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El presente ensayo se articula en torno a que todo siempre tiene un


inicio se podría decir como metáfora que el ser humano se encuentra
alrededor de un gran bosque donde una semilla es una duda y de esta se
desarrollan grandes aportes para la construcción de la realidad. Por tal razón
se ve la necesidad investigar un poco sobre el conocimiento, la importancia
del saber; el conocimiento determina la racionalidad y, por lo tanto, la
esencia. Por esta razón, la teoría del conocimiento formó parte de la filosofía
a lo largo de toda la historia; es por tal motivo que esta mirada filosófica
acerca de cómo empieza a conocer el hombre, es importante para de ahí
inferir cómo este saber, permeado socialmente, se ha ido desarrollando en
forma constante.
No obstante, se puede decir que la historia del conocimiento
empezaría con los primeros indicios del pensamiento humano y las
corrientes filosóficas se han formado con la finalidad de compartir y discutir
diversos razonamientos lógicos y métodos sobre conceptos abstractos
relacionados con la humanidad y el contexto que los rodea. Desde que el
hombre existe se ha hecho preguntas sobre sí mismo y sobre el mundo que
le rodea.
A propósito de estas corrientes se pueden mencionar algunas como el
determinismo que trata sobre una doctrina filosófica que mantiene que todos
los acontecimientos (físicos, pensamientos y acciones humanas, etc) y están
sometidos a leyes naturales, totalmente predeterminadas, de carácter casual
y mecánico, considerando al azar como un mero efecto aparente. La
corriente operacionista considerada como una doctrina según la cual los
términos que no se puedan definir operacionalmente carecen de significado
valido para la ciencia.
Es importante destacar también, las teorías dualistas que sostienen
que la mente no es una sustancia física, por lo que la mente y el cuerpo son
dos sustancias distintas, pero relacionadas. Si la mente fuera algo material,
no se podría explicar la existencia de pensamientos, sentimientos y deseos,
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que son completamente abstractos. Entretanto, la filosofía vitalista tiene


como primera distinción de las filosofías tradicionales entender la realidad
como proceso. Esta corriente filosófica se caracteriza por postular la
existencia de una fuerza o impulso vital sin el que la vida no podría ser
argumentada. Esta corriente es considerada como uno de los principios de la
química como ciencia y consiste en un sistema filosófico donde el átomo era
considerado por aquellos tiempos como el elemento más grande, extenso e
indivisible, del cual están hechas todas las cosas.
Sintetizando las corrientes filosóficas, estas han influido en la creación
de un paradigma, a partir del cual se han regido en cada época las ciencias
de todo tipo. Como consecuencia de toda esta variedad de corrientes,
paradigmas, pensamientos y pensadores, existe una gran riqueza de
conocimiento, lo que la hace bastante completa y compleja.
En la actualidad, existen varios paradigmas vigentes, cada uno con
sus seguidores y detractores, y esto será siempre así, ya que cuanto más se
avance en la ciencia, más se descubrirá sobre los conceptos que ahora se
creen como válidos, por lo que quizás algunos de ellos dejen de ser legítimos
para dejar paso a los nuevos.
De lo anterior, se desprenden las posibilidades del conocimiento
donde el hombre es capaz de conocer aquello que ve, pero también aquello
que no ve porque profundiza y alcanza a comprender el fondo de las cosas y
de las personas. Sin embargo se considera que independientemente del tipo
de conocimiento que se vaya a adquirir, en todo el proceso se pueden
destacar los siguientes elementos: el sujeto, el objeto, la operación
cognoscitiva y el pensamiento o representación mental.
De acuerdo al contexto anterior sobre las posibilidades del
conocimiento caben diversas posiciones que van desde el escepticismo, que
niega la posibilidad de justificar un determinado conocimiento como
verdadero, pasando por el relativismo, que interpreta que la verdad se ajusta
a esquemas convencionales y el criticismo, que sostiene la posibilidad de un
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conocimiento limitado a nuestros esquemas cognoscitivos, hasta llegar al


