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RESPONSABILIDAD CIVIL POR DAÑOS CAUSADOS POR PRODUCTOS Y SERVICIOS DEFECTUOSOS

Responsabilidad civil por daños causados


por productos y servicios defectuosos

Integrantes:

Pablo Gutiérrez Villegas


Michele Juárez de Juana
Pablo García-Villalba Galián
Alba Fernández Uclés
Abigail Eriam Okungbowa
María Paterna Antón

Universidad de Murcia

2º Grado Criminología; Profesor: Amparo de Lourdes González Martinez; Protección de la


persona en el ámbito del Derecho Civil; Facultad de Derecho; Universidad de Murcia.
RESPONSABILIDAD CIVIL POR DAÑOS CAUSADOS POR PRODUCTOS Y SERVICIOS DEFECTUOSOS

Índice
1. Introducción
2. Análisis normativa vigente
3. Análisis de casos
3.1. Sentencia de la Audiencia Provincial de Teruel
08/07/2020
3.2. Farmacéutica alemana Grünenthal GmbH
3.3. Sentencia del Tribunal Supremo de Madrid 01/03/2021
3.4. Sentencia del Tribunal Supremo 151/2003 21 de febrero
de 2003
3.5. Sentencia nº 34/2020 de 21 de enero de 2020
3.6. STS 556/2002, 10 de Junio de 2002
4. Conclusión
5. Bibliografía
RESPONSABILIDAD CIVIL POR DAÑOS CAUSADOS POR PRODUCTOS Y SERVICIOS DEFECTUOSOS

Introducción
La responsabilidad civil por productos o servicios defectuosos es la constricción
legal que tiene el productor, o el proveedor de servicios, de subsanar los menoscabos
y detrimentos provocados al cliente, usuario o tercero que resulte afectado a
consecuencia de los desperfectos de seguridad en el producto puesto en movimiento o
en el servicio concedido, respectivamente.

En España, estos supuestos de responsabilidad civil se ven regulados concretamente en el


Real Decreto Legislativo 1/2007, de 16 de noviembre, por el que se aprueba el texto
refundido de la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios y otras leyes
complementarias (TRLCU), más concretamente en su libro tercero, que es la relativa a la
responsabilidad civil por bienes o servicios defectuosos.

Además, en esta norma se desarrollan diferentes conceptos clave que en este análisis
destacaremos. Uno de ellos es la definición de producto defectuoso en el artículo 137 en sus 3
apartados:

1. Se entenderá por producto defectuoso aquél que no ofrezca la seguridad que cabría
legítimamente esperar, teniendo en cuenta todas las circunstancias y, especialmente, su
presentación, el uso razonablemente previsible del mismo y el momento de su puesta en
circulación.

2. En todo caso, un producto es defectuoso si no ofrece la seguridad normalmente ofrecida


por los demás ejemplares de la misma serie.

3. Un producto no podrá ser considerado defectuoso por el solo hecho de que tal producto se
ponga posteriormente en circulación de forma más perfeccionada.

Por ello, se consideraría un ejemplo de producto defectuoso el teléfono móvil que tras su
compra no permite realizar llamadas por un desperfecto en su fabricación. En cambio, no
tendría consideración de producto defectuoso el coche que funciona correctamente y
conforme a como se entiende que debe marchar, aunque posteriormente salga al mercado una
versión mejorada de este en cuanto a sus características (como podría ser un mayor ahorro de
combustible, una mayor comodidad, etc)

Por supuesto, para el reclamo de una indemnización con el objetivo de subsanar los daños
ocasionados por un producto o servicio defectuoso, se habrá de ejercer la actividad
probatoria, lo cual viene regulado en el artículo 139 de la ley que estamos tratando:

“El perjudicado que pretenda obtener la reparación de los daños causados tendrá que probar
el defecto, el daño y la relación de causalidad entre ambos.”
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Análisis normativa vigente

Actualmente, como bien se ha dicho anteriormente, la normativa vigente en lo referente a la


responsabilidad civil por productos defectuosos, se trata del Real Decreto Legislativo 1/2007,
de 16 de noviembre, por el que se aprueba el texto refundido de la Ley General para la
Defensa de los Consumidores y Usuarios y otras leyes complementarias.

Anteriormente a esta Ley existieron otras dos, la Ley 26/1984, de 19 de julio, General para la
Defensa de los Consumidores y Usuarios; y la Ley 22/1994, de 6 de julio, de Responsabilidad
Civil por Daños causados por Productos Defectuosos. Ambas fueron derogadas para, en un
proceso de armonización legislativa de ámbito europeo e internacional, unificarlas.

Debemos tener en cuenta que, además de la propia ley existente, interviene también el
Código Civil, puesto que este regula los contratos (cuando se adquiere algo o se presta un
servicio de cualquier cosa, se está realizando un contrato), en el art. 1258 del CC, se habla de
la obligación del cumplimiento de lo expresamente pactado (es decir, el perfecto
cumplimiento del objeto y/o servicio contratado), respecto de este artículo que impone una
obligación, nos encontramos con el art. 1101 CC, el cual habla de la indemnización de los
daños y perjuicios causados en el cumplimiento de las obligaciones cuando se incurra en
dolo, negligencia o morosidad.
La relación de dichos preceptos supone que el incumplimiento del contrato,
independientemente de que no exista ni dolo, engaño o mala fe, queda sujeto a
responsabilidad; el único requisito es que, de manera culposa, se inculpa el contrato (siempre
que no derive de fuerza mayor o caso fortuito) para que exista la obligación de indemnizar.
Puesto que, esa culpa proviene de una falta de previsión y diligencia que hace que se
incumplan sus obligaciones.

Los arts. 1105 a 1107 CC, nos dicen de qué se debe responder e indemnizar. En el primero de
estos nos dice que nadie ha de responder de aquellos sucesos que no hubieran podido
preverse, o que, previstos, fueran inevitables; es decir, aquellos sucesos en los que interviene
fuerza mayor. También es importante destacar lo que dice el art. 1106, puesto que impone que
no se debe indemnizar el valor de la pérdida, sino de la ganancia que se haya dejado de
obtener (por ejemplo, una empresa compra una máquina defectuosa de fábrica, dicha fábrica
debe indemnizar por la máquina, y por aquello que, la empresa al no tener esa máquina, no ha
podido ganar).

