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Bibliografía

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María de los Ángeles «Chiqui» González

Desde que nacen, niñas y niños se relacionan con el mundo que los rodea a través de los
sentidos. En esas primeras relaciones que tienen con el mundo exterior lo sensorial tiene un
lugar central. La iniciación estética corresponde a un acercamiento afectivo de las niñas y los
niños al mundo sensible y un modo de habitarlo de manera más intensa y significativa. La
observación es una manera de ver, de pensar, de una cultura que produce visiones múltiples de
una realidad.

La experiencia de mirar marca el inicio de la exploración de los lenguajes visuales,


audiovisuales y plásticos. En consecuencia, se puede entender la expresión visual y plástica
como la capacidad que posee un sujeto para «discriminar e interpretar en su medio» . La
apreciación y comprensión de imágenes y experiencias estéticas creadas por otros ya sean
visuales, audiovisuales o digitales. Es decir, leer y apreciar imágenes.

Utilizar las imágenes para narrar y contar. Es decir, narrar con imágenes como otro recurso de
comunicación. Al mismo tiempo, es importante considerar que, en el mundo contemporáneo, un
mundo de imágenes y estímulos visuales y audiovisuales que conforman un ecosistema en el
que niñas y niños crecen y establecen sus vínculos con el mundo, es cada vez más necesario
«educar la mirada»1. Las chicas y los chicos interactúan en su vida cotidiana con entornos
audiovisuales, tecnológicos y digitales donde configuran sus maneras de ser, de conocer, de
aprender, de relacionarse y de estar en el mundo.

Celulares, Internet, videojuegos, televisión, plataformas, sistemas on demand, tabletas brindan


a niñas y niños nuevas experiencias de lo cotidiano, espacios de visibilidad para la conformación
de identidades y reconfiguran sus formas de sociabilidad y sus experiencias. Las infancias
actuales están atravesadas por los medios tradicionales y por los «nuevos medios» que habilitan
un contacto temprano con temas, imágenes y problemas que hasta hace un tiempo atrás eran
privativos del mundo adulto, afectan su percepción del mundo, median los procesos de
socialización, la producción del conocimiento y la conformación de la subjetividad. En una época
en la que los estímulos audiovisuales, digitales y la cultura visual en general son centrales, la
escuela puede funcionar también como un espacio que enseñe a desarrollar la atención, mirar el
detalle, interpretar los contenidos de las imágenes, reflexionar sobre sus sentidos e invitar a
crear y narrar con ellas. La inclusión de imágenes en las aulas posibilita el contraste con
representaciones alternativas de la realidad, genera emociones inmediatas y también puede
promover instancias reflexivas posteriores.

Por eso, el lugar de la escuela es fundamental a la hora de ampliar y diversificar el acceso no


solo a una variedad de propuestas estéticas, audiovisuales y digitales sino también para ofrecer
herramientas que permitan a niñas y niños producir sus propios contenidos y mensajes en
soportes y formatos que son fundamentales en el contexto sociocultural contemporáneo.

El poder de las imágenes. Valorar que las imágenes comunican ideas, información, valores,
emociones y pueden movilizar la atención de una manera singular porque tienen la capacidad
de hacer llorar, reír, emocionar, impactar, impresionar, cautivar. La relación entre palabras e
imágenes. Hay imágenes que parecen dejarnos sin palabras, pero también hay imágenes que
necesitan de las palabras para tener un contexto, para ser comprendidas.

Esta relación posibilita el trabajo en el aula y también nos lleva a considerar que, a veces, es
necesario dejar que las imágenes «hablen», dando tiempo a la interpretación sin
«contaminarlas» con palabras que puedan limitar sus múltiples sentidos. Educar la mirada,
entonces, resulta fundamental en nuestra cultura contemporánea. La escuela, nacida en la
modernidad y bajo la predominancia de la imprenta y la cultura escrita ha tenido, por décadas,
una mirada un tanto esquiva hacia la cultura visual y el mundo audiovisual. Sin embargo, la
educación tiene la responsabilidad de considerar la centralidad de la cultura visual y el desafío
de preguntarse por el mundo de lo audiovisual.

Los contenidos audiovisuales que circulan por múltiples pantallas no sólo contienen imágenes y
sonidos, sino también formas culturales, deseos colectivos, necesidades, afectos. Las chicas y
los chicos tienden cada vez más a construir, aprender y narrar con imágenes. La incorporación
de imágenes en nuestra comunicación cotidiana en entornos digitales se ha instalado de tal
forma que chicas y chicos que hoy se expresan, muchas veces, con memes, emojis, selfis, fotos,
GIF o videos. Por eso, resulta tan necesario trabajar pedagógicamente con las imágenes
teniendo en cuenta que son polisémicas y que no todos vemos lo mismo cuando miramos.

« Se trata, junto con las/os alumnas/os, de enseñar y aprender a mirar, escrutando a las
imágenes desde distintos ángulos, desarmándolas y rearmándolas, imaginando con ellas y a
partir de ellas, sin perder de vista que, del mismo modo que las palabras, las imágenes son
colectivas y se comparten. » .

La cultura visual y la producción artística

La cultural visual aborda el desarrollo de las capacidades necesarias para expresarse


creativamente, capacidades para la percepción y apreciación estética y la capacidad de
comprender el arte cómo fenómeno cultural. La producción de imágenes visuales implica la
realización, experimentación y transformación de la materia, es decir la materialización de una
idea, de lo que se percibe del entorno o de ideas que provienen del mundo imaginario. Cuando
hablamos dentro de la cultura visual del eje de la producción es importante considerar que
pintar, dibujar o realizar producciones tridimensionales no son simples acciones con un material.
Si se favorece y alienta el aprendizaje y la exploración de una variedad amplia de herramientas
y materiales o de técnicas y procedimientos diversos es más factible que las niñas y los niños
logren, paulatinamente, desarrollar sus propios criterios como productores y productoras de
imágenes.

Asimismo, si consideramos la importancia de los lenguajes e imágenes audiovisuales a la hora


de la exploración, el disfrute y la reflexión, también resulta fundamental incorporar las
herramientas audiovisuales como medios para la producción.

Instagram o los videojuegos crean maneras de representar y percibir el mundo, ponen en


circulación imágenes y relatos, generan nuevas formas de comunicarse y establecer vínculos
con los otros y nuevos espacios de sociabilidad. Por eso, es tan importante que, desde el nivel
inicial, niñas y niños puedan no solo aprender a apreciar esas imágenes sino también a leerlas
críticamente, es decir, entender cómo se producen y generar sus propios mensajes utilizando las
herramientas del lenguaje audiovisual. Así, niñas y niños que cuentan con espacios para
explorar, observar, descubrir y preguntar pueden también construir una mirada propia. En el
contexto actual, en el cual puede creerse que tanto el arte como el saber no son para todos, se
transforma en una conquista, que reinstala a las infancias en el lugar de sujetos de derechos y
no consumidores de imágenes.
Porque el arte es una experiencia para todas y todos, esa «iniciación» debiera ser garantizada
por la escuela, y asegurar la igualdad de oportunidades en el acceso a los bienes culturales. Un
lugar donde la libertad permita la creación, la construcción de sentidos, que vayan forjando
imágenes, palabras y obras, porque en esas conquistas se van construyendo las huellas, las
marcas que cada uno va a dejar en este mundo.

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