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Bibliografía
Diario La Ley, Sección Doctrina, 1999, Ref. D-313, tomo 6, Editorial LA LEY
LA LEY 11043/2001
«¡Qué difícil es ser médico en este tiempo! Ser médico es, en gran parte, hacer oficio
de una impotencia: ante una demanda de atención sanitaria que hace que las
consultas sean trámites de obligado cumplimiento sin la debida atención personal;
ante una sociedad que cada día exige mayor calidad de la medicina, y los centros no
siempre pueden darla; ante una Administración Pública en estado de ruina
económica, que restringe el uso de medicamentos; ante una carencia y dudosa gestión
de medios técnicos, cuyas consecuencias tienen que pagar los pacientes, pero también
los facultativos; y ante una fortísima presión social, informativa y política en
demanda de responsabilidad civil, que hace que la profesión de médico esté
condenada a ser una de las más inseguras.»
Fernando Onega=(1)
INTRODUCCION
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La responsabilidad jurídica de los médicos ha adquirido en los últimos tiempos una
enorme importancia aumentando de forma notable el número de casos de supuesta
responsabilidad profesional médica que llegan a los Tribunales de Justicia.
De las múltiples razones que hayan podido llevar a esta situación, se encuentra el gran
desarrollo científico y tecnológico que ha experimentado la Medicina, con gran
divulgación del mismo por los medios de comunicación. Esto ha dado lugar a que el
paciente vea incrementadas sus expectativas respecto a su curación, cayendo en la
frustración e idea del fracaso del médico cuando no se logra. Pero realmente, lo que ha
tenido gran significación es el mercantilismo imperante en la sociedad actual, la cual ve
en cualquier ocasión una oportunidad de ganancias, que en el caso de los litigios por
responsabilidad profesional se traduce en la indemnización a que puede ser condenado
el médico, siendo cada vez éstas de mayor cuantía. Estamos asistiendo al cambio de la
relación médico-paciente por la del médico-consumidor.
Con el presente trabajo se pretende hacer una revisión global a los distintos tipos de
responsabilidad en que puede incurrir el médico y las instituciones sanitarias en el
desarrollo de sus actividades.
RESPONSABILIDAD MÉDICA
I. RESPONSABILIDAD CIVIL
1. DEFINICION
2.1. Concepto
La obligación es una relación jurídica en virtud de la cual una persona (deudor) tiene
el deber jurídico de realizar una prestación a favor de otra (acreedor), quien tiene el
poder de exigírsela (5).
El art. 1088 del Código Civil dice: «Toda obligación consiste en dar, hacer o no hacer
alguna cosa». Como el dar es una acción, en definitiva toda obligación contiene un
hacer o un omitir. Para que el hacer u omitir algo constituya deuda de Derecho Civil es
preciso que a un concreto deber de prestar (dar, hacer u omitir algo) se contraponga
una concreta facultad de exigir la prestación. De este modo, es condición común a todas
las deudas constituir una relación bi- o plurilateral entre particulares, en virtud de la
cual uno puede exigir una prestación concreta y otro la debe, o bien se la deben
recíprocamente dos o varios.
El vínculo entre acreedor y deudor es el nexo que les liga. Dentro de éste se distingue el
débito, que es el deber del deudor de cumplir la prestación y el correlativo derecho del
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acreedor de exigir su cumplimiento, y la responsabilidad, que es la sujeción del
patrimonio del deudor al cumplimiento de la prestación y el derecho del acreedor a
dirigirse contra el mismo, si incumple (6) .
2. Obligaciones que nacen de los contratos y cuasi contratos: todo contrato válido
compromete a los contratantes, tanto si es uno de los regulados en el Código Civil o en
una ley especial, que si ha sido creado expresamente para un caso concreto. Según el
art. 1091 del Código Civil, «Las obligaciones que nacen de los contratos tienen fuerza
de ley entre las partes contratantes, y deben cumplirse al tenor de los mismos». Del
incumplimiento de estas obligaciones nace la responsabilidad contractual (Ver
Responsabilidad Civil Contractual, infra).
3.a. «Las obligaciones civiles que nazcan de los delitos o faltas se regirán por las
disposiciones del Código Penal», art. 1092 del Código Civil. Es la responsabilidad civil
derivada del delito (ver Responsabilidad Civil derivada del delito, infra).
3.b. «De las obligaciones que se deriven de actos u omisiones en que intervenga culpa
o negligencia no penadas por la ley, quedarán sometidas a las disposiciones del
Capítulo II del Título XVI de este libro» (De las obligaciones que nacen de culpa o
negligencia: arts. 1902-1910 del Código Civil). De aquí se derivará la responsabilidad
extracontractual. (Ver Responsabilidad Civil Extracontractual, infra).
A. DEFINICION DE PRESTACION
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El objeto de la obligación es lo debido por el deudor y lo que el acreedor está facultado
para reclamar. El deudor lo que debe en realidad es una conducta o un comportamiento
y es lo que usualmente se denomina prestación. Los contenidos posibles de la
prestación vienen referidos en el art. 1088 del Código Civil: «toda obligación consiste
en dar, hacer o no hacer alguna cosa». La prestación consiste en una actuación
positiva o negativa del obligado. En ese consistir va implícita la idea de que el deudor
está obligado realizar un comportamiento.
La prestación objeto de una obligación tiene que ser posible, lícita y estar determinada,
características que resultan de los preceptos relativos al objeto (arts. 1271-1273 del
Código Civil) y causa del contrato (arts. 1274-1277 del Código Civil) (Ver Contrato,
infra).
B. NATURALEZA DE LA PRESTACION
1.a. Obligaciones genéricas: las que recaen sobre un objeto que no está
individualmente determinado, sino sólo por su pertenencia a una clase más o menos
amplia de objetos sin características individuales (arts. 1096 y 1167 del Código Civil).
1.b. Obligaciones pecuniarias: son la obligación de pagar una cantidad de dinero (art.
1108 del Código Civil).
Se distinguen dos tipos en relación con la obligación de realizar una prestación de hacer
según que lo comprometido por el deudor sea una pura actividad o consista, además,
en la obtención de un determinado resultado.
2.a. Obligación de MEDIOS: el deudor debe poner los medios para alcanzar ciertos
fines, pero sólo eso. El deudor cumple desplegando diligentemente la actividad, aunque
no se consiga el resultado esperado. El médico no está obligado a garantizar la salud del
enfermo, y sí, únicamente, la calidad de sus cuidados y los conocimientos que se
aplican para conseguirla. Varias son las sentencias del Tribunal Supremo (en siguientes
sentencias del Tribunal Supremo) que así lo indican, entre ellas:
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- Sentencia del Tribunal Supremo de 16 de febrero de 1995: «Los facultativos no están
obligados a prestar servicios que aseguren la salud de los enfermos, sino procurar
por todos los medios su restablecimiento, por no ser la salud humana algo de lo que se
pueda disponer y otorgar. No se trata de un deber que se asume de obtener un
resultado exacto, sino más bien de una obligación de medios, que se aportan de la
forma más ilimitada posible».
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ciencia, sin que se le imponga al facultativo el deber de vencer dificultades que puedan
equipararse a la imposibilidad».
En definitiva, esta lex artis, se corresponde con la actuación de «un buen profesional,
un buen técnico, un buen artesano», que son sinónimos según la doctrina del Tribunal
Supremo de que una actuación de un profesional ha sido correcta, diligente y
técnicamente adecuada (10) , idea que se refleja en la retórica sentencia del Tribunal
Supremo de 12 de julio de 1994: «De acuerdo en que, según una muy mantenida
doctrina científica y jurisprudencial, la medicina como Arte, como Ciencia y como
Técnica, va dirigida a la atención de la humanidad doliente, en cuanto su _thelos no
es otro que procurar al enfermo la mayor atención y mejor tratamiento, con objeto de
lograr, o cuando menos intentar además de su sanidad tanto material como psicológica,
un adecuado y humano amparo psico-asistencial aun cuando no siempre se consiga
dicha esencial finalidad, pues no ha de olvidarse que la función -u obligación- de la
medicina y por lo tanto de médico no es, cual por esta Sala se ha dicho de modo
reiterado, de resultado sino de medios, en cuanto dada la naturaleza humana y los
límites de la Medicina no siempre se consigue de modo pleno dicha finalidad, aun
cuando el médico ponga de su parte el Arts, Thecnos y Modus operandi, como ya hace
muchos siglos se establecía por Hipócrates en su famoso juramento cuando decía: "Y
ME SERVIRE, según mi capacidad y mi criterio, del régimen que tienda al beneficio de
los enfermos, pero me abstendré de cuanto lleve consigo perjuicio o afán de dañar"»_.
Entre los medios que siempre han de poner los médicos se encuentran (Ver
Obligaciones de los médicos: deberes y responsabilidades, infra), en primer lugar, las
medidas diagnósticas, anamnesis y exploración adecuadas, y los métodos auxiliares
razonables; sólo después de esto se prescribirá el tratamiento que el facultativo
considere más oportuno, teniendo en cuenta las posibilidades del paciente, las
disponibilidades del medio y el estado actual de la ciencia. No se exige a los
profesionales que no tengan errores científicos o de diagnóstico -salvo cuando por su
propia categoría o entidad, cualitativa o cuantitativa resulten de extrema gravedad-, ni
que sean extraordinariamente habilidosos, según se entiende la jurisprudencia actual
sobre el tema (sentencias del Tribunal Supremo de 7 de octubre de 1986 y 27 de mayo
de 1988).
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hacerse algunas aproximaciones indirectas. La obligación de los profesionales de la
salud es una obligación de medios, si bien hay casos en que es una obligación de
resultados: en concreto, los resultados de los métodos diagnósticos auxiliares: análisis
clínicos, radiología, anatomía patológica, etc., además de otros supuestos, tales como la
aplicación de prótesis dentarias, intervenciones de cirugía estética, vasectomías... No
obstante, respecto a las vasectomías, el Tribunal Supremo en sentencia de 25 de abril
de 1994, considera que «en la cirugía no terapéutica se deben poner todos los medios
posibles para obtener el resultado, y, si éste no se obtiene, no se incurre en
responsabilidad civil si se ha informado de las complicaciones de la intervención».
1. Obligaciones puras: no están sujetas a condición alguna (art. 1113 del Código Civil).
3. Obligaciones a plazo (arts. 1125-1130 del Código Civil): «Las obligaciones para
cuyo cumplimiento se haya señalado un día cierto, sólo serán exigibles cuando el día
llegue» (art. 1125 del Código Civil).
4. Obligaciones alternativas (arts. 1131-1136 del Código Civil): cuando uno se obliga a
una de entre varias prestaciones. El ofrecer o pactar varias prestaciones, eligiéndose
una de ellas («el obligado alternativamente a diversas prestaciones debe cumplir por
completo una de éstas», art. 1131 del Código Civil).
