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El Conocimiento de Dios

los hombres y el mediador entre Dios mismo y ellos, juntamente


con esos elementOs que resultan de una vida redimida en Cristo y
por medio de él.
II. Pucntes del Oonocimiento Reigioso.
Hay varias fuentes del conocimiento religioso. La mayor par-
te de ellas son insuficientes para las necesidades religiosas de los
hombres a menos que se combinen con la revelación cristiana.
Consideramos brevemente unas pocas de éstas.
1. Una de las fuentes del conocimiento de Dios son los he-
chos de la naturaleza y del hombre. En el pasado, por lo regu-
lar, los hombres comenzaron tratados sobre teología procurando
probar la existencia de Dios por una inferencia 1ógica de la na-
turaleza y del hombre. Son los argumentos de las causas, del
orden y arreglo, del designio, del orden moral, de las necesidades
de la razón misma, y otros. Tendremos ocasión de notar éstos
más adelante. Son valiosos en su lugar y no deben desecharse
en manera alguna. Pero no son primarios ni fundamentales pa-
ra la teología cristiana. Su valor se verá como subordinado a
otra fuente del conocimiento acerca de Dios.
La naturaleza nada satisfactoria de los argumentos basados
sobre la influencia lógica del hombre y de la naturaleza se ve en
las siguientes consideraciones. a. Nunca conducen a la idea cris-
tiana de Dios. De ellas sacamos alguna idea del poder de Dios,
de su sabiduría, de su propósito y otras cualidades del sér divi
no. Pero dejan de darnos una idea satisfactoria del carácter mo-
ral de Dios y de su actitud hacia los hombres, especialmenta de
su gracia y amor perdonador. b. El conocimiento acerca de Dios
derivado del procedimiento lógico solamente, nunea llega a ser
realmente la base de los sistemas doctrinales de los teólogos eris.
tianos. Aun cuando hacen que semejantes pruebas de la existen-
cia de Dios sean primarias cuando tratan de la cuestión de cómo
conocemos a Dios, se separan de ellas en el sistema doctriinal que
sigue. c. Pruebas de este carácter tampoco producen la clase de
certidumbre que se exige en la vida religiosa. Por supuesto ten
dremos que indicar el género de certidumbre que se necesita en
la vida religiosa. Por lo pronto observamos que es una certidum-
bre que resulta del verdadero contacto del alma con el objeto re-

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La Religión Cristiana en su Expresión Doctrinal

ligioso. s una eertidumbre busnda solbre un conocimiento de la


realidad, y no sencillamente sobre la fuerza de una inferencia
16giea. d. Ims pruebas basudas sobre la deducción 16gica de los
herhos de la naturalezn son deficientes en otro respecto. La psico-
logía, en sus mejores formas modernas, muestra claramente que
nuestro conocimiento se construye con las experiencias de nuestra
vida más bien que por la actividad de la razón abstracta. Vivi
mos y luchamos y sufrimos; somos derrotados, o ganamos victo-
rins, procuramos alcanzar fines y somos decepcionados; hacemos
descubrimientos y sufrimos pérdidas. De esta manera gradual-
mente descubrimos la verdad. La verdad que adquirim08 viene
a ser así un tesoro compuesto de las "pequeñas monedas," por de
cirlo asf, de descubrimientos humanos en la lucha y adaptaciones
de la vida. Nada podría ser más ajeno a los hechos que suponer
que la verdad debe su origen principalmente a los razonamientos
de hombres sabios, que se han aislado de las luchas de la vida.
e. Finalmente, las pruebas lógicas de la existencia de Dios en sí
mismas dejan de ser satisfactorias porque, en cuanto a os que
han tenido la experiencia cristiana, las deducciones 1ógicas son
siempre influídas por la experiencia. Esto0 es inevitable y nece-
sario debido a la naturaleza de los hombres. El no puede sepa-
rar de su propia naturaleza los procedimientos de su razón.
2. Un segundo método para llegar al conocimiento de Dios,
que es muy seguido por los modernos, es el de estudiar los hechos
del sentido religioso. La psicología de la religión ha llegado a
ser así un ramo distinto de investigación. Ya ha dado grandes
resultados, y sin duda en el futuro vendrá a ser más productivo.
Aquí tenemos un punto importante de contacto entre la teología
y las otras ciencias. La teología observa los hechos de la yida
religiosa del hombre, traza sus leyes, y manifiesta los resultados
en una manera formal. Es el método seguido en las ciencias fí
sicas, eon excepción de que en la teología y en la psicología de la
religión no llegamos a leyes matemáticamente exactas. Obtene
mos, sí, conocimiento basado sobre datos, en experiencias reales.
Nuestro conocimiento en la religión obtiene así una base en los
hechos.
Pero la psicología de la religión es insuficiente para los pro-
pósitos de la teología cristiana a menos que llegue al punto dis-

