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¡¡¡Hola!!!

Este es el pdf al español versión Taekook de la saga Chicos


Heterosexuales de Alessandra . Quiero dejar en claro que yo no soy la
autora de este libro, yo solo adapté este libro al Taekook. Doy todos
los créditos correspondientes a la autora principal y a la traductora
Hanna Kimi quién en su momento estuvo activa y llegó a subir esta
historia completa en su perfil de Sweek, pero lamentablemente su
trabajo se perdió. Espero disfruten la historia que solo ha sido
adaptada y traducida con fines de entretenimiento. Ustedes ya
conocen a la autora principal Alessandra, y si tienen la posibilidad de
apoyarla en sus proyectos pues háganlo.

Adaptación al Taekook de la Saga de Chicos


Heterosexuales - #11 Solo un poco arruinado

Adaptación sin fines de lucro


SINOPSIS

Un accidente de avión. Un homofóbico y un gay, varados juntos en


una isla desierta. Un amor que nace del odio, la necesidad y la
desesperación mutua.
Jeon Jungkook es guapo, rico y muy hetero; está casado con una mujer
hermosa. Hablando abiertamente sobre su disgusto por los homosexuales, no se
avergüenza de su opinión mientras observa a la pareja homosexual con la que él
y su esposa comparten un vuelo.
Kim Taehyung es guapo, rico y abiertamente gay. No está impresionado con el
idiota intolerante al otro lado del pasillo, no importa lo agradable que sea a la
vista.
Para su sorpresa y horror, son los únicos supervivientes cuando el avión se
estrella, varados en una isla desierta sin esperanza de ser rescatados, y nadie más
que el otro para su supervivencia.
A medida que los días se convierten en meses, ¿pueden el desdén, la antipatía y
un deseo que no entienden y no pueden resistir convertirse en una conexión? ¿O
algo más?
CAPITULO 1

—Deja de mirarlos, cariño. Estás siendo terriblemente grosero.


Jeon Jungkook apartó la mirada de la pareja gay y miró a su esposa. Minha lo
miraba con el ceño fruncido, la desaprobación era evidente en su rostro amable.
Jungkook frunció el ceño.
—Lo que es de mala educación es que prácticamente se están manoseando
frente a nosotros, —siseó. —Es un lugar público. Ya es bastante malo que
tengamos que sentarnos junto a esas personas durante horas, pero no
necesitamos mirar eso, esa indecencia.
Minha se rió entre dientes y le dio unas palmaditas en el brazo.
—¿Indecencia? Suenas como una dama victoriana de algún drama de época de
la BBC. Es el siglo XXI, Kook. Déjalos ser.
Jungkook miró a su esposa, molesto porque ella no compartía su enfado. Su
mirada regresó a la pareja con la que compartían la cabina de primera clase y
volvió a fruncir el ceño.
El hombre mayor, el de cabello oscuro y ojos color chocolate, estaba reclinado
en su asiento, su postura era perezosa e indulgente. Los dos botones superiores
de su camisa azul estaban desabrochados, revelando un indicio de su pecho
musculoso.
El otro chico, un pelirrojo, estaba prácticamente en su regazo, besando el
cuello bronceado del hombre. Jungkook no podía ver su mano izquierda, pero
estaba bastante seguro de que estaba debajo de la camisa del hombre de cabello
oscuro. Era absolutamente repugnante.
—Deja de mirarlos boquiabiertos, Jungkook —susurró Minha exasperada.
Jungkook apenas la escuchó. Su mirada siguió la mano derecha del pelirrojo
mientras bajaba por el musculoso torso del otro hombre, sobre sus abdominales,
hasta su cinturón...
—Asqueroso, —dijo Jungkook, mirando hacia arriba.
Los ojos marrones se cruzaron con los suyos. Su dueño arqueó las cejas y lo
miró fijamente.
Jungkook lo miró, su rostro cálido. Se sintió avergonzado, como si fuera él
quien hubiera sido sorprendido comportándose descaradamente en un lugar
público.
—Jinseo, muévete a tu propio asiento, —dijo el hombre, empujando al pelirrojo
suavemente. —No queremos ofender la sensibilidad de nadie.
El pelirrojo, aparentemente Jinseo, gimió.
—Vamos, Taehyung, simplemente ignora al fanático, —se quejó, besándolo en
la mandíbula. —Nos ha estado mirando desde el aeropuerto.
Taehyung miró a Jungkook.
—Lo sé.
Jungkook, sonrojándose, apartó la mirada y miró las nubes fuera de la ventana.
Minha se aclaró la garganta.
—Pido disculpas por mi esposo, —dijo. —Jungkook no quiso ofender a nadie.
—Estoy seguro de que no, —dijo Taehyung, su voz muy seca.
—No, de verdad, —dijo Minha. —No es intolerante. Mi hermano también es
gay y Jungkook se lleva muy bien con él.
Jungkook sonrió un poco, sintiendo una oleada de cariño. Minha siempre fue
la pacificadora, pero eso era una exageración incluso para sus estándares. Se
llevaba bien con su cuñado, Min Yoongi, si por "llevarse bien" uno quería decir
que se toleraban por el bien de la empresa y por el bien de Minha. Apenas se
hablaban si no se trataba de Min Enterprises, y Jungkook hablaba aún menos con
el marido de Yoongi. No podía soportarlos, y no tenía nada que ver con su
intolerancia. Simplemente le habían robado todo por lo que había trabajado
desde que tenía veinte años.
Jungkook, con un suspiro, reclinó su asiento, cerró los ojos y trató de conciliar
el sueño. El sueño lo ayudaría a pasar el largo vuelo de Tahití de regreso a los EE.
UU. y tenía el beneficio adicional de evitar que tuviera que mirar a esas personas
durante horas. Había sido una semana relajante, solo ellos dos en la cabaña junto
a la playa en la que se alojaban, pero ahora se sentía tan molesto y tenso que
dudaba que pudiera conciliar el sueño.
Debió de haberlo logrado, porque lo siguiente que supo fue que se despertó
sobresaltado por una violenta sacudida.
Por un momento, Jungkook estuvo desorientado, sin saber dónde estaba y qué
estaba sucediendo.
Correcto. El avión.
El avión se estremeció una y otra vez. Parecían estar atrapados en una
tormenta, las nubes fuera de la ventana muy oscuras, con relámpagos cayendo a
su alrededor con alarmante frecuencia.
El intercomunicador sonó, seguido de una voz femenina tensa que solicitaba a
todos los pasajeros que pusieran sus asientos en posición vertical y se abrocharan
el cinturón.
Haciendo lo que le dijeron, Jungkook miró a Minha en el asiento junto a él.
Estaba muy pálida, sus dedos agarraban con fuerza el apoyabrazos.
—Oye, es normal, —dijo con una sonrisa tranquilizadora. —Turbulencia. Cada
vuelo experimenta algo. Los rayos no pueden dañar el avión—. Trató de no pensar
en las excepciones a la regla: los pocos casos en que los aviones se estrellaron o se
destrozaron debido a fuertes tormentas. Esos casos fueron una anomalía
estadística.
Minha le devolvió la sonrisa levemente y asintió.
Un hombre pasó a toda prisa junto a ellos, y unos segundos más tarde algunos
tripulantes lo siguieron. Otro golpe en el aire sacudió el avión de nuevo, los
temblores se volvieron más alarmantes. Alguien en clase económica gritó.
Minha se acercó y tomó su mano.
—No nos vamos a estrellar, no seas tonta, —dijo Jungkook, apretándola.
Ella no dijo nada, solo lo miró con los ojos muy abiertos llenos de terror.
Jungkook tragó saliva y respiró hondo. Sabía que debía mantener la calma por
su bien, incluso si él también estaba nervioso.
—Está bien, cariño —dijo. —Todo saldrá bien-
El avión se convulsionó más fuerte y luego cayó, y los gritos de terror llenaron
el avión. Ahora descendían a una velocidad implacable. La mano de Minha apretó
la suya con tanta fuerza que le resultó doloroso.
Mordiéndose el interior de su mejilla, Jungkook miró alrededor de la cabina,
tratando de distraerse del miedo en el rostro de su esposa.
Su mirada se cruzó con la de Taehyung. Los ojos del otro hombre eran
sombríos, pero su expresión era tranquila y resuelta. No parecía asustado. A
diferencia de él, su amante pelirrojo estaba llorando en su asiento, agarrando su
cinturón de seguridad y murmurando algo en voz baja.
Máscaras de oxígeno cayeron de sus compartimentos y Jungkook, aturdido,
ayudó a Minha a ponérsela antes de agarrar la suya.
Respiró y tomó la mano de su esposa, tratando de mantener la calma.
Por primera vez en años, Jungkook oró.
CAPITULO 2

Taehyung gimió, levantándose. Su visión aparecía y desaparecía, su cuerpo le


dolía por todas partes. Se obligó a concentrarse.
Lo primero que vio fue el cuerpo de Jinseo.
Taehyung no necesitó comprobar el pulso de Jinseo para saber que estaba
muerto. Había una herida abierta en la cabeza de Jinseo. Los ojos azules de Jinseo
estaban sin vida, todavía abiertos por el miedo.
La bilis subió a su garganta. Conocía a Jinseo desde hacía unos pocos días, pero
todavía era increíblemente inquietante ver muerto al chico al que había estado
besando unas horas antes. Dios, Jinseo aún no tenía veinticinco años.
Apartando la mirada, Taehyung miró a su alrededor. No estaban perdiendo
altitud; eso era obvio. Entonces habían aterrizado. Estrellado. Había suficiente
luz para ver, lo que significaba que todavía era de día, donde quiera que hubieran
aterrizado. Trató de calcular exactamente dónde habían bajado, basándose en el
tiempo de vuelo, pero se quedó en blanco. Bueno; no era importante.
Su mirada finalmente cayó sobre el chico al otro lado del pasillo. El tipo,
Jungkook, si Taehyung recordaba correctamente, estaba llorando, sacudiendo a
su esposa y rogándole que se despertara.
Taehyung lo miró fijamente, vagamente asombrado por la transformación.
Atrás quedó el hombre altivo y perfecto que se burlaba de él con desprecio. Este
chico apenas se parecía a él, su cabello castaño rizado era lo único que tenían en
común.
Sacudiéndose para salir de su estupor, ¿se había golpeado la cabeza? Taehyung
se obligó a moverse. Se desabrochó el cinturón de seguridad y se puso de pie,
ignorando el dolor sordo en sus costillas.
El avión estaba en silencio. Muy silencioso. Había esperado que hubiera pánico
y gritos de la gente, pero no hubo nada. Cuando Taehyung apartó la partición que
separaba la cabina de primera clase de la clase económica, descubrió por qué:
parte del avión había desaparecido.
Taehyung miró al cielo nublado y luego a la playa cercana. Parecía que el avión,
lo que quedaba de él, se había estrellado en las aguas poco profundas de alguna
isla, lo suficientemente lejos de la tormenta en la que había sido atrapado el avión.
O tal vez habían pasado horas. ¿Cuánto tiempo había estado inconsciente?
Sin lugareños. Sin casas a la vista. Sin señales de que haya nadie más que ellos
en la isla. Probablemente deshabitada, entonces. Donde quiera que estuviera la
otra mitad del avión, no podía verla. Era posible que ya se la hubiera tragado el
océano. Hablando del océano, parecía que la marea estaría subiendo pronto.

Regresó al interior y se dirigió a la cabina. No tenía muchas esperanzas de que


alguien dentro de ella estuviera vivo, y sus expectativas resultaron ser correctas
cuando encontró los cuerpos del piloto y el copiloto.
Suspirando, Taehyung los sacó del avión, uno por uno, luego sacó el cuerpo de
Jinseo. Por fin, solo quedaba el intolerante. Él y su esposa muerta.
—Vamos, sácala —dijo Taehyung con brusquedad. —No podemos dejar los
cuerpos aquí. El avión se inundará cuando llegue la marea.
El chico levantó la cabeza y parpadeó aturdido. Sus ojos muy abiertos eran muy
verdes. Extraño. Taehyung había pensado que eran azules.
Frunció el ceño y agitó una mano frente a la cara del chico.
—¿Te golpeaste la cabeza? ¿Entiendes lo que te estoy diciendo? Vamos, la
marea está empezando a subir. No hay tiempo que perder. Saca el cuerpo.
—El cuerpo, —repitió el hombre, luciendo perdido. —Ella está... no está
muerta. Simplemente está inconsciente.
Taehyung miró hacia otro lado, apretando la mandíbula. No quería sentir pena
por ese idiota intolerante, pero era imposible no hacerlo.
—Está muerta, —dijo, un poco más suave, mirando el ángulo antinatural de su
cuello. Apretó los dedos contra su garganta, solo para estar seguro, y no le
sorprendió no encontrar el pulso.
—Lamento tu pérdida, pero tenemos que movernos. No puedes quedarte aquí.
Llévala afuera.
No esperó a que el chico siguiera sus instrucciones. No hubo tiempo para
cuidarlo: a juzgar por la altura de las olas, les quedaba muy poco tiempo. Así que
Taehyung se ocupó de sacar las maletas de mano del avión y luego toda la comida
y el agua que pudo encontrar. No tenía idea de cuándo llegaría el rescate, por lo
que era mejor estar preparado que no estarlo.
En algún momento, el otro hombre debió haberse movido, porque no estaba
en el avión cuando Taehyung regresó después de poner las maletas en un punto
más alto de la playa.
Frotando sus doloridas costillas, Taehyung miró alrededor del avión que se
inundaba rápidamente, buscando cualquier cosa que pudiera ser remotamente
útil. Agarró un puñado de mantas, almohadas y algunas herramientas, y miró
hacia la cabina. El sistema de comunicación del avión no parecía funcionar. Solo
podía esperar que el avión hubiera enviado una señal de socorro antes de
estrellarse y que el rescate llegaría pronto.
El agua ya le había llegado a la cintura, así que Taehyung abandonó el avión,
pensando que había hecho todo lo posible.
Dejó todo junto a las maletas y sacó su teléfono. Sin señal, como se esperaba.
Eso hubiera sido demasiado fácil.
Pasando una mano por su rostro, Taehyung suspiró y se volvió hacia los
cuerpos. Él dudó. Si los rescataban pronto, enterrar los cuerpos no tendría
sentido, pero no le gustaba la idea de dejarlos insepultos con tanto calor.
Entonces se fue a trabajar.

Cavar tres tumbas con herramientas rudimentarias y limitadas resultó ser un


trabajo largo y agotador, y cuando terminó, Taehyung sudaba profusamente y le
dolían las costillas magulladas. Se quitó la camisa empapada, la lavó en el océano
y la dejó secar sobre una roca.
Luego tomó una botella de agua y fue en busca del otro tipo. Por mucho que no
le gustara ese idiota, no quería que muriera de deshidratación.
Lo encontró en el recodo de la isla, junto a una palmera alta. Jungkook estaba
arrodillado frente a un montículo de arena poco profundo. Una tumba. Estaba
cubierto de arena, sus manos sucias y ensangrentadas.
Taehyung frunció el ceño. ¿Había cavado la tumba con las manos?
—Oye, —dijo. —Deberías tomar un poco de agua.
El tipo no se movió, todavía encorvado sobre la tumba. Respiraba
entrecortadamente, su aliento salía en fuertes jadeos. O sollozos.
—¿Estás herido? —Taehyung dijo, mirándolo con sentimientos encontrados.
Por mucho que odiara la idea de estar varado en una isla abandonada con un
fanático, el tipo acababa de perder a su esposa. Una mujer agradable y
encantadora que había pasado el vuelo tratando de defender a su marido
homofóbico. Si Taehyung recordaba correctamente, había mencionado que
habían estado casados durante nueve años. Nueve años con una persona fue
mucho tiempo. Taehyung no podía esperar comprender la enormidad de perder
a la esposa de uno durante nueve años. Aunque se sentía triste por Jinseo, apenas
se conocían. Jinseo era, había sido, otro turista con el que Taehyung se había
conectado en Bora Bora; difícilmente podría compararse con perder a la propia
esposa.
No hubo reacción.
Los labios de Taehyung se tensaron. Nunca había sido conocido exactamente
por su paciencia y, desafortunadamente para Jungkook, estaba demasiado
exhausto y estresado para hacer un esfuerzo ahora.
Dejó caer la botella a los pies de Jungkook y se alejó. El tipo era un hombre
adulto. No iba a cuidarlo.
Si quería morir de deshidratación, era su propia elección.

~*~

Taehyung pasó los siguientes días explorando la isla.


Desafortunadamente, no había mucho que explorar. Estaban varados en un
pequeño pedazo de tierra de apenas una milla cuadrada. La isla probablemente
ni siquiera tenía nombre. Probablemente no estaba en ningún mapa, solo una de
los miles de pequeñas islas en el Océano Pacífico.
La única buena noticia fue que había agua dulce: un pequeño arroyo. El agua
tenía un sabor un poco metálico, pero era lo suficientemente buena para beber.
Al menos no había sido envenenado después de beberla.

No había vida animal, y no había señales de que humanos estuvieran allí.


A la luz de esto, y considerando que el rescate aún no aparecía, Taehyung pasó
un día haciendo una red de pesca con la ropa que había encontrado en el bolso de
mano de Minha. Se sentía un poco mal por destruir las pertenencias de una mujer
muerta, pero pensó que a ella no le importaría que usaran su ropa para alimentar
a su viudo. Era solo práctico: fuera de toda la ropa, la de ella no era algo que
pudieran usar, a menos que estuvieran realmente desesperados, pero Taehyung
trató de no pensar en esa opción. Si se desesperaran lo suficiente como para
necesitar usar la ropa de Minha, eso significaría que habrían estado varados en
esta isla durante mucho, mucho tiempo.
De hecho, quería que Jungkook se enojara por la ropa de su esposa. El silencio
estaba empezando a poner nervioso a Taehyung. El tipo caminaba por la isla
como una especie de fantasma, con la mirada apática y perdida. Apenas tocaba el
agua y la comida que Taehyung le dejaba varias veces al día. No hablaba en
absoluto. Era un marcado contraste con el tipo de confrontación con que había
estado mirándolo a él y a Jinseo con disgusto hace solo unos días.
Algo tenía que ceder; no podría seguir así .
CAPITULO 3

Jungkook quería emborracharse.


Había una botella de vodka entre las cosas que Taehyung había rescatado del
avión. Jungkook la agarró cuando el otro hombre no estaba mirando, fue a la
tumba de su esposa y se emborrachó tremendamente. Era un buen sentimiento.
Taehyung lo encontró unas horas más tarde y, como era de esperar, estaba
furioso. Pero, de nuevo, parecía tener solo dos estados de ánimo, en lo que a
Jungkook se refería: disgustado y furioso.
—Vete —balbuceó Jungkook, mirándolo desde el suelo. —Estás matando el
estado de ánimo aquí.
Su voz sonaba extraña incluso para sus propios oídos. Ronca y croada. ¿Cuánto
tiempo no la había usado? Desde que…
Jungkook tomó otro trago de la botella, saboreando la quemadura.
Estaba bastante seguro de que el rostro de Taehyung se habría puesto rojo de
rabia si no hubiera estado tan bronceado por el sol.
—Te lo dije: no tienes permitido tomar nada sin mi aprobación primero, —
Taehyung apretó los dientes, un músculo haciendo tic en su sien.
Jungkook resopló, pateando la espinilla de Taehyung. Era una pena que
estuviera descalzo. Probablemente ni siquiera le hizo daño a ese idiota.
—Eres el mayor fanático del control que he conocido—. Sus labios se torcieron
en una sonrisa. —Y he conocido a bastantes fanáticos del control, así que eso dice
mucho. ¿Estás seguro de que no asististe a la escuela de Joseph Rutledge para los
idiotas más controladores del planeta?
Taehyung le lanzó una mirada de disgusto.
—Levántate. Bebe un poco de agua y ve a dormir.
Jungkook le dio otra patada en la espinilla. El idiota ni siquiera se movió.
—Tú no eres mi jefe.
—No, —dijo Taehyung. —Pero yo soy el encargado del alijo, no tú. No puedes
tomar nada que te guste. Nuestros suministros son limitados.
—Es solo vodka. ¿Qué uso-
—Era lo único aquí que podía usarse como antiséptico, —gruñó Taehyung. —Y
ahora no tenemos nada, gracias a ti.
Oh.
Jungkook volvió a mirar la botella.
Hubo un largo y tenso silencio.
Jungkook miró la etiqueta de la botella.
—Hoy es su cumpleaños, —susurró, y luego se rió, el sonido era áspero y
discordante incluso para sus propios oídos. —Yo creo. ¿Qué tan jodido es que ni
siquiera sé con certeza qué día es?
Un suspiro.
—Eso no es una buena razón para emborracharse-
—Ella pensó que podría estar embarazada.
Silencio.
Taehyung no dijo nada.
Jungkook tragó lo que quedaba en la botella y miró al cielo mientras luchaba
contra la opresión en su garganta. Joder, no sabía por qué se sentía así. No era
como si hubiera deseado tanto a los niños: Minha había sido la que los deseaba
tanto. Jungkook aún podía recordar su amplia sonrisa y las lágrimas en sus ojos
cuando se dio cuenta de que su período se había retrasado. Había decidido
hacerse una prueba de embarazo cuando regresaran a los Estados Unidos,
temiendo otra decepción. Lo habían estado intentando durante más de seis años,
y Minha se desesperaba cada vez más a medida que se acercaba a los cuarenta.
¿Era irónico que hubiera muerto justo cuando su sueño posiblemente estaba a
punto de hacerse realidad? Irónico era la palabra equivocada. Jodido. Cruel.
Jodidamente injusto y estúpido.
Y ahora ni siquiera sabría si ella realmente había estado embarazada. Siempre
se lo preguntaría.
—Lamento tu pérdida, —dijo Taehyung con voz ronca.
Jungkook resopló.
—Correcto. No es como si gente como tú pudiera entender alguna vez lo que es
perder una esposa.
—Gente como yo, —dijo Taehyung rotundamente.
Jungkook pateó la botella hacia el océano.
—Homos.
—¿De verdad quieres que te pateen la mierda?
Jungkook levantó los ojos y centró su mirada en el rostro cabreado de
Taehyung y sonrió. Quizás sí, pensó. El dolor físico para distraerlo del dolor en
su pecho sonaba casi bienvenido.
—¿Te he ofendido? ¿No eres un homo? ¿Un chupapollas? ¿Un maricón?
Los labios de Taehyung se apretaron, sus ojos marrones se oscurecieron.
—No sé qué estás tratando de lograr, pero no me enojarás con algunos insultos
juveniles.
Jungkook estiró la boca en una mueca de desprecio.
—No puedo evitar notar que ni siquiera derramaste una lágrima por tu novio,
o lo que sea que era ese chico que estaba sobre ti. Pero, de nuevo, siempre he
sabido que a los homosexuales no les importaba una mierda nada más que meter
sus pollas en otros homosexuales. No entenderías cosas como el amor y el dolor...
—gritó cuando Taehyung lo ayudó a levantarse bruscamente.
—Una palabra más y te daré un puñetazo, —dijo Taehyung, sus dedos se
clavaron dolorosamente en los hombros de Jungkook. —Te di mucha holgura,
porque estás de duelo y todo, pero realmente me estoy hartando de tus tonterías
intolerantes—. Lo sacudió como a un muñeco de trapo. —Esta es tu última
advertencia.
Jungkook tragó, su corazón latía tan rápido que se sentía como si estuviera
tratando de escapar de su pecho.
Taehyung era grande. Fue una estupidez darse cuenta, pero nunca antes había
estado tan cerca de él. Taehyung era grande. Lo extraño era que no se veía tan
grande desde lejos, tal vez porque era alto y musculoso sin mucha grasa, pero así
de cerca, era obvio que el tipo estaba construido como un tanque. Se elevaba sobre
Jungkook en más de media cabeza, y Jungkook tampoco era exactamente bajo:
un metro setenta y dos. No era solo la altura o la constitución muscular. La
presencia del tipo era opresivamente fuerte, su oscura mirada pesada y hostil.
Junto con su pelo oscuro y su carácter gruñón, se parecía increíblemente a
Wolverine, lo cual era divertido, considerando su nombre. O habría sido divertido
si Jungkook fuera capaz de seguir divirtiéndose.
Jungkook se escuchó a sí mismo decir:
—Quítame las asquerosas manos de encima.
El puñetazo en su estómago no fue sorprendente, pero la fuerza lo envió de
rodillas.
Él rió.
—¿Se supone que debo tener miedo, homo?
Taehyung enterró una mano en su cabello y tiró de su cabeza hacia arriba,
obligándolo a mirarlo.
—Eres un idiota intolerante... —Se interrumpió, solo mirándolo intensamente.
Estudiándolo.
Jungkook se sintió incómodo. Transparente. Como si el otro hombre pudiera
ver directamente en su alma.
Por fin, Taehyung exhaló un suspiro, la ira y la tensión abandonaron su cuerpo.
Se pasó una mano por la cara y luego miró a Jungkook a los ojos.
—Mira, —dijo. —Siento mucho tu pérdida. Pero júntate. Este...
comportamiento autodestructivo es jodidamente malsano. Consigue un maldito
control. Estoy seguro de que tu esposa no hubiera querido que te metieras en
peleas que no puedes ganar o que bebas hasta una tumba temprana. Parecía una
mujer inteligente. Amable Pero ella se ha ido. Tú no.
La visión de Jungkook se volvió borrosa de repente.
Parecía una mujer inteligente. Amable. Pero ella se ha ido.
No sabía por qué esas palabras lo golpearon con tanta fuerza. No era como si
no hubiera sabido que Minha estaba muerta, la había enterrado con sus propias
manos, pero de alguna manera, esas palabras, pronunciadas por un casi extraño,
lo hicieron realidad. Ella se ha ido. Ella realmente se había ido. Ido. Muerta.
Nunca la volvería a ver.

Un nudo se formó en la garganta de Jungkook, su visión se volvió más borrosa.


Parpadeó rápidamente, odiándose a sí mismo por mostrar debilidad frente a este
hombre, pero no podía detenerse. No podía contener las lágrimas.
Volvió la cara, tratando de esconderlas, su respiración salía en jadeos
entrecortados.
Taehyung estaba afortunadamente callado.
Pero no se había ido.
Jungkook esperaba que el sonido de las olas rompiendo contra la orilla
enmascarara su respiración entrecortada, pero conociendo su suerte,
probablemente no fue así.
Taehyung permaneció en silencio por un rato, lo que le permitió controlar sus
emociones mientras ambos fingían que no estaba llorando. Dios, qué
jodidamente humillante.
Finalmente, Taehyung se aclaró la garganta.
—Vamos, levántate —dijo con voz ronca. —Necesitamos hidratarte.
Jungkook lo miró, diciéndose a sí mismo que no le avergonzaban las lágrimas
en los ojos. Su esposa estaba muerta. Tenía todo el derecho a llorarla, maldita sea.
—¿Por qué te importa? —Él susurró.
La expresión de Taehyung era algo apretada.
—No lo hago. Pero que me condenen si tengo que cavar otra tumba.
A pesar de sus duras palabras, sus ojos oscuros no fueron desagradables
cuando le ofreció la mano.
—Levántate, vamos.
Jungkook miró esa mano por un momento. Finalmente, la aceptó y permitió
que Taehyung lo pusiera de pie.
Le temblaban las rodillas y el mundo a su alrededor no estaba del todo
enfocado, pero Taehyung lo atrapó cuando tropezó.
Se sintió simbólico, de alguna manera.
CAPITULO 4

Los días pasaron.


Taehyung había explorado la pequeña isla por completo, por lo que ahora no
tenía nada que hacer más que mirar el horizonte vacío.
Era abrumadoramente aburrido. En casa, los negocios lo mantenían tan
ocupado que Taehyung había tenido poco tiempo para dormir y no estaba
acostumbrado a no hacer nada.
Al menos el otro habitante de la isla estaba proporcionando un descanso del
aburrimiento. Después de su enfrentamiento en la playa, Jungkook había
estado… mejor. El tipo todavía se mantenía reservado, pero al menos ya no
caminaba como un fantasma. Ya no intentaba provocar a Taehyung para que lo
golpeara. Comenzó a comer con Taehyung, aunque tenía rabietas por alguna
razón tonta algunas veces al día antes de irse enfurruñado como un niño
demasiado grande. Aparentemente, no era suficiente que Jungkook fuera un
fanático; también era un llorón. Se quejaba y se quejaba de casi todo, pero a
Taehyung no le importaba. Fue casi un alivio. La confrontación era mejor que la
depresión. Por no mencionar que los ataques de siseo de Jungkook eran algo
entretenidos, y el entretenimiento faltaba mucho en la isla. Las baterías de sus
computadoras portátiles se habían agotado hace mucho tiempo, al igual que sus
teléfonos y baterías, por lo que Taehyung se sintió cada vez más inquieto, casi
deseando la inevitable confrontación todos los días.
—Estoy harto del pescado, —dijo Jungkook con resentimiento, mirando el
pescado en su plato. —Es apenas comestible.
Taehyung se apoyó contra el tronco de la palma y picó su pescado. Estaba un
poco quemado, como siempre. Los peces abundaban en la isla, pero eran
pequeños y huesudos. Y sosos.
—Nunca he dicho que soy un genio culinario. Soy un hombre de negocios, no
un boy scout. Si no te gusta, siéntete libre de cocinar tú mismo. Aliméntate. Un
concepto extraño, ¿no es así?
Jungkook le lanzó una mirada siniestra, haciendo pucheros ferozmente. Él era
la única persona conocida de Taehyung que logró hacer un puchero ferozmente.
Fue extraño. También le dio ganas de meter su polla en esa boca carnosa, solo
para callarlo.
Cierto. De todas formas.
—¿Cuántos años tienes? —Dijo Taehyung. —Harías sentir orgulloso a un niño
de cinco años con tus rabietas.
Jungkook lo fulminó con la mirada.
—Te haré saber que tengo treinta y dos.
Taehyung lo miró fijamente, genuinamente sorprendido. Jungkook no parecía
tener más de treinta años. Su piel todavía tenía el brillo saludable de la juventud,
perfecta y suave, sin una arruga en su rostro. Se veía genial. Taehyung estaba
molesto consigo mismo por siquiera darse cuenta, pero era un hombre gay
saludable con ojos funcionales, y Jungkook era un tipo muy atrayente, con un
cuerpo tonificado de surfista, un rostro atractivo y unos labios bonitos y
regordetes que prácticamente suplicaban por...
—Te ves más joven, —dijo Taehyung, desviando la mirada. —Pensé que tu
esposa debía haber robado la cuna.
La expresión de Jungkook se contrajo.
—Ella es... era ocho años mayor que yo, —dijo, sin tono de voz, y luego se alejó.
No de mal humor esta vez. Solo triste.

~*~

Era la noche de su vigésimo primer día en la isla cuando Jungkook dijo:


—Nadie va a venir, ¿verdad?
Taehyung levantó la mirada de su pescado - francamente, en este punto, estaba
tan harto del pescado como Jungkook - y miró a los ojos del otro hombre.
Se miraron el uno al otro por encima del fuego mientras los grillos cantaban
en la noche.
Nadie va a venir.
Eso era algo en lo que se había esforzado por no pensar, pero era innegable que
la gente debería haber tardado menos tiempo en encontrarlos. Quizás algo había
salido mal con el sistema de comunicación del avión y los equipos de búsqueda y
rescate no tenían idea de dónde buscar. El Océano Pacífico era enorme, y ¿quién
sabía cuánto había alterado la tormenta la trayectoria de vuelo del avión?
O tal vez habían encontrado la otra parte del avión; parecía como si el avión
hubiera sido destrozado en el aire. Era posible que los otros restos hubieran
terminado a una gran distancia de donde estaban actualmente y ya los hubieran
encontrado, y la gente había dejado de buscar, creyéndolos a todos muertos.
Taehyung se apartó de Jungkook y caminó hacia sus menguantes suministros.
Su mirada se detuvo en el trozo de tela que contenía en lo que había estado
evitando cuidadosamente pensar: las semillas de tomate que había guardado del
único tomate que había agarrado del avión.
Desenvolvió la tela y miró fijamente las diminutas semillas, su estómago se
retorció en un incómodo nudo. Las había guardado por si acaso. Realmente no
había pensado que alguna vez las necesitarían.
—Todavía hay una posibilidad, —se escuchó decir Taehyung, devolviendo las
semillas. —Incluso si dejan de buscarnos, tal vez algún barco pase lo
suficientemente cerca para vernos—. Sus palabras sonaron poco convincentes,
incluso para sus propios oídos. En las tres semanas que habían estado atrapados
allí, no habían visto un solo barco, ni siquiera desde la distancia. La isla estaba
claramente alejada de las rutas habituales de los barcos.
Jungkook apretó la mandíbula. Asintió entrecortadamente y desvió la mirada.

Fue la primera vez que Jungkook no tomó su manta para dormir en el otro
extremo de la isla. Se estiró a unos pocos metros de distancia y cerró los ojos.
Después de apagar el fuego, Taehyung se acostó sobre su propia manta. Metió
la almohada debajo de la cabeza y miró el cielo nocturno. Las estrellas brillaban
hermosamente en lo alto, y pensó en lo engañosas que eran algunas impresiones.
Las estrellas estaban separadas por miles de millones de millas, sin importar lo
cerca que parecieran en el cielo.
No pudo conciliar el sueño durante mucho tiempo y sabía que Jungkook
tampoco estaba dormido.
Ninguno de los dos dijo nada.
No había nada que decir.
Nadie va a venir, ¿verdad?
Plantaría las semillas mañana.
CAPITULO 5

Taehyung abrió los ojos de golpe y miró hacia la oscuridad, sin saber qué lo
había despertado.
Ahí. Un sollozo, amortiguado pero audible.
Taehyung cerró los ojos y trató de ignorarlo. No era asunto suyo. No era su
trabajo consolar al chico.
Otro sollozo.
—Cállate, —dijo Taehyung con un suspiro.
Silencio.
—Vete a la mierda, —dijo Jungkook finalmente, pero su voz sonaba demasiado
gruesa para ser convincente. Pequeña. Sonaba pequeña.
Taehyung volvió a abrir los ojos, reprimiendo el impulso de maldecir. No
estaba de humor para lidiar con esto. Solo quería dormir. Quería que Jungkook
siguiera actuando como el pequeño fanático de mierda que era, no que sonara
como si necesitara un abrazo.
—¿Por qué estás llorando? —Dijo Taehyung. Su voz no salió tan molesta como
pensaba.
Hubo un largo silencio.
Sus párpados comenzaron a volverse más pesados de nuevo cuando Jungkook
habló.
—¿Hay alguien que te extrañe en casa?
Taehyung miró las estrellas en el cielo.
—Tengo una madre y dos hermanas menores. Decenas de primos molestos
pero bien intencionados. Amigos. —Dudó antes de preguntar: —¿Tú?
Jungkook no respondió.

~*~

Se convirtió en una especie de hábito.


De repente, Jungkook quiso hablar. Nunca sucedió durante el día, solo al
amparo de la noche. Preguntó por la familia de Taehyung, sobre dónde había ido
a la escuela, en qué se ganaba la vida...
—¿De verdad? No pareces el dueño de un hotel.
Estrictamente hablando, era una cadena de hoteles en lugar de un hotel, pero
Taehyung no lo corrigió.
—¿Qué pasa con el interés repentino?
—Estoy aburrido.
Con esto Taehyung podría identificarse. Había un límite de tiempo que uno
podía pasar a solas con sus pensamientos sin volverse loco.
—¿Qué pasa contigo? —Preguntó Taehyung cuando el silencio se prolongó. —
¿A qué te dedicas?
—Soy el Director Ejecutivo de Min Enterprises.
Taehyung tarareó, un poco sorprendido. Había pensado que el tipo debía haber
sido un bebé de un fondo fiduciario, pero, de nuevo, bien podría serlo.
—¿Compañía familiar?
Jungkook resopló.
—Pertenecía al padre de Minha, pero el viejo bastardo todavía estaba atrapado
en el siglo XIX y dejó la mayor parte de la empresa a su hijo. Culo misógino.
Minha obtuvo solo el diez por ciento de las acciones de la empresa.
Había una gran dosis de amargura en la voz de Jungkook, pero para sorpresa
y alivio de Taehyung, ya no sonaba desdichado cada vez que se mencionaba a su
esposa. Tal vez finalmente estaba saliendo de su dolor. Bueno. Un Jungkook
deprimido era insoportable. Más insufrible de lo que solía ser.
—¿Tema doloroso? —Dijo Taehyung.
Jungkook se rió.
—He trabajado como esclavo para esa empresa desde que tenía veinte años,
pero aparentemente dejar la empresa a un hijo que no sabe nada sobre el negocio
tiene más sentido que dejarla a alguien que realmente sepa cómo administrarla.
—¿No eres el CEO?
—Sí, pero aún respondo a Min Yoongi. No es lo mismo.
Taehyung hizo los cálculos en su cabeza. Jungkook trabajaba para la empresa
desde que tenía veinte años. Si él y su esposa hubieran estado casados durante
nueve años...
—¿Entonces te casaste con la hija del jefe?
Podía sentir la mirada de Jungkook sobre él incluso a pesar de la oscuridad.
—Si insinúas que me casé con ella para conseguir un ascenso...
—No insinúo nada.
Después de un largo silencio, Jungkook suspiró.
—Supongo que llamó mi atención porque era la hija del jefe, pero pronto se
convirtió en algo más—. Su tono se volvió melancólico, más suave. —Ella era...
Era tan encantadora y amable y...
Se interrumpió, pero Taehyung pudo adivinar lo que quería decir. Realmente
no había pensado que el tipo fuera un cazador de fortunas. Su afecto por su esposa
había sido claramente genuino; Taehyung le daría eso.
—Todo el mundo todavía pensaba que era un cazador de fortunas, —dijo
Jungkook, como si leyera sus pensamientos. Él rió entre dientes. —Yo no era
nadie y ella era heredera de una de las familias más ricas del país. El viejo Min
me despreciaba pero tuvo que tolerarme, porque ya había perdido a su único hijo
por la elección de sus compañeros de cama, y no podía permitirse perder a su
única hija por su elección de marido.
Taehyung hizo una mueca. Conocía a hombres así: dinero viejo, demasiado
arraigado en sus viejas costumbres. Solo podía imaginar cómo reaccionaría un
imbécil pomposo como ese al conseguir un advenedizo para un yerno. Casi le hizo
sentir lástima por Jungkook. Casi. Aguantarse a un suegro idiota como ese
durante años y al final ni siquiera heredar la empresa familiar habría hecho que
cualquiera se cabreara y se amargara.
—Ahora ser un idiota tiene un poco más de sentido, —dijo Taehyung con ironía.
—Un poco.
—Vete a la mierda, —dijo Jungkook, pero le faltaba calor. Siempre estaba más
tranquilo por la noche. No tan impetuoso como durante el día. Más como una
persona.
Era... inquietante. Taehyung en realidad prefería al idiota desagradable que
había conocido. Sabía cómo lidiar con el pequeño fanático rencoroso que era
Jungkook el noventa por ciento del tiempo. Este chico tranquilo y solitario era
completamente diferente.
Se metió con la cabeza de Taehyung. Junto con las miradas que Jungkook le
había estado dando últimamente, tenía el potencial de ser un desastre.

Se quedaron sin fósforos en el cuadragésimo sexto día.


—¿Qué vamos a hacer? —Jungkook dijo, con la voz un poco quebrada.
Taehyung lo miró. A veces se maravillaba de cuánto había cambiado el chico
durante el último mes y medio. No era que Jungkook se hubiera convertido de
repente en un buen ser humano. No. Todavía se quejaba y se quejaba, y seguía
lanzando comentarios sarcásticos de vez en cuando, pero se había ido el hombre
arrogante que se había burlado de él desde el otro lado del pasillo. Esos grandes
ojos azul verdoso estaban llenos de miedo e incertidumbre ahora, y algo que se
parecía muchísimo a la necesidad de tranquilidad.
¿Por qué me miras así, maldita sea?
—Intentaremos encender un fuego sin fósforos, —dijo Taehyung, dándose la
vuelta para no tener que mirar esos ojos inseguros.
—Bien, —dijo Jungkook —Si los hombres de las cavernas pudieran hacerlo,
seguramente no es tan difícil, ¿verdad?
Joder, realmente estaba buscando consuelo en él.
Haciendo una mueca, Taehyung se pasó una mano por la cara desaliñada.
—Bien, —dijo con brusquedad. —Sigamos con esto.

