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Tercera Prueba de la Asignatura Psicología y Comunicación

Nombre: Sebastián Ignacio Moreno Castillo

Sobre alteraciones, inmadurez o retraso en el desarrollo del lenguaje y la comunicación,


responde las siguientes preguntas:

¿Qué tienen en común un trastorno o dificultad del habla con un trastorno o dificultad del
lenguaje?

El estudio del lenguaje ha tenido un gran desarrollo durante las últimas décadas, quizás más
intensamente en otras áreas de conocimiento más allá de la psicopatología. En muchos
casos se trata de una investigación multidisciplinaria, que implica a estudiosos de distintos
ámbitos, como médicos, psicólogos, pedagogos, logopedas, lingüistas, filósofos y un largo
etcétera de profesionales. Entendemos como lenguaje (comprensión) al sustento de nuestra
vida, desde ahí damos significados al mundo y nos comprendemos mutuamente, y al habla
(expresión) como el intercambio comprensible de ideas, siendo éste el vehículo de
expresión del pensamiento. La relación entre lenguaje, habla y pensamiento ha sido uno de
los campos más estudiados y controvertidos tanto en las ciencias como en la filosofía. El
lenguaje está estrechamente unido al habla y al pensamiento, pues de hecho las personas
manifiestan lo que piensan o sienten principalmente a través del lenguaje. Este hecho
origina problemas en la exploración, ya que muchas veces será difícil averiguar si una
alteración dada es una patología del pensamiento o del lenguaje.

Por ejemplo, en niños con mutismo selectivo (negativa a hablar pese a que la capacidad
para comprender y para hablar está conservada, que puede aparecer en niños de edad
preescolar)

¿Qué Necesidades Educativas están relacionadas con dificultades en el desarrollo del


lenguaje y la comunicación?

La escuela tiene el encargo de favorecer el proceso de formación de los niños a partir de las
exigencias culturales y los niveles de desarrollo que estos hayan alcanzado. Sin embargo,
todos los niños no aprenden igual y algunos presentan dificultades para aprender, por lo que
precisan una atención diferente. Uno de los problemas que se identifican con más
frecuencia son los relacionados con el desarrollo del lenguaje. Estos en múltiples ocasiones
se presentan asociadas a otras necesidades educativas especiales o pueden generarlas. La
atención educativa a los niños que clasifican con problemas de lenguaje y tienen
necesidades educativas especiales se convierte en los últimos años en centro del debate
acerca de cuál deberá ser el procedimiento a seguir. Asimismo, hay considerable acuerdo
en que el curso que sigue el desarrollo del lenguaje refleja la interacción de factores en al
menos cinco dominios: social, perceptivo, procesamiento cognitivo, conceptual y
lingüístico.
¿Qué tipos de trastornos de la comunicación tienen los sujetos con trastornos psiquiátricos
mayores?

Consisten en alteraciones en el ritmo y/o en la velocidad del lenguaje. Los más relevantes
son: Bradifemia o bradifasia. Enlentecimiento en la emisión del lenguaje. Aumento de
latencia de respuesta. El lenguaje es normal, pero el tiempo que pasa desde que se realiza la
pregunta hasta que el paciente comienza a responder es más prolongado. Es propio pero no
exclusivo de las depresiones melancólicas, y se suele asociar con cierta inhibición
psicomotora. Taquifemia o taquifasia. Aceleración en la emisión del lenguaje. Hablar muy
deprisa. Se suele asociar a un hablar excesivo (logorrea o verborrea). Presión del habla.
Incremento de la cantidad del lenguaje espontáneo en comparación con lo considerado
normal o socialmente adecuado. Se podría considerar como el extremo contrario del
aumento de latencia de respuesta. El paciente habla con rapidez y es difícil interrumpirle.
Algunas oraciones pueden quedar incompletas debido al ansia por decir una nueva idea. Se
suele encontrar en los cuadros maníacos, casi siempre acompañado de un aumento del tono
de voz, así como de trastornos del pensamiento (taquipsiquia o aceleración del
pensamiento, y también en la fuga de ideas). Tartamudez o disfemia o espasmofemia. Se da
una alteración del ritmo y de la fluidez del habla, caracterizada por la interrupción del flujo
del habla, por la tendencia a repetir las sílabas iniciales de las palabras. Pueden aparecer
también bloqueos y aspiraciones. Aumenta en situación de ansiedad. Aprosodia. Falta de
entonación, apareciendo un discurso monótono, sin inflexiones y con pérdida de la
musicalidad. Suele asociarse a alteraciones similares en el lenguaje no verbal. Es una
alteración inespecífica. Dentro de los trastornos de la significación del lenguaje, se trata de
trastornos que afectan más directamente al significado del lenguaje. La mayoría de ellos
son característicos de la esquizofrenia, si bien también pueden aparecer en algunas
demencias y en afasias sensoriales: Neologismos. Creación y uso de palabras o expresiones
sin un significado generalmente aceptado, a las que el paciente da una significación
concreta. El paciente crea nuevas palabras a partir de la combinación o condensación de
otras, siendo estas nuevas palabras incomprensibles para el entrevistador. Se puede
observar en las afasias sensoriales y también es característico de algunos pacientes con
esquizofrenia.