5. Obligaciones mancomunadas (arts. 1137-1139 del Código Civil): cada deudor debe y
cada acreedor tiene derecho sólo a una parte de la prestación total (11) . Cada
deudor/acreedor es independiente de los demás, respondiendo o reclamando cada uno
según su participación en la obligación.
Este tipo de obligación, como veremos más adelante, es la que contrae el Instituto
Nacional de la Salud cuando debe responder «solidariamente» de los daños o
perjuicios causados por sus empleados, a tenor del art. 1903.4 del Código Civil (Ver
pág. 21). El acreedor puede dirigirse contra cualquiera de los deudores solidarios o
contra todos ellos simultáneamente (art. 1144 del Código Civil), para reclamarles el
total de la deuda, o una parte a cada uno. Las reclamaciones entabladas contra uno no
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serán obstáculo para las que posteriormente se dirijan contra los demás, mientras no
resulte cobrada la deuda por completo.
Por otro lado, existe una relación interna entre los deudores solidarios entre sí, que
explica en qué medida responde cada uno de ellos ante la deuda total. Esto es
importante porque si uno paga la totalidad de la deuda, podrá pedir el reembolso de lo
pagado a cada uno de sus compañeros por la parte de cada uno en la deuda, y, en
principio, sólo por ella: nunca, pues, por el total. Como dice el art. 1145 del Código
Civil: «(...) El que hizo el pago sólo puede reclamar de sus codeudores la parte que a
cada uno corresponda, con los intereses del anticipo. La falta de cumplimiento de la
obligación por insolvencia del deudor solidario será suplida por sus codeudores, a
prorrata de la deuda de cada uno». Esto es lo contrario de lo que ocurre en la
obligación mancomunada.
8. Obligaciones con cláusula penal (arts. 1152-1155 del Código Civil): Cuando en
previsión de incumplimiento de una obligación, se establece por las partes y de
antemano, la imposición de una pena, que normalmente será pecuniaria, y que
sustituiría a la posible indemnización por daños y perjuicios en caso de reclamación por
incumplimiento, como aparece reflejado en el art. 1152 del Código Civil: «La pena
sustituirá a la indemnización de daños y al abono de intereses en caso de falta de
cumplimiento, si otra cosa no se hubiere pactado».
Por la compensación.
Por la novación.»
Art. 1101 del Código Civil: «Quedan sujetos a la indemnización de los daños y
perjuicios causados los que en el cumplimiento de sus obligaciones incurrieren en
dolo, negligencia o morosidad, y los que de cualquier modo contravinieren al tenor de
aquélla».
Según =Lacruz Berdejo= (13), de este artículo se pueden derivar por una parte las
causas del incumplimiento y por otra los modos del mismo.
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1. El dolo: El caso más alto de responsabilidad corresponde al incumplimiento
intencionado y antijurídico: al dolo. El concepto de dolo se integra esencialmente con el
elemento intelectual (conciencia) y el volitivo (voluntad de incumplir la obligación) con
lo cual se define como la conciencia y la voluntad de incumplir la obligación. Es el
incumplimiento, pues, consciente y voluntario. Es expresión de la mala fe del deudor.
Es la conciencia de la infracción del deber jurídico del deudor (14). No es preciso que el
deudor doloso sea consciente de la gravedad del daño que causa y menos que obre
precisamente con ánimo de causarlo, y basta con que trate deliberadamente de
sustraerse a sus obligaciones.
El Código Civil, desde el punto de vista del deudor, distingue entre negligencia y dolo:
quien incumple por simple dejadez, abandono o descuido responde en una medida
menor que quien incumple intencionadamente.
Art. 1105 del Código Civil: «Fuera de los casos expresamente mencionados en la ley, y
de los en que así lo declare la obligación, nadie responderá de aquellos sucesos que no
hubieran podido preverse, o que, previstos fueran inevitables».
3.b. Caso fortuito: sería imprevisible, pero en el caso de que se previese sería evitable.
B. MODOS DE INCUMPLIMIENTO
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No es un simple retraso, sino al que, por sus características, obliga a indemnizar los
daños causados por él (art. 1100 del Código Civil).
1. Ejecución en especie: Cuando, ante la negativa del deudor a pagar, el objeto existe en
el mercado y es útil, o el hecho debido no es personalísimo del deudor, la voluntad de
éste de no cumplir no impide la satisfacción del interés del acreedor con una prestación
idéntica a la esperada, que se conseguirá a costa del patrimonio de aquél, es decir,
obteniendo coactivamente de él la prestación misma o los medios económicos para
proporcionarla al acreedor, o para que éste pueda adquirirla. Dígase lo mismo cuando
la prestación es defectuosa.
La satisfacción coactiva in natura del interés del acreedor cabe, en principio, en las
obligaciones de dar; también en las de hacer, siempre que no sea infungible la persona
del deudor (art. 1098 del Código Civil): «si el obligado a hacer alguna cosa no la
hiciere, se mandará ejecutar a su costa. Esto mismo se observará si la hiciere
contraviniendo el tenor de la obligación». Además podrá decretarse que se deshaga lo
mal hecho; y para esto último, y siempre que sea preciso reponer las cosas en el statu
quo ante cabrá recurrir a la coacción directa.
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Según el art. 1106 del Código Civil: «La indemnización de daños y perjuicios
comprende, no sólo el valor de la pérdida que haya sufrido (daño emergente), sino
también el de la ganancia que haya dejado de obtener el acreedor (lucro cesante)».
Al que deja de cumplir o incurre en mora por culpa o negligencia, no con mala fe, le
obliga a responder el art. 1107.1 del Código Civil de los daños y perjuicios «previstos o
que se hayan podido prever al tiempo de constituirse la obligación y que sean
consecuencia necesaria de su falta de cumplimiento». En cambio, según el art. 1107.2
«en el caso de dolo responderá el deudor de todos los (daños) que conocidamente se
deriven de la falta de cumplimiento de la obligación». Finalmente, con arreglo al art.
1108.1, si la «obligación consistiere en el pago de una cantidad de dinero, y el deudor
incurriere en mora, la indemnización de daños y perjuicios, no habiendo pacto en
contrario, consistirá en el pago de los intereses convenidos, y a falta de convenio, en el
interés legal».
Son varios los textos normativos que recogen los deberes de los médicos. Entre ellos, el
que en mayor medida los desarrolla es el Código de Etica y Deontología Médica (15) ,
que define el deber médico en su art. 1 como el «conjunto de principios y reglas éticas
que deben inspirar y guiar la conducta profesional del médico». Estas normas y
deberes, tipificados en mayor o menor medida desde la antigüedad, no obligan más que
en conciencia y éticamente y sólo ante los Tribunales de los propios colegios
profesionales (art. 2.2 del Código de Etica y Deontología Médica). Sin embargo, debido
a que reflejan el sentir ético y profesional general de la práctica médica, deben ser de
obligada referencia en el momento de enjuiciar un comportamiento profesional
incorrecto así como la falta derivada del incumplimiento de un deber preexistente.
Por otro lado, son varios los artículos de diferentes leyes en donde vienen también
reflejadas estas obligaciones y responsabilidades. Entre ellas están la Ley General de
Sanidad (16) , y la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios (17) ,
donde sí se crea la obligación por imperativo legal.
3.1. Información
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creación de una atmósfera de plena confianza que redundará en una mejora de la
calidad de la relación médico-paciente. Como puntos importantes tenemos:
2. La información debe ser confidencial en todo momento (art. 10.3 de la Ley General
de Sanidad), y debe incluir, si fuera el caso, la especificación de proyecto docente o de
investigación, que, en ningún caso, podrá comportar peligro adicional para la salud
(art. 10.4 de la Ley General de Sanidad).
4. La información debe tener unos límites que en muchos casos son marcados por el
propio médico basándose en su experiencia y en su conocimiento del enfermo. Según
autores, los límites estarían en los que se podría exigir «a un médico razonable y
responsable que conforme a la buena práctica habitual, facilitaría la información
pertinente que sus colegas, responsables y razonables hubieran facilitado en
parecidas circunstancias» (18). En general se puede decir que la información debe ser
comunicada con delicadeza, circunspección y sentido de la responsabilidad en lo
referente al pronóstico de la enfermedad (art. 11.4 del Código de Etica y Deontología
Médica).
Requisito fundamental por el cual el paciente expresa su voluntad y, por tanto, ejerce
su libertad de aceptar o rechazar una determinada intervención en su persona. Diversas
declaraciones y códigos deontológicos han recogido el derecho del enfermo a consentir
cualquier actuación sobre sí mismo y la obligación del médico a obtenerlo, así el art.
11.2 del Código de Ética y Deontología Médica dice que «cuando las medidas
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propuestas supongan un riesgo importante para el paciente, el médico proporcionará
información suficiente y ponderada, a fin de obtener el consentimiento imprescindible
para practicarlas». En España, a diferencia de lo que acontece en otros países como
Alemania, EE.UU., o Canadá, el actuar sin haber obtenido previamente el
consentimiento no supone infringir leyes penales por el hecho en sí mismo, pero si de
esa actuación sin consentimiento se deriva algún daño o perjuicio con responsabilidad
penal o civil, el médico que así haya actuado podrá ser responsable profesionalmente e
incluso los tratamientos así realizados, podrán ser considerados como delito de
coacción. En el art. 10.5 de la Ley General de Sanidad incluye entre los derechos del
paciente el de que «se le dé en términos comprensibles, a él y a sus familiares o
allegados, información completa y continuada, verbal y escrita, sobre su proceso,
incluyendo diagnóstico, pronóstico y alternativas de tratamiento». El art. 10.6 del
mismo texto normativo obliga también a permitir al paciente «la libre elección entre
las opciones que le presente el responsable médico de su caso, siendo preciso el previo
consentimiento escrito del usuario para la realización de cualquier intervención».
En el art. 1265 del Código Civil, se considera que el consentimiento será nulo «cuando
se prestó por error, violencia, intimidación o dolo» por ello podemos considerar como
requisitos del consentimiento informado en sanidad los siguientes:
3. Capacidad para poder consentir: La persona que presta su consentimiento debe ser
capaz de conocer y comprender el alcance de su decisión.
3.a. Urgencia o extrema gravedad: donde la acción médica inmediata puede ser
determinante para salvaguardar la vida.
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3.c. Cuando coexista una incapacidad manifiesta de tomar decisiones por un estado
transitorio de inconsciencia. En estos casos la decisión recaerá sobre sus familiares o
allegados más cercanos.
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constante tanto a nivel general como especializado pues el ejercicio de la medicina es
un servicio basado en el conocimiento científico y en su evolución. Esta obligación no
debe suponer un examen permanente del médico ante la sociedad pues ésta ya le
reconoce su capacidad y suficiencia médico-quirúrgica al concederle la licenciatura.
