedos de en
medio en la zona—. Solo estoy... curándote ahí...

Sin previo aviso, metió el largo índice hasta la mitad, deleitándose con la
forma en que al muchachito le temblaron las piernas y solamente ladeó la
cabeza comenzando a jadear con la mano recién curada apretando la
sabana. Metió más la longitud de su dedo y tan pronto como la base de
su falange entró, el chico entreabrió las rodillas y levantó más las
caderas.

—De verdad estas j-jodidamente estrecho —su largo dígito se sentía


presionado deliciosamente por la entrada de su pequeño Jeon que
comenzaba a palpitar bajo sus toques, llevándolos a ser más rápidos y
profundos. El niño estaba ligeramente mareado por la voz tan ronca que
surgía de Taehyung—. ¿Debería... controlarme el impulso de follarte o...
debería mandarlo a la m-mierda y correr el riesgo de que c-colapses y
quien sabe cuándo t-te despiertes?13

Kook no pronunció nada ante aquello y Taehyung solo sacó su dedo


después de vociferar una risa. Se sacó los guantes y miró que ni el toque
de sus extensos dígitos había dilatado a Jungkook lo suficiente.
Probablemente cuando lo follara iba a desgarrarlo y de solo pensarlo una
corriente le pasó por toda la espina dorsal hasta instalársele justo en la
parte más sensible en ese momento. Era lo que quería después de todo.
Los guantes fueron depositados en la papelera del baño y entonces
volvió hasta la cama. El menor estaba ya boca arriba, aun jadeando con
ligereza.

—Dame la mano —dijo, extendiendo la propia. Jungkook hizo lo mismo y


el sicario templó de él hasta sentarlo en la cama—. Vamos a ponerte
ropa, mocoso, aunque te ves mejor desnudo para mí.

Lo primero que hizo fue ponerle su ropa interior, básicamente todo lo que
el niño usaba desde hace tiempo para acá, era de Taehyung. Desde que
lo folló en el carro, su ropa había sido historia. Le colocó las medias,
dejando besos en sus muslos y pantorrillas cuando se agachó para
calzar la tela en su pie sano. Por último, le vistió con la gran camisa,
Jungkook alzó los brazos y Kim la pasó con cuidado por encima de su
cabeza hasta que le llegó a mitad de las piernas.1

—¿Ya me puedo... d-dormir? —medio inquirió mientras bostezaba y los


ojos se le cristalizaban—. Te dije que tengo sueño...

Taehyung le asintió, el niño tomó la sábana que estaba en la cama y se


arropó con ella mientras el maleante se colocaba la otra, ya que la que
con anterioridad cargaba puesta se la quitó para bañar al niñito.
Jungkook pensó que, por un momento, de verdad podía caer dormido de
una vez, pero la realidad es que cuando sintió el peso de contrario subir
hasta situarse a su lado en la cama, solo se giró para encararlo.

—Déjame dormir.

—Duerme y ya —hizo un ademán restando importancia—. Haz como si


no estoy aquí2

—Como si fuera muy fácil ignorar tu puta presencia...


Kim soltó una risa y antes de decir cualquier otra cosa, se giró hasta
mirarlo de frente y hacer el mismo movimiento de siempre; mantener su
cuerpo casi debajo del propio mientras lo posaba fijo en el sitio con sus
brazos y piernas. Comenzó a enredar sus dedos en las hebras de su
pequeño Jeon de manera lenta, sintiendo como iba relajándose poco a
poco gracias al suave toque.

Sin embargo, el niño se mantenía consciente y entre todo lo que su


mente estaba procesando, una pregunta llegó.

—¿Por qué estás actuando así, hijo de puta? —su voz salió bajita,
probablemente porque estaba llegando el sueño—. Llegas, me haces un
montón de mierda, sales a matar gente porque tu estúpido cerebro es
una basura y entonces regresas a tratarme decentemente, como si con
anterioridad no me hubieses medio matado.

—¿Por qué estás tú actuando así, entonces? —contraatacó el sicario,


levantando la ceja.

—¿Qué?

—Vas, me insultas porque estás molesto, dices que quieres matarme;


pero te pongo una pistola en las manos y no haces nada —tan pronto
como dijo aquello Jungkook levantó su cabeza para observarlo—. Dices
que no quieres tenerme cerca, pero cuando te beso me correspondes.
Dices que no quieres que te toque, pero tan pronto como te abrazo
buscas más. Dices que me odias y mírate, te estás durmiendo a mi lado
mientras te acaricio el cabello. ¿No deberías tú responderte a ti primero
antes de hacerme preguntas a mí, Jungkook?15

La mirada del niño se volvió un caos de ira.


—¡Yo pregunté primero! —medio gritó—. Tú eres el malo, tú eres el hijo
de puta que me hace cosas, tú eres el cabrón de mierda que me iba a
matar y ahora no quiere —a medida que iba hablando, apuntaba con
fuerza el pecho de Taehyung, enterrando el dedo ahí—. Merezco una
respuesta y no me digas estupideces como ''Eres mío, pequeño
Jeon'' ''Me gustas, pequeño Jeon'' ''Te mataré algún día, pequeño
Jeon'' ¡Estoy cansado de esa maldita puta mierda! ¡Di algo que de
verdad lo justifique!

Taehyung ni siquiera titubeó para responder.

—Te necesito demasiado, Jungkook.22

La cara del mencionado se desencajó.2

—¿Qué?

Su victimario aspiró profundamente, agarrándolo de la parte posterior de


la cabeza y obligándolo a enterrarla en el espacio que quedaba entre su
pecho y la almohada. con fuerza, pues el niño primero se resistió.

—Toda la mierda que te he hecho, siempre ha sido porque me gusta


verte mal —confesó mientras empezaba a apretar más fuerte su
cintura—. Pero, últimamente he llegado a la conclusión de que, si no te
veo bien después de verte terriblemente mal, me preocupo. Porque hay
una delgada línea entre lo que siento por ti y lo que en
verdad quisiera sentir por ti.28

—Taehyung...—gimoteó con bajeza—. ¿Qué mierda dices?6

—Te estoy diciendo que te necesito inmensamente y llegué a conclusión


de que después de todo, no solo me gustas —los ojos de Jungkook,
aunque no estuviesen siendo observados, se entreabrieron en alerta—.
Me he vuelto muy dependiente de ti. No de manera profunda, ni grave,
sino de manera mortal. —el niño prestaba total atención a aquello—.
Porque justo ahora, me estoy jugando un montón de mierda con tal de
dejarte conmigo. Y si algo sé, Jungkook, es que no me gusta que me
quiten mis malditas cosas.13

El niño por un minuto no tuvo nada que responder ante aquella extraña
confesión que le empezaba a causar una sensación extraña en el
estómago. Parecido a una ansiedad con impresión.

—Eso se llama ser un enfermo —dice luego de un rato, sin dejar de


sentir el toque suave en su cabello—. Me has hecho un mierdero y
probablemente vuelvas a hacerlo en algún momento. Eres una persona
inestable y bipolar.11

—Llámalo como te dé la gana, Jungkook —sin previo aviso, bajó su


rostro y besó la cabeza de su niñito—. Pero no entiendes la magnitud de
mierda que siento por ti, Jungkook. Estoy tan obsesionado contigo, que
ni siquiera yo mismo sé de qué sería capaz si no de un momento a otro
no te tuviera.8

El muchachito solo comenzó a negar una y otra vez, después suspiró


alto.

—¿Y de qué sirve que me estés tratando así? —preguntó un poco más
tranquilo luego de unos míseros instantes cavilando—. Si igual no te
quita toda la mierda que has hecho.

—Y no estoy tratando de quitarla, Jungkook —negó Taehyung, ahora


agarrando su barbilla para verlo en totalidad—. ¿Crees que me
arrepiento de haberte secuestrado? No lo hago. ¿Crees que me
arrepiento de haberte golpeado y torturado tantas veces? No lo hago.
¿Crees que me arrepiento de aquella noche donde te follé a la fuerza?
No lo hago. ¿Me arrepiento de todas las marcas que están en tu cuerpo y
el daño mental que te he hecho, al punto en que me adentré tanto en ti
que empiezas a reflejar mis acciones? No lo hago —su mano pasó de la
barbilla a acunar la mitad de su mejilla y con el pulgar frotó la zona—.
¿Pero sabes de qué sí me arrepentiría justo ahora, al punto en volverme
loco y mil veces peor de lo que ya soy? —el niñito negó y entonces
Taehyung se aclaró la garganta—. De matarte. Justo ahora y después de
todo, no puedo imaginar que pasa si un día llego y no estás tú ahí.22

Kook procedió a pasar la mano otra vez por la espalda contraria, no


obstante, su mirada seguía molesta y frustrada, aunque su voz menos
alterada que antes.

—Igual lo harás —''o lo haré yo'', quiso decir. Pero ahora era mejor
callar.7

—Y no lo niego, no lo niego por ningún motivo —afirmó, con una mueca


en los labios y la vista hacia el techo—. Las historias en la vida de la
gente enferma jamás tienen final feliz, Jungkook. Pero, mientras el
protagonista tome las decisiones más difíciles para alcanzar la victoria, el
guion sigue sin llegar a páginas finales —el hombre aspiró
profundamente para continuar aquello, giró la cara y le miró—. Todo lo
que tenemos es el ahora, y en él ahora es en lo que hay que pensar. El
pasado no está, el futuro no sabemos. Todo lo que hay que pensar es
justo lo que tenemos ahora. Yo te tengo a ti justo aquí, así que eres lo
único que me debe importa. ¿Eres mi pasado? No lo eres. ¿Eres mi
presente? Si. ¿Serás mi futuro? Eso depende de qué tan mierda sea
contigo, y como quiero que lo seas, me comporto así. Punto.1

Jeon Jungkook estaba extrañamente anonadado.


—Estoy harto de tu... no sé, tu maldita personalidad enferma y sádica de
mierda —pronunció con un ademán, pero de verdad totalmente serio—.
No sé... tírate de un puente o algo.31

Kim se limitó a callar una risa.

—Duerme, mocoso.1

—Ya no tengo sueño, ya no quiero dormir y menos contigo al lado —


tomándolo desprevenido, Jungkook se sentó en la cama—. Quiero que
me digas por qué yo, solo eso. Por qué alguien como tú se fijó en alguien
como yo —lo apuntó con un dedo—. Tú mismo lo dijiste ''es un mocoso.''

—Cariño, eres diferente —explicó sin más, viendo a Jungkook cruzado


de brazos y con el rostro molesto, mas; se veía bonito así—. Siempre
has sido diferente y por eso mismo me gustas.21

Taehyung hizo un ademán para atraerlo, pero Jungkook estiró su pie,


quitándole el brazo con medida fuerza.

—No me basta esa mierda.

La sinceridad es un arma mortal, un arma de doble filo. Pero las


personas a veces la usan sin saberlo, cortan y se cortan a la vez.

Taehyung en ese instante lo pensó, varios minutos pasaron mientras


Jungkook no le quitaba la mirada de encima, escaneando cada uno de
sus movimientos, esperando por alguna respuesta; una verdadera, una
coherente, una que quizá calmara las dudas. No es que quería
simplemente saber y ya, es que necesitaba comprender. Porque no
quería volverse más loco de lo que ya estaba haciendo mientras no
entendía el comportamiento.
Y, aunque la sinceridad tiene doble filo, después de ver fijamente los ojos
de Jungkook; Kim Taehyung la usó.4

—Antes de conocerte a ti... siempre supe que estaba dividido en dos


partes —masculló con parsimonia—. Una de ellas era V, y la otra
Taehyung. Ambas malas, pero una peor que la otra. Eso sí, no es algo
que no controle o se apodere de mi de vez en cuando, sino que yo soy
quien decide cómo comportarse. V era el sicario cruel y despiadado que
pensaba en su padre. Taehyung el hombre que solo quería hacer maldad
tras maldad —le explicó al chico con mirada curiosa y ahí dejó de mirar el
suelo y tomó la mano de Jungkook—. Pero, desde que estoy contigo, V
se fue y no he pensado en Taehyung jamás. Por eso te necesito, y haría
cualquier cosa en el mundo, me enfrentaría a cualquier mierda y mataría
a quien fuese si eso me asegura tenerte conmigo, Jeon Jungkook. Todo
por ti.29

Simple, una confesión simple, pero extremadamente poderosa. Una


confesión que hizo que Jungkook aspirara el aire profundamente y
entonces con suma lentitud se colocó de nuevo casi debajo de
Taehyung, y esta vez fue él quien pasó el brazo impropio por encima de
su cabeza.

—Ese sentimiento es una mierda, Taehyung —confesó dispuesto a


conciliar el sueño de una vez, quedando casi satisfecho con aquello—.
¿Hasta dónde pretendes llegar con toda esta mierda, ah? ¿Hasta dónde
pretendes tenerme contigo?

No hubo ningún titubeo. Solo abrazó fuertemente al chico.

—Hasta la muerte, Jungkook —pronunció totalmente verídico—. Ya sea


la tuya, la mía o la de ambos.53
Revenge, victory.

Las obsesiones son macabras y perversas.

Te hacen sentir en la cima del mundo.

Te atrapan y consumen todo de ti desde las profundidades de tu


quebrantada alma débil; provocando que pienses que esa obsesión
enferma es todo lo que debe tener importancia.

Te nubla de todos los pensamientos racionales, dejándote indefenso de


pies a cabeza solo para que ella sea la única que tengas contigo.

Lo peor es que son efímeras, como todo y todos en este mundo. Nada es
para siempre, ni la tierra misma, ni el espacio, ni nada. Menos una
obsesión que causa revoltijos, ansiedades, y sobretodo, que sobrepases
cualquiera de tus límites.

Te vuelven masoquistas, porque, aunque sabes que te están debilitando,


acabando y apoderándose de ti, no logras hacer absolutamente nada
para detenerlas, porque no quieres que se alejen de ti.

No te obsesiones, muchacho, será tu perdición...

No te obsesiones, muchacho, conocerás el dolor...

No te obsesiones, muchacho, vas a morir...

Lastimosamente ya era demasiado tarde para remediar aquello.


Porque una vez que siendo destructor concedes el poder de destruir,
corres el riesgo de terminar destruido junto a lo que alguna vez tú mismo
empezaste.

Oh, dulce venganza, llegaste antes que la amarga victoria.43

—V de Verdugo.11

XXIX: Panic.

Entre todas las mierdas que el ser humano puede sufrir físicamente
hasta agotarse, el insomnio tiene un puesto asegurado entre los primeros
lugares.7

La azotea del edificio donde Taehyung vivía siempre había sido un buen
lugar para pensar, ya sea mierda mala o mierda buena; pero, a fin de
cuentas, pensar. Hacía frío, un frío malditamente descomunal que se le
calaba en los huesos, no importa si cargaba un enorme suéter con el que
se cubría la cabeza, los joggers y los zapatos deportivos. El quinto
cigarrillo de la madrugada y el tercer vaso de whisky estaban en su mano
derecha, la cual portaba un anillo de rubí y uno de esmeralda. Siempre
ha sentido que los colores le valen, pero si pudiera elegir sus colores
favoritos, entonces serían el rojo rubí y el verde esmeralda.

El frío seguía haciendo de las suyas. Habían pasado un par de días


desde que mató a aquel montón de personas en su lugar favorito y calmó
un ataque de ira que venía extrañamente acumulando desde que
Jungkook despertó después de haberlo sedado por mucho tiempo.
Diecisiete personas inocentes que con ayuda de Mark y Koyumi raptó en
un lapso de tres días sin dejar ningún rastro. Se desquitó con ellas sin
absolutamente ningún tipo de remordimiento humano y quemó los
cuerpos en el mismo sitio hasta que de ellos no quedó absolutamente
nada. Llegó al otro departamento donde había vivido desde más joven —
y donde se la pasaba más tiempo que en el que estaba ahora, y al que
desde hace seis meses no quería ir a quedarse porque no lo
necesitaba—, limpió a Goyong, se dio un baño de horas donde se quedó
con los ojos cerrados debajo de la regadera mientras el agua medio fría
se deslizaba por su cuerpo desnudo para sacarle los restos de jabón y
sangre ajena, buscó unas cosas y finalmente regresó al mismo edificio
donde se hallaba en ese mismo instante.

El edificio estaba lleno de oficinas a partir del quinto piso hasta arriba y
del quinto para abajo están las personas que viven ahí y trabajan para él,
pero no es el único que tiene. Todo el cuadrante de edificios que están a
los alrededores, también le pertenecen. En uno de ellos hay un
laboratorio donde fabrican alucinógenos y demás metanfetaminas. En
otro hay unas oficinas de las que maneja el 80% y suministran cosas a
Japón y Taiwán. Algunos tienen personas viviendo que se ocupan de
arreglar cuentas en la capital o demás lugares donde Mark, Kang,
Koyumi y él siempre se reúnen para llevar las cuentas de XeoXong; la
puta mafia en la que estaba metido.3

Taehyung poseía altos poderes en sus manos, conocía gente capaz de


matar a diestra y siniestra si se lo ordenaba, contaba con hombres y
mujeres que le obedecían e incluso él mismo era un asesino temido,
respetado y capaz de hacer cosas que se ganaban la sumisión de los
demás a su alrededor. Entonces, ¿por qué se levantó a las dos de la
mañana con el corazón latiéndole a mil por hora, las manos sudándole
frío al igual que su frente y una sensación de alerta que llevaba hora y
media sin dejar ir?

Ansiedad e insomnio; demasiado tiempo sin sentirlas.4

Era extraño, porque una persona tan jodida como él podía experimentar
emociones distintas bajo el mismo contexto. Pero, no entendía porqué se
levantó rato atrás del mueble, se quitó la sábana de encima, se colocó el
suéter, se le quedó viendo un rato a su Jungkook que dormía
plácidamente y luego salió de ahí, dejando la puerta cerrada con seguro,
y subió a la terraza. Los barandales de concreto servían en este
momento para apoyar los brazos y terminar de un solo trago el amargo
whisky que, de tanto que ha ingerido, ya ni le siente sabor. Debería
emborracharse, pero de ahí a que eso pase; probablemente sean las
diez de la mañana y haya tenido que beberse al menos tres botellas él
solo para que el grado alcohólico con el que viene lidiando desde que
tiene dieciséis, surta efecto y lo dope hasta vomitar.1
Pero eso no pasó, la sensación de que había algo o de que habrá algo,
estaba intacta. Es como si toda su aura se sintiera amenazada por algo,
sin saber qué es. Como si fuese corriendo y sintiera pasos detrás de sí,
mas no veía a nadie. Como si supiera que debía que hacer algo para
evitar una cosa y no sabe que es el algo o la cosa; solo sabe que estaba
mal y punto.

—One, two, three, four, five, six... —el cigarrillo fue exhalado por su boca
mientras contaba los números en inglés. Ya lo hizo en chino y japonés a
ver si se calmaba, más no lo conseguía. Sus manos estaban tomando
fuertemente la baranda de cemento de la azotea y se inclinó con la
cabeza hacia abajo apretando los ojos fuertemente—. Forty one, forty
two, fort-... ¡Maldita sea la mierda, joder!11

Y en el momento en que exclamó aquello con frustración, el vaso de


whisky, que estaba postrado en el borde de la baranda de concreto, se
cayó por el codazo que le dio sin intención.

Crack.1

—Ya, ya, ya... —cerró los ojos y decidió apretarlos con fuerza al igual
que sus puños—. ¡Mierda, Kim Taehyung, cálmate ya!

No lo hizo, ni siquiera cuando abrió fuerte los ojos y miró las estrellas en
el firmamento, tratando de perderse en ellas como la mayoría de veces
que se encontraba solo en el mismo lugar de su propiedad. Ni siquiera
cuando se tiró al suelo lentamente y abrió los brazos hacia los lados,
comenzando a dar un par de movimientos en círculos en este. No
cambió, la sensación continuó; se le oprimía el pecho, los latidos eran
veloces, la frente le sudaba y las manos le temblaban con lentitud.5

Entonces un sonido provocó que girara la cabeza a la derecha y


encontrara el cuerpo de Yideku con el cabello suelto, unas pantuflas y
una bata enorme caminando hacia él.
—¿Sajangnim? —curioseó la mujer en coreano—. ¿Jefe, qué hace ahí
tirado? ¡Párese!1

Y él no contestó.

—Bosu, sokode nanishiteruno?14

—Kibun saiaku!5

Si no fuera Taehyung, probablemente se habría cagado de miedo al ver


una señora en bata caminando hasta él en plena madrugada.6

Pero solo la miró con los ojos abiertos de par en par y comenzó a negar
rápido con la cabeza. La mujer corrió rápido hasta él y lo detalló desde
arriba. Taehyung estaba pálido, con los labios ligeramente morados, los
ojos aguados y parpadeando acelerado.

¿Qué mierda le pasaba?

—Jefe, ¿qué pasó? —Zo se agachó en el suelo y le colocó la mano en el


pecho. Los latidos de su corazón iban tan exagerados, que ella se
preocupó de inmediato—. ¿Consumió algo?

—N-no... nada —logró pronunciar a penas—. Yo... s-solo bebí whisky y


me fumé como media caja de cigarros, pero... más nada.

La fémina le brindó un asentimiento y se recostó de la baranda.

—¿Cuánto lleva aquí?

—Desde hm..., las dos y algo —confesó, esta vez más tranquilo, aunque
solo para hablar pues las sensaciones seguían ahí—. Y-Yideku, me
siento mal. No es un dolor corporal o de cabeza, es... otro sentimiento. N-
no sé... me pesa el cuerpo y estoy sudando frío y las manos me dan
espasmos —su mirada era firme, pero se perdía al hablar—. T-tengo...
tengo el pecho como si me hubieran dado una paliza, pero el dolor no es
por fuera, es por dentro y siento ganas de vomitar y no las arcadas.
¡Carajo, me siento de la mierda, vieja!18

Yideku lo examinó de arriba abajo solo con la vista. Kim yacía tirado en el
suelo con las piernas abiertas y los brazos también, como quien hace
ángeles de nieve. Estaba respirando rápidamente por la boca y las
pupilas se le movían de lado a lado mientras miraba arriba. Su pecho
subía y bajaba con fervor como si hubiera corrido un maratón y los
tobillos los movía de lado a lado.

—Jefe, está sufriendo un ataque de pánico.

—¿Un qué? —La mirada de Kim se desencajó fuerte y sus dedos se


enterraron en el suelo y empezaron a rasgarlo con las uñas—. Oh,
entonces... así se siente la puta mierda esa, uh.6

Y sin pensarlo, los ojos se le llenan de lágrimas. Éstas comienzan a


deslizarse por los costados de sus ojos. Pero a la vez, poseía una
sonrisa burlona en el rostro y la sensación de pánico seguía ahí. Era
confuso, todo era confuso, mas por alguna razón Yideku lo entendía
hasta cierto punto. Siempre reaccionaba así.2

—¿Alguien le dijo algo? ¿Hizo alguna cosa? —trató de comprender el


significado de aquel ataque repentino—. ¿Qué pasó, jefe?

—No tengo idea, Yideku —la realidad es que sí, aunque no era algo que
quería decir a Vox Populi porque no era tema que deseaba hablar en
realidad—. S-solo me paré a medianoche sintiéndome así y me traté de
calmar, pero la mierda se hizo... peor.
Mentiras. Sabia la razón, pero no la razón de por qué a estas alturas
reaccionaba así al pensarlo y recordarlo.

—Respire profundo y lento —ideó la señora.

Taehyung obedeció aquello, pero era literalmente imposible regular la


respiración tan ávida que llevaba en ese instante.

— ¡No puedo, maldición!

—Si puede, jefe —repitió la mujer y luego procedió en ir hasta él y


extenderle la mano—. Ah, siéntese en el suelo.

— ¡Ya estoy en el suelo, vieja!

—¡Pero no sentado, jefe! ¡No se acueste ahí! —replicó al menor—.


¡Párese del suelo!

Taehyung maldijo unas cuantas veces hasta que por fin logró sentarse
en el suelo. Sus piernas quedaron estiradas y abiertas a cada lado y sus
brazos apoyándose hacia atrás. La cabeza la dejó gacha y seguía
negando una y otra vez con fuerza, apretando los ojos en el acto. El
pecho por un segundo se le hizo menos pesado y los revoltijos de
estómago dejaron de ser tantos cuando comenzó a tratar de respirar más
lento, no obstante; era la misma mierda, porque todavía sentía cómo
lloraba raramente y las veces que Taehyung lloraba era por estar
infinitamente molesto. Aunque en aquel momento no tenía nada de
molestia o frustración o algún sentimiento que debería considerarse malo
o violento por la persona que era. No, él solo estaba preocupado por
algo.

—Ah... uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez... —
comenzó a contar de nuevo y los putos retortijones como que
empeoraron—. Yideku... sabes que no creo en mierdas cósmicas, ni
brujos o cosas así, ¿verdad? —ella asintió, sobándose los brazos por el
frío—. Pero, ¿alguna vez has sentido como que algo pasará, aunque no
sabes qué es o cuándo? Y no algo bueno, sino malo.23

Él giró la cabeza a su dirección, no tuvo que pensar mucho la respuesta


que dio.

—Me ha pasado, jefe.

—¿Y ha ocurrido?

"Abuela, nos vemos más tarde. ¡Te amamos! ¿Nos vas a extrañar
muchísimo?" recordó la mayor. "Obvio si, mis preciosas'', también
recordó. Y cuando ellas fueron al parque, donde se supone solo tardarían
una hora para sacar a los cachorros, no volvieron jamás.15

—S-sí, sí ocurrió, señor.

Taehyung la observó y asintió con severidad, entendiendo bien a lo que


ella se refería. Él, por el contrario, se quitó la capucha del suéter y la
llevó hacia atrás. El cabello lo tenía increíblemente más largo que antes,
ya podía recogerse una cola y apenas uno o dos finos mechones
quedaban sin llegar a la liga. La última vez que lo cortó fue hace unos
meses, cuando solo se quitó el castaño que tenía en las puntas y que
odiaba porque se lo tuvo que teñir una vez para una operación junto a
otros tipos. Justo ahora tenía el pelo en la frente y algunos mechones se
movían de lado a lado por la brisa helada.

—¿Cómo sabías que estaba aquí, Yideku? —inquirió a la señora.

—Yo estaba a acostada y mi sueño es realmente ligero. Escuché algo


caerse y quebrarse, así que me asomé por la ventana y vi hacia arriba —
la japonesa se asomó por la baranda y apuntó al lugar—. No vi a nadie
por la altura, pero la luz de la terraza estaba encendida y... ¿quién más
va a estar aquí a las tres de la mañana si no es usted?

—Touché.

Caminó hasta él y lo siguió viendo con unas gotas cristalinas corriendo


del comienzo de su frente hasta la mitad y mordiéndose la parte interna
de labios y mejillas en una ansiedad tremenda.

—Jefe, ¿en qué piensa? —preguntó, viéndolo de una manera que sabía
estaba perdido en sus pensamientos—. ¿Es algo específico lo que le
hizo ponerse así?

En parte, pero seguía queriendo evitarlo a toda costa. Las pesadillas no


eran algo que lo frecuentaran desde hace mucho.

—He ahí la cosa, Yideku —confesó a medias, girando la cabeza—. No


es nada en concreto. Solo me siento así y ya, no veo el motivo. No estoy
pensando en nada en absoluto es-

—Tae, ¿por qué tienes ese tatuaje en el brazo —Jungkook estaba


recostado en su pecho después que hablaron y observó el cuervo en
tinta negra—. Tu hermano también tiene uno igual, ¿verdad?4

—Es el mismo, nos lo tatuamos hace diez años —respondió solo a lo


último.

—Aja y... —su niñito comenzó a delinear el tatuaje con la yema de sus
dedos—. ¿Y por qué se lo tatuaron?

Taehyung negó y dejó un beso en las cicatrices de su frente.

—Ya duerme, mocoso. Son las once de la noche.1


Ninguno volvió a tocar el tema otra vez. Jungkook cayó dormido al rato y
Taehyung continuó por unos momentos enredando sus dedos en ese
cabello largo y azabache hasta que también se durmió. Al otro día,
Yideku le quitó el yeso con una sierra especial y en su lugar colocó una
tobillera que apretaba el músculo, pero permitía cierta movilidad.
Además, le quitó los puntos de las rodillas, el muslo y el cuello. Solo
quedaban los de la frente.2

Así era desde que no podía tocar mucho a Jungkook, se encargaba de él


para cosas que podía solo y las que no entonces mandaba a Yideku a
hacerlas. Pero, quien bañaba a Jungkook, quien le secaba su cuerpo
hecho mierda, desenredaba su cabello y lo vestía para luego ponerlo a
dormir; era él. Nadie más que él podía, primero porque Taehyung no
dejaba que ninguna persona aparte de la señora tuviese contacto con él
y segundo —el más importante, a decir verdad—, Kook había
desarrollado cierto apego a las "buenas" atenciones que su captor le
daba, porque lo único que se dejaba hacer con Yideku era dar la comida,
del resto nada que no fuese Kim era bien recibido.2

Probablemente porque, la misma persona que lo revolcaba en el suplicio,


era quien lo veía con ojos de ilusión y lo sacaba de ahí.

—Jefe... —mencionó Yideku, que ahora lo veía más tranquilo y con una
sonrisa fina en los labios—. ¿Mejor?

—Yideku, ¿qué personas aparte de ti saben que tengo a Jungkook? —la


repentina seriedad de su voz casi asustó a la fémina—. Tú eres la única
que sabe todos mis movimientos de pies a cabeza, así que dime quiénes
saben que está vivo. Quiero nombres y apellidos completos.
La mujer pensó unos cuantos segundos la respuesta precisa que debía
dar.

—Los que saben que está vivo son Kang Jitaek, Koyumi Kitaro, Mark Yul
Choi. Dos guardaespaldas del señor Mark llamados Derek y Andrew, que
nada tienen que ver con usted —expresó la mujer, haciendo memoria de
todo lo que sabía hasta el momento—. Hm..., Lee, que fue uno de los
que Mark le mandó la otra vez y tampoco importa mucho. De los que
trabajan aquí; Min Yoongi, Park Hyunsik, Park Seojoon, Bae Joohyun,
Kang Seulgi y yo, Zo Yideku. De los que trabajan para usted más no
residen aquí, Kim Namjoon, y de los que saben, pero no trabajan para
usted; los hermanos Park; Bogum y Jimin.3

—Doce personas importantes saben que está vivo, okay —corroboró,


calculando metódicamente si alguien se le escapaba de las manos y no;
esos eran todos—. Ahora, lista de personas con nombre y apellido que
creen que yo o alguien lo mató.

—Que creen que usted lo mató; Kim Jennie, que es policía encubierto y
está metida en Kyong ayudando a Byun Baekhyun, que también es
policía y ahorita se está recuperando de un disparo en el otro edificio de
Shin Taogum. Además, Bang Sihyuk, por tener parentesco político con
Byun por parte de Bang Chanyeol, seguro debe saber. Ellos son cero a la
izquierda justo ahora, pero saben —procedió Yideku a enumerar—.
Fuera de esa gente, los que creen que otro lo mató; Shin Taogum, el
testaferro del papá del niñito, la familia Jeon; Saeji, Jihyo y Jaeban y
todos los altos mandos de la organización de Kyong, jefe.1

Suspiró por un segundo, esperando una reacción. Taehyung tan solo se


llevó la mano a la barbilla, repasando los rostros y nombres completos de
todos los que nombró la mujer mientras él veía al cielo.
—¿A qué maldito loco se le ocurre "matar" al hijo menor y heredero
legitimo del mafioso más peligroso de este país, ah? —se preguntó a sí
mismo con una burla en la sonrisa, haciendo comillas—. Lista de logros
personales actualizadas; raptar a un mocoso, obsesionarte con el
mocoso y luego estar dispuesto a dejar al mocoso contigo cueste lo que
cueste, uh —soltó una carcajada leve y Yideku negó con la cabeza—.
Yideku, de todas las cosas malas que he hecho, esa es la única que me
quita a veces el sueño.

—Señor...

—De todas las personas que has nombrado —volvió a mirarla de


costado—. ¿Quiénes me son exclusivamente leales a mí, sin importar
más nada?

—Los que viven aquí y a los alrededores, su hermano y los Park —


detalló ella—. Del resto, tienen básicamente el mismo poder que usted o
un poco más, pero no le son leales al cien. Sin embargo, no hay razones
para que le hagan algo. Todo está en paz, jefe.26

Quizá si, pero no en la mente de Taehyung justo en aquel instante. Ni en


ninguno desde hacía muchísimo tiempo, la verdad. Analizando muy bien
todos los panoramas, una última pregunta le surgió.

—De todos mis bienes, propiedades, contratos, dinero, todo —enumeró


con sus falanges mientras recostaba la cabeza en la palma de su otra
mano y el codo en el suelo—. ¿Cuánto porcentaje está bajo mi nombre
verdadero y cuánto bajo el nombre de Namjoon?

—Después de la última adquisición que tuvo XeoXong, las acciones


incrementaron y usted las dejó bajo su nombre y no le dijo a Namjoon,
según sé —respondió Yideku de una vez—. O sea, el dinero que usted
ha venido acumulando desde hace más o menos un año, lo tiene en la
cuenta que abrió hace unos meses.3

—Ya, perfecto —asintió y suspiró más calmado—. Perfecto, de verdad.

La mayor, de un momento a otro, lo vio relamerse los labios y sacar una


pícara sonrisa al tiempo que miraba al suelo y trazaba una especie
de ''V'' en este, repasándola una y otra vez.

—Señor... ¿por qué abrió una cuenta aparte y no le dijo a Namjoon para
meter los fondos en la de él y manejarlos de igual forma? —quería
saberlo, más por precaución que por otra cosa.

"¡Tócalo y dame una razón para vaciarte toda esta mierda en el cráneo,
hyung!''

—Solo porque quise, no hay motivo especial —mintió, alzándose de


hombros—. Tan solo quería deshacerme un poco del manejo de papeles
y ocuparme de mis cosas sin la ayuda de Jun —finalmente sonrió muy
encantadoramente.2

Ella repitió la acción, pero por el contrario sin mostrar su dentadura.

—Es todo, jefe. ¿Otra cosa?

—No, más nada, Yideku —Kim tomó una fuerte aspiración y procedió a
levantarse del lugar que ocupaba su cuerpo en el suelo. La sensación
seguía, pero eran casi las tres y media de la madrugada y debía ir a
dormir de una vez—. Supongo que... uno contra varios es arriesgado,
mas no imposible, ¿verdad?1

—¿Qué?
El sicario sonrió y se pasó las manos por la cara, su cabello lo echó hacia
atrás y pudo jurar que la cara de Yideku fue una completa mueca de
impresión y desagrado.

—Nada, vieja querida —negó con un dedo y le guiñó un ojo—. Anda a


dormir que ya es excesivamente tarde.2

Sin más, él caminó en dirección a la puerta para bajar las escaleras


hasta el pent-house, pero antes de eso escuchó un silbido de parte de la
señora.11

—¡Jefe!

Se volteó y miró a Yideku con las cejas alzadas esperando qué tenía
para decir.

—Asegúrese siempre de tener cómo reparar lo que rompe —Yideku pasó


por su lado y quedó en la puerta—. Sepa que del polvo nadie jamás
regresa, señor.

Antes de que ella se volteara, Taehyung puso la mano en su hombro y la


volteó con delicadeza, mirándola fijamente a los ojos con la capucha
puesta y la voz incluso más ronca que antes.2

—No le des consejos de muerte a una persona que goza de matar,


Yideku —pronunció lleno de parsimonia—. Y de todos modos, el polvo es
imposible de quitar en nuestro marcado final.

3
[...]1

Jungkook por lo general no se levantaba de madrugada, pero justo ahora


se encontraba mirando por la ventana en la misma posición que hace al
menos unos veinte minutos atrás. Las manos debajo de sus muslos
mientras permanecía acostado de lado con los ojos fijos en la ventana.
Taehyung no estaba en la habitación, cosa que se le hacía rara porque
eran pasadas las tres de la mañana según las agujas del reloj de pared
que apenas podía ver con el reflejo de la luz de fuera.

Yacía calmado, raramente calmado considerando que unas horas atrás


estaba sentado en las piernas de su captor mientras éste le daba besos
en el cuello y la espalda, no permitiéndole comer en paz. Y si, era raro
porque no estaba acostumbrado y no sabía cómo mierda actuar aparte
de ansioso o cauteloso, quizá amargado, molesto o grosero, bien o mal.
No sabía, era un balancín de sensaciones extrañas que no se quedaba
con una punta arriba y otra abajo o en el medio en equilibrio, no. Solo
sube y baja una y otra vez, haciendo que cambie de humor cada cierto
tiempo dependiendo de las acciones de Taehyung.5

Si Taehyung estaba tranquilo, Jungkook igual, pero se sentía extraño. Si


Taehyung estaba molesto, Jungkook estaba molesto y comenzaba a
insultarlo. Si Taehyung actuaba bien, Jungkook se ponía en estado de
alerta, pero se sentía normal. Básicamente, el reflejo de lo que hacía
Kim; era Jungkook. Podría decirse que por ahora el cielo sobre ambos
estaba despejado, pero bien sabía el niño que las nubes en algún
momento lo volverían a tapar.4

Lo peor era que en serio no podía sentir esa especie de miedo


irremediable que te hace replantearte toda la existencia y ajustar tus
sentidos a una cosa; no querer morir. Era más un sentimiento de nervios
por saber qué pasaría. Jungkook en todo este tiempo, pasó de querer
morir a no hacerlo porque no hallaba cómo y porque Taehyung hacía las
cosas demasiado abominables. Pasó de querer morir para dejar de sufrir,
a no saber si era buena idea y luego querer morir a manos de V porque
llegó a la conclusión de que no importaba lo mucho que le hiciera, al final
lo mataría igual y finalmente dejaría de sufrir.

Pero ahora, después de todo, no quería morir ni atentar contra sí mismo.


No si Taehyung quedaba ileso. No era justo, no sabía cómo, empero
quería hacerle mucho daño y le frustraba no tener poder en sus manos.

Pero la verdad, es que Jeon Jungkook tenía el poder más grande de


todos, aunque no supiera; a Kim Taehyung.15

Jungkook llegó a la conclusión de que lo necesitaba consigo ya fuese por


una razón u otra, pero había cosas que quería saber y no entendía.
Había dos mil cosas que le atormentaban, pero ninguna tenía una
respuesta. ¿Por qué Taehyung era tan mierda? ¿Por qué Taehyung lo
necesitaba? ¿Por qué Taehyung lo quería con él a como dé lugar? No
comprendía bien el sentimiento de posesividad extrema.1

Pero algo sí supo desde aquella noche que hablaron; a Tae le tuvo que
haber pasado una mierda muy fuerte para llegar a estar donde estaba.
Tenía que ver con Namjoon, tenía que ver con ese tatuaje, tenía que ver
con el tal "Seokjin" y sobretodo con el papá de Taehyung. ¿Seokjin era el
padre de Taehyung? Quería saberlo, pero, aunque de verdad tuviera
valor para preguntarlo, el otro no iba a responder una mierda.1

"Desde que te conocí supe que estaba dividido en dos partes" recordó su
voz en su oído diciéndole eso y lo peor era que le creía porque así
estaba sintiéndose Jungkook justo ahora; dividido. Una parte odiando a
Taehyung y otra parte sintiendo un apego que le revolvía las entrañas.1

Detestaba eso.

¿Le gustaba Taehyung?13

No lo sabía, no lo tenía muy claro, pero lo cierto era que no importaba en


realidad. La sensación de querer hacerlo pedazos era mucho más fuerte
y quizá la principal razón por la cual sus actitudes eran un espejo. Pero
eso no era porque así lo hubo decidido, mas también porque fue
arrastrado y solo se dejó hacer. Los pensamientos de Jungkook en
cuanto a sus sentimientos por Taehyung eran como un montón de
arboles que lo tapaban hasta dejarlo sin ver el cielo. Pese a eso, el único
que podía sacarlo de ese bosque lleno de altos arboles era el mismo que
lo arrastraba ahí; Kim Taehyung.

La confusión la sentía mientras sus ojos miraban los barrotes de hierro


en la ventana. Estaba cerrada y el impecable cristal hacía parecer como
si estuviese abierta, pero la verdad es que no, solo la mitad de la cortina
se ponía de lado para que hubiese un poco de luz. Sin embargo,
Jungkook notó un reflejo de una luz amarilla ser apagada hace unos
cinco minutos atrás.

Y esa luz tuvo explicación tan pronto como escuchó la puerta abrirse con
cuidado y luego ser cerrada con seguro. Cerró los ojos con suma
delicadeza y reguló la respiración; Taehyung había entrado al cuarto.
Lo primero que sintió fue el olor a cigarrillos inundar la habitación. No era
que odiara el olor a cigarrillos, pero prefería no tenerlo encima y por el
contrario que oliera a la colonia que a veces podía distinguir cuando no
tenía la nariz tapada de tanto llorar o de algún puto golpe. Jungkook se
mantuvo respirando lento y oyó cuando él se sentó de golpe en el
mueble y comenzó quitarse la ropa. Por un segundo abrió los ojos de par
en par, aunque al escuchar como Taehyung se acercaba volvió a
cerrarlos de la misma manera. Un par de ruidos se escucharon en el
clóset que había frente a la cama y la curiosidad del rehén pudo más que
él así que abrió ligeramente el ojo derecho para ver que hacía.

Y los abrió de par en par cuando Taehyung estaba de espaldas doblando


una ropa y solo llevaba unos bóxers puestos.

Él era alto, con seguridad pasaba el metro ochenta. Tenía los hombros y
la espalda ancha, la cintura se le marcaba levemente y sus brazos, que
tenían venas desde los antebrazos hasta el dorso de las manos, estaban
formados al igual que sus piernas largas. No tenía los músculos de un
fisicoculturista, pero bien sabia Jungkook que cuando ejercía fuerza se le
marcaban todos los brazos. Su cabello era negro y ya estaba tan largo
que cuando lo soltaba apenas le rozaba las clavículas.19

Al menos lucía como un tipo decente.

Tomó la ropa que se había quitado y la metió dentro de un estante que


tenía algunas prendas que Jungkook se ponía y estaban sucias.
Después de eso abrió una de las solapas y sacó una toalla que puso en
su hombro junto a una más pequeña. Kook lo observaba, escaneando
sus movimientos y con la seguridad de que no podía ser visto porque la
luz de la ventana no le daba en la cara y todo estaba oscuro. El sicario
por último tomó una botella de plástico y se adentró en el baño, cerrando
la puerta detrás. Minutos después el muchachito escuchó la regadera del
baño a todo dar.

—Son las tres de la mañana... —masculló sumamente bajito para que el


otro no escuchara—. ¿Quién puta mierda se baña a la tres de la mañana
con agua fría?40

Se mantuvo en la misma posición por al menos veinte minutos, hasta que


escuchó la regadera cerrarse y a Taehyung registrando unas cosas
dentro del baño. Kook volvió a regular su respiración y a cerrar los ojos.
Mientras eso, el maleante agarró unos joggers nuevos, así como ropa
interior limpia y se vistió al salir del baño. Su largo cabello lo estrujó con
la toalla para secarlo y finalmente pasó el material por su rostro y espalda
desnuda para quitar las gotas que sus hebras derramaron.

El menor estuvo a punto de volver a conciliar el sueño cuando sintió


cómo Kim bajaba uno de los reposabrazos de la camilla y le tomaba de
las caderas para arrimarlo a un lado. Se dejó hacer mientras el otro lo
veía solo de espaldas. Finalmente, Taehyung se recostó de su lado y lo
abrazó de la misma manera posesiva de siempre, enterrando la cabeza
en su cuello.13

—Hm... —gruñó mínimamente removiéndose en su sitio. Fingiendo


despertar por la atención. Movió el rostro con lentitud y luego hizo como
si abría lentamente los ojos—. ¿T-Taehyung...?18

Kim lo aferró más fuerte a su cuerpo y siseó un suave "Shh..." en su oído.


El chiquillo apoyó los codos en el colchón y medio subió el cuerpo para
después verlo a la cara.

—Taehyung..., ¿q-que haces despierto a esta hora?


—Estaba fumando —contestó con los ojos cerrados, aún apretándolo—.
Ya duerme, Jungkook. Es de madrugada.

—¿Es de madrugada? —Volvió a insistir. El sicario abrió un ojo, luego el


otro y suspiró con pesadez—. ¿Te despiertas en la madrugada para
fumar?

Taehyung solo volvió a cerrar los ojos y a la fuerza le posó la cabeza al


chico entre el espacio de su brazo y la almohada.

—No podía dormir, así que salí a la azotea, me fumé un cigarro y me


devolví aquí, Jungkook —tergiversó la verdad de su insomnio—. Me di un
baño porque olía a cigarrillos y alcohol y ahora estoy aquí a punto de
dormir, pero un maldito mocoso no deja de joder.

—Duerme en el mueble —pidió lento, sintiendo la mano de Kim


envolverle la cintura—. No quiero dormir contigo, ve al mueble y no jodas
tú.

—Sht.

—¡Vete al mueble, coño!

—Deja de actuar como un maldito mocoso sacándome de quicio —


bramó el asesino entre dientes, agarrándole la barbilla—. Haz el puto
favor y duérmete o te voy a dormir yo.

—No quier-

No hubo tiempo de quejarse cuando sintió como todo el peso de


Taehyung se le ponía encima. Ni siquiera estaba aguantándose con sus
brazos, solo puso a Jungkook debajo de su cuerpo y se dejó caer con
brusquedad sobre él, de modo que el chico sintió la presión en el pecho y
las piernas quedando inmovilizadas.
—Q-quítate...T-Taehyung —el aludido giró su cara mientras Jungkook lo
llamaba. Hizo caso omiso y solo posó su frente en el espacio entre la
cabeza y el hombro del menor—. ¡Q-quítate, Taehyung! Me voy a
asfixiar...3

—Bueno, asfíxiate.11

—Mh... q-que te quit-... —se suponía que debía haber terminado de


quejarse, sin embargo, fue inútil en el momento en que Taehyung le
abultó las mejillas con una mano y con la otra sus muñecas encima de su
cabeza, comenzando un besuqueo.2

Pero era diferente porque a pesar de que Taehyung estaba


inmovilizándolo con fuerza, sus labios no lo hacían así. Era profundo y
lento, aun así, sentía lo belfos de Jungkook moviéndose contra los suyos,
nada más. Estaban fríos, al contrario de los de Kook que estaban tibios.
La punta de los cabellos de Taehyung destilaba gotas que caían hasta
situarse en la cara o el cuello adverso y a medida que su boca sobre la
impropia iba profundizando el beso, el chico solo dejaba de forcejear.1

Kim entreabrió las piernas del niño con sus rodillas y se posó entre ellas,
alzando su cuerpo con la otra mano para entonces sostener el peso
propio. Jungkook solo llevaba puesta otra de las grandes camisas negras
de Taehyung, que le llegaban hasta taparle poco más del principio de los
muslos. La otra mano del asesino se posó por dentro de dicha prenda,
recorriéndole suavemente con la yema de sus dedos el abdomen.

—N-no vayas... n-no vayas a- uh... —el chico se calló por completo
cuando la mano se deslizó con suavidad hasta tocar sus pezones
maltratados. Todavía había piel que estaba perdiendo en los alrededores
de la zona, pero no ardía ni dolía tan extremadamente—. Aún teng-
Taehyung soltó el agarre con brusquedad y se arrodilló en la cama,
teniendo las piernas de Jungkook abiertas y estiradas a cada lado de las
suyas. Le alzó la camisa con brusquedad hasta el cuello, exhibiendo todo
su abdomen maltrecho.

Las primeras dos costillas se notaban más que el resto, la enorme "T" en
su pecho tenía las costras cayéndose y la piel rosácea alrededor. Los
cortes de sus clavículas ya portaban la dermis menos hinchada y las
vendas que cubrían los puntos ya no estaban. Sin embargo, el cuerpo de
Jungkook seguía increíblemente débil, así que solo echó su cuerpo atrás
y sonrió ladinamente viendo el pecho del niñito subir y bajar con
nerviosismo.

Jungkook le miró un rato, sin saber exactamente qué hacer o decir. No


obstante, cuando vio a Taehyung inclinándose hasta su muslo derecho
para comenzar a besarlo, el chico cerró las piernas de golpe.

—No he dicho que las cierres —regañó el mayor viéndolo a los ojos. La
quijada de Kook estaba hacia abajo y observaba las acciones del otro.
Éste tomo su mano y la dirigió hasta su muslo contrario y de golpe volvió
a abrir sus piernas—. Déjalas abiertas, pequeño Jeon.

En el momento que Jungkook echó la cabeza hacia arriba para suspirar,


notó cómo Kim llevó una de sus manos a su muslo izquierdo y lo abrió
totalmente de piernas. Sin esperar nada, adosó sus labios de manera
lenta por el comienzo de la pantorrilla del menor, dejando beso tras beso
en su suave piel. Kim estaba arrodillado en la cama, una de sus rodillas
yacía pegada a la pierna de Kook para que no pudiera cerrarla y con
ambas manos aguantaba arriba su pierna derecha para darle atención.3
—Taehyung... —el chico trataba de alejar su cuerpo, más el agarre de
Kim era fijo. Los besos abandonaron su pantorrilla para instalarse en la
parte interna del muslo que no tenía heridas. Pero la verdadera confusión
llegó cuando la espina dorsal de Jungkook se arqueó al momento
comenzó a dejar chupones y mordiscos en la zona cerca de su
entrepierna—. A-ah...

—¿Qué te están haciendo, Jungkookie? —preguntó descaradamente y


con socarronería cuando empezó a deslizar sus dedos de arriba abajo en
el otro muslo y seguía acercándose a la unión de la cadera de
Jungkook—. Parece que estás muy sensible...

Taehyung calló para proseguir con las caricias en el muslo del chiquillo,
de manera que arrastraba su lengua y dejaba chupetones de arriba a
abajo junto a mordeduras que Kook sentía que le recorrían todas las
esquinas de su cuerpo. Los besos se tornaron más profundos, sonoros y
desesperados cuando Taehyung le agarró sus dos piernas y las llevó
encima de sus hombros dejando que los talones del menor dieran con la
parte baja de sus omóplatos y las manos las posó en sus caderas con
firmeza para mantenerlo en el lugar.2

—D-déjame —se quejó bajito—. T-tengo... y-ya tengo sueño...7

—Mh... Ahora yo no, Jungkookie...4

Sin emitir otro sonido, Taehyung enterró la cabeza en su muslo y siguió


besándolo a la par que dejaba reposar sus pantorrillas por detrás de su
espalda y comenzaba a subir sus belfos hasta la parte baja del vientre de
Kook, besándolo justo arriba de la entrepierna y mirándolo
descaradamente de frente. El chico apenas podía recorrer sus ojos
cuando los besos en su ombligo empezaron a ser dados junto a lamidas
parsimoniosas.

Recorría con su lengua la suave piel bajo suyo delineando el contorno


del ombligo, el hueso de la cadera y pasando de nuevo su sinhueso por
el filo del elástico del bóxer que cargaba puesto. Los besos continuaron y
de la misma manera las manos del sicario se arrastraban de arriba abajo
acariciando la carne de más arriba a su antojo. Las piernas de Jungkook
temblaban, sus caderas se meneaban hacia abajo cuando Kim hundía su
rostro para dejar marcas violáceas cerca de su ombligo, el borde de su
estrecha cintura y básicamente toda la parte bajar de su vientre
provocándole un recorrido de electricidad desde ese sitio hasta ponerle
los pelos de punta por todo el cuerpo.1

—Uno aquí... —bramó con bajeza Kim, succionando la piel que tenía un
mínimo lunar en el muslo izquierdo del niñito—. Otro más aquí... —con
dedicación pasó la lengua hasta uno que yacía más abajo y arrastró los
dientes dejando una marca seguramente rosa, pero que no era posible
ver—. Hm, aquí no...1

—T-Taehyung... a-ah —Kook subió enormemente las caderas al sentir


succiones en la parte que no tenía lunares, justamente en la ingle, donde
Taehyung chupó hasta hacerle jadear por lo sensible que estaba. Otro
beso en los lunares y finalmente el maleante subió la cabeza hasta
llevarla a mitad del pecho impropio—. Tae... n-no...¿Qué hac-...? ¡A-agh!3

El chico gimió entre dientes cuando sus sensibles pezones empezaron a


ser besados con enorme dedicación. Taehyung adosaba su lengua en la
punta del botón y luego la movía en círculos lento y de arriba a abajo,
sacándole jadeos y gemidos bajitos al dueño. Dejando un hilo de saliva,
se separó hasta tomar el otro pezón y brindarle la misma atención que al
primero, lamiéndolo, acariciándolo con su húmeda sinhueso y
chupándolo hasta conseguir que Kook echara la cabeza hacia atrás y
separara la espalda de la cama, encorvándola y cerrando los puños en la
fina sabana de la camilla.4

—Alza los brazos —Demandó Kim, abriendo más sus piernas que aún
yacían alrededor de su cuello. Jungkook, aunque estuvo reacio al
principio, terminó subiendo los brazos con ligereza. Taehyung bajó las
piernas del niñito y tomó con rapidez el borde de la camisa hasta
levantarla y sacarla, dejándola tirada en el suelo. Volvió a poner las
piernas de Jungkook en los hombros propios y se arrimó hacia adelante,
con las rodillas ligeramente abiertas y casi rozando su entrepierna con la
entrada de Jungkook cubierta solo por la ropa interior. Sin esperar otra
cosa, se inclinó hacia adelante y llevó la mano derecha a un lado de su
cabeza para apoyarse y la otra sacó dos dedos y los puso sobre los
labios de Kook—. Abre la boca y chúpalos.4

—Taehyung... t-tu dijiste que no me p-pod...

—Cállate la puta boca y chúpalos, Jungkook.

—Pero no pu- ¡Ah! ¡E-espera!

Jungkook agudizó su voz en gemidos cuando Taehyung deslizó uno de


sus dedos al área cerca de su entrada y comenzó a dar círculos en la
zona por dentro del bóxer, importando poco la herida —que en realidad
ya estaba bastante avanzada en cuanto a la cicatrización así que nada
iba a dolerle demasiado—. Los toques los daba de arriba a abajo y en
círculos por sobre el estrecho agujero de Kook, que subía y bajaba su
abdomen respirando entrecortado. Kim empezó a mover la lengua dentro
de su boca y cuando obtuvo suficiente saliva se echó hacia atrás y sin
pudor alguno arrastró sus manos cerrándolas en puños para quitar
rápidamente la última prenda que le quedaba al niñito, dejándolo
totalmente desnudo y a su merced cuando las deslizó por fuera de sus
piernas.

Kim admiró unos segundos el cuerpo desnudo de Kook. Si había alguna


cosa que le gustaba increíblemente, era verlo como vino al
mundo; totalmente desnudo. También lleno de marcas incapaces de ser
quitadas, moretones, mordiscos, sus iniciales e incluso nombre completo
cincelado en uno de sus brazos. Verlo nervioso porque no sabía lo que
pasaría —o quizá sí sabía y por eso los nervios—, aunque en realidad
Taehyung no haría nada más que tocarlo un poco sin hacerle daño,
porque como quería tocarlo corría el riesgo de enserio no volver a abrir
los ojos nunca más; por eso mismo lo necesitaba totalmente curado.3

—Qué bonito eres, pequeño Jeon... —halagó, relamiéndose los labios al


ver la frágil y delgada anatomía del menor y con la mitad de la luz de
fuera iluminándolo—. Todo mío...

Kook ni pudo responder cuando sintió a Taehyung volviendo a la posición


anterior y descaradamente de un momento a otro escupió toda la saliva
que había en su boca sobre su entrada, dejando que cayera en parte de
sus testículos y de sus muslos. El líquido se deslizó hasta que unas
gotas cayeron encima de la cama y fue ahí que Kim llevó dos dedos al
apretado anillo de músculos y empezó a repartir la saliva por toda la
zona.

— ¡A-ah! —Uno de los dígitos del asesino se introdujo de una sola


estocada hasta el fondo y comenzó a meterlo y sacarlo de manera lenta.
Aún mantenía la mano abierta al lado de su cabeza y sus ojos estaban
fijos en los de Jungkook mientras lo embestía con sus largos falanges
una y otra vez. El chiquillo apretaba los labios entre sus dientes y cerraba
los ojos fuerte cuando la mirada oscura de Taehyung lo veía de frente—.
Hm, T-Taehyung...2

—Quiero que me mires, Jungkook —demandó tan pronto como el chico


volvía a cerrar los ojos. A penas oyó aquello, Kook abrió poco a poco su
vista, mas sus labios y cejas seguían fruncidos a medida que el dedo se
movía dentro de sí con más fervor. Taehyung comenzó a adentrarlo en
círculos, de adelante hacia atrás y aun seguía mirando a su pequeño
Jeon que de seguro tendría las mejillas hechas rojo vivo—. Tan estrecho
como s-siempre, m-maldita sea...

Otro dedo fue empujado y por reflejo el chiquillo entreabrió las piernas de
modo que casi las echa a cada lado de la espalda de Taehyung. Sin
embargo, fue imposible justo cuando Kim se echó justo hacia adelante y
comenzó a mover los dedos en forme de tijeras, sacándolos lento y
metiéndolos profundamente hasta la base. Tan solo con ese vago
movimiento Jungkook posó las manos hasta apretar uno de los brazos
contrarios y enterrar las uñas ahí, el otro estaba envolviendo la sábana
en un puño mientras sentía su entrepierna despertar con cada uno de los
toques.

—T-Tae... a-ah —los dedos giraron la dirección y comenzaron a acariciar


las paredes de arriba con más rapidez. Taehyung enterró la cabeza en
su cuello al inclinarse y comenzó a darle atención, besando la piel
sensible, mordisqueando y chupando la zona hasta conseguir marcas
rosas y violáceas que a la mañana siguiente vería. Jungkook giraba el
rostro para darle más espacio y el sicario deslizaba la lengua hasta la
base de su oreja para después contornear sus clavículas y hombros—.
¡A-ah, Taehyung! ¡M-mierda, si...! ¡A-ahí!8
Tan pronto como los dedos comenzaron a moverse en círculos y de
arriba abajo, Jungkook sintió un escalofrió recorrerle toda la espina
dorsal y llegarle hasta instalarse en su miembro que más temprano que
nunca lo sintió totalmente despierto y aunque quería cerrar las piernas de
la vergüenza, en realidad no podía porque Taehyung estaba abriéndolas
con sus propias extremidades.

— ¿Quieres que te toque, hm? —ronroneó con una profunda voz en el


oído adverso, inmediatamente al pronunciar esas palabras, Jungkook
abrió más los labios, balbuceando palabras inentendibles entre gemidos
que soltaba cada vez que Taehyung rozaba sus dedos dentro de él,
tocándolo a fondo y donde estaba aquel punto que lo volvía una masa de
jadeos necesitados—. Dime... ¿te toco, pequeño Jeon?2

La punta de los dedos empezó a rozar en el mismo sitio con rapidez y


constancia. Kim respiraba entrecortado al verlo morderse los labios
fuertemente y soltar jadeos bajitos por estar estimulándolo así. Pudo
notar, al llevar la vista abajo, lo duro que yacía el miembro del menor
contra su propio vientre y como estaba lleno del suave fluido en la punta.

Estaba disfrutándolo el muy hijito de puta.1

—Taehyung... —el rehén sintió los dedos detenerse en su trabajo y por el


contrario Taehyung siguió besando su cuello y maxilar con avidez. Los
dedos estaban quietos, sin embargo, Kook meneó vagamente las
caderas hacia abajo mientras era besado y atendido en demás zonas
sensibles—. M-me quiero correr, T-Taehyung...

—Entonces hazlo, córrete —habló encima de sus labios. Sus dedos


seguían un movimiento frenético, llegando hasta lo más hondo y rozando
sin descaro alguno la próstata de Jungkook muy adentro—.
Hazlo, pequeño Jeon... córrete...

Kim sacó su índice y metió el dedo anular para tocarlo con mayor
facilidad. El chico meneaba ligeramente las caderas hacia arriba cada
que Taehyung giraba los dedos, los sacaba, los volvía a introducir rápido
hasta el fondo y seguía girándolos en círculos arriba, sintiendo la total
estrechez y lo caliente de las paredes exquisitas dentro de Kook
presionarlo. Volvió a mover la lengua dentro de su boca de manera
voraz, buscando producir más saliva. Cuando lo consiguió, volvió a
escupir de la misma forma en el espacio entre los testículos y su
entradita estrecha que a duras penas se amoldaba a sus largos dedos.

—Ah... a-ah, ah —el chico abrió los ojos de par en par cuando el pulgar
de Taehyung comenzó a acariciar la piel sensible de sus testículos, a la
vez que dos dedos de la misma mano lo penetraban con rudeza
adentrando la saliva que anteriormente había esparcido—. T-Taehyung...
voy a- ah...

—Bésame.

A penas terminó aquella frase y Jungkook subió su rostro de la almohada


de la camilla y adosó sus belfos con los de su captor, que hundió la
cabeza hasta devolverlo a la misma postura donde reposaba y adentró
su lengua de manera que robó todo su aliento de una sola vez. Las
embestidas con sus dedos seguían más veloces, provocando un sonido
viscoso que se compaginaba con las que estaba dando la lengua de Kim
mientras se enredaba con la de su pequeño Jeon en un besuqueo que el
menor a penas podía responder, pues la mayoría de su boca estaba
soltando jadeo tras jadeo mientras era masturbado a profundidad.
El maleante bajó la palma de su mano y apoyó todo el antebrazo al lado
de la cabeza de su niñito, solo para besarlo más de cerca y enredó por
detrás de su cabeza los dedos en su cabello negro. Jungkook sentía las
hebras húmedas rozando la piel de sus mejillas, así como la frente
impropia pegada a la suya mientras devoraba su boca una y otra vez,
mordisqueando sus labios hasta que sangraban y luego relamiendo la
sangre tras succionarlos con fervor y desesperación. El sicario sonrió
encima de su boca cuando escuchó el ''bop'' proveniente de su collar
pegándose al contrario por los imanes. De la comisura de los labios de
Kook se deslizaba un mínimo hilo de saliva, mezcla de los dos y esta fue
tomada por el belfo inferior del asesino hasta llevarla a su boca de
nuevo. Desesperado y desenfrenado, al igual que los toques que pronto
tuvieron a Jungkook más dilatado.6

—Taehyung... p-por favor... ¡a-ahg! —Jeon por poco se ahogaba entre


los jadeos—. T-tae... hy-hyung

—¿Q-quieres que te toque, pequeño Jeon? —volvió a preguntar sobre su


boca y el chico solo lo pensó demasiado. Quería y a la vez no
quería sentir ese revoltijo en su estómago que no solo era físico sino
también emocional—. Pídelo, amor... pídelo y lo hago...5

—Hyung... ha... hazlo...5

Hijito de puta.

Sin dejar de devorar su boca cual hambriento, sacó los dedos y


Jungkook se sintió vacío y desesperado hasta que la gran mano contraria
abarcó toda su longitud y comenzó a masturbarlo rápido, arrastrando la
mano de arriba a abajo y su pulgar por el glande en círculos,
deleitándose con la presión que sentía en las venas de Jungkook, con lo
hinchado que estaba, lo agudo que gemía, se retorcía y pedía más solo
con su cuerpo meneándose.

El sicario no soportó escucharlo así, por esa misma razón abandonó por
un segundo su miembro y se bajó el pantalón, liberando su propia
erección. Jungkook empezó a temblar de un segundo a otro, pero se
calmó cuando el miembro de Taehyung se unió al suyo y su gran mano
izquierda comenzó a masturbar a ambos a la vez.7

Kook seguía gimiendo al ritmo del beso, y sentir el prominente glande


contrario arrastrarse por su longitud cuando el sicario meneaba las
caderas para que lo sintiera. Los besos de su cuello y la rapidez con la
que eran ambos tocados llevaron al menor a un choque; por lo cual
abandonó la boca que besaba y tomó parte de la piel del cuello de
Taehyung y comenzó a mordisquearla suavemente. Taehyung rió, pero
sin decir nada movió más rápido su mano y le brindó espacio para que lo
hiciera a gusto. Los suaves dientes del menor dejaban unas mordiditas
que más que doler, daban cosquillas. Era torpe, sí, pero la sola idea de
que a Jungkook le diese por hacerlo era suficiente para enaltecer su
maldito ego.1

La cabeza del sicario quedó hundida en la almohada y entonces volvió a


colocar los dedos dentro del menor, aguantándose con las rodillas para
no caerle encima. Las piernas del contrario se amoldaron a su cadera y
continuó aquel vaivén que dejaba al menor casi revolcándose.2

—¡Taehyung! —el niñito gimió alto cuando sintió todo su miembro


palpitar y a los segundos correrse, manchando la mano adversa, que
seguía masturbándolo y a la vez besando su cuello ya que no podía
responder el beso por tener la boca abierta y el cuerpo dando ligeros
espasmos—. ¡Y-ya...! ¡Agh...!1
Su captor continuó llenando su mano y miembro del semen derramado
de Jungkook hasta ver la esencia deslizarse entre todos sus dedos. Verlo
ahí, sudado, jadeando, temblando, su pene siendo tocado y palpitando,
pidiendo por él, con los labios mordidos, las cejas arrugadas y los ojos
brillantes, fue suficiente para que sintiese aquel cosquilleo en el vientre y
también manchara el abdomen del menor al correrse y dejar una mordida
pronunciada entre su cuello y hombro.3

—¡A-AGH! —el dolor de sentir los dientes sacar poca sangre en esa
zona hizo que el chiquillo llorara suave cuando se quejó por la
brusquedad del mordisco—. N-no más... Taehyung, p-por favor...

Sacó las piernas de Jungkook de encima de su cadera y llevó la mano


abierta, luego dejando tres dedos arriba, a su boca. Sonrió ladino al ver a
penas la expresión quejica de Kook cuando el semen propio y el
contrario se mezcló en sus dígitos y los puso cerca de sus labios.

—Chúpalo y trágalo todo.6

—Taehyung... n-no qu-

—Obedece, es una orden —vio al rehén tragar duro y luego sacar la


lengua, Taehyung aprovechó para introducir los tres dedos en la boca
adversa y Jungkook comenzó a lamer todo el semen de los largos dedos.
Los adentró más profundamente hasta sentir la saliva del chico
mezclarse con el líquido blanquecino hasta aguarse y ser tragado por
completo de todos sus dedos que terminaron solo quedando llenos de
saliva hasta la palma y dorso—. Buen chico.1

Rápidamente se arrodilló en la cama y subió sus pantalones. Tomó los


bóxers propios que llevaba Jungkook, alzó una de sus piernas, dejando
besos desde los tobillos a la pantorrilla y metió los pies del niñito por
dentro de la prenda. Lo mismo hizo con la otra, brindándole la misma
atención y por ultimo le alzó las caderas hasta dejarlo de nuevo con la
ropa interior. Agarró el cuerpo y sin previo aviso lo giró hasta tenerlo
sobre sí.2

—T-Taehyung... —el chiquillo se quejó por sentirse sudado, pegajoso y


ligeramente ido. Pese a eso, el sueño volvió a si mientras Kim enterraba
la mano en sus cabellos y daba caricias ahí—. Necesito limp-

—Shh... duérmete, pequeño Jeon. Es tarde y mañana te quitan los


puntos —siseó al menor, continuando con las caricias en las cicatrices en
su espalda y también cabello, sintiendo el aliento de Jungkook en el
cuello mientras se quedaba dormido—. Mañana te limpio, duérmete ya.

Lo besó por última vez por sobre las cicatrices y finalmente el niñito cayó
rendido. Él, por el contrario, retomó los mismos pensamientos que lo
hicieron despertarse después de haber tenido una pesadilla terrible y que
no le contó a Yideku.

''Eres el peor de todos, pero aún así no llegarías jamás a ser peor que
yo... V. No importa lo mucho que lo intentes, tú jamás me podrás eliminar
de tu cabeza.''3

Una pesadilla de Kim Taehyung quitándole la vida a Jungkook.

45
XXX: A reason, my reason.

.17

Era de mañana y Jungkook lo notó debido a la enorme claridad que le


estaba pegando en los ojos. Usualmente, no era de levantarse tan
temprano, pero cuando dormía a eso de las siete u ocho de la noche,
también terminaba despertando más o menos a esa hora del día.12

El sol le alumbraba la mitad del rostro. No eran de los rayos que al


mínimo impacto con la piel ya provocaban una quemadura o algo por el
estilo. Quizá eran a penas las siete de la mañana, considerando que
podía ver el sol a través de la ventana mientras estaba acostado. Su
cuerpo dolía muchísimo menos que un par de días atrás, la última vez
que Taehyung le hizo algo en la cama. Al día siguiente, Yideku le quitó
todos los puntos del cuerpo con una delicadeza casi surreal y solo cubrió
las heridas con una gasa y la misma crema de siempre, que terminó
poniéndosela Kim porque él no quería que la señora le tocara las marcas
de la frente que aún tenían las costuras. Así que el sicario fue quien lo
hizo. Yideku terminó diciendo que vendría unos días después para
retirarle los últimos puntos que eran los de la frente. Ese día era hoy,
probablemente.8

Jungkook estaba, entre unas enormes comillas, ''bien''. La actitud de


Taehyung con él era la misma de siempre desde que hubo
despertado; normal y tranquila. Podría decir que ya estaba
acostumbrado, pero lo cierto es que no del todo. Últimamente, desde que
lo tocó noches pasadas, dejó de dormir en el mueble y se acostaba con
él, poniéndolo sobre su cuerpo hasta que se quedaba dormido después
de hacerle caricias en el cabello. O se dormía Taehyung, arrullándole los
brazos alrededor; uno en la cintura y otro sosteniéndole la cabeza, como
si se lo fueran a quitar de un momento a otro.22

No entendía por qué aquella necesidad de apretarlo, agarrarlo, y


poseerlo de cualquier manera posible delante de cualquiera. Parecía un
perro rabioso que le fuesen a quitar la comida si cualquier persona se
acercaba a él. La mañana siguiente que hablaron, Yideku llegó con un
maletín lleno de las cosas para quitarle los puntos y detrás de ella vino
una chica diferente a la que Taehyung amenazó la última vez y ella lo
único que hizo fue poner una bandeja con sopa y otras comidas en la
mesa sin decir ninguna palabra e inmediatamente que Jungkook la vio, el
sicario lo agarró del cuello y lo abrazó, impidiéndole que girara siquiera
un poco la vista para ver hacia la puerta. Así pasaba, pero era algo a lo
que ya le veía un deje de normalidad y solo quería saber la razón exacta
de la posesividad a todas horas.21

Justo como en ese instante; donde Kook tenía la cabeza recostada en


sus clavículas desnudas y los brazos por encima de su cabeza, mientras
Taehyung estaba tan dormido que parecía muerto.13

El niñito alzó ligeramente la cabeza, solo para verlo por un segundo. El


sicario tenía todo el cabello en la cara y esta yacía de lado. Nuevamente,
Jungkook no daba crédito a que siendo Kim Taehyung, básicamente un
asesino y mafioso y toda la reverenda mierda que era, durmiese tan
tranquilo, cual persona normal tomando una siesta. La tranquilidad que
emanaba era tal, que incluso los latidos de su corazón iban lentos y al
mismo ritmo que su respiración. El collar que cargaba Jeon tenía el dije
pegado al del adverso, ese imán no era excesivamente pesado, con un
ligero movimiento podía despegarse. Sin embargo, cada vez que el
asesino se acercaba, lo besaba, lo abrazaba o tan solo lo acunaba con
su cuerpo, el puto collarcito hacia ''bop'' y se pegaban los imanes. El
maleante se reía de eso, Jeon solo rodaba los ojos con una mueca.26

—Maldito asesino hijo de puta —masculló mientras bostezaba, a su vez


cerró los ojos para después enterrar la cabeza de nuevo en el espacio
que quedaba entre el hombro y cuello de Taehyung—. Eres un hijo de
puta, V.... y te voy a matar.50

Lo último que sintió antes de volver a quedar dormido, fueron las manos
de su verdugo en la cabeza y un beso en la sien.10

[...]1

Diez de la mañana y Taehyung estaba comiendo en la habitación


mientras veía una mierda de noticias internacionales de entretenimiento.
Cambió de nuevo el canal, buscando algo más interesante que ver,
encontrando solo películas dramáticas que no le interesaban en lo más
mínimo, porque el drama era estúpido y la actuación pésima, dando
solamente risa.17

Jungkook estaba dormido, llevando solo su camisa y ropa interior,


envuelto de pies a cabeza con una sábana que nada más le dejaba ver la
nariz y la boquita entreabierta con los labios hinchados y rotos por haber
pasado toda la noche besándolo y tocándolo hasta que cayó rendido
sobre él. Sonrió recordando la cara que puso Kook mientras él estaba
apretándole el cuello con la diestra y embestía sus dedos dentro de él
con la zurda. Así pasaban los últimos días donde no podía tocar a
Jungkook —como de verdad quería—, sino que en una mínima parte.

Un par de toques ligeros en la puerta de la habitación, hicieron que el


sicario llevara la vista hasta su reloj en la muñeca y entonces tragó el
ultimo bocado.

—Pasa, vieja —vociferó.19

Yideku ingresó dos números a la habitación y tras un chasquido abrió la


puerta, entrando con el habitual maletín. Taehyung se limpió la boca con
una servilleta de papel y agarró su camisa cerca del mueble para
colocársela en un santiamén. Mientras tanto, ella dejó las cosas sobre la
mesa grande.

—Buen provecho, jefe —dijo en forma de saludo, viendo a Kim masticar.


El sicario le guiñó un ojo y sacó el pulgar hacia arriba—. ¿El niño no se
ha despertado aún? Ya son las diez.15

—Nah, ayer lo cansé mucho —contestó tras tragar el pedazo de carne.


La fémina se quedó estática fingiendo una amable sonrisa—. JAJAJA, no
así. En serio, no así —negó con un dedo—. Quédate quieta, no vas a
preocuparte más por él de lo que hago yo.10

—Eso no lo voy a negar, señor —replicó la japonesa—. Bien lo dejó claro


la noche que lo trajo aquí.1

Taehyung giró la vista hasta ella.


—¿Qué?

—Cuando lo trajo, al niño —repitió ella, señalando el cuerpo en la


cama—. Me acuerdo que llegó y no parecía usted —Yideku puso sus
manos entrelazadas al frente de sus piernas, recostándose de la pared—
. Más bien, si parecía usted, pero... peor. Él estaba muy mal y usted casi
nos mete un tiro a todos aquí adentro diciendo que, si no le sacaban la
sangre y se la ponían, iba a incendiar toda esta mierda con nosotros
adentro, incluyéndolo.39

Taehyung asintió ante lo que dijo la mujer, recordando exactamente a


cada una de las personas a las que les gritó, golpeó, amenazó y casi
despidió por Jungkook. Recordaba también que su rostro estaba
enfurecido —no preocupado, en realidad, sino enfurecido—, porque era
básicamente un tumulto de gente asustada que dejaban que un miedo,
por lo que él pudiese hacer si tocaban demás a Jungkook, los
consumiera cual fuego a la madera seca.1

—Y no mentía, Yideku —respondió al final.2

—No, yo sé bien que no —terminó por decir la mujer—. ¿Y de lo otro?


¿Está mejor?

—Siendo sincero, sigo teniendo la misma sensación que te causa un


revoltijo en el estómago —Kim se levantó del asiento y llevó la bandeja
que tenía con comida a otra de las mesas—. Alguna mierda está mal y
me frustra no saber qué es esa mierda —señaló con un dedo y luego
sacó tres más—. Llevo cuatro malditos días con un cuaderno anotando
las mierdas que hay malas a mi alrededor, ¿y sabes qué? No hay
ninguna fuera de lo medianamente normal que hago como persona que
atenta contra el orden público en altos niveles de psicopatía con
tendencias a la violencia extrema cuando le dan ataques de cólera,
según tu y la libretita esa.8

Yideku se señaló a sí misma y alzó una ceja cuando vio a Taehyung con
las manos en las caderas y abriendo los ojos de par en par.3

—Entre nosotros dos, ¿quién es neuróloga y psicóloga?

—No me cambies de tema, vieja —la apuntó con un dedo.

La mujer empezó a frotarse la sien, Taehyung seguía en la misma


posición.

—Jefe, básicamente todo lo que usted hace...