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El Conocimiento de Dios
tintivamente eristiano. Se hace la pregunta de si las experien-
eias del sentido religioso son meramente subjetivas o no. Es
real el Objeto de la fe cristiana? Pues bien, la religión cristiana
es una religeión histórica, y como tal se eleva muy por encima de
la operación meramente subjetiva de las fuerzas de la conciencia.
Viene a ser una causa que opera en el sentido religioso del hom-
bre y sobre él, y sin embargo permanece objetiva para aquella
conciencia. Ha introducido en el mundo algunas fuerzas religio-
sas que obran en un modo muy definido. Es necesario conside
rar el cristianismo partiendo de esta base si hemos de entenderlo.
3. Una tercera fuente de conocimiento religioso es el estudio
de las religiones comparativas. La vida religiosa universal de
la humanidad es un hecho interesante y significativo. El cris-
tianism0 declara que presenta en forma perfecta todos los ele-
mentos válidos de religión que se puedan encontrar en cualquier
otro sistema. No pide otra cosa sino un reconocimiento cándido
de los hechos que son peculiares y excepcionales en sf mismos, en
adición a los que son comunes a todas las religiones. Así se ma-
nifiesta fácilmente la superioridad del cristianismo.
4. Una euarta fuente de conocimiento eristiano es, las deci
siones de tribunales y concilios eclesiásticos como se expresan en
credos y artículos de fe. En cuanto a los credos publicados bajo
la autoridad eclesiástica, no son ni pueden ser nunca fuentes ori-
ginales de conocimiento religioso. Para todas las personas, con
excepción de las que los escriben, son conocimientos de segunda
mano, ecos más bien que voces originales. A veces son de gran
valor. Declaran las ereencias doctrinales del siglo de los que las
publiean. Pero el conocimiento religioso no se produce en pri-
mer lugar por subscripción a los credos. Se origina más bien por
la presencia de Dios en el alma. Los hombres aprenden acerca
de Dios por la experiencia de Dios. Una de las máximas favo-
ritas de los escolásticos de la Edad Media fue "Creo, a ftin de que
pueda conocer". Hay un elemento de verdad en el dicho. Pero
puede desviar mucho. Si diciendo creencia quiere decir la mera
aceptación de un artículo de un credo sobre la base de la fe im-
picita exigida por la Iglesia Católica, está lejos de ser verdad.
Si ereer, sin embargo, significa aceptar a Cristo en el sentido sal-