15
paciente o a otras personas o bien representa en sí un peligro colectivo (art. 20.2.4 del
Código de Ética y Deontología Médica).
La infracción del deber del secreto médico puede ser constitutiva de delito (Ver
Descubrimiento y revelación de secreto, infra).
La Ley General de Sanidad lo recoge en su art. 10.8, de forma que todo paciente tiene el
derecho a «que se le extienda certificado acreditativo de su estado de salud, cuando su
exigencia se establezca por una disposición legal o reglamentaria». En el art. 10.11 de
la citada Ley, también se menciona el derecho a recibir un informe del alta al finalizar
la estancia del mismo en una institución hospitalaria. El contenido de todos estos
informes debe ser «auténtico y veraz» y será entregado únicamente al paciente o a otra
persona autorizada (art. 12 del Código de Ética y Deontología Médica).
Como recoge el art. 9 del Código de Ética y Deontología Médica, el médico que atiende
a un paciente se «compromete a asegurarle la continuidad de sus servicios». Esta
prestación de asistencia no puede ser abandonada sin una causa justificada. El final de
un tratamiento, sin embargo, es a veces recortado bien por el médico o bien por el
paciente. La pérdida mutua de confianza, las situaciones en las que la prolongación del
tratamiento no puede aportar nada más para la curación del enfermo, y el abandono
por el propio paciente constituyen extinciones de la continuidad (arts. 9 y 10 del Código
de Ética y Deontología Médica). El médico queda dispensado de su obligación de
asistencia continuada aunque debe facilitar al paciente otras alternativas y otros
facultativos que más le convengan.
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La responsabilidad nace cuando se ha producido un daño por incumplimiento de lo
pactado. En la sentencia del Tribunal Supremo de 11 de octubre de 1991 dice: «Para
que surja la responsabilidad contractual es preciso que la realización del hecho
dañoso acontezca dentro de la rigurosa órbita de lo pactado y como preciso
desarrollo del contenido negocial».
En otra sentencia del Tribunal Supremo de 4 de marzo de 1995 dice: «Según reiterada
jurisprudencia de esta Sala (sentencias de 30 de noviembre de 1973, 29 de mayo y 20
de diciembre de 1978, 16 de mayo de 1979, 18 de abril de 1980 y 10 de octubre de 1990)
los requisitos necesarios para la aplicación del artículo 1101 del Código Civil, son: la
preexistencia de una obligación entre las partes, su incumplimiento debido a culpa,
negligencia o falta de diligencia del demandado y no a caso fortuito o fuerza mayor,
la realidad de los perjuicios ocasionados a la otra parte y el nexo causal eficiente
entre aquella conducta y los daños producidos».
- Art. 1104 del Código Civil: «La culpa o negligencia del deudor consiste en la omisión
de aquella diligencia que exija la naturaleza de la obligación y corresponda a las
circunstancias de las personas, del tiempo y del lugar».
- Art. 1105 del Código Civil: «Fuera de los casos expresamente mencionados en la ley,
y de los que así lo declare la obligación, nadie responderá de aquellos sucesos que no
hubieran podido preverse, o que, previstos fueran inevitables».
B. CONTRATO
1. Definición:
Nuestro Código Civil establece una regulación general de las obligaciones y contratos
pero no define lo que el contrato es. El art. 1089 del Código Civil lo enumera entre las
fuentes de las obligaciones; el art. 1091 del Código Civil afirma que «las obligaciones
que nacen de los contratos tienen fuerza de ley entre las partes contratantes», y el art.
1254 del Código Civil dice que «el contrato existe desde que una o varias personas
consienten en obligarse, respecto de otra u otras, a dar alguna cosa o prestar algún
servicio». De esta definición resulta que el contrato es consensual, pues se perfecciona
por el mero consentimiento. De estos preceptos podemos deducir que el contrato
aparece por la conjunción de los consentimientos de dos o más personas con la
finalidad de ser fuente de obligaciones entre ellas.
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2. Requisitos: El Código Civil en el art. 1261 dice que no hay contrato sino cuando
concurren los requisitos siguientes:
Respecto al consentimiento (arts. 1262-1270 del Código Civil), no pueden prestarlo los
menores no emancipados y los incapacitados (art. 1263), siendo nulo prestado por
error, violencia, intimidación o dolo (art. 1265).
Atendiendo a su objeto y causa, de los arts. 1271-1277 del Código Civil, se deduce que
los contratos tienen que ser lícitos, posibles y determinados.
1. Posibilidad: Es intuitivo que la obligación no nace cuando versa sobre una prestación
originaria y absolutamente imposible. La imposibilidad de la prestación puede serlo de
hecho (prometer algo imposible) o de derecho (dar o hacer algo prohibido).
3. Clasificación de los contratos: Son numerosas las clasificaciones que se han hecho
de los contratos, generalmente con una visión meramente descriptiva y poco útil si no
va precedida de un estudio pormenorizado de cada uno de ellos. Una clasificación sería
la siguiente (22):
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1. Características del contrato de arrendamiento de servicios: El art. 1544 del Código
Civil define el arrendamiento de servicios junto al arrendamiento de obra: «En el
arrendamiento de obras o servicios, una de las partes se obliga a ejecutar una obra o
a prestar a la otra un servicio por precio cierto».
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niegue a abonar los honorarios profesionales, puede ejercitarse la correspondiente
acción civil la cual prescribe a los tres años.
También pesa sobre el acreedor del servicio la carga o deber accesorio de cooperar al
cumplimiento del prestatario, poniéndolo en condiciones de cumplir, que su trabajo sea
provechoso. En caso de incumplimiento, el deudor que no pueda ejecutar su obligación
tendrá abierto el camino para la resolución contractual con las correspondientes
indemnizaciones, si procede.
A través de tal contrato el médico se obliga a suministrar al paciente unos medios, que
son sus conocimientos y su técnica y práctica médicas, las cuales son puestas al servicio
de aquél para prestar los cuidados que requiera su salud. En consecuencia, no puede
hablarse de la obligación de la obtención de un resultado determinado (curar al
paciente), sino de los medios necesarios que objetivamente permiten el logro de ese
resultado beneficioso para la salud del paciente (con la excepción de los contratos de
obra, en los que objeto del mismo es la consecución de un resultado concreto.
Implantar una prótesis dentaria, realizar una corrección facial, etc.). Por su parte, el
paciente se obliga a la contraprestación de dinero previamente estipulado.
Según el Código Civil, podemos decir que esta responsabilidad extracontractual surge
de «las obligaciones que nacen de culpa o negligencia», siendo su fundamento jurídico
el art. 1902 del Código Civil que dice: «El que por acción u omisión causa daño a otro,
interviniendo culpa o negligencia, está obligado a reparar el daño causado». Al
mismo tiempo, en el art. 1903 del Código Civil se dice que «1.º La obligación que
impone el artículo anterior es exigible, no sólo por los actos u omisiones propios, sino
por los de aquellas personas de quienes se deba responder (...). 4.º Lo son igualmente
los dueños o directores de un establecimiento o empresa respecto de los perjuicios
causados por sus dependientes en el servicio de los ramos en que los tuvieran
empleados, o con ocasión de sus funciones (...). 6.º La responsabilidad de que trata
este artículo cesará cuando las personas en él mencionadas prueben que emplearon
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toda la diligencia de un buen padre de familia para prevenir el daño». De este modo
se deriva la responsabilidad hacia quienes deban adoptar las correspondientes medidas
organizativas para prevenir el daño, y es siempre extensible a la entidad gestora para
garantizar el pago de la indemnización. La responsabilidad indemnizatoria es solidaria
(supra 10), tanto entre los que hayan intervenido, como en relación con la
Administración o empresa para la que trabajen (por ejemplo el Instituto Nacional de la
Salud o una clínica privada). Es la responsabilidad por hecho ajeno, obligación de
resarcir el daño a una persona distinta de quien lo causó. Según =C=alixto =Díaz-
Regañón= (25) los requisitos para la aplicación del art. 1903.4 del Código Civil serían
los siguientes: en primer lugar, la existencia e identificación del autor material del
daño; en segundo lugar la calificación «culposa o negligente» atribuida a la actuación
seguida por el autor que materialmente ha ocasionado el daño; y por último, la
constatación de una relación de dependencia o subordinación del autor material del
daño con la entidad sanitaria supuestamente responsable. Por otro lado, «el que paga
el daño causado por sus dependientes puede repetir de éstos lo que hubiese satisfecho»
(art. 1904 del Código Civil).
A diferencia de la responsabilidad contractual que prescribe a los 15 años (art. 1964 del
Código Civil), la responsabilidad extracontractual lo hace con el transcurso de un año.
Del art. 1968.2 del Código Civil se deduce que la prescripción de la acción para exigir
responsabilidad civil por las obligaciones derivadas de la culpa o negligencia de que se
trata en el art. 1902 del Código Civil, es de un año, desde que lo supo el agraviado: «El
tiempo para la prescripción de toda clase de acciones, cuando no haya disposición
especial que otra cosa determine, se contará desde el día en que pudieron ejercitarse»
(art. 1969 del Código Civil). Sin embargo, como veremos más adelante (Ver
Yuxtaposición entre Responsabilidad Civil Contractual y Extracontractual, supra), la
posibilidad de concurso de ambos ámbitos de la responsabilidad, contractual y
extracontractual, tanto por ejercicio alternativo como subsidiario, debe hacer en todo
momento considerar la prescripción esgrimida en la ley del contrato (15 años).
21
objetivo de cuidado (factor normativo o externo), sino también una serie de deberes
que nos obligan a comportarnos respecto a terceros con la corrección y prudencia
necesarias para que la convivencia sea posible (actuación negligente o reprochable por
falta de previsión más o menos relevante, que constituye el factor psicológico o
subjetivo) (27). Es, por tanto, necesario la existencia de una acción u omisión que
pueda ser considerada como ilícita, por no haber tenido el agente la diligencia, cuidado,
atención o perseverancia exigibles y con la reflexión necesaria con vista a evitar el
perjuicio de bienes ajenos (sentencias del Tribunal Supremo de 23 de marzo de 1982 y
17 de julio de 1987).
2. Resultado dañoso y prueba del daño: Otro de los supuestos necesarios para que
surja la obligación de reparar, es decir responsabilidad, es la producción de un daño. Si
se trata de exigir una reparación por una mala actuación del médico, es necesario
demostrar que ha existido el daño o perjuicio y que éste sea reclamable. Sin ese daño no
es posible civilmente reclamar nada. Es jurisprudencia constante que no basta con
alegar la realización de un acto u omisión culpable, sino que se exige la prueba
cumplida de la realidad del perjuicio, a cargo del perjudicado, así como la de la
extensión y alcance del daño (sentencia del Tribunal Supremo de 19 de septiembre de
1986).