dogmatismo, que confía en las posibilidades del conocimiento humano y la
capacidad para señalar el conocimiento verdadero.
Por otro lado, partiendo del hecho de que en el conocimiento se
establece una relación entre dos polos: sujeto y objeto, y una combinación
de planos subjetivos y objetivos. Dependiendo de la combinación, existen
tres grados de conocimiento: opinión, creencia y saber en sentido estricto.
Por consiguiente, existen cuatro tipos de conocimiento que se
corresponden con cuatro grados de realidad: la imaginación, que es el
grado de conocimiento más alejado de la verdad, se representa a través de
imágenes del mundo llamadas eikónes, que son imitaciones del mundo
exterior. La creencia, que es la forma en que se conoce el mundo; es el
conocimiento de lo físico natural, significa creencia y confianza, es un tipo
de conocimiento basado en el hábito. El conocimiento deductivo, que lo
componen las entidades matemáticas, geométricas y similares. Finalmente,
la inteligencia o intuición, compuesta por los principios del reino aritmético,
los cuales da por sentado que son como se definen y se adoptan como
principios evidentes conocidos o archaí.
En otro orden de ideas; el conocimiento científico es entendido como
el conjunto de hechos verificables y sustentados en evidencias recogidas
por las teorías científicas, así como también el estudio de la adquisición,
elaboración de nuevos conocimientos mediante el método científico. En
otras palabras una teoría científica se comprende como el conjunto
consistente y deductivamente completo de proposiciones científicas que
describen hechos relativos al campo de investigación de la teoría. En ese
sentido el conocimiento científico sería el contenido proposicional completo
de todas las teorías científicas empíricamente adecuadas.
Sin embargo, el manejo del conocimiento científico es un tema que
ha empezado a imponerse dentro de las organizaciones durante las últimas
dos décadas, debido a que son cada vez más conscientes de que sus
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activos más valiosos no son las propiedades, ni las inversiones, ni siquiera


la tecnología o la información; lo más valioso es el conocimiento que tienen
sus integrantes y colaboradores. Ese conocimiento, también conocido en la
literatura como "activos intangibles" y "capital intelectual", es el que se debe
capturar, administrar, difundir y potencializar. Con miras a comprender
todos los procesos, estrategias, herramientas y técnicas tendientes a
aprovechar el conocimiento de las personas y transferirlo a toda la
organización, capitalizándolo en todos los niveles.
Acerca de los avances sin precedentes que ocurren en la ciencia
y mantienen la esperanza de beneficios insospechables para la humanidad
y el desarrollo sustentable. Al mismo tiempo, los poderes potencialmente
transformadores de la vida que tiene la ciencia, hoy en día, significan que
su aplicación también presenta posibles riesgos. Por lo tanto, existe una
necesidad urgente de un debate serio sobre los aspectos éticos, sociales,
ambientales y económicos respecto del uso del conocimiento científico, los
cuales deberían respetar primero y principalmente a los derechos humanos
y la dignidad de los seres humanos.
En la actualidad las tendencias científicas de la mano con el
conocimiento tradicional trabajando con las redes científicas constituyen
una red efectiva para movilizar la ciencia y sus aplicaciones hacia el
desarrollo y avances; en cambio sí se fracasa en disminuir la brecha entre
la producción y distribución del conocimiento científico no solo se perdería
la oportunidad para mejorar la vida sino que se enfrentaría a la amenaza de
un daño irreparable al planeta. El futuro de la humanidad esta
intrínsecamente ligado a la preservación de los sistemas globales que
mantienen la vida y para preservar dichos sistemas no existe otro aliado
mejor que la ciencia: ciencia para la paz, una ciencia para el desarrollo,
una ciencia para una sociedad justa y democrática.
Finalmente los modos de conocer; individuales e institucionales, que
se estructuran a partir del modo ordinario de conocimiento constituido por el
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lenguaje del sentido común. Se distingue a los modos individuales de los


modos institucionales de conocer con base en los objetivos que los regulan.
Se distinguen los modos ordinario, científico, tecnológico, religioso,
artístico, formal y ético-jurídico de conocer, y se examina cómo cada modo,
a la manera de los juegos de lenguaje, constituye un dominio con una
lógica o gramática específica.
Los distintos modos se dividen en subdominios o disciplinas. Con
este criterio se examinan los objetos de conocimiento de cada una de las
ciencias empíricas, incluyendo a la psicología. Se subraya la especificidad
del objeto de cada ciencia y cómo ello determina sus métodos y la
complementariedad de sus abstracciones respecto del mundo representado
en las prácticas del lenguaje ordinario que las fundamentan.
En conclusión, el conocimiento se concibe como un sistema de
interrelación sujeto-objeto capaz de desarrollar métodos y parámetros
propios para aprehender la realidad. A juicio propio no es posible justificar
el conocimiento totalmente, ya que este siempre será incompleto, debido a
que los contextos son finitos, cerrados, e incompletos; tratando de
comprender a un mundo infinito, abierto e incomputable. Sólo se puede
acotar que un conocimiento tendrá un menor grado de incertidumbre
mientras mejor concordancia tenga con las experiencias. Al aumentar el
contexto, el conocimiento tiende a volverse obsoleto, requiriendo una
constante refinación. Es por esto que no hay conocimientos universales.
Los conocimientos se adaptan al mundo interior, no se adapta el mundo a
los conocimientos.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
Bachelard, G. (2000). La formación del espíritu científico. Contribución a un
Psicoanálisis del conocimiento objetivo. México: Siglo XXI editores

Burke, P. (2002). Historia social del conocimiento. De Gutenberg a Diderot.


Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica.

Kant, Immanuel. Crítica de la Razón Pura, 2ª Ed.

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