En el Código Civil, también nos encontramos, en el Capítulo II del Título XVI del Libro
Cuarto, las obligaciones que nacen de culpa o negligencia (arts. 1902 y ss.).
Analizando dicho capítulo podemos encontrar responsabilidad que nace de los servicios
defectuosos, en el art. 1902 CC encontramos que el que por acción u omisión cause daño, por
culpa o negligencia, está obligado a reparar el daño causado. En el 1903 CC, aparece una
cosa importante en lo referente, puesto que nos dice que, en el caso de tratarse de un
trabajador de un establecimiento o empresa, el responsable es el dueño o director de este.
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En lo referente al propio Real Decreto 1/2007, en el Capítulo I del Libro Primero define los
conceptos de consumidor y usuario y de persona consumidora responsable, de empresario, de
productor, de producto y de proveedor. En el Capítulo III del mismo Libro, se habla,
principalmente, de los deberes de los empresarios, los cuales consisten en que los bienes o
servicios deben ser seguros, que deben informar a los consumidores de los riesgos.

El art. 48 TRLCU habla de la reposición de la situación alterada por la infracción e


indemnización de daños y perjuicios: “podrá exigirse al infractor la reposición de la situación
alterada por la infracción a su estado original y, en su caso, la indemnización de daños y
perjuicios probados causados al consumidor que serán determinados por el órgano
competente para imponer la sanción, debiendo notificarse al infractor para que en el plazo de
un mes proceda a su satisfacción, quedando, de no hacerse así, expedita la vía judicial.”.
Lo que viene a decir este artículo, es el derecho de exigir responsabilidad al infractor, quien
tendrá un mes para satisfacer al consumidor.

En el Capítulo II del Título IV del Libro Primero, se habla de lo que son las infracciones y
sanciones.

Todo el Libro Segundo habla de los contratos y garantías, en el cual el Título IV habla de las
garantías y servicios de posventa, en este se habla de las obligaciones del vendedor de
entregar al consumidor productos conforme al contrato, así como la responsabilidad de
responder frente a cualquier falta de conformidad, esta conformidad se entenderá cuando (art.
116 TRLCU):

- Se ajusten a la descripción y posean las cualidades presentadas.


- Sean aptos para el uso destinado.
- Sean aptos para el uso especial comunicado por el usuario al vendedor, siempre que
este haya admitido que es apto para dicho uso.
- Presenten la calidad y prestaciones habituales.

Todos estos artículos mencionados con anterioridad, dan a conocer los derechos y
obligaciones de los empresarios a la hora de vender su producto, la responsabilidad civil se
exige cuando dichas obligaciones no se han cumplido total o parcialmente; sin embargo, el
Libro Tercero, es el que habla expresamente de la responsabilidad civil por bienes o servicios
defectuosos.

El concepto de producto viene establecido en el art. 136 TRLCU: “[...] se considera producto
cualquier bien mueble, aún cuando esté unido o incorporado a otro bien mueble o inmueble,
así como el gas y la electricidad”.
La responsabilidad podrá exigirse cuando un producto sea defectuoso y, según establece el
art. 137 TRLCU, “Se entenderá por producto defectuoso aquél que no ofrezca la seguridad
que cabría legítimamente esperar, teniendo en cuenta todas las circunstancias y,
especialmente, su presentación, el uso razonablemente previsible del mismo y el momento de
su puesta en circulación [...]”. Esto quiere decir que, el producto defectuoso es aquel que no
ofrece la misma seguridad que los demás ejemplares de la misma serie. Este defecto puede
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ser de fabricación (no se corresponde con los de su misma serie), de diseño (tiene un fallo en
su concepción) o de información (insuficiente o inexacta sobre el consumo, uso o
manipulación).

En lo referente a los sujetos responsables, el TRLCU añade, al productor y fabricante real, a


otras personas, en caso de que resulte difícil la reclamación a estos, como el importador
comunitario, el proveedor y el distribuidor. En el art. 138 establece quién es el productor,
además del definido en el art. 5, quedarían pues, las siguientes definiciones de productor:

- El fabricante del bien o al prestador del servicio o su intermediario.


- Al importador del bien o servicio en el territorio de la Unión Europea.
- Cualquier persona que se presente como tal al indicar en el bien su nombre, marca u
otro signo distintivo.
- El fabricante o importador en la Unión Europea de un producto terminado o cualquier
elemento integrado en el producto terminado o una materia prima.

El art. 138 también habla de que “si el productor no puede ser identificado, será considerado
como tal el proveedor del producto, a menos que, dentro del plazo de tres meses, indique al
dañado o perjudicado la identidad del productor o de quien le hubiera suministrado o
facilitado a él dicho producto. La misma regla será de aplicación en el caso de un producto
importado, si el producto no indica el nombre del importador, aun cuando se indique el
nombre del fabricante.”.

En esta Ley se ampara, no sólo a los consumidores, sino a cualquier persona perjudicada que
haya sufrido un daño; este es el principal requisito para tener derecho a la indemnización.
Además, el art. 139 TRLCU obliga al perjudicado que pretenda obtener la indemnización, el
aporte de la prueba en la que se pruebe el defecto, el daño y la relación de causalidad entre
ambos.

La responsabilidad se extinguirá en el plazo de 10 años a contar desde la fecha en que se


hubiera puesto en circulación el producto (art. 144 TRLCU), en caso de sobrepasar este
límite, se podría interponer aplicando la legislación del CC. Sin embargo, la reparación de los
daños prescribirá a los 3 años, a contar desde la fecha en que el perjudicado sufrió el perjuicio
(art. 143 TRLCU).

El perjudicado puede dirigirse contra todos los responsables, estos presentan una
responsabilidad solidaria.

