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La moral cristiana no es un sistema normativo que designa lo bueno y lo malo, sino una antropología teológica. Se basa en comprender al ser humano en Cristo, no en leyes. El plan de Dios en Cristo se basa en que Jesús es la versión humana de Dios, por lo que las características de Jesús son las de Dios. Esto implica que la humanidad es divinizada en Cristo y nada de lo que vivamos está ajeno a Dios. La moral cristiana es una moral de seguimiento en la que estamos llamados a
La moral cristiana no es un sistema normativo que designa lo bueno y lo malo, sino una antropología teológica. Se basa en comprender al ser humano en Cristo, no en leyes. El plan de Dios en Cristo se basa en que Jesús es la versión humana de Dios, por lo que las características de Jesús son las de Dios. Esto implica que la humanidad es divinizada en Cristo y nada de lo que vivamos está ajeno a Dios. La moral cristiana es una moral de seguimiento en la que estamos llamados a
La moral cristiana no es un sistema normativo que designa lo bueno y lo malo, sino una antropología teológica. Se basa en comprender al ser humano en Cristo, no en leyes. El plan de Dios en Cristo se basa en que Jesús es la versión humana de Dios, por lo que las características de Jesús son las de Dios. Esto implica que la humanidad es divinizada en Cristo y nada de lo que vivamos está ajeno a Dios. La moral cristiana es una moral de seguimiento en la que estamos llamados a
Facultad de Teología Asignatura: Moral fundamental Docente: Alberto Munera Duque, SJ y Maria Isabel Gil Espinoza Estudiante: Juan Diego Hernández Gaviria
SÍNTESIS ANALÍTICA Y CRITICA DE TEMA 6: EL PLAN DE DIOS EN CRISTO
LA MORAL CRISTIANA: NO SISTEMA NORMATIVO SINO ANTROPOLOGÍA TEOLÓGICA: Lo primero que debo iniciar indicando, es que la moral cristiana no consiste en leyes y adoctrinamientos, sino que es una comprensión del ser humano en Cristo. Para ello ha sido importante seguir ahondando en la moral como sistema normativo y así poco a poco ir verificando como la vida cristiana, el proyecto propuesto por el Padre en su Hijo Jesús, es más un sistema normativo, que dice lo que es bueno, designa lo mala y castiga, pues seguir acogiendo una moral cristiana normativa es alimentar el morbo y seguir rechazando la revelación plena hecha en la persona de Jesús. Es así, como podemos encontrar en documentos como, por ejemplo, el catecismo de Juan Pablo II, que el esquema fundamental de la moral son los hechos, esquema tomado de Santo Tomás, en la “Summa Theologica”. Y es así como la importancia de dicha moral, radicará en los actos humanos y entonces se resumirá de manera abrupta y caprichosa que si cumplimos la ley (mandamientos), estamos en gracia de Dios y si incumplo la ley (mandamientos) me alejo de Dios. Como si la gracia o nuestra relación con Dios, estuviera mediadas por nuestro comportamiento o peor aún estuviera constituida en cosas que hacemos y dejamos de hacer. Un ejemplo y recurrente, de esta moral va a ser en contra de la sexualidad humana, restringiendo y castigando dicha sexualidad, como si fuera un castigo divino, cuando en verdad en una fuerza vital que habita en cada ser humano. Bajo la perspectiva normativa de la moral cristiana que venimos estudiando, el concepto de pecado, quedará limitado a una interpretación moralizante de los pecados y a una interpretación de la conciencia y de la libertad humana. Es así, como podemos ver que dicha moral, que lastimosamente sigue predominando en algunos sectores de la Iglesia, no va conecta a lo indicado en el Concilio Vaticano II. Pues pareciera, que muchas veces se prefiere cuidar y defender estructuras obsoletas y antiguas que abrirse a la novedad y renovación que regala el Espíritu Santo. Por otro lado, vemos, como el plan de Dios en cristo, se basa en una antropología, donde descubrimos como Jesús es la versión humana de Dios mismo y por ende las características de Jesús, son las características de Dios. Por lo tanto, la humanidad es divinizada en Cristo Jesús, y esto trae como consecuencia que todo lo que le acontece a Jesús, le acontece al Padre, nuestra moral cristiana, tiene una característica preciosa y es que no hay realidad humana que no sea intrínseca a Dios, es decir, nada de lo que vivamos es ajeno a Dios y, por lo tanto, Dios no está fuera de la realidad bella o dolorosa que vivenciemos, sino que está en la realidad por más alegre o dolorosa que pueda ser. La antropología teológica tiene tres preguntas y respuestas claves: ¿De dónde venimos? De una creación hecha por Dios ¿Quiénes somos? Capax Dei Y ¿A dónde vamos? A incorporarnos a la plenitud de la humanidad. Esas preguntas nos traen como consecuencia que la divinización humana ya no es algo absurdo, pues se nos da de una filiación adoptiva, pues, Dios actúa en nuestro ser y nos transforma y nosotros cooperamos con dicho proceso. Es así como la moral cristiana, es una moral de seguimiento, donde estamos llamados a obrar como Cristo y a ser progresivamente transformados en otros Cristos.