~*~

Crear fuego sin fósforos era más fácil de decir que de hacer. Incluso si lograban
obtener una chispa, hacer fuego con esa chispa era otro asunto completamente.
La leña seca era escasa: el microclima de la isla era demasiado húmedo. En las
raras ocasiones en que encendían el fuego, las lluvias repentinas podían destruir
todos sus esfuerzos. No ayudó que no hubiera cuevas en la isla, nada que pudiera
servir como refugio natural de la lluvia.
Como resultado, a menudo tenían hambre, estaban molestos y empapados; no
era una buena combinación cuando apenas se soportaban. Habían tenido tantas
peleas de gritos en estos días, que una simple mirada de Jungkook podría
encenderlo. Taehyung no estaba orgulloso de sí mismo, pero era lo que era. Sabía
que solo estaban acumulando, necesitando una salida para su creciente
frustración y miedo, pero eso no hizo nada para aliviar esas emociones.
Con cada día que pasaba, la pequeña esperanza de que se acercara el rescate se
hizo cada vez más pequeña hasta que finalmente se marchitó y murió.
No vendría nadie.
Probablemente se quedarían atrapados en esta isla por el resto de sus vidas.
El pensamiento fue difícil de aceptar, pero finalmente Taehyung lo aceptó.

No tenía idea de lo que estaba pasando por la cabeza de Jungkook, si él también


lo aceptaba, pero el tipo había comenzado a buscarlo más a menudo, para una
estúpida confrontación sobre todo y nada. No parecía importar por qué estaban
peleando; Jungkook seguía pegado a él. Y Taehyung… No le dijo que se perdiera.
No se atrevió a hacerlo.
Racionalmente, Taehyung entendió lo que estaba pasando. Los humanos eran
criaturas sociales. No podrían sobrevivir solos, sin interactuar con otros
humanos. Incluso las personas más introvertidas necesitaban compañía de vez
en cuando, especialmente cuando estaban atrapadas en una pequeña isla sin nada
que hacer para pasar el tiempo.
Era solo una necesidad básica de compañía. Eso fue todo. No significaba que a
Taehyung de repente le gustara ese idiota intolerante, sin importar cuán
suplicante lo mirara últimamente. En todo caso, esas miradas solo lo molestaron.
Dime que seremos rescatados. Dime que estaremos bien. Dime que no
moriremos aquí. Mírame, dime, mírame.
Eso cabreó a Taehyung. Nunca le había gustado la necesidad, nunca quiso que
nadie lo necesitara.
Y, sin embargo, aquí estaba, tolerando esas miradas y esas pequeñas disputas
por nada, porque también las necesitaba. Meses sin nada más que sus propios
pensamientos, sin ningún propósito, comenzaban a volverlo loco. Esa fue la única
explicación de por qué el comportamiento necesitado Jungkook no lo irritaba
tanto como debería.

Todavía le asustaba, porque a una parte de él le estaba empezando a gustar


que lo necesitaran.
~*~

La necesidad de interacción social él la podía tolerar.


El contacto que comenzó unas semanas después fue mucho más inquietante.
Comenzó con pequeñas cosas. El hombro de Jungkook a veces chocaba contra
el suyo. La mano de Jungkook rozaba la suya mientras trabajaban juntos en la
construcción de un refugio. Jungkook lo empujaba cuando estaba molesto, sus
dedos se extendían sobre el pecho desnudo de Taehyung.
Al principio, Taehyung descartó esas cosas como accidentes. Pero siguieron
sucediendo, así que comenzó a observar al otro hombre. Los toques... no parecían
ser conscientes por parte de Jungkook.
Jungkook seguía siendo su yo espinoso y hostil, sobre todo, pero su cuerpo
parecía gravitar más cerca de Taehyung.
Probablemente tenía sentido. Al igual que con la necesidad de interacción
social, los seres humanos eran táctiles por naturaleza. Desde la infancia,
anhelaron el toque de otro ser. No les fue bien sin tocar y ser tocados por otros.
Jungkook y él habían estado varados en esta pequeña isla durante casi tres meses.
Probablemente era natural que después de tanto tiempo en tal aislamiento,
comenzaran a necesitar la seguridad del contacto humano
Ahora que Taehyung estaba prestando atención, se sorprendió a sí mismo
parado más cerca del otro chico de lo estrictamente necesario también. Su
autocontrol era aún mejor que el de Jungkook, pero no estaba seguro de cuánto
duraría, para ser honesto. La soledad y los años vacíos que se extendían por
delante de ellos también lo consumían, y a medida que las semanas se convertían
en meses, había comenzado a olvidar por qué esto era una mala idea. Si nunca
iban a volver a la civilización, ¿cuál era el daño en tomar el poco consuelo que
traía el toque de otra persona?
Entonces, cuando el brazo desnudo de Jungkook rozó el suyo, Taehyung no lo
apartó. Cuando Jungkook se desplomó contra él, sudoroso y exhausto después de
que terminaron de construir el refugio, Taehyung lo permitió, mirando el sol
desapareciendo en el océano. El lado derecho de su cuerpo, donde Jungkook
estaba presionado contra él, estaba hormigueando. El hombro de Jungkook era
cálido y sólido, y sentarse así era… no era desagradable.
Pero también lo puso al límite, su polla dura y gorda en sus pantalones cortos.
La ignoró. Se volvería bueno ignorándola. Pasar tanto tiempo con un tipo
ridículamente caliente y semidesnudo pondría cachondo a cualquier hombre gay,
especialmente teniendo en cuenta que no había tenido sexo en meses. A su polla
no parecía importarle la mala idea que era. Tampoco le importaba que el tipo
fuera un intolerante. Era solo una respuesta física natural, y Taehyung la había
estado ignorando durante meses. Pero con cada día, sus reservas parecían
desvanecerse y cada vez era más difícil suprimir las necesidades de su cuerpo.

Joder, nunca se había sentido tan frustrado.


Taehyung presionó la palma de su mano contra su polla a través de sus
pantalones cortos. En este punto, le importaba un carajo si Jungkook lo veía
haciéndolo. Alguna tontería intolerante y repugnante sería bienvenida en este
momento, para ayudarlo a lidiar con la excitación inapropiada. Recordar cuán
pedazo de mierda era Jungkook sin duda lo ayudaría a matar su erección.
Pero si Jungkook se dio cuenta, no dijo nada. Tenía los ojos medio cerrados, el
cansancio y la somnolencia grabados en sus encantadores rasgos.
Encantador.
Taehyung estaba un poco disgustado consigo mismo por siquiera pensar en esa
palabra, pero realmente encajaba. Las facciones de Jungkook eran
increíblemente encantadoras, los rayos anaranjados del sol de la tarde
iluminaban su rostro bañado por el sol, las pequeñas pecas en sus pómulos, sus
pestañas largas y oscuras y sus labios regordetes y ligeramente entreabiertos.
Taehyung apartó la mirada. Trató de recordar que Jungkook era un idiota
homofóbico. Lo recordaba. A su polla no le importaba.
—¿Crees que el refugio evitará la lluvia? —Jungkook dijo, sin abrir los ojos.
Taehyung tarareó sin comprometerse, mirando las nubes oscuras hacia el
oeste. Si el viento era una indicación, pronto lo descubrirían. Se volverían
bastante buenos para reconocer los signos reveladores de las lluvias.
—Espero que funcione, —murmuró Jungkook. —Odio estar mojado—. Su dedo
trazó la rodilla de Taehyung distraídamente.
Taehyung apretó los dientes. Se puso de pie, tirando al chico de su hombro sin
ceremonias.
—Imbécil, —dijo Jungkook, mirándolo adormilado. No era nada atractivo.
Taehyung se alejó.
—Necesitamos recolectar leña antes de que llegue la lluvia, o pasaremos
hambre durante días. Vamos.
Jungkook refunfuñó algo, pero realmente no discutió. Paradójicamente,
Taehyung había descubierto que el tipo rara vez protestaba si Taehyung
expresaba sus sugerencias como una orden. Fue cuando Taehyung pidió la
opinión de Jungkook que discutirían hasta el hartazgo.
Hizo que Taehyung se preguntara.
CAPITULO 6

Comenzó a llover a la mañana siguiente, como se esperaba.


Se escondieron en su refugio, el fuego crepitaba alegremente en un rincón
mientras comían su escasa comida. El sonido de la lluvia golpeando el suelo,
salpicando los charcos y el océano, impregnaba el aire.
Sería casi acogedor si Jungkook no fuera tan consciente del cuerpo de
Taehyung junto al suyo.
El refugio era pequeño. Era lo suficientemente grande para que se sentaran
cómodamente, y el comedor con la chimenea improvisada ocupaba una buena
parte, dejando muy poco espacio para dormir. Habían intentado hacer el refugio
más grande, pero la estructura se había desequilibrado, por lo que tuvieron que
conformarse con un recinto que apenas era lo suficientemente grande para dos
hombres adultos. Como resultado, tuvieron que poner su ropa de cama una al
lado de la otra, casi sin espacio entre ellos.
Después de apagar el fuego, Jungkook se acostó de costado, en el borde mismo
de su manta, lo más lejos posible de Taehyung, que no estaba muy lejos. Por
encima de ellos, la lluvia golpeaba el techo, haciendo que el espacio se sintiera
más íntimo y cerrado, como si estuvieran unidos con una mano cálida y
cuidadosa.
Maldita sea. Esperaba que no volviera a llover durante días.
Podía sentir a Taehyung detrás de él.
Jungkook siempre había pensado que era ridículo cuando la gente decía que
podía sentir la presencia de alguien sin mirar, pero ahora sabía que no era una
exageración. Podía... podía sentirlo con su propia piel. Taehyung siempre parecía
estar caliente, su gran cuerpo como un maldito horno. Era molesto. Era
incómodo. El calor era insoportable como era. Jungkook nunca se acostumbraría
al microclima de la isla: hacía demasiado calor a pesar de llover la mitad del
tiempo, la humedad conservaba el calor y dificultaba la respiración a veces.
Como por lo general evitaban arruinar su ropa limitada con sudor, ambos
usaban solo un par de pantalones cortos, y Jungkook nunca había sido más
consciente de ello. Estaba acostumbrado a que Taehyung caminara medio
desnudo, pero esto era diferente.
Estaba en un espacio diminuto con un hombre gay y ambos estaban casi
desnudos.
Jungkook sintió un nudo en el estómago. Ayer había visto el contorno de la
polla dura de Taehyung. Taehyung parecía eternamente duro últimamente.
Jungkook había hecho todo lo posible por fingir que no había notado nada, pero
lo había hecho. Por supuesto que lo había hecho. Tenía ojos funcionales y no
había nada que mirar en esta isla además de Taehyung.
Estaba en un refugio muy pequeño con un hombre gay semidesnudo y
cachondo.
¿Y si… y si Taehyung finalmente iba a abusar de él? ¿Lo haría mientras
Jungkook dormía?
Jungkook tragó saliva mientras se imaginaba a Taehyung presionando su
cuerpo contra el suyo y tanteando su cuerpo mientras dormía. Molestándolo.
Tanteando la polla de Jungkook. Acariciando sus pezones. Tanteando su culo.
Empujando su dura polla contra el culo de Jungkook mientras Jungkook no se
daba cuenta. El pervertido probablemente bajaría los pantalones cortos de
Jungkook y frotaría su rígida polla entre sus mejillas, gruñendo como un animal
y disfrutando mientras Jungkook dormía pacíficamente, sin darse cuenta de que
estaba siendo violado.
¿Se despertaría? ¿O seguiría durmiendo? Tal vez si Taehyung fuera realmente
cuidadoso, Jungkook ni siquiera se enteraría hasta la mañana en que encontraría
su corrida seca en el culo. O tal vez se despertaría, pero Taehyung no se detendría,
obligándolo a quedarse quieto mientras empujaba su polla entre los muslos de
Jungkook. Taehyung era más grande y más fuerte que él. Jungkook no podría
detenerlo. Taehyung podía hacer lo que quisiera con él, y Jungkook no podría
hacer nada al respecto. Taehyung podría obligarlo a chuparle la polla, lo que sería
repugnante, pero Jungkook tendría que hacerlo; no tendría otra opción.
Un pequeño sonido lo sacó de sus pensamientos.
Jungkook tardó un momento en darse cuenta de que era él quien había hecho
el sonido.
—Si vas a masturbarte, hazlo afuera, —dijo Taehyung.
Jungkook se sonrojó. ¿Qué-
Espera, su mano estaba palmeando su polla a través de sus pantalones cortos.
Jungkook frunció el ceño, sin saber siquiera cuándo había sucedido. Estaba
duro, sin ninguna razón. Bueno, habían pasado meses desde la última vez que se
había corrido, y probablemente tenía sentido que su libido estuviera regresando.
Era un hombre sano en el mejor momento de su vida. Su cuerpo tenía
necesidades, y no le importaba que esta fuera la situación más desagradable en la
que había estado y que mentalmente no estaba exactamente de humor.
—No voy a salir cuando está lloviendo, —dijo en su tono más confiado y
contrario. La ofensiva era la mejor defensa, después de todo. —Me masturbaré
donde me plazca.
Detrás de él, Taehyung exhaló a través de sus dientes apretados, al menos eso
sonaba. Jungkook prácticamente podía verlo: la forma en que la firme mandíbula
de Taehyung se apretaría, sus ojos oscuros brillando en la parte posterior de la
cabeza de Jungkook.
—¿No tienes vergüenza?
El rostro de Jungkook estaba cálido. No había tenido exactamente la intención
de masturbarse en presencia de Taehyung, pero no era como si pudiera dar
marcha atrás ahora sin que pareciera que estaba haciendo lo que dijo Taehyung.
—Es una necesidad física natural, —dijo Jungkook con su voz más indiferente
mientras se palmeaba la polla. —Cierra los ojos y deja de escuchar a escondidas,
pervertido.
Taehyung se rió con dureza.
—No se está escuchando a escondidas cuando está sucediendo aquí.
—¿Realmente te molesta? Eso es gracioso viniendo de un tipo al que no le
importaba que otro lo tocara en un avión.
Taehyung no tenía nada que decir a eso, y Jungkook sonrió, complacido de
haber tenido la última palabra. Se bajó los pantalones cortos y casi jadeó cuando
su mano finalmente se cerró alrededor de su erección. Joder, se sentía bien. Había
olvidado que podía sentirse bien en absoluto.
Jungkook se mordió el labio inferior para no hacer ningún sonido y comenzó
a acariciar su polla, muy consciente del cuerpo del otro hombre detrás de él. La
lluvia tamborileaba afuera, y el sonido primitivo de alguna manera lo puso más
cachondo. Para su sorpresa, no se sintió avergonzado en absoluto. Quizás se había
acostumbrado a que Taehyung estuviera siempre cerca últimamente. Tal vez no
tenía una mierda que hacer. O tal vez quería fastidiar a Taehyung. No importaba.
Se sintió bien.
Se volvió de espaldas y comenzó a acariciarse a sí mismo más rápido, su pre-
semen lo hizo más fácil, el inconfundible sonido resbaladizo de una mano
moviéndose sobre una polla en el silencio. Mantuvo los ojos cerrados, pero podía
sentir a Taehyung a su derecha, podía oír su respiración agitada.
—Podría estrangularte ahora mismo, —dijo Taehyung.
Un escalofrío recorrió su cuerpo. Jungkook gimió, acelerando sus golpes.
—Guárdate tus fantasías enfermizas, —dijo sin aliento.
—Eres una mierda, —dijo Taehyung, sonando enojado. Hubo un crujido y
luego el sonido de la carne moviéndose contra la carne.
Los ojos de Jungkook se abrieron de golpe.
Estaba demasiado oscuro en el refugio para ver algo con claridad, pero pudo
distinguir la mano de Taehyung moviéndose...
Mierda.
Jungkook cerró los ojos de golpe. No importaba. En realidad, no vio nada.
Podía fingir que no estaba pasando, que Taehyung no estaba acariciando su polla
a unos centímetros de él.
Asqueroso. La mera idea… de la gran mano de Taehyung empuñando ese pene
gordo, era repugnante. Totalmente repugnante. Positivamente repugnante.
Otro gemido salió de sus labios, su mano se movió en su polla más rápido.
—Cállate, —dijo Taehyung con brusquedad.
Jungkook frunció el ceño. Solo para ser contrario, se hizo más ruidoso,
permitiéndose hacer ruidos. Al diablo con Taehyung. Jódelo. Ugh, no podía
soportarlo. Lo odiaba tanto. Qué jodidamente hipócrita. Había reprendido a
Jungkook por ser desvergonzado, pero ahora se estaba excitando, probablemente
imaginándose callándolo con su polla, metiendo esa polla gruesa en la boca de
Jungkook y obligándolo a atragantarse con ella, ahogarse con su esperma y...
El orgasmo lo tomó desprevenido. Jungkook gimió, acariciándose hasta que se
volvió hipersensible.
Jadeó, su otra mano recorrió todo su pecho y brazo, tratando de consolarse y
no chocar con demasiada fuerza. Siempre le había gustado que lo abrazaran
después del sexo. De hecho, había sido la parte favorita de su vida sexual con
Minha. Ella era - había sido - asombrosa haciéndolo sentir bien después. Dios, la
extrañaba. Ella lo habría abrazado y acariciado su cabello, le habría dicho lo
bueno que había sido con ella. Ella tendría-
Lágrimas calientes brotaron de sus ojos.
Dios, no podía creer que estuviera muerta. No podía creer que nunca lo
abrazaría y lo sostendría contra su suave pecho.
Un gruñido lo devolvió al presente. Jungkook se sonrojó de incomodidad al
darse cuenta de que Taehyung también debía haberse venido. Ahora reinaba el
silencio en el refugio, solo roto por el sonido de la lluvia afuera.
¿Fue su imaginación o la lluvia realmente había amainado?
Dios, solo podía esperar.
CAPITULO 7

La lluvia no cesó.
Él y Taehyung habían estado atrapados dentro del refugio durante tres días y
eso estaba volviendo loco a Jungkook.
El espacio cerrado habría estado bien, habían aprendido a coexistir en los
últimos meses, y Jungkook tuvo que admitir que incluso la compañía de
Taehyung era mejor que estar solo, pero desde esa primera noche...
Para decirlo sin rodeos, estaba jodidamente cachondo.
Parecía que ahora que su cuerpo recordaba que tenía necesidades, decidió
seguir recordándolo todo el tiempo. Fue más que un inconveniente. Y un poco
vergonzoso.
Aunque tal vez debería haber sido más vergonzoso de lo que era. Tal vez
debería haber sido más extraño por el hecho de que todas las noches se
masturbaba junto a un hombre gay cachondo y prácticamente desnudo.
Pero a decir verdad, Jungkook se había acostumbrado a que Taehyung
estuviera siempre cerca. Ni siquiera le gustaba el chico, pero... tenerlo cerca era
algo reconfortante. No, "reconfortante" era la palabra incorrecta. No había nada
reconfortante en Taehyung: el tipo era un idiota malhumorado y gruñón que
claramente apenas lo toleraba. Pero últimamente, no tenerlo cerca puso nervioso
a Jungkook. Fuera de balance. La soledad, la falta de propósito y significado en
esta vida… lo devoraba, todos los días. A veces pensaba que odiaba a Taehyung,
pero odiaba estar solo con sus pensamientos, estar solo, punto, incluso más.
Cuando Taehyung estaba presente, el mundo se enfocó un poco más. Jungkook
sabía que no era normal, sabía que era una especie de dependencia extraña nacida
de la soledad y la desesperación, pero no podía hacer nada al respecto.
No quería estar solo.
Hicieron todo juntos estos días: cocinaron, hurgaron, discutieron y
simplemente se sentaron en silencio. El silencio con Taehyung alrededor no se
sentía tan abrumador y aterrador como el silencio cuando Jungkook estaba solo.
Tal vez por eso masturbarse con Taehyung alrededor no se sentía ni de lejos
tan raro como debería haber sido- podría haber sido en el mundo real. En este
mundo extraño y surrealista donde solo existían ellos dos, era solo otra cosa que
hacían juntos.
Pero aunque podría no haber estado tan desconcertado por todo el asunto, no
significaba que no fuera consciente de que Taehyung podría no ser tan indiferente
como él.
Taehyung no era heterosexual. A diferencia de Jungkook, amaba las pollas. Le
encantaba meter su polla en otros hombres. Así que, realmente, estar al lado de
Taehyung era… probablemente no lo ideal. Un poco imprudente. Tan provocativo
como hubiera sido una mujer sexy y desnuda que se acostara junto a Jungkook
todas las noches.
Jungkook no estaba ciego. Podía sentir la tensión en Taehyung, la creciente
frustración, podía ver la forma en que la polla del otro hombre se endurecía varias
veces al día. Um, no estaba mirando la entrepierna del chico todo el tiempo ni
nada; estaba justo ahí. Cualquiera miraría. Cualquiera lo notaría, considerando
lo jodidamente grande que era esa cosa.
Junto con el hecho de que el chico no podía soportarlo, parecía que era solo
cuestión de tiempo antes de que Taehyung finalmente se rompiera. Jungkook
probablemente debería dejar de hacer esto junto a él.
Pero joder, no podía. Le gustaba, necesitaba, sentirse bien. Y esta era
prácticamente la única forma en que podía sentirse bien en esta isla abandonada
donde nunca sucedía nada. El embotamiento embrutecedor de esta existencia lo
estaba volviendo loco, sentía que estaba perdiendo la cabeza lentamente, y no
estaba dispuesto a privarse de este pequeño consuelo. Incluso su propio toque era
mejor que nada.
Así que ignoró a Taehyung y se tocó.
Si Taehyung tuviera alguna idea, Jungkook simplemente le diría que se
mantuviera alejado de él.
~*~

Ocurrió el cuarto día de lluvia continua.


Jungkook estaba acurrucado de costado, de espaldas a Taehyung, su mano
trabajando tranquilamente en su polla. Se había quitado los pantalones cortos
hasta los pies, porque odiaba lo restringido que se sentía con ellos. Estaba oscuro
en el refugio, así que de todos modos no importaba. Taehyung no podía verlo.
Acarició su polla lentamente con el tambor de la lluvia afuera. Cap-cap, cap-
cap, cap-cap.
Se preguntó aturdido si esto era lo que los humanos primitivos solían hacer
todo el tiempo: sin Internet y sin entretenimiento para pasar el tiempo,
probablemente solo se habían tocado las pollas todo el día. Tal vez tenían orgías
públicas todo el tiempo, andando desnudos, con pechos y pollas a la vista.
Mujeres bonitas y desnudas chupando pollas gruesas y duras... cabezas de pollas
rojas relucientes de pre-semen... Mmm... Aunque probablemente también había
gays en ese entonces. La imagen mental de los hombres de las cavernas
chupándose las pollas entre ellos era… obviamente no era tan atractiva como los
pechos alegres.
—¿Crees que hubo neandertales gay?
Mierda. Su filtro de cerebro a boca parecía no existir últimamente.
—¿En serio? —La voz de Taehyung era un poco estrangulada, diversión
mezclada con molestia. —¿Qué clase de pregunta es esa?
—Sólo tuve un pensamiento, —dijo Jungkook, todavía acariciando su pene con
pereza.
—Tu cerebro es un lugar muy extraño.
Jungkook tarareó sin comprometerse.
—¿Por qué estás pensando en hombres de las cavernas gay mientras te pajeas?
—Dijo Taehyung.
—¿Cómo sabes que me estoy pajeando?
—Tengo oídos.
Jungkook soltó su pene y llevó su mano por su cuerpo, acariciando su
estómago tembloroso y luego masajeando sus pectorales. Su piel se erizó,
hipersensible después de no haber sido tocada durante tanto tiempo. Él gimió.
—Cállate la boca, —dijo Taehyung.
Jungkook regresó su mano a su polla.
—Nadie te obliga a escuchar.
—Si no lo supiera mejor, pensaría que lo estás pidiendo—. Oh, Taehyung
sonaba enojado.
Jungkook apretó su polla, su excitación se disparó.
—No soy responsable de tu mente enferma, pervertido.
Taehyung se rió.
—¿Mi mente enferma? Te estás pajeando a unos centímetros de mí y gimiendo
como una estrella del porno.
—No es que no lo hagas tú también, —dijo Jungkook, acariciando su polla más
rápido. —Todos lo hacen. Es una función natural del cuerpo. No sé por qué le
estás dando tanta importancia.
—¿Ya olvidaste que soy un "homo"? —Taehyung dijo mordazmente.
Jungkook se mordió el labio inferior.
—¿Estás diciendo que no puedes controlarte? Eso es bastante patético.
—Puedo controlarme, —dijo Taehyung. —No eres tan caliente. Pero callarte
con mi polla nunca ha sido más tentador.
Jungkook se lamió el interior de la boca, el corazón le martilleaba en el pecho.
Acarició su polla más rápido, dolorosamente consciente del gran cuerpo de
Taehyung detrás del suyo.
—Te dije que me ahorraras tus fantasías enfermas.
Taehyung se rió.
—Al menos ten la decencia de dejar de masturbarte mientras me hablas.
—¿Por qué? Soy perfectamente capaz de realizar múltiples tareas—. Con toda
honestidad, probablemente debería dejar de hablar con Taehyung, pero la voz
baja y gruñona de Taehyung, el peligro de que se rompiera, solo hizo que su placer
fuera más agudo. No podía dejar de tocar su pene, su mano volaba más rápido
sobre él, el resbaladizo sonido de la carne contra la carne llenaba el pequeño
refugio. Él gimió...
Gruñendo, Taehyung rodó y se apretó contra la espalda de Jungkook.
Su espalda muy desnuda.
—Aléjate de mí, tú...
—Deja el acto, —soltó Taehyung, su mano agarrando la cadera de Jungkook. —
No estarías desnudo si no quisieras esto, pequeño fanático de las pollas.
—No soy un-
—Eres el jodido calientapollas más grande que he conocido, —gruñó Taehyung.
—Vas semidesnudo, te masturbas a mi lado, me das esos ojos de ciervo
necesitado...
—¡Yo no lo hago!
—Tú lo haces. Y me tocas todo el tiempo, —dijo Taehyung y apretó su polla
entre las mejillas de Jungkook.
Su polla muy dura.
Jungkook tenía la polla de otro hombre frotándose contra su culo.
Dios, fue tan degradante. Él era un hombre. Un hombre normal. ¿Cómo se
atreve ese imbécil a frotar su polla contra él como si Jungkook fuera una mujer o
un maricón hambriento de pollas? Jungkook quería detenerlo. Él lo hacía. Pero
Taehyung era mucho más grande y fuerte que él. Luchar contra él sería inútil,
¿verdad?
—Así que ahora tienes que acostarte en la cama que hiciste, —dijo Taehyung,
su aliento caliente y húmedo contra la oreja de Jungkook. —Finalmente estoy
haciendo lo que querías.
—No quiero esto, tú, ¡tú violador!
Taehyung se rió, el sonido bajo y lleno de diversión.
—¿Violador? Entonces, ¿por qué sigues masturbándote?
Jungkook se sonrojó, dándose cuenta de que todavía estaba acariciando su
polla.
—Estoy caliente, —dijo a la defensiva. —Estaba cerca de correrme cuando
empezaste a abusar de mí. Eso es todo.
—No te detengas por mí, —dijo Taehyung, su tono muy seco, como si no
estuviera surcando entre las mejillas de Jungkook como un animal repugnante.
—Adelante.
Jungkook frunció el ceño, pero joder, estaba realmente cachondo. Quería
venirse. Incluso tener a un hombre desnudo presionado con tanta fuerza contra
su espalda no lo apagaba. Culpó a su hambre de toques. Su piel hormigueaba en
cada punto que se tocaban, y era tan difícil pensar en otra cosa. Se sintió tan bien.
Necesitaba...
—Bien, —se quejó, reanudando las caricias. —Pero no te hagas ninguna idea
graciosa. Si siquiera planeas meter tu polla en mi culo...
—No estoy planeando, —dijo Taehyung. —Tengo estándares.
—Te odio, —dijo Jungkook con sentimiento, apretando su polla más rápido. —
Dios, no te soporto.
Taehyung resopló.
—El sentimiento es mutuo, pequeño provocador intolerante, —dijo, su polla
presionando más y más fuerte entre las mejillas de Jungkook.
La resbaladiza cabeza se atascó contra su agujero por un momento, y Jungkook
se sacudió, como si se electrocutara, un siseo salió de sus labios.
—No te atrevas, —dijo, apretando su propia polla. —Si siquiera piensas en
meter tu enorme y repugnante polla en mi culo...
—Para un chico heterosexual, seguro que te obsesionas mucho con el tamaño
de mi polla.
—Vete a la mierda. Lo que quiero decir es que si piensas en meterme la polla,
te juro que... yo...
—¿Tú qué? —Taehyung dijo en su oído, su voz baja y ronca. —¿Qué harás?
¿Llamar a la policía? Puedo hacerte cualquier cosa y nadie me detendrá.
—Estás enfermo, —gimió Jungkook, su mano resbaladiza con el pre-semen
mientras tomaba su polla más rápido.
—Si yo estoy enfermo, tú también. Te excita, hipócrita. —Taehyung le mordió
el lóbulo de la oreja, haciendo que Jungkook gritara. —Quieres que te fuerce. Si
te obligo, no es tu culpa, ¿verdad? ¿Es así como piensas?
—Cállate, —murmuró Jungkook, con la cabeza dando vueltas. No podía
pensar, todo su mundo se reducía a su dolorido pene y bolas, y al pene surcando
entre sus mejillas. El sonido obsceno de la carne rechinando contra la carne, el
aliento caliente de Taehyung contra su oído, su cuerpo grande y duro contra él,
todo le hacía cosas extrañas, haciéndolo incapaz de formar pensamientos
coherentes. Probablemente fue la privación del tacto. Después de meses sin ser
tocado, tener tanta piel desnuda contra la suya era enloquecedor. Joder, no
debería haber estado permitiendo que esto sucediera, estaba mal, repugnante y
depravado, pero no podía pensar. Estaba siendo forzado, ¿verdad? No era culpa
suya.
Gimiendo, se volvió boca abajo, con la erección atrapada entre la ropa de cama
y el estómago. Taehyung lo siguió, hundiendo los dientes en su hombro mientras
su pesado cuerpo lo presionaba, sus caderas empujaban, su polla se deslizaba
entre las mejillas de Jungkook, cada vez más fuerte-
El orgasmo de Jungkook fue arrancado de él, un gemido bajo salió de su boca
mientras se derramaba sobre su ropa de cama.
Se quedó sin huesos, su cabeza felizmente vacía por un tiempo, hasta que sintió
el líquido pegajoso y caliente entre sus mejillas antes de que el pesado cuerpo de
Taehyung se quedara encima de él.
—Uf, —dijo Jungkook. —¡Quítate de encima, eso es repugnante!
Taehyung rodó fuera de él y se acostó de espaldas, todavía respirando con
dificultad.
Jungkook jadeó sobre su fina almohada, el miedo, el pánico y la mortificación
llenaron su pecho mientras la niebla del placer se desvanecía. Mierda. ¿Qué
habían hecho?
—No está pasando de nuevo, —dijo tembloroso.
—Lo que sea, —dijo Taehyung, su tono entrecortado. Sonaba cabreado. Pero,
de nuevo, siempre sonaba enojado.
Jungkook se movió e hizo una mueca ante el lío pegajoso debajo y sobre él. No
quería acostarse en el lugar húmedo.
—Dame tu cama, —dijo, sentándose y limpiando su culo contra la ropa de
cama. De todos modos estaba arruinada.
—Vete a la mierda.
—¡Es tu culpa que la mía esté arruinada!
Taehyung gimió.
—Eres tan malditamente molesto. Vete a la mierda. No voy a dormir con tu
esperma.
Jungkook lo fulminó con la mirada en la oscuridad.
—¡Yo tampoco voy a dormir en eso!
Bostezando, Taehyung se rió entre dientes.
—Eres bienvenido a intentar moverme.
—¡Uf! —Jungkook le dio una patada en la espinilla. —Si eres tan
desconsiderado con tus juguetes de jodida, no es de extrañar que no puedas
mantener ninguna relación.
—¿Qué te dio esa idea? —El idiota sonaba somnoliento y un poco curioso.
Jungkook se burló.
—Por favor. Tienes casi treinta y cuatro años, eres rico y no del todo feo...
—Gracias, —dijo Taehyung secamente.
—No estarías recogiendo chicos guapos en islas tropicales a tu edad si alguien
pudiera soportarte lo suficiente como para quedarse.
—Tus poderes de deducción nunca dejan de sorprenderme.
—Dame tu cama.
—No.
Jungkook lo fulminó con la mirada, odiando que el gran patán ni siquiera
pudiera verlo.
Tocó la mancha húmeda de su "cama" e hizo una mueca. No había forma de
que estuviera durmiendo sobre eso. Jungkook consideró simplemente darle la
vuelta, pero sabía que el fondo estaba sucio y probablemente había todo tipo de
insectos. Asqueroso.
Taehyung, el imbécil, empezó a roncar suavemente.
Jungkook sonrió.
Y luego se dejó caer encima de él.
El sonido de dolor que hizo taehyung fue una maldita música para sus oídos.
—¿Qué diablos estás haciendo? —Taehyung gruñó.
Jungkook se asentó más cómodamente encima de él.
—Deberías haberme dado tu cama, —dijo en su tono más agradable. —No
tengo dónde dormir, así que estoy durmiendo contigo.
—Suéltame—. Taehyung trató de empujarlo, pero Jungkook se aferró
obstinadamente, sus dedos se clavaron en los costados de Taehyung.
Taehyung podría haber sido más grande y más fuerte, pero Jungkook tenía
más influencia en esta posición. Y joder, ahora era una cuestión de orgullo. Si él
no iba a dormir, tampoco el idiota.
Lucharon, gruñendo, Taehyung maldiciendo sucio debajo de él.
—Quítate de encima, mono...
Jungkook rompió a reír mientras se sostenía, que rápidamente se convirtió en
una risa histérica. No fue tan divertido, para ser honesto, pero sus emociones
estaban por todos lados y no tenía idea de qué hacer con ellas. Se estaba volviendo
loco; no tenía idea de lo que estaba haciendo ni de lo que le estaba pasando en la
vida, odiaba a este hombre, no podía soportarlo, pero también lo necesitaba con
una ferocidad que lo aterrorizaba. Ya no sabía lo que estaba pasando, quién era,
qué era, por qué estaba pasando esto...
—¿Has perdido la cabeza? —Taehyung gruñó. —¡Deja eso, deja de reír!
No se detuvo. No podía. Él se rió y rió, hasta que los ruidos que salían de su
garganta se volvieron feos y rotos, su cuerpo se estremeció y sus ojos ardieron por
las lágrimas.
Taehyung se puso rígido debajo de él.
—Por el amor de Dios, —dijo secamente. —Si empiezas a llorarme, te echaré
fuera.
Jungkook apretó su agarre a sus costados.
—No estoy llorando, —dijo, su voz más gruesa de lo que le hubiera gustado.
Taehyung lanzó un suspiro sufrido. Parecía irritado, pero ya no intentaba
apartarlo.
—Deja de llorar y duerme, —dijo al fin.
Algo dentro de Jungkook se aflojó un poco. Cerró los ojos y exhaló.
La lluvia seguía golpeando contra el techo del refugio, pero todo lo que
Jungkook podía oír era el fuerte y constante latido del corazón debajo de su oído.
Ni siquiera notó quedarse dormido.
CAPITULO 8

Taehyung nunca había sido una persona particularmente religiosa. Pero pensó
que si Dios existía, la lluvia pararía por la mañana y él podría escapar del refugio.
Si Dios existía, claramente no le importaba un comino.
Se despertó a la mañana siguiente con el monótono tamborileo de la lluvia.
Taehyung suspiró y miró al chico tendido sobre su pecho. Los huecos en el
refugio dejaban entrar la luz del día suficiente para ver.
Se quedó mirando el rostro engañosamente dulce de Jungkook, sus labios
entreabiertos que seguían rozando el pecho de Taehyung cada vez que respiraba,
sus largas y oscuras pestañas y esa piel suave y dorada.
Taehyung miró hacia otro lado y apartó al chico de encima.
La confusa maldición habría sido divertida si Taehyung no estuviera de tan mal
humor.
Esta había sido una idea terrible. ¿Qué había estado pensando?
—Imbécil —gruñó Jungkook adormilado.
Taehyung se puso de pie y salió desnudo. Orinó, se cepilló los dientes y luego
se lavó bajo la lluvia tibia, mirando el cielo gris con el ceño fruncido.
Estuvo tentado de quedarse afuera, al diablo con la lluvia, pero no importaba
lo cálido que estuviera, permanecer mojado todo el día era una mala idea. No
podían permitirse enfermarse. No tenían ningún medicamento. También se les
estaba acabando la pasta de dientes y la sal, y sus mantas se estaban volviendo
insalvables incluso sin tener semen por todas partes.
Taehyung se pasó una mano por la cara, con los hombros caídos.
Todo bien. Lo hecho, hecho está. No tenía sentido llorar por la leche
derramada. La noche anterior había sido un error, pero no lo repetiría.
Simplemente se había sentido frustrado. Nervioso. Mientras mantuviera su polla
fuera de esa pequeña mierda reprimida, estaría bien. Un tipo de jodida
imprudente no tenía que cambiar nada.
Sintiéndose un poco mejor, Taehyung regresó al refugio.
Jungkook estaba tendido boca abajo, durmiendo plácidamente en la ropa de
cama de Taehyung. Seguía desnudo.
La mandíbula de Taehyung se apretó, su nueva calma se evaporó en un
instante. Apartó los ojos de ese culo de burbuja y pateó a Jungkook en la espinilla.
—Sal de mi cama.
Jungkook solo murmuró algo adormilado y lo ignoró.
Los ojos de Taehyung volvieron a ese suave y regordete culo. Él era solo un
hombre.
Apartando la mirada de nuevo, Taehyung se inclinó y gruñó en el oído de
Jungkook:
—Sal. De. Mi. Cama. O lo tomaré como una invitación para joderte.
Jungkook se puso rígido antes de sentarse tan rápido que sus cabezas casi se
golpearon.
Miró a Taehyung adormilado, pasando una mano por su cabello.
—Vete a la mierda, —dijo, con las mejillas rosadas. —Ya es bastante malo que
hayas abusado de mí anoche. Si crees que te dejaré hacer… hacer… —Su sonrojo
se profundizó y frunció el ceño, incapaz de mirar a Taehyung a los ojos.
Resoplando, Taehyung se estiró en su ropa de cama. Observó a través de los
ojos entrecerrados mientras Jungkook se sentaba allí, luciendo avergonzado y
perdido. Taehyung casi sintió lástima por él, el tipo claramente estaba asustado
por lo que había sucedido anoche, excepto que Jungkook no le agradaba lo
suficiente como para sentir verdadera simpatía por él. En su mayoría, Jungkook
solo lo molestaba y lo excitaba, lo que solo lo molestaba más. Pero joder, era
encantador. Su cabello había crecido fuera de su corte de pelo corto y ahora era
un lío de rizos castaños claros, y sus labios regordetes prácticamente pedían ser
besados o tener una dura polla estirándolos. Y esas pestañas ridículas...
—¿Has terminado de comerme con los ojos? —Jungkook dijo.
—No, —dijo Taehyung, dejando que su mirada recorriera el cuerpo de
Jungkook, su excitación se disparó al ver toda esa piel suave y dorada. Su mirada
se detuvo en los pezones de Jungkook, marrones y bonitos. Nunca había pensado
que los pezones pudieran ser bonitos, pero de alguna manera, los de Jungkook lo
eran.
Taehyung desvió la mirada hacia el techo, molesto tanto con Jungkook como
con él mismo.
Suficiente. No era un maldito adolescente. Podría guardarlo en sus pantalones.
~*~

Estableció el patrón para el resto del día.