—Okay, ajá —interrumpió el menor—. Pero me refiero a otra cosa que


está mal aparte de las mierdas malas que ya hago. ¡Entiéndeme,
maldición! Algo se me está saliendo de las manos, y no hallo qué puta
mierda es. Llevo repitiéndome todo en la cabeza desde que estaba allá
arriba y-

—Eso es ansiedad, señor —volvió a porfiar la doctora,


interrumpiéndolo—. Muchas veces nada está mal, pero nuestro cerebro
nos insiste en que si lo está, o que algo saldrá mal, o que está haciendo
algo mal, aunque en realidad no sea así. La persona se desespera, suda,
le dan nervios, sobreanaliza las cosas, le da vueltas al mismo asunto,
piensa constantemente en algo que pasará en un futuro y no sabe qué
es. Puede sufrir de ataques de pánico moderados o constantes y si se
hace-

—Yideku, soñé que mi padre mataba a Jungkook.56

Tan solo con pronunciar aquello, la cara de la mujer se volvió una


expresión de total shock. Se llevó la mano a la boca y lo observó de
frente. El maleante solo miraba al suelo, perdido en rememorar el
asqueroso martirio con el que soñó hace días.

Kim Taehyung era la peor pesadilla de Kim Taehyung.41

—Estaba en un lugar oscuro, y él me estaba hablando por el alias. En un


momento, le cortó la garganta a Jungkook con una daga de plata —
detalló el sicario—. En realidad, no veía su cara, pero por alguna razón
sabía que era Taehyung porque era su maldita voz. Jungkook no dijo
nada, el solo estaba ahí como un maniquí sin expresión alguna, aunque
estaba vivo antes de la daga —la cara de su pequeño Jeon en el sueño
era confusa, como sin emociones—. Y yo estaba solo viendo todo sin
poder hacer ni mierda.2

—S-solo... solo fue un mal sueño, jefe —apenas pronunció la señora.

—¿Sabes qué fue lo más horrible? —miró a la japonesa y ella negó—.


Que justo cuando pensaba que mi niñito era como un escape temporal a
toda esa mierda en mi mente, y que tarde o temprano regresaría para
seguir haciéndome mierda como siempre, regresa; pero ahora no me
importa lo que haga conmigo, sino lo que haga con él —confesó el
mafioso, mientras se echaba hacia atrás en el mueble donde se sentó
segundos previos—. Mejor dicho, Yideku, me afectan más las cosas que
tengan que ver con Jungkook, que las que tengan que ver conmigo y con
mis traumas.5

Zo se mantuvo en el mismo lugar sin decir nada. Las palabras no eran


algo que pudiese emitir ahí debido a que no encontraba algo relevante
que decir al respecto.8

—¿Tiene miedo, jefe?


—Pánico, Yideku —masculló de inmediato—. Pero de ese pánico que no
te controla, sino que hace que te llenes de una furia que te cala en los
huesos hasta querer descargarla en algo. Es como si estuvieses en una
casa embrujada de un parque temático y te aparece un espanto y en vez
de gritar del miedo, le metes un maldito golpe en medio del susto hasta
partirle la jeta. Algo así.24

—Ese es el motivo de las cosas que ha estado haciendo usted


últimamente, ¿verdad?

La expresión de Taehyung se volvió sombría, mucho más de lo que


usualmente ya era. Ella, sin embargo, tomó una aspiración cuando el
verdugo se echó al frente y posicionó los codos en sus rodillas,
entrelazando las manos.

—Define cosas —objetó—. Porque el hecho de ser un sic-

—Jefe, usted ya no solo es un sicario, sino que ahora también es un


asesino serial —le soltó de golpe.15

Sinceramente Taehyung lo venía sabiendo desde tiempo atrás, solo que


a él no le importaba aquello ni en una mísera parte, a decir verdad.

—¿No es básicamente la misma mierda? —Kim se cruzó de brazos y los


llevó atrás—. Matan sin importarles y toda la mierda.

—Jefe, ¿Namjoon es un sicario al que le gusta matar?

Él solo negó, totalmente convencido de que no. Nuevamente, la vieja


tenía la razón. Y más sabe el diablo por viejo, que por diablo.8

—Si por Jun fuera, el cabrón no mataría ni una mosca —masculló


gravemente—. De los cuatro Kim, solo dos son la oveja negra de la
familia, Yideku.
—Eso lo sé, jefe.

—Entonces... —Taehyung chasqueó la lengua y llevó sus palmas


entrelazadas a la parte trasera de su cabeza, sacando una sonrisa
socarrona después—. ¿Ahora también soy un asesino serial?1

—Los sicarios son personas que reciben una remuneración económica


por matar a alguien. En cambio, los asesinos seriales son personas que
matan sin recibir nada más que una satisfacción psicológica en el acto,
jefe —Taehyung se limitó a permanecer quieto en totalidad, prestándole
atención a la fémina—. Usted, desde que decidió aniquilar personas al
azar sin recibir nada económico a cambio y también con tal de no hacerle
nada fatal a ese niño, se convirtió en un asesino serial.9

Mientras portaba una sonrisa sádica en su rostro, el delincuente miró la


figura dormida en la cama. Su niñito, su muchachito, su mocoso
insolente, su pequeño Jeon, su Jungkook. Podría matarlo si de verdad
quisiera, ¿pero para qué? si lo adoraba. Podría aniquilar cruelmente a
cientos de personas cada que entraba en cólera con Jungkook para
desquitarse y de todas formas tener la increíble satisfacción de seguir
teniéndolo ahí consigo. Porque era suyo, y jamás nadie cambiaría
aquello.3

—Por mi puede venir quien quiera a hacerme algo y me va a valer


mierda, Yideku. Estoy acostumbrado a que la gente quiera deshacerse
de mí y tranquilamente yo me deshaga de ellos así —alzó los hombros e
hizo una mueca mientras chasqueaba repetitivamente los dedos. Eso era
totalmente verdad, y después de pensarlo por mucho tiempo, su
semblante se tornó igual de frío que antes, en el momento en que giró
para volver a ver a Jungkook—. Pero alguien que no sea yo le pone un
dedo encima a él, y jura por tu vida que desataré todas las putas plagas
de Egipto yo mismo.50

De solo pensarlo, el sicario apretó con fuerza sus puños y mantuvo la


vista en el suelo, paulatinamente su mandíbula apretada con fuerza.

—Quédese tranquilo, jefe —habló Zo con parsimonia—. Si no conserva


la tranquilidad, el juego no termina saliendo a su favor y, por ende,
pierde.

—O lo pierdo a él.

—O lo pierde a él —corroboró la mujer—. Piense bien las jugadas, los


próximos movimientos y recuerde que no es necesario derribar al rey
para ganar una partida de ajedrez.7

Su jefe finalmente asintió a lo último, tragó en seco y se dispuso a


caminar en dirección a la camilla donde Jungkook estaba acurrucado
durmiendo. Tomó uno de los mechones de su cabello y lo templó con
ligereza un par de veces. El rehén se removió con suavidad entre las
sábanas.

—Mocoso, párate ya —pronunció suave. Kook movía los orbes mientras


estaban cerrados, pero los abrió poco a poco cuando Kim comenzó a dar
besos suaves en su frente, párpados, mejillas y por último los labios,
dejando presionados los suyos contra los adversos por un tiempo hasta
que el menor le miró—. Yideku tiene que sacarte los puntos de la frente,
mocoso. Despierta ya.19

A penas pronunció aquello, el más bajo giró la vista al otro lado,


encontrándose con la nombrada revisando un maletín con gasas, agujas
y demás.
Vieja maldita.13

—N-no quiero, no me gusta —se quejó en voz suave, viéndolo otra vez—
. Hazlo tú, ella no.12

Taehyung negó lentamente.

—Ella es la que sabe quitarlos bien —afirmó—. Así que levántate, tengo
que lavarte la cara antes.

El muchachito se removió con pesar y se sentó en la camilla. Estiró sus


piernas por encima de las sábanas blancas y se estrujó los ojos con la
yema de tres de sus dedos. Bostezó unas cuantas veces, hasta que se le
cristalizó la mirada y por último alzó sus brazos en dirección a
Taehyung.8

—Llévame, hijo de puta —pidió con un deje de fastidio—. Me duele el


tobillo aún.30

—Ah, Jungkookie... —Kim delineó con su pulgar los labios ajenos,


templando el belfo inferior hasta abultarlo—. Te voy a venir partiendo esa
boquita grosera hasta dejarte sin dientes, ¿lo sabes, verdad.43

—Me vale, no me importa —atacó, aún con los brazos arriba—. Ahora
llévame.4

El sicario solo río entre dientes y puso los brazos de su niñito alrededor
de su cuello, lo tomó de la cintura y le alzó para dirigirlo al baño, mientras
este enredaba las piernas por su cadera. Jungkook fue depositado
tiempo después sobre la madera oscura y aún tenía a Taehyung entre
los muslos, agarrándole la espalda baja con sus dos manos. El menor
estaba mirando la pared, pero sabía que tenía la vista de Kim fija en sus
ojos que lo ignoraban.1
—¿Qué mierda me ves? —curioseó al rato.16

Taehyung solo negó, y Jungkook rodó los ojos en demasía comenzando


a mover las piernas de lado a lado mínimamente. Kim se separó y sacó
del estante abierto el pequeño tarro de crema dental y un jabón líquido.
En un paño húmedo vertió un poco del jabón en una esquina y comenzó
a pasarla por los párpados de Kook, quitándole las lagañas y limpiando
las marcas debajo de los ojos que ya habían sanado. También lo pasó
por sus mejillas que tenían marcas de la sábana, su quijada y al llegar a
la frente delineó los puntos con una sutileza tremenda. La piel de los
puntos ya estaba casi cicatrizada, pero por dentro le quedaban unos días
para que no corriera riesgo de una infección.2

El paño húmedo fue volteado y con la misma dedicación quitó todos los
restos del jabón, dejándole la cara totalmente limpia y las mejillas
sonrosadas.

—Abre la boca —pidió al niño. Kook hizo sin ningún titubeo aquello y
Taehyung tomó con un dedo la pasta blanca y la introdujo en su boca—.
Muévela, no la tragues.8

La sensación de menta era extremadamente fuerte, casi le hizo aguar los


ojos, más movió el contenido en su boca pasándolo por dentro de sus
mejillas, encías y lengua.

—Escupe aquí —demandó. Jeon escupió en el área del lavamanos y


observó la espuma irse por el conducto con el paso del agua—. Ábrela
otra vez —habiendo hecho lo pedido, Taehyung talló sus muelas y
dientes con el cepillo de dientes, ayudándose del resto de la espuma en
la boca, de arriba abajo y en círculos. También su sinhueso desde la
punta hasta el final. Kook vertió de nuevo el resto en el lavamanos y el
sicario le terminó lavando la boca amontonando el agua en una de sus
manos—. Ya, arriba.7

El rehén enredó las piernas alrededor de las caderas de Kim y pasó los
brazos por su cuello, siendo depositado unos segundos después en el
borde de la cama, del lado donde Yideku estaba. No obstante, quedó en
medio de las piernas abiertas de Taehyung, mientras este le pasó las
manos por la cintura. La señora movió unas cosas en el maletín y sacó
una pinza y un algodón.4

—Vas a dejar la cara relajada y deja que los saque —indicó Zo. Puso el
algodón cerca del rostro, pero tan pronto como iba a presionarlo, el niñito
soltó un estornudo. Ella alejó el material de curación—. ¿Te da alergia?5

—C-creo —se quejó. Yideku volvió a repetir la acción de acercar el


algodón y en efecto, Jeon sintió su nariz picar y volvió a estornudar—. Es
muy fuerte, ¿qué mierda es?2

—Es un cicatrizante, pero es muy concentrado para ti porque es para


heridas más graves —la doctora observó a Taehyung y este la miraba de
manera seria—. ¿Puedo volver en un segundo, jefe? Iré a buscar otro.

Él le asintió y Zo inmediatamente salió de la habitación en busca de lo


propio. Tan pronto como la cerró, Jungkook sintió las manos de Kim
descender de su cintura hasta sus muslos ligeramente abiertos y
desnudos, pues solo llevaba la gran camisa. Posó ambas palmas
abiertas y apretujó la carne entre ellas a la vez que llevaba los labios al
cuello de Kook y comenzaba a arrastrarlos de arriba a abajo. Jungkook
suspiró bajito cuando los labios comenzaron a dejar besos en la parte
posterior de su oreja, bajaban a su cuello y terminaban en la línea de sus
clavículas.10
—D-déjame... —Jeon se quejó con voz baja, sin embargo, no movió
ninguna parte de su cuerpo—. T-Taehyung... d-déjame... —pero Kim lo
único que hizo fue tomarlo de las caderas, subirlas y arrastrarlo hacia
atrás hasta impactar su entrepierna con los glúteos del menor—.
Taehyung, déjame...

—Uhn —negó, comenzando a subir la camisa del chiquillo hasta más de


la mitad de su espalda para ver las cicatrices de las quemaduras—.
Quiero besarte aquí.13

Sin decir otra cosa, el sicario adosó sus labios a la primera, Jungkook
arqueó la espalda al sentir los belfos impropios en la zona afectada. Kim
prosiguió con la segunda, y mantenía las manos fijas en su cintura dando
caricias que le provocaban un escalofrío a Jungkook cuando se posaron
en su delgado abdomen. A medida que bajaba por la tercera, el niñito
escuchó como Taehyung pronunciaba un ''mío'' firme tras cada impacto
de sus labios en la magullada piel. Terminó por echarse hacia adelante
cuando se encorvó a besar la de su espalda baja. Fue colocado otra vez
a la misma posición y su camisa quedó bajada. Sin embargo, el mayor
tomó con posesión su cintura, rodeándole con un brazo y con la otra
tomó su cuello firmemente.9

—Eres mío, pequeño Jeon.

De inmediato, adosó sus labios de una sola vez con los de Jungkook,
que tardó solo un par de milisegundos en corresponderlo de la misma
manera. Entreabrió la boca suavemente en el momento en que Kim
atrapó en un suspiró su belfo inferior y lo delineó con la punta de su
lengua, posteriormente arremetiendo contra la cavidad de Jungkook
hasta que tuvo que girar su rostro para que sus narices no chocaran por
la cercanía. Voraz, en un propio sentido, podría llamársele. El menor se
separó unos segundos por el aire que le faltaba y quedó viéndolo a los
ojos por unos instantes hasta que solo volvió a cerrarlos y fundirse con
los impropios.

—Tae...

Y Taehyung solo sonrió cuando una de las manos de Jungkook se puso


en la parte de lado de su cuello y se terminó deslizando hasta que todo
su brazo pasó por la parte de atrás, manteniéndolo fijo en ese sitio.
Continuando con el profundo beso, su captor lo volteó hasta que en vez
de quedar sentado dándole la espalda, lo acunó de lado en su regazo,
apoyando su cabeza entre el espacio por dentro del codo y la otra
teniéndola fija a un lado de su rostro. Uno de los brazos de Jungkook
pasó por su cuello, enredando los dedos dentro del cabello suelto de Kim
y el otro lo dejó agarrando la muñeca cerca de su quijada.3

Continuó de la misma manera, su músculo bucal derritiéndose ante el


otro de forma que chocaba y peleaba por algo de territorio. Jungkook
podía a lo lejos saborear uno de los cigarrillos que su secuestrador
usualmente fumaba, a la par que un metalizado sabor cada que sus
dientes raspaban los impropios hasta sangrar; los suyos también recibían
la misma atención, otorgándole un ardor soportable cuando Kim los
jalaba con su dentadura y el niñito arrugaba los ojos para soportar el
dolor.

El sonido de la puerta siendo tocada de nuevo, provocó que Taehyung


terminara el beso relamiendo los propios y tomando el pulgar para limpiar
la saliva que provocaba que los de Kook brillaran. Dejó los suyos
presionados un rato, aun con unos toques en la puerta, y acomodó a
Jungkook otra vez en la misma posición donde quedó sentado entre sus
piernas dándole la espalda. El rehén relamió sus labios y reguló la
respiración que segundos atrás se le hubo acelerado.

—Pasa, no tiene seguro —dijo lento el sicario, extrañado al ver que


Yideku no entraba. Los toques siguieron de nuevo por un segundo—.
¡Pasa, Yideku!16

No obstante, en lo que la puerta se abrió poco a poco, Taehyung estaba


mirando a Jungkook y este a él. Así que ninguno de los dos se dio cuenta
de las tres figuras paradas con ligero shock frente a la puerta de la
habitación.

Namjoon, Jimin y Bogum.39

—V... —pronunció bajo el pelirosa.

Tan pronto como Jimin llamó la atención del asesino, Namjoon pudo
notar la enorme posesividad con la que envolvió el cuerpo de Jungkook
—muchísimo más hecho mierda y delgado que la última vez que lo vio—,
cubriéndolo con el propio tanto con los brazos, piernas y el pecho,
mirándolos a los tres de hito en hito con un semblante tétrico, enfurecido
casi.

—¿Qué maldita puta mierda hacen ustedes tres aquí, ah? —preguntó
Taehyung—. ¿Qué coño quieren?30

Ninguno dijo nada, básicamente porque estaban más concentrados


viendo la manera en que Jungkook los miraba de hito en hito con una
expresión incómoda. Sin embargo, su cabeza estaba reposada debajo de
las clavículas de Taehyung mientras le cubría una sábana hasta la
cintura. Los ojos de Nam estaban en shock, los del cabello rosa —que
ahora estaba con raíces negras y pálido—, parecían preocupados y los
del otro tipo de cabello castaño que jamás había visto, lucían como que
hubiesen visto un fantasma y no sabía si era por su apariencia, por la
actitud de Taehyung, o por ambas.

Jungkook lo pensó por unos segundos, pero quería ver algo. Así que
sacó ligeramente la mano y la movió de lado a lado hacia el hermano
mayor, para saludarlo.

—Hola, Jun.30

Taehyung no dijo nada. Namjoon por el contrario tragó en secó y sacó la


mano con cautela y también la movió.

—¿Qué tal Ju-...?

—¡CIERRA LA PUTA BOCA NAMJOON, NO LE HABLES MALDITA


SEA! —de un solo momento, el mafioso desenfundó el arma que cargaba
en la parte de atrás de su cadera y sin titubear un segundo apuntó a su
hermano, mientras su respiración se agitaba poco a poco—. ¿QUÉ
COÑO HACEN AQUÍ? ¡¿PARA QUÉ PUTA MIERDA VINIERON?!53

—Joder, V —Jimin tragó en secó y con la mano jaló a Namjoon hacia


sí—. C-cálmate, nadie está haciendo nada...

—Hice una maldita pregunta, Jimin, así que quiero una maldita respuesta
ya mismo —relajó la voz, sobre todo al sentir el espasmo que dio
Jungkook cuando gritó de golpe—. ¿Qué coño hacen ustedes tres en mi
puta casa sin que yo los haya llamado?5

Namjoon suspiró alto.

—¿P-podemos hablar afuera, Seokjin?

—¡NO, NAMJOON, NO PODEMOS HABLAR EN NINGÚN MALDITO


LADO QUE NO SEA AQUÍ MISMO! —contraatacó, con los niveles de
adrenalina y molestia más altos—. ¡RESPÓNDEME, JODER! ¡LO QUE
VAYAS A DECIR, DILO RÁPIDO Y CORREN FUERA DE ESTA PUTA
MIERDA!

Ninguno dijo otra cosa más, y Nam, del bolsillo trasero de su pantalón,
sacó un sobre blanco que solo tenía tres finísimas arrugas y lo extendió
hacia el menor, poniendo la vista en sus ojos y sabiendo que tenía
encima la de Jungkook.

—¿Qué carajo es eso? —la pistola la llevó a un lado y tomó el sobre que
ya estaba abierto y adentro traía un papel.

—Hace unas semanas visité a mi mamá y me entregó eso. Es de


suponerse que no deba venir hasta aquí para dártelo, pero es importante
que lo sepas.

—¿Que mierda hacías visitando a Yeongjin? —la extraña mirada de


Namjoon lo obligó a escanearlo—. Tenías años que no la visitabas, ¿por
qué de pronto lo hiciste?

—Ella me llamó —mintió con severidad—. Puedes preguntarle a Jimin,


fue conmigo.

En el momento en que los ojos de Jimin conectan con Taehyung, el


pelirosa asiente. Así que el asesino queda convencido de aquella
pequeña falsedad. Por ahora.2

—¡Jefe! —la voz de Zo retumbó en el lugar. Los cinco la miraron en el


umbral, con una expresión confundida y un frasco de algo trasparente
entre sus manos. Ella miró a Taehyung que casi botaba fuego por los
ojos, miró a su hermano y Jimin que estaban más que todo preocupados,
o asustados y finalmente a Bogum que casi salía corriendo—. ¿Termino
de curar al niño o...?
El verdugo miró el sobre y detalló un sello proveniente de la
penitenciaría, aunque sinceramente no recordaba que fuese la de su tía.
De igual manera, le hizo una seña a Yideku y esta entró. Jungkook fue
depositado en la cama y la doctora comenzó a abrir el frasco.1

—Vengo en cinco minutos —avisó, próximo a levantarse—. Sácale los


puntos y des-

—Tae, n-no te vayas —pidió Jungkook, agarrándolo fuerte de la


muñeca—. Q-quédate aquí, ¿sí?41

El rehén tragó en seco, viéndolo de frente —y sintiendo las demás cuatro


miradas encima—. Sin embargo, quería saber qué decía el sobre y por
qué estaban los otros tres ahí de pronto.6

Taehyung lo pensó por unos instantes, viendo claramente el sobre que


alguna mierda debía tener más no sabía qué era. Miró a los tres y ellos
cargaban una expresión más de miedo que de otra cosa. Chasqueó la
lengua y entonces quedó próximo de nuevo a la orilla de la cama, donde
jaló a Jungkook hasta dejarlo cubierto de mantas sobre sí e hizo una
seña con los ojos para que los tres hombres frente a él se sentaran en el
mueble. Estos lo hicieron y mientras tanto, Yideku comenzó a cortar los
puntos de Jungkook.8

Taehyung abrió sobre el regazo del niño el dicho sobre y Kook llevó la
vista hacia abajo para ver qué decía.

—Seokjin, por favor vamos afue-

—Que no, Namjoon.

El sobre fue abierto y dejado a un lado mientras desdoblaba el grueso


papel de cartulina lleno de sellos de la penitenciaría nacional. Con manos
firmes, Taehyung lo desdobló por completo, comenzando a leer. A su
vez, Kook también bajó la vista para hacer lo mismo.

Seúl, Corea del Sur. 9 de octubre de 2013.

COMUNICADO A LA FAMILIA KIM-CHOI

El recluso Kim Tae Hyung, nacido el 21 de marzo del año 1955, teniendo
actualmente 58 años de edad, ha sido evaluado por el Departamento de
Salud Mental y Psiquiatría de la Penitenciaria Nacional de Seúl, con
motivo a reducir su estadía en prisión con términos de libertad
provisional, bajo fianza (jurídica y real), por excelente comportamiento y
cumplimiento de labores como recluso.41

Entre sus cargos penales se encuentran; historial variado de delincuencia


(robo, asalto, tráfico de droga y armas varias), violencia de género, abuso
sexual y asesinato a su concubina de 35 años, de nombre Choi Yen Jin,
teniendo esta un embarazo de siete semanas, y también abuso sexual,
maltrato y homicidio al hijo de ambos; Kim Seok Jin, menor de 15 años
de edad. También se le atribuyen cargos de agresión y abuso a la
ciudadana Choi Yeong Jin, hermana de su concubina y madre de su
segundo hijo, Kim Nam Joon. Además de dejar en estado de orfandad a
su hijo menor, Kim Tae Hyung, menor de nueve años de edad.16

Kim Tae Hyung ingresó a la cárcel el 9 de agosto del año 1996 tras ser
encontrado responsable de sus crímenes y admitir su culpabilidad por los
mismos. Debido a esto, se le condenó a permanecer 38 años y 8 meses
bajo prisión, de los cuales lleva cumpliendo correctamente 17 años y 2
meses exactos.7

Tras un estudio elaborado por la ciudadana Choi Soo Hwa, psicóloga


integral de la penitenciaria, y bajo el nuevo mandato de la Ley Ciudadana
de Corea (art. #221) que obliga a los reclusos cuyas condenas han
pasado los 15 años cumplidos, un estudio de comportamiento; el recluso
Kim Tae Hyung se considera estable mental, física y emocionalmente.
No posee ningún padecimiento patológico crítico que pueda afectar el
orden público o arremeter contra la estabilidad física, mental o emocional
de un individuo, en carácter antisocial. Su comportamiento tras 17 años
ha sido correcto y ejemplar, por lo cual se le ha concedido el derecho a
libertad bajo fianza por un pago de 300.000.000 de wons surcoreanos, o
253.375 dólares estadounidenses.23

Dicha condición de libertad, queda pautada con una prueba de tres


meses, donde se evaluará meticulosamente el comportamiento de Kim
Tae Hyung ante el entorno social. De incumplirse el buen
comportamiento, el recluso será llevado a la penitenciaría nacional y
obtendrá tres veces la condena que originalmente recibió. Por lo cual,
también sería considerado como cadena perpetua.

El juicio se llevará a cabo el próximo 23 de noviembre del año 2013 para


rectificar la condición. Kim Tae Hyung contará con un abogado asignado
por el estado para evaluar el caso.

Atentamente: Penitenciaria Nacional de Seúl.1

No. No. No.


—Hermanito... no le digas a mamá, por favor... —Seokjin estaba en la
cocina, limpiándose las manos de un líquido que su hermano menor no
sabía que era.

—¿Por qué, hyung? —Taehyungie le pasó otro paño húmedo para que
se quitara esa cosa blanca de entre las piernas que parecía pegajosa—.
¿Por qué no le puedo decir que él te tenía contra la puerta gritando?12

—Ella quiere a papá y solo terminará triste si lo sabe —Seokjin hablaba


de manera firme, pero el menor no comprendía por qué no solo lo
contaba y ya. Después de todo, su hermano tenía catorce años y el ocho.
Se supone que debería ser más sabio, pero al parecer Jin quería callarse
y listo—. Pásame el algodón, Taehyung.

—¡TAEHYUNGIE!

Seokjin tenía los ojos cristalizados así que solo tragó en seco y asintió,
recordando que a Taehyung no le gustaba que le dijeran así.

—Taehyungie, el algodón... pásamelo —pidió de nuevo el mayor, su


hermano se lo entregó y comenzó a ponerlo con agua oxigenada en sus
rodillas y codos—. No le dirás nada a nadie, ¿está bien? Yo puedo solo.

—No puedes, tu solo sabes llorar como un niño pequeño. Yo no lloro y él


no me hace nada a mí. ¡Quiero que se muera!5

—¡No, Taehyungie! —Jin le tomó los hombros y sacudió ligeramente su


anatomía—. Si papá se muere, muchas personas van a querer hacerle
daño a mamá cuando se quede sola, y a nosotros también.

Y Seokjin solo cerró los ojos de golpe cuando el menor le empujó.


—Eres un estúpido —Taehyungie le tiró todas las cosas al suelo y lo
agarró del brazo—. Eres mayor que yo por seis años, pero eres un niño
estúpido, hyung.

—¿Qué?

—¡Si no le dices nada, terminará matándote a ti y a mamá! —se cruzó de


brazos y le brindó una expresión de cólera a su hermano.8

—Papá no haría eso, Taehyungie, él solo...2

—Lo hará, hyung. Te tocará y te matará —gritó de pronto—. Cuando


sepa que mamá tiene muchos novios, la va a matar a ella y cuando se
aburra te va a matar a ti.

—No digas eso.

—Es verdad, lo va a hacer.

—Taehyungie...

—Y si lo hace espero que no me mate a mí, porque así lo mataré yo a él,


hyung.

Sin más, Taehyungie se fue a su cuarto a buscar aquella caja con lápices
y hojas de papel.

Silencio, un silencio que parecía sombrío entre las cuatro paredes de la


habitación.
18
Namjoon estaba mirando la forma en que Taehyung veía el papel;
perdido, perdido como si simplemente estuviese teniendo la mente lejos
a medida que iba leyendo todo aquello y de seguro lo hizo más de una
vez. Jungkook estaba a su lado y tan solo con leer dos veces el papel,
ver la cara de Jun y de los otros dos, entendió casi todo por completo.

Pero, lo que en ningún momento pudo entender, fue el instante en que


unas gotas empezaron a aparecer en el papel que cargaba Taehyung en
sus manos. Una primero, justo en el medio, otra al costado y finalmente
las manos se le hicieron puños mientras casi que estrujaba el papel. No
daba crédito a eso, ni a la mandíbula tensa de Taehyung, ni a su
respiración entrecortada ni menos a la manera en que estaba llorando sin
parpadear. Y el corazón se le aceleró de un momento a otro justo cuando
arrugó la hoja con una fuerza tan estrepitosa que sus nudillos se tornaron
blancos y todas las venas de sus brazos se marcaron. Sus dientes
chirriaron y entreabrió la boca cuando se aclaró la garganta.

Jimin y Bogum se mantuvieron en su sitio, primero se vieron entre ellos y


luego al sicario que comenzó a mover la cabeza como si empezara a
asentir lentamente, aceptando lo que había leído. Yideku se quedó
quitando los últimos puntos a Jungkook, que tenía la cabeza hacia
Taehyung, pero alzada para que la mujer pudiese hacer bien la labor con
su rostro. Entonces Kim sorbió por la nariz y lo primero que hizo fue ver
los ojos de su hermano.

Y Kim Namjoon se quedó petrificado, cuando vio la enorme sonrisa


cuadrada en su rostro y a la vez las enormes lágrimas bajando de sus
ojos rojos de furia.5

Y se comenzó a reír, mientras las lágrimas salían de sus fanales,


Taehyung estaba riendo audiblemente, provocando que rebotara de un
lado a otro el sonido por todo el lugar. La risa era grotesca, estrepitosa e
incluso eufórica, tanto que cuando intentó calmarla, solo consiguió que
los hombros los moviera de arriba abajo por los espasmos.

Riéndose como un desquiciado.23

Puso la mano en su boca y aspiró fuerte por la nariz en medio de las


risas. Finalmente, volvió a tragar un par de veces más hasta que el
ataque cesó. Y, entre todas las reacciones que pudo esperarse Namjoon
al decirle esa noticia —por la cual vino con Bogum y Jimin en dado caso
que Taehyung se pusiera extremadamente violento—, la que menos
esperó fue el inevitable llanto y luego la cúspide de la risa.

Taehyung, mientras iba mirando el suelo, se levantó, y con el dorso de


sus manos hechas puño, se las pasó por los lagrimales para quitar los
restos del cristalino líquido, que sinceramente no entendía por qué coño
salía de ese sitio en momentos como estos, donde se supone debería
estar en una furia terrible, pero ahora que pensaba bien las cosas que le
habían pasado últimamente.

La ansiedad, la agonía, el insomnio, la preocupación, el dolor de cabeza


de tanto sobreanalizar, la pesadilla con lo que más adoraba en el mundo
y lo que más odiaba también; todo tenía sentido justo ahora.

Diecisiete años sin verlo, y su conexión con su padre era la misma.

Miró a Jungkook, rememoró el sueño de mierda que tuvo y llegó a la


conclusión de que en serio sería capaz de matar a cualquier persona, de
cualquier manera y en cualquier momento si eso aseguraba tenerlo. Mil
veces se lo repetía en la cabeza, y de verdad lo haría mil veces más.

Hizo añicos el papel hasta hacer una pequeña bola compacta y de la


misma manera continuó con una sonrisa burlona en el rostro, producto
de pensar en todo lo que últimamente había pensado. Tiró el objeto con
desdén a un lado, todos vieron la increíble cólera que tenía su rostro, la
molestia lasciva y la mirada perdida en un punto de aquello.

—V...

—¿CÓMO MIERDA YEONGJIN SABE ESO, AH? —Taehyung se giró


con las manos en las caderas hacia Namjoon, apretándolas y teniendo
los ojos llenos de odio—. ¿CÓMO PUTO CARAJO ESTANDO EN UNA
MALDITA CÁRCEL ELLA SE ENTERÓ DE ESTO? ¡QUIERO UNA
MALDITA EXPLICACIÓN COHERENTE, NAMJOON!5

Finalmente, actuaba como esperó.

—E-ella tiene unos amigos que s-son policías... —comenzó a relatar con
ligero nerviosismo—. Uno de ellos t-también está en la de hombres, así
que le comentó eso. Yo tengo el papel porque ella pidió eso por escrito
para mí y el tipo se lo dio.

—Yideku, ¿esa mierda se puede? —Taehyung se giró hasta la mujer y


esta tragó un momento en seco—. ¡ZO YIDEKU! ¡RESPÓNDEME,
MALDITA SEA! —mas Yideku sigue petrificada—. ANATA GA WATASHI
NI KOTAERU KOTO! KORE WA NAN DESU KA, ZO YIDEKU!57

—S-si se puede, señor... —contestó la fémina en un titubeo—. C-con una


orden de un fiscal se puede, pero hay que pedirla.

Taehyung de un momento a otro se plantó frente a Namjoon y de un solo


movimiento lo levantó del mueble por el borde de la camisa.

—¡NAMJOON, ¿POR QUÉ COÑO YEONGJIN PEDIRÍA EL ESTADO DE


CÁRCEL DE TAEHYUNG, AH?! —las manos del menor estaban fijas en
el borde de la tela apretándola y viendo a su hermano con los ojos bien
abiertos. Namjoon agarró con fuerza sus muñecas para tratar de soltarlo,
más fue en vano—. ¡ELLA NO QUERÍA SABER NADA DE ESE SER
CUANDO ME FUI CON ELLA! ¡¿CÓMO ES QUE AHORA QUIERE,
UHM?! ¡¿POR QUÉ PUTA MALDITA MIERDA PIDIÓ ESO?!

—J-jefe, c-calm-

—¡TÚ TE CALLAS LA MALDITA BOCA ESA, YIDEKU! —gritó con furia


hacia la mujer, viéndola a los ojos. Se giró de nuevo hacia Namjoon que
lo veía con impresión—. ¡RESPÓNDEME, HIJO DE LA GRAN PUTA!
¡¿POR QUÉ COÑO HIZO ESO?!

—¡ELLA N-NO LO HIZO, CARAJO! —porfió Nam, aun tratando de sacar


las manos, pero Taehyung tenía las piernas firmes en su sitio y los
brazos aferrados al lugar—. Joder, e-ella se enteró porque el otro tipo se
lo dijo y m-me lo hizo saber porque... ¡Maldición, porque somos sus hijos!

—¡¿CÓMO COÑO TE CREO, NAMJOON?!

La expresión de Jun se desencajó totalmente en desconcierto.

—¡No me estés jodiendo, Seokjin! —le gritó al menor—. ¡¿De verdad


crees que yo vendría hasta esta mierda para mentirte con algo así?!

—¡NO SÉ, NAMJOON! —objetó con sarcasmo, gritando fuertemente—.


¡RESPÓNDETE ESO TU MISMO! ¡¿VENDRÍAS PARA DECIRME UNA
MENTIRA?!

—¡QUE NO, JODER!

—¡JÚRAMELO POR TU PUTA CABEZA, HYUNG!5

—¡TE LO JURO, MALDITA SEA!


Taehyung se mantuvo observando los ojos de Namjoon de hito en hito.
La mirada de este era severa y firme, no parecía tener miedo de la
situación, al contrario de los otros dos de atrás. Namjoon parpadeó un
par de veces cuando el menor se le acercó hasta el borde del oído,
sacando media sonrisa.

Los cambios de humor de siempre.4

—Y más te vale que siga siendo así, hermano —le dijo de frente,
asintiendo lento—. Sabes que de lo contrario no respondo una maldita
mierda.

En ese momento, le soltó de golpe, provocando que el contrario se


tambaleara ligeramente hacia adelante. Namjoon se sentó en el mueble y
tragó un par de veces, la mirada que le dirigió Jimin fue un claro ''te lo
dije'' sin embargo, él solo continuó viendo al suelo. Taehyung, por el
contrario, volvió a agarrar el papel y a comenzar a desarrugarlo.

Jungkook observó cómo estaba inmerso en aquel escrito, asimilando


cada una de las palabras una y otra vez, pues leía un párrafo, negaba y
volvía a leerlo hasta que llegó al final. Después que Yideku le sacó los
puntos, le colocó una pomada para bajar la hinchazón en dado caso que
se moviera bruscamente y cubrió la zona con unas vendas ligeras. Cerró
todo y lo metió en el maletín. El niñito buscó la mirada de Namjoon,
empero, este la giró al darse cuenta de las marcas bajo sus ojos, cuello y
nuevamente las de la frente, además del nombre completo de Taehyung
cincelado en el brazo izquierdo en un perfecto hangul y el otro en
alfabeto romano.

—Jefe, me voy ya —avisó Yideku, girándose.10


—No, espérate ahí —apuntó con un dedo, sin verla. Le extendió el papel
y se cruzó de brazos frente a ella—. Léete esa mierda unas cinco veces
y dime si es posible todo lo que se dice ahí.2

Zo dejó el maletín sobre la cama, a un lado de las piernas de Jungkook, y


tomó el papel, procediendo a leerlo. No necesitó hacerlo ni dos veces
para comprender claramente el mensaje, aun así, detalló todos y cada
uno de los términos.

Jungkook notó como las manos de Taehyung estaban hechas puños y a


su vez cruzadas encima de su pecho mientras repiqueteaba el pie contra
el suelo.3

—Es... totalmente posible, señor —oyó Jungkook de parte de la mujer—.


Esas leyes se vienen implementando desde hace unos cuatro meses a
reclusos cuyo comportamiento es ejemplar desde el primer día, después
de pasar por largos exámenes psicológicos. Se les da prioridad a todos
aquellos que hayan sido víctimas dentro de su reclutamiento.

Taehyung chasqueó la lengua y alzó las cejas.

—¿Victimas de...?

—Cualquier clase de abusos o maltratos dentro de una penitenciaria. Por


lo general a los asesinos y abusadores de menores les dan una
''bienvenida'' —hizo comillas con sus dedos—. Dicha bienvenida es nada
menos que hacerles barbaridades en medio de un montón de gente, si
no se defienden, terminarán siendo objeto de burla y se mantendrán
como los orificios fáciles de una penitenciaria. Otros terminan
defendiéndose y se hacen respetar, pero Taehyung claramente era un
hombre de unos cuarenta años cuando entró.
—El karma es una maldita perra solo si tú lo fuiste primero —terminó por
decir el sicario—. Maldito cabrón asqueroso.14

Yideku asintió ante aquello y entonces dobló el papel entre sus manos,
dejándolo solo en la mesa de al lado. Jeon la observó por un segundo, su
rostro estando tranquilo, hasta que giró su cabeza para ver a Taehyung
abriendo la ventana y sacando una caja de cigarros del bolsillo trasero de
la izquierda en su pantalón rasgado y un encendedor del delantero. El
humo fue expulsado de su boca justo después que la nicotina recibió la
llama, estaba en ese sitio específico porque la brisa era fría y se llevaba
el olor del cigarro rápido.

—¿Qué vamos a hacer, Seokjin?

Taehyung se giró al mayor, mirándolo de reojo, y supo bien que el tema


del que hablaba era importante como para que lo estuviese llamando así
y no por el alias.

—La verdad, justo ahora tengo la mente en otro año que no es este,
Namjoon —susurró, terminando de dar una calada—. Y sinceramente tu
no harás nada, no quiero que te involucres.

—Es mi padre, no pued-

—¡Y EL MIO TAMBIEN, CARAJO! —gritó furioso, callándole—. ¡Pero no


tienes que ver en esta mierda! ¡Eso no te involucra a ti!

—¿No quieres que me involucre porque solo tú quieres hacerle daño o


porque no quieres que me haga daño a mí? —preguntó el mayor.

Taehyung se giró hasta verlo con los ojos desencajados.

—A veces provoca rajarte la puta boca de oreja a oreja para que no


hables tanta mierda, Namjoon —el asesino se cruzó de brazos—.
Mentalmente, el mayor de los tres siempre fui yo al parecer, porque ni tu
ni Jin hyung parecían conectar las pocas neuronas para pensar con
coherencia sobre lo que ocurría alrededor. Y no, Namjoon, ¿qué te
puede hacer Taehyung ahorita?3

—Qué se yo, s-solo... —realmente, no había mucho que decir—. Solo


quería preguntar.

—Pues no, no lo digo porque pueda hacerte daño a ti. Tienes veintinueve
años, Namjoon. Eres un hombre hecho y derecho, no tengo porqué
andar cuidándote el culo a estas alturas a menos que de verdad lo
necesites —las palabras de Taehyung eran casi un regaño—. Lo digo
porque casi toda mi vida he querido hacer esto, no quiero que nadie le
ponga un maldito dedo encima a ese cabrón a menos que sea para
matarlo hasta volverlo mierda. Adivina quién lo matará.

—Jefe, no puede hacer eso aún —advirtió Yideku—. Recuerde que por
tres mes-

—Vieja, ¿no lo entiendes? —objetó el sicario con voz divertida—.


Cuando tenía como cinco años le dije a Yenjin que mataría a Taehyung
cuando yo tuviera treinta y siete, porque a esa edad fue que caí en
cuenta de la mierda que era —explicó a Yideku mientras todas las
miradas de hallaban en su persona—. Para alguien que lleva esperando
más de veinte años, tres meses es un abrir y cerrar de ojos.28

Zo asintió, nuevamente dándole la razón a absolutamente todas las


cosas que Taehyung decía.

—¿Estás bien? —oyó preguntar a Bogum.17

Pff, otro maldito estúpido más.


—No lo sé, Bogum —respondió sin más—. ¿Debería estar armando un
escándalo hasta parecer perro rabioso y meterle un tiro por puro placer a
cada uno de ustedes?11

—No quise de-

—Entonces cállate la puta boca y no preguntes tanta maldita mierda,


Bogum. Deja de hincharme los cojones, ya te lo advertí.

Jungkook detalló la manera en que ese tipo, que jamás había visto,
estaba casi que preocupado cuando veía a Taehyung. Tenía un ligero tic
ansioso en las piernas y su mirada no dejaba de escanear cada uno de
los movimientos del asesino al punto en que lo recorría de arriba a abajo
en una forma que no le agradó, pues incluso parecía que en cualquier
momento iba a levantarse del puto asiento y abrazarlo o una mierda así
que lo hizo hacer una mueca de disgusto.10

Haciéndose el desentendido, Kook se giró hasta Taehyung.

—Taehyung... —nuevamente sus ojos estaban viendo los del asesino y a


la vez sentía las demás miradas a los lados—. ¿Quién es... q-quien es el
otro Taehyung?23

Yideku solo suspiró hondo de pronto, haciendo que Jeon la observara


con el rostro en una mueca. Misma mueca que estaba en los ojos del
castaño, del de cabello claro y del propio Namjoon.

El sicario caminó hasta el borde de la cama con suma lentitud, sus ojos
en ningún momento abandonaron los de Jungkook ni para parpadear. Se
sentó a su lado y después de aclararse la garganta soltó una sonrisa
claramente hipócrita.
—Jungkookie... —un mechón del menor fue estrujado entre los largos
dedos del asesino—. El otro Taehyung, después de mí, es la peor
persona que existe en la puta faz de la tierra —le dijo tan calmado como
quien susurra un secreto—. Y lo peor, es que es mi padre.22

Un clarísimo "mierda" por parte de Namjoon —quien tenía las palmas


sobándose el rostro—, fue escuchado por ambos.

—¿Por qué estás actuando así? —preguntó el mayor de los hermanos—.


¿Por qué coño le estás hablando de eso como si fuera una mierda sin
importancia para ti?3

Taehyung solo tomó la mano de Jungkook entre la suya y abrió la palma


para enseñarla al más alto, justo donde en diagonal estaba la cicatriz.

—Después de todo este tiempo pareces sin entenderlo todavía, hermano


—sin dejar de mirarlo, dio un beso en la herida y cerró el puño de su
pequeño Jeon, que quedó desconcertado por la acción—. Él es la razón
por la que estoy así, Namjoon. ¿Por qué crees que solo él puede
llamarme ''Taehyung'' sin hacerme molestar? Es porque parte de esa
mierda ya ha perdido importancia para mi si se trata de él, hm.29

—¿Y qué piensas hacer? —volvió a intervenir el mayor—. Según ese


papel, Taehyung está asegurado con su comportamiento y puede que
pronto salga porque ha mejorado y-

—¿Porque qué? —la sola mención de eso, provocó que el menor de los
hermanos apretara sus puños con fuerza.

Nam solo se levantó de su sitio tan pronto como vio a Taehyung


acercársele a paso lento. Ambos quedaron viéndose frente a frente sin
decir una palabra.
—Repite lo que dijiste, Namjoon —ordenó a centímetros de su rostro.

—Lo que oíste —habló con firmeza el contrario—. Taehyung ha mej-

—¡Y UNA PUTA MIERDA! —de un momento a otro el sicario se


abalanzó sobre el otro tirando a un costado del mueble y posicionándose
sobre el—. ¡¿LO VAS A DECIR, NAMJOON?! ¡¿VAS A DECIR QUE ESE
MALDITO MEJORÓ?! ¡¿VAS A DECIR QUE ESTÁ BIEN?! ¡¿LO VAS A
DECIR MALDITO PEDAZO DE MIERDA?!18

Taehyung le tomó del borde de la camisa y subió su rostro. El contrario


solo quedó en silencio y apretó sus muñecas para tratar de quitarlo.

—¡DILO, HYUNG, VAMOS! —repitió Taehyung—. ¡DILO, ANDA! ¡DI


QUE EL MALDITO AHORA ES BUENO! ¡DILO, KIM NAMJOON!

—¡V, SUÉLTALO! —Jimin de un momento a otro se colocó detrás de


Taehyung, intentando jalarlo por los hombros. Bogum también trató de
hacerlo, pero al parecer el menor tenía más fuerza—. ¡V, SUÉLTALO!
¡POR DIOS ESTO NO ES SITIO PARA ARMAR UN PUTO
ESCÁNDALO, V!9

—¡ESTA MALDITA POCILGA ASQUEROSA ES MÍA Y SI ME DA LA


PUTA GANA ARMO UN ESCÁNDALO DONDE COÑO QUIERA,
MALDICIÓN! —sintió a Jimin alejarse de él y llevarse las manos a la
boca—. ¡ESCÚCHAME BIEN, NAMJOON! ¡DEJA DE BUSCARME!
¡DEJA DE PROVOCARME! ¡DEJA DE CONTRADECIRME Y DEJA DE
METERTE EN MIERDA QUE NO TE INCUMBE, CABRÓN! ¿LO
ENTIENDES? —vociferó, agarrando todavía del cuello al otro—. ¡EL
QUE ME BUSCA ME ENCUENTRA, NAMJOON! ¡ME VALE MIERDA
QUIEN SEA!2

—¡Te dije la puta verdad!


—¡No, no es verdad, maldito incrédulo asqueroso! —contraatacó.
Namjoon supo que, en realidad, no iba a ponerle un dedo encima. Al
menos no ahí—. ¡Si alguien sabe quién mierda es Kim Taehyung, soy yo!
¡No se te ocurra volver a decir que ese maldito cabrón de mierda es
distinto ahora, Namjoon! ¡Nunca en mi puta presencia, maldita sea! —sus
ojos demostraban una furia inconmensurable—. ¿ESTÁS CLARO EN
ESA MIERDA, CARAJO?

Namjoon tan solo asintió, no tenía miedo de eso. Tan pronto como
asintió, Taehyung le soltó y se quitó de encima de él con brusquedad,
quedando a un lado suyo mientras el más alto miraba el techo.

—Perdón, Seokjin —la mano de Namjoon fue hacia su propia cara y


comenzó a estrujársela—. Perdón, en serio.

Tanto Yideku como Jungkook, se quedaron en sus respectivos sitios sin


hacer mucho, pues aparentemente la situación se les hacía ajena.
Jungkook jamás había visto a Taehyung tan alterado, al menos no con
otra persona que no fuera él. Quizá hace tiempo, le hubiese dado puto
miedo, pero justo ahora solo tenía una curiosidad que le estaba
comiendo vivo.2

Taehyung devolvió la vista hasta el suelo y el puente de su nariz quedó


entre sus dedos índice y pulgar. Aspiró profundo y vio a Namjoon de
reojo.

—No seas tan putamente idiota, Namjoon —habló al mayor—. Tu no


conociste a Taehyung como yo, tu no estuviste conviviendo con él como
yo, tú no tienes ni una maldita idea de una mierda. No puedes basar tus
malditos argumentos personales solo en lo que otro dice, no importa si te
lo contó al pie de la letra —sin más, Taehyung cayó sentado en el borde
de la cama.14

Y algo que Namjoon siempre admitiría más allá de todo, es que su


hermano cuando hablaba de esa forma, siempre tendría la razón.

—Taehyung, ¿q-que estás diciendo? —la voz de Jungkook se hizo bajita.


Quería una explicación—. No entiendo una puta mierda de lo que estás
diciendo, ni de lo que dice él... o de lo que dice Yideku.

Kim se limitó a sacar una sonrisa burlona. Una de las mejillas de Kook
fue acariciada por sus dedos y se mantuvo viendo sus ojos por un largo
tiempo, uno donde solo se perdió en ellos sin siquiera parpadear, apenas
moviendo las pupilas a la vez que Jungkook lo hacía también. El roce
continuaba, hasta que el menor cubrió con su mano abierta la muñeca de
Kim.

Y después de sacar una sonrisa amplia, Taehyung dejó un suave pero


profundo beso sobre los belfos de su pequeño Jeon. A este le tomó por
sorpresa, sin embargo, solo fueron los acolchados labios de Taehyung lo
que sintió sobre los suyos antes de que se separara para relamerse los
propios y seguir viéndolo a los ojos.3

Solo bastó el desacuerdo con Namjoon y ver los ojos de su niñito para
que Taehyung procediera a desahogarse como jamás había hecho.7

—Yideku... —la mano de Kim seguía en la mejilla del menor y sus ojos,
tras llamar a la mujer, se encontraron con los de ella—. Toma las llaves
que están en el segundo cajón de aquel estante —señaló con un dedo a
la derecha—. Baja a mi departamento y abre la puerta del primer cuarto,
la contraseña es 8697. Saca la maleta negra que está debajo de la cama
y por favor tráela. No muevas absolutamente nada de su sitio.10
La mujer tan solo asintió, viéndolo de frente. Tomó la llave de dicho salón
y salió de inmediato en busca de lo que pidió su jefe.

—¿Una maleta? —preguntó de pronto Jungkook—. ¿Te vas a ir?

—No, pequeño Jeon —negó Kim, aunque después sacó una sonrisa y
acercó sus labios a la unión de la oreja y el cuello impropio—. ¿Por qué,
hm? ¿No quieres que me vaya?1

El chico curvó el rostro por el escalofrío que le dio de pronto en la zona.


Taehyung llevó una mano a su muslo y adosó los labios a su cuello. Sin
embargo, su diestra fue agarrada por Jungkook para que no subiera más,
aunque con poca facilidad, pues el mayor tenía más fuerza. El chico se
echó hacia atrás.

—Ellos... e-ellos están...

—Oh, verdad que sí.10

Taehyung de pronto solo lo dejó y se giró en su sitio. Le dio la espalda a


Jungkook, que tan pronto como iba a acomodarse, sintió el peso de la
cabeza impropia contra su pecho y la espalda impactando con su
abdomen. Las manos de Taehyung se posaron en las rodillas del chico y
sus piernas quedaron cruzadas una sobre otra con las botas fuera del
colchón. Jungkook no supo si echarse hacia atrás, porque su espalda
pegaba del colchón alzado, o si echarse para adelante.

Pero al final solo dejó reposando las manos en los hombros de


Taehyung.

—Sigo sin entender una cosa, Namjoon —habló Taehyung como si


nada—. ¿Qué coño hacen estos dos aquí?
Namjoon por primera vez subió la vista, no quería ver a su hermano junto
a Jungkook de esa forma tan surreal, apenas hace unas siete semanas
fue testigo de cómo Jungkook estaba tirado de forma horrible en el piso,
hecho un desastre de tierra, moretones, semen y cualquier cantidad de
cosas que le revolvieron el estómago y ahora de pronto estaba ahí;
perfectamente impecable, lleno de moretones y heridas horribles, pero
impecable y en el sitio donde Taehyung no traía a nadie a menos que de
verdad valiese la pena.

No había vuelta atrás.7

—Fue a buscar a Jimin, pero él estaba conmigo —contestó Bogum sin


siquiera dejar de ver el suelo.15

—No te pregunté a ti.5

Bogum bajó el rostro.

—Iba en busca de Jimin, pero estaba con él. Así que fui a su casa y los
traje conmigo para entregarte ese escrito —contestó por fin Namjoon—.
No sabía qué coño serías capaz de hacer, no lo sé, a lo mejor salías
corriendo por la puerta, a lo mejor entrabas en cólera, a lo mej-

—¿Tenias miedo de mí? —ese tono fue todo lo que Namjoon necesitó
para cerrar la boca.7

Jungkook lo miró, y en efecto; la mirada de Kim era miedo total. Sin


embargo, sabía disimularlo perfectamente.

—Vine con ellos solo en dado caso que pasara algo. A veces eres un
maldito impulsivo de mierda y lo sabes —se quejó, utilizando el mismo
tono de Taehyung al ser altanero—. Sabes que yo a ti no te temo, V.

Taehyung solo lo miro por un segundo y asintió con una mueca.


—¿Sabes que no tienes que ser una puta mierda todo el tiempo, verdad
V? —soltó Bogum.5

—Cierra esa puta jeta, Bogum. Demasiado hago con dejarte estar aquí
desde lo que pasó la otra vez.

Bogum solo calló. Y es que desde la última vez que habló con Taehyung,
solo le dijo que se fuera de su casa y que dejara de joderle la puta
existencia, que ya no lo necesitaba ni quería una mierda, que le valía
verga lo que le pasara y que le iba a rajar el puto cuello con solo
mencionar a "su pequeño Jeon" mismo que estaba viendo por la ventana
mientras sus dedos estaban repiqueteando con suma lentitud en los
hombros del sicario.3

Solo quitó la vista, no queriendo observar la escena perturbadora frente a


sus ojos, la cantidad de marcas repartidas en el cuerpo de un pobre
adolescente con cara de niño, que ahora parecia un muñeco vudú lleno
de costuras, cardenales y cicatrices. De solo pensar que era Taehyung la
misma persona que lo tenía así y que ese niño estaba dándole una
"caricia" estando en semejante estado de abuso, solo le dejó un mal
sabor de boca y ganas de salir corriendo de allí. ¿Qué tan bajo podía
seguir cayendo Taehyung? Y, sobre todo, ¿qué tanta repercusión
podrían tener sus "buenos" procederes, ganarse la actitud dócil del
chiquillo?2

La puerta se abrió, haciendo que los tres llevaran la vista al lugar y


Jungkook tan solo pudo parpadear justo cuando Taehyung se levantó y
metió la maleta a mitad de la habitación. Se notaba bastante pesada,
aunque de todos modos tenía unas ruedas grandes que hacían más fácil
su traslado de un sitio a otro. Kim la tomó de una manilla de metal
recubierto en un plástico y con un solo brazo la subió de golpe a la
camilla, en el borde. Jungkook se echó ligeramente hacia atrás cuando el
sicario se sentó de espaldas frente a él y puso la contraseña de la
maleta.

En lo que la abrió, Jungkook tragó en seco, esperó ver armas, cartuchos,


balas, cuchillos o algo por el estilo de Taehyung. En definitiva, no
esperaba encontrar cosas tan... cotidianas.4

Libros; un montón de libros que parecían bastante viejos, pues las tapas
eran de un cartón grueso, de colores opacos y sus hojas tenían un color
beige o amarillo. Había libretas de color negro, blocks que parecían de
dibujo, una caja con un pedazo de una piedra que parecía un carbón,
una caja con unos papeles pequeños tipo carnet y algunos sobres. Todos
los implementos estaban con una apariencia cuidada e impecable a
pesar de tener varios años de uso aparente.3

Yideku estaba a un lado y la veía bien, Jungkook estaba sentado detrás


de Taehyung, pero su vista estaba nublada por su ancha espalda.
Namjoon, Jimin y el otro tipo, se inclinaron para ver el contenido,
sorprendiéndose de la misma manera. El asesino pasó los dedos por los
objetos y se perdió por un segundo entre sus propios recuerdos de cada
una de las cosas que yacían ahí metidas. Por alguna razón, necesitaba
sacar esa puta sensación que le revolvía las entrañas de ira de una
forma que no fuese la ''usual'' probablemente porque ni matando a mil
personas en una sola noche, la sensación de querer matar solo a una
desaparecía.

Y esta vez, no era por Jungkook esa sensación. Era por Kim Taehyung.5

Porque había una razón para ser quien era, su razón.

Y justo ahora iba a decirlas todas.


XXXI: Memory of the hangman.
Kim Taehyung tenía todas las miradas encima.
8

—Usualmente, no me gusta abrir esa maleta porque tiene cosas que ya


no son de mi interés, o porque quizá no quiero recordar la razón de por
qué las tengo —habló tranquilo, bastante tranquilo, a decir verdad—. Sin
embargo, considero que, justo ahora, debo hacerlo —la curva del objeto
fue recorrida por la palma abierta de su mano—. Esta maleta contiene,
en un nivel un poco menos... enfermizo, lo que fui, lo que he venido
siendo hasta ahora y lo que probablemente seré en un futuro —él no vio,
pero Jungkook giró la cara hacia Yideku en un total shock. La mujer
solamente se puso el índice en mitad de los labios y cerró los ojos—.
Esta maleta fue una de las cosas que compré la primera vez que me
pagaron por matar a alguien, la noche en que firmemente dije ''V, eres un
sicario a partir de ahora'' la noche en que lo asimilé y lo tomé como algo
verdaderamente normal —sus ojos se encontraron con los de Namjoon y
este tenía casi la misma expresión que todos—. Con catorce años, me
compre una maleta donde metía todas las cosas que en algún momento
hicieron parte importante de mí.2

Kim tomó de la maleta cuatro libros, dos los agarró con una mano, uno lo
tiró a Namjoon que por reflejo lo atajó de una vez entre sus dígitos y el
último lo extendió hacia atrás. Jungkook pensó que era para Yideku, no
obstante, Taehyung medio giró el rostro, lo vio de reojo y ahí fue cuando
el niñito tomó el objeto entre las suyas.
Ninguno abrió un libro, solo lo dejaron entre sus piernas y prestaron
atención a cuando Taehyung metió los otros dos y quedó viendo la
maleta sin hacer contacto visual con nadie.

—Antes de decir algo sobre esos libros, quiero hablar del año 1996 —
empezó a relatar—. Ese año cumpliría diez y Seokjin hyung dieciséis.
Los dos somos de diciembre, o bueno... —se cortó por un segundo,
rodando los ojos como si hubiese dicho una tontería—... soy yo y era él.

Jungkook quedó viendo por unos instantes a sus piernas cubiertas por la
sabana y asimiló que, de hecho, Seokjin a todas estás era el hermano
mayor de Tae.

—El día veintiocho de octubre de 1996, cuando tenía nueve años, salí de
la escuela después de haber tenido una pelea. Era la segunda escuela a
la que asistía ese año debido a que tener problemas de conducta hizo
que me expulsaran de la primera —prosiguió con el mensaje—. Peleé
con un niño que no me quería prestar el color rojo y le caí a golpes hasta
partirle la nariz y la boca. Yo sabía que iban a llamar a mamá para que
fuera a la escuela y una vez más tenía que sentarme frente a la puta
directora, al lado de mi mamá y escuchar a esa vieja decir ''Señora, su
hijo necesita ir a un psicólogo'' y Yenjin preocupada porque no tenía para
pagarme el dichoso psicólogo este y la escuela era de gobierno; esa
mierda no tenía buenos psicólogos —negó, con la vista aún en la
maleta.12

—Seokj-

—Sht, Namjoon —rechistó Jimin.

Taehyung los miró a ambos, pero prosiguió.


—Entonces, para no esperar a que el niño fuera encontrado en el patio
llorando y llamaran a nuestros padres, yo corrí hasta la salida y sin que
me vieran, me escapé hasta casa. Entré por la ventana del cuarto por si
alguien estaba en la sala no me preguntara qué hacía en casa a esa
hora. Siempre dejaba una llavecita con la que podía abrir la puerta y
debido a que siempre fui delgado, podía pasar entre un tubo que estaba
roto —al terminar de decir aquello, el sicario removió un par de objetos
dentro de la maleta y agarró el sobre de manila que contenía hojas de
papel; dibujos—. Cuando entré, agarré un montón de colores y me puse
a dibujar cosas. Todos los dibujos, eran básicamente yo matando a
Taehyung, yo matando al niño que le rompí la nariz, yo matando a la
directora y a una niña que me dijo que me veía como un vampiro porque
me faltaban los dos dientes de leche de enfrente cuando tenía como
siete —todos los dibujos iban siendo sacados unos por uno, Jungkook
ladeó la cabeza por detrás de él y observó los trazos, se notaba que los
había hecho un niño, más estaban claros en cuanto al significado—. Los
dibujos en general eran yo matando, aunque el mayor protagonista era
Taehyung. Tiene mucho rojo pues para mi ver rojo era sangre y la sangre
significaba muerte.9

Dos de los dibujos quedaron entre sus palmas y se los mostró a


Namjoon, los trazos eran simplemente violentos como si hubiese estado
molesto a la hora de pintarlos y los colores hayan quedado desgastados
de tanta fuerza que usó. Taehyung terminó por volver a meter las hojas
con esos trazos en el sobre y este lo dejó en su sitio. En ese momento, el
sicario hizo una pausa. Tragó duro, porque el tema que menos toleraba
—más bien, el tema que más detesta y aborrecía—, era del que estaba a
punto de hablar. Echó su mano hacia atrás y, cuando se aclaró la
garganta, pudo sentir los dedos de Jungkook delineándole la palma de
las manos, así como el resto de las falanges propias.

Y Jungkook solo permaneció con la mano en el mismo sitio tan pronto


como los largos dedos del asesino le devolvieron la misma caricia.22

—Más o menos como a las dos horas, escuché unas sirenas y vi algunas
luces. No entendía qué pasaba así que salí a la... —''mierda, ¿dónde
está hyung?'' rememoró claramente al pronunciar aquello. Y se cortó por
un segundo—. S-salí a la sala, recuerdo que cuando abrí la puerta de mi
cuarto, lo primero que vi fue un par de alfombras arrugadas y uno que
otro vidrio en el suelo. Pasé por todo el pasillo y a medida que iba
caminando, veía más cosas regadas por el suelo. Hasta que... llegué a la
sala.

Todo era color vinotinto, todo olía a hierro, todo era un caos. Yenjin tenía
las vísceras afuera, los matices de rojo y rosa iban y venían en todas sus
presentaciones. Parecía un maniquí, un maniquí catastrófico cuya carne
era real y terminó siendo desgarrada. El cuerpo de Seokjin estaba en
peor estado, puesto a que incluso no había partes completas, sino
repartidas a pocos metros. Ambos fueron abusados, luego molidos a
golpes y finalmente torturados hasta morir desangrados como en un
matadero. La brutalidad del acto dejaba un mal sabor de boca.

Aún podía escuchar las moscas poniendo huevos encima de la carne


expuesta, aún podía sentir el olor a metal, a sangre, vómito, a mierda.
Podía sentir lo mucho que dolieron sus ojos de tanto abrirlos, la forma en
que los lápices rodaron por el suelo al caer de sus manos. Los nervios de
pensar si estaba solo en casa y el cuchillo que agarró para defenderse, y
que no usó porque en realidad lo único que lo acompañaban eran dos
cadáveres abiertos, desmembrados, putrefactos y llenos de aquellos
insectos verdes y sus larvas.

Demasiado tétrico y nauseabundo, más para un niño de solo nueve años


con comportamiento aislado, actitud agresiva, pensamientos homicidas y
clara personalidad psicópata.

—Al principio me quedé en shock, porque... no sé, es que no podía


creerlo —y negó de pronto, recordando todas las manchas de sangre
como si lo hubiese vivido ayer—. Cuando por fin entré en cuenta de qué
era lo que ocurría, empecé a llorar.

Jungkook tragó en seco y sintió un puto nudo en la garganta, porque no


había que ser muy listo para saber lo que venía. Lo peor, fue cuando
sintió la nariz y los ojos picarle.13

Nuevamente, Taehyung jugaba con sus sentimientos.


3

—El llanto recuerdo que era horrible, porque me tiré al suelo mientras
veía el cuerpo de mi mamá desmembrado y el de Jin hyung en peores
condiciones —la mano de Jungkook seguía fija con la suya y el niñito,
aunque no era visto, tenía la vista comenzando a cristalizarse—. Me
puse a llorar tan fuerte que recuerdo que el pecho se me trancó y sentí
que algo me atravesaba la garganta y no me dejaba respirar. Recuerdo
que... por un momento, pensé que iba a asfixiarme entre tantos gritos,
mocos y lágrimas.7

Y Jungkook solo se paralizó en su sitio cuando su captor giró la vista de


un segundo a otro y le apretó la mano con increíble fuerza, más no le
estaba haciendo daño. Sus ojos estaban rojos, su entrecejo estaba
fruncido, su mandíbula tensa y un par de gotas hacía que se le empañara
la mirada.

—Seokjin era mi otro hermano y Kim Taehyung, mi padre, lo mató —le


dijo confesó de una sola vez a Kook, éste solo tragó duro—. Después
que lo violó hasta que no aguantó las piernas, lo mató tan horriblemente
que quedó con los ojos sacados, le desmembró la pierna, le desfiguró el
rostro. Todo eso lo hizo mientras Yenjin veía amarrada a un mesón con
las manos hacia arriba —la mirada de Taehyung no mostraba tristeza o
dolor, las lágrimas de sus ojos gritaban ''odio'' a vox populi—. Cuando
hyung no pudo más y su cuerpo colapsó, fue turno de mi madre y ella
sufrió el mismo destino. Todo esto lo sé porque, aparte de que lo vi,
escuché la conversación que la mamá de Namjoon, mi tía Yeongjin, tuvo
con un policía que llevaba el caso y contó que Taehyung confesó todo lo
que hizo al pie de la letra cuando lo atraparon.16

De no ser porque sintió una gota de sus propios ojos caer sobre el dorso
de su mano, Jungkook nunca se hubiese dado cuenta de que estaba
llorando.3

Taehyung le soltó y volvió a darle la espalda.20

—Entonces, cuando menos pensé que dejaría de llorar, me comencé a


reír. Así sin más, de la nada e inmediatamente —entre las paredes
anchas de sus pensamientos, Taehyung rememoró cómo de pronto
detalló bien la escena y vio sus manos cubiertas de un matiz rojizo por
los colores—. Reí horrible, el mismo nivel de llanto de segundos atrás, lo
tuve con risa. No fue la reacción que esperaba, pero esa reacción la tuve
porque me di cuenta que todo lo que yo pintaba, si podía pasar en
realidad.1

Ahí fue que comenzó la delgada línea que lo separaba, línea entre V y
Taehyung; la razón con la que nació, y la razón que se creó.

La manera en la que estaba contando las cosas tenía dos versiones de


reacción a la hora de los otros asimilarla. La primera era que quedaran
en un shock total por el impacto del recuerdo. La segunda; era que
sintieran el dolor y la tristeza que la mente oscura de Taehyung no podía
sentir, pues los sentimientos más comunes en los seres, eran para él
imperceptibles.

De todos los presentes ahí, solamente uno era el que estaba sintiendo
desde el fondo de su alma un dolor inexplicable, como si todo lo que se
supone debería sentir quien lo vivió, estuviera naciendo en él; ese era
Jungkook.15

Y era extraño, porque mientras Taehyung estaba hablando tan


tranquilamente, las lágrimas brotaban solas de sus ojos. Quizá estaba
tan embelesado en medio de su inquietud sacada en palabras, que no se
daba cuenta de que sus ojos estaban rojos y en su camisa negra había
manchas de las cristalinas y saladas gotas. Se giró de lado, ahora
dándole el costado a Jungkook y mirando a la maleta en un lado mientras
el líquido le corría por la cara sin parar. No obstante; no había ninguna
expresión de dolor o desasosiego en su mirada.1
Jungkook lo notó, y aunque no quiso hacerlo, le fue imposible no llevar
su pulgar al lagrimal de su captor y mientras le escuchaba hablando,
estaba pasándolos por sus ojos para secar los residuos que, pese a ser
extraños de ver, sabía que contenían un recuerdo que volvía a Taehyung
en cierto punto muy débil. Es de suponerse que no debería estar
sintiendo eso, pero no es como si lo que quiere que pase con sus
sentimientos hacia él, pueda ser asimilado tan solo ordenándoselo a sí
mismo.

Entendió que; si Taehyung lloraba, él también lo haría. Si Taehyung se


reía, él también lo haría. Si Taehyung se molestaba, él se molestaría. Si
Taehyung podía llegar a ser una mierda capaz de matarlo si no lo tenía
con él para hacerle daño, entonces Jungkook así también lo sentiría.26

Y Taehyung jamás dejaba que le tocaran la cara cuando lloraba, pero


estar ahí hablando de eso y tener los dedos de su pequeño Jeon
quitando su llanto que no era más que su cerebro mandando una señal
de odio, era una cosa reconfortante. Le daba una especie de calma que,
si bien sabia era temporal, la necesitaba más que nada en aquel
momento.4

Porque para él, su pequeño Jeon estaba sobrepasando todos y casa uno
de los bloques de concreto que él mismo se forjó. Y lo jodía.

El cautivo tan solo entrelazó su mano con la de Kim mientras lo veía


llorar, incluso sabiendo que este no era capaz de empatizar con sus
propios sentimientos. Pero, aunque no quisiera, el rehén lo estaba
haciendo.1

—Y quizá todos ustedes dirán ''maldito, eran tu mamá y tu hermano'' —


hizo comillas para terminar de decir aquello—. Si, lo eran y estoy
consciente de eso, pero mi relación con mi mamá y Jin hyung no era una
relación donde yo los amaba por ser mi familia, sino que era una relación
donde yo los respetaba porque obtenía beneficio de ellos —eso era
verdad, pues lo más cercano a ''querer'' era el sentimiento de
posesividad—. Yenjin me cuidaba, me hacia la comida tres veces al día y
me la daba en la boca. Me vestía, me bañaba, me peinaba y
básicamente velaba por mi bienestar. De pequeño, yo sabía que muchas
de esas cosas no podía hacerlas solo, entonces la apreciaba por eso
mismo. Yo obtenía un beneficio gracias a ella y por ese beneficio era que
la quería de cierto modo.

—¿Y tú...? —Jungkook de por si estaba con los ojos aguados y la nariz
de un tono rojo. No obstante, eso no impidió que, con suma delicadeza y
algo de nerviosismo, arrastrara el pulgar por el borde de la camisa de
Taehyung—. ¿T-tu otro hermano?

Namjoon estaba malditamente en shock y no sabía si era por su


hermano hablando o por las reacciones del niño.21

—Jin hyung por lo mismo —continuó—. Cuando mamá no estaba en


casa, él se ocupaba de mí. Obviamente el maldito Taehyung jamás iba a
hacerlo. Y, de todos modos, tampoco es que yo quisiera, aunque había
veces que tenía que quedarme solo porque Yenjin no estaba y el muy
cabrón tenía a hyung en el cuarto. Así que yo me quedaba encerrado con
música alta —justo ahí, empezó a sacar los dedos para contar—. Hyung
me enseñó a leer, me enseñó a sumar, restar y multiplicar, me enseñó el
gusto que tenía por las aves y que dijo que le gustaría volar si fuera un
superhéroe —el rehén notó la forma en que se arremangó la camisa de
tela oscura y dejó a la vista el tatuaje que compartía con Namjoon—.
Cuando era más pequeño pensé que se refería al simple hecho de tener
alas y viajar de un lado a otro, pero lo que comprendí luego de crecer y
madurar, fue que se refería a tener alas para salir de aquel infierno
donde vivíamos cinco. Yenjin, Taehyung, él, el bebé que nunca nació y
yo.

De nuevo, su vista se tornó oscura y extendió el brazo con el tatuaje al


menor de todos, recordando con exactitud que quería saber por qué lo
tenía. Bien, entonces ahí estaba la respuesta y no era ni por un mínimo
carajo lo que el niño pensó en principio.

—Es por esa razón que Namjoon y yo tenemos este cuervo en el brazo
—Kook tragó duro como por décima vez en la tarde y rozó la yema de
sus dedos con el tatuaje. De igual forma, Taehyung no lo veía, sino que
volvió a mirar la maleta mientras el secuestrado hacía lo suyo—.
Después de ahí, todo cambio. Yo me fui a vivir con mi tía, un día el
padrastro de Namjoon descubrió por mi culpa que su padre no era él,
sino el mío. Yeongjin cayó en la cárcel, Namjoon se fue con otra tía —
decía sin importancia, como si ya pasó y listo—. Yo me quedé de nuevo
en la casa vieja, por dos años. Viví totalmente solo en ese momento. Al
principio fue raro, porque por alguna razón me esperaba que mi mamá
tocara la puerta de mi cuarto para decirme ''Estás muy sudado, vamos a
bañarte'' pero eso no pasó. Así que, al contrario de eso, recibí de mí
mismo un; ''Eres un niño que está solo y ya no tienes a nadie que te
cuide. Debes aprender a cuidarte o sino nadie más lo hará''. Entonces
analicé lo que haría y llegué a la conclusión de que me independicé no al
ser un hombre. Me independicé desde niño, porque aunque mamá me
había acostumbrado a ella, jamás me hizo falta porque siempre supe
salir adelante solo. De ahí caí en manos de Koyumi, pasé a Mark, me
conoció Kang, los tres decidieron que me querían de jefe en un
departamento de su organización, me la dieron, me hice
descomunalmente rico a fuerza de mierda ilegal que me gusta hacer y el
resto es historia.

Quitó la mano de donde Jungkook se la tenía y sacó dos libros. El


primero lo dejó en sus piernas y el otro lo abrió. Jungkook hizo lo mismo
con el que anteriormente le hubo dado y Namjoon igual. Los libros eran
de historia, uno de ellos tenía la portada vinotinto y el contrario negro.
Portaban detalles brillantes en dorado y plateado, aunque se encontraba
borroso por el tiempo de uso.

—El primer libro que leí por mi cuenta y que no tenía nada que ver con la
escuela, fue uno de una pequeña biblioteca que quedaba cerca de donde
vivía solo. El tema era de historia antigua, específicamente hablaba del
año 1486 y de los asesinos de aquella época a los que les
llamaban verdugos —la sola mención de aquello, le hizo cierta gracia—.
Los verdugos eran quienes mataban bajo órdenes de gente más
poderosa. Se tapaban con una máscara y practicaban torturas que... —
pensó un segundo, tratando de explicar con una sola
palabra ''sangrienta'' ''dolorosa'' y ''extrema''—. Bueno, torturas de la
inquisición. Se llamaba ''El Calvario de un Verdugo'' es este de aquí —
señaló en alto—. Es por esa razón que me apodan ''V el Verdugo'' no
saben qué significa la ''V'' en realidad, pero pensaron que era por eso.
Me siguen llamando así, la cosa es que el poder ahora lo tengo yo
también.21

La mano de Jungkook se dirigió a su frente y delineó la primera V que


sentía. El roce no ardía ni dolía, pero carcomía algo, pues la zona estaba
sensible por los puntos que recién sacó Yideku. Recordó una noche que
habló con Taehyung en la cabaña, a la que no quería regresar jamás, y
también en su vista apareció la noche donde él volvió a abrir las marcas,
antes de dejarlo sedado por casi un mes entero en la habitación
resistiendo el dolor de las heridas y cada que abría los ojos sin recordar,
era vuelto a sedar y los tubos raros los tenía alrededor. Yideku le contó
que, de hecho, había veces que abría los ojos y se pasaba el efecto de la
anestesia, pero no podía recordar nada porque tan pronto como ocurría,
otra dosis le inyectaban.

Maldito Taehyung.

—Se supone que, un niño a los catorce años debería estar... no sé, quizá
haciendo estupideces por ahí, jugando futbol con sus amigos, teniendo
su primer amor, haciendo berrinches típicos de la jodida pubertad, ¿qué
mierda se yo? —sus manos hacían ademanes cada vez que hablaba
para expresar aquello—. Bueno eso es lo que, se supone, los niños de
catorce años en general hacen. Pero yo, Kim Taehyung, no estaba
haciendo eso. Yo me encontraba acostado en el suelo sucio de una casa
vieja, una casa donde había nacido y me había criado hasta ahora, una
casa que tenía el recuerdo que marcó un antes y después en mi. Con las
piernas cruzadas una encima de la otra y ese libro encima. Me leí unas
setecientas páginas en una sola noche, más de la mitad con imágenes
de cosas que yo no debería ver, pero vi.

El libro de Taehyung era el mismo que cargaban Jungkook y Namjoon.