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La Religión Cristiana en au Expresión Doctrinal
vador del Nuevo Testamento, entonces el dicho es profundanmente
cirto. Conocer a Cristo por la fe es conocer a Dios.
Mencionamos la Biblia como otra fuente del conocimiento
de-Dios. Por cierto que la Biblia es nuestra fuente literaria su-
prema y autoritativa de la revelación de Dios que conduce a la
salración. Pero la salvación no tiene por condición nuestra ereen
cia en un libro ni la aceptación de é1. El conocimiento de Dios
de que hablamos ahora no se deriva maramente de leer las pági
nas de la Biblia, ni de la interpretación más rígidamente cientí
fica de sus enseñanzas. La revelación de Dios a nosotros viene
de su acción directa sobre nuestros espíritus. Nos viene en la
gracia redentora. Se efectia una transacción espiritual dentro
de nosotros. Somos regenerados por su poder, y levantados a un
nuevo nivel moral y espiritual. Es entonces cuando adquirimos
una nueva apreciación de la Biblia. Dios llega a ser así nuestra
autoridad suprema, y la Biblia se reconoce como la historia au
toritativa de su suprema revelación.
6. Nos toca ahora preguntar-y contestar la pregunta-
cuál es nuestra fuente suprema del conocimiento de Dios que
proporciona las doctrinas de la religión eristiana? La respues-
ta es la revelación de Dios en y por medio de Jesucristo. A fin
de desarrollar plenamente este pensamiento fundamental necesi-
tamos considerar os tópicos siguientes: (1) Cristo como un per
sonaje histórico; (2) Cristo como un personaje superhistórico in-
fluyendo en la historia. En capítulos subsecuentes discutiremos
el carácter y los atributos del Dios a quien Cristo revela, la na-
turaleza de la experiencia que nos viene mediante él, y los otros
distintos tópicos que resultan de la experiencia religiosa y los
requisítos de la teología.
(1) El primer tópico es Jesueristo como personaje histórico.
No es necesario considerar la euestión del hecho, .en cuanto a la
existencia del sér conocido como Jesucristo en los tiempos del
Nuevo Testamento. Esto nunca ha sido puesto en duda con su-
ficiente sobriedad para justificarnos de dedicar aquí un espacio
para ello. Un resumen de su carrera terrenal y su significado
se exige por la relación que él tiene con la teología cristiana.
Los puntos esenciales en la representación del Nuevo Testa
mento son los siguientes:
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El Conocimiento de Dios
a. Jesús nació de una virgen. Tanto Mateo como Lucas re
latan su nacimiento de la Virgen María. Se ha puesto en duda
la autenticidad de estas narraciones. Pero los argumentos en con-
tra de ellas no son concluyentes. Ciertamente el origen sobrehu-
mano de Cristo, como es narrado por ellos está en armonía com-
pleta con los grandes rasgos de la vida que siguió.
No podemos considerar detalladamente el asunto referente
a que Jesus nació de una
virgen. Razones muy fuertes han hhe
cho que cristianos de todas las edades lo
hayan retenido como un
artículo de fe. El testimonio de los manuscritos antiguos es
prác
ticamente unánime en favor de las historias que se encuentran enn
Mateo y en Lucas. Las versiones antiguas están
igualmente una-
nimes en la evidencia que presentan. El testimonio de los
tivos escritores cristianos es también
primi-
prácticamente unánime en
favor de estas historias. Los ebionitas
y algunos de los gnósti-
cos se opusieron al hecho de
que Jesucristo hubiera nacido de una
virgen. Pero hubo razones para esto. Los primeros eran anti-
paulinos y los segundos negaron la verdadera humanidad de Cris-
to. En todo el tiempo de la historia
cristiana, que Jesús nació
de una virgen ha sido un artículo de la fe cristiana
aceptado. Es,
como se tiene bien sabidó, una
parte del credo de los Apóstoles.
Algunas de las objeciones que se presentan en contra de este
asunto son las siguientes : (a) No está en el
Evangelio de Marcos
ni en el de Juan. Pablo no hace referencia al nacimiento de Je-
sús, de una virgen, ni lo hace ningún otro escritor del Nuevo Tes-
tamento. La respuesta es que el propósito de Marcos no exigía
que tratara de la infancia de Jesús. Comienza con el ministerio
público. El Evangelio de Juan trata, en el Prólogo, del Cristo
preencarnado, pero su historia está más en armonía con la idea
de que nació de una virgen. Así, también, en los escritos de Pa-
blo no hay referencia expresa al hecho de que nació de una virgen.
Pero su doctrina no lo contradice en manera alguna. Su ense-
nanza sublime respecto al Cristo preencarnado también está en
armonía con ello. (b) Algunos sostienen que las creencias del
Antiguo Testamento y de los judíos sugieren esta idea de su na-
cimiento, mientras otros opinan que se derivaron de fuentes gen-
tiles. Estos se contradicen mutuamente. Un. grupo afirma que
la idea de que Jesús naciera de una virgen no podía haber tenido