Jungkook siguió enfurruñado y haciendo comentarios sarcásticos sobre haber
sido abusado sexualmente la noche anterior, y cómo a Taehyung nunca se le
permitió poner sus sucias patas encima de él, pero se mantuvo cerca de Taehyung
de todos modos. Por supuesto, su proximidad se vio reforzada por la lluvia, pero
Jungkook realmente no tenía que sentarse tan cerca de él mientras comían su
escasa comida. Eso puso a Taehyung de un humor de mierda, sus nervios en carne
viva y su cuerpo al límite.
Al caer la noche, se tendieron en sus patéticas "camas".
Taehyung se quedó mirando el techo del refugio, escuchando el ritmo de la
lluvia que caía. El sonido era deprimente. Solitario. Le hacía desear el calor de
otra persona. El toque de otra persona, algo. Tenía ganas de salir arrastrándose
de su propia piel y hacer algo. Algo desaconsejado.
Sabía que Jungkook no estaba dormido.
Había tensión en el aire, tan densa que casi podía saborearla.
Finalmente, no pudo soportarlo más.
Rodó sobre su costado y presionó su pecho contra la espalda de Jungkook.
Jungkook dejó escapar un suspiro que pareció tanto de alivio como molesto.
—Vete a la mierda.
Taehyung pasó un brazo alrededor de la cintura de Jungkook y los apretó uno
contra el otro, su erección se acurrucó entre las mejillas de Jungkook.
—Deja de complicarlo, —dijo, mordiendo la nuca de Jungkook. —No tiene por
qué significar nada.
—Pero-
—Cállate y pajéate. Sabes que quieres.
Después de un largo momento, escuchó el sonido revelador de la carne
moviéndose contra la carne.
Enterrando su rostro contra la nuca de Jungkook, Taehyung cerró los ojos y
buscó su propia liberación.
Realmente no significaba nada. Sólo dos humanos solitarios, hambrientos de
contacto físico, que buscan alivio y consuelo. Nada más.
Pero joder, tocar a Jungkook era extrañamente adictivo. Taehyung no se había
dado cuenta de cuánto había extrañado tener un cuerpo desnudo y cálido en sus
brazos. Un orgasmo era algo secundario al placer derivado del contacto físico.
Tenía la intención de simplemente molerse contra el culo de Jungkook
mientras el otro chico se masturbaba, pero ahora se sentía codicioso. Quería más.
Sus manos comenzaron a vagar, acariciando el pecho y el estómago de Jungkook,
masajeando sus pectorales y cepillando sus pezones.
—Basta, —murmuró Jungkook débilmente, pero no intentó alejarse y no dejó
de acariciar su propia polla.
Taehyung lo ignoró, su rostro enterrado en la nuca de Jungkook mientras su
mano frotaba y pellizcaba esos bonitos pezones. Joder, deseaba poder chuparlos.
Pellizcó el pezón izquierdo y Jungkook gimió, estremeciéndose contra él.
Taehyung deslizó su mano hacia abajo, sobre el estómago tembloroso de
Jungkook, y luego hacia abajo, hasta que su mano chocó contra la de Jungkook.
El chico se tensó.
Después de un largo latido, la mano de Jungkook cayó.
Taehyung envolvió su mano alrededor de la rígida polla.
Jungkook dejó escapar un suspiro tembloroso.
—No soy gay, —dijo vacilante.
Taehyung simplemente se burló. La polla de Jungkook era de buen tamaño, un
poco más corta y delgada que la suya, y ya estaba goteando cuando Taehyung
comenzó a acariciarla.
—No soy gay, —dijo Jungkook de nuevo, pero sus palabras salieron más como
un gemido.
—No estoy escuchando un no, —dijo Taehyung, masturbándolo.
—Como si un no te detuviera.
—No lo sabrás a menos que lo pruebes, —dijo Taehyung secamente, pero no
presionó. Sabía que Jungkook se sentiría mejor al respecto si podía fingir que lo
estaban obligando. Taehyung probablemente debería haber estado más molesto
por eso, pero no lo estaba. Si se hubiera preocupado por Jungkook o, Dios no lo
quiera, realmente hubiera querido tener una relación con él, esto habría sido una
mierda. Pero tal como estaban las cosas, Jungkook continuando siendo un
fanático de mierda prácticamente garantizaba que Taehyung no se encariñaría.
Esto no significaba nada. Solo una necesidad básica que no significaba nada.
Así que acarició la polla de Jungkook, obteniendo una especie de placer
enfermizo de cada gemido que ese chico heterosexual intolerante dejaba escapar
cuando un "homo" lo pajeaba.
Jungkook claramente estaba tratando de estar callado, tratando de tragarse
sus ruidos, pero pronto, no pudo evitar que sus gemidos se le escaparan de la
boca. Sus caderas comenzaron a moverse también, jodiendo el puño de Taehyung
sin poder hacer nada hasta que Jungkook se convirtió en un desastre tembloroso
y gimiente.
—No —Jungkook gritó cuando Taehyung le quitó la mano.
—Date la vuelta.
Jungkook hizo lo que le dijo, jadeando.
—Toca mi polla, —dijo Taehyung.
—No lo haré.
Riendo, Taehyung tomó la mano de Jungkook y la envolvió alrededor de su
dolorida polla.
—Tócala.
—No soy gay.
—Tócala. O no tocaré la tuya.
—Te odio, —dijo Jungkook, pero su mano finalmente se movió, un poco
vacilante al principio. —Esto es desagradable.
—Cállate o te callo con mi polla.
Eso hizo callar a Jungkook.
—Pero tal vez te guste, —dijo Taehyung, presionando sus frentes juntas.
Continuó acariciando la polla de Jungkook. —Tal vez eso es lo que realmente
quieres: una polla gorda en la boca-
—Vete a la mierda, —dijo Jungkook sin aliento, apretando la polla de Taehyung
con más fuerza y jodiéndose en el puño de Taehyung. —No soy un-
—¿Maricón? Tienes una polla en la mano, chico heterosexual—. Taehyung le
chupó la mandíbula. —Y te gusta.
—No- —La palabra se convirtió en un largo gemido cuando Jungkook llegó en
la mano de Taehyung. —Oh.
Taehyung empujó el cuerpo deshuesado de Jungkook sobre su espalda.
—Mi turno, —dijo, acariciando su propia polla con el semen de Jungkook,
poniéndola agradable y resbaladiza.
El tipo debajo de él parecía apenas consciente y permitió que Taehyung
arreglara sus extremidades de la manera que él las quería. Joder, algo fue directo
a la polla de Jungkook. Tener a este imbécil confrontador y testarudo tan dócil y
satisfecho en sus brazos era más que excitante. Taehyung puso su resbaladiza
polla entre los muslos de Jungkook, los apretó y luego los jodió, fuerte y rápido,
hasta que vio estrellas.
Se derrumbó sobre Jungkook y hundió la cara en su cuello. Respiró, su cuerpo
todavía temblando por el resplandor.
Se sentía mejor de lo que se había sentido en meses.
CAPITULO 9

La lluvia finalmente se detuvo en su undécimo día en el refugio.


Era demasiado poco, demasiado tarde, pero Jungkook aún se sentía aliviado.
La cercanía forzada lo había jodido todo, no permitiéndole poner una distancia
muy necesaria entre ellos, no permitiéndole escapar. Una semana. Había tenido
que aguantar a Taehyung toqueteando y abusando de él todas las noches durante
una semana, y el estúpido y traicionero cuerpo de Jungkook lo había traicionado
cada vez, para diversión de Taehyung.
Dios, Jungkook lo odiaba.
Estaba tan contento de que la lluvia hubiera terminado. Ya no tendrían que
vivir uno encima del otro. La locura finalmente había terminado.
Pero cuando Jungkook se tendió en su manta bajo el claro cielo estrellado, su
corazón latía con fuerza y su piel picaba de ansiedad. Se sintió desnudo, a pesar
de que llevaba una camiseta por una vez. No podía relajarse, tensándose con cada
sonido. No podía relajarse lo suficiente para dormir.
Cerrando los ojos con fuerza, se concentró en el sonido del océano golpeando
suavemente la orilla. Debería haber sido relajante. Calmante. Pero todo lo que
hizo fue recordarle lo pequeño e insignificante que era comparado con la Madre
Naturaleza, lo lejos que estaban de la civilización.
Se abrazó a sí mismo, sintiéndose ilógicamente frío. Se preguntó si ya le habían
celebrado un funeral. Probablemente.
Se preguntó quién habría ido siquiera a su funeral.
Tuvo que tragar el repentino nudo en la garganta. No importaba. ¿Por qué le
importaba que la gente no asistiera a su funeral? Si hubiera estado realmente
muerto, no le habría importado. A los muertos no les importaba nada. Minha
probablemente fue llorada por cientos de personas, todos la amaban, pero era un
pequeño consuelo cuando estaba muerta. A nadie probablemente le importaba
un carajo si Jungkook estaba vivo o muerto, pero ¿y qué? No quería que la gente
lo llorara. No necesitaba gente, punto. Solo había necesitado a Minha, y ahora ella
se había ido. Su esposa, su mejor amiga y su amada. ¿Qué importaba si a la gente
que le importaba un carajo no le importaba un carajo su muerte?
Pero no importa lo que se dijera a sí mismo, la sensación de frío y soledad en
la boca del estómago no desapareció. Se sentía dolorosamente solo y, por primera
vez en años, odiaba el sentimiento, no podía soportarlo, sentía que se estaba
ahogando. Había sido fácil ser un solitario cuando todavía tenía una esposa
amorosa y comprensiva. Ahora se sentía… Se sentía sin ancla. A la deriva. Y
cualquier otra palabra que signifique miserable.
Quería brazos alrededor de él. Quería no estar solo.
Quería sentirse querido.
Jungkook abrió los ojos.
Luego, se puso de pie y caminó hacia la manta del otro hombre, sus pies
descalzos silenciosos sobre la arena.
Miró a Taehyung. La luz de la luna era lo suficientemente brillante como para
ver que los ojos de Taehyung estaban abiertos. Estaba mirando a Jungkook, su
expresión era imposible de leer.
Jungkook se humedeció los labios secos y el corazón le latía con fuerza contra
la caja torácica. Se quitó la camiseta. Luego enganchó sus pulgares en la cintura
de sus pantalones cortos y los arrastró hacia abajo. Salió de ellos, sus ojos todavía
estaban fijos en los de Taehyung.
Durante un largo momento, solo hubo silencio mientras se miraban el uno al
otro.
Entonces Taehyung empujó sus propios bóxers hacia abajo y sacó su polla
medio dura. Parecía enorme a la luz de la luna. Obsceno.
—Ponte de rodillas.
Las rodillas de Jungkook de repente se sintieron débiles.
Se dejó caer sobre una rodilla, luego la otra, hasta que se colocó entre los
muslos de Taehyung.
La mano de Taehyung se enterró en el cabello crecido de Jungkook y lo tiró
hacia abajo.
—Chúpame, —dijo, su voz baja y ronca.
Jungkook cerró los ojos y negó con la cabeza.
—No te estoy chupando la polla. No soy gay.
Taehyung hizo un sonido frustrado.
—Entonces, ¿qué diablos estás...
—No estoy chupando tu polla. Oblígame.
La mano de Taehyung se quedó muy quieta.
Jungkook se alegró de que Taehyung no pudiera ver que se estaba sonrojando.
Después de un largo y tenso momento, Taehyung dijo:
—Está bien. Pero necesitarás una palabra de seguridad.
Jungkook frunció el ceño, desconcertado.
—¿Para qué?
—No me estoy imponiendo sin una palabra de seguridad, pequeño maldito
retorcido, —dijo Taehyung entre dientes. —Necesito saber cuándo realmente lo
dices en serio si quieres que me detenga.
Jungkook se burló.
—No pediste una palabra de seguridad en el refugio.
—Y estuvo mal por mi parte—. Taehyung suspiró. —Quiero decir, te conozco lo
suficientemente bien a estas alturas, y en realidad no habría sido tan agresivo si
no estuviera seguro de que lo querías, pero aun así podría haber juzgado mal la
situación. El juego sin consentimiento puede ser peligroso, pequeño idiota.
—No me llames idiota. ¡Y yo no lo quería!
—Además, esto es diferente a las pajas, —dijo el imbécil, como si Jungkook no
hubiera dicho nada. —Elige una palabra segura. Cualquier palabra.
—Bien, —se quejó Jungkook con tristeza. No era lo que quería. Elegir una
palabra segura significaría que estaba eligiendo esto, y que en realidad no estaba
siendo forzado. No le gustó. Pero bien. —Funeral.
—¿Funeral? Tu mente es un lugar extraño.
Jungkook no dijo nada. Miró hacia abajo.
En la polla de Taehyung. Todavía estaba dura.
Jungkook se humedeció los labios temblorosos. Dios, ¿de verdad iba a permitir
que otro hombre le jodiera la boca? ¿Había perdido la cabeza? ¿Qué estaba
haciendo? Debería irse. Debería detener esto. Todo lo que tenía que hacer era
decir la palabra.
Pero se quedó en silencio, mirando fijamente la polla con morbosa fascinación.
La había tocado en el refugio, pero realmente no tuvo la oportunidad de mirarla.
Era tan espesa. Y larga. Y dura. Había puesto duro a Taehyung. Fue extrañamente
emocionante. A pesar de la actitud gruñona de Taehyung, lo deseaba. Un cuerpo
no mentía.
Su mano en el cabello de Jungkook se tensó, Taehyung tiró de él hacia abajo.
—Chupa.
La enorme polla empujó en su boca sin ningún preámbulo. Jungkook se
atragantó y abrió los ojos como platos.
Taehyung no le dio tiempo para adaptarse.
Solo lo usó.
Jodió la boca de Jungkook sin considerar su comodidad, duro y rápido, como
si la boca de Jungkook fuera solo un agujero para su polla. Era increíblemente
degradante, pero de alguna manera era exactamente lo que necesitaba. Se sintió
bien. No tenía que pensar. No era más que un agujero húmedo para la polla de
Taehyung.
El calor se extendió por el cuerpo de Jungkook, su sangre corriendo hacia su
pene. Él gimió alrededor de la gruesa polla en su boca, ahogándose con ella e
incapaz de tener suficiente de esta sensación. Taehyung gruñía por encima de él,
metiéndose en su boca como si estuviera poseído.
—Sí, joder, tómala—. Su agarre en el cabello de Jungkook se tensó, lo mantuvo
abajo, sus caderas empujando y empujando y empujando.
Jungkook se atragantó un poco cuando la polla chocó repetidamente contra la
parte posterior de su garganta. Debió sentirse muy bien para Taehyung: gimió y
siguió haciéndolo, jodiéndole la garganta, sin delicadeza ni moderación, solo pura
necesidad animal. Jungkook no podía pensar, probablemente era falta de
oxígeno, pero su mente se sentía confusa y lenta. Le gustó. Se sintió bien. Como
el subidón más extraño. Lo querían. Lo deseaban tanto que hizo que Taehyung
perdiera el control.
Dejó escapar un suspiro de decepción cuando el esperma de Taehyung golpeó
la parte posterior de su garganta.
Parpadeando aturdido, Jungkook escupió lo que no podía tragar y dejó caer la
cabeza sobre el estómago de Taehyung. Oh, se sintió maravilloso. Su polla era
suave y sensible de una manera que indicaba que él también debía haberse
corrido. No lo recordaba, pero no le importaba. Se sintió bien. Tan bueno.
Contenido.
La voz de Taehyung lo sacó de ello.
—Probablemente deberíamos hablar de esto.
Jungkook arrugó la nariz.
—No, realmente no lo hacemos. No hay nada de qué hablar—. ¿Eh? Su voz
sonaba destrozada.
—Si tú lo dices.
—Yo lo digo. Ahora cállate. Estás arruinando el estado de ánimo.
—No sabía que había un estado de ánimo.
—Había. Fue llamado bendito silencio.
Taehyung resopló.
—Bien. Pero realmente tenemos que hablar de eso.
Jungkook lo ignoró, sus párpados se volvían cada vez más pesados.
Era extraño, pero ahora el sonido del océano golpeando contra la orilla no lo
hacía sentir solo ni pequeño. Parecía una canción de cuna relajante.
Jungkook dejó que lo adormeciera.
CAPITULO 10

A veces, Taehyung se preguntaba qué demonios estaban haciendo.


No sucedió con tanta frecuencia. Por lo general, lidiaba con el problema sin
pensar en él. No pensar en eso era sorprendentemente fácil cuando tenía a un
chico caliente chupándole la polla cuando quería. O mejor dicho, un chico caliente
que le dejaba usar su boca cuando quería. La distinción era muy clara, y Jungkook
no se dejaría olvidarlo.
Realmente necesitaban hablar de eso. La gente generalmente no hacía ese tipo
de cosas sin discutir explícitamente lo que cada parte obtenía de ese tipo de
relación. No es que fuera una relación. Fue... un arreglo de beneficio mutuo, nada
más.
Taehyung sabía que para Jungkook no se trataba realmente de sexo. Para él
tampoco se trataba de sexo. El sexo era solo una forma de sentirse menos solos.
Una afirmación física de la vida y una vía de escape al mismo tiempo. Una forma
de sentirse bien, una liberación de tensiones. El sexo era un escape, como las
drogas y el alcohol. Los orgasmos eran secundarios casi hasta el punto de carecer
de importancia. La gratificación sexual no parecía ser la razón principal por la
que a Jungkook le gustaba chupar su polla, y claramente le gustaba, sin importar
cuánto le gustara fingir que lo estaban forzando.
Al principio Taehyung se había sentido un poco incómodo por todo el asunto,
pero era innegable que el otro hombre disfrutaba que le jodieran la boca.
"Disfrutado" en realidad podría ser insuficiente. Taehyung nunca había conocido
a un chico que disfrutara que usaran su boca tanto como Jungkook: podía venirse
completamente sin tocarse. A Jungkook también le gustaba ponerlo duro. A veces
se acercaba y tocaba la polla de Taehyung sin ninguna razón y lo veía ponerse
duro con una mirada fascinada en sus ojos. Taehyung no estaba seguro de por
qué a Jungkook le gustaba tanto: la mente de Jungkook era un lugar extraño y
funcionaba de formas misteriosas. Taehyung no trató de entenderlo. No quería
entenderlo. Solo había un paso desde comprender a alguien hasta encariñarse
con él, y Taehyung no lo estaba haciendo. No con un tipo que era intolerante y
reprimido.
Pero mierda, Jungkook se veía tan suave después de dejar que Taehyung usara
su boca: todo sonrojado, con los ojos vidriosos y dócil. Le hizo cosas. Cosas que
Taehyung tuvo que cortar de raíz. Así que trató de no mirar a Jungkook en esos
momentos; si lo hacía, querría empujar al chico debajo de él y besarlo hasta que
olvidara su propio nombre.
No hacían besos. Nunca.
De todos modos, todo estaba bien, siempre y cuando Taehyung no se
permitiera pensar en las cosas por más de unos segundos.
La situación era... bastante manejable hasta que un día, semanas después de
que empezaron a tontear, todo se fue cuesta abajo.
Taehyung estaba mirando al horizonte, contemplando la espectacular puesta
de sol, su polla medio dura en la boca del otro chico. Ya se había venido hace
menos de una hora, por lo que la urgencia no estaba allí. Simplemente le gustaba
mantener su polla en la boca de Jungkook, usarlo como un calentador de pollas
hasta que comenzara a endurecerse nuevamente. Era una torcedura que ni
siquiera sabía que tenía, hasta Jungkook. También tenía la ventaja de que
Jungkook era tranquilo y apacible.
Distraídamente, Taehyung rascó detrás de la oreja de Jungkook.
Un sonido bajo, algo parecido a un ronroneo, lo dejó paralizado.
Miró al chico sentado en la arena entre sus piernas. Los ojos de Jungkook
estaban cerrados, sus bonitos labios abiertos por la polla de Taehyung, una
expresión de total satisfacción y paz en su rostro.
Después de un momento, la mano de Taehyung se movió de nuevo. Jungkook
ronroneó como un gato complacido, inclinándose hacia su toque, sus labios
apretados alrededor de la polla de Taehyung, que ahora estaba dura como una
roca otra vez.
Mierda.
Taehyung apartó los ojos y comenzó a empujar en esa boca, con fuerza y casi
cruel.
No hizo nada para borrar de su mente la imagen del rostro encantador y
contento de Jungkook.
~*~

Debería haberse detenido en eso. Una extraña demostración de afecto


inapropiado podría haberse descartado fácilmente.
Pero ahora Taehyung se encontró incapaz de dejar de tocarlo después y
durante las mamadas. Jungkook reaccionó a un toque suave de manera hermosa:
casi ronroneando e inclinándose hacia el toque como un gatito hambriento de
caricias.
Taehyung tuvo problemas para creer que era normal de Jungkook.
Probablemente era solo el aislamiento lo que lo afectaba.
También le estaba afectando a Taehyung.
Cuanto más tiempo pasaba, más borrosas se volvían sus reglas autoimpuestas.
¿Qué importaba que Jungkook fuera un idiota intolerante cuando iban a estar
atrapados en esta isla por el resto de sus vidas? Ninguno de los dos era su yo real
aquí. La isla los había convertido a ambos en otra cosa. El Taehyung del mundo
real normalmente evitaba a los homosexuales latentes y homofóbicos como la
plaga. El Jungkook del mundo real nunca chuparía la polla de un "homo".
Ninguno de esos hombres existía en la isla.
Solo había aquí y ahora, la boca resbaladiza alrededor de su polla y los ojos
vidriosos y borrachos de Jungkook mientras miraba a Taehyung como si fuera un
dios.
Maldito infierno.
A Taehyung nunca le había gustado que lo necesitaran.
Ahora lo deseaba, lo deseaba como su propia droga personal.

~*~

El tiempo pasó de forma extraña en la isla.


Se sentía como si los días avanzaran lentamente y, sin embargo, al mismo
tiempo, se volvían borrosos y los meses pasaban volando.
Taehyung no estaba seguro de cuándo empezaron a dormir juntos.
En algún momento se dio cuenta de que habían pasado años desde que
Jungkook había dormido en su propia cama. El tipo dormitaba con la cabeza
sobre el estómago de Taehyung la mayor parte del tiempo, cuando no se dormía
con la polla de Taehyung en la boca.
La comprensión no asustó a Taehyung tanto como probablemente debería
haberlo hecho.
Simplemente se encogió de hombros mentalmente y pensó que era solo
práctico. Conveniente. Si Jungkook dormía con la cabeza hundida contra el
estómago o el muslo de Taehyung, sería más fácil deslizar su polla en la boca de
Jungkook por la mañana.
A veces, Jungkook chupaba la polla de Taehyung mientras Taehyung dormía.
Solo en la punta, como si fuera un chupete gigante. Realmente parecía más
contento con la polla de Taehyung en su boca, como si chupar la polla de
Taehyung lo consolara. Taehyung probablemente no debería haberlo encontrado
tan excitante como lo hacía, pero era solo otra cosa que había dejado de
importarle. Todo este arreglo era extraño y surrealista.
¿Qué era una cosa extraña más para agregar a la pila?

~*~

Jungkook tenía seis lunares en su brazo izquierdo y solo dos en su brazo


derecho. Taehyung los trazó distraídamente con los dedos cuando no tenía nada
mejor que hacer, y rara vez tenía algo mejor que hacer.
Jungkook lo permitió. Parecía tan acostumbrado a su toque a estas alturas que
nunca reaccionó negativamente cuando Taehyung lo tocó, solo se inclinó hacia el
toque como una flor girando hacia el sol. Hizo cosas terribles en el interior de
Taehyung.
Se encontró tocando a Jungkook con más frecuencia todos los días, hasta que
se convirtió en algo que hacían, todo el tiempo. Rara vez estuvieron separados el
uno del otro por más de unos minutos. Hicieron todo juntos, el concepto de
espacio personal desaparecido hace mucho tiempo.
La única vez que Taehyung dejó su saco de dormir en medio de la noche para
responder al llamado de la naturaleza, tuvo que correr de regreso a su
campamento cuando Jungkook comenzó a gritar su nombre con voz tensa y
aterrorizada.
—Shhh, estoy aquí, —dijo Taehyung, envolviendo sus brazos alrededor de la
forma temblorosa de Jungkook.
Jungkook se aferró a él, respirando entrecortadamente, su rostro enterrado en
el cuello de Taehyung.
—Sólo una pesadilla, —dijo por fin, claramente tratando de salvar la cara.
Ambos sabían que era una mentira, pero Taehyung no lo llamó.
Él entendía.
Entendía demasiado bien.

~*~

Puede que esa pesadilla no haya sido real, pero Jungkook también tuvo
pesadillas reales.
Realmente nunca hablaban de eso, pero Taehyung a menudo se despertaba con
Jungkook enterrando su rostro contra la axila de Taehyung y respirando de
manera extraña. Respirando hondo. Como si el olor del sudor de Taehyung lo
calmara. Lo pusiera a tierra en la realidad.
Fue desgarrador y aterrador. Aterrador y estimulante.
Taehyung ya no podía negar que le encantaba que Jungkook lo necesitara. Le
gustaba que confiara en él. Le gustaba demasiado para ser saludable. La confianza
subconsciente en el lenguaje corporal y la actitud de Jungkook le dio tanta
emoción, una emoción como ninguna otra.
Era adicto, de la peor manera posible.

~*~

Llevaban siete meses en la isla cuando Jungkook se enfermó.


Estaba débil como un gatito, apenas consciente, y su fiebre era tan alta que su
piel se sentía como un horno al tacto.
Taehyung no tenía idea de lo que estaba mal: no era como si estuviera
calificado de alguna manera para diagnosticarlo. Solo podía observarlo
impotente, sintiéndose inútil y enojado, su pecho apretado por el pánico cada vez
que Jungkook dejaba de responder. Lavó el cuerpo de Jungkook con un trapo frío
y esperó estar realmente ayudando en lugar de empeorarlo.
Fue la semana más larga de su vida.
Para cuando la fiebre de Jungkook finalmente se calmó, Taehyung estaba
mental y físicamente exprimido, la apretada bola de ansiedad en su estómago se
negaba a disiparse por completo.
Siendo realistas, siempre había sabido que era poco probable que vivieran una
vida larga en esta isla. Vivir en tan malas condiciones y comer comidas apenas
comestibles y mal cocidas no conducía a una larga vida. Siempre había sabido que
si se enfermaban, no recibirían atención médica ni medicamentos. Pero esta
semana había llevado el punto a casa de una manera que no se había dado cuenta
antes.
—Espero morir primero, —murmuró Jungkook esa noche, presionando su
rostro contra la axila de Taehyung.
Taehyung apretó sus brazos alrededor de él.
—Cállate, —dijo con voz ronca.
A decir verdad, esperaba egoístamente lo contrario.
CAPITULO 11

Habían estado en la isla durante ocho meses cuando Taehyung se dio cuenta
de que ya casi no hablaban. No es que no se comunicaran; lo hicieron.
Simplemente no necesitaban palabras para eso.
Sus cuerpos estaban tan en sintonía entre sí en este punto que las palabras no
parecían necesarias. ¿Por qué usar palabras cuando Taehyung podía
simplemente poner su mano sobre el hombro de Jungkook y voltearlo hacia
donde él quería que mirara? ¿Por qué usar palabras cuando Jungkook podía
simplemente mirarlo de esa manera particular antes de caer de rodillas y tragar
su polla? Las palabras parecían redundantes. No había nada que valiera la pena
discutir en su vida. Solo ellos. Y como habían dejado de discutir todo el tiempo y
ambos evitaban hablar del asunto entre ellos, en realidad no tenían nada de qué
hablar. Incluso la fase de conversación nocturna de Jungkook había terminado
hacía un tiempo. Ahora parecía preferir dormir tranquilamente con la cabeza en
el estómago de Taehyung mientras los dedos de Taehyung jugaban con su cabello.
No era normal. Pero, de nuevo, nada en esta situación era jodidamente normal.
O más bien, su normalidad no era lo que nadie más consideraría normal.
Tenían algo de rutina.
Se despertaron, jodió la boca a Jungkook, comieron todo lo que pudieron
pescar o forrajear, o sus tomates. (A veces lo arruinaba cuando pensaba en el
hecho de que habían estado varados en esta isla el tiempo suficiente para cosechar
su segunda cosecha de tomates).
Después de comer, corrieron varias vueltas alrededor de la isla para
mantenerse en forma, y luego se quedaron dormidos un rato bajo el dosel de
palmeras, con Jungkook encima de él, con el rostro enterrado en el rastro feliz de
Taehyung o contra su pecho. La gente normal probablemente lo llamaría abrazos.
Taehyung no lo llamó nada, pero fue su parte favorita del día. Pacífico. Sociable.
Lo más cercano a la felicidad que había sido desde el accidente aéreo.
Por lo general, lo despertaba una boca húmeda alrededor de su polla. Después
de joder adormilado la boca de Jungkook, veía a Jungkook levantarse, pasaría sus
dedos por el cabello de Jungkook y acariciaría su cuello y espalda. A veces le
chupaba la polla a Jungkook si Jungkook no se sentía demasiado raro ese día. A
veces ni siquiera se tocaban sexualmente, solo se tocaban por el simple hecho de
hacerlo, y eso era suficiente. Luego comieron y entonces el círculo se repitió.
La rutina era casi reconfortante a pesar de tener una cualidad surrealista. No
era una relación. Ni siquiera era sexo por el simple hecho de hacerlo. Era una
carencia. Una necesidad.
Pero era sencillo. Le resultaba familiar.
Era todo lo que tenían.

~*~

Su rutina fue rota por una gran tormenta.


No se molestaron en el refugio, no resistiría este tipo de tormenta, así que se
acurrucaron bajo una palmera, los brazos de Taehyung rodearon a Jungkook por
detrás. Solo para mantener el equilibrio, por supuesto.
Con la barbilla en el hombro de Jungkook, Taehyung miró el océano
embravecido, preguntándose cuándo cesaría finalmente la tormenta.
Algo blanco en el horizonte captó su mirada.
Por un momento, el cerebro de Taehyung no pareció comprender lo que estaba
viendo.
Pero cuanto más miraba, más seguro se sentía. Sus ojos no le estaban jugando
una mala pasada. Realmente había un barco, una especie de yate, que seguía
rumbo hacia la isla. Aunque "rumbo" no parecía ser una descripción precisa: la
velocidad con la que se acercaba a la isla era bastante peligrosa. El barco
probablemente se había desviado de su rumbo debido a la tormenta. En los nueve
meses que llevaban en la isla no habían visto ni un solo barco.
Pero ahora…
Jungkook hizo un sonido interrogativo, y Taehyung se dio cuenta de que podría
haberlo apretado demasiado con su entusiasmo. Emoción. ¿Era eso lo que estaba
sintiendo? Taehyung no lo sabía. Pero su corazón latía con fuerza, su cuerpo
estaba tenso y alerta por lo que parecía ser la primera vez en para siempre. Se
sentía casi como si estuviera despertando de un sueño extraño.
—¿Qué? —Jungkook dijo, su voz ronca por la falta de uso.
—El barco, —dijo Taehyung, su voz igualmente ronca.
Jungkook se puso rígido antes de enderezarse de su posición encorvada contra
el pecho de Taehyung.
Taehyung no podía ver su rostro desde su posición detrás de él, pero podía ver
los músculos de Jungkook tensarse al ver el barco también.
—Se dirige hacia nosotros, —dijo Taehyung, bastante innecesariamente.
Jungkook no dijo nada por un momento.
Luego, casi se alejó de Taehyung y se puso de pie. Corrió hacia la orilla.
Taehyung lo siguió después de un momento, sintiéndose extrañamente
entumecido.
Iban a ser rescatados.
Rescatados.
El pensamiento era... extraño.
Evidentemente estaba feliz. Más allá de feliz. Pero seguía siendo extraño. No
parecía real.
Pero lo fue.
El yate echó anclas en la pequeña bahía de la isla, y su tripulación claramente
tenía la intención de esperar a que pasara el mal tiempo allí.
Nadaron hacia el yate, sin siquiera molestarse en agarrar sus cosas, siempre
podían volver por ellas más tarde. El océano embravecido era casi imposible de
navegar. Taehyung agarró el brazo de Jungkook cuando desapareció bajo las altas
olas y lo apretó. Mantente cerca.
Jungkook asintió.
Pareció pasar una eternidad antes de que llegaran al yate.
En el momento en que Taehyung escuchó gritos de sorpresa cuando la gente
en el yate los notó, una sensación surrealista lo golpeó nuevamente. Esa gente
hablaba inglés. Escuchar una voz que no era la suya ni la de Jungkook después de
nueve meses fue algo impactante.
Entumecido y desorientado, trepó detrás de Jungkook a la cubierta y permitió
que otras personas lo subieran. Manos tocando sus hombros. Manos que no eran
de Jungkook. Fue jodidamente extraño.
—¿Quién eres tú? —Dijo alguien, envolviéndolo en una manta. —¿Qué
demonios están haciendo aquí?
Taehyung no respondió. No pudo.
Sus ojos se encontraron con los de Jungkook. Estaba mirando a Taehyung con
los ojos muy abiertos, luciendo igualmente perdido y aturdido, la forma en que se
veía cuando quería que lo abrazaran.
Los dedos de Taehyung se movieron hacia él. Los apretó en puños.
Habían sido rescatados.
Esto había terminado.
Todo había terminado.
PARTE II

CAPITULO 12

Boston los recibió con sol.