Tenía varias imágenes que mostraban dibujos de un par de cosas
extrañas que jamás en su vida había visto Jeon. Estaban en blanco y
negro, pero no era difícil comprender la posición. Había cosas con
nombres extraños y el material de la mayoría era hierro o madera.
Primero ponían el dibujo del arma, luego de cómo se usaba y finalmente
cómo quedaba el cadáver. Una que reconoció de inmediato, fue la
guillotina que usó Taehyung aquella noche donde mató a los tres
hombres y otra fue la forma en la que estaba guindada una persona en el
libro, igual que como guindaron a la mujer de hace meses. Los nudos
que recordaba siempre tener en las muñecas, mientras yacía encerrado
en la cabaña, también estaban ahí.2

—Ahí relataban las torturas que se daban en el medioevo, torturas


aplicadas a personas que llevaban creencias, maneras de pensar, ser o
actuar; distintas a lo que pensaba la sociedad de aquel momento. Una
gente llena de prejuicios, ignorancia, manipulación y alta creencia en
mierda bíblica y con fines políticos —uno de sus brazos agarró otro libro
y se lo extendió a Yideku, la cual inmediatamente reconoció que era de
los que le hubo regalado alguna vez—. Me dije a mi mismo, "¿te
hubieran castigado a ti si hubieses nacido ahí?" Y la respuesta fue sí,
porque yo estaba, con solo catorce años, convencido de que todo lo que
hacía sería mal visto en aquella época —un niño problemático,
buscapleitos, demasiado inteligente, astuto, malevolente, asesino. Si las
brujas hubiesen existido, él sería fan de ellas—. Pero, de igual manera,
me comí ese libro y acaté absolutamente todas las formas de tortura que
usaban. Me encantaron tanto, que incluso intenté hacer armas así con lo
que había en la casa, pero no podía porque obviamente no sabía cómo
—abandonó el agarre del papel, y se miró las manos, notando unas muy
pequeñitas laceraciones—. Algunas de las mínimas cicatrices que hay en
mis manos, son de las tantas veces que me corte con un cuchillo
intentando crear una cosa donde meten la mano y al dejar caer cierto
peso, te la tritura. Todas esas cosas fueron parte de una rara obsesión, y
yo me dije a mi mismo que era increíble. Cuando le conté a Koyumi, para
el tiempo donde ya yo estaba con Mark, quedó un poco perturbado, no
por eso sino por la edad que yo tenía.
—V, niño... ¿qué es eso? —inquirió el señor, con una mueca curiosa—.
Muy tarde para que andes despierto, mañana tenemos que salir. ¿Qué
haces?

El adolescente se quitó el cigarrillo de la boca y después de expulsar el


humo por la nariz, señaló el libro.

—Señor Koyumi, esto es mejor que una puta Beretta, mejor que una
Glock y hace más daño que una Kalashnikov —contestó el menor con
una sonrisa, observando todo—. Son armas antiguas que usaba el clero,
más o menos en el siglo XVI o medioevo, para torturar a los herejes y
demás gente que consideraban nocivos para la sociedad. Son de la
santa inquisición europea.9

Koyumi tenía en sus manos un arma; y esa arma era el cerebro de un


niño de casi quince años. Fuera de cualquier pistola, cuchillo o granada,
la verdadera muerte la provocaba con todas las neuronas aquel pequeño
criminal de cuerpo delgado y mejillas grandes.

—Eso es un poco raro, muchacho loco... —detalló el mafioso, viendo


algo llamado "cuna de Judas" otra cosa llamada "aplastapulgares" y otra
bastante rara que llevaba unas ratas en una jaula, que al parecer se
comían viva a la víctima—. ¿Te gusta hacer eso?8

—No he hecho eso jamás, señor Koyumi, pero quiero —insistió el


pequeño sicario—. ¿Dónde se consiguen?
—No creo que lo hagan, muchacho —objetó el mayor—. Eso es de hace
cientos de años. Son historia, no existen ya.

Koyumi notó la expresión de desilusión en ese rostro aparentemente


inocente y aniñado, pero que portaba pensamientos macabros y
maquiavélicos.

—Pues... tendré que buscar la manera de dejar un cuerpo así con otras
cosas, ¿no?

Koyumi se río y estrujó entre su gruesa mano los cabellos lisos y


azabaches del más joven, brindándole el encendedor para que se fumara
el tercer cigarro de la media noche.

—¿Así que quieres ser un verdugo, V?

Ni siquiera pensó mucho para contestar.

—Si, señor.

—¿Entonces, serás V el Verdugo? —preguntó el japonés de ancha


anatomía—. Esa "V" es más por "Verdugo" que por "Victoria" o
"Venganza", ¿no lo crees así?

Taehyung miró al sujeto y parpadeó un par de veces. Si bien, tenía claras


las razones de esa letra en su apodo, era mejor que todos pensaran que
era por otra cosa y así distinguirlo de todos los demás. Koyumi y Mark
sabían la historia tras "V de Victoria", pero el resto de personas
temblarían al escuchar aquel otro significado.1

—Si, señor —afirmó—. V de Verdugo.


13

—Koyumi me puso a un narco al frente una vez —prosiguió tras rato


pensando en otra cosa—. Me contó que el tipo mató a su ex-mujer, le
debía plata a cierta gente, golpeaba a su puta novia y un mierdero de
cosas que ya ni me acuerdo. Dijo que ''merecía el castigo'' y yo dije ''bien,
yo lo mato'' —esa parte se ganó la vista dudosa de Namjoon, pues jamás
lo había escuchado—. Tenía yo catorce años, y en la sala sin contarme a
mí, el más joven tenía veintinueve. Tomé unas tijeras y empecé a rajarle
la cara, la piel abierta me gustaba como se veía y los gritos de dolor me
impulsaban a hacerlo peor. Cuando su rostro fue un desastre, pedí que lo
desnudaran entero. Al quedar como vino al mundo, le repartí cortes con
un cuchillo por todo el cuerpo hasta que era una anatomía roja, con
aberturas en las costillas, los testículos extirpados, los pezones
despegados de la carne —el cuerpo que mató por primera vez, recuerda
que tenía toda la carne hecha añicos. La dermis estaba ultrajada de
modo que sus músculos faciales y los del resto de su cuerpo, se veían—.
Luego de eso, tuve cierto ataque por lo que hice, fue extraño. De pronto
recordé la sangre y los órganos desmembrados en la maldita sala y me
quedé como en una especie de trance, con un cuchillo en mano. Lo
primero que hice, fue rajarle el cuerpo, de por sí ya hecho mierda, con un
montón de letras ''V''.1

V de Victoria.

—Volviendo a Koyumi, al verme sin hacer nada, me dijo; ''si quieres


matarlo, debes pensar en algo que odies'' —Taehyung en aquel instante
no podía matar al tipo, pues su mente estaba ocupada rememorando
aquellos dos cuerpos—. Ustedes saben muy bien a lo que más le tengo
odio en este mundo. Entonces lo hice, pensé en él y desde ese día
siempre mataba y se reflejaba su maldito rostro es mi cabeza. Desde ese
día que Koyumi me dijo ''mátalo, como si fuera tu padre'', me daba furia
que había alguien ahí afuera llevando mi puto nombre y que era peor que
yo —los ojos del sicario ardieron en furia y empezó a hablar más entre
dientes—. Y-yo quería ser el peor de todos, por eso j-jamás me ha
gustado que me llamen por mi maldito nombre. Me recuerda a ese tipo y
la m-mierda que es, me recuerda que le hizo daño a gente que me
importaba y, sobre todo, me recuerda que siento que hay alguien en este
maldito y asqueroso mundo lleno de mierda que es peor que yo en varios
sentidos.

Y Jeon Jungkook solo se sobresaltó de la impresión cuando Taehyung


volvió a voltearse y le miró de frente. Frío, directo, siniestro. Esa lúgubre
tinta de su mirada, era algo que Jungkook solo hubo sido testigo de
admirar en los peores momentos que había sufrido el llameante roce de
la molestia de su captor. Sin embargo, ahí no le estaba haciendo nada,
excepto agarrar su mano para delinearle los dedos.

—Siempre quise quitar su rostro con algo y finalmente pude hasta hace
unos meses atrás —sinceró de golpe—. Tu lo hiciste, es tu culpa.22

Porque si, por un momento Taehyung consiguió sacar los malditos


pensamientos de su cabeza desde que aceptó los asquerosos y
enfermizos sentimientos que tenía por Jungkook. Aquellos que no eran
los que quería sentir, pero simplemente no podía controlarlos. Solo que
ahora de pronto volvieron, y admitía que hace tiempo estaba convencido
de que mataría a Jungkook tan pronto como volvieran, porque ya no le
serviría como un escape. Pero justo ahora, que había abierto los ojos en
serio, no permitiría por nada del puto mundo que atacaran lo único que
necesitaba y quería.

Su Jungkook, su niño precioso, su propiedad, su bebé, su maldito


mocoso insolente, su hijito de puta, su pequeño Jeon, su todo. Suyo y de
nadie más. Así quería Taehyung que fuese y mientras su propia alma
siguiera en el plano terrenal dentro de su cuerpo, así seguiría siendo.
Costara lo que costara.16

Era lo único que quería tener, poseer, tocar, besar, follar, maltratar,
cuidar y atormentar por siempre. De algo estaba claro; quien mata por sí
mismo y también es capaz de matar por alguien sin sentir ningún
remordimiento y solo pura sádica satisfacción, es capaz de lograr hasta
las cosas más increíbles y cometer los más viles pecados con tal de
salirse con la suya. Así era Taehyung, y siempre lo sería.1

Le hizo una seña a Yideku para que le otorgara de nuevo el papel y esta
lo hizo. Kim volvió a leer todo lo que decía dos veces. Por último, casi
que grabándose esa nota por completo, con una furia irreparable
comenzó a rasgar el papel una y otra vez, volviéndolo trizas y
desparramándolo en el suelo, al tiempo que miró de frente a Nam con el
mismo rostro sombrío.

—Si gracias a las cosas que hizo mi padre yo soy así, no puede venir
una persona con estudios universitarios básicos a decirme que él está
sano, a decirme que se arrepiente y que es alguien nuevo —expresó,
poseyendo la razón total—. Quizá esa persona se mató cuatro, seis o
siete años leyéndose libro tras libro de psicología y moral para poder
llegar a esa conclusión, pero no es verdad. Yo lo sé, sin necesidad de
haber pasado por un pupitre, entiendo miles de cosas que aquellos no
entienden. Lo conocieron en una prisión, yo lo conocí desde mucho
antes.

—Jefe...

—La moral del ser humano es compleja y doble —un dedo índice es
alzado y Zo se calló para dejarlo hablar—. Algunos defienden estar en
contra de miles de cosas, pero las hacen, o cometen actos más viles;
que creen son distintos, solo por su perspectiva. Otros dicen que no
harían cosas malas, pero internamente quieren, mas la osadía no es lo
suyo y por ende no se atreven. Las personas mienten, temen, cambian,
evolucionan, odian, aman, lloran, ríen, fracasan, se levantan, vuelven a
fracasar y vuelven a levantarse una y otra vez, así es la mente del ser
humano por naturaleza —expresó con una sinceridad y tenacidad
increíble. Cruzó una pierna sobre la otra y se estiró hacia atrás, dejando
los brazos a los costados de las piernas de Jungkook y la cabeza cayó
entre su abdomen—. Pero eso ocurre nada más cuando los
pensamientos dentro del subconsciente de dichas personas, son simples
banalidades. No personas que llegaron a provocar cosas como las que él
provocó. No personas como yo, ni como ninguno de nosotros seis aquí
presentes. Dentro de esta habitación, todos nosotros hemos sido
víctimas de alguno de los que está aquí, o bien lo seremos —Kim
recorrió la vista por cada uno—. Y apuesto a que, si pasa el tiempo,
ninguno cambiará para bien, así que él tampoco lo hizo.3

Namjoon boqueó por un segundo y en eso, el sicario le hizo un gesto


para que dijera lo que fuese que quería decir.

—Si sale de la cárcel... probablemente se quede en aquella casa —


dedujo el mayor—. Ninguno de nosotros ha ido ahí en años, quizá él
regrese ahí —las manos de Nam iban dando círculos con las palmas
abiertas en las rodillas—. En el juicio podría ir yo, no tengo ningún
conflicto con policías o algo por el estilo. Mi mamá no quiere saber nada
de él y supongo que tu no piensas ir para allá, ¿v-verdad?

Taehyung negó de inmediato.

—Podría, pero para esa fecha tengo un asunto pendiente —uno con el
que viene lidiando de meses y piensa que ya todo acabó cuando solo
comienza—. Además, ese maldito malnacido no va a durar mucho
tiempo después que salga. Tan pronto como la maldita ley le quite la
vigilancia post-salida, le voy a profanar la maldita existencia. Porque
decir matar no es suficiente para toda la puta mierda que le pienso
hacer.28

Una determinación, que le helaría la sangre a cualquiera, se sintió con


aquellas palabras. No eran amenazas; eran hechos.

—Seokjin... ese papel dice que su comportamiento en la carc-29

—¡Maldición, no! —un fuerte golpe que resonó en todo el cuarto fue
dando a la maleta y Taehyung después se puso de pie comenzando a
caminar hacia Namjoon, hasta que quedó cerca—. La cárcel no saca
mejores personas, Namjoon. Internamente cuando alguien es malo,
siempre lo será, la cosa es que lo reprime porque sabe que puede ser
castigado. Solo aquellos verdaderamente valientes pueden ser capaces
de mostrarse tal cual son, pero en realidad nadie cambia. ¡Pareces un
malnacido retrasado de mierda, Kim Namjoon! ¡¿Qué carajo tienes
metido en la maldita cabeza?!20

El nombrado se alzó de hombros sin más.

—Piensa bien qué harás —culminó por decir—. No tomes una decisión al
azar solo porque sí.
—Yo nunca tomo decisiones al azar, Namjoon —se defendió su
hermano—. A veces pienso que no me conoces como dices, ¿sabes?

Jun solo se alzó de hombros y lo miró desde abajo. El menor tenía las
manos en la cadera y lo veía de frente con un semblante que sí que
desconocía; como si estuviese reclamándole por algo, más no sabía
qué.2

—Entonces, ¿qué pasará?

Taehyung ni siquiera titubeó.

—Quiero que pagues lo que sea necesario para sacarlo libre de esa
mierda, como si fuera un maldito ángel que jamás en su maldita vida
vendió armas, se metió droga y le desgració la vida a toda una puta
familia —apuntó con un dedo al suelo mientras las palabras salían de su
boca con brusquedad y asco—. Si tienes que hacer papeleo legal, busca
ayuda con Mark y hazlo. Si tiene que presentarse un juicio y están las de
perder a pesar del pago... no sé, chantajea al juez, todos tienen un
maldito precio. Dale lo que quiera, ¿dinero? dale dinero, ¿joyas? dale
joyas, ¿una mansión de diez malditos pisos con servicio incluido? Dale
esa mierda, pero sácalo intacto de ahí —ordenó de frente a Jun, que
asentía con cada palabra—. Compra un departamento a las afueras de
aquí, arréglalo y deja que viva ahí por los próximos tres meses. Quiero
verlo a los ojos después de diecisiete malditos años y decirle que al niñito
que siempre le tuvo miedo cuando no era nadie, ahora es un hombre que
lo es todo.28

Lo próximo que hizo el maleante fue caminar hasta su hermano y tomarlo


desde la barbilla con fuerza. Los ojos de Taehyung eran demasiado
expresivos, así que lo único que Namjoon captó de ellos fue un odio y
repulsión tremenda por algo que fuese a decir. Tembló un poco, pues las
dos palmas de su menor quedaron acunándole con fuerza el rostro y
entonces se agachó en cuclillas hasta quedar cara a cara con él.

—Pero sobre todo dile que no importa la cantidad de daño que haya
hecho —pronunció con una sonrisa—. Dile que no importa el pasado,
porque su hijo menor; Kim Tae Hyung, siempre lo va a amar más que a
su propia vida.32

Por último, solo se levantó y caminó sin decir una sola palabra más hasta
la puerta, abriéndola de golpe y haciendo que sonara al impactar con la
pared.

—Ahora fuera de esta puta mierda —demandó—. Los cuatro, salgan de


aquí.2

Namjoon, Yideku, Jimin y Bogum arrastraron sus pies a paso rápido y se


dirigieron a la salida. Con fuerza, Taehyung pasó el seguro tan pronto
como se fueron del espacio y quedó a solas con Jungkook.17

Silencio, un silencio descomunal que se instalaba en cada centímetro de


aquellas cuatro paredes, era lo único que podía ser percibido. Podría
decirse que era incómodo, sin embargo, no parecía así para ninguno de
los dos. Taehyung aún estaba de espaldas a Kook, sus manos eran
pasadas por su rostro mientras su mente jugaba con sus recuerdos.
Jungkook, por su parte, estaba en la cama, viendo la maleta abierta.

Procesando sus sentimientos.1

—Tae, ven...15

El asesino, tan pronto como escuchó su voz metió las manos en sus
bolsillos y se giró. Su rostro estaba serio, su semblante el mismo de
siempre. La mano del cautivo delineaba el borde de unos libros y la otra
la tenía alzada a su dirección. El maleante caminó a paso lento hasta el
borde de la cama y se sentó, viendo al techo.

—Tae... —le llamó de nuevo, más el aludido no dejaba de mirar hacia


arriba—. Taehyung, mírame...

Y cuando la mirada de rencor vívido, con ojos rojos y una que otra
cristalina gota brotó de los fanales de Taehyung, Jungkook entendió
miles de cosas que antes no tenían respuesta.1

Sabía que el llanto de Taehyung era una manera simplemente natural de


desahogo, mas no porque estuviera triste. Jungkook mismo todo este
tiempo pudo experimentar el llanto de dolor, el de tristeza, impotencia,
rencor y odio. Lo conocía a la perfección.
Pero pese a todo, estaba llorando, y en cierto punto llorar era algo que
hacía la gente débil.1

—Así que, tu madre fue asesinada por su marido —el rehén se aclaró la
garganta y metió el libro en la maleta—. El nombre que te dice Jun, era
de tu otro hermano... Seokjin —Taehyung asintió con parsimonia, el niño
prosiguió—. Y no te gusta que te digan tu nombre... p-porque así se
llamaba tu padre, Kim Tae Hyung.

El adverso volvió a corroborar aquello, y Jeon repitió la acción de


entrelazar sus dedos con los contrarios.1

—¿Y por qué lloras, si dijiste que no te afectaba?

Con sarcasmo, el sicario rió.


—Ah, Jungkook —llevó uno de los largos mechones de su pequeño Jeon
hasta detrás de su oreja y peligrosamente se acercó a su rostro—.
¿Cuántas veces has llorado por lo mucho que me detestas, ah?1

—Muchas, supongo —esa era la respuesta que sentía era correcta—.


Entonces... ¿lo odias tanto al punto en que lloras como si tuvieras
sentimientos?2

El asesino no pudo reprimir una risa sin nada de socarronería. Limpió


con brusquedad las lágrimas de sus ojos y cerró la maleta para después
dejarla a un lado.

—Todas las personas tienen sentimientos, Jungkook —detalló


calmado—. La cosa es que no todos los sentimientos siempre son
buenos. Algunos son una puta mierda.

—Como los tuyos.

—Como los míos por ti, mejor dicho.17

Jeon se alejó de un segundo a otro y fijó los ojos en Kim. Por su mente
corrían algunas míseras dudas que quería aclarar del todo, aunque no
era un trabajo fácil de averiguar. Aun así, no titubeó en preguntar.

—Taehyung, quiero saber todo —el muchachito sintió cómo sus dedos
fueron apretados con ligera fuerza después de preguntar aquello—. Q-
quiero saber... más.

—No hay nada que tengas que saber, ni mucho menos razón por la que
preguntes, Jungkook —insistió el mayor—. No es de tu inc-

—No me importa, Tae —Kook dio un manotazo, quitándose el suave


agarre de encima—. Quiero saber y punto.16
Su captor chasqueó la lengua y echó ambos brazos hacia atrás,
apoyándose con las palmas abiertas. Vio a Jungkook y este llevaba una
determinación en la mirada, no se la sacaría de encima y no estaba
sinceramente de humor como para dejarlo que insistiera. Se relamió los
labios y Kook se cruzó de brazos con una ceja alzada. ¿Había una razón
para decirle? La verdad, ninguna, excepto por el hecho de que Jungkook
quería. ¿Había una razón para no decirle? En realidad; tampoco, total
Jungkook no haría nada con esa información.

—¿Y qué se supone que te cuente?

—Quiero que me lo digas todo con lujo de detalles, Taehyung. No te


calles nada —demandó el chico.1

La vocecita ligeramente ronca que puso cuando pidió aquello, solo


provocaba unas ligerísimas ganas de reír en el mafioso, mas lo pasó por
alto.1

—¿Por qué quieres saberlo? ¿Qué vas a ganar con eso?

Jungkook notó que Kim solo estaba estúpidamente mirándolo como si


fuese un pequeño niño haciendo un berrinche. Quizá sí, pero tenía sus
razones.10

—Quiero saber qué mierda te pasa por la asquerosa mente que tienes,
V. ¿Qué más podría ser, ah? —su dedo índice izquierdo señaló la frente
del mayor, sin tocarla—. No creas que no me di cuenta de que tú estás
conmigo por otra cosa que no es mi puto cuerpo. Si te gustara tanto
como dices, no me habrías dejado así... tan vuelto mierda.

Fue imposible que el sicario se reprimiera otra amplia sonrisa cuadrada y


satisfactoria, viéndolo —devorándolo—, con los ojos.4
—De hecho, así me gusta más —hizo el amago de rozar los muslos de
Kook, más el adolescente pateó su mano.1

—¡No me cambies el maldito tema, Kim Taehyung! —vocifera molesto—.


¡Hablo en serio!9

—Ah, mocoso —el delincuente negó con su cabeza lentamente—.


Deberías bajar esa linda agresividad qu-

—¡Agresividad mis cojones, hijo de puta! —de un momento, Jungkook le


tomó del cuello de la camisa y lo acercó a él, Kim se mantuvo igual solo
viendo las reacciones explosivas de Kook—. Ese tipo hizo todo eso, pero
no justifica nada, Taehyung. Así que dime, dime quién coño te volvió tan
mierda, hasta este punto. Quiero saber quién carajo te hizo un maldito
hijo de puta.20

Jungkook empezaba a desesperarse porque la sonrisa estúpida de


Taehyung era lo único que recibía.

—¡Dime!

—¿Para qué carajo, Kook? —en un segundo, el mayor le jaló de ambos


brazos y se echó hacia atrás, trayéndose el cuerpo del menor encima y
sus muslos flexionados a cada lado de los propios—. Son preguntas
cuyas respuestas no cambiarían nada, mi amor.2

A Jeon le valía aquello; igual quería —necesitaba—, saberlo.4

—Ya sé que me tienes porque soy importante para ti, y no en el buen


sentido de la palabra, para nada en el buen sentido de la palabra —
siguió el menor con su norte fijo en saber—. Y aunque te joda sigues
conmigo, Tae.
—Para empezar, yo no estoy contigo, amor —susurró cerca de sus
labios cuando apretó fuerte sus muñecas para inmovilizarlas—. Tú eres
el que está conmigo porque a mí me da la maldita perra gana. Eres mío,
que te quede claro eso, bebé.4

Y el hombre comenzó a fruncir el señor cuando su niñito solo le alzó una


ceja y comenzó a mover la cabeza negando aquello que había dicho.

—Taehyung, no creas que soy tuyo —se burló descaradamente el


chiquillo—. Yo no necesito nada de ti, no quiero tenerte conmigo, ni estoy
obsesionado con tu persona —la mirada del asesino se intensificó y Kook
sabía que estaba llegando donde quería, más cuando sus caderas fueron
tomadas con posesión y apretadas de forma brusca con los dedos—. En
cambio, tu sí me necesitas y estás enfermamente obsesionado conmigo
—el aprisionado se alzó de hombros y comenzó a ver la habitación como
si sus palabras no fueran tan fuertes—. Yo podría algún día superar esto,
pero tu solo caes cada vez más y más, Tae... —sin titubeo, Jungkook se
inclinó hacia los labios adversos y miró al contrario de frente, acunándole
el rostro con una de sus palmas mientras sus belfos maltrechos rozaban
los suyos—. No soy tuyo, Taehyung, en realidad... tu eres mío.62

''Suyo'', vaya mierda cierta. Según él.2

El rehén quiso de verdad matarlo a golpes tan pronto como solo observó
una maldita mueca de burla. Taehyung relamió sus labios viéndolo a
ahorcajadas sobre él, creyéndose muy valiente por hablarle así o
pensando que tenía la razón con palabras que eran simplemente
estúpidas. Aunque le recordaban a las suyas, solo que esas si eran de
verdad.
—No me quieres tener para follarme y ya —sus oraciones tenían una
determinación con la cual Taehyung se iba perdiendo—. Si me quisieras
para eso, no te estuvieses preocupando por mi todo este tiempo, maldito
asesino.1

No ahora, pero iba a partirle esa boquita hasta que llorara y le pidiera que
se detuviera porque dolía.16

—¿Y quién te asegura que no te tengo aquí para que cuando te


repongas hacerte algo peor, ah? —se echó hacia adelante, rozando su
nariz con la impropia y apretándolo en los glúteos con muchísima fuerza,
dejando un par de palmadas en este y adosando los labios en su oído—.
Lo sabes bien, Jungkookie, suelo romper las cosas bonitas, repararlas y
volver a quebrarlas en más pedazos, ¿no es así?

Así era; y no le importaba.

—Escuché todo lo que le dijiste a la puta vieja, hyung —confesó,


ganándose un par de ojos confundidos—. Escuché que la sangre que me
pusieron es tuya, porque no querías otra dentro de mí. Escuché que
cuando me trajiste, le dijiste que, si algo me pasaba, todos aquí iban a
morirse terrible e ibas a encender esta mierda contigo adentro —detalló
con una sonrisa falsa—. ¿Contigo adentro, Taehyungie? ¿Pretendes que
me crea que no te importo, cuando de tu propia boca escuché
literalmente que si me pasaba algo te morías?39

—Ah, maldito insolente — Jungkook quería ponerlo mal, pero él era más
astuto—. No fue es-

—¿No fue eso lo que quisiste decir? —los ojos de Jungkook se


intensificaron, viendo los impropios—. ¿Por qué la gente usa excusas tan
estúpidas cuando saben que la cagan?33
Esa frase bien la hubo escuchado tiempo atrás; aquella noche.10

Taehyung sin pensarlo, soltó una gruesa risa y le tomó de los hombros,
girando rápidamente su cuerpo hasta dejarlo bajo suyo y aprisionarle las
muñecas encima de la cabeza.

—Bien, bien... ¿sabes que es gracioso? —sus rodillas quedaron encima


de los muslos de Kook, el peso tenía al chiquillo jadeando—. Es gracioso
el hecho de que eres tan mío, que hasta me metí en tu cabeza y usas
mis frases, pequeño Jeon —los labios de Kim fueron hasta aquel cuello y
mordieron encima de una de las finas venas que portaba, sacándole un
jadeo—. Me pone tremendo que lo hagas, no sabes cuánto.3

El cautivo nada más giró con fuerza el cuello y se mantuvo viéndolo con
la mandíbula tensa, el ceño fruncido y la respiración vagamente agitada.

—No me cambies el maldito tema, Taehyung —demandó—. Yo quiero


saber.2

—¿Para qué? Dame una razón.

—Porque quiero y punto.

Los ojos del pequeño, con sinceridad, eran el lugar favorito de Taehyung;
los adoraba increíblemente. La forma, el color, sus parpados, sus
pestañas y la manera en que sus pupilas brillaban cuando había sol.
Unos fanales preciosos, podría decir, bajo todo el infame sentido de
pertenencia, los ojos de Kook eran algo que admiraba mucho. Y esos
mismos ojos en los que se estaba perdiendo, le hizo tomar una
decisión. ¿Qué más daba una historia retorcida para el niño que tenía
tanto tiempo bajo sus garras mortales?2
Sentó a Jungkook en la cama de nuevo, le arropó con una sábana,
arrastró la maleta en el suelo, a un lado de la camilla y él mismo se tiró
hacia atrás, quedando boca arriba y con las manos entrelazadas en el
pecho.1

—¿Quieres saber? Está bien, Jeon Jungkook —terminó por decir—.


Ahora cállate la puta boquita, porque vas a escuchar de verdad quien
mierda es Kim Taehyung.

[...]

Entre todos los sentimientos que alguien pudiera sentir al escuchar un


trasfondo tan turbulento, Jungkook no sentía ninguno en específico.

Quizá porque eran demasiados para procesar a la vez y terminaba en


una especie de shock. Estaba impactado, estaba asombrado, en cierto
punto preocupado, también sentía una impotencia, en otros momentos
una tristeza, mas no sabía si todo eso era por lo que pasó Taehyung o
porque le pasó a Taehyung. ¿Había alguna diferencia? No lo sabía,
aunque de todos modos lo que sí sabía a ciencia cierta; era que la mente
de ese hombre estaba volviendo a adentrarse en la suya para
perseguirlo.5

Le contó todo, y con decir todo era explícitamente todo. Desde que era
un niño pequeño con pensamientos malignos para su corta edad, hasta
que se convirtió en un hombre cual mismos pensamientos los desarrolló
en verdad. El dueño de aquella infame historia, habló totalmente
calmado, Jungkook solo tenía las piernas flexionadas y la cabeza
enterrada en las rodillas mientras prestaba atención a todas y cada una
de las palabras del asesino.2

Seokjin fue el primer y único hijo de la relación del padre de Taehyung y


Yenjin, que no fue un caótico abuso. Del resto, el padre de su captor
violó a su cuñada y la embarazó de Namjoon, posteriormente hizo lo
mismo con su mujer y así nació Taehyung, cuyo apodo de pequeño
era "Taehyungie". Su madre era mesonera de un bar, pero a veces
también se vendía como una prostituta. Su padre era un delincuente en
una banda del barrio donde se crió. El padre de Taehyung abusaba de
Seokjin en el tiempo que su mujer no quería tener relaciones sexuales
con él y el niño lo escondía porque no quería que su mamá sufriera lo
mismo, hasta que fue el propio Taehyung que lo descubrió. El resto era
básicamente lo que contó antes, pero más detallado.2

Y siendo un asesino, todo empezó cuando a los catorce mató a un


hombre y su rostro reflejó la cara de su padre. Todo el tiempo pensaba
en él, matándolo de una peor forma con el paso de los años. Su sadismo
venía de nacimiento, cuando era pequeño contó que asesinaba animales
por puro placer; ratas, pájaros recién nacidos en su nido, gatos y perros
pequeños que traía en su camino de la escuela a la casa, salamandras
que hallaba en su cuarto, cualquier animal que pudiese estar indefenso.
Eso fue incrementando con el paso del tiempo, y al ser un asesino
empeoró. No era así por lo que hizo su padre, ese hombre solo se
encargó de dar rienda suelta a una demencia y psicopatía que ya venían
desde el 30 de diciembre del 86, cuando nació.9

Le contó que supo que solo le gustaban las personas de su mismo sexo
cuando tenía dieciséis años y se folló al castaño que hace rato se había
ido. Ese mismo castaño no era criminal, ni nada malo; tenía una
profesión y vivía de esta. Lo único malo, es que al parecer estaba
enamorado de Taehyung, más este solo lo veía como "el instrumento que
puedo usar cuando no tengo ganas de acabarle a alguien a la fuerza
mientras lo mato" dicho tal cual. Él tenía su casa y Kim la suya —el piso
de debajo de ellos en ese instante—, sin embargo convivían la mayoría
del tiempo en el departamento que le dio Mark a Taehyung cuando
empezó a trabajar con él oficialmente. No tuvieron, tenían o tendrían una
relación. El maleante también dijo que muchísimo menos ahora, que
desde hace más de cinco meses, no tenía ojos para otro que no
fuera; "Tu, Jungkook, maldito mocoso insolente de mierda."13

Y Kook agradeció eso, porque le hubiese dado asco pensar que


Taehyung lo tocaba y besaba, mientras anteriormente se lo hacía a
alguien que luego mataría, o a ese muchacho, o cualquiera en general.1

Porque otra cosa eran el tema de "No follo a la misma persona dos
veces". Y era verdad, porque Kim era un maníaco que muchas veces se
saciaba manipulando víctimas inocentes. Las raptaba, las llevaba a un
sitio que Jungkook no recordaba el nombre y hacía desastres con ellas,
para luego matarlas. Más de veinte personas, le dijo; sin cifra exacta. Y
todo era por ver sufrimiento, dolor y ejercer un sadismo asesino grave;
aseguró Kook en su cabeza, porque Taehyung usó el
término "personas" y no "chicos". Eso era una satisfacción que se daba a
sí mismo.

Misma satisfacción que encontró en aquel chiquillo de ojos brillantes, que


con suerte duraría más que la última.8

Porque Jungkook sería —o iba a ser— uno de aquellos, pero a su


verdugo le jugaron los deseos infames en contra y por eso ahora lo
quería consigo. Mataba a muchas personas, pero ya no abusaba de
ellas. También dedujo que aquello de "asesino serial" que escuchó, no
era desde que se desquitaba con otros para no hacerle daño; era desde
mucho antes, a todas las personas que se llevaba, pero Yideku al
parecer no lo sabía.

Jungkook estaba en otro mundo.

La razón de por qué era quien era, en cierto punto era justificable, pero
solo en el sentido de ''es obvio que sea un puto delincuente, todo a su
alrededor desde que nació era así'', mas no en el punto de justificar las
propias acciones y minimizárselas.3

Kim Taehyung era un maldito hijo de puta que merecía la peor y más
desastrosa muerte; eso era algo que Jungkook tenía fielmente claro.3

Ni siquiera las lágrimas que se formaban en los ojos de Taehyung en ese


instante, eran una razón para cambiarle el pensamiento.

—¿Puedes responderme una cosa? —cuando indagó eso, las manos de


Jungkook estaban entrelazadas encima del abdomen de Taehyung. Este
solo contestó que si—. ¿Por qué le dijiste a Namjoon que le dijera que lo
amabas sin importar nada?
El verdugo se pasó los tres dedos de en medio de sus manos en los ojos,
estrujando las lágrimas que bien sabía siempre salían de la puta
impotencia que tenía cada vez que tocaba el maldito tema. Pero, en
cierto punto no importaba con Jungkook. Así que después que las quitó,
jaló calmadamente sus cabellos y adosó su cabeza en su pecho.

—Tengo diecisiete años que no lo veo —le contestó al menor—. ¿Cómo


crees que reaccione una persona que está segura de que lo odias,
cuando alguien le diga ''dice que te ama''?

Los ojos de Jungkook parpadearon un segundo.

—Supongo que... ¿estará emocionado y nervioso de verte?

—He ahí la respuesta —confirmó, acariciando los cabellos adversos—.


Ahora, ¿cómo crees que te recibirá esa persona cuando lo veas?

Ni tuvo que pensar mucho.

—Con la guardia baja.

—Voilá, amor.13

El menor asintió un tiempo largo, uno de sus brazos estaba por encima
de Taehyung y el otro debajo de la cabeza propia.

—Tae...

—Dime, bebé.10

—Si no te afecta, ¿por qué lloras?

El mafioso suspiró hondo y conectó ambas miradas. Jungkook a veces


era extremadamente sofocante.1
—Lo hace, Jungkook, pero no del modo en que debería
sentimentalmente afectarme algo —explicó a su niñito—. En otras
circunstancias, estaría llorando porque no pude salvar a Yenjin o Seokjin
hyung y estaría triste, mas no es lo que siento al pensar en eso, sino en
Taehyung de la misma forma en que él los mató.

El rehén de igual forma, soltó la lengua. Afectar, fuese el contexto que


fuese, era eso; afectar. Que algo te doliera.

—Siempre me has demostrado que las personas eligen si algo va a


hacerles daño o no. Así que tu fuiste el que decidió que toda esa mierda
le afectara —acotó el menor, alzando un poco la cabeza para verlo y
colocando sus brazos a cada lado del abdomen contrario—. No eres tan
fuerte como crees, ¿verdad, Taehyung? Al final siempre hay algo que
afecta.

El aprisionado lo dijo como si nada, Taehyung tan solo se mantuvo en


silencio, hasta que soltó una risa tosca y terminó negando con su cabeza
bajo los ojos de Kook.

—El dolor es algo subjetivo, Jungkook —aseguró el asesino—. Así


mismo, las cosas que afectan no siempre te hacen débil. Algunas
terminan haciéndote más fuerte, te vuelven malo, algunas te hacen
desarrollar gustos culposos —sus manos fueron hasta el cuello de Kook
y lo atrajeron, sorpresivamente, éste ni replicó—. No lo sé... creo que tú
tienes más que decir sobre eso, ¿no es así?2

—¿A qué te refieres?

—Meses atrás no se te hubiese cruzado por la cabeza alzarme la voz ni


un poco y óyete ahora, desafiándome como un puto insolente —las
caderas del niñito fueron tomadas con vehemencia y Kim lo subió encima
suyo de nuevo—. ¿No te das cuenta de eso, pequeño Jeon?7

—Ya no te tengo miedo.

Taehyung asintió, si claro que no le tenía ni una pizca de miedo. No


ahora probablemente.

—Además, eres débil.

El hombre reflejó en su rostro una mirada de confusión total. Alzó una


ceja con socarronería a Jeon, el cual lo miraba totalmente serio.

—¿Y eso por?

—Cáeme a putos golpes si te da la maldita gana, no me importa. Eso no


quita el hecho de que eres emocionalmente débil —Jungkook, mientras
soltaba esas palabras, pasó los brazos alrededor de su cuello—. No
hablo de que seas débil por llorar, porque no lo haces por tristeza. Hablo
de que todo ese trauma dejaste que te volviera débil al punto que ni
siquiera dejas que alguien te llame Taehyung.3

—Tú lo haces.

—Solo porque ahora estás tan obsesionado conmigo, que ni pensar en


eso puedes —atajó con razón—. ¿Pero qué hay del resto? Nadie más
puede hacerlo, y el único que puede soy yo y mira nada más como estoy
hecho mierda por tu puta culpa, Tae. ¿No deberías poder aprender a
controlar las cosas que te afectan y no ser tan débil como para depender
de alguien?13

—Yo no dependo de ti.

—No, Kim Tae Hyung. Claro que no.3


Kim Tae Hyung.

No, nada.7

Su secuestrador aspiró hondo y pasó las manos de las caderas de Kook


a su cuello y alzó su rostro hasta encontrarse con sus ojos. La mirada del
niño solo era tranquila, sin nada en medio. No había dolor, no había
miedo, o siquiera preocupación.

—Eres débil, Taehyung —terminó por asegurar—. Aunque quieras


negarlo, emocionalmente eres el más débil de nosotros dos. Jamás
habrías aguantado ni una mínima parte de lo que he aguantado yo,
porque tú no sabes canalizar dolor.22

Terminando de decir eso, Jungkook apoyó la cabeza en el cuello de


Taehyung tan pronto como sintió sus brazos un poco más flojos respecto
al agarre. Kim río para sus adentros tras analizar bien las palabras que el
niñito le dijo. Su pequeño Jeon no sabía ni qué hablaba, tan solo
comprendía por encima. Esas palabras tan solo eran un reflejo de lo que
Jeon sentía por dentro y necesitaba dejar sacar. No le molestó, en
realidad no lo hizo, tan solo negó un par de veces con la cabeza y dejó
un casto beso en su frente.8

—Eres realmente nocivo, Jungkookie —pronunció roncamente en su


oído, pasando las manos de arriba a abajo en su cadera y dentro de la
camisa para sentir el relieve de las marcas—. No eres bueno para mí,
pero bebé... yo igual te quiero.3

—Tu no me quieres, tu solo quieres hacerme daño porque te hace sentir


bien —contratacó—. Me quieres solo para ti, me quieres follar, me
quieres maltratar, me quieres besar, y volverme a follar —el mafioso
asentía tras cada palabra—. Solo quieres que llore por tu culpa, que me
sienta mal por tu culpa y también quieres ser mi dueño. Pero no me
quieres como la palabra dice, me quieres... bajo tu propia definición.22

Tal vez podía decir que era cierto que no sentía por su niñito más que
todo una satisfacción propia, que mutua. Pero bajo otro contexto, bajo
una definición de posesividad y dominación; Taehyung lo quería.1

Volvió a mirarlo a los ojos con seriedad.

—Te quiero, Jungkook —repitió—. A ese modo, mi modo, pero te quiero.1

—¿También me odias? —soltó, queriendo reír.

—¿Odiarte? —se preguntó a si mismo cuando Jungkook alzó la cabeza y


lo miró desde un poco más arriba—. En realidad, cuando me sacas de
quicio, te detesto, cuando te portas como un puto mocoso insolente, te
detesto, cuando no me obedeces, te detesto. A veces siento que me
haces bien en algún punto, aunque me da igual si me porto como un
desquiciado o como alguien decente contigo o con quien sea, me importa
poco esa mierda —su pulgar derecho delineó los labios de su bebé con
devoción y soltó una sonrisa macabra luego—. ¿Pero odiarte? En
realidad, no lo hago. A ti como tal, no te odio. Solamente odio como me
haces sentir a mi.1

—¿Y cómo te hago sentir? —curioseó.

—Necesitado —contestó Kim—. Necesitado de cada cosa que hay en ti.1

Jungkook rodó los ojos, empero Taehyung no entendió por qué.2

—Quitando la parte donde me lo estás metiendo, Taehyung.7

—No me refería a eso, en realidad.


El niñito puso una expresión totalmente confundida y se despegó del
agarre para sentarse encima de las caderas del mayor y cruzarse los
brazos encima del pecho.

—¿Entonces a qué?

Taehyung le jaló del brazo, dejando ver el ''Kim Taehyung'' que le grabó
al menor con una daga aquella noche.

—Tu y yo, somos como una vela roja —el largo dedo de Taehyung
empezó a delinear la ''K'' del alfabeto romano, siguió con la ''I'' —. La
mecha eres tú, el fuego soy yo y la parafina todo a nuestro alrededor —
Jungkook dejó que continuara con la ''M'' y empezara con la ''T'' —. El
fuego quema la mecha hasta desaparecerla, pero una vez que está ya se
consumió, la parafina termina acabando con el fuego —finalmente
terminó con la ''G''. Los dedos de Jungkook fueron besados uno por uno
justo en la punta, así como las heridas en sus palmas—. Tú te dejas
quemar por mí y eres quien recibe el sufrimiento de una alta temperatura.
No obstante, sin ti, el fuego no tendría nada de vida. Así te necesito.28

Finalmente, Jeon parpadeó algo ido. La manera en que Taehyung se


expresaba la gran mayoría del tiempo no era así, pero no le desagradaba
del todo cuando le explicaba las cosas con metáforas de ese modo.
Aprendía que, por más tosco que llegara a ser a veces y su mente le
dejara vuelto mierda, podría decir cosas realmente ciertas.

—Eres una pesadilla, Tae.

El nombrado rió.

—Para ti yo soy una pesadilla, pero para mí tú no eres diferente, mi


amor.
Fue el turno de Jungkook de reír.

—Te odio.6

Kim asintió con una sonrisa y solo le jaló de ambos brazos para
rápidamente adosar sus labios con los propios en un beso que empezó
lento pero segundos después, las manos de Taehyung estaban fijas en
su cadera y las de Kook apretando sus hombros. Sus bocas eran una
sola, más cuando Taehyung comenzó a jalar de sus labios entre los
dientes y tan pronto como Jungkook abría su boca, el sicario adentraba
su lengua hasta el fondo, dejándole indefenso para mover la que portaba.
La sinhueso de Taehyung se enredaba con los mínimos movimientos de
Kook al punto que el menor solo dejó la boca abierta sin moverla,
sintiendo el musculo bucal del sicario rozar el cielo de su boca, la parte
trasera de su lengua y delinear sus labios cuando la saliva empezó a salir
del borde de la boca de Kook tras un jadeo. Mordiéndole los labios,
robando su aliento y humedeciendo su boca.1

Taehyung giró su cuerpo rápidamente y le dejó bajo suyo, aprisionándole


las muñecas con fuerza a cada lado de su cabeza y abriendo sus piernas
en busca de la comodidad propia. Sus bocas chasqueaban, sonaban y
los jadeos de Jungkook buscando aire cuando su verdugo abandonó su
boca para mordisquear su maxilar eran extremadamente sonoros. La
mano izquierda del mafioso, se adentró por la camisa de Jeon y la yema
de sus dedos se arrastraban entre el suave, maltrecho y muy delgado
abdomen. La ahora libre mano de Kook encerró en un puño la parte de la
camisa en los hombros adversos.

—Mío, pequeño —el cuello de Kook quedaba con marcas moradas a


medida que el maleante repetía esa palabra—. Solo mío... mío.
Hasta que la vibración del teléfono de contra la mesa de noche
interrumpió.2

Besó un par de veces más esa boquita que adoraba profanar y volver
suya, partiendo los belfos con sus dientes hasta sentir el dulce hierro. Se
separó, quedando con sus manos dándole caricias y por último se giró
hasta la mesa de noche, agarrando rápido el móvil. Ingresó el pin de
bloqueó y tres mensajes aparecieron rápidamente en la pantalla de
notificaciones.

S. Taogum. (7 nuevos mensajes)

Buenas noches, V.
9:23 p.m.

Mañana a las diez de la noche el jefe Jeon organizó una reunión con un
montón de hombres de Kyong, XeoXong, Dogum y demás en Mapo-gu.
Tiene un asunto importante que tratar y me pidió que llamara a los
peores, ya sabes para qué.
9:25 p.m.14

Le dije que estarías ahí, incluso sin haberte preguntado antes pero sé
que aceptarías. Es un trabajo enorme, muchacho.
9:26 p.m.
Han matado a su hijo menor, Jeon Jungkook, y está próximo a desatar el
infierno en la tierra tan pronto como encuentre a los culpables.
9:27 p.m.36

Justo ahora, Kyong está hecha un caos. Hace unas semanas me llegó un
mensaje de un numero desconocido con unas fotos del hijo del jefe que
desapareció hace más de siete meses; muerto.
9:28 p.m.1

Si ves esto, me gustaría que aparecieras por allá.


9:29 p.m.

Hasta luego, muchacho.


9:30 p.m.

Taehyung sonrió y le dio al botón de ''responder''

Para: S. Taogum.

Buenas noches, señor Shin.


9:33 p.m.
Terrible noticia, supongo que volveremos mierda a los que mataron al
heredero de Kyong. No me imagino la furia del señor Jaeban justo en
este momento, conociendo como es él.
9:35 p.m.47

Dígale de mi parte que por supuesto a las diez estaré ahí. Llego de
Osaka mañana en la tarde, así que me dará tiempo de acudir a la hora
planteada.
9:36 p.m.

Tenga buenas noches.


9:36 p.m.

Att, KTH.
9:37 p.m.

14

Miró por última vez a Jungkook, el cual aún tenía la respiración


ligeramente agitada y movía los dedos encima de su abdomen en
círculos. El niñito se dio cuenta de que Kim lo veía relamiéndose los
labios de arriba a abajo.

—¿Qué pasó?

Negó con simpleza, más bloqueó el teléfono y se subió encima de Kook


otra vez. El peso era sujetado por sus brazos y sus labios se posaron
sobre los del menor.
—A veces se cometen locuras para asegurar tener algo, ¿no crees
Jungkookie?

—¿Qué?

Volvió a negar, y dejó un último beso en sus labios, sosteniendo su


mejilla con fuerza y volviendo a verlo con ojos bastante fuertes. Estaba
decidido a hacer lo que jamás pensó hacer, solamente por su pequeño
Jeon.

—Eres mío, Jungkook. Eres mío hasta la muerte.

XXXII: Into the lion's den.

Kyong era el imperio de narcotráfico y la mafia más grande de toda Asia,


manejado desde hacía cincuenta años atrás por el apellido Jeon. Mismo
imperio, en el que Kim Taehyung entró cuando tenía tan solo veinte.15

Shin y Jaeban habían estado a la par como uña y mugre desde hace
unos veinticinco años, cuando el padre de Jaeban; Jaekyung, cedió el
mando a su primogénito en medio de una ceremonia normal, como la
"tradición" así lo ameritaba. Kyong siempre fue la primera en toda la
mierda criminal del país, pero aún así le seguían XeoXong y Dogum, dos
organizaciones criminales que se encargaban de lo mismo, solo que en
menor cantidad. Cada quien respetaba su espacio, dentro de todo,
Kyong poseía los más altos poderes y contactos, incluido que tenían su
terreno ya pavimentado. Las otras dos, tan solo se encargaban de llegar
a los lugares a los que Kyong no iba, quizá por prestigio o por simple
estatus.7

Fue en XeoXong, que Mark, Kang y Koyumi; un americano de padres


asiáticos, un coreano y un japonés respectivamente, adentraron a
Taehyung cuando tenía catorce años y posteriormente el verdugo fue
ganándose su propio lugar y reputación dentro de la misma.4

Misma reputación que hace más de seis años llegó a los oídos de Shin
Taogum.

Kim Taehyung siempre había trabajado para su gente de manera


solitaria, es decir; no había un jefe para él, ya que desde el inicio había
tenido libertad para elegir si hacer algo o no. Pese a esto, todo se puso
incluso mejor, cuando pasó de no tener un jefe, a ser un jefe en XeoXong
y de ahí se escucharon los rumores de "El chico que mata como un
animal" o cosas parecidas, del que gozó hasta que cumplió veintiún
años, cuando finalmente se volvió un accionista principal y el más joven
de los tres fundadores.10

Fue ahí, cuando a los oídos de Taogum llegó que existía un muchacho
que le llamaban "V" y que era un sicario. Pero no cualquier sicario como
los de Kyong, sino uno que cometía calamidades en su más puro
significado infame y que no solo era eso, sino también un tipo execrable
que tenía un pasado lleno de un mierdero de cosas que todos conocían a
medias —y que no nombraban; no por respeto, sino por miedo—,
además de ser accionista principal de la segunda red de narcotráfico y
mafia más importante del país. Todo eso, a penas empezando a vivir la
vida de un adulto en sus veinte.

Se llamaba Kim Taehyung, nació un diciembre en Seúl y desde que era


un adolescente mataba a sangre fría, sin remordimientos, sádicamente y
con una filosofía de vida que le helaba los huesos a cualquiera para su
edad. Eso lo supo, porque Kang Jitaek, el primer fundador de XeoXong
—y con el que compartía un comprador de narcóticos en China—, le
contó del nuevo accionista en sus filas, el niño que Koyumi conoció en un
callejón.3

Lo primero que pensó Taogum, fue que ese tipo de personas era las que
Jaeban quería en su imperio, así que le diría que lo metiera en la
organización. Lastimosamente, V no era alguien de tener jefes, gente
superior o personas que lo mandaran. O estaban por debajo o a la par,
jamás por encima.4

Jaeban toda la vida tuvo un lema; "Kyong es vida y quien lo traicione la


paga con la muerte", y pese a que tenía en las filas de su organización a
gente bastante indecente, no tenía al famoso "V". Y tampoco lo tendría,
porque de hecho el chico como asesino trabajaba solo y había mucha
gente que estaba dispuesta a cuidarle las espaldas, así que para no
levantar problemas —porque dentro de todo, Kyong no se metía con los
demás, si los demás no se metían con ellos—, Jeon Jaeban le contrató
para matar a un tipo que le había robado dinero hacían unas semanas
atrás y antes de escabullirse, lo atraparon con ayuda de otra gente que
también estaba en la organización.

El hombre terminó desollado entero; en una bolsa quedó su piel y el


cuerpo fue desmembrado parte por parte hasta quedar dentro de un
tanque de gasolina que enviaron a sus hombres. Tanque de gasolina que
tenía una trampa y tan pronto como lo abrieron, explotó matándolos a
todos y sumando cuarenta y cuatro muertos para V.20
Y cuando Jaeban fue testigo de cómo mataba, le dijo a Shin Taogum que
dejara a un lado a cualquier maldito sicario que hubiese contratado
alguna vez y que ahora solo lo contratara a él y a nadie más.7

Así fue como sin necesidad de ser parte de Kyong, El Verdugo conocía
de primera mano a Jeon Jaeban y a Shin Taogum. Por esa misma razón,
probablemente fue a él a quien contrataron para matar al padre del niño
que había dejado dormido en un encierro, después de haber repartido
besos lascivos e intenciones oscuras por todo su magullado y frágil
cuerpo torturado.

Por esa misma razón era que ahora iba manejando su Audi a más de
cien, teniendo a Mark a un lado y detrás a Namjoon, Seojoon y Hyunsik,
mientras iba rumbo a adentrarse en Kyong.11

—Esto es una locura —la voz del mayor de los hombres hizo eco ligero
entre el espacio—. Siento que en lo que pongamos las malditas patas en
esa puta reunión, nos van a arrodillar en el maldito suelo y nos quitarán
las cabezas para metérnosla en el fondo del culo.15

Mark llevaba al menos diez minutos hablando mierda y Taehyung estaba


tan sereno que parecía que entre sus actos no se hallaran las peores
vagabunderías.

—¿Por? —inquirió el sicario.14

Choi se quitó los lentes y con ceja alzada vio al sicario, que también
cargaba puestos unos lentes oscuros junto a un moño a mitad de la
cabeza que hacía juego con el traje de mafioso millonario que odiaba
ponerse porque las etiquetas le picaban el cuello y cadera.15

—¿Por? ¿De verdad me estás preguntando el "por", V? —vociferó—.


Estamos a punto de ir a meternos en el bar del padre de Jeon Jungkook,
padre que cree que su hijo está muerto y mandó a llamar a los peores
sicarios que conoce en el país y tu eres uno de ellos y adivina que... —
Mark le metió una palmada a la puerta y lo miró fijamente—. ¡Tu tienes a
Jeon Jungkook!32

Un chasquido de lengua fue lo primero que recibió Choi como respuesta.

—Yo usted bajaría la voz —Seojoon sacó un arma y Mark solo se


mantuvo quieto viéndolo y luego viendo a Taehyung—. Deje de hablar
tanta mierda, ¿cree que V nos llevaría a todos a morir, así como si
nada?23

—Si, cabrón —insistió Mark—. ¿Se te olvida que tu jefe está cucú? ¡Por
supuesto que sí!44

—No, la verdad no —difirió V—. No tengo ninguna intención de hacer


que nos maten hoy, ni mañana, ni nunca.8

El hombre mitad coreano empezó a negar una y otra vez. ¿Cómo era
posible que, a estas alturas, aún Kim se estuviese saliendo con la
suya? Le helaba la sangre pensar en ir cara a cara con la mafia que
XeoXong tenía por encima y con la que no se metían porque sabían que
no tenían razón de hacerlo.1

Mark solo cerró los ojos y se estrujó la cara un par de veces.

—Do you understand the amount of shit we are in now, V? —preguntó


para que solo Kim captara el mensaje—. Are you aware of the magnitude
of danger that Kyong and the Jeon clan are? Do you understand?
"¿Entiendes la cantidad de mierda en la que estamos ahora, V?
¿Estás consciente de la magnitud de peligro que son Kyong y el
clan Jeon? ¿Lo entiendes?"24

Una corta risa sarcástica se escuchó.

—The Jeon clan is formed by a Gangster, a ballerina girl, an ex-prostitute


and a kidnapped child under my hands —contestó el sicario con deje de
importancia—. Do you think I am afraid of that bullshit?
"El clan Jeon está formado por un gánster, una niña bailarina, una
ex prostituta y un niño secuestrado bajo mis manos. ¿Crees que le
tengo miedo a esa porquería?"12

—Why the fuck you're doing this? —expresó atónito—. Do you think that
everything is easy in your way? Do you think that we are gonna go there
and keep our asses alive just because you have "everything under your
control"? —inquirió con comillas.
"¿Por qué coño estás haciendo esto? ¿Tú crees que todo es fácil a
tu modo? ¿Crees que vamos a ir allá y mantener el culo con vida
solo porque tienes "todo bajo tu control"?"4

—I have everything under my control —insistió.


"Tengo todo bajo mi control."8

—That is what you think, V. But what if we put a foot there and they know
everything? What are we gonna say?
"Eso es lo que tú crees, V. ¿Pero qué tal si ponemos un pie ahí y
ellos saben todo? ¿Qué les vamos a decir?"10

Los dientes de Kim empezaron a chirriar.


—They don't fucking know.
"Ellos no saben una mierda."7

El mayor se relamió un momento los labios y empezó a asentir, viendo


las calles al frente.

—Okay, but let me tell you one fucking thing —Taehyung por un segundo
rodó los ojos cuando Mark se giró para encararle—. If by any reason
someone says something, all the responsibility is only yours. This is not
about XeoXong, V. This is about you and that child, you and your
complex of hangman in love or shit that i don't fucking understand. This is
real life, V. Sometimes people win, but sometimes people also lost.
"Okay, pero déjame decirte una puta cosa, V. Si por alguna razón
alguien dice algo, toda la responsabilidad es solamente tuya. Esto
no se trata de XeoXong, V. Esto es acerca de ti y el niño, de ti y tu
complejo de sicario enamorado o mierda que malditamente no
entiendo. Esta es la vida real, V. A veces la gente gana, pero a veces
la gente también pierde."14

Una maliciosa sonrisa, en los labios del receptor de aquel mensaje,


surcaron su rostro y el Audi pasó de ir a cien, a ciento veinte.

—¿Y cuando mierda yo he perdido?36

[...]
Once de la noche, una hora más de lo pautado.4

Por ningún motivo —e irónicamente—, a Kim Taehyung le gustaba estar


rodeado de sicarios. Al menos, no de los malditos sicarios de Kyong, que
eran un montón de bestias sin cerebro y olor a puros y alcohol barato.
Okay, quizá era porque de verdad eran hombres que parecían zombies
sin pensar, o porque le doblaban la edad y como era joven, esos viejos le
daban asco. Lo cierto era que, al entrar en el centro de la organización —
que era un bar extremadamente lujoso de Mapo-Gu—, debía admitir que
tenía los nervios de punta, pero eran esos nervios que para su persona
no lograban darle miedo o estar preocupado. Sus nervios lo hacían
actuar más meticuloso, rígido, calculador e incluso encantador de lo que
ya era.12

Tenía a Seojoon, Namjoon y Hyunsik detrás de él, los tres armados con
berettas y glocks que el mismo sicario les había dado un par de horas
atrás después de haber salido del edificio para ir en busca de Mark, que
estaba de paso en Seúl y aprovecharon dicha situación para también ir
juntos al centro de la mafia Jeon.

Para ser sinceros, era estar en la boca del lobo. Primero; porque en
Kyong solamente se metía la gente de verdad mala, y segundo; porque
en la casi madrugada que era, estaba el bar abierto y este en específico
era para cosas importantes.
Como, por ejemplo, que un montón de mafiosos pensaban que el hijo de
su jefe estaba comido por gusanos cuando probablemente le estaba
diciendo a Yideku "vieja puta" o "vieja loca" y la señora se aguantaba las
ganas de darle un manotazo a Jungkook porque se iba a ganar un tiro en
la cien inmediatamente que le pusiera los dedos encima a su pequeño
Jeon para otra cosa que no fuera darle comida, cambiarte las dos gasas
que le quedaban o cualquier otra cosa que no fuese necesaria en
verdad.25

Y a Taehyung le daba en cierto modo risa, porque al entrar a ese bar se


sentaron en una mesa para cuatro y bebieron whisky, como si uno de
ellos no fuese el infame protagonista de aquella reunión —mientras los
demás no lo sabían—. Todo el movimiento era misterioso, en varias
mesas yacían hombres apostando, en otras había botellas de alcohol y
cigarrillos, en otras estaban bailando unas cuantas prostitutas que solo
tenían tapado el pubis y la punta de los silicones en las enormes tetas.8

Una de las cosas que caracterizaba a ese bar —que ya parecía club
nocturno—, era que la parte de arriba yacía una planta que tenía una
sola oficina enorme en donde llevaban a cabo citas de carácter urgente.
Kim lo sabía gracias a que estuvo dos veces ahí; una hace años cuando
hubo un supuesto robo de fondos y mataron a los culpables y otra
cuando fue una reunión por una droga que no venía pura.

Y ahora, porque Jeon Jungkook estaba "muerto", tan muerto que ayer
Taehyung lo estaba mordiendo mientras le hacía cosquillas y el niñito por
poco se ahogaba.61

—Que bueno está este maldito Whisky —pronunció el sicario, sacándose


a sí mismo de su ensimismamiento mientras se relamia los labios por el
licor. Sus acompañantes se giraron a él y le quedaron viendo como si
acababa de decir algo fuera de lugar—. ¿Qué pasó? ¿No me luce el
moño en la cabeza? Se joden, malditos, me queda excelente.24

—¿Qué carajo te pasa? —inquirió Mark entre dientes, cerca del sicario—
. Estás actuando como un desquiciado que no le crea ni una mínima
angustia estar aquí.

Risa.

—¿De verdad? —la sonrisa burlona le hizo al mafioso chasquear la


lengua y negar—. Eso es porque probablemente soy un desquiciado que
no le crea ni una mínima angustia estar aquí.

Era en cierto modo divertido.

—En menos de diez minutos entraremos a esa mierda y reza porque


salgamos vivos —repitió Choi.5

—Si necesitas rezarle a algo para cuidarte la vida, es porque no sabes


cuidártela tu mismo —adjuntó Taehyung—. Como yo sí sé cuidarme la
mía, no me andaré con esas estupideces.9

—Maldita sea, V —siguió el mafioso con esa preocupación latente—.


¿Hasta cuándo vas a actuar como si esto no fuera realmente grave?7

Un pequeño puño contra la mesa y cerca de la mano de Mark puso a


este en ligero estado de alerta.

—Estás insoportable —se quejó Kim finalmente—. Me estás poniendo


las bolas azules y mira que no hay nada que me cabree más que me
pongan las bolas azules, Yul Choi —su mirada se intensificó y sus puños
se apretaron contra la mesa—. Como sigas hablando de más, el auto en
que vinimos tendrá un puesto vacío porque uno de los pasajeros irá en la
maleta, muerto.14
Choi alzó una ceja y tanto Namjoon como Seojoon y Hyunsik miraron
hacia abajo.

—¿Me estás amenazando?15

—Tómalo como te de la maldita gana, pero ya cállate la puta boca y no


hables mierda que no sabes o entiendes —acusó al sujeto con un dedo,
luego lo movió hacia alrededor del extenso bar—. Agarra una de esas
putas, mételas en un cuarto y cógetelas o algo si estás tan estresado por
mierda que a ti no te va ni te viene.

Mark se echó atrás y se cruzó de brazos con ceja alzada.

—¿Así como tu te coges al menor de edad por el que estamos aquí?60

Y la cara de Taehyung se desencajó en un milisegundo tan pronto como


escuchó al tipo nombrar indirectamente a Jungkook. Mandíbula apretada,
ojos fundidos de odio y entrecejo claramente fruncido en señal de
molestia.

La Beretta que tenía en la parte izquierda de su cinturilla, fue


desenfundada y puesta sutilmente contra el pecho de Mark mientras
respiraba acompasadamente, pero se sentía la furia en cada inhalación.

—Dame una maldita razón para no apretar el gatillo de esta mierda y


volarte el miocardio en pedazos, maldita mierda asquerosa —pidió con la
peor de las voces. Mark tenía los ojos abiertos y le sostenía la mirada, a
la expectativa de qué iba a hacer. Kim se inclinó ante él y habló cerca de
su oído—. Lo que yo haga o deje de hacer con un maldito mocoso menor
de edad, por el que estamos reunidos en esta pocilga putrefacta, a ti te
tiene que valer una mierda seca —podía sentir lo tenso que estaba su
socio y el resto de hombres en la mesa—. No vuelvas en tu mísera
condenada puta vida a volver a nombrar a Jungkook, ni en mi presencia
ni en mi ausencia, cabrón. En serio, no lo hagas, porque como me entere
que su nombre sale de tu sucia jeta, te saco la maldita lengua con los
dedos, te la meto en el culo y si todavía estás vivo me encargaré de
volarte la cabeza hasta que todos tus jodidos asquerosos sesos de
mafioso cagado se deshagan en mis manos, cabrón hijo de tu maldita
madre.54

El mayor tragó en seco.

—No me busques, maldita sea. No me busques, porque sabes bien que


me vas a encontrar —advirtió a Choi, que aún estaba mirándolo de la
misma fija forma sin demostrar miedo, pero cagado hasta los huesos—.
¿Y sabes qué, Yul Choi? No te cojas a esas putas como yo me lo cojo a
él, mejor cógetelas como te cogías a la maldita zorra preñada que maté
hasta que quedó descuartizada y adentro de una puta bolsa negra en la
puerta de tu maldita mansión.30

Namjoon solo tragó en seco al ver que, con el paso del tiempo, Taehyung
se estaba volviendo cada vez más posesivo y territorial con el niño. Al
punto, en que acababa de amenazar —o mas bien advertir, porque él
nunca se iba con amenazas—, a Mark. Mark, que fue uno de los
primeros tipos que le ingresó en la mafia, el de los primeros que tenía
casi leales y el que más le contrataba como verdugo. Y si seguía así, su
hermano podía ganarse una enemistad con alguien que tenía los mismos
contactos, créditos y respaldo criminal que él. Así que eso podía quedar
cincuenta y cincuenta.

O Mark y los demás se enemistaban con él. O Taehyung y los demás se


enemistaban con Mark.3
—J-jefe, disculpe —escuchó Taehyung a Seojoon mientras aún miraba a
Choi—. No quiero interrumpir, pero sería bueno mantener la compostura
aquí.1

Taehyung miró al mafioso con superioridad y quitó la pistola, volviendo a


colocarla dentro del espacio de su cinturilla. Todos callaron cuando una
mujer con un vestido corto y las uñas excesivamente largas se acercó a
la mesa y les pidió las muñecas a todos.2

—De ustedes tres, ¿quiénes son V, Jun y Mark? —los susodichos se


levantaron de su alto banco y ellas les colocaron un brazalete
fosforescente mientras en la silla quedaban Seojoon y Hyunsik—. Por
favor, dejen las armas en mesa con los escoltas y suban a la segunda
planta.

Namjoon fue el primero en sacar una Beretta de su cinturilla y dos peines


de bala del mismo lugar. Después, Mark sacó una sola glock y de último
el verdugo sacó dos berettas de su cinturilla y un peine de doce balas del
mismo lugar. Las mujeres se cercioraron de que no llevaran más nada,
tocándolos de arriba abajo y finalmente le extendieron el brazo a una
dirección del ascensor.

Al dirigirse hasta el lugar, Taehyung se pudo dar cuenta que había al


menos catorce hombres que conocía por haber trabajado con ellos en
algún punto o porque los vio en diferente sitio. Varios tenían un montón
de tatuajes en los brazos —los que no tenían traje completo y exhibían
los brazos—, otros tenían unos cortes en la cara que parecía hechos por
algún cuchillo en peleas clandestinas. Ciertos tenían marcas en el rostro,
dientes de oro que les hacían ver como criminales de cárcel o hasta
tatuajes en la cara. Por último, los que parecían decentes, portaban
cortes de cabellos con diseños hechos con la máquina e iban comiendo
una pasta extraña negra en la boca que después escupían al suelo.3

"Tú no pareces un criminal..." la voz de Jungkook resonó en su cabeza


una de las tantas veces que hablaron.15

Nunca le había prestado atención a la típica apariencia de delincuente


que poseían todos a su alrededor hasta ahora. Y entendía ahora la razón
de los ojos tan curiosos de Kook al verlo de arriba abajo y no dar crédito
cuando mataba como mataba. Kim Taehyung era más indecente que
cualquiera dentro de ese establecimiento y, a su vez, tenía la apariencia
más encantadora y normal.8

Cuando llegó el turno de ellos para entrar al ascensor, había cuatro


hombres más. Unos segundos pasaron y finalmente las puertas de acero
se abrieron ante sus ojos, dejando ver un largo pasillo de suelo y paredes
negras con luces color blancas. Cinco hombres custodiaban la puerta y la
abrieron para los recién llegados. No mentiría, el ambiente se seguía
sintiendo sereno, pero por dentro su adrenalina le estaba jugando una
mala pasada al querer hacerlo sonreír por meterse una vez más donde le
podían volar los sesos; pero calma, eso no pasaría.

Y esa adrenalina se intensificó al dos mil por ciento, cuando Taehyung se


adentró a aquella oficina enorme y el primer puesto en el borde de la
mesa era el del capo de la droga más importante de toda Asia y el padre
de su Jeon Jungkook.19

Jeon Jaeban.3

Siete meses, dos semanas y cuatro días exactamente habían pasado


desde que Taehyung había raptado a Jungkook y todo ese tiempo
pareció irse volando en un solo segundo tan pronto como la escaneadora
mirada del viejo Jeon se posaba en cada uno de los movimientos de
todos los sicarios ahí. Además de que, en cierto punto, ellos mismos
cruzaron miradas y pudo ser testigo por dentro del propio sentimiento de
peligro al que se exponía estando en el sitio. No obstante; eso no le
importaba para nada.1

Detalló al hombre, mirando con el mayor de los disimulos habidos y por


haber. El padre de su Jungkook era un hombre de estatura un poco más
alta que el promedio, un tipo robusto y con cara de padre hijo de puta —
que no estaba lejos de la realidad—, tenía un traje de tres piezas en color
negro y al lado de su mesa estaba un trago y un puro de una tonalidad y
olor oscuro. Sus rasgos físicos no tenían comparación con los de Kook,
ese tipo tenía el cabello más opaco, los ojos más rasgados, la nariz más
ancha en la punta, la tez más oscura, la boca más fea y un diente de oro
en uno de los colmillos que en la mente de Taehyung ya se lo había
quitado con un alicate y le había rajado toda la cara con él. Básicamente,
la apariencia de Jaeban gritaba por todos lados "mafioso".2

El gran Jeon no se parecía en nada a su pequeño Jeon.16

Taehyung estaba relajado totalmente, los hombres iban sentándose


mientras tres mujeres iban de puesto en puesto repartiendo un trago y la
gran mayoría —todos menos él—, se las estaban devorando como una
pieza jugosa de carne magra. Esa típica mirada acechante que ellos les
brindaban a las féminas, era casi la exacta con la que él veía a
Jungkook, así que quizá por eso el niñito una vez le dijo "deja de mirarme
como si estuvieras viendo más allá de mi carne". Conocía esa misma
mirada de —literalmente—, comérselo con los ojos.4

De pronto se preguntó ¿a qué cantidad de cosas lúgubres se pudo haber


expuesto su Jungkook mientras estaba rodeado de esta gente de
porquería? Porque si, Taehyung sabía de sobra que la infancia de
Jungkook constaba de todo esto, todos los días y en las peores
condiciones.3

Cuando todas las sillas estuvieron ocupadas y los hombres guardaron


silencio para que hablara el jefe de Kyong, el verdugo se relamió los
labios y aspiró hondo al sentir la silla de Jaeban echarse hacia atrás y
luego al hombre con traje caro pararse de esta y posarse en frente de
una puerta que daba con otro pasillo por el cual entraron tres personas.
Tres personas que le hicieron sentir una puta corriente eléctrica por todo
el abdomen.

Jung Hoseok, Dong Youngbae —Taeyang—, y Jeon Saeji.36

Los ojos de Taehyung de pronto se abrieron de par en par y su entrecejo


se frunció totalmente al ver al tipo que estaba en medio del sicario de
Jaeban y la madre de Jungkook; porque recordaba totalmente quien era
y qué hacía ese tipo. Taeyang, el guardaespaldas que estuvo presente el
día del secuestro de Jungkook —y al cual V ordenó a Namjoon que le
disparara en la cabeza—; estaba vivo.63

Y Kim Taehyung jamás había sentido lo que era tener el corazón en la


boca y la respiración acelerada en ansiedad, hasta que se dio cuenta que
estaba frente a los padres de Jungkook, frente a quien se supone debía
protegerlo ese día y en una mesa reunido con todos los hombres
poderosos de Kyong.

¿Qué coño hacía Taeyang vivo y por qué la madre de Jungkook estaba
en una reunión, si su marido jamás la dejaba unirse a dicha?

Ahora sí había cierta sensación rara en su persona.35


Cuando por fin ellos tres pasaron y quedaron cara a cara con Jaeban,
este cerró la puerta y caminó hasta quedar al lado de una especie de
pantalla blanca que al frente tenía un video beam.

Las luces se apagaron y la pantalla brilló.

—No tengo necesidad de decir la razón por la cual todos ustedes,


bastardos asesinos, están aquí esta noche —su voz sonaba realmente
calmada y no con tono de reproche al señalarles a todos—. Pero haré
una pequeña introducción.9

Entonces, en la pantalla se reflejó una foto de Jungkook de hace unos


meses y con el uniforme de taekwondo.

Ese Jungkook tampoco tenía algún parecido al Jungkook que estaba con
él.29

—Hace más de siete meses, mi hijo menor, Jeon Jungkook, estaba en


una práctica de taekwondo para ver si ya estaba listo para el siguiente
cinturón —comenzó el mafioso, todos prestaron atención a sus palabras
y también a la imagen—. Yo no pude ir ese día, debido a que estaba en
China arreglando unos asuntos, así que mi hijo fue únicamente con sus
guardaespaldas, su madre y Jung Hoseok.1

La vista de Taehyung se posó en los últimos dos sujetos que nombró


Jaeban; Hoseok tenía una mirada de pena, y Saeji no tenía algo claro en
su rostro. Ella se mantenía firme y ni una sola lágrima o actitud dramática
se veía ahí reflejada. Sus ojos le recordaban a los de su pequeño Jeon
cuando quería hacerse el fuerte.9

—Cuando la práctica terminó y a mi hijo le dijeron que ya podía subir de


nivel para la próxima ceremonia, él celebró junto a sus amigos y se
tomaron varias fotos —con un control, Jaeban cambió la imagen y se
veía a Jungkook junto a otros chicos contemporáneos con él. Todos
sonriendo—. Hay fotos incluso con Taeyang y Seunghyun, más no con
Hoseok, debido a que tuvo que ir a buscar a Saeji a una reunión de mi
hija y llevarlas hasta casa porque su madre cocinaría para los tres ese
maldito día. ¿No es así, Jung?

—Así es, señor Jeon —corroboró Hoseok.

Todos seguían en silencio, y Kim miró a la mujer vestida con una falda de
tubo que le llegaba a las rodillas y tenía color negro, junto a una camisa
azul marino mangas largas y zapatos del mismo color; ella seguía igual
de inquebrantable.4

—Taeyang y Seunghyun se llevaron a Jungkook casi una hora después


que Hoseok se fue —prosiguió el jefe—. Iban en el carro que le regalé a
mi hijo cuando cumplió catorce años —el video beam reflejó una foto de
Jungkook al lado de su padre junto al auto, más la mirada de Jungkook
denotaba que estaba increíblemente incómodo mientras sostenía la llave
y trataba de sonreír—. Desafortunadamente, ocurrió la peor de las
tragedias que le han podido suceder al clan Jeon; secuestraron a su
heredero legítimo y futuro rey de todo este maldito imperio.13

Taehyung, pese a ser una escoria de hombre, no pudo no sentir asco al


ver cómo Jaeban se preocupó más en llamar "heredero" y "rey" a
Jungkook, e identificar el dolor como "El clan Jeon" y no simplemente
decir que sentía dolor de padre.6

Confirmado, a Jaeban no le importaba su hijo, a Jaeban le importaba el


futuro de su imperio.

—Taeyang, ¿podrías continuar con lo que ocurrió esa tarde? —pidió


Jeon.
El guardaespaldas de Jungkook dio un paso al frente y se colocó las
manos atrás.

—He trabajado para la familia Jeon desde hace mas de diez años —
informó el hombre, y el verdugo sentía el pulso cada vez más acelerado
porque ese tipo debía estar muerto—. Cuando el niño Jeon cumplió cinco
años, me contrataron a mi y a Seunghyun como sus escoltas personales.
Lo acompañamos desde esa edad, hasta hace poco más de siete meses
—Taeyang sacó de la parte de atrás de su bolsillo, una medalla de oro
con un lazo blanco—. El veintinueve de marzo de este año, íbamos con
el niño Jeon en el auto, hablando sobre esta medalla que le dio un
Sabonim como motivación para el deporte, cuando el auto derrapó de un
momento a otro al recibir dos tiros en cada llanta de atrás —tiros que
Taehyung recordó que hizo él—. Cuando frenamos de golpe, teníamos
un auto al frente y una camioneta negra sin placa atrás. Le dije a
Jungkook que tomara el arma debajo del asiento del copiloto y que
disparara a quien sea que no fuéramos Seunghyun y yo. Él la agarró,
pero tan pronto como me giré para bajarme, la puerta de mi lugar se
abrió y un tipo me tiró al suelo golpeándome la cabeza con el arma y
disparándome al hombro.