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La Religión Cristiana en su Expresión Doctrinal

un origen judaico; el otro que no era posible que tuviera un ori-


cla-
gen gentil. Pero ninguna teoría ba mostrado una concxión
n entre el origen afirmado y las historias como las tenem0s. Son
suposiciones más bien que conclusiones científicamente válidas
sacadas de los hechos. (c) Se afirma también que de todos mo-
dos la creencia en el nacimiento de Jesús, de una virgen, no es
necesaria para la fe. Si esto quiere decir que no es necesario a
la fe salvadora, es verdad en el sentido de que muchos que creen
en Cristo, ni la aceptan conscientemente ni la desechan. Pero es-
to es aparte del asunto principal. El punto principal aquí es,
que no podemoS determinar de antemano lo oque sea o
no sea ne-
cesario para el evangelio. Si el nacimiento de Jesús se verificó
de una virgen, podemos estar segurOs de que era necesario. Dios
no hace cosas innecesarias para llevar a cab0 sus propósitos. E
nacimiento de Jesús, de na virgen, es la mejor explicación de la
persona sobrenatural de Cristo. Explica mejor su impecabilidad.
Explica mejor el hecho de que es cabeza de la nueva raza espi-
ritual de los hombres. Está más de acuerdo con su vocación co-
mo el divino Revelador y Redentor de los hombres.
6. Notamos en seguida su impecabilidad. Jesucristo afirma-
ba que no cometía pecado.
Retó a los hombres que lo convencieran de pecado (Juan 8:
46). Asumió una actitud de superioridad sobre los pecadores
cuando en su trato con ellos, realmente les absolvió sus pecados
(Mat. 9:2). Anunció que su sangre habría de ser vertida para
la remisión de los pecados (Mat. 26:28).
c. Cristo el revelador de Dios a los hombres. Declaró que
sOstenía una relación única con Dios el Padre, cuyo Eijo era, y
a quien vino a revelar (Juan 1:18).
En la revelación que Cristo hizo de Dios, mencionamos los
siguientes elementos Primero, true a Dios hasta una vida hu-
mang. La revelación de Cristo no fue en primer lugar 1a comu-
nicación de verdades acerca de Dios. Fue más bien la personifi-
cación, en una vida humana, de la realidad de la vida divina. Las
verdades resultaron de los hechos acerca de Dios. También, Je-
sús revela a Dios como una persona. En la naturaleza y en la
historia hay revelaciones öbscuras acerca de Dios. Apareció co-
mo Ley, como Fuerza, como Vida, como propósito, como Princi