Escoja una corriente psicológica y desarrollo un breve ensayo reflexivo sobre sentido,
importancia y usos, que esa corriente, le otorga a la comunicación en las intervenciones
psicológicas individuales y colectivas, en especial sobre el tipo de comunicación que se
debería priorizar en las intervenciones psicoterapéuticas.

LA NEUROPSICOLOGÍA COMO DISCIPLINA CLÍNICA

Cuando hablamos de neuropsicología a nivel clínico, es fundamental tener los objetivos


claros para establecer un plan de rehabilitación eficaz para el paciente. Por consiguiente,
destacamos que el objetivo central es contribuir con el diagnóstico de los déficits cognitivos
y conductuales debidos a una lesión cerebral y, así, ayudar a orientar al paciente y su
familia en el manejo de las dificultades que presente, buscando mejorar su calidad de vida.
Es importante mencionar que existen ciertas patologías en las que no es posible revertir o
curar la situación presentada. En esos casos, el neuropsicólogo clínico debe centrarse en
buscar herramientas que ayuden tanto a la familia como al paciente a vivir mejor. El trabajo
que desempeña el neuropsicólogo varía en función del paciente en consulta. En ese sentido,
los objetivos específicos en los que va a centrar su intervención serían los siguientes:
Evaluar las consecuencias de una enfermedad a partir de un diagnóstico. Describir el
funcionamiento cognitivo actual, incluyendo las fortalezas y debilidades del paciente a
través de una evaluación profunda e integral. Planificar los objetivos del tratamiento
(pueden cambiar con el tiempo). Valorar los efectos del tratamiento. Informar al paciente y
familiares sobre su cuidado y seguimiento. Asesorar a la familia a partir de lineamientos
enfocados en la intervención psicoeducativa. De esta forma, podríamos decir que la
neuropsicología es un método interdisciplinario por excelencia, pues se toman en cuenta
diversas áreas del conocimiento neurológico que incluyen la organización cerebral y la
estructura psicológica de las funciones mentales humanas. Por otro lado, es importante
mencionar que la neuropsicología clínica no está limitada únicamente a la intervención
terapéutica. Otro ámbito de acción se encuentra alrededor de la investigación. En ese
sentido, se trata de profundizar en el estudio de tales patologías para conseguir los
siguientes objetivos: Caracterizar a las poblaciones patológicas y así explicar los diferentes
daños y sus disfuncionalidades. Desarrollar instrumentos diagnósticos que impliquen la
estandarización de estos para que puedan ser utilizados en las diferentes poblaciones.
Contribuir a la comunidad a partir del desarrollo de diferentes estudios que permitan un
mejor conocimiento sobre los procesos de intervención del área, basados en la evidencia
científica.

Escoja uno de los siguientes autores y describa sus principales aportes a la comunicación
humana y de qué modo dichos aportes pueden aportar al desarrollo personal y al cambio de
paradigma sociocultural de mundo actual.

Alexander Romanovich Luria (1902-1977), neuropsicólogo y médico ruso, es uno de los


pioneros en el campo de la neuropsicología clínica. A partir de su formación académica y
profesional, y gracias a su visión integral sobre la funcionalidad del cerebro, la
neuropsicología se convierte en una ciencia humana que amplía sus alcances y objetos de
estudio, pues no se limita a las estructuras anatómicas. Tras largos estudios, Luria define a
las funciones mentales superiores como “procesos reflejos complejos, de origen social, que
son posibles gracias a su estructura y cuyo funcionamiento es consciente y voluntario”
(Luria, 1977, p. 34). Por esta razón, Luria es conocido como pionero en la comprensión del
cerebro como un “todo funcional”, tanto en la etapa adulta como en los procesos de
desarrollo de las funciones intelectuales infantiles durante el proceso de ontogénesis
(Coelho, 2006). Como resultado, plantea la teoría de los sistemas funcionales. En este caso,
el sistema nervioso regula su actividad mediante la actividad coordinada de las tres
unidades funcionales. La primera unidad funcional es responsable de la regulación del tono
o la vigilia, capaz de facilitar el suficiente nivel de activación cortical para que el sistema
nervioso pueda funcionar de un modo idóneo. Por tanto, una alteración en esta función
impide al sistema nervioso un adecuado nivel de alerta, en consecuencia, se produce un
fallo general en la entrada de información que, en caso extremo, se traduciría en un estado
de coma y, en casos más leves, alteraría el funcionamiento cognitivo al generar
disfunciones en los procesos de atención, vigilia o memoria. La segunda unidad funcional
estaría encargada de adquirir, procesar y almacenar la información procedente tanto del
medio interno como el externo para, posteriormente, codificar y transportarla al interior del
sistema nervioso. Siguiendo esta línea, el procesamiento de la información implica un
proceso de análisis, síntesis, comparación con informaciones previas, almacenamiento y
preparación de un plan de respuesta. En último lugar encontramos a la tercera unidad
funcional, que sería responsable de programar, regular y verificar la actividad, emitiendo
respuestas a través de los sistemas motores eferentes o de las glándulas endocrinas. Bajo
esta premisa, la conducta no es una actividad automática, sino que se programa mediante la
generación de intenciones, planes y programas de acción. Posteriormente, se verifica si la
conducta se ha hecho de acuerdo con los planes inicialmente programados.

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