El daño o el perjuicio resultante debe reunir una serie de condiciones para poder ser
indemnizado. Ha de ser:
2.a. Cierto: realmente existente, lo que excluye los puramente hipotéticos o eventuales,
pues pueden producirse o no. Debe estar derivado del acto médico cuestionado y nunca
puede estar derivado de la propia patología del paciente o de una evolución negativa
posterior.
2.b. Propio: el daño debe haber sido padecido por la persona que reclama. En caso de
fallecimiento pueden reclamar los familiares o herederos.
2.c. Actual: el daño debe ser valorado en el momento de emitir la sentencia y si existe
certeza se puede considerar la previsible aparición de secuelas posteriores. Así, el daño
indemnizable o reparable, no sólo puede ser actual sino futuro, cuando surja con
posterioridad según racional certidumbre. Por ejemplo, de una lesión corporal se
diagnostica que en un tiempo por venir nacerán secuelas que habrán de ser corregidas.
Y aquí los Tribunales suelen dejar abierta la ejecución de sentencia, en lugar de fijar
como indemnización una cantidad determinada, se condena al responsable al pago de
cuantos gastos de curación se hayan irrogado o puedan irrogarse, lo que
indudablemente lleva a ejecuciones continuas de la misma sentencia. También cabe
que ante la aparición de nuevos daños o agravación de los ya reconocidos en la
sentencia condenatoria, se accione nuevamente en demanda de reparación (sentencias
22
del Tribunal Supremo de 19 de febrero de 1973 y 25 de marzo de 1976). Incluso se
admite la nulidad de la transacción acerca del importe de la indemnización por error
(sentencia del Tribunal Supremo de 27 de mayo de 1982).
2.e. Corporal: entendiendo por tales los daños físicos: lesiones y secuelas. En todos los
casos y antes de la indemnización hay que hacer una valoración del daño corporal, y no
hay criterios jurisprudenciales únicos ni baremos determinados para ese tipo de
valoraciones. De entre los existentes en España las referencias son el baremo para
calificar las secuelas de los combatientes de la guerra civil, el baremo de secuelas del
seguro obligatorio del automóvil y de los sistemas internacionales el más completo y
útil es el de AMA (American Medical Association), que permite una valoración por
funciones y sistemas orgánicos, así como la valoración del menoscabo total de la
persona y publicada en nuestro país en un número extraordinario de la Revista
Española de Subnormalidad, Invalidez y Epilepsia y aceptado desde el año 1984 (16 de
marzo de 1984 Boletín Oficial del Estado núm. 65) por el Ministerio de Sanidad para la
valoración de la minusvalía derivada de enfermedades comunes y accidentes de
trabajo. En nuestro país el elemento indemnizatorio de la responsabilidad no ha sido
fijado con detenimiento por el Tribunal Supremo por entender que la determinación de
la indemnización, derivada de la valoración del daño, son cuestiones de los Tribunales
de Primera Instancia (sentencia del Tribunal Supremo de 27 de enero de 1997): «En
casación, no cabe discutir ni la realidad del daño razonablemente apreciado en la
instancia ni mucho menos el alcance del mismo en orden a la cuantía de la
indemnización fijada, ya que la apreciación de ambos extremos como cuestión de
hecho, está reservada al criterio del Tribunal a quo cuya conclusión, en este
particular, ha de ser respetada -salvo concurrencia de error material o jurídico-».
Sentencias del Tribunal Supremo de 30 de septiembre de 1988, 19 de octubre de 1990,
y 31 de julio de 1995, entre otras.
2.f. Daño moral: se entiende como un daño psíquico que pretende recoger todas
aquellas repercusiones psíquicas que no tienen una base orgánica, y que son más
difíciles de objetivar, como el dolor, el sufrimiento... Comprende la lesión o violación de
bienes y derechos de la persona. Serían daños «extrapatrimoniales» y se indemnizan
prescindiendo de que un ataque a estos bienes y derechos tengan también repercusión
en el patrimonio.
23
La jurisprudencia muestra una tendencia sumamente expansiva en la apreciación de
estos daños inferidos a la persona, pues acoge la necesidad de indemnizar la lesión de
los sentimientos de afecto familiar o de los nacidos de una estrecha amistad en caso de
muerte, los dolores físicos ocasionados por lesiones, y la fama y consideración social.
1. Concurrencia de causas.
a. Teoría de las concausas: No hay, por principio, ninguna diferenciación entre los
diferentes antecedentes que confluyen en el resultado dañoso. Todos presentan el
rango de concausas, siempre y cuando, «un hecho es causa de otro cuando si hubiera
faltado el antecedente no se hubiera producido el resultado» (teoría de la equivalencia
o de la condición sine qua non) (29).
b.1. Teoría de la causa adecuada: La causa del daño es el antecedente que es probable,
posible o razonable que lo ocasionase. Esta es la teoría más aceptada.
b.2. Teoría de la causa próxima: Se toma como causa el antecedente más próximo al
daño.
b.3. Teoría de la causa eficiente: La causa es el antecedente más decisivo, bien porque
es el hecho más activo o por poseer en sí mismo la fuerza determinante para producir el
daño.
24
como no eficiente la causa que, de modo indubitado, prepare, condicione o complete la
acción de la causa última, actuando tales concausas, respectivamente, como mediata
o inmediatamente originadoras del evento dañoso que, por su acción conjunta, se
produjo» (sentencias del Tribunal Supremo de 18 de octubre de 1979, 22 de abril y 4 de
junio de 1980, y 23 de septiembre de 1988). No obstante, deben identificarse otras
circunstancias ajenas que actuarían como concausas, que junto a la causa principal
generadora del daño pueden modificar el resultado de la misma, como son las
concausas preexistentes fisiológicas (por ejemplo el embarazo) o patológicas
(infecciones crónicas, intoxicaciones crónicas, hemofilia, diabetes, etc.).
2. La carga probatoria:
25
La relación de causalidad puede no existir o haberse roto, en casos en que el enfermo
no haya seguido las indicaciones del médico o haya estado asistiendo a otro, o bien
haya cambiado las dosis de los medicamentos, o rechazado pruebas complementarias o
controles. Y también cuando hayan cometido errores en la administración de
medicamentos por parte de la familia o del farmacéutico.
c. Intervención de tercero
Para que exista responsabilidad civil es necesario que además de coexistir los tres
requisitos anteriores, aparezca un criterio que nos permita «imputar» al agente dicha
responsabilidad. Estos criterios engloban la culpa (arts. 1104, 1105 del Código Civil) y el
dolo.
26
en este punto para determinar la diligencia exigida al buen profesional). Sin embargo,
la jurisprudencia exige en la práctica para liberar de responsabilidad al agente la
prueba de una diligencia completa (sentencia del Tribunal Supremo de 16 de diciembre
de 1986).
2. El dolo: La opinión común es que en el art. 1902 del Código Civil también se
comprende el daño causado a otro por dolo, no sólo por culpa o negligencia, en los
supuestos, más bien excepcionales, en que no se esté ante una responsabilidad penal
por delito o falta.
1. Legítima defensa: Aunque la legítima defensa sólo está regulada en el Código Penal,
se trata de una figura que engloba todos los campos del ordenamiento jurídico (art.
20.4 del Código Penal), por ello cuando la agresión ha sido ilícita, el daño causado al
defenderse no es antijurídico.
3. Consentimiento del perjudicado: Siempre que lo que se lesionan sean los bienes
materiales y que en la acción u omisión no haya mediado dolo.
27
independencia de la existencia de aquél. Frente a esta situación caben varias
soluciones: que el perjudicado pueda elegir entre el ejercicio de una u otra acción,
siendo irrevocable su elección (teoría de la opción); que el perjudicado pueda ejercitar
conjuntamente ambas acciones (teoría del cúmulo) o incluso proporcionando los
hechos al juzgador para que éste aplique las normas de concurso de ambas
responsabilidades que más se acomoden a ellos, todo a favor de la víctima y para el
logro de un resarcimiento del daño lo más completo posible. Dadas las características
que presenta la relación contractual asumida por el médico, parece más adecuada la vía
extracontractual si media negligencia, y la contractual si el incumplimiento fue doloso
(31).
De una parte, el Tribunal Supremo presume la culpa del que causa el daño, y, por
consiguiente, invierte la carga de la prueba. Es decir: con arreglo a los principios
tradicionales el que reclamaba la indemnización por daños había de demostrar, no sólo
el daño sufrido por él en su persona o bienes, y que el demandado era el causante, sino
que en la causación del daño había intervenido culpa del demandado, que éste no había
sido bastante diligente. En cambio, diversas sentencias, a partir de la de 10 de julio de
1943 (32) , y más decididamente la de 30 de junio de 1959, deciden «invertir la carga
de la prueba para obligar al autor de los daños a acreditar que obró en el ejercicio de
sus actos lícitos con toda la prudencia y la diligencia precisas para evitarlos»; pues
«la dificultad de la prueba coloca en situación de inferioridad al demandante,
contradiciendo los principios de equidad que deben presidir la realización de la
justicia».
28
B. TEORIA DEL RIESGO CREADO
Según el art. 1902 del Código Civil, la responsabilidad por daños, base de la
responsabilidad extracontractual, mantiene la existencia de culpa o negligencia para
obligar a reparar el daño causado, criterio que persiste jurisprudencialmente cuando se
refiere a la actuación del médico, donde no cabe la objetivación y ausencia del reproche
culpabilístico, permaneciendo la carga de la prueba en el demandante perjudicado (Ver
pág. 22). No obstante, en la evolución interpretativa de dicho artículo por el Tribunal
Supremo para determinadas materias, se tiende a la objetivación aplicando la inversión
de la carga de la prueba y la teoría del riesgo creado, y, últimamente para los
profesionales sanitarios, ante la presencia de un daño desproporcionado, corre a cargo
del médico el demostrar su no culpabilidad habiendo actuado con toda la diligencia
exigible.
Hay casos concretos en que de la propia ley se deduce la plena responsabilidad objetiva,
entre los que destacan: el seguro obligatorio en circulación de vehículos, navegación
aérea, energía nuclear, etc.
A. RESPONSABILIDAD DE LA ADMINISTRACION
29
cualquiera de sus bienes o derechos, salvo en los casos de fuerza mayor, siempre que
la lesión sea consecuencia del funcionamiento de los servicios públicos».
Se trata de una responsabilidad objetiva, es decir, sin culpa ni dolo por parte de la
Administración y no se toma en cuenta la posible culpabilidad del funcionario,
bastando demostrar el resultado dañoso y la relación de causalidad. Sólo se excluye la
fuerza mayor, pero no el caso fortuito.
Al mismo tiempo, y por otro lado, se genera un nuevo tipo de responsabilidad objetiva
al aplicar como disposición legal la Ley General para la Defensa de los Consumidores y
Usuarios (33) al considerar al paciente como un «usuario de servicios sanitarios»,
fundamentándose principalmente en los arts. 1 y 28 de la citada ley.