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El Conocimiento de Dios
pio moral, y de otras maneras. Pero éstas son revelaciones par
eiales y fragmentarias, como veremos después. Los grados de la
revelación de Dios podían 1legar a su clímax, sólo en el medio más
alto que nos es conocido, la personalidad. Todas las formas in-
feriores de la revelación se unifican así en la personalidad de
Dios como revelado en Cristo. Dios, pues, estuvo presente en la
vida personal de Jesús de Nazaret. La ley fue "dada," pero la
gracia y la verdad "vinieron'" (Juan 1:17). También, la revela
ción por Jesucristo nos ensefña lo que es Dios en su carácter.
La teología natural puede darnos ciertas verdades sencillas
acerca de Dios. No da conocimiento satisfactorio de sus cualida-
des morales. Podemos reasumir brevemente estas cualidades en
la frase amor justo. Esto nos conduce a declarar que la revelación
de Dios en Cristo da conocimiento de la actitud de Dios hacia los
hombres. Es un Dios de gracia. Está intensamente interesado
en la vida de los hombres. Vela por ellos y los cuida. Confiere
buenas dádivas a todos los hombres. Hizo a los hombres para
sí mismo. Los constituyó para ser hijos en su reino eterno. En
la manifestación más alta, más profunda, y más rica de su na-
turaleza es el Padre infinito. Como Padre tiene un propósito
eterno de bien hacia los hombres.
d. En seguida consideramos a Cristo como el Redentor de los
hombres. La redención es un elenmento esencial en la revelación
de Dios en Cristo. Unas pocas declaraciones breves reasumirán
en términos generales la actividad redentora de Cristo. Primero0,
en él Dio8 se acerca a los hombres para la salyación de ellos. No
sólo se acerca Dios en Cristo; Cristo también personifica el po-
der de Dios para la salvación de los hombres. Vino para buscar
y salvar lo que se había perdido (Mat. 18:11; Lucas 15:4). Sus
"poderes milagrosos'" eran la evidencia del poder divino que obra-
ba en él (Mat. 11:20; 13 :54; Lucas 9:43).
Además, la actividad redentora de Cristo tenía como una par
te esencial de ella sus padecimientos y muerte. El Nuevo Testa-
mento atribuye eficacia y valor únicos a los padecimientos pro
piciatorios de Cristo. Esto es cierto no sólo de las Epístolas, si-
no también de los Evangelios (Mat. 20:28; 26 :28). La doctrina
de la propiciación será desarrollada en capítulos posteriores. Aquí
la mencionamos como esencial a la obra redentora de Cristo.
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La Religión Cristiana en su xpresión Doctrinal
F'inalmente, la resurrección de Cristo, su ascensión a la dies-
Cra del Padre, y su intercesión por nosotros, son la corona y la
culminación necesarias a su actividad redentora.
(2) Llegamos así a la segunda declaración general respecto
a la revelación de Dios en Gristo, esto es, que Cristo es más que
un personaje histórico. Es superhistórico. Actúa sobre la his-
toria desde afuera. La revelación personal de Dios en Cristo no
terminó con la muerte de Jesús. Esta declaración nos trae al
mismo corazón del significado del cristianismo. Continuó vi
viendo Jesucristo para obrar de una manera casual y directa so-
bre el curso de la historia cristiana? No obra así en la actuali-
dad? La respuesta a estas preguntas tendrá mucho que ver para
determinar la respuesta a las otras preguntas fundamentales en
cuanto al significado de la encarnación y de la propiciación. No
vacilamos en contestar afirmativamente ambas preguntas.
LOs hechos de la vida terrenal tienen que combinarse después
con la
actividad creadora de Cristo si hemos de estimar propia-
mente su verdadero significado para la vida religiosa de los hom-
bres. Cristo no fue solamente un Maestro enviado de Dios, fue
también creador espiritual.
Las siguientes consideraciones establecen la verdad de es-
tos asertos:
a. En primer lugar sabemos las declaraciones explícitas de
Jesús en euanto a su actividad continuada después de la muerte."
Estas son claras y suficientes. Declaró que edificaría su iglesia
y que las puertas del Eades no prevalecerían en contra de ella
(Mat. 16:18). Comisionó a sus discípulos para evangelizar el
mundo, prometiendo que su presencia continuaría con ellos (Mat.
28:20; Marcos 16:20). Prometió al Espíritu Santo por el cual
les hablaría (Juan 14:16, 17; Actos 1:5). Predijo su propia vuel-
ta en gloria para juzgar al mundo (Mat. 25:31-46).
b. Conforme a estas predicciones tenemos el derramamiento
del Espíritu después del Pentecostés, el testimonio de los apósto
les a la agencia de Cristo en ello, y toda la historia subsecuente
del Libro de los Hechos. c. El testimonio uniforme de las Es-
crituras confirma estos pasajes de los Evangelios y la historia
de los Hechos. En todas partes Jesús es considerado como el
poder espiritual, obrando en los hombres por medio del Espíritu
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El Conocimiento de Dios