Jungkook descendió lentamente los escalones del jet privado que la familia de
Taehyung había enviado para ellos, bueno, para Taehyung. Vio cómo dos mujeres
jóvenes, probablemente las hermanas de Taehyung, abrazaron a Taehyung con
fuerza, sus ojos húmedos y sus sonrisas radiantes. Una cálida reunión familiar.
Debe haber sido agradable.
Jungkook se apartó de la escena emocional y se quedó allí un momento, sin
saber qué hacer.
Los últimos tres días desde que fueron rescatados habían sido una locura:
chequeos médicos, entrevistas, interminables llamadas telefónicas y luego el
largo vuelo de regreso a los Estados Unidos. Esto último lo había puesto tan
ansioso que Jungkook tuvo que ser medicado durante el resto del vuelo. Todavía
se sentía desequilibrado. El puro ruido del aeropuerto era abrumador y tuvo que
respirar profundamente para detener un ataque de pánico. Estuvo bien. Estaba
de vuelta en casa. Volvería a acostumbrarse al ruido.
Un taxi. Necesitaba tomar un taxi. Un taxi lo llevaría a la Mansión Min.
Probablemente los Min lo estaban esperando. Probablemente. Tal vez. Jungkook
los había llamado y les había dicho que estaba vivo y cuándo iba a llegar. La
conversación había sido... incómoda, por decir lo menos. Jungkook ni siquiera se
ofendió de que la única pregunta de Min Yoongi fuera sobre Minha. Decirle a su
cuñado que su única hermana realmente estaba muerta sería para siempre una
de las conversaciones más incómodas de su vida.
Y ahora estaba de regreso. De vuelta a casa.
Casa. ¿La Mansión Min seguía siendo su casa? Había vivido allí durante nueve
años con su esposa, pero ahora que Minha se había ido, dudaba que fuera
bienvenido para quedarse. Todavía necesitaba ir allí. Todas sus cosas estaban allí,
si los Min no se habían deshecho de ellas.
Necesitaba irse. Encontrar un taxi. Ver a los Min.
Vamos.
Los pies de Jungkook no se movieron. No escucharon los comandos de su
cerebro en absoluto.
No podía moverse, joder.
Impotente, volvió a mirar a Taehyung. Encontró a Taehyung ya mirándolo por
encima del hombro de la mujer que lo abrazaba.
Sus miradas se cruzaron.
Jungkook no estaba seguro de qué emoción había en su rostro, pero Taehyung
les dijo algo a sus hermanas y se dirigió hacia él.
Jungkook lo vio acercarse, todavía desequilibrado por lo diferente que se veía
Taehyung en la ropa. Este hombre bien afeitado y con un elegante traje de
negocios no se parecía en nada al tipo sin afeitar y medio desnudo al que
Jungkook se había acostumbrado. Era desorientador.
—¿Yendo a casa? —Taehyung dijo, deteniéndose a unos metros de él.
Jungkook asintió, frunciendo los labios con fuerza.
Taehyung metió las manos en los bolsillos de su chaqueta, sus ojos oscuros
ilegibles.
—Nos vemos, entonces —dijo después de un momento.
Jumgkook abrió la boca y luego la cerró sin decir nada. No había nada que
decir. Él asintió.
Se miraron el uno al otro un poco más.
Detrás de Taehyung, alguien se aclaró la garganta.
—¡Debes ser Jungkook! Soy Seulgi, la hermana de Taehyung.
Jungkook trató de no inmutarse. Forzó una sonrisa y le dijo algo a la joven que
enganchó su brazo con el de Taehyung. Ella sonrió y respondió algo. Jungkook
dijo algo de nuevo. Charla. Estaban haciendo una pequeña charla. Fue extraño,
después de meses sin apenas hablar. Pensó que incluso había logrado hacer
algunas bromas, pero no estaba seguro. Todo se sentía demasiado y de alguna
manera no lo suficientemente real al mismo tiempo. Todo se sentía como un
sueño, el rostro ilegible de Taehyung era lo único enfocado.
De alguna manera, Jungkook terminó dejando que Seulgi y Miyeon, la otra
hermana, lo convencieran de que lo dejaran en casa de los Min. Se subió al asiento
trasero del coche de Miyeon y se sentó junto a Taehyung mientras Seulgi ocupaba
el asiento del pasajero delantero.
Las hermanas hablaron sin parar durante todo el viaje sobre todo y nada,
poniendo a Taehyung al día con las vidas de sus familiares y conocidos mutuos.
Voló sobre la cabeza de Jungkook.
No podía concentrarse.
Todo en lo que podía pensar era en el calor del cuerpo de Taehyumg junto al
suyo y en la pulgada que separaba sus rodillas.
Habían pasado tres días desde que habían estado tan cerca. No desde la isla.
Jungkook apretó la mandíbula. ¿Por qué estaba pensando en esto? Se terminó.
Cualquier locura, cualquier enfermedad, que lo había poseído en la isla se había
ido ahora que habían vuelto a sus vidas reales. Se alegraba de poder volver a su
vida normal. Una vida sin Logan. Estaba jodidamente extasiado.
Taehyung le dio unos golpecitos en la rodilla con los dedos.
Jungkook se puso rígido y el corazón le subió a la garganta. Volvió la cabeza
hacia Taehyung. ¿Qué? Estaba disgustado porque ni siquiera necesitaba decir eso
para que Taehyung lo entendiera. Parecía que los últimos días no habían sido
suficientes para que perdieran la casi telepatía que habían desarrollado en la isla.
Taehyung inclinó la cabeza ligeramente hacia un lado, sus ojos oscuros
interrogantes. ¿Estás bien?
Jungkook apretó los labios y asintió entrecortadamente. El lugar donde los
dedos de Taehyung lo tocaban estaba ardiendo. O al menos se sentía así.
Taehyung lo estudió por un momento, una arruga entre sus cejas oscuras.
—Parece que te vas a poner enfermo.
—No voy a estar enfermo, —dijo Jungkook de manera poco convincente,
bajando los ojos. Su mirada se posó en la V de las piernas de Taehyung, en el
contorno de su polla, y su boca de repente se llenó de saliva. Dios, daría cualquier
cosa por tener esa polla en su boca ahora mismo, la reconfortante dureza,
circunferencia y calidez de ella, moviéndose en su boca, usándolo, qué bien se
sentía ser solo un recipiente para ella, un...
—Jungkook, —Taehyung gruñó.
Levantó la mirada de golpe y se encontró con una expresión molesta y
pellizcada en el rostro de Taehyung.
Taehyung lo fulminó con la mirada.
Jungkook le devolvió la mirada con la cara caliente.
—¿Qué?
—¿Jungkook? —Dijo Seulgi. —Ya casi llegamos, creo.
Jungkook apartó la mirada de Taehyung, miró por la ventana y miró la
hermosa mansión a la que se acercaban. Las puertas estaban abiertas, por lo que
los Min no se habían olvidado de su llegada, después de todo, y el auto se detuvo
frente a la casa.
—Gracias, —dijo Jungkook.
Miyeon le sonrió amablemente.
—¡Eres muy bienvenido! Es lo mínimo que podemos hacer para agradecerte
por hacer compañía a nuestro hermano en esa isla olvidada.
Seulgi se rió entre dientes.
—Considéralo una disculpa, —dijo con una sonrisa burlona a su hermano. —
Debe haber sido insoportable.
Jungkook sonrió lánguidamente.
—Oh, absolutamente, —dijo. —Gracias. Nos vemos.
Abrió la puerta y casi tropezó fuera del auto. Sacó su bolso del maletero y luego
se quedó allí, clavado en el lugar, mientras el auto despegaba.
Algo retorció sus entrañas en un nudo duro cuando el auto desapareció de la
vista. Respiró hondo, luego otro vez, tratando de deshacerse de la sensación de
opresión en su pecho. No iba a entrar en pánico. Ya no estaba en la isla. No
necesitaba a Taehyung. Él estaba bien.
Él estaba bien.
Jungkook se dio la vuelta y miró la mansión. Esperaba sentir algún tipo de
alivio al verla. Había sido su hogar durante nueve años. Pero todo lo que sintió
fue una sensación de pérdida y pavor. ¿Cómo podía entrar sin Minha? Sentía que
no tenía derecho a hacerlo.
Estaba siendo estúpido. Puede que a los Min no les agradara mucho, pero no
eran insensatos ni crueles.
Jungkook se obligó a moverse.
Cada paso hacía que la bola de ansiedad en su pecho se tensara y endureciera
hasta que casi se sintió enfermo. Su corazón latía con fuerza contra su caja
torácica, tan rápido que se sintió casi mareado. ¿Estaba teniendo un ataque de
pánico?
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, llegó a la puerta
principal.
Se abrió.
Era un mayordomo. Jungkook no lo reconoció. Debía de ser nuevo, pero
parecía que le habían advertido sobre Jungkook.
Siguió al mayordomo a la sala de estar. Jungkook quiso decirle que conocía el
camino, pero luego se lo pensó mejor. Ya no era su hogar.
Tan pronto como entró en la habitación, los ojos oscuros de Min Yoongi se
encontraron con los suyos.
Jungkook tragó saliva, muy consciente del espacio vacío a su lado donde Minha
habría estado. Debería haberlo estado.
—Bienvenido de nuevo, —dijo Yoongi secamente antes de darse la vuelta y salir
de la habitación.
Jimin, el esposo de Yoongi, se estremeció un poco.
—No te lo tomes como algo personal, —dijo. —Nos alegra que estés vivo.
Yoongi... La muerte de Minha lo golpeó con fuerza.
Cuando recibimos la noticia de que, después de todo, algunas personas
sobrevivieron al accidente y tú eras uno de los sobrevivientes… —Se encogió de
hombros, con una mirada incómoda cruzando su rostro. —Yoongi realmente no
habló de eso, pero creo que tenía esperanzas de que Minha podría estar viva. Y
ahora tiene que volver a llorarla, de alguna manera.
Jungkook asintió entrecortadamente.
—Está bien. Entiendo.
Un tenso silencio descendió sobre la habitación.
Jimin y él nunca se habían llevado realmente bien. Habían tenido un mal
comienzo, Jungkook no había logrado callarse y lo había insultado públicamente,
y siempre parecía manchar sus interacciones, sin importar cuántos años habían
pasado desde entonces. Jungkook no sabía qué hacer al respecto. Minha siempre
le había instado a que hablara con Jimin y despejara el aire entre ellos, pero
Jungkook no quería. Siempre había sido malo hablando de sus errores, y no era
como si se hubiera equivocado del todo con respecto a Jimin; el tipo claramente
se había acostado con Yoongi por su dinero en ese momento. No importaba que
ahora estuvieran enamorados el uno del otro, Jungkook tenía razón, maldita sea.
—De todos modos, —dijo Jimin, finalmente rompiendo el incómodo silencio.
—Probablemente estés cansado después del vuelo. Toma una siesta si quieres.
Cenaremos más tarde.
Jungkook apartó la mirada.
—No me quedaré, —dijo. —Empacaré mis cosas y estaré fuera de tu cabello en
unas horas.
Silencio.
—Oh, —dijo Jimin. —Bien entonces.
Jungkook frunció los labios, odiando que una parte de él quisiera que los Min,
alguien, cualquiera, dijera que querían que él se quedara. O quedarse para él.
Estúpido. Jodidamente patético.
Se volvió para subir las escaleras cuando un pensamiento lo detuvo.
—¿Quién ha estado haciendo mi trabajo mientras se suponía que estaba
muerto? —Esperaba que no fuera su cuñado. Yoongi podía ser muy inteligente,
era profesor en Harvard, pero no tenía idea de cómo dirigir una empresa como
Min Enterprises.
—Um, —dijo Jimin, sonando aún más incómodo. —Tuvimos una especie de
puerta giratoria de personas que tenían el puesto de CEO. Al final, nos dimos por
vencidos y firmamos un acuerdo de asociación con el Grupo Kim. Kim Namjoon
ha sido el Director Ejecutivo durante los últimos meses hasta que...
—Kim Namjoon, —dijo Jungkook antes de darse la vuelta y mirar a Jimin con
incredulidad. —¿El hombre cuya hermana pequeña se cortó las muñecas cuando
Yoongi la humilló al romper públicamente su compromiso? ¿Ese Kim Namjoon?
Jimin hizo una mueca, luciendo avergonzado y dolido.
—Para ser justos con nosotros, no teníamos idea de que él era su hermano.
Tienen diferentes apellidos.
Increíble.
Jungkook se pellizcó el puente de la nariz.
—¿La empresa aún existe? —Kim Namjoon era un tiburón. Unos pocos meses
serían suficientes para causar un daño importante a la compañía del hombre al
que tenía todas las razones para desagradarle.
La mueca de Jimin no fue precisamente alentadora.
—Lo hace. El problema es que se coló en algunas cláusulas aparentemente
inofensivas en el contrato que firmamos, por lo que ahora básicamente tiene
poder ilimitado sobre la empresa.
Excelente. Simplemente fantástico.
—Y ahora se ha vuelto aún más complicado, —dijo Jimin, pasándose una mano
por la cara. —Namjoon tuvo un accidente recientemente y todavía está en coma.
No se ve bien para él.
Jungkook frunció el ceño, luchando por seguir el ritmo. Siempre había tenido
una mente aguda, pero estaba seriamente fuera de práctica después de meses de
apenas usarla. Los nueve meses de rutina adormecedora le harían eso a
cualquiera.
—Pero la cosa es, —dijo Jimin, pasando una mano por su cabello rubio. —
Todos nuestros acuerdos con el Grupo Kim siguen vigentes, y la gente de Kim
todavía está a cargo de la empresa.
—¿No hicieron que un abogado revisara el contrato antes de firmarlo? —
Jungkook gruñó. Eso sonó como una cagada de proporciones gigantescas.
—Lo hicimos, —dijo Jimin, bastante a la defensiva. —Pero parece que Kim se
tragó su silencio. Sabes que Yoongi y yo no estamos acostumbrados a todo el
lenguaje comercial, y leer las cincuenta páginas de ese contrato fue como leer algo
en otro idioma. Confiamos en el abogado y nos defraudó. Eso es todo. —Él
suspiró. —Y sabes que Yoongi no quería tener nada que ver con la compañía de
su padre. No quería perder el tiempo en eso, por lo que estaba ansioso por
deshacerse de la responsabilidad.
Jungkook resopló.
—Parece que consiguió ese deseo. Bien. Me ocuparé de eso a primera hora de
la mañana.
—No tienes que hacerlo, —dijo Jimin, una mirada de incomodidad destellando
sobre su estúpidamente bonito rostro.
—Lo sé, —dijo Jungkook. —Pero alguien tiene que hacerlo, y no vas a ser tú.
Se alejó a grandes zancadas, sintiéndose exasperado, irritado y un poco
aliviado de tener un propósito. Yoongi y Jimin pueden no haberlo querido cerca,
pero aún lo necesitaban para sacarlos de la mierda en la que habían aterrizado su
compañía mientras se presumía que Jungkook estaba muerto. Lo necesitaban.
Tenía un propósito de nuevo.

Una parte de él registró que no era la forma más saludable de pensar, pero la
descartó. Iba a estar bien. Solo necesitaba volver a aprender a vivir su vida real.
Esta... ansiedad desaparecería pronto.
Tenía que hacerlo.
CAPITULO 13

Resultó que Jimin no bromeaba cuando dijo que la gente de Kim ahora estaba
a cargo de Min Enterprises. Jungkook pasó los siguientes días alternando entre
leer el contrato y, cortésmente, discutir con la gente de Kim.
Leer el contrato fue un ejercicio de frustración: estaba dividido entre admirar
a Kim Namjoon por haber logrado escabullir tantas lagunas en el contrato y
sentirse frustrado con los Min por "enamorarse" de él. Si hubiera estado allí,
nunca habría dejado...
Pero él no había estado allí.
Nadie le dejó olvidar eso. Aunque ya no vivía en la Mansión Min, el fantasma
de Minha, y la isla, parecían seguirlo a todas partes. Las miradas de lástima ya
eran bastante malas, pero las curiosas eran aún peores. ¿Cómo fue? ¿Sobrevivir
a un accidente de avión? ¿Estar varado en una isla desierta durante tanto tiempo?
¿Fue horrible? ¿Qué hizo con su tiempo?
Las preguntas le dieron ganas de gritar. Se había esforzado tanto por no pensar
en la isla, pero la gente se la recordaba una y otra vez, con una curiosidad
insaciable. ¿Cómo fue? ¿Cómo fue? ¿Cómo fue?
Eso lo volvía loco. No ayudó que todavía luchara con estar cerca de la gente,
sus miradas, su atención, sus voces haciéndole erizar la piel. Siguió esperando
que la terrible desconexión desapareciera, queriendo volver a sentirse normal,
pero hasta ahora no había sucedido. No se sintió mejor. De hecho, el nudo en su
pecho parecía hacerse más apretado con cada día que pasaba. Se sentía nervioso
y distraído, y la mitad del tiempo se sentía como si no supiera qué hacer consigo
mismo, en el sentido más literal y físico.
Suficiente. Necesitaba concentrarse en el trabajo.
Jungkook dejó su oficina, su nueva oficina temporal, y se dirigió a la anterior.
La ocupaba el vicepresidente del Grupo Kim, quien desempeñaba las funciones
de Director General mientras Kim Namjoon estaba incapacitado.
Realmente no estaba ansioso por la conversación.
Para ser justos, el hombre era un ejecutivo experimentado con una reputación
fantástica en los círculos empresariales, pero Jungkook no estaba de humor para
ser justo. Primero había perdido la empresa en la que había trabajado como
esclavo durante años por Min Yoongi; ahora había perdido su puesto de CEO
gracias a la falta de voluntad de Yoongi de importarle una mierda dicha empresa.
Jungkook había leído el contrato; sabía que si Yoongi se hubiera molestado en
leerlo, habría visto la letra pequeña. Pero claramente no le había importado un
carajo, y ahora Jungkook tenía que limpiar detrás de su desastre.
Joder, quería un trago. Él quería-
Quería a Taehyung.
Jungkook se encogió y apartó el pensamiento de su mente. O lo intentó. Sabía
que volvería. Siempre lo hizo. Dios, odiaba estos pensamientos necesitados que
volvían a su mente cada veinte minutos. No necesitaba a Taehyung. Cuanto antes
se olvidara de todo lo que había sucedido en la isla, mejor. No había sido real.
Esta vida era real.
Suspirando, murmuró un saludo al asistente del CEO, un joven rubio de
aspecto acosado.
—¿Él está dentro? —Dijo, señalando con la cabeza hacia la puerta cerrada.
El tipo, Mark, hizo una mueca.
—¿El demonio? ¿Alguna vez no lo está?
Jungkook hizo un sonido comprensivo. Había oído que Jackson Wang era una
pesadilla para trabajar. El italiano era uno de los principales accionistas del
Grupo Kim y su Vicepresidente y Director de Operaciones. Solo Kim Namjoon
tenía más poder en la empresa que Wang. Pero mientras Kim Namjoon tenía la
reputación de un empleador exigente, Jackson Wang tenía la reputación de un
tirano. Su pobre asistente parecía que no había dormido en días.
—Por favor, dile que quiero hablar con él, —dijo Jungkook.
Mark asintió y apretó el botón del intercomunicador.
—El señor Jeon quiere hablar con usted, señor Wang.
Una voz profunda respondió con desdén:
—Estoy ocupado. No tengo tiempo para él.
Jungkook se sonrojó. Esta era su empresa, maldita sea. Había sido.
—No seas un idiota, —dijo Mark.
Jungkook parpadeó y lo miró con asombro.
—Te estás olvidando de ti mismo, —dijo Wang con voz muy suave.
Mark tragó, pero su voz no traicionó su nerviosismo cuando dijo
obstinadamente:
—Pero usted está siendo uno, señor. Con todo el debido respeto. Después de lo
que ha pasado el señor Jeon, lo mínimo que puede hacer es tratarlo...
—Bien, —dijo Wang. —Déjalo entrar.
Mark apagó el intercomunicador e hizo un gesto a Jungkook para que entrara
en la oficina.
—Me gustaría poder decir que no es tan idiota como parece, pero en realidad
es peor, —dijo, suspirando y luego bostezando. —Adelante. Es como sacar dientes.
—¿Desagradablemente difícil?
—Eso también. Pero quise decir que cuanto más lo alargas, peor es. La palabra
"paciencia" no está en su vocabulario.
Bueno, eso no fue exactamente alentador.
Cuando Jungkook entró en la oficina, Wang lo miró desde su computadora
portátil y le dio una mirada plana.
—¿Querías algo?
Su voz goteaba con desdén, y Jungkook sintió que se le encogían las entrañas.
Siempre había odiado ser despedido. Odiaba que una parte de él quisiera salir
corriendo de esta habitación como un niño pequeño y esconderse.
No lo hizo, por supuesto.
Se obligó a sostener firmemente la mirada del hombre.
—Sí, —dijo. —Mis empleados se han quejado de tus métodos.
Los ojos de Wang se clavaron en él. Eran desconcertantes, a decir verdad.
Jackson Wang era un hombre objetivamente guapo, sus rasgos faciales y su piel
aceitunada hacían evidentes sus raíces mediterráneas, pero algo en su mirada era
muy inquietante. La forma de sus cejas negras y sus ojos negros afilados,
parecidos a los de un halcón, le hacían parecer un depredador. Su mirada era
pesada, altiva y condescendiente. Casi cruel.
—¿Tus empleados? —Wang dijo, su voz plana. —¿Te refieres a mis empleados?
Jungkook apretó la mano en un puño. La necesidad de irse se estaba volviendo
irresistible.
—No, mis empleados. Puede que ya no sea el Director Ejecutivo, pero soy
dueño del diez por ciento de la empresa.
Los delgados labios de Wang se curvaron en algo que no era del todo una
sonrisa.
—Min Yoongi es el accionista mayoritario y ha firmado el contrato que le dio
al Grupo Kim el derecho a dirigir su empresa. Si tienes alguna objeción, puedes
dársela a Min Yoongi—. Y volvió a su computadora, un claro despido.
Jungkook abrió la boca y luego la cerró.
Nunca se había sentido tan indefenso en su vida. Tan inútil. Tan pequeño.
—He sido el CEO de esta empresa durante años, —finalmente logró. —Es muy
arrogante de tu parte rechazar mi ayuda.
Wang ni siquiera lo miró.
—No necesito la ayuda de nadie, —dijo con frialdad. —Y si la gente corre hacia
ti para quejarse de mí, diles que vengan a verme con sus quejas, si son tan
valientes—. Comenzó a escribir, su mirada en su computadora. —No te necesitan,
Jeon. Francamente, me sorprende que hayas vuelto a trabajar tan pronto después
de la terrible experiencia. Dudo que tu salud mental esté donde debe estar.
Jungkook apretó los labios.
—Estoy bien, —dijo, metiendo las manos en los bolsillos. Estaban temblando.
—Estoy listo para volver a mi trabajo.
—Entiendo que puedas pensar que sí —dijo Wang, su voz todavía plana. —Pero
me temo que no puedo devolverte esta oficina a menos que Namjoon me diga que
lo haga.
—Namjoon está en coma y es poco probable que se despierte, —dijo Jungkook.
—Él no te va a decir una mierda.
Los ojos negros de Wang volvieron a mirarlo.
—¿También eres médico ahora? Está respirando. Puede que se despierte
todavía.
Jungkook decidió no expresar sus dudas al respecto. Había oído en alguna
parte que Jackson Wang y Kim Namjoon eran muy buenos amigos, tanto como
dos imbéciles despiadados pueden ser amigos.
—En cualquier caso, el punto es discutible, —dijo Wang. —Viste los
documentos que te proporcionamos. El contrato entre Min Enterprises y el Grupo
Kim deja en claro que el director ejecutivo del Grupo Kim administrará ambas
empresas durante la vigencia del acuerdo de asociación. Y esa persona soy yo
mientras Kim no esté disponible. ¿Estoy hablando un idioma que no entiendes?
—Su tono fue definitivo, desdeñoso, como si estuviera hablando con un niño
estúpido y molesto.
Sintiéndose enojado, indefenso y completamente humillado, Jungkook se
volvió y salió de la oficina.
Sus manos temblaban tanto en este punto que tuvo que apretar los dedos en
puños.
No recordaba haber regresado, pero debió haberlo hecho, porque lo siguiente
que notó fue que estaba acurrucado en el sofá de su oficina, con las rodillas
pegadas al pecho y la cabeza entre ellas mientras trataba de respirar las oleadas
de náuseas.
No era necesario. Ni siquiera aquí lo necesitaban. Nadie lo necesitaba. Nadie
lo quería cerca. La única persona que alguna vez lo había querido, amado, estaba
muerta, llevándose con ella todo lo bueno de su vida. Ahora no era nada. Era un
inútil. Nadie lo quería.
Yo nunca lo quise. Nunca entenderé a las personas que quieren hijos. Todo lo
que hizo ese chico fue arruinar la vida de mi prima y ahora también mi carrera.
—Cállate, —susurró, presionando sus manos en sus oídos, como si eso pudiera
detener la voz en su cabeza. No fue así. Realmente nunca lo hizo. Esas palabras
fueron uno de sus primeros recuerdos, el tono molesto de su tía tan claro en su
mente como si hubiera sucedido ayer y no hace casi treinta años.
Siempre había estado orgulloso de no dejar que su infancia lo definiera.
Seguro, no había sido lo mejor, pero tampoco había sido lo peor. Estuvo bien.
Puede que no hubiera crecido en un entorno amoroso, pero lo había tenido mejor
que la mayoría de los huérfanos. Su niñez había sido buena. Lo habían
alimentado, vestido y tenía un techo sobre su cabeza. Nadie abusó de él. Estuvo
bien. No necesitaba que nadie lo quisiera.
Excepto que parecía que él seguía siendo el mismo niño patético e inseguro que
había intentado fingir que no había escuchado las palabras de su tía mientras ella
se quejaba con sus amigas de que se le había impuesto la tarea de criarlo después
de la muerte de su prima, porque nadie más lo quería. Y cómo arruinó la vida de
su madre cuando ella quedó embarazada de él, no permitiéndole perseguir sus
sueños de la universidad, y cómo Jungkook fue la única razón por la que su tía no
pudo aceptar una lucrativa oferta de trabajo que había recibido.
La tía Hanna no era una mala mujer. Según todos los estándares, era buena:
abnegada y generosa. Tenía sólo veinticinco años cuando lo acogió después de la
muerte de su madre a manos de un atracador. Aunque la llamaba "tía", era prima
de su madre, no un pariente cercano. Ella lo había criado aunque no tenía que
hacerlo. Jungkook apreció los sacrificios que ella había hecho por él, y mostró su
agradecimiento hasta el día de hoy, apoyándola económicamente y visitándola en
las vacaciones. Le estaba agradecido. Él lo hacía.
Pero había una razón por la que siempre se sentía emocionalmente agotado
después de visitarla. Había una razón por la que siempre había arrastrado a
Minha con él cuando visitaba a la tía Hanna. Tener a su esposa a su lado, su
amable, encantadora y sorprendente esposa que lo había elegido, que lo había
querido, era lo único que hacía soportables esas visitas.
No lo suficientemente bueno, Jungkook. No te estás esforzando lo suficiente.
Puedes hacerlo mejor. Esfuérzate más.
La voz de su tía resonó en su cabeza, las palabras que ella había dicho toda su
vida. Nunca del todo satisfecha. Siempre un ceño de desaprobación en su rostro.
Y él, el chico que le debía todo, intentando y fracasando en complacerla una y otra
vez. Incluso su primer trabajo en Min Enterprises fue el resultado de los
empujones de su tía. No importa lo que hizo, no fue lo suficientemente bueno. Su
matrimonio con Minha era probablemente lo único que su tía había aprobado.
No había ido a ver a su tía después de su regreso. Sabía que debía hacerlo. La
tía Hanna había desperdiciado sus mejores años criándolo, un hijo que nunca
había querido. Le debía una visita. La temía, ahora más que nunca.
Joder, era tan estúpido. Él era un hombre adulto. No debería haber tenido
miedo de ver a una mujer pequeña de mediana edad, solo porque nunca había
sido lo suficientemente bueno para ella.
Pero con Minha fuera, ya no tenía nada detrás de lo que esconderse. Seguía
siendo tan indeseado e innecesario como hace treinta años. Un hombre que
sobrevivió a su utilidad. Un hombre que no debería haber sobrevivido a su esposa.
Era ella a quien todos querían de vuelta, no a él. Incluso la tía Hanna le tenía más
cariño a Minha que a él. El regreso de Jungkook solo les recordó a todos que
Minha estaba muerta mientras él estaba vivo.
Quizás debería haber muerto con ella.
Tal vez debería haberse quedado en la isla y dejar que todos pensaran que
estaba muerto.
De repente lo anhelaba, por la pura sencillez de esa vida. Podría haber sido
extraño, desordenado y francamente insalubre, pero al menos en la isla no se
había sentido insuficiente, innecesario o deseoso. No se había sentido tan inútil.
Se había sentido... se había sentido contento.
—¿Hablas en serio? —Susurró con una risa ronca.
Necesitaba ayuda si pensaba seriamente que estar varado en la isla era mejor
que su vida normal. Quizás se había vuelto loco después de todo. Tal vez todo esto
fuera un sueño extraño, y se despertaría en cualquier momento con la mano de
Taehyung pasando por su cabello y el peso pesado y reconfortante de la polla de
Taehyung en su boca.
Jungkook se sonrojó. Joder, realmente necesitaba ayuda. No debería añorar
la reconfortante sensación de una polla en la boca, qué demonios. ¿Qué tan
desordenado fue eso? No era un... No era gay. Él era normal. Lo que había pasado
en la isla no importaba. No quería chupar la polla de Taehyung. No extrañaba
chupar la polla de Taehyung, ni lo extrañaba, punto. La isla lo había jodido. Eso
fue todo.
Este anhelo enfermizo... pasaría.
Tenía que hacerlo.
CAPITULO 14

El funeral de Minha fue un viernes.


Jungkook se paró junto a los Min y miró el ataúd aturdido, tratando de sentir
algo más que inquietud e incomodidad.
No estaba seguro de cómo se sentía acerca de que el cuerpo de Minha fuera
trasladado de la isla para ser enterrado junto a los otros Min, pero no había dicho
que no cuando la familia de Minha le pidió su opinión. Ahora comenzaba a
arrepentirse.
Era simplemente extraño. Se sintió como un fraude entre toda esta gente que
lloraba. Se sentía tan culpable por no sentir más dolor. Estaba triste, por
supuesto, y la extrañaba, pero ese dolor ahora era más apagado, teñido de afecto
y buenos recuerdos. Había tenido tiempo de llorar a su esposa. La había
enterrado con sus propias manos hacía diez meses. No se sentía bien tener su
funeral nuevamente cuando se sentía tan alejado de ese momento.
Se alegró de sus gafas de sol oscuras. No necesitaba más miradas de juicio de
las que ya tenía.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, se acabó.
Jungkook se alejó apresuradamente, el nudo en su pecho disminuía con cada
paso que daba. Dios, ¿por qué no se estaba volviendo más fácil? ¿Por qué no podía
quedarse entre otras personas sin sentir que quería saltar de su propia piel?
—¡Jungkook!
Se encogió, pero se detuvo al oír la voz de su tía.
—¿Sí, tía Hanna? —Dijo, dándose la vuelta de mala gana.
Su tía lo estaba mirando.
—Has regresado por dos semanas, pero no te has molestado en visitarme ni
una sola vez. ¡Tenía que averiguar sobre tu supervivencia por las noticias!
—Lo siento, —dijo. —Tenía la intención de visitarte, pero las cosas han estado
locas, ya sabes...
—No, no lo sé, —dijo, su tono mordaz. —Porque ni siquiera te has molestado
en llamarme, chico ingrato y desalmado.
Jungkook tiró de su cuello, pero encontró que el botón superior de su camisa
ya estaba desabrochado. En realidad, no se estaba ahogando. Todo estaba en su
cabeza.
—Lo siento. Lo haré mejor, tía —dijo, mirando desesperadamente a su
alrededor en busca de una ruta de escape. Cualquier excusa para irse.
Ninguna se estaba presentando. Nadie parecía interesado en acercarse a él,
todos estaban demasiado ocupados ofreciendo sus condolencias a la abuela y al
hermano de Minha. No importa que fuera su marido.
Jungkook se tragó el sabor amargo de la boca y dijo:
—Lo juro, me dejé atrapar por los problemas legales. Te visitaré pronto...
—Este domingo, —dijo la tía Hanna en un tono que no admitía discusión.
—Correcto. El domingo, —dijo Jungkook, forzando una sonrisa en su rostro.
Maldita sea.

~*~

Después del funeral, Jungkook fue a una licorería y compró algunas botellas
de whisky barato.
A Minha le había gustado el vino tinto caro, pero el paladar de Jungkook no
notó ninguna diferencia entre una botella que costaba mil dólares y una que
costaba diez. De todos modos, solía comprar bebidas alcohólicas de alta gama,
fingiendo que conocía la diferencia. Bueno, ya no tenía a nadie por quien fingir.
Regresó a su habitación de hotel y se emborrachó tremendamente.
Al menos esta vez no había nadie para juzgarlo.
El recuerdo de unos ojos oscuros mirándolo con desaprobación pasó al primer
plano de su mente, y fue golpeado por una ola de insoportable y aplastante
anhelo. Normalmente alejaba esos pensamientos, esos sentimientos, y trataba de
aplastarlos, pero ahora estaba demasiado borracho para eso.
Recogió su teléfono y abrió Chrome con dedos inestables.
En su defensa, buscar a Taehyung fue ridículamente fácil. La información
sobre él estaba en todos los artículos sobre su milagrosa supervivencia.
Kim Taehyung. Treinta y cuatro años. Propietario de una cadena hotelera
bastante popular.
Los labios de Jungkook se curvaron en una leve sonrisa. Había sospechado que
Taehyung no era un simple propietario de un hotel cuando su familia le había
enviado un maldito jet privado, pero esto era un poco divertido. Manera de restar
importancia al negocio de uno.
Aparentemente, la familia de Taehyung vivía cerca de Boston, pero él vivía solo
en Nueva York. Su dirección y número de teléfono obviamente no figuraban en
ninguna parte, pero no sería difícil averiguarlo. Todo lo que tenía que hacer era ir
a uno de los hoteles de Taehyung y hablar con el gerente para que le diera el
número de Taehyung. Después de todo, todos y su perro ahora sabían que él había
sido el compañero sobreviviente del accidente de avión de Taehyung. Era poco
probable que el gerente se negara a dar el número de Taehyung a la persona con
la que había pasado nueve meses viviendo, sobreviviendo.
Después de buscar el hotel más cercano que pertenecía a Taehyung, Jungkook
tomó su maleta sin empacar, arrojó las pocas cosas que se había molestado en
sacar de ella y llamó a un taxi.
Mientras estaba de pie frente al hotel de Taehyung, una astilla de duda se
deslizó en su mente aturdida por el alcohol. La sacudió y entró.
—Me gustaría una habitación, —dijo en recepción. Estaba bastante orgulloso
de sí mismo por no arrastrar las palabras.
—Por supuesto, señor. Su identificación, por favor —dijo la mujer con una
sonrisa educada que no enmascaraba la mirada curiosa en sus ojos. Entonces ella
lo había reconocido. Teniendo en cuenta la frecuencia con la que su rostro había
estado pegado al de su jefe, probablemente no debería haber sido sorprendente.
Oh, bien. Quizás fue lo mejor.
Jungkook le dio su identificación y dijo en voz baja:
—Tengo otra solicitud. Necesito el número de teléfono de Kim Taehyung.
Los ojos de la mujer se abrieron un poco.
—Tendré que preguntarle al gerente, —dijo con voz vacilante. —No le damos la
información privada del Sr. Kim a nadie, pero... preguntaré—. Añadió
suavemente: —Y lamento su pérdida, Sr. Jeon.
La sincera simpatía en su voz hizo que le doliera el pecho.
—Gracias, —dijo Jungkook, aclarándose un poco la garganta. No le gustaba que
su vida privada se hubiera vuelto tan pública, pero era lo que era.
Después de recibir la tarjeta de acceso, se dirigió a su habitación, ya
preguntándose si había cometido un error. Tenía la sensación de que su yo sobrio
no iba a apreciar esto mañana.
La habitación era bonita y estaba decorada con buen gusto, pero Jungkook
seguía obsesionado con el hecho de que era el hotel de Taehyung. Probablemente
era jodido y ridículo, pero el mero pensamiento de que todo esto pertenecía a
Taehyung lo hacía sentir extrañamente cómodo aquí. Sí, fue más que ridículo.
Se desnudó y se dejó caer en la cama.
El colchón se sintió como una nube suave. Las sábanas olían a limpio y
agradable. Él estaba cansado. Tan, tan cansado. Pero el sueño todavía se negaba
a acudir a él. Era un problema que había tenido durante semanas, desde... su
regreso. Diría que no podía recordar la última vez que había dormido toda la
noche, pero eso sería mentira. Él sabía.
Jungkook no sabía cuánto tiempo había estado así, su rostro enterrado en la
almohada y su mente vagando al borde del sueño cuando sonó el teléfono junto a
la cama.
Extendiendo la mano, respondió.
—¿Hola?
—¿Por qué estás en mi hotel?
Los ojos de Jungkook se abrieron de golpe, el corazón le subió a la garganta.
Era estúpido, pero en realidad no había pensado en lo que iba a decir cuando
llamara a Taehyung. No esperaba que Taehyung lo llamara. Taehyung lo estaba
llamando. Taehyung quería hablar con él.
Jungkook se encontró sonriendo estúpidamente sobre su almohada. Oye,
estaba borracho. La gente borracha podía sonreír sin ninguna razón, ¿verdad?
—¿Por qué la gente va a un hotel? —Murmuró evasivamente. —Necesitaba un
lugar donde quedarme.
—¿Estás borracho?
Jungkook no estaba seguro de lo que decía sobre él que había pasado por alto
ese tono crítico. Estaba siendo estúpido. Pero, de nuevo, la gente borracha era
estúpida.
—¿Y qué si lo estoy? —Dijo arrastrando las palabras, inseguro de por qué ya no
se molestaba en ocultar su estado de ebriedad. Podría hacerlo si hacía un
esfuerzo, como había hecho cuando habló con la recepcionista. Pero era
Taehyung. Su cuerpo parecía pensar que estaba perfectamente bien actuar ahora
como un niño quejumbroso y terco. Era Taehyung. Taehyung. Taehyung lo había
visto en su peor momento.
—Al menos no lo estás negando, —dijo Taehyung secamente.
Jungkook no dijo nada. Ya ni siquiera estaba seguro de lo que estaban
hablando, sus párpados se volvieron más pesados mientras escuchaba la
respiración de Taehyung. Esto se sintió... tan familiar. Inquietantemente
reconfortante en su familiaridad. Todo lo que faltaba era un cuerpo duro
presionado contra su espalda o mejor aún, una… Se metió el pulgar en la boca e
hizo un sonido de satisfacción mientras lo chupaba.
—Cristo, ¿te estás masturbando?
Jungkook se quedó helado.
—No, —dijo alrededor de su pulgar.
—Estás mintiendo.
—No lo hago.
—Estás haciendo algo. Sé cómo suenas cuando... —Taehyung se interrumpió,
murmurando algo frustrado en voz baja. —Dime.
El tono exigente de su voz hizo que un escalofrío recorriera el cuerpo de
Jungkook. Se sacó el pulgar de la boca y parpadeó cuando se dio cuenta de lo que
estaba anhelando exactamente. Él se sonrojó. ¿Qué le pasaba, en serio?
—Todo esto es culpa tuya, —se quejó Jungkook. —Me acostumbraste a... cosas,
y ahora me siento desordenado y nervioso sin... —Sin tu polla en mi boca. Sin tu
olor sobre mí. Sin tus brazos a mi alrededor. Sin tu latido contra mi oído.
Las palabras estaban en la punta de su lengua, pero incluso borracho, no podía
decirlas, sabiendo que se odiaría a sí mismo cuando estuviera sobrio.
Taehyung guardó silencio en la línea.
Jungkook se preguntó si podría adivinar lo que no estaba diciendo. Se
preguntó si Taehyung se sentía tan desequilibrado como él. Lo dudaba.
Finalmente, Taehyung suspiró.
—Eres un desastre.
—Enterré a mi esposa hoy, de nuevo. Se me permite ser un desastre.
Afortunadamente, Taehyung no dijo que lo lamentaba. Jungkook no estaba
seguro de no romper a llorar si lo hiciera. Le escocían los ojos y su garganta se
apretaba. La peor parte era que no estaba seguro de por qué se sentía tan triste,
solo y necesitado de repente cuando no se había sentido así en el funeral.
—Creo que necesitas un terapeuta, —dijo Taehyung.
—Vete a la mierda.
—Hablo en serio, —dijo Taehyung, su voz sombría. —Me di cuenta de que
empezaste a asociar… ciertas cosas con la comodidad hace un tiempo. Un buen
terapeuta debería poder ayudarte.
Jungkook se rió.
—¿Y cómo sugieres que le cuente mi problema a un terapeuta? Por favor,
ayúdame a dormir sin una polla en la boca. Te das cuenta de lo humillante que
suena, ¿verdad? —Se encogió, ya odiándose a sí mismo por hablar sobre el
elefante en la habitación.
Taehyung, el idiota, resopló.
—Estoy seguro de que han escuchado cosas más extrañas.
Jungkook se burló y no dijo nada.
El silencio se prolongó, ambos simplemente respirando en el teléfono como
dos bichos raros. Pero no pudo obligarse a colgar. Dios, sentía que se echaría a
llorar si Taehyung le colgaba.
—Realmente te odio, —susurró, su voz entrecortada. —¿Cómo estás tan bien
adaptado mientras yo soy un desastre?
No hubo respuesta por un tiempo.
Una respiración, luego otra.
Taehyung dijo con rigidez:
—No te llamaría en medio de la noche si estuviera bien adaptado.
—Creo que fue un insulto, pero estoy demasiado borracho para ofenderme—.
Jungkook deseó que fuera cierto. Puede que esté borracho, pero las palabras de
Taehyung apuñalaron algo profundamente dentro de él, apuñalaron y
retorcieron. Nadie lo necesitaba. Nadie lo quería. Nadie quería necesitarlo.
Estuvo bien. Bueno. Tampoco quería necesitar a Taehyung.
Taehyung suspiró.
—Bebe un poco de agua y vete a dormir, Jungkook.
—No me digas qué hacer —dijo, a pesar de que ya se estaba levantando para ir
al mini-bar. Abrió una botella de agua y bebió todo lo que pudo sin sentirse mal,
con el teléfono todavía pegado a la oreja. Tenía un miedo irracional de que
Taehyung le colgara, y ese miedo se apoderaba de él. Realmente estaba arruinado
de la cabeza, ¿no?
Sintiéndose cansado, Jungkook volvió a meterse en la cama y se acostó de lado.
—Ahora duerme.
—No necesito que me digas eso, —murmuró Jungkook, solo para ser contrario.
No necesito que duermas, quiso decir, pero se sentía como una mentira.
Taehyung hizo un ruido irritado.
—Entonces, ¿por qué querías mi número?
Jungkook no dijo nada a eso, volviéndose boca abajo y abrazando su almohada.
—No cuelgues, —ordenó. Suplicó.
Dios, nunca se había sentido tan patético.
Hubo silencio en la línea.
—No lo haré, —dijo Taehyung al fin.
Jungkook exhaló, relajándose un poco.
Ni siquiera notó quedarse dormido.
CAPITULO 15

La resaca de la mañana siguiente no fue tan mala como la bola de humillación


que se había asentado en el estómago de Jungkook desde que se despertó. Joder,
¿realmente se había emborrachado lo suficiente como para ir a buscar a
Taehyung? ¿Como una especie de acosador patético? Ugh. Y luego, básicamente,
le había rogado a Taehyung que no le colgara. Doble ugh.
—Estúpido, —susurró Jungkook, mirando al techo de la habitación.
La habitación del hotel de Taehyung. Simplemente genial.
Si la vida pudiera darle una bendición, se habría olvidado de lo que pasó
anoche, pero no, recordaba la mortificante conversación telefónica con perfecta
claridad, pensó.
Consideró levantarse e ir a la oficina, pero no era como si lo necesitaran allí.
No lo necesitaban en ninguna parte.
La idea lo hizo sentirse más triste por sí mismo, y lo odiaba, odiaba sentirse
tan débil y patético. Se negó a ser tan patético.
Jungkook se obligó a levantarse de la cama, darse una ducha y salir. Puede que
no lo necesitaran en ninguna parte, pero eso no significaba que debería hundirse
en un pozo de depresión. Debería al menos dar un paseo, estar rodeado de otras
personas y, con suerte, convertirse en un ser humano funcional en lugar de un…
el desastre que era ahora.
Era más fácil decirlo que hacerlo.
Cuanto más tiempo pasaba afuera, rodeado de todo el ruido, de toda esa gente,
más ansioso se ponía. No sabía que era posible sentirse tan solo en una calle
concurrida, pero aparentemente lo era. No, "solo" era la palabra incorrecta. Se
sentía como si fuera una especie de extraterrestre de otro planeta, como si no
pudiera conectarse con todas estas personas en absoluto. No podía entenderlas,
no quería estar cerca de ellas, y cuanto más se quedaba cerca de ellas, más fuerte
latía su corazón, su ansiedad aumentaba y se transformaba en pánico.
Regresó a su habitación de hotel, sintiéndose agotado mentalmente y
físicamente tembloroso. Se dejó caer en la cama y dejó caer la cabeza entre las
manos, sintiéndose derrotado y asustado.
¿Qué le pasaba? ¿Había desarrollado algún tipo de agorafobia? No lo hizo... No
lo creía. La idea de estar afuera no lo ponía realmente ansioso. Simplemente no
le gustaba todo el ruido y la gente y… era demasiado. Dios, la isla realmente lo
había jodido, ¿no?
Un golpe en la puerta lo hizo levantar la cabeza.
—Entre —dijo con indiferencia. Probablemente era una sirvienta que quería
limpiar la habitación.
No era una sirvienta.
Era Taehyung.
Se sintió como si todo se detuviera, el mundo se detuviera abruptamente.
Jungkook lo miró con los ojos muy abiertos y la boca floja.
Thud-thud, thud-thud, thud-thud-thud, su corazón latía en su pecho, como si
tratara de escapar.
Taehyung cerró la puerta, se apoyó contra ella y le devolvió la mirada, sus ojos
oscuros sin fondo.
Jungkook tuvo que agarrar la colcha con los puños para evitar hacer algo
estúpido. Algo estúpido como lanzarse sobre Taehyung y aferrarse a él como un
mono.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Jungkook logró, mirándolo. Al menos esperaba
estar mirándolo y no mirándolo con avidez.
Taehyung arqueó las cejas, su expresión inescrutable contradecía la tensión
rígida y apretada en su cuerpo. Parecía que había ganado algo de peso. Se veía
bien. Definitivamente más unido de lo que Jungkook se sentía. Pero, de nuevo,
no era un listón muy alto para superar.
—Este es mi hotel, —dijo Taehyung. —Y tú fuiste el que vino aquí a buscarme.
Jungkook sintió que la sangre le subía al rostro.
—Pensé que estabas en Nueva York.
Una emoción cruzó por el rostro de Taehyung y luego desapareció, demasiado
rápido para que Jungkook la reconociera.
—Lo estaba, —dijo secamente.
Jungkook se humedeció los labios con la lengua, inseguro.
El silencio cayó entre ellos, cargado de algo terriblemente familiar. Se sintió
horrible pero también increíblemente reconfortante. Fácil.
Para su total disgusto, Jungkook se sentía más como él mismo de lo que se
había sentido en semanas. La inquieta y enloquecedora ansiedad bajo su piel - la
sensación de estar equivocado - había desaparecido casi por completo. Solo miró
a Taehyung y todo se sintió bien en el mundo. Pero todavía está demasiado lejos,
lo necesito más cerca, ¿por qué está tan lejos?
Jungkook apretó la colcha con más fuerza. Joder, si pudiera blanquear su
propio cerebro, lo haría. En serio, ¿qué le pasaba?
—Tal vez necesito un terapeuta, —dijo con una risa ronca.
La expresión de Taehyung permaneció amarga e infeliz. No pidió aclaraciones.
De hecho, parecía que preferiría estar en cualquier lugar menos allí, algo
levemente irritado en él. Excepto que sus ojos oscuros permanecieron fijos en
Jungkook con una intensidad aterradora.
—No te cortaste el pelo, —dijo Taehyung.
Jungkook parpadeó. Inclinó la cabeza hacia un lado, confundido. Su corte de
pelo, o la falta de él, era lo último que esperaba que comentara Taehyung.