1. Art. 1.2: «A los efectos de esta Ley, son consumidores o usuarios las personas físicas
o jurídicas que adquieren, utilizan o disfrutan como destinatarios finales, bienes
muebles o inmuebles, productos, servicios, actividades o funciones, cualquiera que sea
la naturaleza pública o privada, individual o colectiva de quienes los producen,
facilitan, suministran o expiden».
2. Art. 25. «El consumidor y el usuario tienen derecho a ser indemnizados por los
daños y perjuicios demostrados que el consumo de bienes o la utilización de productos
o servicios les irroguen, salvo que aquellos daños y perjuicios estén causados por su
culpa exclusiva o por la de las personas de las que deba responder civilmente».
30
3. Art. 28:
28.1: «... se responderá de los daños originados en el correcto uso y consumo de bienes
y servicios, cuando por su propia naturaleza o estar así reglamentariamente
establecido, incluyan necesariamente la garantía de niveles determinados de pureza,
eficacia o seguridad, en condiciones objetivas de determinación y supongan controles
técnicos, profesionales o sistemáticos de calidad, hasta llegar en debidas condiciones
al consumidor o usuario».
28.2: «... se consideran sometidos a este régimen de responsabilidad los (...) servicios
sanitarios (...)».
Es decir, los centros sanitarios deberán responder de los daños ocasionados por
aquellos determinados servicios que, debido a sus características, deban presentar
controles de calidad para garantizar en condiciones normales, determinados niveles de
pureza, eficacia o seguridad. Es el propio centro sanitario el responsable de si en alguna
medida estos controles no se llevan a cabo, recayendo sobre él la carga de probar que sí
se han realizado. Tales obligaciones son, por ejemplo, la acreditación de asepsia, la
exigencia de mantener en buen estado las instalaciones; la adecuación de medios; el
seguimiento estricto de los contratos de mantenimiento, etc. Esta ley impone una
presunción iuris et de iure (es decir, que no admite prueba en contrario) de que los
servicios sanitarios incluyen «la garantía de niveles determinados de pureza, eficacia
o seguridad».
- Sentencia del Tribunal Supremo de 1 de julio de 1997: «Cuando estos controles (35)
de manera no precisada fallan, o bien, por razones atípicas dejan de funcionar, en
relación con determinados sujetos, el legislador impone que los riesgos sean asumidos
por el propio servicio sanitario en forma externa de responsabilidad objetiva, cara al
usuario, que por ser responsabilidad objetiva aparece limitada en su cuantía máxima,
a diferencia de la responsabilidad por culpa, que sólo viene limitada en su cuantía
económica por criterios de proporcionalidad y prudencia en relación con el alcance y
circunstancias de los daños sufridos. La culpa exclusiva del paciente excluiría la
responsabilidad objetiva».
Por otro lado, los Tribunales aplican también una responsabilidad directa a los
hospitales exigiendo una calidad total asistencial como responsables organizativos en
base al art. 1903.4 del Código Civil:
31
que por tal hecho delictivo nace responsabilidad civil derivada de éste, como prevén el
art. 1092 del Código Civil y los arts. 116 y ss. del Código Penal.
1. Art. 1092 del Código Civil: Indica que las obligaciones civiles que nazcan de los
delitos o las faltas se regirán por las disposiciones del Código Penal.
3. Conforme al art. 117 del citado Código Penal, los aseguradores que hubieren asumido
el riesgo de las responsabilidades pecuniarias derivadas del uso o explotación de
cualquier bien, empresa, industria o actividad cuando, como consecuencia de un hecho
previsto en el Código Penal, se produzca el evento que determine el riesgo asegurado,
serán responsables civiles directos hasta el límite de la indemnización legalmente
establecida o convencionalmente pactada, sin perjuicio del derecho de repetición
contra quien corresponda.
1. CONCEPTO
En el ámbito penal las Administraciones públicas o las empresas, en su caso, para las
que trabajen los médicos, sólo son responsables civiles subsidiarios (36) (para poder
indemnizar, evitando los embargos de los profesionales sanitarios, ha de acreditarse
que estos últimos no tienen bienes con qué hacer frente a sus responsabilidades y que
la lesión causada es una consecuencia directa del funcionamiento de los servicios
públicos. Por tanto, el Instituto Nacional de la Salud, por ejemplo, no puede pagar
antes de que los médicos se queden sin bienes. Sólo después la Administración o
empresa podrá pagar lo que falte). Sólo si hay delito responde subsidiariamente la
entidad gestora o empresa, pero si la condena al médico es por falta, la Administración
no responde ni siquiera subsidiariamente, sólo responde el médico (art. 121 del Código
Penal).
Que una acción es típica o adecuada a un tipo penal quiere decir que esa acción es la
prohibida por la norma. La acción ha de ser típica, no basta que sea contraria a una
norma. La teoría del tipo penal es un instrumento conceptual para la identificación del
comportamiento prohibido. La acción ejecutada es la acción prohibida por la norma
32
cuando se subsume bajo un tipo penal. El tipo penal es el conjunto de elementos que
caracteriza a un comportamiento como contrario a la norma.
El tipo penal de los delitos dolosos contiene básicamente una acción dirigida por el
autor a la producción del resultado. El tipo penal de los delitos culposos por el
contrario, contiene una acción que no se dirige por el autor al resultado.
La relación entre un hecho y un tipo penal que permite afirmar la tipicidad del primero
se denomina subsunción. Un hecho se subsume bajo un tipo penal cuando reúne todos
los elementos que éste contiene. La subsunción se verifica comprobando si cada uno de
los elementos de la descripción del supuesto de hecho se da en el hecho que se juzga.
B. ANTIJURIDICIDAD
D. CULPABILIDAD
33
La comprobación de la realización de una acción típica, antijurídica y atribuible no es
suficiente para responsabilizar penalmente a su autor. La responsabilidad penal o
criminal depende de que aquél haya obrado culpablemente.
Ha de ser punible, esto es, la acción u omisión, el acto humano, ha de ser sancionado
con una pena, pues de lo contrario no existe delito (art. 10 del Código Penal).
E. LA TENTATIVA
Hay tentativa cuando el autor, con el fin de cometer un delito determinado, comienza
su ejecución, pero no lo consuma por circunstancias ajenas a su voluntad.
El autor realiza el tipo sin quererlo, pero como consecuencia de su obrar descuidado y
negligente. El fundamento de la imputación es el desprecio que el autor demuestra
respecto de los bienes jurídicos ajenos. En el delito culposo, finalidad y
comportamiento no coinciden.
2. Que el acto se ejecute sin adoptar aquellas cautelas o precauciones necesarias para
evitar resultados perjudiciales.
B. LA PREVISIBILIDAD
34
Requiere que el autor haya infringido un deber de cuidado. Si se trata además de un
delito culposo con resultado de lesión, éste deberá ser objetivamente imputable a la
acción. La tipicidad se determinará mediante la comparación de la acción realizada con
la exigida por el deber de cuidado en la situación concreta. Ejemplo: el médico que debe
intervenir sin demora a un paciente que sufrió un accidente en la vía pública y no
dispone de los elementos necesarios para tomar medidas preventivas de una infección,
no infringe el deber de cuidado si como consecuencia de ello se produce la misma; por
el contrario, sí lo infringe el que en un quirófano, disponiendo de todos los medios para
tomar las medidas preventivas, las omite.
La culpa supone una actuación negligente, que en el ámbito de la culpa médica supone
la falta de diligencia o de previsión que acarrea la infracción de alguno de los deberes
médicos. La prueba de la culpa: la responsabilidad por delito o falta deberá probarse
plenamente en el proceso penal y derivándose de ella la responsabilidad civil.
En el caso de las actuaciones médicas, hay que tener en cuenta las circunstancias
concretas en que el profesional se encontraba, la preparación específica que le fue
exigida para el puesto que desempeñaba, los medios que tenía a su disposición para su
trabajo, la clase de intervención de que se trataba, la forma en que ésta se realizó, etc.
Todo ello a fin de poder comparar el comportamiento del caso concreto con aquel que
ordinariamente observa la clase médica en las mismas o similares circunstancias, para
afirmar que hubo imprudencia punible cuando el obrar del acusado no se ajustó al
módulo así obtenido.
D. LA ANTIJURIDICIDAD
E. LA RESPONSABILIDAD
35
Debe excluirse la responsabilidad por el hecho en los casos en que al autor la lesión del
bien jurídico le pareciera lejana, si el cumplimiento del deber de cuidado le hubiera
acarreado considerables desventajas: son los supuestos que dieron lugar a la no-
exigibilidad de otra conducta.
F. LA CULPABILIDAD
Para que exista la responsabilidad penal depende de que el autor haya obrado
culpablemente o no.
La tipicidad del delito impropio de omisión doloso depende de los mismos elementos
que en los propios pero hay dos elementos diferenciales:
36
1. La producción del resultado de un delito de comisión: elemento que en los delitos
propios de omisión sólo se da cuando están estructurados sobre la base de un deber de
impedir un resultado y que en éstos es esencial.
2.a. De un deber de protección de un bien jurídico frente a los peligros que puedan
amenazarlo. Tales deberes son indudables cuando tienen por objeto el cuidado de
personas necesitadas, por ejemplo, el cuidado de un enfermo por la enfermera.
El dolo del delito de omisión presenta una diferencia con el de los de comisión. Este
consiste en la voluntad de realización de una acción y en la omisión falta, precisamente
esta última. Por ello, es posible afirmar que no existe un dolo de omitir en el sentido de
conocimiento y voluntad de realización del tipo objetivo, es decir, en el sentido de los
delitos de comisión. El dolo de la omisión tiene una estructura propia, por lo que cabe
designarlo un cuasi-dolo, que requiere en principio: el conocimiento de la situación
generadora del deber y el conocimiento de la posibilidad de realizar la acción y, en su
caso, de evitar el resultado.
F. LA TENTATIVA
1. Art. 10 del Código Penal: «Son delitos o faltas las acciones y omisiones dolosas o
imprudentes penadas por la ley».
2. Art. 13.1 del Código Penal: «Son delitos graves las infracciones que la Ley castiga
con pena grave. Son delitos menos graves las infracciones que la Ley castiga con pena
menos grave. Son faltas las infracciones que la Ley castiga con pena leve».
3. Art. 33 del Código Penal: «en función de su naturaleza y duración, las penas se
clasifican en graves, menos graves y leves».
37
3.1. Penas graves
2. La inhabilitación absoluta.
4. La suspensión de empleo o cargo público por tiempo superior a tres años (...).
El arresto de fin de semana tendrá una duración de treinta y seis horas y equivaldrá, en
cualquier caso, a dos días de privación de libertad. Su cumplimiento tendrá lugar
durante los viernes, sábados o domingos en el establecimiento penitenciario más
próximo al domicilio del arrestado (art. 37 del Código Penal).