En el art. 141 TRLCU se habla de los límites de la responsabilidad civil, estos son:

- De la cuantía de la indemnización de los daños materiales se deducirá una franquicia


de 500,00 euros.
- La responsabilidad civil global del productor por muerte y lesiones personales
causadas por productos idénticos que presenten el mismo defecto tendrá como límite
la cuantía de 63.106.270,96 euros.
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Análisis de casos

Sentencia de la Audiencia Provincial de Teruel 08/07/2020:

Para ejemplificar la importancia de la prueba en el resarcimiento de un producto que puede


ser defectuoso, y la rigurosidad con la que hay que afrontar la actividad probatoria, hemos
acudido a una Sentencia de la Audiencia Provincial de Teruel con fecha de 08/07/2020 la cual
resolvía en recurso de apelación un caso en el que el demandante solicita una indemnización
de 175.772,36 € por producto defectuoso a la empresa RENAULT ESPAÑA COMERCIAL,
S.A. pues según la parte acusadora manifiesta, al haber tenido el accidente con el coche, el
airbag de este no se activó por un montaje o fabricación incorrecto, cosa que le provocó
lesiones y daños en su turismo. En primera instancia, lo que sucedió fue que el juez no
entendió que quedaran suficientemente demostradas las pruebas que proponía y en las que el
actor basa su acción, por lo que absuelve a la parte demandada de las pretensiones de la
demanda.

Como veníamos diciendo, la condición imprescindible para tener derecho a una


compensación económica por producto defectuoso es haber padecido un perjuicio producido
por un bien o servicio defectuoso así pues, en este caso el actor debe probar y evidenciar que
el airbag no se activó cuando sucedió el accidente porque era defectuoso. Ninguna de estas
dos circunstancias han sido probadas, ya que no hay evidencia de que el airbag fuera
defectuoso ni de que no se activara en el instante mismo del incidente. Una de las pruebas
que se aportaron por la parte actora fue que el la policía local que acudió al lugar de los
hechos y fue el primero en llegar pudo corroborar que el airbag no estaba por ninguna parte,
no obstante en el juicio el agente declaró que, si bien no vio el airbag no puede valorarse este
dato como prueba irrefutable, ya que su preocupación principal en aquel momento era el
accidentado, y no se fijó explícitamente en nada más.

La segunda prueba es un informe pericial incompleto, en el que hay lagunas, y que no entra a
hablar en aspectos específicos, un claro ejemplo de ello es cuando el perito dice que prueba
de que no saltó el airbag, son las lesiones provocadas en el conductor y cuando se le pregunta
qué tipo de impacto pudo producir las lesiones que presentaba el actor, no supo responder con
claridad. Por todo lo comentado, la Audiencia Provincial de Teruel desestimó el recurso de
apelación de la parte demandante.

Como podemos entender, si seguimos analizando el articulado de esta normativa, el


productor no será responsable si prueba los siguientes supuestos (art. 140 LGDCU):

a) Que no había puesto en circulación el producto.

b) Que, dadas las circunstancias del caso, es posible presumir que el defecto no existía en
el momento en que se puso en circulación el producto.
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c) Que el producto no había sido fabricado para la venta o cualquier otra forma de
distribución con finalidad económica, ni fabricado, importado, suministrado o distribuido en
el marco de una actividad profesional o empresarial.

d) Que el defecto se debió a que el producto fue elaborado conforme a normas


imperativas existentes.

e) Que el estado de los conocimientos científicos y técnicos existentes en el momento de


la puesta en circulación no permitía apreciar la existencia del defecto.

También añade que en el caso de medicamentos, alimentos o productos alimentarios


destinados al consumo humano, los sujetos responsables, de acuerdo con este capítulo, no
podrán invocar la causa de exoneración del apartado 1, letra e).

Farmacéutica alemana Grünenthal GmbH:

Un caso muy paradigmático en cuanto a la responsabilidad civil de una empresa por la


venta de productos defectuosos, es el de la compañía farmacéutica alemana Grünenthal
GmbH que comercializó de 1957 a 1963 el fármaco llamado “Talidomida” como sedante y
como calmante de las náuseas durante los tres primeros meses de embarazo, y que acabó
causando miles casos de malformaciones congénitas en recién nacidos.

Esto hizo que se reclamara por vía civil una serie de indemnizaciones debido a los daños
causados por este producto defectuoso en las víctimas de aquellos países en los que este
medicamento se había comercializado, compensaciones que tuvo que otorgar la farmacéutica
y que ascendieron a aproximadamente unos 390 millones de euros. Hasta 2010, el Estado
español no reconoció oficialmente la existencia de personas españolas afectadas, y fue en una
sentencia del Juzgado de Primera Instancia en fecha de 19 de noviembre de 2013 la que
estimó la demanda de los socios de AVITE (Asociación de Víctimas de la Talidomida en
España) y condenó al pago de una indemnización de 20.000 euros por cada punto porcentual
de minusvalía del sujeto afectado por el fármaco en cuestión. Sin embargo, la empresa
farmacéutica Grünenthal interpuso recurso de apelación y la Audiencia Provincial de Madrid,
en sentencia de 13 de octubre de 2014 anuló la sentencia que había sido pronunciada en
primera instancia, denegando así la demanda interpuesta por AVITE, por entenderse que
prescribió la acción de responsabilidad civil. Ante esto, AVITE decidió interponer un recurso
extraordinario por infracción procesal y de casación ante el Tribunal Supremo, el cual en
sentencia de fecha 20 de octubre de 2015 desestima estos recursos y ratifica lo fallado por la
AP, ya que la acción ha prescrito. A día de hoy el asunto sigue candente en la sociedad
española dado que las víctimas de este fármaco llevan años intentando presionar al Gobierno,
ya que no se les otorga las prestaciones económicas acordadas en los Presupuestos Generales
del Estado.

Este caso, nos viene muy bien para hilar el siguiente tema a tratar, la prescripción de la acción
(art.143 LGDCU):
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“La acción de reparación de los daños y perjuicios previstos en este capítulo prescribirá a los
tres años, a contar desde la fecha en que el perjudicado sufrió el perjuicio, ya sea por defecto
del producto o por el daño que dicho defecto le ocasionó, siempre que se conozca al
responsable de dicho perjuicio…”

Sentencia del Tribunal Supremo de Madrid 01/03/2021:

Aquí se trata un caso muy claro de responsabilidad civil de una empresa por vender
productos defectuosos.