Frunciendo el ceño, pasó una mano por su cabello. Realmente era largo ahora,
casi tocando su cuello en rizos desordenados. Probablemente parecía un nido de
pájaros. Realmente debería cortarse el pelo. Siempre mantuvo el pelo corto para
Minha. No era que no le hubiera gustado que tuviera el pelo más largo, los rizos
solo lo hacían parecer más joven, haciendo que la diferencia de edad entre ellos
fuera más pronunciada. Jungkook sabía que había hecho que su esposa se sintiera
incómoda y cohibida, de ahí el corte de pelo corto. Pero con Minha fuera, no se
había molestado. El aseo personal había sido lo último en lo que pensaba.
Jungkook se puso el labio inferior entre los dientes y lo miró con atención.
—¿Por qué estás aquí?
Taehyung se encogió de hombros, metiendo las manos en los bolsillos de sus
pantalones oscuros, lo que atrajo la mirada de Jungkook hacia...
Apartó los ojos, sus orejas se calentaron, su boca seca.
—Estaba en el área, —dijo Taehyung lacónicamente.
—Dijiste que estabas en Nueva York, —señaló Jungkook.
Taehyung lo fulminó con la mirada, su expresión oscura, un músculo haciendo
tic en su mandíbula. Su mandíbula muy bronceada. Su cuello todavía se veía
bronceado contra esa camisa azul claro y...
Jungkook bajó los ojos y apretó la colcha con los puños.
—No te dije el número de mi habitación, —dijo, solo para decir algo. Cualquier
cosa. —Me acechaste.
—Difícilmente es acecho cuando me acechaste primero.
Jungkook levantó la mirada de golpe. Miró a Taehyung con el ceño fruncido.
—La dirección de tu hotel es información disponible públicamente. No hubo
acecho involucrado.
Taehyung se enderezó de su encorvamiento contra la puerta, y el corazón de
Jungkook comenzó a latir más rápido. Se sentó muy quieto cuando Taehyung se
acercó a él.
Se detuvo frente a Jungkook y lo miró.
—Dejemos la mierda, —dijo en voz baja. Su mano, grande, fuerte, tan familiar,
tocó la hebra rizada de la sien de Jungkook.
Jungkook no podía respirar. Solo podía mirar a los ojos marrón chocolate de
Taehyung, como un conejo atrapado en la trampa de un cazador.
—¿M-mierdas? —Susurró, casi temblando por el esfuerzo de quedarse quieto
y no apoyarse en el toque.
—Casi me rogaste que viniera, —dijo Taehyung, su expresión medio
disgustada, medio hambrienta. —Me necesitas.
Jungkook frunció el ceño, su rostro era incómodamente cálido.
—No más de lo que me necesitas.
Los labios de Taehyung se tensaron en una línea, pero no lo negó.
Él no lo negó.
—Es un efecto secundario de depender el uno del otro durante nueve meses, —
dijo Taehyung, con irritación entrelazando sus palabras. —Es codependencia.
Jungkook asintió, totalmente de acuerdo con él en eso.
—Pasará, —dijo Taehyung, su mano enterrada en el cabello de Jungkook. —Ya
tuve una reunión con un terapeuta. Dijo que no es nada incurable. Solo tenemos
que volver a aprender a funcionar normalmente y mantener una distancia
saludable...
Taehyung seguía diciendo algo, pero Jungkook ya no podía concentrarse. Su
mundo entero pareció reducirse a esa mano en su cabello, dedos rastrillando
contra su cuero cabelludo, el toque enviando escalofríos de placer a través de su
cuerpo. No era suficiente.
Un gemido salió de sus labios y se inclinó hacia adelante, presionando su rostro
contra el duro estómago de Taehyung. La camisa de Taehyung estaba en el
camino y la levantó con dedos temblorosos hasta que su rostro se presionó contra
esa piel cálida y gloriosa. Dios. Dios.
Taehyung estaba rígido contra él, sus músculos abdominales se contraían
contra su cara. Jungkook frotó su mejilla contra el rastro feliz de Taehyung, toda
la tensión y frustración de las últimas semanas se desangró de él. Él respiraba,
por lo que pareció la primera vez en semanas. Dentro y fuera. Dentro y fuera.
Mucho mejor. Se sintió mucho mejor. Se sintió intoxicado. Muy muy bueno.
—Por el amor de Dios, —Taehyung soltó sobre él. —Esto es exactamente lo que
no deberíamos estar haciendo.
Pero su mano todavía estaba enterrada en el cabello de Jungkook y no lo estaba
alejando, ni siquiera cuando Jungkook, borracho, acarició su camino más abajo,
mordiendo el bulto debajo de los pantalones de Taehyung, necesitándolo.
—Cristo, —exhaló Taehyung, su mano ya trabajando en su cinturón. —Está
bien, supongo que una vez más no hará la diferencia—. Abrió la cremallera de su
bragueta y su dura polla saltó fuera de ella, golpeando la cara de Jungkook.
Jungkook la miró con avidez y separó los labios, invitándolo en silencio a
entrar.
Taehyung gimió y empujó su polla dentro de su boca en un duro empujón.
Dios sí.
Todo lo que siguió a eso fue una mancha de placer y necesidad desgarradores.
Jungkook era sólo vagamente consciente de que estaba haciendo sonidos
obscenos y gimiendo alrededor de esa polla como un chupapollas hambriento de
pollas, pero no podía preocuparse por sí mismo. Se sintió tan bien.
Jungkook volvió a sentir algo de conciencia cuando sintió las manos de
Taehyung agarrando su rostro y manteniéndolo quieto mientras le jodía la boca
más fuerte. Lo permitió, su cerebro demasiado intoxicado y confuso para pensar.
Le encantaba, le encantaba ser utilizado por Taehyung, le encantaba ser solo una
boca cálida para su polla. Se sintió bien. Se sintió necesitado. Esencial.

Metió la mano en sus pantalones de chándal y comenzó a acariciar su propia


polla dolorida, pero apenas podía concentrarse en ella. Todo su enfoque estaba
en la familiar polla que le jodía la boca, la forma en que chocaba contra la parte
posterior de su garganta, haciéndole sentir un poco de arcadas, lo bien que se
sentía tener sus labios extendidos alrededor de la gruesa longitud. Su sabor era
tan familiar. Muy bueno. Lo había echado mucho de menos.
—Espera, —Taehyung gruñó, sacando su polla de la boca de Jungkook.
Jungkook hizo un ruido de protesta, su cerebro incapaz de comprender nada.
Dejó que Taehyung lo empujara hacia la cama y acomodara sus cuerpos de modo
que la cara de Taehyung estuviera sobre su polla. Jadeó cuando la boca caliente
de Taehyung envolvió su dolorida polla, pero el placer se sintió secundario a su
necesidad de chupar la de Taehyung. Guió la polla de Taehyung de regreso a su
boca, gimiendo de alivio cuando comenzó a joder su boca nuevamente. Esto era
todo lo que quería. Esto era todo lo que necesitaba. Esta polla, su sabor, la forma
en que llenaba su boca.
Cuando Taehyung llegó, Jungkook tragó su esperma con avidez pero siguió
chupando, hasta que Taehyung siseó incómodo y se retiró.
—Muy sensible, —dijo, antes de volver a chupar la polla de Jungkook.
Jungkook enterró su rostro en la entrepierna de Taehyung, ahogándose en su
aroma, la boca de Taehyung caliente y apretada alrededor de su polla. Dios.
Taehyung le acarició las bolas y Jungkook se corrió con un gemido ahogado,
temblando y jadeando.
Flotó en la nube del placer-bueno-correcto durante mucho tiempo. Gimió y
agarró el brazo de Taehyung cuando comenzó a alejarse. No te vayas.
—Está bien, —dijo Taehyung.
El colchón se hundió. Taehyung se tendió junto a él de espaldas. Jungkook
inmediatamente rodó sobre él. Taehyung hizo un ruido molesto pero no lo
empujó.
Tomándolo como un permiso, Jungkook desabotonó la camisa de Taehyung y
puso su rostro en los pectorales del otro hombre, disfrutando de la familiar
sensación del escaso vello en el pecho de Taehyung haciéndole cosquillas en la
mejilla. Su cuerpo se quedó deshuesado, una sensación de cálida satisfacción se
extendió a través de él.
—Sólo esta vez, —murmuró Jungkook. —Iremos a ver a un terapeuta mañana.
Taehyung suspiró, su mano se posó en la espalda de Jungkook y lo acercó más.
—Sí. Mañana.
CAPITULO 16

Taehyung miró al hombre que dormía sobre su pecho y se preguntó cómo era
posible sentirse tan relajado y cómodo cuando claramente había perdido la
cabeza.
Este no había sido el plan. Había llegado al hotel para ver cómo estaba
Jungkook, no para volver a caer en la misma madriguera del conejo. El tipo había
sonado como un desastre en el teléfono, y Taehyung tenía la intención de
simplemente ver cómo estaba y luego seguir con su vida.
Bien, dijo una voz sardónica en el fondo de su mente. Eres tan malo como él,
si no peor.
Pasando una mano por su rostro, Taehyung suspiró. Sí, quizás. Si era honesto
consigo mismo, estar lejos de Jungkook había sido... frustrante. Estas últimas
semanas se había sentido constantemente distraído, su cuerpo estaba lleno de
agitación. Estaba demasiado acostumbrado a dormir envuelto alrededor de
Jungkook, demasiado acostumbrado a cuidarlo. Taehyung había esperado,
tenido fe, que con el regreso al mundo normal, sus antiguos hábitos
independientes volverían, pero hasta ahora no estaba sucediendo. O tal vez la
necesidad de ser necesitado por Jungkook se había arraigado demasiado en él.
De cualquier manera, lo que pasó anoche fue un error. Un error que no debería
volver a cometer. Mientras no lo volviera a hacer, debería estar bien. Era como
dejar de fumar: dejar de fumar por completo no fue fácil, pero mientras no lo
convirtiera en un hábito, aún era posible dejar de fumar.
¿No es lo mismo que te dijiste en la isla?
Apartando con cuidado el incómodo pensamiento, Taehyung estudió el rostro
dormido de Jungkook, frunciendo el ceño cuando notó nuevamente lo delgado
que estaba. Jungkook era ahora todo labios y ojos, su rostro casi demacrado.
Seguía siendo ridículamente encantador, pero esta delgadez no parecía saludable.
No era solo su rostro; definitivamente había perdido mucho peso en general.
Como si sintiera su mirada, Jungkook murmuró algo adormilado y se movió.
Aquellos ojos grandes y bonitos se abrieron. Esta mañana parecían más azules
que verdes. Parpadearon ante Taehyung como una lechuza antes de volver a
cerrarse.
—¿Ya es de mañana? —Murmuró en el pecho de Taehyung, frotando su mejilla
contra ella como un gatito dormido.
El estómago de Taehyung se apretó, una sensación extraña retorciéndolo. No
era una sensación desagradable, solo inquietante.
—Sí. Suéltame. Necesito irme.
Jungkook se quedó muy quieto por un momento.
Luego se apartó de él y se sentó.
Taehyung también se sentó.
Se miraron el uno al otro por un momento.
—Eres todo piel y huesos, —dijo Taehyung. —¿Has comido algo? No eras tan
delgado en la isla.
Jungkook se encogió de hombros vagamente. Podría significar cualquier cosa.
Cuando Taehyung siguió mirándolo, Jungkook dijo:
—Lo olvido.
—Te olvidas, —repitió Taehyung rotundamente. —Te olvidas de comer.
Jungkook no lo miró a los ojos.
Taehyung suspiró. Recogió el teléfono de la mesita de noche y se puso en
contacto con la recepción.
—Buenos días. Desayuno para dos, por favor.
Después de un momento de pausa, la recepcionista dijo rápidamente:
—Por supuesto, Sr. Kim.
Jungkook estaba mirando a Taehyung cuando se volvió hacia él.
—¿Por qué hiciste eso? —Dijo, dos manchas de color apareciendo en sus
pómulos. —Ahora van a pensar que... que...
—¿Que me chupaste la polla y me quedé a pasar la noche? —Taehyung dijo,
muy secamente.
—No te chupé la polla, —dijo Jungkook, evitando su mirada mientras se
arreglaba la ropa. —No soy gay.
Taehyung soltó una carcajada.
—Por supuesto que no. Te gusta que te follen la boca. Con una polla.
La mirada fulminante que Jungkook le lanzó podría haber prendido fuego a
alguien.
—No eres gracioso.
—No estoy tratando de serlo, —dijo Taehyung, dirigiéndose al baño.
Necesitaba una ducha.
Cuando regresó, vestido solo con una toalla envuelta alrededor de sus caderas,
una criada estaba colocando una bandeja con el desayuno en la mesa.
Se sobresaltó cuando vio a Taehyung, sus ojos se dispararon de él a Jungkook,
cuyo rostro estaba rojo de nuevo.
—Buenos días, Sr. Kim —dijo alegremente, como si no hubiera nada extraño
en la situación.
—Buenos días, —dijo Taehyung. —No hay albornoces en el baño. Asegúrate de
que esté corregido.
La criada se ruborizó.
—Por supuesto, señor Kim. La única razón por la que no los trajimos fue
porque había un letrero de "no molestar" en la puerta desde que el Sr. Jeon se
mudó.
Taehyung asintió. No se molestó en decir que deberían haber traído una bata
de baño antes de que un nuevo huésped se registrara en la habitación; ponerla
nerviosa no lograría nada. Pero tendría que hablar con el gerente sobre esto.
Jungkook le arrojó una camiseta. Taehyung la atrapó y se la puso. Estaba un
poco apretada alrededor de su pecho y hombros, pero nada demasiado incómodo.
—Puedes irte, Jane —dijo, mirando a la criada cuando se dio cuenta de que
todavía estaba allí. —Que alguien me traiga ropa de mi suite.
Ella asintió y se fue rápidamente.
Taehyung se sentó a la mesa y les sirvió café a los dos.
—Siéntate. Come.
Jungkook frunció el ceño pero hizo lo que le dijeron. Primero mordisqueó la
comida antes de atacarla repentinamente con voracidad, como si solo ahora se
diera cuenta de lo hambriento que estaba. Dios, parecía que no había comido en
días. Ciertamente lo parecía.
Taehyung lo miró comer, tratando de ubicar la extraña sensación que se
acurrucó en sus entrañas. No era extraña. Le tomó un momento reconocerla. Era
similar a la satisfacción primitiva que obtenía al ver a Jungkook disfrutar de la
comida que cocinaba. Le gustaba alimentar a Jungkook. Proveer para él.
Taehyung se encogió por dentro, miró hacia otro lado y se centró en su propia
comida.
Comieron en silencio. Probablemente debería haber sido incómodo, pero en
realidad era lo más cómodo que Taehyung se había sentido en semanas. Regresar
a casa y ver a su familia y amigos por primera vez en casi un año se había sentido
bien, por supuesto, pero no había hecho nada para borrar la sensación de
inquietud bajo su piel, como si hubiera perdido algo. Ahora ese sentimiento de
insatisfacción se había ido. Se sintió completamente a gusto.
No es que estos sentimientos fueran completamente sorprendentes.
Probablemente era natural que le tomara tiempo acostumbrarse a su vida normal.
Era de esperar que aún se sintiera más cómodo con la persona que había sido su
mundo durante nueve meses. Con el tiempo, estos sentimientos deberían
desaparecer. Solo tenía que darle tiempo y dejar de alimentar la codependencia,
maldita sea.
El sonido de un tono de llamada lo sacó de sus pensamientos. Jungkook
también se sobresaltó antes de tomar su teléfono y mirarlo con algo parecido a la
inquietud.
Taehyung arqueó las cejas.
—¿Alguien con quien no quieres hablar?
El rostro de Jungkook hizo algo extraño.
—Es mi tía. Ella me crió.
No había pasado desapercibido a Taehyung que no era un no.
No es de tu maldita incumbencia, se dijo y volvió a mirar la comida. Fingió
estar absorto en ella mientras Jungkook contestaba el teléfono.
—... no, tía, te juro que no lo olvidé... sé que prometí visitarte hoy, y lo haré, te
lo prometo... no tenía idea de que me estabas esperando tan temprano...
La mujer del otro lado de la línea pareció lanzarse a una diatriba. Jungkook la
escuchó con una mirada resignada y pellizcada en su rostro, sus hombros se
tensaron con cada momento. Se veía… pequeño. Jungkook no era un hombre
pequeño, pero en este momento "pequeño" era una buena palabra para
describirlo. Él parecía pequeño. Como si algo pudiera romperlo. O algo ya lo había
hecho.
Taehyung frunció el ceño.
—Lo siento. Saldré ahora mismo —dijo Jungkook por último antes de finalizar
la llamada.
Se quedó mirando su teléfono por un momento, con una mirada en blanco en
su rostro, antes de ponerse de pie.
—Tengo que irme, —dijo, sin mirar a Taehyung. —Le prometí a mi tía que la
visitaría hoy, y aparentemente me ha estado esperando durante horas.
—¿Necesitas que te lleve? —Taehyung dijo antes de que pudiera detenerse.
Jungkook frunció el ceño.
—¿Tienes un auto? ¿Pensé que vivías en Nueva York?
Taehyung apartó la mirada.
—Conduje hasta aquí, —dijo secamente. Jungkook no necesitaba saber que no
podía dormir después de escuchar su voz, pensar en él y obsesionarse. Al
principio ni siquiera se había dado cuenta de que estaba conduciendo hacia
Boston, y luego ya era demasiado tarde para regresar. O eso se había dicho a sí
mismo.
—Oh, —dijo Jungkook. —Bien entonces.
—Ve a darte una ducha y vístete.
Jungkook puso los ojos en blanco con una mirada sufrida.
—Vete a la mierda. No necesito que me digas qué hacer. Soy capaz de funcionar
por mi cuenta, ya sabes.
—¿Lo eres? —Taehyung dijo en voz baja. —¿Estás bien, Kook?
Jungkook apretó la mandíbula, algo casi frágil en sus ojos. Miró a Taehyung
con incertidumbre y no dijo nada.
Las manos de Taehyung se movieron hacia él, pero su imprudente impulso de
consuelo fue interrumpido por el golpe en la puerta. Buen momento.
Taehyung fue a abrirla y agradeció a la criada por traerle algo de ropa. Dejó
caer la toalla y comenzó a vestirse sin prisa mientras Jungkook desaparecía en el
baño.
Estaba revisando sus correos electrónicos en su teléfono cuando Jungkook
finalmente salió del baño, ya vestido. Se quedó quieto, mirando a Taehyung con
una expresión extraña en su rostro.
—¿Qué? —Dijo Taehyung.
Jungkook negó con la cabeza y se frotó la nuca.
—Nada, —dijo, sus labios se torcieron en algo que no era una sonrisa. —
Todavía no estoy acostumbrado a que estés todo...
—¿Vestido? —Taehyung dijo con un bufido.
—Sí, —dijo Jungkook, riendo un poco. —Realmente me está desconcertando.
Salieron juntos de la habitación.
Taehyung ignoró las miradas curiosas que los seguían a todas partes,
obligándose a relajarse. Después de la soledad de la isla, todavía estaba luchando
por adaptarse a tener tanta gente mirándolo todo el tiempo. Una mirada de reojo
a Jungkook confirmó que al otro hombre le estaba yendo mucho peor: había tanta
tensión en la forma en que Jungkook se comportaba que parecía que iba a estallar
en cualquier momento, sus ojos mirando nerviosamente alrededor.
Taehyung frunció el ceño y puso una mano en la espalda de Jungkook. Casi
había esperado que Jungkook se alejara de él con nerviosismo, pero en cambio,
algo de la tensión pareció desangrarse del cuerpo de Jungkook. Jungkook se
acercó a él, caminando tan cerca que sus hombros chocaron.
El ceño de Taehyung se profundizó. Miró la mano de Taehyung. Sus dedos
apretaban y aflojaban.
Fue un alivio llegar finalmente al auto.
Jungkook se hundió en el asiento del pasajero y se pasó una mano por la cara
con un suspiro.
—Joder.
Joder de hecho. Taehyung no había pensado que fuera tan malo.
Encendió el auto, considerando cómo abordar el tema mientras Jungkook
ingresaba la dirección de su tía en su GPS.
—Toda esta gente... a veces parece demasiado, ¿no? —Dijo al fin.
—No seas condescendiente, —dijo Jungkook sin mucho calor en su voz.
—No estoy siendo condescendiente. ¿Crees que es fácil para mí?
Jungkook le lanzó una mirada amarga, frunciendo los labios carnosos.
Taehyung fijó su mirada en la carretera.
—No eres un desastre, —dijo Jungkook. —No como yo.
—Yo también me siento incómodo con la gente.
—Pero no es tan difícil para ti, —dijo Jungkook.
—No, no lo es.
—¿Por qué? —Jungkook dijo, su voz llena de desconcierto y miseria.
Taehyung tuvo que elegir sus palabras con cuidado.
—Tengo la impresión de que siempre confiaste en tu esposa para ser una
presencia constante para ti. Tu roca. Confiaste mucho en su apoyo. ¿Es eso
correcto?
Jungkook no respondió de inmediato.
—Tal vez, —dijo al fin.
—Y luego en la isla... —Taehyung se calló, sin saber cómo decirlo de una
manera que no lo ofendiera.
Jungkook resopló.
—Te usé como mi manta de confort.
Sonriendo con ironía, Taehyung dijo:
—Más bien un osito de peluche o un chupete.
—Tal vez, —dijo Jungkook con una risa incómoda. —¿Y qué? Llega al punto.
—Mi punto es que parece que estás acostumbrado a que alguien te castigue. No
te va bien sin ello. Combinado con el problema de adaptarse al mundo real, es
comprensible que lo estés pasando mal.
Jungkook no dijo nada y volvió la cara para mirar por la ventana.
Taehyung reprimió un suspiro.
Permanecieron en silencio durante el resto del viaje.
Cuando el automóvil se detuvo frente a una bonita y pintoresca casa en los
suburbios, Jungkook no se movió para salir del auto. Estaba mirando la casa con
una expresión extraña, su rostro pálido y sus manos jugueteando con su cinturón
de seguridad.
—Es esa, ¿verdad? —Dijo Taehyung.
Jungkook asintió rígidamente, se desabrochó el cinturón de seguridad y salió
lentamente del auto. Dio unos pasos antes de volver a congelarse.
Taehyung frunció el ceño y también salió del auto.
Al darle la vuelta, tocó el hombro de Jungkook.
—¿Qué...
Jungkook se dio la vuelta y lo agarró por la camisa.
—Yo-yo necesito- No te vayas. —Se sonrojó, una expresión de frustración y
mortificación apareció en su rostro, pero sus ojos azul verdoso permanecieron
abiertos y suplicantes.
Maldito infierno.
—Está bien, —dijo, poniendo sus propias manos sobre las de Jungkook y
obligándolas con cuidado a relajar el agarre de su camisa. Después de eso, frotó
los nudillos de Jungkook y los apretó, mirando los ojos vidriosos del otro hombre.
Cristo.
Taehyung apretó la mandíbula, sus bóxers de repente estaban demasiado
apretados. Fijando su mente en las cosas más repugnantes que podía pensar,
Taehyung guió a Jungkook hacia la puerta principal con una mano firme en su
espalda, ignorando la voz en el fondo de su mente que seguía diciendo: ¿qué estás
haciendo?
La mujer que abrió la puerta no se parecía mucho a su sobrino. Ella era baja y
regordeta donde Jungkook era alto y en forma, su cabello castaño rizado era lo
único que tenían en común.
Ya estaba frunciendo el ceño cuando abrió la puerta, y su ceño solo se hizo más
profundo cuando vio a Taehyung. Sus labios se fruncieron brevemente antes de
estirarse en una sonrisa educada.
—Buenos días. No esperaba que Jungkook trajera un invitado. Debes ser
Taehyung, ¿verdad?
Taehyung sonrió amablemente y la involucró en una pequeña charla sin
sentido, mientras la observaba a ella y a su sobrino.
Jungkook apenas parecía capaz de mirarla directamente. Su cuerpo estaba tan
lleno de tensión que era doloroso mirarlo. Parecía estar dividido entre quedarse
cerca de Taehyung y poner la mayor distancia posible entre ellos.
Taehyung no tardó en adivinar por qué. Aunque la mujer fue indefectiblemente
cortés, pronto se hizo evidente que no aprobaba la asociación de su sobrino con
él. Y dado que Taehyung era virtualmente un extraño para ella, solo había una
cosa que podía desaprobar: su sexualidad no era exactamente un secreto. Ahora,
algunas cosas sobre Jungkook estaban empezando a tener mucho sentido.
La conversación sobre la mesa del té fue terriblemente incómoda. Jungkook
apenas habló además de —Sí, tía— y —No, tía— mientras que Hanna dio a conocer
sus opiniones sobre una amplia variedad de temas que iban desde el "cabello
desastroso" de su sobrino hasta su estado de desempleo.
—Debes recuperar tu empresa, —dijo bruscamente. —Es absolutamente
necesario. ¡Esas personas, los Min, no tenían derecho a quitarte tu empresa y
dársela a otra persona! Has trabajado por ella durante años y ahora eres dueño
del diez por ciento de la empresa, ahora que tu esposa se ha ido. No puedes dejar
que te echen como una cosa inútil...
—Sí, tía —dijo Jungkook, pareciendo que preferiría estar en cualquier lugar
menos allí.
Y así siguió y siguió.
Para cuando terminaron su té, Taehyung estaba muy cerca de estrangular a esa
mujer. La peor parte era que parecía tener buenas intenciones, pero su actitud
autoritaria era insoportable. Taehyung no podía imaginarse crecer bajo el
cuidado de la mujer. Joder, realmente explicaba mucho sobre Jungkook. Maldita
sea.
Aunque Hanna casi ignoró a Taehyung, su disgusto por su presencia en su casa
era obvio. Taehyung nunca pudo soportar a gente como ella: gente que se
consideraba demasiado educada para ser abiertamente homofóbica pero que
trataba a los homosexuales con un desdén apenas oculto. No era de extrañar que
Jungkook hubiera sido tan intolerante: el tipo ansiaba tanto la aprobación y los
elogios, que probablemente había suprimido inconscientemente cualquier
inclinación "anormal" solo para complacer a esta mujer, y luego compensó en
exceso.
Eso cabreó a Taehyung. Deseaba haber tenido la fuerza de voluntad para decir
que no cuando Jungkook le pidió que se quedara. Deseaba haber permanecido
ajeno a esto. Deseaba… Joder, deseaba haber tenido algo de autocontrol y haberse
quedado en Nueva York en lugar de correr aquí solo porque Jungkook había
sonado molesto por teléfono. Maldita sea todo.
A veces, la ignorancia era una bendición. Ya era bastante malo que no tuviera
autocontrol cuando se trataba de Jungkook y no pudiera mantenerlo en sus
pantalones. Además de eso, no necesitaba sentir pena por él. O ser protector de
él.
Pero no importa lo que Taehyung se dijera a sí mismo, lo sintió. Cuanto más
miraba a Hanna y a su sobrino, más difícil era mantener la boca cerrada y no
molestarla para que se ocupara de sus propios asuntos. No le gustaba lo pequeño
que se veía Jungkook en esta casa. No le gustaba la forma en que sus hombros
estaban encorvados a la defensiva, la forma en que su confianza parecía
desaparecer por completo cuanto más tiempo estaban allí. Frotó a Taehyung de
la manera incorrecta, hizo que quisiera ponerse entre Jungkook y esta mujer y
gruñir. Era puro instinto, no importaba lo ridículo y extraño que fuera, un
instinto que se estaba volviendo más difícil de reprimir con cada minuto.
Finalmente, se puso de pie y dijo lacónicamente:
—Gracias por el té, pero deberíamos irnos—. Agarró la muñeca de Jungkook y
lo puso de pie, ignorando la mirada de sorpresa y los ojos abiertos que Jungkook
le lanzó.
Hanna miró a Taehyung por primera vez en mucho tiempo, sus labios se
aplanaron en una línea.
—¿Nosotros? A decir verdad, estoy un poco perdida. No estoy segura de por
qué tú y mi sobrino todavía se asocian, Taehyung. Tengo entendido fueron
obligados a convivir en la isla para poder sobrevivir, pero seguramente continuar
con esa asociación es…desaconsejable. Jungkook necesita seguir adelante con su
vida, dejar la isla en el pasado.
Taehyung le sonrió, consciente de que no era una sonrisa muy agradable.
Probablemente parecía un poco salvaje. No le importaba; estaba demasiado
cabreado para importarle que estuviera siendo grosero. No importaba que él
mismo hubiera llegado a conclusiones similares, que necesitaba mantener su
distancia del desorden de un ser humano que era Jungkook, estaba demasiado
molesto ahora para estar de acuerdo con esta mujer en algo.
—Nos hicimos cercanos en la isla, —dijo, sintiendo un perverso placer al verla
fruncir el ceño con disgusto. —Después de vivir en los bolsillos del otro durante
tanto tiempo, me temo que ahora ni siquiera puedo dormir sin que él babee por
todo mi pecho.
Hanna se sonrojó, luego palideció y le lanzó a su sobrino una mirada de horror.
El rostro de Jungkook estaba rojo como un tomate. Abrió la boca y luego la
cerró sin decir nada, su mirada con los ojos abiertos era incapaz de encontrarse
con la de su tía. Por un momento, Taehyung sintió una punzada de culpa, pero no
era como si estuviera admitiendo algo obsceno. Hanna probablemente se reiría
de sus palabras si él no fuera gay. Era su propio fanatismo lo que la hacía asumir
que los hombres homosexuales eran incapaces de tener amistad y afecto. Y
obviamente pensó que Jungkook no debería haber dejado que un hombre gay se
le acercara.
—Vamos, —dijo Taehyung, poniendo una mano en la nuca de Jungkook y
conduciéndolo hacia la puerta.
Jungkook no se resistió, se limitó a murmurar un adiós a su tía. Ella no dijo
nada.
Tan pronto como estuvieron afuera, fue como si Jungkook fuera una persona
completamente diferente. Se dio la vuelta y miró a Taehyung.
—¿Qué demonios fue eso?
Los labios de Taehyung se crisparon. Prefería mucho a ese Jungkook al felpudo
en el que se había convertido con su tía. Él se encogió de hombros.
—¿Qué? Simplemente le dije la verdad. ¿O se suponía que era un secreto?
Babeaste en mi pecho.
Jungkook resopló, frunciendo los labios, antes de pisar fuerte hacia el auto de
Taehyung.
Taehyung lo siguió a un ritmo más tranquilo, sintiéndose más divertido de lo
que requería la situación. Cristo, ¿de verdad había extrañado estos ataques de
siseo? ¿Era esto... cariño? ¿Afecto?
Su sonrisa se desvaneció, Taehyung se sentó en el asiento del conductor y
encendió el motor. Dijo, sin mirar a Jungkook:
—Fue idea tuya. No tenía ninguna intención de conocer a tu intolerante tía.
Casi me suplicaste que fuera contigo.
—No lo hice, —dijo Jungkook, sonando un poco ahogado. —No te lo supliqué.
No te necesito.
Los labios de Taehyung se tensaron. Se quedó mirando el auto delante de ellos.
—Negarlo es un poco inútil cuando todas las pruebas apuntan a lo contrario.
—¡Eres un arrogante, engreído! Nadie te obligó a quedarte y hacer que
pareciera que somos mejores amigos o... o algo peor.
—O peor, —dijo Taehyung rotundamente. —¿Será realmente el fin del mundo
si descubre que eres bisexual?
Había esperado una negación inmediata, pero no llegó.
La luz se puso roja y Taehyung aprovechó la oportunidad para mirarlo.
Jungkook se miraba las manos con el ceño fruncido y un rizo caía sobre sus
ojos.
—¿Sin objeciones? —Dijo Taehyung.
—De verdad piensas…? —Jungkook miró hacia arriba. —¿De verdad crees que
soy bi?
Taehyung volvió a mirar a la carretera.
—Sé que te gustaba fingir que te estaba obligando a chuparme la polla, pero
¿seguro que todavía piensas eso?
Cuando el silencio fue la única respuesta, Taehyung se rió entre dientes con
dureza.
—Está bien, no es de mi incumbencia. No eres de mi incumbencia—. Tal vez si
lo repitiera con suficiente frecuencia, finalmente podría comenzar a actuar como
tal. Dios, no podía esperar.
El silencio se hizo de nuevo, espeso con algo pesado y cargado.
Empezó a llover.
Las manos de Taehyung se apretaron en el volante.
—¿De vuelta al hotel? —Dijo, su voz más áspera de lo que pretendía.
—No, —dijo Jungkook después de un momento. —Necesito volver a aprender
a estar cerca de otras personas. Solo... déjame en algún lugar con mucha gente.
Taehyung hizo lo que le dijo, reprimiendo el impulso de decirle que estaba
lloviendo y que se iba a empapar. No era el cuidador de Jungkook. El tipo era un
hombre adulto. Podría sobrevivir unas horas por su cuenta.
No miró a Jungkook cuando salió del auto.
Pero fue una lucha apartar su mirada de la figura solitaria en el espejo
retrovisor. Jungkook se veía tan pequeño y delgado, parado allí con los brazos
cruzados defensivamente sobre el pecho, la cabeza gacha y los hombros
encorvados.
Cada uno de sus instintos le gritaba para salir del auto, agarrar a Jungkook y
decirle que, por supuesto, él era asunto de Taehyung. Solo suyo.
Taehyung maldijo en voz baja y se alejó, los neumáticos chirriaron contra el
asfalto.
La lluvia se hizo más intensa, al igual que la bola de ansiedad en su estómago.
CAPITULO 17

