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La Religión Cristiana en su Expresión Doctrinal
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El Conocimiento de Dios
tintivamente eristiano. Se hace la pregunta de si las experien-
eias del sentido religioso son meramente subjetivas o no. Es
real el Objeto de la fe cristiana? Pues bien, la religión cristiana
es una religeión histórica, y como tal se eleva muy por encima de
la operación meramente subjetiva de las fuerzas de la conciencia.
Viene a ser una causa que opera en el sentido religioso del hom-
bre y sobre él, y sin embargo permanece objetiva para aquella
conciencia. Ha introducido en el mundo algunas fuerzas religio-
sas que obran en un modo muy definido. Es necesario conside
rar el cristianismo partiendo de esta base si hemos de entenderlo.
3. Una tercera fuente de conocimiento religioso es el estudio
de las religiones comparativas. La vida religiosa universal de
la humanidad es un hecho interesante y significativo. El cris-
tianism0 declara que presenta en forma perfecta todos los ele-
mentos válidos de religión que se puedan encontrar en cualquier
otro sistema. No pide otra cosa sino un reconocimiento cándido
de los hechos que son peculiares y excepcionales en sf mismos, en
adición a los que son comunes a todas las religiones. Así se ma-
nifiesta fácilmente la superioridad del cristianismo.
4. Una euarta fuente de conocimiento eristiano es, las deci
siones de tribunales y concilios eclesiásticos como se expresan en
credos y artículos de fe. En cuanto a los credos publicados bajo
la autoridad eclesiástica, no son ni pueden ser nunca fuentes ori-
ginales de conocimiento religioso. Para todas las personas, con
excepción de las que los escriben, son conocimientos de segunda
mano, ecos más bien que voces originales. A veces son de gran
valor. Declaran las ereencias doctrinales del siglo de los que las
publiean. Pero el conocimiento religioso no se produce en pri-
mer lugar por subscripción a los credos. Se origina más bien por
la presencia de Dios en el alma. Los hombres aprenden acerca
de Dios por la experiencia de Dios. Una de las máximas favo-
ritas de los escolásticos de la Edad Media fue "Creo, a ftin de que
pueda conocer". Hay un elemento de verdad en el dicho. Pero
puede desviar mucho. Si diciendo creencia quiere decir la mera
aceptación de un artículo de un credo sobre la base de la fe im-
picita exigida por la Iglesia Católica, está lejos de ser verdad.
Si ereer, sin embargo, significa aceptar a Cristo en el sentido sal-
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vador del Nuevo Testamento, entonces el dicho es profundanmente
cirto. Conocer a Cristo por la fe es conocer a Dios.
Mencionamos la Biblia como otra fuente del conocimiento
de-Dios. Por cierto que la Biblia es nuestra fuente literaria su-
prema y autoritativa de la revelación de Dios que conduce a la
salración. Pero la salvación no tiene por condición nuestra ereen
cia en un libro ni la aceptación de é1. El conocimiento de Dios
de que hablamos ahora no se deriva maramente de leer las pági
nas de la Biblia, ni de la interpretación más rígidamente cientí
fica de sus enseñanzas. La revelación de Dios a nosotros viene
de su acción directa sobre nuestros espíritus. Nos viene en la
gracia redentora. Se efectia una transacción espiritual dentro
de nosotros. Somos regenerados por su poder, y levantados a un
nuevo nivel moral y espiritual. Es entonces cuando adquirimos
una nueva apreciación de la Biblia. Dios llega a ser así nuestra
autoridad suprema, y la Biblia se reconoce como la historia au
toritativa de su suprema revelación.
6. Nos toca ahora preguntar-y contestar la pregunta-
cuál es nuestra fuente suprema del conocimiento de Dios que
proporciona las doctrinas de la religión eristiana? La respues-
ta es la revelación de Dios en y por medio de Jesucristo. A fin
de desarrollar plenamente este pensamiento fundamental necesi-
tamos considerar os tópicos siguientes: (1) Cristo como un per
sonaje histórico; (2) Cristo como un personaje superhistórico in-
fluyendo en la historia. En capítulos subsecuentes discutiremos
el carácter y los atributos del Dios a quien Cristo revela, la na-
turaleza de la experiencia que nos viene mediante él, y los otros
distintos tópicos que resultan de la experiencia religiosa y los
requisítos de la teología.
(1) El primer tópico es Jesueristo como personaje histórico.
No es necesario considerar la euestión del hecho, .en cuanto a la
existencia del sér conocido como Jesucristo en los tiempos del
Nuevo Testamento. Esto nunca ha sido puesto en duda con su-
ficiente sobriedad para justificarnos de dedicar aquí un espacio
para ello. Un resumen de su carrera terrenal y su significado
se exige por la relación que él tiene con la teología cristiana.
Los puntos esenciales en la representación del Nuevo Testa
mento son los siguientes:
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El Conocimiento de Dios
a. Jesús nació de una virgen. Tanto Mateo como Lucas re
latan su nacimiento de la Virgen María. Se ha puesto en duda
la autenticidad de estas narraciones. Pero los argumentos en con-
tra de ellas no son concluyentes. Ciertamente el origen sobrehu-
mano de Cristo, como es narrado por ellos está en armonía com-
pleta con los grandes rasgos de la vida que siguió.