Así que Namjoon le disparó en el hombro en vez de la cabeza.44

—Cuando giré la vista hacia S-Seunghyun tras escuchar disparos


sumamente cerca; estaba... m-muerto —ese había sido Taehyung—.
Tenía un tiro que le atravesaba la sien de extremo a extremo y lo hicieron
desde lejos con una puntería perfecta que incluso atravesó el vidrio del
auto —el hombre bajó la mirada y Jeon sorbió por la nariz—. Mientras yo
estaba en el suelo, del otro lado escuché como Jungkook pedía que lo
soltaran y trataba de forcejear contra el tipo que me disparó, pero este
ultimo le quitó el arma y la lanzó lejos de ahí. Lo último que vi, fue al tipo
que le disparó a Seunghyun agarrar a Jungkook del cuello y tirarlo contra
el suelo para después darle una patada en la cabeza y dejarlo atontado.
El mismo tipo lo alzó por el cabello y lo lanzó contra la camioneta, le
susurró algo al oído, y dentro dos hombres le jalaron para subirle a la
camioneta.

"Has crecido, heredero Jeon..." recordó Kim que le dijo.29

—El que disparó a Seunghyun pasó por su lado y le metió cuatro tiros en
el pecho —obviamente, porque Taehyung no quería dejar a nadie vivo—.
Pero cuando al que me disparó a mi le dijeron "asegúrate que esté
muerto"... él t-tiró cuatro balazos.

"Está muerto, V" volvió a recordar el sicario.2

—Cuatro balazos al suelo, ninguno a mi —confesó Taeyang—. Él estaba


parado a mi lado, si hubiese querido matarme, lo habría hecho sin
problema alguno.59

Los puños del verdugo se apretaron con una descomunal fuerza por
debajo de la mesa y sobre sus rodillas, recordando firmemente aquello y
sabiendo que le había dado estricta orden a Namjoon de que acabara
con los dos tipos de una vez. Pero nuevamente descubría una cosa;
Namjoon estaba con él solamente por ser su hermano y hasta ahora
estaba harto de aquella mierda.

¿De qué servía que él estuviese ahí si no iba a obedecerlo como se


supone debía?10

La gente se mantuvo en silencio, y Taehyung miró de reojo a Namjoon


que estaba sentado en otros asientos pertenecientes a los
acompañantes de esos sicarios. Cuando sus ojos se encontraron con los
de su hermano, lo único que el mayor tenía en sus fanales oscuros era
una mirada de pena y compasión.

Compasión que Taehyung no quería tener. Y probablemente no tendría.

—¿Recuerdas a alguno de esos tipos, Taeyang? —inquirió uno de los


hombres en la mesa—. ¿Alguna vestimenta, placa, prenda, arma?5

Que no, que no, que no.15

—El que se supone debía matarme a mi; era alto, quizá metro ochenta y
cinco, de cabello negro, con los brazos y las piernas gruesas —piernas
que Taehyung tenía ganas de cortarle ahora—. Estaba enteramente
vestido de negro, no distinguí nada en él que pudiese ser identificado
después. El otro, que le disparó a Seunghyun, parecía ser el jefe, porque
se notaba que manejaba más armas y daba las órdenes. Lo vi vaciar una
Beretta con una sola mano para luego cargarla y dispararle a Seunghyun
los tiros en el pecho. Ambos estaban de negro de pies a cabeza, con
pasamontañas. El que parecía jefe, era como de metro ochenta y dos,
delgado y unos mechones amarillos sobresalían del pasamontaña que
cargaba.

La maldita peluca y los putos lentes de contacto que usó ese día.

Bingo, el cabrón no lo reconocía.30

Pero aún así, necesitaba sacar ventaja de la situación de ese tipo vivo.
Necesitaba darse a pasar desapercibido y actuar como uno más del
montón que no tenía nada que ver en todo eso.

Por eso carraspeó y todas las miradas se posaron inmediatamente sobre


él.
—¿C-cómo es que viste todo eso y no hiciste nada para proteger al niño?
—pidió saber Taehyung—. ¿No se supone que tú eras su escolta y
debías dar tu vida para salvar la de él?

Todas las vistas se posaron en el guardaespaldas.

—Me habían d-disparado.9

—He visto gente correr con tres tiros en una pierna para salvarse el culo
—objetó Kim—. ¿Me vas a decir que tu no te pudiste levantar con uno en
el puto hombro?

—S-si me levantaba, iban a dispararme y n-no podía regresar para


contar lo que vi.

—¿Y qué viste, Taeyang? —Kim alzó una ceja y se cruzó de brazos con
una sonrisa socarrona—. ¿A dos tipos altos vestidos de negro y con
armas? Cualquiera aquí puede vestirse de negro y pasar por delincuente
si es así —punteó a todos, y sonrió para sus adentros cuando vio que la
gran mayoría de maleantes asintió a su palabra—. Lo que a mi me
parece, es que te cagaste y dejaste que se lo llevaran, así como así con
tal de quedar vivo tú.27

El bullicio no se dio a esperar tan pronto como el secuestrador se quedó


cruzado de brazos y un semblante de reproche.

—No estamos aquí para buscar culpables —terminó por decir Taeyang—
. Estamos aquí porque‐

—Incluso si no estamos buscando culpables, eres el culpable —acusó


Taehyung—. Tenías un trabajo, no lo hiciste. Me sorprende que el señor
Jaeban siga permitiéndote estar vivo, siendo que ha mandado a matar
personas por cosas realmente insignificantes en comparación a haber
dejado morir a su hijo.22

Todos los hombres se mantuvieron quietos a la espera de qué diría


Taeyang para defenderse. Sin embargo, el guardaespaldas tan solo
cruzó los brazos y bajó la cabeza, no aportando nada que pudiese
salvarle de las acusaciones —en gran parte ciertas—, que Kim le hacía.

No obstante, Jaeban se posó al frente de todos los hombres y apoyó los


puños en el costado de la mesa, negando con su cabeza. Después, tomó
asiento y se mantuvo mirando fijamente a Taehyung.

Joder, señor Jeon Jaeban, si tan solo usted supiera la cantidad de cosas
de las que Taehyung era culpable.

—En Kyong, la traición y la desobediencia las cobro con algo que no es


como el dinero, porque ese sí vuelve a llegar —profirió el gran jefe—. En
Kyong, cobro con nada menos que la muerte, ¿verdad, V?

Taehyung se mantuvo con la vista fija hacia Jaeban, consciente de


primera mano —por haber trabajado para él—, que aquello que decía era
totalmente cierto.

—Así es, señor Jaeban.

El aludido asintió.

—No pienso matar a Taeyang, porque estoy consciente de que ese día
iban solo dos contra cuatro, terminó siendo uno solo contra cuatro y en
ningún momento Taeyang me desobedeció o traicionó —apuntó al
escolta, que seguía con la vista fija en el suelo—. Además, a mi
solamente me interesa acabar con la vida de los malditos que me
quitaron a mi Jungkook. Aquí, deben entender que un padre se preocupa
por su hijo más que por sí mismo, y para mi, Jungkook siempre será el
niño de mis ojos y como padre yo s-...21

—Permítame decirle, señor Jaeban, que ningún hombre sentado


alrededor de esta mesa empatizará con su irremediable pérdida familiar
—vociferó Taehyung hacia el jefe de Kyong, interrumpiéndolo para no
sentir asco de cómo hablaba de su Jungkook—. Primero; porque nadie
aquí ha perdido un hijo y no saben lo que se siente. Y segundo; porque la
verdad es que usted parece más molesto por haber perdido al heredero
de su imperio, que por el hecho de que ese heredero era el niño
Jungkook, su hijo.36

Sin decir más nada, y consiente de que estaba empezando a desafiar las
palabras del padre de Jungkook, el captor se mantuvo rígido en su lugar
y solo daba ademanes demostrando que hablarle de tal forma al jefe de
Kyong le valía lo mismo que le preocupaba matar; nada.

Las miradas de los demás hombres residieron encima de la de


Taehyung, algunos cargaban ojos bien abiertos, otros lo miraban
preguntándose si de verdad estaba hablando en ese tono, que en
realidad no era un tono altanero, sino uno tan sereno como si no fuese
una presa en medio de ello; más no una presa que era fácil de atrapar.

Jaeban suspiró.

—Para nadie es un secreto que Jungkook ha sido criado para manejar


esto desde que nació —los ojos de Jaeban, para Kim, eran
simplemente hipócritas—. No obstante, es mi hijo. Como padre, lo amo y
siempre he querido lo mejor para él, siempre me he preocupado por su
bienestar y porque sea a futuro un hombre de bien.13
Era más probable que Taehyung no volviera a ponerle un dedo encima a
Jungkook, que las palabras que estaba soltando ese tipo.4

—J-jefe Jeon, ¿por qué entonces mientras su hijo estaba desaparecido,


usted ni siquiera estaba en el país? —preguntó otro sicario.

Nuevamente Bingo, Taehyung estaba convenciendo indirectamente el


subconsciente de los demás presentes.2

—Cierto, jefe Jeon —comentó otro más—. ¿Por qué usted al regresar de
China se fue a Taipéi, mientras su hijo estaba secuestrado?

Todos conservaron la calma cuando Jeon de un segundo a otro sorbió


por la nariz y subió el rostro para verlos a cada uno de hito en hito, con
los ojos rojos y cristalizados.26

Todos los hombres se mantuvieron serenos, más el único que tenía


ganas de caerlo a putos golpes por ser tan ridículo y hacerse el dolido;
era Taehyung.

—No saben cómo cada día me arrepiento de no haber estado aquí y


prestarles más atención a los negocios que a mi propio hijo —al decir
eso, Taehyung notó el desdén con el que Saeji se le quedó viendo—.
Ahora, entiendo que hay cosas que jamás deben dejarse a un lado. Es
por esa razón que todos ustedes están aquí, porque buscaré incluso
debajo de las piedras y en lo más profundo de los ríos a quien me quitó a
mi hijo. Voy a tomar cartas en el asunto.

Kim Taehyung no lo soportó.

—Sinceramente creo que usted solo está haciendo un escándalo ridículo,


señor Jaeban. Su hijo pasó mucho tiempo desaparecido, ¿y ahora que
está muerto es que piensa tomar cartas en el asunto? —dijo por último al
ver al hombre derramar una que otra lágrima de cocodrilo. Perfectamente
conocía hipócritas, él mismo era uno—. Yo solo creo que usted está
haciendo todo esto para que Kyong no piense que ha sido un inútil por
haber dejado morir a su hijo en un secuestro, teniendo tanto poder bajo
sus manos —allí, Kim se inclinó hacia adelante—. ¿O me equivoco,
señor?18

Pero, antes de que Jaeban contestara a la altanería de Kim, Saeji alzó la


cara y lo miró de frente.

—Mi hijo no está muerto, V.52

Toda la sangre de Taehyung de pronto pareció dejar su cuerpo al


momento en que sus ojos encontraron los de Saeji, mas el conservó la
total calma, como siempre.

"No, señora Jeon, a su hijo lo tengo demasiado cerca y beso su boca


todos los días y a cada segundo que se me pega la gana". Pero no, no
diría eso.

—¿Cómo que no está muerto? —la voz de un hombre de unos treinta y


cinco años se escuchó—. ¿Para qué estamos aquí?1

Jaeban se frotó las sienes y después miró a Saeji, asintiéndole.

—Hay una cosa que todos los hombres dicen después que se casan —
comenzó a hablar el jefe de Kyong—. Y eso es; "mi mujer está loca".
Desafortunadamente, yo no me libré de eso, porque si conozco a alguien
que me puede decir un insulto y no le voy a cortar el cuello, es a esta
leona que está aquí —automáticamente sus ojos se encontraron con los
de Saeji.19
La mayoría de hombres lamesuelas se rieron del ridículo chiste del capo,
otros solo chasquearon la lengua y nada más Kim se quedó atento a la
actitud de la mujer.

—No sé de que coño están riéndose, inservibles pedazos de mierda


asesina —los puños de Saeji se incrustaron en la mesa y miró fijamente
a cada hombre alrededor. Sin nada de miedo—. Son igual de asquerosos
que toda la maraña de gente que está aquí, sedientos de matar,
sedientos de sangre y como gorilas que les pagan para aniquilar bestias
igual que ustedes.11

—¿Ven por qué lo digo? —volvió el capo.

Los sujetos de la mesa se callaron inmediatamente, algunos bajaron la


cabeza y el sicario que estaba en diagonal a la mujer expresó una
sonrisa ladina.

Su Jungkook, era el vivo retrato de las acciones de su madre desde que


lo conoció, incluso tenía gestos y ademanes de ella que varias veces
había visto. Físicamente, había enorme parecido; los ojos, la curva de su
nariz, sus mejillas y sus labios eran casi idénticos que los de su bebé,
solo que él era millones de veces más bonito.

—¿Alguna de las bestias de aquí tuvo, tiene, tendrá o piensa tener un


hijo? —preguntó la mujer, nadie alzó una mano o dijo "yo"—. Pues me
alegra mucho ver que ninguno lo piensa, porque pueden servir para ser
abominables asesinos a sueldo, pero ninguno tiene las bolas de en
verdad velar incondicionalmente por el bienestar de alguien.

Después de más de siete meses, Taehyung por fin descubrió de dónde


venía la actitud desafiante, insolente, osada y altanera que le salía a su
pequeño Jeon a veces; de su madre.1
—Señora Jeon, ¿cómo es eso de que su hijo no está muerto? —indagó
el mismo tipo de un rato atrás.

—No está muerto, o al menos estoy cincuenta porciento segura de que


no lo está.

De nuevo, Taehyung empezaba a relamerse los labios y estar


ligeramente ansioso.9

—¿A qué se refiere exactamente, señora Saeji? —curioseó Kim, cínico.

Sus ojos se encontraron con los de ella y por un segundo recordó los de
Jungkook.

—Me refiero... —la mujer tomó el control y abrió tres imágenes—. A esto.

Y en la pantalla, aparecieron las fotos que el captor mandó al teléfono de


Taogum desde el celular de una víctima; las fotos de la noche antes de
llevarse a Kook al edificio.1

—Estas imágenes llegaron al teléfono de Shin Taogum desde el celular


de una persona fallecida semanas antes de que las enviaran. Dicha
persona, era un ciudadano común de mediana edad, no tenía nada que
ver con mafias y su cuerpo aún no lo encuentran, tampoco a los
culpables —Taehyung los prendió fuego a todos, otros los desmembró,
despellejó y tiró a un barranco, otros se los dio a Goyong. De eso estaba
totalmente seguro que no había rastro—. En las imágenes se puede ver
a mi hijo inconsciente, con la boca abierta, lleno de sangre, tierra,
pólvora, con quemaduras a lo largo de la espalda y pecho, tirado en algo
que parece un baño, apuñalado en las piernas y lo peor de todo...
desnudo totalmente.
En efecto, eso mostraban las imágenes que veía en la pantalla.
Imágenes que para todos fueron repulsivas, pero a Taehyung le
parecieron perfectas y sublimes, mejor cuando recordó como se veían en
vivo.7

Le había hecho un montón de atrocidades esa noche.

—Parece muerto, señora Jeon... —apuntó alguien.

—Si, sí parece muerto —corroboró la fémina—. Incluso yo estuve


llorando por semanas porque pensé que había perdido a mi hijo, que es
la única cosa que me da miedo perder después de haber sido testigo de
tanta mierda en todos estos años como mujer de Jaeban. Pero, eso no
viene al caso, hijos de perra, la esperanza la recuperé cuando vi esto.

La señora Jeon cambió unas imágenes en la pantalla, e inmediatamente


apareció una bolsa negra con unos restos de un cadáver. Cadáver que
Taehyung mató y le hizo lo mismo que a Jungkook, para despistar.

Bueno, ahora sí estaba ligeramente —muy ligeramente—, preocupado.

—Esa imagen es el supuesto cadáver de mi hijo —afirmó Jaeban,


sacando comillas—. Y digo "supuesto", porque es increíblemente muy
parecido a él, pero hay una ligera diferencia.15

Los dientes chirriantes del verdugo, por suerte no se escucharon.6

En ese momento, Saeji se puso de espaldas y se alzó la parte de atrás


del cabello, jaló un par de hebras hacia los lados y dejó a la vista una
pequeñísima mancha.

Un lunar. Lunar que Taehyung nunca le había visto a Jungkook.12

Maldita sea.
La mujer se dejó caer su cabello ligeramente corto y giró la cabeza para
mirar a los adversos.

—Mi hijo es mi exacta viva copia, solo que varón —afirmó la mujer—. Mi
hijo tiene mis gestos, mis muecas, mis actitudes, mis palabras, mis
ademanes y preferencias. Mi niño precioso tiene mis ojos, mi cabello, mi
color de piel e incluso varios de mis malditos lunares. Incluyendo este de
aquí, que lo descubrí cuando tenía siete años y lo bañaba yo misma,
porque bajo mis brazos siempre se sintió protegido de toda la calamidad
que le arrastraba y nunca le ha gustado que nadie más lo sobreproteja
como yo.4

"H-hazlo tu, ella no..."

Taehyung justo ahí pensó "si usted tan solo supiera" mientras la
escuchaba atento.11

—Cuando vi las fotos de Jungkook supuestamente muerto, supe que era


él —continuó Saeji—. Y cuando vi que Jaeban iba a buscar el dizque
cadáver de mi hijo, no dudé en seguirlo. Sin embargo, él me puso tres
escoltas para que no me dejaran salir de casa porque era peligroso, lo
cual no funcionó.

—¿No funcionó, señora Jeon? —preguntó un tipo que se llamaba


Jihyun—. ¿Eso por qué?

Saeji lo miró fuertemente.

—Porque les volé la tapa de los sesos con una glock en la puerta de mi
maldita puta casa.19

Los contrarios voltearon a ver a Jaeban y este simplemente corroboró.


—No me quisieron dejar salir, así que fui hasta el cuarto de mi hijo y
saqué de una de las gavetas de su clóset un juego de armas que su
padre le regaló cuando cumplió doce años —una sonrisa sarcástica brotó
de ella—. Porque claro, regalarle armas y llevarlo con prostitutas para
que pierda la virginidad teniendo solo doce años es algo que los
amorosos padres hacen —Jaeban se mantuvo serio, pero los demás se
notaron incómodos—. Siguiendo; tomé dos de ellas para decirles a esos
gorilas que se quitaran —la madre se cruzó de brazos y miró atenta a
todos alrededor—. Me creyeron la típica mamá loca buscando a su hijo,
pero ni por el carajo pensaron que ese hijo le enseñó a su mamá a usar
un arma porque un hombre la tocó mientras estaba sola. Les dije que se
quitaran, pensaron que no dispararía y al final en mi casa cambiaron las
alfombras y volvieron a pintar las paredes llenas de su maldita sucia
sangre.7

Ah, su pequeño Jeon era una cajita de sorpresas. Sin duda, Jungkook
era niño de mamá.3

—Cuando llegué al lugar, tampoco me querían dejar entrar, sobretodo


porque tenía parte de la camisa, brazos y piernas llenas de sangre —
apuntó Saeji—. Pero cuando saqué la pistola y les dije quién coño era, se
quitaron. Llegué hasta Jaeban y frente a él había una bolsa putrefacta,
llena de gusanos, sangre coagulada, alguna seguía fresca y otra ya se
veía marrón. Según, era ese el cuerpo de mi hijo. Yo pedí si rectificaron y
ellos me dijeron que tenía las mismas marcas de las fotos.

En ese momento, la mujer vio hacia arriba y sorbió por la nariz, pero
ninguna lágrima salió de sus ojos. La hija de puta era más fuerte de lo
que aparentaba.
—Fueron unos diez minutos en los que lloré, grité, maldije, me tiré contra
el suelo, peleé y me volví loca —retomó la mujer—. Pero vi en un
momento cuando la cabeza fue sacada y metida dentro de una caja de
madera. Antes de que hicieran eso, corrí al sitio y sin importarme una
mierda, metí la mano entera y jalé la cabeza de la caja. Cuando salió,
chorreó un montón de sangre y gusanos —los hombres la veían con una
mirada de asco—. Venga, unos insignificantes gusanos no son ni la
mitad de asquerosos que ustedes aquí —les dijo a los asesinos—.
Entonces, lo primero que hice al tener esa cabeza entre mis manos, fue
ver su rostro. Ese rostro era casi idéntico al rostro que había en las fotos
del teléfono de Shin, pero no se parecían en nada a mi Jungkook. Tenía
las mismas marcas, incluso peores con más cortes, pero tan pronto como
busqué el lunar para cerciorarme de si ese era mi hijo, descubrí que no lo
tenía. Ese no era Jungkook.25

Silencio.

El silencio que inundó la oficina del jefe de Kyong, pudo interpretarse


como sereno, lúgubre y probablemente todos ahí tenían cientos de
preguntas en su cabeza.

Sin embargo, el que yacía con la mandíbula apretada, los puños tan
cerrados que los nudillos estaban casi blancos e ideándose cientos de
cosas para salir del principio de un caos, era Taehyung.

Así que, según la maldita puta de Saeji, su Jungkook no estaba muerto.


Era verdad, pero debía convencer a todos de que aquello era incorrecto y
que su hijo estaba muerto. Fuera cual fuera la razón, tenía que acabar
con Jeon Jungkook ante los ojos de sus padres. Eso, sin tocar al
verdadero Jeon Jungkook.1
La cosa era ¿cómo mataba a Jungkook, pero lo dejaba vivo para él?

—Así que su hijo, según su madre, no está muerto —apuntó un hombre


apodado Jang.

—Tengo dos hipótesis —siguió Saeji—. O a mi hijo lo mataron hace


mucho tiempo y ese cadáver fue para hacerlo pasar por reciente —tragó
duro y se colocó las manos al frente entrelazadas—. O Jungkook está
vivo y alguien lo tiene por otros intereses que no son dinero o venganza.
Por otro motivo, ¿por qué pondrían un cadáver que no es de él?15

Maldita perra.

Taehyung debía pensar rápido, porque la maldita madre de Jungkook


tenía razón en una de las dos cosas que dijo y él era el único culpable de
aquella atrocidad.

Después de todo; algo se le pasó por alto. Jungkook no era para su


padre algo más que un heredero de su imperio, pero para su madre era
todo. Y aunque el sentimiento que él tenía por Jungkook no era como el
de Saeji, sí sabía que ella, al igual que sí mismo, estaba dispuesta a
enfrentarse a cientos de cosas y poner su vida en riesgo con tal de
tenerlo consigo.4

Pero aún quedaba un arma a su favor; él tenía a Jungkook.

—¿A qué se refiere usted con dinero o venganza, señora Jeon? —pidió
saber Kim.

La mujer lo observó, y para sus adentros, él se sintió tan victorioso de


que la mujer tenía en frente a quien probablemente más odiaba en el
mundo, mientras ni lo imaginaba.
—Jungkook fue secuestrado un par de semanas después de la muerte
de Bang Chanyeol, un hombre que estaba haciéndose pasar por
comprador y era parte de un complot contra Kyong —bien, Kim eso lo
sabía de primera plana—. Jaeban pensó que ese complot fue la razón de
que Jungkook fuera secuestrado, más no fue así.

¿Cómo qué no, si fue exactamente por eso?

Oh, joder. Esto se estaba poniendo mejor.11

—¿Entonces por qué fue? —Jihyun volvió a interpelar.

—La familia Bang nada tiene que ver con esto, así que no es por
venganza debido a Bang Chanyeol —Bingo por décima vez en la noche,
pensó Kim al escuchar a Jaeban—. Porque quienes tenían a Jungkook
pidieron un pago por el rescate, pago que mandé a dar con un hombre,
más los que tenían a mi hijo fueron más astutos y mataron al tipo, se
quedaron con dicho pago y también con él.

Bien, Kim llevaba la delantera al haber usado eso como despiste para
que no se comunicaran con Sihyuk, y en dado caso que lo hubieran
hecho, él habría negado todo porque no le convenía que saliera a la luz
pública que había contratado a mafiosos. A menos, que lo hayan
amenazado de muerte y a Jaeban no le convenía matar a un gobernador
porque se armaría un enorme problema.

Por eso todavía no había acabado él mismo con Sihyuk; pero lo haría.

—Y no se sabe qué hicieron verdaderamente con él —terminó por hablar


Saeji—. Así que, sí secuestraron a Jungkook por saber que su familia
tenía dinero, pero la incógnita es, ¿qué hicieron realmente con mi hijo?
Taehyung tenía miles de ganas de pararse de ahí, beberse un trago de
whisky, sacar su teléfono, llamar a Jungkook y decirle alguna estupidez
como "Hola, mi amor, ¿qué opinas de todo el desastre que he armado
por tenerte? Deberías recompensármelo con besos y dejando que te folle
contra todos los rincones de la maldita habitación donde te tengo", para
que Kook respondiera su habitual "Estás loco, hijo de puta".29

Aunque no, eso le garantizaría un tiro en la sien como mínimo.

—Entonces es por eso que todos ustedes están aquí —continuó


Jaeban—. A todos ustedes los he visto en su trabajo y sé que son
verdaderas escorias matando a diestra y siniestra. Desde el mayor de
ustedes —apuntó con la quijada a un hombre que pisaba los cincuenta—
. Hasta el menor —miró a Taehyung—. Desde Dogum hasta Yoxang, y
de Kyong a XeoXong. Todas las organizaciones serán revisadas de pies
a cabeza en busca de mi hijo y si se encuentran los culpables no
amenazaré a nadie, sino que mataré a todos aquellos que le hayan
ayudado. Ya sea por poder, o por otra razón en mi contra o en contra de
Kyong.

Kim Taehyung abrió los ojos de par en par mirando hasta el suelo. No,
no, no.22

—¿Qué? —vociferó uno de ellos.

—¡Señor Jaeban! —objetó otro.

—¿¡Cómo se le ocurre?! —opinó un tercero.

Y así, varias voces empezaron a hacerse sentir dentro de la oficina,


hombres mirando al capo, diciéndole que eso era un abuso, que no tenía
por qué entrar a sus organizaciones, que ellos no tenían nada que ver
con la desaparición o presunta muerte del niño Jeon. Mientras el bullicio
ocurría y Taehyung escuchaba a Jaeban decir un par de excusas para
sonar político ante los dimes y diretes, por su mente pasaron demasiadas
ideas que en verdad debía analizar detalladamente si no quería cometer
errores.

Los Jeon creían que su hijo estaba vivo, y por lo tanto registrarían todo,
las demás organizaciones no sabían que Taehyung lo tenía, solo
personal de XeoXong que trabajaba con él según lo que Yideku le dijo,
además de una que otra persona verdaderamente insignificante. ¿Cómo
podría salir de esta? Porque si llegaban a mandar a alguien y descubría
aquello, por más poder e influencia que Taehyung tuviese, estaban
hablando de XeoXong contra Kyong. Y aunque en un principio no tenía
una mísera cantidad de miedo al llegar al lugar, ahora que sabía que
Saeji era una maldita temeraria, inteligente y astuta, no le quedaba más
remedio que actuar a favor de Kyong para así asegurar estar actuando a
favor de sí mismo.

Nadie le iba a quitar a su pequeño Jeon.

—Pues a mi me parece bien —soltó el verdugo.18

El resto de sicarios no dieron crédito a escuchar eso, mas uno de ellos se


giró con cara desencajada.

—¿Te parece bien que la organización de Kyong se meta en las


nuestras?

Risa, primeramente.

—Bueno, tanto como suyas... no lo creo, Yeonkang —le dijo V al otro


tipo—. Que yo sepa, la mayoría de ustedes aquí no son dueños de nada.
Todos trabajan para alguien y obedecen órdenes de superiores —con
una siniestra sonrisa de superioridad, alzó la cara y le miró de frente—.
El único que se puede decir que es más que un banal asesino a sueldo,
soy yo, que poseo grandes acciones en la segunda mafia más importante
del país —se jactó—. Si a mi, que soy uno de los cuatro dueños de
XeoXong, no me importaría que indaguen y les pregunten a todos, ¿por
qué a alguno de ustedes sí? —cínico, manipulador e hipócrita; estaba
pisando su terreno más familiar—. El que nada debe, nada teme. ¿O es
que alguno de ustedes tiene miedo de lo que puedan encontrar?21

Las armas que se usan con doble filo, pueden cortar en todas las
direcciones; a menos, claro, que las agarres por encima.

Los sicarios se quedaron viendo entre ellos y todos luego vieron al jefe
de Kyong con miradas de ligero miedo o preocupación.

—Señor Jaeban —le llamó Taehyung—, yo imagino que a quien usted


mandará será de extrema confianza. ¿No es así?

Jaeban asintió.

—Yo mismo iré por un lado y mandaré a Shin por otro, V.2

No había vuelta atrás a lo que Taehyung iba a hacer hoy.

—Bueno, por mi parte estoy totalmente de acuerdo en que el señor Shin


registre e indague cuanto quiera —afirmó Kim—. En XeoXong, no
tenemos absolutamente nada de qué preocuparnos.

Los murmullos no tardaron en aparecer y tras un rato, Jeon se acomodó


la corbata de su traje y le pidió a Taeyang que saliera de ahí, llevándose
a su mujer.

—Mañana me dirigiré a Dogum y hablaré con los dos dueños de esa


organización —el mafioso señaló a unos integrantes de dicha mafia—.
Sé que Kyong está por su lado y las demás por el suyo, pero deben
entender que esto va más allá de cualquier otra situación. Este es mi
negocio, el legado de los Jeon y el futuro de mi hijo, si es que sigue con
vida en alguna parte.

Kim Taehyung jamás permitiría esa barbaridad.30

Los hombres de Kyong se levantaron cada uno de sus asientos y, tras un


fuerte apretón de manos, comenzaron a salir en fila por la gran puerta de
la oficina. Cuando Taehyung se levantó de su asiento y giró la vista, pudo
observar a Namjoon casi que temblando mientras sudaba frío. Mark, por
otro lado, mantenía una expresión de horror muy bien disimulada.2

Pero, el verdadero horror era lo que Kim estaba dispuesto a hacer en el


momento en que conectó sus ojos con los de Shin Taogum, tan pronto
como Jaeban salió de la oficina con sus escoltas.

—Señor Shin —llamó al testaferro—. ¿Puedo hablar con usted? —el


aludido se metió las manos en sus bolsillos y asintió rápidamente—. En
su oficina, solo usted y yo —explicó al ver al resto de hombres en la sala.

—Por supuesto, V.

Namjoon y Mark se vieron entre ellos y Taehyung les dio una mirada que
captaron inmediatamente, saliendo de ahí con caras preocupadas. El
sicario pasó por el borde de su puesto, agarrando el vaso de whisky
carísimo y tras atravesar una puerta, quedó en otra oficina; la de Shin.

—Cuéntame, V —comentó Shin, totalmente tranquilo—. ¿Qué pasó?

—Primero que nada, ¿tiene prisa?

Taogum se cruzó de brazos, no respondió con palabras más sí negó con


su cabeza lentamente.
—Bueno, siéntese, señor Taogum —apuntó a una silla—. Tengo
algo muy importante que contarle.

La vida de Taehyung podía estar pendiendo de un frágil y delgado hilo


justo ahora. No obstante, siempre se había caracterizado porque todas
sus decisiones lo llevaban a algo mejor, a un destino con el que se
conformaba. Así que, en definitiva, contar un secreto tan grande, esta
vez no sería la excepción.8

Tomó una fuerte aspiración y vio a Taogum sentarse.

—Señor Shin, que horrible situación está pasando Kyong justo ahora,
¿no es así?

—Es terrible, V —adjuntó el hombre—. Jaeban se aleja un par de meses


de Corea y los Jeon pierden al menor de sus hijos, sabotean la cordura
de la familia, la mamá del niño se vuelve sociópata asesina y de paso
crean una patraña.

Todo por su Jungkook.

—¿Usted cree que el niño esté vivo?

—No lo sé, hace unas semanas hubiese jurado que estaba muerto y
descuartizado —apuntó—. Pero justo ahora, según lo que dijo su madre,
él podría estarlo.

Entre pensar, analizar, detallar y prestar atención a todos los puntos a su


alrededor, al lugar donde se encontraba y sobretodo a las cosas que
podrían pasar si daba un solo paso en falso, adentrándose a una tumba
sin salida donde podía terminar enterrado vivo; Taehyung no tuvo que
titubear demasiado. De igual manera, no sería el único que podría salir
perjudicado.
"T-tae... n-no me beses ahí..."3

"Taehyung... ¿puedes dormir aquí?"

"¡Hijo de puta!"

"Sirves para matar, Taehyungie... pero no sirves para matarme"8

"Te odio, maldito V..."3

"Te quiero, Jungkook..."

"Eres mío hasta la muerte..."14

La adrenalina la sentía recorriendo su torrente sanguíneo sin necesidad


de un chute, el corazón acelerado como un lince persiguiendo a su
presa, los puños apretados de la ligera incertidumbre que se adueñaba
de su entero ser y la mandíbula sintiéndola dura por reprimirse las ganas
de echarse a reír como un demente ahí mismo.

Todo por su pequeño Jeon.

Con una maliciosa y satisfactoria sonrisa en la cara, se acercó hasta


Shin, quedando a centímetros de su rostro.

—Mi Jungkookie está vivo, señor Shin —confesó el sicario—. Y quien lo


tiene soy yo.98

La mirada del hombre de inmediato se tornó en algo escandaloso,


alzando una ceja y entreabriendo la boca.

No había retorno.

—¿Q-qué? —titubeó, parándose de pronto—. ¿Qué carajo estás-...?

—Le estoy diciendo que el niño por el que Jeon Jaeban ha hecho este
escándalo, está conmigo, señor Shin —volvió a informar—. Jeon
Jungkook, dieciséis años recién cumplidos, desaparecido en marzo de
este año y presuntamente muerto, todo este tiempo lo he tenido yo.7

Shin pareció por una milésima de segundo perder todo el aire de su


cuerpo. Su pecho no se movía, sus ojos no parpadeaban, no comprendía
exactamente qué estaba escuchando, y a su vez lo sabía todo.

La mirada del sicario era seria, burlona cuando se juntaba con aquella
malevolente sonrisa impecable y que se cerró justo cuando Shin se
inclinó hacia adelante y frotó su rostro entre sus manos.

—¿E-estás hablando en s-serio? —tembló.

—¿Me conoce como un hombre mentiroso, señor Shin?7

El testaferro negó con la boca abierta.

—Ahí está la respuesta, señor —atacó—. ¿Para qué le diría yo una


mentira así de grande? —se cruzó de brazos y lo miró recto—. Jeon
Jungkook está vivo, tal cual como lo vio en esas fotos que le mandé a su
propio teléfono desde uno distinto al mío, escribiéndole que le dijera a
Jeon que tenía que hacer otro, con todas esas marcas que había en su
cara y todo aquello que tenía repartido por el cuerpo. Le tomé esa foto
una noche hace más de un mes donde el mocoso me hizo molestar por
decir tremenda estupidez.

"Te jode por dentro estar enfermamente enamorado de mi..."

Shin seguía atónito, pero confiaba en sus palabras porque el sicario dijo
cosas que nadie más dijo.

—¿C-cuánto quieres, V?19


La sonrisa del verdugo —de por sí macabra—, se volvió una sonrisa más
grande y llena de chiste, como si Taogum acabara de decir la peor
mierda de todas las mierdas habidas y por haber.

—Señor Shin, ¿cree que a ese niño lo tengo por motivos económicos?
Th, th, th, th, th —chistó, negando al frente con un dedo—. No,
sinceramente ya no es por eso. Quiero a Jungkook.

"Tu no me quieres..."

—¿Cómo que lo "quieres"? ¿Cómo que ya no es por eso? —el testaferro


se inclinó adelante y le señaló—. ¡¿Pero qué hiciste, V?!6

Otro trago fue dado por el sicario, y sin ningún titubeo lo bebió entero y
de la parte de adelante de su pantalón —entre el vientre y el cinturón—,
sacó una glock más pequeña que su habitual Beretta.

Shin se quedó estático cuando lo apuntó.

—Primero que nada, ponga el maldito culo en esa puta silla y no se


mueva hasta que yo me vaya de esta pocilga —demandó—. Segundo,
cállese la maldita boca mientras yo hable, porque si me llega a
interrumpir, le juro que le vuelo el cuello con esta mierda. Último; no crea
que, porque estoy en Kyong, no soy capaz de meterle un tiro. Créame,
Shin, justo ahora la demencia es la que me está dominando, y un hombre
demente es capaz de muchas cosas para conseguir su cometido. Así
que hágalo fácil y no me vuelva loco ahora.

Taogum asintió lento y el sicario sacó el seguro del arma mientras lo


apuntaba.

—En respuesta a su pregunta, señor Shin; si, yo quiero a Jungkook. No


me pregunte cómo lo quiero, porque imagino que, conociéndome por
encima, ya debe hacerse una idea —la mirada de Taogum seguía igual,
así que el captor continuó—. Y a lo otro; no, ya no quiero a Jungkook por
dinero. El dinero ya me vale una mierda, la cuenta bancaria de Bill Gates,
Steve Jobs y cualquier multimillonario podrían ofrecérmela a cambio de
él y sin problema voy a decir que no la quiero.2

Taehyung apartó el arma y la colocó con el cañón hacia abajo.

—Se preguntará también por qué ocurrió todo esto. Ciertamente se lo


voy a resumir, porque en realidad no le interesa esa mierda —tomó una
silla, la volteó y se sentó de piernas abiertas con el pecho pegado al
espaldar de la misma y apuntando nuevamente a Shin—. Bang
Chanyeol, Byun Baekhyun, Bang Sihyuk y Jeon Jaeban, ¿recuerda lo
que le contó Park Jimin cuando habló con usted hace unos meses?
Sobre que Chanyeol y Byun mantenían una relación y trataban de
rescatar una mercancía, pero que yo me di cuenta que Byun era policía y
llevaba años metido en Kyong —el hombre asintió—. Pues hubo una
cosa que Park Jimin no le dijo, porque por obvios motivos no podía.
¿Quiere saber qué fue?

Taogum corroboró aquello.

—Yo fui contratado por el gobernador para matar a Jeon Jaeban —


expresó—. Pero Jaeban se fue a Taipéi y terminamos dando con el niño.
Al gobernador no le interesa decir que me contrató. No le conviene que
se divulgue que contrató mafiosos, por lo tanto, siempre va a negarlo, y
ninguna organización mataría al gobierno, porque muchos gobiernos se
meten con mafias y cuando termine el periodo gubernamental de Sihyuk,
dentro de tres años, el próximo que se lanzará a gobernador es Kim
Yongseo y se sabe que él estuvo a punto de ir a la cárcel por supuesta
venta de drogas, cargos de los que asombrosamente salió "inocente" —
hizo comillas—. Por tal motivo el pueblo confía en Sihyuk, por ser
"transparente". ¿Qué pasa si sale a la luz que contrató sicarios? Perdería
los votos en las próximas elecciones y ganaría Yongseo. ¿Qué pasaría si
Yongseo gana? Inmediatamente crecerían las acciones de Kyong,
XeoXong y las demás organizaciones ilegales en el país, debido a que
Yongseo estaba ligado a éstas y no las ha dejado, solo hizo como que sí.
A Kyong no le interesa quedar mal con un gobierno y al gobierno no le
interesa que se sepa —la sonrisa con la que Taehyung hablaba y la
malicia de su voz, calaba desde las hebras hasta la punta de los pies al
testaferro—. Todo es un juego de ajedrez, donde a veces necesitas
perder piezas importantes para ganar con las débiles, porque no siempre
las piezas fuertes te asegurarán la victoria.6

El mayor estaba sudando frío con las manos fuertemente agarrando la


silla.

—Se supone que Sihyuk quería pagarme para matar a Jaeban, pero
luego quiso que fuera Jungkook, debido a que su padre se fue. Aún así,
no me pagó el día que se supone debía, y se unió a Byun para
deshacerse de mí, pero Byun no sabía que yo ya estaba consciente de
quién era —le explicó al mayor—. Cuando mate a Baekhyun y a Sihyuk,
no lo haré porque no me pagaron por la cabeza de Jungkook, lo haré
porque creyó que podía contra mi, porque quiso verme la cara de idiota y
porque ese día también quería matar a mi Jungkook.5

"Mi Jungkook" eso a Taogum no le gustaba.12

—Ahora, pregunté lo que le de la maldita puta gana, señor Shin —


permitió—. Soy todo oídos.

—¿P-por qué ellos matarían al niño?


La risa del psicópata era tan pulcra que Shin sintió terror.

—¿Quién es el único hijo varón de Jaeban? ¿Quién es el futuro heredero


de todo esto? —Taogum vio al suelo en un momento, y captó el nombre
de Jungkook sin necesidad de contestar—. ¿Ve? Iban a matar a
Jungkook, aprovechando que yo lo tenía. Joder, mataban dos pájaros de
un tiro. Al heredero de Kyong, por el que se armaría un disturbio, y al
accionista más joven y sicario principal de XeoXong; yo.

Todo encajaba, cada una de las cosas eran un rompecabezas cuyas


piezas se juntaban unas con otras hasta quedar tal con cual.

—V... ¿por qué tienes al niño todavía? —pidió saber—. ¿Tu no... tu no
pensarás en...?

—¿Matarlo? —Shin asintió lento—. En un principio, eso quería, se lo


juro. Bueno, aún quiero matarlo, ¿sabe? —alzó una ceja y quedó viendo
al hombre—. Todos los días desde que lo tengo me digo; ¿por qué aún
no le sacas los órganos a Jungkook y los disecas para usarlos de
decoración en tu casa? ¿O por qué no lo descuartizas y te lo comes con
Goyong? —la estruendosa y maniática carcajada, inundó terriblemente el
sitio y Taogum abrió sus orbes anonadado—. JAJAJAJA, ¡Se lo juro,
Shin! Le he hecho un montón de atrocidades a Jungkookie, pero las más
perversas que pasan por mi mente, no son ni remotamente parecidas a
las que ha vivido en todo este tiempo —su sonrisa se ensanchó y luego
de eso calmó las carcajadas—. Me pregunto... por qué no acabo con él
como he acabado con los cientos de personas que me he follado, para
después desgarrarles todo el asqueroso cuerpo lleno de mi semen y su
sangre —aunque eran cosas de las que Taogum sospechaba, era
horrible corroborarlas—. Pero luego cuando me besa con su puta boquita
dulce, cuando corresponde los abrazos que le doy, cuando beso su
cuello y jadea, cuando lo toco y comienza a temblar, cuando lo follo y
grita mi nombre completo una y otra vez y cuando lo vuelvo tan débil
haciéndole cosas malas hasta que no tiene más lágrimas para llorar; lo
entiendo, Shin.19

—¿E-entiendes... que ent-...?

Taehyung tiró el vaso de whisky contra el suelo y el arma se escuchó


como chasqueó cuando fue apuntado Shin de nuevo.

Risas asquerosas y maniáticas.

—V...

—¡MALDITA SEA, SHIN! ¡LO ADMITO! ¡LO ADMITO CON TODAS LAS
FUERZAS DE MI MALDITA ALMA, SEÑOR SHIN! —gritó con la mayor
de las fuerzas, mientras tiraba todas las cosas de un mesón hacia el
suelo y reía hasta que sus labios quedaban llenos de saliva—. ¡SOY UN
SÁDICO SICARIO Y UN MALDITO ENFERMO MENTAL QUE SE
ENAMORÓ ASQUEROSAMENTE DE JEON JUNGKOOK! ¡LO
ADMITO!89

Kim Taehyung estaba jodidamente destrozado.

Sus orbes parecían tan llameantes que Shin no entendía de dónde podía
sacar tantas atrocidades.

—Así que... tu tienes al niño, t-tienes al niño para... —ni siquiera era
capaz de encontrar las palabras—. ¡ES UN NIÑO! ¡ES UN MENOR DE
EDAD!15

—¿Y A MI QUÉ? —objetó, su pecho subiendo y bajando rudamente. Al


rato, calmó su semblante—. ¿Cree que me gusta Jungkook y lo quiero
solo porque es un menor de edad? ¡No, la verdad es que no!
—Los padres de ese niño están locos buscándolo —señaló Taogum
hasta la puerta—. ¿Cómo se te ocurre ...?

—¡NO HABLE MIERDA, SHIN! Como le dije al viejo Jeon en su


asquerosa puta cara; él no está buscando a su hijo, él está buscando a
su heredero —Taehyung se levantó de su asiento y se cruzó de brazos—
. A él nunca le ha importado Jungkook, le ha importado el producto que
puede hacer de él y los pasos que pueda darle para que siga como un
robot. Pero claramente, mi bebé le prestó más atención a la crianza de
su mamá que a la del cabrón de su papá. No me sorprende ahora que
sea como es, después de la cantidad de experiencias traumáticas a las
que ha sido expuesto desde pequeño.

—¡Tu no tienes moral para hablar de experiencias traumáticas, menos


siendo el que tiene a ese niño!8

Los puños de Kim impactaron contra la mesa de un lado.

—¡No estamos hablando de mi! —refutó—. ¡Estamos hablando de que


usted se va a quedar callado la maldita boca y le va a decir a Jeon que
investigó todo XeoXong y no hay nada! ¡Punto y fin, joder!3

Dentro de aquella oficina se pudo escuchar claramente a Shin pasar


saliva con nerviosismo al volver a ser apuntado.

—¿P-por qué razón le mentiría a Jeon? Yo le puedo decir que tienes a su


hijo y segurament-

—Seguramente yo mate a toda su puta maldita familia muy lenta,


tortuosa y sádicamente mientras me los follo a todos —dio a saber—. Y
no se le ocurra tomarlo como una amenaza, tiene que tomarlo como un
maldito aviso para que no se caiga de la cuerda floja en la que está justo
ahora, maldito cabrón hijo de la grandísima puta.6
—¿C-cuerda floja?

El sicario se mantuvo asintiendo reiteradas y lentas veces.

—¿Quién fue el que hace más de cinco años me presentó con Jaeban?
¿Quién fue el que le insistió a Jaeban en que yo entrara a Kyong, más yo
no quise? ¿Quién fue el que hace poco le informó a Jeon sobre gente
metida en Kyong y que yo fui quien se lo hizo saber por ser un tipo
"extremadamente analítico y competente"? —Taehyung supo que llevaba
la delantera cuando Taogum se llevó la mano a la frente y comenzó a
negar—. Exacto, usted. ¿Qué cree que piense Jeon si se entera que
quien tiene a su hijo es el sicario del que usted ha hablado tan bien? ¡Lo
mata, Shin! ¡Lo mata hasta dejarlo hecho mierda! Después me mataría a
mi, claro está... pero tan pronto como le diga, capaz le mete cinco tiros
en medio de la frente.14

Algo tenía V, no era un estúpido y cuando alguien lo ponía contra la


espada y la pared —contadas y míseras veces—, siempre hallaba la
manera de hacer que la espada no lo atravesara, sino que se doblara.4

Hijo de puta.

—V...

—¿Usted cree que es tan fácil ir y contarle todo a Jeon, señor Shin? —
metió las manos en sus bolsillos, dejando el arma sobre la silla—. Yo no
lo creo, sobretodo porque sabe que a quien usted contrata desde hace
años para matar, es a mi. De quien primero sospecharía; es de usted,
señor Shin. Todo por querer tener el poder que Jeon Jaeban tiene.
Después de todo, es del heredero de Kyong de quien estamos hablando.

Lo peor de todo eso, era que el asesino se condecoraba con toda la


razón. Ni por el puto infierno, Shin Taogum podría ahora decirle
semejante cosa a Jeon Jaeban, sabiendo que le dio un sermón enorme y
hasta repartió gritos cuando se enteró de Byun y su gente metida en
Kyong —que hasta ahora no sabía quiénes eran—, pero de eso se
encargaría Kim después.1

Tras un respiro hondo y los puños apretados, Taogum tragó y miró a Kim
de frente.

—Yo podré mantenerme callado y no decir absolutamente nada de las


barbaridades que has estado cometiendo, mientras a Jeon y a mi nos
viste la cara de estúpidos, V —bramó el testaferro con una calma que
escondía nervios—. ¿Pero estás seguro de que todo lo que planeas
ahora, te asegurará la victoria después? ¿Crees que te saldrás con la
tuya por completo, arriesgándolo todo por un chico que tarde o temprano
se sabrá que tienes bajo tu posesión?

El sicario tenía los ojos brillando.

—No se preocupe por eso, señor Shin —replicó, guardando la glock en


su cadera—. Usted simplemente asegúrese que nadie sospeche de
XeoXong y yo me aseguraré de que ni usted ni su familia, tengan los días
contados en Kyong y en la misma tierra donde viven. ¿Me copia? —se
inclinó hacia adelante, advirtiendo—. Usted puede conocer a V todo lo
que quiera, pero a Kim Taehyung no lo ha conocido jamás, y tampoco le
conviene hacerlo, señor Shin. Así que déjeme en paz con Jungkook,
porque solo por él soy muy capaz de cometer las peores barbaridades en
la faz de esta puta tierra.

Sin dar tiempo para titubeos, reproches, molestias o gritos. Kim tomó el
cuello del su traje y lo jaló hacia arriba, parando al tipo de golpe y
mirándolo desde arriba con superioridad, rencor y demasiada violencia.
—¿Comprendiste el mensaje bien, maldito cagón asqueroso del carajo?4

El aludido, con un miedo extraño, asintió. Y Taehyung de una sola vez le


soltó, acomodándole hipócritamente el traje, dándole dos fuertes
palmadas en la cara y volteándose hacia la puerta.

—V...

—¿Qué? —miró al tipo por última vez.

—¿E-estás seguro que no estás haciendo algo de lo que te puedas


arrepentir después?

Con una sonrisa, el sicario tomó el pomo de la puerta y teniendo medio


cuerpo afuera, le sonrió impecablemente a Taogum.

—Para mi solo vale el ahora, Shin. "Después"... después no sabemos


qué va a pasar.11

Esa noche, al llegar al edificio, encontró a Jungkook acurrucado con un


montón de sábanas encima y la camisa negra de Taehyung que ya se
había adueñado. El sicario se duchó, dejó el maldito traje fastidioso en
una cesta y se colocó un bóxer y pantalón de dormir. Se recostó al lado
de Jungkook, quitándole el montón de sábanas y abrazándolo por detrás
hasta tener medio cuerpo encima de él de manera posesiva y hundir la
cabeza en su cuello para repartirle besos mientras Morfeo cometía el
abuso de alejarlo de él por unas horas.10
Y no se sorprendió cuando su niñito se giró hasta acurrucarse contra las
sabanas y su cuerpo, dejando la frente pegada a las clavículas desnudas
de Taehyung y relajando el cuerpo al sentir las grandes manos aguantar
su cabeza y espalda baja como si alguien estuviese acechando lo más
preciado que había en algún momento tenido y que defendería con uso
de las peores armas y si las destruían sus propias manos quedarían
llenas de una intensa sangre.6

Sin preocupaciones, cayó dormido como si no acaba de salir de la boca


del lobo lleno de aruños que todavía no empezaban a sangrar. Pero, de
todos modos, a Kim Taehyung nunca le habían salido mal los planes.

Esta no sería la excepción.51

[¿Sueños? Los sueños son aquello que más anhelamos para ser felices
o sentirnos realizados. Aunque a veces, es lo que creemos estar
viviendo, porque nos parece destellante, pero resulta que bajo ojos
cuerdos es la peor de las pesadillas.]2

—V de Verdugo.25
XXXIII: Get away, comer closer.

Se supone que bajo ninguna circunstancia tenía que haber pasado esto,
pero finalmente llegó el momento en el que Taehyung desconfía de su
propia sangre; su primo-hermano y una de las tres personas en el mundo
que nunca se vio haciéndole daño; a Namjoon.58

Kim Namjoon siempre lo había cuidado como su hermano mayor, pero


era un idiota que lo adoraba. El verdugo lo sabía y hasta cierto punto de
verdad lo detesta por eso mismo. Namjoon tenía diecinueve años y
estudiaba en una universidad pública nada menos que derecho, e iba por
el segundo semestre, tenía una beca por excelentes calificaciones y
comportamiento impecable. Siempre se destacó por ser inteligente y
sabio, entonces aquello le aseguró la dicha en un futuro cuando apenas
rozaba los veinte.7

¿Pero qué hizo el muy estúpido? Dejó toda esa mierda de libros, notas y
tareas para meterse en un mundo de sangre, armas y muerte, con un
cabrón tres años menor que él, con unas muy mínimas mechas amarillas
y una "V" hecha con la máquina de afeitar en la parte de atrás de la
cabeza. Dejó de asegurarse un futuro, teniendo padres en la cárcel, una
tía asesinada junto a su primo-hermano y otro primo-hermano metido en
una mafia con solo dieciséis años, para arrastrarse con él valiéndole
mucha mierda lo demás, valiéndole mierda su vida y su futuro como
buena persona.14

¿Lo hizo porque quería poder? No. ¿Lo hizo por necesidad? No. ¿Lo
hizo porque le gustaba la violencia? No. Lo hizo por no dejarlo solo hace
diez años, porque creía que Taehyung andaba en ese mundo porque le
obligaron, porque estaba seguro de que su hermano menor era buena
persona y podía "restaurarse". Porque no quería dejarlo solo debido a
que tenía tres años sin verlo. Diez años después, Taehyung tiene casi
veintisiete años, Namjoon veintinueve y sigue con la misma mierda de
querer seguirle la corriente en todo como si se tratara de un juego de
malandros y policías y no la vida real donde si Kim Taehyung dice "acaba
con la vida de una persona", Namjoon tiene que pegarle dos mil tiros si
es necesario con tal que la mate.6

¿Lo obligó a quedarse? No. ¿Le dijo que necesitaba una mano
derecha? No. ¿Le dijo que estaba en peligro y necesitaba que su
hermano mayor lo cuidara como si fuera su maldita madre, madre que
estaba comida por gusanos desde hacía años atrás? No. Lo hizo porque
le salió del forro del culo, porque Taehyung no era "malo" Taehyung solo
estaba en "el mal camino", según la mente totalmente llena de ese
extraño sentimiento llamado "amor" que se debería tener entre una
familia normal. Jodida mierda, jamás nació normal y no sería normal
nunca.14

Maldito estúpido que tenía por hermano mayor. Aunque, de hecho,


siempre supo que tuvo dos hermanos mayores estúpidos o al menos lo
suficientemente inocentes como para no ver las cosas malas y, si las
veían, buscarle justificaciones. Namjoon se quedó con Taehyung para
cuidarlo. Okay, no era malo y le valía mierda. Pero una cosa era esa, y
otra que se mantuviera constantemente cagando las mierdas porque
tenía algo de buena persona debajo de aquella máscara de ayudante
asesino de "V" como todos en XeoXong conocían, ya que no todos
sabían que eran hermanos.
"Cuatro tiros al suelo, ninguno a mí..." recordó la maldita voz del
guardaespaldas de su cautivo, diciendo palabras que no debía decir.
Porque los muertos no hablan y Taeyang debería estar muerto.17

Nivelando el ligero estrés, se vio el tatuaje de su antebrazo, el perfecto


cuervo negro que tenía un nido de espinas debajo y miraba al horizonte.
El tatuaje fue carísimo y por eso seguía contrastando bien con su piel
tostada. Probablemente, si Jin estuviese vivo, tuvieran un tatuaje los tres
juntos, pero como no estaba ni volvería a estarlo, esa mierda no era
posible. Además, lo tiene precisamente porque Seokjin tenía una cosa
con los pájaros desde que era un niño.
Y de pronto vio al frente, la carretera despejada de noche.

¿Por qué mierda Taehyung tenía un tatuaje en honor a Seokjin? ¿Por


qué carajo "Seokjin" era como Namjoon lo llamaba porque él mismo se lo
pidió? ¿Por qué carajo justo ahora pensaba en lo poco que recordaba de
la cara de Seokjin? Él era un muchacho tierno y tenía el pelo negro como
Taehyung, pero a este se le hacían rulos en las puntas y el de su hyung
era tan liso que cuando Yenjin lo peinaba, solo dejaba que se le secara,
porque no se enredaba. La piel blanquecina de Seokjin era igual a la de
su madre, la de Taehyung era del mismo tono que Namjoon. Sus
hermanos mayores salieron de contextura más gruesa, con los labios
más abultados, las narices menos prominentes, sus actitudes eran más
tranquilas y pacíficas. Cuando Seokjin tenía diez, dormía con un pijama
amarillo claro que le regaló una amiga de Yenjin, Taehyung dormía con
una bata negra de ella, que tenía un orificio en donde se supone
deberían ir los senos, pero él la rompió para que su mamá no la usara
más.15
Y entonces se acordó de la cara de Choi Yenjin; su madre. Por primera
vez en mucho tiempo estaba recordando unos ojos idénticos a los suyos,
con la diferencia de que ella tenía las pestañas más largas. Los ojos de
Taehyung eran el único rasgo físico que tenía igual a su madre, al menos
una ligera mezcla.4

Yenjin era una mujer bellísima, más allá de que él no tenía la especie de
afecto que debería tener un hijo por su madre, a Taehyung le gustaba
abrazarle las piernas cuando ella estaba cocinando. Era una forma
de "marcar territorio" porque otro cabrón con su mismo nombre, a veces
llegaba y la llamaba para dejarla llorando por unas dos horas donde el
menor no comía porque no alcanzaba la cocina y su mamá estaba muy
adolorida para volver a regresar a ella. Sorpresa, cuando el viejo Kim
llegaba a casa y la encontraba cocinando, con Taehyung agarrándole las
piernas, mirándolo con asco y odio, se iba directo a su cuarto y no tocaba
a su mamá. Así que la "sobreprotegía", aunque Yenjin muchas veces le
decía que fuera a jugar, a ver televisión o pintar, pero él constantemente
se mantenía aferrado a ella como si se la fuesen a quitar de un segundo
a otro o le fuesen a hacer daño y la única persona que podía tocarla era
él; porque él salió de ella y era su maldita madre.21

Lo miró.6

"Hijo, mamá tiene que cocinar, suéltame un segundo."

"N-no estoy agarrándote las manos, sigue en lo tuyo..."13

Yenjin sonrió.

"Es verdad, Taehyungie, no estás agarrando mis manos..."


Y siguió picando el cerdo.

—En cierto punto, es bueno que estés muerta, Yenjin —le dijo a la nada,
mirando los anillos. Anillos que en principio no eran propios—. Si
estuvieses viva, yo solamente te daría problema tras problema.
Probablemente sería un criminal de barrio y no lo que ahora soy.
Probablemente me dijeras que me parezco a él y yo te odiaría,
probablemente fuera el peor hijo del mundo y te sintieras mal. Por eso es
bueno que estés muerta, porque no existes y no puedes sentir nada ni
ver nada de lo que soy —sus ojos fueron hasta la esmeralda y el rubí que
ella solía ponerse cuando salía—. Me rogabas que no me dejara
consumir por esta mierda y que no fuera malo. Me pediste llorando que
jamás fuese un asesino. Mientras dormía, me abrazabas y me decías
que me querías, yo escuchaba aunque estuviera más dormido que
despierto, por eso no te decía que te callaras —recordó las veces que
abría la puerta del cuarto, ella entraba, le acariciaba el pelo, ponía la
quijada en su cuello y murmuraba "mamá te quiere" de manera tan
extraña que lo hacía sentir incómodo—. Pero cuando estaba consciente,
odiaba que me lo dijeras. No me gusta que me quieran, y no me gustaba
saber que me querías... m-mamá.39
¿Por qué los peores seres humanos, capaces de alcanzar la inmoralidad
más temible, deben obligatoriamente tener un trasfondo? ¿Por qué no
simplemente pueden tener ese comportamiento y ya, sin que les
recuerde a otra cosa? Fácil, porque la mente humana nace como un
lienzo en blanco, donde nosotros mismos decidimos cómo pintarlo, pero
nuestro alrededor es el que elige los colores. He ahí si usamos los que
tenemos, o decidimos mezclarlos para hacer nuevos. Más, aunque lo
hagamos, siempre recordaremos que originalmente no eran así.1
Podemos nacer sin sentimientos de querer estar vivos, pero no sin sentir
que de verdad lo estamos. Podemos querer morir, pero no querer
acechar contra nuestro calvario. Podemos querer seguir adelante con la
cabeza hecha un infierno, y aun así fracasar en el intento de conseguir la
paz.12

Haber hablado hace unos días de toda la mierda que había vivido, no le
traían buenos recuerdos, sino un asqueroso mal sabor de boca que no
podía dejar pasar. Era como probar un cigarro barato y caducado, o la
pasta asquerosa esa que le daba asco ver a otros escupir y mancharse
de negro.1

El Audi iba a más de cien y eran las ocho de la noche, ruedas con rumbo
a la casa que tenía Jimin en Seúl y donde estaba Namjoon.19

La última vez que lo vio, fue cuatro días atrás donde estaban metidos en
la boca del lobo, en la guarida del león o como coño se le llamase a
permanecer en la mafia más poderosa de Asia, siendo él la razón de
todo eso. Al salir de la oficina donde amenazó a Shin Taogum —y dijo
cosas que en cierto punto no eran ciertas, pero eran una buena arma
para hacer mierda a Shin y darle miedo; cosa que funcionó—,
permaneció viéndolos tranquilamente. Un semblante relajado, una
mirada seria, un porte tranquilo y luego una suave sonrisa fue lo que los
contrarios recibieron.

No dijo nada a Mark, a Seojoon, Hyunsik o Namjoon. Solo fue hasta la


salida, después de que tomaran las armas que dejó con sus escoltas, se
subió al auto, dejó a Choi en el sitio donde estaba —que trató de hablarle
cientos de veces—, luego a su hermano en casa de Jimin y por último se
fue hasta su edificio con sus escoltas.
Durmió tranquilo esa noche, la noche siguiente y la siguiente a esa. Pero
la pasada —ayer—, para nada. Se mantenía pensando en la estupidez
de Namjoon, en las cosas que llevaba años dejando al lado, porque
siempre podía resolverlas. Llegó a la conclusión, de que en verdad
Namjoon a veces hacía mierda que él tenía que estar recalcándole
constantemente que no eran de esa forma. El de brazos tatuados
obviamente no era un criminal porque le gustara. Si por él fuese, de
verdad jamás en la vida sería alguien así, pero su estúpido complejo de
hermano mayor sobreprotector —que Taehyung de verdad detestaba,
porque era ridículo—, era la razón de estar ahí. Llegó también a la
conclusión de que en serio, aunque a cualquier otra persona le hiciera un
mínimo de mal, siempre estaba ahí para él.1

Si, Namjoon por una parte le importaba, debía admitirlo. Pero


últimamente no lo veía más que como un saco de problemas.18

Y lo peor es que de verdad estaba empezando a ver códigos rojos en su


propia sangre, códigos que no veía en él jamás. Como cuando saludó a
su niñito, como cuando lo veía peor que como lo veía Yideku, como
cuando lo miraba a él mismo como un desquiciado enfermo por tratarlo
así —cosa que, sí era, pero le valía—, y ahora con eso último, quedó la
gota para derramar el vaso.

Iba a quitar a Kim Namjoon, su hermano, de su camino.66

La residencia, que quedaba a unas cuantas cuadras del centro, hizo


aparición dentro de su campo visual y rápidamente estacionó el Audi en
un sitio cercano. Jimin vivía en Jeju, pero a veces pasaba tiempo con
Namjoon viniendo a Seúl, cuando no tenía mucho que investigar, cuando
Dogum —la organización criminal residida en Jeju—, lo contrataba, o
cuando alguna cosa de finanzas debía hacer. Apagó el auto, tomó las
llaves y las colocó dentro de su bolsillo delantero izquierdo, procedió a
bajar y tras cerrar la puerta caminó unos metros hasta la entrada del
maldito edificio. La puta entrada tenía un vigilante, un viejo de unos
cincuenta años, además de que tenía varias cámaras alrededor, no tenía
por qué actuar como un desquiciado justo ahora.

Justo ahora.1

—Buenas noches, señor —saludó al mayor—. Vengo a ver a Park Jimin,


piso cuatro, apartamento catorce.1

Lo primero que el señor observa, es una brillante sonrisa en un


muchacho de unos veintitantos años, una gorra negra en su cabello color
rubio, ojos azules, con jeans y camisa de vestir, ambas prendas de
negro.1

—Buenas noches, joven —respondió el otro amablemente—. ¿Podría


darme su nombre, por favor?1

Taehyung se mantuvo sonriendo con un perfil totalmente bajo.

—Kim Seokjin, señor.11

El contrario asintió y luego presionó el comunicador con el apartamento a


donde se dirigía. El sicario tenía sus manos metidas en los bolsillos y
veía a una que otra persona sentada en unos bancos a lo lejos.

—Buenas noches, joven Park —saludó el mayor—. En la entrada le


busca el joven Kim Seokjin, ¿le autorizo que pase?1

Del otro lado de la línea, Jimin se tensó al contestar el comunicador. Miró


a Nam y este lo primero que hizo fue dejar a un lado las cartas de póker
con las que estaban jugando y abrir los ojos rápidamente. Yendo hacia el
balcón, abrió la cortina y al mirar hacia abajo, divisó la figura de
Taehyung solo frente al vigilante. Ninguno de ellos lo vio, por lo alto y
oscuro del piso.

—¿Joven Park? —repitió el señor.

—No q-quiero que esté aquí —ordenó—. D-dígale que se vaya y que no
haga un alboroto si no quiere quedar grabado ante esas cámaras.

Inmediatamente cortó.

Taehyung observó al hombre sobresaltarse un poco. Podría amenazar


para que abriera y después que lo hiciera pegarle cuatro tiros, pero eso
sería un escándalo innecesario. Además, no escuchó lo que el dueño del
apartamento dijo, pero esa cara del viejo tenía preocupación.

—Muchacho, el joven Park dice que no quiere verlo —dio a saber, con
una mueca ahora más seria, detallándolo—. ¿Le dejo algún recado o
prefiere volver mañ-...?2

—Oh, qué cosas tan extrañas hacen las parejas por amor, ¿no cree,
señor? —preguntó al hombre, sacando su propio teléfono y haciendo una
mueca de víctima dolida—. Después de la discusión que tuvimos esta
mañana, mi novio no quiere verme. Soy orgulloso, pero quiero de verdad
arreglar lo nuestro y por eso estoy aquí un martes de noche, pero Jimin-
ssi no quiere verme ni en pintura.35

El hombre relajó la mueca y asintió, entendiendo que el joven del


apartamento catorce y este alegre muchacho, eran una pareja.
Bueno, ¿debería decirle que lo vio entrar más temprano con otro
muchacho y aún no le ha visto salir? Seguramente no, se pondría triste
probablemente. No tenía pinta de ser una mala persona.30
Kim marcó el número de Namjoon y al principio no atendió, pero luego de
dos intentos más; sí.

—Podemos hablar en otro lugar, p-por favor respeta la casa de Jimin —


pidió el mayor—. No hagas un desastre aquí.

—Ábreme la puerta, sabes que necesitamos hablar algo muy importante


—informó con voz grave, y mirando a los lados con naturalidad.

—En otro sitio, por favor —rogó Nam—. Mañana iré al edificio solo y
hablaremos allá lo que quieras hablar, estaré ahí y-

—No, no irás al edificio, vas a abrirme justo ahora y arreglaremos esto


hoy mismo —porfió al otro—. Las cosas se hacen a mi manera, o no se
hacen. Tú lo sabes.11

Antes de escuchar una respuesta, Taehyung oyó un par de forcejeos.

—V, c-como pongas un pie en mi casa, te juro que te mato —amenazó


Jimin, nervioso.23

El "rubio" rió con sarcasmo. Pasó la lengua por el borde de sus labios y
se alejó un poco a la izquierda para que el vigilante de mierda no le
escuchara.

—Vaya, Jimin-ssi —dijo riendo, y queriendo partirle la boca a Park hasta


que se le cayeran los dientes y se atragantara con ellos—. Esas son
amenazas vacías, sabes que mis amigos jamás te dejarían libre si me
tocas con esas pequeñas manitos que te cargas.7

—Lo que tengas que hablar con Namjoon, háblalo en otro sitio —pidió—
. Yo no tengo nada que ver, V. Le diré que salga y así ustedes hablaran
solos sin...-
—Vaya... ¿así le pagas al que dejó un bonito coño por tu culo respingón?
—objetó, refiriéndose a Nam y Hyejin—. Incluso dejó a un mini él para
quedarse contigo, Park Jimin. ¡Qué pedazo de malagradecido!22

Namjoon se puso las manos en la cabeza y cerró fuertemente los ojos,


pasándolas luego por toda su cara.

—Deja de ser tan enfermo y meter a Seungjoon en tu porquería, V —


reclamó con un deje de miedo, su voz lo delataba—. E-eso no es tu
problema.

No, justo ahora no lo era.

—Me estoy cansando, Jimin. Dile al jodido vigilante que abra la puerta.

—N-no.

Otro forcejeo del otro lado de la línea y Kim le arrebató el teléfono a Jimin
en un dos por tres, quedando con su cuerpo encima de él.

—No le pongas ni un dedo encima a Jimin, por favor —rogó al sicario.

—Jimin me importa una mierda —confesó sincero el aludido—. Sabes


que yo no estoy aquí por él.2

Silencio por los primeros diez segundos, luego por los siguientes cinco.
Namjoon colgó el teléfono un momento a sabiendas de que lo dejaría
pasar. Entonces puso el teléfono en la mesa, y con bastante fuerza, tomó
de las muñecas al teñido y lo levantó del sofá.

—¿Q-qué mierda haces, Joonie? —chistó, tan pronto como lo empezó a


arrastrar hacia el pasillo—. ¡Namjoon, suéltame! ¡Esta es mi puta casa!
¡¿Qué crees que haces?!8

—Quédate en el último cuarto —insistió.


—¡¿Cómo que quédate en el último cuarto?! ¡Namjoon!

El tatuado era más alto y mucho más fuerte que Jimin, por eso no le fue
difícil pegarlo contra la pared del último cuarto y abrirla de golpe. Agarró
un manojo de llaves que estaban cerca de una mesa en el pasillo, donde
estaban todas las de esas puertas. Arrastró a su chico, y le tiró con una
descomunal fuerza contra la cama, por poco al punto de lastimarlo.3

—No salgas de aquí —obligó.

Jimin estuvo a punto de salir corriendo hacia él, pero el tatuado fue más
rápido y tiró unas cosas en su camino, unos cojines, después dio pasos
hacia atrás y trancó la puerta, tirando de ella con suma fuerza. Insertó la
llave y la pasó una vez a la derecha, dejándola con seguro.

—¡Á-ábreme la puerta! ¡Ábreme la puerta, Namjoon! ¡M-maldita sea...!

Su voz le erizó todos los vellos al moreno, sabía que estaba empezando
a llorar.21

—Hay dos armas debajo de la cama —avisó el más alto—. Taehyung no


viene con armas, pero en dado caso que pase algo... ya sabes qué
hacer.20

Sin decir más, caminó de vuelta a la sala, oyendo los golpeteos contra la
puerta, la manilla girando con constancia para ser abierta y los gritos del
muchacho encerrado pidiendo que abriera.

Agarró el manojo de llaves y lo metió dentro de un envase de plástico


color rojo oscuro, de ahí lo metió en la nevera, en una gaveta donde
estaban algunas frutas debajo de todas estas. Si por alguna desgracia
algo pasaba, no iba a ser fácil sacar a Jimin del cuarto.
Y aunque no esperaba que pasara algo caótico, tampoco esperaba que
Taehyung solo viniese a hablar.

Abajo, el sicario se mantenía con la misma mirada imperturbable desde


hacía rato atrás. Una piedrita era retiradas veces movida con la punta de
su zapato, el viejo vigilante se mantenía leyendo un libro tapa negra.

El intercomunicador sonó.

—¿Diga? —escuchó Taehyung—. Oh, sí, muy bien —bramó el señor—.


Oye, muchacho —llamó al sicario—. Puedes entrar.7

Kim asintió y el cigarrillo que cargaba en su diestra fue tirado al suelo


para después brindarle la más hipócrita de las sonrisas al maldito viejo.

—Gracias —dijo, viendo al mayor levantarse para abrir la puerta de


hierro. Sacó una especie de llave que en realidad no tenía dientes sino
era solo como un imán de color negro, la posó sobre otro imán del mismo
tono y tras un sonido tipo timbre, se abrió. El señor quedó a un lado y
Kim se adentró—. Hey, abríguese. El frío que hace hoy no es bueno para
alguien mayor.

El viejo sonrió suave.

—Ah, por cierto —se volteó el verdugo antes de seguir su camino—. Si


oye algún ruido, alguna discusión o ciertos insultos, de antemano le pido
disculpas por la molestia y que no llame a la policía. Verá, mi pareja es
un poco...7

—Tu tranquilo, muchacho —el vigilante hizo un ademán—. La semana


pasada, una señora sacó a patadas a su marido porque lo encontró
siéndole infiel con una mujer veinte años más joven. Además, los demás
apartamentos no escuchan mucho, las paredes son gruesas.22
—Ya, bueno... me iré. Tenga buenas noches.

—Tú igual, muchacho. Espero arreglen las cosas.13

Kim se limitó a asentir y rápidamente caminó un par de metros hasta la


bonita entrada del edificio. Tenía unas plantas antes de subir unos
pequeños escalones que daban con la plata baja. Pidió el ascensor, este
tardó unos dos minutos en abrir sus puertas de hierro. Kim entró y
presionó el piso cuatro de los veinte que había. Segundos pasaron y de
par en par se volvieron a abrir las puertas hasta que quedó viendo el
largo pasillo color blanco pulcro, lámparas grandes dándole luminosidad
total y cuatro puertas, dos de cada lado. Se acercó hasta el apartamento
al que iba y tocó tres veces.

No tuvo que esperar mucho tiempo para que la figura de Namjoon


apareciera en el umbral, del otro lado.

—Si vas a hacer algo, hazlo rápido y sin rodeos —bramó el mayor—. Si
vienes a recla-

—¡Debería justo ahora volarte la maldita cabeza y luego desmembrarte


entero! —espetó furioso, tomando al mayor del borde de la camisa y
adentrándose a la sala—. ¡Dime, ¿por qué carajo estás haciendo las
mierdas tan mal?! ¡Cabrón!9

—¿Vas a matarme, hm? ¡Adelante, hazlo! —replicó el mayor, sin


defenderse—. ¡Supongo que yo me lo busqu-...!8

Y sin decir otra cosa, Namjoon fue lanzado al suelo de un solo puñetazo
y empujón, su quijada se fue de lado tan pronto como dolió un infierno el
golpe que el menor le proporcionó.10
—¡¿Qué carajo hubiera pasado si el maldito cabrón que te dije que
mataras, nos hubiese visto la puta cara, ah?! —el sicario sin ningún
titubeo, se tiró encima de su mayor, tomándolo del cabello y barrajándole
la cabeza contra el mármol—. ¡Estaríamos malditamente muertos! —un
golpe contra su rostro, la boca de Nam empezó a sangrar desde una de
las comisuras—. ¡Tendríamos el cuerpo lleno de gusanos y tirado en
alguna puta parte! —otro golpe, al contrario, y Namjoon cerró los ojos
cuando sintió el tabique magullado—. ¡Todo porque eres un maldito inútil
que no puede meterle cuatro tiros a un cabrón infeliz!13

Otro golpe, la cara del mayor tenía la nariz partida y uno de los dientes
perforó su labio inferior. Taehyung tenía fuerza, peor era cuando estaba
molesto y justo ahora ni siquiera eso era suficiente; estaba furioso.6

Y los gritos y forcejeos de Jimin pidiendo que abrieran la jodida puerta


solo ayudaban a que el ambiente se escuchara más hostil que ninguna
otra vez.

—¡¿Sabes qué es lo que más me molesta?! —objetó en medio de la


furia, soltando una sarcástica risa y tomando el rostro entre sus manos—.
¡QUE ME VISTE LA MALDITA CARA DE CABRÓN ESTÚPIDO! ¡TE
DIJE QUE LO MATARAS! —el cuarto golpe hinchó el pómulo de Jun—.
¡DISPARASTE CUATRO TIROS QUE ME HICIERON CREER QUE LO
MATASTE! —otro golpe y las lágrimas de Namjoon se notaron resbalar
por sus mejillas—. ¡Y HACE CUATRO DÍAS, FRENTE A UN MONTÓN
DE CABRONES, EL MALDITO QUE DEBERÍA ESTAR MUERTO DIJO
QUE DISPARASTE —un nuevo golpe en el pómulo derecho—... AL
MALDITO —otro en el izquierdo, girándole el rostro una vez más—...
ASFALTO!23
El sicario permaneció con la respiración entrecortada, arriba de su
hermano, teniendo los puños llenos de sangre y viendo al otro moquear y
sangrarle las fosas nasales.