Taehyung pasó la tarde revisando sus cuentas con el gerente de su hotel, sin
pensar en Jungkook.
Realmente no era asunto de Taehyung. Un tipo "heterosexual" reprimido que
estaba tan profundamente en la negación que ni siquiera podía admitir que quería
a Taehyung debía ser evitado como la plaga. Nunca saldría nada de eso. No eran
nada el uno para el otro. No tenía por qué preocuparse de que Jungkook pudiera
haber tenido un ataque de pánico en alguna parte o que pudiera tener frío después
de caminar bajo la lluvia durante horas, o estar molesto y necesitado de
consuelo...
Sí, buen trabajo sin pensar en él.
Taehyung estaba de muy mal humor cuando regresó a su habitación esa noche.
Se dio una larga ducha y se masturbó sin pensar en nada ni en nadie en particular,
pero no ayudó. Todavía se sentía agitado.
El golpe en la puerta lo sorprendió y no lo hizo.
Vestido solo con sus bóxers, Taehyung fue a abrirla.
Jungkook estaba al otro lado. Se estaba mordiendo el labio inferior, sus
hombros estaban tan tensos que Taehyung podía sentir la tensión en ellos en su
propia piel.
Ni siquiera parpadeó al ver a Taehyung casi desnudo, pero, de nuevo, estaba
acostumbrado.
Se miraron el uno al otro por un momento.
Taehyung probablemente debería haber dicho algo. Probablemente debería
haberle dicho a Jungkook que se fuera a la mierda. Al menos debería haberle
preguntado a Jungkook qué demonios pensaba que estaba haciendo.
No hizo ninguna de esas cosas.
Se hizo a un lado, permitiendo que Jungkook entrara en la habitación.
Jungkook lo hizo.
Taehyung cerró la puerta, echó el cerrojo y se acercó a la cama. Se estiró de
espaldas y cerró los ojos. Jungkook apagó las luces. Se oyó el sonido de la ropa
que se quitaba y luego el colchón se hundió.
Un cuerpo cálido y familiar se acurrucó encima de él, piel contra piel. Jungkook
presionó su rostro entre los pectorales de Taehyung y respiró profundo y
tembloroso.
—Abrázame, —susurró.
Taehyung abrió los ojos y miró al techo oscuro. Y luego levantó los brazos y
envolvió a Jungkook con ellos.
Un pequeño sonido salió de la boca de Jungkook. Un gemido.
—Más apretado.
Taehyung apretó los brazos, sus cuerpos se presionaron uno contra el otro, piel
con piel, con tanta fuerza que no había ni un pelo entre ellos. Era una bendición.
Era una tortura. Era todo lo que había echado de menos y deseado estas últimas
semanas. Más que el sexo, la cercanía. La rectitud. La exquisita intimidad de tener
a esta persona en sus brazos y sentirse en paz consigo mismo y con el mundo.
Como dos piezas de un rompecabezas. Dos piezas de un rompecabezas que nunca
debieron encajar y, sin embargo, de alguna manera habían aprendido a hacerlo y
ahora no podían desaprenderlo.
—Odio esto, —dijo Jungkook, con voz temblorosa.
—Lo sé, —dijo Taehyung. —Yo también.
Lo decía en serio. Odiaba lo bien que se sentía: sostener este desastre de ser
humano, este tipo que era un desastre total, que era intolerante y más que
reprimido pero al mismo tiempo vulnerable, solitario y hambriento de afecto y
aprobación.
—Es como una maldita enfermedad, —dijo Jungkook en su pecho, apenas
audible. —Algo vacío y mal dentro de mí. Me siento como un río sin agua. El
mundo se siente tan mal sin ti, y eres lo único que me hace sentir completo.
Cristo.
Taehyung se mordió el interior de la mejilla, su polla estaba tan dura que era
incómodo. Nada de las palabras de Jungkook debería haber sido excitante. Nada.
—Y sin embargo, ni siquiera puedes admitir que me quieres, —dijo Taehyung
con brusquedad.
Silencio.
Taehyung exhaló un suspiro.
—Deberías irte. —Era consciente de lo poco sincera que sonaba su voz.
Probablemente no fue para nada convincente, considerando que sus brazos
estaban apretados alrededor del otro hombre, y su cuerpo estaba rígido por el
esfuerzo de no tocar a Jungkook por todas partes. Joder, lo deseaba. Quería
voltear a Jungkook sobre su espalda y golpear este lío exasperante y confuso de
un hombre en el colchón, joder a Jungkook con su polla hasta que Jungkook
pudiera sentirlo contra su puto corazón. Nunca había querido joder, poseer a
nadie más. Nunca había sentido que explotaría si no metía su polla en alguien y
lo marcaba desde adentro.
¿Pero por qué no debería hacerlo? Tal vez debería simplemente joder con
Jungkook. Quizás eso era exactamente lo que necesitaba para sacarlo de su
sistema.
No importa cuánto trató Taehyung de deshacerse de la idea, se negó a
desaparecer. ¿Qué tenían que perder realmente? Sólo una vez. Podrían hacerlo
solo una vez.
Antes de que pudiera detenerse, movió las manos hacia abajo, deslizándolas
bajo la cintura de los bóxers de Jungkook. Jungkook ni siquiera se tensó, lo que
probablemente decía mucho de lo acostumbrados que estaban a tocarse, pero
joder, el mero hecho de que este tipo supuestamente heterosexual lo necesitaba
tanto que ni siquiera sentir las manos de Taehyung en su culo le molestaba todo...
era como una droga embriagadora. El peor tipo de droga.
Taehyung nunca se había considerado un hombre posesivo. Siempre había
pensado que la posesividad no pertenecía al mundo moderno. Pero esta sumisión,
la forma en que Jungkook permitió que Taehyung lo tocara donde quisiera, sacó
a relucir instintos primitivos que eran más apropiados para un hombre de las
cavernas. Mío, susurraron como veneno en su mente. Mío, mío, mío.
Las mejillas de Jungkook eran suaves como la seda y del tamaño adecuado,
regordetas pero firmes. Taehyung las amasó con avidez durante un rato,
disfrutando de la forma en que se sentían en sus manos, la forma en que
Jungkook le permitió esto sin ninguna protesta.
Finalmente, Taehyung se acercó a la mesa de noche y sacó el lubricante del
cajón.
Jungkook se tensó solo cuando Taehyung presionó un dedo entre sus mejillas.
—¿Qué estás haciendo?
—¿No es obvio? —Taehyung dijo, masajeando su agujero con los dedos.
Jungkook estaba temblando, tenso, pero todavía no se alejaba.
—No lo estás, no me estás jodiendo, —dijo, pero no parecía tan seguro. —
Detente.
Taehyung lo ignoró, sabiendo cómo iba. Si Jungkook realmente quería que se
detuviera, usaría su palabra de seguridad.
Metió un dedo en el estrecho agujero y Jungkook inhaló bruscamente.
—N-no, —tartamudeó. —No.
—Todo lo que tienes que hacer es decir tu palabra segura: funeral, —dijo
Taehyung. —Y me detendré. Pero tu “no” y tu “detente” no significan una mierda.
Ambos lo sabemos.
—No, —dijo Jungkook. —Detente... no... ah...
—Te gusta esto, —dijo Taehyung, deslizando otro dedo dentro de él. Encontró
la próstata de Jungkook y la acarició, provocando gemidos ahogados del chico en
su pecho. —Dilo.
—No soy... ah...
—¿No eres gay? —Taehyung dijo, moviendo sus dedos dentro y fuera de él.
Dios, estaba tan jodidamente apretado. —Entonces di la palabra y me detendré.
Sacaré mis dedos y podemos fingir que odiaste esto. O…
Jungkook guardó silencio, pero su silencio fue tenso, inquisitivo.
—O puedo ponerte boca arriba y joderte con mi polla, —dijo Taehyung con voz
ronca, apuñalando con los dedos la próstata de Jungkook. Jungkook se
estremeció. Taehyung sonrió y masajeó el bulto con movimientos circulares.
Jungkook dejó escapar un largo gemido, moviendo las caderas
involuntariamente.
Taehyung puso su mano libre en la espalda baja de Jungkook, presionando sus
estómagos desnudos juntos.
—Imagínate, Kook —dijo, su voz tan profunda y ronca que ni siquiera sonaba
como la suya. —Dijiste que soy lo único que te hace sentir completo. Imagínate
tenerme físicamente dentro de ti también. Se sentirá tan bien. Mi polla
moviéndose dentro de ti. Mi venida llenando tu estómago. Yo, en ti. Tan profundo
que no hay nada entre nosotros.
Jungkook hizo un pequeño ruido y negó con la cabeza, pero sus caderas
seguían moviéndose, empujando hacia atrás en los dedos de Taehyung como por
su propia voluntad. Sus labios entreabiertos estaban tocando el pecho de
Taehyung antes de aferrarse a su pezón.
Gimiendo, Taehyung empujó el dedo anular, estirando el estrecho y cálido
pasaje que envolvía sus dedos resbaladizos como un guante. Joder, le dolía la
polla, ansiosa por reemplazar sus dedos.
Incapaz de esperar más, Taehyung los hizo rodar, empujando a Jungkook
debajo de él.
Jungkook hizo un sonido desesperado cuando los dedos de Taehyung se
deslizaron fuera de él, pero Taehyung ya estaba presionando la cabeza de su polla
contra el agujero resbaladizo. En el fondo de su mente, los últimos vestigios de su
racionalidad intentaron recordarle cosas como los condones, pero no pudo
detenerse. Él quería. Sentía que explotaría si no metía su polla en este hombre
ahora mismo.
Así que empujó hacia adentro de un solo golpe y ambos gimieron. Jungkook
estaba tan apretado que era casi doloroso, pero Dios, se sentía tan bien, como si
finalmente hubiera alcanzado la meta de su vida, el alivio tan inmenso que
Taehyung casi llegó en el acto.
—Estúpido, —exhaló Jungkook, su cuerpo tenso debajo de él. —¿No podrías
hacerlo más lento?
No, no podía. Había estado queriendo esto durante meses.
Taehyung se obligó a abrir los ojos y se quedó mirando la mancha oscura que
era Jungkook. De repente deseó poder ver cómo se veía ahora, extendido debajo
de él, lleno de su polla.
Pero quizás era bueno que no pudiera verlo. Ya era bastante malo que dejara
que su polla pensara por él de nuevo. Saber cómo se veía Jungkook en su polla
era una imagen sin la que preferiría vivir.
Taehyung volvió a cerrar los ojos y empezó a empujar. Solo necesitaba
terminar de una vez. Cuanto antes se corriera, antes sacaría a este tipo de debajo
de su piel.
Empujó y empujó y empujó, sus dedos se clavaron en los huesos de la cadera
de Jungkook, manteniéndolo quieto mientras disfrutaba. El otro hombre estaba
callado al principio, o al menos intentaba estarlo, pero pronto los ocasionales
gemidos y jadeos se convirtieron en continuos gemidos que se hicieron
progresivamente más fuertes. Joder, era una puta por eso, sus caderas giraban
sobre la polla de Taehyung como si hubiera nacido para eso. Y la parte
exasperante era que Jungkoook todavía estaba tratando de fingir que no estaba
amando esto.
—¡Detente, ah, no, ah, joder!
Taehyung se volvió absolutamente loco con una mezcla de deseo y rabia.
Empujó a Jungkook sobre sus manos y rodillas y se estrelló contra él. Jungkook
gimió, levantando su trasero más alto, empujando su polla hacia atrás.
—¿Todavía quieres que me detenga? —Gruñó al oído de Jungkook, jodiéndolo
por detrás, fuerte y rápido.
—Sí, ah, no, no lo hagas, más fuerte.
Taehyung lo mordió en el hombro y lo jodió más fuerte. La cama chirriaba
debajo de ellos, la cabecera golpeaba contra la pared, los ruidos que dejaban sus
bocas completamente inhumanos ahora. Como animales en celo juntos, para
saciar sus instintos, una necesidad primitiva que no se podia negar.
Taehyung no tenía idea de cuánto duró. Solo fue vagamente consciente de que
Jungkook se venía primero, sin tocarse, solo de su polla, y joder, el mero
pensamiento era como un poderoso afrodisíaco, y Taehyung también lo hizo con
un fuerte gemido que habría sido vergonzoso en cualquier otra circunstancia.
Cayó encima de Jungkook, hundiendo el rostro en la nuca húmeda. Respiró
hondo. Mío. Era una bendición. Nunca se había sentido mejor en su vida.
Se quedó dormido, todavía enterrado dentro de él.
CAPITULO 18

Los primeros rayos del sol de la mañana se filtraban a través de las cortinas.
Jungkook los miró sin verlos.
Tenía un brazo pesado envuelto alrededor de su cintura. Había un firme cuerpo
masculino detrás de él, apretado contra su espalda. Un aliento cálido le hacía
cosquillas en la piel sensible de la nuca.
Todo le resultaba tan familiar y, que Dios le ayude, reconfortante. Jungkook
se había despertado hacía media hora, pero aún no había logrado forzarse a sí
mismo para soltarse de los brazos de Taehyung. Cada célula de su cuerpo parecía
cantar de alegría, su cuerpo traidor se negaba a separarse de su otra mitad. Su
otra mitad. Jesús jodido Cristo. Sus propios pensamientos lo asustaron. Aunque
sus pensamientos aún no eran tan extraños como el hecho de que había dejado
que otro hombre le metiera la polla en el culo y lo hiciera correrse tan fuerte que
se desmayó y durmió como el proverbial bebé.
La polla de Taehyung todavía estaba en su culo. Y estaba dura de nuevo.
Tenía la erección de otro hombre en su culo.
El cerebro de Jungkook seguía concentrado en eso, la histeria burbujeaba en
su pecho. Racionalmente, sabía que no había mucha diferencia entre ser jodido
por la boca y ser jodido por el culo; ambos actos deberían haber sido igualmente
incorrectos, y sin embargo… tomarlo por el culo parecía más… definitivo. Más
castrante. Jungkook podría explicar su necesidad de chupar la polla de Taehyung
con una necesidad de consuelo, con algún tipo de extraño síndrome de
Estocolmo, pero esto... Esto era mucho peor. No había permitido que Taehyung
lo jodiera ni siquiera en la isla. Ahora no tenía excusa alguna.
Debería levantarse de la cama antes de que Taehyung se despertara y tuviera
la idea equivocada de que a Jungkook le había gustado lo que le había hecho.
¿La idea equivocada? Dijo una voz en el fondo de su mente con sarcasmo.
¿Como si no estuvieras gimiendo como una puta cuando te jodió?
Jungkook se sonrojó. Solo recordarlo le hizo temblar. Jungkook miró hacia
abajo a su erección traicionera en atención y cuidadosamente trató de salir de los
brazos de Taehyung. Pero todos sus retorcimientos solo lograron presionar la
polla de Taehyung aún más profundamente en él, chocando contra su próstata.
Jungkook gimió y hundió la cara en la almohada para amortiguar el ruido.
¡Mierda!
Taehyung murmuró algo en sueños y los puso boca abajo. Dejó de moverse de
nuevo y su respiración se estabilizó, excepto que ahora Jungkook estaba
completamente inmovilizado debajo de su cuerpo, su agujero clavado con la polla
dura de Taehyung.
Dios.
Su polla traidora pareció volverse más dura, la excitación y el placer se
extendieron por su cuerpo en cálidas olas. La sensación de estar bajo el cuerpo
firme y pesado de Taehyung, incapaz de moverse y completamente indefenso, le
estaba haciendo algo extraño. Se sentía tan dolorosamente bien, estar bloqueado
del resto del mundo por la masa de Taehyung, tenerlo sobre él y alrededor de él,
como si los dos fueran lo único que existía. Y tener a Taehyung dentro de él, en el
nivel más profundo que uno podría tener a un hombre, fue... le hizo cosas.
Alimentó la cosa necesitada y hambrienta dentro de él. Quería más.
¿Cuándo te convertiste en una puta de pollas?
Jungkook se sonrojó, sintiéndose avergonzado, confundido e irritado consigo
mismo, pero joder, se sentía tan bien. Tener una polla en el culo no tenía por qué
sentirse tan bien. Un hombre no debería querer ser tomado por otro hombre.
Estaba mal. No debería querer esto. Fue tan malditamente patético. Taehyung
estaba dormido, por el amor de Dios. Jungkook no debería querer mover las
caderas y joderse con esa polla gorda, excepto que era exactamente lo que quería.
La vergüenza se apoderó de él. Era como si Taehyung hubiera despertado a una
criatura insaciable dentro de él, una que solo quería más, más y más.
Taehyung murmuró algo en sueños, y sus caderas comenzaron a empujar
superficialmente.
Jungkook se mordió el labio inferior con fuerza, tragando un gemido. Debería
detener a Taehyung. Debería empujarlo. Él debería-
Gimió en la almohada mientras el ritmo de Taehyung aumentaba. Dios,
realmente era una puta de pollas. Solo podía esperar que Taehyung no se
despertara. No podría mirarlo a los ojos.
—Buenos días, —dijo Taehyung en su oído, su voz ronca por el sueño.
Jungkook deseaba que el suelo se abriera y se lo tragara. No dijo nada,
esperando que Taehyung pensara que estaba dormido.
Con un suave bufido, Taehyung siguió moviéndose. Empujando.
—Sé que no estás dormido, —dijo, acariciando el lado de la cara de Jungkook,
sus caderas moviéndose más rápido, los obscenos golpes de piel contra piel
llenando la habitación. —Puedes dejar de fingir ahora.
Jungkook permaneció callado, mordiendo la almohada para amortiguar
cualquier ruido.
Taehyung, el idiota, tuvo el descaro de reír.
—Puedo ver lo rojas que están tus orejas, —dijo en tono de conversación,
mordiéndole el lóbulo de la oreja. —Te estás sonrojando, Kook.
El pecho de Jungkook se sentía raro, lleno y cálido, y algo más.
Afortunadamente, el siguiente empujón de Taehyung desvió su atención de nuevo
a la polla en su culo. Frotó contra ese punto en él de nuevo, y Jungkook no pudo
tragarse su gemido esta vez.
Taehyung se quedó quieto.
—No, —se quejó Jungkook antes de que pudiera detenerse.
—Pídelo, —dijo Taehyung en su oído. —No voy a jugar hoy. Tendrás que pedirlo
esta vez. O no te daré mi polla.
—Te odio, —gruñó Jungkook, temblando de impaciencia. Dios, quería que
Taehyung se moviera. Quería empujar. Quería ser jodido.
—Estoy esperando, Kook, —dijo Taehyung mordiendo la parte posterior de su
cuello, sus caderas exasperantemente quietas. —Di "jódeme". Es fácil. Sabes que
quieres.
Jungkook abrió los ojos y miró a la cabecera.
—No lo haré.
—Está bien, —dijo Taehyung, comenzando a retirarse.
—No, —dijo Jungkook. Respiró temblorosamente. —Te necesito.
Taehyung se estremeció.
—No estás jugando limpio, maldita sea.
Jungkook sonrió un poco. No era un idiota. Sabía cuánto le gustaba a Taehyung
cuando lo decía.
—Te necesito, —susurró de nuevo, apretando la polla en él. —Te necesito.
Con un gruñido, Taehyung se soltó. Volvió a joderlo, fuerte y rápido.
Jungkook ya no pudo detener sus gemidos. El colchón estaba rebotando con la
fuerza de los empujes de Taehyung, y la polla que se movía en él se sentía tan
increíblemente bien que las lágrimas brotaron de los ojos de Jungkook. Su ah, ah,
ah se volvió tan vergonzosamente ruidoso que solo podía esperar que las paredes
estuvieran insonorizadas.
Le tomó sólo unos minutos correrse, temblando y gimiendo. Yacía, sin huesos
y abrumado, en un charco de su propio esperma, mientras Taehyung buscaba su
orgasmo.
Cuando terminó, Jungkook hizo rodar a Taehyung sobre su espalda y se tumbó
encima de él en su posición favorita, poniendo su cabeza sobre el corazón de
Taehyung.
Los brazos de Taehyung se envolvieron alrededor de él, y Jungkook se permitió
una pequeña sonrisa contra el pecho de Taehyung.
No tenía idea de lo que estaban haciendo, pero ahora se sentía demasiado bien
como para preocuparse.
Se sintió perfecto. Todo.
CAPITULO 19

El día pasó en un borrón de sexo y Taehyung, Taehyung, Taehyung. Dormían,


jodían, dormitaban y luego volvían a joder. Jungkook se sintió elevado, sus
sentidos sobreestimulados, su cuerpo un nervio crudo de placer. Se sintió como
un sueño. Se sintió como un descenso a la locura. Como caer en un océano y
ahogarse voluntariamente.
Se quedó dormido en algún momento, agotado y saciado.
Soñó con el accidente de avión.
Soñó con gritos, miedo y la sensación de total impotencia. Soñó con sacudir el
cuerpo inmóvil de Minha, rogándole que se despertara. ¿Por qué no se
despertaría? Una parte de él se dio cuenta de que era un sueño, que ya había
tenido esta pesadilla innumerables veces. Minha no se despertaba porque estaba
muerta. Taehyung le diría eso en un momento.
Pero Taehyung permaneció callado esta vez.
Confundido, se alejó de Minha y se tambaleó hacia atrás en estado de shock.
Taehyung todavía estaba en su asiento, su cuello en un ángulo antinatural. Sus
ojos oscuros estaban en blanco. Sin vida.
Jungkook se despertó sobresaltado, un grito atrapado en su garganta.
Su corazón latía erráticamente, miró a su alrededor. La habitación estaba
vacía.
El pánico salvaje se apoderó de él.
Se tambaleó fuera de la cama, mirando a su alrededor aturdido. ¿Dónde estaba
él?
La puerta.
Agarró la manija de la puerta, la abrió y salió de la habitación. Las luces
brillantes del pasillo lo cegaron por un momento.
Cuando su mirada se centró, cayó sobre el hombre alto cercano. El hombre
estaba de espaldas a él, pero Jungkook lo reconocería en cualquier lugar.
Su alivio fue tan fuerte que casi se le doblaron las rodillas. Debe haber hecho
algo de ruido, porque Taehyung se dio la vuelta y se congeló.
El cerebro agotado por el sueño de Jungkook tardó un momento en
comprender por qué. Taehyung no estaba solo. Había estado hablando con dos
hombres, uno de los cuales Jungkook reconoció vagamente como el gerente del
hotel. Todos iban elegantemente vestidos, mientras que Jungkook no lo estaba.
Estaba solo en calzoncillos.
Jungkook se sonrojó. Probablemente parecía un espectáculo: su pelo como un
nido de pájaro, su cuerpo casi desnudo. Y acababa de salir de la suite de
Taehyung, probablemente dejando pocas dudas sobre lo que habían estado
haciendo allí, considerando su estado de desnudez.
El rostro del gerente se puso cuidadosamente en blanco, mientras que el otro
extraño no tuvo tanto éxito en ocultar su sorpresa. Probablemente había
reconocido a Jungkook como el viudo cuyo funeral de la esposa había sido unos
días antes. Simplemente genial. Jodidamente fantástico.
Reprimiendo el cobarde impulso de correr de regreso a la habitación y cerrar
la puerta de golpe, era un poco tarde para eso, Jungkook se encontró congelado,
sin saber qué hacer, la histeria y la vergüenza lucharon dentro de su pecho. ¿Qué
debía hacer? ¿Qué tan pronto se difundirían los rumores?
Sus ojos se encontraron con los inescrutables ojos oscuros de Taehyung.
Después de un momento, Taehyung se acercó a él y se quitó la chaqueta del
traje. La echó sobre los hombros de Jungkook, la chaqueta lo suficientemente
grande como para cubrir también los muslos de Jungkook.
—Lo siento, debería haberte dejado un cambio de ropa, —dijo Taehyung, su
voz lo suficientemente fuerte como para llegar a los oídos de los otros hombres.
—El café arruinó por completo las tuyas, me temo.
Jungkook parpadeó estúpidamente antes de darse cuenta de lo que Taehyung
estaba intentando hacer. Le estaba dando una explicación un tanto plausible de
su estado de desnudez. Le estaba dando una salida.
La oleada de gratitud que se apoderó de él fue casi abrumadora.
Jungkook asintió aturdido, sintiéndose aliviado, agradecido y...
Pero tan pronto como Taehyung dio un paso atrás, el pánico regresó. Su mano
salió disparada y agarró la muñeca de Taehyung, apenas se contuvo de agarrar su
mano. No te vayas.
Taehyung le devolvió la mirada, algo parecido a la sorpresa cruzó por su rostro.
Sus ojos oscuros estaban un poco más suaves ahora.
—No me voy, —dijo, su voz más tranquila. —Regresaré en unos minutos. Lo
prometo.
Jungkook sintió como si le ardiera la cara. ¿Era realmente tan transparente?
¿Eso era patético?
Jungkook asintió con la cabeza, le soltó la muñeca y volvió a entrar en la
habitación.
Cerró la puerta y se apoyó en ella.
¿Cuándo se había convertido en un desastre tan necesitado? No había sido tan
malo ni siquiera en la isla, al menos no creía que lo hubiera sido. Por supuesto,
en los últimos meses en la isla, había pasado prácticamente cada minuto con
Taehyung, por lo que realmente no había tenido la oportunidad de extrañarlo y
ser pegajoso. La única vez que se despertó y descubrió que Taehyung se había ido,
recordó a Taehyung abrazándolo con fuerza y frotando su espalda mientras
Jungkook se aferraba a él como un pulpo, lo había asustado en ese momento, pero
no había vuelto a suceder. Taehyung siempre le advertía antes de que se fuera.
Jungkook se pasó una mano por el rostro cálido, sacudiendo la cabeza con
desconcierto. Quizás realmente necesitaba un terapeuta. Tal vez debería pedirle
a Taehyung que lo llevara a un terapeuta...
Maldito infierno. Realmente necesitaba ayuda.
Jungkook suspiró y se quitó la chaqueta de Taehyung y se dirigió al baño.
Una ducha caliente lo hizo sentirse un poco más como un ser humano. Estaba
terminando de vestirse cuando la puerta se abrió y Taehyung entró en la
habitación.
Se miraron el uno al otro, las manos de Jungkook todavía en el botón de su
camisa.
Taehyung fue quien rompió el silencio.
—No tienes que preocuparte por mis empleados. No hablarán.
—No estoy preocupado, —dijo Jungkook.
La mirada que Taehyung le lanzó fue escéptica, pero no discutió.
Se miraron el uno al otro un poco más.
Fue extraño. Habían pasado un día entero en la cama, ni una pulgada entre
ellos, teniendo sexo casi sin parar como animales en la temporada de
apareamiento, y sin embargo, tan pronto como la neblina del deseo desapareció,
hubo una tensión cautelosa entre ellos que se negó a ir lejos. Eran dos hombres
muy diferentes que se conocían por dentro y por fuera. De alguna manera eran
demasiado íntimos y demasiado separados al mismo
tiempo. Era una paradoja. Y volvió loco a Jungkook. Esta necesidad dentro de
él, esta necesidad por la cercanía de Taehyung, era lo más aterrador que había
sentido en su vida, pero al mismo tiempo se sentía como la cosa más natural del
mundo necesitarlo. Realmente le molestó la cabeza.
—Necesito ver a un terapeuta, —dijo Jungkook.
Las cejas oscuras de Taehyung se fruncieron.
—¿Ahora?
—Sí, —dijo Jungkook con firmeza. Él dudó. —¿Irías conmigo?
Esperaba sonar neutral en lugar de suplicante, pero a juzgar por la suavidad de
la expresión de Taehyung, había fallado.
Taehyung asintió y alcanzó su chaqueta.

~*~

La Dra. Park ShinHye era una mujer de mediana edad con un comportamiento
agradable y amistoso.
Invitó a Jungkook y Taehyung a sentarse en el cómodo sofá de su igualmente
cómoda oficina. Escuchó sin interrumpir mientras Jungkook trastabillaba en su
camino a través de la explicación de su problema.
Taehyung estaba en silencio a su lado, su rodilla casi rozando la de Jungkook.
Casi. Jungkook no debería haber estado tan obsesionado con la pulgada que
separaba sus rodillas. No debería haberlo distraído tanto, pero lo hizo, y seguía
perdiendo el hilo de sus pensamientos, porque la necesidad de tener a Taehyung
un poco más cerca lo estaba consumiendo.
Finalmente, Jungkook terminó de hablar y el silencio se apoderó de la
habitación.
—Bueno, el problema es bastante obvio, —dijo por fin la Dra. Park, mirándolos
con sus agudos ojos grises. —Pasaron juntos una experiencia muy difícil.
Estuviste aislado del mundo durante casi un año. Es de esperar que exista
codependencia en tales circunstancias.
Jungkook le dio su mirada impaciente. No estaban allí para escuchar lo obvio.
Quería una solución. Quería curarse.
La rodilla de Taehyung presionó contra la suya y Jungkook exhaló, algo de la
tensión lo abandonó. Muy bien, sería paciente.
—Pero es casi peor ahora que en la isla, —dijo Jungkook, sin mirar a Taehyung.
Ella asintió.
—No es sorprendente. Pasaron de ser el todo del otro a ser nada. Por supuesto
que es traumático, es demasiado repentino. No recomendaría una separación
abrupta. La disminución gradual del contacto y la intimidad debería funcionar
mejor.
—¿Qué quieres decir? —Taehyung dijo, hablando por primera vez.
Su rodilla todavía estaba presionada contra la de Jungkook, una presión
reconfortante que instaló algo dentro de él.
La Dra. Park miró a Taehyung.
—Traten de que sus interacciones no sean solo entre ustedes dos. Pasen tiempo
juntos, pero también con otras personas. Realicen largas caminatas en lugares
públicos. Visiten a sus amigos y familiares juntos. Traten de recuperar su rutina
normal. Gradualmente, la necesidad del uno por el otro debería disminuir a
medida que se acostumbren a otras personas hasta que finalmente desaparezca
por completo.
Jungkook frunció el ceño y miró hacia otro lado.
—Ya hemos ido juntos a ver a mi tía. No ayudó exactamente.
—No es suficiente, Jungkook —dijo. —Tienes que ser paciente. No existe una
cura mágica para tu situación. Pueden pasar meses antes de que aprendan a dejar
de necesitarse el uno al otro. Pero sucederá antes cuanto más esfuerzo hagan los
dos para reintegrarse a la sociedad.
Jungkook frunció los labios. ¿Meses? ¿Hablaba en serio?
Miró a Taehyung. Su expresión era tan sombría e infeliz como se sentía
Jungkook.
—Gracias, doctora —dijo Taehyung, poniéndose de pie.
Dejaron a la terapeuta, sintiéndose aún más perdidos que cuando habían
llegado. Al menos Jungkook lo hizo. No estaba seguro de lo que estaba pensando
Taehyung y eso lo inquietaba.
No pudo evitar mirar de reojo al otro hombre mientras Taehyung arrancaba el
auto.
El perfil de Taehyung era como una piedra, imposible de leer.
—¿A dónde vamos? —Jungkook dijo.
—El aeropuerto.
Su estómago se hizo nudos.
—¿El aeropuerto?
Taehyung asintió entrecortadamente, con la mirada en la carretera.
—Regreso a Nueva York.
—Pero la terapeuta dijo... —Jungkook se encogió, odiando lo pequeña que
sonaba su voz.
—Sé lo que dijo la terapeuta. Estoy siguiendo sus instrucciones.
Jungkook se mordió el labio inferior, confundido.
—No entiendo.
Taehyung exhaló un suspiro.
—Ella dejó en claro que no hay una solución rápida al problema. Pero no puedo
quedarme aquí indefinidamente. También puedo dirigir mi negocio desde aquí,
pero primero necesito volver a Nueva York para delegar algunas de mis
responsabilidades y conseguir mis cosas.
—¿Conseguir tus cosas? —Jungkook dijo, volviendo la cabeza hacia él. Lo miró
fijamente. —¿Te mudas a Boston? —¿Por mí?
Un músculo saltó en la mejilla sin afeitar de Taehyung. No miraría a Jungkook.
—No es gran cosa, —dijo con rigidez. —Mi familia también está aquí.
Cierto. Por supuesto.
La mente de Jungkook todavía estaba dando vueltas. Cruzó las manos sobre el
regazo y se las quedó mirando.
¿Cuándo vas a estar de vuelta?
La pregunta flotaba en la punta de su lengua, pero la mordió. No quería ser tan
pegajoso. Ya estaba actuando patético como era.
Llegaron al aeropuerto de Boston demasiado pronto.
—Aquí.
Jungkook levantó la mirada.
Taehyung le estaba dando la llave del auto. Había una mirada extraña en sus
ojos oscuros mientras miraba a Jungkook.
—Conduce el auto de regreso al hotel, —dijo, tomando la mano de Jungkook y
colocando la llave en su palma. —Es mío, no del hotel. Puedes usarlo, si lo
necesitas.
Su mano no se apartó de inmediato, lo que provocó que la piel de gallina
corriera por el brazo de Jungkook. Sus dedos comenzaron a temblar, aferrándose
a los de Taehyung por su propia voluntad.
Taehyung los miró, su mirada tan oscura, antes de volver a mirar a Jungkook
a los ojos.
—Volveré pronto, —dijo, su voz se redujo a un susurro ronco.
Jungkook asintió aturdido.
Taehyung desenredó sus dedos y abrió la puerta del auto, dejando entrar el
ruido exterior.
Jungkook lo agarró del brazo.
Con los músculos tensos, Taehyung se volvió hacia él.
Jungkook se lanzó hacia adelante y enterró su rostro contra el hueco de la
garganta de Taehyung.
—Siento haber sido un desastre, —susurró, inhalando su olor con avidez. Se
despreciaba a sí mismo por actuar como un drogadicto con un caso grave de
adicción cuya droga estaba a punto de ser quitada. Pero Dios, Taehyung olía tan
bien. Jungkook ni siquiera estaba seguro de a qué olía, pero olía perfecto. —Lo
siento, —repitió, agarrando los bíceps de Taehyung. —Siento haberle hecho la
vida más difícil y ser...
—Cállate, —dijo Taehyung con brusquedad, apretándolo con los brazos. —Lo
resolveremos. —Dejó caer un beso en la parte superior de la cabeza de Jungkook
y respiró audiblemente. Luego se apartó y salió del auto.
Jungkook miró su amplia espalda hasta que la alta figura de Taehyung fue
tragada por la multitud.
CAPITULO 20

A Jungkook le gustaría decir que hizo algo productivo con su tiempo después
de que Taehyung se fue, pero eso sería una mentira.
Le gustaría decir que hizo un esfuerzo por ser sociable, pero eso también sería
una mentira. No, prácticamente vivía en su habitación de hotel y era la definición
de un adicto a la televisión. No habló con nadie, porque ignoró las llamadas de su
tía y nadie más lo llamó.
Nunca había sido más evidente que no tenía amigos. Todos sus amigos siempre
habían sido más de Minha que de él. Con ella fuera, claramente a ninguno de ellos
le importaba lo suficiente Jungkook como para enviarle un mensaje de texto, y
mucho menos llamarlo.
Puedes llamarlos tú mismo, dijo la voz sardónica de Taehyung en su cabeza.
Jungkook gimió y se tapó la cara con un brazo. Incluso su voz interior sonaba
como la de Taehyung en estos días. Estaba desesperado.
El tono de llamada de su teléfono lo hizo estremecerse. Jungkook suspiró,
pensando que probablemente era tía Hanna de nuevo. Sacó el teléfono del bolsillo
y miró el identificador de llamadas, por si acaso.
Era Jimin.
Después de un momento de vacilación, respondió.
—Hola, —dijo Jimin, su voz un poco tensa.
—Hola.
—Um, ¿cómo estás?
Jungkook arqueó las cejas. ¿De verdad?
—Estoy bien, gracias —dijo.
Una pausa.
—Has estado ausente sin permiso, amigo —dijo Jimin por fin, respondiendo a
su pregunta no formulada.
—Estoy disfrutando de un poco de paz y tranquilidad, —dijo Jungkook. —¿Hay
alguna razón por la que me estás llamando? —No me llamarías si no necesitaras
algo de mí.
—Uh, sí —dijo Jimin, su tono vacilante.
Jungkook sonrió amargamente.
—Kim Namjoon ha despertado de su coma, —dijo Jimin.
Jungkook miró al techo, completamente indiferente a la noticia.
—¿Y? ¿Qué quieres?
—A Yoongi le gustaría recibir tu consejo sobre cómo proceder, —dijo Jimin.
Jungkook resopló, escéptico.
—¿Lo hace? ¿Desde cuándo?
—Está bien, no, pero sabes lo orgulloso que es—. Jimin sonaba cariñoso y un
poco exasperado. —Sé que se siente culpable por llevar a la empresa a este lío y
está decidido a arreglar todo él mismo, aunque está fuera de su área de
especialización.
Eso sonaba más a Min Yoongi. Un fanático del control. Un idiota arrogante.
—Me temo que no podrá aplastar a Namjoon con la fuerza de su personalidad,
—dijo Jungkook, muy secamente. —Tuve el placer de tratar con Kim hace unos
años. Es tan asertivo como Yoongi.
—Lo sé. —Jimin suspiró. —Por eso necesito que hagas entrar en razón a
Yoongi. Ha estado hablando con algunos abogados. Por favor, dile a Yoongi que
debería intentar hacer las paces con el tipo en lugar de ir a la guerra con él.
—¿Por qué yo? Seguro que a él le importa más tu opinión que la mía.
—Sí, —dijo Jimin. —Pero confía en tu experiencia en este asunto. Él confía en
ti para dirigir bien la empresa. Él sabe lo capaz que eres.
Jungkook abrió la boca y luego la cerró, sin saber qué decir.
—Entonces, ¿por qué no es él quien me llama? —Dijo después de un momento.
—Ya te dije por qué. Cree que es su culpa y está decidido a...
Se escuchó el sonido de la cerradura al activarse.
Jungkook miró fijamente la manija de la puerta mientras giraba, su corazón
comenzaba a latir más rápido y sus palmas estaban húmedas.
La puerta se abrió y Taehyung estaba en el umbral, mirándolo con una
expresión extraña y fija en su rostro.
Jimin seguía diciendo algo, pero Jungkook ya no podía oírlo, el pulso le latía
con fuerza en los oídos y su mundo se reducía a los ojos oscuros de Taehyung.
Había algo duro en ellos cuando Taehyung cerró la puerta y caminó hacia él
lentamente.
Jungkook se humedeció los labios. Se sentía como si cada célula de su cuerpo
estuviera tratando de salirse de su piel, y necesitó toda su fuerza para permanecer
quieto en la cama.
Taehyung se sentó a su lado, todavía mirándolo con extrañeza.
Jungkook no podía soportarlo más.
Agarró la mano de Taehyung y tiró de él más cerca. Taehyung cayó encima de
él con torpeza, aplastando el aliento de sus pulmones, pero a Jungkook no le
importó. Envolvió todas sus extremidades a su alrededor, casi gimiendo de lo bien
que se sentía. Finalmente. Él estaba aquí. Finalmente.
—¿Jungkook? —Dijo una voz apagada desde su teléfono, el teléfono que había
dejado caer en la cama.
—Creo que estabas en medio de una conversación, —murmuró Taehyung,
mordiendo el costado de su cuello antes de chupar un chupetón allí.
Jungkook se estremeció y gimió. Enterró sus dedos en el cabello de Taehyung,
acercándolo más. Más apretado. Te necesito más cerca.
—¿Eh? —Dijo sin aliento, quitando el suéter oscuro de Taehyung y pasando sus
manos con avidez sobre la cálida y suave extensión de su espalda, amasando el
firme músculo. —Te extrañé, —susurró antes de que pudiera detenerse. —Te
necesito.
Taehyung se estremeció. Se abrió camino por el cuello de Jungkook y atravesó
su barbilla. Hizo una pausa, sus bocas jadeantes flotando a una pulgada de
distancia. Jungkook se lamió los labios temblorosos de nuevo, necesitando tanto
que literalmente estaba temblando.
Joder.
Agarró la cabeza de Taehyung y tiró de él hacia un beso hambriento. Dios.
Aunque fue su primer beso, se sintió como si ya lo hubieran hecho cientos de
veces. Se sentía más que perfecto, sus dedos de los pies se curvaron y su corazón
se derritió y su cuerpo trató de fusionarse con el de Taehyung. Nunca había
deseado así a nadie más.
Se besaron y se besaron, y se volvió más áspero y más necesitado, y luego no
fue suficiente.
Pronto, su ropa estuvo en el suelo.
Jodieron así, con los labios apretados, la polla rápidamente resbaladiza de
Taehyung moviéndose dentro de él con sonidos sucios y húmedos de carne contra
carne. Jungkook ni siquiera se avergonzaba de los gemidos agudos que salían de
su boca mientras jodían. No le importaba. No podía dejar de besarlo. No podía
tener suficiente de él. No podía tocarlo lo suficiente. Podría morir felizmente así,
lleno de la polla de Taehyung y siendo besado a una pulgada de su vida.
Se corrió demasiado rápido, sollozando y aferrándose al pesado cuerpo de
Taehyung con todas sus fuerzas. Era una bendición. Era el cielo puro.
Ni siquiera le importaba que Taehyung siguiera jodiéndolo por un tiempo, sin
importar cuán sensible fuera su agujero ahora. Todavía se sentía agradable de
una manera diferente. Le hacía querer acicalarse, cada quejido y gemido de
Taehyung era como un logro personal. Lo querían. Lo necesitaban. Estaba
haciendo que Taehyung se sintiera bien.
Cuando Taehyung finalmente se derramó dentro de él y se quedó quieto,
Jungkook casi se sintió decepcionado de que todo hubiera terminado.
No tenía idea de cuánto tiempo estuvieron así, flotando en un subidón post-
orgásmico.
Jungkook tardó un poco en notar que algo se le clavaba en el costado con
fuerza. Frunciendo el ceño, abrió los ojos y recuperó el objeto ofensivo.
Su teléfono.
—Mierda.
Taehyung levantó la cabeza y lo miró, con los ojos todavía un poco vidriosos.
—¿Qué?
Jungkook hizo una mueca cuando vio la duración de la llamada. Estaba
bastante seguro de que no había hablado con Jimin durante siete minutos.
¿Cuánto había escuchado ese idiota antes de colgar?
—El esposo de mi cuñado probablemente nos escuchó tener sexo—. Jungkook
suspiró, pasando una mano por su rostro. —Joder, ¿dije tu nombre?
Cuando Taehyung no respondió, lo miró.
La expresión de Taehyung era ilegible, pero sus ojos marrones eran
significativamente más duros ahora.
—¿Y eso sería un problema? ¿Porque soy un hombre?
Jungkook hizo una mueca.
—No es… no se trata realmente de eso. Realmente odio la idea de que alguien
me escuche teniendo sexo. Me hace sentir... —Hizo una mueca de nuevo. —Un
poco sucio. Siempre me he sentido incómodo con las demostraciones públicas de
afecto, y esto es mucho más extraño. El sexo es... sé que es pasado de moda, pero
siempre he pensado en el sexo como algo privado—. Minha siempre se había
burlado de él por ser tan "mojigato" y, aunque no estaba de acuerdo, había algo
de verdad en ello.
Volvió a mirar a Taehyung, esperando que él también se burlara de él, pero la
expresión de su rostro no era burlona. Jungkook no estaba seguro de qué era,
pero la burla no estaba allí.
Taehyung puso una mano sobre el rostro de Jungkook, frotándole la mejilla
con el pulgar por un momento. Jungkook se estremeció, tratando de no inclinarse
hacia el contacto como un gato.
Por fin, Taehyung dijo, mirándolo a los ojos:
—Incluso si escuchó algo, no estaba aquí. No vio nada. Solo éramos tú y yo.
Jungkook tragó.
—Tú y yo, —repitió, y de alguna manera, las palabras se convirtieron en algo
que él no había querido que fueran, y el aire entre ellos se volvió denso y pesado.
Jungkook se ruborizó, sin ninguna maldita razón.
Los labios de Taehyung se curvaron en una sonrisa. Fue una hermosa sonrisa.
Jungkook sintió... sintió... Taehyung parecía demasiado lejos de repente;
Jungkook lo necesitaba más cerca. Enterró su mano en el cabello de Taehyung y
lo arrastró hacia un beso duro y necesitado. Dios, quería consumirlo, tomar su
cuerpo en el suyo y mantenerlo allí para siempre. Tú y yo, las palabras resonaron
en su mente mientras chupaba la lengua de Taehyung con avidez.
Tú y yo, tú y yo, tú y yo.
CAPITULO 21

La boca de Jungkook estaba hecha para besar, pensó Taehyung. Sus labios eran
regordetes y suaves, y besó con una necesidad interminable que fue directamente
a la polla de Taehyung, e hizo cosas incómodas a su corazón también.
Joder, esto era peor que el sexo. El sexo era solo sexo. Taehyung no tuvo
problemas para separar el sexo del apego y el afecto. Pero ahora no estaban
teniendo sexo y, sin embargo, estaba besando a Jungkook. Solo porque lo quería.
Solo porque le encantaba sentir a Jungkook temblar en sus brazos, sus labios
temblorosos pegados a los de Taehyung, los suaves gemidos de Jungkook
tragados con su propia boca. Había algo adictivo en ello. Algo embriagador.
Taehyung se sintió borracho con estos besos, borracho y poderoso, el placer como
nunca había sentido.
Se habían estado besando durante lo que parecieron horas, desde que se
despertaron. Ya habían tenido sexo matutino, pero no habían dejado de besarse,
los besos pasaron de ser calientes a perezosos y pegajosos. Taehyung se sentía
pegajoso como el infierno y estaba empezando a asustarlo.
El sonido de un mensaje entrante rompió la atmósfera cálida e íntima de la
habitación.
Jungkook suspiró y apartó la boca con un sonido húmedo obsceno. Taehyung
miró esos labios rosados y húmedos mientras su dueño tomaba su teléfono.
Esos bonitos labios se fruncieron levemente cuando Jungkook vio el mensaje.
—Es Jimin de nuevo, —dijo. —Me está invitando a almorzar.
Taehyung levantó la mirada.
—¿Quieres ir?
Jungkook puso una cara divertida, pasando una mano por sus rizos
desordenados. Joder, se veía... Obviamente se veía ridículamente sexy, todo
sonrojado y jodido, pero también se veía adorablemente pensativo.
Cariñosamente.
Dios, estaba jodido.
—No lo sé, —dijo Jungkook y se agarró el labio inferior entre los dientes,
mirando hacia abajo. Él suspiró. —No quiero ir, pero probablemente tenga que
hacerlo. Necesito evitar que el hermano de Minha haga algo potencialmente
desastroso, de nuevo.
—Hm.
Jungkook lo miró.
—¿Qué?
—No le debes nada a esa gente, —dijo Taehyung, manteniendo
cuidadosamente su tono neutral. —No tienes que hacer nada si no quieres.
Jungkook frunció el ceño. Había algo casi desconcertado en sus ojos, como si
ni siquiera entendiera el concepto.
—Tengo que hacerlo, —dijo Jungkook, sacudiendo la cabeza. Apretó la
mandíbula obstinadamente. —No porque crea que le debo algo a los Min.
También es mi empresa. Me he esforzado mucho durante una década. No dejaré
que nadie lo arruine, ya sea Namjoon o Yoongi.
Taehyung reprimió una sonrisa.
—Está bien, —dijo. Echó un vistazo a su reloj. —Ya son las once. Probablemente
deberías salir pronto.
Jungkook frunció el ceño y bajó la mirada, sus dedos jugaron ansiosamente
con las sábanas debajo de él.
Cuando volvió a levantar la vista, su rostro era difícil de leer.
—¿No dijo el terapeuta que deberíamos hacer cosas juntos?
Taehyung lo miró fijamente.
—¿Quieres que te acompañe a la casa de tu cuñado?
Un leve rubor apareció en los pómulos de Jungkook.
—No es que yo quiera. Yo solo... solo quiero seguir las instrucciones del médico
y... ¿no es eso lo que ambos queremos? Volvernos normal de nuevo.
Normal.
Taehyung se sentó, le dio la espalda a Jungkook y dijo:
—Bien.
Jungkook estaba en silencio detrás de él.
Taehyung miró los condones que asomaban del bolsillo de sus jeans. Se había
olvidado de usarlos de nuevo. Irresponsable como el infierno. Pero, de nuevo,
"irresponsable" era una buena palabra para describir esta relación de mierda.
Dios, ¿qué estaban haciendo?
—¿Estás... —Jungkook hizo una pausa. —¿Estás enojado conmigo?
Los labios de Taehyung se tensaron.
—¿Por qué te importa incluso si yo lo estoy? —Dijo lacónicamente.
Sintió que el colchón se hundía cuando Jungkook se movió, presionando su
pecho contra la espalda desnuda de Taehyung, sus brazos envolviéndose
alrededor de la cintura de Taehyung. Taehyung se quedó muy quieto.
Jungkook suspiró, hundiendo su rostro en la nuca de Taehyung. Respiró
audiblemente.
—No quiero que me importe, —susurró. —Pero sabes que lo hago—. Dio una
risa quebradiza. —Me preocupo demasiado; ese es el problema. Hasta que
volvamos a la normalidad, yo… —Su voz se quebró. —No puedo soportar la
maldita idea de que te enojes conmigo y te vayas. Te necesito. Ayúdame a dejar
de necesitarte. Y me quitaré de tu cabello, lo prometo.
Taehyung miró a la pared opuesta.
—Todo bien.
Jungkook le besó la nuca y dejó escapar un suspiro de satisfacción que hizo
cosas terribles en el corazón de Taehyung.
Maldita sea.