Una novedad del Código Penal de 1995 es la nueva pena de multa que consistirá en la
imposición al condenado de una sanción pecuniaria. La pena de multa se impondrá,
salvo que la ley disponga otra cosa, por el sistema de días-multa. La cuota diaria tendrá
un mínimo de doscientas cincuenta pesetas y un máximo de cincuenta mil... (Art. 50
del Código Penal).
Los Jueces o Tribunales podrán dejar en suspenso la ejecución de las penas privativas
de libertad inferiores a dos años mediante resolución motivada, atendiendo
fundamentalmente a la peligrosidad criminal del sujeto (art. 80 del Código Penal).
1. Que el condenado haya delinquido por primera vez. No se tendrán en cuenta las
anteriores condenas por delitos imprudentes.
2. Que la pena impuesta, o la suma de las impuestas en una misma sentencia, no sea
superior a los dos años de privación de libertad.
38
Ministerio Fiscal, declare la imposibilidad total o parcial de que el condenado haga
frente a las mismas.
3.1. Homicidio
En relación con esta figura delictiva (o con el auxilio o inducción al suicidio), suele
hablarse de los problemas que plantea la eutanasia en el campo del Derecho. Se
considera totalmente lícita en el Derecho español la mitigación del dolor que no
produce un acortamiento verificable de la vida (eutanasia pura). También se considera
generalmente lícito el alivio del dolor o sufrimiento, aunque indirectamente produzca
como efecto secundario, no querido, un acortamiento de la vida (eutanasia activa
indirecta). Se admite también la licitud de la ortotanasia (paciente que sufre,
incurable, que rechaza un tratamiento o medidas que solo van a conseguir prolongar la
vida por cierto tiempo, de forma más o menos artificial, sin volver a un estado de salud
aceptable). Para que la conducta omisiva sea atípica debe tratarse de un tratamiento
extraordinario, no curativo y cuya única finalidad sea el alargamiento artificial de la
vida en el supuesto de una enfermedad con pronóstico infausto o de muerte de presente
o a corto plazo. Hay que distinguir tal situación del encarnizamiento terapéutico, en el
sentido de que no debe comenzar o continuar un tratamiento cuando el enfermo
explícita y conscientemente así lo pida, en los casos en que la situación es fatal en
cuanto al resultado e intolerable.
La eutanasia a petición será castigada con una pena menor, que oscila entre dieciocho
meses y tres años de prisión.
«1. El que induzca al suicidio de otro será castigado con la pena de prisión de cuatro a
ocho años.
2. Se impondrá la pena de prisión de dos a cinco años al que coopere con actos
necesarios al suicidio de una persona.
3. Será castigado con la pena de prisión de seis a diez años si la cooperación llegara
hasta el punto de ejecutar la muerte.
39
con la pena inferior en uno o dos grados a las señaladas en los números 2 y 3 de este
artículo.»
El Código Penal recoge cuatro figuras delictivas distintas que son las siguientes:
1. Inducción: Debe ser una inducción directa y eficaz, que lleve al paciente a quitarse la
vida. La pena es la prisión de cuatro a ocho años.
3.3. El aborto
1. Art. 144 del Código Penal: «El que produzca el aborto a una mujer, sin su
consentimiento, será castigado con la pena de prisión de cuatro a ocho años e
inhabilitación especial para ejercer cualquier profesión sanitaria, o para prestar
servicios de toda índole en clínicas, establecimientos o consultorios ginecológicos,
públicos o privados, por tiempo de tres a diez años. Las mismas penas se impondrán
al que practique el aborto habiendo obtenido la anuencia de la mujer mediante
violencia, amenaza o engaño».
2. Art. 145 del Código Penal: «El que produzca el aborto de una mujer, con su
consentimiento, fuera de los casos permitidos por la Ley, será castigado con la pena
de prisión de uno a tres años e inhabilitación especial para ejercer cualquier profesión
sanitaria, o para prestar servicios de toda índole en clínicas, establecimientos o
consultorios ginecológicos, públicos o privados, por tiempo de uno a seis años».
3. Art. 146 del Código Penal: «El que por imprudencia grave ocasionare un aborto
será castigado con pena de arresto de doce a veinticuatro fines de semana. Cuando el
aborto fuere cometido por imprudencia profesional se impondrá asimismo la pena de
inhabilitación especial para el ejercicio de la profesión, oficio o cargo por un periodo
de uno a tres años. La embarazada no será penada a tenor de este precepto».
40
El nuevo Código Penal mantiene vigente el art. 417 bis del anterior, cuya redacción es:
1.ª Que sea necesario para evitar un grave peligro para la vida o la salud física o
psíquica de la embarazada y así conste en un dictamen emitido con anterioridad a la
intervención por un médico de la especialidad correspondiente, distinto de aquél por
quien o bajo cuya dirección se practique el aborto.
En caso de urgencia por riesgo vital para la gestante, podrá prescindirse del
dictamen y del consentimiento expreso. Es la llamada Indicación Terapéutica.
2.ª Que el embarazo sea consecuencia de un hecho constitutivo del delito de violación
siempre que el aborto se practique dentro de las doce primeras semanas de gestación
y que el mencionado hecho hubiese sido denunciado. La denominada Indicación Etica.
3.ª Que se presuma que el feto habrá de nacer con graves taras físicas o psíquicas,
siempre que el aborto se practique dentro de las veintidós primeras semanas de
gestación y que el dictamen, expresado con anterioridad a la práctica del aborto, sea
emitido por dos especialistas de centro o establecimiento sanitario, público o privado,
acreditado al efecto, y distintos de aquél por quien o bajo cuya dirección se practique
el aborto: Indicación Eugenésica.
3.4. Lesiones
Se recoge en los arts. 147 y ss. del Código Penal. Son conductas que afectan
directamente a la salud física o mental y a la integridad corporal. Para el Código Penal
existe delito de lesiones siempre que éstas requieran para su sanidad, además de una
primera asistencia facultativa, tratamiento médico o quirúrgico, si bien la simple
vigilancia o seguimiento facultativo del curso de la lesión no se considera tratamiento
médico.
Como regla general el consentimiento del lesionado no impide estar ante un delito,
aunque la pena se rebaje en uno o dos grados. Como excepción, sí es relevante el
consentimiento, y no hay delito, cuando se trata de curar.
1. Arts. 147.1 y 152.1 del Código Penal: «El que, por cualquier medio o procedimiento,
causare a otro una lesión que menoscabe su integridad corporal o su salud física o
mental, siempre que la lesión requiera objetivamente para su sanidad, además de una
primera asistencia facultativa, tratamiento médico o quirúrgico. La simple vigilancia
o seguimiento facultativo del curso de la lesión no se considerará tratamiento
médico». La pena es prisión de seis meses a tres años. Se castigará con pena menor
cuando el hecho descrito sea de menor gravedad, atendidos el medio empleado o el
resultado producido (arresto de siete a veinticuatro fines de semana o multa de tres a
doce meses). Si el actor actúa con imprudencia grave, arresto de siete a veinticuatro
fines de semana.
41
2. Arts. 149 y 152.2 del Código Penal: La pérdida o inutilidad de un órgano o miembro
principal, o de un sentido, la impotencia, la esterilidad, una grave deformidad, o una
grave enfermedad somática o psíquica: pena de prisión de seis a doce años. Si actúa con
imprudencia grave, prisión de uno o a tres años.
3. Arts. 150 y 152.3 del Código Penal: La pérdida o inutilidad de un órgano o miembro
no principal o la deformidad: pena de prisión de tres a seis años. Si hay imprudencia
grave con resultado de lesiones, prisión de seis a dos años:
4. Art. 157 del Código Penal, lesiones al feto: prohíbe causar al feto una lesión o
enfermedad que perjudique gravemente su normal desarrollo, o provoque en el mismo
una grave tara física o psíquica. La pena es la prisión de uno a cuatro años y, también
inhabilitación especial para ejercer cualquier profesión sanitaria o para prestar
servicios de toda índole en clínicas, establecimientos ginecológicos, públicos o privados,
por tiempo de dos a ocho años.
5. Art. 158 del Código Penal, lesiones al feto por imprudencia grave: La pena es de
arresto de siete a veinticuatro fines de semana. Si los hechos se hubieren cometido por
imprudencia profesional, se impondrá también la pena de inhabilitación especial para
el ejercicio de la profesión, oficio o cargo, por un período de seis meses a dos años. La
embarazada no será penada a tenor de este precepto.
1. Art. 159.1 del Código Penal: «Serán castigados con la pena de prisión de dos a seis
años e inhabilitación especial para empleo o cargo público, profesión u oficio de siete
a diez años los que, con finalidad distinta a la eliminación o disminución de taras o
enfermedades graves, manipulen genes humanos de manera que se altere el genotipo.
El párrafo 2.º: Si la alteración del genotipo fuere realizada por imprudencia grave, la
pena será de multa de seis a quince meses e inhabilitación especial para empleo o
cargo público, profesión u oficio de uno a tres años».
2. Art. 161.1 del Código Penal: «Serán castigados con la pena de prisión de uno a cinco
años e inhabilitación especial para empleo o cargo público, profesión u oficio de seis a
diez años quienes fecunden óvulos humanos con cualquier fin distinto a la procreación
humana. El párrafo 2.º del mismo artículo afirma que con la misma pena se
castigará la creación de seres humanos idénticos por clonación u otros
procedimientos dirigidos a la selección de la raza».
3. Art. 162.1 del Código Penal: «Quien practicare reproducción asistida en una mujer,
sin su consentimiento, será castigado con la pena de prisión de dos a seis años, e
inhabilitación especial para empleo o cargo, profesión u oficio por tiempo de uno a
cuatro años».
42
en un establecimiento psiquiátrico. El art. 211.1 del Código Civil recoge el
«internamiento del presunto incapaz por razones de urgencia, dando cuenta cuanto
antes al Juez y, en todo caso, dentro del plazo de veinticuatro horas».
2. Si el culpable diera libertad al encerrado o detenido dentro de los tres primeros días
de su detención, sin haber logrado el objeto que se había propuesto, se impondrá la
pena inferior en grado.
4. El particular que, fuera de los casos permitidos por las leyes, aprehendiere a una
persona para presentarla inmediatamente a la autoridad, será castigado con la pena
de multa de tres a seis meses.
Se protege la solidaridad humana bajo diferentes formas, que dan lugar a otras tantas
figuras delictivas:
Art 195.1 del Código Penal: La solidaridad se proyecta aquí sobre la vida y la integridad
física y la conducta consiste en no socorrer a persona que se halle desamparada o en
peligro manifiesto o grave, cuando puede prestarse sin riesgo propio ni de tercero
(multa de tres a doce meses). Basta el simple conocimiento de una persona en tal
situación; no se distingue entre personal sanitario y no sanitario.