No podemos considerar detalladamente el asunto referente
a que Jesus nació de una
virgen. Razones muy fuertes han hhe
cho que cristianos de todas las edades lo
hayan retenido como un
artículo de fe. El testimonio de los manuscritos antiguos es
prác
ticamente unánime en favor de las historias que se encuentran enn
Mateo y en Lucas. Las versiones antiguas están
igualmente una-
nimes en la evidencia que presentan. El testimonio de los
tivos escritores cristianos es también
primi-
prácticamente unánime en
favor de estas historias. Los ebionitas
y algunos de los gnósti-
cos se opusieron al hecho de
que Jesucristo hubiera nacido de una
virgen. Pero hubo razones para esto. Los primeros eran anti-
paulinos y los segundos negaron la verdadera humanidad de Cris-
to. En todo el tiempo de la historia
cristiana, que Jesús nació
de una virgen ha sido un artículo de la fe cristiana
aceptado. Es,
como se tiene bien sabidó, una
parte del credo de los Apóstoles.
Algunas de las objeciones que se presentan en contra de este
asunto son las siguientes : (a) No está en el
Evangelio de Marcos
ni en el de Juan. Pablo no hace referencia al nacimiento de Je-
sús, de una virgen, ni lo hace ningún otro escritor del Nuevo Tes-
tamento. La respuesta es que el propósito de Marcos no exigía
que tratara de la infancia de Jesús. Comienza con el ministerio
público. El Evangelio de Juan trata, en el Prólogo, del Cristo
preencarnado, pero su historia está más en armonía con la idea
de que nació de una virgen. Así, también, en los escritos de Pa-
blo no hay referencia expresa al hecho de que nació de una virgen.
Pero su doctrina no lo contradice en manera alguna. Su ense-
nanza sublime respecto al Cristo preencarnado también está en
armonía con ello. (b) Algunos sostienen que las creencias del
Antiguo Testamento y de los judíos sugieren esta idea de su na-
cimiento, mientras otros opinan que se derivaron de fuentes gen-
tiles. Estos se contradicen mutuamente. Un. grupo afirma que
la idea de que Jesús naciera de una virgen no podía haber tenido
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pio moral, y de otras maneras. Pero éstas son revelaciones par
eiales y fragmentarias, como veremos después. Los grados de la
revelación de Dios podían 1legar a su clímax, sólo en el medio más
alto que nos es conocido, la personalidad. Todas las formas in-
feriores de la revelación se unifican así en la personalidad de
Dios como revelado en Cristo. Dios, pues, estuvo presente en la
vida personal de Jesús de Nazaret. La ley fue "dada," pero la
gracia y la verdad "vinieron'" (Juan 1:17). También, la revela
ción por Jesucristo nos ensefña lo que es Dios en su carácter.
La teología natural puede darnos ciertas verdades sencillas
acerca de Dios. No da conocimiento satisfactorio de sus cualida-
des morales. Podemos reasumir brevemente estas cualidades en
la frase amor justo. Esto nos conduce a declarar que la revelación
de Dios en Cristo da conocimiento de la actitud de Dios hacia los
hombres. Es un Dios de gracia. Está intensamente interesado
en la vida de los hombres. Vela por ellos y los cuida. Confiere
buenas dádivas a todos los hombres. Hizo a los hombres para
sí mismo. Los constituyó para ser hijos en su reino eterno. En
la manifestación más alta, más profunda, y más rica de su na-
turaleza es el Padre infinito. Como Padre tiene un propósito
eterno de bien hacia los hombres.
d. En seguida consideramos a Cristo como el Redentor de los
hombres. La redención es un elenmento esencial en la revelación
de Dios en Cristo. Unas pocas declaraciones breves reasumirán
en términos generales la actividad redentora de Cristo. Primero0,
en él Dio8 se acerca a los hombres para la salyación de ellos. No
sólo se acerca Dios en Cristo; Cristo también personifica el po-
der de Dios para la salvación de los hombres. Vino para buscar
y salvar lo que se había perdido (Mat. 18:11; Lucas 15:4). Sus
"poderes milagrosos'" eran la evidencia del poder divino que obra-
ba en él (Mat. 11:20; 13 :54; Lucas 9:43).
Además, la actividad redentora de Cristo tenía como una par
te esencial de ella sus padecimientos y muerte. El Nuevo Testa-
mento atribuye eficacia y valor únicos a los padecimientos pro
piciatorios de Cristo. Esto es cierto no sólo de las Epístolas, si-
no también de los Evangelios (Mat. 20:28; 26 :28). La doctrina
de la propiciación será desarrollada en capítulos posteriores. Aquí
la mencionamos como esencial a la obra redentora de Cristo.
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F'inalmente, la resurrección de Cristo, su ascensión a la dies-
Cra del Padre, y su intercesión por nosotros, son la corona y la
culminación necesarias a su actividad redentora.