En este caso, la empresa DePuy International Ltd, tenía a la venta sus prótesis de cadera ASR
de reemplazo de superficie articular y ASR XL sistema acetabular, pero tras recabar
numerosos datos que mostraban que el sistema ASR tenía una mayor tasa de revisión de la
esperada, optaron por mandar en marzo de 2010, una carta a todos los centros sanitarios y
cirujanos para alertarles así de esto.

Tras esto, la señora Elsa que llevaba ya una prótesis de cadera de ese tipo desde febrero de
2010, recibió una carta del Hospital en el que se le había implantado y, tras su seguimiento,
por indicación médica, en febrero de 2012 fue sometida a una cirugía de revisión para
sustituir la prótesis que llevaba implantada.

Tras esto, la Sra. Elsa interpuso una demanda contra DePuy International Ltd por la que
solicitó la condena al pago de una indemnización por los daños sufridos, según decía, como
consecuencia de los defectos de la prótesis de cadera metal-metal ASR de tipo XL fabricada
por la demandada.

La demanda se interpuso el 26 de mayo de 2014 y argumentó que el carácter defectuoso de la


prótesis quedaba probado por la alerta sanitaria cursada tanto por la fabricante como por la
Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) así como por la
sintomatología y el resultado de las pruebas practicadas con arreglo a las recomendaciones de
seguimiento de la fabricante y de la AEMPS.

DePuy contestó a la demanda alegando: (i) que la prótesis que le fue implantada a la Sra. Elsa
no era defectuosa, muy al contrario, presentaba unas condiciones de fabricación excelentes;
(ii) falta de responsabilidad de DePuy; (iii) inexistencia de motivo clínico que justificara la
intervención de reemplazo de la prótesis, y, en cualquier caso, (iv) improcedente y excesiva
valoración de los daños causados a la Sra. Elsa.

El juzgado optó por desestimar la demanda al considerar que no había quedado probado que
la prótesis implantada fuera defectuosa, e impuso las costas a la demandante.

Tras esto la demandante recurrió la sentencia, pero la Audiencia desestimó su recurso de


apelación, puesto que la Audiencia consideró que la valoración global de la prueba realizada
por el juzgado no es contraria a la lógica o la razón ni a la sana crítica porque:
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i) la retirada fue voluntaria, y aunque en las diversas alertas se apuntan casos muy puntuales
de reacciones adversas ni DePuy, ni la AEMPS, ni la Sociedad Española de Cirugía de
Cadera (SECCA), reconocen que nos encontremos ante un producto defectuoso en general,
por lo que no es ilógica la conclusión del juzgado de que el fabricante decidiera retirar del
mercado la prótesis por razones comerciales o de prestigio de la marca.

ii) la conclusión no es irrazonable porque consta una documental contundente sobre las
pruebas de laboratorio, estudios clínicos, ensayos e informes previos y posteriores a la salida
del mercado, certificados y autorizaciones comunitarias, lo que evidencia el grado de control
a que ha estado sometido el producto.

iii) en el caso hubiera sido de gran utilidad el análisis de la prótesis que se retiró, y aunque en
su declaración el cirujano de reemplazo dijo que se la dio al delegado de la demandada no
consta en la historia clínica su destino.

Tras desestimarse su recurso de apelación, la Sra. Elsa optó por interponer recurso por
infracción procesal y recurso de casación, que se funda en un único motivo en el que, al
amparo del art. 469.1.4.º LEC, denuncia la vulneración del derecho a la tutela judicial
efectiva garantizado en el art. 24 CE como consecuencia de la ilógica e irracional valoración
de prueba documental.

En su desarrollo argumenta que se ha valorado de manera irracional la prueba, en particular la


alerta sanitaria emitida por la propia demandada y la alerta de la Agencia Española de
Medicamentos y Productos Sanitarios, pero el motivo, y con él el recurso, debe ser
desestimado porque el recurso no se encamina a impugnar la fijación de hechos sobre los que
se proyecta la valoración jurídica, sino que impugna la misma valoración jurídica de la
prueba, lo que según ha declarado reiteradamente esta sala no es objeto de este recurso, lo
que impugna la actora ahora recurrente es el criterio jurídico de la Audiencia Provincial para
apreciar si el producto era defectuoso a efectos de determinar si procede la responsabilidad
del fabricante por los daños reclamados. Dicho esto, el recurso por infracción procesal se
desestima.

En cuanto al recurso de casación, se funda en un único motivo en el que, al amparo del art.
477.2.3.º LEC, denuncia infracción por falta de aplicación de los arts. 137 y 139.

En su desarrollo sostiene, en síntesis, que la sentencia recurrida es contraria a la


interpretación jurisprudencial del concepto de producto defectuoso, en particular por
considerar necesaria la prueba del defecto de la concreta prótesis que hubo de ser
reemplazada, minimizando que hubo una alerta sanitaria de la propia fabricante, que la retiró
del mercado a nivel mundial, así como una alerta de la Administración sanitaria que
evidenciaban que el producto no ofrecía la seguridad que legítimamente cabe esperar, en
atención al porcentaje de revisiones a corto plazo por el número de aflojamientos y la posible
cesión de restos metálicos de la aleación cromo-cobalto a los tejidos circundantes que pueden
causar dolor e inflamación.
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No puede decirse que se plantee ninguna cuestión nueva en el recurso de casación por la
recurrente porque, a lo largo de todo el procedimiento ha basado su reclamación en el
carácter defectuoso del producto. Procede en consecuencia a estimar el recurso.

En cuanto a la decisión de la sala:

Esta sala considera que, atendidas las circunstancias del caso, la valoración de la sentencia
recurrida no es conforme con el régimen de responsabilidad que interpreta.

A) Responsabilidad por productos defectuosos.

La obligación del fabricante de resarcir de manera directa al consumidor final los daños
causados por sus productos es una responsabilidad objetiva exigible al margen de cualquier
relación contractual y basada en el carácter defectuoso del producto.

B) Aplicación al caso. Estimación del recurso. Asunción de la instancia.