~*~

—Diré que somos amigos, —dijo Jungkook mientras se acercaban a la puerta


principal.
Taehyung resopló sin mirarlo.
—Lo recuerdo. No tienes que seguir repitiéndolo.
—Yo solo-
—No te preocupes, nadie sospechará que montaste mi polla toda la noche, —
dijo Taehyung, muy secamente.
Jungkook, ruborizado, lo hizo callar, y justo a tiempo: el mayordomo de los
Min abrió la puerta.
Taehyung siguió a Jungkook al interior de la casa grande, manteniéndose un
paso detrás de él mientras Jungkook saludaba al guapo rubio, Jimin, y a su
esposo, Yoongi.
Observó el intercambio con curiosidad. Jungkook estaba tratando de parecer
confiado y tranquilo, pero su malestar era obvio, al menos para Taehyung.
La pareja Min fue un poco más difícil de leer. El rostro del mayor era severo y
vagamente disgustado, pero su disgusto parecía dirigido a su propio marido más
que a Jungkook o Taehyung. No hacía falta ser un genio para adivinar que invitar
a Jungkook había sido idea de Jimin y Yoongi no lo aprobaba del todo.
No pareció escapar a Jungkook tampoco: su lenguaje corporal se volvió más
rígido.
Taehyung se acercó, sus hombros chocaron brevemente mientras estiraba la
mano para un apretón de manos.
—Kim Taehyung.
Los Min le estrecharon la mano y lo miraron con curiosidad.
—Encantado de conocerte, —dijo Jimin con una sonrisa. —Jungkook no me
dijo que iba a traer un invitado—. Su expresión era abierta y amistosa. Ni una
pizca de sospecha en sus ojos, solo amabilidad. Parecía que los temores de
Jungkook eran infundados y Jimin en realidad no había escuchado nada.
Taehyung le devolvió la sonrisa pero no dijo nada.
Jungkook se encogió de hombros.
—Mi terapeuta recomendó que pasáramos un tiempo juntos para facilitar la
adaptación a nuestra vida normal.
Las cejas de Jimin se fruncieron, pero solo asintió, dándole un codazo a su
esposo discretamente cuando éste permaneció en silencio.
—Puedes quedarte a almorzar, por supuesto, —dijo Yoongi, mirando su reloj.
—Pero también vendrá mi abogado—. Le lanzó a Jimin una mirada inexpresiva.
—Espero que no te aburras demasiado.
Su esposo solo sonrió inocentemente.
Taehyung reprimió una risa. La pareja era bastante poco convencional, pero
parecían encajar bien. El cariño, la calidez entre ellos era real.
Verlos le hizo sentir un poco de nostalgia.
Miró a Jungkook y rápidamente desvió la mirada, irritado consigo mismo. A
veces odiaba su propio cerebro.
—De hecho, me gustaría estar presente en la reunión si se trata de la empresa,
—dijo Jungkook.
Su tono parecía confiado, parecía siendo la palabra clave. Taehyung no estaba
seguro de lo que decía sobre él que podía captar el más mínimo cambio en la voz
de Jungkook, y podía decir sin siquiera mirar que Jungkook no estaba tan seguro
como estaba tratando de parecer.
Yoongi asintió entrecortadamente justo cuando sonaba el timbre.
El abogado era un hombre apuesto, bien vestido, de penetrantes ojos grises.
Intercambió amables saludos con los Min antes de volverse hacia Jungkook.
—¡Jungkook! —Dijo, su tono familiar haciendo obvio que él y Jungkook ya se
conocían bien. —Es tan bueno verte, es bueno saber que todos esos rumores
estaban equivocados.
—¿Qué rumores, Ji? —Jungkook dijo, sonriendo neutralmente. Tenía los
brazos cruzados sobre el pecho.
El abogado hizo una mueca y le dio una palmada en el hombro, sin darse
cuenta de la clara incomodidad de Jungkook, o eligiendo ignorarla.
—Apenas te han visto desde tu regreso, prácticamente convertido en ermitaño,
y la gente habitual está hablando. Tú sabes cómo es.
Los labios de Jungkook se curvaron.
—Lo sé.
Los ojos de Ji se posaron en Taehyung y se iluminaron. Sonrió y estrechó la
mano de Taehyung.
—Oh, no es necesario que se presente, por supuesto que lo reconozco, Sr. Kim.
—Taehyung está bien, —dijo secamente.
La sonrisa del chico se ensanchó.
—Entonces deberías llamarme JiHan, —dijo, su voz bajó levemente. —Ji es el
apodo que me dio Minha.
Taehyung lo miró impasible. JiHan estaba claramente interesado en los
hombres, si la sutil mirada que le dio a Taehyung fue una indicación. El tipo no
era poco atractivo. Posiblemente era incluso más guapo que Jungkook. Y, sin
embargo, Taehyung no sintió ni un ápice de interés. Nada. Ni lujuria, ni deseo, ni
siquiera una leve apreciación. Fue... preocupante.
—¿Eras amigo de la esposa de Jungkook? —Dijo educadamente.
—Lo era, —dijo Jihan, suspirando. Sin embargo, su mirada permaneció en
Taehyung. —Qué tragedia. Ella era tan joven.
Jungkook se aclaró la garganta, tocando el brazo de Taehyung.
—Jihan es... era amigo de la infancia de Minha, —dijo, agarrando el bíceps de
Taehyung con demasiada fuerza.
—De hecho, —dijo Jihan, su mirada se dirigió rápidamente a la mano de
Jungkook en el brazo de Taehyung. —Veo que ustedes dos se hicieron amigos en
esa terrible isla... Tengo que decir que estoy sorprendido.
—¿Por qué? —Jungkook dijo lacónicamente.
Jihan se encogió de hombros.
—Pensé que ya estarían hartos el uno del otro—. Le sonrió amigablemente a
Jungkook. —No te ofendas, amigo, pero todos sabemos que puedes ser un poco...
agotador.
El rostro de Jungkook se puso completamente en blanco.
Taehyung tuvo que reprimir el ridículo impulso de acercar a Jungkook.
Amigos. Estaban aquí como amigos, nada más. Porque no eran más, maldita sea.
Jungkook no necesitaba que actuara como un novio protector.
—No más agotador que tú y yo, —Taehyung todavía se encontró diciendo,
aunque mantuvo su voz neutral.
Jihan frunció el ceño y miró fijamente a Taehyung, luego a Jungkook, cuyo
rostro ya no parecía una máscara de madera. Jungkook miró a Taehyung y luego
rápidamente desvió la mirada.
Las puntas de sus orejas estaban rojas.
Jimin tosió levemente.
—La comida está lista. ¿Pasamos?

~*~

Taehyung había pensado que se aburriría. Había pensado que se vería obligado
a tener una pequeña charla con Jimin mientras Yoongi, Jihan y Jungkook
hablaban de negocios. Y de alguna manera, estaba realmente aburrido: la mayoría
de las cosas que estaban discutiendo pasaron por encima de su cabeza, porque se
referían a personas que no conocía y términos legales que apenas tenían sentido
fuera de contexto. Pero ni Jungkook ni Jihan parecían dispuestos a dejarlo fuera
del extraño concurso de meadas que tenían, sus comentarios mordaces se volvían
cada vez menos sutiles y poco profesionales cuanto más duraba la comida.
Incluso Yoongi estaba frunciendo el ceño ahora, sus ojos oscuros se movían
rápidamente de Jungkook a Jihan de una manera aguda y evaluadora.
Taehyung estaba bebiendo su café y tratando de fingir que Jungkook no estaba
ni la mitad en su regazo. Cuanto más acalorada se volvía la discusión, más cerca
de él parecía gravitar Jungkook.
Sus sillas habían estado a unos centímetros de distancia al comienzo de la
comida, pero ahora estaban tan cerca que sus muslos estaban juntos. Cuando
Jungkook se puso particularmente nervioso o enojado, enganchó sus tobillos
juntos, casi dolorosamente, todo el tiempo sin mirar a Taehyung en absoluto.
Hablando de mensajes contradictorios.
—... no, hacer público esto sería un mal movimiento, —decía Jungkook,
mirando a JiHan. —¿Eres un idiota? Namjoon no hizo nada malo, técnicamente,
e incluso si argumentamos que Yoongi firmó el contrato con falsos pretextos,
Yoongi dejó públicamente a la hermana de Namjoon, lo que hizo que intentara
suicidarse, por lo que recordarlo será una mala publicidad para nosotros. Sin
mencionar que Kim Namjoon es un hombre que acaba de despertar del coma. ¡No
comienzas una guerra mediática con un hombre enfermo! Eso es una mala
mirada.
Jihan ni siquiera se molestó en ocultar su burla condescendiente.
—No tenemos que hacerlo público. Podemos hablar con él y presionarlo para
que se retire. Estoy seguro de que se preocupa por su reputación comercial. No
querría ser conocido como alguien que hace tratos clandestinos.
Jungkook se rió.
—¿Entonces estás sugiriendo que lo amenacemos? ¿Ese es tu consejo
profesional? ¿Y te llamas abogado? Kim Namjoon no es exactamente un hombre
al que amenaces.
Jihan se sonrojó y abrió la boca, pero todo lo que iba a decir fue interrumpido
por un frío,
—Suficiente.
La mirada de todos se volvió hacia su anfitrión.
La expresión de Min Yoongi era bastante amarga cuando inmovilizó a
Jungkook con una mirada dura.
—¿Qué estás sugiriendo, entonces?
La mano de Jungkook agarró la rodilla de Taehyung debajo de la mesa, pero
exteriormente, su rostro estaba tranquilo y confiado.
—Te sugiero que hables con él.
—Hablar con él, —repitió Yoongi rotundamente.
Jungkook soltó una carcajada.
—Lo sé: un concepto salvaje, ¿no? Habla con él y discúlpate. ¿Lo has intentado
siquiera?
Yoongi apretó la mandíbula.
—No tengo nada de qué disculparme. Si mis acciones causaron daño, no fue
intencional. El compromiso no fue idea mía.
—Entonces dile eso, —dijo Jungkook. —Explícale lo que realmente pasó. ¿Qué
tienes que perder? Namjoon tiene algo de temperamento, pero no es irracional.
Todo esto parece un caso de malentendido.
—Estoy de acuerdo, —dijo Jimin. —Tal vez valga la pena intentarlo, Yoongi. Si
Jin está enamorado del chico, seguramente no puede ser tan malo.
La expresión de Yoongi era bastante tensa, pero no se negó rotundamente.
—Lo pensaré, —dijo secamente, poniéndose de pie. Todos siguieron su
ejemplo.
Las despedidas de Jungkook a los Min fueron bastante rígidas. No le dijo nada
a Jihan y salió de la casa sin esperar a que Taehyung terminara de agradecer a los
Min su hospitalidad.
Pero en el momento en que Taehyung cerró la puerta principal detrás de él, lo
tiraron hacia un lado, lo empujaron contra la pared y, de repente, Jungkook
intentó meterse debajo de su barbilla, respirando de forma extraña.
Hiperventilando.
Taehyung tardó un momento en recuperarse de su sorpresa.
Luego, lo rodeó con los brazos y Jungkook hizo un pequeño sonido, algo
doloroso pero también aliviado. Sus labios presionados contra el hueco de la
garganta de Taehyung.
—Lo siento, —murmuró Jungkook en su cuello. —Era solo que era difícil para
mí estar cerca de ellos, especialmente Jihan. Sé que todos desearían que Minha
estuviera aquí en lugar de mí.
Taehyung frunció el ceño.
—Estoy seguro de que no.
Jungkook soltó una risa sin humor.
—Cierto. ¿Viste la forma en que Jihan me miró? Estoy seguro de que me culpa
por no salvarla.
—Jihan... ¿cuál es la historia allí? —Dijo Taehyung, pasando sus dedos por los
rizos de Jungkook.
Jungkook suspiró, acariciando el pecho de Taehyung distraídamente.
—Básicamente fue el amor de la infancia de Minha. Al parecer, estaban en una
especie de descanso cuando lo conocí. Hizo un movimiento sobre mí en una fiesta
corporativa, es bisexual, y yo podría haber sido... un poco grosero cuando dije que
no estaba interesado en los hombres.
Taehyung podía imaginarlo todo demasiado bien.
—¿Y entonces qué?
—Bueno, no se lo tomó bien—. Jungkook se apartó un poco y se pasó una mano
por los ojos. —Un mes después, Minha y yo empezamos a vernos, e imagina mi
sorpresa cuando me presentó a su mejor amigo-ahora-ex. Fue un poco incómodo,
por decir lo menos. Por múltiples razones.
Taehyung sabía que probablemente no debería haberse reído, pero era
gracioso, especialmente la cara que Jungkook estaba poniendo.
—Ja-jodido-ja, —dijo Jungkook inexpresivo, pero las comisuras de su boca se
crisparon, y luego él también se rió.
Y Taehyung miró fijamente.
Nunca había visto reír a Jungkook. No así: con pura alegría en su rostro, sus
ojos brillantes y suaves, y su sonrisa cegadora.
Él era hermoso.
Fue la primera vez que pensó en Jungkook como hermoso. Guapo, caliente,
atractivo, encantador, sí, pero nunca hermoso. La belleza venía de adentro; no
era solo un atributo físico.
Pero joder, era hermoso, todo ojos risueños, rizos salvajes y labios rojo cereza.
Y Taehyung lo amaba.
Lo amaba.
—¿Qué? —Jungkook dijo, sonriendo. —¿Por qué me miras de esa manera?
Más tarde. Podría asustarse más tarde.
—No hay razón, —dijo Taehyung con voz ronca, acercando a Jungkook y
besándolo.
Los labios de Jungkook se separaron en busca de su lengua de inmediato, y el
mundo que los rodeaba se desvaneció, hasta que el golpe de la puerta los hizo
estremecerse y romper el beso.
Taehyung volvió la cabeza y se encontró mirando el rostro burlón de Jihan.
—No eres un homo, ¿eh? —Dijo Jihan, mirando a Jungkook. —No perdiste el
tiempo después de la muerte de Minha.
Jungkook saltó lejos de Taehyung como si se hubiera quemado.
—¡Yo... no es lo que parece!
De repente, Taehyung sintió frío, y tuvo poco que ver con el frío clima de
noviembre.
Jihan se burló y se dirigió hacia su coche. Cerró la puerta con fuerza y se fue,
dejando un silencio ensordecedor a su paso.
No es lo que parece.
Taehyung se mordió el interior de la mejilla con tanta fuerza que sintió el sabor
de la sangre.
No debería haberle dolido.
No debería haber importado.
No era como si no hubiera sabido que Jungkook nunca querría que la gente se
enterara de ellos. Él lo había sabido. Siempre había sabido que no debería
permitirse apegarse a un chico "heterosexual". Sabía que solo lo llevaría a la
angustia si era lo suficientemente estúpido como para enamorarse de Jungkook.
Él lo había sabido.
Idiota. Él era un idiota.
—Está bien, no puedo hacerlo, —dijo sin mirar a Jungkook.
—¿Hacer qué?
De repente, Taehyung ansió un cigarrillo. Habían pasado años desde que había
dejado de fumar, pero nunca había deseado tanto fumar.
Metió las manos en los bolsillos de su chaqueta.
—Nosotros, —dijo.
—Yo... no entiendo. —La voz de Jungkook era tan pequeña que Taehyung tuvo
que evitar mirarlo. Mirarlo sería una maldita idea terrible. Era débil. Nunca podía
decir que no cada vez que Jungkook lo miraba de esa manera en particular, con
los ojos muy abiertos y los labios temblorosos.
—He estado fuera durante casi veinte años, Kook —dijo en voz baja, mirando
su auto. —No voy a volver al armario por ti, por nadie. No voy a ser tu pequeño
secreto sucio y vivir una mentira mientras actúas como si no fuéramos nada el
uno para el otro en público. Soy demasiado viejo para esta mierda.
Solo hubo un silencio en respuesta, pesado y tenso.
Suspirando, Taehyung se dirigió a su auto.
No llegó muy lejos: la mano de Jungkook lo agarró del brazo.
—Pero la terapeuta dijo...
—Lo sé, —dijo Taehyung, de espaldas a él. El toque de Jungkook parecía
quemarlo incluso a través de las capas de tela. Quería darse la vuelta y tomarlo en
sus brazos. Quería mirar a Jungkook a los ojos y permitirse sentir cosas que no
tenía por qué sentir, no por este hombre. —Y lo siento. Sé que te resulta difícil.
También es difícil para mí. Pensé que podía hacer esto, pero estaba equivocado.
Solo cometeremos un error mayor si seguimos viviendo en los bolsillos del otro—
. Se pasó una mano por la cara y bajó la voz. —No puedo hacerlo, ¿de acuerdo?
No soy un maldito robot, Kook.
—Pero... —Jungkook susurró, su voz apenas audible. —Pero te necesito.
A Taehyung le dolía el pecho.
—Yo también te necesito, —admitió. —Pero necesitar no es suficiente.
Necesitar y querer son cosas diferentes, y tú no quieres esto—. No me quieres.
—¿Y lo haces? —Jungkook dijo, su agarre en el brazo de Taehyung todavía
implacable, casi doloroso.
No debería.
La garganta de Taehyung se sintió en carne viva. Sabía que era un adiós, y parte
de él, la parte que aún consideraba a este hombre una extensión de sí mismo, se
rebeló activamente contra la idea, negándose a aceptarla.
Pero sabía que era la decisión correcta. La única decisión correcta. Jungkook
no iba a aceptar de repente que estaba interesado en los hombres, que la isla había
sido más que una fase malsana. Siempre consideraría sus sentimientos por
Taehyung como algo que necesitaba ser curado. Nunca accedería abiertamente a
tener una relación gay, y eso obligaría a Taehyung a volver al armario. Entonces
habría resentimiento e ira mutuos, lo que eventualmente convertiría su relación,
ya menos convencional, en tóxica. Solo había un final para su relación, y no era
feliz.
Esto, lo que sea que haya entre ellos, no era sostenible. Era mejor terminarlo
ahora mientras su corazón no estaba completamente destrozado. Era mejor
terminarlo antes de que fuera demasiado tarde.
Puede que ya sea demasiado tarde, dijo una voz en el fondo de su mente.
Taehyung la ignoró. Era su corazón el que hablaba. Ya no confiaba en él.
Un descanso limpio. Necesitaban un descanso limpio. Y para eso, necesitaba
alejar a Jungkook. Necesitaba hacer algo para evitar que Jungkook continuara
acercándose a él. Algo que sería imposible de arreglar. Un final definitivo.
—Yo tampoco, —dijo Taehyung con brusquedad. —Soy demasiado mayor para
volver a colgarme de chicos heterosexuales en el armario. He estado allí, he hecho
eso. Demasiado lío para molestarse.
Jungkook aflojó el agarre de su brazo. Y entonces ya no estaba.
Taehyung se dirigió a su auto, con el corazón pesado y un nudo en el estómago.
Subió al auto y puso en marcha el motor. Se alejó, sin apenas ver frente a él.
Se dijo a sí mismo que había hecho lo correcto.
Él sabía que había hecho lo correcto.
No hizo nada para aliviar la sensación de vacío en su pecho.
Vuelve atrás, dijo insistentemente una voz en el fondo de su mente. Agárralo
y átalo con grilletes si es necesario. Marca tu nombre en él. Él es tuyo. Tuyo,
tuyo, tuyo.
Apretando la mandíbula, Taehyung apartó esos pensamientos. Jungkook
nunca había sido suyo. No podía perder algo que nunca había tenido. No podía
negar que una parte de él había esperado, anhelado, que Jungkook finalmente
dijera que lo quería y le pidiera que se quedara. Pero Jungkook no lo había hecho.
Si amas algo déjalo ir. Si vuelve, es tuyo. Si no es así, nunca lo fue.
Los labios de Taehyung se curvaron en una sonrisa sin humor. Una expresión
tan trillada. Hasta ahora, nunca la había entendido.
CAPITULO 22

A veces, Jimin realmente odiaba tener que actuar como mediador. Ser el
paciente. El razonable.
Suavizar los duros bordes de Yoongi no se había vuelto más fácil en los seis
años que habían estado juntos. Sin embargo, no estaba siendo del todo justo:
Yoongi se había suavizado un poco. No era el idiota insufrible y mandón que
había sido una vez, la mayor parte del tiempo. El problema era que todavía había
ocasiones en que Yoongi recaía en sus viejas costumbres y el imbécil arrogante
del que Jimin se había enamorado hacía tantos años estaba de vuelta, para
irritación de Jimin. Dios, amaba a este hombre, pero todavía había momentos en
que el comportamiento de Yoongi le hacía poner los ojos en blanco, suspirar y
negar con la cabeza.
Caso en cuestión: Jungkook y la falta de voluntad de Yoongi para pedir su
ayuda.
—El orgullo es un pecado, ya sabes, —murmuró Jimin, con la cabeza en el
hombro de Yoongi. Podría haber estado molesto con su esposo en este momento,
pero aún quería abrazarlo.
Para su crédito, Yoongi no fingió no entenderlo.
—¿Lo es? Ser pecador no me molesta—. Sus ojos permanecieron en su tablet,
su mano acariciando el brazo de Jimin distraídamente. No tenía derecho a
sentirse tan bien.
—Necesitas su ayuda, —presionó Jimin, tratando de concentrarse en la
conversación en lugar de la agradable sensación que se extendía por su cuerpo
por el toque de Yoongi. —Ahora que Namjoon ha vuelto de Inglaterra, es hora de
finalmente enterrar el hacha. Por el bien de Jin. Sabes que el pobre se siente
atrapado entre nosotros.
Los labios de Yoongi se curvaron un poco.
—Entonces, tal vez el niño no debería haberse acostado con el enemigo.
Jimin se rió entre dientes.
—Sabes que Kim Namjoon tampoco me gusta, pero ahora creo que Jungkook
podría tener razón. Tal vez hablar con honestidad y disculparse realmente
funcione—. Al darse cuenta de la mueca de Yoongi, Jimin se rió de nuevo y le dio
un beso en la mejilla sin afeitar. —Lo sé, lo sé: tienes alergia a disculparte y a
comunicar tus pensamientos honestos, pero no seas un niño, Yoongi.
La mirada indiferente que le lanzó Yoongi le hizo sonreír.
—Mira, —dijo Jimin. —Sé que… sé que el tema no es fácil para ti, con tu padre
y todo eso, pero esta es una situación que realmente se puede arreglar con una
simple conversación. Hoy hablé con Jin. Dice que puede hacer que Namjoon
escuche lo que tienes que decir. Será-
—Bien, —dijo Yoongi con irritación. —Incluso si hablo con Namjoon, ¿para qué
necesito a Jungkook?
—Porque es una parte imparcial. Él estaba allí cuando rompiste el
compromiso, y con tu padre y tu hermana desaparecidos, es la única persona viva
que sabe por qué sucedió, y todos saben que Jungkook no es exactamente tu fan,
por lo que no mentirá al respecto. Namjoon le creerá.
Yoongi se frotó la frente con los nudillos, luciendo como si realmente lo
estuviera considerando, gracias joder.
—Estás olvidando algo, —dijo al fin. —Jungkook no está en ningún estado para
ser útil. Es poco mejor que un cadáver andante.
Jimin hizo una mueca. Eso fue un poco duro, pero desafortunadamente, no
realmente inexacto.
Jungkook nunca le había gustado exactamente después de la primera
impresión menos que estelar que había tenido todos esos años atrás, pero verlo
moverse con indiferencia con una expresión ausente era muy inquietante. La
parte desconcertante era que Jungkook parecía estar mejorando; definitivamente
parecía más tranquilo en el almuerzo con el abogado de Yoongi hace unos meses.
Ahora estaba mucho peor. Desinteresado. Abatido. Miserable. No dispuesto a
hablar con la gente. La única razón por la que Jimin lo vio fue porque había
insistido en que Jungkook volviera a su casa cuando se enteraron de que aún vivía
en un hotel. Le había sorprendido en ese momento que Jungkook no hubiera
dado mucha pelea, pero a estas alturas Jimin lo sabía mejor: el tipo simplemente
no estaba lo suficientemente presente como para preocuparse.
—Está deprimido, —dijo Jimin. —La muerte de Minha...
Yoongi se burló.
—No seas ingenuo. No se trata de Minha, al menos no solo.
Jimin lo miró con curiosidad.
—¿Qué quieres decir?
—Kim.
Jimin frunció el ceño y dijo:
—¿Kim Taehyung ? ¿Qué hay de él?
—Jungkook trató de hacer que pareciera que eran amigos, pero su lenguaje
corporal no era el de amigos.
La boca de Jimin se abrió.
—¿Qué? Te refieres a que Jungkook y Taehyung...
—Probablemente jodiendo, sí—. Yoongi soltó una breve carcajada. —Dos
hombres sanos aislados en una isla durante casi un año, frustrados y estresados.
¿Estás realmente sorprendido?
Jimin negó con la cabeza, su mente dando vueltas. De repente recordó los
extraños ruidos que había escuchado cuando llamó a Jungkook meses atrás. Casi
habían sonado como... besos. Había estado confundido en ese momento, pero
pensó que era la televisión en la habitación de Jungkook.
—Pero Jungkook es...
—¿Hetero? —Yoongi dijo secamente. —Recuerdo que tú también eras
heterosexual.
—Homofóbico, —terminó Jimin, dándole una mirada poco impresionada.
Yoongi tarareó pensativo.
—Siempre ha sido tan franco al respecto... Sabes, siempre me ha hecho
preguntarme si estaba compensando demasiado. De cualquier manera, él y Kim
tenían el lenguaje corporal de los amantes. Estoy bastante seguro de que estaba
sosteniendo la mano de Kim debajo de la mesa.
Jimin lo miró con escepticismo. No podía imaginarse a Jungkook, el idiota
fanático de Jungkook, sosteniendo la mano de un hombre.
—¿Estás diciendo que está deprimido por Taehyung?
Yoongi se encogió de hombros.
—Parecía estar bien cuando Kim estaba cerca. La próxima vez que lo vimos,
Kim no estaba a la vista y parecía un desastre depresivo.
—Está llegando ahí, —dijo Jimin, todavía escéptico.
Yoongi le sonrió, sus ojos oscuros llenos de diversión.
—Tu gaydar es una mierda, Park.
—Min, —Jimin corrigió con una sonrisa antes de besarlo. Muy pronto, todos
los pensamientos sobre Jungkook abandonaron por completo su mente.
Solo estaba Yoongi.

~*~

Hanna estaba molesta. Molesta, disgustada y preocupada.


Le pasaba algo a su sobrino.
Su apatía no era normal. Ella había pensado que su depresión fue causada por
la muerte de su esposa y pasaría muy pronto, pero Jungkook no estaba
mejorando. No, estaba empeorando. Parecía haber perdido por completo el
impulso, la ambición, y a veces ella tenía el inquietante pensamiento de que había
perdido las ganas de vivir.
Eso la asustó.
Hanna no era una mujer cariñosa, realmente no sabía cómo demostrar afecto,
pero eso no significaba que no le importara el chico. Puede que ella no lo haya
dado a luz, pero lo había criado desde que era un escuálido niño de tres años. Ella
había renunciado a su vida personal por él, sus ambiciones y sueños. El chico
ingrato no tenía derecho a hacerla preocuparse tanto.
Después de que Jungkook no se presentara en su casa en Navidad y luego se
perdiera su cumpleaños, algo que nunca había hecho antes, Hanna había tenido
suficiente.
Ella superó su disgusto y fue a buscarlo a la mansión de los Min. Tenía pocas
dudas de que Jungkook había elegido este lugar porque sabía cuánto le
desagradaban esas personas. Bueno, el chico estúpido había subestimado los
extremos a los que ella estaba dispuesta a llegar por él. Incluso logró una
conversación cortés con Min Jimin antes de que finalmente la llevara a la
habitación de Jungkook.
—Realmente espero que puedas ayudarlo, —dijo. —Me está volviendo loco. No
ha salido de su habitación en días.
Hanna frunció los labios y asintió con fuerza.
Ella entró en la habitación.
Lo primero que la golpeó fue el olor, una picante combinación de alcohol,
vómito seco y olor corporal.
Con una mueca de disgusto, Hanna se acercó a la cama y miró al hombre que
estaba en ella.
—Nunca me has decepcionado más en mi vida.
Jungkook enfocó sus ojos vidriosos en ella.
—¡Tía! —Dijo arrastrando las palabras. —Perdón por no levantarme por ti.
¿Querías algo de mí?
—Eres patético, —dijo Hanna mordazmente. —¿Cuál es el significado de esto?
¿Por qué estás borracho a la mitad del día?
Jungkook tomó un sorbo de su botella de vodka.
—¿Por qué no? No es como si a alguien le importara.
Sí, casi le soltó.
Ella no lo dijo. Tratar de razonar con hombres borrachos era inútil.
Hanna se acercó y le quitó la botella de la mano.
—Dejarás de beber de una vez. Te darás una ducha y te afeitarás. Luego bajarás
las escaleras y comerás. Después de eso, te llevaré a un terapeuta.
Jungkook se rió con dureza.
—No voy a ir a ningún terapeuta. Charlatanes, eso son—. Rió de nuevo. —Estoy
hablando como Yoda ahora, eh.
—No eres divertido. Levántate.
Jungkook no se movió. Él la miró con repentina seriedad en su mirada, su
sonrisa desapareció. Parecía sobrio de repente.
—¿Por qué te importa? —Él dijo. —No, no lo hace realmente.
Hanna lo fulminó con la mirada.
—No me digas lo que siento o no siento, muchacho. Levántate. Ahora.
Una sonrisa curvó los labios de Jungkook. Había algo penetrante en ello. Algo
amargo.
—Si te dijera la verdad, dejarías de preocuparte muy rápido, tía.
—Estoy perdiendo la paciencia, Jungkook...
—Tenía la polla de otro hombre en mi culo. Chupé una polla y me encantó.
Ella lo miró fijamente.
Él la miró fijamente, algo desafiante, duro y roto en su mirada.
Hanna dijo:
—Levántate y date una ducha.
Parpadeó, la confusión estaba escrita en todo su rostro.
Se habría reído si hubiera algo divertido en la situación. ¿La creía idiota?
¿Pensó que no se había dado cuenta de la forma en que había mirado a ese
hombre?
—¿Qué? —Dijo en voz baja, sonando muy parecido al niño que alguna vez fue.
Ella apartó la mirada por un momento.
—Tus experimentos sexuales, por muy desacertados que sean, no me
interesan. Ahora levántate.
Él la miró fijamente.
—¿Y si... y si te dijera que no es solo un experimento?
Ella frunció los labios con fuerza. Ella no quería tener esta conversación. Ella
había esperado que nunca tuvieran que tener esta conversación.
—Si estás tratando de decir que estás obsesionado con ese hombre, no pierdas
el tiempo. No soy ciega. Pero pasará. Es producto de tu cercanía forzada en esa
isla; eso es todo. Es comprensible que estés confundido. Simplemente extrañas a
tu esposa, Jungkook.
Apartó la mirada y miró al techo sin comprender.
—Confundido. Correcto.
—No tiene relevancia. Cálmate. Tu esposa era una mujer increíble, pero se ha
ido. Tú no. Ahora deja de ser tan patético y levántate—. Se arrepintió a medias de
sus duras palabras tan pronto como las dijo, pero nunca había sido buena para
mostrar afecto, sin importar cuánto le importara. Dar consuelo nunca había sido
el punto fuerte de Hanna: demasiada amargura almacenada llevando consigo; no
importaba el dolor de nadie más.
Él se levantó.
Verlo balancearse sobre sus pies hizo que se le encogiera el corazón. ¿Cómo
habían llegado a esto? Siempre había sido un chico tan bueno e inteligente. Ella
siempre le había enseñado a ser tan autosuficiente como ella. ¿Había fallado?
¿Dónde se había equivocado? No debería haber sido un desastre después de
perder a su esposa. Millones de hombres perdieron a sus esposas y siguieron con
sus vidas. ¿Era esta la culpa del superviviente?
A menos que… a menos que se tratara de algo más que Minha. ¿Podría
necesitar a alguien que lo amara para sentir su propio valor?
El pensamiento era muy inquietante, pero se negaba a desaparecer, por mucho
que lo apartara.
—Jungkook, —dijo cuando finalmente llegó a la puerta.
Hizo una pausa, con la mano en la manija de la puerta.
—Me preocupo por ti, —dijo con rigidez. —Te quiero. No estaría aquí si no lo
hiciera. ¿Tú sabes eso, verdad?
Giró la cabeza y la miró por encima del hombro.
Sus ojos azul verdoso brillaron mientras asentía.
CAPITULO 23

Fue a mediados de febrero cuando Jungkook se despertó con el canto de los


pájaros fuera de la ventana.
Lo escuchó durante un rato antes de darse cuenta de que algo había cambiado.
Atrás quedó el entumecimiento, la sensación de maldad en el interior que había
estado cargando durante meses.
Se acostó en la cama que había compartido con Minha durante casi una
década, escuchándose a sí mismo. El colchón no era demasiado blando. Las
sábanas no se sentían demasiado suaves. El sol que se filtraba a través de las
cortinas iluminaba la habitación con un suave resplandor, y no era una molestia.
Jungkook se sintió... bien.
Él estaba bien.
No estaba seguro de por qué. Tal vez hablar con el terapeuta que su tía le había
obligado a ver realmente lo estaba ayudando, o tal vez su tía tratando de mostrarle
afecto a su manera forzada e incómoda fue la razón por la que se sintió mejor. O
tal vez era cierto que el tiempo lo curaba todo. O tal vez fue una combinación de
esas cosas. De cualquier manera, se sentía diferente, en el buen sentido.
Jungkook se sentó lentamente, todavía medio temiendo que la depresión y la
desconexión familiares volvieran.
Pero nada pasó.
Aún estaba bien.
Una sonrisa lenta e insegura curvó sus labios.
Jungkook salió de la cama, abrió las cortinas y luego abrió la ventana,
permitiendo que el sol le tocara la cara. Era caliente.
Se rió, solo porque podía.
Se sintió cálido, por primera vez en meses.
~*~

Lo primero que hizo fue ir a su peluquero y que le cortaran los rizos salvajes.
Era un poco extraño verse a sí mismo luciendo como antes después de tanto
tiempo, pero no era un mal sentimiento.
Finalmente estaba avanzando. Estaba dejando atrás la isla. Fue... Fue algo
bueno.
Jungkook dejó al peluquero con un salto en su paso.
La gente en la concurrida acera seguía chocando con él, pero no le importaba.
Ya no se sentía como un extraterrestre entre ellos. Finalmente se sintió como si
fuera uno de ellos, tal vez. Aún sentía cierta incomodidad por estar rodeado de
tanta gente, pero no era nada tan malo. Sintió que podría acostumbrarse.
Realmente estaba bien.