(2) Llegamos así a la segunda declaración general respecto
a la revelación de Dios en Gristo, esto es, que Cristo es más que
un personaje histórico. Es superhistórico. Actúa sobre la his-
toria desde afuera. La revelación personal de Dios en Cristo no
terminó con la muerte de Jesús. Esta declaración nos trae al
mismo corazón del significado del cristianismo. Continuó vi
viendo Jesucristo para obrar de una manera casual y directa so-
bre el curso de la historia cristiana? No obra así en la actuali-
dad? La respuesta a estas preguntas tendrá mucho que ver para
determinar la respuesta a las otras preguntas fundamentales en
cuanto al significado de la encarnación y de la propiciación. No
vacilamos en contestar afirmativamente ambas preguntas.
LOs hechos de la vida terrenal tienen que combinarse después
con la
actividad creadora de Cristo si hemos de estimar propia-
mente su verdadero significado para la vida religiosa de los hom-
bres. Cristo no fue solamente un Maestro enviado de Dios, fue
también creador espiritual.
Las siguientes consideraciones establecen la verdad de es-
tos asertos:
a. En primer lugar sabemos las declaraciones explícitas de
Jesús en euanto a su actividad continuada después de la muerte."
Estas son claras y suficientes. Declaró que edificaría su iglesia
y que las puertas del Eades no prevalecerían en contra de ella
(Mat. 16:18). Comisionó a sus discípulos para evangelizar el
mundo, prometiendo que su presencia continuaría con ellos (Mat.
28:20; Marcos 16:20). Prometió al Espíritu Santo por el cual
les hablaría (Juan 14:16, 17; Actos 1:5). Predijo su propia vuel-
ta en gloria para juzgar al mundo (Mat. 25:31-46).
b. Conforme a estas predicciones tenemos el derramamiento
del Espíritu después del Pentecostés, el testimonio de los apósto
les a la agencia de Cristo en ello, y toda la historia subsecuente
del Libro de los Hechos. c. El testimonio uniforme de las Es-
crituras confirma estos pasajes de los Evangelios y la historia
de los Hechos. En todas partes Jesús es considerado como el
poder espiritual, obrando en los hombres por medio del Espíritu
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Concusión.
Podemos ahora comenzar a sacar nuestra conelusión del bre-
ve examen que hemos hecho de las fuentes de nuestro conocimien-
to de Dios. Es como sigue: Jesucristo es la fuente suprema del
conocimiento religioso para los hombres. En la, revelación que
Dios ha hecho de sí mismo por medio de Jesucristo a los hombres
hay dos elementos principales. Uno de éstos es histórico. E
otro es experimental. Ambos son esenciales al cristianismo. En
la vida y las palabras y los hechos de Jesús de Nazaret tenemos
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los elementos históricos de la revelación personal de Díos. Pero
a éstos debe afladirse la obra de Oristo,
efectuada más allá de la
historia, quien continuó para influir en los hombres por medio
del Espíritu Santo, después de su ascensión.
Esto conduce a la idea de una narración de la revelación dle
Dios a los hombres hecha en las Escrituras. El Antiguo Testa
mento es la historia de la revelación preliminar. El Nuevo Tes-
tamento es la consumación de la historia. Por estas Escrituras
del Nuevo Testamento mantenemos una conexión con los hechos
históricos sobre los cuales se basa el cristianismo. Estos son la
fuente suficiente y autoritativa de conocimiento para el gran he
cho del Dios redentor, quien entró en la humanidad para salvar
por medio de Jesucristo nuestro Sefior.
Pero la verdad de los hechos históricos y de la historia de
los hechos no viene a ser nuestra en el pleno sentido del conoci
miento salvador de Dios, sino hasta que tenemos la experiencia
de Dios en nuestra propia alma. Y ésta es la vida eterna, que
te conozcan a. ti, solo Dios verdadero, y a Jesucristo a quien tú
enviaste'" (Juan 17:3). El conocimiento de Dios llega a ser nues-
tro, pues, de una manera triple: en primer ugar, de la fuente
original, Jesucristo; en segundo lugar, por la narración autori-
tativa, el Nuevo Testamento; y en tercer lugar, por la experien-
cia de la gracia de Dios en Cristo, efectuada en nosotros por el
Espíritu Santo. Podemos entender a Cristo y la Biblia solamen-
te por la experiencia de la gracia salvadora de Dios. Como po
seedores de vida remontamos la corriente de la vida hasta su
origen.
Lo que acabamos de decir no indica que no demos ninguna
importancia al conocimiento de Dios que viene del estudio de la
naturaleza, de la religión comparativa, de la psicología de la re-
ligión, de los credos publicados por la autoridad eclesiástica, y
de otras fuentes semejantes. El punto de énfasis aquí es que és-
tas son fuentes secundarias del conocimiento religioso, y no pri
marias. Llegamos a un conocimiento de aquella revelación por
medio de las Escrituras. Pasamos al estudio de los hechos y su
historia por nuestra experiencia viva de la gracia redentora de
Dios en Cristo. Nuestra primera tarea es, pues, un estudio pre-
liminar de la experiencia misma.
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