La normativa de responsabilidad por daños por productos no se aplica solo para resarcir los
daños producidos cuando se incumplan las normas de seguridad y calidad, o cuando no se
hayan realizado ensayos o inspecciones, sino también cuando los daños se originan por un
producto que resulta inseguro a pesar de los controles previos. En el caso examinado, tras
emitir un aviso de seguridad, la fabricante demandada emitió un aviso urgente por el que
comunicaba la eliminación del mercado de las prótesis como la implantada a la demandante y
solicitaba que no se implantaran dispositivos ASR. Que la retirada fuera voluntaria, los fallos
puntuales, o que según dice la fabricante no estuviera probado que se debían a la prótesis, o el
que en la mayoría de los casos las prótesis funcionen sin problemas, no son razones
suficientes para contrarrestar la realidad de que la retirada se debía a una tasa de revisiones
mayor a la esperada

C) Consecuencia de la estimación del recurso

Procede en consecuencia estimar el motivo del recurso de casación y, al asumir la instancia,


estimar el recurso de apelación interpuesto por la demandante.

Partiendo del carácter defectuoso del producto, de acuerdo con lo examinado al resolver el
recurso de casación, debe considerarse suficientemente acreditado el nexo de causalidad con
los daños solicitados por la demandante. En particular, frente a lo que dice la demandada, el
informe de valoración del daño tiene en cuenta correctamente los días que deben
indemnizarse en atención al tiempo de hospitalización y días de convalecencia atendiendo a
lo que hubiera sido el tiempo normal de recuperación de no habérsele implantado una prótesis
defectuosa.

En lo referente a las costa:

Conforme a los arts. 394 y 398 LEC se imponen a la parte recurrente las costas del recurso
extraordinario por infracción procesal y no se imponen las costas del recurso de casación.
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Se imponen a la demandada las costas de la primera instancia y no se imponen las de la


apelación, puesto que el recurso debió ser estimado.

Finalmente, se le condenó a la empresa DePuy International Ltd. a pagar a la demandante


130.702,18 euros, con los intereses legales desde la interposición de la demanda más el
interés del art. 576 LEC desde la fecha de esta sentencia, se impusieron a la demandante las
costas del recurso por infracción procesal y no se hizo expresa condena de las costas
ocasionadas en la casación a ninguna de las partes y tampoco se hizo expresa condena de las
costas ocasionadas en la apelación.

Sentencia del Tribunal Supremo 151/2003 21 de febrero de 2003:

En dicha sentencia resuelta en el Tribunal Supremo, Sala Primera de lo Civil, se acredita la


explosión de un envase de cristal que se produjo sin haber mediado manipulación alguna por
parte del consumidor, ni tampoco uso abusivo o inadecuado del mismo. Conforme al artículo
3 de la referida Ley, ha de considerarse defectuoso aquél producto que no ofrezca la
seguridad que cabría legítimamente esperarse del mismo, teniendo en cuenta todas las
circunstancias y, especialmente, su presentación, el uso razonablemente previsible del mismo
y el momento de su puesta en circulación. Se entiende como producto defectuoso el que no
presenta la seguridad normalmente ofrecida por los demás ejemplares de la misma línea. Al
resultar producto inseguro, evidentemente se trata de producto defectuoso por sí mismo desde
el momento de su puesta en circulación. Así se invierte la carga de la prueba por corresponder
al fabricante acreditar la idoneidad del mismo o concurrencia de otras causas que pudieran
exonerar de responsabilidades. Se estima parcialmente la demanda. No se hace lugar al
recurso de casación.

En primer lugar el Juzgado de Primera Instancia dos de Murcia tramitó el juicio declarativo
de menor cuantía número 712/1995, que promovió la demanda de don Serafin , en la que, tras
exponer hechos y fundamentos de derecho, suplicó: "Que previa tramitación legal, dicte en su
día Sentencia, por la que condene solidariamente a los demandados LA CASERA S.A.,
CARBÓNICA MURCIANA S.A. y TORRES LUCAS S.L., a abonar a mi mandante, Serafin
, la cantidad de 36.520.000 pesetas, incrementadas con el interés legal del dinero desde la
fecha de la interpelación judicial y con imposición de costas a las demandadas, si se
opusiere".

El único motivo del recurso apila preceptos, infracción del art 1902 del CC, 5 y 6 deLey
22/94 de Responsabilidad Civil por los daños causados por Productos Defectuosos, 27.1 c) de
la Ley de 19 de julio, para la Defensa de los Consumidores y Usuarios, artículo 13 del
Real-Decreto 212/96, de 6 de marzo, de Etiquetado, Presentación y Publicidad de Productos
Alimenticios, y artículo 4 de la Directiva de las Comunidades Europeas en materia de
Responsabilidad por Productos Defectuosos.

Los hechos probados acreditan que el día 28 de agosto de 1.994, el demandante se encontraba
en el supermercado Torre Lucas de la ciudad de Murcia y tomó de uno de los estantes una
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botella de cristal que contenía gaseosa, a fin de adquirirla, la que estalló en el momento de
depositarla en la cesta, alcanzando los cristales el rostro, causándole, entre otras lesiones,
herida de iris y herida corneal en el ojo derecho que merman la visión en el mismo.

También se ha probado que la causa única de las lesiones fue la mala calidad del producto
destinado a la venta, ya que la botella explosionó porque era defectiva.

Sostiene la recurrente, como primer argumento de su impugnación casacional, que no consta


en autos que hubiera sido la fabricante del producto declarado defectuoso y,
consecuentemente, al no resultar demostrada la intervención de La Casera S.A. en la
causación de los hechos, se ha infringido el art 1902 del CC.

Lo alegado no se sostiene y contradice frontalmente los hechos probados que ponen de


manifiesto que fue la recurrente la efectiva fabricante del producto y no se demostró otra
cosa, lo que le incumben conforme al principio de la carga de la prueba que contiene el art
1214 del CC.

También se alega que el demandante no probó el defecto del producto, conforme al Art 5 de
la Ley de 6 del 1 de Julio.