Santo. d. Tenemos también la carrera y los escritos del Após-


tol Pablo. Pablo describe el origen de su carrera espiritual co
mo el momento cuando plugo a Dios revelar a su Hijo en él (Gá.
t). Cristo es en todas partes el centro de su Evangelio y la
causa eficaz que opera por él. Una de las pruebas más convin-
centes de la resurrección de Cristo es el capítulo quince de la Pri
mera carta a los Corintios. Algunos han procurado explicar el
eristianismo por medio de Pablo. Pero esto no hace sino quitar
en apariencia la dificultad. Cómo podemos darnos cuenta de
Pablo? De dónde derivó la energía creadora
que ha revolucio-
nado la civilización del occidente? Además de
esto, esta opinión
está en desacuerdo con Pablo mismo, quien fue un devoto
apa-
sionado de Cristo como su propio Redentor
y como el Salvador
del mundo.
e. Mencionamos también el hecho de que nuestra más remo-
ta literatura sostiene el hecho por el cual abogamos. Pablo
es
cribió la Epístola a los Romanos, la a los Gálatas, y las dos Epís-
tolas a los Corintios antes de que fuese compuesto ninguno de
los Evangelios. Estas son nuestras primeras interpretaciones de
la significación del cristianismo. Todas asigman a Jesucristo el
lugar y la función de creador espiritual.
. Obsérvese también el lugar de la resurrección en el cris-
tianismo primitivo. El movimiento cristiano comenzó como un
movimiento que había de conquistar al mundo con la resurrec
ción de Jesús. No hay ninguna divergencia material sobre este
punto entre los expositores y los historiadores. Prácticamente,
con unanimidad se considera que la creencia en la resurrección
fue la convicción principal que estuvo detrás del movimiento cris-
tiano para impulsarlo. El hecho sobre el cual descansaba la con-
vicción es la única explicación suficiente de aquel movimiento.
g. El lugar de Cristo como creador espiritual es confirmado
por el origen de los Evangelios Sinópticos. Estos se originaron
como un resultado de la vida espiritual en Cristo. Estas histo-
rias fueron compuestas después de las cuatro grandes Epístolas
de Pablo. Ellas no fueron la causa del movimiento eristiano, si-
no que por él fueron causadas.
Dos documentos son considerados en la ectualidad por los
críticos como conteniendo nuestras más antiguas narraciones de
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=
La Religión Cristiana en su Expresión Doctrinal
la vidu de Cristo. Uno de éstos es el Evangelio de Marcos; el
otro, es un escrito que está después de Mateo y Lucas del cual
ambos sacaron una parte de su material. Pero en estos dos do-
cumentos todos los rasgos esenciales de la vida de Jesús yuelven
a aparecer como los tenemos en nuestros actuales Evangelios de
Mateo y Lucas. Permanecen todos los elementos sobrenaturales
y trascendentales de su persona y ministerio.
Así la crítica histórica y literaria ha dejado completamente
de eliminar al Jesús sobrenatural del Nuevo Testamento. El re
sultado de la investigación crítica, pues, no tiene nada a favor
de la opinión anticristiana. Se ve más claramente que nunca
que hay un acuerdo en todas las cosas esenciales respecto al lu-
gar de Jesucristo en nuestra vida espiritual. En ninguna parte
hallamos contradicciones que afectan la verdad del Evangelio.
No se puede creer que si Pablo hubiera cambiado la opinión co-
múnmente aceptada en cuanto a la persona de Cristo, no halla-
ríamos objeción alguna expresada por alguno de sus contempo-
ráneos. En el Nuevo Testamento no hay indicio de una contro
versia correspondiente a la moderna disputa acerca de un Cristo
sencillamente humano y natural, y un Cristo sobrenatural.
Esta disputa sin embargo ha asumido una forma nueva. Es
ahora una diferencia en teorías filosóficas u opiniones universales.
Los opositores del cristianismo comienzan con una opinión univer-
sal que niega lo sobrenatural. Sobre esta suposición proceden a
explicar los elementos sobrenaturales en el Evangelio atribuyéndo-
los a la imaginación de los primeros discípulos, a la prevalencia de
mitos que fueron ineluídos en las historias, o a una tendencia a
atribuir significaciotes no legitimas a los hechos sencillos.