—¡¿DIME POR QUÉ SIEMPRE ANDAS HACIENDO ESTUPIDECES,


NAMJOON?! —pidió al golpeado—. ¡HACE DIEZ AÑOS TE TEMBLÓ LA
MANO PARA MATAR A UN HOMBRE! ¡Y LO DEJÉ PASAR! —siguió
reprochándole, barrajando su cabeza contra el suelo—. ¡HACE CUATRO
NO FUISTE A UNA REUNIÓN CUANDO TE LO PEDÍ! ¡Y TE LO DEJÉ
PASAR! —gritó más fuerte—. ¡HACE DOS AÑOS NO ESTUVISTE
CUANDO ME DIERON ESA GOLPIZA QUE ME DEJÓ SECUELAS EN
LA CABEZA! ¡Y TE LO DEJÉ PASAR! —las manos de Namjoon
afianzaron su agarre en las muñecas de su hermano y trató de
separarlas—. ¡Y HACE CASI OCHO MESES TE DIJE QUE MATARAS A
ALGUIEN QUE NI SIQUIERA TE ESTABA VIENDO A LOS OJOS Y NO
PUDISTE! ¡MIERDA TRAS MIERDA CONTIGO, JUN!38

Los ojos del más alto se volvieron un caos, apretados fuertemente para
no llorar, pero el llanto en verdad no era porque quisiera hacerlo, los
golpes eran demasiados y el dolor y ardor de su rostro era algo que
empezaba a hacérsele insoportable. Pero el punzar de su frente y nuca,
los golpes reiterados empezaban a darle una horrible jaqueca.

—¡SI NO HUBIÉSEMOS LLEVADOS MÁSCARAS, ESTARÍAMOS


MUERTOS! ¡SI NO HUBIESE LLEVADO ESTA MIERDA, ESTARÍAMOS
MUERTOS! —habla, quitándose en un segundo el rubio y dejando a la
vista un negro cabello desordenado recogido en una cola a la mitad,
tirando la peluca a un lado—. ¡¿ESO QUERÍAS?! ¡¿QUÉ NOS
MATARAN?! ¡DIME!
El tatuado respiró profundo cuando su cuello se mantuvo intacto y solo
era sujetado por el borde de la camisa. Ahogó un jadeo de dolor cuando
Taehyung le afincó los puños debajo de las clavículas e hizo presión.

—P-pensé que... con el tiro d-del hombro... moriría desangrado —


explicó—. P-pensé que ese t-tipo moriría ahí...24

—¡Pensé, pensé, pensé! —continuó el verdugo—. ¡Cuando tienes que


pensar, en verdad no lo haces! —sus puños llegaron a cada lado de su
cabeza—. ¡SI YO TE DIGO QUE LE METAS UN PUÑO A ALGUIEN, LO
HACES! ¡SI YO TE DIGO QUE LO MASACRES A GOLPES, LO
MASACRAS! ¡SI YO TE DIGO QUE LE METAS CUATRO TIROS EN LA
FRENTE, LO HACES! —los gritos del menor se escuchaban por encima
de los jadeos desesperados del teñido encerrado—. ¡Tú estás bajo mis
órdenes! ¡Tienes que hacer lo que a mí me da la maldita gana!5

Y de pronto, cuatro tiros retumbaron dentro del espacio, más los mismos
estaban controlados por un silenciador.22

Ambos escucharon cuando la puerta del último cuarto fue azotada varias
veces, al punto en que de un momento a otro, Jimin apareció con los
nudillos ensangrentados, el hombro con raspones y un arma cargada en
el pasillo. Había forzado la puerta disparándole e impactando su hombro
contra ella varias veces, logró derribarla.13

Jodido hijo de puta.

Desde el fondo del pasillo, con el hombro sangrando por un pedazo de la


madera que laceró la zona, Park subió la muñeca hasta los dos hombres
en la sala.1

—V-vete de mi c-casa, V... —rogó, sus ojos estaban llenos de miedo y


lágrimas—. D-deja a Namjoon en paz...32
Taehyung simplemente lo miró ahí parado como un corderito indefenso y
lleno de miedo, creyéndose muy valiente por tener un arma entre sus
manos, un arma que sabía estaría loco si disparaba, porque dentro de
todo lo desarmado que podría estar ahí mismo, Taehyung seguía siendo
putamente intocable.4

Un cabrón demente con cuatro mafias cuidándole las espaldas; eso era
nada menos Kim Taehyung.

—Dispara si eres tan valiente, Jimin-ssi... —le retó, viéndolo directo a los
ojos, y de estos a la punta del cañón—. Vamos, dispara justo ahora y
mátame si tienes tanto valor...3

—Suelta a Namjoon, y vete de aquí... —rogó otra vez—. Suelta a


Namjoon, o te juro que voy a disparar esta mierda y-...

—¡¿Y QUÉ HARÁS?! —gritó fuertemente, levantándose del suelo y


quedando parado a un lado del cuerpo de Nam—. ¡¿VAS A MATARME!?
¡¿ATRAVESARÁS MI CABEZA CON UNA BALA!? ¡HAZLO, CABRÓN!
¡¿QUÉ ESPERAS?3

Jimin estaba lleno de algo más que miedo; terror.18

Y peor fue cuando el sicario caminó a paso rápido hasta él y Jimin solo
tenía la mano temblando y los labios mordiéndoselos en señal de estar
ahogándose en un tembleque que le estaba dominando. El asesino
quedó casi tan cerca que podría rozar el arma con su pecho.1

—Ponme una maldita bala cerca y mañana mismo tendrás que ponerte
una tú también, o quedarás huyendo hasta que te encuentre gente que
no le teme a jugarse la vida por mi, Jimin —se jactó, con una sonrisa
socarrona—. Me disparas, te buscan, y te matan.16
Jimin se mantenía sosteniendo el arma de manera firme.

—V-vete... vete de aquí...

Namjoon encontró los ojos de Jimin y tan pronto como el rubio se


descuidó un segundo, el sicario de un puñetazo agarró fuerte su muñeca
derecha, donde tenía el arma, poniendo el brazo de Jimin hacia arriba y
logrando disparar dos balas hacia el techo, el sonido quedando
dispersado por aquel silenciador.

—¡S-suéltame, V!2

Mas Taehyung tenía muchísima más fuerza, sus ojos con el falso azul se
encontraban rojos en el área de los bordes, la furia de su ceño y la
mandíbula tensa solo hacían que en esa situación Park no supiera bien
qué hacer. Cuando el mayor flaqueó, Taehyung aprovechó de impactar la
rodilla contra su abdomen bajo y al doblarse, rápidamente le dejó el
brazo arriba y agarró su cuello entre sus piernas, dejándolo totalmente
indefenso y paralizado.11

Lo tiró al suelo luego de voltear su cuerpo, Jimin jadeó de dolor al tener


su espalda contra el frío mármol, tratando de levantarse, no logró hacer
bien y Kim le quitó la pistola.

—Que maldito hijo de puta eres, Jimin.

Y sin decir más, el sicario vació el arma contra una pared, dejándola sin
una sola bala, luego tirándola a un lado. Jimin iba a tratar de levantarse,
pero eso no fue necesario, porque de una sola agarrada, Taehyung le
levantó del suelo, y poniéndolo de pie lo barrajó contra la pared,
comenzó a poner ambas manos en su cuello y haciendo presión.42
Namjoon estaba casi desmayándose del dolor y a duras penas podía
ver.1

Las manos del más joven empezaron a hacer una presión tan fuerte que
Jimin comenzó a abrir los ojos de par en par y aunque trataba de levantar
las piernas para patearlo, era inútil. Kim colocó la rodilla entre ambas y
Jimin empezó a sentir cómo iba ahogándose, cómo el aire empezaba a
faltarle de un momento a otro de manera descomunal posible con aquella
fuerza en la tráquea.

—S-suelt... S-su...

Taehyung apretaba más fuerte, viendo al chico pasar de un color


durazno a uno rosáceo, sintiendo la manzana de adán de Jimin entre su
palma. Park subió los brazos, y con sus uñas comenzó a aruñar a
Taehyung hasta que sintió los tajos de su piel entre éstas, el sicario
sentía el ardor y escozor cuando la sangre empezó a aparecer entre sus
brazos. Miró al teñido con la punta de los pies rozando el suelo, estaba
levantándolo.

Jimin estaba al borde de ser asfixiado, ya no podía hablar.

Taehyung estaba cegado por la ira que sentía, y no iba a parar.

Ni siquiera los gritos de Nam diciendo que lo soltara y tratando de


enfocar la vista que le yacía nublada. Gritándole ''¡Seokjin, suéltalo,
suéltalo ya!'' más este no escuchaba.

Kim Namjoon jugó una mala carta.3

—¡YA SUÉLTALO, TAE!58

Tae. Tae. Tae.


Años que no lo llamaba por su nombre y, aunque era una especie de
diminutivo, Taehyung odiaba la cantidad de veces que podía ser llamado
así. Mas, ahora era peor, porque la única persona que podía darse el
maldito lujo de llamarlo así, era la razón de que estuviera tan molesto. Y
es que desde que llegó a la vigilancia del edificio, solo estaba pensando
en qué mierda hubiera pasado si en el mismo instante en que uno de los
guardaespaldas lo vio, le hubiera reconocido y posteriormente le habrían
quitado a Jungkook. Ni le importaba que lo matasen a fuerza de tortura y
agonía, solo le importaba que le quitaran la cosa que más quería justo
ahora.2

Si esa furia la tenía mientras Jungkook estaba con él, ni se imaginaba lo


que pudiese pasar si dejase de ser así.23

¿Por qué carajo era tan cabrón?

Cuando los ojos de Jimin se iban cerrando al borde de un desmayo por


asfixia, cayó al suelo porque Taehyung lo soltó. Oyéndole toser con
desesperación, viéndolo agarrarse la garganta en el suelo; retorciéndose,
volcado con la baba escurriéndole de la boca cada que tosía, con ese
rostro enrojecido y sus raíces negras y el resto rubio oscuro
desordenado.6

Apretó los puños fuertemente, trilló los dientes de la maldita rabia que
amenazaba con llegar al máximo de la cólera. Se volteó hasta su
hermano, cuyo cuerpo yacía a la mitad tirado en el suelo, pues logró a
duras penas levantar el torso y apoyarlo con un brazo. Namjoon escupió
sangre al suelo, viendo al otro con un terrible desdén e incluso una
horrible lástima que ni él mismo quería sentir.1
Taehyung, en un arranque, tensó su cuerpo hasta dirigirse a Nam, sin
pensarlo mucho le tomó por los cabellos hasta provocar que el mayor
jadeara, quedando sobre él. Namjoon lo miró duramente, con lágrimas en
los ojos.

Y el menor ni siquiera titubeó en tomarlo desprevenido y azotar su


cabeza contra el suelo para empezar a repartir dos golpes seguidos
contra su rostro ya de por sí ensangrentado.8

—¡NO... —otro más, el tabique del más alto ardió como la mierda—...
ME... DIGAS...—a la altura de su tórax, Taehyung estampó un puño
fuerte—. ASÍ! —lo tomó por el borde de la camisa nuevamente
intentando levantarlo, lográndolo—. ¡NO TIENES EL MALDITO
DERECHO DE LLAMARME ASÍ, POR EL ÚNICO QUE PUE-5

Y Taehyung cayó al suelo cuando Nam volteó su cuerpo en un impulso y


arremetió contra su pómulo derecho.10

—¡EL MALDITO NIÑO BONITO QUE TIENES SECUESTRADO! EL


MALDITO NIÑO DE DIECISEIS AÑOS POR EL QUE TE HAS VUELTO
UN PUTO MOSNTRUO! ¡BASTA, MALDITA SEA! ¡TAEHYUNG,
BASTA!42

El menor recibió otro puñetazo del otro lado del rostro, empezando a
sentir la hinchazón de inmediato. Namjoon tenía sangre que escupía a un
lado de su cara para no hacerlo a él. Taehyung se mantenía eufórico,
escuchando como dijo ''bonito''.33

Y aunque estaba recibiendo puñetazo tras puñetazo en el rostro, lo único


en lo que podía pensar correctamente era en el hecho de que Namjoon
lo estaba llamando de formas que no tenía por qué.9
Los golpes continuaron unos segundos más, hasta que Namjoon le tomó
del borde de la camisa, viéndolo directamente a los ojos. Lloraba, lloraba
porque su hermano era la mierda misma y aunque siempre lo había
sabido, ahora era muchísimo peor.1

''Bonito''.17

—¡NO LE DIGAS...! ¡NO LE DIGAS ASI! ¡NO PUEDES! ¡NO TIENES


DERECHO A...! ¡TU, MALDITO INFELIZ DE MIERDA! —de un segundo
a otro, recordó hace días atrás, la manera en que su hermano veía a
Jungkook, las veces en que mientras estaba en la cabaña lo ayudaba,
las veces que le decía que era un niñito y en que se estaba metiendo.33

Y ahora... ''bonito''.3

El asesino, en medio del cólera, con los brazos tocando el suelo mientras
estaba de lado esperando un próximo golpe, con los labios y dientes
rojos, la sangre deslizándose por su comisura hasta el cuello, el cabello
desordenado, la mandíbula tensa y el azul cubriendo el natural pardo de
sus ojos, comenzó a reírse nuevamente como un desquiciado.20

Maníaco.1

Pero esa risa era macabra, aquella que Jun odiaba escuchar. Una risa
tosca y ronca que se compaginaba con el toser de Jimin aun sin poder
levantarse del suelo en medio del shock. Peor, porque la misma venía sin
gracia, sus ojos estaban sumergidos en un terrible odio. Namjoon se
alejó arrastrándose hacia atrás para quedar cerca de una cosa de vidrio
pesada, pero rápidamente fue tomado de las piernas y el sicario con
extrema fuerza lo arrastró hacia sí mientras subía sobre su cuerpo,
tomándole del cuello y comenzando a ahogarle.11

''Bonito''.
—T-te gusta mi Jungkook... ¿verdad, maldita mierda? —dijo entre una
risa falsa, Namjoon le miraba atónito entre el dolor, queriendo quitarle las
manos del sitio donde se posaban—. M-mi niñito bonito te gusta... p-por
eso dices que es bonito... y por eso me dices q-que no me hace bien, ja...
—sin dejar de parpadear apretaba más fuerte—. ¡¿TE GUSTA,
VERDAD?! ¡TE GUSTA MI JUNGKOOK!93

Namjoon ni lo pensó.

—¡¿PERO QUÉ MIERDA TE PASA, LOCO ENFERMO?! —como pudo,


el mayor lo tumbó de costado con la rodilla, impactando contra su
costilla—. ¡YO NO SOY UN MALDITO ASESINO PEDÓFILO COMO TÚ!
¡YO NO TOCARÍA A UN PUTO NIÑITO Y LE HARÍA LA MIERDA QUE
LE HACES! ¡NUNCA, JAMÁS!29

Y la tanda de golpes no se hizo esperar, tan pronto como Namjoon


agarró a su sangre de los hombros y le tumbó contra la pared. Otro golpe
a su pómulo y el sicario bufó con el impacto tan fuerte, probablemente
podría sentir que se le desencajaba la mandíbula. Otro golpe en su
costilla y la furia de Namjoon iba incrementando, al punto en el que
empezaba a cegarse a sí mismo.6

—¡CUANDO HYUNG TENÍA QUINCE AÑOS, TAEHYUNG LE HIZO


MUCHÍSIMA MIERDA! ¡LO MATÓ COMO UN DESGRACIADO
INMORAL Y NOS LO QUITÓ! ¡A LOS DOS, MALDITA MIERDA! —los
golpes se afianzaron en su abdomen, Nam no quería usar su rostro como
blanco de los golpes, aunque había algunos ahí—. ¡¿CÓMO SE TE
OCURRE, QUE DESPUES DE HABER SUFRIDO ESO, UN PUTO
NIÑITO DE QUINCE AÑOS ME GUSTE?! ¿¡CÓMO MIERDA SE TE
OCURRE PENSAR ESA PORQUERIA!?5
—¿CÁLLATE! ¡CÁLLATE LA MALDITA BOC-...!1

Otro golpe a su estómago, en el área de las costillas. Taehyung casi


perdió el aire.20

—¡ES POR ESO QUE A TI SI TE GUSTA, ¿VERDAD?! ¡PORQUE


TIENES ESE PUTO TRAUMA CON TAEHYUNG! —los ojos del tatuado
se abrieron de par en par, mas con desdén que otra cosa—. ¡POR ESO
LO HACES MIERDA CIENTOS DE VECES! ¡PORQUE QUIERES
PENSAR QUE ERES PEOR QUE MI PAPÁ Y LO VISTE A ÉL COMO UN
BLANCO, TAL COMO EL VIEJO A HYUNG! ¡ENFERMO DE MIERDA! —
dos golpes seguidos a su rostro, a Namjoon ya lo empezaba a cegar el
dolor—. ¡B-BASTA, TAEHYUNG! ¡BASTA! ¡P-PARA CON ESTA
MIERDA QUE TE HA VUELTO UNA ESCORIA, PEOR DE LO QUE
ERAS YA! ¡REACCIONA, HIJO DE PERRA! ¡MIRA NADA MAS CÓMO
ESTÁS!29

Teniendo la rodilla de Namjoon en la tráquea, presionada con fuerza,


Taehyung se mantuvo dando estirones para tratar de quitárselo de
encima. Sin embargo el mayor estaba usando toda la fuerza que podía.

Taehyung. Taehyung. Taehyung.5

''Te lo prometo...''

Taehyung saldrá de la cárcel en unas semanas, quedará libre en algún


momento, estará a su alcance y lo va a hacer mierda hasta decir basta.1

Si mata a Namjoon a golpes, nadie irá al maldito juicio y lo sacará ileso


de la puta cárcel.18

Solo por el sentimiento de matanza a la peor escoria que conocía, se


tranquilizó en un segundo.
Namjoon reguló la respiración tan pronto como el sicario estiró las
piernas y los brazos a los lados, sin quitarle el contacto visual. Su cabello
yacía vuelto un desastre, la cola tenía apenas ciertos mechones entre sí,
a la par que los demás solo quedaban a los lados de su rostro,
desordenados totalmente. El mayor se le quitó de encima, quedando a
un lado, viendo al techo y apretando fuertemente sus ojos, quitando la
sangre que yacía en su boca y nariz.

Hasta que Taehyung rápidamente le tomó desde el pecho de la camisa y


con rapidez levantó su cuerpo hasta quedar sentado en el suelo.

—E-escucha con mucha atención lo que te voy a decir, porque no te lo


repetiré, Namjoon —bramó a centímetros de su rostro—. Vas a ir al m-
maldito juicio de mi papá, vas a abogar muy bien por él y lo vas a sacar
ileso. Después, vas a tomar un papel y firmarás un acta donde diga que
todos mis bienes que están a tu nombre, son míos, de Kim Tae Hyung,
diciembre 30 del ochenta y seis. Una vez que los pases, te quedas con el
20% de todo eso. Luego de todo eso... —le miró atento, recto, con odio y
determinación total—... te pierdes de mi vista para siempre. Nunca te
necesité y tampoco lo haré ahora ni a futuro.38

Sin más, le soltó de golpe, levantándose de ahí con un dolor abdominal


que solo podía controlar quedando horas y horas dormido. Agarró la falsa
melena del suelo, y mientras jadeaba por los golpes, alzó el borde de su
camisa para quitarse la sangre del rostro.6

—¿A-así será entonces? —habló Nam detrás de él—. Nos medio


matamos porque eres un cabrón y te olvidas de toda la mierda que-

—¡¿CUÁL MIERDA, INUTIL?! —espetó, parado al lado suyo y pateando


fuertemente una silla hasta darla contra una mesa de vidrio, de la que
una esquina se rompió—. ¡¿ESTAR DETRÁS DE MÍ COMO UN JODIDO
LAMESUELAS?! ¡¿CREES QUE NECESITO TENER A MI PUTO
HERMANO CONMIGO PORQUE NO PUEDO CUIDARME SOLO?!
¡JODETE, NAMJOON!

Rápidamente caminó hasta donde Jimin aún seguía tirado. Ya no tosía,


más se había calmado cuando vio que los hermanos también. Taehyung
le vio recto, y tomó la pistola que estaba en el suelo. Luego, una bala que
llevaba en el bolsillo de su pantalón, insertándola en el cartucho.1

Apuntó a Namjoon.1

—Agradécele a lo que sea que creas, si es que crees en algo, que tienes
un trabajo que hacer con Taehyung —musitó—. Porque de no ser así...
justo ahora Jimin estaría limpiando esta maldita casa de tu puta sangre
de muerto, hermano.

El moreno escupió al suelo.

—Mátame y no seas cobarde.

—Cobarde sería si te mato justo ahora.4

Namjoon rió seco.

—Que conste que nunca dejé de saber que eras una maldita escoria.11

—Y que conste que tú siempre fuiste un hombre manipulable, hermano


—el asesino rió carente de chiste—. Y eso solo me da muchísima
gracia.2

Sin más, dio un tiro contra el suelo, rozando el brazo del mayor con una
puntería tan grande que lo único que sintió el afectado fue el calor de la
bala rozar con su piel y quemarle poco.
Y Taehyung salió de ahí, creyendo que nunca jamás iba a volver a verlo.

Creyéndolo firmemente.35

[...]1

Los espejos son la peor mierda que puede existir. Los espejos son
horribles. Los espejos son un asco. Lo único que hacen es reflejar
mierda, cosas asquerosas, horribles, dañadas y vueltas mierdas. Cosas
marcadas, usadas, rotas y destruidas. Cosas que ya no son ''cosas'' sino
basura, basura humana nefasta y abominable.10

O tal vez el problema no era el espejo, sino que eso era lo que Jungkook
estaba pensando mientras se veía en él, llevando únicamente una toalla
blanca amarrada en la cadera, el cabello largo, mojado y destilando
gotas por su frágil cuerpo delgado, además del maldito collar, ahora de
color oro y de ese mismo material también, el cual Taehyung le dio días
atrás después de fastidiarlo haciéndole unas estúpidas cosquillas.5

Ya podía pararse sin que le doliera el cuerpo, doblar las rodillas sin correr
riesgo de un desgarre, caminar sin cojear, alzar los brazos sin dolor de
espalda, girar el cuello sin que picara la herida, rascarse los brazos sin
que se trajera una costra, vestirse y hacer cosas por sí mismo sin que la
vieja de mierda le ayudara. Odiaba que lo ayudara.3

O quizá odiaba el hecho de que ella le tenía los ojos extraños mientras lo
ayudaba.1

Miró el collar, aquel ''Vaby'' brillante y fino, era un collar estúpidamente


elegante que odiaba portar. Podría quitárselo y tirarlo al suelo, al inodoro
o por la ventana de la habitación, más sabía que eso le aseguraría un par
de bofetadas hasta partirle los labios y terminaría con uno igual. Porque
sorpresa, Taehyung tenía suficiente dinero para comprar doscientos
collares, pero Jungkook no tenía doscientos pares de labios para reponer
unos rotos y maltrechos como esos que llevaba en su rostro.7

Y miró su expresión otra vez, lo peor que pudo haber hecho fue conectar
sus fanales negros con los que reflejaban el cristal. La mano derecha,
temblorosamente delineo la primera letra que yacía en su frente,
cautelosamente, como si al mínimo toque algo malo pudiera pasar; V.

¿Pero qué podría ser más malo que eso? Quizá miles de cosas, o quizá
ninguna considerando que en este punto le valía... mierda.

La segunda letra era la más prominente, pues estaba en todo el medio, ni


siquiera el cabello largo podría taparla, pues lo extenso de este
provocaba que se fuera de lado. Era horrible. Al delinear la última letra,
su espina dorsal tembló; no por dolor, ardor, picazón o algo así, sino
porque sabía que jamás en la vida podría borrarlas, ni con veinte años de
tiempo para cicatrizar, ni con miles de cremas para revitalizar el tejido, ni
con cientos de capas de maquillaje que jamás en la vida había usado
pero sabía que era para ''tapar las imperfecciones''. Bueno, si tuviera que
tapar las imperfecciones que tenía; debía meter todo su cuerpo dentro de
la base de maquillaje más pesada y cara del mercado, dejar que secara y
luego ponerse polvo compacto del más fino. Así, quizá cubrirían todas las
heridas que portaba en su cuerpo y que se carcomía su ser desde el
fondo de su mente hasta la punta de su corazón.9

Roto, hecho mierda.2

La enorme ''T'' se notaba a leguas, las marcas eran patéticas, el ''Kim


Taehyung'' romanizado en un brazo y el mismo nombre en hangul en el
otro brazo solo le daban ganas de pasarse un cuchillo hasta que no se
entendiera nada. Y no veía su espalda, pero tenía una línea en toda la
columna, producto de la pistola. El cuchillo no era mala idea, en verdad.2

Pero era inútil, porque aunque sintiera que no valía nada y solo era algo
como una marioneta con hilos deshilachados y hoyos por doquier, aun su
mente no estaba suficientemente resquebrajada como para querer
hacerse daño a sí mismo.

¿Matarse? No. ¿Qué ganaría con eso? ¿Dejar de sufrir? Tampoco. Y,


aunque quisiera dejar de sufrir, muy probablemente, en el fondo de su
alma, Jungkook debería merecer sentir dolor por ser un cobarde sin
poder hacer nada. Había armas en ese cuarto, podría agarrar una y
quitarse la vida, pero él no iba a irse de ahí dejando viva a la razón de su
propio odio y de la cantidad de mierda que estaba pensando.2

Sabía que debajo de la cama de hospital había una maleta con armas y
también cartuchos. Podría agarrar una y pegarle un tiro a Yideku cuando
entrara, luego cuando se escuchara el tiro, pegarle otro a los escoltas de
Taehyung o, si nadie venía, salir corriendo y meterle un tiro a cualquiera
que cruzara su camino. Después, podría salir corriendo lejos, sin rumbo,
hasta que pasara un auto y se le parara al frente y frenara de pronto y
luego de amenazarlo, decirle que lo llevara al centro de la ciudad,
específicamente a la calle Hyuwi, en el vecindario carísimo de Seúl
donde quedaba una mansión de cuatro pisos con piscina, jacuzzi,
servicio de escoltas, sirvientas, máxima seguridad y un mafioso con un
diente de oro al que le decía ''Papá'' o cuando había reuniones
formales ''Padre''.6

O una mujer que le abría los brazos cada vez que él tenía pesadillas, que
no quería salir de casa y siempre le decía que ''todo iba a estar
bien'' cuando horas antes peleaba con Jaeban.4

Después, pasaría el tiempo y volvería a la escuela, sus amigos se


alegrarían de que no estaba muerto, aprobaría sus materias, vería a la
docente Hwabum que tenía una cara larga siempre; pero era amable, se
graduaría en dos años, pasaría un año sabático y posteriormente Jaeban
lo nombraría como jefe de Kyong al cumplir los diecinueve años, tal cual
como su futuro estaba escrito por él desde que nació.2

Pero qué idiota era, eso jamás pasaría. Jungkook no sabía la clave del
maletín.20

Y en dado caso que si la supiera y pudiese hacer todo lo demás, ¿podría


realmente soportar la mirada lastimera de cientos de personas a su
alrededor? ¿De su madre, su hermana mayor, su padre, Yuna, los
trabajadores de esa mierda, sus amigos del colegio, sus profesores, las
sirvientas e incluso su chofer que probablemente estaba muerto? No, ni
siquiera soportaba a Yideku, que tenía apenas unas semanas
conociendo, ¿cómo podía soportar la gente con la que se había criado
toda la vida?13
Además, si pudiera soportar y en verdad todo saliera al pie de la letra,
como su joven cabeza lo estaba imaginando, ¿en dónde metía a
Taehyung? ¿Volver a ser aquel chico antes de todo esto y dejar a
Taehyung vivo en alguna parte de ese maldito país? No, tampoco era
buena idea.1

Aparte... ¿Qué sería capaz de hacer Kim Taehyung si un día Jungkook


no estuviera en esa camilla? ¿Se volvería loco? ¿Mataría a todos en un
arranque de ira? ¿Se buscaría otro muchachito de metro setenta,
delgado, blanco, pelo negro e hijo de un mafioso para secuestrarlo,
torturarlo, maltratarlo, denigrarlo, violarlo, follarlo, volver a violarlo, volver
a torturarlo, marcarlo, volver a violarlo otra vez y después de medio
matarlo decirle que era ''Un niño precioso'' y que mataría a cualquiera
que quisiera quitárselo mientras lo abrazaba y le decía ''te quiero''?17

Bueno, ojalá. U ojalá no, porque... ¿Qué pasaría con Jeon Jungkook si
un día Kim Taehyung ya no lo quería? Kim Taehyung, la única persona
cuya mirada era distinta a todos aunque sus acciones fueran las más
perversas.1

—Estás jodido hasta la mierda, pequeño Jeon —se dijo a sí mismo—. No


estás loco, al menos. No estás demente, ni estás delirando. No eres
esquizofrénico o parapléjico —entonces, siguió viéndose—. Y, lo mejor
de todo... no estás enamorado.22

Ni jamás lo estaría.

Eso que empezaba a sentir, sabía bien que no era ni mínimamente


aproximado a amor.

—Es como tener un cuchillo en el vientre y no sacarlo porque dolerá,


pero seguir teniéndolo sabiendo que puedes morir —prosiguió—. Es más
como un deseo de posponer algo, porque no eres suficientemente
valiente para enfrentarlo. Es... e-eres un cobarde.

Todo lo que sentía, se resumía en una sola cosa; ser un cobarde y tener
miedo. No tenía miedo a Taehyung o lo que le hiciera Taehyung, miedo a
lo que pudiera pasar después.

Miedo al futuro, miedo a no tener a alguien que pese a mucha mierda


que le hacía, no sentía lástima, repulsión o asco por él.

Y el peor sentimiento era ese; daba asco.

—Tienes que matarlo, pequeño Jeon —admitió al espejo—. Tienes que


hacerlo mierda, desangrarlo, hacerlo llorar y sufrir. Tienes que escuchar
su voz ronca volverse aguda de tanto dolor, y tienes que ver sus dedos
largos enterrarse en algún sitio por estar sufriendo. Tienes que oír su risa
tosca siendo afónica, que sus ojos negros se vuelvan rojos, que sus
perfectos dientes se quiebren. Que su espalda quede marcada de tubos,
sus piernas con cuchillos, su pecho con berettas y sus brazos con
correazos —se quitó el cabello de la frente y después miró más
detalladamente las marcas—. Y luego grabar tres letras en su frente,
diferentes a estas y signifiquen una venganza.51

Pero que idiota, ¿cómo podría siquiera?

Y, en medio de todo el tumulto de raras emociones y pensamientos de


mierda que estaba teniendo justo ahí, Jungkook escuchó la puerta
principal de la habitación siendo abierta de portazo.

Y grande fue su sorpresa al ver a Taehyung sin camisa, con la cara


ensangrentada y una bolsa de hielo en la costilla, uno de sus
guardaespaldas aguantando su brazo y a Yideku corriendo hasta un
estante para buscar algo.2
¿Pero qué carajo le había pasado a su captor, para tener la cara hecha
un desastre de moretones?2

Taehyung se veía realmente bien con moretones en la cara.38

Kook estaba parado en la puerta del baño, aguantándose la toalla y Kim


se sentó con los ojos cerrados —como desde que entró—, en la cama.
Sin embargo, cuando esos ojos se abrieron e hicieron contacto con él,
todo el cuerpo se le tensó.

—Fuera de aquí.

Por un segundo, el rehén juró que era con él, hasta que Taehyung dejó
de mirarlo y vio recto al escolta.

—¡FUERA DE AQUÍ, SEOJOON! ¡FUERA!

El subordinado rápidamente acató la orden y salió a paso rápido, sin


decir ni mierda y cerrando la puerta detrás de sí. El chiquillo continuaba
viendo a la vieja buscar algo y mientras tanto, viró sus ojos hacia el
sicario.

Taehyung tenía el tabique hinchado, los pómulos con moretones de tono


medio, los labios partidos, el cuello con gotas de sangre que empezaban
en la comisura de sus labios, el párpado izquierdo hinchado, el derecho
enrojecido, el cabello suelto vuelto una maraña, el pecho con puñetazos
que empezaban a tener un tono lila, el abdomen tenso con varios
puñetazos y sus brazos también.

Se cayó a golpes con alguien y si así de jodido quedó él, probablemente


la otra persona estaba hecha mierda con los órganos afuera.10

—Ven aquí.
Okay, eso sí fue con él.

Yideku se volteó un segundo y encontró los ojos de Jungkook, ella no


dijo nada, solo se mantuvo sacando un alcohol y unas gasas de un
estante. Kook suspiró y apretó la toalla en su cadera, sin eso en realidad
estaba totalmente desnudo.

—M-me voy a vest-...

—¡VEN!22

Pues, un Taehyung golpeado gritándole no era algo como que muy


satisfactorio. Al menos lo de los gritos, porque en cierto punto le
reconfortaba verle a la cara y ver ese montón de marcas.1

Yideku volteó un segundo, mientras sacaba cosas del estante y las ponía
en otro lugar tras leer el nombre. El cautivo agarró con fuerza la toalla y
camino hasta él. La noche era ya pasada, quizá eran como las once o
poco más, no había demasiada luz en la habitación, solo la lámpara de la
mesa de noche. Kook encendió rápido la principal y entonces vio que el
maleante cargaba unos lentes de contacto. Mismos que alguna vez le vio
usar, tiempo atrás.

Se acercó con cautela, dejando de verle a los ojos para ver de cerca las
heridas de su rostro. Y Taehyung sabía que lo estaba haciendo, por lo
mismo solo cerró los ojos y sus párpados tenían un color lila. Finalmente
Jeon volvió a mirar sus orbes al quedar frente a él.

Y lo primero que Kim hizo, tan pronto como el niñito se acercó, fue tomar
con la diestra su cintura y con la otra mano su cuello, atrayéndolo hacia
sí para comenzar un agobiante besuqueo que dejó al menor por un
segundo perplejo.19
Los labios de su adversario se movían frenéticamente sobre los suyos,
abusando de su boca con total confianza y plenitud, dándose el lujo de
sucumbir dentro de todos sus rincones. Jungkook a duras penas
correspondió, confundido por la acción en medio de lo que había visto
segundos atrás; su apariencia magullada y su cara llena de golpes. El
delincuente afianzó el agarre en su cuello, con total posesión y aquella
mano de su cadera bajo hasta masajear uno de los glúteos del
adolescente frente a él, con total descaro e importándole muy poco si
Yideku seguía moviendo cosas para buscar la gasa y curarle.

Jungkook entre un tembloroso se enderezó, pues al haber sido tomado


desprevenido estaba inclinado entre sus piernas. Ahora, quedando de
frente, el muchachito posó ambas palmas abiertas en el pecho contrario
y como pudo continuó el beso, sintiendo ahora ambas manos ahuecando
su reverso, apretujándolo y palmeándolo voraz. Taehyung sabía a
sangre, sus labios estaban más hinchados de lo normal y pese a que
anteriormente le había besado y la había probado. Sabía diferente, se
sentía diferente. Casi siempre era Kook quien terminaba con la boca rota,
pero justo ahora era Taehyung, mientras continuaba el besuqueo
desenfrenado.

Y a todas estas, Jungkook sintió una sola cosa con ese beso; Taehyung
estaba necesitando que lo besara.

¿Y eso era bueno o malo?25

—T-Taehy...

Y Kim Taehyung solamente lo calló al adentrarse dos dedos en su


cabello y dejarlo sin aliento cuando volvió a adorar sus labios. Jungkook
no era un idiota, muchísimo menos era un muchacho que no captara las
cosas a la primera de cambio, sabía que su captor estaba dolido por
alguna cosa, sabía muy bien que aquella provocación de su boca que
hacía a diestra y siniestra mientras adoraba las manos en su cuello y
nuca se volvieron toscas, posesivas, demandantes. El menor era solo un
chico que tenía ganas de aislarse, pero no tenían el valor para eso. Y,
pese a toda esa mierda, correspondió totalmente aquella unión profana,
aquella mierda retorcida, aquel acto tan repulsivo e infame, por eso puso
sus dos manos en ese rostro, dejando a un lado la preocupación cuando
sus caderas tuvieron ahínco y él sintió esas manos en sus muslos y
nalgas cubiertas por la áspera tela de la toalla. Jungkook cruzó los
brazos alrededor de ese cuello y le correspondió el beso tan "a
gusto" que incluso parecía disfrutarlo.2

—S-señor... —jadeó Yideku, viéndoles.22

Taehyung se separó sin decir nada, y Jungkook miró a la señora con una
cara de fastidio, rápidamente a punto de separarse para vestirse. Sin
embargo, el sicario tomó fuertemente sus caderas y lo sentó en sus
piernas, obligándole a poner la cabeza entre su clavícula izquierda y
cuello, además de sus extremidades por encima de las propias,
aguantándole las caderas y acunándole la cabeza.2

Y aunque el rehén enserio estaba harto de eso, solo se dejó hacer,


pasando un brazo por detrás del cuello de su captor y la otra entrelazada
con esta.

—Muchacho, endereza el cuello —pidió Yideku, viendo que Taehyung


tenía su sien pegada al cuello del niño. Él lo hizo y la señora abrió sus
párpados para sacar las lentillas y dejándolas dentro de un frasco de
plástico con un líquido. Lo cerró y sacó una toalla húmeda para
comenzar a limpiarle el rostro—. Cierra los ojos.
Jeon notó que había preocupación en la cara de Yideku, e incluso en su
temblorosa voz mientras lo tuteaba. La miró, y la mujer estaba
concentrada en pasar una toalla húmeda por el rostro del hombre, con
cuidado de limpiar toda la sangre debajo de sus fosas nasales, en la
comisura de sus labios y en un pómulo, también arañazos en el área del
cuello y parte de las clavículas.

Entonces ella bajó el rostro para ver a Kook mientras hacía su labor. El
niñito arrugó la nariz y frunció las cejas, a la par que alzaba un poco los
hombros. Ella captó el mensaje y rápidamente negó con la cabeza, no
sabiendo qué fue lo que pasó. El menor sintió las manos tomarlo con
más posesión, aunque no estaba viendo sus gestos por tener los ojos
cerrados, y entonces señaló a Kim con sus ojos, pidiéndole en silencio a
la mujer que preguntase. Ella negó, abriendo los ojos por completo, mas
Kook los abrió más fuerte y volvió a señalar, insistiendo.37

A veces, Yideku fantaseaba con darle un coscorrón al jovencito que su


jefe tenía de rehén. Pero ella apreciaba su vida, por eso mismo dio un
suspiro y se aclaró la garganta.

—H-hey... ¿puedo saber qué pasó?

Taehyung, con los ojos cerrados, suspiró.

—Los coñazos que usualmente se dan los hermanos cuando crecen y yo


jamás me di con el mío, me los di hoy.31

Zo por un segundo dejó de limpiar su cara y cuando Taehyung abrió los


ojos, la miró con cierto recelo.

—No, no lo maté, por si preguntas —la mujer parpadeó unos segundos y


continuó con lo suyo—. No lo maté solo por una razón.
La doctora la sabía, el más joven se hacía una idea.

El menor vio su rostro de lado, aun con los ojos cerrados mientras la
mujer apartaba la sangre con otra toalla, más la primera se llenó de más.

Sí así quedó Taehyung, Namjoon probablemente no se pararía del suelo


en una semana.4

—¿P-por qué disc-...?

Kim abrió sus ojos y miró recto.

—No es tu problema, mocoso —tras eso continuó con su cuello en el


sitio y cerró los ojos—. Tu único problema soy yo y seguiré siendo solo
yo.

—Tú no eres un problema para mi

Kim rió.

—¿Ah, no?

—Tú eres un martirio, una calamidad, un fastidio, un calvario, un


inconveniente, un obstáculo, una tragedia, una tortura, un hij-26

Sus labios fueron callados cuando Kim tomó su cabeza de lado y plantó
un profundo beso sobre su boca, solo presionando ambas.1

—O de puta... —terminó el pequeño cuando su rostro fue soltado.9

Yideku terminó de hacer lo suyo, sacando los restos de la sangre con la


tercera toalla húmeda. Los raspones fueron untados con una crema
transparente, para la hinchazón, y antes de ella un spray antiséptico. Un
pequeño parche de plástico fue puesto a la altura del moretón en el
pómulo y otro en la ceja, muchísimo más fino. El tabique y la comisura de
sus labios quedaron expuestos pues Kim dijo que le incomodaban.
La fémina tomó la bolsa de hielo, que ahora tenía líquido algo derretido y
con la crema que puso previamente en el rostro del hombre, rozó los
moretones de su abdomen, sobretodo el de la costilla, que estaba mucho
más prominente que el resto.

—En el estante hay diclofenac, por si tienes dolores musculares. Tomate


uno cada ocho horas —dijo la mujer—. Duerme en tu cama al menos por
las siguientes tres noches, esa camilla es demasiado pequeña para dos y
el mueble es demasiado angosto para ti. Necesitas descansar.

—Deja la mortificación, me asquea —adjuntó.

—Sore wa anata shidainanode, watashi wa shinpai shite imasu. Watashi


wa koko de hokanohito to onajiyōni anata ni izon shite imasu, soshite,
watashi wa anata ni kizutsuite hoshikunai riyūdesu.80

—Koko kara deteike, watashi ga anata o hitsuyō to surunara, watashi wa


anata ni denwa shimasu.10

Zo asintió y tras guardar las cosas en su respectivo lugar, procedió a salir


de la habitación, dejando a los otros dos solos.

Jungkook se mantuvo en silencio por unos segundos, no queriendo decir


nada al respecto. Tampoco es como si hubiese algo la verdad, pues
todos sus pensamientos terminaron en querer saber la razón por la que
Taehyung y Namjoon se cayeron a golpes, mas ya escuchó que no era
de su incumbencia así que era mejor no preguntar.

—Te gusta verme con estos moretones, ¿cierto, hijito de puta? —inquirió
Kim, ladeando el rostro y acariciando sus cabellos.

El rehén parpadeó unos segundos, luego se le quedó viendo recto.


—La verdad no me gustan —afirmó—. Me encantan, deberías llevarlos
más seguido.35

—Jodido insolente de mierda —pronunció sin mucha molestia,


colocándolo boca arriba a un lado de su cuerpo y subiendo sobre él—.
Esa boquita te va a salir cara, hm.

Y sin mucho miramiento, comenzó a besarlo de nuevo, no perdiendo


tiempo ni enfocándose en el dolor de su abdomen cuando colocó las
piernas entre las suyas y hundió sus dedos entre los negruzcos cabellos
del muchachito para pegarse más a él y continuar. Jeon cerró sus ojos y
dejó una mano alrededor de su nuca, la otra la posó firme en el brazo del
mayor.

—T-Taehyung... —jadeó el pequeño cuando sintió la mano debajo de su


cuerpo, adentrándose por la toalla y apretando su glúteo derecho.

Sin embargo, Kim la sacó. Dejó varios besos por su cuello y luego lo miró
directo a los ojos.

—Vístete, iremos a un lugar.40

[...]3
Desde que había despertado, hace tiempo atrás, lo único que Jungkook
conocía del lugar donde ahora estaba, era la habitación, el baño y lo que
se veía por fuera de la ventana, nada más. Pero justo ahora, iba
agarrándole la mano a Taehyung mientras iban subiendo unas escaleras
que daban con una puerta, no con otro piso después de salir de la
habitación y caminar por un extenso pasillo.

El mayor sacó de la parte de atrás de su bolsillo un manojo de llaves, una


gruesa y plateada fue la que usó para abrir la primera reja, que era de
hierro. Una más fina la usó para abrir la puerta del mismo material.
Colocó su cuerpo de lado y empujó fuerte, dejando un sonido duro y
abriéndola.

Y, lo que Jungkook jamás esperó, fue que del otro lado de esa puerta
hubiese nada menos que una amplia azotea al aire libre. Con unos
bancos de concreto a unos lados y con vista al cielo lleno de esos
luceros que parecían brillantina.

—Entra —ordenó el sicario. Kook lo hizo, y tan pronto como sus pies se
arrastraron por el piso de concreto, Kim cerró tanto la reja como la puerta
tras sí y le jaló de la muñeca—. Ven aquí.

Taehyung caminó con él detrás hasta situarse en el medio de algo que


parecía una mesa de cemento, rectangular y pegada totalmente del
suelo. Sin embargo era grande, como de unos tres metros de cada lado,
tenía una altura de quizá un metro o un poco más, por lo que el mayor
tomó de las caderas al niñito y le subió hasta que quedó en medio, luego
se subió él, quedando a su lado y pasándole un brazo por el cuello para
después colocarle contra su cuerpo, mismo que acostó teniendo a
Jungkook acurrucado con él ahí y dejando que ambos viesen el negro
cielo.6

—Con frecuencia vengo aquí cuando quiero pensar y estar solo, porque
en cierto punto me tranquiliza. No hay ruidos de autos, no hay gente
hablando, no hay ninguna persona, no hay ni siquiera cobertura
telefónica por si alguien tiene el atrevimiento de llamarme cuando estoy
aquí —pronunció suavemente viendo al cielo, y luego mirando a su
niñito, que veía arriba también—. Pero justo ahora te quiero aquí
conmigo.42

Jungkook se mantuvo en silencio, un poco cohibido por la


repentina ''confesión'' más no fue algo que le incomodó.

Lo que sí le pareció extraño, fue que sintió su cabeza ser colocada frente
a la barbilla del asesino y sus cabellos fueron removidos un poco,
mientras lejos de parecer que le estaba haciendo cariño, estaba
buscando alguna cosa.

—No tengo liendres, Taehyung.69

Mas, el sicario ignoró el infantil comentario y miró detalladamente el lunar


que quizá había visto miles de veces, pero al momento de recordarlo
simplemente lo olvido. Un detalle tan pequeño e insignificante, pero que
por un maldito desliz le había costado una gran parte de la muralla que
se había forjado para alejar a Jungkook de los suyos.

Mierda tras mierda. Eso era exactamente lo que estaba atravesando


Taehyung teniéndolo consigo. ¿Le importaba? Claro, intensamente, no
es como si solamente le diera igual y ya toda la situación catastrófica que
pudiera aproximarse. Pero, aun sabiéndolo y estando totalmente
consciente... ¿haría algo para evitar llegar a un punto fatal? No, nada que
significaba alejar a Jungkook estaba entre sus próximas acciones.

Dejó de acariciar su cabeza y más bien mantuvo sus dedos entre el


cabello, continuando a ver el cielo. Eran pasadas las once de la noche
ya, son obstante no tenía sueño y al parecer Jungkook tampoco, pues
desde que salieron del cuerpo no había bostezado ni una sola vez.

—¿Por qué estamos aquí?

—Ya te lo dije, me gusta estar aquí porque me siento tranquilo.

—¿Esta es tu manera para cohibirte de salir a matar a gente inocente a


diestra y siniestra? —inquirió el menor sin pelos en la lengua, subiendo
una de sus piernas encima de las caderas contrarias, pues se sentía
incómodo de otra forma.

—Agarras confianza muy rápido para mi gusto —regañó a medias—.


Pero en realidad no. No mato gente cuando estoy estresado, mato gente
cuando estoy molesto.

—Lo dices como si fuese bueno el hecho de no hacerlo cuando estás


estresado.

—No lo es, ni tampoco trato de que lo sea —contestó—. No tiene peso


para mi matar a alguien, Jungkook. Si tuviera peso, entonces no sería un
asesino a sueldo.

—No tiene nada que ver sentir remordimiento al matar, con ser alguien
que mata —atajó el niño—. Conozco personas que odian asesinar y sin
embargo es su ocupación, igual que conozco personas que fueron
obligadas a hacerlo aunque no querían.

Taehyung no pudo evitar bajar la vista y conectarla con sus ojos.


—¿Quién?3

—Yo, Tae.28

Por primera vez desde que conoció al sicario, lo vio abrir los ojos de par
en par en sorpresa.

—¿Has matado a alguien?

Kook suspiró, queriendo dejar a un lado un mal recuerdo de su infancia, y


de Jaeban.1

—No una persona, cuando me dijeron que matara a una persona, no


pude —confesó, por alguna razón de verdad quería mantenerlo lejos,
pero ahí estaba desahogándose—. Pero sí maté a un cachorro, cuando
yo tenía... once años.30

Taehyung confirmaba nuevamente que, pese a ser un hijo de puta


malnacido y muy mala persona sin moral para opinar, Jeon Jaeban era
peor que él.7

—¿Cómo fue eso?

—No quiero hablar de eso —porfió—. Comparado a lo que haces tú, eso
es una estupidez.

—Pues sabes estupideces mías, yo quiero saber las estupideces tuyas.


Es lo justo.

Kook rodó los ojos.

—Tú no eres alguien justo.

—Y por eso mismo te conviene contarme.9


A decir verdad, era un buen punto. Jeon no había hablado de eso con
nadie, ni siquiera con su almohada por las noches o con Saeji cuando le
decía que le contara que tal fue salir a la ''reunión'' con su padre. Reunión
que estaba llena de muertos, sangre y gritos de agonía.

—Cuando cumplí cinco años, pisé primero un casino que un kínder —


comenzó—. Ya hablaba, era muy energético e intranquilo y cualquier
conversación que me dieran, yo la sabía llevar. Mi mamá me enseñó a
hablar desde que tenía seis meses, así que a los dos años ya
conversaba, a los cinco mucho más.

—Y a veces no sabes cuándo callarte.3

—Eso es lo que siempre me ha costado —confirmó.4

Taehyung le hizo un ademán con la mano para que continuara.

—Mi padre me llevaba a reuniones en los casinos desde que tenía cinco
años, estaba ''formándome'' para cuando fuese mayor —hizo comillas—.
Al principio, las primeras tres o cuatro veces, solo era ir a casinos,
quedarme sentado mientras él estaba a mi lado contando dinero y
hablando de droga, armas o mujeres y yo asimilar todo como una
esponja. Luego íbamos a la casa y yo le decía a mi mamá que había
muchos señores con corbata. No estaba viendo más allá de las cosas.

Kim notó como el niñito se quedó quieto por unos segundos.

—Un día, la reunión a la que iba era diferente, quedaba más lejos y a las
afueras de la ciudad. Al principio pensé que nos iríamos de viaje, pero al
bajarnos en una construcción desolada me di cuenta que no era así.

—¿Un matadero?
—Ajá —corroboró—. En el matadero, estaban seis hombres, todos le
habían robado dinero a mi papá. Uno de ellos se quedó con un maletín
que tenía dos millones de wons, otros robaron unas armas y los otros
tocara una mujer que tiene y es la ''puta personal'' de él. En el matadero
había varios hombres que trabajaban con él, uno de ellos era Hoseok,
ese es el sicario de mi papá. O, era, la verdad no sé si-...

—Está vivo —interrumpió, entendiendo su titubeo—. Yo no he tocado a


ninguna de las personas que nombré en la reunión a donde te llevé
aquella vez.1

No por ahora.

—Bueno, Hoseok desamarró a un hombre y le quitó una camisa que


cargaba en el rostro —prosiguió—. Mi papá me colocó un arma al frente
y me dijo... ''esto se le hace a las personas que desobedecen, te
traicionan, te tratan mal, no te pagan o te hacen daño''. Seguido a eso,
con una glock le dio diez tiros en la cabeza, al tipo se le salió el cerebro
después de tener el cráneo roto, los ojos se le hincharon hasta quedar
más grandes que sus orbes y mi papá quedó tan lleno de sangre como
yo. Desde ese día, las reuniones a las que me llevaba no solo eran
casinos, sino también cuando debía matar gente.

—Así que no soy la primera persona que te enseña cómo mata.

—Tú no te comparas a eso. Tú eres más... bestia. No es lo mismo un tiro


que... q-que bueno, lo que tú haces.1

Sin que Jungkook viera, Kim sacó una sonrisa satisfactoria al oírle.14

—Continúa.
—Desde ahí empezaron muchos problemas familiares, mi mamá le
reclamaba a mi papá que yo era demasiado pequeño para ver eso, que
mi papá no debía ser tan monstruo y esas cosas —añadió—. Discutían
todos y cada uno de los días, jamás la agredió verbalmente o
físicamente, pero siempre le decía que mi comportamiento tranquilo era
culpa de ella y que yo debía ser como él porque si no jamás en la vida
podría ser un buen jefe de esa organización de mierda que odio.

—¿Odias Kyong?

—Con la vida. Incluso si me dijeran ''muérete o sé el jefe de todo


esto'' elegiría morir. Primero, porque odio todo eso, segundo porque yo
jamás habría sido apto para esa mierda.17

Al menos un año atrás, donde todo eso le daba infinidad de miedo. Ya no


era ni una pequeñísima parte de lo que de un tiempo para acá había
vivido.

—¿Quién sabe? A lo mejor hubieras aprendido.

—No, por mi propio bien no quise hacerlo.1

''Por su propio bien'' Taehyung había hecho varias cosas en el pasado,


pero al final le jugaron todas en contra.

Y todo aquel relato, le recordaba al niño de unos nueve años sentado en


un mesón, con el cabello negros y los ojos brillantes. El hijo del hombre
que una noche lo contrató para matar a unos gringos. Mismo niño que
hoy día estaba a su lado y de lo asustado que estuvo aquella noche, ni
siquiera se acordaba de él en todo este tiempo.34

Pero Taehyung sí, desde el primer día que lo vio después de varios años
que pasaron. Al menos, sabe que no le gustó cuando tenía nueve años.4
—Es subjetivo, las cosas que uno quiere hacer por su propio bien, a
veces terminan siendo para su propio mal —acota al relato del niñito—.
Lo peor es que la mayoría del tiempo uno mismo sabe qué les hace mal,
y de todos modos lo ignora completamente.

Jungkook más que nadie sabía bien eso. También Taehyung.

—Prosigue —mandó.

—Mi mamá para distraerme me llevaba de paseo, todos los fines de


semana íbamos a un parque —obedeció—. Era gracioso porque yo
estaba en un columpio y tenía un guardaespaldas a cada lado, parecían
los hombres de negro. Una de esas idas al parque, cuando yo tenía
nueve, vi un cachorro, era súper pequeño y no tenía dueño, pero estaba
bien cuidado. Le dije a mi mamá si podíamos llevárnoslo a casa y ella
dijo que estaba bien. Agarré al perro, pero cuando comencé a caminar
para irme, él estaba inquieto y quería bajarse. Mi mama dijo que quizá
era porque si tenía dueño, entonces lo bajé. Sin embargo, cuando fui a
ver a dónde iba, me encontré con cuatro cachorros más.

—¿Te los llevaste todos?

—Si, después de decirle a mi mamá que ella no los iba a cuidar, que
entre mi hermana y yo lo haríamos —explicó—. Accedió y me los llevé,
los cuidé por unos meses. Dos de ellos se los di a un amigo, otros dos a
una señora de limpieza y finalmente me quedé con el primero que
agarré. Me la pasaba jugando todo el día con el cachorro ese, le daba
cariño y me reía con él y blah, blah, blah. A mi papá no le gustaba, decía
que mimaba mucho al perro y que me hacía...5

Jungkook de verdad le dio un ataque de vergüenza de pronto, era de


noche y quizá por eso sus mejillas no se veían rojas del todo.
—¿Te hacía...? —insistió Kim.

Kook bufó.

—Me hacía un marica.8

Silencio por los primeros diez segundos fue lo que escuchó.

—¿Por cuidar al maldito perro? —fue lo que el chico oyó, cuando Kim
bajó su rostro y lo miró con las cejas fruncidas—. ¿Qué tenía que ver una
cosa con la otra?21

—¿Qué mierda sé yo? Mi papá siempre ha pensado esas mierdas.

Si Jaeban lo viera justo ahora, le iba a dar un infarto y moriría de este de


inmediato.9

—Un día me llevó al tal matadero ese y yo sabía qué pasaría esa noche.
O al menos, me hacía una idea, pero terminó siendo horrible —prosiguió
con su relato—. Iban a matar a un tipo por lavado de dinero, sin embargo
al terminar todo aquello... Hoseok venía con una cadena de tela detrás
de una puerta. La cadena estaba amarrada al cuello de YungYung, y
tenía una cosa que si la jalaban, empezaba a ahorcarlo.

—¿Te hizo ahorcarlo?

Kook negó.

—Ojala hubiera sido eso —admitió—. Cuando vi a YungYung ahí, dije


que por fin mi papá había aceptado al cachorro y ahora me haría
compañía. Pff, pura mierda... Lo que hizo fue darme un arma y decirme
que le disparara.6

Viendo las cosas de manera analítica, Jungkook jamás había tenido una
niñez normal, ni siquiera remotamente cerca de ''tranquila''.
—Hoseok empezó a ahorcar s YungYung, le dije que parara, pero tenía
estrictas órdenes de hacerlo mientras mi papá me veía. Le rogué a
Jaeban llorando que se detuviera, que yo jamás volvería a jugar con
YungYung, que se lo regalaría a alguien y lo sacaría de casa, que incluso
podría dejarlo en ese matadero y que comiera ratas o algo, pero no me
hizo caso ni una sola vez. Solo dijo ''no puedes tenerle piedad a los
animales, son solo eso, Jungkook, animales inferiores a ti'' —el recuerdo
de los sonidos del cachorro ahogándose cada vez que Hoseok templaba
la tela de su cuello; era fatal. Era un ruido en su cabeza que le atormentó
escuchar por muchos años—. Estaba probándome a ver cuánto
soportaba ver al cachorro sufrir, cuando sus ojos empezaron a verse más
grande y sus garras salieron para raspar al suelo, disparé dos veces y los
gritos se acabaron.24

—Con dos tiros, obvio iba a morir.

Jungkook se levantó y quedó viéndolo, negando rápido.

—No, no fueron dos tiros al animal —le explicó al mayor, que alzó una
ceja, preguntando con la vista—. Un tiro se lo di a él, en la cabeza. El
otro tiro fue hasta la pierna de un tipo que se rió de que yo maté al perro,
pero no le di para matarlo, solo lo herí.3

—¿Por qué no lo matast-

—Yo no soy un asesino —interrumpió.

No ahora, aunque se mantuviera constantemente pensando en eso.

—¿No tienes deseos de matar a... alguna persona? —preguntó con tono
lascivo.11

Y por supuesto Jungkook entendió.


—Obvio quiero matarte, pero no con un disparo —admitió, dando en el
blanco cuando Kim rió—. Matarte de un disparo sería un desperdicio de
muerte para alguien tan mierda como tú.15

Y aun así, seguía abrazando su cuerpo, con la mitad sobre él.3

Jungkook jamás se atrevería a ponerle un dedo encima a menos que


también debiera jugarse la vida. Más que nadie lo sabía, lo decía por
puro rencor acumulado y odio a las cosas de las que Kim era
responsable de haberle hecho. Pero a la hora de la verdad, jamás le
pondría un dedo encima. Tenían algo juntos, ambos lo sabían. ¿Era
bueno? No. ¿Se querían mutuamente? Quizá. ¿Se necesitaban sin
discusión alguna? Eso sí. ¿Había alguna posibilidad de que las cosas
salieran totalmente bien? Habría que ser un demente para creer que sí. Y
Taehyung era claramente un demente.23

—¿De verdad tú lo harías, pequeño Jeon? ¿Serías capaz de matarme


cruelmente, incluso sabiendo que tú mismo no lo resistirías?10

El rehén vio al cielo varias veces parpadeando, sintiendo la respiración


en su nuca, una mano en su cintura y la otra firme en su cabello
acariciando desde rato atrás un solo punto. Se levantó, quedando
levantado de un lado y con las manos en su pecho. Apoyó la quijada en
el medio de su tórax y asintió.

—Tú mismo lo dijiste, Kim Taehyung, te adentraste tanto en mí, que


empiezo a reflejar tus acciones. Entonces no dudes de lo que digo ahora.

Empezaba a ver que Jungkook creaba esa especie de deseo de


venganza que en cierto punto conocía muy bien. Debería estar alerta y
no ser tan confianzudo, pero si había alguien en quien Taehyung
confiaba plenamente, era en él mismo. Y Jungkook empezaba a ser
como él, gota a gota.1

—¿Crees que la venganza es un arma fácil de conseguir, Jeon


Jungkook? No, déjame decir que no lo es. Pero si algún día consigues
una venganza, entonces considera que también ha sido una victoria.1

Ese mismo sentimiento lo conocía a flor de piel desde hace muchísimo


tiempo atrás.

Jungkook iba a decir algo, sin embargo su cuerpo fue colocado encima
de él y Kim abrazó su cintura, riendo con socarronería, como si lo que el
pequeño acababa de decir fuera nada más que una ridiculez.

—Además —susurró en su cuello, haciéndole poner lo vellos de punta—.


No creas que puedes deshacerte fácilmente de mí, pequeño Jeon. Antes
de que eso pase, nos llevaría a las mismísimas puertas del infierno,
amor.7

Y su delgado cuerpo recibió varios apretones, antes de que Taehyung


rápidamente le empezara a besar, no con desesperación o ganas de
herirle los labios, sino calmadamente, buscando saborearlos, como si no
lo hiciera a cada segundo y todos los días, como si su boca no fuese
explorada todas las veces que le venía en gana. Lo separó tras
segundos, y Jungkook quedó viendo algunos de los moretones que su
rostro exhibía.1

Taehyung cerró los ojos cuando el niñito con la punta de sus dedos
delineó la hinchazón de su tabique, el pómulo magullado y la comisura
de sus labios, estos últimos estaban llenos de saliva propia e impropia.
—¿Por qué te caíste a golpes con Jun? —inquirió, mirándolo con un deje
de algo extraño, curiosidad tal vez—. O más bien... ¿qué hizo para que
no terminaras matándolo si de verdad no lo hiciste?

Kook se hizo la idea un rato atrás, cuando la vieja preguntó. Sin embargo
no quiso decir nada más y prefirió preguntar indirectamente.

Taehyung no iba a responder. Al menos no con la verdad absoluta.

Porque Jungkook no sabía que había ido a esa reunión y vio a su familia
y guardaespaldas.

Porque tampoco sabía que le dio la orden a Namjoon de matar a


Taeyang y no lo hizo.

Tampoco sabía que Shin Taogum estaba al tanto de su existencia con él,
y que si no quería morir desollado o en peores circunstancias, debía
callarse la jeta.

Mucho menos que amenazó a Namjoon de no volver a acercársele por


celos o sino lo mataba.2

—Me desobedeció en una cosa y terminamos discutiendo al punto en


que nos alzamos la voz mutuamente y nos caímos a golpes —confesó,
eso era la verdad, claro estaba, pero no toda—. Le dije que se alejara de
mí y que no lo necesitaba más. Lo único por lo que no lo maté, fue por el
trabajo que tiene que hacer con el cabrón de Taehyung.

Sí, eso era exactamente lo que el cautivo se imaginaba.

Por varios minutos, quizá cuatro, cinco o probablemente seis, Kook


quedó en un silencio total, mirando hacia la nada, en el suelo, hasta que
desenfocó la vista con sus ojos negros bien abiertos, perdiéndose por un
segundo en las cosas que llevaba días pensando y que sinceramente le
enfermaba el alma y el subconsciente.

—Tae... ¿crees que si tu padre no hubiese hecho todo lo que hizo en el


pasado, tú serías una persona diferente? —sus brillantes fanales hicieron
contacto con los opacos del asesino—. ¿Crees que quizá lo que eres hoy
en día sería solo... una posibilidad que nunca se dio?5

A veces, Taehyung se preguntaba de dónde coño Jungkook sacaba


cosas tan espontáneas.1

—No creo, pequeño Jeon —afirmó, negando y volviendo a ver arriba—.


Habría sido la misma mierda con diferente motivo. Como dije la otra vez;
los que piensan hacer maldad y no la llevan a cabo, son lo mismo que los
que sí lo hacen. La diferencia es que unos tienen osadía y otros no —ahí,
encontró de nuevo los ojos del menor—. ¿Por qué la pregunta?1

¿Debería decir en voz alta lo que estaba pensando o sonaría muy


vulnerable lanzarlo de una vez?

A la mierda, ¿qué carajo importaba?

—Por nada, en realidad —restó importancia—. Tan solo me imaginé por


un segundo qué hubiera pasado si jamás hubieses sido una puta mierda
conmigo.21

Taehyung templó su cabello con fuerza ligera, obligándolo a que le viera.

—¿Qué hubiera pasado con qué?

Jeon ni titubeó.

—Con mis verdaderos sentimientos por ti —confesó, valiéndole mierda


cualquier otra cosa—. No te quiero, ni me gustas, pero... aun así no
puedo evitar sentir... algo. No sé qué, ni quiero saberlo, pero está ahí y
aunque quiera evitarlo, no puedo.5

Kim Taehyung sería el ser más mentiroso del mundo, si dijera que
escuchar eso no le gustó más de lo que debería y removió unas
quinientas cosas dentro de sí.33

Justo como había pensado que saldrían las cosas si actuaba de manera
diferente.1

—Te ha afectado el trasnocho —pronunció el mayor como si nada,


levantándose de su lugar y quedando sentado de lado, igual que Jeon,
solo que esté del otro—. Vamos, ya es suficientemente tarde.1

Jeon bajó del lugar acomodándose el suéter hasta el principio de sus


muslos, pues Kim tenía sus manos metidas dentro de este haciendo
caricias en su cintura. Caminó hasta quedar a un lado de las rejas,
Taehyung abrió ambas y salió hasta esperarlo en el diminuto pasillo. Al
oír el hierro ser asegurado con el seguro de la llave, tomó el barandal
para comenzar a bajar, seguido del otro a solo unos centímetros.
Llegaron al piso del pent-house.

Pero, Jeon no escuchó los pasos detrás de él.

Y cuando se giró para verle, Kim aún no terminaba de bajar las


escaleras. Solo se inclinó de lado, apoyando la mano duramente en el
barandal y tensando la mandíbula al cruzar la pierna y meter la otra
mano en su bolsillo. Le escaneó de arriba abajo, mientras trataba a duras
penas de callar lo que estaba pensando justo ahora.

''¿Sabes lo que te harían si supieras que eres quien lo tiene?''

''Mi Jungkookie está vivo, y quien lo tiene soy yo''


''Lo admito, Shin...''

''Ese niño bonito...''

''Solo importa el ahora...''

''Van a matarte...''

Jungkook es solamente suyo y a la mierda todo lo demás.

—Ven aquí —demandó, su voz más ronca esta vez.

Y sus ojos no le gustaban a Kook, no por miedo sino porque sabía lo que
significaban esos ojos.

Se acercó a paso lento, sin embargo antes de estar suficientemente


cerca, Taehyung siguió bajando hasta el último piso; piso donde quedaba
su departamento. Kook continuó bajando a paso lento, mientras veía
como el adverso le esperaba en el último escalón que daba con ese
pasillo, pasillo que solamente tenía un balcón al fondo y una puerta
grande de madera con reja de hierro en color caoba.

Kim abrió la puerta rápidamente, sacando el seguro de la reja, que eran


dos pases y de la de madera tres. Pasó dejando a Jungkook seguirlo
después. Todo estaba oscuro, no había absolutamente ninguna luz
encendida, tan solo la brisa fría y ligera iluminación natural que entraba
por una ventana de lo que creía el menor era la sala.

Y cuando aquella puerta se cerró totalmente, Jungkook volteó y ni


siquiera pudo procesar cuando los labios de Taehyung comenzaron a
besar los suyos, con total desesperación y descaro.7

Esta vez sí era como la mayoría, esta vez sí le estaba robando el aliento,
a penas podía procesar la cantidad de latidos que estaba dando su
corazón cuando una de las grandes manos de Taehyung fue hasta su
pómulo izquierdo y se aferró ahí mientras la otra le tomaba de la cintura,
adosando ambos cuerpo. Giró al chico, colocándolo contra la pared y
metiéndose entre sus piernas volviendo el beso más deseoso cuando
con su boca comenzó a succionar los labios ajenos, con su lengua
comenzó a explorar la impropia y saborear su boca, provocando que un
hilo de saliva saliera de los labios de Jungkook.4

El menor ahogó un jadeo cuando sus manos fueron puestas en la parte


de arriba de la pared y pudo sentir el aliento de Taehyung dándole en el
cuello, mismo que comenzó a succionar y mordisquear hasta dejar
marcas que eran visibles en una luz normal. Ahogó otro más, cuando una
sola mano le aguantó las muñecas por encima de la cabeza y otra se
adentró en su camisa, tocando con los dedos su abdomen, cintura y
luego bajando. Taehyung lamió la punta de sus dedos índice y medio y
volvió a adentrarla rápidamente, alcanzando unos de los pezones
contrarios y comenzando a frotarlo entre estos, suavemente con
movimientos circulares.1

—Taehyung, mhg... —el chico lejos de removerse incómodo, solo se dejó


hacer. Kim abandonó el agarre en la parte de arriba de sus muñecas y
por el contrario ahuecó sus glúteos por encima del pantalón de pijama
que se debía ajustar propio que el niño cargaba. Masajeándolos,
apretándolos y dando suaves palmadas, a la vez que presionaba sus
dedos entre el espacio de sus glúteos por fuera de ese pantalón y seguía
devorándole la boca—. T-tae...

Haciendo caso omiso a todo —y sabiendo que había pasado mucho más
de dos semanas, así que su cuerpo podría considerarse
en ''perfecto'' estado—, sujetó las caderas del menor y le alzó cual pluma
sin peso alguno. Kook no tardó en tomar su cuello, rodeándolo con los
brazos y dejando que cayeran las sandalias que le quedaban unas dos o
tres tallas más grandes.17

Fue depositado en un mesón, del cual cayeron algunas cosas pero


ninguna se quebró. Taehyung le abrió las piernas y se inclinó quedando
entre ellas y comenzando y besarle el cuello, el cual lamió con la punta
de su lengua justo en la herida que había hecho tiempo atrás. Agarró piel
entre sus dientes, dejando una línea de marcas violáceas que mañana se
verían muy bien adornando su cuello. Entre los labios comenzó a
succionar la piel de sus clavículas, lo poco que daba aquella camisa.

Incorporó al menor hasta que quedó sentado recto y en un momento


tomó el borde de la prenda superior para quitarla, dejándola tirada en el
suelo y luego encendiendo una lámpara que estaba cerca y la luz era
muy tenue, suficiente para ver su abdomen.

La enorme ''T'' en todo el centro, las marcas que los cuchillos dejaron en
sus clavículas, el cigarrillo dejando las cicatrices en sus
tetillas. Macabramente hermoso, su piel marcada por Taehyung era la
cosa más hermosa que podría algún día ver.

—Eres tan precioso, niño —susurró sobre su boca, acariciándole el


abdomen—. No te haces ni una puta idea de lo hermoso que eres para
mí.7

Sin darle tiempo para responder, echó al menor hacia atrás y se inclinó,
dejando su boca bajando desde las clavículas hasta atrapar uno de los
pezones del chico en sus labios, Jungkook se agarró fuerte del borde del
mesón y arqueó su espalda cuando sintió la húmeda sinhueso dando
círculos en su tetilla derecha, suavemente succionándola mientras
dejaba besos alrededor y encima de la misma.

Morbosamente, el sicario subió la mano del niñito hasta su cabello y


Jungkook apretó por encima de la cola que cargaba puesta cuando sintió
el aliento de Taehyung encima de su ombligo, comenzando a dejarle
besos en la barriga, succionando la piel cerca y chupando las zonas más
sensibles que sabía le tendrían vuelto un caos. Jeon entreabrió las
piernas cuando nuevamente sus pezones comenzaron a ser atendidos
entre la lengua y labios del mayor.

—Tae... —se aferró fuerte de su cabello cuando la otra tuvo la misma


atención y mientras eso pasaba, la mano derecha del sicario comenzó a
masajear su entrepierna de arriba abajo y en círculos. Más temprano que
nunca Jungkook sintió cómo iba elevándose, con las caricias de sus
pezones, la boca echa agua y los besos que Taehyung comenzaba a dar
en las marcas que formaban la ''T'' —. T-Taehyung...1

Se oía tan bien su nombre de los labios de Jungkook, que todo lo demás
podía irse al carajo cien veces y luego doscientas o quinientas más.3

—No sabes lo jodido que me tienes, no tienes ni idea —abrió sus piernas
tras decir eso y junto ambas erecciones, la suya más avivada,
restregándose contra el menor y ahuecando sus caderas para levantarle
del mesón y volver a ponerlo en el suelo—. Eres mío, tu sabes que lo
eres, ¿no es así?

Mirando al suelo, Jungkook asintió.

—Dilo, di que eres mío y no eres de nadie más.

—S-soy... mhg —el lóbulo de su oreja comenzó a ser mordisqueado y


desde ahí hasta la base del cuello empezó a ser besado totalmente, a la
par que Taehyung le adentraba las manos por el pantalón, teniendo la
redondez de sus glúteos piel a piel contra sus manos y metiendo los
dedos hasta tantear su entrada y empezar a masajearla en círculos por el
borde—. S-soy t-tuyo...

Taehyung agarró el borde de su cuello y le pegó contra la pared,


ejerciendo fuerza, no demasiada para sofocarlo, pero sí suficiente para
tenerlo firme ahí mientras devoraba su boca con intensidad e ímpetu,
dejando ambas sinhuesos húmedas por el contacto, haciendo que a
Jungkook le doliera mucho más su parte intima por ya estar totalmente
despierta cada vez que la rozaba descaradamente con sus rodillas el
pene y daba caricias en su anillo de músculos, sin penetrarle con los
dedos.

—Necesito hacerte mío, necesito hacerte mío para convencerme de que


es imposible que te quiten de mi lado, Jeon Jungkook.17

¿Tenía miedo a perderlo?12

—T-Taehyung...

Los besos continuaron haciendo estragos en su boca hasta que Kim


comenzó a morderle los labios y sentir un punto de sangre, el cual
succionó y saboreó gustoso entre su lengua.

Se separó por unos segundos, mirando al menor, que tenía las cejas
fruncidas, sus fanales brillantes y su boca húmeda. Se acercó hasta su
oreja, lamiendo el lóbulo y dejando besos en esa zona que sabía era
sensible, con el pulgar delineó esos belfos que se le hacían deliciosos de
maltratar, su otra mano adentró un dedo entero. Y se regocijó cuando a
su niñito le temblaron las piernas y se aferró a sus brazos.
Estaba tan jodidamente estrecho y quería partirlo entero y hacerlo suyo
una vez más.

—Voy a follarte, necesito follarte —avisó en su oído—. Necesito abrir


esas bonitas piernas y besarte mientras me hundo fuerte dentro de ti.
Necesito verte gemir y sudar debajo de mí, Jungkook —su voz era tan
ronca que al chiquillo se le erizó cada vello de su cuerpo—. Vas a gritar
mi nombre bien alto cada vez que te joda en cada rincón, empezando por
mi maldita cama, ahora.62

Lo miró directo a los ojos, Jungkook solo parpadeó un par de veces.


Sacó su dedo del menor y con su lengua lamió con total obscenidad
desde su barbilla, hasta las letras de su frente, pasando por su pómulo
izquierdo.

—Ve al último cuarto, enciende la lámpara de la mesa cerca del sofá y


quita las almohadas y el edredón de la cama —ordenó al menor—. Te
quiero en medio del colchón y completamente desnudo, Kookie.17

El niñito hizo un ademán y procedió a caminar a donde le decían,


sobresaltándose cuando sintió una fuerte palmada en el culo, al cual
llevó su mano para apretujar la zona que ardió.

Entretanto, Kim se dirigió a uno de los estantes de su sala, sacando de


allí; dos pares de esposas, dos cinturones y una liga para el cabello y
otras cosas menos sanas.40

Iba a joderlo muy fuerte esta noche y al siguiente día también.16

Y después de ahí, darle toda la atención que merecía.

Porque era suyo, hoy, mañana...

Y siempre.75
XXXIV: Otchayaniye.
(⚠)95

El cuarto de Taehyung era, en resolución como la mayoría de las cosas


que Jungkook veía, normal.15

Había una enorme cama en el centro, y por enorme era exactamente


eso; demasiado grande. Un edredón color vino tinto, una sábana blanca
y almohadas blancas también, fue lo que el chico colocó en el sofá de un
solo puesto que estaba en diagonal a una peinadora. La misma tenía
encima una botella vacía de licor, dos vasos de cristal al lado y en el otro
extremo un peine, todo acomodado en su sitio. Al entrar, el chico pasó la
mano por algunas superficies y todo estaba impecable, como si se
limpiara cada día. No había polvo, no olía a tierra, humedad, sangre,
alcohol o todas las anteriores, tampoco olía a desinfectante y cloro como
la habitación de hospital donde había estado desde aquella noche que su
captor lo hizo mierda y por poco lo mata. Era un cuarto, de hecho,
acogedor.14

Lo peor del caso es que eso tranquilizó a Jungkook, incluso sabiendo


bien por qué estaba ahí.8

No estaba acobardado, el peor reconcomio que podía tener y que no


entendía del todo, era el hecho de no estar asustado, sabiendo que todas
las veces que Taehyung y él habían tenido sexo, terminaron en Jungkook
hecho mierda de una u otra forma e incluso al borde de perder la vida la
última vez. ¿Entonces por qué no estaba temblando de pies a cabeza?
¿Por qué no estaba con la garganta hecha un nudo y lloriqueando
despavorido mientras oía cosas moverse en la sala? Quizá era por una
sola cosa.