Art 195.2 del Código Penal: En las mismas penas incurrirá el que impedido de prestar
socorro no demanda con urgencia auxilio ajeno.
1. Accidente fortuito: la pena es la prisión de seis meses a un año y multa de seis a doce
meses.
2. Accidente por imprudencia: la pena es la prisión de seis meses a dos años y multa de
seis a veinticuatro meses.
Basta darse a la fuga para que exista delito. Es preciso la existencia de peligro grave y
manifiesto y el desamparo de la víctima; si la víctima estaba ya muerta o acuden otras
personas a atenderla, no existe delito.
43
Art. 196 del Código Penal: «que el profesional que, estando obligado a ello, denegare
asistencia sanitaria o abandonare los servicios sanitarios, cuando de la denegación o
abandono se derive riesgo grave para la salud de las personas será castigado con la
pena del artículo 195 en su mitad superior, además de inhabilitación especial para
empleo o cargo público, profesión u oficio, por tiempo de seis meses a tres años».
Es delito específico, que sanciona la mera inactividad del profesional sanitario en las
condiciones tipificadas en el Código Penal y que ha de ser sometido al sistema de
Jurado.
El simple acceso a la historia clínica sin autorización es un delito grave, castigado con
no menos de dos años de prisión.
1. Art 199.2 del Código Penal: «El profesional que, con incumplimiento de su
obligación de sigilo o reserva, divulgue los secretos de otra persona, será castigado
con la pena de prisión de uno a cuatro años, multa de doce a veinticuatro meses e
inhabilitación especial para dicha profesión por tiempo de dos a seis años».
1.b. Obrar en virtud de un estado de necesidad: Cuando el médico debe dar parte de la
enfermedad infecciosa de su paciente al otro miembro de la familia; el facultativo que
advierte al Director de un colegio de la existencia de una enfermedad contagiosa en el
mismo, o el médico que pone en conocimiento del dueño de una casa, el padecimiento
de un sirviente.
1.d. La defensa del médico en causa penal por homicidio o lesiones culposas, ya que la
defensa del facultativo entraña un interés superior al deber de secreto.
44
2. Art. 197.2 del Código Penal recoge los delitos que protegen la intimidad de los datos,
objeto de tratamiento informático así:
Las mismas penas (prisión de uno a cuatro años y multa de doce a veinticuatro
meses), se impondrán al que, sin estar autorizado, se apodere, utilice o modifique, en
perjuicio de tercero, datos reservados de carácter personal o familiar de otro que se
hallen registrados en ficheros o soportes informáticos, electrónicos o telemáticos, o en
cualquier otro tipo de archivo o registro público o privado. Iguales penas se
impondrán a quien, sin estar autorizado, acceda por cualquier medio a los mismos y
a quien los altere o utilice en perjuicio del titular de los datos o de un tercero (aquí es
donde se plantean los supuestos de acceso «por cualquier medio», sin autorización, a
la historia clínica de un paciente).
3. Art. 197.5 del Código Penal recoge igualmente, cuando los hechos descritos en los
apartados anteriores afecten a datos de carácter personal que revelen la ideología,
religión, creencias, salud, origen racial o vida sexual, o la víctima fuere un menor de
edad o un incapaz, se impondrán las penas previstas en su mitad superior.
4. Art. 199 del Código Penal recoge la revelación de secretos ajenos por razón del oficio
o relaciones laborales: Este artículo no se refiere a profesionales.
1. El que revelare secretos ajenos, de los que tenga conocimiento por razón de su oficio
o sus relaciones laborales, será castigado con la pena de prisión de uno a tres años y
multa de seis a doce meses.
5. Art. 200 del Código Penal también recoge que se puede quebrar el secreto debido a la
empresa, y así dispone que: El que descubriere, revelare o cediere datos reservados de
personas jurídicas sin el consentimiento de sus representantes, salvo lo dispuesto en
otros preceptos de este Código, se le aplicará lo dispuesto para el descubrimiento y
revelación de secretos en el caso de descubrimiento y revelación de secretos de
personas físicas.
1. La suposición de parto será castigada con las penas de prisión de seis meses a dos
años.
3. La sustitución de un niño por otro será castigada con las penas de prisión de uno a
cinco años.
45
2. Art. 221.1 del Código Penal: «Los que, mediando compensación económica,
entreguen a otra persona un hijo, descendiente o cualquier menor aunque no
concurra relación de filiación o parentesco, eludiendo los procedimientos legales de la
guarda, acogimiento o adopción, con la finalidad de establecer una relación análoga
a la de filiación, serán castigados con las penas de prisión de uno a cinco años y de
inhabilitación especial para el ejercicio del derecho de patria potestad por tiempo de
cuatro a diez años».
3. Art. 222 del Código Penal: «El educador, facultativo, autoridad o funcionario
público que, en el ejercicio de su profesión o cargo, realice las conductas descritas en
los dos artículos anteriores, incurrirá en la pena en ellos señalada y, además, en la de
inhabilitación especial para empleo o cargo público, profesión u oficio, de dos a seis
años. A los efectos de este artículo, el término facultativo comprende los médicos,
matronas, personal de enfermería y cualquier otra persona que realice una actividad
sanitaria o sociosanitaria».
3.10. Falsedades
1. Art. 397 del Código Penal: «El facultativo que librare certificado falso será
castigado con la pena de multa de tres a doce meses».
2. Art. 398 del Código Penal: «La autoridad o funcionario público que librare
certificación falsa será castigado con la pena de suspensión de seis meses a dos años».
3. Art. 390 del Código Penal: «Será castigado con las penas de prisión de tres a seis
años, multa de seis a veinticuatro meses e inhabilitación especial por tiempo de dos a
seis años, la autoridad o funcionario público que, en el ejercicio de sus funciones,
cometa falsedad:
2.º Simulando un documento en todo o en parte, de manera que induzca a error sobre
su autenticidad.
4. Art. 391 del Código Penal: «La autoridad o funcionario público que por
imprudencia grave incurriere en alguna de las falsedades previstas en el artículo
anterior o diere lugar a que otro los cometa, será castigado con la pena de multa de
seis a doce meses y suspensión de empleo o cargo público por tiempo de seis meses a
un año».
3.11. Intrusismo
46
«El que ejerciere actos propios de una profesión sin poseer el correspondiente título
académico expedido o reconocido en España de acuerdo con la legislación vigente,
incurrirá en la pena de multa de seis a doce meses. Si la actividad profesional
desarrollada exigiere un título oficial que acredite la capacitación necesaria y habilite
legalmente para su ejercicio, y no se estuviere en posesión de dicho título, se
impondrá la pena de multa de tres a cinco meses.»
1. Art. 341 del Código Penal: «Liberar energía nuclear o elementos radioactivos que
pongan en peligro la vida o la salud de las personas o sus bienes, aunque no se
produzca explosión. La pena es la prisión de quince a veinte años e inhabilitación
especial de diez a veinte años».
2. Art. 342 del Código Penal: «Perturbar el funcionamiento de una instalación nuclear
o radioactiva: La pena es prisión de cuatro a diez años e inhabilitación especial de
seis a diez años».
3. Art. 343 del Código Penal: «Exposición a radiaciones ionizantes: El que exponga a
una o varias personas a radiaciones ionizantes que pongan en peligro su vida,
integridad, salud o bienes, será sancionado con la pena de prisión de seis a doce años
e inhabilitación especial de seis a diez años».
4. Art. 344 del Código Penal: «Los hechos anteriores cometidos por imprudencia
grave: pena inferior en grado».
Aparte de las expuestas en cada tipo delictivo correspondiente, cabe destacar las
siguientes:
1. Art. 142 del Código Penal: Recoge la imprudencia con resultado de muerte:
1. El que por imprudencia grave causare la muerte a otro será castigado, como reo de
homicidio imprudente, con la pena de prisión de uno a cuatro años.
2. Art. 630 del Código Penal: Recoge una falta de imprudencia y afirma que «los que
abandonaren jeringuillas, en todo caso, u otros instrumentos peligrosos, de modo o
con circunstancias que pudieran causar daño a las personas o contagiar
47
enfermedades, o en lugares frecuentados por menores se les impondrá la pena de
arresto de tres a cinco fines de semana o multa de uno a dos meses».
3. Art. 636 del Código Penal: «Los que realicen actividades careciendo de los seguros
obligatorios de responsabilidad civil que se exigieren legalmente para el ejercicio de
aquéllos, tiene la pena de multa de uno a dos meses». Es una Falta de imprudencia.
La jurisprudencia del Tribunal Supremo ha dicho que los simples errores científicos o
de diagnóstico no pueden ser objeto de infracción penal, a no ser que sean de magnitud
tal que de modo evidente se aparten de lo que hubiera detectado cualquier médico de
nivel y preparación similar, con semejantes medios a su alcance, y en circunstancias
similares, lo mismo cabe decir de la mayor o menor precocidad o rapidez en el
diagnóstico de algunas enfermedades.
1. CONCEPTO
48
Dicha responsabilidad hay que remitirla al sistema de infracciones y sanciones
(principio de tipificación de infracciones y sanciones), que se encuentra en cada sector
correspondiente, esto es, en el ámbito de la función pública; en el del Estatuto del
Personal de la Seguridad Social; o en el Estatuto de los Trabajadores que es
desarrollado a su vez por los convenios colectivos correspondientes.
2. DISPOSICIONES LEGALES
El art. 31.1 de esta Ley dispone que se consideran faltas muy graves:
b) Toda actuación que suponga discriminación por razón de raza, sexo, religión, lengua,
opinión, lugar de nacimiento o vecindad, o cualquier otra condición o circunstancia
personal o social.
c) El abandono de servicio.
n) Haber sido sancionado por la comisión de tres faltas graves en un período de un año.
49
2.b. El Estatuto de los Trabajadores
«Los trabajadores podrán ser sancionados por la dirección de las empresas en virtud
de incumplimientos laborales, de acuerdo con la graduación de faltas y sanciones que
se establezcan en las disposiciones legales o en el convenio colectivo que sea
aplicable.»
Las muy graves, a los sesenta días a partir de la fecha en que la empresa tuvo
conocimiento de su comisión y, en todo caso, a los seis meses de haberse cometido.
Capítulo III (arts. 7-15): Relaciones del médico con sus pacientes.
50
Capítulo VIII (art. 36): Relaciones con otras profesiones sanitarias.
También incluye una serie de documentos emitidos por el Comité Permanente de las
Organizaciones Médicas de las Comunidades Europeas, por la Conferencia
Internacional de Ordenes Médicas y por la Asociación Médica Mundial. Engloban
variadas directrices sobre temas aislados que, por su especial consideración o por la
relevancia que adquieren en un momento determinado, precisan de una aclaración y
depuración más exhaustiva para facilitar la actuación de todos los profesionales
médicos de las organizaciones representadas.