La existencia del defecto resulta del concepto que del mismo establece la Ley 22/1994 y ha
de relacionarse necesariamente con la seguridad que el producto debe ofrecer y, si esto no
sucede, impone considerar al producto defectuoso, invirtiendo la carga de la prueba por
corresponder al fabricante acreditar la idoneidad del mismo o concurrencia de otras causas
que pudieran exonerar de responsabilidades, siendo principio general que declara el artículo
primero de la Ley y aquí nada de esto resultó probado.

La tercera impugnación que se integra en el motivo se refiere a la pretendida exculpación del


recurrente como fabricante de la botella de gaseosa, pero sucede que, de conformidad al
artículo 6 de la Ley que venimos refiriendo de 6 de julio de 1.994, quedó suficientemente
demostrado que la recurrente fue la fabricante efectiva de dicho producto terminado, propició
su puesta en el mercado, sin que concurra presupuesto alguno que pueda llevar a la
conclusión de que no resultaba defectuoso desde el mismo momento de su incorporación al
tráfico. El artículo 27.1-a) de la Ley General para la Defensa de los Consumidores y
Usuarios, de 19 de julio de 1.994, atribuye responsabilidad directa a los fabricantes del
producto, pues responden tanto de su origen, como de su identidad e idoneidad.

También ha de rechazarse la infracción que se aporta del artículo 13 del Real-Decreto


212/1996, de 6 de marzo, de Etiquetado, Presentación y Publicidad de Productos
Alimenticios, pues, aparte de tratarse de normativa posterior a los hechos, para nada desvirtúa
ni desnaturaliza la responsabilidad extracontractual del art 1902 del CC,aplicado al caso de
autos. Ha de tenerse en cuenta que en el etiquetado de la botella figuraba la marca La Casera.
Resulta decisivo el art 27.1 c de la Ley 26/1984 para la Defensa de Consumidores y Usuarios,
pues cuando se trata de productos envasados, etiquetados y cerrados con cierre íntegro,
RESPONSABILIDAD CIVIL POR DAÑOS CAUSADOS POR PRODUCTOS Y SERVICIOS DEFECTUOSOS

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responde la firma o razón social que figure en la etiqueta. No probó la recurrente que no fuera
titular de la marca La Casera, por lo que resulta responsable (Sentencia de 8 de febrero de
1995), ya que tampoco hizo prueba alguna de que hubiera concurrido incorrecta
manipulación por tercero.

El motivo no prospera, ya que el demandante del pleito no dejó de cumplir con la prueba
exigida en el art 5 de la Ley 6 de julio de 1994 (Responsabilidad civil de los daños causados
por productos Defectuosos), que es corresponsal del artículo 4 de la Directiva adaptada de 25
de julio de 1985, es decir que, en su posición de perjudicado, acreditó el daño físico sufrido y
causado directamente por el producto irregular y hasta peligroso, así como la relación causal
necesaria.

La desestimación del recurso determina que han de imponerse sus costas a la mercantil
recurrente, de conformidad al art 1715 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, procediendo a
decretar la pérdida del depósito constituido.

Por lo expuesto, en nombre del Rey y por la autoridad conferida por el pueblo español

Debemos declarar y declaramos no haber lugar al recurso de casación que fue formalizado
por la compañía LA CASERA, CENTRAL DE SERVICIOS, S.A. contra la sentencia
pronunciada por la Audiencia Provincial de Murcia -Sección primera-, en fecha veintiuno de
marzo de 1.997, en el proceso al que el recurso se refiere. Se imponen a dicha recurrente las
costas de casación y se decreta la pérdida del depósito constituido, al que se le dará el destino
que legalmente le corresponde.

Notifíquese conforme a derecho esta resolución, remitiendo testimonio de la misma a la


expresada Audiencia, con devolución de actuaciones a su origen, interesando acuse de recibo.

Sentencia nº 34/2020 de 21 de enero de 2020:

Una de las sentencia más recientes en esta materia es la Sentencia nº 34/2020 de 21 de enero
de 2020 del Tribunal Supremo de Sala de lo Civil, Sección 1ª resuelve la jurisprudencia
contradictoria de las Audiencias Provinciales en relación con la interpretación del art. 138.2
de la Ley General para la defensa de los consumidores y usuarios (TRLGDCU 1/2007) que
va a ser de lo que comentemos en este caso la necesidad de realizar un requerimiento previo
por parte de la perjudicada para que el distribuidor identifique al fabricante del producto
defectuoso.

En este caso resuelto por la Sentencia del Tribunal Supremo se trata de una demanda de
responsabilidad extracontractual por una prótesis de cadera defectuosa. Dª María Teresa
interpuso una demanda contra las marcas Johnson & Johnson, De Puy, que se extingue por
RESPONSABILIDAD CIVIL POR DAÑOS CAUSADOS POR PRODUCTOS Y SERVICIOS DEFECTUOSOS

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absorción fusión pasando a ser Johnson & Johnson S.A. a parte de contra el Dr. D. Leovigildo
y el centro hospitalario USP de Marbella.

En el que la perjudicada solicita que se declare la responsabilidad civil de los demandados


de acuerdo con lo establecido en el Texto Refundido para la Defensa de Consumidores y
Usuarios del 2007, arts. 128, 129, 130, 147, 148 y de las dimanantes de los artículos 1100,
1104, 1968.2, 1902 del Código Civil, condenándose a indemnizar conjunta y solidariamente a
las Mercantiles Johnson and Johnson y De Puy al demandante por los daños y perjuicios
sufridos cuantificados en la cantidad de TOTAL 819.609 EUROS.

Y que en atención al artículo 394 y ss de la Ley de Enjuiciamiento civil se imponga condena


en costas por la temeridad y mala fe manifiesta que los demandados han protagonizado a lo
largo de todo el procedimiento, no haciendo frente a los múltiples gastos ocasionados,
dilatando en el tiempo sus decisiones, provocando que la parte demandante se situara en una
situación económica precaria para sufragar los cuantiosos gastos ocasionados".

En respuesta a la demanda la distribuidora alega que la demanda se dirige frente a “De Puy”,
que corresponde con una marca, pero no con una entidad o compañía, la demandante no
conocía al fabricante por las pruebas aportadas y que Johnson and Johnson S.A no era la
fabricante del producto sino únicamente su distribuidora.