El miedo a morir ya no existía, porque sabía que Taehyung no iba a


matarlo.44

Suspiró, sentándose en el borde de la cama, iba descalzo y cargaba ropa


ajena encima. Encendió la lámpara de la mesa y la luz tenue tornó la
habitación de un color rojizo por el reflejo del bombillo blanco en
contraste con el vidrio vino tinto. Quitó la cuerda anudada en su cintura,
la cual dejaba que el pantalón no cayera, sin embargo cuando los bajó, le
fue inevitable no ver al frente y mirar el reflejo propio en el espejo de la
peinadora.

Espantoso, feo, monstruoso.15

Las marcas de su frente relucían a plena vista, dañando su aniñado


rostro que en algún momento él mismo llegó a considerar dulce, pero
verlo ahora era una desgracia. Pasó los dedos por esas marcas, mirando
fijamente sus ojos en el reflejo frente a sí, y suspirando agotado al
terminar con la última ''V''.

Jungkook ni siquiera era un ser humano justo ahora, no se sentía


así. Solo se sentía como la enferma y fea obsesión de un ruin enfermo
encaprichado.21

No quería explotar esta noche otra vez, no tenía ganas de una mierda,
solo quería que pasara lo que tuviera que pasar y si al otro día volvía a
abrir los ojos sin dolor, entonces bien, y sino pues... ¿qué más daba ya lo
demás? Por eso, tomó el borde de la camisa y la alzó con los ojos
cerrados para quitársela por encima de su cabeza y no ver la cantidad de
tragedias hechas laceración que tomaban el atrevimiento de hacerse un
espacio en su cuerpo delgado y suave. Siguiendo con los ojos cerrados,
la enderezó y a ciegas la tiró donde debería estar el mueble. Jaló sus
pantalones mirando hacia el piso para no hacer contacto ni con sus
piernas heridas ni con el espejo, e hizo lo mismo que con la camisa.
Finalmente, se echó hacia atrás hasta trepar sobre el medio del suave
colchón, se recostó en su espalda y subió sus piernas quitándose la ropa
interior, arrugándola y dejándola en el mismo sitio que las demás.16

Bien, estaba totalmente desnudo en el cuarto de quien iba a follarlo por


vez número no sabía cuál, apoyando las nalgas de sus talones, con las
manos entrelazadas sobre su abdomen y viendo hacia abajo mientras su
mente no pensaba en nada. Sentía la temperatura fría del lugar, el
silencio sepulcral que solamente dejaba paso a los latidos de su núcleo a
ritmo simple, los vellos de su cuerpo erizándose por su desnudez y una
sensación de estar a la expectativa de cualquier cosa.
Con la cabeza gacha Jungkook cerró los ojos, esperando.

Y la espera no duró demasiado, tan pronto como escuchó el sonido de la


manilla ser abierta, pasos pesados y lentos adentrándose a la habitación
y el seguro siendo pasado tan pronto como Kim la cerró.9

Solamente ahí fue que su corazón empezó a dar latidos más fuertes,
pero seguía imperturbable.

Lo primero que observó Taehyung, fue la posición del menor. Su cuerpo


totalmente libre de alguna prenda, arrodillado en el colchón exactamente
como esperaba verlo, sosegado sin decir absolutamente nada. Las cosas
que trajo, fueron colocadas en una mesa de noche y el chiquillo ni
siquiera lo miró cuando hizo ruido para dejarlas.
Kim se posicionó frente a la cama, quedando recostado de la peinadora,
tomando el borde con las manos y cruzando las piernas. Sorbió y aun así
Jungkook todavía seguía tranquilo observando sus manos entrelazadas
sobre su abdomen.

—¿Estás nervioso o tienes miedo?

El rehén se limitó a negar rápido, sin pensar nada en realidad.

—No, la verdad —y dijo aquello con total firmeza—. No tengo nada.20

—¿Por?

—No lo sé, solo... no lo siento así —seguía mirando abajo.

—¿Y por qué sigues con la cabeza abajo y no estás mirándome?

El chiquillo suspiró, y sus pupilas viajaron desde abajo hasta los pies del
sicario, dándose cuenta que estaba exactamente en el lugar donde iba el
espejo y no podía verse. En ese momento conectó sus ojos con él.

—No quiero ver el espejo, Taehyung.19

El aludido, extrañado en cierto punto, giró su vista hasta el enorme


espejo de la peinadora, que de hecho reflejaba suficiente; desde la mitad
de sus muslos hasta su cabeza. Miró el reflejo del chico a través de éste,
dándose cuenta que, a pesar de la tenue luz, todo era perfectamente
detallable.

—¿Se puede saber qué tiene de malo un cristal? —los ojos del maleante
fueron rectos hasta la figura del niñito, observando que seguía en la
misma posición y por nada del mundo veía abajo. Conocía perfectamente
la razón por la que no le gustaban los espejos, desde la primera vez que
estuvo con él dentro del cuarto en la cabaña, noches después de hacerlo
vivir aquel infierno—. ¿O es que no te gusta lo que el cristal refleja?8

—¿Por qué siempre preguntas lo que ya sabes?6

Taehyung sonrió.

—¿Y por qué tú siempre respondes con otra pregunta cuando no quieres
admitir la realidad?

—Porque mi realidad es una mierda por tu culpa.21

Una nueva sonrisa surcó los labios del mayor, cuando al decir eso, el
aprisionado alzó la cara y vio el reflejo de sus ojos observándole de
arriba abajo. No se miraba a sí mismo, sino a él.

—Admito que tienes la absoluta razón en ello, niñito mío —corroboró al


rehén, girándose para verlo de frente y no la imagen en el cristal—. Y mi
respuesta a eso, es que siempre me gusta ver cómo admites las cosas
cuando no te gustan. Por eso repito, ¿es el cristal o lo que el cristal
refleja?1

¿Por qué carajo Taehyung siempre sabía cómo jugar con su mente?1

—Odio el reflejo ahí.

—¿Por qué lo odias?

Jeon ni siquiera titubeó.

—Porque es de suponerse que debo ser yo el que aparezca ahí —


pronunció, subiendo los hombros en señal de que le daba igual aquello,
más tras una aspiración relamió sus labios y, viendo un punto ciego en la
pared, continuó—. Mi reflejo no soy yo, solo es... la cosa horrible que has
hecho de mí.22
Kim bajó la cabeza, apretando sus labios con fuerza pues oír a su niñito
hablar de aquel modo tan dolido, pero mostrándose tan fuerte era
exactamente la cosa que más le llamaba la atención. Por esa misma
razón, entre varias más anexas, le encantaba rebajarlo hasta el punto
más lacra y sacarlo de ahí de golpe. Le gustaba la cantidad de cosas que
podía lograr al jugar con su mente.

Bebió un trago del whisky helado que llevaba en el vaso y lo posó cerca
de la botella de licor que bebió solo hace un tiempo, exactamente la
noche que llegó de la maldita reunión con el montón de hijos de perra.
Tomó el cuello de su camisa y lo sacó por encima de su cabeza,
tirándola al mueble y colocándose un poco más al frente, justo en medio
de la peinadora y la cama.8

—Ven aquí —ordenó.21

El chiquillo cumplió y enderezó sus piernas, continuaba mirando al suelo


cuando finalmente quedó parado frente a su captor. Kim pasó una mano
por su cuello, estaba fría producto del hielo. Jungkook no estaba tenso y
en cierto punto eso le pareció totalmente bueno. Agarró el whisky,
llevando la mano hacia atrás para no quitar sus fanales de la exquisita
desnudez que veía. El frío del brebaje se coló por sus papilas gustativas
nuevamente. Comenzó a acariciar el cuerpo del menor, adosando la
yema de sus dedos entre sus caderas, subiendo por su cintura y
volviendo a bajar hasta dar unos suaves círculos en el área de su
ombligo. Finalmente quedó detrás de él y colocó los labios en su oído.

—Eres hermoso, pequeño Jeon —tras decir eso, comenzó a repartir


besos en el área de su nuca, sus fríos belfos erizaban los vellos del
menor, que seguía con su vista fija en el sitio—. Realmente tan
hermoso...12
Los belfos del mayor comenzaron a deslizarse de la manera más suave
que Jungkook jamás había sentido. Y es que desde un par de días atrás,
la necesidad de Kim por tomarlo iba en aumento, queriendo poseerlo en
totalidad. Jungkook era suyo y podía hacerlo más suyo si le daba la gana
y de las cientos de forma que su malnacida mente pensaba, pero justo
ahora quería tenerlo de manera que en realidad nunca había hecho.

Tan intenso que solo pudiera sentirlo a él y nada más.27

¿Por qué? Porque sabía muy en el fondo que aunque tratara de


convencerse de que todo iría siempre a su favor, para fallar solo se
necesitaba un paso en falso. Él ya había dado varios y a consciencia.5

Colocó sus manos en las caderas del niñito, luego de posar el vaso en la
esquina de madera de la cama. Los fríos falanges pasearon por esa
delicada anatomía, adosándose a las marcas de las que él era el
desquiciado autor. En esa piel que siempre veía de porcelana, besó las
marcas de su nuca hasta la mitad de su espalda, a la par que exploraba
con los dedos las zonas de su vientre, en las marcas que había hecho
con el cigarrillo, marcando la inicial del nombre propio en su pecho.3

—¿Sabes una cosa? —inquirió cerca de su odio, rozando los labios en


su oreja y sintiendo como el menor ladeaba el rostro. Tomó su barbilla y
le enderezó la cabeza, provocando que lo viera a través del pulcro
cristal—. En la vida, algunos tienen cientos de vicios nocivos que al final
del día solo terminan siendo la causa de su destrucción —sus dedos
subieron desde el ombligo el menor hasta rozar sus suaves y maltrechos
belfos. Abrió paso a dos de ellos, introduciéndolos en su boca. El menor
sin titubeo, mas los comenzó a succionar lento—. Justo ahora,
el ''algunos'' soy yo, y el maldito vicio que poco a poco me ha ido
destruyendo... eres tú.18
Los ojos del cautivo se cerraron cuando los besos en su nuca
comenzaron a convertirse en chupetones y mordidas lascivas, los dedos
en su boca empezaron a moverse de adelante hacia atrás y la otra mano
apretujaba la carne de sus muslos, de arriba abajo.

—Pero no creas que me siento mal por esa porquería, bebé... —dijo
cerca de su mejilla, rastrillándola con la punta de su lengua—. De hecho
me gusta cómo me hace sentir lo que por ti siento.19

Maldito hijo de puta.

Sus dedos hicieron un recorrido, acariciando su cuerpo lasciva y


posesivamente por todos los rincones habidos y por haber. Tomó de la
esquina el vaso con licor y bebió un trago amargo, dejándolo en su mano
y masticando uno de los hielos que sobresalía del borde, cual quitó con
su boca.

—A-ah... —el menor sintió el frío hielo deslizándose del borde de su nuca
hasta contornear su espina dorsal. Detrás de él, Kim se regocijaba
viendo el líquido irse tras las pequeñas protuberancias que se notaban al
principio de su espalda, producto de estar tan delgado—. Taehyung...13

Kim tomó asiento finalmente detrás de él, y tan pronto como su cuerpo
chocó contra la cama, el vaso fue colocado en el otro extremo y las
caderas del menor fueron tomadas con dureza.

—Es increíble... lo realmente hermoso que eres para mí —sin esperar


algo, Taehyung comenzó a adularlo, repartiendo besos por las marcas su
espalda—. Y al parecer, ese es exactamente el problema... —colocó su
palma de manera firme contra su abdomen, porque el chico comenzó a
arquearla por la temperatura de sus manos frías—, que eres demasiado
hermoso, y mi las cosas hermosas no me gustan —los besos
comenzaron a desviarse por su cintura, luego mordisquearon esa zona y
su cadera, apretando la suave dermis, mirándolo a través del espejo—. O
al menos, no me gustaban hasta que tuve que usar a cierto mocoso de
carnada para atrapar al pez gordo, y al final el maldito pez gordo me valió
un kilo de mierda —finalmente besó y mordisqueó ambos glúteos del
chiquillo.9

Lo volteó de golpe, sujetando esa cintura donde sus manos entraban


idolátricamente.

—Cuando vi al cabrón de tu padre hace unos días, te juro que casi me


levanto de la puta silla donde reposaba el culo y le pegaba cuatro tiros en
la puta frente mientras soltaba mierda por la jeta —pronunció con
desdén, colocando las manos atrás para apoyarse y sonriendo ladino
cuando Kook puso una mirada de sorpresa y algo de horror—. Pero no
hice nada, ni a él, ni a Youngbae, ni a Jung Hoseok, ni al cabrón de Shin
o a tu señora madre, Jungkookie.28

Los ojos del menor se abrieron más que antes y entonces su cuerpo se
tensó.

—¿Q-qué mierda estás habl-...?

—Hablo de que la noche que llegaste aquí tomé un par de fotos y se las
mande al testaferro de tu puto padre para que pensaran de una maldita
vez que estabas muerto —confesó al otro—. Y todo habría salido
impecable, de no ser porque tu madre se volvió loca buscando tu cabeza
en un cadáver que mandé afuera de uno de los bares de Kyong, cadáver
que le faltaba un lunar en la cabeza, casualmente como el que tienen ella
y tú.5
Jungkook trató de procesar rápido la información, no queriendo pensar
en que su familia —madre y hermana, al menos—, hubiesen sufrido
algún tipo de agresión, conociendo como era Taehyung. Sin embargo,
confió en que dijo que no le hizo nada a nadie.

Ni supo por qué.

—¿Q-que estabas haciendo en Kyong?

—Tu padre se fue de viaje cuando recién te rapté y no regresó a este


país sino hasta que esas fotos de tu supuesto cuerpo muerto le fueron
entregadas —Jungkook notaba que el sicario hablaba de su padre con el
peor de los ascos posibles. Y siendo sincero no lo culpaba—. Supongo
que cuando fue a buscar el cadáver que tenía exactamente todas las
marcas que tú tienes, y tu madre dijo que no eras tú; se volvió loco,
entonces hizo una reunión con un montón de matones, incluyéndome a
mí.4

—¿Y cómo es que estabas tú ahí?

—¿Se te olvida que el sicario de Shin Taogum soy yo? —le alzó una ceja
y relamió sus labios—. Hace como seis años conocí a Shin y desde ahí
tu padre se quedó con Jung Hoseok y a mí me dejó con él, porque Shin
cuida la peor parte de esa organización; prostitución, agencias de videos
pornográficos y snuff, trata de blancas menores de quince años y tráfico
de personas a todo el continente. Ochenta años de cárcel por cada una.
Súmalas, y a ningún ser humano le daría la vida para cumplirlas. Es por
eso que me dejó con él, porque quien quiera meterse con esos negocios
terminaría entonces asesinado por V.2

Mierda, no. No, no, no.

Si Taehyung conocía a Jaeban entonces...6


—Taehyung, ¿tú-...?

—Sí, precioso, la mafia de tu padre me respalda e incluso él mismo


confía en mí de mano a mano mientras que ni le pasa por el maldito
cerebro que desde hace casi ocho meses soy yo quien tiene a su hijo —
confesó de golpe, importándole poco la hiperventilación del menor, muy
bien disimulada—. ¿Por qué crees que fue a mí a quien contrataron para
matarlo? Porque sabían que ya yo estaba metido en Kyong, sin ni
siquiera trabajar para ellos.27

Jungkook entró en una especie de trance, mirando recto el suelo


mientras sentía las manos acariciar su espalda y los besos continuar
suaves en su abdomen. ¿De dónde carajo se sentía tan mal de
pronto? No es como si tuviera la esperanza de que en algún momento lo
iban a sacar de ahí, o quizá se sentía mal porque sí la tenía, mas se
obligó a sí mismo a no aferrarse a algo que era incierto. Y ahora, la
incertidumbre de saber que Taehyung era incluso más poderoso de lo
que pensaba, le estaba matando lentamente el mínimo atisbo de cordura
humana que se había a sí mismo obligado a retener.5

Entonces cuando sus ojos volvieron a conectarse, Kook solo mantuvo


una pregunta.

—¿De qué organización formas parte?11

Y cuando la sonrisa de Kim se ensanchó, Jungkook suspiró agotado.


Agotado y rendido de verdad, al saber que era inútil hacer algo, eran
inútiles miles de cosas que su ridícula y tonta mente aniñada se había
atrevido a pensar, sabiendo ahora la verdad; XeoXong, ''Doble X''.

Comparada a la organización de su padre, no era igual, aunque tampoco


se podría decir que le llegaba a los talones. De hecho, XeoXong era la
segunda organización criminal más poderosa del país, y hace unos años,
cuando Jungkook cumplió catorce y su padre hizo aquella reunión
nefasta y horrible, le habló de todas ellas. La única independiente era
Kyong, las demás eran en conjunto y en específico ''Doble X'' tenía
cuatro jefes, pero en ningún momento de la historia se hubiese
imaginado que terminaría cayendo en las manos de uno de ellos. Y con
razón Taehyung era tan inmune, al ser jefe de una y trabajar para las
otras, probablemente miles le cubrían las espaldas.5

No solo estaba ahogado en dinero y asesinatos, sino también en gente


que le cubría las espaldas; básicamente, ser un ''sicario'' era
absolutamente nada comparado a ser un capo mafioso.7

Jungkook se sintió como despertar de una terrible pesadilla y ver que la


realidad era simplemente el infierno mismo.

—¿P-puedo saber qué pasó en esa reunión? —indagó curioso.

—Tu padre extraña al futuro heredero de su maldito imperio mafioso y lo


adora con toda su alma de padre ejemplar, y tu madre solo quiere a su
hijo —pronunció con desdén y fingiendo una voz dolida y de víctima, tal
como la escuchó en Jaeban—. Para tu padre siempre has sido eso,
Jungkook, un robot que cuando cumpliera diecinueve años comandaría
todo lo que el apellido Jeon ha venido comandando desde hace años
atrás. No le importas como hijo, sino como seguidor.2

—¿Y tú cómo sabes eso?13

Kim le sostuvo la mirada un par de segundos, suspirando suavemente y


divagando entre los recuerdos de una memoria propia sucumbida entre
horrorosos escenarios. Los ojos grandes y brillantes de un niño con
miedo, aferrándose a sí mismo en la esquina de un oscuro lugar y
temblando mientras Taehyung le arrancaba la cabeza a seis hombres.11

—No te vi por primera vez el día que te secuestré, te conozco desde


mucho antes, Jungkook. Lo que pasa es que tú no lo recuerdas, yo sí —
pudo haberle dado risa la cara de total confusión y horror que el niñito
tornó, más le tomó de las caderas y continuó con un semblante
inmutable—. Hace como seis años, tu padre estuvo presente el día que
maté a unos hombres que se endeudaron con Shin. Él te llevó a ti para el
lugar, y yo te vi, mas no tenía ni idea de quien mierda eras. Supongo que
no te acuerdas porque-...18

—S-si me acuerdo... —objetó, recordando horribles imágenes


de alguien matando a unos señores—. Me acuerdo de esa n-noche...
pero no de ti.11

—No podrías, yo llevaba un barbijo y una gorra hacia atrás que cubría mi
frente, solo se me veían los ojos y nada más —expuso al menor—. Y tú
estabas demasiado ocupado llorando en un rincón con miedo, como para
detallar otros rostros. Es por esa razón que cuando me dieron
información de ti, me enteré que el niñito llorón de la esquina, era en
realidad el hijo de Jaeban, y por esa misma razón es que supe desde un
principio que eran un niñito, hasta que mentiste para confundirme
diciendo que tenías-9

—Veinte, y me golpeaste por eso... —mencionó al recordar.20

—¿Y has vuelto a mentirme después de eso?

Kook bajó la cabeza y se negó, tampoco es como si hubiese razón para


mentirle a Taehyung. Le daba igual hacerlo o no. ¿Qué ganaría
mintiéndole? Una paliza o mínimo unas cargantes bofetadas hasta no
sentir el rostro, bien lo sabía.6

—¿En que terminó la reunión?

—Tu padre mandó a registrar las cuatro organizaciones criminales de


este país, de pies a cabeza —dio a saber, y por un segundo al menor se
le iban a iluminar los ojos—. Pero ni siquiera creas que eso me pone mal,
ya controlé perfectamente todo y tú seguirás conmigo mientras a mí me
dé la gana.2

Si, como si por dentro no tuviese el corazón a mil latidos por segundo,
pensando en las barbaridades que estaba haciendo, y estando
plenamente consciente de que él las estaba haciendo y por qué.6

Kim Taehyung era astuto, pero todas las cosas malas que se hacen por
el bien propio, no dejan de causar maldad.3

—Siempre, Jungkookie.2

El menor le miró a los ojos un segundo, entre la distancia, pero esta dejó
de existir tan pronto como Kim arrebató sus caderas y lo subió sobre su
regazo, entreabriendo sus piernas a cada lado de las suyas y
comenzando a besarlo de manera impetuosa. La confusión inundó a
Jungkook por un segundo, arremolinándose entre su ser esa infinita
cantidad de sentimientos ruines que agonizaban desde lo más profundo
hasta adueñarse de todo de él.

Sus piernas quedaron por fuera de las de Kim y el beso que compartían
tenía el mismo nivel de éxtasis que los que le daba cada vez que
terminaban haciendo algo. Jungkook no protestó, tampoco tenía mucho
por qué protestar. Lo que sí sintió, fue la extraña lentitud con la que
estaba siendo besado, a profundidad, acaparando todos los rincones de
su boca, ofuscándolo, atontándolo, dominandolo. La parte baja de su
espalda fue ahuecada con la palma de Kim y arrimado más hacia
adelante, teniendo la erección contraria totalmente entre el espacio de
sus glúteos incluso cuando Taehyung todavía cargaba las prendas
inferiores.

Jungkook por un momento no quería sentir nada más allá de lo


inexplicablemente físico de siempre, no obstante, Taehyung comenzó a
acariciar todas y cada una de las cicatrices de su espalda. Adosaba sus
manos a la suave dermis del menor, por encima de la piel que estaba
magullada por las quemaduras del arma. Tan suave e idílico que Kook
apretó los labios cuando su cuello también fue atendido justamente en
todas y cada una de las marcas que poseía, bajando desde este hasta
juntarse con sus clavículas.

—Taehyung... —su cabeza fue hacia atrás cuando Kim comenzó a lamer
y succionar las marcas de su pecho. Sus tibios labios se adosaban a las
cicatrices y luego de dejar besos succionaba la zona entre estos, luego
lamiéndolos; adorándolos, deseándolos, admirándolos casi. Jungkook
sabía que le gustaban todas esas malditas marcas de mierda—. A-ah...7

—Hijito de puta, me encantas tanto... —susurró sobre sus labios,


mirándolo y ahora bajando para curvar su cuello y apretujar sus glúteos
con fuerza mientras le hablaba al odio y respiraba en su nuez. Entre sus
dientes tomó piel de manera suave, dejando una marca rojiza al traerla—
. Me gustas tanto...

Y quizá, el problema era ese. Jungkook se odiaba a muerte, a Taehyung


le gustaba a morir.32
Deslizando las manos desde sus glúteos hasta su nuca, rozando todas
las quemadas de aquella noche, Taehyung tomó la parte posterior de su
cuello y lo condujo más hacia sí, pegando sus pechos desnudos,
sintiendo el latir acelerado de Jungkook contra el suyo, dejando espacio
totalmente nulo entre ambas anatomías y enterrando los dedos en su
cabello negro y luego ahuecó su rostro con las palmas.4

—Te ves tan hermoso, te ves tan precioso con todas esas malditas
marcas hechas por mí —susurró sobre sus labios, mirándolos y luego
sus ojos. Agarró sus glúteos, amasándolos con rudeza y palmeándolos—
. Tan follable, tan dominable, tan marcable... —sus dedos izquierdos;
anular y medio, viajaron hasta la entrada de Kook, comenzando a
estimularla en círculos—. Todas esas malditas marcas demuestran que
eres mío, niño hermoso —un casto beso fue propiciado—. Hermoso
como ninguna otra persona en la faz de esta maldita tierra asquerosa.6

''Eres horrible, eres horrible, eres horrible, eres horrible...'' no importaba


la cantidad de veces que tratara de contradecirlo con esas malditas
palabras, de verdad era horrible.

Era...11

— ¿L-lo soy, Tae?52

Kim ni siquiera titubeó.

—Lo eres, siempre lo has sido, siempre lo serás, mocoso —corroboró—.


No puedo creer lo mucho que me encantas, tanto que es una tragedia,
tanto que es un martirio y me tiene tan jodido, mí amor...11

Y una vez más, Jungkook se aferró a la peor mierda que podía aferrarse,
pero el único consuelo mísero que tenía; Kim Taehyung.52
Tomó entre las manos ligeramente temblorosas el rostro de Taehyung, el
cual seguía rozando su entrada y sabía que estaba a punto de decir algo.
Kook aspiró hondo por la nariz y sin titubeo lo observó recto.

—D-dime que no quieres a nadie más —ni siquiera parpadeó al hablar—.


D-dime que solo eres para mí, que solamente vas a tocarme a mí y que
solamente... me quieres a mí.155

La constante cumbre a la que subía Jeon Jungkook, siempre terminaba


teniendo una subida más alta de la que era mortal caer.

—Eres un mocoso malcriado, Jungkookie, pero es la ridícula verdad —se


burló por un segundo queriendo reír, sin embargo el niñito tenía razón—.
No quiero estar sin ti, no puedo estar sin ti —profirió, comenzando a
mordisquear su cuello—. Solo quiero tocarte a ti, a ninguna otra maldita
persona que no seas tú, porque tú eres mío... y te quiero es a ti.14

No hubo más que decir cuando Jungkook correspondió, cruzando los


brazos alrededor del cuello impropio y dejándose besar totalmente. Kim
entreabrió sus glúteos un poco más y llevó dos dedos hasta su boca,
escupiéndolos y posteriormente dirigiéndolos hasta la entrada del menor.
Hizo presión un par de veces y meneó rápido de lado a lado para
esparcir la saliva, sintiendo como Kook se aferraba a su cuello y curvaba
la espalda.

El primer dedo fue introducido entero, Jeon apretó los labios hacia
adentro y cerró los ojos al sentir los besos y su entrada siendo
mínimamente dilata. Mínimamente, porque tan pronto como Kim embistió
con su dígito unas cuatro o cinco veces, insertó el segundo,
regocijándose con los quejidos bajos de Jungkook, sabiendo que le
dolía.3
—Taehyung... —los falanges se insertaban profundamente, Kook sentía
ambos presionando su interior y estrellándose contra sus estrechas
paredes. De vez en cuando los sacaba para recorrer toda el área que
unía sus testículos con su entrada y hacia presión, dándole una
sensación medianamente satisfactoria—. A-ah...

A través del espejo, Kim adoraba la curva de esa cinturita sobre su


cuerpo, la curva de su espalda llena de cicatrices, las dos marcas en sus
glúteos los cuales con una mano amasaba y palmeaba mientras la otra
se concentraba en embestirlo. Sus brazos tomándole con posesión, sus
muslos llenos de marcas sosteniendo el peso a cada lado de los propios
con sus rodillas y el suave movimiento de caderas que hacía el menor
cuando los dedos tocaban un punto sensible. Suyo, suyo, malditamente
suyo.

Sacó los dedos, sintiendo los labios de Jungkook respirar en su cuello.


Los llevó hasta su boca, viendo al menor y lamiéndolos entero, sintiendo
su sabor ahogarle las papilas gustativas.

—Hiciste lo que te ordené hace días, ¿no es así? —empuñó su cabello y


lo ladeó para hablar sobre su boca. Los ojos del rehén se perdieron por
un instante—. Estás impecable, pequeño Jeon... —no le dio tiempo al
otro para contestar cuando entreabrió su boca y comenzó un ardido
besuqueo rápido—. Voy a comerte...40

El chico apenas pudo procesar aquellas palabras, cuando le tumbó a un


costado de la cama y se situó sobre su cuerpo, empezando a devorar su
boca con vehemencia. El cuerpo de Jungkook se echó hacia atrás
cuando el mayor empujó sus piernas para que ambas anatomías
quedasen en el centro del colchón.
El beso se tornó aún más voraz, al punto que Kook quedaba sin aire por
unos segundos y debía dejar su boca entreabierta para tomar algo del
aire que Taehyung con atrevimiento le robaba al estar deshaciendo la
lengua en su boca que manera tan grotesca, logrando que la saliva
saliera por el borde, moviéndola en círculos contra su propia sinhueso,
mordisqueando sus labios hasta templarlos y obtener el metálico sabor
característico de esas veces, además de apoyarse con la palma a un
lado de su cabeza y con la otra mano seguir embistiendo profundo los
dígitos.5

Jeon colocó las palmas encima de sus hombros cuando los besos
arremetieron infames contra su cuello, sintiendo mordiscos profundos
que dolían, más no demasiado como para enterrarse en su carne. Sentía
la erección de Taehyung contra su propio sexo cuando comenzó a
restregarse lento contra él, y la mano que lo embestía terminó por sujetar
su cintura.

—A-ah... Hahg... —no tuvo más opción que llevar su espalda en un arco
cuando sintió las mordidas en sus clavículas y rápidamente dos manos
sujetar su cintura mientras su pezón izquierdo quedaba atrapado entre
los labios de Kim, el cual los lamió en círculos, rastrilló un poco de arriba
abajo y los dejó un par de segundos entre sus dientes para luego
estimularlos con chupetones que hacían al menor aruñar su espalda con
la diestra y la zurda enredarla en su cuello y dejarla en un puño—. M-
mierda, Taehyung...2

Los besos continuaron hasta situarse en un punto sin retorno, el centro


de su abdomen. Kim adosó los labios en la zona, mordisqueando toda la
piel posible hasta tenerla llena de moretones. Varios fueron dejados a lo
largo de esa zona, en el área debajo de sus tetillas, en la zona sobre su
ombligo, a los lados por su cintura, sobre sus costillas que cuando
levantaba ligeramente el pecho se marcaban. Mordió toda zona posible,
dándose el lujo de escuchar esa suave melodía quejica que eran los
gemidos bajos del niño debajo de él.

Las caderas de Jungkook se alzaron cuando la boca impropia empezó a


deslizar besos desde su ombligo hasta abajo, sobre su pelvis,
succionando el lugar sensible, dando un recorrido por todo el lugar con
su lengua y mirándolo fijo. Jungkook tenía la boca entreabierta, pero los
labios siendo atrapados entre sus incisivos, sus cejas curvas y una
mirada que pese a que no era la primera vez que hacía algo con
Taehyung, denotaba ligera vergüenza al sentirse tan expuesto.3

—¡Taehyung! —exclamó aquello tan pronto como sintió al mayor escupir


sin decoro su entrada dos malditas veces y comenzando a embestir
rápido con los dedos. Kook se retorció un poco por tener ese rostro en su
entrepierna y la lengua de Kim lamiendo desde esa zona hasta sus
muslos—. E-es que...3

—Cierra la puta boca, mocoso —calló el mayor, y tan pronto como dijo
aquello, se izó en sus rodillas hasta alcanzar el primer par de esposas
que había llevado. Kook forcejeó unas veces, tratando de hacer un
berrinche, mas terminó quedándose quieto cuando una mirada dura le
fue dada. Taehyung colocó los pesados aros en las muñecas del menor y
la otra parte la colocó entre un pequeño aro que cargaba la cama—.
Ahora, deja que pruebe ese bonito culo tuyo que me pertenece.19

No esperó absolutamente nada cuando volvió a quedar entre las piernas


de su cautivo y las abrió de par en par, llevando la parte trasera de sus
rodillas hasta su cintura. Mordió morbosamente sus labios al verlo
expuesto y vulnerable de aquella manera, con el pecho subiendo y
bajando, su entrada contrayéndose y dilatándose muy levemente
además de su erección contra su pelvis; Jungkook era, en palabras
resumidas, un maldito delirio indecoroso y perfecto.

Salivó nuevamente en su entrada, observando el espeso líquido viajar


desde sus testículos hasta su anillo y de este gotear hasta la cama.
Recogió sus piernas y se las llevó al hombro, apretujando la izquierda
con la mano del mismo lado y la derecha de igual manera. Mordisqueó
sus pantorrillas, perfiló las cortadas de sus muslos y finalmente los pies
de Jungkook dieron contra la parte baja de su espalda tan pronto como el
sicario se apoyó con las manos al lado de su cintura y hundió el rostro
entre sus piernas.

Arqueando el cuello, el pequeño Jeon jadeó fuertemente y hundió la


cabeza contra el colchón al sentir los labios ajenos presionarse duro
contra su entrada y luego a Kim sacar la lengua para comenzar a lamer
la sensible zona en círculos. La sensación extraña subió de nivel entre
las paredes de aquel frío cuarto, en el instante en que su músculo bucal
comenzó a rastrillar de arriba abajo todo el espacio de los glúteos del
chiquillo, presionándose completamente por el lugar, en una lasciva e
indecorosa forma donde Kim llenaba sus oídos de esos suaves gemidos
que Jeon soltaba cada vez que iba más fuerte.18

—T-Taehyung, hahg... —soltó alto, en el instante en que el mayor


entreabrió sus piernas para arremeter más profundo con su lengua.
Mordisqueó sus muslos a la misma vez que repartía lametones que
ponían a Kook a delirar y chillar bajito entre labios apretados por sus
delanteros y ojos entrecerrados observando el techo—. M-maldita sea...

Arrodillado entre sus piernas, el mayor saboreaba con gusto a su


pequeño Jeon, succionaba ese apretado orificio, daba besos en la zona,
escupía para dejar su lengua llena de la espesa saliva y posteriormente
la succionaba hasta dejar su ingle repleta de moretones. Con sus labios
succionó los testículos impropios, llevando la vista arriba para deleitarse
con el chiquillo viendo abajo y encontrando sus ojos en un segundo,
mismos ojos que fueron hasta atrás junto con su cabeza en lo que Kim
presionó el pulgar en su entrada, y los dos dedos principales comenzaron
a frotar suavemente ese lugar, dejando que la sensación le inundase.15

La lluvia de jadeos que danzaban en el aire helado de las cuatro paredes


que como dueño tenían al sicario, se fundían con el sonido de su boca
adueñándose de él en aquel modo tan grotesco, poseyéndolo y llevando
al borde de un éxtasis que, aunque quisiera, no podía fácilmente salir.

—¡Tae! ¡Agh! —regocijó al mayor en un grito, contemplando su boca


chupar lo que podía, sus dientes royendo la parte baja de los glúteos, y
dos dedos volviendo a acecharlo. Taehyung los movía hacia arriba en un
movimiento de tijeras y a la vez introducía su húmeda y dura sinhueso
hasta la mitad, ladeándola y retorciéndola dentro de la exquisita
estrechez que Jeon le brindaba—. P-por favor, d-desátame...12

Pero solo recibió los dedos embistiéndolo profundo, raspando lo máximo


donde llegaba con sus yemas y desde arriba tocarle, sacarlo y presionar
de lado a lado su entrada, dando con dos dedos en ella y observar las
pequeñas salpicaduras de saliva yéndose hacia sus glúteos, cuales
succionó, saboreó, chupó y mordisqueó a su antojo, mientras las caderas
del menor se retorcían en un vaivén. Lamió por un último segundo toda la
baba del espacio dentro de su pierna, desde el inicio de sus glúteos
hasta el lugar donde comenzaban sus testículos. Dejó todos los fluidos
en su boca, e incluso lamió la extensión de Kook, sonriendo lascivo al
momento en que tomó el glande del chiquillo entre sus labios y este se
arqueó entero hasta que las esposas hicieron una suave línea contra la
madera, rayándola.6

Kim colocó sus manos alrededor de la cintura del muchachito y


nuevamente dejó su abdomen lleno de besos y apretones que seguro le
marcarían. Sin decir nada, subió su cuerpo hasta encontrar sus ojos y
con los mismos dedos que tuvo en su interior, presionó sus labios,
dejando que el chiquillo los abriera, este lo hizo y en ese instante Kim
vertió lentamente la saliva en su boca, mirando detalladamente el líquido
perdiéndose entre la sinhueso del muchachito, que tragó aquello y
frunció el entrecejo.43

Besó con rudeza su cuello, desde las marcas debajo de sus clavículas
hasta lamer la línea intensa que formaba debajo de su manzana de adán.
Mordisqueó su maxilar, rastrilló sus labios y luego los propios los adosó a
su oído.

—Voy a follarte lento y profundo —amenazó sobre sus oídos, arrastrando


besuqueos por la zona—. Luego me hundiré tan duro en ti que solo
podrás gemir y gritar, vaby... —susurró con énfasis en la pronunciación.47

Sus dedos se adentraron en el pequeño y presionó la zona que lo volvía


más excitado, adorando las marcas de su frente mientras juntaba ambas
y lascivamente sonreía.

—Taehyung, p-por favor...

—Así... gime para mí, y pídeme que te folle —susurró cerca de su


yugular, notando sus vellos erizar y bajando hasta besar su cuello para
devolverse hasta—. Pídeme que te llene por completo y me corra dentro
de ti —pronunció sobre su boca—. Pídeme que acabe contigo... pídeme
todo de mí, Jungkookie...30
—Taehyung —sus piernas bien abiertas se situaban a cada lado de la
cama, con las rodillas encogidas—. T-tae, por favor...

—Pídemelo —aquello era una demanda.13

Jungkook sabía que incluso si no lo hacía, terminaría pasando igual. Sin


embargo, miles de cosas estaba sintiendo en ese momento que no le
permitían pensar correctamente, se sentía como aquella vez que lo llevó
frente al espejo y lo folló por primera vez sin tanto calvario.

Pero peor, más necesitado, más demandante, más obsesionado que


cualquier otra vez. En efecto, Taehyung estaba demasiado obsesionado
con él.5

Y eso Jungkook sabía que a pesar de ser terriblemente malo, para él


podría llegar a ser realmente bueno.

No dudó más.

—F-fóllame ya...33

Taehyung sonrió justo en ese instante.

Se arrodilló en la cama, inclinándose hasta las esposas con las que


previamente inmovilizó al niñito, desatando una por una y poniéndolas en
una esquina de ese lugar, volvió a atacar su cuello y pasar las manos por
sus muslos desnudos, hurtando su aliento sin decoro, blasfemando su
cavidad entre gruñidos y separándose finalmente para comenzar a
desamarrar la hebilla de su pantalón. Kook escuchó aquel sonido y, no
de miedo, pero su corazón comenzó a bombear extremadamente fuerte
en su pecho, retumbándolo terriblemente al punto en que no parecía
estar pensando de manera racional.
Ese era el problema, nada de lo que sentía por Taehyung era racional.
Las mentes dañadas principalmente carecen de raciocinio, Jungkook lo
sabía por experiencia propia.1

Entreabrió los ojos un poco, ligero nerviosismo arremolinándose en su


ser con lascivia, cuando notó a Kim tomando una de sus rodillas para
llevarla encogida hasta su cintura y con la otra mano bajó sus boxes,
liberando una prominente erección dura contra su ombligo. El menor
ladeo el rostro un segundo, sintiendo una ridícula vergüenza cuando el
sicario entre labios mordidos jaló un par de veces su extensión para
esparcir aquellas gotas cristalinas que emanaban de su hendidura.22

—Mírame, no me rehúyas tus ojos —ordenó. Jungkook al escuchar


aquella voz demandante solo cerró los ojos y volvió a enderezar el rostro,
uniendo invisiblemente sus fanales—. Vas a mirarme mientras te hago
mío.7

Sin decir una palabra más, observó la delgada anatomía bajo su cuerpo;
marcable, tomable, follable en todos los sentidos. El suave sube y baja
de su abdomen y ese apretado interior que corrompería estaban
haciéndole estragos totales. Sin pudor, tomó ambas piernas del chiquillo
y las subió exponiendo totalmente su entrada, la cual escupió desde su
garganta.43

Mordiéndose los labios, jaló las muñecas del chiquillo hasta dejarlas en
sus rodillas. Kook entendió aquello, y por eso mismo las sujetó sin
esfuerzo, sintiendo el miembro de Taehyung unirse con el suyo por un
segundo cuando chocó ambas caderas. Con la zurda, agarró su cintura,
apretujándola hasta que quizá apretaba un poco, tomó el miembro propio
con la derecha, alineándolo con esa entradita por la que casi babeaba
esa noche, mirando al chiquillo con tonos rojizos en su cuerpo por la luz.
Restregó de arriba abajo el glande, sonriendo cuando un pequeño
gemido sus oídos escucharon en el momento que se presionó contra el
anillo de músculos.1

Había extrañado devorárselo de esa puta forma tan obscena y jugar con
sus sentidos así.6

—Mhg... —aquel gemido salió en el instante en que el menor sintió


aquella extensión adentrarse poco a poco, mientras Taehyung sujetaba
su cintura con fuerza—. Taehyung...1

Kook comenzó a sentir sus paredes ensanchándose para recibir aquel


pene entero dentro de él, sus labios estaban hacia adentro apretándose
fuerte con la ya conocida presión en esa zona. Sus orbes permanecían
atados al mayor a la par que éste impulsaba sus caderas, recibiendo esa
cálida estrechez tomarlo entero centímetro a centímetro. Las cejas del
menor se curvaron en el instante en que Taehyung se inclinó hacia
adelante, colocando una palma al lado del cuello ajeno y otra tomando
las largas hebras azabaches de la cabeza del muchachito, uniendo su
propia frente con aquella lacerada por perversas marcas.3

—Agh... mi Jungkookie —susurró en su oreja, lamiendo el borde,


mordisqueándolo y bajando para rastrillar su cuello, devolviéndose al
principio cuando entró en él por completo y Kook era una masa de
jadeos—. Te ves tan hermoso abriendo tus piernas para mí...6

Continuó besándolo en esas zonas sensibles, disfrutando los suaves


suspiros que se ganaba del menor. Permanecía enterrado en él por
completo, regocijándose al sentirlo dilatar y contraer su entrada para
amoldarse mejor a su tamaño. Pese a que estaba con sus piernas
encogidas y Taehyung había usado sus dedos en él, le fue imposible no
sentir esa punzada dolorosa en su vientre y espalda baja cuando el
sicario meneó las caderas suavemente en círculos y el chiquillo replicó a
eso con un gemido bajito y lastimero.

—Bésame —pidió Kim.28

Y ni siquiera había dicho aquello cuando Kook abandonó sus piernas y


subió las manos por su espalda hasta enredar los brazos en su cuello y
comenzar a corresponder el beso que el mayor había comenzado.
Adentró su lengua en él, no de manera ruda, aunque como siempre
dejándolo sin aliento y jadeando, a medida que el vaivén se volvía más
constante.

Kim salió un poco de él y volvió a hundirse profundo, no mintió cuando


dijo que lo follaría lento y profundo, eso mismo estaba haciendo. Sacaba
su extensión hasta tener la mitad dentro del menor y se hundía poco a
poco. La boca de Kook entre besos jadeaba, su cabeza se iba hacia
atrás y Taehyung jalaba su cabello para devolverla al sitio donde lo
besaba tan bien.28

Había pasado tanto tiempo desde que había tenido ese tipo de contacto
con Taehyung, que aunque se sentía familiar era como si jamás hubiera
pasado, probablemente porque tras todo lo que pasó desde que llegó a
ese lugar él se había completado de una manera tan... normal, que Jeon
simplemente estaba demasiado ofuscado.

—¡Mgh, Taehyung! —con la boca abierta, gimió fuerte al sentir al sicario


salir entero de su interior y penetrarlo de golpe, mordisqueando su
cuello—. ¡Taehyung!37

Taehyung. Taehyung. Taehyung.4


—Dilo completo, vamos —ordenó, el puente de su nariz chocando con la
de Kook—. Quiero escucharte gritarlo.14

Y no tuvo que decir otra cosa cuando las embestidas comenzaron a


tornarse realmente bruscas. Se enderezó en su sitio, colocando las
rodillas más al frente, chocando la parte interna de sus muslos contra las
nalgas del adolescente, sujetando con una mano su cuello y poniendo la
palma a un lado.

Balanceando la pelvis fuertemente de adelante hacia atrás e


importándole una mierda si aún dolía para el menor, Taehyung salió de él
con fuerza y se adentró hasta el fondo varias veces, escuchando los
gritos ahogados del menor serpenteando la espalda por la intromisión.
Embestía con constancia, dando un choque de sus cuerpos preciso,
aproximando los labios contra su cerviz para no solamente dejar
cardenales sino también mordiscos que tenía a Jungkook llevando su
nuca en todas direcciones.5

Aquella sensación placentera llegó en Taehyung cuando comenzó a


sentir las uñas de Jungkook enterradas en la parte baja de su cuello y
espalda, viéndolo morderse los labios con los ojos cristalizados. Sonrió,
empuñando la sabana a un lado suyo y adentrándose mucho más
brutalmente.3

—¡K-Kim Taehyung! —el pequeño Jeon gritó aquello cuando sus piernas
fueron tomadas y echadas hacia atrás para exponer más su entrada—.
¡Ah, ah, ah!9

Constantemente penetrándole sin recato, podía ver lo apretado que


estaba, la manera en que la saliva que había esparcido por su entrada,
ingresaba y salía a medida que lo embestía con poderío hasta irse a
fondo, chocando sus testículos con su anillo de músculos, observando su
cuerpo retorcerse por lo brusco que estaba siendo. Su boca semi-abierta,
sus ojos viajando de arriba abajo y siendo apretados para luego abiertos
de nuevo, mirando a él, el techo de la cama, el respaldo de la cama. El
bonito collar que le regaló días atrás reluciendo en su cuello siendo lo
único que llevaba puesto.6

Jungkook lo sentía entrar y salir de él con sumo impulso, su entrada


sintiéndose viscosa y caliente, sus piernas ligerísimamente entumecidas.
Taehyung sobre él se movía con precisión y posesión, las caderas del
menor apenas tocaban la cama, pues Kim no le había bajado las piernas.
Al contrario de lo que Jungkook pensó, no estaba siendo violento,
simplemente brusco.

Y el problema era que ser brusco y no violento no era algo a lo que


Jungkook estuviese acostumbrado.4

Y el sentimiento que lo carcomía cuando se portaba así, tampoco.2

Viendo su pene entrar y salir de ese bonito culo que amaba follar,
Taehyung subió las piernas de Kook a sus hombros y tomó el borde del
espaldar de la cama para apoyarse con una mano, la otra fija en separar
su pierna. Salió de él, volviendo a verter saliva en la zona, presionando
su glande para esparcirla por completo.6

—A-ah... hyung... —gimió alto cuando fue embestido de vuelta poco a


poco tomando toda la hinchada y gran erección dentro de él. El chico
sintió como Kim agarraba su cintura para que la posición fuera cómoda y
entonces comenzó a besar su cuello lentamente. Las manos de Kook
fueron hasta los hombros ajenos y sus medio entumecidas rodillas se
posaban por fuera de las piernas de Kim. Se removió, sintiendo todo
dentro de sí—. M-maldita sea...20

Si, maldita sea todo lo que sentía.3

La mano derecha de Jungkook se mantuvo apretando fuertemente el


brazo de Taehyung del mismo lado, sus uñas estaban cortas mas no era
difícil rasguñarlo fuertemente. Al mayor le valía poco aquel gesto, sabía
muy bien que estaba ahogándolo con aquellos movimientos pélvicos
bruscos, hundiéndose todo, penetrándolo entero, meneando las caderas
en círculos, ganándose los gemidos agudos y jadeos del pequeño Jeon.
De vez en cuando mordía sus labios, su cuello, clavículas y volvía a
besarle rudamente, atacado su boca con ímpetu. El menor apenas podía
corresponder aquella acción atroz.

Describiendo sus sensaciones a detalles; Jeon estaba ofuscado. Sentía


palpitar las venas de Taehyung cuando se hundía lento y tan profundo
que podía sentir sus vellos rozar su entrada, luego salía de él hasta dejar
la punta de su falo dentro del menor y adentrarse un poco de lado,
presionando contra un punto sensible que formaba una suavemente
gratificante punzada que viajaba por toda su espina dorsal hasta situarse
en su entrepierna. La capa de sudor que cubría su pecho era lamida
cuando la cabeza del sicario bajaba de su cuello a dicho sitio, gruñendo
ronco su nombre en su oído.4

—Tae... voy a correrme —Kook sintió al mayor detenerse un segundo


cuando dijo aquello, viéndolo reincorporarse en la cama y saliendo poco
de él.1

Observó su delgada fisiología entre tembleques, sus piernas contra él y


recibiendo sus estocadas. Relamió sus labios al ver la erección dura
contra su vientre y con las gotas cristalinas adornando la punta. Salió
abruptamente de él, sentándose en el borde de la cama para terminar de
bajar su ropa y quedar totalmente sin ella. Se giró arrodillado en la cama,
Jungkook observándolo totalmente desnudo de arriba abajo.

—¿Qué haces...? —inquirió al ser girado de costado y el sicario


acostándose detrás de él. Kook podía sentir la respiración en su cuello,
su pecho caliente chocándole en la espalda, sus besos y mordiscos en
toda el área de su nuca—. T-Taehyung...

Entendió, cuando el sicario apretujó sus glúteos fuertemente, raspando


con sus uñas, y dejó chupetones entre sus hombros. Subió la pierna
izquierda del menor y expuso el pequeño orificio que había profanado
minutos atrás, tomó su erección propia con la otra mano y se perfiló de
nuevo contra esa estrechez, adentrándose poco a poco.

Esa posición hizo más estragos en Jungkook, Taehyung lo había cogido


así antes y a decir verdad era menos incómodo de lo que se imaginó.
Cuando el sicario estuvo enteramente dentro de él, el chiquillo suspiró
reiteradas veces pues tenía una pierna arriba sujetada por él y otra mano
tomándolo del cuello, haciendo presión en dicho lugar a la par que
recibía mordiscos en la parte superior y trasera de las clavículas.7

—Ah, ah, ¡Tae! ¡Ogh! —aquellos gritos salieron al tomar esas


embestidas muy dentro y con más furia, las caderas de Kim impactaban
contra los glúteos del muchachito mientras las veía moverse separadas
por la posición de sus piernas. Jungkook apretó sus labios fuertemente
sintiendo en su cuello respirar a Kim por la boca—. Taehyung, muy
profundo...3
—Jodido hijito de p-puta, eres tan delicioso... —su mandíbula raspó con
los pequeños vellos crecientes las mejillas de Kook, lamiendo la zona y
mordisqueando su maxilar hasta dejar una pronunciada marca—. Tan
hermoso...17

Entonces sus caderas comenzaron a viajar de adelante hacia atrás con


suma fiereza, sacudiendo la anatomía del pequeño frente a él. La mano
en su muslo alzado amasaba con fuerza la carne, subiéndolo hasta
empezar a llevarlo a su hombro para tener aquella vista obscena de él
enterrándose en frenesí, profanando su cavidad que se amoldaba a sus
paredes.5

Jungkook sujetó con el brazo que tenía debajo, el propio de Taehyung,


agarrándose fuerte de ahí a la vez que gritaba agudamente por las
estocadas. Rigurosas, repetidas, bestiales, Kim salía entero, se hundía
de golpe, besaba sus hombros mientras se mantenía dentro de él, movía
en distintas direcciones su extensión en el estrecho y caliente interior del
chico. Cada centímetro, cada respiración, cada toque tenía a Jungkook
pensando en él y solamente en él.

El olor del whisky, el aliento de Taehyung, el sudor de ambos cuerpos, la


cama sonando fuertemente de lado a lado contra una de las mesas de
noche, los gruñidos del sicario jadeando en su oído, la posición, el
chicloso ruido de las embestidas en su contra, la manera en que
apretaba su cuello con fuerza y su rodilla interna también, dejándolo
gritar y retumbando junto al resto de las mancillas melodías de ese
cuarto.5

—Taehyung...
El aludido llevó su brazo por sobre la cabeza del niñito y lo pegó más
hacia su cuerpo. Jungkook llevó la mano hacia atrás para meterlas
dentro del cabello contrario y guiar la cabeza de Kim a su cuello, para
que le besara. Este mordisqueo aquel lugar mientras el chico reposaba la
cabeza alto en el bícep de Taehyung y sentía su mano apretándole, con
el sonido de las caderas de su captor impactar contra sus glúteos tras
cada embestida.6

El asesino subió más la pierna del niñito hasta que oyó el necesario "Me
duele, Tae" y entonces la mantuvo un poco más arriba para que la frase
siguiera repitiéndose una y otra vez, los sonidos quejumbrosos de
Jungkook mezclándose con el dolor y la sensación de goce. Cada
embestida iba acompañada de besos y mordiscos detrás de su oreja y el
agarre firme dentro del cuello.3

Kim tomó dos dedos de la mano que tenía previamente en el cuello del
chico y los introdujo en la boca impropia hasta el fondo, notando cómo
por reflejo Jungkook apretaba los ojos, tragaba y su boca empezaba a
sentirse viscosa a medida que los jadeos no podían ser liberados por los
dígitos en su cavidad moviéndose en círculos por su lengua hasta que
fueron sacados y un hilo de baba cayó desde los belfos hasta su barbilla
y principio del cuello.2

—Hagh, mocoso... —los dedos rozaron la manzana de adán de Kook,


subiendo y bajando por sus gemidos agudos. Taehyung tomó su cuello
con fuerza y le giró, levantando el suyo hasta mirarlo con su boca abierta
mordiéndole los labios—. ¿Q-quieres que te toque?3

—Mph...
—Pídeme que te toque, vamos... —demandó con los belfos en su oído,
manipulando aquellas sensaciones—. Me quieres haciéndotelo, no digas
que no...5

Entre suaves lloriqueos por lo invadido que se sentía, cerró los ojos
fuertemente, dejándose hacer una vez más.

—T-tócame...5

Dicho eso atacó su boca con ferocidad, hundiendo su sinhueso en el


chico hasta el fondo. Jungkook giró su rostro y como pudo, obedeció,
besándolo poco a poco y mezclando su saliva entre la boca contraria.
Taehyung mordisqueaba sus labios con fuerza, pero contenida para no
romperlos. Sin embargo Kook templó fuerte el labio inferior de su captor
hasta que escuchó como gruñía y cuando se separó, observó el punto de
sangre en medio de sus belfos. Kim abrió los ojos y pudo ver y sentir, la
manera en que Jungkook quitaba su brazo izquierdo de la cama y lo
pasaba alrededor de su cuello, el otro brazo hizo lo mismo y el chico
terminó abrazándolo desde atrás. De manera fingidamente inocente,
sonrió viendo la sangre del labio ajeno y entonces la lamió con la punta
de su lengua para volver a besarlo.13

Taehyung lo miró diferente; embelesado esta vez.17

—Kim Taehyung...1

Joder, qué maldito niñito hijo de perra que lo volvía loco. Daría todo, todo
por ese niñito.12

Kook babeaba y sus ojos yacían cerrados ligeramente mientras su


entrecejo estaba fruncido fuerte. Taehyung cambió el movimiento y solo
se dejó adentro, moviéndose en círculos para tocar el punto perfecto de
su pequeño Jeon. Justo cuando lo sintió, el niñito se retorció y flexionó
las piernas, incluso la que tenía, obteniendo una sensación que le
contraía el vientre y viajaba por toda su espalda además de sentir como
su propio miembro empezaba a gotear presemen en la punta que ya
rozaba sus muslos.

Taehyung se dio cuenta de lo sensible que estaba cuando sus falo


empezó a sentirse ligeramente menos apretado y Jungkook solo
respiraba entrecortado por la boca y no tenía ni fuerza para agarrar la
sábana que desde hace rato estaba apretando en un puño. Por eso
empezó a embestir más fuerte y con su otra mano tocó el erecto pene de
su bebé y con la punta llena del cristalino líquido agarró este y llenó sus
dedos limpios, luego dirigió la mano hacia el pezón izquierdo de su
pequeño Jeon y empezó a dar pequeños pellizcos y a estrujarlo en
círculos.3

Taehyung sonrió en su hombro y entonces Jungkook giró el rostro para


conectar la vista con él, su expresión era entre molesta, dolida y
excitada. El sicario lamió su hombro sin dejar de verlo y adoró la
expresión de aquella carita cuando llevó una mano para empezar a
masturbarlo lento, mientras seguía mirándolo. El chico agarró fuerte los
brazos ajenos y subió sus caderas poco a poco, sintiendo a Kim abrir su
anillo de músculos mientras respiraba entrecortado en su oreja.4

—¡A-AH! Hagh... —tras la posesión de su cuerpo de esa manera, Kook


se corrió duro contra su vientre, manchándose el abdomen, la mano de
Kim quedó llena del esperma y mordió su cuello con fuerza, dejándole
besos y continuando con el vaivén de sus caderas—. Agh... Taehyung...2

—Trágalo, precioso —ordenó, llevando la mano llena de semen a esa


boquita, sonriendo cuando Kook sacó la lengua con una mueca.
Restregó los dedos con fuerza en su músculo bucal y pasó el resto por
sus labios, llenándolos de lo mismo. Kook tragó—. Tan hermoso...12

Y antes de que Jungkook dijera alguna cosa, fue girando boca abajo en
la cama, dos palmas apretando sus glúteos y la mano izquierda dejando
dos fuertes nalgadas en las marcas, por las que jadeó.

—Sube ese jodido culo, pequeño Jeon —ordenó Kim, tomando sus
caderas—. Te quiero en cuatro.11

—Taehyung... —mas no dijo palabra seguida cuando su otro glúteo fue


atacado por las mismas nalgadas, sintiéndolos rebotar contra la mano
adversa—. ¡A-ahg!6

Suspiró hondo y entonces colocó sus palmas abiertas contra la cama,


que ya no se sentía fría. Inclinó sus rodillas, separándolas un poco, curvó
la espalda y finalmente se apoyó, dándole una perfecta vista al otro, que
inmediatamente se situó tras él, tomando sus caderas y deslizando los
dedos hasta su cintura, depositando besos a los largo de su espalda.

Y joder que Jungkook estaba de verdad tratando de hacer un esfuerzo


por mantenerse en esa posición, mas cayó con los brazos contra la cama
y solo las caderas arriba, sujetas por Taehyung, cuando este comenzó a
volver a besarlo en la sensible zona de su entrada, donde estaba la
marca, y posteriormente lamió todos los fluidos de aquella zona con su
húmeda lengua.6

—Uhg, hyung...30

Jungkook enterró la cabeza en el colchón con suma fuerza, teniendo la


sabana de la cama empuñada entre su mano derecha y sus uñas
arañando el espaldar de la cama cuando su entrada era atendida de ese
modo. Sentía la tibia sinhueso lamer desde la unión de sus testículos
hasta el principio de sus nalgas, haciendo presión en su viscosa entrada
dilatada. Sus ojos se empuñaban cuando Taehyung succionaba las
zonas, sobretodo la marca cerca del orificio y cuando mordisqueaba los
laterales de sus nalgas, besando después las dos cicatrices que estas
tenían.

Las caderas del menor se contorneaban a la par de los ya no gemidos


tortuosos sino gritos contra el colchón humedecido por la saliva que
emanaba de su boca abierta, mojándolo. Las manos del sicario se
aferraban con fuerza contra esa redondez, separándola y succionando
todo de él, lamiendo, chupando, escupiendo, embistiendo con su lengua,
saboreando, devorándolo sin decoro y pudor, importándole un maldito
infierno cualquier otra puta cosa. Nalgueaba sus glúteos, bajando la
quijada para besar sus muslos en las heridas cicatrizadas, rastrillando
con su lengua las mismas, besando de nuevo su entrada y
enderezándose después.9

Jungkook estaba casi sin aliento, sus ojos escurrían suaves lágrimas,
incluso ahora estaban cristalizados, respiró hondo por la boca,
sintiéndose ahogado, relamió sus belfos y los llevó hacia adentro al sentir
dos dedos en su humedad, masajeandolo mientras Kim hundía su rostro
de nuevo, esta vez para dejar chupetones a lo largo de sus nalgas, entre
los dientes tomando piel hasta hacer una marca y lamerla a los
segundos.

Kook sintió la lengua de nuevo lamerlo en esa perceptiva zona y luego


subiendo desde su entrada hasta el comienzo de sus nalgas, luego
instalándose en su coxis, trepando totalmente por su columna vertebral
hasta su cuello. El pene de Taehyung quedó duro entre sus glúteos
mientras el susodicho tomaba las manos de su rehén entrelazando sus
propias palmas con sus dorsos empuñando la tela.3

Teniendo su falo entero entre las mejillas del menor, comenzó un vaivén
suave, deslizándose entre él y provocando una viscosa fricción entre su
sexo y la entrada del chiquillo. Besando uno de sus cachetes, pues
estaba con el rostro ladeado, Kim subió hasta su lóbulo, dejando lozanos
mordiscos.

—Eres mío, pequeño Jeon... eres solamente mío y de nadie más —jadeó
en su oreja, balanceándose más—. Solo yo te puedo tocar, solo yo te
puedo besar —succionó su cuello por unos instante, complaciéndose a sí
mismo con sus gemidos—. Solo yo te puedo follar y maltratar, solamente
yo te puedo acariciar y cuidar, yo... nadie más que yo —robó algunos
besos en la mitad expuesta de sus labios—. Solamente yo puedo hacer
que gimas fuerte, que supliques y llores...19

Empuñó su cabello, con una mano mientras se apoyaba con la otra,


obligándole a verlo detrás de él y dicha posición.

—Solo yo puedo poseerte, tenerte y quererte, amor... nadie más que yo


puede —sacó la mano de su cabello y la pasó por su espalda, haciendo
que el menor se la curvara y por reflejo se adosara más a él—. Porque
no me importaría arriesgar mi maldita vida por tenerte si alguien quisiera
arrebatarte de mí, porque mataré a todos y cada uno de ellos, Jeon
Jungkook —afirmó entre dientes, separando el glúteo izquierdo del
menor—. Cualquiera que se atreva a mirarte con otros ojos como yo,
quien quiera que sea, le arrebataré la puta existencia con mis propias
manos, mi amor.24
Sonaba tan necesitado, demandante y enfermo llamándolo ''mi amor''
que para Jungkook no tenía nada de afecto.9

—¡Ah... a-ah! ¡Tae! ¡Taehyung! —a cuestas procesó las palabras del


sicario cuando comenzó a gritar agudamente por la repentina intromisión
de aquel falo en su entrada, duro y hasta el fondo—. ¡Hyung! ¡Mph!3

Las sábanas fueron sacadas de las esquinas superiores cuando Kook las
tomó duro entre sus manos, al igual que con sus dientes corroyendo el
borde del colchón que no pegaba contra el espaldar, mas esto último
duró un par de segundos, pues su cabello fue templado duro hacia atrás
y sus caderas tomadas entre la gran mano diestra del sicario.

Embestía por completo al niñito, una y otra vez con estocadas


constantes, chocando sus testículos contra esos preciosos glúteos que
se veían apetecibles en todo momento, perdiéndose en la vista de Kook
abriéndose de piernas para tratar de tragarlo mejor, e incluso con ese
gesto no dejaba de gritar su nombre, el honorífico, maldiciones o simples
balbuceos en medio del acto. Kim adoraba su estrechez húmeda y
caliente recibiéndolo, adoraba la curva de su talle con todas las marcas
que se hacían exquisitas al rozar su lengua, el sonido chicloso de los
chorreados glúteos de Kook llenos de su propia semilla, engrasando la
parte frontal de los de Taehyung cada que se sacudía contra él. El olor
era de sexo, sus ganas contra él eran de sexo, de devorarlo hasta el
cansancio y dejarlo temblando entero.10

Y por eso mismo fue que paró las embestidas y salió de golpe,
dirigiéndose arrodillado hasta una de las mesas de noche y tomando lo
que trajo; un par de esposas más pequeñas con unas protuberancias por
dentro, los dos cinturones de cuero, la liga para el cabello, una daga y
una bolsita con poquísimo alcaloide.56
Bien; hacerlo mierda hasta el punto de, literalmente, medio matarlo;
no. Pero si hacerlo un poco tortuoso, suficiente para que pudiera
quedarse con él y no necesitara una maldita atención médica exigente.5

—¿P-para... para qué es eso?7

Mas no recibió una respuesta con palabras, pero sí con acciones.


Taehyung tomó las esposas mientras el menor se quedó tranquilo con
los ojos bien abiertos observando las paredes de la habitación. El mayor
agarró ambas muñecas del chico y las colocó en la cama, cerca de
donde anteriormente las había amarrado con el otro objeto. Uniendo
ambas, una sobre otra con un solo aro que tenía una cadena que se
expandía al quedar desamarrado, lo cerró en el último, inmovilizándolo.

—¿Taehyung...?

—Shh... no te asustes —calmó falsamente, con una tétrica voz,


acariciando la piel de su espalda perfectamente expuesta con dos
dedos—. Solo sentirás algo de dolor...22

Jungkook tenía el pecho y la cabeza pegada a la cama y los brazos hacia


arriba en una posición algo dolorosa pues estaban templados totalmente.
Taehyung palmeó sus glúteos con ligera fuerza, amasándolos también.
Tomó el cinturón y lo dobló a la mitad, acariciándolo contra las marcas de
su espalda en aquella posición.

—¡Mhg! ¡agh! —dos correazos sacudieron la anatomía del adolescente,


marcándose en su espalda—. Taehyung...

Esa preciosa piel marcada por él era una de las cosas más jodidamente
excitantes y preciosas que había visto.
—No te voy a hacer nada que te deje mal —susurró en su oído,
besándole la espalda en el proceso—. Al menos... no demasiado mal.26

Jungkook sintió el nerviosismo arremolinándose en su ser.

—N-no...

Una risa ronca y apretujones en sus muslos y nalgas fue lo que el menor
escuchó como respuesta.

—No te estoy preguntando si quieres o no, mi amor, te estoy diciendo


que lo haré y punto —se jactó—. Así que cierra esa boquita o te la
cerraré yo, y eso si no te va a gustar.1

Y en verdad Jeon no tenía motivo para negarse, no porque quisiera eso,


sino porque simplemente no serviría de nada.

El maleante agarró el cinturón y lo llevó hacia adelante, sosteniendo el


borde y colocándolo entre la boca del menor, que lo mordió fuertemente.
Lo templó hacia atrás y cruzó la hebilla en un orificio que estaba abierto
con un cuchillo y se ajustaba más. Cuando sostuvo fuertemente la
cabeza del muchachito, se recogió el cabello en una cola alta y apretada,
tomando con una mano el resto de la correa y enredándola en un puño.16

—¡Mgh! ¡mgh! ¡mgh! ¡mgh! —aquel vaivén repetido abusando de su


entrada comenzó y Jungkook quiso gritar cuando su cabeza fue
templada con fuerza hacia atrás hasta que tocó con la parte del medio su
nuca y sentía ahogarse por la saliva que producía—. ¡MGH!

Sus ojos se cristalizaron nuevamente, y dichas gotas se vaciaron hasta


abajo. Trató de toser para expulsar la saliva que lo ahogaba, mas solo
logró que su boca quedase llena de aquella sustancia y que fuese vertida
por los lados de su boca. Cuando se removió, las esposas pellizcaron
sus manos tal como si fueran pinzas, y la carne que quedaba entre ellas
se torcía sin sacar sangre todavía, pero sí un dolor punzante.4

Escuchando aquellos quejidos que por poco parecían de auxilio y


desesperación, Taehyung sonrió y mordió sus labios, echando su cabeza
hacia atrás al dominarlo de esa manera. Gruñendo ronco al mirarlo con la
cabeza doblada, las piernas bien abiertas, su cintura estrella llena de
mordiscos, él hundiéndose repetidas veces con fuerza al punto que iba
cada vez más profundo y entero. Colocó las caderas de muchachito un
poco de lado y comenzó a presionar más fuerte contra él, cambiando sus
lamentos a chillidos sabiendo que se prensaba contra aquel punto dentro
de él de forma constante. Soltó por un segundo el cinturón y le agarró
con una mano la cadera y la otra la llevó hasta empuñar el espaldar de la
cama. Jungkook lanzó su cabeza al frente, botando toda la saliva de
golpe por los costados de su boca que no cubría la correa. Quedó
ligeramente más floja, así que continuaba gritando entre jadeos cuando
Kim las agarró para penetrarlo más fuerte en la misma dirección.4

El sicario llevó la mano hasta los muslos del rehén, sobándolos con
ligereza. Llevó dos dedos hasta su miembro y rió para sí mismo cuando
lo sintió nuevamente duro .

—Jodido m-mocoso hijito de puta, mira nada mas como te pones... —


tomó la erección de Kook y notó como este hundió la cabeza y contorneó
las caderas contra él—. ¿T-también te va... a gustar esto?5

Agarrando el otro cinturón y empuñándolo con dureza entre la punta de


cuero y la hebilla, Kim lo estampó fuertemente contra la espalda del
muchachito, sacándole un jadeo.
La espalda de Jungkook ardió, pero pudo soportarlo por alguna razón.
Resopló en busca de aire con la cabeza hacia abajo, sus muñecas
estando entumecidas y adoloridas, con ardores por cada vez que Kim lo
templaba y las manos se le giraban lastimándolo.

—¡Hmg! ¡Hmg! —otro correazo y aunque el cuarto estaba ligeramente a


oscuras, el relieve empezó a notársele en la piel al niñito. Tres correazos
y las muñecas de Kook se retorcieron, sus piernas doliendo, su estrechez
expandiéndose hasta sentir aquel falo enterrado más profundo que en un
principio, rozando más allá. Uno más y ardieron sus omóplatos, dos
seguidos y le carcomieron las costillas, gotas saliendo de sus ojos y baba
de su boca—. ¡Hmg!9

Maldiciones y obscenas palabras eran expulsadas de la boca del sicario


al tenerlo así, agarró fuertemente el cinturón y lo volteó, dejando en un
segundo la hebilla y la otra punta expuestas. Sin más, dio los últimos dos
golpes contra el chico, viendo los rasguños provocados por el filo de
metal sacar unos hilos de sangre al raspar.

Tiró el cinturón entre sus manos, al suelo, tomando entonces la navaja y


moviéndola diestramente entre sus dedos. Solo unos cortes, nada de
mierda del otro mundo donde tuviese que hospitalizarlo.

Al menos no ahora.14

—¡¡Hmg!! —aquel chillido Jungkook lo expuso cuando sintió un filo


enterrarse debajo de su nuca y rajar rápido una incisión de la cual
brotaron gotas de sangre hasta manchar la cama—. ¡Hgm!27

—Shh, te dije que no será demasiado —admitió el sicario, rajando ahora


dos incisiones igual de profundas en la parte trasera de sus hombros,
viendo los hilos perderse por la espalda del muchachito hasta la cama.3
Dos cortes a cada lado de su cintura y la perfecta obra quedaron más
que hermosa cuando aquel camino color rubí se reflejaba adornándole la
espalda. Desató la correa que el chico tenía en la boca y cabeza y la tiró
al suelo, también desató aquellas esposas viendo los pequeños tajos de
piel lacerada en sus muñecas.

—Hermoso...6

Kook cayó en la cama sin fuerzas para sujetarse con los brazos
adoloridos, desplomado, pero totalmente consciente. Tan consciente que
sintió a Taehyung colocándose entre sus piernas de nuevo, sin embestir,
aunque dentro de él y oyó un chasquido de algo, para luego jadear
cuando una sensación de comezón e irritación le tocó las heridas.

La mínima dosis de cocaína fue vertida en todas las heridas del chiquillo,
tomando un color rojo suave al absorber la sangre que estas emanaban.
Relamiéndose los labios, Taehyung le agarró las caderas, hundiéndolas
en la cama para penetrarlo e inclinó su rostro hasta los hombros del
menor, comenzando a lamer tanto la linfa como la droga que había
vertido.47

El familiar amargor tocó la punta de su lengua, mezclado con el tinte y


dulzor de la sangre de Jungkook en su paladar podría decirse que era
simplemente un coctel para doparlo un rato y ponerlo realmente de
buenas sin llegar a ser dañino al punto de volverse demente por un
gramo de alcaloide.

Lamió con toda su lengua el otro hombro, del cual brotó más sangre que
fue succionada gustosamente por Kim. El hierro era delicioso si venía de
Jungkook, su sangre era deliciosa en ese punto, podría volverse muy
adicto a ella primero que a la verdadera sustancia dañina e
ilícita. Aunque viéndolo desde el punto enfermizo, las dos cosas eran
igual de ilegales.4

Salió de él unos segundos, para poder curvar la espalda hasta chupar la


mezcla rosa que tenía debajo de los hombros, mordisqueando para sacar
más de ese líquido rojo y oyendo el suave llanto bajito del menor. Las
últimas incisiones fueron expuestas con sus manos, con cuidado de no
rasgar la dermis, y por el contrario rastrilló el polvo que ahora era una
suave pasta llena de sangre y lo pasó por los bordes de sus encías,
sintiendo su pulso acelerársele un poco más de lo que estaba y también
el subidón de adrenalina atacarlo de pronto, mas nada del otro mundo o
que no pudiese controlar.4

—Taehyung... me d-duele...18

Bingo.

Esa suave presión en su vientre bajo fue señal de que estaba muy cerca
de llegar a su orgasmo. Por mismo motivo enderezó al chiquillo boca
arriba y llevó sus piernas a los hombros, apoyándose de su cintura fuerte
y comenzando penetraciones más rápidas. La cara de Jungkook era,
fielmente, un maldito poema; sus ojos acuosos y manchas de lágrimas
en sus mejillas, su boquita cristalizada y escurriendo saliva de los lados,
las marcas de su frente reluciendo vivas debajo de algunos mechones,
sudado, lleno de semen, ensangrentado y tan perfecto que parecía un
ángel martirizado.1

Atacó su boca con ferocidad, inclinándose hasta sentir los talones del
niñito deslizándose por sus omoplatos y las uñas enterrándoselas en los
brazos cuando soltó su abdomen y se apoyó con las manos a los lados
de sus hombros. Dos estocadas constantes y el chico gimió duro, dos
después de aquellas y sus labios fueron mordisqueadas hasta sangrar.

—Ahg, Jungkookie... mi Jungkookie —tres después de aquella y las


caderas del menor fueron alzadas mientras Kim quedó entero dentro
suyo y se corrió.30

Enterró la cabeza en su cuello con fuerza, solo quedándose ahí y


sintiendo como se vaciaba entero en el menor, meneándose poco a poco
para hacerlo sentir lleno como solo él podía. Objetivo logrado, de hecho,
porque Kook echó su cabeza hacia atrás, siendo víctima de la sensación
que por un segundo creyó olvidar; todo el semen de Taehyung
escurriéndose caliente y pegajoso dentro de él, sintiéndolo dentro suyo
palpitar, el aliento en su cuello ahogarlo el pecho de Taehyung desnudo
contra el suyo, los latidos acelerados de su corazón unidos a él.

Su cuello dolía, sus brazos dolían, sus caderas dolían, sus muslos
dolían, su espalda dolía, sus rodillas dolían. Pero su cabeza estaba
evadiendo ese dolor al pensar en una cosa que nada tenía que ver con lo
físico.

Tragó duro queriendo alejar esos pensamientos, se concentró mejor en


regular su respiración, e iba a secarse el rostro, sin embargo no hizo falta
cuando la boca llena de sangre de Taehyung se unió a la suya y sus
pulgares quitaron las manchas de lágrimas y saliva. Lentamente y a
profundidad exploraba la boca del menor, dándole a probar de su propio
líquido vital entre sus venas, el sabor no era algo vomitivo para Kook, tan
solo era simplemente extraño.2

—M-mi espalda me du...- —se trató de quejar entra el beso, mas fue
detenido por un dedo.2
—Shh... —calló el maleante, mirándolo—. S-soporta un poco, eso no es
nada. En un rato dejarán... de sangrar.4

Se enderezó en su lugar, aún con las piernas del menor en sus hombros.
Las bajó, encogiéndolas hasta su cintura y mirando dos gotas relucir
fuera de su entrada llena. Sacó su extensión centímetro a centímetro
muy lentamente, viéndola salir llena de su semilla vaciada entera en el
menor. Cuando estuvo totalmente afuera, detalló esa entrada dilatada
con su circunferencia exacta, el blanquecino líquido chorreó hasta
manchar la cama junto a una que otra gota color rosáceo por lo poco
amable que había sido.13

Atacó su boca de nuevo, pero más lento, más profundo, degustándola. El


movimiento circular de su sinhueso dentro del menor fue duro y con un
suave vaivén, volviendo sus salivas una sola. Kook estiró su cuello a la
izquierda cuando los besos se situaron desde su boca hasta su
mandíbula, repartiendo moretones en el lugar. Taehyung acunó el rostro
del menor y bajó a su cuello, aquellos quejidos retumbando junto a su
respiración.