La citada Ley de la Jurisdicción Contenciosa no afecta a todos los médicos, sólo afecta a
los de la sanidad pública dando igual que el contrato sea laboral, estatutario o
funcionarial, y a los de los centros concertados cuando atienden a pacientes cuya
asistencia corre por cuenta de la Seguridad Social. El profesional estrictamente privado
seguirá sometido, en su caso, a las demandas civiles de los pacientes.
51
concretando los medios de que se pretenda valerse el reclamante (art. 6 del Real
Decreto 429/1993 por el que se aprueba el Reglamento de los Procedimientos de las
Administraciones en materia de Responsabilidad Patrimonial).
52
funcionamiento del servicio público, la valoración del daño y el cálculo de la cuantía de
la indemnización (art. 14 del tan citado Reglamento).
3. Si el origen del daño es una culpa o negligencia grave del profesional, el Instituto
Nacional de la Salud y sus homólogos deberán exigir al médico lo pagado por la entidad
gestora al paciente. A esto se le llama «repetir», término que cualquier facultativo
debería aprenderse para hacerse cargo de lo que la reforma implica.
La repetición se iniciará una vez que la sentencia sea firme, lo que significa que el
médico se encontrará con una reclamación -no del paciente, sino de la Administración-
no menos de cinco años y tal vez dos lustros después de los hechos.
3. La conciliación: Los implicados ponen fin a la causa mediante mutuo acuerdo. El art.
77 de la Ley de la Jurisdicción contencioso-administrativa señala que en los
procedimientos en primera o única instancia el Juez o Tribunal, de oficio o a solicitud
de parte, una vez formuladas la demanda y la contestación, podrá someter a la
consideración de las partes el reconocimiento de los hechos o documentos, así como la
posibilidad de alcanzar un acuerdo que ponga fin a la controversia, cuando el juicio
verse sobre materias susceptibles de transacción y, en particular, cuando verse sobre
estimación de cantidad.
Con la reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial y con la nueva Ley reguladora de
la Jurisdicción contencioso-administrativa, se cierra el acceso a la jurisdicción social y
civil, centralizándose en la contenciosa que es la más lenta. Así, el art. 9.4 párr. 2.º de
la Ley Orgánica del Poder Judicial señala que los Tribunales del orden contencioso-
administrativo conocerán de las pretensiones que se deduzcan en relación con la
53
responsabilidad patrimonial de las Administraciones Públicas y del personal a su
servicio, cualquiera que sea la naturaleza de la actividad o el tipo de relación de que se
derive, y si a la producción del daño hubieran concurrido sujetos privados, el
demandante deducirá también frente a ellos su pretensión ante este orden
jurisdiccional. En este sentido, el art. 2 letra e) de la Ley de la Jurisdicción
Contencioso-Administrativa destaca que el orden jurisdiccional contencioso-
administrativo conocerá de las cuestiones que se suscitan en relación con la
responsabilidad patrimonial de las Administraciones Públicas, cualquiera que sea la
naturaleza de la actividad o el tipo de relación de que derive, no pudiendo ser
demandadas aquéllas por este motivo ante los órdenes jurisdiccionales civil o social,
por tanto, la responsabilidad patrimonial de la Administración sólo puede enjuiciarse
en los Tribunales de lo Contencioso. Si bien como es lógico no impide al paciente el
acceso a la vía penal a través de la querella penal si estima que el médico ha cometido
una acción tipificada en el Código Penal como delito o falta.
Es una intervención sucesiva. En principio hay que partir que cada uno asume su
propia responsabilidad. No obstante, hay que afirmar que existe responsabilidad en el
médico de cabecera que no envía el paciente al especialista o a un hospital cuando la
enfermedad rebase el campo de sus conocimientos o cuando sea necesario, o cuando,
sin motivo, no sigue el criterio del especialista (arts. 21 y 22 del Código de Etica y
Deontología Médica) (sentencia del Tribunal Supremo de 27 de mayo de 1988 que
condenó a un pediatra a pagar una indemnización de seis millones de pesetas -aparte la
sanción penal- a los padres de un niño de cinco años fallecido a los tres días de inicio de
una cetoacidosis diabética, por haberse limitado en todo ese tiempo a hacer unas
prescripciones ambiguas, en varias ocasiones por teléfono y sin enviarle a un centro
hospitalario para su tratamiento).
2. PERSONAL DE ENFERMERIA
3. EQUIPO MEDICO
54
en equipo (art. 35.2 del Código de Ética y Deontología Médica). Sea cual sea la
modalidad asistencial, la responsabilidad del médico ante sus pacientes debe
permanecer individual, invariable y completa, sin perjuicio de la responsabilidad
colectiva subsidiaria.
Uno de los pilares en la formación del sistema MIR es la supervisión a la que tiene que
ser sometido en todas sus actuaciones. Así, según el Real Decreto de 11 de enero de
1984: Regulación obtención de títulos de especialista, «Son Médicos Residentes
aquellos que para obtener su título de Médico Especialista, permanecen en los Centros
y en las Unidades Docentes acreditadas un período, limitado en el tiempo, de práctica
profesional programada y supervisada, a fin de alcanzar, de forma progresiva, los
conocimientos y la responsabilidad profesional necesarios para ejercer la
especialidad de modo eficiente», y en la Orden 22 de junio de 1995: Regulación
Comisiones de Docencia y los sistemas de evaluación de la formación de Médicos y
Farmacéuticos Especialistas, se define, entre otras actuaciones de la figura del tutor, la
de la «supervisión directa y continuada». Pero al mismo tiempo, no hay que olvidar
que para alcanzar los conocimientos y responsabilidad profesional necesarios para
55
ejercer la especialidad, ha de realizarse una práctica profesional programada y
progresiva. Esta programación y progresividad se recogen en los programas formativos
de cada especialidad «que deberán especificar los objetivos cualitativos y
cuantitativos que ha de cumplir el aspirante al título», en sus tres vertientes: la
asistencial, teórica e investigadora, que, en principio, son de obligado cumplimiento,
tanto por parte de los residentes como del centro acreditado, con evaluación recíproca
anual y final. En estos programas se desarrollan las prácticas y técnicas básicas que
deben ejercitar cada especialista en formación. Por ello, debería considerarse una
responsabilidad del centro formador ese mayor riesgo que puede generar la actuación
de un MIR, siempre que haya cumplido todas las normas establecidas y haya sido
supervisado, que en palabras de =J=osé =M=aría =Alvarez-Cienfuegos= (42) «de la
intervención de un residente, cuando está tutelado, debería responder el sistema de
salud, que tiene la responsabilidad objetiva, y no el adjunto que lo está formando».
Sin embargo, en esa sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid se imputa la
responsabilidad al supervisor directamente, pudiéndose ver afectado en un futuro todo
el sistema de aprendizaje de los médicos residentes, pues se tendería a no delegar en los
mismos.
Por otro lado, el Tribunal Supremo es claro: si el supervisor no ejerce sus funciones
incurre en responsabilidad.
Todas las reclamaciones por daños que se dirigen contra el Instituto Nacional de la
Salud pasan por una Comisión de Seguimiento. Analizando las reclamaciones de los
últimos años, la Subdirección de Inspección Sanitaria del Instituto Nacional de la Salud
se plantea unas directrices de actuación para erradicar «daños evitables» en sus
centros de atención sanitaria. Éstas consistirán en:
Para abordar los problemas primero hay que conocerlos. Se ha visto que existe una
media de 4,8 reclamaciones por cada 100.000 habitantes, cuya distribución por áreas
de atención se encuentran en primer lugar las originadas en urgencias, seguidas de las
que se producen en las áreas de hospitalización y quirófanos. Por especialidades es la
medicina familiar la que ocupa el primer puesto, estando a continuación la ginecología
y obstetricia, y después la cirugía y traumatología.
2. Gestor de riesgos.
56
1. LOS COMITES DE ASISTENCIA ETICA
2. TRIBUNALES DE ARBITRAJE
En España por el momento sólo existe el Tribunal de Arbitraje del Colegio de Médicos
de Vizcaya, creado en 1997 al amparo de la Ley 36/1988 de 5 de diciembre, de
Arbitraje. El Colegio de Abogados de Madrid ha declarado su intención de crear uno.
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57
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19. =Romeo CasaBona, C. M.=: «El Médico ante el Derecho». Ministerio de Sanidad y
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(1)
Ver Texto
(2)
=Martín Serrano, A.=: El Médico ante la Ley, Dupont Pharma, Madrid, 1994,
pág. 53.
Ver Texto
(3)
Ver Texto
58
(4)
=Díez-Picazo, L.= y =Gullón, A.=: Sistema del Derecho Civil, 6ª ed., Ed. Tecnos,
Madrid, 1993. Vol. 2, pág. 598.
Ver Texto
(5)
Ver Texto
(6)
Ver Texto
(7)
Ver Texto
(8)
Ver Texto
(9)
Ver Texto
(10)
Ver Texto
(11)
Ver Texto
(12)
Ver Texto
59
(13)
Ver Texto
(14)
Ver Texto
(15)
Ver Texto
(16)
Ver Texto
(17)
Ver Texto
(18)
Ver Texto
(19)
Ver Texto
(20)
Ver Texto
(21)
60
Ver Texto
(22)
=Díez-Picazo, L.= y =Gullón A.=: Sistema del Derecho Civil, 6ª ed. Ed. Tecnos,
Madrid, 1993; págs. 29-54.
Ver Texto
(23)
Ver Texto
(24)
Ver Texto
(25)
Ver Texto
(26)
Ver Texto
(27)
Ver Texto
(28)
Ver Texto
(29)
Ver Texto
(30)
=López Gómez, L.= y =Gisbert Calabuig, J. A.=: Tratado de medicina legal, Ed.
Saber, Valencia, 1961; pág. 485.
Ver Texto
(31)
61
=Romeo CasaBona, C. M.=: El Médico ante el Derecho. Ministerio de Sanidad y
Consumo, Madrid, 1986; págs. 108-111.
Ver Texto
(32)
Ver Texto
(33)
Ver Texto
(34)
Art. 28.3 de la Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usuarios, Ley
26/1984: «Sin perjuicio de lo establecido en otras disposiciones legales, las
responsabilidades derivadas de este artículo tendrán como límite la cuantía de
500 millones de pesetas. Esta cantidad deberá ser revisada y actualizada
periódicamente por el Gobierno, teniendo en cuenta la variación de los índices
de precios al consumo».
Ver Texto
(35)
Ver Texto
(36)
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(37)
62
Ver Texto
(38)
Ver Texto
(39)
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(40)
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(41)
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(42)
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(43)
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