Concusión.
Podemos ahora comenzar a sacar nuestra conelusión del bre-
ve examen que hemos hecho de las fuentes de nuestro conocimien-
to de Dios. Es como sigue: Jesucristo es la fuente suprema del
conocimiento religioso para los hombres. En la, revelación que
Dios ha hecho de sí mismo por medio de Jesucristo a los hombres
hay dos elementos principales. Uno de éstos es histórico. E
otro es experimental. Ambos son esenciales al cristianismo. En
la vida y las palabras y los hechos de Jesús de Nazaret tenemos

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El Conoctmiento de Dios
los elementos históricos de la revelación personal de Díos. Pero
a éstos debe afladirse la obra de Oristo,
efectuada más allá de la
historia, quien continuó para influir en los hombres por medio
del Espíritu Santo, después de su ascensión.
Esto conduce a la idea de una narración de la revelación dle
Dios a los hombres hecha en las Escrituras. El Antiguo Testa
mento es la historia de la revelación preliminar. El Nuevo Tes-
tamento es la consumación de la historia. Por estas Escrituras
del Nuevo Testamento mantenemos una conexión con los hechos
históricos sobre los cuales se basa el cristianismo. Estos son la
fuente suficiente y autoritativa de conocimiento para el gran he
cho del Dios redentor, quien entró en la humanidad para salvar
por medio de Jesucristo nuestro Sefior.
Pero la verdad de los hechos históricos y de la historia de
los hechos no viene a ser nuestra en el pleno sentido del conoci
miento salvador de Dios, sino hasta que tenemos la experiencia
de Dios en nuestra propia alma. Y ésta es la vida eterna, que
te conozcan a. ti, solo Dios verdadero, y a Jesucristo a quien tú
enviaste'" (Juan 17:3). El conocimiento de Dios llega a ser nues-
tro, pues, de una manera triple: en primer ugar, de la fuente
original, Jesucristo; en segundo lugar, por la narración autori-
tativa, el Nuevo Testamento; y en tercer lugar, por la experien-
cia de la gracia de Dios en Cristo, efectuada en nosotros por el
Espíritu Santo. Podemos entender a Cristo y la Biblia solamen-
te por la experiencia de la gracia salvadora de Dios. Como po
seedores de vida remontamos la corriente de la vida hasta su
origen.
Lo que acabamos de decir no indica que no demos ninguna
importancia al conocimiento de Dios que viene del estudio de la
naturaleza, de la religión comparativa, de la psicología de la re-
ligión, de los credos publicados por la autoridad eclesiástica, y
de otras fuentes semejantes. El punto de énfasis aquí es que és-
tas son fuentes secundarias del conocimiento religioso, y no pri
marias. Llegamos a un conocimiento de aquella revelación por
medio de las Escrituras. Pasamos al estudio de los hechos y su
historia por nuestra experiencia viva de la gracia redentora de
Dios en Cristo. Nuestra primera tarea es, pues, un estudio pre-
liminar de la experiencia misma.
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