Se deslizó al sur de su cuerpo de nuevo, atrapando sus pezones entre


sus labios, succionándolos suavemente y relamiendo con su lengua en
círculos. Colocó las manos en su cintura, bajando hasta la mitad de su
abdomen y con su lengua rastrilló desde dicho lugar hasta su ombligo,
lamiendo el semen de Jungkook, succionándolo entre sus labios para
mordisquear la piel debajo del fluido. Fue más abajo hasta el área de su
pelvis y la unión de esta con sus muslos, repartió besos en la zona,
llenándola de cardenales.14

—¡T-Taehyung! —de nuevo esa lengua explorando en su orificio,


embistiéndolo sin decoro y moviéndose en círculos adentro. Por
supuesto que no necesitaba los malditos dedos abriéndolo—.
¡Taehyung!18

Lloriqueó al sentir las uñas enterrarse en la carne de sus muslos para


abrirlo y la lengua penetrando su cavidad, incluso con todo el semen que
sabía tenía allí. Llevó un brazo cruzándolo sobre su boca y mordiendo
ahí fuerte para tratar de apaciguar los gemidos que involuntariamente
soltaba.

Más al rato, el sicario subió su rostro y quitó los brazos del chiquillo de
ese sitio, echándolo hacia adelante hasta que quedaron sobre su cabeza.
Volvió a besar su abdomen y bajar, regocijándose al sentir como su largo
cabello quedaba enterrado entre el puño de Jungkook. Hundiendo la
cabeza entre sus piernas. Lamió, saboreó y escupió en su entrada todos
los fluidos propios e impropios que estaban ahí. Su caliente semen
brotando de ese agujero y siendo sacado con las yemas de sus dedos
medio y anular.6

—Tae, mgh... —la lengua impropia subió desde donde estaba hasta su
miembro, lamiendo y chupando todo, luego hasta su abdomen,
recogiendo parte del fluido—. Taehyung...

Kim volvió a verlo y con el pulgar derecho deslizó la saliva que brotaba
de sus labios, por acto reflejo Jungkook entreabrió su boca y en ese
instante el sicario vertió el espeso líquido dentro de su cavidad,
observando algunas gotas deslizarse por fuera, las cuales agarró con su
pulgar e hizo que el menor las lamiese.8

Kook empuñó los ojos al tragar y posteriormente sentir una nueva


mordida en el belfo inferior, hasta que saboreó de su propia sangre. Más
besos por su cuello y Taehyung le observó con los ojos entrecerrados.
—Ni siquiera pienses que esto ha terminado...73

[...]1

Las palmas de Jungkook dieron contra la pared amplia de la sala,


entreabriendo sus piernas mientras su captor le sostenía desde atrás,
con un brazo cruzado por sus hombros hasta sujetar su pecho y enterrar
la cabeza en su cuello, la otra fija en su cadera con el constante vaivén
de las propias.32

Estaba malditamente cansado, con las rodillas doliéndole al mantenerlas


firmes y separadas, el ardor de su espalda también hacía estragos con el
sudor y el pecho de Taehyung unido a ella a la par del vaivén de sus
caderas penetrándolo.

Había salido del cuarto hace unos minutos entre los brazos de Taehyung,
a cuestas pues apenas podía mantenerse de pie con lo débil que se
sentía, no tenía idea de cómo todavía no le daba un maldito desmayo y
al contrario se sentía cansado corporalmente, mas no mental o con
sueño; era extraño.6
Besos en su cuello, besos en sus mejillas, en su nuca y hombros. El
ritmo de las estocadas iba normal, pero profundo. El pequeño Jeon
apretaba los labios y respiraba entre dientes a la misma vez. Unido a
Taehyung, sus uñas raspaban la pared de tono beige, arrastrando los
dedos por la superficie lisa o a veces bajándolas para sostenerse de los
brazos que a él lo sostenían.4

Percibía la respiración errática del mayor tras suyo, como mordía sus
orejas y gruñía en ellas, erizándole los vellos de su nuca, brazos y
espalda. De vez en cuando, jadeaba por el ardor de los dientes sobre las
heridas para que volvieran a sangrar, pero al pasar del tiempo ese ardor
se volvía soportable sobre su piel.

Taehyung detrás de él, a estas alturas ya tenía varios mechones fuera de


la cola que se amarró rato atrás, su cuerpo estaba sudando y aunque
veía igual, sabía que tenía las pupilas dilatadas, también sentía los
latidos de su corazón ir más rápido y bombear sangre por todo su
cuerpo. Igual se sentía extremadamente bien, podría decirse que en
realidad estaba tan bien que incluso llegaba a sentirse estúpidamente
feliz.11

Llevaba toda la madrugada follandose a su niñito en su propia casa, en


su cama, contra el mueble y ahora lo tenía temblando y chillando contra
la pared, haciéndolo suyo, besándolo, tocándolo, devorándolo de cientos
de formas. Se sentía tan bien solo tenerlo ahí y darle cada suspiro, cada
gruñido, agarrarlo, sentir su olor corporal, el calor de su cuerpo, el sonido
de los latidos de su corazón acelerado, los jadeos a boca cerrada y
abierta, los grititos cuando se presionaba contra él hasta que le pegaba
el cuerpo de la pared y luego lo arrastraba hacia atrás para entrar y salir
vehemente de su cálido interior.17
Todo lo que haría valdría la pena si luego iba a recompensarse así
mismo de ese modo con él.8

Los brazos del asesino se comprimieron en el torso del chiquillo,


abrazándolo por detrás y sonriendo en un lado de su cuello. Jungkook
ladeó el rostro, encontrándolo con las pupilas dilatadas cuando sus ojos
chocaron.

—T-tae... ¿qué te pasa? —objetó como pudo, Kim llenando su interior,


pero deteniéndose un segundo para ver sus facciones con una sonrisa.
Besó sus labios de forma casta y perfiló con su lengua las letras talladas
en su frente—. Taehyung...

—Tu, mocoso idiota, tu eres lo que pasa —respondió, con esa misma
sonrisa tétrica ensanchándose—. Todo tú me pasa...14

Salió abruptamente de su interior y lo giró contra la esquina de la pared,


tomando su cintura con posesión, apretando después sus glúteos,
palmeándolos para sentir como rebotaban contra su palma ligeramente
ensangrentada. Hundió la lengua en su boca cuando subió las manos
para apretar sus mejillas, succionando su lengua y lamiendo su paladar.
Aún seguía su sonrisa ahí, sus bajas carcajadas y la respiración
entrecortada viendo los ojos confundidos y brillantes de su niñito, por la
luz de la noche que se filtraba por la pared de vidrio que separaba la sala
con el balcón.

—Dime una cosa, Jungkook —dijo encima de sus labios—. ¿En qué
estás pensando?

Con los ojos ligeramente cerrados por la confusión, Kook negó.

—Yo... yo no sé...
—¿No sabes? —rió roncamente—. Vamos, bebé... no voy a hacerte
absolutamente nada si lo dices.7

El menor movió su cabeza de lado a lado.

—Es que... d-de verdad no estoy pensando en nada, T-tae... —negó con
toda sinceridad—. Yo solo... estoy sintiendo lo que estás haciendo
conmigo.

Kim ratificó aquello, dejando algunos besos por el cuello del chiquillo.

—Y dime... ¿estás disfrutándolo, hm? —preguntó cerca de su rostro


ladeado—. ¿Estás disfrutando cómo te follo?3

Quizá, quizá no lo hacía. Quizá era puro estímulo. Quizá era algo más.24

Viendo que Kook se tardaba en responder, el sicario tomó su cuello con


ligera fuerza sin hacerle daño.

—¿Tienes miedo? —inquirió.5

Jungkook negó.

—¿Te sientes triste?

Otra negación.

—¿Quieres volver a la habitación de hospital y que Yideku se haga cargo


de ti la mayoría de veces?

Negó rápidamente. Ni por el carajo quería estar más tiempo con la


maldita vieja.19

Pensando en todas las respuestas del chiquillo, Taehyung adoso los


labios a sus mejillas, dando besos pronunciados y hundiéndola con sus
belfos. Volvió a toparse con sus ojos segundos después.
—¿Te quieres quedar aquí conmigo?30

Kook asintió sin pensarlo, y sin saber que para Taehyung aquel
asentimiento significa mucho más que pasar el resto de la madrugada en
su casa.47

—Mírame —ordenó cuándo el chico permanecía con la vista gacha. Jeon


lo hizo—. ¿Qué sientes, Jungkook?

—Ya te dije que estoy sintiendo lo qu-

—No, precioso, no hablo de que sientes cómo te parto el culo —


respondió sereno, llevando dos dedos hasta el pecho del menor—. Hablo
de qué sientes aquí.7

En su corazón.50

Kook le sostuvo la mirada por un segundo, parpadeando varias veces y


negando sin querer quedar expuesto más allá de lo físico, incluso cuando
ya había sido expuesto así cientos de veces con él.

—No lo sé... ¿qué puedes querer que sienta por alguien como tú? —Dijo
en un susurro, con los ojos empezando a cristalizárseles al momento en
que con sus ojos miró a Taehyung—. M-me confundes... tu siempre me
confundes, aseguras algo y haces lo contrario. Me dices cosas ridículas y
que deberían sonar bien, p-pero en realidad suenan enfermas saliendo
de ti —su cabeza quedó entre el pecho del sicario y sus manos agarraron
uno de sus brazos. Aspiró hondo por la nariz—. Y-yo ni siquiera sé si tú
estás... —no, Jungkook, cállate—. O-olvídalo.36

—¿Si estoy qué, Jungkook? —dos dedos pararon a la quijada del niñito y
la subió. Su mirada estaba rota y quejica—. ¿Si estoy enamorado de ti?48

El rehén rápidamente lo miró.


—Yo no he dicho eso.

—Lo pensaste —ladeó su rostro y miró como Kook tenía sujetado su


brazo con fuerza—. Ni hace falta que lo digas para saber que lo
pensaste.1

Bueno increíble, ahora el cabrón también leía mentes.24

—Agh, Jungkookie... —titubeó—. ¿Sabes algo? Hay gente que ansía el


éxito, pero no por el éxito en sí, sino por el temor al rotundo fracaso. En
ese mismo caso entra el sentimiento del ''amor'' —mencionó aquello
serenamente—. Hay gente que ama, pero no por el sentimiento
de ''amor'' en verdad, sino porque simplemente no pueden, o no quieren,
renunciar a una persona.3

Su mano izquierda viajó hasta los mechones del niñito, desenredando la


maraña que era su pelo por jalarlo desde hacía rato atrás.

—Siempre sabes cómo martirizar mi cabeza solo hablando, Taehyung...


—soltó el menor, con una media sonrisa lastimosa—. Y a veces ni
siquiera sé qué carajo quieres decir.

—Quiero decir, que si yo no fuese un maldito asesino lleno de tanta puta


mierda, podría decir que estoy enamorado de ti, Jungkook, pero
sinceramente no es algo que yo pueda sentir —sus hombros subieron,
restando importancia—. Lo que siento por ti es algo muchísimo más
fuerte que el amor, porque por amor se hacen cosas increíbles, pero
jamás bestialidades que atenten contra la vida de alguien. ¿Sabes por
qué? —el menor negó su pregunta—. Porque una vez que se cruza la
línea del amor con la de posesividad, y uno es capaz de matar por
alguien, o a ese alguien, entonces ya no es amor, sino obsesión. Y un
alma obsesionada, es capaz de enfrentarse a cualquier cosa con tal de
asegurar lo suyo.62

Kook asintió, eso tenía absolutamente todo el sentido del mundo. Para él
y para cualquier a quien se lo dijesen.1

—Dime algo, Jungkook —aquella voz, sino distinta al tono que estaba
utilizando Kim desde hacía rato—. ¿Quieres regresar a la vida que tenías
tiempo atrás antes de que todo esto pasara?44

Kook quedó atónito.

—¿Qué?

—No te hagas el sordo, oíste bien —regañó—. Si un día este maldito


edificio queda totalmente vacío y pudieses salir corriendo de nuevo a
donde estabas antes de toda esta calamidad, ¿lo harías?2

¿Si? ¿No? ¿A dónde ir? ¿Qué hacer? ¿Escapar?

—No lo sé, yo no... yo no me veo de vuelta ahí.

A menos que Taehyung estuviese... a menos que él lo...23

—No, Taehyung, no lo haría —afirmó, incluso pareciendo convencido—.


No me iría porque... —¿por qué?—, porque toda esa mierda murió para
mi desde que estoy contigo.40

Cualquier cosa, cualquiera que fuese que hiciera Kim Taehyung con su
mente totalmente en blanco para pensar bien las cosas, era bien recibido
si esos mismos ojos por los que había cometido barbaridades, le había
hecho barbaridades, le haría barbaridades a él y a mil más, valdrían la
pena.
Le sonrió, tomándolo del cuello ávidamente para volver a besarlo como
venía haciendo desde hacía minutos atrás, la respiración del niñito
estaba entrecortada sobre la suya mientras danzaba su lengua junto a la
impropia. Jungkook se aferró a su cuello con ambas manos, jadeando
cuando fue tomado por las manos ajenas de la cintura y suspendido
entre su pecho y la pared. Kim sujetó la parte baja de la espalda del
menor con una palma y la otra viajó a sostener su cuello, aguantando el
peso contra la esquina de la pared.1

Los talones de Kook golpearon su coxis cuando ahuecó sus glúteos,


entreabriéndolos, adorando su cuello entre besos. El sicario guió su
miembro entre los glúteos del muchachito y lo perfiló contra su entrada
húmeda, presionándose contra él.15

—Uhm, uhm... —tan lleno como de costumbre, Jeon enterró la frente


entre el cuello de Taehyung aferrándose con fuerza a él. Sus uñas
permanecieron incrustadas en su nuca a la par que era nuevamente
embestido de comienzo a fondo—. ¡Tae! Hagh...

Se sentía tan ahogado, tan lleno, sudado, débil, un poco mareado


incluso. Las penetraciones rigurosas se combinaban con el ardor que
provocaban las heridas sangrantes de su espalda al rasparse con la
pared. Jadeando alto, unió su frente con la del adverso y luego la dejó
hacía atrás al sentirlo entero dentro suyo solo moviendo las caderas
hasta estimularlo en puntos sensibles1

Los constantes gritos del menor hicieron que Taehyung mordisqueara


sus labios y la parte baja de las orejas del chico, pues con su cabeza
enterrada ahí no podía ver su rostro. Sin embargo, apretó fuerte los ojos
cuando recordó el sillón individual de la sala.
Agarró fuertemente su cintura con dos brazos y giró su cuerpo,
caminando con el chico cargado hasta divisar el sillón. El cojín negro que
estaba ahí fue lanzado al suelo con rapidez y el sicario quedó finalmente
sentado con el menor a horcajadas suyas. Besó su cuello, apretó sus
muslos y sonrió. Jeon estaba jodidamente exhausto, mas sudado que
cualquier otra vez, sus caderas temblaban, su pulso iba a millón, su
garganta subía y bajaba tratando de respirar.2

Jungkook lo observó con los ojos entreabiertos mientras Kim se


enderezaba. Entendió lo que quería cuando sujetó su cintura y los besos
de su cuello terminaron bajando hasta estimular sus pezones. Enredó los
cabellos de Taehyung entre sus dedos y jadeó al sentir como
mordisqueaba, lamía y chupaba la tetilla izquierda y con su pulgar
húmedo frotaba la derecha luego brindándole la misma atención con su
lengua.

Contorneó las caderas, pues sus coyunturas se sentían entumecidas


para subir y bajar. Sentía el pene de Taehyung removiéndose por
completo entre sus paredes, ensanchándolo más si es que era posible.
Se apoyó con las manos hacia atrás para sujetarse de las rodillas ajenas,
yendo de adelante hacia atrás suavemente, sintiéndose palpitar por las
manos en su abdomen, los besos en la sensible zona de sus tetillas y
teniendo a Kim clavado hasta el fondo.

—Tae... me voy a correr, ya n-no puedo más —lloriqueó, tomando del


cuello a Taehyung para verlo—. No aguanto más...2

Viendo que, en efecto, las mejillas de su niñito estaban sonrosadas, sus


ojos acuosos, la unión de su frente y cabello húmedo sin importar el frío
del lugar; sabía que debía hacerse cargo de él en medio de lo exhausto y
excitado que estaba. Sin embargo, tomó su miembro y presionó su
pulgar contra la hendidura, obstaculizando algún orgasmo.7

—N-no... no hagas eso...

—¿Quieres correrte, hm? —Preguntó sobre sus labios—. Follate contra


mí y haré que te corras, vamos...

—Pero Tae...

—Hazlo, precioso.1

Viendo que en efecto no podía mucho, pero necesitaba liberarse de esa


punzada que tenía su vientre y miembro doliendo, Jeon resopló.
Exhausto, presionó las palmas contra los hombros de Taehyung,
mordiéndose los labios cuando el ligero dolor azotó sus coyunturas.
Subió hasta deslizar el miembro ajeno fuera de sí, y volvió a bajar
recibiendolo entero. Repitió un par de veces aquel movimiento, raspando
los hombros impropios cada vez que se removía en círculos para tocarse
en ese punto dentro de él, sabiendo que llegaría ahí.11

—Hgh, Tae... —el vaivén en su miembro comenzó al mismo ritmo que


montaba ese pene bajo él, su frente unida con Taehyung y sus ojos bien
cerrados—. Por favor...3

La masturbación impuesta por el mayor fue más rápida y dura, siguiendo


la rapidez con la que Jeon, en busca de correrse propiamente, se auto-
embestía. Besó sus labios un par de veces y hundió el rostro para
mordisquear su cuello.

—¡Hagh! —entre un último jadeo, el chico se corrió hecho un lío sobre la


mano de Taehyung. Respiró entrecortado al caer sobre su cuerpo con los
ojos idos y la cabeza dándole vueltas—. Maldita sea...4
Los espasmos que daban su suave cuerpo, y su entrada contrayéndose
fue motivo para que Taehyung lo tomara de las caderas y sintiendo la
presión en su propio vientre entreabrió los muslos del menor subiendo y
bajando las caderas propias en busca de su propio orgasmo. Varias
embestidas fueron dadas contra esa entradita, chochando la pelvis
contra las nalgas que arañaba y masajeaba hasta que en la última las
subió entero y de golpe, corriéndose dentro de él nuevamente, llenando
su interior hasta chorrear.5

Abrazó su débil cuerpo con fuerza, las costillas del menor dando contra
sus brazos. Jungkook aún estaba consciente pero malditamente débil
después de eso. Respiró en su cuello, oyendo al menor respirar por la
boca grandes bocanadas de aire para retomar el aliento que se atrevió a
robarle. Los latidos de su corazón siendo el único sonido que se
mezclaba contra el ruido de la brisa de afuera y su aliento.1

Tomó el cojín que había tirado al suelo y restregó la mano ahí un par de
veces para deshacerse del semen impropio que tenía. Volvió a lanzarlo
al suelo y tomó el rostro de Kook entre sus manos. Estaba llorando, no
desesperadamente o hasta moquear a chorros como otras veces,
simplemente sus ojos estaban rojos como la punta de su nariz y los ojos
cristalizados hasta que las lágrimas mojaban sus mejillas y cuello.3

Taehyung perfiló con la punta de su lengua esas gotas saladas, Kook no


protestó al extraño acto, de hecho, extrañamente sonrió. Besó los ojos
del menor en lo que ya no bajaba más de ese líquido y besó sus labios
más dando que recibiendo pues el otro permanecía cansado.19

Jungkook acunó su rostro entre sus palmas, tratando como podía de


besarlo. Lento, profundo, sereno. Al terminar, el menor dejó caer su
cabeza entre el cojín y el hombro desnudo del sicario, respirado hondo
por la boca y abrazando su cuello.

—T-Taehyung...

—¿Hm?

Cualquiera diría que probablemente estaba loco por aquello.

—No me alejes de ti —susurró, sintiendo al otro tensarse—. No dejes


que nadie me aleje de ti... porque ahora solamente tú puedes
cuidarme.102

El asesino parpadeó un segundo, Jungkook llevó una de las manos


desde su cuello hasta buscar la de Taehyung, la cual entrelazó con
fuerza.

—Prométemelo, Kim Taehyung —pidió.33

Y el aludido asintió totalmente decidió aquello.

—Te lo prometo, Jeon Jungkook.

Incluso cuando en el mundo abundaban promesas rotas.178

["Otchayaniye": En ruso: Отчаяние. Significa "Desesperación"]64


Lie.

En los ojos de un perdedor siempre abunda la tristeza.127

En los ojos de un ganador siempre abunda la felicidad.3

Pero, a veces se gana cuando la melancolía se arremolina en el alma


causando un estrago que explota en dolor y frustración. A veces, el
mismo dolor te atrapa hasta hacer de ti un cosmos lleno de estrellas
llamadas lágrimas, que no pueden simplemente evaporarse en la nada
mientras corren por tus mejillas a todo dar.1

A veces, el perdedor es quien termina ganando, pues la montaña que se


sube en angustia y baja a gritos despiadados rogando clemencia, no
existe si uno mismo se ciega para creer que todo está bien. No existe, no
porque no esté presente, sino porque está presente y no queremos que
esté ahí.7

Es que el máximo poder del ser humano es la mente, y su primer


oponente es la fuerza de voluntad.21

La gracia de un alma que corrompe y de un espíritu corrupto se funde


para batallar a ciegas por dominio. Dominio que se pierde y otorga a
través de las mejores mentiras que el ser se crea, tanto para sí mismo,
como para aquellos quienes le hacen daños.

Las mentiras son buenas cuando te hacen sentir bien, pero terminan
abandonándote en un hoyo oscuro lleno de incertidumbre tan pronto
como empiezas a creerlas.2
Porque una vez que tu mente se une a tu fuerza de voluntad, te toca
manejar lo que ella piensa, a menos que ella empiece a manejarte a ti.1

Mentir es bueno cuando una persona lo hace en blanco, para no decir las
verdades a la cara por simple educación. Mentir es bueno cuando no
quieres admitirte a ti mismo los errores que cometes y, sobretodo, mentir
es bueno para crearnos una falsa ilusión de lo que es la realidad.

Pero jamás te creas tus propias mentiras.11

Porque cuando juegas a creer la realidad que inventas, entonces


empiezas a tomarla como una verdadera realidad.4

Y terminas olvidándote del presente que se aprovecha de ti una y otra


vez.3

¿Quién juega a mentir?27

¿Quién dice la verdad?12

Pero lo más importante es...5

¿Quién empieza a creerse sus propias mentiras?30

¿Y quién empieza a creer la de los demás?28

Las almas se evaporan como estrellas cuando dejan este mundo.

Creas en lo que creas, en la mentira o la verdad, del polvo vienes y a él


volverás.2
Todos mienten.

Todos mueren.11

Todos callan para otorgar.

''Porque él tiene la sonrisa serena con un falso destello de felicidad, que


solo esconde escombros de petulancia y amargura. Porque mi sonrisa
siempre ha sido artificial y es mi cabeza él es lo único que justo ahora
habita''.14

Y cuando las mentiras se juntan con la serenidad, el caos y la retórica se


hacen presentes.41

XXXV: Voice of ghost.


(⚠)70

''La vida es una tragedia tópica llena de drama y finales tristes, o una
fábula jocosa que te deja enseñanzas y sentimientos como montaña
rusa. Tú decides cuál de los dos caminos tomar''.10
El muchachito recordó eso justo cuando se levantó con un dolor corporal
terrible, una fatiga que lo estaba incomodando sumado a un suave ardor
de su espalda, provocando que la curvase en distintas direcciones para
poder disminuirlo, aunque era casi inútil.4

El aire acondicionado seguía helando sus huesos y erizándole los vellos,


estaba en la temperatura más mínima y con razón tiritaban sus labios al
colocarlos juntos, sus dientes chocando reiteradas veces. Sus rodillas
estaban retemblando, muñecas y abdomen de la misma manera. La
cabeza le estaba dando vueltas, pero no porque estuviera mareado, era
por la cantidad de recuerdos que en absoluto lo usaban como marioneta
para subyugarlo a su merced.

''La vida no es fácil, hijo. No te dejes pisotear, depende de ti mismo hacer


las cosas bien para que los demás sepan que eres tú el que lleva la
jerarquía''. Palabras con las que se crió, frases con las que colisionaba
día tras día, párrafos que lo atormentaban porque no estaba en
condiciones de hacerle juego.10

Odiaba la sensación de su estómago comprimiéndose en nudos


enormes, las manos transpirando a pesar de estar con un frío abismal,
temblar por no saber cómo reaccionar, encoger los dedos de los pies del
desespero, apretar los puños con fuerza y morderse los labios para no
gritar, porque era de madrugada justo ahí. Eso podría considerarse un
horrible ataque de pánico, de la nada y con los peores motivos; el pasado
que le era lejano y la realidad que como un faro alumbraba su vida,
guiándolo al ensordecedor vacío de emociones catastróficas.9
Había caído dormido en la noche, el humo ensoñador cubriéndolo y
apaciguando su conciencia hasta tenderlo en el único lugar donde no
podía sentir, no podía ver, no podía sufrir, gritar o rozar el manto de la
desalmada realidad a su alrededor; el inevitable sueño. No obstante, se
vio interrumpido cuando algún tipo de aura indócil externa se tomó el
atrevimiento de despertarlo y ahora las consecuencias eran un insomnio
donde rememoraba frases que no quería rememorar y le jodían la, quizá,
escasa maltrecha cordura que poseía.

Giró la cabeza como pudo, estaba sentado con las rodillas encogidas
contra el pecho en la esquina de la cama. Observó a Taehyung, que
dormía plácidamente boca abajo, con media sábana en la cadera, los
jeans sin abotonar y el torso descubierto. Había pasado un par de
noches desde la última vez que habían hecho algo, suficientes para que
Jungkook tuviera costras en su espalda en vez de las heridas abiertas.
Desde ahí, los tres o cuatro días siguientes hasta ahora, pasaba casi
todo el tiempo encerrado en la habitación viendo por la ventana, o
leyendo un libro dramático que encontró en un gabinete y Kim le dijo que
podía verlo, o solo acostado todo el día, a veces durmiendo.6

Detalló a su verdugo otra vez, que no parecía perturbado por el


desgarrador frío, pues tan solo cargaba una prenda de ropa encima, sus
facciones profundas y su respiración acompasada le habían jugado una
perfecta sincronía a la hora de dormir y quizá estaba tan profundo que no
sentiría ningún ruido.

Se veía inerme y vulnerable, dos cosas que por ningún motivo era en
realidad.4

Jungkook dejó de observarlo, pero claramente aquello fue un tremendo


error en el momento en que su vista se posó con lo peor que podía haber
en ese cuarto; el asqueroso espejo, recordándole lo detestable que
lucía.32

Apretó los ojos con fuerza, incluso cuando la luz era escasa y se colaba
a través de una ventana cuya cortina yacía ligeramente entreabierta,
como dejando que pocas estelas de luz permitieran que el menor se
diese cuenta de lo que pasaba con su anatomía. Abrió los ojos de nuevo
al sentir el corazón acelerado y miró al suelo, sintiendo cómo de pronto el
aire le faltaba.

Empuñó la sábana con suma fuerza, un pedazo con la mano derecha y


otro con la izquierda, sacó los pies de la posición de indio donde se
encontraban y los estiró fuera, arrastrando los dedos por el suelo y
afincando los talones ahí como si quisiera abrir un hoyo en la cerámica,
uno que lo engullera y puramente desaparecer.1

''No lo hagas, no lo hagas, no lo hagas...'' Se repitió a sí mismo reiteradas


veces.

Pero lo hizo; miró directamente el reflejo del espejo, fijamente su cuerpo


entre la luz y la sombra, donde su silueta era la protagonista del horrible
cuento donde se posaba su mirada. Detestable.
—Me duele, papá... —sus manos sangraban, sus rodillas también, tenía
siete años y se había caído de un columpio en su casa—. Están...
sangrando.

—Es solo sangre, Jungkook, no pasa nada —contestó el mayor.1

—Pero papá... me duele mucho la mano, c-creo... —lloró. El dolor


punzaba en la zona y subía por todo su brazo. La muñeca ardía por
dentro y las palmas sangraban llenas de tierra y piedras, raspaduras e
hinchadas en tonos carmesí—. C-creo que me rompí la m-mano por
dentro...19

Pero Jaeban solo rodó los ojos y caminó hasta él, viéndole tirado de
rodillas al lado del columpio. Quizá si él no le hubiera hecho una seña a
Youngbae o a Seunghyun, alguno de ellos lo hubiese recogido del suelo
arenoso donde estaba llorando. Más el señor Jeon solo gritó ''déjenlo que
se levante solo'' y ninguno de sus guardaespaldas fue en su búsqueda.

Su padre le cargó del piso y lo colocó de pie, tomándolo por la mano que
sabía le dolía, apretó fuerte y escuchó a su hijo sollozar un par de veces,
poco, el menor sabía que cuando lloraba lo regañaban porque los
hombres no lloran, ellos son fuertes, ellos matan a los que quieren ser
más malos que ellos y les sacan mucha sangre del cuerpo después que
gritan.24

—¿Qué te pasó? —examinó después de subirle a un banco—. ¿Cómo


fue que te caíste?

—No sé, c-creo que agarré mal la cuerda y cuando iba a bajarme... caí
—contó—. Podemos ir con el doctor. Él sabe qué hacer, él sabe much-...

—Mira todas esas marcas horribles que tienes en las manos y las rodillas
—calló al muchachito—. Por no haber tenido cuidado, te caíste, te
raspaste y ahora te va a quedar eso feo ahí. Se te van a poner las manos
horribles, con cicatrices que no se van a curar.6

—E-eso se cura, papá... —jadeó, porque las dos palmas estaban aún
sangrando y el niño lloriqueaba del dolor—. Mi mamá me pone una
crema que-...3

—Tu mamá no está aquí, Jungkook, no puedes siempre buscar de


excusa a tu mamá —le obligó a verlo, y le alzó la cabeza para que le
encarara—. Si lloras, vas con tu mamá, si peleas con tu hermana, vas
con tu mama, si los niños te molestan en el colegio, vas con tu mamá, si
necesitas vestirte y bañarte vas con tu mamá.26

—Es que mamá me trata bien y... es buena conmigo. Yo la quiero y la


necesito para que me cuide, porque yo-...

—Tienes siete años, no dos, Jungkook, no necesitas a tu mamá. Tu


mamá está con Jihyo ahora, porque Jihyo es niña y ella tiene que estar
con tu mamá. Tú eres varón y tienes que estar conmigo. ¿O es que
quieres ser como tu mamá?
—Quiero ser como mamá.37

Supo que había hecho enfadar a su padre cuando este puso una mueca
extraña. Como si le molestase aquello que dijo.

—¡¿Quieres ser una mujercita, Jungkook?! —chilló Jae, tomándolo de la


mano y apretando ligeramente—. ¿Quieres eso? Actuar bonito, ser
delicado, llorar todos los días y depender de un hombre como toda una
mujer.41

—N-no, eso no... —se corrigió bajito—. N-no así... no quiero ser como
mamá así... —el dolor se intensificaba a medida que el menor sentía los
dedos presionar la carne magullada—. No quiero ser una niña, soy un
niño...6

—Pues solamente haces las mismas cosas que tu madre, Jungkook. Día
y noche actúas como ella, día y noche los gestos de tu madre, las
palabras de tu madre las actitudes de tu madre, los miedos de tu madre
—reclamó—. ¿Qué te he dicho sobre el lugar en el que has nacido?
¿Qué te he dicho de todo esto alrededor?

Lo sabía de memoria.

—Q-que debo ser como tú, no como mamá... p-porque mamá es débil y
eso... y eso solamente trae basura.1

Jaeban asintió, como si aquello que le estuviese inculcando a su hijo


eran lecciones buenas, como si toda la cantidad de barbaridades que
soltaba su lengua filosa serían correctamente asimiladas. El miedo y la
discordia era lo que estaba sembrando, cegado por la doble moral, el
imperio descomedido y las maléficas faenas que le rodeaban.2

—Parece que sería buena idea alejarte de tu madre.

Jungkook se asustó, se asustó mucho, porque cuando papá decía cosas


así, la gente terminaba llena de sangre.

—¿Hoseok hyung le va a dar con la pistola? —preguntó, sintiendo como


sus ojos comenzaban a aguarse más. De pronto, el dolor de su mano y
rodillas no se sentía tan fuerte como uno dentro de sí. Le hacía doler la
barriga y temblar las manos—. ¿La va a llevar donde llevan a los que te
tratan mal?

Jaeban suspiró hondo.


—No, no voy a llevar a tu mamá allá —para el bienestar del niño,
contestó—. Pero ella no puede estar siempre detrás de ti, Jungkook.
Tienes que ser más independiente. ¿Sabes por qué no te levantaste del
suelo? —el niñito negó rápidamente—. Porque estabas esperando que
alguien te levantara, estabas esperando que Youngbae o Seung fuesen
por ti. Tienes dos piernas y puedes hacerlo solo.20

—Perdón, la próxima vez-...

—No quiero próximas veces, Jungkook. No quiero que vuelvas a caerte,


estabas distraído y golpeaste la esquina del columpio contra el tubo, por
eso te caíste.

—Perdón, no pasará nunca más.

—Ahora mira tus manos, están rotas por culpa de tu propia distracción.
Si sigues siendo un jodido distraído, un día van a meter una bala en tu
cabeza como hace Hoseok con la gente que a papá desobedece —
afirmó, asustando al niño—. ¿Quieres que te metan una bala en la
cabeza?7

—¡N-no, no! ¡C-claro que no! —chilló.

—Pues aprende a ser más independiente, menos distraído y mucho más


malo que el resto. Eso es lo que papá siempre te ha enseñado, ¿no es
así?1

—Si.

—¿Y eso es...? —titubeó, esperando respuesta.

—L-lo correcto.4
Que asqueroso, que pútrido y horroroso ser.1

Su reflejo era eso, con todos y cada uno de los significados, al menos
para él, para los pocos que lo habían visto, para aquellos que no
deseaban verlo y sobretodos para todos aquellos con quien se crió o
trató toda su vida hasta hace un par de meses.

De solo imaginarse lo que sería su vida si volviera a estar en aquellos


lugares que se veían tan lejanos, el reproche a sí mismo se intensificó.
Eso no era lo que quería en realidad, eso no era lo que necesitaba, no lo
deseaba así, ni siquiera se sentía capaz de soportarlo. De solo medio
maquinar y reflejar escenarios en su mente donde llegaba tal como
estaba a casa y veía a los ojos de una de las mitades que lo crearon, se
le revolvió el estómago.1

Podría escuchar la incesante cantidad de gritos y reproches, el montón


de saliva envenenada que afiladamente le rasgaría el tímpano cuando
con groserías le insultaran, cada una de las cosas que se imaginaba,
encogiéndose en su propios cuerpo para tratar de disipar el mal carácter
que bien conocía de toda su vida. De ser preciso, los vellos de su cuerpo
se erizaban, su boca castañeaba, sus manos temblaban, los ojos
lagrimeaban, la respiración se volvió errática y el corazón se le aceleraba
al punto de sentirlo golpear fuerte toda su caja torácica.11
Ni en sus más grandes sueños de ser libre, desearía volver a ver a
Jaeban, jamás en este estado.

Por eso no quería que le alejaran de Taehyung, solo por eso. Ninguna
otra cosa interfería en su deseo de no querer volver.

Y por eso mismo, también seguía teniendo un deseo mucho mayor;


destrozar a Taehyung. Odiaba a Taehyung, lo odiaba a muerte, quería
deshacerse de él de la peor manera posible habida y por haber, eso
quería.37

Y solamente estando cerca de él podría obtener dos cosas; alejarse de


quien menos quería ver por su estado, y estar cerca de quien quería
destruir por culpa de su estado.

''Te necesito, Jungkook'' recordó. ''Quiero tenerte siempre,


mocoso''. ''Mataría a cualquiera que quisiera alejarte de mí''. ''Te lo
prometo, Jeon Jungkook''.

¿Qué tanto podría estar dispuesto a hacer Taehyung por él? Eso iba a
descubrirlo a costa de cualquier cosa. Era algo que estaba haciendo ya,
de todos modos. Empezaba a ser el jugador en el juego donde inició
siendo el juguete.29

Y su juego, era un juego de mentiras.18

Aferrarse a manos enemigas, a veces es necesario cuando los enemigos


son dos, cuando quien sufre son dos y cuando se necesitan son dos.2

Porque sí; necesitaba a Taehyung. Para las muchas cosas que pensaba,
y que sentía, lo necesitaba en suma totalidad.

Lo admitía ahora, a decir verdad; le gustaba estar alejado de todo ese


alboroto en que había pasado su vida desde que nació hasta caer en las
manos de Taehyung. Lo que no le gustaba, era estar en algo muchísimo
peor, por la maldita y nefaria culpa de él.

No obstante, eso enfermizo que sentía, le caía bien en cierto punto. No le


gustaba Taehyung, le gustaba que hiciera cosas inimaginables por
tenerlo con él. Seguía siendo un ser de mierda, un malnacido que hizo, y
seguiría haciendo con él, lo que le viniera en gana.2

Pero lo seguía necesitando, para su desgracia, o bienaventuranza.1

Estaba dividido, Taehyung se había encargado de dividirlo, de ganarse


su odio, de ganarse su rencor, sus inmensas ganas de verlo destruido y
en la miseria, de resquebrajar toda su aura y convertir su alma en
mínimos pedazos que jamás pudiesen volver a estar unidos nunca. A su
vez, también se había encargado de hacer que Jungkook no pudiese
soltarlo, que en muchas ocasiones lo viera de manera objetiva, aunque
no dejando de lado los peores sentimientos a los que había sido
lanzado. Que en su mente sintiera algo y dentro de su corazón retumbara
otra cosa.27

Era un apego chocante e insólito, uno que odiaba casi tanto como se
odiaba a sí mismo, uno que detestaba en cierto punto tanto como él.1

Los pensamientos divididos traen emociones divididas, y las almas que


están divididas buscan un lugar al que cada parte deba pertenecer.

Jungkook estaba fraccionado en varias partes, pero si solo pudiera


escoger dos; sabía perfectamente donde deberían estar cada una de
ellas; una lejos de Taehyung y otra lo más cerca posible.2

Pero alguien con el alma dividida, es simplemente alguien muerto por


dentro.10
Jungkook estaba en definitiva muerto por dentro, y por fuera era nada
menos que los desechos de quien alguna vez tuvo vida, o una propia
vida.4

Los huesos de sus muñecas fueron acariciados por el dorso y palma de


sus manos, presionando contra lo que sobresalía. Estaba evidentemente
más delgado que hace un tiempo, cuando recién se hubo levantado de
esas tres semanas que pasó en cama. Comía poco, casi nunca tenía
hambre después de las dos de la tarde, usualmente cuando Yideku
llevaba dos envases de comida, una para él y otra para el maleante.
Dormía de más, según el reloj a veces se acostaba a las diez de la noche
y se levantaba a las nueve de la mañana y no se levantaba de la cama
sino hasta que ya era la una y sabía vendría la vieja o Taehyung, o
ambos. Se duchaba la mayoría del tiempo solo, mas Kim lo hacía por el
después de follarlo, a veces luego de eso o simplemente el día después.
No hablaban demasiado, casi siempre era en total silencio, no incomodo,
solo ligeramente sombrío, además de una que otra caricia mal
intencionada en su cuerpo, lo besaba o decía las mismas estupideces de
siempre.1

Volteó a verle, aun acariciando sus huesos. Maldito cabrón.7

Taehyung no era un idiota, eso lo había repetido para sí mismo cientos


de veces, porque era la absoluta verdad. Sin embargo, había cosas que
últimamente daba por sentado, al menos por lo que creía ya que lo
escuchó, que eran así. Cosas que escuchaba mientras ''dormía'', cosas
que podía usar a su antojo, aun sin saber cómo, peor podía.

Cerró los ojos y meneó la cabeza para tratar de dejar de pensar, no


quería pensar ahorita, solo quería dormir, pero no encontraba el sueño.
El insomnio es algo que atormenta a todos en algún punto, algunos por
ansiedad, otros por remordimiento, algunos por recuerdos que querían
olvidar, desesperación, desesperanza, obligación, percepción, otros, tal
cual él, por todo eso a la misma vez.10

Suspiró.

—¿Q-qué haces? —escuchó.7

Temblequeó de la impresión, girando rápido para ver a Taehyung boca


abajo, con la mano izquierda aguantando su cabeza. Su expresión era
serena, y de la misma forma, también alerta e inquieta, disimulada a la
grata perfección.

Negó lento, y recogió los pies del suelo para llevarlos hasta su pecho.

—Nada, solo... no puedo dormir.1

Kim se mantuvo tranquilo unos segundos, estiró su cuello de un lado a


otro, bostezó y divisó el reloj digital que estaba en su cama. Era de
madrugada, específicamente las dos y veintiséis. Levantándose para
quedar sentado, recogió sus pies en posición de indio y llevó ambos
brazos hacia atrás para inclinarse.

—¿Una pesadilla? —inquirió, ladeando su cabeza y delineando con los


ojos las cicatrices en la espalda de Jungkook—. ¿Mal sueño?

Kook negó otra vez.

—Solo creo que mi cabeza está pensando de más —habló cansado—.


Solo eso en realidad. Nada del otro mundo.

Taehyung lo miró delineando el borde del colchón con los dedos, con la
cabeza gacha, sus pensamientos elaborando seguramente una laguna
en su cabeza donde estaba sumergiéndose así mismo hasta buscar
ahogarse. Algo que era con certeza, un observador que deducía las
cosas rápido.

—¿Qué es lo que te tiene tan ensimismado, Jungkookie? —su voz honda


y parsimoniosa inundó el cuarto. Acercó con sigilo fingido su cuerpo
hacia el menor. Jungkook no hizo nada.11

—Pensar, nada más pensar —repitió con palabras arrastradas,


mirándolo cuando giró su cabeza sobre sus rodillas y Kim estaba más
cerca—. Estaba durmiendo tranquilo, me levanté y luego solo me quedé
pensando al punto de ahora no tener sueño.1

—¿Y en qué pensabas?

—En ti no —contestó suave. Ligeramente mentiroso.6

El sicario reprimió una risa.9

—Pues obvio no en mí, lo sé —murmuró—. Sin embargo, estabas


pensando en algo lo suficientemente perturbador o interesante como
para quedarte viendo el colchón como si estuviera absorbiéndote la
energía.1

El rehén arrugó el entrecejo y bajó las piernas para ponerlas cruzadas de


lado a lado.

—Ahora parece que lees mentes, ¿no es así? —su rostro estaba sereno,
demasiado.1

—¿Quién sabe, mocoso? Los poderes existen.4

De nuevo Taehyung hablando cosas extrañas y Jungkook frunciendo el


ceño porque a veces o no captaba o no entendía. Se colocó el puño en la
sien, girando la cara.
—¿No que no eres alguien que cree en cosas celestiales?

Una risa sin mucha gracia fue lo primero que el menor recibió.

Kim rodó el cuerpo lentamente a su lado. Quedó acostado boca arriba,


con su cabeza a la altura de las caderas del menor, que aún se posaba
sentado a pocos centímetros del borde del colchón.

—No creo en seres celestiales, pero sí creo en los seres humanos —


apuntó con un dedo rozando las rodillas del menor—. Ellos poseen un
poder que va más allá de cualquier otro; ese es la mente —alzó una ceja,
perceptible ligeramente por la escasez de luz—. Y dentro de este yacen
dos que se llevan patético; los sentimientos intuitivos y la razón lógica —
negó con desdén en su mirada.34

Taehyung era, a ojos de Jungkook, como un árbol lleno de raíces


fuertes; oscuro, imponente, interesante.2

El menor le mantuvo la vista unos segundos. Hizo un mohín, sabiendo


que la tenacidad de los ojos adversos daban una conexión inflexible
entre estos y los propios, casi evitando que rehuyera su mirada y no le
hablara. Por lo tanto, hizo exactamente lo contrario.

—Pensaba en unas cosas cuando era más niño —admitió por fin—. En
mi papá y en todos los desacuerdos que siempre teníamos por cientos
de razones que a mi parecer eran... estúpidas —sus hombros subieron,
obviado—. Siempre tuvo la buena habilidad para desacreditar las
millones de cosas que no le gustaban en mí, o para recalcar las que
creía que no estaban bien. Todo, básicamente.4

El asesino se quedó pensando un segundo, asintió, entendía


perfectamente aquello. No lo había vivido jamás, sin embargo con ciertos
sujetos él era exactamente así de exigente.
—Tu padre es un hombre extraño, probablemente de los más
retrógrados y doble moral con los que he tenido la desdicha de cruzarme
dentro de esto —Jungkook asentía mirándolo, no hablaba nada incierto—
. No soy quien para hablar de hipocresías, yo también lo he sido cuando
lo amerita. Pero tu viejo padre no usa la manipulación solo para
conseguir lo que quiere, él la usa también para dar lastima. Es vomitivo.12

—Nunca había oído una descripción tan acertada de él, aparte de las
que había elaborado yo mismo.

—Tú has vivido toda la vida con él y lo conoces en su faceta de padre y


también en la de un capo.

Jeon negó, con una falsa sonrisa entre los labios.

—No hay casi diferencia —aseveró—. En el trabajo era uno con todos y
cuando llegaba a casa era otro, aunque conmigo era exactamente la
misma mierda dentro y fuera de lo que era su oficio.1

Para Jeon Jungkook jamás existió una figura paterna donde pudiera
apoyarse como un ser humano en proceso de desarrollo. Nunca recibió
su soporte cuando era un infante, cuando empezó a ser un niño
pequeño, cuando llegó a la adolescencia. Todo el ápice de apoyo, eran
simplemente lecciones de comportamiento y vida que lo ayudarían en un
futuro cercano o medio cercano, mas no como un ser que sintiera, sino
como el títere de alguien que lo estaba formando para ser la figura que
quería y no la que el propio niño quería ser. No eran consejos de padre a
hijo, eran doctrinas de herencia y legado.

Doctrinas que jamás sintió que debía seguir, si las seguía era al menos
para la parte en donde deberían ser aplicadas y no en un día a día
común y corriente.
—¿Te cae mal? —le preguntó a Kim.9

Él rió, mirándolo con esa típica expresión obvia en su rostro armónico. Se


levantó de la esquina de la cama, estirando los brazos por tener tanto
tiempo el cuerpo entumecido a la hora de dormir. De pronto, Taehyung
tampoco tenía sueño, más que todo porque le gustaba hablar con
Jungkook que porque se le hubiese ido el cansancio. Abrió la gaveta de
la peinadora, sacando una caja de cigarrillos y un encendedor plateado.
Se lo llevó a la boca, y mientras lo encendía se dirigió a la puerta,
dejándola abierta hasta tocar la pared para que el humo no se
concentrara en la habitación.

Al volver, recogió su cabello en una cola a mitad de su cabeza con la liga


azul marino que llevaba en la muñeca, aspiró por la boca y exhaló por la
nariz, sentándose a un lado del menor, pero más atrás, suficiente para
que estuviera a su diagonal, observando las cicatrices ardías en la
espalda adversa.3

—A mí todo el que no me sirva para algo siempre me va a caer mal, y


depende de las acciones que haga si me importa que me caiga mal o no
—pronunció con el cigarrillo entre los labios.3

Jungkook no entendió del todo. No perdió de vista su rostro con


determinación, buscando entre una luz cegadora la coherencia que solo
le aparecía parcialmente. Taehyung tenía un rostro sereno, los tonos lilas
de su rostro a la altura del pómulo, por la pelea con Jun, ya casi no se
notaban al igual que los del abdomen, los cuales Jeon examinó
rápidamente.

—Quiero decir, que hay muchísimas personas en este entorno —dio


vuelta con los dedos para marcar por el aire—, que no me caen para
nada bien, pero no me importa eso con tal de que hagan su trabajo
correctamente o si yo las necesito para algo. De lo contrario, pues...
festín para los gusanos.2

Eso era realmente cierto, le veía lógica ahora.

—¿Y si te dicen que debes deshacerte de alguien que no te cae mal y


hace bien su trabajo? —indagó el menor—. ¿No fue eso lo que pasó con
Jaeban?1

Kim corroboró.

—En esos casos, veo si es factible o no matar a quien me piden —otra


inhalación profunda, el sabor picante del marlboro colándose entre sus
papilas, expulsado cuando llevó la cabeza ligeramente arriba—. Con tu
padre sería fácil porque en primer lugar lo tenía cerca, y en segundo, me
convenía.

Kook arrugó el entrecejo y ladeó su cabeza suavemente.

—¿Por qué te convenía? ¿Por mí?2

Una suave sonrisa maliciosa y jactada de superioridad, pero Taehyung


negó.

—No, en ese instante no por ti, no me interesabas lo suficiente y ni


siquiera te tenía aún —Jeon no hizo ninguna expresión, solamente prestó
atención—. Sin embargo, me interesaba que los demás vieran que un
hombre tan importante en este caldero del diablo, como lo es el cabrón
de tu progenitor —le señaló—, hubiese sido aniquilado de una manera
tan horrenda por mí. Me habría dado más relevancia e imponencia de la
que de por sí ya me he ganado. Por eso lo acepté.1

Taehyung, la mierda más astuta que Jeon Jungkook conocía.6


—¿No se habría armado una guerra entre hombres de Kyong y tu gente?

El sicario sonrió sin mostrar su dentadura, por el contrario suspiró.1

—¿Conoces el ajedrez? —Jungkook asintió—. Imagina que hay un


tablero donde las negras tienen una sola ficha; la reina, pero las blancas
tienen ocho fichas; todas peones. ¿Qué pieza es más relevante entre los
peones y la reina?

—La reina.6

—Exacto —le apuntó con un cigarrillo nuevo—. Pero, aunque la reina


sea más importante, un solo peón puede marcar la diferencia de dos
formas. Puede coronar y convertirse en reina, o puede comerse a la
reina. De ambas formas, si lo llevamos a un campo de batalla medieval,
los demás peones jugarían a favor de ese solo peón, se sacrificarían
viendo que aunque estén contra la reina, una figura autoritaria e
importante, ese peón la puede derrotar. Ahora imagina la relevancia del
único peón que hubiera podido hacer eso.24

—Los demás peones... ¿le seguirían?

—Es su obligación, sabiendo que son del mismo color —acotó,


señalando con un dedo—. Pero ahora llevémoslo a la realidad en la que
estamos y no a un juego de mesa —su dedo índice pegó del colchón tres
veces—. Este país tiene una mafia reina; Kyong, luego otras tres. Kyong
es la reina comparada a una sola de cada una de ellas, pero esa reina
tiene un rey; tu padre.

Kim Taehyung, la escoria más inteligente que Jungkook conocía.13

—Si yo —se señaló—, aniquilo al rey de esa reina, el resto de las fichas
no tienen sentido, pierden —hizo un ademán—. La reina es Kyong
porque la reina está compuesta de todos los que defienden a tu padre, a
su rey. Si su rey se derroca, aunque ellas quieran pelear por él, el juego
no tiene validez.4

Jungkook estaba tan embelesado que ni siquiera parpadeaba al verlo.

—Ahora, muchos me quisieran buscar y dar con mi paradero —asintió,


tomando un rumbo menos metafórico—. ''¿Dónde está el verdugo?''
¿Quiero ver al verdugo de XeoXong?'' ''¡Mató al viejo Jeon!'' ''¡Lo vamos
a hacer mierda!'' ''¡Le vamos a cortar los testículos y se los vamos a
meter dentro de las cuencas vacías en sus ojos!'' —gritó suavemente,
colocando la voz más rasposa y en un tono marginal—. Blah, blah, blah.
Gritarían eso y se armaría un escándalo, pero ocurren dos cosas muy
importantes. Ellos querrían vengar a alguien que ya no está, y yo estaría
perfectamente vivo comandando gente que sabe debe obedecerme. Y
como un plus —otra de las varias caladas que llevaba el pitillo de
nicotina—, le caigo mal a muchos, pero hago excelentemente bien mi
trabajo y por eso no solamente tengo a la gente de XeoXong, sino
también de las otras dos mafias e incluso a gente de la reina.14

Taehyung terminó por asentir una sola vez, expuso sus palmas de lado a
lado y subió una pierna sobre la otra, quedando con las manos
entrelazadas en el abdomen.

—Claro, todo ese guión de película habría sucedido si no se hubiesen


atravesado tus malditos ojos en mi camino, mocoso —tocó la espalda del
menor, desde la línea de oro en su nuca, pasando por su columna
marcada al principio, hasta la curva de su espalda baja—. Me gustaste y
ahora todo eso es solo un ''qué habría pasado si...'' que se junta con un
sinfín de cosas alternas que jamás sabremos tu y yo, basadas en tomar
otras decisiones.12
—Tiene sentido para mí ahora.

Kim corroboró aquello.

—Por esa razón es que tu padre te adoctrinaba como lo hacía hasta que
caíste aquí, porque no van a obedecer simplemente por herencia, sino
por determinación e imponencia —adjuntó a todo lo que decía—. ¿Crees
que van a obedecer a un niño miedoso y llorón? ¿Crees que van a
obedecer a alguien que al ver el primer muerto corre la vista al otro lado
porque la sangre le asquea? ¿Solo porque es hijo del jefe? —negó,
haciendo un sonido chasqueante con la lengua y moviendo el índice de
lado a lado—. No lo harán, a la primera de cambio verán cómo
deshacerte de ti, de los que te importan y mandarte al olvido cinco
metros bajo tierra mientras le dan la potestad a alguien diferente y que
cumpla sus expectativas criminales.22

Toda la razón del mundo era algo que él poseía. Sus filosas palabras no
hablaban nada más y nada menos que con la verdad de pensamientos
hechos sonidos armoniosos a los oídos del menor.

—Claro, tampoco es que vas a matar a todo el que te cae mal por lo más
mínimo —dijo con dos dedos cerca de la sien del niño—. Es todo un
balance, entre soportar a los que te caen mal, pero necesitas dejar vivos,
y aniquilar a los verdaderos inservibles.8

La habladuría de Taehyung le era cautivadora, no por razones


específicas hacia él como hombre, sino porque dentro de su mente había
una intensa maraña de turbaciones que expresaba siempre en frases y
de la superior manera posible, haciéndolo descifrable, o quizá es que no
era tan complicado como Jungkook pensaba, pero de igual forma se le
trataba el entender.
Fuese como fuese, le gustaba cuando Taehyung y él hablaban
calmadamente. Le inquietaba el tipo tranquilo y decente, pues estaba
acostumbrado al maldito maníaco que lo había hecho sufrir tantas veces
que quizá todos los dedos eran insuficientes para enumerar. No
obstante, a pesar de la inquietud y el constante estado de alerta,
disfrutaba captar cosas que aunque en este punto no fuesen necesarias
porque no las implementaría, eran lecciones de vida que venían de
alguien que tenía enorme experiencia en todo eso y siempre terminaba
saliéndose con la suya.16

Disfrutaba ver a Taehyung hablándole. Como si no fuera el que lo tenía


ahí contra su voluntad, como si fuera un simple ser humano más y no
quien Jungkook más odiaba después de odiarse a sí mismo, como si no
fuera un asqueroso criminal sanguinario que con las mismas manos que
ahora daban caricias en las marcas de su espalda, cometía atrocidades.
Como si la escala de grises no fuera a parar en color negro indicando la
perdición de su alma otra vez con la rendición de sus actos.1

Como si todo lo que decía no fuese una mentira para encontrar su


verdad.

—Taehyung, ¿matarías a mi padre justo ahora? —soltó de golpe antes


de morderse la lengua.5

Kim relamió sus labios, suspiró y una sonrisa ladina entre sus belfos
expuso. Le miró explícitamente, delineando su cuerpo con la inexistente
tensión de sus ojos fríos.

—Sin duda, sería bueno matarlo y listo —expuso—. Aunque no es tan


sencillo ahora que me dio la gana de tenerte a ti aquí conmigo.

Jungkook bufó.
—O sea que él sí te cae mal.5

—Podría decirse que simplemente no me agrada la idea de pensar que


tu padre anda vivo y buscándote por ahí —señaló con el cigarrillo
alrededor de la habitación, su cara convertida en una mueca de asco—.
Me fastidia saber que debo poner bloque a bloque un muro para que no
te encuentre —y ahí lo observó—. Una pared sin cemento.1

No había que ir demasiado lejos con la lógica para comprender lo que


quiso decir. Kook pasó los pulgares por sus rodillas y estiró la cabeza
que por la posición empezaba a entumecerse.

—Una pared sin cemento, son solo bloques que pueden caerse con un
ventarrón.

El mayor le apuntó con el cigarrillo entre los dedos mientras el grisáceo


humo lo drenaba a través de su nariz.

—Hasta ahora no ha habido ventarrón —cedió—. El tiempo está a mi


favor ahora, no va a caerse la pared.16

—Pero las estaciones cambian.

—Y en todas hay viento —mencionó arrastrando las palabras—. Siempre


hay... viento.

—Taehyung...2

—Toda la gente muere tarde o temprano, Jungkook —interfirió, al


levantarse de golpe para quedar sentado—. Y si alguien interfiere, solo
adelantó aquel destino con el que nacemos —restó importancia
alzándose de hombros y dejando una visible mueca entre sus labios—.
Solo eso y nada más.
El cigarrillo que fumaba terminó siendo desechado cuando apagó lo poco
que quedaba del filtro contra el cenicero de cerámica negra que estaba
en la peinadora. Sacó otro más y lo encendió igual de rápido.

—Aun no me acostumbro a que veas la muerte como algo tan... —pensó,


no podía ser ''natural'' porque ya lo era biológicamente, era más
como...—. Que lo veas como si no tuviera importancia, cómo si morir de
joven y morir de viejo fuese lo mismo.1

—¿Acaso uno muere diferente?3

—No me refiero a eso —explicó con un ademán—. Pero una persona


que muere de viejo ya vivió su vida. Alguien que muere joven,
simplemente... t-tiene una vida por delante.5

—Ah, ¿no que no le tenías miedo a la muerte, Jungkookie? —se


carcajeó el mayor.

Jeon negó olímpicamente, colocándose mejor en la cama, apoyando las


palmas en sus rodillas, con los talones pegados en sus glúteos.

—No me refiero a temerle o no, pero... —abrió sus ojos, maquinando y


movió su cabeza negando aquello, seguro de que él tenía la razón—. No
es lo mismo.

—Un criminal que tiene veinte años y mata personas, si llega a los
sesenta años seguirá haciendo exactamente lo mismo que en su
juventud —explicó Kim, obvio—. Un policía que a sus veinticinco años
multa y arresta, cuando tenga cincuenta seguirá haciendo lo mismo,
porque es el patrón que eligió seguir desde que inició su carrera —hizo
una pausa, tocándole el hombro al menor—. ¿Sabes el verdadero
significado de decir ''tenía toda una vida por delante'', para referirse a
jóvenes? —su niñito negó—. Eso significa que aún no cumplía el ciclo de
la vida, ''nacer, crecer, reproducirse y morir''. ¿No te has dado cuenta que
cuando alguien dice ''le quedaba toda una vida por delante'' usualmente
se refieren a personas que aún no cumplían eso, pero cuando dicen ''era
demasiado joven'' es porque al menos la persona ya tenía una familia?32

A Jungkook se le abrieron los ojos un poco más de lo que ya de por sí los


tenía.3

Asintió.

—Todo esto, mocoso, la vida en sí —volvió a dirigir sus dedos por todo el
espacio—, es nada más un espejismo que la sociedad ha querido que
sea perfecto. Todos los humanos en realidad son parte de un sistema
que los adoctrina para entrar en lo que a la mayoría le
parece ''perfecto'' —hizo comillas—. Lo perfecto es cumplir el ciclo de la
vida y temerle a morir —sacó un dedo—, hacer cosas buenas para
agradarle a las personas y si eres seguidor de Dios irte al cielo para que
perdone uno que otro pecado que hayas hecho —otro dedo—, amar al
prójimo no importa que sea un maldito cabrón, y criar una descendencia,
finalmente dedicándole toda tu vida a un trabajo para terminar jubilado
con una pensión de mierda y paulatinamente morir de igual forma —sin
decir más, suspiró—. Eso es de lo que está hecho este mundo, de un
patrón heredado, pero... ¿cómo le vas a temer a la muerte, si es algo con
lo que vienes lidiando desde que das el primer respiro en tu vida? —los
ojos curiosos de Kook parpadearon unas pocas veces—. En resumen, da
lo mismo morir a una edad u otra.31

Y Jungkook entendía que aunque Taehyung fuese el tipo de persona con


la que no era bueno cruzarse, una persona que no era sana en lo
absoluto, tenía una mente cautivante. Eso era en cierto punto
satisfactorio, porque no era el tipo de individuo vacío, que hablaba una
que otra mierda por hablar, decir por decir y actuar por actuar. Llevaba
consigo una biblia de pensamientos, un diccionario de enseñanzas
propias y barbaridades filosas en sus malvados actos.7

Él era tan infrecuente y tan cautivante a la vez y de la peor forma.

—Y mientras has estado aquí, ya sea de adolescente o ahora... ¿En


algún momento te han intentado matar?

Taehyung viajó hasta darle la espalda, dejó el último de los cinco


cigarrillos que se estaba fumando y lo lanzó contra el cenicero, al cual
cayó inmediatamente apagado. Jungkook iba a moverse, no obstante le
detuvo las piernas y recostó la cabeza entre sus muslos. El rehén cedió,
dejándolas ligeramente de lado y afincando una palma en sus hombros,
colocando la otra sobre el colchón.

—¿Recuerdas que una vez la vieja me mandó a tomarme una pastilla y


hacerme una radiografía en la cabeza? —unos diez segundos pasaron
antes de que el chico asintiera rápido, curioso—. Bueno, hace dos años
hubo un malentendido con un hombre. Yo estaba en otro departamento.
Limpiaba un arma en el mueble mientras Bogum estaba cocinando algo
que ahora no recuerdo qué era. De pronto tocaron la puerta y
gritaron ''Sé que estás ahí, V, abre la puerta'' —hizo un ademán como si
tocara—. Le dije a Bogum que no hiciera el mínimo ruido y que se
metiera detrás de la lavadora. Tomé el teléfono y le mandé un mensaje a
Namjoon para que le avisara a Mark. Agarré un arma, abrí la puerta... —
se quitó la cola y con los dedos recogidos acarició una parte de su
cabeza—. Con un bate me golpearon dos veces ahí y caí medio
desmayado. Cuando me reincorporé, cuatro hombres estaban sentados
frente a mí, tres con un arma y uno con el bate. Yo no tenía
absolutamente nada de armas.3
—¿Q-qué querían?

Kim bufó.

—Según ellos yo participé en un robo a su jefe, dicho jefe era un colega


de Mark y querían saber quiénes se habían llevado el dinero. Les dije
que no tenía una puta idea de lo que estaban hablando —chasqueó la
lengua—. Me dieron dos golpes contra el mismo lugar y volvieron a
preguntarme, les grité que no sabía una mierda y que esa era mi última
palabra. Dos golpes más y empecé a sentir un dolor de cabeza del
averno. Ellos comenzaron a balbucear y despotricar contra mí. Mi cabeza
no entendía, daba vueltas —dijo, volteando los dedos en círculos—. Uno
de ellos dijo; ''llama a Mike y pregúntale si en serio este tipo tiene que
ver, si dice que sí y él sigue callado, no sirve de nada. Mátalo.'' —asintió,
recordando con risa todo lo que pasó esa noche y tiempo después.1

—¿Cómo mierda saliste ahí?

—Dentro del lavadero había un espacio entre la secadora y una pared,


donde Bogum fácilmente entraba. Afuera de ese espacio había un arma
cargada, en todos lados había armas —explicó—. Él agarró esa arma y
salió agachado, le disparó primero al que tenía el arma contra mí,
después al otro con el arma, luego a uno que había dejado el arma en su
bolsillo. Los mató a los tres de un tiro en la cabeza. El último que quedó,
que estaba con el bate, no tuvo más nada que hacer sino colgar y mirar
con desdén lo que había hecho —tragó, en su memoria lejana la cara de
horror, estaba medio inconsciente, pero recordaba suficiente para
regocijarse—. Después de ahí, me desmayé, pero Bogum me contó que
mientras apuntaba al tipo, llamó a Yideku y ella mandó a varios de mis
hombres al apartamento. Me sacaron de ahí y me trajeron aquí, a la
misma habitación donde tú estabas. Yideku me suturó la cabeza, con
una herida leve. Cuando me levanté no entendía demasiado, solo vi a
Namjoon, a Jimin, a Bogum, a Yideku, mis escoltas y los otros tres jefes
de XeoXong. Koyumi solo dijo ''Ya era hora de ver si eras mortal,
cabrón''.34

A Jungkook le dio risa el comentario, mas no rió porque prestar atención


era más importante.

—Les dije que se salieran todos y solo me dejaran con los jefes y Yideku
—continuó el relato—. Arreglé con ellos el malentendido, me dijeron que
eran hombres de un amigo de Mark, que estaban buscando un culpable.
Lo habían hallado pero ese tipo me inculpó a mí. Me dieron el nombre de
los dos que me habían tirado el muerto a mí y del que Seojoon y Hyunsik
encerraron en una bodega, obviamente para que me lo dejaran —otra
sádica sonrisa surcó sus ojos y de pronto al recordar lo que les hizo a
esos tipos en aquel momento le regocijaba—. Los jefes se despidieron y
después le dije a Namjoon que pasara, Imagino que dio gracias al cielo
que yo tenía la cabeza retumbando, de no ser así le habría caído a
golpes cuando me dijo que estaba en casa de Jimin.1

—Ahm... ¿ellos son...? —titubeó Kook.

—Jimin lleva al menos cuatro años brincándole en la polla y diciéndole te


amo, es todo lo que sé —se limitó a decir, de cierta manera queriendo no
darse por molesto por lo que pasó entre ellos días atrás—. De hecho, el
puto Jimin se le metía por los ojos, pero Namjoon no captaba porque
tenía una novia. Terminó con esa novia cuando ella salió embarazada y
quiso tener al niño pero mandó a Namjoon al carajo porque no quería
que su hijo tuviera un padre criminal. Ella no le pidió nada, solo que se
alejara. Él lo hizo y a los dos años se volteó de bando y le metió a
Jimin.15
—Espera, espera... —paró Jungkook, con la mano al frente—. ¿Tu
hermano no conoce a su propio hijo?

Taehyung negó con lentitud.

—Lo vio únicamente el día de su nacimiento, lo acompañé al hospital y


me quedé afuera mientras él veía al piojo —respondió—. De ahí jamás
ha vuelto a verlo, pero en otras circunstancias... quizá el cabrón habría
sido buen padre.59

Las circunstancias eran, según lo que Jungkook sabía sobre lo que


Taehyung le había contado unas noches atrás; haberse alejado de su
vida común para estar en el mundo sucumbido en desgracia y
criminalidad, junto a él.

—En fin, la cosa empezó porque no podías dormir y ahora ha pasado


toda una hora hablando mierda —Kim pasó el dorso de dos dedos por la
mejilla del menor, viendo hacia arriba—. Parece que ahora yo tampoco
tengo sueño por tu culpa.

Kook hizo un mohín.

—Creo que después de hablar tanto debería estar cansado, pero por
alguna razón no lo estoy —murmuró—. Y pensar que mi puto insomnio
empezó por recuerdos de mierda, pero... —su cabeza se movió de
derecha a izquierda y en su boca se reflejó una suave mueca—. No hay
nada más maldita mierda que tú.7

—Treinta y dos —soltó de pronto.4

El menor se confundió un segundo, alzó las cejas y ladeó la cabeza,


preguntando con ese simple gesto a qué se estaba refiriendo Taehyung.
—Treinta y dos veces he recibido maldiciones de esa puta boquita sucia
—terminó por decir, dándole dos palmadas en la mejilla—. Pero a decir
verdad, tienes razón; para ti no hay nada más maldita mierda que yo,
mocoso.39

Jungkook decidió que en efecto aquello era un tipo de advertencia que


tarde o temprano descubriría después. Más decidió ignorarla, ignorar
aquello, tragarse lo que sentía, no decir absolutamente nada ahora
porque no le convenía, jamás le convendría de una forma u otra. Era
insólito, Taehyung siempre encontraba una forma de hacerlo sentir alerta
y justo ahora no por el miedo que sentía de cualquier forma. Había
definitivamente perdido el miedo a recibir las acciones de su mano dura
pero eso no significaba que le provocaría.

Justo ahora no, no ganaría absolutamente nada con eso.

—Eres como la leyenda del fantasma —dijo seco.2

Kim se cruzó de brazos, pensando en una muy antigua leyenda del país,
de la época de los señores de la nobleza y los plebeyos que más que
eso eran esclavos. Relataba de una mujer que decía ver ''un
fantasma'' pero en realidad padecía de esquizofrenia, enfermedad que
para la época no era conocida. Dicho ''fantasma'' venía en forma de
falsos recuerdos.

—Hasta donde sé, no eres un esquizofrénico —soltó el hombre.8

—No, pero no me refiero a esa parte —argumentó el menor—. Se dice


que ella tuvo un pasado horrible y lo olvidó tras un accidente donde se
golpeó la cabeza. Años después, desarrolló esquizofrenia y decía que un
fantasma le hablaba y le decía que hiciera cosas. Resultó que no había
fantasma, solo eran los recuerdos que le venían como lagunas y se le
juntaban con la esquizofrenia.1

Taehyung asintió, comprendiendo mejor lo que quería decir Jungkook.

El chiquillo suspiró, y en un momento de simple sinceridad, sin culpar a


las ganas de dormir mezcladas con insomnio o a la necesidad de llevar
ese antifaz de emociones destruidas, miró el techo, donde una mínima
luz estaba pegada como un círculo blanco, que entraba desde la sala a
través de la puerta abierta.

—Tu fantasma me atormenta día y noche, y no eres un recuerdo, eres un


presente, mi presente justo ahora y no hay nada que yo pueda hacer al
respecto —tomó aire otra vez, aferrándose a la cama, empuñando la
suave sábana negra—. Te pediría que me dejaras en paz, que me
dejaras quieto, que quiero estar solo, pero sé que no lo harías —ahí,
conectó sus fanales con los del asesino—. Y si llegaras a hacerlo,
aunque tu presencia no esté conmigo, te la pasas en mi mente a todo
dar.1

Una sonrisa ladina cruzó los labios del mayor, que luego puso su rostro
recio y apretó la mandíbula tranquilamente.

—Así que paso todo el día en tu mente —y no dijo aquello con alguna
otra connotación más que lo que propiamente era—. Ya veo, cumplí lo
que te dije cuando aseguré que te atormentaría incluso sin estar contigo
—aquello si fue digno de decirlo jactado, delineando el collar brillante en
la nuca del menor—. No te dejaré ir, ni dejaré que nadie venga a ti,
incluso si eso significa no estar en paz.

—No pareces alguien que pueda estar en paz.1

—Nunca en mi vida lo he estado.3


—Nunca estarás en paz mientras me tengas contigo, y yo jamás estaré
seguro mientras te tenga conmigo —con toda la razón y base decía
aquello, él lo sabía—. Pero de lo que estoy seguro, es de que has
maltrecho mi espíritu tanto, que lo único que pienso es quedarme atado a
ti mientras siga resquebrajándose mi maldita cordura —su mirada estaba
rota, pero era directa—. Cordura que te has encargado de romper tú
mismo.

Taehyung calló, no porque no tuviese palabra que decir, sino de hecho,


porque él era el partidario supremo de aquel dicho ''el que calla otorga'' y
su silencio solo le estaba otorgando a Jungkook la razón entre lo que
dijo.

Era verdad, entre la maraña desmedida de maquinaciones hechas


deseos crueles, Kim Taehyung era exactamente lo mismo de siempre
para con él. Los mismos aires de superioridad que ejercía, las exactas
ganas de volverlo un caos a partir de malos actos y palabras blasfemas
para crearle nudos indesatables a su memoria, seguían ahí más vivos
que nunca.

La cosa es que Kim Taehyung es un dos en uno, uno malo y otro peor
que controla a su merced, como todo lo que le gusta tener. Porque
Jungkook estaba volviéndose exactamente lo que quería; un ser
confundido, hecho a partir de su propia incertidumbre de sinfonía oscura
para utilizarlo cruelmente a su antojo.

—Me faltó preguntar algo... —murmuró el rehén de pronto, Kim asintió


para que hablase—. ¿Qué pasó con el hombre que te había golpeado la
cabeza?
Observando detalladamente, el secuestrado tenía la curiosidad más
extraña plasmada en sus ojos. De ese tipo de curiosidad que más que
poseer ingenuidad y por eso preguntaba, sabía bien lo que quería decir.

Kim sonrió más maliciosamente que como venía haciendo un rato atrás.
Y, en un movimiento habilidoso, tumbó a Jungkook hacia adelante,
dejándolo boca abajo y el sicario sobre él, aguantando su peso con una
mano.

—Existe un lugar, uno que por ahora no conoces —dijo al borde de su


oído, Jungkook permaneció quieto—. Es probablemente el lugar más
horrible en el que alguien pudiera estar, porque parece nada menos que
una escena de la peor película de asesinos seriales jamás hecha y... —
mordisqueó el lóbulo de su oreja—... todo al que llevo ahí, termina
muerto de la peor forma.21

Ese era el lugar donde muchísimas veces quiso llevar a Jungkook, y sin
mentir, aún tenía ganas de hacerlo. Unas ganas perfectamente
reprimidas de forma temporal, gracias a la desastrosa obsesión que le
consumía su persona por ese niñito y también por la cantidad de
personas cuyos gritos, si se hacía suficiente silencio, quizá se
escucharían por todo aquel lugar.

Aunque de todos modos, tenía planeado llevar a Jungkook ahí tarde o


temprano, y quizá traerlo de vuelta no tan mal.10

El asesino besó el cuello del menor parsimoniosamente, deslizando su


lengua por sobre el oro de su cadena. No estaba tocándolo, excepto
cuando colocó un dedo en la parte inicial de su pecho.

—¿Sabes lo que es una Oz? —escuchó Jungkook, temblequeando


sorprendido. Asintió lento, haciéndose ideas fugaces en su mente—.
Pues en ese lugar hay cientos de armas así como esas —pronunció con
bajeza, su sonrisa ladina y sus cejas gruesas y curvas alzándose—.
Antiguas... extrañas... tétricas y crueles —besó la oreja izquierda,
rápidamente si fue a la otra y repitió la acción mientras hablaba—. La oz
es solo un juguete, a comparación del resto, pero es buena para hacer
cortes precisos, y tan filosa que si la mueves con rapidez podría cortar el
aire.22

Kook se decoloró, pero solo quería seguir escuchando. Se le quedó


viendo, sosteniéndole la mirada como podía. Taehyung hizo ahínco con
su dedo en la zona torácica.

—Cuando la punta de la oz impacta con fuerza contra este punto —


señaló su pecho—, hay que tener demasiado control del peso para
realizar los tres cortes que te dé la gana —Jungkook solo estaba
increíblemente quieto, casi sin moverse, apenas respirando—. Con poca
presión, la deslizas y vas creando una incisión en todas las capas de la
piel —su dedo índice fue bajando poco a poco, hasta situarse sobre el
ombligo, donde comenzó a crear círculos suaves—. Luego con un
gancho que se incrusta dentro de las dos primeras capas, el mismo de
donde se guindan piezas de carne en una carnicería, se separa la piel de
par en par y poco a poco se va separando del músculo hasta que solo
parecen dos pedazos de tela a los lados.9

—Taehy-4

—Shh, cállate —dijo, entrando en su papel de traumarle—. La sangre


para esas alturas ya empieza a manchar el suelo, gota a gota se vuelve
un charco —empezó a mover sus dedos de arriba abajo, como si
saltaran encima del estómago contrario—. La mayoría se desmaya del
dolor cuando se quita poco a poco, pero cuando se hace de golpe y
tienen una dosis grande de adrenalina, casi llegando a la sobredosis, es
un espectáculo donde resuenan las cadenas de donde la persona está
guindada y procede al siguiente corte.9

Hundió la cabeza en el medio del abdomen de su niñito, besuqueando y


lamiéndolo, volviendo a besarlo y dejar mordidas pronunciadas, pero no
profundas. Deslizó su lengua hacia arriba, atrapando uno de sus pezones
y chupó con fuerza hasta oír un quejido. Lo abandonó, para luego lamer
su maxilar.6

—El segundo corte se realiza rápido, cortando el músculo —comenzó a


hablar en su oído y llevando la diestra hasta el vientre del menor,
presionando ahí—, Cuando cortas, lo primero que ves es la forma es que
el intestino delgado se sale de su lugar y cae al suelo, el sonido es
parecido a cuando vacías mucha agua en una olla, pero aquí es nada
menos que sangre y pedazos de algún órgano que la oz cortó —sus
dedos se movían sobre Kook, que estaba inmóvil, de modo que señalaba
cada órgano dentro de sí—. Después cae el intestino grueso, este viene
con el estómago, luego ves el oscuro hígado y si la oz se desliza... —
pinchó con fuerza contenida un lateral del rehén—. Puede que veas la
costilla rota o si cortas muy arriba —dos dedos hasta arriba de su pezón
izquierdo—. La persona muere cuando raja el corazón.19

Silencio, uno que fue desapareciendo a medida que una suave risa tosca
lo opacaba.