Ya que la regla general es que el fabricante es quien debe responder por los daños causados
por productos defectuosos en este caso una prótesis de cadera tenemos una excepción, el art.
138.2 del TRLGDCU que imputa la responsabilidad al distribuidor en este caso Johnson and
Johnson S.A cuando el fabricante no puede ser identificado.

Para evitar esa responsabilidad el distribuidor debe comunicar a la perjudicada la identidad


del fabricante, o quién le hubiera suministrado o facilitado el producto. Dicha norma
nacional resulta de la transposición del art. 3 apartado 3 de la Directiva 85/274/CEE de 25 de
julio de 1985 sobre responsabilidad civil por los daños ocasionados por productos
defectuosos

El juzgado de instancia consideró que Johnson and Johnson debía responder ya que “La
identificación del fabricante que realiza la entidad demandada, además de estar falta de
actividad probatoria, pues se realiza cuando han transcurrido más de 3 meses”.

El recurso de casación muestra que existe la necesidad de realizar un requerimiento previo


por parte de la perjudicada, para que el distribuidor identifique al fabricante. La empresa
distribuidora recurrente afirmaba que la interpretación correcta del art. 138.2 TRLGDCU es
que la identificación del fabricante o importador debe ir siempre precedida de un
requerimiento previo por parte del perjudicado.
RESPONSABILIDAD CIVIL POR DAÑOS CAUSADOS POR PRODUCTOS Y SERVICIOS DEFECTUOSOS

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La Sala del Tribunal Supremo citó la Sentencia dictada por el Tribunal de Justicia de la Unión
Europea (TJUE) de 2 de diciembre de 2009, que resolvió en un supuesto en el que el
perjudicado lo era por una vacuna defectuosa fabricada en Francia y comercializada en
Inglaterra en este caso el perjudicado dirigió su reclamación frente a la entidad inglesa , ante
el desconocimiento de cuál era la sociedad que había fabricado la vacuna. Así que el TJUE
estableció que el art. 3, apartado 3 de la Directiva 85/374, debe interpretarse en el sentido de
que cuando “La persona perjudicada por un producto supuestamente defectuoso no puede
razonablemente identificar al fabricante o importador de dicho producto, el suministrador o
distribuidor resultará responsable en su lugar si no comunicó al perjudicado, por iniciativa
propia y de manera diligente, la identidad del fabricante o importador, o de su propio
suministrador”

El sentido a la actuación del tribunal europeo es que la finalidad de la Directiva y de La Ley


de defensa de los consumidores es proteger a la víctima en caso de que el fabricante o
suministrador no pueda ser identificado ya que se considera que el distribuidor del producto
se encuentra en una mejor posición para identificar al fabricante o importador. Ya que ni la
Directiva 85/374 ni el art. 138.2 TRLGDCU precisan el grado de diligencia exigible a la
víctima para identificarlo.

Según la finalidad de la norma, la Sentencia del Tribunal Supremo del 21 de enero de 2020
establece que:

“Debe entenderse que no es precisa una imposibilidad absoluta de identificación del


productor, sino que, en función de las circunstancias del caso concreto, bastará con que a la
víctima no le resulte posible de una manera razonable identificar al productor. Estas
circunstancias dependerán de cada caso, puesto que los supuestos por los que puede no estar
identificado el productor son, de hecho, muy diferentes (el producto se comercializó a granel,
se destruyó con el siniestro, existen complejos entramados societarios entre todas las
empresas que intervienen en la producción y distribución de los productos, etc.).”

No basta con afirmar que no se es el fabricante, pues en base a la jurisprudencia comunitaria


europea existe la obligación a cargo del distribuidor de comunicar al perjudicado, por
iniciativa propia y de manera diligente, la identidad del fabricante, del importador o de su
propio suministrador.

En el caso la presente sentencia se probo que la perjudicada no conocía la identidad del


fabricante a causa de esta la confusión entre entidades la cual reflejaba toda la
documentación pertinente y existente, la distribuidora Johnson and Johnson no indicó a la
perjudicada cuál era la empresa fabricante de la prótesis, y contribuyó a mantener dicha
confusión, sin comunicar que no era la fabricante ni identificara la identidad de quién lo era.
De ahí a que el Tribunal considere que Johnson and Johnson S.A no cumplió su obligación,
debiendo responder con arreglo al régimen de responsabilidad por productos defectuosos.
RESPONSABILIDAD CIVIL POR DAÑOS CAUSADOS POR PRODUCTOS Y SERVICIOS DEFECTUOSOS

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STS 556/2002, 10 de Junio de 2002:

En esta sentencia se encuentra un claro ejemplo de la responsabilidad civil por daños


causados por productos defectuosos.

La existencia de una "culpa compartida'', se traduce en una compensación de sus


consecuencias pecuniarias. La culpa del perjudicado no exonera al agente de responsabilidad.
Su alcance se determina exclusivamente en la moderación del montante económico a
satisfacer. En primera instancia se desestima la demanda. Se estima casación.

Los hechos ocurrieron el 3 de marzo de 1994. Javier compró una bolsita de golosinas
“Fresón” en el kiosko que regentaba doña Mariana para el consumo de su hijo Gabriel de tres
años de edad. El niño, tras su ingesta, comenzó a sentirse indispuesto, fue trasladado al centro
de salud cercano pero falleció desgraciadamente en el trayecto, ingresando cadáver. El
Médico Forense tras su actuación dictaminó que no era necesaria la realización de la autopsia
dada que la causa de la muerte era evidente; muerte por asfixia mecánica por obstrucción de
las vías respiratorias al ingerir la golosina.

Días después del 3 de marzo de 1994, se emitieron diversos informes acerca de la


peligrosidad de dicha golosina y la Dirección General de Consumo de la Junta de
Comunidades de Castilla-La Mancha ordenó a las Delegaciones Provinciales de la Consejería
la prohibición de la comercialización del producto de que se trata.