~*~

Su actitud positiva duró.


Incluso el encuentro entre Kim Namjoon y Min Yoongi que tuvo lugar unos
días después no logró arruinarlo. Jungkook se sintió sorprendentemente paciente
al mediar entre ellos.
Pero joder, ¿por qué todos los hombres ricos y poderosos eran tan imbéciles?
Escuchar a Yoongi rígidamente explicarse a sí mismo fue irritante. Animarlo a
aclarar y aclarar las cosas cada vez que Yoongi se negaba era más que agravante.
Fue como arrancar los dientes. La actitud fría y despectiva de Kim fue igualmente
agravante. Jungkook estaba bastante orgulloso de sí mismo por haber logrado no
criticar a ninguno de los dos.
Cuando la insoportable reunión terminó finalmente y Namjoon y Yoongi
acordaron una tregua tentativa, Jungkook sintió que era su logro personal.
Seguramente no fue gracias a Yoongi. Jungkook fue quien terminó haciendo la
mayor parte de las explicaciones y las disculpas, hasta que el hielo en los ojos de
Namjoon finalmente se derritió. Realmente se sintió como una victoria personal.
No importa que en realidad no ganara nada: Namjoon seguiría siendo el
Director Ejecutivo de ambas empresas, por lo que, estrictamente hablando,
Jungkook no recuperaría su trabajo. Dicho esto, él sería el Director de
Operaciones y dirigiría Min Enterprises día a día, así que efectivamente, recuperó
el trabajo, solo que sin todas las ventajas de ser oficialmente el jefe. Aunque Kim
Namjoon seguiría siendo el Director Ejecutivo, estaría dando un paso atrás en los
negocios por su familia por un tiempo. Al parecer, quería pasar más tiempo con
su hijo; el pobre niño lo necesitaba después de tener a su padre en coma durante
meses. Jungkook y Jackson Wang iban a tener que asumir las responsabilidades
de Namjoon en Min Enterprises y el Grupo Kim respectivamente, con Namjoon
asistiendo solo a las reuniones más importantes.
Sorprendentemente, a Jungkook no le importó la solución.
O tal vez no fue tan sorprendente. Nunca había querido el poder por el simple
hecho de tenerlo. Había odiado que el viejo Min lo hubiera pasado por alto a favor
de su hijo del que estaba separado, había odiado sentirse como un juguete
descartado en favor de uno nuevo, y eso había sido todo. Le había gustado ser el
Director General, sentirse necesario y que sus empleados lo miraran con
admiración. Aún tendría eso. Y al final del día, Yoongi y Kim lo habían elegido
para dirigir la empresa. Confiaron en él. Fue suficiente.
Jungkook estaba de muy buen humor cuando salió de la oficina de Kim. Yoongi
se había ido hace un tiempo mientras Jungkook se había quedado para discutir
aspectos prácticos con Kim Namjoon, pero finalmente terminaron. Podría irse a
casa y...
Chocó con otro chico fuera de la oficina, duro.
—Maldita sea, lo siento, no estaba mirando hacia dónde iba, —dijo el tipo. Era
joven y guapo, y tenía un marcado acento británico.
—Está bien, —dijo Jungkook, todavía sintiéndose de buen humor para ser
caritativo. También estaba contento de no sentirse incómodo con una persona
desconocida en su espacio personal.
El chico sonrió y le tendió la mano.
—Soy Jin. ¿Trabajas para Namjoon?
Jungkook la estrechó.
—Jeon Jungkook—. Le tomó un momento registrar la pregunta. Cierto. Ahora
trabajaba para Kim Namjoon, aunque era un poco sorprendente que un tipo tan
joven se refiriera al CEO con tanta familiaridad. —He trabajado para esta empresa
durante una década, —dijo, estudiando al tipo por un momento y sin reconocerlo
en absoluto. —¿Tú debes ser nuevo?
Jin negó con la cabeza con una risa.
—Oh, no trabajo aquí, al menos ya no—. Hizo una pausa y luego dijo,
sonrojándose un poco —Soy el novio de Namjoon.
Jungkook lo miró fijamente.
Una parte de él, la parte que podía pensar racionalmente, recordaba
vagamente haber escuchado a Jimin y Yoongi mencionar a alguien llamado Jin,
pero no había estado lo suficientemente interesado como para preocuparse en ese
momento.
—Oh, —dijo. —Pensé…
Jin sonrió torcidamente.
—Pensaste que Namjoon era heterosexual, —dijo, poniendo una cara divertida.
—Lo conseguimos mucho—. Su mirada se volvió más aguda. —¿Es eso un
problema?
—No, —dijo Jungkook después de un momento. —Estoy sorprendido, eso es
todo.
Jin asintió, su expresión se suavizó de nuevo.
—Está bien, nos vemos entonces, —dijo con una sonrisa antes de entrar a la
oficina. Empujó la puerta para cerrarla, pero no se cerró del todo.
Jungkook no tenía la intención de escuchar a escondidas. Simplemente estaba
parado allí, sintiéndose congelado, mientras escuchaba a la pareja dentro de la
oficina. Hubo algunas risas, la voz fría de Kim Namjoon sonó notablemente más
cálida, y luego se oyó el sonido de un beso. Un suave gemido.
—Mmm, te extrañé, —dijo Jin, seguido de más sonidos de besos.
Jungkook se mordió el labio inferior con fuerza, mirando la pared opuesta sin
verlo.
—Han pasado solo unas horas, —dijo Kim con una sonrisa antes de que su voz
se volviera seria. —¿Cómo estuvo?
—Estuvo… bien. Un poco incómodo, pero mejor de lo que esperaba. Tu
hermana incluso me sonrió al final del almuerzo.
Bueno, casi sonrió, pero lo tomo como una victoria. Pequeños pasos. Roma no
se construyó en un día.
Kim Namjoon suspiró.
—Debes arrepentirte de haber dejado el Reino Unido por esta mierda.
—No dejé el Reino Unido por esta mierda—. La voz de Jin era suave. —Lo dejé
por ti, pero no me convierte en una especie de mártir abnegado. En realidad, fue
una decisión bastante egoísta. Quiero estar contigo porque me haces feliz. Muy
egoísta, ¿no?
Kim Namjoon se rió entre dientes y luego hubo más sonidos de besos.
Jungkook se alejó lentamente.
Su pecho se sentía apretado. Dolorido.
Quiero estar contigo porque me haces feliz.
Palabras tan simples, pero dolían.
Dejando a un lado el dolor en el pecho, no fue agradable darse cuenta de que
se había estado mintiendo a sí mismo. Ahora se sentía tonto. Delirante. Había
estado tan decidido a recuperar su antigua vida que de alguna manera no se había
dado cuenta de que tal vez no hubiera sido posible en absoluto, que tal vez no
hubiera sido la misma persona en absoluto.
Puede que ya no fuera un desastre depresivo, pero no era el Jeon Jungkook
que había sido hace un año. No podía volver a ser esa persona. La isla lo había
cambiado. Sus viejas creencias y emociones se sentían tan distantes ahora. No
pensaba de la misma manera. No se sentía de la misma manera. Si hace un año
hubiera escuchado a Kim Namjoon besando a un chico en su oficina, Jungkook
se habría burlado. Se habría sentido disgustado, no... cualquiera que fuera la
sensación de opresión en su pecho.
Cobarde, dijo una voz en el fondo de su mente. Sabes lo que sientes. Envidia.
Celos. Anhelo.
Dolor de corazón.
Jungkook cerró la puerta del baño detrás de él y se tambaleó hacia el lavabo.
Abrió el grifo y se echó agua fría en la cara.
—Solo extraño a Minha, —susurró.
Cobarde, volvió a decir la voz. No es ella a quien extrañas.
—Cállate. —Se sentía como un loco, hablando solo. Quizás estaba loco. Quizás
todo esto no era real y se despertaría en cualquier momento, acurrucado en los
brazos de Taehyung...
El anhelo que lo golpeó fue tan fuerte que Jungkook tuvo que morderse el
labio, sus ojos se llenaron de lágrimas.
Dios, se odiaba a sí mismo. Había pensado que finalmente había superado esto.
Había pensado que finalmente se había curado de él. Pero parecía que todo lo que
había logrado era empujar a Taehyung al fondo de su mente y reprimir, reprimir,
reprimir. Estar bien no era lo mismo que ser feliz.
Quiero estar contigo porque me haces feliz.
La puerta detrás de él se abrió.
—¿Jungkook?
Jungkook levantó la mirada y se encontró con un par de ojos azules
preocupados en el espejo. Correcto. Mark. Asistente de Jackson Wang.
Parpadeó la humedad de sus ojos, esperando que no fuera obvio que había
estado tan cerca de llorar.
—Oye. ¿Me estabas buscando? —Dijo, bastante orgulloso de que su voz sonara
lo suficientemente normal. —¿Kim Namjoon ya te dijo que yo dirigiría la
empresa? Probablemente vas a ser mi asistente.
Mark resopló suavemente, caminando hacia un urinario.
—Conozco la decisión que tomó Namjoon, pero no voy a ser tu asistente
personal. Ojalá, pero el idiota de mi jefe nunca dejaría que su azotador favorito
ande libre. No soy el asistente del Director Ejecutivo. Soy suyo. Me llevará con él
de regreso al Grupo Kim.
Jungkook desvió la mirada cuando Mark se desabrochó los pantalones.
—Entonces, ¿cómo te enteraste de la decisión? La reunión terminó hace apenas
diez minutos.
Mark hizo un sonido divertido.
—La reunión con Min en realidad no decidió nada. El novio de Kim Namjoon
ya lo había convencido de que dejara a los Min en paz.
¿Jin?
Jungkook frunció el ceño.
—¿Qué? Pero... ¿cómo sabes tanto sobre eso? —No era exactamente de
conocimiento público que Kim había querido vengarse de los Min.
Jin se subió la cremallera.
—Kim Namjoon es amigo de mi jefe. Los escuché discutirlo ayer.
¿Ayer?
Jungkook frunció el ceño. ¿Por qué Kim Namjoon incluso había obligado a
Yoongi y a él a pasar por la terrible experiencia de disculparse por las acciones de
Yoongi si ya había tomado la decisión?
Como si leyera sus pensamientos, Mark se rió entre dientes.
—Puede que Kim ya haya tomado la decisión, pero eso no significa que todavía
no quisiera que Min se humillara. Es un idiota, aunque no tan idiota como el
idiota de mi jefe. El mío es Satanás personificado.
Jungkook le lanzó una mirada curiosa.
—¿Por qué no renuncias si Wang es tan malo?
El rostro de Mark hizo algo extraño. Se encogió de hombros y fue al lavado para
lavarse las manos.
—Entonces, ¿por qué llorabas?
El repentino cambio de tema tomó a Jungkook con la guardia baja.
—No lo estaba, —dijo después de un momento, dolorosamente consciente de
lo poco convincente que debe haber sonado.
Mark le dio una larga mirada.
—Puedes hablar conmigo, lo sabes. Me han dicho que escucho bastante bien.
El primer impulso de Jungkook fue decir que estaba bien y cambiar de tema.
Pero luego vaciló.
¿Por qué no realmente? Mark ya ni siquiera iba a trabajar en su empresa. No
iba a ser subordinado de Jungkook. Y parecía un buen tipo, su rostro abierto y
sus ojos azules amables. Jungkook no podía negar que quería una nueva
perspectiva, quería hablar con alguien, con cualquiera. Sentía que explotaría si
no hablaba de esto con alguien. Su terapeuta no contaba y todos sus amigos
habían sido de Minha.
—¿Has estado alguna vez con un hombre? —Se sonrojó tan pronto como lo
soltó.
Mark parpadeó, sus cejas doradas ligeramente arqueadas.
—Soy heterosexual, —dijo. —Lo más cerca que he estado de la polla de otro
hombre fue cuando mi demonio de jefe me hizo ponerle un condón.
Jungkook lo miró fijamente. Y luego miró un poco más.
—Eh, ¿qué?
Mark se rió. No fue un sonido muy divertido.
—¿Yo sé, verdad? Mi jefe es un maldito psicópata. Juro que vive para
torturarme. No solo tengo que comprarle condones, entre un millón de otras
tareas, sino que también literalmente me hizo ponerle un condón en la polla antes
de joder a una rubia de piernas largas con un bronceado falso y tetas falsas—. Él
frunció el ceño. —Él es… —Se interrumpió y negó con la cabeza. Luego miró a
Jungkook con curiosidad. —Entonces, ¿qué pasa con el interés repentino? ¿Qué
tiene que ver con tu llanto?
—No estaba llorando, —dijo Jungkook.
El silencio de Mark lo dijo todo.
Jungkook se pasó una mano por la cara y suspiró. Miró alrededor de la
habitación antes de volver a mirar a Mark.
—Sabes que estaba atrapado en la isla con otro hombre, ¿verdad?
La frente de Mark se arrugó.
—Todo el mundo lo sabe... Espera. ¿Estás diciendo que tú y Kim Taehyung...?
La cara de Jungkook se sintió muy cálida. Ya estaba empezando a arrepentirse
de haber hablado de esto, pero ahora no podía dar marcha atrás.
—Sí, —dijo, incómodo. —Fue solo una cosa de estrés.
Mark asintió, su expresión era comprensiva.
—Estaban solos.
—Sí. —Jungkook se miró las manos. Eran pálidas de nuevo, notó
desapasionado. Su bronceado se había ido. —Solitario, desesperado y asustado. Y
él era lo único que me mantenía semi-cuerdo. Él era - él era mi todo en ese
entonces. Pero se suponía que desaparecería una vez que...
—Ah.
Se quedaron en silencio por un rato.
Jungkook no podía mirar al otro chico y confesó con brusquedad:
—Se suponía que debía… se suponía que debía dejar de necesitarlo. Mi vida es
buena ahora. Estoy bien. Todavía no debería necesitarlo.
—¿Por qué no? —Mark dijo en voz baja. —¿Porque es gay?
—No es… no es realmente eso. Solía pensar así, pero ya no. No puedo sentirme
así de verdad, no por él.
—¿Por qué no? —Mark parecía desconcertado. —¿Qué tiene de malo necesitar
a la persona de la que estás enamorado?
Jungkook abrió la boca. No salió ningún sonido.
—No estoy enamorado de él, —logró finalmente. Por supuesto que no estaba
enamorado de Taehyung. Qué idea tan ridícula. ¿Cierto?
—No lo sé, —dijo Mark, irradiando escepticismo. —Pareces bastante
desconsolado.
—Estoy desconsolado porque estoy en duelo por mi esposa.
—No tienes ninguna razón para sentirte culpable, lo sabes, —dijo Mark, no sin
amabilidad. —Ella se ha ido por más de un año.
Jungkook se apartó de Mark y miró su propio reflejo. Pálido. Estaba tan pálido,
sus ojos eran el único color en su rostro.
—¿Sabes por qué me siento culpable? —Dijo con voz ronca. —¿Por qué lo que
siento por él no puede ser normal? Amaba a Minha, la adoraba, pero si alguien
me dijera que podría tener a Minha o a él de vuelta… —Tragó saliva. —No estoy
del todo seguro de que elegiría a mi esposa. No la elegiría a ella—. Ahí. Finalmente
había dicho esas palabras en voz alta. El pensamiento lo había estado
carcomiendo durante meses, pero lo había estado reteniendo, todavía tratando
de fingir que no era real.
—Oh.
Jungkook casi se rió. Sí, oh.
—Por supuesto que me siento jodidamente culpable. Soy el peor. Ella era mi
esposa. Mi mejor amiga. La amaba.
Esto no puede ser amor. Dependencia, necesidad, obsesión. Cualquier cosa
menos amor. Había amado a Minha. Lo que sentía por Taehyung era mucho más
intenso y crudo. No podría ser algo tan normal como el amor, ¿verdad? Dios, ya
no estaba seguro de nada.
Había sido tan reconfortante pensar que todo había sido solo una fase, un
mecanismo de afrontamiento poco saludable que desaparecería una vez que se
aclimatara al mundo real nuevamente. Bueno, se había aclimatado al mundo real,
pero nada había cambiado acerca de sus sentimientos por Taehyung.
No, para ser justos, algo había cambiado. Ahora podía funcionar
adecuadamente sin Taehyung. El problema era que no quería. Ya no necesitaba
a Taehyung para que el mundo tuviera sentido. Solo lo necesitaba, punto.
Quiero estar contigo porque me haces feliz.
—¿Tú y Taehyung tuvieron una pelea? —Mark dijo, sacándolo de sus
pensamientos.
Jungkook suspiró.
—No, sí. El amigo cercano de Minha nos vio besarnos, y empujé a Taehyung y
actué como si no significara nada. Eso cabreó a Taehyung. Dijo que no le gustaba
que lo obligaran a volver al armario. Claramente pensó que solo estaba siendo un
idiota reprimido e intolerante.
—¿Y estaba equivocado?
Jungkook se encogió de hombros.
—No fue… no fue realmente por eso. Quiero decir, el funeral de mi esposa había
sido la otra semana, y luego su mejor amigo me ve besándome con otra persona.
Parecía más que una mierda. Así que reaccioné exageradamente cuando Jihan
nos vio.
—¿Por qué no le explicaste eso a Taehyung?
Jungkook se rió un poco.
—No tenía sentido. Dijo que ya no quería lidiar con mi lío—. Se tragó el nudo
en la garganta. Intentó. —Dijo que no me quería.
—¿Y le creíste? Si no fuiste honesto con él, ¿qué te hace pensar que estaba
siendo honesto contigo?
—No importa, —dijo Jungkook después de un momento. —No lo soy, no quiero
ser una carga para alguien que no me quiere.
Mark hizo un sonido pensativo.
—Lo entiendo, pero ¿has considerado que podría haber sido solo un
malentendido? No entendió por qué no querías que te vieran con él, se enojó y
dijo que tampoco te quería, solo para protegerse. Es la naturaleza humana.
Jungkook frunció el ceño.
—Piénsalo, —dijo Mark y se fue.
CAPITULO 24

Jungkook pensó en ello.


Fue todo en lo que pensó durante las siguientes dos semanas.
¿Podría Mark tener razón? ¿Quizás Taehyung no lo había dicho en serio
cuando dijo que no lo quería?
Se odiaba a sí mismo incluso por entretener el pensamiento, odiaba no poder
sofocar la esperanza que se alzaba en él.
Se encontró mirando el número de Taehyung por la noche, su pulgar se cernió
sobre él hasta que tembló de incomodidad.
Era estúpido. Incluso si Taehyung realmente lo hubiera querido en ese
entonces, podría haber seguido adelante. Habían pasado casi cuatro meses. Y
Jungkook todavía no tenía idea de si podía ser honesto con Taehyung sobre cómo
se sentía realmente cuando apenas podía ser honesto consigo mismo. Puedo vivir
sin ti, pero no quiero. Me siento culpable de necesitarte más de lo que nunca he
necesitado a mi esposa. Me siento culpable, porque tengo miedo de no ser feliz
incluso si la tuviera de vuelta.
Esa noche, soñó.
Soñó con Minha.
Estaban sentados en la playa de la isla, su cabeza en su hombro.
Sus dedos estaban entrelazados.
Fue pacífico. Tranquilo.
—Sé que me amabas, —dijo. —Me hiciste la mujer más feliz del mundo—. Ella
volvió la cabeza y lo miró con sus hermosos ojos. Ella sonrió y le tocó la cara. —
Está bien. Quiero que seas feliz, tonto—. Ella rozó sus labios contra los de él, el
toque afectuoso y cálido. —Amar a alguien siempre da miedo. Pero sé que eres
valiente. Sé valiente, cariño.
Y entonces ella se fue.
Jungkook se despertó con lágrimas en los ojos.
Se quedó así, llorando en silencio hasta que no le quedaron lágrimas.
Se sintió en paz, por primera vez en mucho tiempo.
Después de un rato, tomó su teléfono y buscó el número de su tía. Golpeó
Llamar.
—¿Jungkook? —Dijo ella, sonando somnolienta. —¿Hay algo mal?
Cierto. Todavía era temprano en la mañana.
—No fue un experimento, —dijo con voz ronca. —Creo que soy bi.
Hubo silencio en la línea.
Podía oír a su tía respirar con dificultad.
—Jungkook... ¿se trata de ese hombre? —Ella dijo. —¿Taehyung?
Jungkook miró al techo.
—No se trata de nadie. Es sobre mí. Me atraen los hombres. Quiero saber si tú,
si aún puedes...
—No seas estúpido, —dijo lacónicamente. —¿Crees que dediqué mi vida a
criarte solo para… crees que es suficiente para que me dé por vencida?
—¿No lo es? —Gruñó.
—Chico idiota —mordió y colgó.
Jungkook miró el teléfono sin comprender antes de que una risa saliera de su
garganta.
Algo en su pecho se aflojó un poco. Sabía que su tía nunca aprobaría por
completo su sexualidad, pero tal vez estaba bien.
Quizás ella no necesitaba aprobar sus elecciones de vida para amarlo.

~*~

Tenía la intención de ser un adulto al respecto.


Había querido enviarle un mensaje a Taehyung con algo neutral, averiguar
dónde estaba, si estaba saliendo con alguien (incluso pensar en eso lo hacía sentir
mal, pero era una posibilidad, una que no podía descartar), pero al final, era
demasiado cobarde. No era valiente en absoluto.
Así que Jungkook hizo lo más responsable y adulto: acechó a Taehyung.
Regresó al hotel de Taehyung y le pidió al gerente su dirección. El gerente lo
reconoció esta vez, y después de haber visto a Jungkook casi desnudo en la
habitación de Taehyung, probablemente había sacado sus propias conclusiones y
no necesitó mucho convencimiento cuando Jungkook dijo que quería sorprender
a Taehyung. Consiguió la dirección.
Para su sorpresa, era una dirección de Boston. Al parecer, Taehyung no había
regresado a Nueva York. Taehyung había estado aquí todo este tiempo. Tan cerca.
Y, sin embargo, se había mantenido alejado.
Jungkook no estaba seguro de qué pensar. Como sentirse. Demonios, todavía
no estaba seguro de lo que iba a decir cuando volviera a ver a Taehyung.
Mientras se acercaba a la casa, representó varios escenarios en su cabeza.
Siendo realistas, sabía que era poco probable que Taehyung se alegrara de
verlo. Sabía que era una idea estúpida ir allí sin previo aviso. Probablemente iba
a ser jodidamente incómodo. Era probable que se hubieran vuelto extraños el uno
para el otro. En el mejor de los casos, habría una pequeña charla incómoda. En el
peor de los casos, Taehyung estaría enojado con él por buscarlo. O…
Suficiente, se dijo a sí mismo mientras se detenía frente a la puerta. Lo que sea,
será. Al menos conseguiré un cierre y detendré esta estúpida añoranza.
Llamó.
Se sintió como una eternidad antes de que la puerta finalmente se abriera. La
leve sonrisa de Taehyung se congeló cuando vio a Jungkook.
Todas las palabras murieron en la garganta de Jungkook.
Se veía tan bien.
Probablemente fue un pensamiento estúpido, porque Taehyung siempre se
veía bien, pero Jungkook realmente no se refería a su apariencia. La forma en que
se veía, su rostro sin barba, sus ojos oscuros, el rizo sardónico de su boca firme,
era... Taehyung parecía estar en casa. Se parecía al suyo, el de Jungkook.
Más tarde, Jungkook se sentiría avergonzado por lo que hizo. Más tarde,
estaría mortificado. Ahora mismo le importaba un carajo, solo quería.
Prácticamente se lanzó sobre Taehyung y lo besó con fuerza, sus manos
subieron y bajaron por los brazos de Taehyung, sobre sus anchos hombros y su
fuerte espalda, queriendo sentirlo, necesitándolo tanto que estaba temblando. Lo
besó desesperadamente, todo dientes y lengua, anhelando por él, inhalando su
aroma como un adicto, e incapaz de obtener suficiente.
Al principio Taehyung no respondió, su cuerpo rígido por la tensión. Pero
luego, gimió y le devolvió el beso, su brazo aplastando a Jungkook contra su pecho
y su otra mano enterrándose en el cabello de Jungkook. Dios, se sentía tan bien,
tan perfecto, tan correcto. Los ojos de Jungkook estaban llenos de lágrimas, sus
labios, todo él, aferrándose a Taehyung, incapaz de dejarlo ir, no dispuesto a
dejarlo ir, nunca más.
Hubo algo de ruido, pero Jungkook apenas lo notó, su cuerpo deshuesado
contra Taehyung, su boca insaciable, cada parte de su ser cantaba de felicidad.
Dios, la forma en que olía, la forma en que sabía, era...
—Ejem, —dijo alguien de nuevo. —¿Tenemos que irnos, hermano? Podemos ir.
Jungkook gimió cuando Taehyung dejó de besarlo, buscando su boca a ciegas.
No, no te vayas.
—Cristo, —dijo Taehyung y lo besó de nuevo, tirando de sus caderas al ras.
—Eh, tal vez deberían conseguir una habitación, ustedes dos, —dijo una
risueña voz femenina.
Cuando las palabras se registraron por completo, Jungkook trató de apartar
sus labios de los de Taehyung, pero esta vez fue Taehyung quien no lo dejó,
besándolo una y otra y otra vez, su boca húmeda, caliente y hambrienta, sus
manos amasando el culo de Jungkook.
—Odio interrumpir, realmente lo hago, pero esto se está volviendo realmente
incómodo, hermano mío—. La voz sonaba muy cercana ahora, y Jungkook apartó
la boca con un gemido miserable y se obligó a abrir los ojos.
Incluso cuando sus ojos finalmente lograron enfocarse en la mujer sonriente
detrás de Taehyung, le tomó unos momentos reconocerla. Correcto. La hermana
de Taehyung. Ambas de sus hermanas. Sus dos hermanas y media docena de
personas desconocidas que se parecían mucho a Taehyung. Personas que estaban
mirando a Jungkook y sin duda acababan de presenciar a Jungkook saltando
sobre Taehyung y tocándolo por todas partes. Excelente. Era bueno que ya
estuviera sonrojado y que no era físicamente posible que Jungkook se sonrojara
más.
Dijo débilmente:
—Hola.
—Hola, Jungkook —dijo la mujer. ¿Era Seulgi? el cerebro confuso de Jungkook
todavía no estaba exactamente en su mejor momento. Para ser honesto, tomó
todo en él para no volver a aferrarse a Taehyung. El escrutinio de otras personas
no estaba ayudando exactamente a su equilibrio. Todavía no se atrevía a alejarse
de Taehyung.
Taehyung se quedó muy quieto a su lado.
Jungkook se arriesgó a mirarlo y se encontró nuevamente atrapado en esos
ojos oscuros.
Eran difíciles de leer, pero solo se quedaron en Jungkook.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Dijo en voz baja, ignorando por completo a sus
familiares.
Jungkook se humedeció los labios con la lengua y sintió una oleada de felicidad
cuando la mirada de Taehyung se posó en su boca antes de obligarse visiblemente
a devolverla a los ojos de Jungkook.
Taehyung todavía lo deseaba. Excepto que la necesidad física significaba muy
poco.
El pensamiento hizo que Jungkook se desinflara. Miró el rostro de Taehyung
inquisitivamente, pero era difícil leerlo.
—¿Vas a presentarnos, hijo? —Dijo una voz femenina.
Taehyung miró a la gente en su casa antes de volver a mirar a Jungkook.
—Este es Jeon Jungkook, —dijo, su voz rígida, inusualmente vacilante para él.
—Conocemos su nombre, —dijo la misma mujer. La madre de Taehyung.
Parecía tener más de sesenta años, su mirada no era cruel, sino desconcertada
mientras miraba a Jungkook.
La pregunta no dicha era clara. ¿Quién es él para ti?
Jungkook tragó. Miró a Taehyung con incertidumbre, pero la expresión de
Taehyung era ilegible. Guardada. Seguía mirando fijamente a Jungkook, pero no
tenía prisa por responder a la pregunta no formulada.
El corazón de Jungkook parecía latir en algún lugar de su garganta. Tragó de
nuevo. Parte de él quería permanecer en silencio, hasta que Taehyung indicara
que en realidad quería que fueran algo. Pero tenía la sensación de que sería un
error.
Necesitar no es suficiente, le había dicho Taehyung meses atrás. No quieres
esto.
Estaba bastante seguro de que Taehyung quería que él diera el primer paso.
Pero si estaba equivocado, si Taehyung en realidad no quería estar con él, esta
sería la peor humillación de su vida, una humillación de la que su corazón nunca
se recuperaría.
Tendría que hacer un acto de fe. Ser valiente por una vez. Hacer algo que el
hombre intolerante que había sido hace un año nunca hubiera hecho.
Jungkook respiró hondo. Luego miró a la madre de Taehyung, porque era más
fácil, y dijo:
—Soy el novio de Taehyung.
El silencio de sorpresa que cayó sobre la habitación fue ensordecedor, pero
Jungkook apenas le prestó atención. Todos sus sentidos estaban sintonizados en
el hombre que estaba muy quieto a su lado.
Finalmente, Jungkook encontró el valor para mirarlo.
La expresión cautelosa de Taehyung se había desvanecido. Sus ojos oscuros
eran cálidos, muy cálidos ahora, mirando a Jungkook con una mirada que hizo
que Jungkook se quedara sin aliento en su garganta. Entonces apareció una
sonrisa, primero en los ojos de Taehyung antes de extenderse al resto de su rostro.
Taehyung lo atrajo hacia sí y le dio un beso fuerte y posesivo, sus fuertes manos
acunaron suavemente el rostro de Jungkook.
—Novio, ¿eh? —Dijo, rompiendo el beso e inclinando sus frentes juntas. —
Gracias por hacérmelo saber.
Sonrojándose, Jungkook se rió, envolviendo sus brazos alrededor del cuello de
Taehyung y fundiéndose con él.
No le importaba que toda la familia de Taehyung los estuviera mirando. Él era
feliz. Se sentía completo, seguro y deseado.
Estaba donde quería estar.
EPÍLOGO

Tres meses después


Min Yoongi estaba en la terraza de su casa, bebiendo una copa de vino y
mirando a los invitados dando vueltas por el jardín. La parte formal de la velada
terminó y los periodistas se fueron. Gracias, joder.
Se aflojó la corbata con una mano, sus ojos buscando a su marido. Jimin no
estaba por ningún lado, lo cual era jodidamente invaluable, ya que todo había sido
idea suya.
Una fiesta en celebración del primer aniversario de la asociación mostrará a
todos que no hay rencor entre nosotros y Kim Namjoon, había dicho Jimin,
mirándolo con sus molestos ojos bonitos. La pequeña mierda sabía exactamente
el efecto que tenían en él: que consiguieron que Yoongi aceptara las ideas más
tontas.
Para ser justos, la idea de Jimin tenía cierto mérito. A pesar de sus mejores
esfuerzos por mantener callado el conflicto, la gente seguía hablando. Uno de los
abogados que Yoongi había consultado debió haberle soltado los frijoles a la
prensa, lo que resultó en un gran escrutinio de los medios. Sin mencionar que
había perjudicado un poco al negocio, ya que la gente desconfiaba de tratar con
una empresa que tenía un liderazgo inestable en la cima.
Así que aquí estaba, fingiendo ser el mejor amigo de Kim Namjoon y su gente.
No es que fueran enemigos per se. La actitud de Kim se había descongelado
bastante desde que Yoongi había hablado con la hermana de Kim y le había dicho
la verdad. Había sido la conversación más incómoda de su vida, pero Yoongi tenía
que admitir que se había retrasado mucho. Ayudó. Él y los Kim eran bastante
corteses estos días, pero algunas cosas no eran fáciles de olvidar, y Yoongi dudaba
que fueran a convertirse en mejores amigos en el corto plazo.
Torciendo los labios ante el pensamiento, miró a la multitud en busca de Jimin.
Kim Namjoon seguía allí, rodeando a Jin con el brazo. Verlos solía inquietar a
Yoongi. No había estado seguro de que Kim no estuviera usando al chico para
llegar a él, pero a estas alturas incluso él tenía que admitir que Kim parecía
realmente feliz con Jin, lo cual era claramente mutuo. Jin estaba sonriendo a
Namjoon en este momento, su mano tocando el pecho del mayor de una manera
bastante propietaria. A ninguno de los dos parecía importarle que estuvieran en
público, con los ojos fijos en el otro. Yoongi tenía que dárselo a Namjoon: para
ser un hombre anteriormente heterosexual, no parecía importarle estar orgulloso
de Jin, sin importarle lo que los demás pensaran de él.
Sin embargo, la relación abiertamente homosexual de Namjoon no fue tan
sorprendente como la de Jungkook.
Yoongi desvió la mirada hacia su ex cuñado y lo miró con un ligero
desconcierto. A decir verdad, apenas podía reconocerlo como el hombre que
había sido el marido de su hermana. El esposo de Minha siempre había actuado
como si tuviera un palo gigante en el culo. Siempre había mirado a Jimin y a él
con una mueca de desprecio apenas oculta en los labios, su homofobia obvia.
Había sido un buen marido para Minha, que había sido la única razón por la que
Yoongi había tolerado al hombre.
Así que ahora, ver a Jungkook casi acurrucado con otro hombre en público era
surrealista. Muy bien, "acurrucado" podría haber sido una exageración, pero aún
así. Jungkook estaba mirando a Kim Taehyung de una manera decididamente
enamorada mientras Taehyung le decía algo antes de besar la comisura de la boca
de Jungkook. Jungkook agarró la corbata de Taehyung y lo acercó más,
cambiando el beso de inocente a necesitado, y no importaba que hubiera mucha
gente alrededor. Parecía como si hubiera olvidado que no estaban solos o que no
les importaba.
Yoongi negó con la cabeza, apartó la mirada de la pareja y siguió buscando a
Jimin entre los invitados. Su mirada pasó sobre Jackson Wang, que estaba junto
a la piscina tomando una copa. Jackson tenía a una hermosa mujer del brazo,
pero no parecía prestarle atención, sus ojos negros estaban fijos en otra cosa, su
lenguaje corporal levemente irritado.
Se oyeron pasos detrás de él y luego unos brazos rodearon su cintura.
Yoongi no se volvió.
—Es de mala educación esconderse de sus propios invitados, Sr. Min —dijo
Jimin con una sonrisa en su voz, presionando su mejilla contra el hombro de
Yoongi desde atrás.
Yoongi tomó un sorbo de vino.
—Sabes que no me gustan las fiestas.
Jimin se rió entre dientes y le besó la nuca.
—No seas un viejo gruñón. Apenas eres mayor.
Dejando su vaso en la mesa cercana, Yoongi puso su brazo sobre el de Jimin y
dijo, mirando a los invitados,
—Es simplemente extraño—. Hacer lo que solía hacer mi padre, después de
evitar esta vida durante dos décadas.
No lo dijo en voz alta, pero por supuesto que Jimin lo entendió. Siempre lo
hizo. Demasiado bien.
Tarareando, Jimin entrelazó sus dedos.
—Definitivamente no esperaba organizar fiestas elegantes para
multimillonarios cuando me arrodillé para obtener un grado, —dijo, con la risa
en su voz. —La vida puede ser extraña de esa manera.
Yoongi se dio la vuelta y lo estudió.
—¿Te arrepientes?
Los ojos azules le sonrieron suavemente.
—De nada, —dijo Jimin, envolviendo sus brazos alrededor del cuello de Yoongi
y uniendo sus bocas. —Nunca.

~*~

Jungkook era un borracho pegajoso. También estaba muy cachondo.


Taehyung se echó a reír, agarrando la mano de Jungkook mientras se deslizaba
hacia su pene.
—Esperemos hasta que lleguemos a casa, Kook.
Jungkook hizo un puchero, sus ojos azul verdoso todavía estaban fijos en el
rostro de Taehyung e ignorando por completo la fiesta que los rodeaba.
—Pero te quiero. Quieres tu polla dentro de mí.
Cristo.
Tratando de ignorar la forma en que sus bóxers estaban repentinamente
demasiado ajustados, Taehyung rodeó la cintura de Jungkook con un brazo y
medio lo arrastró lejos de la fiesta.
—Vamos a casa, ¿eh? Y luego puedes decirme cuánto me quieres.
—Pero te quiero ahora, —se quejó Jungkook, presionando besos húmedos con
la boca abierta en la línea de la mandíbula de Taehyung.
—¿Pensé que odiabas las demostraciones públicas de afecto? La gente está
mirando. No quiero que te avergüences mañana cuando estés sobrio.
—No me importa, —murmuró Jungkook, acariciando el cuello de Taehyung. —
Te amo.
Los pasos de Taehyung vacilaron. Ellos... Ellos nunca habían hablado
realmente de sentimientos. Jungkook era su novio, vivían juntos y eran más
felices de lo que Taehyung había creído posible. Su relación iba muy bien, por lo
que había decidido no hacer nada al confesar que amaba a Jungkook; las
reacciones de Jungkook podían ser tan impredecibles a veces. Taehyung no
esperaba escuchar primero una confesión de Jungkook.
—Estás borracho, —dijo, aclarándose la garganta.
—Pero te amo, —murmuró Jungkook, chupando un chupetón en el cuello de
Taehyung. —Tanto. A veces siento que me ahogo con eso. Me emborraché para
decírtelo. No soy lo suficientemente valiente cuando estoy sobrio.
Sintiendo una oleada de afecto abrumador, Taehyung inclinó la cara de
Jungkook hacia arriba con los dedos.
—No necesitas emborracharte para eso, cariño —dijo con voz ronca, mirando
a los ojos vidriosos de Jungkook. —Yo también te amo.
Los ojos de Jungkook se agrandaron, un rubor apareció en sus mejillas.
—¿Dímelo de nuevo por la mañana? —Preguntó en voz baja. —En caso de que
se me olvide.
Taehyung le sonrió gentilmente.
—Lo haré, —dijo. —Te lo diré todos los días si quieres.
Jungkook le sonrió, sus ojos brillaban.
—¿Lo prometes?
Dios, era más que adorable.
—Lo prometo, —dijo Taehyung, besándolo en la frente.
Jungkook lo abrazó.
—Te amo, —susurró, sus labios rozando el cuello de Taehyung. —Siempre te
necesitaré. Siempre.
—Lo sé. —Taehyung besó la parte superior de su cabeza y sonrió. —Yo también,
amor.
—Todavía espero morir antes que tú, —murmuró Jungkook, y Taehyung de
repente recordó la conversación que habían tenido hace todos esos meses,
después de la enfermedad de Jungkook.
Con la garganta incómodamente gruesa, enterró la cara en el cabello de
Jungkook. Respiró.
—No, —dijo con voz ronca, apretando los brazos. —No tienes permitido morir
antes que yo.
Jungkook se rió.
—Supongo que tendremos que morir al mismo tiempo, entonces, —dijo,
levantando la cabeza y sonriéndole.
Sonriendo de vuelta, Taehyung inclinó sus frentes juntas.
—Supongo que tendremos que hacerlo.
Probablemente era extraño lo seguro que estaba de que todavía estarían juntos
dentro de décadas.
Era extraño que hace un año y medio no hubiera conocido a este hombre en
absoluto. Ahora él era su mundo.
—He estado pensando... —dijo Taehyung, frotando su nariz contra la de
Jungkook. Dios, a veces no podía creer lo cursis que eran. Nunca había sido así
con ninguno de sus novios anteriores. Fue un poco embarazoso, a decir verdad.
—¿Qué opinas de unas vacaciones? Quizás en alguna isla tropical...
Jungkook todavía se reía cuando Taehyung lo besó.

FIN

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