Taehyung chasqueó la lengua y rió bajo, relamiéndose los labios al ver a


Jungkook con una expresión incómoda y extraña, como si solo quisiera
seguir escuchando pero no tanto como lo que decía.

—Hay una segunda opción, por supuesto —habló como si nada.2


Y en un simple segundo, volteó los brazos de Kook, dejándolo después
boca abajo. El adolescente dejó los brazos estirados sin hacer fuerza,
pues estaban presionados uno sobre otro a la altura de la muñeca.
Taehyung suspiró en su cuello y mordisqueó sus hombros con lozanía.

—Dicha opción es abrir a la persona por la espalda en vez del pecho —


los huesos de la columna de Kook fueron delineados—. Y posteriormente
que separas la piel, cortas con la oz, pero en vez de hacerlo desde el
frente, lo vas haciendo poco a poco en el lateral, hasta que literalmente
rebanas la maldita carne —su mano completa tomó el omóplato izquierdo
y lo presionó—. Los pulmones quedan exhibidos en carne viva, y puedes
ver, si a este punto la persona aún no está muerta, cómo se inflan y se
comprimen con cada grito y como brotan de las heridas sangre a niveles
inhumanos —sus belfos pararon de nuevo a la boca del menor, dejando
una mordida—. Después que mueren, sus cuerpos son desmembrados
poco a poco. Y dirás, ¿de qué sirve, si ya murieron? —una risa honda fue
expuesta—. Lo hacen delante de otros que recibirán el mismo castigo, y
el sonido de su llanto desesperado y las falsas llamadas de auxilio, son
simplemente una... una armoniosa sinfonía de muerte.13

Jeon suspiró hondo, tragó seco, humedeció los labios. Volvió a repetir la
acción un par de veces, le estaba latiendo el corazón más rápido, estaba
nervioso, no con miedo, pero los nervios le estaban jugando algo en su
contra.

—E-es como... —tragó de nuevo, queriendo decirlo y no decirlo—. Esa


oz es como la que antiguamente... portaban los verdugos antes de matar
al sentenciado... ¿n-no es así? —inquirió, agitándose en ligereza—. A
veces usaban hachas, pero otras... otras portaban una Oz y vestían todo
de negro, como... La Parca.5
Taehyung rió en su oído.

—C'est ça, magnifique —congratuló, volteándolo boca arriba otra vez—.


Que inteligente, mi amor.31

Tragó de nuevo, sin saber exactamente cuántas veces iban ya.

—O sea que... ¿a él le... hiciste eso?4

Kim asintió lentamente, la misma expresión de hace rato apareciendo


ahí.

—Bueno, eran dos en realidad, a cada uno le tocó una de esas —


objetó—. Terminaron guindados por cuatro días, hasta que las moscas
comenzaron a utilizarlos de recipientes para gusanos. Después de ahí
fueron cortados y metidos en bolsas negras que yo mismo quemé en un
claro que hay cerca de ese lugar —su lengua siseó varias veces y
negó—. No quedó nada de ellos, y yo apenas tengo un golpe que no es
la gran cosa y Yideku lo monitorea con radiografías.1

De pronto a Jungkook muchas cosas le parecieron lógicas en ese


instante, muchas a las cuales no se las encontraba.

—¿O sea que no es... grave?

—La lesión de mi cabeza no es grave, solo quedó una mínima


descalcificación que repercutirá cuando mi cuerpo deje de producir
suficiente calcio —habló sin mucho interés—. O sea en unos cuarenta
años más o menos. Así que... por si tienes ganas de matarme de un
golpe en la cabeza con un sartén o una botella... no te va a funcionar.33

Jungkook bufó, rodando los ojos.


—Cuando te mate, no será con un golpe en la cabeza —dijo firmemente,
mirándolo a los ojos—. Sería piadoso para un desequilibrado cerebro-
hormonal como tú.1

—Vaya, vaya... —fingió admiración, viéndolo de arriba abajo y sonriendo


más ampliamente. Aplaudió dos veces, sentándose a su lado en posición
de indio—. ¿Desequilibrado cerebro-hormonal? —el rostro de Jeon se
desencajó un segundo—. Me han dicho enfermo, loco, maniaco, lunático
—enumeró con los dedos—. Yideku más medicamente lo cataloga como
un hombre psicopático con trastorno de personalidad antisocial,
adoración sadista e ira descontrolada —mencionó, haciendo un ademán,
sus largos dedos viéndose primorosos en la oscuridad—. Pero...
¿desequilibrado cerebro-hormonal? —repitió con burla, fingiendo que le
daba gracia, y moviendo los labios como si aquellas palabras tuviesen
algún sabor que estimulara su boca—. No me habían llamado así jamás.
Incluso puedo decir que suena... refinado —dijo, catando aquello.16

Ante su burla estúpida, Jungkook no dijo absolutamente nada, tan solo


suspiró y entrelazó sus brazos a la altura de su pecho, mirando para otro
lado. Kim, por el contrario, aun con su sonrisa falsa y malevolente, lo
tomó por la quijada y le obligó a que lo mirara.

—Entonces... mi amor, ¿me vas a matar? —inquirió con voz falsa de


víctima dolida, aquella burla que Jungkook odiaba.5

—¿Crees en el Karma? —soltó con evidente cara molesta, apoyándose


en sus codos y poniendo la cabeza al frente—. Porque yo sí, y estoy
seguro que vas a pagar todas las que me has hecho y las que me harás,
Taehyung.50
Con una mueca egocéntrica y detestable, no le quedó más remedio al
sicario que reír. El menor juró que era una risa burlona y fingida, pero con
los segundos se dio cuenta que en ningún momento fue así. Estaba
riéndose de él, de sus gestos y palabras, como si fuera un puto
comediante.

—No digas tantas tonterías, mi amor... —delineó sus labios con su


pulgar—. ¿No fuiste tú el que hace unas noches me rogó que no quería
que lo dejara, porque nadie podría cuidarlo? —repitió cerca de su boca—
. Fueron tus palabras, Jungkookie, no las mías. Dime... ¿Qué crees que
estás jugando?

Un juego, todo era un juego, un juego donde debía meterse en el papel y


no dejar que su yo molesto saliera.

No dijo nada, conservó silencio total.

—Lo dije, y lo mantengo aun —expuso—. P-pero eso no significa que no


vaya a matarte de la peor manera.

—Así que es un hecho, lo harás —aseguró—. ¿Y después? ¿Qué harás?


¿Me matas y qué sigue?15

El menor rodó los ojos.

—No lo sé, p-por eso quiero estar aquí... porque no tengo a donde ir y tú
eres quien se ocupa de mí sin verme con una cara de mierda —a decir
verdad, esa parte tenía mucho peso—. S-supongo que no puedo evitar
sentir cosas por ti, aparte de odio.

Taehyung no dijo nada más, solo sonrió tranquilamente, sentenciándose


a sí mismo con esas palabras. No era necesario que Jungkook hablara
demasiado para que él lo entendiera, tampoco ser demasiado astuto o
inteligente para asimilar bien las palabras de su niñito.

¿Lo odiaba por todo lo que le hizo y de ahí sus ganas de matarlo? Claro
estaba. ¿Lo necesitaba con él para que le cuidara de toda esa mierda
que le hizo y por eso quería quedarse con él? Correctamente.10

El delincuente tenía sentimientos divididos por su cautivo, por hacerle


cosas y dejarlo solo para él, por llevarlo a un abismo donde fuese el
único que le salvara. Jungkook tenía los mismos sentimientos, pero aun
así no podía rechazar que pese a todo lo que le hizo, una gran parte
tenía una dependencia a Taehyung.

Taehyung alimentaba el ego de Jungkook mientras a su vez lo


resquebrajaba, tal cual como lo dijo un par de minutos atrás.

—Ese lugar... donde dijiste aquello... —mencionó el menor, viendo que


se le estaba quedando mirando fijo por demasiado tiempo—. ¿Es d-
donde...? ¿Es donde m-matas personas por puro... placer?

—Oh, mocoso... ¿tú qué crees? —el uso de su sarcasmo le hizo saber a
Jeon que sí.2

Pasó saliva de nuevo, dejando que sus labios se humedecieran otra vez.

—¿Quieres que te cuente un cuento? —mencionó de pronto. Algo le dijo


a Jungkook que aquel cuento no terminaría muy bien.8

Pero asintió.

Taehyung anduvo de rodillas hasta arrimarse contra el espaldar de la


cama, palmeó sus muslos entreabiertos, mirando al menor seriamente.
Jungkook se sentó en posición de indio, lo miró y gateó lentamente hasta
trepar sobre su regazo, sintiendo un brazo rodearle la cintura y las yemas
de los otros dedos delinear su piernas, brazos y abdomen.2

—Presta atención —pidió, dejando un casto beso en sus labios—. El


cuento se llama ''El diablo y las trece almas''.29

XXXVI: A real story and a real end.


(⚠⚠)50

''Hace un tiempo, un ser que muchos solían conocer como la


encarnación misma del diablo, encontró en medio de la nada un pequeño
niño indefenso, espantadizo, desalentado y llorón, con el cabello opaco
como el azabache y los ojos pardos igual a la noche más oscura, con un
brillo enaltecedor que a veces era tan luminoso que fastidiaba.12

Lo encontró, porque en la busca de la venganza, alguien le dijo que se


hiciera cargo de él y lo sacara de este infinito cosmos lleno de espíritus
pudriéndose en vida, de entes impíos queriendo comerse vivos unos a
otros, de personas que cargaban el peso de sus actos todos los días y de
uno que otro que podía llegar a ser feliz ya fuese que tuviera mucho o
poco. El mundo era cruel y asqueroso para la mayoría, solo una mínima
parte podía vivir en paz. El diablo lo sabía mucho mejor que nadie, pues
él mismo se condecoró como uno de los pioneros de la ejecución a los
cuerpos poseedores de almas.4

Entonces, terminó dejarlo consigo por muchísimo tiempo, debido a


distintos cataclismos que se arremolinaron. Mientras pasaba el tiempo,
no se preocupaba por él lo suficiente, no quería tenerlo más con él
porque estaba colmándole la paciencia. Se lo había quedado tanto
porque todo empezó a descontrolarse desde que sus ojos se unieron
cuando lo detalló. Trabilla tras trabilla estaban haciendo que aún no
pudiese tocarlo.1

A raíz de aquello, el diablo cayó por primera vez donde no pensó. Lo veía
cada día desde que lo tuvo, aprendió los detalles de su morfología
humana, se grabó en la memoria todas las miradas de soslayo y miedo
que le brindaba, los espasmos de su cuerpo al sentir su presencia y su
voz quebrada a los segundos de pedirle que hablase. Se dedicó a
asustarlo cientos de veces y jugar con él a su modo, sabiendo que poco
a poco lo destruiría.19

Quería atar pronto todos los cabos sueltos y llevarlo al rincón del infierno
donde iban las almas que aquel diablo, con una sola letra en su nombre,
tomaba por voluntad propia de la peor manera existente. Lentamente
notaba que no lo haría todo de una vez cuando tuviera tiempo, sino que
iría desde la punta del iceberg hasta sucumbir en las profundidades de
un océano oscuro de lamentos.4

Sin embargo, cuanto más fuerte se hacía el sentimiento de querer


llevarlo a las puertas del tártaro, dentro del diablo nacía un sentimiento
de querer quedárselo sólo para él. Que nadie lo viera, que nadie lo
tocara, respirara cerca de él siquiera, hacerlo suyo cada que pudiera,
afianzarlo contra su cuerpo y que por ningún motivo lo alejaran.15

Esto pasaba, porque el diablo estaba dividido, él quería hacerle daño,


esas ganas nunca se iban de su mente, pues por ningún motivo, ni
siquiera porque quería tenerlo por siempre, su naturaleza de aversión,
malquerencia y perversidad cambiaría.2

El diablo era un ser atormentado, a simple vista se sabía, pero controlaba


perfectamente todos los recuerdos de lo inocente que fue un día y su
vida se hizo mierda por alguien que en su momento también fue el
diablo, y por ende, quien encontró al niño también controlaba su
temperamento, dejando salir la peor parte de él cuando quería y dejando
que la más calmada se reflejara ante todos como una máscara cada que
era necesario.1

Era un maestro en el arte de la mentira, sin embargo jamás pudo


mentirse a sí mismo, queriendo encubrir la prodigiosa obsesión que
estaba consumiéndolo de la misma forma que él consumía la sangre y
los bradidos inhumanos de quienes aniquilaba.

Esa obsesión empezó a darle una probada de su propia medicina. No tan


temible como era él, pero sí lo suficientemente fuerte como para en un
descuido poder consumirlo, y solo quizá, demoler todo de él.4

El ser, que era fanático de ejercer su supremacía por encima de todo y


todos, puso sus ojos y todo su interés desmedido en el niño indefenso.
Era precioso, como una porcelana pulcra y sin un solo detalle, hecha con
los materiales más finos y exclusivos que jamás se pudieran encontrar.
Su cabello era sedoso, fácilmente se deshacía entre los dedos con una
caricia, su piel era lozana; tan suave que apenas se podía percibir el
tacto entre su dermis y la yema de los dedos que le rozaban. Su voz era
melodiosa, sus jadeos de miedo, sus gritos alterados, la forma en que
tiritaba de noche por la agonía, el frío, o ambas, era algo que al diablo le
erizaba todos los vellos de su cuerpo y solo hacía que le prestara
atención al punto de volverse devoto de su imagen.18

No obstante, el diablo seguía fijo en su cometido, deshacerse de él tal


cual los últimos que había tenido con anterioridad, disfrutarlo en todas las
maneras que se le podían ocurrir a su horrible mente y al final dejarlo.
¿Qué más daba? Él era así, él jamás dejaría de ser de dicha forma, ni
por el niño indefenso, ni por nada.4

Un día, el mismo niño hizo una estupidez, confundido por todo insultó al
diablo y este, cargado de ira, se desquitó con él, juró que lo mataría
aquella noche, estaba dispuesto a hacerlo porque ya de por sí estaba
molesto con el hecho de pensar tanto en él, al punto al que se metía en
su cabeza todo el día.1

Más no lo hizo solo por una razón.7

Es que, en medio de la penumbra de su corazón, a mitad de su furia


excedida, con pensamientos maquiavélicos acechándolo para elevarlo al
suplicio y su cuerpo marcándolo sin decoro, se dio cuenta de que en todo
el tiempo que había pensado en él, las veces que su condenada imagen
se reflejaba en su memoria y sus más crueles deseos hacían presión
sobre sí, se dio cuenta de lo que realmente ocurría.3

Su niño indefenso era aquello que opacaba absolutamente todo con lo


que el diablo tenía que lidiar día y noche que se sentían milenios.4

Entonces, aquel insulto no valió nada en dicho momento, le jodió


increíblemente, pero el diablo por más diablo que fuera, seguía siendo
capaz de controlarse a sí mismo y por eso decidió mantener su alma
vagando en esta tierra dentro de su carne.6

Cualquier otro que insultara al diablo, recibiría los peores castigos, pero
aquellos ojos negros eran especiales para él, entonces con esos jamás
atentaría mientras fueran suyos. Aquellos ojos se volvieron su perdición
total.5

¿Hacerle daño? ¿Jugar con él? ¿Subyugarlo a su antojo y satisfacer


desde los deseos más normales hasta las fantasías más retorcidas? De
seguro cierto.

¿Matarlo y olvidarlo? ¿Dejar que cualquiera estuviera con él? ¿Verlo


como otra víctima más? Eso nunca.1

El diablo salió de aquel lugar, y con un cólera encima tan nauseabundo,


tomó nueve días y se alejó de todo y todos. No habló con nadie excepto
por necesidad para encontrar aquellas almas. Trece en total, no había
razón específica, pero era dueño de todos los pecados capitales y la gula
por la muerte lo atacó.27

A las primeras cuatro almas las flageló hasta que su espalda, brazos,
abdomen y piernas exponían la carne de sus músculos. El látigo estaba
caliente y lleno de sangre, tenía astas de hierro en la punta, que
arrancaban pedazos de la piel si se ejercía demasiada fuerza. Cortó cada
uno de sus dedos, rebanándolos poco a poco. La sangre fluía como
caudal, manchando el piso que siempre terminaba en ese estado. Llevó
cuchillos tan largos como un brazo, dentro de sus genitales, desgarrando
sus entrañas desde adentro hasta que les abrió y cayeron todas como un
montón de coágulos putrefactos. Luego, vertió ácido en sus cuerpos,
sádicamente observando cómo se quemaban incluso después de
muertos, terminó desmembrándolos.8

Sonrió satisfecho, mirando a las otras diez esperando por su cruel


destino.10

A las siguientes dos, con bates que tenían clavos oxidados alrededor de
la parte más gruesa, comenzó a golpearlos. En la cara, a la altura de
pezones, los glúteos, muslos y brazos, todos tenían hoyos horribles y
despedaces de dermis. A veces, el bate era impactado tan fuerte, que si
se soltaba, no se caía por estar enterrado entre los músculos. Cuando se
cansó de golpearlos, les cosió la boca con un alambre fino, solo la mitad
de los labios, y mientras guindada del techo, con las muñecas
amoratadas, el bate los atravesó por completo una y otra vez, primero
rozando la zona para rasgar, después insertándose hasta que con
suficiencia podrían moverse. Las cadenas resonaban en el techo y
ambas almas abrieron sus bocas cosidas debido a los gritos de dolor que
quien ejercía en ellos, estaba burlándose. Murieron un par de segundos
después que grabó letras en sus rostros.2

Decapitó a dos más, y con la sangre que brotaba de sus cabezas


desmembradas pintó el nombre de la única persona en quien estaba
pensando, llenaba sus dedos de la linfa y trazaba varias veces ese
nombre en una pared mientras reía. Cuando ya no chorreaba sangre,
tomó a dos personas y le dio a cada una, una cabeza. A una tercera, le
amarró y vendó los ojos. Comenzó a darle descargas eléctricas tan
fuertes que sus cabellos se elevaban, era con un arma con que matan
ganado. Mientras eso ocurría, las otras dos fueron obligadas a consumir
los ojos de esas cabezas que tenían entre las piernas. El mismo diablo
se los sacó con dos dedos. Si quienes estaban sentados no lo hacían, la
persona sufriría una descarga, todos eran amigos y más le valía
obedecer.10

Al primer contacto entre el ojo color miel y la lengua de una víctima, esta
se vino en vómito, ensuciando su cuerpo, el suelo y parte de los zapatos
ensangrentados del diablo. Así que él, riendo todavía, detuvo las
descargas y obligó a la persona a que se lo comiera. Si no lo hacía,
empezaría a sacarle los ojos a la otra sentada. Del susto, comenzó a
consumirlo, pero solo ganó que vomitara más. Así que le dijeron que si
volvía a hacerlo, empezaría a arrancarle los ojos.

La persona empezó a limpiarlo, el asco de su rostro era tan visible como


de la tierra la luna llena con noche despejada. Sin embargo, con el diablo
no se hacen tratos, y mientras había una persona amarrada en el suelo
comiéndose su propia bilis y restos de quien sabe qué, el diablo le sacó
los ojos al otro, enterrando un cuchillo en cada uno de ellos. Explotaron
cuando gritó alto, después la degolló y en ese momento la sangre cayó
sobre el vómito. El otro solo lloraba en silencio, al igual que el que había
sido electrocutado.5

Así que para hacerlo más rápido, los colocó contra una mesa llena de
púas, amarrados de los tobillos a cada lado de las patas y con los brazos
hacia adelante, y les atravesó terriblemente con un hierro al rojo vivo,
quemándoles y desgarrándolos repetidas veces. Finalmente
atravesándolos por el pecho, hasta que sangraron empalados por la boca
de donde salía la punta.

A los últimos dos, una madre y un hijo, los torturó fácil. Degolló al hijo
lentamente frente a ella, que era incapaz de escuchar nada,
lastimosamente solo el diablo gozó los gritos de agonía. Desmembró su
cuerpo, quitándole los brazos, que le lanzó a su mascota, dentro de su
jaula. Posteriormente metió a la mujer ahí, y ella fue asesinada a sangre
fría por el malevolente animal.13

Así fue como se consumió esa noche a todas esas almas, después de
ahí les desfiguró el rostro a cuchillos y en un lapso de tres noches, con
ayuda de algunos demonios, les repartió en los mismos lugares donde
los había robado, menos a uno, que lo metió en una bolsa aparte y lo
dejó en el sitio de muerte, esperando que los gusanos hicieran de las
suyas. A las semanas mató a todos aquellos que le habían ayudado y
pudiesen decir alguna barbaridad. Nadie se dio cuenta de eso.4

El último día antes de regresar a la normalidad, se sentó a ver el cielo,


estaba oscuro y le recordaba a él en todo momento. Rió, y recordó todo
lo que les hizo a las trece almas. No había culpa, no había indignación,
remordimiento, dolor, nostalgia, locura, asombro o asco de sí mismo,
solo seguía estando esa sádica satisfacción mientras pensaba en él de la
misma forma en que pensaba que era él a quien estaba matando.1

Y cuando regresó, lo hizo suyo otra vez, sin estar molesto, sin tanto
calvario y aunque él no quería igual cedió, porque al diablo le valía
mierda, porque era suyo y podía hacerle lo que quisiera y como quisiera,
dándose cuenta de que lo quería consigo costara lo que costara, incluso
si su vida se veía afectada en el proceso.9

Jamás iba a amarlo, a quererlo como alguien sin lesiones en su mente,


jamás iba a dejar de tratarlo como su propiedad, pero sí cambió algo en
él. Iba a cuidarlo, porque cuando destruyes las cosas y luego las reparas
para volverlas a destruir, sabes que nadie más las va a tocar.
El diablo hizo de la porcelana cientos de cristales mínimos, porque era
experto en ver la belleza en las cosas dañadas, cosa que no hacían los
demás y por esa misma razón es que seguiría siempre siendo igual con
él. Con la única diferencia que siempre se preocuparía por su bienestar,
no importa si era él mismo quien lo ponía en peligro cientos de veces.9

Porque el diablo reclama siempre lo que es suyo, y él lo fue desde que


cayó en sus garras.

Lo adoraba consigo, y jamás nadie cambiaría eso.''37

—¿E-entiendes...? —habló en su oído, una mano sujetando el cuello


ensangrentado del menor y la otra aguantando su peso para no caerle
encima—. ¿Entiendes ahora c-como te necesito?

La boca de Jungkook escurría sangre por el corte con la navaja en su


labio y su cuello estaba sujetado por la mano manchada de Taehyung,
debido al corte autoinfligido. Su miembro embistió con lozanía, a la par
que el menor, con las caderas alzadas, se aferraba a la almohada con
ambos brazos, viendo la mancha que tenía por la saliva en conjunto con
el espeso carmesí.56
Gemía con la cabeza hundida, gritaba cuando Taehyung impactaba su
cuerpo hacia abajo, al punto en que sentía su cavidad ser llenada a
fondo por ese pene. Se le llenaban los ojos de lágrimas que rodaban por
sus mejillas. No lo preparó ni un poco, solo comenzó a besuquearlo a
mitad del relato y el acto comenzó mientras seguía hablando. Jungkook
se había corrido una vez ya, cuando comenzó a ser follado con su
verdugo sobre él, esposándolo a la cama.13

Kim de pronto, cuando estaba a punto de correrse, tomó una navaja e


hizo dos cortes, uno en el labio inferior del menor, el cual ardía
terriblemente y empezó a sangrar, y otro en la mano propia, y dos dedos,
que cuando se llenó suficientemente de sangre la colocó en su cuello
para empezar a penetrar con más rudeza y dejar la mancha de sangre
por cualquier lugar que sus manos tocaran.5

Los chupetones en su cuello eran obra del sicario, que mordía


fuertemente hasta oír los adoloridos jadeos del menor. Llevó su lengua
por todo ese cuello, por detrás de sus orejas, por su nuca y hombros, al
compás de sus caderas viajando de atrás hacia adelante y al estar dentro
de Jeon menearse en círculos, sonriendo satisfecho entre el cuello
impropio cuando sentía al más joven temblar de pies a cabeza, arquear
la espalda y arrastrar las rodillas de lado a lado en el colchón.

Los oídos de Jungkook recibían los gemidos de Taehyung clamando su


nombre grotesca y hondamente mientras lo follaba, sus nalgas eran
golpeadas contra el movimiento de sus caderas, los vellos adversos
raspándole las mejillas enrojecidas cuando dentro de él se meneaba, su
rostro rasguñando con su vello creciente su maxilar y la respiración
entrecortada protestando mientras su mano drenando se afincaba contra
el colchón y la otra le halaba de los cabellos para ver su rostro de lado;
labios rojos y con sangre, cachetes hinchados, ojos llorosos y cerrados,
cejas curvadas y las perfectas marcas de su frente y bajo los párpados.3

Era tan desesperante y grotesco.

Y era justo lo que Jungkook necesitaba.30

—¡Hm...! ¡Hmg! —sus labios ardían y su cuerpo parecía estar a punto de


colapsar. La presión de su pecho contra la cama estaba dejándole sin
aliento, sus rodillas flexionadas y su miembro erecto rozando las sabanas
estaba cansándolo—. K-Kim Taehyung...

Kim Taehyung, Kim Taehyung, Kim Taehyung.11

El sicario, en medio de su libido, disminuyó el ritmo de sus embestidas,


los agudos gimoteos de Jeon lo volvían loco, el tomarlo le hacía sentir
encandilado, lleno de sus codiciosos apetitos por maltratarlo, por destruir
la aguda cordura que lo acompañaba, por llenarlo entero, por volverlo un
indefenso ser preso de su abismal dependencia.1

Le hacía caer, y caía con él.1

Quería verlo en lo peor, le encantaba verlo en lo peor y provocar su


ardua miseria.1

El sicario lo llevó hacia atrás, tomándolo del cuello, ambos quedando de


rodillas en la cama. Para no caer, Jungkook rodeó el antebrazo izquierdo
del mayor con sus dos manos, que a su vez lo tenía rodeado en lo alto
del pecho, por los hombros. La otra mano de Taehyung yacía fija hacia
atrás, tomando el espaldar de la cama con fuerza hasta sentir sus
nudillos doler.1

Observaba los ojos cerrados del menor entreabrirse suavemente de vez


en cuando, volviendo a cerrar y dejar lágrimas brotadas a los costados
de sus mejillas, tan cristalinas y puras, cuyo único imperfecto eran las
manchas de sangre en su rostro, con las que se unían al bajar. Pero a su
vez, a su mirada, aquel detalle lo hacía ver todo lo contrario; perfecto.

Lamió la sangre de ese lugar, que era la propia debido a la cortada.


Jungkook sintió su áspera lengua deslizándose a los lados, por su
pómulo, por su maxilar, cuello y hasta su quijada.

—Mgh... —chilló de nuevo, cuando Taehyung presionó la cortada de sus


labios con fuerza, haciendo que saliera más sangre. Sintió la presión en
sus mofletes, hasta que entreabrió la boca, respirando entrecortado por
ella—. Hah...

Entonces lo observó cuando pudo retomar algo del aire que le era
arrebatado sin ton ni son. Los ojos oscuros de Taehyung viéndose
lascivos y alargados, el rosa natural de sus labios entreabiertos
manchado de sangre por besarlo y brillando por sus fluidos bucales
juntos, su nariz prominente rozando con lo alto de su pómulo, su
entrecejo fruncido lleno de recelo, con mechones de su cabello
adhiriéndose, las pupilas dilatadas sin necesidad de algo, solo él, y
algunos tonos lila casi imperceptibles por la poca luz.1

Se veía sosegadamente ruin, despilfarrando su lado más inicuo,


Jungkook en cierto punto buscaba eso.

Tragó duro.

—M-mío... —habló con desdén.69

''Mío.'' Una tétrica sonrisa apareciendo al pensarlo.

—Así es... tuyo —respondió Kim.45

Definitivamente.
Taehyung impactó más fuerte contra él, mordisqueando sus belfos. Del
dolor, Jungkook solo dejó su boca abierta un segundo, dejando que el
asesino tragara sus gemidos e hiciera lo que quisiera con su cavidad;
hundiendo su gruesa lengua, raspando con sus dientes la propia,
succionando sus labios, perpetuando sus lamentos.4

Tomó en un segundo la navaja, agradándole ver la sangre esparcida por


rincones del menor. Escuchando sus lamentos controlados y
manteniendo el brazo izquierdo a su alrededor, presionó la punta del filo
contra una parte baja de su cabeza enterrándolo ahí justamente donde
yacía aquella maldita marca, ese jodido lunar.24

—¡ANGH...! ¡Hagh...! —gritó dos veces por el ardor y dolor, en primer


lugar cuando la navaja fue enterrada bajo su cabeza y otra cuando fue
deslizada. Enterró las uñas en la carne de Taehyung y saboreó el hierro
en su propia boca con furia cuando fuertemente mordió los labios y
apretó los ojos del dolor que sentía. Centímetro a centímetro la navaja
recorrió su piel, abriéndola y dejando que las gotas de sangre chorrearan
por su espalda magullada—. Uhm...1

Una perfecta incisión, suficientemente profunda para que sangrara, pero


no tanto para necesitar alguna sutura, fue hecha desde el lunar al final de
su cabeza, hasta terminar en el borde de su hombro. La carne se abrió,
dejando una pulcra estela roja alargando su forma, vertiéndose en la
cama, por su espalda, en la mano cortada del sicario y por el brazo del
menor.4

—Agh... —las lágrimas abandonaban solas sus ojos, el dolor era intenso
en la zona afectada, debía mantener la cabeza recta para que no
ardiera—. D-duele...14
Taehyung solo ladeo una sonrisa.

Templando su cabello al otro lado, con fuerza, y recostándoselo del


hombro contrario, expuso la otra parte de su cuello. Le dejó un beso en la
zona antes de dirigir la cuchilla nuevamente.4

Jungkook repitió su acción de apretar los ojos con fuerza, esta vez
curvando la espalda hacia atrás, temblando de pies a cabeza por la
intromisión repentina y profunda combinada con el dolor en esa zona y
también los cortes dejados en el otro lugar, donde Kim enterró la navaja
hasta desplazarla. Jungkook gimoteó y lloriqueó bajo, echando la cabeza
hacia adelante.

No obstante, abrió los ojos de par en par, cuando con la mano


ensangrentada, su captor empuñó la daga y, exponiendo su palma sana,
realizó un profundo corte vertical que rápidamente comenzó a manchar
las sábanas, luego realizó otros dos a los lados. En un principio, el
secuestrado no vio lo que había trazado, idealizando que sería un simple
corte y ya, no obstante, después de restregar la sangre por su pecho,
mostró la marca que tenía en la palma.

Una ''K''.36

—El dolor no es nada, mi amor... —susurró sobre sus labios, goteando


su sangre sobre los pezones, miembro y rodillas de Jungkook al apretar
el puño—. El dolor... solo se siente cuando dejas que te afecte que los
demás te hieran, porque no puedes herir a alguien que no permite que le
hagan daño.19

Acto seguido, succionó la sangre que brotaba de la herida de Jungkook;


el espeso hierro carmesí adentrándose en sus papilas gustativas, tan
dulce, tan dócil, tan tibio. La punta de su lengua perfiló la herida,
sintiendo la abertura de la piel tajada. Jeon jadeó por el ardor y la
presión, hasta que fue tomado nuevamente del cuello con la otra mano
vulnerada.3

Taehyung apretó el puño frente a él con fuerza, las venas de sus brazos
exhibiéndose y sus nudillos tensándose. Cayó un hilo de sangre y
cuando la abrió toda su palma, dedos, uñas y muñeca estaban rojas.

—Agh, mi vida... no puedes hacerme el daño que quieres —corroboró en


el borde de su nuca, goteando el líquido rojo que había consumido—.
Porque... incluso si llegaras a torturarme como desquiciado, disfrutaría
hasta mi último aliento verte transformado en un ser vengativo por mi
culpa.17

Porque jamás le haría daño sin antes hacérselo a sí mismo, y él, era
inquebrantable.8

Jeon no hizo nada, viendo la herida volver a llenarse de sangre.

No hizo nada, cuando sus ojos se volvieron a llenar de lágrimas y su


mirada se perdió entre el espejo frente a él, donde se veía desnudo con
manchas rojas y viscosas por su cuerpo.

No hizo nada cuando Taehyung lo miró a través del espejo, sonriéndole.

Solo sonrió también, una mirada oscura atacando sus ojos negros, sus
labios hinchados ladeándose, su cabeza de pronto negando, suspirando,
pensando en una fracción de segundo cientos de cosas que se
arremolinaban en los pantanos oscuros de su corrompida mente.1

Jungkook era una luz de vida que se apagaba, y cuando se apaga la luz
de la vida solo queda la oscuridad de la muerte. Una oscuridad que tarde
o temprano le llega a todos.
Sin excepción.

—Ahora límpiala, mi Kookie —ordenó, señalando la ''K''.16

Sin excepciones.

Jungkook sacó la lengua, cerrando los ojos, y con la punta delineó la


sangre de la mano adversa, justo por la ranura de la tez abierta. Era tan
líquido, amargo, el espesor se filtró en su boca adhiriéndose contra sus
labios roídos, las pulsaciones en su anatomía combinadas con el fervor
de los besos de Taehyung en su cuerpo y la manera en que lo abría en
totalidad con cada embiste, era agotador. Su boca se hizo agua, sus
mejillas se humedecieron por dentro al tener una cantidad de sangre
suficiente para tragarla mezclada con su saliva.7

Era enfermizo hacerlo, pero lo tragó, volviendo a sacar la lengua y llevar


la mano izquierda para envolver la muñeca de Taehyung y lamer más de
ese líquido, dejándole su mano limpia completamente. Escuchó un jadeo
ronco entre su hombro cuando su sinhueso presionó los extremos de la
herida de donde brotaba más aquel rubí líquido.9

—J-jungkook... —con fuerza gimió al verlo haciendo aquello y se adentró


con más rudeza en su interior, llevando la vista hacia abajo para
regocijarse cuando su entrada estaba enteramente llena por él y veía los
caminos rojos desde su nuca hasta perderse en los bordes de su bonito
culo y llenar su miembro cada vez que lo sacaba para hundirse más
fuerte—. Mh...8

El secuestrado abrió los ojos en grande cuando Taehyung se rasgó la


herida de las manos con sus uñas, provocando que drenara más, y
presionó la palma debajo de su cuello arrastrándola hasta su ombligo, el
camino viscoso apareciendo. Luego subió la misma hasta restregarla
contra su mejilla y las marcas de su frente, embadurnándole, donde
seguidamente templó de sus cabellos para exponer sus marcas.2

Siguió hundiéndose en él sin decoro, tomándolo de los cabellos para


echarlo hacia atrás y llenarse de la misma sangre en su pecho. Soltó los
cabellos del menor y admiró todos los cortes brotando, se relamió los
labios; era tan dotado de hermosura que rozaba lo irreal.

Chupó desde el hombro hasta debajo de su nuca con furor, aquella


explosión de vitalidad emanando de sus venas, lo llenaba en demasía,
disparando sus latidos olímpicamente. Cuando sus labios goteaban, y
aquellas marcas dejaron de sangrar con tal virtud, agarró otra vez el
filoso objeto a su lado, preso de sus deseos por más.11

Rasgó piel rápidamente desde los hombros en una línea recta que
deslizó como velo y con cuidado de no maltrechar su nombre en cada
brazo del menor, cortó varias incisiones pequeñas un poco más arriba de
su codo y otras llegando casi al dorso de sus muñecas. Lo tiró a un lado
otra vez.

El filo pasaba por su cuerpo fugazmente, la precisión del acto denotaba


la experiencia, Jungkook probablemente estaría asustado por los charcos
de sangre que el colchón poseía, varios a la altura de su cuerpo y otros
esparcidos por salpicar. Le encantaba la cara de su niñito mezclando el
dolor, la frustración, la agonía, el desespero, la estimulación de su cuerpo
y lo extasiado que estaba por su culpa.

Le encantaba tanto.1

—B-bésame... —mandó.4

Con el ardor de su cuello, el menor se giró como pudo, la expresión


quejica de su rostro provocando una sonrisa en el alma adversa, su cara
hinchada por el llanto y enrojecida por el líquido siendo solo detonantes
para quien lo dañaba.

Entreabrió los belfos y los unió con los de él, apenas pudiendo
corresponder cuando Kim lo tomó de entre los muslos, apretando sus
ingles y meneando las caderas con ahínco dentro de él, reposando sus
piernas dobladas en el colchón para subir las caderas fuertemente e
impactarle. Jungkook para no abatirse, llevó los brazos por detrás de su
cuello, hundiendo las uñas hasta arañarlo.

Su boca sabía a gloria cuando la probó, a gloria manchada del odio que
le tenía, a la maldita gloria que odiaba sentir cuando lo tenía a su
merced. Taehyung hundió su sinhueso en él, dándole vueltas dentro de
su cueva para dominar su lengua, la saliva carmín surgiendo de sus
comisuras, el olor de la sangre, el sudor y la baba sintiéndose cada vez
que aspiraba por lo duro que estaba siendo, sus labios siendo
amenazados por su aliento y mordeduras.

Su lengua fue succionada hasta doler, sus labios también hasta que ya
era imposible sacar más sangre. El sicario con la lengua abierta lamió
sus mejillas, llegando hasta su pómulo para morderlo hasta sentir a
Jungkook rasgar la piel de su nuca con fuerza y ahogar un grito.

—Agh... —el rehén gruñó al sentir todo su miembro tomado por la diestra
mano, comenzando a masturbarlo lleno de sangre con velocidad. Apretó
sus piernas, contrajo su entrada, suspiró entrecortado y lloriqueó—. K-
Kim Tae... hyung...12

Al escucharlo, el mayor empuñó su cabello con fuerza y lo tumbó hacia


adelante. Jungkook cayó sobre su pecho cuando las fuertes manos
tomaron con posesión sus caderas, sintiendo los dedos enterrarse en la
zona con fervor. Las manos de Taehyung se deslizaban desde esa zona
hasta tomar fuertemente sus glúteos y separarlos para penetrarlo.

Adoraba esa sensación de estrechez aprisionando su extensión son


ahogo, la manera en la que sentía tocar sus rugosas paredes a fondo
cuando se deslizaba suave sacudiendo las caderas hacia arriba y salía
de él entero para volver a llenarlo a tope, como se perdía en la vista de la
posición expuesta de su chiquillo con su entrada viscosa y enrojecida,
manchada de sangre. El deseo que le entraba al ver como lo tragaba
hasta chocar sus testículos con él, salir hasta dejar solo su glande en esa
entradita, sacarlo, tomar la base con su mano y presionar nuevamente
para retomar embestidas llenas de rudeza.11

Era tan llenador cogérselo, tan perfecto como solo algo volátil podría
lograr ser. Oír sus lamentos contra la pieza de seda, sentir su cuerpo
lleno de espasmos, verlo sofocarse frente a sus acometidos violentos,
saborear su cuerpo y olisquear en su cuello tras morderlo.

Taehyung se lanzó al frente, le tomó las muñecas y las llevó hacia


adelante, apretándolas con fuerza con la palma de sus manos. El rehén
sintió cómo se humedecían. El sicario, con sus rodillas entre las de él, las
entreabrió para rozar sus testículos por el perineo del menor, a su vez
lamiendo la sangre que estaba por su nuca, hombros y cuello mientras
se acercaba a su oído.

—Perderé la cabeza por tu culpa, mi... a-amor... —ronroneó bajo, lento,


parsimonioso. Sus caderas logrando un lío de incertidumbre a sí y al
opuesto. Su cuerpo actuaba, su cabeza pensaba, su corazón latía, su
alma se rasgaba. Todos sus sentidos y extra sentidos le estaban
matando—. Literal o... hipotéticamente... terminaré perdiendo la cabeza
por tu culpa.8
Si no es que ya lo había hecho.

Kook rasgó la sábana con los dedos, a pesar de estar aprisionados


pocamente por la fuerza contra sus muñecas. Sentía rebotar sus glúteos
contra las arremetidas, como todo ese pene se deslizaba para dilatarlo,
el sonido de los choques de sus pieles fusionándose, Kim gruñendo en
su oído con ímpetu, él balbuceando cosas sin sentido por tener la cabeza
demasiado ocupada en aguantar la catastrófica manía del mayor por
tomar su cuerpo.

—¡Hmg! Mh, mh, mh... —vulnerables sollozos se juntaron con el resto de


aquellas pesadas sinfonías entre el concreto de su habitación. El chiquillo
cerró fuerte sus ojos, obstaculizando su mente, entreabriendo la boca
que de por sí babeaba, su cintura doliente y su abusada entrada
permitiéndole a su cuerpo estar en el abismo—. V-voy... ¡Hagh! —en
medio de la cúspide, gritó—. Y-yo...2

—Mira nada mas como te ves, dulzura... —pronunció Taehyung,


tomándole el cabello para alzar su rostro y conectar sus fanales contra el
espejo, mirándolo ahí—. Tan lleno de mi por... todas partes —habló en
su nuca, succionando las heridas hasta tener los labios mojados de
bermellón—, c-colapsando por dentro y por fuera...2

Kim giró su rostro hasta la otra mesa de noche en la habitación,


pensando un poco y luego observando las heridas de Kook. Salió de él y
tomó el pequeño pomo del primer nivel, sacando una gruesa correa de
cuero negro que dobló a la mitad.17

Cuando el frío de la hebilla de metal rozó apenas la nuca y fue bajando


por su espalda desnuda, Jungkook tragó fuertemente. Sus ojos se
cerraron esperando el impacto, tomando las sabanas con fuerza hasta
sentir que enterraba las uñas en ellas.5

Sin embargo, el cinturón se deslizó más abajo, rozando sus testículos,


luego sus muslos y pantorrillas. Taehyung lo paseaba por esa anatomía,
observando el arco de su reverso, su orificio contrayéndose y dilatándose
y Jungkook apoyado contra sus antebrazos.

Suspiró, sonriendo y dejando el cuero a mitad de la espalda del niño.

—¿Cuántos años tienes, pequeño Jeon?82

Negó contra el colchón, sin decir nada. Apretó más las sábanas, si es
que aún podía. Llevó sus labios hacia adentro.

Un juego de mentiras.

Un juego donde perdería.

Pero perdiendo también se gana.9

Como pudo, Jungkook movió sus brazos hasta aguantar nuevamente su


peso con ellos y sus rodillas, arqueándose. Taehyung lo tenía tomado de
las caderas, aún en su interior, adosando la correa contra su anatomía
dañada. El sicario le sonrió ladino, viendo la determinación con la que
parpadeaba, lento y pesado, sus cejas frunciendo ligeramente.

Las armas mortales se convierten en la misma muerte.

—¿Cuántos años tienes, pequeño Jeon? —repitió.

Jeon Jungkook era ambas.

—Dieciséis, Kim Taehyung —contestó ladeando una sonrisa.24


Empuñando la correa con su mano izquierda, el secuestrador la estampó
contra la espalda húmedamente roja del chiquillo, sacándole un alarido
de dolor. El ardor de las cortadas fusionándose con los embistes y los
azotes solo pudo lograr que Jungkook cayera de nuevo sobre su pecho.

—U-uno... —no tuvo ni que esperar a que Taehyung le ordenara


contarlos—. ¡HAGH! —otro contra la parte baja de su espalda, por poco
dejándole tumbado entero—. D-dos... —escuchó la hebilla siendo
balanceada y posteriormente debajo de su nuca la punzada que
carcomía—. ¡T-TRES!

Dolía, quemaba y ardía. Él lloraba, temblaba y gemía. Pero era así como
debían suceder las cosas, no de otro modo.10

Taehyung le tomó de las caderas, uniendo el cinturón contra un costado


y continuó embistiendo. Levantó sus muslos hasta tener una perfecta
curva donde se veía dentro de él y, alzando la mano que no portaba el
cinturón, estampó su palma contra el glúteo de ese lado. La mancha de
sangre no se hizo esperar, algunas brotando de Jungkook y otras de su
propia mano.2

Dos veces de nuevo, oyendo los alaridos, golpeó las nalgas del
adolescente con fuerza, apretándola. Oprimió su cadera para seguir
asaltando contra su culo, hasta que llevó la mano a su cabello,
templando hacia atrás.

El cuarto impacto viajó hasta la primera marca de su espalda retumbando


ahí, el quinto y sexto se repitieron en el mismo lugar, Jungkook apenas
pudiendo contarlo entre sollozos con la cabeza enterrada entre las
sábanas.
Taehyung veía su espalda marcada, con la poca luz que desde la puerta
principal y la ventana abierta dejaba pasar, iluminando parcialmente el
cuerpo del chiquillo.

Cuerpo que quería marcar tanto esa noche.3

—¡AGH, SI-SIETE! —espetó vehemente, de inmediato jadeando otra


vez—. ¡OCHO! —fue tomado de ambos hombros, de los cuales
Taehyung se aguantó para seguir hundiéndose en él, hasta que
segundos después abandonó el derecho y con las correa dio dos azotes
seguidos; uno a la derecha y otro a la izquierda de esas costillas
marcadas—. Nueve... d-diez... —balbuceó, la vista cristalizada
impidiéndole ver correctamente.15

Podría empezar a sentir la espalda quemándose, como si cientos de


papeles calientes estuviesen ardiendo en su reverso, alimentándose de
la sangre como combustible para hacerlo sufrir el suplicio de esos
grotescos actos.

Taehyung no se detenía.

Y de todos modos Jungkook no iba a pedirle que lo hiciera.6

—Duele... —más que decirlo, fue como si se escapara de sus labios. La


baba en su boca se hacía espesa, sorbía por la nariz y tragaba con dolor,
gemía frustrado y apretaba el colchón. Su cabeza de lado solo permitía
verse ido. Otro impacto en medio de sus omoplatos—. ¡Once!

El doceavo golpe impactó contra su hombro, esa parte de su anatomía


comenzaba a hincharse tanto por el correazo como por los dedos de
Taehyung haciendo presión momentos atrás para follarlo. El
decimotercero caló tan fuerte que no pudo permanecer con las piernas
firmes, así que cayó, no obstante Kim lo tomó de nuevo, siendo su
soporte.1

Catorce golpes y sentía que iba a desmayarse, la cabeza le daba


vueltas, la frente le dolía, se ahogaba porque no podía respirar por la
nariz y por la boca solo soltaba gritos. Tosió antes y después de
gritar ''quince'' cuando lo recibió en glúteo derecho, justo sobre la marca.

El asesino dobló el material de cuero dos veces, logrando que estuviera


más grueso y rápidamente lo puso al revés, exhibiendo la hebilla
plateada y pesada. Fría, delineó toda la espina dorsal del menor.3

Oyó un grito ahogado contra la almohada, quejidos que se prolongaron


por segundos, incluso después que tiró la correa al suelo. Sintió
espasmos, sintió quejidos, olió el hierro de la sangre y la sal del llanto,
detalló la cabeza del menor hecha un desastre de manchas carmesíes,
cabellos enredados y sudor.

Verlo así era tan agraciado como solo un catastrófico desastre podría
ser.

—Dieciséis... —mencionó Kook, encontrando por fin algo de voz entre


sus cuerdas.20

Taehyung le tomó rápido de la pelvis, la debilidad de su cuerpo


notándose desde lo más cercano hasta lo más lejos por cualquier par de
orbes que pudiesen admirar.

Con la respiración entrecortada, embistió un par de cortas veces dentro


de él hasta que sintió la presión en su abdomen bajo, el líquido
preseminal vaciando dentro de Kook primero. Enredó su cabello en un
puño y templó de él hasta dejarlo en el suelo, sin haberlo tirado, más las
rodillas impactaron contra el frío mármol.3
Jungkook se quedó de rodillas frente a él, con sus ojos entreabiertos,
cansado pero para nada inconsciente. Taehyung volvió a tomar su
cabello hecho un puño y echado hacia atrás apoyado con la otra mano y
con sus piernas ligeramente abiertas, dejó su erección cerca de su
rostro.

—Ahora que dices que quieres matarme y hacerme sufrir... considero


que no vas a arrancármelo con los dientes para que yo luego te meta un
tiro en la cabeza y tus deseos se estropeen, ¿verdad, amor? —
pronunció, con su ceja alzada. Calló cuando el menor lo observó a los
ojos, los propios cristalizados—. Abre la boca.17

No tenía miedo, pero Jungkook sabía drásticamente lo que le convenía.

Abrió su boca con un cuidado extremo, la herida de su labio inferior


sufría. A decir verdad, deseaba desmayarse y levantarse al otro día para
no hacerlo, no obstante al parecer era imposible y en estos casos odiaba
que su cuerpo no cediera. Probablemente porque no había golpes sino
solo incisiones drenando levemente.1

Lo insertó en su cavidad bucal, escuchando un jadeo ronco y sintiendo la


gran mano en la parte trasera de su cráneo. El roce ardía contra la herida
en su belfo y su tamaño presionaba su lengua mientras intentaba
insertarlo por completo, ayudándose con su otra mano para tomar la
base.

Cuando finalmente lo obtuvo todo y la punta de sus labios tocó el lateral


de sus dedos con los que le sostenía, tragó, sintiendo la presión en su
maxilar y su boca humedeciéndose más. Era una sensación extraña, se
sentía invadido y subyugado, molesto y abusado, tal como siempre. El
rencor haciéndose presente como la más fuerte de todas sus emociones.
Kim sacó su miembro de esa boquita, observando el hilo carmesí
uniendo su glande contra los labios adversos. Los delineó, juntó sus ojos
con los llorosos del menor y sin ninguna duda con la mano abierta
estampó un golpe en su moflete izquierdo.9

El rostro de Jungkook fue hacia el otro lado por reflejo y bajó su cabeza
al sentir el ardor en su mejilla cada vez haciéndose más extenso,
probablemente todos los dedos quedarían marcados ahí.

—Agotas mi paciencia, amor —masculló duro, delineando sus labios y


apretando sus cachetes. Tomó la navaja—. Supongo que por las malas
es que sirv-

Jungkook escupió su miembro desde la punta y con la mano esparció la


saliva por alrededor, aun mirándolo. Taehyung soltó la navaja,
escudriñándolo con sus orbes.8

Jeon recordó que una vez le hicieron eso a sí mismo, una prostituta
extranjera mucho mayor, obligada por Jaeban al igual que él. Hacer lo
mismo que recordaba, pese a la incomodidad, era quizá la mejor
jugada.16

Sacó su lengua y lamió desde la base hasta su glande, cerró los ojos y
aspiró profundo al sentir una arcada que controló tomando aire al
sacarlo. Rastrilló su hendidura dos veces de adelante hacia atrás con su
sinhueso. Las venas del miembro fueron succionadas a los lados, con
cuidado de no usar los dientes.

Aunque no le faltaban ganas de arrancarlo y escupirlo en su cara. ¿Pero


después qué iba a hacer? Ridículos pensamientos vengativos que debía
controlar a toda costa si tenía un verdadero fin con todo esto.
Volvió a introducirlo en su boca succionando con cierto esmero y
doliéndole la mandíbula. Taehyung echó la cabeza hacia atrás, dándole
una suave vuelta y cerró los ojos con una lasciva media sonrisa, Kook lo
observó hacerlo. Lo sacó y con sus rodillas se impulsó hacia adelante
para que la columna no le doliera al estar tan encorvado.

Escuchó la suave risa ronca y cómo el sicario se enderezó en la cama,


quedando sentado con él entre sus piernas. Le tomó de la nuca con una
mano y con la otra la cabeza, dejándole su pene en la boca por
completo.

—Te follaré esa boquita sucia, mocoso maldito —sonrió.6

Embistió al fondo, tomando el control de sus labios, llenándolo por


completo. Jungkook sentía el pene deslizarse dentro y fuera con furor,
chocando contra el cielo de su boca, raspando su glande contra su
lengua, maltratando la herida de su labio ensangrentado. Sentía también
la sangre drenar de las manos de Taehyung con suavidad, pero el agarre
era apretado y tosco.

El sicario sacó su miembro, estando a la mira de la expresión de ojos


llorando. Pensaba en lo perfecto que era, en su rostro lleno de sangre,
las quemaduras bajo sus ojos, las cicatrices y moretones en su cuello,
las marcas de su frente y esa boquita dándole placer es todo por lo que
podría desvivirse. Kook tenía enterrada las uñas en sus muslos que no
recibían arañazos solo por el jean.

Hundió otra vez la cabeza entre sus piernas, el calor de la boca de


Jungkook apretándole, su saliva escurriendo por fuera de su boca y
creando un sonido cuando jadeaba. El mismo relamió sus labios con
fuerza cuando dejó tan solo el glande entre sus labios y presionó sus
mejillas, obligándolo a succionarlo en esa área tan sensible. Gimió ronco
al sentirse casi al borde y volvió a penetrar su cavidad por completo,
chocando contra la parte posterior de su garganta.

Jungkook tosió cuando fue echado hacia atrás, no obstante Taehyung


comenzó a masturbarse con rapidez, a punto de llegar a su orgasmo.
Jeon lo miró desganado pero atento, ninguna expresión en su rostro,
observó el líquido preseminal salir primero y no esperando a que le dijera
alguna mierda abrió su boca y lo introdujo por sí mismo de nuevo.

—A-así me gusta, mocoso.

En segundos, el viscoso semen se vertió en su interior. La sensación


pegajosa inundó su lengua y sus mejillas internas, dejando que su boca
propiciara más líquido. Algo chorreó por fuera y Taehyung, que con su
ceño fruncido y su boca entreabierta lo observaba, lo tomó entre sus
dedos y lo introdujo, regocijándose con toda su semilla dentro de él.

—Trágalo —ordenó.

Así hizo el menor, dejándole al sicario sentir cómo se apretaban sus


dedos por la acción. Este lo sacó, su miembro fue devuelto entre su ropa
interior y tomando al niño por las mejillas le subió el rostro para besarlo.

No obstante, Jungkook corrió la cara a un lado.

—Q-quiero lavarme la boca.12

Taehyung no contestó nada. Más en su suave cólera por el rechazo le


templó el cabello hasta enderezar su rostro y ahí hundió su sinhueso en
él, aprovechando que estaba entreabierta. Rápidamente acorraló su
lengua, extraviando el sentido de pertenencia por sí mismo, succionó su
lengua entre sus labios, aun los hilos que no había tragado estaban
dentro de él.

Con fuerza pegó sus labios a los del chiquillo, maltratándolo cuando el
beso se tornó tan tosco que Jungkook no lo pudo corresponder. El sabor
de la sangre, el olor de su saliva y su semen provenían de él. Chupó,
mordisqueó y templó de ellos hasta que el menor apretó sus brazos en
busca de aire.

Se separó finalmente, después de haber tragado todos los restos propios


dentro de él y apretó su rostro. Un hilo de saliva siendo lo único que les
ataba en el acto. Besos castos fueron presionados entre ambos, el último
tan fuerte que la parte interna de los labios del chiquillo fueron
presionadas por sus propios dientes.

—Ábrela —ordenó el mayor. Al haberlo hecho, escupió la saliva que


produjo en su beso, justo al fondo de su garganta. Con su lengua volvió a
unirlos y al separarse se relamió—. Traga.11

El sonido grosero de Kook obedeciendo fue lo que bastó para que


sonriera y asintiera. Detallando sus ojos idos, su cuerpo usado y
profanado, labios maltrechos y espíritu quebrantado de nuevo. Exhausto,
suyo, únicamente suyo.

Llevó las palmas debajo de sus axilas y lo cargó como un pequeño ser
indefenso, Jungkook se apoyó como pudo de sus brazos hasta que
Taehyung lo dejó sobre su regazo donde se dejó caer sin fuerzas.

Kim hundió la cabeza en su cuello, restregando su nariz ahí de arriba


abajo, oliéndolo y dejando besos suaves en el lado posterior de sus
orejas. Llevó las palmas hasta sus glúteos, apretándolos con fuerza
hasta enterrar las uñas ahí y después acariciarlos suavemente con la
yema de sus dedos. Dedos que luego bajaron a su entrada para
acariciarla, sintiéndola totalmente abierta y viscosa. Los hundió,
Jungkook tembló y Taehyung los sacó. Luego abrazando su cintura con
ambos brazos, tan fuerte que pudo sentir sus costillas apretando.

—Estás aquí, estás aquí, estás aquí, estás... conmigo aquí, a-qui... —oyó
Jungkook de pronto, su voz era baja, tan baja que se tornó en un punto
quebrada y como si lo susurrara—. Jeon Jungkook, Jeon Jungkook, Jeon
Jungkook.51

Lo llamaba en susurros, incluso cuando estaba pegado a su cuerpo.3

—Estoy... aquí —contestó igual de bajo—. S-sobre ti. Estoy... contigo.13

No contestó. Solo asintió rápidamente. Apretándole más fuerte.

—¿Conmigo? —preguntó a los segundos.

—Uhum... —siseó.

—Sí, conmigo.

La cordura parecía romperse para muchos de una forma distinta.2

Taehyung lo soltó sobre la cama, llena de sangre como él y Jungkook


solo cerró los ojos. No pensando en nada en absoluto, solo queriendo
unos segundos sin sentir, alejado del mundo a su alrededor para que el
hoyo oscuro de la nada hecha sueño lo hiciera suyo por completo hasta
que le diera la gana de desecharlo al día siguiente. O en un rato, la
madrugada había pasado y quizá ya amanecía, se levantaría en la tarde.

Segundos pasaron, contó siete cuando su voz baja se quebró y Morfeo le


tapó los ojos con su manto, dejando su cuerpo en la intemperie de quien
se quedó un rato largo observándolo sin parpadear, con los ojos hechos
desespero y maquinando una situación que lo estaba agobiando, pero
por todo el desastre que era la situación seguía clamado.

Taehyung le tapó su desnudez con una sábana, hasta su cintura


marcada. Abotonó sus pantalones y subió el cierre, saliendo rápidamente
de su cuarto. Al llegar a la sala tomó un lápiz y papel, anotando un
número telefónico, luego las llaves de la puerta y la reja, saliendo de ahí
para bajar al sexto piso y luego al segundo.6

[...]

Los toques de la puerta se hicieron tan fuertes que la mujer despertó


rápido, observando el techo de su cuarto. Giró su cuerpo en la cama para
darse cuenta que en su teléfono se marcaban las cuatro y tres de la
madrugada.

Yideku se colocó sus pantuflas y el sobretodo que cubrió sus ropas


menores, que constaban de su bata y pantalones de dormir. Salió de su
recamara, pasando por el pasillo y encendiendo la lámpara de noche que
lo alumbraba suavemente, de nuevo oyó la puerta ser tocada de forma
normal. Se acercó a esta, y llevó su mano debajo de una mesa de
madera, tocando la beretta que estaba escondida ahí.7

—Ni-ju san? —preguntó con referencia a la letra.


''Veintitrés''

Dos toques primero, una pausa, tres toques seguidos, otra pausa y por
último un toque fuerte.

Era Taehyung y venía solo.

Yideku sacó la mano debajo de la mesa y optó por buscar la llave del
candado que cerraba su puerta. Dos vueltas fueron dadas cuando las
tuvo en mano y la abrió. Al encontrarse con el hombre del otro lado
simplemente jadeó.

—¡Nanite kotta! Nani ga attan da? —la mujer soltó aquello y se llevó la
mano a la boca—. ¿Qué te...? —se cortó.
''¡Mierda! ¿Qué te pasó?''3

Taehyung parecía un demente de internado. Lleno de sangre por todos


lados, sin camisa, descalzo, con arañazos en el pecho, el cuello y los
brazos, sangre en la cara y cortadas en la mano que empezaban a dejar
rastros secos.

A simple vista se notaba qué estaba haciendo, así que ella no preguntó
acerca de su estado, pero la mirada desesperada y molesta en sus ojos
le indicó que alguna mierda no estaba bien.

El sicario no contestó, solo suspiró y le entregó un papel, donde se veía


un número telefónico.
—Tengo que ponerle un jodido fin a todo esto, vieja —dijo negando,
mirando arriba—. Un fin de verdad. Destruir a la gente que pueda
atacarme, no colocar un muro para que no lo hagan.

—¿Q-qué estás diciendo?

Suspiró de nuevo, tomando aire.

—En ese papel está el número de Shin Taogum, dile que quiero que
venga dentro de tres días, el viernes, a las tres de la tarde aquí mismo.
Que venga solo.10

Yideku miró el papel, notó que el teléfono del susodicho se plasmaba en


bolígrafo negro.

—¿Para qué? —pidió saber rápido—. Si me pregunta, ¿para qué?

—Él ya lo sabe todo, Yideku —expresó con una sonrisa que no se veía
satisfactoria.

La mujer abrió los ojos de par en par, curvó las cejas en un enorme
susto, él no lo vio ni oyó pero sabía que el corazón se le estaba
acelerando.

—¿T-todo? ¿Cómo que... todo?

—Todo, Yideku. Sabe que yo tengo a Jungkook, que yo lo secuestré, que


yo maté a uno de sus guardaespaldas. Sabe que mataría a su padre,
sabe que Baekhyun quiso matarse para que yo no lo matara, sabe que
Jennifer es una policía, que me contrató el gobernador. Que tooodas las
noticias de asesinatos a civiles que el gobierno está cubriendo es porque
no quieren que se descubra que Sihyuk tuvo contacto conmigo y él sabe
que las hice yo. Él lo sabe todo —expresó tan rápido que la mujer
apenas pudo procesar la situación—. Y no me interesa una jodida mierda
de esas, porque está a mi favor todo, ¿pero hasta cuándo? ¿Quién me
asegura que siempre estará así?

Sus ojos escondían cientos de emociones, pero Yideku pudo descubrir


rápidamente que entre ellas estaba el miedo y quizá ni siquiera por sí
mismo sino por alguien más que ella sabía perfectamente bien quién era.

—¿Cómo se enteró...?

—Por mí, por quien más.

Yideku chasqueó la lengua y se llevó una mano al pecho, estaba


asustada.

—¿Cómo es posible que le hayas di-...?

Las manos de Taehyung entraron entre los barrotes de la reja y en un


momento la agarró de su bata, por el cuello, jalándole hasta que la
fémina pegó la frente contra el hierro y jadeó.2

—¡ORE WA MEIREI SHITE IRUNDA! HAYA KU JITSU GYO SHI RO! —


gritó, dándole una palmada a la reja, lo único que separaba su persona
de ella. Yideku abrió los ojos de par en par, con el miedo a flor de piel—.
¡Solo dile que venga urgente!
''¡Te di una maldita orden! ¡Cúmplela y punto!''

La mayor arduamente controló el llanto que la amenazaba, viéndolo a los


ojos. Notaba las venas prominentes en su cuello y su frente, sus nudillos
apretados agarrándola. Nunca lo había visto tan alterado, mucho menos
la había tratado a ella así jamás.

—N-no te... —tragó, queriendo calmarse—. N-no te pongas en riesgo


por... cosas que no sabes controlar —soltó bajo, casi inaudible.
Pero lo único que consiguió fue que Taehyung alzara las manos y con
ambas le apretara el cuello. La señora se ahogó en su saliva, antes de
que el acercara el rostro suficientemente cerca para que ella detallara
todo su semblante. Kim apretó fuerte, mirándola abrir los ojos más.

—Ocúpate de lo que te pido, y limítate a opinar de más.

Y la soltó del cuello, sosteniéndola luego de la bata para que no cayera y


mirándola recto con prepotencia. Ella tosió un par de veces y le fue
inevitable no llorar, con una mano en el pecho mientras él todavía tenía
sus manos en la seda de su camisón.1

La señora asintió rápido, obligándose a apaciguar su sollozo. Mirando


hacia abajo, ella puso la mano en la puerta de madera cuando su jefe la
soltó, moviéndola un poco hacia adelante para cerrarla. No quería verlo
ahí, no así.

Kim se separó de la reja, al quitar sus manos ella siguió moviéndola,


hasta que él habló.

—Yideku —le llamó, ella solo asintió sin ver—. Dile que es de parte de
Kim Taehyung.5

—Sí, señor —nada más agregado.

La puerta se cerró.

Taehyung se alejó de ahí, los hombres de seguridad que estaban


custodiando ese piso, al igual que los del resto, solo decían ''Buenas
noches, jefe'' y bajaban la cabeza para no mirarlo en el estado extraño en
el que estaba. Pulsó el botón del ascensor y cuando las puertas de hierro
se abrieron, marcó con rapidez el número once.
Caminó por el pasillo, sin mirar a ninguno de sus subordinados armados
con las kalashnikovs que les ordenó llevar desde un par de días atrás.
Entre ellos Hyunsik y Seojoon, con los que por supuesto tenía muchísima
más confianza. Ambos se miraron entre sí y luego a él, más mantuvieron
el sepulcral silencio.1

El maleante sacó la llave, abrió la reja y puerta, ambas cerrándolas con


el pie cuando estuvo dentro. Dejó el material de hierro en el mesón de la
cocina y a paso rápido se dirigió hasta el cuarto. Empujó un poco la
puerta y luego la cerró totalmente con la palma de su mano.

Visualizó la cama, ahí estaba él, profundamente dormido, casi sin poder
moverse, apenas su respiración notándose por la parte de la sabana que
no le cubría el pecho, exhibiendo cada vez que subía lentamente.

Importándole un carajo las heridas propias o que estuviera lleno de


ciertos fluidos, Taehyung recostó la espalda de la pared adyacente a la
cama, deslizándose hasta quedar sentado en el suelo con sus rodillas al
pecho y mirando al menor fijamente a su rostro.

—El diablo no puede dejar que el cuento se termine aún, incluso cuando
él mismo sabe cuál es el final.29

Llevó la quijada a sus rodillas y detalló fijamente su cuerpo ahí, no se


despegaría de ese lugar hasta que Jungkook abriese los ojos cuando
despertara.

Velaría su sueño toda la noche con tal de horas después tener la dicha
de volverlos a ver.22
Dos días antes.

Taogum estaba parado detrás de ella, la mujer que en un principio se


portó histérica, ahora con un trago en la mano cuyo hielo rebosaba el
borde del cristal y el líquido dorado apenas era perceptible, se posó
detrás de su marido.

—¿O sino qué? —retó—. ¿Me vas a amenazar de muerte? ¿Me vas a
encerrar en la casa? —negó, burlándose de todas las acciones posibles
que pudiera llevar él en su contra—. No hay absolutamente ninguna cosa
que pueda detenerme. Ni siquiera tú mismo, Jaeban.
El hombre presionó el bolígrafo contra la libreta donde anotaba nombres
de gerentes. La observó detalladamente, su rostro desencajado en burla
hacia él y solo él. ¿Cómo era posible ser tan cínico?

—No irás con Taogum a ningún maldito lado, es mi última palabra —dijo
el capo, mirándola fijo.

—¡Y yo no saldré de esta puta oficina hasta que autorices que yo vaya
con Taogum! —objetó—. ¡No me interesa un carajo a donde tenga que ir,
con quien me deba enfrentar o donde deba meterme! ¡Ninguna persona
está más interesada en traer a Jungkook de vuelta que yo, así que iré
con él!2

—Ni siquiera sabemos si Jungkook sigue con vida.

—¡PUES ES ESO LO QUE QUIERO SABER, HIJO DE LA GRAN PUTA!


—vociferó, el vaso de whisky viajando contra el suelo cuando lo estampó
al mármol. Sus zapatos resonaban cuando caminó hasta el escritorio,
poniendo ambas manos y acercando su rostro a su marido—. No soy uno
de los hombres que te tienen miedo, no soy alguien que va a seguir tus
putas órdenes porque sino le vas a volar la cabeza. Grábate bien eso,
Jeon —lo acusó con la mano cerca de su rostro—. Cuando Taogum viajé
a las otras sedes iré con él.6

El señor Jeon llevó sus brazos a su pecho, reacio a decir alguna cosa.
Ella tenía la misma mirada amenazante que en algún momento vio en
otros ojos.

—No hará diferencia que vayas con él. Quédate en la casa, es más
seguro. Yo me voy a encargar de todo.3
Ella apretó los puños con fuerza, negó una vez, otra, otra más. Sus ojos
negros temprano habían llorado, pero se había obligado a si misma a no
hacerlo más. No ganaría nada con aquello.

Pero justo ahora se aguaron, más una sonrisa estúpidamente sarcástica


surcó su rostro.

—Para hacer el ridículo estás hecho, mi amor —se burló ella, el asco de
su rostro lo veían los seis hombre en esa oficina—. ''Yo me encargo de
esto'' y te fuiste del país hasta que te dijeron que murió. ''Yo me encargo
de esto'' y lo ibas a dar por muerto de no ser por mí. ''Yo me encargo de
criarlo'' y lo único que hiciste fue crear una marioneta llena de sustos —
quitó los puños de la mesa y viajó por la habitación, sentándose en un
banco alto cerca de una barra, donde cruzó las piernas—. No sabes
encargarte de otra cosa que no sea tu negocio, maldito cabrón.

—Señora... —habló Jung, notando como insultaba a su jefe.

—¡Ni se te ocurra pedirme que me calme, Hoseok! —le apuntó con un


dedo.2

Taogum suspiró nervioso.

—Señora Jeon, Jaeban tiene razón.

—Tú te callas la maldita boca Shin —chistó, ahora apuntándole a él—.


No eres más que otro de sus malditos cínicos dependientes.

—¡Saeji, deja de actuar como una loca! —objetó Jaeban, parándose y


llevando las palmas a la mesa.1

La garganta de la mujer ahogó una risa.


—¿Y qué quieres que haga? —se cruzó de brazos—. Cuando me quedé
meses en la casa encerrada mientras tú no estabas, confié en que mi hijo
aparecería en una o dos semanas máximo. Después de todo es hijo de
un hombre importante, ¿no es así? —al parecer, ella misma no se daba
cuenta que sus ojos emanaban lagrimas—. Sorpresa, jamás apareció en
ese tiempo —la mujer se levantó de su asiento y caminó rápidamente al
centro de la oficina, comenzando a señalar con sus dedos—. Ya me
deprimí, ya lloré, ya me sentí miserable, ya quise acabar con todo por
tanto dolor. ¡Me desesperé, sufrí, me di golpes de pecho porque no sabía
qué puta mierda estaba pasando! —sin más, metió los dedos dentro de
su traje de tres piezas, quedando tapadas con el saco—. Justo ahora no
seré la madre que llora y sufre en silencio, si tengo que salir y hacer por
mí misma lo que el maldito imbécil de mi esposo o sus malditos perros
rastreros no pueden, pues lo haré.16

Jaeban se le quedó mirando rápidamente. Negó con constancia,


asimilando las palabras de su mujer. No podía protegerla, tampoco podía
provocarla.

—Hoseok, Siwon —pidió—. Por favor llévenla a la casa.

Y cuando Hoseok se acercó a la mujer, ésta en un momento sacó un


arma totalmente cargada y la apuntó contra ambos hombres que aún
estaban lejos de tocar su mano.1

—Ya he matado antes a hombres como ustedes, Hoseok —le dijo al


muchacho—. Sabes que soy capaz de matarte.

—Señora Jeon, por favor, cálmese —pidió Jung, con una mirada
lastimera—. Déjeme llevarla a su casa, por favor —e intentó volver a
acercarse.
—No me pongan las manos encima, Hoseok —quitó el seguro del arma y
se alejó algunos pasos hasta pudiera tener a todos en la vista—. Tu más
que nadie sabe cómo me siento, ¿no ves tú a Jungkook como tu
hermano menor, Hoseok? ¿No te la pasabas jugando con él desde que
era un niño? —le recordó, Jung era cercano por ser la mano derecha de
Jaeban—. No vengas a ponerte del lado incorrecto de la historia. Sabes
que tengo razón y sabes más que nadie que si alguna de esas personas
tiene a mi hijo vivo, un par de mierdas lamebotas no ejercerán la misma
presión que yo.

Hoseok miró a su jefe, que los veía a ambos con cautela. Sabía que si se
acercaban Saeji iba a disparar, sabía que si ella disparaba se armaría un
maldito problema.

Respiró hondo, tratando de conservar su calma intacta y su poca


paciencia bien distribuida para la situación.

Taogum veía la situación con miedo, temiendo los peores desastres


habidos y por haber. Tratando por sí mismo de conservar la calma,
sabiendo que quizá no podría hacerlo porque tenía conocimiento de
cosas cruciales que podrían terminar con su vida de un lado o de otro.

Debía pensar rápido.

E hizo exactamente eso.

—Jaeban —llamó Taogum—. Creo que es bueno que Saeji vaya


conmigo y con mis hombres. Después de todo, como tu mujer, es una
figura de autoridad.1

—¡¿Cómo se te ocurre semejante mierda, Tao?!


—Jaeban, sin tu mujer no hubiésemos sabido que ese no era el cuerpo
de Jungkook. Habríamos enterrado un montón de partes humanas
descompuestas y te habrías quedado sin hijo cuando en realidad ni
siquiera era él. ¡Piensa, hombre!4

Jeon pensó por unos segundos. Taogum también, tratando de elaborar


una mentira creíble y de actuar sin llegar a sobrehacerlo. Los
guardaespaldas de todos ellos se mantuvieron en sus lugares sin
moverse, solo prestando atención.

Saeji bajó el arma y miró a su marido.

—Imagínate que lleguemos a encontrar el cuerpo de Jungkook, si es que


de verdad está muerto. ¿Quién más que ella lo podría identificar mejor
que nadie? —volvió a hablar Shin, fingiendo una voz preocupada—. Te
conviene encontrar a tu hijo, ¿o quieres que toda esta gente que manejas
sepa que no pudiste dar nunca ni siquiera con su cuerpo?

—Por supuesto que no —objetó el jefe con un ademán.

—Ahí está la respuesta. Es bueno que ella vaya con nosotros, manda
unos cuantos guardaespaldas para que estén mientras va conmigo y mis
hombres —terminó por decir.

—¿Sabes qué tipo de lugares debe visitar mi mujer y la clase de cosas


que puede llegar a ver? —objetó el hombre, negando.

La mujer alzó la cabeza y se cruzó de brazos, el desdén por ese hombre


a veces podías más que ella.

—No olvides de donde soy ni qué hacía antes de estar contigo, Jaeban
—le apuntó—. He visto cosas a las que no he estado dispuesta, pero
justo ahora estoy dispuesta a meterme donde sea por mi hijo, o su
cadáver.

—Por favor, Jaeban —susurró Shin—. Estoy seguro que ella será de
ayuda.1

Jaeban respiró hondo, Saeji lo miró con las cejas alzadas, esperando su
aprobación. Segundos pasaron, su marido no hablaba.

—Muy bien, entonces —contestó, y sintió a la mujer botar el aire que


contenía—. Irás con Taogum cuando autorice el movimiento, pero al
primer escándalo que llegues a hacer te juro que de la casa no vas a salir
y seguiremos sin ti. ¿Quedó claro?

La mujer tomó el arma de su hijo y la llevó hasta su cinturilla,


guardándola ahí.

—Te juro que volveré a ver a mi hijo —contestó, rápidamente


aproximándose a él. El anillo de oro blanco en su dedo anular fue besado
justo en el diamante, se lo quitó sin abandonar la mirada del mayor y
posteriormente lo estampó contra el mesón de su marido, señalándole—.
Te lo juro porque me llamo Woo Sae Ji.29

No diciendo más, se dio media vuelta y resonando sus tacones abrió de


un portazo aquella madera y salió del lugar. Fue seguida por Hoseok y
Siwon, los cuales la habían acompañado primeramente hasta el sitio.

—¿Para cuándo autorizarás la búsqueda? —pidió saber el testaferro,


moviendo su reloj de muñeca y acomodando el traje—. Mientras más
pronto mejor.

—En un par de días, no más de dos semanas. En cuanto lleguen mis


hombres de Japón.
Japón, vaya mierda.

—Esos hombres son... unas bestias, Jaeban —alegó—. ¿Qué piensas


hacer si encuentras a los culpables?

—Lo que se le hace a toda la gente que me traiciona o se mete con


Kyong, Taogum —respondió seriamente—. Destruirlos, desde quien le
haya puesto las manos encima a mi hijo para hacerle daño, hasta aquel
que haya visto algo y no haya hecho nada.10

Shin asintió, procediendo a salir de ahí aparentando estar conforme con


lo escuchado, aunque verdaderamente estando de acuerdo en la
decisión que había pensando días atrás y que justo ahora tenía
totalmente firme en su cabeza.

El hombre que lo amenazó estaba totalmente decidido a jugarse muchas


cosas con tal de tener a ese niño, y ese hombre no era Jaeban, era V.

Que dios lo perdonara por lo que iba a hacer, pero ya traicionó una vez a
Kyong y sabe que no hay camino nuevo para que le volviesen a
perdonar.

Así que por su bien, Shin Taogum se uniría con Kim Taehyung.83

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