Tras la denuncia interpuesta por la madre de Gabriel el Instituto Nacional de Consumo, del
Ministerio de Sanidad y Consumo, elaboró un informe adjunto al boletín de análisis de
caramelos número 14/003/400059, donde se dice literalmente lo siguiente: "Respecto a la
denuncia formulada, este caramelo que tiene una forma casi esférica con una diámetro
aproximado de 3.5 centímetros, al ser introducido en la boca de un niño, principal
consumidor de estos productos, ocupa todo el volumen de la misma haciendo así casi
imposible su movilidad y manejo. Además, la consistencia y falta de flexibilidad del producto
hace muy difícil el masticado con lo que es relativamente fácil la obturación de la vía
respiratoria, epiglotis, y producir asfixia. Se ha comprobado que cuando el caramelo se
insaliva se vuelve más suave y menos elástico, lo cual lo hace más resbaladizo, entorpeciendo
el masticado y dificultando la formación de porciones más pequeñas que sean fáciles de
manejar en la boca. Consideramos, por todo lo anteriormente expuesto, que el caramelo en
cuestión implica un serio riesgo para la salud y seguridad de la población infantil debido al
tamaño, textura y constitución de la materia que lo forma, lo cual contraviene el artículo 3 del
Capítulo II de la Ley General para Defensa de Consumidores y Usuarios (Ley 26/1984, de 19
de julio)".

Don Javier y doña Susana demandaron por los trámites del juicio declarativo de menor
cuantía a la entidad "INTERDULCES, S.A." y doña Mariana , e interesaron las peticiones
que se detallan en el antecedente de hecho primero de esta sentencia. El Juzgado rechazó la
RESPONSABILIDAD CIVIL POR DAÑOS CAUSADOS POR PRODUCTOS Y SERVICIOS DEFECTUOSOS

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demanda y su sentencia fue confirmada en grado de apelación por la de la Audiencia. Don


Javier y doña Susana han interpuesto recurso de casación contra la sentencia de la Audiencia.

El caramelo era de fabricación italiana, pero se comercializaba en España por Interdulces,


S.A., empresa que resultó demandada junto con la vendedora del quiosco. Tanto el Juzgado
de Primera Instancia de Casas Ibáñez como la Audiencia Provincial de Albacete desestimaron
la demanda, entendiendo que Interdulces comercializaba los caramelos cumpliendo todas las
exigencias reglamentarias.

El Tribunal Supremo, en sentencia de 10 de junio de 2002, consideró en cambio que la


empresa distribuidora de las golosinas contravino lo dispuesto por la Ley General para la
Defensa de los Consumidores y Usuarios de 19 de julio de 1984. Contravino el artículo 26,
pues no bastaba con cumplir las previsiones reglamentarias, sino que el cuidado debía
extremarse para ajustarlo a la naturaleza de un producto peligroso para niños de corta edad. Y,
al tratarse de un caramelo, la sentencia entiende de aplicación el severo régimen de
responsabilidad objetiva establecido para (entre otros productos) los alimentos en el artículo
28, lo que evita tener que discutir el reproche culpabilístico: basta con la prueba del daño y la
de la relación de causalidad entre la acción del producto y la muerte para que surja la
responsabilidad, salvo que el demandado demuestre el uso incorrecto por parte de la víctima
o la imputación del daño a un tercero.

Debemos estimar y estimamos en parte la demanda promovida por el Procurador don Juan
Carlos Campos Martínez, en nombre y representación de don Javier y doña Susana , contra la
entidad "INTERDULCES, S.A." y doña Mariana , y, en su consecuencia, condenamos a la
sociedad referida a que indemnice a los actores en la cantidad de “seis millones de pesetas”,
más los intereses legales correspondientes desde la fecha de esta sentencia, y absolvemos a
doña Mariana de todas las peticiones obradas contra ella en la demanda.
RESPONSABILIDAD CIVIL POR DAÑOS CAUSADOS POR PRODUCTOS Y SERVICIOS DEFECTUOSOS

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Conclusión

Finalmente y como hemos comentado anteriormente los accidentes provocados por servicios
u objetos defectuosos no son un caso muy común pero pueden suceder, según el Art 137
TRLGDU estos productos serán aquellos que no ofrezcan la seguridad que cabría
legítimamente esperar, teniendo en cuentas las circunstancias, el uso razonable y previsible
del producto y el momento de su puesta en circulación. En caso de que dicho producto o
servicio resulte defectuoso el comprador tendrá que demostrar esto ante el juzgado, una vez
demostrado el responsable sobre el que recaerá dicha sentencia no será otro que el fabricante
del mismo. En caso de sufrir lesión por este tipo de productos debe buscarse ayuda médica
inmediatamente y guardar dichos productos defectuosos.

El producto defectuoso no es aquel con algún vicio de calidad que le haga impropio al
consumo o le disminuya el valor, sino el que presente un desperfecto que lo haga inseguro.
No obstante, es necesario tener muy claro que el derecho a reclamar la reparación de los
perjuicios nace a partir del momento en que estos se producen. Un producto puede ser
defectuoso, pero no generar ningún daño a la salud física o psíquica del consumidor o
usuario, por lo que el daño como consecuencia del uso o consumo de un producto configura
uno de los presupuestos necesarios para que surja la responsabilidad del empresario, porque
de lo contrario, si no se produce el daño, serán de aplicación las normas de garantía de los
productos, por defecto oculto, por defecto de calidad o cantidad, puesto que no nos
encontramos en el ámbito de la responsabilidad por producto, sino por incumplimiento de una
obligación contractual.
RESPONSABILIDAD CIVIL POR DAÑOS CAUSADOS POR PRODUCTOS Y SERVICIOS DEFECTUOSOS

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Bibliografía

Aspectos legales de la responsabilidad por productos defectuosos. (2015, 6 julio).


Recuperado 3 de mayo de 2021, de
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de 2021.

Sentencia del Tribunal Supremo (Sala 1ª) nº 34/2020 (recurso nº 3450/2016) de 21 de enero
de 2020.

Sentencia del Tribunal Supremo (Sala 1ª) nº 151/2003 (recurso nº 2019/1997) de 21 de


febrero de 2003.

Sentencia del Tribunal Supremo (Sala 1º) nº 556/2002 (recurso nº 3918/1996) de 10 de


junio de 2002.

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